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R E V I S T A DE A n t r op ol o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 8 / A ÑO X X I I I
AÑO XXIII
88
MUJER Y LATINOAMÉRICA Guzmán Carriquiry REFLEXIONES SOBRE UNIVERSIDAD Cardenal Versaldi Marisol Peña / Jorge Peña EDITH STEIN Mariano de la Maza
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
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HUM A NITA S Revista de Antropología y Cultura Cristianas
Nacionales
Extranjeros
Publicación cuatrimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Enrique Barros Bourie: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile. Profesor Facultad Derecho UCH. Rafael Benguria: Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005. Profesor Titular del Instituto de Física, UC. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. José Manuel Castro: Magister en Historia, UC. José Luis Cea Egaña: Presidente de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mariano De la Maza: Académico Facultad de Filosofía, UC. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Pilar Escudero Palacios: Asesora de la Vicaría para la pastoral del Arzobispado de Santiago. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Samuel Fernández: Doctor en Teología y Ciencias patrísticas. Director de Investigación y Postgrado y profesor Titular de la Facultad de Teología UC. Álvaro Ferrer: Secretario General Universidad Finis Terrae Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Marta Irarrázaval Zegers: Historiadora. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Guillermo Marini: Profesor de la Facultad de Educación UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. René Millar: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Fr. Ricardo Morales, O. de M.: Provincial de la Orden de la Merced en Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Cristián Roncagliolo: Obispo auxiliar de Santiago. AlejandroSanFrancisco:ProfesordelInstitutodeHistoria,UC. Alberto Vial: Doctor en Filosofía por la Universidad de La Sorbona. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Profesora Facultad Ciencias Biológicas UC.
Anselmo Álvarez, OSB: Abad emérito de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filosófo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Fernando María Cavaller: Presidente de la Asociación de Amigos de Newman, Argentina. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. José Granados: Vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia en Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en The Catholic University of America . Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Prelado de la Orden de Malta. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Livio Melina: Ex-Presidente y profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo emérito de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto de Rectoría N° 147/95, visto 2°).
Director
Miembros Fundadores
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Hernán Corral Talciani Gabriel Guarda, O.S.B.
Comité Editorial
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Rafael Vicuña Errázuriz
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Consejo de Concultores y Colaboradores Francisca Alessandri, Anselmo Álvarez OSB, Antonio Amado, Carl Anderson, Enrique Barros Bourie, Rafael Benguria, Rémi Brague, Massimo Borghesi, Jean-Louis Bruguès OP, Rocco Buttiglione, Carlos Francisco Cáceres, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, José Manuel Castro, Fernando María Cavaller, José Luis Cea Egaña, Francesco D’Agostino, Mariano De la Maza, José Manuel Eguiguren Guzmán, Pilar Escudero Palacios, José María Eyzaguirre, Samuel Fernández, Álvaro Ferrer, José Granados, Reinhard Hütter, Henri Hude, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Irarrázabal Covarrubias, Marta Irarrázaval Zegers, Lydia Jiménez, Jean Laffitte, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Guillermo Marini, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Livio Melina, René Millar, Fr. Ricardo Morales O. de M., Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Florián Rodero L.C., Cristián Roncagliolo, Alejandro San Francisco, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Cardenal Fernando Sebastián, Juan Velarde Fuertes, Alberto Vial, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo OSB.
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Consejo de Consultores y Colaboradores
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H U M A N I T A S
H umanitas Nº 88 INVIERNO 2018 – AÑO XXIII
MUJERES QUE HAN MARCADO PAUTAS DE TRANSFORMACIÓN CULTURAL EN LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Guzmán Carriquiry
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Conclusiones y recomendaciones pastorales Comisión Pontificia para América Latina LA MUJER, PILAR EN LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA Y DE LA SOCIEDAD EN AMÉRICA LATINA 30 Marion y Macron VOCES DE REIVINDICACIÓN DEL CRISTIANISMO EN UNA SOCIEDAD POST-SECULAR Eduardo Valenzuela
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Discurso ante la Conferencia Episcopal Francesa EL VÍNCULO ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO SE HA DAÑADO Y NOS TOCA REPARARLO Emmanuel Macron
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En los 130 años UC: EL PAPEL DE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA Y SECULAR Cardenal Giuseppe Versaldi
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Entrevista a Marisol Peña LOS DESAFÍOS DE LA IDENTIDAD CATÓLICA DE LA UNIVERSIDAD 78 LA UNIDAD DE LA FORMACIÓN ANTROPOLÓGICA EN EL MARCO UNIVERSITARIO Jorge Peña
LA MELANCOLÍA Y EL ANHELO MÍSTICO. UNA CLAVE DEL PENSAMIENTO DE ROMANO GUARDINI Alfonso López Quintás
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H umanitas
Nº 88
–
invierno 2018
–
año xxiii
Testimonio EL GUARDINI QUE YO CONOCÍ Alfonso López Quintás
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IGLESIAS PARA EL MUNDO DE HOY Osvaldo Fuenzalida
122
Grandes figuras del cristianismo del S. XX EDITH STEIN. LA PROFUNDIDAD ESPIRITUAL, FILOSÓFICA Y HEROICA DE UNA SANTA PARA NUESTRO TIEMPO Mariano de la Maza
132
APUNTES Y NOTAS FIESTA DE SAN PEDRO, LA VIVA TRADICIÓN RELIGIOSA DE NUESTROS PESCADORES Sofía Brahm
146
Entrevista a Luis Martínez Ferrer EL SELLO IDENTITARIO DEL TERCER CONCILIO LIMENSE 151
Portada: Centro de Innovación UC, Campus San Joaquín. Fotografía ©Philippe Blanc.
Sumario 5 Editorial 8 La Palabra del Papa 157 Panorama 167 Libros 200 Música 213 Sobre los Autores 220
HUM A NITA S VER REVISTA DIGITAL En www.humanitas.cl se pueden leer las versiones digitales en español y en inglés de los anteriores números de revista HUMANITAS
PRESENTACIÓN DE TRABAJOS HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de autores nacionales y extranjeros cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Las colaboraciones sometidas a consideración, así como los comentarios y correspondencia, deben dirigirse a HUMANITAS, humanitas@uc.cl Toda reproducción total o parcial, impresa o electrónica, de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. NORMAS DE ESTILO: Junto con el trabajo deben enviarse el nombre o los nombres del o de los autores, sus grados académicos más relevantes, ocupaciones actuales, instituciones a las que pertenecen, institución de filiación principal y direcciones electrónicas. Permisos de reproducción: Los autores son responsables de obtener autorización escrita para publicar material sobre el cual no poseen los derechos de reproducción. Extensión: Los artículos deben tener una extensión máxima de 4.000 palabras, los artículos para la sección de apuntes y notas deben tener una extensión máxima de 2.000 palabras y las reseñas de libros deben tener una extensión máxima de 800 palabras. Los autores que presenten textos cuyos contenidos sean de algún modo similares a trabajos ya publicados deben hacer presente esta situación en una carta adjunta. Formato de envío: Los trabajos deben enviarse, de preferencia, en formato Word.
Diseño y producción: Ulibarri – Espinoza Impresión: Ograma Impresores Suscripciones y correspondencia HUMANITAS, 3er piso edificio Centro de Medición MIDE UC, Campus San Joaquín, Pontificia Universidad Católica de Chile, Avda. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile. Teléfono (56) 22354 6519. E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual: $21.000; estudiantes, $15.000. Valor por ejemplar, $7.000
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H umanitas SUMARIO Nº 88 (MAYO-AGOSTO 2018)
MUJERES QUE HAN MARCADO PAUTAS DE TRANSFORMACIÓN CULTURAL EN AMÉRICA LATINA, por Guzmán Carriquiry. Durante la Reunión Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, dedicada a la reflexión sobre «La mujer, pilar en la edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina», el profesor Carriquiry contó la historia de América Latina desde aquellas mujeres que han marcado fases de transformación cultural en la historia de nuestros pueblos. Desde Isabel de Castilla hasta Frida Kahlo, desde la india Malinche hasta Gabriela Mistral, pasando por religiosas, revolucionarias, artistas, trabajadoras y madres, todas muchas veces olvidadas por una historia que se cuenta desde los hombres. Ellas son “las custodias de la vida, de la sabiduría y de la fe de nuestros pueblos”. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 10 – 29 MARION Y MACRON, VOCES DE REIVINDICACIÓN DEL CRISTIANISMO EN UNA SOCIEDAD POST-SECULAR, por Eduardo Valenzuela. El clima de turbación e indiferencia, característicos de los católicos en una Francia secularizada, comienza a disiparse. Por una parte Marion reprocha a los católicos revolverse tanto tiempo en su propio sentimiento de decadencia y los exhorta a volver a la Iglesia con la frente en alto. Por la otra, Macron interrumpe cien años o más de hostilidad religiosa del Estado y se detiene, por primera vez, a considerar las bondades de la religión. Ambos se dan cuenta de lo mismo: el sentimiento religioso es y ha sido fuente de una entrega desmedida al bien común. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 34 – 41 EL VÍNCULO ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO SE HA DAÑADO Y NOS TOCA REPARARLO, por Emmanuel Macron. En abril de 2018, invitado por la Conferencia Episcopal Francesa, Emmanuel Macron pronunció un inédito discurso que ha buscado reparar el dañado vínculo entre la Iglesia y el Estado. El presidente solicita a los obispos “no sentirse al margen de la República” y reconoce la riqueza del alma católica francesa, manifestada en el compromiso de los fieles y ciudadanos anónimos, en el heroísmo de las obras de la Iglesia que se han ocupado de “la otra parte”, en el aporte inspirador de figuras académicas y literarias y de políticos que han sido movidos por su fe. A su vez destaca la necesidad que tiene Francia de la fe, de la incertidumbre y de la búsqueda de sentido que entrega la religión. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 42 – 65 EL PAPEL DE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA Y SECULAR, por Cardenal Giuseppe Versaldi. El 12 y 13 de octubre del año 2017 se realizó el VI Congreso Nacional de Educación Católica. En el marco de la preparación de la venida del Papa Francisco a nuestro país, la Conferencia Episcopal de Chile, en conjunto con la Pastoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile y DUOC UC, convocaron a todas las comunidades, actores e instituciones del ámbito educativo nacional a participar bajo el lema “Nuestra misión
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en el Chile de hoy”. A continuación, se presenta la segunda conferencia dictada por el invitado principal, Cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Gran Canciller de la Universidad Pontificia Gregoriana. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 66 – 77 Entrevista a Marisol Peña: LOS DESAFÍOS DE LA IDENTIDAD CATÓLICA DE LA UNIVERSIDAD. El año 2015, al cumplirse 25 años de la Constitución Apostólica Ex corde ecclesiae, el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez, convocó a un grupo de profesores titulares para reflexionar acerca de la identidad católica de la casa de estudios. Diversos encuentros y el trabajo llevado a cabo por la comisión quedaron plasmados en un documento titulado “La Identidad Católica de la UC. A 25 años de la Constitución Apostólica Ex corde ecclesiae”. En el aniversario 130 de la institución, Humanitas conversó con quien ha presidido la comisión de identidad hasta el momento, la profesora Marisol Peña. Ella compartió algunas de las reflexiones y novedades que ha arrojado este recorrido. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 78 – 85 LA UNIDAD DE LA FORMACIÓN ANTROPOLÓGICA EN EL MARCO UNIVERSITARIO, por Jorge Peña Vial. Las preguntas más fundamentales requiere abordarse en su maravillosa complejidad, sin reducir un punto de vista a otro ni realizar simplificaciones. Los problemas actuales del hombre, de la sociedad y del sentido son siempre problemas multidimensionales, a pesar de que se traten, a menudo, en parcelas disciplinarias incomunicadas. ¿Es la Universidad el lugar apropiado para promover la unidad del saber? ¿Qué significa la interdisciplina? Sobre esto reflexiona el filósofo Jorge Peña en su discurso pronunciado en el Encuentro Iberoamericano de Academias de Ciencias Morales y Políticas que se desarrolló durante el 7 y 8 de junio en Buenos Aires. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 86 – 101 LA MELANCOLÍA Y EL ANHELO MÍSTICO. UNA CLAVE DEL PENSAMIENTO DE ROMANO GUARDINI, por Alfonso López Quintás. La melancolía aparece en Guardini como inquietud del hombre que anhela lo infinito y que ama las realidades que lo rodean pues busca en ellas un alto nivel de valor y fecundidad. A través de este artículo, López Quintás entrega una clave de lectura de uno de los teólogos más importantes del siglo XX. El mismo se complementa con unas palabras testimoniales del autor, quien conoció personalmente a Guardini y ha estudiado en profundidad sus obras. Ello le permite expresar su asombro por la inmensa coherencia de vida, de pensamiento y de acción que encontró en el sacerdote católico, cuyo aniversario número 50 de su muerte se celebra este 1 de octubre. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 102 – 118 IGLESIAS PARA EL MUNDO HOY. ARTE, FE Y ARQUITECTURA, por Osvaldo Fuenzalida Calvo. Con motivo de la presentación de la Santa Sede en la Bienal de Arquitectura de Venecia, tal vez el evento más importante para el mundo artístico occidental, este artículo ofrece unas pinceladas de lo que ha sido la relación entre Fe, arte y arquitectura en el mundo católico contemporáneo, así como las indicaciones e iniciativas del magisterio al respecto. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 122 – 131
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EDITH STEIN. LA PROFUNDIDAD ESPIRITUAL, FILOSÓFICA Y HEROICA DE UNA SANTA PARA NUESTRO TIEMPO, por Luis Mariano de la Maza. A través de este relato el autor nos muestra la síntesis de la vida y obra de esta mujer santa, la que permite apreciar las muchas razones por las cuales constituye un ejemplo luminoso para el creyente de hoy en diversos ámbitos: en cuanto a su identidad católica, capaz de dialogar en forma acogedora e integradora con distintas formas de espiritualidad; en cuanto a su capacidad de diálogo entre tradiciones filosóficas aparentemente disímiles; en cuanto a humanista, teóloga y filósofa, y en cuanto a su compromiso con causas sociales y religiosas. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 132 – 145 FIESTA DE SAN PEDRO: LA VIVA TRADICIÓN RELIGIOSA DE NUESTROS PESCADORES, por Sofía Brahm. La fiesta de San Pedro aparece como una de las múltiples expresiones de religiosidad popular del pueblo chileno. En este artículo, se describe su herencia mestiza y los símbolos que en la fiesta acontecen y, con ello, se da cuenta de una expresión de religiosidad que se opone a la mirada secular de la sociedad moderna. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 146 – 150 Entrevista a Luis Martínez Ferrer: EL SELLO IDENTITARIO DEL TERCER CONCILIO LIMENSE. En el marco de la reciente publicación de una edición bilingüe de los decretos del Tercer Concilio Limense, reseñada en el número 86, Humanitas conversa con el editor responsable, Prof. Luis Martínez Ferrer, docente de Historia de la Iglesia Moderna y Contemporánea de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Roma, acerca de los alcances de este acontecimiento y de la reedición de los escritos. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 151 – 156 Libros “Juan de Dios Vial Correa. Pasión por la Universidad” por Alejandro San Francisco, ed. (Ediciones UC); “Historia de Chile 1960-2010. Las revoluciones en marcha. Tomos 3 y 4. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970)” por Alejandro San Francisco, ed. (CEUSS / Universidad San Sebastián); “Liberar la libertad. Fe y política en el tercer milenio”. Textos selectos volumen 2 por Joseph Ratzinger / Benedicto XVI (Biblioteca de Autores Cristianos BAC); “Dios es Joven” por Papa Francisco (Editorial Planeta Chilena S.A.); “La belleza de la fe. Romano Guardini en su plenitud” por Alfonso López Quintás (Desclée de Brouwer); “Nada más que el amor. Indicadores para el martirio que viene” por Martin Steffens (Editorial Encuentro). Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 200 – 212 Música Arvo Pärt: El poder de la palabra y el sonar de las campanas. Por Fernando Martínez G. Humanitas 2018, LXXXVIII, págs. 213 – 219
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n este número 88 de Humanitas despedimos a Jaime Antúnez de la dirección de una revista que ha cumplido una trayectoria de más de veinte años. Jaime deja una publicación de antropología cristiana reconocida y consolidada, algo enteramente excepcional en nuestro medio, y sobre todo una obra con impronta propia, que combina la inteligencia de la fe con la belleza de su factura. También deja como legado una doble lealtad al magisterio pontificio y a la misión más propia de una universidad católica, que consiste en conjugar fe y razón, lo que resalta en el casi centenar de números de una revista que continuará contando con este sello particular. En esta ocasión debo destacar las palabras de Guzmán Carriquiry en la apertura de la última Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina dedicada a la mujer en la Iglesia, en que se hace un recorrido y una particular puesta en valor de la contribución de muchas mujeres a la Iglesia, la cultura y la sociedad latinoamericana. Hemos adjuntado algunas Conclusiones y Recomendaciones de la Asamblea respecto de la especial dignidad que debe ofrecerse a las mujeres en el trato cotidiano y en sus derechos fundamentales, especialmente en un continente marcado tan hondamente por la presencia de María. La transcripción del discurso del presidente francés, Emmanuel Macron, ante la Conferencia Episcopal Francesa puede sorprender a los lectores de Humanitas, pero se trata de un texto completamente sobresaliente en su contenido y novedad. Nunca antes un presidente francés (es decir, la autoridad máxima de un estado secularizado) había reconocido en tal medida la contribución que los católicos prestan a la sociedad en razón de su propia fe, no en tanto ciudadanos, sino en cuanto católicos. El discurso de Macron constituye un hito en las relaciones entre la Iglesia y el Estado en una sociedad post-secular, del que debemos aprender todos en igual medida.
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EDITORIAL En el marco de la celebración de los 130 años de la Pontificia Universidad Católica de Chile publicamos asimismo la conferencia del cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Gran Canciller de la Universidad Pontificia Gregoriana, que dictara en el VI Congreso Nacional de Educación Católica, en la víspera de nuestro año conmemorativo. El artículo del profesor Jorge Peña de la Universidad de los Andes (Chile) y la entrevista especialmente concedida para Humanitas por la profesora Marisol Peña (presidenta de la Comisión de Identidad Católica de la UC) constituyen materiales de interés para renovar una reflexión sobre la misión de las universidades católicas en una sociedad pluralista. Asimismo, en la sección Libros transcribimos el excelente Prólogo del rector Ignacio Sánchez al libro Pasión por la Universidad del que fuera también rector, el profesor Juan de Dios Vial Correa, un testigo ejemplar de la unión que puede darse entre una vocación decidida por la ciencia y una fe ardiente que se unen en una persona que busca con humildad y desinterés la verdad en todas las manifestaciones en que esta pueda descubrirse. En la Palabra del Papa hemos incluido la carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios que Peregrina en Chile que invita a mirar de frente todo el mal que ha hecho la Iglesia chilena en estos años. Es ante todo un llamado al Pueblo fiel de Dios a asumir y sufrir el conflicto que nos atañe, que implica al menos tres exigencias fundamentales: reconocer plenamente la verdad de la que son portadoras las víctimas de abusos y restablecer sus derechos sin ambigüedades de ninguna especie, interpelar todas aquellas situaciones y estructuras que permitieron la instalación de una “cultura del abuso” y, por último, abrir confiadamente las puertas a la acción vivificadora del Espíritu Santo que repara y sana todas las heridas, incluyendo las de una Iglesia que el Papa no duda en calificar como “llagada”. EDUARDO VALENZUELA CARVALLO
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Virgen del Carmen con santos. Anónimo cuzqueño. Siglo XVII, tercer tercio. Óleo con brocateado de pan de oro, sobre lámina de cobre.
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Mujeres que han marcado pautas de transformación cultural en A mérica L atina Durante la Reunión Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, dedicada a la reflexión sobre «La mujer, pilar en la edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina», el profesor Carriquiry contó la historia de América Latina desde aquellas mujeres que han marcado fases de transformación cultural en la historia de nuestros pueblos. Desde Isabel de Castilla hasta Frida Kahlo, desde la india Malinche hasta Gabriela Mistral, pasando por religiosas, revolucionarias, artistas, trabajadoras y madres, todas muchas veces olvidadas por una historia que se cuenta desde los hombres. Ellas son “las custodias de la vida, de la sabiduría y de la fe de nuestros pueblos”
No tengo la más mínima pretensión de esbozar
Hay que volver a contar,
una historia de las mujeres en América Latina, aun- pues, la historia de América que sería muy bueno que ese objetivo se emprendiera Latina, “esa patria inmensistemáticamente por personas competentes. Y mejor sa de hombres alucinados y todavía sería intentar una historia de América Latina desde el protagonismo y la mirada de las mujeres. En mujeres históricas”, como general, nuestros libros de historia están poblados por decía el colombiano Gabriel figuras masculinas. Las historias oficiales que se han García Márquez en el acto de ido narrando se caracterizan por ser historias susten- recepción del Premio Nobel de tadas en hechos, acontecimientos y circunstancias Literatura en Estocolmo. protagonizadas por los hombres, dejando en la sombra o en el olvido, incluso censurando, la participación y contribución real de las mujeres. Las mujeres quedan como invisibles en el curso de muchas fases de su desarrollo, no solo discriminadas, sino también olvidadas. Desde su perspectiva hay que volver a contar, pues, la historia de América Latina, “esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas”, como decía el colombiano Gabriel García Márquez en el acto de recepción del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo. * Las ilustraciones de este artículo corresponden a pinturas de Vírgenes Sur Andinas pertenecientes a la colección de arte colonial americano de la Fundación Joaquín Gandarillas Infante.
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Yo me limitaré a indicar algunas mujeres que reflejan y marcan fases de transformación cultural en la historia de nuestros pueblos, sabiendo que la selección de personalidades femeninas que destaco puede ser discutida, corregida, complementada y enriquecida. No es por cierto “políticamente correcto”, pero es muy significativo comenzar por señalar dos figuras femeninas que están en los orígenes del Nuevo Mundo americano. Una de ellas es Isabel de Castilla, la reina católica, y otra es la india Malinche, llamada Marina por los conquistadores, compañera y guía de Hernán Cortés en la conquista del imperio azteca. De Isabel no solo sorprende la determinación y fuerza de una mujer para ser reina en un mundo masculino hecho de violencias e insidias, sino también protagonista de la formación del primer Estado Nacional que iba dejando atrás los mundos feudales europeos y cuya conclusión de la reconquista de toda la península ibérica, con la toma de Granada, último reducto moro, alimentaría las energías de la expansión de la cristiandad hispánica hacia la “terra incognita”, lo que será el “Nuevo Mundo” americano. Nos importa especialmente destacar la figura de esta reina católica porque formó parte y fue protagonista de aquel ambiente de la “reforma católica” en la península ibérica —cronológicamente anterior a la reforma protestante y al Concilio de Trento—, sin la cual no es posible entender la impresionante gesta misionera en el “Nuevo Mundo”. Apenas medio año después de que Cristóbal Colón pisara por primera vez las tierras del Nuevo Mundo, Fernando e Isabel le comunican esta Instrucción capital: hacer todo lo posible por convertir a los indígenas, precisando que estos deben ser “bien y amorosamente tratados, sin causarles la menor molestia, de modo que se tenga con ellos mucho trato y familiaridad”. La vergüenza de la esclavitud y matanzas de indios de las que Colón se hace después responsable están entre los motivos de la ruptura de la reina Isabel con el navegante. Y en 1499 esta reina hace saber que todos los que han traído esclavos de las Indias deben “bajo pena de muerte” devolverlos libres a América. En 1501 firma una Instrucción al gobernador de las Indias Nicolás de Obando señalando que “es necesario informar a los indios sobre las cosas de nuestra Santa Fe para que lleguen a su conocimiento (…) sin ejercer sobre ellos ninguna coacción”. No extraña, pues, que la reina católica introduzca en su testamento aquel notable codicilo, en 1504, en el que suplica a su hija y marido que prosigan como “fin principal” en las “Islas y Tierra Firme del mar Océano” el de “procurar inducir y traer los pueblos de ellas y convertirlos a nuestra Santa Fe católica, y enviar a las dichas islas y Tierra Firme prelados y religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios (…) y que en ello pongan mucha diligencia y no consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de dichas Indias y Tierra Firme (…) reciban agravio alguno en sus personas
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y en sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean por manera que no se exceda en cosa alguna (…)”. Por eso, Bartolomé de Las Casas escribía: “Los mayores horrores comenzaron desde que se supo en América que la reina acababa de morir (…) porque su Alteza no cesaba de encargar que se tratara a los indios con dulzura y se emplearan todos los medios para hacerlos felices”. Más allá de tales nobles propósitos, la conquista de los imperios indígenas, como toda conquista, fue hecha también de violencia, opresión y explotación de los conquistados, pero esto no acallará sino que provocará grandes luchas por la justicia, animadas por el Evangelio, en la defensa de los indios por parte de legiones de misioneros. La espada irá unida a la cruz, pero la cruz se convertirá en tremenda autocrítica de la espada. Así lo fue en la conciencia desgarrada de un Hernán Cortés. Hay quien trata a Malinche, su india compañera, bautizada Marina, como una traidora a su pueblo, desconociendo que provenía de aquel denso y variado “tercer mundo” de pueblos y tribus indígenas sometidas al terrible dominio del imperio teocrático-militarista de los aztecas, proveedores de tributos y de sus doncellas para los masivos sacrificios humanos. No en vano hay un dicho en México que dice: “la conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles”. En todo caso, la relación de Cortés con Malinche es como una muestra muy significativa de aquel mestizaje fundacional, desigual, lleno de contradicciones y dominaciones, en el que no faltaron princesas indígenas incorporadas a la aristocracia colonial —como la hija del conquistador Francisco Pizarro y de Inés Huaylas Yupanki, hija esta del Inca Huayna Cápac y hermana de los Incas Huáscar y Atahualpa—, pero en el que la gran mayoría de las indias quedaron sometidas, con diversas dosis de violencia, a los conquistadores y colonizadores. En las periódicas sublevaciones indígenas en el curso de la historia latinoamericana queda la memoria de mujeres que han sido líderes y combatientes en primera fila: así lo fueron las cacicas Tomasa Titut Condemayta y Gregoria Sisa, que se destacaron en la guerra emprendida por Tupac Amaru contra el imperio español, acompañado también por su esposa Micaela. Tiempos más tarde se canta a las “adelitas” de las masas campesino-indígenas de la revolución mexicana, hasta llegar a la irrupción de comunidades y movimientos indígenas a partir de 1992, en la que descolló Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz en 1992, depositaria de la cultura de los indígenas guatemaltecos, sobreviviente al genocidio sufrido en ese país centroamericano. “Me van a matar solo por decir que nosotros somos indios”, había dicho Bertha Cáceres, luchadora
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por tierras y medio ambiente en Honduras, que fue asesinada a tiros en su domicilio de La Esperanza, en la región occidental hondureña de Intibucá, en octubre de 2017. La lista de crímenes semejantes y tan actuales podría prolongarse mucho…
Las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en las que se revela a san Juan Diego, el indio que escoge como su hijito y mensajero, constituyen, según el Papa Francisco, un “acontecimiento fundante” en la historia de los pueblos latinoamericanos. Es la “bendita entre todas las mujeres”, en quien “Dios dignificó a las mujeres en dimensiones insospechadas”, la primera y perfecta discípula, discípula-misionera que trajo el Evangelio al Nuevo Mundo.
Es en tiempos de desolación producidos por la conquista y de conformación de ese mestizaje desgarrado, así como de intensa actividad misionera, que el “Nuevo Mundo” americano recibe la visitación de la “bella señora” que se presenta como “la perfecta siempre Virgen María (…) madre del verdadero Dios por quien se vive”. Las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en las que se revela a su Juanito, Juan Dieguito, quien hoy reconocemos como san Juan Diego, el indio que escoge como su hijito y mensajero, constituyen, según el Papa Francisco, un “acontecimiento fundante” en la historia de los pueblos latinoamericanos. Es la “bendita entre todas las mujeres”, en quien “Dios dignificó a las mujeres en dimensiones insospechadas”, la primera y perfecta discípula, discípula-misionera que trajo el Evangelio al Nuevo Mundo. No es diosa como la de los aztecas que llevaban máscaras, ni como las “coyas” incaicas partícipes en función teocrática de la sacralidad de las autoridades andinas. Es Madre que lleva en su seno y dona a su Hijo. Es rostro maternal y misericordioso de Dios que irrumpe en la historia, escoge a los pobres y humildes de corazón y llama a todos a la comunión. Es Virgen mestiza, pedagoga de la inculturación del Evangelio, que rompe los muros de incomunicación, impulsa la unión entre hombres y pueblos, presencia indispensable en la gestación dramática de un pueblo de hijos y hermanos. Es la nueva Eva, mujer virgen y madre, como la Iglesia. “Las diversas advocaciones y santuarios esparcidos a lo largo y ancho del Continente” testimonian la presencia cercana de la Virgen a los pueblos, en sus más diversas circunstancias personales, familiares y colectivas. El Papa Francisco nos ha enseñado e invitado, en la alocución que dirigió al Episcopado mexicano, a compenetrarnos con el corazón y la mirada de la Virgen María a modo de clave hermenéutica para discernir los más profundos anhelos del corazón de nuestra gente y las diversas vicisitudes de su historia. De las rosas que cayeron de la tilma de Juan Diego como señal del acontecimiento guadalupano, parece muy significativo que la primera santa
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Nuestra Señora del Rosario de Pomata. Anónimo cuzqueño. Siglos XVII-XVIII, c. 1680-1710. Óleo sobre tela.
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americana, en Lima, tuviera como sobrenombre dado por su nodriza indígena y nombre después de confirmación, el de Rosa. El amor con el que Rosa se esforzaba por corresponder a Cristo, y Cristo crucificado, es la clave de su vida. Se sabe de su vida eremítica como terciaria dominicana en la minúscula celda construida con sus manos en el huerto de casa y en el pequeño hospital contiguo donde acompañaba a todo sufrimiento, sobre todo de los indígenas; también del santo furor con el que armaba su brazo y flagelaba la propia carne en el anhelo insaciable por asemejarse cada vez más a su Esposo divino. Porque Rosa oyó de los labios de Cristo: “Rosa de mi corazón, sé mi esposa”. Y tuvo una profunda intimidad con Él en largas horas de soledad, oración y sacrificio, a través de una fervorosa vida eucarística no común para aquellos tiempos. Es de esas rosas místicas que perfuman la historia de los pueblos, como también lo fue Santa Mariana de Quito, que quería ser jesuita. En 1604 se fundó el primer Carmelo en Puebla de los Ángeles, que tanto hubiera llenado de gozo a Santa Teresa de Jesús, que tuvo siempre presente al mundo americano en sus oraciones y desvelos misioneros. Esa vena mística que recorre la historia de nuestros pueblos llega hasta el Carmelo de Santa Teresita de los Andes, en Chile, en pleno siglo XX, y las mujeres contemplativas que el Papa Francisco visita cariñosamente en sus viajes apostólicos. Son el pulmón orante que hace circular la vida cristiana en la Iglesia, cuerpo de Cristo, y anima su misión. Un impresionante testimonio de libertad de la mujer se expresa en ellas, aunque no han faltado también recaídas en encierros humanamente empobrecidos. El mexicano Octavio Paz, notable personalidad que fue Premio Nobel de Literatura, gran poeta y ensayista, estudió de modo muy especial la persona y obra de Sor Juana Inés de la Cruz, la primera gran poetisa y escritora en lengua española, la primera en América, en el Virreinato de Nueva España. Para Paz, Sor Juana fue “la primera feminista en nuestra lengua y en nuestro continente”, no obstante la presión clerical de intolerancia eclesiástica que sufrió, en medio de un ambiente de arraigada misoginia. Siglos más tarde, hubo otros testimonios que anticiparon el feminismo moderno en América Latina, como los de María Antonia de Paz y Figueroa1, conocida como mamá Antula y recientemente beatificada, así como sus compañeras, a quienes tildaron como las “beatas”, mujeres laicas que recorrieron como peregrinas misioneras los caminos de media Argentina, desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires, organizando, promoviendo y animando un sinnúmero de “ejercicios espirituales”, tiempos después de la expulsión de los jesuitas de todos los territorios del Imperio español en América. 1 Religiosa argentina beatificada el 27 de agosto de 2016 en Santiago del Estero.
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Desde el Virreinato de entonces en Buenos Aires fue tratada de loca, borracha, fanática y hasta de bruja, pero no se amedrentó y atrajo a muchas decenas de miles de hombres y mujeres que la siguieron. La emancipación americana es otro de los “acontecimientos fundantes” en la historia de los pueblos hispanoamericanos y un giro epocal. Si bien la mayor parte de las mujeres estaban por entonces abocadas, casi exclusivamente, a realizar los quehaceres domésticos, se sabe bien que muchas aportaron su tiempo, trabajo y recursos a los batallones independentistas, preparando víveres, lavando ropa, cosiendo uniformes, ofreciendo hospitalidad y, cuando contaban con mayores recursos económicos, donando alhajas para la compra de armas y, en muchos casos, organizando colectas y operando como espías. Sin embargo, las hubo y no pocas que participaron en los debates públicos y en los campos de batalla, aunque a menudo vestidas de hombre. Manuelita Sáenz, quiteña de origen, no fue solo la compañera de Simón Bolívar, sino que lo salvó ante diversas conspiraciones, conocida así como “la Libertadora del Libertador”. Fue mujer joven comprometida en las gestas liberadoras de la Patria Grande. Se involucró de forma activa y contundente a lo largo del proceso que culminó en la independencia del Perú, lo que le valió que el general San Martín le asignara el grado de “Caballeresa del Sol”. Formó parte del estado mayor de Bolívar. Combatió en la batalla de Junín y luego en la decisiva de Ayacucho, lo que le valió el grado de Coronela. “Mi país es el continente de América — decía—. He nacido bajo la línea del Ecuador”. Recordamos también a Juana Azurduy, nacida en el Potosí, ya involucrada en la sublevación de Tupac Amaru, que apoyó junto con su marido los levantamientos producidos en 1809 en Chuquisaca y La Paz. El general Manuel Belgrano reconoció su espíritu revolucionario y su participación activa en la guerra, por lo que le otorgó el cargo de teniente coronel. El mismo Bolívar quiso visitarla en su hogar para rendirle homenaje. Es significativo que en el año 2015 la presidente Cristina Fernández de Kirchner sustituyó la estatua de Cristóbal Colón, junto a la Casa de Gobierno, por la estatua donada por el presidente Evo Morales en la que se lee: “Juana Azurduy Generala”. Todavía quedaría por relevar muchas otras mujeres protagonistas de esos tiempos de independencia, como María Magdalena “Macacha” Guemes, que acompañó a su hermano, el caudillo, en las luchas en territorio salteño, jujeño y altoperuano; o como la venezolana Josefa Camejo, “Doña Ignacia”, partícipe de la “Sociedad Patriótica” y desde entonces luchadora por la independencia en las guerras contra los realistas en diversas regiones de Venezuela y de Nueva Granada, a quien se recuerda presionando a un comandante en favor de la independencia con la pistola en mano al grito de “Viva la Revolución”; o como la colombiana
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Polonia Salvatierra y Ríos, conocida con el nombre de “Policarpa”, o “La Pola”, que participó en el grito de independencia del 20 de julio de 1810, toda una ‘matahari’ como espía de las fuerzas independentistas, después vinculada al Ejército patriota de los Llanos, quien murió fusilada y fue considerada mártir y símbolo de la independencia para los colombianos. La mexicana Leona Vicario, una de las primeras periodistas, encarcelada en varias ocasiones por difundir la ideología de los libertadores, fue considerada como una de las madres de la patria por el Congreso de la Unión en México. Hubo muchas mujeres que durante los años de guerra fueron, de una parte y otra, exiliadas, emigradas, refugiadas, desterradas, prisioneras, torturadas, ajusticiadas, violadas. No han faltado mujeres fuertes, combatientes y sufridas en la historia de los pueblos latinoamericanos. Esos largos años de guerras civiles y de emancipación, proseguidos por el deambular de milicias y tropas armadas por las desoladas tierras que fueron de anarquía y violencias hasta muy entrada la segunda mitad del siglo XIX, hicieron que las mujeres tuvieran que duplicar sus esfuerzos para cuidar y educar a sus hijos, y mantener solas a sus familias, mientras se consolidaba una tradición de ausencia de la figura del varón en la vida familiar, sin fija residencia, dejando tendales de hijos naturales y mujeres abandonadas por doquier. Fueron ellas quienes custodiaron y transmitieron a su prole el sentido de pertenencia a una tradición, a una patria, a la Iglesia. No en vano, el Papa Francisco habló de “martirios maternos” en su “himno a las madres del 7 de enero de 2015. Con el desmantelamiento de las instituciones pastorales y catequéticas de la Iglesia y la ausencia de pastores, pasó Con el desmantelamiento de por las madres la “traditio” de la fe, especialmente a las instituciones pastorales y través de la piedad popular. Fueron ellas las que ensecatequéticas de la Iglesia y la ñaron a sus hijos las sencillas oraciones y devociones, ausencia de pastores, pasó por custodiando así el patrimonio de fe de los pueblos. Un las madres la “traditio” de caso extremo fue el vivido en el Paraguay, país que en la fe, especialmente a través la inicua guerra de la Triple Alianza perdió más del 90% de su población masculina adulta. Solo quedaron de la piedad popular. Fueron viudas, huérfanos, madres, hijas y hermanas desampaellas las que enseñaron a sus radas en medio de un país deshecho, pero que tuvieron hijos las sencillas oraciones y la fortaleza de espíritu para reconstruirlo, haciendo devociones, custodiando así el sobrevivir su fe, su lengua, su cultura, en un positivo, fepatrimonio de fe de los pueblos. cundo matriarcado. Por eso, el papa Francisco siempre recuerda a la mujer paraguaya como “la más gloriosa”. En la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a hacerse sentir en los diversos países latinoamericanos mujeres escritoras y educadoras, maestras
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sobre todo, que bien pueden ser consideradas como pioneras de movimientos feministas, las que, en sus obras, pusieron bajo crítica las situaciones de esclavitud, marginalidad y dependencia sufridas por las mujeres, reivindicando sus derechos, reclamando su acceso a la educación y a la vida pública de las naciones. Entre ellas, la brasileña Nisia Floresta Brasileira Augusta que en 1832 publicó su libro “Direito das Mulheres e injustica dos homens”, temática también afrontada por otra poetisa brasileña, Narcisa Amalia de Campos. La argentina Juana Paola Manso, que escribía bajo el seudónimo “Mujer poeta”, colaboró en la presidencia de Sarmiento con la apertura de 34 escuelas y bibliotecas públicas y fue después la primera mujer en estar incorporada en la Comisión Nacional de Escuelas. La peruana Mercedes Cabello de Carbonera escribió por entonces cinco volúmenes bajo el título: “Influencia de la mujer en la civilización”. La chilena Rosario Ortiz2, apodada Monche, fue una de las primeras periodistas de América Latina. Habría que agregar varios otros nombres, como la de la novelista argentina Juana Manuela Gorriti y la poeta chilena Mercedes Marín del Solar3. Algunas de ellas, como la catamarqueña Eulalia Ares de Vildoza o la misma Monche participaron activamente en las guerras civiles de su tiempo. Es a finales del siglo XIX que comienza a irrumpir en forma más relevante la presencia de las mujeres en la educación, en el mercado del trabajo y en la escena pública de las naciones, en el contexto de las transformaciones sociales y culturales provocadas por el gradual advenimiento de las sociedades urbano-industriales durante las primeras décadas del siglo XX. En los fuertes movimientos sociales de ese tiempo descuellan, en primer lugar, militantes anarquistas y socialistas, como Rosa Uquillas y Lidia Herrera, fundadoras en el Ecuador del grupo “Rosa Luxemburgo”; la dirigente sindical chilena de “sociedades de resistencia”4 Angela Muñoz, la peruana María del Jesús Alvarado, defensora de los derechos de las mujeres, de los trabajadores y de los indígenas, o la agitadora social María Cano en Colombia. No faltaron tampoco figuras excepcionales, como la de Teresa Carreño, pianista, cantante y compositora venezolana, que dio su primer 2 Rosario Ortiz, nacida en 1827, además de ser reconocida como una de las primeras periodistas mujeres del país, también fue una activista política, partidaria de la revolución de 1851 encabezada por el general José María de la Cruz Prieto, y opositora de Manuel Montt. 3 Mercedes Marín del Solar (1804 - 1866) fue una educadora y poetisa chilena. Es considerada como una de las precursoras de la novela hispanoamericana. 4 Las sociedades en resistencia consistían en asociaciones de obreros y artesanos, que buscaron ser independientes de las relaciones entre el Estado, los empresarios, el capital y las leyes. Sus objetivos eran organizar a los trabajadores en confederaciones gremiales o regionales, dotarlos de un fuerte sentimiento de conciencia de clase y coordinar una huelga general insurreccional. Sus organizaciones constituyeron las primeras organizaciones de artesanos y obreros industriales del país y sus métodos conspirativos contra la empresa y el Estado, van a repercutir en el accionar de otras organizaciones laborales durante todo el siglo X X. Fuente: Memoria Chilena.
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Nuestra Señora del Rosario de Pomata con santos. Anónimo paceño o del lago Titicaca. Siglo XVII, tercer tercio. Óleo sobre tela.
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A finales de siglo llegan a América Latina muchas Congregaciones religiosas femeninas, a las que se agregarán otras en las primeras décadas del siglo XX, también nacidas en tierras latinoamericanas, que fundaron una red de escuelas, hospitales y una gran variedad de obras y actividades de caridad y asistencia a sectores necesitados de la población. Desde entonces hasta la actualidad, las monjitas o hermanitas —como son llamadas por nuestros pueblos— son las mayores y mejores testigos y operadoras de las obras de misericordia. Nadie como ellas encuentran las puertas y corazones abiertos de nuestras gentes, siempre cercanas a sus necesidades, abriendo caminos en todas las periferias.
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concierto en el Irving May de Nueva York, más tarde tocaría en la Casa Blanca para el Presidente Lincoln y recorrería el mundo entero desde las últimas décadas del siglo XIX a lo largo de su carrera artística y musical. Su himno a Simón Bolívar es una de sus piezas maestras.
Desde entonces hasta la actualidad, las monjitas o hermanitas —como son llamadas por nuestros pueblos— son las mayores y mejores testigos y operadoras de las obras de misericordia. Nadie como ellas encuentran las puertas y corazones abiertos de nuestras gentes, siempre cercanas a sus necesidades, abriendo caminos en todas las periferias.
