Humanitas 65

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R E V I S T A D E A n t r o p o l o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 6 5 / A Ñ O X V I I

CATEDRAL DE REIMS: 800 AÑOS DE FE Y ARTE José Granados MATRIMONIO, UN BIEN PARA LA SOCIEDAD

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Ignacio Sánchez Díaz LA IGLESIA Y LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS


HUMANITAS Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría No 147/95, visto 2o). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITÉ EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Jean-Louis Bruguès O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomalí, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, Carlos José Errázuriz, Jesús Colina, Luis Fernando Figari, Alfredo García Quesada, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy O.S.B., Antonio Moreno Casamitjana, Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Máximo Pacheco Gómez, Francisco Petrillo O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Héctor Riesle, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Josef Seifert, Gisela Silva Encina, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Miguel Ángel Velasco, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo O.S.B., Diego Yuuki S.J.

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Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica. (UC) Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, U.C. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Obispo Auxiliar de Santiago. Miembro de la P. Academia Pro Vita. Francisco Claro: Decano Facultad de Educación, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Abogado, Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girólamo: Profesor de la Universidad Gabriela Mistral. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. Jesús Colina: director de Aleteia José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Mauro Matthei, O.S.B: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Merino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Antonio Moreno: Arzobispo Emérito de Concepción. Fernando Moreno: Filósofo, director del programa de Ciencia Política de la Universidad Gabriela Mistral. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Máximo Pacheco Gómez: Ex ministro de Estado. Embajador de Chile ante la Santa Sede. De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Héctor Riesle: Ex Embajador de Chile ante la Santa Sede y la UNESCO. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Gisela Silva Encina: Escritora. Paulina Taboada: médico. Miembro de la P. Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Luis Vargas Saavedra: Profesor de la Facultad de Letras de la UC Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la P. Academia Pro Vita.

Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, O.S.B: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Jean-Louis Bruguès, O.P: Secretario de la Congregación para la Educación Católica. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: filósofo político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Profesor en la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata de Roma. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Profesor de la Universidad Católica de Milán. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Alfredo García Quesada: Consultor Pontificio Consejo de la Cultura. Profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense (Roma). Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. AlejandroLlano:Filósofoespañol,ex-rectordelaUniversidaddeNavarra. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, O.S.B: Monje de Ampleforth, ex-rector de Ampleforth College, York (G.B) José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, O.M.D: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Decano de la Facultad de Teología San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Tréjus-Toulon (Francia) Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Josef Seifert: Presidente de la Academia Internacional de Filosofía (Liechtenstein, Granada. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Miguel Ángel Velasco: Director de Alfa y Omega, Madrid. Juan Velarde Fuertes: De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, O.S.B: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra Diego Yuuki, S.J: Ex director del Museo de los 26 Mártires de Japón, Nagasaki.


H U M A N I T A S

Humanitas Nº 65 VER A NO 2012 - A ÑO X VII

Editorial EDICIÓN EN INGLÉS, PASO RELEVANTE PARA HUMANITAS 8 MATRIMONIO, UN BIEN PARA LA SOCIEDAD José Granados 16 IDENTIDAD DE GÉNERO, FAMILIA Y PERSONA Francesco D’Agostino 32 Psicología con alma ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA ESPERANZA Giovanni Cucci 42 DONDE SE ENCUENTRAN TRADICIÓN Y RAZÓN Javier Prades 52 LA IGLESIA Y LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS Ignacio Sánchez Díaz 60 La diplomacia de la Santa Sede EXCURSUS HISTÓRICO Y PERSPECTIVAS ACTUALES Dominique Mamberti 66 LOS ÁNGELES CAÍDOS EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN Mauro Matthei O.S.B. 76 LA CATEDRAL DE REIMS: 800 AÑOS DE FE Y ARTE 86 EN EL CENTENARIO DE CORNELIO FABRO 98 Benedicto XVI PORTA FIDEI (Carta apostólica en forma de Motu Proprio) 42 Arte antiguo y contemporáneo en confrontación A LA LUZ DE LA CRUZ 104 Destacamos en NOTAS Entrevista con el Cardenal Piacenza “LA IDENTIDAD SACERDOTAL ES CRISTOCÉNTRICA” 116 Destacamos en LIBROS Gabriel Guarda O.S.B. LA EDAD MEDIA DE CHILE 172 Isabel Cruz Música

LAS MARCHAS PROCESIONALES DE SEMANA SANTA EN ANDALUCÍA Fernando Martínez Guzmán 190

En portada:

Ángel de la sonrisa, en el pórtico de la Catedral de Reims. Contraportada:

Nave central de la Catedral de Reims, vista desde el altar.

Sumario Editorial Notas La Palabra del Papa Panorama Libros Música Sobre los Autores

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HUMANITAS

diecisiete años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura

HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: Diseño Corporativo UC Impresión: Suscripciones y correspondencia: HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 354 6519, Fax (562) 354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $26.000; estudiantes, $16.000. Valor por ejemplar, $7.000.

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HUMANITAS Sumario N° 65 (enero-marzo 2012)

MATRIMONIO, UN BIEN PARA LA SOCIEDAD, por José Granados. Se ha usado la imagen del naufragio para describir los tiempos presentes. En realidad los problemas con que brega el hombre en la Modernidad pueden resumirse en esta frase: se ha separado lo que estaba unido. Entre estas divisiones destaca aquella que rompe la unidad de lo privado y lo público. Se deslinda con nitidez el mundo del hogar, que es la esfera subjetiva de los afectos; y la plaza pública, en que impera una razón que tiene un ideal minimalista de la vida común: evitar los choques entre individuos. Esta ruptura influye de modo singular en la familia, pues en ella precisamente la persona se abre a la comunidad. Ella se encuentra sostenida por el tejido social y también lo sostiene. No hay familia si no hay una sociedad en que se arraigue, unas tradiciones que acompañen su curso en el tiempo. A su vez es la familia que da a la sociedad el código genético de la persona, necesario para que esta se constituya como tal, se desarrolle y crezca. Ante la situación devastadora en que se encuentra hoy, puede sobrevenir el pesimismo. Entonces hay que repetir que la categoría adecuada con que el cristiano se enfrenta al futuro no es el optimismo, sino la esperanza, es decir, la confianza en otro que nos sostiene. Este “Otro” actúa precisamente en las relaciones, donde la vida se abre hacia Él. Tras describir la crisis que ha llevado a la separación actual entre familia y sociedad, el presente artículo explora caminos de síntesis posible. Humanitas 2012, LXV, págs. 16 - 31 IDENTIDAD DE GÉNERO, FAMILIA Y PERSONA, por Francesco D’Agostino. En los últimos años, los estudios sobre el género han impuesto una idea según la cual las diferencias biológicas entre los sexos son irrelevantes respecto a los significados sociales que puedan tener. La distinción masculino/femenino es cuestionada como si fuera posible eliminarla en pos de una afirmación del yo asexuada o incluso polisexuada. Sin embargo, existe una aporía fundamental en medio de este subjetivismo absoluto: para defender el derecho a la elección de la propia identidad sexual es necesario presuponer la existencia de una identidad personal como realidad ontológica reconocible, pero no manipulable por el poder político. El planteamiento individualista niega la existencia de una esencia natural en el hombre y por esa razón no le es posible reivindicar la determinación subjetiva del género como un derecho innegociable. La identidad personal es única e irrepetible en cuanto diferencia a cada individuo de todos los demás, y resulta intrínsecamente relacional. Lo mismo sucede con la identidad sexual. Ser hombre o mujer requiere reconocer en la alteridad sexual el límite constitutivo de nuestra subjetividad. Humanitas 2012, LXV, págs 32 - 41 ASPECTOS PSICOLóGICOS DE LA ESPERANZA, por Giovanni Cucci. La encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI puso de relieve el tema de la esperanza en la cultura contemporánea, profundamente desatendido en el actual debate y reflexión. El presente artículo indaga en la existencia de tal carencia en el plano de la investigación psicológica, con el objeto de demostrar la necesidad de retomar su papel en la línea de las ciencias de la mente al ser una virtud vinculada con la vida, respuesta de confianza y al mismo tiempo búsqueda de significado ante las dificultades y las pruebas y en último término ante la muerte. En este sentido, la esperanza siempre constituye una instancia de salvación: “En esperanza fuimos salvados”, como recuerda la encíclica, citando a San Pablo. Humanitas 2012, LXV, págs. 42 - 51

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DONDE SE ENCUENTRAN TRADICIÓN Y RAZÓN, por Javier Prades. El fenómeno educativo tiene un interés objetivo para comprender una determinada tradición y sus implicaciones así como para verificar su capacidad de ejercicio de la razón. En la acción educativa se alcanza a superar la quiebra –típicamente moderna- entre memoria y razón, pues cuando ha alcanzado sus resultados, logra armonizar ambas dimensiones y de este modo nos muestra cómo se lleva a plenitud la experiencia humana elemental en el aspecto de la polaridad o tensión constitutiva entre el “individuo” y la “comunidad”. Cada hombre recorre su camino en la realidad en conformidad con una asimilación personal de lo que le transmiten los demás y como aceptación o rechazo de lo que recibe. En este camino, es indispensable el ejercicio de la capacidad crítica. La tradición ofrece una hipótesis de significado por verificar, es decir, por someter a la valoración crítica personal y realiza una introducción personal del hombre en la totalidad de lo real, permitiendo el conocimiento. Es así como la razón aparece como instancia complementaria y no contradictoria con la tradición. Humanitas 2012, LXV, págs. 52 - 59 LA IGLESIA Y LAS UNIVERSIDADES CATóLICAS, por Ignacio Sánchez Díaz. En abril de 1987, durante su visita a Chile, el Papa Juan Pablo II eligió como sede la Pontificia Universidad Católica para dirigirse al mundo de la cultura y a los constructores de la sociedad. En aquella oportunidad alentó a los chilenos ligados a estas realidades en pos de un trabajo coherente con los objetivos propios de una universidad católica al servicio de la Iglesia y del país. El Papa resaltó con claridad los aspectos clave que debe considerar la labor educativa y de desarrollo del conocimiento: calidad y competencia científica y profesional; investigación de la verdad al servicio de todos; formación de las personas en un clima de concepción integral del ser humano, con rigor científico, y con una visión cristiana del hombre, de la vida, de la sociedad, de los valores morales y religiosos; y participación en la misión de la Iglesia a favor de la cultura. El actual rector vuelve en estas páginas hacia aquel mensaje, destacando el legado que ha permitido orientar el quehacer de la universidad hacia los valores fundamentales en el proceso de evangelización de la cultura, con una clara misión de crecer en el conocimiento a la luz de la verdad y la fe en un mundo en constante transformación. Discursos, cartas, constituciones apostólicas, encuentros, y numerosas instancias dejan testimonio del proyecto del Beato Wojtyla para docentes, alumnos, profesionales, administrativos, investigadores que se desempeñan en la realidad académica. Humanitas 2012, LXV, págs. 60 - 65 EXCURSUS HISTÓRICO Y PERSPECTIVAS ACTUALES, por Mons. Dominique Mamberti. El Papa mantiene relaciones diplomáticas con los países del mundo no porque sea un soberano temporal, sino en cuanto jefe de la Iglesia católica que ejerce su propia soberanía en el orden espiritual. Se puede afirmar que la Santa Sede, dentro del ámbito diplomático, a la vez que acepta las reglas que lo dirigen, se sitúa en él con toda su propia especificidad. Decide utilizar el instrumento jurídico ofrecido por el derecho internacional para ejercer las funciones vinculadas a su misión, que Cristo mismo ha confiado a la Iglesia en Pedro y sus sucesores, de altísimo significado, en una forma concreta de organización de la comunidad política. Este principio cardinal de la acción diplomática de la Santa Sede en el mundo contribuye a clarificar su característica presencia en el concierto de las naciones: al confrontarse con los jefes de Estado, los gobiernos y las organizaciones internacionales, quiere ofrecer a todos y a cada uno esos principios morales comprensibles para la razón que salvaguardan la dignidad de la persona e inspiran la acción social. Humanitas 2012, LXV, págs. 66 - 75

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LOS ÁNGELES CAÍDOS EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN, por Mauro Matthei O.S.B. Existe gran confusión e incredulidad en las referencias contemporáneas al mundo sobrenatural relativas a Cristo y el demonio, a la acción del Espíritu Santo, a los ángeles buenos y malos, a la distinción del bien y del mal, a la lucha espiritual, al proceso de sanación y superación del pecado, a la santificación, al cielo, el purgatorio y el infierno. Gran paso es el entender que no se trata en absoluto de “cosas espeluznantes o raras”, sino, todo lo contrario, de algo benéfico. De este modo se llega a la convicción de la importancia extrema de la llamada “escatología”, nombre con que se resume el conjunto de dichas realidades. En este plano el muro de los ateos y agnósticos, es complementado con una mentalidad difusa entre muchos fieles e incluso miembros del clero, cuya fe en Cristo y en el evangelio no incluye el reconocimiento de la existencia de Satanás y de su acción, de los ángeles caídos, es decir, demonios que no son incorporados en la enseñanza del camino de salvación, y por consiguiente también son omitidos en el trabajo pastoral con la motivación errada de la búsqueda de una fe “positiva”. Humanitas 2012, LXV, págs. 76 - 85 LA CATEDRAL DE REIMS: 800 AÑOS DE FE Y ARTE. El 6 de mayo de 1211 se puso la primera piedra de la catedral de Nuestra Señora de Reims, célebre por la escultura en su pórtico del Ángel de la Sonrisa. Desde el bautismo de Clodoveo, la capital de Champaña no ha dejado de ser testigo de la historia de Francia y de Europa. Símbolo de la estabilidad política como altar de la coronación de los reyes galos durante siglos, en último término la ciudad remite a una perspectiva de fe: con la coronación, el reino de los francos es bendecido y acogido por la providencia divina. El rey de los francos tiene una misión divina que cumplir con su pueblo. Para recordar este aniversario se reproducen testimonios, entrevistas y expresiones gráficas que renuevan la mirada al legado de Reims –entre los cuales la intervención de Juan Pablo II en 1996 para los 1500 años del bautismo de Clodoveo- y se refieren manifestaciones recién llevadas a cabo para conmemorar los 800 años del inicio de la construcción de esta “catedral de los ángeles”. Humanitas 2012, LXV, págs. 86 - 97 en el centenario de CORNELIO FABRO. El 2011 se celebró el centenario del nacimiento de Cornelio Fabro (1911- 1995), sacerdote estigmatino italiano con gran autoridad como pensador, formado en filosofía y teología por la Universidad Lateranense y el Angelicum. Se dedicó a la investigación y a la docencia en diversas instituciones eclesiásticas y católicas en Roma y el extranjero, como son las universidades de Notre Dame, Lovaina, Milán y Perugia. Sus reflexiones en el ámbito de la filosofía son destacadas por su interpretación de la ontología de Tomás de Aquino; su crítica del neotomismo; su estudio de la fenomenología y el existencialismo, en particular de Kierkegaard, autor danés a quien tradujo al lenguaje italiano introduciéndolo en su país; y el análisis del ateísmo en la filosofía moderna. Se hace recuerdo de la vida y pensamiento de Fabro, y en particular de su visita a Chile en el año 1956 para el Congreso Internacional de Filosofía que reunió en Santiago a algunas de las figuras más descollantes de la filosofía contemporánea. Humanitas 2012, LXV, págs. 98 - 101 A LA LUZ DE LA CRUZ – Arte antiguo y contemporáneo en confrontación. La exposición “A la luz de la Cruz” organizada en Bolonia el año 2011 presentó obras de destacados artistas contemporáneos. La mayor parte de los trabajos fueron realizados expresamente con motivo de la exposición y estuvieron totalmente orientados a realzar el motivo de la Cruz, símbolo por excelencia de la identidad cristiana, proponiéndose reflexionar sobre un tema que en la historia ha dado lugar a infinitas consideraciones de carácter filosófico y teológico. Junto a estas obras, se expusieron otras del siglo recién pasado, presentes en la Galería Raccolta Lercaro. La exposición se completó con obras antiguas, que dan testimonio de algunas tipologías de cruces realizadas en tiempos más lejanos, cuya presencia origina una confrontación necesaria para comprender algunos aspectos iconográficos que introducen en el significado más profundo del misterio de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Como prolongación de esta misma temática se presenta la cruz esculpida por el pintor chileno Roberto Matta recientemente donada a la Catedral de Santiago por Germana Matta y los hijos del artista. Humanitas 2012, LXV, págs. 104 - 111

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NOTAS “La identidad sacerdotal es cristocéntrica”, entrevista al Cardenal Mauro Piacenza. El Cardenal Prefecto de la Congregación para el Clero se refiere en esta conversación vaticana a la realidad de lo que los medios de comunicación secular han gustado de llamar críticamente “la crisis del clero católico”, planteando la necesidad de “reconocer con humildad y verdad los errores, con la capacidad de reparar”. Junto con ello destaca aquellos aspectos fundamentales que requiere toda vocación al sacerdocio apelando a que los sacerdotes sean aquello que deben ser: hombres de Dios, de lo sagrado, de oración, totalmente al servicio de los demás hombres y de la comunidad en general. Los católicos y las nuevas ideologías, por Giampaolo Crepaldi. El reduccionismo es la principal ideología de hoy. Mientras las anteriores proponían una visión completa y omnicomprensiva de la realidad, la que prevalece hoy es exactamente lo opuesto: descompone la realidad en ámbitos no medibles recíprocamente. Así, con la excusa de liberarse de las ideologías se crea otra, también omnicomprensiva, aunque por defecto más que por exceso. El reduccionismo está ampliamente difundido en todos los ámbitos: la persona es reducida a sus genes o a sus neuronas, el amor se reduce a química, la familia se reduce a un acuerdo, los derechos se reducen a deseos, la democracia se reduce a procedimiento, la religión se reduce a mito, la procreación se reduce a producción en laboratorio, el saber se reduce a ciencia y la ciencia se reduce a experimento, los valores morales se reducen a decisiones, las culturas se reducen a opiniones, la verdad se reduce a sensación, la veracidad se reduce a autenticidad, es decir, a coherencia con la propia autoafirmación. Todas ellas son categorías ampliamente reconocibles entre los hombres del tiempo presente. Visita del Gran Maestre de la Orden de Malta, por Verónica Griffin. En noviembre de 2011 Chile recibió la visita oficial de la máxima autoridad de la Orden, Su Alteza Eminentísima el Príncipe y Gran Maestre Frà Matthew Festing, acompañado de una comitiva integrada, entre otros, por el Gran Canciller Jean-Pierre Mazery, responsable de su dimensión política y administrativa; el Gran Hospitalario Albrecht von Boeselager, a cuyo cargo están las labores humanitarias a través del mundo, y el Embajador Alberto Leoncini Bartoli, consejero diplomático y Embajador ante la Santa Sede. Invitados por el Gobierno de Chile, los ilustres huéspedes conocieron directamente el trabajo humanitario realizado en el país por la Orden y el Auxilio Maltés. Anteriormente visitaron Perú para un encuentro institucional con las otras asociaciones latinoamericanas de esta institución fundada en la Edad Media y cuya presencia se extiende por todo el mundo. Su misión permanece arraigada entre los pobres y olvidados en razón de ser imágenes vivas de Cristo que sufre en medio de un mundo que huye del encuentro con el dolor y la miseria, como asimismo en la defensa de la fe católica. Humanitas 2012, LXV, págs. 112 - 123 LIBROS “La Edad Media de Chile. Historia de la Iglesia 1541-1826” por Gabriel Guarda (Fundación CorpArtes y Corporación del Patrimonio Religioso); “Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta” por Roberto De Mattei (Editorial Lindau); “El mito de la violencia religiosa. Ideología secular y raíces del conflicto moderno” por William T. Cavanaugh (Editorial Nuevo Inicio); “Juan Pablo II. La Biografía” por Andrea Riccardi (Ediciones San Pablo); “Eucaristia, Incontro de Libertà” por Angelo Scola (Cantagalli); “Historia de la Iglesia en Chile Tomos I y II” por Marcial Sánchez (Editorial Universitaria); “Catálogo de Pintura Colonial en Chile” por Luis Mebold (Ediciones Universidad Católica de Chile); “John Henry Newman. Una biografía” por Ian Ker (Ediciones Palabra); “Tiempo de vivir. Antología de poesía religiosa chilena en honor del Bicentenario” (Ediciones Agustinianas); “John Henry Newman. Fermate quel convertito” por Andrea Gianelli y Andrea Tornielli (Editorial Gribaudi); “Antropología e investigación en ciencias humanas” por Aquilino Polaino (Unión Editorial –Universidad Francisco de Vitoria). Humanitas 2012, LXV, págs. 172 -183

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HUMANITAS en lengua inglesa

Un paso relevante en nuestra historia

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l día martes 29 de noviembre del 2011 quedará como una fecha de significativa importancia en la historia de HUMANITAS. En efecto –y como ha sido informado por distintos medios– ese día tuvo lugar en Ciudad del Vaticano, en la sede de la Pontificia Comisión para América Latina, Via della Conciliazione n° 1, la presentación oficial de la edición en lengua inglesa de esta revista. Presidió el acto S.E.R. el Cardenal Angelo Sodano, Decano del Colegio cardenalicio, en tanto concurrieron al mismo importantes prelados de la Curia romana (Cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino; Monseñor Jean-Louis Bruguès, secretario de la Congregación para la Educación Católica), personalidades universitarias (Prof. Javier Prades, decano de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid y miembro de la Comisión Teológica Internacional; Prof. José Granados, vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II; Prof. Stanislav Grygiel, titular de la cátedra Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Lateranense), figuras de la vida pública y del pensamiento político (Honorable Rocco Buttiglione), directores de prestigiosas publicaciones (Pe. Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica), distinguidos representantes de movimientos de Iglesia (Dr. Carl Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón; Pe. Florián Rodero, del Movimiento Regnum Christi), intelectuales católicos que colaboran con dicasterios romanos (Prof. Massimo Borghesi, Prof. Pedro Morandé), embajadores ante la Santa Sede (Chile, Colombia y Estados Unidos), etc. Introdujo el acto el Dr. Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, a lo que siguió el saludo y agradecimiento del Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez Díaz, correspondiendo luego al Director de HUMANITAS, Revista de Antropología y Cultura Cristianas de esta Universidad hablar explicando el sentido y alcance del proyecto en ese momento inaugurado.

Algo de historia

A lo largo de los dieciseis años de existencia y circulación de HUMANITAS, diversos momentos prepararon el que alumbró en esa relevante ocasión. Fue primero, diez años atrás, la propuesta de un obispo español que visualizó en la estructura, contenidos y propósitos de Revista HUMANITAS algo que podría revitalizar una communio editorial en torno a los grandes temas del magisterio de la Iglesia, cuestión que en ese momento parecía ausente en la relación entre las

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EDITORIAL EDITORIAL iglesias que peregrinan en España y las que lo hacen en las naciones americanas de lengua hispana o portuguesa. El proyecto despertó interés y se involucraron en él dos ilustres miembros del Consejo de HUMANITAS, los Cardenales Paul Poupard, presidente entonces del Pontificio Consejo de Cultura, y Alfonso López Trujillo (Q.E.P.D.), presidente del Pontificio Consejo para la Familia; una propuesta formal en este sentido fue presentada entonces a las máximas autoridades de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sin nunca haber sido cancelado por alguna de las partes, de este proyecto ha vuelto de nuevo a hablarse. Posteriormente, durante la visita que realizara a las universidades católicas chilenas Monseñor Jean Louis Bruguès, secretario de la Congregación para la Educación Católica, en reunión sostenida con el Comité Editorial de HUMANITAS, retomó él nuevamente la idea de llevar a cabo ediciones en otros países, agregando ahora la novedosa sugerencia de hacerlo en otras lenguas. Hubo en seguida una moción interesante para dar curso a ello en Francia, iniciativa que por el momento no ha prosperado. Conversaciones informales con personas del universo lingüístico inglés vinculadas a HUMANITAS desde su nacimiento, fueron entre tanto (y paralelamente), dando forma a la iniciativa que tomó cuerpo ese 29 de noviembre romano. Hay que agradecer muy particularmente al Dr. Carl Anderson, cabeza visible de los Caballeros de Colón –y miembro del Consejo de HUMANITAS desde su fundación–, así como al Abad Presidente de la Congregación benedictina de Inglaterra, Dom Richard Yeo –también vinculado a nuestro cuerpo editorial–, por su apoyo tanto material como espiritual a los pasos que condujeron a la materialización de la iniciativa. Acordado y fijado en la fiesta de Nuestra Señora del Pilar –el 12 de octubre de 2010– el inicio de este proyecto para el mismo día un año más tarde, se interpuso entre ambas efemérides la feliz noticia de la beatificación del Papa Juan Pablo II. Ello determinó dos cosas. Primero, que el N°63 de la edición en español, correspondiente a julio-septiembre del pasado año 2011 se dedicara íntegramente a la persona y obra del venerado Pontífice. Segundo, que el N°1 / Año I de la edición en inglés tuviese la misma temática o una muy semejante, llevando por cierto el mismo título: Beato Juan Pablo II, regalo de la Divina Misericordia - Blessed John Paul II, Gift of the Divine Mercy, edición ésta con que tuvo lugar la presentación en el Vaticano.

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Presentada en el Vaticano Humanitas en inglés

Presidió el acto de presentación de revista Humanitas, el Decano del Colegio Cardenalicio, S.E.R. Angelo Sodano. A su derecha Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y a su izquierda, Jaime Antúnez, director de Humanitas.

Asistieron al acto representantes de importantes ateneos romanos y de universidades de otros países.

El padre Florián Rodero, profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma, el rector Ignacio Sánchez y el cardenal Angelo Sodano.

Carl Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón y Presidente del Instituto Juan Pablo II sede Washington, junto al padre José Granados, Vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II, sede Universidad Lateranense de Roma.

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Portada del primer número de la edición de Humanitas en lengua inglesa.

El académico Rocco Buttiglione, parlamentario y presidente de la UDC, lee un ejemplar de Humanitas en inglés.


EDITORIAL EDITORIAL Intervención del Dr. Guzmán Carriquiry, Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina. A su derecha, el Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Stanislav Grygiel, filósofo polaco, titular de la cátedra Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Lateranense junto al director de Revista Humanitas.

Massimo Borghesi, filósofo y catedrático de la Universidad de Perugia, junto a Pedro Morandé, miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales.

Monseñor Jean-Louis Brugués, secretario de la Congregación para la educación católica, conversa con Lydice de Carriquiry.

El padre Antonio Spadaro S.J., nuevo director de la revista La Civiltà Cattolica, conversa con el director de Humanitas. El Cardenal Angelo Sodano presenta el obsequio entregado por el rector Ignacio Sánchez.

Durante el almuerzo ofrecido por el embajador de Chile Fernando Zegers, conversan el rector Ignacio Sánchez, el Cardenal Angelo Sodano, el embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede Miguel Humberto Díaz, el director de Humanitas y el Cardenal Paul Poupard, presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura.

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Humanitas N° 1 / Year I

Muchos son los temas y muy autorizados los autores que cubren las más de 250 páginas de la primera edición de HUMANITAS en inglés. Entre sus nombres encontramos a los Señores Cardenales Angelo Scola, Paul Poupard, Antonio Cañizares, Francisco Javier Errázuriz, Stanislav Dziwisz, a Monseñor Jean Louis Bruguès, a los Profesores Livio Melina, Stanislav Grygiel, Pedro Morandé, Vial Correa, Carl Anderson, junto a varios otros. Es interesante en primera instancia constatar que una reflexión nacida de la comunidad geográficamente tan dispersa que constituye HUMANITAS –cuyo pensamiento tiene sin embargo su corazón junto al sucesor de Pedro– gracias a los recursos que ofrece la más avanzada tecnología comunicacional, replicando en el austral finisterrae sudamericano que es Chile –también ahora en lengua inglesa– se expanda desde allí hacia los cuatro puntos cardinales. Sin duda no estaba esto en los cálculos y planes de quienes fundaron Revista HUMANITAS cuando, en 1995, el entonces Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Juan de Dios Vial Correa, firmó el decreto que dio comienzo a su andadura. En dicho ámbito de reflexiones, no son por cierto una casual coincidencia los contenidos del número de esa primera edición en inglés que se presentara en la Santa Sede. Su excepcional temática va en realidad de la mano con un hecho en cierto sentido existencial. Porque, en efecto, ¿qué es HUMANITAS? ¿Un conjunto de hojas bellamente impresas que circulan puntualmente cuatro veces al año, dando cuenta de temas de actualidad relacionados con la enseñanza de la Iglesia? “Órgano de pensamiento y estudio que busca reflejar las preocupaciones y enseñanzas del magisterio pontificio”, dice el ítem 2° de su decreto fundacional, como puede leerse en la primera contraportada de cada número. Efectivamente, hay consenso de que es bello en su conjunto el resultado de estas hojas impresas a lo largo de los pasados dieciséis años de circulación de la revista, como asimismo que son consistentes los contenidos en su propósito de estudiar y reflejar las enseñanzas que emanan de los sucesores de los apóstoles. Pero, si logra serlo así, y sobre todo, si ha logrado serlo a través de dieciséis años, la única explicación está en que tras HUMANITAS existe lo que en diversas oportunidades hemos llamado una communio, que consiste en una gran amistad entre personas de distintas latitudes e incluso de distintas edades,

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EDITORIAL EDITORIAL

cuyas mentes y corazones vibran al unísono con el objetivo que se trazaron y que constituye la piedra miliar de su amistad. Esa amistad, por el momento en que inicialmente toma cuerpo, coincide con aquel punto de la historia en que ese Pontífice que nos fuera regalado, el beato papa Juan Pablo II, nos había animado y enseñado, como a tantos contemporáneos, a no temer llamarse cristianos, ni pertenecer a la Iglesia, ni a argumentar con la verdad. Luego, en un momento ya avanzado de su guía profética, alguna gracia nos reunió para seguirle las huellas. El título Blessed John Paul II, Gift of the Divine Mercy que excepcionalmente marca la portada de la primera edición en inglés, resume lo sustancial de lo meditado en sus páginas. Juan Pablo II fue portavoz de la Divina Misericordia porque emplazó al hombre de nuestro tiempo, con fortaleza enteramente incomún, a asumir una disposición interior creatural, un reencuentro con su verdad ontológica más profunda, y a renunciar para ello al autonomismo al que le inclina su inmensa provisión de recursos materiales. Y a su vez fue un gigante, como lo llamó Benedicto XVI en la homilía de la beatificación, porque desde muy joven –a imitación de su Madre, María Santísima– mirando su pequeñez, se abandonó completamente en manos de la gracia. Todo su pontificado, desde el “sí” a su nominación, el 16 de octubre de 1978 –pronunciado, como lo declaró, por confianza en María: Totus tuus–, hasta su doloroso fin y partida el sábado 2 de abril del 2005 (que adviene precisamente en la fiesta litúrgica de la Divina Misericordia), fue, todo él, de permanente confianza y abandono. La inmensa lección que arranca de su propia vida resuelve la aparente paradoja entre el gigante y el portavoz de la Divina Misericordia. Los encargados de la edición de HUMANITAS damos gracias a esa Divina Misericordia por los pasos con que –prácticamente en forma inadvertida– se caminó hasta asumir el presente nuevo desafío. Lo hacemos, igual como comenzamos tres lustros atrás, conscientes de nuestra insuficiencia, agradecidos por muchas e inmerecidas dádivas y confiados en que buscando servir la voluntad de Dios todo será para el bien de los que lo aman. La edición en lengua inglesa tendrá para comenzar una periodicidad bianual. Una partida menor circula en papel impreso, mientras que la difusión masiva se realiza a través de una versión digital –compatible con las más avanzadas tecnologías– a la que se accede sin costo por el sitio web www.humanitas.cl

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Revista Humanitas, también en idioma inglés Por Pedro Morandé

La beatificación de Juan Pablo II, el recuerdo de las orientaciones básicas de su magisterio y el testimonio de su fe y esperanza en el futuro de la humanidad, han impregnado las páginas de la primera edición en inglés de Revista Humanitas de la Pontificia Universidad Católica de Chile –recientemente presentada en la Santa Sede–, la cual, de este modo, extiende su servicio a un público inmensamente más amplio que el que alcanzaba hasta ahora.

El paso que ha dado revista Humanitas al ofrecer una edición en inglés se comprende sólo desde esta doble dimensión: universalidad de su vocación e interpelación a la inteligencia de individuos particulares que, en su propia biografía, buscan razones para esperar.

No se trata entre tanto de una mera traducción. Como ocurre también con otras revistas internacionales, la edición en cada idioma incorpora colaboraciones nuevas y distintas en el ámbito propio de su lengua. Detrás de esta revista existe una comunidad viva, que traspasa nuestras fronteras geográficas, unida por la reflexión y el servicio a la verdad del hombre que es, en última instancia, lo que motiva su publicación. Nuevas generaciones van incorporando continuamente sus preguntas, su experiencia histórica, sus inquietudes y esperanzas. El pensamiento es, por su propia naturaleza, inquisitivo, abierto a comprender y dialogar, a dar razón de su esperanza, y en el caso del magisterio pontificio, del que se hace eco esta publicación, a confirmar a los creyentes en su fe. Esta forma de pensar y de servir es también característica de una universidad católica, que interroga la realidad según el conjunto de todos sus factores, gozándose en la verdad y conquistando la libertad interior de sus miembros, que se esfuerzan por comprender el sentido de todo lo real. Como escribió cierta vez Von Balthasar, la verdad es sinfónica y una comunidad universitaria accede a ella en la convergencia de todas sus facultades. La comunicación electrónica en tiempo real, característica de nuestra época, ha sumergido a las personas en el riesgo cierto de no saber cómo trascender la inmediatez de su presente. La expectativa de permanecer comunicado en forma instantánea tiende a encerrarlas en el círculo de hierro de esta inmediatez. Cuando ello ocurre, se debilita la memoria histórica de la tradición que constituye a las culturas, como también el horizonte donde se proyecta el futuro que haga posible la fusión de las esperanzas colectivas con las experiencias biográficas personales. En la inmediatez del corto plazo, el ser humano se vuelve un mero apostador, sin capacidad de medir las consecuencias de sus decisiones y acciones.

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En este nuevo contexto cultural, el más importante servicio que puede ofrecer Humanitas es ayudar a las personas a levantar la mirada hacia el mediano y largo plazo y a pensar en términos de una verdadera “ecología humana”, para usar el luminoso concepto de Juan Pablo II. La mirada ecológica es, en efecto, esencialmente una mirada cultural, que valora agradecida el patrimonio sapiencial de quienes nos han precedido en la existencia y que lo proyecta con solidaridad intergeneracional a los jóvenes y a los aún no nacidos, quienes recorrerán, en su momento, el camino del cultivo del espíritu en busca de la verdad de su propia humanidad. La necesidad de este servicio humanitario no tiene fronteras geográficas ni lingüísticas, y adquiere hoy día una urgencia nueva en el contexto de la globalización. Los últimos Papas han llamado, en estas circunstancias, a una nueva evangelización. No obstante, esta vocación universal que descubren las personas en la verdad de su humanidad, necesita ser vivida en la particularidad histórica y cultural de cada grupo humano, de cada nación, de cada biografía. El paso que ha dado revista Humanitas al ofrecer una edición en inglés se comprende sólo desde esta doble dimensión: universalidad de su vocación e interpelación a la inteligencia de individuos particulares que, en su propia biografía, buscan razones para esperar. Como señaló el Director de la revista en el evento romano de presentación de esta nueva edición, Humanitas se sostiene en la “communio” y amistad desarrollada durante años por intelectuales católicos de distintas partes del mundo, que comparten las preguntas de su inteligencia acerca de la complejidad de los signos de los tiempos, pero con los ojos puestos en el horizonte de la tradición sapiencial que encarna el magisterio de la Iglesia. Incluso la reconocida calidad gráfica de la revista no es otra cosa que el testimonio de la delicadeza y gratitud con que sus integrantes han querido honrar esta amistad.

Detrás de esta revista existe una comunidad viva, que traspasa nuestras fronteras geográficas, unida por la reflexión y el servicio a la verdad del hombre que es, en última instancia, lo que motiva su publicación.

Desde un punto de vista institucional, algunos querrán interpretar esta edición en inglés de Humanitas como un logro debido a su prestigio. Para la dirección de la revista, en cambio, es más bien una aventura, inspirada en la certeza del magisterio de Juan Pablo II, confirmado constantemente por su sucesor, de que sólo con las alas de la razón y de la fe, el espíritu humano se eleva a la contemplación de la verdad. Artículo publicado en El Mercurio (29. XII. 2011)

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M atrimonio, un bien para la sociedad Por José Granados, dcjm

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La encina de Ulises nos invita a preguntarnos por la fortaleza de la familia, en el contexto de la solidez de toda la sociedad. Pues, por un lado, el árbol necesita buena tierra para arraigarse; y, por otro, plantar árboles es un modo de sostener el terreno, de que no se vaya con las aguas ni se deslice por la erosión.

1 Cf. W. Berry, “The Body and the Earth” in The Art of the Commonplace, Counterpoint, Berkeley 2002, 93-134.

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n la Odisea se nos narra el relato del retorno de los héroes de Troya, no menos peligroso que la guerra. Ahora la casa cobra un papel especial, pues aparece como meta de mil peregrinaciones y peligros. Como si el hogar, además de ser algo donde empieza el camino de la vida, fuera también horizonte, tarea, lucha conquistadora. Pues bien, las amenazas del camino no son nada comparadas con las que esperan a Ulises al final de la ruta, en su misma casa. Penélope ha engañado a sus pretendientes pidiéndoles que esperen a que termine su famoso vestido: lo que tejía de día lo destejía de noche, prolongando así los años. Por eso Ulises puede llegar a tiempo, antes de que nadie haya desposado a su mujer. Como sospecha peligros ocultos, el astuto héroe arriba sin ser reconocido. Sus enemigos le toman por un extranjero mendigo y luego, cuando lo reconocen, ya no tienen tiempo de reaccionar. Queda solo que le acepte Penélope. Y la mujer, al principio, no se fía. ¿Será este otro engaño de sus pretendientes malvados? Decide, para despejar toda duda, ponerle a prueba. Y le anuncia que, esa noche, no dormirá con él, pues no está segura de que sea su marido: le ha puesto su lecho nupcial en otra cámara para que esté cómodo. Se desata entonces la ira de Ulises. Y no tanto porque le moleste la desconfianza de su mujer, comprensible al fin y al cabo, y reveladora de una singular virtud, sino porque sabe que este lecho es singular. Moverlo equivale a destruirlo, pues lo labró el mismo Ulises excavando el tronco de una gran encina, cuyas raíces siguieron hundidas en el suelo; y en torno suyo edificó la habitación. El enfado de Ulises es la prueba que Penélope buscaba: es su marido, pues sabe del origen de su tálamo. La imagen tiene un sentido profundo: la unión de hombre y mujer, unión en una carne para toda la vida, hasta hacerse un solo espíritu, hunde sus raíces en el suelo: al unirse se unen al mundo, se unen a la ciudad que les acoge1. La encina de Ulises nos invita a preguntarnos por la fortaleza de la familia, en el contexto de la solidez de toda la sociedad. Pues, por un lado, el árbol necesita buena tierra para arraigarse; y, por otro, plantar árboles es un modo de sostener el terreno, de que no se vaya

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«Ahora la casa cobra un papel especial, pues aparece como meta de mil peregrinaciones y peligros. Como si el hogar, además de ser algo donde empieza el camino de la vida, fuera también horizonte, tarea, lucha conquistadora. Pues bien, las amenazas del camino no son nada comparadas con las que esperan a Ulises al final de la ruta, en su misma casa».

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con las aguas ni se deslice por la erosión. Esto es, la familia, sostenida por el tejido social, también lo sostiene. No hay familia si no hay una sociedad en que se arraigue, unas tradiciones que acompañen su curso en el tiempo; a su vez, la familia da a la sociedad el código genético de la persona, necesario para que esta se constituya como tal, se desarrolle y crezca. Esta imagen nos servirá de inspiración para lo que sigue. Tras describir la crisis que ha llevado a la separación actual entre familia y sociedad (1), exploraremos si hay otra síntesis posible (2) y la presentaremos en dos pasos: como propuesta nueva acerca del bien común (3) y según la capacidad de la familia para construir sociedad (4).

Restos de un naufragio

la familia, sostenida por el tejido social, también lo sostiene. No hay familia si no hay una sociedad en que se arraigue, unas tradiciones que acompañen su curso en el tiempo; a su vez, la familia da a la sociedad el código genético de la persona, necesario para que esta se constituya como tal, se desarrolle y crezca.

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Se ha usado la imagen del naufragio para describir los tiempos modernos. Tenemos en nuestro poder innumerables fragmentos de la nave, pero somos incapaces de reconstruir el todo. Y en realidad los problemas con que brega el hombre en la Modernidad pueden resumirse en esta frase: se ha separado lo que estaba unido. Es decir, se ha olvidado la cohesión originaria que vinculaba a los seres en armonía, permitiéndoles construir, a partir de ese cimiento inicial, relaciones sólidas. Y dado que el hombre no había creado esa armonía, le es imposible reproducirla por sí mismo. Entre esas separaciones destaca una, la que rompe la unidad de lo privado y lo público. Se deslinda con nitidez el mundo de la casa, que es la esfera subjetiva de los afectos; y la plaza pública, en que impera una razón que huye de lo afectivo y tiene un ideal minimalista de la vida común: evitar los choques entre individuos. Esta ruptura influye de modo singular en la familia, pues en ella precisamente la persona se abre a la comunidad; la tensión entre lo privado y lo público acaba por desmembrar la unidad familiar, como si dos fuerzas la extendiesen en direcciones opuestas. Y a la vez, la familia, lugar de unidad de lo personal y lo social, puede aportar el antídoto exacto contra este mal que aqueja a nuestra sociedad moderna. ¿Qué ha llevado a separar estos dos ámbitos, el de la intimidad y el de la vida común? El origen hay que buscarlo en la visión autónoma del iluminismo, que veía al sujeto abstraído de sus relaciones. Se privilegiaba lo intelectual, olvidando la esfera afectiva, que no ofrecía ninguna luz ni ninguna verdad: bastaba someterla a la razón y que pudiera así ser controlada. Por su parte la reacción romántica, que se rebelaba ante el olvido de los afectos, dio a luz al sujeto emotivista, que busca su verdad en los sentimientos, pero los priva de una racionalidad más alta. Esta separación de lo racional y lo afectivo engendra la sima entre


Penélope afligida: Penélope sentada y cogiendo su cabeza con desazón lamenta la ausencia de su esposo. Frente a ella dos sirvientes dialogan. El fragmento está incompleto y en la parte faltante, a la derecha, es posible ver a otro sirviente que viene dar la noticia del regreso de Ulises. (Fragmento de placa arquitectónica en terracota. Roma siglo I).

Reconocimiento de Ulises por Euriclea: Ulises vuelve a su hogar disfrazado de mendigo y es descubierto por su nodriza Euriclea quien al lavarle los pies, advierte la cicatriz que pertenecía a su antiguo amo. En la imagen, el héroe tapa la boca a la mujer para silenciarla antes de que revele su identidad, mientras se vuelve hacia su sirviente Eumeo que se acerca a ofrecerle un brebaje. Junto a Ulises se puede ver a su perro Argos tendido en el suelo. (Fragmento de placa arquitectónica en terracota. Roma siglo I).

lo privado y lo público de que hemos hablado. En efecto, nos hemos acostumbrado a pensar en el afecto como extraño al vínculo, pues decimos que no se puede encorsetar el sentimiento; y hemos descrito el vínculo como ajeno al afecto, pues pensamos que el mundo del sentimiento lo haría débil e inestable, improponible en sociedad. Lo afectivo, “privado” de verdad, queda limitado a la esfera individual; el vínculo estable, eliminada toda relación con lo personal, reina en la esfera pública. Tal neta división suprime un contraste fructuoso, y de este modo torna la vida estática, sin abrirla a un camino con horizonte. Señalemos otro efecto de esta separación: la división moderna entre amor y trabajo. Hoy se piensa en un trabajo ajeno al amor; y en un amor que no requiere trabajo, porque se lo supone dado, espontáneo, puro estado sentimental. Es necesario más que nunca recordar lo que dice Erich Fromm: “la esencia del amor es ‘trabajar’ por algo y ‘hacer crecer’ […] el amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja y se trabaja por lo que se ama”2. Si nos comparamos con el mundo antiguo, ya sea griego, romano, medieval, nos damos cuenta de una paradoja. Y es que hoy, aquello

2 Cf. E. Fromm, El arte de amar, Paidós, Barcelona 2003, 44.

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los problemas con que brega el hombre en la modernidad pueden resumirse en esta frase: se ha separado lo que estaba unido. Se ha olvidado la cohesión originaria que vinculaba a los seres en armonía, permitiéndoles construir, a partir de ese cimiento inicial, relaciones sólidas. Y dado que el hombre no había creado esa armonía, le es imposible reproducirla por sí mismo.

3 Cf. H. Arendt, The Human Condition, The University of Chicago Press, Chicago 1958, 22-78. 4 Cf. E. Schillebeeckx, Le mariage, réalité terrestre et mystère de salut, Paris 1966.

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que debía pertenecer al ámbito del hogar, es decir, la economía como ley (nomos) de la casa (oikos), la preocupación por el sustento cotidiano, se ha hecho el único verdadero tema de interés público; mientras que, por el contrario, los temas que antes eran públicos, como la discusión sobre la verdad y la justicia, quedan relegados a lo privado y subjetivo3. Notemos una consecuencia para la misión de la Iglesia en el mundo. Cuando lo privado se separa de lo público, entonces la fe también se separa de la vida. Pues entonces se relega la fe al ámbito privado, considerándola mero sentimiento subjetivo. Y, puesto que la vida verdadera ocurre en la relación, privatizar la fe es separarla de la experiencia concreta, que es siempre comunitaria, abierta, vinculada a otros. Como hemos mostrado, la familia sufrió singularmente de esta división entre afecto y vínculo, pues es en ella donde los dos se unen, donde el afecto no puede ser separado del vínculo estable, que no depende solo del querer autónomo del sujeto: no se puede dejar de ser hijo, ni esposo, ni padre. De ahí que sea necesario recuperar hoy el valor social de la familia, como antídoto contra esta división que lacera la existencia humana. No podemos ya pensar, por ejemplo, que separar la familia de la sociedad ayudaría a estimarla más, a reforzar su ser más propio, apartadas otras realidades distractivas. He aquí lo que escribía hace años el teólogo E. Schillebeeckx, y que hoy no nos es posible suscribir: La crisis de la situación objetiva que hemos descrito ofrece mayor libertad de acción respecto al aspecto personal subjetivo de la vida conyugal. Teniendo que contar, no solo con los propios recursos, el matrimonio y la familia han sido obligados a reflexionar sobre su naturaleza esencial. Se podría casi decir que al matrimonio y a la familia se les ha dejado casi solo una función… la de ser familia y matrimonio, la de cultivar el lado personal y subjetivo, la vida íntima, secreta, porque todos los demás aspectos funcionales de la vida conyugal y familiar han quedado absorbidos por los diferentes sectores especializados de la sociedad moderna. En un contexto social cada vez más funcional y técnico, que hace sin duda difícil la vida familiar, el matrimonio y la vida conyugal se han convertido en un oasis, un refugio, una zona de seguridad. La sociedad moderna ha situado al matrimonio en esta situación. Hoy las parejas jóvenes entienden que deben edificar su matrimonio como una fortaleza. Dado que con la boda no se da a los esposos ninguna seguridad, deben crearlas por sí mismos, con tanta mayor urgencia en cuanto ya la casa no es lugar de trabajo4.


Hay que insistir, sin embargo: cuando la familia se aísla del resto de la sociedad, entonces deja de ser ella misma, no puede ser fortaleza, ni siquiera ser edificada de ningún modo, igual que el árbol no puede echar raíces sin suelo que lo sustente5. Tratemos de ver si es posible recuperar la síntesis entre vida privada y pública, que redunde en bien de la familia y de la sociedad.

La ciudad y el amor Ante la crisis contemporánea apenas descrita nos preguntamos: ¿es posible volver a unir el amor y la vida social? ¿Recomponer el vínculo entre amor y razón? Comencemos por considerar lo que afirma el filósofo Jean Guitton, quien señala tres peligros para nuestra sociedad cristiana, anticipando lo que sería un mapa de ruta para la nueva evangelización. Las tres amenazas son: a) alejamiento de la figura de Jesús entre dudas suscitadas por el método histórico; b) la crítica de Nietzsche, según el cual el cristianismo arruinaría el encanto y gozo de la vida, aguando la fiesta; c) la visión marxista, que entiende el cristianismo como fuente de injusticia social, pues hace olvidar la tierra a cambio de un cielo lejano6. Guitton señala como solución un estudio en profundidad del tema del amor. Se podría hacer ver, por un lado, la fuerza del mensaje de Jesús, su potencia para explicarlo todo con la luz del amor; por otro lado se pondría también de relieve el modo como el amor, que es precisamente una revelación, da peso y sustancia a la vida, en vez de arruinarla. En tercer lugar, y es lo que más nos interesa aquí, el amor podría ofrecer un modelo alternativo para construir la sociedad, que evitase sea el individualismo a ultranza, sea la confusión de la persona en la masa del pueblo. ¿Es posible, pues, ver cómo el amor es principio de vida en sociedad? La prueba negativa de que tal tarea es accesible nos la ofrece un ejemplo antiguo, fracasado, de construcción de una ciudad: Babel. La confusión del lenguaje se ha explicado en la tradición rabínica como una perversión de la palabra para engañar al otro, para hacer de la vida una vida privada. Como si se pretendiese crear un lenguaje propio para mantenerse al margen de la construcción común. Toda destrucción de la verdad pública comienza manipulando las palabras, para que signifiquen solo aquello que yo quiero decir. Como afirma Humpty Dumpty en Alice in Wonderland: “cuando uso una palabra, quiere decir aquello que yo quiero que diga, ni más ni menos”. A la respuesta de Alicia (la cuestión es si puedes hacer que las palabras signifiquen lo que tú quieres), llega la contrarréplica: “la cuestión es quién manda aquí; eso es todo”7. La cosa es preocupante por la similitud con nuestra sociedad en cuanto a la manipulación del lenguaje,

Lo afectivo, “privado” de verdad, queda limitado a la esfera individual; el vínculo estable, eliminada toda relación con lo personal, reina en la esfera pública. Tal neta división suprime un contraste fructuoso, y de este modo torna la vida estática, sin abrirla a un camino con horizonte.

5 Cf. J. Granados, Signos en la carne: el matrimonio y los otros sacramentos , Didáskalos Minor 1, Monte Carmelo, Burgos 2011. 6 Cf. J. Guitton, L’amour humain , Aubier, Paris 1955. 7 Cf. L. Carroll, Alice Adventures in Wonderland, Cricket House 2010, 95.

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Hoy, aquello que debía pertenecer al ámbito del hogar, es decir, la economía como ley (nomos) de la casa (oikos), la preocupación por el sustento cotidiano, se ha hecho el único verdadero tema de interés público; mientras que, por el contrario, los temas que antes eran públicos, como la discusión sobre la verdad y la justicia, quedan relegados a lo privado y subjetivo.

8 Benedicto XVI, Carta encíclica Caritas in veritate, 2.

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que ya no sirve para expresar la verdad. Babel demuestra que una mera unidad en la habilidad técnica no puede edificar la ciudad; que sin unión profunda de los ánimos la estabilidad es imposible. La fe cristiana, sin embargo, consiste en la esperanza de que la Babel bíblica de las lenguas confusas se convierta en la Pentecostés de las lenguas de fuego en que cada uno oía hablar a los otros en su propio idioma. Las lenguas, sin confundirse en uno (seguían siendo distintas) se entendían por todos. ¿Es posible este cambio? ¿Puede ocurrir que la plaza pública sea inspirada con aquello que parece, entre todas las cosas, la más privada, el amor? La tarea consiste en desprivatizar el amor, mostrar su fuerza centrífuga, que lo mueve a salir de sí. Pues bien, esta relación entre la caridad que gobierna las microrrelaciones y la sociedad de las macrorrelaciones muestra que no son realidades ajenas entre sí. Es lo que afirma precisamente la encíclica de Benedicto XVI Caritas in veritate, en donde el amor aparece como principio de vida social: La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22, 36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia –aleccionada por el Evangelio–, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad»: todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza (CIV 2)8. La caridad puede explicar, entonces, también las grandes relaciones sociales, desde la economía a la justicia. Esencial para mostrar esto es hacer ver que el amor tiene una verdad que lo abre a la comunicación y, por tanto, a la vida en sociedad. Y que tal verdad del amor, su orden y su estructura, acontece precisamente en la familia. Para ilustrar este hecho nos sirve el ejemplo bíblico de Tobías y Sara. Juan Pablo II comparaba su historia con el Cantar de los Cantares. Mientras el Cantar revela el sentido personal del amor, la unión de los esposos, la expresión de su afectividad íntima, la historia de Tobías nos habla del lado objetivo del amor: continuación de la propia familia, entrada en una tradición, referencia al Dios trascendente


que bendice; es el amor como liturgia de la vida cotidiana de que hablaba Juan Pablo II. En realidad, también Jesús planteó en estos términos la pregunta sobre el divorcio, con que le insidiaban los fariseos (cf. Mt 19, 3-9). El amor tiene un lado objetivo, una verdad, y por eso puede aspirar a una permanencia. Dios lo ha unido, viene a decir Jesús, cosa que los fariseos parecen haber olvidado y por eso desconfían de la posibilidad de un amor firme y sólido, capaz de hacerse vínculo estable. Aquí se percibe que el problema del aislamiento entre el amor y la vida pública es el mismo que el de la separación entre afecto subjetivo y vínculo estable, de que ya hemos hablado. He aquí la pregunta que nos planteamos: ¿puede verse la sociedad desde el punto de vista del amor? ¿Puede la caridad (no en el sentido de charity, como ayuda a los necesitados, sino como vínculo interpersonal, unión afectiva y real de los ánimos) plantearse como principio de vida en sociedad? Nuestra tesis es que, para que esto sea posible, es necesario que el amor recobre su verdad, y que esta verdad está contenida y custodiada en la familia. La familia es el lugar donde afecto y vínculo se compenetran, y desde donde el amor puede presentarse a la sociedad. La familia es como el gozne que hace girar lo privado y lo público, que abre lo uno hacia lo otro. Esto nos obligará a olvidar la visión de una familia afectiva y nos conducirá a contemplar la misión que la familia tiene, por el mismo hecho de ser familia, en la sociedad9. Esta imagen del amor en conexión con la ciudad aparece en otros textos de la Escritura. Así, en el Apocalipsis, Jerusalén se compara con una esposa (Ap 21, 1-3): “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él “Dios –con– ellos”, será su Dios”. Y será también, en Isaías, como una madre que engendra a sus hijos: “Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos, y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes” (Is 66,10-14a). En este caso se ve que el amor que construye la ciudad es precisamente un amor familiar. Lo dicho nos sitúa en una nueva perspectiva. En vez de ver la familia como problema que resolver, perspectiva que conduce casi siempre a una actitud derrotista (cuando no se oye que “todo va mal”, se escucha: “las cosas todavía van bien”), se podría proponer su riqueza para la sociedad, su capacidad para suscitar riqueza relacional, vínculos

Como afirma Humpty Dumpty en Alice in Wonderland: “cuando uso una palabra, quiere decir aquello que yo quiero que diga, ni más ni menos”. A la respuesta de Alicia (la cuestión es si puedes hacer que las palabras signifiquen lo que tÚ quieres), llega la contraRréplica: “la cuestión es quién manda aquí; eso es todo”. La cosa es preocupante por la similitud con nuestra sociedad en cuanto a la manipulación del lenguaje, que ya no sirve para expresar la verdad.

9 Cf. J.J. Pérez Soba (ed.), Actas del congreso de Teología Moral “Caritas Aedificat”, Noviembre 2010, Pontificio Istituto Giovanni Paolo II per studi su matrimonio e famiglia, Roma (de próxima aparición).

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más estables, economías más robustas y duraderas, capacidad para construir una historia con sentido y ritmo. Se permite así una propuesta positiva, que muestre que ciertos bienes deben ser protegidos más que otros porque generan un capital social que no se encuentra en otros lugares (igual que una empresa minera, por ejemplo, excava en los lugares donde se encuentran minerales preciosos, y no puede dedicar los mismos recursos a una mina de oro que a otra de carbón). De hecho, establecer una relación entre la familia y la sociedad, es imprescindible para avanzar en el anuncio cristiano de la nueva evangelización; pues esta debe realizarse en sociedades donde, al tiempo que declina la cultura cristiana, se ha ensombrecido también su concepción de familia, como si ambas estuvieran estrechamente unidas. Se puede mostrar así, en efecto, que la familia no es solo un problema que resolver, cuyas propiedades deben defenderse frente a una sociedad que, al no poder destruirla por aniquilación, pretende hacerlo por disolución en un mar de realidades que, sin ser familia, reciben su mismo nombre.

La familia, fragua del bien común

«La fe cristiana consiste en la esperanza de que la Babel bíblica de las lenguas confusas se convierta en la Pentecostés de las lenguas de fuego en que cada uno oía hablar a los otros en su propio idioma. Las lenguas, sin confundirse en uno (seguían siendo distintas) se entendían por todos. ¿Es posible este cambio?» (Pentecostés, pieza de tríptico pintado por Fra Angelico (circa 1447)

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Veamos cómo es posible que la familia contribuya a la riqueza social. Ya en el Vaticano II (Gaudium et spes, 48-52) la familia aparece como primer ámbito de diálogo entre Iglesia y mundo moderno, al par que se recupera el tema del amor como explicación última de la dinámica familiar. Esta es la fuerza con la que Dios ha unido todo; el hombre pretende afirmar distintos aspectos del amor, pero ha perdido la capacidad de conservar su potencia unitiva. El Vaticano II presentó los elementos de una síntesis, pero no desarrolló (no era


esta su tarea) una teología del amor que compusiese los elementos en unidad. La tarea correspondió al pontificado de Juan Pablo II, a quien ha seguido Benedicto XVI. A la luz de una recuperación de valores fundamentales del amor, que lo colocan en relación con la sociedad, la naturaleza y la historia, es posible ver la bondad que tiene la familia y su fuerza para generar riqueza social. Se perfila en primer lugar una definición nueva de “bien común”. Se verá así que la familia no solo genera distintos bienes sociales, sino que es la célula que contiene el código genético de la vida social. No proporciona distintos bienes comunes, sino que se encuentra en la raíz de una noción estable y fuerte de bien común10. La doctrina social de la Iglesia se ha centrado en el concepto de bien común para explicar la vida en sociedad. Se definía el bien común como conjunto de condiciones sociales que hacen posible que cada persona se desarrolle; es algo así como un ambiente adecuado donde cada uno puede florecer. De esta manera se afirma implícitamente que no hay conflicto entre persona y comunidad, aunque no se propone en modo articulado para combinar ambos. El Magisterio ha profundizado en esta afirmación, especialmente a partir de Juan Pablo II y su visión de la persona (cf. su Carta a las familias). El paso adelante consiste en afirmar que ese ambiente del bien común no es solo una condición que permite ser feliz, sino que es parte esencial de la felicidad misma. Es decir, el verdadero bien de la persona es siempre un bien común, porque es el bien que nace en una comunión. Es el bien que consiste en la relación mutua, pues es allí donde se genera la persona humana. Se evita así que el bien de una comunidad se oponga al bien de cada persona. Pues si así fuera, se concebiría la comunidad como un mal menor, que hay que tolerar pero que no enriquece la existencia personal. Juan Pablo II ve esta idea del bien común presente a través del matrimonio entre hombre y mujer y de la generación de una nueva vida. En el primer caso, cuando hombre y mujer se encuentran, se genera una nueva unidad, una sola carne. En ella las personas no desaparecen, sino que adquieren una existencia nueva. Ya no se habla de mis bienes, ni siquiera de bienes que, por ser compartidos, pueden llamarse comunes. No hay “mis” bienes, porque el “yo” ha dejado de existir en modo aislado, y ahora lo mío es tuyo y lo tuyo mío. El bien es común porque hay, antes que nada, un sujeto común, una nueva creación que tiene historia común, memorias comunes, común futuro. Que el futuro es común lo muestra sobre todo la venida de un hijo. Aquí se descubre otro aspecto esencial del bien común. La misma persona del hijo es el bien común de sus padres. La persona, su dignidad, sus deberes y derechos, es vista como bien común de toda la

La caridad puede explicar también las grandes relaciones sociales, desde la economía a la justicia. Esencial para mostrar esto es hacer ver que el amor tiene una verdad que lo abre a la comunicación y, por tanto, a la vida en sociedad. Y que tal verdad del amor, su orden y su estructura, acontece precisamente en la familia.

10 Cf. C. Anderson – J. Granados, Llamados al amor: teología del pueblo en Juan Pablo II, Didáskalos 8, Monte Carmelo, Burgos 2011.

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El amor tiene un lado objetivo, una verdad, y por eso puede aspirar a una permanencia. Dios lo ha unido, viene a decir Jesús, cosa que los fariseos parecen haber olvidado y por eso desconfían de la posibilidad de un amor firme y sólido, capaz de hacerse vínculo estable.

sociedad a partir de la generación de los hijos en la familia. Se aporta así en la familia un vínculo insustituible, no funcional; de ella nadie puede despedir a la persona; en ella nadie puede ser reemplazado por otro que cumpla su misma función. La familia, pues, es la generadora del bien común, puesto que en ella se aprende ese bien común fundamental que es el bien de la comunión. Esta visión sobre el bien común contiene gran fuerza creativa. Pues, como hemos dicho, no se centra ya en el contraste entre individuo y comunidad, sino en su encuentro fructuoso. La clave está en atender a las relaciones mismas, como generadores de riqueza social. Desde este punto de vista compete al estado fortalecer estas relaciones básicas, pues son ellas los surtidores de riqueza social. Notemos cómo esta nueva visión del bien común ilumina los valores fundamentales de la vida social según la doctrina de la Iglesia: verdad, libertad y justicia. Desde este punto de vista la verdad aparece como verdad que no oprime; al ser verdad de una comunión, no reduce al individuo, no da lugar a totalitarismos omniabarcantes, sino que sigue el método personal del uno por uno, pues es la verdad de la misma relación de amor, de su sentido, de su integridad, del horizonte de su caminar. La libertad, por su parte, resulta una libertad que no queda limitada ante el otro, sino que nace en el otro y junto a la libertad del otro. Ya no se trata de una libertad que termina donde empieza la tuya, sino de la libertad que nace cuando me encuentro contigo, que empieza precisamente allí donde empieza tu libertad. La justicia, por último, es posible a partir de la familia: la fraternidad es la primera escuela para aprender la destinación universal de los bienes, junto con la percepción grata de su origen común en el amor que ha engendrado a los hermanos.

