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Diario Financiero - VIERNES 31 DE AGOSTO DE 2018
HUMANITAS Veinticinco años bajo la luz de Veritatis Splendor
POR RUSSELL SHAW Profesor y escritor, actualmente editor colaborador de OSV Newsweekly EEUU y corresponsal de Revista Palabra, Madrid
esta carta principalmente, en su rol de maestros oficiales en la Iglesia y voces del magisterio. El 6 de agosto de 1993, el Papa Juan Pablo II firmó el texto final de la encíclica. Fue lanzado públicamente por el Vaticano el 5 de octubre de ese año.
Raíces de la encíclica En los 25 años transcurridos desde que el Papa San Juan Pablo II publicó la encíclica llamada Veritatis Splendor -“El esplendor de la verdad”-, el documento se ha establecido no solo como la pieza más discutida de este Papa tan prolífico, sino como la más importante. A lo largo de los siglos, otros papas a menudo han enseñado sobre cuestiones específicas de moral personal y social, pero Veritatis Splendor destaca entre los documentos papales pues establece los principios fundamentales del razonamiento moral que subyacen en la enseñanza de la Iglesia, y presenta el caso filosófico y teológico contra la disidencia.
“Crisis de la verdad” Al explicar por qué consideraba que era necesario dar este paso, el Papa Juan Pablo II hizo referencia a una “crisis de la verdad” que, según dijo, desde la década de 1960 estaba afligiendo a la sociedad contemporánea y extendiéndose a los católicos a través de la disidencia teológica. “Ya no se trata de una disidencia limitada y ocasional, sino de un llamado general y sistemático a cuestionar la doctrina moral tradicional”, escribió el Papa. Por el contrario, dijo, en su raíz están las “corrientes de pensamiento que terminan separando la libertad humana de su relación esencial y constitutiva con la verdad” (VS 4). El proceso de producción de la encíclica refleja la seriedad con que Juan Pablo II vio este problema: anunció su intención de escribir dicho documento seis años antes, en 1987, y en 1992 publicó el Catecismo de la Iglesia Católica, que contiene una declaración definitiva de la enseñanza católica sobre cuestiones particulares, señalando que era importante que precediera a la encíclica. Realizó en paralelo una amplia consulta con los obispos del mundo, para quienes va dirigida
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El documento surge en parte de la propia experiencia del Papa quien contaba con doctorados en filosofía y teología, y había sido docente de la Facultad de Filosofía en la Universidad de Lublin en su Polonia natal. Veritatis Splendor es algo así como un híbrido, que combina elementos de un libro de texto de teoría ética con pasajes de naturaleza homilética. Si bien las secciones que argumentan puntos técnicos en la filosofía moral probablemente sean difíciles para algunos lectores, las secciones que son de naturaleza inspiradora son edificantes y relativamente simples. Es notable también por su fundamento en las Escrituras y su carácter cristocéntrico, rasgo impulsado por el Concilio Vaticano II para actualizar la teología moral. El texto no deja dudas sobre la intención del Papa al escribirlo. “El propósito específico de la presente Encíclica”, dice, “es (...) establecer, con respecto a los problemas que se discuten, los principios de una enseñanza moral basada en la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica viviente, y al mismo tiempo, arrojar luz sobre las presuposiciones y consecuencias de la disidencia que esa enseñanza ha encontrado” (VS 5). Pero aunque Veritatis Splendor tiene como objetivo refutar errores, adopta un enfoque esencialmente positivo respecto de su tema -moralidad-, enfatizando el atractivo de una vida vivida de acuerdo con normas auténticas de comportamiento ético. Al hacerlo, establece una visión inspiradora de la vida moralmente buena, como el camino que conduce a la realización humana en Cristo y la felicidad en este mundo y el próximo.
Capítulo I: El Evangelio de Mateo y el joven rico Después de una introducción explicando sus antecedentes y el
motivo de Juan Pablo II para escribirla, la encíclica tiene tres capítulos. El primero es, en gran medida, una amplia reflexión sobre el diálogo en el capítulo 19 del Evangelio de San Mateo entre Cristo y un joven rico que acude a él preguntando qué debe hacer para “obtener la vida eterna” (Mt 19, 16). En respuesta, Jesús le dice que guarde los mandamientos. Y cuando el joven pregunta cuáles, Jesús responde citando aquellos que involucran relaciones con otras personas. Pero el joven dice que ya lo hace, ¿qué sigue? La respuesta de Jesús no es la que él esperaba: “Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, (...) ven y sígueme” (Mt 19:21). “Cuando el joven oyó esta declaración”, escribe Mateo, “se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Mt 19, 22). Comentando sobre esto, el Papa dice que Jesús extiende una invitación al joven para “entrar en el camino de la perfección”. ¿Y en qué parte de las Escrituras se encuentra eso? En el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas, que él llama “una especie de autorretrato de Cristo”. Como un programa para los seguidores de Jesús, las Bienaventuranzas requieren “libertad humana madura”, pero también marcan precisamente la forma en que uno crece en libertad. En su enseñanza moral, Jesús no
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