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ABRIL 2021 • Pág 42 # 30 •

Raúl Bianchi

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“Uruguay será de los primeros países del mundo en terminar de vacunar a su población”

El asesor logístico del Ministerio de Salud Pública e integrante del grupo coordinador del Plan de Vacunación contra COVID-19, repasa cuáles fueron los principales desafíos de diseñar y conducir esta estrategia. Dice que el foco siempre estuvo en que el proceso sea veloz y anuncia que para fines de julio o agosto se prevé al 70 % de la población vacunada.

¿En qué objetivos se basa la campaña de vacunación contra COVID-19?

Teniendo en cuenta la situación epidemiológica y las poblaciones de riesgo, así como el acceso a las vacunas, se plantearon los siguientes objetivos: proteger la integridad del sistema de salud y la infraestructura de los servicios esenciales; reducir la morbilidad y la mortalidad asociada a COVID-19, protegiendo a las poblaciones de mayor riesgo; y reducir la transmisión de la infección comunitaria, generando lo que se conoce como “inmunidad de rebaño”. Se

“No queremos que haya vacunas en los depósitos esperando ser dadas”.

busca desarrollar toda esta campaña en el menor tiempo posible, y es aquí cuando entra la importancia del foco logístico. A este nivel, nos planteamos un desafío muchísimo mayor al que estaba previsto en el Plan de Vacunación a fines de diciembre y principios de enero, en el que se comentaba que a altos rendimientos, se pensaba en vacunar a unas 50 mil personas por semana. Lo que nosotros nos planteamos es triplicar esa cifra para estar por arriba de las 150 mil por semana, de manera que la campaña se haga en el menor tiempo posible. Esto es porque no queremos que haya vacunas en los depósitos esperando ser dadas. Nos propusimos darlas lo más rápido posible, entonces, si la gente espera es porque se aguarda que lleguen más vacunas o que llegue el tiempo de las segundas dosis. Pero la idea no es que tengamos vacunas en los depósitos, ya sea el Laboratorio Calmette o en la Terminal de Cargas del Uruguay.

¿Cuánto tiempo llevó la gestación del plan de logística para Uruguay?

Esta pregunta está buena porque me hace ir dos meses atrás y recordar lo increíble que fue todo esto. En la primera semana de enero, el ministro de Salud Pública y su secretario plantearon la posibilidad de la creación de un equipo formal del proyecto que llevara adelante la logística de las vacunas, que finalmente quedó conformado por el Dr. Víctor Píriz como coordinador general, Graciela Pérez Sartori como asesora, y yo dando apoyo y encargándome de la parte de logística. Cuando arrancó ese proceso estábamos a unas pocas semanas de que comenzaran a llegar las primeras dosis, y si bien había mucho pienso detrás, no existía algo muy aterrizado. La gestación del plan de logística se desarrolló a unos ritmos increíbles; en tres o cuatro días armamos la concepción del plan, identificamos cuáles eran los principales objetivos y señalamos el concepto de “capacidad productiva” como leiv motiv de todo lo que haríamos. Capacidad productiva significa que en todos los lugares nos planteamos tener más capacidad de la necesaria, para que cuando llegaran las vacunas pudieran fluir a gran velocidad. Queremos tener capacidad productiva en almacenamiento, transporte, centros de vacunación, equipos de vacunatorios. Esto implica diseñar el sistema no para absorber el promedio de la demanda, sino para absorber los picos de la demanda. Porque si uno diseña para el promedio lo que pasa es que cuando se generan picos, el sistema se atora y aparecen las demoras. Este concepto fue conversado tanto con el ministro de Salud Pública y su secretario, como con el Poder Ejecutivo, ya que tener capacidad productiva implica en algunos casos hacer un gasto mayor al promedio. Sin embargo, todos entendimos que ese era el único camino para asegurar el éxito de toda la cadena productiva. Vayamos a un ejemplo. Nosotros en un primer momento teníamos una idea de que vendría Pfizer, pero no sabíamos si llegarían 500 mil dosis o 50 mil. Entonces, podíamos diseñar la capacidad del ultrafreezer para recibir pocas dosis y arriesgarnos a no tener dónde poner una mayor cantidad, o apostar a la recepción de la máxima cantidad de dosis, que fue lo que hicimos. Aplicamos esa misma lógica con los depósitos, los equipos de vacunación y todos los demás agentes para que el proceso fluya muy veloz y nunca se tranque. Además, se decidió comenzar con los centros vacunatorios en las zonas de mayor aglomeración, para luego ampliar la capacidad a lugares más apartados de las grandes densidades de población por un tema epidemiológico también.

