HIPÉRBOLE FRONTERA | AÑO 2 | NO. 21 | MARZO 2022

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LITERATURA Y OTRAS EXPRESIONES MARZO 2022 | AÑO 2 | NO. 21

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HIPÉRBOLE FRONTERA Año 2 | No. 21 Marzo 2022. Imagen de portada Francisco Toro Título: Saturación Técnica: Collage digital Año: 2021

Editorial

Mónica Morales Rocha Contribuciones

Lizeth García Peña Teresa Avedoy | Mónica Ávila | Nadia Ávila | Ana Karina Balderrábano Paty Blake | Flora Calderón | Carmen Campuzano | Karla Michelle Canett Elizabeth Cazessús | Ana Chig | Rosina Conde | Elma Correa | Eugenia Elizondo Rosa Espinoza | Cinthya Franco | Alicia González | Olga Gutiérrez Sonia Gutiérrez | Iliana Hernández | Yohanna Jaramillo | Andrea Latham Cristina Márquez | Karen Márquez | Aída Méndez | Mónica Morales Karlha Ochoa | Quetzalli Pérez | Marlon PV | Marcia Ramos Eleanor Miriam Rigby | Mavi Robles-Castillo | Oralia Rodríguez | Rina Ruiz Vivian Sánchez | Ruth Vargas Leyva | Elizabeth Villa y el agradecimiento a

Julieta González Irigoyen Redes sociales

Revista de divulgación literaria y otras expresiones artísticas sin fines de lucro. Publicación mensual

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HIPÉRBOLE FRONTERA EN ESTE NÚMERO

[MEDITACIÓN EN EL UMBRAL] 60 Reseña | Mentiras que

65 PRIMERA FILA | A veces

66 Convocatoria No. 22 | Canto de

no te conté

los perros sonríen

primavera

2 Nota de la Editora

Nota de la Editora

Estamos de regreso en

HIPÉRBOLE FRONTERA Un proyecto de divulgación literaria y otras expresiones artísticas En esta edición de Hipérbole Frontera nos unimos a las voces que, alrededor del mundo, siguen nombrando los temas que incumben a las mujeres, porque en ellos radican nuestra seguridad, derechos, libertades y amores. Pedimos, también, que no se queden en marzo las buenas intenciones. Desde esta trinchera hacemos votos por un mundo más justo para todas y todos. Nuestro Número 21 Meditación en el umbral, nos vuelve al poema de nuestra Rosario Castellanos. A su reflexión —que, claro, también es nuestra— en torno a la búsqueda constante de: Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser. y en esa búsqueda, este mes convocamos a las voces de nuestras escritoras bajacalifornianas. Desde este estado fronterizo, donde también sufrimos violencias, poetas y narradoras comparten un momento íntimo, a través de sus palabras. Mi agradecimiento sincero por acudir, generosas, al llamado. Agradezco también a Lizeth García Peña por su entusiasta participación en reseña, con Mentiras que no te conté, de Elma Correa. Estamos, además, de estreno. Encontrarás PRIMERA FILA, columna abierta para reseñas de teatro. En esta primera edición te platico de "A veces los perros sonríen" de Bárbara Perrín Rivemar, con THT.

5 DOSSIER: Escritoras de Baja California 6 7 9 10 12 13 14 15 17 18 19 21 24 25 26 27 28 29 32 33 34 35 36 37 39 40 42 43 45 48 49 52 53 54 55 57 58

Teresa Avedoy Mónica Ávila Nadia Ávila Ana Karina Balderrábano Paty Blake Flora Calderón Carmen Campuzano Karla Michelle Canett Elizabeth Cazessús Ana Chig Rosina Conde Elma Correa Eugenia Elizondo Rosa Espinoza Cinthya Franco Alicia González Olga Gutiérrez Sonia Gutiérrez Iliana Hernández Yohanna Jaramillo Andrea Latham Cristina Márquez Karen Márquez Aída Méndez Mónica Morales Karlha Ochoa Quetzalli Pérez Marlon PV Marcia Ramos Eleanor Miriam Rigby Mavi Robles-Castillo Oralia Rodríguez Rina Ruiz Vivian Sánchez Ruth Vargas Leyva Elizabeth Villa Julieta González Irigoyen

Te doy la bienvenida, pues, a este nuestro número más abundante, copioso y sabroso. ¡Gracias de nuevo, amigas y colegas, por su voz! ¡Gracias por leer!

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Mónica Morales Rocha Editora

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EN PORTADA

FRANCISCO TORO

Título: Saturación Técnica: Collage digital Año: 2021 Francisco Toro (Ensenada, 1991). Técnico en Diseño Gráfico, artista visual y carpintero. Ha publicado en revistas impresas y digitales, catálogos y antologías de México, EEUU y Venezuela. Ha colaborado en proyectos editoriales, escenográficos y escultóricos. Ha expuesto su obra en Tijuana, Ensenada, Tecate, Rosarito, Ciudad de México (Mx) y San Ysidro, CA., (EEUU).

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DOSSIER

ESCRITORAS DE BAJA CALIFORNIA

Teresa Avedoy | Mónica Ávila | Nadia Ávila | Ana Karina Balderrábano | Paty Blake | Flora Calderón Carmen Campuzano | Karla Michelle Canett | Elizabeth Cazessús | Ana Chig | Rosina Conde | Elma Correa Eugenia Elizondo | Rosa Espinoza | Cinthya Franco | Alicia González | Olga Gutiérrez | Sonia Gutiérrez Iliana Hernández | Yohanna Jaramillo | Andrea Latham | Cristina Márquez | Karen Márquez | Aída Méndez Mónica Morales | Karlha Ochoa | Quetzalli Pérez | Marlon PV | Marcia Ramos | Eleanor Miriam Rigby Mavi Robles-Castillo | Oralia Rodríguez | Rina Ruiz | Vivian Sánchez | Ruth Vargas Leyva | Elizabeth Villa

y el agradecimiento a Julieta González Irigoyen

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TERESA AVEDOY TEORÍAS DEL CANTO* I La mujer en la carne del cuchillo del mundo afila su canto. II La figura de esta mujer disfrazada de colegiala me trae a la memoria los versos de María Suáieva: no los versos, el horror en versos, de María Suáieva. III Fluyen las ideas entre los continentes, y la voz del dinero del deseo encabalga sus sistemáticos ritmos; pero quién querrá invertirse en formar parte de un coro para que qué o quiénes lo dirijan. IV Fuera del escenario todo es regocijo; dentro, pechos y vestidos largos siglo XVIII ya han dado paso a piernas y escote cerrado siglo XXI. V Ahora comprendo: hay llantos que no son renuncia, hay cantos que no son suspiros. VI ¿Vale la pena sobrevivir inventando coros como no sobrevivió María Suáieva? VI Y en la gala del mundo cabezas y oídos para el fusilamiento verbal. *Poema basado en la escena de la soprano Barbara Hannigan, ópera Mysteries of the macabre de György Ligeti. Video https://www.youtube.com/watch?v=J7LPAcV0G18

Teresa Avedoy Ha publicado: Manifiesto poético|político por la investigación de|en la biblioteca pública (2021), AntiDewey, notas de campo (2019), Y no te regalé ninguna pipa para no fumar contigo ninguna paz (2011). Colabora en Jardín Lac, Lectura, arte y conversación en (y para) el espacio público, y en la Biblioteca|Transfronteriza|Library.

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MÓNICA ÁVILA CARBÓN ENCENDIDO

Volver al desierto contigo colores ocres resplandecientes, preludio amoroso, orgásmico tiempo. El calor en los labios, pleno verano en el vientre mariposas rubíes entre las piernas, meces mi cintura como dulce canto. Carbón encendido. Nuestros cuerpos como un oasis mi nombre en tu voz después del largo invierno tus ojos hechizados por mis labios rojos que te incendian. Me dejas el eco del mar que llevas en tu pecho, oleaje dulce. Caricias con olor a huele de noche, lenguas entrelazadas como tejido de hamacas, adentro, el gozo como lluvia fresca. Cómo no amar el intenso verano si el amor y los besos florecen?

Mónica Ávila Mexicali, Baja California, México. Es poeta, editora, comunicóloga y profesora de redacción. Autora de Las noches de la memoria (Pinos Alados, 2015). Son parte de ella los desiertos encantados, dos mares, montañas que cantan y rojos atardeceres.

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NADIA ÁVILA A VECES SE ME ESCAPAN LAS PALABRAS

A veces se me esconden las palabras. Escapan a las sombras, a la niebla, a los cementerios, los basureros, a orfanatos y pabellones psiquiátricos abandonados. Las más pequeñas pueden escabullirse debajo de las piedras y en rinconcitos que me obligan a buscar a ciegas -con la punta de mis dedos. Otras palabras, cuyo tamaño les obliga al ingenio, queman al tacto o se vuelven angulosas y dentadas, punzocortantes. Insurrectas. Guerrilleras sin sentido. No soy monarca autoritaria. Soy ojos abiertos, oídos dispuestos, de suaves manos. Quiero darles huerto y jardín, brisa de mar, mi hora dorada. Quiero tenerlas en cartas de amor, canciones de victoria, poemas de ensueño y enseñanza. Las necesito para saber lo que siento. Hagamos las paces. Ganemos las dos.

Nadia Ávila Médica y aficionada a la literatura. Cocreadora del proyecto de difusión de poesía escrita por mujeres Yo, Lolita, y del bokstagram Tour Literiario, donde se revisan y recomiendan obras de literatura universal.

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ANA KARINA BALDERRÁBANO MUJER EN HABITACIÓN AJENA

Una mujer desnuda sobre la cama y su reflejo en el cielo de cristal Una mujer amada en habitación ajena sus piernas aves volando rumbos opuestos Una mujer cautiva yace sobre tu espalda lanza conjuros silenciosos procura detener el tiempo Una mujer de piel fluorescente y ojos luz trota rozando tu ombligo y despeña sus pechos al abismo Una mujer de sal se disuelve en tu boca se desgrana en tu lengua fina insoslayable como hoja seca Una mujer gozosa dormita a tu lado duerme su deseo sueña sueña que sueña.

Ana Karina Balderrábano Tijuanense, comunicóloga de profesión con maestría en Cultura Escrita. Su trabajo poético ha sido publicado en México, Brasil, Argentina, Cuba y Estados Unidos. Su primer poemario se titula Palabras de mi piel, Gíglico ediciones (2008). Ha participado en una docena de antologías. Memoria de octubre, Eterno Femenino ediciones (2018), es su segundo poemario publicado.

