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Diario Financiero - VIERNES 10 DE AGOSTO DE 2018
HUMANITAS En nombre de los convocados, un miembro de la Coalición Universitaria de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia agradeció a los obispos: “Ustedes obispos y sacerdotes, sin pensar en ustedes mismo, ni en su seguridad, se han puesto al frente del pueblo”.
Obispos de Nicaragua: “Defensores de la verdad y la justicia” Los obispos y sacerdotes de Nicaragua se han convertido en protagonistas de la crisis que vive su país. No por tener intenciones “golpistas”, como los acusa Ortega, sino por estar en el ojo de las persecuciones y a la vez en el centro de los esfuerzos de diálogo, en la trinchera de la ayuda humanitaria y de la defensa del pueblo. Desde que empezaron las manifestaciones en abril, se cuentan más de 595 desaparecidos y al menos 317 víctimas fatales confirmadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (448 según las últimas estimaciones de organismos locales). La represión por parte del gobierno, que busca imponer su dictadura, ha sido brutal y cruel. Las fuerzas paramilitares amenazan y muchas veces eliminan a cualquiera
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que presente algún tipo de oposición al régimen concentrado en el poder que ostenta Daniel Ortega como presidente y su mujer Rosario Murillo como vicepresidenta. Ortega es presidente de Nicaragua desde 2007. En las elecciones de noviembre de 2016 fue elegido por tercera vez consecutiva. Sin embargo, la oposición denunció que hubo fraude en dichos comicios. La crisis actual inició el 18 de abril cuando el presidente aprobó la reforma de la ley del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), cuyo decreto instruía que los trabajadores tendrían que asumir un aporte del 6,25% a un 7 % sobre su salario; los empleadores pasarían de pagar el 19% al 22,5 % de los salarios de sus trabajadores; y los jubilados tendrían que aportar un 5% del monto de su pensión de retiro. Al día siguiente, los estudiantes de las universidades públicas, sobre todo
de la capital, Managua, se levantaron a protestar y fueron reprimidos con suma violencia. Dada la forma en que han seguido desarrollándose las manifestaciones y la resonancia que han tenido a lo largo del país, los análisis indican que, si bien protestaron en gran parte por la Reforma Social, lo que prima es un descontento generalizado frente a las formas de opresión y chantaje de las que se vale el gobierno. Como señala la socióloga nicaragüense María Campos “aquí el Gobierno, cuando eres un beneficiado de alguna cuestión del Estado, por ejemplo, una beca, eres trabajador público o el Estado te ha dado un terreno para tu casa, te obligan a ir a sus mítines políticos, y si no vas te chantajean y te amenazan”. Las represalias frente a aquellos primeros manifestantes fueron brutales, y tras esos hechos de violencia, tres días más tarde Daniel
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