Forestar - 5. Necesidad y posibilidad de la Restauración Forestal en España

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Resumen

Los bosques y otras formaciones forestales contribuyen a la conservación de la biodiversidad, y a la creación y desarrollo de los suelos sobre los que se asientan. Ese papel es especialmente importante en las regiones españolas con riesgo de desertificación, dando especial relevancia a algunos de los aspectos más protectores de los bosques: la conservación del suelo, la regulación hídrica y la fijación de CO2

El marco legislativo, el sistema de incentivos de la Política Agraria Común de la UE (PAC) y los mercados voluntarios de Carbono, permiten dotar de recursos financieros a la realización de las

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tareas forestales, tanto de repoblación como de gestión selvícola, si bien estas ayudas son todavía muy inferiores a las que se proporcionan a otros sectores rurales, y en cierto sentido están sometidas a mayores exigencias en cuanto a instrumentos de gestión para acceder a ellas.

El capítulo analiza el potencial de los montes en la captura de agua, absorción de CO2 y protección del suelo y remarca que alcanzar los objetivos en estos ámbitos requiere la gestión de las masas forestales resultantes mediante una selvicultura orientada a su cumplimiento.

En España la mayoría de la propiedad forestal es privada (un 72%). Por las limitaciones de clima y a veces de suelo la rentabilidad de la explotación de montes es muy reducida, lo que unida al minifundismo, remarca la importancia de poner en práctica los numerosos instrumentos de planificación, legales y de incentivos para regular, impulsar y proteger la multifuncionalidad de lo bosques. El autor repasa los principales disponibles, todos con aspectos de interés, y la dotación de Fondos de Naturaleza, en su caso reforzados para las regiones con mayor riesgo de desertificación.

1. Introducción

Los bosques y otras formaciones forestales contribuyen a la conservación de la biodiversidad, la creación y desarrollo de los suelos sobre los que se asientan y conforman, la regulación hídrica, la lucha contra la desertificación y la mejora de la calidad del agua y del aire. Además de ser un almacén de carbono y una reserva de energía renovable, son proveedores de recursos y servicios esenciales para la vida y el bienestar de los ciudadanos, constituyendo una fuente de empleo e ingresos en las comunidades rurales1 .

En toda España, la situación biogeográfica y la geomorfología hacen que el territorio sea muy sensible a los procesos erosivos y los riesgos hidrológicos, y particularmente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático. Esta situación está especialmente presente en las regiones españolas con riesgo de desertificación, dando especial relevancia a algunos de los aspectos más protectores de los bosques: la conservación del suelo, la regulación hídrica y la fijación de CO2. Todo ello en un espacio dotado de gran biodiversidad2

En este contexto, el crecimiento y la gestión de las superficies forestales es de gran importancia tanto para la conservación del medioambiente como para el aprovisionamiento hídrico, la seguridad de los cultivos y el bienestar de las poblaciones situadas aguas abajo.

En España, el crecimiento de las superficies forestales en estos tiempos se está produciendo por dos vías complementarias: por un lado, por un proceso de colonización natural de superficies abandonadas por la agricultura y por otro por las repoblaciones artificiales. Ambas vías son importantes en estos momentos, y en ambos casos hay que dar relevancia a otro factor: la gestión silvícola adecuada.

El cambio climático, unido al abandono de muchas zonas forestales, ha puesto de manifiesto vulnerabilidades que amenazan la conservación de los bosques al debilitar a los árboles y hacerlos más propensos a plagas y enfermedades y a incendios forestales. La maximización de

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la penetración del agua en el suelo (como se pone de manifiesto en otro trabajo de esta publicación) y de la absorción de CO2, requieren no solo repoblar, sino realizar una selvicultura que mantenga las masas forestales en condiciones idóneas para cumplir estas funciones, al tiempo que se mejoran los aprovechamientos y se previenen los incendios forestales.

Es preciso por tanto no solo repoblar, sino también gestionar las masas generadas con el fin de garantizar la salud de los bosques y conseguir los mejores resultados medioambientales, sociales y económicos. Y esto debe realizarse, en el caso de las regiones con riesgo de desertificación, en unas condiciones de baja rentabilidad, con una propiedad generalmente muy fraccionada, y con escasez de recursos técnicos y económicos.

El marco legislativo, el sistema de incentivos de la Política Agraria Común de la UE (PAC) y los mercados voluntarios de Carbono, permiten dotar de recursos financieros a la realización de las tareas forestales, tanto de repoblación como de gestión silvícola, si bien estas ayudas son todavía muy inferiores a las que se proporcionan a otros sectores rurales, y en cierto sentido están sometidas a mayores exigencias en cuanto a instrumentos de gestión para acceder a ellas. Es necesario en este sentido avanzar hacia la plena integración del sector forestal en el sistema de incentivos de la PAC, o hacia la creación de una política forestal específica que apoye al sector para garantizar la obtención de los importantes servicios que los bosques aportan a la sociedad.