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PATY BLAKE RETÉN

Es un muchacho que carga un arma en un retén militar, sus ojos la rendija única camuflaje de silencio a medianoche. No sé decir si sonríe detrás del pasamontañas. Su mirada descifra los rasgos faciales. Frente a él escondo mis verdades a medias mis parpadeos dudosos. Es más fácil ver su inocencia fuera de lugar que la mía. Sus ojos reflejan luz, no ocasiones para apretar el arma hacia su cuerpo ¿Qué pasará con sus ojos años después? ¿Atravesará una de estas balas un cuerpo ajeno? Nada sabe su claridad de esta noche lo que le espera a su paciencia. Nada sabe de su prisa por vivirlo todo. Nada sabe de los uniformes incrustados en los surcos de la piel. Frente a él, clavada en la carretera, me pregunto qué secreto guardo soy pregunta que habita soy escondite incómodo que ve de frente.

Paty Blake Poeta y terapeuta Gestalt. Radica en Tijuana. Autora de tres libros: Ciudad A, Amanecer de viaje y El árbol. Ha obtenido la Beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Realiza talleres grupales de Escritura Terapéutica en línea y acompaña procesos terapéuticos individuales. Aferrada al blog: www.patyblake.blogspot.com

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FLORA CALDERÓN RUIZ ATURDIDA

Todo el día deambulo con una astilla de vidrio en el pecho, la garganta el cogote pescuezo ¡la viscera! he revuelto mi ropa y arrojado junto al cesto de la basura siento la particular soledad del silencio que sabe se ha callado una parte de la tierra que duele en el costado de mi cuerpo y antes era lenguaje ahora esferas de cristal líquido agua ensimismada en mi lengua He fingido estar enojada toda la tarde para que nadie me hable y poder patear piedras y quedarme sola y callada Toda la colectividad es estilo: buscadores de abrazos y discos de 33 revoluciones austeridad con etiqueta artesanal y lados b y a dolorosos a mí me gustaba estar callada observar de lejos a la gente sus diligencias enfermas de bilis coléricas en las ventanillas del pago de licencias de conducir ¿La identidad? Yo no sé de calambres pero se está haciendo tarde, te lo dije: yo no soy de este mundo, no entiendo las convenciones no sé de la confusión del ser, me aturden los prejuicios.

Flora Calderón Ruiz Autora de los poemarios: Montes de espuma sanguínea, Marea de brujas, Sentencia de las sombras, Del Olvido y otras distancias, Pasión y canto de Estefanía de la luz y Apuntes para una mujer en construcción | Endémica. Coordinadora del Taller Experimental de Literatura (TeLit) en Ensenada, Baja California.

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CARMEN CAMPUZANO LLEGÓ LA PRIMAVERA

Este texto aparece en el libro Hilvanar el alba (2020).

Tu estación predilecta llega surtiendo de rosas, rayos de sol y margaritas. La flor de durazno cubierta de abejas y mariposas, acapara tu atención en un instante en que corres como niña a espantar al gato que, vanidoso se recuesta sobre el alcatraz que crece a un lado. ¡Mira, que bonitas amanecieron las flores del pollo morado! -Señalasmientras te acomodas un arete y la pañoleta de seda que coqueta cruzas sobre tu pecho. -¡ Ándale! ayúdame a mover este bote de helecho que voy a deshijar, porque ya está muy apretado.

Y tus amorosas manos, toman la palita del jardín, como cuando escoges una cuchara para mover el guiso en la cocina. Separas cuidadosamente, pero con energía, las hojas del apretado helecho que agradecido respira y, en un instante distribuyes sus hijitos en botes que no sé de dónde sacaste. Escarbas en un rincón del jardín, para colocar un codito de manto rosado y apisonas con suavidad el contorno, mientras silbas y ríes con todo tu cuerpo. Y te observo tan guapa siempre, con tus vestidos que tu misma confeccionas. Me siento feliz y agradecida por tenerte. No pienso, que algún día, puedas no estar ahí en tu jardín. Sonriente, cantando, platicando tus recuerdos del rancho. No imagino que algún día, puedas no estar en la cocina, en tu recámara tejiendo, bordando, leyendo o rezando. No imagino, ya no escucharte decir: Ya me voy porque me están esperando las muchachas. (cuando te refieres a tus amigas que tienen tu edad). No, no lo imagino, porque las mamás siempre están ahí, para cuando una las llama, para preguntarles algo, para platicarles un problema, para invitarlas a comer, para decirles que las amamos. ¡Llegó la primavera, madre! Y yo te amo.

Carmen Campuzano (Tijuana, 1961) Autora de Hilvanar el Alba (2020), Un ojo ve, el otro siente (2028) y coautora de Haiku Sexto Sentido (2021), bajo su sello El Cuaderno Secreto ediciones. Del Manual de artes plásticas a niños invidentes (1999) Publicado por DIF-ICBC. Mascotas Fantásticas (2000-2002) Pacmyc-Conaculta-Cecut.

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KARLA MICHELLE CANETT 2019 Para Héctor

Hoy salí de mi casa sin bloqueador me subí a mi bici y sentí el viento tocar mi piel nada se interpone entre mis poros abiertos y la lluvia entre mis poros dilatados y la contaminación y siento mi piel desnuda expuesta al sol al smog a las miradas a los rayos ultravioleta a los gritos de los conductores mamá me dijo que debo usar protector solar para evitar marcas en mi rostro que den muestra del transcurso del tiempo

diario

hoy salí de mi casa sin bloqueador y me siento vulnerable ¿sabrán que encojo los hombros y aprieto la quijada cuando escucho a un auto derrapar? ¿que traigo herramienta en mi mochila, aunque no sé cómo parchar la llanta de mi bicicleta? ¿que dejo el insecticida en la puerta de la entrada por si una cucaracha se atraviesa en mi camino? he usado protector solar desde que soy adolescente y no ha impedido que tenga arrugas manchas paño edad miedo.

casi diario

Karla Michelle Kanett (Mexicali, Baja California, México). Algunos de sus cuentos se encuentran en antologías como Vacunas contra la poesía (Secretaría de Cultura de Baja California, 2020), Frontera norte (Cinosargo/Mantra, 2020) y Ni una sola palabra (UANL, 2021). Actualmente, estudia el doctorado en Ciencias del Lenguaje de la UABC.

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ELIZABETH CAZESSÚS CONTRASTES EN LA PENÍNSULA AZUL Del libro Hojarasca del silencio, 2016.

Respiras. El viento peina la aridez del desierto. El ojo de agua le da la luz a la piedra. Sudas. La cantera te anuncia el abismo. Crece el valle de cirios bajo la hondonada. Te desnudas. La osamenta de una ballena es un altar. El saguaro se devela en el retrovisor. Caminas. Alambres de púas y yucas hacen una vecindad. Los veleros te dan testimonio del Hombre. Creces. En las alturas, el tiempo es un volcán. La prehistoria viene cargada de símbolos. Escribes. El lenguaje se dilata sobre el camino, descalza su huella indomable.

Elizabeth Cazessús Tijuana. B.C. Profesora, poeta, lectora multidiciplinaria. Editora páginas culturales en periódicos de Tijuana, 1985 al 2015. Autora de 11 libros de poesía: Razones de la Dama Infiel (2008), No es mentira este paraíso (2009), Desierto en Fuga (2015), Hijas de la Ira (2013), Hojarasca del silencio (2016), Mujer que vuela. (2016). Y, el más reciente: Tintas Urbanas (2021), disponible para descarga: https://www.bajacalifornia.gob.mx/Cultura/Secciones/Descarga

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ANA CHIG ESTO ES UN BODEGÓN DE LUZ Y RUIDO

Si supiera qué es la poesía no tendría necesidad de escribir. Es algo que busco a tientas en la oscuridad Anne Carson

Esto es un bodegón de luz y ruido. Hay sombras que se adentran al bullicio, aves amenazantes picoteando vidrios de ventanas. El Centro y sus tibias medusas de asfalto, cardúmenes de empleados desplazándose entre calles recogiendo restos humanos, a prisa, con la imperfección publica a cuestas, maquillando baches de negligente blandura. La mañana, como todas, vuelve a uno, no hay grilletes en el tiempo. Un minúsculo punto negro sobre el mármol me perturba, ahí está, definiendo su universo rectangular, absoluto, dominante, le observo atenta; nada sabe, no presiente, soy una diosa de oscuridad a mitad de la nada, bastaría levantarme y colocar mi pie en su inquietante frontera de luz… De Callas a Evans, transcurrió la música, se fragmentó la atmósfera, vuelvo a la pieza, el café de fondo es tibio; me entusiasma haber leído a Anne Carson; un libro suyo en el tianguis y en la librería de viejo, caminar, identificar a Audubon abatiendo pájaros en las esquinas, habitar sus versos, sus ideas, «la fotografía es una forma de muerte.»

Ana Chig (Los Mochis, 1974). Poeta, editora y promotora cultural. Fundadora de la revista Frontera Esquina (2012). Fue coordinadora de Poetry Borders en La Casa del Túnel Art Center, en Tijuana. Es directora de Nódulo Ediciones, con más de 40 títulos publicados. Jurado del Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2015 y 2016. Es encargada académica en la Casa de la Cultura Playas de Tijuana. Su obra aparece publicada en antologías, revistas y medios electrónicos. Ha publicado: La noche sobre el rostro, La ciudad, encuentros y desencuentros y el libro inédito Estanques de Arena.

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ROSINA CONDE POEMA ROTO

Este es un poema roto, mutilado por lo cruento de los tiempos, despojado del ardor de las palabras que cantaban a Marte y a Plutón, a Venus y Cupido. Nada es bello en un campo de batalla. Los triunfos por la “paz” son un insulto en el desamparo de los cuerpos mutilados, y cantos de guerra que hieren la razón. No hay amor en el limbo de los juegos que, entregados a la pasión del genocidio, estalla desde los miembros de soldados cercenados. No hay belleza en los ancianos y niños famélicos que, entre escombros, procuran sabandijas, ni en las aves de rapiña que husmean entre los muertos. No hay amor en estos versos, no, ni en los cantos triunfalistas que promueven una victoria ilusionista, plagada de llantos y vientos de exterminio. No hay belleza en un guerrero adolescente, ni en los mártires suicidas que sacrifican su vida por una quimera, aunque la épica enaltezca su osadía para enmascarar las virtudes homicidas del imperialista. No hay amor, no, en el campo de batalla, territorio fulminante, ni en las casas tomadas por asalto al ritmo de la verónica. No hay belleza en este texto, sino ruptura, desolación, lamento, rabia… llamado estridente en la búsqueda de oídos que escuchen el clamor por la cordura, el Cese al Fuego un silencio que anuncie la Esperanza. Este es un poema quebradizo, resquebrajado por el odio de esos que se dicen justos; esos que, tras sus corbatas de satén y escritorios de caoba, juran defender al mundo del pagano; de esos que miran tras la bola de cristal de su computadora

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para armar estrategias como si se tratara de un simple juego de ajedrez. Este es un poema antiépico, antiestético, parapléjico; un poema rasgado por las hostilidades y el dolor, el terrorismo y las masacres, el asesinato en masa; un poema que reniega del arrojo de la plutocracia cautivadora y grandilocuente, que ofrece desarrollo económico y estabilidad financiera. Este es un poema afónico, ronco por gritar ¡un basta ya!, un poema amorfo, anafórico, indeseable, abortado a conciencia; resultado de la xenofobia de las castas más altas que nos miran desde el centésimo piso y nos amagan con langostas y guerras biológicas. Este es un poema entre paréntesis antirromántico y antihumanístico, si por humanidad se entiende la oda al agonismo. Este es un poema ridículo, sí, vulgar, antipático; pero plagado de nostalgias, de ensueños y plegarias por que aprendamos que la felicidad es posible por la felicidad misma, y no porque unos cuantos triunfen aplastando el mundo entero.

