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LITERATURA Y OTRAS EXPRESIONES JULIO 2022 | AÑO 3 | NO. 25
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HIPÉRBOLE FRONTERA Año 3 | No. 25 Julio 2022. Imagen de portada: Editorial Título: Segundo Aniversario Técnica: collage digital. Año: 2022. Editorial Mónica Morales Rocha Contribuciones Javier Vargas de Luna Francisco Morales Jhonnatan Curiel Simoné Matunaga Marta Cueva Lizeth García Keith Ross Guillermina Monroy Yackelin Carrillo Juan José Luna Fernando Sánchez Carmen Campuzano Iliana Hernández Eduardo Honey Marvey Altúzar Redes sociales
Revista de divulgación literaria y otras expresiones artísticas sin fines de lucro. Publicación mensual
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HIPÉRBOLE FRONTERA EN ESTE NÚMERO
[SEGUNDO ANIVERSARIO] 18 Reseña | Jhonnatan Curiel
20 Columna | Lecturas
22 Invitado | Francisco
Migratorias
Morales
26 Convocatoria No. 26 | Otoño
2 Nota de la Editora
Nota de la Editora Estamos de regreso en
HIPÉRBOLE FRONTERA Un proyecto de divulgación literaria y otras expresiones artísticas En julio de 2020 inicié este proyecto de divulgación literaria y otras expresiones artísticas, como recurso contra la incertidumbre y el confinamiento. A lo largo de 25 números he podido atestiguar la capacidad humana de conectarnos a través de la palabra y la imagen. Me llena de emoción este SEGUNDO ANIVERSARIO, que da cuenta de lo que puede lograr la suma de voluntades al compartir esto que nos mueve y toca el alma: la literatura. Quiero agradecer las generosas colaboraciones de esta edición: voces diversas que comparten un momento en la palabra. Mi abrazo, tanto a quienes participan por primera vez, como a quienes vuelven para celebrar estos dos años de hacer comunidad en torno a la revista. Agradezco a Jhonnatan Curiel, por su siempre atinada y grata participación; esta vez con la reseña de Savant de Manuel de J. Jiménez. A Francisco Morales, poeta y amigo entrañable, por concederme el disfrute de sus poemas para compartirlos con nuestra comunidad lectora. La cereza en el pastel de esta celebración de segundo aniversario. Finalmente, y con gran gusto, la cuarta entrega de LECTURAS MIGRATORIAS, columna de Javier Vargas de Luna, desde Quebec. En esta ocasión, con la reseña de País portátil, del venezolano Adriano González León. Un entrañable recordatorio, también, de la literatura que nos regresa a casa, cuando el exilio. Dejo, pues, a tus ojos nuestro No. 25 SEGUNDO ANIVERSARIO, deseando sea una grata lectura, en tanto seguimos celebrando y agradeciéndote por estar, compartir, divulgar. Recuerda que a partir de este tercer año seremos trimestrales... ¡volvemos en la edición de octubre!
5 Simoné Matunaga 6 Marta Cueva Camblor 7 Lizeth García 8 Keith Ross 9 Guillermina Monroy 10 Yackelin Carrillo 11 Juan José Luna 13 Fernando Sánchez 14 Carmen Campuzano 15 Iliana Hernández 16 Eduardo Honey 17 Marvey Altúzar
¡Gracias por leer!
Mónica Morales Rocha Editora 2
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EN PORTADA
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Título: Segundo Aniversario Técnica: collage ditigal.
Año: 2022
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SIMONÉ MATUNAGA CARTA DE NOCHE
Como si fuese casualidad conectamos al instante y una parte de mi corazón te llevaste. ¿Sería mucho poner la palabra “amor” en tus labios? Seguimos culpando a la luna escondida entre las nubes, como tu sentir en un árbol y así te fuiste alejando, dejándome en un obscuro vacío, deambulando. ¿Si lo pido te quedarías a mi lado? Tuve un sueño triste contigo en mis brazos, llorabas desconsolado, las lágrimas caían, me sonreíste y dijiste “te amo”. ¿Existe un amor qué no sea desesperado? No podría prometerte una próxima vida a tu lado. Estaré en tus más caóticos días buscando tu sonrisa, esperando a ser tu único amor.
