87 PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
R E V I S T A DE A n t r op ol o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 7 / A ÑO X X I I I
AÑO XXIII
La visita del Papa Francisco a Chile
HUMANITAS
Consejo de Consultores y Colaboradores
Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITE EDITORIAL Francisco Claro Huneeus Hernán Corral Talciani Carmen Domínguez Hidalgo Gabriel Guarda, O.S.B. Pedro Morandé Court Rodrigo Polanco Fermandois Ricardo Riesco Jaramillo Eduardo Valenzuela Carvallo Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers Valentina Jensen Escudero
CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo Emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, OSB., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Enrique Barros, Rafael Benguria, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Sofía Brahm, Carlos Francisco Cáceres, Inés de Cassagne, José Manuel Castro, Cardenal Antonio Cañizares, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Fernando María Cavaller, José Luis Cea, Fernando Chomali, Francesco D’Agostino, Adriano Dall’Asta, José Granados, Vittorio di Girolamo, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Samuel Fernández, Alvaro Ferrer, María Esther Gómez de Pedro, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Henri Hude, Reinhard Hütter, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nicolás León, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Guillermo Marini, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Livio Melina, René Millar, Fr. Ricardo Morales, O. de M, Rodrigo Moreno Jeria, Andrés Ollero, José Miguel Oriol, Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Cristián Roncagoglio, Gustavo Sánchez Rojas, Alejandro San Francisco, Cardenal Angelo Scola, Cardenal Fernando Sebastián, David L. Schindler, William Thayer Arteaga, Juan Velarde Fuertes, Alberto Vial, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B.
NACIONALES
EXTRANJEROS
Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile. Enrique Barros Bourie: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile. Profesor Facultad Derecho UCH. Rafael Benguria: Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005. Profesor Titular del Instituto de Física, UC. Sofía Brahm: Licenciada en Sociología. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. José Manuel Castro: Magister en Historia, UC. José Luis Cea Egaña: Presidente de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Arzobispo de Concepción, Chile. Vittorio di Girolamo: Historiador del arte. María Esther Gómez de Pedro: Miembro del nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Samuel Fernández: Doctor en Teología y Ciencias patrísticas. Director de Investigación y Postgrado y profesor Titular de la Facultad de Teología UC. Álvaro Ferrer: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Nicolás León Ross: Ex Director Ejecutivo de IdeaPaís. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Guillermo Marini: Profesor de la Facultad de Educación UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. René Millar: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Fr. Ricardo Morales, O. de M.: Provincial de la Orden de la Merced en Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Cristián Roncagliolo: Obispo auxiliar de Santiago. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Alberto Vial: Doctor en Filosofía por la Universidad de La Sorbona. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Profesor Facultad Ciencias Biológicas UC.
Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, OSB: Abad emérito de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filosófo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Cardenal Antonio Cañizares: Arzobispo de Valencia, España. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Fernando María Cavaller: Presidente de la Asociación de Amigos de Newman, Argentina. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Inés de Cassagne: Escritora argentina. Adriano Dell’Asta: Vicepresidente de la Fundación Rusia Cristiana. José Granados: Vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia en Roma. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense, Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en The Catholic University of America . Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Prelado de la Orden de Malta. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Ex-Presidente y profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Andrés Ollero: Catedrático de Filosofía del Derecho. Magistrado del Tribunal Constitucional español. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Frejus-Toulon, Francia. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Gustavo Sánchez Rojas: Director de la «Revista Teológica Limense». Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo emérito de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
Carta del Papa Francisco a los obispos de Chile
A LOS SEÑORES OBISPOS DE CHILE Queridos hermanos en el episcopado: La recepción durante la semana pasada de los últimos documentos que completan el informe que me entregaron mis dos enviados especiales a Chile el 20 de marzo de 2018, con un total de más de 2.300 folios, me mueve a escribirles esta carta. Les aseguro mi oración y quiero compartir con Ustedes la convicción de que las dificultades presentes son también una ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena. Sin la fe y sin la oración, la fraternidad es imposible. Por ello, en este 2º domingo de Pascua, en el día de la misericordia, les ofrezco esta reflexión con el deseo de que cada uno de Ustedes me acompañe en el itinerario interior que estoy recorriendo en las últimas semanas, a fin de que sea el Espíritu quien nos guíe con su don y no nuestros intereses o, peor aún, nuestro orgullo herido.
A veces cuando tales males nos arrugan el alma y nos arrojan al mundo flojos, asustados y abroquelados en nuestros cómodos “palacios de invierno”, el amor de Dios sale a nuestro encuentro y purifica nuestras intenciones para amar como hombres libres, maduros y críticos. Cuando los medios de comunicación nos avergüenzan presentando una Iglesia casi siempre en novilunio, privada de la luz del Sol de justicia (S. Ambrosio, Hexameron IV, 8, 32) y tenemos la tentación de dudar de la victoria pascual del Resucitado, creo que como Santo Tomás no debemos temer la duda (Jn 20, 25), sino temer la pretensión de querer ver sin fiarnos del testimonio de aquellos que escucharon de los labios del Señor la promesa más hermosa (Mt 28, 20). Hoy les quiero hablar no de seguridades, sino de lo único que el Señor nos ofrece experimentar cada día: la alegría, la paz, el perdón de nuestros pecados y la acción de Su gracia. Al respecto, quiero manifestar mi gratitud a S.E. Mons. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, y al Rev. Jordi Bertomeu Farnós, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por su ingente labor de escucha serena y empática de los 64 testimonios que recogieron recientemente tanto en Nueva York como en Santiago de Chile. Les envié a escuchar desde el corazón y con humildad. Posteriormente, cuando me entregaron el informe y, en particular, su valoración jurídica y pastoral de la información recogida, reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia.
El mismo más sentido y cordial agradecimiento lo debemos expresar como pastores a los que con honestidad, valentía y sentido de Iglesia solicitaron un encuentro con mis enviados y les mostraron las heridas de su alma. Mons. Scicluna y el Rev. Bertomeu me han referido cómo algunos obispos, sacerdotes, diáconos, laicos y laicas de Santiago y Osorno acudieron a la parroquia Holy Name de Nueva York o a la sede de Sotero Sanz, en Providencia, con una madurez, respeto y amabilidad que sobrecogían. Por otra parte, los días posteriores a dicha misión especial han sido testigos de otro hecho meritorio que deberíamos tener bien presente para otras ocasiones, pues no solo se ha mantenido el clima de confidencialidad alcanzado durante la Visita, sino que en ningún momento se ha cedido a la tentación de convertir esta delicada misión en un circo mediático. Al respecto, quiero agradecer a las diferentes organizaciones y medios de comunicación su profesionalidad al tratar este caso tan delicado, respetando el derecho de los ciudadanos a la información y la buena fama de los declarantes. Ahora, tras una lectura pausada de las actas de dicha “misión especial”, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza. Teniendo en cuenta todo esto les escribo a Ustedes, reunidos en la 115ª asamblea plenaria, para solicitar humildemente Vuestra colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión
eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia. Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones. He pensado en dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas. Sobre la fecha encomiendo al Secretario de la Conferencia Episcopal hacerme llegar las posibilidades. En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas. Permaneced en mí (Jn 15,4): estas palabras del Señor resuenan una y otra vez en estos días. Hablan de relaciones personales, de comunión, de fraternidad que atrae y convoca. Unidos a Cristo como los sarmientos a la vid, los invito a injertar en vuestra oración de los próximos días una magnanimidad que nos prepare para el mencionado encuentro y que luego permita traducir en hechos concretos lo que habremos reflexionado. Quizás incluso también sería oportuno poner a la Iglesia de Chile en estado de oración. Ahora más que nunca no podemos volver a caer en la tentación de la verborrea o de quedarnos en los “universales”. Estos días, miremos a Cristo. Miremos su vida y sus gestos, especialmente cuando se muestra compasivo y misericordioso con
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los que han errado. Amemos en la verdad, pidamos la sabiduría del corazón y dejémonos convertir. A la espera de Vuestras noticias y rogando a S.E. Mons. Santiago Silva Retamales, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, que publique la presente con la mayor celeridad posible, les imparto mi bendición y les pido por favor que no dejen de rezar por mí. Vaticano, 8 de abril de 2018
Ver declaración del presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Santiago Silva, “Discernir caminos para tiempos de tormenta”, en página 178
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H umanitas Nº 87 OTOÑO 2018 – AÑO XXIII
Ecos de Francisco DISCURSOS Y COMENTARIOS DEL PAPA EN CHILE 15-18 enero 2018 Palacio de La Moneda ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES, LA SOCIEDAD CIVIL Y EL CUERPO DIPLOMÁTICO Comentario P. Joaquín Alliende
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Parque O’Higgins SANTA MISA POR LA PAZ Y LA JUSTICIA Comentario Enrique Barros Bourie
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Santiago VISITA A CENTRO PENITENCIARIO FEMENINO Comentario Ricardo Morales OMD Catedral de Santiago
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ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS/AS, CONSAGRADOS/AS Y SEMINARISTAS Comentario Benito Rodríguez OSB
44
Aeródromo Maquehue, Temuco-Araucanía SANTA MISA POR EL PROGRESO DE LOS PUEBLOS Comentario Eduardo Valenzuela Carvallo
56
Santuario Nacional de Maipú ENCUENTRO CON LOS JÓVENES Comentario Sofía Brahm / Valentina Jensen
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VISITA A LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE Comentario Jaime Antúnez Aldunate
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Campus Lobito, Iquique SANTA MISA DE LA VIRGEN DEL CARMEN Y ORACIÓN POR CHILE Comentario Joaquín Fermandois
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Plaza San Pedro, 24 enero AUDIENCIA GENERAL
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PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 86 DE REVISTA HUMANITAS Pontificia Universidad Católica de Chile FUENTE DE LUZ Y DE EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA Ignacio Sánchez Díaz
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“HUMANITAS EMBELLECE LA VISITA DEL PAPA” Eduardo Valenzuela Carvallo
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LA ALEGRÍA DE UN HOMENAJE Jaime Antúnez Aldunate
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Entrevista a William Carroll TOMÁS DE AQUINO EN CHINA Paula Jullian
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LA CUESTIÓN DEL BIEN COMÚN, HOY Jaime Antúnez Aldunate
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Grandes Figuras de la Cristiandad en el siglo XX DOM COLUMBA MARMION: UN MAESTRO ESPIRITUAL POR REDESCUBRIR Joseph Murphy
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MONSEÑOR FRANCISCO VALDÉS SUBERCASEAUX: SU LABOR ARTÍSTICA Verónica Griffin Barros
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APUNTES Y NOTAS LA VISITA DEL PAPA EN MODO LAUDATO SI Pilar Escudero
Sumario Editorial La Palabra del Papa Panorama Libros Sobre los Autores
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En orden a facilitar el contacto con nuestros lectores y eventuales suscriptores, se pueden consultar los contenidos de este y de los anteriores números de Humanitas en Internet. Dicha información se entrega por medio de resúmenes de cada uno de los trabajos publicados en www.humanitas.cl VER REVISTA DIGITAL
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AÑOS
XXIII
Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
HUM A NITAS
HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: Ulibarri - Espinoza Impresión: Ograma Impresores Suscripciones y correspondencia HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (56) 22354 6519, Fax (56) 22354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $28.000; estudiantes, $18.000. Valor por ejemplar, $7.000.
HUMANITAS Sumario nº 87 (enero-abril 2018)
DISCURSOS Y COMENTARIOS DEL PAPA EN CHILE 15-18 enero 2018. En su visita apostólica a Chile, el Papa pronunció cinco discursos y tres homilías. En esta sección se reproducen la totalidad de sus palabras con un breve comentario de análisis junto a cada una de las intervenciones. El P. Joaquín Alliende, Enrique Barros Bourie, Ricardo Morales OMD, Benito Rodríguez OSB, Eduardo Valenzuela Carvallo, Sofía Brahm, Valentina Jensen, Jaime Antúnez Aldunate y Joaquín Fermandois, fueron los invitados a dejar sus impresiones. Cierra esta sección la Audiencia General del día 24 de enero, momento en que el Santo Padre hace un breve recuento de las impresiones que le ha dejado el viaje a Chile y Perú. Humanitas 2018, págs. 24 - 95
PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 86 DE REVISTA HUMANITAS. La presentación del número 86 de revista Humanitas (octubre-diciembre 2017) se planteó como un acto de bienvenida a la visita apostólica del Santo Padre a Chile. El reconocimiento y la reflexión que se propuso en la línea de contenido, tuvo un amplio eco convocando a un público diverso compuesto por autoridades académicas y eclesiásticas, e interesados de múltiple procedencia, quienes asistieron a las ponencias del rector, Ignacio Sánchez, del decano de Ciencias Sociales, Eduardo Valenzuela, y del director de revista Humanitas, Jaime Antúnez, palabras que pueden leerse en estas páginas. Humanitas 2018, págs. 96 - 103
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ENTREVISTA A WILLIAM CARROLL: TOMÁS DE AQUINO EN CHINA, por Paula Jullian. En los siglos XVI y XVII varias misiones jesuitas viajaron a China. Estos jesuitas tenían preparación en filosofía y teología tomística, y a través de ella encontraron una materia de diálogo con los sabios e intelectuales del lugar. “Por extraño que nos parezca acá en el mundo cristiano, muchos chinos letrados encuentran el pensamiento de Tomás de Aquino, no solamente fascinante, sino que además de perdurable relevancia”. William Carroll conversa con HUMANITAS sobre sus impresiones de la positiva recepción de la filosofía tomista entre académicos de algunas universidades de ese país. Humanitas 2018, págs. 114 - 125
LA CUESTIÓN DEL BIEN COMÚN, HOY, por Jaime Antúnez Aldunate. El Bien Común parece actualmente, en las sociedades democráticas e ilustradas, un gran ausente. Raramente se le evoca y cuando ello tiene lugar, esa evocación padece de un sustancial vacío. El elemento crucial del nuevo horizonte social ya no consiste simplemente en el clásico conflicto entre capital y trabajo, que fuera el punto de ingreso a la moderna cuestión social, y una base para antiguos paradigmas de Bien Común. El aspecto central ha llegado a ser el “conflicto entre la nueva realidad económico-social y política, producto del progreso industrial-tecnológico, y la capacidad cultural y moral del hombre para dominarla” sin evasiones. Sobre este tema expuso el autor en el 1er Encuentro Iberoamericano de Academias de Ciencias Sociales. Humanitas 2018, págs. 126 - 141
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DOM COLUMBA MARMION: UN MAESTRO ESPIRITUAL POR REDESCUBRIR, por Mons. Joseph Murphy. Entre las grandes figuras espirituales del siglo XX, se encuentra el beato Columba Marmion, beatificado el 3 de septiembre de 2000, por San Juan Pablo II. Sus obras, especialmente “Jesucristo, vida del alma”, recogida de los apuntes de sus monjes en los numerosos y célebres retiros que predicó, fue una lectura de gran importancia para la generación de católicos de los años de la post guerra y siguientes. De origen irlandés, Dom Marmion ingresó a la orden benedictina en Bélgica y fue elegido abad de Maredsous en 1909. Humanitas 2018, LXXXVII págs. 142 - 155
MONSEÑOR FRANCISCO VALDÉS SUBERCASEAUX - SU LABOR ARTÍSTICA, por Verónica Griffin Barros. La labor artística de fray Francisco Valdés (1908 – 1982), es recogida y delicadamente expuesta por Iberia Torres Abelaira en su libro Íconos – El arte de Fray Francisco Valdés Subercaseaux (2016), contribuyendo al registro de una producción desconocida. Habiendo sido declarado venerable por el papa Francisco el 7 de noviembre de 2014 por su vida santa y admirable, este trabajo de reconocimiento de su obra creativa es una invitación a admirar y comprender su profunda espiritualidad. Humanitas 2018, págs. 156 - 163
LA VISITA DEL PAPA EN MODO LAUDATO SI, por Pilar Escudero. El 27 de noviembre un Comunicado de Prensa desde la Comisión Nacional destaca las medidas, inspiradas en Laudato Si, que harían del viaje del Papa a Chile la primera visita apostólica sustentable en la historia. Se implementaron 15 medidas en 3 ejes principales: ambiental, social y económico. Comenzó a ser noticia en radio, televisión, prensa y redes sociales. Un ejemplo concreto y novedoso de cómo sintonizar con el mensaje del Santo Padre Humanitas 2018, págs. 164 - 167
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LIBROS “Sur la religion” por Remi Brague (Flammarion); “Distancia mía. Poemas desde algún viaje” por Joaquín Alliende Luco (Ediciones Universidad Católica de Chile); “La formation des decideurs – Meditations sur un humanisme qui vient” por Henri Hude (Ed. Mame); “Cultura y modernización en América Latina” por Pedro Morandé (Instituto de Estudios de la Sociedad); “La agonía del Eros” por Byung-Chul Han (Editorial Herder); “Tercer Concilio Limense (1583-1591). Edición bilingüe de los decretos.” Edición a cargo de Luis Martínez Ferrer (Ediciones San Pablo); “El proceso contra Tomás Moro” por Hernán Corral (Rialp); “Memoria, coraje y esperanza. A la luz del Bicentenario de la Independencia de América Latina” por Guzmán Carriquiry Lecour (Editorial Nuevo Inicio); “El arte de la fragilidad. Cómo la poesía puede salvar la vida” por Alessandro D’Avenia (Editorial La Esfera de los Libros); “Hacia una laicidad compartida. El pensamiento pontificio sobre laicidad y laicismo de Gregorio XVI al Papa Francisco” por Jorge Enrique Precht Pizarro (Ediciones Universidad Católica de Chile); “Homilías 2006. Colección Legado Del Fundador” por Mons. Antonio Moreno Casamitjana (Ediciones UCSC); “León Bávaro. Las peripecias de un soldado de Napoleón” por Francisca Sofía Hernández Busse (Academia de Historia Militar de Chile); “Holiness In A Secular Age: The Witness of Cardinal Newman” por Juan Velez (Scepter Publishers); “Lodate Dio con arte” por Joseph Ratzinger - Benedicto XVI (Marcianum Press); “Teresa de los Andes vista por su hermano Lucho” por Padre Marino Purroy (Ediciones Carmelo Teresiano); “Tratado sobre la veneración de los iconos” por Teodoro Abu Qurra (Editorial Nuevo Inicio). Humanitas 2018, págs. 226 - 247
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Tres Momentos POR JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
L Chile se expresó con manifiesto calor de acogida al Santo Padre y a su mensaje, todo él impregnado del llamado al amor misericordioso, sello muy propio en Francisco, que caracteriza asimismo a sus inmediatos antecesores.
a excepcional demanda que tuvo el número 86 de HUMANITAS edición de un solo tema y 24 artículos titulada “Bienvenido Papa Francisco”, entregada el 3 de diciembre de 2017, nos hacía sentir, a distancia de un mes, la cálida expectativa con que se esperaba la llegada del Santo Padre a Chile. Era efectivamente así y así se verificó entre el 15 y el 18 de enero. Como escribió el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, ninguna personalidad pública ha tenido en la historia de Chile recibimiento semejante al que nuestro pueblo prodigó, antes a San Juan Pablo II, ahora al Papa Francisco. No es éste el espacio para fijar los muchos matices que diferencian, uno del otro, esos dos momentos. Sí entretanto haría falta, a modo de autorreflexión, aunque fuese un somero contraste de las condiciones ambientales-culturales en que habita la opinión pública chilena al cabo de los treinta años que separan las dos visitas papales. Es evidente que en el primer caso, a pesar incluso del contexto político del país, la audacia para alzarse y decir “no”, si existía (y tuvo su expresión parcial en el Estadio Nacional y más extensa en el Parque O’Higgins) no alcanzaba a la estructuración que ahora vimos. Chile se expresó con manifiesto calor de acogida al Santo Padre y a su mensaje, todo él impregnado del llamado al amor misericordioso, sello muy propio en Francisco, que caracteriza asimismo a sus inmediatos antecesores. Empero, como fabricando con desconocidos recursos una poderosa trinchera mediática, se presentaron factores que se empeñaron con fuerza en desviar la atención de su persona y mensaje. Las páginas siguientes de este número de HUMANITAS se encargan de mostrar que esa segunda realidad no fue de ningún modo definitiva y muy por el contrario.
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HUMANITAS Nº 87 pp. 14 - 19
EDITORIAL
Esperamos que esa oscura pero aleccionadora prueba arroje también sus frutos y que lo sembrado por el Papa Francisco en Chile, fortalezca el sentido del peregrinar histórico de la patria, particularmente cuando concluye el bicentenario de su nacimiento. Esperamos que esa oscura pero aleccionadora prueba arroje también sus frutos y que lo sembrado por el Papa Francisco en Chile, fortalezca el sentido del peregrinar histórico de la patria, particularmente cuando concluye el bicentenario de su nacimiento. El año de adoración eucarística a que ha convocado la Conferencia Episcopal y todo lo que podemos esperar que advenga a partir de la Carta del Papa Francisco a los obispos de Chile, contribuirá poderosamente a ello. *** “Como un huracán del Espíritu Santo” calificaron las páginas de esta revista (editorial N. 70 republicado luego en el N. 86) los momentos de la renuncia de Benedicto XVI y de la elección del Papa Francisco. En la atmósfera de ese mismo “huracán” ha transcurrido, casi sin darnos cuenta, un lustro del primer Pontíficado latinoamericano en la historia. Su magisterio escrito se ha expresado principalmente a través de dos encíclicas –Lumen fidei (escrita en conjunto con Benedicto XVI) y Laudato si’– y tres Exhortaciones apostólicas –Evangelii gaudium, Amoris laetitia y Gaudete et exsultate, pero sobre todo a través de un sinnúmero de gestos y de imprimir un estilo que caracteriza una pedagogía de reforma espiritual en la Iglesia, la cual actualiza de modo muy evidente los fines a que apunta el Concilio Vaticano II. Desde un inicio, y con particular fuerza mediática, se observaron y fueron comentados los grandes esfuerzos desinformativos que trataron de establecer una suerte de contraposición entre Francisco y Benedicto XVI. Pero han sido el propio Papa actual y el Pontífice emérito quienes han salido al paso de esos infundios, manifestando muchas veces en público el afecto y la admiración que se profesan. Y es, en efecto, perfectamente visible la unidad y coherencia con que se desarrollan, sucesiva y
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Jaime Antúnez Aldunate, Director de revista Humanitas 1995-2018
(…) Y es, en efecto, perfectamente visible la unidad y coherencia con que se desarrollan, sucesiva y gradualmente, todos los grandes pontificados que en poco más de medio siglo han llevado adelante la misma tarea.
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gradualmente, todos los grandes pontificados que en poco más de medio siglo han llevado adelante la misma tarea. Desde sectores refractarios hay quienes quieren ver en la evangélica sencillez de Francisco cortedad y simpleza. No son tan distintos de los que ayer, junto con reconocer su innegable sabiduría, reclamaban demasiada elevación en el lenguaje del Papa teólogo, Benedicto XVI. Paradójica ceguera que no mide el paso profético dado por el Papa Ratzinger en su renuncia, ni tampoco la necesidad que cubre Francisco con su estilo distinto, en un mundo que se ha desacralizado, deshumanizado y desintelectualizado, a un ritmo frenético. Es en este sentido interesante registrar las palabras escritas por Benedicto XVI –que una vez más registran el íntimo nexo entre los dos pontífices y sus obras– con ocasión del quinto aniversario de su sucesor y la presentación de la colección editada por Librería Editora Vaticano, La Teología del Papa Francisco: “Celebro esta iniciativa que quiere oponerse y reaccionar al necio prejuicio, según el cual el Papa Francisco sería sólo un hombre práctico, que carece de particular formación teológica y filosófica, al tiempo, que yo habría sido únicamente un teórico de la teología, que hubiera comprendido poco sobre la vida concreta de un cristiano hoy. Los volúmenes muestran con razón que el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica y ayudan, por lo tanto, a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, si bien con todas las diferencias de estilo y temperamento”.
EDITORIAL Eduardo Valenzuela Carvallo, Director de revista Humanitas a partir de mayo de 2018.
*** Después de 23 años dirigiendo HUMANITAS, y habiendo contribuido a fundarla en conjunto con el Rector Vial Correa y el Profesor Pedro Morandé (cuando él era a su vez prorrector de esta Universidad), este es el último número que el suscrito asume en la condición de Director de la revista. A partir del próximo número, HUMANITAS 88 (julioseptiembre 2018), será el actual Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUC, Profesor Eduardo Valenzuela Carvallo –por mucho tiempo estrechamente vinculado al Profesor Pedro Morandé, colaborador suyo y su sucesor en el Decanato– quien asumirá la dirección de esta tarea, acompañado por nuevos colaboradores que se suman a la misma. El Profesor Valenzuela participa hace años activamente en las tareas de la revista, en cuanto miembro de su Comité Editorial. Más de dos décadas es un tiempo largo para una revista de la naturaleza de HUMANITAS. Muchas e ilustres publicaciones del género en el mundo han preferido antes que eso, agotado el ciclo creativo o institucional de quienes les dieron vida –en esta misma Universidad es el caso de la revista Finis terrae fundada y dirigida por el historiador y maestro de generaciones Don Jaime Eyzaguirre– simplemente concluir su existencia. Se acogen a la idea de que una revista no es para siempre, sino que vive para dar testimonio en una época determinada o para marcar en ella una importante presencia.
Más de dos décadas es un tiempo largo para una revista de la naturaleza de HUMANITAS. Muchas e ilustres publicaciones del género en el mundo han preferido antes que eso, agotado el ciclo creativo o institucional de quienes les dieron vida, simplemente concluir su existencia.
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Se acogen a la idea de que una revista no es para siempre, sino que vive para dar testimonio en una época determinada o para marcar en ella una importante presencia.
Al alero de la primera universidad del país y cuando ésta cumple 130 años de vida, HUMANITAS confía su continuidad al dinamismo, creatividad e impulso de la tradición sapiencial más que centenaria de ésta. Justo es, en el momento que concluye un ciclo y se inicia otro, recordar por esta dirección algunos entre quienes colaboraron en cimentar el fundamento y ya no están o se encuentran retirados. Entre los primeros, algunos de los más ilustres intelectuales de nuestro tiempo, que enriquecieron nuestro Consejo de Consultores y Colaboradores desde su creación en 1995. El filósofo español Julián Marías, la historiadora francesa Régine Pernoud, el psiquiatra austriaco Viktor Frankl. Al lado suyo, cuatro eminentes cardenales: el arzobispo de Santiago S.E.R. don Carlos Oviedo Cavada OM, que como Gran Canciller de la PUC tanto empeño puso en que se fundase la revista; S.E.R. don Alfonso Lopez Trujillo, arzobispo emérito de Medellín, expresidente del Celam y principal colaborador de San Juan Pablo II en temas de familia; S.E.R. don Carlo Caffarra primer presidente del Instituto Juan Pablo II, luego arzobispo de Bolonia; y S.E.R. el cardenal Paul Poupard, a quien Dios conserve, Presidente del Pontificio Consejo de Cultura más de dos décadas. Incondicionales colaboradores todos ellos. Aparte, entre tanto, y en primerísimo lugar entre quienes aún nos acompañan, alguien que mantuvo siempre una estrecha, sustantiva y elevada aportación, llegando explícitamente a definir en los comienzos “la línea” de HUMANITAS –el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe con Juan Pablo II y luego él Papa Benedicto XVI– quién al renunciar a su pontificado escribió a la dirección de esta revista estampando su afecto: el vínculo con ella lo llevaría consigo como “legado al tiempo del silencio al que ahora me he retirado” –dijo–
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EDITORIAL
Al alero de la primera universidad del país y cuando ésta cumple 130 años de vida, HUMANITAS confía su continuidad al dinamismo, creatividad e impulso de la tradición sapiencial más que centenaria de ésta.
“permaneciendo interiormente cercano a su trabajo y al de la Universidad Católica de Santiago de Chile”. Ya habrá ocasión para detenerse en el tesón y la sabiduría del Rector Vial Correa y de su prorrector Morandé, ambos fuertemente comprometidos con Juan Pablo II en la tarea de evangelización de la cultura en los años de la fundación de esta revista. Vale la pena entre tanto recordar el bien que en esos días significó para la tarea emprendida por los primeros, la atmósfera del monasterio benedictino de la Santísima Trinidad en Las Condes, que cobijó desde el comienzo los trabajos del Comité Editorial de la revista, sentando una costumbre que duró más de quince años. Hasta allí llegaron para participar de esa obra nacida de una comunión fuerte, personalidades como los cardenales Scola y Poupard, Monseñor Jean Louis Bruguès y el filósofo italiano Massimo Borghesi, entre otros. Ha transcurrido así, en medio de los cambios culturales vertiginosos de este tiempo, una tarea sapiencial que, gozando del don tan benedictino de la estabilidad, se proyectó muy lejos. Deo gratias!
JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE Director de Humanitas
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Una carta que enaltece
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uando un padre manifiesta su justo dolor a un hijo, si éste lo recibe bien, aunque el camino de la corrección sea largo, lo enaltece. Como en este momento muchos creen fácil “tirar a matar” contra la Iglesia, propongo una mirada diferente. El terremoto grado 10 provocado por la Carta del Papa Francisco a los obispos chilenos arroja una primera constatación: esta nación tiene, como los demás pueblos latinoamericanos, un “sustrato cultural cristiano” (Puebla, 1979). El sacudimiento producido no habría sido tal si la Iglesia estuviera muerta. Vale aquí recordar a San Juan Pablo II en el Estadio Nacional —aludiendo a las palabras de Cristo en la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5, 39)— cuando con voz potente exclamó ante los jóvenes: “¡la niña no está muerta, está dormida!”. La Carta del Papa Francisco ha remecido profundamente el Unam de la Iglesia, su primer atributo: la Iglesia una. Todos se sienten alcanzados por ella: consagrados y laicos, observantes y alejados, ricos y pobres, jóvenes y viejos, conservadores y progresistas, etc. Y sienten además que lo que pueda diferenciarlos, lo accidental, pierde importancia frente a lo esencial. Algo en cierto modo semejante en su efecto a la pre-visión de un juicio de alcance universal, que intramundanamente éste lo es, pues una vez más en nuestra historia nos sometemos moralmente al juicio de las naciones. El proceso desencadenado, que ha calado hondo, se mueve en todo caso en dirección centrípeta. Una condición psicológica o espiritual muy propicia para atender a una solicitud esencial formulada por la Carta. La introspección. La chilena es una Iglesia que debe ponerse “en estado de oración”, dice el Papa.
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Una carta que enaltece
La mirada puesta en el horizonte de nuestra historia contemporánea —a partir de los sesenta— ve cruzarse líneas en direcciones contrarias, que provocaron desde muchas magulladuras hasta heridas graves, las cuales es probable en adelante se entiendan mejor. Puede desde luego comprenderse mucho más, a vista del presente estado de cosas, la intuición profética que supuso el Concilio Vaticano II de cara al hombre occidental de nuestros días, que después de las dos guerras mundiales era otro y que en adelante, al tenor de las profundas transformaciones de una sociedad predominantemente tecnológica, cambiaría todavía mucho más sus patrones, y a una velocidad vertiginosa. Las hondas divisiones provocadas por la traslación de la guerra fría mundial al interior del mundo cristiano sin duda enervaron la comprensión de las enseñanzas del Concilio, confundieron y enfriaron a sectores dirigentes, y aunque se diera una aceptación nominal de su magisterio, el arraigo fue conflictivo y débil, a pesar de una secuencia de grandes pontífices empeñados en esa tarea. Dicha omisión y el ablandamiento de las dirigencias, acomodadas cada vez más a un clima donde la “productura” suplantaba a la “cultura” -el predominio generalizado de lo inmanente en la “sociedad de la opulencia” que ya se anunciaba- terminaría por pasar una severa factura. Ante el tsunami cultural en curso, se hizo patente que no valía un débil y equivocado fideísmo. En sentido contrario, la seriedad de lo que se vive hoy puede quizá ayudar a hacer carne lo que apunta Francisco en los tres documentos que ha dado a conocer este año: Placuit Deo, Gaudete et exsultate, Veritatis gaudium. Y a reemprender unidos el camino de vuelta, desde las tentaciones neopelagianas y gnósticas (lo que ha identificado últimamente con “los universales”), a la verdadera inculturación de una fe robusta.
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En este último sentido, la presente Carta tiene un alcance en el plano de la reforma que se propuso al asumir su pontificado, verdaderamente histórico y que no debería escapar a nuestra atención. Es, en efecto, la primera intervención mayor suya en una Iglesia particular del mundo latinoamericano, de donde él proviene y con cuya cultura se identifica. Por ello y sobre todo por su contexto, pareciera incluso de más extenso y hondo alcance en la Iglesia universal y en toda la región que las de Benedicto XVI en Estados Unidos e Irlanda. ¿Y qué nos enseñan en esta situación los obispos? Hombres todos dotados por la naturaleza y por el camino exigente de sus vidas, son personas que en el mundo podrían tener tanto o más éxito humano que quienes los lapidan. Pero no reparan en eso, pues se deben en lo más íntimo a una realidad que esencialmente no es de este mundo y que los compromete con sus rebaños. Por eso seguramente es el único grupo humano de alta dirigencia al que una emergencia mundial como la que viven ellos, no lo divide en recriminaciones mutuas; se sienten en cambio más hermanos, lo que resulta ejemplar. Y lo que se les ha dicho, en comunión con el Santo Padre, hace profundo y dolido eco en sus corazones: “El corazón habla al corazón” (J.H.Newman). Tal edificante sentimiento termina haciendo realidad viviente las palabras del primero entre los Doce Apóstoles: “Antes erais ‘no pueblo’, ahora sois ‘pueblo de Dios’; antes erais ‘no compadecidos’ ahora sois ‘compadecidos’” (1P 2, 10). JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE Publicado en diario El Mercurio el 20.IV.2018
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Ecos de Francisco
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Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático DISCURSO DEL SANTO PADRE PALACIO DE LA MONEDA (SANTIAGO DE CHILE) MARTES, 16 DE ENERO DE 2018
Señora Presidenta, miembros del Gobierno de la República y del Cuerpo Diplomático, representantes de la sociedad civil, distinguidas autoridades, señoras y señores: Es para mí una alegría poder estar nuevamente en suelo latinoamericano y comenzar esta visita por esta querida tierra chilena que ha sabido hospedarme y formarme en mi juventud; quisiera que este tiempo con ustedes fuera también un tiempo de gratitud por tanto bien recibido. Me viene a la memoria esa estrofa —que recién escuché— del himno nacional: «Puro, Chile, es tu cielo azulado, / puras brisas te cruzan también, / y tu campo de flores bordado / es la copia feliz del Edén», un verdadero canto de alabanza por la tierra que habitan, llena de promesas y desafíos; pero especialmente preñada de futuro. Como de alguna manera dijo la señora Presidenta.
1 Gabriela Mistral, Elogios de la tierra de Chile.
Gracias, señora Presidenta, por las palabras de bienvenida que me ha dirigido. En usted quiero saludar y abrazar al pueblo chileno desde el extremo norte de la región de Arica y Parinacota hasta el archipiélago sur «y a su desenfreno de penínsulas y canales»1. La diversidad y riqueza geográfica que poseen nos permite vislumbrar la riqueza de esa polifonía cultural que los caracteriza. Agradezco la presencia de los miembros del gobierno; los presidentes del Senado, de la Cámara de Diputados y de la Corte Suprema, así como las demás autoridades del Estado y sus colaboradores. Saludo al Presidente electo aquí presente, señor Sebastián Piñera Echenique, que ha recibido recientemente el mandato del pueblo chileno de gobernar los destinos del país los próximos cuatro años.
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Chile se ha destacado en las últimas décadas por el desarrollo de una democracia que le ha permitido un sostenido progreso. Las recientes elecciones políticas fueron una manifestación de la solidez y madurez cívica que han alcanzado, lo cual adquiere un relieve particular este año, en el que se conmemoran los 200 años de la declaración de la independencia. Momento particularmente importante, ya que marcó su destino como pueblo, fundamentado en la libertad y en el derecho, que ha debido también enfrentar diversos períodos turbulentos, pero que logró —no sin dolor— superar. De esta forma supieron ustedes consolidar y robustecer el sueño de sus padres fundadores. En este sentido, recuerdo las emblemáticas palabras del Card. Silva Henríquez cuando en un Te Deum afirmaba: «Nosotros — todos— somos constructores de la obra más bella: la patria. La patria terrena que prefigura y prepara la patria sin fronteras. Esa patria no comienza hoy, con nosotros; pero no puede crecer y fructificar sin 2 nosotros. Por eso la recibimos con respeto, con gratitud, como una tarea que hace muchos años comenzaba, como un legado que nos enorgullece y compromete a la vez»2.
DISCURSOS DEL PAPA EN CHILE
Tienen ustedes, por tanto, un reto grande y apasionante: seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad lugar de encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro.
Homilía en el Te Deum Ecuménico (4 noviembre 1970).
Cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos.
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Tal capacidad de escucha adquiere gran valor en esta nación donde su pluralidad étnica, cultural e histórica exige ser custodiada de todo intento de parcialización o supremacía y que pone en juego la capacidad que tengamos para deponer dogmatismos exclusivistas en una sana apertura al bien común —que si no tiene un carácter comunitario, nunca será un bien—.
3 Te Deum (septiembre 1948).
Tienen ustedes, por tanto, un reto grande y apasionante: seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad lugar de encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro. Nos hace bien recordar aquí las palabras de san Alberto Hurtado: «Una Nación, más que por sus fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua o sus tradiciones, es una misión a cumplir»3. Es futuro. Y ese futuro se juega, en gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades. Tal capacidad de escucha adquiere gran valor en esta nación donde su pluralidad étnica, cultural e histórica exige ser custodiada de todo intento de parcialización o supremacía y que pone en juego la capacidad que tengamos para deponer dogmatismos exclusivistas en una sana apertura al bien común —que si no tiene un carácter comunitario, nunca será un bien—. Es preciso escuchar: escuchar a los parados, que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias; a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación. Escuchar a los migrantes, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos. Escuchar a los jóvenes, en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo y, así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas. Escuchar a los ancianos, con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas. No los podemos abandonar. Escuchar a los niños, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros
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Con esta capacidad de escucha somos invitados —hoy de manera especial— a prestar una preferencial atención a nuestra casa común. Escuchar nuestra casa común: fomentar una cultura que sepa cuidar la tierra y para ello no conformarnos solamente con ofrecer respuestas puntuales a los graves problemas ecológicos y ambientales que se presentan; en esto se requiere la audacia de ofrecer «una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático»4 que privilegia la irrupción del poder económico en contra de los ecosistemas naturales y, por lo tanto, del bien común de nuestros pueblos. La sabiduría de los pueblos originarios puede ser un gran aporte. De ellos podemos aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que dé la espalda a la tierra y a todo y a todos los que la rodean. Chile tiene en sus raíces una sabiduría capaz de ayudar a trascender la concepción meramente consumista de la existencia para adquirir una actitud sapiencial frente al futuro.
DISCURSOS DEL PAPA EN CHILE
respuestas reales para un futuro de dignidad. Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir.
4 Carta enc. Laudato si’, 111.
5 Cf. Gabriela Mistral, Breve descripción de Chile, en Anales de El alma de la chilenía —la Presidenta dijo que era desconfiada—, el la Universidad de 5 alma de la chilenía es vocación a ser, esa terca voluntad de existir . Vocación a Chile (14), 1934.
la que todos están convocados y en la que nadie puede sentirse excluido o prescindible. Vocación que reclama una opción radical por la vida, especialmente en todas las formas en la que esta se vea amenazada. Agradezco una vez más la invitación de poder venir a encontrarme con ustedes, encontrarme con el alma de este pueblo; y ruego para que la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile, siga acompañando y gestando los sueños de esta bendita nación. Muchas gracias.
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COMENTARIO Es el primer Sumo Pontífice latinoamericano, y quiso llegar a este Chile. Aquí, compartimos con él una cultura básica fundante. Con el discurso en La Moneda, hace sonar el diapasón de su visita. Es decir, da el tono básico. Se arrima a Gabriela Mistral, cuando ella percibe en los chilenos un “vigor tumultuoso”, al que ella nombra “desenfreno”. Apelando a nuestra pluralidad cada vez más consciente en nosotros, él nos insta a plasmar la “riqueza de polifonía cultural”. A continuación, acude a la voz del cardenal Raúl Silva, para señalar el horizonte religioso, transhistórico, porque el devenir del ahora “prefigura y prepara la patria sin fronteras”. El calendario de lo permanente muerde la actualidad, porque sería aberrante “desconocer que todavía muchos hermanos nuestros, sufren situaciones de injusticia, que nos reclaman a todos”. De hecho, la patria es “encuentro”. Francisco recurre a san Alberto Hurtado, como un centinela, que nos sigue hoy diciendo: “Chile es una misión a cumplir”. Focaliza esa alerta, afirmando que los pueblos originarios “han sido olvidados frecuentemente”. Entonces el diapasón da el tono para hablar de algo quemante, desde lo más propio del crístico Francisco. El tono es de tristeza, con desgarro. El filo es autoinmisericorde: “aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños, por parte de ministros de la Iglesia… es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas… empeñarnos para que no se vuelva a repetir…” El Papa quiere también urgir en su incesante vigilancia ecológica. Nos previene para que no demos la “espalda a la tierra”... y nos propone “adquirir una actitud sapiencial”, para este futuro. Y el mismo diapasón empuja la palabra hacia lo decisivo de todo actuar, de todo caminar, que solo puede ser vigoroso, si el sujeto cultural es sí mismo. Apela, otra vez, desde el habla mistraliana, siempre incisiva, definiéndonos en lo más particular del alma y el ánimo. Esa identidad más genuina se fragua en una porfía histórica, que nos impulsa a rehacernos, tras los cataclismos de lo telúrico y de lo político: “Chile, voluntad de ser”, escribió la del Elqui. El diapasón papal se detiene, pero nos deja meditando éticamente. Sí, Francisco Papa nos urgió y asombró, en nuestra “alma de chilenía”, según su habla. P. JOAQUÍN ALLIENDE LUCO
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Santa misa por la paz y la justicia HOMILÍA DEL SANTO PADRE PARQUE O’HIGGINS (SANTIAGO DE CHILE) MARTES, 16 DE ENERO DE 2018
«Al ver a la multitud» (Mt 5,1). En estas primeras palabras del Evangelio que acabamos de escuchar encontramos la actitud con la que Jesús quiere salir a nuestro encuentro, la misma actitud con la que Dios siempre ha sorprendido a su pueblo (cf. Ex 3,7). La primera actitud de Jesús es ver, mirar el rostro de los suyos. Esos rostros ponen en movimiento el amor visceral de Dios. No fueron ideas o conceptos los que movieron a Jesús… son los rostros, son las personas; es la vida que clama a la Vida que el Padre nos quiere transmitir. Al ver a la multitud, Jesús encuentra el rostro de la gente que lo seguía y lo más lindo es ver que ellos, a su vez, encuentran en la mirada de Jesús el eco de sus búsquedas y anhelos. De ese encuentro nace este elenco de bienaventuranzas que son el horizonte hacia el cual somos invitados y desafiados a caminar. Las bienaventuranzas no nacen de una actitud pasiva frente a la realidad, ni tampoco pueden nacer de un espectador que se vuelve un triste autor de estadísticas de lo que acontece. No nacen de los profetas de desventuras que se contentan con sembrar desilusión. Tampoco de espejismos que nos prometen la felicidad con un «clic», en un abrir y cerrar de ojos. Por el contrario, las bienaventuranzas nacen del corazón compasivo de Jesús que se encuentra con el corazón compasivo y necesitado de compasión de hombres y mujeres que quieren y anhelan una vida bendecida; de hombres y mujeres que saben de sufrimiento; que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando «se te mueve el piso» o «se inundan los sueños» y el trabajo de toda una vida se viene abajo; pero más saben de tesón y de lucha para salir adelante; más saben de reconstrucción y de volver a empezar. ¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar; cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes! ¡A ese corazón apela Jesús; para que ese corazón reciba las bienaventuranzas!
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Las bienaventuranzas no nacen de actitudes criticonas ni de la «palabrería barata» de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni con nadie, y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación y reconstrucción en nuestras comunidades, en nuestras vidas. Las bienaventuranzas nacen del corazón misericordioso que no se cansa de esperar. Y experimenta que la esperanza «es el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa» (Pablo Neruda, El habitante y su esperanza, 5).
DISCURSOS DEL PAPA EN CHILE
La primera actitud de Jesús es ver, mirar el rostro de los suyos. Esos rostros ponen en movimiento el amor visceral de Dios. No fueron ideas o conceptos los que movieron a Jesús… son los rostros, son las personas; es la vida que clama a la Vida que el Padre nos quiere transmitir.
Jesús, al decir bienaventurado al pobre, al que ha llorado, al afligido, al paciente, al que ha perdonado... viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar, del que ha dejado de creer en el poder transformador de Dios Padre y en sus hermanos, especialmente en sus hermanos más frágiles, en sus hermanos descartados. Jesús, al proclamar las bienaventuranzas viene a sacudir esa postración negativa llamada resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si nos escapamos de los problemas, si huimos de los demás; si nos escondemos o encerramos en nuestras comodidades, si nos adormecemos en un consumismo tranquilizante (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 2). Esa resignación que nos lleva a aislarnos de todos, a dividirnos, separarnos; a hacernos ciegos frente a la vida y al sufrimiento de los otros. Las bienaventuranzas son ese nuevo día para todos aquellos que siguen apostando al futuro, que siguen soñando, que siguen dejándose tocar e impulsar por el Espíritu de Dios. Qué bien nos hace pensar que Jesús desde el Cerro Renca o Puntilla viene a decirnos: bienaventurados… Sí, bienaventurado vos y vos; a cada uno de nosotros. Bienaventurados ustedes que se dejan contagiar por
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Jesús, al decir bienaventurado al pobre, al que ha llorado, al afligido, al paciente, al que ha perdonado... viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar, del que ha dejado de creer en el poder transformador de Dios Padre y en sus hermanos, especialmente en sus hermanos más frágiles, en sus hermanos descartados.
el Espíritu de Dios y luchan y trabajan por ese nuevo día, por ese nuevo Chile, porque de ustedes será el reino de los cielos. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Y frente a la resignación que como un murmullo grosero socava nuestros lazos vitales y nos divide, Jesús nos dice: bienaventurados los que se comprometen por la reconciliación. Felices aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz. Felices aquellos que se esfuerzan por no sembrar división. De esta manera, la bienaventuranza nos hace artífices de paz; nos invita a comprometernos para que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros. ¿Quieres dicha? ¿Quieres felicidad? Felices los que trabajan para que otros puedan tener una vida dichosa. ¿Quieres paz?, trabaja por la paz. No puedo dejar de evocar a ese gran pastor que tuvo Santiago cuando en un Te Deum decía: «“Si quieres la paz, trabaja por la justicia” … Y si alguien nos pregunta: “¿qué es la justicia?” o si acaso consiste solamente en “no robar”, le diremos que existe otra justicia: la que exige que cada hombre sea tratado como hombre» (Card. Raúl Silva Henríquez, Homilía en el Te Deum Ecuménico, 18 septiembre 1977). ¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra. Esta es la única manera que tenemos de tejer un futuro de paz, de volver a hilar una realidad que se puede deshilachar. El trabajador de la paz sabe que muchas veces es necesario vencer grandes o sutiles mezquindades y ambiciones, que nacen de pretender crecer y «darse un nombre», de tener prestigio a costa de otros. El trabajador de la paz sabe que no alcanza con decir: no le hago mal a nadie, ya que como decía san Alberto Hurtado: «Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien» (Meditación radial, abril 1944).
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Encomendémonos a la Virgen Inmaculada que desde el Cerro San Cristóbal cuida y acompaña esta ciudad. Que ella nos ayude a vivir y a desear el espíritu de las bienaventuranzas; para que en todos los rincones de esta ciudad se escuche como un susurro: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).
COMENTARIO Qué regalo recibieron de Francisco los católicos de Santiago reunidos en multitud
DISCURSOS DEL PAPA EN CHILE
Construir la paz es un proceso que nos convoca y estimula nuestra creatividad para gestar relaciones capaces de ver en mi vecino no a un extraño, a un desconocido, sino a un hijo de esta tierra.
en el Parque O’Higgins. Ante todo, por habernos regalado una reflexión a partir de la lectura de las bienaventuranzas, para tantos el más conmovedor de los textos evangélicos. También por la analogía con el Jesús histórico, que viendo a la multitud subió al monte y las profesó a los discípulos. Como hace dos mil años, la muchedumbre, en este caso cientos de miles, debió soportar largas e innecesarias restricciones y esperas para encontrarse con un notable mensajero de Jesús. La alegría y el espíritu de comunidad de la multitud hicieron ligeras las cargas. Se vivía un sanísimo sentido de pertenencia a una Iglesia que es común casa espiritual. El mensaje que se escuchó fue un llamado a la misericordia desde nuestra humanidad completa, precisamente de la manera que la razón calculadora no es capaz de justificar. Las bienaventuranzas permitieron sacar a la luz la dimensión genuinamente cristiana de la vida en comunidad. Francisco comenzó aludiendo a esa mirada del Jesús que encontramos en la oración. Esa mirada comprensiva de todos los males que sufren los hombres; aunque sean autoimpuestos, como la propia codicia y desconsideración, cualquiera sea el ropaje más o menos elegante que los cubra. Porque incluso la injusticia y vulgaridad espiritual también merecen misericordia, pues no hay felicidad en el avaro, en el soberbio, ni en el abusador. Por eso, bienaventurados los pobres de espíritu, que no sufren esas carencias, por disfrazadas que aparezcan. En tiempos en que se debilitan antiguos vínculos, que nuestras relaciones interpersonales se funcionalizan, que el día transcurre en una sucesión de encuentros anónimos, en que como nunca antes parece haber tanta soledad, recibir en la cara la mirada de Jesús nos sana. Francisco hizo visible a la multitud que lo escuchaba
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ese Dios personal, que nos habla a cada uno y que nos llama a replicar esa mirada hacia el otro. Ese es su llamado a una Iglesia que salga a la calle, menos ensimismada en su estructura política, que en la virtud de la caridad. Así adquiere sentido el llamado de Francisco a una Iglesia que salga a la calle, que se muestra en esa sonrisa llana y serena que nos depara y nos pide multiplicar. Nos hizo sentir que nuestra relación con Dios es personal, pero nunca se agota en nuestra individualidad, porque la misericordia con que nos trata no se puede traducir en un acto egoísta de solo recibir. La mirada en la cara es condición para tener al otro por persona. “Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad”, salir al encuentro del que lo pasa mal, que no puede salir adelante por sí mismo es el desafío que se sigue. La misericordia nos exige ir más allá de los deberes civiles. En tiempos que el Estado ha tomado el lugar de la caridad filantrópica, esa capacidad de mirar al estudiante o al paciente como persona también hace toda la diferencia en el servicio público. Lo más conmovedor es que el punto de partida de la bella reflexión no sea una teoría social abstracta, que desconoce nuestra naturaleza débil, sino un llamado a la misericordia con todas las debilidades y miserias humanas. Esa es la mirada en la cara que recibimos de Jesús en la oración y que Francisco replicó con tanta humanidad en su misa para Santiago. ENRIQUE BARROS BOURIE
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Breve visita a centro penitenciario femenino SALUDO DEL SANTO PADRE SANTIAGO DE CHILE. MARTES, 16 DE ENERO DE 2018
Queridas hermanas y hermanos: Gracias, gracias, gracias por lo que hicieron y gracias por la oportunidad que me dan para visitarlas; para mí es importante compartir este tiempo con ustedes y poder estar más cerca de tantos hermanos nuestros que hoy están privados de la libertad. Gracias, Hna. Nelly, por sus palabras y especialmente por testimoniar que la vida triunfa siempre sobre la muerte, siempre. Gracias, Janeth, por animarte a compartir con todos nosotros tus dolores y ese valiente pedido de perdón. ¡Cuánto tenemos que aprender de esa actitud tuya llena de coraje y humildad! Te cito: «Pedimos perdón a todos los que herimos con nuestros delitos». Gracias por recordarnos esa actitud sin la cual nos deshumanizamos, todos tenemos que pedir perdón, yo primero, todos, eso los humaniza. Sin esta actitud de pedir perdón, perdemos la conciencia de que nos equivocamos y que nos podemos equivocar y que cada día estamos invitados a volver a empezar, de una u otra manera. También ahora me viene al corazón la frase de Jesús: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra» (Jn 8,7). ¡La conocéis bien! ¿Y saben qué suelo hacer yo en los sermones cuando hablo de que todos tenemos algo adentro o por debilidad, o porque siempre caemos, o lo tenemos muy escondido? Le digo a la gente: A ver, todos somos pecadores, todos tenemos pecados. No sé, ¿acá hay alguno que no tiene pecados? Levante la mano. Ninguno se anima a levantar la mano. Él nos invita, Jesús, a dejar la lógica simplista de dividir la realidad en buenos y malos, para ingresar en esa otra dinámica capaz de asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado, para ayudarnos a salir adelante. Cuando ingresaba, me esperaban las madres con sus hijos. Ellos me dieron la bienvenida, y qué bien se puede expresar en dos palabras: madre e hijos.
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Madre: muchas de ustedes son madres y saben qué significa gestar la vida. Han sabido «cargar» en su seno una vida y la gestaron. La maternidad nunca es ni será un problema, es un don, es uno de los regalos más maravillosos que puedan tener. Y hoy tienen un desafío muy parecido: se trata también de gestar vida. Hoy a ustedes se les pide que gesten el futuro. Que lo hagan crecer, que lo ayuden a desarrollarse. No solamente por ustedes, sino por sus hijos y por la sociedad toda. Ustedes, las mujeres, tienen una capacidad increíble de poder adaptarse a las situaciones y salir adelante. Quisiera hoy apelar a esa capacidad de gestar futuro, capacidad de gestar futuro que vive en cada una de ustedes. Esa capacidad que les permite luchar contra los tantos determinismos «cosificadores», es decir, que transforman a las personas en cosas, que terminan matando la esperanza. Ninguno de nosotros es cosa, todos somos personas y como personas tenemos esa dimensión de esperanza. No nos dejemos “cosificar”: No soy un número, no soy el detenido número tal, soy fulano de tal que gesta esperanza, porque quiere parir esperanza.
DISCURSOS DEL PAPA EN CHILE
Madre: muchas de ustedes son madres y saben qué significa gestar la vida. Han sabido «cargar» en su seno una vida y la gestaron. La maternidad nunca es ni será un problema, es un don, es uno de los regalos más maravillosos que puedan tener. Y hoy tienen un desafío muy parecido: se trata también de gestar vida. Hoy a ustedes se les pide que gesten el futuro. Que lo hagan crecer, que lo ayuden a desarrollarse. No solamente por ustedes, sino por sus hijos y por la sociedad toda.
Estar privadas de la libertad, como bien nos decías, Janeth, no es sinónimo de pérdida de sueños y de esperanzas. Es verdad, es muy duro, es doloroso, pero no quiere decir perder la esperanza, no quiere decir dejar de soñar. Ser privado de la libertad no es lo mismo que el estar privado de la dignidad, no, no es lo mismo. La dignidad no se toca a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. Nadie puede ser privado de la dignidad. Ustedes están privadas de la libertad. De ahí que es necesario luchar contra todo tipo de corsé, de etiqueta que diga que no se puede cambiar, o que no vale la pena, o que todo da lo mismo. Como dice el tango argentino: “dale que va, que todo
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Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura. Toda pena que uno está llevando adelante para pagar una deuda con la sociedad tiene que tener horizonte, es decir, el horizonte de reinsertarme de nuevo y prepararme para la reinserción. Eso exíjanlo a ustedes mismas y a la sociedad.
es igual, que allá en el horno nos vamos a encontrar...”. No es todo lo mismo, no es todo lo mismo. Queridas hermanas, ¡no! Todo no da lo mismo. Cada esfuerzo que se haga por luchar por un mañana mejor —aunque muchas veces pareciera que cae en saco roto— siempre dará fruto y se verá recompensado. La segunda palabra es hijos: ellos son fuerza, son esperanza, son estímulo. Son el recuerdo vivo de que la vida se construye para delante y no hacia atrás. Hoy estás privada de libertad, eso no significa que esta situación sea el fin. De ninguna manera. Siempre mirar el horizonte, hacia adelante, hacia la reinserción en la vida corriente de la sociedad. Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura. Toda pena que uno está llevando adelante para pagar una deuda con la sociedad tiene que tener horizonte, es decir, el horizonte de reinsertarme de nuevo y prepararme para la reinserción. Eso exíjanlo a ustedes mismas y a la sociedad. Miren siempre el horizonte, hacia adelante, hacia la reinserción de la vida corriente de la sociedad. Por eso, celebro e invito a intensificar todos los esfuerzos posibles para que los proyectos como el Espacio Mandela y la Fundación Mujer levántate puedan crecer y robustecerse. El nombre de la Fundación me hace recordar ese pasaje evangélico donde muchos se burlaban de Jesús por decir que la hija del jefe de la sinagoga no estaba muerta, sino dormida. Se burlaban, se reían de él. Frente a la burla, la actitud de Jesús es paradigmática; entrando donde la chica estaba, la tomó de la mano y le dijo: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!» (Mc 5,41). Para todos estaba muerta, para Jesús no. Ese tipo de iniciativas son signo vivo de que este Jesús que entra en la vida de cada uno de nosotros, que va más allá de toda burla, que no da ninguna batalla por perdida con tal de tomarnos las manos e invitarnos a levantarnos. Qué bueno que haya cristianos, que haya personas de buena voluntad, que haya personas de
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Todos sabemos que muchas veces, lamentablemente, la pena de la cárcel puede ser pensada o reducida a un castigo, sin ofrecer medios adecuados para generar procesos. Es lo que les decía yo sobre la esperanza, es mirar adelante, generar procesos de reinserción. Este tiene que ser el sueño de ustedes: la reinserción. Y si es larga llevar este camino, hacer lo mejor posible para que sea más corta, pero siempre reinserción. La sociedad tiene la obligación, obligación de reinsertarlas a todas. Cuando digo reinsertarlas, digo reinsertarlas a cada una, cada una con el proceso personal de reinserción, una por un camino, otra por otro, una más tiempo, otra menos tiempo, pero es una persona que está en camino hacia la reinserción. Y eso métanselo en la cabeza y exíjanlo. Esto es generar un proceso. En cambio, estos espacios que promueven programas de capacitación laboral y acompañamiento para recomponer vínculos son signo de esperanza y de futuro. Ayudemos a que crezcan. La seguridad pública no hay que reducirla solo a medidas de mayor control sino, y sobre todo, edificarla con medidas de prevención, con trabajo, educación y mayor comunidad.
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cualquier creencia, de cualquier opción religiosa en la vida o no religiosa pero de buena voluntad que sigan las huellas de Jesús y se animen a entrar y a ser signo de esa mano tendida que levanta. Yo te lo pido, ¡levántate! Siempre levantando.
Quiero decir que con estos pensamientos quiero bendecir a todos ustedes y también saludar a los agentes de pastoral, a los voluntarios, a los profesionales y, de manera especial, a los funcionarios de Gendarmería y a sus familias. Rezo por ustedes. Ustedes tienen una tarea delicada, una tarea compleja, y por eso los invito, a ustedes, a las autoridades a que puedan también darles, a ustedes, las condiciones necesarias para desarrollar su trabajo con dignidad. Dignidad que genera dignidad. La dignidad se contagia, se contagia más que la gripe, la dignidad se contagia, la dignidad genera dignidad. A María, ella que es Madre y para la cual somos hijos —ustedes son sus hijas—, le pedimos que interceda por ustedes, por cada uno de sus hijos, por las personas que tienen en el corazón, y los cubra con su manto. Y, por favor, les pido que recen por mí porque lo necesito. Gracias.
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COMENTARIO La visita a Chile de S.S. el Papa Francisco ha dejado un recuerdo imborrable no solo en el pueblo fiel, sino también en toda la sociedad chilena. En este último sentido, si hay una actividad que haya quedado en la memoria y el corazón de los chilenos, ha sido el encuentro con las mujeres privadas de libertad; la emoción se respiraba en el ambiente ya desde antes de la llegada del Santo Padre, y al recibirlo en el recinto penal la alegría y la emoción contenida se desbordaron en todas esas mujeres, incluso en las autoridades presentes y en aquellos que participábamos observando por televisión. Las imágenes hablaban por sí solas, mujeres con sus hijos en brazos, gendarmes pidiendo la bendición del Papa, cantos entonados desde el corazón, la presencia del Vicario de Cristo en un lugar de tanto dolor y soledad era un signo de esperanza y alegría. El Papa les habló a las mujeres privadas de libertad de la necesaria esperanza, de la dignidad que nunca hay que dejarse arrebatar y de la anhelada reinserción, sin la cual cumplir una pena se vuelve solo un castigo estéril. Pero creo que también sus palabras nos invitaron a todos nosotros a crecer en la necesaria actitud de pedir perdón, creciendo en humildad y en “la conciencia que nos equivocamos, de que nos podemos equivocar y que cada día estamos invitados a volver a empezar, de una u otra manera”; eso, nos ha dicho el Santo Padre, nos “humaniza”. El Papa invitó a las mujeres, desde su ser madres y gestar vida, a “gestar futuro”, luchando con lo que denominó “determinismos cosificadores”, propios de una cultura utilitarista y que se olvida de la trascendencia y dignidad humana. Una cultura que entiende a las personas como números. Hermosamente el Papa recordó que desde esa dignidad de cada ser humano es posible crecer en la dimensión de esperanza,
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privado de libertad “…no es sinónimo de pérdida de sueños y esperanza. Es verdad, es muy duro, es doloroso, pero no quiere decir perder la esperanza, no quiere decir dejar de soñar”. En este sentido, siempre es un desafío en el trabajo carcelario invitar a no perder los sueños, a no dejarse vencer por esos “determinismos” que señalaba el Papa, que muchas veces desde el estigma condenan para siempre a quien reconociendo su falta quiere enmendar camino. Finalmente, el Papa nos dejó un gran desafío a toda la sociedad chilena, que no puede desentenderse de los hermanos privados de libertad, más allá de los esfuerzos realizados hasta ahora. La necesaria reinserción que debe procurarse desde el reconocimiento de la dignidad de cada persona, generando procesos que
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nunca dando las situaciones como perdidas o sin salida. Por eso señaló que estar
promuevan capacitación laboral y recomposición de los vínculos con sus familias. Con fuerza, el Santo Padre señaló que “la seguridad pública no hay que reducirla solo a medidas de mayor control sino, y sobre todo, edificarla con medidas de prevención, con trabajo, educación y mayor comunidad”. En su corazón de Pastor el Papa tuvo palabras para todos los que se vinculan al mundo carcelario: agentes de pastoral, voluntarios, capellanes, profesionales, funcionarios de Gendarmería y a sus familias; palabras de esperanza y bendición. Como dijo Francisco en el avión de regreso a Roma opinando de este encuentro con el mundo de la cárcel: “Quedé muy conmovido. De verdad, muy conmovido de ese encuentro. Fue una de las cosas más hermosas del viaje”. FRAY RICARDO MORALES OM.
