H U M A N I T A S
Humanitas Nº 62 otoño 2011 - A ÑO X VI
Editorial JESÚS DE NAZARET. HISTORIA, TEOLOGÍA Y EXISTENCIA HUMANA Samuel Fernández 220 LA NOCHE DE LA REDENCIÓN EN LA PINTURA DE ROUAULT Andrea Dall’ Asta 222 Del Beato Columba Marmion ESTACIONES DEL VIA CRUCIS 230 EL ORIGEN Y LA CIENCIA Francisco Claro 250 PABLO VI Y EL LIGAMEN SOCIAL Pierangelo Sequeri 258 LOS MOTIVOS, LA CRISIS, EL DESAFÍO DE LA EDUCACIÓN Jean Louis Bruguès, O.P. 275 Alberto Methol Ferré FE Y CULTURA COMO HERMENÉUTICA DE LA HISTORIA Pedro Morandé 284 CHESTERTON RESPONDE AL RELATIVISMO RELIGIOSO Tomás Baviera Puig 296 Destacamos en NOTAS ENCUENTRO CON CRISTO RESUCITADO Aleksandr Men’ 326 Destacamos en LIBROS Joaquín Alliende Luco MADRE ALMA, CARMEN DE CHILE por Pedro Pablo Rosso 388 Música RACHMANINOV Y LA MÚSICA CORAL ORTODOXA Fernando Martínez Guzmán 400
En portada: “El Santo Rostro”, Georges Rouault, 1946. Óleo sobre tela. Museo Vaticano.
Sumario Editorial Notas La Palabra del Papa Panorama Libros Música Sobre los Autores
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HUMANITAS
dieciséis años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura
HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: Diseño Corporativo UC Impresión: Alvimpress Suscripciones y correspondencia: HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 354 6519, Fax (562) 354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $26.000; estudiantes, $16.000. Valor por ejemplar, $7.000.
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CR ISTI A NA S CULT UR A Y A NTROPOLOGí A DE R E V ISTA
La Resurrección de Cristo y la nuestra “Si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe” (1 Cor 15, 14)
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La Resurrección de Cristo: hecho histórico y verdad de fe
Conferencia inaugural (abierta a todo público) Monseñor Felipe Bacarreza
Miércoles 11 de mayo, 19 hrs. Sala Colorada del Centro de Extensión UC
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El valor salvífico de la Resurrección de Cristo
Antonio Amado
Lunes 16 de mayo, 19 hrs. Auditorio 6 del Centro de Extensión UC.
Inmortalidad del alma y sentido de la muerte cristiana
Antonio Amado
Lunes 23 de mayo, 19 hrs. Auditorio 6 del Centro de Extensión UC.
EXPOSITORES Mons. Felipe Bacarreza Obispo de Los Ángeles. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista Humanitas. Antonio Amado Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista Humanitas. LUGAR Centro de Extensión UC, Alameda 390. INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Lunes 30 de mayo, 19 hrs. Auditorio 6 del Centro de Extensión UC.
Revista Humanitas Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica de Chile. Alameda 390, piso 3 Teléfono 354 6519. Fax: 635 3755
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La resurrección de la carne
Antonio Amado
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HUMANITAS Sumario N° 62 (abril-junio 2011)
LA NOCHE DE LA REDENCIÓN EN LA PINTURA DE ROUAULT, por Andrea Dall’Asta. La obra del pintor francés George Rouault (1871-1958) destaca por reunir en sus motivos tanto un aspecto social como uno religioso. En su primer período creativo el artista se concentra en la oscuridad del pecado, en el cual está inmersa la vida del hombre, para luego proyectarse en un horizonte de paz y esperanza. La miseria humana es salvada por el sufrimiento de Cristo, el varón de dolores, a través de quien Dios se dirige a la humanidad embrutecida para liberarla del mal. El camino artístico del autor francés no puede ser, en efecto, separado de su búsqueda de la fe que es la fuente inspiradora de su obra. Rouault se distinguió, en un ambiente cultural en el que se hacía gala de una actitud antirreligiosa, por declararse abiertamente católico y observante, aunque ello le condenó a mantenerse aislado de la totalidad del panorama artístico europeo de su época. Aún hoy en medio de un clima de gran superficialidad y de fácil espectacularidad, su estilo tan personal, de fuerte carga expresiva y férreo antiesteticismo, lo constituye en una voz que clama en el desierto. Humanitas 2011, LXII, págs 222-229 VIA CRUCIS – Meditación compuesta por el Beato Dom Columba Marmion, OSB. Con ocasión de la próxima Semana Santa, presentamos este Via Crucis cuyas meditaciones pertenecen al Beato Columba Marmion. El Abad Benedictino de Maredsous se caracterizó por su inclinación a esta devoción, que practicaba cotidianamente, salvo el día de Pascua. Afirmaba estar “convencido de que, fuera de los Sacramentos y de los actos de la Liturgia, no hay práctica más útil para nuestras almas que el Via Crucis hecho con devoción”. Dom Columba asociaba la reflexión en los sufrimientos de Jesús con el acto central de la Liturgia, el sacrificio eucarístico y afirmaba pocos meses antes de morir: “Cuando tengo disgustos o sufro contradicciones y cuando padezco arideces y sequedades, me basta con meditar en la Pasión de Jesucristo, haciendo el Via Crucis, para sentirme fortalecido: es como un baño en el que se sumerge mi alma y del que no sale nunca sin que se hayan renovado su vigor y alegría: esta devoción obra en mi alma como un sacramento”. Humanitas 2011, LXII, págs 230-249 EL ORIGEN Y LA CIENCIA, por Francisco Claro. Si la intervención de Dios en la historia fuese evidente y tuviese el carácter de una verdad científica, el acto de fe en Dios ya no tendría sentido: sería incluso insensato rechazar la existencia del Creador. Hoy la ciencia es presentada como una alternativa para explicar el mundo, pero los argumentos que respaldan tal posición tienen la debilidad de que esa comprensión cabal del Universo no ha sido alcanzada aún. Afirmaciones como “la ciencia lo explicará eventualmente todo” o “el Universo y la vida humana no tienen sentido” son opciones tan audaces y temerarias como su negación, no tienen respaldo en la ciencia ni una posibilidad previsible de lograrlo. Quien cree en Dios puede también creer en la ciencia y la firmeza de sus conquistas, sin entre tanto ser tentado por la desesperación gracias a la comprensión de sentido. Humanitas 2011, LXII, págs 250-257
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PABLO VI Y EL LIGAMEN SOCIAL, por Pierangelo Sequeri. El Papa Pablo VI intuyó en su tiempo, con una privilegiada visión de largo plazo, que el elemento crucial del nuevo horizonte social ya no consistiría simplemente en el “clásico conflicto entre capital y trabajo”, que fuera la novedad y la cuestión central durante la época en que se escribió el texto de la encíclica Rerum Novarum. El aspecto más relevante para la sociedad actual es el “conflicto entre la nueva realidad económico-social y política, producto del progreso industrial-tecnológico, y la capacidad cultural y moral del hombre para dominarla: sin refugiarse en lo sucesivo en ilusiones y evasiones”. La idealización antropológica del profesionalismo contemporáneo impuesta por la hegemonía técnico- económica se ha extendido incluso a las realidades humanistas y sociales, llegando a dominar todo el horizonte de la formación humana. Se difunde un nuevo ethos del sujeto global, que descansa en el desarrollo de la excelencia científica y la exclusión de la dimensión comunitaria religiosa y de la sensibilidad espiritual. La insistencia en la expulsión de las emociones humanas lleva a la eliminación de los afectos y del sentido de las acciones, del orden de los valores y las finalidades, de los símbolos y del sentido. Todo este espectro ha quedado relegado al ámbito de la irracionalidad y el desprecio en el mundo moderno. Humanitas 2011, LXII, págs 258-274 LOS MOTIVOS, LA CRISIS, EL DESAFÍO DE LA EDUCACIÓN, por Jean Louis Bruguès, O.P. La educación no se limita a la transmisión de conocimientos de un maestro a un alumno. Su objetivo es mucho más amplio y ambicioso, pues lo que pretende es conseguir que el joven pueda desarrollar sus talentos y potencialidades propias sacando a la luz lo más humano que se encuentra en su interior. El hombre no se construye solo, a partir de la nada. Nadie es “hijo de nadie”, pues al nacer hay personas y una tradición que precede a quien viene al mundo. ¿Qué rol atribuir a la memoria en la educación? Ante la crisis que aqueja al sistema educativo, la Iglesia Católica representa una realidad capaz de aportar hoy decisivamente a la reflexión. Convencida desde sus orígenes de haber recibido un tesoro que podía enriquecer la existencia de todos, ha mostrado una preocupación por la transmisión como no se encuentran otros ejemplos en la historia. El tradere cristiano presenta características originales, impresas en una historia de dos milenios que hacen contrapunto a un mundo en el que las disciplinas humanistas se eliminan progresivamente de los programas en vistas de la constitución de un hombre nuevo carente de lazos, y en el que la memoria se ha visto rebajada a una condición de servidumbre. Humanitas 2011, LXII, págs 275-283 FE Y CULTURA E HISTORIA, por Pedro Morandé. El autor recuerda la figura del pensador uruguayo Alberto Methol Ferré, cuya influencia intelectual fue decisiva para la formación de una generación. Methol Ferré se caracterizó por su agudeza para captar el significado de los signos histórico-sociales y para interpretarlos en la lógica de una historia de la salvación que abarca la totalidad de las naciones y la totalidad de las actividades que las sociedades estructuran a través de sus organizaciones e instituciones. Para ello contribuyó su propia unión al espíritu ilustrado que llegó a encarnar y que queda bien representado en su sabiduría histórica, su sensibilidad sociológica, su síntesis filosófica y, por sobre todo, su hermenéutica teológica de la historia y de la cultura. Humanitas 2011, LXII, págs 284-295 CHESTERTON RESPONDE AL RELATIVISMO RELIGIOSO, por Tomás Baviera Puig. La obra El hombre eterno fue la respuesta decidida de Chesterton a un planteamiento de la historia difundido por H.G. Wells en el que todas las religiones aparecían como equivalentes, o incluso como prescindibles. Para ello Chesterton ofreció un esbozo de la historia de la humanidad un tanto personal. Dibujó con nitidez el perfil del paganismo para que fuera más fácil percibir la aportación singular y única de la Iglesia a la historia del hombre. Presentó los rasgos psicológicos de una humanidad pagana antes del cristianismo y recreó los contemporáneos misticismos de Asia para ilustrar qué sería Europa sin la influencia de la Iglesia. Mostró una sociedad en la que el hombre se encontraba confinado y entregado a sus solas fuerzas, proceso que se agudiza por el espíritu secularizador que prescinde de Dios. Su enfoque es actual y revitalizador. Humanitas 2011, LXII, págs 296-308
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Sección NOTAS Reflexiones sobre el misterio y la vida de la Iglesia, por Cardenal Georges Cottier O.P. La constitución conciliar Lumen Gentium define el sensus fidei como “la totalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo, [que] no puede equivocarse cuando cree”, prerrogativa peculiar que se manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando desde los obispos hasta los últimos fieles laicos presta un consentimiento universal en materias de fe y costumbres. La fe en cuanto tal no yerra. Quien la recibe participa a su manera de la dote profética de Cristo. Pero evidentemente el sensus fidei no se identifica con la opinión común de la mayoría, no se define en base a las estadísticas de las encuestas. Teología, una escuela de humildad contra el nihilismo, entrevista a Mons. Bruno Forte. El reconocido teólogo, presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Italiana, postula en entrevista realizada para Zenit por Mirko Testa cómo en una época que vio el ocaso de la razón totalizante, la teología como escuela de humildad y escucha de la Palabra de Dios puede convertirse en un antídoto contra las tentaciones de pérdida del sentido, consecuencia del nihilismo. Para ello analiza algunas intervenciones de Benedicto XVI en materia teológica. La presencia hispana en los Estados Unidos, por Mario Paredes. Análisis de la situación de los hispanos en Estados Unidos, en la perspectiva del notable crecimiento y la cada vez mayor influencia que ejerce la migración de personas nacidas en territorios de habla española en esa nación. La población hispana se liga al catolicismo en sus orígenes y ha traído a los Estados Unidos una fuerza religiosa inesperada marcada por la impronta de lo que fue la primera evangelización en el continente americano. Beneficia hoy a los Estados Unidos a la vez que enriquece y rejuvenece a la Iglesia Católica en esta Nación. Encuentro con Cristo Resucitado, por Aleksandr Men. El Padre Men fue una figura de la resistencia de la Iglesia Ortodoxa contra el régimen comunista en la URSS. Murió durante la década del ’90 asesinado a hachazos por grupos antisemitas y anticristianos mientras caminaba a celebrar la Eucaristía a su parroquia. Se reproduce en estas páginas una homilía pronunciada con ocasión de la fiesta de su parroquia que estaba dedicada a la Presentación del Señor en el Templo. El nombre de esta celebración es “Sretenie” en la tradición bizantina, es decir, literalmente, “Encuentro”. El encuentro, en la experiencia de vida y fe del Padre Men, siempre tuvo un eco especial, como se percibe en las palabras que él mismo manifestó públicamente en este discurso. Humanitas 2011, LXII, págs 309-331 LIBROS “Madrealma, Carmen de Chile” por Joaquín Alliende Luco (Ediciones Universidad Católica de Chile); “Derecho y Justicia. Lo suyo de cada uno” por Gonzalo Ibáñez Santa María (Editorial Jurídica); “Reflexiones sobre la Democracia” por Fernando Moreno Valencia (Ediciones Universidad San Sebastián); “Stupore Eucaristico. Conversazioni dal Sinodo” por Angelo Scola (Editorial San Paolo); “Hacia un nuevo paradigma sociopolítico” por Sebastián Burr (Instituto Democracia y Mercado); “La Regla Consueta de Santo Toribio de Mogrovejo y la primera organización de la Iglesia Americana” por Mario Grignani (Ediciones Universidad Católica de Chile); “Memorias Ajenas” por William Thayer Arteaga (Editorial Andrés Bello); “Ser niño huacho en la historia de Chile” por Gabriel Salazar (LOM Ediciones); “Estado del tiempo. Poemas” por Lino Althaner (Ril editores); “Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra” por Hannah Arendt (Editorial Trotta). Humanitas 2011, LXII, págs 388-399
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Jesús de Nazaret
Historia, teología y existencia humana
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enedicto XVI ha entregado la segunda parte de su obra Jesús de Nazaret. Este libro recorre desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección. Período que incluye el episodio del lavado de los pies, la última cena, la oración en el huerto de Getsemaní, el proceso judicial de Jesús ante el Sanedrín y ante Pilato, para concluir con la muerte en cruz y la resurrección, y que contiene dos largos discursos de Jesús: el escatológico (Mt 24-25) y la oración sacerdotal (Jn 17). Estas palabras y acciones, es decir, estos «misterios de la vida de Jesús» son abordados desde tres perspectivas complementarias: la investigación histórica, luego la interpretación teológica y, finalmente, las consecuencias para la existencia humana. La primera perspectiva está guiada por la hermenéutica histórica, mientras la segunda y la tercera están conducidas por la hermenéutica de la fe.
Historia Cada capítulo comienza, entonces, por la investigación histórica. La fe cristiana exige recurrir a la historia, porque el punto de partida de la fe es la revelación histórica de Dios en Jesús de Nazaret. Al abordar, por ejemplo, la Última Cena, Benedicto XVI afirma que «no podemos eximirnos ciertamente de afrontar la cuestión de la historicidad real de los acontecimientos históricos narrados» (p. 125), pues «la fe bíblica no relata historias como símbolos de verdades metahistóricas, sino que se funda en la historia que ha sucedido», y luego concluye: «Si Jesús no dio a sus discípulos su cuerpo y su sangre bajo las especies del pan y del vino, la celebración eucarística quedaría vacía, sería una ficción piadosa» (p. 126). De acuerdo al principio de la encarnación, «la Palabra se hizo carne», la historia de Jesús no es simplemente el «soporte» para transmitir algunas verdades, porque el mismo hecho de la intervención de Dios en la historia forma parte del contenido del evangelio. La historia de la salvación no es mitología. Nuestra fe, para ser legítima, debe estar en continuidad con el Jesús real, el hijo de María, el que caminó por Galilea. Con esta perspectiva, cada capítulo ofrece una selección de los resultados de la investigación histórica, valiéndose de renombrados estudiosos, tanto católicos como evangélicos.
Teología Pero un Jesús histórico, solamente del pasado, puede ser modelo moral, mas no es capaz de sustentar la vida humana. Por ello el Papa no se detiene en los datos históricos, sino que, a partir de ellos, avanza hasta elaborar una interpretación teológica. Este paso de la interpretación histórica a la interpretación de la fe se apoya sobre los principios establecidos por el Concilio Vaticano II, en Dei Verbum 12, texto conciliar particularmente querido por el Papa. Estos principios los expuso en 2008, en el sínodo de la Palabra de Dios: se debe tener presente la unidad de toda la Escritura y la tradición viva de toda la Iglesia, y es necesario observar la analogía de la fe, es decir, se debe «leer e interpretar la Escritura con el mismo Espíritu con que fue escrita» (Dei Verbum 12). Si no está la hermenéutica de la fe, se hace presente la hermenéutica positivista que parte de la convicción de que Dios no puede entrar en la historia humana. La hermenéutica de la fe enseña a aceptar a Dios «tal como Él mismo se nos manifiesta» (cf. p. 91). Es decir, no hay que aceptar de los evangelios sólo lo que una determinada filosofía nos permite,
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Existencia humana
EDITORIAL
sino acoger la revelación al punto de ampliar la propia razón con la luz de la fe. Con esta orientación, el Papa Benedicto selecciona los datos históricos en función de la interpretación teológica que aporta una nueva visión de Dios, del hombre y del mundo. Lo verdaderamente propio de Dios no es su lejanía, sino su abajamiento, hasta lavar los pies a sus discípulos, gesto rechazado por Pedro y por la filosofía profana; el hombre ya no se percibe como «contraparte» de Dios, sino que se manifiesta como capaz de ser asumido plenamente en Dios; y el mundo no aparece como contrario a Dios, sino como el ámbito donde Dios puede actuar y, de hecho, ha actuado. Estas afirmaciones, que arraigan en la revelación histórica de Dios en Jesús, sólo son accesibles a una mirada propiamente teológica de la Escritura.
Esta vinculación entre Jesús y todo hombre implica que aceptar o rechazar la palabra de Jesús de Nazaret tiene consecuencias decisivas para la vida humana. El sentido que doy a mi vida, a la historia, al amor, al esfuerzo, a la entrega a los demás, a la muerte, etcétera, es decir, la comprensión del misterio de mi propia vida humana depende de mi modo de entender a Jesús, su relación conmigo y su relación con Dios. Todo esto muestra que el conocimiento de Jesús no «neutral», meramente intelectual y externo, sino un conocimiento «comprometedor».
Como toda buena teología es siempre soteriología, la reflexión teológica conduce a un tercer nivel: el impacto de la vida de Jesús en la existencia humana. Si Jesús es verdadero hombre, entonces en él se da la plenitud de la vida humana: el hombre más auténtico ya no es Adán, sino Jesús. Esto implica una novedad en el modo de comprender nuestra propia vida humana. Así, por ejemplo, al estudiar la oración del huerto de los Olivos, lugar de la Escritura donde «podemos asomarnos tan profundamente al misterio interior de Jesús» (p. 186), el Santo Padre muestra cómo la relación entre la voluntad de Jesús y la voluntad del Padre tiene consecuencias para todo hombre. Si Jesús, el hombre pleno, coordina su voluntad con la de Dios, entonces lo más propio del hombre no es encerrarse en su propia voluntad, sino abrirse a la voluntad del Padre. La oposición entre la voluntad del hombre y la de Dios es fruto del pecado, pero no forma parte de la naturaleza humana. Así, el hombre cuando obedece a Dios no rechaza su libertad, sino que la proyecta hasta las cotas más altas. «La voluntad humana está orientada a la divina. Al asumir la voluntad divina, la voluntad humana alcanza su cumplimiento, y no su destrucción» (p. 190). Esta vinculación entre Jesús y todo hombre implica que aceptar o rechazar la palabra de Jesús de Nazaret tiene consecuencias decisivas para la vida humana. El sentido que doy a mi vida, a la historia, al amor, al esfuerzo, a la entrega a los demás, a la muerte, etcétera, es decir, la comprensión del misterio de mi propia vida humana depende de mi modo de entender a Jesús, su relación conmigo y su relación con Dios. Todo esto muestra que el conocimiento de Jesús no puede ser «neutral», meramente intelectual y externo, sino, por el contrario, un conocimiento «comprometedor» que, de algún modo, exige una decisión. Conocer a Jesús implica optar. Por ello, este nuevo libro del Papa Benedicto XVI no busca sólo informar, sino más bien transformar la vida. SAMUEL FERNÁNDEZ EYZAGUIRRE, Pbro.
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La noche de la Redención en la pintura de Rouault Por ANDREA DALL’ASTA, S.J.
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l recorrido artístico del autor francés nunca puede separarse de su búsqueda de la fe. Para Rouault1, la dimensión de la fe es ciertamente la fuente inspiradora de toda su producción artística. El arte es testimonio de vida, vocación y exploración del misterio. En un clima cultural en el cual muchos artistas hacen gala de una actitud antirreligiosa, él no vacila en declararse abiertamente católico y observante. Este aspecto es fundamental para comprender por qué Rouault permanece aislado en el panorama artístico europeo. Su quehacer pictórico, en el cual se encuentra una intensa carga expresiva y un feroz antiesteticismo, es demasiado “personal”. Hoy todavía, en un clima artístico-cultural caracterizado por una gran superficialidad y un espectacularismo fácil, Rouault sigue siendo una voz que clama en el desierto. Los grandes ciclos del pintor francés se sitúan con posterioridad a la guerra de 1914-18. Son años de revisión del pensamiento, de “retorno al orden”, tras la anarquía de las experiencias de las vanguardias europeas. Entre 1920 y 1930, la obra de Rouault emerge como molesta admonición ante toda confianza fácil e ilusoria en un progreso incontenible de la civilización europea. Rouault se opone a toda visión estetizante del arte. Ante las masacres y los genocidios perturbadores de la historia reciente, no puede existir la búsqueda de un arte basado en valores autónomos del color o valores puros de los signos gráficos. Ante los traumas lacerantes de la historia, ninguna fuga a mundos míticos e ilusorios, de sueño o de paz, es admisible. Ninguna joie de vivre, inmersa en la tranquila serenidad de una mítica edad de oro, como proclama Matisse, es ahora representable en lo sucesivo. Rouault es intérprete de una toma de conciencia individual y colectiva de una humanidad que mide el horror cometido, la traición perpetrada en relación con la vida y las fracturas provocadas por una ciega torpeza de entendimiento. Rouault procura remontarse a las raíces mismas del mal para desenmascarar sus seducciones y continuas metamorfosis. Es preciso tomar conciencia del modo en que está presente la violencia en el corazón del ser humano, en sus intenciones profundas, sus propó-
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1 G. Rouault nace el 27 de mayo de 1871 en Belleville, un barrio de París. Es el año de la Comuna y la situación es dramática en París. Georges es hijo de Alexander, artesano ebanista, empleado en una empresa de pianos, y Marie Louise Alexandrine Champdavoine, empleada en una oficina bancaria. Es sobre todo el abuelo materno quien favorece la vocación artística de su nieto, el cual, en la escuela, desde 1881 manifiesta una extraordinaria predisposición para el dibujo. Entre 1885 y 1892, frecuenta en primer lugar los cursos vespertinos de la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs y luego de la École Nationale des Beaux-Arts de París. Ahí llama la atención en primer lugar de Elie Delaunay y luego de Gustave Moreau, quienes serán sus maestros. En 1895, conoce al dominico Vallée, que llega a ser su guía espiritual en el crecimiento de la fe. En 1898, muere Moreau y Georges experimenta una profunda crisis espiritual. Así, abandona los estudios y decide proseguir como autodidacta, aislándose de los ambientes artísticos de su época. Rouault muere en París el 13 de febrero de 1958 a los 87 años de edad.
Ilustración página izquierda: Cabeza de Cristo, 1937 Georges Rouault
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«Rouault delinea los contornos de un Dios de la condición del límite, que a pesar de éste puede expresar la vida en sí mismo. Es como el sol en su viaje nocturno. El sol atraviesa la noche, pero es preciso esperar el alba para poderlo ver.» (Ilustración: El payaso herido I, 1932, Georges Rouault)
sitos de muerte y su farisaica hipocresía. Ante el vértigo del mal cometido, sólo puede haber una condena o un castigo, pero al mismo tiempo –parece decirnos Rouault– la esperanza de una posible redención.
Una humanidad doliente
2 Die Brücke (“El Puente”) fue un grupo de artistas expresionistas alemanes constituido en Dresde el 7 de junio de 1905. 3 Con el término fauves (fieras), se alude a un grupo de pintores, en su mayoría franceses, que a comienzos del siglo XX dieron vida a una experiencia de breve duración temporal, pero de gran importancia en la evolución del arte.
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Son numerosos los temas abordados por Rouault. Se centran en una humanidad poblada por payasos, prostitutas, jueces, vagabundos, tipos grotescos, pobres y humildes, que contrastan con los presuntuosos y ricos. En su primer período, Rouault se concentra en la miseria y la oscuridad del pecado en que se sumerge la tumultuosa vida humana. Personajes como La mujer con el sombrero grande, El administrador colonial, El director de teatro, Cristal de roca, del ciclo Reencarnaciones del Padre Ubu (1916-28), son retratos con un despiadado espíritu caricaturesco y grotesco. En el lugar propio de la belleza clásica, el pintor de Belleville explora lo feo, lo obsceno. Sus personajes son expresión de una humanidad enferma y obtusa. Detrás de las máscaras de sus rostros, detrás de su aspecto exterior, se esconden la hipocresía y la falsedad, la inconsistencia y el vacío. Con ellos nos adentramos en los bajos fondos de la historia. Con anterioridad aún a la experiencia del movimiento de la Brücke2 y los resultados violentos de los fauves3, Rouault pinta sin concesión alguna a la belleza, delineando tipos humanos con una introspección psicológica feroz
y lacerante, como Sainte-Nitouche, “Santa no se toca”, la Santurrona, vestida con esmero y elegancia, dramática representación de quien oculta su propio vicio detrás de una apariencia falsamente tímida y devota. Los diversos personajes revelan su inconsistencia moral e intelectual, incapaces de reconocer la ausencia y el vacío que hay en ellos mismos. Son expresión de un mundo angustiado, en el cual la degradación moral y espiritual corresponde a la descomposición del signo que se agruma en tumefacciones de manchas resquebrajadas. Sus presencias se convierten en metáfora de la existencia humana. Como sostiene Elena Pontiggia, “sustituye la ecuación entre arte y belleza con la ecuación entre arte y verdad, es decir, entre arte y drama”. Y se trata de representaciones que tienen relación con nosotros. En el fondo –dice Rouault– todos somos Pierrot noir, vestidos con indumentos llamativos, y hay en nosotros una falsa alegría dirigida a divertir a los demás, pero en realidad somos incapaces de vivir. Ese Pierrot es la metáfora de la condición humana, obligada a recitar continuamente un rol, a ponerse una máscara, a esconder un vacío. En una segunda época, los temas del pintor francés se sitúan en un horizonte de paz y quietud. Con un expresionismo de rasgos fuertes y bien marcados, que no ocultan las sugerencias del arte gótico, Rouault refleja en temas sacros rasgos de los evangelios apócrifos, de leyendas desconocidas. Pinta tiernos estados de maternidad, dulces figuras femeninas y sufrientes rostros de Cristo, pero también paisajes de la periferia de París, figuras de la vida cotidiana, personajes comunes… A una visión de fuertes tintes dramáticos sucede un silencio, una calma metafísica que es expresión de una plenitud de vida y la esperanza de un rescate. Una presencia constante acompaña e inspira toda la obra del pintor: el Christus patiens, representado en la majestad de su dolor, devastado y sublime al mismo tiempo, lacerado y simultáneamente resplandeciente de luz.
el recorrido artístico del autor francés nunca puede separarse de su búsqueda de la fe. Para Rouault, la dimensión de la fe es ciertamente la fuente inspiradora de toda su producción artística. El arte es testimonio de vida, vocación y exploración del misterio.
Un viaje a los abismos de la humanidad Toda obra de Rouault es un viaje a los abismos del ánimo humano, una denuncia lúcida y despiadada, una meditación sobre la condición humana. Sustituye la búsqueda de la perfección formal, como manifestación de la dignidad de una creación concebida por Dios desde los orígenes del mundo, típica expresión de la tradición clásica, por una búsqueda de la deformación, como exigencia expresiva de un mundo extraviado que ha perdido las certezas y la estabilidad. Sin embargo, si bien por una parte cada obra es una helada y fuerte acusación, por otra Rouault expresa un dolor profundo, una solidaridad cristiana, una intensa compasión. Dios se inclina sobre la miseria del mundo. Las lágrimas
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Su quehacer pictórico, en el cual se encuentra una intensa carga expresiva y un feroz antiesteticismo, es demasiado “personal”. Hoy todavía, en un clima artístico-cultural caracterizado por una gran superficialidad y un espectacularismo fácil, Rouault sigue siendo una voz que clama en el desierto.
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de su piedad rescatan la mezquindad humana. Sólo en la misericordia es posible sostener la mirada de esos rostros de rapiña, inquietantes y tan terriblemente humanos. Sin misericordia, sólo existiría condena, rechazo, negativa, sin un camino de salida, sin apelación. La obra de Rouault llega a ser el soplo del perdón de Dios sobre las heridas del mundo. Esta humanidad herida, ferozmente pintada en su atroz fealdad, se precipitaría en las tinieblas si no fuese iluminada por Jesús. Rouault examina el mal en cada hombre, sin concesiones. Con contrastes violentos sin degradaciones, hace una atroz y vengativa caricatura del mismo. Con todo, en Jesús, Dios está cerca de cada hombre, asumiendo sus rasgos, sufrimientos, tribulaciones y dramas. El rostro de Cristo sufriente es la respuesta a la miseria humana. En su vida, damos sentido al misterio de la existencia. Sin el sacrificio de Cristo, no podría aceptarse la fealdad infernal de este mal. Es preciso contemplar esos rostros lívidos y deformados, no porque nos avergoncemos de ellos o los rechacemos escandalizados, sino más bien porque podemos reflexionar, orar, rescatarnos y emprender un camino de redención.
El “Miserere”: una mirada de piedad sobre el mundo El ciclo del Miserere, terminado en 1927 y publicado en 1948, quizás el resultado máximo del artista francés, está estrechamente vinculado con la guerra de 1914-18. En los 58 grabados al aguafuerte, Rouault proclama una protesta contra la miseria, la injusticia, la guerra y la impotencia del hombre ante la muerte. El artista hace surgir la urgencia de arrepentimiento presente en el ser humano invocando la misericordia de Dios ante la mezquindad humana. ¿Por qué el hombre sigue dando muerte a su propio hermano? ¿Cómo es posible comprender los motivos del odio de un hombre contra otro hombre? ¿Es la violencia realmente la última palabra de la existencia humana? Para Rouault, existe una esperanza que puede rescatar este dolor. Una imagen de María con su niño tiene el título En tiempos negros de provocación e incredulidad, la Virgen de Finisterre vigila; se presenta un testimonio como El justo, como madera de sándalo, perfuma el hacha que lo golpea. La respuesta de Rouault a la injusticia, la violencia y las contradicciones de una sociedad enceguecida en busca del éxito y basada en el poder del dinero y la corrupción es Jesús crucificado. Rouault parece interpretar las palabras de Jesús dirigidas a quienes lo están crucificando: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”: el perfume del perdón está dirigido a todos los seres humanos. En este sentido, también hay que reconocer una luz en el malvado. Es preciso atravesar los abismos de la noche para saborear la belleza de la aurora, porque Dios reside en la noche, pero para transformarla en
«Una presencia constante acompaña e inspira toda la obra del pintor: el Christus patiens, representado en la majestad de su dolor, devastado y sublime al mismo tiempo, lacerado y simultáneamente resplandeciente de luz.»
(Ilustración: Crucifixión, 1914 Georges Rouault)
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«La belleza expresa el carácter ético de la vida, su significado más profundo. Puede expresar el hecho de asumir una experiencia plenamente humana, captada en todas sus contradicciones y ambigüedades.» (Ilustración: Al final del otoño, 1952 Georges Rouault)
Rouault es intérprete de una toma de conciencia individual y colectiva de una humanidad que mide el horror cometido, la traición perpetrada en relación con la vida y las fracturas provocadas por una ciega torpeza de entendimiento.
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luz. No por azar los grabados de Rouault se caracterizan por colores oscuros que nos hacen precipitarnos en las tinieblas. Son grabados de un negro intenso, fuerte y tenebroso, que desconcertaba hasta a sus amigos. Dios habita en los lugares de las periferias y no en los centros de poder, en palacios imponentes y suntuosos. Una luz en las tinieblas. En esos lugares marginales de desheredados, donde menos lo esperaríamos, ahí encontramos al Dios de la vida. En Rouault, esos bajos fondos que el hombre procura ocultar ante su propia conciencia parecen brillar con un rayo. Esta luz es la mirada de Dios sobre la humanidad. Los personajes de Rouault representan el fracaso de la condición humana. Son la imagen misma de Cristo en la Cruz. Su boca no habla, está como entreabierta. El carácter dramático de la historia no puede negarse, sino vivirse hasta el fondo. ¿No somos acaso nosotros galeotes? es el título de un grabado con el cual Rouault critica ásperamente la ilusión de la sociedad moderna, que quiere emanciparse, pero permanece prisionera de su propio narcisismo. Sin embargo, ellos están cuidando una esperanza. Su rostro a menudo se dirige hacia lo alto, como para buscar la luz.
El sol que atraviesa la noche La imagen que Rouault nos presenta de Dios está muy alejada de las gloriosas representaciones a las cuales nos había acostumbrado el exuberante e imaginativo barroco. El Cristo de Rouault está muy lejos de las glorificaciones académicas de un Dios suspendido entre nubes inaccesibles y luces doradas y resplandecientes. Dios no habita en cielos cristalinos, rodeado por una luz deslumbrante. Rouault delinea los contornos de un Dios de la condición del límite, que a pesar de éste puede expresar la vida en sí mismo. Es como el sol en su viaje nocturno. El sol atraviesa la noche, pero es preciso esperar el alba para poderlo ver. ¿Per crucem ad gloriam? Rouault puede presentar en el rostro desfigurado de Cristo una nueva modalidad de representación de la belleza como amor que llega hasta el fin. La belleza puede integrar también lo feo y lo deforme. La belleza expresa el carácter ético de la vida, su significado más profundo. Puede expresar el hecho de asumir una experiencia plenamente humana, captada en todas sus contradicciones y ambigüedades. En Cristo, Dios asume los rasgos de una humanidad frustrada, sufriente y lacerada. Ninguna forma ideal puede representarlo. Dios es un Deus absconditus oculto en la miseria de esos hombres y esas mujeres. Es el siervo sufriente descrito por Isaías, el hombre de los dolores que conoce bien el padecer. La Belleza es la kénosis del Siervo de Dios, que es no obstante El más hermoso entre los Hijos del hombre (Sal 45, 3). Su rostro que perdona es por excelencia el camino de la Belleza, porque la Belleza es Dios que se da. Su fuerza es su despojamiento, proclama Rouault, como si estuviera comentando las palabras de Pablo de Tarso en la epístola a los filipenses4. Dios deposita su mirada en una humanidad ciega, embrutecida, trágicamente satisfecha de sí misma, incapaz de reconocer su propia miseria. Esta mirada se inclina sobre todos los hombres, para tenderles una mano. Y Cristo es Siempre flagelado…, como indica el título de una obra del Miserere en 1922. Cristo sigue sufriendo y muriendo cada vez que el hombre da muerte a su propio hermano y no sabe aceptar una lógica de paz y perdón. Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo es el título de otra obra. Del mismo modo, en El duro oficio de vivir vemos a una persona postrada, cansada, representada con la misma solemnidad de una imagen de Cristo. El rostro es sufriente, con los ojos cerrados, y tiene encorvado el vientre, como si el dolor le impidiese sostenerse. De sus plagas hemos sido curados, dice el título de otra ilustración del Miserere. El Cristo ha asumido en sí mismo el pecado del mundo para liberarnos del mal.
Dios se inclina sobre la miseria del mundo. Las lágrimas de su piedad rescatan la mezquindad humana. Sólo en la misericordia es posible sostener la mirada de esos rostros de rapiña, inquietantes y tan terriblemente humanos. Sin misericordia, sólo existiría condena, rechazo, negativa, sin un camino de salida, sin apelación.
4 Ver G. ROUAULT, Sur l’art et sur la vie, París, Denoël – Gonthier, 1971.
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Via Crucis
Breve historia del Via Crucis por guillermo castillo, OSB.
Introducción1
L
a piadosa oración del Via Crucis, o Camino de la Cruz de N S Jesucristo, tal como la conocemos hoy en día, es el fruto de una larga historia que se remonta a los inicios del cristianismo. En primer lugar, el Via Crucis es una especie de peregrinación espiritual a los lugares santos, y en este sentido es heredero de las peregrinaciones de los antiguos cristianos a Tierra Santa. Apenas muerto y resucitado el Señor, los fieles comenzaron a venerar los lugares donde N Señor Jesucristo había pasado por este mundo, sobre todo su Pasión. Con ese motivo, nacen las peregrinaciones a Tierra Santa. Fue célebre en el s IV la virgen romana Eteria con el relato de su Peregrinatio. En el mismo siglo, S Jerónimo nos dice que muchos fieles deseaban peregrinar devotamente a la tierra de Jesús y honrar las reliquias que había dejado su presencia2. Los motivos espirituales de estas peregrinaciones eran diferentes: orar y adorar los lugares santos para unirse más a Jesús y convertirse; a veces también era en cumplimiento de un voto; con frecuencia iban a lugares sagrados movidos por el anhelo de obtener reliquias que mantuvieran el fuego de la presencia de Cristo, su amor y salvación cada día. En la Edad Media se añade el motivo de la penitencia: pues ir a Tierra Santa suponía padecer calamidades atmosféricas, hambre, muerte, asaltos, robos, soledad, pobreza, malos
tratos. Por eso, muchos fieles peregrinaban voluntariamente como modo de expiar sus pecados. Pero también en esta época aparece la penitencia tarifada impuesta por la Iglesia: en el s XIII comenzó a perdonarse los pecados dando muchas veces la penitencia de ir en peregrinación a un lugar santo. Recordemos que en esta época existía todavía la penitencia pública y la peregrinación entró en el elenco de las penas posibles. Esta práctica tuvo mayor éxito en los Países Bajos. También en la Edad Media aparece el motivo de la Indulgencia Plenaria por los pecados, es decir el suplir una larga y penosa penitencia, por una acción piadosa impuesta por la Iglesia. La concedió por primera vez Urbano II en 1095 a los cruzados por ir a luchar por Tierra Santa. A partir de entonces se comenzó a extender esta indulgencia a las peregrinaciones hacia otros lugares santos de Europa sujeta además a determinadas oraciones: Roma, Santiago de Compostela, Mount Saint Michel, etc. A partir del s XIV, dado que era imposible llegar a Tierra Santa por la dominación musulmana, o por la distancia y dificultades que suponía el viaje, en compensación, el mundo cristiano comienza a levantar cruces, pintar retablos, tallar bajorrelieves representando escenas de la vida de Cristo en Tierra Santa, especialmente los pasos del Calvario. El Beato Enrique Suso
1 Cfr PICARD Michel Jean: article: Chemin de la Croix en Dictionnaire de Spiritualité II, 2 p 2576 ss; / Article: Chemin de la Croix en Encyclopedie du Catholicisme p 1035 ss. / VINATIER, Jean: article Pèlerinages en Dictionnaire de Spiritualité XII columnas 901ss 2 Ad Desiderium PL 22, 493.
Ilustración página izquierda: Cristo en la cruz, 1938, Georges Rouault.
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(+ 1366) difundió la práctica de un Camino espiritual de la Cruz, es decir, una suerte de meditación espiritual que se concentraba en los pasos de la via dolorosa. Los Hermanos Menores Franciscanos estaban encargados desde 1312 de la Custodia de Tierra Santa. Pues bien, fueron sobre todo ellos los que introdujeron y difundieron en Europa las representaciones de la Pasión que van desde el palacio de Pilato al Calvario. No se les daba el nombre de Via Crucis sino de Pasiones (por eso los famosos grabados de Alberto Durero son llamados Grandes y Pequeñas Pasiones, Pasión verde). Por fin, en el s XVIII se llegó a fijar las estaciones en catorce, y se estableció la costumbre de caminar de una a otra como se hace en nuestros días. Su principal difusor fue San Leonardo de Puerto Mauricio (1676- 1751). El Santo consideraba que el Via Crucis era el mejor medio para salvaguardar la fe y para conservar el recuerdo de la Pasión en los cristianos. En 1704 erige el primer Via Crucis con catorce estaciones en su ciudad natal, y desde entonces hasta su muerte hizo lo mismo cada vez que terminaba una misión. Llegó a levantar 572 Via Crucis. En atención a su pedido, el Papa Benedicto XIV erigió un Via Crucis en el Coliseo. Después de S Leonardo de Puerto Mauricio, el gran propagador del Via Crucis en el s XVIII fue San Alfonso María de Ligorio. Entre sus numerosos opúsculos sobre la Pasión, compuso un Esercizio Della via crucis (Nápoles, 1761), desde entonces muy reeditado. Sabemos que este Santo hacía cada día el Via Crucis y quiso que sus religiosos redentoristas coronaran sus misiones haciendo solemnemente el Via Crucis con los fieles. Otra causa del éxito del Via Crucis fue la concesión de numerosas indulgencias plenarias y parciales para quienes lo hicieran. En un
principio Clemente VIII (1597) había otorgado indulgencias a los franciscanos que iban a Tierra Santa. Luego, Inocencio XI e Inocencio XII las extendieron a todos los conventos franciscanos fuera de Tierra Santa. En 1726, Benedicto XIII declaró que todos los fieles podían ganar las indulgencias que antes se daban a los que peregrinaban a Tierra Santa, si hacían el Via Crucis en alguna iglesia franciscana. El 14 de mayo de 1871 el Papa Pío IX extiende estas indulgencias para todos los fieles en cualquier lugar donde se haya erigido canónicamente un Via Crucis. A esta altura de la evolución ya se había identificado la piadosa meditación del Via Crucis con la Indulgencia Plenaria. Por eso, hoy en día, el Via Crucis es un modo de peregrinación espiritual a Tierra Santa, que nos da todas las gracias que obtendríamos yendo físicamente allí con profunda fe.
Frutos espirituales del Via Crucis Cuando se ora el Via Crucis con profunda fe y amor a N Señor, alcanzamos infinidad de gracias. Así lo reconocía el Papa Pío IX, quien universalizó esta oración: Su Santidad (Pío IX) convencido del sumo bien que se obtiene por la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Redentor, para afianzar a las almas en la fe, para curar las heridas del alma, para purificar el alma, y para ser inflamada en el fuego del amor divino3. El Beato Dom Columba Marmion, Abad benedictino de Maredsous, decía a sus monjes: Estoy convencido de que, fuera de los Sacramentos y de los actos de la Liturgia, no hay práctica más útil para nuestras almas que el Via Crucis hecho con devoción 4 . Al respecto, Dom Thibaut, monje y discípulo suyo, nos da este precioso testimonio 5: Preguntaron en cierta ocasión a
3 Decreto del 14 de mayo de 1871: Sanctitas sua animadvertens summam esse vim meditationis Passionis et mortis Redemptoris nostri ad confirmandam in animis fidem, ad curandam conscientiae vulnera, ad purgandam mentis aciem divinoque amore inflammandam. 4 Jesucristo en sus Misterios Cap 14. 5 THIBAUT, Dom Raymond: Un Maestro de la vida espiritual: Dom Columba Marmion OSB, Abad de Maredsous. Cap 18: Spiritus precum p 544 ss. Editorial Benedictina, Villanueva 955, Bs As 1946.
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aquel santo religioso, y puede decirse que no faltó ni un solo día en cumplir con este ejercicio. Aun estando de viaje y en los períodos más absorbentes de sus predicaciones, trataba de buscar algunos momentos para dedicarse a ello. En los últimos años de su vida había hecho de este piadoso ejercicio el objeto de un voto. Le ha dedicado toda una conferencia en sus obras espirituales6 , y además, al predicar retiros, jamás se olvidaba de hablar de él… En su lecho de muerte se esforzará todavía en hacer este ejercicio, uniendo así sus últimos sufrimientos con los que acompañaron las postreras horas de la vida terrestre de Jesús. “La contemplación de los sufrimientos de Jesús es muy fecunda. Yo estoy convencido que, fuera de los sacramentos y de los actos de la liturgia, no existe otra devoción tan útil para nuestras almas como el Via Crucis, hecho con devoción. La Pasión es el “santo de los santos” de los Misterios de Jesús, la obra por excelencia de nuestro Soberano Pontífice (Cristo): y ahí es donde principalmente brillan sus virtudes; y cuando le contemplamos en sus dolores nos concede, según la medida de nuestra fe, la gracia de practicar las virtudes de que Él dio ejemplo durante aquellas horas santas. En cada estación, nuestro divino Salvador se nos presenta con este triple carácter de Mediador, que nos salva mediante sus méritos; de Modelo perfecto de sublimes virtudes, y de Causa eficaz que puede hacer florecer en nuestras almas por su omnipotencia divina, las virtudes de que nos da ejemplo. En este ejercicio principalmente, solía repetir a menudo, es donde debemos poner en práctica el precepto de S Pablo: “Tened los mismos sentimientos de Jesucristo, el cual, a pesar de ser Dios, se ha abatido hasta la muerte de Cruz”… “Cuando tengo disgustos o sufro contradicciones y cuando padezco arideces y sequedades –afirmaba unos meses antes de su muerte– me basta con meditar en la Pasión de Jesucristo, haciendo el Via Crucis, para sentirme fortalecido: es como un baño en el que se sumerge mi alma y del que no sale nunca sin que
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Dom Marmion si hacía el Via Crucis durante el tiempo pascual. –“Claro que sí, respondió. ¿Y por qué no? También se celebra la Misa, y la Misa es la reproducción de la Cena y el Calvario; ahora bien, ¿no recorrió Jesús su Via Crucis desde el Cenáculo hasta el Gólgota? El día de Pascua es el único del año en que no lo hago, porque el triunfo de Jesús absorbe entonces toda mi devoción. Y aún, no me disgustaría hacerle. ¿Acaso no fue en la misma tarde de la Resurrección cuando Jesús en persona explicó a los discípulos de Meaux que Cristo debía sufrir los tormentos de la Pasión para entrar en la gloria?”. Con estas palabras expresaba Dom Marmion uno de sus pensamientos favoritos y revelaba su estima singular por la meditación de los sufrimientos de Jesús bajo la forma de Via Crucis. Relacionaba esta práctica de devoción con el acto central de la Liturgia, aunque, de hecho no pertenezca al culto público oficial organizado por la Iglesia. “Esta devoción –agregaba– es la que se halla más íntimamente ligada al sacrificio eucarístico: como la Misa, también esta devoción continúa recordándonos la muerte de Jesús: “Mortem Domini anuntiabis donec veniat” (1 Co 11, 26). Para recibir en toda su plenitud la aplicación de la Sangre de Jesús –añadía también– mire lo que tiene que hacer: Todas las mañanas, únase a Jesús para ofrecer con Él al Padre la Sangre de Cristo que se ofrecerá en todas las Misas de ese día. Pero haga este acto con una gran intensidad de fe y amor: de este modo participará con la mayor plenitud posible del cáliz de Jesús, porque su Sangre se ofrece en todas las Misas “pro nostra omniumque salute” por nuestra salvación y la de todos. Después, cuando haga el Via Crucis, ofrezca de nuevo al Padre eterno en cada estación esa misma Sangre divina para que se aplique por su alma”. Por lo cual, manteniéndose él mismo fiel a este pensamiento, recorría habitualmente el Via Crucis después de su acción de gracias. Sabemos que esta devoción la había sido inspirada desde su ingreso en el Holy Cross College por el P. Gowan. Después, permaneció fiel a la invitación de 6 En Jesucristo en sus Misterios
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INDULGENCIAS CONCEDIDAS POR LA IGLESIA Según el Enchridion Indulgentiarum (Manual de Indulgencias) de la Santa Iglesia, la Penitenciaría Apostólica (1995) en el Nº 63 dice: Al fiel cristiano que practique el piadoso ejercicio del Via Crucis se le concede INDULGENCIA PLENARIA. Con el piadoso ejercicio del Via Crucis se actualiza el recuerdo de los sufrimientos que soportó el divino Redentor en el camino del pretorio de Pilato, donde fue condenado a muerte, hasta el monte de la Calavera o Calvario, donde murió en la Cruz por nuestra salvación. Para ganar la indulgencia plenaria se establece lo siguiente: 1. El piadoso ejercicio debe practicarse ante las estaciones del Via Crucis legítimamente erigidas 2. Para erigir el Via Crucis se requieren catorce cruces, a las que provechosamente se acostumbra añadir otros tantos cuadros o imágenes que representan las estaciones de Jerusalén. 3. Según la costumbre más extendida, este piadoso ejercicio consta de catorce lecturas piadosas, a las que se añaden algunas oraciones vocales. No obstante, para realizar este piadoso ejercicio, se requiere únicamente la piadosa MEDITACIÓN de la Pasión y Muerte del Señor, sin que sea necesario una consideración sobre cada uno de los misterios de las estaciones. 4. Se requiere el paso de una estación a otra. Si el piadoso ejercicio se practica públicamente y el movimiento de todos los presentes no puede efectuarse sin evitar el desorden, basta con que quien dirige el ejercicio se traslade a cada estación, sin que los demás se muevan de su lugar. 5. Los que están legítimamente impedidos pueden ganar la misma indulgencia, si al menos por un tiempo, por ejemplo, un cuarto de hora, se dedican a la piadosa lectura y meditación de la Pasión y Muerte del Señor Jesucristo.
se hayan renovado su vigor y alegría: esta devoción obra en mi alma como un sacramento”. “Yo también tengo muchas miserias –escribía en cierta ocasión–: todas las mañanas después de mi acción de gracias (después de la Misa), hago el Via Crucis, y en la 7ª estación, cuando veo a Nuestro Señor caído en tierra, me postro con Él ante el eterno Padre y le digo: “Padre, estoy lleno de miserias, pero estas miserias son las de tu Hijo Jesús, porque Él es solidario nuestro y como Él yo también sucumbo bajo el peso”. Dios nos conceda orar siempre y con frecuencia el Via Crucis con todo aquel amor hacia la Pasión que incendiaba los corazones de los antiguos cristianos peregrinos; la gracia de una fe vivísima para contemplar y revivir los Misterios de su Amor; el unirnos espiritualmente a Cristo sufriente por la meditación de sus padecimientos;
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que alcancemos la conversión, y vivamos cada estación con sentido penitencial por nuestros pecados y los pecados del mundo, para alcanzar el perdón de Dios y la salvación para nosotros y todos los hombres. El Via Crucis es un tesoro para las almas del Purgatorio: podemos aplicar esta indulgencia por algún difunto conocido o no, lo cual es una exquisita obra de caridad que abrirá las puertas del cielo no solo a esa alma, sino a nosotros mismos, al punto que podremos morir seguros si durante nuestra vida hemos aplicado muchas indulgencias plenarias a las benditas almas del Purgatorio: ellas intercederán por nosotros en nuestra muerte, harán que se borren las penas que merecemos por nuestros pecados y nos conducirán al Paraíso.
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Via Crucis Compuesto por el Beato Dom Columba Marmion, OSB
Acto de contrición Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío: por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra piadosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
Ofrecimiento Dulcísimo Jesús mío, vengo a vuestros pies a implorar vuestro auxilio, a fin de contemplar debidamente los pasos de vuestra Pasión y Muerte, y rogaros por mí y por las intenciones que tuvieron los Papas, vuestros Vicarios en la tierra, al conceder indulgencias a la devoción del Via Crucis, las cuales deseo ganar en satisfacción de mis pecados y en sufragio de los fieles difuntos que sean de vuestro agrado. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas * Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón
R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Iº ESTACIÓN Jesús condenado a muerte por Pilato V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Las ilustraciones de este Via Crucis son obra de Giuseppe Monguzzi, 1987 (pertenecen a la colección del Istituto Paolo VI, Consegio, Brescia).
Jesús se halla de pie ante el gobernador romano: lo llevaron ante Pilato1. Está de pie porque, como segundo Adán, Él es Cabeza de todo el género humano, al que va a rescatar por su inmolación. Él primer Adán había, por su pecado, merecido la sentencia de muerte: el salario del pecado es la muerte2 . Jesús, inocente, pero cargado con los pecados del mundo, debe expiarlos con su cruento sacrificio. Ro-
1 Mt 27, 2: Stetit ante praesidem. 2 Rm 6, 23: Stipendia enim peccati mors.
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déanle, cual toros furiosos 3 , los príncipes de los sacerdotes, los fariseos, su propio pueblo. Nuestros pecados son los que gritan y exigen tumultuosamente la muerte del Justo: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!4. El cobarde gobernador romano les entrega la víctima para ser crucificada: Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron5. ¿Qué hace Jesús? Si está de pie por ser nuestro Jefe, también se somete interiormente a la condena pronunciada por Pilatos, y reconoce en él un poder auténtico: Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto6. En este terreno, indigno, aunque legítimo, Jesús ve la majestad de su Padre. ¿Qué hace? Se entrega más de lo que ya se había entregado: al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia7. Se humilla, y obedece hasta la muerte; acepta voluntariamente por nosotros, a fin de darnos vida, la sentencia de condenación: Se entregó, porque quiso8 . Así como la desobediencia de un solo hombre (Adán) trajo la pérdida de muchos, así la obediencia de uno solo (Cristo Jesús) los constituirá en justicia9. Debemos unirnos a Jesús en su obediencia, aceptar todo lo que nuestro Padre celestial nos imponga, sea cual fuere el instrumento de Dios; sea Herodes, sea Pilatos, como quiera que su autoridad es legítima. Aceptemos también desde ahora la muerte en expiación de nuestros pecados, tal y como la divina Providencia nos la quiera enviar. Aceptémosla como tributo debido a la justicia y santidad divinas, ultrajadas por nuestras maldades. Unida a la de Jesús, será preciosa a los ojos del Señor10. Divino Maestro, me uno a tu sagrado Corazón en su perfecta sumisión y entrega total a los desig3 Sal 21, 13. 4 Jn 19, 15: Tolle, tolle, crucifige eum. 5 Jn 19, 16. 6 Jn 19, 11. 7 1 Pe 2, 23. 8 Is 53, 7: Oblatus est quia ipse voluit 9 Rm 5, 19. 10 Sal 115, 15.
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nios del Padre. Produzca la virtud de tu gracia en mi alma aquel espíritu de sumisión rendida, que me entregue sin reservas y sin murmurar a la voluntad de Dios, a todo aquello que desee enviarme en el doloroso momento de mi muerte. Padre nuestro, Ave María y Gloria. V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
IIº ESTACIÓN Jesús cargado con su cruz V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Pilatos les entregó a Jesús para ser crucificado, y ellos lo llevaron cargado con su cruz11. Jesús había hecho un acto de obediencia; se había entrega11 Jn 19, 17: Bajulans sibi crucem.
12 Is 53, 4: Vere languores nostros ipse tulit et dolores nostros ipse portavit. 13 Jn 18, 11: Cálicem quem dedit mihi Pater non bibam illum?
sumisión que Tú nos enseñaste al recibir la tuya por nosotros! Padre nuestro, Ave María y Gloria
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do a la voluntad de su Padre, y ahora el Padre le señala lo que esta obediencia le impone: la cruz. Jesús la acepta como venida de su Padre, con todos sus dolores y humillaciones que implicaba. En este momento, Jesús acepta los innumerables sufrimientos que recaerían pesadamente sobre sus espaldas despedazadas, las torturas inimaginables de la crucifixión; acepta las amargas burlas, las terribles blasfemias con que sus rabiosos enemigos, triunfantes en apariencia, iban a abrumarle luego que le viesen colgado del patíbulo infame; aceptaba la agonía de tres horas, el abandono de su Padre… Jamás ahondaremos bastante el abismo de aflicción que nuestro divino Salvador consintió al tomar la cruz. También en este momento, Cristo Jesús, que a todos nos representaba y que por nosotros iba a morir, acepta la cruz por todos sus miembros, que somos nosotros: Y con todo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, y nuestros dolores los que soportaba12. Unió entonces a las suyas todas las penas de su cuerpo místico, y en esta unión estriba su valor y su precio. Aceptemos, pues, nuestra cruz en unión con Él, para ser dignos discípulos de este divino Maestro; aceptémosla sin deliberar, sin murmurar; por pesada que haya sido para Jesús, la cruz que el Padre le imponía, ¿pudo, tal vez, entibiar su amor y la confianza en su Padre? Muy al contrario. Dice: yo beberé el cáliz de amargura que mi Padre me presenta13. Ojalá hagamos nosotros otro tanto: Si alguien quiere ser mi discípulo, tome su cruz y sígame. Carguemos con la cruz que Dios nos impone, porque hallaremos la paz en su aceptación generosa. Nada tranquiliza tanto a un alma que padece como esta entrega total al beneplácito de Dios. ¡Oh Jesús mío, acepto todas las cruces, todas las contradicciones, todas las adversidades que el Padre me tiene destinadas; dame la unción de tu gracia y fortaleza para llevarlas con la misma
V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
IIIº ESTACIÓN Jesús cae por primera vez V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Varón de dolores y sabedor de dolencias14. Esta profecía de Isaías se cumple a la letra cuando Jesús, agotado por el padecer de alma y cuerpo, sucumbe al peso de la cruz. ¡La omnipotencia cae al suelo abatida por la debilidad! Esta fla14 Is 53, 3: Vir dolorum, sciens infirmitatem.
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queza de Jesús honra su poder divino. Por ella, expía nuestros pecados, repara las rebeliones de nuestro orgullo: levantaste al mundo, impotente para levantarse a sí mismo22. Además, en este momento nos mereció la gracia de humillarnos por nuestras culpas, de reconocer nuestras caídas y confesarlas sinceramente; nos mereció la fortaleza que sostiene nuestra debilidad. Con Cristo, prosternado ante su Padre, detestemos nuestro altivo amor propio y nuestra ambición; reconozcamos lo poquito que somos. Dios, que aplasta a los soberbios, se aplaca con la humilde confesión de nuestra pobreza, la cual atrae sus misericordias: Como un padre tiene misericordia por sus hijos… porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro23. Imploremos esas misericordias cuando nos sintamos débiles en presencia de la cruz, de la tentación y del cumplimiento de la voluntad divina: Ten misericordia de mí, Señor, porque soy un enfermo24. De este modo, proclamando humildemente nuestra poquedad, triunfará en nosotros la gracia que tiene todo poder para salvarnos: La fortaleza se acrecienta en la enfermedad25 . ¡Oh, buen Jesús!. Te adoro de rodillas ante tu Cruz. Fortaleza de Dios26, te muestras a nuestros ojos débil y frágil para enseñarnos la humildad y confundir nuestro orgullo. No me abandones a mí mismo, ya que soy tan poca cosa; que tu fortaleza habite en mí, para que no sea arrastrado al mal: Para que habite en mí la fortaleza de Cristo27. Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine V. Señor, ten piedad de nosotros R. Miserere nostri.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
22 Oración del II Domingo después de Pascua: Deus qui in Filii tui humilitate iacentem mundum erexisti. 23 Sal 102, 13-14: Quomodo miseretur pater filiorum… quoniam ipse congnovit figmentum nostrum. 24 Sal 6, 3: Miserere mei, Domine, quoniam infirmus sum. 25 2 Co 12, 9: Virtus in infirmitate perficitur. 26 1 Co 1, 24. 27 2 Co 12, 9: Ut inhabitet in me virtus Christi.
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V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
IVº ESTACIÓN Encuentro de Jesús con su madre Santísima V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Llegó para la Virgen María el día en que debía realizarse plenamente la profecía de Simeón: Una espada traspasará tu alma28. Así como se había unido a Jesús al ofrecerle en el Templo, así ella quiere más que nunca abundar en sus mismos sentimientos y compartir sus penas en esta hora en que Jesús va a consumar su sacrificio. Se va al Calvario, donde sabe que su Hijo debe ser crucificado, y le encuentra en el camino. Pero ¡qué inmenso dolor el suyo al verle en estado tan lastimoso! Se miran el uno al otro, y el abismo de dolores del Hijo atrae el abismo de compasión de la Madre. ¡Qué no haría Ella por Él! 28 Lc 2, 15.
Dom Columba Marmion nació en Dublín (Irlanda) en 1858 y murió en su monasterio de Maredsous (Bélgica) a finales del primer cuarto de este siglo en 1923. Buen y simpático irlandés (de padre irlandés y madre francesa), estudió en su país primero con los agustinos y jesuitas, y sintiendo la llamada al sacerdocio entró en el seminario diocesano que entonces dirigían los PP. Paúles. Estudió más tarde en Roma y allí conoció los inicios del Colegio internacional de San Anselmo que la voluntad de León XIII quiso levantar para una mejor coordinación de las numerosas congregaciones benedictinas. Ingresó, siendo ya sacerdote, en el monasterio belga de Maredsous, y pronto, tras su profesión, fue dedicado a la enseñanza de los monjes jóvenes que se preparaban en la cercana Lovaina a obtener los grados académicos en teología. Cuando pasados unos años, Dom Hemptinne, abad de Maredsous y primer abad de San Anselmo, no pudo cumplir ambos cargos y renunció al primero, Dom Marmion fue elegido abad de Maredsous. Sin embargo Dom Marmion no es conocido por estos acontecimientos, sino por sus libros y por la irradiación de su doctrina monástica y espiritual. En principio hay que advertir que Dom Columba Marmion no se dedicó a escribir. El carisma de su palabra y doctrina espiritual le viene de sus múltiples clases, conferencias y retiros dedicados a alumnos, sacerdotes y religiosos; y posteriormente las conferencias dadas a sus hijos los monjes de Maredsous que recibieron las acostumbradas y constantes pláticas a las que el abad está obligado a proponer a sus monjes. Amén de todo este cúmulo de conferencias preparadas y dictadas a sus oyentes, habría que añadir las numerosas cartas de dirección espiritual dirigidas a muchas y diversas personas y laicas y religiosas. De todo este acervo nació, ya en vida de Dom Marmion, el deso de dar a la estampa pública tan impresionante conjunto doctrinal en el campo de la pastoral litúrgica, la teología, la doctrina monástica y sobre todo la dirección espiritual a sacerdotes y personas ansiosas de encaminar sus pasos por los derroteros de la perfección y vida cristiana integral. Todo el mundo religioso de su época reconoce en Dom Marmion a un consumado y experto teólogo y a un avezado conocedor de la Escritura, especialmente de San Pablo. Sus libros “Jesucristo, vida del alma”, “Jesucristo en sus misterios” y “Jesucristo ideal del monje” forman una trilogía de contundente material doctrinal, espiritual y apostólico que ha servido de libro de cabecera a muchas almas. Es un hecho que todos los sacerdotes, especialmente en Europa, han tenido en sus bibliotecas desde su época de seminaristas en las décadas de los años 20 a los 60 los títulos antes citados. Y estos mismos títulos recogen el cristocentrismo de su espiritualidad que hace de su predicación y de su enseñanza a laicos, sacerdotes, religiosos y monjes un avanzado heraldo de la espiritualidad de la Iglesia del Vaticano II.
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Un GRAn monje, un abad santo
L.M.P.
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Este encuentro, que fue una fuente de penas, fue también un principio de alegría para Jesús. Se dolía de ver la profunda desolación de su Santísima Madre; pero le alegraba el pensar que sus dolores iban a pagar el precio de todos los privilegios con que Ella debía ser embellecida. Por eso, apenas se detiene. Cristo tenía el corazón más tierno que jamás pudo existir, derramó lágrimas junto a la tumba de Lázaro y lloró la triste suerte de Jerusalén. Jamás hijo alguno amó tanto a su madre como Él; por eso, al encontrarla tan apenada en el camino del Calvario, debió sentir conmoverse las fibras de su Corazón amantísimo. Sin embargo, sigue caminando hacia el lugar de su suplicio, porque tal es la voluntad de su Padre. María se asocia a este sentimiento, sabe que debe cumplirse todo para nuestra salvación, y como quiere beber del mismo cáliz de Jesús, síguele hasta el Gólgota, en donde será corredentora. Nada terreno debe impedir nuestro caminar hacia Dios; ningún amor natural debe estorbar nuestro amor a Cristo; por lo contrario, hemos de pasar adelante para permanecer unidos con Él. Pidamos a María que nos asocie a la contemplación de los dolores de Jesús y nos dé algo de la compasión que Ella tenía, para sacar de allí gran odio al pecado, que exigió tan dura expiación. Para mostrarnos sensiblemente las inmensas gracias que obtenemos por la contemplación de la Pasión, el Señor suele imprimir los estigmas de las llagas de Jesús en el cuerpo de algunos santos, como lo hizo con San Francisco de Asís. No debemos desear esas señales exteriores; pero sí hemos de pedir que la imagen de Cristo paciente se grabe muy honda en nuestro corazón. Solicitemos de la Virgen María esta preciosa gracia: Santa Madre, te imploro esta gracia: imprime profundamente en mi corazón las llagas de Cristo crucificado15. ¡Oh Madre! ahí tienes a tu Hijo. Por el amor incomparable que le tienes, haz que el recuerdo de sus tormentos nos siga en todas partes; te lo
pedimos en su nombre; si no nos escuchas, sería no escucharle a Él mismo, ya que somos sus miembros. ¡Oh Cristo Jesús! he ahí a vuestra Madre. Por Ella, concédenos compadecernos de tus dolores para que lleguemos a asemejarnos a Ti.
15 Prosa del Stabat Mater: Sancta Mater, istud agas, crucifixi fige plagas cordi meo valide.
16 Mt 27, 32; Mc 15, 21.
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Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
Vº ESTACIÓN Simón Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz16 .
17 Mt 16, 24. 18 Col 1, 24. 19 El libro de la gracia especial, II parte, Capítulo 36.
cruz, y desde entonces mereció estar sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad a Aquel que ha soportado contra su persona, tan gran contradicción de parte de los pecadores, para que no os dejéis abatir por el desaliento20. ¡Oh Jesús mío! Acepto de tu mano las astillitas que arrancas para mí de tu cruz; acepto todas las contrariedades, penas, dolores, que permitas o quieras enviarme; las acepto como parte de mi expiación: Une lo poco que hago a tus indecibles amarguras, porque por ellas llegarán a valer algo las mías.