Un factor fundamental en la historia de la emancipación femenina lo constituyó su progresiva incorporación en el sistema educativo. La expansión de escuelas públicas y privadas desde finales del siglo XIX resultó fundamental para la educación de las mujeres. A partir del instante en que las mujeres pudieron ejercer como maestras, siempre fue mayor la cantidad de ellas en esa actividad. En 1908 egresaba la primera universitaria, como médica, en el Uruguay: la Dra. Paolina Luisi. Desde entonces no han cesado los progresos que se han dado en el acceso de las mujeres a la educación, que hoy día es muy igualitario en los países latinoamericanos y en que por lo general se da una mayor presencia femenina que masculina en la educación secundaria y terciaria, aunque existan todavía algunas excepciones en áreas con alta proporción indígena. Por eso, no es de extrañar que grandes personalidades femeninas se destaquen actualmente en los más diversos ámbitos profesionales y científicos. Me gusta recordar a Eulalia Guzmán, la primera arqueóloga mexicana, responsable de la recolección de gran cantidad de informaciones acerca del México prehispánico; a Evelyn Miralles, venezolana que lidera desde hace más de 20 años el programa de realidad virtual de la Agencia Espacial Estadounidense, y a Sandra Díaz, la reconocida bióloga de la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina, que fue miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático que recibió el Premio Nobel de la Paz en el año 2007. ¡Pero el elenco y el reconocimiento tendría que ser mucho más extenso!
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Desde principios del siglo XX son también los tiempos de los movimientos sufragistas, en los que mujeres instruidas, en general de clases medias emergentes o acomodadas, reclaman el derecho al voto femenino. En ellos se destaca la uruguaya María Abella de Ramírez, que funda en Montevideo, en 1903, el primer Centro Feminista y luego la “Liga Feminista Nacional”, y que en 1906 presentó al Congreso Internacional de Libre Pensamiento, realizado en Buenos Aires, un “Programa mínimo de reivindicaciones femeninas”. En 1910 y 1911 funda primero en Buenos Aires y después en Montevideo las Secciones argentina y uruguaya de la Federación Femenina Panamericana, para luchar por los derechos civiles y políticos de la mujer. Es significativo el episodio que ve como actora la ecuatoriana Matilde Hidalgo de Porcel, quien se inscribe en los registros electorales provocando el desconcierto y resistencia de los dirigentes del país. La mexicana Hermida Galindo fundó por entonces el semanario feminista “La mujer moderna” y su compatriota Elvia Carrillo Puerto, conocida como “la roja”, organizó el Primer Encuentro Feminista de Yucatán y en 1923 fue electa diputada en el Congreso de Yucatán, lo que la convertiría en la primera mujer mexicana en ostentar un cargo de este tipo. En Brasil, Bertha Lutz fundó en 1922 la “Federación brasileña para el progreso femenino” y en 1929 la Universidad de la Mujer. Fue el Uruguay el primer país sudamericano en aprobar el sufragio femenino. En 1932 Getulio Vargas concedió por decreto el derecho de voto a las mujeres en el Brasil, y es bueno recordar a la profesora Antonieta de Barros, la primera y única mujer negra que, en el estado de Santa Catarina, llegó a ser miembro de la Asamblea Legislativa. El sufragio femenino aprobado en Argentina en 1947 y dos años más tarde la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida fueron conquistas de las que Eva Perón fue protagonista principal. Mujer extraordinaria es Eva Perón. La vida difícil de la joven María Eva Duarte da un giro decisivo cuando inicia una relación sentimental con Juan Domingo Perón, entonces secretario de Trabajo y Previsión Social de la República Argentina, uniéndose después en matrimonio. Son los tiempos de un vasto proceso de industrialización por sustitución de importaciones en toda América Latina, que provoca masivas migraciones de los campos a la ciudad. Es la irrupción hacia las periferias ciudadanas de los “cabecitas negras” que el general Perón incorpora en clase obrera, sindicaliza y promueve sus derechos laborales y sociales. Son los “descamisados” que Evita tanto amó. La presencia política de Eva comienza a tomar fuerza durante la campaña de Perón antes de la victoria electoral de 1946. Su primer discurso lo dio en el Luna Park ante una convención
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de mujeres obreras para proclamar la fórmula presidencial. Pasional y rebelde, incluso hasta el exceso, siempre junto a su marido, Evita —tal como el pueblo la bautizó— descolló en un espacio público dominado por lo masculino. Organizó la rama femenina del Partido Peronista, se vinculó fuertemente con los sindicatos e incluyó a los sectores populares como protagonistas de las políticas públicas. Eva Perón desplegó toda su energía en la Fundación que llevó su nombre, caracterizada sobre todo por su presencia personal, inmediata, cercana, para la ayuda social a todos los necesitados. Muy amada por los pobres, falleció a los 33 años. Fue declarada por el Congreso Nacional como “Jefa Espiritual de la Nación”. Luego del golpe militar que derrocó a su marido, su cuerpo embalsamado fue secuestrado y profanado y solo devuelto a sus familiares en 1974. Evita fue la primera mujer en ser candidata a una Vice-Presidencia en América Latina. Un signo muy claro de la creciente participación de la mujer en todos los ámbitos de la vida de las naciones puede advertirse por la más reciente presencia de las mujeres en los más altos cargos políticos de gobierno. Violeta Chamorro ocupó la presidencia de Nicaragua en 1990, Mireya Moscoso ganó las elecciones panameñas en 1999, Sila María Calderón fue electa gobernadora de Puerto Rico en 2001 y más recientemente hemos tenido las presidencias de Michelle Bachelet en Chile, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Dilma Rousseff en Brasil. Hoy Gabriela Michetti es vice-presidente de la Argentina, María Eugenia Vidal gobernadora de la enorme provincia de Buenos Aires y Yamila Osorio Delgado, con solo 32 años, gobernadora de la región de Arequipa en el Perú. Las “Madres de Mayo” y las “abuelas de Mayo” pueden bien representar a todas las mujeres que han luchado contra las dictaduras militares y, en estos casos, reclamando por sus hijos y nietos “desaparecidos”, víctimas de una política brutal de represión como terrorismo de Estado. Estela Carlotto es indestructible líder de las valientes abuelas de Mayo. Cabe recordar también a las hermanas Mirabal, conocidas como “las Mariposas”, durante su intenso activismo contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, que fueron encontradas muertas en un barranco, uno de los peores crímenes del dictador, reconocidas después como símbolo de la opresión y violencia contra la mujer. El Papa Francisco recuerda siempre con admiración y gratitud a Esther Ballestrino, paraguaya, refugiada en la Argentina huyendo de la dictadura de su país. En Buenos Aires, Esther fue directora de un laboratorio donde llega a trabajar un muchacho de ascendencia italiana, Jorge Mario Bergoglio. Apasionada de la justicia, amiga de los débiles, simpatizante comunista,
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Esther sigue después batiéndose por la libertad contra la dictadura militar en Argentina. Logra obtener la condición de refugiada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, pero la guerra sucia la afecta en sus afectos más queridos y termina ella misma como “desaparecida”. No podemos dejar de incluir también en este renglón a las “Damas de Blanco”, que manifiestan públicamente en Cuba, con valentía, reclamando la liberación de familiares considerados injustamente en prisión. Durante el viaje del Papa Francisco en Colombia hubo testimonios impresionantes de mujeres que sufrieron la muerte de muchos seres queridos en las largas décadas de violencia desencadenada en Colombia, sobre todo por causa de los movimientos guerrilleros y las formaciones paramilitares, y que, sin embargo, se han convertido en impresionantes constructoras de la paz, no en los vértices de negociaciones políticas, sino en una sorprendente capacidad de misericordia, hecha de perdón y dramáticas reconciliaciones. Entre los grandes progresos que se han ido dando gradualmente, según los ritmos de urbanización, industrialización y desarrollo del comercio, artesanados y servicios, se destaca un acceso mucho más relevante de las mujeres al mercado laboral. Sin embargo, subsiste hasta ahora un mayor desempleo que el masculino, las mujeres ocupan los trabajos de baja productividad y con más bajas remuneraciones, la gran mayoría en el trabajo llamado “informal”, que abunda en América Latina, llenando las calles de “ambulantes” y que a menudo roza la mendicidad, escondiendo formas duras de explotación como frecuentemente sufren las que aún hoy son consideradas como “sirvientas”, mientras se da la devaluación pública de la importancia de la mujer como jefa del hogar, trabajadora doméstica y educadora de los hijos, sustituta de muchas carencias de los servicios del Estado. Las mujeres son las que cargan con la realidad y consecuencias más penosas de la pobreza e indigencia entre los latinoamericanos. Me gusta citar a la mexicana Marta Sánchez Soler, presidenta del Movimiento Migratorio Mesoamericano, que cada año lidera la caravana de madres de migrantes desaparecidos en ruta hacia Estados Unidos, acompañando a mujeres de Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador que recorren México con las fotografías de sus hijos a cuestas, buscando sus rastros perdidos; y también a las “Patronas”, mujeres sencillas de ambientes populares que salen al encuentro de las necesidades de los migrantes en las condiciones terribles del tren conocido como “La Bestia”. Son las mujeres, por gran mayoría, las que se empeñan cotidianamente en muy diferentes actividades y obras de solidaridad al encuentro de las más diversas necesidades.
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Virgen de Belén, de la iglesia de Belén de Cuzco con ángeles y santos. Anónimo cuzqueño. Siglo XVII, tercer tercio. Óleo con brocateado de pan de oro, sobre tela.
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En las creaciones artísticas es en donde aún más se han ido expresando en modo muy significativo los mundos “interiores” de la mujer latinoamericana y su testimonio público en medio de tales transformaciones. El dolor y la angustia de las mujeres de su época, en una tonalidad introspectiva entre el drama, la audacia y el erotismo, se expresaron en la poetisa argentina Alfonsina Storni. ¡Y cómo no citar a Gabriela Mistral, poetisa y educadora, diplomática y activa feminista chilena, que fue la primera mujer latinoamericana que recibió en 1945 el Premio Nobel de Literatura! Si en ella está todavía tan presente la tradición cristiana, décadas después la deriva de la secularización, la descristianización, se advierte en las novelas de Isabel Allende. Merecen ser citadas también algunas grandes cantoras populares que lo han hecho desde las entrañas de la tradición y del ethos cultural de nuestros pueblos, como la chilena Violeta Parra y la argentina Mercedes Sosa. Una mujer que anticipa una transformación cultural en América Latina es la mexicana Frida Kahlo, pintora surrealista, compañera sentimental del muralista Diego de Rivera, ambos de militancia comunista, artista admirada por Pablo Picasso, Vasili Kandinski y André Bréton, la primera en exponer su pintura en el Museo del Louvre, cuya obra tuvo gran auge justo después de su muerte a partir de la década del 70. Frida Kahlo marca una pauta cultural por su vida bohemia, poco convencional, transgresora, la de una liberación femenina que pretende ser liberada no solo de todo prejuicio o convención, sino también de toda norma antropológica y ética, de todo vínculo. De pronto Frida se convirtió en un ícono que impidió separar a la mujer del mito, por su carga de enfermedades y padecimientos, por la crudeza, ternura y talento con la que exorcizó sus demonios a través del arte, por la sexualidad exótica representada en sus múltiples autorretratos, por las anécdotas de su bisexualidad, por la independencia que mostraba en la tormentosa y apasionada relación con Diego Rivera, por esa mezcla sincrética de cosmopolitismo y de representación de tradiciones indígenas y exvotos cristianos, por su sinceridad descarnada y constante rebeldía. No hay en Frida el mero reflejo del hedonismo libertino de las sociedades del consumo, sino una experiencia de densidad humana atravesada, en medio de sus contradicciones, por los misterios del dolor y el amor; ella, confesa atea, que se consideraba “olvidada de la manopla de Dios”. Lo expresa bien aquella poesía a las mujeres que intitula: “Mereces un amor”: “Mereces un amor que te quiera despeinada, con todo y las razones que te levantan de prisa, con todo y los demonios que no te dejan dormir. Mereces un amor que te haga sentir segura, que pueda
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comerse al mundo si camina de tu mano, que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel. Mereces un amor que quiera bailar contigo, que visite el paraíso cada vez que te mira a los ojos, y que no se aburra nunca de leer tus expresiones. Mereces un amor que te escuche cuando cantas, que te apoye en tus ridículos, que respete que eres libre, que te acompañe en tu vuelo, que no le asuste caer. Mereces un amor que se lleve las mentiras, que te traiga la ilusión, el café y las poesías”. Frida no encontró respuestas a sus padecimientos y a su búsqueda de un amor que le llenara la vida; por eso, fue de un individualismo desenfrenado y anárquico. La profunda crisis de la sociedad machista y pa- Ese mismo bien del amor triarcal, por más que muy resistente como se advierte personal, de autorrealizadramáticamente en la tan difundida violencia sobre ción, pero desligado de su las mujeres —incluso de feminicidios, como denunció relación con la “generación”, el Papa Francisco en Perú— y en altos porcentajes de considera la maternidad embarazos de adolescentes, pone en primer plano la dignidad de la mujer y su libertad en el amor personal. como fardo y cárcel contra Pero en la historia la ambigüedad es inevitable, cada la “promoción de la mujer”, virtud trae consigo un nuevo tipo de desviación. Ese se vuelve cara de un nuevo mismo bien del amor personal, de autorrealización, hedonismo, penetración de pero desligado de su relación con la “generación”, las pautas de la sociedad considera la maternidad como fardo y cárcel contra la del consumo que esconden el “promoción de la mujer”, se vuelve cara de un nuevo nihilismo que impregna sus hedonismo, penetración de las pautas de la sociedad formas dominantes. del consumo que esconden el nihilismo que impregna sus formas dominantes. Podría escoger al respecto los nombres de no pocas activistas contemporáneas en los países latinoamericanos, que luchan por los así llamados “derechos sexuales y reproductivos”, por una “maternidad libre y voluntaria”, por la total permisividad del aborto, incluso como derecho. ¡Impresionante estrategia de los grandes poderes mundiales que se apoderan de las más que legítimas reivindicaciones de la mujer para transmutarlas en instrumentos de devastaciones de pueblos y culturas! Son liberaciones contra la libertad. Se vuelve una liberación contra la vida. La reivindicación de la persona sola se transmuta en apología del crimen del aborto, en el que los varones son corresponsables por irresponsabilidad e incluso muchas veces primeros culpables por constricción de las mujeres. Es lógico que el amor puramente personal, solo referido a la instintividad inmediata del deseo, se transmuta también en la exaltación de todo tipo de experiencia sexual. Así opera el “colonialismo cultural” denunciado por el Papa Francisco, que encuentra un muro de contención en la mu-
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Nuestra Señora de la Soledad. Anónimo cuzqueño. Siglo XVIII, primer tercio. Óleo con brocateado de pan de oro sobre tela.
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chedumbre de mujeres que a lo largo de nuestra historia han sido y siguen siendo “madres coraje”, porque por lo general solas y en condiciones muy difíciles de jefas del hogar han cuidado a su prole, con la fuerza del amor, el gozo de la maternidad, una gratuidad que carga con muchos sacrificios y una esperanza a toda prueba. Son las custodias de la vida, de la sabiduría y de la fe de nuestros pueblos. La necesidad de reconstruir el tejido familiar y social de los pueblos latinoamericanos requiere, como testimonio y fuerza irradiante, la relación entre varón y mujer en matrimonios que sorprendan y atraigan por vivir la belleza del amor fiel y fecundo que está como cantada en himno evangélico en la Exhortación apostólica Amoris laetitia del Papa Francisco. Haber pretendido seleccionar los nombres de Sin ellas no se hubiera transalgunas mujeres en nuestra historia, aunque solo mitido la fe y todo su ethos para apreciar tendencias culturales, termina dejando de humanidad; sin ellas se como el sabor de una grave injusticia para los millo- hubiera disgregado aún más nes y millones de mujeres anónimas que no aparecen el tejido familiar y social de ni en libros ni en periódicos, que no tienen ninguna publicidad. Sin ellas no se hubiera transmitido la fe nuestros pueblos, empobreciény todo su ethos de humanidad; sin ellas se hubiera dose radicalmente; sin ellas disgregado aún más el tejido familiar y social de hubiera predominado incluso nuestros pueblos, empobreciéndose radicalmente; mucho más la dialéctica de la sin ellas hubiera predominado incluso mucho más enemistad y la violencia sobre la dialéctica de la enemistad y la violencia sobre la la cultura del encuentro y la cultura del encuentro y la amistad social en la conamistad social en la convivenvivencia de nuestras naciones. En su reciente viaje apostólico, el Papa Francisco exclamaba para el cia de nuestras naciones. Perú, pero lo podemos y debemos alargar para toda América Latina: “¿Qué sería el Perú sin las madres y las abuelas? ¿Qué sería nuestra vida sin ellas? (…) fuerzas motrices de la vida”. Termino evocando dos mujeres excepcionales. No me detengo especialmente sobre ellas porque me temo que algunos de ustedes, en forma equivocada, consideren esta mención como excesivamente subjetiva. Por eso, solo evoco sus nombres: uno es el de Susana, mi madre, y otro es el de Lídice, mi esposa.
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Conclusiones y recomendaciones pastorales, CAL
L a mujer, pilar en la edificación de la Iglesia y de la sociedad en A mérica L atina Del 6 al 9 de marzo de 2018 tuvo lugar en el Vaticano la Asamblea Plenaria anual de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) sobre el tema: “La mujer, pilar de la construcción de la Iglesia y la sociedad en América Latina”. La temática fue elegida por el propio Papa Francisco que, en esta ocasión, deseaba que se invitara a quince personalidades femeninas latinoamericanas, entre ellas Carmen Domínguez de la Pontificia Universidad Católica de Chile, además de los veintidós cardenales y obispos miembros y consejeros de la asamblea. A continuación se presenta un resumen que Humanitas realizó del documento final con el que la CAL ha resumido los frutos de los cuatro días de trabajo.
Una mirada a nuestros tiempos y al camino emprendido por la Iglesia Los tiempos actuales estarían marcados por una “renovada autoconciencia de la mujer sobre su dignidad, libertad y derechos, sobre su participación en todos los ámbitos de la convivencia, sobre sus reivindicaciones y anhelos”. Este proceso de cambio comenzó en el 68 y, de esta forma, estos últimos 50 años han sido testigos de un verdadero “cambio de época” donde las mujeres se han ido situando como protagonistas públicas. Este cambio de época ha transformado la sociedad y la cultura, la relación entre los sexos y las formas de convivencia social; ha interpelado a las intituciones y ha derrumbado estereotipos mostrando la debilidad del machismo arraigado. Esta nueva realidad también ha generado nuevas formas de instrumentalización de la mujer de parte de poderes e ideologías, por ejemplo, para la promoción del aborto proclamado como “derecho de la mujer”. La promoción de la dignidad de la mujer ha sido un camino que ha emprendido la Iglesia en las últimas décadas, donde la Carta Apostólica
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Octogesima adveniens de Pablo VI y los mensajes de Juan Pablo II en torno a los debates provocados por las sucesivas Conferencias Mundiales sobre la Mujer de la ONU han sido uno de los bastiones más importantes. Algunas de las intervenciones de Juan Pablo II han cobrado especial relevancia en este camino emprendido por la Iglesia. Entre ellas se encuentra la Carta Apostólica Mulieris dignitatem y la carta especialmente dirigida a todas las “queridas mujeres” del mundo entero; las encíclicas Redemptoris mater y Evangelium vitae y sus exhortaciones apostólicas Familiaris consortio y Christifideles laici. El Papa Francisco ha continuado este camino con especial interés. Para él la “fuerza social y eclesial de las mujeres tiene que ser reconocida, acompañada, sostenida, alentada e incluso potenciada para que produzca todos sus incalculables beneficios.” El proceso de transformación dentro de la Iglesia el Santo Padre lo ha querido concretar en las Asambleas del Sínodo sobre la familia —cuyo fruto fue la Exhortación Apostólica Amoris laetitia— y con la Asamblea sinodal sobre los jóvenes, cuyas conclusiones se presentan en la sección Panorama de este número.
La mujer en el contexto latinoamericano América Latina se presenta como un continente ambiguo, donde una parte se ha integrado en la cultura global de hegemonía occidental con una importante forma de homologación, adquiriendo un modelo cultural de mujer moderna, opuesta a la mujer tradicional. La otra parte del continente, en cambio, mantiene un arraigo importante al ethos cultural propio, con consideraciones de la mujer específicamente latinoamericanas. Una importante parte de las mujeres latinoamericanas viven en la pobreza, ellas son las principales víctimas de la marginación y exclusión, de la informalidad laboral y la desocupación, y de las consecuencias de la desintegración de la familia, siendo abandonadas y debiendo hacerse cargo, solas, de cuidar y mantener a su prole. Asimismo, la historia de estos pueblos ha sido una historia que ha dejado invisibles a las mujeres y el machismo predomina con un arraigo importante en diversos ámbitos sociales e institucionales. El machismo queda expresado en las diversas formas que adquiere la violencia hacia la mujer: en la violencia física, en la consideración de estas como objetos de consumo sexual, en la prostitución y en la trata de mujeres. Es por esto mismo que el documento de conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano incluye un capítulo referido a los “varones” y a su difundido machismo e irresponsabilidad. Por otra parte, América Latina es un continente mariano. La aparición de Nuestra Señora de Guadalupe es considerado el evento fundacional
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de esta devoción. Por lo mismo, “La figura de María (…) es fundamental en la recuperación de la identidad de la mujer y de su valor en la Iglesia” (Aparecida n. 451). Con María, la “nueva Eva”, “la dignidad de la mujer alcanza dimensiones insospechadas”. En la evangelización de los pueblos latinoamericanos las mujeres han sido decisivas, fueron ellas las que hicieron posible la traditio de la fe católica, especialmente en los lugares donde faltaba presencia sacerdotal y sacramental. El papel de las madres y de las religiosas ha sido fundamental. “Se ha dicho bien que la solidaridad tiene nombre de mujer, que así como cuida su casa, lo hace con su comunidad y también quiere hacerlo con la casa común, en pos de una ecología natural y humana de convivencia”.
La Iglesia interpelada La Iglesia también ha quedado interpelada por este cambio de época, especialmente la Iglesia Latinoamericana, pues en ella también se ha visto encarnada la cultura machista que ha derivado en clericalismo machista. De acuerdo con el Papa Francisco y el episcopado latinoamericano, esto tiene que ser considerado en la “conversión pastoral” y debe profundizarse con urgencia una “teología de la mujer”. Ello requiere abordarse desde una perspectiva trinitaria y eclesial, y teniendo con especial consideración el testimonio de Jesús ante las mujeres de su tiempo. De acuerdo con el documento, “siguen existiendo clérigos machistas, mandones, que pretenden usar a las mujeres como servidumbre dentro de su parroquia, apenas como clientela sumisa de los cultos y mano de obra bruta para lo que se necesite (…) Ahora los Pastores tienen que considerar a las mujeres como custodias fundamentales del precioso patrimonio de fe de la Iglesia de América Latina, como su rostro de esperanza, como su tesoro de caridad. Las mujeres han de ser sujetos y destinatarias de una prioridad de cuidado pastoral. Esto significa, como repite a menudo el Papa Francisco, una adecuada formación al respecto en los Seminarios y Noviciados”.
Recomendaciones pastorales Las recomendaciones pastorales presentadas se dirigen a: • Conversión pastoral y reparación de las situaciones en que la Iglesia ha sido cómplice de atentados a la dignidad de la mujer. • Denuncia a todas las formas de discriminación, opresión, violencia y explotación que sufren las mujeres, y combate por su dignificación. • Repensar caminos adecuados para la educación afectiva y sexual de varones y mujeres, así como para la más integral preparación al sacramento del matrimonio.
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• Aprecio y aliento a las madres de América Latina en la gestación generosa de hijos, familias y pueblos. “América Latina tiene necesidad de esa revolución de la ternura y de la compasión, así como de la construcción de una cultura del encuentro, que tiene en las mujeres sus mejores protagonistas”. • Tener especial cuidado en las relaciones mutuas entre Pastores y mujeres de vida consagrada. • Replantearse la educación de los varones para ir superando sus arraigos machistas, su frecuente ausencia paterna y familiar y su irresponsabilidad en cuanto a la conducta sexual. Se requiere “desarrollar en las universidades católicas, a la luz de la antropología y moral cristianas, la investigación y reflexión necesarias que permitan conocer la situación actual del mundo de los varones, las consecuencias del impacto de los actuales modelos culturales en su identidad y misión, y pistas que puedan colaborar en el diseño de orientaciones pastorales al respecto” (Aparecida, 263d). • Poner atención en las formas de “colonización cultural e ideológica” que instrumentalizan las reivindicaciones feministas. • Cuidar esmeradamente la formación integral de los futuros sacerdotes y favorecer la participación de mujeres (de vida matrimonial o consagrada) en los procesos de formación. • Multiplicar y ampliar los puestos y las oportunidades de colaboración de mujeres en las estructuras pastorales de las comunidades parroquiales, diocesanas, a niveles de las Conferencias Episcopales y en la Curia Romana. • Invertir en la formación cristiana, teológica y profesional de las mujeres, laicas y religiosas, de manera que puedan trabajar a la par con sus colegas masculinos con toda normalidad y equilibrio. • Invitar a las instituciones católicas de enseñanza superior, y en particular a las Facultades de Teología y Filosofía, a “continuar profundizando una teología de la mujer, a la luz de la tradición y del Magisterio de la Iglesia, de renovadas reflexiones teológicas sobre la Trinidad y la Iglesia, del desarrollo de las ciencias y, en especial, de la antropología, así como de las actuales sensibilidades culturales de los movimientos y anhelos de las mujeres”. • Fomentar que la devoción mariana ayude a “considerar a María como paradigma de la “mujer nueva”, contemplándola como ejemplo extraordinario de una feminidad plena, digna de ser protegida y promovida, tanto por su importancia en la gestación de una convivencia social más humana como por la formación de los discípulos-misioneros de su Hijo”. • Promover en todas las Iglesias locales y por medio de las Conferencias Episcopales un diálogo franco y abierto entre Pastores y mujeres que se desempeñen en diversos niveles de responsabilidad.
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Marion y Macron
Voces de reivindicación del cristianismo en una sociedad post-secular POR EDUARDO VALENZUELA
El filósofo católico francés Jean Luc Marion, muy conocido por una vasta
obra centrada en la fenomenología del don, ha escrito un breve libro para confortar a los católicos franceses en un momento de turbación y desánimo (Brève apologie pour un moment catholique1, Grasset, 2017). Un poco más tarde, el presidente del gobierno francés, Emmanuel Macron, ha pronunciado un discurso inaudito en el Collège des Bernardins, un antiguo monasterio cisterciense, donde se había reunido la Conferencia Episcopal Francesa, en el que reconoce la contribución indispensable que prestan los católicos a la sociedad francesa e invita a deponer una larga historia de desconfianza y rivalidad mutua entre la Iglesia y el Estado en un momento que define como “un momento de gran fragilidad social, cuando el tejido mismo de la nación corre riesgo de rasgarse” (publicado en este mismo número de Humanitas). Ninguno de ellos ignora el largo proceso de decadencia del catolicismo francés conocido a través del síndrome de las “iglesias vacías” que contiene una caída dramática de las vocaciones sacerdotales (que alguna vez alimentaron las iglesias del mundo entero) y de la feligresía que asiste a la misa dominical. Ambos, sin embargo, encuentran que la verdadera decadencia no se encuentra tanto en el catolicismo, sino en la misma sociedad francesa, que ha perdido su capacidad de vivir en comunidad y que no encuentra ya los motivos para interesarse por el bien común. ¿De dónde proviene esta crisis? Según Marion, debe descontarse el impacto que tuvo Vichy y la derrota francesa en la Segunda Guerra Mundial, un trauma del que Francia nunca se ha recuperado y “que la dejó fuera de los constructores de la democracia moderna”. La crisis de la sociedad francesa se encuentra sobre todo en las consecuencias imprevistas del laicismo, que constituye la forma específicamente francesa de construir esa democracia, y que ha conducido a la sociedad francesa a un impasse singular. El laicismo 1 En español: Breve apología por un momento católico.
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CATOLICISMO FR ANCÉS La verdadera decadencia no se encuentra tanto en el catolicismo, sino en la misma sociedad francesa, que ha perdido su capacidad de vivir en comunidad y que no encuentra ya los motivos para interesarse por el bien común. [Christ and the Samaritan, Odilon Redon, 1895].
francés —cuya acta de nacimiento es la Ley de 19052— debe entenderse como hostilidad del Estado hacia la religión y el esfuerzo específico por eliminar la religión del espacio público, principalmente a través del control estatal de la educación y la eliminación de las asociaciones religiosas. Esta hostilidad está fundada en dos convicciones muy profundas: la primera es que la religión está destinada a desaparecer en manos de nuevas formas de conciencia modeladas por la ciencia positiva y el humanismo secular. La segunda es que el Estado puede batírsela por sí mismo en la tarea de construir una verdadera comunidad política, aunque Rousseau sabía que sin religión el Estado no alcanzaba a constituir una comunidad de espíritu y, por ello mismo, inventó una religión cívica. 2 Ley de separación de la Iglesia y el Estado.
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¿En qué consiste entonces el momento católico de Marion, es decir, el momento en que los católicos pueden dejar de lamentarse y cobrar conciencia de su importancia social? Marion observa que el catolicismo sigue siendo una comunidad portadora de dos atributos que la distinguen de cualquier otra comunidad religiosa. En primer lugar, define el cristianismo como el “pueblo de la separación”, es decir, como aquella comunidad que ha delimitado rigurosamente la frontera entre la religión y el Estado. Esta trayectoria puede trazarse, desde el comienzo, en el rechazo que los primeros cristianos hicieron del “culto al Emperador” hasta ahora, en la aceptación de la Ley de 1905 que consagra la separación moderna entre la Iglesia y el Estado que, como en todas partes, mereció el reproche de algunos en la primera hora, pero que fue muy rápidamente aceptada por todos. Entre medio de esta vasta trayectoria debe contarse la lucha de la Iglesia contra la pretensión del Emperador de arrogarse competencias teológicas en la época de los Padres de la Iglesia, la defensa del derecho de la Iglesia de nombrar sus obispos y el combate contra la simonía en la Edad Media y la lucha contra la pretensión revolucionaria de fundar iglesias nacionales que se conoce con el nombre de galicanismo, justamente porque arreció en suelo francés en la época moderna. Los cristianos aceptan de buena gana el carácter laico del Estado, lo que significa que este renuncia a la pretensión de establecer una religión, cualquiera sea, incluso la propia, y “acepta por consiguiente el derecho de creer en una religión, de cambiar de religión y de no creer en ninguna”, para repetir los mismos términos que utiliza el Presidente Macron en su reciente discurso ante la Conferencia Episcopal Francesa. No han sido siempre los católicos, sino el Estado el que ha abandonado esta posición laicista en variadas oportunidades, particularmente el estado francés, con su hostilidad específica hacia diversas formas de libertad religiosa. Dice Macron: “En calidad de jefe de Estado, soy garante de la libertad de creer y no creer, pero no soy ni el inventor ni el promotor de una religión del Estado que sustituya la trascendencia divina con un credo republicano”. La pretensión de sustituir la religión, o más exactamente de incapacitarla públicamente y relegarla al dominio privado, ha sido la tentación histórica del laicismo desde que Rousseau concibiera el republicanismo como una religión civil. Pero son los católicos, según Marion, quienes tienen muchas veces el “verdadero sentido del bien común” y quienes pueden “reestablecer el sentido de lo universal” en una comunidad política exhausta y desacreditada como la que prevalece actualmente. Desde el comienzo los cristianos rechazaron el “culto al Emperador”, pero fueron buenos ciudadanos, no solo no desafiaron la autoridad y se conformaron con ella como aconsejaba
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¿Por qué los católicos son tan importantes en la vida en común? Esta respuesta debe analizarse en el ambiente nihilista del mundo actual. El nihilismo es el desvanecimiento de los valores superiores que pierden su
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San Pablo, sino que construyeron relaciones inéditas La primera forma de concebir de fraternidad, completamente desconocidas hasta el bien común —como interés entonces, como en el trato fraternal que brindaron general— puede tener una a niños, mujeres y siervos. Todavía hoy Macron —el fundación secular, e incluso la presidente francés— no duda en celebrar el “vínculo indestructible entre el catolicismo y la nación france- segunda que implica reconocer sa” y la generosidad con que los católicos han servido el bien público como algo más al país que ha incluido el heroísmo y el martirio (por que la agregación de intereses ejemplo, durante la Resistencia francesa a Vichy), particulares, pero la tercera pero sobre todo la santidad de religiosos y laicos que forma, la comunión, solo han dejado su vida en el servicio inmoderado a los puede tener una fundación demás. Macron no duda en infringir la regla básica religiosa en la referencia crisdel laicismo cuando atribuye esa capacidad pública de los católicos a su vocación religiosa: “Si los ca- tiana al Dios del amor, que ha tólicos quisieron servir a Francia y engrandecerla, sido el soporte de tanta entrega si aceptaron morir, no es puramente en nombre de desmedida al bien común. ideales humanistas. No es en nombre de una moral judeocristiana secularizada. Es también porque estaban impulsados por su fe en Dios y su práctica religiosa”. Este es también —y exactamente— el meollo del discurso de Marion. La Fraternidad es la palabra vacía del republicanismo francés, no la Libertad y la Igualdad en la que el Estado ha realizado progresos innegables en la sociedad actual. Marion recurre a la distinción entre intereses generales (en el sentido de la voluntad de todos que se expresa en la regla de la mayoría, lo que todos quieren o al menos lo que la mayor parte de una determinada comunidad desea), bienes comunes (en el sentido de la voluntad general de Rousseau, aquello que hace bien a la comunidad, independientemente de los intereses de cada cual) y comunión, que consiste en el bien que resulta de vivir juntos. Esta última fase del bien común solo se alcanza a través de la capacidad que cada cual tiene de donarse inmoderadamente a otros, es decir de un modo que sobrepasa las exigencias de la ley o de la prudencia. La primera forma de concebir el bien común —la aceptación de la regla de la mayoría y del principio formal de legalidad— puede tener una fundación secular, e incluso la segunda que implica reconocer el bien público como algo más que la agregación de intereses particulares, pero la tercera solo puede tener una fundación religiosa en la referencia cristiana al Dios del amor, que ha sido el soporte de tanta entrega desmedida al bien común.
Macron celebra el catolicismo francés como “esa parte de la Nación que ha decidido ocuparse de la otra parte”. [Despair, Odilon Redon, 1882].
objetividad, es decir, dejan de ser estimados por sí mismos y comienzan a depender de una evaluación que remite a la voluntad de quien evalúa (que por lo demás puede cambiar fácilmente). El nihilismo descubre que la verdadera medida de las cosas es la voluntad que lucha sutil o abiertamente por imponerse y prevalecer. ¿Cómo se puede enfrentar al nihilismo? Una manera de hacerlo es la que adquiere el budismo y diversas formas de espiritualidad contemporáneas, que aniquilan la voluntad e intentan apagar la llama del deseo en el retiro místico del mundo, en el contacto panteísta con la naturaleza, en la valorización creciente de lo no humano y en el aislamiento social. Casi toda esta espiritualidad es dulce y pacífica, pero esencialmente incívica e incapaz de fundar la vida en común. La respuesta católica ha sido algo diferente: no se trata de aniquilar la voluntad, sino de orientarla hacia algo que está dado fuera de sí misma, tal
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como se dice en el Evangelio mismo: “Señor, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Esta capacidad de conformarse con la voluntad de otro esconde, desde luego, la posibilidad de la sumisión religiosa y del abuso de poder, pero también ofrece la posibilidad de crear propiamente una comunidad cuyo fundamento ha sido siempre la disposición a hacer lo que otros quieren que se haga, antes que seguir el propio deseo. Marion entrega una respuesta propia de un fenomenólogo a la cuestión decisiva de dónde depositar la voluntad propia. En este caso, en efecto, no se trata de conformar la voluntad con la razón, ni con una ley escrita de antemano, sino solo con Aquel que te ama y que puede conducir buenamente tu vida incluso por senderos inescrutables. Los católicos son gente común y corriente —dice Marion—, “pero creen en Cristo y saben que lo único que cuenta es el amor”. Cualquiera que sepa realmente esto, puede entregar su voluntad con entera confianza y donarse sin tasa ni medida. Macron, por su parte, habla de los dones que pueden ofrecer los católicos a la nación francesa en términos muy similares. Los resume de esta manera: primero, el don de la sabiduría, que define como la capacidad de ofrecer un sentido de lo Absoluto, un horizonte de salvación y una perspectiva que vaya más allá de lo efectuable. Al igual que en el texto de Marion, Macron coloca esta capacidad en la perspectiva del relativismo y del nihilismo contemporáneos que hace sentir a todo el mundo que “nada vale realmente la pena” e incapacita para actuar en el mundo público. Este sentido de lo Absoluto es el motor del compromiso —el segundo don que aportan los católicos—, que nace justamente de la esperanza de que existe algo mayor y que la medida de las cosas no es finalmente uno mismo. Macron celebra el catolicismo francés como “esa parte de la Nación que ha decidido ocuparse de la otra parte” y que se expresa en el compromiso con los enfermos, los aislados, los vulnerables, los abandonados, los discapacitados y los prisioneros, cualquiera sea su pertenencia religiosa, que son los nombres que adoptan hoy, al mismo tiempo, los niños que están por nacer y los refugiados que atraviesan el Mediterráneo en sus frágiles embarcaciones, perdiendo muchas veces la vida en ello. La Iglesia tiene la obligación de entregar aquello que sabe dar. Esta única capacidad, Marion la define como “la capacidad de producir santidad, es decir, vida en el Espíritu”. Marion cita los tres órdenes de Pascal: el orden de los cuerpos (el único orden donde el Estado puede ser eficaz), el orden del espíritu (que incluye la educación, las artes, la filosofía, donde el Estado ya tiene poco que hacer) y el orden de la santidad (donde el Estado no tiene definitivamente nada que hacer). Este último orden de realidad constituye la capacidad propia de la Iglesia, aquella que el Estado reclama a su favor porque no tiene cómo alcanzarla.
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Los textos de Macron y de Marion deben observarse, asimismo, en una perspectiva más general como textos propios de lo que algunos han llamado una “sociedad post-secular”. Esta sociedad aparece tras un proceso de acomodación entre creyentes y no creyentes que en algún momento dejan de verse mutuamente como enemigos y rivales. Tal como recuerda Marion, los católicos han aceptado ampliamente la separación entre la Iglesia y el Estado, conceden el mismo valor que cualquiera a la libertad política y a la tolerancia religiosa, y no constituyen ningún riesgo de ingreso en la vida pública a través de una propuesta integrista (una inquietud que solo pervive, e incluso moderadamente, respecto del islam). Los no creyentes, por su parte, toman conciencia de que la religión no se va a acabar ni está destinada a desaparecer y, más aún, que la conciencia religiosa es portadora de motivos completamente únicos y especiales que promueven y alientan el desarrollo de bienes públicos, en particular ciertas formas de generosidad y de solidaridad que van mucho más allá de lo que el Estado puede hacer, incluso con un sistema eficiente de educación pública, de bienestar social y de democracia política. En este mismo sentido, deben recordarse las observaciones de Habermas3 en su diálogo con el Papa Benedicto XVI el año 2004 en la Academia Católica de Baviera en Múnich4, que inaugura esta nueva forma de observar la controversia entre Estado y religión. Habermas establece claramente que la constitución del Estado liberal puede satisfacer por sí misma su necesidad de legitimación con entera independencia de argumentos religiosos o metafísicos, pero una cosa son los presupuestos normativos en que descansa la democracia constitucional y otra las motivaciones que tienen los ciudadanos para participar en ella. Todo lo que el Estado puede esperar es que los ciudadanos no transgredan la ley, pero a la hora de solicitar un esfuerzo y un sacrificio adicional (incluso tan simple como participar en las elecciones con voto voluntario) aparecen las limitaciones. El stock de argumentos puede estar más en un lado, pero el stock de motivos está más en el otro, en una dirección que favorece ampliamente a la religión. La sociedad secularizada se caracteriza por un declive sistemático de la religión en la sociedad en el marco de un clima de turbación y desánimo entre los católicos y las personas religiosas, y de indiferencia, y muchas veces de abierta animadversión, en la sociedad general. Este clima oscuro tiende, sin embargo, a disiparse, tal como lo expresan los textos de Marion y Macron. Marion reprocha a los católicos revolverse tanto tiempo en su propio sentimiento de decadencia y los exhorta a volver a la Iglesia con la 3 Habermas es un filósofo y sociólogo alemán, reconocido en todo el mundo por sus trabajos en filosofía práctica. 4 Recogido en Dialéctica de la Secularización. Sobre la razón y la religión. Ediciones Encuentro, 2012.
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La formación de actitudes post-seculares en Marion reprocha a los católa Iglesia y en la sociedad constituye un desafío licos revolverse tanto tiempo importante para el futuro de los católicos. Los ca- en su propio sentimiento de tólicos pueden retomar su misión en una sociedad decadencia y los exhorta a definitivamente no religiosa a condición de volver a volver a la Iglesia con la aquello que le es enteramente propio: su mensaje y testimonio de amor fraternal, tal como sucedió en frente en alto. Macron intelos primeros tiempos, su inaudita capacidad de amar rrumpe sorpresivamente cien al prójimo que dejó atónita a la sociedad pagana de años o más de hostilidad rela época. Ante todo, se trata de la fraternidad entre ligiosa del estado y se detiene los cristianos (“mirad cómo se aman unos a otros”), por vez primera a considerar que se funda en la unidad que procede de la común las bondades de la religión. participación en el Cuerpo de Cristo, no solamente como comunidad de creencia contenida en la advocación a un Padre nuestro, sino sobre todo como comunidad eucarística que exige volver al templo, como reclama Marion, y sobre todo abandonar las luchas de partidos y facciones que emponzoñan a las iglesias mayoritarias y las cúpulas religiosas. Pero la comunidad fraternal cristiana cumple su verdadera misión en el servicio a todos, tal como lo recuerda RatzingerBenedicto XVI a propósito del llamado de San Pablo para que el “amor servicial se ofrezca por completo a cualquiera que se acerque al cristiano y necesite de él; también cuando se recomienda que se ore por todos los hombres, que se respete totalmente a las autoridades no cristianas, y que se manifieste de manera plena que los cristianos hacen el bien a todo el mundo”5.
