20. Formación de las ciudades. Las Universidades

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Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz

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Formaci贸n de las ciudades. Las universidades


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n temas anteriores hemos utilizado ciertas imágenes para reconstruir el modo de vida altomedieval. Ahora entramos en la Baja Edad Media. Es importante que tengamos una idea concreta y acertada de lo que estos dos títulos significan: Alta Edad Media y Baja Edad Media. En un principio se sistematizó la Historia en esos bloques convencio-

nales que eran las Edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. La edad Media suele dividirse en Alta y Baja. La Alta Edad Media es un periodo histórico en la vida europea que se caracteriza por unos atributos inconfundibles, de los cuales ya hemos hablado en temas anteriores: feudalismo, arte románico, vida monacal, intentos de Imperio de motivación mística, etc. ¿Y la Baja Edad Media? ¿Desde cuándo

entramos en este período y en qué consiste? Tal es el asunto que vamos a desarrollar en el presente tema. No se puede señalar una fecha exacta para el comienzo de una edad histórica, porque un cambio de vida colectivo no se produce nunca en un día o año señalado. Existen, sin duda, unas causas concretas que van apareciendo en fecha también concreta, pero es necesario que esas

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1. Ambrogio Lorenzetti. Una ciudad junto al mar (Siena, Pinacoteca).

demasiado sutil para ser descubierta. ¿Qué quiso ser el hombre de la Alta Edad Media? ¿Y el de la Baja Edad Media? Aún es temprano para contestar estos interrogantes.

causas operen sobre los individuos y que éstos, a su vez, contagien su criterio a los demás. Es decir, se necesita bastante tiempo para que un nuevo estilo de vida se imponga sobre la multitud, penetre profundamente en sus convicciones y sature su comportamiento. Estos cambios de vida se producen, sobre todo, en el área de las ilusiones y los anhelos. Lo que distingue a los hombres es, ante todo, sus aspiraciones; lo que quieren ser y realizar en cada momento de la Historia. La vida de cada uno de nosotros y, por tanto, la de la colectividad que nos agrupa, adquiere en cada época el perfil de nuestras aspiraciones, la silueta de nuestros

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deseos más íntimos. Cada cual se hace una imagen, más o menos tosca, del hombre que pretende realizar y en ello gasta todas sus fuerzas. Las épocas históricas tienen la impronta de las aspiraciones colectivas, encajan perfectamente en la imagen que cada colectividad tiene de su existencia. Por eso, hay dos cosas que no puede olvidar el buen aficionado a la Historia, dos puntos de vista ineludibles que nos dan la verdadera perspectiva del momento histórico: lo que un pueblo ha sido y lo que ha querido ser. Mucho más interesante y revelador lo segundo que lo primero. La distinción entre estos dos términos es muchas veces

Pero volvamos al punto central del tema. No hay duda de que el hombre altomedieval tenía una idea de la vida muy distinta a la del bajomedieval. Aquél meditaba sobre unos problemas, se planteaba unas cuestiones, mostraba unas preferencias morales y estéticas totalmente diferentes, cuando no opuestas, a las que sostenía éste. En el siglo XI, y aun en el X, ya se pueden advertir fermentos de un nuevo modo de pensar, pero el nuevo estilo no logra imponerse hasta la segunda mitad del siglo XII. Consideremos, pues, el siglo XII como la zona límite entre la Alta Edad Media y la Baja Edad Media. Este nuevo estilo le vida se prolonga, según los límites convencionales, hasta el Renacimiento del siglo XV;


2. Maestro de Flemalle. Santa Bárbara (Madrid, Museo del Prado).

pero si observamos con detenimiento sus características, veremos que en realidad se prolonga hasta el siglo XIX, que es la culminación de dicha imagen del hombre. Pero dejemos la Baja Edad Media situada entre los siglos XII y XIV ambos inclusive.

Estas fechas nos serán muy útiles para comprender los fenómenos políticos, sociales y estéticos que vamos a estudiar de ahora en adelante. ¿Y cuál es la imagen del hombre bajomedieval? ¿Cuáles son sus aspiraciones y, por ende, su manera de vivir? Sería muy

laborioso explicar con detalle todos los matices del Bajo Medievo, pero no podemos excusarnos de subrayar los más importantes, aquéllos que nos van a permitir la comprensión de esta época. Por lo pronto, no es un hombre rural como el de la Alta Edad Media, que vivía en aldeas acogido a la protección de un señor feudal. El hombre de la Baja Edad Media es predominantemente urbano, vive en ciudades (1). No quiere esto decir que no haya (Página 4) labradores en esta época, pero los cambios importantes se producen en la ciudad, los destinos históricos de los pueblos se manejan desde la urbe, como en tiempos del Imperio Romano. Se trata, pues, de un “hombre urbano” y, por tanto, una de las cosas que hemos de estudiar son precisamente las CIUDADES MEDIEVALES. No es conformista, es decir, no se somete fácilmente a la voluntad del señor feudal, por eso se viene abajo ese modo de vida que fue el feudalismo. El bajomedieval es individualista, inconformista, enérgico.