Via Crucis
Jesús se halla exhausto y sin fuerzas; aunque omnipotente, quiere que su santa Humanidad, cargada con todos los pecados del mundo, sienta el peso de la justicia y de la expiación. Pero quiere que le ayudemos a llevar su cruz. Simón es figura de todos nosotros; es a nosotros todos a quienes Cristo pide compartir sus dolores: sólo así seremos discípulos suyos. El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga17. El Padre eterno quiso que una parte de los dolores se reservara al cuerpo místico de su Hijo y que algo de la expiación quedara para sus miembros: Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo18. Jesús también lo quiere, y para manifestar este proyecto divino, aceptó que le ayudase el Cireneo. Mas también nos mereció en este momento la gracia de la fortaleza para sobrellevar generosamente la prueba, colocando en su cruz esa suave unción que hace llevadera la nuestra, porque es cierto que llevando nuestra cruz, llevamos la suya. Une nuestras penas a su dolor, y les confiere por esta unión un valor inestimable, fuente de grandes méritos. Decía N Señor a Santa Matilde: Como mi divinidad atrajo hacia sí los tormentos de mi Humanidad, y los ha hecho suyos (es la dote de la esposa), así yo traspasaré tus penas a mi divinidad y las uniré a mi Pasión y te haré participante de aquella gloria que mi Pasión ha conferido a mi santa Humanidad por todos sus dolores19. En la Carta a los Hebreos se nos da a entender esto mismo para reanimar y mover a los cristianos a sufrirlo todo por amor de Cristo: Corramos con perseverancia en la carrera que se nos tiene abierta, los ojos fijos en Jesús, guía y consumador de la fe; quien en lugar de la alegría que se le brindaba, despreciando la ignominia, sufrió la
Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
20 Hb 12, 1-3.
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teniendo algo de aquel amor que Él tiene a su Padre y a las almas, imitando su paciencia, su fortaleza, su mansedumbre, su dulzura. ¡Oh Padre celestial!, ¡en pago de las amarguras que vuestro Hijo quiso padecer por nosotros, concédele mayor gloria, elévalo a lo más alto, comunícale aquella claridad que mereció cuando su Rostro adorable quedó desfigurado por nuestra salvación!
VIº ESTACIÓN Una mujer enjuga el rostro de Jesús V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. La tradición cuenta que una mujer, movida de compasión, se acercó a Jesús y le ofreció un lienzo para enjugar su Rostro adorable. Isaías había predicho de Jesús paciente que no tendría forma ni belleza, y que ni sería conocido21. El Evangelio nos dice que los soldados le daban bofetadas y le escupían la cara; la coronación de espinas había hecho correr la sangre por su santísimo Rostro. Cristo Jesús quiso padecer todo esto para expiar nuestros pecados; quiso curarnos por los salivazos y bofetadas que recibió su divino Rostro: con sus heridas hemos sido curados22. Siendo nuestro Hermano primogénito, nos quiso dar, al padecer por nosotros, la gracia que nos hace hijos de su eterno Padre. Debemos ser semejantes a Él, ya que es esa la misma forma de nuestra predestinación: (Dios Padre) los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo23; pero sólo lo seremos mientras guardemos en nuestro corazón la gracia santificante, principio de nuestra semejanza divina, y mientras practiquemos las virtudes que ejerció en su Pasión, 21 Is 53, 1-2: Non est species ei, neque decor, nec reputávimus eum. 22 Is 53, 5: Livore ejus sanati sumus. 23 Rm 8, 29: Conformes fieri imaginis Filii sui.
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Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
VIIº ESTACIÓN Jesús cae por segunda vez V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. 24 Is 53, 6: Posuit Dominus in eo iniquitatem omnium nostrum. 25 2 Co 5, 21: Pro nobis peccatum fecit. 26 Jn 15, 5: Sine me nihil potestis facere. 27 Fil 4, 13: Omnia possum in eo qui me confortat.
R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
Via Crucis
Consideremos aquí a nuestro divino Salvador que cae agobiado una vez más bajo la pesada cruz: Dios cargó sobre sus espaldas los pecados del mundo entero: Yahveh descargó sobre él nuestras culpas24. Son nuestros pecados los que le aplastan; los ve todos, uno por uno; los toma como suyos, hasta el punto de parecer, según la expresión de San Pablo, “un pecado viviente”: A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros25. Como Verbo eterno, Jesús es omnipotente; sin embargo, quiere probar toda la flaqueza de una Humanidad abatida; esta debilidad, enteramente voluntaria, honra la justicia de su Padre y nos merece el don de la fortaleza. No nos olvidemos nunca de nuestras miserias; no nos dejemos hinchar jamás del orgullo; por más grandes que nos parezcan los progresos que hayamos realizado, es cierto que seguimos siempre siendo impotentes para llevar nuestra cruz en seguimiento de Cristo Jesús: Sin mí, nada podéis hacer26. Únicamente en la virtud divina que de Él nos viene, encontraremos fuerza para llevarla: Todo lo puedo en Aquel que me da la fuerza27; pero no se nos dará sino implorándola con frecuencia. ¡Oh Jesús, tan débil por mi amor, abrumado por el peso de mis pecados, dame la fortaleza que hay en ti, para que Tú solo seas glorificado por mis obras!
VIIIº ESTACIÓN Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Seguían a Jesús gran multitud del pueblo y mujeres que golpeaban su pecho y se lamentaban por Él; mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dice: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, más bien llorad sobre vosotras y sobre vuestros hijos, porque han de venir días en que se diga: Bienaventuradas las estériles… Los hombres clamarán a las montañas: Caed sobre nosotros…; porque si tal hacen con el leño verde, ¿qué no harán con el seco?28. Jesús conoce las exigencias inexorables de la justicia y santidad de su Padre. Jesús es un Pontífice Santo, Inocente, Puro, separado de los pecadores29; no hace otra cosa que substituirse por ellos; sin embargo de ello, considerad con qué golpes tan rudos le hiere la justicia divina. Si esta justicia exige de Él tan grande expiación, ¿cuál no será el rigor de los castigos contra 28 Lc 23, 27-31. 29 Hb 7, 26.
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los culpables obstinados que hayan rehusado hasta el último día unir su parte de expiación a los tormentos de Cristo?: Es horrendo caer en manos del Dios vivo30. Ese día, la vergüenza del orgullo humano será tanta, el suplicio de los que no se preocuparon de Dios tan terrible, que los desgraciados, alejados de Dios para siempre, no dejarán de morir sin morir; sus dientes rechinarán de desesperación y pedirán a los montes que caigan sobre ellos, cual si éstos los pudiesen substraer a las iras de una justicia, cuya perfectísima equidad no es posible desconocer. Imploremos la misericordia de Jesús, para el día terrible en que venga, no ya como víctima desfallecida por el peso de nuestros pecados, sino como Juez soberano a quien el Padre ha dado todo poder31. ¡Oh buen Jesús, ten misericordia de mí! Tú que eres la vid, dame la gracia de permanecer siempre unido contigo por la gracia y mis buenas obras, para que yo dé buenos frutos y sean dignos de Ti; no llegue a ser por mis pecados rama muerta, buena para arrancarla y arrojarla al fuego32 . Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón. 30 Hb 10, 31. 31 Cfr Mt 28, 18. 32 Cfr Jn 15, 6.
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IXº ESTACIÓN Jesús cae por tercera vez V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Dios, decía Isaías, al hablar de Cristo en su Pasión, quiso quebrantarle por el dolor: Quiso Dios quebrantarle con dolencias33. Jamás podremos, ni siquiera en el Cielo, comprender lo penoso que fue para Jesús someterse a las exigencias de la justicia divina. Ninguna criatura, ni siquiera los condenados, pudo cargar con ese peso. Pero la santa Humanidad de Jesús, unida a esta justicia divina por el contacto inmediato, experimentó todo su rigor y todo su poder. Por eso, como víctima entregada a sus venganzas, Jesús fue en su Humanidad aplastado por el abatimiento que la justicia divina le hizo sentir. ¡Oh Jesús mío, enséñame a detestar el pecado que obliga a la justicia divina a reclamar de Ti tal expiación! ¡Permíteme unir a tus quebrantos todas las penas mías, para borrar con ellas todas mis culpas e ir satisfaciendo por ellas desde ahora! Padre nuestro, Ave María y Gloria
33 Is 53, 10: Dominus voluit conterere enim in infirmitate.
nuestras culpas: por el Espíritu Santo se entregó a sí mismo a Dios35 . Nada hay tan glorioso para Dios, ni tan útil para nuestras almas, como el ofrecernos del todo juntamente con Jesús, cuando se ofrecía a los verdugos para ser despojado de sus vestiduras y ser clavado en la cruz. Esta oblación de nosotros mismos es un verdadero sacrificio; esta inmolación a la voluntad divina es la base de toda vida espiritual. Sin embargo, para que logre todo su valor, debemos unirla a Jesús, ya que por esta oblación nos quiso santificar a todos: por esta voluntad somos santificados36. ¡Oh Jesús mío, toma la ofrenda que te hago de todo mi ser y júntala con la que hiciste a tu Padre celestial al llegar al Calvario! ¡Desnúdame de todo apego a la criatura, y aun a mí mismo!
Vía Crucis
V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Xº ESTACIÓN Jesús es despojado de sus vestiduras V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
Dividiéronse mis vestidos y echaron a suertes mi túnica 34. Así lo profetizó el Salmista. Jesús, despojado de todo y reducido a extrema pobreza, no dispone ni siquiera de sus vestidos, pues una vez levantado en la cruz, los soldados se los reparten después de sortearlos. Es que Jesús, movido por el Espíritu Santo, se abandonó a sus verdugos, como Víctima de 34 Sal 21, 19.
35 Hb 9, 14: Per Spiritum Sanctum semetipsum obtulit Deo. 36 Hb 10, 10: In qua voluntate sanctificati sumus.
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XIº ESTACIÓN Jesús clavado en la cruz V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Le crucificaron, y otros dos con Él, uno a cada lado y Jesús en medio37. Jesús se pone en manos de sus verdugos cual manso cordero que no grita. La tortura de la Crucifixión es lo más cruel que pueda existir. Pues, ¿quién podrá apreciar cuáles fueron los sentimientos del Sagrado Corazón de Jesús en medio de tanto dolor? Sin duda que repetiría las palabras que había dicho al entrar en este mundo: Por eso, al entrar en este mundo, dice: “Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron, entonces dije: He aquí que vengo –pues de mí está escrito en el rollo del libro– a hacer, oh Dios, tu voluntad”38 . Jesús ve siempre el Rostro de su Padre, y ardiendo en llamas de amor, entrega su cuerpo para reparar los ultrajes hechos a la eterna Majestad. Le crucifican entre dos ladrones: y se hace obediente39. Y, ¡qué muerte la suya! ¡La muerte de cruz!: hasta la muerte40. ¿Por qué tanto dolor? Porque así estaba escrito: Maldito todo aquel que cuelga de
37 Jn 19, 18. 38 Hb 10, 5-7- Salmo 39, 8. 39 Fil 2, 8: Factus obediens usque ad mortem. 40 idem.
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un madero41. Quiso perecer entre criminales,42a fin de reconocer los derechos soberanos de la santidad divina. Se entrega por nosotros. Jesús, como Dios que era, nos veía a todos en este momento; se ofrece para rescatarnos, pues a Él, Pontífice y Mediador, fuimos entregados por el Padre: Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado43 . ¡Qué revelación inefable del amor de Jesús!: Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos44. Más no podría haber hecho por los hombres: Nos amó hasta el extremo45 . Y ese amor es también del Padre, del Espíritu Santo, pues los tres no son más que uno… ¡Oh Jesús que obedeciendo a la voluntad del Padre y por la cooperación del Espíritu Santo, diste vida al mundo, líbrame, por tu Cuerpo y por tu Sangre sacratísimos, de todas mis culpas y de todos los males, y haz que yo me adhiera inviolablemente a tus mandamientos, y no permitas que me separe jamás de ti46. Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
41 Dt 21, 23; Gal 3, 13. 42 Is 53, 12; Mc 15, 28; Lc 22, 37. 43 Jn 17, 9: Quia tui sunt. 44 Jn 15, 13: Majorem hac dilectionem nemo habet, ut animan suam ponat quis pro amicis suis. 45 Jn 13, 1: In finem dilexit eos. 46 Misal Romano: Secreta del sacerdote antes de comulgar.
XIIº ESTACIÓN Jesús muere en la cruz V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Y exclamando con grande voz, Jesús dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu. Y diciendo esto, expiró47. Después de tres horas de agonía y de tormentos indecibles, Jesús muere. La única oblación digna de Dios, el único sacrificio que rescata al mundo y santifica a las almas, queda cumplido: En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados48. Cristo Jesús había prometido que, una vez exaltado sobre la cruz, lo atraería todo a Sí: Y cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí49. Le pertenecemos por doble título: como criaturas, a quienes sacó de la nada, y como almas rescatadas por su Sangre preciosa: Nos has redimido, oh Señor, con tu Sangre50. Una sola gota de la Sangre de Jesús, Hombre Dios, habría bastado para salvarnos, porque todo en Él tiene valor infinito; pero entre muchas razones por las que quiso derramar hasta la última gota permitiendo que su Sagrado Corazón fuera traspasado por una lanza, fue 47 Lc 23, 46. 48 Hb 10, 14: Una enim oblatione consummavit in sempiternum sanctificatos. 49 Jn 12, 32: Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum. 50 Ap 5, 9: Redemisti nos Domine in sanguine tuo.
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para manifestarnos su amor entrañable. La derramó por todos nosotros, y cada cual, bien puede decir con toda verdad aquello de San Pablo: Me amó y se entregó por mí51. Pidámosle que nos abrace y acerque a su Sagrado Corazón gracias al poder de su muerte de cruz, y que nos haga morir a nuestro amor propio y a nuestra propia voluntad, origen de tantas infidelidades y pecados; pidámosle vivir para Él, ya que Él murió por nosotros. Y si a su muerte debemos la vida de nuestras almas, ¿no será justo que vivamos sólo para Él?: Y murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos52. ¡Oh Padre, glorifica a tu Hijo pendiente del patíbulo! Puesto que se ha humillado hasta la muerte y muerte de cruz, ensálzale ahora y que sea exaltado el nombre que le diste. Toda rodilla se doble ante Él, y toda lengua confiese que tu Hijo Jesús vive desde ahora en tu eterna gloria. Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
51 Gal 2, 20. 52 2 Co 5, 15: Ut et qui vivum jam, non sibi vivant, sed ei qui pro ipsis mortuus est.
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Padre nuestro, Ave María y Gloria
XIIIº ESTACIÓN El cuerpo de Jesús, bajado de la cruz, es entregado a su madre V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. El cuerpo inmóvil de Jesús se devuelve a María; no podemos imaginar cuál fue el dolor de la Virgen en esta hora. No hay madre alguna que ame tanto a sus hijos como María amó al suyo; su corazón de madre fue modelado por el Espíritu Santo para amar a un Hombre-Dios. Jamás corazón humano latió con tanta ternura como el corazón de María, porque estaba llena de gracia y su amor no encontraba obstáculo alguno a sus expansiones. Además, ella le debía todo a Jesús; su Inmaculada Concepción, los privilegios que la hacen criatura única, se le habían concedido en previsión de la muerte de su Hijo. Pues, según esto, ¿cuál no sería su dolor al recibir en sus brazos el cuerpo ensangrentado de Jesús? Echémonos a sus pies para pedirle perdón de los pecados que fueron causa de su quebranto. ¡Oh dulce Madre, fuente de amor! Hazme comprender el valor de tu dolor para tomar parte de él; haz que mi corazón se abrase en amor a Cristo, mi Dios, para no pensar sino en agradarle siempre53. 53 Cfr Prosa: Stabat Mater.
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V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
XIVº ESTACIÓN Jesús puesto en el sepulcro V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R. Quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum. R. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. José de Arimatea se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús y, después de descolgarlo, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía54. El autor de la Carta a los Hebreos decía que Cristo debía sernos semejante en todas las cosas55; 54 Lc 23, 53. 55 Hb 2, 17.
gracia de decir un eterno adiós a todo aquello que me aparta de ti: al diablo, a las máximas del mundo, a mis concupiscencias! ¡Por la eficacia de tu resurrección, haz que, como Tú, no viva sino para gloria de tu Padre!
Vía Crucis
hasta en su sepultura se nos parece Jesús: Se le sepultó –nos dice S Juan– a la manera judía con lienzos y aromas56. Mas el cuerpo de Jesús, unido al Verbo, no debía sufrir la corrupción. Quedará ahí apenas tres días; pero luego, por su propio poder, Jesús saldrá triunfante de la muerte, resplandeciente, lleno de vida y de gloria, y la muerte ya no tendrá dominio sobre Él57. Nos dice el Apóstol que por nuestro bautismo hemos sido sepultados con Cristo a fin de morir para el pecado: Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte58 . Las aguas del bautismo son como un sepulcro donde debemos dejar el pecado y de donde salimos animados de una nueva vida, la vida de la gracia. Siempre dura la virtud sacramental de nuestro bautismo. Uniéndonos por la fe y el amor a Cristo yacente en el sepulcro, renovamos esa gracia de morir al pecado a fin de vivir sólo para Dios59. ¡Oh Jesús, Señor mío, entierre yo en tu tumba todos mis pecados, todas mis culpas e infidelidades; por tu muerte y sepultura, dame la
Padre nuestro, Ave María y Gloria V. Miserere nostri, Domine. V. Señor, ten piedad de nosotros. R. Miserere nostri. R. Señor, ten piedad de nosotros. V. Fidelium animae, per misericordiam Dei, requiescant in pace. V. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. V. Sancta Mater, istud agas * Crucifixi Fige plagas Cordi meo valide. Madre llena de aflicción, * Haz que de Jesús las penas, * Me sellen el corazón.
56 Jn 19, 40. 57 Rm 6, 9. 58 Rm 6, 4: Consepulti enim sumus cum illo per baptismum in mortem. 59 Rm 6, 11.
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El Origen y la Ciencia Por Francisco Claro
«Si el cuerpo teórico de la física, las leyes que encapsulan sus verdades, terminan por explicar el Universo sin la participación expresa de un Ser externo, ¿es ello una prueba de que Dios no existe? ¿Elimina acaso todo espacio para la acción de un Dios creador?»
Detalle del fresco “La creación de Adán” de Miguel Ángel, capilla Sixtina, ciudad del Vaticano, Roma.
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ocos asuntos parecen inquietar tan profundamente al ser humano como el de su origen, y aquel de la materia que lo sostiene. Desde un pasado remoto el sentimiento religioso ha ofrecido una respuesta radical a esa preocupación, conquistando, en sus diferentes expresiones, a gran parte de la humanidad. Pero el avance acelerado y exitoso de la ciencia en los últimos siglos ha despertado en muchos la convicción que de ella surge ya, o surgirá en el futuro, otra respuesta superior en su racionalidad a la religiosa. Últimamente han aparecido numerosos escritos que proponen abiertamente un universo sin Dios, sin creador ni sentido alguno.1 Surge entonces la pregunta, de los hallazgos de la ciencia ¿se puede hoy concluir algo definitivo acerca de la existencia o inexistencia de Dios? El argumento moderno supone que el método científico es el único medio eficaz para alcanzar la verdad. Según él, en cada momento de la historia existiría una parte de esa verdad ya conquistada a través del método científico, y otra, complementaria, aún sumida en medio de la extensa ignorancia original. Desde esta El impacto tecnológico perspectiva el avance de la ciencia se mira como una conquista de la ciencia del siglo XX territorial, que reemplaza creencias ingenuas que se inventaron que hoy invade nuestra para ocultar o aplacar la angustia existencial, por verdades duras vida cotidiana, así como y bien fundadas. Una frontera que se desplaza paso a paso con el el acabado relato de la correr del tiempo, agrandando el cuerpo de lo comprendido y disevolución del Universo minuyendo la ignorancia primordial. Así, el movimiento planetario que emerge de la física y la es comprendido cabalmente por medio de las leyes de Newton, cosmología, han ofrecido desplazando explicaciones anteriores basadas en planetas-dioses un contexto propicio para que tienen voluntad, sentimientos y hasta humor. El territorio de expresar la visión atea lo ignorado puede ser finito o infinito; en el primer caso se busca contemporánea a que nos una teoría final, una Teoría de Todo como suele llamársela, que será referimos. la llave maestra para abrir el misterio y dar cuenta completa de la realidad.2 En el segundo, la búsqueda seguirá interminablemente, con logros progresivos que hacen al mundo más y más comprensible, aunque sin llegar a entenderlo nunca cabalmente. Sin duda el impacto tecnológico de la ciencia del siglo XX que hoy invade nuestra vida cotidiana, así como el acabado relato de la evolución del Universo que emerge de la física y la cosmología, han ofrecido un contexto propicio para expresar la visión atea contemporánea a que nos referimos. Hasta la aceptación de un Big Bang como origen hace algunas décadas, existió en el siglo XX un acuerdo tácito de no agresión entre la visión científica y la religiosa, en el entendido que, a pesar de un pasado de conflictos, bien enfocadas se afanaban en ambientes independientes, refiriéndose a preguntas que no invadían el territorio del otro. Pero el Big Bang habla explícitamente del principio del Universo, de la Creación, abriendo un punto de encuentro –o desencuentro– que interesa a ambos campos de búsqueda, evocando así la pintura de Miguel Angel 1 Ver por ejemplo los textos de Richard Dawkins, The God Delusion (Bantam Press, 2006) o Daniel C. Dennett, Breaking the Spell: Religion as a Natural Philosophy (Penguin Books, 2007). 2 Esta postura reduccionista extrema es defendida con elocuencia por el conocido físico y Premio Nobel Steven Weinberg en su obra Dreams of a Final Theory (Vintage Books, 1994).
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en el techo de la Capilla Sixtina, en la cual el dedo extendido de Dios casi toca el del ser humano en un gesto de acercamiento singular. En el Génesis, el relato de la Creación ordena en seis días la aparición de la materia, la vida y el hombre, en una secuencia de magnos eventos creativos que se suceden con lógica más poética y metafórica que científica. En cada uno de ellos –sea la aparición de la luz, las aguas o el ser humano– el Creador actúa haciendo gala de su voluntad y omnipotencia. En el relato científico en cambio, cada novedad está vinculada causalmente con lo previamente existente, sin la intervención expresa de un Ser externo, reduciéndola a una evolución natural de la materia según leyes preexistentes verificables en el laboratorio. Son dos visiones excluyentes que se refieren a una misma realidad, una que invoca a Dios mientras la otra descansa en el actuar autónomo de una o más leyes fundamentales que regulan y explican la aparición del Universo y su evolución posterior. Revisemos esta segunda posición haciendo un breve recuento de la física y sus hallazgos.
El discurso de la física La física es una teoría del universo material. Su estructura contiene un conjunto coherente de leyes agrupadas en sectores temáticos, llamados tradicionalmente “mecánica”, “electromagnetismo”, “termodinámica”, etc. La expresión verbal de estas leyes –e.g. “la acción de una fuerza La historia del Universo acelera el movimiento”– tiene un correlato matemático que que se cuenta hoy ha permite, resolviendo las ecuaciones pertinentes, calcular con sido fruto del antiguo y exactitud magnitudes mensurables. Esta sorprendente “vía fecundo diálogo entre la paralela” al lenguaje ordinario es de un enorme poder práctico, observación de los cielos, permitiendo a la especie humana realizar el sueño de llegar a la y el razonar a la luz de las Luna hace cuatro décadas, y hoy a sus miembros comunicarse teorías físicas ya aceptadas entre sí mediante un teléfono personal de enorme versatilidad o en construcción. y bajo precio. También ha hecho posible confirmar la veracidad de sus expresiones, contrastando con detalle a veces exquisito la teoría con la realidad manifestada en el laboratorio. Un subconjunto de estas leyes, que se conoce bajo el nombre “ecuaciones de movimiento” ya que involucran al tiempo como variable, permiten hacer afirmaciones acerca del pasado y el futuro, explicar lo acontecido o predecir lo que sucederá. Permeando los sectores temáticos mencionados existen grandes paradigmas que caracterizan los ámbitos de aplicabilidad de la teoría. Uno, denominado física clásica, se refiere al ámbito macroscópico de la experiencia cotidiana, como la atracción del hierro por un imán, el movimiento de un planeta o de una galaxia entera, espacio accesible a la observación directa donde la vigencia de una causalidad parece evidente. Es un dominio determinista, que surge como aproximación de un paradigma más fundamental, la física cuántica, requerida cuando se estudia lo más pequeño, inaccesible a la experiencia directa, como el átomo y el rico mundo subatómico. Este último es no causal, si bien la teoría nos da herramientas para acceder a explicaciones y predicciones a través del lenguaje de las probabilidades. Mientras en el ámbito clásico está
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permitido afirmar que al lanzar una piedra ésta describe una parábola por efecto de la atracción gravitatoria, en el cuántico sólo se puede asegurar que la probabilidad de que un electrón aparezca como si hubiese descrito una parábola, es tal o cual. En este caso las ecuaciones de movimiento se refieren al cambio de las probabilidades con el pasar del tiempo, mientras la física clásica explica o predice hechos ciertos.
El relato cosmológico La cosmología hace acopio de este extenso bagaje teórico para construir su relato acerca del pasado del universo actual. La física clásica permite entender la formación de los planetas a partir de densas nubes de gas, su orbitar en torno al Sol, la trayectoria de este astro y otras estrellas en la galaxia, el movimiento relativo entre galaxias, las lentes gravitacionales, algunas propiedades de los agujeros negros, etc. La física cuántica se hace por su parte necesaria para comprender lo que ocurre al interior de las estrellas, la explosión de las supernovas, o las emisiones de partículas y otras formas de radiación cósmica que diariamente se detectan en los telescopios Si el cuerpo teórico de terrestres y orbitales. La historia del Universo que se cuenta hoy la física, las leyes que ha sido fruto del antiguo y fecundo diálogo entre la observación encapsulan sus verdades, de los cielos, y el razonar a la luz de las teorías físicas ya aceptadas terminan por explicar o en construcción. el Universo sin la Un brevísimo esbozo de esta historia es el siguiente.3 En un inicio el participación expresa de Universo es una verdadera sopa hirviente inmensamente densa de un Ser externo ¿es ello partículas que se mueven independientemente de un lado a otro a una prueba de que Dios altísima temperatura,4 expandiéndose y enfriándose a medida que no existe? ¿Elimina acaso transcurre el tiempo. La temperatura se asocia a la energía con que todo espacio para la acción se mueven los corpúsculos en este caldo, de modo que al enfriarse de un Dios creador? es posible que parejas que se atraen se unan y permanezcan juntas.5 Así, transcurridos tres minutos ya se han formado algunas partículas compuestas, como protones y neutrones a partir de tríos de quarks, y sus combinaciones más simples. En esta etapa la temperatura es aún demasiado alta –unos mil millones de grados– para estabilizar la unión de un electrón y un protón, y constituir así átomos de hidrógeno estables. El enfriamiento continúa sin que nada muy diferente ocurra hasta que, transcurridos ya unos trescientos mil años y alcanzada la temperatura de unos pocos miles de gra3 La historia de esta historia es de enorme riqueza, salpicada de anécdotas y detalles que se relatan en una variedad de libros de divulgación. Es importante tener presente que en ella han jugado un papel crucial largos cálculos y observaciones de gran sofisticación técnica, algunos de los cuales han merecido el Premio Nobel. Es el caso del aporte de Hans Bethe, quien recibió este premio en 1967 por describir lo que ocurre al interior de estrellas como nuestro Sol, aquello que da origen a su intensa luminosidad y otras características. Ver por ejemplo el ameno libro de Steven Weinberg The Frst Three Minutes: A Modern View of the Origin of the Universe (Basic Books, 1977; versión en español de Alianza Editorial, Madrid 1999). 4 Cuando habían transcurrido apenas 10-43 segundos (un décimo de septillonésima de segundo después del Big Bang) la temperatura era de 1032 grados (cien quintillones, o un 1 seguido de 32 ceros, un millón de millones de millones de millones más caliente que el centro del Sol). 5 Cuando la energía que llevan las partículas es muy alta, los violentos choques entre ellas rompen los enlaces que unen los constituyentes de un eventual compuesto, disociándolo e impidiendo su duración, su estabilidad. Por ejemplo en el interior del Sol, donde la temperatura es de algunos millones de grados, no hay átomos estables, sólo electrones y núcleos atómicos livianos en una danza frenética, donde la formación de parejas (átomos de hidrógeno) es extremadamente infrecuente y efímera.
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«No existe una explicación científica del origen y lo que ocurrió inmediatamente después. Preguntas como ¿cómo empezó el tiempo? o, si es infinito y no empezó ¿qué había antes del Big Bang? no tienen hoy respuesta científica, y aún inspira y se cita aquí y allá la visión milenaria de San Agustín de un Universo que es creado por Dios junto al tiempo mismo.» (Miguel Angel, Capilla Sixtina).
dos, se forman las especies más simples de átomos estables, el hidrógeno y el helio, los que, por ser eléctricamente neutros, no son amenazados por la acción disociadora de la potente luz que atraviesa el Universo. Esta radiación y los átomos conviven a partir de entonces sin hacerse mayor daño. Sigue el enfriamiento, permitiendo la agrupación de átomos en moléculas que forman a su vez gases, cuya distribución en el universo es levemente inhomogénea. A pesar de la expansión global del espacio, la atracción gravitatoria junta estos pedazos de materia en las zonas más densas, de tal modo que cuando el universo tiene unos mil millones de años de edad (un treceavo de su edad presente), a partir de ellos ya se han formado la mayoría de las estrellas y galaxias. La proporción de hidrógeno y helio que debiera tener el Universo hoy de acuerdo a este relato, así como su temperatura, han De ninguna manera. Las sido calculados, medidos a través de la observación del cosmos y preguntas acerca del comprobados con gran precisión dando un fuerte respaldo al cuadro Universo no terminarían ahí, en un relato acabado que hemos delineado.
Un misterioso lapso
del origen y lo que luego le siguió, haciendo mero uso de las leyes de la física. Quedaría por explicar el origen de esas leyes.
La historia que ha construido la ciencia, sin embargo, es incompleta; no comienza con la creación misma, sino un instante después. ¿Qué ocurre en ese diminuto lapso de tiempo que queda fuera? No lo sabemos porque no tenemos información proveniente de la observación astronómica sobre ese instante y, por otro lado, la densidad del Universo es entonces tan grande que las teorías físicas existentes ya no se pueden aplicar, dejan de tener validez. Más grave es la situación en el origen mismo ¡donde la densidad es infinita!, hay una singularidad y hasta las matemáticas se hacen inútiles.6 6 Este problema es el primero de cinco pendientes en la física según el destacado experto Lee Smolin (The Trouble with Physics: The Rise of String Theory, the Fall of a Science, and What Comes Next, Mariner Books, 2007, p. 5). Si bien hay una teoría de la gravedad y una física cuántica, no hay una teoría cuántica de la gravedad que combine ambos dominios, necesaria cuando se hacen preguntas sobre la singularidad en el origen del Universo o su cercanía temporal, o el centro de un agujero negro.
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No existe una explicación científica del origen y lo que ocurrió inmediatamente después. Preguntas como ¿cómo empezó el tiempo? o, si es infinito y no empezó ¿qué había antes del Big Bang? no tienen hoy respuesta científica, y aún inspira y se cita aquí y allá la visión milenaria de San Agustín de un Universo que es creado por Dios junto al tiempo mismo.7 Pero, como ha ocurrido una y otra vez con las zonas oscuras de la física, podría ser que en uno, 17 o 351 años más, un físico genial, un nuevo Einstein, proponga ideas que permitan abordar en forma confiable el misterioso lapso inicial.8 Si el cuerpo teórico de la física, las leyes que encapsulan sus verdades, terminan por explicar el Universo sin la participación expresa de un Ser externo ¿es ello una prueba de que Dios no existe? ¿Elimina acaso todo espacio para la acción de un Dios creador? De ninguna manera. Las preguntas acerca del Universo no terminarían ahí, en un relato acabado del origen y lo que luego le siguió, haciendo mero uso de las leyes de la física. Quedaría por explicar el origen de esas leyes. Por ejemplo, si la teoría final llegase a concluir que “cuando aparece el Universo en la nada material ya existen las leyes de la física y en virtud de ellas se originan el espacio y el tiempo…” o que “siempre ha existido el tiempo y un vacío primordial; en el origen, una fluctuación cuántica –el Big Bang– da lugar al Universo que habitamos, que luego evoluciona…”, Siendo una teoría de en ambos casos lo que ocurre está sujeto a leyes o realidades cuyo la materia, las sólidas origen debe ser también explicado.9
verdades de la física no han tocado a la fecha dos grandes preguntas que preocupan hondamente al ser humano: el origen de la vida y el origen de la conciencia(…)
Otras brechas en el relato
Siendo una teoría de la materia, las sólidas verdades de la física no han tocado a la fecha dos grandes preguntas que preocupan hondamente al ser humano: el origen de la vida y el origen de la conciencia. El problema no es de compatibilidad entre esa teoría y lo que observamos, de que se requiera una violación de las leyes de la física para que aparezcan vida y conciencia. El problema es nuevamente su origen, si vida y conciencia pueden aparecer como resultado natural de la evolución del Universo, sin la intervención del Creador en un momento de la historia. A estas preguntas la ciencia experimental no ofrece una respuesta por la simple razón de que ni vida ni conciencia han podido originarse en el laboratorio. Si bien la vida 7 Ver por ejemplo el libro de Alan Guth, uno de los cosmólogos más influyentes de la actualidad, The Inflationary Universe: The Quest for a New Theory of Cosmic Origins (Addison Wesley, 1997) p. 251 8 Stephen Hawking argumenta que el Universo no tiene un principio. En su visión el origen es tan singular –en realidad “poco singular”– como el polo sur en una esfera, de donde emergen líneas imaginarias que divergen, los meridianos, dando la impresión que el espacio se agranda. Sin embargo el polo sur de una esfera puede estar en cualquier punto de ella y sólo un accidente en el caso de la Tierra –la rotación en torno a su eje– le otorga cierta justificación. Algo similar ocurriría con nuestro Universo, según Hawking uno de muchos que tuvo la muy improbable particularidad de permitir eventualmente la aparición de un físico como él en escena. Ver por ejemplo su popular libro (record Guinness por permanecer 237 semanas como Best Seller del Sunday Times y sus decenas de millones de ejemplares vendidos a la fecha) A Brief History of Time: From de Big Bang to Black Holes (Bantam Books 1988, Cap. 8, versión en español publicada por Grijalbo editores). Sus ideas sin embargo parten de supuestos muy cuestionados, como lo comenta Lee Smolin (op. cit. p. 243). 9 Existen argumentos rebuscados y de veracidad indemostrable que apelan a la existencia de infinitos universos en los cuales podría haber distintas leyes de la física. Las de nuestro Universo serían una entre tantas, sin nada especial, salvo el que hayan dado lugar a la aparición de la vida y el ser humano. Aún así, la aparición de esos universos no es caprichosa y arbitraria y estaría sujeta a leyes aún más primordiales. Por otro lado, la idea de aparición de materia como fruto de una fluctuación cuántica es parte cotidiana de la física actual, pero requiere de un vacío pre-existente no ajeno a la realidad física misma cuya existencia habría que explicar. Ver por ejemplo el artículo del autor, “El Silencio Anterior” en La Filosofía como Pasión (Trotta, Madrid, 2003) pp 267-274.
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se ha manipulado extensamente, no existen fábricas de óvulos fecundados de alguna especie, cuyos infantes salen vivos de una máquina cuyo insumo son meras moléculas inertes. Es decir, una vez que está, la vida se puede alterar; el problema es que esté. También la conciencia, una vez presente se puede manipular, pero en su integridad no ha sido posible generarla ni en un entorno de vida inconciente –un mono, por ejemplo–, ni en un computador. Hay tareas que ciertos robots pueden simular: identificar objetos, reaccionar a un mensaje verbal, tomar decisiones en circunstancias muy limitadas, y hasta componer música,10 pero la distancia entre esta forma de “inteligencia artificial” y la conciencia humana en su complejidad global es aún inconmensurable.
Un espacio para la fe No queremos implicar que no haya propuestas desde la ciencia para responder las preguntas planteadas.11 Sí las hay, y suelen ser seductoras para quienes ven en la idea de Dios una expresión de la debilidad del ser humano. Pero la aceptación de estas propuestas, ya vengan de un físico o de algún experto en evolución, es hoy un mero acto de fe humana. Afirmaciones como “la ciencia (…)El problema es lo explicará eventualmente todo” o “el Universo y la vida humana nuevamente su origen, si no tienen sentido” son opciones tan audaces y temerarias como vida y conciencia pueden su negación, no tienen respaldo en la ciencia ni una posibilidad aparecer como resultado natural de la evolución previsible de lograrlo. Si la intervención de Dios en la historia fuese evidente y tuviese el del Universo, sin la carácter de una verdad científica, el acto de fe en Dios ya no tendría intervención del Creador sentido: sería incluso insensato rechazar la existencia del Creador. en un momento de la Hoy la ciencia es presentada como una alternativa para explicar historia. el mundo, pero los argumentos que respaldan tal posición tienen la debilidad que esa comprensión cabal del Universo no ha sido alcanzada aún, de modo que al final del día creer en ellos requiere de un acto de fe que, en su dimensión humana, parece tan arriesgado y radical como creer en Dios. En resumen, tanto la esperanza que la ciencia lo explique todo como la creencia en Dios requieren de un profundo y arriesgado acto de fe. Hay una diferencia entre estas alternativas, sin embargo. Mientras la ciencia no otorga sentido a la Creación, la noción de Dios sí lo ofrece, permitiendo al creyente religioso convivir en armonía con la angustia existencial y la ignorancia, sin caer en la desesperación.
10 El programa computacional EMI (Experiments in Musical Intelligence) de David Cope, profesor emérito de la Universidad de California en Santa Cruz, compone convincentes “mazurcas de Chopin” al punto que entendidos son incapaces de distinguir si son obra del compositor polaco, o no. Ver el artículo de Douglas Hofstadter al respecto en New Scientist, Agosto 1997. 11 Ocasionalmente la física ha tocado temas profundos de la realidad humana como la libertad. La física clásica de Newton, por ejemplo, que reinó sin contrapeso en los siglos XVIII y XIX, describe un Universo determinista en el cual incluso estas líneas fueron incubadas en las diminutas irregularidades que siguieron al Big Bang e inevitablemente escritas, dejando fuera la posibilidad más prudente de no haberlo hecho. Por su parte, la física cuántica acepta la presencia real de varias alternativas futuras consistentes con un mismo presente, aunque no se pronuncia acerca de cómo tal indeterminación puede afectar el comportamiento y la libertad de un ser humano. Si una mente científica se pronuncia sobre estos temas, lo hace a título personal y de manera especulativa. Puede interesar al lector ejemplos de estas escasas intervenciones en el breve intercambio entre Roger Penrose, Abner Shimony, Nancy Cartwright y Stephen Hawking, The Large, the Small and the Human Mind (Cambridge University Press, 1997) o el extenso ensayo sobre la libertad de Daniel Dennet Freedom Evolves (Viking Penguin, 2003).
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«Yendo mucho más allá de la representación genérica del ligamen social como un ordenado rassemblement de individuos libres e iguales en torno a problemas y objetivos comunes, el Papa Pablo VI muestra cómo ha percibido con convicción toda la novedad del fenómeno.» (Oleo “Paolo VI in preghiera”, por
Amadeo Brogli).
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Pablo VI y el ligamen social Por Pierangelo Sequeri
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n una entrevista reciente se ha afirmado, en mi opinión con justa razón, que “la Doctrina Social de la Iglesia debe a Pablo VI más de lo que se piensa”1. Es posible explicitar (o completar si se prefiere) esta afirmación con una constatación vinculada con el estudio del pensamiento de Pablo VI en esta perspectiva: no se puede ciertamente decir que la condición actual de la literatura científica sea generosa en profundizaciones. No pretendo llenar la laguna, si ha de considerarse como tal. En este aporte, de cuyo encargo estoy agradecido al Instituto Pablo VI de Brescia2, me propongo un doble objetivo. El primero es la revisión de algunos aspectos del magisterio montiniano, en los cuales se refleja la aguda percepción del nuevo escenario que es preciso enfocar atentamente cuando se razona sobre la relación entre la misión de la Iglesia (“experta en humanidad”) y el espesor de la forma social típica de la modernidad (la colectividad urbana). El segundo es la identificación de un punto neurálgico de aplicación del esfuerzo encaminado a la fermentación de las condiciones de una conexión fructífera entre el anuncio evangélico y el nuevo humanismo planetario (la fórmula es especialmente grata para Pablo VI) que se va constituyendo. Para ilustrar algunos rasgos hasta ahora estimulantes del magisterio de Pablo VI al respecto, opto por mantener en primer plano el cotejo con la Carta Apostólica Octogesima adveniens (14 de mayo de 1971), que en mi opinión ofrece sobre el punto las evidencias más inmediatas y específicas.
Pablo VI intuye, con especial visión de largo plazo, que el elemento crucial del nuevo horizonte social ya no consiste simplemente en el “clásico conflicto entre capital y trabajo”, que fuera el punto de ingreso en la novedad de la época en el memorable texto de la encíclica Rerum Novarum.
La noción de “ligamen social”: marco de referencia El tema unitario subyacente en esta exploración, como lo indica el título, es el “ligamen social”. Se trata de un tema cuya relevancia actual no es necesario resaltar. Al mismo tiempo, para quienes conocen la materia, no escapa el hecho de que este argumento es actualmente el punto de convergencia de numerosos análisis y profundizaciones por parte de la filosofía reciente. El motivo de esta nueva concentración en los aspectos fundamentales –en la noción misma– del ligamen social refleja el alcance de su crisis actual. La crisis –se puede decir– es denunciada universalmente, si
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1 La declaración es de Sandro Fontana, Director del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia (www.vanthuanobservatory.org). 2 Este texto corresponde en lo fundamental a la conferencia pronunciada por el autor al cierre del XI Coloquio Internacional de Estudios del Instituto Paolo VI de Brescia. Cfr. Humanitas 60, Panorama, p. 781
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El aspecto central ha llegado a ser, en el ínterin, el “conflicto entre la nueva realidad económico-social y política, producto del progreso industrialtecnológico, y la capacidad cultural y moral del hombre para dominarla: sin refugiarse en lo sucesivo en ilusiones y evasiones” (Sergio Zaninelli).
bien el diagnóstico y las correspondientes evaluaciones se expresan en numerosas líneas de interpretación contrapuestas. La tendencia a la disolución de todos los vínculos, concebida como principio mismo de la libertad individual, así como el debilitamiento de la esfera política, con marcado agotamiento del concepto de bien común, constituyen hoy las evidencias comúnmente señaladas como configuración de una profunda transformación en curso. La Iglesia Católica es interpelada directamente por este fenómeno. La forma comunitaria del cristianismo no es puramente un marco institucional o un subsidio instrumental de su misión. Ésta constituye su naturaleza: concierne intrínsecamente al contenido de su testimonio y al objetivo de su misión. El obsequio fraternal del ágape de Dios entre los hombres forma parte del misterio central de la revelación cristiana: es la figura correspondiente y la señal eficaz de su sentido último, que en la historia anticipa su gracia visible precisamente mediante la Iglesia. En esta clave, dicha señal no puede no proponerse también como iluminación y soporte para el ligamen social entre los seres humanos. La forma cristiana, luego, en su específica dimensión religiosa, lo lleva continuamente más allá de su natural medida de sentido y sus problemáticas esperas de cumplimiento. Por consiguiente, y recíprocamente, las mutaciones que intervienen en relación con la conciencia y el orden histórico de ese vínculo interpelan directamente a la Iglesia, al margen de todo mero tacticismo, en cuanto a su capacidad de descifrar las señales de los tiempos y realizar su mandato de testimonio. La ilustración y el soporte de semejante tarea, que sigue siendo enteramente nuestra, inspiró ciertamente el magisterio eclesial de Montini, con especial implicancia en la expresión pública de su ministerio petrino. Pablo VI intuye, con especial visión de largo plazo, que el elemento crucial del nuevo horizonte social ya no consiste simplemente en el “clásico conflicto entre capital y trabajo”, que fuera el punto de ingreso en la novedad de la época en el memorable texto de la encíclica Rerum Novarum. El aspecto central ha llegado a ser, en el ínterin, el “conflicto entre la nueva realidad económico-social y política, producto del progreso industrial-tecnológico, y la capacidad cultural y moral del hombre para dominarla: sin refugiarse en lo sucesivo en ilusiones y evasiones” (Sergio Zaninelli).
La tecnocracia contemporánea: ambivalencia humanista La Octogesima adveniens enfoca explícitamente el carácter sistémico de la transformación social en curso, procediendo a partir de la misma a explicitar las consiguientes mutaciones antropológicas. La novedad cultural que se va afirmando en nuestra época, como ya todos lo perci-
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ben, consiste en el dominio global del modelo tecnocrático del progreso y la governance, legitimado por parámetros de eficacia inversamente proporcionales a la calidad espiritual de las relaciones3. La nueva sociedad tecnocrática, que se ha instalado en el espacio de superposición entre el llamado debilitamiento de las ideologías y el desarrollo del capitalismo financiero, ha dado un carácter sistémico a esta singularidad: de hecho la cultiva como un valor ético. Es preciso captar debidamente el punto. Esta ambivalencia del nuevo espíritu del capitalismo no es dialéctica, y más bien ha sustituido a la dialéctica en el bien y el mal. La historia ha demostrado, bastante más allá de los defectos ya reconocidos de las respectivas teorías, que tanto el automatismo humanista de la revolución marxista (que la implosión del sistema capitalista habría generado dialécticamente) como el automatismo del mercado liberal (que regeneraría automáticamente su compensación humanista y su equilibrio social) son desmentidos en la realidad4. Naturalmente, en ambos frentes resiste el fundamentalismo de los elementos irreductibles, pero éstos ya han sido superados por la historia. La ambivalencia contemporánea del progreso tecnocrático, tan rico en devastaciones del hombre y la naturaleza, se manifiesta como el efecto de un movimiento cultural preciso: la tecnocracia se acredita –incluso moralmente– como racionalidad eficaz de los medios, formalmente ajena a la razón de los fines, expulsados de la historia colectiva y entregados nuevamente a la libertad de los individuos. Puede por consiguiente hacer valer su ambivalencia, en el plano de la destinación ética y social de los medios, como una cualidad universalmente apreciable: ajena a las ideologías, se puede disfrutar más allá de las creencias, siendo ventajosa para todos sin cargas de sectarismo político. Puede llegar incluso a simular la inocencia moral y política, proponiéndose como modelo progresivo de conocimiento neutro y auxiliador humanismo. De este modo se favorecen el ocultamiento y la eliminación de sus daños colaterales. Semejante ambivalencia es sin embargo fruto de una abstracción retórica (en muchos aspectos interesada). En la realidad, ésta tiende irresistiblemente a eliminar la condición humana en la utilización de los instrumentos que el desarrollo tecnológico proporciona5. “No basta aumentar la riqueza común para que sea repartida equitativamente. No basta promover la técnica para que la tierra sea humanamente más habitable. Los errores de los que han ido por delante deben advertir a los que están en vía de desarrollo de cuáles son los peligros que hay que evitar en este terreno. La tecnocracia del mañana puede engendrar males no menos temibles que los del liberalismo de ayer. Economía y técnica no tienen sentido si no es por el hombre, a quien deben servir. El hombre no
La Octogesima adveniens enfoca explícitamente el carácter sistémico de la transformación social en curso, procediendo a partir de la misma a explicitar las consiguientes mutaciones antropológicas.
3 Oa 41. 4 Oa 26. 5 Si hoy día se ha podido hablar de un retroceso de las ideologías, esto puede constituir un momento favorable para la apertura a la trascendencia y solidez del cristianismo. Puede ser también un deslizamiento más acentuado hacia un nuevo positivismo: la técnica universalizada como forma dominante del dinamismo humano, como modo invasor de existir, como lenguaje mismo, sin que la cuestión de su sentido se plantee realmente . (Octogesima adveniens, n. 29; cfr. 31-35, marxismo y liberalismo). En el reduccionismo antropológico de las llamadas ciencias humanas , cfr. Oa, nn 38-40.
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«Pablo VI visualizó –con lucidez y pasión no comprendidas, que precisamente ahora nos emocionan aún más– el alcance intelectual de la ambigüedad presente en las innegables conquistas de la modernidad occidental.»
es verdaderamente hombre, más que en la medida en que, dueño de sus acciones y juez de su valor, se hace él mismo autor de su progreso, según la naturaleza que le ha sido dada por su Creador y de la cual asume libremente las posibilidades y las exigencias” (n. 34). Y luego, un poco más adelante: “Rico o pobre, cada país posee una civilización, recibida de sus mayores: instituciones exigidas por la vida terrena y manifestaciones superiores artísticas, intelectuales y religiosas de la vida del espíritu. Mientras que contengan verdaderos valores humanos, sería un grave error sacrificarlas a aquellas otras. Un pueblo que lo permitiera perdería con ello lo mejor de sí mismo y sacrificaría para vivir sus razones de vivir. La enseñanza de Cristo vale también para los pueblos: ‘¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?’” (Populorum progressio, 1967, n 40).
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El pensamiento único de la igualdad: aislamiento En segundo lugar, la ambivalencia de la sociedad contemporánea se realiza en el establecimiento de una ideología de la igualdad que proporciona una paradojal justificación al perfecto desinterés por el ligamen social, sobre todo donde ésta se conjuga retóricamente con la ilusión de una mayor libertad y dignidad del individuo, reconocido en su igualdad, pero abandonado a su aislamiento. “Al mismo tiempo que el progreso científico y técnico continúa transformando el marco territorial de la humanidad, sus modos de conocimiento, de trabajo, de consumo y de relaciones, se manifiesta siempre en estos contextos nuevos una doble aspiración más viva a medida que se desarrolla su información y su educación: aspiración a la igualdad, aspiración a la participación [...] Efectivamente, los derechos humanos permanecen todavía con frecuencia desconocidos, si no burlados, o su observancia es puramente formal. En muchos casos, la legislación va atrasada respecto a las situaciones reales. Siendo necesaria, es todavía insuficiente para establecer verdaderas relaciones de justicia e igualdad. El Evangelio, al enseñarnos la caridad, nos inculca el respeto privilegiado a los pobres y su situación particular en la sociedad: los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás. Efectivamente, si más allá de las reglas jurídicas falta un sentido más profundo de respeto y de servicio al prójimo, incluso la igualdad ante la ley podrá servir de coartada a discriminaciones flagrantes, a explotaciones constantes, a un engaño efectivo. Sin una educación renovada de la solidaridad, la afirmación excesiva de la igualdad puede dar lugar a un individualismo donde cada cual reivindique sus derechos sin querer hacerse responsable del bien común”. (Octogesima adveniens, nn 22-23) Los lados débiles del aggiornamento de las ideologías se captan más fácilmente examinando los “sistemas concretos” en los cuales procuran realizarse6. En un pasaje muy específico (y lingüísticamente creativo) de la Octogesima adveniens, se formulan con claridad (y audacia, si se considera el contexto cultural de la época) las imágenes –sumamente vigentes– de estas versiones aggiornate. “Socialismo burocrático, capitalismo tecnocrático, democracia autoritaria, manifiestan la dificultad de resolver el gran problema humano de vivir todos juntos en la justicia y en la igualdad. En efecto, ¿cómo podrían escapar al materialismo, al egoísmo o a las presiones que fatalmente los acompañan?”. La lectura de este pasaje es particularmente emocionante si se considera que un género tal de formulación, la correlación que se le asocia, la indicación del
La nueva sociedad tecnocrática, que se ha instalado en el espacio de superposición entre el llamado debilitamiento de las ideologías y el desarrollo del capitalismo financiero, ha dado un carácter sistémico a esta singularidad: de hecho la cultiva como un valor ético. Es preciso captar debidamente el punto.
6 Oa, 37.
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la tecnocracia se acredita –incluso moralmentecomo racionalidad eficaz de los medios, formalmente ajena a la razón de los fines, expulsados de la historia colectiva y entregados nuevamente a la libertad de los individuos.
fin que tienen en común, pertenece a un horizonte conceptual típicamente contemporáneo, en algún modo habitual al inicio de la década de los ’70. El Papa Montini prosigue indicando el dinamismo de la fe cristiana que “triunfa sobre los estrechos cálculos del egoísmo”, compromete al cristiano en la construcción de una ciudad humana, pacífica, justa y fraterna “[...] la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo”7. En el curso de esta vitalidad del ligamen social, cuyo sentido histórico y escatológico está inscrito significativamente en la figura socialafectiva de la “familia humana”, llega a definirse naturalmente el significado de la acción política. El poder político, “vínculo natural y necesario para asegurar la cohesión del cuerpo social”, debe tener “como objetivo la realización del bien común”. Pero a esta regla suprema de la vida común que es la política no debe concederse una invasión total en la vida del hombre; le corresponde un elevado compromiso de regulación coherente de la esfera económica y técnica, pero en ningún caso en términos de un carácter absoluto al margen de toda limitación. Eso constituiría “un peligro grave”. Por otra parte, ella representa, precisamente en la forma de constitución y ejercicio democrático del poder, un eficaz contrapeso a la invasión del dominio económico y tecnocrático en el cuerpo social. Pablo VI tiene perfecta conciencia del hecho de que la búsqueda del modelo democrático adecuado para garantizar la calidad del ligamen social mediante el ejercicio del poder político es objeto de debate. Este debate, lejos de haber terminado, es en la actualidad más candente que nunca. De esta manera resulta en realidad ser aún mayor la utilidad de basarse en su marco de referencia, con una visión de largo plazo del proceso en curso. La precisión del aparato de categorías empleado por Pablo VI indudablemente se anticipa al lenguaje más habitual de la predicación eclesiástica.
El nuevo escenario del ligamen social: urbanismo
7 Oa, 37.
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Son esencialmente dos los aspectos de verificación al examinar las mejores aproximaciones teóricas a un modelo de institución política que resulte beneficioso para la edificación del ligamen social. Constituyen también aspectos de un compromiso prioritario, a raíz de su valor estratégico, en términos de eficaz enfoque general. El primero es el fenómeno de la urbanización contemporánea, que el Papa señala como elemento de prueba estratégico para la configuración contemporánea
de la institución colectiva. El segundo es el distanciamiento creciente entre la educación de la condición espiritual y el adiestramiento de las actitudes técnicas, que orienta en gran medida las rutinas académicas y administrativas de la formación. Quiero detenerme de manera más analítica en estos aspectos, en la última parte de esta exposición. En el planteamiento de la Octogesima adveniens, la ilustración del fenómeno moderno del urbanismo inaugura significativamente un sintético dossier sobre los “nuevos problemas sociales”. El urbanismo de hecho se trata aquí como el ícono emblemático y el punto de máxima evidencia de una transformación irreversible del ligamen social. Los rasgos de concreción de las descripciones deben ser actualizados, naturalmente. Y sin embargo parece claro el hecho de que Pablo VI considera la ciudad moderna como la mise en abîme de la forma social predominante, en vertiginosa transformación. No puedo evitar advertir que la perspectiva teológica y cristiana más común, de acuerdo con mi percepción, considera todavía la forma social contemporánea de manera relativamente indiferenciada en relación con las evidencias específicas de su modelo urbano. Bastaría observar que las nociones de colectividad y multitud, actualmente categorías claves para identificar el ícono sociológico (ya no ideológico) de la esfera pública, manifiestan con evidencia la figura específicamente urbana del ligamen social. Al margen de la cultura contemporánea de la “ciudad”, es decir, prescindiendo de su perfecta adhesión al modelo social de la globalización, parecen ser nociones genéricas, como si fueran descripciones de una realidad social que prescinde de la “sociedad” organizada. Por el contrario, en el marco de la transformación contemporánea, asumen un énfasis sistémico específico, resultando perfectamente expresivas de la nueva organización social. Los conceptos de multitud y colectividad, extremos dialécticos del fenómeno de la civilización (urbana) de masas, tienen una línea de continuidad estructural, que vincula directamente la organización funcional de la polis con la configuración virtual de la koinonia humana, individualizada indistintamente como público del mercado o como community de la red. La familia y los ligámenes de parentesco, la proximidad y los vínculos de amistad son absorbidos en el interior de esta configuración: variables sistémicas, de hecho, incluso en la visión de la política, y no ya ladrillos fundamentales de la construcción de la sociedad y la sociabilidad. Aquí estamos también más allá de Rousseau y Hobbes, con todas sus derivaciones (y derivas) sucesivas. El pacto social de protección de los individuos y el vínculo formal de la voluntad general, así como la coalición reguladora de la violencia compensada por la ventaja del goce, son viejos conjuntos de instrumentos iluministas, retóricamente indicadores de modelos mentales que parecen útiles para gobernar
La ambivalencia de la sociedad contemporánea se realiza en el establecimiento de una ideología de la igualdad que proporciona una paradojal justificación al perfecto desinterés por el ligamen social, (…)
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(…) sobre todo donde ésta se conjuga retóricamente con la ilusión de una mayor libertad y dignidad del individuo, reconocido en su igualdad, pero abandonado a su aislamiento.
8 Oa, 10. 9 “Es necesario situar los problemas sociales planteados por la economía moderna condiciones humanas de la producción, equidad en el comercio y en la distribución de las riquezas, significación e importancia de las crecientes necesidades del consumo, participación en las responsabilidades dentro de un contexto más amplio de civilización nueva”, Oa, 7. 10 Sin cambiar el fundamento por otro “La Iglesia lo ha vuelto a afirmar solemnemente en el último Concilio: La persona humana es y debe ser el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones, Oa, 14.
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la complejidad contemporánea, pero constituyen instrumentos riesgosos para la descripción de la realidad del ligamen social contemporáneo del cual procede la elaboración de políticas idóneas para su governance coherente. El Papa Montini parece tener perfecta conciencia de la novedad que impone la nueva representación sistémica de lo colectivo, muy alejada de sus antiguos aspectos ideológicos correlativos (los íconos de las masas obreras, de las multitudes totalitarias). Y comprende lúcidamente el hecho de que ésta requiere ser considerada con una mirada nueva y nuevos instrumentos conceptuales, también desde el punto de vista de la Iglesia. Pablo VI pone en evidencia la relación constitutiva de esta nueva imagen del hecho social, con el poder tecnológico nacido del desarrollo industrial y con la capacidad organizativa de las masas (el correspondiente elemento burocrático-político de la producción de bienes, destinado a la producción de ciudadanos-consumidores). La civilización urbana se ha convertido así en un gran desafío para “la sabiduría del hombre”: realizar o incluso solamente resguardar la condición humana en semejante marco constituye una empresa límite. La vida urbana, de hecho, por otra parte, “trastorna los modos de vida y las estructuras habituales de la existencia: la familiar, la vecindad, el marco mismo de la comunidad cristiana. La humanidad experimenta una nueva soledad, no ya de cara a una naturaleza hostil que le ha costado siglos dominar, sino en medio de una muchedumbre anónima que le rodea y dentro de la cual se siente como extraña. Etapa sin duda irreversible en el desarrollo de las sociedades humanas, la urbanización plantea a hombres y mujeres difíciles problemas: ¿cómo frenar su crecimiento, regular su organización, suscitar el entusiasmo ciudadano por el bien de todos?”8. Por consiguiente, la tarea básica está centrada con precisión en el objeto9. Advertimos con gratitud y admiración la tensión del discurso sobre la doctrina social, que se centra con precisión en este focus, mucho más allá del énfasis de un llamado genérico de carácter personalista y comunitario, que se limita a proyectar nominalmente la luz de los fundamentos sobre la realidad de los procesos actuales sin considerar su evolución10. Yendo mucho más allá de la representación genérica del ligamen social como un ordenado rassemblement de individuos libres e iguales en torno a problemas y objetivos comunes, el Papa Pablo VI muestra cómo ha percibido con convicción toda la novedad del fenómeno. Las características de la identificación personal y consciente en el mundo globalizado se abren camino dentro del carácter penetrante y envolvente de la multitud, y en ésta proceden contextualmente a la experiencia de la diversidad cualitativa del ligamen social.
La familia y los ligámenes de parentesco, la proximidad y los vínculos de amistad son absorbidos en el interior de esta configuración: variables sistémicas, de hecho, incluso en la visión de la política, y no ya ladrillos fundamentales de la construcción de la sociedad y la sociabilidad. Nota autógrafa de Pablo VI para la redacción de la encíclica Ecclesiam Suam (1964), conservado en el Archivo del Istituto Pablo VI, Consegio.
La topología de lo moderno: multitud y ligámenes Haciendo un detenido análisis, Pablo VI intuye también con lucidez que el ordenamiento político, jurídico –y también ético– de este proceso está en estrecha relación con la topología de la aglomeración urbana. El pensamiento de una ética pública es condenado por este motivo a lo abstracto […] y al vaciamiento en el momento mismo en que se imagina preconstituido sobre la base del modelo del sujeto humano, como actor social racional de sí mismo, descrito de acuerdo con la tipología (actualizada) del individuo político de la tradición iluminista-burguesa.
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Edificio sede del Istituto Pablo VI, en Consegio (Brescia)
El problema de una forma emblemática del ser Iglesia, en el espacio geográfico y político, social y cultural de la multitud contemporánea, llega hasta nosotros sin resolverse.
11 Oa, 10.
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“Construir la ciudad lugar de existencia de las personas y de sus extensas comunidades, crear nuevos modos de proximidad y de relaciones, percibir una aplicación original de la justicia social, tomar a cargo este futuro colectivo que se anuncia difícil, es una tarea en la cual deben participar los cristianos. A estos seres humanos amontonados en una promiscuidad urbana que se hace intolerable, hay que darles un mensaje de esperanza por medio de la fraternidad vivida y de la justicia concreta. Los cristianos, conscientes de esta responsabilidad nueva, no deben perder el ánimo en la inmensidad amorfa de la ciudad, sino que deben acordarse de Jonás, quien por mucho tiempo recorre Nínive, la gran ciudad para anunciar en ella la Buena Nueva de la misericordia divina, sostenido en su debilidad por la sola fuerza de la palabra de Dios todopoderoso. En la Biblia, la ciudad es frecuentemente, en efecto, el lugar del pecado y del orgullo; orgullo del ser humano que se siente suficientemente seguro para construir su vida sin Dios y también para afirmar su poder contra Dios. Pero existe también Jerusalén, la ciudad santa, el lugar de encuentro con Dios, la promesa de la ciudad que viene de lo alto”11.
La forma-de-Iglesia, en semejante marco, por sí misma constituye un operador de su humanismo por cuanto incluye el anuncio de la fe destinado a iluminarlo e incluso a trascenderlo a partir de la interioridad de la historia. “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad [...] la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos”12. La ambivalencia de la multitud urbana configura oportunidades y riesgos para la calidad del ligamen social. Es necesario atravesarlos y además alterarlos cuando sea preciso. “Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad”13. En la línea de esta reflexión sobre el carácter indiscutiblemente participativo en la aventura humana de las nuevas multitudes urbanas (modelo ya “planetario” como advierte a menudo Pablo VI), se plantea también el tema de la forma emblemática de esta inserción del fermento evangélico en la “nueva” masa. No sólo el mensaje debe tener esta orientación (es decir, residir en el humanismo planetario de las nuevas masas urbanas y trascenderlo). También la forma-de-Iglesia debe en cierto modo visualizar su condición de causa y al mismo tiempo efecto de la conciliación entre el rescate del ligamen social y la destinación escatológica del ágape de Dios, que es gracia de comunión. Es éste, más allá de una perjudicial interpretación idealista y romántica, el sentido profundo del ícono de Pablo VI: el cristianismo trabaja, dentro de los conflictos y los desgarros de la historia, por una “civilización del amor”. En este aspecto, el magisterio de Pablo VI, muy generoso en su examen de todas las posibilidades, muestra también la justa cautela de quienes perciben la carencia de una síntesis cultural cristiana eficaz y persuasiva. El Papa recuerda los niveles específicos de operatividad a disposición del cristianismo histórico en el momento presente: la Iglesia local, la parroquia, los grupos, las organizaciones, las comunidades básicas. En su descripción, se identifican proporcionalmente la dignidad, los motivos y las oportunidades de cada figura; pero también se comprueba puntualmente la necesidad de un discernimiento en mayor profundidad, para evitar las contradicciones que pueden surgir de la mera imposición política
En la configuración actual de la “formación” para el protagonismo de un progreso eficiente, la insensibilidad y la aridez espiritual, recicladas burocráticamente como garantía de profesionalismo del aspirante a funcionario y como principio de racionalidad organizativa de sus funciones, vuelven en círculo como anestesia total de la interioridad reflexiva y del ligamen afectivo.
12 Evangelii Nuntiandi, 18. 13 Ibid., 19.
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La elevada mediación del artificio instrumental, en la construcción del saber y la experiencia seleccionados por la razón utilitaria, refuerza la conversión de la racionalidad tecnocrática en términos de una nueva versión de la antigua gnosis.
14 PP, 20 (incluso para las citas siguientes).
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y social de la forma cristiana de testimonio, sobre todo en cuanto a la relación entre lo particular y lo universal de la Iglesia. Por lo demás, el problema de una forma emblemática del ser Iglesia, en el espacio geográfico y político, social y cultural de la multitud contemporánea, llega hasta nosotros sin resolverse. El problema es serio y todavía no hay soluciones maduras: desde la arquitectura del edificio-iglesia (subestimada y sin embargo crucial) hasta la redefinición teológica y pastoral del concepto de comunidad local. En un contexto totalmente fluidificado, como el nuestro, al interior del cual el coágulo territorial es a menudo homólogo con el conjunto de escombros de una parte de la masa que fue expulsada de la linfa de sus escurrimientos y sus circulaciones vitales (la “periferia” de la gran “ciudad”, en sentido material y simbólico), la diferenciación cultural y pastoral de la acción de la Iglesia debe ser debidamente diseñada, con una consciente aplicación de las características y el compromiso de las propias instalaciones. Resulta aún más interesante y reveladora, en esta perspectiva, la afligida insistencia de Pablo VI sobre el problema educativo, en el sentido estructural, que atañe directamente a la condición del ligamen social, con el cual están conectadas todas las otras formas de sociabilidad. Precisamente a este perfil quisiera dedicar las reflexiones finales de esta simple relectura del magisterio montiniano.
Habitus técnico y calidad espiritual: es posible El tema surge con especial evidencia en la encíclica Populorum progressio. Deseo partir de la cita de un perfil del tema, que puede parecer muy específico y sin embargo constituye la esencia del planteamiento de la perspectiva a la cual el Papa Montini reconoce –en toda su biografía cultural y espiritual– una indiscutible prioridad y un carácter epocalmente resolutivo. “Si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos, cada vez en mayor número, para este mismo desarrollo se exige más todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración y de la contemplación”14. El Papa se refiere al cambio de rumbo que debe caracterizar a la orientación cultural de los mediadores del progreso, de quienes edifican la ciudad. En este momento, los “técnicos” son la clase “sacerdotal” elegida unánimemente por la cultura secular para esta mediación. “No basta promover la técnica –advierte el Papa– para que la tierra llegue a ser un lugar más humano donde residir”. La cara del colonialismo clásico fue la explotación técnica de los recursos, con la
cobertura instrumental de una religión convencional. Ahora, el reverso es el adiestramiento de las capacidades técnicas, que requiere como condición –implícita o también explícita– tomar aséptica distancia profesional de toda religión, de toda espiritualidad, de toda comunicación y comunión ética. No se sabe realmente cuál de los dos lados del colonialismo de las conciencias es el más devastador. La avidez y la avaricia, retocadas por el rigor de la eficiencia de la economía, son puestas nuevamente en circulación como sana competencia y capacidad de autorrealización. En la configuración actual de la “formación” para el protagonismo de un progreso eficiente, la insensibilidad y la aridez espiritual, recicladas burocráticamente como garantía de profesionalismo del aspirante a funcionario y como principio de racionalidad organizativa de sus funciones, vuelven en círculo como anestesia total de la interioridad reflexiva y del ligamen afectivo. No se proponen ciertamente de este modo, pero es la implacable coherencia de este ejercicio anestésico lo que conduce a ese resultado. La conversión de la neutralidad profesional y la búsqueda de eficiencia en detrimento del alma es una consecuencia ineluctable. Son resultados que la civilización urbana occidental produce ya por su cuenta: para sí misma y para el resto del mundo. Ya no necesita gobernar política y militarmente in loco para imponerlos: basta con predisponer las condiciones mediante la formación científica y técnica de alto perfil, cuyos protocolos se fabrican en la casa, en las universidades y en los centros de investigación más prestigiosos de Occidente. Ahora, más eficazmente y con una apariencia menos invasora, los adeptos a la formación del nuevo capitalismo cultural importan estudiantes “de ultramar” y exportan, en los lugares de origen, técnicos y administradores que ya pertenecen a “otro planeta”. Los jóvenes de los pueblos menos desarrollados terminan, “en no pocos casos”, perdiendo “el sentido de los valores espirituales que a menudo estaban presentes, como un precioso patrimonio, en las civilizaciones que los vieron crecer”. Es una verdadera “degradación del ideal humano”15. En otras palabras, la educación y la política viven, en la civilización de la economía tecnocrática y en la ciudad del individuo-masa, por debajo de las verdaderas posibilidades de resguardar la calidad espiritual –y simplemente humana– de todos los ligámenes. El ideal formativo vinculado con la idealización antropológica del profesionalismo contemporáneo, impuesta por la hegemonía técnico-económica también en el ámbito de las profesiones humanistas y sociales, contamina de hecho todo el horizonte de la formación humana. Ese tipo de formación, ciertamente, implica, sin contrapesos adecuados, la difusión colectiva de un nuevo ethos del sujeto global, basado en la ecuación entre desarrollo de la excelencia científica (racional) y exclusión de la dimensión religiosacomunitaria y de la sensibilidad espiritual-humana de la esfera de
Ese tipo de formación implica la difusión colectiva de un nuevo ethos del sujeto global, basado en la ecuación entre desarrollo de la excelencia científica (racional) y exclusión de la dimensión religiosacomunitaria y de la sensibilidad espiritualhumana de la esfera de una identidad humana (racionalmente) evolucionada.