La familia y la construcción de la sociedad La familia tiene un dinamismo que, desde sí mismo, se abre a lo social. De este modo se puede proponer una lectura de la relación entre familia y sociedad que permita responder a muchos de los problemas actuales. Se trata de una propuesta constructiva, que defiende una visión de la familia haciendo ver su contribución específica y única en la sociedad. La defensa es necesaria, ante las propuestas que quieren dañar la familia; pero hay que mostrar también a una luz positiva la capacidad de la familia para generar riqueza social. Vamos a describir esta riqueza según la capacidad de la familia para edificar, en el tiempo, la sociedad. Pues uno de los grandes problemas es la incapacidad común para plantear proyectos sostenibles, que orienten el tiempo de nuestras ciudades y países. Sin esta orientación que reciba la tradición pasada y prevea un camino hacia el futuro,

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es imposible plantear una noción justa de desarrollo, que no sea una loca huida hacia delante sin dirección ni rumbo. Vamos a mostrar que la familia edifica sociedad en cuanto le da los puntos fijos de su camino, consintiéndole integrar el pasado y caminar hacia el futuro con esperanza. Descubrimiento del origen Según el filósofo Charles Taylor, uno de los problemas de nuestra sociedad secular ha sido la falta de un relato sobre los orígenes del mundo que comunique sentido a la vida11. En realidad, esta es también causa de la pérdida de identidad del hombre contemporáneo, que se rebeló contra un Origen percibido como supraestructura que competía con el hombre, impidiéndole ser feliz. Ahora bien, cuando uno no sabe de dónde viene, cuando desprecia el pasado como caduco y preterido, se queda sin ruta que seguir. La naturaleza, venida del caos y del azar, no puede albergar ningún lenguaje. Pues bien, puede decirse que precisamente la familia fundada sobre la unión de hombre y mujer ayuda a plantear de nuevo la pregunta por el origen en términos positivos. Aquí es esencial considerar la importancia del nacimiento de un niño del amor de sus padres. Es necesario insistir en que los modos técnicos de producir un embrión no están de acuerdo con la dignidad de la persona, pues la hacen depender directamente de quien ha decidido su nacimiento. El niño, en este caso, no nace como fruto de un amor de dos personas, sino que es el producto directo del querer de alguien. ¿Cómo no pensar que tiene un dueño? ¿No estará tentado este niño de cortocircuitar la gran pregunta que resuena en la vida de todo hombre, la pregunta por el origen? Por el contrario, cuando el niño nace de la unión de hombre y mujer, ambos se abren a un misterio que actúa en ellos; su acción no se dirige directamente al deseo de un hijo, sino al amor mutuo que, en su riqueza, da a luz un fruto sobreabundante. El niño descubrirá en su origen, no una voluntad que ha decidido su venida al mundo, sino la sobreabundancia del amor. Podrá reconocer el origen trascendente no como dueño contra quien rebelarse, sino como amor que lo ha engendrado gratuitamente en la sobreabundancia de un mutuo don. Surtidor de promesa Por otro lado, la unión familiar de hombre y mujer, en cuanto entrega completa a la otra persona, incluye también la fidelidad12. Podemos entonces decir que el matrimonio genera promesa en el tejido social, cuando los dos esposos no solo prometen cosas, sino que “se prometen”.

Lo dicho nos sitúa en una nueva perspectiva. En vez de ver la familia como problema que resolver, perspectiva que conduce casi siempre a una actitud derrotista, se podría proponer su riqueza para la sociedad, su capacidad para suscitar riqueza relacional, vínculos más estables, economías más robustas y duraderas, capacidad para construir una historia con sentido y ritmo.

11 Cf. Ch. Taylor, A Secular Age, Harvard University Press, Cambridge, MS London 2007. 12 J. Granados, “El sacramento de la promesa”, Anthropotes 27 (2011) 383-417.

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Se puede mostrar así, en efecto, que la familia no es solo un problema que resolver, cuyas propiedades deben defenderse frente a una sociedad que, al no poder destruirla por aniquilación, pretende hacerlo por disolución en un mar de realidades que, sin ser familia, reciben su mismo nombre.

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Ocurre entonces que, a partir de la promesa estable que lo ha engendrado y recibido en el mundo, el niño aprenderá a prometer. Nos referimos a una singular pedagogía de la promesa. Al principio, el niño busca la satisfacción inmediata del deseo: si se le ofrece un caramelo ahora o dos si espera media hora, preferirá el pájaro en mano. Cuando crece, sin embargo, es capaz de renunciar por un tiempo, y esperar media hora para tener dos caramelos. Si esto es así, es porque entiende el valor de la palabra dada y la capacidad que otros tienen de sostener la promesa. Pues bien, esta confianza en el valor de la promesa la aprende el niño porque vive en una promesa, la que une a sus padres. Su capacidad para prometer nace de la misma fuente que lo ha engendrado; la familia genera riqueza social, en cuanto escuela de la promesa. Esta capacidad de generar promesa lleva consigo una singular habilidad de enlazar los tiempos, según lo que Juan Pablo II llamaba “alianza de las generaciones” (Carta a las familias, 10). Se ilumina así el tema de la sostenibilidad, esencial recurso social en nuestro tiempo de crisis. Además, la familia es también lugar del perdón, del que la vida social necesita reserva abundante. En efecto, el perdón es la renovación de la fe en la promesa; la certeza de que, a pesar de todo, la amenaza que parecía cernirse sobre la promesa no tiene tanta fuerza para anularla. Fuente de porvenir y desarrollo Añadamos la capacidad de la familia para generar novedad, en cuanto capaz de traer al mundo un nuevo ser humano. El niño, hemos dicho, no nace como producto, que sería solo manipulación de elementos, y eliminaría la capacidad del futuro para dar de sí algo nuevo. Sino que surge como fruto insospechado del amor de los esposos. La diferencia sexual, en cuanto abre un camino que lleva al hombre más allá de sí mismo, que le obliga a caminar en éxodo más allá de su horizonte narcisista, introduce un elemento de gran valor en la sociedad: el verdadero deseo de progreso, el deseo de no avanzar en círculos, caminando más allá. Para los griegos el eros era la fuerza alada que movía al hombre a buscar fronteras nuevas. El Ulises de Dante animaba así a sus compañeros: “no nacisteis para vivir como brutos, sino para buscar virtud y conocimiento” (Inferno, Canto XXVI). Cuando desaparece este eros, que se custodia precisamente en la diferencia sexual, nos invade el deseo de la muerte. Goethe también lo dijo en su Fausto: “lo eterno femenino nos eleva…”. Eliminar la diferencia sexual entre hombre y mujer es encerrar la acción humana en un círculo cerrado que hace imposible el verdadero desarrollo. No se olvide cómo Benedicto XVI ha unido, en su


«La prueba negativa de que tal tarea es accesible nos la ofrece un ejemplo antiguo, fracasado, de construcción de una ciudad: Babel. La confusión del lenguaje se ha explicado en la tradición rabínica como una perversión de la palabra para engañar al otro, para hacer de la vida una vida privada. Como si se pretendiese crear un lenguaje propio para mantenerse al margen de la construcción común. Toda destrucción de la verdad pública comienza manipulando las palabras, para que signifiquen solo aquello que yo quiero decir. Babel demuestra que una mera unidad en la habilidad técnica no puede edificar la ciudad; que sin unión profunda de los ánimos la estabilidad es imposible.» (Torre de Babel, grabado por Gustave Doré).

encíclica social Caritas in veritate, la noción de desarrollo a la noción de vocación, de la llamada originaria y su respuesta responsable, cuya dinámica se conserva precisamente en la familia. Se genera así en la familia un crédito singular hacia la persona, en el hecho de tener un hijo y aceptarlo como venga, sin importar lo que haya de invertir en él, pues esto se desconoce de antemano. Las familias con hijos minusválidos son ejemplo en este sentido, pues afirman que la persona merece crédito infinito y que la sociedad está dispuesta a preservar su dignidad en el porvenir, suceda lo que suceda.

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Ya no se habla de mis bienes, ni siquiera de bienes que, por ser compartidos, pueden llamarse comunes. No hay “mis” bienes, porque el “yo” ha dejado de existir en modo aislado, y ahora lo mío es tuyo y lo tuyo mío. El bien es común porque hay, antes que nada, un sujeto común, una nueva creación que tiene historia común, memorias comunes, común futuro.

13 Cf. J. Granados, Signos en la carne: el matrimonio y los otros sacramentos , Didáskalos Minor 1, Monte Carmelo, Burgos 2011.

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Generadora de símbolos Todo esto puede resumirse diciendo que la familia consigue resimbolizar la sociedad13. Esto es importante, pues hemos perdido el sentido de los signos, la unidad de los seres, su mutua referencia y unidad, que hacía de ellos un cosmos. El tiempo, por ejemplo, es ahora uniforme, cada momento vale como los anteriores, no existe referencia a un origen, ni ilación de pasado, presente y futuro, ni anticipación del porvenir. La familia es capaz de resimbolizar el tiempo, de darle textura y permitir así que nos orientemos en él. Sin esta riqueza simbólica, la sociedad acaba en esquemas rígidos, en minimalismos que consienten sólo un objetivo: no destruirnos mutuamente. Entonces no se construye nada en común, sino que se busca solo un sistema que permita que no choquemos, como si en una gran plaza de mucho tráfico los coches solo quisieran evitar colisiones, pero hubieran perdido toda noción del viaje que realizan. Al cabo del tiempo sería inevitable que acabara todo en violento encontronazo, precisamente porque no hay meta que perseguir. Se entiende entonces cómo la familia genera riqueza social (capital social). Es una riqueza que no puede medirse con los indicadores económicos tradicionales, pero no por ello deja de ser muy tangible. La fecundidad aparece, precisamente, en los vínculos que asocian a las personas. Entendemos asimismo la importancia de una política para la familia que se centre, no en los individuos, sino en las relaciones, porque son ellas las que son fecundas. Fomentando estas relaciones se sostiene la subsidiariedad de la familia, es decir, se fomenta la propia capacidad de estos vínculos para generar capital social. Una política familiar que fomentase sólo la subsistencia del individuo (haciéndose cargo, por ejemplo, de los ancianos que necesitan especial asistencia), en vez de fomentar el mismo vínculo familiar para hacerle capaz, por sí mismo, de sostener a sus enfermos, sería incompleta. Nótese que todo lo que hemos dicho vale también para la relación entre la familia y la Iglesia. Desde esta visión se trataría también, en la pastoral familiar, de hacer de la familia el sujeto primero de la pastoral de la familia, en cuanto llamada a vivir su propia vocación y a ayudar a otras familias. La pastoral no consiste en sustituir los vínculos familiares, sino en promocionarlos, para que se conviertan en fuente de gracia, algo así como en el sacramento del matrimonio el consentimiento de los cónyuges, por su carácter bautismal, es canal de gracia. Sin familia, a la Iglesia le falta el suelo sobre el que edificarse; la gramática para articular su palabra. Otras religiones necesitan de un templo concreto en un lugar concreto, como el de Jerusalén los judíos. No así el cristianismo, que proclama un nuevo templo, el cuerpo mismo de Cristo y el cuerpo de los cristianos. Pues bien, la


familia es el lugar que nos permite descubrir que el cuerpo es un templo, en cuanto que en la familia descubrimos el valor sagrado del cuerpo, su capacidad de simbolizar la transcendencia. Y así, el nacimiento de un hijo descubre a la mujer que su cuerpo es santo, que Dios obra en Él. Y la unión de hombre y mujer en una sola carne les revela a ambos que en su cuerpo hay una capacidad singular de unirse, de que se cree un nuevo ser, un nosotros común. La familia surge así, en cuanto iglesia doméstica, como primer santuario que sirve a la edificación eclesial.

Conclusión: la familia, minoría creativa Hoy en día, ante la situación devastadora en que se encuentra la familia, puede sobrevenir el pesimismo. Entonces hay que repetir que la categoría adecuada con que el cristiano se enfrenta al futuro no es el optimismo, sino la esperanza, es decir, la confianza en otro que nos sostiene. Este “Otro” actúa precisamente en las relaciones, donde la vida se abre hacia Él. La mirada relacional es, por eso, la mirada de las minorías creativas de que ha hablado Benedicto XVI, y que determinan el cambio de una sociedad a otra14. La familia es la minoría creativa por excelencia; minoría, aunque sea vocación universal de todo hombre, porque vive siempre en la ley del encuentro personal, y esquiva las grandes estadísticas. Creativa porque en ella se genera continuamente capital social, según las relaciones que constituyen a las personas. Por su misma estructura relacional, la familia es entre nosotros mortales, como cantó Dante de la Virgen María, “fontana di speranza vivace” (Paradiso, Canto XXXIII), fuente de esperanza vivaz.

Se evita así que el bien de una comunidad se oponga al bien de cada persona. Pues si así fuera, se concebiría la comunidad como un mal menor, que hay que tolerar pero no enriquece la existencia personal.

14 Cf. L. Granados – I. de Ribera, Minorías creativas: el cristianismo como fermento de la sociedad, Burgos, Monte Carmelo 2011.

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Identidad de género, familia y persona Por Francesco D’Agostino

Cuando un neonato llega a la luz, dos preguntas esenciales surgen en la mente de todos. La primera es: ¿es hombre o mujer? La segunda: ¿qué nombre le han puesto? Son preguntas que se funden y se confunden, porque a partir de ellas y a través de ellas se constituye el misterio de la identidad personal

* [N del E]: El término gender se ha perfilado desde el siglo pasado en un nuevo sentido, asociado hoy en día a la disciplina llamada Gender Studies que tiende a identificar el concepto con un “constructo social”, abandonando su originaria acepción que refería primeramente a las diferencias naturales existentes entre los sexos femenino y masculino.

1 “¿Quién puede decirme quién soy?”, Shakespeare, El rey Lear, 1, 4. 2 Ver J. B. Pontalis, L’insaisissable entre-deux, en “Nouvelle Revue de Psychanalyse” (Bisexualité et différence des sexes), 7 (1973), p. 23.

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uando un neonato llega a la luz, dos preguntas esenciales surgen en la mente de todos. La primera es: ¿es hombre o mujer? La segunda: ¿qué nombre le han puesto? Son preguntas que se funden y se confunden, porque a partir de ellas y a través de ellas se constituye el misterio de la identidad personal. Y es una demostración de que son preguntas esenciales el hecho de que cada ser humano –teniendo o no conciencia de esto– siga haciéndose y haciendo a quienquiera encuentre la angustiosa pregunta del rey Lear: “Who is that can tell me who I am?”1. En realidad, toda una vida es apenas suficiente para dar una respuesta personal, es decir, para hacer nuestras las respuestas que otros ya han dado (en nuestro lugar) a estas preguntas2. Sin embargo, por difícil que sea para cada uno de nosotros identificarse a sí mismo, especialmente en las dimensiones más íntimas del propio yo, donde el deseo se mezcla con la pulsión y el eros se entrelaza con el ágape, también queda claro que si el objeto de una respuesta es nuestra identidad, esa respuesta siempre es para una pregunta que no sólo no nos corresponde a nosotros formular, sino que ni siquiera podemos alterar ni remodular de alguna manera. A la pregunta “¿quién eres?”, debemos dar una respuesta auténtica, incluso recurriendo eventualmente a la ayuda providencial de los demás (como ciertamente pronostica el rey Lear); pero con todo debemos dar una respuesta basada en la verdad y no en nuestro arbitrio. Por este motivo, el tema del gender*, como se ha venido constituyendo en las últimas décadas, es un tema ideológico. No nos dejemos sugestionar por la idea de que se trata de un tema fronterizo, que nos obligaría a adentrarnos en terrenos todavía ampliamente inexplorados; un tema sugerente y fascinante como todos los que se caracterizan por la hipótesis de lo nuevo. En realidad, si bien puede ser legítimo calificar nuestro tema como fronterizo, no debe considerarse absolutamente nuevo: los Gender Studies desde hace un tiempo ya han

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«El tema del gender, como se ha venido constituyendo en las últimas décadas, es un tema ideológico. No nos dejemos sugestionar por la idea de que se trata de un tema sugerente y fascinante como todos los que se caracterizan por la hipótesis de lo nuevo».

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«Una demostración de que las preguntas primeras sobre el nombre y la identidad femenina o masculina son esenciales, es el hecho de que cada ser humano –teniendo o no conciencia de esto- siga haciéndose y haciendo a quienquiera encuentre le angustiosa pregunta del rey Lear: “Who is that can tell me who I am?”. En realidad, toda una vida es apenas suficiente para dar una respuesta personal». (Escena de “La tempestad“, de William Shakespeare)

impuesto y canonizado como irrefutable una supuesta diferencia epistemológica entre la perspectiva sexual, radicada anatómica y biológicamente, y generadora de múltiples elaboraciones simbólicas, y la perspectiva del género, concebido como construcción metabiológica, libre y subjetiva de la identidad personal. No pongo en duda que los Gender Studies, iniciados hace ya varios años, están ampliamente consolidados, han sido objeto de difundida atención y además han experimentado en sí mismos significativas dinámicas evolutivas e involutivas, hasta el punto de que ya es posible describir su historia con pedantería analítica. Pretendo simplemente que se reconozca que los temas de los cuales nos hemos hecho cargo en nuestra cita, que pueden retomarse a partir de la hipótesis según la cual las diferencias biológicas entre los sexos son irrelevantes en relación con los significados que es posible atribuirles y otras dinámicas de identificación que pueden ser cultivadas por los seres humanos como

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sujetos sexuados, se encuentran todavía confinados en una especie de nicho epistemológico-cultural, que si por una parte ha suscitado en la reflexión antropológica contemporánea una vivísima atención, por otra no ha logrado imponerse a nivel de sentido común, obteniendo exclusivamente victorias mediáticas: la maliciosa observación de Niklas Luhmann, según la cual los sociólogos empíricos no deberían dejar de maravillarse ante el hecho de que la dicotomía masculino/ femenino “corresponde tan bien a los hechos”, es decir “concuerda con las diferencias biológicas” (el hecho, por tanto, expresado en síntesis, de que “sólo las mujeres reales puedan parir hijos”), debe permanecer en el centro de nuestra reflexión.

Los “Gender Studies”, paradigma en transición En suma, el hecho de que los estudios sobre la identidad del género, por ser vivaces y numerosos, fundan un nuevo saber es ampliamente discutible, como lo muestra el hecho de que la diferencia sexual siempre ha constituido el problema antropológico fundamental y que, como tal, ésta siempre se ha manifestado como una estructura que atraviesa todos los ámbitos de investigación teológico-filosóficos, sociales, históricos, psicológicos y etnológicos de la cultura, y no sólo occidental. Por este motivo algunos eruditos, aun cuando simpatizan con los Gender Studies, comienzan a considerar el paradigma del género como un paradigma en transición, cuya función en el momento histórico actual podría reducirse básicamente a descartar la idea tradicional según la cual el género humano se califica a partir de una necesaria vocación genealógica, como respuesta al precepto bíblico del creced y multiplicaos. En opinión de estos eruditos, la desestructuración y la desimbolización de la diferencia entre los sexos, potenciadas por la banalización de las nuevas posibilidades de procreación asistida y sobre todo por la producción de embriones constitutivamente sin padres, vaciarían desde adentro el triángulo familiar padre/madre/hijo y abrirían una etapa nueva e irreversible de la autocomprensión histórica del hombre. En el horizonte posmoderno, la relación entre los sexos estaría por tanto destinada a desmaterializarse, dada la imposibilidad de seguir concibiéndola radicada en una lógica fisicista. El único espacio restante para un pensamiento que todavía quisiera interrogarse sobre la sexualidad sería un ámbito donde ponerla radicalmente en tela de juicio, trasladándola del plano del cuerpo al de la mente y sobre todo sin dejarse sugestionar por las que se han definido como incongruentes obligaciones anatómicas. La tradicional polaridad sexual masculino/femenino se anularía, para sustituirse por la lógica del continuum. Se reconocería definitivamente al individuo la caracterís-

Si el hombre no tiene naturaleza, sino puramente historia, corresponde reconocer que su historicidad puede manifestarse también mediante la aceptación consciente de la fragmentación posmoderna de las relaciones entre los sexos o de hecho a través de la pretensión de irrelevancia antropológica de cualquier institución basada en la relación masculino/femenino, desde el matrimonio hasta los llamados vínculos de sangre, desde la procreación hasta la relevancia de las relaciones familiares en el orden simbólico.

3 Ver S. Rodotà, Sesso, diritto all’identità sessuale, prospettiva transessualismo, en S. Rodotà, Tecnologie e diritti, Il Mulino, Bolonia, 1995, p. 231.

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Si se sostiene que el yo no posee una naturaleza propia, en cuanto sólo está calificado por capacidades tecnomórficas indeterminadas, si la vida ya no se entiende como el fondo inaccesible de la individualidad, sino que es sustraída a la naturaleza y confiada a los mecanismos de gestión del sistema biomédico, no hay motivo alguno para que ésta no se conciba legítimamente a partir de los inescrutables intereses del poder político.

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tica de sujeto nómade íntimamente poseído por una lógica de mutación3. Las recaídas antropológicas, jurídicas y sociales de estos nuevos paradigmas son evidentes. Si se comprobase definitivamente la consistencia de esos paradigmas, se abriría (o se debería aspirar a que se abriese) un espacio destinado a nuevas perspectivas constructivistas, de las cuales debería encargarse el ordenamiento jurídico, adecuando coherentemente sus instituciones en nombre del debido respeto a las nuevas modalidades de afirmación de la identidad personal: la legalización del matrimonio homosexual debería ser puramente el primer paso hacia la total legalización de la homoparentalidad, para ulteriores, si bien en el estado actual, bastante poco precisas formas de juridización de la relación hombre/animal, así como para la definitiva eliminación del sistema ordenador de todo marcador sexual (por así decir): la afirmación de un yo asexuado (o –lo que existencialmente es lo mismo– un yo libremente polisexuado) sería la frontera de la realizada liberación social de la subjetividad. Para el jurista de orientación iusnaturalista, estas pretensiones se inscriben claramente en el proceso de desnaturalización de lo jurídico, que habiendo surgido en el horizonte de la modernidad, alcanza sus resultados más extremos en la perspectiva posmoderna y en la profunda tentación que la caracteriza de destacar la subjetividad jurídica no a partir de su carácter específico, sino en cuanto portadora de una voluntad profunda e intachable de autodefinición identitaria. Es muy difícil que las argumentaciones iusnaturalistas puedan contar con la atención de paradigmas teóricos y/o ideológicos constitutivamente antimetafísicos y por tanto coherentemente hostiles a cualquier perspectiva esencialista. Si el hombre no tiene naturaleza, sino puramente historia –para retomar uno de los eslóganes anti-iusnaturalistas más afortunados y expresivos–, corresponde reconocer que su historicidad puede manifestarse también mediante la aceptación consciente de la fragmentación posmoderna de las relaciones entre los sexos o de hecho a través de la pretensión de irrelevancia antropológica de cualquier institución basada en la relación masculino/femenino, desde el matrimonio hasta los llamados vínculos de sangre, desde la procreación hasta la relevancia de las relaciones familiares en el orden simbólico. Con todo, lo que permite al iusnaturalismo permanecer en el centro del debate contemporáneo sobre el gender es la memoria histórica de la cual es portador este paradigma y de la cual los iusnaturalistas han sido muchísimas veces, por así decir, en el plano no sólo de la teoría, sino sobre todo de la práctica, testigos, por no decir mártires: el constructivismo puro, cuando se impone como paradigma jurídico, muy rara vez se manifiesta como protector y amigo de


La ideología de género adquiere, en el plano antropológico, la pretensión de estar en la base de una ética nueva. La pretensión de ser reconocidos libres de definir el propio género corresponde de este modo con una pretensión libertaria extrema, sugerente y fascinante. Ya no sería el ojo del otro, la mirada exterior, quien nos identifique, sino nuestro propio ojo, el ojo interior, quien nos revele a nosotros mismos.

«La maliciosa observación de Niklas Luhmann, según la cual los sociólogos empíricos no deberían dejar de maravillarse ante el hecho de que la dicotomía masculino/femenino “corresponde tan bien a los hechos”, es decir “concuerda con las diferencias biológicas” (el hecho, por tanto, expresado en síntesis, de que “sólo las mujeres reales puedan parir hijos”), debe permanecer en el centro de nuestra reflexión».

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Benedicto XVI y el término “gender”

Dado que la fe en el Creador es parte esencial del Credo cristiano, la Iglesia no puede y no debe limitarse a transmitir a sus fieles sólo el mensaje de la salvación. Tiene una responsabilidad con respecto a la creación y debe cumplir esta responsabilidad también en público. Al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. También debe proteger al hombre contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que haya algo como una ecología del hombre, entendida correctamente. Cuando la Iglesia habla de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer, y pide que se respete este orden de la creación, no es una metafísica superada. Aquí, de hecho, se trata de la fe en el Creador y de escuchar el lenguaje de la creación, cuyo desprecio sería una autodestrucción del hombre y, por tanto, una destrucción de la obra misma de Dios. Lo que con frecuencia se expresa y entiende con el término «gender», se reduce en definitiva a la auto-emancipación del hombre de la creación y del Creador. El hombre quiere hacerse por sí solo y disponer siempre y exclusivamente por sí solo de lo que le atañe. Pero de este modo vive contra la verdad, vive contra el Espíritu creador. Ciertamente, los bosques tropicales merecen nuestra protección, pero también la merece el hombre como criatura, en la que está inscrito un mensaje que no significa contradicción de nuestra libertad, sino su condición.

Discurso a la Curia Romana 22 de diciembre de 2008

pretensiones individualistas de autodeterminación (de acuerdo con las ingenuas ilusiones de los constructivistas); con bastante más frecuencia llega a ser coherentemente funcional con la lógica impersonal del poder. En realidad, si la identidad personal no es más que fruto de un proceso, desvinculado de toda raíz natural, no se ve motivo por el cual este proceso no pueda ser, más que autodeterminado, también y con mucho mayor probabilidad heterodeterminado. Jacques Lacan nos enseñó que en la autodeterminación ética subjetiva está implícita su caída: el noble principio kantiano: considera al otro siempre como fin y nunca exclusivamente como medio tiene su inquietante pendant en el principio sadista: considera al otro siempre como medio y nunca exclusivamente como fin. En el horizonte subjetivo, la primera fórmula es lógicamente consistente en la misma medida que la segunda. La autodeterminación –palabra mágica de la modernidad biopolítica– alude a un sujeto en condiciones de autodeterminarse; pero si se sostiene que el yo no posee una naturaleza propia, en cuanto sólo está calificado por capacidades tecnomórficas indeterminadas, si la vida ya no se entiende como el fondo inaccesible de la individualidad, sino que es sustraída a la naturaleza y confiada a los mecanismos de gestión del sistema biomédico, no hay motivo alguno para que ésta no se conciba legítimamente a partir de los inescrutables intereses del poder político.

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En conclusión, la reclasificación de los criterios sociales y jurídicos para la definición del sexo y de la identidad sexual no se concibe ni reivindica como ineluctablemente orientada a la dilatación de las libertades individuales, ni, con mayor razón, se inscribe en el contexto de las luchas por la reivindicación de nuevos derechos, si no se quiere entrar, contra toda intención, en una pendiente resbalosa.

Una determinación voluntarista Quienes pretenden defender el derecho a la identidad sexual no como el derecho a la determinación objetiva sobre la verdad del propio sexo, sino como un intachable derecho de elección de la propia identidad están por tanto obligados a postular una identidad de la persona, aun cuando sea de carácter metasexual, que constituya su sustrato inconcuso. Están obligados a postular nuevas formas de identidad no biológicamente o morfológicamente, sino determinadas de manera voluntarista, identidades que tendrían derecho a ser reconocidas incondicionalmente y en relación con las cuales el poder político no tendría voz ni voto. Sin embargo, precisamente en este punto los buenos motivos del iusnaturalismo, expulsado por la puerta, terminan entrando nuevamente por la ventana, aun cuando se hayan debilitado. Si la determinación del gender es en gran medida voluntarista, ya que no puede invocar como justificación ninguna determinación naturalista, queda sin resolver el problema de cómo podría revindicarse individualmente como absoluta y no negociable: puesto que no existe un querer verdadero que pueda (sólo por ser tal) imponerse sobre un querer falso, y lo que importa –como había comprendido perfectamente Nietzsche– es solamente cuál de los dos quereres se revela al final como el más fuerte, es decir, aquel capaz de imponerse al más débil, es muy dudoso que en sistemas de complejidad siempre crecientes, en lo referente a la determinación de la identidad sexual prevalezcan las voluntades de género de tipo individualista frente a las pretensiones reguladoras sobre el género que puedan ser presentadas por el poder. La modernidad, para retomar una lúdica intuición de Foucault4, ya no sabrá que hacer con los sujetos de derecho tan pronto como la identidad ya no se considere un presupuesto, sino un producto. Surgen aquí con todo su carácter embarazoso las recaídas jurídicas de los aspectos biopolíticos fundamentales, de los cuales todavía debemos tomar debida conciencia y con los cuales todavía estamos muy lejos de haber ajustado las cuentas cabalmente. Si bien las recaídas más inmediatas de la ideología de género se producen en el plano jurídico y social, sus efectos más incisivos tienen carácter antropológico y por tanto ponen en cuestión nuestra

La identidad sexual no se construye privadamente, replegando al yo sobre sí mismo, ni de manera voluntarista, imponiendo a los demás la propia autodeterminación. Somos hombres o somos mujeres porque respondemos con nuestra identidad sexual a las pro-vocaciones que nos llegan del sexo opuesto, provocaciones que nos piden esencialmente reconocer en la alteridad sexual el límite constitutivo de nuestra subjetividad.

4 M. Foucault, La volontà di sapere, tr. it., Feltrinelli, Milán, 1978, p. 126.

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En el mito griego, el loco amor de Narciso por sí mismo es simultáneo con su incapacidad inhumana de responder al sincero amor que cultiva por él la ninfa Eco: de esta doble distorsión (es decir, de decir sí exclusivamente a uno mismo y decir no al otro) surge el resultado trágico, es decir, ni más ni menos que mortal, del caso.

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capacidad misma de autocomprensión personal. El discurso parece adquirir un carácter paradojal, por cuanto quienes se vuelven defensores de la legitimidad de las reivindicaciones de género usan como argumento la necesidad de reconocer las identidades elaboradas autónomamente por las personas mismas, ya que sólo éstas serían portadoras de la señal de la autenticidad. Sólo un yo capaz de analizarse a sí mismo y hacer surgir desde la profundidad de sí mismo su identidad merecería en definitiva respeto moral. La ideología de género adquiere así, en el plano antropológico, la pretensión de estar en la base de una ética nueva. La pretensión de ser reconocidos libres de definir el propio género corresponde de este modo con una pretensión libertaria extrema, sugerente y fascinante. Ya no sería el ojo del otro, la mirada exterior, quien nos identifique, sino nuestro propio ojo, el ojo interior, quien nos revele a nosotros mismos. Surgen de esta pretensión antiguas sugerencias. El hecho de que nuestra libertad, antes de ser política, es moral y reside esencialmente en nuestro interior es una verdad antigua y vital, de profundas raíces cristianas. Todo el problema de la ideología del género se reduce no al hecho de reivindicar esas dimensiones de la subjetividad, sino al hecho de exasperarlas. Si efectivamente es verdad, desde el punto de vista agustiniano, que sólo en la interioridad de la conciencia de cada uno de nosotros reside la verdad, es igualmente cierto que nuestra interioridad no se autoalimenta, sino crece y se forma a través de las innumerables dinámicas relacionales que nos


constituyen como sujetos y como personas. El tú viene primero del yo y toda tentativa de cerrar el yo al tú es no sólo psicológicamente implanteable, sino moralmente inaceptable. La identidad sexual no se construye privadamente, replegando al yo sobre sí mismo, ni de manera voluntarista, imponiendo a los demás la propia autodeterminación. Somos hombres o somos mujeres porque respondemos con nuestra identidad sexual a las pro-vocaciones que nos llegan del sexo opuesto, pro-vocaciones que nos piden esencialmente reconocer en la alteridad sexual el límite constitutivo de nuestra subjetividad. En el mito griego, el loco amor de Narciso por sí mismo es simultáneo con su incapacidad inhumana de responder al sincero amor que cultiva por él la ninfa Eco: de esta doble distorsión (es decir, de decir sí exclusivamente a uno mismo y decir no al otro) surge el resultado trágico, es decir, ni más ni menos que mortal, del caso. Fuera del mito y de toda metáfora, es realmente mortal toda forma de absolutización subjetivista del yo: esa absolutización que en el ámbito económico es llamada capitalismo salvaje; en el ámbito étnico, racismo; en el ámbito religioso, fundamentalismo; en el ámbito bioético, gestión personalista del cuerpo (del aborto a la eutanasia, de las manipulaciones genéticas al comercio de órganos); en el ámbito antropológico se llama negación de la datidad sexual. Todas las experiencias, individuales o colectivas, en las cuales la percepción de la alteridad se elimina u ofusca no son experiencias de libertad, sino de servidumbre.

Fuera del mito y de toda metáfora, es realmente mortal toda forma de absolutización subjetivista del yo: esa absolutización que en el ámbito económico es llamada capitalismo salvaje; en el ámbito étnico, racismo; en el ámbito religioso, fundamentalismo; en el ámbito bioético, gestión personalista del cuerpo (del aborto a la eutanasia, de las manipulaciones genéticas al comercio de órganos); en el ámbito antropológico se llama negación de la datidad sexual. (…)

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Aspectos psicológicos de la esperanza Por GIOVANNI CUCCI S.J.

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a encíclica Spe salvi de Benedicto XVI1 aborda un punto esencial de la vida humana, el cual ha sido más bien desatendido en la reflexión cultural actual, desinterés que también ha mostrado la insuficiente atención concedida a este documento, a diferencia de lo que ocurre con pronunciamientos sobre temas político-sociales o de ética sexual. Y sin embargo el tema manifestado por la encíclica es decisivo para una existencia sensata, ya que la respuesta a la pregunta sobre la esperanza está presente en todo suceso humano en cuanto búsqueda de sentido. El ser humano no está en condiciones de desarrollarse sin un ambiente favorable al sentido, el orden, la confianza y la estabilidad, como advierte Berger: “En realidad, los psicólogos de la infancia nos dicen que no puede haber maduración psicológica si al iniciarse el proceso de socialización no existe fe en el orden. La inclinación del hombre hacia el orden se basa en una especie de fe o confianza de que en el fondo la realidad está «en orden», de que «todo está bien», que es «como debería ser» (…). Llegar a ser padre o madre significa asumir el rol de constructor y protector del mundo (…). El rol que un padre o madre asume no sólo consiste en representar el orden de determinada sociedad, sino el orden en sí mismo, el orden que rige el universo y nos induce a tener confianza en la realidad”2. Del mismo modo, todos los conocimientos y las acciones humanas, en cuanto están orientados a comprender, requieren un sentido, entendido como capacidad de insertar lo aprendido en una estructura ordenada y armónica. El psiquiatra Yalom reconoce en la búsqueda a menudo experimentada de un sentido el elemento común situado en la base de la gran diversidad de personas y situaciones que ha encontrado en el curso de su larga profesión de terapeuta, como característica imposible de suprimir del ser humano: “Somos seres dedicados a la búsqueda de sentido. Así, desde el punto de vista biológico, nuestro sistema nervioso está estructurado de tal manera que los estímulos provenientes del exterior se organicen automáticamente a partir del cerebro en estructuras internamente dotadas de sentido”3. Y la esperanza es garantía de la presencia de

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el tema manifestado por la encíclica spe salvi es decisivo para una existencia sensata, ya que la respuesta a la pregunta sobre la esperanza está presente en todo suceso humano en cuanto búsqueda de sentido.

1 Cf. Benedicto XVI, Carta encíclica Spe salvi, 30 de noviembre de 2007. 2 P. BERGER, Il brusio degli angeli, Bolonia, il Mulino, 1969, 92; 94.

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3 I. YALOM, Guarire d’amore. I casi esemplari di un grande psicoterapeuta, Milán, Rizzoli, 1990, 18. 4 El tema de lo irascible reaparece, en el tratamiento más general de las pasiones del alma, en Santo Tomás de Aquino, que retoma y sistematiza los análisis anteriores de Aristóteles. Él ve en lo irascible una ayuda para conseguir el bien (ver Summa Theol., I-II, c. 23, a. 1). En el curso del tratamiento, Santo Tomás especifica tres grupos de pasiones de lo irascible: “la esperanza y la desesperación, el temor y la audacia, y por último la ira, que no tiene una pasión contraria” (ver I-II, c. 23, a. 4). El tema de las pasiones del alma fue tratado también por los antiguos Padres de la Iglesia, sobre todo Evagrio y Casiano. 5 Cf. Summa Theol., I-II, c. 25, a. 3, ad 1um. 6 Ver la investigación llevada a cabo al respecto por L. Arcuri y B. Gawronski, “The Unseen Mind”, en Science, 22 de agosto de 2008, 1.046 s. Arcuri comentaba en los siguientes términos los resultados de la investigación: “A menudo se considera que cuando los individuos eligen entre dos alternativas, lo hacen sobre la base de argumentaciones activadas en forma consciente a propósito de las opciones en juego. Nuestros datos, en este trabajo y otros trabajos recientes, muestran que las asociaciones mentales activadas en forma automática e inconsciente por individuos que no se han decidido pueden influir de manera tendenciosa en las elecciones de los mismos: dichas elecciones terminarán reflejando las determinaciones expresadas anteriormente en forma automática” (M. Piatelli Palmarini, “La mente invisibile”, en Corriere della Sera, 22 de agosto de 2008, 39). 7 Summa Theol., I-II, c. 25, a. 3. En cuanto a la relación entre agresividad y esperanza, remitimos a nuestra obra La forza della debolezza. Aspetti psicologici della vita spirituale, Roma, AdP, 2007, 149-174.

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un sentido en la vida, sobre todo cuando nos parece que éste no se puede encontrar en forma inmediata o está situado fuera de las propias posibilidades. Ya nos ocupamos anteriormente de la encíclica Spe salvi, presentando las líneas esenciales de su contenido. En este artículo, se pretende más bien mostrar la importancia de la esperanza desde el punto de vista psicológico, como virtud vinculada con la vida, respuesta de confianza y al mismo tiempo búsqueda de significado ante las dificultades y las pruebas, en último término ante la muerte. En este sentido, la esperanza siempre constituye una instancia de salvación: “En esperanza fuimos salvados”, como recuerda la encíclica (n. 1) citando a San Pablo (Rm 8, 24).

La reflexión clásica Para los antiguos, la esperanza era propia de esa facultad de la psique llamada “irascible”4, entendida como capacidad de enfrentar los obstáculos. Es la “determinación” que otorga fuerza y valor para no sucumbir ante las dificultades y así llevar a término el emprendimiento considerado5. Sin la energía de lo irascible, un atleta nunca podría ganar en una competencia; un estudiante no tendría valor para presentarse a un examen, aun cuando supiera todo perfectamente; no sería posible terminar un trabajo, y la duración y la perseverancia serían imposibles en las relaciones. Se trata de una reflexión ampliamente confirmada por las investigaciones actuales en el ámbito neuropsicológico: éstas reconocen cómo los mismos procesos cognitivos que están en la base del razonamiento presentan un notable componente afectivo y sobre todo inconsciente6. Santo Tomás, refiriéndose a la facultad de lo irascible, retoma la línea de interpretación de los antiguos, agregando una observación muy profunda desde el punto de vista psicológico. Advierte que al enfrentarse un obstáculo, éste se supera sobre todo porque se ha considerado posible de enfrentar (hay por tanto un momento valorativo-especulativo anterior) y en segundo lugar porque al llevarse a cabo esa acción existe el convencimiento de que las cosas mejorarán, de que esa actividad implicará una satisfacción. Estas dos características indican de qué manera la agresividad constituye el fundamento natural (“pasional”) de la esperanza: Spes prima est inter passiones irascibilis7. Sin la esperanza, nada se realizaría, y quedaríamos paralizados en una especie de estado vegetativo, ya que toda actividad posible se consideraría absolutamente inútil. De hecho, el individuo carente de agresividad carece también de esperanza, como el depresivo crónico, que presenta una tendencia fuerte al suicidio. La agresividad, al ser negada, termina por des-


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encadenarse contra uno mismo. Este manifiesto binomio entre agresividad-rabia-esperanza y tristeza-depresión-desesperación es fundamental en la vida humana desde el punto de vista psicológico, moral y espiritual. Dicho espectro de emociones, a veces etiquetadas equívocamente como inútiles o negativas, reviste una notable incidencia en la autoestima: la convicción de estar en condiciones de enfrentar las dificultades constituye ciertamente una poderosa motivación de vitalidad. El vínculo entre esperanza, agresividad y vida puede además aplicarse al sistema motivacional en general. Uno decide actuar ante todo porque encuentra un significado que “vale la pena” concretar, y por eso se concluye, aun cuando no sea conscientemente, que “vale la pena vivir”. Aquí adquiere nuevamente actualidad un aforismo de Nietzsche: “Quien tiene un porqué en la vida puede soportar casi todo cómo”, aforismo retomado por V. Frankl8. Efectivamente, las investigaciones llevadas a cabo en situaciones de gran hostilidad y peligro de vida, como la reclusión en los campos de concentración, confirman la conexión evidente entre esperanza y agresividad. Con frecuencia, durante la reclusión, los prisioneros padecían profundas depresiones y pensaban en el suicidio, y sin embargo cuando se enojaban desaparecía el pensamiento de la muerte: “Una manera de evitar una muerte inminente entre los prisioneros de guerra que estaban a punto de morir a causa de la desesperación, la apatía y la depresión, consistía en que sus compañeros los hicieran rabiar. Esto sugiere no sólo que la esperanza contiene un elemento sumamente afectivo, sino también que dicho elemento afectivo es por naturaleza decididamente combativo (…). La esperanza es el resultado de un cambio afectivo”9. La polaridad esperanza-agresividad conduce a ulteriores conclusiones interesantes en el ámbito psicológico, como la tendencia a considerar característica peculiar de la enfermedad mental la falta de esperanza10, y por tanto de agresividad, lo cual mostraría, como se ha advertido en otra parte a propósito de la autoestima11, la importancia del elemento previo y aparentemente abstracto del juicio cognitivo, de la lectura de fondo de un suceso en su valor simbólico: esta lectura conduce nuevamente al sujeto al significado global que, conscientemente o no, da a su propia vida. También en el ámbito terapéutico, un paso importante está constituido por la capacidad de elaborar una reestructuración cognitiva que permita el ingreso, ya presente por lo demás, de otros elementos, de otros “colores” en condiciones de contrarrestar el predominio destructivo de lo negativo12. Sin embargo, para poder llevar esto a cabo es importante ante todo reconocer la presencia de la esperanza, como resorte interior capaz de llevar a la convicción de que “podremos salir adelante”.

Todos los conocimientos y las acciones humanas, en cuanto están orientados a comprender, requieren un sentido, entendido como capacidad de insertar lo aprendido en una estructura ordenada y armónica.

8 Cf. Viktor Frankl, Uno psicologo nei lager, Milán, Ares, 1975, 129. 9 Th. Healy, “Le dinamiche della speranza: aspetti interpersonali”, en L. Rulla (ed.), Antropologia della vocazione cristiana, vol. III: Aspetti interpersonali, Bolonia, Edb, 1997, 31 s. 10 “Si hay algo que caracteriza todas las formas de enfermedad mental, es la falta de esperanza” (W. F. Lynch, Images of Hope: Imagination as Healer of the Hopeless, Londres, University of Notre Dame Press, 1974, 25). 11 Cf. G. Cucci, La forza della debolezza, op. cit., 126-13, ver nota 7. 12 Ver A. T. Beck, Depression. Cause and Treatment, Filadelfia, University Press, 1970, 325 s.

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Joseph Ratzinger – Benedicto XVI*

EN LA ESPERANZA

Ser cristiano es ser una persona con esperanza, es situarse en la base de una esperanza segura. Según estos textos [Ef. 2,12; 4, 13], la esperanza no es puramente una virtud entre otras; es la definición misma de la existencia cristiana. *** El temor que trasciende todos los temores es el temor a perder el amor enteramente, el temor a una existencia en la cual las pequeñas perturbaciones diarias lo llenen todo, sin algo grande y tranquilizador al mismo tiempo para mantener el equilibrio. *** Si el temor que trasciende todos los temores es en último término temor a perder el amor, entonces la esperanza que trasciende todas las esperanzas es la seguridad de ser colmado del don de un gran amor. *** El problema antropológico de la esperanza consiste así en la necesidad humana de algo que vaya más allá de toda capacidad humana. En el Nuevo Testamento y en los padres apostólicos, los conceptos de esperanza y fe son en cierta medida intercambiables. *** La esperanza descansa ante todo en algo que falta en la esencia de la condición humana. Siempre esperamos más de lo que cualquier momento presente pueda entregarnos. Mientras más seguimos esta inclinación, mayor conciencia adquirimos de las limitaciones de nuestra experiencia. Lo imposible se convierte en una necesidad. Pero la esperanza también significa “la seguridad de que este anhelo encontrará una respuesta”. *** * Párrafos seleccionados de una conferencia pronunciada por el entonces Cardenal Ratzinger en el jubileo del Colegio Franciscano de Roma, el Antonianum. Originalmente publicada en la revista Communio N°12 (Primavera - 1985).

La esperanza, gran huérfana de la investigación psicológica

13 Ver E. Stotland, The Psychology of Hope, San Francisco, Jossey-Bass, 1969.

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Así como para la espiritualidad a veces es difícil encontrar un lugar adecuado para la agresividad, el enfoque de las ciencias humanas manifiesta gran incomodidad ante un elemento que refleja la agresividad, como es la esperanza. Curiosamente, al parecer ésta no interesa en gran medida al psicólogo. Independientemente de cuál pueda ser la causa de esto, nos impresiona el tono oscuro y pesimista del enfoque psicológico y psicoanalítico ante la vida en general. El tema de la esperanza no es muy estudiado y más bien puede considerarse el gran ausente en las investigaciones de quienes trabajan en el campo de la salud mental. La primera investigación sobre la esperanza desde el punto de vista psicológico aparece sólo a fines de los años 60, al publicarse en Estados Unidos el libro The Psychology of Hope, de E. Stotland13. En todo caso,


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*** Creer es abandonar el juego sombrío de las cosas corruptibles para alcanzar el terreno firme de la verdadera realidad -“hipóstasis”-, es decir, de manera bastante literal, aquello que se mantiene derecho y aquello sobre lo cual uno puede mantenerse de pie. En otras palabras, creer es haber topado el suelo, acercarse a la substancia de todo. Con la fe, la esperanza ha obtenido una base. Francisco es el testigo y guardián de la esperanza porque nos ha ayudado a “aceptar con alegría” (Hb 10:34) la pérdida de rango, de posición, de posesiones, y ha hecho visible, detrás de las falsas esperanzas, la esperanza verdadera, auténtica, aquella que nadie puede confiscar ni destruir. *** El tema de la esperanza se expande por necesidad interna hacia la pregunta por la relación entre el hombre y la creación. Los seres humanos están tan profundamente ligados a la creación que no podría existir una salvación para ellos que no fuera igualmente salvación para toda la creación. Pablo ha explicado esta conexión en el capítulo 8 de la epístola a los Romanos. La criatura también espera. Es importante recordar que la esperanza de la creación no se extiende, por ejemplo, a la capacidad de un día librarse del yugo humano. Ella espera por un hombre transfigurado, un hombre que se ha convertido en hijo de Dios. Este hombre devuelve a la creación su libertad, su dignidad, su belleza. A través de él la creación misma se diviniza. Heinrich Schlier hace el siguiente comentario: toda criatura está orientada hacia la expectativa de este evento. Es una responsabilidad infinita que por consiguiente se confía a los humanos: ser la realización de toda aspiración de la tierra y el cielo. El Padre Nuestro es algo más que un catálogo de temas de esperanza, es la esperanza en acción. Rezar el Padre Nuestro es entregarnos al dinamismo de lo que se pide, a lo propio de la esperanza misma. Alguien que reza es alguien que tiene esperanza, porque esa persona todavía no está en la situación del que lo tiene todo. De lo contrario, no necesitaríamos pedir. Pero sabemos que hay alguien que tiene la bondad y el poder de darnos lo que sea, y es a él hacia quien extendemos nuestras manos. El que ora, dice Joseph Pieper, “se mantiene abierto a un don que no conoce; e incluso si lo que específicamente pidió no le es dado, él permanece cierto de que su oración no ha sido en vano”2. Esta es la razón por la que los maestros de oración no podrían ser mercaderes de falsas esperanzas; ellos son por el contrario verdaderos maestros de esperanza. 1 H. Schlier, Das Ende der Zeit (Friburgo, 1971), 254. 2 Pieper, Hoffnung und Geschichte, 136, no. 32.

en este libro la investigación se limita a pocas cosas, como la salud, la curación y la capacidad de enfrentar determinados problemas en plazos breves, evitando en cambio todas las interrogantes más generales, aun sabiendo que éstas se presentan con frecuencia en la relación terapéutica cuando es preciso enfrentar una situación problemática y de incertidumbre. Desde este punto de vista, al parecer se ha dado un paso atrás en relación con las investigaciones de los antiguos y de Santo Tomás14, tal vez también a causa de la índole claramente pesimista del fundador del psicoanálisis, cuyos escritos no dejan ciertamente mucho espacio para la esperanza en la vida, invitando más bien a mirar de frente el sufrimiento y no hacerse demasiadas ilusiones15. Cuando enfrenta un problema específico, la investigación psicológica está en condiciones de proceder de manera satisfactoria y en conformidad con las aspiraciones más comunes de la persona, procurando responder a su deseo de vivir en plenitud, enfrentando problemas

14 Así, el reciente Dizionario Enciclopedico di Psicologia , organizado por Galimberti, que normalmente se refiere ampliamente a cada tema, sólo dedica media columna de una página a la esperanza (ver “Speranza”, en U. Galimberti [ed.], Psicologia, Milán, Garzanti, 1999, 995 s.). 15 Freud expresó con claridad y honestidad su visión sumamente pesimista de la existencia, sobre todo en dos obras que analizan la civilización y la religión como “productos culturales” que han surgido para aliviar la dureza de la vida. CF. Sigmund Freud, L’avvenire di un’illusione (1927) e Il disagio della civiltà (1929).

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La esperanza es garantía de la presencia de un sentido en la vida, sobre todo cuando nos parece que éste no se puede encontrar en forma inmediata o está situado fuera de las propias posibilidades.

16 B. Bettelheim, “Presentazione”, en Id., Sopravvivere e altri saggi, Milan, SE, 2005. 17 Cf. H. Fries, Teologia fondamentale, Brescia, Queriniana, 1987, 40 s.

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y dificultades específicas que le impiden gozar de su vida consigo misma y con los demás. Cuando las interrogantes en cambio apuntan a problemas más fundamentales y generales de la vida, se advierte un oscuro fatalismo que, si se vive con coherencia, debería conducir a la desesperación. En realidad, desde el momento en que no se cuenta con ciertos “apoyos” concretos que sostenían el obrar, y en ausencia de un horizonte de sentido más grande, en definitiva sólo se puede concluir que la existencia humana es totalmente absurda. Además de la carencia de estudios e investigaciones en este campo, de hecho ciertos psicólogos confirman esa conclusión final. Pensemos, por ejemplo, en el psicoanalista Bettelheim, que ante la experiencia de los lager luchó aferrándose a la vida con dignidad, llevando adelante con dedicación y rigor admirables sus estudios, buscando vías de salida también en la situación trágica en la cual estaba inmerso. Presentando una recopilación de ensayos dedicados a este tema, escribía al respecto: “La experiencia del campo de concentración, unida a mi trabajo con los individuos psicóticos, ha motivado mi compromiso en relación con dos problemas fundamentales y estrechamente vinculados entre sí: qué hacer, a nivel social y a nivel individual, de manera más restringida, pero también más urgente, para evitar la anomia y la alienación, tan destructivas para la autonomía y la seguridad individuales, y cómo evitar la desintegración de la personalidad, el aislamiento y la falta de respeto por uno mismo y por los demás”16. Una vez terminada esa terrible experiencia, la pregunta sobre el posible sentido de todo eso y sobre el sentido de la vida en general se replanteó no obstante de manera ineludible. El sentido de lo ocurrido constituye de hecho el problema por excelencia para quienes sobrevivieron, un problema al cual nadie puede escapar, como confiesa Frankl en una entrevista17. Bettelheim no pudo identificar una respuesta adecuada, terminando sus días trágicamente con el suicidio, en 1990, a los 86 años de edad: al final triunfó el lager, al igual que las pulsiones mortales de Freud. Surge aquí el límite del planteamiento freudiano de la vida, compartido por Bettelheim, según el cual el ser humano encuentra un sentido por el cual vivir en el trabajo, en las relaciones y en la sexualidad, pero cuando faltan las fuerzas, cuando faltan las personas queridas (la esposa de Bettelheim había muerto un tiempo atrás) resulta lógico concluir que la falta de sentido puede a lo sumo ocultarse o postergarse, pero en definitiva se impone. Las esperanzas a breve plazo ceden tarde o temprano el paso a la desesperación del nihilismo: “Parecería que la estrategia de desafío, que era tan eficaz para el Bettelheim más joven en los campos de concentración, no tenía nada nuevo que ofrecer ante las inevitables disminuciones de la vida posterior:


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foto niño

«Sin la esperanza, nada se realizaría, y quedaríamos paralizados en una especie de estado vegetativo, ya que toda actividad posible se consideraría absolutamente inútil. De hecho, el individuo carente de agresividad carece también de esperanza».

el mundo se manifestó como un gran campo de concentración. Las esperanzas que inicialmente habían sostenido la energía de la vida debían finalmente reconocer la derrota”18. Se encuentra una situación parecida en el caso del psicólogo Kohlberg. Sus estudios sobre la existencia y justificación del sentido moral se enfrentaron dramáticamente en un momento dado con el tema de la esperanza, y el hecho de no resolverse el problema lo condujo también a él a resultados trágicos. La pregunta que guía toda su investigación –“¿Por qué ser morales?”– llama a otras, igualmente importantes y vinculadas con la esperanza: “¿Por qué vivir?”, y sobre todo “¿Cómo enfrentar la muerte?”, la propia muerte, pero más aún la muerte de las personas queridas. Kohlberg no supo ofrecer una respuesta a estas interrogantes fundamentales, reconociendo que habrían llevado la reflexión a otro plano, puramente religioso, un plano que su investigación no quiso tomar en consideración19.

18 Th. Healy, “Le dinamiche della speranza: aspetti interpersonali”, op. cit., 58. 19 «“¿Por qué ser morales?”. En este punto, la respuesta incluye la otra pregunta del “¿por qué vivir?” (y la pregunta paralela: “¿Cómo enfrentar la muerte?”). Y así la total madurez moral exige una solución madura para el significado del problema de la vida, que en sí misma no constituye un problema moral, sino ontológico o religioso. Además de no ser un problema moral, no se puede resolver en un terreno puramente lógico y racional, como en cambio se resolvían los problemas morales (…). Se puede expresar en términos teístas, pero no necesariamente» (L. Kohlberg, “Continuities in childhood and adult moral development revisited”, en C. Bresciani – A. Manente, Psicologia e sviluppo morale della persona, Bolonia, Edb, 1992, 331.

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20 “Cuando a la luz de la perspectiva más infinita nos percatamos de la finitud de nuestra vida, es ahí que aflora la desesperación. La insignificancia de nuestra vida ante la muerte y la insignificancia de lo finito visto desde lo infinito. Asumir una perspectiva más cósmica tiene como primer paso la desesperación, pero termina en su resolución, que es la etapa 7” (op. cit., 331). 21 Ver I. D. Yalom, Teoria e pratica della psicoterapia di gruppo, Turín, Borighieri, 1997, 332. 22 Es lo que señala el Papa en la encíclica a propósito de la relación entre esperanza, sufrimiento y acción: “Ciertamente, en nuestras penas y pruebas menores siempre necesitamos también nuestras grandes o pequeñas esperanzas: una visita afable, la cura de las heridas internas y externas, la solución positiva de una crisis, etc. También estos tipos de esperanza pueden ser suficientes en las pruebas más o menos pequeñas. Pero en las pruebas verdaderamente graves, en las cuales tengo que tomar mi decisión definitiva de anteponer la verdad al bienestar, a la carrera, a la posesión, es necesaria la verdadera certeza, la gran esperanza de la que hemos hablado” (Benedicto XVI, Carta encíclica Spe salvi, op. cit., n. 39). 23 “La fe es garantía de lo que se espera” (Hb 11, 1). 24 “El sentido del mundo debe estar fuera de éste. En el mundo, todo es como es y todo sucede como sucede; no hay en él un valor, ni algo lo tendría si estuviese en él. Si hay un valor que tiene valor, debe estar fuera de todo suceso y forma de ser. De hecho, todo suceso y forma de ser es accidental. Lo que los hace ser no accidentales no puede estar en el mundo, ya que de ser así sería a su vez accidental. Debe estar fuera del mundo” (L. Wittgenstein, Tractatus Logico-philosophicus e Quaderni 1914-1916, Turín, Einaudi, 1964, prop. 6.41, 79; en cursiva en el texto. Ver también lo observado en los Quaderni: “Creer en un Dios significa comprender la cuestión del sentido de la vida. Creer en un Dios significa ver que los hechos del mundo no son todo. Creer en Dios significa ver que la vida tiene un sentido” (op. cit., 174).

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Kohlberg se propuso como ideal una filosofía de tipo estoico, muy cerca de Freud en esto, pero sin esconder cómo esa filosofía nace en el fondo de la desesperación ante la finitud de la vida, que podría enfrentarse adecuadamente sólo en una perspectiva de fe, lo que Kohlberg llama en su clasificación moral una “hipotética etapa 7”20. Dicha posibilidad permanece con todo en la incertidumbre, buscando una vía de salida en el compromiso social y en la investigación científica.

Reavivar la esperanza La esperanza no parece por tanto ser muy propia del ámbito psicológico, y semejante carencia lleva a preguntarse si el mensaje de fondo transmitido al paciente en el plano terapéutico, lejos de infundir en el mismo serenidad y gusto por la vida, en definitiva no conducirá más bien a incrementar mayores angustias y depresiones. Yalom observa cómo el gran número de suicidios entre los psiquiatras constituye tal vez una trágica ilustración del dilema de tener que ser dios para sí mismos, de tal manera que todo queda confiado a las propias fuerzas: esto, en los momentos de mayor desconsuelo, tiene el riesgo de hacer caer en una desesperación sin salida, por estar abandonados a las propias fuerzas, carentes de toda posible “ancla de salvación”. Ante situaciones especialmente críticas, sin una razón última de esperanza, sin un sentido por el cual valga la pena comprometerse y luchar, resulta muy arduo encontrar motivos para seguir viviendo22. La esperanza es una realidad esencialmente conectada con la fe, como recuerda la epístola a los Hebreos23. Puede encontrar un fundamento sólo en una perspectiva trascendente, hasta el punto de que para San Pablo precisamente la esperanza ante la muerte constituye la vertiente que diferencia al creyente del no creyente: “Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza” (1 Ts 4, 13; cf. también Ef 2, 12). El sentido, del cual la esperanza quisiera ser portavoz, no es ciertamente justificable sobre la base de la experiencia empírica, sino, como observaba Wittgenstein, se sitúa más allá de la misma24. Para poder ser “sensatas”, las esperanzas concretas que motivan el quehacer cotidiano, deben alcanzar la Esperanza de una plenitud de vida más grande que los problemas y las dificultades encontradas. En esa perspectiva, aludir a la esperanza no paraliza el obrar, sino más bien lo lleva a su cumplimiento. Como vimos anteriormente, la esperanza es capacidad de reaccionar ante las dificultades introduciendo otros colores en la vida. Así, “no sólo se agrega un elemento más a la lista ya existente de lo que se puede esperar; más bien se altera el sentido


Psicología con alma

de todo cuanto se encuentra en la lista”25. Efectivamente, ella es la única en condiciones de justificar en último término cada uno de nuestros proyectos, otorgando fuerza y motivación en el momento de la prueba. La falta de esperanza conduce en cambio a la parálisis del obrar. En una visión nihilista, ante la vanidad de todo, cada posible iniciativa se convierte en cruel prolongación de un suplicio inútil, “un ejercicio semejante a dar remedios a un soldado herido para enviarlo nuevamente a una batalla que en definitiva debe perder. En el horizonte de la fe cristiana, en cambio, la relación interpersonal con el Dios que en Cristo liberó al hombre de la muerte (…) viene a significar que nuestras actividades humanas, limitadas como son, pueden también ser un aporte para construir el reino de Dios, una contribución que no se perderá, sino que se purificará y transfigurará para el reino eterno y universal. Además de alcanzar la esperanza de la vida eterna, este horizonte da una nueva dimensión a todas nuestras esperanzas de menor valor”26. Para Santo Tomás, la esperanza constituye no sólo una fuerza para afrontar y superar problemáticas puntuales; ofrece también la posibilidad de gozar de la propia vida, ya que tiene como tarea fortalecer el deseo, especialmente ante las dificultades. A su vez el deseo otorga un tono de placer a la vida27: la perspectiva cristiana no es contraria al placer, sino más bien está en condiciones de darle una justificación básica. Así, la esperanza, como parte esencial de la dinámica del vivir, debería encontrar un espacio mayor en la reflexión cultural, en todos los niveles, evitando el peligro de propuestas basadas en una triste entrega en relación con la vida, procurando substancialmente limitar los daños. De aquí surge la invitación, presente en la encíclica, a mirar a aquellos grandes testimonios de la esperanza que fueron los mártires. Ellos, en el momento más terrible de la prueba, manifestaron un sentido, ahí donde todo parecía humanamente desmentirlo: “Es importante sin embargo saber que yo todavía puedo esperar, aunque aparentemente ya no tenga nada más que esperar para mi vida o para el momento histórico que estoy viviendo. Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas por el poder indestructible del Amor y que, gracias al cual, tienen para él sentido e importancia, sólo una esperanza así puede en ese caso dar todavía ánimo para actuar y continuar”28. En esta articulación delicada tal vez puede reconocerse la contribución más preciosa que las ciencias humanas podrían ofrecer en relación con la importancia de una vida de fe, como valor propiamente humano, capaz de dar fuerza y sensatez a situaciones objetivamente desgarradoras, como recordaba el aforismo de Nietzsche ya citado.

25 Th. Healy, “Le dinamiche della speranza: aspetti interpersonali”, op. cit., 77. 26 Op. cit., 77. 27 “La esperanza puede causar y acrecentar el amor, ya sea a raíz del placer que la acompaña, ya sea a raíz del deseo, porque la esperanza refuerza el deseo: de hecho no se desea tan intensamente lo que no se espera” (Summa Theol., I-II, c. 27, a. 4, ad 3um). 28 Benedicto XVI, Carta encíclica Spe salvi , n. 35. Ver también n. 39, donde el Papa, con el ejemplo de los santos, recuerda el valor de la antigua costumbre de ofrecer el propio sufrimiento para un bien más grande: “¿Qué quiere decir «ofrecer»? Estas personas estaban convencidas de poder incluir sus pequeñas dificultades en el gran compadecer de Cristo, que así entraban a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano. De esta manera, las pequeñas contrariedades diarias podrían encontrar también un sentido y contribuir a fomentar el bien y el amor entre los hombres. Quizás debamos preguntarnos realmente si esto no podría volver a ser una perspectiva sensata también para nosotros”.