5 Joseph Ratzinger. La Fraternidad de los Cristianos. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2005:92.
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frente en alto. Macron interrumpe sorpresivamente cien años o más de hostilidad religiosa del Estado y se detiene por vez primera a considerar las bondades de la religión, a riesgo de no encontrar a nadie dispuesto a escucharlo en las propias filas del catolicismo, lo que constituye precisamente el temor de Marion.
El Collège des Bernardins, donde se realizó el encuentro entre Macron y la Conferencia Episcopal Francesa, fue construido a partir de 1248 y fundado por Étienne de Lexington, Abad de Clairvaux. Su renovación fue completada en 2008 y hoy sirve como lugar de diálogo e investigación para la Iglesia y la sociedad. En él se realizan debates, conferencias, simposios, exposiciones y conciertos, entre otros. Desde 2009, alberga a la Academia Católica de Francia.
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Gentileza de Collège des Bernardins ©LaurencedeTerline. 42
Discurso del Presidente de la República Emmanuel Macron ante los obispos de Francia
El vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha dañado y nos toca repararlo Palabras pronunciadas por el Presidente de la República Emmanuel Macron ante la Conferencia Episcopal Francesa, en un encuentro realizado en el Collège des Bernardins, París, 9 de abril de 2018.
Agradezco enormemente a usted, Monseñor , y a la Conferencia Episco1
pal Francesa la invitación a expresarme aquí esta noche, en este lugar tan especial y hermoso del Collège des Bernardins, por lo cual también quiero agradecer a los encargados y equipos. Para encontrarnos aquí esta noche, Monseñor, usted y yo hemos desafiado a los escépticos de cada sector. Y si lo hemos hecho es sin duda porque compartimos confusamente la sensación de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha deteriorado, y tanto a usted como a mí nos interesa repararlo. Para esto, no hay otro medio fuera del diálogo. Este diálogo es indispensable, y si tuviera que resumir mi punto de vista, diría que una Iglesia que pretendiese desinteresarse de los asuntos temporales no llevaría a cabo su vocación, y que un presidente de la República que pretendiese desinteresarse de la Iglesia y los católicos no estaría cumpliendo con su deber. El ejemplo del coronel Beltrame2, con el cual, Monseñor, usted acaba de terminar sus palabras, ilustra este punto de vista de una manera que me parece luminosa. Con posterioridad a la trágica jornada del 23 de marzo, muchas personas han procurado calificar las instancias secretas del gesto heroico 1 Se dirige a monseñor Georges Pontier, presidente de la Conferencia Episcopal de Francia. 2 Se refiere a Arnaud Beltrame, gendarme que murió tras las heridas que recibió luego de intercambiar su lugar con una rehén que estaba siendo usada como escudo humano durante un ataque en el sur de Francia, el día 23 de marzo del 2018. Beltrame habría abrazado la fe católica meses antes del ataque y seguía un curso con su esposa para celebrar su matrimonio religioso (el que fue realizado en su lecho de muerte).
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Macron se dirige a la Conferencia Episcopal Francesa, París, 9 de abril de 2018.
del coronel: hay quienes visualizaron ahí la aceptación del sacrificio propia de su vocación militar; otros vieron la manifestación de una fidelidad republicana alimentada por su recorrido masónico; otros, por último —y especialmente su esposa—, interpretaron su acto como traducción de su ardiente fe católica, dispuesta a la prueba suprema de la muerte. En realidad, esas dimensiones están tan entrelazadas que resulta imposible desenredarlas, y además es inútil, ya que esa conducta heroica constituye la entrega de la verdad de un hombre en toda su complejidad. Sin embargo, en Francia, este país que no escatima su desconfianza con respecto a las religiones, no he escuchado pronunciarse voz alguna para objetar la siguiente evidencia, grabada en la esencia de nuestro imaginario colectivo: cuando llega la hora de la mayor intensidad, cuando la prueba impone agrupar todos los recursos con que se cuenta al servicio de Francia, la parte del ciudadano y la parte del católico arden, en el verdadero creyente, en una misma llama. Estoy convencido de que los vínculos más indestructibles entre la nación francesa y el catolicismo se forjaron en aquellos momentos en los cuales se comprobó el valor real de los hombres y las mujeres. No es necesario remontarse a los constructores de catedrales ni a Juana de Arco: la historia reciente nos ofrece mil ejemplos, desde la Union Sacrée (Unión Sagrada) de 19143 hasta la Résistants (Resistencia) de 1940 4, desde los 3 La Unión Sagrada fue una tregua política llevada a cabo durante la Primera Guerra Mundial, la que establecía no oponerse al gobierno ni convocar ninguna huelga. 4 La Resistencia francesa se refiere al conjunto de los movimientos y organismos de resistencia frente a la ocupación nazi de Francia y al gobierno colaboracionista de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Numerosos miembros de la Iglesia participaron en ella de forma significativa. La Cruz de Lorena fue el símbolo de la Resistencia, escogida por el general Charles de Gaulle.
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No me equivoco al decir esto. Si los católicos quisieron servir a Francia y engrandecerla, si aceptaron morir, no es puramente en nombre de ideales humanistas. No es en nombre de una moral judeocristiana secularizada. Es también porque estaban impulsados por su fe en Dios y su práctica religiosa.
No me equivoco al decir esto. Si los católicos quisieron servir a Francia y engrandecerla, si aceptaron morir, no es puramente en nombre de ideales humanistas. No es en nombre de una moral judeocristiana secularizada. Es también porque estaban impulsados por su fe en Dios y su práctica religiosa. [Macron rinde homenaje a Arnaud Beltrame, 28 de marzo de 2018].
Hay quienes podrán considerar que en semejantes propósitos hay una infracción contra la laicidad; pero después de todo, también contamos con mártires y héroes de todas las confesiones, y nuestra historia reciente nos lo ha mostrado nuevamente, incluyendo ateos que en el fondo de su moral encontraron las fuentes de un sacrificio total. Reconocer a unos no es disminuir a los otros, y considero que ciertamente no es función de la laicidad negar lo espiritual en nombre de lo temporal ni desarraigar de nuestras sociedades la parte sagrada que nutre a tantos de nuestros conciudadanos.
Cegarme voluntariamente sobre la dimensión espiritual que los católicos confieren a su vida moral, intelectual, familiar, profesional y social sería condenarme a tener de Francia solo una visión parcial; sería desconocer el país, su historia y sus ciudadanos, y afectando indiferencia iría en contra de mi misión. Y no tengo en mayor medida esa misma indiferencia con respecto a las demás confesiones hoy presentes en nuestro país. Y precisamente porque no soy indiferente percibo en qué medida el camino compartido desde hace tanto tiempo por el Estado y la Iglesia está hoy sembrado de malentendidos y desconfianza recíprocos. 5 Se conoce como Justos de Francia a cerca de 2.800 franceses que ayudaron a judíos a escapar de los Nazis, ellos se encuentran entre los alrededor de 21.000 “Justos entre las Naciones”. 6 Los Padres de Europa son aquellas personas que participaron en la construcción de las Comunidades Europeas, primero, y de la Unión Europea (UE), después. 7 Dentro de las corrientes del sindicalismo moderno se encuentra la cristiana, organizada en la Confederación Mundial del Trabajo (CMT). 8 El padre Jacques Hamel fue un sacerdote católico francés asesinado el 26 de julio de 2016 mientras celebraba la misa, en el atentado de la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray –de la que era párroco auxiliar– ejecutado por miembros del Estado Islámico.
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Justes ( Justos) 5 hasta los nuevos fundadores de la República, desde los Padres de Europa6 hasta los inventores del sindicalismo moderno7, desde la gravedad eminentemente digna a continuación del asesinato del padre Hamel8 hasta la muerte del coronel Beltrame. Ciertamente Francia ha sido fortalecida por el compromiso de los católicos.
No ocurre, por cierto, por primera vez en nuestra historia. Es propio de la naturaleza de la Iglesia cuestionar constantemente su relación con lo político, en esa vacilación perfectamente descrita por Marrou en su Teología de la Historia9, y la historia de Francia ha visto sucederse momentos en que la Iglesia se instalaba en el centro de la ciudad y otros en los cuales lo hacía extramuros. Pero hoy, en este momento de gran fragilidad social, cuando el tejido mismo de la nación corre riesgo de rasgarse, considero propio de mi responsabilidad no permitir la erosión de la confianza de los católicos con respecto a la política y los políticos. No puedo optar por semejante abandono, y no podría permitir que se agrave esa decepción. Es tanto más cierto que la situación actual es en menor medida fruto de una decisión de la Iglesia que el resultado de varios años durante los cuales los políticos han ignorado profundamente a los católicos de Francia. Así, por un lado, parte de la clase política sin duda ha exagerado en cuanto al vínculo con los católicos, a menudo únicamente por motivos demasiado evidentemente electoralistas. De ese modo se redujo a los católicos a ese animal extraño llamado “electorado católico”, que en realidad es una sociología. Y de ese modo se dio base a una visión comunitarista en contradicción con la diversidad y la vitalidad de la Iglesia de Francia, pero también con la aspiración del catolicismo a lo universal —como su nombre lo indica— en provecho de una reducción de categorías bastante mediocre. Y por otro lado se encontraron todos los motivos para no escuchar a los católicos, relegándolos por desconfianza adquirida y por cálculo al rango de minoría militante en contradicción con la unanimidad republicana. Por razones tanto biográficas como personales e intelectuales, tengo una mejor idea de los católicos. Y no me parece sano ni bueno que el político se haya ingeniado con tanta determinación para instrumentalizarlos o ignorarlos, por cuanto lo que necesitamos para hacer que las cosas evolucionen, en el buen sentido, es un diálogo y una cooperación totalmente distintos y una contribución absolutamente de otro peso a la comprensión de nuestra época y a la acción. Eso es lo que mostró debidamente su hermoso discurso, Monseñor. Las preocupaciones que usted plantea —y procuraré responder a algunas o 9 Se hace referencia a la obra Teología de la Historia de Henri-Irénée Marrou (Madrid, Rialp, 1978). En ella el autor reflexiona, desde la fe, sobre lo que es la historia, su sentido, alcances y significados. Marrou fue un historiador católico Francés, especializado en la antigüedad tardía francesa, en el cristianismo primitivo, en los Padres de la Iglesia (particularmente San Agustín de Hipona), en la educación antigua y en la filosofía de la historia. Fue parte de la Resistencia y ocupó la cátedra de historia del cristianismo en la Sorbona. Su fe y sus conocimientos teológicos le permitieron jugar un papel importante en la Iglesia.
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contribuir al respecto con un esclarecimiento provisorio—, estas preocupaciones no son las fantasías de algunos. Sus interrogantes no se limitan a los intereses de una comunidad restringida; son preguntas para todos nosotros, para toda la nación, para nuestra humanidad completa. Este cuestionamiento interesa a toda Francia, no por ser específicamente católico, sino porque descansa en una idea del hombre, su destino y su vocación de carácter central para nuestro devenir inmediato, porque aspira a ofrecer un sentido e indicaciones a quienes demasiado a menudo lo requieren. Estoy aquí esta noche precisamente porque quiero hacer justicia a esas interrogantes, y para solicitar a usted solemnemente que no se sienta al margen de la República, y recupere en cambio el gusto y la sal del rol que siempre ha desempeñado. Sé que sobre las raíces cristianas de Europa se ha debatido tanto como sobre el sexo de los ángeles, y que esa denominación ha sido descartada por los parlamentarios europeos; pero después de todo, la evidencia histórica suele prescindir de semejantes símbolos, y sobre todo no son las raíces lo que nos importa, ya que bien pueden también haber muerto; lo que importa es la savia, y estoy convencido de que la savia católica debe contribuir aún y siempre a hacer vivir nuestra nación. Estoy aquí esta noche precisamente para intentar circunscribir eso, para decirle que la República espera mucho de usted; espera, si usted me permite decirlo, que le otorgue tres dones: el don de su sabiduría, el don de su compromiso y el don de su libertad.
La urgencia de nuestra política contemporánea reside en recuperar su arraigo en la interrogante sobre la persona. Ya no podemos, en el mundo tal como está, contentarnos con un progreso económico o científico que no se pregunte sobre su impacto en la humanidad o en el mundo.
La urgencia de nuestra política contemporánea reside en recuperar su arraigo en la interrogante sobre el hombre o —para hablar con Mounier10 — sobre la persona. Ya no podemos, en el mundo tal como está, contentarnos con un progreso económico o científico que no se pregunte sobre su impacto en la humanidad o en el mundo. Es lo que procuré expresar en la tribuna de las Naciones Unidas, en Nueva York, pero también en Davos o incluso en el Collège de France cuando hablé de inteligencia artificial: necesitamos dar rumbo a nuestra acción, y ese rumbo es el hombre.
10 Se refiere a Emmanuel Mounier, al que cita más abajo (1905 - 1950), filósofo católico francés conocido por ser fundador del movimiento personalista. Su corriente filosófica surge en 1932 con la creación de la revista Esprit (Espíritu), a través de la cual difundió su pensamiento. Sus ideas fueron influyentes en el período conciliar y hacen eco en una Europa dividida y amenazada por las diferentes ideologías colectivistas de la época (comunismo, fascismo y nazismo), las que dejaban de lado la reflexión sobre la centralidad de la persona humana y su dignidad.
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Ahora bien, no es posible avanzar en esta vía sin cruzar el camino del catolicismo, que desde hace siglos profundiza pacientemente sobre este cuestionamiento. Profundiza sobre su propio cuestionamiento en un diálogo con las otras religiones. Este cuestionamiento le da la forma de una arquitectura, una pintura, una filosofía, una literatura, todas las cuales procuran expresar de mil maneras la naturaleza humana y el sentido de la vida. “Venerable porque conoció bien al hombre”, dice Pascal sobre la religión cristiana.11 Y ciertamente otras religiones, otras filosofías han profundizado sobre el misterio del hombre; pero la secularización no podría eliminar la larga tradición cristiana. En el centro de esa interrogante sobre el sentido de la vida, en el lugar que reservamos para la persona, en la manera como le otorgamos su dignidad, usted, Monseñor, ha situado dos temas de nuestra época: la bioética y el tema de los migrantes. También ha establecido un vínculo íntimo entre temas que la política y la moral comunes habrían abordado gustosas por separado. Usted estima que nuestro deber es proteger la vida, especialmente cuando esa vida es indefensa. En la vida del niño por nacer y del ser que ha llegado al umbral de la muerte, o del refugiado que todo lo ha perdido, visualiza ese rasgo común de la indigencia, la desnudez y la vulnerabilidad absoluta. Esos seres están expuestos. Lo esperan todo del otro, de la mano extendida, de la benevolencia que se ocupará de ellos. Esos dos temas movilizan nuestra parte más humana y la concepción misma que adoptamos de lo humano, y esa coherencia se impone a todos. He escuchado, Monseñor, Señores y Señoras, las inquietudes provenientes del mundo católico, y quiero aquí procurar responder a ellas, o en todo caso entregar nuestra parte de verdad y convicción. Sobre los migrantes, se nos reprocha a veces no acoger con suficiente generosidad o dulzura, permitir que se instalen casos preocupantes en los centros de retención o rechazar a veces a los menores aislados. Se nos acusa también de permitir que prosperen actos de violencia policial. Con todo, a decir verdad, ¿qué estamos haciendo nosotros? En la urgencia, procuramos poner fin a situaciones que hemos heredado y se desarrollan a causa de la falta de normas, de su indebida aplicación o mala calidad, y pienso aquí en los plazos de los trámites administrativos, pero también en las condiciones de otorgamiento de los títulos de refugiado.
11 “Venerable, porque ha conocido perfectamente al hombre; amable, porque le promete el verdadero bien.” Blaise Pascal en Pensamientos. Traducción y ampliación de Xavier Zubiri, Alianza Editorial, España, 2004.
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Nuestro trabajo, dirigido día a día por el ministro de Estado, consiste en salir de la deriva jurídica de las personas que ahí se pierden y esperan en vano, que procuran reconstruir algo aquí y luego son expulsadas mientras otras, que podrían hacer su vida donde estamos nosotros, padecen de condiciones de acogida degradadas en centros desbordados. Es la conciliación entre el derecho y la humanidad lo que intentamos. El Papa dio un nombre a este equilibrio, lo llamó “prudencia”, atribuyendo esta virtud aristotélica al gobierno, enfrentado ciertamente a la necesidad humana de acoger, pero también a la necesidad política y jurídica de hospedar e integrar. Es el rumbo de ese humanismo realista que he observado. Siempre habrá situaciones difíciles. Habrá a veces situaciones inaceptables y en cada oportunidad tendremos que hacer juntos todo lo posible para resolverlas. Tampoco olvido, en todo caso, que además tenemos a cargo la responsabilidad de territorios con frecuencia difíciles adonde llegan esos refugiados. Sabemos que la afluencia de poblaciones nuevas sume a la población local en la incertidumbre, empujándola hacia opciones políticas extremas y desencadenando a menudo un repliegue propio del reflejo de protección. Está apareciendo una forma de angustia cotidiana que genera una especie de competencia de las miserias. Nuestra exigencia se encuentra justamente en una tensión ética permanente entre mantener estos principios de un humanismo que es nuestro y no renunciar a nada en particular para proteger a los refugiados. Es nuestro deber moral y está inscrito en nuestra Constitución comprometernos claramente para que se mantenga el orden republicano y esta protección de los más débiles no se traduzca por consiguiente en anomia y falta de discernimiento, ya que también hay normas que será preciso hacer valer. Y para que se encuentren lugares, como se decía recién, en los centros de hospedaje o en las situaciones más difíciles es preciso además aceptar que al asumir nuestra parte de esa miseria no podemos tomarla enteramente sin distinción de situaciones, y además tenemos que mantener la cohesión nacional del país, donde a veces ya nadie habla de esa generosidad evocada por nosotros esta noche y solo quieren ver la parte espantosa del otro, alimentando ese gesto para llevar más lejos su proyecto. Precisamente por cuanto tenemos que mantener estos principios a veces contradictorios en una tensión constante, he querido que adoptemos ese humanismo realista, y lo asumo plenamente ante usted. Donde necesitamos su sabiduría es para mantener este discurso de humanismo realista en todas partes, para conducir hacia el compromiso a quienes puedan ayudarnos y para evitar los discursos sobre lo peor, la intensificación
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“La Iglesia no es, en mi opinión, esa instancia que demasiado a menudo se caricaturiza como guardián de las buenas costumbres; es esa fuente de incertidumbre que recorre cada vida y hace del diálogo, de la interrogante, de la búsqueda la esencia misma del sentido, incluso entre quienes no creen”. Gentileza de Collège des Bernardins ©LaurencedeTerline.
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de los temores que seguirán alimentándose de esta parte de nosotros, ya que la afluencia masiva de la cual usted ha hablado y recién yo evocaba no va a cesar de un día para otro, y es fruto de grandes desequilibrios en el mundo. Y tanto los conflictos políticos como la miseria económica y social o los desafíos climáticos seguirán alimentando en los próximos años y décadas grandes migraciones a las cuales nos enfrentaremos, y tendremos que seguir incansablemente con este rumbo, procurando constantemente mantener nuestros principios de acuerdo con la realidad, y al respecto no haré concesiones ni a unos ni a otros, ya que eso implicaría no cumplir mi misión. En cuanto a la bioética, a veces se sospecha que tenemos una agenda oculta y conocemos anticipadamente los resultados de un debate que abrirá nuevas posibilidades para la procreación asistida, abriendo la puerta a prácticas como la gestación subrogada, que luego se impondrán irresistiblemente. Y hay quienes dicen que la introducción en estos debates de representantes de la Iglesia Católica y de los demás cultos, tal como la he llevado a cabo desde el comienzo de mi mandato, es un cebo artificial destinado a diluir la palabra de la Iglesia o tomarla como rehén. Como usted sabe, he decidido que la opinión del Consejo Consultivo Nacional de Ética (CNNE), señor Presidente, no era suficiente, y era preciso enriquecerla con la opinión de religiosos responsables. Y he querido también que este trabajo sobre las leyes bioéticas que nuestro derecho nos impone revisar pueda nutrirse con un debate organizado por el Consejo, pero en el cual todas las familias filosóficas, religiosas y políticas, de nuestra sociedad puedan expresarse de manera plena y total. Por cuanto estoy convencido de que no estamos frente a un problema sencillo, que podría resolverse mediante una sola ley, sino a veces frente a debates morales, éticos profundos, que llegan a lo más íntimo de cada uno de nosotros, escucho a la Iglesia cuando se muestra rigurosa en cuanto a los fundamentos humanos de toda evolución técnica; escucho la voz de usted cuando nos invita a no reducir nada a esta acción técnica cuyos límites ha mostrado perfectamente; escucho sobre el lugar esencial que atribuye en nuestra sociedad a la familia —a las familias, me atrevería a decir— y escucho también esa preocupación por saber conjugar la filiación con los proyectos que los padres puedan tener para sus hijos.
En calidad de jefe de Estado, soy garante de la libertad de creer y no creer, pero no soy ni el inventor ni el promotor de una religión del Estado que sustituya la trascendencia divina con un credo republicano.
Estamos enfrentando también una sociedad donde las formas de la familia evolucionan radicalmente, donde la condición del niño a veces se confunde
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y donde nuestros conciudadanos sueñan con fundar células familiares con un modelo tradicional a partir de esquemas que lo son menos. Escucho las recomendaciones formuladas por las instancias católicas, las asociaciones católicas, pero también al respecto ciertos principios enunciados por la Iglesia enfrentan realidades contradictorias y complejas por las cuales están pasando los mismos católicos. Todos los días, todos los días las mismas asociaciones católicas y los sacerdotes acompañan a familias monoparentales, familias divorciadas, familias homosexuales, familias que recurren al aborto, a la fecundación in vitro, a la procreación médica asistida, familias que enfrentan el estado vegetativo de uno de sus miembros, familias donde uno cree y otro no, con lo cual se deterioran en ellas las opciones espirituales y morales, y sé que eso también es parte de su experiencia cotidiana. La Iglesia presta incansablemente asistencia en esas situaciones delicadas, procurando conciliar esos principios con la realidad. Por eso, no estoy diciendo que la experiencia de lo real deshaga o invalide las posiciones adoptadas por la Iglesia; simplemente digo que ahí también es preciso encontrar el límite, ya que la sociedad está abierta a todo lo posible, pero la manipulación y la fabricación de lo vivo no pueden ampliarse infinitamente sin poner en tela de juicio la idea misma del hombre y de la vida. Así, el político y la Iglesia comparten esta misión de ponerse manos a la obra en la realidad, de enfrentar todos los días aquello que lo temporal —si me atrevo a decir— tiene de más temporal. Y esto es a menudo difícil, complicado, exigente e imperfecto. Y las soluciones no surgen por sí mismas; nacen de la articulación entre lo real y un pensamiento, un sistema de valores, una concepción del mundo. Son muy a menudo la elección del mal menor, siempre precario, y eso también es exigente y difícil. Por eso no nos encogemos de hombros al escuchar a la Iglesia sobre esos temas. Escuchamos una voz que obtiene su fuerza de lo real y su claridad de un pensamiento en que la razón dialoga con una concepción trascendente del hombre. La escuchamos con interés, con respeto, e incluso podemos hacer nuestra gran cantidad de sus planteamientos; pero esa voz de la Iglesia, sabemos en el fondo usted y yo, no puede ser terminante, porque es producto de la humildad de quienes constituyen lo temporal. Por consiguiente, no puede sino ser de cuestionamiento. Y en todos esos temas, especialmente los dos que acabo de citar, por cuanto se construyen en profundidad en esas tensiones éticas entre nuestros principios, a veces entre nuestros ideales y la realidad, nos vemos conducidos hacia la profunda humildad de nuestra condición. El Estado y la Iglesia son parte de dos órdenes institucionales distintos, que no ejercen su mandato en el mismo plano; pero ambos ejercen una
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autoridad e incluso una jurisdicción. Así, todos nosotros hemos forjado nuestras certezas y tenemos la obligación de formularlas con claridad, para establecer reglas, ya que es nuestro deber de estado. Además, el camino que compartimos podría reducirse a no ser sino el comercio de nuestras certezas. Pero también sabemos, tanto usted como nosotros, que nuestra tarea va más allá. Sabemos que consiste en dar vida a la inspiración de lo que servimos, en hacer crecer la llama, aun cuando sea difícil y sobre todo si es difícil. Debemos constantemente sustraernos a la tentación de actuar como meros gestores de lo que se nos ha confiado. Y por eso nuestro intercambio no debe basarse en la solidez de ciertas certezas, sino en la fragilidad de lo que nos interroga y a veces nos desconcierta. Debemos atrevernos a basar nuestra relación en el hecho de compartir esas incertidumbres, es decir, compartir las interrogantes y específicamente interrogantes sobre el hombre. Es ahí donde nuestro intercambio siempre ha sido más fecundo: en la crisis ante lo desconocido, ante el riesgo; en la conciencia común del paso por dar, de la apuesta por intentar. Y es ahí donde con mayor frecuencia la nación ha crecido gracias a la sabiduría de la Iglesia, ya que desde hace siglos y milenios la Iglesia hace sus apuestas y se atreve a correr riesgos. Es así como ha enriquecido la nación. Eso constituye —si usted me lo permite— la parte católica de Francia. Es esa parte que en el horizonte secular inculca la interrogante intranquila de la salvación, que cada uno —creyente o no creyente— interpretará a su manera, pero todos presienten que pone en juego toda su vida, el sentido de esa vida, el alcance que se le da y la huella que va a dejar. Ese horizonte de la salvación ciertamente en general ha desaparecido completamente en las sociedades contemporáneas, pero esto es un error y se percibe en muchas señales que permanece oculto. Cada uno tiene su forma de nombrarlo, de transformarlo, de llevarlo; pero evidentemente ante la interrogante del sentido y de lo absoluto en nuestras sociedades, en todas las vidas, incluso las más resueltamente materiales, se produce una especie de estremecimiento en el sentido gráfico del término. Paul Ricoeur12 —si me permite usted citarlo esta tarde— encontró los términos justos en una conferencia pronunciada en Amiens, en 1967: “Mantener un objetivo lejano para los hombres: llamémoslo un ideal, en el sentido moral, y una esperanza en el sentido religioso”. Esa noche, ante un público en el cual algunos tenían fe y otros no, Paul Ricoeur invitó a su auditorio a ir más allá de lo que él llamó “la perspectiva sin perspectiva”, con esa 12 Paul Ricoeur (1913-2005) fue un filósofo francés, protestante, cuyo pensamiento combina la corriente hermenéutica con la corriente fenomenológica. Fue fundador del Instituto Mounier y una voz cristiana de mucha influencia en la filosofía actual. Juan Pablo II le entregó a Ricoeur en 2003 el quinquenal Premio Internacional Pablo VI, reconociendo que su investigación «manifiesta cómo es fecunda la relación entre filosofía y teología, entre fe y cultura».
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fórmula que —no lo dudo— nos reunirá a todos aquí esta tarde: “Aspirar a más, pedir más”. Eso es la esperanza: siempre espera más que lo factible. Así, la Iglesia no es, en mi opinión, esa instancia que demasiado a menudo se caricaturiza como guardián de las buenas costumbres; es esa fuente de incertidumbre que recorre cada vida y hace del diálogo, de la interrogante, de la búsqueda la esencia misma del sentido, incluso entre quienes no creen. Por ese motivo, el primer don que pido a usted es la humildad en el cuestionamiento, el regalo de esa sabiduría que encuentra su arraigo en la interrogante sobre el hombre y por consiguiente en las interrogantes que el hombre se plantea. Porque eso es lo mejor de la Iglesia, es la que dice “Llamad y se os abrirá”13 y se presenta como recurso y voz amiga en un mundo donde la duda, lo incierto, lo cambiante constituyen la norma; donde el sentido siempre escapa y siempre se reconquista; es una Iglesia de la cual no espero lecciones, sino más bien esa sabiduría de la humildad ante esos dos temas en particular que usted ha querido citar y yo acabo de esbozar en respuesta, porque no podemos sino tener un horizonte común, y procurando cada día hacer algo mejor, aceptando en el fondo la parte “de intranquilidad” irreductible que se da con nuestra acción. El cuestionamiento no implica negarse a actuar; por el contrario, es procurar que la acción esté en conformidad con principios que la anteceden y le dan fundamento, y esta coherencia entre pensamiento y acción constituye la fuerza de ese compromiso que Francia espera de usted, ese segundo don del cual yo deseaba hablarle. Lo que afecta a nuestro país —ya tuve ocasión de decirlo— no es únicamente la crisis económica; es el relativismo, es incluso el nihilismo; es todo cuanto hace pensar que eso no vale la pena: no vale la pena aprender, no vale la pena trabajar y, sobre todo, no vale la pena extender la mano y comprometerse con el servicio, por grande que sea. El sistema ha encerrado progresivamente a nuestros conciudadanos en “el para qué”, dejando de remunerar realmente el trabajo o desalentando la iniciativa, protegiendo mal a los más débiles, poniendo en arresto domiciliario a los más desfavorecidos y más aun considerando que la era posmoderna a la cual llegamos colectivamente constituía la era de la gran duda, que permitía renunciar a todo lo absoluto. En ese contexto de reducción de la solidaridad y la esperanza, los católicos se dirigieron masivamente hacia la acción asociativa, hacia al compromiso. Hoy son ustedes un gran componente de esa parte de la Nación que ha decidido ocuparse de la otra parte. Hemos visto recientemente testimonios muy emocio13 Mateo 7:7.
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nantes de eso: el testimonio de los enfermos, de las personas aisladas, de los venidos a menos, de los vulnerables, de los abandonados, de las personas con necesidades especiales, de los presos, independientemente de su condición étnica o religiosa. Bataille llamaba a esto “la parte maldita”,14 expresión a veces tergiversada, pero que constituye parte esencial de una sociedad por cuanto por eso se juzga una sociedad o una familia… por su capacidad de reconocer a aquella o aquel que ha tenido un recorrido distinto, un destino distinto, y de comprometerse con el mismo. Los franceses no siempre miden este cambio del Mujer de la resistencia francesa. compromiso católico: han pasado ustedes de las actividades de trabajadores sociales a las de militantes asociativos a disposición de la parte frágil de nuestro país. En realidad, las asociaciones o los católicos se comprometen independientemente de ser o no explícitamente católicos, como los restaurantes del corazón15. Temo que los políticos se han comportado durante demasiado tiempo como si ese compromiso fuese un acervo, como si fuese normal, como si la cura aplicada de este modo por los católicos y tantas otras personas para el sufrimiento social fuese producto de cierta impotencia pública. Quisiera saludar con muchísimo respeto a todas y todos aquellos que han optado por eso sin medir su tiempo y su energía, y permítame también saludar a todos esos sacerdotes y religiosos que han dedicado su vida a ese compromiso y que en las parroquias francesas cada día acogen, intercambian, actúan muy junto a la angustia o las desgracias o comparten la alegría de las familias cuando se producen acontecimientos felices. Entre ellos se encuentran también capellanes en los institutos armados y en nuestras cárceles, y saludo aquí a sus representantes: ellos también son personas comprometidas. Y permítame asociar asimismo a esto a todos los participantes de otras religiones cuyos representantes se encuentran aquí presentes y comparten esta comunidad de compromiso con ustedes. Este compromiso es vital para Francia, y más allá de los llamados, requerimientos o interpelaciones que ustedes nos dirigen para decirnos 14 En el libro “La Parte Maldita” de Georges Bataille (1949), el autor hace una crítica al derroche como base de la economía, refiriéndose a los procesos de formación de la subjetividad humana, escindida entre la utilidad y el gasto. 15 Les Restaurants du Coeur es una Fundación francesa sin fines de lucro, que distribuye comida a los más desfavorecidos.
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Hogar de niños judíos refugiados por el holocausto, Chabannes, Francia, 1941.
que hagamos más y mejor, yo sé y todos sabemos que el trabajo que realizan no es un remedio para salir del paso, sino parte del fundamento mismo de nuestra cohesión nacional. Ese don del compromiso no solo es vital, sino también ejemplar; pero he venido a llamarlos a hacer aún más, ya que no es un misterio que la energía dedicada a este compromiso asociativo también ha estado en gran medida ausente en el compromiso político. Ahora bien, creo que la política, por decepcio- Creo que la política, por denante que haya podido ser para algunos, o carente cepcionante que haya podido de sensibilidad para otros, necesita la energía de ser para algunos, o carente de las personas comprometidas, la energía de ustesensibilidad para otros, necedes. Necesita la energía de quienes dan sentido a la acción y depositan en su corazón una forma sita la energía de las personas de esperanza. Más que nunca, la acción política comprometidas, la energía de necesita lo que la filósofa Simone Weil16 llamaba ustedes. Necesita la energía de la efectividad, es decir, esa capacidad para hacer quienes dan sentido a la acexistir en lo real los principios fundamentales que ción y depositan en su corazón estructuran la vida moral e intelectual y —cuando una forma de esperanza. corresponde— las creencias espirituales. Es lo que han aportado a la política francesa grandes figuras como el General de Gaulle, Georges Bidault, Robert Schuman, Jacques Delors17 o también grandes conciencias francesas que han iluminado la acción política, 16 Simone Weil (1909-1943) fue una filósofa y mística cristiana francesa, bautizada poco antes de morir. 17 Todos ellos fueron políticos de gran calibre, católicos y franceses. Charles de Gaulle fue presidente de la República Francesa entre los años 1959 y 1969, militar, escritor y una de las figuras influyentes en la historia del proceso de construcción de la Unión Europea; Georges-Augustin Bidault fue presidente del gobierno provisional francés en 1946 y militante de las juventudes católicas; Robert Schuman tuvo una determinante participación en la creación de las Comunidades Europeas, y Jacques Delors fue presidente de la Comisión Europea entre los años 1985 y 1999.
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como Clavel, Mauriac, Lubac o Marrou18 , y no es una práctica teocrática ni una concepción religiosa del poder lo que se ha manifestado, sino una exigencia cristiana introducida en el campo laico de la política. Es preciso ocupar hoy día ese lugar, no porque la política francesa requiera su cuota de católicos, protestantes, judíos o musulmanes, ni porque los responsables políticos de calidad solo se reclutarían en las filas de la gente de fe, sino porque esa llama común de la cual yo hablaba recién a propósito de Arnaud Beltrame forma parte de nuestra historia y de lo que siempre ha guiado a nuestro país. La disminución de esa luz o el hecho de ponerla debajo de la cama no es una buena noticia. Por ese motivo, desde mi punto de vista, un punto de vista de jefe de Estado, un punto de vista laico, debo preocuparme de que quienes trabajan en el seno de la sociedad francesa, quienes se comprometen para curar sus heridas y consolar a sus enfermos tengan también una voz en el escenario político tanto nacional como europeo. Esta noche quiero llamarlos precisamente a comprometerse políticamente en nuestro debate nacional y europeo, porque la fe de ustedes es parte del compromiso que ese debate necesita y porque históricamente siempre lo han alimentado, ya que la efectividad implica no desconectar la acción individual de la acción política y pública. Al respecto, debo recordar la claridad perfecta del texto propuesto por la Conferencia Episcopal en noviembre de 2016 a raíz de la elección presidencial, titulado “Volver a encontrar el sentido de la política”. Algunos meses antes yo fundé “En Marche”19, y sin pretender, Monseñor, entrar en una querella por derechos de autor, leí en esa ocasión una frase cuya consonancia con lo que guio mi compromiso me impresionó. Cito lo que estaba escrito: “No podemos permitir que nuestro país vea correr riesgo de deteriorarse gravemente aquello que constituye su fundamento, con todas las consecuencias que puede experimentar una sociedad dividida. Es un trabajo de reestructuración al cual debemos dedicarnos juntos”. Búsqueda del sentido, nuevas solidaridades, pero también esperanza en Europa: ese documento enumera todo cuanto puede llevar a un ciudadano a comprometerse, y se dirige a los católicos vinculando con sencillez la fe con el compromiso político mediante esta fórmula, que cito: “El peligro residiría en olvidar lo que nos ha construido, o por el contrario soñar con el
18 Todos ellos fueron grandes personalidades literarias y católicas. Maurice Clavel (1920-1979), escritor; François Mauriac (1885-1970), conocido por ser uno de los más grandes escritores católicos del siglo X X; Henri de Lubac (1896-1991), Cardenal jesuita francés, fue uno de los teólogos más influyentes del siglo X X, contribuyó decisivamente en la teología del Concilio Vaticano II, y Henri-Irénée Marrou (1904-1977), mencionado más arriba. 19 En marcha es un partido político socioliberal, liderado por Macron, cuyo nombre oficial es Asociación para la Renovación de la Vida Política.
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retorno a una edad de oro imaginaria o aspirar a una iglesia de puros y una contracultura situada fuera del mundo, en posición de desplome y de jueces”. Desde hace demasiado tiempo, el campo político se convirtió en un teatro de sombras, y aún hoy día el discurso político se nutre con demasiada frecuencia de los esquemas más gastados y reductores, pareciendo ignorar la inspiración de la historia y lo que exige de nosotros el retorno de lo trágico en nuestro mundo contemporáneo. Por mi parte, pienso que podemos construir una política efectiva, una política que escape al cinismo común para registrar en lo real lo que debe constituir la primera obligación del político, quiero decir la dignidad del hombre. Creo en un compromiso político al servicio de esa dignidad, que la reconstruya donde ha sido escarnecida, que la preserve donde es amenazada, que la convierta en el verdadero tesoro de cada ciudadano. Creo en aquel compromiso político que permite restaurar la primera de las dignidades, que consiste en poder vivir del propio trabajo. Creo en ese compromiso político que permite enderezar la dignidad más fundamental, la dignidad de los más frágiles, aquella que justamente no se reduce a fatalidad social alguna —y ustedes han sido magníficos ejemplos, los seis, hace un momento— y considera que hacer acción política y de compromiso político es también modificar las prácticas de la sociedad y su mirada en el lugar donde nos encontramos. Las seis voces que hemos escuchado al comienzo de esta reunión son seis voces de un compromiso que contiene en sí mismo una forma de compromiso político, que supone seguir este camino para encontrar también otras salidas, pero en el cual siempre he querido vislumbrar un rechazo de una fatalidad, un deseo de ocuparse del otro y sobre todo ese deseo, por lo considerado de su propósito, de una conversión de las miradas. Eso es el compromiso en una sociedad: es dar el propio tiempo, la propia energía; es considerar que la sociedad no es un cuerpo muerto modificable únicamente por políticas públicas o textos, o sometida puramente a la fatalidad de los tiempos; es la posibilidad de que todo pueda cambiar si uno decide comprometerse, y mediante la propia acción hacer cambiar la mirada; mediante la propia acción dar una oportunidad al otro, pero que también pueda revelarnos que ese otro nos cambia a nosotros mismos. Hoy en día se habla mucho de inclusividad. No es una palabra muy bonita y no estoy seguro de que siempre la comprendan todas y todos; pero significa lo siguiente: aquello que procuramos hacer sobre el autismo, sobre el hándicap, lo que deseo que busquemos para restaurar la dignidad de nuestros prisioneros, lo que quiero que busquemos para la dignidad de los más frágiles de nuestra sociedad, es simplemente considerar que siempre hay otro que en un momento dado de su vida tiene ante todo algo que aportar a
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la sociedad, y por determinados motivos algo puede hacer o no puede hacer nada. Vayan a ver una clase o una guardería infantil en la cual estábamos hace algunos días, donde se pone a niños pequeños con problemas de autismo, y verán su aporte para los demás niños. Y se lo digo a usted, señor, no piense simplemente que lo ayudamos… hemos visto recién en la emoción de su hermano todo lo que usted aporta para él y nadie más habría podido aportar. Esa conversión de la mirada solo la hace posible el compromiso, y en lo esencial de ese compromiso una indignación profunda, humanista, ética, y nuestra sociedad política necesita esto. Y ese compromiso que usted asume lo necesito para nuestro país, así como para nuestra Europa, porque hoy nuestro principal riesgo es la anomia, es la atonía, es la dejadez. Entre nuestros conciudadanos, son demasiados los que piensan que lo adquirido se ha vuelto natural; que olvidan los grandes vaivenes a los cuales nuestra sociedad y nuestro continente hoy se encuentran sometidos; que quieren pensar que eso nunca ha sido distinto, olvidando que nuestra Europa solo está viviendo el comienzo de un paréntesis dorado con solo un poco más de 70 años de paz, ella, que siempre fue zarandeada por las guerras; donde demasiados conciudadanos nuestros piensan que la fraternidad de la cual se habla es una cuestión de dinero público y de política pública, y que no obtendrían de ahí su parte indispensable. Todos estos combates propios de lo esencial del compromiso político contemporáneo los llevan consigo en su parte de verdad los parlamentarios aquí presentes, ya sea tratándose de luchar contra el calentamiento climático, de luchar por una Europa que protege y revisa sus ambiciones o por una sociedad más justa; pero no serán posibles si en todos los niveles de la sociedad no van acompañados por un compromiso político profundo, un compromiso político al cual llamo a los católicos para nuestro país y para nuestra Europa. El don del compromiso que pido a ustedes es el siguiente: no permanezcan en el umbral, no renuncien a la República que han contribuido con tanto vigor a forjar; no renuncien a esta Europa cuyo sentido han alimentado; no dejen sin cultivo las tierras que han sembrado; no retiren de la República la rectitud preciosa que tantos fieles anónimos tienen en su vida de ciudadanos. En lo esencial de este compromiso, nuestro país necesita la parte de indignación y confianza en el porvenir con la cual ustedes pueden contribuir. Sin embargo, para tranquilizarlos, les digo que no he venido a proponerles un reclutamiento y he venido también a pedirles un tercer regalo que pueden hacerle a la Nación, y es precisamente el de su libertad. Compartir el camino no es siempre caminar al mismo paso. Recuerdo ese hermoso texto en el cual Emmanuel Mounier explica que en la política la Iglesia siempre
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No permanezcan en el umbral, no renuncien a la República que han contribuido con tanto vigor a forjar; no renuncien a esta Europa cuyo sentido han alimentado; no dejen sin cultivo las tierras que han sembrado; no retiren de la República la rectitud preciosa que tantos fieles anónimos tienen en su vida de ciudadanos.