Rosina Conde (Mexicali, 1954). Artista multidisciplinaria, académica y editora. Entre otros cargos, fue directora fundadora del Departamento de Publicaciones del COLEF, jefa de Producción Editorial del COLMEX. Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” (1993), el Premio de Nacional de Literatura “Carlos Monsiváis” (2010); fue nombrada Creadora Emérita de Baja California (2010), Medalla al Mérito Literario “Abigael Bohórquez” (2017), Medalla “Leona Vicario Madre de la Patria” (2020), y ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (promoción 2011).

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ELMA CORREA WILD IN THE COUNTRY

Una sensación de desamparo impregna la noche. Se dirigen a la frontera con Elena al volante. Tiene la blusa pegada al cuerpo por el sudor y el cinturón de seguridad tan ajustado que parece a punto de rebanarle el tórax. Las venas de su cuello son visibles a causa de la tensión. Es muy bajita, así que recorrió el asiento lo más cerca del tablero para que sus pies llegaran a los pedales. Elena es delgada, con la constitución de una gimnasta olímpica pero sin los músculos. Al verla, da la impresión de que podría ser partida en dos con el mínimo esfuerzo, pero al tocarla es moldeable, como si estuviera hecha de plastilina. Se mueve nerviosa y preocupada. Si intenta marcar las direccionales activa el limpiaparabrisas y en la estación de servicio abrió la cajuela en lugar del tanque de gasolina. Nancy ocupa el asiento del copiloto. Sentada sobre su pierna izquierda y manipulando las estaciones de radio pretende ser la más relajada, aunque la rigidez de su mirada oscura la delata. En la gasolinera entró al baño, se lavó la cara y los brazos, y recogió su cabello en un nudo que le estira la piel como si se hubiera sometido a un lifting . Se pintó los labios y se llenó las pestañas de rímel con la ilusión de aparentar ser mayor, pero el maquillaje recargado, el escote ombliguero y las muñecas decoradas con semanarios de metal barato que la convierten en una pandereta ambulante, sólo subrayan su aspecto vulgar. Algún moraloide que se las diera de perspicaz supondría que Nancy es víctima de trata de blancas. Nancy protege los pasaportes y las identificaciones. Atrás están Verónica, quien desde hace varios años se hace llamar Nic, y Luisa. Nic es alta y sofisticada como una modelo de pasarela. Si fuera europea o viviera en Nueva York seguramente triunfaría como it girl y aparecería en las portadas de Vogue , Elle y Harper’s Bazaar , pero creció en un barrio despiadado que no perdona la belleza. Cuando era más joven fue atacada en grupo. La contagiaron con el virus del papiloma humano. Le cortaron un pezón. Verónica sabe que pudo ser peor. Cualquiera lo sabe. Por eso se rapó la cabeza y se travistió de marimacho. Nic se desplaza por la vida andrógina y asexuada al mismo tiempo. Es la única en el auto que no tiene miedo. Luisa, al contrario, está totalmente aterrada. Su cuerpo vibra transformado en guiñapo, en un ente perturbado que se desmorona en los brazos de Nic, que sostiene su pánico firme y dulcemente. Sin darse la vuelta, Nancy estira una mano hacia Luisa para tocarle la frente.

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Las pulseras entrechocan sonando como cascabeles. Nic posa sus dedos ásperos sobre la manicura de Nancy y el contacto hace que Nancy rompa en sollozos. Elena observa por los retrovisores. Conduce con una precaución que en sí misma resulta sospechosa. Nancy quiere retirar la mano para enjugarse las lágrimas pero Nic la detiene. Limpia con saliva una manchita de sangre en una de sus pulseras. Cuando recupera su mano, Nancy continua cambiando las estaciones. Elena le pide que deje una vieja canción country . No entiende bien el inglés ni sabe si es Elvis Presley marchito, gordo y triste o Roy Orbison, pero la balada la tranquiliza. Nancy deja de llorar y lo único que se escucha debajo de la música, como un coro funesto, es el quejido de Luisa. Nancy le pasa dos vicodines a Nic, para Luisa, que tiene el rostro amoratado por los golpes. Es probable que deban reconstruirle el tabique nasal pero el legrado es más urgente. Nic se concentra para no pensar en los coágulos y pedazos de placenta que quedaron en la tina de aquel baño. Luisa se contrae de dolor. Los paquetes de heroína están ocultos, distribuidos en varios lugares de la carrocería. El dinero, a plena vista, que es siempre el lugar más seguro, en perfectos fajos bien comprimidos en la mochila de Nic. Ojalá no suelten a los perros. Si no hay perros rastreadores ya están del otro lado, porque la segunda revisión generalmente es una cuestión de azar. Elena inspira confianza y Nancy, una cordialidad sensual. Los oficiales de la aduana apenas pondrán atención a lo que ocurre en el asiento trasero, donde Luisa y Nic fingirán viajar dormidas. Pese a todo, la sororidad que se respira en el ambiente es peculiar. Elena y Luisa habían ido a decirle lo del bebé a Andrés, el novio de Luisa. Lo buscaron en distintos puntos de la ciudad y al final lo habían encontrado con Nancy, en un sótano donde Andrés guardaba su mercancía de narcomenudista fracasado. Las cosas se salieron de control y Nic llegó a comprar un par de gramos cuando Andrés hacía papilla a Luisa con los puños, mientras Elena y Nancy trataban de detenerlo, histéricas. Nancy había visto a Andrés enloquecido en otras ocasiones y sabía de lo que era capaz. Una vez estuvo a punto de reventarle el cráneo a un muchacho, recreando la escena de Historia americana X . Nic no siente remordimiento cuando piensa en Andrés con un agujero gigante en el abdomen y los ojos opacos. Muerto. Las tres mujeres habían

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cargado a Luisa hasta el baño, donde gracias a las patadas de su novio, dio a luz una bola de nervios sanguinolenta. Se llamará como su padre, lloró Luisa, estrujando los trozos de feto. Fue Nic la que entendió que las cuatro eran cómplices y que lo más sensato sería huir. Organizó a Elena y Nancy para que reunieran los globos de hache y el dinero, y habló por teléfono con su primo para que les consiguiera un carro con papeles. Nancy tenía contactos en el sur de California, si lograban llegar a Las Cruces, habría un lugar para que Luisa se recuperase y para que las demás decidieran qué hacer. La fila avanza con lentitud. Se acercan al puente fronterizo y, en la garita, Nancy muestra las visas y sonríe a la cámara de tráfico internacional. Un norteamericano de expresión bonachona les pregunta a dónde y a qué van. Nic y Luisa sienten la luz de la lámpara pasar por encima de ellas. Se desperezan. Luisa ocultando el rostro mallugado y Nic saludando alegremente al oficial. El hombre le entrega los documentos a Nancy y les permite el paso. Elena acelera. A unos cuantos metros el semáforo de la aduana decidirá su destino. Si cambia a rojo terminarán en una prisión federal. Si cambia a verde, llegarán a Las Cruces al amanecer. Elena oprime el volante como si estuvieran a punto de despeñarse a un precipicio. Nancy contiene el aliento enterrándose las uñas en los muslos. Luisa reza. Nic cierra los ojos y se toca el busto, el de la buena suerte. Los segundos se estiran resonando como latidos en las entrañas del automóvil. El eco de los ladridos de la unidad canina las alcanza. El semáforo cambia de color.

Elma Correa Es narradora. Coordina un encuentro internacional de escritores y gestiona @habitaciones_propias, una comunidad virtual donde las mujeres del mundo comparten los espacios donde crean. Escribió Que parezca un accidente (Nitro/Press, 2018) y Mentiras que no te conté (UDG, 2021) con el que recibió el XX Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola. Tiene tres gatitos de nombres pretenciosos: Calypso, Perec y Molloy.

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EUGENIA ELIZONDO POR EL CAMINO DE LA INCERTIDUMBRE Del poemario: Del Olvido y Otras Mentiras.

Por el camino de la incertidumbre corren lentamente los recuerdos una mano invisible los desgrana despacito como semillas del pasado cocidos en el fuego del anhelo sólo el tiempo los enfría con el velo sutil de los días en una esquina sin memoria se arrinconan en silencio como niños temerosos sin embargo basta un suspiro un éter colorido o un ínfimo destello el despertar violento de los gigantes trozos invencibles una vida de infinito retorno ¿quién puede destruir lo que ya estaba muerto? no hay espada que los sesgue ni un mar que los ahogue no existe tempestad tornado o torbellino ni tierra abierta para engullirlos son los recuerdos todopoderosos implacables del abismo insondable de mi pecho ríos de lava en vértigo corren por mis venas en un tormento de salvación

Eugenia Elizondo (Monterrey, México). Radica en Tijuana. Poemarios: Tierra de sal, Palabras callejeras, San Jorge bendito y Del olvido y otras mentiras. Novela: Juana de Cadereyta. Fundadora del Colectivo Poético Mañana Lloverá. Fundadora y Directora Editorial en Ediciones Mañana Lloverá.

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ROSA ESPINOZA RARA Ella es rara trepa montañas con los dedos, goza de las texturas burdas, persigue polillas y gusanos, sabe a tierra. Se le escucha cantar sobre los árboles y prefiere las moscas, las bestias del jardín, el azote del verano y la oscuridad. Ama la noche, cuando su cuarto se llena de espectros que le soban la espalda, prometen sueños, vuelo de nubes vida rampante y alas. Le gusta caer. El vértigo llena sus oídos, le susurra versos que suenan a cigarras cuando el sol estalla en las frondas. No le importan las fiestas pero sí la crema en los pasteles los manteles largos como vestidos de novia. Sus pies, esculpidos con el barro, acarician la soledad perruna en el traspatio. Esa niña es rara, dicen, se mece y enreda su pelo, arrulla la tarde frente a la ventana y espera con la pasión de los amantes con la sabiduría del solsticio y la luna llena con la paciencia de una madre. Sacude su falda, abre las piernas se sabe sola porque es rara no se lamenta, no llora, no sufre, abraza y sonríe lo rara que es. Rosa Espinoza (Mexicali, Baja California, 1968). Poeta, narradora, diseñadora y editora. Su trabajo literario ha sido incluido en antologías, revistas nacionales y gringas. Señero, Cuadernos de la dispersión (poesía) y Postales de Inglewood (cuento) son parte de su obra publicada.

