anarQuismo, anarQuía y niHilismo En la sesión ordinaria de la Academia de Ciencias Sociales Políticas y Morales del Instituto de Chile, el lunes 28 de julio pasado, tuvo lugar un debate acerca de los antecedentes históricos y actualidad del anarquismo y la anarquía, en cuanto fenómeno cultural y social. Expusieron los miembros de número de esa corporación Jaime Antúnez Aldunate y José Luis Cea Egaña. Dada la actualidad e interés suscitado por este debate, fue solicitado a HUMANITAS reproducir los principales apartes de las ponencias —en el orden en que fueron expuestas— agregándose a ellas el resumen de uno de los varios comentarios vertidos en la ocasión, correspondiente al profesor Juan de Dios Vial Larraín, miembro del Comité Editorial de esta revista.
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JAIME ANTÚNEZ:
ANARQUÍA Y “NIHILISMO BANAL”
U
n primer asunto, en orden a perilar este tema, es aclarar que anarquismo y anarquía pueden a lo mejor coincidir, pero no necesariamente, y no son exactamente lo mismo, al menos según las posibles deiniciones que ofrece la RAE.1 La siguiente exposición se referirá principalmente al anarquismo, en cuanto movimiento político que persigue la abolición de la autoridad. Nos detendremos primero más bien en algunas de las acepciones de lo que se entiende por anarquía, la que en principio la Academia deine como “desconcierto, incoherencia y alboroto”. Algo que también, como fenómeno social extendido en nuestro tiempo, Robert Spaemann, académico honorario de esta corporación, ha llamado nihilismo banal. Segundo asunto, es que hemos hablado de cierta inferencia de lo discutido en otras sesiones de esta corporación. Recordemos, en este sentido, la primera sesión de la Academia veriicada este año, donde dos reconocidos especialistas2 desentrañaron con lucidez las ininitas incógnitas que abre el tema de la reforma educacional. Junto a lo que aprendimos sobre el tema, ¿qué impresión y qué juicio recogen inalmente, a nivel país, los señores académicos presentes de una discusión de tanta gravedad sino que lo que prevalece es sobre todo una profunda confusión de las lenguas? Confusión, desconcierto, incoherencia, podrá decirse, en la que se cruzan cierto oportunismo estratégico y otros varios ardides
1 Anarquismo (RAE): Doctrina basada en la abolición de toda forma de Estado y de gobierno y en la exaltación de la libertad del individuo. 2. Movimiento político inspirado por esta doctrina. Anarquía (RAE): 1.- Falta de todo gobierno en un Estado. 2.- fig. Desorden, confusión, por ausencia o flaqueza de la autoridad pública. 3.- Por ext. Desconcierto, incoherencia, barullo. 4.- “Anarquismo”: doctrina política. 2 El académico de número Sr. José Joaquín Brunner y el ex ministro de educación Sr. Harald Beyer. Los textos de sus exposiciones se pueden leer en el sitio web de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile.
Jackson Pollock, Summertime: number 9 A, 1948.
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ANARCOFEMINISTAS, ANARCOPUNKS, OKUPAS QUE ENSUCIAN Y DESTRUYEN LAS CIUDADES, VIOLENTAN EL LENGUAJE EN LOS MUROS CON GRAFITIS, PROCLAMAS OBSCENAS O INCENDIARIAS, NO SON EN SÍ MISMOS LA ANARQUÍA A QUE ME ESTOY REFIRIENDO, SINO LA EPIDERMIS DE UN FENÓMENO AL PARECER MUCHO MÁS VASTO, QUE HUNDE SUS RAÍCES EN UN PLANO POR DECIR ASÍ EPISTEMOLÓGICO, CULTURAL Y MORAL, BASTANTE MÁS HONDO QUE EL POLÍTICO.