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Encuentro con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas DISCURSO DEL SANTO PADRE CATEDRAL DE SANTIAGO MARTES, 16 DE ENERO DE 2018
Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes: Me alegra poder compartir este encuentro con ustedes. Me gustó la manera con la que el Card. Ezzati los iba presentando: aquí están, aquí están … las consagradas, los consagrados, los presbíteros, los diáconos permanentes, los seminaristas, aquí están. Me vino a la memoria el día de nuestra ordenación o consagración cuando, después de la presentación, decíamos: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad». En este encuentro queremos decirle al Señor: «aquí estamos» para renovar nuestro sí. Queremos renovar juntos la respuesta al llamado que un día inquietó nuestro corazón. Y para ello, creo que nos puede ayudar partir del pasaje del Evangelio que escuchamos y compartir tres momentos de Pedro y de la primera comunidad: Pedro/la comunidad abatida, Pedro/la comunidad misericordiada, y Pedro/la comunidad transfigurada. Juego con este binomio Pedro-comunidad, ya que la vivencia de los apóstoles siempre tiene este doble aspecto, uno personal y uno comunitario. Van de la mano, no los podemos separar. Somos, sí, llamados individualmente pero siempre a ser parte de un grupo más grande. No existe la selfie vocacional, no existe. La vocación exige que la foto te la saque otro, y ¡qué le vamos a hacer! Así son las cosas.
1. Pedro abatido, la comunidad abatida Siempre me gustó el estilo de los Evangelios de no decorar ni endulzar los acontecimientos, ni de pintarlos bonitos. Nos presentan la vida como viene y no como tendría que ser. El Evangelio no tiene
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miedo de mostrarnos los momentos difíciles, y hasta conflictivos, que pasaron los discípulos.
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Podemos tener la tentación de pensar que todo está mal, y en lugar de profesar una «buena nueva», lo único que profesamos es apatía y desilusión. Así cerramos los ojos ante los desafíos pastorales creyendo que el Espíritu no tendría nada que decir. Así nos olvidamos que el Evangelio es un camino de conversión, pero no solo de «los otros», sino también de nosotros.
Recompongamos la escena. Habían matado a Jesús; algunas mujeres decían que estaba vivo (cf. Lc 24,22-24). Si bien habían visto a Jesús Resucitado, el acontecimiento es tan fuerte que los discípulos necesitarían tiempo para comprender. Lucas dice: “Era tal la alegría que no podían creer”. Necesitarían tiempo para comprender lo que había sucedido. Comprensión que les llegará en Pentecostés, con el envío del Espíritu Santo. La irrupción del Resucitado llevará tiempo para calar el corazón de los suyos. Los discípulos vuelven a su tierra. Van a hacer lo que sabían hacer: pescar. No estaban todos, solo algunos. ¿Divididos, fragmentados? No lo sabemos. Lo que nos dice la Escritura es que los que estaban no pescaron nada. Tienen las redes vacías. Pero había otro vacío que pesaba inconscientemente sobre ellos: el desconcierto y la turbación por la muerte de su Maestro. Ya no está, fue crucificado. Pero no solo Él estaba crucificado, sino ellos también, ya que la muerte de Jesús puso en evidencia un torbellino de conflictos en el corazón de sus amigos. Pedro lo negó, Judas lo traicionó, los demás huyeron y se escondieron. Solo un puñado de mujeres y el discípulo amado se quedaron. El resto se marchó. En cuestión de días todo se vino abajo. Son las horas del desconcierto y la turbación en la vida del discípulo. En los momentos «en los que la polvareda de las persecuciones, tribulaciones, dudas, etc., es levantada por acontecimientos culturales e históricos, no es fácil atinar con el camino a seguir. Existen varias tentaciones propias de ese tiempo:
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Hay momentos en los que nos confrontamos no con nuestras glorias, sino con nuestra debilidad. Horas cruciales en la vida de los discípulos, pero en esa hora es también donde nace el apóstol. Dejemos que el texto nos lleve de la mano.
1 Jorge Mario Bergoglio, Las cartas de la tribulación, 9, ed. Diego de Torres, Buenos Aires (1987).
discutir ideas, no darle la debida atención al asunto, fijarse demasiado en los perseguidores… y creo que la peor de todas las tentaciones es quedarse rumiando la desolación»1. Sí, quedarse rumiando la desolación. Y esto es lo que les pasó a los discípulos. Como nos decía el Card. Ezzati, «la vida presbiteral y consagrada en Chile ha atravesado y atraviesa horas difíciles de turbulencias y desafíos no indiferentes. Junto a la fidelidad de la inmensa mayoría, ha crecido también la cizaña del mal y su secuela de escándalo y deserción». Momento de turbulencias. Conozco el dolor que han significado los casos de abusos ocurridos a menores de edad y sigo con atención cuanto hacen para superar ese grave y doloroso mal. Dolor por el daño y sufrimiento de las víctimas y sus familias, que han visto traicionada la confianza que habían puesto en los ministros de la Iglesia. Dolor por el sufrimiento de las comunidades eclesiales, y dolor también por ustedes, hermanos, que además del desgaste por la entrega han vivido el daño que provoca la sospecha y el cuestionamiento, que en algunos o muchos pudo haber introducido la duda, el miedo y la desconfianza. Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle; que ir «vestido de cura» en muchos lados se está «pagando caro». Por eso los invito a que pidamos a Dios nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo y no rumiar la desolación. Me gustaría añadir además otro aspecto importante. Nuestras sociedades están cambiando. El Chile de hoy es muy distinto al que conocí en tiempos de mi juventud, cuando me formaba. Están naciendo nuevas y diversas formas culturales que no se ajustan a los márgenes conocidos. Y tenemos que reconocer que, muchas veces, no sabemos cómo insertarnos en estas nuevas circunstancias. A menudo soñamos con las «cebollas de Egipto» y nos olvidamos
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Nos guste o no, estamos invitados a enfrentar la realidad así como se presenta. La realidad personal, comunitaria y social. Las redes —dicen los discípulos— están vacías, y podemos comprender los sentimientos que esto genera. Vuelven a casa sin grandes aventuras que contar, vuelven a casa con las manos vacías, vuelven a casa abatidos.
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que la tierra prometida está delante, no atrás. Que la promesa es de ayer, pero para mañana. Y entonces podemos caer en la tentación de recluirnos y aislarnos para defender nuestros planteos, que terminan siendo no más que buenos monólogos. Podemos tener la tentación de pensar que todo está mal, y en lugar de profesar una «buena nueva», lo único que profesamos es apatía y desilusión. Así cerramos los ojos ante los desafíos pastorales creyendo que el Espíritu no tendría nada que decir. Así nos olvidamos que el Evangelio es un camino de conversión, pero no solo de «los otros», sino también de nosotros.
¿Qué quedó de esos discípulos fuertes, animados, airosos, que se sentían elegidos y que habían dejado todo para seguir a Jesús? (cf. Mc 1,16-20); ¿qué quedó de esos discípulos seguros de sí, que irían a prisión y hasta darían la vida por su Maestro (cf. Lc 22,33), que para defenderlo querían mandar fuego sobre la tierra (cf. Lc 9,54), por el que desenvainarían la espada y darían batalla? (cf. Lc 22,49-51); ¿qué quedó del Pedro que increpaba a su Maestro acerca de cómo tendría que llevar adelante su vida y su programa redentor? La desolación (cf. Mc 8,31-33).
2. Pedro misericordiado, la comunidad misericordiada Es la hora de la verdad en la vida de la primera comunidad. Es la hora en la que Pedro se confrontó con parte de sí mismo. Con la parte de su verdad que muchas veces no quería ver. Hizo experiencia de su limitación, de su fragilidad, de su ser pecador. Pedro el temperamental, el jefe impulsivo y salvador, con una buena dosis de autosuficiencia y exceso de confianza en sí mismo y en sus posibilidades, tuvo que someterse a su debilidad y al pecado. Él era tan pecador como los otros, era tan necesitado como los otros, era tan frágil como los otros. Pedro falló a quien juró cuidar. Hora crucial en la vida de Pedro. Como discípulos, como Iglesia, nos puede pasar lo mismo: hay momentos en los que nos confrontamos no con nuestras glorias, sino con nuestra debilidad. Horas cruciales en la vida de los discípulos, pero en esa hora es también donde nace el apóstol. Dejemos que el texto nos lleve de la mano.
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¿Qué es lo que fortalece a Pedro como apóstol? ¿Qué nos mantiene a nosotros apóstoles? Una sola cosa: «Fuimos tratados con misericordia». «Fuimos tratados con misericordia» (1 Tm 1,12-16).
«Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?» (Jn 21,15).
2 Cf. ibíd.
Después de comer, Jesús invita a Pedro a dar un paseo y la única palabra es una pregunta, una pregunta de amor: ¿Me amas? Jesús no va al reproche ni a la condena. Lo único que quiere hacer es salvar a Pedro. Lo quiere salvar del peligro de quedarse encerrado en su pecado, de que quede «masticando» la desolación fruto de su limitación; salvarlo del peligro de claudicar, por sus limitaciones, de todo lo bueno que había vivido con Jesús. Jesús lo quiere salvar del encierro y del aislamiento. Lo quiere salvar de esa actitud destructiva que es victimizarse o, al contrario, caer en un «da todo lo mismo» y que al final termina aguando cualquier compromiso en el más perjudicial relativismo. Quiere liberarlo de tomar a quien se le opone como si fuese un enemigo, o no aceptar con serenidad las contradicciones o las críticas. Quiere liberarlo de la tristeza y especialmente del mal humor. Con esa pregunta, Jesús invita a Pedro a que escuche su corazón y aprenda a discernir. Ya que «no era de Dios defender la verdad a costa de la caridad, ni la caridad a costa de la verdad, ni el equilibrio a costa de ambas, tiene que discernir, Jesús quiere evitar que Pedro se vuelva un veraz destructor o un caritativo mentiroso o un perplejo paralizado»2, como nos puede pasar en estas situaciones. Jesús interrogó a Pedro sobre su amor e insistió en él hasta que este pudo darle una respuesta realista: «Sí, Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21,17). Así Jesús lo confirma en la misión. Así lo vuelve definitivamente su apóstol.
3 Videomensaje al CELAM en ocasión del Jubileo extraordinario de la Misericordia en el Continente americano (27 agosto 2016).
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¿Qué es lo que fortalece a Pedro como apóstol? ¿Qué nos mantiene a nosotros apóstoles? Una sola cosa: «Fuimos tratados con misericordia». «Fuimos tratados con misericordia» (1 Tm 1,12-16). «En medio de nuestros pecados, límites, miserias; en medio de nuestras múltiples caídas, Jesucristo nos vio, se acercó, nos dio su mano y nos trató con misericordia. Cada uno de nosotros podría hacer memoria, repasando todas las veces que el Señor lo vio, lo miró, se acercó y lo trató con misericordia»3.
Jesucristo no se presenta a los suyos sin llagas; precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular o esconder nuestras llagas. Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene nombre: Jesucristo. La conciencia de tener llagas nos libera; sí, nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores. Nos libera de esa tendencia «prometeica de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado»4.
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Los invito a que lo hagan. No estamos aquí porque seamos mejores que otros. No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los «mortales». Más bien somos enviados con la conciencia de ser hombres y mujeres perdonados. Y esa es la fuente de nuestra alegría. Somos consagrados, pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. El consagrado —y cuando digo consagrados digo todos los que están aquí— es quien encuentra en sus heridas los signos de la Resurrección. Es quien puede ver en las heridas del mundo la fuerza de la Resurrección. Es quien, al estilo de Jesús, no va a encontrar a sus hermanos con el reproche y la condena.
4 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 94.
En Jesús, nuestras llagas son resucitadas. Nos hacen solidarios; nos ayudan a derribar los muros que nos encierran en una actitud elitista para estimularnos a tender puentes e ir a encontrarnos con tantos sedientos del mismo amor misericordioso que solo Cristo nos puede brindar. «¡Cuántas veces soñamos con planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien dibujados, propios de generales derrotados! Así negamos nuestra historia de Iglesia,
En Jesús, nuestras llagas son resucitadas. Nos hacen solidarios; nos ayudan a derribar los muros que nos encierran en una actitud elitista para estimularnos a tender puentes e ir a encontrarnos con tantos sedientos del mismo amor misericordioso que solo Cristo nos puede brindar.
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¡Qué pedagogía la de nuestro Señor! Del gesto profético de Jesús a la Iglesia profética que, lavada de su pecado, no tiene miedo de salir a servir a una humanidad herida.
5 Ibíd., 96.
6 San Alberto Hurtado, Discurso a jóvenes de la Acción Católica (1943).
que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es sudor de nuestra frente»5. Veo con cierta preocupación que existen comunidades que viven arrastradas más por la desesperación de estar en cartelera, por ocupar espacios, por aparecer y mostrarse, que por remangarse y salir a tocar la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel. Qué cuestionadora reflexión la de ese santo chileno que advertía: «Serán, pues, métodos falsos todos lo que sean impuestos por uniformidad; todos los que pretendan dirigirnos a Dios haciéndonos olvidar de nuestros hermanos; todos los que nos hagan cerrar los ojos sobre el universo, en lugar de enseñarnos a abrirlos para elevar todo al Creador de todo ser; todos los que nos hagan egoístas y nos replieguen sobre nosotros mismos»6. El Pueblo de Dios no espera ni necesita de nosotros superhéroes, espera pastores, hombres y mujeres consagrados, que sepan de compasión, que sepan tender una mano, que sepan detenerse ante el caído y, al igual que Jesús, ayuden a salir de ese círculo de «masticar» la desolación que envenena el alma.
3. Pedro transfigurado, la comunidad transfigurada 7 «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35).
Jesús invita a Pedro a discernir y así comienzan a cobrar fuerza muchos acontecimientos de la vida de Pedro, como el gesto profético del lavatorio de los pies. Pedro, el que se resistía a dejarse lavar los pies, comenzaba a comprender que la verdadera grandeza pasa por hacerse pequeño y servidor7. ¡Qué pedagogía la de nuestro Señor! Del gesto profético de Jesús a la Iglesia profética que, lavada de su pecado, no tiene miedo de salir a servir a una humanidad herida. Pedro experimentó en su carne la herida no solo del pecado, sino de sus propios límites y flaquezas. Pero descubrió en Jesús que sus heridas pueden ser camino de Resurrección. Conocer a Pedro abatido
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para conocer al Pedro transfigurado es la invitación a pasar de ser una Iglesia de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de ponerse al servicio de su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, en el enfermo… (cf. Mt 25,35). Un servicio que no se identifica con asistencialismo o paternalismo, sino con conversión de corazón. El problema no está en darle de comer al pobre, o vestir al desnudo, o acompañar al enfermo, sino en considerar que el pobre, el desnudo, el enfermo, el preso, el desalojado tienen la dignidad para sentarse en nuestras mesas, de sentirse «en casa» entre nosotros, de sentirse familia. Ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros. Es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordiada por su Señor, y convertida en profética por vocación. Renovar la profecía es renovar nuestro compromiso de no esperar un mundo ideal, una comunidad ideal, un discípulo ideal para vivir o para evangelizar, sino crear las condiciones para que cada persona abatida pueda encontrarse con Jesús. No se aman las situaciones ni las comunidades ideales, se aman las personas. El reconocimiento sincero, dolorido y orante de nuestros límites, lejos de alejarnos de nuestro Señor nos permite volver a Jesús sabiendo que «Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece… Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual»8. Qué bien nos hace a todos dejar que Jesús nos renueve el corazón.
8 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11.
Pedro experimentó en su carne la herida no solo del pecado, sino de sus propios límites y flaquezas. Pero descubrió en Jesús que sus heridas pueden ser camino de Resurrección. Conocer a Pedro abatido para conocer al Pedro transfigurado es la invitación a pasar de ser una Iglesia de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado.
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El problema no está en darle de comer al pobre, o vestir al desnudo, o acompañar al enfermo, sino en considerar que el pobre, el desnudo, el enfermo, el preso, el desalojado tienen la dignidad para sentarse en nuestras mesas, de sentirse «en casa» entre nosotros, de sentirse familia. Ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros. Es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordiada por su Señor, y convertida en profética por vocación.
Cuando comenzaba este encuentro, les decía que veníamos a renovar nuestro sí, con ganas, con pasión. Queremos renovar nuestro sí, pero realista, porque está apoyado en la mirada de Jesús. Los invito a que cuando vuelvan a casa armen en su corazón una especie de testamento espiritual, al estilo del cardenal Raúl Silva Henríquez. Esa hermosa oración que comienza diciendo: «La Iglesia que yo amo es la Santa Iglesia de todos los días… la tuya, la mía, la Santa Iglesia de todos los días... Jesucristo, el Evangelio, el pan, la eucaristía, el Cuerpo de Cristo humilde cada día. Con rostros de pobres y rostros de hombres y mujeres que cantaban, que luchaban, que sufrían. La Santa Iglesia de todos los días». Te pregunto: ¿Cómo es la Iglesia que tú amas? ¿Amas a esta Iglesia herida que encuentra vida en las llagas de Jesús? Gracias por este encuentro, gracias por la oportunidad de renovar el «sí» con ustedes. Que la Virgen del Carmen los cubra con su manto. Y por favor, no se olviden de rezar por mí.
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Tomando como texto de referencia el de Jn 21, el Papa Francisco nos llevó de la mano intentando hacerlo de la misma manera como hizo Jesús con Pedro, hace dos mil años. Quizás éramos varios de los que estábamos ahí en la Catedral que nos sentíamos como Pedro y sus compañeros, con las redes vacías … Y apareció de pronto la figura blanca del Papa, ingresando por la puerta principal de la Catedral de Santiago, caminando sonriente por el pasillo de una nave central llena de sacerdotes, seminaristas, religiosos y consagrados, hombres y mujeres … Llevábamos un buen tiempo ahí, esperando, aunque no tanto como quienes participaron en la Misa del parque O´Higgins, o el encuentro con los jóvenes en Maipú. Pero ahí estaba él, con su tono porteño, acogedor como siempre, hablándonos de forma directa, con esa capacidad tan suya de conectar. No existe la selfie vocacional, no existe … La vocación exige que la foto te la saque otro … Y creo que la sensación de cada uno
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de los que ahí estábamos era que la foto nos la sacaba en ese momento el Papa Francisco, porque nos hablaba como que nos conociera a cada uno. Alguien le había contado que a algunos sacerdotes y religiosas los habían insultado en el metro, o en otra parte, y él se hizo también solidario con eso, así como del dolor de quienes habían sido heridos, defraudados o abusados en su confianza por miembros de la vida consagrada. Este Papa provoca y convoca, tiene el don de poner en movimiento, de echar a andar esos procesos que quizás no muestren resultados de manera instantánea pero que apunta a más largo plazo, es un sembrador … Y creo que la peor de todas las tentaciones es quedarse rumiando la desolación … Nos advirtió sobre esto, como quien tiene la experiencia, que no es solo la suya personal, sino la de la Iglesia, desde que Pedro y los demás discípulos huyeron y dejaron solo a Jesús en el momento de la prueba …A menudo soñamos con las cebollas de Egipto y nos olvidamos que la tierra prometida está delante, no atrás, Que la promesa es de ayer, pero para mañana … La mirada del Papa está puesta en el mañana, pero con los pies puestos bien en la tierra de hoy, nos advirtió que no nos enredemos en la nostalgia, ni en la culpa improductiva, ni en la victimización … porque Jesús no se presenta a los suyos sin llagas; precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe … la conciencia de tener llagas nos libera, de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores … Las palabras del Papa, en cierta forma, nos exigen, pero al mismo tiempo nos liberan, porque el Pueblo de Dios no espera ni necesita de nosotros superhéroes, espera pastores, hombres y mujeres consagrados, que sepan de compasión … Así de simple, este Papa habla clarito … pero al mismo tiempo nos invita a mucho más … +BENITO RODRÍGUEZ, OSB
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Santa Misa por el progreso de los pueblos HOMILÍA DEL SANTO PADRE AERÓDROMO MAQUEHUE, TEMUCO MIÉRCOLES, 17 DE ENERO DE 2018
«Mari, Mari» (Buenos días) «Küme tünngün ta niemün» (La paz esté con ustedes) (Lc 24,36).
1 Gabriela Mistral, Elogios de la tierra de Chile.
2 Violeta Parra, Arauco tiene una pena.
Doy gracias a Dios por permitirme visitar esta linda parte de nuestro continente, la Araucanía: tierra bendecida por el Creador con la fertilidad de inmensos campos verdes, con bosques cuajados de imponentes araucarias —el quinto elogio realizado por Gabriela Mistral a esta tierra chilena—1, sus majestuosos volcanes nevados, sus lagos y ríos llenos de vida. Este paisaje nos eleva a Dios y es fácil ver su mano en cada criatura. Multitud de generaciones de hombres y mujeres han amado y aman este suelo con celosa gratitud. Y quiero detenerme y saludar de manera especial a los miembros del pueblo Mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes: rapanui (Isla de Pascua), aymara, quechua y atacameños, y tantos otros. Esta tierra, si la miramos con ojos de turistas, nos dejará extasiados, pero luego seguiremos nuestro rumbo sin más; y acordándonos de los lindos paisajes, pero si nos acercamos a su suelo, lo escucharemos cantar: «Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar»2. En este contexto de acción de gracias por esta tierra y por su gente, pero también de pena y dolor, celebramos la Eucaristía. Y lo hacemos en este aeródromo de Maquehue, en el cual tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos. Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. Y recordando estas cosas nos quedamos un instante en silencio ante tanto dolor y tanta injusticia. La entrega de Jesús en la cruz carga con todo el pecado y el dolor de nuestros pueblos, un dolor para ser redimido.
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En el Evangelio que hemos escuchado, Jesús ruega al Padre para que «todos sean uno» (Jn 17,21). En una hora crucial de su vida se detiene a pedir por la unidad. Su corazón sabe que una de las peores amenazas que golpea y golpeará a los suyos y a la humanidad toda será la división y el enfrentamiento, el avasallamiento de unos sobre otros. ¡Cuántas lágrimas derramadas! Hoy nos queremos agarrar a esta oración de Jesús, queremos entrar con Él en este huerto de dolor, también con nuestros dolores, para pedirle al Padre con Jesús: que también nosotros seamos uno; no permitas que nos gane el enfrentamiento ni la división.
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El arte de la unidad necesita y reclama auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en los «talleres» de los poblados, de los caminos, de las plazas y paisajes. No es un arte de escritorio la unidad, ni tan solo de documentos, es un arte de la escucha y del reconocimiento.
Esta unidad clamada por Jesús es un don que hay que pedir con insistencia por el bien de nuestra tierra y de sus hijos. Y es necesario estar atentos a posibles tentaciones que pueden aparecer y «contaminar desde la raíz» este don que Dios nos quiere regalar y con el que nos invita a ser auténticos protagonistas de la historia. ¿Cuáles son esas tentaciones?
1. Los falsos sinónimos Una de las principales tentaciones a enfrentar es confundir unidad con uniformidad. Jesús no le pide a su Padre que todos sean iguales, idénticos; ya que la unidad no nace ni nacerá de neutralizar o silenciar las diferencias. La unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizadora. La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformidad asfixiante que nace normalmente del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás. La unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada pueblo, cada cultura
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Esto nos introduce en el camino de la solidaridad como forma de tejer la unidad, como forma de construir la historia; esa solidaridad que nos lleva a decir: nos necesitamos desde nuestras diferencias para que esta tierra siga siendo bella. Es la única arma que tenemos contra la «deforestación» de la esperanza. Por eso pedimos: Señor, haznos artesanos de unidad.
está invitada a aportar en esta bendita tierra. La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias. Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o culturas inferiores. Un bello «chamal» requiere de tejedores que sepan el arte de armonizar los diferentes materiales y colores; que sepan darle tiempo a cada cosa y a cada etapa. Se podrá imitar industrialmente, pero todos reconoceremos que es una prenda sintéticamente compactada. El arte de la unidad necesita y reclama auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en los «talleres» de los poblados, de los caminos, de las plazas y paisajes. No es un arte de escritorio la unidad, ni tan solo de documentos, es un arte de la escucha y del reconocimiento. En eso radica su belleza y también su resistencia al paso del tiempo y de las inclemencias que tendrá que enfrentar.
3 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 246.
La unidad que nuestros pueblos necesitan reclama que nos escuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos, que no significa tan solo «recibir información sobre los demás… sino recoger lo que el Espíritu ha sembrado en ellos como un don también para nosotros»3. Esto nos introduce en el camino de la solidaridad como forma de tejer la unidad, como forma de construir la historia; esa solidaridad que nos lleva a decir: nos necesitamos desde nuestras diferencias para que esta tierra siga siendo bella. Es la única arma que tenemos contra la «deforestación» de la esperanza. Por eso pedimos: Señor, haznos artesanos de unidad. Otra tentación puede venir de la consideración de cuáles son las armas de la unidad.
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La unidad, si quiere construirse desde el reconocimiento y la solidaridad, no puede aceptar cualquier medio para lograr este fin. Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación terminan amenazándolos. En primer lugar, debemos estar atentos a la elaboración de «bellos» acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí —y necesarios—, pero que al no volverse concretos terminan «borrando con el codo, lo escrito con la mano». Esto también es violencia, ¿y por qué?, porque frustra la esperanza. En segundo lugar, es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos «no a la violencia que destruye», en ninguna de sus dos formas.
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2. Las armas de la unidad
Estas actitudes son como lava de volcán que todo arrasa, todo quema, dejando a su paso solo esterilidad y desolación. Busquemos, en cambio, y no nos cansemos de buscar el diálogo para la unidad. Por eso decimos con fuerza: Señor, haznos artesanos de unidad. Todos nosotros que, en cierta medida, somos pueblo de la tierra (Gn 2,7) estamos llamados al Buen vivir (Küme Mongen), como nos lo recuerda la sabiduría ancestral del pueblo Mapuche. ¡Cuánto camino por recorrer, cuánto camino para aprender! Küme Mongen, un anhelo hondo que brota no solo de nuestros corazones, sino que resuena como un grito, como un canto en toda la creación. Por eso, hermanos, por los hijos de esta tierra, por los hijos de sus hijos, digamos con Jesús al Padre: que también nosotros seamos uno; Señor, haznos artesanos de unidad.
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COMENTARIO En el aeropuerto de Maquehue el Papa ha recitado la primera estrofa de la canción de Violeta Parra que recuerda que «Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar». La existencia de un territorio y de una cultura históricamente expoliada debe ser inequívocamente el punto de partida de un nuevo trato con el mundo mapuche, y con los pueblos indígenas en general. El Papa ha sido un testigo viviente, sin embargo, de cómo la violencia puede torcer el propósito más justo y verdadero, como sucedió con el gran ciclo de violencia política que azotó al conjunto de América Latina hace cincuenta años. De esa experiencia desgarradora proviene la vehemencia con que el Papa ha declarado que la unidad debe siempre prevalecer por encima de la división. No se trata de eliminar la contradicción, el conflicto ni la disputa, ¿cómo podría hacerse cuando existen motivos para ello?, pero ninguna de estas cosas debe tener la última palabra. ¡Señor, haznos artesanos de unidad!, dijo el Papa en la Araucanía, retomando —sin mencionarlo esta vez— la antiquísima tradición de los Parlamentos que instauraron los misioneros jesuitas encabezados alguna vez por Luis de Valdivia y retomada hasta el día de hoy por las comisiones de diálogo en las que todavía juegan un rol principal los obispos de la zona. La otra indicación del Papa es su definición de la unidad como diversidad reconciliada. La importancia de la diversidad debe ser subrayada tanto como la causa de la justicia. La exigencia actual de respetar la diferencia cultural y evitar actitudes y programas puramente asimilacionistas no puede ser eludida de ninguna manera. Pero tampoco se trata de afirmar que solo existe Verdad en la diferencia, y que aquello que es común y compartido adolece de Verdad, puesto que no es más que el resultado de una coacción. El Papa cita el ruego de Jesús al Padre para que “todos sean uno” (Juan, 17,21) y nos recuerda que todos estamos llamados a ser uno en el Padre, aspiramos y queremos lo mismo porque el anhelo de Dios y de su salvación habita en todos. Hacia el final de su homilía el Papa indica asimismo que todos somos pueblo de la tierra citando el libro del Génesis, y podemos reconocernos en una morada primordial que es la del Küme Morgen (citado textualmente por el Papa en su expresión mapuche), el lugar donde podemos vivir bien, que habitualmente es el lugar donde hemos nacido y donde hemos conocido la experiencia originaria del Amor y de la benevolencia. Aunque algunos hayan nacido aquí y otros allá, la experiencia del amor de Dios es común para todos. Existen muchos motivos para afirmar la unidad de todos aquellos que habitamos, no obstante, en la diversidad de lenguas, etnias y culturas, y buenas razones también para conciliar las diferencias, resolver pacíficamente las disputas y reconocernos en una casa común. EDUARDO VALENZUELA CARVALLO
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Encuentro con los jóvenes DISCURSO DEL SANTO PADRE SANTUARIO NACIONAL DE MAIPÚ MIÉRCOLES, 17 DE ENERO DE 2018
Yo también, Ariel, estoy gozoso de estar con ustedes. Gracias por tus palabras de bienvenida en nombre de todos los presentes. Ciertamente estoy agradecido de compartir este tiempo con ustedes que según leí ahí: “se bajaron del sofá y se pusieron los zapatos”. ¡Gracias! Considero para mí importante encontrarnos, y caminar juntos un rato, ¡que nos ayudemos a mirar para adelante! Y creo que también para ustedes es importante. Gracias. Y me alegra que este encuentro se realice aquí, en Maipú. En esta tierra donde con un abrazo de fraternidad se fundó la historia de Chile; en este Santuario que se levanta en el cruce de los caminos del Norte y del Sur, que une la nieve y el océano, y hace que el cielo y la tierra tengan un hogar. Hogar para Chile, hogar para ustedes, queridos jóvenes, donde la Virgen del Carmen los espera y los recibe con el corazón abierto. Y así como acompañó el nacimiento de esta Nación y acompañó a tantos chilenos a lo largo de estos doscientos años, quiere seguir acompañando los sueños que Dios pone en vuestro corazón: sueños de libertad, sueños de alegría, sueños de un futuro mejor. Esas ganas, como decías vos, Ariel, de «ser protagonistas del cambio». Ser protagonistas. La Virgen del Carmen los acompaña para que sean los protagonistas del Chile que sus corazones sueñan. Y yo sé que el corazón de los jóvenes chilenos sueña, y sueña a lo grande, no solo cuando están un poco curaditos, no, siempre sueñan a lo grande, porque de estas tierras han nacido experiencias que se fueron expandiendo y multiplicando a lo largo de diversos países de nuestro continente. ¿Y quiénes las impulsaron? Jóvenes como ustedes que se animaron a vivir la aventura de la fe. Porque la fe provoca en los jóvenes sentimientos de aventura que invita a transitar por paisajes increíbles, paisajes nada fáciles, nada tranquilos… pero a ustedes les gustan las aventuras y los desafíos, excepto los que no se llegaron a bajar del sofá. ¡Bájenlos rápido!, así podemos seguir, ustedes que son
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especialistas, y les ponen los zapatos. Es más, se aburren cuando no tienen desafíos que los estimulen. Esto se ve, por ejemplo, cada vez que sucede una catástrofe natural: tienen una capacidad enorme para movilizarse, que habla de la generosidad de los corazones. Gracias. Y quise empezar por esta referencia a la Patria porque el camino hacia adelante, los sueños que tienen que ser concretados, el mirar siempre hacia el horizonte, se tienen que hacer con los pies en la tierra y se empieza con los pies en la tierra de la Patria, y si ustedes no aman a su Patria, yo no les creo que lleguen a amar a Jesús y que lleguen a amar a Dios. El amor a la Patria es un amor a la madre, la llamamos Madre Patria porque aquí nacimos, pero ella misma como toda madre nos enseña a caminar y se nos entrega para que la hagamos sobrevivir a otras generaciones. Por eso quise empezar con esta referencia de la Madre, de la Madre Patria. Si no son patriotas –no patrioteros–, patriotas, no van a hacer nada en la vida. Quieran a su tierra, chicas y chicos, quieran a su Chile, den lo mejor de ustedes por su Chile.
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Si no son patriotas —no patrioteros—, patriotas, no van a hacer nada en la vida. Quieran a su tierra, chicas y chicos, quieran a su Chile, den lo mejor de ustedes por su Chile.
En mi trabajo como obispo, pude descubrir que hay muchas, pero muchas, buenas ideas en los corazones y en las mentes de los jóvenes. Y eso es verdad, ustedes son inquietos, buscadores, idealistas. ¿Saben quién tiene problemas? El problema lo tenemos los grandes que cuando escuchamos estos ideales, estas inquietudes de los jóvenes, con cara de sabiondos decimos: “Piensa así porque es joven, ya va a madurar, o peor, ya se va a corromper”. Y eso es verdad, detrás del “ya va a madurar” contra las ilusiones y los sueños se esconde el tácito “ya se va a corromper”. ¡Cuidado con eso! Madurar es crecer y hacer crecer los sueños y hacer crecer las ilusiones, no bajar la guardia y dejarse comprar por dos “chirolas”, eso no es madurar. Así que cuando los grandes pensamos eso, no le hagan caso. Pareciera que en esta frase “ya va a madurar” de nosotros los grandes, donde parece que les tiráramos una frazada mojada encima para hacerlos callar, se escondiera que madurar es aceptar la injusticia,
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«¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Esa es la contraseña, esa es la batería para encender nuestro corazón y encender la fe y encender la chispa en los ojos que no se les vaya. Eso es ser protagonistas de la historia. Ojos chispeantes porque descubrimos que Jesús es fuente de vida y de alegría. Protagonistas de la historia, porque queremos contagiar esa chispa en tantos corazones apagados, opacos que se olvidaron de lo que es esperar; en tantos que son «fomes» y esperan que alguien los invite y los desafíe con algo que valga la pena.
es creer que nada podemos hacer, que todo siempre fue así: “¿Para qué vamos a cambiar, si siempre fue así, si siempre se hizo así?”. Eso es corrupción. Madurar, la verdadera madurez, es llevar adelante los sueños, las ilusiones de ustedes, juntos, confrontándose mutuamente, discutiendo entre ustedes, pero siempre mirando para adelante, no bajando la guardia, no vendiendo esas ilusiones y esas cosas. ¿Está claro? (Responden: ¡Sí!) Teniendo en cuenta toda esta realidad de los jóvenes es porque se va a realizar lo que…. (se interrumpe porque uno de los presentes se siente mal) esperemos un minutito que saquen a esta hermana nuestra que se descompuso y la acompañamos con una pequeña oración para que se reponga enseguida. Es por esta realidad de ustedes los jóvenes, les quería hacer el anuncio de que he convocado el Sínodo de la fe, del discernimiento en ustedes. Y además el encuentro de jóvenes, porque el Sínodo lo hacemos los obispos, pensamos sobre los jóvenes, pero ya saben, les tengo miedo a los filtros porque a veces las opiniones de los jóvenes para viajar a Roma tienen que hacer varias conexiones y esas propuestas pueden llegar muy filtradas, no por las compañías aéreas, sino por los que las transcriben; por eso antes quiero escuchar a los jóvenes y por eso se hace ese Encuentro de jóvenes, encuentro donde ustedes van a ser los protagonistas, jóvenes de todo el mundo, jóvenes católicos y jóvenes no católicos, jóvenes cristianos y de otras religiones, y jóvenes que no saben si creen o no creen, todos, para escucharlos, para escucharnos directamente, porque es importante que ustedes hablen, que no se dejen callar. A nosotros nos toca el ayudarlos a que sean coherentes con lo que dicen, eso es el trabajo que los vamos
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a ayudar, pero si ustedes no hablan, ¿cómo los vamos a ayudar? Y que hablen con valentía, y que digan lo que sienten. Entonces lo van a poder hacer en esa semana de encuentro previa al Domingo de Ramos, que vendrán delegaciones de jóvenes de todo el mundo, que nos ayudemos a que la Iglesia tenga un rostro joven. Una vez uno, hace poco, me decía: “Yo no sé si hablar de la Santa Madre Iglesia –hablaba de un lugar especial– o de la Santa Abuela Iglesia”. No, no, la Iglesia tiene que tener rostro joven, y eso ustedes tienen que dárnoslo. Pero, claro, un rostro joven es real, lleno de vida, no precisamente joven por maquillarse con cremas rejuvenecedoras. No, eso no sirve, sino joven porque desde su corazón se deja interpelar, y eso es lo que nosotros, la Santa Madre Iglesia, hoy necesita de ustedes: que nos interpelen. Después, prepárense para la respuesta, pero necesitamos que nos interpelen, la Iglesia necesita que ustedes saquen el carnet de mayores de edad, espiritualmente mayores y tengan el coraje de decirnos: “Esto me gusta, este camino me parece que es el que hay que hacer, esto no va, esto no es un puente es una muralla, etcétera”. Que nos digan lo que sienten, lo que piensan y eso lo elaboren entre ustedes en los grupos de ese encuentro y después eso irá al Sínodo, donde ciertamente habrá una representación de ustedes, pero el Sínodo lo harán los obispos con la representación de ustedes que recogerá a todos. Así que prepárense para ese encuentro y, para los que vayan a ese encuentro, darles sus ideas, sus inquietudes, lo que vayan sintiendo en el corazón. ¡Cuánto necesita de ustedes la Iglesia, y la Iglesia chilena, que nos «muevan el piso», nos ayuden a estar más cerca de Jesús! Eso es lo que les pedimos, que nos muevan el piso si estamos instalados y nos ayuden a estar más cerca de Jesús. Las preguntas de ustedes, el querer saber de ustedes, querer ser generosos son exigencias para que estemos más cerca de Jesús. Y todos estamos invitados una y otra vez a estar cerca de Jesús. Si una actividad, si un plan pastoral, si este encuentro no nos ayuda a estar más cerca de Jesús, perdimos el tiempo, perdimos una tarde, horas de preparación: que nos ayuden a estar más cerca de Jesús. Y eso se lo pedimos a quien nos puede llevar de la mano, miramos a la Madre; cada uno en su corazón le diga con las palabras, a ella que es la primera discípula, que nos ayude a estar más cerca de Jesús, desde el corazón, cada uno. Y déjenme contarles una anécdota. Charlando un día con un joven le pregunté qué es lo que lo ponía de mal humor. “¿A vos qué te pone de mal humor?” —porque el contexto se daba para hacer
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1 La Ley, Aquí.
esa pregunta. Y él me dijo: «cuando al celular se le acaba la batería o cuando pierdo la señal de internet». Le pregunté: «¿Por qué?». Me responde: «Padre, es simple, me pierdo todo lo que está pasando, me quedo fuera del mundo, como colgado. En esos momentos, salgo corriendo a buscar un cargador o una red de wifi y la contraseña para volverme a conectar». Esa respuesta me enseñó, me hizo pensar que con la fe nos puede pasar lo mismo. Todos estamos entusiastas, la fe se renueva —que un retiro, que una predicación, que un encuentro, que la visita del Papa—, la fe crece pero después de un tiempo de camino o del «embale» inicial, hay momentos en los que sin darnos cuenta comienza a bajar «nuestro ancho de banda», despacito, y aquel entusiasmo, aquel querer estar conectados con Jesús se empieza a perder, y empezamos a quedarnos sin conexión, sin batería, y entonces nos gana el mal humor, nos volvemos descreídos, tristes, sin fuerza, y todo lo empezamos a ver mal. Al quedarnos sin esta «conexión», que es la que le da vida a nuestros sueños, el corazón empieza a perder fuerza, a quedarse también sin batería y como dice esa canción: «El ruido ambiente y soledad de la ciudad nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés pretende sumergirme en él ahogando mis ideas»1. ¿Les pasó esto alguna vez? No, no, cada cual se contesta adentro, no quiero hacer pasar vergüenza a los que no les pasó. A mí me pasó. Sin conexión, sin la conexión con Jesús, sin esta conexión terminamos ahogando nuestras ideas, ahogando nuestros sueños, ahogando nuestra fe y, claro, nos llenamos de mal humor. De protagonistas —que lo somos y lo queremos ser—, podemos llegar a sentir que vale lo mismo hacer algo que no hacerlo: “¿Para qué te vas a gastar? Mirá —el joven pesimista—: Pasála bien, dejá, todas estas cosas sabemos cómo terminan, el mundo no cambia, tomálo con soda y andá para adelante”. Y quedamos desconectados de la realidad y de lo que está pasando en «el mundo». Y quedamos, sentimos que quedamos, «fuera del mundo», en “mi mundito” donde estoy tranquilo, en mi sofá, ahí. Me preocupa cuando, al perder «señal», muchos sienten que no tienen nada que aportar y quedan como perdidos: “Pará, vos tenés algo que dar” – “No mirá esto es un desastre, yo trato de estudiar, tener un título, casarme, pero basta, no quiero líos, termina todo mal”. Eso es cuando se pierde la conexión. Nunca pienses que no tienes nada que aportar o que no le haces falta a nadie: “Le haces falta a mucha gente y esto pensálo”. Cada uno de ustedes piénselo en su corazón: “Yo
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le hago falta a mucha gente”. Ese pensamiento, como le gustaba decir a Hurtado, «es el consejo del diablo» —“no le hago falta a nadie”—, que quiere hacerte sentir que no vales nada… pero para dejar las cosas como están, por eso te hace sentir que no vales nada, para que nada cambie, porque el único que puede hacer un cambio en la sociedad es el joven, uno de ustedes. Nosotros ya estamos del otro lado. (Otro joven de los presentes se desmaya) Y gracias, entre paréntesis, porque estos desmayos son un signo de lo que están sintiendo muchos de ustedes. ¿Desde qué hora están acá, me lo dicen? (Los jóvenes responden) ¡Gracias! Todos, decía, somos importantes y todos tenemos algo que aportar. Con un “cachitito” de silencio se pregunta cada uno —en serio, mírense en su corazón—: “¿Qué tengo yo para aportar en la vida?”. Y cuántos de ustedes sienten las ganas de decir: “No sé”. ¿No sabés lo que tenés para aportar? Lo tenés adentro y no lo conocés. Apuráte a encontrarlo para aportar. El mundo te necesita, la patria te necesita, la sociedad te necesita, vos tenés algo que aportar, no pierdas la conexión.
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Queremos vivir como Jesús, Él sí que hace vibrar el corazón. Hace vibrar el corazón y te pone en el camino del riesgo. Arriesgarse, correr riesgos. Queridos amigos, sean valientes, salgan «al tiro» al encuentro de sus amigos, de aquellos que no conocen o que están en un momento de dificultad.
Los jóvenes del Evangelio que escuchamos hoy querían esa «señal», buscaban esa señal que los ayudara a mantener vivo el fuego en sus corazones. Esos jóvenes, que estaban ahí con Juan Bautista, querían saber cómo cargar la batería del corazón. Andrés y el otro discípulo —que no dice el nombre, y podemos pensar que ese otro discípulo puede ser cada uno de nosotros— buscaban la contraseña para conectarse con Aquel que es «Camino, Verdad y Vida» (Jn 14,6). A ellos los guio Juan el Bautista. Y creo que ustedes tienen un gran santo que les puede hacer de guía, un santo que iba cantando con su vida: «contento, Señor, contento». Hurtado tenía una regla de oro, una regla para encender su corazón con ese fuego capaz de mantener viva la alegría. Porque Jesús es ese fuego al cual quien se acerca queda encendido.
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Y la contraseña de Hurtado para reconectar, para mantener la señal es muy simple —seguro que ninguno de ustedes trajo un teléfono, ¿no? Me gustaría que la anotaran en el teléfono, a ver si se animan, yo se las dicto—. Hurtado se pregunta —esta es la contraseña—: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Los que pueden anótenlo: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». ¿Qué haría Cristo en mi lugar, en la escuela, en la universidad, en la calle, en la casa, entre amigos, en el trabajo; frente al que le hacen bullying: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Cuando salen a bailar, cuando están haciendo deportes o van al estadio: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Esa es la contraseña, esa es la batería para encender nuestro corazón y encender la fe y encender la chispa en los ojos que no se les vaya. Eso es ser protagonistas de la historia. Ojos chispeantes porque descubrimos que Jesús es fuente de vida y de alegría. Protagonistas de la historia, porque queremos contagiar esa chispa en tantos corazones apagados, opacos que se olvidaron de lo que es esperar; en tantos que son «fomes» y esperan que alguien los invite y los desafíe con algo que valga la pena. Ser protagonistas es hacer lo que hizo Jesús. Allí donde estés, con quien te encuentres y a la hora en que te encuentres: «¿Qué haría Jesús en mi lugar?». ¿Cargaron la contraseña? (Los jóvenes responden: “Sí”). Y la única manera de no olvidarse de la contraseña es usarla; si no, no va a pasar lo que… —claro, esto es de mi época, no de la de ustedes, pero por ahí saben algo—, lo que les pasó a los tres chiflados en aquel film en que arman un asalto, un robo, una caja fuerte, todo pensado, todo, y cuando llegan se olvidaron de la contraseña, se olvidaron de la clave. Si no usan la contraseña se la van a olvidar. ¡Cárguenla en el corazón! ¿Cómo era la contraseña? (R: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?») Esa es la contraseña. ¡Repítanla, pero úsenla, úsenla! —¿Qué haría Cristo en mi lugar?—. Y hay que usarla todos los días. Llegará el momento que se la van a saber de memoria y llegará el día en que, sin darse cuenta, el corazón de cada uno de ustedes latirá como el corazón de Jesús.
2 Jn 1,38.
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No basta con escuchar alguna enseñanza religiosa o aprender una doctrina; lo que queremos es vivir como Jesús vivió: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Traducir Jesús a mi vida. Por eso los jóvenes del Evangelio le preguntan: «Señor, ¿dónde vives?»2; — lo escuchamos recién—, ¿cómo vives? ¿Yo le pregunto a Jesús? Queremos vivir como Jesús, Él sí que hace vibrar el corazón. Hace vibrar el corazón y te pone en el camino del riesgo. Arriesgarse,
Y vayan con la única promesa que tenemos: en medio del desierto, del camino, de la aventura, siempre habrá «conexión», existirá un «cargador». No estaremos solos. Siempre gozaremos de la compañía de Jesús y de su Madre y de una comunidad. Ciertamente una comunidad que no es perfecta, pero eso no significa que no tenga mucho para amar y para dar a los demás. ¿Cómo era la contraseña? (R: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?) Está bien, todavía la conservan. Queridos amigos, queridos jóvenes: «Sean ustedes —se lo pido por favor—, sean ustedes los jóvenes samaritanos que nunca abandonan a nadie tirado en el camino. En el corazón, otra pregunta: “¿Alguna vez abandoné a alguien tirado en el camino? ¿Un pariente, un amigo, amiga…?”. Sean samaritanos, nunca abandonen al hombre tirado en el camino. Sean ustedes los jóvenes cirineos que ayudan a Cristo a llevar su cruz y se comprometen con el sufrimiento de sus hermanos. Sean como Zaqueo, que transformó su enanismo espiritual en grandeza y dejó que Jesús transformara su corazón materialista en un corazón solidario. Sean como la joven Magdalena, apasionada buscadora del amor, que solo en Jesús encuentra las respuestas que necesita. Tengan el corazón de Pedro, para abandonar las redes junto al lago. Tengan el cariño de Juan, para reposar en Jesús todos sus afectos. Tengan la 3 disponibilidad de nuestra Madre, la primera discípula, para cantar con gozo y hacer su voluntad»3.
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correr riesgos. Queridos amigos, sean valientes, salgan «al tiro» al encuentro de sus amigos, de aquellos que no conocen o que están en un momento de dificultad.
Card. Raúl Silva Henríquez, Mensaje a los jóvenes (7 octubre 1979).
Queridos amigos, me gustaría quedarme más tiempo. Los que tienen teléfono agárrenlo en la mano, es un signo para no olvidarse de la contraseña. ¿Cuál era la contraseña? (R: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?) Así reconectan y no se quedan fuera de banda. Me gustaría quedarme más tiempo. Gracias por el encuentro, gracias por la alegría de ustedes. Gracias, muchas gracias y les pido por favor que no se olviden de rezar por mí.
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COMENTARIO 1 Encuentro con los peregrinos argentinos en la catedral de Río de Janeiro, 25 de julio 2013. 2 Vigilia en Copacabana, 27 de julio 2013.
Hace casi cinco años fueron alrededor de diez mil los peregrinos chilenos que conformaron la delegación que viajó a Río de Janeiro a la primera Jornada Mundial de la Juventud presidida por el Papa Francisco, encuentro donde acuñó la consigna “hagan lío”1 y llamó la atención sobre todas las realidades en que los jóvenes deben involucrarse y así ser “protagonistas de la historia”2. Desde esa primera experiencia, su estilo cercano y su mensaje directo y desafiante han sido la tónica de cada ocasión de intercambio que ha tenido con jóvenes. Este año, se estima que cuarenta y cinco mil asistentes esperaron bajo el sol el nuevo mensaje, el renovado impulso que prometía la visita de Su Santidad. El encuentro está lleno de simbolismo y de guiños locales. ¿Por qué escoger un lugar como Maipú para hablarles a los jóvenes? La respuesta la da al comienzo del discurso, al hacer énfasis en el amor a la patria: la patria es el lugar de la historia común, el hogar que nos antecedió, es la cultura que se habita y es comunidad. Sin embargo, llama la atención que, a diferencia de lo ocurrido en Paraguay 2015, México 2016 y Colombia 2017, por poner algunos ejemplos, el énfasis del mensaje no está puesto en las formas de reconstruir, sanar, perdonar o sobrellevar la realidad país, sino en el cultivo de una relación personal y profunda con Cristo, para, desde la conquista vital de la “contraseña”, renovar la propia fe y reeditar el llamado hecho en Brasil. Pareciera ser que el diagnóstico que hace el Papa de la juventud chilena en particular, destaca el mal colectivo del individualismo, de la superficialidad y la alienación; ciertamente no es casual que refiera tanto a los teléfonos y a la conexión como una necesidad. Sin duda que la consigna de “¿qué haría Cristo en mi lugar?” refiere al otro, pero lo que se lee en sus analogías es la interpelación a cultivar la espiritualidad y reencantarse con lo esencial de la fe, y así nazca desde ahí la acción que transforma el entorno. SOFÍA BRAHM / VALENTINA JENSEN
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Visita a la Pontificia Universidad Católica de Chile DISCURSO DEL SANTO PADRE MIÉRCOLES, 17 DE ENERO DE 2018
Señor Gran Canciller, cardenal Ricardo Ezzati, hermanos en el episcopado, señor Rector, Doctor Ignacio Sánchez, distinguidas autoridades universitarias, queridos profesores, funcionarios, personal de la Universidad, queridos alumnos: Estoy contento por estar junto a ustedes en esta Casa de Estudios que, en sus casi 130 años de vida, ha ofrecido un servicio inestimable al país. Agradezco al señor Rector sus palabras de bienvenida en nombre de todos y también le agradezco a usted señor Rector, el bien que hace con su “sapiencialidad” en el gobierno de la Universidad y en defender con coraje la identidad de la Universidad Católica. Muchas gracias. La historia de esta Universidad está entrelazada, en cierto modo, con la historia de Chile. Son miles los hombres y mujeres que, formándose aquí, han cumplido tareas relevantes para el desarrollo de la patria. Quisiera recordar especialmente la figura de san Alberto Hurtado, en este año que se cumplen 100 años desde que comenzó aquí sus estudios. Su vida se vuelve un claro testimonio de cómo la inteligencia, la excelencia académica y la profesionalidad en el quehacer, armonizadas con la fe, la justicia y la caridad, lejos de disminuirse, alcanzan una fuerza que es profecía capaz de abrir horizontes e iluminar el sendero, especialmente para los descartados de la sociedad, sobre todo hoy en que prima esta cultura del descarte. En este sentido, quiero retomar sus palabras, señor Rector, cuando afirmaba: «Tenemos importantes desafíos para nuestra patria, que dicen relación con la convivencia nacional y con la capacidad de avanzar en comunidad».
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1. Convivencia nacional Hablar de desafíos es asumir que hay situaciones que han llegado a un punto que exigen ser repensadas. Lo que hasta ayer podía ser un factor de unidad y cohesión, hoy está reclamando nuevas respuestas. El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista. Lo cual no significa 1 frenar el desarrollo del conocimiento, sino hacer de la Universidad un espacio privilegiado «para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro»1. Ya que «la verdadera sabiduría, [es] producto de 2 la reflexión, del diálogo y del encuentro generoso entre las personas»2.
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Quisiera recordar especialmente la figura de san Alberto Hurtado, en este año que se cumplen 100 años desde que comenzó aquí sus estudios. Su vida se vuelve un claro testimonio de cómo la inteligencia, la excelencia académica y la profesionalidad en el quehacer, armonizadas con la fe, la justicia y la caridad, lejos de disminuirse, alcanzan una fuerza que es profecía capaz de abrir horizontes e iluminar el sendero, especialmente para los descartados de la sociedad, sobre todo hoy en que prima esta cultura del descarte.
Discurso a la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica (9 febrero 2017). Carta enc. Laudato si’, 47.
La convivencia nacional es posible —entre otras cosas— en la medida en que generemos procesos educativos también transformadores, inclusivos y de convivencia. Educar para la convivencia no es solamente adjuntar valores a la labor educativa, sino generar una dinámica de convivencia dentro del propio sistema educativo. No es tanto una cuestión de contenidos sino de enseñar a pensar y a razonar de manera integradora. Lo que los clásicos solían llamar con el nombre de forma mentis. Y para lograr esto es necesario desarrollar una alfabetización integradora que sepa acompasar los procesos de transformación que se están produciendo en el seno de nuestras sociedades. Tal proceso de alfabetización exige trabajar de manera simultánea la integración de los diversos lenguajes que nos constituyen como personas. Es decir, una educación —alfabetización— que integre y
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Urge generar espacios donde la fragmentación no sea el esquema dominante, incluso del pensamiento; para ello es necesario enseñar a pensar lo que se siente y se hace; a sentir lo que se piensa y se hace; a hacer lo que se piensa y se siente. Un dinamismo de capacidades al servicio de la persona y de la sociedad.
armonice el intelecto, los afectos y las manos— es decir, la cabeza, el corazón y la acción. Esto brindará y posibilitará a los estudiantes crecer no sólo armoniosos a nivel personal sino, simultáneamente, a nivel social. Urge generar espacios donde la fragmentación no sea el esquema dominante, incluso del pensamiento; para ello es necesario enseñar a pensar lo que se siente y se hace; a sentir lo que se piensa y se hace; a hacer lo que se piensa y se siente. Un dinamismo de capacidades al servicio de la persona y de la sociedad.
3 Cf. Zygmunt Bauman, Modernidad líquida (1999). 4 Cf. Gilles Lipovetsky, De la ligereza (2016).
La alfabetización, basada en la integración de los distintos lenguajes que nos conforman, irá implicando a los estudiantes en su propio proceso educativo; proceso de cara a los desafíos que el mundo próximo les va a presentar. El «divorcio» de los saberes y de los lenguajes, el analfabetismo sobre cómo integrar las distintas dimensiones de la vida, lo único que consigue es fragmentación y ruptura social. En esta sociedad líquida3 o ligera4, como la han querido denominar algunos pensadores, van desapareciendo los puntos de referencia desde donde las personas pueden construirse individual y socialmente. Pareciera que hoy en día la «nube» es el nuevo punto de encuentro, que está marcado por la falta de estabilidad ya que todo se volatiliza y por lo tanto pierde consistencia. Y tal falta de consistencia podría ser una de las razones de la pérdida de conciencia del espacio público. Un espacio que exige un mínimo de trascendencia sobre los intereses privados —vivir más y mejor— para construir sobre cimientos que revelen esa dimensión tan importante de nuestra vida como es el «nosotros». Sin esa conciencia, pero especialmente sin ese sentimiento y, por lo tanto, sin esa experiencia, es y será muy difícil construir la nación, y entonces parecería que lo único importante y válido es aquello que pertenece al individuo, y todo lo que queda fuera de esa jurisdicción se vuelve obsoleto. Una cultura así ha perdido la memoria, ha perdido los
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La Universidad, en este sentido, tiene el desafío de generar nuevas dinámicas al interno de su propio claustro, que superen toda fragmentación del saber y estimulen a una verdadera universitas.
2. Avanzar en comunidad De ahí, el segundo elemento tan importante para esta casa de estudios: la capacidad de avanzar en comunidad.
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ligamentos que sostienen y posibilitan la vida. Sin el «nosotros» de un pueblo, de una familia, de una nación y, al mismo tiempo, sin el nosotros del futuro, de los hijos y del mañana; sin el nosotros de una ciudad que «me» trascienda y sea más rica que los intereses individuales, la vida será no solo cada vez más fracturada sino más conflictiva y violenta.
He sabido con alegría del esfuerzo evangelizador y de la vitalidad alegre de su Pastoral Universitaria, signo de una Iglesia joven, viva y «en salida». Las misiones que realizan todos los años en diversos puntos del País son un punto fuerte y muy enriquecedor. En estas instancias, ustedes logran alargar el horizonte de sus miradas y entran en contacto con diversas situaciones que, más allá del acontecimiento puntual, los dejan movilizados. El «misionero», en el sentido etimológico de la palabra, nunca vuelve igual de la misión; experimenta el paso de Dios en el encuentro con tantos rostros o que no conocían o que no le eran cotidianos, o que le eran lejanos. Esas experiencias no pueden quedar aisladas del acontecer universitario. Los métodos clásicos de investigación experimentan ciertos límites, más cuando se trata de una cultura como la nuestra que estimula la participación directa e instantánea de los sujetos. La cultura actual exige nuevas formas capaces de incluir a todos los actores que conforman el hecho social y, por lo tanto, educativo. De ahí la importancia de ampliar el concepto de comunidad educativa. Esta comunidad está desafiada a no quedarse aislada de los modos de conocer; así como tampoco a construir conocimiento al margen de los destinatarios de los mismos. Es necesario que la adquisición de conocimiento sepa generar una interacción entre el aula y la sabiduría de los pueblos que conforman esta bendecida tierra. Una sabiduría cargada de intuiciones, de «olfato», que no se puede obviar a la hora de pensar Chile. Así se producirá esa sinergia tan enriquecedora entre rigor científico e intuición
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Esta comunidad está desafiada a no quedarse aislada de los modos de conocer; así como tampoco a construir conocimiento al margen de los destinatarios de los mismos. Es necesario que la adquisición de conocimiento sepa generar una interacción entre el aula y la sabiduría de los pueblos que conforman esta bendecida tierra. Una sabiduría cargada de intuiciones, de «olfato», que no se puede obviar a la hora de pensar Chile.
5 Carta enc. Laudato si’, 146.
popular. La estrecha interacción entre ambos impide el divorcio entre la razón y la acción, entre el pensar y el sentir, entre el conocer y el vivir, entre la profesión y el servicio. El conocimiento siempre debe sentirse al servicio de la vida y confrontarse con ella para poder seguir progresando. De ahí que la comunidad educativa no puede reducirse a aulas y bibliotecas, sino que debe avanzar continuamente a la participación. Tal diálogo solo se puede realizar desde una episteme capaz de asumir una lógica plural, es decir, que asuma la interdisciplinariedad e interdependencia del saber. «En este sentido, es indispensable prestar atención a los pueblos originarios con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios»5. La comunidad educativa guarda en sí un sinfín de posibilidades y potencialidades cuando se deja enriquecer e interpelar por todos los actores que configuran el hecho educativo. Esto exige un mayor esfuerzo en la calidad y en la integración, pues el servicio universitario ha de apuntar siempre a ser de calidad y de excelencia, puestas al servicio de la convivencia nacional. Podríamos decir que la Universidad se vuelve un laboratorio para el futuro del país, ya que logra incorporar en su seno la vida y el caminar del pueblo superando toda lógica antagónica y elitista del saber.
6 Cf. Gershom Scholem, La mystique juive, París (1985), 86
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Cuenta una antigua tradición cabalística que el origen del mal se encuentra en la escisión producida por el ser humano al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. De esta forma, el conocimiento adquirió un primado sobre la creación, sometiéndola a sus esquemas y deseos6. La tentación latente en todo ámbito académico será la de reducir la Creación a unos esquemas interpretativos, privándola
Hoy resulta profética la misión que tienen entre manos. Ustedes son interpelados para generar procesos que iluminen la cultura actual, proponiendo un renovado humanismo que evite caer en reduccionismos de cualquier tipo. Esta profecía que se nos pide, impulsa a buscar espacios recurrentes de diálogo más que de confrontación; espacios de encuentro más que división; caminos de amistosa discrepancia, porque se difiere con respeto entre personas que caminan en la búsqueda honesta de avanzar en comunidad hacia una renovada convivencia nacional.
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del Misterio propio que ha movido a generaciones enteras a buscar lo justo, bueno, bello y verdadero. Y cuando el profesor, por su sapiencialidad, se convierte en «maestro», entonces sí es capaz de despertar la capacidad de asombro en nuestros estudiantes. ¡Asombro ante un mundo y un universo a descubrir!
Y si lo piden, no dudo que el Espíritu Santo guiará sus pasos para que esta Casa siga fructificando por el bien del Pueblo de Chile y para la Gloria de Dios. Les agradezco nuevamente este encuentro, y por favor les pido que no se olviden de rezar por mí.