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CINTHYA FRANCO LUNA LLENA

Regresar al cuerpo mis pupilas me recorren, me acarician, me secretean me salivan, me cantan, me nombro: Sostener lo mío, despierta caudal que pulpa de mango deslizándose en los labios senos uvas en mi lengua que mengua a zumbidos reencontrarme conmigo: Acostada, de pie, sentada, sin nudos en el espejo siendo verdad, serpiente enlunada Coyolxauhqui sol suculento entra en mandalas, suelta su mandarina melosa mimándome asombrosa descalza carcajada en medio del desierto miro mi cuerpo como agave de abundancia like brown mielecita arrítmica disonancia irreverente atiborrada de Venus animala que sube, escala los muslos hasta lengüetear la semilla tragar tu north nostalgia borde a border incandescente bálsamo habanera abanica sin vergüenza, quema, colma su colmena Reverbera el arándano de las diosas en mis poros su zarzamora mora en mis caderas mirada melancólica se lavanda en las patas correa de diamantes sobre el colmillo izquierdo mientras abre y recubre lubrica en la penumbra insiste en babear en el panal de sus piernas mías con un mediodía en las mejillas coco canela en la pierna me ondula en el lunar negro de la oreja te tengo fijación morena como si fueras mole de cacao me ando chupando los dedos celestial manera de sacudir las carnes así, naturalita, como te trajeron al mundo voluptuosa sedienta, todo en su lugar emerjo de mi misma deseo, se me antoja Agni, Vayur, Surya: Palabra, mente, aliento resucito dentro haciendo de mi cuerpo todas las formas del agua nádame, sabes que la piel no piensa, intuye, euforia silvestre hágale, bestiezuela, escúpeme, un poema. Cinthya Franco (Tijuana, 1988) Poeta en voz alta, Gestora, Performer, Tallerista. Licenciada en Comunicación. Integrante del Centro Transdisciplinario Poesía y Trayecto AC. Beneficiaria del FONCA CONACULTA (2020 y 2017). Coordina los proyectos con enfoque de género Voces Combativas, Rapquimia y el proyecto multidisciplinario Caléndulas Canela. Actualmente tallerista para el Congreso de Educación Artística para el Desarrollo Humano en León Gto. Conductora de las cápsulas La palabra brama dirigidas a Ciudad móvil, Capital 21. Está próxima a publicar su libro Dágirah.

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ALICIA GONZÁLEZ UN POEMA PARA ESOS DÍAS GRISES

Cuando estoy triste juego con los vellos púbicos los enrosco en mis dedos cuento las canas que han aparecido huyo de toda clase de pesares. Acarició mis senos, busco la quid de la vida Está sobre mi pecho, aún late. Me sumerjo en el placebo de la nada al no morir a ninguna parte. Mis lágrimas son secas pero aún tengo esas contracciones involuntarias en la garganta. Debe ser el exceso de práctica. el contener tanta tristeza sin hablar. Los maullidos de gato me recuerdan mis motivos de tristeza Aún escucho sus gritos de hambre así, rondan en mi cabeza las causas de tristeza. Las nubes confabulan, se reúnen en el paseo del cielo lo tapizan de gris para reducir la producción de serotonina. Y taladrar los motivos de mi tristeza. Slowmotion. Todo se repite a un ritmo más lento. Carencia de sentido.

Alicia González Castro Escritora. Profesora de nivel medio superior y tallerista literaria en Casa de la Cultura de Playas de Tijuana. Ha colaborado en medios culturales e independientes a nivel nacional e internacional. Está por publicar su primer libro de cuentos y actualmente se encuentra en la edición de un libro de ensayo creativo.

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OLGA GUTIÉRREZ GALINDO CREDO

creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo creo

en la comunión del Espíritu Santo y el bosón de Higgs en el hiperespacio y en la purificación de las arrugas en la rinoplastia de la Vía Láctea en la inmaculada concepción de la lagartija cola de látigo en la soledad de los números irracionales en el priapismo de los pterodáctilos cuando me besas en la transpuesta de la matriz en ojos telaraña y boca santa en la liposucción del Nuevo Testamento en la juventud de la máquina de Turing en el Mycobacterium tuberculosis en el sexo sin sexo y sin látex en monjes que hacen hábito del hábito en el perfume de los polinomios con raíces complejas en el semen del huracán en aquella noche en aquel relámpago en aquel boquear sin creer en mí (y de tal manera creo) que creo porque no creo*

Olga Gutiérrez Galindo (EnriKetta Luissi) Poeta. Físico-Matemática. Traductora. Editora de la antología bilingüe del San Diego Poetry Annual. Pertenece a la Sociedad de Haiku de San Diego (SDHSG). Escritora bilingüe (español e inglés). Ha escrito una novela. Sus últimos libros de poesía son: Emily, Dark Matter y Visitaciones.

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SONIA GUTIÉRREZ BEYOND THE VEIL IN CABO

MÁS ALLÁ DEL VELO EN CABO

“It is a peculiar sensation, this double-consciousness, this sense of always looking at one’s self through the eyes of others, of measuring one’s soul by the tape of a world that looks on in amused contempt and pity.” — W.E.B Du Bois’s “Of Our Spiritual Strivings”

“Es una sensación peculiar, esta doble conciencia, este sentido de mirarse siempre a sí mismo a través de los ojos de los demás, de medir el alma con la cinta de un mundo que te mira con divertido desprecio y piedad”.

In the same space but in different worlds, they sat over there, and we sat over here. They paid for deluxe dinners and so did we.

En el mismo espacio pero en mundos diferentes, ellos estaban sentados allá, y nosotros aquí. Ellos pagaban cenas de lujo y nosotros también.

We asked the trio of paisanos to play “El reloj” and “Noche de ronda” as they spoke over the music. From where we sat, their mouths kept moving.

Le pedimos al trío de paisanos que tocaran “El reloj” y “Noche de ronda” mientras hablaban por encima de la música. De donde estábamos sentados, sus bocas seguían moviéndose.

It was a peculiar sensation to realize they didn’t hate Mexicans after all. Not at all. They loved real mexicanos. “The Mexicans” in Hollywood films that reaffirmed their realities.

Fue una sensación peculiar darme cuenta que después de todo, no odiaban a los mexicanos. Para nada. Amaban a los mexicanos auténticos. “Los mexicanos” de las películas Hollywoodenses que reafirmaban sus realidades.

My very eyes could see they didn’t hate the good, obedient hard working Mexicans—not the ones the color of a dark brown tree bark from Guerrero nor the silent ones who stole their laughs as gold painted pirates poking passersby. In México, they loved Mexicans who served their lobster and their Chardonnay on authentic sandy Mexican beaches with aqua blue ocean fronts. Because in Cabo and anywhere with a Mexican shore, Mexicans cooked their breakfast, lunch, and dinner, cleaned their hotel rooms, changed their soiled sheets, sailed their boats, poured their drinks, told them how beautiful they were on life size advertisements at Plaza Puerto Paraíso, threw out their trash, massaged their backs and feet, hung their favorite sport’s flag at Maro’s Shrimp House, blasted their favorite rock n’ roll bands along Avenida Lázaro Cárdenas. You know? Like real Mexicans.

— “De nuestros esfuerzos espirituales” de W.E.B Du Bois

Mis mismísimos ojos pudieron ver que no odiaban a los mexicanos obedientes y trabajadores—no a los del color de la corteza de árbol café oscuro de Guerrero ni de los que se robaban las risas como piratas pintados de oro picando a los transeúntes. En México, amaban a los mexicanos que servían su langosta y Chardonnay en playas arenosas mexicanas auténticas con vista al mar turquesa. Porque en Cabo y en cualquier lugar con costas mexicanas, los mexicanos cocinaban su desayuno, almuerzo y cena, limpiaban sus habitaciones de hotel, cambiaban sus sábanas sucias, navegaban sus botes, servían sus bebidas, les decían lo hermoso que estaban en anuncios en la Plaza Puerto Paraíso, tiraban su basura, les masajeaban sus espaldas y sus pies, colgaban su bandera de su deporte favorito en Maro’s Shrimp House, tocaban a todo volumen sus bandas de rock and roll favoritas a lo largo de la Avenida Lázaro Cárdenas. ¿Sabes? Como verdaderos mexicanos.

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(Is Lázaro Cárdenas turning in his grave?)

(¿Estará Lázaro Cárdenas revolcándose en su tumba?)

It was a peculiar sensation to see these visitors were mostly what they call themselves without calling attention to the word but instead by describing it because in their world we cannot see, say these things nor call attention to them. We must always speak and see them in code—code such as their skin is the color of holy mother’s milk or their visitor’s skin is like the blossoms of gardenias, the color of peaceful doves or sacred bones or the Greek columns of today but not before the sun relished their bright yellows and reds.

Fue una sensación peculiar ver que estos visitantes eran en su mayoría tal como se llaman a sí mismos, sin nombrar la palabra en sí sino describiéndola porque en su mundo no podemos ver o decir estas cosas ni llamarles la atención. Siempre debemos hablar y verlos en código—código cómo su piel es del color dulce de la sagrada leche materna o la piel de los visitantes es como las flores de gardenias, del color de las palomas de la paz o los huesos sagrados y del color de las columnas griegas de hoy pero no antes de que el sol saboreara sus amarillos y rojos brillantes.

Their skin is, perhaps, pinkish or peach or red or orange of colder climates but never to the seventeenth century mythical color that boils beneath the skin when one points out these unsettling differences beyond the veil.

Su piel es, tal vez, rosada o durazno o roja o anaranjada de los climas fríos pero nunca el color mítico del siglo diecisiete que hierve debajo de la piel cuando uno señala estas inquietantes diferencias más allá del velo.

Sonia Gutiérrez Poeta y novelista. Profesora en Palomar College. Autora de Dreaming with mariposas (FlowerSong press, 2020), por la cual recibió el Tomás Rivera Book Award 2021. Sus poemas han sido publicados en el Anuario de Poesía de San Diego.