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propios del plano de la praxis, pero que en deinitiva, si se hurga bien, como en esa sesión, muestra un ofuscamiento en el plano más profundo del logos, o del entendimiento. Uno de los mismos expositores de esa sesión, miembro de esta Academia, debe sufrir pocos días después una funa durante su exposición sobre el mismo tema educacional en una universidad privada, y él mismo caliica, me parece a mí, muy precisamente —con relación a nuestro tema— a qué responde dicha agresión: es “un acto utópico fundamentalista —dice— cuyo pensamiento (o emotivismo, podríamos quizá agregar nosotros) no está dispuesto a someterse al control del razonamiento crítico”. La intolerancia y el vandalismo que campea en los grupos movilizados de estudiantes nos prenden una luz de alarma, pero en ningún caso, me parece, son el núcleo del tema. Anarcofeministas, anarcopunks, okupas que ensucian y destruyen las ciudades, violentan el lenguaje en los muros con graitis, proclamas obscenas o incendiarias, no son en sí mismos la anarquía a que me estoy reiriendo, sino la epidermis de un fenómeno al parecer mucho más vasto, que hunde sus raíces en un plano por decir así epistemológico, cultural y moral, bastante más hondo que el político, en el cual se expresa, cuando ocasionalmente muestra allí su fuerza, como mera consecuencia de lo anterior. Son ininitas las realidades, de los más variados niveles, que se cruzan en nuestra cotidianidad, asumiendo similar carácter de desafío al logos —o a su expresión más aterrizada, el sentido común—, empujándonos al riesgo de acostumbrarnos a su connotación anómala. Tenemos la insustancialidad o “antilógica” con que se comportan y sobre todo argumentan jóvenes estudiantes secundarios que concurren a las tomas, así como lo es el condicionamiento a que someten a las autoridades. Pero hay también variados episodios callejeros, singulares, distintos entre sí, que caliican en este mismo sentido: se desata por ejemplo el primer temporal de lluvia invernal sobre la capital en una tarde en que esta corre ciertamente el riesgo de colapsar, y es este el momento que eligen para atormentar a conductores y peatones “los ciclistas furiosos”, como se autodenominan, que efectivamente terminan por colapsarla. Les ayudan, cómo no, los “furiosos del Transantiago”, que ante el retraso de algunas líneas, deciden bloquear
con sus cuerpos empapados las calles de una comuna eje en el tránsito de la ciudad, como es Providencia, de tal manera que el lujo de las máquinas que marchan con diicultad se detenga por largo tiempo, mientras la población aguanta el diluvio. Es decir, se traslada a las calles de sectores relativamente pacíicos hasta ahora, sin demasiada explicación, algo que podríamos identiicar con el clima psicológico de las “barras bravas” de los estadios. Seguramente no pertenecían a las “barras bravas” la mayoría de los compatriotas nuestros que debieron ser expulsados de Brasil por el grave y peligroso comportamiento vandálico que tuvieron en el estadio de Maracaná de Río de Janeiro. ¿Hasta qué punto el efervescente clima impuesto por muchos pares suyos brasileños en torno a los estadios, hasta pocos días antes del Mundial, incentivó ese comportamiento? No lo sabemos, pero sí sabemos que el fenómeno no es exclusivo de Chile, sino que recorre el mundo entero, y en todos los niveles de la sociedad. Me impresionó leer, porque cayó casualmente en mis manos el editorial del New York Times del 13 de junio pasado, Iraq in peril. El resumen allí estampado de los hechos que se arrastran por muchos años, si no fuese en sí mismo tan inmensamente trágico, podría ser un tenebroso cuento de fantasmas. La “desmesura” —la pérdida catastróica de aquello que nos da la perspectiva de nuestros actos y palabras— podría ser
Biblioteca del Instituto de Chile, donde tiene lugar las seciones académicas.
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LA “DESMESURA” —LA PÉRDIDA CATASTRÓFICA DE AQUELLO QUE NOS DA LA PERSPECTIVA DE NUESTROS ACTOS Y PALABRAS— PODRÍA SER EL ADJETIVO PARA CALIFICAR LA “ILOGICIDAD” QUE CARACTERIZA AL PRESENTE MOMENTO HISTÓRICO.
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el adjetivo para caliicar la “ilogicidad” o el desfondamiento epistemológico que caracteriza al presente momento histórico. Suena por ejemplo en nuestros oídos, como un reclamo paradigmático, LA IGUALDAD, pero subsumida esta igualdad también en el contexto de la confusión y de la carencia de lógica, ya poco y nada tiene que ver con lo que antes vimos y oímos. ¿Qué se pide en su nombre? Todos sabemos, ciertamente, lo que IGUALDAD quería decir, v.gr., para la Revolución francesa. También lo que quiso muy justamente decir para los que sostuvieron la Guerra Civil a mediados del s. XIX en EE.UU. de Norteamérica. Conocemos perfectamente lo que signiicaba para los propulsores de la Revolución de Octubre, Lenin y compañía. Más que igualdad, empero, supimos también, y trágicamente, lo que signiicaba DESIGUALDAD para la ideología racista del Tercer Reich alemán. Con todo, hay que observar, asimismo, que en el curso de dicha historia, de sucesos tan importantes, frente a esa misma claridad, existen por contraste algunos momentos —de una fuerza telúrica de hondura incomparable— en que ella, esa claridad, parece desaparecer y subsumirse en el pandemónium, distinto uno de otro según la época. Tenemos así la expansión telúrica del 68, inesperada, confusa y de fuerte anarquismo callejero, que inaugurará un cambio de época, el cual, además de una revolución universal, por ejemplo, en las costumbres sexuales, llevará asimismo a su colapso a los grandes sistemas ideológicos que dominaron el siglo XX. Previamente —hace ahora cien años— otro ejemplo, teñido también de anarquismo y confusión: unos hechos políticos y militares que se suceden a velocidad inesperada y como escapándose de las manos de todos, desencadenan una guerra imprevisiblemente mundial, la primera de este género, la cual, además de millones de muertos, abre precisamente la era de las tragedias ideológicas que luego atravesarán todo el siglo XX. ¿En qué medida esas señales de anarquía —acompañadas y no acompañadas de anarquismo político— pueden parecerse a las que tenemos en este tiempo y en qué medida son compañeras de ruta y son signo, más que de una época de cambios, de un cambio de época?
