DF: "El mejor de los nuestros"

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DIARIO FINANCIERO - VIERNES 25 DE ENERO DE 2019

HUMANITAS

100 años del ingreso de San Alberto Hurtado a la Universidad Católica:

“El mejor de los nuestros” POR CARLOS FRONTAURA R.

En torno a la conmemoración del natalicio de San Alberto Hurtado, reproducimos el discurso publicado en Humanitas n°89 que el decano Carlos Frontaura dio el 20 de agosto con motivo de la celebración por los 100 años del ingreso de San Alberto Hurtado como estudiante de Derecho en la UC. En dicha ceremonia, fue renombrado el Salón de Honor de la Casa Central con el nombre del santo chileno. *** “(…) la primera ley fundamental de mi vida debe ser la humildad, que corresponde a quien es nada, indigente, mendigo absoluto que necesito de Dios para vivir, para moverme, para ser.”* Estas palabras de San Alberto Hurtado resuenan con fuerza precisamente hoy que nos juntamos a conmemorar el centenario de su paso por nuestra Universidad y honramos su legado, nombrando nuestro Salón de Honor, el aula más importante de nuestra Universidad, con su nombre. El varón más importante que ha nacido en esta tierra desde que tengamos conciencia, prudentemente declara su insignificancia y la nadería de todo su ser y tener. Pero, entonces, ¿por qué no cayó en el desaliento? ¿Cómo fue posible que llevara a cabo, del modo que lo hizo, tareas titánicas que iban desde la diligente actividad emprendedora hasta la reposada meditación intelectual? Las dos cosas eran posibles, es decir “conciencia de no ser nada” y “espíritu inquieto y optimista”, justamente, porque San Alberto Hurtado entendió que el centro de su existencia era buscar a Dios, abandonarse en él y darse entero al prójimo, especialmente al más pobre. Al hacer esto, al ofrecerse completamente, sin tasa ni medida, por amor, su pequeñez se convertía en instrumento eficaz en

manos de Dios para transformar el mundo*. Este es el gran secreto de San Alberto Hurtado, lo que explica su grandeza, su empuje y la extensión de su trabajo. Por eso, si hoy estuviera con nosotros esta mañana, muy probablemente sonreiría con indulgencia ante este homenaje y protestaría firmemente, haciéndonos ver que es a Cristo a quien debiéramos dirigir todo nuestro respeto y reconocimiento. No obstante, podríamos también decirle que precisamente honrarlo de este modo es hacer presente la inconmensurable bondad y eficacia de Nuestro Señor cuando encuentra un corazón dispuesto, como el de Alberto Hurtado, para llevar a cabo la tarea que nuestro santo señala como la más propia de un católico, identificarse con Cristo y, por tanto, hacerse cargo de “a quienes Cristo nos recomienda en forma especial: a sus pobres (…) [puesto que] El prójimo, el pobre en especial, es Cristo en persona”*. Esta sala, entonces, implica hacer ver que San Alberto, uno de los Patronos de nuestra Facultad de Derecho, sigue presente entre nosotros, como lo ha estado desde el primer día que cruzó el umbral de Casa Central para estudiar Derecho. Y tenerlo presente, es trabajar incansablemente por aquellos a

quienes él se consagró en vida: los pobres, los humildes y excluidos. Alberto Hurtado no fue solo un destacado estudiante de derecho y un activo participante de nuestro cuerpo estudiantil, sino que siguió ligado toda su vida a la Universidad Católica: se desempeñó como profesor y asesor espiritual; organizó múltiples retiros para miembros de nuestra comunidad; dictó conferencias, participó en congresos y en nuestra Semana Universitaria. Tanta fue su conexión con nuestra Universidad que pasó sus últimos días de vida en nuestro Hospital Clínico, hace ya 66 años, cumplidos el sábado recién pasado. Hemos venido aquí, a este lugar, para erigir concretamente un homenaje físico y permanente al mejor de los nuestros, a aquel que, habiendo transitado por los mismos pasillos que cruzamos diariamente, ofrendó su vida entera al Señor. Lo hacemos no solo para rendirle un reconocimiento humano, sino, sobre todo, para implorar su intercesión ante el Padre por todos nosotros, por quienes trabajamos y estudiamos en esta querida Universidad, para que seamos capaces de compenetrarnos de su mensaje y entender cuál es nuestra propia vocación. San Alberto no solo vivió plenamente su relación con la Universidad Católica, sino que, en sus palabras y escritos,

La ceremonia de conmemoración y renombramiento finalizó con la bendición de la nueva placa ubicada a la entrada del Salón de Honor San Alberto Hurtado, realizada por el Vice Gran Canciller, Tomás Scherz.

* Todas las referencias en www.humanitas.cl.


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