¿Qué desafíos implicó para usted llevar adelante esa estrategia?

Hubo grandes desafíos de infraestructura, metodología e integración y funcionamiento de equipo. Respecto al primero, el gran reto era que Uruguay no estaba en condiciones de recibir ni Pfizer ni Sinovac. Y eso es interesante comentarlo porque a pesar de que Sinovac es una vacuna cuyas condiciones de conservación son las que maneja el país habitualmente, no teníamos capacidad de almacenamiento. El embarque que vino con un millón y medio de dosis de Sinovac no se podría haber almacenado en los lugares habituales por el hecho de que cada frasquito es una monodosis, y por lo tanto ocupan volúmenes muy importantes. Por supuesto que para Pfizer, que exige condiciones de almacenamiento a -70°, tampoco teníamos infraes-

ABRIL 2021 • Pág 44 # 30 • tructura. Entonces, fue un desafío estructural que lo resolvimos a través de una alianza estratégica con la Terminal de Cargas del Uruguay y el Laboratorio Calmette. En una semana se armó un grupo fantástico, que trabaja como equipo, que se coordinó y se integró como si fuera de una misma entidad. Hay que destacar especialmente la flexibilidad y la apertura de los profesionales del Laboratorio Calmette, que es el centro de programación del Plan de Vacunación. Es admirable que se hayan integrado tan rápido. Otro punto complicado fue el de los ultrafreezers, que después de tirar siete u ocho planes por todo el mundo, conseguimos una empresa que nos logró prestar dos unidades mientras vienen en camino otras dos que se compraron. Además, ASSE pudo cambiar una orden de compra que estaba viniendo y prestarnos cuatro ultrafreezers más. Un gran desafío también tiene que ver con la metodología y la incorporación de todo este tema de tener capacidad productiva, sin perjudicar la capacidad actual de los vacunatorios donde se dan las vacunas del plan regular. En la integración de los equipos de vacunación, aparece un actor clave en el éxito de esta campaña que es la Comisión Honoraria de la Lucha Antituberculosa, que se adaptó increíblemente a todo este proceso productivo. Parte de la metodología es que estamos yendo a los vacunatorios con entregas diarias. Tradicionalmente, se iba con entregas semanales, pero en este caso hay una exigencia basada en la agenda de mañana. La velocidad y la frecuencia de reposición de vacunas es cinco o seis veces más rápida que la habitual. La implementación de la metodología nueva, que fue rápidamente adoptada y apropiada por los actores, tuvo como eslabones claves a los prestadores de salud y a los directores departamentales de salud. Ellos en conjunto con la Comisión Honoraria y el Laboratorio Calmette fueron claves para que todos los puntos de vacunación estuvieran prontos para recibir y aplicar las vacunas. En esas alianzas también aparecen los hubs que establecimos, Antel Arena y Hospital de Clínicas, y proveedores como va-Q-tec con sus cajas térmicas especiales para Pfizer. La integración de los muchos actores de diferentes sectores que participan de todo el proceso es el desafío que más costó, pero finalmente el resultado es una vacunación muy rápida y segura.

¿Qué puntos requieren mayor atención en el proceso de toda esta operación?

Acá se pueden destacar dos aspectos. Al momento que hacemos esta entrevista, el sistema tiene tres semanas y demostró ser sólido, con buena capacidad. Entonces, lo que hay que tratar es de no desestabilizarlo. Los cambios que se hagan deben implementarse con cuidado, tratando de respetar las claves que llevaron a una vacunación rápida y segura. Otro aspecto que hay que tener en cuenta todo el tiempo es la programación. El tema de estar dando dos vacunas distintas, con distintas cadenas de frío, y que además tengamos primeras y segundas dosis, desde el punto de la programación es un reto muy importante. Por eso, el criterio que hemos venido utilizando es trabajar con horizontes de programación cortos, ya que permiten adaptarse a los cambios en la demanda. Por ejemplo, al principio tuvimos mucho Sinovac y poco Pfizer, pero va a llegar un momento en que Sinovac se empezará a acabar y vamos a tener más Pfizer, entonces de la programación depende cómo ir regulando las capacidades para que ambas vacunas se puedan dar de forma continua y sin entrar en conflicto primeras y segundas dosis. Todos estos desafíos van a ser mucho más complejos si llegara a venir una tercera vacuna.

