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Diario Financiero - VIERNES 4 DE NOVIEMBRE DE 2016
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La “Teoría del Género” y la filosofía de Edith Stein Por Jacques Vauthier
Edith Stein muestra que las mujeres son estructuralmente más intersubjetivas, más empáticas que los hombres. Es la primera en asociar el género con la estructura empática de la conciencia, la inteligencia del corazón. Edith Stein pronuncia en 1932, en Münster, una conferencia titulada “Problemas vinculados con la educación de las mujeres”. Allí establece un vínculo radical entre la naturaleza femenina y la educación.
Puede ser provechoso volver a sumirse en las obras de una de las filósofas más grandes del siglo XX, Edith Stein, canonizada por el Papa San Juan Pablo II, para descubrir ahí lo que la santa dijo que es la mujer. En dos libros, Die Frau y Ganzheitliches Leben, ella desarrolla este tema, que había presentado en conferencias, en la Escuela de Pedagogía de Münster. Ahí desarrolla su tesis sobre la empatía, que sostuvo ante Edmund Husserl, quien la consideraba su alumna más dotada. Sin embargo, se aleja del pensamiento del padre de la fenomenología para concentrarse en la condición femenina. Recordemos que procuró ser nombrada profesora universitaria en una época en que en Alemania sólo una mujer tenía ese título: ¡una matemática! Luchó contra ese ostracismo universitario, siendo una de las Dozent más brillantes de la Escuela alemana, habiendo detectado con precisión quirúrgica los límites del pensamiento de Husserl y Heidegger. En esas conferencias, se interesa en la relación entre empatía y feminidad. Edith Stein muestra que las mujeres son estructuralmente más intersubjetivas, más empáticas que los hombres. Es la primera en asociar el género con la estructura empática de la conciencia, la inteligencia del corazón. El desafío planteado por ella consiste en que pensemos en la conciencia fenomenológica como entidad típica del género.
La empatía Pero hay que comenzar por precisar lo que ella llama “empatía”, “Einfühlung”. Es la manera en que los seres humanos se vuelven íntimamente conscientes de sí mismos y de los demás. Mediante la empatía, el otro se constituye en nuestra conciencia. “El otro” no es simplemente “otro”, sino que se realiza como persona con participación en el mundo social. Para Husserl, la empatía no hace distinción entre hombre y mujer, de manera que está consciente de la dificultad de captar esa diferencia. Para Edith Stein, somos personas sexuadas y eso es un dato universal y esencial, que por consiguiente debe marcar nuestros seres de manera radical. Edith Stein pronuncia en 1932, en Münster, una conferencia titulada “Problemas vinculados con la educación de las mujeres”. Allí establece un vínculo radical entre la naturaleza femenina y la educación. Comienza por reafirmar el principio husserliano según el cual “la fenomenología ha puesto en evidencia la función específica de la cognición como intuición”. Se sabe que la fenomenología procura captar
*Doctor en Ciencias. Profesor adjunto en la Universidad Pierre y Marie Curie (París-VI).
cómo constituye la inteligencia humana sus conceptos: la relación entre noesis y noemata, para entrar en la terminología fenomenológica… Para ella, gracias a este enfoque fenomenológico es posible comprender la percepción de la presentación de la esencia universal de la mujer. Afirma que “es posible presentar el significado de los términos “esencia de la mujer” o “especie femenina” sólo si existe una función cognitiva capaz de captar un sesgo universal”.
¿Una esencia femenina? Edith Stein emplea el término “das Weibliche” o “la feminidad” para referirse a una esencia fenomenológica de la Mujer. Utiliza el instrumento –calificado por ella a continuación de Husserl como “científico”- de la fenomenología para describir el estado esencial o universal o las cualidades de una mujer tal como se manifiestan en la conciencia. Lejos de ser una esencia platónica, aquí la esencia es un dato estable y posee una multiplicidad de perfiles que se despliegan en el tiempo; es el núcleo de un objeto de conciencia, es decir, lo que éste encierra y lo que revela. Para Edith Stein, en el caso de la mujer, ella participa de la esencia de la persona humana, pero tiene también una esencia que le es propia. La mujer es única y está determinada por rasgos específicos esenciales aun cuando forma parte del género humano. Ciertamente, Edith Stein tiene conciencia de que ciertos hombres poseen rasgos femeninos y viceversa. La distinción de la feminidad no es tan evidente y ella lo subraya a lo largo de toda su conferencia. Se trata en el fondo de la interrogante sobre la personalidad: ¿depende ésta del hecho de ser hombre o mujer? Sin embargo, sigue convencida de que las esencias son universales y por consiguiente procura dar una descripción de la mujer de carácter universal, es decir, aplicable a todas las mujeres semper et ubique. Lo universal vincula al mismo tiempo el carácter general y la estructura específica de una persona en relación con su personalidad única. Edith Stein subraya en particular que un fondo especialmente emocional marca la esencia femenina. Eso no significa, sin embargo, que cada mujer deba estar dotada de un determinado tipo emocional, ya que cada una tiene su especificidad. Prosigue mostrando que ciertos rasgos son inherentes en la mujer, rasgos sin los cuales una mujer no podría ser una mujer. La interrogante que se plantea es entonces cómo puede una esencia informar al ser de una mujer. ¿Hay grados de impacto, es decir, tienen las mujeres una esencia femenina que incorporan en diversos grados? Evitando crear
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Ella destaca que la esencia del género humano está marcada por la dualidad hombre-mujer, marcada por cada género específico. El género no influye únicamente en el cuerpo o la constitución psicológica, sino también en la relación fundamental que liga el alma con el cuerpo. y razonar. Para ella, las chicas son más intuitivas y los muchachos más racionales, lo cual no implica una inferioridad de unos en relación con los otros.
