Ponencia Socialización, Juego y Género.

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1ER COLOQUIO

INTERNACIONAL: JUEGO, EDUCACIÓN Y CULTURA

23 AL 25 AGOSTO 2000

OAXACA, OAXACA

SOCIALIZACIÓN, JUEGO Y GÉNERO

Hiram Jesús Ventura Borges

Nidia Victoria Gonzalez

“Ocurre que la realidad es superior a los sueños. En vez de pedir “déjame soñar”, se debería decir: “déjame mirar”. Juega uno a vivir.

Jaime Sabines.

Introducción

El trabajo aquí dispuesto forma parte del proyecto llamado “Procesos de socialización infantil” que se encuentra en su etapa final y que es desarrollado en la ciudad de Mérida, Yucatán, dentro del marco institucional de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Dicho proyecto es abordado dentro de la perspectiva de la antropología social y por lo tanto el método básicamente utilizado es la etnografía.

Esta parte de la investigación intenta señalar algunos de los diferentes factores que intervienen en el proceso de socialización y de identidad de género al momento del juego infantil.

Conceptualización (Lo que se buscaba).

Para empezar a abordar el tema podemos decir que el juego es la acción fantasiosa donde se participa en un tiempo y espacio simbólico; posee reglas, valores y normas socioculturales, es selectivo y precisa de un tiempo y de un espacio real. El juego cualquiera que éste sea, debe ser jugado con el fin de disfrutar su efecto, la diversión.

“El juego ocurre cuando existen espacios, tiempo, libertad, compañía y, muchas veces, juguetes. Estos elementos indispensables para los niños, están en manos de nosotros los adultos” (Chapela, 1994).

Todo juego posee reglas, una de tantas es el tipo de participante requerido, el género del participante. Este depende del juego y del lugar donde se va a desarrollar.

Las relaciones desarrolladas entre los niños y niñas a la hora del juego, refuerzan su status de sexo según la regla de género que esté establecida en el juego.

Esta identidad de sexo está demostrada no sólo por signos exteriores, vestimenta, conducta, actividades y actitudes, sino también por el juego y las compañías durante el juego.

La evidencia de que existe una separación de género bastante estricta en el juego se observa como parte misma del proceso de socialización donde se adquiere una identidad social (sexual) en compañía de otros (as) del mismo género.

“La imagen del otro sexo se liga a los estereotipos sociales del hombre y de la mujer, tal como son transmitidos en los diferentes ambientes de la existencia” (Luçart, 1990).

La socialización es un proceso complejo en el que intervienen diferentes actores, instituciones y espacios, en algunos aspectos son complementarias y en otros contradictorias (Villanueva, 1996).

Desde que un individuo nace está siendo socializado por sus padres y las personas que lo rodean, a través de lo que se conoce como socialización primaria; es así cómo el individuo se va convirtiendo en miembro de la sociedad (Berger y Luckmann, 1979).

La socialización es un proceso donde se aprende a jugar diferentes roles y es esencial para la conservación y transmisión de la cultura de la sociedad en la que vivimos.

El niño participa activamente en el proceso de su propia socialización, contribuyendo de esta manera en la recreación del sistema social donde vive y actúa, de tal modo que se puede decir que (re)construye la realidad social dándole un sentido (Vázquez y Martínez, 1996).

Cada grupo social transmite a sus miembros sus valores, normas, creencias, conocimientos y formas de comportamiento; para ello se vale de los procesos de socialización los cuales se dan ya sea de manera explícita o implícita a través de las relaciones cotidianas, su discurso y su forma de organizar el tiempo y el espacio.

Los niños reciben estas influencias externas a través de sus padres, hermanos y demás parientes con los que conviven y de los medios de difusión a los que tienen acceso en sus hogares. Las experiencias que viven en sus casas van conformando su identidad y su comportamiento.