Simoné Matunaga Curiel (Tijuana, 2005). Estudia la preparatoria en COBACH extensión siglo XXI. Desde primaria se interesó por la literatura, el dibujo y el canto, participando en concursos escolares. En secundaria comenzó a explorar esas aficiones. El poema presentado forman parte de su primer libro en creación.
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MARTA CUEVA CAMBLOR COMO ÉL «Podrían confundirla con la de papá», pensé. Al fin y al cabo, él solía usar una gabardina gris muy similar. O, al menos, así era como la describía siempre que me sentaba en su regazo y me contaba una a una sus hazañas policíacas con las que enmudecía de admiración. Yo soñaba con ser como él: un detective de gran corazón a disposición del pueblo. Y ahí estaba yo trece años más tarde, sentado en la mesa de un despacho, con una pipa entre los labios y admirando mi nueva gabardina. Sonreía. Sabía que, dondequiera que estuviese, mi padre estaría orgulloso de mí. .
Marta Cueva Camblor Nació Asturias, vive en Madrid. Le apasionan las lenguas y la traducción. Actualmente estudia un máster de Traducción Literaria en la Universidad Complutense de Madrid. Además, escribe artículos para un periódico italiano digital.
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LIZETH GARCÍA MANOS LIBRES
Tengo mis manos libres para tocar, acariciar. Sin necesidad de un anillo para demostrar que aman, y sentir seguridad. No necesitan uñas postizas para arañar. Con las que tienen bastan para marcar amores en la espalda. Mis manos son libres para sentir, tocar la lluvia, tierra mojada, el sexo húmedo. Mis manos cuidan asisten a los pequeños, a los seres queridos, a los desvalidos. Mis manos limpian, curan, zurcen, crean, escriben.
tazatintero.wordpress.com
Mis manos son libres ¡Y me encanta!
Lizeth García Peña Estudió Comunicación (UABC) y Maestría en Cultura Escrita (Centro de Posgrado y Estudios Sor Juana). Actualmente dirige el taller libre de escritura creativa del CETYS Universidad, campus Tijuana, y es profesora de Literatura en preparatoria.
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KEITH ROSS MI MADRE TAMBIÉN CAMINÓ DEBAJO DEL ARCO PARA RECONOCERSE A SÍ MISMA Mi madre siempre quiso ser este mar que jamás se aleja, esta sierra que marchita si la bestia del huracán no llega.
A los veinte supo de la paciencia que dan los desvelos cuando los alumbra el llanto y la desesperación de quien todavía no sabe ni su nombre.
Mi madre quiso traer el ardor del verano en todo el cuerpo.
A los treinta eran tres los hijos que había que educar.
“Yo nunca me iré de aquí”, repetía como si hubiera a dónde ir. Mi madre no salió a pescar más que la vida que lleva los días.
A los cuarenta supo capotear la muerte de mi padre y un cáncer tan grande como sus ganas por vivir.
El pueblo era de ella hasta que la urbanidad la amuralló en una esquina. La ciudad fue para ella una de esas mareas que arrullan hasta que se violentan. Mi madre también caminó debajo del Arco para reconocerse a sí misma como hija de esa piedra. Mi madre nació en el mes de los huracanes que llegan tarde, aprendió a respetar al viento y al aguacero, a ponerle el pecho al mal tiempo, a tomarle el pulso a la bestia que solo se calma para arremeter más recio.
A los cincuenta, enero nos heló la vida una mañana: todos los deseos de Año Nuevo se hicieron uno solo. Mi madre fue un huracán que se lo llevó el invierno. Ahora es un arroyo, ruge cuando llueve; un cerro que nos levanta en zig zag hasta que el cansancio se hace paisaje, el paisaje, una lancha que arroja flores al mar y a las rocas, la espuma de la ola, la ola, el rugido de la costa, la brisa del Pacífico, el Pacífico, una ciudad que va aprendiendo a serlo, un desierto que se hace selva, y todo ese Sur que siempre será el centro.
Mi madre a los diez años traía la sonrisa del árbol de mango en el verano. Keith Ross (Cabo San Lucas, 1985). Licenciado en Lengua y Literatura y Maestro en Estudios Sociales y Humanísticos de Frontera en la UABCS. Cursó el master en Filología Hispánica en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Madrid. Es autor de los libros de narrativa Callejón sin salida, y Los piratas vienen de lejos, ambos publicados por la Secretaria de Cultura y el Instituto Sudcaliforniano de Cultura.