15 PP, 41.
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En esa contradicción de la retórica humanista reside todo el peligro. En esta disimulación de la violencia antihumanista está el alcance del desafío.
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una identidad humana (racionalmente) evolucionada. Será preciso tal vez reflexionar en el hecho de que el modelo occidental del hombre de ciencias y del técnico –que interpreta al individuo más racional y por consiguiente lo mejor de lo humano– no es en realidad un principio de mejor contención de las emociones que ponen trampas a la objetividad y el profesionalismo. Es un modelo que simplemente las elimina: las expulsa y las deja proceder, en la esfera supuestamente privada, de manera inculta y salvaje. Entre la neutralidad de la ciencia y el agnosticismo del científico no existe de hecho una correspondencia obvia. La primera es una virtud epistemológico-política y el segundo una enfermedad del ego espiritual. El adiestramiento para la expulsión de la sensibilidad y las emociones humanas adiestra también para la eliminación de los afectos y el sentido humano de los comportamientos: desintegra el orden no utilitario de los valores y los fines, de los símbolos y el sentido, generando desprecio por su presunta irracionalidad. La elevada mediación del artificio instrumental, en la construcción del saber y la experiencia seleccionados por la razón utilitaria, refuerza la conversión de la racionalidad tecnocrática en términos de una nueva versión de la antigua gnosis. La realidad humana y social, el mundo y la vida del espíritu son dignos de consideración en cuanto se resuelvan en las construcciones de la mente racional. Y los mejores vínculos son los virtuales, que tienen como materia y verdad una simulación de imágenes, que puede hacerse y deshacerse en todo momento. La mente sapiente construye dispositivos eficientes mediante modelos deterministas: de su eficiencia proviene toda espera de salvación en cuanto a los males que nos afligen. El resto, se dice –con la característica arrogancia del espíritu maniqueo ante las personas sensibles– es ilusión. En la realidad, este rumbo cultural sigue recomendándose ante la conciencia humanista como exaltación de la libertad y único camino de la verdad, precisamente en el momento en que nos obsesiona con el descubrimiento de los determinismos biológicos más improbables y nos entrega irresponsablemente al ethos del relativismo más desenvuelto de los valores. Promete salvación de la vulnerabilidad, entregándonos al goce más destructivo. La contradicción sigue estando todavía muy escondida para las masas. Eso depende del hecho de que el rumbo nihilista del capitalismo antihumanista permanece disimulado por el léxico tradicional del progreso humano, los valores, la racionalidad, la democracia y la libertad. En esa contradicción de la retórica humanista reside todo el peligro. En esta disimulación de la violencia antihumanista está el alcance del desafío. Pablo VI visualizó –con lucidez y pasión no comprendidas, que precisamente ahora nos emocionan aún más– el alcance intelectual de la
ambigüedad presente en las innegables conquistas de la modernidad occidental. Y comprendió también la necesidad de responder ante el desafío situándose en el terreno concreto de una fuerte provocación del testimonio cristiano, en condiciones de ofrecer evidencias en refutación de los hechos, y no sólo teorías de la energía latente que aspira dentro de lo humano mismo a la demostración de un humanismo posible, no regresivo y por el contrario más coherente y verdadero en relación con las esperas ampliamente compartidas por la colectividad. El terreno del desafío es precisamente el de la formación. El vínculo entre competencia técnica y sabiduría humanista –con sólidos buenos ejemplos del alto nivel de ambos– se sitúa, activa e inserta decididamente en la masa social globalizada, mediante portadores válidos de su vital sinergia y la belleza de su integración. Es la nueva tarea de los laicos. Es una tarea para nuevos laicos cristianos. El testimonio de la Iglesia –con pasión de inteligencia y caridad inseparables– debe hoy apoyar sin escatimar esfuerzos a profesionales de la mediación técnica capaces de asociar creíblemente la competencia impecable y el desprecio por la insensibilidad a la calidad espiritual del ligamen social, ligamen que siempre está en juego en toda actividad del progreso humano. Los intercambios siempre deben ser también “diálogos de civilización”. Estos diálogos serán fecundos si entregan a los pueblos que disfrutan de los mismos “los medios para elevarse y alcanzar un nivel más alto de vida espiritual; si los técnicos logran convertirse en educadores y si la enseñanza transmitida incluye la señal de una calidad espiritual y moral tan elevada como para garantizar un desarrollo que no sea puramente económico, sino humano”. Es un mensaje que todavía hoy parece ingenuo, nostálgico y políticamente incorrecto. Concluyo con una reflexión expresada en términos muy personales y con un lenguaje inmediato. Hemos probado todas las alternativas: hemos aceptado el profesionalismo, la división de las competencias, el espíritu del diálogo democrático en todo cuanto se puede pensar, la neutralidad de la ciencia, la técnica e incluso los medios de difusión (¡sic!). Nuestra corrección política y cultural se justificaba en un primer momento ante las promesas de mejores prestaciones, incluso educativas y formativas de lo humano. En la masa-ciudad nada de todo esto llegó. Por el contrario, al parecer ahora estaríamos prácticamente predestinados, al prevalecer en la actualidad la formación de un actor social racional y objetivo, al marchitamiento del órgano mismo del ligamen social, que es el espíritu. ¿No habrá tenido razón, en cambio, el viejo Papa, cuando nos animaba a ignorar las obtusas especializaciones del espíritu para mantener sano el horizonte más amplio de un humanismo integral?
El testimonio de la Iglesia –con pasión de inteligencia y caridad inseparablesdebe hoy apoyar sin escatimar esfuerzos a profesionales de la mediación técnica capaces de asociar creíblemente la competencia impecable y el desprecio por la insensibilidad a la calidad espiritual del ligamen social, ligamen que siempre está en juego en toda actividad del progreso humano.
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¿No habrá tenido razón el viejo Papa, cuando nos animaba a ignorar las obtusas especializaciones del espíritu para mantener sano el horizonte más amplio de un humanismo integral?
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Por último, en cuanto al ligamen de todos los ligámenes sociales, es decir, aquel de carácter ultramilenario entre la comunidad de los humanos y lo divino, ¿no ha llegado tal vez a ser específicamente pertinente –aun con toda la secularización necesaria para la fluidez de la multitud, que es también irremediable multiplicidad– el tema de la relación entre el respeto por el nombre de Dios y la rehabilitación del ligamen social, o sea, el bien más fundamental, precioso y sagrado que tenemos? “Es preciso promover un humanismo integral. ¿Qué significa eso sino el desarrollo de la totalidad del hombre y todos los hombres? Un humanismo cerrado, insensible ante los valores del espíritu y ante Dios, que es su fuente, podría aparentemente tener más posibilidades de triunfar. Sin duda, el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero sin Dios sólo puede en definitiva organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano (Henri de Lubac, Le drame de l’humanisme athée, Spes, París, 1945, p. 10)”. En los densos textos del Papa Montini, la milimétrica identificación de los puntos débiles y fuertes por aparecer en el horizonte, y la anticipación puntual de categorías analíticas, que sólo ahora el nuevo pensamiento del ligamen social está enfocando, en cuanto son adecuadas para comprender los términos de la madre de todas las interrogantes, me parecen ser dignas de una atención y una profundización de las cuales todavía somos deudores.
Los motivos, la crisis, el desafío de la educación Por JEAN-LOUIS BRUGUÈS O.P.
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urante mucho tiempo, las administraciones han oscilado entre las denominaciones “educación nacional” e “instrucción pública”. Hay en esta vacilación algo emblemático en cuanto a las incertidumbres del momento, lo cual nos induce a buscar definiciones aceptables, analizando más detenidamente las etimologías. La instrucción apunta a transmitir conocimientos y convertir en personas competentes a quienes los adquieren. El objetivo de la educación es en cambio más amplio y también más ambicioso: se trata de ayudar al joven a desarrollar sus propios talentos y potencialidades con el fin de hacer surgir lo más humano que en él se encuentra. Se trata en suma de pasar de la virtualidad a la virtuosidad. El verbo latino educare expresa No nos hacemos solos, por tanto la preocupación de hacer crecer y formar, mientras educere, no nos construimos su pariente cercano, se traduce como “extraer, elevar”. La educación a partir de la nada. procura impulsar al joven hacia lo alto para permitirle construir su Contrariamente a lo propia personalidad en la forma más armoniosa. sugerido por el título de No nos hacemos solos, no nos construimos a partir de la nada. Conun drama teatral francés, trariamente a lo sugerido por el título de un drama teatral francés, 1 nadie es “hijo de nadie”. nadie es “hijo de nadie” . Al nacer, alguien me precede. La pregunta Al nacer, alguien me planteada es entonces la interrogante sobre la transmisión: ¿cómo beprecede. neficiarse con la experiencia de quienes han llegado al mundo antes que uno? ¿Cómo acoger el rico patrimonio pacientemente elaborado en el curso de los siglos anteriores? ¿Cómo aprovecharlo para construir el propio ser y dar un sentido a la vida? ¿Qué rol atribuir a la memoria en la educación? Me parece que en la Iglesia Católica está presente una reflexión útil también para otras realidades. Pertenezco de hecho a una institución a la cual le ha gustado definirse como una Tradición. Desde sus orígenes, convencida de haber recibido un tesoro que podía enriquecer la existencia de todos, ha mostrado una preocupación por la transmisión como no se encuentran otros ejemplos en la historia. Este deber se percibía como particularmente imperioso: transmitir de una generación a la siguiente sin que nada esencial se perdiese; transmitir algo que en realidad no le pertenecía porque lo consideraba un depósito; transmitir una fe y un modo de vida, una visión del mundo y el hombre, y ciertamente una cultura, tal vez una civilización. El tradere cristiano presenta así características originales, impresas en una historia de dos milenios.
1 Henri de Montherlant, Fils de personne ou Plus que le sang, drama representado por primera vez en París en 1943.
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«El tradere cristiano presenta características originales, impresas en una historia de dos milenios» (Baptisterio de San Juan de Letrán, Roma)
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Una tarea de todos La transmisión pacientemente elaborada en la tradición cristiana es democrática en cuanto se encuentra confiada a la totalidad del pueblo de Dios. Al convertir el bautismo a quien lo recibe en sacerdote y profeta, lo capacita para enseñar; le asigna la tarea de transmitir, en virtud de la cual cada uno debe entregar a los más jóvenes el testimonio recibido de los más ancianos. Así se explica la especial solicitud con la cual la Iglesia siempre ha rodeado a las familias. No la impulsaba a actuar de este modo sólo una preocupación por la moralización, contrariamente a lo afirmado por algunos, sino el convencimiento de que la familia constituía el lugar más natural, inmediato y evidente de la transmisión. Se transmite únicamente lo que se ama: por este motivo se preveía que, por amor a los hijos, los padres les entregarían aquello que consideraban ser lo mejor. Nos podemos preguntar entonces si la crisis de la transmisión que hoy conocemos no oculta, junto a Hasta fecha reciente, se otros factores, una carencia de amor y confianza. En realidad, desde trataba de familiarizar el momento en que ya no estoy convencido de la excelencia de lo a los alumnos con textos recibido por quien me ha precedido, no me inclinaré para nada a considerados forjadores de entregarlo a quienes vengan después: ¿de qué podría servirles? la civilización occidental. En este sentido, la crisis de la transmisión indicaría una forma de Todo cuanto habían dicho agotamiento, una señal de que el recorrido ha terminado. La pro- los antiguos no era válido posición general en razón de la cual se confiaba la transmisión a las puramente para su época: familias era compartida por todos. Hoy es puesta en tela de juicio de su mensaje y su ejemplo dos maneras. En una “familia grande”, en la cual convivían varias personal expresaba una generaciones, cada uno desempeñaba su rol en la educación de los sabiduría y un arte de vivir niños: transmisión más “sentimental” en las madres; más “cerebral” que debían inspirar a las en los padres (o los tíos en ciertas etnias africanas), portadores de la generaciones de todos los figura de la ley; mas “cultural”, por último, en los abuelos, con una tiempos. (…) memoria evidentemente más extensa y una mayor disponibilidad. La veneración debida a los ancianos otorgaba por otra parte un valor absoluto a la transmisión hecha por ellos. En las sociedades modernas, la familia ha sido objeto de permanente reducción. Ya en las dos guerras mundiales, pero sobre todo después de la segunda, se redujo a lo que los sociólogos llaman la “familia nuclear”, constituida sólo por los padres y su prole. En nuestros días, se reduce puramente a uno de ellos, la madre, en una serie de casos, que van multiplicándose a raíz de una evolución vinculada con la emancipación femenina, el desvanecimiento de la figura paterna2 y la utilización de métodos de procreación artificial. Se habla entonces de familia “monocelular”. La reducción sociológica trae consigo una reducción cultural en la medida en que, al no tener ya prácticamente acceso a una diversidad de miembros en su familia, el niño pierde también el acceso a la memoria colectiva. ¿Cómo restituir valor al rol de los abuelos o los primos, que se quejan de su marginación?3 Aun su2 Ver Hans Zollner, Osservazioni psicologiche sulla condizione maschile, en “La Civiltà Cattolica” 3821 (5 de septiembre de 2009). 3 En el curso de mis diversos ministerios, he encontrado a menudo abuelos disgustados por no poder transmitir nada a sus nietos: “Los mantienen alejados de nosotros. ¡No los vemos casi nunca! Y sin embargo tendríamos tantas cosas que decirles”. Me pareció especialmente adecuada al respecto la intervención de Benedicto XVI con ocasión del Ángelus del 26 de julio de 2009. Después de recordar que Joaquín y Ana eran los abuelos de Jesús, agregó: “Esta memoria litúrgica hace pensar en el tema de la educación, que ocupa un lugar importante
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«En una ‘familia grande’, en la cual convivían varias generaciones, cada uno desempeñaba su rol en la educación de los niños: transmisión más ‘sentimental’ en las madres; mas ‘cerebral’ en los padres (o los tíos en ciertas etnias africanas) , portadores de la figura de la ley; mas ‘cultural’, por último, en los abuelos, con una memoria evidentemente más extensa y una mayor disponibilidad. La veneración debida a los ancianos otorgaba por otra parte un valor absoluto a la transmisión hecha por ellos.» (Grupo familiar de Juanita Fernández Solar, Santa Teresa de los Andes).
(…)Había en ellos algo así como una fuente de agua viva a la cual debían incansablemente volver todos aquellos que aprendían el oficio de hombre. Ahora se ha cortado el hilo. El discurso de los Antiguos se ha perdido en la noche de los tiempos. El individuo moderno piensa que no puede obtener lección alguna de los ejemplos de otra época. (…)
poniendo que esta preocupación sea compartida por muchos, este deseo tropezaría en todo caso con un envilecimiento del pasado, como veremos en lo sucesivo. ¿Qué sentido tiene referirse a épocas más o menos lejanas si la historia no contiene ninguna lección para el presente y el futuro? La segunda objeción ha sido menos estudiada. Siendo Obispo de Angers, cuando visitaba las escuelas de la diócesis, me impresionaba ante la queja unánime de los educadores de la enseñanza básica: “Los niños se han vuelto violentos”, señalaban repetidamente. ¿Por qué? Porque –ésta era la explicación– estos niños nunca han enfrentado un “no” dentro de su familia. Aquí lo encuentran por primera vez y no pueden sino rebelarse. La combinación de ambos fenómenos, por una parte la veneración al “niño tirano”, tanto más fuerte si es hijo único, y por otra la pérdida de dedicación a un arte de vivir, como, por ejemplo, las normas de la cortesía y el buen trato, se traducía precisamente en endosar a la escuela el encuentro con la “ley del otro” en forma de prohibición. Los padres se reservan
en la pastoral de la Iglesia. En particular, nos invita a rezar por los abuelos, que en la familia son los depositarios y a menudo los testigos de los valores fundamentales de la vida. La tarea educativa de los abuelos siempre es muy importante, más todavía cuando, por distintas razones, los padres no pueden asegurar una presencia adecuada junto a sus hijos cuando están creciendo”.
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el rol de “buenos”, de complacer a los niños: les parece innecesario contrariarlos ya que más adelante tendrán todo el tiempo requerido para eso. La escuela se convierte así en sustituto de la familia: ¿es ésta su misión? La familia practica cada vez menos la enseñanza de la percepción del otro, volviendo la espalda, por ejemplo, a las consideraciones de Emmanuel Lévinas, quien sostenía que cada uno nacía en deuda, dominado por otro. Faltaría demostrar si (y de qué manera) esta violencia de los primeros años y el desconocimiento de las normas del saber vivir con los demás, alimentada por la ideología de la educación sin restricciones, incide de alguna manera en la violencia creciente que caracteriza a las sociedades urbanas.
Transmisiones alteradas En la transmisión vertical de una generación a otra, así como en la transmisión horizontal entre contemporáneos, se insinúa siempre el riesgo de una pérdida. Cada generación sigue sus modas. Sus preferencias la llevan a pasar por el tamiz el depósito recibido y descartar lo que considera menos interesante. Existe entonces un peligro de empobrecimiento progresivo, y de hecho de una desviación doctrinal. Para remediar este riesgo, la Iglesia ha sido dotada de un Magisterio encargado precisamente de evaluar la ortodoxia de la transmisión y su carácter (…) Las disciplinas integral: ¿se ha comunicado lo esencial? ¿Y se ha llevado a cabo la humanistas se eliminan comunicación de manera fiel al mensaje de los orígenes? progresivamente en Se ha afirmado con frecuencia que esta noción del Magisterio cons- los programas desde tituía una originalidad cristiana. Sin embargo, se observa que las el momento en que se sociedades han producido de manera casi espontánea múltiples comienza a imaginar un magisterios. La autoridad política siempre ha procurado revestir- hombre nuevo. La memoria se de una autoridad moral. Deseaba hacer creer que todo cuanto se ha visto rebajada a una decidía era necesariamente justo y por consiguiente la conciencia condición de servidumbre. individual debía amoldarse en conformidad con ella. Confundía deliberadamente lo legal y lo legítimo, temiendo constantemente que una Antígona pudiese invocar leyes “murmuradas al corazón” (Sófocles) superiores a las de la polis. Las sociedades modernas y liberales han sido definidas como alérgicas a toda idea de magisterio. Pienso que éstas más bien favorecen su robustecimiento. Las “éticas de procedimiento” impuestas cada vez en mayor medida en los regímenes democráticos se declaran incompetentes en materia de verdad y bien moral, pero ejercen un magisterio cuando otorgan a la decisión de la mayoría el carácter de una norma impuesta a todos. Los medios de difusión proceden como una especie de “voz fuera del campo de acción”: bajo la aparente objetividad de la información y los reportajes, esa voz dicta a la conciencia, desconociéndose su autor, lo que debe pensar y creer. La opinión pública siempre ha forjado modas y tendencias. Adoptando la forma de lo “políticamente correcto”, que ha pasado de Estados Unidos a Europa, hace reinar en las mentes una ley implacable, transmitiendo a priori elementos ideológicos, prejuicios morales o meros coqueteos lingüísticos como si fueran normas éticas: tanto peor para quienes no hablen como los demás. No existe libertad humana a la sombra de una dictadura, cualquiera sea ésta.
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Un magisterio es único o no lo es. He llegado a la conclusión de que si los medios de difusión occidentales manifiestan una oposición casi permanente hacia el Magisterio de la Iglesia, en primer lugar eso no ocurre porque éste emita normas éticas y de otro orden que les provoquen fastidio; su crítica apunta al principio mismo de un magisterio religioso en una sociedad secularizada. La pluralidad de magisterios confunde la transmisión. Bajo la presión de sus dictámenes, docentes y discípulos se ven obligados a proceder con opciones necesariamente arbitrarias. La tradicional querella entre Antiguos y Modernos termina por consiguiente resolviéndose en la anulación (¿definitiva?) de los primeros. Y así se ha llegado a privilegiar la memoria más reciente en detrimento de un patrimonio milenario, a permitir creer que la modernidad debe concebirse como un inicio absoluto y cada uno está en condiciones de dictarse por sí mismo las normas Ha correspondido y reglas que requiere para construir su propia vida. Los modelos a la Iglesia crear la estarían obsoletos y los maestros superados. ¿Qué ocurre entonces escuela moderna. Ha con la escuela?
correspondido a la Iglesia inventar la pedagogía moderna. Al proceder de este modo, la Iglesia no satisfacía una mera necesidad de supervivencia. Ella no se preocupa de su futuro o el de la humanidad, sino que da testimonio de la verdad esencial sobre la cual descansa toda educación: los jóvenes son nuestros maestros.
Las patologías de la escuela
Desde hace mucho tiempo, tal vez desde sus orígenes, la Iglesia se ha ocupado con especial esmero de la formación de los jóvenes, destinando para esta tarea a sus mejores hombres y elevando a un número impresionante de ellos a los honores de los altares. Es suficiente mencionar aquí los nombres más conocidos de Juan Eudes, don Bosco, Angela Merici, Pedro Canisio y Juan Bautista de la Salle. Ha correspondido a la Iglesia crear la escuela moderna. Ha correspondido a la Iglesia inventar la pedagogía moderna. Pensemos, por ejemplo, en el genio de las primeras generaciones de jesuitas, que en sus colegios supieron conjugar la transmisión intelectual del saber con una puesta en escena barroca, donde los alumnos, en una edad en que uno más bien no se encuentra a gusto con el propio cuerpo, eran invitados a subir al escenario a recitar sobre los grandes sentimientos que guían al mundo antes de experimentarlos personalmente. Al proceder de este modo, la Iglesia no satisfacía una mera necesidad de supervivencia. Ella no se preocupa de su futuro o el de la humanidad, sino que da testimonio de la verdad esencial sobre la cual descansa toda educación: los jóvenes son nuestros maestros. Debemos transmitirles lo que consideramos mejor, pero al mismo tiempo ellos nos hacen salir de nosotros mismos, nos arrancan de los refugios en los cuales atesoramos nuestras certezas y también nuestro cansancio con la vida: hacen recordar a nuestra conciencia a menudo exhausta los motivos de la esperanza. La Iglesia y después de ella las sociedades secularizadas han visualizado la escuela como el lugar privilegiado de la educación y se han dedicado a ésta con pasión. Es suficiente recordar el prestigio del cual gozaba el maestro en el pueblo más apartado de nuestras regiones en el curso de los dos últimos siglos. Con todo, al menos en las sociedades europeas, la escuela padece actualmente de una profunda pérdida de
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«Faltaría demostrar si (y de qué manera) esta violencia de los primeros años y el desconocimiento de las normas del saber vivir con los demás, alimentada por la ideología de la educación sin restricciones, incide de alguna manera en la violencia creciente que caracteriza a las sociedades urbanas.» (En la foto, agitaciones juveniles en los suburbios de París)
reputación. Dos grandes alteraciones la afectan profundamente hasta el punto de constituir para ella verdaderas patologías: la desaparición de la cultura general y la revolución tecnológica. Hasta fecha reciente, la cultura clásica parecía ser la flor para el ojal de la enseñanza. Se trataba de familiarizar a los alumnos con textos considerados forjadores de la civilización occidental. Todo cuanto habían dicho los antiguos no era válido puramente
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«San Juan Bautista de la Salle y San Juan Bosco, dos grandes educadores elevados a las alturas»
para su época: su mensaje y su ejemplo personal expresaban una sabiduría y un arte de vivir que debían inspirar a las generaciones de todos los tiempos4. Había en ellos algo así como una fuente de agua viva a la cual debían incansablemente volver todos aquellos que aprendían el oficio de hombre. Ahora se ha cortado el hilo. El discurso de los Antiguos se ha perdido en la noche de los tiempos5. El individuo moderno piensa que no puede obtener lección alguna de los ejemplos de otra época6. Las disciplinas humanistas se eliminan progresivamente en los programas desde el momento en que se comienza a imaginar un hombre nuevo7. La memoria se ha visto rebajada a una condición de servidumbre. Ya casi no se aprenden de memoria ni las fábulas ni los poemas antiguos. La historia se ha convertido en ramo optativo: relatando sólo las últimas peripecias de la humanidad, hace hundirse a los anciens régimes en la oscuridad de la indiferencia. La literatura y la filosofía ya no ponen en contacto directo con los maestros, porque ahora todo lo ocupan los comentarios8, los análisis estructurales y las metacríticas. Las palabras nunca desaparecen totalmente; se contentan con emigrar. Tras el advenimiento de la era electrónica, las palabras “memoria” y “transmisión” asumen una realidad totalmente distinta. “Con la computadora e Internet, la memoria se cuenta en octetos y la transmisión evalúa su velocidad en baudios. Lo que importa es la capaci4 Ver Cosimo Laneve, Educare fra tradizione e multiculturalità, en “Pedagogia e Vita”, 5-6 (2008), especialmente: 1.1 L’imprescindibilità dell’imitare. 5 Id., “Desde hace medio siglo, una decadencia general sin embargo ha marginado (y desdeñado) a la educación basada en el conocimiento de los clásicos, o la educación del espíritu, la imaginación, la sensibilidad, relegando este estudio únicamente a los seminarios para especialistas”. 6 “La edad moderna resquebraja precisamente esta confianza ilimitada en la tradición y sus fuentes. Por numerosos motivos de orden histórico, moral-religioso y técnico-científico, la tradición pierde su obvia confiabilidad” (Zelindo Trenti, Tradizione e linguaggio nel processo di apprendimento, en “Insegnare Religione”, 3 (2005), 4-12). 7 La decadencia de la cultura general en las instituciones escolásticas y universitarias ha sido magistralmente interpretada por Allan Bloom, The Closing of the American Mind, Simon & Schuster, Nueva York, 1987. Para un enfoque renovado, ver Marta C. Nussbaum, I classici, il multiculturalismo, l’educazione contemporanea, Carocci, Roma, 2006. 8 George Steiner ha enfocado el ámbito del comentario y el parásito en su hermoso libro titulado Réelles présences. Les arts du sens, Gallimard, París, 1991, 25 ss.
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dad del disco, el número de barras, la dimensión del cable o del tubo. Hemos pasado del obrar a la capacidad. Se hace clic, se salva. Se hace clic, se envía. En los cuatro ángulos del universo (…) se constituyen bases de datos tan diversas como variadas. Una acumulación formidable de memoria informatizada prosigue en una carrera sin fin tras la densificación de la red de comunicación” (Jean-François Bouthors). ¿De qué memoria se trata? ¿Qué transmisión se ejecuta? ¿Qué voluntad preside este gigantesco movimiento? Es posible que surja nuevamente el viejo sueño de Prometeo: memoria y transmisión permitirían creer en el advenimiento de un hombre con acceso a todos los saberes y a todas las bases de información. ¿Pero para hacer qué? ¿Cómo discernir en esta masa inerte de datos disponibles? Esta última pregunta abre un campo nuevo a las disciplinas humanistas. El imperativo del discernimiento remite de hecho a lo que es específicamente humano: distinguir lo que hace crecer lo humano en cada uno de nosotros y renunciar a los conocimientos inútiles o sin más nocivos. La escuela podría entonces recordarnos las ilusiones de un progreso sin fin por el cual la humanidad ha pagado enormemente en el siglo recién transcurrido. Si consiguiese liberarnos una vez más (no nos atrevemos a decir “de una vez por todas”) de este viejo sueño pernicioso, encontraría nuevos motivos de esperanza. Por este motivo y otros, el tiempo de los “prof.”, contrariamente a funestas previsiones, todavía tiene por delante un futuro. Desde que trabajaba en la universidad y luego como Obispo, a menudo me encontraba con docentes. Solía decirles: “¡No se dejen abrumar por el pesimismo difuso! Sé que el trabajo de ustedes ha llegado a ser difícil. Todavía subsiste el más bello oficio del mundo. Gracias a ustedes, en realidad, la humanidad nace en sí misma”.
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HOMENAJE A METHOL FERRÉ
Fe y cultura como hermenéutica de la historia Por Pedro Morandé
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onocí a Alberto Methol en un encuentro relativo a las expectativas sobre las universidades de América Latina en la década de los ochenta, tema álgido, entonces, por las reformas universitarias emprendidas desde 1967-1968, y paralizadas, en cierto sentido, por los gobiernos militares. Tal encuentro se realizó en la ciudad de Viña del Mar en 1975. Allí me escuchó citar en mi exposición a Franz Hinkelammert y, apenas A la verdad, si la teología terminada, se me acercó asombrado para conocerme. no es la máxima ‘ciencia Unos meses después recibí del él una copia de su artíhumana’, entonces se culo “¿Y ahora qué?” publicado en el último número de nos hace históricamente la revista Víspera de ese mismo año y que fue después prescindible. Este también publicado en el N°4 de la revista Nexo. Alguseparatismo de teología nas afirmaciones contenidas en ese artículo fueron un y ‘ciencias humanas’ es aguijón que produjeron en mí una profunda huella que típico de nuestra época. jamás se ha borrado. Permítanme citar el párrafo que me Pero seamos claros: si removió y conmovió, aunque resulte un poco extenso. Cristo no nos ilumina Decía Methol: “Hace poco leía el lema de un instituto católico de la historia toda del investigación social, que en esencia decía: ‘Para la relación del hombre, si no implica la hombre con Dios, teología. Para la relación del hombre con el mayor inteligencia de la hombre, sociología’. Más allá de la intención de tal lema, para los historia, la más profunda cristianos es un dualismo inaguantable. ¿Una teología divorciada ‘sociología’, entonces es de la sociología? ¿Una sociología divorciada de la teología? O sea, mejor volver la espalda a más claramente, la teología nada diría por sí misma del conociDios tan sobrante. miento adecuado de la sociedad. Es una agregación que lleva a la incoherencia, al cisma de la razón y la fe. Pero refleja bien una situación contemporánea. Teología y ciencias humanas no comunican entre sí, se yuxtaponen simplemente. Corren de modo paralelo, y cuando quieren vincularse no establecen lógicamente sus mediaciones, lo hacen a modo de agregación. A la verdad, si la teología no es la máxima ‘ciencia humana’, entonces se nos hace históricamente prescindible. Este separatismo de teología y ‘ciencias humanas’ es típico de nuestra época. Pero seamos claros: si Cristo no nos ilumina la historia toda del hombre, si no implica la mayor inteligencia de la historia, la más profunda ‘sociología’, entonces es * El presente texto corresponde en lo fundamental a la exposición realizada por el autor en la Universidad de Montevideo en el marco del Congreso en homenaje al historiador y filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré
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HUMANITAS Nº 62 pp. 284 - 295
«La figura misma de Ariel resultaba para él abstracta, ingenuamente sobrevalorada, pero establecía referencias correctas para la interpretación de los desafíos de la historia latinoamericana del siglo XX Le escuché muchas veces explicar el paralelismo entre la experiencia cultural del catolicismo polaco que mantuvo su identidad, no obstante obedecer su estructura institucional a los intereses de las potencias invasoras, y el catolicismo popular latinoamericano que, aunque con instituciones soberanas, había sepultado el sueño de la Patria Grande y su unidad, con pequeñas repúblicas oligárquicas de escasa sustentabilidad geopolítica. El reconocimiento de la Iglesia en Puebla de la cultura y de la religiosidad popular le hacían abrigar la esperanza del resurgimiento del sueño de la Patria Grande.» (Monumento al Sagrado Corazón en Río de Janeiro, más conocido como “Cristo do Corcovado”).
mejor volver la espalda a Dios tan sobrante. La realidad, por cierto, no es ésa, aunque nuestro conocimiento esté en aguas de borraja”. El texto describía, por un lado, el paralelismo entre las teorías acerca de la sociedad y la comprensión de la revelación cristiana, que era, por lo demás, mi propia experiencia. Pero lo que más me impresionó fue el testimonio de un intelectual católico que se atrevía a afirmar con convicción que si Cristo no implicaba la mayor inteligencia de la historia, la más profunda sociología, sería mejor volver la espalda a un Dios tan sobrante. Desde que leí esta frase, todo el anhelo de mi vida intelectual ha sido descubrir esta “inteligencia de la historia”, no sólo de la historia personal, sino de la historia social. ¿No es éste acaso el mismo testimonio que el luminoso magisterio del Papa Benedicto XVI no se cansa de dar y recordar, es decir, que la fe de la Iglesia es la
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fe en Cristo-Logos y que tanto la esperanza como la caridad sólo pueden entenderse correctamente desde la verdad de este Logos? Este verdadero programa para el itinerario intelectual cristiano no es, ciertamente, nada de fácil. Como reconoce el propio texto de Methol, faltaban las mediaciones filosóficas adecuadas, tanto de parte de la teología como de parte de la sociología, de la economía y de las restantes ciencias sociales. Pero faltaba sobre todo una mirada antropológica que permitiera transitar desde el ámbito personal de la libertad y de la conciencia humana al ámbito social de la interdependencia y complementariedad de los vínculos interhumanos, sea en el plano institucional, en el plano de la acción técnica, estratégicamente motivada, o en el plano de la acción orientada por los valores de la tradición. En otras palabras, faltaba una mirada unitaria sobre el fenómeno humano y sobre su despliegue dentro de los procesos históricos. Una primera ayuda magisterial vino a este respecto de la Evangelii nuntiandi de Pablo VI que aunque discutida por algunas corrientes eclesiales constituyó, finalmente, la base reconocida del documento final de la Conferencia de Puebla, mostrando así toda su fecundidad en el ámbito latinoamericano. Aunque en ella el tema ¿No es éste acaso el mismo de la cultura no está suficientemente desarrollado, la Exhortación testimonio que el luminoso Apostólica vinculaba directamente la evangelización de la Iglesia magisterio del Papa con las culturas de los pueblos, tanto en el sentido universal de la Benedicto XVI no se cansa cultura humana, en singular, como en el sentido histórico de las de dar y recordar, es decir, culturas humanas, en plural. Esta doble vinculación venía desaque la fe de la Iglesia es la rrollándose también de un modo propio en América Latina por fe en Cristo-Logos y que los herederos católicos de Rodó y la generación del 900, como lo tanto la esperanza como mostraba la propia reflexión de Methol, pero también la teología la caridad sólo pueden de Lucio Gera. La autoridad de un documento pontificio permitía entenderse correctamente ahora anudar estas reflexiones con la tarea evangelizadora de la desde la verdad de este Iglesia, valorizar la propia historia del catolicismo latinoamericaLogos? no, y cerrar el arco transcurrido entre el Primer Concilio Plenario Latinoamericano de fines del siglo XIX hasta esos momentos, que dominados por la hegemonía de los esfuerzos técnicos a favor del desarrollo y tensionados por las disputas ideológicas promarxistas, proliberales y proideologías de la seguridad nacional que sustentaban los gobiernos militares, amenazaban quitar a la Iglesia sus propias categorías de interpretación. Todos conocemos la dedicación y la pasión con que Alberto Methol se involucró en las discusiones surgidas tanto a nivel eclesial como extraeclesial sobre el alcance del documento de Pablo VI y sobre su correcta recepción desde la historia y la cultura latinoamericana, todo ello orientado a trazar un camino hacia la Conferencia de Puebla. En agosto de 1976, fui invitado por el Celam a participar en ese famoso encuentro en Bogotá sobre la religiosidad popular latinoamericana. Alberto repetía después entusiasmado que en los documentos de ese encuentro se hallaba “in nuce” lo más importante de la novedad que se manifestaría después en Puebla: la afirmación de que América Latina tiene un “sustrato cultural” católico y mestizo, la valoración de la religiosidad popular como fiel expresión de ese sustrato, la piedad popular mariana característica de nuestros pueblos, la lectura y discernimiento de los acontecimientos
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y de las ideologías desde el ethos propio de la cultura latinoamericana, la evangelización realizada desde la comunión y la participación, el papel activo de los laicos como “constructores de la sociedad”. En suma, la fe y la cultura se elevaban a la categoría de criterio de discernimiento de la historia tanto de los pueblos latinoamericanos como de la Iglesia, pueblo de Dios en medio de las naciones. Uno de los factores nuevos e inesperados de Puebla fue la imponente figura y magisterio de Juan Pablo II, especialmente su antropología cristológica. Poco tiempo después, en 1980, la anudaría en relación con la cultura en su memorable discurso ante la Unesco en París, dando un paso gigantesco en la clarificación del concepto de cultura al trasladarlo desde la dimensión descriptiva, aplicada a caracterizar los estilos de vida de los pueblos, a la dimensión ontológica, referida al ser mismo del hombre. Afirma en esa ocasión que “la significación esencial de la cultura consiste… en el hecho de ser una característica de la vida humana como tal. El hombre vive una vida verdaderamente humana gracias a la cultura... La cultura es un modo específico del ‘existir’ y del ‘ser’ del hombre. El hombre Una primera ayuda vive siempre según su cultura que le es propia, y que, a su vez, crea magisterial vino a este entre los hombres un lazo que les es también propio, determinando respecto de la Evangelii el carácter inter-humano y social de la existencia humana” (n.6). Y nuntiandi de Pablo VI en el párrafo siguiente señala: “El hombre, que en el mundo visible que aunque discutida es el único sujeto óntico de la cultura, es también su único objeto y por algunas corrientes su término. La cultura es aquello a través de lo cual el hombre ‘es’ eclesiales constituyó, más, accede más al ‘ser’... La experiencia de las diversas épocas, sin finalmente, la base excluir la presente, demuestra que se piensa en la cultura y se habla reconocida del documento de ella principalmente en relación con la naturaleza del hombre, y final de la Conferencia de luego solamente de manera secundaria e indirecta en relación con Puebla, mostrando así toda el mundo de sus productos” (n.7). Y concluye el Papa su argumento su fecundidad en el ámbito señalando que “este hombre, que se expresa en y por la cultura y latinoamericano. es objeto de ella, es único, completo e indivisible... Según esto, no se le puede considerar únicamente como resultante de todas las condiciones concretas de su existencia, como resultante –por no citar más que un ejemplo– de las relaciones de producción que prevalecen en una época determinada... No se puede pensar una cultura sin subjetividad humana y sin causalidad humana; sino que en el campo de la cultura, el hombre es siempre el hecho primero... y lo es en su totalidad: en el conjunto integral de su subjetividad espiritual y material...” (n.8). A partir de estas afirmaciones y de sus enseñanzas posteriores las reflexiones de Methol y las de muchos amigos latinoamericanos recibieron una orientación decisiva. En el citado artículo de Víspera él había escrito que hacía falta en América Latina una “sociología de la cultura” que nunca había existido. La verdad de esa afirmación, junto a la nueva enseñanza pontificia despertaron en mí el deseo de emprender ese camino, en el que he tratado de perseverar desde entonces. No se trata de que la cultura sea también un tema al que los sociólogos le den importancia, una suerte de subespecialización dentro de la disciplina. Personalmente lo entendí desde el primer instante como un nuevo paradigma, como un modo de mirar la totalidad de la realidad histórico-social desde su humanidad misma, desde la subjetividad y la
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causalidad humanas, como expresa luminosamente la afirmación del Papa Wojtyla. Se trata de la observación de la totalidad y no de un fragmento, de la capacidad de síntesis unitaria que la subjetividad humana va construyendo en medio de las circunstancias históricas. Sin embargo, para Juan Pablo II este fundamento antropológico de la cultura es también cristológico. En el discurso ya citado señala: “Al hablar… ante vuestra Organización... pienso sobre todo en la vinculación fundamental del Evangelio, es decir, del mensaje de Cristo y de la Iglesia, con el hombre en su humanidad misma. Este vínculo es efectivamente creador de cultura en su fundamento mismo. Para crear la cultura hay que considerar íntegramente, y hasta sus últimas consecuencias, al hombre como valor particular y autónomo, como sujeto portador de la trascendencia de la persona. Hay que afirmar al hombre por él mismo, y no por ningún otro motivo o razón: ¡únicamente por él mismo! Más aún, hay que amar al hombre porque es hombre, hay que reivindicar el amor por el hombre en razón de la particular dignidad que posee. El conjunto de las afirmaciones que se refieren al hombre pertenece a la sustancia misma del mensaje de Cristo y de la misión de la Iglesia” (n.10). Por ello, en el momento culminante de su discurso, resume todo lo dicho con la confesión Esta doble vinculación de Pilatos: “Ecce homo”. Como enseñó incansablemente durante venía desarrollándose su pontificado, sólo Cristo revela al hombre la profundidad de su también de un modo misterio, de su vocación, de su humanidad. propio en América Latina ¿No es acaso esta misma experiencia la que está contenida en la por los herederos católicos frase de Methol que me conmovió de su artículo de Víspera en que de Rodó y la generación hablaba de Cristo-Logos, la más grande inteligencia de la historia? del 900, como lo mostraba Evidentemente, un criterio de lectura de la realidad social como la propia reflexión de éste no se aprende de una vez, sino con la experiencia de toda la Methol, pero también la vida. Como le gustaba decir también a Alberto, “Dios suele escriteología de Lucio Gera. bir derecho con líneas torcidas”. La historia humana está llena de santidad y pecado, de libertades y esclavitudes, de heroísmos y bajezas, de fidelidades y abandonos. Por ello, su manera de mirar la realidad históricosocial tenía una profunda impronta hegeliana que se descubre inmediatamente en todos sus escritos, una mirada abierta a pensar las paradojas y contradicciones, pero siempre en busca de una síntesis, de la “Aufhebung” a que conducen los dinamismos históricos y que en castellano suele traducirse como asunción, como capacidad de asumir. Desde Puebla quedó prácticamente como un lema la afirmación de San Irineo de Lyon “lo que no es asumido, no es redimido”. Esta misma mirada aplicaba Alberto a sus debates intelectuales, a sus contradictores y adversarios. A todos trataba de comprenderlos en su propia lógica y en sus concretas circunstancias, buscando quiénes habían sido sus maestros y por qué pensaban del modo que lo hacían. No trataba de contradecir sus argumentos, sino de asumirlos, de superarlos en el contexto de una nueva y más amplia síntesis. Fue su actitud, por ejemplo, en el caso de la discusión con Gustavo Gutiérrez y su teología de la liberación. Le reprochaba que en su lógica, el pobre se transformaba en una categoría abstracta, funcional para la interpretación marxista asumida a priori, pero quedaba despojado de su religiosidad real, de su cultura y de su historia. Comprendía el interés de pensar
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Detalle del monumento al Sagrado Corazón en Río de Janeiro, “Cristo do Corcovado“
la teología desde suelo latinoamericano. Pero en lugar de apresurarse hacia la abstracción de categorías analíticas pre-condicionadas, proponía más bien una hermenéutica de la historia desde el interior de los procesos sociales en curso, reconociendo que la fe cristiana, como decía el Papa Wojtyla, es en sí misma creadora de cultura, puesto que corresponde y satisface las exigencias de humanidad del hombre. Después de la aparición de Libertatis conscientia (1986) del Cardenal Ratzinger, solía decir que el Cardenal había salvado lo mejor de la teología Alberto repetía después de Gustavo Gutiérrez, quedando como un aporte de la teología entusiasmado que en los documentos de ese latinoamericana a la teología universal. He leído con mucho gusto el estupendo trabajo de análisis del pen- encuentro se hallaba “in samiento de Alberto Methol en los números de la revista Nexo, de nuce” lo más importante la que fui también asiduo colaborador, realizado por Javier Restán de la novedad que se y que ahora ha sido reeditado por la Universidad de Montevideo. manifestaría después en Me llamó la atención, sin embargo, que Restán reprocha a Alberto Puebla: la afirmación de un cierto equívoco en su concepción acerca de la relación entre fe y que América Latina tiene cultura, entre el catolicismo y el nacionalismo. Afirma Restán: “En un “sustrato cultural” última instancia, dentro del pensamiento de Alberto Methol y Lucio católico y mestizo. Gera la dualidad irreductible de lo nacional y lo católico, se resuelve, en la práctica, subsumiendo el hecho católico en el hecho nacional”. Y agrega: “El equívoco del planteamiento de Nexo, desde nuestro punto de vista, es hacer descansar la dinámica de la fe en la nación, o sea, sobre su ‘mediación’, según la terminología utilizada por Gera y Methol. En realidad muchas instancias pueden convertirse en mediación de la fe, pero es la propia fe la que debe juzgar esa mediación, y no viceversa. Es decir, que el origen del juicio, el criterio último, no puede ser la mediación, sino aquello que es
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“mediado”. “El resultado de esta posición de Nexo en lo que respecta a la articulación del hecho católico y el hecho nacional, es lo que podríamos llamar un “catolicismo cultural”. Una posición muy generalizada en el Cono Sur y en general en toda América Latina. Incluso podría decirse que esta es una posición compartida por numerosos responsables eclesiales latinoamericanos” (pp. 133-134). Creo sinceramente que este comentario crítico no comprende el fondo del planteamiento de Methol. Concedo que en este proceso dialéctico de asunción de las posiciones de otros autores, pueda deslizarse algún equívoco del tipo que menciona Restán. Pero la propia expresión que él usa, “catolicismo cultural” es, a su vez, equívoca, puesto que sugiere que es un catolicismo no construido desde la fe, sino desde la costumbre, la moral o la ideología. Distinto significado tiene esta expresión, sin embargo, si se la interpreta desde las afirmaciones de Juan Pablo II ante la Unesco, en que el vínculo de Cristo y de la Iglesia con el hombre y su huUno de los factores nuevos manidad es en sí mismo creador de cultura. Alberto, como buen e inesperados de Puebla converso, lo sabía por experiencia propia y puedo dar fe de que fue la imponente figura entendía la relación del cristianismo con la historia y la cultura de y magisterio de Juan Europa y de América Latina en los mismos términos planteados Pablo II, especialmente su por el magisterio de Juan Pablo II, quien también era, por su parte, antropología cristológica. un nacionalista polaco que entendía su cultura como la respuesta Poco tiempo después, adecuada de su pueblo a la vivencia de la fe. en 1980, la anudaría en Tal vez sea la novedad de la experiencia latinoamericana del relación con la cultura en catolicismo popular lo que necesite ser aclarado. La cultura lasu memorable discurso tinoamericana fue durante mucho tiempo y quizás hasta en la ante la Unesco en París, actualidad mayoritariamente de tradición oral. El hecho cristiano dando un paso gigantesco se desarrolló como cultura a la sombra de los rituales y prácticas en la clarificación del de devoción, de la representación de autosacramentales, de los concepto de cultura al milagros y los promesantes, del baile y el canto, antes que de las trasladarlo desde la lecturas y reflexiones teológicas. La mayoría no sabía leer, ni tamdimensión descriptiva, poco existía el acceso a las Sagradas Escrituras, como comenzó a aplicada a caracterizar suceder después del Concilio Vaticano II. Aunque las oligarquías los estilos de vida de los políticas tampoco han descollado por su profundidad intelectual, pueblos, a la dimensión ciertamente con algunas grandes excepciones, como Andrés Bello, ontológica, referida al ser por ejemplo, con la formación de las repúblicas debieron asumir mismo del hombre. la ingente tarea de escribir códigos, leyes, reglamentos y procedimientos administrativos. Sin embargo, el ethos de los pueblos o de las naciones no se forma con escritos ni procedimientos. De ahí que la experiencia de religiosidad popular ocupara tempranamente el espacio público vivido y compartido por la población. No tal vez de manera permanente, pero con claridad en las fechas del calendario festivo de la Iglesia. La a menudo baja ortodoxia de las creencias fue compensada con una gran capacidad de acogida que se manifiesta en las familias y en las cofradías y organizaciones que sostienen el culto popular. Como en América Latina no tuvimos Reforma, ni guerras de religión, ni herejías, ni la pretensión del cuius regio eius religio, lo nacional se identificó antes con la presencia popular del espacio público que con las instituciones del Estado. Tampoco se intentó reducir la
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conciencia religiosa a moralismos. Se han dado, por cierto, diferencias entre los distintos países, pero lo grueso de esta misma tendencia ha sido compartida. El propio Javier Restán recuerda una afirmación mía en Nexo en que señala que las órdenes religiosas fueron los sujetos portadores más emblemáticos de nuestro ethos católico y barroco. Pero fueron estas mismas órdenes las que crearon las cofradías y organizaciones populares para que sostuvieran el culto y la oración mientras llegaba el turno de una próxima visita. Ahora bien, la hermenéutica dominante de los intelectuales y políticos del siglo XIX fue la constituida sobre la distinción civilizado/bárbaro, lo que privilegiaba el modelo del intelectual letrado y ponía la cultura popular del lado de la barbarie. Nos hacía además mirar hacia Europa, porque de ella había venido la civilización. El cambio de esta distinción por la de Ariel/Calibán introducida por Rodó y sostenida por toda la generación nacionalista del 900 cambió muy radicalmente el horizonte de interpretación. La delimitación pasaba a ser ahora entre la América Latina de formación católica y el imperio norteamericano de formación protestante. Por ello Vasconcelos recupera la figura de Lucas Alamán y su frustrado intento de distinguir entre panamericanismo y latinoamericanismo a través de una frontera Entendía la relación aduanera y comercial. Aunque esta mirada no fuese en sí misma del cristianismo con la religiosa, abría los ojos hacia la recuperación de toda la tradición historia y la cultura de popular desarrollada en el ethos barroco, llamando la atención sobre Europa y de América su diferencia con el ethos de quienes protagonizaron o vivieron la Latina en los mismos reforma protestante. Creo que sin la adecuada comprensión de este términos planteados por el cambio de mirada no se entiende el intento de Methol de reconstruir magisterio de Juan Pablo el arco que va desde la generación del 900 a la Conferencia Episcopal II, quien también era, por de Puebla. Más allá de que sus protagonistas fuesen o no católicos, su parte, un nacionalista el hecho de cambiar la referencia europea por la norteamericana polaco que entendía su y sacar a la cultura católica popular de su encasillamiento en la cultura como la respuesta barbarie abrió una posibilidad inédita de reconciliación entre el adecuada de su pueblo a la catolicismo y la tradición popular nacional que, por las razones ya vivencia de la fe. indicadas, no se había podido producir en el siglo XIX. Creo que Methol no quería afirmar nada más, pero tampoco nada menos. La figura misma de Ariel resultaba para él abstracta, ingenuamente sobrevalorada, pero establecía referencias correctas para la interpretación de los desafíos de la historia latinoamericana del siglo XX. Le escuché muchas veces explicar el paralelismo entre la experiencia cultural del catolicismo polaco que mantuvo su identidad, no obstante obedecer su estructura institucional a los intereses de las potencias invasoras, y el catolicismo popular latinoamericano que, aunque con instituciones soberanas, había sepultado el sueño de la Patria Grande y su unidad, con pequeñas repúblicas oligárquicas de escasa sustentabilidad geopolítica. El reconocimiento de la Iglesia en Puebla de la cultura y de la religiosidad popular le hacían abrigar la esperanza del resurgimiento del sueño de la Patria Grande, no porque estableciera entre la experiencia religiosa y la nacional relaciones de causa-efecto en un sentido o en otro, sino porque la América Latina sumergida por el poder volvía a ser visible para todos sus habitantes y, especialmente, para sus intelectuales.
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Tal vez se haya sobrevalorado la capacidad de movilización de la conciencia religiosa popular en el contexto de una industrialización inconclusa, pero necesitada por lo mismo de la innovación tecnológica y de su adaptación al contexto latinoamericano. En cierto sentido, pasa lo mismo con las hermosas páginas que la Conferencia de Aparecida dedica a la religiosidad popular, pero que, dado el crecimiento de la secularización y de la indiferencia religiosa propone recomenzar desde Cristo con un discipulado misionero. Aunque la fuerza cultural de la caridad y del don es enorme, no se puede pensar el mundo actual de espaldas a la tecnología. Alberto lo sabía muy bien y trataba de pensar la realidad social con coherencia, reconociendo el papel de todos sus factores. Pero pensaba que el mejoramiento de la realidad geopolítica latinoamericana era condición para la producción y mayor consumo de tecnología. En efecto, señalaba que la experiencia norteamericana primero, la soviética después y la de la unidad europea luego de la segunda guerra mundial, mostraban fehacientemente que sólo tenían viabilidad los Estados continentes. Pensaba que La cultura latinoamericana América Latina podría conseguirlo si Argentina se integraba con fue durante mucho Brasil, por las dimensiones de su poder comprador y con Chile para tiempo y quizás hasta salir al Pacífico e integrar su comercio con los países de su cuenca. en la actualidad Era la tesis del ABC de Perón, la que siempre tuvo como punto de mayoritariamente de referencia. Con el término de la Alianza para el Progreso, los países tradición oral. El hecho latinoamericanos comenzaron a hablar fuertemente de integración, cristiano se desarrolló creándose varias asociaciones internacionales para ello. Sin embargo, como cultura a la las diferencias de las políticas económicas practicadas por cada uno sombra de los rituales y tornaron la integración en un ideal inviable. El paso de Alberto por prácticas de devoción, el Celam en su Equipo de Reflexión Teológico Pastoral, primero, y en de la representación de la Secretaría de Laicos, después, lo convenció de que el propio Celam autosacramentales, de los era una agencia potente de integración por el conocimiento persomilagros y los promesantes, nalizado que permitía a los obispos de todos los países de América del baile y el canto, antes Latina. Creyó que la Conferencia de Puebla, al poner en el centro la que de las lecturas y común cultura y religiosidad popular, daría un gran impulso cultureflexiones teológicas. ral a este proceso. Pero las circunstancias políticas, dominadas por los gobiernos militares en varios países no lo favorecieron. Recién la derrota militar argentina en Malvinas, abrió la puerta del retorno a la democracia y del sometimiento de la fuerza militar al poder político. Se despejó el camino para nuevos esfuerzos de integración que cristalizaron en la propuesta del Mercosur, que Methol apoyó entusiastamente desde sus inicios. Pero siempre vio esta propuesta como un camino orientado hacia la construcción latinoamericana del Estado continente. La integración no sólo debía ser económica, sino también cultural, educacional, con libre tránsito de personas. Finalmente, debía ser también una transición política. En este punto, quisiera señalar que Alberto fue un gran filósofo católico de la política. Admiraba a Augusto Del Noce y varias veces me habló del gran impacto que había significado para él la lectura de su libro “El problema del ateísmo”, donde se analizaba críticamente la evolución de la dinámica del marxismo hacia la radicalización de los años setenta, proceso que terminó con el asesinato de Aldo Moro. Le servía para comprender el ocaso intelectual del marxismo, por una parte, como también el
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singular fenómeno nicaragüense de la convergencia entre la teología de la liberación y la revolución sandinista. Pero siempre pensó que la política era la instancia donde finalmente desembocaban todas las contradicciones de la sociedad para su arbitraje o resolución. No es que la síntesis no se produjese antes en el plano de la cultura, sino que en la política adquirían su efectividad y sobre ella descansaba su capacidad operativa. Pero entendía la política desde sus determinaciones históricas. En ese sentido, fue un gran historiador, como también un gran sociólogo. No podía comprender el corto plazo sin la mediación del mediano y largo plazo. Su razonamiento, como ya indiqué, y lo mismo podría decirse de Del Noce, era esencialmente dialéctico, de impronta hegeliana, que buscaba los dinamismos del despliegue de todo el fenómeno social en sus contradicciones y superaciones, pero prestando atención a las personas concretas que se transformaban en sus protagonistas. Así, tenía la gran capacidad de entender la postura de un político o de un intelectual mejor de lo que él se hubiese comprendido a sí mismo, porque lo comprendía en sus circunstancias, lograba ubicarlo dentro del dinamismo histórico que lo envolvía y lo relacionaba con otros autores y propuestas con los que estaba en sintonía o de- El cambio de esta pendencia, de lo cual ellos mismos, en la mayoría de los casos, no distinción por la tenían noticia. Javier Restán se dio cuenta inmediatamente de este de Ariel/Calibán proceder de Alberto, al notar que en la revista Nexo los artículos de introducida por Rodó otros autores solían ir precedidos de una larga nota introductoria y sostenida por toda la de Methol en que situaba su pensamiento en el contexto histórico generación nacionalista del 900 cambió muy intelectual que mejor ayudaba a su comprensión. Pienso que el horizonte más amplio con que Methol interpretaba radicalmente el horizonte los hechos históricos de su generación fue el horizonte abierto por de interpretación. La el Concilio Vaticano II en su relación con la modernidad. Por una delimitación pasaba a ser parte, la constitución Lumen gentium propone el sacerdocio univer- ahora entre la América sal de los fieles y estimula el papel evangelizador de los laicos en Latina de formación el mundo. Por otra, la constitución Gaudium et spes valora el papel católica y el imperio de la ciencias y de la técnica, de la economía y de la política, de la norteamericano de familia y de la cultura, todo ello fundado en la dignidad de la per- formación protestante. sona humana y de sus derechos. Quisiera destacar a este respecto los notables párrafos de la constitución dedicados a la libertad de conciencia, los que fueron complementados con el decreto Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa. El conjunto de estos aspectos, a juicio de Methol, terminaba con la larga etapa en que la Iglesia había estado a la defensiva frente a la modernidad o reivindicando idealizadamente el mundo premoderno, abriendo un horizonte de diálogo con los no católicos y de aceptación de las nuevas circunstancias históricas que daría a la Iglesia nuevos impulsos y la posibilidad de nuevos liderazgos. Añoraba una Iglesia que no mirara atrás y que no se lamentara permanentemente de las ideologías modernas y de la secularización, sino que se lanzase hacia el futuro propositivamente en lo que, posteriormente, Juan Pablo II llamaría nueva evangelización. Para una mentalidad dialéctica, como la de Methol, y siguiendo el lema de que lo que no es asumido no es redimido, la Iglesia tenía la oportunidad, desde las enseñanzas del Concilio, de asumir los cambios histórico-sociales de los últimos tres siglos, desde
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su propia identidad y vocación, sin desgastarse infecundamente en las querellas ideológicas que la paralizaban estérilmente. Entendía, evidentemente, que los vertiginosos cambios que habían tenido lugar en la sociedad la hubiesen paralizado. Pero ya había pasado suficiente tiempo y dos guerras mundiales como para tener la esperanza de que la Iglesia podría experimentar un resurgimiento y proyectarse al futuro como un camino abierto al reconocimiento de la dignidad de los seres humanos en las condiciones específicas de sus culturas y de sus desarrollos económico-sociales. El magisterio conciliar y pontificio había hecho su parte. Ahora faltaba que el magisterio latinoamericano lo aplicara capilarmente a las circunstancias específicas de nuestra historia. Por ello que su intención era hacer comprender la convergencia de las orientaciones universales con el catolicismo nacional popular que se había desarrollado en nuestros países. A algunos podría haberles parecido algo forzado. Pero sin esta sustancia histórica propia de nuestra cultura se habría corrido el riesgo, tantas veces experimentado, de que el magisterio universal no lograra tomar cuerpo ni encontrar un sujeto histórico concreto capaz de encarnarlo y de asumirlo. Alberto fue un gran filósofo La fe en el misterio del Verbo encarnado lo impulsaba a buscar católico de la política. siempre estas posibilidades de encarnación. Su juicio puede haberse Admiraba a Augusto Del equivocado numerosas veces en identificar estos sujetos concretos, Noce y varias veces me pero nunca desfalleció su interés y hasta su pasión por encontrar habló del gran impacto personas específicas y movimientos históricos que hiciesen posible que había significado esta encarnación. para él la lectura de Methol había interpretado las últimas actuaciones de Pio XII, tras su libro “El problema la hecatombe de la segunda guerra mundial, como la premonición del ateísmo”, donde se y el deseo del pontífice de que la Iglesia del futuro no descansaría analizaba críticamente la sobre una Europa destruida, sino sobre las iglesias periféricas de evolución de la dinámica ultramar. Esto fue lo que le dio una gran esperanza de que una del marxismo hacia la Iglesia latinoamericana integrada por el Celam y sus reuniones radicalización de los episcopales continentales, permitirían que las iglesias de estas años setenta, Le servía tierras fuesen asumiendo progresivamente una gravitación unipara comprender el ocaso versal. El hecho de que Juan Pablo II llevase a muchos de sus intelectual del marxismo. más queridos amigos del episcopado latinoamericano a la Curia Romana, lo confirmaba en la idea de que el Concilio Vaticano II había sido el último Concilio europeo y el primero realmente ecuménico y universal. Los años posteriores mostrarían que sus esperanzas habían sido sobredimensionadas y que la Iglesia latinoamericana, pese a sus nuevas oportunidades históricas, no estaba aún a la altura de los desafíos y posibilidades que la historia le había abierto. Cualesquiera sean las razones adecuadas, lo cierto es que la cima alcanzada por la Iglesia latinoamericana en Puebla, en cuanto a la coherencia de sus proposiciones y en cuanto al impacto y movilización de la opinión pública de los países latinoamericanos no volvería a lograrse. Una racionalidad histórica rigurosa como la de Methol no podía atribuir estos fracasos, evidentemente, a problemas de desafecciones personales. Ciertamente les concedía también su lugar en la interpretación de conjunto. Pero lo que estaba en juego era el insuficiente desarrollo de las sociedades latinoamericanas en su globalidad. Por ello,
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nunca separó su hermenéutica de la historia eclesiástica de su hermenéutica de la historia de la cultura, de la economía y de la política de los pueblos latinoamericanos. Había que entenderlos todos en conjunto. Siempre me impresionó que las frustraciones que experimentó por no ver realizadas sus esperanzas no se proyectaran sobre chivos expiatorios, fácilmente caricaturizables en las discusiones ideológicas de la época, sino que le dieran nuevo impulso para afinar su hermenéutica de la historia. Esta ha estado siempre llena de fracasos y de experimentos frustrados. Pero su convicción era que en la historia de los pueblos nada se pierde, sino que siempre queda una semilla de los proyectos que podrían cristalizar en un futuro. Fiel heredero de la propuesta de Ariel y del futuro de América Latina, esperó con paciencia y perseverancia que se dieran las circunstancias para que el dinamismo histórico lograra ser fecundo entre nuestros pueblos. Como dice Chesterton, a cuya sombra se convirtió a la fe de la Iglesia, sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo y loco quien quiere meter el cielo en su cabeza. Comprendió mejor el oficio del profesor universitario que muchos que, desde temprano, lo ejercieron sin vocación ni convicción. Le gustaba ciertamente la polémica y la confrontación de opiniones, pero nunca quería ganar, sino más bien, plantar la semilla que, con el tiempo, daría frutos de persuasión y de creatividad. Quisiera dar testimonio de que conmigo sucedió algo semejante. Contemplando la riqueza y fecundidad de sus interpretaciones histórico-culturales, se despertó muy pronto en mí la curiosidad por descubrir el método con que construía su visión de la historia y de la sociedad. Pero el método no era distinguible de su persona. Ambos eran inconfundibles. Su pasión por entender la realidad humana en cada una de sus circunstancias sociales e históricas, era la enseñanza del maestro a quienes contemplaban con admiración sus escritos. Creo que todos debemos aprender de Methol su agudeza para captar, precisamente, el significado de estos signos histórico-sociales y para interpretarlos en la lógica de una historia de la salvación que abarca la totalidad de las naciones y la totalidad de las actividades que las sociedades estructuran a través de sus organizaciones e instituciones. Para ello se requiere, sin embargo, el espíritu ilustrado que él encarnó: su sabiduría histórica, su sensibilidad sociológica, su síntesis filosófica y, por sobre todo, su hermenéutica teológica de la historia y de la cultura.
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«G.K. Chesterton vivió en una época similar a la nuestra, desde este punto de vista. La Inglaterra de 1900 recogía la herencia de un siglo dominado por el positivismo. Esta actitud intelectual sólo otorgaba validez al conocimiento que fuera verificable.»
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Chesterton responde al relativismo religioso Por Tomás Baviera Puig
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l hombre eterno fue la respuesta decidida de Chesterton a un planteamiento de la historia difundido por H.G. Wells en el que todas las religiones aparecían como equivalentes, o incluso como prescindibles. Para ello Chesterton ofreció un esbozo de la historia de la humanidad un tanto personal. Dibujó con nitidez el perfil del paganismo para que fuera más fácil percibir la aportación singular y única de la Iglesia a la historia del hombre. Hoy el pensamiento dominante continúa abonando el relativismo en materia de religión. Quizá por ello la lectura de El hombre eterno contribuya a revitalizar intelectualmente nuestras raíces cristianas y así poder dar un fruto digno de la semilla del mensaje católico. ¿Son todas las religiones igualmente válidas? Esta pregunta surge siempre en aquellas sociedades en las que entran en contacto personas procedentes de diversas religiones. El siglo XXI está propiciando un mayor contacto cultural a nivel global, en buena medida gracias a las tecnologías de la información y a una mayor movilidad para los desplazamientos. En una coyuntura de debilitamiento de la razón como la actual, parece inevitable responder afirmativamente a esa pregunta al comprobar la variedad del fenómeno religioso. G.K. Chesterton vivió en una época similar a la nuestra, desde este punto de vista. La Inglaterra de 1900 recogía la herencia de un siglo dominado por el positivismo. Esta actitud intelectual sólo otorgaba validez al conocimiento que fuera verificable. Al mismo tiempo, los británicos habían conocido la variedad cultural y religiosa de todo el globo, quizá como ningún pueblo de su tiempo. Ante ese panorama las fórmulas relativistas se propusieron como la solución al problema de la diversidad religiosa. Se trata, como se ve, de una explicación no muy diferente de la que se propugna hoy en día por parte de ciertas corrientes intelectuales. El hombre eterno comienza con una nota preliminar que advierte sobre su intención de ofrecer una respuesta al interrogante de la variedad religiosa: “Intentaré demostrar que aquellos que ponen a Cristo al mismo nivel que los mitos, y su religión al mismo nivel que otras religiones, no hacen otra cosa que repetir una fórmula anticuada, contradicha por un hecho sorprendente”1. Con este libro,
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Podríamos decir que Chesterton, como hijo de su época, introdujo en este método un componente positivista, puesto que basó la contradicción de la propuesta relativista en un hecho. Eso sí, un hecho sorprendente, que, como afirmó en la Nota introductoria a El hombre eterno, contradice la afirmación de que Cristo es un simple mito más y que la religión cristiana se encuentra al mismo nivel que las otras religiones.
1 G. K. Chesterton, El hombre eterno, Cristiandad, Madrid 2004, p. 9. La referencia original es G.K. Chesterton, The Everlasting Man, Londres 1925. En adelante, El hombre eterno.
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Chesterton se disponía una vez más a ir contracorriente.