Sugerencia inquietante No es de ningún modo posible formular una respuesta clara y deinitiva. Lo prudente parece ser enunciar el problema y esbozar, a manera de hipótesis, una aproximación. Me valdré para ello de una metáfora que expone el ilósofo británico Alasdair MacIntyre al comienzo de su libro “Tras la virtud”. Imagen metafórica relativa a las ciencias naturales, que el mencionado autor denomina escuetamente una sugerencia inquietante. Imaginemos, dice MacIntyre, que las ciencias naturales sufren los efectos de una gran catástrofe. La población mundial culpa a los cientíicos de grandes desastres ambientales. Se producen motines, se asaltan los laboratorios y se les incendia, se da muerte a los físicos, los libros y los instrumentos son destruidos. El movimiento llamado “Ningún-Saber” toma victoriosamente el poder y procede a la abolición de la ciencia que se enseña en colegios y universidades, apresando y ejecutando a los cientíicos que restan. Pasa luego un cierto tiempo, y la gente ilustrada que ha sobrevivido a la catástrofe, promueve una reacción contra la mencionada ola destructiva anticientíica. Intentan resucitar la ciencia, aunque se encuentran con el problema de que han olvidado en gran parte lo que fue. Poseen apenas fragmentos: cierto conocimiento de los experimentos, desgajado, sin embargo, de cualquier conocimiento del contexto teórico que les daba signiicado; partes de teorías, sin relación tampoco con otro fragmento o parte de teoría que poseen, ni con la experimentación; instrumentos cuyo uso ha sido olvidado; semicapítulos de libros, páginas sueltas de artículos, no siempre del todo legibles porque están rotos y chamuscados. A pesar de todo, se recogen esos fragmentos y se les incorporan a una serie de prácticas, que se materializan resucitando para ellas los títulos cientíicos de “física”, “química”, “biología”, etc. Los adultos involucrados en este esfuerzo disputan unos con otros sobre los correspondientes méritos de la teoría de la relatividad, la teoría de la evolución y otras más, aunque poseen ahora un conocimiento muy restringido y parcial de cada una de ellas. Los niños son llevados a aprender de memoria las partes sobrevivientes de la tabla periódica y recitan como ensalmos algunos de los teoremas de Euclides. Nadie,
SUENA POR EJEMPLO EN NUESTROS OÍDOS, COMO UN RECLAMO PARADIGMÁTICO, LA IGUALDAD, PERO SUBSUMIDA ESTA IGUALDAD TAMBIÉN EN EL CONTEXTO DE LA CONFUSIÓN Y DE LA CARENCIA DE LÓGICA, YA POCO Y NADA TIENE QUE VER CON LO QUE ANTES VIMOS Y OÍMOS. ¿QUÉ SE PIDE EN SU NOMBRE?
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¿EN QUÉ MEDIDA ESAS SEÑALES DE ANARQUÍA —ACOMPAÑADAS Y NO ACOMPAÑADAS DE ANARQUISMO POLÍTICO— SON COMPAÑERAS DE RUTA Y SON SIGNO, MÁS QUE DE UNA ÉPOCA DE CAMBIOS, DE UN CAMBIO DE ÉPOCA?