COMENTARIO El hermoso discurso pronunciado por Papa Francisco en la Pontificia Universidad Católica de Chile fue rico en carga profética y tuvo como destinatarios a una importante Universidad inserta en una comunidad nacional, y a una comunidad nacional ricamente representada en las más de tres mil personas que se congregaron para escucharlo en los espacios de esa Universidad. La alocución habría de referirse a la convivencia nacional y a la comunidad como temas centrales. Con característica parresía el Papa fijó su atención de entrada en el tema de la identidad de la Universidad Católica. En una sociedad pluralista el aporte a la convivencia y a la comunidad nacional no puede provenir de una declinación en la identidad y fin en que se funda una Universidad Católica; su aporte esencial provendrá en cambio de ser ella misma. Modelo de esa identidad en el ser —cuyos prototipos podrían muchos discutir infinitamente—Francisco trae a la memoria el ejemplo de un “padre de la patria”, alumno de ella que hace 100 años comenzaba aquí sus estudios y que luego, salido de sus aulas, tanto tendría
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que ver con afianzar, a través de su servicio a la Facultad de Teología, la identidad católica de la misma: San Alberto Hurtado. La figura de Hurtado le da pie al Papa —recordando su ejemplar armonización de la fe, la justicia y la caridad— para mostrarlo como modelo frente a la cultura del descarte hoy predominante, advertencia fuerte y conocida de su magisterio social. La cuestión de la identidad y del servicio que desde ella ha de prestar la Universidad a la comunidad no queda así en una abstracción doctrinal. El sentido de actualidad obliga a la constatación de que vivimos en un contexto “líquido”, en que “todo se volatiliza y por lo tanto pierde consistencia”, donde desaparece la “conciencia del espacio público”, y se desvanecen las tradiciones y referencias “desde donde las personas pueden construirse individual y socialmente”. La Universidad, educadora puertas adentro y puertas afuera, está en este marco obligada a repensar situaciones, sin ingenuidad —porque lo que sucede es grave— sin tampoco ceder como antaño a las utopías, ni menos sumergirse en el voluntarismo de moda. La dinámica fragmentadora (la palabra fragmentación es una de las más reiteradas en el discurso) —con sus peligros de fractura y violencia— exige desarrollar una verdadera “alfabetización integradora” que llegue a conformar lo que se llamó antes una forma mentis, tan propia de la misión universitaria. Y dicho desafío tiene al frente dos caminos de realización. Una verdadera universitas en el claustro en cuanto supere el “divorcio de los saberes” y los lenguajes, y una ampliación del concepto de “comunidad educativa” que haga efectivamente de la universidad un laboratorio para el país. En resumen, un renovado humanismo del que pueda nutrirse el bien común y construya nación requiere recuperar la memoria de los ligámenes perdidos. La inmensa misión que, por todo lo anterior, corresponde cumplir a la Universidad, pasa por superar la vieja tentación constructivista que la desarraigaría del Misterio de la creación, aquel “que ha movido a generaciones enteras a buscar lo justo, lo bueno, lo bello y lo verdadero”. Como sus antecesores, puede decirse que Francisco ve a la Universidad de forma cercana al legado de John Henry Newman. JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
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Santa misa de la Virgen del Carmen y oración por Chile HOMILÍA DEL SANTO PADRE CAMPUS LOBITO (IQUIQUE) JUEVES, 18 DE ENERO DE 2018
«Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en la ciudad de Caná de Galilea» (Jn 2,11). Así termina el Evangelio que hemos escuchado, y que nos muestra la aparición pública de Jesús: nada más y nada menos que en una fiesta. No podría ser de otra forma, ya que el Evangelio es una constante invitación a la alegría. Desde el inicio el Ángel le dice a María: «Alégrate» (Lc 1,28). Alégrense, les dijo a los pastores; alégrate, le dijo a Isabel, mujer anciana y estéril...; alégrate, le hizo sentir Jesús al ladrón, porque hoy estarás conmigo en el paraíso (cf. Lc 23,43). El mensaje del Evangelio es fuente de gozo: «Les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes, y esa alegría sea plena» (Jn 15,11). Una alegría que se contagia de generación en generación y de la cual somos herederos. Porque somos cristianos.
1 Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 48.
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¡Cómo saben ustedes de esto, queridos hermanos del norte chileno! ¡Cómo saben vivir la fe y la vida en clima de fiesta! Vengo como peregrino a celebrar con ustedes esta manera hermosa de vivir la fe. Sus fiestas patronales, sus bailes religiosos —que se prolongan hasta por una semana—, su música, sus vestidos hacen de esta zona un santuario de piedad y espiritualidad popular. Porque no es una fiesta que queda encerrada dentro del templo, sino que ustedes logran vestir a todo el poblado de fiesta. Ustedes saben celebrar cantando y danzando «la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante de Dios. Así llegan a engendrar actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción»1. Cobran vida
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las palabras del profeta Isaías: «Entonces el desierto será un vergel y el vergel parecerá un bosque» (32,15). Esta tierra, abrazada por el desierto más seco del mundo, logra vestirse de fiesta.
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Esta tierra es tierra de sueños, pero busquemos que siga siendo también tierra de hospitalidad. Hospitalidad festiva, porque sabemos bien que no hay alegría cristiana cuando se cierran puertas; no hay alegría cristiana cuando se les hace sentir a los demás que sobran o que entre nosotros no tienen lugar.
En este clima de fiesta, el Evangelio nos presenta la acción de María para que la alegría prevalezca. Ella está atenta a todo lo que pasa a su alrededor y, como buena Madre, no se queda quieta y así logra darse cuenta de que en la fiesta, en la alegría compartida, algo estaba pasando: había algo que estaba por «aguar» la fiesta. Y acercándose a su Hijo, las únicas palabras que le escuchamos decir son: «no tienen vino» (Jn 2,3). Y así María anda por nuestros poblados, calles, plazas, casas, hospitales. María es la Virgen de la Tirana; la Virgen Ayquina en Calama; la Virgen de las Peñas en Arica, que anda por todos nuestros entuertos familiares, esos que parecen ahogarnos el corazón para acercarse al oído de Jesús y decirle: mira, «no tienen vino». Y luego no se queda callada, se acerca a los que servían en la fiesta y les dice: «Hagan todo lo que Él les diga» (Jn 2,5). María, mujer de pocas palabras, pero bien concretas, también se acerca a cada uno de nosotros a decirnos tan solo: «Hagan lo que Él les diga». Y de este modo se desata el primer milagro de Jesús: hacer sentir a sus amigos que ellos también son parte del milagro. Porque Cristo «vino a este mundo no para hacer una obra solo, sino con nosotros —el milagro lo hace con nosotros—, con todos nosotros, para ser la cabeza de un cuerpo cuyas células vivas somos nosotros, libres y activas»2. Así hace el milagro Jesús con nosotros.
2 San Alberto Hurtado, Meditación Semana Santa para jóvenes (1946).
El milagro comienza cuando los servidores acercan los barriles con agua que estaban destinados a la purificación. Así también cada uno
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Como María en Caná, busquemos aprender a estar atentos en nuestras plazas y poblados, y reconocer a aquellos que tienen la vida «aguada»; que han perdido —o les han robado— las razones para celebrar: los tristes de corazón.
de nosotros puede comenzar el milagro, es más, cada uno de nosotros está invitado a ser parte del milagro para otros. Hermanos, Iquique es tierra de sueños —eso significa el nombre en aymara—; tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas. Gente que ha tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas con miedo e incertidumbre por lo que vendrá. Iquique es una zona de inmigrantes que nos recuerda la grandeza de hombres y mujeres; de familias enteras que, ante la adversidad, no se dan por vencidas y se abren paso buscando vida. Ellos —especialmente los que tienen que dejar su tierra porque no encuentran lo mínimo necesario para vivir— son imagen de la Sagrada Familia que tuvo que atravesar desiertos para poder seguir con vida. Esta tierra es tierra de sueños, pero busquemos que siga siendo también tierra de hospitalidad. Hospitalidad festiva, porque sabemos bien que no hay alegría cristiana cuando se cierran puertas; no hay alegría cristiana cuando se les hace sentir a los demás que sobran o que entre nosotros no tienen lugar (cf. Lc 16,19-31). Como María en Caná, busquemos aprender a estar atentos en nuestras plazas y poblados, y reconocer a aquellos que tienen la vida «aguada»; que han perdido —o les han robado— las razones para celebrar: los tristes de corazón. Y no tengamos miedo de alzar nuestras voces para decir: «no tienen vino». El clamor del pueblo de Dios, el clamor del pobre, que tiene forma de oración y ensancha el corazón y nos enseña a estar atentos. Estemos atentos a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos migrantes porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en «regla». Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias. Y como María digamos: no tienen vino, Señor.
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Y después dejemos a Jesús que termine el milagro, transformando nuestras comunidades y nuestros corazones en signo vivo de su presencia, que es alegre y festiva porque hemos experimentado que Dios-está-con-nosotros, porque hemos aprendido a hospedarlo en medio de nuestro corazón. Alegría y fiesta contagiosa que nos lleva a no dejar a nadie fuera del anuncio de esta Buena Nueva; y a transmitirle todo lo que hay de nuestra cultura originaria, para enriquecerlo también con lo nuestro, con nuestras tradiciones, con nuestra sabiduría ancestral, para que el que viene encuentre sabiduría y dé sabiduría. Eso es fiesta. Eso es agua convertida en vino. Eso es el milagro que hace Jesús.
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Como los servidores de la fiesta, aportemos lo que tengamos, por poco que parezca. Al igual que ellos, no tengamos miedo a «dar una mano», y que nuestra solidaridad y nuestro compromiso con la justicia sean parte del baile o la canción que podamos entonarle a nuestro Señor. Aprovechemos también a aprender y a dejarnos impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo. Sin cerrarnos a esas «tinajas» llenas de sabiduría e historia que traen quienes siguen arribando a estas tierras. No nos privemos de todo lo bueno que tienen para aportar.
Que María, bajo las distintas advocaciones de esta bendecida tierra del norte, siga susurrando al oído de su Hijo Jesús: «no tienen vino», y en nosotros sigan haciéndose carne sus palabras: «hagan todo lo que Él les diga».
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COMENTARIO Francisco le dio una vuelta de tuerca al lenguaje de la Iglesia, sin que sea una ruptura en la continuidad del magisterio papal. En primer lugar, está el rescate de la fiesta y de la alegría en su lectura especial del Nuevo Testamento, acentuando una línea que siempre ha existido pero que debe ser resaltada ante los desafíos del presente: el valor de lo festivo como parte constitutiva de la vida cristiana. La Iglesia en su larga historia supo siempre integrar elementos que veía como legítimos de las tradiciones paganas, y la fiesta, las tradiciones y la magia local —en el sentido del espíritu de un lugar— eran integradas a la vida espiritual y fundidas con la totalidad de la experiencia sagrada, o acompañando a esta última. En Iquique al incorporar en su mensaje la celebración de la fiesta —algo que siempre es único y de ahí su gracia, aunque se repita innumerables veces—, Francisco también asumió las tradiciones precolombinas y las del mundo mestizocriollo dentro de la cultura del catolicismo chileno y en potencia latinoamericano. En realidad se trata de una fusión donde no hay una clara separación en los diversos públicos en Chile. Siempre ha habido un debate entre los católicos acerca de si se deben poner límites más severos al carácter no ya de los rastros paganos —sacralizados en la fe—, sino que a su carácter mundano, puramente secular, y a los elementos orgiásticos que la habitan. Será siempre un equilibrio precario. El Papa hizo un llamado a acentuar una alegría en la que como punto de fuga habite la experiencia religiosa y la caridad cristiana. En una segunda parte, Francisco se refirió a lo que era más esperado, la acogida al inmigrante. Se trató de esa “tierra de ensueño” a la que aludió por Iquique, por lo mismo que en el Norte Grande es donde más se ha experimentado el impacto de la inmigración. El llamado es directo, simple y afectuoso: aprender a hospedar a este inmigrante —que no busca simplemente mejores horizontes, sino que huye de la destrucción de su país— siguiendo los criterios evangélicos. Me atrevo a agregar que Jesús solicita a sus emisarios que llevan su Palabra que “(en) la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella” (Lucas, 10, 8), lo que suponía la disposición a recibirlos. Existen deberes y derechos mutuos en esta relación. JOAQUÍN FERMANDOIS
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SALUDO FINAL Al terminar esta celebración, quiero agradecer a Mons. Guillermo Vera Soto, Obispo de Iquique, las amables palabras que me ha dirigido en nombre de sus hermanos obispos y de todo el pueblo de Dios. Esto tiene algo de despedida. Agradezco, una vez más, a la señora Presidenta Michelle Bachelet su invitación a visitar el país. Doy gracias de manera especial a todos los que han hecho posible esta visita; a las autoridades civiles y, en ellos, a cada funcionario que con profesionalidad ayudaron a que todos pudiéramos disfrutar de este tiempo de encuentro. Gracias también por el trabajo abnegado y silencioso de miles de voluntarios. Más de veinte mil. Sin su empeño y colaboración hubiesen faltado las tinajas con agua para que el Señor hiciera posible el milagro del vino de la alegría. Gracias, a los que de muchas formas y maneras acompañaron este peregrinar especialmente con la oración. Sé del sacrificio que han tenido que realizar para participar en nuestras celebraciones y encuentros. Lo valoro y lo agradezco de corazón. Gracias a los miembros de la comisión organizadora. Todos han trabajado, muchas gracias. Y ahora sigo mi peregrinación hacia Perú. Pueblo amigo y hermano de esta Patria Grande que estamos invitados a cuidar y a defender. Una Patria que encuentra su belleza en el rostro pluriforme de sus pueblos. Queridos hermanos, en cada Eucaristía decimos: «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad». Qué más puedo desearles que terminar mi visita diciéndole al Señor: mira la fe de este pueblo, y regálales unidad y paz. Muchas gracias y pido que no se olviden de rezar por mí. Y quiero agradecer la presencia de tantos peregrinos de los pueblos hermanos, de Bolivia, Perú, y no se pongan celosos, especialmente de los argentinos, porque Argentina es mi patria. Gracias a mis hermanos argentinos que me acompañaron en Santiago, en Temuco y acá en Iquique. Muchas gracias.
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Tras la visita a Chile y Perú AUDIENCIA GENERAL PLAZA DE SAN PEDRO MIÉRCOLES, 24 DE ENERO DE 2018
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Esta audiencia se hace en dos lugares unidos: vosotros, aquí en la plaza, y un grupo de niños un poco enfermos, que están en el aula. Ellos os verán a vosotros y vosotros los veréis a ellos: y así estamos unidos. Saludamos a los niños que están en el Aula: pero era mejor que no pasaran mucho frío, y por eso están allí. Volví hace dos días del viaje apostólico en Chile y Perú. ¡Un aplauso a Chile y Perú! Dos pueblos buenos, buenos... Doy gracias al Señor porque todo fue bien: he podido ver al Pueblo de Dios en camino en esas tierras —también los que no están en camino, están un poco parados... pero es buena gente— y alentar el desarrollo social de esos países. Renuevo mi gratitud a las autoridades civiles y a los hermanos obispos, que me han acogido con tanta atención y generosidad; como también a todos los colaboradores y los voluntarios. Pensad que en cada uno de los dos países había más de 20 mil voluntarios: más de 20 mil en Chile, 20 mil en Perú. Gente buena: la mayoría jóvenes. Mi llegada a Chile estuvo precedida de diferentes manifestaciones de protesta, por varios motivos, como vosotros habéis leído
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Volví hace dos días del viaje apostólico en Chile y Perú. ¡Un aplauso a Chile y Perú! Dos pueblos buenos, buenos... Doy gracias al Señor porque todo fue bien: he podido ver al Pueblo de Dios en camino en esas tierras —también los que no están en camino, están un poco parados... pero es buena gente— y alentar el desarrollo social de esos países.
en los periódicos. Y esto hizo todavía más actual y vivo el lema de mi visita: «Mi paz os doy». Son las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos, que repetimos en cada misa: el don de la paz, que solo Jesús muerto y resucitado puede dar a quien se encomienda a Él. No solo cada uno de nosotros necesita paz, también el mundo, hoy, en esta tercera guerra mundial a pedazos... Por favor, ¡recemos por la paz! En el encuentro con las autoridades políticas y civiles del país animé el camino de la democracia chilena, como espacio de encuentro solidario y capaz de incluir las diversidades; para este fin indiqué como método la vía de la escucha: en particular la escucha a los pobres, los jóvenes y los ancianos, los inmigrantes, y también la escucha a la tierra. En la primera eucaristía, celebrada por la paz y la justicia, resonaron las bienaventuranzas, especialmente «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5, 9). Una bienaventuranza para testimoniar con el estilo de la proximidad, de la cercanía, del compartir, reforzando así, con la gracia de Cristo, el tejido de la comunidad eclesial y de toda la sociedad. En este estilo de proximidad cuentan más los gestos que las palabras, y un gesto importante que pude realizar fue visitar la cárcel femenina de Santiago: los rostros de esas mujeres, muchas de las cuales jóvenes madres, con sus hijos pequeños en brazos, expresaban a pesar de todo mucha esperanza. Las animé a exigir, a sí mismas y a las instituciones, un serio camino de preparación a la reinserción, como horizonte que da sentido a la pena cotidiana. Nosotros no podemos pensar en una cárcel, cualquier cárcel, sin esta dimensión de la reinserción, porque si no está esta esperanza de la reinserción social, la cárcel es una tortura infinita. Sin embargo, cuando se trabaja para reinsertar —también los condenados a
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cadena perpetua pueden reinsertarse— mediante el trabajo de la cárcel a la sociedad, se abre un diálogo. Pero una cárcel siempre debe tener esta dimensión de la reinserción, siempre. Con los sacerdotes y los consagrados y con los obispos de Chile viví dos encuentros muy intensos, hechos todavía más fecundos por el sufrimiento compartido por algunas heridas que afligen a la Iglesia en ese país. En particular, confirmé a mis hermanos en el rechazo de todo compromiso con los abusos sexuales a menores, y al mismo tiempo en la confianza en Dios, que a través de esta dura prueba purifica y renueva a sus ministros. Las otras dos misas en Chile fueron celebradas una en el sur y otra en el norte. La del sur, en Araucanía, tierra donde habitan los indios Mapuche, transformó en alegría los dramas y las fatigas de este pueblo, lanzando un llamamiento por una paz que sea armonía de las diferencias y por el rechazo de toda violencia. La del norte, en Iquique, entre océano y desierto, fue un himno al encuentro entre los pueblos, que se expresa de forma singular en la religiosidad popular. Los encuentros con los jóvenes y con la Universidad Católica de Chile respondieron al desafío crucial de ofrecer un sentido grande a la vida de las nuevas generaciones. A los jóvenes dejé una palabra programática de san Alberto Hurtado: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?». Y en la Universidad propuse un modelo de formación integral, que traduce la identidad católica en capacidad de participar en la construcción de sociedades unidas y plurales, donde los conflictos no son ocultados, sino gestionados en el diálogo. Siempre hay conflictos: también en casa; siempre hay. Pero tratar mal los conflictos es todavía peor. No es necesario esconder los conflictos debajo de la cama: los conflictos que salen a la luz, se afrontan y se resuelven con el diálogo. Pensad vosotros en los pequeños conflictos que tenéis
La misa del sur, en Araucanía, tierra donde habitan los indios Mapuche, transformó en alegría los dramas y las fatigas de este pueblo, lanzando un llamamiento por una paz que sea armonía de las diferencias y por el rechazo de toda violencia.
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Los encuentros con los jóvenes y con la Universidad Católica de Chile respondieron al desafío crucial de ofrecer un sentido grande a la vida de las nuevas generaciones. A los jóvenes dejé una palabra programática de san Alberto Hurtado: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?».
seguramente en vuestra casa: no es necesario esconderlos sino afrontarlos. Buscar el momento y se habla: el conflicto se resuelve así, con el diálogo. En Perú el lema de la visita fue: «Unidos por la esperanza». Unidos no en una uniformidad estéril, todos iguales: sino en toda la riqueza de las diferencias que heredamos de la historia y de la cultura. Lo testimonió de forma emblemática el encuentro con los pueblos de la Amazonia peruana, que dio inicio también al itinerario del Sínodo Panamazónico convocado para octubre de 2019, como también lo testimoniaron los momentos vividos con la población de Puerto Maldonado y con los niños de la Casa de acogida «El Principito». Juntos dijimos «no» a la colonización económica y a la colonización ideológica. Hablando a las autoridades políticas y civiles de Perú, aprecié el patrimonio ambiental, cultural y espiritual de ese país, y enfoqué las dos realidades que más gravemente lo amenazan: la degradación ecológico-social y la corrupción. No sé si vosotros habéis escuchado aquí hablar de corrupción... no lo sé... No solo por allí hay: ¡también aquí es más peligrosa que la gripe! Se mezcla y arruina los corazones. La corrupción arruina los corazones. Por favor, no a la corrupción. Y remarqué que nadie está exento de responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso para contrarrestarlas es de todos. La primera misa pública en Perú la celebré en la orilla del océano, en la ciudad de Trujillo, donde el temporal llamado «Niño costero» el año pasado golpeó duramente a la población. Por eso los animé a reaccionar a este, pero también a otros temporales como la maldad, la falta de educación, de trabajo y de alojamiento seguro. En Trujillo me reuní con los sacerdotes y los consagrados del norte de Perú, compartiendo con ellos la alegría de la llamada y de la misión, y la responsabilidad de la comunión en la Iglesia.
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En la Universidad propuse un modelo de formación integral, que traduce la identidad católica en capacidad de participar en la construcción de sociedades unidas y plurales, donde los conflictos no son ocultados, sino gestionados en el diálogo.
Los exhorté a ser ricos de memoria y fieles a sus raíces. Y entre estas raíces está la devoción popular a la Virgen María. También en Trujillo tuvo lugar la celebración mariana, en la que coroné a la Virgen de la Puerta, proclamándola «Madre de la Misericordia y de la Esperanza». La jornada final del viaje, el domingo pasado, transcurrió en Lima, con un fuerte acento espiritual y eclesial. En el Santuario más célebre de Perú, en el que se venera la pintura de la Crucifixión llamado «Señor de los Milagros», me reuní con unas 500 religiosas de clausura, de vida contemplativa: un verdadero «pulmón» de fe y de oración para la Iglesia y para toda la sociedad. En la catedral realicé un acto de oración especial para la intercesión de los santos peruanos, al que siguió el encuentro con los obispos del país, a los cuales propuse la figura ejemplar de san Toribio de Mogrovejo. También a los jóvenes peruanos indiqué los santos como hombres y mujeres que no han perdido tiempo en «maquillar» la propia imagen, sino que han seguido a Cristo, que les ha mirado con esperanza. Como siempre, la palabra de Jesús da sentido pleno a todo, y así también el Evangelio de la última celebración eucarística resumió el mensaje de Dios a su pueblo en Chile y en Perú: «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Marcos 1, 15). Así —parecía decir el Señor— recibiréis la paz que yo os doy y estaréis unidos en mi esperanza. Esto es más o menos el resumen de este viaje. Recemos por estas dos naciones hermanas, Chile y Perú, para que el Señor las bendiga.
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PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 86 DE REVISTA HUMANITAS
En la bienvenida al Papa Francisco La presentación del número 86 de revista Humanitas (octubre-diciembre 2017) se planteó como un acto de bienvenida a la visita apostólica del Santo Padre a Chile. El reconocimiento y la reflexión que se propuso en la línea de contenido, tuvo un amplio eco convocando a un público diverso compuesto por autoridades académicas y eclesiásticas, e interesados de múltiple procedencia, quienes asistieron a las ponencias del rector, Ignacio Sánchez; del decano de Ciencias Sociales, Eduardo Valenzuela; y del director de revista Humanitas, Jaime Antúnez. El acto tuvo lugar en el Salón de Honor de la Universidad Católica el lunes 8 de enero de 2018. A continuación presentamos las palabras de los tres expositores.
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Ignacio Sánchez Díaz, rector. Eduardo Valenzuela Carvallo, decano Facultad de Ciencias Sociales. Jaime Antúnez Aldunate, director revista Humanitas. Salón de honor Casa Central UC.
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Fuente de luz y de
evangelización de la cultura
Palabras del Rector
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uisiera iniciar estas breves palabras con un saludo pleno de satisfacción por este número especial de la revista Humanitas dedicada a la visita del Papa Francisco a nuestro país y nuestra Universidad. Esta visita constituye un motivo de regocijo y una fuente de esperanza para todos nosotros. Se trata de un viaje evangelizador del sucesor de Pedro que, sin duda, traerá un potente llamado al cambio y a la conversión personal. Por otra parte, la venida de Francisco significará una invitación a reflexionar y poner en práctica una nueva forma de analizar la cultura y la convivencia nacional para los próximos años de nuestro desarrollo como sociedad, una nueva forma que nos permitirá avanzar hacia una relación más humana que esté centrada en los valores del respeto, de una mayor justicia y equidad y, de manera especial, con la mira puesta en la promoción de la dignidad humana.
PRESENTACIÓN REVISTA HUMANITAS 86
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
La venida de Francisco significará una invitación a reflexionar y poner en práctica una nueva forma de analizar la cultura y la convivencia nacional para los próximos años de nuestro desarrollo como sociedad.
Por ello, estamos seguros de que la visita papal traerá una gran alegría a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que desean recibirlo con el corazón lleno de esperanza. En las actividades preparatorias para esta visita hemos recordado que hace algo más de 30 años nuestra Universidad dio la bienvenida al Papa Juan Pablo II al encuentro que sostuvo en la Casa Central con los constructores de la sociedad. En esa oportunidad se congregaron rectores de universidades,
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académicos, científicos, intelectuales, políticos, estudiantes, hombres y mujeres de servicio público, de las comunicaciones y de las distintas profesiones, en torno a una reflexión sobre la misión y las responsabilidades del mundo de la cultura respecto del futuro, del progreso y de un mayor bienestar integral de la nación y, en especial, del pueblo chileno. La experiencia que vivimos en la UC en ese abril de 1987 se tradujo en un diálogo vivo y cercano entre la Iglesia y los constructores de la sociedad: entre hombres y mujeres abiertos al aliento y al llamado del Papa para una renovación de su quehacer con una orientación hacia el bien común.
Es necesario pensar de manera global desde nuestra universidad y estar en permanente diálogo con todo lo que ocurre en el país y en nuestra sociedad, pero a la vez es fundamental hacerlo desde nuestra identidad de universidad católica y con nuestras convicciones.
En aquella ocasión, el Papa realizó una férrea defensa de los valores fundamentales y de los derechos del hombre y de la vida, del respeto a la dignidad y de la promoción de todo ser humano, y nos convocó a participar de una mayor y plena humanización de la sociedad, invitación a la que actualmente resulta imposible sustraerse. Hoy se nos presenta esta nueva oportunidad de recibir la visita de un Santo Padre en la Universidad Católica. Estamos confiados en que esta experiencia conllevará la apertura a un nuevo espacio de diálogo, aliento y renovación en el encargo que él mismo nos ha hecho: prepararnos para ser una fuente de luz en este proceso de humanización de los pueblos y de evangelización de la cultura.
Por cierto que la presencia del Papa Francisco en la UC representará un nuevo impulso para que el mundo de la cultura no claudique en su responsabilidad de avanzar siempre hacia las fronteras del ser humano, del conocimiento, de la creatividad y del servicio al prójimo. Así podremos establecer relaciones centradas en el reconocimiento y la promoción del respeto y de la dignidad humana. En el contexto presente, la visita del Papa Francisco nos lleva a mirar el Chile actual y a identificar algunos logros, pero más que nada a reconocer importantes desafíos para nuestra patria. Muchos de estos dicen relación con la convivencia nacional y con nuestra capacidad de avanzar en comunidad tras la búsqueda de aquello
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En el área de las ciencias, las humanidades y las artes, la mirada humana, cercana y vigente del Papa Francisco expresada en sus cartas encíclicas: Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común, y Amoris laetitia, sobre la importancia de la familia como el núcleo principal de nuestra sociedad, en sus escritos, actos y, en particular, en el ejemplo de sus gestos nos plantea la urgencia de atender con mayor profundidad y solidaridad a quienes se encuentran en situación vulnerable y a expresar nuestro amor al prójimo acogiendo e integrando a todos quienes necesitan de nuestro cuidado. Este ha sido un afán especial en nuestra tarea cotidiana como Universidad. Finalmente, esta esperada visita del Papa Francisco da ocasión para señalar que la reflexión sobre la palabra que nuestros Pontífices nos entregan en respuesta a los grandes temas de la Iglesia y del hombre de hoy ha sido una constante en la historia de la Universidad Católica.
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que consideramos en esencia justo, bueno, bello y verdadero.
Esta es la manera como debemos plantearnos los grandes desafíos de esta época para poder avanzar en la ruta del desarrollo y del crecimiento como sociedad. Por ello, es necesario pensar de manera global desde nuestra universidad y estar en permanente diálogo con todo lo que ocurre en el país y en nuestra sociedad, pero a la vez es fundamental hacerlo desde nuestra identidad de universidad católica y con nuestras convicciones, a fin de tener una sociedad más justa, integrada y equitativa que sitúe la dignidad de la persona en el centro de nuestro quehacer. IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ
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“Humanitas embellece de manera muy especial la visita del Papa a nuestro país y a nuestra Universidad”
Palabras del Decano de la Facultad de Ciencias Sociales
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on ocasión de la visita del Papa Francisco se ha preparado este número de revista Humanitas con el lema “Bienvenido, Papa Francisco”, que publica una variedad muy amplia de ensayos, artículos, y comentarios acerca de la figura y enseñanzas de Francisco, todos recogidos y presentados con la delicadeza y precisión que ha caracterizado a esta revista tan singular. Me hago eco principalmente del elogio de Guzmán Carriquiry — estrecho colaborador del Papa—, quien califica este número como una de las mejores contribuciones que se han hecho en una visita papal en Latinoamérica. Entre todo el rico material que contiene este número, deseo destacar el artículo de Massimo Borghesi que remite a su libro “Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual” brevemente presentado —también en este mismo número de Humanitas— por Guzmán Carriquiry en este esfuerzo especial que hacemos por comprender quién es el Papa Francisco, las raíces de su pensamiento y el sentido que puede adquirir su misión. Borghesi intenta establecer un puente entre la voluntad de simplicidad y pobreza que anima al Papa que se cuenta entre los que prefieren el “sencillo camino de la fe” (como dice él mismo, “su forma sencilla de hablar, su manera directa de expresarse y de llegar al corazón de la gente”), que contrasta con la cultura intelectual europea tan elocuentemente condensada en la teología de honda raíz académica de Benedicto XVI, por lo demás también admirable. Este desdén
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La venida
No es populismo o anti-intelectualismo de Francisco afirmar que la Verdad solo se revela a través significará una invitación a de la Misericordia y se acredita no solo ni reflexionar y principalmente a través de argumentos (de poner en práctica una teología elaborada académicamente), una nueva forma sino del testimonio del amor, cuya fuente de analizar la inagotable es el amor de Cristo por el hombre. cultura y la No solo el Amor es más fuerte, como dijo convivencia maravillosamente Juan Pablo II; también es nacional para los más creíble, la única fuente de credibilidad a la próximos años de que puede aspirar la Iglesia que debe renovarse nuestro desarrollo permanente y completamente en este espíritu. como sociedad. Vale la pena recordar el extraordinario libro que Von Balthasar (el teólogo más eminente de la era posconciliar) le dedica a Teresa de Lisieux, la figura más saliente del siglo XX del “sencillo camino de la fe” (del “caminito” como se decía). Dice textualmente Von Balthasar que “Teresa ha vivido antes de haber escrito” (e incluso antes de haber leído alguna cosa) y que toda su necesidad de verdad trató de buscarla y satisfacerla en la realización de la palabra de Dios en su propia existencia, a través de la cual puede descubrirse que toda la Verdad puede estar efectivamente contenida en la existencia más común y corriente que pueda imaginarse y en las tareas ordinarias de todos los días.
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europeo hacia el populismo de Francisco es injustificado según Borghesi, quien encuentra que el Papa —sin perder su entronque con la teología popular latinoamericana— ha bebido ampliamente de las grandes fuentes de la renovación teológica europea posconciliar, entre las que se cuentan Guardini, De Lubac y Von Balthasar. Como se sabe, alguna vez Bergoglio se marchó a Alemania para hacer su tesis doctoral sobre Guardini. De Von Balthasar se ha tomado su famosa sentencia “solo el amor es creíble”, lo que significa que la fuente de Verdad es finalmente la Misericordia, que inaugura lo que se llama el camino kerigmático, que seguramente será el camino del pontificado de Francisco, el que reclama la “dinámica de los primeros tiempos” y la comparecencia del Espíritu en todo lo que hacemos.
Humanitas presenta asimismo una reflexión del filósofo y político católico italiano Roco Buttiglione, tan cercano
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a esta revista, quien hace la conexión ya no europea sino latinoamericana del Papa Francisco que remite —como se sabe— a la doble influencia de Alberto Methol Ferré y del teólogo argentino Lucio Gera, cuyos restos el mismo cardenal Bergoglio —según se cuenta— trasladó a la catedral de Buenos Aires en homenaje de aprecio y de estima. Buttiglione recuerda sobre todo la interpretación de Methol de la modernidad latinoamericana como una modernidad católica, barroca y popular. Muchos de los temas de Methol Ferré fueron recogidos y ampliados por Pedro Morandé en nuestro país, cuyo último libro que recoge textos de No es populismo o antropología cristiana ofreceremos al Papa en anti-intelectualismo su próxima visita a la Universidad.
afirmar que la Verdad solo se revela a través de la Misericordia y se acredita no solo ni principalmente a través de argumentos (de una teología elaborada académicamente), sino del testimonio del amor, cuya fuente inagotable es el amor de Cristo por el hombre. (…)
Valga también esta ocasión como preanuncio del libro de Pedro Morandé y como homenaje a su contribución a la revista Humanitas, de la que fue miembro fundador. La expectativa de Methol fue dotar a la Iglesia latinoamericana de conciencia de sí misma como Iglesia fuente (y no meramente espejo de lo que se hace en otro lado). Esa conciencia dependía de la vitalidad que pudiese adquirir la colegialidad episcopal entre los obispos latinoamericanos reunidos sucesivamente en torno al Celam (que prefiguraba una necesidad siempre frustrada de unidad latinoamericana). Pero también era indispensable fundar esa conciencia en la propia historicidad de la Iglesia latinoamericana, en su capacidad de reconocer y valorar su sustrato cultural católico y proyectarlo creativa y originalmente hacia el futuro. Buttiglione hace ver los límites de esta aventura intelectual de Methol con los ojos de hoy desde luego, la dificultad de pensar el ecumenismo en medio de un contraste tan marcado entre la modernidad protestante y católica (que remite también hoy a la necesidad de pensar en nuestro continente como una región menos unánime religiosa y culturalmente que lo que fue otrora). También entonces se pensó que podía ofrecerse una alternativa válida a la modernización capitalista —un “socialismo cristiano”— que soslayara los riesgos del
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No deberíamos ocultar la influencia de la llamada “teología del pueblo” de Lucio Gera, algo más escondida y obliterada y que forma parte de la sospecha de populismo que rodea al Papa Francisco. La teología del pueblo (como la teología de la liberación) pretendieron hacer una teología latinoamericana desde la experiencia del pueblo latinoamericano. ¿Qué es el pueblo? El pueblo es inequívocamente el clamor de justicia que proviene de los pobres de nuestro continente. Ese clamor ha sido escuchado y atendido por la Iglesia latinoamericana desde su mismo comienzo, (…) No solo el sea bajo la forma de la justicia propiamente Amor es más tal como en Bartolomé de las Casas o de la fuerte, como dijo caridad como en Pedro Claver en Cartagena maravillosamente de Indias. No había necesidad de buscar una Juan Pablo respuesta a ese clamor fuera de la Iglesia y de II; también es su amplia y fecunda tradición de defensa de más creíble, la los pobres, los esclavos y los indígenas. No única fuente de debemos esperar sino que Francisco se haga credibilidad a la eco de este clamor, como lo hizo Juan Pablo que puede aspirar la Iglesia que por lo demás con su célebre expresión “los debe renovarse pobres no pueden esperar”. Llamo la atención permanente y sobre los textos en esta edición de Humanitas completamente en de José Joaquín Brunner sobre la expectativa este espíritu. que muchos tienen acerca del mensaje social en esta visita del Papa y la demanda de Ricardo Lagos por una nueva Rerum novarum para el siglo XXI que recoja los anhelos de equidad social templados hoy también bajo el imperativo de una amplia ecología humana que incluya la protección de la diversidad de las comunidades y del entorno natural.
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individualismo y del estatismo, algo sobre cuya factibilidad existen tantas dudas hoy en día.
Pueblo es también, sin embargo, “pueblo de Dios” por donde volvemos a encontrar el “sencillo camino de la fe” en este caso de la “fe de los sencillos”, tan a menudo despreciada por intelectuales, devotos de sacristía y teólogos de academia. Francisco proviene de esta tradición de revalorización de la religiosidad popular de la que nuestro mejor exponente chileno es el padre Joaquín Alliende —recordado también por Buttiglione en este número—, para el que también rendimos un
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homenaje por su vasta tarea de recopilación y edición de textos y símbolos del marianismo popular, así como de promoción de una pastoral de santuarios. El Papa atribuye al pueblo una sencillez de vida y una fidelidad singular a Dios (que falta muchas veces en las élites) bajo la cual modelar la vida entera de la Iglesia. Permanecer cerca de los pobres significa atender el clamor de justicia que proviene de cualquiera que sufre alguna inequidad (o que se encuentra en la periferia como le gusta decir), y también significa dejarse empapar por la fe de los sencillos que cualquiera de nosotros puede apreciar en un santuario de baile o de peregrinación. El Papa le atribuye al “pueblo fiel de Dios” una competencia religiosa especial hasta el extremo que en un gesto inaudito —en su primera aparición en la Plaza de San Pedro— le pide a ese pueblo que rece por él desafiando de paso una larga tradición de nuestra iglesia que suele concederle competencia religiosa solamente a los clérigos. Este aprecio singular por la fe del pueblo común y corriente no es populismo, sino un vibrante llamado a construir la Iglesia en la humildad, la sencillez y la benevolencia, cuyo ejemplo ha sido tomado del primer Francisco, del que el Papa ha tomado también inéditamente su nombre pontifical. Invitamos a todos a leer este número de Humanitas que embellece de manera muy especial la visita del Papa a nuestro país y a nuestra Universidad. EDUARDO VALENZUELA CARVALLO
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Palabras del Director de Humanitas
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l elogio expresado en relación con esta edición de Humanitas por un cercano amigo del Papa, mencionado en sus palabras por el profesor Eduardo Valenzuela —“esto es lo mejor que se ha hecho para una visita del Papa En esta tensión Francisco a América Latina”—, al contrario bipolar entre de mover a alguna jactancia, debería, pienso, plenitud y límite provocar una autocrítica, positiva ciertamente. importa más, Comentarios similares se escucharon también dice Francisco, el con motivo de la edición especial realizada futuro de plenitud para la elección de Benedicto XVI el año 2005, al que se dirige o cuando el número 70 de Humanitas que en la acción que el mayo del 2013 rindió homenaje conjuntamente presente al que al pontífice que partía así como al que uno se ve tentado llegaba, mereciendo del primero una carta de sacrificarlo de reconocimiento y cercanía absolutamente todo. Más que incomún, que hasta hoy nos impresiona. concentrarse en el
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La alegría de un homenaje
espacio, nuestra Confieso que esta autocrítica positiva de que mirada ha de fijarse hablo la hicimos en esas ocasiones, y no solo en en el tiempo. ellas. Era un requisito para poder saber por dónde andábamos y hacia dónde íbamos. Para saber de dónde vino esto, si de las ordinarias manos de los operadores o de alguna otra causa. En otras palabras, para hacernos verdaderamente conscientes de que son dos cosas distintas y contrapuestas, una la mirada pelagiana, otra la mirada católica. Quiero en esta oportunidad, muy simple y brevemente, hacer esa autocrítica positiva de viva voz, por cuanto nos instruye acerca de dónde estamos y qué hacemos en este preciso momento. Tomo pie, para ello, en la hermosa reflexión que escribe el querido Dr. Vial Correa en el 2º Editorial de este número que presentamos, hablando de la Esperanza que guio hasta aquí el camino de Humanitas. Esperanza que, glosando al poeta francés Charles Péguy, se muestra
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siempre, recuerda él, sea en la antigua marcha de Israel o en la historia del pueblo de Dios en general, como la llama titilante y caminante que, en definitiva, tira tras de sí, en su andar, a la Fe y al Amor. Con este fondo —el del signo de la Esperanza—, digamos, entrando en la autocrítica, primero lo que un trabajo de esta naturaleza no puede ser, o bien, por dónde no puede caminar para llegar a un resultado que satisfaga su expectativa. En el numeral 222 de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, explicando por qué el tiempo (atmósfera propia de la Esperanza) es superior al espacio, el Papa Es evidente que una Francisco señala que “darle prioridad al tiempo publicación como es ocuparse de iniciar procesos más que de Humanitas tiene poseer espacios; el tiempo rige los espacios —subraya ante sus ojos un el Pontífice—, los ilumina y los transforma campo amplísimo y en eslabones de una cadena en constante diverso que abordar. crecimiento, sin caminos de retorno”. Por el Podría sentirse contrario, la inversión de esto, la priorización, tan tentada al recurso común actualmente del espacio sobre el tiempo, fácil de bajar la que se mueve en el intento de “tomar posesión mirada y, para de todos los espacios de poder y autoafirmación”, impactar, confundir conduce a esa forma también muy vista hoy día el todo con la parte. Pero he aquí otra de enloquecimiento, que en la desesperación por premisa que nos tener todo resuelto en el presente, cristaliza los convida a recordar procesos y pretende detenerlos. En esta tensión Francisco en su bipolar entre plenitud y límite importa más, dice misma Exhortación Francisco, el futuro de plenitud al que se dirige la Evangelii gaudium: acción que el presente al que uno se ve tentado de “El todo es superior sacrificarlo todo. Más que concentrarse en el espacio, a la parte”. nuestra mirada ha de fijarse en el tiempo. En el plano concreto de una tarea como esta —una tarea de inculturación de la fe—, ello se traduce en un pensamiento puesto siempre en el horizonte, en un pensamiento consciente de ser incompleto, dominado por ende por la inquietud de búsqueda; “descentrado” de nosotros y apuntado al Deus semper maior, según la fórmula de San Ignacio tan querida por nuestro Papa. Sin esa inquietud somos estériles. Sin deseos no se va a ninguna parte, no hay fuerzas. En conclusión, no hemos pues vivido de nosotros mismos ni de nuestra mediocre capacidad organizativa, sino de esos deseos que, como dice San Agustín, ensanchan el corazón.
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Dijimos algo de lo que esto es, comenzando por decir lo que no es. Digamos ahora algo más de lo que es, para ahondar en lo que no es. Un hito en la historia de este camino, que ocupó mucho tiempo de reflexión multidisciplinaria y muchas páginas escritas, en épocas distintas y por motivos diversos, fue el célebre discurso pronunciado por el Papa Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona en septiembre de 2006, convidando a la esencial tarea para una cultura como la de hoy, dominada por el inmediatismo pragmático, de ampliar el logos, la razón. Que el logos precede al ethos constituyó, en efecto, el sello inconfundible Damos gracias a de la obra teológica y pastoral de ese pontífice, que Dios, con profunda marcó también el magisterio de San Juan Pablo II. alegría, de poder Y fue este un horizonte fundacional para nuestro entregar, como quehacer. Mirar lo menor a través de lo mayor. homenaje al Es evidente que una publicación como Humanitas tiene ante sus ojos un campo amplísimo y diverso que abordar. Podría sentirse tentada al recurso fácil de bajar la mirada y, para impactar, confundir el todo con la parte. Pero he aquí otra premisa que nos convida a recordar Francisco en su misma Exhortación Evangelii gaudium: “El todo es superior a la parte”, principio de la más honda esencia universitaria, digámoslo, y que a los cristianos, subraya el Papa, “nos habla también de la totalidad o integridad del Evangelio que la Iglesia nos transmite y nos envía a predicar” (EG, 237)
Pontífice que nos visita, un fruto indudablemente muy logrado, y esto precisamente por todo lo dicho: porque el mismo es esencialmente el resultado de un substrato cristiano que aquí se pone de manifiesto.
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Los resultados responden así, primero, a esa premisa: “El tiempo es superior al espacio”.
Aunque seamos poco adecuados vasos de arcilla, o más bien, precisamente por ser poco adecuados vasos de arcilla, atendamos en este punto a las siguientes palabras del Papa Francisco que nos vienen aquí como anillo al dedo. ¿Cómo y qué debemos ser?: “Ser hombres enraizados y fundados en la Iglesia: así nos quiere Jesús. No puede haber caminos paralelos o aislados. Sí, caminos de investigación, caminos creativos, sí; esto es importante: ir hacia las periferias, las muchas periferias (y ya sabemos bien lo que esto significa —acotemos—: no esencialmente un espacio urbano o geográfico, sino también en amplia medida espacio espiritual). Para esto —continúa el Pontífice— se requiere creatividad, pero siempre
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Mons. Horacio Valenzuela, rector Ignacio Sánchez, Mons.Santiago Silva, Jaime Antúnez, Mons. Manuel Camilo Vial, Patricio Donoso, Eduardo Valenzuela.
Arturo Griffin, Amalia Barros, José Luis Bustamanete.
Dra. Paulina Taboada, Nuncio Apostólico Mons. Ivo Scapolo, Carmen Domínguez, Patricio Donoso.
Mons. Tomislav Koljatic, Rafael Vicuña, Dr. Alejando Serani.
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Al comenzar en este mes de enero nuestro vigésimo tercer año de existencia, no podemos más que alegrarnos de haber sostenido contra viento y marea esa identidad eclesial como fuera planteada desde su comienzo, y aplaudir una vez más la acertada decisión del rector fundador de Humanitas de precisar, en el propio decreto de fundación, ese Visto segundo cuya inscripción ha acompañado siempre, desde el Nº 1, la franja superior de la contracarátula en la revista que tienen en manos. En la biografía de las revistas de pensamiento católico que han existido en diversos países del mundo cristiano (y uso el nombre biografía para subrayar que se trató siempre de una realidad ligada a una comunión de personas), en la biografía de esas revistas, principalmente en el mundo occidental —una historia de todos modos muy ilustre e importante—, yo no conozco el caso de ninguna que haya tenido fuerte irradiación y suficiente duración —como para significar el tiempo de al menos una generación—, que fuese ajena a las premisas señaladas (premisas a las cuales ciertamente se podrían agregar otras afines). Y cuando aquellas revistas se alejaron de ello, cuando las dominó o bien el facciocismo o bien el espíritu pelagiano —en el sentido de creer que el centro y la causa de todo eran los obreros—, estas murieron, con más o con menos dignidad, dejando en algunos casos una estela luminosa, pero pretérita.
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en comunidad, en la Iglesia, con esta pertenencia que nos da el valor para ir adelante. Servir a Cristo es amar a esta Iglesia concreta, y servirla con generosidad y espíritu de obediencia.”1
Agradecemos al ex rector Vial Correa que en su editorial, aunque con otras palabras, haya explicado todo esto, insertándolo en el ámbito de esa Escuela de Humanitas que han enseñado a las Universidades Católicas los últimos Papas2, escuela que en el espacio de esta gran Universidad ha presidido por 23 años nuestro trabajo. Y damos gracias a Dios, con profunda alegría, de poder entregar, como homenaje al Pontífice que nos visita, un fruto indudablemente muy logrado, y esto precisamente por todo lo dicho: porque el mismo es esencialmente el resultado de un substrato cristiano que aquí se pone de manifiesto, realidad viva a la que da existencia un pueblo milenario de distintas razas, naciones y lenguas, que camina también en estas tierras, y que el Señor le encargó a Francisco pastorear. Nada más. Muchas gracias.
JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
1 Papa Francisco. Discurso en la Fiesta de San Ignacio, 31 de julio 2013. 2 Benedicto XVI. Discurso a la comunidad de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, 21 de mayo 2011.
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Entrevista con William Carroll
Tomás de Aquino en China “Por extraño que nos parezca acá en el mundo cristiano, muchos chinos letrados encuentran el pensamiento de Tomás de Aquino no solamente fascinante, sino que además de perdurable relevancia”. El profesor William Carroll conversa con HUMANITAS sobre sus impresiones de la positiva recepción de la filosofía tomista entre académicos de algunas universidades de ese país. En este contexto, señala también que a comienzos de junio próximo expondrá en Beijing en el congreso que organiza la Sociedad China de Filosofía Medieval, tratando el tema “Avicena y Sto. Tomás en relación con la metafísica y la filosofía de la naturaleza”. Y que en agosto tendrá lugar en aquella misma ciudad un Congreso Mundial de Filosofía en el que participarán alrededor de dos mil filósofos, gran parte de ellos provenientes de Europa y de los Estados Unidos.
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a importancia que Tomás de Aquino asigna a la razón como una potencia que define lo que es ser humano lo hace un atractivo pensador para los académicos chinos contemporáneos. En esta entrevista, William Carroll se refiere a la concepción tomista de la relación entre filosofía, teología y las ciencias naturales, y discute cómo estas nociones pueden ser usadas para desenmarañar la confusión contemporánea sobre las implicancias filosóficas y teológicas de la biología evolutiva y la cosmología. —¿Cuáles son sus impresiones del ámbito filosófico académico que le ha tocado conocer en sus visitas a China? —Ya he estado en repetidas ocasiones en China y en Taiwán durante períodos prolongados. Me vi muy sorprendido inicialmente cuando me invitaron a una universidad al interior de China a hablar sobre la noción de la Creación en Sto. Tomás y su visión de las ciencias físicas. Más sorprendido aún de ver la ávida recepción de su pensamiento en institutos de filosofía. En una de estas universidades, la de Wuhan, hay un centro de estudios de Tomás de Aquino, que ya lleva muchos años de funcionamiento, en el cual, entre otras cosas, están haciendo traducciones de
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Retrato pág. 114: Padre Matteo Ricci S.J. (1552-1610), apóstol de la China. Pintura realizada en el s. XVII en Pekín por el jesuita Emmanuel Pereira (P. Yu Wen-Hui).
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Sto. Tomás del latín al chino. Ya cuentan con la traducción de la primera parte de la Summa. Sin embargo, la primera traducción que hicieron fue un pequeño tratado metafísico llamado El Ente y la Esencia. Impresiona ver que Sto. Tomás es conocido por algunas personas en China, y que un importante número de estudiantes de posgrado se están concentrado en lo que ellos llaman “la Filosofía del Este”. William E. Carroll es Research Fellow en Blackfriars Hall, Oxford, y miembro de la Facultad de Teología y Religión de la Universidad de Oxford.
—¿Cómo fue que Sto. Tomás llegó a China? ¿Hay registros que nos den una idea sobre desde hace cuánto tiempo su filosofía se ha estudiado en el Oriente?
—En los siglos XVI y XVII varias misiones jesuitas viajaron a China, y estos jesuitas tenían preparación en filosofía y teología tomística, y con ella encontraron una materia de diálogo con los sabios e intelectuales del lugar. Pero entonces no les interesaba tanto la filosofía como la ciencia. Los misioneros habían traído consigo desde el Oeste las matemáticas y nociones de astronomía junto con el telescopio. Galileo había tenido relación con el colegio jesuita romano. De modo que desde que se logró la comunicación ya tenían entre ellos intercambio de ideas de observaciones astronómicas. Los jesuitas usaron su conocimiento en esta área y sus observaciones telescópicas para trabajar en la reforma del calendario chino. Este era crucial para establecer los rituales políticos, económicos y sociales del año chino, de modo que poner el calendario en regla era de la mayor importancia. Les interesaban los movimientos de las estrellas, saber cuándo ocurrirían los eclipses. Entonces el emperador no estaba satisfecho con el funcionamiento del calendario, de modo que encargó la tarea de desarrollar uno más preciso a los misioneros. Los jesuitas usaron el diseño del calendario para introducir aspectos del cristianismo, y luego elaboraron un catecismo para los eruditos, en el cual usaron elementos de la metafísica de Sto. Tomás. Pero la buena acogida inicial que tuvieron los extranjeros en China no prosperó y comenzó la persecución. En el siglo XVIII, con la supresión de los jesuitas en todo el mundo, estas misiones se extinguieron. No fue sino hasta el siglo XIX que los misioneros católicos volvieron a China. —Si bien la ciencia fue lo que les atrajo de la cultura occidental, ¿cómo pudo la metafísica tomista parecer de interés? —Su interés no era por la metafísica, sino por la ética. La tradición intelectual china enfatiza los valores éticos por sobre todo —en eso tenemos mucho que aprender de ellos— y por tanto las enseñanzas
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EL FUTURO CRISTIANO DE CHINA Al término de la Guerra civil china en 1949, cuando el Partido Comunista venció a los Nacionalistas y fundó la República Popular China, los cristianos no superaban el medio millón. Casi 70 años más tarde, a pesar de la dura represión del maoísmo, esa cifra había aumentado a 60 millones, según Fenggang Yang, sociólogo de la Purdue University. Este número crece en varios millones cada año, un fenómeno que algunos han descrito como un géiser. De seguir a este ritmo, para el 2030, los cristianos en China superarían los 200 millones, por sobre los Estados Unidos, haciendo de China el país con la mayor población cristiana del mundo. (Publicado en First Things, N. 265, August/September 2016) https://www.firstthings.com/article/2016/08/chinas-christian-future
de Confucio y de Sto. Tomás aparecían compatibles, ya que ambos comparten nociones de ley natural. Esto despertó un interés por Sto. Tomas, especialmente el concepto de la ética dentro de la ley natural. Y esta relación es uno de los puntos que atraen hasta el día de hoy a quienes estudian filosofía; tanto filosofía de la naturaleza como a los que estudian la filosofía de la mente. —Considerando que el Oriente tiene una tradición filosófica tanto más larga que el Occidente, ¿qué es lo que ha generado este interés? Además de que nuestra filosofía es más reciente, está anidada en una fuerte tradición cristiana. —Nuevamente aquí aparece la superioridad de la ética. Los filósofos y pensadores chinos han considerado mucho la ética y desarrollado una rica tradición en torno a ella, muy superior a la nuestra. Y, al revés, ellos tienen mucho que aprender de la tradición metafísica del Occidente, y esto lo admiten los académicos con quienes he trabajado en mis viajes, que carecen de este fundamento filosófico. Por mucho tiempo ha habido un fuerte prejuicio en China hacia los pensadores occidentales, a quienes veían como religiosos, pero ahora veo que hay una apertura en este sentido. Y creo que es mayor la apertura de ellos que la nuestra hacia el Oriente.
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—Ante una mentalidad tan disímil en lo que se refiere a la existencia, ¿en qué medida pueden ellos relacionarse con algo tan diferente a su cultura? —Hay varias miradas a esta relación entre filosofías, pero está claro que la filosofía occidental tiene sus propios principios y procedimientos, mientras que la china tiene sus propios fundamentos y tradiciones, que no se topan y por lo tanto no se contradicen. La razón filosófica por la que no pueden mezclarse es que son de otro orden, cada una tiene sus propios sistemas y modos de pensar y estos están poderosamente insertados en sus propias tradiciones culturales. Hay una idea general de que cuando estudian En los siglos XVI y XVII filosofía occidental, lo hacen como tomando una disvarias misiones jesuitas tancia, como si lo hicieran desde afuera, y lo mismo viajaron a China, y estos nos pasa a nosotros. jesuitas tenían preparación Las primeras universidades en China que ofrecieron en filosofía y teología cursos de filosofía occidental lo hicieron como un modo tomística, y con ella de acercamiento a nuestra cultura, y su interés se centró encontraron una materia en la filosofía alemana, en el idealismo alemán, Marx, de diálogo con los sabios Engels, y a través de estos descubrieron a Kant y luego e intelectuales del lugar. Pero entonces no era a Heidegger, y así. De modo que la tradición filosófica tanto la filosofía lo que les se concentró en la academia alemana estableciendo interesaba como la ciencia. intercambios para preparar a profesores. Más tarde se incorporaron otras escuelas, de tradición más bien angloamericana, como la filosofía analítica, filosofía del lenguaje, de la mente, y otras en esa línea. La consideración de Platón y Aristóteles es algo muy reciente en China. —Cuando hablamos de la filosofía de Sto. Tomás, estamos hablando de una explicación metafísica del Hombre y la naturaleza. ¿Cómo se explican estas realidades en la filosofía oriental? —La noción filosófica de la naturaleza humana en ambas culturas solo se puede comparar si se comprende lo que cada una entiende por ella. Cuando me veo enfrentado a esta pregunta en China, uso el ejemplo de la geometría. Esta disciplina tiene su origen en el Oeste, con Euclides, pero a pesar de esto no tenemos una geometría china y una europea. Tampoco hacemos física china y occidental. Ciertamente en las ciencias naturales y las matemáticas uno se abstrae de muchos aspectos del mundo, pero en principio también se puede hacer esta analogía con la metafísica. De hecho, eso es precisamente en lo que estoy trabajando con este grupo de académicos chinos: en encontrar puntos de contacto entre Tomás de Aquino y sus filosofías que no
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“Matteo Ricci, en vez de introducir un nuevo término, lo que hizo fue desarrollar las nociones del antiguo confucianismo mas allá del significado que ya tenían, sumándole todos los atributos propios del cristianismo. Eso permitió al cristianismo penetrar en la mentalidad china”. [Virgen con el Niño, llamada "de San Lucas", fines s. XVI inicio XVII].
«La tradición intelectual china enfatizó la ética por sobre cualquier otra área, así Tomás y Confucio compartieron importantes nociones de la ley natural. Fue la comprensión tomista de la ley natural en particular y de la ética en general que llamaron la atención de estos contemporáneos universitarios chinos.» [Sto. Tomás de Aquino por Fra Angelico (detalle), 1435. Museo del Hermitage, San Petersburgo].
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son la ética. Sin embargo, esto no es fácil, ya que no hay una tradición metafísica dentro de la tradición filosófica china. Un punto crucial que estamos discutiendo aquí es la noción de creación. Tomás de Aquino distingue entre la creación entendida filosóficamente —en su disciplina de la metafísica— y la creación entendida teológicamente. A medida que desarrolla su idea, que luego usará en su teología, nota que esta tiene su propia autonomía y para esto usa categorías filosóficas griegas, principalmente tomadas de Platón y Aristóteles. Con estos recursos es capaz de explicar la creación de modo independiente de la fe. Mi argumento es que, si el pensamiento tomista ha perdurado en los siglos y ha cruzado diferentes culturas, también debería ser capaz de cruzar a la cultura china para ser comprendido dentro de sus esquemas de pensamiento. Así como Sto. Tomás adaptó elementos de los griegos, también podría haber aprendido e identificado puntos de conexión con el taoísmo o el confucianismo. Del mismo modo, los filósofos chinos contemporáneos podrían encontrar en Tomás de Aquino un compañero con quien se puede dialogar, puesto que él en esto está hablando como filósofo, no como cristiano. Él es teólogo, pero también es filósofo, y puede distinguir ambos planos para explicar la creación. Su filosofía puede dialogar con musulmanes y judíos; por lo tanto, debiera ser capaz de dialogar también con confucianos y neoconfucianos. Esto es lo que hemos estado tratando de hacer en China: encontrar un punto de entrada
en su filosofía por medio de cuestionamientos sobre los orígenes últimos. Hay una tendencia a pensar que lo que se llamaría la ‘metafísica’ china solo se preocupa de las grandes preguntas cosmológicas, pero no de la creación. Aquí hay que aclarar que la cosmología consiste en la ciencia natural que trata el fenómeno de los orígenes físicos de la creación. Pero la consideración de la creación va más allá y trata sobre el sentido último de esta. Lo que estamos buscando es ver si esta explicación hace sentido dentro del contexto intelectual chino. —Se entiende entonces que estas antiguas tradiciones no tienen una filosofía de la naturaleza. Si es así, ¿cómo explican la creación? —El problema es que el término ‘creación’ se usa Su interés no era por la de muchas maneras diferentes. La gente piensa que metafísica, sino que por el Big Bang es la creación, pero no es así. Cuando Sto. la ética. La tradición Tomás habla de ‘creación’ no se refiere a un principio intelectual china enfatiza temporal, sino a una dependencia ontológica. De los valores éticos por modo que si el universo es o no es eterno, si tiene o no sobre todo —en eso un comienzo, no es el tema en discusión, sino que la tenemos mucho que pregunta concierne al tipo de universo que tenemos, aprender de ellos— y por lo que importa aquí es si es, o no, creado. Este sentido tanto las enseñanzas de último del origen del universo no está explícito en la Confucio y de Sto. Tomás tradición filosófica china —al menos yo no lo he enaparecían compatibles, contrado—. Ciertamente esta idea tampoco se puede ya que ambos comparten encontrar en la filosofía griega, puesto que esta es una nociones de ley natural. comprensión únicamente monoteísta del universo, que solo se encuentra en las religiones de inspiración monoteísta. Sto. Tomás aborda la pregunta del origen último desde la filosofía, desde la razón solamente, y esto en principio es comunicable a todas las culturas, en diferentes momentos y diversos lugares. El modo de afrontar estas cuestiones varía de cultura en cultura, difiere también según el tiempo, el lugar y el lenguaje. Hay que tomar en cuenta estas condiciones, pero eso no impide que se pueda llegar a la verdad de las cosas. Muchos pensadores, tanto acá como en China, plantean que la lengua china es incapaz de expresar la noción de Ser y Existencia, y esto en parte se debe a lo radicalmente foráneo de esta lengua. En griego, latín u otras lenguas modernas es indudablemente un concepto complejo de abordar y distinguir, pero no con la complejidad que les supone a las lenguas orientales. Surge el problema de cómo capturar en estas lenguas algo tan etéreo, tan evasivo como la noción de la causa de la existencia. Lo mismo ocurre con la noción de ‘nada’. Entonces surge la pregunta ¿hay una especie de ‘nada absoluta’ que estaría implicada en la
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«El modo de afrontar estas cuestiones varía de cultura en cultura, difiere también según el tiempo, el lugar y el lenguaje. Hay que tomar en cuenta estas condiciones, pero eso no impide que se pueda llegar a la verdad de las cosas.»
