HIARES
Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz
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Arte americano precolombino
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HIARES 4ª Edición ISBN: 978-84-16015-31-3 Paseo de Guadalajara, 74 28700 San Sebastián de los Reyes (Madrid)
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s muy difícil señalar los orígenes de las culturas americanas. Las hipótesis más aceptadas actualmente hablan de una antigüedad de quince mil años, aproximadamente, y unos pueblos paleolíticos -cazadores nómadas- que penetraron por el noroeste de América, es decir, por el Estrecho de Behring, aunque
LOS ORÍGENES más tarde también se tiene conocimiento de invasiones a través del Pacífico, que recalaron en las costas occidentales de América Central y América del Sur. Lo que sí parece admitido es que el paso del paleolítico al neolítico, es decir, el descubrimiento de las técnicas agrícolas, se produjo ya en el continente americano. También
se admite, no obstante, que invasores posteriores llegaron a Sudamérica con conocimientos agrícolas adquiridos. Los primeros hallazgos en tierras americanas suponen una cultura paralela a la de Sumer, aunque con caracteres muy diferentes, por supuesto. Estas culturas americanas primitivas se conocen como
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1. Pirámide de Cuicuilco.
culturas PRECLÁSICAS. Han recibido este nombre para subrayar el grado de evolución que en ellas hemos descubierto y diferenciarlas de otras culturas netamente «primitivas», como las de ciertos pueblos africanos, australianos y esquimales. Los primeros pueblos americanos de los que tenemos noticia eran sedentarios, tenían organización política, conocían la
agricultura en alguna de sus formas, igual que la cerámica, el tejido, la arquitectura, etc. Es un poco complicado resumir el gran número de culturas que se producen en territorio americano antes de la llegada de los conquistadores españoles en los siglos XV y XVI. Las relaciones entre ellas no están aún suficientemente claras, sobre todo por la ausencia de escritura. Todos los
datos deben extraerse de los vestigios plásticos y utilitarios que estos pueblos nos han dejado de su estancia en el Nuevo Continente. Procuraremos ir enumerando aquellas culturas que nos parezcan más interesantes y evolucionadas de una manera sistemática y progresiva. Situaremos lo más concretamente posible su emplazamiento. Señalaremos, todo lo que sea posible, sus límites cronológicos. Por último, mostraremos sus restos artísticos más importantes y los comentaremos brevemente, para conseguir una explicación homogénea de todas las manifestaciones.
LOS HOMBRES DE ZACATENCO Esta cultura, que ha recibido su nombre del emplazamiento de uno de los poblados más notables y mejor estudiados de la misma, está situada en la Meseta de Anahuac y se conocen restos de la misma, a partir del año 1500 a. de J. C. Sus localidades más conocidas son Zacatenco, El Arbolillo y Tlatilco. Los
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únicos restos que merecen mención son restos cerámicos y objetos de obsidiana y algún otro mineral semiprecioso. La cerámica del periodo Zacatenco suelen ser vasos con formas femeninas bastante gruesas y, otras veces, en forma de animal o adoptando una forma puramente geométrica, preferentemente ovalada. Poco o
nada sabemos de los hombres que hicieron esta cerámica. Por las figuras femeninas, les suponemos preocupados por el misterio de la fecundidad. No sólo la fecundidad de la mujer, sino la de la Tierra, como ocurre en las culturas neolíticas del Oriente Próximo (Diosa Madre, cultos de la fecundidad, etc…).
LOS HOMBRES DE CUICUILCO Sin signos externos de decadencia o destrucción, la cultura de Zacatenco y Tlatilco deja paso a otra cultura más evolucionada, que se puede fechar entre el siglo VII al I a. de J. C. y cuyo radio de acción es el mismo anteriormente citado: la Meseta del Anahuac. Las estaciones que mejor conocemos de esta cultura son Ticomán, Tlapacoya y Cuicuilco. La cerámica de estas zonas es más variada
que la anterior e introduce elementos desconocidos en la de Zacatenco que nos hablan de un estado cultural más evolucionado. Suelen tener temas decorativos geométricos, lo que significa un grado de abstracción apreciable. Aparecen dioses desconocidos anteriormente y que, a diferencia del período Zacatenco, suelen ser masculinos, como el famoso «Dios del fuego», que tendrá una
larga tradición en territorio americano. Pero el rasgo más sobresaliente de esta cultura (que se conoce como PRECLÁSICA SUPERIOR, porque la Zacatenco es la PRECLÁSICA INFERIOR) es la aparición de la arquitectura, o al menos, los primeros vestigios arquitectónicos que han llegado hasta nosotros. Es de suponer, sin embargo, que hay arquitectura anterior
2. Hacha ritual Olmeca, con figura de hombre.
3. Cabeza colosal de piedra (La venta).
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4. Pirámide del sol (Teotihuacan).