o casi nadie, comprende que lo que se está llevando a cabo no es ciencia natural bajo ningún concepto. Los contextos que serían necesarios para dar sentido a toda esta actividad se han perdido, quizás irremediablemente. Algunos echan mano de expresiones como “peso atómico”, “masa”, “gravedad especíica” con una ilación de lenguaje que recuerda los tiempos anteriores a la pérdida provocada por la gran catástrofe. Pero acontece, en realidad, que las premisas implícitas en el uso de esas expresiones habrían desaparecido y su utilización nos revelaría elementos de arbitrariedad y hasta de elección fortuita francamente sorprendentes. Se cruzarían razonamientos contrarios y excluyentes no soportados por ningún argumento. ¿A qué viene construir este mundo imaginario habitado por pseudocientíicos icticios?, se pregunta MacIntyre. Y se responde: “La hipótesis que quiero adelantar es que, en el mundo actual que habitamos, el lenguaje de la moral está en el mismo grave estado de desorden que el lenguaje de las ciencias naturales en aquel mundo imaginario recién descrito. Lo que poseemos, si este parecer es verdadero, son fragmentos de un esquema conceptual, partes a las que ahora faltan los contextos de los que derivaba su signiicado. Poseemos, en efecto, simulacros de moral, continuamos usando muchas de las expresiones-clave. Pero hemos perdido —en gran parte, si no enteramente— nuestra comprensión, tanto teórica como práctica de la moral”.3 Agrego a lo anterior tres breves notas que, respecto de esta crisis, toma en cuenta MacIntyre y que contribuyen también a ilustrar nuestro tema: Primero, la catástrofe sufrida por los habitantes de ese mundo imaginario debe haber sido de tal naturaleza que, con excepción de unos pocos, estos dejaron de comprender la naturaleza de esa misma catástrofe.4
3 Cfr. MacIntyre, Alasdair. Tras la virtud. (Crítica, Barcelona, 2004), pp. 14-15. Los subrayados de la cita son nuestros. 4 Ibíd. p.16. 5 Ibíd. p.22. ídem.
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Segundo, en el cuadro de grave desorden que sufre hoy el lenguaje de lo moral —y que anticipó la metáfora de la catástrofe cientíica— “a partir de conclusiones rivales podemos retrotraernos hasta nuestras premisas rivales, pero cuando llegamos a las premisas, la discusión cesa, e invocar una premisa contra otra sería un asunto de pura airmación y contra-airmación. De ahí, tal vez, el tono estridente de tanta discusión moral”.5
JUAN DE DIOS VIAL LARRAÍN:
ESTA ES LA CUESTIÓN El anarquismo aparece en el siglo XIX en Francia y en Rusia con pensadores como Proudhon y Bakunin. Fundamentalmente plantea la abolición del Estado y de las instituciones de la sociedad, como la familia y la propiedad privada. Esto en nombre del individuo y de su naturaleza, oprimido por esas instituciones. La violencia es su método. En esta posición se mezclan el “buen salvaje” de Rousseau y el régimen del Terror de Robespierre. El anarquismo correrá junto al marxismo en la Primera Internacional, pero Marx rompe con los anarquistas, a la sombra de la dialéctica hegeliana hecha materialismo histórico. Creo que el anarquismo es más antiguo y más radical. Diógenes, el filósofo griego que vivía dentro de un barril, ya lo representa. Cuando Alejandro Magno le pregunta qué necesita, Diógenes responde: que no me quites el sol. El individuo que nada tiene, nada puede recibir del omnipotente emperador que no sea aquello de lo que este le priva. La suya es una interpelación moral. El anarquismo toca fondo en el nihilismo. La voluntad de poder nietzscheana denuncia ahora la abolición de los” valores supremos”. Ahí cae la historia de Occidente: judaísmo, cristianismo, metafísica, moral, socialismo, democracia. Se trata de la cuestión moral en su origen: ¿En qué se funda la praxis humana? That’s the question (Hamlet).
Tercero, hoy la gente piensa, habla y actúa en gran medida como si el emotivismo fuera verdadero, independientemente de cuál pueda ser su punto de vista teorético públicamente confesado. El emotivismo está incorporado a nuestra cultura. Con esto no se airma solo que la moral no es lo que fue, sino algo más importante: que lo que la moral fue ha desaparecido en amplio grado, y que esto marca una degeneración y una grave pérdida cultural.6 Hasta aquí la relexión primordialmente epistemológica de MacIntyre, centrada en la cuestión de la deconstrucción del logos moral. Es el prolegómeno de su libro “Tras la virtud”. Dicha deconstrucción, bien ilustrada por él, tiene sin embargo antecedentes previos y más amplios que los de la sola cuestión moral. A ellos se reirió con extraordinaria claridad Benedicto XVI en su discurso de Ratisbona, el año 2006.
6 Ibíd. p.39.
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«Muchos pensadores del siglo XX han sostenido que las tiranías, nuevas y antiguas, de mayorías o minorías, tienen sus raíces en el nihilismo. Hannah Arendt, por ejemplo, airmó: “El sujeto ideal del gobierno totalitario no es el nazista convencido o el comunista convencido, sino aquel para el cual la distinción entre hecho y icción (es decir, la realidad de la experiencia) y entre verdadero y falso (es decir, los parámetros del pensamiento) ya no existe”».