Algunos la encontrarán reaccionaria; otros, en otros temas, demasiado audaz. Creo simplemente que debe constituir uno de esos puntos fijos que nuestra humanidad necesita en el fondo de este mundo que se ha vuelto oscilante, una de esas señales que no ceden ante el humor de los tiempos. Es por eso, Monseñor, Señoras y Señores, que tendremos que vivir dando tumbos con el lado intempestivo de ustedes y la necesidad que yo tendría de estar en el tiempo del país. Y es este desequilibrio constante lo que juntos haremos avanzar. “La vida activa —decía Gregorio— es servicio; la vida contemplativa es libertad”20. Recordando la importancia de esa parte intempestiva y de ese punto fijo que usted puede representar, quisiera esta noche tener un pensamiento para todos aquellos y aquellas que se han comprometido en una vida de reclusión o una vida comunitaria, una vida de oración y trabajo. Aun cuando a algunos les parece a destiempo, ese tipo de vida también es ejercicio de una libertad; demuestra que el tiempo de la Iglesia no es el del mundo y ciertamente no es el de la política como se está dando…. Y eso está muy bien así.
Lo que espero que nos ofrezca la Iglesia es también su libertad de palabra. Hemos hablado de las alertas lanzadas por las asociaciones y por el episcopado. Pienso también en las admoniciones del Papa, que en una adhesión constante a lo real encuentra con qué recordar las exigencias de la condición humana. Esa libertad de palabra, en una época en que los derechos están en boga, suele presentar la particularidad de recordar los deberes del hombre consigo mismo, con su prójimo o con nuestro planeta. La mera mención de las obligaciones que se nos imponen es a veces irritante: esa voz que sabe decir lo que enoja, nuestros conciudadanos la escuchan aun cuando estén alejados de la Iglesia. Es una voz no desprovista de esa “ironía a veces tierna, a veces helada” de la cual hablaba21 Jean Grosjean en su comentario sobre Pablo, una fe que sabe como pocos más subvertir 20 Se refiere a San Gregorio Nacianceno (329-390), teólogo y doctor de la Iglesia. Sus escritos sobre la Trinidad influyeron mucho en la teología de los Padres de la Iglesia. San Gregorio sostuvo que el cristianismo y la cultura eran conciliables, a diferencia de lo que planteaban muchos de sus contemporáneos. 21 Se refiere al texto “L’Ironie christique: Commentaire de l’Évangile selon Jean” de Jean Grosjean (1991).
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ha estado al mismo tiempo adelantada y atrasada, jamás totalmente contemporánea, jamás totalmente de su época. Eso hace rechinar algunos dientes, pero hay que aceptar este contratiempo; hay que aceptar que en nuestro mundo no todo obedece al mismo ritmo, y la primera libertad con la cual la Iglesia puede hacer un don consiste en ser intempestiva.
las certezas hasta dentro de sus filas. Esa voz que se vuelve tanto revolucionaria como conservadora, y a menudo ambas al mismo tiempo, como decía Lubac en sus “Paradojas”22, es importante para nuestra sociedad. Hay que ser muy libre para atreverse a ser paradojal y hay que ser paradojal para ser realmente libre. Es lo que nos recuerdan los mejores escritores católicos, desde23 Maurice Clavel hasta Alexis Jenni, desde Georges Bernanos hasta Sylvie Germain, desde Paul Claudel hasta François Sureau; desde François Mauriac hasta Florence Delay, desde Julien Green hasta Christiane Rance. En esa libertad de palabra, de mirada, que es la de ellos, encontramos una parte de lo que puede iluminar a nuestra sociedad. Y en esa libertad de palabra incluyo la voluntad de la Iglesia de iniciar, mantener y reforzar el libre diálogo con el Islam que tanto necesita el mundo y usted ha evocado, ya que no hay comprensión del Islam que no pase por clérigos, así como no hay diálogo interreligioso sin las religiones. Estos lugares son el testigo de eso. El pluralismo religioso es un dato fundamental de nuestra época. Monseñor Lustiger24 lo intuyó en gran medida cuando quiso hacer revivir el Collège des Bernardins para acoger todos los diálogos. La Historia le dio la razón. Hoy día no hay paso más urgente que incrementar el conocimiento mutuo de los pueblos, de las culturas, de las religiones; no hay otros medios para eso fuera del encuentro mediante la voz, pero también mediante los libros, mediante el trabajo compartido, todas cosas sobre cuyo arraigo en el pensamiento cisterciense habló Benedicto XVI al pasar por aquí en el año 2008. Esta forma de compartir se ejerce en plena libertad, cada uno con sus términos y sus referencias. Es el zócalo indispensable del trabajo que el Estado por su lado debe conducir para pensar siempre en nuevos gastos, el lugar de las religiones en la sociedad y la relación entre religión, sociedad y poder público. Y para eso cuento en gran medida con ustedes, con todos ustedes, para nutrir ese diálogo y arraigarlo en nuestra historia común, que tiene sus particularidades, pero cuya particularidad es justamente haber siempre atribuido a la Nación francesa esa capacidad de pensar en los universales. Esta forma de compartir mantenida por ustedes es de tal manera importante que los cristianos dan su vida por su adhesión al pluralismo religioso. Estoy pensando en los cristianos de Oriente. El político comparte con la Iglesia la responsabilidad de esos perseguidos, ya que no solo hemos heredado históricamente la obligación de protegerlos, sino también sabemos que dondequiera se encuentren constituyen el 22 Henri de Lubac, Paradojas seguido de nuevas paradojas. Traducción de José Manuel Vidal, Promoción Popular Cristiana, 1997. 23 Todos escritores franceses católicos, algunos mencionados anteriormente. 24 Jean Marie Lustiger (1926-2007) fue cardenal Arzobispo de París entre 1981 y 2005.
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CATOLICISMO FR ANCÉS Encuentro entre el Papa Francisco y el presidente francés, Emmanuel Macron. El encuentro destacó por su larga duración, de cerca de una hora, y algunos gestos fuera de protocolo, como un abrazo que le dio Macron al Papa, que denotaron cercanía entre ambos. En el encuentro se abordaron temas como la inmigración, el compromiso multilateral para la prevención y resolución de conflictos y las perspectivas del proyecto europeo. Vaticano, 26 de junio de 2018.
emblema de la tolerancia religiosa. Quiero aquí reconocer el trabajo admirable realizado por movimientos como L’Œuvre d’Orient, Caritas Francia y la comunidad de San Egidio25 para permitir la acogida en el territorio nacional de las familias de refugiados, para acudir con ayuda en terreno, con apoyo del Estado. Como dije durante la inauguración de la exposición “Cristianos 25 L’OEuvre d’Orient es una obra de la Iglesia bajo la protección del Arzobispo de París, que desde 1856 ha apoyado el trabajo de obispos, sacerdotes y comunidades religiosas en terreno, en unos veinte países, particularmente en Medio Oriente. La Comunidad de Sant’Egidio es un movimiento internacional de laicos, cuyo carisma es la oración, solidaridad, ecumenismo y diálogo.
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de Oriente”, en el Instituto del Mundo Árabe el 25 de septiembre pasado, el porvenir de esta parte del mundo no tendrá lugar sin la participación de todas las minorías, de todas las religiones y en especial de los cristianos de Oriente. Sacrificarlos, como desearían algunos, olvidarlos, significa estar seguros de que ninguna estabilidad y ningún proyecto podrán tener duración en esta región.
Se trata de una voz que, junto con otras, se atreva todavía a hablar del hombre como un ser vivo dotado de espíritu; que se atreva a hablar de algo fuera de lo temporal, pero sin descartar la razón ni lo real; que se atreva a entrar en la intensidad de una esperanza y que a veces nos haga palpar con el dedo ese misterio de la humanidad que se llama santidad, sobre la cual el Papa Francisco dice, en la exhortación que apareció en estos días, que es “el más bello rostro de la Iglesia”.
Existe finalmente una última libertad que la Iglesia debe regalarnos, y es la libertad espiritual, porque no estamos hechos para un mundo que solo tenga objetivos materialistas. Nuestros contemporáneos necesitan, independientemente de ser o no creyentes, escuchar hablar de otra perspectiva del hombre fuera de la perspectiva material. Necesitan aplacar otra sed, que es una sed de absoluto. No se trata aquí de conversión, sino de una voz que, junto con otras, se atreva todavía a hablar del hombre como un ser vivo dotado de espíritu; que se atreva a hablar de algo fuera de lo temporal, pero sin descartar la razón ni lo real; que se atreva a entrar en la intensidad de una esperanza y que a veces nos haga palpar con el dedo ese misterio de la humanidad que se llama santidad, sobre la cual el Papa Francisco dice, en la exhortación que apareció en estos días, que es “el más bello rostro de la Iglesia”26.
Esa libertad consiste en ser ustedes mismos sin procurar complacer ni seducir, sino cumpliendo con su obra en la plenitud de su sentido, con la norma que le es propia, y que desde siempre nos proporciona pensamientos vigorosos, una teología humana, una Iglesia que sabe guiar tanto a los más fervientes como a los no bautizados, a los establecidos y a los excluidos. No pediré a ninguno de nuestros conciudadanos no creer ni creer moderadamente. No sé lo que eso significa. Deseo que cada uno de ellos pueda creer en una religión, en una filosofía que le sea propia, con o sin una forma de trascendencia, que pueda hacerlo libremente; pero que cada una de esas religiones, de esas filosofías, pueda aportarle esa necesidad de absoluto en lo más profundo de sí mismo. Mi rol consiste en asegurarme de que él tenga la libertad absoluta tanto de creer como de no creer; pero siempre le pediré asimismo respetar absolutamente y sin concesión alguna todas las leyes de la República. Eso es 26 SS. Francisco, Gaudete et exsultate, n.9.
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laicidad, ni más ni menos, una regla de bronce para nuestra vida juntos, que no admite concesiones, una libertad de conciencia absoluta y esa libertad espiritual que acabo de evocar. “¿No debería una Iglesia que triunfa entre los hombres inquietarse por haber ya comprometido todo por elección habiendo contraído un compromiso con el mundo?”. Esta interrogante no es mía, son palabras de Jean-Luc Marion27 que deberían servir de bálsamo a la Iglesia y a los católicos en las horas de duda sobre el lugar de los católicos en Francia, sobre la audiencia de Iglesia, sobre la consideración que se les otorga. La Iglesia no es en absoluto del mundo ni debe serlo. Nosotros, que enfrentamos lo temporal, lo sabemos y no debemos tratar de atraerla integralmente hacia eso, como no debemos hacerlo con ninguna religión. No es nuestro rol ni el lugar de ellas. Pero eso no excluye la confianza ni el diálogo. Sobre todo, eso no excluye el reconocimiento mutuo de nuestras fuerzas y de nuestras debilidades, de nuestras imperfecciones institucionales y humanas, ya que vivimos en una época en que la alianza de buenas voluntades es demasiado preciosa como para tolerar que pierdan el tiempo juzgándose entre ellas. Debemos de una vez por todas admitir la incomodidad de un diálogo que descansa en la disparidad de nuestras naturalezas, pero también admitir la necesidad de ese diálogo, porque cada uno de nosotros, dentro de nuestro orden, apunta a fines comunes, que son la dignidad y el sentido. Ciertamente, las instituciones políticas no tienen las promesas de la eternidad; pero la Iglesia misma no puede correr antes de tiempo el riesgo de segar simultáneamente el buen grano y la cizaña. Y en este intervalo en que nos encontramos, en que hemos recibido la carga del legado del hombre y del mundo, ciertamente, si sabemos juzgar las cosas con exactitud, podremos realizar grandes cosas juntos. Tal vez es asignar a la Iglesia de Francia una responsabilidad exorbitante, pero es a la medida de nuestra historia, y nuestro encuentro de esta noche da testimonio —yo creo— de que ustedes están listos para eso. Monseñor, Señoras y Señores, sepan en todo caso que yo también estoy listo para eso. Gracias a ustedes.
Traducción de José Liborio Bravo M. Edición y notas de Humanitas
27 Jean-Luc Marion (nacido en 1946) es un importante filósofo y académico católico, emblemático del giro teológico adoptado por la fenomenología francesa, particularmente, la fenomenología del don. Actualmente enseña en la Universidad de Chicago, donde sucedió a Paul Ricoeur.
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La Ciudadela. Eduardo Vilches. 1965. Patrimonio artĂstico UC.
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Cardenal Giuseppe Versaldi
El papel de las Universidades Católicas en una sociedad pluralista y secular El 12 y 13 de octubre del año 2017 se realizó el VI Congreso Nacional de Educación Católica. En el marco de la preparación de la venida del Papa Francisco a nuestro país, la Conferencia Episcopal de Chile, en conjunto con la Pastoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y DUOC UC, convocaron a todas las comunidades, actores e instituciones del ámbito educativo nacional a participar bajo el lema “Nuestra misión en el Chile de hoy”. A continuación, se presenta la segunda conferencia dictada por el invitado principal, Cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Gran Canciller de la Universidad Pontificia Gregoriana.
Introducción Es para mí un verdadero honor y una gran satisfacción encontrarme en medio de ustedes, en ocasión del segundo día del Congreso de Educación Católica, hoy destinado a la educación superior. Los momentos celebrativos y académicos que hemos vivido ayer nos indican claramente que estamos en un Centro de estudios y de investigación que nació y continúa siendo católico, dedicado a contribuir con el diálogo entre la fe y la razón como tarea fundamental de las instituciones educativas superiores que colaboran con la misión evangelizadora de la Iglesia. “Nacida del corazón de la Iglesia, la Universidad Católica se inserta en el curso de la tradición que remonta al origen mismo de la Universidad como institución, y se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad”. Con estas palabras se inicia la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiæ promulgada
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en 1990 con las disposiciones de hacer que, a través de la Universidad Católica, “se logre «una presencia, por así decir, pública, continua y universal del pensamiento cristiano en todo esfuerzo tendiente a promover la cultura superior y, también, a formar a todos los estudiantes de manera que lleguen a ser hombres insignes por el saber, preparados para desempeñar funciones de responsabilidad en la sociedad y a testimoniar su fe ante el mundo»” (n. 9). La misma Constitución precisa la tarea específica de la Universidad Católica, que consiste en “unificar existencialmente en el trabajo intelectual dos órdenes de realidades que muy a menudo se tiende a oponer como si fuesen antitéticas: la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad” (n. 1). De aquí se desprende la necesidad del diálogo entre la fe y la razón que, por caminos diferentes, componen ambas las vías necesarias para quien quiere buscar la verdad entera y que, como decía San Agustín, constituyen la “gaudium veritatis”, “la alegría de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla”. Por esto la Constitución define la Universidad Católica como “el lugar donde los estudiosos examinan a fondo la realidad con los métodos propios de cada disciplina académica, contribuyendo así al enriquecimiento del saber humano” (n. 15). Este estudio de toda la realidad comprende necesariamente algunos puntos específicamente indicados: a) la consecución de una integración del saber; b) el diálogo entre fe y razón; c) una preocupación ética; y d) una perspectiva teológica. Son elementos tanto necesarios cuanto actuales en nuestros días, no solo para mantener la identidad de las Universidades Católicas, sino también para favorecer el verdadero progreso del conocimiento en general. De hecho, la integración del conocimiento obedece a la misma concepción de Universidad entendida como síntesis de los diferentes saberes en el esfuerzo constante para “determinar el lugar correspondiente y el sentido de cada una de las diversas disciplinas en el marco de una visión de la persona humana y del mundo iluminada por el Evangelio y, consiguientemente, por la fe en Cristo-Logos, como centro de la creación y de la historia” (n. 16). Por esta integración es necesario el diálogo entre la fe y la razón, en el cual se evidencia que la “investigación metódica en todos los campos del saber, si se realiza de una forma auténticamente científica y conforme a las leyes morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en el mismo Dios” (Gaudium et spes, n. 36). Así como es necesaria la preocupación ética de las implicaciones de la investigación científica y de la tecnología, para que el progreso en el conocimiento permanezca bajo el control del fin último que es el bien de la humanidad. En todo esto la ciencia teológica desarrolla un rol
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iluminante derivado de una visión trascendente, ofreciendo “una ayuda a todas las otras disciplinas en su búsqueda de significado, no solo ayudándoles a examinar de qué modo sus descubrimientos influyen sobre las personas y la sociedad, sino dándoles también una perspectiva y una orientación que no están contenidas en sus metodologías” (n. 19). De todo esto se entiende la importancia, y también la complejidad del rol de toda Universidad Católica y, por ende, la preciosidad de esta Pontificia Universidad Católica de Chile, fundada por Decreto del Arzobispo de Santiago, Monseñor Mariano Casanova, con fecha 21 de junio de 1888 y erigida canónicamente por Decreto de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades con fecha 11 de enero de 1930. La Pontificia Universidad Católica de Chile se convirtió, entonces, en la precursora del compromiso que tienen los laicos en ofrecer “una particular contribución a la Iglesia y a la sociedad, sea mediante la investigación sea mediante la educación o la preparación profesional” (Ex corde Ecclesiæ, Introducción, n. 10).
La misión y visión de la Universidad Católica pretenden defender un desarrollo integral del hombre, unido a la acción evangelizadora de la Iglesia. De ahí que se incluyan como signos visibles la capellanía universitaria, el estudio de la teología, de la filosofía, del derecho, de las ciencias sociales, de la medicina; y una clara pastoral universitaria ad intra y ad extra. Fundada la Universidad, se establecen las directivas y el espíritu de esta. Por una parte, su identidad católica queda reflejada en su compromiso de “propender al cultivo de las ciencias, el arte y demás manifestaciones del espíritu, como asimismo a la formación de profesionales de nivel superior, a través de la docencia, investigación, creación y comunicación, reconociendo como característica propia el aporte informante de la fe católica en todas sus actividades” (Estatutos PUCCH, art. 4). Por otra parte, su misión y su visión pretenden defender un desarrollo integral del hombre, unido a la acción evangelizadora de la Iglesia. De ahí que se incluyan como signos visibles la capellanía universitaria, el estudio de la teología, de la filosofía, del derecho, de las ciencias sociales, de la medicina; y una clara pastoral universitaria ad intra y ad extra. El desarrollo y el progreso de esta benemérita Institución continúa ofreciendo a tantos estudiantes la posibilidad de aprender y de realizar programas de estudio que responden a las exigencias de nuestros días a la luz de aquellos principios inspiradores que caracterizan una Universidad que tiene el título de católica, según los criterios de la citada Constitución Ex corde Ecclesiæ.
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Diálogo entre la fe y la razón en una sociedad secularizada Quisiera en esta mi lección reflexionar sobre un solo punto esencial de la identidad católica de la Universidad: el diálogo entre la fe y la razón. Como es sabido, la religión cristiana desde sus inicios se ha presentado como la religión del Logos, es decir, de un Dios que da significado al mundo creado en donde el hombre, hecho a su imagen, descubre el sentido a través de su capacidad racional. Se colocaron así las bases para un proficuo diálogo entre la fe y la razón, superando la dicotomía entre la antigua filosofía y las religiones del mythos, llena de dioses caprichosos a los cuales la humanidad se debía someter. Con los Padres de la Iglesia (San Justino, San Clemente Alejandrino) y luego con los otros genios de la investigación, hasta la maravillosa síntesis de Santo Tomás de Aquino, se pudieron recoger los frutos de este diálogo de una fe que buscaba la razón. Pero, como ya recordaba el Papa San Juan Pablo II en la Carta encíclica Fides et ratio en 1998, “a partir de la baja Edad Media la legítima distinción entre los dos saberes (teología y filosofía) se transformó progresivamente en una nefasta separación” (n. 45). Así que “lo que el pensamiento patrístico y medieval había concebido y realizado como unidad profunda, generadora de un conocimiento capaz de llegar a las formas más altas de la especulación, fue destruido de hecho por los sistemas que asumieron la posición de un conocimiento racional separado de la fe o alternativo a ella” (n. 45). El mismo Pontífice subrayaba las consecuencias de esta nefasta separación que todavía hoy podemos constatar: “La razón, privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal” (n.48). Históricamente contribuyeron a esta separación entre la fe y la razón por una parte el surgir y el desarrollo de las ciencias naturales, y por otra una cierta aridez y decadencia de la misma investigación teológica. Como recordaba el Papa Benedicto XVI en su discutido e incomprendido discurso a la Universidad de Ratisbona (12 de septiembre de 2006), “en la Baja Edad Media, hubo en la teología tendencias que rompen esta síntesis entre espíritu griego y espíritu cristiano. En contraste con el llamado intelectualismo agustiniano y tomista, Juan Duns Escoto introdujo un planteamiento voluntarista que, tras sucesivos desarrollos, llevó finalmente a afirmar que solo conocemos de Dios la voluntas ordinata. Más allá de ésta existiría la libertad de Dios, en virtud de la cual habría podido crear y hacer incluso lo contrario
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UNIVERSIDAD Templo Mayor, Campus San Joaquín. Pontificia Universidad Católica de Chile. ©Philippe Blanc
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de todo lo que efectivamente ha hecho… La trascendencia y la diversidad de Dios se acentúan de una manera tan exagerada, que incluso nuestra razón, nuestro sentido de la verdad y del bien, dejan de ser un auténtico espejo de Dios, cuyas posibilidades abismales permanecen para nosotros eternamente inaccesibles y escondidas tras sus decisiones efectivas”. Con ello se debilitaba la analogía entre el Dios creador y nuestra razón creada que está en la base de la Revelación (“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Gen 1,26), analogía que permite el diálogo entre la fe en un Dios que ciertamente trasciende la razón, pero que es de alguna manera conocible a través de la razón creada por Él. El Papa Benedicto XVI en el mismo discurso agregaba que “Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros con un voluntarismo puro e impenetrable, sino que, más bien, el Dios verdaderamente divino es el Dios que se ha manifestado como logos y ha actuado y actúa como logos lleno de amor por nosotros”. De esta decadencia y empobrecimiento del diálogo entre la fe y la razón vinieron luego las incomprensiones al momento del nacimiento de las ciencias naturales con su específico método experimental de investigación, que se presentaron como una amenaza para una fe cerrada al progreso del conocimiento racional. Por otra parte, el lado de la razón, la exigencia de una justa autonomía en la investigación científica se tradujo históricamente en un conflicto con la fe que llevó sucesivamente a un total rechazo de ella, considerada como incompatible con las formas del conocimiento racional. Se fue así afirmando una concepción según la cual las únicas formas de conocimiento eran aquellas derivadas de las ciencias naturales y positivas, mientras que el conocimiento en el campo metafísico, religioso y ético pasaron a pertenecer al campo de la imaginación y de la subjetividad. Esta visión positivista y neopositivista reaparece en nuestros días bajo la forma que San Juan Pablo II, en su citada Encíclica, llama cientificismo: “En esta perspectiva, los valores quedan relegados a meros productos de la emotividad y la noción de ser es marginada para dar lugar a lo puro y simplemente fáctico. La ciencia se prepara a dominar todos los aspectos de la existencia humana a través del progreso tecnológico… Esto lleva al empobrecimiento de la reflexión humana, que se ve privada de los problemas de fondo que el animal rationale se ha planteado constantemente, desde el inicio de su existencia terrena” (n. 88). El Papa Benedicto XVI en su discurso llama a este concepto de ciencia una “autolimitación moderna de la razón” en cuanto “solo el tipo de certeza que deriva de la sinergia entre matemática y método empírico puede considerarse científica. Todo lo que pretenda ser ciencia ha de atenerse a este criterio”. Así que el problema de la fe en Dios permanece un “problema a-científico o pre-científico”. Y añade: “si la ciencia en su conjunto es solo esto, entonces el hombre mismo sufriría una reducción,
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pues los interrogantes propiamente humanos, es decir, de dónde viene y a dónde va, los interrogantes de la religión y de la ética, no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón común descrita por la «ciencia», entendida de este modo, y tienen que desplazarse al ámbito de lo subjetivo”. Los seguidores de esta visión cientificista admiten los límites, pero luego rechazan como irracional los aportes que podrían venir de la fe. Así, Max Weber, escribiendo en La ciencia como profesión, coloca el problema del significado de esta ciencia cerrada al trascendente y capaz de dominar el mundo sin tener que recurrir a otras potencias. Haciendo de esta manera, está obligado a admitir que ella no puede justificarse a sí misma, citando a Tolstoi, para quien la ciencia “es absurda porque no responde a la única pregunta importante para nosotros: ¿qué tenemos que hacer?, ¿cómo debemos vivir?”. De hecho, con el mencionado concepto reducido de ciencia no es posible demostrar que aquello que es demostrado científicamente como verdadero sea también un bien para la humanidad. Para fundar los valores que dan significado a la vida humana se necesitaría ascender a un plano superior, pero es justamente eso que Weber excluye en cuanto, según él, tal pasaje exigiría el “sacrificio del intelecto”, llegando a afirmar que “la tensión entre la esfera de los valores y aquella de la salvación religiosa es incurable”.
La contraposición entre la ciencia (razón) y la religión (fe) no es apodíctica como se pretende, y deriva de una reductiva concepción de la ciencia y de la racionalidad: si de hecho la ciencia (en sentido natural) no puede fundar los valores, no por esto la razón no puede investigar y encontrar el fundamento de ellos para dar respuesta a las preguntas inevitables del corazón humano. Como es evidente, la contraposición entre la ciencia (razón) y la religión (fe) no es apodíctica como se pretende, y deriva de una reductiva concepción de la ciencia y de la racionalidad: si de hecho la ciencia (en sentido natural) no puede fundar los valores, no por esto la razón no puede investigar y encontrar el fundamento de ellos para dar respuesta a las preguntas inevitables del corazón humano. Y es todavía el Papa Benedicto en su citado discurso quien aclara la necesidad de un “ensanchamiento de nuestro concepto de razón y de la utilización de ella”: “Solo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizontes en toda su amplitud”. Así las ciencias naturales que descubren la estructura racional de la materia no pueden esquivar la pregunta sobre por qué es un hecho
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RedenciĂłn. Eduardo Chillida. Patrimonio artĂstico UC.
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existente y, también si no pueden dar la misma respuesta, deben aceptar otros niveles y modos de pensar como la filosofía y la teología: “Para la filosofía y, de modo diferente, para la teología, escuchar las grandes experiencias y convicciones de las tradiciones religiosas de la humanidad, especialmente las de la fe cristiana, constituye una fuente de conocimiento; oponerse a ella sería una grave limitación de nuestra escucha y de nuestra respuesta”. Y concluía afirmando que “la teología, no solo como disciplina histórica y ciencia humana, sino como teología auténtica, es decir, como ciencia que se interroga sobre la razón de la fe, debe encontrar espacio en la universidad y en el amplio diálogo de las ciencias”. Sobre la mencionada necesidad de integración entre las diversas formas de saber concordaba también el gran filósofo Jürgen Habermas, el cual, en un diálogo con el entonces Cardenal Ratzinger en el 2004, auguraba el advenimiento de una “sociedad post secular” en la cual “se imponga el reconocimiento del hecho que la modernización de la conciencia pública incluya y haga reflexiva la mentalidad, religiosa y laical, asincrónica. Entre ambas partes pueden entonces tomarse en serio los aportes recíprocos sobre los temas controversiales en la opinión pública política, inclusive por motivos cognitivos, sobre todo si buscan la secularización de la sociedad como un proceso de aprendizaje complementario”. El mismo augurio lo tenía el Cardenal Ratzinger, quien afirmaba: “estoy ampliamente de acuerdo con lo que Habermas ha expuesto sobre la sociedad post secular, en cuanto a la disponibilidad de aprender y la autolimitación de ambas partes”. Y especificaba que “existen patologías en la religión, que son muy peligrosas y que hacen necesario considerar a la luz divina de la razón como un órgano de control, del cual la religión debe constantemente dejarse clarificar y reglamentar; este era el pensamiento de los Padres de la Iglesia”; a pesar de ello agregaba: “existen también patologías de la razón (cosa que la humanidad hoy no tiene muy claro); un hybris de la razón, que no es menos peligroso… por ello también la razón deber ser considerada en sus límites y ella debe aprender la capacidad de la escucha con las grandes religiones de la humanidad. Cuando ella se emancipa completamente y rechaza esta capacidad de aprender, esta relación correlativa se hace destructiva (cf. Razón y fe en diálogo, a cargo de Giancarlo Bossetti, Marsilio, Venezia, 2005). A nadie se le escapa la importancia de tal perspectiva de verdadero progreso integral a la cual las Universidades deben dar su aporte determinante, especialmente las Universidades Católicas, en un mundo secularizado en donde la globalización arriesga expandir en todo el mundo aquello que el Papa Francisco llama “paradigma tecnocrático” en el cual, también en
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Es entonces importante que el diálogo entre la fe y la razón lleve a un encuentro interdisciplinar en el cual tengan espacio también las ciencias metafísicas y sagradas para una recíproca iluminación capaz de llegar a un nuevo humanismo. Europa, que era patria del humanismo, la educación se reduce a dar nociones técnicas renunciando a formar hombres y mujeres libres y comprometidos en construir una sociedad justa y solidaria. Es entonces importante que el diálogo entre la fe y la razón lleve a un encuentro interdisciplinar en el cual tengan espacio también las ciencias metafísicas y sagradas para una recíproca iluminación capaz de llegar a un nuevo humanismo.
Conclusión Muy actual es la discusión en el interior de la Iglesia acerca de la identidad de las instituciones católicas, especialmente en el campo universitario, con opiniones a veces contrastantes y hasta opuestas. Por una parte algunos quisieran en estos tiempos de secularismo combativo y persuasivo (promovido por instituciones laicales y del Estado) un atrincheramiento defensivo en la ciudad segura de la ortodoxia, con la consecuente clausura del diálogo con aquel que no es creyente o condescendiente con el Magisterio de la Iglesia. Por otra parte, no faltan aquellos que, en nombre del diálogo, olvidan la propia identidad de creyente y acaban (tal vez sin ninguna intención) por reducir las instituciones a lugares de confrontación en los cuales los católicos se convierten en árbitros de una libertad de expresión sin ninguna toma de posición (cuando no se prestan para criticar inclusive en público el pensamiento cristiano tachándolo de oscurantista y contrario al progreso científico). Para evitar estos riesgos, entonces, es oportuno concluir esta reflexión citando el discurso que el Papa Francisco nos dijo en la clausura del Congreso mundial, el pasado mes de noviembre de 2015, dirigido a todos los participantes y representantes de las escuelas y universidades católicas presentes en la audiencia general y realizado a través de preguntas realizadas por algunos de ellos. Dichas reflexiones del Papa son también aplicables a las instituciones eclesiásticas. El Papa ha recordado el valor pleno de la educación que significa introducir a la totalidad de la verdad y, por ello, “no se puede hablar de educación católica sin hablar de humanidad, porque precisamente la identidad católica es Dios que se ha hecho hombre”: entonces, “educar cristianamente
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es llevar adelante a los jóvenes, los niños, hacia los valores humanos en toda la realidad, y una de estas realidades es la trascendencia”; esto es cuanto más necesario puesto que “la crisis más grande de la educación es esta cerrazón a la trascendencia ...educar humanamente pero con los horizontes abiertos. Cualquier cerrazón no sirve a la educación”. Frente a la crisis educativa que ha llevado a la “ruptura del pacto educativo” entre la familia, la escuela, la universidad y el Estado, es necesario, según el Papa Francisco, una “educación de emergencia” capaz de encontrar nuevas vías, entre las cuales ha indicado: “la educación informal como remedio al empobrecimiento de aquella formal como causa de la herencia del positivismo basado solamente en “un tecnicismo intelectualista” y en “un lenguaje de la cabeza”. Es necesario sumar experiencias con el arte y el deporte como factores de educación con nuevos modelos que permitan abrir nuevos horizontes. Se requiere una “educación inclusiva” de todos los valores humanos y religiosos compuestos en armonía. Y, además, una educación que incluya el riesgo: “un educador que no sabe arriesgar, no sirve para educar. Un papá y una mamá que no saben arriesgar no educan bien al hijo”. Arriesgar en modo razonable, como se hace cuando se enseña a caminar... porque “el verdadero educador debe ser un maestro del riesgo, pero del riesgo razonable”.
Se requiere una “educación inclusiva” de todos los valores humanos y religiosos compuestos en armonía. Y, además, una educación que incluya el riesgo: “un educador que no sabe arriesgar, no sirve para educar”. El Papa Francisco nos dejó algunos desafíos. Primero, el desafío de “derrumbar los muros”: “el fracaso más grande que puede tener un educador es educar dentro de los muros... muros de una cultura selectiva, los muros de una cultura de seguridad, los muros de un sector social de bienestar y que no va más allá”. Son indicaciones preciosas que la Congregación para la Educación Católica no quiere hacer a un lado, y que está llevando hacia adelante con oportunas reflexiones que se concretizan en decisiones y documentos que puedan ser de ayuda a todos los educadores y a las instituciones educativas católicas, y también a las otras culturas y religiones para instaurar aquel diálogo auténtico y eficaz que es el único instrumento para resolver los problemas y los conflictos de nuestra sociedad y de nuestro tiempo. Muchas gracias.
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Escuela de Medicina, Casa Central. Pontificia Universidad Católica de Chile. ŠPhilippe Blanc
Entrevista con Marisol Peña
Los desafíos de la identidad católica de la universidad
Humanitas tuvo el privilegio de entrevistar a Marisol Peña, aboga-
da y profesora de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica y recientemente nombrada Secretaria General de la misma universidad. La invitación fue a ref lexionar sobre la identidad católica de la UC y sobre su rol como presidenta de la Comisión de Identidad de la institución. El encuentro se realizó en un contexto particular tanto para la profesora, personalmente, como para la Universidad. A mediados de junio dejó su cargo de ministra del Tribunal Constitucional de Chile, en el que se desempeñó desde el año 2006 y del que también fue su presidenta, y al momento de la entrevista había asumido recientemente como Secretaria General de la Universidad para apoyar la labor del Rector. Se incorpora a esta nueva tarea en un año significativo para la casa de estudios: es el año en que se cumplen 130 años de vida de la institución, el año en que recibió la visita del Sumo Pontífice en su Casa Central, y también el año en que se vivió una histórica toma feminista que desafió a la Universidad a hacerse nuevas preguntas y, en consecuencia, tramitar algunos procesos y protocolos donde la labor de la Secretaria General resultan fundamentales. La Identidad Católica constituye un tema transversal en su nueva labor. Durante 30 años la profesora ha sido parte de la UC, primero como alumna y luego integrando su planta académica, donde comenzó a los 19 años, en 1986, cuando cursaba su tercer año de derecho, al postular a un concurso académico del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad. Luego, el profesor Alejandro Silva Bascuñán la invita a ser su ayudante. Esa experiencia marcó y definió el curso definitivo de su disciplina, Derecho Constitucional, el que cultivó tanto en la Universidad como en el ámbito público.
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—Respecto a la Comisión Identidad Católica, y a su resultado, que queda plasmado en el documento “La Identidad Católica de la UC. A 25 años de la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae”, ¿a qué se debe la convocatoria especial que se hace para reflexionar sobre la identidad de la Universidad? —Fundamentalmente se debió al hecho que se cumplían 25 años de la Constitución Apostólica de Juan Pablo II Ex corde Ecclesiae, que había sido hasta ese momento el gran marco referencial que rige a las universidades del mundo en cuanto católicas. Este documento señala que ser Universidad Católica significa ser una institución que participa de la obra evangelizadora de la Iglesia. Entonces el Rector quería mirar qué había ocurrido en estos 25 años y cómo el mensaje de San Juan Pablo II podía ser aplicado incluso a los nuevos problemas, a las nuevas dimensiones que hoy día tenemos como universidad y, particularmente, en cuanto universidad católica. Por lo tanto, se buscó repensar la Constitución Apostólica con la óptica del mundo actual. Distintos profesores, todos titulares de la Universidad pertenecientes a diferentes facultades, recibimos una carta donde el rector nos invita a formar parte de esta comisión. En lo formal, organizamos el trabajo a través de sesiones que se desarrollaban los días miércoles en la mañana. —De acuerdo con el documento, como Comisión se realizó un diagnóstico de los desafíos que enfrenta una universidad católica a 25 años de conocerse la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae. ¿En qué consistió ese diagnóstico? ¿Cuál es el escenario en que se desenvuelven las universidades católicas hoy? —En un primer momento se hizo un diagnóstico general de la realidad, en que nos encontramos con tres cuestiones fundamentales que era importante constatar como punto de partida para la ref lexión: en primer lugar, que vivimos en un mundo crecientemente globalizado, con mayor interdependencia, con mayor conexión. En segundo lugar que, desde el punto de vista netamente universitario, el factor de la excelencia es un factor que se ha instalado muy fuertemente, hay una presión muy grande del ambiente universitario mundial por figurar en los rankings. Y, en tercer lugar, nos encontramos con lo que el Santo Padre denomina la cultura de la indiferencia, mientras el mundo ha ido avanzando y hay mayor acceso a bienes materiales, se produce un cierto abandono y, a veces, hasta un desprecio a la consideración de la persona humana. Sobre la base de estas coordenadas que tienen que
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ver con un escenario general del mundo, y también con el escenario universitario actual que, en pleno siglo XXI, rodea a las universidades y, particularmente, a las universidades católicas, nos dedicamos a hacer un segundo diagnóstico más interno. Para ese efecto, nos visitó un profesor de la Escuela de Psicología que había trabajado largamente el tema de la identidad, para que todos pudiéramos hablar un lenguaje común. ¿Significa la identidad solamente una especie de “yoísmo” de mirarme a mí, o más bien un elemento que tenga que ver con la toma de conciencia de lo que se llama la mismidad? Con esa aclaración conceptual avanzamos a un tercer estadio que consistió en invitar a la comisión y a algunos miembros representativos de los diversos estamentos de la Universidad: nos visitaron profesores, particularmente un profesor que profesa otra religión y un profesor agnóstico; luego seguimos con los dirigentes de la Federación de Estudiantes que nos plantearon su mirada sobre la identidad católica y cuáles eran las exigencias hoy; y terminamos con el estamento de los funcionarios, con representantes de los sindicatos de la Universidad que, desde su propia perspectiva de trabajadores, nos dijeron qué creen ellos que falta para que se viva en la cotidianidad del trabajo universitario esa identidad católica. —¿Cómo acoge el profesor de la Universidad la catolicidad de la misma y su identidad? —La identidad católica tiene que ver fundamentalmente con una mirada del mundo y de la vida que está centrada en la persona. Nuestro modelo es la persona de Cristo. En consecuencia, la identidad católica nunca puede estar disociada de una visión profundamente humanista. Y este es probablemente el punto de conexión con lo que pueden ser otras manifestaciones de la religiosidad. La imagen de la Universidad Católica es la que preside la entrada de todos nuestros campus, es un Cristo con los brazos abiertos, es un Cristo de acogida. En consecuencia la Universidad Católica acoge las distintas miradas, incluso del que no cree. Siempre y cuando el punto de convergencia sea ese respeto y consideración profunda a la persona, y no a cualquier persona, sino a una persona sustancialmente digna.
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Nos encontramos con lo que el Santo Padre denomina la cultura de la indiferencia, mientras el mundo ha ido avanzando y hay mayor acceso a bienes materiales, se produce un cierto abandono y, a veces, hasta un desprecio a la consideración de la persona humana.
La identidad católica tiene que ver fundamentalmente con una mirada del mundo y de la vida que está centrada en la persona. Nuestro modelo es la persona de Cristo. En consecuencia, la identidad católica nunca puede estar disociada de una visión profundamente humanista. El profesor, por su parte, acoge la catolicidad entusiasmándose también por la propuesta de impulsar una visión profundamente humanista, y solamente exige, y aquí está la contrapartida, el respeto hacia lo sagrado de su propia mirada religiosa. —Para usted, en los 30 años que lleva en la Universidad, ¿qué significa ser profesora de esta institución? —Una, como profesora de la UC, ha podido recibir y, a la vez, dar muchas cosas. Lo que uno recibe es una enseñanza permanente de los alumnos. Desde el punto de vista del conocimiento, el alumno siempre es capaz de plantearle a uno algún problema, alguna dimensión sobre la cual uno no ha reflexionado previamente. Es un proceso profundamente enriquecedor. Uno también recibe esa dimensión más humana que es justamente lo que engarza la labor académica que hacemos los profesores con esta identidad católica de la universidad. En la medida que nos esforzamos por conocer al alumno más allá de lo que significa formarlo y evaluarlo, conocerlo como persona, acogerlo como persona, nos vamos dando cuenta de un mundo que nos impresiona y que nos permite formarnos como personas. Nos vamos dando cuenta, por ejemplo, de las grandes dosis de depresión que existen hoy día en la juventud. Y la depresión se asocia a la soledad, a la angustia. Desde la perspectiva del dar, yo creo que como profesor finalmente lo que uno da y lo que debe dar, no es solamente el conocimiento, sino que el alumno te vea a ti siempre como un referente para que tú le vayas transmitiendo experiencia de vida. Primero para que lo encantes y lo reencantes con la disciplina que eligió, y en segundo lugar, para que tú le vayas entregando señales, consejos de lo que significa ser, en nuestra sociedad, un profesional que actúa con el sello UC. Yo tengo la firme convicción que el profesional que egresa de la Universidad Católica tiene un sello distintivo que conjuga la entrega del conocimiento con ese redimensionar permanentemente el valor de la persona humana.