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ILIANA HERNÁNDEZ MUJER ENCENDIDA

En una pira sembrada en mi habitación ardo con cien manos elevadas al cielo (Los vecinos ya reportaron el incendio) en la lejanía se escuchan ambulancias moribundas suben santificando la cuesta cargan grandes estómagos de metal y tubos, tanques de oxígeno, pastillas para devolver el ánima ululan a la par de llamas amarillas, roedores hirvientes de toda materia poética ardo el viento helado atiza mi fuego crece por las cortinas y se columpia hacia el clóset quemada hasta el tuétano burbujas doradas de recuerdos avivan mis ojos. Una mujer en posición vertical arde para los otros y sus buenas conciencias (los paramédicos y bomberos derrumban la puerta nunca habían visto caso semejante) ¡No dejen que se apague! ¡Soporten su palabra encendida! ¡Quítense las chamarras, que no se muera la flama ¡Hay que tostarle el mal de los dentros! Una mujer en posición vertical soporta el calor de la inquisición que son los otros arde para su propio placer quema a destajo las palabras inútiles los ritos y formas que la contienen, las puertas que ha cerrado. Ileana Hernández Partida Es caminante por curiosidad, cree que hay nuevos paisajes cada día, pinta como pensar o escribe para saber y meditar. Se le hace tarde vivir.

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YOHANNA JARAMILLO ¿POR QUÉ SUCEDEN ESTOS INCENDIOS AHORA, INDRA?

Qué pretenden con la quema del Amazonas, las Californias, Australia y erradicar camellos.

Diciembre, 2019.

¿Acaso aceleran el crecimiento de la hierba, como lo hacían los Dowayos? Debo ir al Monte Merú, encontrar la punta, la puerta que tanto se busca.

Enero, 2020. La Tierra sufrió fracking todo diciembre, muchas de las ventanas cimbraban, el mar se nos metía a la playa, lagos todo enero frente a las casas, charcos que no se brincan, lodo que se resbala en la memoria. El aire era, según The Weather Channel: irrespirable. Si les pudiera decir a los del pasado, que el futuro aún no llega, o al menos el imaginado, es que el imaginario tiene doble filo, y siempre existe el astuto con poder.

Marzo, 2020. En 3,2,1 nos han encerrado en casa, hay cuarentena, pandemia, virus en el acero, en nuestras manos. La fibrosis no nos permite dormir, estamos en espera a que alguien jale la granada. Acabaron con las marchas, más no con las propuestas, lo contemplado estaba más cerca que cualquier realidad de HBO. Mentes gore en un mundo que solo intentó ser un buen godín.

Cuántos hemos de morir de genocidio, en esta temporada de primavera-verano, que no se sabe si acabará en otoño-invierno.

Yohanna Jaramillo (Tijuana, 1979). Poeta, investigadora y promotora cultural. Tiene publicada obra en Anuario de poesía mexicana (2008). Sus obras son: Pacíficos (2007) Yohismos (2010) Trotamentes (2010) Diarios del Este (2012) 32°/33 (2013 y 2015) y Municipio artesanal (2017); El valle (2019 y 2021). Fue Subdelegada en la Secretaría de Cultura de Baja California en el Municipio de San Quintín, B.C. Dirige desde 2006 el Festival Internacional Poesía Caracol, en Tijuana.

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ANDREA LATHAM LA MUJER DE LAS ANUNCIACIONES

Yo no soy la mujer de las anunciaciones, soy lesbiana resucitada, mujer mariposeada tomándote la mano en misa mientras estamos hincadas recitando nombres de santas-brujas apedreadas, comiendo desde tu boca la hostia de tu ser, haciendo la comunión entre tus piernas, conociendo el lugar sagrado que es tu cuerpo. Yo no soy la mujer de las anunciaciones, soy la virgen sobreviviente nombrándote en el consultorio de la ginecóloga mientras me realizan un ultrasonido. Soy la amora desnudándose de las profecías frente a ti reconstruyéndote mientras nos besamos, regresando a sí misma en una serie de ensoñaciones translúcidas. Yo no soy la mujer de las anunciaciones, soy la mensajera tardía que sueña con recibir una revelación milagrosa escrita sobre los brazos como estigmas. Soy la que sabe que las mujeres no son anunciaciones sino reencuentros.

Andrea Latham (Ensenada, 1997). Egresada de la Licenciatura en Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la Universidad Autónoma de Baja California. Ha publicado los poemarios Flor de Nopal (2017) y La línea que atraviesa (2021) y el cuadernillo de poesía titulado Todo lo que arde (2021). También tiene un proyecto visual en Instagram donde comparte su trabajo poético @versarnoz

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CRISTINA MÁRQUEZ MANTRA

No, no me hundiré en el drama. Abriré las puertas, también las ventanas. Recogeré el cochambre, y quitaré todo el polvo. Dejaré que entre la luz, aunque afuera siga nublado. No vale la pena, y sería una tontería entrar en un estado de soledad lastimosa casi voluntaria. No es una tragedia estar sola, no la es. La tragedia es haber aprendido, y aprehendido, que no puedo estar contenta sin alguien que me mime como yo quiero. ‘Me mimaré yo,

me mimaré yo’

Como un mantra… Repite,

repite.

Cristina Márquez (1992). Poeta, docente y feminista tijuanense. Cocreadora del proyecto Yo, Lolita, donde participa como autora y promotora de poesía escrita por mujeres.

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KAREN MÁRQUEZ RESPLANDOR

Sumergirse en los pantanos sin enmohecerse Sucumbir en la raíz Nacer exógena Ser conífera que fecunda nube de polen en los desiertos del tiempo Danzar a través de leguas profundas Inagotablemente rítmica como nuestro corazón Con el fulgor de todas las que no danzan Y por las que vienen Y por las que ya no están -Cantó la noche los frutos cayeron de los árbolesDanzar es el resplandor creciente que cubre el manto sagrado de nuestro cuerpo La palabra inmolada en el papiro de los sueños cae como un aliento cálido que se desdobla en sombras en voces en conjuros Iluminación Como la totalidad que tiembla y mueve los lazos que unen al universo.

Karen Márquez-Saucedo (Tijuana, 1986). Poeta nómada, escritora transfronteriza, artista interdisciplinaria, productora y gestora intercultural. Ha publicado textos narrativos, artículos de ensayo y notas periodísticas en medios independientes como 4Vientos y Feminopraxis. Su obra poética ha sido publicada en antologías, medios digitales y arte-instalación en México, Chile, Brasil y Estados Unidos.

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AÍDA MÉNDEZ LAS NOTICIAS AL MOMENTO Nota: Léase en voz alta, como locución de noticiero.

Aún no se sabe por qué no podemos respirar, lo informa, la organización mundial de la salud mental. En congreso, un grupo de buitres aprueba que a Juanita todos le demos besos. Mientras tanto en Japón, vea usted estas imágenes, allá va la mujer gaviota se arroja del puente se desploma en caída libre, se va directo al cielo. La violencia aumentó este dos mil veintidós, en Tijuana en la colonia Camino Verde por cazadores furtivos sucumbe un hombre elefante, la sangre adorna el blanco marfil de sus dientes, la horda de hienas huye en un ‘taxi libre’. una flor roja se extiende en la acera. Niños de catorce años consiguen su primer empleo como dealers. En Reino Unido Aplastaron a las hormigas con zapatos de piel de cocodrilo, las larvas se alimentan de odio despertarán siendo lobos. En el muro fronterizo un grupo de leones merodean desconcertados por la noche cruzó ilegalmente un montón de perros hambrientos después de caminar kilómetros y cruzar al menos tres países en tropa, una leona lleva en el vientre el embrión del futuro, heredero de la lucha Cesar Chávez. Y en el mundo del espectáculo. un conjunto de pericos y guacamayas estrena canción, la industria del aturdimiento lleva hasta los hogares el sin sentido, todos se contagian con el nuevo ritmo. Un sinnúmero de búhos y halcones se manifiesta contra las ratas los topos los dispersan, les arrancan las plumas y ya no pueden escribir, los ratones de biblioteca se quedan sin empleo. Para despedir el programa una insólita noticia, Un colibrí denuncia ante miles de cámaras qué arruinaron las flores mientras dormía, se sospecha que es un ser humano. Aída Méndez Poeta y gestora cultural. Fundadora de Acanto y Laurel. Conduce el programa de radio Diálogos de Autor, para UABC Radio.

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MÓNICA MORALES ROCHA CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR

asegura con nostalgia la proverbial frase acuñada sí por un poeta por un poeta noble y castellano por un poeta prerrenacentista por un poeta hombre en la elegía a su padre. ¿Acaso cierta

Juana Inés? Si pudieras asomarte a nuestro tiempo marchar por las calles pintar en los muros de la ciudad tu respuesta a Sor Filotea Si supieras que hoy no es preciso el claustro colonial cuando se nace negada al matrimonio cuando se buscan las bellezas del entendimiento. Te imagino, Doctora Juana Inés catedrática de la palabra feminista con pañuelo verde besando a quien te dé la gana. Y dudo, sí de la vigencia de Manrique y no añoro su pasado, ni el mío. Celebro, en cambio el presente con todo lo que aún nos falte de cambiar hacia el futuro. Mónica Morales Rocha (1976). Poeta, docente y promotora cultural. Editoria de Hipérbole Frontera. Productora de Inter/Secciones, programa de radio. Ha publicado seis poemarios y sus poemas se han compartido en antologías, poemarios colectivos y revistas de México, España y Estados Unidos.

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KARLHA OCHOA COLORES

Hoy desperté de nuevo sobre una cama cubierta con sábanas rosas, en una habitación llena de muñecas y con mi cabello cuidadosamente trenzado. Cuando desperté, mi mamá ya me tenía preparado el desayuno, unos hot cakes redonditos, cubiertos de miel y frutas. Mi comida favorita ahora. Le quise decir gracias y cuánto me habían gustado, pero sólo pude pronunciar “mamá, biberón”. Ella me dio un bocado imitando los sonidos de un avión, mientras el tenedor volaba hacia mi boca. Me reí y olvidé el incidente. Creo que al fin me estoy acostumbrando a esta vida. Me puso un uniforme, me entregó una pequeña lonchera y, hace un rato, me dejó en la entrada de este lugar. Es un espacio grande, de un lado hay columpios, pasamanos y una pequeña casita amueblada con una cocina en minitatura y del otro, lo que más llama mi atención es un enorme tronco pintado de muchos colores. Me gustaría caminar sobre su corteza, el deseo me mueve rápidamente hacía allá, pero, a medio camino, una señora con pelo chino rojizo me redirige hacía el edificio que está al otro lado del patio. Yo intento explicarle qué quiero hacer para que me suelte: “¡Colores! ¡Colores!”. “Sí, colores, qué bonito, ¿verdad?”. “Yo, colores”, le digo de nuevo señalando insistentemente con mi mano el tronco, mientras nos alejamos cada vez más de él. Al llegar al salón, me da una palmada en la espalda indicándome que entre. “Miss Laura”, le dice a la maestra que está frente al grupo, “aquí tenemos una pequeña fugitiva”. Ella sonríe, me pone un mandil y me sienta entre otros niños. Todos balbucean cosas sin sentido mientras ella se esfuerza por hacernos repetir los números del uno al diez. Yo me rehuso a entrar en la dinámica, quiero caminar sobre los colores del tronco que está en el patio. El ruido del salón aumenta a tal grado que ya ni siquiera la voz de la maestra se escucha. Se da por vencida y, como medida de control, saca una grabadora de donde sale música alegre. Nos pide que nos pongamos de pie y levantemos los brazos. Funciona. El ruido se disminuye y sólo escuchamos la música. Mientras todos intentamos, con dificultad, seguir todas las posturas que hace con sus brazos y piernas, la señora de pelo chino que me trajo antes entra corriendo al salón. “¡Todos al piso!”, nos grita mientras ella, nerviosa, intenta ponerle el seguro a la puerta. Grita de tal forma que todos le obedecemos y nos metemos debajo de las mesas. Hasta la maestra se tira al piso sin hacer preguntas. La música sigue sonando, no sabemos qué pasa afuera. Segundos después, se escuchan estruendos. Los reconozco. Son balazos. Y son muy cerca, tal vez en el patio por el que caminé esta mañana.