7 “En la conciencia vulgar, el escepticismo deviene ‘pensamiento débil’, es decir, sustancial indiferencia entre las diversas alternativas intelectuales y morales. El homo debilis de nuestra época está permanentemente sometido, como mostró agudamente Georg Simmel, a una ‘intensificación de la agitación neurótica’ a causa de la sucesión continua y rápida de estímulos externos, cada uno de los cuales expulsa al otro antes que siquiera sea posible preguntarse si era verdadero o falso. El tecnopolita es escéptico, pero no se da tiempo para percatarse de ello”. (Gianfranco Morra, en Humanitas 37, p. 92).
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Podemos ahora preguntarnos, ¿en qué medida lo que subyace a esa marea social que hoy, a nuestros ojos, va y viene, agitando y entrelazando —confundiendo muchas veces como una sola cosa, tendencias y corrientes muy dispares—, es la expresión de una anarquía, que puede guardar algunas similitudes si se quiere con otras, de otros momentos de la historia moderna, pero que se caracteriza esencialmente por una deconstrucción del logos, sin igual que nosotros sepamos? ¿En qué medida este extendido fenómeno psico-social (como podríamos llamarlo) condiciona o bien permea transversalmente toda la vida política, al punto de que ella no puede pasarse sin hacerlo en parte suyo? ¿Qué relación guarda este fenómeno de deconstrucción, que observamos a diario, con el logos cultural, con el simple no logos o con el logos reducido a pura praxis tecnológica7, que distancia a personas mayores y más jóvenes, y que problematiza la transmisión intergeneracional de una tradición cultural, seguramente como nunca hasta ahora en tal grado y magnitud? Son algunas de las mucha preguntas que creo podemos hacernos en orden a penetrar esta complejísima realidad. ¿Cuáles pueden ser sus consecuencias? Muchos pensadores del siglo XX han sostenido que las tiranías, nuevas y antiguas, de mayorías o minorías, tienen sus raíces en el nihilismo. Hannah Arendt, por ejemplo, airmó: “El sujeto ideal del gobierno totalitario no es el nazista convencido o el comunista convencido, sino aquel para el cual la distinción entre hecho y icción (es decir, la realidad de la experiencia) y entre verdadero y falso (es decir, los parámetros del pensamiento) ya no existe”.
JOSÉ LUIS CEA:
ANARQUISMO EN CHILE
L
os antecedentes del anarquismo son milenarios, pero en Chile se hallan solo desde ines del siglo XIX. [Contemporáneamente] una visión comparada de nuestro país en el mundo lleva a sostener que, en los sucesos de mayo de 1968 en Francia, se reconoce la huella germinal anarquista. Lo mismo puede ser dicho de las protestas contra la guerra del Vietnam en los campus de Berkeley, Madison y Kent (1971-1972), de lo ocurrido después en Seattle (1999), en Nueva York (2001), en Génova (2001), en el 15M de Londres (2005), en la consigna por ocupar Wall Street (2010) y en la conducta de los indignados en Madrid (2010) o en Brasil en abril-mayo del presente año. España es, por supuesto, epicentro en sí mismo con la guerra civil desde 1936 hasta hoy, en que aún se nota la impronta de la ETA y otros grupos. En Chile se hizo sentir la inluencia de esos hechos. La Revolución Pingüina de 2011 es un hito, aunque lejano de constituir expresión hegemónica de anarquismo. Ese año representa otro momento decisivo, del cual aún no sabemos cuáles serán las secuelas, admitiendo sí que se trató de demandas muy diversas lideradas por estudiantes secundarios y de enseñanza superior.
Hipótesis relativas a su resurgimiento Es equivocado sostener premisas absolutas o formular apreciaciones terminantes, porque el anarquismo, en el mundo
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“EN LA ESENCIA DEL ANARQUISMO SOBRESALE EL REPUDIO A TODA ESPECIE DE DOMINACIÓN, FUNDADO EN QUE SE TRATA SIEMPRE DE ALGUNA AUTORIDAD IMPUESTA POR FUERZAS U ORGANIZACIONES EXTERNAS AL SUJETO, SEÑALÓ JOSÉ LUIS CEA”.