La noción filosófica de la naturaleza humana en ambas culturas solo se puede comparar si se comprende lo que cada una entiende por ella. Cuando me veo enfrentado a esta pregunta en China, uso el ejemplo de la geometría. Esta disciplina tiene su origen en el Oeste, con Euclides, pero a pesar de esto no tenemos una geometría china y una europea.
existencia de la creación con un origen temporal? Uno de mis libros sobre creación y ciencia ha sido traducido al chino, pero naturalmente los problemas de ciertas palabras permanecen. Hemos tenido intensos debates con grupos de académicos, todos muy versados en la filosofía occidental, sobre qué términos usar para comunicar esas nociones. Esta dificultad se debe en gran medida a la carencia de una tradición que hable sobre estos temas, y por lo tanto no existen los términos para referirse a ellos. —Con lo cual, además del problema conceptual de la cuestión del origen y causa última, ¿existe también una barrera lingüística?
—Bueno, ya cuentan con vocablos para referirse a Dios y al Señor del cielo, que lo señalan también como creador, pero un neologismo no es la solución. Matteo Ricci se encontró con el mismo problema, y más que introducir un nuevo término, lo que hizo fue desa-
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rrollar las nociones del antiguo confucianismo más allá del significado que ya tenían, sumándole todos los atributos propios del cristianismo. Eso permitió al cristianismo penetrar en la mentalidad china. Pero ciertamente la discrepancia del lenguaje fue un obstáculo para que capturaran estos conceptos. Eso mismo se da hoy, cuando uno de los problemas que hemos encontrado en nuestras discusiones es traducir el término ‘causa’ capturando su significado metafísico. En una presentación que di como invitado en la Universidad de Beijing, me encontré con esta dificultad al tratar de explicar la causa de la existencia en este sentido, ante lo que uno de los asistentes preguntó “¿por qué ustedes en Occidente se complican tanto con el asunto de la ‘causa’?” —Ante la explicación puramente científica del universo, ¿queda lugar para una teoría filosófica de la creación o la ‘no creación’? ¿Una explicación que trasciende la materia?
Mi argumento es que, si el pensamiento tomista ha perdurado en los siglos y ha cruzado diferentes culturas, también debería ser capaz de cruzar a la cultura china para ser comprendido dentro de sus esquemas de pensamiento.
—Este es un asunto que causa mucha intriga a los científicos que tratan con teorías y especulaciones cosmológicas. Hay un sentimiento de asombro ante la noción de un principio absoluto, que por cierto también hace mucho sentido dentro de la tradición china. Lo que más intriga es que para Tomás de Aquino el hecho de que el universo tenga o no un comienzo, no cambia el hecho de que es creado. Él afirma que un universo eterno es igualmente creado que uno que tiene un comienzo, y distingue la cuestión del comienzo temporal de la cuestión del ser creado. Independiente de su metafísica, él cree que el universo no es eterno, sino que tiene un comienzo, y esta es la interpretación que le da al Génesis, pero plantea que, incluso siendo eterno, podría ser creado. Esta separación entre el argumento de la temporalidad de la noción de creación lo hace particularmente atractivo para quienes estudian este tema. Para Tomás de Aquino, todas las teorías sobre el origen, o no origen, cosmológico, por ejemplo, la del Big Bang, no dicen relación con la creación. El Big Bang puede ser el comienzo del universo que nosotros experimentamos, pero no podemos saber, ni asumir, que es el principio absoluto. Esto es lo que yo llamo en mis clases ‘el error del principio’, que es el comienzo de todos los errores. Desde el momento en que establece una relación necesaria entre creación y finitud temporal se entra en una sucesión de problemas. El genio de Sto. Tomás es distinguir una de la otra.
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El testimonio de fe, hasta el martirio, de tantos misioneros chinos, siembra que se recoge hoy.
El problema es que el término ‘creación’ se usa de muchas maneras diferentes. La gente piensa que el Big Bang es la creación, pero no es así. Para Sto. Tomás la creación no se refiere a un principio temporal, sino a una dependencia ontológica.
Ahora, volviendo a la tradición china al respecto, es bueno distinguir qué se entiende por tradición, ya que hay una gran variedad de tradiciones chinas. Si un intelectual chino preguntara “¿qué dice la filosofía occidental sobre esta materia?”, la respuesta sería ¿cuál filosofía occidental? Del mismo modo ocurre en el Oriente, que cuenta con una historia de la filosofía de mucha más larga data que la nuestra.
—Vemos entonces que son realidades de otro orden. Según su experiencia en China, ¿ven los filósofos y científicos la compatibilidad de sus planteamientos en este tema, o se produce un choque en sus proposiciones? —Hoy vivimos en una cultura acentuadamente científica, que nos hace pensar que el único acceso a la realidad es a través de las ciencias naturales, no por medio de la filosofía o la teología. Hace poco dicté una conferencia sobre ‘cosmología y la metafísica del origen’ en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong, y causó mucho desconcierto el razonamiento de que los estudiantes de filosofía debieran estudiar ciencias naturales, ya que el no saber sobre las ciencias conduce a la disociación de su filosofía de la realidad concreta. Análogamente, los científicos de todas las áreas debieran
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estudiar filosofía, puesto que de lo contrario no hacen más que reducir su propia disciplina. A causa de esto me invitaron a dar una clase a estudiantes de medicina. Llegaron unos 100 estudiantes y expuse sobre ‘filosofía de la naturaleza y el estudio de medicina’. Entonces les hice ver que, si su visión de la ciencia no era más que mecanicista, y la naturaleza no más que materia, no serían buenos médicos. Les dije que no acudiría a un doctor con una visión meramente materialista, que me trata como si estuviera atendiendo a una máquina. Al oír sus respuestas, confirmé que sus actitudes al respecto no difieren en gran medida de las de los estudiantes de medicina en Oxford o en cualquier otra parte del mundo. —Y esta apertura a la filosofía tomista en estos temas, ¿les supone de algún modo un paso para cuestionarse algo más que lo puramente filosófico? ¿Les abre a buscar explicaciones más allá de lo estrictamente natural?
El Big Bang puede ser el comienzo del universo que nosotros experimentamos, pero no podemos saber, ni asumir, que es el principio absoluto. Esto es lo que yo llamo en mis clases ‘el error del principio’, que es el comienzo de todos los errores. Desde el momento en que establece una relación necesaria entre creación y finitud temporal se entra en una sucesión de problemas. El genio de Sto. Tomás es distinguir una de la otra.
—Ciertamente Sto. Tomás va más allá de lo que ellos esperan encontrar, pero hay que tener en cuenta la clara distinción que él establece entre el análisis filosófico y el teológico. Aunque es un teólogo, le concede su propia autonomía a la filosofía, y por lo tanto da plena validez al pensamiento exclusivamente filosófico. En China yo enseño filosofía tomista y discutimos en este plano, no en el de su teología. Pero sí que se discute. Tomás de Aquino señala que no solo la fe sostiene que hay creación, sino que el intelecto puede demostrarlo. Esta es una afirmación bastante radical. Lo fue en el siglo XIII en París y lo sigue siendo hoy. Siempre cuando hablamos sobre la metafísica de la creación y de la biología contemporánea, les planteo la siguiente pregunta: “¿por qué habríamos de considerar lo que dice Sto. Tomás de Aquino en las temáticas de la creación y las ciencias?”, y les contesto que la principal razón es porque “lo que dice Tomás de Aquino es verdad” y esa es una muy buena razón.
Entrevista realizada por PAULA JULLIAN
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«El elemento crucial del nuevo horizonte social ya no consiste simplemente en el clásico conflicto entre capital y trabajo, que fuera el punto de ingreso a la moderna cuestión social, y una base para antiguos paradigmas de Bien Común. El aspecto central ha llegado a ser el “conflicto entre la nueva realidad económico-social y política, producto del progreso industrialtecnológico, y la capacidad cultural y moral del hombre para dominarla” sin evasiones.» [Fragmento de mosaico con rostro. Museo del Castillo de los Sforza, Milan].
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La cuestión del Bien Común, hoy POR JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
Palabras pronunciadas por el autor, director de Humanitas y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile, en el 1.er Encuentro Iberoamericano de Academias congéneres, realizado en la sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en Plaza de la Villa, Madrid, octubre 2017.
Excelentísimo Sr. Presidente de la Real Academia de CMyP Distinguidos Señores Académicos Todos quienes concurrimos a este I Encuentro Iberoamericano, a causa del contexto histórico, nos formamos en el tema de que se trata, el Bien Común, básicamente teniendo en vista tres paradigmas que expreso en trazos muy simples, pues no es la historia del Bien Común sino su presente y futuro lo que nos inquieta. Serían estos: • Aquel según el cual la cuestión del Bien Común la resolvía el Estado ejerciendo control total sobre una sociedad, en la cual, suprimida la propiedad privada, todo sería común: la sociedad comunista, con los distintos matices que esta concepción históricamente ofreciera en diversas expresiones que adoptó el socialismo, visión que se hacía presente, en todo caso, con una fuerte carga de futuro; • La concepción liberal, donde el Estado garantiza la propiedad privada, vela por la aplicación de las leyes de modo que se respete la justicia establecida por los poderes legislativos, y donde cada persona o asociación de personas se ocupa de su prosperidad;
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• Otra, una concepción que podría llamarse social cristiana (que remite a filósofos como Jacques Maritain y que tuvo fuerte presencia en los años sesenta), según la cual el fin de la sociedad es el bien común del cuerpo social, pero entendido — para no deslizar hacia otras concepciones totalitarias— como un bien común de personas humanas. El bien honesto —“bonum honestum”, como lo llamaban los antiguos— ordenado a que el conjunto de los bienes materiales y espirituales que hacen la riqueza de una patria soberana se comuniquen y se participen en la sociedad, ayudando así a los individuos a perfeccionar su vida y libertad de personas. EL BIEN COMÚN ES EL BIEN HONESTO, ORDENADO A QUE EL CONJUNTO DE LOS BIENES MATERIALES Y ESPIRITUALES QUE HACEN LA RIQUEZA DE UNA PATRIA SOBERANA SE COMUNIQUEN Y SE PARTICIPEN EN LA SOCIEDAD, AYUDANDO ASÍ A LOS INDIVIDUOS A PERFECCIONAR SU VIDA Y LIBERTAD DE PERSONAS.
Pregunto a seguir: ¿Qué queda, con el nombre de Bien Común, de esas tres concepciones y de lo que en muy diversas partes del orbe ellas produjeron durante el siglo XX? Del año 1995, cuando tuve el honor de ingresar a la Academia chilena, recuerdo alguna ilustrada sesión que trató sobre “Occidente después del Muro”.1 Repasar hoy esas actas permite constatar que muchos juicios entonces formulados eran verdaderos, pero sobre todo lo eran como registro de un fin y atisbo de un comienzo. Examinarlos pasados los 22 años que han transcurrido, teniendo como foco el presente del Bien Común, lleva en cambio a la constatación de que los códigos y la lógica dominante, por lo que se refiere a nuestro asunto, han sufrido un cambio integral. Respondo entonces a la pregunta: Permanecen en el plano abstracto algunas de esas ideas de Bien Común, al lado de las cuales figuran, al menos nominalmente, las de dignidad de la persona humana, solidaridad, subsidiariedad, muchos derechos y algunos deberes. Pero de esos tres históricos paradigmas mencionados, quedan en la práctica política solo esbozos, fórmulas que, sobre todo, no condicen con el plano existencial de los hombres de hoy, todo ello asimismo en un contexto que cambia a una velocidad vertiginosa. Seguramente es esta la razón por la cual el Bien Común parece actualmente, en las sociedades democráticas e ilustradas, un gran ausente. Raramente se lo evoca y cuando ello tiene lugar, esa evocación padece de un sustancial vacío. 1 Cfr. Humanitas nº 1, Enero–Marzo 1996.
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Algunas observaciones que pueden iluminar las causas de este preocupante fenómeno.
I.- El declinar de la Política El elemento crucial del nuevo horizonte social ya no consiste simplemente en el clásico conflicto entre capital y trabajo, que fuera el punto de ingreso a la moderna cuestión social, y una base para los antiguos paradigmas de Bien Común. A través de un desarrollo progresivo —y de enorme aceleración en los últimos 25 o 30 años— el aspecto central ha llegado a ser el “conflicto entre la nueva realidad económico-social y política, producto del progreso industrial-tecnológico, y la capacidad cultural y moral del hombre para dominarla” sin evasiones.2 Si lo conforme al Bien Común, lo que es justo, tanto en la esfera del Estado como en la sociedad, es tarea primordial de la Política, verificamos hoy —algo no tan claro tres décadas atrás— un cuadro distinto, en el cual la Política, por fuerza de los hechos, ha ido siendo gradualmente sometida a la economía y, a seguir, muy pronto capturada por el eficientismo tecnocrático, paradigma que domina en la sociedad globalizada.3 Se da así la situación —y es una observación común— que este último redefine la política, concibiéndola como acción circunscrita a la “resolución ejecutiva” de los problemas de la gente. De ese diálogo entre la Política y la economía, que todavía prevaleció hasta los años posteriores a la 2ª Guerra Mundial y el renacimiento de una Europa unida, o que tuvo expresiones destacables, por ejemplo, en los procesos de transición a la democracia en España y luego en Chile, queda cada vez menos. Este abajamiento en el horizonte conceptual de la cosa pública, identificado por el dominio de lo fáctico, se da, asimismo, en un contexto de paradojas. Así, por ejemplo, la “destrucción creativa”, que tiene sus remotas raíces en Hegel y Marx, cambia de bando y se hace a la larga una con la idea general de un “crecimiento económico ilimitado”. Mientras tanto, en el 2006, constatamos que el Decimosexto Comité Central del Partido
DE ESOS TRES HISTÓRICOS PARADIGMAS MENCIONADOS, QUEDAN EN LA PRÁCTICA POLÍTICA SOLO ESBOZOS, FÓRMULAS QUE, SOBRE TODO, NO CONDICEN CON EL PLANO EXISTENCIAL DE LOS HOMBRES DE HOY, TODO ELLO ASIMISMO EN UN CONTEXTO QUE CAMBIA A UNA VELOCIDAD VERTIGINOSA.
2 Pierangelo Sequeri. “El ligamen social”, en revista Humanitas nº 62 (abril – junio 2011). 3 Francisco Papa, encíclica Laudato si’ N.189.
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EN RESUMEN, SE HACE CADA VEZ MÁS INCIERTA LA VISIÓN GENERALMENTE ASUMIDA, SEGÚN LA CUAL EL DESARROLLO TECNOLÓGICO TRAERÍA CONSIGO, COMO TAL, EL DESARROLLO SOCIAL.
Comunista Chino proclama dejar atrás la “destrucción creativa” de los tiempos de Mao y Deng, y apela ahora a crear una “sociedad armoniosa”.4 Por su lado, frente a la idea del desarrollo como crecimiento económico, aparece, de a poco y sin que se haga siempre explícita conceptualmente, una nueva idea de “desarrollo”: Sarkozy y Cameron hablaron por ejemplo de ella, valorando el Producto Interno de Felicidad (PIF) frente al clásico PIB.5 Entre tanto, y siempre al tenor del eficientismo tecnocrático, se multiplican ante nuestros ojos lecturas que conjugan algo antes no pensado: crecimiento económico acompañado de extensión del malestar social y existencial; desarrollo económico seguido de disgregación social; crecimiento cuantitativo de la riqueza y aumento cualitativo de aflicciones en formatos de incertidumbre, de desprogramación de la propia vida, de creciente fragilidad en las biografías personales y también de creciente dificultad en proponer las colectivas. En resumen, se hace cada vez más incierta la visión generalmente asumida, según la cual el desarrollo tecnológico traería consigo, como tal, el desarrollo social. No puede desconocerse que “la tendencia a la disolución de todos los vínculos, concebida como principio mismo de la libertad individual, así como el debilitamiento de la esfera política, con marcado agotamiento del Bien Común”,6 constituyen hoy las evidencias de una profunda transformación en curso, fenómeno que se ubica en el plano causal de esa no pensada y contradictoria conjugación entre desarrollo tecnológico y social. En un intento por aproximarnos al problema contemporáneo del Bien Común —aunque fuera solo desde las ciencias Morales y Políticas habría muy diversas formas de hacerlo, y aquí solo cabe una parcial aproximación—, observemos primero los efectos que se producen actualmente sobre este Bien a partir del contexto físico de la globalización, tanto el que proviene del nuevo concepto de espacio como el que proporciona en su actual realidad el tiempo. La espacialidad y la temporalidad que se han impuesto como parámetros globales. 4 Eugenio Tironi Barrios. “Apología de la intuición”. Ariel, Santiago, 2014. 5 Eugenio Tironi Barrios. “La producción de la felicidad y la paradoja latinoamericana”. Societas (Revista de la Academia Chilena de CSPyM) Año 2016, Nº18, pp. 19-27. 6 Pierangelo Sequeri, ibíd.
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«Las consecuencias que trae la nueva espacialidad y la nueva temporalidad en orden al Bien Común hacen que estos, el espacio y el tiempo, se encuentren ahora “desprovistos de contexto”, pues las culturas que hoy surgen y se propalan no están ya ligadas a un lugar o a un tiempo». [Acuarela, “Mattioli 73”].
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Ulrich Beck Zigmunt Bauman
Hay que estar conscientes de que son muchos los beneficios y posibilidades que abre la globalización, pero no cabe dar la espalda a los grandes desafíos que conlleva en el ámbito de la persona humana. Con razón se ha afirmado que la globalización no es a priori buena ni mala: es y será, en definitiva, lo que hagamos de ella.7 Y estos factores, espacio y tiempo —no son los únicos, por supuesto—, parece ineludible pensarlos, en su actual configuración, desde la cuestión del Bien Común.
La espacialidad La primera observación dice relación con la espacialidad: Vivimos algo así como “el fin de la geografía”. Hay quien afirma que hoy es la conectividad y no la geografía lo que determina nuestro destino. Veámoslo bien por cuanto dice a nuestra preocupación, el Bien Común. La revolución tecnológica, hélice que impulsa el desarrollo (que estriba en una combinación de informática y comunicaciones satelitales, y asimismo de transporte aéreo de personas y bienes), operando sobre el factor espacio-temporal, ha llevado indiscutiblemente a alcanzar una velocidad de comunicación nunca antes conocida en la historia y una reducción abismal, 7 Benedicto XVI, encíclica Caritas in veritate N.42.
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«Esta suerte de mutación genética del espacio contemporáneo hace decir a Zigmunt Bauman, como es bien sabido, que el espacio social pasó de ser “sólido” a ser “líquido”; y también a Ulrich Beck que mutó de “unívoco” a “plural”; y según Manuel Castells, que pasó de “espacio de lugares” a “espacio de flujos”.» Manuel Castells
tanto en los tiempos como en el costo del transporte a distancia de mensajes, objetos y seres humanos. Esta suerte de mutación genética del espacio contemporáneo hace decir a Zigmunt Bauman, como es bien sabido, que el espacio social pasó de ser “sólido” a ser “líquido”; y también a Ulrich Beck que mutó de “unívoco” a “plural”; y según Manuel Castells, que pasó de “espacio de lugares” a “espacio de flujos”8. El espacio, subjetivamente, ha venido a reducirse hoy a un solo punto y se desvanecen los anteriores criterios según los que se racionalizaba la espacialidad: “dentro y fuera”, “aquí y allá”, “cercano y lejano”, “presente y ausente”. Los mencionados autores, como otros, no sin razones sienten la espacialidad hecha pedazos. En este “espacio desmaterializado”, en realidad, cada vez sentimos más que, aunque se esté en un lugar, es como si se estuviese en muchos y, al revés, estando en varios y diversos lugares, es como si se estuviera en un único determinado lugar. Consustancial a este nuevo “paradigma espacial” es la aceleración, la cual no es hoy una aceleración cualquiera: podemos 8 En palabras de Manuel Castells, «La Era de la Información» es nuestra era: “Es un periodo histórico caracterizado por una revolución tecnológica centrada en las tecnologías digitales de información y comunicación, concomitante, pero no causante, con la emergencia de una estructura social en red, en todos los ámbitos de la actividad humana, y con la interdependencia global de dicha actividad. Es un proceso de transformación multidimensional que es a la vez incluyente y excluyente en función de los valores e intereses dominantes en cada proceso, en cada país y en cada organización social. Como todo proceso de transformación histórica, la era de la información no determina un curso único de la historia humana. Sus consecuencias, sus características dependen del poder de quienes se benefician en cada una de las múltiples opciones que se presentan a la voluntad humana”.
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decir que es el dominio de la velocidad absoluta, cuya materialización técnica desarma las condiciones físicas y antropológicas de ese espacio que antes conocimos, así como también los de la temporalidad que conocimos.
La temporalidad
OBSERVEMOS LOS EFECTOS QUE SE PRODUCEN ACTUALMENTE SOBRE ESTE BIEN A PARTIR DEL CONTEXTO FÍSICO DE LA GLOBALIZACIÓN, TANTO EL QUE PROVIENE DEL NUEVO CONCEPTO DE ESPACIO COMO EL QUE PROPORCIONA EN SU ACTUAL REALIDAD EL TIEMPO. LA ESPACIALIDAD Y LA TEMPORALIDAD QUE SE HAN IMPUESTO COMO PARÁMETROS GLOBALES.
La segunda observación —considerando ahora al factor tiempo, la temporalidad— es que constatamos y registramos que la civilización del “perpetuo presente”, sin pasado ni futuro, puede estar siendo —y así lo es en opinión de algunos observadores— algo no tan distinto de aquella realidad sobre la que advirtió George Orwell. En efecto, al tenor de lo que se nos impone, no solo percibimos la actual desaparición de las tradiciones en su capacidad ordenadora, sino que también vivimos la generalizada quiebra de las certezas progresistas. Cabría preguntarse si esto no sería solo resultado de los fracasos y las desilusiones provocadas por las catástrofes bélicas y otros problemas del siglo XX. Mas por sí solas, aquellas desilusiones seguramente no habrían sido suficientes para acabar tan rápido con todo relato o con los “metarrelatos”; no habría sucedido esto, es lo más probable, si no hubieran aparecido masivamente nuevos sistemas de referencia, trayendo consigo nuevos sentidos de la existencia que vinieron a remodelar las mentalidades. Coincide este trance con el paso del capitalismo productivo a una economía de consumo y comunicación de masas; paralelamente con el apagamiento hasta extinguirse de una sociedad rigorista y disciplinaria, a la que sucede otra dominada por el fenómeno de la imitación y la moda, reestructurada en todos los planos por “técnicas de lo efímero y de la seducción”.9 La compulsión del consumo, por ejemplo, completamente presentista, se potencia con la anulación del horizonte temporal de la cultura. Así, cuanto menos visión teleológica, de futuro, contagie el presente, más puede entonces el binomio técnico-científico explorar en el hiperrealismo, remodelar la vida, programar el futuro genético y así en adelante.10 9 Gilles Lipovetsky. “Los tiempos hipermodernos”, Anagrama, Barcelona, 2006. 10 “La ambivalencia contemporánea del progreso tecnocrático, tan rico en devastaciones del hombre y de la naturaleza, se manifiesta como el efecto de un movimiento cultural preciso: La tecnocracia se acredita —incluso moralmente— como racionalidad eficaz de los medios, formalmente ajena a la razón de los fines, expulsados de la historia colectiva y entregados nuevamente a la libertad de los individuos” (Cfr. Pierangelo Sequeri, ibíd).
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Siempre en el ámbito del factor tiempo, observamos en el vivir cotidiano que cada vez se exigen más resultados a corto plazo: lo urgente prevalece sobre lo importante, la acción inmediata sobre la reflexión, lo accesorio sobre lo esencial. Hay en curso, y avanzada, una mutación antropológica que cualquiera percibe. Se difunde una atmósfera de exagerado y permanente estrés, que traspasa el universo laboral, repercute en la vida familiar11 y tiene también visibles efectos psicosomáticos. “Nos quejamos más de tener poco tiempo, que de tener poco dinero o poca libertad”12. Lo cual, a su vez, no sucede a todos: al lado de los que disfrutan de la velocidad e intensidad del tiempo, están los parados y los jóvenes en dificultades, agobiados por un exceso de tiempo muerto.
Polis, espacio y tiempo Desde los griegos, la filosofía política ha reconocido este dato de hecho: Solo en el ámbito de un pueblo puede el individuo vivir como un hombre entre los hombres.13 En el comienzo de la vida en la polis, la ciudad, como contigüidad física y espiritual dentro de la cual se organizó la vida “en comunidad”, era ella el contexto en el cual se distinguían los intereses privados de los del Bien Común y la esfera doméstica de la pública. Las consecuencias que trae la nueva espacialidad y la nueva temporalidad en orden al Bien Común hacen que éstos, el espacio y el tiempo, se encuentren ahora “desprovistos de contexto”, pues las culturas que hoy surgen y se propalan no están ya ligadas a un lugar o a un tiempo.14 En este marco, respecto de las preocupaciones que suscita en muchos el futuro del Estado y sus deberes en relación al Bien
VIVIMOS ALGO ASÍ COMO “EL FIN DE LA GEOGRAFÍA”. HAY QUIEN AFIRMA QUE HOY ES LA CONECTIVIDAD Y NO LA GEOGRAFÍA LO QUE DETERMINA NUESTRO DESTINO. VEÁMOSLO BIEN POR CUANTO DICE EL BIEN COMÚN.
11 “La familia y los ligámenes de parentesco, la proximidad y los vínculos de amistad son absorbidos en el interior de esta configuración: [serán] variables sistémicas, de hecho, incluso en la visión de la política, y no ya ladrillos fundamentales en la construcción de la sociedad y la sociabilidad” (Cfr. Pierangelo Sequeri, ibíd). 12 Ibíd. 13 Aristóteles. “Política”. Libro I, cap. 1º. 14 En Octogesima adveniens señala Pablo VI que el hombre lo es verdaderamente en la medida que se hace él mismo autor de su progreso, según la naturaleza que le ha sido dada por su Creador y de la cual asume libremente las posibilidades y las exigencias. Y agrega: “Rico o pobre, cada país recibe una civilización, recibida de sus mayores: instituciones exigidas por la vida terrena y manifestaciones superiores artísticas, intelectuales y religiosas de la vida del espíritu. Mientras que contengan verdaderos valores humanos, sería un grave error sacrificarlas a aquellas otras. Un pueblo que lo permitiera perdería con ello lo mejor de sí mismo y sacrificaría para vivir sus razones de vivir. La enseñanza de Cristo vale también para los pueblos: ¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?’” (Populorum progressio, 1967, n.40).
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CONSTATAMOS Y REGISTRAMOS QUE LA CIVILIZACIÓN DEL “PERPETUO PRESENTE”, SIN PASADO NI FUTURO, PUEDE ESTAR SIENDO —Y ASÍ LO ES EN OPINIÓN DE ALGUNOS OBSERVADORES— ALGO NO TAN DISTINTO DE AQUELLA REALIDAD SOBRE LA QUE ADVIRTIÓ GEORGE ORWELL.
Común, podría citarse lo que advierte Benedicto XVI en su encíclica social Caritas in veritate 15. Pero citaré más bien otro autor, por el que no tengo especial preferencia, de todos conocido, Umberto Eco, quien dice a fin de cuentas algo muy similar. Comentando el libro Estado de crisis de Zigmunt Bauman y Carlo Bordoni advirtió Eco, en su columna de Il Giornale (2015), lo siguiente: “…entre las características de este presente en estado naciente se puede incluir la crisis del Estado: ¿qué libertad conservan los estados nacionales frente al poder de las entidades supranacionales? Desaparece una entidad que garantizaba a los individuos la posibilidad de resolver de una forma homogénea los distintos problemas de nuestro tiempo, y con su crisis, se ha perfilado la crisis de las ideologías, y por tanto de los partidos, y en general de toda apelación a una comunidad de valores que permitía al individuo sentirse parte de algo que interpretaba sus necesidades”.16 En esta desconfiguración de rango mayor, se visualiza también el drama tan actual que puede ser para cada persona la desaparición de la ciudad —que se llena de “no lugares” como dice el Papa Francisco17— o que desaparece como contigüidad física y espiritual en la que tuvo su original configuración el Bien Común. La misma idea de soberanía, encarnada por las formas e instituciones del Estado-nación, se encuentra cuestionada por ese “estallido” del espacio social.
De lo “sólido” a lo “líquido”, en general Una entre otras consecuencias importantes. La capacidad de resistir y durar de las identidades colectivas, en las formas típicas de la modernidad, es desarmada por esa “licuefacción” de los vínculos sociales. Algo así, veremos, va a suceder, por ejemplo, al binomio derecha/izquierda, 15 “El mercado único de nuestros días no elimina el papel de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más estrecha. La sabiduría y la prudencia aconsejan no proclamar apresuradamente la desaparición del Estado. Con relación a la solución de la crisis actual, su papel parece destinado a crecer, recuperando muchas competencias. Hay naciones donde la construcción o reconstrucción del Estado sigue siendo un elemento clave para su desarrollo” (cfr. Benedicto XVI, encíclica Caritas in veritate, N.41). 16 Umberto Eco. “De la estupidez a la locura – Crónica del futuro que nos espera”. Ed. Lumen, Barcelona, 2016, pp. 9-11. 17 Jorge Card. Mario Bergoglio: “Buscar el camino hacia el futuro llevando la memoria de las raíces”. Humanitas nº 70 (julio 2007).
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premisa clásica de la modernidad política. De este modo lo expresa, por ejemplo, Ulrich Beck18: “Más allá de la izquierda y de la derecha [disposición metafórica que durante la época industrial configuró el marco de lo político] empiezan a prevalecer disputas teóricas, político-ideológicas, que se pueden encuadrar en otras dicotomías: seguro-incierto, dentro-fuera, político-impolítico”. En un escenario mediático que absorbe casi por completo el espacio público, en un sistema de comunicación que hace de la emotividad su forma preferida de expresión, donde las actitudes y los mensajes se caracterizan por la necesidad de mostrarse efímeros, la derecha y la izquierda parecieran, a su vez, querer cada una recitar un guion escrito por la otra. Es posible ver, por ejemplo —con claroscuros de distinta intensidad según el lugar—, que a partir de la “caída del Muro”, la derecha se ha apropiado y hecho suyo el tema de la superación de lo existente y de la ruptura con el pasado, mientras que la izquierda ha debido oscilar entre el conservadurismo de querer mantener su identidad y una renovación que le ha hecho adoptar valores del adversario. Todo ello, entre tanto, se desarrolla en una atmósfera antropológica universalmente extendida, que diversos autores han llamado de “nihilismo festivo” o “nihilismo banal”, y que va del espacio privado al espacio público: no es ya una filosofía política, sino la práctica común de una vida apática y dispersa, cuya forma última se define por un vaciamiento o destitución de la realidad.19 El efecto pulverizador de este fenómeno antropológico sobre la Política —y en consecuencia sobre el Bien Común— es bien visible. No es esto una acusación a nadie, sino una simple constatación de que navegamos atrapados por unos códigos culturales o contraculturales que corresponden a un mundo de cotas bajas en el plano de las ideas y con una libertad francamente condicionada. Un mundo, en realidad, sobre todo falto de libertad interior, aunque la “libertad” sea lo primero que todos invocan como representación de sí mismos.
AL TENOR DE LO QUE SE NOS IMPONE, NO SOLO PERCIBIMOS LA ACTUAL DESAPARICIÓN DE LAS TRADICIONES EN SU CAPACIDAD ORDENADORA, SINO QUE TAMBIÉN VIVIMOS LA GENERALIZADA QUIEBRA DE LAS CERTEZAS PROGRESISTAS.
18 Alemania 1944-2015. 19 Julián Carrón. “La belleza desarmada”. Encuentro, Madrid, 2016.
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«No sin razones sienten la espacialidad hecha pedazos. En este “espacio desmaterializado”, en realidad, cada vez sentimos más que, aunque se esté en un lugar, es como si se estuviese en muchos y, al revés, estando en varios y diversos lugares, es como si se estuviera en un único determinado lugar.» [Supremus No 58 (Suprematismo), Kazimir Malevich, 1916].
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Bien Común y fragilización del individuo La reflexión sobre el Bien Común no puede dejar a un lado la preocupación que persigue la mayoría de los ciudadanos: armonizar vida privada y vida profesional; familia, tiempo libre y trabajo. En este sentido y desde la perspectiva antropológica del Bien Común, puede ser de gran utilidad —en el actual tránsito de lo que muchos llaman la “sociedad disciplinaria” a la actual “sociedad de rendimiento”, enmarcada en esas nuevas condiciones espacio-tiempo que he referido, donde han sido desmontados los antiguos sistemas de autodefensa y encuadramiento de los individuos— detenernos en los signos de fragilización de la personalidad que se observan. Parece que mientras se desarrolla la potencia técnica en un espacio y un tiempo nuevos, las fuerzas interiores del individuo declinan. El lamento por las perturbaciones del ánimo, la creciente desorganización de la personalidad y la multiplicación de trastornos psicológicos son una dolorosa realidad de nuestro tiempo que no se puede negar.20 Me impresiona leer, en un trabajo de Stefano Zamagni 21, que el 23 por ciento del Output mundial, desde el nacimiento de Cristo hasta hoy, se ha producido después del año 2000. ¡Parece increíble! Pero al mismo tiempo sabemos que cinco grandes Organismos de Naciones Unidas informaron el recién pasado 15 de septiembre, que tras haber disminuido de forma constante durante más de tres décadas, “el hambre repuntó en el mundo en 38 millones de personas durante 2016”22; información que se suma a la denuncia hecha en
PARECE QUE MIENTRAS SE DESARROLLA LA POTENCIA TÉCNICA EN UN ESPACIO Y UN TIEMPO NUEVOS, LAS FUERZAS INTERIORES DEL INDIVIDUO DECLINAN. EL LAMENTO POR LAS PERTURBACIONES DEL ÁNIMO, LA CRECIENTE DESORGANIZACIÓN DE LA PERSONALIDAD Y LA MULTIPLICACIÓN DE TRASTORNOS PSICOLÓGICOS, SON UNA DOLOROSA REALIDAD DE NUESTRO TIEMPO.
20 La literatura respecto de los trastornos en la vida interior de los individuos hoy es abundante y llaman la atención ensayos como “La sociedad del cansancio” del filósofo coreano, profesor de la Universidad de Berlín, Byung-Chul Han -que recorre desde el asombro y el sosiego perdidos hasta el “cansancio que desarma”- para interiorizarnos en las anómalas formas que este cansancio toma en una sociedad que muestra signos de enfermedad (Cfr. Byung-Chul Han. “La sociedad del cansancio”. Herder, 2016). 21 Stefano Zamagni. “El Bien Común global – Hacia una economía más inclusiva”. Cuaderno Humanitas Nº33 (2015) p.7. 22 La Organización Mundial de la Salud, UNICEF, la FAO, el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, y el Programa Mundial de Alimentos, hicieron públicas el viernes 15 de septiembre las nuevas estadísticas de malnutrición y de la seguridad alimentaria en el mundo. Tras haber disminuido de forma constante durante más de tres décadas, «el hambre repuntó en el mundo en 38 millones de personas en el 2016”. Los dos motivos a los que se debe este incremento son, por una parte, el aumento de conflictos y guerras en el mundo que afectan a 20 países, y por el otro, los graves fenómenos de cambios climáticos (cfr. Diario Financiero, Santiago, 29.09.17).
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SE DESTACA ALLÍ, EL CONTRAPESO IRREMPLAZABLE DE UNA UNIÓN AFECTIVA Y ESTABLE EN EL CUERPO SOCIAL, CAPAZ DE CREAR EN EL GRUPO HUMANO VÍNCULOS DURADEROS Y SENTIMIENTOS GREGARIOS QUE CIMENTEN EL DERECHO Y LE OTORGUEN PERDURABILIDAD.
marzo pasado por el jefe de las operaciones humanitarias de la ONU al Consejo de Seguridad advirtiendo que, desde 1945, no se vivía una crisis humanitaria tan grave como la que avasalla hoy a cuatro países de África.23 No pueden resumirse aquí las inmensas consecuencias de todo esto sobre la tragedia de las migraciones, ni tampoco sus interminables secuelas. El silencio y la indiferencia frente a fenómenos de esta gravedad son un ejemplo elocuente de la “liquidez” (Bauman) prevaleciente en relación al Bien Común. Como ha señalado Sequeri, “la ambivalencia de la sociedad contemporánea se realiza en el establecimiento de una ideología de la igualdad que proporciona una paradojal justificación al perfecto desinterés por el ligamen social”. Extraña ecuación, sobre todo cuando vemos que esto además se conjuga “con una mayor libertad y dignidad del individuo, reconocido en su igualdad, pero abandonado a su aislamiento”.24 ¿Se podrán superar los señalados efectos “líquidos” con los actuales instrumentos? De nuevo Umberto Eco: cree él que la única manera es estar conscientes de que vivimos en una sociedad de estas características, que para ser entendida y tal vez superada, exige nuevos instrumentos. “El problema —concluye Eco— es que la política y en gran parte la intelligentsia todavía no han comprendido el alcance del fenómeno”.25
Reconectar la Política con la ciudadanía Está entre nuestras tareas contribuir a la difícil reconstrucción arquitectónica del “lugar de la política”, de ese espacio, precisamente, donde se opera en público la transmutación de lo particular en general, donde la múltiple realidad de los intereses privados se reconfigura en un arcoíris de Bien Común, con el respaldo de una decisión general. Mientras tanto, seguimos viendo ese “lugar de la política” bregar — hoy más cruelmente que nunca— con la autenticidad o no de la representación, con la organización de la desconfianza, con la ocupación mediática, con la obsesiva judicialización y un largo etcétera. 23 Los países mencionados son Yemen, Somalia, Sudán del Sur y Nigeria (cfr. El Mercurio, Santiago 12.03.17, p. A-4). 24 Cfr. Pierangelo Sequeri, ibíd. 25 Ibíd.
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Son muy distintas, como vemos, las características de la fragmentación política actual, de aquellas que predominaron en los más críticos momentos del siglo XX. Es interesante, sin embargo, reparar en el sentido que emana de una correspondencia sostenida el año 1932 entre Einstein y Freud 26, a solicitud de la Sociedad de las Naciones, cuando ya la violencia incubada en la sociedad europea encaminaba hacia la fragmentación definitivamente trágica de una 2ª Guerra Mundial. Se destaca allí, en la correspondencia de aquellos dos sabios, como remedio frente al quebrantamiento del Estado de Derecho y a la violencia del desmembramiento social —violencia que la propia fragmentación agrava y a la que también empuja—, el contrapeso irremplazable de una unión afectiva y estable en el cuerpo social, capaz de crear en el grupo humano vínculos duraderos y sentimientos gregarios que cimenten el derecho y le otorguen perdurabilidad. ¿No es la pérdida de esa afección por el ligamen social, junto al aumento de la fragmentación, lo que reaparece hoy con fuerza inusitada, dando cauce a una violencia que puede llegar a ser peor que la de los años treinta y cuarenta? En un encuentro como este, que reúne a ilustres representantes del saber moral y político de las naciones iberoamericanas —naciones cuya gravitación es indudable en el contexto global—, no deberían terminarse estas palabras sin traer a la memoria el bonum commune omnium nationum (entendido como “bien común del género humano”) de que habló el Doctor Eximio, Francisco Suárez.27 Ello nos pone frente al desafío de considerar, por todo lo ya dicho, que en el contexto universal de las naciones, el necesario camino de recuperación del Bien Común, o será global o difícilmente lo será. Soy consciente de que esta mirada general puede producir más inquietud que optimismo. Pero sabemos también que, acerca de aquello que está en curso, no se ha dicho la última palabra, que vivimos más que una época de cambios un cambio de época y que todo esto es solo el comienzo de una historia.
SABEMOS QUE, ACERCA DE AQUELLO QUE ESTÁ EN CURSO, NO SE HA DICHO LA ÚLTIMA PALABRA, QUE VIVIMOS MÁS QUE UNA ÉPOCA DE CAMBIOS UN CAMBIO DE ÉPOCA Y QUE TODO ESTO ES SOLO EL COMIENZO DE UNA HISTORIA.
26 Albert Einstein / Sigmund Freud. ¿Por qué la guerra? Edit. Minúscula S.L. Barcelona, 2001. 27 Francisco Suárez S.J., conocido como Doctor Eximius (Granada, 1548 – Lisboa, 1617).
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un maestro espiritual por redescubrir POR MONS. JOSEPH MURPHY
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etrás de las acciones reflexionadas de cada individuo, hay siempre una razón, un móvil. Algunos buscan el placer, algunos los honores, otros están poseídos por la fiebre de la ambición o por la sed de dinero, la mayoría son víctimas de sus penas cotidianas. La influencia del móvil o del fin es predominante en el valor de nuestras acciones. El móvil por el cual nos agitamos, el objetivo que perseguimos, y que debe, por así decirlo, orientar toda nuestra vida, es para nosotros de una importancia capital. A este propósito, el bienaventurado Columba Marmion insiste: no olvidéis jamás esta verdad: el hombre vale lo que busca, a lo que él se vincula.1
Si nosotros buscamos a Dios, cualquiera sea nuestra nada por nuestra condición de criatura, nos elevamos más allá de nuestra condición natural con la ayuda del Ser infinitamente perfecto que nos une a Él mismo. Si, por el contrario, nosotros buscamos a la criatura, el dinero, el placer, las satisfacciones del orgullo, es decir, a nosotros mismos bajo todas estas formas, por muy grande que seamos a los ojos de los hombres, no valemos en realidad más que esta criatura, nos rebajamos a este nivel. Sí, en verdad, el hombre no vale sino lo que busca.
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Dom Columba M armion:
ERA CAPELLÁN DE UN CONVENTO DE LA PRISIÓN “MOUNTJOY” DE DUBLÍN, LO QUE LE HACE CONOCER A MUCHOS CRIMINALES ENDURECIDOS. GRACIAS A SU BONDAD DE CORAZÓN, EL ABAD MARMION TIENE ÉXITO EN CONOCERLOS EN LA PROFUNDIDAD DE SU ANGUSTIA Y, EN ALGUNOS CASOS, EN DESPERTAR EN ELLOS NO SOLAMENTE ESPERANZA Y CONSOLACIÓN, SINO TAMBIÉN LA FE EN LA MISERICORDIA DE DIOS.
El verdadero cristiano está pues animado del deseo de encontrar a Dios y de poseerlo. Buscar a Dios, quarere Deum, constituye todo el programa de la vida cristiana: 1 Columba Marmion. Jesucristo, ideal del monje, en ídem, Obras espirituales (Paris, Lethielleux; Maredsous, Centro Informático y Biblia, 1998), p. 628.
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encontrar a Dios y permanecerle habitualmente unido por los lazos de la fe y de la caridad, es toda la perfección.2
DESPUÉS DE CINCO AÑOS DE MINISTERIO, ABANDONA DUBLÍN PARA ENTRAR A LA ABADÍA DE MAREDSOUS, EN DONDE SE LE DA EL NOMBRE DE COLUMBA, EN HONOR DEL GRAN EVANGELIZADOR DE ESCOCIA. LUEGO DE SU PROFESIÓN RELIGIOSA, QUE TUVO LUGAR EN 1891, SE DISTINGUE MUY RÁPIDAMENTE COMO PREDICADOR Y CONFERENCISTA.
Dios nos llama a conocerlo y a amarlo, a compartir su vida misma y su propia felicidad. Él quiere ser para nosotros no solamente el maestro soberano de todas las cosas, sino un amigo, un padre. En este sentido, Él eleva nuestra naturaleza por encima de ella misma, adornándola de la gracia santificante (por la cual nosotros pasamos a ser sus hijos adoptivos), de las virtudes infusas y de los dones del Espíritu Santo. Ninguna criatura puede saciar nuestro deseo: es Dios que quiere ser Él mismo, por la comunicación de su vida infinita y eterna, nuestra perfecta felicidad. En la última Cena, Jesucristo confirmó esta verdad y la promesa que lleva implícita: Allí donde esté, yo quiero, oh Padre, que los míos estén también, a fin de que ellos sean testigos de mi gloria, que ellos compartan nuestra alegría y que tu amor los llene (cfr. Jn. 17, 24-26).
Tal es el objetivo único y supremo al cual nosotros debemos tender; nosotros debemos buscar a Dios; no tanto el Dios de la naturaleza como el Dios de la Revelación. Para nosotros, pues, cristianos “buscar a Dios”, es tender hacia Él no solamente como simples criaturas que van hacia el principio primero y el fin último de su ser, sino que tender hacia Él sobrenaturalmente, es decir, en calidad de hijos, que quieren permanecer unidos a su padre por una voluntad plena de amor y por esta “asociación misteriosa a la naturaleza misma de Dios”, de la cual habla San Pedro (2 P 1, 4); es tener y cultivar con las personas divinas una intimidad tan real y tan profunda, que San Juan la llama “la sociedad del Padre y del Hijo Jesús” (1 Jn. 1, 3) en su común Espíritu. Es a lo que el Salmista hace alusión cuando nos exhorta a “buscar el rostro de Dios” (Ps 104, 4), es decir, buscar la amistad de Dios, buscar su amor, como cuando la esposa, mirando al esposo, busca, más allá de sus ojos, el fondo mismo de su alma que le dice su ternura. Dios es para nosotros un padre lleno de bondad; Él quiere que, 2 Ibíd., p. 629.
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Vida del Bienaventurado Columba Marmion Joseph Aloysius Marmion nació en Dublín el 1 de abril de 1858, de padre irlandés, William Marmion, y de madre francesa, Herminie Cordier. En 1874, queriendo hacerse sacerdote diocesano, entra al Seminario de la Santa Cruz de Clonliffe, Dublín. Enseguida, su arzobispo, Mons. Edward McCabe, lo envía a Roma para completar sus estudios. Allí, tuvo él la buena suerte de seguir los cursos del sacerdote Francesco Satolli, futuro delegado apostólico en los Estados Unidos y una de las grandes figuras de la renovación tomista, quien lo alienta a sumergirse en el estudio de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. El otro profesor influyente fue el de Sagrada Escritura, Mons. Ubaldo Ubaldi, quien inspira en el joven Marmion un profundo amor por el Nuevo Testamento, y sobre todo por los escritos de San Pablo. Marmion conocía de memoria las cartas del Apóstol de los gentiles y las citaba constantemente en sus conferencias y en su correspondencia. El 16 de junio de 1881, Marmion fue ordenado sacerdote en la iglesia romana Sant’Agata dei Goti (Santa Águeda de los Godos), a la sazón capilla del Colegio Irlandés. Camino a Irlanda, se detiene en Bélgica para visitar a un amigo sacerdote
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desde aquí abajo, nosotros encontremos nuestra felicidad en Él, en sus perfecciones inenarrables. 3 Tales son las convicciones fundamentales de la doctrina de Dom Marmion, uno de los autores espirituales más influyentes del siglo XX. Prácticamente olvidado en los años que siguen al Concilio Vaticano II, es objeto de un renovado interés después de una quincena de años, sobre todo después de su beatificación, que tuvo lugar el 3 de septiembre del 2000. La reedición de sus Obras Espirituales en 1998, la aparición de una excelente biografía por Dom Mark Tierney de la abadía benedictina de Glenstal (Irlanda)4 y la reciente publicación de la Correspondencia5 ofrecen una buena ocasión para presentar este autor a una nueva generación de lectores, sobre todo a los jóvenes cristianos sedientos de guiar sólidamente su vida espiritual.
DIEZ AÑOS MÁS TARDE, EN 1909, DOM MARMION FUE ELEGIDO ABAD DE MAREDSOUS. SE ENCUENTRA ASÍ A LA CABEZA DE UNA COMUNIDAD DE MÁS DE CIEN MONJES, DOTADA ADEMÁS DE UNA ESCUELA DE HUMANIDADES, DE UNA ESCUELA DE MAESTROS DE ARTE, Y DE UNA ENORME GRANJA. DEBÍA TAMBIÉN VELAR SOBRE LA REPUTACIÓN TEOLÓGICA Y CIENTÍFICA YA BIEN ESTABLECIDA DE LA ABADÍA.
3 Ibíd., p. 630. 4 Mark Tierney, Dom Columba Marmion: Una biografía (Paris, Lethielleux, 2000). 5 Columba Marmion: Correspondencia 1881-1923, éd. M. Tierney, R.-F. Poswick, N. Dayez (Paris, François-Xavier de Guibert, 2008).
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NOS HABLA DE “IMITACIÓN”, DE “ASIMILACIÓN”, DE “SIMILITUD”. NOS INVITA A REPRODUCIR EN NOSOTROS LOS RASGOS DE JESUCRISTO Y A ALIMENTAR EN NOSOTROS LOS MISMOS SENTIMIENTOS QUE JESUCRISTO. EN DOM MARMION, LA SANTIDAD ESTÁ REFERIDA TANTO AL CUMPLIMIENTO DE NUESTRA GRACIA DE ADOPCIÓN, COMO A LA PERFECCIÓN DE NUESTRA CONFORMIDAD A JESUCRISTO. AL FINAL DE ESTE CAPÍTULO, DOM MARMION EXPLICA POR QUÉ EL CRISTIANO PUEDE SER LLAMADO “OTRO CRISTO”.
en la abadía benedictina de Maredsous. Se siente inmediatamente atraído por la vida monástica. De regreso a Dublín, fue nombrado vicario en la parroquia de Dundrum y en seguida profesor del seminario, lo que le permite completar su formación intelectual y espiritual. Al mismo tiempo, era capellán de un convento de la prisión “Mountjoy” de Dublín, lo que le hace conocer a muchos criminales endurecidos. Gracias a su bondad de corazón, el abad Marmion tiene éxito en conocerlos en la profundidad de su angustia y, en algunos casos, en despertar en ellos no solamente esperanza y consolación, sino también la fe en la misericordia de Dios.6 Después de cinco años de ministerio, abandona Dublín para entrar a la abadía de Maredsous, en donde se le da el nombre de Columba, en honor del gran evangelizador de Escocia. Luego de su profesión religiosa, que tuvo lugar en 1891, se distingue muy rápidamente como predicador y conferencista. En 1899 fue designado para formar parte de un pequeño grupo de monjes enviados para fundar la abadía de Mont-César en Lovaina, en donde se le confía rápidamente el cargo de prior. Allí es también responsable espiritual y profesor de los jóvenes monjes llevados a Lovaina para los estudios de filosofía y de teología. En esa misma época se convierte en el confesor del futuro cardenal Mgr Joseph Mercier. Su afinidad estaba sin duda fundada en parte sobre un mismo conocimiento y apreciación de las obras de Santo Tomás de Aquino. Diez años más tarde, en 1909, Dom Marmion fue elegido abad de Maredsous. Se encuentra así a la cabeza de una comunidad de más de cien monjes, dotada además de una escuela de humanidades, de una escuela de maestros de arte, y de una enorme granja. Debía también velar sobre la reputación teológica y científica ya bien establecida de la abadía. Continúa su apostolado de predicación de retiros y se consagra a numerosas direcciones espirituales. En 1913 ayuda a los monjes anglicanos de la isla de Caldey y a las monjas de Milford Haven, quienes deseaban convertirse al catolicismo. Durante la Primera Guerra Mundial, después de la invasión de Bélgica, acompaña a los monjes más jóvenes a Irlanda, en donde podían continuar su formación monástica. De regreso a Maredsous en 1916, debió asegurar la dirección de la 6 Cf. Mark Tierney, “Una introducción a los escritos de Dom Columba Marmion”, en Marmion, Obras Espirituales, p. 16.
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abadía, siguiendo a la vez de cerca la comunidad de jóvenes monjes que permanecían en Edermine, Irlanda. En Maredsous, daba regularmente conferencias espirituales a sus monjes. Su secretario, Dom Raymond Thibaut, y los otros monjes anotaban con avidez lo que él decía durante las conferencias. Dom Thibaut consultaba igualmente a las monjas de Maredret, quienes se beneficiaban también de las enseñanzas de Dom Marmion. Después de haber corregido el francés, Dom Thibaut daba el texto a su abad para su aprobación. Era así que nacía la Trilogía Jesucristo, vida del alma (1917), Jesucristo en sus misterios (1919) y Jesucristo, ideal del monje (1922). Dom Marmion tenía también la intención de publicar un libro sobre el sacerdocio, pero no alcanzó a hacerlo antes de su muerte, sobrevenida el 30 de enero de 1923. Es solamente en 1951 que Dom Thibaut pudo publicar el volumen Jesucristo, ideal del sacerdote, basado en los retiros predicados por Dom Marmion y organizado según los temas que le eran de mayor interés. Además, Dom Marmion sostenía una correspondencia enorme.7 Algunos extractos fueron publicados en 1934 en La unión a Dios.8 En 1962, un volumen que contenía 184 cartas reeditadas en inglés fue publicado por Dom Thomas Deforge.9 El volumen de la Correspondencia publicado en 2008 contenía 1.867 cartas de Dom Marmion, de las cuales mil 361 eran inéditas. Desde 1936 se empezó a rezar por su beatificación. El proceso diocesano tuvo lugar en Namur y en la abadía de Maredsous de 1957 a 1961. La causa avanzó lentamente, hasta la beatificación el 3 de septiembre del 2000. El Papa Juan Pablo II afirmó en esta ocasión:
Dom Columba Marmion fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en el jubileo del año 2000.
7 Para una buena introducción a la correspondencia de Dom Marmion ver Paul Lavallée, El bienaventurado Columba Marmion en la intimidad de sus cartas (Le Barroux, Ediciones Sainte Madeleine, 2006). 8 La unión a Dios en Cristo según las cartas de dirección de Dom Marmion, éd., R. Thibaut (Maredsous, Éditions de Maredsous, 1934). 9 La cartas en Inglés del abad Marmion (Baltimore, Helicon Press, 1962).
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Dom Marmion ha legado un auténtico tesoro de enseñanza espiritual para la Iglesia de nuestro tiempo. En sus escritos, él enseña un camino de santidad simple y por tanto exigente, para todos los fieles que Dios, por amor, ha destinado a ser sus hijos adoptivos en Cristo Jesús (cf. Ef 1, 5). Jesucristo, nuestro Redentor y fuente de toda gracia, es el centro de nuestra vida espiritual, nuestro modelo de santidad.
La idea fundamental de su doctrina espiritual
«Responsable espiritual y profesor de los jóvenes monjes llevados a Lovaina para los estudios de filosofía y de teología. En esa misma época se convierte en el confesor del futuro cardenal Joseph Mercier. Su afinidad estaba sin duda fundada en parte sobre un mismo conocimiento y apreciación de las obras de Santo Tomás de Aquino. »
Los escritos de Dom Marmion son a la vez teológicos y espirituales. Su doctrina está bien enraizada en la Biblia, la liturgia, los doctores de la Iglesia, sobre todo en Santo Tomás de Aquino; la Regla de San Benito y los grandes autores espirituales, especialmente San Francisco de Sales y Mons. Charles Gay, obispo auxiliar de Poitiers y autor de las Elevaciones sobre la vida y la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, publicado en 1879. En todas sus obras, Dom Marmion habla del misterio de Cristo y muestra cómo este misterio nos toca de forma vital y específica. La clave de su doctrina espiritual está resumida en el primer capítulo de la Epístola a los Efesios, en donde San Pablo habla del designio divino. Toda la doctrina de Dom Marmion se encuentra resumida en el versículo siguiente: Dios nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo. (Ef 1, 5).
Hace falta comprender bien el sentido bíblico del verbo “predestinar”. Lo encontramos seis veces en el Nuevo Testamento: una vez en los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 28) y cinco veces en San Pablo (Rm 8, 29-30; Co 2, 7; Ep 1, 5-11). San Pablo asocia este verbo con el designio divino. En la Epístola a los Romanos afirma: aquellos que por adelantado Dios ha conocido, Él los ha también predestinado a reproducir la imagen de su Hijo, a fin de que Él sea el primogénito de una multitud de hermanos (Rm 8, 29).
En la Biblia, el conocimiento indica una relación entre dos seres: existe pues una relación de amor entre Dios y algunos hombres, los cuales le son “conocidos”. La presciencia de Dios indica la elección: Dios elige a algunas personas. La predestinación indica el objetivo de la elección: Dios los elige para ser los beneficiarios de su amor, para ser sus hijos adoptivos.
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que con aquellos que le aman, Dios colabora en todo para su bien, con aquellos que Él ha llamado según su designio (Rm 8, 28).
En su amor, Dios, es decir la Trinidad entera, Padre, Hijo y Espíritu Santo, predestina a sus elegidos a ser conformes a la imagen del Hijo, a pasar a ser sus hijos adoptivos. Él quiere que nosotros participemos de su vida divina y aquello, desde aquí abajo, por la gracia de adopción, que hace de nosotros sus hijos y los herederos de su gloria. Jesucristo, el Hijo por naturaleza, es la voz elegida por Dios el Padre para realizar este plan. Por su humanidad, el hijo comunica a aquellos que quieran recibirlo una participación a su filiación divina: “Pues es para establecer el reino de los hijos de Dios, del cual Él será el hermano primogénito, que el Hijo ha venido entre nosotros, que es operada la Redención, que la obra de salvación y de santificación se continúa en la Iglesia a través de los tiempos, bajo la acción del Espíritu.”10 Tal es, en resumen, el designio de Dios, como lo describe San Pablo en el cántico de la Epístola a los Efesios. Dom Marmion lo resume de la manera siguiente: Dios quiere nuestra santidad, Él la quiere porque nos ama infinitamente, y nosotros debemos quererla con Él. Dios quiere hacernos santos, haciéndonos participar de su vida misma; y, por eso, Él nos adopta como sus hijos y los herederos de su gloria infinita y de su felicidad eterna. La gracia es el principio de esta santidad, sobrenatural en su fuente, en sus actos, en sus frutos. Pero Dios no nos da esta adopción sino que por su Hijo, Jesucristo: es en él, por él, que Dios quiere unirse a nosotros y que él quiere que nosotros nos unamos a él: Nadie viene al Padre sino por mí (Jn 14, 6). – Jesucristo es la vía, pero la única vía, para conducirnos a Dios; y “sin él, no podemos hacer nada” (Jn 15, 5). “No hay para nuestra santidad, otro fundamento que aquel mismo que Dios ha establecido, es decir la unión a Jesucristo”(1 Co 3, 11).11
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En este contexto, San Pablo insiste sobre la bienaventuranza, la gracia, la misericordia y el amor de Dios. No encontramos en los escritos de San Pablo la menor indicación de una “predestinación” a la perdición. Dios, que es el maestro de la historia, realiza su plan, pese a todo lo que el hombre pueda hacer de su libertad. Nosotros tenemos la seguridad:
“OTRO CRISTO”, PORQUE TODA SU ACTIVIDAD —PENSAMIENTOS, DESEOS, ACCIONES— HUNDE SU RAÍZ EN ESTA GRACIA, PARA PRACTICARSE SEGÚN LOS PENSAMIENTOS, LOS DESEOS, LOS SENTIMIENTOS DE JESÚS, Y EN CONFORMIDAD CON LAS ACCIONES DE JESÚS: “TENED EN VOSOTROS LOS MISMOS SENTIMIENTOS QUE CRISTO JESÚS.” (FI. 2, 5)
10 Dom Raymond Thibaut, La idea maestra de la doctrina de Dom Marmion (Maredsous, Éditions de Maredsous, 1947), p. 21. 11 Marmion, Jesucristo, vida del alma, en Obras espirituales, p. 54.
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Dom Marmion hace pues de la doctrina de la filiación adoptiva en Jesucristo el fondo más esencial de su doctrina. Él insiste que: DOM MARMION CONSIDERA EN SEGUIDA EL ROL DE JESUCRISTO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA CAUSALIDAD MERITORIA; ES EL TEMA DEL TERCER CAPÍTULO. JESUCRISTO, POR SU VIDA Y POR SU MUERTE, HA REDIMIDO A SUS HERMANOS Y HA MERECIDO LA GRACIA DE ADOPCIÓN. DESDE AHORA EN ADELANTE, ÉL TIENE EL PODER DE DARNOS LA GRACIA QUE SANTIFICA.
toda la vida cristiana, como toda la santidad, se resume en esto: ser por la gracia lo que Jesús es por naturaleza: el Hijo de Dios. Es ello lo que hace la sublimidad de nuestra religión. La fuente de todas las grandezas de Jesús, del valor de todos sus estados, de la fecundidad de todos sus misterios, es su generación divina y su condición de Hijo de Dios. Al mismo tiempo, el santo más elevado en el cielo es aquel quien aquí abajo ha sido el más perfectamente hijo de Dios, quien ha hecho fructificar más intensamente en él la gracia de su adopción sobrenatural en Jesucristo.12
Toda su predicación tiene por centro el dogma de la Paternidad divina y de nuestra adopción en Jesucristo. Dom Marmion no cesa de exponerlo y de comentarlo. Esta doctrina, antes de pasar a ser el tema principal de su enseñanza, se convierte en primer lugar en el fondo mismo de su propia vida interior. Allí reside el secreto de su amor apasionado por Jesucristo, Hijo de Dios, convertido en nuestro hermano primogénito. Todos los actos de culto: la Misa, la comunión, el oficio divino, la oración, son en Marmion actos de su vida de hijo de Dios. Todo lo que él hace, busca realizarlo en esta luz de la adopción divina. En este sentido, Dom Thibaut afirma muy justamente: Su predicación, su vida, desbordaban en este sentimiento, al punto que lo hemos podido llamar, con razón, el Doctor de la adopción divina.13 12 Marmion, Jesucristo en sus misterios, en Obras espirituales, p. 375 (texto corregido). 13 Thibaut, La idea maestra, p. 23.