2. El potencial de los montes en la captura de agua, en la absorción de CO2 y en la protección del suelo

2.1. Síntesis de la evolución y situación de la superficie forestal española

La superficie forestal en España supera los 27,8 millones de ha, más del 55% de la superficie del país. Dos terceras partes de esta superficie son arboladas, y el resto desarboladas. Pero esto no quiere decir que esta superficie desarbolada tenga como destino ideal su repoblación: muchas superficies de matorrales y otras superficies no arboladas están protegidas, y son un componente muy importante de la biodiversidad.

Históricamente, la superficie forestal arbolada, que sufrió su última caída importante tras las desamortizaciones del siglo XIX, ha tenido un crecimiento continuo en el siglo XX, especialmente a partir de 1940, cuando se aceleró la ejecución de los planes forestales diseñados en el primer tercio de este siglo. Desde la fecha mencionada, las repoblaciones forestales, desarrolladas tanto por las políticas forestales nacionales como por la forestación de tierras agrarias de la PAC, de la Unión Europea, a partir de finales del siglo pasado, han supuesto una cifra próxima a los 5 millones de ha, a lo que habría que sumar el crecimiento natural de las superficies arboladas como consecuencia del abandono del medio rural. En los últimos 25 años, el crecimiento medio anual de la superficie arbolada es de 60.000 ha.

Los bosques y las superficies forestales en general son por su naturaleza multifuncionales, y así está reconocido en la legislación. Es decir, cumplen varias funciones, la mayoría de ellas sin compensación económica directa: como ya se ha mencionado, contribuyen a la conservación de la biodiversidad, a la creación y la conservación del suelo, a la regulación hídrica, a la lucha contra la desertificación y a la mejora de la calidad del agua y del aire, además de sus funciones sociales

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y económicas. En la mayor parte del territorio español, los servicios ecosistémicos, entre los que destacan la captura de agua, la conservación del suelo y la absorción de CO2, tienen una mayor relevancia que las funciones productivas.

El Noroeste de España y la Cornisa Cantábrica se encuentran entre las zonas más productivas de Europa, si bien son una parte pequeña del país, en torno al 15%. Desde esas regiones, hay una evolución progresiva hacia condiciones más áridas. En el Levante y Sureste del país se localizan las zonas de mayor dificultad para el establecimiento y el crecimiento de las masas forestales. En este contexto, las necesidades prioritarias de restauración forestal se centran en terrenos con alto riesgo de desertificación y degradación de tierras, fundamentalmente zonas afectadas por incendios forestales en las que no se prevea una adecuada regeneración natural de la vegetación a corto plazo, y superficies con graves pérdidas de suelo y elevados riesgos hidrológicos de avenidas e inundaciones. Estos terrenos son una parte considerable del país (Ver nota 2).

La Estrategia Forestal Española Horizonte 2050 (EFE), prevé una reforestación de 20.000 ha anuales, que sin duda serán superadas por el avance de los bosques, de manera natural y de las plantaciones forestales comerciales, muchas veces sobre superficies agrícolas abandonadas. Sin duda las regiones en riesgo de desertificación del Levante y el Sur españoles son de las zonas más necesitadas de estas actuaciones.

No debemos olvidarnos de que, para alcanzar los objetivos de captación de agua, absorción de CO2 y protección del suelo, que son la razón principal de la restauración forestal en estos ámbitos, es necesaria la gestión de las masas resultantes mediante una selvicultura orientada al cumplimiento de estos objetivos.

En este sentido, un dato relevante es la superficie forestal ordenada, importante para reflejar la intensidad de la gestión forestal, y necesaria para el acceso a los incentivos para la actividad forestal. Esta superficie ha crecido sustancialmente en lo que va de siglo, habiendo alcanzado a finales de 2021, última cifra disponible a nivel nacional, 6.108.384 ha, el 21,5% de la superficie forestal total3. El incremento de este porcentaje y el asociacionismo forestal para superar los problemas que genera el minifundismo son dos de las principales ambiciones de la política forestal nacional

2.2. Captura de agua por las masas forestales

El viaje del agua sobre los ecosistemas terrestres empieza con las precipitaciones descomponiéndose en diversas rutas a partir de encrucijadas llamadas puntos de partición. En los sistemas forestales (Agua Forestal), el primer punto de partición lo constituyen las copas de los árboles que interceptan parte del agua de lluvia (Intercepción). Esta es devuelta a la atmósfera por evaporación directa, sin llegar a tocar el suelo.

La otra parte de precipitación atraviesa el follaje y cae al suelo una vez que las hojas se saturan de agua. Al llegar al suelo, se divide en varias porciones4:

I. Una porción escurre por la superficie del mismo a favor de la pendiente, camino de cotas más bajas (Escorrentía).

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II. Otra se evapora directamente volviendo a la atmósfera (Evaporación). Como esta última suele caer sobre vegetación herbácea con mayor o menor cobertura, para simplificar se incluye dentro del concepto de intercepción.