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—Hace unos minutos expresó que uno de los puntos de partida y de diagnóstico del escenario universitario actual es la exigencia por la excelencia. La UC está posicionada internacionalmente como una universidad de excelencia, esto es expresado en distintos rankings, donde en 9 disciplinas la UC aparece dentro de las 50 mejores universidades a nivel global. Tomando en cuenta esta realidad, ¿cómo se significa la excelencia desde la óptica de la catolicidad? —La Universidad es católica, pero primero es universidad. Y, por ser universidad, no puede estar ajena a la lógica de exigencia que hoy día impera para todas las universidades del mundo, por su misma finalidad que las define en cuanto tales: la búsqueda de la verdad. Es precisamente la búsqueda de la verdad lo que define a cualquier universidad con perspectiva de rigurosidad y de altas exigencias. Como universidad católica no podemos estar ajenos a las exigencias de la excelencia. Pero pensamos que la excelencia debe a su vez ser compatible con otras exigencias del universitario hoy, por ejemplo, el importante énfasis que debe ponerse en la interdisciplinariedad. Además, tampoco se debe estar ajeno a ese llamado del Papa a vencer esa cultura de la indiferencia; la excelencia no puede transar lo más propio de una Universidad Católica, que es esa consideración hacia la persona y hacia lo sustancialmente digno. Y tampoco se puede transar en la fidelidad y comunión con el Magisterio de la Iglesia y con la Doctrina Social de la Iglesia. Entonces, el desafío de una universidad católica es buscar la compatibilidad entre su identidad propia y la excelencia, sobre todo en los grandes temas que desde siempre se ha planteado la ciencia y la universidad, como por ejemplo, las preguntas sobre el origen y sobre el término de la vida humana. Nosotros podemos desarrollar investigación con excelencia, pero esa investigación parte de la comunión estrecha con lo que es precisamente el Magisterio de la Iglesia y con lo que es la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia. —¿Cómo la Universidad responde, teniendo un sentido cristiano de comunidad, a la creciente diversidad de alumnos y de exigencias que traen? —La Iglesia que peregrina es una Iglesia situada en un contexto espacial determinado y en un contexto temporal determinado y ello lo hace con fidelidad al ejemplo de Cristo. Probablemente hoy, más que antaño, es necesario volver la mirada hacia esa figura de Cristo de acogida, lo cual significa reconocer que nuestra universidad ha evolucionado, que hemos
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cambiado, y que hoy existen manifestaciones de diversidad al interior de la sociedad que también merecen ser acogidas por la Iglesia. El cómo de alguna manera la Iglesia, a través de su Magisterio, nos ha ido señalando algunas pautas. Pero desde la Universidad también podemos hacer un ejercicio propiamente universitario. Cuando, como Comisión, nos visitó el Cardenal Versaldi, nos llamó precisamente a mirar, a revisitar el ejemplo de Cristo en su acogida a las personas diversas. Nos puso el ejemplo de María Magdalena y nos dijo que cuando nos planteamos con esta actitud de acogida, significa que nos planteamos con una actitud de apertura hacia quien piensa distinto, hacia quien es distinto o hacia quien se piensa distinto. Y al hacerlo estamos propiciando un tipo de diálogo en el cual, pese a la diferencia existente entre nosotros, que se puede constatar, el esfuerzo va a estar centrado predominantemente en buscar los puntos en los que coincidimos. Esa va a ser la esencia o la característica del diálogo al interior de una comunidad universitaria que es católica. Reconociéndonos en nuestras diferencias pero haciendo el esfuerzo de buscar cuáles son los puntos en los cuales coincidimos. Es un esfuerzo maravilloso que siempre nos va a llevar a la conclusión de que hay más cosas que nos unen que las que nos separan. —A 25 años de la Ex corde Ecclesiae, ¿qué novedades trae la reflexión que se realizó al interior de la Universidad respecto a la Constitución Apostólica? —El tiempo en que el Santo Padre reflexionó y nos participó de la misión y las características propias de una universidad católica, era un tiempo distinto. A la Constitución le falta redimensionar el mundo de las artes. Ese es un mensaje que fue instalado en la comisión de identidad católica por la profesora de la Facultad de Artes, la profesora Cecilia Bralic. Junto con la expresión tradicional de las ciencias naturales o exactas y de las ciencias sociales, hay que difundir y privilegiar la mirada de las artes, porque esta tiene que ver con la expresión de lo humano y, naturalmente, es una dimensión que debe estar muy presente. En segundo lugar yo diría que hace falta redimensionar el significado de la opción preferencial por los más pobres en el contexto de la cultura de la indiferencia. Debe darse hoy día con un particular énfasis porque el pobre no es solamente el pobre material sino también los pobres de espíritu de los que nos hablan las Bienaventuranzas. Tenemos que ser capaces de mirar dentro de nuestra universidad quiénes son los más pobres, quiénes son los que están más carentes de apoyo, de cariño, de compromiso y, luego, salir hacia la sociedad proyectando esta mirada
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UNIVERSIDAD Campus Lo Contador. Pontificia Universidad Católica de Chile. ©Philippe Blanc
Junto con la expresión tradicional de las ciencias naturales o exactas y de las ciencias sociales, hay que difundir y privilegiar la mirada de las artes, porque ésta tiene que ver con la expresión de lo humano y, naturalmente, es una dimensión que debe estar muy presente. hacia los que están más necesitados. En tercer lugar diría yo que, sin ser una novedad, es un énfasis muy especial que tiene el documento Identidad Católica, que son dos diálogos que deben trabajarse y privilegiarse en una universidad católica como la nuestra. Uno es el diálogo fe y razón y el otro es el diálogo fe y cultura. Nos convencimos, a 25 años de Ex corde Ecclesiae, que la fe puede convivir perfectamente con la razón; en otras palabras, los argumentos de fe también son argumentos de la razón, tienen que ver en definitiva con exigencias e imperativos que responden a la misma naturaleza humana. Y, en lo que se refiere al diálogo fe y cultura, tiene que ver justamente con esto de que la Universidad hoy día está situada en un entorno determinado y debe estar con sus sentidos muy abiertos a ser lo que la sociedad hoy día exige. Por lo tanto, reflexionar exclusivamente a partir de la teoría, debe privilegiar en forma cada vez más intensa lo que es su servicio a la sociedad, desde un punto de vista actual y presente.
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Capilla Campus Villarrica. Pontificia Universidad Católica de Chile. ŠPhilippe Blanc
L a unidad de la formación antropológica en el marco universitario POR JORGE PEÑA VIAL
“Ninguna época acumuló tantos y tan ricos conocimientos sobre el hombre como la nuestra. Ninguna época consiguió ofrecer un saber acerca del hombre tan penetrante. Ninguna época logró que este saber fuera tan rápida y cómodamente accesible. Ninguna época, no obstante, supo menos qué sea el hombre. A ningún tiempo se le presentó el hombre como un ser tan misterioso”1. Con esta cita de Martin Heidegger, Jorge Peña Vial comenzó su exposición en el Encuentro Iberoamericano de Academias de Ciencias Morales y Políticas desarrollado el pasado 7 y 8 de junio en Buenos Aires. A continuación, Humanitas reproduce una adaptación de su discurso.
El hombre sigue siendo “ese desconocido”, y hoy más por mala ciencia que por ignorancia. De ahí la paradoja: cuanto más conocemos, menos comprendemos el ser humano. Como dijera Heidegger, hay que “cuestionar, hacer saltar en pedazos el encajonamiento de las ciencias en disciplinas separadas”.
El hombre, verdadero microcosmos, es una realidad compleja que anuda y contiene en sí todas las dimensiones de la realidad (física, química, biológica, psíquica, espiritual, cultural). La palabra complejidad deriva de complexus, lo que está tejido junto, es decir, es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados. Debemos reconocer que el sistema universitario no está preparando a los estudiantes para afrontar la complejidad del hombre y de la realidad. ¿A qué se debe esta carencia fundamental? Al predominio de métodos simplificadores de pensamiento. El “paradigma de la simplificación”, como lo ha denominado el sociólogo Edgar Morin2, conduce a 1 Heidegger, Martin, Kant y el problema de la metafísica, trad. cast. en ed. F.C.E., México, 1954. 2 Cfr, Morin, Edgar: Introducción al pensamiento complejo, trad. al cast. de Marcelo Pakman, ed. Gedisa, Barcelona, 1994.
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la disyunción, al reduccionismo y la abstracción. En virtud de lo primero el pensamiento pone en disyunción realidades inseparables sin poder considerar su vínculo, separa realidades que están intrínsecamente unidas. Es así como nuestra atmósfera cultural está atravesada por disyunciones clamorosas que nos impiden tener una visión integradora y verdadera de lo real: res cogitans-res extensa, cuerpo-alma, hechos-valores, naturaleza-cultura, individuo-sociedad, cerebro-mente, fe-razón, gracia-libertad, sujeto-objeto. Pero la verdad, de maravillosa complejidad, el misterio, nunca del todo esclarecido, radica justamente en la conjunción, en la y: cuerpo y alma, naturaleza y cultura, hechos y valores, lo privado y lo público, cerebro y mente. Entreverados, íntimamente asociados, muchas veces indiscernibles en la unidad de lo real, recíprocamente requeridos. Todo indica una acción recíproca, un efecto mutuo, una causalidad circular.
La verdad, de maravillosa complejidad, el misterio, nunca del todo esclarecido, radica justamente en la conjunción, en la y: cuerpo y alma, naturaleza y cultura, hechos y valores, lo privado y lo público, cerebro y mente. Pero la gran disyunción que reina sobre la cultura occidental desde el siglo XVII remite el cuerpo y el cerebro al reino de la ciencia, sometiéndolo a las leyes deterministas y mecanicistas de la materia, mientras que el espíritu, refugiado en el reino de la filosofía y de las humanidades, vivió en la inmaterialidad, la creatividad, la libertad. Se estudia lo mismo (supongamos las sensaciones), pero uno en el edificio de las ciencias, donde se estudia “el cuerpo”, se hablará de afectores, efectores, transmisión al cerebro vía médula espinal, y el otro, en el edificio de Humanidades, donde se estudia el alma, se hablará de la riqueza cualitativa del color azul, que sugiere tranquilidad; el rojo, vitalidad, etc. Aunque se estudie lo mismo, se trata de dos mundos separados y en sus respectivos edificios. Sí, es necesario distinguir (cuerpo y alma, naturaleza y cultura, cerebro y mente, hechos y valores, lo privado y lo público), pero sin separar; es necesario unir, pero sin confundir. Porque en la realidad no hay nada que solo sea corpóreo sino que siempre está atravesado por significaciones espirituales, y viceversa; nada exclusivamente biológico ni psicológico ni natural ni cultural. Es imposible describir puramente “hechos” sin que no se nos cuelen valoraciones. Nuevamente lo decimos: la verdad está en la Y. Es necesario tomar los dos extremos separados por la conjunción, e impedir, manteniendo esa tensa unidad, que se separen: naturaleza y cultura, sujeto y objeto, cuerpo y alma, fe y razón, Cristo es Dios y hombre, etc. Si se enfatiza uno de los dos extremos, inevitablemente se incurre en el error:
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materialismos, espiritualismos, naturalismos, culturalismos, racionalismos, fideísmos… Es que la verdad tiene una delicada estructura arquitectónica. Esto me recuerda la famosa frase, creo que se atribuye a Chesterton, de que el error no es más que una verdad que se ha vuelto loca; una verdad que se torna totalitaria se desorbita, y sale del fino entramado en la que encuentra su lugar y sentido junto con las otras verdades. El sistema universitario, la configuración actual de las disciplinas, no forma adecuadamente ni se dispone de un instrumental adecuado para apreciar la complejidad de lo real, tanto más cuando hay algunos que se empeñan en levantar acta de defunción respecto de la metafísica. Y cuando se quiere evitar la disyunción y se intenta asociarlas e integrarlas, no raramente se incurre en la otra manifestación de la simplificación: el reduccionismo. Este consiste en la explicación de lo más complejo a partir de lo menos complejo: normalmente se reduce lo biológico a lo físico-químico y lo antropológico a lo biológico. Abundan las explicaciones genealógicas tendientes a explicar lo superior por lo inferior: es la llamada explicación ab inferiore, en la que lo espiritual se explica o, mejor, se reduce a lo psicológico, y lo psicológico a su vez a lo biológico. Así el amor provendría de la sublimación de la libido, cuando no “porque me subió la bilirrubina”. Los saberes llamados superiores —la ciencia, el arte, la religión— serían epifenómenos explicados desde la “hermenéutica de la sospecha”: en el ámbito psicológico por Freud, en el social por Marx y en el moral por Nietzsche. Debemos reconocer que la reducción, la disyunción, la simplificación han sido métodos heurísticos que han permitido enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica; pero sus consecuencias nocivas ulteriores se comienzan a revelar a mediados del siglo XX. Sí, ha sido preciso simplificar, es decir, poner entre paréntesis el problema del sujeto para no ver más que el objeto; ha sido preciso aislar el objeto estudiado tanto del sujeto que lo concibe como de su entorno. Pero actualmente parece que la simplificación llega a un límite, es decir, que la partícula no es la entidad simple, que no hay una fórmula única que detente la clave de todo el Universo, y llegamos a los problemas de incertidumbre, como en el caso de la microfísica y de la cosmología. Por otra parte, por método y provisionalmente, podemos aislar un objeto de su entorno, pero, por método también, no es menos importante considerar que los objetos, y sobre todo los seres vivientes, son sistemas abiertos que solo pueden ser definidos ecológicamente, es decir, en sus interacciones con el entorno, que forma parte de ellos tanto como ellos forman parte de él. Los efectos conjugados de la superespecialización, de la reducción y de la simplificación, que han producido progresos científicos incontestables, conducen hoy a la dislocación
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Por método y provisionalmente, podemos aislar un objeto de su entorno, pero, por método también, no es menos importante considerar que los objetos, y sobre todo los seres vivientes, son sistemas abiertos que solo pueden ser definidos ecológicamente, es decir, en sus interacciones con el entorno, que forma parte de ellos tanto como ellos forman parte de él. del conocimiento científico en imperios aislados entre sí (Física, Biología, Antropología), los cuales solo pueden volver a unirse de modo mutilado por la reducción de lo más complejo a lo más simple o por vanos y vagos esfuerzos interdisciplinares. Se asegura que el aumento informacional y la heterogeneidad de saberes hacen imposible toda articulación unitaria. A toda persona se le convence de que la época de Leonardo o del Renacimiento ya irremediablemente quedó atrás y que ahora es imposible tener una visión unitaria del hombre y del mundo. El especialista debe marginar las cuestiones fundamentales por generales, vagas, difíciles, abstractas y no operacionales. ¿Qué es el hombre?, ¿qué es el mundo?, ¿qué es el hombre en el mundo?, son preguntas que el científico remite a la filosofía, y ya se sabe lo elitista que es en sus abstrusas especulaciones, o a la religión, plagada de mitos o de respuestas poéticas, pero racionalmente insatisfactorias. Sistemáticamente se dejan de lado las cuestiones decisivas de índole filosófica, y, a lo más, a la edad de retirarse, se tolera que los grandes dignatarios de las disciplinas científicas adopten cierta altura meditativa. Esta situación actualmente es insostenible. El científico desemboca en agudas cuestiones filosóficas y frecuentemente carece de preparación y rigor para enfrentarlas de un modo que no sea unilateral, unidimensional o reduccionista. Actualmente nos encontramos en un momento decisivo en que el hombre dispone de tal poder sobre los resortes originarios de la vida, que la visión que se tenga del hombre será decisiva para el futuro de la humanidad. Este poder es aún más radical y afecta más íntimamente al hombre que el que dispuso hace casi setenta años con el dominio de la energía atómica. Este dominio no afecta solo a la estructura íntima de la materia, sino a lo que el hombre mismo es en su organismo y en su mente. Pronto alcanzaremos la posibilidad de manipular y configurar a cualquier hombre tanto en su autonomía reproductora —el gen— cuanto en su autonomía individual —el cerebro—. Constituye una retroacción del espíritu sobre las condiciones fisico-quimica-biológicas que lo hacen posible. Esta posibilidad representa un evento capital en la historia de la humanidad y de la vida entera. El control de nuestras determinaciones naturales a partir
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de nuestras aptitudes espirituales y nuestras finalidades culturales no solo promete perspectivas esperanzadoras y exaltantes —como lo son las terapias génicas y el remedio a carencias bioquímicas—, sino que asimismo, de no existir una adecuada visión acerca de la naturaleza del hombre, prepara eventualidades terroríficas. Las discusiones en torno a la clonación son solo un preámbulo y un tímido anuncio de las eventualidades que nos pueden sobrevenir. Y mientras tanto, sigue dándose una práctica de investigación científica fundada en conocimientos parciales, atomizados, unidimensionales e ignorantes de la complejidad del todo, cuyo conocimiento sería necesario para guiar la acción. Abruptamente se desemboca en problemas filosóficos de gran envergadura: qué es la vida, cómo se interrelacionan mente y cerebro, qué actitud adoptar frente a armamentos biológicos, químicos y ecológicos, frente a la experimentación en el ser humano y la recombinación del ADN, la inseminación artificial y los bancos de esperma, la modificación, modelaje y control del comportamiento humano, y un largo etcétera que golpea la conciencia de nuestra ciencia y de nuestros científicos. Por todas partes surgen voces acerca de la misión de la Bioética, que no dejan de clamar, con más o menos solidez filosófica, que es necesario aprender a transitar por caminos de sabiduría antes de explotar por los aires o introducir mutaciones impredecibles e incontroladas. El ideal ilustrado y presente en la aurora de la Modernidad, “ser dueños y poseedores de la naturaleza”, ha permitido grandes desarrollos y el definitivo despegue de la ciencia experimental, pero a la vez, y cada vez lo apreciamos con más claridad, ha conducido a violencias destructoras y daños irreparables sobre la complejidad viviente, que retroactúa de manera perjudicial y violenta sobre la esfera humana misma3. Sí, es mucho lo que le debemos al método analítico. El surgimiento y desarrollo de las diversas ciencias, la consolidación de un especialismo sin cuya consolidación no es posible el progreso en el saber, la adopción de diversas metodologías de acuerdo a las distintas perspectivas que cabe adoptar frente a la realidad. Sin embargo, debemos reconocer que su empleo indiscriminado ha traído consecuencias nocivas ulteriores que solo a fines del siglo XX se empiezan a revelar de modo más manifiesto. Quizás podemos decir, siguiendo a Leonardo Polo4, que el malestar de fines de siglo se origina en el empleo abusivo del método analítico, o para ser más exactos, en las respuestas exclusivamente analíticas a problemas que no lo son. Se pregunta Leonardo Polo: “¿No será la nuestra una situación en la 3 En lo anterior sigo planteamientos tomados de mi artículo “La inevitabilidad de los problemas filosóficos en Medicina” recogido en Ética de la libertad, ed. Res Publica, Santiago, 2013, p. 13-30. 4 Cfr: Polo, Leonardo, Quién es el hombre, ed. Rialp, Madrid, 1991.
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que nos topamos con un gran número de efectos secundarios a los que, a su vez, tratamos de dar solución analíticamente? ¿No explica esta inhabilidad el desencanto moderno?”5. El tratamiento analítico de asuntos humanos es al menos arriesgado: provoca más problemas que los que resuelve. Pero ¿en qué consiste esta proliferación de efectos secundarios que explican el creciente desencanto y escepticismo ante la acción humana? Pongamos un ejemplo para mostrar qué se entiende por el concepto de efecto secundario. El economista sabe cómo reducir la inflación, ha sido entrenado para ello, controla las variables económicas que la producen y puede idear las estrategias y los instrumentos adecuados para reducir la inflación que, según muchos, es el principal y más dañino flagelo económico. Pero esa solución analítica —reducción a toda costa de la inflación— provoca efectos secundarios y perversos —contracción económica, fuerte desempleo, múltiples efectos sociales, familiares y políticos— que, de efectos secundarios, paulatinamente, de hecho, derivan en principales. El efecto secundario deja de ser tal para convertirse en perverso y primario. Asimismo, hace algunos decenios el anhelo y meta común de los países era la industrialización a toda costa. Pero ese objetivo largamente acariciado trajo consigo todo un elenco de efectos secundarios que, al poco andar, fueron principales: contaminación de las aguas y del aire, exigencias cada vez más fuertes de calidad de vida, etc.
Si se quiere afrontar la complejidad de los problemas actuales sin una mirada ciega y mutiladora, debido a esa formación unidimensional, se deberá tener una mirada humanista sensible al arte, a la religión y a la filosofía, y sobre todo, se deberá disponer de una adecuada formación metafísica. Solo ella puede ser base sólida para una sana antropología y una coherente moral. El médico, el economista, el psicólogo, es formado analíticamente; esto es inevitable. Sin embargo, si se quiere afrontar la complejidad de los problemas actuales sin una mirada ciega y mutiladora, debido a esa formación unidimensional, se deberá tener una mirada humanista sensible al arte, a la religión y a la filosofía, y sobre todo, se deberá disponer de una adecuada formación metafísica. Solo ella puede ser base sólida para una sana antropología y una coherente moral. “El hombre es una unidad que no se reconstituye partiendo de su análisis”6, observa Leonardo Polo. Lo maravilloso del hombre radica 5 Ibidem, p. 45. 6 Ibidem, p. 48. “las diferencias del hombre son internas, tanto si lo consideramos somática como anímica y espiritualmente (...) El hombre es intimidad antes que composición”.
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en su integridad dinámica, en ser un fascinante microcosmos —como decían los antiguos— que recoge en sí todas las dimensiones de la realidad: física, química, biológica, psicológica, espiritual, social y cultural. Edgar Morin ha denunciado que “existe una falta de adecuación cada vez más grande, profunda y grave entre nuestros saberes discordes, troceados, encasillados en disciplinas, y por otra parte unas realidades o problemas cada vez más multidisciplinares, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales y planetarios”7. La hiperespecialización impide ver lo global (que fragmenta en parcelas), así como lo esencial (que disuelve). Ahora bien, los problemas esenciales nunca son parcelarios y los problemas globales son cada vez más esenciales. Todo indica que el desafío de la globalidad es pues al mismo tiempo un desafío de complejidad. La partición de las disciplinas hace imposible captar “lo que está tejido junto”, es decir lo complejo, según el sentido original del término. Existirá complejidad mientras sean inseparables los componentes diferentes que constituyen un todo (como lo económico, lo político, lo sociológico, lo psicológico, lo afectivo) y haya un tejido interdependiente entre los distintos componentes. Una inteligencia que no sepa otra cosa que separar rompe la complejidad del mundo en fragmentos desunidos, fracciona los problemas, unidimensionaliza lo multidimensional. Lo grave es que, en lugar de oponer correctivos a estos desarrollos, nuestro sistema universitario les presta pleno acatamiento. Se nos enseña a aislar los objetos (de su entorno), a separar las disciplinas (antes que a reconocer sus solidaridades), a desunir los problemas, más que a unir y a integrar. La ciencia económica es cada vez más incapaz de considerar lo que no es cuantificable, es decir, las pasiones y las necesidades humanas. De este modo, la economía es a la vez la ciencia más avanzada matemáticamente y la más atrasada humanamente. Es consolador saber que Hayek dijo: “Nadie puede ser un gran economista si es sólo economista”. Incluso añadió “que un economista que sólo es economista pasa a ser perjudicial y puede constituir un verdadero peligro”. Detrás del desafío de lo global y lo complejo se esconde otro desafío, el de la expansión incontrolada del saber. El crecimiento ininterrumpido de los saberes edifica una gigantesca torre de Babel, donde susurran lenguajes discordantes. A este respecto suelo citar el pasaje del coro de las Rocas de T.S. Eliot: “¿Dónde se encuentra la cultura que hemos perdido con la información? ¿Dónde se encuentra la sabiduría que hemos perdido con la cultura?” Información, cultura, sabiduría; no son lo 7 Morin, Edgar, La mente bien ordenada, trad. al cast. de M. José Duxo-Dulce Montesinos, ed. Seix Barral, Barcelona, 2000, p. 13.
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mismo. El conocimiento requiere de organización y puesta en relación de las informaciones. Estamos inundados de información, pero eso no es cultura. (Sin referirme a los media, donde reina la infobasura.) Se requiere de un verdadero saber para cribar la información relevante. No llegamos a integrar nuestros conocimientos, menos aún a adquirir una verdadera sabiduría en orden a conducir nuestras vidas.
Hacia una síntesis intelectual Cada vez estamos más conscientes de que cuando se reconoce un determinado problema (por ejemplo, el estudio de la relación mentecuerpo), para que sea correctamente afrontado se necesita de la intervención orgánica y combinada de varias disciplinas, ya que los campos tocados por este problema son múltiples y son diversas las metodologías a emplear. El trabajo universitario requiere del diálogo interdisciplinario. Pero Juan Arana se pregunta: “¿Verdaderamente nos interesan los planteamientos interdisciplinares? ¿Estamos dispuestos a trabajar seriamente en pro de la comunicación entre las ciencias y las humanidades? ¿Damos a este objetivo la prioridad indispensable para que su consecución sea viable? Dudo mucho de que sea legítimo responder afirmativamente. En abstracto, por supuesto, a todos nos parece bien y no hay nadie que deje de lamentar la esquizofrenia de nuestra cultura, la barbarie del especialismo, la descoordinación de los saberes, la falta de perspectivas sintéticas, etc. Pero, en lo más profundo del alma, la mayor parte de nosotros piensa que la interdisciplinariedad es un lujo prescindible” 8 . Además, tener bien determinadas las fronteras interdisciplinares es una bendición porque evitan los conflictos de competencia: impiden confrontaciones, definen roles sociales, promueven una división racional del trabajo. “En definitiva —agrega Juan Arana—, la interdisciplinariedad tropieza con los intereses gremiales de los especialistas, las ambiciones territoriales de los académicos y el desinterés para todo lo que no sea el corto plazo de los administradores públicos. Son dificultades extrínsecas a las que hay que sumar las intrínsecas: la babelización de la cultura, multiplicaciones de lenguajes especializados, proliferación de metodologías ultraespecíficas, etc.” 9. Tampoco faltan los que desean reconstruir la unidad del saber a partir y alrededor de la disciplina particular que ellos mismos cultivan. Lo que Arana propone para conseguir efectivamente esa interdisciplinariedad es un “programa 8 Arana, Juan, “¿Todavía es posible la interdisciplinariedad” en El caos del conocimiento. Del árbol de la ciencia a la maraña del saber”, ed. Eunsa, Pamplona, 2004, p. 16. 9 Ibidem, p. 19.
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El progreso científico y la creciente ramificación de sus direcciones no son ipso facto fuentes de fragmentación e incomunicabilidad. Lo llegan a ser cuando el avance en el propio objeto de conocimiento es realizado con una óptica reduccionista. En la universidad actual parecen coexistir ambas tendencias, una hacia la progresiva especialización, la otra hacia el diálogo interdisciplinario y la síntesis. Pero no hay razón para leerlas en clave necesariamente alternativa o dialéctica, en cuanto el progreso científico y la creciente ramificación de sus direcciones no son ipso facto fuentes de fragmentación e incomunicabilidad. Lo llegan a ser cuando el avance en el propio objeto de conocimiento es realizado con una óptica reduccionista. Pero es verdad que la multiplicación de las disciplinas o de los lenguajes es ciertamente más visible de lo que son las formas de diálogo y las exigencias de la unidad del saber. El punto en cuestión es ver hasta qué punto el diálogo interdisciplinario y la apertura a cierta unidad del saber pueden considerarse aptitudes propias y esenciales del trabajo universitario, o más bien simples incursiones filosóficas11. ¿Es, por tanto, la universidad el lugar apropiado para promover la unidad del saber? Y si lo es, ¿en base a qué principios podría favorecerse? Para Newmann, la universidad es el lugar donde se enseña el saber universal y donde se forma en él la madurez de la persona, requisito previo a la formación en cada disciplina; Jaspers veía en el diálogo y en la interdisciplinariedad la condición indispensable para poder tender hacia una verdad que para ser conseguida necesitaba de la estructuración de varias perspectivas; para Ortega y Gasset la universidad debía ofrecer una visión de la cultura de la propia época, entregando una síntesis de las diferentes visiones del mundo proporcionada por las diferentes áreas del saber. Para todos estos autores el campus universitario continúa siendo un lugar de encuentro. Es que la universidad es el lugar del diálogo y de la universalidad del conocimiento. 10 Cfr: Ibidem, p. 21-22. 11 En lo que sigue tengo especialmente en cuenta el libro de Giusepe Tanzella-Nitti, Pasión por la verdad. La responsabilidad del saber y la Universidad en el pensamiento de Juan Pablo II, trad. al cast, de césar Félix Sánchez Martinez, ed. Universidad de Piura, Facultad de Humanidades, 2014.
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de desarme lingüístico y metodológico de las ciencias, como punto de partida y puerta de acceso a otro programa más ambicioso de síntesis teórica. Para ello propone 10 puntos a tener en cuenta que pueden leer en su libro “El caos del conocimiento”10.
Sin fe en la verdad no podría existir de ninguna manera un auténtico diálogo. “La verdad —escribe Tanzella-Nitti— crea la posibilidad del diálogo, pero al mismo tiempo el diálogo sirve a la verdad. Verdad y diálogo se atraen recíprocamente: estar abierto a la trascendencia del verum abre el camino al reconocimiento del unum y por ende dispone a la sincera acogida del «otro». No son los conceptos y las ciencias los que tienen que dialogar, sino las personas que hacen ciencia”12. Es una síntesis vital, porque es el sujeto quien debe poseer aquel resultado de manera personal (ciencia y teología, razón y fe).
En la universidad cada disciplina debe aprender a trabajar en el contexto de las otras. Cada ciencia debe ser cultivada en espíritu de universalidad. Trabajar una disciplina en el contexto de las otras quiere decir, en definitiva, ser hombres cultos. La universidad es el lugar del diálogo en todos los campos. Ella encarna una exigencia de universalidad, el deseo de hacer converger los distintos conocimientos en una visión global de la realidad. “La universalidad —decía Juan Pablo II— es característica de la verdadera cultura”. El hombre no se contenta con verdades parciales, sino que busca verdades totales (Intellectus est quomodo omnia). “Toda la realidad —añadía— es dada como tarea al hombre bajo el aspecto de la verdad”13. La verdad se presenta como una “unidad compleja” a la que se accede por muchas perspectivas complementarias. Tarea esencial de la universidad es entonces componer la tensión innata en esta complejidad, la tensión entre especialización y unidad del saber. Mostrando que la multiplicidad no degenera en incomunicabilidad y la distinción no obstaculiza la búsqueda de la unidad. Casi todos los discursos de Juan Pablo II insisten en no perder de vista la unidad del saber. Asimismo, Benedicto XVI enfatiza la necesaria ampliación de la razón y de la ciencia. Con ello se quiere indicar que en la universidad cada disciplina debe aprender a trabajar en el contexto de las otras. Cada ciencia debe ser cultivada en espíritu de universalidad. Trabajar una disciplina en el contexto de las otras quiere decir, en definitiva, ser hombres cultos. De esta ampliación de horizontes se derivan ventajas para la propia disciplina y para el servicio que a través de ellas se quiere prestar a los demás. En el tema de la “unidad del saber”, ha sido frecuente apelar al papel de la metafísica, a la que se reconoce la capacidad de favorecer el ordenamiento articulado de las ciencias en torno a la verdad. Pero el mismo asunto puede ser abordado exhortando a una visión no conflictiva, mejor aún, a una 12 Tanzella-Nitti, G., ob. cit. p. 177. 13 Juan Pablo II, Encuentro con el senado académico en el Aula del alma Mater Studiorum, Bolonia, 7-VI-1988.
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síntesis entre conceptos como ciencia y conciencia, ética y técnica, razón y fe, teología y ciencias, cultura científica y cultura filosófica, entre una verdad que se busca y una verdad que ya se posee. En definitiva “un nuevo humanismo” donde los valores espirituales, morales, filosóficos, estéticos y científicos puedan desarrollarse en armonía, y donde exista un profundo respeto por la libertad y por los derechos de la persona. Sin la sinergia entre las disciplinas científicas y formación humanística no puede existir un crecimiento armónico de la persona ni de la sociedad, ni soluciones humanas. La Universidad debe favorecer un clima intelectual donde este diálogo y esta sinergia se hagan posibles. Por eso es necesario una revalorización de las ciencias humanas, que en el panorama cultural contemporáneo parecen desfavorecidas, ya sea porque sus resultados no son normalmente apreciables en términos inmediatamente pragmáticos o porque su objeto de estudio se sustrae a los métodos de las ciencias exactas. Juan Pablo II en un discurso en la Universidad de Upsala recordaba la convergencia entre el concepto de Universitas y el de Humanitas; convergencia que fue propia de las universidades medievales y que hoy, en un contexto cultural distinto, necesita redescubrirse para evitar que una formación profesional excesivamente funcional y muy especializada obstaculice una cultura humana abierta a los valores éticos y espirituales14. Pero más que la fragmentación del saber, es el reduccionismo cientificista el que puede ser un obstáculo en el diálogo con las ciencias humanas. “Es necesario evitar el peligro —señalaba Juan Pablo II a los universitarios romanos— de limitar el campo del saber a lo que es experimental y mensurable, descuidando los valores de la bondad, de la belleza, del amor, de la espiritualidad y eliminando las preguntas fundamentales sobre el sentido de la vida y de la historia”15. Hay que formar hombres capaces de relacionar, desde los primeros años de sus estudios, la ética y la técnica, la ciencia y la conciencia. Asimismo, hay que decir que la vertiente de las disciplinas humanísticas comprende también a la teología. La Teología enseña a aceptar el desafío de la racionalidad y, a su vez, provoca a la racionalidad misma impulsándola a abrirse al misterio de la trascendencia. Un diálogo interdisciplinario que excluya a la Teología sería incompleto. La Teología posee un papel imprescindible en la búsqueda de la unidad y por ello le compete una presencia responsable en el seno de la universidad. Por otra parte, una cultura en la que la Teología no esté ausente protege a la ciencia de los posibles aislamientos ideológicos o de cualquier modo reduccionista, dejándola abierta al encuentro con el misterio de la existencia. 14 Cfr: Juan Pablo II, Encuentro con la comunidad universitaria sueca, Upsala, 9-VI-1989. 15 Juan Pablo II, Homilía durante la Misa para los estudiantes y docentes de las universidades romanas, Roma, 13-XII-1990.
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El tema de la unidad del saber debe implicar no a las ciencias, pero sí a la persona. La unidad del saber no se realiza tanto en la unidad del método o de contenido, sino in interiore homine. Se pierde la unidad no tanto cuando las disciplinas comenzaron a diferenciarse, sino cuando la persona pierde su propio centro interior. Las fuentes y los métodos del conocimiento son muchos, pero uno solo es el sujeto. Y en la persona se da unidad cuando no existe separación entre la inteligencia y la voluntad, entre teoría y praxis. Es el hombre al que podemos llamar culto: aquel que no ha excluido, por negligencia, ninguna contribución importante en la formación de sus juicios y en la determinación de sus elecciones. Una praxis dictada por el deseo de servir más eficazmente al bien común es fuente de unidad, pero lo es aún más cuando el fin es el esclarecer —gracias a la contribución de diversas disciplinas— las interrogantes existenciales de la persona humana, sobre los motivos de su vivir. “Nos dirigimos hacia la unidad —afirma Juan Pablo II— en la medida en que nos dirigimos hacia un sentido en nuestras vidas”16. Pero afirmar que se va hacia la unidad cada vez que se está buscando el significado de la propia vida, equivale a decir que el último referente que da unidad a la experiencia intelectual del sujeto es de carácter religioso. La unidad del saber no depende ni de la cantidad ni del tipo de conocimiento que poseo, sino del modo con que lo pongo en relación con las razones de mi vivir, del modo con que sé utilizarlas para iluminar mi realidad. Un saber que no solo se abre a la verdad, sino también a Dios. La unidad del saber se basa en la unidad de lo real, unidad que puedo predicar de modo más fundamentado cuanto más nítida es la afirmación de la dependencia de toda la realidad de una única Causa; además, porque en Dios yace el significado de nuestra vida y al buscarlo nos movemos hacia la unidad. En última instancia, o el hombre se busca a sí mismo, la propia afirmación, la utilidad personal, como finalidad última de la existencia, o se dirige a Dios, Bien supremo y verdadero Fin último, el único en condiciones de unificar, subordinándolos y orientándolos a Él, los múltiples fines que constituyen el objeto de nuestras aspiraciones. Resignarse a un saber fragmentado termina fragmentando al hombre y se dificulta la conquista de la unidad de vida.
16 Juan Pablo II, Carta al director del Observatorio Vaticano, 1-VI-1998.
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La Teología enseña a aceptar el desafío de la racionalidad y, a su vez, provoca a la racionalidad misma impulsándola a abrirse al misterio de la trascendencia. Un diálogo interdisciplinario que excluya a la teología sería incompleto.
[Marc Chagall & Klaus Mayer, “The God of the Fathers. The Chagall-Windows of St.Stephan´s Church in Mainz. Volume 1 Centre Window”, Echter Publishing House, Würzburg, 1993.]
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Una clave del pensamiento de Romano Guardini
L a melancolía y el anhelo místico POR ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS
Por influencia del pensamiento criticista kantiano y el ambiente socio-
cultural de Múnich, en el verano de 1905 el joven Guardini se sintió un tanto alejado de la fe cristiana, pero no rompió los lazos con la Iglesia. Hacia el otoño vivió una experiencia de iluminación interior al meditar hondamente la frase evangélica: “Quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará” (Mc 8 , 35). Esta densa e inquietante frase fue para él, en ese momento, “la verdadera llave de acceso a la fe”1, sin duda por adivinar que en ella alienta una energía y una riqueza insospechadas. Ya por entonces mostraba Guardini una especial sensibilidad para captar la energía interior que generan ciertos conceptos contrastados2. El trato con su buen amigo Karl Neundörfer ––muy sensible para las cuestiones del espíritu– le ayudó a ver con claridad que “la mayor posibilidad de verdad está precisamente donde se halla la mayor posibilidad de amor”. Tal convicción lo llevó a adentrarse con espíritu de sencillez espiritual en el ámbito de la Iglesia, en el que se halla “el camino para obtener el amor”3. Esta experiencia espiritual se incrementó de tal modo en el trato con los esposos Wilhelm y Josephine Schleussner —dos verdaderos testigos de la fe que conocían y practicaban la vida mística— que Guardini se sintió llamado al sacerdocio. Pero, tras una infancia y una adolescencia de vida retraída, sentía angustia ante la idea de asumir las exigencias del estado sacerdotal. Un buen día, después de rezar el rosario se sintió liberado de tal opresión e ingresó en el seminario de Maguncia (1908). Pronto intuyó que su misión consistía en “configurar un nuevo método evangelizador”. 1 Las frases sueltas que aparecen entre comillas son del mismo Guardini. 2 Tal energía resalta de modo especial en la obra Vom Sinn der Kirche. M. Grünewald, Maguncia 1922, 41955, p. 43. Versión española: Sentido de la Iglesia (San Pablo, Buenos Aires; Edibesa, Madrid, 2010). El interés de Guardini por superar las paradojas y antinomias y sacar partido de la energía que en ellas late resalta en la obra de juventud El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto. BAC, Madrid 1996. Versión original: Der Gegensatz. Versuch einer Philosophie des Lebendig Konkreten. M. Grünewald, Maguncia 1925, 31985. 3 Cf. Apuntes para una autobiografía. Encuentro, Madrid 1992, p. 99. Ver: Berichte über mein Leben, Patmos, Düsseldorf, 1985.
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Veamos seguidamente la veta mística que alienta en el espíritu de Guardini y algunas de las consecuencias de la misma.
La melancolía y la tendencia a la elevación mística En su obra Apuntes para una autobiografía confiesa Guardini su inclinación a la melancolía, sentimiento bifronte, tensionado por la inclinación al desánimo y el tirón hacia lo alto. “Sin un temperamento melancólico no creo que sean posibles la capacidad creativa y la relación profunda con la vida. La melancolía no se puede eliminar, sino que hay que insertarla en la vida; esto significa que hay que aceptarla interiormente como un don de Dios y convertirla en un bien para los demás”4 . La persona melancólica se caracteriza por sufrir una tensión constante y fuerte hacia lo noble y digno, lo valioso y fecundo. No se contenta con ganancias inmediatas, por intensas y halagadoras que sean. Quiere sentir, a través de lo que ve y le acontece, la presencia de lo excelente, y, si no la experimenta, queda turbada y decepcionada. De ahí el peligro constante de caer en depresión. Pero este estado de depresión es derivado. Procede del fracaso en el intento de elevarse a un nivel de excelencia. Según Guardini, el hombre melancólico tiende a amar las realidades que lo rodean, y, en virtud de ese amor, busca en ellas un alto nivel de valor y fecundidad. Si no lo encuentra, debido a su condición finita y menesterosa, se siente vacío y fracasado. Tal frustración se traduce en un sentimiento de tedio que lleva a la decepción. Comparado con el infinito que anhela en el fondo de su ser, todo lo mundano se le aparece como carente de razón de existir. La tensión interna se agrava en él porque sigue siendo muy sensible a la belleza, la plenitud de sentido, el valor de las realidades bien logradas, y le resulta difícil encontrar estas cualidades en su entorno. El melancólico siente esa precariedad como propia e ineludible y se ve desvalido. Tal baja autoestima provoca en él una actitud de timidez y temor ante cualquier gesto que pueda indicar menosprecio. Su única protección la encuentra en el silencio recogido que le permite dejarse sobrecoger por lo profundo y relevante, y sentir así “la gravitación interior del alma hacia el gran centro”: el ámbito de lo sagrado5. La melancolía penetra demasiado hondamente en las raíces de nuestra existencia para que podamos resolverla 4 Cf. o.c., p. 107. 5 Cf. Vom Sinn der Schwermut. Grünewald, Maguncia 61996, p.p. 41-42. Traducción española de Miguel Ángel Nesprías: Sobre el sentido de la melancolía, en Revista Argentina de clínica neuropsiquiátrica, año XII, vol. 10, 3 (2001). Véase, asimismo, “Humanitas” 51 (2008), p.p. 558-578.
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con los recursos de la psiquiatría. Su auténtico sentido solo se esclarece en el plano de lo espiritual. “Y, a mi entender, radica en lo siguiente: la melancolía es la inquietud del hombre ante la vecindad de lo Eterno. Dicha y amenaza a la par”6 . La obediencia a esta voz interior lleva al espíritu melancólico a frecuentar el trato con personas que escalaron altas cotas de grandeza por orientarse en esa dirección: “Grandeza, verdadera grandeza no es posible sin esa presión que confiere a las cosas todo su peso; sin ese dolor —por así decir, constitutivo— que Dante denomina “a grande tristeza”, que no surge de una circunstancia especial sino de la existencia misma”7.