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Jesucristo, vida del alma es el primer volumen de la trilogía publicada antes de la muerte de Dom Marmion. Este libro, aparecido en 1917, en plena mitad de la Primera Guerra Mundial, expone los principios doctrinales y espirituales presupuestados en toda la obra del abad de Maredsous. Se divide en dos partes, con seis capítulos en la primera y trece en la segunda Dom Marmion está convencido que la santidad en el hombre no es posible sino según el plan divino: conocer este plan y adoptarlo perfectamente, es toda la sustancia de la santidad. La primera parte del libro, titulada “La economía de los designios divinos”, es una exposición doctrinal de este designio. El primer capítulo, titulado “El plan divino de nuestra predestinación adoptiva en Jesucristo”, comenta el cántico de la Epístola a los Efesios y expone de manera sintética lo esencial de la doctrina de Dom Marmion. En la intención de la Santísima Trinidad, el Verbo hecho carne se encuentra al centro de la creación. Jesucristo, Hombre-Dios, está al centro del plan divino. En Él reside la plenitud de la vida divina y Él viene para comunicarla a los hombres. Por Jesucristo, Dios nos adopta como sus hijos dándonos una misteriosa pero real participación en su naturaleza, que nosotros llamamos “gracia”. Jesucristo es el hijo de Dios por naturaleza; nosotros lo somos por la gracia de adopción; esta gracia nos es comunicada por el bautismo. Dom Marmion saca la conclusión: Toda la santidad consistirá por lo tanto en recibir, de Cristo y por Jesucristo, quien posee la plenitud y quien está establecido como el único mediador, la vida divina, en conservarla, en aumentarla sin cesar, por una adhesión siempre más perfecta, por una unión siempre más estrecha a aquel quien es la fuente.14
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Jesucristo, vida del alma
DOM MARMION CONSIDERA EL ROL DE JESUCRISTO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA CAUSALIDAD EFICIENTE. JESUCRISTO NOS CONFIERE Y MANTIENE EN NOSOTROS LA GRACIA QUE NOS HACE SUS HERMANOS. EN ESTE CAPÍTULO DOM MARMION HABLA DE LOS SACRAMENTOS, POR LOS CUALES JESUCRISTO NOS COMUNICA LA GRACIA, Y DEL CONTACTO QUE NOSOTROS PODEMOS TENER CON JESUCRISTO EN LA FE.
Es por lo que Dom Marmion afirma que Jesucristo es verdaderamente la vida del alma; Él es la fuente y el dispensador de la gracia de adopción. Por la gracia, nosotros participamos de la vida divina, y es esta participación que constituye nuestra santidad: nosotros somos santos si somos hijos de Dios y si vivimos como verdaderos hijos del Padre celestial, dignos de nuestra adopción sobrenatural.15 14 Marmion, Jesucristo, vida del alma, p. 42. 15 Ibíd., p. 60.
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EN EL QUINTO CAPÍTULO, DOM MARMION HABLA DE LA IGLESIA, EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO, POR LA CUAL SE REALIZA EL MISTERIO DE NUESTRA INCORPORACIÓN A JESUCRISTO. ELLA ESTÁ DE TAL MANERA UNIDA A JESUCRISTO, QUE PODEMOS DECIR QUE ES EL CRISTO VIVIENTE A TRAVÉS DE LOS SIGLOS. DADO QUE NOSOTROS SOMOS INCORPORADOS AL CUERPO DE CRISTO, NOSOTROS SOMOS UNO CON ÉL EN EL PENSAMIENTO DEL PADRE CELESTIAL.
Como hijos adoptivos, nosotros estamos llamados a imitar y a asimilarnos a Jesucristo, el hijo por naturaleza, hasta el punto de poder decir como san Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20). En los capítulos 2-4, Dom Marmion muestra cómo la gracia de adopción nos viene por Jesucristo. Aborda el rol de Jesucristo bajo el ángulo de la causalidad. En primer lugar, desde el punto de vista de la causalidad ejemplar: es el tema del segundo capítulo. Jesucristo es el modelo de nuestra vida de hijos adoptivos de Dios, pero no solo de manera puramente extrínseca. Dom Marmion nos exhorta a “mirar a Jesucristo”, a “contemplarlo”. Nos habla de “imitación”, de “asimilación”, de “similitud”. Nos invita a reproducir en nosotros los rasgos de Jesucristo y a alimentar en nosotros los mismos sentimientos que Jesucristo. En Dom Marmion, la santidad está referida tanto al cumplimiento de nuestra gracia de adopción como a la perfección de nuestra conformidad a Jesucristo. Al final de este capítulo, Dom Marmion explica por qué el cristiano puede ser llamado “otro Cristo”: “Otro Cristo”, porque el cristiano es en primer lugar, por la gracia, hijo del Padre celestial y hermano de Jesucristo aquí abajo, para ser su coheredero en el más allá; “otro Cristo”, porque toda su actividad —pensamientos, deseos, acciones— hunde su raíz en esta gracia, para practicarse según los pensamientos, los deseos, los sentimientos de Jesús, y en conformidad con las acciones de Jesús: “Tened en vosotros los mismos sentimientos que Cristo Jesús.” (Fi. 2, 5)16 Dom Marmion considera en seguida el rol de Jesucristo desde el punto de vista de la causalidad meritoria; es el tema del tercer capítulo. Jesucristo, por su vida y por su muerte, ha redimido a sus hermanos y ha merecido la gracia de adopción. Desde ahora en adelante, Él tiene el poder de darnos la gracia que santifica. Jesucristo es más que el modelo de nuestra vida de hijo de Dios y más que el gran sacerdote que nos ha dado la gracia de adopción. De esta gracia, Él es la fuente única y universal de la cual todos deben beber; es de su plenitud que nosotros debemos recibir el don divino. En el cuarto capítulo, Dom Marmion considera el rol de Jesucristo desde el punto de vista de la causalidad eficiente. Jesucristo nos confiere y mantiene en nosotros la gracia que nos hace sus hermanos. En este capítulo Dom Marmion habla de los sacramentos, por los cuales 16 Ibíd., p. 71.
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Abadía de Maredsous, Bélgica.
Jesucristo nos comunica la gracia, y del contacto que nosotros podemos tener con Jesucristo en la fe. Cuando Jesucristo, después de haber cumplido su misión aquí en la tierra, privó a los hombres de su presencia sensible el día de la Ascensión, les dejó a la Iglesia para continuar en ellos hasta el fin de los tiempos su obra de santificación y formar en ella el reino de los hijos de Dios.17 En el quinto capítulo, Dom Marmion habla de la Iglesia, el cuerpo místico de Cristo, por la cual se realiza el misterio de nuestra incorporación a Jesucristo. Ella está de tal manera unida a Jesucristo que podemos decir que es el Cristo viviente a través de los siglos. Dado que nosotros somos incorporados al cuerpo de Cristo, nosotros somos uno con Él en el pensamiento del Padre Celestial. El último capítulo de esta primera parte está consagrado al Espíritu Santo. Para ser uno con Jesucristo hace falta recibir su espíritu y someterse a su acción. El Espíritu Santo es el amor sustancial que une al Padre y al Hijo. Gracias a Él, la obra de santificación se prosigue sin cesar en la Iglesia y en cada alma. La gracia que hace de nosotros hijos de Dios ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo: es Él que nos hace capaces de dirigirnos a Dios como a nuestro Padre. Además, por los dones del Espíritu Santo, estas disposiciones sobrenaturales
POR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO, ESTAS DISPOSICIONES SOBRENATURALES QUE NOS HACEN OBEDECER PRONTA Y FÁCILMENTE A SUS INSPIRACIONES, EL ALMA ESTÁ DISPUESTA A ACTUAR CON UNA SEGURIDAD VERDADERAMENTE DIVINA QUE LE HACE ALCANZAR LAS CIMAS DE LA GRACIA DE ADOPCIÓN. ES EL ESPÍRITU SANTO QUE NOS TRANSFORMA PARA FORMAR A JESUCRISTO EN NOSOTROS.
17 Thibaut, La idea maestra, p. 46.
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que nos hacen obedecer pronta y fácilmente a sus inspiraciones, el alma está dispuesta a actuar con una seguridad verdaderamente divina que le hace alcanzar las cimas de la gracia de adopción. Es el Espíritu Santo que nos transforma para formar a Jesucristo en nosotros, porque: reproducimos en nosotros los rasgos de esta filiación divina que tenemos en Cristo Jesús.18 HABIENDO ESBOZADO EL PLAN DIVINO EN LA PRIMERA PARTE DEL LIBRO, DOM MARMION CONSIDERA EN LA SEGUNDA LA RESPUESTA DEL HOMBRE, SU ACTITUD ANTE LA VOCACIÓN A LA FILIACIÓN DIVINA. HACE FALTA, POR UNA LIBRE COOPERACIÓN, ACEPTAR EL PLAN DIVINO Y ADAPTARSE PLENAMENTE A ÉL. ES POR LA PERFECTA ADAPTACIÓN AL PLAN DIVINO QUE EL HOMBRE ALCANZA EL CUMPLIMIENTO MÁS COMPLETO DE SU PERSONALIDAD.
Habiendo esbozado el plan divino en la primera parte del libro, Dom Marmion considera en la segunda la respuesta del hombre, su actitud ante la vocación a la filiación divina. Hace falta, por una libre cooperación, aceptar el plan divino y adaptarse plenamente a él. Es por la perfecta adaptación al plan divino que el hombre alcanza el cumplimiento más completo de su personalidad. Los capítulos que siguen explican cómo el alma puede y debe adaptarse al plan divino, a fin de recibir la vida divina, la gracia de filiación adoptiva que Jesucristo le otorga. Puesto que Jesucristo es la fuente de la santidad, nosotros participamos de la santidad, acogiéndola, lo que hacemos por la fe y la recepción del bautismo; estos son los temas de los dos primeros capítulos. El bautismo es al mismo tiempo el sacramento de la adopción divina y de la iniciación cristiana. Por el bautismo, nosotros participamos del misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo. San Pablo enseña: Nosotros hemos sido pues sepultados con Él por el bautismo en la muerte, a fin de que, como Jesucristo fue resucitado de entre los muertos para la gloria del Padre, nosotros vivamos también en una vida nueva (Rm 6, 4).
Hace falta pues que en el alma se realice un misterio de muerte y un misterio de vida. El doble aspecto de muerte al pecado y de vida para Dios debe caracterizar toda la existencia de un discípulo de Jesucristo. Dom Marmion organiza los otros capítulos de la segunda parte en torno a este doble tema. Después de haber evocado el pecado y la penitencia en los capítulos 3 y 4, él describe todo lo que nos ayuda a vivir para Dios en los capítulos que siguen: la verdad en 18 Marmion, Jesucristo, vida del alma, p. 131.
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*** Esta síntesis doctrinal es a la vez simple y vigorosa. Toda la doctrina está resumida en la idea central de nuestra adopción divina en Jesucristo, una idea sobrecogedora que aporta una gran simplificación a la vida espiritual. El mismo Dom Marmion señala esta manera de resumir todo en Jesucristo que nos conduce al Padre: Ella hace la vida del alma potente, porque ella la concentra en la unidad: en la vida espiritual, como en otras partes, la esterilidad es hija de la dispersión. Ella lo hace atractivo, ya que nadie puede deleitar más el espíritu y obtener más fácilmente de corazón los esfuerzos necesarios, que la vista de la persona adorable de Cristo Jesús.19
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la caridad (cap. 5), la oración (cap. 10), la caridad fraternal (cap. 11), la devoción a María, Madre del Verbo encarnado (cap. 12). El último capítulo, titulado “Coheredes Christi”, “Coherederos de Cristo”, está consagrado al tema de la vida eterna, término final de nuestra predestinación adoptiva. Siguiendo a Santo Tomás, Dom Marmion afirma que la vida eterna consiste sobre todo en la visión de Dios, fuente ella misma de amor y de gozo. En el cielo, nuestra semejanza a Dios será llevada a su perfección: nosotros veremos que somos verdaderamente los hijos de Dios.
SIGUIENDO A SANTO TOMÁS, DOM MARMION AFIRMA QUE LA VIDA ETERNA CONSISTE SOBRE TODO EN LA VISIÓN DE DIOS, FUENTE ELLA MISMA DE AMOR Y DE GOZO. EN EL CIELO, NUESTRA SEMEJANZA A DIOS SERÁ LLEVADA A SU PERFECCIÓN: NOSOTROS VEREMOS QUE SOMOS VERDADERAMENTE LOS HIJOS DE DIOS.
¡Pueda la meditación de esta obra maestra de espiritualidad aportar a una nueva generación de lectores los mismos sentimientos de seguridad, de confianza, de paz y de alegría que han experimentado tantos fieles en el pasado al contacto de esta doctrina luminosa y benéfica!
19 Marmion, Jesucristo, ideal del monje, p. 657. * Traducido del francés por Jaime Edo. Antúnez Soza.
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Monseñor Francisco Valdés Subercaseaux su labor artística POR VERÓNICA GRIFFIN BARROS «… De repente me tiran los deseos de usar los pinceles como si fuera casi mi profesión. ¡Puro atavismo familiar!» (en carta a su hermana Margarita, 1980)
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Detalle del Cristo del Tromen. Copia en hormigón del Cristo de Antumalal.
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escribiendo una capillita que se levantaba junto al convento capuchino en la Giudecca, Venecia, donde su hijo se preparaba para su ordenación sacerdotal el 17 de marzo de 1934, Blanca Subercaseaux, su madre, escribe: «Mi Francisco, que posee manos de prolijo carpintero y ha fabricado con ellas lindas cosas, había hecho a esa capilla un zócalo de madera y un tabernáculo que llevaba en la puerta un precioso tallado”. Sus palabras retratan la faceta de artista de fray Francisco Valdés (1908 – 1982), por cuya vida santa y admirable el Papa Francisco lo declaró Venerable el 7 de noviembre de 2014. Hasta ahora, pocas personas identificaban como de su autoría la hermosa obra artística y religiosa del primer capuchino nacido en Chile y primer obispo de Osorno (1956), a pesar de enfrentarse frecuentemente con sus imágenes diseminadas por todo el sur del país en catedrales, iglesias, capillas y hasta en algunos caminos rurales. Curarrehue, Almagro, San Juan de la Costa, Huelluzca, Imperial, y tantos otros lugares donde, en medio de un verdor que limpia el alma, a la sombra de enormes araucarias, se yerguen estos conmovedores testimonios de fe y de amor a un pueblo por el que Fray Francisco dio la vida y que hoy le venera como a un hombre santo.
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Hoy, lo principal de su labor artística ha sido anotado por Iberia Torres Abelaira en su libro Íconos —El arte de Fray Francisco Valdés Subercaseaux (2016), que ha contribuido al registro de una producción desconocida, a demostrar su vigencia y a que se la pueda reconocer y admirar cuando nos encontramos frente a ella.
Movido por su amor al pueblo araucano, y en busca de su ideal franciscano que veía encarnado en la Orden capuchina, ingresó al Seminario de los Hermanos Menores Capuchinos de Baviera, Alemania, donde se formaban los frailes encargados de la evangelización en el sur de Chile.
Cruz Bahía Mansa 1,90 por 1,45 m.
Hijo de Horacio Valdés y de Blanca Subercaseaux, en su niñez todo parece confluir a definir la futura vocación de Francisco Valdés: capuchino, misionero en la Araucanía y también artista. En su hogar, se vivía un cristianismo de acendrada impronta franciscana. Se educó en el colegio San Ignacio Alonso Ovalle en Santiago. Los veraneos en la región de Nahuelbuta lo pondrían en contacto con la pobreza y el abandono de las familias araucanas. El amor por el arte lo imprimió en él su tío el monje y pintor Pedro Subercaseaux, fundador de los benedictinos de Chile.
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“Pasaba largos ratos —escribe su hermana Margarita en el libro Fray Francisco Valdés Subercaseaux – Misionero de la Araucanía y primer obispo de Osorno (1985)— sirviendo de ayudante al pintor que a la sazón realizaba los grandes cuadros con escenas históricas que le encargaron los gobiernos de Chile y de Argentina, todo envuelto en ese olor a barniz y aguarrás tan caro a los pintores. A veces su tío le pedía que se subiera a los más altos peldaños de una escalera para rellenar espacios de las pinturas. El niño, con un gran delantal, se familiarizó así con los pinceles y los colores y con los personajes de nuestra historia patria.”
Al terminar sus estudios secundarios, viajó con su familia a Europa y en ese viaje decidió consagrarse a Dios en el sacerdocio. Ingresó al colegio Pío Latinoamericano de Roma. Pronto, su vocación se hizo más clara. Seguir las huellas y el espíritu de San Francisco de Asís en la pobreza, la mortificación y la donación de su vida a los más necesitados. Movido por su amor al pueblo araucano, y en busca de su ideal franciscano que veía encarnado en la Orden capuchina, ingresó al Seminario de los Hermanos Mons. Francisco Valdés Subercaseaux Menores Capuchinos de Baviera, Alemania, donde se (1908-1982). Declarado Venerable por formaban los frailes encargados de la evangelización el Papa Francisco en 2014. en el sur de Chile. Los capuchinos son una rama de los franciscanos que, en 1525, renovó el espíritu de heroica pobreza y contemplación tal como fue señalado por San Francisco de Asís. Los franciscanos ya estaban en Chile desde 1551, y en 1553 se habían establecido en Concepción. En cuanto a los capuchinos, los primeros llegan a Chile desde Italia en 1848. Luego vienen otros desde España y, en 1901, los venidos de Baviera. En esta cadena misionera se inserta Francisco Valdés. En 1934, fue ordenado sacerdote y en enero de 1935 regresó a nuestro país para trabajar en el Vicariato de la Araucanía. A partir de entonces, durante toda su vida religiosa, ya fuese en San José de la Mariquina, en Boroa, o en Pucón, como misionero, vicario parroquial, párroco y
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más tarde como obispo de Osorno, en medio de una actividad incansable y de una entrega sin límites por el bien espiritual y material de su grey, el Venerable Siervo de Dios se dio un tiempo que no tenía —pues a veces se negaba hasta el dormir por llevar adelante su donación permanente a los demás— para crear hermosas obras de arte que sirvieran para elevar las almas al Señor y en las que expresaba el fondo de su alma de franciscano y de artista.
La obra de arte de un capuchino Cientos de obras brotaron de las manos del padre Francisco. Hoy se conocen al menos 19 cruces, casi todas pintadas sobre madera, además de esculturas, tallas de tabernáculos y de altares, y muchas acuarelas. En estas destacan los paisajes sureños de pequeño formato que pintaba en sus largas caminatas misionales por la zona cordillerana. Con el producto de su venta en exposiciones que organizaban familiares y amigos, se financiaba una parte de sus innumerables iniciativas en favor de los pobres. “Cada acuarela vendida puede representar una cama”, comentaba un artículo de El Mercurio, reseñando una exposición que realizó en 1947 y cuyas humildes ganancias irían a la construcción del hospital de Pucón. El artículo también nos cuenta: “(…) Lagos, volcanes, torrentes, montañas, son el escenario donde se desenvuelve la caridad del joven sacerdote franciscano que, a pie, a caballo, vadeando ríos, durmiendo tantas veces a pleno campo y envolviéndose, muchas otras, en el manto ceñidor de la ‘hermana lluvia’, preside una parroquia limítrofe con la Argentina y que integran siete capillas diseminadas a grandes distancias. Una población casi primitiva ve aparecer de cuando en cuando a un hombre joven, rubio, de aspecto sereno, con pies desnudos y cabeza tonsurada que, en nombre de Cristo, les asegura que hay una fuente eterna donde serán saciados todos los sedientos de caridad y de justicia. Vemos así que algo tan natural y frecuente como una exposición de cuadros puede tener, como los ensueños,
Su inspiración procede en gran medida de Giotto, Cimabue, Simone Martini. Son cruces que nos remiten a la Toscana y la Umbría del duecento y del trecento. Poseen gran dulzura y dignidad, sobrepasando en contenido emocional a las figuras rígidas y estilizadas de los íconos bizantinos. Su lenguaje es expresivo, simple, sólido. Los colores son intensos y radiantes. En algunas cruces, Cristo está acompañado por San Francisco, Santa Clara, San Juan evangelista, la Virgen María. O bien por una paloma que representa al Espíritu Santo. En todas ellas, el rostro de Cristo refleja paz y serenidad.
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varios sentidos. El más completo y trascendente hemos intentado insinuarlo. El más sencillo y próximo consiste en que se trata de un delicioso conjunto de acuarelas, muchas de las cuales son pequeñas, pero no por eso menos auténticas obras de arte.” …..
Cientos de obras brotaron de las manos del padre Francisco. Hoy se conocen al menos 19 cruces, casi todas pintadas sobre madera, además de esculturas, tallas de tabernáculos y de altares, y muchas acuarelas.
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Esculpidas en madera o pintadas con óleo, las cruces del padre Francisco han brotado de su anhelo de predicar a Cristo en la cruz, que es el signo de la Redención. Su inspiración artística p rocede en gran medida de los primitivos italianos que retrataron la vida del Santo de Asís, Giotto, Cimabue, Simone Martini. Son cruces que nos remiten a la Toscana y la Umbría del duecento y del trecento. Poseen gran dulzura y dignidad, sobrepasando en contenido emocional a las figuras rígidas y estilizadas de los íconos bizantinos. Su lenguaje es expresivo, simple, sólido. Los colores son intensos y radiantes. En algunas cruces, Cristo está acompañado por San Francisco, Santa Clara, San Juan evangelista, la Virgen María. O bien por una paloma que representa al Espíritu Santo. En todas ellas, el rostro de Cristo refleja paz y serenidad. El padre Francisco representa al Salvador en tres momentos: Christus dolens, mirando con amor y alentándonos a seguirle; Christus patiens, ya muerto y descansando en la eternidad del Padre; y Christus triumphans, resucitado y majestuoso. El tamaño de las cruces que le conocemos fluctúa entre los 0,35 x 0,22 m de una cruz fechada en Eichstätt – Februar 1931 –cuando era estudiante de Teología– y que hoy pertenece a fray Juan Bauer OFM Cap, vice-postulador de su Causa de Beatificación, y la inmensa cruz de 4,60 x 3,50 m que está hoy día en la capilla de San Pedro y San Pablo en Osorno, y que el padre Francisco colgó en la catedral de Osorno hasta que fue reemplazada por el Cristo de madera que llegó de Alemania a presidir este santo recinto. Margarita Valdés recuerda cuando, en un enorme trozo de raulí, su hermano talló el que hoy conocemos como el Cristo del Tromen (1950) que se levanta en el paso fronterizo Mamuil Malal en Curarrehue, donde Chile limita con Argentina, para encomendar la paz entre ambos países:
Cruz de la iglesia de Río Negro 2,10 por 1,42 m.
Cruz pintada del monasterio Santa Clara de Pucón 1,65 por 1,29 m.
Cruz de Quilacahuín 2,58 por 2,09 m.
Cruz de la iglesia de Pucón hoy en la catedral de Los Ángeles 3,32 por 2,64 m.
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Inspirada en nuestra bandera, Monseñor Valdés talló esta cruz en madera de árboles del sur. La pintó del azul transparente del cielo. Dispuso al medio una estrella solitaria, realizada al fundir las monedas de plata que donó un minero del norte. La cinta roja que colgó del madero horizontal fue tejida a telar por artesanas de Doñihue. Norte, Centro y Sur de Chile están representados y el mensaje es evidente: nuestra patria hecha cruz.
Cruz de Chile 1,60 x 1,40 m.
Cruz de Antumalal Exposición en la Galería de la Plaza Aníbal Pinto de Temuco. 2009.
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“En sus años de cura párroco de Pucón, vimos los comienzos de la talla del inmenso madero en una sala de la escuela pública. Con qué amor y entusiasmo iba plasmando con sus manos la efigie del Crucificado, labor que, seguramente, era una oración, una conversación de persona a persona. Conociendo su vida, imaginamos con qué afecto tallaría cada uno de los detalles que hicieran aún más viva la figura del Redentor. Esa madera fue la confidente que conoció el fuego de un corazón amante y los sufrimientos de un alma que nunca encontró suficiente el hacer para llegar al Supremo Bien.”
Una evocación especial merece la Cruz de Chile, (1967) que se guarda en el Templo Votivo de Maipú y que cada año acompaña a la Virgen del Carmen en la procesión que se hace en su honor Inspirada en nuestra bandera, Monseñor Valdés talló esta cruz en madera de árboles del sur. La pintó del azul transparente del cielo. Dispuso al medio una estrella solitaria, realizada al fundir las monedas de plata que donó un minero del norte. La cinta roja que colgó del madero horizontal fue tejida a telar por artesanas de Doñihue. Norte, Centro y Sur de Chile están representados y el mensaje es evidente: nuestra patria hecha cruz.
Cruz tallada del Convento Santa Clara de Pucón. Cruz tallada en madera nativa.
….. El día antes de morir, sobre el sencillo velador junto a su cama en el hospital de Pucón había un libro con hermosas ilustraciones que poco antes estaba en sus manos: la Vida de San Francisco de Asís con acuarelas pintadas por su tío Pedro Subercaseaux. Estas acuarelas habían sido su inspiración al ingresar a la Orden capuchina, como lo dice él mismo en su carta pastoral Monjes hoy (1980). El padre Francisco contempló por última vez las acuarelas y después pidió permanecer en silencio. Quería preparar su alma en oración para el momento de su encuentro con el Señor.
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APUNTES Y NOTAS LA VISITA DEL PAPA EN MODO LAUDATO SI’ por Pilar Escudero
T
odo partió del email de un joven ingeniero, experto en Sustentabilidad y apasionado por el mensaje del Papa Francisco en Laudato si’, preguntando si la Comisión Central de la visita del Papa Francisco había considerado este aspecto. Esta inquietud fue rápidamente valorada y acogida. Invitado a dialogar, se va perfilando un plan de acción. Se crea un Comité de Sustentabilidad y se invita a profesionales expertos a que generosamente trabajen en él. La carta de Convocatoria así
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El día de su partida al norte, muy temprano en la mañana en el aeropuerto de Santiago, Pablo Vidal hace entrega al Santo Padre del Manual de Visita Papal Sustentable, los Bonos de Carbono, la foto de la Comisión de Sustentabilidad y un ensayo sobre las semejanzas entre la cosmovisión mapuche y Laudato si’ firmada por cuatro loncos. En estos momentos, la Comisión está preparando la cuenta pública y el primer Reporte de Sustentabilidad de una visita papal en la historia.
lo expresa: “Inspirados por Laudato si’, la Comisión Nacional Visita Papa Francisco, se ha planteado el desafío de incorporar elementos de sustentabilidad en su visita, buscando que su paso por Chile sea austero, transparente, diverso, inclusivo y con el menor impacto ambiental posible”. En la primera reunión, el 30 de agosto, se asume este desafío nunca antes declarado en otra visita papal. Las propuestas son muchas, con convicción y entusiasmo comienza el trabajo contra reloj,
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había poco tiempo para implementar todas Se implementaron 15 medidas en tres ejes las medidas. Los anhelos van más allá de principales: ambiental, social y económico. la visita misma, se considera también una Comenzó a ser noticia en radio, televisión, oportunidad para sensibilizar a la comuni- prensa y redes sociales. Llama la atención dad en el cuidado y respeto de nuestra Casa la construcción de los altares para los granComún, una experiencia que nos incorpore des encuentros con paneles que después se activamente a una corriente global. utilizarán para construir viviendas sociales, Inmediatamente algunos medios infor- el transporte del Papa en un auto híbrido, maron: “Papa con sello verde: Chile será el manejo de los residuos, la medición del el primer país en darle un impacto ambiental de las sello de sustentabilidad a grandes concentraciones de EL 27 DE NOVIEMBRE una visita apostólica de un personas. Van apareciendo UN COMUNICADO DE Santo Padre” (Radio Biobío). pequeños y grandes signos PRENSA DESDE LA Quienes conformaron la que hablan de un vínculo COMISIÓN NACIONAL Comisión fueron 16 profeestrecho entre la naturaleDESTACA LAS MEDIDAS, sionales provenientes de za y quienes la habitan. El INSPIRADAS EN LAUDATO ONGs, empresas, Estado, llamado es a cambiar asuSI’, QUE HARÁN DEL sociedad civil y gremios, miendo actitudes distintas: VIAJE DEL PAPA A hombres y mujeres, creyen“todo esto es parte de una CHILE LA PRIMERA tes y no creyentes. Lo que generosa y digna creativiVISITA APOSTÓLICA los unía era poner al serdad, que muestra lo mejor SUSTENTABLE EN vicio de una nueva misión del ser humano. El hecho LA HISTORIA. SE común toda su experiencia de reutilizar algo en lugar IMPLEMENTARON 15 profesional y pasión por de desecharlo rápidamenMEDIDAS EN TRES el tema. Ellos toman como te, a partir de profundas EJES PRINCIPALES: inspiración las palabras del convicciones, puede ser un AMBIENTAL, SOCIAL Y Papa: “…hace falta volver a acto de amor que exprese ECONÓMICO. COMENZÓ sentir que nos necesitamos nuestra propia dignidad” A SER NOTICIA EN RADIO, unos a otros, que tenemos (LS ,211). Los esfuerzos por TELEVISIÓN, PRENSA Y una responsabilidad por incluir a todas las personas REDES SOCIALES. los demás y por el mundo, se expresaron, por ejemplo, que vale la pena ser buenos aumentando los sectores y honestos” (LS, 229). Las propuestas toman preferenciales para quienes tienen algún cuerpo y encuentran una especial acogida impedimento que dificultara su acceso a los e inspiran a aproximadamente 20 mil vo- lugares de convocatoria, el uso de lenguaje luntarios. Este es un ámbito que convoca, de señas en la interpretación de los cantos especialmente a jóvenes, con sensibilidad y y en todos los mensajes del Papa. Se quiso urgencia por ayudar, es una misión concreta, tener presente especialmente que “el cuidaposible si se realiza en comunidad. do de la naturaleza es parte de un estilo de El 27 de noviembre un Comunicado de vida que implica capacidad de convivencia Prensa desde la Comisión Nacional destaca y de comunión” (LS, 228). las medidas, inspiradas en Laudato si’ que La evaluación fue muy positiva en harán del viaje del Papa a Chile la primera resultados y actitudes, sobre todo fue visita apostólica sustentable en la historia. esperanzadora y se manifestó en hechos
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15Francisco medidas sustentables para la visita del Papa
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muy concretos. Por nombrar algunos, en raíces una sabiduría capaz de ayudar a traspocas horas estaba todo limpio en el Parque cender la concepción meramente consumista O’Higgins, se reciclaron 6,5 toneladas de de la existencia para adquirir una actitud plástico, 300 kg de papel/cartón y 200 kg de sapiencial frente al futuro”. latas; 1.300 paneles usados en estructuras se Conversando con Pablo Vidal, Coordidestinaron a capillas y mediaguas. Y lo más nador General de la Comisión Sustentabiimportante, la experiencia de todos quienes lidad, nos señala que aún es pronto para participaron y ayudaron poder ver la proyección fue que es posible trabadel trabajo realizado y las Y LO MÁS IMPORTANTE, jar por esta meta común vivencias compartidas. LA EXPERIENCIA aportando como laicos al Sin embargo, entre todos DE TODOS QUIENES servicio de un proyecto quienes participaron, exisPARTICIPARON Y imprescindible en nueste el convencimiento de AYUDARON FUE QUE tros tiempos: se pueden que muchos incorporarán ES POSIBLE TRABAJAR incorporar distintas conámbitos de sustentabiliPOR ESTA META COMÚN cepciones y puntos de vista dad en sus vidas, familias, APORTANDO COMO compartiendo la necesidad parroquias, movimientos LAICOS AL SERVICIO de mirar el mundo desde y en la Iglesia en general. DE UN PROYECTO una perspectiva respetuosa Siente que es un llamado IMPRESCINDIBLE del medio ambiente, transpara consagrados y laicos, EN NUESTROS parente e inclusiva. Que para todos, difundiendo TIEMPOS SE PUEDEN el cariño y admiración al con más fuerza y entusiasINCORPORAR DISTINTAS Papa Francisco despiertan mo la encíclica Laudato si’ y CONCEPCIONES Y una entrega generosa, que siendo capaces de plantear PUNTO DE VISTA se pueden promover acnuevos procedimientos, COMPARTIENDO LA titudes, que puede haber métodos y actitudes. Y por NECESIDAD DE MIRAR cambios y entusiasmar a sobre todo, redescubrienEL MUNDO DESDE muchos, más allá de las do el valor del cuidado de UNA PERSPECTIVA creencias religiosas. la casa común como una RESPETUOSA DEL El Santo Padre lo había urgencia que conecta con MEDIO AMBIENTE, pedido ya el primer día de la realidad, con las necesiTRANSPARENTE E su llegada en su discurso dades de las personas y que INCLUSIVA. en el Palacio de la Moneda: parece imprescindible para “Escuchar nuestra casa coconstruir el futuro. mún: fomentar una cultura que sepa cuidar El Papa es realista y nos dice que “estas la tierra y para ello no conformarse solamente acciones no resuelven los problemas glocon ofrecer respuestas puntuales a los graves bales, pero confirman que el ser humano problemas ecológicos y ambientales que todavía es capaz de intervenir positivase presentan; en eso se requiere la audacia mente” (LS, 58), son acciones que siempre de ofrecer “una mirada distinta, un pensa- producen fruto. Aquí en Chile, además de miento, una política, un programa educativo, la experiencia, se elaboró un Manual de un estilo de vida y una espiritualidad que Visita Papal Sustentable como regalo al conformen una resistencia ante el avance del Papa Francisco. Al recibirlo el último día de paradigma tecnocrático (…) Chile tiene en sus su estancia entre nosotros, él se alegró.
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La Palabra del Papa
52º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales “La verdad os hará libres. Noticias falsas y periodismo de paz”
El Mensaje del Papa Francisco para la 52º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se publica tradicionalmente en la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, cada 24 de enero. La Jornada propiamente se celebra siempre el domingo antes de Pentecostés, este año el 13 de mayo de 2018. Para esta quincuagésima segunda Jornada, el Santo Padre ha querido tratar en profundidad las llamadas “falsas noticias”, o “fake news”, es decir, “las informaciones infundadas que contribuyen a generar y alimentar una fuerte polarización de las opiniones”. A continuación el Mensaje del Papa Francisco:
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Queridos hermanos y hermanas: En el proyecto de Dios, la comunicación humana es una modalidad esencial para vivir la comunión. El ser humano, imagen y semejanza del Creador, es capaz de expresar y compartir la verdad, el bien, la belleza. Es capaz de contar su propia experiencia y describir el mundo, y de construir así la memoria y la comprensión de los acontecimientos. Pero el hombre, si sigue su propio egoísmo orgulloso, puede también hacer un mal uso de la facultad de comunicar, como muestran desde el principio los episodios bíblicos de Caín y Abel, y de la Torre de Babel (cf. Gn 4,1-16; 11,1-9). La alteración de la verdad es el síntoma típico de tal distorsión, tanto en el plano individual como en el colectivo. Por el contrario, en la fidelidad a la lógica de Dios, la comunicación se convierte en lugar para expresar la propia responsabilidad en la búsqueda de la verdad y en la construcción del bien. Hoy, en un contexto de comunicación cada vez más veloz e inmersos dentro de un sistema digital, asistimos al fenómeno
El ser humano, imagen y semejanza del Creador, es capaz de expresar y compartir la verdad, el bien, la belleza. Es capaz de contar su propia experiencia y describir el mundo, y de construir así la memoria y la comprensión de los acontecimientos.
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Pero si sigue su propio egoísmo orgulloso, puede también hacer un mal uso de la facultad de comunicar. de las noticias falsas, las llamadas «fake news». Dicho fenómeno nos llama a la reflexión; por eso he dedicado este mensaje al tema de la verdad, como ya hicieron en diversas ocasiones mis predecesores a partir de Pablo VI (cf. Mensaje de 1972: «Los instrumentos de comunicación social al servicio de la verdad»). Quisiera ofrecer de este modo una aportación al esfuerzo común para prevenir la difusión de las noticias falsas, y para redescubrir el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación de la verdad.
1. ¿Qué hay de falso en las «noticias falsas»? «Fake news» es un término discutido y también objeto de debate. Generalmente alude a la desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales. Esta expresión se refiere, por tanto, a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas. La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles. En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capcio-
Hoy, en un contexto de comunicación cada vez más veloz e inmersos dentro de un sistema digital, asistimos al fenómeno de las noticias falsas, las llamadas «fake news». Dicho fenómeno nos llama a la reflexión; por eso he dedicado este mensaje al tema de la verdad. sas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen. La dificultad para desenmascarar y erradicar las fake news se debe asimismo al hecho de que las personas a menudo interactúan dentro de ambientes digitales homogéneos e impermeables a perspectivas y opiniones divergentes. El resultado de esta lógica de la desinformación es que, en lugar de realizar una sana comparación con otras fuentes de información, lo que podría poner en discusión positivamente los prejuicios y abrir un diálogo constructivo, se corre el riesgo de convertirse en actores involuntarios de la difusión de
opiniones sectarias e infundadas. El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio. A esto conduce, en último análisis, la falsedad.
2. ¿Cómo podemos reconocerlas? Ni ng u no de nosot ros puede eximirse de la responsabilidad de hacer frente a estas falsedades. No es tarea fácil, porque la desinformación se basa frecuentemente en discursos heterogéneos, intencionadamente evasivos y sutilmente engañosos, y se sirve a veces de mecanismos refinados. Por eso son loables las iniciativas educativas que
La eficacia de las fake news se debe a su naturaleza mimética, a su capacidad de aparecer como plausibles. Estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas, hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración.
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permiten aprender a leer y valorar el contexto comunicativo, y enseñan a no ser divulgadores inconscientes de la desinformación, sino activos en su desvelamiento. Son asimismo encomiables las iniciativas institucionales y jurídicas encaminadas a concretar normas que se opongan a este fenómeno, así como las que han puesto en marcha las compañías tecnológicas y de medios de comunicación, dirigidas a definir nuevos criterios para la verificación de las identidades personales que se esconden detrás de millones de perfiles digitales. Pero la prevención y la identificación de los mecanismos de la desinformación requieren también un discernimiento atento y profundo. En efecto, se ha de desenmascarar la que se podría definir como la «lógica de la serpiente», capaz de camuflarse en todas partes y morder. Se trata de la estrategia utilizada por la «serpiente astuta» de la que habla el Libro del Génesis,
En lugar de realizar una sana comparación con otras fuentes de información, se corre el riesgo de convertirse en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas. El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos.
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La estrategia de este hábil «padre de la mentira» (Jn 8,44) es la mímesis, una insidiosa y peligrosa seducción que se abre camino en el corazón del hombre con argumentaciones falsas y atrayentes. En la narración del pecado original, el tentador, efectivamente, se acerca a la mujer fingiendo ser su amigo e interesarse por su bien, y comienza su discurso con una afirmación verdadera, pero solo en parte.
la cual, en los albores de la humanidad, fue la artífice de la primera fake news (cf. Gn 3,115), que llevó a las trágicas consecuencias del pecado, y que se concretizaron luego en el primer fratricidio (cf. Gn 4) y en otras innumerables formas de mal contra Dios, el prójimo, la sociedad y la creación. La estrategia de este hábil «padre de la mentira» (Jn 8,44) es la mímesis, una insidiosa y peligrosa seducción que se abre camino en el corazón del hombre con argumentaciones falsas y atrayentes. En la narración del pecado original, el tentador, efectivamente, se acerca a la mujer fingiendo ser su amigo e interesarse por su bien, y comienza su discurso con una afirmación verdadera, pero solo en parte:«¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?» (Gn 3,1). En realidad, lo que Dios había dicho a Adán no era que no comieran de ningún árbol, sino tan solo
de un árbol: «Del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás» (Gn 2,17). La mujer, respondiendo, se lo explica a la serpiente, pero se deja atraer por su provocación:«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”» (Gn 3,2). Esta respuesta tiene un sabor legalista y pesimista: habiendo dado credibilidad al falsario y dejándose seducir por su versión de los hechos, la mujer se deja engañar. Por eso, enseguida presta atención cuando le asegura: «No, no moriréis» (v. 4). Luego, la deconstrucción del tentador asume una apariencia creíble: «Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal» (v. 5). Finalmente, se llega a desacreditar la recomendación paternal de Dios, que estaba dirigida al bien, para seguir la seductora incitación del enemigo: «La mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable» (v. 6). Este episodio bíblico revela por tanto un hecho esencial para nuestro razonamiento: ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es
Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano.
¿Cómo defendernos? El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad. En la visión cristiana, la verdad no es solo una realidad conceptual que se refiere al juicio sobre las cosas, definiéndolas como verdaderas o falsas. La verdad no es solamente el sacar a la luz cosas oscuras. falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos. De lo que se trata, de hecho, es de nuestra codicia. Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano. Las mismas motivaciones económicas y oportunistas de la desinformación tienen su raíz en la sed de poder, de tener y de gozar que en último término nos hace víctimas de un engaño mucho más trágico que el de sus manifestaciones individuales: el del mal que se mueve de falsedad en falsedad para robarnos la libertad del corazón. He aquí porqué educar en la verdad significa educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien «cayendo» en cada tentación.
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3. «La verdad os hará libres» (Jn 8,32) La continua contaminación a través de un lenguaje engañoso termina por ofuscar la interioridad de la persona. Dostoyevski escribió algo interesante en este sentido: «Quien se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, llega al punto de no poder distinguir la verdad, ni dentro de sí mismo ni en torno a sí, y de este modo comienza a perder el respeto a sí mismo y a los demás. Luego, como ya no estima a nadie, deja también de amar, y para distraer el tedio que produce la falta de cariño y ocuparse en algo, se entrega a las pasiones y a los placeres más bajos; y por culpa de sus vicios, se hace como una bestia. Y todo esto deriva del continuo mentir a los demás y a sí mismo» (Los hermanos Karamazov, II,2). Entonces, ¿cómo defendernos? El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad. En la visión cristiana, la verdad no es solo una realidad conceptual que se refiere
He aquí la afirmación de Jesús: «Yo soy la verdad» (Jn 14,6). El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Solo esto libera al hombre: «La verdad os hará libres» (Jn 8,32).
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Para discernir la verdad es preciso distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer. La verdad, por tanto, no se alcanza realmente cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca. al juicio sobre las cosas, definiéndolas como verdaderas o falsas. La verdad no es solamente el sacar a la luz cosas oscuras, «desvelar la realidad», como lleva a pensar el antiguo término griego que la designa, aletheia (de a-lethès, «no escondido»). La verdad tiene que ver con la vida entera. En la Biblia tiene el significado de apoyo, solidez, confianza, como da a entender la raíz ‘aman, de la cual procede también el Amén litúrgico. La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, «verdadero», es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: «Yo soy la verdad» (Jn 14,6). El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Solo esto libera al hombre: «La verdad os hará libres» (Jn 8,32).
Liberación de la falsedad y búsqueda de la relación: he aquí los dos ingredientes que no pueden faltar para que nuestras palabras y nuestros gestos sean verdaderos, auténticos, dignos de confianza. Para discernir la verdad es preciso distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer. La verdad, por tanto, no se alcanza realmente cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca. Además, nunca se deja de buscar la verdad, porque siempre está al acecho la falsedad, también cuando se dicen cosas verdaderas. Una argumentación impecable puede apoyarse sobre hechos innegables, pero si se utiliza para herir a otro y desacreditarlo a los ojos de los demás, por más que parezca justa, no contiene en sí la verdad. Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa.
El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero.
Si el camino para evitar la expansión de la desinformación es la responsabilidad, quien tiene un compromiso especial es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir: el periodista, custodio de las noticias. Este, en el mundo contemporáneo, no realiza solo un trabajo, sino una verdadera y propia misión. 4. La paz es la verdadera noticia El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje. Si el camino para evitar la expansión de la desinformación es la responsabilidad, quien tiene un compromiso especial es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir: el periodista, custodio de las noticias. Este, en el mundo contemporáneo, no realiza solo un trabajo, sino una verdadera y propia misión. Tiene la tarea, en el frenesí de las noticias y en el torbellino de las primicias, de recordar que en el centro de la noticia no está la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas. Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia
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de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz. Por lo tanto, deseo dirigir un llamamiento a promover un periodismo de paz, sin entender con esta expresión un periodismo «buenista» que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Me refiero, por el contrario, a un periodismo sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodis-
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mo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos —y son la mayoría en el mundo— que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal.
Por eso, inspirándonos en una oración franciscana, podríamos dirigirnos a la Verdad en persona de la siguiente manera: Señor, haznos instrumentos de tu paz. Haznos reconocer el mal que se insinúa en una comunicación que no crea comunión. Haznos capaces de quitar el veneno de nuestros juicios. Ayúdanos a hablar de los otros como de hermanos y hermanas. Tú eres fiel y digno de confianza; haz que nuestras palabras sean semillas de bien para el mundo: donde hay ruido, haz que practiquemos la escucha; donde hay confusión, haz que inspiremos armonía; donde hay ambigüedad, haz que llevemos claridad; donde hay exclusión, haz que llevemos el compartir; donde hay sensacionalismo, haz que usemos la sobriedad; donde hay superficialidad, haz que planteemos interrogantes verdaderos; donde hay prejuicio, haz que suscitemos confianza; donde hay agresividad, haz que llevemos respeto; donde hay falsedad, haz que llevemos verdad. Amén.
Francisco
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DEL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE:
«DISCERNIR CAMINOS PARA TIEMPOS DE TORMENTA»
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os obispos acabamos de terminar nuestra 115a Asamblea Plenaria en Punta de Tralca. Fue un encuentro en medio de una fuerte tormenta. Y la tormenta no fue causada por la fractura de la fraternidad entre nosotros ni por la falta de diálogo. La tormenta nos llegó de un corazón traspasado de sinceridad y dolor, el del Papa. Él nos confesó su sufrimiento por el dolor de las víctimas de abusos de conciencia y abusos sexuales en Chile por parte de consagrados. Nos remeció porque él, el Vicario de Cristo, pide perdón por haber incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción. Como ya lo hemos expresado, esta situación nos avergüenza, nuestro dolor es grande y pedimos de nuevo perdón de corazón, más aún cuando la Iglesia tiene por vocación ser un espacio sano y seguro para niños y jóvenes. Nos comprometemos en hacer lo imposible por acompañar a las víctimas, reparar el daño causado y prevenir estas situaciones. Para esto hemos creado el «Consejo Nacional de Prevención de Abusos» (del 2011); las instancias de denuncia y acogida de las víctimas en las diócesis; los diversos y actualizados «Protocolos» para los procedimientos; y las líneas guías «Cuidado y Esperanza», normativas en cada diócesis del país. Como Iglesia en Chile no estamos bien. La crisis se instaló en ella, pero en cuanto Pueblo de Dios, pues no se trata solo de una crisis del episcopado. Tampoco únicamente de la manipulación de conciencia ni de abusos sexuales. Me parece que estas aberraciones son manifestación del núcleo de la crisis: el progresivo deshacimiento –a todo nivel– del tejido discipular y eclesial y, a la vez, la falta de capacidad como Iglesia de dialogar con los nuevos contextos culturales y sus desafíos antropológicos y sociales. No son realidades inconexas. Una afecta a la otra, y ambas configuran la situación crítica de hoy. Lo peor sería rumiar la desolación. La resurrección del Señor nos invita a mirar adelante sin dejar de lado la condición de Iglesia herida. Ambas, heridas y vida nueva del Resucitado, serán el aliciente para –con audacia evangélica–
* Editorial de www.iglesia.cl publicado el lunes 16 de abril de 2018
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DOCUMENTO alentar un camino de renovación discipular y eclesial de cara a un mundo al que pertenecemos. Como Pueblo de Dios tenemos que caminar hacia una «renovación encarnada» que se haga cargo de la vocación y misión de una Iglesia inserta en el dinamismo cultural, económico y social del Chile de hoy. Tampoco se trata de mundanizar la Iglesia, sino desde su vocación y misión salir a dialogar y compartir para atraer con la persona de Jesús y su propuesta, y no imponerlo. Esta renovación tiene que poner en el centro el encuentro vital y comunitario con el Resucitado. Él nos abre a la misericordia del Padre y nos da su Espíritu para animar procesos permanentes de conversión personal y pastoral. Y desde esta fuente, la ruta de renovación tendrá que considerar aquello que desafía nuestro estilo de ser Iglesia hoy y nuestra labor de evangelizar. Para ser una «Iglesia en salida» tendremos que hacernos cargo de la comunión eclesial y la comunicación de la fe; de nuestra cercanía y empatía de ministros de Cristo con el hombre y la mujer de hoy; del compromiso afectivo y efectivo con el dolor y la pobreza, puesto que Jesucristo nos quiere una Iglesia pobre para los pobres; de la capacidad de incorporar como protagonistas en la Iglesia a los laicos, las mujeres, los jóvenes y los ancianos; de la renovación de las estructuras eclesiales para que transmitan la vitalidad de Cristo; de la disminución progresiva de las vocaciones, de la formación en los Seminarios y Noviciados, particularmente su dimensión afectiva y relacional, y de la formación permanente de obispos, sacerdotes y religiosos/as. Y, por supuesto, de cómo responder cada vez mejor a los abusos de autoridad, a los abusos de menores y a la prevención de ambos. La crisis no la resolveremos solo los obispos. Es labor del Pueblo de Dios, y de los obispos en cuanto miembros del Pueblo de Dios. De aquí la indispensable participación de este en todo el proceso de renovación discipular y eclesial. Como Pueblo de Dios tenemos una desafiante misión: ser luz del mundo y sal de la tierra. Para esto Jesús resucitó. No despreciemos esta oportunidad; de lo contrario, seguiremos anidando futuras crisis. + Santiago Silva Retamales
Obispo Castrense de Chile Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
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PANORAMA ECOS DEL VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A PERÚ 18-21 ENERO DE 2018 Perú: Video documental de la visita del Papa
“Franciscus: El Papa en Tierra de Esperanza” es el título del video documental que realizó TV Perú sobre el viaje apostólico del Santo Padre Francisco al país, del 18 al 21 de enero de 2018. El canal de televisión peruano transmitió el documental en exclusiva el pasado 18 de febrero de 2018, en emisión nacional. El video, de 76 minutos de duración, recoge diferentes momentos del Pontífice en las ciudades de Trujillo, Puerto Maldonado y Lima, los tres lugares de Perú donde se encontró con los fieles para transmitir un mensaje de “esperanza y unidad”.
Más de 1 millón 300 mil personas participaron en la última celebración eucarística presidida por el Papa Francisco en la base aérea de Las Palmas, en Lima, sin duda uno de los momentos centrales de esta visita apostólica. El documental de TV Perú recoge, además, entre otros, los testimonios del arzobispo de Lima y Primado del Perú, cardenal Juan Luis Cipriani; del obispo auxiliar de Lima, Mons. Raúl Chau, y de la conductora del especial, Fátima Saldonid, periodista que acompañó al Santo Padre en su viaje a Chile, Perú y de regreso a Roma.
www.youtube.com/watch?time_continue=1063&v=j4MAtsBuxJE
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El Papa Francisco ha dejado retos interesantes a la Iglesia en Perú Los obispos de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) hicieron un balance de la visita del Papa Francisco y destacaron que esta “ha dejado retos interesantes”. Además, resaltaron la acogida de la gente, tanto en Lima y Trujillo como en Puerto Maldonado, donde el Pontífice tuvo un encuentro con las comunidades nativas de la Amazonia. “Nos ha dejado retos interesantes. Esta preocupación por la selva, a la que hemos estado de espaldas tantos años. Esa preocupación por esas obras del bien social”, señaló a EWTN Noticias el presidente de la CEP, Mons. Salvador Piñeiro. En ese sentido, el prelado dijo que “no podemos esclavizarnos en los egoísmos, en la insensibilidad. Hay mucho dolor a nuestro alrededor. Y por eso esos gestos, esa cercanía para consolar, confortar, aliviar a los que pasan una hora difícil”.
El Papa, recordó, “nos dijo una cosa muy bonita a los obispos: a veces no podemos arreglar todas las situaciones, pero no te olvides de dar un cariño en el alma, de dar una palabra de aliento, de afecto. Esa es la tarea del obispo, del pastor, cuidar de la oveja perdida”. Por su parte, el arzobispo de Lima y Primado del Perú, cardenal Juan Luis Cipriani, dijo que en el papamóvil el Santo Padre le expresó su admiración por la gran cantidad de gente que salía a saludarlo a las calles; un hecho que se repitió en Lima, Trujillo y Puerto Maldonado. El Papa “decía ‘esto me recuerda a Filipinas, me recuerda a México. Estas multitudes, ¿de dónde salen?, ¿de dónde sale tanta gente?’”, señaló el arzobispo. Sobre el encuentro de Francisco con los obispos, el purpurado recordó que “nos ha dicho una frase muy sencilla: hay que ir a atravesar la otra orilla, al encuentro de la gente”. “No puedo dejar de emocionarme recor-
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dándolo, viéndolo, mirando lo que ha hecho por nuestro país. Le agradezco desde aquí al Papa”, expresó. Durante la conferencia de prensa también estuvo presente Mons. David Martínez, Vicario Apostólico de Puerto Maldonado, ciudad que el Papa eligió para encontrarse con las comunidades nativas de la Amazonia. “Nunca he visto a las comunidades nativas tan emocionadas. Tienen una forma de expresar los sentimientos diferentes, y yo nunca les he visto tan emocionados. Gente que yo conocía estaban tremen-
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damente agradecidos de haber participado en este encuentro”, realizado el 19 de enero en el Coliseo de Madre de Dios, afirmó. En ese sentido, dijo que uno de los nativos ancianos de la etnia harakmbut le dijo que “si alguien tan importante viene a vernos, será que nosotros algo contamos en esta vida”. “Ellos han captado perfectamente lo que significaba la visita del Papa Francisco y cómo visibilizaba su problemática, su situación en todo el mundo”, señaló.
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Carta de agradecimiento del Papa Francisco tras su visita a Perú “Rezo para que el Señor le conserve al Perú tanta fe y piedad”, afirmó el Papa Francisco en la carta de agradecimiento que envió al arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani.
A su Eminencia
Cardenal Juan Luis CIPRIANI THORNE Arzobispo de Lima
Vaticano, 24 de enero de 2018 Querido hermano: Al volver de mi Viaje Apostólico a Perú doy gracias al Señor
por tanto bien recibido en aquellas hermosas tierras. También deseo
agradecerte a ti, y pedirte hagas llegar mi gratitud a los fieles de la
Arquidiócesis de Lima, por todo el trabajo que han realizado y por tan cálida acogida y hospitalidad.
Tengo grabada en el corazón la imagen de kilómetros y
kilómetros de personas esperando para saludar al Papa, contagiando la alegría del Evangelio con su entusiasmo desbordante. Gracias a todos por su testimonio.
Rezo para que el Señor le conserve al Perú tanta fe y piedad, y
para que se mantengan siempre unidos en la esperanza. Y, por favor
no dejen de rezar, ustedes también, por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Fraternalmente,
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Próximos viajes apostólicos del Papa Francisco Países bálticos 22 al 25 de septiembre de 2018
Letonia, “Muéstrate Madre”
El Papa Francisco realizará un viaje apostólico a los Estados bálticos entre el 22 y el 25 de septiembre de 2018, donde visitará Vilnius y Kaunas, en Lituania; Riga y Aglona, en Letonia, y Tallin, en Estonia. Lituania, “Jesucristo – nuestra esperanza” El tema de las dos etapas en Lituania será “Jesucristo – nuestra esperanza” (“Kristus Jėzus – mūsų viltis” – 1 Tim 1,1): un tema –explican los organizadores– que recuerda “que Jesucristo es el centro de la fe” y que “Él ha vencido a la muerte y al pecado”. El logotipo representa una cruz “triunfal” que simboliza la “victoria de Cristo” y que “abarca todo el sufrimiento por la libertad y la fe del pueblo lituano”, así como el aliento del Espíritu Santo en forma de paloma y llamas, para una “renovación”. Las llamas, amarillas, verdes y rojas, son los colores de la bandera de la nación.
El escenario del Papa en Letonia tendrá un tono mariano: el tema es de hecho “Muéstrate Madre” (Monstra te esse Matrem), tomado del himno Ave Maris Stella. El logotipo representa el icono milagroso de Nuestra Señora de Aglona que “abraza espiritualmente” la tierra de su luz dorada, en un contexto de Letonia. La Santísima Virgen es la “reina” de Letonia desde su consagración por el Papa Inocencio III al Cuarto Concilio de Letrán en 1215. Estonia, “Despierta mi corazón” Finalmente, el tema de la etapa en Estonia será “Despierta mi corazón” (Mu süda, ärka üles), de una canción del compositor Cyrillus Kreek, querido por todos los estonios. En el logo, en los colores del Vaticano, blanco y amarillo, el Papa saluda con una sonrisa.
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CARTA PLACUIT DEO
“LA SALVACIÓN DE CRISTO SE RECIBE EN LA IGLESIA” Frente al individualismo imperante en la sociedad de hoy, que defiende que el hombre, con sus propias fuerzas, se basta para salvarse a sí mismo, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha querido recordar que la salvación radica en Cristo. Mediante una carta dirigida a los obispos de la Iglesia Católica que, con el título de Placuit Deo trata sobre algunos aspectos de la salvación cristiana, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha señalado también que “el lugar donde recibimos la salvación es la Iglesia”. No obstante, en la carta, aprobada por el Papa Francisco el pasado 16 de febrero, se llama a “un diálogo sincero y constructivo con creyentes de otras religiones, en la confianza de que Dios puede conducir a la salvación en Cristo a todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia”. En este sentido, durante la presentación de la carta a la prensa, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer, negó que esta carta contradiga a la constitución apostólica Lumen gentium, o que suponga regresar a lo anterior a lo establecido por el Concilio Vaticano II. Más bien, se trata de una confirmación de lo dicho en la Lumen gentium. La carta Placuit Deo pretende contrarrestar el auge de dos viejas herejías, el pelagianismo y el gnosticismo, cuyos preceptos se están extendiendo en el mundo de hoy al amparo de la cultura del individualismo imperante. En la carta se señala la tendencia al individualismo del mundo de hoy que difunde la visión del hombre “como un ser cuya realización depende únicamente de su fuerza”, y, por lo tanto, la figura de Cristo no se contempla como “aquel que transforma la condición humana”, sino como “un modelo que inspira acciones generosas, con sus palabras y gestos”. Fruto de este individualismo, también se extiende “la visión de una salvación meramente interior, la cual tal vez suscite una fuerte convicción personal, o un sentimiento intenso, de estar unidos a Dios, pero no llega a asumir, sanar y renovar nuestras relaciones con los demás y con el mundo creado”. Estas dos desviaciones son un reflejo de dichas viejas herejías: el pelagianismo y el gnosticismo. En este sentido, la carta afirma que, en la actualidad, “prolifera una especie de neo-pelagianismo para el cual el individuo, radicalmente autónomo, pretende salvarse a sí mismo, sin reconocer que depende, en lo más profundo de su ser, de Dios y de los demás”. También prolifera “un cierto neo-gnosticismo” que “presenta una salvación meramente interior, encerrada en el subjetivismo”. “Frente a estas tendencias, la presente Carta desea reafirmar que la salvación consiste en nuestra unión con Cristo, quien, con su Encarnación, vida, muerte y resurrección, ha generado un nuevo orden
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de relaciones con el Padre y entre los hombres, y nos ha introducido en este orden gracias al don de su Espíritu, para que podamos unirnos al Padre como hijos en el Hijo, y convertirnos en un solo cuerpo en el ‘primogénito entre muchos hermanos’”. Asimismo, se señala que “la salvación completa de la persona no consiste en las cosas que el hombre podría obtener por sí mismo, como la posesión o el bienestar material, la ciencia o la técnica, el poder o la influencia sobre los demás, la buena reputación o la autocomplacencia”. Más bien, la salvación, y en definitiva la felicidad que busca todo ser humano, radica en “la comunión con Dios”, a la que el mismo Dios “nos ha destinado”, “y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él”. “La salvación que la fe nos anuncia no concierne solo a nuestra interioridad, sino a nuestro ser integral. Es la persona completa, de hecho, en cuerpo y alma, que ha sido creada por el amor de Dios a su imagen y semejanza, y está llamada a vivir en comunión con Él”. La carta pone de manifiesto que las curaciones de Jesús son reflejo del carácter integral de la salvación divina. El mismo sacrificio de Cristo, por el que “expía los pecados y permanece siempre vivo para interceder a nuestro favor”, “muestra la falta de fundamento de la perspectiva individualista”. “En resumen, Cristo es Salvador porque ha asumido nuestra humanidad integral y vivió una vida humana plena, en comunión con el Padre y con los hermanos. La salvación consiste en incorporarnos a nosotros mismos en su vida, recibiendo su Espíritu”. En el título 5 de la carta se subraya que “el lugar donde recibimos la salvación traída por Jesús es la Iglesia”. “Comprender esta mediación salvífica de la Iglesia es una ayuda esencial para superar cualquier tendencia reduccionista”. “La salvación que Dios nos ofrece, de hecho, no se consigue sólo con las fuerzas individuales, como indica el neo-pelagianismo, sino a través de las relaciones que surgen del Hijo de Dios encarnado y que forman la comunión de la Iglesia”. La Iglesia también desmonta la mentira de la salvación puramente interior defendida por la visión neo-gnóstica, ya que “nos introduce en las relaciones concretas que el mismo Jesús vivió”. “La fe confiesa, por el contrario, que somos salvados por el bautismo, que nos da el carácter indeleble de pertenencia a Cristo y a la Iglesia, del cual deriva la transformación de nuestro modo concreto de vivir las relaciones con Dios, con los hombres y con la creación”. Finalmente, en el título conclusivo de la carta se insiste en que “la salvación del hombre se realizará solamente cuando, después de haber conquistado al último enemigo, la muerte, participaremos plenamente en la gloria de Jesús resucitado, que llevará a plenitud nuestra relación con Dios, con los hermanos y con toda la creación”. “La salvación integral del alma y del cuerpo es el destino final al que Dios llama a todos los hombres”, concluye. Puede leer la carta completa en www.humanitas.cl
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“Alegraos y regocijaos” (Mt 5,12) Gaudete et exsultate, nueva exhortación apostólica del Papa Francisco El 9 de abril pasado se publicó la exhortación apostólica del Papa Francisco, “sobre el llamado a la santidad en el mundo actual”, la tercera de su pontificado.