III. Una tercera porción se infiltra en el suelo (Infiltración). De esta:

➢ Una porción es retenida por el suelo quedando a disposición de los sistemas radicales de las plantas y volviendo a la atmósfera por transpiración.

➢ Otra porción se infiltra hacia zonas más profundas hasta alcanzar los acuíferos y desde ellos, de forma muy lenta, aflora de nuevo a la superficie a través de la red hidrográfica, camino del mar.

➢ La tercera porción, se desplaza cercana a la superficie, a favor de la gravedad, aflorando en forma de fuentes o manantiales más o menos lejanos de donde se infiltró (infiltración subsuperficial).

Partimos de la consideración de que a través de la selvicultura y la ordenación de las masas forestales se puede influir en los destinos del Agua Forestal y por tanto que sus gestores puedan influir en la optimización de los dos conceptos que la componen. El agua verde es la suma de la intercepción, evaporación y transpiración, y es equivalente al concepto conocido como evapotranspiración. En clima mediterráneo y suelo cubierto de vegetación leñosa o pastos, supone aproximadamente un 75/80% de las precipitaciones. De este 75/80%, la suma de intercepción y evaporación (Intercepción total), suele ser un valor próximo al 25% del agua verde. La transpiración supone el otro 75% y se puede decir que es directamente proporcional a la temperatura.

El agua azul, es la suma de la escorrentía y la infiltración profunda y subsuperficial. Es la que de una forma u otra va a parar a la red hidrográfica: arroyos, ríos, lagos y embalses. En clima mediterráneo y sobre suelo cubierto de vegetación leñosa o pastos, supone aproximadamente un 25% de las precipitaciones. El agua azul de una cuenca mediterránea, varía dependiendo de la estacionalidad de las precipitaciones y de la temperatura. Si los máximos de precipitaciones son invernales y los inviernos son frescos, la fracción de agua azul es mayor que si los máximos de precipitación son primaverales y los inviernos templados.

La gestión de los recursos hídricos en tierras forestales mediterráneas se basa en la intervención interesada sobre todos estos procesos. Las actuaciones de gestión a favor de un mayor volumen de agua verde tendrán como objetivo disminuir la erosión, aumentar la cubierta vegetal de un tipo u otro o aumentar la producción de productos, y servicios ambientales asociados, entre los que suelen primar la biodiversidad, el paisaje y el recreo. Las actuaciones a favor de un mayor volumen de agua azul, tienen como objetivo principal el incremento de caudales para el uso doméstico, el riego, la producción de energía… en definitiva para su almacenamiento en embalses5

La transformación de los montes para abordar una situación donde el recurso hídrico pasa a ser esencial en la toma de decisiones se plantea aplicando contenidos de otras disciplinas tradicionales a este nuevo punto de vista. Sobre algunos temas casi no se dispone de información, aunque poco a poco la investigación está rellenando las lagunas existentes. Por este motivo la norma principal de actuación será la prudencia, el conocimiento intenso de la

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zona donde se va a actuar y la necesidad de contemplar cada actuación bajo todos sus efectos posibles.

De forma matizable con el clima y la situación del suelo y la vegetación, una mayor cobertura vegetal implica una menor producción de agua azul en la cuenca. En cambio, esa agua azul será de peor calidad si se disminuye dicha masa. La gestión debe buscar el equilibrio entre protección del suelo, cantidad y calidad de agua azul. En las condiciones de los territorios españoles en riesgo de desertificación, por lo general será preferente la producción de agua a la producción forestal.

Las zonas de vocación principal para la producción de agua azul son aquellas donde las precipitaciones de noviembre a marzo son claramente superiores a la evapotranspiración. Estas zonas tienen precipitaciones superiores a 500 mm en general.

Se debe dividir el territorio en unidades de planificación, que pueden ser cuencas y subcuencas hidrográficas. Se tendrá en cuenta la orientación de las laderas: en las solanas la apertura de la masa boscosa será prudente para evitar erosiones.

Lo siguiente a tener en cuenta son las pendientes: al menos se establecerán dos divisiones, mayores y menores del 20%. En estas últimas, la densidad de la vegetación puede ser mínima, en función fundamentalmente de la textura de los suelos. En general, las cubiertas forestales no deben sobrepasar el 50%-70% dependiendo de las pendientes.

Se debe favorecer la permeabilidad de los suelos, para favorecer la infiltración en profundidad. Para ello se debe proceder a:

• Restaurar todas aquellas superficies con suelos desnudos o procesos erosivos en marcha, a partir de la plantación de vegetación con muy bajo nivel de exigencias en agua.

• Disminuir la carga ganadera o cinegética sobre dichos puntos, con lo que además se mejora la calidad del agua en los manantiales.

• Realizar laboreos que aumenten la infiltración como, pueden ser subsolados y acaballonados.