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Me tapo los oídos, es una 9mm. Escucho cómo golpean las puertas de los otros salones para entrar. Deben ser dos hombres o tal vez tres. “La directora ya le habló a la policía, no deben de tardar”, dice la mujer para tranquilizarnos, no estoy seguro de que los demás lo entiendan. Más bien, creo que lo dice para tranquilizarse a sí misma. A gatas, me escabullo hasta el otro lado del salón e intento asomarme por una de las enormes ventanas decoradas con letras y números, cuando unas uñas se me clavan en el antebrazo y me jalan de nuevo hacia el suelo. La maestra me resguarda entre sus brazos. Lloro, aún siento las uñas clavadas en mi piel, me tapa la boca y me explica que ya pronto nos podremos mover, pero que, por el momento, hay que estar agachadas hasta que todo pase. Me siento impotente y ansioso por no poder moverme e ir a ver qué pasa. Unos hombres pasan frente a la ventana del salón y se asoman. No se detienen. Yo los observo con la mano de la maestra sobre mi boca. Siento mucho miedo. Escuchamos el sonido de sirenas cada vez más fuerte, deben de estar por llegar por lo menos cuatro patrullas. Un grupo de hombres armados con escudos de la policía entran a buscar a los hombres, pero ya no están. Estaban huyendo. Al fin podemos levantarnos y la maestra hace pase de lista. No falta nadie. Mamá pasa por mí antes de que el timbre de salida suene. Entra por mí hasta el salón y me abraza más fuerte que nunca. Sé que está asustada por esos hombres y los balazos aunque no los haya visto o escuchado."¡Estás bien!”, me dice aliviada. “¿Cómo lo supo?”, le pregunta la maestra intrigada. “Mi papá era policía, y se me quedo la costumbre de espiar entre las frecuencias, cuando escuché el nombre del kínder, salí corriendo”. Le explica que nos tenemos que ir porque no está tranquila con lo que acaba de suceder. Caminamos juntos rumbo a la salida. “Solo buscaban un lugar para esconderse”, escucho que dice uno de los policías a la directora de la escuela. “Pero, ¿qué hicieron?”. “Hubo un asalto a unas cuadras y dejaron abandonado el carro en el que venían, debieron ser ellos. Tenemos tiempo tras de ellos, pero siempre se nos logran pelar. Ya nos deben varias”. Mamá me sube al carro, por la ventana observo las luces azules y rojas de las patrullas. Me recuerdan algo, me quedo observando las sirenas y lo recuerdo. Recuerdo el rostro de uno de los hombres que pasaron frente al salón. Lo recuerdo claramente, sé que por su culpa ahora estoy aquí, en este cuerpo. No puedo olvidar esos ojos que me miraron fijamente antes de dispararme. Arranca. En el camino mamá me pregunta cómo estoy. Le quiero contar, le quiero decir que ese hombre fue quien me mató, pero solo puedo pronunciar “¡Colores!”

Karlha Ochoa Es narradora y directora editorial del sello Hexagrama. Autora del libro Miniatura: pequeñas memorias sobre un bebé (2019), su trabajo está incluido en antologías nacionales e internacionales. También se ha desempeñado como tallerista de creación literaria y promotora de la literatura, en especial la tijuanense y la escrita por mujeres.

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QUETZALLI PÉREZ VOY SACANDO LOS DÍAS DE UNA CAJA

No hay nada aquí, solo unos días que se aprestan a pasar… Silvio Rodríguez

Voy sacando los días de una caja son un hilo continuo y monocromático que se desliza dentro de mi mano. Sus nombres se revuelven en la tómbola neuronal salen disparados de la boca al azar como adivinanza sin respuesta. El día que vivo es este anónimo sin número ni mes que lo limite. Mañana tendrá el mismo nombre.

Quetzalli Pérez Ocampo (Ensenada). Amante de los gatos, estudia LSM. Ha participado en diversos talleres y encuentros literarios. Publicada en las antologías San Diego Poetry Annual del 2012 y Por amor a la Poesía en España. Tiene publicados los poemarios Los exorcismos de Andúnë (ICBC-TELit) y Airada (Cuadernos Gussa Editorial).

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MARLON PV ORDALÍA

El ritual comienza al lamer el dedo índice que por su contradictoria naturaleza es la inocencia o el desenfreno; lo acomodo entre los labios y comulgo las acciones en el cuarto olor romero: agitarse y mezclar injurias exhalar un aliento caliente gritar sin sonido. Trepida la piel y los vacíos se reproducen, juego a que el alma se salga del cuerpo erotizado, desafiarla a que se olvide de sí. Un nido peligroso se acumula en el vientre: es la hora de enfrentar a Dios, provocar el juicio y si el castigo hace arder mi cuerpo ¡Que me quemen toda! mientras mojo cada letra de sus fastidiosos versículos. Que nada sea en vano Del altar aprendimos el silencio y la prudencia a no reaccionar con gestos a ver de rodillas hacia arriba mientras las manos de algún viejo jugueteaba debajo de nuestras faldas

A que las risas se castigan con pellizcos los malos pensamientos con Aves Marías y el adulterio con terapia de pareja en la iglesia A que nada sea en vano y los lazos perduren eternos hasta el final de la vida A que se destile el terror hasta la última lágrima. No me digas señorita Esto de andar con un pie se me da bien caminar a medias avanzar incompleta lo supe hace años jugando al bebeleche cuando a la segunda vuelta se acalambró mi pelvis y corrí al baño para terminar de desangrarme; no es fácil cambiar cuando eres expuesta entre cólico y vergüenza, no es fácil mentir ocultar con desenfreno “Yo no soy Marla Singer”—me repito— pero sí una adicta al dolor indescifrable; por eso nadie notó el desbalance de mi cuerpo ni la herida que sigue sangrando hasta hoy.

Marlon PV (Tijuana, 1991). Licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica (UABC). Su obra aparece en editorial Los libros de perro, Círculo de poesía, Revista Gramanimia, Revista eSpiral, entre otras; ha sido ponente invitada en encuentros de literatura de UABC, Festival de Poesía Caracol, galería ArtDoc en Ensenada, y en instituciones como el CECUT, IMAC y la Secretaría de Cultura de Baja California. Fue seleccionada del master class impartido por el poeta David Huerta (Under The Volcano, 2021); y el Programa de educación New Narrative Natives, impartido en The Front Arte y Cultura en 2021.

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MARCIA RAMOS RESTOS

La cena es un pollo bañado en salsa barbecue, verduras finamente cortadas y un puré de papa para acompañar. Juana se esforzó esta vez en que la sal no se le pasara la mano y que todo estuviera listo a tiempo. Su esposo llegaría acompañado de su jefe y siempre la felicitaba cuando se portaba en sus propias palabras como la esposa perfecta. Si esto no ocurría, cuando fuera el día de comprar mandado, ella no podría escoger algún alimento y debería mantener la boca cerrada. Primero, se sentaron a la mesa ambos hombres, les acercó los condimentos y esperó a que probaran la comida antes de ella empezar. Cuando vio a ambos sonriendo, sus nervios dejaron de estar en guardia. Afirmó y halagó cada comentario de ambos, pero no demasiado como para despertar los celos de su marido. Sacó del horno la tarta que cocinó toda la tarde y miró las bocas de los hombres en busca de una reacción, pero nadie preguntó algo. Cuando se despidieron del invitado, el esposo se alegró de que la cena hubiera resultado un éxito e incluso le dijo que para ser una Coordinadora de Cultura en el gobierno también era una buena cocinera. Lo cual le sorprendía y encantaba, agradecido quiso hacerle el amor, sin embargo, Juana tenía unos cólicos terribles que la habían atormentado toda la tarde. Afortunadamente, él se asqueaba de la menstruación y no seguiría insistiendo como en otras ocasiones, donde dócil ella tendría que abrir las piernas e imaginar que el mar la envolvía en su protección, su lugar favorito. A la mañana siguiente descubrió unos restos de carne humana en la bañera. —Buenos días, querida. —Qué… —dijo sin poder terminar la oración y con los labios apretados. —Ya sabes, lo de siempre. —No entiendo. —Tú no tienes que entender algo, pareces una loca. —¿Es carne humana? —Sí, tontita. Se me cayó de la pierna, qué no miras. —Enseña un hoyo en el muslo. —Le llamaré al doctor. —Se te hará tarde para el trabajo, ya vete. Yo me encargo. Juana vio cómo los ojos de su esposo se le tornaban completamente negros y no pudo ducharse con todo eso allí adentro. Ni con él cerca. Caminó al trabajo, llegó a la tienda por unas toallitas húmedas y se metió a un baño público para limpiarse. Trató de maquillarse lo mejor que pudo y no comentar aquel incidente. Tenía una imagen que cuidar delante de todas las personas a su cargo. Se paró derecha cuando entró a su oficina, saludó a todos y puso café para sentir que era un día como cualquier otro. El director la mandó a llamar para afinar detalles de un próximo concierto y revisó que sus labios estuvieran correctamente pintados. —¡Qué guapa! Los años te entran de maravilla. —Gracias. —Con todo respeto, pero tienes unas piernas con las que quisiera ser ahorcado. —Me llamaba para lo del concierto, me parece. —Claro, van a venir el sábado y debemos tener todo listo. Pero, no te preocupes te apoyará Carlos con la logística. —¿Carlos? —Sí, ya sabes a él se le da mejor esto. —¿Cómo?

