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Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz
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Los primitivos flamencos
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HIARES 4ª Edición ISBN: 978-84-16015-08-5 Paseo de Guadalajara, 74 28700 San Sebastián de los Reyes (Madrid)
Los primitivos flamencos
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talia y Flandes son los dos extremos opuestos de la Lotaringia. El principio y el final de la vía económica europea a partir de la Edad Media. Recordemos el importante papel económico de estos dos territorios en el concierto económico medieval y moderno. Recordemos también que se llamaba Lotaringia a la porción de territorios que unían Italia y Flandes, herencia de Lotario, el nieto
de Carlomagno. Desde entonces la Lotaringia ha sido la medula europea; aún hoy, con toda nuestra civilización técnica, continúa siendo una línea neurálgica. El actual Benelux, Francia, Suiza, la Lombardía italiana y el este alemán, son todavía las vísceras de Europa. El Mercado Común nació en este área y allí comenzaron a gestarse todos los intentos de unión. Las guerras europeas se iniciaron por el dominio de este
área. Todo lo importante que ha ocurrido en Europa desde el siglo XIII ha sucedido en torno a esta línea que va de Venecia a Brujas. Italia y Flandes son las dos cunas del comercio, la burguesía, la política y la economía europea en la Baja Edad Media. También son las cunas del arte moderno europeo. En rigor, en Europa y en la Edad Moderna, sólo hay dos estilos de pintar: la
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1. Crucifixión. Hubert Van Eyck (Venecia, Ca D’oro).
pintura italiana y la pintura flamenca. Todas las demás escuelas -francesa, española, alemana, inglesa, etc...- sólo son variaciones de estos dos temas centrales. En el tema anterior hemos estudiado los primitivos italianos. Un siglo más tarde surgen en Flandes unos pintores de gran relieve, que intentan en el Occidente de Europa lo mismo que habían hechos los florentinos y sieneses en Italia. La tradición pictórica flamenca era más pálida y arcaica que la italiana, pero se produce en ellos una reacción
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del mismo tipo, en busca del naturalismo e ilusionismo pictórico. Italia es una cuna del Renacimiento; la otra, Flandes. A estos pioneros flamencos del nuevo arte, suele llamárseles «primitivos», aunque este término no sea muy apropiado, como ocurría en Italia, pues si bien resultan primitivos al lado de los renacentistas plenos, son revolucionarios y progresistas si los comparamos con los pintores góticos que en el siglo XIII y comienzos del XIV trabajan en la zona.
La pintura flamenca como tal, se inicia en el siglo XIV con la obra de los hermanos Van Eyck. Antes que ellos hubo buenos pintores flamencos, pero trabajaban en Francia. La derrota de Azincourt en 1415 determinó el hundimiento de Francia en beneficio de la casa de Borgoña. Felipe el Bueno, instalando el centro de su política en Flandes, inició una época de apogeo económico y cultural para esta zona. Flandes actúa como centro aglutinante de un grupo de territorios: Brabante, Holanda, Norte 2. Crucifixión y Juicio Final. Hubert Van Eyck (N.Y., Metropolitan).
3. Adoración del Cordero Místico. Jan Van Eyck (Gante).
de Francia, Namur, etc... En el primer tercio del siglo XV, las ciudades flamencas (Brujas, Bruselas, Gante, Tournai, etc...) son las más ricas y fastuosas de Europa occidental. Los banqueros hacen fabulosas fortunas y suelen convertirse en mecenas artísticos. El famoso canciller Rollin, tan conocido por una obra pictórica, es uno de ellos. La prosperidad económica fue el estilo decisivo para la cultura y el arte, al crear un ambiente rico en posibilidades y formas de vida. Los primitivos flamencos no son bien conocidos. Existen muchas obras anónimas y los estudiosos no se ponen de acuerdo en estilos y atri-
buciones. La pintura de los primitivos flamencos ha sido posteriormente muy restaurada y casi no conservamos ninguna obra intacta. La clientela de estas obras es sobre todo religiosa -iglesias, abadías, congregaciones, cofradías-, pero también había encargos de particulares potentados. La mayoría de las obras son dípticos y polípticos de hoja móvil que pueden instalarse provisionalmente y ser trasladados de un sitio a otro. No es un arte de aficionados; no hay improvisación. Los pintores flamencos están sujetos, como todos los artesanos, a la reglamentación gremial que les exige
un lento y duro aprendizaje que se revalida con la «obra maestra». Los pintores saben, pues, perfectamente su oficio y sus obras son técnicamente perfectas. En ellas consumen meses y meses, a veces años, porque cada detalle recibe una atención esmerada. Utilizan normalmente el óleo, aunque no sabemos bien de dónde importaron esta técnica. Consiguieron, eso sí, un óleo perfecto. Unos críticos dicen que con huevo, otros afirman que con ciertos aceites secantes. El caso es que sus obras han perdurado mucho más que las italianas, en la mayoría de los casos y conservan un colorido fresco e inigualable.
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La pintura flamenca es pintura de miniatura, de filigrana, de infinita paciencia. Los artistas reciben los encargos con mucha precisión y se ajustan casi siempre al modelo requerido. La gran cantidad de detalles que inundan sus obras es un cúmulo de símbolos, encargos y caprichos, sin que podamos saber a ciencia cierta cuándo se trata de una cosa u otra. El flamenco ama poderosamente el mundo en el que vive. Trata los objetos con una ternura y un respeto casi místicos. Por otro lado, son temperamentos fuertemente religiosos y están
constantemente unidos a la divinidad. La composición de sus obras está dirigida por una simbología matemática y mística elemental. No son obras ingenuas, como al pronto se pudiera pensar al contemplar sus figuras, sino cuidadosamente estudiadas y resueltas.
de esta homogeneidad de concepción pictórica brotan individualidades geniales y poderosas, como El Bosco, que rompe clara y rotundamente con reglas y tradiciones.
