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Las vacas no tienen la culpa

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Esta semana un estudio de la NASA se vio envuelto en una feroz controversia. Utilizado localmente por la industria cárnica recibió un ataque virulento de los movimientos ambientalistas.

El estudio en cuestión mide el volumen de un gas efecto invernadero en la atmósfera (el dióxido de carbono) y mediante el uso de un modelo matemático complejo (WOMBAT) desarrollado en la Universidad de Wollongong en Australia, se le asignó a cada país su impacto en la producción del mismo. No hubo sorpresas: Estados Unidos y China se llevan los laurales del calentamiento global y son los principales responsables del cambio climático.

Argentina sí sorprendió: es parte de los países que secuestran más carbono del que emiten. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: a) por un lado el país secuestra mucho carbono ya que cuenta con 50 millones de hectáreas de bosques nativos, más de 50 millones de hectáreas de pastizales para la cría de ganado vacuno y más de 35 millones de hectáreas que anualmente se cultivan con soja, maíz, trigo, girasol, sorgo, cebada y otros y b) emite poco dióxido de carbono porque hace más de una década que el PBI per cápita no crece; el correlato de ser cada vez más pobres es que cada vez producimos menos y por lo tanto emitimos menos gases efecto invernadero. ¿Y el metano? ¿y las vacas? ¿y sus pedos?

Los pseudo ambientalistas pusieron el grito en el cielo “el estudio no mide metano,

Argentina es culpable porque tiene vacas y la dieta carnívora nuestra y del mundo está arruinando el planeta con pedos”. Todo lo que dicen es incorrecto o está muy flojo de papeles. A saber: son los eructos de las vacas que al digerir el pasto con el rumen emiten el metano, pero hay algo más interesante aún: a diferencia del dióxido de carbono que se mantiene en la atmosfera por más de 100 años, el metano se descompone en dióxido de carbono y agua en solo 10 años. De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos que mide la presencia de gases efecto invernadero en la atmosfera, el metano se mantiene estable hace más de 40 años, no aumenta ni disminuye. Es muy importante el estudio de la NASA porque une dos puntas: si el volumen de metano en la atmósfera no crece como indica la NOAA y Argentina captura más carbono del que emite, no es Argentina la culpable del calentamiento global.

¿Entonces quién secuestra en Argentina el carbono y el agua que surgen de la descomposición del metano? Nuestras extensas praderas, bosques y cultivos comerciales que se alimentan de carbono y agua. Si no hubiera ganado vacuno, no habría 50 millones de hectáreas de pasturas; por eso el impacto de esos animales es neutro, por la forma en la que se producen, bajo un sistema pastoril. Son un “sistema cerrado”, las pasturas que alimentan al ganado secuestran el gas invernadero que este emite. Obviamente el desmonte de bosques nativos de alta densidad pone presión ya que esa acción emite gases y elimina plantas que los secuestran, pero más del 90% de las cabezas de ganado de Argentina están en su pampa húmeda, en la que los únicos árboles que hay los plantó el hombre, para darse cobijo a él y a su ganado.

Todo lo aquí escrito es un resumen de leer con pasión el trabajo de Ernesto Viglizzo, un científico del INTA que se especializa en presentar otra visión sobre la contabilidad de los gases efecto invernadero. Invito a guglear sus trabajos, son sólidos e intelectualmente honestos.

En el frente económico también esta semana fueron señalados los novillitos, los ganaderos y los frigoríficos ya que la carne vacuna pegó el salto que se adelantaba en el anterior editorial de HorizonteA: 33% en un mes. Es que hasta enero la inflación interanual de la carne vacuna era del 56% frente a un 98% de la general o la del pollo. Ahora está en un 88% mientras el pollo creció a 101% y la general en 102%. La carne vacuna solo hace lo que hacen todos los precios, se alinea con la inflación general. Sin embargo, los privilegiados son los que cuentan con las licencias no automáticas para importar, por ejemplo la ropa que acumula una inflación interanual del 122%. Ahí sí sabemos quién tiene la culpa: José Ignacio “El Vasco” de Mendiguren.

Ordóñez

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