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Ese es otro de los aspectos que hemos de estudiar en él, su individualismo, es decir, su CONCIENCIA DE LIBERTAD INDIVIDUAL. Esta conciencia le hace sentirse orgulloso de la villa o gremio que garantiza su libertad y su trabajo. Por eso, también vamos a observar su EGOISMO CIUDADANO, que le hace extremadamente insolidario con todos los hombres que no pertenecen a su ciudad o su oficio. Mucha importancia tiene su deseo de confort y buena vida. Quiere vivir bien en el terreno material. No es

3. El Duque de Berry a la mesa (H. Ricas del Duque de Berry).

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que desprecie la vida eterna que le promete la religión, pero ya no es éste su único anhelo. Entre sus ilusiones de otra vida hace un hueco para alojar los pequeños placeres que la vida terrena le proporciona. Comienza a llenar su casa de objetos confortables y cómodos que le protegen del frío, del aburrimiento y de las amarguras de la vida (2). Compra cuadros, tapices y alfombras, decora con ellos las (Pág. 5) habitaciones, que tienen ahora un abundante mobiliario. Gusta de consumir buenas viandas

con sabrosos condimentos en platos y recipientes costosos (3). Vive lo más cómodamente posible y gasta el dinero en estas superfluidades. He aquí, (Pág. 6) pues, un aspecto interesante de la vida bajomedieval, su deseo de placer y “buena vida” en el terreno material. Otro aspecto muy interesante es su espíritu crítico. El bajomedieval tiene un temperamento racional y sistemático, que le lleva a criticar las verdades de la fe que la Alta Edad Media aceptaba sin vacilar. El bajomedieval vive aún instalado en las creencias religiosas medievales. Su mundo es, pues, un mundo teológico. Pero ya encuentra resquicios, grietas en las verdades tradicionales y se apresura a rellenarlas con su inteligencia y sus razonamientos. Es la época de Santo Tomás, Duns Scoto y Guillermo de Occam (Pág. 7) (4). Para pensar y discutir, para liberarse del aprendizaje dogmático de las escuelas monacales, se reúne en pequeños grupos en los suburbios ciudadanos, donde alumnos y docentes ensayan


4. Andrea de Firenze. Triunfo de Santo Tomás de Aquino (Florencia).

5. Construcción de una catedral (Viena, Biblioteca Nacional).

una forma de vida nueva y prometedora: la Universidad. Es, por tanto, la época de las UNIVERSIDADES y a ellas dedicaremos un espacio de nuestro tema. Por su afán de confort y lucro, desarrolla un impulso comerciante arrollador. Es la época de arranque del COMERCIO Y LA INDUSTRIA EUROPEA. A este hombre bajomedieval, comerciante, crítico, urbano, enérgico y tenaz, se le ha dado un nombre muy conocido: BURGUÉS, por los lugares donde inicialmente vivía, los

burgos. La teoría marxista ha convertido este nombre en un insulto despectivo, pero hay que dejar bien claro que la Europa actual sería imposible sin la labor incansable y anónima de estos burgueses de los siglos XII, XIII y XIV. Desde el punto de vista estético, también se experimenta un cambio notable porque en esta época aparece el ARTE GÓTICO Y LAS CATEDRALES (5). (Pág. 7) Todo ello lo veremos en el próximo tema, que se dedica por entero a las artes

plásticas de la Baja Edad Media. También se puede observar un cambio notable en la vida monacal. Los benedictinos siguen existiendo, pero su estilo de vida pierde adeptos. Nuevas Ordenes regulares se imponen en esta época y se adaptan a las necesidades históricas planteadas. No viven en el campo, son urbanas; no tienen posesiones feudales, viven de la limosna, no se mantienen separadas de la población en los asuntos culturales y teológicos, sino que

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6. Benozzo Gozzoli: arrieros medievales, Detalle del viaje de los Reyes Magos.

y otra herética (albigenses, lollardos y anabaptistas).

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discuten desde las cátedras universitarias los problemas de filosofía, ciencia o teología que les plantean los seglares. Estas nuevas Órdenes son, ante todo, FRANCISCANOS y DOMINICOS. La vida monástica se hace más sociable, evangélica y humana que la de los monjes de Cluny o el Cister.

investigaciones y los descubrimientos científicos. En éste, como en tantas otras cosas, el Renacimiento y toda la Edad Moderna no es más que una prolongación de la Baja Edad Media. Es decir, la creación de nuevos modos de vida produce inmediatamente problemas vitales de la misma especie.

Todas estas cuestiones que hemos señalado provocan notables cambios en todos los órdenes. Por ejemplo, el auge comercial dio lugar a un progreso considerable del transporte y las operaciones monetarias y crediticias. Las discusiones teológicas fomentaron la confusión y la herejía en algunos lugares de Europa, pero también fomentaron las

En resumen, vamos a estudiar el estilo de vida bajomedieval que tiene su momento histórico desde el siglo XII al XIV y se caracteriza por la vida ciudadana, las universidades, las catedrales góticas, el comercio y el tráfico de dinero, y la aparición de un espíritu místico y dialéctico, que tiene una vertiente ortodoxa (dominicos y franciscanos)

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Por último, no debemos olvidar el papel que jugaron las Cruzadas en todo este proceso. Las expediciones de los nobles europeos a Tierra Santa produjeron una honda conmoción en el sistema vital de Occidente. Los nobles feudales que habían vivido una existencia limitada y austera, de pocos alcances, descubrieron formas de vida fastuosa y delicada; se pusieron en contacto con la civilización musulmana, mucho más rica que la europea a la sazón. Por todo ello, las Cruzadas fueron un tremendo choque que puso en movimiento todas las ansias que fermentaban en los corazones occidentales. Debemos considerarlas como la causa más importante de este cambio histórico fundamental que se produjo en el siglo XII y que conocemos como Baja Edad Media.


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