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Donde se encuentran tradición y razón Por Javier Mª Prades López

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En la acción educativa, de hecho se cumple la superación del quiebre –típicamente moderno– entre tradición y razón. El gesto educativo llevado a cabo no puede explicarse ni como pura tradición ni como razón pura.(...)

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l fenómeno educativo tiene un interés objetivo para comprender una determinada tradición y sus implicaciones, así como para verificar su capacidad de ejercicio de la razón. En la acción educativa se alcanza a superar el quiebre –típicamente moderno– entre tradición y razón. El gesto educativo no puede explicarse en efecto ni como pura tradición ni como razón pura. Es imposible lograr el objetivo de educar si no hay, en primer lugar, una transmisión de un contenido por parte de otros y, simultáneamente, sin una asimilación racional y libre de parte del educando. La acción educativa, cuando ha alcanzado sus resultados, logra armonizar ambas dimensiones (tradición-razón) y de este modo nos muestra cómo se lleva a plenitud la experiencia humana elemental en el aspecto de la polaridad o tensión constitutiva entre el aspecto de “individuo” y el de “comunidad”. La experiencia humana exige, también en el ámbito del conocimiento, un fundamento que permita dar razón tanto de su dimensión comunitaria como de su dimensión individual. Proponemos una reflexión que permita considerar la situación del gesto educativo tanto en el surco de la tradición como en su valor de introducción al uso pleno de la razón. Al final del texto haremos una breve alusión a un ejemplo que nace de la experiencia española para indicar un valor universal. Comenzamos nuestra exposición ocupándonos del valor de la tradición en el acto educativo. Las dimensiones comunitarias de la vida humana son fundamentales para la configuración de la identidad del hombre adulto. No existe otra manera de llegar a la existencia de un ser humano racional y libre. En este sentido, las tentativas de prescindir del padre y/o de la madre, de la familia o de la primera socialización a través del idioma, la cultura y la religión de la cual somos parte originariamente sólo

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(...) Es imposible lograr el objetivo de la educación sin una transmisión por parte de otros y, simultáneamente, sin una asimilación racional y libre de parte del educando. La acción educativa, cuando ha dado resultado, logra armonizar ambas dimensiones (tradiciónrazón)

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Las dimensiones comunitarias de la vida humana son fundamentales para la configuración de la identidad del hombre adulto. No existe otra manera de llegar a la existencia de un ser humano racional y libre.

1 Ver XAVIER ZUBIRI, Sobre el hombre, Alianza, Madrid, 1986, 199-221, 205-268. Se puede ver también la reflexión antropológica sobre la tradición en JOSEPH RATZINGER, Elementi di teologia fondamentale, Morcelliana, Brescia, 1986, 46-51, Sobre el tema, remito más ampliamente a JAVIER PRADES, Nostalgia di Resurrezione. Ragione e fede in Occidente, Cantagalli, Siena, 2007; Occidente: l’ineludibile incontro , Cantagalli, Siena, 2008.

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producen aberraciones en nombre de la “técnica” reproductiva o del peor colectivismo, y ciertamente no difunden la dignidad y los derechos humanos. La valoración de la dimensión comunitaria de la vida humana debe ser inequívocamente positiva. La existencia de abusos reales y sumamente graves con los cuales se llega a manipular esta dimensión debe llevar a un claro rechazo de los mismos, pero no a disminuir su valor constitutivo para la humanidad. Sin reconocer, evaluar y eventualmente corregir la tradición de la cual procede, el hombre no podrá “hacerse” en la historia. El concepto antropológico de tradición es una categoría central para comprender esta dimensión histórica y social del hombre1. Cada hombre “se va haciendo” en la realidad, conforme a una asimilación personal de lo que recibe, como aceptación o rechazo crítico de lo que se le comunica. Para que dicha transmisión tenga éxito, debe respetar y llevar a cabo la polaridad antropológica “individuo-comunidad”. En el hombre, ciertamente, no se pueden separar sus dos dimensiones constitutivas: es un individuo irreductible y es miembro de la comunidad humana en su totalidad. Tampoco es posible separar al hombre de la referencia a Dios, que se refleja en esta misteriosa unidad dual individuo-comunidad. Esta unidad se entrega a la persona como don y como tarea, y adquiere por consiguiente un valor ético para la persona tanto en la dimensión intersubjetiva “yo-tú” como en la dimensión social de bien común. A la luz de la polaridad antropológica, es posible considerar más de cerca el concepto de tradición. Ésta es ante todo una transmisión de vida, entendida no como pura “fuerza” de la vida, sino como aquel conjunto de “formas de vida” basadas en el hecho de hacerse cargo de la realidad. Estas formas no están especificadas previamente, sino que se comunican sólo por transmisión, a través de un tradere (traditio). El intelecto del hombre de hecho no ha recibido puramente la inteligencia natural para partir de cero, sino también formas de vida en la realidad: en eso consiste el carácter histórico de la realidad humana, cuyo sujeto activo no es puramente el individuo en la sociedad, sino también la comunidad. En este marco se incluyen las distintas dimensiones de la transmisión de las formas de vida, y en otro contexto sería oportuno un examen más detallado de estos fenómenos, como el lenguaje, el pensamiento, el amor y el trabajo, en cuanto expresiones vivas de esta transmisión que hacen posible que cada uno “se vaya haciendo” en el arco de su vida. Ahora bien, decir que la historia es tradición no significa decir que la historia consiste en adecuarse simplemente a lo que se ha recibido, ya que tradición no equivale a conformismo. Si bien es lícito modificar lo que se recibe, también es cierto que sin tradición no existe historia, porque precisamente en la tradición se transmiten radicalmente las


formas de autoposesión propias de cada uno de los hombres. Por este motivo es inevitable recurrir a una “comprobación histórica” de las tradiciones consideradas como hechos en la historia. Dicha comprobación requiere la valentía y la inteligencia para identificar qué conservar y qué abandonar por el bien de la vitalidad de la tradición2. A la luz del criterio antropológico señalado anteriormente, podemos sugerir la conservación de los aspectos de la tradición gracias a los cuales el hombre –como unidad dual de individuo y comunidad– se “va haciendo” en el presente. Se valoran especialmente los aspectos culturales de la tradición que favorecen principalmente la interpretación “última” del hombre basada en su trascendencia. Si la categoría de traditio se relaciona genéticamente con las de cultura y de cultus, cada tradición antropológica que hoy llegue a ser objeto de debate público deberá evaluarse racionalmente teniendo presentes estos dos criterios: la capacidad de superar la dialéctica entre particularidad y universalidad, y la capacidad de seguir un ideal plenamente respetuoso de la trascendencia del hombre.

Valor del maestro La tradición es una condición ineludible para “poderse hacer”, para poder llegar a ser lo que podemos/debemos ser. En realidad, nadie puede alcanzar este objetivo decisivo “abstractamente”, en sentido etimológico, es decir, desligado del contexto humano que lo precede. Entre los ejemplos citados anteriormente de fenómenos vinculados con la tradición, tal vez el del lenguaje es el más significativo. Ningún hombre aprende a hablar por sí solo, puesto que la relación con el otro que transmite el significado de las palabras es constitutiva. No es una función puramente natural, tanto que sin el lenguaje no existiría un acceso humano a la realidad. Por este motivo, la dimensión comunitaria o social, transmitida por otros que nos preceden, es constitutiva de la maduración del yo, como se ve en el lenguaje. Para la tarea de educar, resulta evidente la necesidad de esta dimensión de traditio, donde el que educa debe preceder al educando, no sólo de facto, sino también de iure. Y esta exigencia es válida, en mi opinión, no sólo en la relación entre el adulto y el joven, sino también en todas las etapas de la vida, como se advierte en el caso en que un adulto sabe reconocer el valor determinante de un “maestro” suyo (en el ámbito universitario, social, moral…) para su camino personal. ¿Cómo actúa la tradición en la educación? Ofrece ante todo una hipótesis de significado que se debe verificar, es decir, que se debe someter a la valoración crítica personal. ¡Aquí aparece la razón como instancia complementaria y no contradictoria con la tradición! Ciertamente, la historia del pensamiento occidental, a partir de

Las tentativas de prescindir del padre y/o de la madre, de la familia o de la primera socialización a través del idioma, la cultura y la religión de la cual somos parte originariamente sólo producen aberraciones en nombre de la “técnica” reproductiva o del peor colectivismo, ciertamente no difunden la dignidad y los derechos humanos.

2 Como muy bien captó el poeta, la experiencia de cada generación, entre el pasado y lo que todavía debe suceder, es siempre dramática: RAINER MARIA RILKE, Las elegías del Duino, Visor, Madrid 2002, elegía VII.

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El concepto antropológico de tradición es una categoría central para comprender esta dimensión histórica y social del hombre. Cada hombre “se va haciendo” en la realidad en conformidad con una asimilación personal de lo que recibe, como aceptación o rechazo crítico de lo que se le comunica.

Aristóteles y Platón, ha reivindicado una preeminencia del “saber” (adquirido por el individuo de manera inmediata) sobre el “creer” (adquirido por transmisión de otros), pero no sin vacilaciones en cuanto a la modalidad de la relación entre ambos. Se podrá debatir en otro contexto sobre cuáles son las características específicas de la episteme griega y posteriormente de la scientia medieval o moderna, pero indudablemente el deseo profundo de este saber ilimitado nos constituye, como muy bien lo vio Tomás de Aquino, que habló por eso de un desiderium naturale vivendi Deum. En nuestra perspectiva, resulta claro que semejante conocimiento es inalcanzable sin la tradición y la memoria, pero ambas –tradición y memoria– no sustituyen el saber. Por el contrario, hacen posible la introducción personal del hombre en la totalidad de lo real, es decir, hacen posible su conocimiento.

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La educación expresa la relación orgánica de tradición y razón, en cuanto el joven, contando con la propuesta de significado que le ha ofrecido el educador, está en condiciones de conocer lo real en conformidad con la totalidad de sus factores. La educación revela el yo en relación con la realidad y da comienzo a la fascinante aventura del conocimiento. Un proceso de educación tendrá éxito cuando sitúe a cada uno de los educandos en condiciones de compararse con todo lo real, a partir de las cosas tal como se nos presentan, como se manifiestan ante nuestra percepción. En extrema síntesis, el iter educativo comienza con el impacto lleno de estupor ante lo real o –dicho en términos más vulgares– con las cosas tal como se presentan ante nosotros. Un hombre no podría comprender la belleza estudiando ese concepto en la enciclopedia si no pudiese además describir las cosas más bellas que ha visto3. Sin la experiencia concreta de una cosa bella, la precisión teórica sobre la belleza como propiedad trascendental del ser no tendría asidero existencial. Por cuanto el adulto es aquel que tiene experiencia sobre las cosas bellas, podrá introducir a los jóvenes en la comprensión de sus propias experiencias hasta alcanzar la precisión conceptual, y más aún, la asimilación personal del pulchrum en la profundidad de su humanidad. En este recorrido habrá un segundo paso de gran interés para nuestra reflexión. El hombre impactado hasta el fondo por el estupor de las cosas bellas no está plenamente satisfecho, no agota su capacidad de percibir y gozar con la Belleza que se revela detrás y dentro de cada cosa bella. El recorrido de la razón consiste precisamente en indagar sobre estas propiedades de la realidad que provocan la fascinación ante un atractivo innegable y al mismo tiempo revelan una inagotable exigencia de ir más allá de lo que en el presente parece señal contingente y efímera, pero indeleble, de algo misterioso, que trasciende al hombre mismo. En este cotejo nacen interrogantes que podríamos llamar “últimos”. A este respecto, el Canto nocturno de un pastor errante de Asia, de Giacomo Leopardi, es un ejemplo no superado4. Cuando un joven, acompañado por un adulto, descubre en el cotejo con lo real estos interrogantes últimos, como expresión de su condición de criatura abierta a lo Infinito, se puede decir que la educación está obteniendo sus mejores frutos. Toda civilización y cultura realmente humana siempre ha sabido provocar y acompañar estas preguntas, al mismo tiempo filosóficas y religiosas en cuanto abren la razón a su dimensión de trascendencia propiamente tal. En síntesis, los criterios hasta ahora expuestos pueden traducirse en tres factores esenciales de un método educativo5: a) se parte de la oferta viva de la tradición a la cual se pertenece, como primera hipótesis de interpretación de la realidad mediante la cual ir al encuentro

3 Ver las agudas reflexiones de KENNETH L. SCHMITZ, The Recovery of Wonder. The New Freedom and the Asceticism of Power , McGill U.P., Montreal, 2005. 4 “(…) Y cuando veo arder las estrellas en el cielo, me digo pensativo: ¿para qué tantas luces? ¿Qué hace el aire infinito, y la profunda calma infinita? ¿Qué nos dice esta inmensa soledad? ¿Y yo quién soy?”. 5 La obra de LUIGI GIUSSANI, Educar es un riesgo (Encuentro, Madrid, 2006) desarrolla ampliamente esos principios.

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el concepto de tradición es ante todo una transmisión de vida, entendida no como pura “fuerza” de la vida, sino como aquel conjunto de “formas de vida” basadas en el hecho de hacerse cargo de la realidad. Estas formas no están especificadas previamente, sino que se comunican sólo por transmisión, a través de un tradere (traditio).

6 La reflexión que sigue nace de la lectura de la Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias (noviembre de 2002). Como es sabido, en España, la vida social ha estado marcada por el terrorismo durante los últimos 40 años. Con excepción de Irlanda, ningún otro país del occidente europeo ha conocido la violencia en la misma medida que la sociedad española. Por este motivo, los obispos españoles han intervenido en diversas oportunidades en apoyo de un pueblo cristiano a menudo confundido y extraviado en su conciencia crítica de la fe, pero que puede señalar en mérito propio el hecho de que en todas estas décadas nunca ha procurado ejercer una venganza violenta contra los terroristas y ha ofrecido ejemplos admirables de perdón y reconciliación. Lo que nace de la concreta experiencia española tiene sin duda rasgos propios de nuestra situación, pero permite abrirse a una reflexión de valor general sobre el valor de la educación para la paz.

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con los jóvenes; b) la consideración de dicha tradición debe hacerse a partir del presente, comprobando su capacidad de respuesta a las necesidades y a las exigencias propias del joven en todos los aspectos de la vida; c) el resultado es el desarrollo de la capacidad crítica, es decir, del uso completo de la razón como introducción a la realidad en todas sus dimensiones.

La fuerza del ideal en el caso de la educación para la paz Si hay un aspecto de la vida personal y social en el que sea decisiva la educación de los jóvenes es el de la paz. Ofrecemos a continuación algunos criterios que permitan comprobar lo expuesto hasta ahora a partir de un caso concreto6. La madurez de juicio moral sobre la convivencia en paz consta sin duda de muchos aspectos, de los cuales nos limitamos a indicar tres, que pueden brindarnos un ejemplo de itinerario educativo. Ante todo, no puede haber una verdadera educación para una convivencia en paz si no se educa a los jóvenes a descubrir con sorpresa y gratitud a Dios como factor real de su existencia. El testimonio de los cristianos más allá de denunciar el carácter “idólatra” de los falsos absolutos, está llamado a hacer reconocible en medio del mundo la fuerza humanizadora del verdadero ideal. En un contexto tan opresivo para la libertad personal como es el que da origen a la violencia, es urgente educar a los jóvenes para una experiencia de auténtica libertad, proveniente únicamente de Dios, que nos ha liberado; de lo contrario, se impondrían con la violencia quienes desprecian la dignidad humana. La libertad es la señal inconfundible de la presencia de Dios acogida, como muy bien lo sabía San Pablo (ver Ga 5, 1 ss.). En segundo lugar, la fe muestra que es madura cuando sabe discernir entre el valor de una tradición y el contravalor de lo que podemos llamar “mentalidad dominante”. De hecho, no basta que ciertas convicciones o valoraciones se respiren en el ambiente social o sean propuestas insistentemente por los medios de comunicación para que se constituyan como la primera hipótesis de la tarea educativa, o sea, la tradición. Es preciso que la tarea educativa estimule constantemente la capacidad crítica ante el dato transmitido, mediante una confrontación personal entre lo que se propone (en la familia, en la escuela, en las realidades eclesiales, en los medios de comunicación) y las exigencias originarias del corazón humano en toda su profundidad como deseo de lo infinito: exigencia de verdad, de bien, de justicia. El individuo y la comunidad están ligados recíprocamente en cuanto dimensiones de la polaridad (unidad dual) que refleja la misteriosa


dependencia ontológica del hombre. Por tanto, tenemos la grave responsabilidad educativa de respetar este criterio, rechazando las formas de concepción del individuo proclives a disolver la dimensión comunitaria, o las formas de concepción de la comunidad que perjudican al hombre en su razón o en su libertad. La unidad dual es constitutiva y se halla inscrita en nuestro ser en profundidad, hasta en los corazones más manipulados y confundidos. Nunca se podrá erradicar completamente en cuanto su alteración requiere un permanente ejercicio de la violencia física y cultural en la persona y el pueblo. Y cuando esa presión violenta se debilita, renace la exigencia humana totalizadora de vivir como persona dentro de un pueblo7. Sin embargo, también es verdad que los daños provocados a las conciencias son muy profundos, y que esta vulnerabilidad hace moralmente necesaria la comunicación eficaz, en el tiempo y en el espacio, de la claridad de razón y de la energía afectiva que Dios revela para la felicidad de los hombres. Así, la Instrucción a la cual me he referido, además de denunciar la gravedad de la manipulación antropológica, indica el camino para la paz, “que nace del encuentro con el Señor y con la Iglesia”8. Un tercer aspecto del trabajo educativo, vinculado estrechamente con el anterior, es la constante atención crítica prestada al lenguaje. Cuando las palabras, en vez de ser vehículo de comunicación de la verdad, pasan a ser una máscara bajo la cual se oculta la mentira, se produce un grave peligro para la adecuada constitución de la persona y de la sociedad. Reconocemos todos, en nuestras vidas, esta perversión del lenguaje y sabemos cuánto daño hacen las palabras ambiguas, las verdades a medias, la agresividad verbal y el ocultamiento de la verdad detrás de las palabras a medias. Es necesario por tanto denunciar el engañoso uso del lenguaje en el orden social, donde precisamente la mentira multiplica su propio efecto con la fuerza de los medios de los cuales se vale. Así como el lenguaje posee una gran fuerza de configuración de la individualidad cuando es utilizado correctamente y constituye un instrumento sumamente válido de civilización, su deformación malintencionada es profundamente injusta y ofende gravemente a las personas y los pueblos. Resuena por consiguiente con carácter decisivo la palabra revelada: “Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’ ‘no, no’” (Mt 5, 37).

El intelecto del hombre de hecho no ha recibido puramente la inteligencia natural para partir de cero, sino también formas de vida en la realidad: en eso consiste el carácter histórico de la realidad humana, cuyo sujeto activo no es puramente el individuo en la sociedad, sino también la comunidad.

7 Ésta era la lúcida conclusión a la cual llegó, en un extraordinario relato, Vasili Grossman, después de confrontar simétricamente la violencia de los dos grandes totalitarismos nihilistas del siglo XX: el comunismo y el nazismo (véase VASILI GROSSMAN, Vida y destino, Galaxia Gutenberg, Madrid, 2007). 8 Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, Valoración moral del terrorismo, n. 38.

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En el magisterio de Juan Pablo II

La Iglesia y las

universidades católicas Por Ignacio Sánchez Díaz

E La educación debe ir más allá de entregar conocimientos o información; debe promover y facilitar el desarrollo pleno de la persona, permitir un mayor acercamiento a la verdad, a un conocimiento nuevo y que sea sustentable; debe contribuir a que las personas adquieran elementos de vida democrática, de diálogo, tolerancia e intercambio de ideas.

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xtracto de la conferencia pronunciada por el Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile al cierre del curso de revista Humanitas “Persona, Cultura y Sociedad en el Magisterio del beato Juan Pablo II”. Este curso, que comprendió diez sesiones, fue inaugurado con una conferencia del Arzobispo y Gran Canciller de esta Universidad, Mons. Ricardo Ezzati, sobre el tema “Juan Pablo II visto por Benedicto XVI”.

El rol público de las universidades católicas ha estado presente desde sus orígenes y se ha expresado en la calidad de su proyecto educativo, en la investigación y creación de nuevos conocimientos y en el compromiso con el país para ofrecer iniciativas orientadas al desarrollo del ser humano y a mejorar su calidad de vida. Han constituido también un espacio propicio para el diálogo entre la fe y la cultura. Desde la Iglesia ha existido un continuo diálogo y preocupación por sus universidades, para asegurar un testimonio de fe, de comunidad y de excelencia. Hoy estas universidades están comprometidas con el futuro de la educación superior de nuestro país, en especial en momentos de incertidumbre y de un conflicto con soluciones aún inciertas. La educación debe ir más allá de entregar conocimientos o información; debe promover y facilitar el desarrollo pleno de la persona, permitir un mayor acercamiento a la verdad, a un conocimiento nuevo y que sea sustentable; debe contribuir a que las personas adquieran elementos de vida democrática, de diálogo, tolerancia e intercambio de ideas. Estos objetivos deben regir nuestro debate como el propósito esencial de lo que queremos entregarles a nuestros estudiantes, tanto en la educación escolar como muy especialmente en educación superior. La formación de personas se puede hacer desde instituciones con diversas características y la favorece la heterogeneidad de proyectos.

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La libertad de enseñanza se fundamenta en la libertad de educación, que es una consecuencia de la libertad del ser humano como tal. La educación debe abrir oportunidades de libertad de enseñanza y pluralismo para todos y, en ese sentido, nuestra visión es que la educación que incorpora el aporte de la fe la hace más completa, acogedora, inclusiva y comprensiva.

Algo de historia En Europa, las primeras universidades fueron fundadas para el estudio del derecho, la medicina y la teología. La Iglesia ya había comenzado a desarrollar la enseñanza y el saber en centros monásticos de distintas órdenes religiosas, no sólo para cultivar el espíritu y alcanzar un nuevo conocimiento que acercara al hombre a la verdad a la luz de la fe, sino que también para influir en las distintas instancias de poder de la sociedad. En América Latina, las primeras instituciones fueron creadas con gran influencia de la Iglesia Católica, como fue la fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos en Lima y la de Santa Fe en Bogotá. En Chile, fue la orden de los dominicos la que fundó en 1622 la Universidad Santo Tomás de Aquino, con énfasis en filosofía y teología. Tras la Independencia y luego de la creación de la Universidad de Chile, heredera de la Universidad de San Felipe, nació la Universidad Católica, en 1888, con una misión de servicio a la sociedad, inspirada en una identidad que se funda en desarrollar su labor educativa, cultivar el saber y la búsqueda de la verdad a la luz de la fe. Posteriormente, en el siglo XX, surgieron universidades católicas en regiones, distribuidas de manera amplia en el país y, más recientemente, algunas dependientes de congregaciones religiosas. Es así como hoy formamos el Capítulo Chileno de Universidades Católicas, que reúne a ocho instituciones, y que aglutina una significativa actividad académica que posee un impacto muy importante en el sistema de educación superior del país.

La libertad de enseñanza se fundamenta en la libertad de educación, que es una consecuencia de la libertad del ser humano como tal. La educación debe abrir oportunidades de libertad de enseñanza y pluralismo para todos y, en ese sentido, nuestra visión es que la educación que incorpora el aporte de la fe la hace más completa, acogedora, inclusiva y comprensiva.

Libertad y claridad El Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia atiende con desvelo a las universidades para que se perciba con mayor profundidad cómo la fe y la razón tienden a la misma verdad. «...El hombre, cuando se entrega a las diferentes disciplinas de la filosofía, la historia, las matemáticas y las ciencias naturales y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a los más altos pensamientos sobre la verdad, el bien y la belleza...».

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Desde su apertura a su conclusión, el curso “Persona, Cultura y Sociedad en el Magisterio del Beato Juan Pablo II” contó con una viva participación de los asistentes.

El Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia atiende con desvelo a las universidades para que se perciba con mayor profundidad cómo la fe y la razón tienden a la misma verdad. «...El hombre, cuando se entrega a las diferentes disciplinas de la filosofía, la historia, las matemáticas y las ciencias naturales y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a los más altos pensamientos sobre la verdad, el bien y la belleza...».

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Tras este Concilio, es interesante destacar dos constituciones apostólicas que resultan claves para las universidades católicas: ambas escritas por el Papa Juan Pablo II. La Sapientia Christiana destaca la necesidad de hacer presente el pensamiento cristiano para promover la cultura superior. Se fundamenta sobre la misión evangelizadora de la Iglesia en la búsqueda de la verdad y pone una voz de alerta a la eventual división entre fe y cultura como impedimento para dicha evangelización. La Ex corde ecclesiae se ha transformado en un referente fundamental para todas las instituciones católicas de educación superior. En sus inicios dice: «Nacida del corazón de la Iglesia, la universidad católica se inserta en el curso de la tradición que remonta al origen mismo de la universidad como institución y se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad». Nos define como una comunidad académica que, de modo riguroso y crítico, contribuye al desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades. La comunidad universitaria debe estar animada -dice- por un espíritu de libertad y de caridad, además de caracterizarse por el respeto recíproco, el diálogo sincero y por la tutela de los derechos de cada


uno de sus miembros. Los docentes, afirma, están llamados a ser testigos y educadores de una auténtica vida cristiana. A los estudiantes los insta a adquirir una educación que armonice la riqueza del desarrollo humanístico y cultural con la formación especializada.

«Colmar una notable ausencia» En su visita a Chile, en abril de 1987, el Papa Juan Pablo II manifestó su aprecio por nuestra universidad llamándola benemérita y nos hizo un llamado a «proseguir en la consecución de los objetivos propios de una universidad católica: calidad, competencia científica y profesional; investigación de la verdad al servicio de todos; formación de las personas en un clima de concepción integral del ser humano, con rigor científico, y con una visión cristiana del hombre». La reflexión de esta temática en nuestra casa de estudios ha ayudado a fortalecer nuestra identidad. El compromiso de la universidad lo aborda el profesor Pedro Morandé cuando señala: «La vocación de servicio en relación a las personas y a la sociedad deriva del gaudium de veritate que el mismo documento considera como la esencia de la universidad, siguiendo a San Agustín, quien pensaba que el gozo de la verdad es el gozo de Dios mismo». En Aparecida, por otra parte, Benedicto XVI se refirió a nuestra misión como miembros de una universidad católica, destacando la necesidad «...de colmar una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones». En el reciente encuentro con los profesores universitarios realizado en Roma, el Papa expresó «espero que las universidades se conviertan cada vez más en comunidades comprometidas en la búsqueda incansable de la verdad, en «laboratorios de cultura», donde profesores y alumnos se unan para investigar cuestiones de particular importancia para la sociedad, empleando métodos interdisciplinarios».

Tras este Concilio, es interesante destacar dos constituciones apostólicas que resultan claves para las universidades católicas: ambas escritas por el Papa Juan Pablo II. La Sapientia Christiana destaca la necesidad de hacer presente el pensamiento cristiano para promover la cultura superior. Se fundamenta sobre la misión evangelizadora de la Iglesia en la búsqueda de la verdad y pone una voz de alerta a la eventual división entre fe y cultura como impedimento para dicha evangelización.

Palabras de futuro La presencia de las universidades católicas en la docencia e investigación ha sido gravitante en la sociedad occidental. Desde las pequeñas escuelas monásticas de la Edad Media hasta las grandes e influyentes universidades de nues-

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Juan Pablo II, el Magisterio y la Universidad

Párrafos seleccionados de la conferencia “La Iglesia y las Universidades católicas”, pronunciada por el Rector Ignacio Sánchez.

“No hay duda que Juan Pablo II condujo al pueblo de Dios a atravesar el umbral del Tercer Milenio, el umbral de la esperanza, como él mismo lo llamó. Invitó al hombre a ser el camino de la Iglesia, así como Cristo es el camino del hombre. A las universidades católicas nos legó un abundante y consistente mensaje, el que nos ha permitido orientar nuestro quehacer hacia los valores fundamentales en el proceso de evangelización de la cultura, con una clara misión que nos ayuda a definir aquellos desafíos que nos permitan hacer crecer el conocimiento a la luz de la verdad y la fe en un mundo en constante transformación. Discursos, cartas, constituciones apostólicas, encuentros, en fin, hay numerosas instancias que dejan testimonio de su valioso mensaje para docentes, alumnos, profesionales, administrativos, investigadores que se desempeñan en universidades y colocan todas sus capacidades al servicio de la Iglesia.” *** “El santo Concilio es visionario al reconocer la importancia de la formación de los profesores como palanca clave en el desarrollo y la calidad de la educación. De hecho, en una de sus declaraciones, hace un llamado encarecido a los jóvenes para que, conscientes de la excelencia de la función educadora, se preparen para abrazarla con generosidad.” *** “Los obispos latinoamericanos también nos han entregado abundante material sobre las universidades católicas. En el tema de la evangelización de la cultura, resultan del mayor interés los documentos elaborados con motivo de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y El Caribe realizada en Aparecida, Brasil, en mayo de 2007.” *** “El documento conclusivo de esta reunión dedica varios párrafos inspiradores para la reflexión al interior de nuestra casa de estudios, la que quedó registrada ese año en el trabajo “Propuestas de la Comisión de Evangelización de la Cultura. Bases para un plan de desarrollo de la UC a largo plazo”. Los obispos latinoamericanos reafirmaron en Aparecida conceptos fundamentales expuestos en anteriores documentos del Magisterio, al señalar que “las actividades fundamentales de una universidad católica deberán vincularse y armonizarse con la misión evangelizadora de la Iglesia. Se llevan a cabo a través de una investigación realizada a la luz del mensaje cristiano, que ponga los nuevos descubrimientos humanos al servicio de las personas y de la sociedad. Así ofrece una formación dada en un contexto de fe, que prepare personas capaces de un juicio racional y crítico, conscientes de la dignidad trascendental de la persona humana. Esto implica una formación profesional que comprenda los valores éticos y la dimensión de servicio a las personas y a la sociedad: el diálogo con la cultura, que favorezca una mejor comprensión y transmisión de la fe; la investigación teológica que ayude a la fe a expresarse en lenguaje significativo para estos tiempos. La Iglesia, porque es cada vez más consciente de su misión salvífica en este mundo, quiere sentir estos centros cercanos a sí misma, y desea tenerlos presentes y operantes en la difusión del mensaje auténtico de Cristo.”

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tros tiempos, el mensaje de Cristo ha sido la inspiración fundamental en la identidad y misión de éstas. En nuestro país, la Pontificia Universidad Católica de Chile, que ha participado en la historia durante 123 años de vida, ha desempeñado un rol relevante en los más diversos ámbitos. A ésta se le han sumado un grupo importante de universidades católicas que se destacan por su calidad y aporte al desarrollo científico y tecnológico regional, y que se han enfocado a determinadas áreas del conocimiento en particular, como son las humanidades, la educación y las ciencias sociales. Al analizar las posibles vías de solución del conflicto estudiantil, resulta fundamental reflexionar sobre los elementos necesarios para avanzar en una reforma del sistema de educación superior en diversos ámbitos. En este sentido, destaca la necesidad de que la confianza, el liderazgo y el compromiso, al servicio de nuestro querido Chile, estén presentes entre los diferentes participantes de este diálogo. No parece conveniente ni oportuno negarse a llegar a un consenso en las principales medidas y avances que debemos lograr como país, teniendo presente que los cambios en educación son graduales y progresivos, y que una transformación real de nuestro sistema va a tomar años de trabajo. Éste se debe realizar en forma unida y con una mirada de futuro y de bien común. Si el debate de la educación no tiene como foco a la persona humana, se va a lograr una educación interesada, utilitarista, preocupada de las formas y de la ganancia más que de la formación integral del ser humano. Sólo si nos centramos en la persona, en su bienestar y en su desarrollo con libertad de enseñanza, se logrará formar personas integrales.

Si el debate de la educación no tiene como foco a la persona humana, se va a lograr una educación interesada, utilitarista, preocupada de las formas y de la ganancia más que de la formación integral del ser humano. Sólo si nos centramos en la persona, en su bienestar y en su desarrollo con libertad de enseñanza, se logrará formar personas integrales.

El texto completo de la conferencia “La Iglesia y las universidades católicas”, puede leerse en www.humanitas.cl

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La diplomacia de la Santa Sede

Excursus histรณrico y perspectivas actuales

Conferencia pronunciada por S.E Mons. Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados, en la Pontificia Universidad Cรกtolica de Chile (Santiago, 12 de diciembre de 2011)

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Ilustrísimo Rector, Preclaros Profesores del Senado Académico, Queridos estudiantes, Señoras y Señores

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e aceptado con alegría su invitación y deseo expresar profunda gratitud al Rector, Dr. Ignacio Sánchez Díaz; a los Docentes, a ustedes queridos jóvenes, que acuden a esta prestigiosa Universidad, por el recibimiento cordial y fervoroso que me han dispensado. Esta benemérita Universidad está abierta a hombres y mujeres procedentes de diversos países del mundo, con diferentes culturas y experiencias, convirtiéndola así en lugar de encuentro, de confrontación y enriquecimiento recíproco. La universidad es una realidad vital, porque cada uno, sin renunciar a la propia identidad, tiene la posibilidad de formarse y realizarse a sí mismo en la relación con el otro. De este modo, la universidad ofrece una propuesta formativa de calidad, articulada en las diversas disciplinas del saber, y permite al mismo tiempo la interacción entre los diferentes ámbitos de la cultura. Además, el mundo universitario católico ha de satisfacer necesariamente la exigencia más innata y arraigada en el ser del hombre: buscar la verdad y dar razón de la propia fe. El itinerario académico debe poner a la persona en condiciones de encontrar al final de la formación una orientación que respalde el ser humano unitario, y también su valor universal. De este modo, el sentido y la orientación de la oferta formativa no puede dejarse en manos de una realización cualquiera de sí mismos, y en la cual la formación consistiría en una instrucción concebida y vivida como una mera acumulación de nociones e informaciones, desligadas de la edificación de la propia identidad y del contexto social. Como afirma la Declaración conciliar Gravissimum educationis: La educación «no persigue sólo la madurez [...] de la persona humana, sino que busca que los bautizados, mientras se inician gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación, sean cada vez más conscientes del don recibido de la fe [...]. Ayuden a la configuración cristiana del mundo, mediante la cual los valores naturales, asumidos en la consideración íntegra del hombre redimido por Cristo, contribuyen al bien de toda la sociedad» (n. 2). En esta perspectiva la formación no puede ser considerada de manera instrumental, es decir, como algo externo a la persona, funcional para un proceso, sino que, a la luz de la fe, desvela la forma más profunda de la persona humana, una forma interior y esencial que pone al ser humano en camino hacia la definición de su propia identidad, en la búsqueda de la verdad y siendo consciente de poner en práctica

Ciertamente, la Santa Sede no es un Estado-Nación en el sentido estrictamente sociológico del término, sino una realidad diferente. El fundamento teológico, filosófico, jurídico e histórico de la soberanía e independencia del Romano Pontífice –que se expresan dentro de la Iglesia en LA libertad y la autonomía de gobierno de la Santa Sede– es diverso, precedente e independiente al de los Estados.

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todo eso en el contexto social. En efecto, toda disciplina de estudio se enmarca en un horizonte más amplio, como frecuentemente ha subrayado el Santo Padre Benedicto XVI en su Magisterio; ningún saber científico puede encerrarse en sí mismo, ignorando la dimensión religiosa y ética de la vida, así como tampoco la fe puede ignorar la contribución del mundo científico. Sin duda alguna, la cuestión más urgente es formar a personas que sepan dar razón de su fe y que animen profundamente la vida social y cultural. En este horizonte marcadamente formativo es en el que deseo situar y justificar mi reflexión sobre «La diplomacia de la Santa Sede». El adjetivo más difundido y utilizado para describir el servicio que la Iglesia Católica desarrolla en el ámbito diplomático es el que se refiere al lugar de la actual residencia papal, situada junto a los restos del apóstol Pedro: la colina vaticana. Se habla así de «diplomacia vaticana» o, más generalmente, simplemente de «Vaticano» cada vez que en las crónicas de los periódicos, por ejemplo, se quiere indicar al Papa y a lo que representa como la más alta autoridad de la Iglesia Católica.

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1. El adjetivo más difundido y utilizado para describir el servicio que la Iglesia Católica desarrolla en el ámbito diplomático es el que se refiere al lugar de la actual residencia papal, situada junto a los restos del apóstol Pedro: la colina vaticana. Se habla así de «diplomacia vaticana» o, más generalmente, simplemente de «Vaticano» cada vez que en las crónicas de los periódicos, por ejemplo, se quiere indicar al Papa y a lo que representa como la más alta autoridad de la Iglesia Católica. La referencia al lugar geográfico termina muy pronto por quedar asociada a la realidad estatal que ahora caracteriza el área de la colina: el Estado de la Ciudad del Vaticano. El Papa, que es también su Soberano, se convierte así, por un proceso restrictivo más o menos consciente, en el Jefe de un diminuto Estado. «¿Con cuántas divisiones cuenta el Papa?», se preguntaba irónicamente Joseph Stalin. En la lógica humana, todavía hay quien se pregunta hoy, injustamente, creo, cómo es posible que el responsable de un Estado cuyo territorio no supera el medio kilómetro cuadrado, y cuyos ciudadanos efectivos son poco más de 500, pretenda estar al lado de los grandes de este mundo. Debe haber, pues, alguna otra razón para que haya actualmente cerca de 180 naciones que mantienen relaciones diplomáticas con este sujeto de derecho internacional que se llama correctamente “Santa Sede”. En efecto, como muchos saben, los Estados establecen relaciones diplomáticas con la Santa Sede en cuanto órgano central del gobierno de la Iglesia Católica, y no con el Estado de la Ciudad del Vaticano –igualmente muchas organizaciones internacionales aceptan a la Santa Sede como un miembro pleno–, salvo en casos raros que lo conciernen para las estructuras técnicas (correo, telecomunicaciones, moneda,...). La expresión «diplomacia vaticana», pues, es la menos indicada y la más engañosa en este ámbito. Los Estados y las organizaciones internacionales, en la praxis utilizada para entablar relaciones con la Santa Sede, subrayan su especificidad peculiar. En efecto, ellos desean entrar en relación con una institución que, por estatuto, se pone al servicio de la persona y la sociedad con sus propios


recursos espirituales, morales y humanitarios. Se trata ciertamente de verdadera diplomacia, que acepta las reglas propias del orden jurídico internacional, pero que, a diferencia de las relaciones interestatales, se funda en el carácter específicamente religioso y moral de la Santa Sede que, como acabamos de decir, es el órgano de gobierno de la Iglesia Católica. El Papa es su Jefe. Él une ciertamente al mismo tiempo en su persona su condición de soberano de un pequeño Estado, pero cuya existencia es solamente un instrumento para el ejercicio libre, soberano e independiente de su misión. Ciertamente, la Santa Sede no es un Estado-Nación en el sentido estrictamente sociológico del término, sino una realidad diferente. El fundamento teológico, filosófico, jurídico e histórico de la soberanía e independencia del Romano Pontífice –que se expresan dentro de la Iglesia en la libertad y la autonomía de gobierno de la Santa Sede– es diverso, precedente e independiente al de los Estados. A eso se refiere el derecho canónico clásico cuando sostenía que la Iglesia es una sociedad perfecta. No obstante, en el mundo contemporáneo, organizado políticamente en Estados-Nación, la soberanía del Papa ha sido reconocida en el ámbito externo por los Estados y las organizaciones internacionales, que aceptan unánimemente a la Santa Sede como sujeto de pleno Derecho Internacional, en total igualdad con los Estados. Como todos los Estados, la Santa Sede tiene plena capacidad jurídica para realizar actos jurídicamente relevantes en el plano internacional, relacionarse con otros sujetos enviando y recibiendo representantes diplomáticos, participar en las conferencias internacionales, negociar y adherirse a las normas pactadas, y ser destinataria de los principios, derechos y obligaciones que el Derecho Internacional impone a los Estados.

La Santa Sede, dentro del ámbito diplomático, a la vez que acepta las reglas que lo dirigen, se sitúa en él con toda su propia especificidad. Decide utilizar el instrumento jurídico ofrecido por el derecho internacional para ejercer las funciones vinculadas a su misión, que Cristo mismo ha confiado a la Iglesia y a Pedro y sus sucesores.

2. Ya desde los primeros siglos de la vida de la Iglesia, ha surgido la necesidad para los sucesores de los Apóstoles, los Obispos y los Papas, de conciliar la diversidad de las culturas y los diferentes estilos de vida con la unidad de la fe y las enseñanzas morales que hacen que la Iglesia sea Católica. En numerosas ocasiones los Obispos recurrían al Obispo de Roma como sucesor del Apóstol Pedro, Príncipes de los Apóstoles, para solucionar las cuestiones que debían afrontar. Hay testimonios que confirman cómo los Papas, ya desde el siglo II, desempeñaron con eficacia este papel, asegurando así la unidad de la Iglesia. Los primeros embajadores del Papa aparecen precisamente en este contexto. Cuando los Obispos de una determinada región se reunían en asamblea, el Papa nombraba a un propio representante que lo hiciera presente en aquella reunión. Entre otros ejemplos de esta praxis, sigue siendo clásico el que se refiere a las vicisitudes del Concilio celebrado en Calcedonia el año 451. El Papa León Magno,

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Superada y abandonada la idea de que la Santa Sede esté entre las Naciones simplemente como una potencia junto a las otras, y reafirmado el principio de que su misión específica se orienta a la promoción de la dignidad del hombre, y por tanto al reconocimiento, tutela y desarrollo de su libertad, cuya máxima expresión es la libertad religiosa, y al bien común, la Santa Sede entra en diálogo con los diferentes Estados y Organizaciones internacionales como instituciones al servicio del ciudadano y de la sociedad.

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al final de aquella asamblea de Obispos, decidió que Juliano de Cos, su legado, debía permanecer en el lugar para ayudar a los Obispos a poner en práctica las decisiones del Concilio. En aquella ocasión, León Magno envió dos cartas: una dirigida a los Obispos y otra al emperador. En ambas, el Papa pedía a los destinatarios que aceptaran a Juliano de Cos como representante suyo. Continuando con esta costumbre afianzada en los primeros siglos del cristianismo, también hoy el Nuncio Apostólico, título propio del embajador pontificio, presenta al principio de sus funciones dos Cartas Credenciales: una a los Obispos y otra a las Autoridades civiles del país al que se le envía. Esta aparente divagación histórica me da la posibilidad de afirmar más claramente en este punto que el Papa mantiene relaciones diplomáticas no porque sea un soberano temporal, sino en cuanto Jefe de la Iglesia Católica que ejerce su propia soberanía en el orden espiritual. Cuando en el curso del siglo XVI, con la fragmentación del imperio y el surgir del Estado-Nación, la diplomacia en general da un salto cualitativo y comienza a configurarse como una función estable de la administración del Estado, siguiendo el ejemplo de la República de Venecia, también el Papa se apresura a nombrar a Nuncios Apostólicos estables ante los Reinos y los Estados de entonces: España, Venecia, Francia, Nápoles, Portugal, Polonia, etc. Del mismo modo se comportan también los Estados, que comienzan a nombrar Embajadores estables ante la Sede Apostólica, con la apertura de las respectivas cancillerías. Después de la Revolución francesa y el período napoleónico, con el Congreso de Viena en 1815 y el Acuerdo de Aix-la-Chapelle de 1818, la diplomacia pontificia vuelve a su propio vigor y recobra prestigio. En aquel tiempo se decidió también confirmar la tradición observada hasta entonces, según la cual el Nuncio Apostólico mantenía la precedencia dentro del cuerpo diplomático, como representante de la más alta autoridad moral y espiritual. En el momento en que dejaron de existir los Estados Pontificios y Roma fue anexada definitivamente en 1870 al Reino de Italia, surgido en 1861, la diplomacia pontificia siguió corroborando su propia existencia, aun habiendo perdido la soberanía temporal. En efecto, aunque carecía de un territorio propio, el Papa no sólo continuó enviando Nuncios y a recibiendo Embajadores, sino que intervino también en arbitrajes internacionales. En 1929, se logró la pacificación entre la Santa Sede y el Reino de Italia con la fundación del Estado de la Ciudad del Vaticano y la configuración natural jurídica que se halla actualmente en vigor. Al término de este breve excursus histórico, se puede afirmar que la Santa Sede, dentro del ámbito diplomático, a la vez que acepta las reglas que lo dirigen, se sitúa en él con toda su propia especificidad.


En la Sala de Audiencias de la Universidad Católica, Monseñor Mamberti firmó el libro de visitas, acompañado del Arzobispo de Santiago y Gran Canciller UC, Monseñor Ricardo Ezzati y por el Nuncio Apostólico de Su Santidad en Chile, Monseñor Ivo Scapolo. Tras este acto recibió de manos del rector Ignacio Sánchez la Medalla Centenario UC.

Decide utilizar el instrumento jurídico ofrecido por el derecho internacional para ejercer las funciones vinculadas a su misión, que Cristo mismo ha confiado a la Iglesia y a Pedro y sus sucesores, de altísimo significado, en una forma concreta de organización de la comunidad política. Este principio cardinal de la acción diplomática de la Santa Sede en el mundo contribuye a clarificar su característica presencia en el concierto de las Naciones: al confrontarse con los Jefes de Estado, los Gobiernos y las organizaciones internacionales, quiere ofrecer a todos y a cada uno esos principios morales comprensibles para la razón que salvaguardan la dignidad de la persona e inspiran la acción social. En cuanto tal, la Santa Sede es universalmente apreciada por su participación en el mundo diplomático. A este respecto, recuerdo que la Sede Apostólica mantiene relaciones diplomáticas con 179 Estados, el último es Malasia, y con las Comunidades Europeas y la Soberana Militar Orden de Malta. Mantiene además relaciones especiales con la Organización para la Liberación de Palestina, y es observador o miembro de numerosas Organizaciones internacionales.

Esta misión, precisamente por la finalidad que se propone, constituye siempre un estímulo para que todos recuerden que el orden social, como cada comunidad política, cualquiera que sea su forma, está al servicio de la persona humana y del bien común, y no al revés. En efecto, el hombre nunca es un medio, sino siempre el fin.

3. Así pues, superada y abandonada la idea de que la Santa Sede esté entre las Naciones simplemente como una potencia junto a las otras, y reafirmado el principio de que su misión específica se orienta a la promoción de la dignidad del hombre, y por tanto al reconocimiento, tutela y desarrollo de su libertad, cuya máxima expresión es la libertad religiosa, y al bien común, la Santa Sede entra en diálogo

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La actuación diplomática de la Sede Apostólica, se ejerce como un servicio al hombre, para que cada uno pueda gozar, ante todo, de la libertad religiosa, que incluye todas las demás. En efecto, el derecho al ejercicio y al respeto de la propia convicción religiosa es el derecho fundamental de cada hombre. La libertad religiosa se refiere a la exigencia más profunda del ser humano: la sed de infinito que constituye su propia esencia.

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con los diferentes Estados y organizaciones internacionales como instituciones al servicio del ciudadano y de la sociedad. Esta misión, precisamente por la finalidad que se propone, constituye siempre un estímulo para que todos recuerden que el orden social, como cada comunidad política, cualquiera que sea su forma, está al servicio de la persona humana y del bien común, y no al revés. En efecto, el hombre nunca es un medio, sino siempre el fin. La acción diplomática de la Santa Sede al servicio del hombre ha dado abundantes frutos. Quisiera mencionar sólo dos ejemplos. Con el fin de defender la dignidad y la vida humana, la Santa Sede se ha esforzado siempre en las negociaciones sobre el desarme, tanto para prohibir las armas crueles o indiscriminadas como para frenar la carrera armamentista. Ahora bien, una de las armas más despiadadas son las bombas de racimo, que provocan daños indiscriminados entre los civiles. La Santa Sede ha sido uno de los primeros Estados en pedir la prohibición de este tipo de bomba y, junto a Austria, Irlanda, México, Noruega, Nueva Zelandia y Perú, ha promovido activamente su prohibición. Junto a este «Core Group» de Naciones, la Santa Sede ha guiado la negociación que ha concluido con la adopción del Tratado sobre la prohibición de las bombas de racimo, firmado en Oslo el 2 de diciembre de 2008. Además, la Santa Sede ha estado entre los primeros Estados en firmar y ratificar esta Convención, el mismo 2 de diciembre de 2008. En el ámbito de la salud, el trabajo diplomático de la Santa Sede ha constituido un aspecto importante en la lucha contra el sida. Las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) protegen justamente los derechos de propiedad intelectual y las patentes. No obstante, estas reglas pueden tener un efecto perverso en el ámbito de la salud. Hacia el año 2000, las compañías farmacéuticas, que habían desarrollado los fármacos para asistir a los enfermos de sida, trataron de impedir la producción de estos medicamentos en los países en desarrollo. Estos países pretendían que la OMC permitiera producirlos localmente, sin pagar licencias a las compañías farmacéuticas, y que los países más pequeños, que no tienen capacidad técnica para producir localmente dichos productos, pudieran importar medicamentos genéricos. Los países desarrollados, sin embargo, se oponían firmemente a conceder estos permisos. Las negociaciones se bloquearon. Ahora bien, la Santa Sede ha logrado convencer a los países desarrollados de que debían reconocer el imperativo ético de permitir la producción local de los medicamentos genéricos en casos de emergencias sanitarias, como la epidemia del sida. El trabajo de la Santa Sede en este ámbito ha sido reconocido ampliamente por los países africanos. La actuación diplomática de la Sede Apostólica, por tanto, se ejerce como un servicio al hombre, para que cada uno pueda gozar, ante


todo, de la libertad religiosa, que incluye todas las demás. En efecto, el derecho al ejercicio y al respeto de la propia convicción religiosa es el derecho fundamental de cada hombre. La libertad religiosa se refiere a la exigencia más profunda del ser humano: la sed de infinito que constituye su propia esencia. A partir de aquí se desarrollan después todas las otras libertades que concurren al perfeccionamiento de la dignidad de la persona humana. Como ha recordado a comienzos de este año Benedicto XVI al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, «la dimensión religiosa es una característica innegable e irreprimible del ser y del obrar del hombre, la medida de la realización de su destino y de la construcción de la comunidad a la que pertenece. Por consiguiente, cuando el mismo individuo, o los que están a su alrededor, olvidan o niegan este aspecto fundamental, se crean desequilibrios y conflictos en todos los sentidos, tanto en el aspecto personal como interpersonal». En este sentido, la diplomacia de la Santa Sede contribuye a defender una auténtica libertad religiosa y a promover, en favor de cada hombre y mujer, la autonomía de la dimensión espiritual y de la conciencia frente a los poderes de este mundo, excluyendo así el peligro del relativismo, el indiferentismo y el laicismo. En efecto, allí donde el hombre y la mujer son puestos por parte de la comunidad política en condiciones de desarrollar la propia naturaleza trascendente, allí habrá ciudadanos capaces de ser fieles a Dios y leales al propio país, y la sociedad podrá experimentar su contribución efectiva a la justicia y a la paz. La Santa Sede es la primera defensora de una visión auténtica de los derechos humanos, fundada en la dignidad intrínseca del hombre y en la ley natural. Como ha señalado este año Su Santidad Benedicto XVI en el Parlamento Federal de Alemania, «sobre la base de la convicción de la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta». Lamentablemente, observamos en el ámbito internacional propuestas normativas y reivindicaciones subjetivas contrarias al verdadero sentido de la dignidad humana, particularmente en el ámbito del aborto y los llamados «derechos sexuales y reproductivos». Estas propuestas, promovidas incluso por algunos organismos internacionales, dejan de lado los puntales del orden moral y tratan de imponer una visión individualista, utilitarista y hedonista del hombre. La verdadera defensa de los derechos humanos requiere una referencia continua al derecho natural, como presupuesto de un diálogo que reconozca a su vez la verdad fundante común a todo el género humano. En este ámbito, la diplomacia de la Santa Sede está llama-

La Santa Sede es la primera defensora de una visión auténtica de los derechos humanos, fundada en la dignidad intrínseca del hombre y en la ley natural. Como ha señalado Su Santidad Benedicto XVI en el Parlamento Federal de Alemania, «sobre la base de la convicción de la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos» (...)

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da a proclamar y a defender continuamente la dignidad de la vida humana desde el momento de la concepción, así como el relieve de la familia y la importancia del matrimonio.

(...) «la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta».

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4. Entre los instrumentos que los sujetos de derecho internacional utilizan para ponerse en relación entre sí, están las Convenciones que, según el grado y los contenidos, pueden asumir muchas definiciones: Tratados, Concordatos, Acuerdos... En el ámbito eclesiástico, su origen se remonta al Concordato de Worms de 1122 entre el emperador Enrique V y el Papa Calisto II. Con este pacto se quiso poner punto final a la lucha de las investiduras. Así pues, también la Santa Sede se sirve de estos instrumentos para afianzar la libertad de la Iglesia y encontrar un acuerdo con el Estado sobre las materias mixtas, o sea, de interés común, que conciernen a la vida de los católicos en un determinado país. A este respecto, se entiende que, a diferencia de los acuerdos bilaterales entre Estados, los que se hacen con la Iglesia tienen una particularidad. En efecto, éstos conciernen a dos autoridades diferentes, la religiosa y la política, que actúan sobre el mismo pueblo y el mismo territorio. La Iglesia ha sido siempre consciente de que el cumplimiento de la misión que Nuestro Señor le ha encomendado ha de ejercerse en un contexto de libertad, sin estar sometida a una autoridad política superior. Esta convicción implica lo que ya se ha puesto de relieve en el punto anterior, es decir, que la Iglesia es una organización jurídica unitaria y universal, a cuya cabeza está el Romano Pontífice que la representa, siendo su visible y perpetuo fundamento, en su conjunto y en cada país. Además, como también se ha dicho, la conciencia de haber tenido ya desde la antigüedad independencia y soberanía es un ulterior presupuesto jurídico de la actividad de establecer pactos. Con la estipulación de convenciones con el Estado, la Santa Sede trata, pues, de asegurarse jurídicamente esa libertad necesaria para ser ella misma, cooperando con el Estado al desarrollo de la persona y la sociedad en las competencias que le son propias. Al ser un pacto de carácter formal entre dos sujetos de naturaleza internacional, la convención está sujeta a las normas del derecho internacional y obedece al principio según el cual «pacta sunt servanda». Los temas que pueden ser objeto de la convención varían según los países y las condiciones en que en ellos se encuentra la Iglesia. Generalmente, pueden referirse a la personalidad jurídica de la Iglesia y de los entes canónicos (diócesis, parroquias, seminarios...), el libre nombramiento de los Obispos, las escuelas y las universidades católicas, la asistencia espiritual a los militares y a los enfermos, el reconocimiento civil del matrimonio religioso, el uso de los medios de comunicación social, la tutela de los bienes artísticos y culturales.


Una novedad significativa a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II es la capacidad de las Conferencias Episcopales de establecer relaciones jurídico-formales con las autoridades civiles. Estos acuerdos son enmarcados previamente, en sus principios fundamentales, dentro de la convención superior entre la Santa Sede y Estado, y son sucesivamente desarrollados y aplicados en el ámbito establecido por el acuerdo entre la Iglesia local y la comunidad política. Se puede añadir también que las modalidades utilizadas para regular las cuestiones religiosas de interés común entre el Estado y la Iglesia Católica, se convierten en bastantes casos, por su eficaz congruencia, en ocasión para reflexionar sobre el fenómeno religioso en sentido más amplio, que caracteriza un determinado país, y que también pueden servir de ejemplo para la aplicación de ciertas soluciones a problemas comunes también con otras confesiones religiosas. Esto ha ocurrido en Italia, por ejemplo, a propósito de la contribución económica estatal garantizada a la Iglesia Católica y, sucesivamente, a otras instituciones reconocidas por el Estado. 5. Mi intervención, que llega aquí a su fin, ha ofrecido una visión sintética de algunos aspectos importantes de la diplomacia pontificia, aunque, por brevedad, ha descartado otros también de considerable relevancia. En todo caso, espero que haya servido para hacer apreciar su belleza, su plausibilidad, a este ilustre auditorio, y a recordar que la actividad diplomática pontificia, que se atiene a un orden y una metodología propia, desea ofrecer a la comunidad internacional un servicio desinteresado, sin ambiciones terrenales y sin buscar ventajas de parte, por el bien común de toda la familia humana, consciente de que no hay bienestar temporal sin comunión con lo eterno.

La Iglesia ha sido siempre consciente de que el cumplimiento de la misión que Nuestro Señor le ha encomendado ha de ejercerse en un contexto de libertad, sin estar sometida a una autoridad política superior.

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Los ángeles caídos en la historia de la salvación Por Mauro Matthei, O.S.B.

La endemoniada de Santiago Lo sucedido con una joven de 18 años llamada Carmen Marín, de la que ni antes ni después existen referencias, se sitúa en 1857, hacia fines de la segunda presidencia de Manuel Montt. De ello dejó detallado informe al arzobispo Mons. Rafael Valentín Valdivieso el presbítero José Raimundo Cisternas. A siglo y medio de distancia Patricio Jara retomó caso e informe, para presentarlo al público como “la crónica más espeluznante de la historia de Chile que se escribió hace 150 años”. La cantera es abundante para extraer conclusiones de variada índole sobre este célebre exorcismo. Concretamente se destaca una percepción diferente entre los periodistas decimonónicos de “El Ferrocarril”, indignados de que aún pudiera darse tan grande superstición y superchería entre sacerdotes que “deshonraban su sagrado ministerio”, “ateos de sotana, que pervierten las creencias, profanan la religión y perpetúan el embrutecimiento de nuestras masas”, y el editor de 2007, que, al parecer, no se extraña demasiado de que el presbítero Cisternas hubiera recurrido a un exorcismo. La reacción destemplada de los periodistas de 1857 refleja el racionalismo totalitario de corte volteriano de la época. Desde entonces los criterios se han ensanchado un tanto, aunque Patricio Silva tiene la rémora de interesarse en el tema sólo por considerarlo “espeluznante”. El cine, en general, ha seguido la misma tendencia, aunque, a la larga, películas como “El exorcista”, “El exorcismo de Marie Rose” y “El rito” han contribuido a superar prejuicios e incredulidades, proporcionando datos correctos. Con eso, queda aún muchísimo por destrabar, no sólo en materia de exorcismos, sino, en general, en lo referente al mundo sobrenatural, a Cristo y a Satanás, a la acción del

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El hombre es la única criatura del mundo que, gracias al don del Espíritu, puede traspasar los límites que le impone su naturaleza. La oración, es decir la capacidad de comunicarse con Dios y con todo el mundo sobrenatural, es la primera y más noble superación de su condición humana.

Las ilustraciones de las págs. 76 y 83 corresponden a capiteles de la Catedral de Autun, Borgoña. Francia.

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Evagrio, basado en su propia experiencia, llegó a formular la teoría de los ocho demonios o pensamientos capitales: que son gula, fornicación, avaricia, tristeza, cólera, acedia, vanagloria, orgullo. Estos pensamientos o “Logismoi” no provienen del hombre, sino del poder del mal. Y con ellos Satanás azota durante toda la vida el intelecto del hombre.

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Espíritu Santo, a los ángeles buenos y malos, a la distinción del bien y del mal, a la lucha espiritual, al proceso de sanación y superación del pecado, a la santificación, al cielo, el purgatorio y el infierno. Gran paso el de entender que en estos temas no se trata en absoluto de “cosas espeluznantes o raras”, sino, todo lo contrario, de algo benéfico. Una vez descubierto y comprendido esto, se llega infaltablemente a la convicción de la importancia extrema de la llamada “escatología”, nombre con que se resume el conjunto de dichas realidades. En esto se topa no solamente con el muro de los ateos y agnósticos, sino también con una mentalidad difusa entre muchos fieles e incluso miembros del clero, cuya fe en Cristo y en el evangelio al parecer no incluye el reconocimiento de la existencia de Satanás y de su acción, de los ángeles caídos, es decir, demonios. Todo esto se lo incluye equivocadamente en el mundo marginal de las “cosas raras”, que “no gustan” y que por esa causa pueden ser excluidos del camino de salvación, y por consiguiente también de la pastoral. Muchas veces se refuerza tal exclusión con la motivación, de que uno prefiere una fe “positiva”.

El mundo angélico En 1215 el IV Concilio de Letrán definió: “Creemos en el Padre, creador de todas las cosas, de las visibles e invisibles, espirituales y corporales; que por su omnipotente virtud a la vez desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana y después la humana, que participa de las dos realidades, pues está compuesta de espíritu y de cuerpo. Porque el diablo y demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos. El hombre, empero, pecó por sugestión del diablo”. Por eso el Catecismo de la Iglesia Católica sostiene sin ambages: “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.”1 No deja de ser sorpresa para cualquiera que precisamente el tipo de seres que por su naturaleza espiritual debería estar en el primer lugar de la lista negra de exclusión de los escépticos, sea el más masivamente presente en la Escritura y la Tradición de la Iglesia. Y no sólo eso: aparte de los monjes antiguos, de los místicos y de los teólogos, también muchos artistas han tenido una percepción de los ángeles, que a veces no está lejos de las enseñanzas de los teólogos. Mencionemos en primer lugar a los poetas alemanes Rainer María Rilke y Hölderlin. Pero también Jorge Luis Borges ha escrito una oración al ángel de la guarda, bien compuesta y devota. En 2001, Daniel Casado, en el prólogo de su extensa y variada antología


“Sobre los ángeles”, afirma: “El ángel es la suprema forma del hombre, su más alto anhelo, su potencia más elevada. Los actos de amor forman al Ángel, mientras el cuerpo va perdiendo consistencia, dureza, y al cabo deviene en polvo, en nada, Pero ¿qué nos muestran los ángeles? ¿En qué momentos su presencia es decisiva para nosotros? El hombre de nuestros días, qué duda cabe, necesita al ángel”2. Según las Escrituras, los ángeles fueron puestos a prueba y algunos de ellos, encabezados por Lucifer, optaron por la no aceptación de la propuesta divina (2 P 2,4). Y por esa rebelión Lucifer se convirtió en Satanás o Luzbel y los ángeles rebeldes, en demonios. En este misterio del rechazo de la voluntad divina se revela la extrema importancia que Dios concede a la libertad. Tanto los ángeles como los hombres son libres de elegir En la escena de la caída de Adán y Eva, el diablo, la serpiente antigua, consigue embarcar al hombre en su mismo fracaso. Con ello Satanás revela la esencia de su misión eterna: apartar al ser humano del camino de salvación, de su Creador. Aunque Dios, en su infinita humildad, acepta esta aparente derrota, no por eso queda impedido el plan de salvación. Porque Dios, y sólo él, puede extraer el bien del mal. Los dos ejemplos clásicos que el Catecismo de la Iglesia Católica nos propone para ilustrar esta capacidad divina para derrotar siempre el mal del mundo son, uno, la historia de José en el Antiguo Testamento: “No fuisteis vosotros -dice José a sus hermanos- los que me enviasteis acá, sino Dios. Aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien para hacer sobrevivir un pueblo numeroso (Gn 45,8 y 50,20). El otro ejemplo es “Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de los hombres, Dios por la sobreabundancia de su gracia, sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra salvación”. 3 Dicho esto, parece obvio que Satanás no es una simple ficción de la mente, una manera para explicarse la existencia del mal. Cristo mismo hace 223 referencias a Satanás y los demonios y, de acuerdo con lo dicho en la Primera Carta de San Juan, “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3,8), su primera acción después del bautismo fue el enfrentamiento con Satanás en las tres tentaciones. Constantemente en su vida pública “curaba a los enfermos y expulsaba a los espíritus malos”. Enseñó aquella doble ciencia a sus discípulos, los cuales, como se puede verificar en los Hechos de los Apóstoles, ponían en práctica lo que Jesús les había enseñado.