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—Pues tú eres mejor para hablar y transmitir simpatía. Carlos es el hombre para las cosas serias. Aunque estaba pensando que deberíamos quedarnos hasta la noche. ¿Qué opinas? Juana sabía que, si contestaba con un no puedo, sería acusada de floja y “poco interés por el trabajo”. Se acordó que su jefe tenía una cita más tarde. —¿No tiene usted una cita con el Lic. Hernández? —Es verdad, te salvaste. Esta vez. Un olor a podrido invadió el lugar e hizo que Juana se asomará con discreción al bote de basura que acompañaba el escritorio. Vio pedazos de carne. —No se tome la molestia, al rato yo lo tiro. No quiero que esas manos se ensucien. —¿Qué es? —le temblaban las piernas. —Son de mis brazos, ya sabes a falta del calor de mamá, un hoyo. —¿Quiere que le llame al doctor? —Para nada, me sorprende que apenas lo note. Si necesito algo le aviso. Cuando salió, estaba aterrada y un tic nervioso de la infancia se hacia presente otra vez. Su ojo izquierdo no paraba de parpadear. Se acercó con temor a la secretaria para decirle aquello que había visto y que no estaba muy segura de no llamarle al doctor. —¿Apenas te das cuenta? —¿Cómo? —Leticia, Andrea, Sol, no van a creer esto. —¿Qué? —dijeron todas. —La licenciada apenas se dio cuenta del hoyo. —¿En serio no te habías dado cuenta? —dijo Andrea. —Pero, si pasa todo el tiempo. —soltó la risa, Sol. —Ya estamos todas acostumbradas, aquí. —dijo con fingida resignación, Leticia. —Te aseguro que tu esposo también lo tiene y muchos de los novios que tuvimos también. —Sí, cálmate. Al principio apesta y luego ya no percibes el olor. Ni te llama la atención la carne. —dijo la secretaria. Juana terminó la jornada laboral con un dolor de cabeza que crecía, si todo aquello era tan normal, quizás no debería cuestionar y aceptar las cosas. Recoger cuando sea necesario esa carne y olvidar sus propios pensamientos. Cuando llegó a casa, preparó un guisado, fregó los pisos y se echó perfume. Con unos guantes sacó aquellos restos de la bañera y se dio un baño. Su esposo no quiso cenar, pero si llenarla de besos, mientras desaprobaba su bata de dormir. A la mañana siguiente, él se portó amable y tuvo intensión de llevarla al trabajo, pero ella le dijo que no se molestara. Cuando entró al baño, encontró un corazón que latía con poca fuerza delante del retrete. Al fijarse que su esposo no tenía un hoyo en el pecho, ella descubrió que era su propio corazón y que por arriba de su seno había un hueco profundo. Marcia Ramos Lozoya (1989). Premio Estatal de la Juventud en la categoría cultural en el 2018. Recibió la Beca Viva Voz (Under the volcano, residencia de escritores, 2022), la Beca Jóvenes Creadores (PECDA, 2018) y la Beca Interfazz (2015). Es autora de Las calles hablan (2015), Brevedades infinitas (2017) y Diles que no nos vean (2018). Ha publicado en diversas antologías de microcuento y cuento. Es tallerista de narrativa y poesía

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ELEANOR MIRIAM RIGBY INVISIBLE

24 años, 15 años, 12 años, y se han ido, con dolo, con tortura, se han ido; tener 35, sentir que la he librado. Soy morra que va de raite, a pesar de la mierda, me resisto, y voy de raite, a tener miedo me resisto y creo en la gente, a vivir el horror, me resisto y veo a los ojos. Otra realidad, incontables "se busca", "desaparecida" "¿la has visto?" "llevaba blusa negra, ojos cafés, tatuaje en flor"... ¡Y otra vez, la sensación de muerte es absoluta!

Voy en el metro, en la ruta, veo modos de amar que aprietan, que ahogan, que posiblemente matan, "allá al fondo está la muerte", decía un poeta, vagina, senos, carne, satisfacción, "se me antojó", "traía falda", "nadie la iba a reclamar" "encontrada en una bolsa de basura". "le encantaba andar de puta, que muriera como tal". 24 años, 15 años, 12 años, ¿Y el verano, las nubes, el mango? ¿y la lluvia, el arcoiris, la tarde? ¿Y los suspiros no dados? ¿Y la poesía no sentida? !No lanzaré una hija a un mundo como este!, que conmigo fenezca mi raza, que conmigo se extinga el dolor.

Eleanor Miriam Rigby Filósofa, feminista, poeta e hija de los gatos. Perseguidora de los destellos de glitter que dejan los unicornios, amante de los placeres inmediatos. Firme viciosa del café y de la playa-chela-buenacompañía. Instruida en el más fino arte de la contemplación de la belleza en todas sus formas.

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MAVI ROBLES-CASTILLO LA MONTAÑA ALTA DE GUERRERO

En la montaña alta se respira polvo se transpira polvo se come polvo. La tala depravada de los rabiosos tiene a los pocos árboles sobrevivientes sentenciados a muerte secos secos como las almas de sus taladores secos como los estómagos de sus habitantes. En la montaña alta reside el ahogo la tierra se sofoca se erosionan sus entrañas. Los indígenas asoleados y secos rasgados por la áspera huella del olvido atrapados en el aullido de alguna lengua moribunda malviven mudos y sumidos en un eco sórdido mudos e incrédulos como un sorpresivo y seco golpe en el rostro. Maíz podrido Niños desnutridos Infancias uniformadas de estadísticas Sonrisas de labios partidos Mazorcas con cucarachas Soledad y Cansancio Mucha hambre Tanta y tanta hambre En lo alto de la montaña el “País” es invisible una fina cortina de partículas secas es la retina de la pobreza. La esperanza es una navaja delgada y filosa que traza con su agobio un camino es la calzada a la desolación una brisa ardiente y reseca cuece a sus habitantes dejando hombres y mujeres roídos y gastados disecándolos lenta y dolorosamente.

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En lo alto de la montaña hay tristeza ¿Tristeza dije? – ¡Qué va!- Hay mucha tristeza miradas pérdidas en el panorama baldío raíces deshidratadas seres humanos despreciados y sin “Oportunidades” cuya vida y la de toda su familia vale trece pesos diarios. Seres que pacientes esperan la limosna bimestral del “Gobierno” ríos de ceguera y pozos de agua desérticos componen su paisaje es el paisaje del desprecio. En lo alto de la montaña no se vive muy pero muy difícilmente se sobrevive misioneros llevan con sus bendiciones el agua a las raquíticas y distantes viviendas es el agua que más frecuentemente reciben el agua de su unción final. Muertos de hambre y de olvido muertos de sed y de tristeza muertos de tristeza y desprecio. Lo verdaderamente triste de la montaña alta de Guerrero es que todo “México” está repleto de esas montañas sierras, bosques, desiertos, selvas, cordilleras habitados todos por el paisaje del desprecio y la tristeza cansados y lacerados unos cuantos sobreviven en la sala de espera para una muerte inhumana. En lo alto de la montaña alta de Guerrero no hay voces empolvados e invisibles sobreviven nuestros hermanos empolvados e invisibles como lo alto de las montañas.

Mavi Robles-Castillo (Mexicali-Tijuana, 1978). Poeta, editora, traductora y tallerista infantil y juvenil. Licenciada en Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California en conjunto con el programa de movilidad estudiantil de la Universidad de Salamanca, en España, y de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cuenta con 6 poemarios publicados independientemente.

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ORALIA RODRÍGUEZ FORASTERA DE MI INFANCIA

55 vueltas al sol marcan mi piel encontrarme en una fotografía volver a la niña que no me imaginó traviesa chimuela ella llevaba los bolsillos desbordados de palabras entonces las tardes terregosas sabían a naranjas entre amigos y juegos forastera de mi infancia la veo dibujando horizontes su mundo cabía en la caja de cartón de los juguetes al ritmo de su sangre desató tempestades lloró duelos amó espejismos quemó miedos soltó cadenas hoy en el balance de mis días con los anhelos no cumplidos hice arcilla la amasé para moldear vasijas y llenarlas de gratitud por lo perdido y lo ganado.

Oralia Rodríguez (Jerez, México).Poeta y pintora. Radica en Tijuana, B.C. Estudió la Maestría en Cultura Escrita, en el Centro de Posgrado y Estudios Sor Juana y el Diplomado en Artes Visuales, en la Caja Galería. Tiene publicados dos cuentos infantiles y el poemario Trozos de tarde para no ser olvido.

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RINA RUIZ VENÍA POR CARRETERA PENSANDO EN CONEJOS

De noche las estrellas bajan a la carretera pasan a un lado a ciento veinticuatro kilómetros por hora. Huyendo de la oscuridad del cielo giran la luz de su cuerpo celeste sobre la doble línea en el asfalto. Los cerros, los árboles, las ramas, se estiran queriendo alcanzarlas. Son brazos delgados y quebradizos en la umbra de la carretera. Conozco el camino por las curvas, su olor. El destino tiene una cita con la incertidumbre, no hay GPS para el alma. En este abismo, el silencio inunda e invade la sombra de las hojas danzan en el rostro en la mano madre que vigila el sueño. Se escucha como se acomoda el cilindro de la puerta, armonizando con el ligero zumbido de tornillos, tuercas, respiración y latidos. Entre los crujidos en los resortes del asiento en el carruaje viejo. La mente se va al blanco, al encandilamiento voluntario, I´m a rabbit in your headlights. Rina Ruiz (Ensenada). Escritora, artista plástico, mediadora de lectura. Autora de cómics, fanzines y poemarios artesanales. Publicó en la colección de plaquetas del taller experimental de literatura (TELIT) con poemario Intervalo. Su poemario Keterolato forma parte de la antología Brazos Labios de la editorial El Humo.

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VIVIAN SÁNCHEZ PLAYA VLYCHADA Del libro Santorini (Nieve de Chamoy, 2020).

Camino por la playa. Atardece. Las olas son más cálidas que el amor. Su deseo por mí ya no está oculto. La espuma se desliza de mis muslos al paso de los caracoles. Deseo que gaste todo su esperma dentro de mí. Lo confieso. Toda su sangre en mí. Lo siento mirarme, ahora. Mis senos, mi gran derriére centelleando en el bikini blanco. También el mar sabe mirar fijamente.

Vivian Sánchez Barajas (Mexicali, 1978) Escritora y poeta. Tiene un Máster en poesía (Spalding University, EUA 2019). Es autora de los poemarios Octamadona (1996), Borderline y otros poemas (2018) y Santorini (2020). Actualmente trabaja en sus siguientes proyectos literarios.

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RUTH VARGAS LEYVA LOS DÍAS CONTADOS

Esos días, con apariencia de velo y turbante, perdimos el miedo a entrar al mar arrastrando espuma entre los pies buscando un barco hundido, el miedo a escalar montañas sin cuerda ni arnés y a descender a profundos abismos. Aunque la naturaleza tiene sus propias reglas el cuerpo tiene sus leyes. Moléculas mensajeras ordenan otro universo, controlar el funcionamiento de células y órganos, viajan por diminutos ovillos capilares. Inflorescencia que filtra la sangre. Diafonía de los órganos. Osteoblastos liberan un líquido espeso. Todo se transforma en el infinito orden del cuerpo. La belleza exterior es reflejo de la estructura compleja que se eleva como una catedral con los cimientos en la tierra. El ritmo ordenado del corazón ha abierto otros frentes, Otras batallas. Los pulmones expanden un rosal florecido donde hay un silencio más grande que una montaña de sal en Guerrero Negro.