2.3. La gestión forestal para la absorción de CO2

Los bosques españoles fijan actualmente alrededor del 19% de las emisiones totales de CO2 producidas en España, lo cual les confiere un papel transcendental en el ciclo del carbono. Con este dato, una selvicultura que incorporase la fijación de CO2 por las masas forestales como uno de sus objetivos puede resultar económicamente rentable y debería ser tenida en cuenta dentro de los programas de gestión sostenible de nuestros bosques6 .

Se estima que, combinando estrategias de conservación forestal con proyectos de restauración forestal en todo el mundo, los bosques podrían resultar un sumidero neto de carbono a largo plazo, permitiendo secuestrar entre un 20 y un 50% de las emisiones netas de CO2 a la atmósfera. Los bosques no pueden fijar todo el carbono que se emite pero tienen cierta capacidad de fijación y almacenamiento. Esto permite mitigar el problema durante un tiempo, es decir, los bosques ofrecen la oportunidad de «comprar el tiempo necesario» para poner en marcha nuevas estrategias que logren la reducción de emisiones.

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Las estrategias de reducción de Carbono atmosférico se integran en tres actuaciones fundamentales en el ámbito forestal:

• Conservación: evitando deforestaciones masivas, grandes incendios y otras catástrofes naturales o artificiales.

• Gestión sostenible: aplicando estrategias selvícolas capaces de optimizar la fijación de carbono y de influir en el tipo de productos extraídos a través de los aprovechamientos, favoreciendo la regeneración de la masa, adelantándose a la acción de la naturaleza y fomentando la aplicación de programas de selvicultura preventiva contra incendios.

• Reforestación: ejecutando programas de reforestación de áreas degradadas, protección de cuencas de embalses, plantaciones forestales capaces de obtener productos para, por ejemplo, la construcción de viviendas en sustitución, cuando sea posible, de otros más contaminantes (hierro y hormigón).

El secuestro de Carbono en los sumideros forestales es compatible tanto en masas forestales que cumplan función protectora como en las que tengan finalidad productora.

La gestión forestal puede contribuir al secuestro de carbono a través de acciones enfocadas a aumentar la producción de biomasa forestal, la descomposición lenta de los residuos vegetales, mejorar la estructura forestal o planificar el destino y los futuros usos de los productos obtenidos, para maximizar el secuestro de carbono por los bosques. Claras, cortas, podas, densificaciones o una adecuada gestión de residuos son algunos de los tratamientos que pueden potenciar el efecto sumidero de los bosques.

El desarrollo de programas selvícolas para la mejora de los sumideros de Carbono pasa por una transformación de la selvicultura tradicional, con el fin de orientarla a la conservación de masas forestales orientadas a aumentar a largo plazo la fijación de CO2 atmosférico. Esto dependerá de los siguientes factores:

Planificación

• Elección de especies

• Configuración de la estructura de la masa

• Planificación de las rotaciones y turnos

• Planificación del itinerario selvícola

• Integración de unidades de resiliencia

Ejecución de los trabajos

• Ejecución de las labores con menores emisiones

• Reducción del impacto ambiental de la maquinaria forestal Productos

• Planificación del uso forestal de los productos

El aprovechamiento de madera de forma ordenada y sostenible puede ayudar a la fijación de CO2 por los bosques debido al rejuvenecimiento que este aprovechamiento puede producir en la población de árboles, y tanto más cuanto más largo sea el ciclo de vida de los productos

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derivados. En cambio, si el aprovechamiento se produce de forma desordenada y abusiva, sus efectos pueden ser muy perjudiciales en todos los aspectos.

En la actualidad, se están desarrollando los Mercados Voluntarios de Carbono, que son plataformas a través de las que conectar a los sectores no regulados de la economía con el sector forestal con un objetivo común: la lucha frente al cambio climático. En estos mercados, aquellos que generen o potencien los sumideros de carbono pueden comerciar con el CO2 absorbido como un bien canjeable a través de la figura del crédito de carbono7, pudiendo constituir una vía de financiación para las actuaciones de repoblación forestal y de selvicultura.

Ahora bien, para optar a esta financiación, sería necesario un crecimiento relativamente rápido al menos de las plantaciones de restauración, cosa que no suele suceder en las regiones españolas con riesgo de desertificación, tal como refleja el siguiente cuadro, del que se deducen los crecimientos de dos de las especies forestales más abundantes en este territorio.

Cuadro 1. Crecimiento acumulado, en toneladas de madera por pie, de Pinus pinaster, en diferentes zonas de la península, y de Pinus halepensis. Fuente: Proyecto Life FORESTCO28. Véase las diferencias de crecimiento entre las zonas del N del país y el resto.

