![](https://assets.isu.pub/document-structure/210210042811-a04a9d60814d8913e8789924da277509/v1/6a47ea07a4a0b664caff78e5205f3c80.jpg?width=720&quality=85%2C50)
2 minute read
Desde la investigación
Introducción
Con el objetivo de orientar líneas de acción e incidencia que permitan vincular la perspectiva de masculinidades transformadoras y de cuidados, en estrategias para el reconocimiento, reducción y redistribución de trabajo de cuidado no remunerado desde el hogar, la sociedad y el estado, se ha creado el presente documento como insumo para el departamento de Nariño, teniendo en cuenta el análisis de datos estadísticos generados en el marco de la emergencia por COVID-19 y periodos post pandemia.
Advertisement
Durante la pandemia por COVID-19, se han generado afectaciones sociales, políticas y económicas que han agudizado las problemáticas en torno a las tareas de cuidado y las consecuencias en la seguridad y bienestar de las mujeres al interior de los hogares, pero también se han generado oportunidades para el despertar de masculinidades reconciliadas (no violentas y corresponsables), a partir de la promoción, el fortalecimiento, resignificación y vinculación de los hombres en las prácticas de cuidado, la prevención de violencias basadas en género, la corresponsabilidad en los ámbitos familiares, laborales, sociales y políticos, para el bienestar no sólo de las mujeres, los niños, niñas y la naturaleza sino también de los hombres mismos. En el departamento de Nariño existe un fuerte arraigo de roles y estereotipos tradicionales de género y el predominio de masculinidades hegemónicas, que refuerzan y perpetúan las violencias contra las mujeres y las niñas. El sistema patriarcal se ha visto reflejado en la dominación y relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, la apropiación de los hombres hacia el espacio público, la delegación de las mujeres al espacio privado (el hogar) y la baja participación de los hombres en las tareas de cuidado, lo cual ha generado discriminación e incremento de la carga de trabajo y violencias contra las mujeres y niñas, que en tiempos de emergencia se han agudizado, debido a que los niños, niñas y adolescentes se encuentran fuera de las instituciones educativas y permanecen la mayor parte del tiempo en sus hogares al cuidado de sus padres. Ante este panorama se develan algunos impactos producto del reforzamiento de la masculinidad no cuidadora:
Incremento de las violencias contra las mujeres por la permanencia al interior de los hogares, en algunos casos, junto con los mismos agresores.
Permanencia de muertes violentas de los hombres, producto del reforzamiento de una masculinidad dominante a través de relaciones de poder.
Incremento del riesgo de enfermedad por el contagio de COVID-19 en hombres, debido al imaginario del cuidado como una práctica exclusivamente femenina y por lo tanto contraria a la masculinidad tradicional.
Permanencia del porcentaje de suicidios en hombres, lo que indica el riesgo que experimentan por la ausencia de cuidado mental y emocional. Débil corresponsabilidad por parte de los hombres en el proceso de planificación familiar, la cual es asumida generalmente por las mujeres y redunda en altos índices de paternidades ausentes.
Incremento de la carga laboral para las mujeres al interior de los hogares relacionada con actividades de cuidado no remunerado.
Tensiones a nivel personal, familiar y social, asociadas a la fractura en el rol de proveeduría de los hombres, debido a las dificultades socioeconómicas de la pandemia.
Baja participación de los hombres en el trabajo doméstico y en cuidado de niños y niñas, adultos/as mayores, personas enfermas o dependientes.
Incremento del consumo de publicidad sexista proveniente de la televisión y redes sociales por el modelo social consumista, que se fortalece a raíz de la permanencia en casa.