Además al entrar en contacto con otros espacios, instituciones sociales, y otro tipo de relaciones, reciben, perciben y llegan a aprender otras definiciones del mundo que les rodea, otras formas de relacionarse con los demás, otros valores (Victoria, 1999).

Los elementos básicos para el juego los proporciona el mundo de los adultos regido por el contexto mismo de la socialización, ésta es la que permite qué, cómo, cuándo, dónde y con quién jugar. Son estos valores socioculturales los que dan la pauta del juego.

La realidad empírica (Lo que se encontró).

Teniendo en cuenta estas ideas fue la etnografía un arma fundamental para confirmar o negar lo aquí expuesto. Se tomó inicialmente una colonia popular al poniente de la ciudad para ir a observar los momentos lúdicos de los niños y las niñas.

Se comenzó yendo por las mañanas a la hora de la salida de clases, a la escuela primaria de la colonia para poder verificar las actividades desarrolladas después del timbre de salida. Sorpresivamente lo encontrado no fue lo esperado.

A la salida de la escuela el panorama visto fue la presencia de vendedores varios (paletas, granizados, dulces, frutas y fritangas), y algunas madres (únicamente) que inmediatamente de cruzar su hijo (a) o hijos (as) la reja de la escuela y ocasionalmente comprar alguna golosina, partían en dirección a su casa. Este ritual era repetido por los niños y las niñas que no fueron recogidos por algún adulto.

Así, que de esta manera sólo eran a lo más unos cinco u ocho niños los que se quedaban a jugar en la acera de frente a la salida de la escuela. Lo observado fue una reunión en función de una partida de tazos (pokemontazos). Sin embargo, esto no llevó más de quince minutos y enseguida los alrededores de la escuela quedaron vacíos de niños y niñas.

Ante tal situación se decidió esperar la entrada del siguiente turno, el vespertino, que no cambió en mucho el panorama antes observado. Esto se repetía continuamente.

Para tratar de encontrar lo que se estaba buscando, se tuvo que recurrir a la visita de otra escuela primaria en otra colonia del mismo rumbo de la ciudad. El resultado no fue del todo diferente al anterior, siendo aun más raro ya que la escuela se encuentra a lado de un parque que cuenta con áreas verdes, canchas de básquetbol, fútbol, béisbol y juegos infantiles.

Los actores aquí encontrados fueron idénticos a los anteriores (alumnos, madres y vendedores), y las actividades inmediatas posteriores a la salida fueron de hecho menos lúdicas que en la anterior escuela.

Esto daba una idea de que algo estaba pasando contrario a lo que se había pensado. Para ser más congruentes, se optó entonces por ir al parque zoológico de la ciudad, ubicado en el mismo sector de la ciudad.

Este parque cuenta con áreas verdes, amplia gama de animales en exposición, variedad en juegos infantiles y espacios para el esparcimiento, esto hacía suponer que aquí se iba a encontrar lo buscado. La hora en que se visitó este parque osciló entre las 8:00 y las 18:00 hrs.

El sitio más visitado por los niños (en edad preescolar y primaria) fue el lugar donde se encuentran los juegos infantiles comunes a otros parques (resbaladilla, columpios, pasamanos, balancines, etc). Todos estos niños (as) presentes eran acompañados, según el caso, por la familia (en su mayoría nuclear) o bien por sus maestras con motivo de una visita escolar al lugar.

Lo que se observó fue una separación del mundo de los adultos por parte de las maestras, ya que éstas se apartaban del grupo de niños (as) para refugiarse en alguna refresquería, permitiendo jugar libremente a sus alumnos pero sin dejar de vigilarlos.

Por parte de los padres, estos siempre estaban participando en la actividad de sus hijos.

Estas actividades se centraban en la utilización de algunos de los juegos infantiles. Entre los más solicitados estaba una avioneta de tamaño real de la cual salen dos resbaladillas. Los siguientes utilizados eran los columpios y dos figuras de cemento con forma de un león y un cerdito, asentados sobre bases del mismo material.