En este sentido, aunque en estos momentos las principales vías de financiación privada apuntan a los créditos de Carbono, se comienza a plantear la necesidad de considerar la multifuncionalidad de los bosques, por lo que en el futuro es previsible que, desde el punto de vista de apoyo financiero, se consideren no solo los “mercados de CO2”, sino que se pase a un concepto más amplio de “mercados de la naturaleza”9 en los que se incluyan otros conceptos. En este contexto, en el caso de las regiones españolas con riesgo de desertificación, habría que tener en cuenta que las principales funciones de los bosques serían la protección del suelo, la conservación de la biodiversidad y la captura de agua azul.

2.4. La cubierta vegetal en el control de la erosión

Los dominios mediterráneos con riesgo de desertificación son espacios de alta fragilidad y vulnerabilidad. La escasez de lluvias, junto a las elevadas temperaturas, han originado un entorno muy frágil, caracterizado ante todo por la debilidad de la cubierta vegetal y la erosionabilidad de los suelos. En el área mediterránea española, la alteración de los precarios equilibrios morfodinámicos por una compleja interacción de factores físicos y hechos humanos ha conducido a una pérdida del potencial biológico de los suelos de amplias áreas del territorio.10

En relación con este proceso de erosión-desertificación, son bien conocidos los múltiples daños que provoca, tanto a nivel internacional, donde alrededor de 2.500 millones de personas se ven

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afectadas por el problema, como en España, país especialmente sensible a esta fenomenología por una serie de circunstancias, de entre las que destacan:

• Orografías accidentadas, con extensas superficies de elevada pendiente.

• Clima de tipo mediterráneo en la mayor parte del territorio, con marcada alternancia de períodos húmedos y secos, y precipitaciones irregulares, a menudo torrenciales.

• Suelos pobres, a veces esqueléticos, con unas características en cuanto a textura y estructura que favorecen su disgregación y lavado.

• Falta de una adecuada cubierta vegetal, suficiente tanto para ofrecer protección al suelo frente a la desertificación, como para suavizar y regularizar la escorrentía de las aguas.

En gran parte de España, por tanto, el problema de la erosión es importante porque puede conducir a la desertificación del suelo, secuencia final del proceso erosivo, propiciando con ello su desertización, entendiendo como tal el abandono de la población asentada en ella, al no encontrar ésta los medios y servicios suficientes para alcanzar y mantener un adecuado nivel de vida11

La cubierta vegetal reduce sustancialmente tanto la energía de impacto de la lluvia como la energía para producir escorrentía. A partir de aquí hay diferentes opiniones sobre la eficacia de los distintos tipos de vegetación en la protección frente a los fenómenos erosivos. Experiencias realizadas en la zona con diferentes tipos de cubierta, dieron los siguientes resultados:

• Las cubiertas de pinar con sotobosque de matorral, pinar con pastizal seco, matorral y pastizal seco tuvieron niveles de escorrentía y erosión bajos, incluso con fenómenos de lluvia propios de DANA, siempre que la cobertura fuera superior al 70%.

• Las cubiertas con espartal y el suelo sin vegetación tuvieron niveles de escorrentía y erosión significativamente superiores12 .

Las cubiertas forestales, concluyendo, son necesarias para regular el ciclo hidrológico, permitiendo el almacenamiento de las aguas de manera regulada, absorben cantidades considerables de CO2 y proveen de otros múltiples servicios a la sociedad: conservación de la biodiversidad, paisaje, aprovisionamiento de materias primas y contribución a la evitación de la despoblación.

Es necesario por lo tanto apoyar la creación de estas cubiertas, y su gestión para alcanzar el máximo rendimiento posible en la provisión de estos servicios, valorando en cada caso según el potencial del territorio y sus necesidades. En las regiones españolas en riesgo de desertificación, hay que tener en cuenta que habrá situaciones en que las limitaciones del suelo y el clima reduzcan las posibilidades de implantación de la vegetación, pero en cualquier caso es necesaria la restauración vegetal para alcanzar aunque solo sea niveles adecuados de protección del suelo y de evitación de la erosión.

La restauración de los paisajes vegetales en el semiárido español

3.

La propiedad forestal en España

3.1. Distribución de la propiedad

En España la mayoría de la propiedad forestal es privada, si bien hay una considerable proporción de propiedad pública, aproximadamente un 28%, la mayoría en manos de la Administración local y de las Comunidades Autónomas.

Tabla 2. A Titularidad de la superficie forestal en España

De la superficie forestal, aproximadamente las dos terceras partes son arboladas y la tercera parte desarbolada. No hay una diferencia sustancial en esta distribución de superficies entre las superficies públicas y privadas.

El progresivo abandono del territorio ha llevado al avance de las superficies arboladas, si bien hay que tener en cuenta dos situaciones en las que el objetivo no será la consecución de una masa arbolada:

1. Los matorrales, superficies que en ocasiones suponen el óptimo de vegetación por las condiciones de clima y suelo en que se sitúan, son también importantes desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad y de los suelos. No siempre se deben plantear como una superficie a repoblar.