Los monjes antiguos y la “Vita angelica”4 Nos referimos principalmente a las personalidades más destacadas del monacato egipcio: Antonio abad (251-356), Pacomio (287-346);

Puede producirse un cansancio en este perpetuo enfrentamiento y el hombre comienza a relajar un tanto su postura. Entonces se da lo que San Benito llamaría después “darle ocasión al diablo”. Es una especie de rendija por la cual el poder del mal puede introducirse.

2 Daniel Casado, Sobre los ángeles, Mérida 2001. 3 CIC 312 4 García Colombás, Paraíso y Vida Angélica. Sentido escatológico de la vocación cristiana. Montserrat 1958.

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La experiencia de la potencia del poder del mal despierta en el ser humano ansias infinitas de santidad. Por más que el hombre se aprendiera de memoria la “Ética a Nicómaco” de Aristóteles, mientras no tenga la experiencia de las primeras heridas del combate espiritual, no será capaz de aplicar el código moral. Esta “inercia moral” se podrá comprobar cada día.

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Evagrio Póntico (346-399); del monacato palestino: Doroteo de Gaza (finales del siglo VI- primer tercio del siglo VII), Isaías de Gaza (siglo V), Juan Clímaco (575-649); del monacato sirio: Efrén el sirio (306-373), el Seudo Macario (siglo V), Isaac de Nínive (mitad del siglo VII)… Se puede decir que parten de una antropología tripartita, basada en el ruego de San Pablo en 1 Ts 5,23: “para que nuestro ser entero, el espíritu, el alma y el cuerpo sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor”. Aunque según la doctrina del Concilio de Constantinopla del año 870, esto no introduce una dualidad en el alma y Sto. Tomás de Aquino recurre indistintamente al esquema dual de “cuerpo y alma”, o al trino “cuerpo, alma y Espíritu”, lo nuclear es que el Espíritu representa la capacidad sobrenatural del hombre, gracias al don que recibe en el bautismo. El hombre es la única criatura del mundo que, gracias al don del Espíritu, puede traspasar los límites que le impone su naturaleza. La oración, es decir la capacidad de comunicarse con Dios y con todo el mundo sobrenatural, es la primera y más noble superación de su condición humana. La capacidad de recibir los dones de la gracia, carismas y dones del Espíritu constituye el reverso de esta gracia de comunicación que es la oración. Por eso no extraña que los primeros tratados sobre la oración procedan de los monjes y su gran inspirador, Orígenes. Pero al mismo tiempo el alma orante se encuentra inmediatamente implicada en el mundo de los ángeles, tanto buenos como malos, implicada también en la necesidad de distinguir el bien y el mal, implicada, en tercer lugar, en la lucha espiritual. La expresión “Vita angelica” no significa entonces que los monjes se sintieran más puros y transparentes que los demás hombres, sino que se reconocían como invitados a seguir en las grandes tareas de sus “hermanos mayores”, los ángeles: Los ángeles buenos los llevaban por el camino de la alabanza, en último término, de la liturgia y de la comunicación de las “buenas noticias”. Los ángeles caídos, en cambio los matriculaban en la severa escuela de los pecados, vicios y virtudes. Lejos, pues, de constituir un desecho de criaturas fracasadas, ellos, que voluntariamente no quisieron servir, involuntariamente siguen colaborando con el plan de salvación de Dios. Partiendo de San Antonio abad, cuya interesante vida nos dejó San Atanasio de Alejandría, habría que destacar que su iniciativa de desafiar a Satanás en el desierto se derivaba directamente del seguimiento de Cristo. Si este había considerado como tarea primordial el enfrentamiento con Satanás en el escenario de las tres tentaciones, un discípulo suyo no podía sino dar el mismo paso en su propio comienzo. Las famosas “tentaciones de San Antonio” han servido de inspiración a muchos artistas; pero no son ellas lo más importante, sino el largo discurso que Antonio dirigió a sus discípulos después


de sus terribles experiencias. Podemos decir que estamos frente al primer gran tratado de demonología, cuyas principales conclusiones, hasta ahora no refutadas, han servido durante siglos a los jóvenes monjes como un verdadero manual de lucha espiritual. Ahora, para ser realistas, habría que decir que el esquema de centrar en la experiencia diabólica el primer paso de la lucha espiritual, no fue considerado como imprescindible por los antiguos monjes. Pacomio, por ejemplo, el creador de la vida cenobítica, fundó su deseo de consagrarse al Señor en el ejemplo de caridad que le había demostrado un grupo de cristianos, cuando había sido simple conscripto del ejército imperial. Se trata entonces del primado de la caridad. Además Pacomio adhirió decididamente al postulado de Evagrio Póntico que reza: “A veces el diablo, cuando no puede atacarnos de frente, nos hostiliza por medio de un hermano poco ferviente”. Este acento, puesto por Pacomio en la acción del diablo en la comunidad, habría que considerarlo como complementario del punto de vista de Antonio. De facto ambas tradiciones y enfoques han persistido sin interrupción en toda la tradición monástica

Evagrio Póntico (346-399) Nacido en el Ponto (Norte de la actual Turquía), tuvo una educación esmerada y, después de pasar por Jerusalén, por consejos de Melania la mayor (341-410), se estableció en el desierto egipcio. Allí tuvo como discípulo durante unos nueve años a Juan Casiano (360 o 365-435), quien transmitió en lengua latina todos los tesoros de la sabiduría monástica de Oriente. Evagrio, basado en su propia experiencia, llegó a formular la teoría de los ocho demonios o pensamientos capitales: que son gula, fornicación, avaricia, tristeza, cólera, acedia, vanagloria, orgullo. Estos pensamientos o “Logismoi” no provienen del hombre, sino del poder del mal. Y con ellos Satanás azota durante toda la vida el intelecto del hombre. El primer paso de la lucha espiritual consiste, pues, en rechazar estos “pensamientos”, en desautorizarlos. Puede producirse un cansancio en este perpetuo enfrentamiento y el hombre comienza a relajar un tanto su postura. Entonces se da lo que San Benito llamaría después “darle ocasión al diablo”. Es una especie de rendija por la cual el poder del mal puede introducirse. El joven que busca un “consuelo” en las páginas pornográfica del Internet, al principio no sentirá nada especial, pero de improviso aparecerán en su vida algunos síntomas inquietantes. Generalmente no llega a percibir la raíz de la casi imperceptible invasión. Pero se trata del comienzo de la etapa que se denomina “opresión diabólica”. El hombre pierde gradualmente su libertad. Si no se arrepiente y se lava por el sacramento de la confesión, la opresión irá en aumento, hasta el punto en

Hay una segunda circunstancia que torna más difícil la elección entre el bien y el mal. Y es que el mal, por ser carencia y no tener vida propia, necesariamente tiene que presentarse bajo la apariencia del bien. Sólo bajo tal apariencia puede aspirar a ser preferido. Por ello, además de la necesidad de elegir entre el bien y el mal, hay que tener la capacidad de discernir entre la verdad y la apariencia. Se trata de la virtud del “discernimiento de los espíritus”

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Sólo en el enfrentamiento con los ángeles caídos se enciende la llama de la “militia Christi”, que es el celo que Cristo sintió al ser empujado por el Espíritu al desierto para enfrentarse directamente con el diablo y el celo que sintió la Santísima Virgen María, al saberse madre del hijo de Dios y por lo tanto “empujada” para llevar esa noticia por caminos montañosos a su prima Isabel y cantar el canto de triunfo del Magnifícat.(...)

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que la víctima ya no podrá defenderse sola, sino que debe acudir a alguien que rece sobre ella oraciones de liberación. La culminación del proceso de degradación se produce en la “posesión diabólica”, en la cual el sujeto llega a solicitar la ayuda de Satanás. En este caso el exorcismo se manifiesta como extremadamente difícil y laborioso.. Por ingratas que sean estas noticias, en ella se juegan vida y muerte espirituales. En primer lugar el hombre llega a distinguir claramente el bien y el mal. Un solo enfrentamiento con los ángeles caídos basta para saber a qué atenerse. La experiencia de la potencia del poder del mal despierta en el ser humano ansias infinitas de santidad. Por más que el hombre se aprendiera de memoria la “Ética a Nicómaco” de Aristóteles, mientras no tenga la experiencia de las primeras heridas del combate espiritual, no será capaz de aplicar el código moral. Esta “inercia moral” se podrá comprobar cada día. Tener conciencia de que la vida no es una agradable regata, desarrollada en terreno neutral, sino que está bajo la luz de la enseñanza de San Pablo en Efesios 6,10-13 es algo imprescindible: “Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa. Revestíos de las armas de Dios, para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las armas de Dios. Para que podáis resistir en el día funesto y manteneros firmes después de haber vencido todo”. La primera enseñanza de los maestros de novicios de los monjes antiguos consistía en “dar a conocer y enseñar a evitar las trampas del demonio”. Hay una segunda circunstancia que torna más difícil la elección entre el bien y el mal. Y es que el mal, por ser carencia y no tener vida propia, necesariamente tiene que presentarse bajo la apariencia del bien. Sólo bajo tal apariencia puede aspirar a ser preferido. Por ello, además de la necesidad de elegir entre el bien y el mal, hay que tener la capacidad de discernir entre la verdad y la apariencia. Se trata de la virtud del “discernimiento de los espíritus”, tan apreciada por el monacato primitivo Sólo en el enfrentamiento con los ángeles caídos se enciende la llama de la “militia Christi”, que es el celo que Cristo sintió al ser empujado por el Espíritu al desierto para enfrentarse directamente con el diablo y el celo que sintió la Santísima Virgen María, al saberse madre del hijo de Dios y por lo tanto “empujada” para llevar esa noticia por caminos montañosos a su prima Isabel y cantar el canto de triunfo del Magnifícat. ¿Cómo obviar tanta inercia espiritual, cómo superar tanta languidez pastoral, cómo devolver el celo pastoral a los sacerdotes y la convicción a los monjes? Sólo se requiere una gota de la “militia


«Dicho esto, parece obvio que Satanás no es una simple ficción de la mente, una manera para explicarse la existencia del mal. Cristo mismo hace 223 referencias a Satanás y los demonios y, de acuerdo con lo dicho en la Primera Carta de San Juan”, El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3,8), su primera acción después del bautismo fue el enfrentamiento con Satanás en las tres tentaciones».

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Christi et Mariae”. Por algo una parte de la jerarquía angélica lleva el nombre de “serafines”, es decir “los ardientes”. No cabe tibieza en el servicio de Dios.

La introducción al Nuevo Ritual de Exorcismos de 1999

(...) ¿Cómo obviar tanta inercia espiritual, cómo superar tanta languidez pastoral, cómo devolver el celo pastoral a los sacerdotes y la convicción a los monjes? Sólo se requiere una gota de la “militia Christi et Mariae”. Por algo una parte de la jerarquía angélica lleva el nombre de “serafines”, es decir “los ardientes”. No cabe tibieza en el servicio de Dios.

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Para proporcionar una base útil y común motivación para la tan necesaria renovación de la espiritualidad y pastoral de la Iglesia, sugerimos un mayor estudio y difusión de la Introducción teológica o Praenotanda del nuevo “Ritual de Exorcismos y otras súplicas”. Sabido es que, a la publicación de este ritual, uno de los más conocidos exorcistas de Roma, el P. Gabriel Amorth , expresó su decepción por el hecho de que dicho libro se habría hecho con criterio meramente litúrgico, sin tomar en cuenta la experiencia secular de los exorcistas. Si esto fuera así, se podría pensar que también en las altas esferas eclesiásticas habría asomado algo del desdén que en el resto del pueblo de Dios se puede dar contra el trabajo de los exorcistas. El prefecto de aquella época, cardenal Jorge Medina, concedió entonces a los exorcistas la opción de pedir permiso para recurrir a los libros antiguos. Por su parte, el P. Gabriel Amorth reconoció que la Introducción teológica era excelente. De los seis acápites que se distinguen en esta introducción, interesan ante todo los dos primeros: “La victoria de Cristo y el Poder de la Iglesia contra los demonios” y “Los exorcismos en el ministerio eclesial de santificar”. Después de recordar en I.2 la naturaleza de la lucha espiritual, continúa en I.3: “El Padre todopoderoso y misericordioso envió al Hijo de su amor al mundo para librar a los hombres del poder de las tinieblas y trasladarlos al reino de su luz (Cf. Ga 4,5; Col 1,13): Por eso Cristo, primogénito de toda criatura (Col 1,15), renovando al hombre viejo, vistió carne de pecado, “para destruir por su muerte a aquel que tenía poder, es decir, el diablo (Hb 2,14) y transformar por medio de su Pasión y Resurrección la naturaleza humana herida en una nueva criatura, por el don del Espíritu Santo.


«La misión de curar a los enfermos y de expulsar a los espíritus malos constituye, pues, una tarea de la misión salvadora de la Iglesia. encargada a ella por Jesucristo». (Grabado de Gustave Doré)

I.4. En los días de su vida mortal, el Señor Jesús, vencedor de la tentación en el desierto (Cf. Mt 4,1-11; Mc 1,12-13 y Lc 4,1-13), expulsó con su propia autoridad a Satanás y a los demás demonios, imponiéndoles su divina voluntad (Cf. Mt 12,27-29; Lc 11,19-20). Haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo (Cf. Hch.10,38), manifestó la obra de la salvación, para librar a los hombres del pecado, de sus consecuencias y del autor primero del pecado, homicida desde el principio y padre de la mentira (Jn 8,44). I.6. Para llevar a término su ministerio Cristo dio a sus apóstoles y a otros discípulos el poder de expulsar espíritus inmundos (Cf. Mt 10,1.8; Mc 3,14-15; 6,7,13; Lc 9,1; 10, 17,18-20). Entre los signos que acompañarán a los creyentes, se incluye en el evangelio la expulsión de los demonios (Mc 16,17). Conclusión final: La misión de curar a los enfermos y de expulsar a los espíritus malos constituye, pues, una tarea de la misión salvadora de la Iglesia , encargada a ella por Jesucristo.

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LA CATEDRAL DE REIMS

800 años de fe y arte El 6 de mayo de 1211 se puso la primera piedra de la catedral de Nuestra Señora de Reims, famosa por su Ángel de la sonrisa. Desde el bautismo de Clodoveo, la capital de Champaña no ha dejado de ser testigo de la historia de Francia y de Europa. En 1996, para la conmemoración de los mil quinientos años del bautizo de Clodoveo por el obispo de Reims, San Remigio, el beato papa Juan Pablo II realizó una visita apostólica especial a esa región de Francia [párrafos de su discurso en recuadro aparte], nación que lleva el honroso título de “hija primogénita de la Iglesia”.

—Clodoveo recibe el bautizo en Reims, el 25 de di- —¿Es el bautizo de Clodoveo también el de Francia? ciembre del año 496. ¿Qué estaba en juego ese día? —¡De ninguna manera! La conversión de —Por primera vez, un rey germano elige vo- un jefe repercute de una u otra manera en luntaria y libremente la fe católica. Todos los su pueblo, eso cae por su propio peso; pero obispos son convocados. Entre ellos, sólo los históricamente, el bautizo de Clodoveo es que no dependen de la autoridad de un rey el bautizo de un hombre. La idea según la hereje arriano pueden dirigirse al bautizo. cual todo el pueblo se habría bautizado ese día proviene de un análisis Por ese motivo, los obispos del histórico caduco, emitido en sur del Loira, de Borgoña y de la época del 14º centenario Provenza están ausentes; pero Luis el Piadoso se hace coronar en Reims en nombre del bautizo de Clodoveo. parte de sus cofrades rodean al de su propia fe, en recuerdo Se tomó al pie de la letra el rey franco en el bautisterio de de Clodoveo, su antecesor. hecho de mencionarse “tres la catedral paleocristiana de De este modo inicia la mil hombres presentes” en un Reims en el momento en que práctica de la coronación en texto ligeramente posterior, se convierte en cristiano. A la Reims para toda la dinastía carolingia. sin advertir que se trataba cabeza de estos prelados está de una referencia al libro de el arzobispo de la ciudad, Relos Hechos de los Apóstoles. migio. También está presente el obispo de París, cuyo nombre se desconoce. En realidad, en el contexto de esa época, la Por otra parte, Clodoveo es bautizado con su conversión es un acto de libertad personal. Se guardia personal, sus “gorilas”, como diríamos recibe el bautizo en la edad adulta, después de hoy. Es un elemento capital, ya que de no ser una larga formación de tres años, una segunda así corre riesgo de ser asesinado por el resto de cuarenta días y luego una solicitud escrita dirigida al obispo. Clodoveo no fue eximido del pueblo, que sigue siendo pagano. El historiador medievalista Michel Rouche, especializado en Historia de Galia entre el Imperio romano y la Edad Media, es autor de Clovis (Fayard, 1996, reimpreso en 2010). En 1996 participó en la inauguración de un coloquio internacional de Historia realizado en Reims con ocasión de la conmemoración de los mil quinientos años del bautismo de Clodoveo, rey de los francos. En esta conversación con Samuel Pruvot y Guilhem Dargnies, Rouche renueva la mirada al legado de Reims, y habla de las manifestaciones llevadas a cabo para el 800º aniversario de la “catedral de los ángeles”

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momento cosa muy común. Pepino el Jorobado hizo la última tentativa de regicidio contra su padre, Carlomagno, en 792. En lo sucesivo jamás se escucha hablar de un atentado contra la persona del rey hasta 1589. —Si el bautizo de Clodoveo no es el bautizo de Fran- Por ese motivo, Reims es también un símbolo cia, ¿por qué los reyes se hacían coronar en Reims? de estabilidad política. Es lo que revela la —La coronación es una forma de superviven- guerra civil de cien años entre los armagnacs cia del sacramento de la confirmación que se y los borgoñones, que no termina sino cuando otorgaba junto con el bautizo de los adultos. Juana de Arco obtiene la coronación de Carlos Al mismo tiempo que el bautizo, Clodoveo VII en Reims, en julio de 1429. recibe la eucaristía y el sacramento de la con- Por último, la ciudad remite a una perspectiva de fe: con la coronación, el reifirmación. Posteriormente, no de los francos es bendecido en España, cuando un rey Reims remite a una y tomado por la providencia visigodo pasa del arrianismo perspectiva de fe: con la divina. Al mismo tiempo, el al catolicismo, no necesita ser coronación, el reino de rey de los francos tiene una bautizado porque ya lo está. los francos es bendecido y tomado por la providencia misión divina que cumplir Por consiguiente, se decide divina. Al mismo tiempo, el con su pueblo. simplemente ungirlo con el rey de los francos tiene una En la época, el príncipe reisacramento de la confirmamisión divina que cumplir nante tiene la fe cristiana: fe ción. Progresivamente, se con su pueblo. y política están vinculadas de adopta la costumbre de dar hecho. Pero esta proximidad esta unción a los reyes sólo cuando llegan al poder. Así ocurre en el año de los poderes no trae consigo su confusión, ya que la Iglesia y el Estado tienen cada uno su 754 con Pepino el Breve. Más tarde, un hijo de Carlomagno tiene fama jefe. Y esta situación no es nueva. En realidad, de ser especialmente fervoroso. Así, Luis el la idea de un Estado no religioso –hoy hablaPiadoso se hace coronar en Reims en nombre ríamos de “laicidad”– es inconcebible desde de su propia fe, en recuerdo de Clodoveo, su la época romana. antecesor. De este modo inicia la práctica de la coronación en Reims para toda la dinastía —¿Cómo se manifestó el aura de la ciudad durante carolingia. Con escasas excepciones, esta tra- todo ese período? —En primer lugar está la construcción de la dición perdurará hasta el siglo XIX. catedral gótica actual, iniciada en 1211 por —Reims simboliza entonces la intimidad del víncu- decisión del arzobispo a raíz de la desaparición de la antigua catedral carolingia en un incenlo entre los poderes espiritual y temporal… —¡Más que eso! Es el símbolo de la protección dio. Obsesionados con el tema de la memoria, de la vida del rey… ¡y del Estado! Porque en los constructores transmiten el legado vincuesa época –y es un logro de la Iglesia– la co- lado con la creación del reino en sus orígenes. ronación del rey apunta a legitimar el poder El pórtico principal recuerda el bautizo de real. Durante todo ese período, el hombre que Clodoveo. Inmediatamente encima, el primer goza de la unción real es sacralizado: ¡se vuelve rey de los francos es asimismo representado intocable! Gracias a la coronación, se evitan en la pila bautismal, en el centro de la Galería los asesinatos de aspirantes al trono, hasta ese de los reyes. de esta regla. ¡Y hay más! Con anterioridad a estas gestiones, hubo largas conversaciones con Santa Clotilde, su esposa, el arzobispo Remigio y Santa Genoveva.

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«Reims pasa progresivamente de una legitimación religiosa a una legitimación política. En una primera época, se sigue afirmando la legitimidad mediante la coronación. Cuando Turgot le dice a Luis XVI: “No hay dinero para la coronación”, Luis XVI responde furioso: “Bueno, en ese caso, ¡lo siento! ¡Iré solo y a pie!”. Luis XVI tiene conciencia del origen de su legitimidad. Después de la Revolución, la coronación deja de ser objeto de unanimidad. Carlos X es el último rey coronado en Reims, en 1824» (El grabado corresponde a la coronación de Luis XIV en 1664.)

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Atrio y capilla presbiterial, al interior de la catedral de Reims. El rosetón y relieves medievales contrastan con los vitrales de Chagall realizados después de los destrozos de la 2ª guerra. En este último marco destaca la imagen de San Remigio bautizando a Clodoveo.

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Beato Juan Pablo II en Reims

en el XV centenario del bautismo de Clodoveo

Apartes de la homilía pronunciada por el Beato Papa Juan Pablo II durante una multitudinaria misa celebrada en el aeropuerto de Reims, el domingo 22 de septiembre de 1996.

Quince siglos atrás, Clodoveo, rey de los francos, recibió este sacramento. Su bautismo tuvo el mismo sentido que cualquier otro. Recordemos las palabras de Cristo: “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”1. Así fue dado al soberano de los francos ser llamado a la vida del Reino de Dios. Había meditado durante mucho tiempo sobre el mensaje cristiano, del cual daban testimonio ante él Clotilde, Remigio, Vedasto y Genoveva. Eligió renunciar al espíritu del mal, a todo cuanto conduce al mal y a todo orgullo. Al mismo tiempo, profesaba la fe de la Iglesia y adhería a Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por la redención del mundo. El bautismo lo liberó del pecado original y de todo pecado cometido anteriormente, y mediante la gracia santificante lo hizo participar en la vida de Dios. Sus compatriotas bautizados con él recibieron los mismos dones. Se convirtieron en cristianos, hijos adoptivos de Dios. Se convirtieron también en miembros del Pueblo de Dios, la Iglesia. Esta gran celebración jubilar del bautismo os da la ocasión de reflexionar sobre los dones que habéis recibido y sobre las responsabilidades que de ellos se desprenden. En el curso de los siglos, estos dones fueron ciertamente multiplicados numerosas veces en todos los que en vuestro país se convirtieron en la sal de la tierra, en los que hicieron resplandecer y siguen haciendo resplandecer la gran luz del testimonio cristiano, del apostolado, del espíritu misionero, del martirio, de todas las formas de santidad. Pensemos en los mártires a partir de Potino y Blandina de Lyon, en los pastores como Martín o Remigio, Francisco de Sales o Eugenio de Mazenod, en las mujeres santas como Juana de Arco, Margarita María o Teresa de Lisieux, en los apóstoles de la caridad, como Vicente de Paúl; en los santos educadores como Nicolás Roland o Juan Bautista de La Salle en esta misma ciudad, en las fundadoras misioneras como Anne-Marie Javouhey o Claudine Thévenet. Este gran jubileo del bautismo debe llevaros a hacer un amplio balance de la historia espiritual del “alma francesa”. Recordaréis ciertamente tiempos oscuros, numerosas infidelidades y enfrentamientos, consecuencias del pecado; pero recordaréis que toda travesía de la prueba es un llamado urgente a la conversión y a la santidad, con el fin de seguir hasta el final a Cristo, que entregó su vida por la salvación del mundo. Precisamente cuando nos envuelve la noche, debemos pensar en el alba que despuntará, debemos creer que la Iglesia renace cada mañana para sus santos. “Quien lo ha comprendido una vez –decía Bernanos- ha entrado en la esencia de la fe católica, ha sentido vibrar en su carne mortal… una esperanza sobrehumana”. 1 Jn 3, 5.3 CIC 312 2 George Bernanos, Jeanne, relapse et sainte.

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San Pablo escribía a los Efesios: “Os exhorto a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados”3. (…) En el contexto del jubileo celebrado hoy, las palabras de San Pablo presentan un profundo significado. Justamente por tener detrás vuestro tantos siglos de cristianismo, sois llamados a actuar de manera digna de la vocación cristiana. La vocación de los bautizados tiene una dimensión constante, eterna, y tiene una dimensión particular, temporal. En un sentido, los cristianos de nuestra época tienen la misma vocación que las primeras generaciones de cristianos de vuestra tierra, y al mismo tiempo su vocación está determinada por la etapa actual de la historia. La Iglesia es siempre una Iglesia del tiempo presente. No visualiza su legado como el tesoro de un pasado ya transcurrido, sino como una poderosa inspiración para avanzar en el peregrinaje de la fe en caminos siempre nuevos. Es preciso descifrar nuestra vocación cristiana en función de nuestra época, a la luz de las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia, Luz de las naciones, y sobre la Iglesia en el mundo de esta época: en una actitud fraternal, con amor por todos los hombres. La Iglesia no tiene más objetivo que “continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”4.(…) Que esta celebración jubilar del bautismo de Clodoveo os llene de alegría, ya que recuerda la elección llevada a cabo quince siglos atrás. Hay que regocijarse por la elección renovada en el curso de los siglos por tantos y tantos hijos e hijas de vuestra tierra; hay que regocijarse ahora por la elección hecha por nuestra generación al final del segundo milenio. “He elegido habitar en la casa de Dios”: estas palabras nos sitúan también en la perspectiva escatológica de la vocación cristiana, en la perspectiva del final de los tiempos, cuando Cristo reúna a todos los miembros de su Cuerpo en el Reino del Padre. Mediante el don de la gracia, podemos también cantar: “He elegido la felicidad y la vida”. Sí, habitar en la casa de Dios es fuente de vida y de felicidad. Recordamos a quienes nos precedieron y son acogidos en lo sucesivo en la casa de Dios: rogamos al mismo tiempo por los que están en el camino y para que muchos otros se incorporen. ¡Que no deje de brillar la luz de la fe! ¡Permaneced en la alegría de haber elegido libremente estar unidos con Cristo por el bautismo con el fin de ir con vuestros hermanos por los caminos de vida! De este modo celebramos hoy el decimoquinto centenario del bautismo del Rey Clodoveo. ¡Amén!

3 Ef 4, 1. 4 Gaudium et spes, 3.

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«El general De Gaulle elige la catedral de Reims para un encuentro con el canciller Adenauer en presencia del arzobispo, en 1962. Más allá del símbolo, este evento muestra hasta qué punto Reims sigue siendo el lugar donde la sociedad francesa se encuentra con sus raíces históricas y cristianas».

En otro aspecto, la cultura popular de la Edad —Después de 1879, Reims parece retirarse del Media recuerda el vínculo especial de Reims escenario… con Roma. Se hacen especialmente juegos de —Es la época en que se pasa progresivamente palabras, pretendiendo que Reims (en latín Re- de una legitimación religiosa a una legitimamis) y Roma (Roma) son lo misción política. En una primera mo. El arco de triunfo romano época, se sigue afirmando la Posteriormente, la en las puertas de la ciudad legitimidad mediante la corocapitulación de Hitler se muestra a Rómulo y Remo. nación. Cuando Turgot le dice firma en Reims el 7 de mayo ¡Se llega incluso a considerar a Luis XVI: “No hay dinero para de 1945. En los años 50, los comunistas celebran la a este último el fundador de la coronación”, Luis XVI resliberación de Orleans Reims! Se crean numerosas ponde furioso: “Bueno, en ese por Juana de Arco y la leyendas asociando la ciudad caso, ¡lo siento! ¡Iré solo y a pie!”. coronación del rey en Reims. de Champaña con Roma y el Luis XVI tiene conciencia del Para ellos, Juana de Arco es origen de su legitimidad. reino de Francia. una heroína nacional. Después de la Revolución, la Por último, el arzobispo de coronación deja de ser objeto Reims recibe el palio, ese ornamento litúrgico reservado al Papa, a los de unanimidad. Carlos X es el último rey prelados y a los arzobispos metropolitanos, y coronado en Reims, en 1824. Enseguida hay un período de fluctuación otorgado personalmente por el Papa.

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durante los reinados de Napoleón y Luis Felipe: por anticlericalismo, ambos se ponen en contra del legado de Reims. Por ese motivo, Napoleón no se hace coronar en Reims, sino en París. —Sin embargo, Reims sigue presente en el corazón de todos los franceses. —Esto se puede percibir sobre todo en la Primera Guerra Mundial. Reims se encuentra en las líneas de fuego y la catedral se incendia completamente. Se aniquilan estatuas. Las fotografías de la época son espantosas. Ese episodio sacude profundamente a la opinión pública francesa, que interpreta la invasión de los alemanes como un “retorno de los bárbaros”. Así, apenas terminada la guerra, a todo el mundo le parece normal que un multimillonario estadounidense, Rockefeller, pague casi totalmente la restauración de la catedral. En 1938, el edificio restaurado es inaugurado por Jean Zay, Ministro de Educación Nacional del Frente Popular y Francmasón. Posteriormente, la capitulación de Hitler se firma en Reims el 7 de mayo de 1945. En los años 50, los comunistas celebran la liberación de Orleans por Juana de Arco y la coronación del rey en Reims. Para ellos, Juana de Arco es una heroína nacional. Finalmente, el general De Gaulle elige la catedral de Reims para un encuentro con el canciller Adenauer en presencia del arzobispo, en 1962. Más allá del símbolo, este evento muestra hasta qué punto Reims sigue siendo el lugar donde la sociedad francesa se encuentra con sus raíces históricas y cristianas. Sobre este mantillo, Francia todavía puede edificarse…

«Reims es también un símbolo de estabilidad política. Es lo que revela la guerra civil de cien años entre los armagnacs y los borgoñones, que no termina sino cuando Juana de Arco obtiene la coronación de Carlos VII en Reims, en julio de 1429.»

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«Decapitada en un bombardeo, en 1914, la estatua recuperó su sonrisa en 1925, después de una restauración»

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La más bella sonrisa de la Edad Media

En el vano del pórtico Norte de la catedral se oculta el ángel más famoso de la estatuaria medieval: el Ángel de la sonrisa. Un mensaje de esperanza que ha atravesado los siglos. No por azar la catedral remense es a menudo apodada la “catedral de los ángeles”. Dondequiera el visitante detenga su mirada, se encuentra con uno de estos mensajeros del Cielo tallados en caliza de las canteras de Courville. Y en lo alto de las torres lanzadas al asalto del cielo hay un ángel más. En total, 2.303 esculturas decoran este encaje gótico del siglo XIII. Algunas han permanecido a la sombra de la Historia, demasiado pequeñas, colocadas a gran altura o escondidas por imponentes contrafuertes; pero otras se han vuelto famosas, como la austera Reina de Saba o el Ángel de la sonrisa, conocido también con el nombre de Ángel de San Nicasio. Algunas visitas creen saludarlo entrando a la catedral, pero ése, igualmente jovial, sólo es su hermano, el Ángel de la Anunciación. La audacia del Taller de Champaña El Ángel de la sonrisa, con el cabello ondulado, es más discreto, situado en el vano del pórtico izquierdo de la fachada occidental. Su aspecto jovial está impregnado al mismo tiempo de infinita dulzura y picardía. Según el historiador Yann Harlaut1, la criatura alada “sonríe a San Nicasio, que murió decapitado. Su sonrisa significa fe y esperanza en el futuro. Acoge al obispo mártir en la felicidad y le anuncia una eternidad feliz”. Mientras las otras catedrales francesas están más acostumbradas a las estatuas rígidas y severas, las esculturas de Reims exhiben esta expresión relajada. Fue el Taller de Champaña el que innovó al tener la audacia de dar, con algunos tijeretazos, ligeros movimientos de cadera, rostros inclinados, drapeados más flexibles, rostros iluminados por una sonrisa. El Ángel de la sonrisa se ha convertido hoy en una verdadera “estrella” de piedra, tal vez más viva que ciertos ídolos que se agitan en los podios. ¿Pero por qué él más que las otras 2.302 esculturas? “Pienso que el ángel ya era famoso en la Edad Media: con sus 2,60 metros de altura, es una pieza maestra de la catedral –explica Harlaut, apasionado con este ángel misterioso–. Su rostro ejerce un verdadero magnetismo. El Renacimiento, época más cartesiana y materialista, lo dejó de lado. Y por otra parte un objeto adquiere valor a partir del momento en que se ha creído perderlo…”. El 19 de diciembre de 1914, efectivamente, la tierna sonrisa de Reims estuvo a punto de borrarse para siempre. Cuando el ejército alemán bombardea la ciudad, una granada hace saltar el andamiaje erguido sobre la fachada. Las llamas devoran la estructura de madera, la gran rosa explota, las hojas de plomo del tejado se funden, una viga del andamiaje se viene abajo y corta la cabeza del bello enviado divino. Los daños son considerables, la catedral se desfigura. ¿La cabeza del ángel robada? Sólo se toma conocimiento del martirio del ángel cuando un rumor pretende que su cabeza fue robada. “¡La codicia otorga valentía! ”, prosigue Yann Harlaut. La cabeza finalmente se encuentra en los sótanos del arzobispado, donde un sacerdote remense, el abate Jules Thinot, la había puesto a cubierto. A partir de ese momento el ángel travieso sale del anonimato y se transforma en instrumento de propaganda. Símbolo del patrimonio destruido, la imagen de su sonrisa herida representa la Francia martirizada. Con todo, curiosamente, su colocación después de la restauración, en 1925, pasa desapercibida. Posteriormente se hizo justicia: felizmente se ha convertido (nuevamente) en el símbolo mundialmente conocido de la “catedral de los ángeles”. Maylis Guillier 1 Autor de Naissance d’un mythe – L’Ange au sourire de Reims, ed. Dominique Guéniot.

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EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

Cornelio Fabro ante la inmanencia como ateísmo radical

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l 2011 se celebra el centenario del nacimiento de Cornelio Fabro (1911- 1995), sacerdote estigmatino italiano y prestigioso pensador, que realizó sus estudios de filosofía y teología en la Universidad Lateranense y en el Angelicum. Se dedicó a la investigación y a la docencia en diversas instituciones eclesiásticas y católicas en Roma y el extranjero, como son las universidades de Notre Dame, Lovaina, Milán y Perugia. Sus reflexiones en el ámbito de la filosofía son destacadas en el análisis de las teorías de Rosmini y Rahner. Más aún es afamada su interpretación de la ontología de Tomás de Aquino, crítica del neotomismo; su estudio de la fenomenología y el existencialismo, en particular de Kierkegaard, autor danés a quien tradujo al lenguaje italiano introduciéndolo en su país; y el análisis del ateísmo en la filosofía moderna. La primera gran obra del autor italiano, escrita cuando tenía sólo 28 años, titulada La nozione metafisica di partecipazione secondo san Tommaso d’Aquino, despliega la relación entre la criatura y Dios sobre la base de la creación a partir de la nada, tratando en profundidad una de las líneas de investigación a la que el autor se mantendría fiel por casi medio siglo. Fabro inició luego su indagación en torno a la fenomenología evidenciando que el estudio teórico de ella suponía someterla a cuestionamiento en cuanto que no se hace cargo del problema del ser y del sentido de la existencia humana. En 1961 profundizó sobre el ateísmo moderno, el cual, según su visión, no consiste en negar a Dios, sino que ese juicio es una consecuencia lógica de un error en la concepción de la conexión pensamiento-ser. Es así como determinó la esencia del principio moderno de inmanencia como un “ateísmo radical”. Junto con ello, Fabro logró recuperar las raíces del realismo clásico cristiano en el existencialismo metafísico de Kierkegaard como una forma de enfrentarse al antropologismo ateo de la existencia moderna. En toda su carrera se puede apreciar una característica propia y constante, que modela su aproximación al mundo cultural católico. Fabro se mueve en el ámbito de la relación entre razón y fe, para lo cual se concentra en dilucidar el nexo entre la filosofía y el problema del ser, del cual depende la indagación del sentido antropológico. Esto reemplaza una perspectiva limitada a examinar la dificultad del vínculo de la filosofía moderna y la fe cristiana. En cambio, al abordar el cuestionamiento sobre la fidelidad del pensamiento moderno a la razón, en su desarrollo histórico,

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Juan Pablo II junto al padre Cornelio Fabro.

se traslada a un horizonte más universal que asume un asunto originario motivador de la investigación filosófica desde sus inicios: el sentido del ser, y en unión con ello, la concepción de la existencia humana libre. Son estas nociones principales las que otorgan un criterio para la crítica negativa o positiva de las diversas teorías filosóficas. Es desde esta visión que Fabro establece su discusión manteniéndose contrario tanto a adoptar una actitud acrítica respecto al pensamiento moderno y contemporáneo, como a desarrollar una apologética del pensamiento cristiano desde prejuicios no incorporados racionalmente. El método de Fabro fue así una dura y rigurosa confrontación a partir del problema primero de la filosofía, el sentido del ser, que es el motor de toda la historia del pensamiento desde sus orígenes.

B. M. C.

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Apuntes de Cornelio Fabro Desde el balcón del infinito se puede ver todo, todo lo finito, mirarlo de acuerdo a su valor, observarlo y tomar las decisiones convenientes. Esto es el prólogo de la libertad y el paso de la fe. La esperanza indica el cumplimiento de las aspiraciones más profundas del yo en un tiempo que no es pasado, en un tiempo que no es simplemente presente, pero que lo será, y al decir que “será” presente, el “será” indica precisamente que aquello es esperanza: que será presente al yo porque es el cumplimiento de las aspiraciones del yo. Una vida de servicio a la búsqueda de la verdad no es una vida de privilegios, sino que en esta actitud natural debe arder el aroma de la misión de nuestra existencia, a fin de que el hombre común que se fatiga en su humilde quehacer, se sienta ennoblecido por nuestra labor. El campo de la filosofía está limitado a la inteligencia, el objeto de la filosofía es el logos. El hombre no se salva por la filosofía, busca la salvación a través de la filosofía, pero no es la filosofía la que salva al hombre, ella puede aclarar cuál es la función misma de la libertad, pero no coincide con la libertad.

Cornelio Fabro en Chile Por Juan de Dios Vial Larraín

En el año 1956 fue posible realizar en Chile –y con mucho éxito– un Congreso Internacional de Filosofía que reunió en Santiago a algunas figuras descollantes del pensar filosófico contemporáneo. Cabe mencionar un par de nombres muy eminentes, que representan posiciones y maneras de pensar muy distantes, y que dan una muestra de la diversidad y altura que alcanzó esa reunión en nuestro pequeño mundo intelectual. Recuerdo al americano Quine, en el campo de la filosofía de la lógica y la epistemología, y al italiano Fabro, cuya figura crece entre los mayores pensadores cristianos del siglo XX. Fabro, en mi recuerdo, era un hombre de poca estatura y notable vivacidad. Poseía un dominio excepcional del pensamiento filosófico de todos los tiempos, caracterizado por la rigurosidad y fidelidad en la comprensión de cada cual –en su medida y estilo– iluminada por la profunda originalidad del pensamiento del propio Fabro, de donde brotaba la fuerza esclarecedora de su visión histórica. Pudo así darnos un genial Tomás de Aquino, distinto de muchos tomismos y neotomismos y, a la vez, un poderoso Kierkegaard, cuyo Diario en 20 volúmenes tradujo del danés, lengua que dominó en pocos meses. La visión de la metafísica de Santo Tomás a través de la idea de “participación” y la brillante comprensión de la libertad a través de la confrontación de Kierkegaard con Hegel son dos principales asuntos entre las innumerables materias recogidas en

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La filosofía radical exige una decisión radical, exige una unión total del espíritu con la verdad, exige una especie de transfiguración interior de modo que, en la intimidad de nuestro espíritu, no busquemos otra cosa sino el fundamento de la verdad y la verdad del fundamento. Santo Tomás es uno de los pocos espíritus que han alcanzado esta dedicación total. Hegel no ha dicho todo lo que podía decir Hegel, Marx no ha dicho todo lo que podía decir Marx. Ni siquiera Dante, celebrando los tres reinos, ha dicho todo lo que pertenece al infierno, al purgatorio y al paraíso, porque en todo hombre se encuentra una apertura infinita al infinito, porque todo hombre la integra con su propia reflexión. El núcleo central, el elemento genético de la filosofía en cuanto estructuración de la existencia es el yo: el yo como incomunicable comunicante, el yo como persona, el yo que ríe y llora, el yo que piensa y que ama, el yo que sufre y que goza, el yo que también espera. Todo ente aspira a su complemento por una atracción total de su ser: el tropismo de la planta, la inclinación de los hijos hacia la madre… y esa es metafísica trascendental.

los más de 50 volúmenes de sus Obras Completas, escritas en diversas lenguas. En Chile se concretó en una de las comisiones del Congreso de Filosofía dedicada a temas de la metafísica a la que presentó una brillante ponencia personal. Y se mantuvo permanentemente activo en el diálogo con sus colegas; sus intervenciones fueron siempre incisivas, elocuentes, generosas. En los breves y atareados días de ese Congreso, al cual se dedicó con verdadera pasión, fue posible una tarde llevarle a la P. Universidad Católica de Chile de manera un tanto improvisada. Se consiguió un amplio laboratorio de física que había en el primer piso y en un ambiente de máquinas y microscopios repleto de personas se levantó diciéndonos en qué lengua podríamos escucharle que no fuera el español, aunque eso lo estaba diciendo en correcto español. Monseñor Piñera sugirió el francés y de inmediato Fabro entusiasmó a su audiencia por más de una hora. Varias veces pude escucharle en la Universidad Lateranense de Roma para ser después invitado a regresar en su pequeño Fiat, que manejaba con singular destreza en el imprevisible tráfico de Roma. Hace pocos días pude escuchar el testimonio del gran impacto que tuvieron los seminarios que en sus últimos tiempos abrió Fabro en la casa del gran pensador italiano ya fallecido, Augusto del Noce. Ahí tuvo en torno suyo a pensadores españoles de hoy, como el eminente teólogo Fernando Ocariz o el filósofo Lluis Clavell, o argentinos como los profesores Sánchez Sorondo y Sanguinetti. Supe también que se preparan actos de celebración del centenario del nacimiento del P. Cornelio Fabro, por lo que me ha parecido apropiado hacer este recuerdo respetuoso y cordial de su breve paso por Chile.

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Carta apostólica en forma motu proprio

Porta Fidei

Del Sumo Pontífice Benedicto XVI con la que se convoca al “Año de la Fe” 1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Sucede hoy con Atravesar esa frecuencia que los puerta supocristianos se preocupan ne emprender mucho por las u n c a m i n o consecuencias sociales, que dura toda culturales y políticas la vida. Éste de su compromiso, al empieza con el mismo tiempo que siguen bautismo (cf. considerando la fe como Rm 6, 4), con el un presupuesto obvio que podemos de la vida común. De llamar a Dios hecho, este presupuesto con el nombre no sólo no aparece como de Padre, y se tal, sino que incluso con concluye con frecuencia es negado. el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor. 2. Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. En la homilía de la santa 1 Homilía en la Misa de inicio de Pontificado (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 710. 2 Cf. Benedicto XVI, Homilía en la Misa en Terreiro do Paço, Lisboa (11 mayo 2010), en L’Osservatore Romano ed. en Leng. española (16 mayo 2010), pag. 8-9.

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Misa de inicio del Pontificado1 decía: «La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud». Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado2. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas. Mientras que en el pasado

era posible reconocer un

3. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca tejido cultural unitario, oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre ac- ampliamente aceptado en tual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para su referencia al contenido escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva de la fe y a los valores que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14). Debemos descubrir de nuevo el inspirados por ella, hoy gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente no parece que sea ya así por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos en vastos sectores de la los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto, la enseñanza de sociedad, a causa de una Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: «Trabajad no por el profunda crisis de fe que alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida afecta a muchas personas. eterna» (Jn 6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma para nosotros: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: «La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.

Párrafos iniciales de la Carta Apostólica en la que S.S. Benedicto XVI convoca al “Año de la fe” desde el 11 de octubre de 2012, cincuentenario del inicio del Concilio Vaticano II. El texto completo de la Carta Apostólica Porta Fidei puede leerse en www.humanitas.cl

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A la luz de la Cruz –Arte antiguo y contemporáneo en confrontación–

Crucifijo (detalle). Marfil, siglo XVIII. Gallarate, Istituto Aloisianum.

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A la luz de la Cruz –Arte antiguo y contemporáneo en confrontación– En la exposición “A la luz de la Cruz”, presentada en Bolonia el año recién pasado, y promovida por la Fundación Cardenal Giacomo Lercaro y la colaboración de la Fundación Marilena Ferrari, Galería San Fedele de Milán, y el Musei Civici del Comune di Bologna, se expusieron obras de artistas contemporáneos como Kengiro Azuma, Lawrence Carroll, Pietro Coletta, Nicola De Maria, Mario Fallini, Jannis Kounellis, Mirko Marchelli, Marcello Mondazzi, Hidetoshi Nagasawa, Mimmo Paladino, Arnulf Rainer, Nicola Samori, Sean Shanahan y Ettore Spalletti. La mayor parte de los trabajos fueron realizados expresamente con motivo de la exposición. Junto a las obras de estos artistas, se expusieron también algunas de autores del siglo recién pasado, presentes en la Galería Raccolta Lercaro (que dirige Andrea Dall’Asta), como Floriano Bodini y Vittorio Tavernari, a las cuales se agregó el espléndido grabado aguatinta Cristo en la cruz, de Georges Rouault (1936). La exposición se completó con algunas obras antiguas, como una cruz procesional de metal dorado y plata realizada entre los siglos XV y XVI en la zona lombarda, algunas incisiones del famoso libro Evangelicae historiae imagines de 1593, que tuvo tanta importancia en la difusión del Evangelio en Europa y en Oriente, en el siglo XVII, y de Roma subterranea novissima, de 1659, que ilustra los resultados de las investigaciones llevadas a cabo durante años en las catacumbas romanas; una cruz de marfil ya atribuida a Algardi, una cruz de marfil de Europa central, del siglo XVIII, y una dramática cruz de madera del siglo XV-XVI, como testimonio de algunas tipologías de cruces realizadas en tiempos más lejanos, cuya presencia da origen a esa confrontación necesaria para comprender algunos aspectos iconográficos útiles para entrar en el significado más profundo del misterio de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. La exposición “A la luz de la Cruz” tuvo como curadores a Andrea Dall’Asta S. J. –quien escribió el prólogo del catálogo del que reproducimos a continuación algunos apartes– Fabrizio Lollini, Ede Palmieri, Elena Pontiggia y Francesco Tedeschi y estuvo totalmente dedicada a la Cruz, símbolo por excelencia de la identidad cristiana, proponiéndose reflexionar sobre un tema que en la historia ha dado lugar a infinitas reflexiones de carácter filosófico y teológico.

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A la luz de la cruz

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n su origen un escándalo para los judíos y una locura para los paganos, el símbolo de la Cruz caracterizó luego la cultura europea, situándose en las raíces de la cultura occidental. La Cruz tiene un significado universal. En el sufrimiento de Cristo, habla de acogida al dolor de cada hombre para dar una esperanza de salvación. Es símbolo de donación total de un Dios que se ofrece a sí mismo por los demás, mostrando así al hombre su naturaleza. En la cruz, Jesús manifiesta un amor que sabe amar al enemigo y perdonar sin condiciones. La Cruz es un símbolo conocido por muchas civilizaciones antiguas. Sus significados son múltiples: es eje del mundo, símbolo cósmico que remite a los cuatro puntos cardinales o a las cuatro estaciones. Representa el símbolo de la relación del hombre con la realidad que lo rodea, coextendiendo en las cuatro direcciones del espacio. Es también símbolo de la relación entre el cielo y la tierra, elevándose hacia lo alto: la Cruz entra en las profundidades viscerales de la tierra para elevarse hasta las alturas cristalinas del cielo. La Cruz se convierte así La Cruz se convierte así en el vínculo entre lo humano y lo divino, en el vínculo entre lo lo material y lo espiritual, las tinieblas y la luz, la muerte y la vida, humano y lo divino, lo lo alto y lo bajo, la longitud y la latitud. Y en este sentido es símbolo material y lo espiritual, por excelencia del religare, del unir, del trazar líneas de conjunción. las tinieblas y la luz, la En la historia de Occidente, la Cruz ha llegado a ser símbolo de la muerte y la vida, lo alto identidad cristiana. ¿No nos reconocemos acaso a través de la señal y lo bajo, la longitud de la Cruz como integrantes de una comunidad de creyentes? Las y la latitud. Y en este transformaciones de las representaciones de la Cruz revelan, en sentido es símbolo por este sentido, la evolución de la fe, de la manera en que el hombre ha excelencia del religare, concebido su propia relación con Dios y con el mundo. del unir, del trazar líneas La Cruz es símbolo de salvación, de redención. Cristo muere en la de conjunción. cruz por amor al hombre. En la Cruz, Cristo se hace solidario con la humanidad y le muestra el sentido más profundo de la vida, que no se basa en una lógica de poder, violencia o engaño, sino en el don gratuito de la propia existencia por amor a los demás. La Cruz es la epifanía del amor de Dios, cuyo sentido se interpreta en relación con la resurrección, que es la victoria definitiva sobre la muerte. Si el grano de trigo cae en tierra y no muere –dice Cristo en el Evangelio de Juan– queda solo; pero si muere, da mucho fruto. Jesús es el grano de trigo que renuncia a sí mismo para que la vida sea fecunda. Se despoja de sí mismo, toma condición de esclavo (Flp 2, 7-8), se deja clavar en la Cruz, entra en la muerte, venciendo al pecado de una vez por todas, para dar su vida divina al hombre. Con la Cruz, la vida triunfa sobre la muerte. En la Cruz resplandece la Gloria de Dios, como lo muestra el evangelista Juan en el cuarto evangelio. La Cruz es ciertamente una señal de derrota. El carácter paradojal de la Cruz consiste precisamente en el hecho de que en la Cruz, el hijo de Dios, en su ser derrotado y asesinado, vence a la muerte para siempre. La narración evangélica constituye la base de reflexiones filosóficas y teológicas sobre

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Esplendor de la cruz. Nicola de Maria. Óleo sobre tela, 2011.

Cruz. Mario Fallini. Madera y vidrio, 2008.

la Cruz que han caracterizado la historia de Occidente. Para los cristianos de los primeros siglos, la Cruz está presente en todos los aspectos del cosmos. Dios, ciertamente, ha trazado la señal de la Cruz en todas las cosas, decía Justino. Todos los seres de la creación son portadores de este sello de Dios. Es el polo y el centro Para los cristianos de los del mundo, el pilar del universo, el árbol cósmico, de acuerdo con primeros siglos, la Cruz la intuición de Hipólito de Roma. Es el vínculo entre todo cuanto está presente en todos los existe. Con la Cruz, la ley invisible del mundo se hace visible. Se aspectos del cosmos. Dios, manifiesta la huella original impresa por el creador al cosmos. Esta ciertamente, ha trazado la ley, que Platón interpreta con un complejo sistema de relaciones señal de la Cruz en todas numéricas, se ha encontrado finalmente. El Logos, la ley invisible del las cosas, decía Justino. mundo, todo cuanto subyace bajo el eterno flujo de las cosas, todo Todos los seres de la cuanto se sitúa en el corazón de la vida, se ha vuelto visible para el creación son portadores de hombre. La Cruz es la forma del mundo. De este modo el caos puede este sello de Dios. convertirse en cosmos. La Cruz vive en el corazón del mundo visible. La Cruz es un símbolo de los múltiples significados cuyas estratificaciones de sentido se yuxtaponen sin solución de continuidad. Efectivamente, siendo símbolo de redención, es también el lugar en el cual la acción del mal se materializa, se personifica, se hace visible a través del cuerpo desfigurado de un hombre: Jesucristo. Jesús, el Hijo de Dios, el predicador de la paz, el redentor del mundo, es maldecido

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A la luz de la cruz

como todos los que son colgados de un árbol por un delito capital, como afirman las Escrituras hebraicas (Dt 21, 23). El mal adquiere entonces la forma de un cuerpo que se presenta como el del injusto, de un pecador justamente maldecido. Jesucristo, el crucificado, asume las apariencias del mal y el pecado. El bien aparece desfigurado, deforme, horrible de ver. Es el escándalo de la Cruz. Tras la apariencia del mal, el creyente es llamado a ver el bien en ese cuerpo desfigurado. Jesucristo, el El bien asume la forma del horror. A través de esa muerte, el mal es crucificado, asume las introducido en escena. La crucifixión se vuelve representación del apariencias del mal y el mal dándose muerte a un hombre lacerado. pecado. El bien aparece Es interesante advertir cómo el tema de la Crucifixión ha aparecido desfigurado, deforme, muy tarde en la iconografía cristiana. No por azar, en los primeros horrible de ver. Es el siglos del cristianismo el arte cristiano prefiere la representación de escándalo de la Cruz. la Cruz sin crucificado. Los cristianos que viven en el interior de una Tras la apariencia del sociedad –la romana– en la cual la Cruz es instrumento de muerte mal, el creyente es infamante, manifiestan dificultad para mostrar al Dios en el cual llamado a ver el bien en creen clavado en un palo. Siempre se ha rechazado la representación ese cuerpo desfigurado. de la Crucifixión como atroz fealdad, con excepción de las represen- El bien asume la forma taciones transalpinas, sobre toda de zonas alemanas o españolas. del horror. A través de La tradición iconográfica cristiana vacilará mucho en este aspecto, esa muerte, el mal es oscilando entre las representaciones del Cristo Glorioso, el Cristo introducido en escena. en majestad, en el trono, sentado al centro de una almendra (N.T.: La crucifixión se vuelve mandorla o almendra mística) o mientras sube al cielo, como muestra representación del mal el arte bizantino y medieval, el Christus triumphans, el Cristo vencedor dándose muerte a un de la muerte, colocado en posición frontal, con la cabeza erguida hombre lacerado. y los ojos abiertos dirigidos hacia el observador, y la iconografía posterior del Christus patiens, en la cual se presenta como “hombre de los dolores”, en relación con el siervo sufriente de Isaías. La crucifixión, representada en su atroz fealdad, sólo será redescubierta en el siglo XX. El hombre contemporáneo podrá inscribir en la misma las interrogantes y las tragedias de su tiempo1.

1 Para una profundización, sugerimos algunos catálogos de exposiciones que en estos últimos años han indagado sobre el tema de la Cruz en relación con el arte contemporáneo: L’arte in croce 1995; Il segno della Croce 2000; Crossing Worlds 2009; Nel segno della Croce 2010. Más en general, sobre la representación del cuerpo y el rostro de Cristo: Gesù 2010.

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Catedral de Santiago Una moderna cruz en la

Obra de Roberto Matta

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A fines de los años setenta, residiendo en Civitavecchia, cerca de Roma, Roberto Matta (1911, Santiago de Chile - 2002, Civitavecchia, Italia) concibe una gran Cruz en cerámica que pronto funde en bronce. A esta cruz puso por nombre L’Alto, il basso la sinistra, la destra del cuore, (“Arriba, abajo, a la izquierda y a la derecha del corazón”), haciendo referencia a las palabras con las que se enseña a los niños a persignarse y, con ellas, a la formación cristiana recibida en su infancia y en el Colegio de los Sagrados Corazones de Alameda.

Interpretando el deseo de Matta, Germana Matta, y los descendientes del artista donaron esta Cruz para ser colocada en el ámbito de la Catedral de Santiago (ver carta en pág. 111). De este modo, la gran Cruz de bronce -mide 204 x 87 x 10 cm y pesa 28 kg- fue dispuesta recientemente junto a la pila bautismal en la Parroquia del Sagrario (erigida en 1546), emplazada a un costado de la Catedral y que es donde se reserva la Eucaristía y se venera a Nuestra Señora del Carmen, Reina y Madre de Chile. La moderna Cruz de Matta y la pila bautismal fundida a principios del S. XVII, ambas de bronce y dispuestas en un extremo del presbiterio, enfrentando a los fieles, se complementan armónicamente tanto por su materialidad como por su significado teológico: del costado de Cristo crucificado, muerto y resucitado, nace el sacramento del bautismo, donde los creyentes reciben la Vida divina. El conjunto fue bendecido el 13 de diciembre pasado por Mons. Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados, en su visita a Chile.


A la luz de la cruz Emplazamiento de la cruz junto a la pila bautismal.

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NOTAS Perú y Chile

Visita del Gran Maestre de la Orden de Malta por Verónica Griffin

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uando el mundo pareciera huir del encuentro con el dolor y la miseria, sorprende que una de las más antiguas instituciones de la civilización occidental y cristiana, la Orden de Malta, funde su misión precisamente en los pobres y olvidados. Porque en ellos ve la imagen de Cristo que sufre. Esta forma tan fina y concreta de la caridad, que fue enseñada por Jesús en la parábola del buen samaritano, ha sido practicada por los Caballeros Hospitalarios desde que el beato Gerardo –su primer Gran Maestre– fundó en 1048 en Jerusalén la que vendría a ser la Orden de Malta, para administrar un hospital que se ocuparía de los peregrinos y comerciantes que llegaban a los Santos Lugares. Fiel a su carisma fundacional que se resume en el lema tuitio fidei et obsequium pauperum [la defensa de la fe y la ayuda a los pobres y enfermos], la vocación por los más débiles –obsequium pauperum– se ha perpetuado a través de los casi mil años de historia de la Orden, aun cuando las circunstancias de cada época muden el rostro visible de su ejercicio de la caridad y la tuitio fidei parezca prevalecer especialmente en momentos en que la fe se ve amenazada. La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta –más conocida como la Orden de Malta– es en la actualidad la más activa de las organizaciones de ayuda humanitaria a nivel mundial. Cuenta con más de 13 mil 500 miembros –mil de ellos de América Latina–, los que incluyen religiosos, mujeres y laicos, apoyados por 80 mil voluntarios permanentes entrenados y más de 20 mil personas que integran su personal médico y paramédico.

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QUÉ ES LA ORDEN DE MALTA

Del libro “Regulaciones y Comentarios” (2011) elaborado por el Gran Maestre Frà Matthew Festing, a partir de la antiquísima Regla del Beato Raimundo de Puy –segundo Maestre– y de la Carta Constitucional y el Código que hoy la rigen. Origen de la Orden: “La Orden de Malta nació en Jerusalén en el siglo XI como una fraternidad hospitalaria dedicada a la asistencia de peregrinos y enfermos. Fue reconocida solemnemente en 1113 por el Papa Pascual II en la bula Pie postulatio voluntatis.” Misión de la Orden: “Por nueve siglos, la misión de la Orden ha sido «la promoción de la gloria de Dios mediante la santificación de sus miembros, el servicio a la fe y al Santo Padre, y la asistencia al prójimo” (cfr. CC Art. 2, párrafo l). La Soberana Militar y Hospitalaria Orden de Malta lleva a cabo esta misión como ‘una orden religiosa laica y, por tradición, al mismo tiempo militar, de caballería y nobiliaria` (CC Art. 1, párrafo l). [La Orden] es devota a su carisma nutriendo, testimoniando y protegiendo la fe (tuitio fidei), y sirviendo a los pobres y a los enfermos que representan al Señor (obsequium pauperum).” Orden soberana: “El hecho de ser soberana permite a la Orden realizar sus tareas en cualquier parte del mundo con gran independencia política y económica, y asegura su neutralidad e imparcialidad. Derechamente, en relación al excepcional status del que goza la Orden, sus miembros son llamados a una integridad intelectual y personal que se manifiesta en su voluntad de comprometerse de manera personal en las aspiraciones de la Orden, sin mirar honores o temores, y a servir a los enfermos y defender la fe en un estado de libertad intelectual, sin temor a la corrupción, al chantaje o a la extorsión. Esto impone una responsabilidad de enorme peso.” Una Orden, por su tradición, Militar: “Las amenazas a los peregrinos de parte de sus enemigos, pronto llevaron a los primeros miembros a proteger la fe y a los fieles, y a defenderlos de ataques externos. Aun cuando hoy día la Orden no tiene ya más misiones militares, la tarea de mantener en la práctica y espiritualmente una alerta de batalla aún es válida: la Orden debe luchar ‘la noble batalla de la defensa y el desarrollo de la persona humana’. Y, más allá, los miembros de la Orden son partícipes de la lucha espiritual de los cristianos ‘contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en las alturas’ (Ef. 6,12 f). Siendo así que los miembros de la Orden reconocen la imagen de Dios en cada ser humano individual, ellos están obligados a servir donde quiera que esté en peligro la dignidad humana dada por Dios al hombre.” Orden de Caballería: “El más noble servicio que un Caballero puede prestar a Dios y a su Reino, no es hoy el manejo de la espada, sino el de la palabra y los hechos, en la vida pública y en el hogar, en respuesta a la indiferencia, a la burla y a toda adversidad. El Caballero lucha y se distingue por dar la cara con energía y claridad, sin egoísmos, haciéndolo, simultáneamente, con seriedad y alegría. El Caballero asiste al débil, al pobre y al abandonado, en servicio de Dios y de su Reino. Puede, en consecuencia, decirse que Dios ha colocado el honor de los más desvalidos en manos de los Caballeros. Los miembros de la Orden de Malta son llamados a sostener en alto el honor de Dios.” Más información vía Internet en: www.orderofmalta.int www.malteser-international.org/en/home/home.html www.ordendemalta.cl www.auxiliomaltes.cl

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Entre los días 7 y 9 de noviembre pasado, invitado oficialmente por el Gobierno de Chile, visitó nuestro país la máxima autoridad de la Orden, Su Alteza Eminentísima el Príncipe y Gran Maestre Frà Matthew Festing, acompañado de una comitiva integrada, entre otros, por el Gran Canciller Jean-Pierre Mazery, responsable de su dimensión política y administrativa; el Gran Hospitalario Albrecht von Boeselager, a cuyo cargo están las labores humanitarias a través del mundo, y el Embajador Alberto Leoncini Bartoli, consejero diplomático y Embajador de la Orden ante la Santa Sede. El Gran Maestre llegó procedente de Lima, Perú, donde asistió a la VIII Conferencia de las Américas de la Orden de Malta (3-6 nov.) en la que participaron más de doscientos miembros y se trataron asuntos relacionados con la espiritualidad, la diplomacia y la labor humanitaria de la Orden en el continente. Frà Matthew Festing, de nacionalidad británica, fue elegido en 2008 de por vida Gran Maestre. Reside en la sede de la Orden en Roma. Es el Gran Maestre número 79 (el primero es el beato Gerardo) y desciende del beato Adrián de Fortescue –uno de los veinte santos y beatos que han pertenecido a esta venerable Orden–, quien fuera martirizado durante la persecución de Enrique VIII a la Iglesia Católica de Inglaterra. Junto con cumplir actividades protocolares, Frà Matthew Festing pronunció la conferencia “La Soberana Orden de Malta en el Mundo” en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y se reunió privadamente con los miembros de la Asociación Chilena a los que exhortó a conducir sus vidas dentro de los principios doctrinales que conforman el patrimonio espiritual de la Iglesia y de la Orden. Éstos han sido recopilados recientemente en el valioso documento “Regulaciones y Comentarios” (Cfr. recuadro Qué es la Orden de Malta), elaborado a partir de la antiquísima Regla del Beato Raimundo de Puy –segundo Maestre– y de la Carta Constitucional y el Código que hoy la rigen.