totalmente desaparecida, por la envergadura de los primeros monumentos que en seguida vamos a detallar. La pirámide más antigua es la de Cuicuilco (1), que tiene base circular (Página 4) y consta de cuatro pisos superpuestos en forma de terrazas. El diámetro de la base es de 135 metros. Por
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un lado, presenta una sencilla escalinata que conduce a los planos superiores. Por otro, sólo tiene una rampa de acceso. En torno a la pirámide se han encontrado restos humanos. Esta forma arquitectónica la encontramos en las fases más antiguas de las culturas neolíticas, como los «zigurats» babilónicos y
las pirámides escalonadas del valle del Nilo. Nacen, probablemente, cuando el hombre intenta imitar a la Naturaleza y sus montículos creando uno artificial, que es la pirámide. Los precedentes de la pirámide son siempre sepulturas tumulares (en Egipto, las mastabas) que aparecen en fase anterior. El arte de Ticomán y Cuicuilco nos habla, pues, de una cultura más evolucionda que la anterior, que ha superado la primera fase agrícola (eminentemente femenina y preocupada por la fecundidad que no ha aprendido a dominar) y entra en otro ciclo de preocupaciones relacionadas con la muerte y la supervivencia del alma. Las pirámides están casi siempre relacionadas con fenómenos religiosos animistas del período neolítico.
LA CULTURA OLMECA Entre la desaparición de la cultura de Cuicuilco y la aparición de la cultura de Teotihuacán en la Meseta del Anahuac hay un período vacío, sin restos perceptibles, en torno al siglo I a. de JC. La mayoría de los arqueólogos creen que este período fue de decadencia para el corazón de la Meseta por el gran esplendor de una cultura situada al este, en el Golfo de Méjico: la cultura de los OLMECAS. Esta cultura tiene un desarrollo simultáneo con la de Cuicuilco, pero cuando ésta desaparece, casi sin dejar rastro, los olmecas alcanzan su mejor esplendor y realizan sus obras de arte más logradas. El núcleo cultural mexicano
se desplaza hacia la costa oriental, hacia las localidades de Veracruz, Las Tuxtlas, La Venta, Tabasco, Tres Zapotes, San Lorenzo, etc… Otros arqueólogos pretenden que la cultura olmeca de la costa del Golfo es anterior y tuvo su período de apogeo en el siglo VI a. de JC., es decir, coincidiendo con el apogeo de las colonias griegas en Asia Menor, la época de Tales de Mileto y de los Siete Sabios. El arte olmeca emplea con mucha frecuencia las piedras semipreciosas (jade, etc…) para hacer placas y esculturas (2). En sus esculturas apare(Pág. 5) cen todos los rasgos distintivos del arte clásico posterior. Gran expresividad,
geometrismo, dominio de los proporciones, acabado perfecto, algunos símbolos comunes, ciertos dioses determinados, como el Diosjaguar, que luego va a ocupar un lugar preeminente en las culturas clásicas, posteriores al siglo I a. de J. C. También aparece con cierta frecuencia el «enano», símbolo del que todavía no podemos precisar el significado. Además de estas piedras valiosas, emplea materiales más groseros, como el basalto, etc., y con ellos hacen sarcófagos y esculturas que tienen varias toneladas de peso. Ejemplo de estas obras son las cabezas gigantes de basalto de La Venta (3). La aparición muy repetida de los jagua(Pág. 5) res nos hace pensar
5. Templo de Quetzalcoatl (Teotihuacan).
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6. Máscara de Ónice (Teotihuacan).
apretado contra el superior, formando unas comisuras muy marcadas. Las últimas obras de la escultura olmeca pueden datarse en el año 20 a. de J. C. También esta cultura, como las demás, desaparece bruscamente y sin dejar rastro. Esta explicación se repite con tanta insistencia en la arqueología americana que no nos sirve. Una desaparición brusca puede producirse, varias son incomprensibles, todas son increíbles. Es preciso buscar otras hipótesis, otras
en la religión totémica. El totemismo se transmite luego a la cultura azteca y tolteca, sin duda heredado de los olmecas. Es muy pobre esta conclusión y resulta aún enigmática toda la vida de los pueblos precolombinos. La falta de escritura hace imposible precisar más, con los medios que la etnología y la arqueología tienen a su disposición, el verdadero carácter de estos hallazgos. No es solamente el jaguar el animal representado en el arte olmeca, también se representan los monos y éstos
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de una manera muy peculiar, con gran fuerza expresiva. Otra obra importante y frecuente en territorio olmeca son los grandes altares de piedra en cuyo frente aparecen altorrelieves religiosos. Esta cultura tiene dos características fundamentales que saltan a la vista: formas robustas y monumentales junto a una expresividad sin concesiones. Cuando se representa una cara humana, la escultura olmeca se caracteriza porque su labio superior es excesivamente ancho y carnoso, y el inferior es fino y fuertemente
7. Mujer arrodillada (proc. de Nayarit).