Es una época de grandes similitudes y paralelismos, porque el pintor aprendía dentro del gremio y, por tanto, repetía más tarde la técnica y la iconografía de su época de aprendizaje. Pero dentro
La pintura flamenca del siglo XV tiene tres épocas muy diferentes y características:
Trataremos en este tema solamente los pintores del siglo XV.
A)La primera mitad del siglo está dirigida por dos figuras de gran relieve: Jean Van Eyck y Roger van der Weyden. Son iniciadores de un estilo fuerte, similares a los “giottescos” en Italia. B)El tercer cuarto de siglo, en el que sigue sobresaliendo la figura de Van der Weyden, ya madura y transformada, junto a los holandeses primitivos como Thierry Bouts.
4. Ángeles músicos. Jan Van Eyck (Gante, Retablo de San Bavón).
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C)En el último cuarto de siglo retrocede la originalidad flamenca y los pintores vagan a la deriva buscando modelos y soluciones. Unos, como Van der Goes, vuelven su mirada a los Van Eyck; otros se abs-
traen en la contemplación de los italianos y buscan en el valle del Po y del Arno su inspiración. Entre ellos surge un pintor expresionista y genial que no se deja incluir en ningún estilo o clasificación apriorística: El Bosco. Los primeros artistas flamencos que merecen el título de renovadores se han convertido en la pareja más clásica del arte flamenco: los hermanos Huberto y Juan Van Eyck. Haremos un breve resumen biográfico. Nació Juan Van Eyck en una fecha alrededor de 1390, probablemente en Maestricht. En 1422 le encontramos en La Haya al servicio del conde Juan de Baviera. A su muerte pasa a ser pintor y ayuda dé cámara de Felipe el Bueno, instalándose en Lille hasta 1430. Entre 1426 y 1428 hace viajes a la Península Ibérica con misiones diplomáticas. Sabemos con certeza que visita Aragón y Portugal, donde hace un retrato a la Infanta Isabel. En 1430 se traslada a Brujas, donde compra una casa en 1432. Nobles y diversas personalidades visitan cons-
5. Los eremitas y los peregrinos. Jan Van Eyck (Gante, ret. de S. Bavón).
tantemente su casa, atraídos por la fama de sus pinceles. El propio Felipe el Bueno apadrina a su primer hijo y le hace continuos obsequios y muestras de amistad. Muere en Brujas en 1441, después de llevar una vida fastuosa y llena de éxitos, rodeado de lujos y comodidades, por su oficio de pintor de cámara y diplomático de confianza del gran duque de Borgoña. Fue enterrado en la iglesia de S. Donaciano.
Si de su vida adulta tenemos mucha información, su niñez y juventud aparecen en la oscuridad más absoluta, pues no tenemos noticia alguna antes de 1422. En este punto surge un problema de relieve inusitado. Tradicionalmente, se sostenía la existencia de Huberto Van Eyck, hermano de Juan e iniciador del estilo. Algunos críticos como Rencers negaron totalmente la existencia de Huberto. La importancia de este asunto
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6. La Virgen del Canciller Rolín. Jan Van Eyck (París, Museo del Louvre).
7. El hombre del turbante. Jan Van Eyck (Londres, National Gallery).
es grande y merece que le dediquemos cierta atención. En el Políptico de San Bavón, del que luego hablaremos con detalle, hay una inscripción que reza: «Huberto... Eyck, el más grande que se conoció comenzó y, el peso, Juan por arte el segundo, fortalecido con la plegaria de Josse Vijd por este verso el 6 de mayo os da a contemplar la obra.» El fragmento está en versos latinos muy confusos. La autenticidad de los mismos es sobremanera dudosa, pues se halla muy restaurada toda esa porción del políptico. Además de esto, hay documentos contradictorios y ambiguos
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que hablan de Huberto, pero no lo relacionan con Juan. Es decir, que pudo existir, pero no ser hermano del anterior. En cualquier caso, no conocemos ninguna obra segura de Huberto, aunque se le atribuyen algunas (1), y los críticos no se ponen de acuerdo (Pág. 4) sobre qué parte del Políptico de S. Bavón le pertenece. Las hipótesis son muchas y distintas todas ellas. Parece que Huberto existió, pero no sabemos ni el grado de participación que tuvo en el retablo, ni conocemos otra obra suya de identificación cierta, ni sus relaciones con Juan, ni ningún dato concreto que permita trazar una imagen aproximada de su vida. Algu-
nos llegan a pensar que Juan firmó como Huberto algunas obras de juventud; otros creen simplemente que Huberto es la invención de críticos posteriores que quieren revalorizar la escuela de Gante ante la de Brujas. Los argumentos de los defensores de Juan, como pintor único, son sólidos al aducir que si Huberto hubiera existido y fuera -como los otros pretenden- el creador del estilo y mejor pintor que su hermano Juan, ¿por qué no lo tomó a su servicio el Duque de Borgoña?; o, al menos, ¿por qué no aparece ninguna noticia de su nombre en las crónicas coetáneas de Brujas? Los mejores especialistas en el tema fuero Schreeve y Duverger, que en 1936