“A legraos y regocijaos” (Mt 5,12), la exhortación apostólica firmada por el Santo Padre Francisco el 19 de marzo, solemnidad de San José, del año 2018, sexto de su Pontificado, empieza con las palabras de Jesús “a los que son perseguidos o humillados por su causa”. “El llamado a la santidad”; “Dos sutiles enemigos de la santidad”; “A la luz del Maestro”; “Algunas notas de la santidad en el mundo actual” y “Combate, vigilancia y discernimiento” son los cinco capítulos del documento pontificio –publicado en español, italiano, francés, inglés, portugués, alemán, polaco y árabe– en el que el Papa Francisco recuerda las bienaventuranzas como camino “a contracorriente” que Jesús nos indica para ser un buen cristiano: “Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones. Esa reflexión podría ser útil, pero nada es más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas” (63).
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No es un tratado, sino el anhelo de hacer resonar el llamado a la santidad “No es de esperar aquí un tratado sobre la santidad, con tantas definiciones y distinciones que podrían enriquecer este importante tema, o con análisis que podrían hacerse acerca de los medios de santificación. Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor»” (Ef 1,4) (2). El Papa Francisco desea coronar sus reflexiones con María: “… porque Ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos. Conversar con Ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: «Dios te salve, María…»” (176).
Veritatis gaudium, nueva constitución apostólica sobre las universidades y facultades eclesiásticas
Esta constitución apostólica, firmada por el Papa Francisco el 8 de diciembre de 2017, luego actualizada el 27 de diciembre, fue dada a conocer a fines de enero pasado. Se refiere a preocupaciones que dejó escritas el beato Papa Pablo VI, que a juicio del actual Pontífice requieren hoy de una urgente y necesaria revisión y actualización en orden a la fidelidad al espíritu, así como a las directrices del Vaticano II. Sopla muy fuerte en la Constitución el aire de esa "nueva síntesis humanista" a que llamó Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate (n. 21), y se hurga hondamente en las raíces del Magisterio. El mundo actual vive ”no sólo una época de cambios sino un verdadero cambio de época“ que ”está marcado por una crisis antropológica y socioambiental de ámbito global” en la que se aprecian “síntomas de un punto de quiebra, que se manifiestan tanto en catástrofes naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras”. Por ello, es preciso “cambiar el modelo de desarrollo global, redefinir el progreso” y “promover una verdadera cultura del encuentro” que preste mayor atención a los pobres. Paralelamente, Francisco considera que las instituciones en todo el mundo deben “crear redes” para cultivar y promover “los estudios eclesiásticos, y activar con decisión las oportunas sinergias también con las instituciones académicas de los distintos países”. Asimismo, encomienda a las universidades, facultades
e institutos eclesiásticos realizar una labor de investigación para difundir el Evangelio y apuesta por “establecer centros especializados de investigación que promuevan el estudio de los problemas de alcance histórico que repercuten en la humanidad de hoy, y propongan pistas de resolución apropiadas y objetivas”. “En este tiempo, la teología también debe hacerse cargo de los conflictos: no solo de los que experimentamos dentro de la Iglesia, sino también de los que afectan a todo el mundo”, valora. Y considera “indispensable la creación de nuevos y cualificados centros de investigación en los que estudiosos procedentes de diversas convicciones religiosas y de diferentes competencias científicas puedan interactuar con responsable libertad y transparencia recíproca”. De esta manera, se fomentará “un diálogo orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad”. El secretario de la Congregación para la Educación Católica, Angelo Vincenzo Zani, explicó durante la presentación del documento en el Vaticano que en el mundo hay 64.500 estudiantes que se forman en estos centros eclesiásticos. Por continentes, en Europa hay 207 facultades y 287 institutos; en Sudamérica, 22 facultades y 56 institutos; mientras que en Norteamérica hay 19 facultades y 25 institutos; en África, 15 facultades y 76 institutos; en Asia, 25 facultades y 56 institutos, y en Oceanía, 1 facultad y 3 institutos.
Puede leer el documento completo en www.humanitas.cl
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en el á m bito de
HUM A NITAS Coloquio “Mi paz les doy: ecos de la visita papal”
A dos meses del paso del Santo Padre por Chile, se realizó un coloquio con el objeto de reunirse y compartir las reflexiones sobre el mensaje que dejó S.S. Francisco, durante la visita apostólica. El acto, que fue organizado por el Centro UC de la Familia, Pastoral UC y revista Humanitas, se realizó en la Facultad de Derecho de esta Universidad. En dicha actividad, el primero en referirse a la visita del Santo Padre fue el rector Ignacio Sánchez, quien destacó el entusiasmo y la alegría que el Papa había sentido al estar en nuestra Universidad. Dio cuenta, además, de la importancia de generar procesos educativos, enseñar y pensar de manera integrada. Para ello, recalcó el trabajo interdisciplinario e integrador de cada una de las disciplinas. A continuación, expuso la profesora de Derecho Civil y directora del Centro UC de la Familia, Carmen Domínguez
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Hidalgo, quien se refirió al mensaje que S.S. Francisco entregó con ocasión de su visita al Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, destacando las palabras que dedicó en su oportunidad a las mujeres: “muchas de ustedes son madres y saben qué significa gestar la vida. Han sabido «cargar» en su seno una vida y la gestaron. La maternidad nunca es ni será un problema, es un don, es uno de los regalos más maravillosos que puedan tener”. Luego fue el turno del decano de la Facultad de Ciencias Sociales y miembro del comité editorial de revista Humanitas, Eduardo Valenzuela, quien se refirió a la “Convivencia social”. En ese sentido, recalcó que cualquier universidad renunciaba a unificar un molde común, para introducir una “solidaridad orgánica”, en la cual se señala que los ambientes más diversos producen mejores resultados que aquellos donde redunda la semejanza, entre otros. Dicha solidaridad no se da en
los colegios, pero sí en la Universidad. Recalcó además la exigencia de construir universidades con orientación y compromiso público, que se constituyan como comunidades ejemplares de vida, lo que las distingue de cualquier empresa. Por último, señaló que la tarea de las universidades es recoger decididamente el desafío de la pluralidad y la diversidad. Por último, el Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile, padre Tomás Scherz, planteó que la reflexión universitaria no es solo patrimonio de
los especialistas académicos, pues en el fondo procura generar procesos educativos transformadores, inclusivos y de convivencia. No se trata de adjuntar valores a la labor educativa, sino de generar una dinámica de convivencia del propio sistema educativo. Por ello, no es tanto una cuestión de contenidos, sino de empezar a pensar y razonar de manera integradora, un desafío para nosotros como Universidad. Se debe articular un tipo de coexistencia y de corresponsabilidad pensante, inclusiva y generosa.
Universidad Católica Nueva escultura en homenaje al Padre Hurtado
Semana Santa en la UC Via Crucis artístico permitió el diálogo entre fe y cultura
El pasado 16 de marzo se bendijo, en homenaje a San Alberto Hurtado, la escultura que realizaron Luis Prato, escultor, doctor en Bellas Artes y ac tual decano de la Facultad de Artes de la UC, y José Quintanilla, arquitecto, doctor en Arquitectura y académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la UC. La escultura bendecida se ubica en la vereda sur de la Alameda, frente al Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile y fue inaugurada el pasado 17 de enero, con motivo del 130 aniversario de la Pontificia Universidad Católica de Chile y de la visita de Su Santidad el Papa Francisco. El proyecto de una escultura como reconocimiento a San Alberto Hurtado fue una iniciativa del rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez, para conmemorar este 2018 los 100 años del ingreso del Padre Hurtado a la Escuela de Derecho de esa casa de estudios. La escultura es un homenaje a San Alberto Hurtado, indiscutida figura nacional, exalumno y profesor de esta casa de estudios. “Se trata de un haz de luz..., la irrupción generosa de la luz de Dios encarnada en San Alberto”, explican sus autores.
El diálogo entre fe y cultura fue el sello que el Campus Oriente de la UC le dio al Via Crucis realizado en el marco de la Semana Santa, para rememorar la muerte de Jesús en la Cruz, dándole así un sentido de comunidad que permitió vivir las estaciones con recogimiento y sentido. Cada carrera, instituto, programa y unidad administrativa del campus estuvo a cargo de una estación, dejando su sello propio en cada momento del calvario de Cristo, a través del teatro, la poesía el canto y las artes plásticas. De esta manera, alumnos, profesores y funcionarios pusieron su talento al servicio de la celebración mientras recorrían el campus en un ambiente de oración y reflexión. Los artistas a cargo de las obras expuestas se prepararon durante un mes adentrándose en el misterio de la cruz. María Gracia Barros, jefa de las pastorales de carreras de Campus Oriente y a cargo de la actividad, señaló que “lo bonito de este Via Crucis artístico es que cada uno puso su experiencia propia, lo que quería mostrar en ese momento; lo mismo pasa con la música, con las obras de arte: estás poniendo tu ser a disposición de Dios”.
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“¿Qué haría Cristo en mi lugar?” Iglesia en Chile convoca a Congreso Eucarístico 2018
El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), Mons. Santiago Silva, y el secretario general, Mons. Fernando Ramos, firmaron el decreto que convoca a la realización del Congreso Eucarístico 2018, que se dará a nivel nacional y diocesano. El evento tiene por lema la frase de San Alberto Hurtado “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” y comenzó el Jueves Santo para extenderse durante todo el año pastoral y terminar el 17 de noviembre. El decreto, firmado durante la sesión conjunta del Comité Permanente y la Comisión Pastoral de la CECh, considera en primer lugar “la necesidad de hacer de la Eucaristía la fuente y cumbre de la vida de la Iglesia que peregrina en Chile y de cada uno de sus fieles, comunidades e iniciativas apostólicas. También busca promover la “participación activa, consciente y fructuosa de los fieles en la Eucaristía dominical” y fomentar “la digna y frecuente recepción de la Sagrada Comunión”. Otro objetivo es profundizar en las enseñanzas del Papa Francisco en su reciente visita de enero de 2018, así como en el mensaje de los obispos en la 113ª Asamblea Plenaria, las enseñanzas del Concilio Vaticano II, la doctrina del Magisterio, el Catecismo, y lo señalado en el Derecho Canónico (cc. 897 y 898). El espíritu de adoración al Santísimo Sacramento “como preparación y prolongación de la celebración eucarística” es otro de los puntos a destacar del decreto. “La urgencia que del encuentro, personal y comunitario, con Cristo vivo en la Eucaristía brote un renovado ardor evangelizador que lleve a la Iglesia en Chile a salir una vez más al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en particular de los que padecen distintas formas de pobreza material o espiritual”, sostiene.
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El Congreso Eucarístico 2018 tendrá una doble dimensión: nacional y a nivel diocesano. Lo nacional estará dado por las orientaciones generales propuestas por la comisión y los principales hitos litúrgicos, celebraciones y material ofrecido para cada una de las etapas. De manera especial, tendrán alcance nacional las actividades programadas entre el jueves 15 y sábado 17 de noviembre de 2018. En tanto, la celebración a nivel diocesano estará marcada por las iniciativas locales y las adaptaciones propias que se hagan del material y de las propuestas celebrativas, según la realidad de cada lugar.
Cristo Redentor de los Andes 114 años del que honra la paz entre Chile y Argentina
Hace 114 años, el 13 de marzo de 1904, fue inaugurada en la cordillera de los Andes, en la línea de frontera entre Chile y Argentina, y a 3.854 metros de altura, por el paso de Uspallata, una monumental escultura del Cristo Redentor, como símbolo de la paz entre ambos países. Imponente y levantada en el cielo bendiciendo, así se ve aún este monumento, obra del escultor argentino Mateo Alonso, que se erigió como un homenaje al Papa León XIII, quien alentó la paz en el mundo. Bajo sus pies quedó consignada la siguiente frase: «Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies
del Cristo Redentor», pronunciada por Mons. Ramón Ángel Jara, obispo de Ancud, Chile, el día en que se inauguró el monumento. La historia del Cristo Redentor de los Andes se remonta al conflicto de límites que enfrentó a ambos países en la segunda mitad del siglo XIX. Las dos naciones sostuvieron acaloradas discusiones sobre cuáles debían ser los lugares sobre la cordillera de los Andes en los que se marcarían sus límites. Por seis años, desde 1898 hasta 1904, Argentina y Chile incrementaron su arsenal, corriendo el peligro de desatarse una guerra entre las naciones hermanas, creciendo el rumor del inminente estallido de un conflicto, pese a los intentos de un acuerdo político entre los entonces presidentes de Chile, Federico Errázuriz, y de Argentina, Julio Argentino Roca. Paralelo a estos sucesos, al iniciarse el siglo XX, el Papa León XIII dirigió al mundo varias encíclicas en las que rogaba por un mundo en paz, pidiendo una mayor devoción al Cristo Redentor. Una súplica que fue asumida por el obispo de Cuyo, en Argentina, Mons. Marcolino del Carmelo Benavente, quien impulsó colocar en la frontera de ambos países una monumental estatua de Jesús Redentor, para así recordar el mensaje de paz animado por el Santo Padre. Para instalarla, el obispo, quien también era dominico, hizo en el año 1900 una promesa pública de erigir la estatua, para lo cual impulsó una colecta. El prelado consiguió bronce de antiguos cañones, encargando la escultura a Mateo Alonso, quien representó a Nuestro Señor con su pie derecho sobre el mundo, y una cruz levantada por su mano izquierda. Tras algunos retrasos e inconvenientes, la imponente imagen fue trasladada desde Buenos Aires hasta la cordillera, para ser inaugurada el 13 de marzo de 1904 con la presencia de tropas chilenas en el lado argentino, y tropas argentinas en el lado chileno. A este Cristo Redentor se encomendó la paz entre ambas naciones, la cual se vio nuevamente amenazada en 1978 por el conflicto del Canal de Beagle; pero gracias a la mediación del entonces cardenal Antonio Samoré, quien fue enviado por el Papa para intervenir en el conflicto a finales de ese año, la paz regresó a ambas naciones, un hecho que quedó consignado unos años después con el «Tratado de Paz y Amistad», firmado por los dos países en 1984. San Juan Pablo II, cuando visitó Argentina en 1987, y en un breve paso por Mendoza, dijo sobre la monu-
mental escultura: «El monumento a Cristo Redentor, inaugurado hace más de ochenta años, como símbolo de paz entre argentinos y chilenos, está enclavado en lo alto de la Cordillera, desde donde vigila y despliega su providencia protectora sobre ambos pueblos hermanos. Ha sido Él, tenedlo por seguro, quien ha velado siempre, y de modo particular en estos últimos tiempos, para que se cumpla la hermosa leyenda allí estampada: ‘Se desplomarán primero estas montañas antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor’».
Arzobispado de Concepción 450 años del Seminario Metropolitano
Con una eucaristía celebrada en la Catedral de Concepción, el arzobispado dio inicio a las actividades conmemorativas de los 450 años del Seminario Metropolitano de Concepción, la institución educacional más antigua del país, en la que actualmente se forman los futuros sacerdotes para siete diócesis del sur de Chile. Presidió la celebración eucarística el arzobispo de la Santísima Concepción, monseñor Fernando Chomali, quien hizo un llamado a los presentes a dar a conocer la historia del Seminario. «Es una oportunidad extraordinaria para dar testimonio de su vocación y es una oportunidad para agradecer el trabajo de los formadores, colaboradores, funcionarios», dijo. El prelado precisó: «Si nos preguntamos qué ha pasado que hay menos católicos y hay otros que dicen que son católicos, pero viven como si no lo fueran, es porque nosotros no hemos sido capaces de responder adecuadamente con nuestro trabajo pastoral. Creo que ha sido porque ha faltado profundidad espiritual y densidad teológica. Estudiar teología y filosofía no
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es una manera de que pase el tiempo, sino que es un acto de justicia a la labor de la Iglesia». Por su parte, el rector del Seminario, padre Juan Carlos Marín, comentó a la prensa de Iglesia que «sentimos una gran alegría, porque somos herederos de una tradición y eso lo tenemos que celebrar, es-
pecialmente con las siete diócesis a las que estamos formando sacerdotes», y añadió que «nuestra finalidad, en este tiempo, es mostrar la casa de formación para que los jóvenes descubran esta institución y descubran la vida sacerdotal. Es promover, en definitiva, nuevas vocaciones».
Bicentenario del “Voto de O’Higgins” Chile confió su independencia a la Virgen del Carmen
El 14 de marzo, la Iglesia en Chile conmemoró los 200 años de la promesa del pueblo de Santiago de levantar un Santuario a la Virgen del Carmen, donde se sellara definitivamente la Independencia. Se trata del bicentenario del “Voto de O’Higgins” que el Ejército chileno y las autoridades de la época realizaron a la Carmelita y que se hizo concreto en el Santuario Nacional de Maipú, casa de quien lleva el título de Reina y Madre de Chile, Patrona y Generala Jurada de las Fuerzas Armadas y de Orden. El arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, presidió una Eucaristía en la Catedral Metropolitana, en la que participaron representantes del Ejército, autoridades civiles y eclesiales, cuasimodistas y fieles en general. En su homilía, el cardenal Ezzati señaló que este es un buen momento para recordar las palabras del Papa Francisco a los jóvenes en Maipú: “si ustedes no aman a su patria, yo no les creo que lleguen a amar a Jesús y que lleguen a amar a Dios”.
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“El amor a la patria es un amor a la madre. La llamamos Madre Patria, porque aquí nacimos, pero ella, como toda mujer, nos enseña a caminar y nos la entrega para que la hagamos sobrevivir a otra generación”, dijo el Santo Padre en esa oportunidad. El arzobispo de Santiago pidió a la Virgen del Carmen que “nos acompañe, nos eduque a madurar nuestra libertad con sentido y a renovarnos en el propósito de ser, desde la fe en Jesucristo, padres y madres de nuestra patria en este momento de su historia y de su futuro”. En el ofertorio se presentaron ante el altar las réplicas de las espadas de los libertadores José de San Martín y Bernardo O’Higgins, los escapularios de Arturo Prat y Bernardo O’Higgins, y un pergamino con el texto de la promesa y juramento del Voto de O’Higgins. Finalmente, los presentes renovaron la promesa a la Virgen del Carmen y le pidieron su intercesión para hacer de Chile “una patria de hermanos”.
ASALTO Y ROBO DE UNA CORONA DE LA VIRGEN REINA
Toda declaración de realeza de la Virgen María es siempre una referencia intrínseca, explícita o implícita, a la condición regia del Señor Jesús. Litúrgicamente, la fiesta de Cristo Rey se generaliza después de la Primera Guerra Mundial. Pronto adquiere una resonancia crística específica en referencia al orden social y político. Las imágenes coronadas de María eran ya frecuentes en todo el mapa de las regiones católicas del orbe. En Chile, una muy solemne fue la de la imagen de Nuestra Señora del Carmen, que hoy se venera en la parroquia del Sagrario, adjunta a la Catedral de Santiago de Chile. Ocurrió el 19 de diciembre de 1926. El Papa Francisco coronó recientemente dos históricas estatuas carmelitanas, en Santiago y en Iquique. En el internacional Movimiento de Schoenstatt, las coronaciones marianas tienen una especial significación. Cuando el P. José Kentenich, fundador de este Movimiento Apostólico, bendijo el Santuario Nacional “chenstatiano” en Bellavista-La Florida, coronó la imagen de la Virgen en Pentecostés de 1949. Él mismo regaló la corona, la que más allá de su valor económico, que es bajísimo, se cargó de profundo y vivo significado. Por esto, el robo de esa corona ha tenido gran repercusión espiritual y afectiva. Ocurrió cuando las turbinas del avión, que llevaría al Papa Francisco de Iquique a Lima, ese 18 de enero de 2018, se estaban calentando ya. Significativa coincidencia del reloj. No fue solamente robo, fue asalto a mano armada. Apenas ocurrido, se celebró una muy doliente Eucaristía de desagravio. A lo largo de Chile, en los 24 Santuarios de Schoenstatt, idénticos entre sí, también hubo dolor y plegaria. El desgarro ocurrido en La Florida tiene una significación mucho más allá de lo emocional. Su relevancia se comprende por el antagonismo drástico entre la Virgen María, Madre de la Iglesia y de las Naciones, contra el Demonio Belcebú. Esta beligerancia esencial aparece ya en Génesis 3,15, al referir: “enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje”. Pero en el Nuevo Testamento esta enemistad se nos revela como radical y absoluta, más definitiva aún, en Apocalipsis 12, 4-5, cuando guerrean a muerte la Mujer (María, y la Iglesia) y el Dragón: “El Dragón se detuvo delante de la Mujer, que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz… El Hijo varón… ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro”. El combate mortal seguirá hasta el fin de la historia, pero el “cetro de hierro” victorioso del Hijo triunfará para la eternidad.
P. JOAQUÍN ALLIENDE LUCO
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“El río de la vida” Inauguran gran mosaico en parroquia San Juan Apóstol de Vitacura, Santiago
Para la realización de este proyecto, se formó el taller «Maranatha», nombre que significa “ven, Señor Jesús”. Un grupo de cincuenta feligreses, en su mayoría mujeres, puso sus manos al servicio para picar piedra por piedra y formar una obra llena de espiritualidad. La pintora Francisca Claro lideró la dimensión artística de este taller; de la dimensión espiritual se encargó Marcela Cortés. El trabajo se vinculó a la oración, y con extrema dedicación se llegó a un imponente resultado: una gran imagen en la que queda plasmada la teología que san Juan Apóstol enseña en el Apocalipsis, libro que recuerda que la salvación ya nos ha sido dada por Cristo, que es fuente de vida plena para todos los hombres. La idea de desarrollar este mosaico fue del P. Osvaldo Fernández de Castro, quien fue párroco durante ocho años, y su inspiración viene en el plano artístico de Gaudí y del liturgista del oriente cristiano Jean Corbon. Al centro, presidiendo el ábside, está el Cordero sentado en un trono, que es Cristo mismo resucitado.
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De su costado abierto brota sangre y agua que se convierten en un torrentoso río de la vida. Este río es la liturgia de la Iglesia, en la cual la humanidad participa de la salvación de Cristo. A los lados del Cordero aparecen contemplándolo los apóstoles y dos ángeles con las trompetas del apocalipsis, quienes ya gozan de la salvación de Cristo. Todos ellos están bajo un cielo estrellado y son presididos por el alfa y omega, que significan que Cristo es el principio y el fin de todo. A un costado del río aparece la Jerusalén celestial, descrita por san Juan como una ciudad transparente y gloriosa. La rodean árboles llenos de coloridos frutos que hablan de una vida plena que se da junto a Dios. Al otro lado del río, sin poder penetrar en él y arrinconado, aparece el dragón de las siete cabezas, que es vencido por la mujer embarazada a punto de dar a luz a su hijo, María. Este dragón simboliza al demonio y nuestro pecado, y nos recuerda que está presente en nuestra vida, pero en Cristo es siempre derrotado.
¡MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA, YA ES FIESTA OFICIAL!
Por decisión del Papa Francisco, el lunes después de Pentecostés es obligatoria la Memoria de María Madre de la Iglesia. El decreto publicado el 3 de marzo empieza con estas palabras: “La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer (cf. Gál 4,4), la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”. El cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presenta el documento, que ordena la celebración y la inscripción de la memoria de la “Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia” en el Calendario Romano General. Y hace hincapié en que “el motivo de la celebración es descrito brevemente en el mismo decreto, que recuerda la madurada veneración litúrgica a María tras una mejor comprensión de su presencia «en el misterio de Cristo y de la Iglesia», como ha explicado el capítulo VIII de la Lumen gentium del Concilio Vaticano II”. Recordando luego al beato Pablo VI, a san Juan Pablo II, además del magisterio de otros pontífices, el purpurado señala también que el Papa Francisco ha establecido esta celebración “considerando la importancia del misterio de la maternidad espiritual de María, que desde la espera del Espíritu en Pentecostés (cf. Hch 1,14) no ha dejado jamás de cuidar maternalmente de la Iglesia, peregrina en el tiempo”. “Esperamos que esta celebración, extendida a toda la Iglesia, recuerde a todos los discípulos de Cristo que, si queremos crecer y llenarnos del amor de Dios, es necesario fundamentar nuestra vida en tres realidades: la Cruz, la Hostia y la Virgen –Crux, Hostia et Virgo–. Estos son los tres misterios que Dios ha dado al mundo para ordenar, fecundar, santificar nuestra vida interior y para conducirnos hacia Jesucristo. Son tres misterios para contemplar en silencio” (R. Sarah, La fuerza del silencio, n. 57). El cardenal Sarah escribe asimismo que esta celebración está en el calendario proprio de algunos países, como Polonia y Argentina. El decreto establece además que “donde la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, ya se celebra en un día diverso con un grado litúrgico más elevado, según el derecho particular aprobado, puede seguir celebrándose en el futuro del mismo modo”.
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COLECCIÓN HUMANISMO CRISTIANO Acaba de aparecer publicado por la editorial parisina MAME, el libro La formation des décideurs – Meditations sur un humanisme qui vient (“La formación de los que deciden – Meditaciones sobre el humanismo que viene”) del filósofo Henri Hude. Se trata del primer volumen de una nueva colección de esta editorial francesa que toma por título “Humanismo cristiano” y que ha sido confiada al autor de este libro. Proyecto ambicioso que busca ponerse frente a los HENRI HUDE, filósofo francés. principales problemas filosófico-prácticos de nuestro tiempo. Miembro del Consejo de Humanitas. El libro –y también la colección– toma base en un contexto histórico que está enunciado en el subtítulo de la obra, “Meditaciones sobre un humanismo que viene”: hay un humanismo que se retira y otro que viene a nuestro paso. Este que viene es cristiano, de una forma tan auténtica como inédita. Requiere eso sí formulársele para poder ser acogido. El humanismo posmoderno está de partida, se afirma. Dejó una excelente crítica al humanismo moderno (aquel del cual Rousseau, Kant y Hegel fueron la cima). Habermas y Rawls interpelaron a Rousseau y a Marx: “Creéis ser justos y sois totalitarios”. Freud por su parte emplazó a Kant y a Stuart Mill: “Os consideráis libres, autónomos y dueños de una buena salud, y he aquí que estáis encerrados en la neurosis y en la depresión”. Heidegger reclamó por la ceguera ante lo verdaderamente importante de quienes decían haber alcanzado la verdad. Husserl por la desgraciada inclinación a falsear lo que acoge la conciencia. Bergson por la sordera ante el tiempo y la vida, por la pérdida de una naturaleza que se cree poseer. En resumen: los tiempos de la ideología posmoderna concluyen subsumidos en una ideología muelle, mezcla de tecnocracia y nihilismo. El desafío es el redescubrimiento y la reinvención del humanismo. ¿Cómo avanzar? Saliendo de la oposición entre humanismos, se propone. El gran humanismo moderno de la Ilustración se construyó en oposición al humanismo cristiano; el humanismo posmoderno, rechazando al humanismo moderno y al humanismo cristiano. ¿No podría probarse la paz y la síntesis? ¿O la “misericordia”, para seguir ese propósito tan acariciado por el Papa Francisco, propone Hude? La misericordia y la síntesis no violan el principio de no contradicción, juzga el director de la colección. Constituyen más bien un esfuerzo por acompañar al otro, al hermano que es humano, moderno o posmoderno, en el camino hacia la articulación más acabada de su deseo, que es también el nuestro, a fin de descubrir, más allá de las proyecciones de la imaginación, el real y verdadero Objeto. Considérense, v.gr., las tensiones a veces tan fuertes entre el cristianismo y las luces. Augusto del Noce ha mostrado sin embargo que, esa polarización, muchas veces no tuvo razón de ser. Existió, en efecto, una inmensa corriente de ilustración cristiana entre Descartes y Rosmini. El espíritu humano que muchas veces se deja arrebatar por excesos racionalistas, reconoce finalmente en la Razón al Logos y recupera así la trascendencia, al mismo tiempo que reencuentra al Maestro interior de San Agustín. Es sin duda el fondo del pensamiento que late en la filosofía de Benedicto XVI, sugiere Hude. Hay en los grandes ilustrados aportes considerables y objetivamente verdaderos, que enriquecen un humanismo perenne. Por ejemplo, se expresa, en el pensamiento práctico de Kant, si se lee éste con apertura, recogiendo un servicio a la libertad, justamente como poder de decisión, de autodeterminación
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razonable, gracias a la norma objetiva. Esto permite comprender con certitud cómo el pueblo judío, recibiendo la Ley, descubrió al mismo tiempo la libertad. La libertad de Cristo y la gracia del Espíritu Santo pueden conferir al hombre una libertad todavía mayor, pero tendrá siempre necesidad de ser garantizada por la precedente, incluso si la transgrede. La síntesis moderna se deshizo justamente a causa de los estrechos límites de una libertad basada en exclusiva sobre el deber y la ley moral. Dicho moralismo se constituyó en el elemento antihumanista del humanismo moderno, que prolongó lo menos feliz de lo tiempos últimos de la cristiandad medieval, así como de la cristiandad de la era clásica. La crítica posmoderna quiso hacer suyos los ideales humanistas, mas destruyendo la síntesis del humanismo moderno, fuerte e innovador, pero demasiado exclusivista y asfixiante. Se puede comprender en esta perspectiva el análisis de Freud que apunta a la crisis de neurosis y de malestar en que el humanismo moderno sumergió a la cultura. Ese humanismo posmoderno se autocomprende como no totalitario. ¿Quién lo objetaría? Pero el siglo XXI tiene miedo de Dios, reflexiona Hude, así como el XVI lo tenía del diablo. Hay miedo de la verdad y de la razón, como si fuesen la base del totalitarismo. ¡Como si Hitler y Stalin hubiesen sido portavoces de la razón y la verdad! La verdad, es entonces, que no hay verdad. La justicia se define sin el bien y contra el bien. Todo fundamento es apartado por temor a que se constituya en algo opresivo. Ni Naturaleza, ni Dios, ni Razón. ¿Qué queda? La Nada y la libertad fundada en la Nada cae ella misma en la nada. Todo se desfonda en el sin sentido y el delirio. Crisis ecológica, locura populista, tensiones bélicas, exuberancia irracional de los medios y de los mercados. Las injusticias del individualismo arbitrario, no pudiendo más ser encausadas debido a lo políticamente correcto, destruye la libertad de pensar en nombre de la libertad de pensar. Un ejemplo entre las tantas contradicciones en curso: el hombre posmoderno quisiera reencontrar y cuidar la naturaleza pero rechaza la idea de naturaleza humana y de ley natural, base no sólo de la ética sino además de la razón y de la ciencia. El humanismo posmoderno termina así en un delirio colectivo que puede arrastrar en varios aspectos al reino de lo inhumano, y preparar una guerra mundial. El título de este primer volumen de la colección, La formación de los que deciden, sugiere un ejemplo práctico de cómo implementar lo anterior. La educación de los responsables de la sociedad es el lugar más propicio para el redescubrimiento del criterio humanista, para la fragua de una nueva síntesis humanista, para la formación del juicio y de las virtudes, en una palabra, para el renacimiento de un humanismo auténtico y con futuro, que supere la patología de la sospecha nietzschiana, hasta hoy presente. Trasparece en todo el conjunto ese criterio práctico. También la Universidad humanista se reconstruirá a futuro en torno a la noción de Bien Común universal. El desarrollo del humanismo parte de los problemas prácticos de la sociedad de hoy (educación, orientación profesional, salud, seguridad, solidaridad, etc) para elevarse a los primeros principios que permiten proponer soluciones adecuadas, más allá de respuestas insuficientes o simplemente técnicas. El humanismo debe redescubrir en profundidad su relación con lo universal, es decir con Dios, a través del diálogo entre Dios hecho Hombre, Jesucristo, y el “Hombre-Dios” de las luces. Para los cristianos el esfuerzo de esa síntesis superior –como en el pasado del humanismo cristiano clásico con el humanismo antiguo– es una oportunidad de retomar la iniciativa conceptual. E.Z.E.
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CHILE
FUTURO DE LA DC La discusión sobre el futuro de la DC y, más en general, sobre el progresismo reformista, tiene alcance global. Efectivamente, la DC es una expresión típica de la segunda mitad del siglo XX europeo y latinoamericano. Un producto de la Guerra Fría, de la tercera vía entre capitalismo y socialismo y del humanismo cristiano. Sobre todo, en América Latina representó una fórmula democrática avanzada. Expresó un proyecto de modernización que conjugaba los intereses de los sectores populares emergentes, poblaciones periféricas de las grandes urbes, campesinos y nuevo sindicalismo de la época, con las aspiraciones de una nueva clase media profesional, tecnocrática y de intelectuales. Buscó ampliar los derechos económicos y sociales, junto con el pluralismo de la democracia liberal. Todo esto –que configura la ecología donde la DC se desenvolvió desde su origen– ha cambiado dramáticamente. La secularización científico-técnica transmutó los valores del humanismo y amenaza imponer la racionalidad universal de los medios más eficientes. Los ideales modernos dan paso a la ironía posmoderna y a un cinismo práctico de adaptación al cambio continuo. La Guerra Fría se convirtió en un mundo de guerras descentradas, vinculadas a la droga, el terrorismo, el choque de civilizaciones y los estados fallidos. La modernización capitalista es desplazada por mercados que se expanden hacia todos los sectores, creando una vorágine donde todo se vuelve intercambiable, incierto y descartable. En estas condiciones, la DC aparece sobrepasada. Su medio ambiente se ha desbalanceado a tal punto que pierde la orientación, y su identidad se halla amenazada de muerte. ¿Se hará cargo el próximo congreso ideológico del partido de estos temas? ¿O seguirá deslizándose por la superficie, mientras a su alrededor se apagan las luces y se desvanece definitivamente el clima ideológico del siglo XX? José Joaquín Brunner Exministro y académico UDP *Originalmente publicado en La Tercera (10.I.2018)
Componer el bien común
Montaigne se mofaba del bien común. Decía que este no es otra cosa que «la hermosa sentencia con que se amparan la ambición y la avaricia». Me temo sin embargo que la democracia no funciona sin compartir fines y límites comunes o, para emplear el término del filósofo Charles Taylor, sin contar con un «espacio identitario». La pregunta pertinente es cómo construirlo en esta nueva época.
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La noción de bien común, entendida como aquellos fines que trascienden los intereses individuales o de grupos, de los que se derivan el orden de lo posible y de lo deseable, a la vez que el fin y el límite de la acción colectiva, ha perdido su obviedad. Esto explica la crisis que sacude a las élites, cuya autoridad reposa, justamente, en ser administradoras de un destino colectivo que se presentaba como un asunto fuera de discusión.
En ciertas épocas el bien común se derivaba de Dios y de sus intermediarios, tanto religiosos (los dignatarios de las iglesias) como civiles (los reyes). Las cosas se empezaron a complicar con la democracia: con ella es el pueblo, no Dios, quien define el bien común. La expansión de la ciencia dio un paso más allá: arrebató la definición del bien común de las manos del pueblo y sus representantes para entregársela al científico, al experto, o a un partido que encarna la razón y el conocimiento. Hoy todo indica que el poder de la democracia y de la ciencia como generadores del bien común está en entredicho. Un fantasma que recorre el mundo es el cuestionamiento a la democracia representativa. Se critica la confiscación de la soberanía popular por los representantes, transformados en una casta que toma autonomía de quienes se supone deben encarnar. Lo mismo los partidos políticos, que en lugar de expresar a la sociedad ante el gobierno, se han vuelto entes que representan al gobierno ante la sociedad. Se objeta asimismo que la democracia, en vez de crear y ejecutar la voluntad general definida según la regla de la mayoría, se ha vuelto un sistema dirigido a proteger a las minorías, sustituyendo al mismo tiempo el debate sustantivo por una discusión de procedimientos. La ciencia y los expertos no están en mejor pie. Sus paradigmas, leyes y pronósticos no despiertan la ciega confianza de antaño, y se les acusa de no prever ni controlar los riesgos que brotan de sus criaturas y que amenazan la vida del planeta. Ha hecho bien el nuevo gobierno en llamar a buscar acuerdos sobre algunos temas críticos para nuestra convivencia. No es fácil, sin embargo, pasar de la intención a los hechos. Para tener éxito es preciso asumir que el bien común no cae desde lo alto, ni está ahí desde antes que nosotros, disponible para ser develado, descubierto o reconocido por unos pocos iluminados; él se forja en la tierra y debe ser trabajado, negociado y ensamblado entre quienes quieren vivir juntos bajo el mismo techo. Digamos que él es un acomodo antes que una revelación, una negociación antes que una imposición, un logro antes que un hallazgo; una progresiva y siempre inacabada composición antes que un milagro. Eugenio Tironi *Originalmente publicado en El Mercurio (20.III.2018)
Léon Bloy, a cien años de su muerte Profeta incómodo de lo absoluto
Un siglo atrás moría Léon Bloy: escritor de talento poco común, pero colérico y escandaloso. Era un periodista que odiaba a los periodistas, un profeta que maldecía la modernidad, un teólogo que detestaba a los sacerdotes; era también un hombre espiritual, encendido por el deseo de Dios, que escandalizaba a los católicos fervientes. No era precisamente un santo, si bien percibió profundamente “la tristeza de no ser santos”: personificación de un cristiano “victorioso”, al final del siglo XIX francés, que tanto se empeño en suprimir a Dios. Bloy fue el primer escritor moderno mencionado por el Papa Francisco, al día siguiente de su elección. Dijo en la homilía de la Misa pontifical: “Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de Léon Bloy: «Quien no reza al Señor, reza al diablo». Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio”. Recordar algunas de sus obras –La mujer pobre, El desesperado, La sangre del pobre, El peregrino de lo absoluto, y sobre todo La salvación por los judíos– provoca una profunda inquietud, pero permite que surja su espasmódica búsqueda en procura de ser testigo del Evangelio. Esta última obra es un grito de protesta a favor de los judíos, contra quienes habían olvidado o no querían comprender el misterio de la salvación: “La sangre de Cristo crucificado y de la eucaristía es sangre judía”. En el libro, el autor reserva una serie de injurias legítimas tanto para los judíos como para los católicos –unos y otros, pueblos privilegiados–. Con una diferencia: mientras todos se percataron de las invectivas contra los judíos y se escandalizaron con las mismas, al parecer nadie se dio cuenta de aquellas que eran contra los católicos.
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Lo que suele reprochársele a Bloy es su verdadero título de gloria: el hecho de no haberse reconciliado jamás con los ricos, de no haber hablado sino del horror de su generación (era “la Belle Époque”, para él la edad infame), de no haber renunciado jamás a clamar en favor de los pobres. El dolor y el sufrimiento marcan la vida de Bloy, pero no en forma negativa. Él confía a su Diario: “¿Cómo habría podido escribir mis libros si hubiese vivido en medio de las delicias?”. Bloy se siente realmente testigo de lo Absoluto: “Dios […] nos da no lo que le pedimos, sino aquello que necesitamos. […] No hay desesperación ni amarga tristeza para el hombre que reza mucho”. Bloy experimentó de verdad lo que escribe. Con su testimonio, supo guiar hacia la fe a espíritus elegidos y filósofos, como Jacques y Raissa Maritain.
Sobre la China profunda
El profesor Gastón Soublette ha reclamado un vacío en la cultura mediática que subraya unilateralmente los aspectos tan solo económicos y políticos de la China, dejando en la oscuridad todo lo referente a esa potencia como nación, sociedad, colectivo psicológico y cultural (Carta al Director de El Mercurio, 18.XI.17). Se pregunta el profesor Soublette, justificadamente, qué quedará de la ética confuciana que pueda dar consistencia moral a la vida de la China contemporánea, y si acaso esta se proyectará a la educación y si vendrá en apoyo de la vigorosa campaña anticorrupción emprendida por la autoridad suprema. * Ver “Tomás de Aquino en China”, pág. 114 de esta edición.
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Esta justificada inquietud se cruza más recientemente con noticias que informan de un endurecimiento por parte del régimen de Xi Jinping en relación con las prácticas religiosas extranjeras, particularmente el cristianismo, con censuras a manifestaciones públicas celebrativas de la Navidad, por ejemplo. En relación con la inquietud del profesor Soublette, vale la pena señalar un significativo hecho que publica la revista italiana La Civiltà Cattolica, la cual informa que meses atrás, recibiendo en Beijing al presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, el jefe del Estado chino, Xi Jinping, apuntó que “la amistad entre China e Italia tiene raíces profundas en el tiempo”, mencionando explícitamente a Prospero Intorcetta S.J., de quien Xi recordó en esa ceremonia pública que, “habiendo partido de Sicilia hacia China, a su regreso llevó a Europa consigo ‘El Justo Medio’, uno de los Cuatro Libros clásicos del canon confuciano”. Aunque ya se sabía en el Viejo Continente algo sobre Confucio a través de su antecesor Mateo Ricci, después de Intorcetta este conocimiento se hizo mucho más atento y completo, dando fuerte impulso a los estudios sinológicos. Los sesenta y cinco años que vivió el siciliano Intorcetta, a quien rinde homenaje Xi Jinping –41 de los cuales transcurren en China–, constituyen una biografía apasionante no solo por el conocimiento de Confucio que trajo a Europa, en cuyo primer retorno dejó ediciones y traducciones espléndidas, y un compendio titulado Sinarum scientia politico-moralis. Víctima de cuatro persecuciones, apaleado, exiliado, encarcelado en Canton, canjeado por otro jesuita que ocupó su lugar tras las rejas, sobreviviendo a un sinfín de accidentes, volvió a Roma para hacerse cargo con gran vigor de las misiones en China, en donde por fin terminó sus días el 3 de octubre de 1696 en Hangzhou, luego de haber sido allí rector y maestro del primer noviciado jesuita en esa nación. Por lo que Intorcetta representa en el intercambio cultural chino-europeo, el homenaje de Xi Jinping revela algo más que una valoración de Confucio en este ámbito de relaciones, pues el jesuita siciliano consagró con pasión su vida a la expansión del cristianismo en China. Después del triunfo de Mao en 1949, la expulsión del último internuncio papal en 1951, Mons. Riberi, declarado “enemigo del pueblo”, una discreta tolerancia se inicia a partir de Deng Xiaoping, evolución que tuvo un importante desarrollo con la “Carta a los católicos chinos”
escrita por Benedicto XVI hace 10 años. Una reciente entrevista al profesor William Carroll (publicada originalmente en Humanitas Review n.9, traducida al castellano para esta edición, cfr. pág. 114) informa de un explosivo interés por los estudios tomistas en las universidades chinas y revela un dato inédito: al final de la guerra civil, cuando Mao funda la República Popular China, había en ese territorio medio millón de cristianos. Diez años después, y a pesar de las persecuciones, ese número había aumentado –de acuerdo al sociólogo Fenggang Yang, de la Purdue University (Indiana)– a 60 millones. Y su número crece en muchos millones cada año. La proyección de este nivel de crecimiento lleva a Yang a afirmar que en 2030 la cantidad de cristianos en China será de 200 millones, mayor a la de EE.UU. y a la de cualquier país en el mundo. Conservadoramente, la revista La Civiltà Cattolica ha señalado que los católicos observantes en China continental podrían ser hoy 25 millones. E.Z.E
tras las huellas del Santo, sobre todo en los momentos de dificultad, de inquietud y desasosiego», según informó Fides. Una estatua de San José fue bendecida y se le rindió veneración con flores, velas y oraciones reconociendo su papel de Santo protector de China. «Tenemos que vivir intensamente el mes de marzo, rezando por la Iglesia, por los sacerdotes y laicos, por la familia, por todos los hermanos en la fe y por todos los que son papás». San José es Patrono de China desde 1924, cuando se exaltó de esta manera especial durante el primer Congreso de los Asuntos Eclesiales en el país. Los católicos chinos se identifican especialmente con este Santo Patriarca por su humildad, sencillez, autenticidad, diligencia y obediencia, virtudes todas tenidas en alta estima dentro de la cultura china. De igual forma, su silencio durante la vida oculta de Jesucristo le hace particularmente cercano a los fieles chinos. Además, la tradición china, vinculada de manera especial con el homenaje a los seres queridos difuntos, encuentra en San José, patrono de la buena muerte, una figura entrañable.
China Católicos en China se consagran a San José Sínodo 2019 ‘Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral’
El Papa Francisco estableció que la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, que se celebrará en el mes de octubre de 2019, tratará sobre el tema Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. En esta línea, el Santo Padre nombró 18 miembros del Consejo presinodal que colaborará con la Secretaría General en la preparación de dicha Asamblea Especial.
El pasado 1 de marzo se celebró una Eucaristía solemne en el Santuario del Monte de Pinyin, en la provincia de Shandong, China, que marcó la apertura de un mes dedicado especialmente a la promoción de la devoción a San José, Patrono de China. El culto al padre adoptivo de Jesucristo está extendido en todo el territorio nacional y se expresa en numerosas celebraciones. En la víspera de la apertura del mes de San José, varios centenares de fieles participaron en una Eucaristía en la Catedral de Wenzhou, provincia de Zhejiang. Los sacerdotes locales pidieron a los fieles «caminar siempre
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PERSECUCIÓN DE CRISTIANOS: EL DRAMA DEL SIGLO XXI ES LA INDIFERENCIA El drama del siglo XXI es la indiferencia, dice el cardenal Mauro Piacenza: “la indiferencia hacia el hermano que sufre, que no tiene lo que necesita para vivir, no puede acceder a los cuidados y a la formación de base ante el hermano cuya dignidad es pisoteada por ciertos poderes ciegos, ante el hermano que no puede vivir su fe y su pertenencia solo a costa de su vida física”. El Coliseo en Roma y dos iglesias en Irak y Siria fueron iluminadas en rojo para denunciar el sufrimiento de los cristianos perseguidos. El cardenal Mauro Piacenza tomó la palabra, como presidente de Ayuda a la Iglesia necesitada Italia (ACS Italia), en el Coliseo de Roma, el 24 de febrero pasado, para el día de la protesta mundial contra la persecución de los cristianos. Intervención del cardenal Mauro Piacenza Estamos frente al Coliseo, que constituye un “símbolo universal”, conocido por todos y que, para todos, se identifica con Roma. Pero no siempre somos conscientes de que este fue un lugar de muerte y asesinato, ya sea por la barbarie de las luchas entre los gladiadores, “usque ad mortem” o por el martirio de miles de cristianos, que se opusieron a la violencia del poder dominante que reclamaba un culto divino. Estas piedras y paredes pueden tener un doble significado. Son “muros de vida” si los consideramos como la expresión de una civilización y un imperio que ha sido capaz de mediar, para toda la cultura occidental, entre la civilización griega de Atenas y la “fe de Jerusalén”, permitiendo que Europa sea lo que ha sido y lo que es aún en algunos aspectos. Son “muros de la muerte” si recordamos la impresionante cantidad de hombres y mártires que, dentro de ellos, ofrecieron sus vidas (o que se las arrancaron) por las manos de un poder incapaz de mirar el bien integral de la persona. Por lo tanto, esta noche el Coliseo se ha iluminado en el color de la sangre: para dar voz a todos los “muros de muerte” que todavía hay en el mundo, como nos recuerda el Papa Francisco. El drama del siglo XX, dijo san Maximiliano María Kolbe, es la indiferencia. Creo que la indiferencia es también el drama de nuestro siglo XXI. La indiferencia ante el hermano que sufre, que no tiene lo necesario para vivir, no puede acceder a los cuidados y a la formación básica, frente al hermano cuya dignidad es pisoteada por algunos poderes ciegos, frente al hermano que no puede vivir su fe y pertenencia solo a costa de su vida física. Esta indiferencia tiene sus raíces en las concepciones individualistas del hombre, donde la pregunta “¿Con qué propósito?” no puede encontrar lugar. De hecho, cuando el hombre cultiva exclusivamente su interés, hasta el punto de excluir los otros fines, tiene una tendencia fatal a hacerse daño a sí mismo. La indiferencia difusa de la cultura contemporánea es causada por la “pérdida del fin”, por el hecho de ser retraído para buscar solo las “causas” de los fenómenos, multiplicando las habilidades técnicas, pero olvidando el “fin”. Estamos aquí esta noche, frente a estos “muros” vivos por la cultura y mortíferos por la experiencia, para ayudar a superar la indiferencia. “La Ayuda a la Iglesia Necesitada”, desde hace 70 años, luchando por todo el mundo para apoyar a los hermanos necesitados y defender su legítima libertad de profesar su fe. Vamos a abolir
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los muros de la muerte, empezando por los muros de nuestra indiferencia: ¡no puedo estar sereno si mi hermano sufre! No puedo oír el grito de Abel, de “todos los Abel” del mundo, un grito que sube al Dios de la tierra. ¡Las paredes de la muerte y la indiferencia son destruidas solo por la reconstrucción! Y reconstruimos solo al comenzar a responder las preguntas fundamentales de nuestra existencia, y la primera de todas: “¿con qué propósito?”; solo el redescubrimiento del fin común que une a todos los hombres: el ser y el hecho de convertirse en personas podrá permitir, en el tiempo, encontrar una auténtica sensibilidad para el otro, porque mi interés es también el suyo y su sufrimiento también es el mío. ¡Que María, Reina de los Mártires y Fuente de Vida, nos apoye en nuestro deseo de derribar los muros de muerte e indiferencia para construir una cultura de vida y de paz! “Oriente católico” Nueva publicación sobre las Iglesias católicas orientales El cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, regaló el 24 de marzo pasado al Santo Padre la nueva edición de Oriente Católico, una iniciativa promovida por el dicasterio de Palacio Bramante en coedición con Valor Italiano Editor. La publicación de la obra tiene lugar con motivo de las celebraciones por el centenario de la fundación de la Congregación (1917-2017). Oriente Católico recoge sistemáticamente información útil sobre las Iglesias católicas orientales. Respecto de la edición anterior (1974), comporta un replanteamiento de la formulación de las categorías eclesiológicas y una actualización del perfil histórico. También presenta apéndices bibliográficos, para las profundizaciones oportunas, y secciones cartográficas que evidencian la presencia de los católicos orientales en todos los continentes. Por lo tanto, se propone ser “un instrumento para arrojar luz sobre la cristiandad oriental en el mundo y sobre las problemáticas relacionadas con ella”. Los tres volúmenes, encuadernados y custodiados en una caja, constituyen una manufactura de gran valor. La obra también está disponible en versión electrónica en el formato Kindle. Dada la importancia del proyecto editorial, Oriente Católico cuenta con un portal de Internet en www.orientecattolico.com La esperanza del Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales es que las diócesis, las parroquias y los institutos de formación, las universidades y las escuelas ofrezcan oportunidades para el debate y la reflexión sobre este rico patrimonio de fe, de cultura y, junto a ello, de inmenso sufrimiento, para que el Oriente cristiano sea cada vez más conocido y apreciado.
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COMO EN PRAGA HACE 50 AÑOS
En marzo pasado se cumplieron 50 años de un momento decisivo de la llamada Primavera de Praga. No hubo solo un 68, y el de Praga está algo olvidado. A diferencia del francés, alemán, japonés, estadounidense, italiano o español, el checoslovaco se levantó contra el poder soviético. El 22 de marzo de 1968, Antonin Novotný perdía la presidencia del país; ya en enero había sido sustituido por Alexander Dubcek al frente de la secretaría general del Partido Comunista. A partir del mes de abril, Dubcek puso en marcha el socialismo de rostro humano que incluía un aumento de la libertad de prensa, la libertad de expresión y de circulación. Los cambios se producían en un contexto cultural en el que iniciativas como el Club de Escritores Independientes, liderado por Václac Havel, rechazaban lo que luego este llamaría “la vida en la mentira”. En agosto de ese año, el sueño de un socialismo abierto era aplastado por la invasión soviética. Havel, en los primeros momentos de la intervención, se traslada a Liberec, una ciudad al norte de Praga, y desde una radio todavía libre realiza durante varios días una serie de transmisiones en las que llama a la resistencia. Los llamamientos tienen toda la fuerza de quien sabe que frente a los tanques solo tiene la fuerza de la conciencia, del sujeto. Estamos viviendo una “ocupación inusual (…) pistolas y tanques tienen menos poder que las ideas y las fuerzas éticas de lo humano”, apunta. Y añade: “nuestras armas son más efectivas que sus armas. Y lo que digo no es una exageración. Tenemos nuestra unidad espontánea, nuestra determinación de no renunciar a nuestra visión patriótica y a nuestros ideales morales (…) Dejemos a la inteligencia triunfar sobre la brutalidad, la humanidad sobre la inhumanidad, la solidaridad sobre las órdenes militares, la disciplina de la conciencia sobre la disciplina de las armas”. En un país bajo el gran poderío militar soviético del momento, emociona imaginarse a Havel, perseguido, afirmar a través de un micrófono la superioridad de la conciencia frente al poder. La Primavera de Praga quizá sea lo mejor del 68. Y lo mejor del 68, con todas sus limitaciones, es su voluntad de afirmar la conciencia como deseo de libertad y de plenitud.
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Ahora que se acerca el 50 aniversario del movimiento del que ha surgido buena parte de nuestro mundo de referencia, conviene recordar que no fue solo un fenómeno francés. Y conviene que ni los moralistas ni los optimistas ingenuos reduzcan el valor de la fecha. Háganse todas las críticas necesarias, señálense todas las limitaciones del 68; por ejemplo, su destructiva relación con la tradición o sus muchas desviaciones. Pero que los moralistas no silencien el deseo de autenticidad, el deseo de “vida en la verdad” que lo animó. Vuelve a ser sofocante, como entonces, el miedo al deseo, la necesidad de adjetivarlo, de encauzarlo. A la cultura laica y al cristianismo moralista les falta esa confianza última en la naturaleza humana que proviene de la mejor tradición católica. El deseo, cualquier deseo, es siempre una expresión religiosa. Los optimistas ingenuos, ciertos liberales, dirán que tras la caída del Muro de Berlín los tanques han desaparecido y que los discursos sobre el poder han quedado obsoletos. 50 años después el poder ha mutado, los mecanismos de control a través de las tecnologías atribuyen una capacidad de dominio impensable hace cinco décadas, nacionalismo y consumismo, populismo y fake news, por poner solo algunos ejemplos, conspiran con la misma fuerza, o incluso con más, que los tanques soviéticos contra la “disciplina de la conciencia”. Solo la complicidad, o ese cinismo que convierte la vida en algo muy gris, pueden negarlo. Por eso, igual que hace 50 años, más que nunca son necesarios “disidentes” como Havel, capaces de mantener el deseo a flote, capaces de subrayar el poder de una “vida en la verdad”. Si a los moralistas les va bien con sus equilibrios y su “justo término”, haya paz. A nadie se le obliga a secundar el imperativo de lo ilimitado.
FERNANDO DE HARO
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Nueva película de Wim Wenders “Papa Francisco, un hombre de palabra”
La película ‘Papa Francisco, un Hombre de Palabra’, escrita y dirigida por el tres veces premiado por los Oscars, Wim Wenders, trata de seguir una jornada personal del Papa Francisco, en vez de hacer un documental biográfico sobre él. El tráiler de la película se estrenó el 13 de marzo último, en ‘Vatican News’, portal de información online del Vaticano, coincidiendo con el 5º aniversario de la elección de Francisco como Sucesor de Pedro y el estreno será en mayo de 2018. El proyecto partió de la idea del Prefecto de la Secretaría para la Comunicación, Mons. Dario Viganó, para hacer una película con el Papa Francisco y no sobre el Papa Francisco, señala la Santa Sede en un comunicado. Una particular coproducción con el Vaticano, la idea del Papa y su mensaje son la parte central de esta película, que presenta su trabajo de reforma y las respuestas a las preguntas globales sobre la muerte, justicia, inmigración, ecología, desigualdad de riqueza, materialismo y el papel de la familia. La película está hecha con una cámara directa que visualiza y narra momentos de una audiencia cara a cara con el Papa, creando un diálogo entre él y, literalmente, con el mundo. Respondiendo preguntas de personas de todos los ámbitos de la vida, el Papa Francisco responde a granjeros y trabajadores, refugiados, niños y ancianos, presos y aquellos que viven en favelas y campamentos de migrantes. Todas estas voces y caras son una mues-
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tra representativa de la humanidad que se une a una conversación con el Papa Francisco. Si bien esta “sinfonía de preguntas” es la columna vertebral de la película, también muestra al Papa en sus muchos viajes alrededor del mundo, con imágenes de él hablando en las Naciones Unidas, dirigiéndose al Congreso de los Estados Unidos, de luto con los reunidos en ‘Ground Zero’ y en Yad Vashem, el Centro Mundial de la Memoria del Holocausto en Jerusalén. Habla a los presos en las correccionales y a los refugiados en los campamentos del Mediterráneo. Lo vemos viajar a Tierra Santa (Palestina e Israel), así como a África, América del Sur y Asia. A lo largo de la película, el Papa Francisco comparte su visión de la Iglesia y su profunda preocupación por los pobres, su participación en asuntos ambientales y justicia social, y su llamado a la paz en áreas de conflicto y entre las religiones del mundo. También hay una presencia de San Francisco en la película, que se conecta con su tocayo, el Papa, a través de relatos de momentos legendarios en la propia vida del santo como reformador y ecologista. En una era de profunda desconfianza hacia los políticos y las personas en el poder, cuando las mentiras, la corrupción y los hechos alternativos están a la orden del día, ‘Papa Francisco, un hombre de Palabra’ nos muestra a una persona que vive lo que predica y se ha ganado la confianza de personas de todas las tradiciones y culturas de fe de todo el mundo.
Hace 13 años fallecía san Juan Pablo II Era la vigilia de la fiesta de la Divina Misericordia
«El Santo Padre ha fallecido esta noche a las 21:37 horas en su apartamento privado. Se han puesto en marcha todos los procedimientos previstos en la constitución apostólica ‘Universi Dominici Gregis’, promulgada por Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996». Estas fueron las palabras con las cuales hace 13 años, en la noche del sábado 2 de abril de 2005, el entonces director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el fallecido Joaquín Navarro-Valls, anunciaba al mundo la muerte del Papa polaco. Minutos antes, ya lo había anunciado ante una multitudinaria Plaza de San Pedro el hoy cardenal Leonardo Sandri: «Queridísimos hermanos y hermanas: A las 21:37 nuestro amadísimo Santo Padre Juan Pablo II ha vuelto a la Casa del Padre. Rezamos por él». «Que nuestro silencio orante acompañe al Santo Padre Juan Pablo II en estos primeros momentos del encuentro con Cristo en el cielo», continuó, tras guiar el rezo de la Salve. De inmediato, los miles de fieles congregados en la plaza vaticana, y muchos más siguiendo la transmisión de lo acontecido por los medios de comunicación, no ocultaron sus lágrimas, en especial toda una generación de jóvenes –los que nacieron desde 1978, cuando inició su ministerio petrino– que no habían conocido a otro pontífice. Una hora antes de su fallecimiento, el Papa polaco
tuvo la alegría de celebrar la misa de la fiesta de la Divina Misericordia. Como lo refirió Navarro-Valls en otro comunicado: «A las 20:00 había comenzado la celebración de la santa misa de la fiesta de la Divina Misericordia, en la habitación del Santo Padre, presidida por el arzobispo Stanislaw Dziwisz, con la participación del cardenal Marian Jaworski, del arzobispo Stanislaw Rylko y de monseñor Mieczyslaw Mokrzycki». Contó que, durante su última Eucaristía, al Pontífice se le administró el santo viático y también el sacramento de la Unción de los Enfermos: «Las últimas horas del Santo Padre se caracterizaron por la constante oración de todos los que le asistían en el pío tránsito y por la participación en la oración de miles de fieles congregados desde hacía muchas horas en la Plaza de San Pedro». Y es que la muerte de san Juan Pablo II estuvo coincidentemente rodeada de fechas especiales: era la vigilia de la Fiesta de la Divina Misericordia, por él mismo proclamada, y primer sábado de mes, día dedicado a María Santísima, a quien había confiado todo su pontificado con el lema «Totus tuus» - «Todo tuyo».