2. Especialmente en las zonas con riesgo de desertificación muy alto, hay zonas que pueden ser restauradas de diversas maneras para conservar la biodiversidad, el suelo e incrementar la cubierta vegetal, pero no pueden ser objeto de reforestación en sentido clásico por las limitaciones de las condiciones de suelo y clima.

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Para la movilización de los recursos que este potencial territorial podría aportar, hay al menos dos importantes limitaciones:

• En gran parte del territorio, por limitaciones de clima y a veces suelo, la rentabilidad de la explotación de los montes es muy reducida.

• El condicionante anterior, en una parte muy importante de la propiedad, se ve acentuado por un minifundismo que limita mucho las capacidades financieras y tecnológicas de la propiedad forestal.

4. El marco estratégico y legislativo para la repoblación y la selvicultura en Europa y en España

Tanto a nivel europeo como nacional existen multitud de instrumentos de planificación, legales y de incentivos para regular, impulsar y proteger la multifuncionalidad de los bosques, de manera que cumplan sus fines medioambientales, sociales y económicos. Los principales son los siguientes.

4.1. Estrategia Europea a favor de los Bosques para 203013

Su objetivo es “aumentar la contribución equilibrada de unos bosques multifuncionales a los objetivos del Pacto Verde y su Estrategia de la UE sobre la biodiversidad”.

Dado que las políticas forestales en la UE siguen siendo nacionales, la Estrategia en este ámbito solo puede estimular la aplicación de los principios de subsidiariedad y de proporcionalidad en el desarrollo con un enfoque que refuerce la coordinación en la UE, con el fin de facilitar los logros del Pacto Verde Europeo y cumplir los compromisos internacionales de la UE. Entre otros objetivos se plantea abordar:

• Los retos climáticos y medioambientales de la UE

• Proteger la naturaleza y la biodiversidad.

• Generar una economía eficiente en el uso de los recursos, neutra en Carbono y plenamente circular y competitiva.

• Encontrar un equilibrio adecuado entre las múltiples funciones de los bosques: Socioeconómicas, medioambientales y climáticas.

4.2. Reglamento sobre la Restauración de la Naturaleza 14

El Reglamento pretende contribuir a:

• La recuperación continua, a largo plazo y sostenida de una naturaleza rica en biodiversidad y resiliente en todas las zonas terrestres y marítimas de la Unión, mediante la restauración de los ecosistemas;

• La consecución de los objetivos generales de la Unión en materia de mitigación del cambio climático y adaptación a este;

• El cumplimiento de los compromisos internacionales de la Unión.

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Establece un marco en el que los países miembros deberán poner en marcha medidas de restauración efectivas que, en conjunto, abarcarán al menos el 20% de las zonas terrestres y marítimas de la Unión antes de 2030, y de todos los ecosistemas que necesiten restauración antes de 2050.

En cuanto a gestión de los bosques, deberán contribuir a plantar 3.000 millones de árboles hasta 2030, fomentando la diversidad de especies y la conectividad de los espacios naturales en el territorio.

4.3. Estrategia y Plan Forestal Españoles15

La EFE es el documento de referencia para establecer la política forestal española y el Plan Forestal Español (PFE)16 es el instrumento de planificación a largo plazo de la política forestal española, que desarrolla la EFE.

Entre los objetivos de la EFE se encuentran:

1. Impulsar decididamente la gestión forestal, fomentando su desarrollo y la ejecución de actuaciones selvícolas acordes a las necesidades de los sistemas forestales.

2. Proporcionar servicios multifuncionales a toda la sociedad: mitigación de los efectos del cambio climático; gestión de los incendios forestales y lucha contra la desertificación; conservación de la biodiversidad, de los ecosistemas y de los recursos genéticos forestales, favorecer la conectividad entre ecosistemas y territorios; regulación del régimen hídrico; provisión de agua de calidad, y protección, mejora y formación de suelos.

3. Fomentar y optimizar la capacidad de los montes y el sector forestal para la generación de actividad económica y empleo en el medio rural y promover el asociacionismo forestal y las fórmulas de gestión forestal conjunta.

4. Potenciar un modelo de gobernanza territorial y gestión de los montes compartido con las poblaciones locales y con el conjunto de la ciudadanía.

4.4. Ley de Montes17

El objetivo de esta ley es “constituirse como un instrumento eficaz para garantizar la conservación de los montes españoles, así como promover su restauración, mejora y racional aprovechamiento apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva”.

Un aspecto importante es que se designa a las Administraciones autonómicas como responsables y competentes en materia forestal, de acuerdo con la Constitución y los estatutos de autonomía, una cuestión importante para la gestión forestal en nuestro país.

Son los propietarios de los montes los que primero y más directamente se responsabilizan de su gestión sostenible. Pero es importante que, para garantizar tal gestión, la ley pretende el impulso decidido de la ordenación de montes, a través de instrumentos para la gestión. Para ello, la ley prevé medidas de fomento de la gestión sostenible de los montes, mediante subvenciones y otros incentivos por las externalidades ambientales, además de considerar incluidos entre los fines de interés general los orientados a la gestión forestal sostenible, a efectos de la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de Régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.