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GUILLERMINA MONROY LA ESCRITORA
Mi madre subió el volumen de la televisión. No me concentro, estoy terminando el único cuento que he escrito. Harta, interrumpo mi trabajo y salgo de mi estudio, camino por el pasillo y llego a la sala, tomo el control remoto y bajo el volumen de la televisión. Mi madre me mira llena de furia. De regreso, doy un portazo. Esta es la irritante monotonía de nuestra existencia común. Mi madre también está harta de que su hija, aún después de muerta, le apague la televisión.
tazatintero.wordpress.com
Guillermina Monroy Zavala (Ciudad de México, 1957). Antologada en la IV Antología de Escritoras Mexicanas, (2021); en Cancionero de la pandemia y La pandemia que vino de Asia. Fuego a tres voces, (2020). Estudia Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Coordina el Taller Literario Poetas Trabajando.
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YACKELIN CARRILLO APARICIONES Qué se hace con la memoria cuando se atiborra de fantasmas cómo se desprende una de esas ausencias enquistadas de esos vicios de mirar con ojos sordos el espectro de una entrega diluyéndose en las sábanas donde después te siembras.
tazatintero.wordpress.com
@javierb.venegas
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Yackelin Carrillo (Tijuana, B.C). Estudiante de Lengua y literatura en UABC. Presentó algunos de sus poemas en el XI Encuentro de Estudiantes de Lingüística y Literatura por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Ha publicado en algunas revistas y plataformas digitales y últimamente ha estado leyendo mucho a Carilda Oliver y la poesía que se encuentra por ahí caminando.
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JUAN JOSÉ LUNA ELLA NO HABÍA VISTO LITTLE MISS SUNSHINE
Primero, hay que aclarar que cuando me refiero a «Ella» en el título de esta historia no me refiero a «ella» como pronombre sino como nombre personal. Ella, en realidad, se llamaba Ella, pero se pronuncia como si se tratara de una sola ele: Ela. Debido a esta singularidad homónima, asumo que dará igual si me refiero a ella como ella o como Ella. Nuestra segunda cita tuvo lugar en un bar muy agradable y tranquilo de la ciudad, donde ella era la más joven, y me atrevo a decir que también era la más guapa, no por ser joven sino simplemente por ser guapa. En algún momento de la cita, no sé cómo ni por qué, saqué a relucir la película Little Miss Sunshine. Ella dijo que no la había visto, cosa que me sorprendió en un principio. Mas luego lo entendí. Tomando en cuenta su edad y que la película se había estrenado hacía dieciséis años, todo cobraba sentido. Era nuestra segunda cita y yo había planeado, cuando menos, besarla esa noche. Cuando me reveló que jamás había visto esa película decidí confesarle mis intenciones hacia ella. «Ella», le dije (hay que recordar que se pronuncia Ella), «debo confesarte que me gustas mucho, en muchos sentidos y en todos lo niveles. En realidad me interesa mucho, pero mucho, tener una relación contigo. Pero esto no va a ser posible si no remediamos algo. Pues, por mucho que me guste, no podría tener una relación con una mujer que no haya visto Little Miss Sunshine». Ella se rió un poco sonrojada. Y yo, con una sonrisa que solo me sale en esos momentos, le dije que nada de lo que había dicho era broma, que todo era en serio. Ella me miró en silencio, daba la impresión de que no sabía qué decir. Yo continúe: «Tenemos que ponerle solución a esto. Te invito el próximo sábado a mi casa para verla. Yo pongo la película y el vino. Tú pones el queso y esas cosas». Ella aceptó encantada y brindamos por nuestra siguiente cita, que más que una cita parecía pacto. Eso fue bonito. Aún no había terminado nuestra segunda cita y ya habíamos agendado la tercera. Realmente nos gustábamos.