¿Cada línea de vacuna requiere un tratamiento diferente?

Pfizer requiere un tratamiento especial porque la conservación es entre -60 y -80 grados. Tiene una vida útil de seis meses, y una vez que se descongela pasa a ser de cinco días. Acá debemos ser muy exigentes y es por eso que la logística de esta vacuna está armada para que a los vacunatorios se envíen las cantidades perfectamente ajustadas a la demanda que viene dada por la agenda. Así, se hacen envíos diarios de manera que el tiempo que transcurre entre que se descongela la vacuna y llega al vacunatorio, no es superior a las ocho horas. Además, el poco excedente que queda de un día se utiliza inmediatamente al día siguiente. Pero con Pfizer se plantea un desafío adicional y es que una vez abierto el vial, la vida útil de ese frasquito pasa a ser de seis horas. Aparte hay que reconstituirlo agregándole suero y se deben sacar de un mismo vial seis dosis con jeringas especiales, lo cual no es sencillo, aunque acá se está haciendo con excelentes resultados. Al final del turno, cuando se abre el último vial del que salen seis dosis, puede ocurrir que la cantidad de gente agendada no sea múltiplo de seis. Al no poder dar las dosis al otro día porque pierden su vida útil, tenemos una lista de personas que trata de respetar las priorizaciones de grupos, a las cuales se les aplican esos “excedentes”. Esto requiere un tratamiento bastante diferente con las vacunas de Sinovac y Astrazeneca, porque la conservación es la habitual de entre 2 a 8 grados y la vida útil bastante es más larga. De todas maneras, en el caso de ambas, el sistema está armado para hacer envíos muy frecuentes por el hecho de que es mucho más fácil el control y la gestión de inventarios.

¿Cómo viene siendo la respuesta de la población frente a la vacunación?

Entiendo que viene siendo una respuesta buena. Mientras charlamos, han transcurrido tres semanas desde que se comenzó el proceso y ya tenemos al 10 % de la población vacunada, lo que nos permite estar entre los primeros diez países del mundo en relación vacunados/habitantes. Acá hay un tema importante a destacar: no importa empezar antes, lo que importa es terminar antes. Uruguay será de los primeros países del mundo en terminar de vacunar a su población. Hay países que empezaron en diciembre o enero a vacunar y nosotros en tres semanas ya los superamos. Es un tema de gestión de proyectos, por eso diseñamos una capacidad y una velocidad extraordinaria para terminar lo antes posible.

¿En qué plazos se prevé alcanzar la inmunidad de rebaño?

El tema de la inmunidad de rebaño es algo bastante conversado en el mundo y entiendo que no hay una respuesta concreta respecto a cuál es el número. Lo que se prevé en el Plan Nacional de Vacunación es que la inmunidad necesaria varía en función de un número reproductivo básico. Para nuestros valores, la inmunidad de rebaño debería ser de entre el 50 y el 80 %. Si mantenemos la velocidad de vacunación y los niveles de aceptación, y si los laboratorios siguen cumpliendo con las entregas, entiendo que el objetivo es llegar al 70 % de la población vacunada. Esa cifra vamos a alcanzarla a fines de julio o agosto.

¿Qué sucede si avanzado el plan de vacunación comienzan a quedar remanentes de vacunas?

Actualmente, tenemos una aceptación del orden del 70 %, es decir, unas dos millones de personas para vacunarse. Considerando que cada vacuna supone una doble dosis, necesitaríamos cuatro millones de vacunas, que es lo que está negociado y acordado hoy en día. O sea que “La integración de los muchos actores de diferentes sectores que participan de todo el proceso es el desafío que más costó, pero finalmente el resultado es una vacunación muy rápida y segura”.

las cantidades de vacunas que arribarán están bastante ajustadas a la demanda que hay. Si eso ocurre así, prácticamente estaríamos quedando con muy poquitas vacunas remanentes que quedarán a disposición de aquellos que decidieron no vacunarse en una primera instancia y sí quieran hacerlo luego. Si en otro escenario, el grado de aceptación sube, estamos a tiempo de agrandar algunos contratos de manera de cubrir esa cantidad. Así que como el suministro y la demanda son dos cosas que se van monitoreando todo el tiempo, no seria esperable que llegado agosto nos falten o nos sobren demasiadas vacunas.

ABRIL 2021 • Pág 46 # 30 •

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