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José Luis Cea, presidente de la Academia de Ciencias Sociales Política y Morales.
y en Chile, es un continuo de modalidades, lejanas de algo monolítico. Acertado resulta airmar, por el contrario, que las clasiicaciones y caracterizaciones abundan, más todavía hoy en que, a propósito del cambio de época, se alude al neo y al post-anarquismo. Con todo, útil es recordar los rasgos matrices que continúan singularizando a ese movimiento en Europa y nuestra América. El anarquismo se ha ido adecuando a los cambios de época, conservando ciertas ideas matrices, pero alterándolas o matizándolas según la conveniencia táctica o estratégica de los respectivos movimientos. El esfuerzo llega a que se hacen llamar libertarios y no más anarquistas Recapitulando, en la esencia del anarquismo sobresale el repudio a toda especie de dominación, fundado en que se trata siempre de alguna autoridad impuesta por fuerzas u organizaciones externas al sujeto. En esta clave quedan incluidos el Estado y sus instituciones, abarcando a la policía y a los partidos; Dios, la religión, el clero y los feligreses; la ciencia y la técnica, por ser relejos de una objetividad falsa; las humanidades en general con la descaliicación del humanismo; en in, cualquier tipo de liderazgo, pues conlleva la sumisión que el anarquismo detesta.
Coherente con la premisa recién descrita se proclama el individualismo extremo, habilitado para ir, como escribe Gilles Deleuze, más allá de los límites de lo posible, quebrantando el orden establecido para que el individuo, de cualquier edad y con desprecio de la conciencia, el discernimiento o el libre albedrío, pueda autorrealizarse plenamente. Reconoce, únicamente, a las organizaciones voluntarias que sean autogestionadas, situadas en posición horizontal y nunca admitiendo la estructuración vertical de ellas, dado que por principio esto último conlleva la imposición o jerarquía que, como ya se dijo, se repudia sin excepciones. Ese es el sentido de su autonomía. Finalmente, lucha frontal, para algunos violenta y para otros no única ni necesariamente tal, en contra de toda exteriorización de poder que sea ajena a lo íntimo o interior de cada individuo. Cautivados por la potencia mortífera y aterradora de la dinamita (1862-1863), pasaron de su origen en tal violencia a inter-penetrarse, en el anarquismo extramuros, con conglomerados de tendencia paciista. Volveré sobre el punto en las líneas siguientes.
Neo y post-anarquismo Los rasgos del anarquismo que he descrito no pasan de ser un esquema selectivo, pero creo que representativo. Ellos dejan de maniiesto un universo más complejo y criticado, por muchos, como confuso y contradictorio o incoherente más todavía que utópico. Posiblemente, por eso se han reformulado determinados aspectos del anarquismo, abriendo el camino a las corrientes neo y postanarquistas. Conviene precisar, desde luego, la inluencia ejercida en esos movimientos por pensadores que pueden ser situados en las corrientes de la postmodernidad. Me reiero a Michel Foucault y Gilles Deleuze, ambos seguidores de Nietzsche, especialmente en sus libros Así habló Zaratustra y El Superhombre. Situados en esa perspectiva, el anarquismo en la actualidad aina su consigna de desprecio por la dominación heterónoma, proyectándola a una cosmovisión del poder que sobrepasa a la soberanía estatal; a los mandamientos judeocristianos; a la organización de la familia sobre la base del matrimonio indisoluble, de un varón y una mujer; a la sexualidad ordenada y otros estándares conductuales generalmente reconocidos con la cualidad de legítimos en la convivencia civilizada occidental.
EN ESTA CLAVE QUEDAN INCLUIDOS EL ESTADO Y SUS INSTITUCIONES, ABARCANDO A LA POLICÍA Y A LOS PARTIDOS; DIOS, LA RELIGIÓN, EL CLERO Y LOS FELIGRESES; LA CIENCIA Y LA TÉCNICA, POR SER REFLEJOS DE UNA OBJETIVIDAD FALSA; LAS HUMANIDADES EN GENERAL CON LA DESCALIFICACIÓN DEL HUMANISMO; EN FIN, CUALQUIER TIPO DE LIDERAZGO, PUES CONLLEVA LA SUMISIÓN QUE EL ANARQUISMO DETESTA.
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RECONOCE, ÚNICAMENTE, A LAS ORGANIZACIONES VOLUNTARIAS QUE SEAN AUTOGESTIONADAS, SITUADAS EN POSICIÓN HORIZONTAL Y NUNCA ADMITIENDO LA ESTRUCTURACIÓN VERTICAL DE ELLAS, DADO QUE POR PRINCIPIO ESTO ÚLTIMO CONLLEVA LA IMPOSICIÓN O JERARQUÍA QUE, SE REPUDIA SIN EXCEPCIONES.