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Llegó el día de la cita y Ella llegó a la hora acordada. Nada aprecio tanto como la puntualidad, dice tanto de una persona y del respeto que esta siente por la otra. Ella llegó con una rica y hermosa tabla de quesos, aceitunas y jamón que, me confesó desde un principio, había comprado. «La cocina no es uno de mis talentos», me dijo. Yo le mostré la botella de vino, y le confesé que también lo había comprado: «La vitivinicultura no es una de mis talentos», le aclaré. Nos sentamos en el sofá y pusimos la película. Yo la disfruté como siempre y me dio gusto que ella apreciara la ironía y el humor negro de la historia. Cuando la película terminó, lejos de comentarla, nos besamos, así, sin más. Y así, sin más, después de tocarnos el cuerpo con cierta desesperación, nos quitábamos la ropa, le besé los senos, le lamí la vagina y la penetré. En realidad, terminamos más rápido de lo que hubiera deseado. O, más bien, terminé más rápido de lo que hubiera querido. Pero la pasamos bien, de eso no había duda. Ya habría tiempo para que nuestros cuerpos aprendieran a tocarse y a quererse. Estuvimos juntos solo tres o cuatro meses. La pasábamos muy bien juntos, hacíamos el amor con pasión, pero algo pasaba, faltaba ese «algo» en nuestra relación. Terminamos en buenos términos. Al cabo de un año de habernos separado, todavía, eventualmente, nos reunimos para tomar vino, ver la película y hacer el amor.
Juan José Luna Es autor de los libros Crónicas sobre la macha y El origen de las cosas, entre otros. Es director de la Escuela a de Letras Sanblás, donde imparte talleres de lingüística y literatura.
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FERNANDO SÁNCHEZ NOSTALGIA DE LA PAZ (fragmento)
I Ensamble vespertino que provoca y desvanece el abrigo del dátil, aquelarre de aromas, guerras floridas que celebran prisioneros y victoriosos, nostalgia de querencias y queridas. Es el eje de rotación de tu cuerpo capilla abierta sin paralelo, es el fuste que nace en tu cadera amparo del ombligo que lo soporta. Arcos de medio punto que simulan tus pechos, cúpulas coloniales, cópulas coloridas. Son tus corolas lacres de mis cartas pervertidas.
En la noche de las caracolas no hay perdón, no hay arrepentimientos, sólo el sonido de las olas en espirales anunciando la resaca. No has de volver, barca de carrizos que hieres el golfo. Navegas con bandera blanca río arriba, mar adentro. III Se detiene al escuchar esa canción que habla de tu ausencia para ordeñar lágrimas acumuladas en las tetillas de lo permitido. Llanto esperado, goteo esperanzado de pequeñas piedras en cascada de juicios.
II Venganza de manos suaves que golpea entre palabras y arrepentimientos, mano de papel cortante que empuñas el arma con la que suturas la herida. Los escuché describir el dolor indecible de la curación de los guerreros, víctimas de los restos funerarios familiares.
Lomo de la cordillera que marca el borde entre la cordura y la imaginación, flanqueada por veredas que formaron el escurrimiento de fluidos frescos y sexuales, persistentes e insensatos.
Fernando Sánchez Bernal Artista visual y gestor cultural, experimentando en la multidisciplina. Ha desarrollado proyectos fotográficos, editoriales y de gestión en La Paz, B.C.S., la Ciudad de México y actualmente en Ensenada. Es fundador del festival Fotosensible y colaborador con otros colectivos como Arte Documento.
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CARMEN CAMPUZANO ODA A MIS GERANIOS ¡Han muerto mis geranios! los rojos, rosa pálido, magenta y, un incipiente botón blanco. Los vi desaparecer con mirada incrédula. ¡No podían extinguirse después de tantos años! ¿Cuánto podría comer ese pequeño gusano, que después se convertiría en mariposa? Eso me decía con sus ojos saltones que me miraban de reojo, mientras yo lo observaba con ternura. ¿Acaso no tenía yo la obligación de dejarlo escoger el menú cada mañana? Al final de cuentas me pagaría extendiendo sus alas multicolores cuando dejara de ser oruga. ¿Quién era yo para poner fin a su existencia? Y lo dejé merodear el contorno de las macetas día a día, con su cuerpecillo gordo y plegado como acordeón que prometía notas coloridas. Han muerto mis geranios, no queda una sola flor para darme los buenos días y las buenas noches.
¡Se han ido sus hojas convertidas en filigrana! Es cierto que algunos de ellos los hurté, solía tomar coditos a la vera del camino con la certeza de que, si estaban ahí en la banqueta, significaba invitación abierta para ser tomados. Sabiendo que prendían generosos con un poco de tierra y fertilizante dándoles agua mientras platicaba con ellos. ¡Ahora ya no están! vuelan en polvo verde y de colores hacia el cielo de las flores. Aún no deseo sustituirlos, quiero sentir su ausencia porque en ella los recuerdo con nitidez y gracia. La memoria visual atrapa el regocijo del buqué espléndido que me ofrecían al salir y al llegar a casa. Me siento y observo por largo rato las macetas vacías como si de pronto pudiesen brotar diciéndome: ¡Aquí estamos, todo fue una broma!
