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Diario Financiero - VIERNES 24 DE AGOSTO DE 2018
HUMANITAS
El problema humano de la muerte y la eutanasia
Por Fray Paulo López Soto, o.s.a. 1
Eutanasia significa literalmente buena muerte, esta indicaba una muerte dulce o una muerte sin sufrimiento. La eutanasia es definida como “toda acción u omisión realizada para suprimir la vida de un enfermo incurable o terminal, de un anciano, de un sujeto malformado o portador de discapacidad con el fin de evitarle sufrimientos físicos y psíquicos. […] en la eutanasia opera la voluntad de dar o darse la muerte: ella es una forma de homicidio o de suicidio” .2 Para comprender este hecho, marcado por el dolor, el sufrimiento del paciente y la perplejidad médica y familiar, este artículo intenta brevemente exponer distintas definiciones, posturas y alcances del movimiento eutanásico.
La vida y la muerte Frente al problema de la vida, son tres las posturas que promueven su defensa: el vitalismo, la calidad de vida y la inviolabilidad de la vida. Para el vitalismo la vida humana es un bien supremo que debe ser siempre cuidado, aunque esto suponga actos finalizados solo a mantener las funciones vitales de la persona enferma. Para quienes apoyan la calidad de vida, la vida humana carece de un valor inherente, su dignidad es un valor instrumental según un determinado umbral de calidad predefinido por un agente externo; esta es la postura que acoge la eutanasia activa sin restricciones. En cambio, para aquellos que defienden la inviolabilidad de la vida, “la vida humana es un bien básico e intrínseco, que todos los hombres poseen en virtud de una humanidad común, una dignidad inherente, inalienable e innegable” .3 Esta inviolabilidad reconocida en la Declaración Universal de Derechos Humanos afirma que es esta dignidad la que garantiza la libertad, la justicia y la paz del mundo. En esta dignidad común de la vida
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humana, diferente cualitativamente a la vida animal, es donde todos los demás valores adquieren su fuerza y fundamento. Cuando esta inviolabilidad se pierde, la sensibilidad por la dignidad humana cae, siendo lo mismo, producir la muerte con o sin consentimiento de la persona, aquejada de una situación grave, ya que es a esta gravedad/dolor al que hay que atacar o mirar con misericordia, no a la persona. Si la forma como abordamos la vida puede tener distintas posturas, la muerte es una realidad que golpea, a veces sin aviso, por un evento trágico, por una enfermedad o por causas naturales. La muerte es percibida e imaginada por el hombre como una descomposición, una disolución, una ruptura.4 Es la expresión definitiva de nuestra existencia como signo de fragilidad, de límite y de derrota, símbolo concreto del absurdo que amenaza y aguijonea nuestra existencia, es la máxima pasividad. La muerte es la última enemiga del hombre. Ante este drama Nietzsche afirma: “¿Por qué habría más gloria para un hombre envejecido, cuyas fuerzas decaen rápidamente, en esperar su lenta disolución y agotamiento, que en fijarse él mismo su término con plena conciencia? El suicidio es, en este caso, una acción próxima y natural que, siendo una victoria de la razón,
Alfonso GómezLobo afirma que el médico no debe perder de vista que “los verdaderos males son la enfermedad, el dolor, y el sufrimiento causado por la experiencia de soledad y abandono”.
debería, en justicia y equidad, excitar el respeto de los otros […]. En cambio, el afán por prolongar la vida de día en día en ansiosa consulta a los médicos y con el más penoso régimen de vida, sin fuerzas para acercarse a la meta propiamente de la vida, es mucho menos respetable” .5 La eutanasia trata de responder a esta pregunta fundamental, proponiendo la eliminación del dolor y, con ello, la muerte de la persona enferma como una razón noble frente al poder hegemónico de la autonomía que el dolor y el sufrimiento arrebatan de su pedestal.
Definiciones Con la palabra eutanasia entendemos solamente la eutanasia directa, es decir, “cualquier intervención (activa, p.ej. suministro de un veneno; u omisiva, p. ej. no realizar una intervención quirúrgica) que en sí o en la intención que la dirige tiende a acelerar o a procurar la muerte” .6 Otras formas de eutanasia es la eutanasia voluntaria o suicidio asistido, donde la muerte adviene a petición del paciente, y la eutanasia no voluntaria, donde la muerte adviene por un tercero sin el consenso personal por estar incapacitado para ello (p. ej. comas profundos, retraso mental severo, etc.). Con el término limitación al esfuerzo terapéutico se indica todo acto que “puede acelerar o procurar la muerte de un enfermo, pero sin que esto sea querido directamente por el agente: falta por lo tanto cualquier intención directamente asesina” . 7 Este acto médico no sería propiamente eutanasia, ya que la muerte ocurre como efecto colateral no querido, aunque previsto, de un acto terapéutico, entendido tradicionalmente bajo el principio de doble efecto, p. ej. cuando una terapia analgésica agresiva –morfina– agrava el cuadro respiratorio de un enfermo terminal.
¿Qué no es eutanasia? El uso de cuidados paliativos o terapias del dolor como rehidratación, cuidados de enfermería, acompañamiento psicológico y espiritual del moribundo (Ley 20.584); renunciar
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