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Diario Financiero - VIERNES 16 DE DICIEMBRE DE 2016
humanitas
con peter seewald
Últimas conversaciones de Benedicto XVI Por Jaime Antúnez Aldunate
Se encontrarán en su lectura -lo ha explicado con autoridad quien fuera su vocero por ocho años, Federico Lombardi SJ (cfr. Humanitas 83)- varias y verdaderas perlas. Las más emotivas, que dan el tono de fondo al libro, son las que trasuntan su mirada hacia la eternidad, presente en el tiempo, no como un simple realidad de la imaginación o de la mente, sino de la persona en su sentido más integral. Está aquí, en efecto, de forma vívida para el lector, aquel Benedicto que habló al mundo tan doctamente en sus tres volúmenes sobre Jesús de Nazaret, presente todo ello como una forma encarnada en su ser, que se acerca ahora a la plenitud de la existencia. Con la humildad que caracteriza su modo -virtud tan apreciada en él por su sucesor, el Papa Francisco- Benedicto XVI relata el proceso interior que fue haciendo madurar en él la decisión de renunciar, considerando en todo, con admirable equilibrio, el bien general de la Iglesia. Después de oírlo, de buena fe no se puede sino comulgar plenamente con sus pensadas razones, a pesar de la admiración que despierten sus ocho luminosos años de pontificado. Viene al caso recordar aquí lo que escribió el propio Peter Seewald, autor de este
Como subraya la presentación de este singular y, a varios títulos, extraordinario libro, en sus páginas, por primera vez en dos mil años de cristianismo, un Papa hace un análisis de su propio pontificado y relata las circunstancias que le llevaron libremente a renunciar a su cargo.
PÁRRAFOS SELECCIONADOS “Estaba muy claro que, cuando terminara la guerra, la Iglesia católica sería lo primero que suprimirīan los nazis, si vencían; todavía la toleraban, porque durante la guerra necesitaban todas las fuerzas” (p.105) *** “No quería moverme [en su época de estudiante] sólo en una filosofía manida y envasada, por así decirlo, ya lista para el consumo, sin entender la filosofía como pregunta -¿qué somos realmente?- y, sobre todo, conocer lo nuevo, familiarizarme con la filosofía moderna. En este sentido era moderno y crítico.” (p.107) *** “Siempre me he interesado por la política así como por la filosofía que late tras ella. Pues la política vive de una filosofía. No puede ser pragmática sin más, en el sentido de: ‘Hagamos algo’. Debe tener una imagen del conjunto. Eso siempre me ha motivado mucho” (p. 153) *** “Era consciente de que mi encargo [como Papa] era esforzarme sobre todo por mostrar qué significa la fe en el mundo actual, por restablecer la centralidad de la fe en Dios e infundir a las personas valentía para creer, valentía para vivir la fe de modo concreto en este mundo. Fe y razón: son facetas que reconocí como parte de mi misión y para las que no era importante cuánto durará el pontificado” (p.32) *** “El cardenal Frings sintió después remordimientos muy intensos [en el periodo posterior al Concilio]. Pero yo siempre tuve conciencia de que cuanto de hecho habíamos dicho y conseguido sacar adelante era co-
rrecto y además debía acaecer. En sí, actuamos correctamente, aunque sin duda no previmos bien las consecuencias políticas y las repercusiones fácticas. Se pensó en exceso en lo teológico y no se reflexionó sobre la repercusión que tendrían estas decisiones” (p.181) *** “En la Iglesia siempre hay problemas por resolver, máxime en nuestra época, tras las grandes sacudidas del posconcilio, tras todas las confusiones acerca de cuál era la manera adecuada de leer el Concilio. En conjunto, la situación de nuestra sociedad es tal que el cristianismo debe reorientarse, redefinirse y realizarse de nuevo. En este sentido, había problemas y siempre los habrá” (p. 237) *** “Mi predecesor tenía su propia misión. Estoy convencido de que -después que el irrumpiera en escena con una energía inmensa, se echara, por así decirlo, la humanidad a los hombros, soportara durante veinte años con enorme energía los sufrimientos y las cargas del siglo y anunciara el mensaje- a su pontificado le era inherente, como si dijéramos, una fase de sufrimiento. Y ello tuvo un mensaje propio. La gente lo vio también así. En realidad, se les hizo verdaderamente querido sobre todo como persona sufriente. (...) Visto así, aquello tenía su sentido. Sin embargo, estoy convencido que ello no se debe repetir a discreción. Y que, tras un pontificado de ocho años [el suyo, de Benedicto XVI], no se puede aguantar, en caso de que aún se viva tanto tiempo, otros ocho años en los que el Papa aparezca así ante el mundo” (p.51)
* Director Revista HUMANITAS ** El libro está disponible en Librerías UC (Centro de Extensión UC, Alameda 390)