Carmen Campuzano (Tijuana). Artista visual, dibujante de palabras. Autora del Manual para la Enseñanza de Artes Plásticas a niños Invidentes (1999); del cuento: Mascotas Fantásticas (2000). De los poemarios: Un ojo ve, el otro siente (2018) ), e Hilvanar el alba in memoriam (2020). Coautora de: Haiku/Sexto Sentido (2021).
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ILIANA HERNÁNDEZ MATERNIDADES I Palomas hacen nido escarban entre las hojas secas, nerviosas revolotean alrededor del crío caído.
II Mi hija con calma oriental me prepara un café con taro su largo cabello oscurece el sol su frente noble es refugio de más sabiduría que la mía a su edad sabe de mis defectos y los abraza entiende mi tontería, pasa por alto mi imprudencia el arrojo del que estoy hecha.
III La cabeza de mi recién nacida fruto suave algodón inocente, gota sobre tierno verdor de una pequeña hoja dispuesta a las tormentas. La cabeza de mi recién nacida una historia del mundo en mis brazos ciclo de milagros mi mano, mi cuerpo todo para defenderla mi palabra para contarle otra vida la que no podrán manchar ni arrebatarle en mi ausencia.
Sus maneras me regresan a la tierra es hija es madre cuando me abraza y su mirada señala la tarde: nuestro tiempo infinito.
Iliana Hernández Partida Es caminante por curiosidad, cree que hay nuevos paisajes cada día, pinta como pensar o escribe para saber y meditar. Se le hace tarde vivir.
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EDUARDO HONEY NÁUFRAGOS TEMPORALES Para M. K.
Oleajes del abandono irrumpen las playas en isla soledad Un sol oculta sus lágrimas tras el horizonte del exilio inútil Mudas estrellas se alzan para develar fatuas esperanzas Una Luna sintoniza, como cada mes, tu alma que sonríe Al lanzarle un beso reafirmo ser náufrago del instante no de la vida
Eduardo Omar Honey Escandón (México, 1969). Ing. en sistemas. Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas, virtuales e internet. Textos suyos fueron primer o segundo lugar como finalistas. Ha sido seleccionado para participar en diversas antologías. Imparte talleres de escritura para la Tertulia de Ciencia Ficción de la CDMX. Pertenece a la generación 2020-2022 de Soconusco Emergente. Prepara su primera novela.
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MARVEY ALTÚZAR DESHOJADA Quiero seguir la voz de la limpia quietud de las rosas, pero la sangre noticia de otra niña (siempre otra) detiene mi paso. Mueren deshojadas las mujeres, el amanecer es un río de pétalos de sangre, flores que nos hablan de orfandad, de bocas amordazadas, engullidas sin el asombro humano. Los caminos de luz la disonancia se desmorona se deshonra
se alejan, turba el camino, mi ritmo la vida
Marvey Altúzar Figueroa (La Trinitaria, Chiapas). Autora de los poemarios Consagración de los instantes, A la sombra de una jacaranda, Confesión de orfandad, Latir de fuego. Antologada en Universo Poético de Chiapas, Itinerario del siglo XX, editado por CONECULTA, Chiapas.
