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MANAGEMENT El liderazgo efectivo se basa en el cerebro

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HORÓSCOPO

HORÓSCOPO

OCTUBRE 2021 • Pág 28 # 36 •

El liderazgo efectivo se basa en el cerebro

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Por Lic. Karina Pittini

Conunpesoaproximadode1,5kilos, compuesto por más de mil millones deneuronas,elcerebroutilizaalrededor del 20 % de la energía del cuerpo. Contiene en sí mismo lo que hace a quienes somos, hacemos, pensamos y sentimos. Integra las diversas funcionesnecesariasparalavidayse relaciona con el bienestar, la salud o la enfermedad. También, es un órgano social, por lo que conocer sobre la actividad de la propia mente influye directamente en nuestras interrelaciones.Podemoscomenzarpormencionar los procesos mentales como ser: atención, percepción, memoria, emoción, aprendizaje, resolución de problemas, toma de decisiones, entre otros. Todos están implicados en el liderazgo y obviamente en las diversasrelacioneshumanas. Laactividaddelamenteestáinfluenciada por el entorno actual, además de la historia, la información genética y biológica. El autoconocimiento, basado en el conocimiento del cerebro,permitirácapitalizarlospropios recursos, activar potencialidades y desbloquear barreras para ser personas y líderes más genuinos. Conversemos hoy acerca de la percepción y la atención: ambas actividades mentales básicas y, por lo tanto, necesarias para el buen funcionamiento de otras muchas. Atención es la capacidad de atender a estímulos externos e internos; puede seronovoluntaria,selectivaydividida,porloquepodemosatendermás de una cosa a la vez, concentrada en determinado estímulo, alternada o sostenida. Mientras que la percepción tiene que ver con la experiencia de patrones significativos que dan sentido a lo que captan los órganos sensoriales. El cerebro interpreta la información que nos llega desde los sentidos y crea experiencias más allá de lo real percibido. Así es que lo percibi-

do está influido por las propias memorias y por las características del observador. ¿Para qué sirve saber esto? En primer lugar, tiene aplicaciones prácticas y hasta trascendentes. Desde tener en cuenta lo necesario para que las personas con quienes interactuamos nos presten atención, hasta para entender lo que atendemos. Esto último nos permitirá elegir y ser más libres, en la medida en que nos liberamos de aprendizajesymemoriasquenonos sirven y elegimos los que sí. Veamos algunos ejemplos. Supongamos que necesitamos la atención sostenida y concentrada de uno o varios interlocutores. Primero, vamos a asegurarnos que nuestra disposición facilite la percepción de lo que queremos transmitir. También de preparar el lugar para que sea un ambiente propicio, sin distractores y teniendo en cuenta las características de nuestro interlocutor. Hace unas semanas, conversando con un gerente y, específicamente, hablando sobre algunas de sus estrategias aprendidas, mencionó: “La estrategia diseñada fue exitosa, pero ahora se trata de otra situación y otra persona, que es muy distinta a la anterior”. Efectivamente, el mensaje también deberá estar dirigido a personas concretas, ya sean consumidores, target, colaboradores, quién sea. Es importante tener en cuenta que, además de los estilos propios, influirá la historia previa con nosotros, nuestra empresa, nuestro producto, etc. Resulta clave tener presente quién es mi interlocutor. Si una persona es fan de mi marca porque su experiencia con nosotros fue excelente, tendrá una predisposición positiva que determinará su atención y percepciónparaloquesigue.Lomismo sucede en lo contrario. Este mes, recibí un pedido que me prometieron traer en un plazo máximo de cincodías.Enesemomento,ademásde cumplirse los 10 días, me lo entregaron con faltante de dos productos y unos días atrás no respondieron un maildeconsultaquelesenvié.Como los productos los puedo comprar en otros lugares, hoy dudo que vuelva a comprarles a ellos. De la misma manera, a un líder que inspira, le llegarán personas con planteos abiertos y esperando que sus mensajes los estimulen a ir por más. Estarán atentos a su forma de hablarles, al contenido de lo que les diga. Y si dice algo contrario a lo esperado,selodisculparán.Estosprincipios aplican a cualquier relación que, además de todo, es dinámica en sí misma y, como la vida, está en constante desarrollo y cambios. Junto con los mencionados factores, existen otros que influyen en lo que percibimos: la propia forma de aprender, la familiaridad con lo percibido, las expectativas, la cultura, los valores, creencias y estilos -cognitivo, emocional y conductual.Podríaserunbuenejercicioque prestes atención por una semana a cómo te preparas para tus interacciones, para captar la atención de tu interlocutor, para dar mensajes y cómo estos son recibidos y percibidos por los otros. Y algo más: cuando recibas un mensaje presta atención a lo que te genera y conéctalo con experiencias previas, con tuspredisposicionesyestilo.Seguro podrás descubrir muchas cosas interesantes.

Una evolución constante

Durante la niñez, la adolescencia y la adultez, nuestro estilo de vida afecta directamente el funcionamiento de nuestro cerebro y, además, perla el futuro. Es como que vamos comprando números, algunos que nos aportarán y otros que nos restarán. De allí, la importancia de conocer cómo funciona nuestro cerebro y qué es recomendable para garantizar la salud, el bienestar y la felicidad. Hace unos cuantos años -aunque no tantos-, se pensaba que nacíamos con un número determinado de neuronas y que no crecerían nuevas. Así, que en el tránsito a la madurez asistiríamos a una muerte progresiva de dichas células con los correspondientes deterioros. Lo único que podíamos hacer era retrasar lo máximo posible la inminente llegada del desgaste. Hoy, sabemos que no es así: el cerebro se desarrolla a lo largo de toda nuestra vida, las neuronas crecen, se generan nuevas conexiones y las que no usamos mueren por un proceso denominado neurogénesis. Lo más importante en todo esto es que, desde los inicios de la vida, tenemos la constante oportunidad de influir en nuestro propio cerebro. ¡Cada experiencia cambia el cerebro y el cambio es permanentemente!

Publicado anteriormente en El Observador

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