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Durante su visita, el Gran Maestre conoció las acciones realizadas por la Asociación Chilena a través de la Fundación Auxilio Maltés, presidida por Alexandra de Habsburgo. Dentro de estas realizaciones, destacan los centros de rehabilitación respiratoria para niños oxígeno-dependientes de escasos recursos en hospitales públicos de Santiago. Además, el Auxilio Maltés desarrolla a lo largo de Chile diversos programas médicos y sociales. Entre ellos, habría que señalar operativos médicos regulares en Liquiñe, una casa de acogida para ancianos en Loncoche, salas de atención médica para trabajadores agrícolas en Graneros. A raíz del terremoto de 2010, con el apoyo de Malteser International, estas actividades humanitarias se ampliaron a la construcción de un “Mercado Maltés” en Chépica, en el cual 26 familias de pequeños comerciantes y artesanos tienen un lugar digno donde volver a vender sus productos, y asimismo a la entrega de equipos de buceo de alta tecnología a 40 familias de pescadores de la caleta de Tubul, para reemplazar aquellos que el tsunami les había arrebatado. Fiel a su misión de ayudar a aliviar el sufrimiento humano, la Orden suscribió también un Memorandum de Entendimiento de Red Humanitaria Internacional con el Gobierno


de Chile, que establece protocolos de coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), aplicables ante una catástrofe. Este convenio permitirá a la Orden responder de inmediato en caso de que nuestro país sufra una emergencia o desastre. Se extiende de esta manera hasta el finisterrae

chileno el designio formulado hace casi un milenio en Jerusalén por su fundador, el Beato Gerardo, quien formulara estas palabras: “Nuestra hermandad será inmortal, pues el suelo en el que enraíza esta planta es la miseria del mundo, y porque, Dios mediante, siempre habrá gente que quiera trabajar para aliviar este dolor y hacer más llevadera esta miseria”.

NOBLEZA DE LA VIRTUD

Palabras del presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta, Raúl Irarrázabal Covarrubias, al introducir la conferencia “La Soberana Orden de Malta en el Mundo”, que pronunció S. A. E. el Príncipe y Gran Maestre Frà Matthew Festing en la Pontificia Universidad Católica de Chile y que contó con el apoyo de revista Humanitas.

Alteza Eminentísima. Humilde servidor de los pobres de Cristo Distinguidos miembros de la Delegación Señora Embajadora Señores y Señoras A nombre de la Asociación Chilena de Miembros de la Orden de Malta quiero saludar respetuosamente a nuestro Gran Maestre y a la delegación que lo acompaña. La Orden de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, tiene una luminosa vida de 960 años. Primero fue la fundación del primer hospital del mundo en Jerusalén, para acoger a los peregrinos que acudían a Tierra Santa. Hoy son los hospitales de emergencia en Haití y en otros lugares del mundo. Antes fue la defensa heroica del Krak de los Caballeros, de San Juan de Acre, de Rodas de Malta, y la gloriosa batalla naval de Lepanto. Hoy es la defensa y promoción de la vida en el primer Instituto Católico de Bioética, en Toronto, Canadá. Antes fue la más eficiente Marina del Mediterráneo. Hoy es la eficaz acción humanitaria de Malteser International en las desgracias humanas o catástrofes naturales de El Líbano, Camerún, Congo, Kenia, Myanmar, Sumatra, Vietnam, Perú. En Chile, es el admirable Auxilio Maltés, cuyos voluntarios están aquí presentes, y que ha actuado en los hospitales de Santiago, en Chépica, en Tubul, en Loncoche y en otras ciudades. Antes la cabeza de la Orden estaba en Jerusalén, en Rodas y en Malta. Hoy su centro está en Roma, la ciudad del Padre de blanco y de las infinitas fuentes de agua y campanas. Antes era la nobleza de la sangre. Hoy es también la nobleza del espíritu. Siempre es la nobleza de la virtud. Bajo la guía del Gran Maestre hay un blanco ejército de miembros y de voluntarios animados por nuestra patrona la Virgen de Filermo, nuestro patrono San Juan Bautista, por 20 santos y beatos de la Orden, y por la sangre de los mártires como el Beato Adrián Fortescue, padre de familia y mártir de la fe en Inglaterra, quien es antepasado del Gran Maestre. Marchamos bajo la bandera roja con la Cruz blanca, y hacemos nuestras obras teniendo como emblema la Cruz blanca octogonal, que representa a las Bienaventuranzas. Nuestra meta es la luminosa Jerusalén celestial, donde por la misericordia divina podremos cantar las alabanzas, honrando y dando gloria a Dios Uno y Trino. Dios guarde a nuestro Gran Maestre y a toda la delegación.

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Entrevista al Cardenal Mauro Piacenza:

La credibilidad del sacerdote

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l Prefecto de la Congregación para el Clero en el Vaticano, cardenal Mauro Piacenza, se refiere en esta entrevista con Aciprensa, a la aparente «crisis» del sacerdocio católico que los medios seculares han pretendido presentar. Asimismo profundiza en el camino de fidelidad vocacional que deben seguir los miembros del clero. Por su cargo, el cardenal Piacenza es el principal responsable en la Santa Sede, luego del Papa, de promover iniciativas para la santidad y la formación del clero: sacerdotes diocesanos y diáconos.

—Una conjunción de hechos y de sobreexposición de oración y, por ello, totalmente al servicio de en la prensa secular ha creado una «crisis», por así los otros hombres, de su fe, de su bien auténtico decirlo, de la imagen del sacerdote católico. ¿Cómo e integral, ya sea espiritual o material, y del bien rescatar esta imagen para el bien de la Iglesia? de la comunidad en cuanto tal. —En la teología católica, la imagen y la realidad no están nunca separadas. La imagen —¿Cómo hacer entender a tantos católicos desse cura curando la interioriilusionados que ven el llamado dad. Debemos curar primero «escándalo sexual» de la Iglesia, que nada «por dentro». No que esto no define para nada ni Nosotros no debemos nunca debemos preocuparnos muel sacerdocio ministerial ni la escondernos, pero, donde cho por «aparecer por fuera» Iglesia? sea necesario, debemos sino por «ser realmente». Es —Es humanamente comprenreconocer con humildad fácil individualizar las reglas sible, como el Santo Padre y verdad los errores, con que mueven lo externo y los ha referido en la entrevista la capacidad de reparar, consiguientes intereses entredurante el vuelo del último ya sea humanamente, ya sea cruzados. viaje apostólico a Alemania, espiritualmente, confiando Nosotros no debemos nunca que algunos puedan pensar más en el Señor que en escondernos, pero, donde sea que no pueden reconocerse nuestras pobres fuerzas necesario, debemos reconocer en una Iglesia en la cual sucehumanas. con humildad y verdad los den ciertos actos infames. Sin errores, con la capacidad de embargo, el mismo Benedicto reparar, ya sea humanamente, ya sea espiri- XVI, en aquella ocasión, invitaba con claridad tualmente, confiando más en el Señor que en a ir hasta el fondo de la naturaleza de la Iglesia, nuestras pobres fuerzas humanas. ¡Así viene el que es el Cuerpo viviente de Cristo resucitado, rescate!, si el sacerdote es aquello que debe ser: que prolonga en el tiempo su existencia y actuar hombre de Dios, hombre de lo sagrado, hombre salvífico.

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El horrible pecado de algunos no deslegitima el —Quien argumenta eso, si lo siguiera, crearía buen proceder de muchos, ni tampoco cambia un crack inaudito. Los remedios sugeridos la naturaleza de la Iglesia. Ciertamente debilita agravarían terriblemente los males y seguirían la lógica inversa del Evangelio. enormemente su credibilidad ¿Se habla de soledad? ¿Pero y, por ello, estamos llamados Los remedios sugeridos por qué, Cristo es acaso un a obrar incesantemente por la agravarían terriblemente fantasma? ¿La Iglesia es un conversión de cada uno y por los males y seguirían cadáver o está viva? ¿Los aquella radicalidad evangélica la lógica inversa del santos sacerdotes de los siglos y fidelidad, que siempre deben Evangelio. ¿Se habla de pasados han sido hombres caracterizar a un auténtico Misoledad? ¿Pero por qué, anormales? ¿La santidad es nistro de Cristo. Recordemos Cristo es acaso un fantasma? una utopía, un asunto para que para ser verdaderamente ¿La Iglesia es un cadáver pocos predestinados, o una creíbles es necesario ser verdao está viva? ¿Los santos vocación universal, como nos deramente creyentes. sacerdotes de los siglos lo ha recordado el Concilio pasados han sido hombres Vaticano II. —Algunos creen que esta «crisis» anormales? ¿La santidad es No se debe bajar el tono, sino es todavía un argumento más para una utopía, un asunto para más bien elevarlo: ese es el las «reformas exigidas» sobre el pocos predestinados, o una camino. Si el ascenso es arduo, modo de vivir el sacerdocio. Se vocación universal, como se debe tomar vitaminas, nos habla, por ejemplo, de sacerdotes nos lo ha recordado el debemos reforzar y, fuertecasados como una solución tanto a Concilio Vaticano II? mente motivados, se sube con la soledad de los sacerdotes como a mucha alegría en el corazón. la falta de vocaciones sacerdotales. Vocación significa «llamada» y ¿Qué cosa significa verdaderamente la «reforma del clero» en el pensamiento y el Dios sigue llamando, pero es necesario poder escuchar y, para escuchar, es necesario no tener magisterio del Santo Padre Benedicto XVI?

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tapadas las orejas, es necesario hacer silencio, —Se habla con frecuencia también del «sacerdocio es necesario poder ver ejemplos y signos, es femenino». De hecho existe en Estados Unidos un necesario acercar la Iglesia como el Cuerpo, movimiento que pretende y exige el sacerdocio y en el que ocurre siempre el acontecimiento del la ordenación de obispos mujeres, y que afirman Encuentro con Cristo. haber recibido tal mandato de los sucesores de los Para ser fieles, es necesario estar enamorados. Apóstoles. Obediencia, castidad en el celibato, dedica- —La Tradición Apostólica, en este sentido, es ción total en el servicio pastoral sin límites de una claridad absolutamente inequívoca. La de calendario u horario, si uno está realmente gran e ininterrumpida Tradición eclesial siemenamorado, no se perciben como constricciones pre ha reconocido que la Iglesia no ha recibido sino como exigencias del amor que constituti- de Cristo el poder de conferir la ordenación a vamente no podría no donarse. No son tantos las mujeres. «no» sino un gran «sí» como aquel de la Santa Cualquier otra reivindicación tiene el sabor de Virgen en la Anunciación. la auto-justificación y es, histórica y dogmáti¿La reforma del clero? Es lo que invoco desde camente, infundada. En cualquier sentido, la cuando era seminarista y lueIglesia no puede «innovar» go un joven sacerdote (hablo simplemente porque no tiene de los años 1968-1969) y me el poder para hacerlo en este ¿La reforma del clero? Es colma de alegría escuchar caso. ¡La Iglesia no tiene un lo que invoco desde cuando cómo el Santo Padre invoca poder superior al de Cristo! era seminarista y luego un continuamente tal reforma Donde vemos comun idajoven sacerdote (hablo como una de las más urgentes des no católicas guiadas por de los años 1968 -1969) y me y necesarias en la Iglesia. ¡Pero mujeres, no debemos maracolma de alegría escuchar recordemos que la reforma de villarnos porque donde no cómo el Santo Padre invoca la que se habla no es «mundaes reconocido el sacerdocio continuamente tal reforma na» sino católica! ordenado, la guía obviamente como una de las más Creo que, en una síntesis extrees confiada a un fiel laico y, en urgentes y necesarias en la ma, se puede decir que el Papa tal caso, ¿qué diferencia hay si Iglesia. ¡Pero recordemos valora mucho un clero cierto ese fiel es hombre o mujer? La que la reforma de la que se y humildemente orgulloso de preferencia de uno sobre otro habla no es «mundana» sino la propia identidad, completasería sólo un dato sociológico católica! mente ensimismado con el don y por tanto mutable, en evolude gracia recibido y por el cual, ción. Si fueran solo hombres consiguientemente, es clara la distinción entre entonces sería discriminador. El asunto no es «Reino de Dios» y mundo. Un clero no secula- entre hombres y mujeres sino entre fieles orderizado, que no sucumbe a las modas pasajeras nados y fieles laicos, y la Iglesia es jerárquica ni a las costumbres del mundo. porque Jesucristo la ha fundado así. Un clero que reconozca, viva y proponga el El sacerdocio ordenado, propio de la Iglesia primado de Dios y, de tal primado, sepa hacer Católica y de las Iglesia ortodoxas, está reserdescender todas las consecuencias. Más sim- vado a los hombres y esto no es discriminaplemente la reforma consiste en ser lo que de- ción de la mujer sino simplemente consecuenbemos ser y buscar cada día llegar a ser lo que cia de la insuperable historicidad del evento somos. Se trata entonces de no confiar tanto en de la Encarnación y de la teología paulina del las estructuras, en las programaciones huma- cuerpo místico, en el que cada uno tiene su nas, sino y sobre todo en la fuerza del Espíritu. propio papel y se santifica y produce fruto en

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mundano, se ha generado una corriente y las hojas han volado por los aires. Hay de todo, nada se ha perdido; sin embargo es necesario, con paciencia, volver a poner orden. Se pone orden afirmando sobre todo y con fuerza el primado de Cristo Resucitado, presente en la Eucaristía. Hay una gran batalla pacífica por hacer y es la de la Adoración eucarística perpetua, para que todo el mundo haga parte de una red de oración que, unida al Santo Rosario, vivido como rumia de los misterios salvíficos de Cristo, junto a María, —Desde el punto de vista de las cifras y de la generen y desarrollen un movimiento de recalidad, ¿cómo aparece la Iglesia Católica hoy, en paración y penetración. comparación con su pasado reciente, y cómo se ve Sueño con un tiempo cercano en el que no exista diócesis en la que no en el futuro? haya una iglesia o al menos —En general, la Iglesia CatóliCreo que, en una síntesis una capilla en la que día y ca está creciendo en el mundo, extrema, se puede decir que noche se adore al Amor sasobre todo gracias a la enorel Papa valora mucho un cramentado. ¡El Amor debe me contribución de los conclero cierto y humildemente ser amado! En cada diócesis, tinentes asiático y africano. orgulloso de la propia y mejor si también en cada Esas jóvenes Iglesias aportan identidad, completamente ciudad y pueblo, debe haber su fundamental contribución ensimismado con el don de manos alzadas al cielo para en orden a la frescura de la fe. gracia recibido y por el implorar una lluvia de miseEn las últimas décadas –si cual, consiguientemente, es ricordia sobre todos, cercanos se me concede la expresión– clara la distinción entre y lejanos, y entonces todo hemos jugado rugby con la fe, «Reino de Dios» y mundo. cambiaría. chocándonos, a veces haciénUn clero no secularizado, ¿Recuerdan lo que sucedía donos también mucho mal, y que no sucumbe a las cuando Moisés tenía las maal final ninguno ha llegado a modas pasajeras ni a las nos alzadas y qué cosa suceningún punto. Ha habido y costumbres del mundo. día cuando las dejaba caer? hay problemas en la Iglesia, Jesús ha venido para portar ¡pero es necesario mirar hacia el fuego y su deseo es que adelante con gran esperanza! No tanto en nombre de un ingenuo o superfi- arda en todo lugar para llegar a la civilización cial optimismo, sino en nombre de la magní- del amor. fica esperanza que es Cristo, concretizada en Este es el clima de la reforma católica, el clima la fe de cada uno, en la santidad de cada uno para la santificación del clero y para el creciy en la perenne auténtica reforma de la Iglesia. miento de santas vocaciones sacerdotales y Si el gran evento del Concilio Ecuménico Va- religiosas, este es el clima para el crecimiento ticano II ha sido un viento del Espíritu que ha de familias cristianas verdaderas iglesias doentrado por las ventanas abiertas de la Iglesia mésticas, he aquí el clima para la colaboración al mundo, es necesario reconocer que, con el de fieles laicos y clérigos. Espíritu, ha entrado también no poco viento Es necesario creer todo esto verdaderamente. coherencia con el propio lugar. Si luego se interpreta esto en clave de poder, entonces estamos completamente fuera de órbita, porque en la Iglesia solo la bendita Virgen María es «omnipotencia suplicante», como ningún otro lo es, que resulta así en ese aspecto más poderosa que San Pedro. Pero Pedro y la Virgen tienen roles diversos y ambos esenciales. Esto lo he escuchado mucho también en no pocos ambientes de la Comunión anglicana.

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Los católicos y las nuevas ideologías por Giampaolo Crepaldi

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a razón política hoy tiende a ser débil cracia se reduce a procedimiento, la religión en cuanto que viene flanqueada por el rela- se reduce a mito, la procreación se reduce a tivismo, que la hace a menudo incapaz de producción en laboratorio, el saber se reduce examinar racionalmente los valores morales a ciencia y la ciencia se reduce a experimento, y los contravalores, y valorar la utilidad de los valores morales se reducen a decisiones, las diversas religiones para la construcción las culturas se reducen a opiniones, la verdad del bien común. Esta debilidad hace a la razón se reduce a sensación, la veracidad se reduce política mayormente disponible a las sirenas a autenticidad, es decir, a coherencia con la propia autoafirmación. de las nuevas ideologías. Tras el derrumbe de las grandes ideologías Que las legislaciones de muchos Estados de los siglos XIX y XX, hecho que se hace tercamente sigan financiando la investigación científica a través de las remontar simbólicamente a células madre embrionarias la caída del muro de Berlín No toda reducción se –incluso rechazando aplicar en 1989, las ideologías no han convierte en ideología, ese principio de “precaución” desaparecido de la escena sino solo la que esconde que en otros contextos se política. De hecho han nacido esta reducción y pretende propone como un imperativo muchas otras, y una sobre hablar aún por el todo. La categórico–, aunque la mayotodo: el reduccionismo. El ideología, así, acaba por ría de los científicos se diga reduccionismo es la principal contaminar el cuadro del favorable, no puede ser por ideología de hoy. Mientras saber y de resquebrajar motivos científicos, si acaso las ideologías anteriores eran “la cohesión interior por una especie de “fe” en integrales (e integristas), es del cosmos de la razón” una libertad genérica de la decir, proponían una visión (Benedicto XVI). investigación científica que completa y omnicomprensiva presenta muchos síntomas de la realidad, la ideología que prevalece hoy es exactamente lo opuesto: de la ideología. descompone la realidad en ámbitos no me- Este insinuarse de la ideología en las cuestiodibles recíprocamente. Así, con la excusa de nes que afectan al hombre y a su bien verdaliberarse de las ideologías crea otra, también dero provoca una cierta dificultad para captar omnicomprensiva, aunque por defecto más los problemas en su globalidad. La ideología, de hecho, se nutre de reduccionismo. Esta es que por exceso. El reduccionismo está ampliamente difundido una postura particular que pretende valer por en todos los ámbitos. La persona es reducida a entero. No toda reducción se convierte en ideosus genes o a sus neuronas, el amor se reduce logía, si no solo la que esconde esta reducción y a química, la familia se reduce a un acuerdo, pretende hablar aún por el todo. La ideología, los derechos se reducen a deseos, la demo- así, acaba por contaminar el cuadro del saber

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y de resquebrajar “la cohesión interior del cosmos de la razón” (Benedicto XVI). Esto vale también para la razón política. Si la ciencia neonatal nos dice que un niño que nace prematuro en la semana 22 puede ser salvado, resulta difícil motivar por qué se puede seguir permitiendo el aborto legal hasta la semana 24. Si la ciencia nos dice que no se pueden utilizar las células madre embrionarias para la reconstrucción de tejidos enfermos porque tienen altas posibilidades cancerígenas y si la misma ciencia nos dice que existe la posibilidad de utilizar para fines terapéuticos las células madre adultas, las cuales pueden ser hechas

retroceder al estado de las embrionarias con todas las potencialidades consiguientes pero sin riesgo, se hace muy difícil explicar para qué se amplían las posibilidades de la propia razón política y liberarla así de las nuevas ideologías. La ampliación de la razón, sin embargo, no puede ser solo fruto de la razón, porque nadie da lo que no tiene. La Deus caritas est asigna a la fe esta tarea y la Spe salvi lo atribuye a la esperanza. En esta última encíclica, Benedicto XVI habla de hecho de la ampliación “del corazón” además de la razón. Refiriéndose a san Agustín, el Papa dice que “el hombre fue creado para una realidad grande […] pero su corazón es demasiado estrecho para la gran realidad que se le ha asignado. Debe ser ensanchado, […], agrandado y después limpiado”. Por esto la razón política necesita también la fe cristiana, porque para purificarse necesita también del corazón. Y mientras la razón es con todo una característica universal, el corazón es una característica personal. La política necesita hombres de fe, creyentes comprometidos en ella, para que la propia razón política pueda ampliarse hacia cuanto tiende el hombre en su totalidad y trascendencia. Las ideologías de hoy son por ejemplo el ecologismo, el vitalismo, el cientificismo, el materialismo, el psicologismo, el desarrollismo, el tercermundismo, el pauperismo, la ideología de género, la ideología de la diversidad, la de la tolerancia, el economicismo, la ideología del homo oeconomicus, el inclusivismo, el narcisismo. El ecologismo es la exaltación de la naturaleza en cuanto tal hasta proclamar su superioridad

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respecto de la propia persona, vista como ele- un papá y una mamá no pueden eximirse de mento de trastorno para la ecología natural. El educar en el bien moral a sus hijos delegando ecologismo a menudo persigue una salvación la cuestión a los psicólogos. entendida como bienestar y equilibrio psico- El materialismo es evidente también en el físico con el peligro de confundir la oración desarrollismo, es decir, en considerar los procon el training autógeno. El vitalismo tiende blemas del desarrollo solo como problemas a considerar todas las formas de vida como materiales sin contar los factores culturales, poseedoras de la misma dignidad hasta poner religiosos o espirituales. Por el contrario, está en duda la superioridad del hombre respecto también la ideología del decrecimiento o del de otros seres vivos y hablar, por ejemplo, de post-desarrollo que niega valor al desarrollo derechos de la naturaleza, derechos de los y manifiesta una visión pesimista del hombre. El pauperismo es en cambio la animales o derechos de las ideología según la cual para plantas. estar todos mejor y para que El cientificismo es la exaltaLa ampliación de la razón, haya mayor justicia sería neción de la ciencia como única sin embargo, no puede ser cesario ser todos más pobres forma de saber e incluso como solo fruto de la razón, y dividir en partes iguales el salvación de la humanidad. porque nadie da lo que pastel de la riqueza. El paupeEsto va al mismo paso con el no tiene. La Deus caritas rismo se une a menudo con el materialismo en cuanto que est asigna a la fe esta tercermundismo, es decir, con la ciencia, se dice, constata tarea y la Spe salvi lo echar toda la culpa del subdesencillamente hechos y los atribuye a la esperanza. sarrollo a los países desarromide; por tanto todo es fáctico En esta última encíclica, llados, simplificando el cuadro y mensurable. El materialismo Benedicto XVI habla de de las responsabilidades. significa que todo está hecho hecho de la ampliación La ideología del género signide materia y que el espíritu “del corazón” además de fica pensar que las identidades no existe, por lo que la vida la razón. Refiriéndose a sexuales son construcciones humana, incluso en sus manisan Agustín, el Papa dice culturales y decisiones de festaciones más altas como la que “el hombre fue creado trayectorias vitales, en lugar religiosa o ética o artística, separa una realidad grande de una vocación contenida en ría fruto o de los genes o de las […] pero su corazón es nuestra naturaleza de personeuronas. Hoy hay un fuerte demasiado estrecho para nas sexuadas. La repercusión reduccionismo antropológico la gran realidad que se de esta ideología sobre la que reduce precisamente la le ha asignado. Debe ser educación en la familia, en la persona humana a sus genes ensanchado, […], agrandado procreación y en la filiación es o a sus neuronas, e incluso el y después limpiado”. muy negativa. Entre otras coamor no sería sino química. sas comporta la pérdida incluUna forma sutil de materialismo antropológico es el psicologismo, al que so total de la dimensión social de la sexualidad alude también la Caritas in veritate: todos los y la idea de que en el origen de la sociedad no problemas interiores de la persona se reducen hay dos individuos asexuados sino un hombre a problemas psicológicos y lo primero que se y una mujer en su complementariedad sexual. hace es ir al psicólogo. Pero hay problemas La ideología de la diversidad consiste en morales y espirituales que no pueden reducirse absolutizar la diversidad como tal, indepena lo psicológico. El confesor no es un analista, dientemente de la verdad de la diversidad. Las

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diversidades son una riqueza, pero mientras permanecen dentro de un verdadero cuadro de humanidad y representan muchas vías para expresar la común naturaleza humana. Las diversidades en cuanto tales no son ni verdaderas ni falsas, ni buenas ni malas, y la convivencia no es un acercamiento indiferente de todas las diversidades, sin excluir ninguna, sino su integración al servicio de la humanidad común, lo que requiere la superación de la ideología de la tolerancia, dado que también hay cosas que no deben tolerarse. La ideología del homo oeconomicus y del economicismo sostiene que todo cuanto el hombre hace sucede en vista de un interés material y que la economía, como sistema de persecución del self-interest, es el verdadero resorte de la historia. Se niegan así todas las relaciones desinteresadas e incluso el valor económico de la gratuidad. El inclusivismo es la ideología que confunde el otorgamiento legítimo de derechos con el reconocimiento automático de los deseos como

si fuesen derechos. Incluir es muy importante, porque la exclusión significa no reconocer a alguien los derechos inherentes a su dignidad de persona. Pero eso no puede significar la inclusión de todos los deseos, incluso los más narcisistas, egoístas, excéntricos, individualistas, voluptuosos, dentro de un sistema de ciudadanía. Sólo he dado unas pinceladas por cada una de las ideologías nombradas, aunque se podrían añadir otras. El católico comprometido en política debería poner atención a las trampas de estas ideologías, que son muy insidiosas. Debería ser guiado por un sano realismo, es decir, por un realismo cristiano. La verdad es la realidad. El bien no es otra cosa que la realidad en cuanto es deseable. Que el católico se atenga a esta realidad y verá que a menudo las cosas no son como las ideologías las presentan. Que mantenga una libertad de juicio, que promueva puntos de vista alternativos; hoy no hay una alternativa semejante al realismo católico en la aproximación a los problemas.

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La Palabra del Papa

La destrucción de una vida humana no justifica el beneficio que puede aportar a otra “La Iglesia está convencida de que la fe no sólo acoge y respeta todo lo que es humano, incluida la investigación científica, sino que también lo purifica, lo eleva y lo perfecciona”, señaló S.S. Benedicto XVI a los participantes en la conferencia internacional sobre células madre, organizada por el Consejo Pontificio para la Cultura.

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a investigación científica brinda una oportunidad única para explorar la maravilla del universo, la complejidad de la naturaleza y la belleza peculiar del universo, incluida la vida humana. Sin embargo, dado que los seres humanos están dotados de alma inmortal y han sido creados a imagen y semejanza de Dios, hay dimensiones de la existencia humana que están más allá de los límites que las ciencias naturales son capaces de determinar. Si se superan estos límites, se corre el grave riesgo de que la dignidad única y la inviolabilidad de la vida humana puedan subordinarse a consideraciones meramente utilitaristas. Pero si, en cambio, se respetan debidamente estos límites, la ciencia puede dar una contribución

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realmente notable a la promoción y a la salvaguarda de la dignidad del hombre: de hecho, en esto radica su verdadera utilidad. El hombre, agente de la investigación científica, en su naturaleza biológica a veces será el objeto de esa investigación. A pesar de ello, su dignidad trascendente le da siempre el derecho de seguir siendo el último beneficiario de la investigación científica y de nunca quedar reducido a su instrumento. En este sentido, los potenciales beneficios de la investigación con células madre adultas son muy notables, pues dan la posibilidad de curar enfermedades degenerativas crónicas reparando el tejido dañado y restaurando su capacidad de regenerarse. La mejora que

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estas terapias prometen constituiría un significativo paso adelante en la ciencia médica, dando nueva esperanza tanto a los enfermos como a sus familias. Por este motivo, la Iglesia naturalmente ofrece su aliento a cuantos están comprometidos en realizar y en apoyar la investigación de este tipo, a condición de que se lleve a cabo con la debida atención al bien integral de la persona humana y al bien común de la sociedad. Esta condición es de suma importancia. La mentalidad pragmática que con tanta frecuencia influye en la toma de decisiones en el mundo de hoy está demasiado inclinada a aprobar cualquier medio que permita alcanzar el objetivo anhelado, a pesar de la amplia evidencia de las consecuencias desastrosas de este modo de pensar. Cuando el objetivo que se busca es tan deseable como el descubrimiento de una curación para enfermedades degene-

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Dado que los seres humanos están dotados de alma inmortal y han sido creados a imagen y semejanza de Dios, hay dimensiones de la existencia humana que están más allá de los límites que las ciencias naturales son capaces de determinar. Si se superan estos límites, se corre el grave riesgo de que la dignidad única y la inviolabilidad de la vida humana puedan subordinarse a consideraciones meramente utilitaristas.

La mentalidad pragmática que con tanta frecuencia influye en la toma de decisiones en el mundo de hoy está demasiado inclinada a aprobar cualquier medio que permita alcanzar el objetivo anhelado, a pesar de la amplia evidencia de las consecuencias desastrosas de este modo de pensar.

rativas, los científicos y los responsables de las políticas tienen la tentación de ignorar las objeciones éticas y proseguir cualquier investigación que parezca ofrecer una perspectiva de éxito. Quienes defienden la investigación con células madre embrionarias con la esperanza de alcanzar ese resultado cometen el grave error de negar el derecho inalienable a la vida de todos los seres humanos desde el momento de la concepción hasta su muerte natural. La destrucción incluso de una sola vida humana nunca se puede justificar por el beneficio que probablemente puede aportar a otra. Sin embargo, en general, no surgen problemas éticos cuando las células madre se extraen de los tejidos de un organismo adulto, de la sangre del cordón umbilical en el momento del nacimiento, o de fetos que han muerto por causas naturales (cf. Congregación para la doctrina de la fe, instrucción Dignitas personae, n. 32). De ahí se sigue que el diálogo entre ciencia y ética es de suma importancia para garantizar que los avances médicos no se lleven a cabo con un costo humano inaceptable. La Iglesia contribuye a este diálogo ayudando a formar


las conciencias según la recta razón y a la luz de la verdad revelada. Al obrar así, no trata de impedir el progreso científico, sino que, por el contrario, quiere guiarlo en una dirección que sea verdaderamente fecunda y benéfica para la humanidad. De hecho, la Iglesia está convencida de que «la fe no sólo acoge y respeta todo lo que es humano», incluida la investigación científica, «sino que también lo purifica, lo eleva y lo perfecciona» (ib., n. 7). De este modo, se puede ayudar a la ciencia a servir al bien común de toda la humanidad, especialmente a los más débiles y a los más vulnerables. Al llamar la atención sobre las necesidades de los indefensos, la Iglesia no piensa sólo en los niños por nacer, sino también en quienes no tienen fácil acceso a tratamientos médicos costosos. La enfermedad no hace distinción de personas, y la justicia exige que se haga todo lo posible para poner los frutos de la investigación científica a disposición de todos los que

La destrucción incluso de una sola vida humana nunca se puede justificar por el beneficio que probablemente puede aportar a otra. Sin embargo, en general, no surgen problemas éticos cuando las células madre se extraen de los tejidos de un organismo adulto, de la sangre del cordón umbilical en el momento del nacimiento, o de fetos que han muerto por causas naturales.

El diálogo entre ciencia y ética es de suma importancia para garantizar que los avances médicos no se lleven a cabo con un costo humano inaceptable. La Iglesia contribuye a este diálogo ayudando a formar las conciencias según la recta razón y a la luz de la verdad revelada.

pueden beneficiarse de ellos, independientemente de sus posibilidades económicas. Por consiguiente, además de las consideraciones meramente éticas, es preciso afrontar cuestiones de índole social, económica y política para garantizar que los avances de la ciencia médica vayan acompañados de una prestación justa y equitativa de los servicios sanitarios. Aquí la Iglesia es capaz de ofrecer asistencia concreta a través de su vasto apostolado sanitario, activo en numerosos países de todo el mundo y dirigido con especial solicitud a las necesidades de los pobres de la tierra. (Vaticano, 12-11-2011)

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GRATITUD POR EL DON DE LA FE RECIBIDA Homilía de S.S. Benedicto XVI en la misa que presidió en la basílica de San Pedro el pasado lunes 12 de diciembre -festividad de Nuestra Señora de Guadalupe- por el bicentenario de la independencia de las naciones de América Latina y el Caribe. En la ocasión, anunció que visitaría Cuba y México con anterioridad a Pascua.

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« a tierra ha dado su fruto» (Sal 66,7). En esta imagen del salmo que hemos escuchado, en el que se invita a todos los pueblos y naciones a alabar con júbilo al Señor que nos salva, los Padres de la Iglesia han sabido reconocer a la Virgen María y a Cristo, su Hijo: «La tierra es santa María, la cual viene de nuestra tierra, de nuestro linaje, de este barro, de este fango, de Adán […]. La tierra ha dado su fruto: primero produjo una flor [...]; luego esa flor se convirtió en fruto, para que pudiéramos comerlo, para que comiéramos su carne. ¿Queréis saber cuál es ese fruto? Es el Virgen que procede de la Virgen; el Señor, de la esclava; Dios, del hombre; el Hijo, de la Madre; el fruto, de la tierra» (S. Jerónimo, Breviarum in Psalm. 66: PL 26,10101011). También nosotros hoy, exultando por el fruto de esta tierra, decimos: «Que te alaben, Señor, todos los pueblos» (Sal 66,4. 6). Proclamamos el don de la redención alcanzada por Cristo, y en Cristo, reconocemos su poder y majestad divina. Animado por estos sentimientos, saludo con afecto fraterno a los señores cardenales y obispos que nos acompañan, a las diversas representaciones diplomáticas, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, así como a los grupos de fieles congregados en esta Basílica de San Pedro para celebrar con gozo la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Estrella de la Evangelización de América. Tengo igualmente presentes a todos los que se unen

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El Sucesor de Pedro no podía dejar pasar esta efeméride sin hacer presente la alegría de la Iglesia por los copiosos dones que Dios en su infinita bondad ha derramado durante estos años en esas amadísimas naciones, que tan entrañablemente invocan a María Santísima.

espiritualmente y oran a Dios con nosotros por los diversos países latinoamericanos y del Caribe, muchos de los cuales durante este tiempo festejan el Bicentenario de su independencia, y que, más allá de los aspectos históricos, sociales y políticos de los hechos, renuevan al Altísimo la gratitud por el gran don de la fe recibida, una fe que anuncia el Misterio redentor de la muerte y resurrección de Jesucristo, para que todos los pueblos de la tierra en Él tengan vida. El Sucesor de Pedro no podía dejar pasar esta efeméride sin hacer presente la alegría de la Iglesia por los copiosos dones que Dios en su infinita bondad ha derramado durante estos años en esas amadísimas naciones, que tan entrañablemente invocan a María Santísima.


La venerada imagen de la Morenita del Tepeyac, de rostro dulce y sereno, impresa en la tilma del indio san Juan Diego, se presenta como «la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive» (De la lectura del Oficio. Nicán Monohua, 12ª ed., México, D.F., 1971, 3-19). Ella evoca a la «mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, que está encinta» (Ap 12,1-2) y señala la presencia del Salvador a su población indígena y mestiza. Ella nos conduce siempre a su divino Hijo, el cual se revela como fundamento de la dignidad de todos los seres humanos, como un amor más fuerte que las potencias del mal y la muerte, siendo también fuente de gozo, confianza filial, consuelo y esperanza. «Mira que tu Rey viene hacia ti; Él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno» (Zc 9,9), hemos escuchado en la primera lectura. Desde la encarnación del Verbo, el Misterio divino se revela en el acontecimiento

de Jesucristo, que es contemporáneo a toda persona humana en cualquier tiempo y lugar por medio de la Iglesia, de la que María es Madre y modelo. Por eso, nosotros podemos hoy continuar alabando a Dios por las maravillas que ha obrado en la vida de los pueblos latinoamericanos y del mundo entero, manifestando su presencia en el Hijo y la efusión de su Espíritu como novedad de vida personal y comunitaria. Dios ha ocultado estas cosas a «sabios y entendidos», dándolas a conocer a los pequeños, a los humildes, a los sencillos de corazón (cf. Mt 11,25). Por su «sí» a la llamada de Dios, la Virgen María manifiesta entre los hombres el amor divino. En este sentido, Ella, con sencillez y corazón de madre, sigue indicando la única Luz y la única Verdad: su Hijo Jesucristo, que «es la respuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido de la vida y a los interrogantes fundamentales que asedian también hoy a tantos hombres y mujeres del continente americano» (Exhort. Ap. postsinodal Ecclesia in America, 10). Asimismo, Ella «continúa alcanzándonos por su constante intercesión los dones de la eterna salvación. Con amor maternal cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se debaten entre peligros y angustias hasta que sean llevados a la patria feliz» (Lumen gentium, 62). Actualmente, mientras se conmemora en diversos lugares de América Latina el Bicentenario de su independencia, el camino de la integración en ese querido continente avanza, a la vez que se advierte su nuevo protagonismo emergente en el concierto mundial. En estas circunstancias, es importante que sus diversos pueblos salvaguarden su rico tesoro de fe y su dinamismo histórico-cultural, siendo siempre defensores de la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural y promotores de la paz; han de tutelar igualmente la familia en su genuina naturaleza y misión, intensificando al mismo tiempo una vasta y capilar tarea educativa que prepare rectamente a las personas y las

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haga conscientes de sus capacidades, de modo que afronten digna y responsablemente su destino. Están llamados asimismo a fomentar cada vez más iniciativas acertadas y programas efectivos que propicien la reconciliación y la fraternidad, incrementen la solidaridad y el cuidado del medio ambiente, vigorizando a la vez los esfuerzos para superar la miseria, el analfabetismo y la corrupción y erradicar toda injusticia, violencia, criminalidad, inseguridad ciudadana, narcotráfico y extorsión. Cuando la Iglesia se preparaba para recordar el quinto centenario de la plantatio de la Cruz de Cristo en la buena tierra del continente americano, el beato Juan Pablo II formuló en su suelo, por primera vez, el programa de una evangelización nueva «en su ardor, en sus métodos, en su expresión» (cf. Discurso a la Asamblea del CELAM, 9 marzo 1983, III: AAS 75, 1983, 778). Desde mi responsabilidad de confirmar en la fe, también yo deseo animar el afán apostólico que actualmente impulsa y pretende la «misión continental» promovida en Aparecida, para que «la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo» (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento conclusivo, 13). Así se multiplicarán los auténticos discípulos y misioneros del Señor y se renovará la vocación de Latinoamérica y el Caribe a la esperanza. Que la luz de Dios brille, pues, cada vez más en la faz de cada uno de los hijos de esa amada tierra y que su gracia redentora oriente sus decisiones, para que continúen avanzando sin desfallecer en la construcción de una sociedad cimentada en el desarrollo del bien, el triunfo del amor y la difusión de la justicia. Con estos vivos deseos, y sostenido por el auxilio de la providencia divina, tengo la intención de emprender un Viaje apostólico antes de la santa Pascua a México y Cuba, para proclamar allí la Palabra de Cristo y se afiance la convicción de que éste es un tiem-

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Es importante que sus diversos pueblos salvaguarden su rico tesoro de fe y su dinamismo histórico-cultural, siendo siempre defensores de la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural y promotores de la paz; han de tutelar igualmente la familia en su genuina naturaleza y misión, intensificando al mismo tiempo una vasta y capilar tarea educativa que prepare rectamente a las personas y las haga conscientes de sus capacidades, de modo que afronten digna y responsablemente su destino. po precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente. Encomiendo todos estos propósitos a la amorosa mediación de Santa María de Guadalupe, nuestra Madre del cielo, así como los actuales destinos de las naciones latinoamericanas y caribeñas y el camino que están recorriendo hacia un mañana mejor. Invoco igualmente sobre ellas la intercesión de tantos santos y beatos que el Espíritu ha suscitado a lo largo y ancho de la historia de ese continente, ofreciendo modelos heroicos de virtudes cristianas en la diversidad de estados de vida y de ambientes sociales, para que su ejemplo favorezca cada vez más una nueva evangelización bajo la mirada de Cristo, Salvador del hombre y fuerza de su vida. (Vaticano, 12-12-2011)


¿Cómo rezo yo? Palabras de S.S. Benedicto XVI en la audiencia general de los días miércoles en el ciclo de catequesis dedicadas a la oración.

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l evangelista Lucas dice que Jesús, después de haber recibido, junto a todo el pueblo, el bautismo por mano de Juan el Bautista, entra en una oración muy personal y prolongada. (…) Recogiéndose en oración, Jesús muestra el íntimo vínculo con el Padre que está en los Cielos, experimenta su paternidad, asume la belleza exigente de su amor, y en el coloquio con el Padre recibe la confirmación de su misión. En las palabras que resuenan en el Cielo (cfr Lc 3,22), hay un anticipo del misterio pascual, de la cruz y de la resurrección. La voz divina le define como: “Mi Hijo, el amado”, recordando a Isaac, el amadísimo hijo que el padre Abraham estaba dispuesto a sacrificar, según la orden de Dios (cfr Gen 22,1-14). Jesús no es solo el Hijo de David, descendiente mesiánico real, o el Siervo en el que Dios se complace, sino que es el Hijo unigénito, el amado, igual que Isaac, que Dios Padre entrega para la salvación del mundo. En el momento en que, a través de la oración, Jesús vive en profundidad su filiación y la experiencia de la Paternidad de Dios (cfr Lc 3,22b), desciende el Espíritu Santo (cfr Lc 3,22a), que lo guía en su misión y que Él difundirá después de haber sido levantado en la cruz (cfr Jn 1,32-34; 7,37-39), para que ilumine la obra de la Iglesia. En la oración, Jesús vive un ininterrumpido contacto con el Padre para realizar hasta el final el proyecto de amor para los hombres. Sobre el trasfondo de esta extraordinaria oración, está la entera existencia de Jesús vivida en una familia profundamente ligada con la tradición religiosa del pueblo de Israel. Lo demuestran las referencias que en-

Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla, es un arte que se aprende practicándolo con constancia. Ciertamente, la oración es un don que exige, sin embargo, el ser acogido; es una obra de Dios, pero que exige compromiso y continuidad por nuestra parte, sobre todo la continuidad y la constancia son importantes.

contramos en los Evangelios: su circuncisión (cfr Lc 2,21) y la presentación en el templo (cfr Lc 2,22-24), así como la educación y la formación en Nazareth, en la Santa Casa (cfr Lc 2,39-40 y 2,51-52). Se trata de “casi treinta años” (Lc 3, 23), un largo tiempo de vida escondida, aunque con experiencias de participación en momentos de expresión religiosa comunitaria, como las peregrinaciones a Jerusalén (cfr Lc 2,41). Narrándonos el episodio de Jesús que, a los doce años de edad, va al templo y se sienta a enseñar a los maestros (cfr Lc 2,42-52), el evangelista Lucas deja entrever que Jesús, quien reza después del bautismo del Jordán, tiene una larga costumbre de oración íntima con Dios Padre, radicada en las tradiciones, en el estilo de vida

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A través de la oración Jesús vive en profundidad su filiación y la experiencia de la Paternidad de Dios, desciende el Espíritu Santo, que lo guía en su misión y que Él difundirá después de haber sido levantado en la cruz para que ilumine la obra de la Iglesia.

de su familia, en las experiencias decisivas vividas en ella. La respuesta del niño de doce años a José y a María indica ya esta filiación divina, que la voz celestial manifiesta después del bautismo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” (Lc 2,49). (…) Observando la oración de Jesús, deben surgirnos diversas preguntas: ¿Cómo rezo yo? ¿Cómo rezamos nosotros? ¿Qué tiempo dedicamos a la relación con Dios? ¿Es suficiente la educación y formación en la oración actualmente? ¿Quién nos puede enseñar? En la exhortación apostólica Verbum Domini, hablé de la importancia de la lectura orante de las Sagradas Escrituras. Recogiendo todos los aspectos que surgieron en la Asamblea del Sínodo de los Obispos, destaqué particularmente la forma específica de la lectio divina.

Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla, es un arte que se aprende practicándolo con constancia. Ciertamente, la oración es un don que exige, sin embargo, el ser acogido; es una obra de Dios, pero que exige compromiso y continuidad por nuestra parte, sobre todo la continuidad y la constancia son importantes. Justo la experiencia ejemplar de Jesús muestra que su oración, animada por la paternidad de Dios y por la comunión del Espíritu, se profundiza en un prolongado y fiel servicio, hasta el Huerto de los Olivos y la Cruz. Hoy los cristianos estamos llamados a ser testigos de la oración, porque nuestro mundo está a menudo cerrado al horizonte divino y a la esperanza que lleva el encuentro con Dios. Que en la amistad profunda con Jesús y viviendo en Él y con Él la relación filial con el Padre, a través de nuestra oración fiel y constante, podamos abrir las ventanas hacia el Cielo de Dios. Incluso en el recorrido del camino de la oración, sin consideraciones humanas, que podamos ayudar a otros a recorrerlo: también para la oración cristiana es verdad que, caminando, se abren caminos. Queridos hermanos y hermanas, eduquémonos en una relación intensa con Dios, en una oración que no sea intermitente, sino constante, llena de confianza, capaz de iluminar nuestra vida, como nos enseña Jesús. Y pidámosle que podamos comunicar a las personas que están cerca de nosotros, a los que nos encontramos por las calles, la alegría del encuentro con el Señor, luz de nuestra existencia. Gracias. (Vaticano, 30-11-2011)

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PANORAMA Benedicto XVI VIENE a América (México-Cuba. Marzo 2012)

Entrevista al cardenal de Santo Domingo

La Iglesia en América, icono contra la corrupción

La visita del papa a América Latina además de un motivo de gozo recuerda el empeño de la Iglesia por los derechos humanos y su posición clara y firme delante de algunos factores negativos, como la violencia y el narcotráfico, pues en general la Iglesia es la única institución que no fue infiltrada por el narcotráfico y la corrupción. Lo indicó a ZENIT el cardenal de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López, en una entrevista concedida después de la celebración de Benedicto XVI en San Pedro en honor a la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre pasado. Benedicto XVI, en la homilía de la misa por la festividad de la Virgen de Guadalupe, confirmó su viaje: “Sostenido por el auxilio de la providencia divina, tengo la intención de emprender un Viaje Apostólico antes de la santa Pascua a México y Cuba, para proclamar allí la Palabra de Cristo”, dijo. A ese punto, los varios miles de latinoamericanos que se encontraban en la basílica le interrumpieron de pie con un caluroso aplauso. El viaje del papa en marzo, si bien es a sólo dos países de los 32 de la región, es sentido en toda América Latina como si fuera “en casa”. Por ello le preguntamos al cardenal Nicolás de Jesús, uno de los purpurados presentes, el impacto que tendrá en la región. —Después de cinco años en que América Latina parecía estar un poco olvidada, ahora comienzan a abrirse una serie de visitas del papa, como la de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013, y en marzo a México y Cuba. —Así es, indiscutiblemente esta visita del papa Benedicto, como las 18 visitas que hizo Juan Pablo II, es motivo de gozo muy sentido por todos nuestros países. Esta visita se encuadra en el contexto del bicentenario e indiscutiblemente, también tiene una razón. Estos pueblos nacieron por así decir en brazos de la Iglesia, y ciertamente hay que decirlo: apenas los misioneros llegaron, defendieron los derechos de los indígenas. —¿Puede explicarnos algo más sobre la defensa de los derechos de los indígenas? —Recientemente se realizó en mi ciudad, la presentación de un libro escrito en España sobre los derechos humanos en Santo Domingo. No queremos entrar en discusión con las Naciones Unidas que invocaron los derechos humanos como nacidos con la revolución francesa. Entretanto, estos profesores de la Complutense dijeron: vayan a San Fermín y allí, antes de 1511, se defendieron los derechos humanos de una forma más brillante y coherente. —¿Y por lo que se refiere al bicentenario de la independencia de diversos países de América Latina? —Para mí es un motivo de alegría ciertamente que el Santo Padre haya aceptado la sugerencia de celebrar esta misa en ocasión del bicentenario. Porque la Iglesia católica no estuvo ajena a estos eventos. Incluso Simón Bolívar le envió una carta muy hermosa al Papa de ese momento, pidiéndole que nombrara obispos nativos de América, porque la separación de estos países de España no quería decir que lo hicieran de la Iglesia católica. Muy significativa es esa carta que existe.

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Por consiguiente, digo, nos sentimos muy contentos de esta celebración, y esperamos que el viaje de Benedicto XVI confirme la solicitud de los papas por América. —La primera evangelización de ultramar fue en América Latina. Ahora se habla de una “nueva evangelización”. ¿Cuál es la dificultad mayor para aceptar la fe, qué es lo que el Papa va a despertar? —Creo que existen una serie de problemas universales. Indiscutiblemente hay un nuevo contexto cultural que influye: Europa, Estados Unidos, etc. Pero hay otras realidades que preocupan mucho a los latinoamericanos, como la violencia. Hay mucha violencia en América Latina. El narcotráfico y la misma corrupción es algo que golpea la conciencia latinoamericana. —¿La Iglesia reacciona frente a la violencia y la corrupción? —El problema tiene raíces profundas. Esta gente ha tenido la capacidad y la habilidad de ir penetrando a base de dinero en diversos estratos. En estos días oí decir que la Iglesia católica era la única institución que hasta ahora no había sido penetrada por el narcotráfico en América Latina. Creo que sí se puede afirmar eso en sentido general. Por lo demás es penoso decirlo, hay que reconocer que el dinero corrompe y está dañando a muchas conciencias. —Delante de ello, ¿cuál es el mensaje de la Iglesia? —En ese sentido la Iglesia debe mantener una posición muy clara, justamente de defensa de la verdad, la justicia, la paz, del respeto a todas las personas e incluso de aquellos que no tengan fe ninguna. Y por supuesto, estamos abiertos al diálogo con todos los grupos religiosos.

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Viaje apostólico de Benedicto XVI a África (Benín) (18-20 de noviembre de 2011)

Hay humanismo en el alma joven de África

Comentario de Benedicto XVI en respuesta a una de las preguntas que le formularan los periodistas en el avión que lo trasladaba a Benín, en su último viaje a África. —Santidad, en la apertura del sínodo africano en Roma, habló de África como un “gran pulmón espiritual para una humanidad que pasa por una crisis de fe y esperanza”. Pensando en los grandes problemas de África, esta expresión puede aparecer casi perturbadora. ¿En qué sentido piensa que la fe y la esperanza del mundo pueden llegar verdaderamente de África? ¿Piensa en el papel de África en la evangelización del resto del mundo? —Naturalmente, África tiene graves problemas y dificultades, como toda la humanidad tiene graves problemas. La humanidad se encuentra en un cada vez más rápido proceso de transformación, y para África este proceso, en los últimos 50-60 años, pasar de la independencia tras el colonialismo hasta hoy, ha sido muy exigente. Naturalmente, es un proceso muy difícil, con grandes problemas que no han sido todavía enteramente resueltos. Sin embargo, hay frescura, un “sí” a la vida, en África, una juventud llena de entusiasmo y esperanza. Hay sentido del humor, alegría. Muestra una frescura, también, en el sentido religioso. Hay todavía una percepción metafísica de la realidad, hablando de realidad en su totalidad con Dios. No hay un rígido positivismo, que restringe nuestra vida y la hace un poco árida, y apaga la esperanza. Quiero decir que hay un humanismo en el alma joven de África, a pesar de los problemas que existen. Hay una reserva de vida y vitalidad para el futuro con el que podemos contar.

Benedicto XVI: “En África he visto la frescura del ‘sí’ a la vida”

Apartes de la catequesis que Benedicto XVI dirigió a los fieles en la Audiencia del miércoles, donde comentó su último viaje apostólico a África (Benín). Queridos hermanos y hermanas, tengo todavía presentes las impresiones que me ha suscitado el reciente Viaje Apostólico a Benín. Surge de forma espontánea de mi corazón el dar las gracias al Señor, Él ha querido que volviera a África por segunda vez como sucesor de Pedro, con ocasión del 150 aniversario del inicio de la evangelización de Benín y para firmar y entregar oficialmente a las comunidades eclesiales africanas la Exhortación Apostólica post-sinodal Africae munus. En este importante documento, después de haber reflexio-

nado sobre los análisis y sobre las propuestas planteadas por la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2009, he querido ofrecer algunas directrices para la acción pastoral en el gran Continente Africano. (…) En esta circunstancia, quise poner de relieve sobre todo la esperanza que debe animar el camino del continente, destacando el ardiente deseo de libertad y de justicia que, especialmente en estos últimos meses, anima los corazones de numerosos pueblos africanos. Destaqué

Todos los discursos de Benedicto XVI en su visita a Benín, África, pueden leerse en su versión completa, en www.humanitas.cl.

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también la necesidad de construir una sociedad en la que las relaciones entre etnias y religiones distintas se caractericen por el diálogo y la armonía. Invité a todos a ser sembradores de esperanza en todas las realidades y ambientes. Los cristianos son, en sí mismos, hombres de esperanza que no se pueden despreocupar de sus propios hermanos y hermanas: recordé esta verdad también a la inmensa multitud que vino para la celebración eucarística dominical en el estadio de la Amistad en Cotonú. Esta Misa del domingo fue un extraordinario momento de oración y de fiesta en la que tomaron parte miles de fieles de Benín y de otros países africanos, desde los más ancianos hasta los más jóvenes: un maravilloso testimonio de cómo la fe consigue unir a las generaciones y sabe responder a los desafíos de todas las épocas de la vida. Durante esta impresionante y solemne celebración, entregué a los presidentes de las Conferencias Episcopales de África la exhortación apostólica postsinodal Africae munus –que firmé el día anterior en Ouidah–, destinada a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, a los catequistas y a los laicos de todo el continente africano. Confiándoles a ellos los frutos de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, les pedí que la meditasen atentamente y que la viviesen en plenitud, para responder eficazmente a la comprometida misión evangelizadora de la Iglesia peregrina en el África del tercer milenio. En este importante texto, todos los fieles encontrarán las líneas fundamentales que guiarán y animarán el camino de la Iglesia en África, llamada a ser, cada vez más, la “sal de la tierra” y la “luz del mundo”. A todos ellos dirigí el llamamiento

a ser constructores incansables de comunión, de paz y de solidaridad, para cooperar así en la realización del plan de Dios para la salvación de la humanidad. Los africanos respondieron con entusiasmo a la invitación del Papa, y en sus rostros, en su fe ardiente, en su adhesión convencida al Evangelio de la vida, reconocí, de nuevo, los signos consoladores de esperanza para el gran continente africano. Toqué con la mano estos signos, también, en el encuentro con los niños y con el mundo del sufrimiento.(…) Momento intenso de comunión fue el encuentro con el episcopado de Benín, para reflexionar en particular sobre el origen del anuncio evangélico en su país, obra de los misioneros que generosamente dieron sus vidas, a veces de forma heroica, para que el amor de Dios fuese anunciado a todos. A los obispos he dirigido la invitación de poner por obra iniciativas pastorales para suscitar en las familias, en las parroquias, en las comunidades y en los movimientos eclesiales un constante redescubrimiento de las Sagradas Escrituras, como fuente de renovación espiritual y ocasión de profundización en la propia fe. (…) En esta fase crucial para todo el continente, la Iglesia en África, con su compromiso al servicio del Evangelio, con el valiente testimonio de solidaridad activa, podrá ser protagonista de una nueva época de esperanza. En África he visto la frescura del “sí” a la vida, una frescura del sentido religioso y de la esperanza, una percepción de la realidad en su totalidad con Dios y no reducida a un positivismo que, al final, apaga la esperanza. Todo esto nos dice que en aquel continente hay una reserva de vida y de vitalidad para el futuro, con la que nosotros podemos contar, con la que la Iglesia puede contar.

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Angelo Scola, nuevo cardenal arzobispo de Milán

“Para que Cristo no sea un desconocido”

El pasado 25 de septiembre el Cardenal Angelo Scola fue recibido como pastor de la importante arquidiócesis ambrosiana por más de veinticinco mil fieles. La ocasión le dio oportunidad de invitar a todos a hacer cuentas con “la verdadera crisis: la separación entre la fe y la vida”. Fragmentos de la homilía del cardenal Scola en la ceremonia de toma de posesión. “No le faltará a David quien lo suceda… Tampoco les faltará a los sacerdotes levíticos quien esté ante mí” (Primera lectura, Jr 33, 17-28). Con la toma de posesión del nuevo Arzobispo, el Espíritu Santo garantiza la cadena ininterrumpida de pastores en la Iglesia de Milán (…). En los meses que siguieron a mi nombramiento dirigí con frecuencia mi pensamiento, lleno de gratitud, hacia la nutrida lista de santos obispos milaneses de los primeros siglos y a todos aquellos que me han precedido en esta insigne cátedra de Ambrosio y de Carlos. La comunión con ellos, en la fe y en el ejercicio del ministerio, me ayudará a no olvidar nunca que el obispo es tomado al servicio del Pueblo santo de Dios para garantizar su profundo sentido de fe. Sólo si se deja conducir por este sensus fidei, el obispo podrá guiar con autoridad verdadera. “¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre!” (Segunda lectura, Hb 13,8). (…) Imitar la fe de nuestros santos pastores exige de nosotros acoger ante todo el anuncio que la Iglesia no se cansa de proponer desde hace dos mil años: es sabio el hombre que “construye su casa sobre roca” (cf. Evangelio, Mt 7, 24), es decir, sobre Cristo vivo. (…) Tres meses después del ingreso en Milán del arzobispo Giovanni Battista Montini, el colegio de párrocos urbanos le invitó a una Misión ciudadana. En la Epifanía de 1956 el Arzobispo la propuso, con una apertura innovadora a 360º, para el otoño del año siguiente. Partía de un diagnóstico lúcido y profético sobre el estado de la vida cristiana en los bautizados. Antes de ser obispo, escribía en 1934: “Cristo es un desconocido, un olvidado, un ausente en parte de la cultura contemporánea”. En el joven Montini era evidente una convicción: un cristianismo que no afecta a todas las formas de vida cotidiana de los hombres, es decir, que no se convierte en cultura, no es ya capaz de comunicarse. De ahí el proceso que llevaría inexorablemente a la separación entre la fe y la vida (…). Desde ahora quiero repetir a todos los habitantes de la Diócesis la invitación del arzobispo Montini: “Si no hemos sido capaces de escucharos como debíamos, (hoy) os invitamos: ‘Venid y escuchad’ (Carta de indicción de la Misión ciudadana). Sin embargo, como ya sucedió en la Misión montiniana, este “Venid y escuchad” presupone, por parte de los cristianos, un ir, un hacerse cercano a los hombres y a las mujeres en todos los ámbitos de su existencia. (…) La Madonnina, la Asunta en la gloria, que siempre hemos querido poner sobre cada edificio milanés, intercede por nosotros. Como hacen las madres con sus hijos, esta tarde nos susurra, con las palabras del Prefacio, la dulce cercanía de Jesús misericordioso, que nos abre a nuestros hermanos los hombres: los cristianos, “reunidos gracias a tu misericordia por el anuncio del Evangelio, consolidan en la cena de Cristo los vínculos de la caridad fraterna y se convierten en signo de unidad y de amor para que el mundo crea y te reconozca”. Amén.

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Video “San Vicente de Paúl, el Santo de la Caridad”

Casi 350 años después de su muerte, el documental de 64 minutos “San Vicente de Paúl, el Santo de la Caridad” recorre la vida del sacerdote francés explorando su misión, su inspiración y su lucha diaria. El legado de San Vicente de Paúl sigue tan vivo como siempre; su nombre es sinónimo de caridad y compasión. “Cuando descubrí que había 3.000 cartas escritas por San Vicente de Paúl, fue como encontrar un tesoro. Leer esas cartas es como leer la correspondencia de una persona durante 30 años. Encontré una persona nueva. No sólo reflejan un hombre que nos enseña, sino también un hombre que lucha”, explica Sor Marie Poole, del Vincentian Translation Project. El documental arroja luz sobre la influencia de Santa Luisa de Marillac en San Vicente de Paúl. La misión de ambos no era sólo ayudar a los pobres, sino cambiar sus vidas. Por eso, pidieron continuamente la ayuda de Dios. Según cuenta Robert Maloney, ex Superior General, en estos términos: “Señor, ¿cómo quieres que responda?, ¿cómo quieres que viva hoy?, ¿cómo quieres que hable con quienes tengo que hablar hoy?”. El documental fue financiado por la Universidad DePaul de Chicago y se presentará en tres festivales en Irlanda, Inglaterra y Estados Unidos. Santuario de Luján Multitudinaria peregrinación juvenil

El 1 y 2 de octubre de 2011 se celebró la trigésima séptima Peregrinación Juvenil al Santuario de Luján en Argentina, con el lema: Madre, Ayúdanos a cuidar la Vida. Más de un millón de jóvenes y fieles caminaron durante toda la noche

hasta la Basílica de Luján, en la edición número 37 de la tradicional peregrinación a pie. La imagen cabecera de la Virgen fue llevada por los peregrinos desde el santuario de San Cayetano, ubicado en el barrio porteño de Liniers, hasta Luján, donde el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, presidió la misa central. La imagen de la Virgen de Luján fue ubicada en las escalinatas de la Basílica, ya que el templo este año permanece cerrado por reparaciones y restauración. Durante el oficio de la misa central, el cardenal Bergoglio recordó que “donde hay una cruz en el corazón de un hijo”, allí “está nuestra Madre”. Señaló que hay que “cuidar la vida de los niños y de los ancianos, las dos puntas del camino”, y advirtió que “pueblo que no cuida a sus niños y a sus ancianos comenzó a ser un pueblo en decadencia”. Beatificaciones en España 65 nuevos mártires de la guerra civil española y 23 ya beatificados

El Papa Benedicto XVI aprobó la promulgación de los decretos que reconocen el martirio de 65 siervos de Dios, con lo cual estos testigos de la fe serán próximamente beatificados. Se trata de Antonio Solá Garriga y 18 compañeros del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle); Antonio Mateo Salamero, sacerdote diocesano; José Gorostazu Labayen, laico, padre de familia; Alberto María Marco y Alemán y ocho compañeros de la Orden de los Carmelitas de la Antigua Observancia; Agustín María García Tribaldos y 15 compañeros del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas; Mariano Alcalá Pérez y 18 compañeros de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de las Mercedes. Todos ellos fueron asesinados por odio a la fe en España entre 1936 y 1937. Durante la ceremonia, el Santo Padre reconoció también el martirio del Siervo de Dios Nicolas Rusca, sacerdote diocesano suizo, asesinado en Suiza en 1618. Esta aprobación de decretos se da dos días después de que el Cardenal Angelo Amato beatificara en Madrid a 23 mártires de la guerra civil española, los llamados Mártires de Paracuellos, que fueron fusilados por odio a la fe en 1936 sin haber cometido delito, sin proceso y sin posibilidad de defensa alguna. Estos mártires murieron haciendo profesión de su fe y perdonando a sus verdugos.