“Para Edith Stein, en el caso de la mujer, ella participa de la esencia de la persona humana, pero tiene también una esencia que le es propia. La mujer es única y está determinada por rasgos específicos esenciales aun cuando forma parte del género humano”.
estereotipos –tipo maternal, erótico, romántico, hipersensible, intelectual, etc.-, Edith Stein pone énfasis en que esas distinciones no influyen en la existencia de una naturaleza esencialmente femenina.
El alma femenina Ella destaca que la esencia del género humano está marcada por la dualidad hombre-mujer, marcada por cada género específico. El género no influye únicamente en el cuerpo o la constitución psicológica, sino también en la relación fundamental que liga el alma con el cuerpo. Así, llega a decir que “la relación entre el alma y el cuerpo es distinta en el hombre y en la mujer. La relación ‘alma-cuerpo’ se dife-
rencia en su vida psíquica y en las facultades espirituales de cada uno en relación con el otro. La feminidad expresa una unidad y una plenitud de la personalidad psicosomática y un desarrollo armónico de las facultades; la masculinidad hace todos los esfuerzos posibles por poner en evidencia capacidades individuales con el fin de que éstas lleguen a una mayor realización”. Por lo tanto, va más lejos que Husserl en Ideas II para evidenciar esta distinción a nivel del alma… En su conferencia se dirige también a educadores y preconiza, contra la corriente del momento, una separación entre las chicas y los muchachos en la enseñanza, para que cada uno desarrolle su propio método de pensar
Escribe: La fuerza de la mujer reside en la vida emocional, esto de acuerdo con su actitud frente al ser personal mismo, ya que el alma percibe su ser propio en la turbulencia de las emociones. Mediante las emociones, llega a conocer lo que es y cómo es eso; percibe a través de ellas la relación que tiene con otro ser y por consiguiente el significado del valor inherente de las cosas externas (…) Las emociones, órgano esencial de la comprensión de lo existente en su totalidad y su particularismo, ocupan el centro de su ser. Condicionan ese combate para desarrollar su ser hasta su realización y para ayudar a los demás en ese desarrollo respecto del cual mostré más arriba que es característico del alma femenina. En ese sentido, está mejor protegida que el hombre por la naturaleza contra un activismo unilateral y un desarrollo unidimensional de sus facultades. Por otra parte, está menos calificada para realizaciones de alto vuelo en un ámbito objetivo, esas realizaciones que se llevan a cabo mediante una concentración unilateral de todas las facultades intelectuales (…) Pero está más expuesta al peligro de dispersión, ya que la emoción tiene una función cognitiva esencial: es el punto central por el cual la recepción de lo existente se transmuta en opinión personal y en acción; pero no puede ejecutar su función sin la participación del intelecto y la voluntad.
Una especificidad femenina En su libro Die Frau, Edith Stein insiste en el hecho de que si bien hay dos naturalezas, masculina y femenina, también es cierto que los hombres y las mujeres tienen las mismas capacidades, aun cuando se desarrollen en conformidad con distintas prioridades y una preeminencia de ciertos rasgos frente a otros. Ella insiste para decir que Jesús es la realización perfecta e ideal de la humanidad, tanto para los hombres como para las mujeres. El conocimiento emocional de la mujer se caracteriza por un deseo de plenitud que le impide caer en un activismo unilateral, al contrario del hombre, que corre riesgo de sucumbir al mismo. Pero la mujer no es evidentemente puramente emocional: ¡de ese modo correría riesgo de volverse histérica! La empatía le permite conocer mejor la conciencia del otro, su interioridad, pero también desarrollar su sentido social y su compasión. Edith Stein señala al respecto un motivo fundamental: la maternidad, que abre mediante la alimentación y el cuidado del bebé a esa empatía que la mujer ofrecerá luego. Se defiende de una visión reductora estilo “mujer de hogar” que podría sugerir su enfoque. La mujer tiene una vocación única en cuanto mujer, incluso en caso de que esa maternidad se decline en órdenes religiosas o en el celibato. Edith Stein insiste en que esos estados se eligen dentro de la libertad, y en esa libertad llegan a ser un camino únicamente femenino para estar en el Mundo. La mujer está presente como elemento esencial mediante su intersubjetividad y marca más profundamente a los otros humanos. Pero también en su relación con Dios las mujeres tendrán un acceso más específico al seno de su vida interior. ¿No las describía el Papa San Juan Pablo II como “vigilantes del infinito”? Y “he ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles” (1 Co 11, 10), texto que ha hecho correr mucha tinta y que el Padre Feuillet interpretaba diciendo que la mujer en su oración es quien está más cerca de los ángeles y que los hombres deben tener esto en cuenta.
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