Un libro profundo
«El hombre eterno comienza con una nota preliminar que advierte sobre su intención de ofrecer una respuesta al interrogante de la variedad religiosa: “Intentaré demostrar que aquellos que ponen a Cristo al mismo nivel que los mitos, y su religión al mismo nivel que otras religiones, no hacen otra cosa que repetir una fórmula anticuada, contradicha por un hecho sorprendente”. Con este libro, Chesterton se disponía una vez más a ir contracorriente.»
2 C.S. Lewis, Cautivado por la alegría. Historia de mi conversión, Encuentro, Madrid 1989, p. 227228.
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Para que esta demostración fuera eficaz se requería de una visión de conjunto de la historia. Era preciso mostrar el salto que supuso para el espíritu humano el nacimiento de Jesucristo, e ilustrar hasta qué punto su legado era capaz de cambiar la vida de los hombres. C.S. Lewis, uno de los intelectuales cristianos que más han escrito sobre la fe para el gran público en el siglo XX, y autor de Cartas del diablo a su sobrino y de las Crónicas de Narnia, captó este salto gracias a la visión de la historia de la humanidad dada por Chesterton. Lewis fue un converso. Su acercamiento a la fe estuvo marcado por reticencias fuertes al cristianismo. Así, escribió que él “distinguía claramente (o eso decía) el Dios filosófico del ‘Dios de la religión popular’. Explicaba que no cabía posibilidad de tener relación personal con Él. Creía que Él nos ideaba de la misma forma que un dramaturgo idea sus personajes y yo no tenía más posibilidades de ‘acercarme a Él’ que Hamlet a Shakespeare. Tampoco le llamaba ‘Dios’; le llamaba ‘Espíritu’. Uno siempre lucha por conservar las comodidades que le quedan. Después leí El hombre eterno de Chesterton y por primera vez vi toda la concepción cristiana de la historia expuesta de una forma que parecía tener sentido”2. Al poco de anunciarse la petición de inicio del proceso de beatificación de G.K. Chesterton a finales del año 2006, Juan Manuel de Prada situaba El hombre eterno junto a las grandes obras de la literatura escritas por los santos: “Me permitirán que en esta ocasión, para celebrar el inicio de la causa de beatificación de mi escritor predilecto, les lance una propuesta. Se trata de un libro que resume en apenas trescientas páginas la historia de la humanidad, que es también la Historia de la Salvación; uno de esos libros —como Las confesiones de san Agustín o la poesía de san Juan de la Cruz— que constituyen en sí mismo una obra maestra de la literatura, pero que al mismo tiempo es algo más, mucho más: es la gracia divina hecha escritura, transmutada en palabras gozosas, de una belleza
y un ardor intelectual, de una amenidad y una hondura tales que quienes las leen tienen la sensación de haber sido bautizados de nuevo. El libro en cuestión se titula El hombre eterno”3. Lewis y Prada tienen en común que ambos pasaron por un proceso de aproximación a la fe cristiana desde posiciones intelectuales críticas, y en cada uno de ellos jugó un papel importante la lectura de El hombre eterno. Además, estos autores han podido apreciar el valor de esta obra gracias a que contaban con una amplia cultura literaria. Como señala Pearce, uno de los biógrafos de Chesterton, El hombre eterno no alcanzó en su día mucho éxito popular, puesto que “es un libro más esotérico, más difícil de comprender; por quedarse en aguas someras, se sumió en las profundidades. Resumen: en realidad nunca estuvo destinado a un público masivo”4. Nuestro artículo quiere contribuir a hacer más asequible un texto profundo y rico que contiene abundantes luces para el entendimiento y el corazón humanos.
Wells y su esquema de la Historia Chesterton tuvo un motivo bien concreto que le impulsó a sentarse para escribir El hombre eterno. En 1919 H.G. Wells había publicado Esquema de la Historia 5. Se trataba de una obra voluminosa de carácter divulgativo que pretendía compendiar la historia de la humanidad. El estilo narrativo facilitaba llegar a un público amplio y no especializado. Sus más de mil páginas reunieron los hechos más sobresalientes que habían ocurrido. Para lograrlo Wells contó con la ayuda generosa de amigos expertos en cada materia. Wells publicó Esquema de la Historia un año después de finalizar la Primera Guerra Mundial. La llamada entonces Gran Guerra supuso un duro golpe para Occidente tras más de 40 años de paz. Precisamente el Esquema de la Historia de Wells quiso contribuir a evitar futuros enfrentamientos bélicos, aunque fuera desde un aspecto tan particular como es el conocimiento de la historia. Como afirma en la introducción, “nos damos cuenta de que ya no puede haber paz en el mundo, si no es una paz para todos, ni prosperidad que no sea general. Pero no puede haber paz y prosperidad comunes sin ideas históricas comunes”6. Si no disponemos de un conocimiento común de los hechos generales de la historia humana, no será difícil vaticinar —según Wells— la pérdida de la paz recién lograda. Al igual que los ilustrados anteriores y que numerosos intelectuales posteriores, Wells consideraba a las religiones equivalentes, y, por tanto, comparables entre sí. El fenómeno religioso vendría a ser como una manifestación particular de la cultura de un determinado
En su peculiar bosquejo de la historia religiosa, Chesterton despliega este talento para comprender mejor los avances morales e interiores que se reflejan en las obras clásicas de cada época. Ciertamente lo que dice de Virgilio, por ejemplo, no es generalizable a todos sus contemporáneos.(…)
3 Juan Manuel de Prada, ABC, 9 de diciembre de 2006. 4 Joseph Pearce, G. K. Chesterton. Sabiduría e Inocencia, Encuentro, Madrid 1998, p. 388. 5 H. G. Wells, Esquema de la Historia. Historia sencilla de la vida y de la Humanidad, Atenea, Madrid 1925. La referencia original es H. G. Wells, The Outline of History: Being a Plain History of Life and Mankind, George Newness, Londres 1919, pp. 1324. 6 Ibídem, p. 16. El subrayado corresponde al original.
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pueblo. El valor de cada religión se veía, pues, relativizado. Es cierto que los temores de Wells sobre la precariedad de la paz global y la fragmentación de la enseñanza de la historia se confirmaron poco después. Y no es menos cierto que la visión relativista de las religiones transmitida en Esquema de la Historia ha terminado asentándose como parte del discurso ‘políticamente correcto’ de inicios del siglo XXI.
(…) Pero si nos ha llegado a nuestros días la obra de Virgilio es señal de que ha alimentado al espíritu del hombre desde su aparición. Las obras clásicas precristianas dan pistas para la búsqueda de la identidad del hombre y nos ayudan a hacernos cargo del estado interior de la humanidad antes del nacimiento de Cristo. Así, en la medida en que tratemos de ver la historia desde dentro, se apreciará mejor la aportación que supuso el Evangelio.
7 El hombre eterno, p. 338.
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La réplica periodística de Chesterton Deberían pasar seis años hasta que Chesterton publicara una respuesta sólida a este punto concreto de la obra de Wells. Esa réplica fue El hombre eterno. Para asegurar una convivencia pacífica es evidente que conviene conocer lo que hay en común. Wells quiso reunir los hechos verificables por todos. Sin embargo, resulta más determinante para una convivencia auténtica entre los hombres la actitud de caminar juntamente hacia la verdad, puesto que lo verdadero ofrece un cimiento más firme que lo común a cualquier precio. En El hombre eterno Chesterton desplegó el arte socrático con una mentalidad moderna. Como hemos visto, pretendió hacer ver que el presupuesto de la igualdad de todas las religiones es contradictorio. Si, en efecto, resulta contradictorio, dicho presupuesto no puede ser verdadero. Así es como Sócrates ayudaba a sus interlocutores a cribar lo falso de un modo razonado: si hallaba una contradicción en el planteamiento que se le hacía, sabía que aquello no podía ser verdadero. Podríamos decir que Chesterton, como hijo de su época, introdujo en este método un componente positivista, puesto que basó la contradicción de la propuesta relativista en un hecho. Eso sí, un hecho sorprendente, que, como afirmó en la Nota introductoria a El hombre eterno, contradice la afirmación de que Cristo es un simple mito más y que la religión cristiana se encuentra al mismo nivel que las otras religiones. Chesterton coincidió con Wells en la necesidad de hacerse entender por cualquier persona y en proporcionar una visión de conjunto de la historia. Sólo que El hombre eterno, a diferencia del Esquema de la Historia, puso de relieve el hecho inesperado y prodigioso que sobresale sobre todo lo acontecido entre los hombres. En palabras de Chesterton, “se trata de la rotunda afirmación de que el misterioso creador del mundo lo ha visitado en persona”7. Para lograr este objetivo, a Chesterton no se le ocultó un difícil obstáculo: la familiaridad con que hablamos de Jesucristo. Por eso el método que siguió consistió en tratar de mirar lo sucedido como
Una de las actividades propias de la mente es buscar respuestas. El hombre del siglo XXI se ha especializado en responder con eficacia a las preguntas de orden práctico y técnico, y quizá ha descuidado aquellos interrogantes que permiten contemplar la vida dotada de un sentido. (…)
si fuera la primera vez que nos lo encontramos. La obra está dividida en dos partes, las cuales salen al paso de dos ideas del pensamiento dominante, una referente al hombre y la otra a Jesucristo. En primer lugar, se trata de dilucidar si el hombre es simplemente un animal evolucionado, y posteriormente se examina si Jesús de Nazaret es simplemente un maestro religioso más entre los hombres. Chesterton ofreció en las páginas de El hombre eterno la perspectiva contraria a la que tomó Wells en Esquema de la Historia. Éste quiso darnos un elenco exhaustivo y sintetizado de los hechos históricos; aquél se centró en el hecho nuclear de la historia. Wells nos contó la historia que se puede apreciar desde fuera, lo verificable; Chesterton nos llevó de la mano para aprender a mirar desde dentro. Para mirar la historia desde dentro Chesterton se nutrió principalmente de dos fuentes. Una fue el sentido común, algo que compartimos con nuestros antepasados y que, efectivamente, es común en el sentido que Wells buscaba. Y la otra fuente fue la literatura. Nuestro autor era un maestro de la crítica literaria. Ya de joven sobresalió por sus
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(…)Así, el atractivo de la virtud o la realidad de la muerte despiertan en el interior de la persona un anhelo de entenderse mejor a uno mismo. Hay interrogantes en la vida humana que, si quedan abiertos, son una fuente de perplejidad que nunca termina de agotarse. La religión ha sido y sigue siendo un intento de dar respuesta cabal a los enigmas humanos.
ensayos sobre autores ingleses, en los que sabía exponer con agudeza el sentir del autor expresado en el texto. Maisie Ward, una de sus primeras biógrafas, subrayó esta habilidad de ir más allá del texto como una de sus principales aportaciones: Chesterton “desarrolló una capacidad mental a la que debemos algunas de sus mejores obras: la profundidad de visión”8. En su peculiar bosquejo de la historia religiosa, Chesterton despliega este talento para comprender mejor los avances morales e interiores que se reflejan en las obras clásicas de cada época. Ciertamente lo que dice de Virgilio, por ejemplo, no es generalizable a todos sus contemporáneos. Pero si nos ha llegado a nuestros días la obra de Virgilio, es señal de que ha alimentado al espíritu del hombre desde su aparición. Las obras clásicas precristianas dan pistas para la búsqueda de la identidad del hombre y nos ayudan a hacernos cargo del estado interior de la humanidad antes del nacimiento de Cristo. Así, en la medida en que tratemos de ver la historia desde dentro, se apreciará mejor la aportación que supuso el Evangelio. Chesterton no fue un especialista de la historia. Él era simplemente un periodista, y además se enorgullecía de serlo. No basó su réplica a Wells en una nueva acumulación de hechos, o en sacar a la luz datos que hubieran podido pasar desapercibidos: no cayó en el enciclopedismo erudito de Wells. Podríamos decir que Chesterton, como buen periodista, supo destacar los aspectos relevantes de una información –en este caso, de la información de toda la historia de la humanidad– y le dio un contexto adecuado para que pudiera ser entendida por el lector. En definitiva, cubrió la noticia más extraña que haya ocurrido nunca, y ofreció una explicación coherente de la misma.
Orígenes de la religión
8 Maisie Ward, Gilbert Keith Chesterton, Rowman & Littlefield Publishers, Oxford 2006, p. 53.
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La respuesta a la pregunta sobre el origen de la religión condiciona todo lo que pueda decirse posteriormente sobre las diversas manifestaciones religiosas. Wells situó el origen de la religión en el llamado ‘temor al Anciano’. Concebía la religión como un código de conducta y de ritos dictados por este personaje de las tribus primitivas con el fin de vincular más fuertemente a los miembros del grupo entre sí. La fuerza del vínculo estaba basada en la amenaza. Esta explicación no difiere mucho de la idea que se tiene actualmente de la religión. La religión vendría a ser como algo impuesto desde fuera, y que, en el fondo, se cumpliría por miedo al castigo. Los efectos principales sobre el individuo serían el fanatismo y el afán de consuelo. Desde esta visión, la religión se concibe como algo irracional. En efecto, la religión podría ser un sentimiento, un miedo, o incluso algo
heredado. Este planteamiento implica necesariamente la aceptación de que la religión sería un fenómeno carente de lógica, y, por ello, deslizable con mucha facilidad hacia el fanatismo. Como hemos apuntado, Chesterton tomó la perspectiva interior para observar este fenómeno. Él no negó que pudiera haber manifestaciones de temor o de consuelo, de fanatismo o de indiferencia. Pero la fuerza de la religión no se encontraba ahí, aunque muchas veces conllevara ese tipo de experiencias. Para Chesterton, “el poder de la religión reside en la mente”9. La religión no es, por tanto, algo meramente sentimental, y, por supuesto, en absoluto irracional. Una de las actividades propias de la mente es buscar respuestas. El hombre del siglo XXI se ha especializado en responder con eficacia a las preguntas de orden práctico y técnico, y quizá ha descuidado aquellos interrogantes que permiten contemplar la vida dotada de un sentido. Así, el atractivo de la virtud o la realidad de la muerte despiertan en el interior de la persona un anhelo de entenderse mejor a uno mismo. Hay interrogantes en la vida humana que, si quedan abiertos, son una fuente de perplejidad que nunca termina de agotarse. La religión ha sido y sigue siendo un intento de dar respuesta cabal a los enigmas humanos. Chesterton identifica dos tipos de respuesta al misterio del hombre a lo largo de la historia previa a Cristo. Por un lado, una mayoría de hombres se contaron historias, y así surgieron los mitos. Las narraciones mitológicas de los dioses y sus relaciones con los hombres no pretendían ser verificables, puesto que se nutrían de la fantasía humana. Fueron, más bien, una respuesta dirigida principalmente por la imaginación para ofrecer claves de entendimiento de la realidad y satisfacción de los deseos humanos. De la misma forma que actualmente las historias que nos cuenta el cine gozan de gran atención del público, aquellas narraciones también tenían una buena difusión. Ahora bien, si los mitos eran populares, se debía, sobre todo, al interés que despertaban los temas tratados en esas narraciones. En cambio, ante los enigmas humanos una minoría trazó teorías como fuente de reflexión sobre el comportamiento moral más digno que le correspondía al hombre. Estas respuestas se orientaban por la razón humana. Así, por ejemplo, los filósofos estoicos y los sabios orientales articularon una serie de claves, muchas de las cuales siguen teniendo validez a pesar del paso del tiempo. Las mitologías se dirigían al corazón humano y sus narraciones trataban de colmar los anhelos del hombre; las teorías filosóficas se dirigían, más bien, a la cabeza y buscaban una coherencia racional en el comportamiento humano. Lo que Chesterton advirtió en este esbozo de la historia de las religiones era que los sacerdotes y los filósofos, los que alimentaban el sentido popular religioso
Chesterton ilustró este punto clave de su esbozo histórico con el ejemplo del filósofo más completo de la Antigüedad: “Aristóteles, con su colosal sentido común, fue quizás el más grande de todos los filósofos y, sin duda, el más práctico, pero en ningún caso habría puesto al mismo nivel al Absoluto y al Apolo de Delfos, como una religión similar o rival”.
9 El hombre eterno, p. 63.
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con las historias politeístas y los que trazaban las teorías globales del mundo, corrían paralelos. Cada uno tenía su propio dinamismo. El politeísmo popular y la sabiduría filosófica trataban aspectos totalmente desvinculados entre sí y —lo que es importante— apenas trabajaron juntos. Chesterton ilustró este punto clave de su esbozo histórico con el ejemplo del filósofo más completo de la Antigüedad: “Aristóteles, con su colosal sentido común, fue quizás el más grande de todos los filósofos y, sin duda, el más práctico, pero en ningún caso habría puesto al mismo nivel al Absoluto y al Apolo de Delfos, como una religión similar o rival”10. En efecto, la mitología se fue enmarañando a medida que la sociedad se fue haciendo más compleja. El crecimiento urbano propició un paulatino apagamiento de la mitología, que había crecido enraizada en el campo y en el hogar y había sido alimentada por la fantasía. Si la mitología se marchitaba fue porque sus raíces se estaban agostando. (…)
10 El hombre eterno, p. 160. 11 El hombre eterno, p. 197.
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La decadencia del paganismo El paganismo cultivó las narraciones mitológicas de carácter religioso y la sabiduría moral. Realmente se trata de dos dimensiones profundamente humanas. Sin embargo, Chesterton observó que, aun siendo buenas en sí mismas, terminaron desgastándose y se volvieron pesimistas: “el pesimismo no consiste en cansarse del mal sino del bien. La desesperanza no reside en el cansancio ante el sufrimiento, sino en el hastío de la alegría. Cuando por cualquier razón lo bueno de una sociedad deja de funcionar, la sociedad empieza a declinar: cuando su alimento no alimenta, cuando sus remedios no curan, cuando sus bendiciones dejan de bendecir”11. En efecto, la mitología se fue enmarañando a medida que la sociedad se fue haciendo más compleja. El crecimiento urbano propició un paulatino apagamiento de la mitología, que había crecido enraizada en el campo y en el hogar y había sido alimentada por la fantasía. Si la mitología se marchitaba fue porque sus raíces se estaban agostando. Progresivamente se había ido debilitando el sentido poético y artístico del hombre, y la inspiración se buscó entonces en otros ámbitos. Los vicios griegos y el entretenimiento de los gladiadores romanos excitaron fuertemente la imaginación popular. La poesía, y la mitología con ella, se fue haciendo cada vez más inmoral. Unido al deterioro del elemento popular, también hubo un agotamiento entre la aristocracia intelectual. Sus explicaciones decían una y otra vez lo mismo, y generaban confusión antes que claridad. La filosofía resultaba fútil para quien la escuchaba y aburrida para quien la practicaba. La búsqueda de la verdad había dejado paso al afán de lucro. Lo que antes se decía que era bueno, podía ser calificado como malo en función de las circunstancias o del beneficio que pudiera reportar. El ambiente intelectual decadente, al igual que también ocurría con el apagamiento de los dioses domésticos y locales, favoreció la
introducción de los ocultismos orientales en la sociedad romana. Todos estos elementos espirituales apuntaban a un secreto temible: que el hombre no podía hacer más. El Imperio Romano, que había sido el logro más alto de la civilización humana, no tenía nada que pudiera mejorarlo: “lo más fuerte se estaba haciendo débil. Lo mejor se estaba volviendo peor. Es necesario insistir una y otra vez en que muchas civilizaciones se habían fundido en una única civilización mediterránea que era ya universal, pero con una universalidad caduca y estéril. Diversos pueblos habían juntado sus recursos y, sin embargo, todavía no tenían suficiente. Los imperios se habían agrupado en sociedad y, sin embargo, seguían arruinados. Todo lo que cabía esperar a cualquier filósofo auténtico era que, en aquel mar principal, la ola del mundo se había elevado hasta lo más alto, hasta casi tocar las estrellas. Pero su ascenso había tocado a su fin, porque no dejaba de ser la ola del mundo”12.
El hecho sorprendente Cuando parecía que el mundo no podía hacer más, irrumpieron en la historia unos mensajeros misteriosos. Actuaban como un ejército, sujetos a una disciplina y con un espíritu común. Llamaron la atención de la opinión pública del Imperio Romano por su negativa a adorar al Emperador. Este simple rito había sido aceptado tácitamente por todo el mundo, independientemente de la religión a la que pertenecieran. Sin embargo, este pequeño grupo no sólo se resistía a realizar este sencillo acto sino que argumentaba su negación con la convicción de una experiencia personal. Estos mensajeros tenían un mensaje ciertamente misterioso. Es más, tanto hoy como hace 2000 años no deja de sorprender. En síntesis, estos curiosos personajes afirmaban que el Creador del mundo había visitado en persona a este mismo mundo. Para ello, se había hecho Hombre, igual a cualquiera de los hombres, pero que había sido rechazado explícitamente por todos: autoridades, sacerdotes y pueblo. A punto de morir, perdonó a todos la injusticia sufrida. Realmente se trataba de una narración conmovedora. Pero el mensaje no terminaba aquí. Este Hombre, que había creado el mundo, venció a la muerte y manifestó un deseo inimaginable e ilógico: a pesar del rechazo recibido, quería compartir con el hombre su propio Espíritu. No obstante, lo sorprendente del caso no es el mensaje, a pesar de que podía ser calificado como literalmente increíble. Al fin y al cabo, el mensaje resalta todavía más el hecho sorprendente que contradice la igualdad de todas las religiones: los portadores de este mensaje inaudito actuaban creyéndose este mensaje. Como señala Chesterton con la perspectiva del tiempo: “el ímpetu de aquellos mensajeros
Cuando parecía que el mundo no podía hacer más, irrumpieron en la historia unos mensajeros misteriosos. Actuaban como un ejército, sujetos a una disciplina y con un espíritu común. Llamaron la atención de la opinión pública del Imperio Romano por su negativa a adorar al Emperador. Este simple rito había sido aceptado tácitamente por todo el mundo, independientemente de la religión a la que pertenecieran. Sin embargo, este pequeño grupo no sólo se resistía a realizar este sencillo acto sino que argumentaba su negación con la convicción de una experiencia personal.
12 El hombre eterno, p. 208.
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Como ha puesto de manifiesto Benedicto XVI en la encíclica Spe Salvi, la singularidad de este mensaje no es su aspecto informativo, es decir, lo que nos comunica, sino, sobre todo, su dimensión performativa. De la misma forma que actúa la levadura en la masa a modo de fermento, este mensaje tenía la capacidad de transformar a quienes lo aceptaban y creían en él.
13 El hombre eterno, p. 341. 14 Benedicto XVI, Carta Encíclica Spe Salvi, n. 2. 15 El hombre eterno, p. 286.
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aumenta mientras corren a extender su mensaje. Siglos después todavía hablan como si algo acabara de suceder. No han perdido la frescura y el ímpetu de los mensajeros. Sus ojos apenas han perdido la fuerza de los que fueron auténticos testigos”13. Ciertamente este mensaje podía ser consolador para el corazón y ofrecía respuestas coherentes a la inteligencia. Pero tenía algo más que no se hallaba en la mitología ni en la sabiduría paganas: una vida nueva. Como ha puesto de manifiesto Benedicto XVI en la encíclica Spe Salvi, la singularidad de este mensaje no es su aspecto informativo, es decir, lo que nos comunica, sino, sobre todo, su dimensión performativa14. De la misma forma que actúa la levadura en la masa a modo de fermento, este mensaje tenía la capacidad de transformar a quienes lo aceptaban y creían en él. La Iglesia es precisamente este cuerpo de mensajeros renovados, un fenómeno único en la historia de los hombres.
La caridad sólo es posible con el credo Los cristianos se han presentado siempre no sólo como discípulos que habían sido instruidos por un maestro sublime, sino, sobre todo, como testigos de un acontecimiento. Pero si ese testimonio era tan extraño y sorprendente, no iba a ser difícil que un contenido así sufriera alteraciones en su transmisión. Entonces, ¿de qué modo se ha podido conservar con tanta precisión un mensaje así de extraño? Para Chesterton la respuesta a este interrogante está relacionada íntimamente con el dogma. Y es que la pureza del mensaje fue preservada gracias a las definiciones dogmáticas. La confusión que podría provocar este insólito mensaje sólo podía superarse si se lograba enunciarlo con proposiciones precisas. Como dice Chesterton, “nada, salvo el dogma, habría podido resistir el motín de invención imaginativa con el que los pesimistas emprendían su guerra contra la naturaleza, con sus Eones y su Demiurgo, sus extraños Logos y su siniestra Sofía. Si la Iglesia no hubiera insistido en la teología, se habría disuelto en una loca mitología de místicos, aún más alejada de la razón o del racionalismo y, sobre todo, aún más alejada de la vida y del amor por la vida”15. Sin los dogmas, el mensaje cristiano se habría diluido en una loca mitología o se habría vuelto una rígida teoría. Justamente el dogma suele ser rechazado por aquellas voces críticas con la Iglesia. Estas personas argumentan que los dogmas han sido añadidos al mensaje de Jesús, y reducen prácticamente toda su predicación a su núcleo auténtico: el mandamiento del amor. En definitiva, se postula una caridad sin credo.
Aquí surge una cuestión decisiva en todo este asunto: ¿es realmente posible una caridad sin credo? Al prescindir de los dogmas, de esas precisiones del mensaje, ¿resulta viable predicar sin más el amor fraterno? Es más, ¿puedo yo amar como amó Jesucristo si prescindo de quién es Jesucristo? La caracterización interior de las religiones paganas que Chesterton ha bosquejado nos enmarca adecuadamente para responder con una visión de conjunto a estos interrogantes. Existe una profunda diferencia entre las manifestaciones religiosas del paganismo y el cristianismo: “lo que esa Fe universal y combativa trajo al mundo fue la esperanza. La mitología y la filosofía tenían, quizá, una única cosa en común: la tristeza”16. Las mitologías y las enseñanzas paganas dejaban el sabor de tristeza porque no alcanzaban lo que anhelaban. En cambio, los cristianos pueden saborear la alegría profunda porque esperan algo que es posible: sanar su corazón del pecado y amar con el amor misericordioso de Jesús gracias a la acción del Espíritu Santo, y de este modo corresponder dignamente al amor de Dios hacia el hombre. Una esperanza sólo es auténtica si se apoya en una verdad, y no simplemente en un deseo o en un sentimiento. La caridad real y auténtica únicamente es posible gracias al credo. El dogma adquiere su lógica si se reconoce que Jesús es Dios. Chesterton observa que “lo que los detractores del dogma quieren decir no es que el dogma sea malo, sino que es demasiado bueno para ser verdad”17. Los escépticos continúan afirmando que no pueden creer estas cosas, pero no afirman que no sean dignas de ser creídas. Además de traer la esperanza, la fe también satisface los anhelos humanos más profundos. La fe vendría a ser como la pieza que faltaba para completar el rompecabezas del hombre, ya que es capaz de armonizar la sed intelectual con la inspiración artística: “La fe católica es reconciliación porque es la realización tanto de la mitología como de la filosofía. Es una historia y, en cuanto tal, una de tantas historias, pero con la peculiaridad de que se trata de una historia verdadera. Es una filosofía y, en cuanto tal, una de tantas filosofías, pero con la particularidad de ser una filosofía como la vida. Pero es reconciliación, sobre todo, porque es algo que sólo puede ser llamado la filosofía de las historias”18.
La pregunta sobre la identidad de Jesucristo constituye la pieza clave de la historia. En función de su respuesta, habrá una concepción u otra sobre el hombre y de su posible relación con la divinidad.
Jesucristo, la llave del corazón humano La pregunta sobre la identidad de Jesucristo constituye la pieza clave de la historia. En función de su respuesta, habrá una concepción u otra sobre el hombre y de su posible relación con la divinidad. El mismo Jesús hizo que sus discípulos más íntimos abordaran de frente este
16 El hombre eterno, p. 305. 17 El hombre eterno, p. 308. 18 El hombre eterno, p. 312.
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A continuación, Jesucristo hizo una promesa a Simón Pedro: le entregaría las llaves del Reino de los Cielos. Para Chesterton, esta imagen de las llaves constituye una lúcida clave interpretativa para ilustrar la aportación de la Iglesia a la historia de la humanidad.
19 Mt 16, 15. 20 Mt 16, 16. 21 El hombre eterno, pp. 315-316.
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decisivo interrogante. Cuando se encontraban en Cesarea de Filipo y ya llevaban un tiempo junto a él, Jesús les preguntó: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?”19 Simón Pedro habló en nombre del grupo: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”20. Respondió precisamente con la precisión del dogma, y no con imágenes vagas o suposiciones fantásticas como hacía la gente que no conocía de cerca a Jesús. A continuación, Jesucristo hizo una promesa a Simón Pedro: le entregaría las llaves del Reino de los Cielos. Para Chesterton, esta imagen de las llaves constituye una lúcida clave interpretativa para ilustrar la aportación de la Iglesia a la historia de la humanidad. Una llave es un objeto que tiene una forma compleja pero definida. Lo que determina que la llave es la correcta no es quién nos la ha dado, o si posee una forma preestablecida, sino simplemente si es eficaz. Sabemos que poseemos la llave correcta si esa llave es capaz de abrir la cerradura. ¿De qué cerradura estamos hablando? En El hombre eterno Chesterton ha sabido presentarnos los rasgos psicológicos de la humanidad pagana antes del cristianismo. También nos ha presentado los actuales misticismos de Asia y su atmósfera religiosa, para ilustrar lo que quizá Europa podría haber sido sin el fermento del mensaje cristiano. En ambos casos el hombre se encuentra con sus solas fuerzas, y, por diversos caminos, se ve confinado en su propio corazón. Este proceso todavía es más agudo si se prescinde conscientemente de Dios, como es el caso de una fuerte corriente secularizadora en Occidente. El hombre, herido en su interior y guiado únicamente por mitologías o por teorías, no logra curar su corazón ni entenderse con profundidad y coherencia. Se va cerrando sobre sí mismo, y termina –antes o después– endurecido y en soledad, como si se encontrara en una prisión de la que ninguna fuerza en este mundo lograría hacerle salir. La fe es la llave que permite abrir la puerta de esta prisión, y salir a un mundo lleno de luz y de alegría. En efecto, la llave de la fe es la llave correcta “porque se ajusta a la cerradura, porque es como la vida […] Lo aceptamos, y encontramos que la tierra es sólida bajo nuestros pies y el camino expedito ante nuestros ojos. No nos aprisiona en el sueño del destino o la conciencia de un engaño universal. Nos abre a la vista no sólo cielos increíbles, sino lo que a algunos les parece una tierra igualmente increíble, haciéndola creíble. Es esa clase de verdad que resulta difícil de explicar por tratarse de un hecho; un hecho para los que podemos llamar testigos. Somos cristianos y católicos no porque adoremos a una llave, sino porque hemos atravesado una puerta y hemos sentido el viento, el soplo de la trompeta de la libertad sobre la tierra de los vivos”21.
NOTAS REFLEXIONES SOBRE EL MISTERiO Y LA VIDA DE LA IGLESIA por Georges Cardenal Cottier, OP «... has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños» (Mt 11, 25)
A
lgunas recientes intervenciones de Bene- pueblo de Dios es “magisterio que precede”, dicto XVI han ofrecido puntos de reflexión y que después la teología debe profundizar interesantes y originales sobre una realidad y acoger intelectualmente». bien conocida por la doctrina tradicional La imagen del “magisterio que precede”, de la Iglesia: la del sensus fidei del pueblo de referida al sensus fidei del pueblo de Dios, me Dios. Me llamó especialmente la atención la parece sugerir un criterio eficaz para captar observación contenida en la catequesis del de modo claro la relación que dicho sensus fidei tiene con el magisterio 7 de julio, dedicada al beato eclesial y la teología. Juan Duns Scoto. En esa ocaLa constitución conciliar sión, hablando acerca de la fe Cuando ejercen esta Lumen gentium, define en el en la Inmaculada Concepfunción, el papa y los n. 12 el sensus fidei con estas ción de María, el Papa dijo obispos atestiguan palabras: «La totalidad de claramente que dicha fe «ya solamente que una verdad los fieles, que tienen la unestaba presente en el pueblo percibida y acogida ción del Espíritu Santo (cf. de Dios, mientras que la por el sensus fidelium 1 Jn 2, 20 y 27), no puede teología todavía no había enpuede efectivamente ser equivocarse cuando creen, contrado la clave para interreconocida y acogida como y esta prerrogativa peculiar pretarla en la totalidad de la el desarrollo de un dato ya suya la manifiesta mediandoctrina de la fe. Por tanto, el contenido en el depositum te el sentido sobrenatural pueblo de Dios precede a los fidei, el depósito de la fe. de la fe de todo el pueblo teólogos y todo esto gracias a cuando “desde los obispos ese sobrenatural sensus fidei, es decir, a la capacidad infusa del Espíritu hasta los últimos fieles laicos” presta su Santo, que habilita para abrazar la realidad consentimiento universal en las cosas de fe de la fe, con la humildad del corazón y de la y costumbres». mente. En este sentido», señaló el Papa, «el La fe en cuanto tal no yerra. Es una virtud
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teologal, es, por tanto, un don sobrenatural han manifestado el sensus fidei, mientras de Dios, y quien la recibe participa a su ma- que la opinión común seguía doctrinas nera de la dote profética de Cristo. La fuente no conformes a la fe apostólica. Es lo que de esta infalibilidad es el mismo Espíritu sucedió cuando bajo el influjo del jansenisSanto, que inspira y mueve ese enfoque in- mo se insistía en la severidad del juicio de tuitivo a los misterios con el que el pueblo Dios, en detrimento de su misericordia. de Dios cree en la verdad revelada y sabe En el mismo ensayo, Journet describe tamtambién discernir lo verdadero de lo falso. bién la relación entre el sensus fidei y el magEsta dinámica la describió con sugestivas isterio de la Iglesia. Hay que distinguir –expalabras el cardenal Charles Journet en su plica Journet– las dos realidades: la primeobra Le message révélé de 1963, partiendo de ra «no es ni una enseñanza ni un magisterio, una cita de santo Tomás: «“La luz de la fe”, sino solamente la persuasión experimental de dice santo Tomás, “hace ver las cosas que se una verdad». Y si por un lado la fe, en cuanto don del Espíritu, no puede creen…; por el hábito de fe, errar, por otro lado, «el fiel, se inclina la mente del homLa devoción popular a la aun estando en estado de bre a prestar asentimiento a concepción inmaculada gracia, aun siendo ferviente, lo que concierne a la fe recta de María reconocía ya la puede errar, mezclar su fe y no a otras cosas”. Hay una apostolicidad de dicha con datos y sentimientos exproporción, una adaptación doctrina mucho antes de traños. A no ser que esté ilusecreta, una connaturalidad que ésta fuera definida minado como lo estaban los entre la virtud de fe que vive dogmáticamente. Con estas apóstoles, necesita la ayuda, en el alma del cristiano y los definiciones dogmáticas, la orientación y el juicio datos que se han de creer los papas, pues, no pensaban del magisterio asistido por que le presenta la revelación: inventar o añadir alguna Dios». En esta perspectiva por una parte y por otra, en teoría teológica nueva, sino el magisterio de los obispos efecto, es el mismo Espíritu reconocer solamente lo que reunidos en torno al suceque actúa: aquí mediante la ya estaba en el corazón de sor de Pedro tiene la tarea luz profética, allí por la luz la Iglesia. de discernir y confirmar lo santificante. De ahí la inclique el sensus fidei presiente, nación espontánea del fiel a indica y anticipa. Cuando creer en la verdad revelada. Esta inclinación se intensifica cuando la fe ejercen esta función, el Papa y los obispos es amorosa, cuando los dones del Espíritu atestiguan solamente que una verdad perciSanto la hacen penetrante e intuitiva y como bida y acogida por el sensus fidelium puede profética. Entra entonces en las profundida- efectivamente ser reconocida y acogida como des, pre-siente, sugiere con instinto certero el desarrollo de un dato ya contenido en lo que hallándose aún implícito y escondi- el depositum fidei, el depósito de la fe. Esta do está listo para florecer y manifestarse». dinámica, como decía Benedicto XVI en Como es obvio el sensus fidei no se identi- su catequesis sobre Duns Scoto, ha tenido fica con la opinión común de la mayoría, una manifestación ejemplar en la definición no se define en base a las estadísticas de de los dogmas marianos de la Inmaculada las encuestas. Ha sucedido en la historia Concepción y de la Asunción de María. de la Iglesia que en ciertos contextos indi- Estos artículos de la fe apostólica han sido vidualidades aislados, santos particulares definidos predominantemente basándose en
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«Si la investigación teológica quiere desarrollarse en la Iglesia, su inevitable punto de referencia es el sensus fidei, que se manifiesta eminentemente en la santidad. En su último discurso a la Pontificia Comisión teológica el Papa propuso de nuevo las figuras de los “santos pequeños”, Bernardita y Teresa de Lisieux, como aquellos que “han conocido ese misterio” y han entrado “en el corazón de la Sagrada Escritura”, mientras que a veces lo esencial ha quedado oculto a una teología con pretensiones de cientificidad.» (Retrato fotográfico de Santa Teresita de Lisieux cuando niña).
el sensus fidelium. La devoción popular a la por la editorial Morcelliana en 1991. Newconcepción inmaculada de María reconocía man escribió ese ensayo como respuesta a ya la apostolicidad de dilos ataques de «ciertas almas cha doctrina mucho antes cándidas» que se habían esLa fe en cuanto tal no de que ésta fuera definida candalizado por un artículo yerra. Es una virtud dogmáticamente. Con estas publicado anteriormente en teologal, es, por tanto, un definiciones dogmáticas, los la misma revista, en el que se don sobrenatural de Dios, y papas, pues, no pensaban mencionaba el hecho de que quien la recibe participa a su inventar o añadir alguna para preparar la definición manera de la dote profética teoría teológica nueva, sino dogmática sobre la Inmade Cristo. La fuente de esta reconocer solamente lo que culada Concepción se había infalibilidad es el mismo ya estaba en el corazón de consultado a los fieles. La arEspíritu Santo, que inspira y la Iglesia. gumentación que usó Newmueve ese enfoque intuitivo Desde esta perspectiva siman en esa ocasión sigue a los misterios con el que guen siendo estimulantes siendo un concentrado muy el pueblo de Dios cree muchas de las páginas escriactual de argumentos históen la verdad revelada y tas por el beato John Henry ricos y doctrinales que tiensabe también discernir lo Newman en su célebre artíden a documentar la naturaverdadero de lo falso. culo publicado en la revista leza del sensus fidelium como The Rambler el mes de julio instrumentum traditionis. de 1859 sobre el tema de consultar a los fieles Según Newman «la tradición de la Iglesia, en temas de doctrina, republicado en Italia confiada a los miembros y a los diferentes
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organismos de la Iglesia entera per modum y solitarios confesores, que sin su ayuda unius, se manifiesta de forma diferente en las hubieran sido los perdedores». En la histodiferentes épocas: por boca de los obispos, ria del arrianismo Newman ve «un ejemplo por los doctores, el pueblo, la liturgia, los palmario de la situación de la Iglesia en un ritos, las ceremonias y las costumbres, los momento histórico en el que fue necesario acontecimientos, las disputas, y todos los recurrir al pueblo de Dios para conocer la otros fenómenos que encierra el término tradición apostólica», concluyendo que «la “historia”. Por eso no se ha de descuidar voz de la tradición puede en algunos casos ningún canal de esa tradición, y está fuera manifestarse no por medio de los Concilios, de discusión que el privilegio de discernir, los Padres y los obispos, sino por medio del distinguir, definir y promulgar una parte communis fidelium sensus». de esta tradición pertenece únicamente a Obviamente, todo esto interpela también a la la Ecclesia docens». Como prueba del papel teología. Si la investigación teológica quiere decisivo desempeñado por el sensus fidelium desarrollarse en la Iglesia, en beneficio de toda la comunidad de fieles, en la vida y en la historia de su inevitable punto de refela Iglesia, Newman recorre rencia es el sensus fidei, que la historia emblemática de Según Newman «la tradición se manifiesta eminentemenla crisis arriana: «No carece de la Iglesia, confiada a los te en la santidad. Por esto de significado el hecho de miembros y a los diferentes me llamó la atención que en que, también históricamente organismos de la Iglesia su último discurso a la Ponhablando, el siglo IV fue una entera per modum unius, se tificia Comisión teológica época de grandes doctores, manifiesta de forma diferenel Papa propuso de nuevo como los santos Atanasio, te en las diferentes épocas: las figuras de los «santos Hilario, los dos Gregorio, Bapor boca de los obispos, por pequeños», mencionando silio, Crisóstomo, Ambrosio, los doctores, el pueblo, la a Bernardita y Teresa de Agustín, de los cuales todos liturgia, los ritos, las ceLisieux, como aquellos que menos uno eran obispos. remonias y las costumbres, «han conocido ese misterio» Sin embargo, precisamente los acontecimientos, las y han entrado «en el corazón en ese período la divina tradisputas, y todos los otros de la Sagrada Escritura», dición confiada a la Iglesia fenómenos que encierra el mientras que a veces lo eseninfalible fue proclamada y término “historia”. (...) cial ha quedado oculto a una defendida mucho más por teología que, sin embargo, el pueblo de Dios que por el episcopado. […]. En esa época de gran tiene pretensiones de cientificidad. confusión, el dogma de la divinidad de Ya en el pasado el cardenal Ratzinger había Nuestro Señor fue proclamado, defendido retomado el criterio expuesto por santo Toy preservado con mucha más fuerza por la más de Aquino según el cual el fundamento Ecclesia discens que por la Ecclesia docens; el de la auténtica teología es la «ciencia de los cuerpo episcopal no estuvo a la altura de su santos». Para santo Tomás –decía Ratzinger misión, mientras que el cuerpo de los fieles en el libro Mirar a Cristo– la teología es scienpermaneció fiel a su bautismo […]. Fue pre- tia subalternata, porque «no es ella la que ve cisamente el pueblo de Dios el que, gracias y demuestra sus últimos fundamentos. Ella a la Divina Providencia, apoyó a Atanasio, está, por decir así, suspendida al “saber de Hilario, Eusebio de Vercelli y a otros grandes los santos”, a su visión. […] En este sentido,
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el trabajo de los teólogos es siempre “se- Los santos, cuando están aún en la tierra, no cundario”, relativo a la experiencia real de tienen la visión beatífica, tienen la fe, pero los santos. Sin este punto de referencia, sin las grandes intuiciones de la fe impulsada este íntimo anclaje en semejantes experien- por la caridad y por los dones del Espíricias, la Teología pierde su tu Santo hacen que ellos carácter de realidad. Esta es adivinen, en la oscuridad, (…) Por eso no se ha de la humildad que se les pide las grandes verdades que descuidar ningún canal a los teólogos… La teología veremos con toda claridad de esa tradición, y está se vuelve un puro juego en el cielo. En efecto, para fuera DE discusión que el intelectual y pierde también santo Tomás los santos son privilegio de discernir, su carácter de ciencia, sin el ante todo los bienaventuradistinguir, definir y realismo de los santos, sin dos. Pienso por ejemplo en promulgar una parte de su contacto con la realidad algunos santos modernos o esta tradición pertenece que aquí está en cuestión». contemporáneos como santa únicamente a la Ecclesia Algunas veces se ve con Margarita María Alacoque, docens». evidencia que en la vida y santa Teresa del Niño Jesús, en la obra de algunos santos santa Faustina o la madre hay como una anticipación Teresa: con su intuición de la profética, una señalación anticipada de lo infinita misericordia divina sugieren lo que que en el tiempo va a servir a la Iglesia para es necesario mirar, en este tiempo dramático ser salvaguardada en la fe de los apóstoles. también para la Iglesia.
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Entrevista a Monseñor Bruno Forte
La teología, una escuela de humildad contra el nihilismo por Mirko Testa
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n una época que vio el ocaso de la razón forma de gnosis. La diferencia fundamental es totalizante, la teología como escuela de hu- que en la teología todo nace de la escucha, y mildad y escucha de la Palabra de Dios puede por tanto del auditus Verbi, mientras que en la convertirse en un antídoto contra las tentacio- gnosis todo es autoproducción intelectual del nes de olvido del sentido, consecuencia del sujeto. Este es el verdadero motivo por el que la única herejía auténticamente cristiana es la nihilismo. De ello está convencido Monseñor Bruno Forte, gnosis: la pretensión de una autorredención del arzobispo de Chieti-Vasto y presidente de la hombre que no necesita de la intervención del Comisión para la Doctrina de la Fe, el Anuncio y Otro y de lo Alto, es decir, de la intervención la Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana, de Dios. Una teología que se funde, como es su naturaleza, en la Revelación, que en esta entrevista realino puede sino ser ante todo zada para ZENIT por Mirko La diferencia fundamental escucha, y por tanto humilitas: Testa analiza algunas de las que distingue a la teología una actitud de profunda disintervenciones de Benedicto cristiana de cualquier ponibilidad y docilidad frente XVI en materia teológica. forma de gnosis es que en a la acción de Dios, que entra –En la homilía de la misa celebrala teología todo nace de en la historia de forma sorda en presencia de los miembros la escucha, y por tanto del prendente y al mismo tiempo de la Comisión Teológica Interauditus Verbi, mientras la confirma en su dignidad, nacional durante su reunión que en la gnosis todo es abriéndola al novum adveniens del 2009 el Papa explicó que el autoproducción intelectual de su promesa. verdadero teólogo no es aquel del sujeto. Es un tema que Ratzinger, que intenta medir el misterio de como teólogo, ha subrayado Dios con su propia inteligencia, repetidamente, y que le deriva sino aquel que es consciente de su propia limitación. En esa ocasión el Papa indicó de su conocimiento de Agustín, que es el genio la humildad como el camino para llegar a la verdad, del intellectus fidei vivido en la escucha, en el poniendo en guardia contra los teólogos expertos uso de la inteligencia al servicio de la escucha. que se comportan como los antiguos escribas. ¿Cree Ello predomina en la formación teológica de que el Papa se refiere a una tendencia visible en Joseph Ratzinger, que en su magisterio de Papa resurge en su llamada fuerte al humilitas y al nuestros días? –Creo que éste es un punto fundamental que auditus. Añadiría que este tema resulta muy distingue a la teología cristiana de cualquier importante hoy en una sociedad que ha cono-
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Monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto analiza el pensamiento teológico de Benedicto XVI. cido la embriaguez de la razón y por tanto la tual”. ¿Es este un escenario presente en el ámbito tentación gnóstica en los distintos rostros de la de la teología actual? ideología moderna. En la inquietud actual de –El primer elemento decisivo es que, precisala post-modernidad, si no se abre a la escucha mente porque nace de la escucha de la Palabra y a la humilitas corre el riesgo de la gran ten- de Dios, la teología necesita no sólo una radical tación del nihilismo, es decir, del sinsentido. humilitas, sino también de una forma de acoEn otras palabras, ¿quién nos podrá salvar? gida amorosa, y por ello orante, de ella. Von A esta pregunta no se puede sino responder: Balthasar insistió muchísimo en este aspecto, el Otro que viene a nosotros, es decir, el Dios sosteniendo que la santidad no es algo supervivo, y esto implica la humildad de la acogida. fluo respecto al ejercicio del teólogo, sino que es una condición fundamental. La gnosis, en esta sociedad No es casual que grandísipost-moderna donde la razón Este es el verdadero motivo totalizante ha conocido una mos teólogos, especialmente por el que la única herejía Padres de la Iglesia, han sido crisis profunda y la necesidad auténticamente cristiana también santos. Por tanto de su superación crítica, viees la gnosis: la pretensión ne desplazada en su misma la necesidad de ponerse de de una autorredención del rodillas ante el misterio y de convicción fundamental, que hombre que no necesita de escuchar, de vivir el auditus es la absolutidad del sujeto y la intervención del Otro no sólo con la humildad sino de su capacidad de conociy de lo Alto, es decir, de la con la amorosa y perseveranmiento o de producción de lo intervención de Dios. te acogida de la fe orante, es verdadero. connatural a la identidad de la –En septiembre de 2007, al visitar teología cristiana. Y también la abadía cisterciense de Heiligenkreuz, el Papa denunció una cierta “teología en esto, en el pensamiento de Joseph Ratzinque ya no respira en el espacio de la fe”, poniendo ger, no sólo hay una continuidad con el filón el acento en cambio en la “teología de rodillas”, una agustiniano y bonaventuriano, sino que hay bella expresión acuñada por Hans Urs von Baltha- también otra intuición muy importante, por sar. De la misma forma, al presentar la figura de otro lado recogida en el Vaticano II, es decir, san Bernardo de Claraval durante una Audiencia que hay una relación entre la vivencia cristiana, general, Benedicto XVI dijo que sin fe y oración, la el pensamiento cristiano y la liturgia. razón por sí sola no consigue encontrar a Dios y la La liturgia, en cuanto culmen et fons, como dice teología se convierte en un “vano ejercicio intelec- el Vaticano II, es aquello de lo que parte todo y
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«El primer elemento decisivo es que, precisamente porque nace de la escucha de la Palabra de Dios, la teología necesita no sólo una radical humilitas, sino también de una forma de acogida amorosa, y por ello orante, de ella. Von Balthasar insistió muchísimo en este aspecto, sosteniendo que la santidad no es algo superfluo respecto al ejercicio del teólogo.»
hacia lo que tiende todo en la existencia cristia- Y aquí hay otra consideración que hacer sobre na, tanto en su vivencia como en su dimensión la relación entre teología y espiritualidad. reflexiva. Por ello una teología sin alma litúrgi- Nosotros hemos vivido una crisis de esta ca, es decir, sin capacidad de alabar e invocar relación en la época de la teología moderna, a Dios, es un vano ejercicio es decir, de aquella teología intelectual. Es otra forma de influenciada por la contrapoEste tema resulta muy aquella gnosis que corre el sición entre Vernunftswahrheit importante hoy en una riesgo de contaminar la capay Geschichtswahrheit, verdad sociedad que ha conocido la cidad del hombre de abrirse de la razón y verdad de hecho. embriaguez de la razón y por a Dios. En la gran visión teoEn la concepción ilustrada tanto la tentación gnóstica lógica cristiano-católica, el sólo la verdad de la razón es en los distintos rostros de hombre ha sido hecho capax verdad, porque presenta una la ideología moderna. En la Dei: pero esta capacidad está absolutez y universalidad inquietud actual de la postcondicionada por una parte que en cambio las verdades modernidad, si no se abre a por la humilitas y, por la otra, de hecho no tienen. El cristiala escucha y a la humilitas por la capacidad de invocar nismo, al contrario, se funda corre el riesgo de la gran el don de Dios y de dejarse sobre una verdad de hecho, tentación del nihilismo, es impregnar por él en una actique es la revelación histórica decir, del sinsentido. tud doxológica y litúrgica, es de Dios. Entonces parecía a decir, de glorificación de Dios, una cierta teología de corte que es nada menos que la disponibilidad de ilustrado-liberal que no se podía conciliar dejarse plasmar por Su acción en nuestra vida. el ejercicio teológico puro con una forma de Cuando todo esto es llevado a la palabra, nace espiritualidad, de vivencia espiritual, dejada propiamente la teología. más bien a la devoción.
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Este abismo entre teología y espiritualidad en la investigación teológica? ha producido grandes daños en la época de la –Esta es una antigua cuestión que vuelve teología moderna: esto se ha visto sobre todo siempre y de nuevo en la historia de la teología. en la teología liberal y en algunas formas del Quisiera dar dos respuestas: una de carácter modernismo católico, pero sigue produciendo histórico y una de carácter actual, pero también daños allí donde, por ejemplo, en los años 60 de sabor metodológico. La primera es la que y 70 algunas formas de teología cristiana se dio santo Tomás a la misma cuestión que usted dejaron condicionar por la ideología moder- me plantea, cuando abre la Summa theologica na, incluso revolucionaria. Hoy sentimos, con una audacia impensable en el tiempo de en cambio, que debemos volver al estatuto los Padres de la Iglesia. Tomás se pregunta: original fundador del hacer teológico, que es utrum praeter philosophicas disciplinas aliam docel de llevar al pensamiento la experiencia del trinam haberi? Es decir, se pregunta no si no son Misterio proclamado y por tanto escuchado y legítimas las disciplinas filosóficas, sino si es celebrado en la liturgia, vivido y testimoniado legítima la teología, con un planteamiento absolutamente moderno que parece reivindicar en la fe y en la caridad. Por tanto, teología no es solo docta fides, es decir, la autonomía de la razón. Su respuesta es que una fides quaerens intellectum, sino también docta la racionalidad requerida por las disciplinas científicas está sobre todo en caritas, es decir, llevar la palael scire per causas, en el conobra a la vivencia del amor, el cer a través de las conexiones don del amor de Dios que nos Una teología sin alma entre premisas y deducciones. viene hecho en la liturgia y en litúrgica, es decir, sin Ahora bien, este scire per caula Gracia de los sacramentos, capacidad de alabar e sas puede ser ejercido de dos pero que debe ser después invocar a Dios, es un vano maneras: partiendo de los pritestimoniado en la vivencia ejercicio intelectual. meros principios internos de en los gestos de la elocuenEs otra forma de aquella la ciencia, las llamadas ciencia silenciosa de la caridad. gnosis que corre el riesgo cias subalternantes (él habla Teología y espiritualidad así de contaminar la capacidad por ejemplo de la matemática, reencuentran el nexo fundel hombre de abrirse que tiene sus principios más damental que las constituye a Dios. (...) intrínsecos de los cuales se recíprocamente como teología parte y que son indemostray espiritualidad cristianas. Una teología sin espiritualidad corre el riesgo bles –en esto Tomás se anticipa a Goedel– y de estar vacía, una espiritualidad sin teología de los que se deducen las consecuencias); corre el riesgo de estar ciega, parafraseando por otra parte están sin embargo las ciencias el conocido dicho de Kant sobre intuiciones subalternas, que usan los principios que les ofrecen las otras ciencias. A propósito de esto, y conceptos. –La adhesión al “Proceso de Bolonia” por parte de Tomás pone como ejemplo el de la música, que la Santa Sede ha llevado a una reordenación global depende de la matemática, precisamente por de la formación teológica en Italia, dirigida a revisar sus armonías y sus relaciones de proporción. los estándares curriculares existentes a la luz de Análogamente –dice Tomás– la teología delos requeridos. Según usted, el hecho de tener que pende de la scientia Dei et beatorum, o sea, de conformarse a las características precisas de “cien- la Revelación. En otras palabras, la fuente del tificidad” ¿no lleva a la enseñanza de esta disciplina conocimiento teológico es lumen fidei por su a poner aparte una concepción que presupone la fe naturaleza, pero en cuanto a la argumentación
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tiene el mismo estatuto epistemológico de las es reconducible a una mera fórmula lingüística demás ciencias, y por tanto plena dignidad de o racional, es decir, un exceso del Misterio que rodea el mundo, que rodea la vida de cada uno la universitas scientiarum. ¿Cómo responderemos hoy frente a los desarro- de nosotros y que nosotros distinguimos conllos de la teología, pero también de la epistemo- tinuamente en la sorpresa, en el estupor, que logía moderna? Yo respondería refiriéndome sólo hasta cierto punto conseguimos reflejar a la gran conquista del siglo XX filosófico y en palabras. teológico, que es el poderoso redescubrimiento Ahora bien, una ciencia que se tome en serio el de la hermenéutica, es decir, de la ciencia de estupor ante este Misterio, la posibilidad de que la interpretación. Cuando hace muchos años, éste se diga sin traicionarse, es decir, la posibicomo Decano de la Facultad Teológica en Nápo- lidad de la Revelación, y que lo haga materia les, invité a una quaestio quodlibetalis a Hans- de su pensamiento, se convierte en una ciencia absolutamente preciosa. En Georg Gadamer, el padre de la semejante dimensión hermehermenéutica contemporánea, néutica, interpretativa de la autor de “Verdad y método”, (…) El hombre ha sido realidad, que no se detiene en un joven de primer año le hecho capax Dei: pero lo inmediato sino que busca planteó esta pregunta: “¿qué esta capacidad está siempre tomar las ulterioridaes la hermenéutica?”. A lo que condicionada por una parte des, las conexiones profundas, Gadamer, sin descomponerse, por la humilitas y, por la la teología me parece que se tras un momento de reflexión, otra, por la capacidad de presenta con plena dignidad dijo: “Hermenéutica significa invocar el don de Dios y de como una ciencia de la que el que cuando usted y yo habladejarse impregnar por él hombre necesita para vivir y mos nos esforzamos en alcanen una actitud doxológica para morir, como necesita de zar el mundo vital que está y litúrgica, es decir, de Dios y del sentido de la vida tras las palabras del otro, y de glorificación de Dios, para vivir y para morir. las que proceden”. Por tanto, que es nada menos que la –En 1986 interviniendo en Bresla epistemología iluminada disponibilidad de dejarse cia en un encuentro organizado por la hermenéutica quiere plasmar por Su acción en por la redacción italiana de la decir no sólo comprender lo nuestra vida. revista Communio, Ratzinger inmediatamente perceptible, habría afirmado que en la conlo visible, lo fenoménico, lo racional, sino comprender también, o por lo ciencia difundida de teología católica la autoridad menos tratar de alcanzarlos, esos mundos de la Iglesia aparece a menudo como una instancia vitales de los que proceden estas expresiones. extraña a la ciencia, como algo que limita, cuando En este contexto, se descubre que ciencia no no mortifica, la investigación. Según usted, sobre es sólo la de los fenómenos, sino que hay un todo tras lo que ha sucedido con la Teología de la conjunto de ciencias, que son las ciencias del Liberación, ¿se advierte aún así esta percepción? espíritu, las cuales se esfuerzan en alcanzar lo –La tarea del Magisterio en la Iglesia no es no dicho, lo no decible, lo no totalmente tema- una tarea regresiva, sino una tarea casi de tizable, pero que es el mundo vital en el que se prospección. En un famoso ensayo de 1953, sitúan los procesos humanos, los procesos his- que hizo historia en el debate teológico, Karl tóricos, etc. Y hay un nivel ulterior que apunta Rahner, preguntándose sobre el Concilio de a esa experiencia del misterio de la vida y del Calcedonia y sobre la definición dogmática, mundo que todos nosotros hacemos y que no que sigue siendo vinculante para todo cristia-
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no, sea cual sea su pertenencia confesional, ejemplo elocuente, porque las intervenciones de Cristo como una persona divina en las dos fundamentales a este propósito por parte de naturalezas, humana y divina, se preguntaba: la Congregación para la Doctrina de la Fe han “Chalkedon - Ende oder Anfang?” (Calcedonia, sido dos: una eminentemente crítica, que ha ¿un final o un inicio?). Su respuesta era muy iluminado los límites a menudo conectados con clara: el dogma no es un final, no detiene el la dependencia ideológica de esta teología; la pensamiento, no lo paraliza, sino que pone otra, que puso en cambio a luz sus aciertos, hitos respecto de los cuales no se vuelve atrás, las contribuciones positivas sobre todo de porque querer volver atrás significaría en este cara a una teología inspirada en la primacía de la caridad y del servicio. caso caer por una parte en las Yo creo que con esta acción formas del “arrianismo”, es deel magisterio realizó exactaA una cierta teología de cir, en una visión sólo humana mente lo que decía Hilario corte ilustrado-liberal y mundana de Cristo, que ya de Poitiers, y que mucho más parecía que no se podía no sería el mediador de la recientemente afirmaba Karl conciliar el ejercicio Alianza y Salvador y, por otra, Rahner, es decir, una acción teológico puro con una en una forma de “modalismo”, no represiva para apagar la forma de espiritualidad, de es decir, un Dios que aparece vida, sino de custodia y de vivencia espiritual, dejada entre los hombres pero que no más bien a la devoción. promoción de esa vida auténha asumido verdaderamente Este abismo entre teología tica que sólo la verdad de Dios nuestra carne mortal, que no y espiritualidad ha consigue liberar en nosotros. se ha comprometido verdadeproducido grandes daños Resumiría con la frase de ramente con lo humano. en la época de la teología Juan 8,32, que a Juan Pablo II Decía Karl Rahner, justamenmoderna: esto se ha visto le gustaba repetir y que nos te, que la definición dogmásobre todo en la teología repitió también a nosotros en tica de Calcedonia en este liberal y en algunas formas la Comisión Teológica Intersentido es un baluarte contra del modernismo católico. nacional, cuando se trabajaba la regresión, no contra el sobre el documento “Memoria progreso. Hilario de Poitiers, y reconciliación” para acoma su vez, intuía una bellísima dimensión de este ejercicio del discernimiento pañar la petición de perdón por las culpas de magisterial de la Iglesia. Decía: el dogma es la Iglesia: “La verdad os hará libres”. definido por una exigencia de caridad, para Y por tanto, cuanto más se sirve a la causa de ayudar a no perder la ruta. También aquí, la la verdad, cuanto más el magisterio se pone al visión era claramente no defensiva o represi- servicio del testimonio de la verdad, tanto más este favorece la libertad, la auténtica libertad va, sino prospectiva. Y precisamente el caso de la “teología de la que da sentido, plenitud, vida y salvación al liberación” que usted citaba, me parece un corazón del hombre.