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La beatificación elevó a los altares a un laico y 22 miembros Oblatos de María Inmaculada, congregación fundada por San Eugenio de Mazenot. Los nuevos beatos son Esteban Lacal, Vicente Blanco, José Vega, Juan Antonio Pérez, Publio Rodríguez Moslares, Juan Pedro Cotillo, Cecilio Vega, José Guerra, Gregorio Escobar, Justo Gil, Juan José Caballero, Manuel Gutiérrez, Francisco Polvorinos, Justo González, Daniel Gómez, Serviliano Riaño, Ángel Bocos, Marcelino Sánchez, Eleuterio Prado, Clemente Rodríguez, Pascual Aláez, Justo Fernández y Cándido Castán. En la homilía, el Cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, recordó que la persecución religiosa en España alcanzó su punto culminante durante la Guerra Civil (1936-1939) y afirmó que en aquel período el «furor» contra la religión católica contaminó «gravemente» a la sociedad como «una lluvia corrosiva y ácida». Václav Havel Muere expresidente de la República Checa

El expresidente de la antigua Checoslovaquia, Václav Havel, falleció el 18 de diciembre pasado, a los 75 años de edad. Dramaturgo y disidente encarcelado por los comunistas, encabezó posteriormente la pacífica “Revolución de Terciopelo” en 1989 para convertirse en el símbolo de un país entero. «Estoy extremadamente conmovido», señaló el primer ministro checo, Petr Necas, a la televisión de su país cuando se enteró de la noticia del fallecimiento de Havel. «Él fue el símbolo y el rostro de nuestra república, y es una de las figuras más prominentes de la política al comienzo de este país. Su muerte es una enorme pérdida. Aún tenía mucho que decir en la vida política y social». Por su parte, Benedicto XVI envió un telegrama de pésame al Presidente de la República Checa, Václav Klaus, con motivo del fallecimiento del ex presidente Havel. En el texto, el Papa manifiesta su cercanía a cuantos han asistido a las exequias para «encomendar el alma del difunto

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a la infinita misericordia de nuestro Padre celestial», y recuerda la valentía de Václav Havel «en la defensa de los derechos humanos en una época en que se negaban sistemáticamente a la población de su país». Rinde homenaje a su capacidad de «líder clarividente» para «forjar un nuevo sistema de gobierno democrático tras la caída del régimen anterior», y da gracias a Dios por «la libertad de que disfruta en la actualidad el pueblo checo». Havel se convirtió en el garante de una transición pacífica a la democracia y logró que el país de 10 millones de habitantes destacara en la política internacional. «La verdad y el amor superarán las mentiras y el odio», decía el eslogan que los checos recuerdan de los días de la “Revolución de Terciopelo”. Durante la Primavera de Praga de 1968, Havel ya tenía establecida su fama como autor teatral y participó en conversaciones y en programas de radiodifusión apoyando las reformas políticas postuladas por Alexander Dubcek. Se opuso a la invasión soviética de Checoslovaquia que siguió a estos sucesos, lo que le costó la prohibición de sus obras. Fue hostigado con dureza y encarcelado por su defensa de los derechos humanos a lo largo de la década de 1970, escribiendo manifiestos públicos en contra de la censura previa y reclamando la «discusión abierta» de los problemas económicos y políticas que, según Havel, el régimen comunista negaba u ocultaba. Havel fue uno de los fundadores del movimiento Carta 77, por lo cual fue acusado de sedición y condenado a prisión en 1979; esta experiencia aumentó su fama de disidente dentro y fuera de Checoslovaquia. Tras su liberación en 1984 Havel continuó dedicado a las actividades políticas y su prestigio causó que en 1989 fuese elegido líder del grupo opositor Foro Cívico, alentado por la perestroika ya establecida en la Unión Soviética. Tras la caída del régimen comunista durante la “Revolución de Terciopelo” en septiembre de 1989, Havel fue elegido Presidente de la República (diciembre de 1989), cargo que le fue confirmado tras las elecciones de 1990. Sagrada Familia El templo estará acabado en quince años

El presidente de la Junta Constructora de la Basílica de la Sagrada Familia, don Joan Rigol, ha señalado que dentro de, aproximadamente, 15 años, la basílica estará acabada.


En septiembre pasado comenzaron las obras en la sacristía, que incluirá un salón de actos, con capacidad para 250 personas. A fines del año, también se colocó la primera vidriera de los ventanales de la nave principal, obra del artista Joan Vila-Grau. Y, en primavera, se iniciará la última parte de la fachada de la Pasión. Ahora, el objetivo de mayor envergadura es la construcción de las seis torres centrales, de las que cinco ya están empezadas: las de los cuatro evangelistas -que ya alcanzan 66 metros- y la del ábside. La torre central, que alcanzará los 170 metros de altura, se iniciará dentro de unos dos años, y cuando esté finalizada -dentro de unos siete años, según Rigol-, tendrá en su cúspide una Cruz de cuatro brazos a la que se podrá acceder en ascensor y por escaleras. ¿Un Shakespeare católico? “Pienso que Shakespeare tenía un background católico”. Estas palabras, pronunciadas en junio de 2011 por el primado de la Iglesia anglicana, el arzobispo de Canterbury Rowan Williams, confirman la tesis propuesta por la historiadora italiana Elisabetta Sala en su nueva obra El enigma de Shakespeare. En este estudio, publicado por Editorial Ares, Sala refuerza con abundancia de pruebas y una referencia constante a los textos la convicción de que el vate de Stratford-upon-Avon habría ocultado durante toda la vida una catolicidad no presentable al público isabelino, pero no por este motivo carente de convicción. El ambiente mismo en el cual William Shakespeare creció y trabajó está impregnado de catolicismo. Su padre y una hija figuraron en las listas de recusación elaboradas con posterioridad a la Conspiración de la pólvora de 1605, mientras su abuelo materno murió en el patíbulo por traición a la fe anglicana. Por otra parte, en la obra de Shakespeare se esbozan los rasgos de un horizonte espiritual desconocido y rechazado por el anglicanismo isabelino, y es innegable el uso de una terminología que despierta más de una sospecha.

Fiesta Inmaculada Concepción Miles de fieles en cerro San Cristóbal de Chile

Miles de fieles llegaron hasta la cumbre del cerro San Cristóbal en Santiago de Chile el pasado 8 de diciembre, para celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción. Desde las 6 a.m. se celebraron las eucaristías por la Virgen, siendo la Misa central al mediodía, presidida por Mons. Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago y presidente de la CECh. Al recalcar el carácter mariano de los chilenos, Mons. Ezzati explicó sobre la imagen de la Virgen que «su mano izquierda dirigida hacia abajo nos indica que está allí para acoger nuestras intenciones y dolor (…) nos ofrece su mano para caminar junto a ella en la esperanza, el amor, la paz y la justicia»,. En este contexto, llamó a los capitalinos a promover el diálogo en la sociedad y el desarrollo auténtico de los pobladores. También destacó que «María, con su mano derecha, nos indica al cielo, nos dice que nuestra vida cotidiana, que nuestros esfuerzos, nuestra lucha y temores tienen una respuesta». «Ahí está María que con su mano derecha nos indica dónde podemos encontrar el consuelo frente a nuestras penas». Agregó que en el Señor Jesús se encuentra la respuesta que anhela todo corazón humano, «que es encontrar a Dios». Finalmente, el Arzobispo pidió a la Virgen que bendiga a los fieles, en especial a quienes «más sufren y necesitan de esperanza».

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DE CARA AL “TOTALITARISMO NEGATIVO”

Como cualquiera lo puede constatar, asistimos a la toma de posición de una nueva generación que, por lo que a la propia experiencia como nación concierne, nada de lo sucedido en nuestra historia todavía reciente le importa o provoca interés: ni la Revolución en libertad, ni la Unidad popular, ni el Gobierno militar, ni la restauración de la democracia, ni la bonanza económica ni tampoco las crisis. Son tareas y temas de otros, la generación anterior, con la que el ligamen social se ha debilitado a extremos. No se trata sólo de un vacío en el plano del saber, sino de una mutación en el modo de ser, cuya hondura está aún por revelarse. No sucedió así, entretanto, por casi dos siglos. Las voces distintas con que reclamaban el bien de su pueblo Alberto Hurtado y Eduardo Cruz Coke o Pedro Aguirre Cerda y Clotario Blest, brotaban de un humus compartido, de un alma común no ajena en su fondo a la solidaridad y a la tradición cristiana de Chile. Esa historia de unidad cultural del país se ve ahora seriamente amenazada. Parece, entre otras cosas, que la severa declinación en el interés por la política y sus representaciones clásicas, los partidos políticos, va a parejas con la evanescencia del sentimiento de ser un pueblo animado por un legítimo orgullo y alimentado por deseos fuertes y comunes. Hubo quienes advirtieron, ya en los años setenta, sobre el peligro de cierta mutación antropológica que despuntaba en el hemisferio occidental –¡será de preguntarse ahora a qué altura andamos!–, la cual implicaría para muchas naciones con culturas como la nuestra pasar del estado de pueblo al de no-pueblo, metamorfoseándose en masas indiferenciadas y fagocitadas por la nueva cultura de los medios, principalmente por la potencia de la televisión. Se ha argumentado con ingenio, humor y no sin razón acerca de los “fascismos de izquierda”. Parece, sin embargo, que aquellos mismos que vemos como sus representantes, son sobre todo parte integrante de otra expresión totalitaria nueva y más poderosa en su fuerza destructiva. El fascismo, el nazismo así como el comunismo, los grandes totalitarismos del siglo XX, fueron totalitarismos “positivos”, sustentados en una fuerte carga utópica que llegó incluso a animar, en su visión de futuro, célebres corrientes artísticas y literarias. El nuevo, que vemos ahora desplegarse, es en cambio un totalitarismo “negativo”: totalitarismo de la disolución, que disuelve los valores pasados y presentes sin sustituirlos por otros. Destruye todo y no construye nada. Frente a la invasión mediática y a la generalizada “farandulización” de todo, incluida la política y la cosa pública, los antiguos valores parecen obsoletos, cuestión que afecta con fuerza también al ámbito de lo religioso. ¿Qué queda después y qué emerge de allí? Cierta fiebre tecnocrática y consumista que se expande a todos los ámbitos, que desvaloriza el ligamen social, que vacía el alma del pueblo de todo idealismo, incluidos los que brotan de la política y de la religión, asumiendo en la noche del espíritu que deja a su paso la consolidación de un nuevo estado de ser y hacer las cosas. Aunque no exclusivamente, mucho de la desorientación y decaimiento de la Concertación que acompañó en Chile el advenimiento del nuevo Gobierno, pareciera tener que ver con este fenómeno. Ciertamente tiene que ver con él la confusión generalizada que hoy reina en todos los sectores respecto del momento que en cuanto país vivimos.

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Augusto Del Noce, un clásico del pensamiento político europeo, advirtió con gran antelación, a principios de los sesenta, que el comunismo decaía y que se perfilaba un nuevo adversario, peor aún que el comunismo: el de la irreligiosidad de la “sociedad opulenta”, como la llamó en un libro famoso, la cual lucharía contra el comunismo no desde una fe religiosa, sino desde un materialismo más radical que el comunista. Años después, cruzando el Muro de Berlín recién derrumbado e internándonos a pie a través de la sombreada Unter den Linden, en calles poco antes controladas por la policía de Honecker, Robert Spaemann, el gran filósofo alemán, unido por la amistad de una vida al entonces Cardenal Ratzinger, preguntado acerca del “absolutismo relativista” que ya todo lo licuaba –cual preanuncio de otra forma de dictadura en el horizonte primaveral de esa hora histórica–, me señaló derechamente: “En este momento, como el marxismo ha muerto, es posible, tal vez por primera vez, rescatar algunas observaciones de Karl Marx. Me refiero a su descripción de la sociedad moderna como sociedad de mercaderías, en la cual todos los valores se convierten en valores de cambio”. Es lo que otros han dado en llamar la “sociedad líquida”, nuestro presente. Al tenor de esa ideología, nuevos poderes –financieros, desvinculados del trabajo real y ajenos tantas veces al bienestar de las personas– someten hoy cultural y económicamente a estados y a pueblos. Benedicto XVI ha propuesto en la encíclica Caritas in veritate un singular replanteamiento de la función del Estado frente a esos nuevos poderes, donde éste asume una función subsidiaria e intermedia, limitada en comparación al poder más extenso que detentan aquellos. El Estado tiene, como misión natural y urgente en este contexto, la de defender el patrimonio moral, cultural y económico de su pueblo. Gobernar supone pues guiar con claridad y firmeza la nave del Estado, aun en vicisitudes donde pudiere avizorarse, como algunos opinan, el fin de un ciclo histórico. Así por ejemplo el de la mundialización de una fórmula social que, habiendo derrotado al comunismo en su propio terreno, dividió la vida entre producción y diversión, agotó sus ideales y dejó en la postración cuestiones esenciales como solidaridad, sacrificio, responsabilidad y bien común. La década del bicentenario tendría que ser aquella de la recuperación de la voluntad de ser.

JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE El presente artículo fue publicado en Diario Financiero (21. X. 2011)

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El 8 de diciembre, Fátima y los signos de la historia por Vittorio Messori

También el Corriere ha recordado, con una página completa, los veinte años desde lo acontecido en una parcela en Viskuli, en el bosque de Pushcha, en Bielorrusia. Los primeros presidentes elegidos democráticamente por las tres repúblicas eslavas de la URSS –Rusia, Ucrania, Bielorrusia– suscribieron el documento que ratificaba “la cesación de la Unión Soviética en cuanto entidad estatal” y el desmembramiento del primer Estado comunista de la historia. Era una decisión imprevista, no sólo para los acostumbrados “expertos”, sino también para los protagonistas mismos del encuentro. Lo que se deseaba no era el fin de la URSS, sino un pacto federal renovado, y sin embargo, pocos días después, en la noche de Navidad, la bandera roja con la hoz y el martillo era arriada para siempre de la cúpula más alta del Kremlin y en su lugar subía nuevamente el tricolor del imperio de Pedro el Grande. El ruso Yeltsin, el ucraniano Kravchuk y el bielorruso Shushkevich firmaron el documento en que la segunda potencia mundial decidía suicidarse el 8 de diciembre de 1991. Era el día de la solemnidad litúrgica de la Inmaculada Concepción. ¿Cómo impedir a los creyentes pensar en las palabras de la Señora de Fátima, palabras pronunciadas en 1917, en perfecta coincidencia con la toma del poder por parte de Lenin? “Rusia esparcirá sus errores en el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, naciones completas serán aniquiladas”. Con todo, la Aparición terminaba diciendo ante esos tres niños que ignoraban incluso la palabra Rusia: “Pero al final mi Corazón Inmaculado triunfará”. El final anunciado en 1917 por la Inmaculada llegaba no sólo en “su” día, sino en la vigilia de los 70 años de la fundación oficial de la URSS. Aquí los creyentes podían pensar en el Salmo 90: “Vivimos setenta años…”. Y setenta es también la duración máxima de esas acciones del hombre basadas en la persecución de toda religión. ¿Y qué decir del simbolismo, por demás explícito, de esa bandera del primer Estado oficialmente ateo de la historia, que era arriada del Kremlin, ante las televisiones del mundo, en el día en que el calendario gregoriano, seguido por la mayoría de los cristianos, celebra el nacimiento de Cristo? Como es justo –en la perspectiva del Dios bíblico que se revela y al mismo tiempo se oculta, dejando a la libertad del hombre la elección entre la acogida y el rechazo–, como es justo, por tanto, si los creyentes ven aquí “signos”, para los incrédulos sólo hay coincidencias. Estas coincidencias parecen atraídas no obstante por ese enigmático 8 de diciembre. Veamos esa otra historia realmente especial de la bandera europea. El Consejo de Europa llamó en 1950 a concurso internacional para una bandera del continente. Participaron centenares de artistas y diseñadores gráficos, pero los bocetos –los más numerosos– que incluían una cruz fueron rechazados por los socialistas y los laicistas en general. Sólo en 1955, la comisión presidida por Paul Lévy, un judío, eligió una bandera azul con 12 estrellas de oro en el centro dispuestas en círculo. La idea gustó, de manera que en 1986 se adoptó la bandera como oficial incluso por la Comunidad Europea, sólo cambiando en plata el oro de las estrellas. Hubo, sin embargo, desconcierto y queja en muchos cuando se supo lo que había detrás: el autor era Arsène Heitz, un diseñador gráfico belga poco conocido, ferviente devoto mariano. El azul es el color de la Virgen y las estrellas son las que rodean la cabeza de la Mujer del Apocalipsis en la cual la Tradición reconoce a María. En cuanto al doce, corresponde a las doce tribus de Israel, a los doce apóstoles y a las doce estrellas que hay en la Medalla Milagrosa deseada en 1830 por la Virgen misma y que Heitz siempre usaba en el cuello como buen devoto; pero hay más, ya que para la firma solemne del documento que adoptaba la bandera, en 1955, se buscó una fecha conveniente para todos los políticos que acudían a

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Pocos días después, en la noche de Navidad (1991), la bandera roja con la hoz y el martillo era arriada para siempre de la cúpula más alta del Kremlin y en su lugar subía nuevamente el tricolor del imperio de Pedro el Grande.

Estrasburgo desde toda Europa. Nadie se percató en el Consejo de que el día elegido no era como los demás, para los creyentes: era de hecho, también en ese caso, el 8 de diciembre. Y la Medalla que sirvió de modelo al diseñador gráfico tiene grabada una invocación precisamente a la Inmaculada Concepción. Veamos otro caso, entre muchos posibles, de coincidencia para algunos y signo para otros. Es un caso en que la historia de la URSS se enlaza una vez más con Fátima. En 1945, Moscú obtuvo la zona más importante, la de Viena, de las cuatro en que fue dividida Austria por los aliados. Molotov, ministro de Relaciones Exteriores soviético, dijo y repitió que Moscú jamás se retiraría de lo que había ocupado, y todos esperaban que, tal como en Praga, los comunistas organizaran un golpe de Estado para tomar el poder en toda Austria. Incluso las cancillerías occidentales parecían resignadas; pero no se resignó un franciscano, el padre Petrus, que de regreso de la cárcel precisamente en la URSS, fue en peregrinaje al santuario nacional austríaco, en Mariazell. Allí lo sorprendió una voz interior que le dijo: “Rezad todos el Rosario y vuestra Patria estará libre de peligro”. Siendo un buen organizador, el padre Petrus promovió una “Cruzada nacional del Rosario”, en el espíritu explícito de Fátima, que en corto tiempo agrupó a millones de austríacos, incluido el Canciller mismo, Leopold Figi. Día y noche se reunían grandes masas en las ciudades y en el campo, recitando la corona, y en Viena se hacían imponentes procesiones, vigiladas con hostilidad, en su sector, por el Ejército Rojo. Pasaron los años sin que la ocupación cesara, dada la obstinación rusa, pero el pueblo no se cansaba de rezar. Y es así como en 1955 la URSS comunicó estar dispuesta a devolver la independencia a Austria a cambio de la neutralidad. Los gobiernos occidentales se sorprendieron ante esta decisión inesperada y única, tanto antes como después: nunca, como recordara Molotov, nunca la URSS aceptó retirarse espontáneamente de un país ocupado; pero no se sorprendieron quienes desde hacía años rezaban por la “Cruzada del Rosario”: efectivamente, la Conferencia internacional que condujo en dos días al Tratado sobre el fin de la ocupación se inauguró, con la debida solemnidad, en el ex palacio imperial de Viena el 13 de mayo, es decir, en el aniversario de la primera aparición de Fátima. Artículo publicado en el diario Corriere della Sera (14.XII.2011)

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Fra AngElico y los maestros de la luz

Visitada exposición en el Museo Jacquemart-André de París (23.IX.2011 al 16.I.2012) Por primera vez, una exposición es dedicada por un museo francés a Guido di Pietro (1387-1455), en la religión Fra Giovanni da Fiesole, al cual la posteridad designó desde 1468 como el Angelicus Pictor, a quien conocemos hoy con el nombre de Fra Angelico. La exposición reúne treinta obras de Fra Angelico provenientes de grandes colecciones italianas y de museos de todo el mundo (el Museo de San Marcos, la Galería de los Oficios, la Galería de la Academia, el Museo del Bargello en Florencia, los Museos del Vaticano y la Galería del Palacio Corsini de Roma, los museos de Pisa, Turín, Parma, el Prado, Forli y Bérgamo, los Museos de Bellas Artes de Budapest y de Niza…). Para evaluar mejor el lugar que ocupa la “pintura angélica” en el arte de su época, la exposición presenta también obras de sus contemporáneos, como Lorenzo Monaco, Gentile da Fabriano y Masolino da Panicale. Los discípulos o los colaboradores del pintor, como Zanobi Strozzi, Benozzo Gozzoli o Domenico di Michelino, no se olvidan, en la medida en que ellos también dan testimonio de las nuevas visiones que surgen en esa época y determinan la evolución posterior de la pintura florentina. Plenamente redescubierto en el siglo XIX, en la época de los Nazarenos y los Prerrafaelitas, Fra Angelico sedujo por la dulzura y la suavidad, experimentadas inicialmente como “sobrenaturales”, que expresan sus obras, especialmente la serie de frescos del convento de San Marcos. Habiendo ingresado con su hermano Benedetto al convento dominico de Fiesole en 1407 para pronunciar allí sus votos al año siguiente, Fra Giovanni es probado de entrada en la tormenta del Gran Cisma. Nombrado en 1449 prior del convento de San Marcos, sólo es señalado como pintor a partir de 1432 y ya realizó al año siguiente el retablo destinado a la confraternidad de los Linaiuoli, que sirvió de modelo –la Virgen rodeada de santos– para otros conjuntos realizados posteriormente para las iglesias de Cortona y Perugia. La Coronación de la Virgen del Louvre y El Descendimiento de San Marcos corresponden al apogeo de sus producciones de ese período, anterior a estadías de trabajo en Roma y Orvieto. El pintor asocia el estilo gótico tardío de su primera formación –que fue la de un iluminador– con una precoz capacidad de adaptación a las innovaciones pictóricas que en ese momento se están afirmando. Alcanza lo sublime combinando la expresión de su fervor religioso con una maestría técnica perfectamente lograda en el uso del color y lo expresado por la luz. Sus talentos de colorista son evocados con precisión en la primera sala de la exposición, que da preferencia a la influencia ejercida en él por Lorenzo Monaco. La segunda sala da cuenta del ambiente artístico de la Florencia del primer tercio del siglo XV, ilustrado por el San Francisco recibiendo los estigmas, de Gentile da Fabriano o el San Jorge venciendo al dragón de Paolo Uccello, que conocen bien los visitantes del Museo Jacquemart-André. La sala siguiente destaca las innovaciones introducidas por el pintor dominico en la decoración de las partes inferiores de los retablos, un espacio donde puede escapar a las exigencias siempre muy convencionales de quienes le hacen encargos. Las tres salas siguientes dan testimonio de su influencia en Zanobi Strozzi, Filippo Lippi, Alessio Baldovinetti y Benozzo Gozzoli, que encarnan su legado a la generación siguiente. Además de las obras maestras que constituyen los retablos de la Coronación de la Virgen de Florencia o el tríptico del Juicio final de la Galería Corsini de Roma, la exposición presenta asimismo una admirable serie de “Vírgenes de la humildad”, tema que se impuso después de la gran epidemia de peste de mediados del siglo XIV. El visitante podrá así descubrir la confrontación de las obras maestras ignoradas del “pintor angélico” –La Virgen de los cedros del Museo de Pisa, La Virgen con el Niño de la Galería Sabauda de Turín– con la admirable Virgen de la humildad con los Ángeles músicos de Zanobi Srozzi, conservada en el Museo Poldi Pezoli de Milán. Es una inmersión exaltante en la primera parte del siglo XV florentino, cuando el legado del gótico internacional y de la fe medieval se encuentra con el espíritu nuevo, que anima en ese momento a las ricas ciudades comerciantes de Toscana.

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La Coronación de la Virgen (circa 1434) Témpera sobre madera (114 por 113 cm) Florencia, Galería de los Oficios Este gran retablo proviene de Santo Egidio, iglesia del hospital de Santa María Nuova, en Florencia. Fuentes antiguas lo titulan más bien El Paraíso, pues la escena no representa propiamente la coronación de la Virgen, sino a Cristo ornando con una joya la corona de su Madre. Es la única obra de Fra Angelico que ilustra este tema tomado de un pasaje de las Revelaciones de santa Brígida de Suecia. En esta obra Fra Angelico se muestra en la cumbre de su arte: une maravillosamente el trabajo en oro heredero de una larga tradición gótica con la inserción de figuras, probando su maestría no sólo en el arte de la perspectiva, sino en el juego de luces y sombras, que da a cada rostro su modelo y expresividad.

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BERLUSCONISMO

El sutil equívoco que ha “engañado” a muchos católicos

Párrafos seleccionados del comentario hecho por Rocco Buttiglione en el periódico virtual IlSussidiario.net a una comentada entrevista a Massimo Borghesi. “En una notable entrevista de IlSussidiario.net (ver en www.humanitas.cl), Massimo Borghesi esboza una interpretación filosófica del berlusconismo y utiliza para esto las categorías delnocianas de irreligiosidad occidental y de sociedad opulenta. Para Del Noce, la sociedad opulenta constituye la respuesta del materialismo occidental al comunismo. Desde el punto de vista de la sociedad opulenta, el comunismo no debe ser derrotado por una alternativa ideal, que de alguna manera estaría inevitablemente vinculada con un renacimiento cristiano, sino por una forma más radical de materialismo. “La sociedad opulenta estimula todas las necesidades y los deseos, satisfaciéndolos todos o al menos prometiendo satisfacerlos, sin jerarquizarlos desde el punto de vista ético, sin hacer jamás uso de las categorías del bien o del mal. Dicha sociedad pasa de una economía de mercado a una humanidad de mercado, que materializa el nivel máximo de comercialización de la existencia. Se trata de una sociedad radical de masas en la cual todos los valores antiguos han sido desconsagrados y el hombre queda reducido al rol de máquina de deseos, alternativamente estimulada y satisfecha por los mecanismos de la publicidad, del consumo y de la producción de mercancías. En la actualidad, el sistema produce también el deseo del hombre a través de la televisión y los otros instrumentos de la sociedad del espectáculo. “En la sociedad opulenta, el problema de Dios no se plantea. Como enseña San Agustín, la idea de Dios está ligada necesariamente con alguna idea del orden: orden del ser y orden del mundo interior de la persona. La irreligiosidad occidental desea un desorden gratificante, y ante los hechos que provocan una crisis del desorden gratificante e imponen una petición ineludible de significado, la respuesta es la fuga hasta la eutanasia, vivida al mismo tiempo como fuga ante la muerte y ante la pregunta sobre el sentido de la vida. “Hasta aquí, Del Noce sobre la irreligiosidad occidental y sobre la sociedad opulenta. Los rasgos de semejanza con la sociedad berlusconiana de la imagen son evidentes. Extendiendo el análisis de Borghesi, podríamos decir que la irreligiosidad occidental triunfa de manera distinta a lo imaginado por Del Noce. “Del Noce pensaba que la sociedad opulenta no podría regirse de alguna manera por sí misma. Ésta constituye un elemento puramente disolutivo, que no logra motivar ese mínimo de comportamientos positivos necesarios para la subsistencia de la sociedad. La sociedad de la disolución necesita de alguien que desempeñe el rol de custodio de la disolución. En el modelo elaborado por Del Noce entre los años 60 y 70, el custodio de la disolución era el Partido Comunista, y ése era el sentido del suicidio de la revolución. “El comunismo triunfa, pero no como revolución, sino más bien como custodio de la disolución del radicalismo burgués. En el berlusconismo, en forma totalmente inopinada, se procura atribuir este rol a la Iglesia Católica. Ésta es reconocida y respetada, se le garantizan al menos formalmente algunos valores y también algunos intereses legítimos. Se le pide, sin embargo, redefinirse dentro del nuevo sistema político y social y renunciar a trascenderlo y a juzgarlo. Es un acuerdo no demasiado distinto al que en su momento la Iglesia llevó a cabo con el fascismo. En ese momento la Iglesia supo, a pesar de las dificultades, liberarse y preparar en cambio a la clase dirigente de la nueva Italia democrática”.

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Hipocresía históricamente insensata

Datación de la BBC ha decidido ignorar el nacimiento de Cristo

La noticia de que la BBC ha decidido cambiar la definición de la fecha –sustituyendo las usuales siglas que evocan el antes de Cristo y después de Cristo con un genérico “era común” para no ofender a los creyentes de otras religiones– no ha suscitado grandes reacciones. Además de las de muchísimos no cristianos, que mediante varios portavoces han hecho saber que no se sentían para nada ofendidos por la datación tradicional. Sin embargo, estas moderadas y respetuosas tomas de posición no han importado a los dirigentes de la emisora británica, como ya ha sucedido en casos análogos. En realidad, es ya muy claro que el respeto de las demás religiones es sólo un pretexto, porque aquellos que quieren eliminar toda huella de cristianismo de la cultura occidental son sólo algunos laicos occidentales. Y no es ciertamente la primera vez que esto ocurre. El intento de cambiar la datación viene de la Revolución francesa, que impuso un nuevo calendario en el que el cómputo del tiempo comenzaba desde el 14 de julio de 1789, día tradicional del inicio de los movimientos revolucionarios, e inventó nuevos nombres para los meses, obviamente borrando las fiestas cristianas, sustituidas por otras “revolucionarias”. Las semanas, para borrar el domingo, fueron sustituidas por las décadas. El calendario duró poco, eliminado en 1806 por Napoleón: las nuevas fechas tenían algo de postizo y de ridículo incluso para los más orgullosos ilustrados. El segundo intento lo realizó Lenin, que cambió el calendario sustituyéndolo con una datación que partía del golpe de Estado del 24 de octubre de 1917. Este calendario, que permaneció en vigor desde 1929 hasta 1940, sustituía las semanas con una escansión de cinco días, y naturalmente abolía las fiestas cristianas, reemplazándolas con las nacidas de la revolución. Pero tampoco este intento tuvo mucho éxito, como lo demuestra el hecho de que se usó paralelamente al calendario gregoriano, entre otras razones para mantener relaciones con el resto del mundo. Así fue también para la datación a partir de la marcha sobre Roma, con la que comenzaba la Era fascista, impuesta por Mussolini y que, sin embargo, se aunaba a la tradicional, sin pretender sustituirla. En resumen, la idea de remover el calendario cristiano tiene pésimos antecedentes, con numerosos fracasos a la espalda. Es necesario decir que esta vez la BBC se limita a cambiar la dicción y no el cómputo del tiempo, pero, procediendo así, no se puede negar que haya realizado un gesto hipócrita. La hipocresía de quien finge no saber por qué precisamente desde aquel momento se comienzan a contar los años. Negar la función históricamente revolucionaria de la venida de Cristo a la tierra, aceptada también por quien no lo reconoce como Hijo de Dios, es una enorme tontería. Y desde el punto de vista histórico, lo saben tanto los judíos como los musulmanes. ¿Cómo se puede fingir no saber que solamente desde aquel momento se afirmó la idea de que todos los seres humanos son iguales en cuanto que todos son hijos de Dios? Principio sobre el que se fundan los derechos humanos, a base de los cuales se juzga a pueblos y gobernantes. Principio que hasta ese momento nadie había apoyado, y sobre el cual en cambio se basa la tradición cristiana. ¿Por qué no reconocer que desde aquel momento el mundo cambió, que desaparecieron tabúes e impurezas materiales, y que la naturaleza fue liberada de la presencia de lo sobrenatural precisamente porque Dios es trascendente? De estas realidades nació la posibilidad para los pueblos europeos de descubrir el mundo y para los científicos de iniciar el estudio experimental de la naturaleza que ha llevado al nacimiento de la ciencia moderna. ¿Por qué entonces negar incluso las deudas culturales que la civilización tiene con respecto al cristianismo? No existe nada más anti-histórico ni más insensato, como judíos y musulmanes han comprendido claramente. No es cuestión de fe, sino de razón. También esta vez. Lucetta Scaraffia L’Osservatore Romano

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Año de la Fe

Montini según Ratzinger

Las sobrias pero elocuentes palabras que Benedicto XVI ha dedicado en su Carta apostólica Porta fidei a la iniciativa tomada por Pablo VI en 1967 de convocar un Año de la Fe me han llevado a releer la homilía que el Papa Montini pronunció el 30 de junio de 1968 antes de proclamar solemnemente el Credo del Pueblo de Dios. Dice Benedicto XVI que las grandes transformaciones que tuvieron lugar aquel año hicieron que la necesidad de esa iniciativa fuese todavía más evidente, y que Pablo VI tomó esta decisión «consciente de las graves dificultades de aquel tiempo, sobre todo con respecto a la profesión de la fe verdadera y a su recta interpretación». Entendemos a lo que se refiere, pero hace falta releer las intervenciones de Pablo VI en aquellos días de plomo para captar toda la dureza del momento. Dureza que provocó una indescriptible amargura a un hombre sensible y delicado como pocos, que vivió y sufrió por y para la Iglesia. A este respecto recuerdo la confidencia del cardenal Thiandoum, que tras una audiencia descubrió a Pablo VI con lágrimas en los ojos: «Pedro lloró por haber traicionado, pero él lloraba por el sufrimiento que se le imponía para no traicionar». «Bien sabemos, dijo en aquel verano incendiado del 68, por qué perturbaciones están hoy agitados, en lo tocante a la fe, algunos grupos de hombres, los cuales no escaparon al influjo de un mundo que se está transformando enteramente, en el que tantas verdades son o completamente negadas o puestas en discusión». Apenas quedaba un mes para que el Papa Montini publicase su última encíclica, la Humanae vitae, que supuso para él un gesto de libertad y autoridad dolorosísimo que le reportó las críticas más injustas de todos los poderes de la tierra, el abandono de muchos amigos y la frialdad distante de no pocos episcopados. Está claro que en su mente y su corazón todo eso pesaba ya como una losa. Y sin embargo Pablo VI no quedó paralizado por el dolor ni se enrocó en una mera posición defensiva. Él quería proclamar su inquebrantable voluntad de conservar íntegramente el depósito de la fe, pero también quería llevar la misma fe a la vida en el tiempo concreto, en la hora y el minuto en que la Iglesia tiene que peregrinar por este mundo. Por eso sentía a un tiempo la obligación de defender (incluso al precio de la propia vida) la tradición apostólica y la obligación de no interrumpir los esfuerzos para penetrar más y más en los misterios profundos de Dios, para proponerlos a los hombres de las épocas sucesivas cada día de un modo más apto. Ésta era la doble responsabilidad que sentía, aun sintiéndose «muy inferior en méritos», consciente de su pequeñez pero «con la inmensa fuerza de ánimo» que tomaba del mandato que le había sido confiado. No es la primera vez que Benedicto XVI coloca aquel momento dramático del pontificado del siervo de Dios Juan Bautista

Nuevas direcciones de Internet www.aleteia.org

Cobra vida la versión beta de “Aleteia”, una nueva comunidad online, que se propone como objetivo responder a preguntas de fe y de vida, basadas en las enseñanzas de la Iglesia católica. Aleteia quiere ser una plataforma de diálogo, un puente entre aquellos que creen y aquellos que buscan respuestas de sentido para la propia vida. De ahí el nombre, Aleteia, del griego antiguo, que significa “Verdad”. La invitación y la propuesta, dirigidos a cada

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internauta, son: buscar la Verdad y colaborar juntos en este recorrido. La iniciativa, promovida por la Fundación para la Evangelización con los Medios de Comunicación, ha sido impulsada gracias a la colaboración de muchas realidades católicas, entre las cuales están H2onews, un estudio informativo multimedia (www.h2onews.org), y María de Nazareth, una plataforma de profundización sobre María (www.mariedenazareth.com). Aleteia nace como respuesta concreta a los retos comunicativos lanzados por Benedicto XVI en los mensajes para las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales,


Montini, como espejo en el que mirarnos hoy. En su viaje a Brescia, la tierra natal de su predecesor, el Papa Ratzinger pronunció un verdadero homenaje del corazón a Pablo VI, pero hizo algo más, lo señaló como ejemplo de cómo se debe conducir la barca de la Iglesia bajo la tormenta. Frente a cambios estructurales, decisiones revolucionarias o golpes de efecto, él apostó por seguir «la línea de la confianza en Jesucristo, a quien su Iglesia le interesa más que a nadie», escogió la vía de una espera vigilante en la oración, y realizó el gesto más sencillo y clamoroso que le está reservado a un sucesor de los apóstoles: «como en otro tiempo, en Cesarea de Filipo, Simón Pedro, fuera de las opiniones de los hombres, confesó verdaderamente, en nombre de los doce apóstoles, a Cristo, Hijo del Dios vivo, así hoy su humilde Sucesor y Pastor de la Iglesia universal, en nombre de todo el pueblo de Dios, alza su voz para dar un testimonio firmísimo a la Verdad divina, que ha sido confiada a la Iglesia para que la anuncie a todas las gentes». Sabemos que para Benedicto XVI una correcta teología de la historia es absolutamente necesaria para entender las esperanzas y tribulaciones del presente y para emprender con seguridad el camino al futuro. Por eso no es baladí ni ornamental que haya querido colocar en el frontispicio de su Carta Porta fidei esta memoria de aquel momento tremendo. Es impresionante cómo lee para nosotros la historia y el presente, con qué certeza humilde, pero luminosa y tranquila, aborda el paso que a tantos de nosotros nos hace meramente discutir y temblar. José Luis Restán Páginas Digital

promovidas por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, y en sintonía con el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. El sitio está realizado por un equipo de expertos, periodistas, teólogos y social media manager. Aleteia quiere ser un verdadero lugar de encuentro y en esta perspectiva pretende crear, desde su nacimiento, espacios “sociales”, con páginas Facebook y Twitter. La versión beta de Aleteia está en cuatro idiomas: italiano, inglés, francés y español. Pronto seguirán las versiones en árabe y portugués, abriendo posteriormente el camino a otros idiomas.

Evangelidigitalización Blog especializado en fe católica e internet

El 16 de noviembre se puso en línea “Evangelidigitalización”, un blog especializado, el primero en lengua castellana, en el estudio y divulgación de la relación entre fe católica e internet, en el contexto de la nueva evangelización. El neologismo “evangelidigitalización” quiere indicar el “lugar” de acción, la actividad a realizar, la meta a alcanzar y la dinámica metodológica a seguir propia de las redes sociales, dicen sus impulsores. El blog “Evangelidigitalización” (http://evangelidigitalizacion.

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blogspot.com) desarrollará un trabajo en dos líneas: por una parte profundizará teóricamente y, por otra, divulgará proyectos exitosos en ámbito confesional católico, tratando de evidenciar los puntos positivos de las diferentes iniciativas estudiadas de modo que el resultado pueda servir de base de apoyo para otros eventuales proyectos. Tanto en el área de la investigación como en el de la difusión hay tres ejes orientadores: ayudar a “entender”, “hablar” y “explicar” la relación entre el así llamado pensamiento digital, internet en general, y la fe católica. “Evangelidigitalización” cuenta con varios satélites de apoyo en redes sociales como Twitter (http://twitter.com/ web_pastor), Facebook (http://www.facebook.com/evangelidigitalizacion), Flickr (http://www.flickr.com/mujicalc), con especial énfasis en las imágenes de fe y provida), Paper. Li (http://paper.li/web_pastor/1317588643), un periódico con una variada selección de temas en la línea del proyecto) y Tumblr (http://evangelidigitalizacion.tumblr.com/), centrado especialmente en la reproducción de videos. Dos herramientas de especial valor en este proyecto son los enlaces a blogs afines en lengua inglesa, española e italiana, y la serie de vínculos tematizados en sintonía con la idea original del proyecto.

www.reflejosdeluz.net. Tres millones de visitas en la red difundiendo la fe

La web reflejosdeluz.net, promovida por una hermana agustina misionera de un colegio vallisoletano, especializada en la difusión de material pastoral, cumple su octavo aniversario con más de tres millones de visitas y 1.600 seguidores en la red social Facebook. La plataforma, una de las más empleadas por congregaciones, parroquias y colegios de habla hispana --son ya más de trescientos centros educativos--, registra más de tres millones de visitas y está gestionada por Encarna GonzálezCampos, hermana agustina misionera del colegio Nuestra Señora de la Consolación de Valladolid, Las Agustinas, quien cuenta con la colaboración del equipo docente. La variedad de recursos pastorales es la seña de identidad de este espacio web, que cuenta con apartados que ofrecen 230 pensamientos, 740 oraciones, más de 1.300 recursos de pastoral, 149 cuentos, frases, 1.400 presentaciones o

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60 canciones propias en su podcast. Los resultados obtenidos y su propósito de mantener su “posición de liderazgo”, están avalados por su presencia en las redes sociales: más de 1.600 seguidores en Facebook, 600 en Twitter, 1.300 en grupos Yahoo, 7.365 usuarios en Picassa y más de 1.600 presentaciones en SlideShare.

Música española para Benedicto XVI Director Maximiano Valdés en el Vaticano

En el Aula Pablo VI en el Vaticano, el 26 de noviembre pasado, tuvo lugar un concierto en honor de Benedicto XVI, ofrecido por el gobierno del Principado de Asturias, España. El programa incluía música de Falla, Albéniz, Rueda, Strauss y Rimsky-Korsakov, interpretada por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), dirigida por el chileno, Maximiano Valdés. La orquesta asturiana interpretó un programa que el músico chileno definió como “festivo y danzable”, y que indica no sólo la pasión que el Papa siente por la música, sino “su apoyo a una forma de cultura que es occidental”. El Vaticano eligió el programa entre cuatro posibilidades que se ofrecieron desde la gerencia de la OSPA. Al parecer, según informa la prensa asturiana, Benedicto XVI no quería esta vez música sacra, ni coral o de Mozart, sino algo diferente, música española o sobre España. El Papa dio “un gracias muy especial” a la Orquesta y al maestro Valdés, “por la magnífica ejecución con la cual nos ha transmitido también un poco del hondo y rico carácter de la población española, y particularmente asturiana. Y gracias igualmente a todos los que han hecho posible disfrutar de este momento, así como al señor arzobispo de Oviedo y a


cuantos están aquí presentes en esta significativa ocasión”. Luego, en italiano, dijo que “esta tarde, por así decir, se ha trasladado a esta Aula un ‘trozo’ de España”. Agradeció el programa y que hubiera no sólo compositores españoles, sino el alemán y el ruso, “fascinados por lo que en el programa de mano viene definido more hispano, es decir la manera de ser ‘hispánica’, así como de componer e interpretar la música”. Explicó Benedicto XVI que las piezas escuchadas tienen “una característica de fondo: la capacidad de comunicar musicalmente sentimientos, emociones, más todavía diría casi el tejido cotidiano de la vida”. “Y esto sobre todo –comentó– porque quien compone more hispano es casi naturalmente llevado a fundir en armonía los elementos del folclor, de la canción popular, que vienen del vivir cotidiano, con la que llamamos ‘música culta’. Y es un conjunto de sentimientos que nos han sido transmitidos esta tarde: la alegría de vivir, el clima de la fiesta, que transpira en composiciones como las tres danzas de El sombrero de tres picos de Falla, o la lucha contra el mal descrita en la célebre Danza ritual del fuego del mismo autor; la vida animada de los barrios de las ciudades, como en Lavapiés, de Iberia, de Albéniz; el drama de una vida que no encuentra paz, como la de don Juan, que no logra vivir el amor de modo auténtico y, al final, se da cuenta del vacío de su existencia; la obra maestra de Strauss ha hecho perfectamente el paso de la euforia que anima la pieza a la tristeza del vacío expresada en el triste final”. Y el Papa se alargó en describir la música que había escuchado, como melómano que es: “Pero hay otro elemento que emerge constantemente en las composiciones more hispano y es el religioso del que está profundamente penetrada la gente de España; lo habría captado muy bien Rimsky-Korsakov, que en el espléndido Capricho Español, utilizando cantos y bailes folclóricos de España, incluye varios temas de melodías populares religiosas, como en la primera sección del tema donde se reconoce una antigua invocación asturiana con la que se pide la protección de la Virgen María y de san Pedro, o el segundo movimiento en el que aparece un canto gitano a la Señora. Son las maravillas que obra la música, este lenguaje universal que nos permite superar toda barrera y entrar en el mundo del otro, de un país, de una cultura, y nos permite también volver la mente y el corazón hacia el Otro, con la ‘O’ mayúscula, Maximiano Valdés, dijo la prensa local, “puso un broche de

oro a su larga e intensa colaboración con la Sinfónica de Asturias. Dieciséis años como maestro titular y el sueño cumplido de tocar con la formación asturiana en la sala Nervi, ante el Papa, la misma a la que él acudía cuando era estudiante en Roma”. El concierto fue retransmitido en directo a 40 países, con una audiencia potencial de 1.200 millones de personas.

Moscú Prohibirá la propaganda de la homosexualidad

Moscú ha decidido sumarse a San Petersburgo, la segunda ciudad del país, y promover una normativa que prohíbe la “propaganda de la homosexualidad”, según informaba la prensa local en noviembre pasado. El proyecto de San Petersburgo fue ya aprobado en primera lectura por su Asamblea Legislativa por 27 votos a favor, uno en contra y una abstención. El proyecto de nueva normativa en San Petersburgo fue propuesto por el partido Rusia Unida para prohibir la “propaganda de la sodomía, el lesbianismo, el bisexualismo, el transgenerismo y la pederastia” a los menores de edad. El proyecto hará virtualmente imposible las actividades de las organizaciones de este tipo e incluso la organización de eventos, como las marchas del “Orgullo Gay”, que sistemáticamente son prohibidas por las autoridades rusas. Ahora es Moscú la ciudad rusa que ha decidido seguir los pasos de San Petersburgo, y ya se ha puesto manos a la obra para aprobar un proyecto similar, según confirmó el propio Ayuntamiento moscovita, a través de la presidenta de su comité de Salud Pública Lyudmila Stebenkova, informaba el periódico Gazeta. Anton Paleeva, que preside la comisión de asociaciones públicas y organizaciones religiosas en la Duma de la ciudad de Moscú, dijo que el proyecto de ley en Moscú “ayudará a todos”. “Tal propaganda tiene que detenerse”, declaró a Gazeta. Según Ekho Moskvy, el portavoz de la Duma moscovita Vladimir Platonov afirma que la capital está lista para seguir el ejemplo de San Petersburgo. La región de Riazán fue la primera en introducir una ley de este tipo, con la ciudad de Arkángel como la primera que tuvo una normativa antigay antes que empezara su actual proceso legislativo San Petersburgo.

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Rector de la Universidad Católica de Chile

Estudiantes chilenos: esperanzas y protestas

Desde hace más de seis meses en Chile se registran protestas estudiantiles, toma de universidades, paralización de los institutos de estudios superiores. El rector de la Universidad Católica explica las dificultades que afrontan los estudiantes y las que vive el sistema educativo de Chile. Los obispos chilenos han expresado que la protesta de los estudiantes responde a la forma de organización de la economía y la política, con lineamientos internacionales, que «ha favorecido modelos estructurales basados más en la codicia y la ganancia ilimitada, que en el servicio al desarrollo integral de las mayorías», y que necesita «un concepto integral de persona que permee toda su propuesta, e inspire todo el accionar de la comunidad educativa». Para profundizar el tema, ZENIT entrevistó, en la Comisión Pontificia de América Latina, en Roma, Italia, al rector de la Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez Díaz, tras la presentación de Humanitas, la revista de antropología y cultura cristianas de su universidad. El rector indicó que si bien el tema ha sido muy politizado, existe entre los estudiantes frustración y malestar debido a que, una vez graduados, no logran encontrar trabajo en su especialidad, se encuentran endeudados por el costo de los estudios, y las familias no ven que el esfuerzo realizado para costearles los estudios haya mejorado su situación socioeconómica. Se suma el hecho de que los títulos de muchas universidades son considerados de escasa validez marginando del mundo laboral a quienes allí estudiaron. Desde el punto de vista económico, entretanto, fueron dados pasos adelante y el 50 por ciento de los estudiantes con dificultad económica podrá tener becas de estudios parciales. —¿Qué está sucediendo desde hace varios meses con los estudiantes en Chile?

El bebé siete mil millones

El 31 de octubre, un recién nacido habría sido designado por la ONU como el habitante número 7.000 millones del planeta. El nuevo hito que la población mundial está a punto de alcanzar muestra que... ¿qué exactamente? Naturalmente, todo esto es convencional. No solo porque el niño y la fecha son elegidos discrecionalmente por la División de Población de la ONU (la Oficina del Censo de EE.UU. estima que el hito no se alcanzará hasta marzo de 2012). Sobre todo, porque llegar a 6.000 o a 7.000 millones no significa en sí mismo casi nada, señala The Economist en un artículo especial dedicado al evento. “Lo que más influye son los cambios relativos –como el crecimiento de una parte de la población en comparación con otra, o la variación de la edad media de los habitantes–, antes que el número absoluto de personas”. En el conjunto de la población mundial, la tendencia más

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señalada es que se desacelera el aumento. El bebé 6.000 millones nació hace 12 años. Ahora la ONU estima que los 8.000 millones se harán esperar 14 años, o sea que por primera vez un millardo adicional tardará más en llegar que el anterior. El siguiente costará un poco más aún: 18 años. El crecimiento actual, alrededor del 1 por ciento al año, es la mitad del máximo registrado a finales de los sesenta. La causa es el rápido descenso de la fecundidad mundial, de 4,45 hijos por mujer en 1970 a 2,45 en el presente. La baja tasa de los países ricos –casi todos– no basta para explicarlo. Bangladesh apenas alcanza ya el umbral de reemplazo: con 2,16 hijos por mujer, está a la mitad que hace veinte años. Irán cayó de 7 en 1984 a 1,9 en 2006. Hoy cerca de la mitad de la población mundial vive en países con fecundidad de 2,1 o menos. Esto supone una tendencia general al envejecimiento. Para los países que ahora tienen fecundidad alta, esto supone una próxima oportunidad de rápido crecimiento económico.


—Se registra una gran frustración en los estudiantes porque mientras el sistema de educación superior, universitario y técnico profesional ha crecido mucho y en forma muy rápida en los últimos años, de otro lado el sistema no ha podido seguir dicho desarrollo, en el sentido de asegurar la calidad a todos ellos y buenas formas de financiamiento, por lo que muchos han debido endeudarse fuertemente para seguir sus estudios. —¿Cómo se ha llegado a esta situación? —Hay que tener en cuenta que en veinte años se ha multiplicado por cuatro el número de estudiantes que están cursando educación superior. El 70 por ciento de ellos son de familias que por primera vez acceden a este tipo de instrucción. Los padres de ellos no tuvieron formación universitaria y por ello, con gran optimismo y gran ilusión, estaban esperando que el título profesional de su hijo o hija iba a cambiar la situación de la familia. —¿Y cuando terminan los estudios no logran obtener una mejor situación laboral? —El sistema tampoco ha podido asegurar empleo para todos los que salen. Es difícil que la economía aumente tanto. Se ha visto frustración en los estudiantes que después de mucho esfuerzo se encuentran de repente endeudados, y además con títulos profesionales de algunas universidades que se considera tienen poca validez porque no fueron buenas. Además las universidades son libres de dar el número de vacantes que consideren oportuno y es impresionante ver que forman a cientos de profesionales en un área en la que no hay trabajo. Y así mucha gente está trabajando en funciones para las cuales no estudiaron y eso ha producido frustración. —¿Se ha intentado algo desde el punto de vista económico? —Se ha pedido al gobierno un apoyo sustancial en becas y gratuidad para la educación superior. Nuestro país puede darlas a un cierto porcentaje de estudiantes, pero no a todos; las becas serán destinadas a los menos habientes. —Se tuvo también la impresión de que había además una protesta política —Hay que decirlo: el movimiento ha tenido bastante politización en su interior, lo que era de esperar. Hay toda una concepción ideológica del tema de la gratuidad tanto en la educación, como en salud y sectores básicos de la sociedad. Y sobre eso ha habido un tiempo de mucha disputa y movilización estudiantil.

Si en ellos se repite la trayectoria seguida antes por Occidente, llegarán a un punto en que a las generaciones más numerosas sucederán otras notablemente más pequeñas, y por tanto tendrán una tasa de dependencia muy baja (pocos niños y mayores en relación con los activos). Podrán producir mucho y, con la consiguiente expansión económica, lograr el aumento de productividad que les permitirá mantener la prosperidad cuando suba la tasa de dependencia. Esta evolución es la previsible, sobre todo en África subsahariana, la única parte del mundo donde bajará la tasa de dependencia en los próximos 40 años. Ahora mismo, los mayores problemas afectan a los países de fecundidad baja. Japón es el caso extremo (a mitad de este siglo tendrá casi tantos dependientes como activos), y las dificultades a que se enfrenta son conocidas. Pero aún peor es lo que se ve venir en China, con el agravante de que no es un país rico. “Por la reducción artificial de su fecundidad merced a la política del hijo único, está envejeciendo

a una velocidad sin precedentes”. En 2030 la población china será más vieja que la europea, y el también artificial déficit de mujeres anuncia un exceso de 16 millones de hombres en 2025. En cuanto a la alimentación, lo relevante no es el aumento de la población, sino la posibilidad de que la producción de alimentos le siga el paso. El Banco Mundial calcula que la productividad agrícola tendría que aumentar un 60 por ciento hasta mediados de siglo. Pero esto no es tanto, en comparación con lo ya conseguido: tres veces y media más en 2010 que en 1970. Pero ahora la productividad aumenta más despacio, y quizá haría falta otra revolución verde. Tampoco para el medio ambiente es el número absoluto de habitantes lo que más importa. El crecimiento de la población mundial se concentra en países donde la gente contamina menos. La cuestión es de cantidades proporcionales: si los países emergentes consumirán tanta energía por cabeza como Estados Unidos o China.

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SUCEDIÓ EN NOTRE DAME DE PARIS

Aunque la festividad de la Inmaculada Concepción no sea en Francia un día feriado, todos los templos católicos de su territorio la conmemoran con diversas celebraciones litúrgicas, habiendo en general mayor cantidad de misas y una atención especial a los fieles que concurren. Así también sucede en ese monumento emblemático del cristianismo francés y europeo que es la catedral de Notre Dame, en París. El pasado 8 de diciembre hubo algo sin embargo distinto. Ese día tenía lugar –hecho que producía desde tiempo gran tensión– el estreno en el teatro Rond Point de la capital, de la pieza teatral “Gólgota Picnic”, que groseramente se burla de Cristo y de la Pasión. Escrita por el argentino-español Rodrigo García, el trabajo fue en su origen financiado con fondos públicos del Centro Dramático Nacional de España. Recogiendo un sentimiento generalizado en la fe de su pueblo, el arzobispo de París, Cardenal André Vingt-Trois, llamó a realizar ese día –concluidos los festejos de la Inmaculada– a las 20 horas, coincidiendo asimismo con el mencionado estreno, una vigilia de reparación en la catedral de Notre Dame. Cualquier visitante de la ciudad a quien se ocurriese participar en esta ceremonia podría imaginarse que llegando poco antes de la hora prevista, como quien va a una misa, tendría tiempo para ubicarse al interior de la catedral. Nada semejante. Seis mil personas abarrotaban Notre Dame desde la plaza en el atrio exterior, todos en un mudo silencio que sólo rompía el órgano y el coro catedralicio interpretando la Pasión según San Juan, de Johann Sebastian Bach. A la hora prevista, desde un claustro exterior y atravesando la plaza, una procesión presidida por el arzobispo, más seis obispos, con todo el presbiteriado de París y sus seminaristas, cruzaba entre la multitud para ingresar luego por la nave central de Notre Dame. El arzobispo, con sus dos brazos en alto, alzaba la santa reliquia de la Corona de Espinas impuesta a Jesús (traída a París por San Luis Rey y alojada hasta la Revolución Francesa en la Saint Chapelle, especialmente construida en el siglo XIII para ese fin), mientras en el altar principal, junto a un icono de Cristo coronado, se disponían para la adoración

México Inauguran pesebre más grande del mundo

El nacimiento o pesebre más grande del mundo, con más de mil piezas, se inauguró en diciembre pasado, en el estacionamiento del estadio Azteca en el Distrito Federal de México, donde pudo ser visto hasta el día 15 de enero. El nacimiento o belén muestra 57 escenas de la Navidad en 20 mil metros cuadrados. El recorrido incluye el llamado

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«muro de los deseos», donde los visitantes pudieron escribir sus deseos para las fiestas centradas en el nacimiento del Niño Jesús. El pesebre ostenta dos récords Guinness, el primero por ser el nacimiento más grande del mundo y el segundo por ser el de mayor número de figuras. El nacimiento fue instalado en 70 días, con la participación


los clavos y un trozo del madero de la Cruz. Al paso de la Corona de Espinas –siempre acompañada por sus custodios, los caballeros del Santo Sepulcro– los fieles se arrodillaban con visible sentimiento de compunción. “No hemos venido a hacer una manifestación o protesta –dijo en su homilía el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, convocante de la vigilia–. Hemos venido con el corazón lleno de amor para unirnos a la persona de Cristo crucificado. Hemos venido con todo nuestro afecto a poner nuestras manos sobre sus pies. Hemos venido a venerar los signos de la Pasión que Él sufrió por amor. Hemos venido a oír las palabras que dirigió al buen ladrón: Esta noche estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). En la densa oscuridad de esa noche de invierno parisino, una vez más se confrontaban, como en el Gólgota, el misterio del amor de Cristo y la indiferencia y el escarnio de los hombres. Para edificación y consuelo de la Iglesia, una multitud anónima, llena de unción, con Juan, María y Magdalena, acompañaba otra vez a su Señor a los pies de la Cruz. La veneración de la santa reliquia de la Corona de espinas -durante la cual se leyó la Pasión de Cristo siguiendo el evangelio de San Juan- fue iniciada por el propio arzobispo y continuada por el resto de la jerarquía presente, sacerdotes y sólo una parte autorizada de los asistentes, dada la desbordante cantidad de gente. Hecho que pudo llamar la atención al visitante en esta ceremonia –en una ciudad cosmopolita donde la pluralidad de razas se observa también al interior de los templos, llenos generalmente de una gran cantidad de inmigrantes– fue la predominante presencia de un público originariamente francés, de carácter muy parisino, de mujeres y hombres mayores o de mediana edad, pero sobre todo de muchos jóvenes. Parados o sentados en el suelo por todos los rincones, muchos portaban velas en sus manos, como muy dolidos del hecho tan grave que acontecía en su ciudad. Una mujer lloraba postrada a los pies del gran crucifijo en bronce negro que cuelga en el muro lateral derecho a la entrada de Notre Dame. Las puertas de la catedral permanecieron en todo momento abiertas de par en par sobre la plaza, haciendo presente el incomún contraste de ver a un tiempo –más allá del atrio y rodeado por los que permanecían afuera– un gran árbol de Navidad que pregonaba, en pleno Adviento, la próxima Navidad y, en línea recta, sobre el altar, los símbolos sagrados de la Pasión. Nacimiento, muerte y resurrección de Cristo atravesando de oriente a occidente, bajo el signo de la Inmaculada Concepción cuyas segundas vísperas se habían rezado antes. Conjunción no habitual y llena de significación escatológica. Casi nada de estos hechos –salvo oblicuamente o por deducción– pudo conocerse a través de los medios de comunicación que sólo focalizaron la atención en torno a la sala teatral Rond Point. Lo cual, una vez más, pone en evidencia que, como en tiempos de San Pablo, la verdadera historia, aquella rica en frutos buenos, discurre muy al margen del bullicio del siglo. E.Z.E. Ver video de la vigilia en www.humanitas.cl (sección recomendados)

de arquitectos, ingenieros, diseñadores e historiadores, e incluye 700 toneladas de infraestructura, 5 mil piezas elaboradas por artesanos del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías y mil 500 piezas de vestuario de la época. Las familias que acudan podrán disfrutar de calles «texturizadas», lo mismo con arena del desierto, rocas o un espejo de agua que asemeja el oasis con palmeras.

Leticia Almada, vocera del «Nacimiento más grande del mundo», explicó que este concepto nació en Colombia en donde se presentó por primera vez con gran éxito. Dijo que en esta ocasión se tiene la oportunidad de verlo en México gracias al interés de los empresarios colombianos en rescatar la esencia de la Navidad y que las familias mexicanas recobren el espíritu en un recorrido por el tiempo y por la historia.