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RESEÑA
JHONNATAN CURIEL “Yo, que nací bajo el astro de la epilepsia” Savant de Manuel de J. Jiménez El libro de poesía Savant de Manuel de J. Jiménez (Ciudad de México, 1986), publicado por el proyecto editorial Sol Negro en 2019, es la ventana poética hacia una existencia prodigiosa. Un homenaje a ella y al mismo tiempo una afirmación, de que la sensibilidad numérica, o en este caso numerálfica, también revela su potencia sensible para las vidas. En el libro todas las formas, ritmos, sensaciones, texturas, son traducidas a signos y símbolos que moldean un mundo propio; uno donde palabras, números y sonidos son equivalentes para sentir y hacer sentido. Por lo que uno de sus méritos es expandir sus lenguajes poéticos acudiendo al verso, a la prosa, a las cifras y a la estructura para describir las fuerzas e intensidades que atraviesan esta biografía poética. Justo es en el oficio de escribir en el que reposa una de las vetas más importantes, al evocar al “fénix de los ingenios” o al “monstruo de la naturaleza” como una de las referencias que inspiran y animan las páginas; y donde el personaje histórico al que alude no es lo más relevante, sino el diálogo presente que se entabla con él y con tantos otros escritores
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y artistas savants, incluso siglos después. Volver a conectar con sus meditaciones y misterios, al hacer de la palabra y el número los puentes que unen al pasado con el presente. Otro de los aspectos que reiteran esta condición expandida de la sensibilidad en el libro. La voz que acompaña cada una de estas páginas, incluida la del singular personaje escritor Monster Wits, nos invita a experimentar contornos vitales, horizontes cerebrales, únicos y ajenos, en los que sabremos reconocer esta expansión de sentidos: “Yo nací con un cerebro estrambótico y húmedo. Nací varias veces, en corto circuito (…) Nací con un crepúsculo agrietado, en el iris de las estrellas, secreto. Nací en la solución, en la operación, en el número primo. Nací con pentagramas en los dedos, con anestesia y sinestesia. Hay un síndrome que me afecta: un síndrome que infecta las palabras que digo y las abrillanta con una balanza de color. Veo un número, una letra, experimento calor: escalofríos.”. En Savant cada lector y lectora encontrarán dimensiones de sensación, ecos de sentido, razonamientos como constelaciones, lógicas
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RESEÑA numéricas, fórmulas hacia la ausencia, y en especial meditaciones, como ensayos en donde el objeto es el poema y la vida atravesada por esa pulsión poética, con narraciones sobre métodos de escritura, y el devenir de logógrafos, glosadores y autores que han tomado su lugar ahora. Manuel de J. Jiménez en Savant nos invita a leer el mundo desde un sinfín de posibilidades y efectos en los que también se despliegan las potencias de la vida: “Yo, que nací bajo el astro de la epilepsia, escribo un libro de poemas donde los números sean considerados poesía por sus signos y texturas; un libro en que cada letra asuma una
equivalencia numérica y nazcan palabras con una cifra pulsando en sus vísceras: valores que se colocan en un desfile cromático, caracteres sensibles a la luz, al calor, a la lectura en voz alta”. Bienvenidos sean cada lector y lectora a este libro-prodigio, donde leer y numerar son también pensar, sentir y existir. Libro disponible en: https://www.academia.edu/42870240/Savant_ Manuel_de_J_Jim%C3%A9nez
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COLUMNA
LECTURAS MIGRATORIAS
JAVIER VARGAS DE LUNA 04. Adriano González León: muchas veces Venezuela Además de todo, el canon literario afirma identidades. Nada como Juan Rulfo o Jaime Sabines para sentirse mexicanos más allá de la frontera, por ejemplo, y lo mismo podría decirse de cualquiera de nuestros clásicos, ¿no es cierto?, porque Borges mencionado en voz alta hace sospechar que algún argentino ha vivido demasiado tiempo en el extranjero, y ni qué decir de Machado —muerto en el exilio, por cierto—, cuando mis colegas de Almería lo traen a colación mientras expresan en silencio que no se han ido nunca de la ciudad de nuestra lengua. Y luego viene Neruda, siempre Neruda, porque muchos son los chilenos que, arraigados en el Polo Norte desde 1973, repetirán una y otra vez ante sus hijos, de seguro también ante sus nietos, muchos de aquellos versos, “te despierta la luz, y no es tu luz, la noche llega: faltan tus estrellas, hallas hermanos”…; al recitarlos en la isla de Montreal de todos los migrantes del mundo, cualquier hijo de Santiago emprende súbitos retornos a Valparaíso, o a Iquique, o a Chiloé, y etcétera… Permítaseme abundar. Cada nación hispánica cuenta ya con un repertorio de títulos cuyas páginas derrotan lejanías. Es más, diríase que el lector migratorio en