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La Presencia Hispana en los Estados Unidos por Mario J. Paredes
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n el año 1968, el Congreso de los Estados 1620. En esa fecha, ya Santa Unidos autorizó al Presidente Lyndon B. John- Fe celebraba su primera son para proclamar y celebrar una Semana década y San Agustín, en la Nacional de la Herencia Hispana. En 1988 el Florida, celebraba su 55 aniCongreso extendió la celebración a todo un versario de fundación. Los mes, entre el 15 de septiembre y el 15 de oc- asentamientos hispanos tubre, para rendir homenaje a todos los que, se desarrollaron en el suviviendo en los Estados Unidos, hunden sus roeste del territorio de los raíces históricas y sociales en la cultura proce- Estados Unidos, en la costa dente de España, en América Central, América del Golfo de México y en la Florida. Un 10 por ciento de del Sur y el Caribe. El término hispano fue acuñado por el gobierno los hispanos actualmente residentes federal en el censo del año en los Es1970 y se refiere a las personas tados Uninacidas en un país de habla En la actualidad, residen dos hunhispana en las Américas o en en los Estados Unidos den sus raíces ancestrales aquellos que tienen sus orímás de DOS millones en aquellas fechas, acontecigenes ancestrales en España de cubanos. Grupo que, mientos y asentamientos. o en territorios españoles. El entre las comunidades Especial mención merece la término hispano es un térmihispanas, destaca por población puertorriqueña no ambiguo pero necesario tener más educación presente en esta nación. Los cuando se habla de razas y de y mayor capacidad de puertorriqueños no migraron grupos lingüísticos. productividad económica. hacia los Estados Unidos. Ellos La fecha del 15 de septiembre La ciudad de Miami ha sido fueron absorbidos durante la fue escogida porque en ella enormemente influenciada expansión americana a finales cinco naciones latinoameriy transformada por la del siglo XIX y recibieron, luecanas celebran su indepenpresencia cubana. go, la ciudadanía americana dencia: Costa Rica, El Salvaen 1917. Posteriormente, la dedor, Guatemala, Honduras y Nicaragua; pero, además, porque México y presión económica y las dos guerras mundiales Chile celebran su independencia el 16 y el 18 forzaron a muchos puertorriqueños a dejar la isla en búsqueda de mejores oportunidades de septiembre respectivamente. La presencia hispana en los Estados Unidos y en los Estados Unidos. El estatus actual de su legado social y cultural se remontan a tiem- Puerto Rico como Estado Libre Asociado aún pos anteriores a la fundación de Plymouth en el se presta a confusiones al interior y fuera de
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la comunidad puertorriqueña y produce una indefinición del estatus y nacionalidad de los puertorriqueños, quienes entre los anglonorteamericanos son vistos como hispanos y entre los hispanos, muchas veces, percibidos como estadounidenses. Los cubanos también son una excepción a la regla migratoria. La mayoría de los cubanos llegaron a los Estados Unidos en calidad de exiliados políticos después que se implantara el régimen comunista de Fidel Castro en la isla. En la actualidad, residen en los Estados Unidos más de 2 millones de cubanos. Grupo que, entre las comunidades hispanas, destaca por tener más educación y mayor capacidad de productividad económica. La ciudad de Miami ha sido enormemente influenciada y transformada por la presencia cubana. La
contribución de este grupo se ha hecho sentir en el ambiente político, cultural y académico de los Estados Unidos. Hoy, los hispanos constituyen la minoría étnica mayoritaria en la nación norteamericana (por encima de los afro-americanos y de los nativo-americanos) y contribuyen a la enorme diversidad socio-cultural de los Estados Unidos con su herencia cultural en el campo de las artes, de la comida, de la música, etc., además de su invaluable participación en la vida económica como insustituible fuerza de trabajo y progreso. En 1950, la presencia Hispana en los Estados Unidos era menor a los 4 millones de residentes. Para el 1 de julio de 2009, la población de origen hispano presente en los Estados Unidos sumaba, según la Oficina Nacional del Censo
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Poblacional, 48.4 millones, lo que constituye décadas. Otro factor es la tasa de nacimiento el 16 por ciento del total de la población de la de los hispanos, mucho más alta que la de los nación, además de los 4 millones de hispanos norteamericanos. residentes en la isla de Puerto Rico. Cerca del El vertiginoso crecimiento de los números 50 por ciento de los hispanos de Estados Uni- habla por sí solo de la magnitud e importancia dos tienen su origen en México. El otro 50 por que ha cobrado, especialmente en los últimos ciento viene de distintos países del continente tiempos, el fenómeno, el acontecimiento y la americano, tales como: El Salvador, República presencia hispana y de lo hispano en los EstaDominicana y Colombia. El 36 por ciento de dos Unidos. El peso de estos números debería los hispanos en los Estados Unidos viven en ser razón suficiente para cambiar el estado California. Varios estados tienen una población de cosas de la sociedad norteamericana con hispana mayor al millón de habitantes. Estos referencia a las comunidades hispanas presenson: Texas, Illinois, Florida y Nueva York. En tes. Sin embargo, la situación de la población otras palabras, después de México, con sus hispana en los Estados Unidos, en términos generales, ha empeorado. 111 millones de habitantes, los hispanos residentes en El debate nacional sobre las En 1950, la presencia Hispana los Estados Unidos son, por leyes migratorias pone de en los Estados Unidos era el número, la segunda nación manifiesto los prejuicios, la menor a los 4 millones de hispana en el continente amediscriminación, el maltrato y residentes. Para el 1 de julio ricano. el racismo latentes y no siemde 2009, la población de En el campo político, son 9.7 pre discretos ni tácitos. origen hispano presente en millones los votantes de oriEn esta panorámica de la los Estados Unidos sumaba, gen hispano y son hispanos, presencia hispana ha jugado según la Oficina Nacional en el Congreso de los Estados papel importante la Iglesia del Censo Poblacional, Unidos, dos senadores y 34 Católica en los Estados Unidos 48.4 millones, lo que diputados. En los 50 estados que, ya desde los años 50, se constituye el 16% del total de la Unión Americana hay planteó el fenómeno de las de la población de la Nación, un gobernador hispano en el migraciones en general y el además de los 4 millones de estado de Nuevo México y los de la migración hispana a los hispanos residentes en la alcaldes hispanos, al frente de Estados Unidos en particular Isla de Puerto Rico. ciudades estadounidenses, como el más grande desafío sobrepasan los 20. De otra a su tarea evangelizadora, parte, 1.1 millón de hispanos pastoral y misionera, por lo son veteranos de las fuerzas armadas, 1 de los 9 que se funda la primera oficina para servir jueces vitalicios de la Corte Suprema de Justicia a los inmigrantes de origen hispano en la ares de origen hispano y 3 ministros del actual quidiócesis de San Antonio, Texas. A comiengobierno son, también, de origen hispano. zos de los años 70, la Conferencia Episcopal Todos estos datos estadísticos dan una somera funda una oficina nacional para responder a idea del crecimiento cuantitativo y cualitativo las necesidades de los católicos hispanos. En de la presencia de las comunidades hispanas el año 1970, Monseñor Patricio Flores, de San en el territorio de los Estados Unidos. Una de Antonio - Texas, fue nombrado primer obispo las razones del crecimiento vertiginoso del hispano en los tiempos modernos. Desde ese mundo hispano se debe a la masiva inmigra- nombramiento hasta el presente, son ya 43 los ción que se ha desarrollado en las últimas dos obispos de origen hispano. En la actualidad,
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Monseñor José Gómez, arzobispo de Los Án- hispana en el seno de la Iglesia Católica y en geles, es el prelado hispano de mayor presencia la sociedad norteamericana. Así, sacerdotes de en la Iglesia de los Estados Unidos debido a origen irlandés, italiano o de otras etnias que que la Arquidiócesis de Los Ángeles es la sede trabajan en Estados Unidos han dado ejemplo con el aprendizaje del español para poder arzobispal más grande en el país. La Iglesia Católica ha tratado de cumplir con el atender a los inmigrantes católicos de habla encargo de ser “Madre” que acoge y acompaña hispana. a los inmigrantes de habla hispana en el difícil Por décadas, la Iglesia Católica –sacramento de proceso de desarraigo-adaptación que implica la misericordia de Dios revelada en Cristo para toda migración. Son valiosos los esfuerzos el mundo– ha luchado, hombro a hombro, junto realizados por la Iglesia Católica, como pala- a los campesinos de este país reclamando sus dín y pionera, en el seno de las comunidades derechos civiles; se ha transformado en la voz de hispanas para integrarlas y hacerlas ser y sentir los sin voz para los inmigrantes indocumentados parte importante de la Iglesia Católica en los y ha hecho grandes esfuerzos para educar en las escuelas parroquiales a Estados Unidos, invitándolas los hijos de los inmigrantes. a la comunión. Son buena En los centros urbanos (espeprueba de estos esfuerzos las El término hispano fue cialmente en los guetos) que convocatorias a tres grandes acuñado por el gobierno han padecido períodos de consultas nacionales. La prifederal en el censo del decadencia y desolación muy mera, desarrollada en 1972, año 1970 y se refiere a las grande y en los que todo ha llamada Primer Encuentro personas nacidas en un sido abandonado, sólo la IgleNacional de Pastoral Hispana. país de habla hispana en sia ha permanecido con sus La segunda, en 1977, llamada las Américas o en aquellos templos, sacerdotes, escuelas Segundo Encuentro Nacional, que tienen sus orígenes y servicios sociales. y la tercera, en 1985, llamada ancestrales en España o La Iglesia de España ha enTercer Encuentro Nacional. La en territorios españoles. viado en el pasado a más de Iglesia ha organizado y realiEl término hispano es un mil 500 sacerdotes de origen zado otras consultas y celetérmino ambiguo pero español a misionar en distinbraciones hispanas históricas necesario cuando se tas diócesis del país y aumenta como fue la llevada a cabo habla de razas y de grupos cada año el número de saceren la celebración del jubileo lingüísticos. dotes hispanos que se integran del año 2000. En todo el país, al clero de la Iglesia Católica el mundo de habla hispana cuenta con oficinas dedicadas al ministerio de los Estados Unidos para atender más y mejor hispano en más de 100 diócesis. También exis- a la comunidad hispana en sus necesidades pasten oficinas regionales, institutos pastorales, torales. También el número de vocaciones a la escuelas de lengua, etc. Sin dejar de mencionar vida sacerdotal y religiosa de hispanos nacidos el hecho de que hoy, en todas las sedes episco- en esta nación está creciendo paulatinamente, pales importantes del país, a un pastor (párroco por lo que los seminarios cuentan hoy con u obispo) se le pide no desconocer la presen- una importante cifra de candidatos hispanos cia hispana y aprender y hablar la lengua de al sacerdocio. El año pasado la Iglesia Católica Cervantes para que pueda insertarse, presidir en los Estados Unidos ordenó a más de 150 y realizar gestos y tareas pastorales próximas sacerdotes de origen hispano. y favorables para esta nueva y rica presencia Hoy la Iglesia católica presente en los Estados
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Unidos se encuentra en una nueva realidad: la editoriales cada vez hacen más publicaciones del multiculturalismo, lo cual genera un nuevo bilingües o en español y, en el campo educativo, perfil, plantea nuevos y enormes retos pastora- se crean currículos para las escuelas católicas les y exige nuevas y audaces respuestas para la o los programas de educación religiosa para tarea evangelizadora de la cultura y las cultu- hispanos. Crece el número de movimientos ras. Hasta hace unas pocas décadas, la Iglesia apostólicos hispanos y de nuevas organizacioCatólica en esta nación fue de origen blanco- nes y asociaciones de carácter hispano. europeo. Hoy el 40 por ciento de los católicos Una de estas nuevas organizaciones, fundada en los Estados Unidos es de origen hispano por el Arzobispo José Gómez, es Catholic y en muy pocos años la Comunidad Católica Association of Latino Leaders (CALL por sus Hispana será la mitad del catolicismo en los siglas en inglés). Asociación que se funda para Estados Unidos. Esto significa que el rostro convocar a los profesionales de origen hispano de la Iglesia en suelo norteamericano ha cam- en los Estados Unidos. La Iglesia ha desarrobiado y seguirá cambiando, dadas las fuertes llado una tarea ingente en el mundo de los pobres, los inmigrantes, los oleadas migratorias tanto de marginados y –por el apremio América Latina como de Áfride atender urgentes necesidaEl número de vocaciones a la ca y de Asia. Para responder des materiales y sociales– se vida sacerdotal y religiosa de la manera más adecuada a ha olvidado o abandonado de hispanos nacidos en estos cambios y desafíos se ha pastoralmente la presencia esta Nación está creciendo creado una oficina dedicada a creciente y robusta del mundo paulatinamente, por lo que investigar la diversidad cultuprofesional de origen hispano los seminarios cuentan hoy ral en la Iglesia en el seno de la en los Estados Unidos: abocon una importante cifra Conferencia Episcopal de los gados, médicos, contadores, de candidatos hispanos al Estados Unidos. catedráticos, empresarios, etc. sacerdocio. El año pasado Con el paso de los años y el aceque no están ni identificados la Iglesia Católica en los lerado crecimiento del fenómeni convocados por la Iglesia, Estados Unidos ordenó a más no migratorio, especialmente sus pastores y sus programas de 150 sacerdotes de origen hispano, a los Estados Unidos, pastorales. Monseñor José hispano. la Iglesia va renovándose, y Gómez vio la necesidad de va buscando y encontrando alcanzar a este mundo profenuevas respuestas para servir sional que puede contribuir con sus talentos al mundo de los inmigrantes y a estas nuevas comunidades que se anclan en el corazón de y experiencias a cambiar el tono del debate la Iglesia. Entre muchas de las respuestas que público sobre lo hispano en los Estados Unidos, la Iglesia está formulando, proponiendo y con- por lo que CALL nació para ser una asociación cretando, figuran –por ejemplo– la creación de de profesionales al servicio de la Iglesia Catócolegios universitarios para personas de habla lica y de sus enseñanzas, en comunión con el hispana, como el Mexican American Catholic colegio de los obispos en los Estados Unidos y College, en San Antonio (Texas) y otros centros su magisterio, con absoluta lealtad a la Santa de educación superior fundados especialmente Sede y al sucesor de Pedro. para dar servicio al mundo de habla hispana. Como todo desarrollo histórico, este inédito Además, surgen otras iniciativas eclesiales proceso migratorio del mundo hispano a los como centros pastorales, escuelas de liderazgo, Estados Unidos enfrenta al interior de la misma centros de estudios bíblicos, etc. Las casas comunidad o comunidades hispanas y desde el
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exterior un sinnúmero de dificultades actual- estructuras que apoyen con efectividad las mente en la palestra pública. La integración mejores aspiraciones de las grandes mayorías –que no la asimilación– de la Comunidad His- hispanas. No se han sabido hacer coaliciones pana a la sociedad, a la cultura norteamericana con otros grupos que conforman el poder en la y a la Iglesia Católica en los Estados Unidos Nación. La lección que deja el pasado reciente tiene grandes retos y desafíos internos y exter- es obvia: entrar en el debate nacional, de igual nos y va aconteciendo entre luces y sombras. a igual, exige cambiar la estrategia seguida Las luces están dadas por la acogida de algunos hasta el presente. sectores de la sociedad y la Iglesia en los Esta- Se necesita una reforma migratoria urgente. dos Unidos a los hispanos y el inmenso aporte Hay millones de hispanos viviendo infrahumaque el trabajo de esta Comunidad significó y namente y en la penumbra, explotados, persesignifica para el progreso y desarrollo de esta guidos y con miedo. Todo lo cual contradice los nación. Las sombras tienen, en cambio, que ver más elementales principios y valores cristianos con posturas xenofóbicas y de en los que se confiesa cimenrechazo en algunos segmentos tada la sociedad y la nación de la población que pretenden Sacerdotes de origen norteamericana. explicar la actual crisis socioirlandés, italiano o de La presencia hispana y catóeconómica como causada por otras etnias que trabajan lica en los Estados Unidos es la migración y en la dificultad en Estados Unidos han dado una inyección de nueva savia, para integrarse en lo propiaejemplo con el aprendizaje de juventud, de vitalidad, de mente norteamericano que tiedel español para poder entusiasmo, de fe. Los templos nen algunos grupos hispanos. atender a los inmigrantes parroquiales en los barrios de En medio de estas dificultades, católicos de habla hispana. perfil hispano están copados la Iglesia puede jugar un papel por la asistencia de fieles y la muy importante si vive, predicelebración de la fe y de los saca y testimonia su nota de catolicidad, es decir, cramentos en ellos es extraordinaria. Mientras de la universalidad como fundamento y destino que en los barrios y en las ciudades ajenas a la de la humanidad: todos iguales en la dignidad presencia de los inmigrantes, las comunidades de ser hijos de Dios llamados a vivir en la fra- de fe envejecen y desaparece la práctica religioternidad evangélica. sa, en los sectores donde se encuentra la poblaLa comunidad hispana, en gran medida, ción hispana, la vitalidad de la Iglesia crece sin es responsable del proceso involutivo que el medida. Los hispanos han traído a los Estados fenómeno migratorio hispano padece en estos Unidos una fuerza religiosa inusitada. La fe momentos en el seno de la sociedad norteame- católica de los hispanos, con todo el bagaje de ricana. No ha sabido usar las herramientas del la religión popular y marcados por la impronta sistema social y gubernamental norteameri- de lo que fue la primera evangelización en el cano para su legítimo beneficio. Por falta de continente americano, beneficia hoy a los Estaunión y liderazgo hispano, para las mejores dos Unidos a la vez que enriquece y rejuvenece y más nobles causas, no se han organizado a la Iglesia Católica en esta nación.
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Encuentro con Cristo resucitado por Aleksandr Men’
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a profetisa Ana, una de las pocas personas pesar de todas las dificultades que surgen en que tuvieron la posibilidad de ver al Niño Je- nuestro camino, ha hecho ciertamente que el sús y escuchar las palabras del viejo Simeón, camino que hemos iniciado sea un permanente nos da testimonio de la llegada de improviso ascenso. de la salvación. Intenten pensar qué palabra Para ustedes, que todavía son jóvenes, no sintetiza este episodio. Es una palabra familiar siempre es evidente el valor de un camino para nosotros porque representa también la en ascenso, porque al menos en el plano pufiesta patronal de nuestra iglesia: es la palabra ramente existencial, físico, se encuentran en “encuentro”; pero sobre todo es la palabra más una etapa de ascenso; pero cuando el hombre grande que podamos decir en nuestra vida llega a cierto punto crítico de su propia vida, interior, porque para todos nocomienza el descenso. Tamsotros el momento más imporbién ustedes comprenderán tante ha sido el del encuentro, La Resurrección es una entonces, se darán cuenta de el encuentro personal con el metamorfosis misteriosa, cuán precioso es el hecho de Señor. ¡Un encuentro personal! profundísima y real que que el Evangelio, la fuerza del Todos nosotros hemos llegado alteró totalmente el mundo Espíritu Santo, el encuentro a Él y hemos comenzado a existente, y que del estrecho con Cristo nos den la posivivir la Iglesia precisamente círculo de la historia efímera bilidad de caminar siempre porque se ha producido este transfiere los eventos hacia lo alto: por mucho que encuentro. Y es algo que proevangélicos a una dimensión nos cansemos al avanzar, bablemente les sucede a todos visible desde todos los puntos tropecemos, avancemos por los hombres: estoy seguro de del globo terráqueo y en caminos tortuosos o de hecho que el Señor llama a la puerta todas las épocas. retrocedamos en nuestros de todas las personas, a menupasos, de todas maneras gado sin decir su propio nombre; namos terreno. pero el hombre puede rechazarlo, puede darle El hombre natural, carente del Espíritu, en la la espalda, puede negarse a este encuentro. vida no hace más que perder continuamente Para nosotros, que hemos respondido afirma- algo, mientras nosotros en cambio lo adquitivamente a este encuentro, al menos en voz rimos. Si ahora me propusieran volver a los muy baja, el hecho de haberte encontrado en veinte años, lo evitaría en gran medida, porque el camino de nuestra vida, oh, Dios, viene a me sentiría despojado y engañado ante lo que ser la cosa más preciosa. Como Ana, también he recibido en el curso de los años transcurrinosotros podemos dar testimonio de que este dos, y me costaría separarme de este tesoro. hecho ha otorgado a nuestra vida una desme- Para nosotros, el encuentro es un permanente surada profundidad, nos ha abierto de par en estímulo para movernos, un llamado a mirar par horizontes sin límites, riquezas inagotables; hacia arriba. nos ha dado nuevas fuerzas para combatir, y a El encuentro es un misterio, unido por raíces
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«Crucifijo que perteneció al padre Aleksandr Men’.» sumamente profundas al misterio de la Resurrección de Cristo. Ustedes recuerdan cómo San Pablo, hablando de la aparición de Cristo, del verdadero encuentro que tuvo con Él –como si hubiese tropezado con una barrera invisible y caído– sitúa este giro decisivo de su propia vida en el mismo plano de las apariciones de Cristo resucitado a los apóstoles en los días de Pascua. De esto debemos deducir una consecuencia de gran importancia: todo encuentro nuestro interior con Él es un encuentro con Cristo resucitado. La Resurrección de hecho no fue
puramente un evento localizado en el tiempo y el espacio. Ciertamente, sin negar la existencia de Cristo en el tiempo y el espacio –esto sería una mentira– afirmamos que la existencia de Cristo en el tiempo y el espacio tiene valor en primer lugar porque existe otro aspecto de Su existencia, que trasciende el tiempo y el espacio. Efectivamente, si Cristo hubiese existido como Sócrates, para nosotros sólo existiría Su recuerdo; pero Él no existió puramente en el pasado, permanece con nosotros hasta el fin de los tiempos. Y la Resurrección es una metamorfosis misteriosa, profundísima y real que alteró totalmente el mundo existente, y que del estrecho círculo de la historia efímera transfiere los eventos evangélicos a una dimensión visible desde todos los puntos del globo terráqueo y en todas las épocas. Todos nosotros podemos encontrarnos con Cristo dirigiéndose de Betania a Jerusalén en la memoria, en los textos, en la imaginación, en una película o en un libro; pero con Cristo resucitado entre los muertos nos encontramos en nuestro corazón, porque podemos oír la voz de Dios, ver los ojos, el rostro de Dios, tener la experiencia de la correspondencia entre lo eterno y lo temporal, entre lo infinito y lo finito, entre lo divino y lo humano. Hace algún tiempo, vi una película sobre Moisés. En la película, un famoso director procuraba representar con imágenes cómo experimentó Moisés el encuentro con Dios en el monte Sinaí. Así, se eleva un torbellino de fuego, una especie de erupción volcánica, y en medio de la llamarada chisporroteante resuena una voz: “Yo soy tu Dios”. Es un ser sin apariencia humana, sino más bien dotado de las características con las cuales nos representamos el cosmos, con la dimensión de infinito propia del universo en todos los sentidos (además de ser un concepto espacial, el infinito denota el carácter inalcanzable de lo real para nuestra imaginación)… En realidad, la desmesurada grandeza de la naturaleza, de la totalidad del universo, no puede
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ALEksANDR MEN Aleksandr Men nació el año 1935 en la ciudad de Moscú. Su padre era judío y su madre una mujer convertida al cristianismo en la Iglesia Ortodoxa. En su juventud estudió biología en la universidad y luego fue ordenado sacerdote. En su labor se convirtió en un punto de referencia tanto para la inteligentzia moscovita como para el pueblo cristiano ligado a las parroquias. Durante su apostolado, Aleksandr Men supo equilibrar una constante unión a su Iglesia con la apertura al diálogo interreligioso a partir de un espíritu ecuménico. Se convirtió en el primer sacerdote autorizado a enseñar religión en un instituto del Estado soviético. Su ministerio le destacó como un hombre de gran prestigio y claridad intelectual. Junto con ello escribió numerosas obras que fueron publicadas en la clandestinidad. Ellas constituyeron una catequesis acabada en ese mundo descristianizado por el comunismo, destacando su obra maestra Jesús de Nazaret. Todo ello lo marcó como un pastor de gran influencia que pasó luego a ser percibido como una amenaza por el poder soviético. Fue asesinado el 9 de septiembre de 1990, muy temprano en la mañana, cuando se dirigía a decir misa en la
encontrar un lugar, una cabida en nosotros, porque somos hombres, somos más pequeños, si bien al mismo tiempo también infinitamente grandes. Y para que este Algo sin apariencia humana, indescriptible, creador del universo y motor del mismo en todo instante, pudiese transformarse para nosotros en Alguien que pudiese hablarnos, debía adquirir una voz y una lengua. Todo esto presupone que somos a Su imagen y semejanza, tenemos en nosotros una partícula, una chispa del Espíritu, somos semejantes a Él, en correspondencia, y esto encierra el sentido de nuestra vida. Aquí reside la posibilidad y la premisa de este encuentro. Frágil, débil mamífero vertebrado, a merced de pasiones y atavismos, el hombre con todo
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posee un órgano que le permite percibir lo Divino. Y para que este órgano comience a funcionar, Dios viene a nuestro encuentro y se pone a nuestro nivel de manera que podamos percibirlo. Éste es el significado de la Resurrección. Cristo resucitó para que Su humanidad y Su divinidad se convirtieran para nosotros en realidad hoy, aquí, en el corazón de cada hombre. Esto es la salvación, el Salvador. ¿Qué significa “salvación”, qué es esta palabra? Significa salir de la nada, de una vida miserable de delirio y fantasías, para vivir la vida real. El hombre es una especie de anfibio, es decir, un ser que por su naturaleza está llamado a vivir en dos dimensiones, en dos mundos. No somos espí-
pequeña iglesia rural que atendía desde hacía 20 años. El Cardenal Lustiger, entonces arzobispo de París, en el prólogo del libro Aleksandr Men de Ives Hamant editado por Ciudad Nueva, así se refiere a su vida y al desenlace final de la misma: “El padre Aleksandr formaba parte de esas figuras místicas cuyo brillo e influencia eran percibidos como una amenaza por el poder comunista y por su policía. El padre Aleksandr era sospechoso para el KGB y para los antisemitas. Y para callarlo, unos u otros o los dos a la vez lo asesinaron a hachazos cuando se dirigía a su iglesia”. Hamant, por su parte, asegura en la misma biografía: “Lo que sí cabe asegurar con casi total certeza es que no fue asesinado ‘por casualidad’ y que su asesinato estuvo directamente provocado por la fuerza de su testimonio público y por su personalidad fuera de lo común”. Su muerte conmovió a Rusia y al mundo. Sin embargo, se puede asegurar que el padre Men fue un visionario con respecto a su propio fin. En esos últimos días, un amigo había intentado convencerlo de que suavizara el ritmo de sus actividades. El padre Men le respondió que debía apresurarse, pues sabía bien que le quedaba poco tiempo. El domingo anterior a su asesinato, el padre Men, que pensaba frecuentemente en la muerte diciendo: “Pensar que la muerte va a venir a llevarnos debe estimularnos, debe evitar que nos dejemos llevar, que nos abandonemos a la actividad, a la insignificancia”, había inaugurado una escuela dominical cerca de su parroquia para atender los niños de la aldea. Era un gran acontecimiento, pues significaba la actividad legal de un establecimiento así en plena Unión Soviética. La prédica comenzó con unas palabras sobrecogedoras: “Mis queridos niños, todos sabéis que un día habréis de morir…”. No demoró Dios en llevarse a su servidor. Su partida significó el fin de un baluarte del cristianismo en la adversidad del mundo comunista. Muchas de sus palabras que traspasan su tiempo han sido entre tanto recopiladas en su obra. Como aquellas que dicen: “Ahora soy como el sembrador de la parábola. He recibido una posibilidad única de diseminar la semilla. Es cierto que la mayor parte caerá en suelo pedregoso y no germinará. ¿Cree usted que no me doy cuenta del lío que tiene la gente en la cabeza? Pero si después de haberme oído, unas pocas personas se despiertan, acaso una sola ¿es acaso poco? Sabe, tengo el presentimiento de que esto no va a durar mucho, al menos para mí…”.
ritus, pero tampoco somos seres puramente biológicos, pertenecemos a otra dimensión. Y éstas no son meras hipótesis, ideas o ideologías, sino una realidad proveniente del hecho que Dios, además de revelarse en forma difusiva, por así decir (en la naturaleza, en la sabiduría humana, en todo), se reveló de manera personal en Cristo Jesús, el cual tuvo inicialmente una localización espacial, histórica muy precisa, que luego se pasa por alto, interrumpiéndose después de la Resurrección. La Resurrección y junto con ella la Ascensión (en este sentido constituyen una sola totalidad) pusieron fin a esta localización. Hoy el Señor, para nosotros, está aquí y ahora. Por este motivo, Él no dijo: “Os dejo un legado literario”, sino: “Y he aquí que
yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Y ésta es una posibilidad para cada uno de nosotros, es el fundamento de la experiencia cristiana. Comprendan, existe una experiencia mística genérica, existen las experiencias de las diversas religiones, cada una de las cuales tiene su propio valor, su propia belleza. Todas tienen las manos extendidas hacia el cielo, manos maravillosas, dignas de la humanidad, porque son las manos de un ser creado a imagen y semejanza de Dios, que se extiende hacia su Arquetipo; pero Cristo es una mano extendida hacia abajo, tal como se representa a veces en los íconos antiguos: una mano que desde lo alto se extiende hacia nosotros. Y sobre esto se edifica todo, un encuentro
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auténtico con Dios sólo es posible en Cristo. pero esta experiencia es inseparable de la Cruz. Aquí se encuentra precisamente el secreto de Pablo dice (por ejemplo, en el fragmento que se la “oración de Jesús”*. En realidad, todas las lee en el rito del Bautismo) que todos nosotros prácticas de meditación experimental de la hemos sido crucificados con Cristo, es decir, humanidad, desde épocas remotas, mediante de alguna manera todos compartimos con Él la repetición de textos, mantras, etc., están vin- los sufrimientos propios (angustias interiores, culadas con peculiaridades y fenómenos de la sufrimientos físicos, dolores y dificultades de psique humana. Aquí se subordinan al nombre cada uno en la vida) si los acogemos como de Jesús, de tal manera que la oración no se re- coparticipación en los sufrimientos de Cristo, duzca a una contemplación genérica, abstracta, que padece por el mundo entero, que tiene impersonal, sino que en el centro donde nos el corazón sangrante porque en Su corazón ponemos interiormente ante Dios se encuentre abraza a todos los corazones humanos. Morir el señor Jesús. Si no fuese así, toda la mística con Él, para luego con Él resucitar. San Pablo cristiana se disolvería y dejaría de distinguirse vivió esta experiencia en forma sumamente de toda otra mística, como el especial, y se trata de una budismo zen, por ejemplo, experiencia casi imposible de y el resto. Precisamente por A merced de pasiones y decir, de comunicar. Y sin emeste motivo, Cristo dice en las atavismos, el hombre con bargo cada uno de nosotros, al Escrituras: “Soy el Alfa y la todo posee un órgano encontrarse en una situación Omega, el principio y el fin”. que le permite percibir crítica –de enfermedad, de Si quieren encontrar la verdad lo Divino. Y para que cansancio– debe recordar que de su cristianismo, búsquenla este órgano comience a puede santificar esta condiúnicamente a través de Cristo funcionar, Dios viene a ción transformándola en cruz. resucitado. nuestro encuentro y se pone Debemos recordar siempre Quiero decirles otra cosa: la a nuestro nivel de manera que junto a Cristo había otros Resurrección es sinónimo de que podamos percibirlo. dos crucificados, uno de los victoria. Dios ha intervenido Éste es el significado de la cuales sólo sufría, mientras en nuestra batalla humana, Resurrección. el otro compartió su aflicción en la gran batalla del Espíritu con el Salvador y escuchó que contra las tinieblas, contra el se le dijo: “Hoy mismo estarás mal, contra la violencia. Aquel que fue repu- conmigo en el paraíso”. diado, condenado, asesinado, humillado, Aquel Por consiguiente, la Resurrección no es un que se hizo cargo de todas las injusticias del evento que tuvo lugar en un momento dado mundo, de todo el mal del género humano, para dar testimonio a los discípulos de la triunfó sobre todo esto. victoria de Cristo. Ocurrió hace dos mil años, En la debilidad, en la Cruz, Dios reveló su pro- pero los encuentros han continuado y siguen pia fuerza, y sigue revelándola también ahora. ocurriendo ininterrumpidamente. Y precisaPor este motivo, lo último que deseo recordarles mente el hecho de haber sido Cristo visto con (aun cuando lo saben muy bien) son las palabras la mirada interior de San Pablo, es decir, de un de San Pablo, según las cuales todos vivimos la hombre que no estuvo con Él, que más bien Resurrección, es decir, este encuentro especial estaba muy alejado de Él y no era su discípulo con Cristo. Debemos vivirla ahora, en esta vida, personal, bueno, precisamente esto constituye * También llamada la “oración del peregrino ruso”, porque se trata de una invocación muy amada en el mundo ortodoxo ruso: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”, nde.
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el comienzo del camino recorrido luego por de Dios es lo que experimentamos ya en la todos los cristianos. Pablo dice: “Dios tuvo a actualidad, cuando dentro de nosotros Dios bien revelar en mí a su Hijo”. Lo que Dios nos reina, es el soberano, el Señor, cuando está en revela a través del Hijo es una experiencia el centro de nosotros y santifica todas nuestras irrepetible, es decir, la experiencia de la Re- relaciones, cuando en definitiva está en la raíz surrección. Nos encontramos entonces junto a de nuestras acciones, nuestros pensamientos María Magdalena, que creyó en Él, de manera y sentimientos, cuando las debilidades y peque toda Pascua es para nosotros el hoy, y todos cados no nos definen, sino permanecen en la los días son Pascua. En realidad, no hay un día periferia de nuestro ser. Precisamente por esto en que el Señor presente en el mundo no entre es necesario rezar, a esto debemos tender, es en diálogo con nosotros, no nos espere, no esto lo esencial. En la Resurrección, el Reino de llame a la puerta de nuestro corazón: “He aquí Dios comienza a crecer y triunfar. que estoy en la puerta y llamo”. (…) Éste es el Es esto lo que quería decirles brevemente sentido de la Resurrección, su sobre este gran misterio. significado contemporáneo, No se encuentran aquí otras la Resurrección ocurrió actual, no puramente histópalabras. Se pueden decir hace dos mil años, pero los rico y válido para el pasado, muchas cosas abstractas, encuentros han continuado sino para el hoy. El Señor pero no logran expresar lo y siguen ocurriendo mismo dijo: “Si no me voy, no esencial. Lo esencial es en ininterrumpidamente. Y recibiréis el Espíritu”, es decir, cambio el encuentro. Si cada precisamente el hecho de si no hubiese dejado el mununo de nosotros reflexiona haber sido Cristo visto con do como hombre individual seriamente sobre su propio la mirada interior de San y limitado en el espacio, no camino interior, sobre la forPablo, es decir, de un hombre habría ocurrido lo sucedido ma en que Dios lo ha guiado, que no estuvo con Él, posteriormente. De hecho, sobre la misteriosa concateconstituye el comienzo del no habrían existido la Iglesia nación de circunstancias, de camino recorrido luego por universal y el cristianismo. encuentros con personas y todos los cristianos. Comenzó por tanto a actuar libros, sobre las situaciones a pesar de las debilidades de vida a través de las cuales humanas, a pesar de todas ha sido conducido, se dará las circunstancias históricas. También hoy cuenta perfectamente de que el Señor sigue sigue actuando a pesar de las circunstancias y estando presente en el mundo, llamando a los seguirá triunfando eternamente. Su obra está corazones y a los hombres a seguirlo y vivir sólo en los comienzos: de hecho, Su designio es con Él. Ha llamado a todos ustedes. Por este la transfiguración del mundo, el Reino de Dios. motivo, la biografía de cada una de nosotros Nosotros sólo podemos tener un presentimien- es una pequeñísima parte de la historia de la to, una intuición al respecto. El Reino de Dios Iglesia, que se traduce de distintas maneras es lo que el Señor anunció, es una realidad no para cada uno, conservando sin embargo proyectada al futuro ni de ultratumba (si bien rasgos comunes, porque es uno el Señor, una también existen estas dimensiones); el Reino la fe y uno el bautismo.
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La Palabra del Papa
se considera peligroso hablar de verdad «Educar es un acto de amor, ejercicio de la “caridad intelectual”, que requiere responsabilidad, dedicación, coherencia de vida», señaló S.S. Benedicto XVI en el discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Educación Católica, a quienes recibió en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico.
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(…) as temáticas que afrontáis en estos días tienen como denominador común la educación y la formación, que constituyen hoy uno de los desafíos más urgentes que la Iglesia y sus instituciones están llamadas a afrontar. La obra educativa parece haberse vuelto cada vez más ardua porque, en una cultura que demasiado a menudo hace del relativismo su propio credo, falta la luz de la verdad y, al contrario, se considera peligroso hablar de verdad, infiltrando así la duda sobre los valores básicos de la existencia personal y comunitaria. Por esto es importante el servicio que llevan a cabo en el mundo las numerosas instituciones formativas que se inspiran en la visión cristiana del hombre y de la realidad: educar es un acto de amor, ejercicio de la “caridad intelectual”, que requiere responsabilidad, dedicación, coherencia de vida. (…) En estos días estudiáis también el boceto del documento sobre Internet y la formación en
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los seminarios. Internet, por su capacidad de superar las distancias y de poner en contacto recíproco a las personas, presenta grandes posibilidades también para la Iglesia y su misión. Con el necesario discernimiento para un uso inteligente y prudente de éste, es un instrumento que puede servir no sólo para los estudios, sino también para la acción pastoral de los futuros presbíteros en los distintos campos eclesiales, como la evangelización, la acción misionera, la catequesis, los proyectos educativos, la gestión de las instituciones. También en este campo es de extrema importancia poder contar con formadores adecuadamente preparados para que sean guías fieles y siempre al día, con el fin de acompañar a los candidatos al sacerdocio en el uso correcto y positivo de los medios informáticos. (…) Habéis puesto en marcha, además, una revisión de cuanto prescribe la Constitución apostólica Sapientia christiana sobre los estudios HUMANITAS Nº 62 pp. 332 - 343
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eclesiásticos, respecto al derecho canónico, a los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas y, recientemente, a la filosofía. Un sector en el que reflexionar particularmente es en el de la teología. Es importante hacer cada vez más sólido el vínculo entre la teología y el estudio de la Sagrada Escritura, de forma que esta sea realmente su alma y su corazón (cfr. Verbum Domini, 31). Pero el teólogo no debe olvidar que es también él quien habla a Dios. Es indispensable, por tanto, tener estrechamente unidas la teología con la oración personal y comunitaria, especialmente litúrgica. La teología es scientia fidei y la oración nutre la fe. En la unión con Dios, el misterio es, de alguna forma, saboreado, se hace cercano, y esta proximidad es luz para la inteligencia. Quisiera subrayar también la conexión de la teología con las demás disciplinas, considerando que ésta se enseña en las universidades católicas y, en muchos casos, en las civiles. El beato John Henry Newman hablaba de “círculo del saber”, circle of knowledge, para indicar que existe una interdependencia entre las diversas ramas del saber; pero Dios y sólo Él tiene relación con la totalidad de lo real; en consecuencia, eliminar a Dios significa romper el círculo del saber. En esta perspectiva las universidades católicas, con su identidad bien precisa y su apertura a la “totalidad” del ser humano, pueden llevar a cabo una obra preciosa para promover la unidad del saber, orientando a estudiantes y profesores a la Luz del mundo, la “luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1, 9). Son consideraciones que valen también para las escuelas católicas. Es necesaria ante todo la valentía de anunciar el valor “amplio” de la educación, para formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar sentido a la propia vida. Hoy se habla de educación intercultural, objeto de estudio también en vuestra Plenaria. En este ámbito se requiere una fidelidad valiente e innovadora, que sepa
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El beato John Henry Newman hablaba de “círculo del saber”, circle of knowledge, para indicar que existe una interdependencia entre las diversas ramas del saber; pero Dios y sólo Él tiene relación con la totalidad de lo real; en consecuencia, eliminar a Dios significa romper el círculo del saber. En esta perspectiva las universidades católicas, con su identidad bien precisa y su apertura a la “totalidad” del ser humano, pueden llevar a cabo una obra preciosa para promover la unidad del saber.
conjugar la conciencia clara de la propia identidad con la apertura a la alteridad, por las exigencias del vivir juntos en las sociedades multiculturales. También con este fin se pone de relieve el papel educativo de la enseñanza de la Religión católica como asignatura escolar en diálogo interdisciplinar con las demás. De hecho, ésta contribuye ampliamente no sólo al desarrollo integral del estudiante, sino también al conocimiento del otro, a la comprensión y al respeto recíproco. (Vaticano 7-02-2011)
Internet puede contribuir a la aspiración más profunda del ser humano «El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la “popularidad” o la cantidad de atención que provoca», señaló S.S. Benedicto XVI en su mensaje para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en el día de san Francisco de Sales, patrón de los escritores y periodistas católicos.
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e extiende cada vez más la opinión de que, así como la revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad, por las novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores, la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy. Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Junto con ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión. Se presentan a nuestro alcance objetivos hasta ahora impensables, que asombran por las posibilidades de los nuevos medios, y que a la vez exigen con creciente urgencia una seria reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Esto se ve más claramente aún cuando nos confrontamos con las extraordinarias potencialidades de internet y la complejidad de sus aplicaciones. Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de
Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano. comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano. Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red
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social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre el productor y el consumidor de información, y la comunicación ya no se reduce a un intercambio de datos, sino que se desea compartir. Esta dinámica ha contribuido a una renovada valoración del acto de comunicar, considerado sobre todo como diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas. Por otro lado, todo ello tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia. De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y
¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo «diferente» al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida.
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curiosidad a las nuevas experiencias de la vida. Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer «amistades», implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio «perfil» público. Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi «prójimo» en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo «diferente» al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida. También en la era digital, cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva. Además, las redes sociales muestran que uno está siempre implicado en aquello que comunica. Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus espe-
Existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él.
ranzas, sus ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente
de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1 P 3, 15). El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos respecto de los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la «popularidad» o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento. La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe. Con todo, deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquel en quien todas las cosas alcanzan su plenitud (cf. Ef 1, 10). (…) (24-01-2011, fiesta de san Francisco de Sales)
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El alma sufre por no haber respondido de modo correcto y perfecto al amor de Dios Catequesis de S.S. Benedicto XVI dedicada a Santa Catalina de Génova y sus visiones sobre el purgatorio, pronunciada durante la Audiencia General de los días miércoles.
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(…) l pensamiento de Catalina sobre el purgatorio, por el que es particularmente conocida, está condensado en las últimas dos partes del libro (…) el Tratado sobre el purgatorio y el Diálogo entre el alma y el cuerpo. Es importante observar que Catalina, en su experiencia mística, nunca tuvo revelaciones específicas sobre el purgatorio o sobre las almas que se están purificando en él. Con todo, en los escritos inspirados por nuestra Santa es un elemento central, y la manera de describirlo tiene características originales respecto a su época. El primer rasgo original se refiere al “lugar” de la purificación de las almas. En su tiempo se representaba principalmente con el recurso a imágenes ligadas al espacio: se pensaba en un cierto espacio, donde se encontraría el purgatorio. En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios (cfr. Vita mirabile, 171 v). Hemos escuchado sobre el momento de la conversión, donde Catalina siente de repente la bondad de Dios, la distancia infinita de su propia vida de esta bondad y un fuego abrasador dentro de ella. Y este es el fuego que purifica, es el fuego interior del purgatorio. También aquí hay un
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El purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios.
rasgo original respecto al pensamiento de la época. No parte, de hecho, del más allá para narrar los tormentos del purgatorio –como era habitual en ese tiempo y quizás también hoy– y después indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra Santa parte de la experiencia propia interior de su vida en camino hacia la eternidad. El alma –dice Catalina– se presenta a Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado, y esto le
No parte, de hecho, del más allá para narrar los tormentos del purgatorio –como era habitual en ese tiempo y quizás también hoy– y después indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra Santa parte de la experiencia propia interior de su vida en camino hacia la eternidad. El alma –dice Catalina– se presenta a Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado, y esto le hace imposible gozar de la visión beatífica de Dios.
hace imposible gozar de la visión beatífica de Dios. Catalina afirma que Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad (cfr. Vita mirabile, 177 r). Y también nosotros nos damos cuenta de cuán alejados estamos, cómo estamos llenos de tantas cosas, de manera que no podemos ver a Dios. El alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de modo correcto y perfecto a ese amor, y por ello el amor mismo a Dios se convierte en llama, el amor mismo la purifica de sus escorias de pecado. En Catalina se percibe la presencia de fuentes teológicas y místicas a las que era normal recurrir en su época. En particular se encuentra una imagen de Dionisio el Areopagita, la del hilo de oro que une el corazón humano con
Dios mismo. Cuando Dios ha purificado al hombre, lo ata con un hilo finísimo de oro, que es su amor, y lo atrae hacia sí con un afecto tan fuerte, que el hombre se queda como “superado y vencido y todo fuera de sí”. Así el corazón humano es invadido por el amor de Dios, que se convierte en la única guía, el único motor de su existencia (cfr. Vita mirabile, 246 r v). Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de los rayos resplandecientes de Dios (cfr. Vita mirabile, 179 r). (…) (Vaticano 12-01-2011)
Catalina afirma que Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad (cfr. Vita mirabile, 177 r). Y también nosotros nos damos cuenta de cuán alejados estamos, cómo estamos llenos de tantas cosas, de manera que no podemos ver a Dios.
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La joven campesina francesa ante el sufrimiento de su pueblo Catequesis de S.S. Benedicto XVI dedicada a la figura de Juana de Arco, copatrona de Francia junto con Teresa de Lisieux, pronunciada durante la Audiencia General de los días miércoles.
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(…) e sus propias palabras, sabemos que la vida religiosa de Juana madura como experiencia a partir de la edad de 13 años (PCon, I, p. 47-48). A través de la “voz” del arcángel san Miguel, Juana se siente llamada por el Señor a intensificar su vida cristiana y también a comprometerse en primera persona por la liberación de su pueblo. Su inmediata respuesta, su “sí”, es el voto de virginidad, con un nuevo empeño en la vida sacramental y en la oración: participación diaria en la Misa, Confesión y Comunión frecuentes, largos momentos de oración silenciosa ante el Crucificado o ante la imagen de la Virgen. La compasión y el compromiso de la joven campesina francesa ante el sufrimiento de su pueblo se hicieron más intensos por su relación mística con Dios. Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política. Tras los años de vida oculta y de maduración interior sigue el bienio breve, pero intenso, de su vida pública: un año de acción y un año de pasión. Al inicio del año 1429, Juana comienza su obra de liberación. Los numerosos testimonios nos muestran a esta joven mujer con sólo 17 años como una persona muy fuerte y decidida, capaz de convencer a hombres inseguros y desanimados. Superando todos los obstáculos, encuentra al Delfín de Francia, el futuro Rey Carlos VII, que en Poitiers la somete a un examen por parte de algunos teólogos de la Universidad. Su juicio es positivo: no ven en
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Este proceso es una página conmovedora de la historia de la santidad y también una página iluminadora sobre el misterio de la Iglesia, que, según las palabras del Concilio Vaticano II, es “al mismo tiempo santa y siempre necesitada de purificación” (LG, 8). Es el encuentro dramático entre esta Santa y sus jueces, que son eclesiásticos.
ella nada de malo, sólo una buena cristiana. El 22 de marzo de 1429, Juana dicta una importante carta al Rey de Inglaterra y a sus hombres que asedian la ciudad de Orléans (Ibid., p. 221222). La suya es una propuesta de verdadera paz en la justicia entre los dos pueblos cristianos, a la luz de los nombres de Jesús y de María, pero es rechazada esta propuesta, y Juana debe empeñarse en la lucha por la liberación de la ciudad, que tiene lugar el 8 de mayo. El otro momento culminante de su acción política es la coronación del Rey Carlos VII en Reims, el 17
Retrato de Jeanne d’Arc, miniatura de las Poesías de Charles d‘Orléans, Centro Histórico de los Archivos Nacionales, París.
de julio de 1429. Durante un año entero, Juana vive con los soldados, realizando entre ellos una verdadera misión de evangelización. Son numerosos sus testimonios sobre su bondad, su valor y su extraordinaria pureza. Es llamada por todos y ella misma se define “la doncella”, es decir, la virgen. La pasión de Juana comienza el 23 de mayo de 1430, cuando cae prisionera en las manos de sus enemigos. El 23 de diciembre es conducida a la ciudad de Ruán. Allí se lleva a cabo el largo y dramático Proceso de Condena, que comienza en febrero de 1431 y acaba el 30 de mayo con la hoguera. Es un proceso grande y solemne, presidido por dos jueces eclesiásticos, el obispo Pierre Cauchon y el inquisidor Jean le Maistre, pero en realidad enteramente conducido por
Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política. Tras los años de vida oculta y de maduración interior sigue el bienio breve, pero intenso, de su vida pública: un año de acción y un año de pasión.
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un nutrido grupo de teólogos de la célebre Universidad de París, que participan en el proceso como asesores. Son eclesiásticos franceses, que habiendo tomado la decisión política opuesta a la de Juana, tienen a priori un juicio negativo sobre su persona y sobre su misión. Este proceso es una página conmovedora de la historia de la santidad y también una página iluminadora sobre el misterio de la Iglesia, que, según las palabras del Concilio Vaticano II, es “al mismo tiempo santa y siempre necesitada de purificación” (LG, 8). Es el encuentro dramático entre esta Santa y sus jueces, que son eclesiásticos. Juana es acusada y juzgada por estos, hasta ser condenada como hereje y mandada a la muerte terrible de la hoguera. A diferencia de los santos teólogos que habían iluminado la Universidad de París, como san Buenaventura, santo Tomás de Aquino y el beato Duns Scoto, de quienes he hablado en algunas catequesis, estos jueces son teólogos a los que faltan la caridad y la humildad de ver en esta joven la acción de Dios. Vienen a la mente las palabras de Jesús según las cuales los misterios de Dios se revelan a quien tiene el corazón de los pequeños, mientras que permanecen escondidos a los doctos y sabios que no tienen humildad (cfr. Lc 10, 21). Así, los jueces de Juana son radicalmente incapaces de comprenderla, de ver la belleza de su alma: no sabían que condenaban a una Santa. La apelación de Juana a la decisión del Papa, el 24 de mayo, fue rechazada por el tribunal. La mañana del 30 de mayo recibe por última vez la santa comunión en la cárcel, y justo después fue llevada al suplicio en la plaza del mercado viejo. Pidió a uno de los sacerdotes que le pusiera delante de la hoguera una cruz de la procesión. Así muere mirando a Jesús Crucificado y pronunciando muchas veces y en voz alta el Nombre de Jesús (PNul, I, p. 457; cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 435). Casi 25 años más tarde, el Proceso de Rehabilitación, abierto bajo la autoridad del Papa Calixto III, concluye con una solemne sentencia que declara nula la condena (7 de julio de 1456; PRehab,
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La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana cumple en la caridad, por amor a Jesús. El suyo es un bello ejemplo de santidad para los laicos que trabajan en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles. La fe es la luz que guía ante cada elección, como testificará un siglo más tarde otro gran santo, el inglés Tomás Moro.
II, p 604-610). Este largo proceso, que recoge la declaración de testigos y juicios de muchos teólogos, todos favorables a Juana, pone de relieve su inocencia y su perfecta fidelidad a la Iglesia. Juana de Arco fue canonizada en 1920 por Benedicto XV. Queridos hermanos y hermanas, el Nombre de Jesús, invocado por nuestra santa hasta los últimos instantes de su vida terrena, fue como la respiración de su alma, como el latido de su corazón, el centro de toda su vida. El “Misterio de la caridad de Juana de Arco”, que tanto fascinó al poeta Charles Péguy, es este total amor a Jesús, y al prójimo en Jesús y por Jesús. Esta santa comprendió que el Amor abraza toda la realidad de Dios y del hombre, del cielo y de la tierra, de la Iglesia y del mundo. Jesús siempre estuvo en primer lugar durante toda su vida, según su bella afirmación: “Nuestro Señor es servido el primero” (PCon, I, p. 288; cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 223). Amarlo significa obedecer siempre a su voluntad. Ella afirmó con total confianza y abandono: “Me confío a mi Dios Creador, lo amo con
todo mi corazón” (ibid., p. 337). Con el voto de virginidad, Juana consagra de forma exclusiva toda su persona al único Amor de Jesús: es “su promesa hecha a nuestro Señor de custodiar bien su virginidad de cuerpo y de alma” (ibid., p. 149-150). La virginidad del alma es el estado de gracia, valor supremo, para ella más precioso que la vida: es un don de Dios que ha recibido y custodiado con humildad y confianza. Uno de los textos más conocidos del primer Proceso tiene que ver con esto: “Interrogada sobre si creía estar en la gracia de Dios, responde: Si no lo estoy, quiera Dios ponerme; si estoy, quiera Dios mantenerme en ella” (ibid., p. 62; cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 2005). Nuestra santa vivió la oración como una forma de diálogo continuo con el Señor, que ilumina también su diálogo con los jueces, dándole paz y seguridad. Ella pidió con fe: “Dulcísimo Dios, en honor a vuestra santa Pasión, os pido, si
En Jesús, Juana contempla también la realidad de la Iglesia, la “Iglesia triunfante” del Cielo, y la “Iglesia militante” de la tierra. Según sus palabras “es un todo Nuestro Señor y la Iglesia” (ibid., p. 166). Esta afirmación, citada en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 795), tiene un carácter verdaderamente heroico en el contexto del Proceso de Condena, frente a sus jueces, hombres de la Iglesia, que la persiguieron y la condenaron.
me amáis, de revelarme cómo debo responder a estos hombres de la Iglesia” (ibid., p. 252). Juana ve a Jesús como el “Rey del Cielo y de la Tierra”. De esta manera, en su estandarte Juana hizo pintar la imagen de “Nuestro Señor que sostiene el mundo” (ibid., p. 172), icono de su misión política. La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana cumple en la caridad, por amor a Jesús. El suyo es un bello ejemplo de santidad para los laicos que trabajan en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles. La fe es la luz que guía ante cada elección, como testificará un siglo más tarde otro gran santo, el inglés Tomás Moro. En Jesús, Juana contempla también la realidad de la Iglesia, la “Iglesia triunfante” del Cielo, y la “Iglesia militante” de la tierra. Según sus palabras “es un todo Nuestro Señor y la Iglesia” (ibid., p. 166). Esta afirmación, citada en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 795), tiene un carácter verdaderamente heroico en el contexto del Proceso de Condena, frente a sus jueces, hombres de la Iglesia, que la persiguieron y la condenaron. En el amor de Jesús, Juana encontró la fuerza para amar a la Iglesia hasta el fin, incluso en el momento de la condena. Me complace recordar cómo santa Juana de Arco tuvo una profunda influencia sobre una joven santa de la época moderna: Teresa del Niño Jesús. En una vida completamente distinta, transcurrida en la clausura, la carmelitana de Lisieux se sintió muy cercana a Juana, viviendo en el corazón de la Iglesia y participando en los sufrimientos de Jesús para la salvación del mundo. La Iglesia las ha reunido como Patronas de Francia, después de la Virgen María. Santa Teresa expresó su deseo de morir como Juana, pronunciando el Nombre de Jesús (Manuscrito B, 3 r), la animaba el mismo amor hacia Jesús y hacia el prójimo, vivido en la virginidad consagrada. (…). (Vaticano, 26-01-2011)
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PANORAMA
JUAN PABLO II: REGALO DE LA DIVINA MISERICORDIA Con este mismo título aparecía en Humanitas 38 (otoño 2005) un artículo editorial de veintiséis páginas en el que se despedía con gratitud, alegría y dolor la tan querida figura del Papa “Magno” del siglo XX. El recorrido que en dichas páginas se hacía de los principales hitos de su vida y de su misión como pontífice resultaba en gran medida compendiado en el propio título del mencionado editorial. Fallecido el sábado 2 de abril de ese año 2005, en la víspera de la fiesta litúrgica de la Divina Misericordia —instituida por Juan Pablo II cuatro años antes—, ahora, junto a Benedicto XVI, también “nos sentimos felices” con el anuncio de que el próximo 1° de mayo, seis años después
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de su muerte —y al cumplirse diez años de la instauración de la fiesta de la Divina Misericordia— tendrá lugar en la basílica de San Pedro la beatificación del anterior sucesor de Pedro. Nos preparamos y nos unimos desde lo más íntimo del alma y con toda la Iglesia a ese solemne acto que presidirá el Papa. En tanto elaboramos una edición con nuevos aportes relativos a la conmovedora obra que fue su vida entera al servicio de Cristo y la Iglesia —edición que tendrá su espacio con posterioridad a la beatificación de Juan Pablo II—, ofrecemos a todos nuestros lectores gratuitamente (cfr. www.humanitas.cl) los tres números de revista Humanitas dedicados al Papa Wojtyla entre los años 2003 y 2006. HUMANITAS Nº 62 pp. 344 - 387
La lectura detenida y gozosa del (cfr. www.humanitas.cl) nos ha hecho hoy volver a concentrar nuestra atención en esa fiesta de la Divina Misericordia como resumen elocuente de la vida y obra del pontífice: “Era consciente de que la cultura moderna y su lenguaje no tienen lugar para la misericordia —tratándola como algo extraño—, sino que tratan de inscribirlo todo en las categorías de la justicia y la ley. Pero esto no es suficiente, porque no es en absoluto la
realidad de Dios. […] Se necesita la misericordia para hacer que toda justicia en el mundo termine en el resplandor de la verdad.” (cfr. Decreto, puntos 9 y 10) Quiera la benigna intercesión del nuevo beato fortalecer el gran esfuerzo del Papa Benedicto XVI y de la Iglesia por convencer al mundo de esta gracia. JAIME ANTÚNEZ Director de Humanitas
Una amistad que no nació de la carne «No es preciso que escriba la carta, pues yo quiero seguir teniéndolo conmigo hasta el final». Fueron las palabras que dirigió Juan Pablo II a Joseph Ratzinger cuando se aproximaba la fecha de su 75 cumpleaños y debía por tanto presentar la preceptiva carta de renuncia. «Había depositado una gran confianza, una confianza muy cordial y profunda en mi persona; por así decirlo, era como la garantía de que seguiríamos el curso correcto en la fe». Lo cuenta el propio interesado en el libro Luz del mundo. Y así fue hasta aquel apretón de manos final, cuando el Papa Wojtyla no podía ya articular palabra. Una amistad para la historia, que hace falta recordar ahora que hemos conocido que el próximo 1 de mayo Juan Pablo II será proclamado beato. Fue una unidad, como dice el apóstol, que no nació de la carne ni de la sangre, sino del mutuo reconocimiento en la fe. Había muchos aspectos temperamentales e históricos que los pudieron separar. Uno era polaco y hombre de acción, otro alemán e intelectual metódico; el primero extravertido y dotado para la dramática de los grandes gestos, el segundo más bien contenido y de ademanes suaves. Wojtyla buscó a Ratzinger desde el primer momento de su pontificado. Lo conocía del Concilio, y después lo había encontrado en Munich, durante los diálogos (no siempre dulces) entre los episcopados alemán y polaco para sellar la reconciliación. Y lo tuvo muy claro, quiso tenerlo consigo hasta el final. Las confidencias de los papas son una rara flor, pero Juan Pablo II dejó escrito que el cardenal Ratzinger había sido más que un colaborador seguro, un amigo de confianza. Había algo que los unía más allá de cualquier diferencia: su doble anclaje en la Tradición de la Iglesia y en el mundo en que les había tocado vivir, un mundo lleno de tensiones en el que amplias franjas de la antigua cristiandad se alejaban a ojos vista del gran patrimonio de la fe. Pero ni el uno ni el otro daban un paso atrás arredrados por la aspereza de los tiempos, ni se entregaban al lamento fácil por los males de la época y las tormentas de la Iglesia en plena digestión de los contenidos del Vaticano II. Ambos eran hombres libres que habían forjado la inteligencia y el coraje de su fe en el desafío de los dos grandes monstruos totalitarios. Y ambos amaban la belleza como expresión de la verdad de Dios, de su ternura por el hombre: Wojtyla el teatro y la poesía, Ratzinger la música. Los dos, en fin, compartieron la causa de revitalizar el cuerpo cansado de la Iglesia y relanzar el gran diálogo misionero con el mundo moderno: ésa fue la gran causa del Concilio y ambos sufrieron con las incomprensiones y tergiversaciones de uno y otro lado. Todo esto no significa que siempre estuvieran de acuerdo, y cada uno sabía cuál era su lugar. La personalidad arrolladora y el carisma de Juan Pablo II eran únicos, y en más de una ocasión Ratzinger ha mostrado una especie de asombrada admiración por ese empuje, por la forma sencilla y desacomplejada con la que el Papa Wojtyla abordaba los problemas más espinosos. Pero también nos ha revelado la gran paciencia del Papa polaco, su disponibilidad para la escucha y su humildad para aceptar opiniones diversas. ¡Cuántos diálogos entre ambos, con el horizonte y el peso de toda la Iglesia! «A veces podemos discrepar,
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pero yo nunca le he desobedecido», confesaba el Prefecto de la Fe en el libro Sal de la tierra. Esta bellísima historia de amistad en la fe viene a colación porque en los últimos tiempos se ha difundido una especie estúpida pero venenosa, que trata de establecer una ruptura entre ambos pontífices. Es cierto que Benedicto XVI ha debido afrontar las cuestiones pendientes, como habrá de hacer el siguiente Papa cuando él sea llamado por el Señor. Un pontificado nunca es una obra acabada, es sólo un tramo del camino secular de la Iglesia: ésa es una modestia esencial en la que el Papa Ratzinger no deja de insistir. Y también es verdad que las circunstancias cambian con una aceleración creciente: ya no está el Muro de Berlín, pero ha crecido el nihilismo en Europa; ya no está vigente cierta Teología de la Liberación, pero la crisis global plantea nuevos desafíos antropológicos; y ha estallado con toda crudeza la furia del terrorismo de cuño islamista, y la persecución en nuevos territorios como la India. La sacudida enorme del inicio del pontificado del Papa Juan Pablo no siempre se tradujo en un cauce de construcción y educación estable. Son cosas que sólo la perspectiva del tiempo y la sabiduría que otorga el Espíritu permiten apreciar y distinguir. La forma distinta en que Benedicto XVI ha abordado, por ejemplo, la tragedia de los abusos cometidos por sacerdotes y religiosos tiene mucho que ver con su propia experiencia en Doctrina de la Fe, con la clarificación de la psicología moderna en este campo y con la amarga secuela de tantos casos mal gestionados en su momento por los obispos. Y ¿por qué no?, también por una peculiar genialidad suya. Todo ello ha permitido una maduración dolorosa. Pero eso no indica en modo alguno que Juan Pablo II fuera complaciente. Él afrontó con valentía el caso de los Estados Unidos, iniciando una ruta que sólo su sucesor ha podido trabajosamente profundizar. Algunos pensaban que el Papa Benedicto haría un poco de política y ralentizaría la marcha de la causa de beatificación de Juan Pablo II para evitar comentarios incómodos de cierta prensa, o que tal vez dejaría clara una distancia personal respecto a ciertos estilos de su predecesor. Hace falta estar ciego para pensar que este hombre se dejaría intimidar por los rumores y la malevolencia de aquellos que ahora lo halagan (los mismos que antes lo masacraban), pero que mañana cambiarán de aires. El grito de «santo súbito» ha encontrado respuesta seis años después, tiempo suficiente para escrutar con lupa cada recodo del camino de Karol Wojtyla (¡hasta las cartas que cruzaba con su amiga Wanda!) y para verificar las maravillas que el Señor hizo a través de su vida. Y convenía proceder así, para que la decisión no naciese sólo del amor apasionado del pueblo, sino de la seguridad exigente de la Iglesia. «¡Nos sentimos felices!», ha dicho Benedicto XVI al comentar la noticia en el Ángelus. ¡Pues claro que sí! Haría falta estar enfermo para no alegrarse. JOSÉ LUIS RESTÁN Paginasdigital
Beatificación de Juan Pablo II, acontecimiento sin precedentes La beatificación de Juan Pablo II, que su sucesor presidirá en el aniversario litúrgico de su muerte, es un acontecimiento histórico sin precedentes. En realidad, es preciso remontarse al corazón de la Edad Media para encontrar ejemplos análogos, pero en contextos no comparables a la decisión de Benedicto XVI: en los últimos diez siglos ningún Papa ha elevado al honor de los altares a su inmediato predecesor. Pietro del Morrone (que fue Celestino V) fue canonizado en 1313, menos de veinte años después de su muerte, por su tercer sucesor; más de dos siglos antes se reconoció casi inmediatamente la santidad de León IX y de
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Gregorio VII, que murieron respectivamente en 1054 y 1085. No por casualidad al inicio de aquel papado reformador celebrado pocos decenios más tarde en el oratorio lateranense de San Nicolás a través de la representación de algunos pontífices contemporáneos definidos cada uno sanctus. Sobre la sobriedad hagiográfica de la Iglesia romana —que venera como santos casi sólo a los papas de la edad más antigua— intervinieron después las modificaciones innovativas de la modernidad, con las decisiones tomadas en los últimos treinta años del siglo XIX y luego, sobre todo, con las de Pío XII y del propio Juan Pablo II.
Así se reconoció el culto de algunos Pontífices medievales y fueron elevados al honor de los altares Pío X, el último Papa santo, Inocencio XI, Pío IX y Juan XXIII. En el centro de toda causa de beatificación y canonización está exclusivamente la ejemplaridad de la vida de quien, con expresión de la Sagrada Escritura, es definido al servicio de Dios. Para asegurar a la historia —como dijo Pablo VI al anunciar la introducción de las causas de sus dos predecesores inmediatos— «el patrimonio de su herencia espiritual», más allá de «cualquier otro motivo que no sea el culto de la verdadera santidad, es decir, la gloria de Dios y la edificación de su Iglesia». Y auténtico servidor de Dios fue Karol Wojtyla, testigo
apasionado de Cristo desde su juventud hasta su último aliento. Muchísimos, incluso no católicos y no cristianos, se dieron cuenta de esto durante su vida ejemplar; esto lo documenta su testamento espiritual, escrito en varias etapas en los años de pontificado; por esto ya el 28 de abril de 2005, menos de un mes después de su muerte, su sucesor dispensó de los términos prescritos para el inicio de la causa; y por esto ha decidido presidir su beatificación: para presentar al mundo el modelo de la santidad personal de Juan Pablo II. Giovanni Maria Vian Director de “L’Osservatore Romano”
Libro sobre el comienzo de su pontificado
La elección de Juan Pablo II, un “shock” que cambió la historia «¡Qué valor tienen estos cardenales para elegir un Papa de un país que está del otro lado del Telón de Acero!». Esta fue la primera reacción del entonces secretario de Estado de la Santa Sede, monseñor Agostino Casaroli, durante el anuncio en la Plaza de San Pedro de la elección de Karol Wojtyla. Lo recordó el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto emérito de la Congregación vaticana para los Obispos, con ocasión de la presentación, el 16 de febrero, en Roma, del libro «Shock Wojtyla - El comienzo del pontificado» (Shock Wojtyla - L’inizio del pontificato), publicado en Italia por ediciones San Paolo con la coordinación de Marco Impagliazzo, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad para extranjeros de Perugia. El libro, a través de quince ensayos de distintos autores, examina las reacciones a distintos niveles —mundo católico, opinión pública, medios de comunicación, diplomacias, relaciones internacionales— que ocurrieron en todo el mundo tras el anuncio del 16 de octubre de 1978. Este volumen es el primero de una serie que, con el apoyo del Servicio Nacional para el Proyecto Cultural de la Conferencia Episcopal Italiana, quiere reconstruir históricamente el pontificado de Juan Pablo II. Shock histórico «Ha llegado el momento —afirmó en la presentación del libro Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio y autor de la idea de este proyecto— de pasar del patrimonio de los sentimientos que suscitó en todos nosotros el pontificado de Wojtyla, a la investigación histórica». Juan Pablo II, según Riccardi, «no fue sólo el shock, sino también la terapia ante dos crisis fundamentales del cristianismo en 1978». Una en el Este de Europa, donde «el miedo inspirado por el comunismo hacía pensar que la Iglesia ya no podía hacer nada, y donde Wojtyla representó en cambio la esperanza». Y otra en el Oeste, «donde se había afirmado la idea de una crisis imparable del cristianismo frente a la secularización, respecto a la cual la elección del Papa polaco demostró cómo la institución milenaria de la Iglesia era aún capaz de juventud y fantasía».
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Shock diplomático Un acontecimiento, el del 16 de octubre de 1978, capaz de cambiar las relaciones internacionales. «Con seguridad —afirmó Lucio Caracciolo, director de la revista de geoestrategia italiana Limes— marcó el final de la ‘ostpolitik’ [en alemán Política del Este, ndt.] de la Santa Sede», que de cara a los países del Este detrás del Telón de Acero «se convirtió en mucho más incisiva y centrada en la figura del Papa, el cual no aceptaba el status quo, y tuvo un impacto único y quizás irrepetible en la historia. Mientras en las cancillerías europeas «prevalecía la prudencia, en la convicción de que la Unión Soviética duraría mucho tiempo, Wojtyla miraba con otros ojos a otros tiempos». «Las diplomacias, frente a un cambio, reaccionan con una actitud de conservación, negando que puedan suceder cosas nuevas», constató Caracciolo, y concluyó: «La lección de Juan Pablo II nos dice, en cambio, que las cosas nuevas pueden suceder». Shock para Polonia Pocos pueden afirmarlo con certeza como el pueblo polaco. «El primer shock —recordó Hanna Suchocka, primera ministra polaca bajo la presidencia de Lech Walesa y hoy embajadora ante la Santa Sede— fue la imagen de Wojtyla en el día de su elección, que surgía de la oscuridad elevando los brazos para saludar a la muchedumbre en la Plaza de San Pedro». «Fue un shock aún mayor para las autoridades comunistas —añadió Suchocka—. Hoy sabemos, por los documentos, que se preparaban para entablar contacto con el Papa que fuese elegido en el cónclave, saltándose la mediación de la Iglesia polaca y ‘sobre todo’ del arzobispo de Cracovia, Wojtyla...». Cuando se anunció la elección de Juan Pablo II, trataron de buscar elementos positivos afirmando: «Mejor un Papa lejano que un primado cercano», pero sabían «lo peligroso que era para el sistema, pues conocía sus puntos más débiles y no era influenciable». La elección de Wojtyla «presentó el doble rostro de la sociedad polaca: el temor a los comunistas y la imparable fiesta popular que llenó las plazas y que no se podía controlar». Y el día de la elección, «Juan Pablo II, saltándose el protocolo, invitó a ‘no tener miedo’. Nadie podía comprender la profunda influencia de estas primeras palabras: todo ello fue el shock del inicio que se convirtió en algo constante en un pontificado que cambió a la Iglesia y al mundo». Shock surgido de la fe De la misma opinión es el cardenal Giovanni Battista: « ‘No tengáis miedo’, ‘Abrid las puertas a Cristo’. En esas frases se resume la línea de todo el pontificado de Juan Pablo II», así como en la frase que pronunció en Varsovia, con motivo de su primer viaje a Polonia: «No puede excluirse a Cristo de la historia». «Todo lo que movió a Juan Pablo II —subrayó Re— ha influido en la política y en la historia, pero nacía de la fe». «En él, impresionaba la carga humana, la capacidad para hablar a las muchedumbres, la profundidad de su pensamiento, el conocimiento del mundo gracias a la escucha de tantas personas, la fascinación que ejercía en la juventud» «. Pero sobre todo «impresionaba la intensidad de su oración». «Como dijo en el santuario de la Mentorella —concluyó el cardenal Re— la primera tarea del Papa consiste en rezar. Esta afirmación correspondía a su convicción más profunda».
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Una página web para la beatificación de Juan Pablo II
ante la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo, la diócesis de Roma ha abierto una página oficial dedicada al evento, www.karo-wojtyla.org. El portal, disponible en seis idiomas —español, italiano, francés, inglés, polaco, y rumano—, quiere reunir todas las informaciones sobre el pontífice, sobre la causa de beatificación, y sobre las ceremonias y otros eventos ligados a la misma. La página web ofrece amplia documentación sobre el proceso de beatificación de Juan Pablo II, así como iniciativas que surgen en el mundo, y la oración para implorar gracias a través de la intervención del futuro beato. Los cinco momentos clave de la beatificación
Cinco serán los momentos principales de los actos de beatificación del Papa Juan Pablo II en Roma, según informó la Santa Sede en un comunicado. El primero será una vigilia de preparación, que tendrá lugar el sábado 30 de abril en el Circo Máximo de Roma. La preparación de la vigilia será a las 20 horas, mientras
que la celebración será más tarde, desde las 21:00 hasta las 22:30 h. Esta vigilia está organizada por la diócesis de Roma, de la que el difunto papa polaco fue obispo, y la presidirá el cardenal Agostino Vallini, vicario general del Papa para la diócesis de Roma. El Papa Benedicto XVI se unirá a la celebración a través de una conexión por video. El segundo momento será la celebración de la beatificación, a las 10 h en la Plaza de San Pedro, presidida por el Papa. Como aclaró la Santa Sede, no será necesario billete alguno para participar en la ceremonia, aunque habrá controles de seguridad para acceder a la Plaza y zonas adyacentes. Inmediatamente después de la ceremonia, se procederá al tercer momento, el de la veneración de las reliquias de Juan Pablo II, que estarán colocadas en la Basílica de San Pedro, ante el Altar de la Confesión, y que durará mientras haya afluencia de fieles. El cuarto momento tendrá lugar el lunes 2 de mayo, con la celebración de una Misa de acción de gracias en la Plaza de San Pedro, que presidirá el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado.