La melancolía que experimentó y analizó Guardi- La melancolía no se reduce a ni no se reducía a una romántica nostalgia de lo ili- una romántica nostalgia de lo mitado, sino a la conciencia viva de “estar llamados ilimitado, sino a la concienpor Dios; llamados a asumirlo en nuestra existencia. cia viva de “estar llamados La melancolía es la tensión propia del nacimiento de lo Eterno en el hombre” 8 . La tensión hacia lo por Dios; llamados a asuEterno —visto como algo cualitativamente perfecto, mirlo en nuestra existencia. no solo como algo temporalmente inacabable— la La melancolía es la tensión vivimos, en principio, en forma de ansia de amor, propia del nacimiento de lo belleza y plenitud de vida. La esencia radical de la Eterno en el hombre”. melancolía “consiste en nostalgia de amor. De amor en todos sus grados; desde la sensibilidad más elemental hasta el amor más elevado del espíritu” 9. Esta ansia inquieta suele verse defraudada al comprobar la caducidad de lo amado, por bello que sea. Tan dolorosa frustración incrementa en el espíritu melancólico la nostalgia de lo infinito absoluto y perfecto, lo noble y valioso, lo supremamente bueno, que es a la vez lo propiamente real y la belleza sin límite. La meta del melancólico es ahora unirse estrechamente con el Ser Absoluto, no solo conocerlo, sino participar en su vida al modo paulino: “Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20). “El hombre melancólico ansía encontrar al Absoluto, pero al Absoluto visto como amor y belleza”10. Y esta búsqueda ardorosa, incondicional, suscita en su espíritu un renovado entusiasmo y nuevas amarguras. 6 Ibíd, p. 49-50. 7 Ibíd, p. 41. 8 Ibíd, p. 48. 9 Ibíd, p. 44. 10 Ibíd, p. 46.
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“El anhelo de plenitud de valor, de vida y de belleza infinita, unido profundamente con el sentimiento de la caducidad, la negligencia y el fracaso, y con la irreprimible nostalgia, el dolor y la inquietud que de ahí se derivan… eso es la melancolía. Es como una amargura y una dulzura, a la vez, que va unida a todo”11.
El trato con los esposos Schleussner, personas de extraordinaria calidad humana y religiosa, ayudó a Guardini a convertir la melancolía en una fuente de ascenso espiritual constante. A Josephine debió Guardini el conocimiento del Diario Espiritual de una mística francesa, conocida bajo el seudónimo de Lucie Christine. Quedó tan prendado de la elevación espiritual plasmada en esta obra que dedicó diez años a la tarea de traducirla al alemán, con el título de Geistliches Tagebuch12. Su lectura le acompañó y consoló en momentos difíciles, y le abrió el horizonte de plenitud humana que intentó reflejar en sus escritos y conferencias13. Cuando hablaba de la necesidad de configurar un hombre nuevo y una mentalidad Romano Guardini renovada, pensaba en el tipo de hombre que refleja dicha obra. “Yo amo la mística; sé que en ella se esconden tesoros de extraordinaria nobleza, y no sólo para unos pocos escogidos sino para círculos muy amplios. (...) ¡Tengo un respeto sagrado hacia estos educadores del alma!”14 . Esta alta estima de la vida mística explica buen número de los rasgos que caracterizan su vida y su obra.
La caducidad de la vida y la tensión hacia lo alto Guardini fue consciente de que su temperamento melancólico era para él una fuente de creatividad, pero tal riqueza debía comprarla a un alto precio. Sus grandes éxitos de público no despertaron en él sentimientos de autocomplacencia; avivaron la conciencia de sus carencias y de la caducidad de la vida. Una tarde, en el Deutsches Museum de Múnich, atrajo la atención de 2.500 estudiantes durante hora y media. Lo anota en su Diario y agrega: “Tuve la sensación de que fue algo valioso espiritualmente. Y ahora también esto ha pasado ya”15 . 11 Ibíd, p. 47. 12 Cf. o.c., 4ª edición en M. Grünewald, Maguncia, sin fecha. 13 Cf. Prólogo del traductor, o.c., XI. 14 Este texto se halla en una carta de Guardini a Richard Knies del 29 de abril de 1919. Apud Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz en la obra Romano Guardini (1885-1968). Leben und Werk. M. Grünewald, Maguncia 41995, p. 119. 15 Cf. Wahrheit des Denkens und Wahrheit des Tuns. Notizen und Texte 1942-1964. Schöning, Paderborn 1985, p. 89.
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En los momentos de mayor éxito, cuando públicos numerosos y cualificados seguían atentos sus conferencias y homilías, o cuando una Universidad reconocía sus méritos nombrándole doctor honoris causa, Guardini subraya en su Diario que todo eso es muy bello pero pasa inexorablemente. En esta observación se advierten las dos vertientes de la melancolía: la conciencia amarga de que todo lo humano perece, y la nostalgia por una vida de tan alta calidad que perdura ilimitadamente. Guardini poseía una sensibilidad exquisita para todo lo bello, pero, ante ciertas manifestaciones refinadísimas de belleza, sentía una honda tristeza si no veía latir en ellas el espíritu de Dios. El amor a lo bello, a la obra bien hecha, a la acción lograda instó a Guardini a perfeccionarse sin cesar: mejorar el estilo, la forma de presentar la Buena Nueva, vivir la Liturgia, comprender la experiencia religiosa, descubrir cómo late esta experiencia en grandes obras de la literatura… Para ello tenía que cultivar el recogimiento e, incluso, la soledad. “Los hombres no conocen la soledad que hay en torno a mí, y no saben que yo, después de un breve encuentro, tengo que volver a la soledad”16. Ese afán de perfección nos da alas para elevarnos a los valores más altos, a condición de que renunciemos lúcida y libremente a valores inferiores, anulando —en la línea paulina— el “hombre viejo” para configurar el “hombre nuevo”. He aquí la gran meta hacia la que nos conduce la melancolía cuando la tratamos con talante creativo.
El espíritu de oración Guardini cultivó con asiduidad tres formas de oración que consideraba complementarias: la litúrgica, la popular y la privada17. De hecho, son tan intensas las oraciones que propone en las Cartas sobre la formación de sí mismo18 para rezar privadamente en los momentos cruciales del día como las Oraciones Teológicas19 que pronunció ante la asamblea creyente en momentos especialmente dramáticos. Vistas con hondura, estas oraciones impresionan porque reflejan un espíritu místico, que crea con el Señor el modo intenso de unidad que llamamos presencia. 16 Ibíd, p. 49. 17 No fue casual que, recién publicado –en 1918– su primer libro, dedicado a destacar las excelencias del culto litúrgico –El espíritu de la liturgia–, editara –en 1919– su Via crucis, como modelo de devoción popular. Esta toma de postura equilibrada entre ambas formas de piedad llevó a algunos representantes del Movimiento Litúrgico a volverle la espalda. En uno de sus diarios apuntó Guardini con encantadora sencillez: “¡Perdí todo mi prestigio!”. No obstante, él se mantuvo fiel a su convicción primera, como expresamente me confesó treinta y seis años más tarde, cuando vivía en Múnich –año 1955– uno de los momentos más altos de su vida académica y publicística. 18 Ibíd, Palabra, Madrid 2000. Versión original: Briefe über Selbstbildung, M. Grünewald, Maguncia 111968. 19 Cf. o.c., en Obras de Romano Guardini III, Cristiandad, Madrid 1981. Versión original: Theologische Gebete, Knecht, Frankfort 7 1963.
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Debido a su profundo espíritu cristiano, a su empeño de buscar incondicionalmente la verdad y a su gran estima de los escritores místicos, Guardini aprecia sobre toda medida la vida de oración, entendida como el empeño de “ir a Dios con toda el alma”. [Elias desplomado, sentado en la cima de una colina, en: Marc Chagall & Klaus Mayer, “I Have Set my Bow in the Clouds. The Chagall-Windows of St.Stephan´s Church in Mainz. Volume 2 The Flanking Centre Windows”, Echter Publishing House, Würzburg, 1995].
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A su entender, la oración auténtica consiste en colaborar a que surja un “espacio de presencia” con el Señor, un “ámbito de encuentro”. “Cuando el hombre se confía a Jesucristo, llega en verdad a la presencia de Dios. Esto se realiza en la oración recta y auténtica. En ella se llega a la santa presencia de Dios. Merced a ella, despierta en la interioridad del hombre no sólo la profundidad religiosa humana, en general, sino el nuevo corazón de los hijos de Dios, corazón renacido y configurado por la gracia. En este ‘espacio vital’ se muestra la realidad de Dios. Puede ser que el hombre sienta esta realidad de modo inmediato, de forma que lo estremezca con su majestad y lo inunde con su cercanía. En tal caso, se encuentra el hombre ante el sublime e íntimo misterio de la oración y debe acercarse a él con respeto reverencial, poniendo toda su solicitud en conservarlo”20.
Debido a su profundo espíritu cristiano, a su empeño de buscar incondicionalmente la verdad y a su gran estima de los escritores místicos, Guardini aprecia sobre toda medida la vida de oración, entendida como el empeño de “ir a Dios con toda el alma”21. “Tenemos que volver a aprender que no es sólo el corazón el que debe rezar, sino también la mente. El conocimiento mismo ha de convertirse en oración, en cuanto la verdad se hace amor”22.
Debido a su profundo espíritu cristiano, a su empeño de buscar incondicionalmente la verdad y a su gran estima de los escritores místicos, Guardini aprecia sobre toda medida la vida de oración, entendida como el empeño de “ir a Dios con toda el alma”.
Observamos la tendencia temprana de Guardini a integrar (vincular por dentro) aspectos de la vida humana que una mirada superficial considera como opuestos. Esta capacidad de integración potencia la riqueza de su pensamiento y lo hace sumamente sugestivo. Oración, recogimiento y participación Guardini partía de la tesis defendida por la Antropología dialógica actual más cualificada de que el hombre es un “ser de encuentro” y necesita “espacios” para desarrollarse, tanto en el aspecto fisiológico como en el psíquico y el espiritual. Para orar debemos recogernos y abrirnos al sentimiento de asombro ante la grandeza de Dios.
20 Cf. Introducción a la vida de oración. Palabra, Madrid 2002, p.p. 46-47. Versión original: Vorschule des Betens, Benziger, Einsiedeln, 61960. 21 Cf. Gebet und Wahrheit. Meditationen über das Vaterunser. Werkbund, Würzburg 1960, p. 17. Versión española: El padrenuestro, en Obras de Guardini II. Cristiandad, Madrid 1981, p. 23. 22 Cf. Oraciones Teológicas, o.c., p. 11.
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“El recogimiento crea la apertura y el “espacio” interno de la oración. Propiamente, esta denominación no es adecuada, pues el “espacio” o “lugar” de la oración no se da ni dentro ni fuera, sino “en el espíritu”. Y no en el espíritu sin más, es decir, allí donde residen las imágenes del pensar o las intenciones del querer, sino “en el Espíritu Santo”. (...) El espacio de la oración se constituye en la presencia del hombre ante Dios. (…)Cuando Dios se acerca a un hombre, permanece junto a él y lo trata con amor, y el hombre “existe” ante Dios y se relaciona con Él en fe, entonces se constituye ese “espacio sagrado””23.
Al entrar en ese espacio vital, el hombre participa de la vida de Dios, y “la fuerza de Dios entra en su alma”, y esta vive “desde la fuente de la energía”24. Rezamos por la mañana para “renovarnos desde Dios”25; elevamos el corazón a Dios por la noche para que todo lo vivido durante el día “se resuelva en confianza y agradecimiento”. Al salir de casa, comenzar una oración o iniciar una acción significativa, nos signamos con toda seriedad, conscientes de que, con ello, inscribimos todo nuestro ser y nuestro obrar en el ámbito sagrado abierto por las tres personas de la Trinidad y nos disponemos a vivir trinitariamente. Este ámbito se abre al hacer la señal de la cruz con plena conciencia de lo que significa: “Haz la señal de la cruz despacio, con la mano y con la mente; hazla amplia, de la frente al pecho, de hombro a hombro. ¿No sientes cómo te abraza por entero? Procura recogerte; concentra en ella tus pensamientos y tu corazón según la vas trazando, y verás que te envuelve en cuerpo y alma, se apodera de ti, te consagra y santifica. Entonces sentirás lo fuerte que es”26.
La oración es algo profundo y transfigurador Para orar de verdad hemos de poner en juego todo nuestro ser con voluntad decidida de transformarlo. “Al orar se va a lo profundo. Pero la profundidad nos arredra; queremos permanecer en la superficie, que es donde nos conocemos bien y hay colorido y cambio. En lo profundo hay seriedad. (...) En la oración nos acercamos más a nosotros mismos. Nos vemos con más claridad; sentimos más palpablemente lo insuficiente que es todo. Por una parte queremos conocer la verdad, pero, por otra, algo se asusta en nosotros y evita que nos miremos a los ojos (...)”27. 23 Cf. Introducción a la vida de oración, o.c., p. 44. 24 Cf. Cartas sobre la formación de sí mismo, o.c., p. 68. 25 Ibíd, p. 70. 26 Ibíd, p. 82-84. 27 Ibíd, p. 68-69.
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Al hablar de la oración, Guardini no alude solo a una actividad de mera súplica o de consideración intelectual de verdades sobrenaturales. Habla, sobre todo, de la transformación interior que experimenta el creyente cuando se decide a “encontrarse lúcida y comprometidamente con Dios. Si queremos que la oración adquiera el significado y la amplitud que le corresponden, debemos destacar la orientación de nuestro espíritu hacia lo santo y darle el espacio debido” 28 .
El lenguaje místico Las Oraciones Teológicas nos dan una idea exacta de lo que entendía Guardini por oración: sentirse en presencia viva del Dios que se nos revela plenamente en Cristo Jesús. La amplitud de nuestros conocimientos debe ponerse al servicio de este acto de recogimiento y sobrecogimiento. Por eso, estas oraciones no se reducen a esquemas de conferencias teológicas, puramente intelectuales, frías, incomprometidas, más propias para pensar que para contemplar y rezar. En ellas reza el corazón, y con él la mente. Cuando las rezamos “con toda el alma”, sentimos una vibración espiritual muy honda al comprobar en nosotros mismos que la vida divina que nos otorga la fe es “más real que la que transcurre en el tiempo” 29. La tarea decisiva de Guardini fue anclar su vida en la realidad y en la verdad —entendida esta como la patentización luminosa de la realidad— y convertir este conocimiento en una fuente de amor y alegría. Veamos cómo vincula estos conceptos de forma serena y ardorosa, a la vez, al final de la oración titulada La creación del mundo: “Creo que todo fue creado por Ti, oh Dios. Enséñame a comprender esta verdad. Es la verdad de mi existencia. Si se olvida, se hunde todo en la sinrazón y la insensatez. Mi corazón está de acuerdo con ella. No quiero vivir por derecho propio, sino emancipado por Ti. Nada tengo por mí mismo; todo es don Tuyo y sólo será mío si lo recibo de Ti. Constantemente estoy recibiéndome de Tu mano. Así es y así debe ser. Esta es mi verdad y mi alegría. Constantemente me miran Tus ojos, y yo vivo de Tu mirada, Creador y Salvador mío. Enséñame a comprender, en el silencio de Tu presencia, el misterio de que yo exista. Y de que exista por Ti, ante Ti y para Ti. Amén” 30.
El que esté acostumbrado al lenguaje de los místicos, advertirá que el temple de la vida mística inspira de parte a parte estas oraciones, en las que 28 Cf. Introducción a la vida de oración, o.c., p. 38. 29 Cf. Oraciones teológicas, o.c., p. 19. 30 Ibíd, p. 27-28.
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la hondura teológica y la actitud de entrega devota se integran y potencian mutuamente. De ahí que, para Guardini, la oración verdadera exija toda una transfiguración del orante. “Si queremos que la oración adquiera el significado y la amplitud que le corresponden, debemos destacar la orientación de nuestro espíritu hacia lo santo y darle el espacio debido”31.
Necesidad de ver al hombre desde Dios El cambio de ideal que dará lugar a un estilo de pensar verdaderamente post-moderno solo es posible si nos decidimos a ver la figura del hombre “desde su origen y su meta, que es el Ser Supremo”. En la prodigiosa década de 1920 a 1930, en la que se gestaron obras filosóficas y teológicas de alta calidad, se adoptaron dos métodos de dirección opuesta para entender el ser del hombre y su sentido: el método “de abajo arriba” y el método “de arriba abajo”. Guardini se adhiere decisivamente a este último en un opúsculo que encierra —según me confesó en cierta ocasión— el núcleo de todo su pensamiento antropológico: “Solo quien conoce a Dios conoce al hombre”, texto de una conferencia pronunciada en el 75 “Katholikentag” (día de los católicos), celebrado en Berlín en 1952. “El hombre sabe quién es en la medida en que se comprende a partir de Dios. Para ello debe saber quién es Dios, y esto sólo lo sabe si acepta lo que Dios reveló acerca de Sí. Si se enfrenta a Dios, si lo concibe de forma errónea, pierde todo conocimiento acerca de su propio ser. Esta es la ley fundamental de todo conocimiento del hombre”32.
Una y otra vez vuelve Guardini sobre una idea que le era particularmente querida: Dios creó las realidades infrapersonales en cuanto les mandó existir, y creó al hombre en cuanto lo llamó por su nombre a la existencia. Al llamarlo, lo convirtió en su tú, y lo capacitó para dirigirse a Él como a un tú. Esa relación yo-Tú constituye el ser profundo del hombre y es el origen de su condición locuente33. 31 Ibíd, p. 38. 32 Nur wer Gott kennt kennt den Menschen, Werkbund, Würzburg 1952, p. 19. (La traducción del texto transcrito es mía). Versión española: Quien sabe de Dios conoce al hombre, publicada conjuntamente con El fin de la modernidad, PPC, Madrid 1995, pp. 160-161. Esta idea de que solo quien conoce a Dios conoce al hombre ejerció un papel directivo en los textos del Concilio Vaticano II, así como en el pensamiento filosófico y teológico de San Juan Pablo II. 33 Cf. Mundo y persona, Encuentro, Madrid 2000, pp. 123-124. Versión original: Welt und Person, Werkbund, Würzburg 1954, pp. 110-113. La existencia del cristiano, BAC, Madrid 1997, 179. Versión original: Die Existenz des Christen, Schöning, Paderborn 21977, p. 180.
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[Abraham asumiendo un papel de defensor de los justos, en: Marc Chagall & Klaus Mayer, “The God of the Fathers. The Chagall-Windows of St.Stephan´s Church in Mainz. Volume 1 Centre Window”, Echter Publishing House, Würzburg, 1993.]
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Esta forma de ver al hombre desde Dios, tan afín a la de los escritores místicos, llena de tensión la obra toda de Guardini, que sintió siempre un profundo asombro ante el hecho de que el Dios infinito se haya dignado crear al hombre y se haya, incluso, anonadado para salvarle.
En la línea del Pensamiento dialógico (Ferdinand Ebner y Martin Buber, sobre todo), Guardini estimaba que el hombre adquiere conciencia de su yo al ser apelado por un tú, sobre todo y primariamente por el Tú divino. El ser humano se le presentaba, al modo de Sören Kierkegaard, como “una relación que se relaciona consigo misma y con el Poder que la sostiene”34. Esta forma de ver al hombre desde Dios, tan afín a la de los escritores místicos, llena de tensión la obra toda de Guardini, que sintió siempre un profundo asombro ante el hecho de que el Dios infinito se haya dignado crear al hombre y se haya, incluso, anonadado para salvarle.
A la vuelta de tantos reduccionismos que intentaron depreciar la figura del ser humano —por la nostalgia que desde 1918 sienten no pocos pensadores hacia el mundo infrapersonal, infracreador, infrarresponsable—, el pensamiento de Guardini sigue mostrándonos con nitidez que su verdad más profunda la consigue el hombre por vía de elevación, no de descenso. Sus lecciones inéditas de antropología —Der Mensch— están presididas por un lema tomado de Pascal: “L´homme dépasse infiniment l´homme”, el hombre supera infinitamente al hombre. Idea afín a la de un espíritu congenial, Gabriel Marcel: “Lo más profundo que hay en mí no procede de mí”.
La recuperación del estado de paraíso Frente a la pretensión desmedida de autonomía que caracterizó a la Edad Moderna, tenemos hoy motivos sobrados para aceptar los dones primarios: una existencia finita, una libertad vinculada, un corazón afanoso de felicidad..., pues todo ello nos vino ofrecido por un Ser infinitamente poderoso que nos creó voluntariamente por amor para hacernos el honor de llegar a sernos infinitamente íntimo. “Mi existencia es un misterio. Así tiene que expresarse todo el que quiera penetrar en lo esencial (...) En la medida en que me acerco a Dios y participo de él, me acerco a mi propia comprensión. La sede del sentido de mi vida no está en mí, sino por encima de mí. Vivo de lo que está por encima de mí. En la medida en que me encierro en mí o —lo que viene a ser lo mismo— me encierro en el mundo, me desvío de mi trayectoria. (…) Solo estoy en armonía conmigo mismo, solo entiendo mi existencia en la medida en que me acepto a mí mismo como procedente de la libertad de Dios”35. 34 Cf. La enfermedad mortal o De la desesperación y el pecado, Guadarrama, Madrid 1969, p.p. 47-49. 35 Cf. La existencia del cristiano, o.c., p. 180-181.
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La armonía gozosa que suscita tal aceptación se traduce en entusiasmo jubiloso cuando el hombre se persuade —a la luz de la Revelación— de que Dios lo creó por amor. “El llamamiento personal por el que Dios lo pone en la existencia y lo mantiene en la misma a partir de ese momento (...); eso es amor”37. Verse llamado a la existencia por amor y destinado a crear vínculos de amor en una comunidad de creyentes, que vibran con el mismo ideal de la unidad, es sentirse inmerso en un estado de paraíso.
llamado por Dios a la existencia amorosamente, y debo responder con agradecimiento. Al hacerlo, reconozco que mi origen es un Ser Infinito, todopoderoso, eterno, y, por serlo, constituye también la meta de mi vida.
De lo antedicho se desprende que el método ideal para entender al hombre debe conjugar las dos vías antedichas: la de abajo arriba y la de arriba abajo. El espíritu integrador de Guardini nos ayuda a realizar cabalmente tan decisiva tarea. A diario observamos que nos ofrece una gran riqueza de pensamientos, ideas profundas sobre la vida, descripciones certeras de acontecimientos espirituales, y todo ello es sumamente valioso. Pero lo es todavía más su voluntad de integración, de unir elementos contrastados en formas de unidad tensionadas, desbordantes de vida y de sentido.
La consideración de la liturgia católica como una forma de contemplación mística que ha tomado cuerpo sensible Desde la noche en que asistió, asombrado, al rezo litúrgico de los benedictinos de Beuron, Guardini vivió la vida litúrgica con una profunda vibración interna. 36 Cf. La aceptación de sí mismo, Cristiandad, Madrid 61983. Versión original: Die Annahme seiner Selbst, Werkbund, Würzburg 1953, 21990. 37 Cf. La existencia del cristiano, o.c., p. 182.
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Por eso, mi actitud básica en la vida ha de ser de aceptación. He de aceptarme en lo que soy, con todas sus implicaciones36. Fui llamado por Dios a la existencia amorosamente, y debo responder con agradecimiento. Al hacerlo, reconozco que mi origen es un Ser Infinito, todopoderoso, eterno, y, por serlo, constituye también la meta de mi vida. De ahí mi tendencia de ir hacia el Creador, mi nostalgia por la vida eterna —entendida como vida de calidad suprema—, y, La actitud básica en la vida consiguientemente, mi entusiasmo por los grandes ha de ser de aceptación. He de valores, que me elevan a un nivel de excelencia, lin- aceptarme en lo que soy, con dante con lo sobrenatural: la unidad, la bondad, la todas sus implicaciones. Fui verdad, la justicia, la belleza.
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[Jacob soñando, tendido en el piso, en: Marc Chagall & Klaus Mayer, “The God of the Fathers. The Chagall-Windows of St.Stephan´s Church in Mainz. Volume 1 Centre Window”, Echter Publishing House, Würzburg, 1993].
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La relación profunda entre vivir la Liturgia y vivir la Iglesia Guardini descubrió a la vez, el profundo valor espiritual de la Liturgia y la importancia decisiva de que la Iglesia “despierte en las almas”, de que los fieles no solo vivan en la Iglesia sino que vivan la Iglesia. Sintió en todo tiempo un amor filial hacia la Iglesia, a la que veía —místicamente— como una fuente de vida que mana de la figura misma de Jesús resucitado. Ello explica que, a pesar de la decepción que le produjeron algunas incomprensiones por parte de algún dignatario eclesiástico, haya estimado y venerado siempre a quienes representan oficialmente a la Iglesia. Por eso se alegró “como un niño” —según testimonio de un amigo— cuando Pio XII le manifestó en Castelgandolfo la alta consideración que le merecía la labor que estaba realizando en favor de la Iglesia.
Vivir la Iglesia significa ir a Dios en comunidad, aunarse para alabarle en cuerpo y alma conjuntamente. Vivir la Liturgia implica participar en los actos reglados y serenos de alabanza, súplica, reconciliación y comunión de un grupo de peregrinos que se detienen para celebrar, gozosos, la gran fiesta del encuentro con el Señor.
Vivir la Iglesia significa ir a Dios en comunidad, aunarse para alabarle en cuerpo y alma conjuntamente. Vivir la Liturgia implica participar en los actos reglados y serenos de alabanza, súplica, reconciliación y comunión de un grupo de peregrinos que se detienen para celebrar, gozosos, la gran fiesta del encuentro con el Señor.
La Iglesia nos comunica la Buena Nueva, nos revela a Jesús; más, nos hace contemporáneos suyos38 y asegura la primacía de la verdad, dentro de un espíritu de amor39. Insertarnos activamente en la vida de la Iglesia equivale a situarnos en la verdad y dar a nuestra vida espiritual una base firme. Sentirse así a resguardo garantiza nuestra salud espiritual, pues nos hace plenamente libres. El conocimiento de la verdad es el acto fundamental de nuestra liberación espiritual. Pero no se trata de una verdad mayestática y fría, sino de la verdad en el amor. Puede parecer que la Liturgia no se preocupa de la formación moral de los creyentes porque concede la primacía al “logos” —la verdad, el orden, la ley eterna— sobre la voluntad. “Por eso parece abismarse enteramente en la contemplación, adoración y glorificación de la verdad divina, y despreocuparse de las pequeñas necesidades de cada día. De ahí también su poco interés en dedicarse directamente a formar y educar en la virtud. (…) Es porque, en realidad, sabe muy bien que quien vive en ella se sitúa en la verdad, y alcanza la salud y la paz de su ser más íntimo”40.
38 Cf. Die Kirche des Herrn, Werkbund, Würzburg 1965, p. 64-65. 39 Cf. El espíritu de la liturgia, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2006, 99. Versión original: Vom Geist der Liturgie, Herder, Friburgo 1918, 191957. 40 Cf. o.c., p. 100-101.
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EL GUARDINI QUE YO CONOCÍ En octubre de 1955 me trasladé a Múnich con el fin de preparar mi tesis doctoral. Unos días antes, el director de la editorial Guadarrama me había encomendado hacer gestiones con Romano Guardini para conseguir que levantara el veto que había impuesto a toda edición o reedición de sus obras al español en todo el mundo. Guardini era —con Karl Adam y Max Scheler— el escritor que había decidido mi orientación intelectual desde mis años de estudiante. Conocerle de cerca preveía que iba a significar mucho para mí. Pero ¿podría hacerlo? Al llegar al Colegio Español de Múnich, mis colegas se rieron a gusto cuando les dije el primer día que tenía que ver a Guardini. «Llevo aquí diez años—me dijo un veterano— y jamás lo he visto a menos de cincuenta metros». La fama que tenía era de hombre inaccesible y un tanto hermético. Pero yo intuía, por la lectura de sus obras, que esta impresión era falsa. Y acudí a la guía telefónica, con muy leve esperanza de encontrar su teléfono. Pero allí estaba. «Buena señal de que no quiere aislarse, me dije para animarme». Hasta tal punto no lo quería, que él mismo cogió el teléfono. Me quedé mudo al oír su voz. «Soy un joven sacerdote español, y quisiera verle», fue todo lo que se me ocurrió decirle. Pero, aunque fuera bien escaso, fue justo lo que tenía que indicarle, porque —según pude saber más tarde— a él le encantaba recibir visitas de sacerdotes. Me respondió sin dudarlo: «Pues venga esta tarde, si quiere». No podía creerlo, y, para tomarme un respiro, le dije que iría al día siguiente. Me fui a las afueras de la ciudad, donde él vivía en una sencilla casa de dos pisos. Me abrió él mismo la puerta y me saludó con un afecto singular. No había conocido nunca a una «persona inaccesible» que me recibiera de esa forma... Llegado el momento de plantearle el verdadero motivo de mi visita, le hice ver la tristeza que nos causaba su veto, pues la multitud de los hispanohablantes no teníamos acceso a sus libros. Se puso de repente muy serio, y se quedó pensativo. Yo, con el mayor respeto, le pregunté qué había pasado para que se viera obligado a tomar tal decisión, y me habló de ediciones pirata y publicaciones poco cuidadas. Entonces yo, de súbito, le hice la gran promesa: «Si me concede los derechos, cuidaré de por vida de que todo se haga en regla, las traducciones sean muy fieles y las ediciones
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como a usted le gustan: no lujosas, pero sí pulcras». Medio sonriendo, me preguntó si se lo decía en serio. Muy convincente debe de haber sido mi respuesta porque me concedió los derechos de todas sus obras. Llamó por teléfono a su editor Hans Waltmann y le dijo que yo iría a verle y que me diera un ejemplar de todas sus obras. Así comencé a formar la Biblioteca Guardini, que me ha permitido hasta hoy difundir el pensamiento del maestro y orientar a muchos editores en la edición de nuevas publicaciones. Fue uno de los momentos más gozosos de mi vida. Me cargué con una gran responsabilidad, porque hasta hoy estuve dispuesto a cumplir la promesa exactamente. Presenté buen número de traducciones con amplios y documentados prólogos, corregí muchas traducciones, incluso las rehíce en más de una ocasión y cuidé, en cuanto pude, la presentación de los libros. Aunque todo ello me exigió tiempo y esfuerzo, sin apenas remuneración alguna —porque lo hacía en virtud de la promesa—, hoy día me siento sobradamente compensado al ver editadas en español buen número de sus homilías —sobre el padrenuestro, la sabiduría de los salmos, la primera epístola de San Juan...—, sus clases universitarias —por ejemplo, las incluidas en las magníficas obras La existencia del cristiano y la Ética—, y obras tan decisivas para tantos cristianos como El espíritu de la Liturgia, El sentido de la Iglesia, El Señor, La esencia del Cristianismo...
Escogía los temas que él juzgaba de interés, confiando en que también agradarían a sus oyentes y lectores. Y solía acertar. Se le notaba que antes de exponerlos en público los meditaba a fondo. Advertíamos claramente que sus palabras provenían del silencio, del recogimiento de la contemplación. Guardini no era inaccesible, sino de natural tímido. Sus lecciones universitarias inauguraron un estilo poco usual en la enseñanza superior alemana, y Guardini tuvo siempre un cierto temor a no ser aceptado por sus colegas como auténtico catedrático. Pero la asistencia de una multitud de oyentes que le oíamos en el Aula Magna un día y otro con la mayor atención confirmaba a todos de modo creciente que la cátedra que regentaba a título personal tenía pleno sentido y daba a la institución universitaria una altura y un alcance extraordinarios. Escogía los temas que él juzgaba de interés, confiando en que también agradarían a sus oyentes y lectores. Y solía acertar. Se le notaba que antes de exponerlos en público los meditaba a fondo. Advertíamos claramente que sus palabras provenían del
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silencio, del recogimiento de la contemplación. Uno de sus secretarios confesó que, cuando Guardini empezó a dictarle el manuscrito de El Señor, lo hizo con un respeto tan hondo y una emoción espiritual tan sincera que lo dejó conmovido.
A medida que fui conociendo mejor la figura de Guardini, sobre todo tras la publicación póstuma de su diario titulado Verdad del pensamiento, verdad de la acción, más me convencí de que su gran virtud fue la coherencia entre el pensamiento y el obrar, entre la razón y la fe, la vida intelectual y la vida cotidiana, la oración litúrgica y la oración popular. Realmente, Guardini daba siempre la impresión de ser «verdadero» en cuanto hacía. Por eso le encantaba liberar a los jóvenes de los bloqueos espirituales a que los sometían los malentendidos de la época acerca de la Iglesia, y la errónea opinión general de que la libertad y las normas se oponen, y que la solidaridad está reñida con la autonomía... A medida que fui conociendo mejor la figura de Guardini, sobre todo tras la publicación póstuma de su diario titulado Verdad del pensamiento, verdad de la acción, más me convencí de que su gran virtud fue la coherencia entre el pensamiento y el obrar, entre la razón y la fe, la vida intelectual y la vida cotidiana, la oración litúrgica y la oración popular. Con un tono muy cálido me dijo en una ocasión: «No olvide nunca, amigo, que estas dos formas de oración se necesitan porque se complementan». Decir esto en público le costó disgustos, pero no lo ocultó. Guardini tenía un sentido especial para estudiar cada realidad y cada acontecimiento con los conceptos propios del nivel de realidad al que pertenecen. No escribió nunca un estudio sistemático de tales niveles —como el que sí hizo sobre los «contrastes»—, pero los captaba por intuición y se atenía en todo momento a la lógica de cada uno de ellos. Es una de las razones que explican la gran acogida que tuvo y sigue teniendo por parte de personas muy distintas en preparación académica. Por último, quiero indicar muy gustosamente que, cuanto más ahondé en el espíritu de Guardini, más claro se me hizo que era, de verdad, un «hombre de Dios». Bien lo expresó la esquela mortuoria con estas sencillas y definitivas palabras: «ROMANO GUARDINI, SIERVO DEL SEÑOR». De ahí mi satisfacción al saber que, últimamente, en su tierra adoptiva se introdujo su Causa de Canonización. Alfonso López Quintás
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Capilla nómada de madera de Javier Corvalán, Paraguay. ©Laurian Ghinitoiu
Capilla “Sanctuary” de Norman Foster, Reino Unido.
Iglesias para el mundo de hoy Arte, Fe y Arquitectura POR OSVALDO FUENZALIDA CALVO
En el proceso de investigación y diseño del Santuario para la Divina Misericordia, obra de la Iglesia de Santiago para conmemorar el Bicentenario, el autor junto a su equipo se sorprendieron al encontrar una unidad de criterio tan definida, y una línea de indicaciones y recomendaciones continuas y perseverantes a través de los papados desde mediados del siglo XX en adelante. Con motivo de la presentación de la Santa Sede en la Bienal de Arquitectura de Venecia, tal vez el evento más importante para el mundo artístico occidental, este artículo ofrece unas pinceladas de lo que ha sido la relación entre Fe, arte y arquitectura en el mundo católico contemporáneo, así como las indicaciones e iniciativas del Magisterio al respecto.
L a Santa Sede participa este año, por primera vez, en la Bienal de Arquitectura de Venecia con un extraordinario panel de 10 destacados arquitectos de todos los continentes, encabezados por los premios Pritzker de arquitectura, el británico Norman Foster, y el portugués Eduardo Souto de Moura. Completan la lista el chileno Smilian Radic y siete profesionales de renombre mundial.
Cada arquitecto diseñó y construyó una capilla de cerca de 10x7 metros, inspirada en la idea de la peregrinación, en medio de un bosque en la isla de San Giorgio, frente al palacio de Los Dogos, al otro lado del canal. La muestra creada por el italiano Francesco Dal Co estará abierta entre el 25 de mayo y el 25 de noviembre. En el culto cristiano, estas capillas son propiamente templos a una escala menor que una iglesia. En ellas se encuentran dos componentes fundamentales de la Liturgia Cristiana: el ambón o púlpito y el altar, o sea, las expresiones de la Palabra y el Sacrificio Eucarístico. “El proyecto Vatican Chapels es una especie de peregrinación no solo religiosa sino también laica, para descubrir la belleza, el silencio, la voz interior y la fraternidad humana”, señaló el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura. HUMANITAS Nº 88 pp. 122 - 131
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Es destacable el hecho de que la muestra no es solo de planos y maquetas: son diez obras construidas, posibles de visitar, recorrer, y utilizar como lugares de encuentro con Dios en la oración personal y la acción litúrgica comunitaria. Tal como lo expresó el cardenal Ravasi en la presentación del proyecto Vatican Chapels durante marzo de este año, “están en ellas encarnadas una pluralidad de sociedades y culturas, confirmándose en ello la ‘catolicidad’, es decir, la universalidad de la Iglesia”. Llegaron así a la isla, arquitectos europeos, asiáticos, latinoamericanos, australianos y norteamericanos, que manejando lenguajes arquitectónicos diversos, tienen en común su contemporaneidad y genio artístico. El enfoque del proyecto es claro, explícito y lleva a cabo una inversión respecto al pasado reciente: “A partir del siglo pasado se había realizado, en efecto, un lacerante divorcio entre arte y fe. Ambos habían sido en realidad largo tiempo hermanos a tal punto que Marc Chagall no titubeó en decir que “por siglos los pintores habían mojado el pincel en el alfabeto de colores que es la Biblia”, el “gran código” de la cultura occidental, como la definía otro artista: William Blake. Por un lado, el arte había abandonado el Templo y el artista olvidado la Biblia sobre el estante polvoriento del pasado, pues se había iniciado en la larga vía “laica” y secular de la modernidad, evitando frecuentemente recurrir a figuras, símbolos, narraciones y palabras sacras. Más aun, el artista con no poca frecuencia consideró el mensaje bíblico como un cabestro ideológico y se dedicó a sus ejercicios artísticos cada vez más elaborados y autorreferenciales”, explica el cardenal Ravasi. Por otro lado, mucha teología se centró casi exclusivamente en la especulación sistemática que cree no necesitar signos o metáforas, y relegó en el depósito del pasado el gran repertorio simbólico cristiano. Continúa el cardenal Ravasi: “En el ámbito eclesial se recurrió predominantemente a repetir modelos, estilos y géneros de épocas precedentes en un decadente historicismo o, peor aún, levantó modestas edificaciones sacras privadas de espiritualidad, belleza y diálogo con los nuevos lenguajes artísticos y arquitectónicos que mientras tanto se estaban elaborando”. Justamente ante esta situación renació el deseo de un nuevo encuentro entre arte y fe, dos mundos que en siglos anteriores casi se sobreponían y que ahora, en cambio, se consideran recíprocamente extraños. Se trata de un camino ciertamente arduo y complejo, que se nutre todavía de mutuas sospechas e incertidumbres, incluso de temores por posibles degeneraciones. Es un diálogo que en arquitectura ya registró etapas significativas y que a nivel general tuvo un nuevo inicio a mediados del siglo pasado, no solo mediante la obra de teólogos sino a través del Magisterio oficial de la Iglesia.
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La iniciativa la tomó Pablo VI en el encuentro en 1964 en la Capilla Sixtina con su relevante mensaje a los artistas. Continúa con la carta que les dirige en 1999 San Juan Pablo II y sigue con el encuentro con Benedicto XVI, también en la Capilla Sixtina en 2009. Hoy, el Papa Francisco, a través de su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (167) renueva la llamada vía pulchritudinis, o sea, la belleza como vía hacia el Creador, apoyándose en San Agustín, según el cual “no amarás sino lo que es bello”. En ella, el Papa exalta “el uso de las artes en su tarea evangelizadora en continuidad con la riqueza del pasado, pero también en la vastedad de sus expresiones actuales en orden a transmitir la fe en un nuevo lenguaje parabólico”. Concluye el Papa Francisco, “hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una nueva carne para la transmisión de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales, e incluso aquellos modos no convencionales de belleza que pueden ser poco significativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos para otros” (EG 167). La invitación que hace hoy la Santa Sede es la continuación de estos esfuerzos, entendiendo que evangelizar con el arte es hacer cultura a través de la imagen, como dice Benedicto XVI en su Carta a los artistas en el 2009: “El patrimonio cultural de la Iglesia tiene como último fin su dimensión evangelizadora”. El desafío de estas iniciativas es tan atrayente como grande: abrir caminos en la creatividad manifestada en nuevos templos que iluminen la fe del hombre moderno. Obras que reúnen la belleza y dignidad de las mejores obras del pasado, pero elaboradas con un lenguaje contemporáneo e imágenes elocuentes que fomenten en los jóvenes y ciudadanos de hoy, el sentido y pertenencia y el encuentro en lo posible “a través de la belleza, del mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios”, como enfatiza la Carta de Benedicto XVI a los artistas. Si miramos en profundidad, vemos hoy al arte cristiano en una de sus mayores encrucijadas en la historia, y esta crisis hunde sus raíces en una situación que desborda el ámbito artístico. El problema de fondo es que la cultura ha dejado, en gran parte, de ser cristiana. En la historia de Occidente no siempre los arquitectos y artistas fueron creyentes, pero sí lo era el contexto cultural y social del que se nutrían.
El desafío de estas iniciativas es tan atrayente como grande: abrir caminos en la creatividad manifestada en nuevos templos que iluminen la fe del hombre moderno. Obras que reúnen la belleza y dignidad de las mejores obras del pasado, pero elaboradas con un lenguaje contemporáneo e imágenes elocuentes que fomenten en los jóvenes y ciudadanos de hoy, el sentido y pertenencia y el encuentro en lo posible, “a través de la belleza, del mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios”, como enfatiza la Carta de Benedicto XVI a los artistas.
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Capilla de la mañana de Eva Prats & Ricardo Flores, España
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“Este no es un proyecto para una capilla: es una reflexión sobre este tema desarrollado por un arquitecto respetuoso que no es creyente. Un arquitecto guiado por la intuición de que cualquier capilla ya es inherentemente la encarnación física de una idea, o un símbolo, en lugar de un edificio verdaderamente pensado como un espacio de ritual”. Texto y capilla de Francesco Cellini, Italia.
Iglesia del Santo Volto, Mario Botta. Turín, 2006.
