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DIARIO FINANCIERO - VIERNES 6 DE ENERO DE 2017
HUMANITAS
INVITACIÓN A UN DIÁLOGO
Sacerdote sirio secuestrado por ISIS sobrevive al martirio
Padre Jacques Mourad, sacerdote sirio, estuvo secuestrado cuatro meses y veinte días en 2015
Amenazado de muerte, el cabecilla entre sus captores abre con él inesperadamente un curioso diálogo, que concluye bien…
Para descubrir la belleza transformadora de este testimonio, hay que intentar imaginarse lo que ha sido su trayecto… ponerse en la piel de este monje cristiano, viviendo en Siria, devastados tras cinco años de guerra y que fue secuestrado por ISI, el grupo terrorista más sangriento de este tiempo, enemigo feroz de los “nazarenos” (cristianos). Imagínese que usted ha recibido por varios días la siguiente propuesta, que en realidad es una amenaza: “Reniega de tu fe cristiana y conviértete al Islam o muere por decapitación…” Además, en algún momento, allí en el baño sin ventanas donde el monje de esta historia estaba encerrado, apareció uno de los líderes de ese grupo de asesinos, como augurando el espanto que caería sobre él. Sin embargo, al final, sorprendentemente -tal vez sería más correcto decir, milagrosamente- logró salir con vida, sin un rasguño. Estremece el alma escuchar al Padre Jacques Mourad narrando los cuatro meses y veinte días de su secuestro en 2015. En su paso por Milán (Italia), revista Credere tuvo la oportunidad de entrevistarlo y registrar este testimonio. -A pesar de la amenaza de muerte, usted se resistió a renegar de Jesús. ¿Nunca vaciló en su fe?
Hablamos de política y también de nuestras respectivas creencias, lo cual es normalmente impensable cuando se está frente a un jihadista. (…)
-“Absolutamente sí…, en la primera semana después del secuestro. No entendía para nada lo que sucedía. Estaba herido anímicamente, asustado, preocupado. Me preguntaba qué cosa quería el Señor de mí. Tras el secuestro del padre Paolo, enfrentaba el mío: precisamente nosotros dos, que habíamos fundado la comunidad de Mar Musa. Pensé en mis hermanos del monasterio, cómo enfrentarían su futuro. Pero en particular me atormentaba un pensamiento: “¿Cómo es posible?”, me dije, “nos hemos consagrado al diálogo con el Islam, ¿y ahora son precisamente, nuestros hermanos musulmanes, quienes van a matarnos?”. Luego, en el octavo día sucedió algo que todavía no puedo explicarme. En la pequeña habitación en la que me encarcelaron entró el Wali (n. del e.: gobernador) de Raqqa, la “capital” en Siria de ISI. Empezó a hablar en un tono suave, cuando antes había recibido de mis captores sólo amenazas de muerte. Hablamos en voz baja de la política y también de nuestras respectivas creencias, lo cual es normalmente impensable cuando se está frente a un jihadista. Entonces, antes de irse, me dijo una cosa que marcó el resto de mi cautiverio: “Padre, considere esto como un tiempo de retiro espiritual.” Y eso es justo lo que hice.