Norteamérica renueva siempre su pasaporte con la soterrada esperanza de seguir vinculado a sus renglones de cabecera, y es un mejor paraguayo gracias a Roa Bastos, evoca con más lucidez el río de la Plata junto a Onetti, piensa el Caribe con la claridad heredada de Carpentier o de Rosario Ferré cuando Alex, venezolano de Mérida —¿o era de Maracaibo?, tal vez de Tovar…, no lo recuerdo—, me hace llegar País portátil (1968), de Adriano González León, ganador de aquel premio literario que durante los sesenta fue tan hispanoamericano, quiero decir, el Biblioteca Breve de Seix Barral. Se ha permitido recordarme que dicha novela resume el siglo XX venezolano, pero mira que olvidar a don Rómulo Gallegos, reflexiono, porque Canaima, porque Cantaclaro, ¡porque Doña Bárbara!, vuelvo a dudar, aunque también es cierto que el envío vino acompañado de palabras fraternas. Y mientras hojeo el ejemplar he de concluir que los amigos de cualquier rincón de nuestra geografía literaria se han convertido en emisarios del idioma, muy a pesar de sus acentos. En fin, mejor seguir adelante… Para el desterrado de la lengua castellana, leer País portátil en la ciudad nórdica representa un desafío. Con Adriano González León (1931-2008) estamos ante un libro que siempre pertenecerá al lector —y sólo al lector—, por cuanto su exploración narrativa nos urge a no extraviar ninguna de las (des)esperanzas o de las (contra)utopías que el autor nos va confiando. De hecho, esta obra nos hace desempolvar los gozosos utensilios de nuestra lectura más atenta para ensamblar con cuidado la totalidad de sus episodios, y ay de nosotros si alguna pieza queda huérfana, pues entonces se impondrá la marcha atrás, caminar en círculos por el rompecabezas de las páginas, tallarnos la cara
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de frustración para sentirnos vivos, vivos y derrotados y de nueva cuenta optimistas en el interior de un texto cada vez más nuestro. Si a esto añadimos la libertad con que los personajes transitan por sus frases heredadas, las elipsis no sólo nos urgen a descifrar lo contado sino que, por añadidura, el intensísimo flujo verbal, irisado de venezolanismos, nos exige respeto hacia los derechos de un texto que busca existir en sus propios términos. Dicho de otro modo: el hiperrealismo expresivo de la novela quiere salir de la lengua española para regresar a ella cargada de novedades, para renovarla sin estrechés sintáctica, para reinventarla sin prejuicios gramaticales. Acaso sea este uno de los pilares que sostienen la modernidad de una obra que se aleja de todos los determinismos, de los narrativos tanto como de los lingüísticos. Por lo demás, al abandonarnos al vértigo de sus capítulos, el expatriado transhispánico del otro lado del río Bravo confirma por enésima vez que las dificultades de comprensión entre nuestros léxicos siempre han sido anecdóticas, y aunque dicha reflexión merecería mayor espacio y atención —ver Antonio Alatorre en Los 1,001 años de la lengua española—, valga decir sin tapujos que a González León lo celebra quien se compromete con su lectura. Sí, aquí entiende quien quiere hacerlo; caso contrario, quien se deja intimidar por la coloratura de los regionalismos perderá la ocasión de deambular por calles y épocas que desde Trujillo, Caracas, Mérida, Portuguesa o Maracay ponen ante nuestros ojos la forma más venezolana de habitar ciudades universales. Por añadidura, perderá también la oportunidad de descubrir que los nacionalismos literarios son válidos —diga lo que diga Alex…, sí, oriundo de Tovar— sólo si sus ficciones traslucen anhelos intrínsecos a cualquier ser humano. O, por qué no decirlo así: quien vive aferrado a los purismos verbales y a la severidad de los diccionarios empañará el luminoso espejo que la novela nos ofrece para triunfar venezolanamente sobre el silencio que somos al alejarnos de nuestras calles natales, y también sobre la soledad que nos amenaza al salir de casa. ¿El gran tema de la novela?..., exponer que somos una herencia en construcción, el substrato de un pasado que se reinventa en cada una de nuestras reacciones. A ello se debe que en los personajes de González León todo sea vaivén y movimiento: entre lo rural y lo urbano, entre el presente y su memoria, entre las frases innatas y las adquiridas, entre los asentamientos y los despojos, entre las expulsiones y las migraciones, entre el registro oral y la prosa conjetural, entre los clímax y las inminencias, entre las inmediateces de una confesión de último minuto y las intermitencias de un cartapacio narrado varios siglos después ante nuestros ojos. Por todo ello, el único consejo posible es vivir País portátil sin interrupciones, serla sin tregua, estarla sin intervalos: sólo así lo más venezolano del texto se fundirá con naturalidad en las esperanzas que a todos nos definen en la casa común de la lengua española.