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La ley considera a los montes como infraestructuras verdes para mejorar el capital natural y mitigar el cambio climático. Considera que cumplen una función social relevante entre otros motivos por su provisión de servicios ambientales, incluyendo la protección del suelo, la regulación del ciclo hidrológico y la fijación de carbono.

Los montes considerados importantes para la protección del suelo y la regulación del ciclo hidrológico pueden ser declarados montes protectores, lo que les supone unas reglas de gestión más exigentes, pero también un acceso más fácil a ayudas.

Determina que las Administraciones públicas promoverán activamente las fundaciones, asociaciones, y cooperativas de iniciativa social, existentes o de nueva creación, que tengan por objeto las materias que se tratan en la Ley y, en particular, la gestión sostenible y multifuncional de los montes, y que puedan colaborar con la Administración en el ejercicio de sus competencias.

Podrán ser objeto de subvención, en los términos fijados en las respectivas convocatorias, las actividades vinculadas a la gestión forestal sostenible.

5. Los incentivos para la repoblación y la gestión forestal en España

Tanto la EFE como la Estrategia europea a favor de los bosques y la Ley de montes prevén superficies importantes de repoblación, que en España se completan con el avance de la renaturalización de tierras agrícolas abandonadas. Y por otro lado, los instrumentos legales y de planificación en España apoyan la ordenación de la gestión forestal, y plantean un especial impulso a la selvicultura, cuestiones que son de relevancia para obtener los objetivos que se plantean en esta publicación: La restauración en los territorios españoles en riesgo de desertificación, como instrumento de lucha contra este fenómeno.

La EFE plantea un aumento de la inversión forestal para conseguir los objetivos previstos, con un objetivo de 100 € por ha forestal y año, que es algo más del doble de la inversión actual en gestión de los montes, excluida la lucha contra los incendios forestales. Para alcanzarla se plantea el uso de fondos tanto públicos como privados.

La principal fuente de estos incentivos llega a través del Reglamento de desarrollo rural. El FEADER (Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural) es el principal instrumento financiero a través del que se aplica este Reglamento en el sector forestal. Su destino es principalmente agrícola, si bien también se apoyan a través de él actuaciones forestales. Ha tenido gran importancia en tiempos recientes en la reforestación de tierras agrarias.

El FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) también financia actuaciones orientadas al medioambiente y la lucha contra el cambio climático, si bien su objetivo no es la repoblación y la selvicultura. Igual sucede con el actual Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia18 . En este caso, hay que tener en cuenta el carácter coyuntural de este Plan, aunque su dotación económica es muy importante.

Otros posibles apoyos podrían venir por el lado de la fiscalidad. Actualmente se están proponiendo apoyos mediante regímenes fiscales adecuados para actividades, como las

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forestales, con rendimientos atípicos y en períodos plurianuales, y apoyos, mediante deducciones de cuota, a las inversiones forestales.

En resumen, podemos decir que aunque la legislación vigente apunta a un apoyo mediante incentivos públicos a la generación de servicios ecosistémicos por parte del sector forestal, estos incentivos aún son muy escasos, y en general las dos fuentes principales, el FEADER y el comercio de derechos de emisión son poco significativos para las regiones españolas con riesgo de desertificación más alto, por el predominio de la agricultura para la captación de estos fondos en el primer caso, y por la escasez de crecimiento, y por lo tanto del potencial de captura de CO2 en el segundo.

Realizar repoblaciones y una selvicultura que maximice la captura de agua y la absorción de CO2 requiere el convencimiento de los actores, y la dotación de los incentivos para fomentar estas actuaciones. Las condiciones de las regiones con riesgo de desertificación requieren condiciones de apoyo especiales por las siguientes razones:

• En regiones con escasa precipitación y con grandes necesidades hídricas, los bosques pueden contribuir a incrementar sustancialmente la captura de agua.

• En estas regiones la protección de los suelos es especialmente necesaria para el mantenimiento de la biodiversidad y la seguridad de la población, dada la frecuencia y agresividad de los fenómenos torrenciales.

• Por el contrario, el escaso crecimiento y la falta de rentabilidad económica hacen muy difícil la atracción de inversiones privadas, incluso con el actual incremento de las inversiones para compensar CO2.

Según los datos que aporta el Anuario de Estadística Forestal de 2021, último publicado, se pueden destacar los siguientes datos:

• Las existencias medias de madera en las provincias bañadas por el mediterráneo, desde Cádiz hasta Castellón están entre 20 y 50 m3/ha. En comparación, en el arco atlántico, entre Pontevedra y Guipúzcoa son entre 126 y 190 m3/ha.

• En 2021 se repoblaron en España 15.776 ha, de ellas solo 1.110 en Andalucía, Murcia y la Comunidad Valenciana, un 7% en un territorio que es el 24% del total nacional. La mayoría de las repoblaciones es con finalidad productora (53%), y privadas (63%), lo que puede explicar la ausencia de actividad en las zonas con mayor riesgo de desertificación.