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Para Juan Pablo II, la primera tarea de un papa era rezar
El proceso de beatificación de Juan Pablo II ha sido “una confirmación de la transparencia total de su vida como hombre y sacerdote”, asegura monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de Karol Wojtyla, que será elevado a los altares el 1 de mayo. Así lo explicó en la conferencia que pronunció el 25 de febrero en Roma, en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, aclarando que “no había un Wojtyla público y uno privado: la opinión sobre él que el mundo maduró en sus más de 26 años de pontificado se ha demostrado verdadera”. Por tanto, “su simpatía, el fervor de la oración, la espontaneidad al hablar de sí mismo, la capacidad para entablar relaciones, no eran simples atributos de una imagen mediática, sino que constituían la esencia de su persona”. Más bien, el “verdadero tesoro” del proceso consiste en “la confirmación de la fuente de su coherencia, energía, entusiasmo, profundidad y naturaleza”: “el encuentro con Dios, su enamoramiento de Cristo y saberse amado por Él”. “Tratan de comprenderme desde afuera —decía en confidencia en una ocasión Wojtyla—, pero yo sólo puedo ser comprendido desde dentro”. De ahí “ese auténtico don y gusto y alegría de la oración”, al que Wojtyla “permaneció siempre fiel, hasta en la hora de su agonía”. Una oración que constituía “el aire que respiraba, el agua que bebía, el alimento que le nutría”. Como resulta de muchos testimonios, para Juan Pablo II “la primera tarea del Papa hacia la Iglesia y el mundo es la de rezar”. “El recorrido místico de Wojtyla —explicó Oder— se perfiló como un progresivo hacer de sí mismo un anawim, el ‘pobre de Israel’ que no tiene otra esperanza y otro punto de referencia sino Dios”. “Es desde la oración —añadió Oder— de donde nacía la fecundidad de su actuar”. No es casualidad que a sus colaboradores, a quienes pedía que le sugiriesen soluciones a problemas particulares y éstos admitían no haberlas encontrado, les solía repetir: “Se encontrarán cuando hayamos rezado más”.
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De la oración nacía también “la capacidad de decir la verdad sin miedo, porque sólo quien está ante Dios no tiene miedo de los hombres”. Una extraordinaria libertad interior que se expresaba, ante todo, en la relación con los bienes materiales. “También como Papa —afirmó Oder— él fue un hombre de pobreza radical”. “Conmueve —contó el sacerdote polaco— el testimonio de las personas cercanas a él en Cracovia que para hacerle renovar el guardarropa debían recurrir a la estratagema de lavar la ropa nueva muchas veces para que pareciera usada, porque sabían que de lo contrario la habría dado en seguida a una persona necesitada”. Con todo, uno de los aspectos más impactantes de su elección de la pobreza, según Oder, es “haber dejado la palabra poética para acoger al Verbo”, superando, con la elección del sacerdocio, “la atracción que ejercía sobre él otra vocación, la del teatro”. La libertad interior se ejercitaba también hacia los demás, y aunque “sabía escuchar y aceptar la crítica, prefiriendo la colaboración”, con todo “no renunciaba a tomar posiciones difíciles e incómodas” por temor “de las reacciones de las autoridades hostiles a la Iglesia en los años en Polonia”, o por “la incomprensión de la opinión pública predominante en los años de su pontificado”. Su objetivo, de hecho, no era “su propio éxito o su realización autónoma”, sino “anunciar la verdad del Evangelio y defender la verdad sobre el hombre”. De esta libertad fundada sobre la relación con Dios “nace el grito ‘no tengáis miedo’, inicio y lema de su pontificado”. Quizás precisamente la búsqueda de la cercanía a cada hombre “en el deseo de ser solidario con sus alegrías y sus dolores, de buscar y vivir la verdad del ser hombre” hizo a Wojtyla “tan querido y amado por el pueblo de Dios”. Se ha comprobado, según Oder, “un fenómeno singular: Wojtyla, que perdió muy pronto a su familia natural, tenía un fuerte sentido de la familia, sabía dar calor humano”. Como atestiguan las cartas que siguen llegando a la oficina del postulador y que se refieren a Juan Pablo II como “nuestro Papa, Lolek, Karol, tío, abuelo, padre”. Un fenómeno que no se limita a los católicos: “en un encuentro ocasional —contó Oder—, una mujer judía me dijo que había perdido a su padre dos veces; la primera cuando se le murió su padre natural, y la segunda con la muerte de Juan Pablo II”. No debe olvidarse otro rasgo esencial de la personalidad de Wojtyla: “la presencia de la cruz en su vida, llevada con dignidad y, al final, en un silencio que hablaba más que la palabra” reivindicando “el derecho a la existencia que la sociedad de lo efímero esconde con vergüenza”. “Millones de personas en el mundo —recordó Oder— conservan en la memoria la imagen transmitida por la TV del Papa de espaldas en su capilla privada, abrazado a la cruz durante la celebración del Viernes santo”. “Estoy convencido —afirmó Oder— de que celebrar el proceso ha sido útil”. Lejos de ser “un burocrático examen de una existencia”, permitió en cambio “restituir intensidad y vigor a los aspectos ya conocidos de las vicisitudes humanas del Papa Wojtyla, junto a los episodios inéditos ofrecidos al poner todo en común”. Si “el objetivo de la Iglesia, como afirmaba Wojtyla, es llevar el mayor número de personas a la santidad”, el pueblo de los devotos “no tiene dudas —concluyó Oder— sobre la singularidad de su ejemplo, llevado hasta el sacrificio extremo”. CHIARA SANTOMIERO Agencia Zenit
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El quinto momento, el único que se llevará a cabo sin participación del público, será la tumulación de los restos de Juan Pablo II en la Basílica Vaticana, en la Capilla de San Sebastián. Fe en Dios y espíritu misionero, claves de la santidad de Juan Pablo II
Fe en la presencia de Dios y espíritu misionero: estas son las claves del ejemplo de santidad que el Papa Juan Pablo II ha dejado al mundo. Así de convencido está el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que en una entrevista concedida a L’Osservatore Romano ha comentado la beatificación del Pontífice polaco, programada para el domingo 1 de mayo. Según el cardenal, el Papa Wojtyla ha dejado “esencialmente dos actitudes” a la Iglesia y a la sociedad actual. “La primera es una gran fe en la presencia de Dios en la historia, porque la encarnación es seria, eficaz, vence al mal: la gracia de la presencia eucarística del Señor supera todas las barreras y los ‘regímenes inhumanos’, afirmó, recordando que el difunto Pontífice “vivió los regímenes nazi y comunista, y vio la implosión y la destrucción de ambos”. “La segunda actitud es su gran espíritu misionero. Los viajes del Papa eran una verdadera actividad misionera, propiamente dicha. Viajaba hasta los confines de la tierra para anunciar el Evangelio de Cristo”. El cardenal Amato comentó también que el proceso de la causa de beatificación tuvo “dos facilidades”. La primera, observó, el hecho de que Benedicto XVI “concedió enseguida la dispensa de los cinco años de espera prescritos”, por lo que la causa “se inició casi inmediatamente después de la muerte de Juan Pablo II”; la segunda fue “una especie de vía preferente: teniendo la dispensa, la causa no tenía una lista de espera delante, por lo que se ha podido proceder sin el impedimento de otros procedimientos en curso”. En este contexto, la precisión, “que fue máxima”, se unió a “una gran dedicación y una gran profesionalidad por parte de la postulación”, y “de esta manera el 19 de diciembre de 2009 el Papa pudo firmar el decreto sobre las virtudes heroicas”. Después se inició el análisis del milagro —la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre Normand que sufría la
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enfermedad del Parkinson—, que fue “estudiado con gran atención, diría incluso que con meticulosidad, también porque había una gran presión mediática sobre este proceso”, confesó el prefecto del dicasterio vaticano. “Los médicos, tanto los franceses como los italianos, no han apresurado los tiempos de ningún modo, y han sometido todo a un profundo estudio. Hemos dejado la misma libertad a nuestra consulta médica, con el fin de que los peritos pudiesen proceder según su conciencia y su ciencia”. “La celeridad de la causa no se ha producido a expensas de la precisión del proceso, ni de la profesionalidad en el presentar al personaje —quiso subrayar—. Por lo demás, su fama de santidad estaba tan generalizada y asentada, que nuestra tarea se ha visto agilizada”. El cardenal Amato señaló que los fieles no han ejercido una “presión”, sino un “acompañamiento”. “El sensum fidelium es lo que nosotros llamamos, en términos técnicos, la fama de santidad y de los signos, que son indispensables para la causa”. “‘Santo ya’, es una cosa buena, pero debe ser ‘santo seguro’, porque la prisa no trae buenos frutos”. Para el cardenal, el hecho de que sea la primera vez que un Pontífice beatifica a su predecesor en los últimos diez siglos es un signo “de continuidad, no sólo en el magisterio, sino también en la santificación personal”. “Por lo demás, en estos últimos dos siglos hemos tenido una serie de obispos de Roma en los cuales se ha reconocido la santidad en diverso grado: Pío X, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I —reconoció—. Pontífices que se han pasado el testigo no sólo del magisterio y de la guía de la Iglesia, sino que también del ejemplo en la santificación”. Interpelado sobre un recuerdo personal de Juan Pablo II, el cardenal Amato afirmó que tenía “un gran sentido de la amistad, del respeto”. “Me eligió como secretario de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Me ordenó obispo el 6 de enero de 2003: éramos doce, los últimos en recibir del Papa Wojtyla la ordenación episcopal. Teníamos una reunión mensual, como secretario de la Doctrina de la Fe, solicitada por el entonces cardenal Ratzinger, que era mi superior directo. Y Juan Pablo II escuchaba mucho, escuchaba siempre”. “Lo que más me llamaba la atención era esta capacidad de escucha. Nosotros hablábamos, él escuchaba. Y sólo después, cuando nos veíamos en la comida, hacía sus observaciones —concluyó el cardenal—. Era evidente su voluntad de entender a fondo”.
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A 15 años de la proclamación de uno de los más importantes documentos del magisterio de Juan Pablo II, la encíclica Evangelium vitae, las amenazas al derecho a la vida recrudecen. Humanitas rinde homenaje al “Papa Magno” que será beatificado el 1° de mayo con este importante estudio sobre su “cántico a la vida” que puede descargar como PDF desde el sitio www.humanitas.cl Con motivo de los 15 años de la publicación de la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II, revista Humanitas publicó un nuevo cuaderno con escritos del Dr. Ignacio Sánchez, Mons. Fernando Chomali, Cardenal Angelo Scola, Livio Melina, Francesco D’Agostino, Dr, Juan de Dios Vial Correa, Angelo Serra, Mons. Jean-Louis Bruguès, Jaime Antúnez y Josef Seifert.
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Reforma a estudios eclesiásticos
Los sacerdotes y teólogos necesitan más metafísica
Es necesario un aumento de los estudios dedicados a la filosofía, no como una ampliación de las ciencias humanas, sino entendida en su núcleo central: la búsqueda de la verdad acompañada por una disciplina estructural como la lógica, en un periodo histórico en el que la razón está amenazada por el relativismo. Este es uno de los puntos centrales del “Decreto de reforma de los estudios eclesiásticos de filosofía” aprobado por el Papa Benedicto XVI el pasado 28 de mayo, y que fue presentado el 22 de marzo pasado en rueda de prensa, por el cardenal Zenón Grocholewski, prefecto de la “Congregación para la Educación Católica”. Acompañaban al cardenal monseñor Jean Louis Bruguès, secretario de la Congregación, y el rector magnífico de la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum), Charles Morerod. En la presentación, además de los periodistas, había un numeroso público académico. “Ecclesia semper est reformanda, para responder a las nuevas exigencias de la vida eclesiástica en las cambiantes circunstancias socio-culturales” precisó el cardenal Grocholewski, recordando que actualmente existe “debilidad en la formación filosófica en muchas instituciones eclesiásticas”. Esto, además, “en una época en la que la propia razón está amenazada por el utilitarismo, por el escepticismo, por el relativismo y por la desconfianza de la razón para conocer la verdad sobre los problemas fundamentales de la vida”. Esta reforma, por tanto, lleva a cabo las recomendaciones expresadas en la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II, ya que “la teología siempre ha tenido y sigue teniendo necesidad de la filosofía”. De lo contrario, indica el purpurado, “a la teología le falta el suelo bajo los pies”. ¿Qué filosofía? El cardenal Grocholewski precisó que la intención de la Iglesia es la de recuperar la metafísica, es decir, una filosofía que vuelva a plantear los interrogantes más profundos del ser humano. Los avances tecnológicos y científicos, afirmó, “no engloban la totalidad del saber; sobre todo no sacian la sed del hombre sobre las preguntas últimas: ¿en qué consiste la felicidad? ¿Quién soy yo? ¿El mundo es fruto del azar? ¿Cuál es mi destino? etc. Hoy, más que nunca, las ciencias tienen necesidad de sabiduría”. Se pretende por tanto “recuperar la vocación original de la filosofía, es decir, la búsqueda de la verdad y su dimensión sapiencial y metafísica” insistiendo “sobre la necesidad de ampliar los espacios de la racionalidad”, por un lado, y por el otro de “defenderse del peligro del fideísmo”. En este sentido, el rector del Angelicum, Charles Morerod, explicó la importancia de la metafísica para el estudio de la teología, e invitó a “recuperar con fuerza la vocación original de la filosofía”. “El cristianismo presupone una armonía entre Dios y la razón humana. La búsqueda filosófica puede por tanto confiar, y el creyente puede evitar oponer a la propia fe una verdad encontrada con la razón”. La reforma, por tanto, quiere subrayar “el carácter sapiencial y metafísico” de la filosofía”. “El papel central
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de la metafísica debe, por tanto, ser entendido a la luz de la importancia de la filosofía en el conocimiento humano”. “La importancia de la filosofía está ligada directamente con el deseo humano de conocer la verdad y de organizarla. La experiencia muestra que el conocimiento de la filosofía ayuda a organizar mejor, en cooperación con otras disciplinas, el estudio de cualquier ciencia”. “La metafísica quiere conocer el conjunto de la realidad – que culmina en el conocimiento de la Causa primera de todo – y mostrar la mutua relación entre los diversos campos del saber, evitando la cerrazón de cada ciencia en sí misma”, añadió el rector del Angelicum. Mirar al tomismo “La Iglesia da relieve a la filosofía tomista como no exclusiva, sino ejemplar” recordó el cardenal Grocholewski en su intervención, citando la Fides et Ratio, cuando afirma que “no todas las filosofías son compatibles con la fe y con una razón adecuada a la verdad”. El Papa Benedicto XVI aprobó las modificaciones que reforman tres artículos de la Constitución apostólica Sapientia christiana, el pasado 28 de enero, día de santo Tomás. La mayoría de los cambios se refieren a las Normas aplicativas. El cardenal subrayó también que la lógica en la filosofía es necesaria en cuanto que se trata de una disciplina, que es estructurante para la razón, desaparecida particularmente debido al derrumbe actual de la cultura cristiana. Más filosofía Monseñor Jean Louis Bruguès explicó que la reforma afecta a las facultades eclesiásticas de filosofía, al primer ciclo de las de teología, a las instituciones de filosofía afiliadas o agregadas a una facultad de teología y a las instituciones de teología agregadas a una facultad de filosofía. En las facultades eclesiásticas de filosofía, y en los institutos de filosofía, el primer grado de los estudios eclesiásticos (bachillerato) pasa de los 2 a los 3 años, o 180 créditos. “Esto porque la experiencia ha demostrado que la duración anterior no era suficiente”, indicó. Entre las disciplinas obligatorias: filosofía del conocimiento, de la naturaleza, del hombre y del ser, ahora se añade ahora una disciplina estructural: la lógica. También se establece una jerarquía entre las asignaturas según el grado de obligación, y se subraya la importancia “de la lectura de los textos de los autores más significativos”. Para mejorar la calidad de los estudios de los futuros sacerdotes, profesores y expertos, será por tanto necesario tener profesores adecuadamente cualificados, con un doctorado en filosofía y que, en la medida de lo posible, este título sea eclesiástico. Y por tanto las facultades de filosofía necesitarán un número mínimo de siete profesores estables (cinco en el caso de los institutos). En las facultades de teología, en cambio, el número de años totales de estudio no cambiará, aunque aumentará el peso de la filosofía en los primeros años, también en número de créditos. Además, “el número de profesores estables debe ser de al menos dos”.
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ACTIVIDADES
DE
Presentación de Humanitas 62 La Resurrección de Cristo
Diplomado Familia y Sociedad
“La Resurrección de Cristo: hecho histórico y verdad de fe”, es el tema que tratará monseñor Felipe Bacarreza, obispo de Los Ángeles, en el acto de presentación de revista Humanitas n° 62 (abril-junio 2011). Este tendrá lugar el miércoles 11 de mayo a las 19 hrs. en la Sala Colorada del Centro de Extensión de la Universidad Católica (Alameda 390) y será abierto a todo público. Al público asistente se le obsequiará un ejemplar del cuaderno HUMANITAS n° 24 con nueve importantes estudios sobre la encíclica Evangelium vitae, a 15 años de su publicación.
“L os chilenos lo dijeron: en las familias de hoy existe más individualismo (87,2 por ciento), menos valores (67,8 por ciento) y menos unión (74,4 por ciento); pero a pesar de todo, 8 de cada 10 se sienten conformes con la familia que tienen. La autoevaluación fue consultada por Adimark a fin de conocer a la Familia del Bicentenario y viene a dar cuenta, en parte, de los múltiples cuestionamientos que este núcleo fundamental ha manifestado el último tiempo. Las bajas tasas de natalidad, las elevadas cifras de femicidios o el descenso en los matrimonios son sólo parte de las tendencias que mantienen atentos a diversos sectores de la sociedad”. En este contexto y como una preocupación manifiesta, hace ya cinco años viene realizándose el Diplomado en Familia y Sociedad, dictado en la Universidad Católica de Chile, y que cuenta ya con más de 100 egresados. Su objetivo es otorgar una mirada profunda de la realidad familiar y un análisis honesto de sus desafíos presentes y futuros. Para ello cuenta con un equipo interdisciplinario de 24 académicos de alto nivel, especializados en materia jurídica, teológica, médica, psicológica, entre otras áreas. Dirigido a quienes ya poseen un título profesional, el Diplomado en Familia y Sociedad es una instancia que permite el encuentro de personas con una profunda motivación por la familia y su devenir social; y donde pueden orientar sus respectivas carreras en función de esta entidad esencial. Para ello, entre otras tareas, los alumnos desarrollan proyectos sociales especialmente pensados para ser un aporte a la comunidad y a la familia chilena. El diplomado se realizará en la Casa Central de la Universidad Católica (Alameda 340, desde el 2 de mayo al 12 de diciembre
Informaciones e inscripciones al 686 6519 www.humanitas.cl humanitas@uc.cl
CURSOS DE EXTENSIÓN
CR ISTI A NA S
La resurrección de Cristo y la nuestra
CULT UR A
P ara el primer semestre de
R E V ISTA
DE
A NTROPOLOGí A
Y
2011, revista Humanitas ha programado el curso “La resuLa Resurrección de Cristo rrección de Cristo y la nuestra”. y la nuestra La primera sesión de este curso tratará el tema “La resurrección de Cristo: hecho histórico y verdad de fe”, y estará a cargo de monseñor Felipe Bacarreza, obispo de Los Ángeles. Las partes segunda, tercera y cuarta del curso serán desarrolladas por el profesor Antonio Amado. Las conferencias que dictará el profesor Amado versarán sobre los siguientes temas: “El valor salvífico de la resurrección de Cristo” (lunes 16 de mayo, 19 hrs.); “Inmortalidad del alma y sentido de la muerte cristiana”, lunes 23 de mayo, 19 hrs.) y “La resurrección de la carne” (lunes 30 de mayo, 19 hrs.). Estas tres sesiones se realizarán en el Auditorio 6 del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica (Alameda 390, segundo piso). “Si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe” (1 Cor 15, 14)
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La Resurrección de Cristo: hecho histórico y verdad de fe
Conferencia inaugural (abierta a todo público) Monseñor Felipe Bacarreza
Miércoles 11 de mayo, 19 hrs. Sala Colorada del Centro de Extensión UC
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El valor salvífico de la Resurrección de Cristo
Antonio Amado
Lunes 16 de mayo, 19 hrs. Auditorio 6 del Centro de Extensión UC.
Inmortalidad del alma y sentido de la muerte cristiana
Antonio Amado
Lunes 23 de mayo, 19 hrs. Auditorio 6 del Centro de Extensión UC.
EXPOSITORES Mons. Felipe Bacarreza Obispo de Los Ángeles. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista Humanitas. Antonio Amado Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista Humanitas. LUGAR Centro de Extensión UC, Alameda 390.
INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Lunes 30 de mayo, 19 hrs. Auditorio 6 del Centro de Extensión UC.
Revista Humanitas Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica de Chile. Alameda 390, piso 3 Teléfono 354 6519. Fax: 635 3755
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Precio general $28.000 (incluye suscripción anual a Revista Humanitas) Precio estudiantes $16.000
La resurrección de la carne
Antonio Amado
humanitas@uc.cl
Informaciones e inscripciones al 686 6519 www.humanitas.cl humanitas@uc.cl
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Informaciones e inscripciones en Alameda 390, primer piso. Teléfono 354 6563
¿Cómo entender la revuelta árabe?
Durante mucho tiempo tendremos que hablar de las revueltas en los países árabes. Y durante mucho tendremos que esforzarnos por entenderlas, porque la situación es muy compleja. Al menos hay algo ya claro y es que la situación es muy diferente en cada uno de los países. En Bahrein y en otros países del Golfo es cada vez más grave la fractura entre los sunitas y los chiitas, avivada por la casi guerra civil de Irak y la que se puede producir en el Líbano. En Túnez ha sido decisivo el sufrimiento de las generaciones instruidas y la actitud de la familia y de la esposa del ex presidente Ben Ali. En Egipto, la extrema pobreza de casi la mitad de la población y la falta de perspectivas para el futuro. En Libia es sin duda decisivo el fuerte componente islámico y el rechazo de Gadafi y su clan. Argelia se encuentra a medio camino entre Egipto y Libia. En Irán, del que estamos hablando muy poco, domina el antiguo e insoportable despotismo islámico de los ayatolás. En cada sitio las cosas evolucionarán de un modo diferente, pero las revueltas llegarán sin duda a Siria o a las monarquías «iluminadas» de Jordania y Marruecos, e incluso a Arabia Saudita. Si las situaciones son tan diferentes, ¿cómo es que se ha prendido el fuego que estalló en el pequeño y poco influyente Túnez? Es evidente que hay factores comunes, y uno de ellos es precisamente el «árabe», la sensación de ser parte del mismo «mundo», más allá de todas las peculiaridades nacionales. Esas diferencias han sido ferozmente promovidas por los líderes de cada país (merece la pena citar La miseria de los árabes, del periodista libanés Samir Kassir, asesinado en 2005). En los tiempos modernos uno de los elementos que han servido para aglutinar la sensación de pertenecer al mismo mundo es el profundo sentimiento de hostilidad contra Israel. Una hostilidad que va desde la crítica de la política del Estado de Israel, popular en los círculos cristianos, al antisemitismo. Es un elemento entre varios, pero pesa mucho: basta pensar en el discurso-sermón de Yusuf Qaradawi en la plaza de El Cairo de hace unos días. Un segundo factor es la explosión del deseo contagioso de una nueva vida: la libertad, especialmente en sus expresiones económicas, sociales. Y también la necesidad de una mayor prosperidad, de conocimiento, de autenticidad. Un tercer elemento es el cáncer de los regímenes autoritarios «ya sean seculares o islámicos», los nacidos a partir del baazismo, del nasserismo o de los golpes de Estado. Un modelo que en el campo religioso significa «oración en las mezquitas y poder para el rais», incluyendo una cierta libertad religiosa para las minorías cristianas y que explica la preocupación de las jerarquías de las iglesias. En Oriente y Occidente nos preguntamos con ansiedad qué sucederá. Algunos se han apuntado al partido de los que aseguran que «estábamos mejor cuando estábamos mejor» y otros parecen atascarse en el dilema entre democracia y estabilidad. Son posiciones anacrónicas, es decir, fuera del tiempo, fuera de una realidad que se desborda y que, como los ríos en el otoño, trae lo fácil y lo difícil, lo incomprensible y lo claro, el fundamentalismo islámico y el deseo de libertad, los temblores de un mundo viejo y las semillas de una nueva comprensión entre cristianos y musulmanes, el misterio de una serie de sucesos chocantes (el misterio es inherente a la realidad). Lo que está sucediendo no se puede comprender con esquemas ni detener con miedo. Seguirá desafiando a todos. Y nos llama a tres cosas: construir, construir, construir. ROBERTO FONTOLÁN Paginasdigital
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Cardenal Rouco Varela
Reelegido presidente de la Conferencia Episcopal española
El cardenal Rouco sigue siendo el hombre de referencia para la mayoría de los obispos españoles que han preferido confiarle el próximo, apunta José Luis Restán en Páginas Digital. El cardenal Rouco cumple 75 años en agosto, coincidiendo con el gran evento de la Jornada Mundial de la Juventud. Con toda probabilidad el Papa lo confirmará al frente de la metrópolis madrileña hasta finales de 2013 o principios de 2014. Ahí se cierra un ciclo personal y eclesial. En el plano histórico las cosas son menos previsibles, pero llenas de interrogantes provocadores, agrega Restán, pues los equilibrios del mundo cambian, precisamente en la frontera sur de Europa. Nadie sabe si el escenario será una cierta reforma cultural del islam o una expansión del integrismo. Eso condicionará el diálogo y la situación de la libertad religiosa, muy golpeada en los últimos años. La política europea sigue asentada sobre el sustrato cultural de un vago sesentayochismo y no parece fácil un giro, a pesar de Merkel y Sarkozy. Así pues, los desafíos en el campo de la neurociencia, de la transmisión de la vida y de la consideración de la familia alcanzarán nuevos desarrollos. La gran cuestión del lugar de la fe en la ciudad secularizada seguirá abierta y candente. Dialogar con los intelectuales, acompañar a los jóvenes, dar forma a un ocio verdaderamente humano, regenerar el sentido del trabajo, suscitar una red de obras sociales que hagan visible la belleza y la racionalidad de la fe. Y la traducción cultural del mensaje cristiano en la era digital son algunas de las tareas inminentes. En cuanto a España, seguramente terminará el ciclo del radicalismo cultural de Zapatero, pero perdurará su rastro. Y aparecerá desnudo un panorama verdaderamente provocador para la Iglesia, apunta Restán: “acompañar al hombre aturdido y desazonado en su búsqueda de sentido y de esperanza para vivir, mostrarle al Dios de Jesucristo que no quita nada, sino que lo da todo. Reconciliar la exigencia de la razón moderna, su anhelo de felicidad y libertad, con la gran propuesta de la fe que viene del pasado, pero que necesariamente se ha de encontrar, ver, oír y tocar en el palpitante presente, aquí y ahora. Y desde luego, acoger y valorar todo brote de auténtica vida cristiana allí donde surja, aunque no esté previsto en los planes pastorales”.
Iesu Communio Nace un nuevo instituto de casi doscientas religiosas jóvenes «Estoy tan alegre como sobrecogida por todo. En especial, por el don incomparable de ser cristiana, de pertenecer a la Iglesia de Jesucristo, donde cada día me apasiona más el don de la llamada al seguimiento», afirmaba la fundadora del nuevo instituto de vida consagrada, Iesu Communio, en noticia que difundía por todo el mundo Agencia Zenit el pasado mes de febrero. Las palabras de sor Verónica María Berzosa Martínez resonaron en la catedral de Burgos al final de la Eucaristía de acción de gracias a Dios Padre por su fundación, en la que participaron unas tres mil personas, concelebrada por su arzobispo, Francisco Gil Hellín;
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por el nuncio de la Santa Sede en España, el arzobispo Renzo Fratini, y el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco Varela. Vestida con el nuevo hábito de la comunidad, de tela vaquera y con una pañueleta en la cabeza, sor Verónica María Berzosa Martínez, quien es también superiora general de este nuevo instituto religioso femenino de vida contemplativa, repitió palabras de Benedicto XVI: «Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande». Asistían a la celebración el arzobispo de Pamplona, monseñor Francisco Pérez, y el obispo electo de Ciudad Rodrigo y hermano de sor Verónica, monseñor Raúl Berzosa, además de un centenar de sacerdotes de diversas ciudades.
Las casi 200 religiosas, la mayoría de ellas entre 18 y 35 años, habían llegado desde claustro en procesión para ocupar la nave central de la catedral. La ceremonia comenzó con las palabras de una de las religiosas, quien recordó el gozo de la comunidad cuando el pasado 4 de diciembre, el arzobispo de Burgos les comunicó que el Papa Benedicto XVI había manifestado su beneplácito para que «nuestra comunidad fuera transformada en un nuevo instituto religioso de Derecho Pontificio». El arzobispo de Burgos, con las hermanas arrodilladas, les hizo tres preguntas, semejantes a las que se formulan en el rito de la profesión. Se trataba más bien de un acto simbólico, ya que las religiosas no profesaron de nuevo, pues ya lo habían hecho como clarisas en los monasterios de Lerma-La Aguilera (Burgos), en los que encontraron su vocación. Al transformar la comunidad en el nuevo instituto, la Santa Sede ha considerado que la profesión que realizaron en su momento tiene plena validez.
Una página web para la beatificación de Juan Pablo II Ante la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo, la diócesis de Roma ha abierto una página oficial dedicada a este importante evento. El portal, disponible en seis idiomas —español, italiano, francés, inglés, polaco, y rumano—, quiere reunir todas las informaciones sobre el pontífice, sobre la causa de beatificación, y sobre las ceremonias y otros eventos ligados a la misma. La página web ofrece amplia documentación sobre el proceso de beatificación de Juan Pablo II, así como iniciativas que surgen en el mundo, y la oración para implorar gracias a través de la intervención del futuro beato. www.karol-wojtyla.org
Tras la bendición de las cruces y los anillos por monseñor Gil Hellín, sor Verónica (nacida en 1965) fue colocando a sus «hijas» las alianzas blancas que simbolizan la victoria de Jesús resucitado, con el nombre Iesu Communio grabado, mostrando con cada una de ellas gestos maternales. Otro momento intenso fue cuando sor Verónica se postró ante el altar mientras tenían lugar las letanías. «Nos hemos postrado, porque somos conscientes de la gran responsabilidad que conlleva este momento, pero también vivimos con la plena confianza de que el que inició esta obra la llevará a feliz término», aclaró la fundadora. Sor Verónica ingresó en la orden de las Clarisas en Lerma en 1983, a los 18 años. En 1994 fue nombrada maestra de novicias, suscitando un incremento notable de novicias. En 2004 los franciscanos ceden a esta comunidad un monasterio en La Aguilera porque ya tenían problemas de espacio, pues la comunidad se compone de más de 180 religiosas.
Jornada Mundial de la Juventud Del 11 al 15 de agosto de 2011, 63 diócesis españolas ofrecen a los jóvenes del exterior que participan en la JMJ la posibilidad de pasar un tiempo de convivencia con otros jóvenes, en preparación de la Jornada Mundial. Recientemente se ha creado una web que ofrece una completa información sobre todos los lugares que participan en el programa «Días en las Diócesis» (DED). El plan de esos días varía de unos lugares a otros: actividades culturales, visitas históricas, momentos de fiesta, tiempos de oración y celebración en los santuarios que conforman la identidad religiosa local, y más. www.dedmadrid11.com
Benedictinos en el Valle de los Caídos Con esta página web la comunidad benedictina de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos quiere aproximar a quienes se asomen a ella la vida de los monjes en su realidad diaria y en los acontecimientos que se producen en torno a ella. Es, pues, un instrumento de comunicación con quienes pueden tener interés en conocer cómo es por dentro la comunidad y el monasterio, así como el propio monumento erigido en este lugar. www.valledeloscaidos.es/abadia
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Entrevista con Tony Blair
La conversión y el después
Tony Blair viajó a Milán para presentar la edición en italiano de su último libro autobiográfico, de cerca de 800 páginas, “Un viaggio”. Claudio Pollastri lo sometió a un cuestionario de preguntas y respuestas breves para Studi Cattolici. He aquí algunas: —¿Y su transformación religiosa? —Mi viaje espiritual comenzó cuando empecé a ir a misa con mi esposa. —¿Cuánto demoró? —Veinticinco años y tal vez más. Comprendí que era lo que me correspondía. —¿Era religiosa su familia? —Mi madre era una protestante irlandesa; mi padre, un ateo militante. —Educación laica, por lo tanto. —En Durham, me eduqué en la Chorister School, junto a la Catedral. La religión fue parte integrante de mi educación escolástica. —Y después la universidad. —Ahí se produjo el verdadero vuelco. Empecé a pensar seriamente en mi fe cristiana. Y comprendí que era un aspecto central de mi vida. —Claire, su esposa, es católica observante. —Para unos jóvenes de 23 o 24 años, como éramos cuando nos conocimos en la universidad, era extraño encontrarse y hablar de religión. —¿La figura fundamental en su conversión? —Juan Pablo II. En el año 2003, participé, con mi familia, en una Misa del Papa en su capilla privada: es un recuerdo muy vivo hasta ahora, un episodio que me marcó profundamente. —¿Qué es lo que más lo atrajo en la Iglesia Católica? —Su carácter universal. Es posible ir a cualquier parte del mundo, participar en la Misa y estar en comunión con los demás. Esto me fascina. La Iglesia universal es un modelo de institución global. —Hablar en público de la propia fe es poco “english”. —Creo que es más bien un problema de los medios de difusión y no de la gente. Nunca he hablado de mi fe, si bien durante años he ido a misa todas las semanas con mi esposa. —¿Dónde está el problema entonces? Lo que preocupa a los ingleses es que el político pueda tomar a Dios en préstamo para la campaña electoral. —Tal vez se teme que el político católico reciba órdenes del Vaticano. —Así es. Antes de la conversión, no me percataba de este prejuicio.
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—¿No temía perder sus raíces al convertirse? —Mi abuela decía: “Haz lo que quieras, pero no te cases con una católica”. —No la escuchó. —E hice bien. —¿De qué manera cambió su vida después de la conversión? —La fe siempre fue una parte importante en nuestra vida familiar. Mi conversión no cambió mi modo de vida. Tampoco en público. —¿Es un problema ser católico en la actividad en Medio Oriente? —Nunca ha sido un problema. La fe hoy está sometida a una dura agresión y a veces lleva a personas de distintas creencias a aliarse. —¿Hay cabida para la fe en el mundo actual? —La fe no debe estar ausente del debate público sobre temas como la justicia y la solidaridad entre los pueblos. Aun cuando una persona no sea creyente, puede comprender la importancia de la fe. —¿Por ejemplo? —Hay quienes sostienen que el problema del Islam no está vinculado con la religión. Eso es absurdo. —¿Hay un conflicto entre fe y autoridad en un líder católico? —Para un líder político católico, la fe tiene un rol único. A veces se puede entrar en conflicto con el mundo político; pero las acciones humanas siempre son limitadas si no están sostenidas por la fe. —Usted ha llevado a cabo numerosas acciones humanas. —Tengo todavía una vida por delante y no sé qué juicios se emitirán sobre mi modo de obrar, de manera que no me preocupo. —¿Siempre piensa positivo? —Es una buena cosa y no provoca enfermedad en el hígado. —¿Se siente a los 54 años al borde de jubilar en Downing Street? —Es útil para la comunidad internacional tener políticos que terminan su tarea siendo todavía jóvenes. Líderes como Bill Clinton y Aznar tienen mucha experiencia para poner a disposición del mundo. —Clinton y Obama reconocen, tal vez en broma, que son menos inteligentes que sus respectivas esposas. (Nota del periodista: me responde con su sonrisa inglesa, abierta y fina.) —Su esposa Claire podría imitar a Hillary. —No creo que le interese la política. —Y sin embargo la contribución de la rosa serviría en la política. —Es verdad: necesitamos a las mujeres en la política. —Con la Thatcher dieron ustedes un buen ejemplo. —Creo que los prejuicios contra las mujeres están menos propagados de lo que se piensa. Y además Margaret soñaba desde niña con llegar a ser líder. —¿Y usted? —Quería ser futbolista o estrella de rock.
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—¿Nada con la política? —Ni siquiera sabía lo que era. —¿Hasta qué edad? —Hasta los 21 años. Mis primeros dos años en la universidad tuvieron básicamente más fiestas y rock and roll que política. —¿Concurría al menos a votar? —Recuerdo la primera vez. Era el año 1974 y estaba en la universidad. —Nunca se olvida la primera vez. —El voto que marcó una diferencia clara en mi vida fue el del referéndum sobre Europa en 1975. —¿Por qué votó? —Por el sí. Estaba convencido de que era una opción importante para el futuro de Gran Bretaña. —¿Ha cambiado de idea? —Lo revelaré en el próximo libro.
L’Osservatore Romano Boom de visitas en la web de “La Razón”
Del 27 de diciembre al 9 de enero 30 mil visitantes únicos —una media de dos mil al día— han consultado la edición semanal en lengua española del periódico L’Osservatore Romano en la página web de “La Razón”(http://www.larazon.es/). Óptima acogida, por lo tanto, al esfuerzo del diario español que ha lanzado, también en red, el semanal íntegro. Para L’Osservatore Romano —que está a punto de cumplir ciento cincuenta años y que ya difunde desde finales de 2009 doscientos mil ejemplares cada domingo con “La Razón”— es una novedad absoluta y prometedora. Además de la edición más reciente, los internautas tienen a su disposición las cuatro precedentes.
Comentario de cine De dioses y hombres
De dioses y hombres, del cineasta francés Xavier Beauvois, cuenta la historia de Christian, Christophe, Bruno, Célestin, Luc, Michel y Paul, siete monjes cistercienses que el 21 de mayo de 1996 fueron asesinados por un grupo de extremistas islámicos. La noche del
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26 de marzo fueron secuestrados por el Grupo Islámico Armado (GIA), que exigía para su liberación la excarcelación de su líder, Abdelhak Layada, preso desde 1994. Un mes después, el GIA anunció que había degollado a los siete monjes. El 31 de mayo, el ejército argelino descubrió las cabezas de cada uno de ellos. La película de Beauvois ignora el aspecto cruento de la masacre y se remonta a los antecedentes, a la vida de la comunidad cisterciense en los meses previos al secuestro. Y lo que nos muestra es una vida marcada por la oración, la liturgia y el trabajo. Un trabajo que en algunos casos, como el de Luc, que sabe medicina, está directamente orientado al bienestar de los habitantes del pueblo más cercano, una pobre aldea musulmana. También otros de los monjes prestan servicios, asesoramientos y ayudas varias a los vecinos musulmanes. El hecho es que son muy queridos en el lugar, y a menudo les invitan a sus fiestas religiosas importantes, y mantienen relaciones cordiales y sinceras con los líderes del pueblo. La caridad, profundamente entendida, es su forma de la relación con los musulmanes. Comparten con ellos la experiencia religiosa monoteísta, así como las categorías de misericordia y perdón. Todo cambia cuando llegan los islamistas, que son también detestados por el pueblo, que les considera traidores al Corán. La solución es peor que la enfermedad, pues la respuesta del ejército es también violenta e indiscriminada. En medio de todo ello están los monjes, perplejos, pues no apoyan ni a unos ni a otros: sólo a los pobres habitantes de ese pueblo que los necesitan como benefactores. Entre los monjes, unos quieren marcharse como les propone el Gobierno, y otros creen que deben quedarse. El liderazgo de Christian, el Superior de la comunidad, es clave
para devolver a todos el sentido de la vocación y de la misión del cristiano en el mundo, así como el significado de la Encarnación. Hay algunos momentos de testimonio de la fe muy conmovedores, como la escena de la noche de Navidad, cuando se van a marchar los asaltantes fundamentalistas, y el prior les explica el sentido de la Nochebuena. La película tiene una puesta en escena muy grata para el espectador. A menudo transmite un tiempo sosegado, sobre todo en los momentos litúrgicos, con largos planos fijos que permiten la empatía con la experiencia contemplativa y de oración de los monjes. Otros momentos de más tensión están rodados con la fuerza propia de una película de género, con lo que ella se mueve entre la ficción y el documental con una absoluta naturalidad y verosimilitud. Pero lo que más deslumbra es la dirección actoral. Intérpretes de la talla de Michael Lonsdale (Munich, Ágora), Lambert Wilson (Catwoman, The Matrix revolution) u Olivier Rabourdin (Welcome, Juana de Arco) posibilitan una película de actores, capaz de sostener primeros planos, como el de la escena en la que los monjes se emocionan con El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. El filme ha sido galardonado con el Gran Premio de Honor, el segundo más considerado del Festival de Cannes, y con el Premio Signis, que concede la Asociación Católica Mundial para la comunicación. JUAN ORELLA Alfa y Omega
“Luz del mundo” Cifras récord, éxito de ventas “No somos un centro de producción, no somos una empresa orientada al beneficio; somos Iglesia. Somos una comunidad de personas que vive en la fe. Nuestra tarea no es crear un producto o tener éxito de ventas. Nuestra tarea es vivir ejemplarmente la fe, anunciarla; y mantener una profunda relación con Cristo y así con Dios mismo, no un grupo de interés, sino una comunidad de hombres libres que gratuitamente da, y que atraviesa naciones y culturas, el tiempo y
el espacio”, se lee en la cuarta de cubierta de la edición de “Luz del mundo” en lengua italiana. La elección de la cita de Benedicto XVI no podría ser más explícita, pero el éxito de ventas —las primeras 50.000 copias de la edición italiana se agotaron inmediatamente y la segunda edición se ha “reservado” por completo a los pocos días de la primera salida— no es sólo un dato interesante de marketing; es también el indicador del “hambre” de respuestas y de puntos de referencia firmes que vive nuestro tiempo. Una necesidad que permite leer cifras de ventas con muchos dígitos —de las 10.000 copias en lengua inglesa a las 80.000 en francés y 200.000 en el original alemán— como un signo significativo de los tiempos, calculando por aproximación que la veintena de ediciones en diversas lenguas roza un total del millón de copias.
Venezuela “Necesitamos testigos que ante tanta injusticia digan ¿Dónde está Dios?”
El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Ubaldo Santana, dijo en la fiesta de san Sebastián en San Cristóbal, Venezuela, que hemos superado los tiempos iniciales de la Iglesia en cuanto a mártires. En la catedral de San Cristóbal, Táchira, Venezuela, se celebró la fiesta de san Sebastián con una eucaristía presidida por monseñor Ubaldo Santana, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Maracaibo. Monseñor Santana alabó la “saludable y antigua costumbre” de colocar instituciones, organismos y ciudades bajo el patronazgo de Jesucristo, de su madre la Virgen María, y de los santos de la Iglesia. Recordó que así ocurrió con las villas y poblados en Venezuela desde la llegada de los conquistadores y la labor evangelizadora de los misioneros y los curas doctrineros. La devoción a san Sebastián fue introducida muy pronto por soldados y predicadores en Venezuela “para defender a los pobladores de los estragos de las flechas envenenadas, de la peste y del cólera”, y es uno de los lazos que hermanan a estas dos Iglesias locales”, subrayó el arzobispo de Maracaibo. San Sebastián era el comandante de la cohorte imperial de Diocleciano y, sin temer las consecuencias, ejerció la caridad con los encarcelados, con sus soldados y sus familias. Denunciado, fue condenado a ser asaeteado. “Un aspecto singular de su testimonio y santidad es el empeño que puso en afrontar el martirio”, subrayó monseñor Santana. Después de sobrevivir al primer suplicio, se presentó espontáneamente a los tribunales para declarar su fe y ser sometido nuevamente al martirio.
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“¿Es lícito desear el martirio, pedírselo a Dios?”, se preguntó el presidente de los obispos venezolanos. “Sí, ciertamente, pues es el acto más perfecto de la caridad, el que más directamente se asemeja a la pasión de Jesús, asimila más íntimamente a su obra redentora y produce ubérrimos frutos para el mártir y para la comunidad cristiana”, respondió. Pero, precisó, “¿Es lícito no solamente desear sino procurar y buscar el martirio a toda costa como Sebastián? Como regla general hay que decir que no. Se corre el riesgo de caer en la presunción, en la falsa humildad y en la complicidad con el crimen del perseguidor. Sin embargo su caso es una excepción”. “Cuando se habla de los mártires y del martirio, se tiende a pensar
que esta forma de expresar la fe es cosa del pasado”, dijo. Pero no es así, y citando un estudio de 2002, expresó que los mártires, en los dos milenios de cristianismo, se calculan en 70 millones, de los cuales 45 millones y medio, el 65 por ciento, en el siglo XX. “Hemos vuelto, pues, a los tiempos iniciales de la Iglesia: si bien hay muchos que reniegan de su fe, hay muchos también, y quizá más, que la proclaman de forma heroica hasta el derramamiento de su sangre”, recalcó. La gran mayoría de esos mártires contemporáneos “fueron sacrificados por odio a la fe cristiana”. Nuestro pueblo espera “un compromiso más serio y coherente con los pequeños, con los pobres, con los excluidos, con los que sufren toda clase de maltratos y humillaciones en su cuerpo y en su alma. Y
“Un gesto profético”
Ordinariato para los anglicanos
El Ordinariato para los anglicanos que desean entrar en la Iglesia católica es “un gesto profético” en el camino de la unidad. Así lo afirmó el padre Federico Lombardi, SI, director de la Sala Stampa vaticana, en editorial para Octava Dies, el semanario informativo del Centro Televisivo Vaticano. El 15 de enero, en Londres, en la catedral de Westminster, fueron ordenados sacerdotes tres ex obispos anglicanos —Keith Newton, Andrew Burnham y John Broadhurst—, que en los meses pasados habían presentado sus dimisiones a la Iglesia de Inglaterra, para entrar en la comunión de la Iglesia católica. Para esa ocasión, Benedicto XVI envió sus propias bendiciones a los tres ex obispos anglicanos, que han entrado así a formar parte del nuevo Ordinariato personal de Nuestra Señora de Walsingham, que será dirigido por el padre Keith Newton. “Ha tenido lugar así —comenta el portavoz vaticano— el paso decisivo para la erección del primer ‘Ordinariato’ previsto por un documento de Benedicto XVI de noviembre de 2009 Anglicanorum coetibus para los pastores y los fieles anglicanos que desean entrar en la Iglesia católica no individualmente, sino en grupos”. “Encontrándose con los obispos ingleses al término de su viaje —recuerda el jesuita—, Benedicto XVI habló de ello como de un gesto profético que puede contribuir positivamente al desarrollo de las relaciones entre anglicanos y católicos, que nos ayuda a dirigir la mirada al objetivo último de toda actividad ecuménica”, la “plena comunión eclesial”. El Papa Benedicto XVI nombró al padre Keith Newton, ex obispo anglicano, como primer ordinario para el nuevo Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham. El padre Newton, de 58 años de edad, fue escogido para dirigir el recientemente erigido ordinariato de Inglaterra y Gales para los grupos de clérigos y fieles anglicanos que han expresado su deseo de entrar a la plena comunión con la Iglesia católica.
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concluyó exhortando a volver la mirada hacia Jesús, el Señor, el Testigo por excelencia (Ap 1,5) y el “modelo del testimonio cristiano”.
Vietnam Jubileo de la Iglesia “El Papa ama a Vietnam y al pueblo vietnamita”. El cardenal Iván Dias, prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, enviado especial del Papa a las celebraciones conclusivas del año jubilar de la Iglesia católica vietnamita, transmitió
a toda la población del país del sudeste asiático el mensaje afectuoso que le había encomendado Benedicto XVI. En realidad, se trataba de un doble jubileo: 350 años de la erección de los primeros dos vicariatos apostólicos —Dang Tromg y Dang Ngoai— y 50 años de la constitución de la jerarquía católica. El año jubilar, inaugurado el 24 de noviembre de 2009 en So Kien, arquidiócesis de Hanoi, concluyó el pasado 6 de enero, solemnidad de la Epifanía, con una misa solemne presidida por el cardenal Dias en el santuario mariano de La Vang, lugar muy querido para la piedad popular vietnamita. Según la tradición, la Virgen se apareció en ese lugar en 1798 para consolar a los cristianos que habían escapado de las persecuciones.
Al conocer su nombramiento, el padre Newton declaró: “Puedo volver la mirada sobre 35 años de ministerio ordenado con gran gratitud”. “La Iglesia de Inglaterra me alimentó en la fe cristiana y fue en ella donde descubrí, como adolescente, mi vocación al ministerio ordenado que implicaba el servicio en Inglaterra y en África”. “No veo mi recepción en la Iglesia católica como una ruptura radical, sino como parte de una peregrinación de fe que está en marcha y que empezó en mi bautismo”, explicó. “Desde mis años de adolescencia, he anhelado y rezado por la unidad colectiva con la Iglesia católica y la publicación de la constitución apostólica ha ofrecido la posibilidad de realizar este sueño”. Y concluyó: “Espero que el ordinariato sea un regalo para la Iglesia católica y que yo, y los sacerdotes y personas que se unan al ordinariato, seamos útiles al conjunto de la Iglesia”. Por su parte, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Inglaterra y Gales, el arzobispo Vincent Nichols, acogió la noticia del nombramiento del padre Newton como ordinario destacando que “demostrará ser un valioso miembro” de la conferencia. El secretario general de la conferencia, el padre Marcus Stock, explicó: “Como ordinario del ordinariato, tiene una autoridad y responsabilidades similares, según el derecho canónico, a las de un obispo diocesano, por lo que será un miembro ex oficio de la Conferencia de Obispos Católicos de Inglaterra y Gales. “Como miembro de la conferencia, el ordinario participará plenamente, como un obispo diocesano, en sus debates y decisiones”, destacó. “El ordinario ejercerá la responsabilidad colegiada para aplicar las resoluciones tomadas por la conferencia en la vida del ordinariato, igual que un obispo diocesano lo hace en su diócesis”, añadió. El comunicado de la Santa Sede destaca que esos tres sacerdotes “se encargarán de la preparación catequética de los primeros grupos de anglicanos de Inglaterra y Gales que sean recibidos en la Iglesia católica junto a sus pastores en Pascua”. También “acompañan la preparación del clero para la ordenación al sacerdocio católico en torno a Pentecostés”.
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Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos
De profesor universitario a monje benedictino
Santiago Cantera era feliz con sus clases y sus alumnos en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid. Estaba pensando en casarse. Pero notaba en su interior la llamada a una entrega absoluta a Dios. Y lo concretó en la vida monástica. Hoy es historiador, investigador, profesor, y portavoz de la comunidad benedictina de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, fundada en los años 50 del siglo XX, con monjes provenientes de la Abadía de Santo Domingo de Silos. La página de la abadía es testigo de los trabajos del padre Santiago Cantera: www.valledeloscaidos.es/abadia El monje benedictino responde a las preguntas de ZENIT no sólo sobre su vocación, sino también acerca del entorno que le rodea, el tan discutido memorial del Valle de los Caídos, en San Lorenzo de El Escorial, Comunidad de Madrid, a 9,5 kilómetros del monasterio del mismo nombre, en la sierra de Guadarrama. —¿Podría decir brevemente qué hace un joven como usted en un sitio como este? —Ingresé en el monasterio con treinta años, cuando era profesor en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid. Era feliz con las clases, con los compañeros y en el trato con los alumnos. Tenía todo lo que me cabía desear y podía pensar en casarme, pues el matrimonio y los hijos me atraían mucho y era una vocación a la que estaba abierto; incluso tuve una novia tiempo antes. Sin embargo, desde niño había advertido una inquietud muy grande hacia la vida monástica y siempre estaba latente en mi corazón y en mi alma. En ese momento tenía todo lo que profesionalmente podía desear, pero tenía también una sed inmensa de Dios, que el mundo exterior no me permitía saciar. Notaba en mi interior la llamada de Dios, la vocación a la vida monástica, a una entrega absoluta a Él. Yo en parte me resistía, porque eso implicaba renunciar a tantas cosas que me gustaban y que había conseguido, así como a proyectos de futuro, como formar una familia. Pero, al lado de esa resistencia, había en mí un deseo misterioso de escuchar esa voz interior y eso me hacía seguir buscando. Desde hacía años, me retiraba pequeñas temporadas a algún monasterio. Finalmente me orienté más hacia la Cartuja y realicé una prueba. Un sacerdote me recomendó hacer unos buenos ejercicios espirituales: hice el mes ignaciano y la gracia divina me iluminó. A partir de ahí comenzó el tramo final que me trajo a esta abadía. En la vida benedictina en el Valle de los Caídos yo encontraba la posibilidad de combinar una vida monástica contemplativa con un cierto apostolado en la basílica, en la escolanía, mediante la pluma… o en cualquier ámbito que la obediencia un día pudiera indicarme. —Creo haber escuchado en un programa de televisión que es usted doctor en Historia. ¿Cuál es su especialidad? ¿Sobre qué está investigando? —Estudié Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid y me doctoré por ella con la especialidad en Historia Medieval. La tesis trató sobre la Orden de la Cartuja en la España de los siglos XV y XVI: es lógico que el tema aumentara mi amor hacia esa Orden y hacia la vida monástica en general, y de hecho mi línea habitual de investigación ha ido por esas direcciones. Ejercí como profesor en la Universidad San Pablo-CEU, aunque ya había dado algunas clases como becario en la Complutense, y a esto se añadió la colaboración en un proyecto de investigación en la Real Academia de la Historia sobre el reinado de Enrique IV de Castilla.
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Después he trabajado en bastantes vertientes más y me he abierto al campo del pensamiento y del ensayo, especialmente en relación con la Teología de la Historia y la Filosofía e Historia de las Civilizaciones, así como a la Mariología. La última investigación que acabo de concluir es un estudio sobre el concepto de España en el Reino Visigodo de Toledo. —El Valle de la Nava, o de Cuelgamuros, o de los Caídos. ¿Qué nombre le gusta más y por qué? —La Nava, más que el valle, es el risco sobre el que se asienta la Cruz y en el que está excavada la basílica. El nombre original del valle es Cuelgamuros, sobre cuya etimología se han ofrecido varias hipótesis. Es un nombre sin duda bello y que forma parte de la historia y de la geografía del lugar. Pero también es precioso el nombre de “Valle de los Caídos”, porque en él reposan los restos de casi 34.000 caídos de ambos bandos en la guerra según el registro (pero muy posiblemente haya entre 50.000 y 70.000): los que cayeron enfrentados están hermanados hoy aquí de cara a la eternidad. Es una lástima que algunos prefieran seguir hoy enfrascados en venganzas del pasado y no quieran comprender el sentido de la reconciliación, que sólo se puede alcanzar bajo los brazos redentores de la Cruz. A veces coloquialmente hablamos también de “El Valle”. —Eso es mucho más que un cementerio de la guerra o un museo de la memoria… ¿Me puede resumir cuál es la misión de los monjes benedictinos en ese lugar? —La misión esencial de los monjes es la alabanza constante de Dios a través de la oración y el trabajo, en nombre de toda la Iglesia y de todos los hombres. Pero, además, en este lugar tenemos encomendada una tarea particular, que es orar por las almas de todos los caídos de nuestra guerra de 1936-39, tanto los sepultados aquí como en otras partes de España, e interceder ante Dios para que Él derrame sobre España la paz y la prosperidad. Para alcanzar este fin, habíamos asumido también un papel importante en la dirección del Centro de Estudios Sociales, lamentablemente desaparecido. NIEVES SAN MARTÍN Agencia Zenit
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Patrimonio de la Humanidad Abierta de nuevo la iglesia de San Millán de la Cogolla
Con un presupuesto de 4,6 millones de euros y tres años de trabajos, el 25 de enero se presentó al público la última gran obra de restauración promovida por la Orden de Agustinos Recoletos y la Fundación San Millán: la iglesia del Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla, La Rioja, España. En 1878 la Orden de Agustinos Recoletos se hacía cargo de un enorme monasterio totalmente ruinoso y en continuo expolio. Casi 120 años después, en 1997, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaraba Patrimonio de la Humanidad, informa la citada Orden. El Monasterio conserva un importante patrimonio cultural en su Biblioteca. Entre los códices más importantes está el Códice 60, donde se encuentran las Glosas Emilianenses, algunas de las primeras palabras en castellano y en euskera por las que San Millán es conocido universalmente como la “Cuna de la Lengua”. Es el primer vestigio escrito conocido en la península ibérica de la lengua romance que derivaría en el idioma que hoy hablan millones de personas. Las principales dificultades surgieron con la aparición de las ruinas del antiguo monasterio románico que data del año 1067. Esto suscitó una polémica sobre el cubrimiento o no de los vestigios arqueológicos. De hecho, la intervención planificada era mucho más discreta y se pensaba que la ejecución tardaría sólo unos meses. Finalmente las obras se han prolongado casi dos años. Toda la iglesia es un gran cementerio. Desde su primitiva consagración, en el siglo XI, y hasta finales del XIX, se utilizó para este fin. Miles de esqueletos aparecieron durante la restauración. Todos fueron exhumados e incinerados. La comunidad celebró una ceremonia para devolver las cenizas al lugar de la iglesia en el que habían sido encontrados los cuerpos. La arqueología ha aportado descubrimientos de gran trascendencia para la historia del arte. Por primera vez se hizo una excavación del conjunto de la iglesia. Antes sólo se hicieron pequeñas “catas”.
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Posiblemente estemos hablando de la primera gran iglesia del románico español, anterior incluso a la catedral de Jaca, aunque aún falta la opinión definitiva de los expertos. A la restauración se unió un plan para la difusión y conocimiento del proyecto. Desde 2007, los talleres educativos sobre arquitectura, paisaje, conservación de bienes muebles y arqueología permitieron a más de 3.600 alumnos de distintos colegios conocer de cerca la obra, a través de un aula didáctica en la propia iglesia del monasterio. La Asunción volverá a ser usada como iglesia parroquial del pueblo de San Millán de la Cogolla y se incluirá de nuevo en la visita guiada para el turismo. La restauración del refectorio (antiguo comedor monacal) está muy avanzada. El encargo de guardar para la humanidad este monasterio se inició en 1878, cuando tres frailes agustinos recoletos llegaron al valle de San Millán para hacerse cargo del monasterio de Yuso. Lejos queda aquel edificio que encontraron, un enorme recinto totalmente ruinoso y en continuo expolio. Desde que en 1997 la Unesco declarase el conjunto monacal de Yuso y Suso Patrimonio de la Humanidad, los quehaceres de la comunidad se han multiplicado.
India: Buscando juntos la verdad Papel de teólogos y obispos en la Iglesia
Desde el 16 al 22 de enero, se realizó un coloquio en la St. John’s National Academy of Health Sciences en Bangalore, India, en el que una delegación de la Santa Sede se encontró con veintiocho miembros de la Conferencia Episcopal de la India y con veintiséis teólogos de diversas partes del país. La delegación de la Santa Sede estaba encabezada por Su Eminencia el cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, asistido por Su Excelencia el arzobispo Luis Ladaria, SI, secretario de la Congregación; por monseñor Charles Scicluna, promotor de Justicia, y tres oficiales. Los miembros del episcopado indio que participaron en el coloquio representaban a las tres iglesias con ritos sui iuris en la India, encabezados por Su Eminencia el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la India. Los teólogos procedían también de las tres iglesias sui iuris. El coloquio fue fruto de la larga cooperación entre la Congregación para la
Doctrina de la Fe y la Conferencia de Obispos Católicos de la India. Los coloquios anuales entre obispos y teólogos en la India comenzaron en 1996. En un encuentro posterior mantenido en Roma ese mismo año entre un número de obispos de la India y representantes de los diversos dicasterios de la Santa Sede, se expresó la esperanza de que, en algún momento en el futuro, la Congregación para la Doctrina de la Fe tomase parte en estos encuentros. El Coloquio en Bangalore ha sido la realización de esta esperanza, y fue entendido específicamente como un foro donde tratar algunos de los asuntos teológicos que afronta la Iglesia en India, en una atmósfera colaboradora de diálogo y discusión. Como es bien sabido, en la gran nación india hay más de mil millones de seres humanos, de los que aproximadamente el 2,3 por ciento son cristianos. La Iglesia católica en India tiene sus orígenes en santo Tomás apóstol y recibió nuevos ímpetus con la actividad misionera de san Francisco Javier. Hoy, los católicos en India, aunque pocos en número, aproximadamente unos 18 millones, realizan una ampliamente apreciada contribución al bienestar del país, sobre todo a través de numerosas instituciones educativas, atención sanitaria, iniciativas de acción social y obras caritativas. Fue el carácter específico y único de la Iglesia católica en India el que proveyó el contexto para las exposiciones y discusiones durante el Coloquio de Bangalore. En la primera parte del coloquio, los teólogos plantearon cuestiones como la del papel específico del teólogo en la Iglesia, la metodología teológica en Oriente y Occidente, la inculturación, Jesucristo como el único salvador de todas las gentes, las relaciones entre la Iglesia de Cristo y las demás religiones, el concepto cristiano de la auténtica liberación humana, el papel de la comunidad de fe (el “sensus fidelium”), y lo distintivo de la oración y la espiritualidad cristianas. Cada exposición teológica fue seguida por un diálogo vivo y sostenido en el que todos los participantes teólogos, obispos y representantes de la Santa Sede ofrecieron libremente sus contribuciones para una comprensión más profunda de los asuntos tratados. Las discusiones trataron de tomar en cuenta la presencia católica en el particular contexto indio, enfatizando al mismo tiempo el don inestimable de la universalidad de la fe católica, que debe ser siempre comunicado en su integridad y autenticidad. Se hizo hincapié en la singular importancia del papel del teólogo en la Iglesia, así como en la necesidad ―especialmente cuando se busca elaborar una teología contextualizada― de construir sobre un fundamento teológico sólido, siempre fiel a la autoridad magisterial de la Iglesia. La segunda parte del coloquio se organizó para los obispos y los representantes de la Santa Sede. Esos días se dedicaron a diversas cuestiones relativas al papel y la responsabilidad específicas de los obispos en la Iglesia, así como del obispo como maestro de la fe, el funcionamiento de las Comisión Doctrinal de la Conferencia Episcopal, la formación de los futuros sacerdotes y miembros de
las congregaciones religiosas, y la adjudicación correcta de los delitos canónicos más serios.
Pontificio Instituto Polaco La Iglesia necesita sacerdotes “bien preparados” “La Iglesia necesita sacerdotes bien preparados”, que “busquen la Verdad” y que estén “ligados a Pedro”, afirmó el Papa Benedicto XVI, al recibir en audiencia a los sacerdotes que estudian en el Pontificio Instituto Polaco de Roma, institución que celebró en enero pasado su centenario. El Pontífice aludió a la importancia de este instituto en la vida de la Iglesia y de Polonia. A él están ligadas figuras históricas de la talla del cardenal Adam Sapieha, primado polaco durante la difícil ocupación alemana, o la del cardenal Wyszynski, figura destacada del Concilio Vaticano II. Precisamente este último tuvo la oportunidad, durante su estancia en el instituto, de preparar la celebración del Milenario del Bautismo de Polonia y el histórico mensaje de reconciliación que los obispos polacos dirigieron a los prelados alemanes, dos acontecimientos históricos para el siglo XX. Benedicto XVI quiso recordar también la visita a este instituto del Papa Juan Pablo II, en 1980, que “subrayó su gran significado para la Iglesia y para el pueblo polaco”, y también el afecto de Pablo VI hacia esta institución. El Papa invitó a los sacerdotes polacos que hoy residen en el instituto a sentirse “parte importante de esta historia, que hoy requiere también vuestra respuesta personal e incisiva, ofreciendo vuestra contribución generosa”. “La Iglesia necesita sacerdotes bien preparados, ricos de esa sabiduría que se adquiere en la amistad con el Señor Jesús, acudiendo constantemente a la Mesa eucarística y a la fuente inagotable de su Evangelio”, subrayó el Papa. Así, invitó a los presentes a apoyarse en la Eucaristía y en la Escritura para “tomar el apoyo continuo y la inspiración necesaria para vuestra vida y vuestro ministerio, para un sincero amor a la Verdad, que hoy estáis llamados a profundizar también a través del estudio y la investigación científica”. “La búsqueda de la Verdad, para vosotros que como sacerdotes vivís esta peculiar experiencia romana, viene estimulada y enriquecida por la cercanía a la Sede Apostólica, a la que compete un servicio específico y universal a la comunión católica en la verdad y en la caridad”. El Papa exhortó a los estudiantes del Pontificio Instituto Polaco al amor y a la devoción “a la figura de Pedro”, para “servir generosamente a la comunión de toda la Iglesia católica y de vuestras Iglesias particulares”.
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Ética financiera
Medidas para cautelar imagen ejemplar del Vaticano
Benedicto XVI ha publicado una carta apostólica en forma de “motu proprio” “para la prevención y el contraste de las actividades ilegales en el ámbito financiero y monetario”, con la que busca que la Santa Sede se convierta en un ejemplo elocuente de ética económica y financiera en todas sus actividades. Según el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, S.I., “esto es vital para la misión evangélica de la Iglesia”. Los motivos que han llevado al Papa a redactar el documento, publicado por la Oficina de Información de la Santa Sede el 30 de diciembre, los revela él mismo en el documento al escribir que “por desgracia, en nuestro tiempo la paz, en una sociedad cada vez más global, se ve amenazada por diversas causas, entre las cuales se encuentra un uso impropio del mercado y de la economía y la violencia terrible y destructiva perpetrada por el terrorismo, que causa muerte, sufrimientos, odio e inestabilidad social”. Junto con la publicación de la carta, el obispo de Roma ha promulgado una nueva normativa contra el reciclaje para el Estado de la Ciudad del Vaticano y ha establecido que sea válida para todos los departamentos de la Curia Romana y de todos los organismos y entidades dependientes de la Santa Sede. Además, ha instituido la Autoridad de Información Financiera (AIF), cuyo presidente y miembros serán nombrados por el mismo Papa, que tiene como cometido emitir disposiciones complejas y delicadas de desarrollo, indispensables para garantizar que los sujetos de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad Vaticano respeten las nuevas e importantes obligaciones de anti-reciclaje y de anti-terrorismo. El Papa, en el documento, toma medidas concretas para impedir el auto-reciclaje (caso que todavía no se contempla en países con una legislación estricta), establece controles sobre la entrada o salida de dinero del Estado de la Ciudad del Vaticano, regula las obligaciones sobre la transferencia de los fondos y, por último, indica sanciones administrativas, más rigurosas y aplicables no sólo a las instituciones y a las personas jurídicas, sino también a las personas físicas que actúen en su nombre. El padre Federido Lombardi, S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ratifica que estas nuevas medidas del Papa constituyen “un evento de gran importancia normativa, pero también revisten un significado moral y pastoral de largo alcance”. “Todas las instituciones en relación con el gobierno de la Iglesia católica y con ese ‘apoyo’, que constituye el Estado de la Ciudad del Vaticano, se integran a partir de hoy, con espíritu de sincera colaboración, en el sistema de principios e instrumentos jurídicos que la comunidad internacional está construyendo con la finalidad de garantizar una convivencia justa y honesta en un contexto mundial cada vez más globalizado”, asegura el portavoz vaticano en una nota. “Desde siempre —añade—, las actividades ilegales han demostrado poseer una capacidad extraordinaria para infiltrarse y contaminar el mundo económico y financiero, pero su desarrollo a escala internacional y el uso de las nuevas tecnologías las han hecho cada vez más omnipresentes y capaces de camuflarse, por lo que, para combatirlas, ha adquirido la máxima urgencia constituir redes de control y de información mutua entre las autoridades responsables de la lucha contra ellas”. Según el padre Lombardi, “sería ingenuo pensar que la inteligencia perversa que guía las actividades ilegales no intente aprovechar sobre todo los puntos débiles y frágiles, que a veces existen en el sistema internacional de defensa y control de la legalidad, para introducirse en él y violarlo”. “Por lo tanto, la solidaridad internacional es fundamental para el mantenimiento de ese sistema, y es comprensible y justo que las autoridades nacionales de vigilancia y los organismos internacionales (Consejo de Europa y, en particular, el GAFI: Grupo de Acción Financiera Internacional contra el reciclaje de capitales) miren con ojos favorables a los Estados y los entes que ofrecen las garantías requeridas e impongan mayores vínculos a los que no las cumplen”, añade. Naturalmente, reconoce, “esto también se aplica a la Ciudad del Vaticano y a las instituciones de la Iglesia que llevan a cabo actividades económicas y financieras”.
