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3. Automatización de las labores del suelo, siembra y plantación

cuanto a la situación en el mercado europeo, se estima que éste tiene un valor aproximado para el año 2017 de 611,7 millones de dólares, de los cuales 129,7 corresponderían a Alemania, 109,5 al Reino Unido, y 91,4 a Francia. En este caso, también se produce un dominio de los robots de campo, con un total de 238,9 millones de dólares de los 611,7 estimados para Europa en 2017. La proyección para el mercado europeo de robots de campo es de 755,3 millones de dólares para el año 2025 (VMI, 2018).

Figura 7. Clasificación del mercado de la robótica agrícola en millones de dólares (VMI, 2018)

3. Automatización de las labores del suelo, siembra y plantación

Automatizar las labores de preparación del suelo en cultivos extensivos tiene el inconveniente de no disponer de información proveniente del entorno, ya que son tareas que normalmente se realizan en terrenos incultos. Esta desventaja se convirtió en ventaja cuando el sistema de posicionamiento global GPS se liberó para uso no militar en el año 2000. Un terreno despejado facilita la recepción desde los satélites de posicionamiento a la vez que minimiza los riesgos de colisionar con plantas, árboles, y otros objetos o construcciones rurales. Por este motivo se produjo el auge de los sistemas de autoguiado a finales del siglo XX para cultivos extensivos, y hoy en día todos los fabricantes representados en la Figura 3 ofrecen su sistema de guiado automático. En el caso de árboles frutales, por el contrario, la adopción de esta tecnología ha sido mucho menor y con mayor lentitud, al incrementar el riesgo de colisión por moverse las máquinas entre filas de vegetación, en algunos casos con poca anchura como es el caso de algunos viñedos. No obstante, a raíz del incremento en la adopción de técnicas de laboreo mínimo y dados los crecientes problemas de erosión y desertización, se ha producido un descenso en el uso de máquinas para trabajar el suelo.

El coste energético asociado a la labranza es elevado, y por tanto se requiere la potencia del motor diésel para llevarla a cabo, desincentivando la aparición de robots de tamaño reducido y accionados por baterías eléctricas para estas tareas. Gran parte de la automatización aplicada al laboreo, por tanto, se ha llevado a cabo mediante los sistemas de guiado automático que forman parte de los tractores más avanzados que oferta cada fabricante. Un paso más allá del autoguiado incluiría el movimiento del enganche tripuntal para elevar o bajar el apero, así como el accionamiento automático de la toma de fuerza según el tractor esté ubicado dentro de la parcela o en la cabecera. Esta funcionalidad fue demostrada en el proyecto Robotra (Figura 8.a)

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