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Estados Unidos se queda sin libertad religiosa

La nación creada por y para la libertad religiosa pierde sus orígenes. El Arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, explica que ése es el motivo que ha llevado a la creación de un Comité de Libertad Religiosa en el seno de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. Numerosas señales sugieren que nuestra sociedad ya no aprecia el rol público de la religión ni reconoce la importancia de la libertad religiosa como derecho básico. Como han observado autoridades en la materia, como Mary Ann Glendon y Michael Sandel, de Harvard, nuestros tribunales y organismos de gobierno cada vez consideran el derecho a tener y expresar creencias religiosas puramente como una entre muchas opciones de estilo de vida privado. Y este derecho –observan ellos– a menudo es “vencido” al enfrentar los desafíos presentados por la competencia de derechos o intereses estimados más importantes. Por estos motivos, entre otros, los obispos católicos de los Estados Unidos recientemente establecieron un nuevo Comité Ad Hoc para la Libertad Religiosa. Mis hermanos obispos y yo estamos sumamente preocupados ante las amenazas sin precedentes en la historia de nuestro país a las libertades de los creyentes y a la libertad de la Iglesia de desempeñar su misión. Los católicos siempre hemos creído que como ciudadanos servimos de mejor manera a nuestro país cuando procuramos ser totalmente fieles a las enseñanzas de Jesucristo y su Iglesia. Y desde antes de la fundación de la república estadounidense los católicos han trabajado individual e institucionalmente con organismos de gobierno en todos los niveles para proporcionar servicios sociales, educación y atención para la salud de carácter vital. Sin embargo, últimamente esta tarea para nosotros está resultando ser cada vez más difícil de llevar a cabo. Hace apenas una semana, el gobierno federal rechazó una solicitud de concesión de la agencia de Servicios de Migración y Refugiados de los obispos estadounidenses. No sabemos muy bien por qué. No se dieron motivos. Desde el año 2006, nuestra agencia ha estado trabajando debidamente con el gobierno para ayudar a miles de mujeres y niños víctimas del contrabando humano. Recientemente, el gobierno ha estado pidiendo a nuestra agencia facilitar abortos, anticonceptivos y esterilización a las mujeres que atendemos. Esperamos que nuestra solicitud no se haya denegado porque hemos rehusado proporcionar estos servicios innecesarios y que atentan contra nuestros principios morales y nuestra misión religiosa. Y éste no es un caso aislado. En este momento, el gobierno federal también está procurando obligar a los empleadores privados a otorgar una cobertura de seguro para las esterilizaciones y la contraconcepción, incluyendo los medicamentos que provocan abortos. Además de atentar contra las conciencias de los dueños de empresas, esta medida debilita la autonomía religiosa de los empleadores de la Iglesia. Desde hace varios años, al parecer cada vez que una fusión o expansión incluye un hospital católico, algún legislador o una agencia de gobierno procuran bloquearla a menos que nuestros hospitales y médicos católicos comiencen a proporcionar abortos y esterilizaciones. Hasta ahora estos esfuerzos de coerción han fracasado. El problema es que los esfuerzos persisten, sin considerarse los aportes históricos de la Iglesia Católica a la atención para la salud ni la Primera Enmienda.

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Más recientemente, la presión por legalizar los “matrimonios de personas del mismo sexo” ha presentado una nueva serie de desafíos a nuestras libertades. Se ha obligado a cerrar instituciones da la Iglesia de adopción y cuidado de niños en hogares por no someterse a exigencias gubernamentales de asignar niños y niñas a parejas del mismo sexo o proporcionar beneficios a dichas parejas. Y ha ocurrido el siniestro hecho de que el Ministerio de Justicia de los Estados Unidos declaró que las personas que defienden la definición tradicional del matrimonio como unión entre un hombre y una mujer están movidas por tendencias viciadas y prejuicios. Por supuesto, ésa es nuestra antigua creencia católica, con raíces en las enseñanzas de Jesús y también en las Escrituras judías. Es una creencia sostenida por muchos protestantes, los ortodoxos y también los judíos y los musulmanes, entre otros. Sin embargo, especialistas como Robert P. George, de Princeton, advierten que esta creencia ahora podría calificarse como una forma de fanatismo y conduciría a nuevos desafíos a nuestras libertades. Nos preocupan también las señales que está dando el gobierno federal en una causa actualmente ventilada ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, de Hosanna-Tabor contra la EEOC (N.T. Equal Employment Opportunity Commission, Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo). Señalan expertos que si en esta causa el fallo es favorable al gobierno, éste tendrá amplios nuevos poderes para intervenir en las tareas internas de instituciones de la Iglesia, pudiendo posiblemente interferir también en áreas de práctica y doctrina de la Iglesia. Todo esto es problemático y representa una gran ruptura con nuestra historia y nuestras tradiciones estadounidenses. La libertad religiosa siempre ha sido “la primera libertad” en nuestra Declaración de Derechos y en nuestra identidad nacional. Los fundadores de nuestro país reconocieron que la libertad religiosa es un derecho otorgado por Dios y no un privilegio concedido por el gobierno. Y respetaron el hecho de que nadie tiene derecho –ni un tribunal, ni una asamblea legislativa ni una institución– para negar lo que Dios ha dado. En nuestra historia, la libertad religiosa siempre ha incluido los derechos de las iglesias y las instituciones religiosas de establecer hospitales, escuelas, instituciones de caridad, canales de difusión masiva y otros organismos, así como dotar a esas instituciones de personal y administrarlas sin la intromisión del gobierno. Y la libertad religiosa siempre ha incluido los derechos de las iglesias de participar en el ámbito público para ayudar a configurar la moral y el tejido social de nuestra nación. Vemos esto en toda nuestra historia, desde el movimiento abolicionista hasta el movimiento por los derechos civiles y el movimiento provida. Los fundadores de los Estados Unidos comprendían que nuestra democracia depende del carácter moral y virtuoso de los estadounidenses. Sabían que la mejor garantía para esto es una sociedad civil en la cual los individuos y las instituciones religiosas tengan libertad para vivir, actuar y votar en conformidad con sus valores y principios. Necesitamos ayudar hoy a nuestros líderes a redescubrir la sabiduría de la fundación de los Estados Unidos de América. Y necesitamos ayudar una vez más a los creyentes a comprender la importancia vital de esta “libertad inicial”. Están en juego no sólo nuestras libertades, sino también el carácter futuro de nuestra democracia. José H. Gómez Arzobispo de Los Ángeles

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Ricardo Krebs Wilckens (1918-2011)

LA GRANDEZA DE UN TESTIMONIO

Junto al cierre de esta edición, se conoció la noticia del deceso, a los 93 años de edad, del renombrado historiador Profesor Dr. Ricardo Krebs Wilckens, el 23 de diciembre de 2011, en las vísperas de Navidad. Miembro del Consejo de Humanitas desde su fundación en enero de 1996, profesor titular por más de seis décadas del Instituto de Historia de esta Pontificia Universidad Católica, Premio Nacional de Historia (1982), miembro de número de la Academia de Historia desde 1955, investigador autor de numerosos libros. Formó a innumerables generaciones de historiadores, pedagogos y estudiantes. Habiendo estudiado en Alemania, representaba genuinamente a aquel académico germano clásico, sólido, profundo, riguroso, capaz de plasmar, en una unidad indisoluble, todo su quehacer de investigador y docente. Encarnaba, de manera concreta, el tan conocido y prestigiado ideal académico propiciado por Wilhelm von Humboldt. Sí, Ricardo Krebs irradiaba tanto en su docencia, en sus escritos y libros, e incluso también en su conversación, una singular certeza y seguridad. Siempre enriquecía la conversación, lograba hacer progresar e iluminar el debate. Por estas virtudes que concurrían generosamente en él, era un contertulio buscado, siempre invitado como expositor. Poseedor de un carácter afable, acogedor, cariñoso y alegre, escuchaba con respeto puntos de vista con los cuales disentía. Pienso que eso lo hacía ser particularmente atrayente para la juventud, en la que creía y fomentaba. Era de esos profesores a los cuales sus alumnos y alumnas lo recordarán como un educador y formador, en rigor un maestro, que los había marcado indeleblemente en sus vidas. Fueron sin duda muchos y variados los aportes y contribuciones disciplinarias que este insigne académico entregó al mundo universitario y cultural del país. Sin embargo, me parece que le debemos a él, el hecho de haber sido uno de los pioneros en impulsar en Chile la así llamada Historia Universal y, dentro de ella, de modo especial, la Historia de Europa y Occidente. Ello, que hoy parece normal, en su momento constituyó una innovación radical, contundente, tal vez insospechada. Significó un cambio de coordenadas, de perspectiva, para la enseñanza de muchos aspectos de la llamada Historia de Chile. Con Ricardo Krebs, la historia nacional –nuestra historia de Chile– quedaba de alguna forma incardinada, se hacía así parte –si bien periférica y de ultramar– de una historia universal (europea), que le daba sentido, que le otorgaba claridad, en definitiva, que hacía comprensible nuestro decurso histórico que, de otro modo, quedaba aislado, independiente, críptico y, en ocasiones, como vernáculo. Además, la propiedad y profundidad con que Ricardo Krebs se movía en la historia universal le permitía profundizar, con propiedad y conocimiento, en muchos aspectos de nuestra historia nacional. Sus contribuciones a la historiografía nacional son notables. Abarcó importantes ámbitos eclesiales, universitarios, del mundo de las ideas, entre otros. De alguna manera, él contribuyó a relativizar nuestra condición de ‘finis terrae’. Ajeno a toda suerte de extravagancias, completamente alejado de exabruptos temperamentales, Ricardo Krebs fue un académico honorable, justo y recto, amante de su familia y de valores católicos que profesó. Tuvo una vida plena, larga y ejemplar. El mundo universitario y cultural, en especial el de la Universidad Católica, y una infinidad de generaciones de historiadores y profesores sabrán recoger y proyectar su legado con gran consideración y gratitud, mientras nosotros exaltamos la grandeza de su testimonio, y nos inclinamos con respeto ante el valor de su herencia y la amistad que nos brindó. RICARDO RIESCO JARAMILLO

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Remembranza de un maestro por RENÉ MILLAR

Debe haber sido por allá por el mes de marzo de 1963 cuando Ricardo Krebs, por entonces Director del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, recibía a un grupo cercano a los 30 jóvenes, en el que me encontraba, y que recién ingresaba a estudiar Pedagogía en Historia y Geografía. En ese entonces, el Departamento estaba instalado en una señorial casona de poco frente y cuatro plantas en la calle Alonso Ovalle, entre San Ignacio y Dieciocho. De las pocas imágenes que me quedan de esos días está sin duda la de don Ricardo, que con su distinguida figura y su marcado acento extranjero, nos llamó de inmediato la atención. Pero lo que más nos impactó de él se produciría tiempo después, posiblemente al año subsiguiente, cuando nos hizo clase de Historia Moderna. Ahí pudimos apreciar sus notables cualidades como profesor. Él, años después, recordaba que le costaba mucho hacer clases, que debía prepararlas con mucho esfuerzo e, incluso, que para sentirse seguro en sus comienzos las escribía íntegramente. Con todo, en la práctica eso no se notaba, se expresaba con fluidez y tenía una especial capacidad para hacer que los alumnos se sintieran interesados por lo que comunicaba. Tenía una capacidad de análisis notable y presentaba los fenómenos siempre de manera atractiva y como producto de un riguroso razonamiento. El nos daba a conocer una Historia que no se centraba en el recuento de los acontecimientos, sino en el análisis de los grandes temas y de los procesos que condicionaban la evolución. Sus clases eran motivadoras, nos estimulaban a leer y a acercarnos a importantes autores, como Jacobo Burckhardt, y a obras, como el Príncipe de Maquiavelo. Junto con valorar su notable docencia también conocimos su veta humana, que le permitía entrar con facilidad en comunicación con los estudiantes, interesarse por sus problemas e inquietudes y participar alegremente en sus jornadas festivas. Por esos años, don Ricardo llevaba poco tiempo como Director del Departamento de Historia y Geografía y se mantendría en ese cargo hasta 1967. Su gestión fue determinante para el desarrollo futuro de la disciplina en la Universidad Católica. Él echó las bases de lo que hoy es el Instituto de Historia, se preocupó de contratar profesores idóneos y de hacer de la investigación histórica un objetivo importante del Departamento. Para ello, consiguió recursos de una fundación norteamericana, que permitieron formar una biblioteca especializada, en la que podían encontrarse las obras de la historiografía chilena clásica y varias de las más importantes fuentes nacionales impresas. También obtuvo fondos para contratar algunos profesores y ayudantes por un equivalente a media jornada, con lo que por primera vez era posible que allí se realizara alguna actividad de investigación. En los últimos años de la década del sesenta pasó a ser el decano de la Facultad de Filosofía y Educación y la reforma universitaria lo llevó a desempeñarse dos meses como rector interino de la Universidad. A raíz del triunfo de la Unidad Popular decidió trasladarse a Alemania, incorporándose a la Universidad de Colonia, como profesor titular, permaneciendo allí hasta 1975, en que regresó al país y se reincorporó a la Universidad Católica, volviendo a ejercer por algunos años el cargo de decano de la nueva Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política. En consecuencia, desempeñó un papel significativo en la administración universitaria, siendo siempre muy valorada su opinión en el Consejo Superior y en las demás instancias del gobierno universitario. La Universidad le reconoció su extraordinario aporte otorgándole en 1992 el grado de Doctor Scientiae et Honoris Causa. En todo caso, su contribución a la disciplina es posiblemente uno de los aspectos más valiosos de su quehacer, y no solo por la formación de cientos de profesores de Historia en las universidades de Chile y Católica, sino por sus investigaciones, publicaciones y participación en la Academia Chilena de la Historia. En el Boletín de dicha institución aparecieron varios artículos referentes a Historia de Chile y su vinculación con la Historia Europea; publicó diversos libros, algunos de ellos en colaboración con jóvenes historiadores, en una manifestación de otra de sus cualidades: la capacidad para estimular y orientar el trabajo de numerosos discípulos. Entre sus publicaciones se destaca nítidamente su libro sobre el Conde de Campomanes, editado en 1960. Fue su primera obra importante y a pesar de los años transcurridos y de la producción

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europea sobre el personaje, sigue teniendo vigencia. Es resultado de una acuciosa investigación llevada a cabo en archivos y bibliotecas españolas, y la riqueza de sus fuentes, la rigurosidad de los análisis y la originalidad de sus planteamientos la transformaron en un modelo dentro del ámbito de la historia de las ideas. Esta obra sintetiza muy bien las cualidades de Ricardo Krebs como historiador y le permitió darse a conocer internacionalmente, en una época en que esas situaciones eran excepcionales. Merced a ese conjunto de merecimientos, con toda justicia, en 1982, fue galardonado con el Premio Nacional de Historia. La persona de don Ricardo perdurará en los numerosos escritos que dejó, pero sobre todo lo hará en la mente y el corazón de sus cientos de exalumnos y de sus numerosos discípulos.

India Arrestan a director y productor de película blasfema sobre Cristo

Las autoridades de la India arrestaron al director, productor y publicista de una cinta blasfema con tintes satánicos sobre Cristo en la que se muestra, entre otras cosas, a un hombre apuñalando al Señor crucificado. Luego de varios días de protestas de organizaciones cristianas como el Foro Católico Secular (CSF), Ejaz Ahmed (director), Washim Sheikh (productor) y KA Jauhar (publicista), fueron arrestados y enviados a la cárcel por la película «Who’s there?» (¿Quién está ahí?). Los cargos por los que han sido acusados van desde «herir los sentimientos religiosos», «mala intención», «insultar las creencias religiosas», hasta la violación de las reglas cinematográficas. Según señala la agencia vaticana Fides, el secretario general del CSF considera que la sentencia podría darse con prontitud, ya que, según lo confirmado por la Junta Central de Certificación de Cine (CBFC), el cartel publicitario de la película viola el artículo 38 del reglamento cinematográfico. El afiche muestra a Cristo en la cruz, apuñalado por un hombre, con un cáliz en el que está escrito: «Esta vez el mal va a ganar». La publicidad y el trailer dicen cosas como «Esperad la verdad inesperada» o «Os diremos quién es realmente Jesucristo», mientras que otras imágenes muestran la cruz de Jesús al revés, golpeado con dagas. En declaraciones a Fides, el portavoz de la Conferencia Episcopal de la India, P. Babu Joseph, señaló que «Who’s there?» es «una película que ofende a la fe y los sentimientos de los cristianos y ayuda a difundir el odio contra los cristianos» en un país en el que esta minoría suele ser perseguida por

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parte de los extremistas hindúes. Por ello, indicó el sacerdote, «hemos pedido que se retire de las salas. Hay demasiadas fuerzas en la India que quieren crear conflictos sociales, actuando sobre el factor religioso. La fe cristiana se cuenta a menudo de forma falsa y errónea, desacreditando y fomentando al odio». El P. Joseph dijo también que no se sabe quién o quiénes están detrás de la cinta, «pero sabemos que hay elementos y fuerzas extremistas hindúes que están dispersas en la sociedad y en los medios de comunicación. Los cristianos ven la religión como un factor de paz. Condenamos todos los actos de blasfemia contra cualquier religión». Por otro lado, los jesuitas de la localidad de Ranchi en el estado de Jharkhans señalan a Fides que «esta es la peor representación posible del cristianismo». «No sólo es una película muy provocadora y blasfema –afirman–, sino que también da una mala imagen de la India en la comunidad internacional» con el fin de buscar el beneficio económico. Mientras tanto, la CSF ha iniciado una petición que ya cuenta con más de 2.000 firmas de los obispos, párrocos, sacerdotes, activistas, líderes de ONGs que exigen el retiro de la cinta de los cines. En septiembre de este año, el Arzobispo de Bombay, Cardenal Oswald Gracias, denunció la persecución que sufren los cristianos en su país, que solo son el 2 por ciento de la población total, así como la ausencia de libertad religiosa. El Purpurado dijo a Radio Vaticana en aquella oportunidad que los fundamentalistas hindúes «instrumentalizan la religión: se aprovechan de ganar votos y de llegar al poder». Los ataques a manos de grupos extremistas hindúes, que comenzaron con fuerza en el año 2008, han aumentado este año 2011 y cada día podría registrarse uno nuevo caso.


“La Familia: el trabajo y la fiesta” VII Encuentro Mundial de las Familias en Milán

La séptima edición del Encuentro Mundial de las Familias se celebrará en Milán, Italia, entre mayo y junio de 2012, y estará organizada por la arquidiócesis de Milán y el Consejo Pontificio para la Familia. El encuentro promete ser una gran fiesta, tal como anuncia su lema: “La Familia: el trabajo y la fiesta”. El Encuentro Mundial de las Familias se creó en 1994 de la mano del Papa Juan Pablo II y se realiza cada tres años. Se ha celebrado en diferentes lugares. La primera edición tuvo lugar en Roma, Italia; después en Río de Janeiro, Brasil, en 1997; volvió a Roma, en 2000; en Manila, Filipinas, en 2003; en Valencia, España, en 2006 –la primera con asistencia de Benedicto XVI–, y, por último, en Ciudad de México en 2009. El VII Encuentro Mundial “La Familia: El Trabajo y la Fiesta”, en Milán del 30 de mayo al 3 de junio de 2012, propone un trinomio que parte de la familia para abrirla al mundo: el trabajo y la fiesta, son modalidades a través de las cuales la familia habita el “espacio social y vive el tiempo humano”, anunciaba Benedicto XVI en su carta de convocatoria. “El trabajo y la fiesta están íntimamente relacionados con la vida de las familias: condicionan sus elecciones, influyen en las relaciones entre los cónyuges y entre padres e hijos, inciden en la relación de la familia con la sociedad y con la Iglesia. La Sagrada Escritura (Cf. Gn 12) nos dice que familia, trabajo y día festivo son dones y bendiciones de Dios para ayudarnos a vivir una existencia plenamente humana”, añadía el Papa. “La experiencia cotidiana demuestra que el desarrollo auténtico de la persona comprende tanto la dimensión individual, familiar y comunitaria, como las actividades y las relaciones funcionales, al igual que la apertura a la esperanza y al Bien sin límites”. “El próximo Encuentro mundial de las familias constituye una ocasión privilegiada –anunciaba el pontífice– para repensar el trabajo y la fiesta en la perspectiva de una familia unida y abierta a la vida, bien insertada en la sociedad y en la Iglesia, atenta a la calidad de las relaciones además de la economía del núcleo familiar. El acontecimiento, para que sea realmente provechoso, no debería quedar aislado, sino colocarse dentro de un

itinerario adecuado de preparación eclesial y cultural”. Las catequesis para este encuentro mundial pueden encontrarse en: http://www.family2012.com/es/catequesis.php

Jornada Mundial de la Juventud 2011 Presentan video resumen del acontecimiento juvenil del año

¡Esta es la Juventud del Papa!, es el título del video que resume los más impactantes aspectos de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. El dvd, realizado por Goya Producciones, incluye un amplio documental de 45 minutos y otros 90 minutos de extras. El documental sumerge en el ambiente en que el millón y medio de jóvenes, venidos de 195 países, celebraron sus multitudinarios encuentros con Benedicto XVI. Recoge todos los actos celebrados por el Papa y resume sus mensajes. Revive, entre otros momentos fuertes, la memorable “aventura” del sábado frente a la gran tormenta que se abatió sobre Cuatro Vientos. También se escuchan las reacciones y comentarios de los jóvenes de los cinco continentes. Impresionan, entre otras, las declaraciones de una india, un palestino, y de unas chicas holandesas después de confesarse en la “fiesta del perdón” en el Parque del Retiro. El dvd contiene numerosos extras, como el making of de la JMJ, diversas entrevistas, algunos blogs famosos en los que se sigue el ambiente a pie de calle, la acogida de los peregrinos en la JMJ, y una galería fotográfica de alto nivel artístico. Particularmente original es la sección “Los jóvenes responden” en la que chicos y chicas jóvenes contestan a las preguntas más corrientes sobre la fe y la Iglesia. “Sin ser una producción oficial, es un video que interesará a todos, y será particularmente útil para formadores y educadores”, afirma el director de la productora, Andrés Garrigó. Para más información: www.encristiano.com

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Entrevista con el obispo grecocatólico Florentin Crihalmeanu

Rumania: la herencia de la persecución anticristiana

La persecución contra la comunidad grecocatólica no ha tenido parangón en la historia del siglo XX. Antes de la introducción del comunismo, en 1948, la Iglesia grecocatólica tenía casi un millón y medio de miembros, número que descendió hasta unos 700.000 en la actualidad. En colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada, Mark Riedemann entrevistó, para Where God Weeps (Donde Dios llora), al obispo Florentin Crihalmeanu, de la diócesis de Cluj-Gherla, Rumania. —Usted fue ordenado obispo en 1997. ¿Cuál fue su reacción cuando le dieron a conocer este nombramiento? —Fue muy curioso porque el nuncio no me había dicho nada. Viajé a Bucarest porque me invitó. Me hizo preguntas normales y de repente me dijo: “¿Sabías que el Papa Juan Pablo II te ha nombrado obispo?”. Hubo un momento de silencio. Dije: “Mire, creo que no soy la persona adecuada para ello”. Intenté alejarme de esta idea. Finalmente fueron las palabras del nuncio Janusz Bolonek de Polonia que dijo: “Puedes hacer muchas cosas buenas por esta gente”, lo que me convenció. Cambió mi perspectiva de la pesada cruz que significa ser obispo. Dije que lo pensaría. Él me contestó: “No, tienes que darme una respuesta ahora. Cuando salgas de esta casa me habrás tenido que decir sí o no”. Le contesté que quería consultarlo con mi padre espiritual, pero él replicó: “No, toma la decisión ahora”. —¿Fue una sabia decisión? —Creo que sí, porque fue tomado en ese instante. Entonces le pedí: “Déjeme unos momentos para rezar antes de contestar”. Él me contestó: “Sí, ahora son las doce en punto, comeremos a las 12.30. Así que tienes un rato para rezar. Ve a la capilla y tómate tu tiempo”. Así que fui a la capilla y comencé a pensar qué podía rezar. Decidí empezar con un misterio del rosario; es verdad que María intercede. Después levanté mis ojos y miré encima de la puerta del Tabernáculo y vi a Cristo sonriendo mientras partía el Pan. Pensé que era una señal. Volví donde estaba el nuncio y le dije que sí. —¿Qué es lo que hace un buen siervo de Dios? —En primer lugar, uno debe creer que Dios le ama. Él no te elige porque seas inteligente, guapo o tengas ciertas cualidades humanas. Te elige porque te quiere y tienes que confiar en este amor, y creo que esto es lo principal y la característica más importante de ser obispo. —En Rumania hay dos grandes tradiciones católicas: la grecocatólica y la católica romana. Usted es el obispo grecocatólico de Cluj. ¿Puede describir la tradición grecocatólica en su país? —Debemos volver atrás en la historia. Hubo una parte de la Iglesia ortodoxa que volvió a la comunión con Roma. Esta es una realidad parcial de la existencia de los greco-católicos. Esto explica por qué tenemos esta tradición católica, el rito bizantino distinto del latino, junto a otros ritos típicos de las Iglesias católicas orientales. Esta diversidad viene de que aceptamos los cuatro puntos que estaban en el origen del cisma del 1054. Hemos aceptado estos puntos como los menciona la doctrina católica: la supremacía del santo padre, el Fiolioque, el purgatorio, la transustanciación en la Eucaristía. El Concilio de Florencia estipuló, en el siglo XVI, que si hubiésemos aceptado estos cuatro puntos, estaríamos en plena comunión con Roma, si bien manteniendo nuestra tradición bizantina: sacerdotes casados, calendario distinto, parlamentos litúrgicos distintos, etc... —…Pero ¿totalmente dentro de la Iglesia Católica? —Exactamente. Aceptando todos los documentos del santo padre y aceptando la Ley Canónica Oriental tal como la aprobó el Vaticano. —La Iglesia grecocatólica sufrió muchísimo durante el período comunista de Rumania. ¿Por qué los comunistas tomaron como objetivo particularmente vuestra Iglesia después de 1948? —Debemos remontarnos al año 1946 y a la persecución en Ucrania. Los comunistas llegaron al poder en Rumania en 1945. El primer ministro de esa época, Petru Goza, hizo con nuestra Iglesia de Rumania, exactamente lo que había hecho Stalin con los grecocatólicos en Ucrania. Al principio, lanzaron una campaña contra el Vaticano y contra los católicos, etiquetándolos como un poder extranjero, un poder imperialista que se aprovechaba del país. Así comenzaron a cerrar escuelas y monasterios y confiscaron todas las propiedades de la Iglesia. Fue una campaña

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abierta contra los católicos. El 1 de octubre, los comunistas convocaron lo que llamaron un “sínodo” del clero, diciendo que se trataba de un encuentro para analizar la unión con Roma. —...¿con la intención de romper la unión con Roma? —Exactamente. Fue definido como una vuelta a la Iglesia madre ortodoxa. Pero desde nuestro punto de vista el Sínodo no era válido porque no fue ningún obispo y algunos de los sacerdotes que participaron en él, una vez se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, se fueron. —¿Así que era completamente ilegal e inválido? —Exactamente. No había una base, incluso dentro de la ley canónica. —¿Esta resistencia hizo que la Iglesia grecocatólica sufriera una terrible persecución? —Exactamente así. Después dijeron que todos los católicos se habían vuelto ortodoxos y el 1 de diciembre decretaron la disolución y expropiación de todas las instituciones y propiedades grecocatólicas. El metropolita y el episcopado, así como todos los monasterios, fueron disueltos y puestos bajo el control de la Iglesia ortodoxa. La cuestión siguiente fue la división de los bienes de la Iglesia grecocatólica: las escuelas católicas quedaron bajo el control del ministerio de Educación pública, mientras que las propiedades eclesiásticas quedaron bajo el ministerio de las Políticas agrícolas. Este fue el final. —Su familia sufrió personalmente la persecución? —No, no la notamos. Crecimos en este ambiente. Había cosas que no podíamos decir ni hacer. Por ejemplo mi madre –el fuego de la fe en nuestra familia– sabía que alguien, la policía secreta, nos estaba vigilando. Mi madre fue citada para comparecer en lo que llamábamos la Estancia 13, donde fue interrogada: “¿Te das cuenta de lo que estás haciendo con tus hijos y su educación? Nunca podrán ir a la iglesia”. Mi madre era fuerte y no tenía miedo. Respondió: “¿Tiene hijos?”. La persona que la interrogaba respondió que sí. Entonces mi madre le replicó: “Yo no me meto en cómo educa usted a sus hijos, por tanto no me diga cómo debo educar yo a los míos”. La policía no la llamó más. Sabía, sin embargo, que no podía ir más allá. Mi padre era director de una empresa y para continuar ocupando su puesto tenía que ser miembro del partido comunista. Por tanto no podía absolutamente ir a la iglesia. —Así que ¿él vivió su fe en casa? —Sí, más en casa que en público. —La Iglesia grecocatólica fue eliminada, y los obispos y el clero enviados a la cárcel. Uno de los que más sufrieron fue el padre Tertullian Langa, al que usted conoce bien. ¿Diría que, después de este período de dura persecución, el padre Langa esté viviendo las palabras: “Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”? —Ustedes saben que la historia del padre Tertullian es un tema muy fuerte. Hay límites del sufrimiento que solo pueden ser superados por la fe. El padre Tertullian dice: “La fe puede trascender las limitaciones del espíritu humano, no solo físicamente sino también en la profundidad espiritual de entender la otra dimensión de Dios. Cuando se entiende que Dios es amor y que Él lo da de forma gratuita –especialmente en los momentos más difíciles de la vida– y que nos da la gracia de ser fuertes para poder afrontar nuestros sufrimientos, entonces nos podemos acercar a Dios. Hay una comunión con lo divino. Quién lo ha hecho y por qué, no tiene importancia. Este es el motivo por el que las primeras palabras de los perseguidos, después de haber sido liberados por sus captores, fueron: “Perdonamos y no nos interesa saber quiénes eran nuestros perseguidores. Ellos fueron instrumentos. Lo que han hecho no era bueno, pero a nosotros no nos interesa vengarnos. No queremos secundar este mal”. Tertullian lleva los signos de la persecución física, que siente cada día, y aun así volvió a la vida de la Iglesia como si nada hubiese pasado. Intenta ser un servidor de Dios normal y ahora está completando la publicación de sus memorias. Su historia es muy interesante y pone de manifiesto su fe fuerte y su vínculo con Dios.

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Rangún, Myanmar Cien años de la Catedral dedicada a la Inmaculada

Con motivo de los cien años de la catedral de Rangún, Myanmar, antigua Birmania, Benedicto XVI dirigió un mensaje en latín, el 1 de diciembre pasado, a su enviado especial al acontecimiento, cardenal Renato Rafael Martino, presidente emérito del Consejo Pontificio Justicia y Paz. “La iglesia Metropolitana de Rangún –dice el mensaje– celebra con reconocimiento y solemnidad los cien años de su templo catedralicio, dedicado a María Santísima, que fue consagrado en tiempos del santo Pío X, nuestro ilustre predecesor”. El día 8 de diciembre, solemnidad de la Santa Virgen María en su Inmaculada Concepción, “con ocasión del feliz día del jubileo, en aquella sede catedralicia, la primera construida en toda la tierra de Myanmar”, añade el santo padre, “se hace una solemne celebración” en gratitud de los fieles “a Dios omnipotente por sus tan grandes beneficios que durante años allí se ha dignado prodigar a toda la comunidad eclesial”. Ayuda a la Iglesia Necesitada Elevada a Fundación Pontificia

La organización caritativa Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) ha sido elevada por Benedicto XVI a la condición de fundación pontificia. La sede oficial de la fundación está en el Vaticano. El acta canónica fue promulgada mediante un quirógrafo, un documento oficial en latín firmado personalmente por el Papa. Benedicto XVI asignó al prefecto de la Congregación para el Clero, cardenal Mauro Piacenza, como presidente de la fundación. Este, a su vez, nombró al barón Johannes Heereman von Zuydtwyck presidente ejecutivo, con efecto inmediato, a partir del 1 de diciembre de 2011. La sede de AIN permanece en Königstein, Alemania. En los últimos treinta años, el barón Heereman fue el secretario general y último presidente ejecutivo de los Caballeros de Malta en Alemania. Paralelamente a este nombramiento, el padre Martin

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Barta ha sido designado asistente eclesiástico de AIN. El padre Barta es miembro de la asociación clerical Work of Jesus High Priest. El impulso inicial en la fundación de AIN fue de Pío XII. Inspirado por la petición del Papa, justo después de la II Guerra Mundial, de ayudar a los catorce millones de refugiados en Alemania, el sacerdote norbertino Werenfried van Straaten llamó a la reconciliación a través de las obras de caridad. Entre las muchas cosas que recogió estaba el preciado tocino, en una época de escasez, y más tarde recibió el cariñoso apelativo de padre Tocino. Hoy AIN es una comunidad mundial de más de 600.000 amigos y benefactores que apoyan unos cinco mil proyectos de ayuda cada año en más de 140 países. En 2010, el total de las donaciones llegó a 85 millones de euros. Los donativos de AIN se gestionan a través de 17 oficinas nacionales en Europa, Norte y Sur de América y Australia. En el quirógrafo firmado, el Santo Padre destaca los largos servicios prestados durante décadas por AIN a la Iglesia. Ahora, como fundación pontificia, continuará como antes, con un espíritu de caridad activa para ayudar donde sea a la Iglesia que se enfrenta con las dificultades o la persecución. Como pastoral de caridad, actuando en nombre de la Iglesia, está comprometida a reforzar y profundizar la fe católica y la vida moral. Premio Madre de Teresa de Calcuta A la memoria de Chiara Lubich

Se entregó a la memoria de la fundadora del movimiento focolar, Chiara Lubich, el Premio Europeo por la Vida “Madre Teresa de Calcuta”. La ceremonia de entrega tuvo lugar en el Campidoglio de Roma, el día que celebraba el 63 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El acercamiento de estas dos extraordinarias figuras femeninas –Chiara Lubich (1920-2008) y la beata Teresa de Calcuta (1910-1997)– no es casual. Tanto la fundadora del movimiento de los Focolares, como la de las misioneras de la Caridad, inauguraron un nuevo modo de entender la fe en la segunda mitad del siglo XX, y un nuevo acercamiento


de las mujeres a la Iglesia Católica y a la evangelización. Ambas fueron también símbolos en la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Histórico fue el encuentro –evocado muchas veces durante el debate que precedió a la entrega del galardón– en Florencia entre Lubich y la Madre Teresa el 17 de mayo de 1986, con ocasión del encuentro Antes que nada la vida. Como destacó el presidente del Movimiento por la Vida, Carlo Casini, el tema de la dignidad del hombre –tutelada por el Tratado de Lisboa– y el derecho a la igualdad, convergen siempre con el derecho a la vida, aunque para los dos primeros hay un consenso unánime, mientras que el tema del aborto continúa dividiendo a la opinión pública y es objeto de debate. “En ninguna de las declaraciones de los derechos humanos se habla del derecho a la vida desde su concepción hasta su muerte natural --observó Casini--. De este modo, todo el conjunto de los derechos humanos se cae como un cuadro que no encuentra un clavo donde colgarse”. Después tuvo lugar la mesa redonda sobre la Dignidad Humana, Igualdad, Derecho a la Vida, moderada por el director del diario católico italiano Avvenire, Marco Tarquinio. Sobre el carisma de Chiara Lubich se detuvo, especialmente, el filósofo del derecho Antonio Baggio, recordando que la fundadora del movimiento de los Focolares tuvo siempre una idea de los derechos humanos rigurosamente enraizada en el principio de hermandad entre los hombres y en su común paternidad en Dios. Lubich, sin embargo, como destacó Vincenzo Buonomo, docente de derecho internacional, era consciente de la universalidad de los derechos humanos, que según su visión, no era algo que se definiese, sino que había que transmitir con la educación. La dificultad en la difusión de una cultura de la vida, en especial en el contexto europeo, fue testificada por Miklos Soltest, ministro húngaro de Asuntos Sociales y Familia. La aprobación por el Parlamento húngaro de la introducción de la tutela de la vida desde su concepción hasta su muerte natural, en la constitución magiar, y la campaña provida para la defensa del embrión, suscitaron fuertes críticas en el mundo liberal, en particular en Bruselas. No obstante, una Europa que “tiene como única ideología la del beneficio y que insiste en rechazar las raíces cristianas, no podrá superar nunca ni la crisis económica, ni mucho menos la propia crisis “moral”, afirmó el ministro húngaro.

Nuevas ordenaciones 49 nuevos sacerdotes Legionarios de Cristo

El 12 de diciembre pasado, 49 religiosos legionarios de Cristo recibieron la ordenación sacerdotal de manos del delegado pontificio de la Legión de Cristo, cardenal Velasio De Paolis. La ceremonia se desarrolló en la basílica de San Juan de Letrán. Los nuevos sacerdotes proceden de los siguientes siete países: Brasil (5), Colombia (5), España (1), Estados Unidos (15), Hungría (1), Italia (2) y México (20). En la misma ceremonia recibió también el sacramento del orden el padre Pablo Galván, religioso de los padres somascos. Con el cardenal Velasio De Paolis concelebraron y asistieron monseñor Paolo Schiavon, obispo auxiliar de la zona sur de Roma, y monseñor Óscar Rizzato, limosnero emérito del Papa. Al iniciar su homilía, el cardenal De Paolis señaló que «el sacerdocio es un don precioso porque hace presente a Jesús en medio de todos nosotros. Lo hace presente para santificarnos; es un don precioso que necesitamos descubrir cada día más». Manifestó su gratitud a las familias porque «siguen considerando la vocación de uno de sus hijos como un don». Refiriéndose a la Legión de Cristo, subrayó que los 49 nuevos sacerdotes son «un número precioso y relevante; un motivo de consolación en el camino de redescubrimiento de la misión de la congregación, camino a veces fatigoso pero que están cumpliendo fiándose de la Iglesia. En este camino se enmarca este momento de consolación para la Legión […] Estas vocaciones abren la esperanza y hacen mirar hacia el futuro». Destacando el lugar de la ceremonia y enlazándolo con la festividad mariana de la Virgen de Guadalupe, el delegado pontificio mencionó que era una «ocasión en la que podemos poner en las manos de María el sacerdocio de estos religiosos». Valoró el significado del sacerdocio común de los bautizados para luego ponderar el sacerdocio ministerial «que no sustituye a Jesús, sino que nos lo hace presente. Es un ministerio no para decir la opinión personal o las diversas palabras que van y vienen, sino la Palabra de Jesús. Es a Él a quien tenemos que anunciar». Y añadió: «Tenemos necesidad de Jesús y mediante el sacerdote esta cercanía de Dios se nos manifiesta todavía más».

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Células madre en titulares

Las objeciones éticas a las células madre embrionarias apuntan en la misma dirección que los avances científicos La utilización de las células madre en la medicina regenerativa es un campo muy prometedor, pero aún lleno de incógnitas. Los científicos discuten sobre si es mejor utilizar células madre embrionarias –obtenidas de embriones que se destruyen–, células madre adultas –presentes en tejidos del cuerpo del paciente–, células madre adultas reprogramadas, células del cordón umbilical... El debate se decidirá en los laboratorios. Pero, desde el punto de vista de la opinión pública, llama la atención el distinto tratamiento informativo que reciben las células madre embrionarias y las adultas. Cuando se trata de posibles avances terapéuticos que se obtendrían a partir de células madre embrionarias, en los titulares se menciona el adjetivo “embrionarias”. Por ejemplo, hace más de uno año fue noticia: “Primer ensayo mundial con células embrionarias en humanos. Las autoridades sanitarias de EE.UU. dan luz verde a siete hospitales para recuperar con esta técnica a paralíticos recientes” (El País, 13-09-2010). Sería más exacto decir “intentar recuperar”, pero ya se sabe que los titulares periodísticos exigen concisión. Pocos días después la noticia seguía desarrollándose: “EE.UU. trata al primer paciente con células madre embrionarias” (12-10-2010). Un sumario destacaba: “Las acciones de Geron, fabricante de la terapia, suben en Bolsa”. En los textos de estas noticias se suele decir que estas células madre embrionarias son “la gran esperanza” contra males como el parkinson, el alzheimer, la diabetes, las lesiones medulares... En la ciencia hay que ser pacientes. Por ahora, todo son promesas, esperanzas, futuro prometedor, luz verde para un ensayo... pero todavía no hay ninguna realidad. Bueno, sí, hay una realidad: la empresa Geron, líder en el sector y que financiaba ese primer ensayo clínico con paralíticos, ha anunciado un año después que suspende su investigación con células madre embrionarias. El laboratorio, atento a la rentabilidad de sus inversiones, no debe de considerar este campo tan prometedor como parecía. Pero la noticia, en España, no ha merecido tanta atención como obtuvo hace un año la del comienzo del ensayo. No es la única institución que da marcha atrás en este campo de las células madre. También el Instituto de Medicina Regenerativa de California decidió en 2010, tras cinco años de investigaciones infructuosas con células madre embrionarias, centrarse en las células madre adultas. Ensayos clínicos Y es que las células madre adultas sí empiezan a dar resultados, aunque también ellas tengan por delante un largo camino. Se acaba de anunciar que en el Instituto Karolinska de Estocolmo ha realizado el trasplante de una tráquea, creada a partir de células madre de la médula ósea del paciente. Es la primera vez que se crea fuera del cuerpo humano algo que luego se le implanta. Tiene la ventaja de que al ser células tomadas del propio paciente, no hay riesgo de rechazo. Cinco meses después del trasplante, el paciente hace vida normal. En el mismo periódico antes citado, el titular de la noticia dice: “Trasplantado con éxito el primer órgano creado con células madre” (El País, 24-11-2011). Si uno no indaga mucho más, puede pensar que se trata de esas células madre embrionarias que siempre están llenas de posibilidades, pero en el texto de la noticia queda claro que se trata de células madre tomadas de la médula ósea del propio paciente.

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Con estos juegos de titulares, las células madre embrionarias pueden beneficiarse, según los casos, de su carácter de promesas o del lustre que un buen resultado de las adultas da al conjunto de células madre. Tampoco es extraño que las células madre adultas estén dando más resultados, pues no en vano hay más de 3.000 ensayos clínicos en marcha con estas células, frente a solo unos pocos con embrionarias. Sin embargo, la opción por las células madre adultas y el rechazo por motivos éticos de la utilización de células madre embrionarias, se ha presentado a menudo como un obstáculo oscurantista al progreso. “Sectores conservadores presionan contra la utilización de células madre embrionarias”, “freno por objeciones religiosas”... Con un enfoque utilitarista, el recurso a las células embrionarias podría aducir que, a pesar de las objeciones éticas, gracias a ellas se han obtenido avances que ninguno de los otros tipos de células madre han conseguido. Pero parece que hasta el momento ha ocurrido justo lo contrario. En este caso, las objeciones éticas apuntan en la misma dirección que los avances científicos. IGNACIO ARÉCHAGA

La piedad eucarística de Santo Tomás

La verdadera piedad brilla en las penumbras y quietudes del recogimiento y del silencio, como las estrellas florecen en las sombras serenas de la noche callada. El corazón devoto y místico requiere ese clima y ambiente de paz interior –y de calma exterior– para sus ascensiones a las alturas de la contemplación. Tanto el santo como el sabio aman y buscan el retiro y la soledad –un remanso en la vida, donde brillen las ausencias y desmayen los ruidos–, porque saben que en el roce y bullicio de las gentes «nada grande se puede sentir ni crear». La piedad eucarística aseméjase mucho a la humilde lamparilla –violeta de luz mansa– que vela junto al Sagrario. Diríase que es un corazón convertido en llama de amor. Así fue la piedad eucarística del Doctor Angélico, aquel gran sabio de Dios. Pero en él se funden y completan de tal forma la santidad y la sabiduría, que son inseparables, como una misma cosa la luz y el calor del sol. El cardenal Bessarion no dudó en proclamarle –en pleno Concilio de Florencia– «el más santo de los sabios y el más sabio de los santos». La bula de canonización declara que ha iluminado más el solo la Iglesia católica que todos los demás doctores. Y entendemos que la Iglesia no se ilumina tan solo con fulgores científicos, sino con claridades de virtud sobre todo. El Papa Juan XXII adujo como argumento para canonizar su vida y exaltar su doctrina, que «había hecho tantos milagros como artículos había escrito». Un gran sabio moderno afirma –transportado de admiración entusiasta– que «más allá de sus revelaciones teológicas solo existe el lumen gloriæ», la visión beatífica de Dios. Y el genial padre

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Lacordaire condensó todos estos elogios en aquella frase monumental: «Su corazón fue un éxtasis; su inteligencia, una revelación». Lo que equivale a decir que su oración era estudio y su estudio era oración. Imposible separar su piedad y sabiduría sin desfigurar y empequeñecer una y otra, y sin quebrar la verdadera fisonomía de su magna personalidad. En la Edad Media se le representaba con una custodia en la mano, en forma de torre gótica, según el estilo que entonces predominaba. Y fue en pleno Renacimiento cuando Rafael transformó la custodia en un sol radiante, poniendo en el centro de los haces de luz dorada la blancura de la Hostia Santa. En un mismo símbolo expresó la sublimidad de su doctrina y de su piedad eucarística. Y de hecho, si, por una parte, su sabiduría le ha constituido en príncipe real de la Filosofía, de la Metafísica y de la Teología –mereciendo ser declarada por la Iglesia norma suprema y segura de toda enseñanza católica–, por otro lado, su pureza y fervor, así como también sus maravillosas creaciones líricas en honor del augusto Sacramento del altar, le proclaman ángel de piedad y cantor incomparable de la Eucaristía. Era de todos conocida la asiduidad de su oración al pie del tabernáculo. Con frecuencia reclinaba su cabeza junto al Sagrario –emulando la actitud venturosa del Discípulo Amado– como para escuchar mejor los secretos misterios y las palpitaciones amorosas del Pan de Vida. Allí, mejor que en los libros, halló las lumbres de revelación que nos ha dejado escritas sobre el Divino Sacramento, culminando en la doctrina de la «transubstanciación», supremo esfuerzo de la inteligencia humana para explicar el misterio de la presencia real de Cristo con la permanencia de los accidentes sacramentales. Hallábase en París cuando terminó de escribir el opúsculo sobre esta cuestión tan disputada. A pesar de toda la energía intelectual desarrollada en aquel intento, ¿estaría en lo cierto?, preguntábase el santo con humilde sencillez de corazón. ¿A qué autoridad superior podría exponer y consultar su caso? Y el ansia de certidumbre le llevó a los pies del Sagrario. Puso el manuscrito sobre el altar –detalla la tradición– y elevando los ojos suplicantes al crucifijo, le pidió que se dignara manifestarle lo que tanto anhelaba. Y dice la historia que, al momento, y en presencia de otros religiosos, el Cristo abrió los labios para decirle: «Bien has escrito, Tomás, de mi Sacramento de Amor». En la grandiosa catedral de Orvieto se conserva un cuadro del siglo XIV que reproduce la escena acontecida en aquella ciudad luego que el santo terminó de componer el Oficio del Corpus, encomendado a su genio poético y teológico por el Papa Urbano IV. Es muy parecida a la anterior. Su piedad eucarística vibra, sobre todo, en los himnos y oraciones, antífonas y prosas, etc., compuesto todo ello en honor y alabanza litúrgica del Santísimo Sacramento. Lo que no pudo decir en tratados teológicos sobre la Eucaristía –las efusiones, los fervores y ternuras de su corazón– lo expresó en el poema, sublime y popular a las veces, al Amor de los Amores. «Páginas maravillosas de substancia y lirismo, perla de las perlas de la liturgia católica, verdadero canto de los ángeles y del cielo, el poema más puro en el que se encierra tanto amor y tanta luz», como exclama un autor contemporáneo. Sin entrar en disquisiciones críticas sobre el valor poético de sus versos, diremos solamente que el famoso Santeuil hubiera trocado todas sus obras por una sola estrofa del himno de Laudes, que resume toda la obra de la redención de Cristo:

«Fue nuestro hermano, naciendo; cenando, manjar y don; se dio en rescate, muriendo; y en el cielo es galardón.»

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La apoteosis eucarística se realiza cada día en la Santa Misa y en la Comunión, pues renuevan y perpetúan incruentamente la institución y el sacrificio de la Cruz. Santo Tomás, sabedor como nadie del valor y significado de estos dos actos supremos del cristianismo, celebraba la misa y comulgaba con un fervor y ternura tales, que no podía contener las lágrimas. Muchas veces, después de la consagración, se quedaba inmóvil y en mística contemplación ante la Hostia divina. Y no era raro el que el ayudante tuviera que tirarle de las vestiduras para hacerle volver en sí y poner fin a sus éxtasis dulcísimos. Terminada su misa, solía ayudar otra, con la simplicidad y devoción de un niño, como acción de gracias y prolongación de sus íntimos coloquios de amor. Son muchas y preciosas las oraciones por él compuestas para estos actos de gratitud y piedad hacia la Santa Eucaristía. Con respecto a las partes variables del Oficio de la Misa del Corpus, no figura en los misales modernos todo lo que compuso y puso originariamente Santo Tomás. Las reformas litúrgicas han ido suprimiendo algunos recitados complementarios que en otras épocas estuvieron en uso habitual, como el Propio del Prefacio, los rellenos de los Kyries y del Sanctus, etc. El Doctor Angélico compuso todo esto en prosa rimada y consonante, con la misma elevación de conceptos y sonoridad lírica con que tejió las estrofas solemnes del Lauda Sion, en las cuales –según Dom Guéranger– «la alta pujanza de la escolástica, sin desmayos ni desmedros, ha sabido acoplar al ritmo y continente de la lengua latina la exposición fiel y precisa de un dogma tan abstracto para el teólogo como dulce y cautivador para el corazón de los fieles». Dicha Sequentia es la oda más sublime que se ha entonado para cantar los simbolismos bíblicos y las verdades dogmáticas del augusto Sacramento. Comienza con un canto triunfal y termina con ternuras de plegaria piadosísima. Santo Tomás ha puesto al servicio del pueblo fiel lo más grande y hermoso que se puede decir del gran misterio eucarístico. Mientras que –salvo el número escogido de estudiosos– los fieles ignorarán siempre las altas elucubraciones de la Summa Theologiæ del gran Doctor de la Iglesia, su piedad no ha cesado jamás de alimentarse amorosamente del Panis Angelicus, del O salutaris Hostia, del Tantum ergo, del Adorote devote, etc., himnos y plegarias por excelencia para celebrar solemnes adoraciones del Santísimo, que repetirán siempre, con los labios y el corazón, todos los verdaderos adoradores eucarísticos de todas las razas. Y al cantarlos, envuelto en su melodía y unción doctrinal, palpitará también siempre el recuerdo conmovedor de la piedad eucarística de su inmortal autor, santo Tomás de Aquino. P. A. Huguet, O.P.

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Libros GABRIEL GUARDA O.S.B.

La Edad Media de Chile Historia de la Iglesia 1541-1826 Con La Edad Media de Chile. Historia de la Iglesia 1541-1826* nos hallamos frente a un libro de tal modo exhaustivo, bello y profundo que alcanza la excelencia de la obra maestra, culminación y a la vez presencia depurada de todas sus obras anteriores, las que recoge, enlaza y releva en una nueva y distinta síntesis creadora. En la comprensión e interpretación de los hechos, el padre Gabriel Guarda O.S.B. muestra esa empatía que constituye el gran aporte del historiador como especialista dialogante en forma simultánea con dos tiempos diversos, el presente y el pasado.

L

a historiografía sobre la Iglesia Católica no es tema que se prodigue dentro de esta disciplina, ya sea en el ámbito de la iglesia universal, cuanto latinoamericana o chilena. Como género específico, la historia de la Iglesia Católica se inicia en Chile dentro de las crónicas generales y alcanza especial significación en aquéllas escritas por religiosos, como los jesuitas Alonso de Ovalle y Diego de Rosales en el siglo XVII, y en las historias de las diferentes órdenes, la del padre Olivares sobre la Compañía de Jesús, por ejemplo, que marcan otro paso disciplinar. Al secularizarse la historiografía chilena durante el siglo XIX bajo la gravitación del positivismo, su método empírico traspasado desde las ciencias naturales, que incorpora

importantes elementos de análisis, datación e investigación, no se adapta empero a la comprensión de las manifestaciones espirituales, supra- racionales en el hombre. Conjuntamente a su actitud crítica, que se pretende desmitificadora y en alguna medida anticlerical, ello redunda en la desvalorización de la historia de la Iglesia Católica como tema de estudio y trae la escisión entre historiografía civil –política, económica, social– e historiografía religiosa. Pues se ha iniciado la extirpación retrospectiva de las realidades sobrenaturales de la historia. Por ende, desde este enfoque, las manifestaciones religiosas y aun la trayectoria de la Iglesia, aparecen despojadas de su esencia misma, la finalidad trascendente del hombre desplegada en el tiempo, con la presencia constante de Dios

* La Edad Media de Chile. Historia de la Iglesia 1541-1826, Gabriel Guarda, edición patrocinada por Fundación CorpArtes y Corporación del Patrimonio Religioso Santiago de Chile, 2011, 620 págs.

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revelada e interpretada a través de distintos registros teológicos, culturales, artísticos y simbólicos, según las diferentes épocas. Desde este punto de vista, es relevante el actual libro de Gabriel Guarda. No es único en su género, desde luego. Contra todo pronóstico negativo, nuestro siglo XX expande y diversifica la historia de la Iglesia en Chile, con las obras generales o específicas de autores como Walter

Hanisch, Ricardo Krebs, Fernando Aliaga, Marciano Barrios, Fernando Retamal, Mauro Matthei y las de equipos de historiadores, la Provincia eclesiástica, o el Episcopologio, entre otras, así como la dirigida por Marcial Sánchez, a la cual el padre Gabriel Guarda ha prestado su importante colaboración. Hasta ahora no existía, empero, una historia de

la Iglesia Chilena durante el período indiano, virreinal o, como lo denomina más certeramente el autor, la época de cristiandad, que se extiende entre 1541 y 1826, es decir, desde la llegada de Pedro Valdivia hasta la reconquista tardía de Chiloé, último baluarte hispano en nuestro país. Su investigación es exhaustiva, pues el padre Guarda conoce como nadie los archivos y museos religiosos chilenos desde Arica a Chiloé; y no sólo los de catedrales e iglesias urbanas, sino de modestos pueblos y capillas rurales aisladas. La metodología de este libro, sólida y actual, incorpora aparte de las obras fundamentales y clásicas, la última bibliografía atingente al tema y, más ampliamente, materias culturales, sociológicas, espirituales, con apertura y ecuanimidad, ajena a preferencias u omisiones. La investigación y presentación de este libro es extremadamente rigurosa; textual y visualmente es una obra atractiva y hermosa. Su prosa posee nivel, osaríamos decir literario; la obra no está únicamente redactada, está escrita, lo que es distinto. Explicaciones y descripciones se deslizan fluidamente, desde dentro, vale decir, involucradas en las palabras, el asunto y la época que estudian. La extraordinaria iconografía visual que rescata, en su mayor parte testimonios documentales y piezas ignoradas o escasamente conocidas, colabora en el conocimiento y preservación patrimoniales y contribuye a sensibilizar y a acercar al lector. Más que resultado entonces, esta obra es fruto. Fruto en el sentido genuino y vital de la palabra, culminación y apertura de esta empresa, en la acepción barroca y cultural del término, iniciada por el arquitecto, historiador y monje

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Cédula de Profesión de Fr. Diego de Vera. Archivo de la Orden de La Merced, Santiago, siglo XVIII.

benedictino –el orden de sus tres profesiones es cronológico– hace 50 años y a la cual ha consagrado su vida. Obra no sólo completa sino compleja, en su temática, estructura y alcances, que abarca, para decirlo de modo sucinto, tres grandes frentes, unidos entre sí de modo indisoluble: la llamada “república de los indios”, o república de los naturales, entendida como cuerpo social; la república de los españoles, incluidos sus descendientes criollos; y la construcción de una cultura religiosa común y sus expresiones, bajo el sello del Evangelio. En la teoría y en la práctica, la república de los indios funciona durante el período con un estatuto diverso, no segregado, sino especial. La recepción de los naturales hacia la palabra cristiana, las formas en que se organiza su aprendizaje y el ordenamiento en un nuevo sistema de vida, de difícil aceptación para ellos, puede que traumático incluso en un comienzo –como ha sostenido cierta historiografía anglosajona– ha dado motivo a controversias historiográficas y equívocas interpretaciones. Sin duda, como aclara el autor, se cometieron abusos. Pero muestra también tantos ejemplos

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de emprendimientos admirables en pos de llevar la palabra cristiana a todos los pueblos: la entrega, hasta el heroísmo, de los misioneros, la invención de sistemas de evangelización adaptados a las condiciones locales, las misiones circulares y estacionales, los catecismos, cartillas y cantos en lenguas nativas; testimonios todos que expone teniendo siempre presente la búsqueda de la verdad histórica antes que la propia argumentación, pues acceder a la comprensión del pasado es el objetivo prioritario y central del historiador. La república de los españoles explaya hasta la particularidad y el detalle, la organización administrativa; los obispados en su constitución, demarcación territorial y desempeño por sus prelados; las instancias de regulación y de supervisión; las fundaciones religiosas masculinas y femeninas; el laicado. Las prácticas conjuntas de ese mundo penetrado por lo religioso, el régimen de la cristiandad, donde confluyen ambas repúblicas, se expresa en la oración y en las asociaciones de caridad, los comportamientos y la educación; en la liturgia, la cultura y el arte. Repercusiones de la Ilustración y del proceso de Independencia en la organización eclesiástica, la actitud del clero y las órdenes religiosas frente a estos nuevos fenómenos históricos, su influjo en las devociones de los laicos, ocupan los dos últimos capítulos del libro que, de algún modo –como a finales


del período medieval en razón del nacionalismo, los descubrimientos geográficos y la ampliación del ecúmene–, trizan y rompen la unidad entre el trono y el altar. En Chile muestran ya la introducción de un clima si bien, en general, de convivencia entre la Iglesia y el Estado, no exento de enfrentamientos doctrinales y políticos, lo cual confluye hacia su separación constitucional en 1925. Lentamente ha advenido el otoño para esta Edad Media de Chile; para esta cristiandad cohesionada y vivificada por la fe, teocéntrica en sus raíces, en su cruzada de expansión evangelizadora hacia las zonas australes, movilizada en su conquista por el heroísmo y el martirio. No desaparece; se repliega y refugia en las zonas rurales y apartadas, escapando a la frialdad invernal de esa modernidad dura, intransable, que entra en escena imbuida, tanto o más que en otros países latinoamericanos, de su papel descristianizador, para enfocar sus objetivos en detrimento del patrimonio cultural y espiritual. Una Edad Media que nunca agoniza y pervive, fresca, en la religiosidad popular, en las fiestas y procesiones, en las peregrinaciones y santuarios, en las animitas que pueblan nuestros caminos. Pervive, esta Edad Media, casi espontáneamente, ajena a ortodoxias o reivindicaciones, en el Chile profundo, subyacente; soporte y sustento de nuestra identidad como nación. Una Edad Media chilena que resulta en este libro sorprendentemente nueva y enraizada, más que intermedia como la europea, intermediaria e intermediadora entre esos dos mundos y esas dos culturas que convergen en nuestro escenario geográfico, la de los pueblos originarios y la europea. Tras la obra, sin duda, está el hombre: el erudito, el artista, el contemplativo, que no se puede silenciar. El padre Gabriel Guarda, el historiador, el arquitecto, el monje benedictino.

ISABEL CRUZ

Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta Roberto De Mattei Editorial Lindau Turín, 2011 625 págs.

La Historia del Concilio Vaticano II escrita por Roberto De Mattei (por ahora sólo disponible en italiano) cubre el período que va desde la gestación de la Asamblea conciliar en los años 50 bajo el pontificado de Pío XII hasta la época posconciliar que concluye con la muerte del Papa Pablo VI el 6 de agosto de 1978. El autor posee un gran conocimiento del tema y cita muchos pormenores y detalles que contribuyen a dar interés al relato y hacerlo vivo y ameno. De cada personaje que interviene entrega en nota una esencial biografía, donde señala sus fechas principales y los cargos ocupados en la Iglesia. La historia de las cuatro sesiones del Concilio, desde su apertura por Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 (el Papa Benedicto XVI ha proclamado un «Año de la fe» que comienza el día en que se cumplan 50 años de ese evento) hasta su Misa de clausura celebrada por Pablo VI el 8 de diciembre de 1965, está presentada en la clave de la confrontación entre dos visiones contrapuestas, una modernista y la otra más conservadora. Las preferencias del autor son claramente por el lado de la corriente conservadora. Se puede decir que el autor adhiere a los puntos de vista del historiador brasileño laico Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), fundador de la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, a quien cita a menudo en relación con los temas tratados y con quien comparte las ideas. Mattei atribuye el manejo –a veces, insinúa manipulación– de las tendencias que se impusieron en el Concilio a algunos teólogos que se trasladaron a Roma durante las sesiones del Concilio e influyeron sobre diversos obispos en el sentido modernista, entre ellos, Karl Rahner, Ives Congar, De Lubac y otros. En tanto por el lado conservador se destacan los cardenales Siri, Felici y Ruffini.

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El autor lamenta que la línea más progresista haya sabido organizarse mejor y de esta manera haya logrado introducir sus posturas. Según él, en todos los puntos debatidos logró imponerse esa línea. El autor trata de ser objetivo, pero deja caer ciertos comentarios negativos sobre los personajes de la línea más progresista. De estos comentarios no se salvan ni los mismos papas del momento, Juan XXIII y Pablo VI. Roberto De Mattei se manifiesta como un católico fiel que tiene sus puntos de vista legítimos y que los presenta con respeto. En ningún caso está en una posición de ruptura con la Iglesia. En efecto, él recibió de la Santa Sede la medalla del Orden de San Gregorio Magno, como reconocimiento a su servicio a la Iglesia. Dentro de este espíritu, afirma que es posible hacer una crítica sobre algunas acentuaciones del Concilio, sobre la base de la misma autodefinición del Concilio como pastoral y no dogmático. Concluye, por tanto, su obra con estas palabras: «Al término de este volumen me sea permitido dirigirme con veneración a Su Santidad Benedicto XVI, en quien reconozco a aquel Sucesor de Pedro al cual me siento indisolublemente vinculado, expresándole una profunda gratitud por haber abierto las puertas a un serio debate sobre el Concilio Vaticano II. A este debate reafirmo que he querido ofrecer la contribución, no del teólogo, sino del historiador, uniéndome, sin embargo, a las súplicas de aquellos teólogos que piden respetuosamente y filialmente al Vicario de Cristo en la tierra que promueva un profundo examen del Concilio Vaticano II, en toda su complejidad y extensión, para verificar su continuidad con los veinte Concilios precedentes y para disipar las sombras y las dudas que desde hace medio siglo hacen sufrir a la Iglesia, aunque en la certeza que las puertas del infierno no prevalecerán nunca sobre ella (Mt 16,18)». La Historia escrita por De Mattei se detiene en el año 1978. En los veinte años sucesivos al Concilio la situación de la Iglesia empeoró mucho, sobre todo, por el relativismo en materia de fe y moral. Ese año se firmó en Italia la ley que legitima el aborto con la firma de los parlamentarios católicos. Pablo VI celebró ese año el XV aniversario de su pontificado haciendo un balance bastante sombrío en el cual lamenta que «algunos se empeñen en arrastrar a los demás con la palabra, con los escritos, con el comportamiento por las vías de las opiniones personales y también de la herejía y del cisma, desorientando las conciencias de cada uno y de toda la comunidad» (29 junio 1978). Es necesario señalar que en los años sucesivos ha habido dos eventos importantes que pueden contribuir positivamente: la promulgación del Código de Derecho Canónico (25 enero 1983) y, sobre todo, la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica el 11 de octubre de 1992 (treinta años después de la apertura del Concilio Vaticano II). El Año de la fe, que ha promulgado el Papa Benedicto XVI, comenzará en el XX aniversario de la publicación del Catecismo (el 11 de octubre

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de 2012) y el Santo Padre espera que el más difundido uso del Catecismo contribuya a vencer el relativismo imperante en materia de fe y moral y a remediar la ignorancia religiosa. La Historia del Concilio Vaticano II de Roberto De Mattei es amena y se lee con agrado. La presentación de la confrontación de las dos visiones que se dieron en el Concilio le da cierto dramatismo y suspenso. Es conveniente, sin embargo, leer la misma historia, pero narrada bajo una óptica que simpatice con las conclusiones del Concilio para tener una visión matizada y equilibrada. Monseñor Felipe Bacarreza Adquirir vía Internet en http://www.lindau.it

El mito de la violencia religiosa. Ideología secular y raíces del conflicto moderno William T. Cavanaugh Editorial Nuevo Inicio Granada, 2010 445 págs.