El desarrollo de esta diversión era individual en cuanto a que no estaba regida con base en la actividad de grupo ni con reglas que marcaran el proceso lúdico.

Tanto los niños como las niñas interactuaban de manera natural unos con otras, esto tal vez debido a la falta de un juego grupal reglado.

Se puede decir que se observó una marcada individualidad al momento del juego; por ejemplo, en ningún momento se utilizó el balancín, juego infantil en el que es necesaria la participación de un segundo actor.

Otro ejemplo de esto es que uno de los juegos que requiere participación grupal, el plato giratorio????, fue muy pocas veces utilizado y por tiempos muy breves. Se puede decir entonces, que nunca se vio una diferenciación de género al momento de jugar.

Una vez más no se encontró lo esperado, por lo que nuevamente se tuvo que recurrir a un espacio diferente, se retornó a las escuelas, pero esta vez se tomó en consideración la hora del recreo como tiempo y espacio permitido para el goce lúdico.

Esta vez se observó la diferenciación de género pero muy pocas veces dentro del juego.

Al momento del recreo todos los alumnos salen de su salón de clases y llenan los pasillos, jardines y demás espacios dentro de la escuela. Los niños se reúnen en grupos para conversar, tomar un refresco, disfrutar una golosina, o bien, de vez en cuando jugar a la caricatura de su elección (en este caso Pokémon) y una cascarita de fútbol.

Por su parte las niñas se reúnen sentadas en círculos, de no más de cinco y preferentemente bajo alguna sombra, para disfrutar de su lunch y refresco. Conversan entre ellas y algunas suelen caminar, sin ningún fin específico, por la plaza cívica y los andadores de la escuela. Este comportamiento fue confirmado en otras escuelas.

Conclusiones

Después de mencionado todo lo anterior, se llegó a la conclusión de que actualmente los niños y las niñas en edad preescolar y primaria no muestran interés en

juegos grupales que cumplan las características en género y reglas que normalmente se espera que jueguen (o al menos esperamos).

Se notó una marcada individualidad en el juego pero no así, de género al momento de jugar.

Todo esto nos hace suponer que los niños están recibiendo una socialización primaria que los induce a este tipo de comportamiento. Posiblemente reforzado por los medios de comunicación, los videojuegos, el tipo de clima de la región y algunas imposiciones por parte de los adultos.

Hay tiempo y espacios, las preguntas que quedan al aire son: ¿Por qué ya no están jugando los niños juegos que los ayuden a interrelacionarse entre si? ¿Dónde queda la socialización entre niños y niñas?

Bien dice Chapela “....nos descubrimos invadidos por prisas y espacios aislados y reducidos (...) el juego (...) se ve avasallado por rutinas, deportes, asuntos escolares y distracciones prefabricadas. El juego languidece ante nuestros ojos adultos y, aunque no lo queramos ver, somos responsables por ello” (Chapela, 1994).

Bibliografía

BERGER, Peter y Thomas Luckmann. La Construcción social de la realidad. Buenos Aires, Amorrurto Editores, 1979.

CHAPELA, Luz María. “El juego, instrumento de formación de carácter y conocimiento”, en: MO, Jorge (comp). Lagrimas, risas y ardor. Situación y perspectiva de la cultura infantil y juvenil en México. México, Ediciones del plumicornio, 1994.

LUÇART, Liliane. El niño y sus compañeros. Percepción y comportamiento en el ámbito escolar. Madrid, Narcea, 1990. (Colección primeros Años).

VÁZQUEZ, Ana e Isabel MARTÍNEZ. La socialización en la escuela. Una perspectiva etnográfica. Barcelona, Paidos, 1996.

VILLANUEVA, Nancy. Socialización infantil en la escuela y la familia. Proyecto de tesis doctoral en la línea de Antropología Simbólica de la división de posgrado de la escuela Nacional de Antropología e Historia. 1996.

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