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Y concluye: “Se evitarán en el futuro aquellos errores que tan fácilmente se convierten en motivo de ‘escándalo’ para la opinión pública y para los fieles. En resumen, la Iglesia será más ‘creíble’ ante la comunidad internacional y sus miembros. Y esto es vital para su misión evangélica”. La Carta apostólica sobre actividades en el ámbito financiero y monetario promulgada por S.S. Benedicto XVI señala en su parte inicial: “La Santa Sede siempre ha levantado su voz para instar a todas las personas de buena voluntad, y sobre todo a los líderes de las naciones, al compromiso de la edificación, también a través de una paz justa y duradera en todo el mundo, de la ciudad universal de Dios hacia la que avanza la historia de la comunidad de los pueblos y las naciones. [Benedicto XVI, Carta Encíclica “Caritas in veritate” (29 de junio de 2009), 7: AAS 101 / 2009), 645]. Por desgracia, en nuestro tiempo la paz, en una sociedad cada vez más global, se ve amenazada por diversas causas, entre las cuales las de un uso impropio del mercado y de la economía y aquella, terrible y destructiva, de la violencia perpetrada por el terrorismo, que causa muerte, sufrimientos, odio e inestabilidad social. Muy oportunamente, la comunidad internacional se está dotando cada vez más de los principios y herramientas jurídicas que permiten prevenir y combatir los fenómenos del reciclaje de capital y la financiación del terrorismo. La Santa Sede aprueba este compromiso y quiere hacer propias aquellas reglas para la utilización de los recursos materiales necesarios para la realización de su misión y de las tareas del Estado de la Ciudad del Vaticano”. Puede leer el texto completo de la Carta apostólica en forma de “motu proprio” en www.zenit.org (06.01.11)
Violencia en México La Iglesia denuncia la influencia del satanismo en las bandas de “narcos”
La capacitación de exorcistas por parte de la Iglesia católica podría ser una de las contribuciones para enfrentar el clima de violencia generalizada generado por las bandas de narcotraficantes que pelean por el territorio en diversas partes de México y que, en muchas ocasiones, están sometidas a influencias decididamente satánicas. Así lo expresó a los medios de comunicación el sacerdote Pedro Mendoza Pantoja, quien es el coordinador de los exorcistas que realizan su ministerio en el vasto territorio de la arquidiócesis primada de la Ciudad de México. La idea es que la Iglesia católica pueda contrarrestar la ola de inseguridad que cobró 12.000 víctimas el año 2010 y que, en cuatro años, alcanza ya las 30.000 personas asesinadas, la mayor parte de ellas como “ajustes de cuentas” entre bandas criminales. El padre Mendoza Pantoja fue enfático al señalar que “una de las formas de combatir la violencia en México es promoviendo la fe; hablando mucho más de Dios y mucho menos del diablo”. Muchas de las detenciones e investigaciones sobre los grupos armados y las bandas de narcotraficantes han mostrado influencias diabólicas entre sus miembros, así como mutilaciones, decapitacio-
nes y asesinatos “rituales” a personas de la sociedad, a enemigos de otras bandas y a autoridades policíacas. Otra de las formas de contrarrestar la violencia en México según el padre Mendoza es “creando grupos de oración, para salvar a las personas que han sido influenciadas por el mal y que, en ocasiones, puede ser en contra de su voluntad el que se vean obligadas a cometer actos violentos”. Para el sacerdote arquidiocesano “la violencia facilita al demonio influir en las personas, por lo que tiene que frenar su acción específica”. La arquidiócesis primada ha visto aumentar la actividad de los sacerdotes exorcistas y está buscando que exista un sacerdote encargado de los exorcismos en los principales templos de la Ciudad de México. “Satanás tiene muchas formas de influir en las personas y (esa influencia) se facilita más a quienes recurren a la brujería, el ocultismo y los ritos espiritistas”, agregó Mendoza Pantoja, quien dijo que “hay gente que se aleja de Dios y busca lo mágico, la salida fácil a los problemas”.
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“El aborto no resuelve nada”
VII Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida
El Papa Benedicto XVI recibió en febrero pasado en audiencia a los participantes de la XVII Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida (PAV), subrayando el “engaño” al que se induce “la conciencia de muchas mujeres que piensan encontrar en el aborto la solución a las dificultades familiares, económicas, sociales, o a problemas de salud de sus hijos”. “Especialmente en esta última situación, la mujer es convencida, a menudo por los mismos médicos, de que el aborto representa no sólo una elección moralmente lícita, sino que además es un acto ‘terapéutico’ necesario para evitar el sufrimiento del niño y de su familia y una carga ‘injusta’ para la sociedad”, declaró. “Sobre un trasfondo cultural caracterizado por el eclipse del sentido de la vida, en el que se ha atenuado la percepción común de la gravedad moral del aborto y de otras formas de atentar contra la vida humana, se exige a los médicos una especial fortaleza para continuar afirmando que el aborto no resuelve nada, pero que mata al niño, destruye a la mujer y ciega la conciencia del padre del niño, arruinando a menudo, la vida familiar”. Este deber, subrayó, no afecta sólo “a la profesión médica o a los profesionales sanitarios”. De hecho es necesario que “toda la sociedad defienda el derecho a la vida del concebido y el verdadero bien de la mujer, que nunca, bajo ninguna circunstancia, verá cumplido en la elección del aborto”. Del mismo modo también hace falta “proveer de las ayudas necesarias a las mujeres que lamentablemente ya han recurrido al aborto, y que ahora experimentan todo el drama moral y existencial”. En este contexto, el Papa recordó las múltiples iniciativas, “a nivel diocesano o a través de entes individuales de voluntariado”, que ofrecen “apoyo psicológico y espiritual para una recuperación humana completa”. Conciencia moral La cuestión del aborto, prosiguió Benedicto XVI, interpela a la conciencia moral del individuo. Según el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 1778), la conciencia moral es “un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho”. Es deber de la conciencia moral “discernir el bien del mal en las diversas situaciones de la existencia, con el fin de que, sobre la base de este juicio, el ser humano pueda libremente orientarse hacia el bien”. “Cuántos quisieran negar la existencia de la conciencia moral en el hombre, reduciendo su voz al resultado de condicionamientos externos o a un fenómeno puramente emotivo, y es importante afirmar que la calidad moral de la acción humana no es un valor extrínseco o bien opcional y no es ni siquiera una prerrogativa de los cristianos o de los creyentes, sino común en todo ser humano”, indicó el Pontífice. “En la conciencia moral Dios habla a cada uno y lo invita a defender la vida humana en todo momento. En este vínculo personal con el Creador está la dignidad profunda de la conciencia moral y la razón de su inviolabilidad”. “Aun cuando el hombre rechaza la verdad y el bien que el Creador le propone, Dios no le abandona, sino que a través de la voz de la conciencia, continúa buscándole y hablándole, para que reconozca su error y se abra a la Misericordia divina capaz de sanar cualquier herida”. Promover la investigación Otro importante argumento afrontado en la Asamblea Plenaria de la PAV fue “el uso de bancos de cordón umbilical, para fines clínicos y de investigación”. Está en juego el valor y por tanto el compromiso de la investigación médico- científica “no sólo para los investiga-
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dores, sino para toda la comunidad civil”, y de ello nace el “deber de promocionar las investigaciones éticamente válidas por parte de las instituciones y el valor de la solidaridad de los individuos en la participación en investigaciones dirigidas a promover el bien común”. En el caso del uso de células madre provenientes del cordón umbilical, reconoció el Pontífice, “se trata de aplicaciones clínicas importantes y de investigaciones prometedoras a nivel científico, pero que para su realización muchas dependen de la generosidad, en la donación de la sangre del cordón en el momento del parto, por parte de las parturientas”. Por esto, invitó a los presentes a hacerse “promotores de una verdadera y consciente solidaridad humana y cristiana”. Puede leer el discurso completo en www.humanitas.cl
Documento de la Unión Una “gaffe” europea
El documento de la Unión Europea que critica la violencia interreligiosa en Medio Oriente fue retirado el 1° de febrero por el ministro italiano Frattini. El motivo: los cristianos no eran mencionados. “Hoy se ha escrito una página sin presentación del Consejo de la Unión Europea”, declaró Frattini al término de la reunión de ministros de Relaciones Exteriores. “Europa ha demostrado una vez más que este laicismo exasperado es sin duda perjudicial para su propia credibilidad”. Palabras que recalcan las que pronunció monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, de acuerdo con lo cual «ya se ha llegado a la convicción, junto con Lady Ashton, que el nombre (sustantivo) “cristiano” no puede incluirse en una resolución. En cuanto al resto, “omen, omen”, siempre de cenizas se trata», declaró el alto prelado con un juego de palabras entre el nombre (sustantivo) “Ashton” y la palabra “ash”, que en inglés significa “ceniza”.
teniendo como anfitrión al Nuncio Pietro Sambi, el Washington DC Chapter de la Catholic Association of Latin Leaders (CALL). Los documentos con que fue convocado este acto por el Arzobispo de Washington y por el Episcopal Moderator de CALL, Monseñor José Gómez, Arzobispo de los Ángeles, subrayan la importancia de este evento a la luz de la misión oficial encomendada por la Iglesia a esta Asociación. En el marco de la Nueva Evangelización a los que han convocado los dos últimos pontífices, CALL tiene la gran tarea de reafirmar las tradiciones morales y familiares de la cultura latina en orden a revitalizar los caminos de la vida pública en Norteamérica.
“De amor y de fuego” Música Colonial en la Catedral de Santiago
Capítulo de Washington D.C. Asociación Católica de Lideres Latinos (CALL)
El 23 de marzo pasado tuvo lugar en la Sede de la Nunciatura Apostólica en Washington D.C. por invitación del Arzobispo de esa ciudad, Cardenal Donald Wuerl y
El grupo Ensamble Terra Australis presentó recientemente en la Catedral de Santiago su último trabajo musical titulado “De amor y de fuego”. El proyecto es un registro audiovisual en DVD, sobre la música religiosa colonial del Imperio español y que requirió de una acuciosa
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investigación musicológica realizada especialmente en España, Bogotá, Lima y Santiago. La interpretación y grabación del concierto fue realizada en la Catedral de Santiago, principalmente en la capilla del Santísimo Sacramento, ubicada al costado derecho del Altar Mayor. Este nuevo registro musical incorpora en los 80 minutos de du-
ración, el aporte y participación del monje benedictino y premio nacional de Historia, Gabriel Guarda y el doctor en letras Felipe Cussen, Los 14 músicos que conforman el grupo Ensamble Terra Australis, presentaron oficialmente la obra el 26 de marzo pasado en la misma Catedral con un concierto abierto a la comunidad.
Jornada Mundial de la Juventud
“Los jóvenes de hoy necesitan a Cristo con urgencia”
El objetivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 no tendrá otro objetivo que anunciar a Jesucristo, a quien los jóvenes esperan “sabiéndolo o no”. Así lo afirmó el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, durante el discurso de apertura de la 97ª Asamblea Plenaria de los obispos españoles, en febrero pasado. El cardenal Rouco, cuya arquidiócesis será la anfitriona de la Jornada Mundial de la Juventud, dedicó su intervención a hablar sobre este próximo evento mundial, el próximo mes de agosto. El purpurado subrayó la actualidad e importancia de las JMJ para la evangelización de los jóvenes de hoy, a pesar de que los jóvenes de hoy hayan cambiado respecto a los de la época de Juan Pablo II. La Iglesia, subrayó, “no tiene otra cosa que ofrecer a los jóvenes y a todos los hombres de hoy sino a Jesucristo. No hay salvación fuera de Él. Y ellos la necesitan con urgencia”. “La clarividencia apostólica de Juan Pablo II, iluminada por su gran amor a Cristo y a los jóvenes, fue el medio del que se valió la Providencia divina para poner en manos de la Iglesia este nuevo procedimiento evangelizador, tan apropiado para las generaciones jóvenes de los últimos decenios del siglo XX y de comienzos del siglo XXI”. El programa de la próxima JMJ, afirmó, es “una vez más netamente cristológico, centrado en Jesucristo”. “A algunos esto les parece una obviedad: centrar la misión juvenil en el anuncio completo de Jesucristo. Ellos buscarían enfoques supuestamente más específicos o más adaptados a las necesidades de los jóvenes”. Sin embargo, afirmó, “después de dos mil años de evangelización, la Iglesia se encuentra hoy con que Jesucristo sigue siendo muy poco conocido y muy poco amado”. “Algunos, en los países de vieja cristiandad, secundando ciertos movimientos de apostasía implícita o explícita, se han alejado de la fe. Otros muchos, en los países de tradición cristiana más nueva o incluso apenas existente, nunca han conocido a Jesucristo ni siquiera de un modo elemental”. La propuesta cristiana, reconoció, “es una oferta a contracorriente porque, en medio de un mundo que sufre de incertidumbre y que sin embargo parece disfrutar a menudo con ella, cerrándose a toda propuesta de verdad, la Iglesia quiere ofrecer a los jóvenes la firmeza de la fe que el Señor hace posible”. Por eso, añadió, “el Papa se dirige a los jóvenes y les dice: Es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros”. “El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y conformismo con las modas del momento”, añadió, citando el mensaje del Papa para la JMJ.
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Cambio generacional Los jóvenes de hoy —de comienzos del siglo XXI— “ya no son exactamente aquellos de hace veinticinco años que respondieron a las primeras convocatorias de Juan Pablo II”, reconoció el purpurado. “Aquellos, que se calificaban a sí mismos como ‘los jóvenes del 2000’, habían tenido ya tiempo de experimentar la decepción de las utopías fermentadas veinte años antes en el ‘mayo del 68’, y miraban hacia el cambio de milenio como cifra de la deseada realización de ideales más verdaderos”. En aquella época, recordó el cardenal Rouco, “la caída del muro de Berlín, en 1989, fue el símbolo de todo un proceso de derrumbamiento de las viejas utopías revolucionarias del pasado siglo”. “Las nuevas generaciones que se habían beneficiado del modo de vida cada vez más holgado que se hizo posible en las democracias surgidas de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, habían establecido una paradójica complicidad con los ideales igualitarios de impronta totalitaria que se imponían al otro lado de la cortina de hierro. Tal complicidad no podía sostenerse por más tiempo”. “Fue en ese marco espiritual donde resultó tan apropiado el lema de la IV Jornada Mundial de 1989, celebrada en Santiago de Compostela, pocas semanas antes de los acontecimientos históricos a los que nos acabamos de referir”, recordó el cardenal Rouco, que fue entonces el anfitrión también, en la arquidiócesis de Santiago, de aquella Jornada. También fue el momento, añadió, “en el que la renovación conciliar daba sus frutos. Los nuevos impulsos para una nueva evangelización se notaban por doquier y en los ambientes más diversos: entre los sacerdotes, los religiosos y en el mundo seglar”. Ahora, explicó el purpurado, “el ideal humano de la libertad reconquistada —bien antiguo y bien nuevo en las particulares expresiones de la moderna cultura de la libertad— ha sido propuesto y explorado por mil caminos en los dos últimos decenios”. Entre esos caminos “adquiere un puesto relevante el del mundo de la cibernética, cuyo desarrollo y popularización ha llegado a crear una nueva situación de intercomunicación globalizada de la que los jóvenes son actores principales”, como lo demuestran “los acontecimientos de las últimas semanas y de ahora mismo en el mundo árabe”. La red, subrayó, “se ha convertido en un instrumento poderosísimo de información y de comunicación; pero también de propagación de fórmulas de vida de todo tipo, sin excluir las menos acordes con la dignidad humana”. Familia y amor Por último, aludió a dos temas “de vital importancia para la juventud de hoy”: “la necesaria colaboración entre la familia, la parroquia y la escuela en orden a la educación en la fe de niños y jóvenes; y la cuestión de la verdad del amor humano, como elemento clave de la maduración de los jóvenes como personas”. Para el cardenal, está cada vez más claro que “el futuro de las nuevas generaciones depende decisivamente de las familias cristianas”. “Al mismo tiempo, la experiencia pone también de manifiesto que la misión de la escuela resulta seriamente entorpecida y aun imposibilitada cuando no cuenta con la colaboración de los padres y de una vida familiar acorde con la ley natural y divina”. El Estado, subrayó, “no puede sustituir, ni siquiera suplir, el papel propio de esas dos instituciones básicas para el desarrollo de la persona”. Por ello, afirmó la necesidad de una sinergia de familia, escuela y parroquia, pues de ella “depende en buena medida el fruto de la acción evangelizadora de la Iglesia en beneficio de los más jóvenes y, en definitiva, de toda la sociedad”. “La reducción emotivista e individualista del amor, dominante en la cultura pública actual, ha conducido a una situación crítica que dificulta mucho la educación para el amor y para el matrimonio”, subrayó. Por ello, concluyó, “anunciar el Evangelio del matrimonio y de la familia es, sin duda, uno de los aspectos más hermosos de la nueva evangelización y de la juventud. Su urgencia, por otro lado, es evidente: nos urge la dolorosa situación aludida, pero nos urge, sobre todo, el amor a Cristo y a los jóvenes”.
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Cardenal AngelO Bagnasco
La clave de la crisis educativa, la “desconfianza hacia la vida” «Hay un huésped inquietante que gira por Europa, es el nihilismo» que «confunde el pensamiento, borra perspectivas y horizontes», mientas que en « la base de la verdadera reforma de la Iglesia está la conversión personal». Con esta frase, el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal italiana, recordó el 25 de febrero pasado, en la Pontificia Universidad Salesiana en Roma, diversas problemáticas relacionadas con la educación universitaria de los jóvenes. Afirmó que «uno no debe preguntarse tanto qué cosa puedo hacer por los jóvenes, sino cómo somos nosotros los adultos. Porque somos puntos de referencia, maestros de vida, sea con las palabras o con el testimonio de las obras». O sea, pidió «ponerse en discusión, controlar el propio modo de ser». Recordó además «el desafío educativo y cómo la educación es parte de la misión de la Iglesia». El arzobispo de Génova quiso recordar en este centro salesiano que «la actitud de fondo de la Iglesia hacia el mundo es la simpatía, y se podría ver el misterio de la Encarnación como la simpatía de Dios hacia la humanidad herida por el pecado». «Es la pasión por Cristo que lleva a los creyentes a ser apasionados de la humanidad», y aquí es que se encuentra «nuestro principio de base para servir al mundo». Pero si esta motivación se debilita y pesan las dificultades, se pierde «la motivación para ser la sal y luz de la historia». En esta universidad, Bagnasco recordó que el tema de la educación apasiona a todos, si bien hoy asume características más arduas, al punto tal que el Papa habla de una «emergencia educativa» en la cual «corremos el riesgo de transformarnos en los antiguos paganos: hombres sin Dios», como escribía el apóstol Pablo a los cristianos de Efeso». Pero la dificultad más profunda en favor de una verdadera labor educativa es que, en su opinión, «en la raíz de la crisis de la educación hay una desconfianza en la vida». Si bien hay otro factor, precisó el arzobispo de Génova, porque la crisis de la educación «parte de un enflaquecimiento de la razón» al punto que «hay un huésped inquietante que gira por Europa, es el nihilismo que borra perspectivas y horizontes». «Sobre qué es el nihilismo, Nietzsche nos responde: que los valores supremos pierdan valor», añadió. Ante un auditorio abarrotado de público, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana indicó que «sobre esta posición sin defensas, se concentra el fuego cruzado de los intereses más diversos, económicos, comerciales e ideológicos». «El resultado interior es una emotividad que respecto a los tiempos pasados es mucho más invasora e incontrolada, a la que corresponde un espacio de reflexión mucho más modesto, hasta cristalizar la no distinción entre inteligencia e impresionabilidad». ¿Quién soy? Retomando las palabras de Benedicto XVI en su viaje a Inglaterra, el cardenal recordó que la disciplinas científicas «no pueden satisfacer los deseos más profundos del corazón humano, ni explicarnos plenamente nuestro origen y nuestro destino, por qué motivo y finalidad existimos, ni pueden darnos una respuesta exhaustiva a la pregunta: ¿Por qué motivo existe algo, y no la nada?». En esta situación, «en el sector educativo, afirmaba Benedicto XVI, la Iglesia tiene mucho por hacer en temas de formación» y como «el problema de la emergencia educativa es común en todo Occidente, aquí la Iglesia tiene que actualizar, concretizar, abrir para el futuro su gran herencia». Y recordó que «cada padre delante de su hijo, así como cada educador delante del joven tiene que preguntarse no qué puedo hacer por él, sino quién soy yo».
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El purpurado presentó cinco puntos para la educación de los jóvenes: educarlos para hacer preguntas, para la verdad, para la razón, para lo humano y para la fe razonada». El cardenal Bagnasco agregó que «la cuestión de los llamados valores no negociables, con todo lo que acarrea, demarca esta línea de confín, este umbral más allá del cual el hombre se pierde y la sociedad se vuelve inhumana. No ser plenamente conscientes de lo que está en juego, y no estar con la razón de la razón confirmada e iluminada por la fe significaría un grave pecado de omisión hacia Dios y hacia el hombre». Y como «la conocida expresión cultura de la vida y cultura de la muerte no es una expresión literaria usada por el Magisterio por su fuerza sugestiva, sino que describe lúcidamente la realidad que vivimos, se trata del futuro del hombre. Dimensionar o silenciar, no tomar en mano, con decisión y gran empeño la cuestión, sería faltar a la cita a la que el Señor nos llama». Respondiendo algunas preguntas de los profesores de la universidad, Bagnasco recordó que «el centro del problema al cual el Santo Padre nos llama constantemente es que la base de la reforma de la Iglesia es la conversión personal».
Universidad de Harvard Da razón al Papa en la lucha contra el sida, según estudio en Zimbabue
Un estudio de la Universidad de Harvard ha dado razón a la posición de Benedicto XVI sobre el sida, afirmando que un comportamiento sexual responsable y la fidelidad al propio cónyuge han sido factores que han determinado un drástico descenso de la epidemia del sida en Zimbabue. Lo explica en su última investigación Daniel Halperin, investigador del Departamento para la Salud Global y la Población de esa universidad estadounidense, que desde 1998 estudia las dinámicas sociales que provocan la difusión de las enfermedades de transmisión sexual en los países en vías de desarrollo, es decir, los que están más golpeados por el flagelo del sida. Halperin ha utilizado datos estadísticos y análisis sobre el terreno, como entrevistas y focus group, que le han permitido recoger testimonios entre personas que pertenecen a los grupos sociales más pobres.
La tendencia de diez años es evidente: desde 1997 a 2007 el índice de infección entre la población adulta ha descendido del 29 al 16 por ciento. Tras su investigación, Halperin no tiene dudas: la repentina y clara disminución de la incidencia del sida ha avanzado con «la reducción de comportamientos arriesgados, como las relaciones fuera del matrimonio, con prostitutas y esporádicas». El estudio, publicado en www.plosmedicine.org ha sido financiado por la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional, de la que Halperin ha sido consejero, y por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población y el Desarrollo. «Con este estudio, Halperin promueve una seria y honesta reflexión sobre las políticas hasta ahora adoptadas por las principales agencias de lucha contra el sida en los países en vías de desarrollo», afirma el diario L’Osservatore Romano, al dar la noticia en su edición italiana del 26 de febrero. Según el estudio, es evidente que el drástico cambio de comportamientos sexuales de la población de Zimbabue «ha recibido ayuda de programas de prevención en los medios de comunicación y de proyectos formativos promovidos por iglesias». Hace ya unos años, Halperin se había preguntado cómo es posible que las políticas de prevención «más significativas hayan sido realizadas hasta ahora basándose en evidencias que resultan sumamente débiles», es decir, la ineficacia de los preservativos. En definitiva, según el estudio de Halperin, es necesario «enseñar a evitar la promiscuidad y promover la fidelidad», apoyando iniciativas que busquen construir en la sociedad afectada por el sida una nueva cultura. Como ha dicho Benedicto XVI, es necesario promover una «humanización de la sexualidad».
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Humanae vitae
“Pablo VI entendió a dónde iba el hombre occidental”
Cuarenta años después de la publicación de la encíclica Humanae vitae, cuando queda claro el fracaso de la revolución sexual, un libro que analiza el valor de las normas morales propuestas por Pablo VI fue presentado el pasado 18 de febrero en la Universidad Lateranense en Roma. El estudio se titula: «Custodios de la vida. La actualidad de la encíclica Humanae Vitae», una obra dirigida por la profesora de la Universidad La Sapienza, Luceta Scaraffia. Monseñor Enrico dal Covolo, rector magnífico de la Pontificia Universidad Lateranense, recordó que la Humanae Vitae, una encíclica publicada el 29 de julio de 1968 «se vuelve más actual a la luz de los nuevos descubrimientos científicos». «En aquella época la encíclica encontró resistencia dentro de la misma Iglesia», explicó. Para ilustrarlo, contó a los presentes un hecho inédito: «Un presidente de una conferencia episcopal de una importante nación de América Latina había manifestado en un telegrama a Pablo VI, en nombre del episcopado de aquella nación, ‘una vibrante y clara perplejidad sobre el texto publicado’. El Papa hizo llamar al cardenal a Roma, y una vez aquí le pidió que se pusiera de rodillas y pidiera perdón». Es que «en los años 60», explicó, existía una «desenfrenada reivindicación de libertad sexual que afectaba también a amplios sectores de católicos», precisando que «los debates sobre aborto y divorcio eran páginas que parecían partes de guerra». Por lo tanto en aquel momento el mensaje de la Humanae Vitae fue muy valiente», dijo. Es una encíclica que «se mantiene actual y restituye a la sexualidad el profundo sentido espiritual como verdadero icono del Amor Trinitario», explicó. Por su parte, la periodista Ritanna Armeni, conocida por su participación en algunas manifestaciones contra el aborto, precisó que es una mujer laica no creyente, sin pretensiones filosóficas. Su opinión es que existió «un choque entre la coherencia de la Iglesia y una sociedad que le fue en contra». Esto lo demuestra
Presentación de libro “Orar con los primeros cristianos”
Los primeros cristianos no sólo son todavía hoy ejemplo de vida, sino también maestros de oración, considera Gabriel Larrauri. Este economista, interesado en temas del cristianismo primitivo, acaba de publicar en la editorial Planeta-Testimonio «Orar con los primeros cristianos», una selección de textos de los primeros escritores del cristianismo y de los Padres de la Iglesia. El autor conversó sobre el libro con Agencia Zenit.
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—¿En estos momentos en los que oímos hablar de persecución a los cristianos en tantos lugares del planeta, el ejemplo de los primeros cristianos puede ayudarnos en algo? —Efectivamente, en el reciente informe sobre libertad religiosa que publica la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada, el cristianismo es la religión más perseguida en el mundo, con al menos 200 millones de personas discriminadas. En estos momentos, tener la referencia del modo de comportarse de los primeros cristianos nos ayuda a afrontar esas circunstancias. La persecución no es algo que sea nuevo en la historia de la Iglesia y probablemente seguirá sucediendo, pero conocer el ejemplo de vida de los que han sabido superar esas situaciones tan adversas, llegando incluso a entregar su vida por mantenerse firmes a su fe, nos puede llenar de fortaleza a la vez que nos mueve a procurar defender la libertad de esas personas, como lo hicieron los prime-
el hecho de que «se afirmó la píldora, y también la del día después, el aborto, la separación entre concepción y sexualidad». Por lo tanto, dijo que «la encíclica asumió un significado profético» porque «predice al hombre moderno». La periodista sin embargo se mostró crítica con las posiciones de la Iglesia en materias como convivencias prematrimoniales y uniones entre personas del mismo sexo. El director del diario Il Foglio, Giuliano Ferrara, manifestó su opinión en cuanto no creyente, si bien antiabortista convencido. Consideró que cada cambio es un signo de los tiempos; por lo tanto, también las familias alargadas, nuevas formas de uniones, etc. «Si el hombre evoluciona hacia esa dirección, debe hacernos despertar ese optimismo progresista», dijo. Mas allá de estas opiniones, consideró que existía una base lógica por la cual publicó la encíclica en su diario: «Creí que se debía actuar ante el rechazo de la vida, que no puede ser reducida y maltratada hasta este punto». El padre Hermann Geisler, F.S.O, de la Congregación de la Doctrina de la Fe, indicó que la Humanae Vitae «es un gran sí a los valores humanos y cristianos». Y recordó cómo «la encíclica se volvió rápidamente un ‘signo de contradicción’ no solamente para las sociedades occidentales, marcadas por la revolución sexual, sino también para vastos sectores de la Iglesia, demasiado influenciados por el espíritu del mundo». Geisler indicó además cómo «las varias contribuciones del presente libro ponen en evidencia» que «la Humanae Vitae, como toda la moral católica, es un gran sí a la vida, a la dignidad de la persona y sobre todo al amor conyugal». Esto se realizó, precisó, a través de cinco sí: «Al proyecto verdaderamente humano; a la dignidad de la mujer y de los hijos; al amor conyugal; a la paternidad responsable y, por lo tanto, un sí a Dios Creador», dijo. Al concluir su relación, calificó la Humanae Vitae como «uno de los documentos más proféticos del magisterio pontificio posconciliar». La directora de la obra, la profesora Lucetta Scaraffia, recordó que aún prevalece una dificultad de análisis debido a que cuarenta años son «tiempos aún breves, mientras la Iglesia mira todo con milenaria sabiduría»; pero que en este período se vieron quebradas «las promesas de tantas utopías del siglo XX». La revolución del 68, la decadencia de la institución familiar, el aumento del divorcio, al final hicieron entender quién tenía razón. Quienes se oponían a los principios de la encíclica prometían «una familia más feliz, maridos más atentos para no perder a su mujer, una sociedad más feliz y pacífica». En cambio, hemos visto «cómo se ha vuelto débil la calidad humana de la sociedad». Y la profesora concluyó recordando como «Pablo VI había entendido hacia dónde se dirigía la sociedad occidental».
ros apologistas cristianos, que actuaron con fortaleza al denunciar las injusticias que se cometían a su alrededor. —Hablar de los primeros cristianos en pleno siglo XXI parece, a primera vista, propio de una mentalidad anclada en el pasado. ¿Hasta qué punto es correcto este planteamiento? —No lo es de ninguna manera. Los primeros cristianos tienen una extraordinaria vigencia cultural, sobre todo a la hora de comprender el mundo en el que vivimos y la interacción entre cristianismo y mundo contemporáneo. La cultura occidental está configurada desde el cristianismo, y por tanto a partir del esfuerzo de los primeros cristianos: ellos son las «raíces cristianas» de Europa. Es importante resaltar este hecho, pues el cristianismo se extendió a todo el mundo precisamente desde Europa.
Sin embargo, cada vez es mayor el acoso cultural y mediático, la marginación efectiva que sufre el cristianismo. En este sentido, la manera coherente en que los cristianos queremos vivir nuestra fe se puede calificar de arriesgada, y de ahí precisamente nace la enorme actualidad de los primeros cristianos, que vivieron una situación sociocultural parecida y afrontaron con toda naturalidad sus riesgos. —¿Qué pretende este libro? ¿Qué nos pueden sugerir unos textos de escritores tan alejados de nosotros en el tiempo? ¿Realmente tienen algo que decirnos a los que vivimos en una sociedad totalmente diferente a la que encontraron los primeros cristianos? —La selección de textos que se presenta en este libro busca dar a conocer la vida de los primeros cristianos a las mujeres y a los hombres del siglo XXI: hacernos presente el espíritu que ellos vivieron, tal como ellos mismos lo han contado.
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Se pretende con este libro que los primeros escritores cristianos hablen directamente al lector, y que este diálogo directo sea enriquecedor para quien lo mantenga con ánimo abierto y oído atento. Se trata de poner al alcance de los lectores algunos de los tesoros que se encuentran en sus escritos y que no son fácilmente conocidos por quienes no son especialistas. Estos textos de la antigüedad cristiana tienen un especial atractivo porque nos permiten captar el mensaje cristiano en sus fuentes originarias. Viajamos a los tiempos del nacimiento de la Iglesia. Nos permiten acercarnos a los primeros eslabones de esta fabulosa cadena que a lo largo de la historia ha transformado el mundo. —¿Podría decirnos algo sobre los escritores que podemos encontrar en este libro? ¿Qué período de tiempo abarca? —En las páginas de este libro se incluyen textos de los Padres Apostólicos y de los escritores de finales del siglo I y de la primera mitad del siglo II (San Clemente de Roma, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna), que son verdaderos testigos de los comienzos, ya que conectan directamente con los tiempos de los Apóstoles. Los Padres y apologistas de los siglos II y III, que fueron auténticos defensores de la fe, ante las duras persecuciones (San Justino, Atenágoras, Teófilo de Antioquía) y ante la aparición de las primeras herejías (San Ireneo de Lyon, Orígenes, Clemente de Alejandría, Tertuliano, San Cipriano de Cartago). Y termina con los grandes Padres de Oriente y de Occidente del siglo IV y de la primera mitad del V. Concretamente hasta San Agustín de Hipona (354-430). En las páginas finales se recoge una breve «información biográfica» sobre cada uno de ellos, de modo que se pueda conocerlos mejor y hacerse cargo de las circunstancias que rodearon su vida. Cabe destacar también el interesante índice temático que ofrece y que lo convierte en un excelente libro de consulta.
ECOSOC “Para erradicar la pobreza, es necesario que haya más niños”
Para erradicar la pobreza, uno de los grandes castigos que afligen al mundo contemporáneo, es fundamental la promoción de la familia. El arzobispo Francis Chullikatt, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, lo afirmó interviniendo en la 49ª Sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social (ECOSOC), que tuvo lugar
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en Nueva York (Estados Unidos) del 9 al 18 de febrero. En su discurso, el arzobispo afirmó que “las generaciones futuras de niños y de jóvenes son el mejor medio y único para superar los problemas económicos y sociales. La pobreza no está causada por un exceso de niños, sino por una inversión y un sostenimiento demasiado escaso para su desarrollo”. “La historia humana nos enseña que si se invierte suficientemente en los niños, éstos crecen para restituir mucho más que lo que han consumido, elevando, de esta manera, el modo de vida de todos”. Por este motivo, “promover una cultura que se abra a la vida y se base en la familia es fundamental para comprender el pleno potencial y el desarrollo auténtico de la sociedad, para el presente y para el futuro”. “Los niños no deben ser vistos como una carga, sino como un don insustituible” y “constructores de las generaciones futuras”. Si de hecho los legisladores afirman, a menudo, que el crecimiento de la población es perjudicial para el progreso, “la verdad es que allí donde se ha verificado un crecimiento económico, a menudo está acompañado por un aumento de la población”. “En las últimas décadas se ha asistido a continuos progresos para afrontar y reducir la pobreza global”, pero admitió que estos pasos hacia delante “continúan siendo inconstantes”, y que más de mil millones de personas experimentan todavía “la pobreza y el hambre extremas”. “La comunidad internacional debe encontrar urgentemente propuestas para una solución sostenible y duradera a este problema”, declaró, subrayando la necesidad de una “visión heurística del desarrollo humano”, dado que este último “no puede ser medido sólo en términos de crecimiento económico”, y la erradicación de la pobreza “no se puede fundamentar sobre un resultado económico ponderable”. Lo que es necesario sobre todo es “la promoción del desarrollo de cada ser humano y de todo ser humano”, indicó, porque “sin la concomitante dimensión ética y espiritual, el desarrollo social carece de los cimientos necesarios sobre los que debe ser construido y que lo deben sostener”. En el centro del desarrollo, observó monseñor Chullikatt, están “el reconocimiento de la dignidad de la persona humana y la garantía de pleno respeto de la dignidad innata del hombre y de sus derechos fundamentales”. Para que haya “un desarrollo social auténtico y duradero”, indicó monseñor Chullikatt, se necesitan “medidas e incentivos sociales auténticos que derivan de la solidaridad y de la caridad fraterna”. “El pleno respeto para sus derechos fundamentales, incluso para sus derechos como trabajadores, debe ser debidamente garantizado por los países de paso y de destino. La justicia social
exige condiciones de trabajo favorables para estas personas, garantizando su estabilidad psicológica, evitando nuevas formas de marginación económica y asegurando su libertad y su creatividad individual”. “Hoy —concluyó el representante de la Santa Sede— es necesario un apoyo estratégico para la erradicación de la pobreza, basado en la justicia social auténtica para contribuir a reducir el sufrimiento de millones de hermanas y hermanos nuestros”.
Anuario Estadístico de la Iglesia Crecen las ordenaciones sacerdotales en el mundo
El número de sacerdotes ordenados en el mundo ha aumentado, mientras que el de aquellos que han renunciado al ejercicio del sacerdocio ha disminuido sensiblemente. Así lo revela L’Osservatore Romano anticipando de este modo algunos pasajes del Annuarium Statisticum Ecclesiae 2009, preparado como cada año por la Oficina central de Estadística de la Iglesia y publicado por la Libreria Editrice Vaticana. Las estadísticas oficiales más recientes se refieren a 2009. El número total de sacerdotes en esta fecha era de 410.593, de los que 275.542 eran miembros del clero diocesano y 135.051 del clero religioso. En 1999, las cifras eran de 405.009 sacerdotes, de los que 265.012 eran diocesanos y 139.997 religiosos. La incidencia del clero diocesano y del clero religioso no ha variado de forma significativa: el 65 por ciento frente al 35 por ciento respectivamente en 1999, el 67 por ciento y el 33 por ciento respectivamente en 2009. El número total de sacerdotes en el mundo en 2009, respecto a 1999 —informa también L’Osservatore Romano—, ha experimentado un crecimiento del 1,4 por ciento, resultante del aumento del 4 por ciento del clero diocesano y de la disminución del 3,5 por ciento del clero religioso. El porcentaje ha bajado en América del Norte (alrededor de un 7 por ciento para el clero diocesano y un 21 por ciento para el clero religioso), Europa (con un 9 por ciento) y Oceanía (con 4,6 por ciento). Al contrario, los sacerdotes africanos han aumentado (38,5 por ciento), así como los de Asia (30,5 por ciento) y los sacerdotes diocesanos de América Central y del Sur. En cambio, en África y en Asia, el clero religioso ha disminuido. La distribución por continentes del clero en 2009 se sigue caracterizando por una fuerte predominancia de los sacerdotes europeos (46,5 por ciento) que son alrededor de un 56 por ciento más que los americanos. El clero asiático se estima en 13,5 por ciento, el africano en 8,9 por ciento y el de Oceanía en 1,2 por ciento.
India Nuevo obispo en Orissa, epicentro de la persecución anticristiana
El pasado viernes 11 de febrero, la Santa Sede hacía público el nombramiento, por parte del Papa Benedicto XVI, de monseñor John Barwa, de 55 años, como nuevo arzobispo de Cuttack-Bhubaneshwar, tras aceptar la renuncia por motivos de edad de monseñor Raphael Cheenath. Se trata de un nombramiento muy significativo, pues esta arquidiócesis ha constituido el epicentro de los ataques contra los cristianos por parte de extremistas hindúes en los últimos años, y especialmente entre julio y agosto de 2008. El entonces arzobispo, monseñor Raphael Cheenath, recibió graves amenazas contra su vida. Pero sobre todo porque el nuevo pastor de Cuttack-Bhubaneshwar es el tío carnal de sor Meena Barwa, una religiosa que trabajaba en el Centro Social Divyajyoti de la arquidiócesis, y que fue brutalmente violada por varios extremistas que asaltaron y quemaron esta institución. El caso de sor Meena, llevado a los tribunales, se ha convertido en símbolo de la exigencia de justicia a las autoridades ante las violencias anticristianas. El prelado confesaba entonces que el testimonio de su sobrina, que no siente rencor contra sus agresores, sino que sólo busca justicia para los cristianos perseguidos, le “da valor para trabajar y servir a la Iglesia”, a pesar del dolor. “Indigno como soy, es Él [Cristo] quien me ha manifestado su gran amor en el viaje de mi existencia —confesaba monseñor Barwa a Asianews— desde mis humildes orígenes tribales, a la llamada a servir como sacerdote, como provincial, como obispo y ahora como arzobispo”. El arzobispo ha elegido como lema episcopal “Venga tu reino”: “el reino de Dios es paz, justicia y amor, en oposición al odio, a la violencia y a la injusticia; es el amor de Cristo el que nos empuja a trabajar por la justicia y la verdad”, afirmaba el propio monseñor Barwa. El nombramiento se produce pocos días después que la Comisión de Investigación de la violencia contra los cristianos, dirigida por el ex juez B.K. Somasekhara, publicara un informe en el que exonera a los grupos radicales de la responsabilidad por los actos de violencia anticristiana en el estado de Karnataka, insinuando además que los cristianos realizan conversiones forzadas. Además, en los últimos meses ha aumentado de nuevo la presión contra los cristianos.
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Radio Vaticano Ochenta años, el sueño de paz de Guillermo Marconi
Radio Vaticano, creada por Guillermo Marconi (1874-1937), padre de la radio y de las telecomunicaciones inalámbricas, muestra cómo la tecnología puede ponerse al servicio de la paz y la evangelización, considera el portavoz vaticano. El padre Federido Lombardi, S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede y director general de la emisora pontificia, dedicó un editorial del semanario “Octava Dies” en febrero pasado, del Centro Televisivo Vaticano, a conmemorar los ochenta años de la inauguración de Radio Vaticano, cuya primera transmisión tuvo lugar el 12 de febrero de 1931. La creación de la emisora le fue encomendada por el Papa Pío XI a Marconi, premio Nobel de Física, quien, como recuerda el padre Lombardi, siempre decía: “¡Mis inventos son para salvar a la humanidad y no para destruirla!”. Y Radio Vaticano es quizá una de las realizaciones que mejor tradujeron el ideal de Marconi, por ejemplo, difundiendo “los grandes radiomensajes de los Papas por la paz en un mundo dramáticamente atormentado por guerras o vientos de guerra, como en los tiempos de Pío XI, Pío XII y Juan XXIII”. Radio Vaticano difundió cientos de miles de mensajes de familiares de prisioneros y refugiados durante la Segunda Guerra Mundial, añade el portavoz. En estos años ha apoyado y consolado a iglesias oprimidas por totalitarismos en diversas partes del mundo. En ocho décadas la emisora ha presentado “sin cesar los valores del espíritu, de la actualidad del Evangelio de Jesús, de la construcción de la justicia y de la paz, del diálogo entre las confesiones cristianas, las culturas, las religiones y los pueblos”. “¿Qué misión más bella podía desear Marconi para su invención? Debemos seguir usando la técnica más novedosa para estos objetivos: ¿lo hacemos de forma suficiente? ¿Los inventos del genio humano se utilizan para salvar a la humanidad o para destruirla?”, se pregunta el director general. Con motivo del aniversario, el padre Lombardi ha declarado que de cara al futuro una de las grandes posibilidades está en sus idiomas: hoy día produce programas en 47 lenguas.
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“Y ello quiere decir saber adaptar el ‘mensaje’ también a culturas y mentalidades muy diferentes entre sí —aclara—. Creo que debemos permanecer en diálogo continuamente. Quizás sea ésta precisamente la novedad que debemos afrontar. Es decir, entrar en el mundo de las redes sociales y enriquecer la dimensión del diálogo con nuestros interlocutores”.
Congreso sobre Sagrada Escritura La crisis de la Biblia es externa e interna a la Iglesia
La relativización de la Biblia, que niega su valor de Palabra de Dios, constituye una auténtica crisis tanto externa como interna a la misma Iglesia, señaló el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos. El relator del Sínodo de obispos del mundo sobre la Palabra de Dios, celebrado en el Vaticano en octubre de 2008, pronunció la primera conferencia del congreso sobre “La Sagrada Escritura en la Iglesia”, que se realizó en febrero pasado, en el Palacio de Congresos de Madrid, con la participación de 800 personas. “En las últimas décadas, una profunda crisis sacude los cimientos de la cultura europea”, constató el purpurado canadiense. “Una nueva razón de Estado impone su ley y trata de relegar a un segundo plano las raíces cristianas de Europa. Pareciera que, en nombre de la laicidad, la Biblia debería ser relativizada, para disolverse en un pluralismo religioso y desaparecer como referente cultural normativo”, precisó. Ahora bien, añadió, “la crisis también ha penetrado en el interior de la Iglesia, ya que una cierta exégesis racionalista se ha apoderado de la Biblia para disecar las diversas etapas y formas de su composición humana, eliminando los prodigios y milagros, multiplicando las hipótesis y sembrando, no pocas veces, la confusión entre los fieles”. De este modo, explicó, surgen inquietantes preguntas: “¿No será la Sagrada Escritura más que una palabra humana? ¿No es cierto que los resultados de las ciencias históricas invalidan el testimonio bíblico y, por tanto, la credibilidad de la Iglesia? ¿Cómo podemos seguir creyendo y, finalmente, a quién debemos escuchar?”. El Sínodo de los Obispos de 2008, aclaró su relator, vino a confirmar la respuesta de la Iglesia a estas preguntas. “En las intervenciones de los obispos se sentía la urgencia de profundizar en la manera de abordar el texto bíblico. Además del método histórico-crítico, cuyos méritos y limitaciones se reconocen, los Padres del Sínodo recomendaron intensamente la lectio divina”, la meditación orante de la Palabra de Dios, “y reclamaron
el desarrollo del sentido espiritual de la Escritura, en la línea de la gran tradición patrística”. Paralelamente a esta reflexión de la Iglesia universal, la Conferencia Episcopal Española estaba perfeccionando una versión oficial de la Biblia, adaptada a la cultura actual, con todas las garantías de rigor científico y de comunión eclesial, reconoció el cardenal Ouellet. En su ponencia, el antiguo primado de Canadá presento la exhortación apostólica postsinodal “Verbum Domini” en la que Benedicto XVI recoge las conclusiones del Sínodo de la Palabra y da un impulso a la nueva evangelización, “invitando a pastores, fieles y expertos en la Biblia a encontrar de nuevo la Palabra divina en las palabras humanas del texto sagrado”. “Ante el desafío de la secularización del Occidente cristiano y de la crisis de identidad del cristianismo en ambientes pluralistas, la Iglesia responde con un nuevo anuncio de la Palabra viviente de Dios en Jesucristo, que invita a un acto de fe renovado en la Sagrada Escritura”, aseguró. Por su parte el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el arzobispo Luis Francisco Ladaria Ferrer, señaló que “la Iglesia es el único ámbito adecuado para la interpretación de la Escritura como palabra actual de Dios porque es el ámbito privilegiado de la acción del Espíritu”. En este ámbito, monseñor Ladaria colocó la función propia del Magisterio “que a la escucha de la Palabra saca lo que debe proponer a todos los fieles como verdad revelada”. “No podemos hablar de Escritura sin la Tradición viva de la Iglesia que nos la propone como tal y sin el Magisterio que con su autoridad ha determinado sus precisos límites y juzga sobre su interpretación”, indicó el representante vaticano, quien mostró cómo el canon de los libros revelados ya había sido presentado en el siglo IV por san Atanasio (año 367) y que ha llegado hasta la fijación del mismo en los concilios de Florencia y de Trento. “Por otro lado la misma tradición de la Iglesia y su Magisterio vivo nos indican el primado de la Sagrada Escritura, Palabra de Dios en un sentido del todo singular, como aparece ante todo en la liturgia de la Iglesia”, siguió explicando el prelado. El principio “lex orandi, lex credendi”, “la ley de la oración es la ley de la fe”, concluyó el prelado, “se aplica también aquí y nos muestra el lugar privilegiado que la Escritura tiene en la vida de la Iglesia y por tanto debe tener en la vida de todo fiel cristiano”.
Balance del Año Paulino Año de gracia y evangelización
“Un año de gracia, más allá de nuestras expectativas” es el balance trazado por el cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, arcipreste emérito de la Basílica papal de San Pablo Extramuros, a propósito del Año Paulino. El balance de este Año, celebrado del 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009 con ocasión de los dos mil años del nacimiento del apóstol de los gentiles, fue hecho público el 17 de febrero pasado. “Un acontecimiento histórico”, lo definió el cardenal Montezemolo, recordando que por primera vez en la historia de la Iglesia se ha celebrado un año temático dedicado a san Pablo. Éste ha dado lugar no sólo a numerosas peregrinaciones a la basílica romana que custodia su tumba, así como a los lugares paulinos del área mediterránea, sino también a numerosas conferencias y conciertos y a una copiosa producción de libros, obras musicales, películas y programas de internet que han implicado a millones de personas. “Contra el riesgo de olvidar”, se presentó en la rueda de prensa un libro de más de 500 páginas, con el título “El Año Paulino” (ed. Libreria Editrice Vaticana), escrito por el periodista responsable de la comunicación del Año Paulino, Graziano Motta, en el que se recogen los actos más significativos de la Basílica San Pablo Extramuros y de las iglesias locales de los cinco continentes. Una sección explora, en particular, el significado ecuménico del Año Paulino celebrado junto con católicos, ortodoxos y protestantes. El Año Paulino, explicó monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, “ha permitido recuperar no sólo la multiforme riqueza del pensamiento del Apóstol de los gentiles con una producción teológica y bibliográfica probablemente nunca alcanzada en el pasado”, sino sobre todo “ha puesto de manifiesto su actualidad para la vida de la Iglesia en su misión evangelizadora”. Monseñor Fisichella informó también sobre las actividades del nuevo dicasterio que preside: “Prosiguen los encuentros con las conferencias episcopales de varios países europeos y no
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europeos, en marzo dos días de estudio sobre la nueva evangelización con especialistas, y en mayo un encuentro para la definición de una nueva forma de evangelización de campo”. Naturalmente, toda la actividad del dicasterio “permanece a la espera de cuanto se propondrá en el Sínodo sobre la nueva evangelización previsto para 2012 y por la sucesiva Exhortación postsinodal”.
El gran impulso dado al conocimiento del pensamiento paulino por el año celebrado en honor del Apóstol de los gentiles no debe perderse, como tampoco el dado a la vitalidad del complejo de la Basílica de San Pablo. El padre Edmund Power, abad del monasterio benedictino de la Basílica, anunció la voluntad de crear en el complejo un centro de espiritualidad y un centro ecuménico de estudios paulinos.
Rusia y la Iglesia católica
Una nueva era de relaciones
La visita del presidente de la Federación Rusa, Dimitri Medvedev, a Benedicto XVI en febrero último, ofreció un elemento de confirmación de la nueva era de colaboración que se ha abierto entre Rusia y la Iglesia católica, según un experto. Robert Moynihan, director y fundador del mensual especializado Inside the Vatican, considera en una entrevista a Agencia Zenit que esta nueva relación afecta tanto a representantes políticos como sobre todo a la Iglesia ortodoxa rusa y permite una colaboración en temas culturales y sociales, como es el apoyo al matrimonio y la familia. “Considero que este encuentro entre el presidente de Rusia y el Papa Benedicto XVI constituye una confirmación sumamente visible de un proceso de varios años de mejora de las relaciones entre Rusia y el Vaticano”, considera Moynihan. “Los dos líderes no han hablado de cuestiones teológicas; han hablado de valores, de la manera en que Rusia y la Iglesia católica pueden trabajar juntas en el campo cultural y social”, asegura el director de la publicación especializada en cuestiones vaticanas. “Este encuentro en Roma tiene lugar después de una visita de una semana del metropolita ortodoxo Hilarión Alfeyev, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú y miembro permanente de su Santo Sínodo, a Estados Unidos, donde mantuvo reuniones con exponentes protestantes, del gobierno de Estados Unidos, y con líderes católicos en Nueva York, Washington y Dallas”, revela Moynihan. “Hilarión dejó precisamente este mismo mensaje en Estados Unidos: Rusia está dispuesta a colaborar con Occidente en cuestiones sociales y culturales, como el apoyo al matrimonio y a la familia tradicional”, aclara. “Yo enmarco la visita de Medvedev al Papa en este contexto ―considera el experto en relaciones entre Moscú y Roma―. El mensaje está claro: los líderes rusos están tomando la iniciativa de tocar a las puertas de Occidente con propuestas de colaboración cultural y social. Parece ser un plan”. “De todos modos, es uno de los fenómenos más interesantes en el escenario global a nivel cultural y político, y el encuentro del Papa con Medvedev impulsa este proceso”, indica. “No queda muy claro cuál será el siguiente paso, pero sospecho que serán iniciativas culturales y sociales en las que el Occidente cristiano y otras personas de buena voluntad crearán estructuras de trabajo con los rusos sobre algunos de los más grandes retos de nuestro tiempo”. “Y creo que la unión de la fuerza económica y espiritual de la renacida Rusia en búsqueda de su identidad con la fuerza de los católicos y evangélicos de Occidente podría tener impresionantes consecuencias para el éxito de eso que nosotros llamamos los ‘valores tradicionales’ en los próximos años”, aclara. Según Moynihan el esperado encuentro entre el Papa Benedicto XVI y el patriarca ortodoxo ruso, Su Santidad Kirill, podría tener lugar “en dos años”. Ahora bien, advierte Moynihan, “hay muchas fuerzas que se oponen al desarrollo de esta alianza, de manera que habrá muchos obstáculos en el camino hacia una colaboración efectiva entre Rusia y el Vaticano”. JESÚS COLINA Director de Agencia Zenit
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Londres La antorcha de san Benito en la capital inglesa
La antorcha de San Benito visitó el Reino Unido por primera vez y Londres fue el lugar elegido para la ceremonia de encendido. Esta iniciativa nació en 1964, cuando el Papa Pablo VI proclamó a san Benito de Nursia como patrón de Europa. Simboliza la paz, esperanza y unidad, y forma parte de la peregrinación anual al santuario del santo en Cassino, Italia. El año pasado la peregrinación comenzó en Colonia, Alemania. Previamente la antorcha también viajó a Nueva York para llevar un mensaje de paz después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Este año, la antorcha fue encendida en la Abadía de Westminster el 2 de marzo, en una ceremonia ecuménica. Al día siguiente fue llevada a la Catedral de Westminster, donde el arzobispo Vincent Nichols celebró una misa, asistido por el abad de Montecassino, el padre Pietro Vittorelli, y monseñor Renato Boccardo, arzobispo de Spoleto-Norcia, Italia. El padre Vittorelli explicó que “la antorcha de San Benito, que inaugura las celebraciones del santo patrón de Europa, es un recuerdo del común pasado cristiano de Europa”. Continuó diciendo que “a través de los siglos, la cultura cristiana ha formado parte de la historia de Europa, y ha sido su luz en los períodos más oscuros”. “Hoy, la Unión Europea representa una realidad cultural, política y social común que se mantiene unida y fortalecida por nuestras diferentes identidades nacionales”, afirmó el abad. El abad destacó que “la celebración de san Benito nos ayuda a recordar los orígenes cristianos de Europa y a entender mejor cómo esta cultura cristiana formó parte en el pasado y también en la actualidad de la cultura y sociedad europeas”. Después de la ceremonia de encendido, la antorcha fue llevada en peregrinación por los monjes benedictinos de Montecassino, lugar adonde llegó la víspera de la fiesta de san Benito, el 20 de marzo. Los peregrinos hicieron una parada en Roma, donde la antorcha fue bendecida por el Papa Benedicto XVI.
El presidente del Comité de la Actividad Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, escribió tres cartas a la Cámara de Representantes con la legislación propuesta. Acerca del Protect Life Act, el purpurado destacó que afrontaría las lagunas en la reforma del sistema sanitario y la pondría en “la línea de las políticas sobre el aborto y sobre los derechos de conciencia que han prevalecido durante mucho tiempo en otros programas sanitarios federales”. El proyecto de ley conseguiría esto evitando que los fondos subvencionasen abortos o planes de asistencia sanitaria que incluyeran el aborto, defendiendo la libertad de los profesionales del sistema sanitario que rechazasen participar en un aborto y asegurando que la ley no prevaleciese sobre leyes estaduales del aborto y la objeción de conciencia. El Abortion Non-Discrimination Act codificaría la política de la enmienda Hyde/Weldon y daría a las estructuras sanitarias que no efectúen abortos un recurso legal frente a la discriminación gubernamental. “El proyecto de ley afirma un principio fundamental”, escribió el cardenal DiNardo. “Ninguna estructura sanitaria debería ser obligada por el Gobierno a efectuar abortos o a participar en ello”. El No Taxpayer Funding for Abortion Act, finalmente codificaría el hecho de que “el gobierno federal no deba usar el dinero de los contribuyentes para apoyar o promover el aborto”. El cardenal DiNardo destacó que muchas personas piensan que esto ya está recogido en la ley. La medida evitaría problemas y confusión sobre el financiamiento del aborto en un futuro, añadió. Con estos proyectos de ley, concluyó, se actuaría de un modo claro “en vez de perderse en debates sobre este procedimiento letal que la mayoría de los norteamericanos sabe que no entra dentro de la ‘asistencia sanitaria’ ”.
Fallece Bernard Nathanson Abortista que se volvió pro-vida
El doctor Bernard Nathanson, Estados Unidos Obispos apoyan tres propuestas de ley pro-vida
Los obispos estadounidenses apoyan tres propuestas de ley en la Cámara de Representantes que buscan tutelar la conciencia de los profesionales del sector sanitario y evitar que fondos provenientes de los impuestos se usen para financiar abortos.
ginecólogo líder pro-abortista, que cambió su punto de vista sobre el aborto y que después se convirtió al catolicismo, murió el 22 de febrero pasado a la edad de 84 años. Una vez líder del movimiento pro-abortista, Nathanson fue el primero en dar un discurso
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en la Primera Conferencia Nacional sobre las leyes del aborto en 1969, y el mismo año fundó la Asociación Nacional para derogar las leyes del aborto, conocida como NARAL Pro-choice de América. Nathanson calculó que fue responsable de 75.000 abortos. Él personalmente organizó 5.000 procedimientos, incluido uno para la novia de su propio hijo, antes de cambiar su punto de vista sobre el aborto en los años ’70. Nathanson escribió en su autobiografía que el desarrollo de la tecnología de ultrasonido, que le permitía ver imágenes de bebés no nacidos, influyó en su cambio de mentalidad. Pronto se volvió un vehemente activista pro-vida, famoso por su declaración de que el aborto es “el holocausto más atroz de la historia de Estados Unidos”. Hizo dos documentales muy influyentes sobre el aborto: “El grito silencioso” (1984) y “El eclipse de la razón” (1987). Escribió “Aborting America” en 1979, año en que él practicó su último aborto, y publicó su autobiografía en 1996, titulada “La mano de Dios: un viaje de la muerte a la vida, por el doctor Aborto que cambió de opinión”. Nathanson se describió a sí mismo como un judío ateo, que se convirtió al catolicismo en 1996 con la ayuda del sacerdote John McCloskey, del Opus Dei. Fue bautizado ese año por el cardenal John O’Connor en la catedral de San Patricio de Nueva York, en la fiesta de la Inmaculada Concepción. “Nathanson fue una figura de referencia en el movimiento provida”, dijo el padre McCloskey a Agencia Zenit. “Su conciencia lo condujo, médico judío y ateo, a admitir la evidencia que muestra científicamente que la vida del niño no nacido lo es desde su concepción, y debe ser protegida desde la concepción hasta su muerte natural”. “De forma paralela”, añadió, “después de muchos años de investigación, recibió el don de la fe católica”. “Nathanson dedicó el resto de su vida a viajar sin descanso por el mundo para difundir el mensaje pro-vida, fuera de manera escrita u oral”, dijo el padre McCloskey. “Creo que su doble conversión se verá como un punto de inflexión en la lucha que nos lleva a un fin definitivo del aborto en Estados Unidos, y esperamos que en el resto del mundo”.
Adoración eucarística Cada diócesis necesita una capilla de adoración dedicada a rezar por los sacerdotes
El cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, afirma que no debe subestimarse el valor de la adoración eucarística, y recomienda que cada diócesis tenga una capilla o santuario para la adoración eucarística, dedicada a rezar por las
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vocaciones consagradas y la santificación del clero. «No podemos subestimar la importancia de adorar al Señor en el Santísimo Sacramento, sabiendo que el culto es el mayor acto del Pueblo de Dios», escribe el cardenal en una nota enviada el pasado 4 de marzo a monseñor Dominique Rey, obispo de Toulon (Francia). Monseñor Rey está promoviendo una conferencia internacional sobre la adoración eucarística, que tendrá lugar del 20 al 24 de junio en el Salesianum de Roma. En este sentido, añade que la adoración eucarística es «un medio efectivo para promover la santificación del clero, la reparación de los pecados, y las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada». Añade la recomendación de que «en cada diócesis haya al menos una iglesia, capilla o santuario dedicado a la adoración perpetua de la Eucaristía, por la intención específica de la promoción de nuevas vocaciones y por la santificación del clero». «Un sentido renovado de la devoción a Cristo en la Eucaristía», declara el cardenal Piacenza, «sólo puede enriquecer cada aspecto de la vida y de la misión de la Iglesia en el mundo».
Nueva sociedad de vida apostólica Fraternidad Mariana de la Reconciliación
El pasado 21 de enero, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, recibió en su casa a la Superiora General de la FMR, Alejandra Keen von Wuthenau, acompañada de algunos miembros del Consejo Superior, para hacer entrega del Decreto de Erección por el que se declara y manda sea reconocido por todos que la Fraternidad Mariana de la Reconciliación es Sociedad de Vida Apostólica. Asimismo, el Arzobispo aprobó las Constituciones de la Fraternidad, que según el canon 731 del Código de Derecho Canónico, son el camino a través del cual los miembros de una Sociedad de Vida Apostólica “aspiran a la perfección de la caridad”. La Fraternidad Mariana de la Reconciliación es una Sociedad de Vida Apostólica laical de derecho diocesano fundada por Don Luis Fernando Figari, el 25 de Marzo de 1991; está integrada por mujeres que, respondiendo al llamado de Dios, han consagrado sus vidas para ser plenamente disponibles para el apostolado. Su estado de laicas consagradas les permite insertarse en el mundo para anunciar en primera persona al Señor Jesús. Actualmente las comunidades de las Fraternas se encuentran en diversos países de América, Europa y Oceanía. En Chile están presentes en la Arquidiócesis de Santiago y en la Diócesis de San Bernardo desde el año 2005.
Constitución y cultura mapuche
No se debe tomar a la ligera la propuesta de otorgar reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas, mapuches o araucanos principalmente, en vez de alojarla donde correspondería: en una ley especial, susceptible a mejoras y adaptaciones, más cerca de lo empírico. También tenemos que estar acordes con esa entelequia del Convenio 169 de la OIT. Al rubricarlo con sello constitucional, se puede surcar un camino sin retorno. Lo que atañe a la Constitución es parte del orden político fundamental con que la sociedad se organiza a sí misma. El reconocimiento sobre la base de “pueblo” y “cultura” confiere carácter político en potencia a una parte del país, alentada por tendencias globales y actores que se justifican en esta beneficencia. Con probabilidad va a crear una comunidad política y social separada por fosos más profundos que los que podrían existir ahora. Es la dirección a que se desea encaminar las cosas cuando, por ejemplo, con insistencia pegajosa se instala como algo evidente la idea de que el “pueblo mapuche” se enfrente al “Estado chileno”, no como un entuerto legal, sino como extraños a la sociedad chilena –a estas alturas, en buena medida como artificio ahistórico. Al caracterizar como político el problema mapuche, se obvia su problema de fondo –la exclusión social y cultural– y se incita a que se constituya como “conflicto”. Los mapuches en el sur son más pobres que otros grupos en situación comparable, y su cultura –que es lo que los diferenciaría sólo en parte de otros compatriotas– no se deja modificar con facilidad ni creatividad mediante la razón política. La cultura brota con esa mixtura mágica de trabajo y espontaneidad, de rigor y encanto, de cultivo de la tradición y renovación, de rito, celebración y coexistencia con un medio cambiante. Pensar que un ordenamiento político por sí mismo pueda lograr el surgimiento de un bien cultural lleva consigo casi siempre la subyugación del acto creativo. Ante el estribillo de que “las tradiciones son inventadas” –idea engañosa–, hay que reparar en que la actual oleada primitivista tiene un fuerte origen académico. En sí mismo no es malo. Los románticos alemanes de fines del siglo XVIII –entre los primeros que llamaron la atención hacia el valor de la cultura arcaica– eran, a su manera, los intelectuales de su época. Se puede despertar la sensibilidad hacia el valor de las tradiciones desfallecidas, no sólo de la propia en un sentido estricto, ya que todas las creaciones culturales en principio están abiertas a ser asumidas por cualquier ser humano. Una sociedad puede redescubrir sus raíces, aunque jamás sucede que todos sus miembros adquieran la totalidad de un pasado a modo de modelo construido de manera teórica, una utopía retrospectiva. Una vez esfumada la idea de que lo nuevo siempre era mejor y más progresista, somos capaces de abrirnos a los ancestros y encararlos como interlocutores contemporáneos, ojalá sin excesivas idealizaciones. Todo esto no puede prescindir de la asimilación de algunos elementos de la civilización moderna, incluyendo lo que consideremos positivo del Chile actual. ¿Que esto puede llevar a la pérdida de la identidad? Mas, ¿quién lo determinará? En la interacción social, política y cultural de los grupos humanos yace una de las fuentes más prolíficas de identidad, que se transforma y que permanece a la vez. No olvidemos una fuerza de gran calado que nos constituyó como nación hispanoamericana, uno de nuestros tesoros: el mestizaje, en lo étnico, en la cultura y en la sociedad. En la profundización de este proceso hay una respuesta fecunda ante la cuestión mapuche. JOAQUIN FERMANDOIS Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio. (22-03-11)
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Libros MadreAlma, Carmen de Chile Motivada por la celebración del Bicentenario de la independencia nacional, MadreAlma, Carmen de Chile* del P. Joaquín Alliende es un viaje épico por un “Chile profundo”, mítico y alegórico, construido mediante estampas de la niñez y juventud del poeta; experiencias de su vida sacerdotal; viajes por diversas latitudes, tanto geográficas como literarias; y encuentros con personajes entrañables, algunos famosos y otros, los más, parte de nuestro pueblo llano. Es una meta-historia construida desde una mirada original y única que abarca todo lo relativo a la gestación, conquista, independencia y vida republicana de nuestro país. Un largo poema en el que conviven el amor incondicional por Chile, con la gran pregunta sobre el ser y el quehacer de nuestra Patria. Es decir, su identidad y cultura y aquello que, solapadamente, las está erosionando.
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n la tradición griega, la filosofía y la poesía eran expresiones de una misma forma de contemplar el mundo. Así lo demuestran los fragmentos del poema de Parménides y su pregunta por el ser. La poesía perdurable, “la gran poesía”, siempre contiene una reflexión metafísica plasmada en palabras que transmiten lo concreto y, a la vez, lo inefable de una vivencia existencial. El poeta nos confronta con la razón de una sinrazón utilizando imágenes y metáforas que transfiguran la realidad inmediata para revelar, o mejor develar, la “realidad verdadera” que él ha podido contemplar. Se trata de visiones, percepciones e intuiciones en las que amor, belleza, verdad, justicia, bien, libertad, se constituyen en los grandes temas. Se ha dicho que cada uno de ellos es manifestación de Dios. Por lo mismo, adentrarse en la poesía sería un modo de conocer a Dios y hacer poesía animados por la fe una forma de
compartir la experiencia de Dios. La poesía de Santa Teresa de Ávila y la de San Juan de la Cruz son ejemplos excelsos de este tipo de literatura. En las letras nacionales también existe poesía metafísica brotada de la fe cristiana. Buenos ejemplos de este venero son Miguel Arteche, Ángel Cruchaga, Humberto Díaz Casanueva, Eduardo Anguita, Fidel Sepúlveda, Rosa Cruchaga y los sacerdotes José Miguel Ibáñez Langlois y Joaquín Alliende Luco. De este último, hace pocos meses, Ediciones Universidad Católica publicó el libro MadreAlma, Carmen de Chile, una obra notable, que por su envergadura y calidad, está destinada a ser un hito. No sólo para la poesía inspirada por una cosmovisión cristiana, sino para la literatura chilena. Motivada por la celebración del Bicentenario de la independencia nacional, MadreAlma, Carmen de Chile es un viaje épico por un “Chi-
* MadreAlma, Carmen de Chile. Joaquín Alliende Luco, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2010, 368 págs.