Javier Vargas de Luna Nacido en Tampico, México, es autor de más de una veintena de libros. Poeta, narrador, ensayista, cronista, docente e investigador literario, ejerció el periodismo antes de partir hacia Quebec, Canadá, donde radica desde 1996. Después de cursar la Maestría en Literatura en la Universidad de Ottawa, recibió el grado de Doctor en Letras en la Universidad McGill (Montreal). Desde el año 2004 es catedrático titular en la Facultad de Letras de la Universidad Laval (Ciudad de Quebec) y en diversos periodos de su vida ha sido profesor en la Universidad de Massachusetts (UMASS-Lowell), la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), la Universidad Libre de Bruselas (ULB), la Universidad Eötvös Loránd (ELTE) de Budapest, la Universidad de Quebec (UQÀM) y el Instituto de Estudios Avanzados de Francia (IEA-París). En la actualidad continúa construyendo una enciclopedia de la lectura en el mundo hispano conocida como Bibliotecas ajenas.
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FRANCISCO MORALES AMANECIDA (Y OTROS POEMAS) 1994 ¿A dóde irán en dos ríos distintos —o juntos— a formar algún oscuro charco o el mar de las angustias que nos hacen llegar a los demás con sonrisa forzada de clown triste? ¿A dónde irán algunas noches largas frustradas de un principio nuestros viejos errantes guturales sollozos? —*— El mar no es un misterio: es la idea más clara que tengo del regreso a la Nada.. o al Todo que es lo mismo.
DESOLADO AMOR 1999 XXIX Huyo a la soledad y me persigue. Será igual si mi atuendo es la facha del cuatrero si con traje de smoking me deslizo.
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HIPÉRBOLE FRONTERA
INVITADO
*** Abro a la soledad la puerta entera claraboyas ventanas y rendijas.
CIRRUS —NIMBUS, CUMULOS, STRATUS— 2012 PROMESA Si las nubes no empañan del sol los bellos oros ganaremos simulacros de guerra los días —y en horarios— permitidos. * Nubes ajenas convocadas. Deambulan de lo extraño a lo impreciso. Proceden del otoño y la tristeza de los rumbos del humo... del hastío. * He salido a la tarde a navegar los vientos de la risa. El jugo del amor con las nubes será mi ocupación y mi contento. He salido a la tarde a darle mis caricias a las rocas a escuchar los sonidos y el silencio.
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LETRAS DES AMOR DAZADAS MÓNICA MORALES ROCHA
Disponible
Kindle e impresión bajo demanda
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HIPÉRBOLE FRONTERA: CONVOCATORIA NO. 26 | OTOÑO
HIPÉRBOLE FRONTERA Revista de divulgación literaria y otras expresiones artísticas, convoca en poesía, narrativa breve, reseña literaria, ensayo y artes visuales, a participar en nuestro No. 26 OTOÑO, correspondiente a octubre de 2022. Favor de enviar tu propuesta al correo electrónico: hiperbolefrontera@gmail.com antes del 11 de septiembre de 2022; con las siguientes características: Poesía: extensión máxima 45 versos (en total). Arial, 12 puntos, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Narrativa breve: extensión máxima media cuartilla. Arial, 12 puntos, interlineado sencillo, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Reseña literaria y ensayo: extensión máxima 2 cuartillas. Arial, 12 puntos, interlineado 1.5, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Fotografía, obra plástica y/o técnicas mixtas, digitalizada y "guardada" con el nombre del autor, en alguna de las siguientes dimensiones: Página: 210 x 297 mm | 2480 x 3508 pix | 300 dpi Cuadrado: 180 x 180 mm | 2126 x 2126 pix | 300 dpi Media página horizontal: 210 x 150 mm | 2480 x 1772 pix | 300 dpi En todos los casos, enviar breve semblanza personal, de máximo 50 palabras. Los trabajos recibidos serán seleccionados para su publicación. Los autores serán notificados vía correo electrónico. De no aparecer en el No. 26, es posible que se reserven para ediciones futuras.
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AÑO 3
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NO. 25
| JULIO 2022.