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Como quien vuelve al útero, suspendidos en cables una parvada levanta el vuelo y asume la forma de un papalote que penetra un resquicio en el cielo. No hay rostro, Solo días contados, imagen reflejada en un escudo de bronce. Guardemos la soledad el temblor de la luz y el sonido que quedó encerrado en un laberinto. Guardemos las esperas infinitas y el silencio del silencio. Guardemos los secretos, cuerpos inertes. Guardemos los milagros y lo que ellos significan. Guardemos las palabras que nunca pronunciamos. Guardemos el vacío que recoge una estructura cóncava . Guardemos todas las preguntas. El mundo está hecho para alojar toda clase de misterios.

Ruth Vargas Leyva Economista por la UABC, es miembro fundador del Taller de Poesía de la misma institución. Obtuvo una beca de la Fundación Ford para cursar el posgrado en Evaluación e Investigación Educativa, en la Universidad del Valle de Guatemala. Fue directora de la revista Hojas y ha colaborado en Amerindia, ambas de Tijuana. Ha publicado ensayo y poesía.

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ELIZABETH VILLA DESPEDIDA

I Más que sexar era compartir las risas cómplices la libertad del-ser-ahí-los-dos Cobijar el instante mudo del mundo corriendo allá fuera

II Fue fácil ser mujer Observada en plena Desde esas ventanas que eran tus ojos cual bóvedas exclusivas que abriste para que yo también pudiera contemplarme

III Recuerda antes de irte que tu cuerpo fue alguna vez pedestal sobre el cual me sostuviste Que promesa y esperanza corrieron detrás tuyo de brazos abiertos sobre tu playa Aquel cuarto en la penumbra. Aquella oscuridad sobre el alma.

Elizabeth Villa Licenciada y maestra en literatura y doctora en historia. Autora de Apología de la brevedad (Existir, 2010), Memorias de una molécula (Pinos Alados, 2018) y de la investigación histórica Entre el vacío y la orfandad. Sociedad y prácticas culturales en Tijuana, 1942-1968 (CECUT, 2018). Su obra aparece en Nuestra cama es de flores (Centro Cultural Tijuana, 2008), Cuentario (Desliz ediciones, 2012), Antología de cuentos pulposos (Lapicero Rojo, 2020) y Evocación de otoño (Metaletras, 2022).

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JULIETA GONZÁLEZ IRIGOYEN Agradecimiento por su trayectoria literaria, que significa faro y guía en la vocación de hacer algo digno (y dulce, sincero) con las palabras.

Julieta González Irigoyen (Chihuahua, Chih., 1939). Radicada en Tijuana, luego de pasar algunos años de infancia en la Sierra Tarahumara. Es poeta, narradora y ensayista. Fundadora del sello editorial independiente Aretes y Pulseras, donde se publicaron obras de Francisco Morales, Flora Calderon y la propia Julieta. Recibió homenaje por su trayectoria en el Encuentro Literario Norte 32°, del Centro Cultural Tijuana, en noviembre de 2020.

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JULIETA GONZÁLEZ IRIGOYEN TE AMARÉ HASTA QUE SE ACABEN LOS LUNES De Te amaré hasta que se acaben los lunes (Aretes y Pulseras, 2011).

En algún lado leí

Te amaré hasta que se acaben los lunes tal vez en una carta de amor o en alguna proclama colgada sobre el puente que divide a Playas del mundo...

¿Sabes? Me supo a eternidad eso de amar hasta acabarnos el nombre de un solo día... Luego pensé en los martes, miércoles y los que siguen... todos ellos, soportando el hierro y el dulzor del olvido como el puente que soporta las palabras de los enamorados... Pero, yo, saborée esas palabras te amaré hasta que se acabaen los lunes como si fueran ciruelas frescas, con todo la avidez de mis sentidos Quiero mirarte y describirte y sentir que el tiempo no cuenta en nuestros siete días, tan sólo siete, siete días en los que nadie mida tu pensamiento... ni se entere a qué sabe tu piel... Escucha Voy a hablarte muy bajo: te amaré hasta que se acaben los lunes Eso dice la lección apre/hendida en mi corazón... además de la palabra que suele recordar en sus latidos: tú tú... única palabra en vuelo, musical compañía en mi destiempo... Ay, sí, te amaré antes y después de que se acaben los días hasta que desaparezcan los lunes y no dejaré que el viento de las horas amargas rompa la escondida eternidad de esta promesa...

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[RESEÑA]

LIZETH GARCÍA PEÑA Mentiras que no te conté de Elma Correa

El libro Mentiras que no te conté, de la mexicalense Elma Correa, fue el ganador del Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola 2021, elegido entre 672 trabajos participantes. La obra integra ocho cuentos, en los cuales todas las protagonistas son “morras”. En su libro, publicado por la Universidad de Guadalajara, Elma transita por varios temas: el cuerpo, la frontera, migración, las relaciones de pareja (o tríos), la amistad; todo sucede en una región común: el norte de Baja California. La autora dijo a la La Gaceta del CUSur, sobre sus protagonista: “Decidí que fuera un libro de morras, que todas las protagonistas fueran mujeres, que estuviera situado en el norte y la frontera como escenario, que era una cosa que no había hecho antes [...]. Es un posicionamiento político; yo soy feminista, me costó mucho tiempo también asumirme como feminista en un medio de varones (…) me parece bien importante como morra

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escribir desde mi experiencia”.


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Todas son mujeres con problemas diversos y

personajes sólidamente construidos hace los

cotidianos: las que trabajan para sobrevivir; las

conflictos de los mundo interiores y exteriores

que tienen problemas con sus cuerpos; las que

resuenen, vayan al unísono hagan evidente

tiran un “buen desmadre” y se ven atrapadas en

su falta de armonía”. Dicho veredicto se dio a

la violencia; las que huyen de los muéganos familiares; las que sufren por un amor. Seguro en una de esas historias, nos vemos reflejadas. A través de sus personajes vamos conociendo las emociones y conflictos que tienen, y de qué manera las hacen meterse en problemas o terminar en catarsis. Todas sufren pero no todas lo dicen; eso sí, todas sin excepción viven sus emociones con intensidad. Elma le agrega una pizca de humor negro, ironía y sarcasmo, que quitan la solemnidad a los relatos que, ya de por sí, pueden ser deprimentes.

conocer en agosto del 2021 y también aparece en la presentación del libro. En una charla que tuvo la autora con Vianett Medina, vía Facebook, dijo que fue la primera vez que envíaba un trabajo a concurso: “La neta, yo nunca había mandado nada a un concurso, de haber sabido, habría mandado antes. [...] Me olvidé de él”, y fue una sorpresa

saber que resultó la ganadora. En Tijuana, el libro se puede adquirir en la Librería Sor Juana, ubicada en Las Palmas.

Debo decir que al leer cada cuento, me sentí como “pez en el agua” con el lenguaje de la autora,

pues

el

bajacaliforniano,

vocabulario

por

lo

que

es es

muy común

encontrarnos en cada relato términos como morras, batos, gringos, entre otros; más las

palabras del inglés que son cotidianas en la comunicación norteña, que le da un toque regional a cada relato sin que se pierda la universalidad de los temas. El Premio

El jurado de la edición XX del Premio Nacional de

Cuento

Juan

José

Arreola,

estuvo

conformado por Luis Estrada Orozco, Magali Velasco

y

destacaron

Juan sobre

Carlos

Quezadas,

quienes

Mentiras que no te conté:

“Desde ella y desde las particularidades de

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PRIMERA FILA En esta edición de Hipérbole Frontera inauguramos la columna de reseñas de teatro. Nuestra primera experiencia, gracias a la beca de la Escuela Binacional de Espectadores de Teatro de Tijuana Hace Teatro, fue «A veces los perros sonríen». De la pluma de Bárbara Perrín Rivemar, bajo la dirección de Ramón Verdugo; una producción local, de la compañía de Verdugo y Quintero, presentada en Teatro las Tablas, de Tijuana. La pieza de Perrín Rivemar aborda dos historias paralelas, con mil años de distancia, que ofrecen al espectador paralelismos conmovedores a partir de las experiencias de supevivencia de Lola (Nadia López) y Sylvie (Kariam Valenzuela), junto a sus mascotas. La intimidad del espacio escénico, la narrativa bien lograda de la historia, las actuaciones honestas de López y Valenzuela, enmarcadas en una producción minimalista, pero profunda; se traducen en una experiencia muy emotiva para quienes presenciamos la obra. Me hizo pensar en las maneras sutiles, pero inapelables, en las que el arte nos mueve por dentro. Derriba corazas y nos recuerda, una vez expuestos a sus manifestaciones, nuestra propia humanidad. Les invitamos a revisar la cartelera, la temporada de teatro en Tijuana ya inició: https://tijuanahaceteatro.org/

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HIPÉRBOLE FRONTERA: CONVOCATORIA NO. 22 | CANTO DE PRIMAVERA

HIPÉRBOLE FRONTERA Revista de divulgación literaria y otras expresiones artísticas, convoca en poesía, narrativa breve, reseña literaria, ensayo y artes visuales, a participar en el No. 22 CANTO DE PRIMAVERA, correspondiente al mes de abril de 2022. Favor de enviar tu propuesta al correo electrónico: hiperbolefrontera@gmail.com antes del 27 de marzo de 2022; con las siguientes características: Poesía: extensión máxima 45 versos (en total). Arial, 12 puntos, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Narrativa breve: extensión máxima media cuartilla. Arial, 12 puntos, interlineado sencillo, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Reseña literaria y ensayo: extensión máxima 2 cuartillas. Arial, 12 puntos, interlineado 1.5, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Fotografía, obra plástica y/o técnicas mixtas, digitalizada y "guardada" con el nombre del autor, en alguna de las siguientes dimensiones: Página: 210 x 297 mm | 2480 x 3508 pix | 300 dpi Cuadrado: 180 x 180 mm | 2126 x 2126 pix | 300 dpi Media página horizontal: 210 x 150 mm | 2480 x 1772 pix | 300 dpi

En todos los casos, enviar breve semblanza personal, de máximo 50 palabras. Los trabajos recibidos serán seleccionados para su publicación. Los autores serán notificados vía correo electrónico. De no aparecer en el No. 22, es posible que se reserven para ediciones futuras.

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AÑO 2

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NO. 21

| MARZO 2022.


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