Esta obra, de gran interés en el secularizado mundo actual, fue escrita por un joven teólogo católico norteamericano, que es profesor de la Universidad de Saint Paul, Minnesota. La tesis central se opone a la idea de que la religión tiende siempre a promover la violencia en las distintas sociedades en las que existe. Se ha insistido en que este rasgo sería uno de los más acendrados en la conducta religiosa y se distinguiría drásticamente de los rasgos de las disciplinas y postulados seculares. Tanto es así, que el estado-nación secular habría aparecido… “como una respuesta universal e intemporal acerca de los peligros inherentes a la religión”. Para el autor, esta suerte de premisa aceptada por todos es falsa. Ni las religiones se diferencian de las otras creaciones intelectuales de cada cultura, ni la violencia que ellas


puedan engendrar es de otro género que las surgidas de otros sentimientos o creencias. Más bien, la “religión” es una creación de la cultura occidental, que no puede distinguirse claramente de las demás teorías de esta cultura y está ligada permanentemente a una historia y a las formas de nación y estado que han surgido de la misma.. Más aún, las propias categorías de lo religioso y lo secular, aparentemente antagónicas, no son más que una creación del racionalismo occidental. El autor se da cuenta de lo difícil que resulta hoy en día deshacer un mito tan pertinaz. La misma idea de que existe “Occidente” como una realidad geográfica y política, que se opone al resto del mundo a la manera de Samuel Huntington, no es más que un constructo, un proyecto polémico. Esta idea, que es una de las más importantes del libro, se presta para discusión seria, ya que no sólo los especialistas, sino también el público en general, acepta la existencia de la cultura occidental como algo real y no un simple “constructo” intelectual. El autor procede luego a analizar en detalle el mito de que la religión genera violencia y “ha estado rodeada desde los primeros tiempos de muertes sangrientas”. Además, las religiones habrían “legitimado la opresión de los pobres y de las mujeres”, vale decir, avalarían el mantenimiento de estructuras sociales violentas. Últimamente, esta noción se ha reafirmado gracias al terrorismo islamista, en particular en sus ataques contra las iglesias cristianas y la sociedad occidental como un todo. A W. Cavanaugh le parece que el concepto de “religión” está mal definido y que, a menudo, se une o se confunde con otros conceptos de carácter cultural, histórico o artístico; como podrían ser el marxismo, el laicismo, el liberalismo, el nacionalismo y otros. Para tratar de discernir el término y su connotación de violencia, analiza los postulados de varios autores actuales. Primero estudia críticamente a quienes sostienen que la religión es absolutista. Luego, a quienes creen que es disgregadora. Más adelante a aquellos que afirman que la religión no es suficientemente racional. Tras analizar de manera inteligente y profunda a estos autores, concluye que no se puede aislar la religión como único motor de la violencia, sino que también las creencias o conductas laicas, culturales, políticas e ideológicas son motores de lo mismo. En el siguiente capítulo, el autor aborda la definición del término “religión”, señalando la dificultad de hacerlo, por su extrema variedad de contenidos. Sin embargo, enfatiza que “es una categoría construida, no un descriptor neutro de una realidad que está fuera del mundo”. Menos aún sería “un concepto transhistórico o transcultural”, salvo en el contexto del estado-nación liberal moderno y occidental. Cuando se afirma que la religión ha sido la mayor causa de enfrentamientos, guerras y muertes, no se piensa que ella ha estado siempre unida íntimamente al estado. La separación de ambas conductas es muy reciente. Habría comenzado con dos

pensadores platonistas del siglo XV, Nicolás de Cusa y Marsilio Ficino, que hicieron de la religión algo interior del alma y, además, universal. El concepto se desarrolló luego al amparo de la reforma calvinista y los postulados del deísmo ilustrado, de los siglos XVII y XVIII, sustentados por Herbert y Locke, entre otros. Cavanaugh analiza más adelante, el mismo proceso de separación de religión y política en el contexto de las religiones de la India: hinduismo y budismo; del shintoismo japonés y del confucianismo chino. Todo ello para concluir que la separación es netamente occidental y muy difícil de definir. Un interesantísimo aporte del libro se desarrolla en torno a la “religión del mercado”, que sería prevalente en el Occidente actual. La economía sería la teología de la religiosidad actual, culminando en el mercado, que sería el nuevo Dios. De una u otra forma todos estamos sintiendo la sumisión occidental y de buena parte del mundo “desarrollado” a esta nueva divinidad. Esta tendencia se exacerbó con la caída del comunismo internacional y se ha transformado en una verdadera religión “secular”. También dedica el autor párrafos interesantes a la “religión política”, citando como los mejores ejemplos el comunismo y el nazismo, aun cuando se podría agregar el nacionalismo. La propia democracia liberal ha engendrado una especie de “religión civil”, a partir de las revoluciones francesa y norteamericana, y de pensadores como Rousseau y B. Franklin. El laicismo sería una forma de fundamentar la separación de religión y política, para mejor legitimar el estado moderno. En otro capítulo, analiza el autor un llamado “mito fundacional” del tema, con las célebres Guerras de religión europeas, entre católicos y protestantes y entre las mismas iglesias protestantes. Allí determina que dichas guerras tuvieron un origen no sólo religioso sino que político y fueron resueltas en ese último ámbito. En un último capítulo, titulado: “Usos del mito”, Cavanaugh trata de varios temas, incluyendo el del enfrentamiento Islam-Occidente y destaca que en la concepción de Mahoma no cabe una separación entre religión y política, lo que explica su permanente agresividad. En resumen, esta obra merece ser leída y meditada, frente al crecimiento de la indiferencia religiosa, particularmente en Occidente. Si bien, algunas afirmaciones del autor pueden sorprender, el total es un interesante análisis de un fenómeno muy actual y gravitante en el mundo. Julio Retamal Favereau Adquirir vía Internet en www.nuevoinicio.es

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Juan Pablo II. La Biografía Andrea Riccardi Ediciones San Pablo Madrid, 2010 664 págs.

Si bien abundan los textos que tratan de la persona y pontificado de Juan Pablo II, su atractiva personalidad, su fructífera obra, la profundidad de su espiritualidad y la proyección de su liderazgo no se agotan. En esta biografía que nos entrega Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio y ministro de Cooperación Internacional y de Integración de Italia, quien conoció de cerca al Pontífice, se nos da a conocer un Papa familiar pero a la vez reservado, amistoso, que ama a su patria, que profesa una fe inquebrantable en Dios y un amor inclaudicable por los hombres. Nos devela un Papa alegre, carismático, entusiasta pero a la vez sufriente, con un profundo sentido por el dolor propio y ajeno. Un líder espiritual que cambió la historia de la humanidad. Karol Wojtyla fue un hombre de su tiempo, al que le tocó crecer en medio de los tormentos derivados de los fanatismos ideológicos, cuya máxima ferocidad la vio expresarse en su querida Polonia. Fue también testigo y víctima de la consolidación de un régimen totalitario donde la fe se intentó en vano proscribir y fue protagonista del derrumbe de los socialismos reales. Su pontificado marcó el término y el inicio de una nueva era. Un líder global al decir de uno de sus amigos polacos. Como señala el autor, el objetivo del libro es “aproximarse a un personaje y a su tiempo, para entender aún más la historia de nuestro tiempo”. El texto, rico en citas de biografías y documentos papales, se adentra en la pluralidad de las facetas de este pontífice que conquistó a la humanidad con su mensaje directo y de fuertes contenidos, su capacidad de encuentro personal y su cercanía mediática. Aunque cansado y enfermo, el Papa nunca renunció a su intención de llegar a todos, encontrarse con las personas, visitarlas en sus hogares patrios en lo que se ha denominado “un culto por el encuentro”. Escribe el autor: “el hábito de recibir continuamente visitas y de

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comer siempre con sus huéspedes, practicado en Cracovia y luego implementado en Roma, expresa el deseo radicado de aprender de toda persona. El culto al encuentro manifiesta la inclinación personal pero se radica también en una reflexión teórica” basada en un método fenomenológico y experiencial que se traduciría en un sistema de vida y de gobierno. Tempranamente, ya como Cardenal, se le intentó etiquetar pero Wojtyla siempre estuvo por sobre toda posible división entre conservadores y progresistas. Una preocupación mayor suya era la tolerancia occidental por el comunismo. Una vez en el papado, su mensaje, si bien proveniente del este, es profundamente europeo. Desde un comienzo habla a toda Europa, la de raíces cristianas, la que respira “con dos pulmones”, el occidental y el oriental. Pero este Papa ágil, joven y deportista ve seriamente mermada su salud después del atentado del 13 de mayo de 1981, cuyos autores intelectuales permanecen en el misterio. Dice el autor: “Si uno se pregunta a quién podría favorecer la muerte del Papa, se llega fácilmente a los soviéticos y a sus aliados”. De acuerdo a documentos citados en el libro, la opinión del ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrej Gromyko, era que en el Vaticano había “un hombre experto, más listo que un zorro, un adversario ideológico y político que nos amenaza”. El Papa era consciente de la hostilidad hacia su persona: “Me odian porque los conozco”. Otra habría sido la historia del movimiento obrero polaco “Solidaridad” que puso en jaque al régimen comunista y otros hubiesen sido los destinos del mundo cristiano, si el terrorista turco, Ali Agça, hubiera logrado su cometido. Del atentado, el Papa sale renovado por un sentido de urgencia por comunicar al mundo el mensaje evangélico y refuerza su devoción a la Virgen de Fátima, quien –está convencido el Papa– desvió la bala asesina. A la idea del martirio se conecta la del perdón concedido. Esa –afirma el autor– es la postura de la Iglesia de los mártires, aquella que no teme. “No tengan miedo” proclama el pastor al mundo. Su preocupación por expandir el evangelio a todos los pueblos lo llevó a realizar 104 viajes al extranjero, sin contar los realizados en Italia. El Papa viaja nueve veces a Polonia, ocho a Francia, país históricamente cristiano influido por un fuerte secularismo, cinco veces a España que transita por una ruta similar a la francesa. “Europa y el cristianismo europeo tiene para Wojtyla un gran rol en el mundo”, afirma Riccardi, convicción que lo llevó a luchar por el reconocimiento de las raíces cristianas en la constitución europea. Especial referencia se hace a la cercanía del Pontífice con el Presidente de los EE.UU. Ronald Reagan, ambos víctimas de un atentado, que derivó en el establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Vaticano y Washington, pero que luego se vieron tensionadas por la invasión a Irak. Siete viajes a suelo norteamericano convierten al Papa en el gran líder espiritual para algunos pero para todos, occidental.


América Latina no estuvo ajena a la mirada papal. “Al papa preocupa la politización del lenguaje de la teología” –dice el autor- y “las relaciones entre los cristianos y el marxismo es un gran tema (…) desde los inicios del pontificado”, tema en el cual la ayuda del entonces cardenal Ratzinger fue crucial. Es así como visita la tumba del asesinado Monseñor Romero en San Salvador proclamando “Romero es nuestro” y reprende a Ernesto Cardenal en Nicaragua. Riccardi agrega: “Juan Pablo II está convencido de los riesgos de la teología de la liberación y la necesidad de evitar un maridaje con el marxismo”. Este problema se va a mantener hasta 1990 con la caída de los regímenes comunistas del Este y el nombramiento de una renovada generación de obispos. Una nueva preocupación devendrá en América Latina: la extensión del neo-protestantismo. Un acápite especial dedica la obra a la mediación papal entre Chile y Argentina por la controversia del canal Beagle. El Papa, luchador incansable a favor de la paz, no duda en usar su intercesión para evitar un conflicto armado pese a ciertas voces que le recomiendan abstenerse. Juan Pablo II visita Chile en abril de 1987 y su aparición en el balcón del palacio de La Moneda junto a Pinochet, “causa turbación occidental” según el autor. Y continúa: “Juan Pablo II jamás evita entrar personalmente en situaciones de tensión. Predica contra el uso de la violencia, aparece varias veces junto a Pinochet pero se encuentra también con la oposición en la nunciatura”. Se recuerda su visita al Estadio Nacional, lugar de detención de presos políticos, y allí insta a los jóvenes a comprometerse con la construcción de una sociedad más cristiana y alejarse de la seducción de la violencia. El Pontífice indica el camino de la reconciliación y de la transición. Este papa conciliar, líder global, profeta moderno, cambió la historia de la humanidad. Sus últimos años son para el autor “una lucha contra el tiempo y contra el cuerpo”. Sus funerales, el 8 de abril de 2005, se realizan frente a una multitud entre la cual se encuentran representantes de 172 países. Concluye Riccardi: “En otras palabras, ésta fue la vida de Wojtyla, siempre en medio de la gente”. Francisca Alessandri Adquirir vía Internet en http://www.sanpablo.es

Eucaristia, Incontro de Libertà. Angelo Scola Cantagalli Siena, 2005 175 págs.

El Cardenal Scola, autor de este libro es actualmente Arzobispo de Milán, después de un fecundo servicio pastoral como Patriarca de Venecia (desde el 2002). Fue relator del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía el mismo año 2005, en que se publicó esta recopilación de escritos teológico-pastorales sobre el tema eucarístico. Son textos de origen y carácter diverso, es decir, contiene múltiples ‘registros comunicativos’, algunos teológicos, otros antropológicos; algunos catequéticos, otros de pláticas espirituales; para los fieles o bien los turistas que han frecuentado la Catedral de San Marcos en las principales fiestas litúrgicas del año. Todos los textos, no cabe duda, de singular profundidad y también belleza. El cardenal expresa ya en el Prefacio (7-9), la convicción de que en el don eucarístico está como recogido, anticipado y ‘concentrado’ el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús; y allí se revela que ‘el vértice de la libertad humana es el amor’. El libro, además de un breve prefacio, consta de cinco capítulos, un par de apéndices y un útil índice de citaciones bíblicas. El primero de los capítulos es el más extenso y de carácter teológico sistemático, “Eucaristía, mistero della fede” (13-34). La forma de abordar la Eucaristía es de alguna manera la prueba de toda teología y la mejor forma de aproximarse a ese misterio, la ‘posición teológica’ más adecuada es aquella del pueblo cristiano, postrado en adoración. Ante este misterio surge el ‘estupor’ eucarístico. La Eucaristía es un don cuyo origen y protagonista es la Trinidad santa, su lógica es la lógica sacramental. Al final, el autor señala algunas pistas y consecuencias pastorales. Resalta que ‘la dinámica eucarística y sacramental favorece el crecimiento de la comunidad cristiana.. y renueva el ímpetu misionero’ (34). El segundo “Eucaristia e Parola de Dio” (37-53) son siete medi-

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taciones de un retiro de Adviento el 2003, concentrándose en el tema de la encarnación. El tercero son “Temi eucaristici” (59-77), el cuarto “Eucaristia e santità nella vita del cristiano” (81-111) abordando más específicamente el matrimonio, la familia y el sacerdocio; y el quinto, “Riprese” (115-130), tres acercamientos diversos a lo sacramental y a la Eucaristía. Los Apéndices (133-163), son dos. Ellos contienen bellísimas meditaciones, una en el duomo de Belluno del 2004, y otra en Venecia, sobre el texto de Lc 24,1335 acerca del episodio de Emaús, donde el misterio de hace cercano. Monseñor Andrés Arteaga Manieu Adquirir vía Internet en www.edizionicantagalli.com

Historia de la Iglesia en Chile Tomos I y II Director: Marcial, Sánchez Gaete Editor: Rodrigo, Moreno Jeria Editorial Universitaria Santiago de Chile Tomo I (2009) 429 págs Tomo II (2010) 400 págs

El proyecto de esta colección abarca desde el asentamiento español hace ya cinco siglos hasta la declaración de santidad de Alberto Hurtado Cruchaga. La magnitud de su propósito radica en la voluntad de entregar un panorama sólido de lo que ha sido el papel de la Iglesia en la constitución de la identidad nacional. En sus dos primeros tomos, En los caminos de la conquista espiritual y La Iglesia en tiempos de la Independencia, ya publicados, los artículos que los constituyen están escritos –erudita y amenamente- por renombrados autores. Si bien cada uno de ellos puede ser leído de manera independiente, hay un trabajo de dirección que le da unidad y coherencia a la obra en su conjunto. El primer tomo parte con un acucioso trabajo de catastro de los ar-

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chivos eclesiásticos para adentrarse, a continuación, en el proceso de lo que fue la introducción de la fe cristiana en el Chile colonial. Se describe la organización eclesiástica en los siglos XVI al XVIII con sus dos obispados (Santiago y la Imperial). A los problemas inherentes a la organización pastoral, se le suman las dificultades propias de la época, la geografía, los levantamientos indígenas y los terremotos, con la consecuente prolongación de un estado permanente de precariedad. Sin embargo, no deja de llamar la atención el papel relevante que llevan a cabo los obispos en la sociedad –a pesar de lo avanzado de sus edades– ya sea en la formación y asistencia al clero como en la defensa de los indígenas. Destaca en este último aspecto el papel de la encomienda en el proceso de la evangelización y de la estabilidad social –a pesar de los abusos a los que no pocas veces se sometió a los naturales– donde los seglares tuvieron un rol preponderante. Del mismo modo, el uso de los diversos medios para comunicar la doctrina religiosa como el idioma: sistemas nemotécnicos, la música, el canto, la danza y el drama fueron herramientas comunicativas entre los pueblos aborígenes y el español. Papel relevante en este proceso ocupan los oratorios y capillas privadas, abiertas a toda la población rural, en el camino de la inculturación de la fe cristiana. En la misma línea resalta la labor educativa de las órdenes religiosas en los conventos femeninos y la introducción de la educación secundaria y universitaria como igualmente la defensa del indígena. ¿Cómo no resaltar el experimento de asimilación cultural de indígenas de La Araucanía, hijos de padres destacados, para ser educados en la cultura occidental y la religión católica para que después volviesen a sus respectivos pueblos a influir sobre sus pares? Esta tarea fue llevada a cabo por el Real Colegio de Naturales de Chile que funcionó desde el siglo XVIII hasta principios del XIX, primero en Santiago y luego en Chillán a cargo de la Orden Franciscana. Si bien no tuvo mayor éxito, es una muestra del afán apostólico que guió a la Iglesia colonial en la incorporación del indígena a la sociedad criolla. Otra muestra del proceso de la evangelización, fue la creación de las capellanías, mecanismo testamentario por el cual el fundador se garantizaba misas de sufragio por su alma. Esto, a su vez, sirvió para financiar capillas, decoraciones, altares, como también para costear los aspectos materiales de las festividades religiosas. En esta misma línea se observa la importancia de la institución de las cofradías –asociaciones laicales bajo el patrocinio de Cristo, la Virgen o un santo–, cuya función era ensalzar con procesiones la festividad de su patrono, asistir espiritualmente a los cofrades a vivir su fe y garantizarles una cristiana sepultura. Difícilmente lo anterior hubiese sido realizable sin el testimonio de santidad de hombres que murieron con dicha fama o como mártires en tiempos de la Guerra Defensiva. Si bien ninguno ha sido declarado beato ni canonizado, sin embargo los obispos de


la época estimaron convenientes abrir sus respectivas causas de canonización. La creación y desarrollo de la institucionalidad eclesial tuvo por objeto el que la fe fuese vivida; ello redundó en el afán por plasmar en la pintura, la arquitectura y la escultura su contenido dogmático con un fin esencialmente didáctico y devocional. La Casa de Dios, la iglesia, el templo –escenario de los momentos más solemnes de la existencia humana– reclamó desplegar recursos y creatividad en su alhajamiento y decoración, si bien los embates de la naturaleza hayan diezmado su legado patrimonial. Así, la manifestación de cómo la realidad social y la religión estaban entrelazadas, se constata en la cristianización de la muerte declarada en las reglamentaciones tanto civiles como eclesiásticas en lo referente a las ceremonias de inhumación. También, en el deseo de la “buena muerte”, es decir, poseer el tiempo necesario para ponderar los bienes perecederos y eternos, previo al paso del abandono de la vida terrena. El segundo tomo, La Iglesia en tiempos de la Independencia (1810-1840) da cuenta de la crisis que desencadenó el proceso de Independencia. Primero en su aspecto institucional y luego en lo más cotidiano de la religiosidad social. El objetivo de rescatar y precisar el papel de la Iglesia dentro del convulsionado período independentista hasta la elevación del Obispado de Santiago en Arzobispado y el consecuente reconocimiento del Estado chileno por la Santa Sede, radica en que la Iglesia era un poder legitimado en la sociedad. Por lo anterior, es de vital importancia destacar los aspectos de continuidad y cambio a la que se vio enfrentada la jerarquía eclesiástica como también el cuerpo de creencias compartidas que debieron adaptarse a la nueva realidad del país que surgió del proceso de la Independencia. En él, el clero –regular como secular– se vio afectado por las diferencias políticas y, de hecho, el púlpito y confesionario fueron espacios públicos para la divulgación de ideas y valores de ambos bandos políticos. Por otra parte, múltiples fueron los problemas que enfrentó la Iglesia: vacancia de obispados y demora en sus nombramientos, confiscación de bienes eclesiásticos, ocupación de claustros y conventos por parte de los ejércitos realista y patriota, concesión de capellanías a las fuerzas militares, división al interior de las órdenes causadas por diferencias políticas de sus miembros. Sin embargo, en esta gran crisis política que afectó fuertemente a la institucionalidad religiosa, en sus miembros predominó la fe ya fuesen partidarios de la libertad o los que querían seguir bajo el alero de la monarquía. Por otra parte, y al igual que en la colonia vemos que la santidad –fruto por excelencia del trabajo de evangelización y la gracia de Dios– se muestra en María del Carmen Benavides (laica dominica) y Fray Andresito (franciscano español muerto en Chile). El ejemplo de ambos –un modelo laico y otro conventual– marcará la religio-

sidad devocional de buena parte del siglo XIX. Las líneas de investigación seguidas en este volumen además de las tradicionales, incorpora las cercanas a la historia cultural y a la antropología histórica. Estas perspectivas otorgan luces sobre los elementos de persistencia y mudanza en la sensibilidad y mentalidad religiosa plasmada en los usos y costumbres de la naciente república. Alejandra Eyzaguirre Barahona Adquirir vía Internet en http://www.universitaria.cl/

Catálogo de Pintura Colonial en Chile Luis Mebold K., S. D. B. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago Chile, 1985 387 páginas.

Catálogo de Pintura Colonial en Chile, Convento Museo San Francisco, Santiago. Luis Mebold Köenkamp, S. D. B., Jorge Montoya Véliz. Editor. Ediciones Universidad Católica de Chile Santiago de Chile, 2010 Tomo I, Siglo XVII, 415 páginas. Tomo II, Siglos XVII - XIX, 383 páginas.

La publicación de los dos tomos del Catálogo de Pintura Colonial en Chile, con las obras conservadas en el Convento Museo de San Francisco en Santiago completa el tomo anterior y justifica su título inicial: Catálogo de Pintura Colonial en Chile. Con un proceso que va, pues, de la edición de éste en 1985, a la de los dos tomos en el

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2010, queda hecho el catastro visual del patrimonio de los cuadros y murales hechos acá durante los siglos XVI y XVII. Así es preciso tener los tres volúmenes (que debieran estar enumerados en su secuencia) para poder abarcar la totalidad del patrimonio existente y la vastedad de la obra realizada por el padre salesiano Luis Mebold K. Como un Sherlock Holmes a lo divino rastreó las pistas de obras cuyo origen provenía del Cuzco o de Quito, tuvo acceso a las colecciones conservadas en monasterios, iglesias y conventos, las pudo y supo fotografiar con las cámaras de su momento y así construir este conjunto caudaloso de láminas, amén de sus rigurosas fichas polivalentes (UNESCO-PNUD) cuyo protocolo de número, título, autos, escuela, materiales, cronología, descripción, inscripciones, historia, conservación, bibliografía y observaciones, despliega una información que merece calificarse de exhaustiva. Y, cuando ha lugar, dejar en claro las lagunas y enigmas irresueltos. El que llamaremos “primer tomo” trae 287 obras; los dos siguientes, 132, lo cual arroja un total de 419 obras. Con esas 132 obras se aprecia el oxímoron de que los pobres franciscanos son los más ricos poseedores de obras de arte colonial. No se espere que ninguna de las 287 obras haya sido pintada con un prurito estético de rivalizar con las europeas; en cambio se debe apreciar que fueron hechas como devocionables, para estímulo visual de la fe, tal como lo proponía San Juan de la Cruz (citado en el primer tomo) y la Contrarreforma. Una obra de arte religioso es primero religiosa y después artística. Tal vez haya que decir que “cualquier triunfo estético conseguido en ellas es por ayuda del Espíritu Santo.” Yendo de ilustración a ilustración deberíamos dejarlas obrar según la pía intención de sus autores (firmados o anónimos) y merecerlas. Se agradece la oferta de tal motivamiento, tanto a los pintores como al padre Luis Mebold K., y cuantos colaboraron con él desde Perú y Ecuador, más los chilenos: Hernán Rodríguez, Fidel Sepúlveda y el padre Gabriel Guarda O. S. B. Y a GDF SUEZ, patrocinante de los dos tomos ulteriores. Todos ellos han construido esta cornucopia de arte colonial que espejea la fe de los católicos de la Capitanía General de Chile durante dos siglos. Luis Vargas Saavedra Infórmese vía Internet en editorialedicionesuc@uc.cl

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John Henry Newman. Una biografía Ian Ker Ediciones Palabra Madrid, 2010 793 págs.

De pastor anglicano y fellow de Oxford a Cardenal de la Iglesia Católica, John Henry Newman, beatificado por Benedicto XVI el año 2011, es una de las figuras más interesantes de la Iglesia y de su patria, Inglaterra. Este libro de casi 800 páginas es una biografía completísima suya y está catalogado como uno de los mejores estudios de personajes de ese siglo. A pesar del temible número de páginas no es en absoluto un libro pesado, aunque sí largo. En gran parte va escrito por el propio Newman, porque es inevitable citar en abundancia cartas y escritos suyos. Fuera de los libros más conocidos existen 32 tomos de cartas de suyas, amén de miles de páginas con escritos más personales y hasta un diario íntimo. Se han escrito ya biografías hechas con sus cartas, como “Suyo con afecto” (su invariable forma de despedirse) del cual Humanitas publicó una reseña. Este libro pretende más, quiere ser un retrato del hombre y de su tiempo, pero además lo que el autor llama “una biografía literaria”, es decir, explicar la génesis de cada libro, su desarrollo y su impacto. Newman mismo estimaba que para él era un proceso difícil trasladar su pensamiento al papel: “Escribo, escribo de nuevo, escribo una tercera vez en el curso de seis meses; luego tomo el tercer borrador y, literalmente lleno la hoja de correcciones, de manera que no puede ser leído por otra persona. Luego lo paso a limpio para el impresor, lo pongo a un lado, lo tomo de nuevo, comienzo a corregir una vez más… no sirve, se multiplican las alteraciones, se reescriben varias páginas, pequeñas líneas entran a escondidas y andan por ahí (…)” Ker piensa que Newman tenía peculiares dotes literarias y llega a decir que es mejor que Dickens en ironía y descripciones; sin embargo lo sustancial de la biografía está dedicado a su producción como teólogo, ensayista y también polemista, cuando venía


al caso: “En el Record aparece una gran mentira, una mentira hasta la médula, y en todos sus componentes, y en su alma y en su cuerpo, por dentro y por fuera, en todos sus lados y en su mismo origen. No tiene elementos de verdad, nace de una mentira, su padre, su madre y todos sus ancestros son mentiras y, para completarlo, es sobre mí”. La trayectoria espiritual de Newman que lo llevó finalmente a la plena comunión dentro de la Iglesia Católica está tratada con finura y detalladamente. Cinco capítulos del libro se dedican a este proceso. Él había comenzado por buscar en los Padres de la Iglesia los gérmenes que explicasen la corrupción de la Iglesia romana y acabó por convencerse de ∫que era esta Iglesia la que había conservado el depósito de la fe y, por lo tanto, era la verdadera Iglesia: “Miré mi rostro en el espejo y yo era un monofisita. La Iglesia de la Vía Media estaba en la posición de la comunión oriental; Roma estaba donde está ahora, y los protestantes eran los eutiquianos”. “Estaba claro que yo tenía bastante que aprender sobre la cuestión de las Iglesias, y que quizás alguna nueva luz me llegaría. Quien ha visto un fantasma no puede seguir como si nunca lo hubiera visto. Los cielos se abrieron y se cerraron de nuevo. Por un momento el pensamiento había sido: la Iglesia de Roma es la correcta después de todo, pero luego se desvaneció. Mis viejas convicciones continuaron como antes”. (Apologia pro vita sua) Pero las “viejas convicciones” se fueron desmoronando y Newman, en un proceso muy doloroso, dejó el anglicanismo. Su sensibilidad –que según Ker no era en absoluto hiper sensibilidad, como se le ha criticado alguna vez– lo llevó a sufrir por la forma de vida que abandonaba, los amigos, la cultura… Fue muy criticado y posteriormente su inserción en el mundo católico no fue fácil. Los católicos ingleses formaban una sociedad de poco vuelo intelectual y Newman, a su vez, no se identificó en absoluto con sus autoridades. En la famosa Apologia pro vita sua consiguió explicar a fondo su actitud y desestimar a quienes lo tildaban de hombre falso, que siendo en el fondo católico, se había mantenido anglicano durante años para ejercer proselitismo entre la juventud universitaria. Otros grandes temas del libro son los comienzos del Oratorio de San Felipe Neri en Inglaterra, obra de Newman; la agitada existencia de la Universidad Católica de Irlanda, que lo tuvo a él como su primer Rector; la apertura del Concilio Vaticano I, las tendencias de la Iglesia en su tiempo, la política de su país. En las páginas finales de su diario se quejaba: “me siento insatisfecho con la totalidad de este diario. Es más o menos una queja de principio a fin. Pero representa lo que ha sido mi estado mental verdadero y lo que ha sido mi cruz”…Y a la línea siguiente su última anotación: “después de haber escrito lo anterior, se me ha nombrado cardenal”. Elena Vial

Tiempo de vivir. Antología de poesía religiosa chilena en honor del Bicentenario Ediciones Agustinianas Santiago de Chile, 2010 169 págs.

Nos ha llegado este libro con poesía religiosa de autores nacionales de variadas tendencias y registros, con temas diversos referidos muchos a Cristo, bastantes a Nuestra Señora la Virgen María, otros a la naturaleza como creación de Dios, a santos y lugares, donde cada autor estampa su poema, inspirado desde luego por el Divino Hacedor, quien con su mística influencia, impulsa a estos 119 poetas a declarar su amor a Jesucristo, a elevar un villancico a la Inmaculada, o en fin, a dejar constancia de una torre nostálgica del templo parroquial que sobresale de entre los árboles de la campiña francesa frente al acantilado del mar. (Ana María Vieira). Quisiéramos destacar el poema Tres es el número perfecto de Juan Antonio Massone, por la completa síntesis que él hace, basado en el número tres de la Santísima Trinidad, las tres cruces del monte Calvario, las negaciones de San Pedro que fueron tres, los Reyes Magos, la Sagrada Familia, “las tentaciones tres y los regalos”, “múltiplos de tres los doce Apóstoles”, “tres veces dijo Cristo, ¿tú me amas? ” para finalizar el poema con la frase del Credo Católico: “…al tercer día resucitó de entre los muertos”. El autor reúne aquí las veces –siempre tres– donde este número se va repitiendo por obra de Dios, cabe señalar que sólo en el Nuevo Testamento, y específicamente enfocado hacia la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor. Notable. ¿Todo buen poema es místico o religioso? ¿Se puede considerar que todo poeta –por el solo hecho de serlo– es un místico cercano a la divinidad? ¿Se puede considerar a la antipoesía como mística? Creemos que no. San Juan de la Cruz es la antípoda de un mundano, un cómico o un humorista. Santa Teresa de Ávila igual. Y no por eso digamos que los poetas místicos o los antipoetas son menos artistas, menos perfectos o de versos menos bellos unos de otros. Todos son igualmente válidos. Distintos en su origen, forma y profundidades, pero todos con el soplo divino de la creatividad llevada como San Juan de la Cruz a la alta teología del “ciervo herido”, o al rompimiento de la palabra “bajada del Olimpo” en la literatura actual. En el trabajo de Eduardo Anguita Única razón de la Pasión de N.S.J.C. encontramos con términos coloquiales, que Nuestro Señor Jesucristo “padeció únicamente por Alemparte, por Gaete, por los hijos de Weir Scott”, que “subió al Calvario por el Chico Molina” y concluye: “Todos saben que fue por mí solamente por mí, / Totalmente por mí”. Versos extraños, conjunto de ideas antipoéticas para demostrar que “todos somos redimidos”.

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Sin embargo el público lector considerará bello, aceptará o rechazará, en su total libertad este original escrito. Simpático, certero y exclusivo, nos lleva al hombre común a los habitantes de los diferentes países del mundo, a determinar que “Jenaro Medina, el Chipo Cruz, la Señora Hortensia y otros sencillos personajes, como Alemparte o Gaete, son redimidos por N.S.J.C”. De alguna manera la divinidad se hace presente por medio del arte poético religioso –y aunque algunos escritores que aparecen en este libro sean agnósticos o ateos–, sin embargo a todos su intuición los empuja a descubrir la magnificencia de la resurrección de Cristo, a entender el dolor y los méritos infinitos de su crucifixión, o bien a captar la maravilla de la naturaleza en el Génesis de la Creación del mundo. Una obra que nos llama la atención se denomina “Domicilio desconocido” (p.64) de Ricardo Gómez López. Aquí después de buscar a Cristo por todos lados le pregunta como un niño: “¿Acaso juegas a las escondidas?” Y termina increpándolo: “¡Por Dios Jesús! ¿A dónde te fuiste a vivir?” A veces la ingenuidad, transparencia o pureza infantil del poema hace que los bardos escriban asombrados. En Burrito del sueño Oscar Castro relata que:… “y el Niño lo ensillaba con montura de seda / y una rienda de luna y una rienda de estrella”. Tierno poema de Navidad. Y En el pesebre de Carlos Pezoa Véliz, dice: “…y desmáyanse acentos musicales / en torno de ese Niño que sonríe / envuelto en sus pobrísimos pañales”. Tiernos versos a Jesús entrando al mundo. Úsame de José Miguel Ibáñez Langlois, digno de mencionarse por la humildad implícita, la naturaleza bien empleada y la sentencia bíblica “polvo eres y en polvo te convertirás”, transformada y aplicada certeramente en este poema. Doy por ganado de Juan Guzmán Cruchaga, es un soneto que inspira, en quien lo lee, emociones delicadas, amores pasados, entusiasmo y optimismo, “al recordar que el cielo prometido / comienza por la herida del costado”. En Los templos de Eledín Parraguez, da una voz de alerta porque “las iglesias se van quedando solas, de a poco, / se pierden entre las torres y edificios. ¿a quién llaman las campanas, si todos andan de compras?” Testimonial poema dando cuenta de una realidad que no podemos soslayar. Bienaventuranza de los viejos de Esteban Gumucio SS.CC. nos invita a no desmayar, a levantar la vista hacia el horizonte y a tener fe en la “alegría del Dios de la misericordia”. Se dice que “toda antología es arbitraria” pero también es muy cierto que es imposible ponerlos a todos. Lo mismo vale para la crítica literaria. Si aquellos que no hemos nombrado figuran en esta Antología, es por algo. Marcelo Jarpa Fabres

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John Henry Newman. Fermate quel convertito Andrea Gianelli y Andrea Tornielli Editorial Gribaudi Roma, 2010 144 págs.

Hay pocas figuras que en el panorama de la historia de la Iglesia de aquel convulsionado siglo XIX destaquen con la fuerza de John Henry Newman, ese clérigo anglicano cuya inquietud intelectual y polémica pasión por la verdad lo llevaron a la conversión al catolicismo. Hombre sumamente controvertido en el ámbito del catolicismo inglés, poco comprendido en su propia época, ha sido destacado incansablemente por Benedicto XVI como modelo de fe razonable, hasta proponerlo a la Iglesia entera como referente para toda la Iglesia, mediante su beatificación en octubre de 2010. El libro que reseñamos acerca al público de lengua italiana la persona de Newman, destacando sobre todo los fascinantes pasos de su conversión, marcada por la intensidad intelectual, una inclinación polémica innegable, y un profundo y conmovedor amor a Dios. El recorrido parte de la infancia de Newman, pasando por su juventud en que conoció y se relacionó con las diferentes corrientes de la Iglesia anglicana, desde el biblismo de la facción más cercana al protestantismo, el racionalismo de la facción liberal, hasta el tradicionalismo de aquel grupo más cercano al catolicismo romano. En cada paso descubrimos la mente inquieta y el corazón intenso de Newman, que se compromete hasta el fondo con cada postura, pero luego se ve en la obligación de descartarlas al descubrir su insuficiencia. Absolutamente comprometido con la verdad, Newman no la sacrifica por nada, poniendo cada vez en riesgo prestigio y amistades. Así hasta llegar a su ingreso a la Iglesia Católica Romana, punto de llegada de su largo peregrinaje espiritual e intelectual. Esta pequeña biografía nos introduce también en los avatares que Newman, ya católico, tuvo que enfrentar en el contexto marcadamente adverso: hostil, por una parte, contra el catolicismo en una


Inglaterra marcada desde hacía siglos por una postura antirromana; por otra parte, contra él mismo en una Iglesia católica inglesa envuelta en un clima de fideísmo y reacción anti-moderna que miraba con desconfianza al convertido intelectual. Recorremos los valientes proyectos de Newman, que fueron desde el ámbito de la Universidad hasta la sencilla pastoral desarrollada en su Oratorio de Birmingham, desde la edición de revistas y periódicos, hasta las incansables polémicas por vía epistolar. Newman aparece hasta el último de sus días como un hombre marcado por su compromiso irrestricto con la verdad, que lo llevaba a comprometer su rostro en cada paso, a ponerse completamente en todos los temas que abordaba, con una incansable disponibilidad al diálogo, y una fidelidad a toda prueba respecto de la Verdad que había encontrado. Exequiel Monge Allen Adquirir vía Internet en www.gribaudi.it

Antropología e investigación en ciencias humanas Aquilino Polaino Unión Editorial –Universidad Francisco de Vitoria Madrid 2010 291 pags.

La antropología se ha convertido socialmente en el quicio del pen-

para la teología y para el pensamiento cristiano, incluso como extensiones de unas formulaciones subalternas de la ética y de la política. Pero lo que es, de verdad, es una reflexión sobre la ciencia en la modernidad y sobre la relación entre antropología y verdad, teniendo en cuenta la omnipresente renuncia a la exigencia de verdad como clima de la cultura dominante. Las llamadas ciencias sociales –las ciencias humanas, en general– son múltiples, están sumamente fragmentadas entre sí y dicen cosas muy distintas. Hay quienes, basándose en positivismos más o menos ingenuos –o en otras cosas–, dicen que eso sucede porque las ciencias humanas están en un estadio infantil, precientífico, no son todavía ciencias realmente. El segundo tipo de aproximación corriente, que por ejemplo ha sido extremadamente divulgada por el marxismo, es la identificación de gran parte de las ciencias humanas con ideologías, en el sentido marxista. Las ciencias humanas son muchas veces discursos de justificación de intereses; no son propiamente ciencias. Esta es, sobre todo, una posición instalada en la situación actual llamada posmodernidad. Como podemos comprobar, el protagonismo de las ciencias humanas, y de las ciencias sociales, es el protagonismo de expresiones que tienen una importancia creciente, en las que cristaliza una curiosa amalgama de ideologías y planteamientos confusos. Después de que el profesor Polaino se adentre por los territorios de la controversia acerca del método deductivo e inductivo, por la metodología y la crisis epistemológica de las ciencias humanas, por las relaciones entre ciencias humanas y crisis cultural, o por la pretensión del cientificismo como ciencia única y universal, podemos concluir que las denominadas ciencias humanas, que tienen como objeto el fenómeno de lo humano y que tratan de describir y de explicar los fenómenos humanos, están sometidas a dos procesos: el desentendimiento y la no consideración de una visión holística del hombre, una concepción global del hombre integradora de las múltiples dimensiones y la claudicación ante los métodos positivistas que facilitan una comprensión del estudio del hombre en el horizonte de la aplicación. Ya lo dijo Umberto Eco: “La única verdad se llama: aprender a liberarse de la morbosa pasión por la verdad”. José Francisco Serrano Oceja Alfa y Omega

samiento y, en no poca medida, de la educación. Se ha dicho que la teología deviene en antropología. ¿Qué significa esto? ¿Acaso la metafísica también deviene en antropología? ¿Qué antropología, qué pensamiento sobre el hombre? ¿Cuáles son y cómo se establecen las relaciones entre humanismo y antropología? Este nuevo y sorprendente libro del profesor Aquilino Polaino puede ser presentado como un análisis crítico sobre los presupuestos de las metodologías en ciencias humanas, también como ciencias sociales, ámbitos de las ciencias del espíritu interlocutores natos

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MÚSICA Las M archas Procesionales de Semana Santa en Andalucía Por Fernando Martínez Guzmán

Mantos bordados de oro que brillan a la luz de las velas, imágenes bellísimas iluminadas por la luna que se deslizan entre naranjos, redobles de tambores, saetas cantadas desde un balcón al paso de la Virgen y de su Hijo…No hay dudas que la Semana Santa es la fiesta más importante de Andalucía.

Málaga, Sevilla, Córdoba y Granada, ciudades

y pueblos andaluces conmemoran la Pasión y la Muerte de Cristo, sacando en procesión magníficas obras de arte de escultores ilustres como Alonso Cano, Martínez Montañés o Pedro de Mena. Imágenes que se colocan sobre los “pasos” (Sevilla) o “tronos” (Málaga), elaborados con ricas maderas talladas y con plata cincelada y adornados con multitud de flores. Debajo, ocultos por faldones de terciopelo, los portadores o “costaleros” avanzan lentamente transportando un peso cercano a las tres toneladas, de modo que cada uno de ellos soporta del orden de ochenta kilos. La Semana Santa es una de las expresiones más genuinas del sentir cristiano andaluz. Un fenómeno de carácter religioso, sociocultural, turístico y económico de gran importancia en la comunidad, de gran arraigo entre sus

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habitantes, quienes participan masivamente en ella, dando lugar a los más diversos enfoques, desde la más estricta ortodoxia hasta una visión meramente cultural.

Bandas de música Una marcha procesional es la música que acompaña a los desfiles religiosos, interpretada por las bandas de música, un género musical que cuenta con algunos requisitos de estructura y estilo o carácter. La estructura hace referencia a la forma musical, que consta de tema, desarrollo, trío y re-exposición del tema, pudiendo en ciertos casos tener una introducción y una coda. El estilo o carácter está definido por el compás, ritmo, tempo y adaptación para el acto que ha sido concebido: la procesión. Las marchas procesionales gozan de gran popularidad en países como España, Italia

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Semana Santa en Lorca. El Paso azul. (Fotografía de José Ortiz Echagüe)

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y Guatemala, acompañando los pasos de Penitencia en todo su recorrido. Por su parte, las bandas de música se componen principalmente de instrumentos de viento (flautín, flauta, clarinete); de bronces (saxofón alto, saxofón tenor, saxofón soprano, saxofón barítono, trombón, trompeta, tuba) e instrumentos de percusión (tambores, platillos). Son conducidas por un director, tienen un estandarte y algunas de ellas cuentan con una sección juvenil o infantil.

Compositores y evolución del género musical Siglo XIX: orígenes La marcha procesional nace en la segunda mitad del siglo XIX como concepto de marcha fúnebre, bajo la corriente estilista del Romanticismo. De ella emanan grandes composiciones adaptadas para las procesiones de Semana Santa, como es el caso del segundo movimiento de la Tercera Sinfonía de Beethoven; la marcha fúnebre que Chopin compuso para el segundo movimiento de su “Sonata para piano Nº 2”; la marcha fúnebre de Sigfrido de “El ocaso de los dioses” de Wagner; las marchas fúnebres de Schubert; o el “Adiós a la vida” de la ópera “Tosca” de Puccini. Pero pronto comenzarían a aparecer las primeras marchas fúnebres compuestas para cofradías y hermandades. Se considera a José Gabaldá Bel, director de la Banda de la Guardia Real de Madrid, uno de los primeros autores en componer una serie de marchas fúnebres para Semana Santa, entre las que destacan “El llanto” y “Soledad”. La iniciativa continuará en Andalucía, con una marcha fúnebre compuesta por el cordobés Rafael Cebreros para la Semana Santa de Sevilla (1874). En 1876, Eduardo López Juarranz compone en Cádiz la marcha fúnebre “¡Piedad!”, en honor a la Corporación de Cádiz, y en años

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sucesivos acometerá nuevas marchas, destacando “Pobre Carmen”, obra muy popular en las ciudades españolas. En Córdoba, Eduardo Lucena Vallejo, músico destacado del romanticismo andaluz, compone “Un Recuerdo” (1883), marcha dedicada al Ayuntamiento, siendo director de la Banda Municipal de Córdoba, formación para la cual el propio Lucena, como Cipriano Martínez Rücker y Juan Antonio Gómez Navarro, dejaron un importante catálogo de marchas fúnebres. Pero si hay una época en el siglo XIX que resultó prolífica, esta fue la década de los noventa, saliendo a la luz marchas como “El Señor de Pasión” de Ramón González, compuesta en Sevilla (1897); “El destierro” de Vicente Victoria Valls, compuesta en Cartagena (1891); “Pange Lingua” y “Sacris Solemnis”, compuestas por Camilo Pérez Montllor en San Fernando (1898). Destacan también en este período, “Virgen del Valle” de Vicente Gómez Zarzuela (1898) y “Quinta Angustia” de José Font Marimont (1895), obras que marcan un estilo diferente y un punto de inflexión, pues algunas composiciones comenzarán a introducir melodías que pueden denominarse “alegres” dentro del patetismo propio de una marcha fúnebre. Tal es el caso de las mencionadas “Pobre Carmen”, “Un Recuerdo” y “El Señor de Pasión”.

Siglo XX: consolidación y desarrollo El género comienza a desarrollarse adquiriendo personalidad propia, y las bandas militares se constituyen como referentes en este estilo musical, personificado en Sevilla en Vicente Gómez Zarzuela y en la saga de los Font. En 1929 surge una de las marchas que hoy goza de mayor popularidad. Se trata de “Rocío”, que aunque no puede ser calificada de original, fue compuesta por Manuel Ruiz Vidriet, y dedicada a la Virgen del Rocío de Almonte


(Huelva), alimentándose en parte de una melodía mexicana, la canción “La peregrina”, y también de una composición de Joaquín Turina Pérez, perteneciente a su poema sinfónico “La Procesión del Rocío”. Durante el primer tercio del siglo XX se produce un hecho curioso, la aparición de las primeras marchas compuestas para bandas de trompeta y tambores, como la “Banda del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga”, cuyo compositor fue el maestro Alberto Escámez, con marchas como “Consolación y Lágrimas” (1922), “La Expiración” (1926) y la más famosa “Cristo del Amor” (1944). Las marchas de Escámez se consideran un clásico y son interpretadas en toda España. A su vez, surgen de los primeros poemas sinfónicos en forma de marcha fúnebre, dos aspectos diametralmente opuestos. Se ha mencionado la saga de músicos de la familia Font. José Font Marimont, iniciador de esta familia, llegó a Sevilla en 1876 para situarse al frente de la “Banda de Música Militar del Regimiento Soria 9”, y en 1887 firma su primera marcha fúnebre dedicada a la Carretería. Pero es su hijo Manuel Font Fernández de la Herranz, quien realizará la orquestación de la composición de su padre “Quinta Angustia”, siendo director de la Banda Municipal de Sevilla y constituyéndose como verdadero tronco de la saga. Las composiciones de los Font emanan gran sinfonismo. “A la memoria de mi padre”, “Expiración” y “Resignación” de José Font de Anta, son muy buenos ejemplos. Destacan también “Camino del Calvario” (1905) y “Amarguras” (1919), ambas compuestas por Manuel Font de Anta para la Semana Santa de Sevilla, verdaderos ejemplos de poema sinfónico en forma de marcha fúnebre. En 1918, Font de Anta sorprende con “Soleá dame la mano”, obra marcada por un gran nacionalismo e impresionismo.

Otro protagonista es Germán Álvarez Beigbeder, quien enriqueció el patrimonio musical de las cofradías en las zonas de Jerez de la Frontera, su ciudad natal, y Cádiz, destacando entre sus bellas marchas fúnebres “Al pie de la cruz” (1900), “Nuestra Señora de la Soledad” (1905) y “Memoria eterna” (1907). Coetáneo de Joaquín Turina, su obra está impregnada de un marcado carácter nacionalista. Merece ser destacada la contribución de Manuel López Farfán, quien marca una época en la historia de la marcha procesional durante los años 20, especialmente 1924 y 1925, cuando ven la luz dos marchas insignias de la Semana Santa andaluza: “Pasan los campanilleros” y “La estrella sublime”.

Guerra y posguerra La crisis que conlleva la Guerra Civil Española también se hará presente en lo que concierne a las cofradías, afectando la música procesional. Muchos son los compositores que pasarán por momentos difíciles. Manuel Font y de Anta encuentra la muerte a muy temprana edad, las bandas subsisten en forma muy precaria, algunas cofradías cesan sus actividades, y las pocas obras que ven la luz presentan melodías dramáticas. “VI Dolor” de Manuel Borrego Hernández, junto a alguna obra de Farfán, son testimonios vivos del período. Con la posguerra, el arte al servicio de las cofradías vuelve poco a poco a la normalidad y entra en escena la llamada generación de posguerra, en Córdoba, Jerez de la Frontera y Granada, destacando músicos como: Antonio Pantión Pérez, compositor de “Jesús de las Penas” (1943); Manuel Borrego Hernández, Francisco Melguizo Fernández, Enrique Báez Centella, Rafael Márquez Galindo, Germán Álvarez Beigbeder, Emilio Cebrián Ruiz, Pedro Gámez Laserna, Pedro Braña Martínez y Jaime Texidor.

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Situación reciente Últimamente ha surgido una especie de movimiento historicista que pretende dignificar la esencia de compositores como López Farfán, Gámez Laserna, Álvarez Beigbeder y Braña. En Málaga, destaca Gabriel Robles Ojeda, autor de numerosas marchas procesionales, como: “Gran Perdón y Prendimiento” (dedicada a la hermandad del Prendimiento), “Novia de Málaga”, “A la Virgen del Rocío”, “A Jesús el Rico” y “A María de la O”. Eloy García es también autor de piezas de gran envergadura. Su obra cumbre es “Alma de la Trinidad” (2000), y entre sus logros destacan “Virgen del Amor Doloroso” (1998), “Cristo de la Legión”, “Coronación de Nuestra Señora del Carmen” (2004) y “Consummatum est” (2005). Sergio Bueno compuso en años recientes “Virgen de Dolores y Esperanza”, y su obra más conocida es “Carmen Coronada” (2004), una de las más interpretadas en la península ibérica durante Semana Santa. En Sevilla, destacan Francisco Javier Alonso Delgado, con “Madre de Dios de la Palma”, “Madre Dolorosa” y “Virgen Macarena”; Juan Velázquez con “Rosario de MonteSión” y su emblemático “Aniversario Macareno”; Juan José Puntas Fernández, con “Gran Poder”, “Angustias de los Cruceros Coronada” y “Jesús Nazareno”; y el rasgo sinfónico de las marchas de José de la Vega. Merece destacarse la mayor capacidad técnica que poseen las bandas de música en la actualidad, producto de una mejor educación musical de sus integrantes, formados muchos de ellos en conservatorio, lo que sumado a la presencia de buenos compositores augura un futuro prometedor al género.

organización de eventos proporcionan los ingresos necesarios para que los pasos presenten siempre un aspecto impecable y cada día más alhajado. No hay que olvidar que las imágenes de la Virgen disponen de un amplio vestuario que la “santera” o “camarista” elige según la ocasión. Mientras las procesiones recorren la ciudad, la gente se desplaza por distintos puntos para admirar cómo los costaleros sortean las dificultades del recorrido o para observar el magnífico espectáculo de un paso iluminado que avanza por una calle oscura. Con este incesante ir y venir, las calles y terrazas se llenan de personas y de un intenso bullicio. No hay que intentar comprender, es un aspecto más de la religiosidad andaluza y de la marcha procesional: cuando se escucha: “¡Al cielo con Ella!”, el paso se levanta y la procesión se pone en camino. En Jerez de la Frontera (Cádiz), destacan las procesiones del Viernes Santo, del Santísimo Cristo de la Exaltación, de la Expiración, de la Virgen de la Soledad y del Santo Entierro y se puede admirar las procesiones de las cofradías de la Borriquita, del Transporte, de la Coronación y de las Angustias. En Granada, el Miércoles Santo se celebra la procesión del Cristo de los Gitanos o Cristo del Sacro monte, sin dudas una de las más espectaculares, con una multitud que canta saetas y recita poemas. Durante la tarde del sábado, pasea la Virgen de la Alhambra, mientras el «Chía» con su capuz y túnica negra, anuncia con la trompeta la Semana Santa. Destacan también la Procesión del Silencio la noche del jueves, y la Procesión de las Angustias que se celebra el Sábado Santo.

Cofradías o hermandades de pasión

Málaga y Ronda

En Andalucía existen cerca de mil “Cofradías, que costean la realización y el mantenimiento de los pasos. Los aportes individuales y la

En Málaga, la Semana Santa es uno de los eventos más solemnes y una tradición desde el siglo XV. Destacan los pasos de la Pasión de Cristo y

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la preciosa ornamentación barroca de los tronos. De gran belleza es la procesión de la Virgen de los Dolores, que durante la madrugada del viernes recorre las calles iluminadas tan sólo por la luz de los cirios de los nazarenos. Conocida por la liberación de un preso, esta tradición se remonta al reinado de Carlos III, cuando los presos de la cárcel de Málaga, en señal de protesta (por haberse suspendido las procesiones de Semana Santa debido a una epidemia), se amotinaron y abrieron las puertas de la prisión para sacar a hombros a Jesús Nazareno. Devuelta la imagen al templo, todos volvieron a sus celdas. Lo sucedido llegó a oídos del monarca, que concedió a la imagen, denominada desde entonces «Jesús el Rico», el privilegio de liberar a un preso todos los años. Son famosos los monumentales pasos procesionales, algunos de los cuales necesitan más de doscientos «costaleros» (las personas que portan los pasos). En la Serranía de Ronda, la representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo también se desarrolla en un escenario monumental y único. En la inigualable belleza de la ciudad del Tajo, el Puente Nuevo, la Alameda y la Carrera Espine se convierten en el Camino de la Amargura, para que el Cristo y su Madre recorran un Vía Crucis en un marco de aires serranos lleno de romanticismo. Las celebraciones de Semana Santa se remontan a la conquista de la Ciudad por los Reyes Católicos, aunque el territorio ha

tenido siempre una especial sensibilidad para vivir el sentido religioso junto a sus magníficos escenarios, como las pinturas rupestres de La Pileta, los numerosos dólmenes, los templos romanos de Arunda y Acinipo, los eremitorios visigodos, las mezquitas musulmanas de la Medina Runda y las iglesias mozárabes de las Cuevas de San Antón. Los cristianos llegaron en algunas ocasiones hasta las mismas puertas de Ronda en los siglos XIV y XV, pero la ciudad era inexpugnable. Sería el infante Don Fernando quien forzó la entrega de la ciudad a los Reyes Católicos en 1485. La castellanización de Ronda comenzó con la presencia de nueva población, continuó con la creación de nuevas estructuras político-administrativas y militares, y desde luego, con la creación y consolidación de la Iglesia Católica. A partir de entonces, la ciudad se pobló de ermitas, iglesias conventos, floreciendo cofradías, congregaciones y hermandades. Pocos pueblos son tan apegados a sus tradiciones como el andaluz. Sus fiestas, tanto religiosas como profanas, forman parte de la vida cotidiana y adquieren una relevancia colectiva que sorprende en muchos casos. Quizás, por ello, han traspasado las fronteras no solo de la comunidad sino de España y se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Andalucía.

Profundizando las “Marchas Procesionales”

Recomendamos explorar los siguientes registros musicales, que reúnen la mayor parte del repertorio de marchas aquí descrito: Antología de Marchas Procesionales. Banda del Regimiento de Infantería Soria N°9, dirigida por Abel Moreno. CD. II Antología de Marchas Procesionales. Banda de la División de Infantería Mecanizada “Guzmán el Bueno”, N°2, Soria 9, dirigida por Abel Moreno. CD. Semana Santa en Andalucía. Banda de Música de Ronda, dirigida por Antonio Moreno Leveque. CD. SAGA. Diversos compositores representan a diversas ciudades andaluzas: M. Vidrié (Almonte, Huelva); G. Pulido-Serrat; Francisco Cano (Huelva); Martín Salas (Sevilla); Abel Moreno; Emilio Cebrián (Jaén); David Rueda Moreno (Arriate, Málaga); Luis C. Martín (Granada). Marchas Procesionales - Música de Capilla. Royal Philharmonic Orchestra, dirigida por Jesús Bola.

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Sobre los Autores JOSÉ GRANADOS. Vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia (Roma). FRANCESCO D’AGOSTINO. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata de Roma. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. GIOVANNI CUCCI. Sacerdote jesuita. Redactor de la revista italiana La Civiltà Cattolica. JAVIER PRADES. Decano de la Facultad de Teología “San Dámaso” de Madrid. El presente artículo fue publicado originalmente en OASIS y traducido desde el italiano por José Bravo. IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ. Médico. Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. DOMINIQUE MAMBERTI. Arzobispo de Sagona. Secretario Vaticano para las Relaciones con los Estados. PEDRO MORANDÉ. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. MAURO MATTHEI O.S.B. Monje benedictino de la Abadía de la Santísima Trinidad de Las Condes. Historiador y Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. MICHEL ROUCHE. Historiador, especializado en Historia de Galia entre el Imperio romano y la Edad Media.

JUAN DE DIOS VIAL LARRAÍN. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Ex rector de la Universidad de Chile. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. VERÓNICA GRIFFIN. Editora. Colaboradora habitual de revista HUMANITAS. CARDENAL MAURO PIACENZA. Prefecto de la Congregación para el Clero. GIAMPAOLO CREPALDI. Arzobispo de Trieste y presidente del Observatorio Internacional “Cardenal Van Thuân” sobre la Doctrina Social de la Iglesia.

AUTORES EN PANORAMA Y LIBROS ANGELO CARD. SCOLA. Arzobispo de Milán. VITTORIO MESSORI. Periodista y escritor italiano. JAIME ANTÚNEZ. Director de revista HUMANITAS. RICARDO RIESCO. Comité Editorial de HUMANITAS. RENÉ MILLAR. Comité Editorial de HUMANITAS. ISABEL CRUZ. Historiadora. MONS. FELIPE BACARREZA. Obispo de Los Ángeles (Chile) JULIO RETAMAL FAVERAU. Miembro de Número de la Academia Chilena de la Historia. MONS. ANDRÉS ARTEAGA M. Obispo Auxiliar de Santiago. FRANCISCA ALESSANDRI. Periodista y profesora PUC JOSÉ LUIS RESTÁN. Periodista español. Redactor de Páginas Digital. JOSÉ H. GÓMEZ. Arzobispo de Los Ángeles (EE.UU.). FERNANDO MARTÌNEZ. Encargado de la sección Música en revista HUMANITAS.

COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de Revista HUMANITAS. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Ex decano y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la P.U.C. y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la P.U.C. Miembro de de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Rector de la Universidad San Sebastián. Francisco Rosende. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex Rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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HUMANITAS Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría No 147/95, visto 2o). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITÉ EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Jean-Louis Bruguès O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomalí, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, Carlos José Errázuriz, Jesús Colina, Luis Fernando Figari, Alfredo García Quesada, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy O.S.B., Antonio Moreno Casamitjana, Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Máximo Pacheco Gómez, Francisco Petrillo O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Héctor Riesle, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Josef Seifert, Gisela Silva Encina, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Miguel Ángel Velasco, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo O.S.B., Diego Yuuki S.J.

Consejo de Consultores y Colaboradores NACIONALES

EXTRANJEROS

Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica. (UC) Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, U.C. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Obispo Auxiliar de Santiago. Miembro de la P. Academia Pro Vita. Francisco Claro: Decano Facultad de Educación, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Abogado, Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girólamo: Profesor de la Universidad Gabriela Mistral. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. Jesús Colina: director de Aleteia José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Mauro Matthei, O.S.B: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Merino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Antonio Moreno: Arzobispo Emérito de Concepción. Fernando Moreno: Filósofo, director del programa de Ciencia Política de la Universidad Gabriela Mistral. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Máximo Pacheco Gómez: Ex ministro de Estado. Embajador de Chile ante la Santa Sede. De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Héctor Riesle: Ex Embajador de Chile ante la Santa Sede y la UNESCO. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Gisela Silva Encina: Escritora. Paulina Taboada: médico. Miembro de la P. Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Luis Vargas Saavedra: Profesor de la Facultad de Letras de la UC Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la P. Academia Pro Vita.

Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, O.S.B: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Jean-Louis Bruguès, O.P: Secretario de la Congregación para la Educación Católica. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: filósofo político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Profesor en la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata de Roma. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Profesor de la Universidad Católica de Milán. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Alfredo García Quesada: Consultor Pontificio Consejo de la Cultura. Profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense (Roma). Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. AlejandroLlano:Filósofoespañol,ex-rectordelaUniversidaddeNavarra. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, O.S.B: Monje de Ampleforth, ex-rector de Ampleforth College, York (G.B) José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, O.M.D: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Decano de la Facultad de Teología San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Tréjus-Toulon (Francia) Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Josef Seifert: Presidente de la Academia Internacional de Filosofía (Liechtenstein, Granada. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Miguel Ángel Velasco: Director de Alfa y Omega, Madrid. Juan Velarde Fuertes: De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, O.S.B: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra Diego Yuuki, S.J: Ex director del Museo de los 26 Mártires de Japón, Nagasaki.


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CATEDRAL DE REIMS: 800 AÑOS DE FE Y ARTE José Granados MATRIMONIO, UN BIEN PARA LA SOCIEDAD

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Ignacio Sánchez Díaz LA IGLESIA Y LAS UNIVERSIDADES CATóLICAS


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