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En lugar de ellos y con el designio de erradicarlos sin dejar vestigios, rápida y si es necesario violentamente, se propugna el quebrantamiento de las normas, cualquiera sea, comenzando por la Constitución y siguiendo con el ordenamiento jurídico completo. En esa vorágine se inscriben el Gobierno, el Congreso, la Judicatura y las profesiones conexas. Se proclama la abolición de la política de partidos y se impugna la representación de esa índole, comprometiéndose con microasambleas, en una versión inédita de la democracia directa y en pro de un nuevo federalismo. Se insiste en el repudio de la religión, con énfasis en la Iglesia, pero alcanzando a todas las entidades que profesen algún culto. Próximo a lo recién dicho se pregona la marginación absoluta de los valores y, más ampliamente, de la ética. En la nómina aparece un feminismo que absorbe los derechos reproductivos de la mujer, abarcando el aborto; la descaliicación de toda forma de marginación, exclusión o fragmentación social que coarte la más ilimitada manifestación de la libertad del sujeto, sea en ideas relativas a la sexualidad, la paternidad o maternidad, las uniones de género en la convivencia y otras exteriorizaciones de tal libertad. Todo, para el anarquismo, se halla indeterminado y, por ende, abierto a la conducta que el sujeto quiera realizar o no a su entera voluntad. En la serie no se omite el repudio del capitalismo, del cual se airma que ya está sumido en su fase agónica o terminal; y la descaliicación del marxismo leninismo, por la verticalidad opresiva que ejerce a través del partido único y de regímenes militarizados con estilo soviético. Emerge la lucha frontal contra todas las organizaciones internacionales, sean de índole política (ONU, OEA), social (UNESCO), económica (BM, FMI, OCDE), militar, policial, cientíica, técnica o deportiva, pues son nuevas concreciones del poder verticalmente impuesto por núcleos que se oponen a la realización de la libertad plena del sujeto. Por último, aparece la simbiosis con los ecologistas, decididos a asestar golpes al capitalismo, con preponderancia sobre cualquier asimilación a un ingenuo panteísmo. Singularmente relevante es detenerse en las modalidades de actuación del neo y postanarquismo. Cabe resaltar, entre ellas, el furtivismo, es decir, la acción invisible y constante o cotidiana, pero que garantiza impunidad, v.gr., en el hurto hormiga con ánimo de hacerse justicia o de métodos anticon-
sumistas; la ocupación de inmuebles, sean públicos o privados (okupas); la autotitulación de sujetos de derechos, exentos de compromisos por pagos de deudas u otras obligaciones; la reivindica de intereses sectoriales como grupos de presión o de tensión evidenciada en asonadas vandálicas, interrupción de vías o carreteras, paros de servicios esenciales, usurpación de bienes indispensables para la normalidad de las actividades económicas y otras ilustraciones parecidas. Considero acertado sostener que el anarquismo violentista ha reemergido en Chile. Una evidencia de ello son los trescientos veinte ataques explosivos de 2005 a 2014 en Santiago y más de cuarenta siniestros incendiarios en los últimos años, la mayoría de unos y de otros atribuibles a ochenta o más núcleos de ácratas que dejan, como huella, panletos, muros con graitis y otros indicios. ¿Por qué ha surgido el anarquismo, en el mundo y en Chile? De nuevo digo que me aventuro a expresar solo algunas hipótesis en un tópico cuya gravedad y trascendencia corre paralela a la falta de investigación o a la insuiciencia de la ejecutada por órganos de seguridad o inteligencia. Además, se carece de doctrina académica rigurosa y de comunicación de ella a la opinión pública. Al menos el autor ha localizado nada más que la absolución en el caso Pitronello (2013) entre las sentencias de interés para la jurisprudencia. Vuelvo a las causas y digo que cabe pensar en una reacción de odio, de ira, de rabia que impulsa a la oposición radical en contra de la dominación imperante, despreciándola por ilegítima en todas y cada una de las instituciones, jerarquías, liderazgos y modalidades de actuación que se practiquen en ella. Puede ilustrarse lo dicho con actitudes de rebeldía o de acción violenta cuyo referente es, por ejemplo, la justicia por mano propia ante hechos descaliicados por ser lesivos para los consumidores; maniobras de enriquecimiento ilícito que se vocean como fatalmente encaminadas a terminar en la omisión de punición judicial para quienes así aumentan la acumulación de su riqueza; el agotamiento de las denuncias, por inútiles, en contra de la deiciencia de servicios públicos destinados a favorecer, más que a nadie, a los estratos de la población de ingreso medio o bajo, como ocurre con el no pago en el transporte colectivo. Pero también son susceptibles de mención otros ilícitos, no rara vez mezclados
EL ANARQUISMO HA SIDO SIEMPRE UNA MINORÍA “LILIPUTIENSE”, PERO CON IMPACTO DESMESURADAMENTE MAYOR EN LA CIUDADANÍA. EN ESTE FENÓMENO INCIDEN EL MANEJO DIESTRO DE LAS REDES SOCIALES Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN, DISIMULANDO LA NATURALEZA TERRORISTA DE LOS ATENTADOS, PRESENTÁNDOLOS CON EL RASGO DE ACCIONES LEGÍTIMAS CONTRA EL RÉGIMEN IMPERANTE.