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El artista difícilmente puede aislarse de la sociedad en que vive, pues tiene la capacidad y necesidad de percibir la cultura como algo vivo, orgánico, fuente y medio de la creatividad. El sacerdote Marie-Alain Couturier, figura emblemática en la relación del catolicismo y el arte moderno, en su artículo “Sur Picasso et les conditions actuelles de l’art chretien” (en “L’Art sacré”, abril 1937), lo resume con claridad: “Las causas principales de la decadencia del arte sagrado no son de orden artístico, son de orden religioso (...) no hay posibilidad de arte cristiano cuando no hay una civilización cristiana. Esta situación trajo como consecuencia que el artista comenzó a nutrirse de otras fuentes menos altas, menos puras, pero con las que, sin embargo, vemos que se ha renovado, y esta renovación es una de las más ricas que se han dado en la historia del arte”. Couturier, que se acercó a grandes arquitectos y artistas de mediados del siglo XX declara: “desde un punto de vista eclesial, es claro que en los ambientes católicos hay un aislamiento con respecto a la cultura contemporánea y por ende al arte concebido por ella. Estos ambientes, laicos o clericales, no son muchas veces susceptibles de concebirlo o incluso comprenderlo. Menos aún, hacer trabajar a los artistas para la Iglesia. Por otra parte, el arte contemporáneo presenta grandes dificultades para adaptarse a las exigencias del arte sagrado. Aunque las fuerzas de la intuición y la sensibilidad hayan alcanzado una agudeza prodigiosa a la que nunca se había llegado, muchas veces el tema de las obras ha quedado reducido a sus medios más simples de expresión, a sus puros elementos formales de líneas, colores y volúmenes”. Vistos los resultados de los siglos XIX y XX, es claro que el arte cristiano no ganó nada con aislarse del arte contemporáneo. O se transformó en un estilo edulcorado y sentimentaloide o recurrió a una mentalidad arqueológica de repetición de fórmulas antiguas. Estas tuvieron su razón de ser en el pasado, cuyo mundo las generó, pero hoy carecen de la vitalidad propia de un arte nacido de una cultura viva, que hable y promueva un sentimiento de pertenencia en las generaciones actuales. Como la Gracia, que no existe sola, sino que necesita una realidad natural en la que encarnarse para elevarla, el arte dedicado a lo sacro requiere partir de esa realidad viva que es la cultura de su tiempo, para hablarle en su propia lengua al hombre de hoy del mensaje trascendente de siempre, pues como dice Francisco en su entrevista a Dominique Wolton, “los criterios de la tradición no cambian, lo esencial no cambia, pero ella crece, ella evoluciona”. La vuelta de tuerca a esta situación comienza por acercarse al arte y la arquitectura contemporáneas, descubrir en ellas artistas y caminos que logren, por medio de la belleza y calidad de sus obras, conmover y “hacer perceptible, más aún fascinante en lo posible, el mundo del espíritu, de lo
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ARQUITECTUR A Iglesia del Jubileo, “Iglesia del Dios Padre Misericordioso”, Richard Meier. Roma, 2003.
Iglesia San Josemaría Escrivá, Javier Sordo Madaleno Bringas. Ciudad de México, 2008.
Iglesia de San Martín, Charles Dorian y Jean Dorian. Donges, 1957.
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Capilla de Smiljan Radic, Chile. El arquitecto se inspiró en las tradicionales animitas presentes en los caminos del país, forma de devoción popular que logra llevar el espacio sagrado a dimensiones reducidas, manteniendo su impacto emocional. ©Laurian Ghinitoiu
La Iglesia necesita de arquitectos, porque requiere de lugares para reunir al pueblo cristiano y celebrar los misterios de la salvación. (…) muchos arquitectos de la nueva generación se han fraguado teniendo en cuenta las exigencias del culto cristiano, confirmando así la capacidad de inspiración que el tema religioso posee, incluso por lo que se refiere a los criterios arquitectónicos de nuestro tiempo. En efecto, no pocas veces se han construido templos que son a la vez lugares de oración y auténticas obras de arte” (San Juan Pablo II. Carta a los artistas 1999).
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invisible, de Dios” (Benedicto XVI, reunión con los artistas en la Capilla Sixtina, 2009). Preceden a esta contundente acción en la Bienal de Venecia, múltiples iniciativas nacidas principalmente en la Francia del siglo XX. El Padre Marie–Alain Couturier cultivó amistad con connotados arquitectos y artistas con los que promovió construcciones de extraordinaria calidad plástica. Talentos indiscutibles como los de Le Corbusier, Matisse, Chagall, Fernand Léger y Bernard Buffet, recibieron y aceptaron por su consejo importantes encargos: el monasterio dominico de la Tourette (1959–1961); la Capilla de Vince (1948 – 1951); la Iglesia de Notre Dame–de–Toute–Grace en Asy (1937–1946), que reúne obras de Roualt, Léger, Bonnard, Braque, Chagall y Matisse; y la Iglesia de St. Martin en Donges (1955–1957). En Chile, en esos mismos años, y en la misma línea, dos jóvenes arquitectos y monjes benedictinos, Martín y Gabriel, proyectan el monasterio Benedictino de Las Condes, obra moderna de gran calidad y trascendencia para la arquitectura nacional y latinoamericana, cuya vigencia perdura hasta hoy.
ARQUITECTUR A
Más adelante y hacia el fin del milenio, la Iglesia impulsa muchas obras e iniciativas con el mismo objetivo, entre las que sobresalen el encargo de la Santa Sede para la Iglesia del Jubileo en Roma al destacado arquitecto Richard Meier; la Catedral de San Francisco en Estados Unidos, del español Rafael Moneo; la Iglesia del Santo Volto en Turín, del suizo Mario Botta; la Parroquia de San Josemaría Escrivá, del mexicano Sordo Magdaleno en Ciudad de México en el 2009; y la Parroquia St. Jacques-dela-Lande, del Portugués Álvaro Siza (2015), entre muchas otras. Algunos de sus autores creyentes, otros no, pero dispuestos a realizar obras con un sentido orientado a lo trascendente y asumir tal vez el desafío de mayor exigencia intelectual, artística y espiritual para un arquitecto, pintor, vitralista o escultor. Las palabras de San Juan Pablo II son especialmente luminosas respecto a esto: “La Iglesia necesita de arquitectos, porque requiere de lugares para reunir al pueblo cristiano y celebrar los misterios de la salvación. (…) muchos arquitectos de la nueva generación se han fraguado teniendo en cuenta las exigencias del culto cristiano, confirmando así la capacidad de inspiración que el tema religioso posee, incluso por lo que se refiere a los criterios arquitectónicos de nuestro tiempo. En efecto, no pocas veces se han construido templos que son a la vez lugares de oración y auténticas obras de arte” (San Juan Pablo II. Carta a los artistas, 1999). Couturier, quien trabajó con ellos hasta su muerte, “En los verdaderos artistas precisa audazmente: “en los verdaderos artistas las las intuiciones espirituales intuiciones espirituales propias de los genios suplen en propias de los genios suplen ellos las insuficiencias de la fe. Las condiciones ideales en ellos las insuficiencias de la del arte sacro las posee el artista de genio que también es un santo. En su ausencia, más vale para la salud del fe. Las condiciones ideales del arte cristiano, el genio sin fe que el cristiano sin talen- arte sacro las posee el artista to”. Reconoce, sin embargo, “que no cualquier artista de genio que también es un tiene posibilidad de realizar esa tarea. Hay algunos santo. En su ausencia, más más indicados que otros. Las condiciones que deben vale para la salud del arte reunir están emparentadas con su conocimiento y sintonía con el cristianismo. A su vez, quienes guían cristiano, el genio sin fe que sus obras deben proporcionarles ideas y temas. El el cristiano sin talento” artista, personalmente, debe hacer un camino para embeberse del sentido y la finalidad de la obra que tiene en sus manos”. La participación en la Bienal de Venecia es un paso más, y señal más que contundente de la importancia, enfoque e intención que el Magisterio de la Iglesia da a esos signos visibles de la fe en el mundo, como son sus templos y sus obras de arte, actores relevantes en la evangelización de la vida y cultura de nuestro tiempo.
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Grandes figuras del cristianismo del siglo xx Edith Stein, la profundidad espiritual , filosófica y heroica de una santa para nuestro tiempo POR MARIANO DE LA MAZA
La crisis de confianza por la que atraviesa la Iglesia en la actualidad debido a las graves faltas de muchos de sus miembros, así como la explosiva demanda universal de reivindicación de la dignidad y los derechos de la mujer, invitan a poner la atención en ejemplos señeros de una fe sólida y abnegada al servicio de hombres y mujeres, capaces de un compromiso fiel, lúcido y valiente, que puede llegar incluso hasta el sacrificio supremo por las causas más nobles, tanto desde el punto de vista humano como divino. Uno de los modelos más notables en este sentido es el de Edith Stein o Sor Teresa Benedicta de la Cruz, nombre que adoptó al ingresar al Carmelo.
Formación filosófica y primeros escritos fenomenológicos Edith Stein nace en el seno de una familia judía el 12 de octubre de 1891, en la entonces ciudad alemana de Breslau, capital de Silesia, que después de la Segunda Guerra Mundial pasaría a pertenecer a Polonia. Su nacimiento coincide con la conmemoración del Yom Kipur, día de la expiación, el perdón y el arrepentimiento sincero. Fue la menor de 11 hijos de un comerciante en maderas que murió antes de que ella cumpliera los dos años, por lo que su madre se encargó de dirigir el comercio y educar esmeradamente a sus hijos, de los cuales Edith fue la preferida, entre otros motivos, por la significación religiosa del día en que nació. En 1911, Edith ingresa a la Universidad de Breslau y comienza a estudiar germanística, historia y psicología. A lo largo de toda su vida conservó el interés por esas materias, mostrando especial predilección por los poetas y dramaturgos Friedrich Schiller, y Johann Wolfgang Goethe. Pero la
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lectura de las Investigaciones lógicas de Edmund Husserl, el fundador de la escuela fenomenológica, despierta su vocación por la filosofía, por lo cual se traslada en 1913 a la Universidad de Gotinga con Husserl, y llega a ser miembro del círculo que reúne, en torno al maestro, a filósofos como Max Scheler, Adolf Reinach, Hans Lipps y el polaco Roman Ingarden. La fenomenología busca contrarrestar las corrientes naturalistas e historicistas imperantes hacia el fin del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, proponiendo un método basado en una nueva concepción epistemológica (no psicológica) de la conciencia como ámbito exclusivo y esencial para la fundamentación de todo saber con pretensión de cientificidad. En 1916 Edith sigue a Husserl a Friburgo de Brisgovia, donde se desempeña como su asistente tras obtener el doctorado summa cum laude con una tesis «Sobre el problema de la empatía».
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La empatía constituye para Edith Stein una condición necesaria para conocer la unidad de la persona, tanto en el otro como en sí mismo, puesto que para conocerme necesito poder percibir también cómo otros me perciben a mí.
La empatía es una forma peculiar de acceso a las vivencias ajenas, es decir, a lo que ocurre en la subjetividad del otro, que constituye para Edith Stein una condición necesaria para conocer la unidad de la persona, tanto en el otro como en sí mismo, puesto que para conocerme necesito poder percibir también cómo otros me perciben a mí. Por la empatía, un yo se percata de que el otro está viviendo una experiencia determinada, como una alegría o una pena. Sin embargo, por ser ajena, no vive la experiencia del otro de modo originario, sino que la vive de manera no-originaria. En su tesis, Edith Stein distingue tres momentos o grados de realización de la empatía. El primero es la aparición de la vivencia, por ejemplo, la tristeza que se lee, por así decir, en la cara del otro. La conciencia percibe el fenómeno desde fuera, como un objeto. El segundo momento es la inmersión en la subjetividad ajena, al punto de ver allí la vivencia del otro como vivencia propia, con lo que se pierde momentáneamente la distinción entre el otro y el yo. El tercer momento es una vuelta al propio yo en el que se recupera la primera distancia, pero impregnada de la inmanencia ajena.1 Siguiendo a su maestro Husserl, Stein sostiene que la vida de la persona se caracteriza por no depender únicamente de relaciones de causa y efecto, como las que se dan propiamente en los fenómenos de la naturaleza, pues es vida espiritual, la cual no se rige por la causalidad, sino por una legalidad esencialmente distinta, que corresponde a la motivación. La motivación se refiere a conexiones de sentido que se viven de manera originaria en la conciencia propia o por empatía en relación con otros sujetos de actos personales: “La motivación es la legalidad de la vida espiritual, el entramado de vivencias de los sujetos espirituales es una totalidad de sentido vivenciada (originariamente o a la manera de la empatía) y como tal comprensible.”2 En el otoño de 1918 decide dejar de ser asistente de Husserl, pues comprueba que su deseo de obtener la habilitación para ejercer docencia libre no es posible para una mujer en esos tiempos, independientemente de sus méritos académicos, como se desprende de un informe que redacta el propio Husserl: “Si la carrera académica estuviera abierta para las damas, ella sería, desde luego, la persona recomendada en primer lugar y más calurosamente para las oposiciones a cátedra.”3 1 Edith Stein, Sobre el problema de la empatía, en Obras completas (OC). Traducidas bajo la dirección de J. Urquiza y Francisco Javier Sancho. Burgos: Monte Carmelo, 2002-2007, vol. II, p. 87. 2 Ibíd, p. 179. 3 Carta de recomendación de Edmund Husserl, 6 de febrero de 1919, en OC I, p. 1658 s.
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Entre 1918 y 1921, Edith Stein desarrolló por cuenta propia sus ideas sobre el psiquismo humano, conectándolas con investigaciones sobre la vida comunitaria en dos textos reunidos bajo el título común Contribuciones a la fundamentación filosófica de la psicología y de las ciencias del espíritu publicado el año 1922 en el volumen V del Anuario de filosofía e investigación fenomenológica fundado por Edmund Husserl. A estos estudios se sumó la Investigación sobre el Estado, que, si bien fue finalizada en 1921, se publicó recién en 1925 en el volumen VII del mismo anuario filosófico. Estos textos revelan la sensibilidad de la futura santa por los problemas sociales y políticos de su tiempo, sobre los que reflexiona con pasión y a la vez con el máximo rigor filosófico del que es capaz.
Compromiso social y conversión al cristianismo Siendo adolescente, en 1906, Edith vive una crisis existencial. La asaltan grandes dudas sobre la fe en la que había sido educada y comienza a tomar conciencia sobre las discriminaciones que sufre la mujer. Decide dejar de rezar y, habiendo terminado el primer ciclo de enseñanza secundaria, pide dejar la escuela y viaja a casa de su hermana Elsa, que vivía con su marido y tres hijos en Hamburgo, para acompañarla y ayudarla en los quehaceres domésticos. Regresa al hogar en 1907 cuando se entera de la grave enfermedad de un sobrino, que después murió. Entonces reemprende sus estudios con un profesor privado y en marzo de 1911 aprueba el examen extraordinario que le permite ingresar a la universidad. Ese mismo año participa en diversos grupos estudiantiles y sociales, entre los cuales destaca la “Asociación Prusiana por el Voto Femenino”. Al desatarse la Primera Guerra Mundial siente que su deber patriótico y humano es servir a los soldados heridos en el frente, por lo que en 1915 interrumpe sus estudios universitarios y colabora como enfermera en un hospital austriaco de campaña. Cuando ese hospital deja de funcionar, y poco antes de terminar su tesis doctoral, en 1916, Edith tiene una de sus primeras experiencias religiosas importantes en el proceso de su conversión al catolicismo. De paso en la Catedral de Frankfurt, observa que una aldeana entra con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. El hecho de que una persona entre en una iglesia vacía, para conversar con Dios en la intimidad es para ella algo completamente nuevo que le impactó profundamente,
Edith considera que su inserción como católica, lejos de robarle su identidad como judía, más bien le da cumplimiento y un sentido más profundo, pues encuentra en Jesucristo el sentido de toda su fe y su vida como judía. [Imagen de Stein en el Monasterio Holy Name of Jesus, Dinamarca. En su mano derecha sostiene la estrella judía].
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pues en las sinagogas y las iglesias protestantes que antes había conocido, los creyentes solo asistían a los oficios religiosos.4 A finales de 1917 llega la noticia de que Adolf Reinach, uno de los miembros más destacados del círculo fenomenológico de Gotinga, había caído en el frente. Edith es designada para hacerse cargo de su legado filosófico. Tiene que pedir los papeles de Reinach a su mujer, y teme encontrarse con una viuda deshecha en lágrimas. Pero en la esposa de Reinach no vio solo dolor, sino también una fe robusta que comunicaba serenidad y fortaleza. Según el testimonio de uno de sus confesores, Edith habría afirmado, años después, que ese fue el momento en que tuvo la primera experiencia de la redención por la Cruz, que desmoronó su incredulidad. 5
“He estado siempre muy lejos de pensar que la Misericordia de Dios se redujese a las fronteras de la Iglesia visible. Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, sea de ello consciente o no.”
Pero antes de su conversión, entre 1918-1919 Edith desarrolla una intensa actividad política como miembro del recién formado Partido Democrático Alemán6, haciendo un giro desde un inicial patriotismo conservador a un constitucionalismo liberal abierto a reformas sociales.7 Con su compromiso aportó al éxito de la lucha por el derecho al voto femenino en Alemania, reconocido en 1919.
La experiencia decisiva para su conversión la tiene en el verano de 1921, durante una visita de unas semanas en Bergzabern (Palatinado), la finca de Hedwig Conrad-Martius, ex miembro del círculo fenomenológico de Gotinga que, junto con su esposo, se había convertido al catolicismo. En ese lugar lee la autobiografía de Teresa de Ávila y se convence de adherir a la fe católica. El 1 de enero de 1922 es bautizada, y añade a su nombre el de Hedwig, en honor a su amiga, que ofició de madrina. Esta conversión es incomprendida por su familia y causa un gran dolor a su madre, pues la siente como una traición a su pueblo judío. Pero Edith considera que su inserción como católica, lejos de robarle su identidad como judía, más bien le da cumplimiento y un sentido más profundo, pues encuentra en Jesucristo el sentido de toda su fe y su vida como judía. Anticipando las enseñanzas del Concilio Vaticano II, considera también que, más allá de la Iglesia visible, todo buscador sincero 4 Cf Autobiografía, en OC I, p. 480 y ss. 5 Carta del P. Johannes Hirschmann SJ a la priora del Carmelo de Colonia, 13 de mayo de 1950. 6 Este partido formó parte del gobierno de Alemania durante el período que se conoce como la República de Weimar, y su líder Walther Rathenau fue Ministro de Relaciones Exteriores hasta junio de 1922, cuando fue víctima de un atentado que acabó con su vida en medio de la gran crisis política en Alemania que desembocó en el trágico período del nazismo. 7 Cf. Alasdair MacIntyre, Edith Stein: Un prólogo filosófico, 1913-1922. Granada: Editorial Nuevo Inicio, 2008, p. 163-172.
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de la verdad, aunque no sea cristiano ni creyente, puede alcanzar la salvación. Así lo refleja la carta que dirige años más tarde a la hermana Adelgundis Jaegerschmidt, quien acompaña a Edmund Husserl en su lecho de muerte: “No tengo preocupación alguna por mi querido Maestro. He estado siempre muy lejos de pensar que la Misericordia de Dios se redujese a las fronteras de la Iglesia visible. Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, sea de ello consciente o no.”8
Desea entrar lo más pronto posible a la vida religiosa, pero su asesor espiritual le aconseja que espere, considerando que aún tenía mucho bien que hacer por medio de sus actividades “en el mundo”. Así desarrolla entre 1922 y 1933 un inmenso apostolado. Hace clases en el colegio de Santa Magdalena de las dominicas de Speyer, y además escribe, traduce, imparte conferencias y programas radiales dentro y fuera de Alemania sobre las bases de una pedagogía humanista de inspiración cristiana y sobre la formación de la mujer. En una de esas conferencias afirma con fuerza: “Que las mujeres están capacitadas para ejercer otras profesiones aparte de la de esposa y madre, solo lo ha podido negar la ceguera carente de objetividad. La experiencia de los últimos decenios y en general también la experiencia de todos los tiempos lo han demostrado. Desde luego puede decirse que en caso de necesidad toda mujer sana y normal puede ejercer una profesión, y que no existe ninguna profesión que no pueda ser llevada a cabo por una mujer.”9
Pero Edith no solo defiende los derechos de las mujeres, también denuncia las injusticias que se cometen contra la población judía con la llegada al poder del régimen nazi con Hitler en marzo de 1933. En una demostración de lucidez profética, escribe al Papa Pío XI señalando los peligros que se ciernen sobre el pueblo judío, sobre Alemania y la misma Iglesia Católica con la nueva situación: “Como hija del pueblo judío que, por la gracia de Dios, desde hace once años también es hija de la Iglesia católica, me atrevo a exponer ante el Padre de la Cristiandad lo que oprime a millones de alemanes. 8 Carta del 23 de marzo de 1938, en OC I, p. 1251. 9 E. Stein, El ethos de la profesión femenina, (1931), en OC IV, p. 167. He corregido ligeramente la traducción. Otros textos importantes de este período son: Sobre la idea de formación (1930), Vocación del hombre y de la mujer según la naturaleza y la gracia, El misterio de la Navidad (1931), La estructura de la persona humana (1932-3).
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Desde hace semanas vemos sucederse acontecimientos en Alemania que suenan a una burla de toda justicia y humanidad, por no hablar del amor al prójimo. Durante años, los jefes nacionalsocialistas han predicado el odio a los judíos. Después de haber tomado el poder gubernamental en sus manos y armado a sus aliados —entre ellos a señalados elementos criminales—, ya han aparecido los resultados de esa siembra del odio. [...] Todos los que somos fieles hijos de la Iglesia y consideramos con ojos despiertos la situación en Alemania nos tememos lo peor para la imagen de la Iglesia si se mantiene el silencio por más tiempo. Somos también de la convicción de que a la larga ese silencio de ninguna manera podrá obtener la paz con el actual régimen alemán.”10
No se conoce una respuesta del Papa, y por desgracia el pronóstico de Edith se convirtió en una terrible realidad. No sería extraño que, años más tarde, al escribir Pío XI la encíclica Mit brennender Sorge, publicada el 14 de marzo de 1937 sobre la situación de la Iglesia en la Alemania nazi, haya recordado la carta de la futura santa.
La cada vez mayor importancia que cobra Santo Tomás para Edith cristaliza en su artículo “La fenomenología de Husserl y la filosofía de Santo Tomás”, publicado en 1929. En él confronta la búsqueda infinita de la verdad por parte de una razón que pone entre paréntesis la existencia real de lo que se presenta en la inmanencia de la conciencia (Husserl), con una filosofía de la vida que se asienta en la experiencia de lo real y se abre a la trascendencia (Santo Tomás).
Integración de tomismo y fenomenología En el período que transcurre entre las dos guerras mundiales ocurre un florecimiento de la intelectualidad católica, en el marco de una renovación de la filosofía escolástica, especialmente tomista, sostenida y animada sobre todo por la encíclica de León XIII Aeterni Patris (1897), que exhorta a seguir el modelo de los estudios filosófico-teológicos de Santo Tomás. Las obras de filósofos cristianos como los franceses Etienne Gilson y Jacques Maritain y los alemanes Martin Grabmann y Romano Guardini son un gran estímulo espiritual para las reflexiones de Edith Stein. Especialmente importante es la cercanía con el jesuita alemán Erich Przywara, que le encomienda la traducción al alemán de las Cartas y diarios del Cardenal Newman (aparecida en 1928), y la traducción, en dos tomos, de las Cuestiones sobre la verdad de Santo Tomás de Aquino (1931-32). La cada vez mayor importancia que cobra Santo Tomás para Edith cristaliza primero en el artículo
10 Carta escrita probablemente a inicios de abril de 1933, citada en OC IV, p. 29-31.
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Edith, la más pequeña de 7 hermanos. Durante la primera guerra mundial sirvió como enfermera a las víctimas de la guerra. Cuatro Teresas: Teresa de Ávila, Teresa de Liseaux, Teresa de Calcuta y Teresa Benedictina de la Cruz.
“La fenomenología de Husserl y la filosofía de Santo Tomás”, publicado en 1929 como aporte a un número especial del anuario de fenomenología en homenaje a Husserl en su septuagésimo cumpleaños. En él confronta la búsqueda infinita de la verdad por parte de una razón que pone entre paréntesis la existencia real de lo que se presenta en la inmanencia de la conciencia (Husserl), con una filosofía de la vida que se asienta en la experiencia de lo real y se abre a la trascendencia (Santo Tomás). Sin negar su primera etapa como fenomenóloga, Edith desarrolla en los años siguientes una metafísica de inspiración tomista, en Potencia y acto (1930-1931) y en su obra principal, Ser finito y Ser eterno (1936), que retoma y perfecciona el libro anterior. Uno de los temas que aborda en esta etapa se refiere al análisis husserliano de la temporalidad de la conciencia, al que conecta con la estructura aristotélica y tomista de potencia y acto. La fenomenología describe el presente como una vivencia que retiene lo que acaba de pasar y anticipa lo que está por venir. Ambos momentos son para Stein formas de potencialidad referidas al ser en acto del presente: “En lo que yo soy ahora, hay algo que yo no soy actual, pero que lo será en el futuro. Lo que yo soy ahora en el estado de actualidad, lo era ya antes, pero
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sin serlo en el estado de actualidad. Mi ser presente contiene la posibilidad de un no ser actual futuro y presupone una posibilidad en mi ser precedente. Mi ser presente es actual y potencial, real y posible al mismo tiempo”.11
Por otra parte, recupera el concepto aristotélico y tomista de sustancia como núcleo permanente en el que se asienta la estructura acto-potencia que subyace a las múltiples vivencias subjetivas, sin reducirlas a la conciencia que el yo tiene de sí. Otro tema que Edith Stein aborda en estos textos se refiere al principio de la individualidad personal. Tomás de Aquino veía el principio de individuación en la materia signata quantitate, la materia dotada de relaciones de extensión y magnitud determinadas, o sea, la materia concreta que singulariza la forma esencial del ser humano. En cambio, para el fenomenólogo personalista Max Scheler, la esencia humana es propiamente individual e irrepetible, y que en el ámbito del espíritu solo puede haber existencias distintas si hay esencias distintas. Edith Stein tampoco piensa que el principio de individuación en el caso de los seres espirituales sea la materia signata quantitate. Sostiene que el criterio tomista se puede aplicar a los seres materiales inanimados, las plantas y los animales. Pero agrega que respecto de los seres humanos cada individuo es en cierto modo su propia especie, retomando a su manera un argumento que el propio Santo Tomas aplicó a los ángeles. También es digna de mención la posición que Stein toma frente a una de las principales obras filosóficas de esa época, Ser y tiempo (1927) de Martin Heidegger, discípulo de Husserl que había propuesto una ontología fundamental que pudiera abrir un camino de respuesta a la pregunta por el sentido del ser. Ello exige una previa explicitación del ente que se plantea dicha pregunta, el hombre, cuyo modo de ser es la existencia, que tiene que hacerse cargo de sí mismo y proyectarse eligiendo entre las diversas posibilidades de ser que se le presentan. Entre ellas hay una que no puede rehuir: la muerte, posibilidad de que todas las demás posibilidades se conviertan en imposibles, y que nadie puede asumir por otro. El “ser para la muerte” no se constata mediante un acto de pensamiento, sino mediante una disposición afectiva: la angustia ante la carencia de fundamento seguro de los proyectos humanos y de la existencia misma. El análisis existencial revela, según Heidegger, que la unidad de las distintas estructuras que caracterizan el Dasein es esencialmente temporal, en la que el futuro y el pasado se entrelazan con el presente y fundan la historicidad humana. 11 Ser finito y ser eterno, en OC III, p. 648.
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Edith Stein comienza a leer Ser y tiempo desde el mismo año en que apareció. Si bien reconoce la potencia del pensamiento de Heidegger, considera que, a pesar de declarar que solo pretende hacer un análisis fenomenológico de la existencia, asume de hecho compromisos ontológicos que de ningún modo son evidentes. Entre ellos resalta que el filósofo alemán haya situado al ser del hombre únicamente en el horizonte de lo temporal finito. Ella busca compensar esa perspectiva con la afirmación de la eternidad que trasciende la temporalidad, y por eso afirma que “solo la plenitud hace propiamente inteligible por qué ‘de lo que se trata para el hombre es de su ser’. Ese ser es no solo un ser que se extiende en el tiempo y por tanto está siempre ‘adelantado a sí mismo’, el hombre anhela el siempre nuevo ser regalado con el ser para poder agotar lo que el instante simultáneamente le da y le quita. No quiere dejar lo que le da plenitud, y querría ser sin final y sin límites para poseerlo enteramente y sin fin. Alegría sin fin, dicha sin sombras, amor sin límites, vida intensificada al máximo sin debilitamiento, obra plenísima de fuerza, simultáneamente la completa calma y el verse desligado de todas las tensiones: esta es la beatitud eterna. De este ser es de lo que se trata para el hombre en su ser ahí.”12
Espiritualidad de la cruz Cuando el 15 de abril de 1934 Edith Stein toma el hábito de monja en el Carmelo de Colonia adopta el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. El nombre de Benedicta obedece al reconocimiento de las gracias recibidas en la abadía benedictina de Beuron, que había visitado a menudo, sobre todo en Semana Santa. También es significativa la inclusión en su nombre de la Cruz. Ello obedece a la actitud típicamente teresiana de entrega completa a Dios mediante un amor que se vacía de sí mismo a fin de dejar sitio para la vida de Dios. Este vaciarse progresivo para permitir que Dios actúe en nosotros no tiene nada que ver con una despersonalización o un cierre del alma a las tribulaciones del mundo para autocomplacerse en determinados sentimientos religiosos, sino todo lo contrario. Así lo muestra el ejemplo de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, que supieron comprender las necesidades de su tiempo y promover una profunda reforma del Carmelo en el siglo XVI. Justamente sobre San Juan de la Cruz escribe Teresa Benedicta su última obra, con ocasión del cuarto centenario de su nacimiento, en 1942. Expone su teología mística, y la enseñanza que de ella se desprende para 12 Ser finito y Ser eterno, p. 1176.
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una vida de fe marcada por la cruz, en la que Dios parece guardar silencio y abandonar al creyente. Una característica de la experiencia interior de Dios es la “noche oscura de la fe”. Para encontrar a Dios, el místico recorre un camino de obscuridad, pobreza y humillación, y después de terminar con todo asomo de autocomplacencia y arrogancia, el fuego purificador de Dios lo convierte en “llama de Dios viva”.13
Una característica de la experiencia interior de Dios es la “noche oscura de la fe”. Para encontrar a Dios, el místico recorre un camino de obscuridad, pobreza y humillación, y después de terminar con todo asomo de autocomplacencia y arrogancia, el fuego purificador de Dios lo convierte en “llama de Dios viva”. [Imagen de la Capilla del Carmelo de Edith Stein en Echt, provincia de Limburg, Países Bajos. En el vitral aparecen, en los extremos, Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los dos maestros espirituales de la santa. En el centro, Edith Stein antes y después de tomar el hábito].
Teresa Benedicta trabaja en este libro hasta el mismo día de su detención por los nazis. En 1938 había sido trasladada, por su seguridad, desde el monasterio de Colonia, en Alemania, al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda, donde la acompaña su hermana Rosa, que también se había bautizado en la Iglesia Católica. El 24 de julio de 1942 se lee en todas las iglesias católicas de Holanda una carta pastoral de los obispos en la que condenan la persecución y deportación de los judíos. Como represalia, el comisario del Reich ordena la deportación de todos los judíos católicos. El 2 de agosto la Gestapo se lleva a Edith Stein junto con su hermana y las deporta a Auschwitz, donde el 9 de agosto son asesinadas en la cámara de gas. 13 Cf. Ciencia de la Cruz, en OC V, p. 183-477.
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Este final no la toma por sorpresa, pues ella misma, fiel a su vocación al misterio de la Cruz y solidaria con su pueblo ultrajado, se había ofrecido a Dios como víctima sacrificial por su pueblo judío y por la paz. El 26 de marzo de 1939 escribió a su priora: “Querida Madre, permítame Vuestra Reverencia, ofrecerme al Corazón de Jesús como víctima propiciatoria por la paz verdadera: que el poder del Anticristo, si es posible, se derrumbe sin una nueva guerra mundial, y que pueda ser instaurado un nuevo orden de cosas.”14
Los testimonios recogidos de sobrevivientes del holocausto que vieron a Teresa Benedicta en alguna de las estaciones de su camino a la muerte dan cuenta de la serenidad y grandeza con que lo enfrentó, dando consuelo y tranquilizando sobre todo a las mujeres y a los hijos de madres desesperadas que ya no eran capaces de atenderlos.15
Los testimonios recogidos de sobrevivientes del holocausto que vieron a Teresa Benedicta en alguna de las estaciones de su camino a la muerte dan cuenta de la serenidad y grandeza con que lo enfrentó, dando consuelo y tranquilizando sobre todo a las mujeres y a los hijos de madres desesperadas que ya no eran capaces de atenderlos. [Vidriera de Alois Plum en Kolbe, representando a Edith Stein en el campo de concentración].
14 Carta a Ottilia Thanisch, 26 de marzo de 1939, en OC I, p. 1307. 15 Cf. Al respecto las biografías de Francesco Salvani, Edith Stein. Hija de Israel y de la Iglesia. Madrid: Ediciones Palabra 2012, p. 358-365, y de Jesús Moreno Sanz, Edith Stein en compañía. Vidas filosóficas entrecruzadas de María Zambrano, Hannah Arendt y Simone Weil. Madrid/México: Plaza y Valdes 2014, p. 552-555.
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La síntesis de la vida y obra de esta mujer santa permite apreciar las muchas razones por las cuales constituye un ejemplo luminoso para el creyente de hoy, pues su testimonio inspira y aporta orientaciones en diversos ámbitos: por una parte muestra la amplitud de la auténtica identidad católica, capaz de dialogar en forma acogedora e integradora con distintas formas de espiritualidad, como la teología escolástica, la mística carmelita y benedictina, la religión judía y toda búsqueda sincera y profunda de la verdad. Asimismo, es un ejemplo de la capacidad de diálogo entre tradiciones filosóficas aparentemente tan disímiles entre sí, como la fenomenología y el tomismo, en las que además sabe complementar equilibradamente la dimensión puramente intelectual con la dimensión afectiva y volitiva. No menos importante es su frecuente referencia a la literatura, la poesía y el arte, que le confieren un sentido humanista e interdisciplinario más amplio y rico a sus reflexiones filosóficas y teológicas. Pero no se limita a la reflexión, sino que muestra lucidez profética y compromiso con múltiples y diversas causas sociales y religiosas: defensa política y pedagógica de los derechos de la mujer, atención como enfermera a las víctimas de la guerra, profesora, monja, mártir de la fe. Todos estos elementos confluyen en su canonización y nombramiento como co-patrona de Europa el año 1998, y se resumen en las palabras que Juan Pablo II le dedicara con ocasión de la ceremonia de beatificación en Colonia, el 1 de mayo de 1987: “Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios.”
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A puntes y Notas FIESTA DE SAN PEDRO: LA VIVA TRADICIÓN RELIGIOSA DE NUESTROS PESCADORES por Sofía Brahm
La historia de San Pedro es la historia de todos ellos, pescadores, que esperan de su patrono la protección y la intercesión por los buenos frutos de su trabajo. [Pescadores pasean a San Pedro desde Caleta el Membrillo, Valparaíso].
Desde hace más de 150 años, San Pedro se ha convertido en el patrono de los pescadores. En las largas noches de travesía, a veces peligrosas, casi siempre frías, los hombres del mar confían en que en sus barcas los acompaña uno que fue como ellos, un pescador, llamado por Jesús y escogido para ser pescador de hombres.
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E n el continente existen diversas formas de celebrar a este santo. Perú lo celebra con danzas tradicionales, las Negrerías o Pachahuaras; en México se desarrolla la Feria de la Talavera; en Costa Rica se realizan corridas de toros, y en Venezuela se lleva a cabo la popular Parranda de San Pedro. En Chile la fiesta de San Pedro existe desde antes del siglo XIX, y, en su día, su figura es paseada por tierra y por mar, en medio de cánticos, bailes y coronas de flores. Los anfitriones de la fiesta son los pescadores. En Arica y Mejillones, en Taltal y Horcón, en Valparaíso, Quintero y la Isla Robinson Crusoe, en Pelluhue, Curanipe, Iloca y Constitución, en Corral, Chiloé y Puerto Montt, en Puerto Natales y Puerto Williams; por un día, los hombres de mar dejan de lado sus redes y enfocan todas sus fuerzas en el buen desarrollo de la fecha más importante para ellos y sus familias. La historia de San Pedro es la historia de todos ellos, pescadores, que esperan de su patrono la protección y la intercesión por los buenos frutos de su trabajo. “¿Me amas?”, le preguntó Jesús a Pedro. Con esta pregunta lo quería liberar de su tristeza por haberlo traicionado. Los pescadores en su fiesta quieren, al igual que Pedro, decir “tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero” y así convertirse en constructores y apóstoles de Cristo. La fiesta va acompañada de platos y bebidas de la zona, donde abundan los pescados y mariscos preparados de distintas formas. No obstante, la devoción se mantiene durante el año, donde la imagen de San Pedro está emplazada en la caleta, en un lugar de preeminencia, generalmente en una roca bien visible, mirando hacia el mar y protegiendo a quienes pasan parte de sus vidas en sus barcas.
El sentido de la fiesta religiosa popular La fiesta de San Pedro es una expresión más de la fiesta popular y de sus ricas y diversas manifestaciones. Santuarios, procesiones, promesas, organizaciones laicales, oraciones; todas ellas constituyen ese sustrato de fe que recibe el nombre de religiosidad popular. Con los anteojos del racionalismo y de la modernidad secularizada es difícil ver estas huellas de la religiosidad profunda que existe todavía hoy en nuestros pueblos, donde el calendario litúrgico y las festividades religiosas organizan el ritmo de vida de muchos de sus habitantes. Esta religiosidad no es aquella que se asocia al cumplimiento de las normas, al ascetismo, a las organizaciones solidarias ni a la organización eclesial. Esta expresión de fe tiene más que ver con el misterio y lo intangible que con la fe tangible del cumplimiento de preceptos. No es que una tenga más valor que otra o que sean mutuamente excluyentes, se trata más bien de dos expresiones de religiosidad que conviven en el continente pero que raras veces se conectan.
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Difícil es comprender la fiesta popular y todo lo que ocurre en ella descontextualizada de la historia de la que es manifestación. La fiesta popular es a la cultura como el mestizo es a la sociedad. Resultado de encuentro, de influencias y de re-significaciones. En la fiesta popular confluye una historia más antigua que América. Esta historia puede leerse en sus simbolismos y rituales al igual que la historia que se lee en la corteza de un viejo árbol. En este tronco, que es la fiesta, se ven elementos de herencia indígena, por ejemplo del chamanismo, que conviven con elementos de herencia mestiza. Toda una tradición ritual presente en los habitantes más antiguos del continente se colmó de significado al tener como finalidad la comunicación con una divinidad personal, con un Dios que se hizo hombre como nosotros y que constituye el nuevo inicio de nuestra historia. Es la fiesta la expresión del llamado barroco mestizo: síntesis cultural originaria entre los pueblos europeos, amerindios y afroamericanos. Estas fiestas se caracterizan por el despilfarro, por la saturación y la abundancia. A los santos o a la Virgen los acompañan bailes, colores, cantos, flores y comida. Sonido, luz y danza. Tanto en la zona central como en el norte del país, los bailes chinos son uno de los invitados infaltables de estas fiestas. Sus flautas tocadas rítmicamente producen saturación auditiva, con un compás que se repite ininterrumpidamente, por largas horas, acompañado del movimiento de la danza y sus brincos característicos que exigen un enorme esfuerzo físico. Al final, el alférez dedica unas rimas improvisadas para dar cuenta del sentimiento religioso común que se manifestó a través del chineo y sus bailes. Todos estos elementos, así como aquellos que acompañan a otros tipos de bailes tradicionales, tienen una finalidad religiosa: son acciones embriagantes, que producen una realidad paralela y que le permiten a quien participa y en quien está encarnada la tradición, conectarse con lo divino. La emoción de la fiesta es comunión, es suspensión de la cotidianidad para formar parte de la trascendencia. Los antiguos pueblos que habitaban el continente utilizaban el rito para generar un cambio de conciencia que les permitía relacionarse con el mundo sobrenatural. La fiesta era el éxtasis y el trance. Esta antigua tradición oral fue adoptada luego por los cristianos y manifestada en diferentes expresiones de religiosidad. A partir de la introducción de la tradición religiosa cristiana, este simbolismo de la fiesta se vuelve a definir, la sociedad pasa a comprenderse como parte de una historia sagrada, la historia de Cristo y de su madre, y de sus testigos y seguidores. Una historia que vuelve a ocurrir en cada fiesta y donde los participantes no son ya espectadores o lectores de la historia, sino que se transforman en sus mismos sujetos. Todas las fiestas, con sus manifestaciones particulares, expresan la identidad del pueblo portador de la tradición. En la fiesta popular acontece lo
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APUNTES Y NOTAS Esta religiosidad no es aquella que se asocia al cumplimiento de las normas, al ascetismo, a las organizaciones solidarias ni a la organización eclesial. Esta expresión de fe tiene más que ver con el misterio y lo intangible que con la fe tangible del cumplimiento de preceptos. [Baile Chino durante la celebración a San Pedro en Coquimbo].
contrario a lo que sucede en la normalidad de la vida occidental moderna: la fiesta es derroche, es exuberancia, es desorden y dilapidación. El tiempo es despilfarrado en el baile, en las procesiones, en los poemas y en los ritos de saludo y de veneración. La comida y la bebida son abundantes y alcanza para todos hasta la saciedad, que se reúnen después de la fiesta en familia o en gremio para continuar con la celebración. La escasez y el ahorro son reemplazados por los colores y la saturación. Y todo este derroche se constituye como algo necesario para comunicarse con la divinidad, para que pescadores y campesinos expresen su fe y su devoción, al pedir y al agradecer. Sobre todo al pedir y esperar que acontezca lo extraordinario, lo milagroso, la buena pesca y la buena cosecha, la sanación. La fiesta popular en todas las formas que adquiere representa al sujeto común. La sociedad se auto-observa a través del simbolismo de la fiesta y se empapa de intersubjetividad. La fiesta otorga identidad a las expresiones de religiosidad e integra las formas de sociabilidad familiar, gremial y comunitaria. Los símbolos de fe se encarnan en un sujeto, como el pescador, y son así también símbolos del trabajo. La fiesta constituye en muchos casos el momento supremo de la realización social del valor del trabajo. La fiesta, el gasto, el despilfarro festivo, constituye una forma de legitimar el trabajo, cuyos productos son ofrendas antes que intercambio, una lógica completamente opuesta a la lógica mercantil moderna.
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Algunos de los tesoros del pueblo de Chile
La Iglesia “ocurre” en estas fiestas, se hace en ellas transparente el milagro de la comunión y el milagro de la presencia de Cristo entre nosotros. Así como el 29 de junio se celebra a San Pedro, a lo largo del país pueden descubrirse una enorme multitud de expresiones de fe.
La Iglesia “ocurre” en estas fiestas, se hace en ellas transparente el milagro de la comunión y el milagro de la presencia de Cristo entre nosotros. Así como el 29 de junio se celebra a San Pedro, a lo largo del país pueden descubrirse una enorme multitud de expresiones de fe.