Guzmán Carriquiry: Mujeres en la transformación cultural de América Latina
El profesor Guzmán M. Carriquiry Lecour, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL), ofreció un discurso titulado ‘Mujeres que han marcado pautas de transformación cultural en la historia de América Latina’. Su intervención tuvo lugar durante la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) dedicada al tema ‘La mujer, un pilar en la construcción de la Iglesia y de la sociedad en América Latina’, celebrada del 6 al 9 de marzo en el Palacio Apostólico del Vaticano. Puede leer el discurso completo en www.humanitas.cl
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GESTACIÓN SUBROGADA O MADRES DE ALQUILER: ¿A QUIÉN BENEFICIA? El
debate sobre la gestación subrogada (término eufemístico que pretende maquillar la realidad de la mujer que se ofrece a gestar a cambio de dinero) está servido en el ámbito político y social. Los grandes defensores de la legalización de los “úteros de alquiler” son los grupos LGTBI, en contra de determinados movimientos feministas que la combaten abiertamente –por considerarla una violación de la dignidad de la mujer– y los grupos defensores de la familia, que lo califican como un atentado contra esta, la unidad del matrimonio, la maternidad, la mujer y el propio hijo. Pero parece que el empuje de los grupos LGTBI y la ideología de género que los sustenta está pudiendo contra todos en la pretensión de la legalización de esta práctica, con la aquiescencia de algunos partidos políticos. Por cierto, la pretendida legalización de esta forma de gestación solo en caso de que no medie pago económico es ingenua e irreal. En países donde se ha propuesto esta opción, la práctica ausencia de mujeres que acepten gestar altruistamente sigue desplazando a los demandantes hacia países en los que la legalización sí conlleva el pago del “servicio”. La evidencia científica ha establecido bien la trascendencia de la relación materno-fetal en la evolución y el desarrollo del feto y en el establecimiento de vínculos de apego entre madre e hijo que serán decisivos en su desarrollo posnatal. La concepción del embarazo como si se tratara de una mera “incubación” biológica, un proceso de nutrición aséptico, sin más vínculos entre madre e hijo que el desarrollo biológico, supone un grave error científico y antropológico, que deshumaniza a la mujer y a su hijo, devaluando la dignidad que ambos poseen como seres humanos. Gestar, renunciando a sabiendas a la maternidad posterior, es antinatural. Además, es nefasto para la mujer que gesta, que en muchos casos cambia de opinión tras la gestación reclamando la maternidad del hijo nacido. Pero es también un atentado a la dignidad del hijo, que tiene derecho a un padre y a una madre, que desea conocer, y que le deben cuidados y cariño. Y no lo decimos nosotros, lo ha dicho el Pleno del Parlamento Europeo el 30 de noviembre de 2015 en el “Informe Anual sobre los Derechos Humanos y la Democracia en el mundo 2014”, y la política de la Unión Europea en la materia, donde se declara: “Condenamos la práctica de la maternidad de alquiler, puesto que atenta contra la dignidad humana de la mujer desde su cuerpo y sus funciones reproductivas, puesto que se utiliza como una mercancía”. Consideran que
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la práctica de la subrogación gestacional que implica la explotación de reproducción y el uso del cuerpo humano con fines de lucro o de otro tipo, en particular en el caso de las mujeres vulnerables en los países en desarrollo, estará prohibida y tratada como una cuestión de urgencia en los instrumentos de derechos humanos. Si parece perjudicar a tantos, ¿a quién beneficia, como para soportar tanta presión hacia su legalización? Pues fundamentalmente a los que consideran la paternidad y maternidad como un derecho, en beneficio personal, supeditando los demás derechos de los afectados a la consecución de sus pretensiones. Entre estos se encuentran varones y mujeres, que, sin pareja, reclaman la paternidad y maternidad, parejas heterosexuales con problemas de esterilidad o simplemente de hedonismo, que les hace evitar las “molestias” de un embarazo, y parejas homosexuales o en las que uno de los miembros es transexual, cuyas relaciones sexuales son estériles por naturaleza. Pero parecen ser estos últimos (representados por los colectivos LGTBI) los protagonistas de la presión ideológica y mediática en pos de su legalización, muy sensibles al deseo de paternidad y maternidad, y muy beligerantes en su defensa, pero no tanto respecto de las consecuencias de su decisión sobre la mujer y su hijo. La primera, porque mercantiliza su cuerpo, y fractura su persona por la escisión que supone gestar a un hijo al que se ha decidido abandonar, debiendo contradecir el impulso de donación e intimidad que naturalmente se establece entre una madre y su hijo. El segundo, porque sufre indefenso una decisión que le priva del derecho a conocer y ser cuidado y querido por la madre que le gestó, y a ser gestado por ser amado. No todo el que esgrime en sus demandas el derecho a la libertad, la defiende realmente. No parece que pagar a una mujer para que geste y renuncie al hijo que pare, por dinero, suponga un avance importante en la conquista de sus libertades. Ni contribuimos al respeto de los derechos del niño, cuya madre gestante lo “vendió” a otra persona. Y esto es lo más grave, porque se trata del derecho a ser querido por lo que es en sí mismo, por quien lo ha engendrado, gestado, parido y criado, que lo debería haber hecho porque lo ama, porque vale y merece cuidado de persona; y no como objeto de satisfacción de pretendidos derechos de paternidad y maternidad que deben ser conseguidos de cualquier forma, desgraciadamente a costa de mujeres pobres y niños indefensos. Observatorio de Bioética Universidad Católica de Valencia *Puede leer el Estatuto Biológico Embrión Humano en www.humanitas.cl
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Día del Niño por Nacer Millones de argentinos marcharon por la vida, contra despenalización del aborto
De ese modo, afirmaron, «cualquier maniobra que afecte o destruya dicho embrión estará quitando la vida de un ser humano, independientemente de la semana en la cual se realice». «Dañar de cualquier forma un ser humano vivo con la intención de terminar con su vida, bajo ningún aspecto constituye un acto médico», advirtieron y proclamaron: «Ni el Estado ni nadie puede obligar a ningún agente o profesional de la salud a realizar prácticas que estén contra su objeción de conciencia».
Capillas del Vaticano 16° Salón Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia
A propósito del «Día del Niño por Nacer», que se celebró el pasado 25 de marzo y que este año coincidió con el Domingo de Ramos, se realizaron en múltiples ciudades de Argentina marchas a favor de la vida y contra la despenalización del aborto. De acuerdo con estimaciones de los organizadores, alrededor de dos millones de personas participaron de las manifestaciones en todo el país. En Buenos Aires, cerca de ciento cincuenta mil manifestantes marcharon desde la Plaza Italia hasta la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Rechazar el proyecto de ley sobre la despenalización del aborto y clamar por soluciones integrales en cuanto al cuidado de la madre que espera un bebé y los derechos de los no nacidos fueron los principales objetivos de las marchas, que se llevaron a cabo en más de ciento cincuenta localidades. En Buenos Aires, 150 mil personas participaron de la caminata hasta la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde había un palco listo para recibir a los manifestantes. Médicos vestidos con sus delantales blancos leyeron un manifiesto por la vida y recordaron su juramento hipocrático. Aplaudidos por el público, afirmaron que «existe una vida humana desde el momento de la fecundación», y que «ese embrión recién formado constituye un ser humano independiente».
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El Vaticano recibirá 10 nuevas capillas, una exposición que unirá a la Iglesia, la arquitectura y el mundo. Es parte de la 16ª Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia: Capillas del Vaticano. La exhibición se realizará del 26 de mayo al 25 de noviembre de 2018. “La Santa Sede, que representa a la Iglesia Católica en su universalidad, entra en el espacio de la Bienal de Arquitectura de Venecia. Y lo hace desembarcando en una fascinante isla de la Laguna, la de San Giorgio, y penetrando el oasis de un bosque no a través de representaciones gráficas o modelos, sino con una secuencia verdadera y propia de capillas”, dijo el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y comisario del Pabellón de la Santa Sede, en una conferencia de prensa el 20 de marzo de 2018. El cardenal indicó que “en el culto cristiano son verdaderos templos, aunque en menor medida que las catedrales, basílicas e iglesias. En ellas se insertan dos componentes fundamentales de la liturgia, el ambón (o púlpito) y el altar, es decir, las expresiones de la sagrada
Palabra proclamada y de la Cena Eucarística celebrada por la asamblea de creyentes”. El cardenal explicó que el número de capillas expresa una especie de “decálogo de presencias”. Visitar las capillas será una peregrinación tanto religiosa como secular. “El proyecto se basa en un modelo preciso, la ‘capilla del bosque’ construida en 1920 por el famoso arquitecto Gunnar Asplund en el cementerio de Estocolmo”, explicó el profesor Francesco Dal Co, conservador del Pabellón de la Santa Sede. El tema de la capilla como lugar de orientación, encuentro, mediación y saludo, como dijo Asplund, fue sugerido a diez arquitectos que fueron invitados a diseñar y construir diez capillas en una zona boscosa en un extremo de la isla veneciana de San Giorgio Maggiore. Por lo tanto, este será un pabellón compuesto, distribuido y visitado en etapas a lo largo de un itinerario que también es una peregrinación espiritual. Las capillas creadas por los arquitectos, gracias al indispensable apoyo de importantes contratistas y contribuyentes, se organizarán en “un entorno natural absolutamente abstracto, marcado únicamente por su presencia en la laguna, su apertura al agua”, explica Dal Co, enfatizando el carácter único y original de la iniciativa, que ha otorgado a los arquitectos libertad total para diseñar “sin ninguna referencia a los cánones comúnmente reconocidos”. Dentro de las capillas, el fulcro compartido y la característica identificadora y unificadora están representados por la presencia del altar y el atril. La elección de los arquitectos invitados se basó en la decisión de enfocarse en diseñadores capaces de aplicar diferentes lenguajes expresivos, todos ellos personajes fuertes desde el punto de vista de la experimentación constructiva, pertenecientes a diferentes generaciones y provenientes de Europa, Australia, Japón, Estados Unidos y Sudamérica, para reflejar la naturaleza universal, de hecho “católica”, de la Iglesia. Los arquitectos que han diseñado las diez capillas y el espacio de exposición de las capillas del Vaticano son Andrew Berman (EE.UU.), Francesco Cellini (Italia), Javier Corvalán (Paraguay), Eva Prats y Ricardo Flores (España), Norman Foster (Reino Unido), Terunobu Fujimori (Japón), Sean Godsell (Australia), Carla Juaçaba (Brasil), Smiljan Radic (Chile), Eduardo Souto de Moura (Portugal), mientras que Francesco Magnani y Traudy Pelzel son los diseñadores del pabellón que contendrá la exposición de los dibujos de Gunnar Asplund para el “Skogskapellet”, la “Capilla de Woodland” en Estocolmo.
Visitar las siete iglesias de Roma Cobra nueva vigencia este recorrido que se hizo tradición
Roma es ciudad de encanto, de historia y, sobre todo, de fe, permaneciendo como uno de los lugares de mayor importancia para la cristiandad. Por esta razón, hace casi 500 años, san Felipe Neri ideó el Peregrinaje de las Siete Iglesias de Roma, un recorrido que se hizo tradición y hoy cobra nueva vigencia. «Esta es una tradición que viene de san Felipe Neri, quien fue conocido como el ‘Apóstol de Roma’. Quería llevar a Roma a los jóvenes a los que se dedicaba, para ver las basílicas mayores y otras importantes iglesias de la ciudad. De esta forma podrían rezar juntos, cantar y reír mientras al mismo tiempo profundizaban en los misterios de la fe», comentó el Padre Michael Baggot, profesor de Teología del Christendom College. Este recorrido, en sus inicios, hacia 1540, comenzó de manera informal con san Felipe Neri, quien ejerció su ministerio principalmente en Roma, hasta el punto de ser llamado el tercer «Apóstol de Roma», tras san Pedro y san Pablo, y promovió las siete visitas. La ruta ganó un mayor impulso con el Año Jubilar de 1550, convirtiéndose unos años después en una práctica organizada y estable. Incluso, con el jubileo del año 1575, la peregrinación era requisito para obtener la Indulgencia Plenaria de este tiempo de gracia; y san Juan Pablo II, para el Jubileo del 2000, menciona las siete iglesias romanas en la Bula de proclamación de este año jubilar, así como Tierra Santa, como lugares que permitían obtener la Indulgencia. Un nuevo impulso tomó esta romería en el 2015 con el Año Jubilar por el 5º centenario del nacimiento de san Felipe Neri, siendo promovida por la Confederación de Oratorios, que se congregó para conmemorar los 5 siglos del santo italiano.
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La visita de las siete iglesias comprenden las cuatro basílicas mayores, es decir, San Juan de Letrán, San Pedro, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor, y las basílicas de la Santa Cruz en Jerusalén –donde se hallan reliquias importantes de la Pasión de Jesús–, San Lorenzo Extramuros y San Sebastián Extramuros. En el año 2000, para el Jubileo, san Juan Pablo II sustituyó esta última por el Santuario de Nuestra Señora del Divino Amor. Anteriormente, la peregrinación se hacía el miércoles y jueves santo, siendo una alternativa al entonces carnaval profano. Actualmente, la peregrinación se puede realizar durante más días, incluso diferentes a la Semana Santa, pero aún hay personas que prefieren hacerla durante los días santos. Una tradición similar surgió en otros países, con la visita a las siete iglesias durante el jueves santo, tras la celebración de la Última Cena, recorriendo siete monumentos del Santísimo Sacramento, para agradecer el don de la Eucaristía y el Sacerdocio.
Sábana Santa de Turín Crean escultura que reproduce en 3D la imagen
el escultor Sergio Rodella bajo la dirección de Giulio Fanti, profesor de Mediciones Mecánicas y Térmicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la misma casa de estudios. En declaraciones al semanario italiano Chi, Fanti dijo que “para la tradición cristiana, la imagen que se ve en la Sábana Santa es la de Cristo muerto crucificado. Y ahora la ciencia también tiene esta opinión. Nosotros hemos estudiado por años la imagen dejada por el cuerpo en la tela usando la tecnología más sofisticada en 3D. La estatua es el resultado final”. El profesor Gianmaria Concheri, que participó en la investigación, explicó a la Universidad de Padua que “para construir el modelo en 3D se utilizó un método iterativo para llegar a una aproximación, envolviendo un tejido similar a la Sábana Santa alrededor de un modelo tridimensional de un cuerpo humano ideal”. Este proceso tecnológico para “calcar” la imagen de la Síndone se realizó hasta que coincidieron las medidas del modelo tridimensional con las partes frontal y dorsal plasmadas en la tela. Luego se construyó un esqueleto metálico que representaba la postura del cuerpo y se fue moldeando progresivamente hasta lograr el resultado final.
Científicos de la Universidad de Padua (Italia) y del hospital local hicieron una escultura tridimensional de la figura humana impresa en la Sábana Santa de Turín, la cual, según la tradición, se trataría de Jesús de Nazaret. La efigie fue presentada el pasado 20 de marzo en el Palacio Bo, en la Universidad de Padua, y los resultados del estudio se dieron a conocer en la revista Peertechz de Ciencias Forenses y Tecnología. Según informó la Universidad de Padua, los especialistas trabajaron durante dos años junto con La Universidad de Padua afirmó que este trabajo revela que la figura humana plasmada en la Sábana Santa “está dotada de una notable rigidez cadavérica, tiene una postura consistente con la de un hombre crucificado cuyos brazos fueron acomodados para la sepultura”. “El alargamiento de la extremidad superior derecha y la bajada del hombro derecho confirman la hipótesis de que el hombre de la Sábana Santa sufrió un trauma severo en el cuello, el pecho y el hombro, probablemente cayendo bajo el peso de la cruz con la consecuente dislocación del hombro y parálisis del miembro derecho”, prosiguieron.
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Por su parte, Matteo Bevilacqua, científico que también participó en el trabajo, manifestó que “lo más sorprendente es que el cuerpo de Jesús se volvió casi inmediatamente rígido y permaneció incorrupto hasta el momento de la Resurrección. La explicación podría estar en las cien libras de mirra y aloe traídas por Nicodemo, sustancias conocidas desde la antigüedad por su poder conservador y antidescomposición”. En ese sentido, Giulio Fanti dijo a Chi que “según nuestro estudio, Jesús era un hombre de belleza extraordinaria. Esbelto, pero muy robusto, medía un metro y 80 centímetros, mientras que la estatura promedio de la época era de un metro y 65 centímetros. Además, tenía una expresión regia y majestuosa”. Respecto de la escultura tridimensional, Fanti señaló a los medios locales que en la Sábana Santa “he contado 370 heridas de flagelo, sin tomar en cuenta las laterales, ya que el lienzo solo muestra la parte anterior y posterior del cuerpo”. “Por lo tanto, podemos hipotetizar que hubo un total de al menos 600 golpes. Además, la reconstrucción tridimensional nos ha permitido reconstruir que, en el momento de la muerte, el hombre de la Sábana Santa se ha desplomado hacia la derecha porque el hombro derecho estaba dislocado de una manera tan grave que se lesionaron los nervios”, prosiguió.
Muerte del astrofísico Stephen Hawking Miembro de la Academia de las Ciencias
El astrofísico británico Stephen W. Hawking murió el 14 de marzo pasado, a la edad de 76 años en Cambridge. Autor de una teoría científica de que la creación del universo “no requiere la intervención de un ser sobrenatural o un dios”, Hawking fue elegido miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias el 9 de enero de 1986. Fue galardonado con la medalla Pío XI, otorgada por la Academia por sus estudios en “Agujeros negros” el 19 de abril de 1975.
El famoso científico se encontró con el Papa Francisco el 28 de noviembre de 2016, durante la sesión plenaria de la Academia. Durante su vida, también se encontró con otros tres papas: Pablo VI, 9 de abril de 1975; Juan Pablo II, el 3 de octubre de 1981, y Benedicto XVI el 31 de octubre de 2008. “Recuerden mirar las estrellas y no sus pies. Por difícil que sea la vida, siempre hay algo que uno puede hacer y en lo que uno puede tener éxito”, dijo el astrofísico, que luchó durante varias décadas con la esclerosis lateral amiotrófica que se le diagnosticó a los 21 años.
EE.UU.: Católicos hispanos en el Congreso Atlántico Central
El Congreso Atlántico Central en Estados Unidos, dedicado a la formación de líderes católicos, con el objetivo de profundizar la fe y potenciar el liderazgo, tuvo este año su séptima edición. Organizado por la arquidiócesis de Baltimore y por la Asociación de Editores Católicos, ACP, por sus siglas en inglés, cuenta con unas cien editoriales católicas que exponen sus publicaciones y la participación de 1.500 líderes católicos, que por tres días tienen acceso a unas 75 charlas y talleres que versan sobre la fe, evangelización, pastoral, catequesis y cuestiones prácticas, como la administración parroquial. Este año, el MAC, abreviatura en inglés de Congreso Atlántico Central, tuvo lugar entre el 15 y el 17 de febrero, y su lema fue “La Esperanza está en el Señor. La esperanza no desanima. La esperanza nos envía”. Como siempre, este evento se desarrolla en la ciudad de Baltimore, atrayendo la presencia de líderes de Washington, DC; Maryland, Nueva York, Delaware, Pensilvania y Virginia, entre otros estados. Una de las conferencias principales estuvo a cargo del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Cáritas Internacional. Tanto en su charla como en la homilía de la misa se centró en el aspecto de la esperanza cristiana. El cardenal Tagle es un promotor de la justicia social de la Iglesia, la cual desde el mismo Cristo interpela al cristiano a estar junto al más necesitado. Uno de los puntos centrales de su lucha por los que sufren es proteger al migrante, acogerlo y brindarle la máxima dignidad posible.
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Los hispanos tuvieron una gran participación en el MAC. Durante todo un día se ofreció un variado espectro de conferencias y talleres en español, aparte de las charlas en inglés. El obispo Nelson Pérez, elegido como presidente de la comisión de Diversidad Cultural en la Iglesia por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, tuvo a su cargo la charla principal, que versó sobre la importancia del discipulado, la cual se basa en la esperanza cristiana y la alegría. De entre los más variados talleres, concitaron mayormente la atención los que trataron la importancia de los movimientos eclesiales como agentes evangelizadores, especialmente en el tiempo en que la Iglesia está abocada a atraer a personas que se encuentran en las periferias, y a abrazar a los que se han alejado, invitándolos a regresar. Se remarcó que muchas organizaciones, programas y proyectos pastorales fueron desarrollados para responder a este llamado, y acentuaron el rol protagónico que juegan los movimientos eclesiales, guiados por el Espíritu Santo, especialmente en medio de la comunidad hispana, en el camino de la evangelización de la cultura.
Critican a Google Por negarse nuevamente a crear un Doodle de Domingo de Pascua
para fiestas religiosas y que no ha tenido uno referido a la Pascua desde el año 2000. “No tenemos Doodles para fiestas religiosas, en línea con nuestras directrices actuales sobre Doodle. Pueden aparecer Doodles para algunas celebraciones no religiosas que han surgido de festividades religiosas, como el Día de San Valentín, el Festival de colores de Holi, Tu B’Av y el período festivo de diciembre, pero no incluimos imágenes religiosas ni simbolismos como parte de estas”, dijo Google a Fox News. Entre las decenas de críticos en redes sociales, se encuentra el actor estadounidense James Woods, que escribió, como parte de una conversación en Twitter: “Detestan a los cristianos. Simple y llanamente”. Otras voces que notaron la omisión de Google incluyen al veterano oficial de la Marina Jack Posobiec, quien tuiteó: “Feliz Pascua a todos, menos a Google hoy en día”. Recientemente Google también fue criticado por su producto Google Home, su marca de altavoces inteligentes, que por un tiempo proporcionaba información sobre figuras como Mahoma, Buda, Satanás, pero no identificaba a Jesús. David Sams, un productor de televisión estadounidense, dijo en ese entonces: “Incluso pregunté a Google quién es David Sams; Google sabía quién era yo, pero no sabía quién era Jesús, no sabía quién era Jesucristo y no sabía quién era Dios. Es un poco aterrador, es casi como si Google hubiera quitado a Jesús y a Dios del audio inteligente”. Google decidió desactivar las respuestas para Buda y Mahoma como resultado de la controversia. Entre las fiestas que Google conmemora regularmente con Doodles están el Día de la Tierra, el Día de Martin Luther King, Año Nuevo Lunar, Halloween, Día de San Patricio, Día de la Madre, Día del Padre, Día de Acción de Gracias y Navidad.
En las redes sociales varios católicos criticaron que Google se negara a crear, por decimoctavo año consecutivo, un Doodle para conmemorar el Domingo de Pascua, pese a que celebra diversas fiestas y figuras icónicas durante todo el año. El 1 de abril, Google afirmó a Fox News que celebró la Semana Santa a su manera con un tuit que señala las vacaciones. Asimismo, se defendió diciendo que sus “directrices Doodle” establecen que no está permitido un Doodle
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50° aniversario de la Comunidad San Egidio Oración, pobreza, paz: De los tugurios romanos al alcance mundial
Desde las periferias de Roma, a finales de los 60, hasta África, Asia y América, llevándose a todas partes la pasión por las tres “P”, como dijo una vez el Papa Francisco: oración (prayer), pobreza y paz. Esta es la historia de la Comunidad de San Egidio, que en 2018
celebra su 50 aniversario. En la ardiente atmósfera de las protestas juveniles, entre los poderosos fermentos de novedades que sacudían a la Iglesia, surgidas en el Concilio Vaticano II, Andrea Riccardi, de dieciocho años de edad, reunió a su alrededor a un grupo de estudiantes de secundaria para orar, escuchar la Biblia, y dirigir un programa después de la escuela para niños pobres en las afueras del sur de Roma. La Comunidad tomó entonces el nombre de “San Egidio”, el santo que puso nombre a los locales, que se convirtió en la sede de la Comunidad, en el barrio popular de Trastevere. Más tarde, la Santa Sede reconoció a la Comunidad, en 1986, como una asociación internacional de fieles laicos. Hoy, sus cerca de 60.000 miembros están dispersos en 70 países. El primer trabajo comunitario es la oración y la lectura de la Sagrada Escritura; luego la comunicación del Evangelio y, especialmente, el servicio a los pobres, dondequiera que haya una pequeña comunidad presente y activa. La amistad con los alumnos de los barrios marginales romanos se amplió a las personas con discapacidad, a los sin hogar, los inmigrantes, los enfermos terminales, los prisioneros, los refugiados nómadas y los drogadictos, con una miríada de iniciativas. Entre ellos destaca el almuerzo de Navidad: el 25 de diciembre todas las comunidades ofrecen un almuerzo y una tarde de celebración con los pobres, con los ancianos que están solos y con las personas sin hogar. La última vez, 240.000 personas participaron en más de 70 países. El paso fue breve desde la solidaridad con los pobres al compromiso con la paz en varios puntos calientes del mundo, con miembros de la Comunidad que fueron mediadores en conflictos de larga duración, desde la guerra civil en Mozambique, que duró 16 años, a la firma de la paz en Roma, en la sede de la Comunidad, en el año 92. De ahí el apodo de “ONU de Trastevere”. La Comunidad apoya una campaña de opinión global para la abolición total de la pena de muerte en el mundo. Además, el Proyecto ‘Dream’ es un
vasto programa de prevención y terapia para el sida en África. Otro programa, “BRAVO” (Registro de Nacimiento para Todos contra el Olvido)”, busca promover el registro de recién nacidos en el mundo de la esclavitud. Para abordar las oleadas de desembarcos de inmigrantes y refugiados de África y Medio Oriente en las costas italianas, en 2015 la Comunidad comenzó a establecer “corredores humanitarios” para hacer posible el acceso en Italia de refugiados y solicitantes de asilo en condiciones de legalidad y seguridad. Después de Italia, se abrieron otros corredores en Francia y Bélgica. Finalmente, existe la vocación original de compromiso con el ecumenismo y el diálogo entre culturas, pueblos y religiones. Cada año, la Comunidad convoca en una ciudad europea diferente (con la excepción de Jerusalén en 1995) un gran encuentro de oración por la paz, en continuidad con el Día histórico, iniciado por el Papa Wojtyla en el año 1986 en Asís, junto con los líderes religiosos de todo el planeta.
JMJ Panamá 2019 Abiertas inscripciones para participar como voluntario
El 21 de marzo de 2018 se abrieron las inscripciones para todos los que deseen ser voluntarios en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se realizará en Panamá del 22 al 27 de enero de 2019. El arzobispo de Panamá y presidente del Comité Organizador Local de la JMJ, Mons. José Domingo Ulloa, afirmó que “los voluntarios son el alma de la Jornada Mundial de la Juventud. Ellos aportan su talento y su tiempo, además de un testimonio solidario que hace de los jóvenes el activo más importante en el mundo de hoy”.
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En un comunicado difundido por los organizadores de la JMJ, el secretario ejecutivo del Comité Organizador Local, Víctor Chang, afirmó que se necesita ayuda “tanto en esta etapa preparatoria en la que estamos, como en los días del evento; lo que incluye repartir agua, orientar a los peregrinos en su propio idioma o en inglés, y hasta en funciones más técnicas como en los asuntos logísticos”. Chang explicó que hay 95 funciones para los voluntarios y que estas se han dividido en dos grupos: masivas y no masivas. Las funciones serán designadas según la información del perfil que coloquen los voluntarios en el formulario de inscripción. Después recibirán sus credenciales, camisetas y otros artículos. Los voluntarios deberán estar en Ciudad de Panamá una semana antes de la JMJ para que reciban una capacitación y empiecen a ejercer sus funciones antes de la llegada de los peregrinos. Asimismo, al final de la JMJ los voluntarios podrán asistir al encuentro con el Santo Padre antes de que regrese a Roma. El requisito para ser voluntario es tener más de 15 años. También se deberá pagar una tarifa que varía de acuerdo al tiempo de estadía. El director de voluntariado, Kabhir Pacheco, dijo que hay tres diferentes paquetes para los voluntarios nacionales e internacionales. Para registrarse como voluntario de la JMJ y tener más información sobre los paquetes de inscripción ver: www.panama2019.pa/es/inscripcion-voluntarios/
ción Educativa, el Ministerio anunció que los directores de los institutos y universidades católicas no tendrán competencia para seleccionar a los maestros, por lo cual los docentes serán designados directamente por el Ministerio. El no poder escoger a los educadores de acuerdo con los criterios de la Iglesia, como el debido testimonio y el compromiso en la enseñanza de los valores católicos, pone en alto riesgo la identidad misma de las instituciones afectadas. Según informó la agencia Fides, la Iglesia boliviana estaría estudiando incluso la posibilidad de protestar activamente contra la normativa, a través de «medidas de carácter demostrativo, como el cierre de todas sus instituciones educativas o una huelga», según palabras de Carmen Suárez, delegada de la Comisión Educativa del Vicariato Apostólico de Pando. La funcionaria denunció a Fides que el gobierno boliviano «tiene la intención de eliminar el sistema educativo privado en Bolivia, y tiene en la mira sobre todo al católico». La fe católica inspira a una gran cantidad de instituciones privadas prestadoras del servicio de educación en el país. La carta enviada a los padres de familia para informar sobre esta situación fue firmada por Mons. Jesús Juárez Parraga, arzobispo de Sucre y presidente de la Comisión de Educación de la Conferencia Episcopal Boliviana.
India La trata de personas es la esclavitud de la época moderna
L a Comisión para el Trabajo de la Conferencia EpiscoBolivia Obispos denuncian intervención indebida del Estado sobre la educación católica
Los obispos de Bolivia alertaron sobre un grave riesgo para la educación católica en el país en una carta dirigida a los alumnos de las 1.523 instituciones educativas católicas locales. Los prelados afirmaron que estas escuelas católicas «no pueden seguir garantizando la enseñanza, la educación cristiana y una formación integral de calidad», a causa de la nueva ordenanza del Ministerio de Educación de Bolivia. En lo que es considerado como una flagrante violación de la Convención Estado-Iglesia sobre Coopera-
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pal de la India aseguró recientemente que la trata de seres humanos es la esclavitud de la época moderna. Esta comisión se reunió en la ciudad de Nueva Delhi (India) para hacer frente a este fenómeno que hace que mujeres, hombres y niños sean intercambiados como mercancía. Muchas de estas víctimas son maltratadas e incluso asesinadas por los traficantes. En una nota enviada por los obispos de la India a la agencia vaticana Fides se destacaba que este fenómeno de la trata de seres humanos está relacionado con las migraciones, algo que afecta a todas las áreas del planeta. El secretario de la Comisión de Trabajo de la Conferencia Episcopal de la India, P. Jaison Vadassery,
animó a “colaborar para atender a los migrantes trabajadores y hacer frente a la grave realidad de la trata de seres humanos en la India”. El P. Vadassery subrayó que “la Iglesia Católica se preocupa por los migrantes, que a menudo se convierten en víctimas del tráfico”. En ese sentido, el nuevo director de Cáritas India, P. Paul Moonjeli, aseguró que “la trata de seres humanos y las migraciones representan fenómenos de gran relevancia para nuestra sociedad”. Por ello dijo que es “urgente” prevenir a los migrantes de la posibilidad de caer en redes de traficantes e insistió en que las organizaciones de la Iglesia pueden aportar una contribución concreta y salvar muchas vidas. Según informa la agencia vaticana Fides, este encuentro organizado por la Comisión Episcopal de la India pretendía sensibilizar a quienes trabajan con casos de trata de seres humanos para realizar un plan de acción con miras a hacer frente a este desafío.
Según los datos del “National Crime Records Bureau” publicados por el gobierno indio, se reporta que en el año 2016 hubo un incremento del 20% en los casos confirmados de trata de seres humanos, en total 8.132 personas. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos aseguran que estos datos, a pesar de ser oficiales, no reflejan toda la realidad. Está previsto que el gobierno de la India apruebe una ley que pena con 10 años de prisión a quienes cometan delito de trata de personas.
Líbano Primera imagen del Papa Francisco en Medio Oriente
La agencia vaticana Fides informó de la inauguración de la primera imagen dedicada al Papa Francisco en Medio Oriente, concretamente en el Líbano. La estatua está ubicada en Hadath, en el municipio de Baabda, considerado parte de los suburbios del sur de Beirut, capital del Líbano. La imagen fue inaugurada el miércoles 14 de marzo, al día siguiente de la celebración por los 5 años del pontificado de Francisco. Estuvieron presentes en la inauguración el arzobispo maronita (católico) de Beirut, Mons. Boulos Matar, y Mons. Ivan Santus, secretario de la Nunciatura Apostólica en Beirut. La iniciativa, informa Fides, ha sido promovida por el alcalde George Aoun, y quiere ser un “signo para alentar a los cristianos locales sobre la importancia y lo fructífero de su presencia en Medio Oriente, en el contexto de la coexistencia con las distintas comunidades religiosas”. Fuentes locales indicaron a Fides que el evento debe entenderse en el contexto de algunos problemas recientes en el área de Hadath, donde algunos miembros de la comunidad musulmana shiita quieren confiscar terrenos y propiedades de familias maronitas. La agencia vaticana indica también que “no es coincidencia que la leyenda que aparece cerca de la estatua del Papa Francisco reporte las palabras con las que el Pontífice invitó a los cristianos de Medio Oriente a quedarse en las tierras donde nacieron para confesar su fe en Cristo y ofrecer en su nombre su contribución a la coexistencia pacífica en la región”.
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TIBHIRINE, MONASTERIO MÁRTIR El 27 de marzo de 1996, siete monjes fueron arrestados en su monasterio de Tibhirine por terroristas del Grupo Islámico Armado. El 23 de mayo fueron martirizados. Era la trágica culminación de 150 años de existencia de un monasterio que padeció los vaivenes de la historia. Pero también una señal de esperanza: hoy sigue habiendo monjes en Tibhirine
La Iglesia ha reconocido el martirio de los monjes cistercienses Christian, Christophe, Luc, Michel, Celestin y Bruno, secuestrados por terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA) en el monasterio de Tibhirine la noche del 27 de marzo de 1996 y asesinados 56 días más tarde. ¿Por qué permanecieron hasta el final, pese a las amenazas cada vez más directas, en una de las zonas más asoladas por la guerra civil argelina de la década de los 90? La respuesta la dio el entonces arzobispo de Argel, monseñor Henri Tessier, al recordar la naturaleza de la misión de los monjes, en un artículo en abril de 1996, es decir, en pleno cautiverio: “Una vocación para vivir la fidelidad cristiana como la exigencia de una fraternidad que busca hermanos tan lejos como sea posible, incluso allí donde nada en común se podía, a priori, discernir”. Añadía: “Vivir nuestra vocación cristiana hasta el corazón de su misterio, al tiempo que se permanece cercano y sencillo en la relación diaria con hermanos [entiéndase los musulmanes] que ignoran nuestro secreto. Había situado esta vocación en la montaña, en el silencio de Dios, tanto las tareas de la vida cisterciense como la generosidad de la acogida”. Una vocación de la que los monjes asesinados eran un eslabón más de una cadena iniciada en 1843, año en que la abadía de Aiguebelle (en el este de Francia) decidió enviar a doce monjes para fundar una comunidad en el corazón de una Argelia que las tropas galas habían empezado a conquistar
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trece años antes. Se edificó un monasterio de notables dimensiones, con capacidad para alojar a un centenar de monjes: el objetivo era convertirse en un lugar de referencia para los cientos de miles de colonos que llegaban desde la metrópoli. La realidad es que en sus mejores momentos los monjes no superaron la treintena. Lo que en principio parece un incumplimiento de las expectativas se explica por los trágicos vaivenes de la existencia de Tibhirine (que significa jardín en bereber), la que no ha estado ajena a los trágicos vaivenes de la historia. El primer episodio que puso a prueba a la comunidad cisterciense fue el feroz anticlericalismo francés de principios del siglo XX y que se plasmó en Tibhirine con el cierre del monasterio durante más de tres décadas. A punto de abandonar Veinte años después, la guerra de Argelia motivó el primer secuestro en el monasterio. Uno de los afectados fue el hermano Luc, médico de formación y el más viejo de los martirizados en 1996. En represalia por el arresto del imán de Medea (el municipio al que pertenece Tibhirine) por parte del Ejército francés, los rebeldes mantuvieron presos durante varios días a los dos monjes en las montañas del Atlas. Hasta que uno de ellos reconoció al médico bondadoso que atendía a todos sin hacer distinciones de credo. Casi peor fueron los primeros tiempos de la independencia: a punto estuvo de cerrarse el monasterio. No por la persecución. Más bien por el desánimo que cundió en una comunidad en la que quedaban únicamente tres monjes. ¿Cómo se podían suscitar vocaciones argelinas en esas condiciones? Esa era la pregunta que planeaba sobre los trapenses. La intervención in extremis del cardenal arzobispo de Argel, monseñor Léon Duval, impidió el abandono del lugar. La década de los setenta fue de relativa tranquilidad, solamente perturbada por un proyecto gubernamental que pretendía prohibir la enseñanza religiosa y que terminó cayendo en el olvido. Los monjes (ya encabezados por la enérgica figura del hermano Christian) aprovecharon estos años para intensificar los vínculos con los musulmanes. Contrataron a unos habitantes locales para gestionar las 14 hectáreas que rodeaban al monasterio y con ellos compartieron las ganancias en pie de igualdad. Pero sobre todo crearon un foro de diálogo con musulmanes que se reunía con carácter periódico y que convirtió al hermano Christian en un experto en relaciones entre cristianismo e islam, siendo consultado por las autoridades eclesiales. La guerra civil que estalló en 1992 empezó a llevarse todo este legado por delante. En la Navidad de 1993, terroristas del GIA se adentraron por primera vez en el monasterio. El temple del hermano Christian les disuadió de cometer lo irreparable. El cerco, sin embargo, se estrechaba sobre ellos. Decidieron quedarse, pese a las advertencias. El 19 de marzo de 1995, el hermano Luc escribió: «No hay verdadero amor de Dios si no media un consentimiento sin reservas hacia la muerte». Un año y ocho días después empezó el martirio que ahora reconoce la Iglesia. JOSÉ MARÍA BALLESTER ESQUIVIAS Alfa y Omega
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Caballeros de Colón Ofrecen como regalo de Pascua más de un millón de dólares a los cristianos de Irak y Siria
El prelado hizo referencia no solo a las ayudas materiales ofrecidas a las comunidades cristianas, sino a la campaña de los Caballeros de Colón a favor del reconocimiento del crimen de genocidio cometido en contra de las comunidades cristianas y otras minorías en Medio Oriente.
Croacia Miles de católicos protestan contra implementación de acuerdo que promueve la ideología de género
Con motivo de la Pascua de Resurrección, los Caballeros de Colón, una de las organizaciones católicas más grandes del mundo, han transferido más de un millón de dólares en ayuda a los cristianos perseguidos en Medio Oriente. Según informó la sociedad fraterna, 800 mil dólares serán destinados a asistencia financiera y 250 mil serán donados como parte de su compromiso de reconstrucción de un pueblo cristiano en Irak. “Mientras recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, es particularmente oportuno para nosotros recordar y apoyar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo que han soportado, en lugares como Irak y Siria, tanta persecución a causa de su fe”, indicó el Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, Carl Anderson. “Habiendo enfrentado el sufrimiento e incluso la muerte a manos de ISIS, esperamos que nuestra asistencia ayude a estas comunidades a levantarse y reconstruir para el futuro”. De los 800 mil dólares de ayuda financiera, unos 500 mil serán destinados al programa de alimentos desarrollado por la Arquidiócesis de Erbil, mientras que unos 300 mil serán enviados al Patriarcado Siriaco Católico, que desarrolla programas de ayuda para cerca de tres mil familias en Irak y Siria, las cuales se encuentran en situación de grave necesidad a causa de la guerra. El Patriarcado les provee de comida, vestido, vivienda, acceso a la educación y cuidados médicos. El arzobispo caldeo de Erbil, Mons. Bashar Warda, destacó la importancia de estas ayudas para el bienestar de las comunidades cristianas de la región. “Nuestro pueblo sabe que sin la ayuda directa de los Caballeros de Colón para los cristianos en la región y sin su asistencia en expresar nuestro caso al gobierno de los Estados Unidos, la cristiandad podría haber sido expulsada de Irak completamente”.
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El pasado 24 de marzo miles de croatas protestaron en la ciudad de Zagreb en contra de la implementación de la llamada «Convención de Estambul», el tratado internacional sobre la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Los creyentes criticaron la implementación por las determinaciones que promueven la ideología de género y que afectan temas de educación y de familia sobre los cuales los obispos del país se han pronunciado reiteradamente. Las protestas se registraron dos días después de que el Primer Ministro, Andrej Plenkovic, anunciara que la Convención de Estambul sería presentada al Parlamento para su ratificación. Los creyentes congregados con banderas de Croacia y símbolos cristianos denunciaron la incompatibilidad de algunos puntos del acuerdo con la identidad cristiana del país e incluso acusaron al gobierno de traicionar los sentimientos de los electores. Como respuesta a la protesta, el Primer Ministro anunció oficialmente que la ratificación del acuerdo incluiría un artículo en el cual se afirme que los contenidos de las escuelas no introducirían la ideología de género y que se preservaría la protección constitucional sobre la definición del matrimonio. Estos dos temas han sido subrayados por los obispos del país en varias declaraciones respecto de la Convención. Los
prelados croatas alertaron en noviembre de 2017 que los compromisos que el país adquiere harían una educación «más dependiente y sujeta a numerosas manipulaciones posibles. Las consecuencias de esto son particularmente evidentes en la representación de una antropología distorsionada y los intentos de imponerla a través del sistema educativo». Los obispos alentaron a los padres de familia, «primeros y privilegiados educadores de sus hijos», a exigir sus derechos participando en el diseño de los contenidos de enseñanza, «especialmente aquellos asociados con sus creencias religiosas y su visión del mundo». Los prelados también destacaron el carácter de la familia como santuario de la vida y base fundamental de la sociedad y rechazaron la promoción de «una ideología que está destinada a cambiar los fundamentos mismos de la comprensión antropológica de la familia». Los obispos reafirmaron que la Iglesia se opone a cualquier forma de violencia contra hombres, mujeres o niños y que reconoce que la violencia doméstica no es solo un asunto privado, sino también un problema social importante, «un mal sobre el cual tenemos que hablar y hacer todo lo posible para erradicarlo». Sin embargo, advirtieron que esta labor no debería estar sujeta a ninguna ideología: La convención, «de forma velada, introduce una nueva comprensión de la sexualidad humana que se dirige a la estructura misma de la persona». los obispos pidieron un debate abierto y público en la sociedad croata y recomendaron no ratificar el acuerdo.
O_Lumen Los dominicos buscan artistas de la luz
La primera vocación de Kim En Joong fue la belleza. En 1959, con 19 años, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Seúl. Ocho años después, este joven de familia de tradición budista tomó la segunda decisión que marcó su vida: bautizarse. Con la fe recién estrenada, el interés por
el impresionismo, el cubismo y el arte abstracto lo llevó a Europa. Poco a poco, comenzó a sentirse cada vez más atraído hacia Cristo, la «Luz que viene a este mundo». En Friburgo (Suiza) conoció a los dominicos, y terminó ingresando en la congregación. Desde entonces, desarrolla el carisma dominico a través del arte y la belleza en el convento de la Anunciación de París. Goza de prestigio internacional, y se le conoce como el artista de la luz. En su particular predicación, Kim En Joong ha optado por no poner título a sus cuadros, composiciones abstractas llenas de color y equilibrio. No quiere condicionar lo que suscitan en cada persona. Su fascinación por la luz le ha llevado a crear vidrieras para iglesias, catedrales y monasterios de toda Europa. Otro de sus intereses es la cerámica, con la que desarrolla “unas reflexiones muy bonitas sobre el ser humano como arcilla en manos del Alfarero: tierra mezclada, a menudo torturada, que acaba teniendo una forma y unos colores únicos, también con sus grietas. Y, siempre, con un hueco dentro para acoger a Dios”. Un mundo “desconcertante” El dominico Javier Carballo presenta así al artista elegido para estrenar O_LUMEN, el espacio de encuentro con el mundo del arte que la Orden de Predicadores inauguró en lo que era la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo el Real, de Madrid. El proyecto –explica su director– nace con el objetivo de “renovar la simbiosis entre la fe cristiana y las artes. Esta ha sido muy rica y fecunda en la historia, pero con las artes contemporáneas es un desafío pendiente. Pablo VI, en su famoso discurso a los artistas, ya decía que en el siglo XX la Iglesia y los creadores se habían vuelto la espalda”. Varias iniciativas en los últimos años han tratado de tender esos puentes. En 2019, se prepara en el Vaticano una exposición sobre Andy Warhol. Y sin salir de Madrid, en 2015, la iglesia de los Jerónimos inició el proyecto Postcontemporánea, una sala de exposiciones de arte contemporáneo similar a O_LUMEN. Carballo ve este impulso estrechamente relacionado con el Atrio de los Gentiles, iniciado por Benedicto XVI, pues “no se puede separar pensamiento y arte contemporáneos”. El responsable de O_LUMEN reconoce que el arte actual “es muy plural, diverso, y a veces desconcertante. Puede parecernos que es un cajón de sastre en el que cabe de todo. Otro inconveniente es que ha caído de lleno en los brazos del consumo”. Con todo, previene en contra de juzgarlo de forma negativa: “Tenemos el deber de escucharlo, intentar comprenderlo y ver qué es lo que provoca en nosotros”.
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MACRON A OBISPOS:
“FRANCIA NECESITA A LA IGLESIA CATÓLICA” El presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó el 9 de abril pasado que el país requiere el valioso aporte de la Iglesia Católica en la sociedad y señaló la necesidad de reparar el “vínculo” entre esta institución y el Estado. El mandatario tuvo un encuentro con la Conferencia Episcopal Francesa en el College des Bernandins, donde dijo que con su presencia “desafiamos a los escépticos de ambos lados. Y si estamos aquí es sin duda porque compartimos un sentimiento confuso de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha deteriorado, y que es importante para nosotros y para mí repararlo”. “Para hacerlo, no hay otro medio que un diálogo en verdad”, afirmó. Macron dijo que “este diálogo es indispensable y si tuviera que resumir mi punto de vista, diría que una Iglesia que pretenda desinteresarse de los asuntos temporales no cumpliría su vocación; y un presidente de la República que pretenda desinteresarse de la Iglesia y de los católicos faltaría a su deber”. “Sí, Francia ha sido fortalecida por el compromiso de los católicos”, aseguró el presidente, que recordó a Santa Juana de Arco y al P. Jacques Hamel, asesinado por un terrorista del Estado Islámico cuando celebraba Misa en Rouen en julio de 2016. “Al decir esto no me equivoco. Si los católicos han querido servir para que Francia crezca, si han aceptado morir, no es solamente por sus ideales humanistas, ni solo por una moral judeo-cristiana secularizada. Es también porque han sido alentados por su fe en Dios y por su práctica religiosa”, afirmó. El presidente dijo que algunos podrían considerar estas palabras “como una infracción a la laicidad, pero, después de todo, también tenemos mártires y héroes de toda confesión en nuestra historia reciente, entre ellos ateos, que han encontrado en su moral las fuentes de un sacrificio total”. “Reconocer a unos no significa disminuir a los otros, y creo que la laicidad ciertamente no tiene como función negar lo espiritual a cambio de lo temporal, ni extirpar de nuestras sociedades la parte sagrada que nos nutre tanto de nuestros conciudadanos”, resaltó. Macron precisó que no pretende elegir un “credo republicano”, pero señaló que “cegarme voluntariamente a la dimensión espiritual que los católicos invierten en su vida moral, intelectual, familiar, profesional, social, sería condenarme a tener una visión parcial de Francia; sería desconocer al país, su historia, sus ciudadanos y, generando la indiferencia, derogaría mi misión. Y no tengo indiferencia respecto a ninguna de las confesiones que hoy están en nuestro país”. “Justamente porque no soy indiferente es que percibo que el camino que el Estado y la Iglesia comparten desde hace tanto tiempo, tiene hoy algunos malentendidos y desafíos recíprocos”, indicó.
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Macron dijo que su discurso “no se trata de una conversión”, sino de una voz como otras que quiere resaltar lo espiritual, “que osa alentar la intensidad de una esperanza que, a veces, nos hace tocar este misterio de la humanidad que se llama santidad, del que el Papa Francisco ha dicho en su exhortación es ‘el rostro más bello de la Iglesia’”. El presidente de Francia recordó que su papel es “asegurar que todos tengan la libertad de creer y de no creer. Yo pido siempre el respeto absoluto y el compromiso con las leyes de la República. Esta es la laicidad, ni más ni menos”. Hablando luego sobre las “raíces cristianas de Europa”, el mandatario señaló que eso no es lo que considera importante. En su opinión, lo que realmente importa “es la savia. Y estoy convencido de que la savia católica debe contribuir una y otra vez a la vida de nuestra nación”. “Todos los días las asociaciones católicas y los sacerdotes acompañan a las familias monoparentales, las familias de divorciados, las familias homosexuales, las familias que han procurado un aborto, la fecundación in vitro (…), las familias que tienen a uno de los suyos en estado vegetativo, las familias donde uno cree y otro no. Aportan ustedes en las familias la capacidad de las opciones espirituales y morales, y esto, lo sé, es vuestra tarea cotidiana”. Por lo tanto, continuó Macron, “al escuchar a la Iglesia sobre estos temas, no nos encogemos de hombros. Escuchamos una voz que saca su fuerza de la realidad y su claridad de un pensamiento en el que la razón dialoga con una concepción trascendente del hombre”. Para concluir, dijo que “el Estado y la Iglesia pertenecen a dos órdenes institucionales diferentes, que no ejercen su mandato en el mismo nivel, pero ambos ejercen autoridad. Por lo tanto, cada uno de nosotros ha forjado sus certezas y tenemos el deber de formularlas con claridad, de establecer reglas, porque ese es nuestro deber de Estado”. Aciprensa
Algunas de las noticias de esta sección se han obtenido con información de las siguientes agencias de noticias católicas: Aciprensa, Aleteia, Alfa y Omega, Catholic.net, Gaudium Press, Páginas Digital, Vatican News, Zenit, agencia Fides.
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LIBROS
Siempre hay religión El último libro de Rémi Brague (Sobre la religión)* consta de nueve estudios e igual número de capítulos. En los tres primeros define y divide el concepto de religión. En los últimos seis trata sobre los principales asuntos debatidos actualmente sobre ese tema: religión y razón (cap. 4), religión y derecho (cap. 5), Iglesia y Estado (cap. 6), Dios y la idea de libertad (cap. 7), y religión y violencia (cap. 8), especialmente en los libros sagrados (cap. 9).
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a intención del autor es triple: defender la religión en general y el cristianismo en particular, y criticar el islam, recordando en todo caso al respecto elementos a menudo omitidos. Como buen discípulo de Husserl, y apoyándose en Sócrates, Brague sale en búsqueda de la esencia de la religión (ya que le interesan las esencias, p. 9). Yendo de lo uno a lo múltiple, divide a continuación la esencia así definida en sus especies e individualidades. En el primer capítulo,
parte del término “religión” y logra distinguir y aclarar los principales componentes del concepto, pero recordando lo esencial de sus manifestaciones históricas. Asimismo, para reconstruir la plu ra l idad de las religiones (cap. 2-3), recurre a la lógica, pero sin dejar de considerar las religiones existentes. Su objetivo es u n i r el pro ce d i m ie nto empírico con el concepto, evitando tanto el relato desorganizado como la especulación al margen de la historia.
* Remi Brague, SUR LA RELIGION. Flammarion, 347 págs. París, 2018.
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Brague quiere evitar, en el debate público o político, el uso de un concepto general llamado “religión”, que las sitúa a todas confusamente “en el mismo canasto” (p. 11), de forma vagamente cristiana, con lo cual surgen deformaciones, confusiones e injusticias.
a e n f re nt a m ie nto s ca r icat u re s co s, ideológicos e impulsivos. Haciendo callar un instante el ruido de fondo mediático, nos sitúa frente a las cosas en sí mismas, o más bien sus esencias, con sus grandes estructuras a menudo desconocidas, sus desarrollos imprevistos, sus hechos principales testarudos y paradojales, sus diferencias objetivas e inesperadas, y a veces sus ambigüedades.
El autor procura hacer comprender a los occidentales que no toda religión es una especie de cristianismo, siendo la verdad lo contrario: el cristianismo es una especie En cuanto a los asuntos debatidos, es de religión. En cuanto a otras religiones, se imposible resumir un libro en el cual práctrata sobre todo del islam y del judaísmo. ticamente todo es al mismo tiempo eruEl judaísmo es abordado dito e interesante. Brague con gran simpatía, miendemuestra, por ejemplo, AL ABORDAR LAS tras el permanente paralelo que la violencia ha exisRELIGIONES, BRAGUE entre el cristianismo y el OPTA POR CONSIDERAR tido siempre en el género islam invita respecto de LA ESENCIA, ES DECIR, LA humano, al mismo tiemeste último a conclusiones “DOGMÁTICA”: LA IDEA po que la religión, pero QUE ESTAS TIENEN DE abrumadoras. El cristiatambién otros elementos LO ABSOLUTO O DE DIOS nismo basa la idea de la políticos y económicos. Y LAS RELACIONES DEL naturaleza en su propia Se sabe que es difícil HOMBRE CON DIOS. DEJA concepción de la creación, establecer en las ciencias DE LADO LA FORMA EN valoriza enormemente la humanas causalidades QUE ESAS RELIGIONES SE libertad (en su dogmática) demostradas entre fenóVIVEN ACTUALMENTE. y el acento no lo pone en la menos concomitantes. Sin ley y en los sistemas jurídiembargo, las ideologías cos. Al revés, hay aquí un ateas parecen llevarse la palma en términos punto central en la religión musulmana, de masacres a causa de ideas (pp. 200-202). que por lo demás admite con reticencia Brague demuestra nuevamente, con la idea de naturaleza y limita la libertad solo a lo que es necesario para justificar gran rigor científico, que siempre hay rela imputación de los actos humanos y su ligión. Cuando Dios se borra, hay dioses. Cuando mueren dioses, aparecen nuevos justa retribución. dioses (p. 53), a veces perversos (p. 58). En Brague, dotado de erudición maciza suma, el hombre nunca sale de la religión. y vigor concept ual, no menos que Esto resulta desestabilizador para cierta de buen sentido, y apoyado por su opinión occidental. conocimiento de las lenguas sagradas, Al abordar las religiones, Brague opta obliga indiscutiblemente a reflexionar. Pulveriza los simplismos que reducen el por considerar la esencia, es decir, la debate sobre “la religión” o “las religiones” “dogmática”: la idea que estas tienen de
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lo absoluto o de Dios y las relaciones del hibido” (p. 225). Se abstiene de señalar Hombre con Dios. Deja de lado la forma conclusiones, ya que estas serían para él en que esas religiones se viven actualmen- transparentes. te. La ventaja del método consiste en dar a En Brague hay dos inspiraciones, una las palabras un sentido estable y preciso. cristiana y otra liberal: la mejor versión El inconveniente reside en hacer abs- del liberalismo, que comparte con Pierre tracción de las diferencias y los cambios Manent y Alain Besançon. De ahí el origen colosales que pueden afectar las existen- de su desacuerdo con el Santo Padre, cias consideradas apoyos con frecuencia expresado de esas esencias, lo cual públicamente**, sobre el EN BRAGUE HAY ocurre ciertamente con el tema del islam en Europa. DOS INSPIRACIONES, islam y los musulmanes. Francisco es ciertamente UNA CRISTIANA Y
menos liberal y considera Brague quiere demosOTRA LIBERAL: LA en menor medida la “dogtrar que la esencia del MEJOR VERSIÓN mática” del islam que lo DEL LIBERALISMO, islam es contraria a la vivido por sus adeptos y QUE COMPARTE CON esencia de la libertad y PIERRE MANENT Y su contexto económicoque el Occidente se exALAIN BESANÇON. migratorio, análogo al de travía cuando espera que DE AHÍ EL ORIGEN los latinoamericanos en los un “islam existencial” se DE SU DESACUERDO Estados Unidos. separe de la esencia del CON EL SANTO PADRE, islam. “En el Corán, Dios, Brague tiene motivos CON FRECUENCIA si es su autor, declara: ‘Tepara visualizar un probleEXPRESADO PÚBLICAMENTE, SOBRE néis en el Profeta un bello ma importante en la nueEL TEMA DEL ISLAM ejemplo (uswa hasana)’ va posición del islam en EN EUROPA. (XXXIII, 21). Se identifica el seno de la cultura occieste profeta no nombrado dental. Su método obliga con Mahoma. Sus hechos a considerar una serie de y gestos adquirirán entonces el valor de hechos a menudo excluidos a priori, pero un modelo de comportamiento, y sus con el riesgo de hacer olvidar otros. El declaraciones tendrán fuerza de fe. En rigor universitario parisino o muniqués este versículo se basa la investigación no está en tela de juicio, pero no hace y utilización jurídica de los hadices. Lo buenas migas con la finura política ni que hizo el Profeta no podría ser malo con el espíritu apostólico cuando este y si bien no es estrictamente obligatorio adopta, desde Roma, una visión global imitarlo, en caso alguno eso estaría pro- del planeta. HENRI HUDE
** Buscar en Google “Brague, Figaro, Papa, islam”.
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Joaquín Alliende Luco
Distancia mía.
Poemas desde algún viaje E
l P. Joaquín Alliende transcurre. Tras años de trabajar sobre y desde su obra, con y por su autor, la constante es que hay u na hoja de ruta que impulsa u n movimiento. Desde su “Bienandanzas” en los años 60 hasta “Distancia mía. Poemas desde algún viaje”*, publicado el año pasado, nuestro hablante hace cualquier cosa, menos detenerse. Quienes lo conocemos y circulamos en alguna de sus órbitas nos nutrimos de ese constante viaje, físico e introspectivo, que lo lleva a estar y ser en tantos ámbitos como inquietudes existen. Esto es justamente lo que envuelve su último libro, esos diálogos más últimos e íntimos en que se revela Joaquín, el nieto, el sobrino, el chileno, el poeta, el sacerdote, el contemplativo, el cantor popular, el nadador. Don Alfredo Matus descubre en su prólogo “Meditación cartagenina sobre una distancia nuestra” justamente aquello: Despunta aquí un léxico de viator, preponderantemente denotador de la
distancia, el viaje, la vía: peregrino, senderos, caminar, caminero, ancla, navegar, llegar, en lejanía, nadar, rieles, descender, perdurar, detenerse, traer, barca, balandra, transitar, la peregrinación es “un modo de orar con los pies” (Edmond-René Labande). A eso nos asoma este puñado de recortes de la vividura de nuestra orilla, con sus límites, sus segmentaciones, inseguridades y miedos (p. 12). En esta ocasión, lo que distingue las voces de nuestro pasajero –que viaja en tren desde Estación Central a Cartagena, en avión desde Santiago a Francoforte– es que nos está hablando de él. Es posible reconocerlo, identificar sus llamados de última hora, los sueños todavía por cumplir, las nostalgias: “dime tus recuerdos/ antes que sucedan”. Habla desde él y con él mismo, le habla a un ‘todos’, le habla a Tú. Habla a veces fuerte, a veces en susurros; haciendo resbalar sonidos. Siempre con las marcas de su “estructura allendiana”, como bautizara Delia Domínguez a las pinceladas de Joaquín: “el sí es un
* Joaquín Alliende Luco. DISTANCIA MÍA. Poemas desde algún viaje. Ediciones Universidad Católica de Chile, 143 págs. Santiago, 2017.
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árbol olivo,/ torrero, alerce que crece,/ tu sí de mar vivo,/ pugna y mece”.
puertas cerradas de las cúpulas. Desde el puma al oso de Irkutsk. Recorre y absorbe, se deja transformar y revela que se siente parte, que pertenece, que en su interior cohabitan las hazañas con la inevitabilidad. En sus palabras preliminares “Por la rendija algo veo”, nos invita a desandar los pasos que acabaron por conformar este libro:
Tras recopilar, leer e intentar clasificar y aprehender su producción literaria de los últimos cinco años, llegamos a las cien estaciones que conforman este libro. La línea de tren que aglutina estas distancias del autor atraviesa, dorada, sin tropiezos ni interrupciones, cada página: Francisca […] “Al agua, pato”, cerré los ojos muchílo ha acompañado en muchos vagones, y sabe. Nuevamente podemos tener entre simas tardes y escribí describiendo nada. Redacté observaciones las manos un libro del científicas, milimétricas, tamaño de una bocanada LXXXI calculadas, e ingobernade introspección. bles. Salió de todo, pero tartamudo latido El libro se compone conservé la sangre muy de ritmos diversos. No no es por tenerte miedo fría. Cuidé de no desnores una sola la métrica ni es porque temo tearme nunca, incluso a uniforme la nominación. no temerme costa de desaires y troIntroduce composición pezones. Sí. Yo siendo coloquial, citadina, actual, todo lo pecador que soy, chilena, poniendo en rey todo lo torpe, norteé con lieve la contemporaneidad del hablante. Y la máxima fidelidad que es posible a un a ratos se interrumpe, como un paréntesis, chileno de 80 años y meses bien zangolopara dejar paso a ese diálogo profundo que teados como el tren, cuando más o menos revela al yo y al Tú: “no recuerdes nada/ de transita por el “paso de la Sepultura”, antes mi muerte prematura/ sueña con mi cielo/ de llegar a Malvilla y al marítimo Llolleo. destilando oxígeno libre”. Queda hecha entonces la invitación Joaquín ha recorrido esta tierra a traa respirar con las distancias de Joaquín vés de los más variados frentes. Desde Alliende Luco. el camino del abuelo, hasta el sobrevolar “somos sangre de tu Sangre,/ tu Padre del partir. Desde la calzada de Lastarria, hasta la soledad de los cóndores. Desde es Padre nuestro,/ el hogar es por delante,/ los zapatos de la solidaridad, hasta las todo viaje ya regreso”. VALENTINA JENSEN ESCUDERO
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Cultura y modernización en América Latina Pedro Morandé Instituto de Estudios de la Sociedad Santiago, 2017 246 págs.
“Cultura y modernización en América Latina” es el libro principal en la vasta obra de Pedro Morandé, un sociólogo que hizo toda su carrera académica en la P. Universidad Católica de Chile. El Instituto de Estudios de la Sociedad ha realizado la tercera edición de esta obra, que cuenta con el cuidado y un estudio preliminar de Josefina Araos (IES, Colección Vanguardia, 2017), y que preserva la memoria de un libro publicado originalmente por el Instituto de Sociología UC (1984) y luego reeditado en España por Ediciones Encuentro (1987). “Cultura y modernización en América Latina” fue un libro que abrió un programa de investigación que podría resumirse en sus propios términos como “superación de la crisis del desarrollismo neomodernista mediante la comprensión de su historicidad, comprensión que se hace posible solo por el reencuentro con el ethos particular de las sociedades latinoamericanas” (p. 70 en esta edición). La crítica del desarrollismo –es decir, de proyectos de modernización que hacen tabla rasa de la cultura en que se implantan– ocupa una parte importante del libro. La promesa principal de la modernización ha sido eliminar el sacrificio y ofrecer un mundo que sale y retorna enteramente en manos del hombre (y que puede denominarse como uno quiera, “sociedad sin clases” o “mercado perfecto”). Franz Hinkelammert había mostrado que la eliminación del sacrificio era el horizonte utópico de la modernidad y que solo podía servir como concepto límite para apreciar la distancia entre la realidad y la promesa. Cualquier proyecto histórico que proclamara el propósito
de eliminar el sacrificio era él mismo sacrificial hasta el grado máximo en que se conoció entonces con el marxismo soviético, o que se habría de conocer con el liberalismo a ultranza, que dejaba en el mismo instante en que se escribió este libro un reguero de miseria y de pobreza en nuestro propio país. El sacrificio, sin embargo, es el núcleo constitutivo de la cultura. Este libro se nutre doblemente de la teoría del sacrificio, tal como fue elaborada en la tradición de la sociología antropológica francesa (Durkheim, Mauss, Bataille) y de la teoría de la cultura elaborada en la tradición del historicismo alemán de Alfred Weber. El sacrificio constituye lo sagrado bajo la forma de una ofrenda que realiza el tránsito entre la naturaleza (aquello que es útil, material y económico) y la cultura, que en adelante se identifica con lo inútil y generoso. En el sacrificio está contenida la capacidad del hombre de trascender su existencia natural y material (y Durkheim agregaría, individual y solitaria) para cobrar conciencia de sí mismo como ser social y cultural. Eliminar el sacrificio (o si se quiere decir expresamente, la religión) equivale a abolir la cultura y esta específica capacidad del hombre de reconocerse como hombre, que se consigue solo cuando ofrenda su propia existencia a Dios. El proyecto de la modernidad esconde esta pretensión secularizadora que sella también su propio fracaso en lo que la teoría crítica alemana de la Escuela de Frankfurt llamaba “introyección del sacrificio”, que se retoma en los mismos términos en este libro como fundamento de la crítica a la Ilustración. El sacrificio no ha sido eliminado en el mundo moderno, sino solamente introyectado, es decir, desplazado desde una coacción exterior hacia una interior a través de la cual el hombre anula su propia libertad, como Ulises, que se ata a sí mismo en el mástil de su embarcación para resistir el canto de las sirenas. “Cultura y modernización en América Latina” finaliza con un llamado a reconocer el sustrato cultural del continente sobre el que debería descansar cualquier proyecto de modernización con sustento histórico. La tesis histórica del libro –que posteriormente fue objeto de mucha controversia académica– es que la síntesis cultural latinoamericana operó a través del rito (y no de la palabra) y tuvo como sujeto al mestizo (y no al criollo ni al indígena). La particularidad de América Latina es que la conquista –a pesar de que fue un encuentro violento y asimétrico– produjo una síntesis cultural que se reconoce en el mestizaje, y que nos
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distingue de la colonización norteamericana que se desarrollaba casi al unísono. Esta síntesis cultural, por otra parte, tuvo un carácter ritual que se expresa sobre todo en la legitimación cúltica del trabajo, en el sentido en que se trabaja –y se continuó haciéndolo dentro de la hacienda y aun en las ciudades– para producir la ofrenda que conmemora la vida y la comunidad, y cuyas huellas se pueden encontrar por doquier en el calendario festivo de la religiosidad popular hasta el día de hoy. No hubo pues introyección del sacrificio a través del trabajo ascético y del rigorismo religioso que conducen hacia la síntesis cultural de la Ilustración, sino un ethos barroco caracterizado por la dilapidación festiva, la primacía de la imagen y de la representación y de la generosidad ritual. “Cultura y modernización en América Latina” fue un libro escrito en el marco del proceso de revalorización de la religiosidad popular que se desencadenara con Puebla (1979) y forma parte de este esfuerzo que alentaron intelectuales católicos como Alberto Methol Ferré, Lucio Gera, Enrique Dussel, Renato Poblete y muchos otros, dentro de los cuales Pedro Morandé sobresalió por la originalidad y profundidad de su pensamiento. Eduardo Valenzuela Carvallo
La agonía del Eros Byung-Chul Han Editorial Herder. Colección Pensamiento Herder. Barcelona, 2014 80 págs.