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Jackson Pollock, Number 13, 1949.
SAGAZ HA SIDO LA SIMBIOSIS CON COLECTIVOS NO NECESARIAMENTE RUPTURISTAS, INTEGRADOS POR ESTUDIANTES, PUNKS, SINDICATOS CON ACTIVISTAS, FEMINISTAS, ETNIAS, PARTIDARIOS DE AUTORIZAR EL CONSUMO DE ALGUNAS DROGAS, (...)
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con terrorismo, por ejemplo, la profanación de templos y santuarios en Santiago y las regiones. El anarquismo ha sido siempre una minoría “liliputiense”, pero con impacto desmesuradamente mayor en la ciudadanía. En este fenómeno inciden el manejo diestro de las redes sociales y medios de comunicación, disimulando la naturaleza terrorista de los atentados, presentándolos con el rasgo de acciones legítimas contra el régimen imperante o, más recientemente, buscando desvanecer la angustia pública con base en que no son ácratas los grupos involucrados en tales ilícitos. Singularmente sagaz ha sido la simbiosis con colectivos no necesariamente rupturistas, integrados por estudiantes, punks, sindicatos con activistas, feministas, etnias, partidarios de autorizar el consumo de algunas drogas, gremios, grupos de presión con demandas, apoderados en mora por aranceles de establecimientos de enseñanza, deudores hipotecarios, pensionados y otra serie heterogénea de movilizados que busca del Estado alivio o condonación de su situación comprometida. Entreverados aparecen dirigentes, militantes o adherentes de ciertos partidos políticos. Cabe preguntarse ¿quién obtiene mayor provecho de tal simbiosis y a qué precio para la democracia y el Estado de Derecho?
Unos participan en ella con criterio políticamente correcto; otros por reparaciones justas y los demás con sujeción a conveniencias o incluso, paradojalmente, a imperativos éticos. Imposible parece imaginar, por lo expuesto en esta nota introductoria, que los ácratas se hallen en alguna de esas categorías. Ya se sabe de movilizaciones, hasta ahora pacíicas, de la otra calle. Son colectivos de concurrencia escasa porque comienzan recién a organizarse en defensa de la vida, contra la impunidad de la delincuencia y el vandalismo, a favor de la libertad de enseñanza o para que sea respetado el derecho a la educación. Se torna previsible, sin embargo, que estas movilizaciones pasen a convertirse en la contracalle, con la secuela confrontacional derivada del descontrol social y de la represión policial inevitable que lo siga. Para inalizar, reconozco que la democracia es la que pierde y que no lo hace, conjuntamente, con los anarquistas. Pero a estos libertarios tampoco les interesa ni preocupa la democracia sea o no representativa. Tampoco se afanan por las reformas que ella impone, según los tiempos, para infundirle legitimidad renovada. Se ha escrito que el mayor fracaso de las democracias liberales radica en su incapacidad para proteger la libertad con igualdad y justicia en el Estado de Derecho. Se agrega que esa es una contradicción inmensa con la promesa de la democracia de avanzar, en la línea aludida, mediante la institucionalización del cambio. Tal vez, puede aceptarse en algún grado esa tesis, pero admitiendo a la vez el enorme progreso que la democracia ha logrado en la concreción de aquella finalidad. Testimonio de ello es la elevación del nivel de vida y el desarrollo humano, incluyendo a los desfavorecidos. Es cierto que sigue siendo muy grande el trecho que falta cubrir, v.gr., en el proceso de distribución más equitativa del ingreso y la corrección de patologías sociales, pero el avance exige política, concordancia de fines e imperio del Derecho, nunca complicidad con la violencia ni la falta de gobierno.
(...) GREMIOS, GRUPOS DE PRESIÓN CON DEMANDAS, APODERADOS EN MORA POR ARANCELES DE ESTABLECIMIENTOS DE ENSEÑANZA, DEUDORES HIPOTECARIOS, PENSIONADOS Y OTRA SERIE HETEROGÉNEA DE MOVILIZADOS QUE BUSCA DEL ESTADO ALIVIO O CONDONACIÓN DE SU SITUACIÓN COMPROMETIDA.
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