Después de la Segunda Guerra Mundial, a medida que iban envejeciendo y desapareciendo los grandes maestros de la llamada Escuela de París, una oleada de jóvenes pintores se aprestaba a sucederles. Gracias a ellos, la pintura española sigue gozando de un puesto de honor en el arte universal, como se verá en este tema.
Texto de Ernesto Ballesteros