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le profundo”, mítico y alegórico, construido mediante estampas de la niñez y juventud del poeta; experiencias de su vida sacerdotal; viajes por diversas latitudes, tanto geográficas como literarias; y encuentros con personajes entrañables, algunos famosos y otros, los más, parte de nuestro pueblo llano. Es una meta-historia construida desde una mirada original y única que abarca todo lo relativo a la gestación, conquista, independencia y vida republicana de nuestro país. Un largo poema en el que conviven el amor incondicional por Chile, con la gran pregunta sobre el ser y el quehacer de nuestra Patria. Es decir, su identidad y cultura y aquello que, solapadamente, las está erosionando. Lo que nos transmite el Padre Alliende, es la visión de una gesta humana, con sus glorias y miserias, en el escenario telúrico de la sorprendente e inquieta geografía chilena. Una historia animada por la presencia viva, amorosa y tutelar de un Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se expresa sutilmente, a través de hechos y personas, pero, de manera muy especial, mediante la acción maternal, inspiradora y mediadora de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile, entronizada en el Santuario Nacional de Maipú. Es ella la Madre, el Alma de Chile, la inspiradora de este poemario. De estas chilenías de tierra y tiempo, como el autor denomina su obra. MadreAlma, Carmen de Chile está construida en 18 unidades que, según la nomenclatura poética clásica, podrían considerarse “cantos”. En ellos no se discierne el inicio y el fin de una narrativa clásica, más bien representan “remansos” y “momentos” de un largo diálogo del autor con su abuelo. Este último es una figura patriarcal llena de señorío y sabiduría, que observa a un Chile en transición y comparte esa experiencia con su nieto. Ambos parecen cabalgar interminablemente por los
cerros que rodean Cartagena y Lo Abarca, el abuelo revestido con un poncho de vicuña, escudriñando a Chile desde su experiencia francesa y sus conocimientos de neurólogo y psiquiatra. El poeta-niño preguntando y escuchando embelesado. Cada unidad contiene referencias a hechos o personajes diversos, sin un desarrollo secuencial aparente. No obstante, la última unidad, titulada “Maranathá”, es decir “Ven Señor”, recapitula muchos aspectos mencionados en aquellas que la anteceden y sirve de culminación a la obra. Tácitamente, nos recuerda que la historia de la especie humana se inserta en un plan que comienza en la eternidad con Cristo y que culminará en Cristo. Cuando ello ocurra, todas las obras y acciones dignas del hombre serán rescatadas y “Dios será todo en todas las cosas” (cf. 1 Cor 15, 28). Por lo tanto, la historia de Chile no sería más que una hebra en esa gran tela de la historia universal, que las personas van tejiendo en el tiempo para, algún día, adentrarse con ella en la eternidad de Dios. El Padre Alliende canta a Chile y a la MadreAlma de Chile intercalando prosa y poesía. Con frecuencia, la prosa incluye citas y párrafos de diversos documentos. Mediante ellas, como piezas de un mosaico, va surgiendo la historia de la devoción mariana de los chilenos. Nos informa sobre el voto de nuestros próceres y el compromiso de erigir en Maipú un santuario dedicado a la Virgen del Carmen. Cada una de estas citas representa, a su vez, directa o indirectamente, un momento en la vida del autor. Algunas son auténticas joyas, como la carta en la que su madre manifiesta a una hermana carmelita sus ideas sobre el ministerio sacerdotal; anécdotas del Papa Juan Pablo II, y la carta –encontrada en Mendoza– que revela los orígenes de la devoción carmelitana del Ejército Libertador.
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La prosa se alterna con versos de distinto tipo, muchos de ellos construidos con los octosílabos y la sonoridad de la décima chilena, usando una rima consonante, pero ajenos al canon tradicional. Algunos versos evocan mantras y otros semejan augurios oraculares: ¿Soñabas, Hijo primero? ¿Mirabas desde tu fuero el amancay en espero? ¿Triscabas por el sendero del vilano tempranero? ¿Soñabas, cordial Cordero? Pero estas voces diversas se funden en el gran poema que las contiene como los sonidos de los instrumentos de una orquesta. Siempre es evidente el contenido y sentido de estos versos, pero nunca resultan transparentes, invitando al lector a llenar ese enigma con sus propias vivencias. En estos poemas, algunos tan breves como haikus, el Padre Joaquín Alliende revela la libertad expresiva de un oficio poético que sólo
otorga un talento innato, cultivado y sustentado por madurez de vida. Es un poeta cuyo espacio en nuestra literatura ha sido reconocido, hace mucho tiempo, por figuras como el mismo Neruda. En MadreAlma, Carmen de Chile parece sumar toda su vitalidad poética para alcanzar nuevas alturas, exhortándonos con voz recia y apasionada a escuchar las voces de bronce, con timbre de oro puro, de las campanas de Maipú. Ellas nos invitan a caminar hacia esa “tierra sagrada”, al alma de Chile, a encontrar y a vivir plenamente nuestra dignidad de hijos de Dios y nuestra fraternidad en Cristo. Un Cristo que desde las páginas de este libro nos dice: “Chile, he ahí a tu Madre, alma de tu campana libre”. “Madre, María, he aquí la sed y el hambre de tu Chile.” Pedro Pablo Rosso Adquirir vía Internet en www.edicionesuc.cl
Derecho y justicia. Lo suyo de cada uno Se trata un libro de Derecho*, pero bien situado en su contexto y presentado con muchos elementos tomados de la historia, la filosofía, la política y los debates morales de Occidente, todo lo cual revela un interés global por lo humano de acuerdo al viejo ideal romano de la Humanitas, bien expresado en las palabras de Terencio “Soy hombre y nada de lo humano me es ajeno”. Ahora bien, esta amplitud de horizontes jamás se transforma en dispersión porque el autor mantiene firme las riendas sobre las líneas directrices de su obra.
M
i primer comentario sobre el libro que nos convoca alude a su forma. Sus páginas no sólo destacan por su claridad (“cortesía del filósofo” como diría Ortega y Gasset), sino también por el modo en que su autor logra reunir, sin dispersión, elementos de muy distinta proveniencia para ofrecernos un amplio panorama
de la historia y la cultura de Occidente. Desde luego, se trata un libro de Derecho, pero bien situado en su contexto y presentado con muchos elementos tomados de la historia, la filosofía, la política y los debates morales de Occidente, todo lo cual revela un interés global por lo humano de acuerdo al viejo ideal romano de
* Derecho y Justicia. Lo suyo de cada uno, Gonzalo Ibáñez Santa María, Editorial Jurídica, Santiago de Chile, 2010, 464 págs.
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la Humanitas, bien expresado en las palabras de Terencio “Soy hombre y nada de lo humano me es ajeno” (Homo sum et nihil humanum a me alienum puto). Ahora bien, esta amplitud de horizontes jamás se transforma en dispersión porque el autor mantiene firme las riendas sobre las líneas directrices de su obra: lo que los griegos llamaban to dikaion; ius, los romanos; y el autor del libro, lo propio de cada uno. Al respecto, la convicción esencial del autor es fundamentalmente la misma de Aristóteles, de Santo Tomás de Aquino y de una larga cadena de pensadores en la cual el mismo Gonzalo Ibáñez podría considerarse un eslabón. Se trata de ciertas ideas que, podríamos decir, dan cuerpo a lo que usualmente llamamos sentido común. Un sentido común que no tiene nada de trivial y que, por el contrario, suele ser el menos común de los sentidos, como afirmaba Descartes. Tales convicciones se centran en un puñado de ideas clave: a) Que el hombre es un animal social (zoon politikón, un animal que vive en polis) y que por lo tanto no tiene sentido ni es posible comprenderlo como individuo aislado o en contraposición a sus semejantes; b) Que en el delicado equilibrio entre individuo y sociedad no pueden existir verdaderos bienes individuales en contra o al margen del bien común; y que, al mismo tiempo, el bien del todo supone lo propio de cada uno (dikaion, ius); y c) Que existe una naturaleza de las cosas que permite orientar la moral, el quehacer político y la producción del derecho. En el hilo histórico que nos propone el libro, el individualismo constituye el principal agente corrosivo de estas convicciones a lo largo de la edad moderna. Bajo apariencias ideológicas muy distintas, que se adaptan a los tiempos y a las circunstancias, el individualismo ha sido,
según el autor del libro, el gran enemigo de la ética, el derecho y la política, desde su primer síntoma en las postrimerías del Medioevo hasta su última caída representada por el muro de Berlín y el quiebre final del marxismo. Desde luego no es posible ahora seguir con detalle la historia que el autor nos expone. Baste decir que nos la presenta como si se tratara de un bajorrelieve escultórico, en la cual se advierten multitud de eventos, ideas y personas que en su conjunto cuentan una historia: la historia de Occidente. No sólo no es posible seguirla, sino que tampoco sería prudente competir con el libro que se presenta. Sólo me permito destacar uno de los muchos pensadores expuestos en el libro, de gran importancia en la visión histórica que nos ofrece Gonzalo Ibáñez: Thomas Hobbes. Este pensador inglés de mediados del s. XVII hace las veces de profeta de una cierta historia de nuestro mundo y encarna muy bien las carencias filosóficas que el autor del libro busca poner de manifiesto en su obra al presentarnos la modernidad. En Hobbes, como en muchos otros pensadores de la modernidad, no existe una relación natural entre los hombres que no sea la de la guerra. Lejos de ser socios por naturaleza, los hombres son enemigos declarados que sobreviven dramáticamente situados en solitario, y que sólo pueden ligarse en sociedad y salir del estado natural de guerra por medio de un pacto. En su esfuerzo de sobrevivencia, los hombres renuncian así por completo a la propia libertad en manos del Leviatán, entidad surgida del convenio entre ellos como “dios mortal al que debemos la paz y la seguridad”. Este estado absoluto no se somete a regla ni a lógica alguna: es poder descontrolado ante el cual el individuo se encuentra inerme porque en él se ha abandonado buscando protección
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frente a la hostilidad de sus semejantes. La protección, por lo tanto, tiene un alto precio. Ante el Leviatán no es lícita ninguna forma de rebelión: cada uno recibe agradecido lo que él quiera dar de libertad y de propiedad. La respuesta de Thomas Hobbes parece un preanuncio de los totalitarismos que jugaron un papel tan importante en el s. XX y también en la visión histórica que nos presenta el autor en su libro, especialmente en su último desenlace: desde la constitución de los partidos comunistas y la ideología marxista hasta el mundo detrás de la cortina de hierro y que campeó durante la segunda mitad del siglo pasado. La tarea que nos propone un libro como este resulta muy sugestiva. El autor recuerda que junto a esta historia existe otra que es preciso encontrar más allá de los relatos habituales y que sigue las vicisitudes de ideas diametralmente opuestas a las que aparentemente dominaron la modernidad. De hecho, existe algo particularmente interesante en la exposición de las tesis del libro. Gonzalo Ibáñez busca recuperar verdades muy antiguas, que
no pretenden ser originales ni novedosas, y que han sido propuestas en infinidad de contextos y situaciones a lo largo de la historia. Las verdades, lo sabemos, se encuentran más allá de la historia: no cambian ni se adaptan a épocas, sensibilidades o circunstancias. Pero muy consciente de que la verdad no es tal separada del acto que la descubre, y que cada época, cada sociedad y cada individuo tiene por vocación intelectual que recuperar esas mismas verdades de siempre, Gonzalo Ibáñez se sumerge en nuestra historia cultural intentando proponer un camino que, siguiendo paso a paso nuestra propia experiencia histórica, nos permita redescubrirlas y hacerlas propias. Se trata de un mérito no menor que paradójicamente convierte a un libro en el cual se barajan muchas de las tesis tradicionales de la filosofía aristotélico-tomista en una obra de renovada actualidad. Gerardo Vidal Guzmán Adquirir vía Internet en www.editorialjuridica.cl
Reflexiones sobre la Democracia Fernando Moreno Valencia Ediciones Universidad San Sebastián Santiago de Chile, 2010 183 págs.
El libro del profesor Fernando Moreno Valencia es una obra madura y decantada que trasluce, en rigor, los vaivenes del largo itinerario del pensamiento filosófico-político de un intelectual católico. El autor ha hecho de su vida una verdadera Diaconía de la Verdad, de la Verdad Revelada. Su diálogo entre Razón y Fe ha sido siempre fecundo. El autor es ―stricto sensu― un conservador. Para él es necesario recoger la tradición para entender el presente y construir futuro. Pienso que en este académico toma cuerpo real la expresión latina conservatio est continua creatio, en el sentido de que el pasado no es una herencia pasiva, sino que en
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toda historia hay un ethos fundacional ―una suerte de ADN original inmodificable― que permanece en el tiempo y condicionaría el pulso actual de toda sociedad. Es entonces en este estricto sentido que Moreno es conservador.
No es un atrevimiento la dedicación que él hace, de este libro, al entonces Cardenal Joseph Ratzinger, hoy S.S. Benedicto XVI. Siempre valiente y combativo, me asiste, empero, la impresión de que, en este libro, Fernando Moreno trasluce una tristeza de fondo de su alma. En estas Reflexiones sobre la Democracia el autor denuncia. Pero es sabido que toda denuncia conlleva implícito, como correlato invisible, un anuncio. ¿Qué es aquello que denuncia y, a la vez, qué anuncia el autor? Creo que a él lo abruma no sólo la forma, sino el fondo que ha tomado el ideario y la praxis política en muchas de las democracias occidentales, incluida la chilena, su laboratorio de observación más próximo. Su decepción es mayor, especialmente, con aquellos políticos contemporáneos de declarada inspiración cristiana, pero que actúan movidos por una orientación y lógica muy distantes de esta vertiente, precisamente en sociedades de manifiesta raigambre espiritual-cultural católica. La estructura del libro revela los ejes centrales de esta denuncia. Se presenta dividido en dos partes. La primera de ellas, denominada Reflexiones sobre la Democracia, es una verdadera profesión tácita de fe del autor respecto de su inspiración y adhesión a los fundamentos democráticos clásicos. Los expone y defiende con propiedad, en virtud de conocer en profundidad a sus principales autores. El autor disfruta con esta parte de su obra. La siente cercana, le fluye connatural. Los títulos de los subcapítulos son sugerentes: Las vías históricas de la democracia; la democracia en sus principios. El profesor revela, explícita e implícitamente, profunda admiración y adhesión a esta concepción original, pura, donde el epicentro de la acción política es la búsqueda del Bien Común. Esta primera parte es sólida, contundente. La segunda parte, “Lo Cristiano y la Política”, es un testimonio esperanzador del autor por la ampliación de horizonte, en rigor, por la humanización que siempre conlleva toda genuina inspiración cristiana en la política, para el “buen gobierno de las sociedades contemporáneas”. Esta parte irradia su enamoramiento ilimitado de lo que podríamos llamar “esplendor de la verdad”. Esta parte del libro constituye ―a mi juicio― el anuncio de Fernando Moreno. Pero su anuncio esperanzador es efímero. Su optimismo se transforma en escepticismo, incluso en decepción. Ella nace de la escasa factibilidad real que él atribuye a que “lo cristiano” ilumine y termine orientando a los actores y la praxis política. Ese escepticismo de Moreno me parece ser la raíz que alimenta, quizás con desesperación, al Fernando Moreno polémico, radical ―en ocasiones ácido― de sus cartas a los medios de comunicación. Esta sección del libro delata a un autor que en el fondo no cree que las virtudes cristianas logren imponerse del todo a esa brutal lucha por el poder en que ha devenido el quehacer político del mundo contemporáneo. A todas luces, considera absurdo pro-
clamar “urbi et orbi” un humanismo ateo, porque sabe que ese humanismo, que excluye a Dios, acaba indefectiblemente siendo un humanismo inhumano, como nos lo señala Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate. Creo imposible soslayar que el autor trasluce desilusión ante el predominio no sólo de ideología, sino ideologismos, en la lucha de poder, todos ellos opuestos diametralmente al Bien Común, principio y espíritu inspirador de la política por antonomasia. Aquella polis griega de Aristóteles, ordenada, humanizada, reflexiva, aquella armonía en el orden, es arrasada en las aglomeraciones urbanas contemporáneas anónimas, las llamadas ya no Polis, sino Megalópolis. Ellas están gobernadas y penetradas hasta la más recóndita intimidad de toda persona, por los medios de comunicación, que no reconocen límites de ninguna naturaleza. Estos hábitats donde vive más del 60% de la población mundial han nutrido a la demagogia y a los ideologismos que tanto descomponen a la Política como al Bien Común. No se trata de moralizar la política. Pero convengamos en que la política alejada de la moral queda reducida a una manipulación ideológica tan primaria como repugnante. Aquí está la raíz del carácter cada vez más oscuro y vernacular de buena parte de la propuesta política actual. Tengo la impresión de que este libro recoge muchas alegrías y penas, da testimonio de demasiadas ilusiones y desencantos, denota cicatrices de numerosas batallas que ha dado su autor por un tema que lo ha apasionado a lo largo de su vida, y que es uno de los temas más álgidos de la actual sociedad urbana, global, doblegada y tributaria de lo efímero y frívolo y, en especial, de los omnipresentes medios de comunicación. Pero a pesar de ello, pareciera que el autor no olvida que “… mientras más oscura está la noche, más cerca está el amanecer”. Sabe que no se trata de moralizar; pero sí de evangelizar, re-evangelizar la cultura. Concluyo señalando que me alegra que el autor haya dedicado su libro Reflexiones sobre la Democracia al Papa Benedicto XVI. Es el Romano Pontífice quien nos llama a re-evangelizar la cultura. Al neo-paganismo contemporáneo le corresponde una reevangelización, ha dicho. Sin lugar a dudas, en Fernando Moreno tiene Su Santidad un buen apóstol para esta causa. Ricardo Riesco
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Stupore Eucaristico. Conversazioni dal Sinodo
Hacia un nuevo paradigma sociopolítico
Angelo Scola Editorial San Paolo Milán, 2006 120 págs.
Sebastián Burr Instituto Democracia y Mercado Santiago de Chile, 2010 557 págs.
Se trata de la publicación de algunas entrevistas a medios
Sebastián Burr nos presenta su reciente libro “Hacia un nuevo
radiales y escritos que dio el Patriarca de Venecia y Relator de la XIª Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía, el Cardenal Scola, durante el año 2005. Aunque ha pasado el tiempo de ese acontecimiento (en el que tuve la gracia de participar personalmente durante tres semanas, junto al Santo Padre, como Obispo miembro delegado de nuestra Conferencia Episcopal de Chile), no deja de ser de vital importancia para la vida de la Iglesia. La materia se expone en nueve capítulos y en Apéndice (63-115), donde se publica la magnífica y monumental Relatio ante disceptationem: “L’Eucaristia, fonte e culmine della vita e della missione della Chiesa”, que entregó el mismo Patriarca al inicio de las sesiones de la Asamblea. Allí se recuerda que en la Eucaristía la libertad de Dios viene al encuentro de la libertad del hombre. Esa profunda interpelación produce en nosotros ‘estupor’. El texto es bueno y profundo, aunque lamentablemente no se utilizó mucho en el encuentro. Por eso es bueno rescatarlo en esta publicación. En forma amena y de diálogo, como corresponde al origen de estas entrevistas, el Cardenal Scola pasa revista al acontecimiento del Sínodo, a su tema y perspectivas. Una mirada valiosa y privilegiada, pues es un protagonista de primera línea. Andrés Arteaga Manieu Adquirir vía Internet en www.paolinitalia.it/
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paradigma sociopolítico”, obra que debe encontrar una especial acogida en todas aquellas personas que en el fuero más íntimo de su inteligencia encuentran grados de insatisfacción con la realidad que enfrentan y que intentan en forma infructuosa encontrar caminos que satisfagan la dimensión integral del ser humano, el cual, en su sentido de trascendencia, busca correspondencia en cada uno de los aspectos que constituyen el orden social. El autor, en su diagnóstico inicial, abre el camino que lo estimula a escribir su nueva obra: “el fracaso de un modelo de desarrollo centrado exclusivamente en el progresismo técnico, economicista, sociológico, avalórico y políticamente aparticipativo, montado sobre una confusa base social que mezcla individualismo y colectivismo y dejando en evidencia la necesidad de sustituirlo por un nuevo modelo integralmente humano que permita a cada ser humano ejercer plenamente su libertad intrínseca y alcanzar a través de ese ejercicio su propia autosuficiencia y contribuir a que todos los demás la logren en la mayor medida posible”. No cabe duda lo ambicioso del propósito del autor y al cual le dedicará reflexiones que arrancan tanto de sus estudios de filosofía como también de su riqueza propia que emerge de otros estudios y de su propia experiencia de vida. Para él su nuevo libro “representa un intento realmente serio de armar el colosal rompecabezas sociopolítico, económico, cultural y humano en que hoy se encuentra entrampado nuestro país y muchos otros países de Occidente”. La alerta debe colocarse en la amenaza siempre presente de nuevas posturas constructivistas que, fundadas en modelos
abstractos de sociedad y con la pretensión de voluntades que se consideran superiores, lo que por supuesto no es el caso del autor, intentan estandarizar la infinita variedad que caracteriza a las conductas humanas. La propuesta será entonces establecer un modelo sociopolítico auténticamente humanista y válido para todos por igual y muy distinto a los que a juicio del autor propician la gran variedad de corrientes ideológicas, desde humanistas a progresistas, socialistas y relativistas, las cuales en su juicio “han instaurado la mayor impostura moral, ética y política de nuestra época, suplantando la búsqueda de soluciones esenciales por objetivos falsamente humanos y a menudo por agendas oportunistas o simplemente veleidosas, muchas de las cuales sólo esconden ansias de poder”. La obra de Sebastián Burr está dividida en seis capítulos que se inician con un diagnóstico de las instituciones del orden político. En los capítulos siguientes el autor nos hablará de la gravitación del pasado y de la problemática sociopolítica actual, para luego acercarnos específicamente a la realidad de nuestro país. Posteriormente en el fundamento de la cita de Malraux “transformar una experiencia en conciencia, eso es ser hombre” el autor nos llevará a evaluar el carácter potencial del ser humano y la mágica ambivalencia funcional del entendimiento y la voluntad. En los capítulos siguientes se formulará la pregunta para qué el orden político, a fin de entregar los que a su juicio son los requerimientos de dicho orden, como también las deformaciones sistémicas del actual paradigma político. En los capítulos finales expondrá aspectos propios de la economía y luego entregará propuestas específicas para aspectos significativos de la vida social: la familia, la salud, la educación, el trabajo, el medio ambiente, la justicia, el orden institucional y la administración política del Estado. El autor ha enfrentado una tarea ambiciosa que deja un legado de pensamiento que debe traducirse en acciones concretas. Sebastián Burr ha realizado un notable esfuerzo intelectual teniendo como referencia un sentido de armonía social que es posible encontrar en la medida en que converjan, en los requeridos órdenes de subordinación, las relaciones entre el orden de la moral, el orden de la política y el orden de la economía. Carlos F. Cáceres Adquirir vía Internet en www.democraciaymercado.cl/
La Regla Consueta de Santo Toribio de Mogrovejo y la primera organización de la Iglesia Americana Mario Grignani Ediciones Universidad Católica de Chile Santiago de Chile, 2010 277 págs.
Si bien la conciencia de la necesidad de estudiar la Historia de la Iglesia en Hispanoamérica está cada día más asentada, qué mejor que fortalecer dicho estudio con publicaciones como la que ahora comentamos, puesto que es vital para el conocimiento del pasado el reencuentro con las fuentes, con los testimonios. Y es precisamente esto último lo que hace de forma muy acertada el P. Mario Grignani en su trabajo acerca de Santo Toribio de Mogrovejo, y en particular sobre su Regla Consueta, valiosísima obra realizada en 1593 por el entonces metropolitano de Lima, y de la que desde hacía ya siglo y medio no se conocían nuevas ediciones en lengua castellana. Esta edición crítica viene acompañada de una presentación preliminar del cardenal Francisco Javier Errázuriz y de un estudio a modo de Consideraciones de Fidel González Fernández, destacado misionero comboniano, hoy catedrático en las universidades Urbaniana y Gregoriana en Roma, y en el que se destaca el valor de la investigación del P. Grignani, que tras sus estudios doctorales acerca de la figura de Santo Toribio y del recordado jesuita P. José de Acosta, ha podido ahora concretar la edición crítica de un documento de alto valor histórico canónico-pastoral que en su época pretendía ser un instrumento de formación y reforma del clero limeño, entregando bases educativas en el plano litúrgico y el Culto Divino en general. En cuanto al estudio en cuestión, el autor inicia su trabajo confrontando las diversas copias que existen del documento limeño, tarea compleja y que habla muy bien del proceso investigativo realizado, destacando por sobre todo el texto original que se encuentra custodiado actualmente en el Archivo Histórico del Cabildo Eclesiástico de la Catedral Metropolitana de Lima, y que lleva la firma del santo obispo, actual patrono del episcopado latinoamericano. Ya en la estructura del estudio, en un primer capítulo, el autor destaca los principales aspectos biográficos de este destacado doctor en Derecho e Inquisidor del Tribunal de la Inquisición en la ciudad de Granada desde 1574 a 1580, y arzobispo metropolitano de la ciudad de los Reyes desde 1581 hasta su muerte en 1606. En un segundo capítulo, el autor apunta a un aspecto vital en la comprensión de las fuentes hispanoamericanas de su tiempo, y es el de hallar los vínculos con el Viejo Mundo y su propio contexto. De allí que titula esta parte como “Fuentes Coevas de la Consueta”,
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y en ella se busca hallar relación con los documentos contemporáneos de su tiempo, en especial con el Concilio de Trento, Las Leyes de Indias, La Bula de Erección de la diócesis de Lima y su Catedral, y los Concilios Provinciales Limenses. Y precisamente, gracias a esta búsqueda de relaciones, se pudo corroborar que la valiosísima fuente no se puede explicar y comprender sin el contexto documental de la época, en especial la sana influencia que tuvo el concilio tridentino en la pastoral del mundo andino. Posteriormente, en una tercera parte, el autor nos introduce en el análisis de la “Consueta”, poniendo en valor la trascendencia del documento, partiendo por la definición conceptual de su título, la que simplifica a partir de una cita del recordado cardenal e historiador Carlos Oviedo Cavada, quien señalaba que “las Consuetas son reglas consuetudinarias por las que se rige un capítulo o cabildo eclesiástico”. Luego, el P. Grignani destaca la génesis e importancia del documento, para posteriormente analizar exhaustivamente la estructura, contenidos y problemáticas del documento, el cual consta de 47 capítulos y cuyo tema central lógicamente es el Culto Divino en la Catedral. A modo de conclusión, que el autor titula “epílogo”, se presentan de forma clara y concisa los puntos más relevantes que se pueden destacar de la obra, así como del aporte teológico pastoral de Santo Toribio, un modelo episcopal para nuestro tiempo, tal como lo ha señalado el Papa Benedicto XVI. Para finalizar, y tras hacer el necesario listado de fuentes y bibliografía, se presenta el texto completo del documento, una verdadera joya canónico-pastoral que dignifica la liturgia y el Culto Divino, según el mandato del Santo Concilio de Trento, y realza el valor del silencio, recogimiento y en particular la belleza, poco comprendida en tiempos presentes, cuando se piensa en la dignidad del culto y la eficacia pastoral. En definitiva, estamos frente a una obra necesaria, en una hermosa edición muy bien trabajada por Florencia Labbé, y en donde el autor ha demostrado tener una enorme capacidad investigativa y la plena conciencia y claridad de que en la publicación de estas joyas americanas está el futuro del estudio y comprensión de la Historia de la Iglesia de nuestro continente. Rodrigo Moreno Jeria Adquirir vía Internet en www.edicionesuc.cl/
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Memorias ajenas William Thayer Arteaga Editorial Andrés Bello Santiago de Chile, 2010 394 págs.
El recorrido que describe el autor abarca casi un siglo de vida política chilena. El tono ameno y el estilo penetrante de caracteres personales y de situaciones sociopolíticas y culturales hacen de este libro una vívida y fascinante ilustración, capaz de abrir a la comprensión de una época que ya es historia a las actuales jóvenes generaciones, que han conocido y han crecido en un contexto muy diferente. Tanto al comienzo como al final del libro, Thayer reivindica, con mucha humildad, el título de “Memorias ajenas” que da al mismo. Su justificación podría, entre tanto, replicarse si se considera el hecho bien verificable de que no todo lo que aparece en los titulares y causa sensación en su momento es verdadera historia. Si bien desde una segunda fila, en la que el protagonista de las memorias se sitúa, éste actúa también en el corazón de los hechos que describe. No es por otro motivo que el relato de la trama cultural y política en que le corresponde vivir, trasunta de manera luminosa, dándose incluso el autor el lujo de ser generosamente sintético, sin por otra parte sacrificar ni la profundidad ni la objetividad histórica. De raíces angloamericanas y vascongadas —hijo de don Luis Thayer Ojeda y de doña Laura Arteaga Ureta—, la atmósfera de estas memorias, escritas con vigor e ilusión a los noventa y dos años, hace honor al lema heráldico de su familia paterna, Always ahead (“siempre adelante”). El relato de los primeros años conduce muy directamente a la visión del panorama cultural y político en que el joven Thayer crece y se forma. Están allí presentes las tendencias e incluso las personas que darán su tono al acontecer chileno en el siglo XX. El autor toma la senda del catolicismo de los jóvenes de la época y pronto entronca con el mundo de Alberto Hurtado, llegando a ser uno de sus colaboradores más cercanos, maestro que marcará su visión del quehacer público. Hay páginas de este libro que serían lectura obligatoria para un mejor conocimiento de lo que fue el auge, en Chile, de la tendencia socialcristiana, la cual derivó en la formación del Partido Demócrata Cristiano, en el gobierno de Frei Montalva —del cual William Thayer fue ministro— y en su ulterior crisis, que da paso al gobierno marxista de la Unidad Popular. Particularmente significativo es, en este marco, el capítulo dedicado al cardenal Montini, donde Thayer relata la detenida audiencia privada que tuvo en Roma con el entonces secretario de Estado del Papa Pío XII y la confirmación recibida por parte del mismo de la “doctrina Pacelli”, relativa a la libertad de los católicos para organizar partidos o participar en ellos mientras res-
petasen los principios y derechos de la Iglesia. Como apunta el autor, con esta conversación cumplía una inquietud y anhelo expresado a él por Frei Montalva, y podría considerarse un hito en su relación de colaboración con el líder de la DC, que culmina con la integración en su gobierno en tiempos florecientes para esta tendencia, como son el año 1965 y el fin del Concilio Vaticano II. Contrapunto indispensable de lo anterior lo constituyen los capítulos “Infiltración de la Izquierda” y “Decadencia de la Democracia Cristiana”, donde se describe el proceso, de rapidez inusitada, que horada a la DC en beneficio de un marxismo que emerge con fuerza y que abraza a sectores cristianos. Como un verdadero gráfico de la historia brota en esta secuencia el capítulo “La política entre 1970 y 1973”, donde quedan registradas las diferencias entre el autor y el que fuera su jefe político, Eduardo Frei Montalva, frente a las opciones que se discutían en el seno de la Confederación Democrática (CODE) a mediados de 1973: mientras el primero apuraba un pronunciamiento militar, el autor se la jugaba por una solución constitucional; esta diferencia tiene su secuencia y proyección en otra, pues una vez precipitados los hechos, el primero postuló una inmediata reversión hacia la democracia, mientras el segundo optó por lo que nuevamente le pareció más realista, es decir, dar tiempo al nacimiento de una nueva fuerza civil capaz de gobernar. El autor deja constancia de la injusticia cometida con él al ser expulsado de la DC, interpretándose para ello caprichosamente su representación de Chile en la OIT. Rasgo particularmente grato e interesante en la lectura de estas memorias es el conocimiento personal que revela el autor, desde su juventud, de personajes que luego descollarán en los titulares y en la primera fila, así por ejemplo, Salvador Allende y Augusto Pinochet. Sobre todo lo es la penetración psicológica que revela de los mismos, como es el caso del capítulo dedicado al Presidente Ibáñez, la comparación que hace entre esta personalidad y la de Pinochet y su respectiva relación con el poder; o su descripción de lo que unió y separó a Ibáñez de don Arturo Alessandri Palma. Particularmente destacables son, en esta línea, las páginas que dedica a Clotario Blest, Radomiro Tomic, Patricio Aylwin y Jaime Guzmán. El espíritu que ilumina en general estas “Memorias ajenas” queda descrito en el capítulo final del libro, donde el autor reclama en préstamo el título de la última encíclica de Benedicto XVI. En efecto, como lo registra el párrafo final de la página 380, su tiempo lo ha mirado William Thayer desde la cercanía que tuvo con Alberto Hurtado. Es esto, sin duda, lo que le permite penetrar con inteligencia y altura de miras en el análisis de los hechos y con gran finura en el juicio de las personas. Lo propio de quien deseó escribir las memorias de una larga y batallada vida pública con “caritas in veritate”. Jaime Antúnez Soza Adquirir vía Internet en www.editorialandresbello.cl
Ser niño “huacho” en la historia de Chile (siglo XIX) Gabriel Salazar V. LOM Ediciones Santiago de Chile, 2006 91 págs.
Es un estudio muy duro, no sólo por el tema que trata, sino porque el autor escribe gran parte de él en forma de exhortación o discurso —posiblemente porque la primera versión se escribió para una revista (“Proposiciones de SUR”)—, y en esta exhortación no da lugar para la esperanza ni ofrece soluciones. No matiza en absoluto ni consigna los esfuerzos que han hecho las personas particulares, la Iglesia, el Estado, otras instituciones, para afrontar esta situación. Se recogen pocas estadísticas y el libro se centra en relatos personales, al igual que otras investigaciones que acompañan al relato principal. En conjunto, sin embargo, se consignan datos muy interesantes que vale la pena conocer. “¿Viniste? ¿Me puedes ver? Mírame entonces de una vez. Soy un niño huacho, abandonado, y soy de los más pequeños. Estoy medio desnudo y tendido sobre el húmedo pavimento. ¿Me ves? ¿Me puedes ver? Si me ves, qué sientes por mí? ¿Qué esperas de mí? ¿Me temes?” Esta es quizás la tesis central del libro. La sociedad chilena no ve, no ha querido ver la magnitud del problema. Un caso que sirve de pórtico es el de Rosaria Araya en 1845, relatado por el gobernador de Illapel. Esta mujer muy pobre, nortina, murió después de un parto inesperado de cuatrillizos. Los recién nacidos —tres niñas y un varón— pasaron automáticamente a ser huachos y recogidos por sus vecinos (quienes sí se preocuparon de ellos a pesar de ser igualmente pobres). También el gobierno provincial los ayudó. En cambio su padre, Mateo Vega, de 26 años, peón del mismo valle, no se presentó en el parto ni en el velorio y se desentendió completamente de sus cuatro hijos, huérfanos de madre al nacer.
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Para el autor, esta actitud es emblemática: “Pues los hombres como Mateo no formaban familia. Se sentían compelidos, más bien, a andar la tierra”. En camino a otros valles, de vuelta de otros fundos, en busca de vetas escondidas. Escapando a los montes. Atravesando la cordillera. Apareciendo, desapareciendo…” Salazar reconoce que el caso del inquilino es distinto, con mujer e hijos, de familia generalmente numerosa y casa, aunque no sea propia. Pero no quiere validar el argumento de que la hacienda fuera una instancia civilizadora. También tiene palabras muy amargas para la figura del inquilino, sonriente, servicial con el patrón, huraño, autoritario con los suyos. “Allá no es más que un sirviente… aquí dentro de nosotros un capataz de segunda clase”. Una luz inesperada en medio de tanto sufrimiento es lo que el autor llama “transfiguración del patio de juegos”, lo que era para un niño de ese tiempo vivir en el campo. Están tomados de un cuaderno inédito, “Vida de mi hermano Carmelo”, de Benito Salazar, y son unos recuerdos llenos de encanto. “El cerro, el viento, el estero, el árbol, los patos, los potrillos, la yegua, los gritos, la música, la noche, el baile, los matorrales. Una geografía completa para llenarla de vida propia e imaginación sin límites”. Esta especie de Paraíso se acaba con la migración a la ciudad, “donde comenzamos a sentirnos invadidos, apretujados, asfixiados”. Todavía estaba por venir lo peor, la invasión de las aguas, cuando comenzaron a vivir “con una humedad constante, con los pisos bajo el nivel del agua de las acequias”. Se convirtió en una forma de vida inhumana, caldo de cultivo de toda clase de enfermedades. Dijo Benjamín Vicuña Mackenna, entonces intendente de Santiago: “los barrios del sur son verdaderos potreros en que está sembrada la muerte”. Elena Vial
Estado del tiempo. Poemas Lino Althaner Ril editores Santiago de Chile, 2010 131 págs.
En este “Estado del tiempo”, Lino Althaner escribe su “Zarza ardiente” sin duda en la escena bíblica del Éxodo, donde Moisés, por mandato de Dios, pisa descalzo el suelo sagrado para dirigirse al pueblo de Israel en estos términos: “Yo soy el que soy”. En el poema “El día es un atentado”, de excelente factura, hallamos algunas reminiscencias de “Walking Around” de Neruda cuando leemos en Althaner: “el día es un atentado, es un caballero de camisa y corbata/ un concurrido salón de belleza…” “es la mano que saca noche y día / conejos del sombrero / y palomas, serpientes y gusanos, / el día es mal habida buena fama / es lo que dice el
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diario / que se traga y repite el papagayo / ensueño del profano / es la boca que besa / y el puñal que se clava por la espalda / de quien menos lo espera / el día es un atentado a la realidad”. Aquí nos llama la atención una fuerte musicalidad en el verso libre, que haciendo hincapié en la traición humana, en el temor, el tedio y el cansancio de cada día, junto al tráfico de las callejuelas y al “tiempo malgastado”, remata: “y se embriaga en su prisa por menos que un sueño” diciendo que el día “no es polvo ni siquiera ceniza” dejándonos en este poema un gusto a pesimismo, en contraposición a la belleza, musicalidad y hondura del mismo, cualidades encontradas a lo largo de todo el volumen, amén del optimismo de las páginas finales. Los siete versos de “Inmensidad” nos muestran tal vez las siete maravillas del mundo, con “la noche constelada”, “la Cruz hacia el sur y Alfa Centauro”, / y el universo que se abre profundo y sin medida / cuando cierro los ojos”. Breve y excelente poema que nos lleva al infinito. “Junto a la gruta”, con un epígrafe de Angelus Silesius, nos remite a pensar junto a la sabiduría del pueblo, que todo poeta que profundiza y escribe acerca de la rosa, ha traspasado los umbrales de la iniciación humana para adentrarse en los misterios de la poesía y la belleza de los caminos del hombre, ascendiendo en los peldaños del conocimiento. Hace algunos años la filósofa Carla Cordua escribió en nuestro cuaderno una frase en alemán de Angelus Silesius que traducida significa: “La rosa no tiene explicación, florece porque florece”. Pensamos que Lino Althaner en “Junto a la gruta” desarrolla el tema poético de la rosa, refiriéndose a la “Rosa Mística”, es decir, María Inmaculada combinando lo terrenal con lo celestial: “continúa la rosa floreciendo”, “la rosa permanece”. Finaliza este gran poema en un golpe de optimismo y esperanza porque “el amor que mueve al sol y las estrellas / (Dante Alighieri) también a ti te mueve / y está prendado de ti / sin remedio”. Hay epígrafes de William Blake, T.S. Eliot, la Biblia y varios otros, en
diversos idiomas: el lector se enfrenta a una obra culta. Althaner llega en su poemario, en la página 121, a mostrarnos su poema “Visión”, donde esa misma visión se apodera y prevalece ante la adversidad intercalando las palabras del salmo que Cristo dice en la Cruz: “por qué me has abandonado”, con señas de “Los cuatro cuartetos” de T.S. Eliot: “y estás ante el fin que es el principio”, “y te abisma una especie de gran luz / al margen del espacio y del tiempo”. Finaliza “Estado del tiempo” con el poema “Instrucciones para el niño que promete” influenciado quizás por Rudyard Kipling, aunque diríamos en una nueva visión, distinta y original, propia en su escritura. Marcelo Jarpa Fabres Adquirir vía Internet en www.rileditores.com
Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra Hannah Arendt Editorial Trotta Madrid, 2010 300 págs.
La ironía hizo que Hannah Arendt, cuya más sincera vocación era la de comprender, fuera en ocasiones malinterpretada. Lo fue, por ejemplo, con su famoso libro sobre Eichmann y no solo porque su mirada sobre el mal despojaba a éste de su máscara (el mal, dijo la pensadora alemana, es terriblemente superficial, obscenamente prosaico), sino también porque en sus escritos sobre el proceso al oficial nazi celebrado en Jerusalén denunciaba la connivencia de algunos funcionarios judíos. A quienes defendían los guiños totalitarios o, en ocasiones, la traición, Arendt les hace ver que, en el caso de que la tentación del mal fuera irresistible, siempre quedaba la opción de no hacer nada, de negarse, en definitiva, a colaborar con el mal.
Lo que quiero es comprender es una recopilación miscelánea de textos autobiográficos y, sobre todo, autoexplicativos. Arendt, que no escribió por desgracia unas memorias, expone —ya sea en cartas, en las entrevistas transcritas o en encuentros con teóricos sociales— los ejes principales de su pensamiento y se tiene la sensación de que su obra constituye una forma de comprenderse a sí misma. Son conocidas ya sus vicisitudes biográficas —aquí se repasan de primera mano las ocurridas desde su exilio en Estados Unidos— y su polémica relación con el judaísmo: más allá de su postura sobre el sionismo, hay que destacar su conciencia de que la vulneración de la dignidad judía sólo puede restañarse afirmando la identidad del propio judaísmo y no con frases grandilocuentes sobre la humanidad en general. Pero más interesante para el lector de hoy, es su teoría política, que se engloba dentro de una determinada concepción de la acción humana. Si no se ha leído La condición humana, este libro puede servir de introducción —se incluye, por cierto, una completa bibliografía en español de la autora alemana—. A partir de la diferencia entre la teoría y la acción, diferente de la técnica, Arendt reivindica la pluralidad como categoría central del mundo humano y, por lo tanto, de la política. Pero la política —la necesidad de entendernos y de convivir bien en el mismo espacio— no ha de confundirse con la esfera de lo social, un complejo entramado de intereses egoístas. Y cierta razón tiene Arendt cuando afirma que en el momento actual lo social ha terminado engullendo el último resquicio de la política. Esta tecnificación de la política, cuyas consecuencias han preocupado a otros muchos intelectuales, es la clave de bóveda del universo arendtiano. Sobre ella, pero sin obviarla, pueden entenderse sus ensayos sobre el origen de los totalitarismos, las revoluciones liberales o algunos intelectuales judíos. Porque la política según Arendt constituye el espacio que nos hace humanos, y su destrucción, ya sea premeditada o no, amenaza nuestra más propia esencia. No es de extrañar que se volviera siempre a los clásicos, porque en Grecia y en Roma descubría la pensadora judía el dinamismo de la libertad del hombre como ciudadano. De ahí que se haya inscrito su nombre en la nómina del republicanismo. Se trata, pues, de un libro rico en sugerencias, que no descuida la crítica del presente. Se ha dicho que Arendt idealizaba el pasado, pero no hay que pasar por alto sus tremendas experiencias. En ellas aparece la paradoja de un carácter vitalista pero también introspectivo, la mujer que celebra el misterio de la natalidad y la riqueza de la pluralidad humana, pero que abomina de su papel público. Puede que se equivocara en ocasiones, pero vio en el destino de nuestras sociedades un vacío —el dejado por Dios, por los principios últimos— que sólo podría salvarse con un renacimiento de lo verdaderamente humano. Josemaría Carabante Adquirir vía Internet en www.trotta.es/
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MÚSICA Rachmaninov y la música coral ortodoxa
La Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo y Vísperas Por Fernando Martínez Guzmán
Sergei Rachmaninov
La figura de Sergei Rachmaninov (1873-1943) –el último romántico– presenta todavía muchos aspectos desconocidos. Pianista de fabulosa leyenda y concertista infatigable y misterioso: los críticos lo describen como ejecutante que interpretaba con un ímpetu sobrehumano, un artista en trance y un fenómeno increíble, del mismo modo que Liszt. Sus amigos lo describen como solitario y taciturno, pensativo y melancólico, paseando a menudo meditabundo, silbando bajo y gesticulando como si dirigiese una orquesta. Es un compositor celebrado pero al mismo tiempo desconocido: su Segundo Concierto para piano se convirtió en obra célebre, pero muchas de sus composiciones son desconocidas para nosotros, así como sus melodramas, toda su lírica, la cantata Las Campanas, las tres Sinfonías, la enigmática Isla de los muertos y el Primer y Cuarto Concierto para piano. Rachmaninov no fue una persona religiosamente muy practicante; sin embargo, las remi-
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niscencias de las celebraciones de la Liturgia, sus cánticos y el sonido de las campanas que llaman a los fieles al culto forman parte de su estilo y de la tímbrica de sus obras desde los inicios. Todo esto derivará en su primera obra coral a gran escala, la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, publicada en 1910. Esta iniciativa continuaría dando sus frutos con las Vísperas en 1915, su otra gran colección coral a capella. A diferencia de esta última, para confeccionar la Liturgia, Rachmaninov no utilizó melodías del llamado canto Znamenny, similar a nuestro occidental gregoriano. El músico falleció el 28 de marzo de 1943, en Beverly Hills, California. En 1931 su música había sido prohibida en Rusia por las autoridades estalinistas, pues se decía que representaba a la burguesía decadente y era peligrosa. Sin embargo, los criterios cambiaron, lamentándose su muerte en los círculos musicales soviéticos e imponiéndose finalmente su obra.
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La Liturgia de san Juan Crisóstomo Con este hermoso y significativo nombre se designa a la celebración de la Eucaristía según el Rito Bizantino, el más ampliamente seguido en las Iglesias de Oriente cristiano. La Liturgia Bizantina recibe su denominación de la antigua Constantinopla o Bizancio, capital del antiguo Imperio Romano de Oriente, hoy Estambul, y se remite a los grandes Padres de la Iglesia, san Basilio y san Juan Crisóstomo, que configuraron la liturgia y crearon sus principales textos, en concreto, las plegarias eucarísticas. Juan Crisóstomo o Juan de Antioquía (Antioquía, 344/354, Comana Pontica, 14 de septiembre 407) fue el segundo Patriarca de Constantinopla, declarado santo de la Iglesia Católica y Ortodoxa, venerado por la Iglesia Copta y uno de los 33 Doctores de la Iglesia. Su elocuencia dio origen a su epíteto Crisóstomo, que en griego antiguo significa literalmente “boca de oro”. La Divina Liturgia de san Juan Crisóstomo se celebra en una atmósfera de gran belleza y sentido de la adoración a Dios, y es realzada por el canto de los ministros, del pueblo, el iconostasio y el ceremonial. Aspecto importante en la Liturgia Bizantina es la tensión de comunión que se transmite entre la Iglesia terrena y la Jerusalén celeste, convirtiendo la celebración en la antesala de la liturgia descrita en el Apocalipsis, que se oficia eternamente en la presencia de Dios y del Cordero glorificado.
La Liturgia de san Juan Crisóstomo no difiere sustancialmente del Rito de la Misa según la Liturgia Romana. En ella se distingue perfectamente entre la Liturgia de la Palabra, cuyo vértice es el Evangelio, y el llamado a la conversión antes de acercarse a recibir el Cuerpo del Señor. Sin embargo, la Liturgia de san Juan Crisóstomo tiene una singularidad muy valiosa: se trata de la Preparación de los dones, antes de comenzar la Eucaristía, en una mesa a la entrada del Santuario. Se trata de un rito que ilustra el acontecimiento que va a tener lugar en los dones del pan y del vino, preparando de este modo a ministros y fieles.
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Divina Liturgia de san Juan Crisóstomo, op. 31. La obra coral Musicalmente no se puede hablar de liturgia sin tener en cuenta que el canto siempre ha estado presente. En Oriente se ha dado una lentísima evolución dirigida únicamente a solemnizar la celebración sin menoscabar el antiguo formato, mientras en Occidente la Santa Misa ha sido notablemente simplificada en los textos; ya en el curso del primer milenio, para dar espacio a una ampliación musical de las formas. A modo de ejemplo, podemos citar los grandiosos graduales presentes en las liturgias del siglo IX. En la Liturgia de san Juan Crisóstomo, Rachmaninov pone música a un formato oriental pero con formas fuertemente occidentalizadas. Es una obra profética, que intenta tender un puente
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entre dos mundos, “los dos pulmones de Europa, y que desde hace un tiempo han perdido su contacto fructífero”, según las palabras pronunciadas por Juan Pablo II. Al escuchar esta magnífica obra, nos conmueve su inusitada belleza, difícilmente comparable a otras creaciones o expresiones musicales suyas. Fue compuesta en el verano de 1910 e inmediatamente publicada en Moscú por el editor Gutheil. En una carta dirigida a su amigo Morozov, Rachmaninov escribirá: “te habrá sorprendido saber que acabo de terminar la Liturgia. Hacía tiempo que quería escribirla. Al final, bien o mal, lo hice casi por casualidad y de golpe, me ha extasiado y la he terminado rápidamente”. Desde los tiempos en que el músico había trabajado en Monna Vanna (1907), no había escrito con tanto placer. Extasiado, como si la mano de Dios lo hubiese guiado en una obra que transfigura
casi dos milenios de cristiandad en una síntesis nueva y excepcional. Es difícil comprender la Liturgia de Rachmaninov fuera de un contexto litúrgico, a pesar que la belleza de la obra ha favorecido también una versión de concierto. El primer Amin (Amén) al comienzo de la Gran Letanía es, en realidad, la respuesta al signo de la cruz con el que el celebrante comienza la liturgia, y los sucesivos trece Gospodi, pomiluj (Señor, ten piedad) responden a otras tantas invocaciones del diácono. Rachmaninov intensifica gradualmente las plegarias letánicas de la primera parte, tanto en sonoridad como en riqueza cromática, como queriendo reafirmar la petición de perdón. La siguiente Primera antífona: Blagoslovi… (Bendice, alma mía, al Señor) está tomada del Salmo 103. El texto es declamado, casi sobre una única nota, por una voz central del coro. Las otras voces hacen de contrapunto, repitiendo la frase bíblica Bendice al Señor. Un dramático crescendo culmina en el verso Él perdona todas tus culpas; después todo se aplaca, las tesituras de las voces se elevan alabando a Dios y, en el Gloria al Padre final, la voz grave se impone, arrastrando poderosamente al coro en la alabanza trinitaria. La Segunda antífona: Slava Otcu (Gloria al Padre), breve pero incisiva, retoma el Gloria precedente y prosigue con el mismo empuje, mientras la Tercera antífona: Vo Carstvii Tvoem (En Tu reino), escrita por Rachmaninov en una doble versión (a uno o dos coros), recorre las Bienaventuranzas, que se alternan entre los dos coros como si todos los pueblos de la Tierra concurriesen para proclamar, reuniéndose después en el poderoso Gloria final, guiado nuevamente por los bajos. En la Quinta antífona, en el breve himno Priidite, poklonimsja (Venid, inclinémonos), donde el autor indica Molto adagio con grande crescendo, aparecen al final los primeros Alliluja (Aleluya) de la obra; en voz baja, pero con el color y las dimensiones de la Rusia. Rachmaninov encarna a
través de estos pequeños Alliluja (Aleluya), toda la profundidad del alma humana y cristiana. La sexta parte de la Liturgia, el himno del Trisagion (Tres veces Santo), se concibe en un único crescendo, en una melodía de rara belleza, demostrando la genialidad creativa de Rachmaninov y su voluntad de apartarse de las formas tradicionales. Al final, reaparecen otros dóciles Alliluja (Aleluya). Prosigue una segunda Gran Letanía, proclamada por el diácono, a la que el coro responde Gospodi, pomiluj. ¡Ocho minutos en los que el coro invoca incesantemente Señor, ten piedad! Es un pasaje magnífico, lleno de notas, armonías y acordes, sobre el cual don Luigi Giussani –sacerdote italiano que fundó el movimiento Comunión y Liberación– reflexiona: “No solemos prestar atención, pero durante ocho minutos la música de Rachmaninov canta, Gospodi, pomiluj: “¡Señor, ten piedad de mí!”; es decir, “¡Misterio, ten piedad de mí!”, puesto que el Misterio es el Señor. El Misterio es el origen del tiempo y de su significado, ya que sin significado no existe el tiempo; tan sólo queda la nada o el ahogo. ¿Por qué, hermano Rachmaninov, nos haces repetir durante ocho minutos, “Señor, ten piedad de mí”? Porque nuestro tiempo
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no ha tenido significado, no ha tenido el sentido que podía haber tenido, hemos desertado de este significado total que se llama Destino, cediendo a una completa “desmemoria”. El Destino no fue una presencia que haya plasmado la vida. Todo en nosotros proviene del instinto, de la indolencia que nos impide movernos, de la irritación y del resentimiento, aunque no se proclame o no se exprese”. A continuación, irrumpe el Himno de los Querubines, que reproduce (incluso físicamente) el canto que, lentísimamente, desciende desde lo alto para invadirlo todo. De nuevo, se aprecia una paleta cromática típicamente rusa, donde todo entra en una inmensidad. Después del Amin (Amén) central, todo cambia repentinamente mientras Rachmaninov traspasa la voz a los ángeles que acogen y exultan al Rey del universo. La novena parte está constituida por más súplicas letánicas, otros Gospodi, pomiluj, que concluyen en el Gloria Patri, mientras al centro de la obra nos encontramos con el Veruju (Credo), una composición muy original que se separa un tanto de contexto, dejando en evidencia la personalidad de Rachmaninov y su maestría para tratar un instrumento de comunicación tan complejo como es el coro. Prosigue la Liturgia con la Santa Anáfora, una acongojada oración del ofertorio, donde las voces son impulsadas más allá de cualquier límite en la súplica a la Trinidad. Concluye esta parte con un dinámico Sanctus, al que le sigue el Tebe poem (Te alabamos), el primero de dos himnos de alabanza, cuya indicación Molto adagio e molto piano, quasi senza sfumature, revela la intención del compositor de crear un ambiente etéreo y desbordante de alegría, sobre el cual se yergue una soprano, única solista en toda la obra, que invoca tres veces: Bože naš (Nuestro Dios). Continúa el Himno a la Virgen, un pasaje que encarna muy bien la ternura con la que los rusos miran a María. En Otče naš (Padrenuestro), concebido para dos coros y que también representa la universa-
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lidad de la oración que Cristo nos enseñó, Rachmaninov inserta un motivo que se repite muchas veces, como queriendo reproducir la incesante insistencia con la que Cristo llama al corazón del hombre. Con gran sorpresa, el elemento temático del Padrenuestro es tratado musicalmente en tono mayor, en las sucesivas invocaciones relativas a la elevación, para significar que todo se cumple y todo se renueva en el sacrificio de Cristo. Una larga serie de Alliluja (Aleluya), que sólo un espíritu vibrante como Rachmaninov podía concebir, concluye el siguiente Himno a la comunión, al que le sigue una afligida oración de acción de gracias después de la Eucaristía. La Letanía de agradecimiento: Da ispolnjatsja (Que nuestra boca se llene con tu alabanza) describe la intimidad con una presencia que toma posesión de los fieles, y de nuevo un potente y triunfal doble coro subraya el triple Bendito sea el nombre del Señor que sigue. La Liturgia concluye con el Gloria final, interrumpido otra vez por los últimos Gospodi, pomiluj (Señor, ten piedad).
Vísperas op. 37 El título original de la obra, interpretada por primera vez en Moscú el 10 de marzo de 1915, es Vsenoshchnoye bdeniye, que traducido literalmente significa Vigilia de toda la noche. En los monasterios rusos, las Vísperas incluyen también el oficio de Maitines y la Hora Prima. Stepan Smolenskij había sido una autoridad en materia de notación medieval y fue probablemente a través de él que Rachmaninov conoció las antiguas melodías de las que esta obra está empapada. Ya con anterioridad algunos autores rusos como Tchaikovski y el propio Rachmaninov habían puesto música a celebraciones de diferentes liturgias, pero su intervención se había limitado a una armonización muy sobria del
canto preexistente revistiendo, sencillamente, de forma más articulada las formas litúrgicas de uso común. En este caso, sin embargo, análogamente a lo que había sucedido en las otras célebres Vísperas, las de Claudio Monteverdi (1610), con las que esta obra guarda mucha relación incluso desde el punto de vista estructural, estas melodías antiguas se convierten en el centro propulsor de una experiencia extraordinaria de composición. Esta experiencia, aunque respetando totalmente el corpus originario, lo exalta haciéndolo parte de una forma nueva, muy plástica y eficaz, que convierte a estas Vísperas en una de las obras más significativas del siglo XX. Al igual que en Monteverdi, se funde aquí la tradición y una genialidad vivaz, siempre dispuesta a captar las raíces profundas de cada expresión, dando vida a una forma nueva. Los quince pasajes que integran la composición son obras maestras que encierran un universo sonoro original, donde cada instante de música intenta dar cuerpo y voz al amor de Dios y al hombre que tiende a Él. La música de Vísperas exhala un
amor piadoso hacia una humanidad que, en aquel momento, se encontraba próxima a una de las peores tragedias de la historia: la primera guerra mundial. El texto del primer pasaje, Priidite poklonimsya, está constituido por una oración que nos invita a poner a Cristo como centro de la propia vida. Cuatro versos comienzan con la misma invocación: Venid, adoremos. Rachmaninov subraya estas invocaciones con el mismo fragmento coral, enérgico y de rasgos muy marcados. Cuatro versos que comienzan siempre con gran vigor para disolverse después tiernamente, cada vez que se nombra a Aquel que nos ama, haciendo memoria de Su dulce presencia. En el segundo pasaje, uno de los más logrados de la obra, Blagoslovi, dushe moya, el autor introduce una solista que divide la masa coral, desde el registro central, en una formación aguda y otra grave. El texto está tomado del Salmo 104. Bendice, alma mía, al Señor. En una calma llena de intensidad, la solista proclama las maravillas del Señor y de su creación. El coro masculino la acompaña en su estupor, alternándose con la restante parte aguda, que parece simbolizar un coro de ángeles que se une a la humanidad en este canto de alabanza. El tercer pasaje, Blazer muz, compuesto por versos de los salmos 1, 2 y 3, comienza utilizando una pequeña formación coral, en tesitura media, para después expandirse en oleadas sucesivas con la antigua exclamación de alegría: Alleluia. El procedimiento se desarrolla en un único y gradual crescendo, típico de estas Vísperas que, partiendo de la descripción del hombre justo, se propaga, culminando en un fortissimo, sobre la palabra Slava, Gloria al Padre, para después disolverse, de nuevo, en un pianissimo rebosante de paz. El cuarto episodio, Svete tikhyi (canto de las Vísperas), introducido por una antigua melodía desarrollada sobre cuatro notas, emerge progresivamente dentro de una pulsación que, después de haber involucrado a todo el coro,
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se pierde ascendiendo hacia el registro agudo, en el momento en que un solista invoca a las tres personas de la Trinidad. Después todo se ensancha nuevamente para dar voz a la creación que glorifica a Dios. La pulsación se convierte en el elemento sobre el que se sustenta el quinto pasaje, Nyne otpushchayeshi (Cántico de Simeón). Sobre este corazón que late ininterrumpidamente, un solista entona, sobre las notas de una antigua letanía, el cántico del profeta. También en este caso todo es arrastrado hacia una única cima dinámica, que se detiene súbitamente. Reaparece la luz que ilumina a las naciones (Cristo) en la lejanía, y el mundo entero (el coro que se extiende gradualmente hasta alcanzar el si bemol contrabajo) encuentra de nuevo la paz. Cabe destacar que Rachmaninov estuvo siempre ligado de forma particular a este pasaje y dejó escrito que se cantara en su funeral. El Tropo siguiente, Bogoroditse Devo, es un tierno Ave Maria que se desarrolla hacia una gran cima en las palabras: Virgen María, que has llevado en tu seno al Salvador. Se separa de los demás, el séptimo pasaje, Slava v vyshnikh Bogu (el Exasalmo), que utiliza el procedimiento de la llamada “orquestación coral”, término acuñado casi a propósito para estas Vísperas. Rachmaninov utiliza aquí el coro como una orquesta, capaz de lograr expresividades tímbricas bien
diversificadas. La palabra Slava (Gloria) rebota de una parte a otra en el coro, formando una “nube de gloria” que envuelve al antiguo tono salmódico que declama el comienzo del Gloria in excelsis. También en este caso estamos frente a una cima dinámica que concluye, al final de un extraordinario accelerando, sobre un largo acorde. Después de una pausa todavía más larga comienza, sobre un coral en voz baja, la intensa invocación: Señor, abre mis labios. En el octavo pasaje, Khvalite imya Gospodne, el autor escinde de nuevo el coro en dos formaciones que avanzan en forma paralela a una distancia de octava, en fuerte contraste dinámico. La impresión que produce es la de un pueblo que canta alabanzas a Dios. De nuevo se cierran las dos secciones de este impresionante y poderoso pasaje con dos Alleluia tiernamente contenidos, llenos de una alegría íntima y comedida. En el octavo pasaje, Khvalite imya Gospodne, el autor separa de nuevo el coro en dos formaciones que avanzan de forma paralela a una distancia de una octava, en fuerte contraste dinámico. La impresión que produce es la de un pueblo que canta alabanzas a Dios. De nuevo se cierran las dos secciones de este impresionante y poderoso pasaje con dos Alleluia tiernamente contenidos, llenos de una íntima alegría. Nuevamente, en el largo pasaje que sigue, Bla-
Profundizando a Rachmaninov
La Divina Liturgia de san Juan Crisóstomo y Vísperas son indudablemente dos obras maestras de la música coral. En primer lugar, destacamos los registros en CD de ambas obras, bajo la batuta de Matthew Best, junto al ensemble Corydon Singers. La Liturgia pertenece al sello Helios y Vespri pertenece a Hyperion. La directora de orquesta Laurence Equilbey ha registrado recientemente ambas composiciones. Su interpretación, junto a la agrupación Accentus y al Eric Ericson chamber choir, está llena de poesía, colores y matices. CD perteneciente a Naïve. Finalmente, merece destacar el registro de Divina Liturgia, dirigido por Valerij Poljanskij junto a The Russian State Symphony Cappella (CD, Ricordi); y la versión de Vísperas (Vespri), conducida por Aleksandr Vasilevic, junto al Coro dell’Accademia di Stato de’ll URSS (CD, Ricordi).
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godloven esi, Gospodi, Rachmaninov contrapone dos agrupaciones vocales que corresponden también a dos ideas musicales distintas que se cruzan. La formación grave tomará mayor ventaja, arrastrando a la otra, con su propio ímpetu, en la confesión de Cristo encarnado en el seno de la Virgen. Así también, en el décimo pasaje, Voskreseniye Khristovo videvshe, un himno a la cruz, se alternan diversas combinaciones corales. El punto álgido que, arrollando todo, agrupa nuevamente cualquier división, se produce en el momento en el que se proclama la victoria de Cristo sobre la muerte. En el episodio siguiente, Velichit dusha moya Gospoda (Magnificat), dos situaciones de diferente expresividad, una más recitativa y otra más íntima, transmiten la alegría y la delicadeza con las que María pronunció este cántico. El Gloria in excelsis que sigue hace referencia al Exasalmo precedente. Igual concepción e igual material temático, pero más desarrollado en este caso. Muy breves pero muy intensos son los últimos tres pasajes, ligados al oficio de Hora prima de Pascua. El primer Tropo, Dnes spaseniye, una verdadera perla preciosa, exalta de nuevo la victoria de Cristo, mientras el segundo, Voskres iz groba, pone de manifiesto la paz que se deriva de esta victoria. El último episodio de los tres y de toda la obra, Vzbrannoy voevode, es un vibrante acto de consagración a María. El ritmo apremiante y la gran agitación, en un texto referido a la Virgen, subrayan la
extraordinaria potencia de su intercesión. Refiriéndose a las Vísperas, nos señala Luigi Giussani: “la armonía escondida es más poderosa que la manifiesta. En las Vísperas, donde la tierra se une al canto del cielo, late una alegría clara, cierta pero a la vez contenida, no totalmente expresada, como si esperase su plena manifestación”. En síntesis, en las obras descritas merece destacar el grado de refinamiento alcanzado en la música; donde resalta el color, la densidad sonora y la amplitud en las tesituras vocales, verdaderamente sinfónicas en ciertas ocasiones, como ocurre en el apogeo del Himno de los Querubines, en la Divina Liturgia. Todo esto hace necesario un coro muy solvente, dueño de un empaste y afinación diáfana, así como voces masculinas capaces de atacar registros extremadamente graves, en el caso de los bajos, y garantía de volumen. Un gran pianista ruso, Michail Rudy, escribió: “el Rachmaninov más grande es el de la música coral ortodoxa. Cuando se comprende esta obra, toda su música se vuelve menos sentimental y más espiritual. Late con un aliento potente y perentorio, se infla como una ola y posee una inspiración lírica ilimitada. Es imposible sofocarla con discursos intelectuales, limitarla con análisis o describir sus mil matices emotivos. Rachmaninov simboliza a un pueblo entero y sus más secretas esperanzas. Sus melodías, llenas de tristeza y compasión, destilan melancolía eslava y producen nudos en la garganta.
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Sobre los Autores SAMUEL FERNÁNDEZ. Presbítero. Doctor en Teología. Director de Posgrado, Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. ANDREA DALL’ASTA. Sacerdote jesuita. Director de la Gallería San Fedelle de Milán. Redactor de la revista italiana La Civiltá Cattolica, donde originalmente se publicó su reflexión sobre Rouault.
PEDRO MORANDÉ. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. TOMÁS BAVIERA PUIG. Director del Colegio Mayor La Alameda, de Valencia, España.
FRANCISCO CLARO. Físico. Decano de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS.
CARDENAL GEORGES COTTIER O.P. Teólogo emérito de la Casa Pontificia
PIERANGELO SEQUERI. Sacerdote. Doctor en Teología. Profesor ordinario de Teología Fundamental en la Facultad de Teología de Italia septentrional y de Estética Teológica en el departamento Arte Sacro Contemporáneo de la Academia de Brera, Milán. Consejero de la Biblioteca Ambrosiana.
MARIO PAREDES. Director Nacional de los Programas Católicos de la Sociedad Bíblica Americana. Presidente Nacional de la Asociación Católica de Líderes Hispanos. Miembro del Consejo del Instituto Cervantes de Nueva York.
JEAN-LOUIS BRUGUÈS O.P. Arzobispo-obispo emérito de Angers. Secretario de la Congregación para la Educación Católica. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. El presente artículo fue originalmente publicado por la revista Oasis, editada por la fundación del mismo nombre en Venecia.
JAIME ANTÚNEZ. Director de revista HUMANITAS. JOSÉ LUIS RESTÁN. Redactor de Paginasdigital GIOVANNI MARIA VIAN. Director de L’Osservatore Romano. JESÚS COLINA. Director de Agencia Zenit. PEDRO PABLO ROSSO. Médico. Ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. GERARDO VIDAL GUZMÁN. Doctor en Filosofía. Profesor Universidad Adolfo Ibáñez. FERNANDO MARTÍNEZ. Encargado de sección Música en revista HUMANITAS.
BRUNO FORTE. Arzobispo de Chieti-Vasto.
AUTORES EN PANORAMA, LIBROS, MÚSICA
COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de revista HUMANITAS. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Ex decano y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la P.U.C. y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la P.U.C. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Rector de la Universidad San Sebastián. Francisco Rosende. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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