El amor no es posesión y dominio del otro, sino aceptación de su alteridad. Este postulado tan aceptable para la razón y el corazón hoy parece quebrarse. En este breve ensayo Byung-Chul Han, filósofo de
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origen coreano y profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín, analiza la agonía del Eros. El capitalismo atomiza las comunidades políticas y elimina toda alteridad, al romper la dialéctica del “yo” y del “tú” y someter a la persona a la alucinación del consumismo. Así, se genera una dinámica donde no se mira al otro como una posibilidad de bien, sino como un objeto al que consumir. Ante este proceso de cosificación del individuo, Eros se retira. En el primer capítulo, Byung-Chul Han asegura que nos encontramos ante un fenómeno de erosión y desaparición del otro, algo apenas percibido por nuestras sociedades cada vez más narcisistas. Así, el sujeto se ahoga en su propio ego y este narcisismo atrapa como una tela de araña las personalidades. El narcisista no ama, tan solo ve en el otro una proyección de sí mismo, y se asfixia de este modo en el “infierno de lo igual”. La depresión se convierte así, según el filósofo coreano, en la enfermedad paradigmática de nuestro tiempo. Frente a la sociedad disciplinaria de Foucault, definida por el “tú debes”, hoy nos encontramos ante la sociedad del rendimiento, articulada por el “tú puedes”. El filósofo coreano considera que la segunda sociedad es más coactiva que la primera. Primero porque genera un espejismo de libertad y segundo porque en ella el hombre se autoexplota voluntariamente a sí mismo hasta la extenuación. ¿Y qué ocurre entonces con nuestra carnalidad? Es la primera, junto al espíritu, en sufrir este régimen de autoexplotación... Pues se ve sometida al imperativo del rendimiento. Así, el sexo y la sensualidad se convierten “en un capital que hay que aumentar”. El otro se fragmenta, se convierte en un objeto sexual para consumir, lo que genera una profanación del Eros. El paradigma de esta profanación es la pornografía, que carece de “un enfrente sexual y habita la escena del uno”. “El capitalismo intensifica el progreso de lo pornográfico en la sociedad, en cuanto lo expone todo como mercancía y lo exhibe”. La exposición carece de misterio, destruye la alteridad y por lo tanto la comunicación erótica. Decía Lévinas, “la caricia es un juego con algo que se escapa”. Por otro lado, el capitalismo produce, según el filósofo coreano, la absolutización de la “mera vida”,
es decir, fomenta un modus vivendi insignificante, donde el hombre aspira únicamente al trabajo y a la ampliación o conservación de su capital. Esta forma de vivir tan mercantil, que fue criticada ya en la antigüedad por Aristóteles, es opuesta a lo que el filósofo griego denominó “buena vida”. También, la salud se convierte para Byung-Chul Han en la mayor aspiración de nuestras sociedades. Así, “la teología da paso a la terapia, o bien la terapia se hace teología”. Trabajo y salud, asociados de tal modo, anulan la experiencia erótica e introducen al hombre en una especie de rueda giratoria para ratones donde “el proceso del capital y de la producción se aceleran hasta el infinito”. Para Byung Chul Han vivimos en una sociedad narcisista, pornográfica, consumista, depresiva, agotada, “del cansancio”. Por si esto fuera poco, los medios de comunicación amplifican la confusión, ya que generan tal cantidad de datos e información, en definitiva tanto ruido, que anulan la posibilidad de articular el pensamiento, el logos, deformando así la realidad. Además, se anula la tensión narrativa, tan necesaria, ante la simple acumulación de datos. Esta dificultad, explicaría, junto a otras causas, la actual crisis de la literatura y el arte europeos, históricamente tan dinámicos. ¿Qué hacer entonces para que la violencia de Ares no domine a Eros? El pensador coreano levanta la bandera del pensamiento y de la narratividad, baluartes que reivindica frente al cálculo y la “ciencia Google” que se agota en la comparación e igualación de datos. Además, Byung-Chul Han defiende la necesidad de que este pensamiento nazca a partir del silencio, huyendo del vértigo de la aceleración. Así, el filósofo coreano reivindica la importancia de articular o redescubrir teorías fuertes, como fue en su momento la teoría platónica de las ideas, para combatir la crisis del conocimiento dañado por el dataísmo que día y noche vemos fomentado desde el poder. En definitiva, recordemos que toda defensa del pensamiento es estéril sin la presencia de Eros, ya que “es necesario haber sido un amigo, un amante, para poder pensar”. Y tengamos esperanza en el amor porque “el Logos carece de vigor sin el poder de Eros”. Javier Aparicio González
Tercer Concilio Limense (1583-1591) Edición bilingüe de los decretos Luis Martínez Ferrer (Editor) José Luis Gutiérrez (Traductor) Ediciones San Pablo Lima, 2017 347 págs.
Como fruto de la colaboración entre la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima y la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, con el apoyo de Ediciones San Pablo, ha visto la luz la presente edición del magno Tercer Concilio de Lima (1582/83), convocado y presidido por Santo Toribio de Mogrovejo. El editor responsable es el Prof. Luis Martínez Ferrer, docente de Historia de la Iglesia Moderna y Contemporánea de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, quien ha realizado numerosas publicaciones dedicadas a la historia de la primera evangelización de América, entre las que destacamos la edición crítica del Tercer Concilio de México de 1585 (publicada en 2009 por “El Colegio de Michoacán”). El traductor es Mons. José Luis Gutiérrez, Catedrático emérito de Derecho Canónico de la misma Universidad, quien ha sido durante muchos años Relator de la Congregación para las Causas de los Santos y es un eximio conocedor de la lengua latina. En la obra han colaborado además el Prof. José Antonio Benito, director del Centro de Estudios Toribianos de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, y el Prof. Francesco Russo, doctor en Historia por la Universidad de Roma III, experto diplomático y paleógrafo. Destacamos que el volumen es fruto de un trabajo editorial de gran nivel, elegante en su presentación, al servicio de una serena lectura.
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Los decretos del Tercer Concilio de Lima son fruto del impulso de la Monarquía Católica de Felipe II, del celo pastoral de Santo Toribio y de sus obispos sufragáneos, además de la colaboración de competentes peritos, entre los que sobresale el jesuita José de Acosta. Aunque no faltaron los conflictos durante y después del concilio, sus actas fueron finalmente aprobadas tanto en Roma (1588) como en Madrid (1591), siendo del mismo año 1591 la primera edición oficial (impresa en Madrid). Esa primera edición es la que se presenta ahora, enjoyada de una reflexiva y erudita introducción de Martínez Ferrer, de una impecable traducción castellana de Gutiérrez y con un aparato de notas de fuentes preparada cuidadosamente por Martínez Ferrer y Russo, en donde no faltan las menciones explícitas a las correcciones que desde la Congregación del Concilio de la Santa Sede se hicieron a los decretos. Completan la obra las semblanzas biográficas de los obispos del concilio preparadas por Benito y un apartado sobre el derecho penal de Gutiérrez, especialmente útiles para una comprensión pormenorizada de la historia y la disciplina de la asamblea conciliar limeña. Estamos delante de una edición crítica fiel –en el contenido y la estructura– a la de 1591: documentos administrativos, cartas de José Acosta, las cinco “acciones” de los decretos y documento de aprobación papal, que nos ponen en condiciones de aquilatar perfectamente el contenido de la primera edición. En esto se produce un avance científico notable respecto de las principales ediciones aparecidas en el siglo XX: nos referimos a la de Rubén Vargas Ugarte: Concilios Limenses 1551-1572 (Lima, 1951) y la de Francesco Leonardo Lisi: El tercer Concilio limense y la aculturación de los indígenas sudamericanos (Salamanca, 1990).
Aunque la edición de Vargas Ugarte sea útil, la multitud de pequeños errores puntuales en la transcripción y la “dislocación” de las secciones internas de los decretos hacen de la edición una referencia poco fiable. Mucho más grave es la problemática con la edición de Lisi. Este autor ha considerado no relevante hacer uso de la edición latina oficial de 1591 como texto principal, sino un hipotético texto “original” de los decretos que reconstruye a través de una discutible selección de manuscritos. Además, las correcciones romanas que se incorporaron al texto oficial de 1591 son relegadas a las notas. El resultado es un texto latino nuevo –que nunca existió– generado por Lisi, con una traducción que presenta además diversos errores debido a la ignorancia teológica y canónica. Como en el caso de Vargas Ugarte, Lisi tampoco respeta el orden de los documentos de 1591. Todas estas carencias, puntualmente explicadas en la introducción de Martínez Ferrer, no son –como podría parecer– sutilezas de eruditos, sino un llamado a respetar las fuentes canónicas en su integridad. El Tercer Concilio de Lima estuvo vigente hasta finales del siglo XIX, en que se desarrolló el Concilio Plenario Latinoamericano (1899), y fue punto de referencia no solo en las legislaciones, sino en los libros de pastoral; por poner un ejemplo: en el Itinerario para párrocos de Indios (1668) del obispo de Quito Alonso de la Peña y Montenegro, las referencias a los decretos de Lima son constantes. Hacía falta, pues, una edición crítica que hiciera justicia a los decretos del Tercer Limense. Esta obra viene a colmar una importante laguna, no solo para los expertos en Derecho canónico, sino para cualquier historiador o persona culta que quiera hacerse cargo de la obra legislativa de Santo Toribio de Mogrovejo y sus colaboradores en 1582. Paulo Piérola
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El proceso contra Tomás Moro Hernán Corral Rialp Madrid, 2015 142 págs.
Tomás Moro es, indudablemente, una de las personalidades a las que la literatura y la historiografía occidental han dedicado más biografías y estudios, algunos de ellos poniendo el acento en los aspectos religiosos de su vida, otros en los políticos, otros más en los referidos a su pensamiento humanista, a su defensa de la libertad de conciencia o a los aspectos literarios de su obra. Pero lamentablemente se han dedicado muy pocas obras al estudio de las dimensiones jurídicas de su actuación y de sus escritos, a pesar de que su profesión de base era la abogacía y de que fue considerado en su tiempo como el abogado más talentoso de Inglaterra. En el libro que ahora se comenta, el destacado jurista chileno Hernán Corral intenta subsanar esa falencia y dedica este breve volumen al estudio y comentario del juicio que Enrique VIII mandó iniciar al humanista inglés dos años después de su renuncia al cargo de Canciller del Reino. En efecto, en 1532, el Rey hizo sancionar por la Convocation (sínodo) de Canterbury el documento denominado Submission of Clergy, por el cual –y tal como su nombre lo indica– los obispos de Inglaterra declaraban solemnemente que todo el clero de ese reino quedaba sometido al Rey, sin ningún límite ni matización. Esto implicaba necesariamente la más terminante recusación del poder del Papa de Roma, acusado por Enrique de haberse negado a declarar nulo su matrimonio con Catalina de Aragón y Castilla, acto que haría posible su casamiento legítimo con su pretendida Ana Bolena.
Al día siguiente de esta sanción, Tomás Moro, hasta entonces Canciller de Inglaterra, se reunió en los jardines de Whitehall Palace con Enrique, quien estaba acompañado de Thomas Howard, Duque de Norfolk, y le entregó su renuncia al cargo, alegando problemas de salud. En ese mismo momento, Moro entregó al Duque el Gran Sello, que simbolizaba su poder, jerarquía y funciones, y se retiró a su casa de Chelsea, prometiendo no inmiscuirse en asuntos públicos y dedicarse solo a una vida de oración y de práctica de la piedad personal y familiar. “Me he propuesto –escribió Moro– dedicar a tareas intelectuales y a Dios este tiempo libre que con tanta generosidad se me ha concedido, a petición mía, por la amable compasión de nuestro muy ilustre soberano”. Lamentablemente, esta compasión del rey duraría bastante poco, así como le duraban las esposas. Ahora bien, las tareas intelectuales a las que se dedicó Moro no tuvieron por objeto temas banales o de esparcimiento, sino que estuvieron centradas fundamentalmente en la crítica del protestantismo, en especial de las ideas de John Frith, William Tyndale, Christopher Saint German y Martín Lutero. Esto produjo la exasperación de varios de los asesores de Enrique, como Thomas Cranmer y Thomas Cromwell, que habían convertido a la lucha contra Roma en uno de los ejes de la política gubernamental y redoblaron la presión sobre Enrique para que eliminara a Moro. Intentaron someterlo a juicio varias veces, pero sin éxito, hasta que se les presentó la ocasión apropiada: en marzo de 1534 el Parlamento aprobó la Ley de Sucesión (Act for the Establishment of the King’s Succession), en la que se castigaba con prisión “durante el tiempo que el Rey quisiera” y confiscación de todos sus bienes a quienes hablaran o escribieran en contra del matrimonio del Rey con Ana Bolena, debiendo jurarse por todos los súbditos la aceptación del contenido del texto normativo. La totalidad de los obispos del reino, menos John Fisher, juraron la ley y Moro fue citado al Palacio de Lambeth para prestar el juramento. Allí fue recibido por una Comisión presidida por el Arzobispo de Canterbury (designado por Enrique), Thomas Cranmer, que le exigió el juramento: Moro se negó a prestarlo, alegando que el texto del juramento no coincidía con la letra de la ley y que tal como estaba redactado iba en contra de su conciencia. Como consecuencia, fue
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arrestado en la Torre de Londres (aún puede verse la habitación donde estuvo prisionero) y todos sus bienes confiscados por el monarca. Estando ya en prisión, Enrique y sus secuaces dieron un paso más en el camino de la estatización de la Iglesia de Inglaterra, e hicieron sancionar por el Parlamento la denominada Ley de Supremacía (Act of Supremacy), en la que se declaraba que el rey era la Cabeza Suprema en la Tierra de la Iglesia de Inglaterra. Unos meses después, se sancionó una nueva Ley de Traiciones, en la que se penaba con la muerte cualquier intento de privar al Rey de sus títulos, incluido el de Jefe Supremo de la Anglicana Ecclesia. Moro fue citado varias veces por diferentes comisiones, integradas invariablemente por Thomas Cromwell, con el objeto de forzarlo a prestar juramento al contenido de la ley; al negarse a prestarlo, Moro fue sometido a juicio por traición. En este juicio –que Corral describe muy detalladamente– se violaron todas las reglas procesales que podían impedir la condena, y basándose exclusivamente en el testimonio –falso, por supuesto– del funcionario real Richard Rich, se lo condenó a morir ahorcado, destripado y descuartizado. Enrique, siempre tan clemente, conmutó esa pena por la de “simple decapitación”, tal como lo había hecho con el obispo John Fisher. En su detallado relato del juicio, Hernán Corral pone en evidencia que Moro se defendió a lo largo del proceso con argumentos estrictamente jurídicos, recurriendo a las normas constitucionales (la Magna Charta), al derecho comparado de las naciones cristianas, al Derecho Canónico (que entonces era parte del derecho positivo de Inglaterra), al Derecho Procesal de su tiempo, y al Common Law. Moro siempre creyó
en la justicia de su causa y nunca se presentó como un mártir; exigió que se cumpliera en su caso con el derecho vigente en esa época y que se cumpliera de buena fe, respetándose las exigencias de rule of law. Solo luego de leída su condena, Moro hizo uso de la oportunidad para hablar que se concedía a los condenados y expuso la verdadera causa de su condena: “Yo sé bien –dijo– por qué causa me habéis condenado. Es porque jamás he querido consentir en la materia del matrimonio del Rey”. En efecto, Ana Bolena fue la más encarnizada enemiga de Moro en razón de su negativa a aceptar la legalidad de su matrimonio; pero a esto se le sumó el odio que sus escritos y conducta habían despertado en aquellos que querían implantar el protestantismo en Inglaterra, aun en contra de la voluntad del Rey, en especial Thomas Cranmer y Thomas Cromwell. El juicio –explica muy bien el autor del libro– fue llevado adelante formalmente en bastante conformidad a la legislación vigente, pero la mala voluntad de los juzgadores (tribunal y jurado), incitados por Enrique y su camarilla, logró desvirtuarlo y convertirlo en una patente violación del rule of law. Todo esto está admirablemente explicado por el autor del presente volumen, con muy buena prosa, una bibliografía abundante y pertinente, una información destacable (consignada en oportunos apéndices) y una estructura argumentativa especialmente adecuada. Se trata, por lo tanto, de un libro de relevante valor histórico y teórico-jurídico, que además reivindica la figura de quien fuera una de las personalidades más atrayentes del pensamiento de Occidente y un paradigma de jurista humanista, comprometido con la justicia e integralmente cristiano. Carlos I. Massini-Correas
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PAPA FRANCISCO PRESENTA NUEVA EDICIÓN DEL LIBRO MEMORIA, CORAJE Y ESPERANZA “No desperdiciemos los grandes acontecimientos de nuestra historia” (Papa Francisco) En el contexto de las diversas conmemoraciones por la independencia de los países de América Latina, el Papa Francisco vuelve a hacerse parte de esta publicación actualizando la línea reflexiva que presenta esta nueva edición del libro de Guzmán Carriquiry*.
Hace más de seis años tuve el placer de escribir el prólogo de este buen libro del Dr. Guzmán Carriquiry Lecour, firmando como Cardenal Arzobispo de Buenos Aires. Ahora presento esta nueva edición como Papa Francisco, Obispo de Roma, venido desde las entrañas de la fe, historia y vida de los pueblos latinoamericanos. En abril de 2015 confirmé al autor de este libro, rioplatense como yo, Secretario a cargo de la Vice-Presidencia de la Comisión Pontificia para América Latina. Hoy me alegra poder acompañar el relanzamiento de este volumen, porque el Bicentenario de la Independencia latinoamericana sigue teniendo vigencia y resonancia. No es solo cuestión de fecha, porque apenas ayer se celebró este acontecimiento tan significativo solo en algunos países de América Latina y se avizoran en un horizonte próximo sus conmemoraciones en Chile, Perú, Brasil y toda Centroamérica. Además, el azaroso camino de la Independencia de nuestros países, con sus marchas y retrocesos, siempre amenazado por diversos tipos de colonialismo, aún no está concluido. Las gestas patrióticas de la emancipación americana, así como, en nuestros orígenes, las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en el cuadro de una epopeya misionera y un mestizaje desgarrado, están entre los acontecimientos fundantes de nuestra Patria Grande latinoamericana. Amor y dolor, muerte y esperanza los marcan desde muy adentro en la vida de nuestros pueblos. Son como una concentración determinante de la historia, de su belleza y miserias, de sufrimientos y esperanzas. A ellos hay que volver periódicamente para no quedar “huérfanos de Patria”; ellos son la hermenéutica para mantener, fortalecer y, dado el caso, recuperar nuestra identidad. Sin embargo, todavía hay otro motivo importante para apreciar esta nueva edición. No ha pasado desapercibido para un atento latinoamericano como el Dr. Carriquiry Lecour que, seis años atrás, América Latina estaba concluyendo un ciclo de fuerte crecimiento económico en condiciones internacionales favorables, que vio a más de cuarenta millones de latinoamericanos * Guzmán Carriquiry Lecour. MEMORIA, CORAJE Y ESPERANZA. A la luz del Bicentenario de la Independencia de América Latina. Editorial Nuevo Inicio, 147 págs. Granada, 2017.
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dejar la pobreza y constituir nuevas clases populares. Una onda larga de depresión provocada por la crisis económica mundial, combinada por cadenas de corrupción y violencias, marcaron una transición hasta nuestra actualidad, en la que América Latina parece quedar en la zozobra y en la incertidumbre, con estructuras políticas resquebrajadas, incrementándose nuevamente la pobreza y ahondándose los abismos de la exclusión social para muchos. Nos duele la Patria que no acoge y custodia, de hecho, a todos sus hijos. Anhelamos, sí, la Patria Grande, pero solo será grande –se lee en el documento de Aparecida, no. 527– cuando lo sea para todos, y con mayor justicia y equidad. ¿Qué es lo que está pasando en América Latina? ¿En qué queda el apelativo de “continente de la esperanza”? ¿Acaso nos resignamos a un pragmatismo de muy corto aliento en medio de la confusión? ¿Nos limitamos a maniobras de cabotaje sin rumbos ciertos? ¿Volvemos a confiar en ideologías que Las gestas patrióticas de la han demostrado fracasos económicos y devastaciones emancipación americana, así humanas? El Bicentenario de la Independencia es una como, en nuestros orígenes, buena ocasión para levantar vuelo y mirar horizontes las apariciones de Nuestra más grandes. Hacen falta serios y apasionados debates Señora de Guadalupe en sobre nuestro pasado, presente y futuro. Necesitamos el cuadro de una epopeya cultivar y debatir proyectos históricos que apunten con misionera y un mestizaje realismo hacia una esperanza de vida más digna para desgarrado, están entre los las personas, familias y pueblos latinoamericanos. Urge acontecimientos fundantes poder definir y emprender grandes objetivos nacionales y de nuestra Patria Grande latinoamericanos, con consensos fuertes y movilizaciones latinoamericana. Amor y populares, más allá de ambiciones e intereses mundanos dolor, muerte y esperanza los y lejos de maniqueísmos y exasperaciones, de aventuras marcan desde muy adentro en peligrosas y explosiones incontrolables. Más que la vida de nuestros pueblos. acomodarnos en la indiferencia y la chatura, se nos desafía a levantar utopías de auténtica libertad y liberación integral, sostenidas por una renovada “gesta patriótica” (como bien concluye este libro). Por eso, hace pocos meses, cuando a mediados de 2016 se conmemoraba el bicentenario de la independencia de la Argentina, escribí un mensaje a mi querida patria afirmando: “Con esos doscientos años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso de manera especial en los ancianos y los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los ‘memoriosos’de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta ‘cultura del descarte’ que mundialmente se impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños, fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Estoy convencido de que nuestra Patria
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necesita hacer viva la profecía de Joel (cf. Jl 3,1). Solo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que –inspirados en esos mismos sueños– corran hacia adelante con la creatividad de la profecía”. Esa misma creatividad de la profecía se requiere de los Pastores de la Iglesia en América Latina, fuera de todo clericalismo desarraigado y abstracto. En mis viajes apostólicos a países latinoamericanos he podido admirar nuevamente las energías de fe y sabiduría, dignidad y solidaridad, alegría y esperanza que laten en el corazón de nuestra gente Hacen falta serios y y animan su ethos cultural. Los pueblos, especialmente los pobres y sencillos, custodian sus buenas razones para vivir, para amar y sacrificarse, para rezar y mantener viva la esperanza. Y también para luchar por grandes causas. De ahí que me importe reunirme periódicamente con los movimientos populares, abanderados de la sacrosanta consigna de “casa, tierra y trabajo” para todos. Para lograrlo, hay que luchar por un nuevo modelo de desarrollo sustentable, equitativo y respetuoso de la creación. ¡Y cuántas son las obras de misericordia que el reciente Año Jubilar ha impulsado a crear por doquier, atendiendo las más diversas necesidades, en solidaridad con los pobres y los que sufren! Hay que sumar y no dividir. Hay que sumar, sí, las más diversas experiencias que ya vive en ciernes y vigila ese mundo de hermanos que toda verdadera Patria –que es paternidad y reflejo de la Paternidad de Dios– anhela y manifiesta. Conmemorar el Bicentenario sirve hoy para recoger el legado interpelante y las cuestiones irresueltas que nos dejó la Independencia y afrontar todas las “tareas pendientes” –como lo plantea este libro– o no sirve para nada; solo sería un nuevo motivo de distracción y manipulación folklórica. No desperdiciemos los grandes acontecimientos de nuestra historia.
apasionados debates sobre nuestro pasado, presente y futuro. Necesitamos cultivar y debatir proyectos históricos que apunten con realismo hacia una esperanza de vida más digna para las personas, familias y pueblos latinoamericanos. Urge poder definir y emprender grandes objetivos nacionales y latinoamericanos, con consensos fuertes y movilizaciones populares, más allá de ambiciones e intereses mundanos y lejos de maniqueísmos y exasperaciones, de aventuras peligrosas y explosiones incontrolables.
Vaticano, 16 de julio de 2017 FRANCISCO
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El arte de la fragilidad Cómo la poesía puede salvar la vida Alessandro D’Avenia Editorial La Esfera de los Libros Madrid, 2017 265 págs.
Cuando en nuestras sociedades se considera la perfección y el éxito como el único horizonte posible, el escritor y profesor italiano Alessandro D’Avenia acude con su libro El arte de la fragilidad para proponer un camino alternativo, “una forma erótica y heroica de estar en el mundo”, en donde reconocer la inconsistencia y fragilidad humana no implica renunciar a ese fuego interior que nos permite llegar a ser nosotros mismos. En este original ensayo Alessandro D’Avenia recorre las edades del hombre, planteando un diálogo atemporal y a corazón abierto con el poeta y erudito romántico Giacomo Leopardi (1798-1837), al que el escritor italiano considera su referente. En los primeros capítulos, D’Avenia reivindica el arrebatamiento. Es decir, un rapto, una pasión inicial, que permite buscar “los deseos más profundos del corazón, sin que el cinismo los llame a locuras”. Y es que el escritor italiano considera que durante toda la vida se bebe de estos arrebatamientos, que aunque a veces producen miedo, especialmente “cuando los comparamos con nuestras fuerzas reales”, sin embargo dinamizan la existencia al descubrirnos portadores de “una novedad irrepetible” para el mundo. Para D’Avenia esto es fundamental porque permite ser fieles a nuestro propio ser. Decía Leopardi: “no tener esperanza con respecto a mí mismo no puede sino hacerme daño”.
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Según el profesor italiano, la adolescencia es la etapa más proclive al arrebatamiento. Sin embargo, D’Avenia considera que si esta llama no es insuflada por la esperanza, que lleva a la creación y a la donación, puede verse fácilmente enturbiada por la desesperación, que anula la posibilidad de construcción y conduce al tedio y a la nada. Frente a la exigencia de perfección, tan presente en nuestro ambiente, el escritor italiano propone “habitar el límite”. Pero… ¿cómo se puede hacer esto? Primero, no renunciando al mundo sensorial, donde reside, según D’Avenia, “el secreto del instante” que posibilita el asombro por la belleza; que sin “este acoger todo a través de los sentidos”, se cae en un dualismo, en una disociación entre razón y corazón, que conduce a la frialdad racionalista o al sentimentalismo romántico, “los dos prisioneros de la tiranía del ego”. Y, en segundo lugar, alimentándonos de la literatura, más concretamente de la poesía, que representa el equilibro entre lo racional y lo intuitivo, sin lo cual caeríamos en la indiferencia ante la belleza. A continuación, Alessandro D’Avenia se pregunta qué se puede hacer cuando aparecen las primeras tristezas, los primeros tropiezos y fracasos en el final de la adolescencia y el inicio de la vida adulta. El profesor italiano considera que este momento es clave, ya que el arrebatamiento se ve sacudido por el desencanto. Es entonces cuando la fidelidad a la vocación ayuda en la permanencia. Por el contrario, la infidelidad a nuestro ser genera la huida o la destrucción. Para poder abrazar el presente y que prevalezca la realidad sobre las impresiones y las ideas, D’Avenia recomienda el silencio, un “cara a cara consigo mismo” para poder salir hacia afuera. Este salir hacia fuera está impulsado por el amor, que constituye “una verdadera experiencia de salvación”, un movimiento “reparador”, “que despierta a todo el ser”. “Nunca me he sentido tan vivo como cuando he amado”, decía Leopardi. Finalmente, Alessandro D’Avenia insiste en el arte de ser frágiles porque “la belleza nace de los límites”, es decir, “ser frágiles obliga a confiarse a alguien y nos libera de la ilusión de ser autosuficientes”. Así, D’Avenia termina evocando la retama, la flor del desierto, imagen que rescata de un poema de Leopardi, y que propone como paradigma de la fragilidad: “La condición humana es similar al trabajoso brotar de la flor de la luz en medio
de las tinieblas. La retama del desierto de lava, la flor consciente del límite, que nace, sin embargo, de la victoria sobre ese mismo límite. Flor lenta, es decir, frágil y flexible, respetuosa con los tiempos naturales, que no procede a saltos, que no lo quiere todo aquí y ahora, sino que busca con paciencia y da toda la vida que posee y que puede dar para llegar a su cumplimiento”. Tú, flor en medio del monte de lava, “llevas la luz de quien sabe hacer una cosa hermosa aunque permanezca ignorada para el mundo”. Javier Aparicio González
Hacia una laicidad compartida El pensamiento pontificio sobre laicidad y laicismo de Gregorio XVI al Papa Francisco Jorge Enrique Precht Pizarro Ediciones Universidad Católica de Chile Santiago, 2017 325 págs.
Jorge Precht Pizarro, autor de la obra “Hacia una laicidad compartida. El pensamiento pontificio sobre laicidad y laicismo de Gregorio XVI al Papa Francisco”, forma parte del grupo de destacados investigadores y docentes que, especialmente en el ámbito local y regional, ha contribuido a la reflexión sobre el reconocimiento y protección de la libertad religiosa, influyendo en el pensamiento científico y académico de las últimas décadas, y avanzando hacia la comprensión de una nueva laicidad. Sus reconocidos trabajos y trayectoria lo destacan por la seriedad de sus investigaciones, que evidencian no solo la vasta competencia en las materias que aborda, sino también su vocación de servicio y espíritu
docente. Sus más de 50 años como académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y su ministerio diaconal, le permiten una peculiar mirada sobre el fenómeno religioso, la posición del Estado frente al mismo, y el camino recorrido por la Iglesia y el Estado hacia un mutuo respeto y reconocimiento. Este libro resulta ser un valioso aporte para el estudio y comprensión del pensamiento de los pontífices sobre la libertad religiosa y las relaciones entre la Iglesia y el Estado. La selección de los textos transcritos invita al lector a adentrarse en el magisterio pontificio, sobre una materia que sigue presentando enormes desafíos en la actualidad. Esta obra se estructura en dos partes, precedidas de una advertencia del autor, que en realidad funciona como un verdadero reto y motivación para iniciar la lectura, acudir a las fuentes, y “continuar ascendiendo” en la reflexión, desde este “campamento base”, como apoda el profesor Precht a su trabajo. La primera parte del libro busca introducirnos a los textos pontificios sobre laicidad y laicismo, que en la segunda parte se transcribirán; ello lo hace entregando claves de interpretación para su lectura. En efecto, a lo largo de los tres capítulos que la integran, esta primera parte ofrece al lector –a partir del análisis de escenarios históricos y doctrinales– la evolución conceptual y valórica de los términos laicismo y laicidad, así como también los principios sobre los que se irán configurando las relaciones entre Estado e Iglesia, transitando por el laicismo agresivo y el dialogante, y desde la tolerancia hacia la libertad religiosa. Para la mejor comprensión del camino recorrido en ese sentido, el autor nos introduce también en aspectos esenciales de la reflexión sobre esa libertad fundamental, como lo son la neutralidad del Estado, la presencia religiosa en los espacios públicos, y la colaboración entre Estado y entidades religiosas. Finaliza esta sección conduciéndonos a profundizar sobre los vínculos entre Iglesia y Estado, a la luz de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que nos habla de “distinción y colaboración”, más que de “separación” entre ambos, citando especialmente Dignitatis humanae n. 2 y Gaudium et spes n. 76. Aquí el autor nos pone frente a dos grandes desafíos que se presentan en la actualidad: uno será el de armonizar la libertad religiosa con la igualdad de trato entre entidades religiosas diversas; el otro consistirá, para la Iglesia, en resolver cómo desenvolverse
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en sociedades multiculturales, con políticas públicas de integración e inclusión, que pueden entrar en conflicto con sus propias creencias, principios y valores. La segunda parte del libro no se limita a exhibir la transcripción de los textos pontificios seleccionados por el autor, sino que a ello precede una lista de dichos textos, ordenados cronológicamente por pontificado, desde Gregorio XVI hasta el Papa Francisco, identificando el nombre y la fecha del documento. Para una fructífera lectura de los textos transcritos, que permita comprender el pensamiento pontificio sobre laicidad y laicismo, se propone acudir a una “hermenéutica de la reforma”, en los términos usados por Benedicto XVI en relación con el Concilio Vaticano II, pues ella permitirá descubrir la “novedad en la continuidad”. Se trata de una obra de lectura amena, bien redactada, que revela consistencia lógica y argumentativa, y gran precisión en la información que entrega, haciendo referencia a una amplia y actualizada bibliografía. Nos presenta el camino hacia la construcción de una nueva laicidad, que requiere distinción y colaboración entre Estado e Iglesia, y se funda en el respeto del derecho humano a la libertad religiosa. Valeria López
Homilías 2006. Colección Legado del Fundador
reconocerlo será que Él estará en el pesebre, es decir, en el comedero de los animales de ese pobre albergue. Hasta ese apartado lugar de Palestina alcanza también la decisión del César, que busca poner orden en un mundo que reconoce como supremo jefe a Tiberio, rey de Roma. Es el César, que hace lo que puede: ordenar este mundo bajo la autoridad de Roma, mantenerlo en paz y alcanzar su propia gloria. Pero es en ese lugar lejano y apartado que sucede lo “inesperado”, aunque claramente profetizado, según destaca la homilía: “Y así la fuerza del Señor empieza a actuar”. En cada una de sus alocuciones a los fieles y en los discursos que pronunciaba en diversas actividades académicas y propias de su cargo, el arzobispo iba siempre hilvanando en sus intervenciones la convicción y profundo sentido de la fe que fundaba su continuado quehacer pastoral.
po de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción, monseñor Antonio Moreno Casamitjana, inicia su homilía en la solemne Misa de Nochebuena en la Iglesia Catedral.
Monseñor Antonio Moreno fue nombrado arzobispo de Concepción en 1989 por S.S. el Papa Juan Pablo II, ejerciendo el cargo por diecisiete años, hasta el 27 de diciembre de 2006. Uno de los sucesos académicos incluidos en su prolongada acción apostólica y pastoral, al terminar de funcionar la Sede de la Pontificia Universidad Católica de Chile en la Región del Biobío, fue la creación, por Decreto Arzobispal, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) el 10 de julio de 1991. De esta manera, la nueva Casa de Estudios Superiores pasó a ser también la continuadora legal de aquella sede.
Expresa como, en medio de la agitación producida en Judea por la decisión imperial de realizar un censo, sucede un hecho que pasa desapercibido. Un niño nace en situación precaria porque sus padres no tienen otro lugar donde recostarlo que el pesebre de la “posada” atestada de gente. Los ángeles envían a los pastores a “la ciudad de David”, es decir, al pueblo de Belén, y la señal para
Monseñor Moreno, reconocido por los demás como uno de los principales expertos contemporáneos en los estudios e interpretación bíblica, tuvo la acuciosidad y el interés de consignar por escrito la gran mayoría de sus homilías, las que normalmente preparaba y escribía. De esta manera, se convirtieron en valiosos y profundos estudios y análisis de temas doctrinarios aplicados a la
Mons. Antonio Moreno Casamitjana Ediciones UCSC Concepción, 2017 300 págs.
Navidad 2006, misa de medianoche. El entonces arzobis-
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realidad del acontecer universal y del ambiente particular al cual estaban dirigidos. Esta práctica ha estado siendo ahora recopilada y ordenada cronológicamente en un valioso esfuerzo iniciado por la Editorial de la UCSC, con el apoyo del Instituto de Teología de esta Universidad, lo que ha posibilitado la publicación de un primer volumen de textos, correspondiente al año 2006, bajo el título de Colección Legado del Fundador. Según se lee en la presentación de la obra, “este volumen y los que vendrán servirán, no sólo para conservar mejor el pensamiento y legado de su autor, sino sobre todo para nutrir el alma de las generaciones actuales y futuras de nuestra Universidad Católica y de nuestra Arquidiócesis de Concepción. (…) Animamos a todos a leer con afecto la palabra predicada por quien fuera un biblista eminente de nuestra Patria, un académico universitario de toda la vida y ante todo un sacerdote y Pastor humilde y valeroso, fiel a su Maestro Jesucristo, cuya Verdad nunca dejó de anunciar”. En efecto, hay que consignar que el mismo arzobispo emérito, ya retirado, trabajó en la revisión de los textos durante el período anterior a su fallecimiento, que ocurrió en la ciudad de Concepción el 31 de julio de 2013. Un tema que fuera también de preferente atención para este arzobispo penquista fue el de su constante preocupación por el mantenimiento de la paz en el mundo de hoy. En muchas oportunidades se refirió al trabajo en favor de la paz como objeto de especial dedicación por parte de la Iglesia, destacando los continuados esfuerzos del Pontificado romano y de obispos y sacerdotes por contribuir a ella.
propio, cristiano, de la Navidad. Jesús prácticamente ha desaparecido de la escena pública, donde Navidad no se siente como una fiesta religiosa. Jesús se puede decir que ha desaparecido como el personaje central, en las mentes y los corazones de sociedades que son de tradición cristiana”. El legado de monseñor Antonio Moreno Casamitjana es intenso y rico en la profundidad de contenido entregado en su conjunto de homilías. El primero de los libros publicados por la UCSC marca la pauta de lo que será el conjunto de la valiosa obra que queda por reunirse y aparecer en el futuro. Es una iniciativa que esperamos se siga convirtiendo en realidad concreta y en forma continuada y pronta, para beneficio de los integrantes de la misma Universidad y de todos los que, en diversos ambientes, busquen contar con una permanente lección de vida y modelo de pensamiento y acción en un diario quehacer que sea de ejemplo e imitación para la comunidad en general. Hernán Varela Valenzuela. Adquirir vía mail en ediciones@ucsc.cl
León Bávaro. Las peripecias de un soldado de Napoleón Francisca Sofía Hernández Busse Academia de Historia Militar de Chile Impresores de Chile, 2017 274 págs.
En esta materia reflexiona seguidamente sobre el hecho de que hay una verdad en la paz. “Es la verdad que corresponde al orden establecido por el Creador. Un orden en el que cuanto existe tiene su sentido, representa algo, tiene una finalidad”. A lo anterior agrega, a modo de conclusión: “la verdad de Dios y la verdad del hombre”. Volviendo a aquel hecho que en su predicación de la Nochebuena había denunciado que había pasado desapercibido, el pastor plantea ahora –durante la misa del 25 a mediodía– el contrasentido que predomina por parte de la sociedad, denominada propiamente como “consumista” y que se aprecia en el tiempo actual. Sobre el ambiente existente, remarca la falta de verdadero sentido que se ha impuesto en el mundo de hoy, acusando categóricamente la realidad: “Es ya un lugar común lamentarse o, al menos, comprobar, la pérdida del sentido
Mathias Ilmberger fue un muchacho bávaro enrolado muy a su pesar en el ejército de Napoleón para participar en la campaña contra Rusia en el año 1812. Sabemos algo de él por una serie de cartas antiquísimas y un fajo de papeles amarillentos.
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Pero en realidad conocemos a Mathias por la autora de este libro, una joven chilena, profesora de Filosofía, quien a los 11 años descubrió que era descendiente de este soldado bávaro y dedicó todos sus esfuerzos a saber más del personaje. El resultado es una novela histórica, es decir, todos los acontecimientos son ciertos, pero Francisca echa a correr su fantasía para adivinar cómo afectaron a su personaje. La juventud de Mathias da pena. Tan contrario a Napoleón, en una marcha sufrida que se le hace estúpida, pasando hambre, castigado por rebelde, apartado ¿para siempre? de su novia María. En Rusia afronta un combate sin cuartel, se escapa de la muerte por un pelo y es infiel a su novia, porque conoce a Masha y se enamora de ella. Un falso amigo alemán comienza a enredarlo en sus calumnias. Mathias es un buen soldado, muy valiente, pero la guerra aparece descrita en forma negra. Hambre, matanzas, traiciones, luchar por un ideal absurdo en que Napoleón aparece derrotado de antemano, antes de que llegue a Moscú para plantar su estandarte en una ciudad en llamas que no tiene nada que ofrecerle. El relato se engarza con la vida de otros personajes y con las reflexiones de Francisca, que es muy antibélica y se identifica con este bisabuelo de su bisabuela. A mitad del libro, el lector se encuentra con algo inesperado. Mathias se casa con Mashenka, tienen dos hijos y viven en el campo. Rusia está contenida en las profundidades rurales, donde reina un silencio eterno, dice el poeta Nekrasov. En esas profundidades se sumerge Mathias, hasta que la muerte de sus seres queridos lo obliga a volver a Baviera en muy malas condiciones y donde es muy mal recibido. “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron”, le recuerda su madre, quien lo defiende como la madre del león bávaro y vuelve a darle un sentido a su vida. Es un libro que vale la pena leer por la investigación histórica que presenta y también porque da a conocer la interioridad de personas que participan en la guerra, sin esperar nada de ella, gente común y corriente que busca la paz. Elena Vial
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Santidad en la era secularista: el testimonio del Cardenal Newman Holiness in a Secular Age: The Witness of Cardinal Newman Juan Vélez Scepter Publishers Chicago, 2017 208 págs.
Son innumerables las biografías y textos que se han escrito sobre el beato inglés John Henry Newman, muy admirado por los papas recientes, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y el mismo pontífice actual, Papa Francisco. Su canonización es esperada con gozo por el creciente círculo de sus admiradores, siendo, sin embargo, su honda doctrina aún poco conocida para la mayoría de los católicos. El autor, Padre Juan Vélez, es un versado experto sobre Newman, quien ya nos ha favorecido con una biografía muy útil para quien quiera conocer más al beato inglés (Passion for Truth: the Life of John Henry Newman). Vélez comprende la necesidad, e incluso el deber, de dar a conocer la vida y el pensamiento de Newman a una amplia audiencia católica. Esto mismo es lo que ha hecho, atendiendo ahora a las necesidades de conocimiento de estudiantes católicos, con su libro “Santidad en la era secularista: el testimonio del Cardenal Newman” (Holiness in a Secular Age: The Witness of Cardinal Newman). Un libro introductorio que uno hubiera querido como estudiante, un estudio manejable que llega a la esencia de Newman con poca dificultad. En su libro señala las correcciones de Newman a los errores y desafíos de la era victoriana con una sorprendente frescura de estilo, con respuestas a las destructivas fuerzas de esos días. El utilitarismo, materialismo, neopaganismo y la “religión de la humanidad” del siglo XIX, anticipo del avance del secularismo de nuestro siglo que
valoriza el subjetivismo extremo, la moral de la anarquía, y la experimentación “post-humana”. Asimismo, el Padre Vélez organiza su estudio en torno a un tema personal, omnipresente en la vida y obra de Newman, dándole especial contundencia. Se trata de sus amistades personales: emblemas vivientes de la amistad del hombre con Dios. Se ve la fuerza de esto en su conocido motu episcopal, Cor ad cor loquitor (“El corazón habla al corazón”); la colaboración de sus grandes compañeros de Oxford, Edward Pussey, John Keble y Hurrel Froude, y muchos otros que se convirtieron en amigos para toda la vida, y estuvieron al centro del Movimiento de Oxford. Esto también se dio con sus tutoriados del Oriel College, de la misma Universidad, a quienes les ofreció dirección académica y espiritual, así como también más tarde, ya converso y ordenado sacerdote católico, lo hizo con los niños del Birmingham Oratory School, quienes contribuyeron a su pensamiento sobre educación. Con la unión de dos aspectos de la vida de Newman –lo público y lo privado–, el autor nos explica cómo aprovechar la figura del cardenal Newman como modelo. Por ejemplo, emplear sus argumentos al cuestionar sistemas educativos desprovistos de formación moral, o para combatir posturas que sostienen que la conciencia es un asunto de preferencias personales. O, mirándolo desde otra perspectiva, moderar el temor generalizado, incluso entre católicos, de pensar que la fe es un obstáculo para el desarrollo científico. Newman combatió errores en estos y otros muchos temas desde una perspectiva católica como una manera de evangelización, pero, por sobre todo, combatió con su buen ejemplo, sus muchas amistades y su santidad. Los episodios de la vida del Bienaventurado John Henry Newman se despliegan a lo largo de los dieciséis cortos capítulos de este libro, acotando cada uno a aspectos particulares, tales como “Amistad”, “Santidad y vida cristiana”, “La vida moral en el Reino de Dios”, “El desarrollo de la doctrina”, “La educación universitaria”, “Fe, razón y ciencia”. A través de la narrativa, uno se sorprende de la resiliencia espiritual de Newman, quien se enfrentó con una sociedad victoriana arrogante y materialista y, por otro lado, con numerosas dificultades en su propia vida sacerdotal, algunas bastante conmocionantes. En este contexto, Newman sorprende por su profunda santidad y vida de devoción. El autor explora esta santidad en diversos momentos de su vida, citando en un punto la observación del arzobispo John Honoré, quien señala que, a pesar de los muchos
roles que desempeñó a lo largo de su existencia, “Newman era por sobre todo un hombre de Dios, para quien lo único que importaba era el diálogo con el Creador”. El Papa Juan Pablo II en una ocasión afirmó que Newman fue el gran apologista y guía espiritual de sus tiempos, y cuya contribución a la religión no fue solo relevante en su propio tiempo, sino que lo sería también en el futuro. El profundo estudio del Padre Vélez sobre el beato inglés ofrece un argumento de gran convicción. John F. Hulsman
Lodate Dio con arte Joseph Ratzinger - Benedicto XVI Marcianum Press Venecia, 2010 264 págs.
“Alabe a Dios con arte. En el canto y la música” (Lodate Dio con arte. Sul canto e la musica) es el título de este libro publicado en lengua italiana, que reúne una selección de los más destacados discursos, mensajes, reflexiones y testimonios de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI en relación con la espiritualidad de la música y la importancia del canto y de la música sacra en la liturgia de la Iglesia del mundo cristiano. La edición italiana de la obra –traducida por Carlo Carniato sobre textos originales del autor escritos en alemán, inglés y francés, publicados en 2008 bajo el título “Ante los ángeles: música en adoración” (Im Angesicht der Engel. Von der Musik im Gottesdienst)– incorpora una nueva y muy interesante sección, donde podemos apreciar la profunda visión y el sabio juicio de Ratzinger en relación con la “Música sacra y profana”, a través del análisis de algunos grandes compositores y sus obras trascendentales del repertorio universal.
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Ratzinger afirma: “…desde el principio liturgia y música han estado estrechamente ligadas una a otra. Cuando el hombre alaba a Dios, la simple palabra no es suficiente. Hablar con Dios supera los límites del lenguaje humano. Por lo tanto, en cada lugar, por su naturaleza, el hombre ha pedido ayuda a la música, al canto y a las voces de la creación que resuenan en los instrumentos. Porque en la alabanza divina no solo el hombre participa. La función sagrada es unir el coro del que hablan todas las cosas”. Como Benedicto XVI, también nos ilumina transmitiéndonos que “existe un parentesco misterioso y profundo entre la música y la esperanza, entre el canto y la vida eterna: no es por nada que la tradición cristiana retrata a los espíritus bendecidos en el acto de cantar a coro, embelesados y extasiados por la belleza de Dios. Pero el arte auténtico, al igual que la oración, no nos aleja de la realidad de cada día, sino nos remite a ella para ‘irrigarla’ y hacerla brotar para que dé frutos de bien y paz”. Como destaca el músico y director de orquesta Riccardo Muti en la introducción de la obra, Ratzinger, como gran pensador, durante su Pontificado, ha hecho un llamado de atención sobre la importancia de la música, tanto dentro como fuera de la Iglesia, colocándola en su justo y correcto lugar, como un factor esencial en la vida de los hombres. Sus profundos estudios nos iluminan, sobre todo en relación con la música sacra. También despejan el terreno de algunos malentendidos y fundamentalismos en pro y en contra, que durante estos años han creado desencuentros, en lugar del diálogo y la búsqueda común del bien de la Iglesia y de su liturgia. Pero, sobre todo, sus reflexiones nos abren un nuevo camino y nos dan la esperanza para un renacimiento del arte musical en beneficio de la liturgia y de la vida de nuestro mundo. Fernando Martínez Guzmán
Teresa de los Andes vista por su hermano Lucho Padre Marino Purroy Ediciones Carmelo Teresiano Santiago, 1993 44 págs.
Aunque este pequeño libro fue publicado hace 24 años,
es de gran actualidad, por ser un muy buen retrato de Juanita Fernández, Santa Teresa de los Andes.
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Está basado en tres testimonios presentados por su hermano Luis Fernández Solar en la causa de canonización, ordenados con notas por el padre Marino Purroy, postulador de la causa de nuestra santa. Considero que es el mejor y más fiel retrato de ella. Habiendo sido muy unidos durante su vida, también lo fueron después de la muerte de Juanita, a quien su hermano le atribuye su conversión. Es un testimonio directo de diecinueve años de convivencia familiar, que parte con la premonición de la muerte de su abuelo en Santiago, estando ellos en Chacabuco. “Llega Juanita y me dice: Él ya se fue. ‘¿Cómo lo sabes’?, le pregunto. No sé, pero alguien me lo ha dicho”. Su primo Francisco Javier Domínguez Solar, eminente ingeniero hidráulico, quien compartió la misma casa, relata que Juanita en su niñez tenía frecuentes rabietas, lo que cambió con su Primera Comunión, pasando a ser humilde y afable. Juanita se preparó con mucha seriedad para la Primera Comunión, haciendo con fervor un retiro de una semana. Relata Luis que así lo recordaba su madre: “Me hacía derramar lágrimas, pues más parecía un ángel”. El día de su funeral en un humilde monasterio de una ciudad de provincia, su hermano poeta Miguel dijo: “Nadie la conoce, pero los siglos dirán”. Solo 80 años después fue canonizada en la Basílica de San Pedro en Roma, en una muy hermosa ceremonia. Su imagen de mármol blanco se venera en el exterior del ábside de la Iglesia, proyectado por Miguel Ángel, entre las imágenes de Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, en el siglo Edith Stein. En un período corto de 20 años se edificó con el aporte anónimo de muchos fieles gran parte de su Santuario cerca de Los Andes, donde acuden cientos de miles de personas a renovar la Fe y a convertirse, como su hermano Luis. Traen como regalo las más bellas flores, que son tantas que hay que regalarlas a las iglesias
vecinas. Una razón de esta extraordinaria veneración es que San Alberto Hurtado y Santa Teresa de los Andes reúnen las mejores virtudes de la chilenidad, siendo el alma de Chile la Luz de Cristo. En octubre de cada año peregrinan cerca de 100.000 jóvenes, quienes tras cruzar la cuesta de Chacabuco llegan cansadísimos y felices para honrar a Dios, a la Virgen María y a esta joven alegre, animosa, buena amiga, deportista y sobre todo santa. Raúl Irarrázabal C.
Tratado sobre la veneración de los íconos Colección Maestros Cristianos de Oriente Teodoro Abu Qurra Nuevo Inicio Granada, 2017 202 págs.
Sagradas Escrituras y añade el uso de la razón para la hermenéutica de las Escrituras, utilizando para ello la lógica aristotélica. Muy interesante es su defensa de la Tradición de la Iglesia, entendida como tradición viviente de la comunidad y la herencia de los escritos de los santos padres, como segunda fuente de revelación junto a las Escrituras; un tema que tiene su paralelo en el debate teológico islámico de la época: el debate sobre el papel de la Sunna como segunda fuente de Revelación junto al Corán. La veneración de las imágenes sagradas puede parecer un tema secundario de la fe, más bien algo perteneciente a la tradición religiosa y popular de una comunidad. Sin embargo, a través del libro de Abu Qurra queda patente la importancia teológica y social de este tema. En primer lugar, las imágenes sagradas han jugado el papel de ser la Escritura de los pobres. Por lo cual, la prohibición de imágenes sagradas habría supuesto la ruptura con la tradición religiosa expresada a través de ellas, y sería solo comparable a la prohibición de la lengua nativa de un pueblo. Además, y desde la perspectiva del siglo XXI, el siglo de las “imágenes”, del “turn to the image”, es fácil de entender lo que Abu Qurra, en un lenguaje muy actual, nos dice: una imagen vale más que mil palabras. Partiendo de esta premisa, él trata de afirmar el valor de la persona como imagen de Dios, y de Jesús como imagen del Dios invisible.
Este pequeño libro es una belleza. La larga introducción, muy bonita y escrita de manera amigable, da paso a una compilación de los textos que escribió Teodoro Abu Qurra sobre la veneración de los íconos, una colección de ideas, una apología con mucho fundamento bíblico, ideal para quien tenga interés particular en los íconos. Abu Qurra († c. 830), obispo de Harrán, es el primer autor cristiano que escribe en árabe en un momento en el que la arabización del Medio Oriente, que sucede con fecha anterior a la arabización en Egipto, se hace un hecho. Sus obras reflejan el debate interreligioso y la situación de la comunidad cristiana en el contexto histórico del imperio islámico. El “Tratado sobre la veneración de los íconos” es una obra de apología del cristianismo de gran actualidad por su contenido y método. Abu Qurra usa el método, sin duda, impuesto por el medio islámico, de citar las
Este libro ilustra también el contexto histórico en el que Abu Qurra escribía. Obispo de Harrán, al norte de Siria –hoy Turquía– y monje del Monasterio de Mar Saba en el desierto de Judea, no lejos de Jerusalén, donde San Juan Damasceno había escrito contra la iconoclasia, Abu Qurra defiende la veneración de las imágenes sagradas en un momento en el que el imperio islámico desarrollaba la ley escrita para la organización de un imperio. Contemporáneo de uno de los primeros ˛ juristas musulmanes, al-Shāfi ī, Abu Qurra defiende la veneración de las imágenes y a las imágenes vivientes o testigos vivientes, que son los santos, y la Encarnación de Dios en la Historia, frente a la Ley escrita y divinizada, que de hecho fue puesta al servicio de la organización de un imperio. De esta forma, defiende a la persona y la libertad de la persona frente a la ley del Estado y afirma la relación dialéctica de Espíritu y materia, como lo proclama el cristianismo. P.M.V.
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Sobre los Autores JOAQUÍN ALLIENDE LUCO. Sacerdote del Instituto Secular Padres de Schoenstatt. Miembro de la Academia de la Lengua del Instituto de Chile. JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE. Director de revista Humanitas. Miembro de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. ENRIQUE BARROS BOURIE. Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Miembro de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Presidente del Centro de Estudios Públicos (CEP). Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista Humanitas. FR. RICARDO MORALES, O. DE M. Provincial de la Orden de la Merced en Chile. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista Humanitas. BENITO RODRÍGUEZ OSB. Abad del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. EDUARDO VALENZUELA CARVALLO. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro del Comité editorial de revista Humanitas. SOFÍA BRAHM. Socióloga. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista Humanitas. VALENTINA JENSEN. Licenciada en Literatura. Secretaria de Redacción de revista Humanitas. JOAQUÍN FERMANDOIS. Profesor del Instituto de Historia de la PUC. Miembro de la Academia de Historia del Instituto de Chile. IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ. Médico. Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
WILLIAM E. CARROLL. Research Fellow en Blackfriars Hall, Oxford y miembro de la Facultad de Teología y Religión de la Universidad de Oxford. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista Humanitas. PAULA JULLIAN. Profesora de la Facultad de Letras de la PUC. Secretaria de redacción de la edición en lengua inglesa de revista Humanitas. MONS. JOSEPH MURPHY. Licenciado en Teología, ha servido en la Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado desde el 1 de octubre de 1997. Recientemente fue nombrado Jefe de Protocolo de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. VERÓNICA GRIFFIN BARROS. Editora. Colaboradora habitual revista Humanitas. PILAR ESCUDERO PALACIOS. Asesora de la Vicaría para la Pastoral del Arzobispado de Santiago. AUTORES EN LIBROS Y PANORAMA Henri Hude. Del Consejo de revista Humanitas. Javier Aparicio González. Licenciado en Historia e Historia del arte. Paulo Piérola. Sacerdote. Profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Carlos Ignacio Massini-Correas. Del Consejo de revista Humanitas. Valeria López. Abogado. Licenciada en Derecho Canónico. Hernán Varela Valenzuela. Abogado y profesor de la Universidad de la Santísima Concepción. Elena Vial. Colaboradora permanente de revista Humanitas. Fernando Martínez Guzmán. Colaborador de revista Humanitas. Raúl Irarrázabal Covarrubias. Del Consejo de revista Humanitas.
COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de revista Humanitas. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Francisco Claro. Doctor en Física. Profesor Titular de la Facultad de Física de la Universidad Católica de Chile. Miembro correspondiente de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile y Fellow de la American Physical Society (EE.UU.). Hernán Corral. Doctor en Derecho. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile.
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Rodrigo Polanco. Profesor Titular de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex rector del Seminario Pontificio de Santiago. Doctor en Teología Sagrada, Pontificia Universitas Gregoriana. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Eduardo Valenzuela Carvallo. Doctor en Sociología. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Carmen Domínguez. Doctora en Derecho. Profesora Titular de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile. Directora del Centro UC de la Familia.
Juan de Dios Vial Correa. Ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile.
Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia del Instituto de Chile.
Juan de Dios Vial Larraín. Ex rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile.
Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile.
Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho por la Universidad de Yale. Ex decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile y profesor titular de la misma.
HUMANITAS
Consejo de Consultores y Colaboradores
Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITE EDITORIAL Francisco Claro Huneeus Hernán Corral Talciani Carmen Domínguez Hidalgo Gabriel Guarda, O.S.B. Pedro Morandé Court Rodrigo Polanco Fermandois Ricardo Riesco Jaramillo Eduardo Valenzuela Carvallo Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers Valentina Jensen Escudero
CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo Emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, OSB., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Enrique Barros, Rafael Benguria, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Sofía Brahm, Carlos Francisco Cáceres, Inés de Cassagne, José Manuel Castro, Cardenal Antonio Cañizares, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Fernando María Cavaller, José Luis Cea, Fernando Chomali, Francesco D’Agostino, Adriano Dall’Asta, José Granados, Vittorio di Girolamo, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Samuel Fernández, Alvaro Ferrer, María Esther Gómez de Pedro, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Henri Hude, Reinhard Hütter, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nicolás León, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Guillermo Marini, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Livio Melina, René Millar, Fr. Ricardo Morales, O. de M, Rodrigo Moreno Jeria, Andrés Ollero, José Miguel Oriol, Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Cristián Roncagoglio, Gustavo Sánchez Rojas, Alejandro San Francisco, Cardenal Angelo Scola, Cardenal Fernando Sebastián, David L. Schindler, William Thayer Arteaga, Juan Velarde Fuertes, Alberto Vial, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B.
NACIONALES
EXTRANJEROS
Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile. Enrique Barros Bourie: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile. Profesor Facultad Derecho UCH. Rafael Benguria: Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005. Profesor Titular del Instituto de Física, UC. Sofía Brahm: Licenciada en Sociología. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. José Manuel Castro: Magister en Historia, UC. José Luis Cea Egaña: Presidente de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Arzobispo de Concepción, Chile. Vittorio di Girolamo: Historiador del arte. María Esther Gómez de Pedro: Miembro del nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Samuel Fernández: Doctor en Teología y Ciencias patrísticas. Director de Investigación y Postgrado y profesor Titular de la Facultad de Teología UC. Álvaro Ferrer: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Nicolás León Ross: Ex Director Ejecutivo de IdeaPaís. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Guillermo Marini: Profesor de la Facultad de Educación UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. René Millar: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Fr. Ricardo Morales, O. de M.: Provincial de la Orden de la Merced en Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Cristián Roncagliolo: Obispo auxiliar de Santiago. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Alberto Vial: Doctor en Filosofía por la Universidad de La Sorbona. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Profesor Facultad Ciencias Biológicas UC.
Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, OSB: Abad emérito de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filosófo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Cardenal Antonio Cañizares: Arzobispo de Valencia, España. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Fernando María Cavaller: Presidente de la Asociación de Amigos de Newman, Argentina. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Inés de Cassagne: Escritora argentina. Adriano Dell’Asta: Vicepresidente de la Fundación Rusia Cristiana. José Granados: Vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia en Roma. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense, Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en The Catholic University of America . Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Prelado de la Orden de Malta. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Ex-Presidente y profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Andrés Ollero: Catedrático de Filosofía del Derecho. Magistrado del Tribunal Constitucional español. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Frejus-Toulon, Francia. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Gustavo Sánchez Rojas: Director de la «Revista Teológica Limense». Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo emérito de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
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R E V I S T A DE A n t r op ol o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 7 / A ÑO X X I I I
AÑO XXIII
La visita del Papa Francisco a Chile