• En cambio, la superficie forestal ordenada es superior en términos relativos en estas regiones a la media nacional.

La financiación de las repoblaciones tiene los orígenes que muestra la Tabla 3.

Tabla 3. Fuentes de financiación de las repoblaciones forestales

El FEADER se articula a través de un Programa Nacional y de Programas Autonómicos que lo aplican en las respectivas CCAA, siendo la base fundamental de la financiación de las actuaciones de restauración y de gestión forestal.

5. Necesidad y posibilidad de la Restauración Forestal en España

Estos datos nos indican que las condiciones objetivas para el impulso de la restauración forestal en las regiones en riesgo de desertificación son complicadas desde el punto de vista económico, si no hay un impulso público decidido: El crecimiento en madera, o la posibilidad de aprovechamientos no maderables es escaso; muchas repoblaciones se están financiando por empresas privadas para la captura de CO2, que tampoco es interesante si no hay crecimiento.

En este contexto, las posibilidades futuras para dotar de recursos a la restauración y la gestión forestal en las regiones en riesgo de desertificación en España se pueden orientar en dos líneas principales:

1. La dotación de “fondos de naturaleza”, como complemento de los actuales vinculados a la absorción de CO2. Estos fondos estarían totalmente alineados con el espíritu de la actual legislación tanto nacional como europea, y cubrirían otros aspectos de la multifuncionalidad de los bosques, como son la biodiversidad, la conectividad de los espacios naturales, la regulación de los regímenes hidrológicos y la prevención de riesgos por avenidas, que actualmente son frecuentes en las regiones del Levante y el Sureste español.

2. La dotación de recursos específicos para las regiones españolas con riesgo de desertificación, para corregir este fenómeno. Como consecuencia de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Desertificación de Nairobi (1977), España apareció como el único país de Europa Occidental con superficies considerables en esta situación. Como consecuencia, se creó el proyecto LUCDEME (Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo)19, que ha desarrollado una serie de importantes trabajos para estudiar el problema. Actualmente, este proyecto está vigente, aunque poco activo. Podría ser la base para el desarrollo de actuaciones de lucha activa contra los procesos de desertificación, una actuación que en las actuales condiciones de cambio global es cada vez más importante en buena parte de nuestro territorio.

Madrid, junio de 2024

Las imágenes a continuación ilustran la diversidad de montes en la Península: Desde la Cornisa Cantábrica, pasando por las dehesas, abundantes en el centro y Sur y los montes áridos del Sureste (la foto es de Tabernas, Almería)

La restauración de los paisajes vegetales en el semiárido español

5. Necesidad y posibilidad de la Restauración Forestal en España

Notas

1- Estrategia Forestal Española Horizonte 2050.

2- En este texto tendremos especialmente en cuenta a los territorios españoles que en la cartografía elaborada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación de 1977 se clasificaron con riesgo de desertificación muy alto: las provincias de Málaga, Granada, Almería, Murcia, Alicante, Valencia y Castellón. En esa misma cartografía aparecen con riesgo moderado gran parte del Valle del Ebro, la Meseta Central, Extremadura y Huelva.

3 -Anuario-estadistica-forestal-2021.pdf (miteco.gob.es)

4 - 17 GUIA PRONTUARIO DE AGUA FORESTAL.pdf - Google Drive

5 - También es importante considerar la posibilidad de la recarga artificial de acuíferos. InformeGRAL (miteco.gob.es) ; Microsoft Word - estado y Experiencias de AR en el Mundo-2.doc (tragsa.es)

6 - Distrito Forestal - Producción de biomasa y fijación de CO2 por los bosques españoles

7 - Presentación de PowerPoint (lifeforestco2.eu)

8 -E7.02.CATALOGO_def_subir_web-1.pdf (lifeforestco2.eu)

9 - (384) Seminario de presentación del proyecto ECO2FOR - YouTube

10 - https://publicaciones.unirioja.es/ojs/index.php/cig/article/download/929/824/828

11 - INES RESUMEN 2022.pdf (miteco.gob.es)

12 - https://rua.ua.es/dspace/handle/10045/23459

13 - Textos aprobados - Nueva Estrategia de la UE en favor de los Bosques para 2030: gestión forestal sostenible en Europa - Martes 13 de septiembre de 2022

14 - Reglamento sobre la restauración de la naturaleza (europa.eu)

15 - Estrategia Forestal Española horizonte 2050 (miteco.gob.es)

16 - Plan Forestal Español 2022-2032 (miteco.gob.es)

17 - BOE-A-2015-8146 Ley 21/2015, de 20 de julio, por la que se modifica la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes.

18 - Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia Gobierno de España (planderecuperacion.gob.es)

19 - Proyecto LUCDEME (miteco.gob.es)

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