En primer lugar, las celebraciones dedicadas a la Virgen María ocupan un lugar central en la celebración del pueblo de Dios “(…) la Santa Iglesia venera con especial amor a la Bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con un vínculo indisoluble a la obra salvadora de su Hijo: en ella mira y exalta el fruto excelente de la redención y contempla con gozo, como en una imagen purísima, aquello que ella misma, toda entera, desea y espera ser” (Constitución de la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium n.103). Entre las fiestas dedicadas a María destacan especialmente la fiesta de la Tirana el 16 de julio, donde se celebra a la Virgen del Carmen; la fiesta dedicada a Nuestra Señora del Rosario, el primer domingo de octubre en Andacollo; y las fiestas de la Inmaculada que se celebran especialmente en las Peñas y en Lo Vásquez. Los santos también han conquistado un lugar fundamental en la devoción del pueblo de Chile. En sus fiestas se “proclaman las maravillas de Cristo en sus servidores y se proponen ejemplos oportunos a la imitación de sus fieles” ( SC III, cfr. SC 104). Pescadores celebran a su patrono, San Pedro, el día 29 de junio; San Sebastián es visitado en Yumbel el día 20 de enero y 20 de marzo, San Lorenzo es venerado el 10 de agosto en Tarapacá y se celebra a Santa Rosa de Lima en Pelequén cada 30 de agosto. A su vez el 1 de noviembre, día de Todos los Santos, se recuerda a nuestros fieles difuntos en cementerios y parques. Finalmente, como fiestas dedicadas a Jesús, principio de esta historia común del pueblo cristiano, destaca la celebración del Cuasimodo en la zona central, el segundo domingo de Pascua de Resurrección, y el día 30 de octubre se celebra a Jesús de Nazaret en Cahuach, Chiloé. Comprender el tesoro que guardan estas fiestas y el sentido que adquieren los símbolos que en ella acontecen nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos, pueblo de Dios que peregrina en este país que esconde maravillosos tesoros de fe.
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Entrevista con Luis Martínez Ferrer
EL SELLO IDENTITARIO DEL TERCER CONCILIO LIMENSE En el marco de la reciente publicación de una edición bilingüe de los decretos del Tercer Concilio Limense, reseñada en el número 86, Humanitas conversa con el editor responsable, Prof. Luis Martínez Ferrer, docente de Historia de la Iglesia Moderna y Contemporánea de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Roma, acerca de los alcances de este acontecimiento y de la reedición de los escritos.
—¿Cuál fue la importancia del Tercer Concilio de Lima en el período hispánico? —En primer lugar, deseo enmarcar el instituto del concilio provincial dentro de la acción de la Iglesia y de la Monarquía española en el siglo XVI en América. El Derecho canónico es parte de la acción de la Iglesia, pues intenta que las riquezas de la fe lleguen a todos los fieles en un orden de justicia, sea esta legislativa, jurisprudencial o administrativa. En el siglo XVI, además, la Corona española, mediante el sistema del Patronato Regio, sostenía muy estrechas relaciones con la Santa Sede y con las Iglesias de América, en algunas ocasiones en forma de colaboración, en otras de abuso. Dentro de lo que podemos llamar “Derecho canónico indiano”, que es el Derecho canónico medieval-europeo enraizado en América, los concilios provinciales ocupan un lugar importante, junto a otras modalidades canónicas: jurisprudencia de los tribunales, decretos episcopales, doctrina canónica de los profesores universitarios, etc. Es indudable que los concilios provinciales emanaron un conjunto de normas vinculantes que iban a marcar la experiencia jurídica de la Iglesia durante largos períodos. Dicho esto, el Tercer Concilio Limense produjo un corpus legal enorme: por un lado recuperó, en forma de sumario, el Segundo Concilio Limense de 1567 del arzobispo Jerónimo de Loayza; produjo un sólido cuerpo de decretos ex-novo (que son el objeto de mi edición crítica); promulgó una Instrucción para llevar a cabo la visita pastoral; dejó fijados los aranceles de los gastos eclesiales y los privilegios de los naturales declarados por la
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Santa Sede. En el campo catequético su labor fue extraordinaria: originó sendos catecismos mayor y menor, sermonario, y confesionario, publicados tanto en castellano como en las “lenguas generales” indígenas, quechua y aymara.
Todo este esfuerzo no quedó en letra muerta, sino que sabemos por amplias referencias documentales que las normas y obras catequéticas del Concilio fueron, a muy diversos niveles, recibidas y enraizadas en las sociedades sudamericanas hasta finales del siglo XIX.
Pero lo decisivo es que todo este esfuerzo no quedó en letra muerta, sino que sabemos por amplias referencias documentales que las normas y obras catequéticas del Concilio fueron, a muy diversos niveles, recibidas y enraizadas en las sociedades sudamericanas hasta finales del siglo XIX, coincidiendo con el Concilio Plenario Latinoamericano de 1899. —¿Fue u n a ob r a f u nd a m e nt a l m e nt e debida al arzobispo de Lima Santo Toribio de Mogrovejo?
—El arzobispo Mogrovejo tenía cuarenta y tres años cuando pisó tierra peruana, en 1581. Entre otras encomiendas, caía sobre él la obligación de convocar un concilio provincial, deseado ardientemente por la Corona y mandado por las disposiciones eclesiásticas del Concilio de Trento. Una de las características preeminentes de Mogrovejo era de cumplir a conciencia, hasta el final, los empeños de sus cargos, sin perdonarse ningún esfuerzo. Uno de ellos fue el de convocar, presidir, defender, lograr la aprobación y la aplicación del Concilio Tercero Limense. Con el apoyo incondicional del virrey Martín Enríquez convocó la asamblea. Para prepararla hizo la primera visita pastoral y presidió el primer sínodo diocesano. A la muerte del virrey en 1582, muy al principio de las sesiones, el Concilio se tornó un mar tempestuoso por razón de los llamados “pleitos cuzqueños”. Se presentaron acusaciones gravísimas contra el obispo del Cuzco, Sebastián de Lartaún, que se negó a ser juzgado por el Concilio y, aliándose con otros dos prelados, provocó un cisma en la asamblea. La paciencia y la prudencia de Mogrovejo hicieron que el Concilio pudiera realizar su trabajo, más expedito tras la muerte de Lartaún en 1583, y llegara al final. Fueron también decisivas las iniciativas de Santo Toribio para conseguir las aprobaciones del Concilio en la corte de Madrid y en la Curia romana. Naturalmente, junto al arzobispo hay que considerar otras muchas personas, que hicieron posible el desarrollo de la Asamblea conciliar. En primer lugar, los otros siete obispos, llamados sufragáneos, aunque entre
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ellos se produjeron fuertes roces. Estos fueron Fray Pedro de la Peña (Quito), Fray Antonio de San Miguel (La Imperial), Fray Diego de Medellín (Santiago de Chile), Fray Francisco de Victoria (Tucumán), Fray Alonso Granero de Ávalos (La Plata) y Fray Alonso Guerra (Río de la Plata). Y no podemos olvidar los consultores teólogos y canonistas, que trabajaron tanto en los decretos jurídicos como en la obra catequética, en donde el equipo de traductores fue muy importante. El principal consultor fue el jesuita José de Acosta, para Santo Toribio de Mogrovejo 1538-1606. algunos “alma” del Concilio, por su obra en la redacción de los decretos y en la aprobación posterior de la asamblea. Junto a él hay que situar al dominico Bartolomé de Ledesma (futuro obispo de Oaxaca), y al agustino Luis López de Solís (futuro obispo de Quito). Es decir, que el Concilio fue una obra coral, aunque la última responsabilidad la tenía el arzobispo Mogrovejo, en cuanto que fue su presidente. —¿Cuál fue la presencia de prelados chilenos en el Concilio y qué importancia tuvo esta? —Por aquel entonces Chile era una región pobre e inestable, por causa de la guerra de Arauco; el clero era escaso y los abusos para con los indígenas “libres” frecuentes. Acudieron al Concilio dos obispos, ambos franciscanos, originarios de España y que se distinguieron previamente en la labor apostólica y cultural en Lima, donde participaron en el Segundo Concilio Provincial Limense de 1567. Diego de Medellín era obispo de Santiago de Chile; fue ministro Provincial de la Provincia de los Doce Apóstoles del Perú; en su diócesis sabemos que realizó una visita pastoral y que convocó un sínodo; defendió a los indígenas frente a los abusos de los visitadores; no conocemos casi nada de su intervención personal en el Tercer Limense, aunque mandó posteriormente traducir el catecismo conciliar al mapuche, «lengua del obispado del Reino de Chile» y erigió un seminario. Antonio de San Miguel era obispo de la Imperial; como Medellín, fue ministro Provincial de la Provincia de los Doce Apóstoles
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del Perú; en Perú predicó a las tropas en la batalla de Pucará contra el rebelde Francisco Hernández de Girón. En su sede se destacó por las críticas a los malos tratos de los indígenas; hizo la visita pastoral; en el Tercer Limense sabemos que apoyó al arzobispo Mogrovejo durante la difícil coyuntura de los “pleitos cuzqueños”; a su vuelta a La Imperial, de acuerdo con el obispo Medellín, promovió la traducción del catecismo del concilio al mapuche; fundó con gran pobreza un seminario y organizó un sínodo provincial. Murió de camino a Quito, su nueva diócesis. También destacó en el Tercer Limense la participación del franciscano Luis Jerónimo de Oré, natural de Ayacucho, como integrante del grupo de traductores de los instrumentos catequéticos; más tarde ocupó la sede de La Imperial. Por su parte, el cabildo secular de la ciudad de Santiago de Chile envió procuradores al Concilio para hacer peticiones en favor de los vecinos.
El derecho canónico no es antitético a la pastoral, ni un mero apéndice técnico. No lo pensaban así los grandes obispos de la Primera Edad Moderna como San Carlos Borromeo o Santo Toribio de Mogrovejo. Fueron grandes pastores y grandes hombres de derecho.
—¿Por qué tuvo que recibir una aprobación por la Santa Sede y otra por la Corona española?
—La legislación eclesiástica y civil sobre la aprobación de los concilios provinciales ha ido cambiando con el tiempo: a períodos de mayor autonomía de los obispos —en los que bastaba su aprobación para hacer vinculante el concilio— se han seguido otros en los que se exigían aprobaciones de terceros, como es el caso del Tercer Concilio Limense. Por un lado, la Monarquía española de Felipe II no admitía la puesta en ejercicio de los concilios sin haber revisado y aprobado su contenido. De 1560 data una cédula regia que prescribe que los concilios provinciales americanos antes de su impresión y publicación se envíen al Consejo de Indias para proceder a su aprobación. Por otra parte, la Santa Sede desde 1588 había dispuesto que las actas de los concilios provinciales debían ser enviadas a la Sagrada Congregación del Concilio para su revisión y aprobación, a través de un proceso que luego se llamó “recognitio”. En cualquier caso, en la Curia romana, desde mucho tiempo antes, se recibían apelaciones y dudas sobre la interpretación de los concilios. Esta doble aprobación daba una gran estabilidad a las normas conciliares, pues aseguraba que la Corona no iba a impedir la implantación del concilio, sino más bien al contrario; y, por parte de la Santa Sede, se aseguraba la racionalidad jurídica de los decretos, se evitaba el excesivo rigor de sus normas, y se integraban los concilios locales en el derecho
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canónico universal. La contrapartida era que el proceso de doble aprobación era largo y complejo. En cualquier caso, en el caso del Tercer Limense este proceso fue relativamente breve, gracias al tesón de Mogrovejo y al celo de José de Acosta: en 1588 el Concilio recibió la aprobación de Roma y en 1591 la de Madrid, junto con la publicación oficial. —¿Cuáles son los temas principales de los decretos? —En extrema síntesis, los dePortada Concilio de Lima 1591. cretos siguen estos objetivos: la evangelización y protección de los naturales, la pastoral de los españoles y la regeneración del clero. También hay referencias a la pastoral con los afroamericanos. Las dificultades a las que se enfrentaba el Concilio eran enormes por la dispersión de las comunidades indígenas, lo que facilitaba la idolatría, la falta de atención pastoral, o la impunidad con la que actuaban algunos elementos del clero, corregidores, etc. Existía una gran disparidad en la preparación pastoral de religiosos y del clero secular, que hacía evidente la necesidad de contar con los religiosos, a la vez que se debía afrontar la costosísima empresa de erigir y mantener seminarios para la creación de un clero criollo. Las autoridades civiles, como en toda la época hispánica, podían variar desde eficaces apoyos de la evangelización hasta obstáculos insalvables. En donde el Concilio podía incidir más era en el clero —diocesano y religioso— en cuanto directamente supeditado a la autoridad episcopal en lo referente a la pastoral. Un capítulo que provocó muchas disputas fue la lucha contra los clérigos comerciantes, desviación clerical conocida en la Iglesia desde tiempo inmemorial, pero que el Tercer Concilio se propuso erradicar por la vía de las sanciones penales. Otro tema importante fue el deber de los misioneros de aprender las lenguas indígenas de sus feligreses. Se procuró, de acuerdo con la Tradición de la Iglesia, que los indígenas y afroamericanos recibieran los sacramentos y oyeran la doctrina cristiana, gracias también a los catecismos conciliares. Los obispos debían adecuarse al modelo tridentino, visitar pastoralmente a su grey, y fundar seminarios.
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—¿Qué aportación científica supone su edición crítica? —Se ofrece, por primera vez, el texto latino de la edición oficial de 1591, con el aparato de las fuentes modernizadas y la primera traducción directa al castellano. Se presentan todas las ediciones anteriores, enmarcadas en una introducción histórico-canónica. Pensamos que se ha hecho justicia al texto normativo de 1591 y se abre un nuevo capítulo en su estudio. —¿Qué mensaje nos ha legado el Tercer Concilio de Lima? —Yo diría que el derecho canónico no es antitético a la pastoral, ni un mero apéndice técnico. No lo pensaban así los grandes obispos de la Primera Edad Moderna como San Carlos Borromeo o Santo Toribio de Mogrovejo. Fueron grandes pastores y grandes hombres de derecho. Porque los aspectos visibles de la Iglesia, entre los cuales se cuenta el derecho, remiten a un núcleo de derecho divino en donde lo espiritual se expresa y viene promovido por lo visible, aunque pueda haber formas que cambien con el tiempo. Es decir, el derecho de la contrarreforma, con todos sus límites, apoyaba y reforzaba la pastoral para que esta llegara a las almas con estabilidad y eficacia. Evidentemente, un concilio provincial no es la última palabra de una Iglesia local, pero es un instrumento para potenciar el bien común de los fieles. El hecho de que las normas y catecismos del Tercer Concilio de Lima hayan perdurado por tres siglos nos debe llevar a considerarlo con gran respeto, tanto por los pastores que lo celebraron como por el pueblo fiel que lo encarnó en mayor o menor medida. No es exagerado considerar que el Concilio fue un importante factor de identidad.
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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA EN CHILE “Hoy somos retados a mirar de frente, asumir y sufrir el conflicto, y así poder resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo caminar.”
Tras sostener encuentros con los Obispos chilenos en Roma, y en el marco de la jornada de equipos de conducción pastoral, se dio a conocer el 31 de mayo una carta del Papa Francisco dirigida al Pueblo de Dios que peregrina en nuestro país.
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Al Pueblo de Dios que peregrina en Chile
Queridos hermanos y hermanas: El pasado 8 de abril convocaba a mis hermanos obispos a Roma para buscar juntos en el corto, mediano y largo plazo caminos de verdad y vida ante una herida abierta, dolorosa, compleja que desde hace mucho tiempo no deja de sangrar1. Y les sugería que invitaran a todo el Santo Pueblo fiel de Dios a ponerse en estado de oración para que el Espíritu Santo nos diera la fuerza de no caer en la tentación de enroscarnos en vacíos juegos de palabras, en diagnósticos sofisticados o en vanos gestos que no nos permitiesen la valentía necesaria para mirar de frente el dolor causado, el rostro de sus víctimas, la magnitud de los acontecimientos. Los invitaba a mirar hacia donde el Espíritu Santo nos impulsa, ya que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también ciegos ante Dios»2. Con alegría y esperanza recibí la noticia de que han sido muchas las comunidades, los pueblos y capillas donde el Pueblo de Dios estuvo rezando, especialmente los días que estábamos reunidos con los obispos: el Pueblo de Dios de rodillas que implora el don del Espíritu Apelar a Ustedes, pedirles Santo para encontrar luz en la Iglesia «herida por oración no fue un recurso su pecado, misericordiada por su Señor, y para que funcional como tampoco sea cada día convertida en profética por vocación»3. un simple gesto de buena Sabemos que la oración nunca es en vano y que «en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar voluntad. Por el contrario, algo nuevo, que tarde o temprano produce fruto»4.
quise enmarcar las cosas en su preciso y precioso lugar y poner el tema donde tiene que estar: la condición del Pueblo de Dios «es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo».
1. Apelar a Ustedes, pedirles oración no fue un
recurso funcional como tampoco un simple gesto de buena voluntad. Por el contrario, quise enmarcar las cosas en su preciso y precioso lugar y poner el tema donde tiene que estar: la condición del Pueblo de Dios «es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo»5. El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo; por tanto, a la hora
1 Cfr. Carta del Santo Padre Francisco a los señores Obispos de Chile tras el informe de S.E. Mons. Charles J. Scicluna, 8 de abril de 2018. 2 Benedicto XVI, Deus caritas est, 16. 3 Cfr. Encuentro del Santo Padre Francisco con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas, Catedral de Santiago de Chile, 16 de enero de 2018. 4 Francisco, Evangelii gaudium, 278. 5 Cfr. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 9.
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de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción. Cada vez que como Iglesia, como pastores, como consagrados, hemos olvidado esta certeza erramos el camino. Cada vez que intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas elites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teológicas, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas. Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza. Como les dije a los jóvenes en Maipú quiero decírselo de manera especial a cada uno: «la Santa Madre Iglesia hoy necesita del Pueblo fiel de Dios, necesita que nos interpele […] La Iglesia necesita que Ustedes saquen el carné de mayores de edad, espiritualmente mayores, y tengan el coraje de decirnos, ‘esto me gusta’, ‘este camino me parece que es el que hay que hacer’, ‘esto no va’… Que nos digan lo que sienten y piensan»6. Esto es capaz de involucrarnos a todos en una Iglesia con aire sinodal que sabe poner a Jesús en el centro. En el Pueblo de Dios no existen cristianos de primera, segunda o tercera categoría. Su participación activa no es cuestión de concesiones de buena voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial. Es imposible imaginar el futuro sin esta unción operante en cada uno de Ustedes que ciertamente reclama y exige renovadas formas de participación. Insto a todos los cristianos a no tener miedo de ser los protagonistas de la transformación que hoy se reclama y a impulsar y promover alternativas creativas en la búsqueda cotidiana de una Iglesia que quiere cada día poner lo importante en el centro. Invito a todos los organismos diocesanos ―sean del área que sean― a buscar consciente y lúcidamente espacios de comunión y participación para que la Unción del Pueblo de Dios encuentre sus mediaciones concretas para manifestarse. La renovación en la jerarquía eclesial por sí misma no genera la transformación a la que el Espíritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos. Una Iglesia profética y, por tanto, esperanzadora reclama de todos una mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida7. No se dejen robar la unción del Espíritu.
6 Cfr. Encuentro del Santo Padre Francisco con los jóvenes, Santuario Nacional de Maipú, 17 de enero de 2018. 7 Cfr. Francisco, Gaudete et exsultate, 96.
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2. «El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene
ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu» (Jn 3,8). Así respondía Jesús a Nicodemo ante el diálogo que tenían sobre la posibilidad de nacer de nuevo para entrar en el Reino de los Cielos. En este tiempo a la luz de este pasaje nos hace bien volver a ver nuestra historia personal y comunitaria: el Espíritu Santo sopla donde quiere y como quiere con el único fin de ayudarnos a nacer de nuevo. Lejos de dejarse encerrar en esquemas, modalidades, estructuras fijas o caducas, lejos de resignarse o “bajar la guardia” ante los acontecimientos, el Espíritu está continuamente en movimiento para ensanchar las miradas estrechas, hacer soñar al que perdió la esperanza8, hacer justicia en la verdad y en la caridad, purificar del pecado y la corrupción e invitar siempre a la necesaria conversión. Sin esta mirada de fe todo lo que podamos decir y hacer caería en saco roto. Esta certeza es imprescindible para mirar el presente sin evasiones pero con valentía, con coraje pero sabiamente, con tenacidad pero sin violencia, con pasión pero sin fanatismo, con constancia pero sin ansiedad, y así cambiar todo aquello que hoy ponga en riesgo la integridad y la dignidad de cada persona; ya que las soluciones que se necesitan reclaman encarar los problemas sin quedar atrapados en ellos o, lo que sería peor, repetir los mismos mecanismos que queremos eliminar9. Hoy somos retados a mirar de frente, asumir y sufrir el conflicto, y así poder resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo caminar10. 3. En primer lugar, sería injusto atribuir este proceso solo a los últimos
acontecimientos vividos. Todo el proceso de revisión y purificación que estamos viviendo es posible gracias al esfuerzo y perseverancia de personas concretas que, incluso contra toda esperanza o teñidas de descrédito, no se cansaron de buscar la verdad; me refiero a las víctimas de los abusos sexuales, de poder, de autoridad y a aquellos que en su momento les creyeron y acompañaron. Victimas cuyo clamor llegó al cielo11. Quisiera, una vez más, agradecer públicamente la valentía y la perseverancia de todos ellos. Este último tiempo es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran 8 Cfr. Francisco, Homilía santa misa de la solemnidad de Pentecostés 2018. 9 Es bueno reconocer a algunas organizaciones y medios de comunicación que han asumido el tema de los abusos de una forma responsable, buscando siempre la verdad y no haciendo de esta dolorosa realidad un recurso mediático para el aumento del rating en su programación. 10 Cfr. Francisco, Evangelli gaudium, 227. 11 El Señor dijo: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos» (Ex 3,7).
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y perpetuasen, y así encontrar soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención ―imprescindibles pero insuficientes―, sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad. En este sentido, quisiera detenerme en la palabra “escucha”, ya que discernir supone aprender a escuchar lo que el Espíritu quiere decirnos. Y solo lo podremos hacer si somos capaces de escuchar la realidad de lo que pasa12. Creo que aquí reside una de nuestras principales faltas y omisión: el no saber escuchar a las víctimas. Así se construyeron conclusiones parciales a las que les faltaban elementos cruciales para un sano y claro discernimiento. Con vergüenza debo decir que no supimos escuchar y reaccionar a tiempo. La visita de Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu nace al constatar que existían situaciones que no sabíamos ver y escuchar. Como Iglesia no podíamos seguir caminando ignorando el dolor de nuestros hermanos. Luego de la lectura del informe quise encontrarme personalmente con algunas víctimas de abuso sexual, de poder y de conciencia, para escucharlos, y pedirles perdón por nuestros pecados y omisiones. 4. En estos encuentros constaté cómo la falta de reconocimiento/escucha de
sus historias, como también del reconocimiento/aceptación de los errores y las omisiones en todo el proceso, nos impiden hacer camino. Un reconocimiento que quiere ser más que una expresión de buena voluntad hacia las víctimas, más bien quiere ser una nueva forma de pararnos frente a la vida, frente a los demás y frente a Dios. La esperanza en el mañana y la confianza en la Providencia nace y crece en asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado para ayudarnos a salir adelante13. El “nunca más” a la cultura del abuso, así como al sistema de encubrimiento que le permite perpetuarse, exige trabajar entre todos para generar una cultura del cuidado que impregne nuestras formas de relacionarnos, de rezar, de pensar, de vivir la autoridad; nuestras costumbres y lenguajes y nuestra relación con el poder y el dinero. Hoy sabemos que la mejor palabra que podamos dar frente al dolor causado es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables. Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; 12 Recordemos que esta fue la primera palabra-mandato que recibió el pueblo de Israel por parte de Yahvé: «Escucha Israel» (Dt 6, 4). 13 Cfr. Visita del Santo Padre Francisco a Centro Penitenciario Femenino, Santiago de Chile, 16 de enero de 2018.
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donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición. Esto nos tiene que impulsar como Iglesia a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura del cuidado y protección.
Invito a todos los Centros de formación religiosa, facultades teológicas, institutos terciarios, seminarios, casas de formación y de espiritualidad a promover una reflexión teológica que sea capaz de estar a la altura del tiempo presente, promover una fe madura, adulta y que asuma el humus vital del Pueblo de Dios con sus búsquedas y cuestionamientos.
Pretender esta empresa solamente desde nosotros o con nuestras fuerzas y herramientas nos encerraría en peligrosas dinámicas voluntaristas que perecerían en el corto plazo14. Dejémonos ayudar y ayudemos a generar una sociedad donde la cultura del abuso no encuentre espacio para perpetuarse. Exhorto a todos los cristianos y especialmente a los responsables de Centros de formación educativa terciaria, de educación formal y no formal, Centros sanitarios, Institutos de formación y Universidades, a mancomunar esfuerzos en las diócesis y con la sociedad civil toda para promover lúcida y estratégicamente una cultura del cuidado y protección. Que cada uno de estos espacios promueva una nueva mentalidad. 5. La cultura del abuso y del encubrimiento es
incompatible con la lógica del Evangelio, ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta, un don que reclama y exige la libertad. Lavando los pies a los discípulos es como Cristo nos muestra el rostro de Dios. Nunca es por coacción ni obligación sino por servicio. Digámoslo claro, todos los medios que atenten contra la libertad e integridad de las personas son anti-evangélicos; por tanto es preciso también generar procesos de fe donde se aprenda a saber cuándo es necesario dudar y cuándo no. «La doctrina, o mejor, nuestra comprensión y expresión de ella, ‘no es un sistema cerrado, privado de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos’, ya que las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones, poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación»15. Invito a todos los Centros de formación religiosa, facultades teológicas, institutos terciarios, seminarios, casas
14 Cfr. Francisco, Gaudete et exsultate, 47-59. 15 Cfr. Francisco, Gaudete et exsultate, 44.
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de formación y de espiritualidad a promover una reflexión teológica que sea capaz de estar a la altura del tiempo presente, promover una fe madura, adulta y que asuma el humus vital del Pueblo de Dios con sus búsquedas y cuestionamientos. Y así, entonces, promover comunidades capaces de luchar contra situaciones abusivas, comunidades donde el intercambio, la discusión, la confrontación sean bienvenidas16. Seremos fecundos en la medida que potenciemos comunidades abiertas desde su interior y así se liberen de pensamientos cerrados y autorreferenciales llenos de promesas y espejismos que prometen vida pero que en definitiva favorecen la cultura del abuso. Quisiera hacer una breve referencia a la pasto- Aprender de la piedad poral popular que se vive en muchas de vuestras pular es aprender a entablar comunidades, ya que es un tesoro invaluable y un nuevo tipo de relación, de auténtica escuela donde aprender a escuchar el corazón de nuestro pueblo y en el mismo acto el escucha y de espiritualidad corazón de Dios. En mi experiencia como pastor que exige mucho respeto y no aprendí a descubrir que la pastoral popular es uno se presta a lecturas rápidas y de los pocos espacios donde el Pueblo de Dios es simplistas, pues la piedad posoberano de la influencia de ese clericalismo que busca siempre controlar y frenar la unción de Dios pular «refleja una sed de Dios sobre su pueblo. Aprender de la piedad popular que solamente los pobres y es aprender a entablar un nuevo tipo de relación, los sencillos pueden conocer». de escucha y de espiritualidad que exige mucho respeto y no se presta a lecturas rápidas y simplistas, pues la piedad popular «refleja una sed de Dios que solamente los pobres y los sencillos pueden conocer»17. Ser “Iglesia en salida” es también dejarse ayudar e interpelar. No nos olvidemos que «el viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu» ( Jn 3,8). 16 Es imprescindible llevar a cabo la tan necesaria renovación en los centros de formación impulsada por la reciente Constitución Apostólica Veritatis gaudium. A modo de ejemplo subrayo que «en efecto, la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender ‘con espíritu’ una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere ‘un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma’. Y, dentro de ese proceso, la renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos está llamada a jugar un papel estratégico. De hecho, estos estudios no deben solo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la Iglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que se alimenta de los dones de Sabiduría y de Ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fidei fidelium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma de los profetas hasta el de los doctores y teólogos». Francisco, Veritatis gaudium, 3. 17 Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 48.
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6. Como les decía, en los encuentros con las víctimas pude constatar que la
falta de reconocimiento nos impide caminar. Por eso creo necesario compartirles que me alegró y esperanzó mucho confirmar, en el diálogo con ellos, su reconocimiento de personas a las que me gusta llamar los «santos de la puerta de al lado»18. Seríamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergüenza por esas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena. Todos ellos son cristianos que saben llorar con los demás, que buscan la justicia con hambre y sed, que miran y actúan con misericordia19; cristianos que intentan cada día iluminar su vida a la luz del protocolo con el que seremos juzgados: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y Ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver» (Mt 25, 34-36). Reconozco y agradezco su valiente y constante ejemplo que en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor siguen jugándose con alegría por el Evangelio. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más20. Lejos de restarle importancia y seriedad al mal causado y buscar las raíces de los problemas, nos compromete también a reconocer la fuerza actuante y operante del Espíritu en tantas vidas. Sin esta mirada, quedaríamos a mitad de camino y podríamos ingresar en una lógica que lejos de buscar potenciar lo bueno y remediar lo equivocado, parcializaría la realidad cayendo en grave injusticia. Aceptar los aciertos, así como los límites personales y comunitarios, lejos de ser una noticia más se vuelve el puntapié inicial de todo auténtico proceso de conversión y transformación. Nunca nos olvidemos que Jesucristo resucitado se presenta a los suyos con sus llagas. Es más, precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular, esconder o encubrir nuestras llagas. Una Iglesia llagada es capaz de comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy, hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y moverse para buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no 18 Cfr. Francisco, Gaudete et exsultate, 6-9. 19 Cfr. Francisco, Gaudete et exsultate, 76.79.82. 20 Cfr. Francisco, Gaudete et exsultate, 76.
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Esta certeza es la que nos moverá a buscar, a tiempo y destiempo, el compromiso por generar una cultura donde cada persona tenga derecho a respirar un aire libre de todo tipo de abusos. Una cultura libre de encubrimientos que terminan viciando todas nuestras relaciones. Una cultura que frente al pecado genere una dinámica de arrepentimiento, misericordia y perdón, y frente al delito, la denuncia, el juicio y la sanción. 7. Quer idos her manos, comenzaba esta car-
Aceptar los aciertos, así como los límites personales y comunitarios, lejos de ser una noticia más se vuelve el puntapié inicial de todo auténtico proceso de conversión y transformación. Nunca nos olvidemos que Jesucristo resucitado se presenta a los suyos con sus llagas. Es más, precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular, esconder o encubrir nuestras llagas.
ta diciéndoles que apelar a Ustedes no es un recurso funcional o un gesto de buena voluntad; por el contrario, es invocar la unción que como Pueblo de Dios poseen. Con Ustedes se podrán dar los pasos necesarios para una renovación y conversión eclesial que sea sana y a largo plazo. Con Ustedes se podrá generar la transformación necesaria que tanto se necesita. Sin Ustedes no se puede hacer nada. Exhorto a todo el Santo Pueblo fiel de Dios que vive en Chile a no tener miedo de involucrarse y caminar impulsado por el Espíritu en la búsqueda de una Iglesia cada día más sinodal, profética y esperanzadora; menos abusiva porque sabe poner a Jesús en el centro, en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado. Les pido que no dejen de rezar por mí. Lo hago por Ustedes y pido a Jesús los bendiga y a la Virgen Santa los cuide. Vaticano, 31 de mayo de 2018, Fiesta de la Visitación de Nuestra Señora.
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21 Cfr. Encuentro del Santo Padre Francisco con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas, Catedral de Santiago de Chile, 16 de enero de 2018.
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se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo21.
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Panorama LA IGLESIA CHILENA CELEBRA
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Aniversario de la orden Mercedaria: 800 años de vida Religiosos de la Congregación de la Santa Cruz llegaron a Chile hace 75 años El Camino Neocatecumenal celebra 50 años desde su llegada a Roma Sínodo de la juventud: radiografía al corazón de los jóvenes Primer Congreso Teológico Padre José Kentenich, a los 50 años de su partida 1.500 jóvenes visitaron comunidades en todo Chile Exposición Travesía de la Fe Exposición en el GAM sobre Religiosidad Popular Exposición sobre la visita del Papa Francisco a Chile
NOTICIAS DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA
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Hacia la beatificación de Chiquitunga, primera beata de Paraguay, patrona de la juventud Caminata “Huellas de Ternura” Creación del proyecto Puentes de Solidaridad para ayudar a los migrantes venezolanos Documento Preparatorio para Sínodo de la Amazonía Obispos de Nicaragua: “defensores de la verdad y la justicia”l LA IGLESIA EN EL MUNDO
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Papa Francisco, ecumenismo y lucha por la paz. Tres encuentros que llaman la atención Fecha de canonización de Monseñor Romero y Pablo VI Deporte y persona: Nuevo documento “Dar lo mejor de uno mismo” Encuentro Mundial de las Familias de Dublín el 25 y 26 de agosto Mensaje de la II Jornada Mundial de los Pobres que se celebrará el domingo 18 de noviembre de 2018 Servir a Cristo: El mensaje del Papa a los 14 nuevos cardenales de la Iglesia El problema de la eutanasia es la soledad La revolución que predica el cristianismo en India Cardenal chino denuncia represión contra jóvenes con ideales y que participan en política EN MEMORIA DE…
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William Thayer Carlos Aldunate SJ HUMANITAS Nº 88 pp. 167 - 199
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LA IGLESIA CHILENA CELEBRA Aniversario de la orden Mercedaria: 800 años de vida
Celebración del Jubileo Mercedario, Santuario de Lo Vásquez, marzo 2018.
Hace 800 años, el 10 de agosto de 1218, la Orden de la Merced se funda en Barcelona por San Pedro Nolasco, con el fin de lograr redimir a las católicos cautivos en manos de musulmanes. Su fundación contó con la participación del rey Jaime I de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou. Luego, el 17 de enero de 1235 por la confirmación del Papa Gregorio IX, “la Iglesia testificó la acción del espíritu Santo en la fundación de la Orden; la ratificó en la práctica de la regla de san Agustín; le dio carácter universal incorporándola plenamente a su vida y sancionó su obra como misión en el pueblo de Dios” (COM 2). Además de los tres votos tradicionales que cumplían las órdenes —de pobreza, obediencia y castidad—, ellos añadieron
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un cuarto, el voto de Redención, que los llevaba a luchar por la liberación de los más débiles en la fe, aun sacrificando su vida en el intento. “Para cumplirse la misión de la Orden, impulsados por la caridad, nos consagramos a Dios con un voto particular: prometemos dar la vida como Cristo la dio por nosotros, para liberar a los hombres y mujeres en extremo peligro de perder su fe, en las nuevas formas de cautividad”. Los mercedarios tuvieron relaciones con Chile desde los primeros contactos que entablaron los conquistadores españoles con el territorio, ya que sus frailes se unieron al proyecto de Diego de Almagro cuando este se dirigió con su hueste a explorar las tierras al sur del Perú. Fueron ellos los primeros que encendieron la antorcha de la fe en el suelo chileno y quienes trajeron la
un hecho extraño sucedido en 1554 en Imperial. El poeta después de describir una gran tempestad de violencia y la aparición de Pillán, que animó a los araucanos para que fuesen a la Imperial y la destruyesen, señala:
Pedro de Valdivia dio a los mercedarios terrenos para que levantaran templos y altares a la Virgen de la Merced en Santiago, Concepción, Imperial y Valdivia. Rodrigo de Quiroga, a modo de agradecimiento, dona a la congregación la Ermita del Socorro, donde actualmente se encuentra la Iglesia de San Francisco (en Avenida Libertador General Bernardo O´Higgins, Santiago). Los mercedarios acompañaron a Pedro de Valdivia hacia el sur para conquistar la Araucanía. Así, los frailes mercedarios fueron partícipes directos en la fundación de ciudades del sur, como Concepción, Valdivia e Imperial, instalándose allí rápidamente con el fin de continuar su labor evangelizadora. Hacia 1566 tenían conventos en Santiago, Concepción, La Imperial, La Serena y Angol, y contaban con terrenos para edificar en Valdivia, Osorno y Villarrica.
Visitó el húmedo campo de alegría;
El conocimiento de los territorios del sur les permitió entablar relaciones directas con el pueblo araucano a través del aprendizaje del mapudungun que les permitió potenciar la cristianización. El cumplimiento de su cuarto voto los hizo estar presentes en varias de las batallas que se libraron en el sur de la Capitanía General de Chile, en las que muchos de estos frailes murieron en enfrentamientos entre colonizadores españoles y la resistencia local. A la Virgen de la Merced se le atribuyen diversos favores y auxilios concedidos en esos primeros años. Por ejemplo, Ercilla, el gran poeta épico de la raza araucana, relata
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primera imagen de la Virgen al país. Si Chile es reconocido como un pueblo mariano, se debe en gran parte a los mercedarios que tempranamente difundieron su devoción por todo el territorio. La Imagen de Nuestra Señora de la Merced fue traída en el año 1548 por el padre Antonio Correa.
“La tempestad cesaba, el raso cielo Cuando con claro y presuroso vuelo En una nube una mujer venía, Cubierta de un hermoso y limpio velo, Con tanto resplandor, que al medio día La claridad del sol delante della Es la que cerca dél tiene una estrella, Desterrando el temor la faz sagrada, A todos confortó con su venida; (…)” Lo sucedido ese día lo oyó contar de los mismos indios tres años después. Por este y por otros prodigios, el 8 de septiembre de 1608 la Virgen de la Merced fue nombrada patrona de la Real Audiencia de la Colonia, que se trasladó ese año de Concepción a Santiago. Desde entonces arranca la costumbre, ya casi inexistente, en que las personas de nombre Mercedes celebran ese día su santo, por más que la festividad de la Virgen de la Merced es el día 24 de ese mismo mes. La gran Iglesia de la Merced fue terminada de construir en 1565 gracias a Juan Fernández de Alderete, miembro de la expedición fundadora, que dona a los mercedarios un predio entre las calles Miraflores, Huérfanos y Merced, donde finalmente se construye el templo, Ermita de Santa Lucía. A pesar de las diversas reconstrucciones que ha sufrido el templo debido a terremotos y al paso del tiempo, la imagen de Nuestra Señora de la Merced, donada por el Emperador Carlos V, aún se
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conserva en su interior. Dado que esta era una de las Iglesias más importantes de la época, en ella permanecen las tumbas de personajes como Rodrigo de Quiroga y su esposa Inés de Suárez, Mateo de Toro Zambrano y el Conde de Quinta Alegre. En la actualidad sus obras están centradas en cinco colegios en Chile y dos comunidades en África. Ocho parroquias, dos hogares de menores y once conventos. A su vez en 1873 el padre Benjamín Rencoret crea el museo de la Merced, en el que se encuentra material de diversos países americanos como Ecuador, Paraguay, Perú, Argentina y otros. Su creación dio inicio a una de las colecciones más importantes del país, donde se encuentran objetos de culturas prehispánicas, imaginería, pintura colonial, platería litúrgica, textiles arqueológicos, etnográficos e históricos y la más importante colección de cultura rapanuí del continente, entre otros. Este año, con motivo del año jubilar, en Chile se están realizando diversas actividades. El sábado 17 de marzo se vivió la Eucaristía Inaugural del año jubilar en el Santuario de Nuestra Señora Purísima de Lo Vásquez. En ella se dio gracias a Dios por todos los dones y regalos recibidos en estos ocho siglos de servicio y 483 años de la presencia mercedaria en Chile. Además se realizará una peregrinación a Perú en agosto, el Congreso Espiritualidad Mercedaria del 27 al 29 de septiembre, el En-
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Imagen de la Sma. Virgen, traída por el P. Antonio Correa y que se venera en la Iglesia de la Merced de Santiago.
cuentro de la Juventud Mercedaria el 10 de noviembre y la Eucaristía de Clausura del Jubileo de la Merced el 15 de diciembre en la Basílica de la Merced. Con motivo de su aniversario el 6 de diciembre del 2017 el Papa les envía una carta donde bendice a la familia mercedaria y le pide al Señor “que les dé la fuerza para abandonar lo que les ata y asumir su cruz, de modo que dejando el manto y agarrando su camilla (Mc 10,50; 2,1-12) puedan seguirlo por el camino y habitar en su casa por siempre”. Fuente principal: Revista mercedaria, número extraordinario dedicado a celebrar el VIII centenario de la fundación de la Orden de la Merced.
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Religiosos de la Congregación de la Santa Cruz llegaron a Chile hace 75 años
Miembros de la Congregación de la Santa Cruz.
En marzo de 1943 llegaron a Chile los primeros religiosos de la Congregación. Ellos fueron los P. William Havey, P. Alfred Send y P. Joseph Doherty. Venían a solicitud del arzobispo de Santiago Cardenal José María Caro, para hacerse cargo del Saint George´s College, colegio de inspiración británica fundado por don Charles Hamilton en 1936. El colegio estaba ubicado en esos años en la Avenida Pedro de Valdivia y el número de alumnos era aún pequeño. El colegio ya se destacaba por los deportes, por la actividad académica y la enseñanza intensiva del inglés. Ellos asumieron el desafío de retomar la senda del fundador de la congregación: «educar mentes y corazones». Instauraron una pedagogía creativa que impulsaba a los jóvenes georgianos a desarrollarse con rigor y excelencia no solo en lo académico, sino en las artes, las letras, ciencias y deportes. La Congregación celebra este año los 75 años desde que llegaron esos primeros re-
ligiosos. Hoy día está también presente en el Colegio Nuestra Señora de Andacollo, en las parroquias San Roque (Peñalolén), Nuestra Señora de Andacollo (Santiago Centro) y Nuestra Señora de la Merced (Calle Larga), en la diócesis de San Felipe. También trabajan con la infancia vulnerada, en los Hogares de Fundamor y en el Centro de Asistencia a niños en Peñalolén. Apoyan el trabajo del Apostolado del Rosario en Familia, iniciado por el Venerable P. Patrick Peyton C.S.C., quien dijo “la familia que reza unida, permanece unida”. La Congregación de la Santa Cruz, fundada en 1837 por el Beato Basilio Moreau C.S.C., está actualmente en 17 países, en cuatro continentes, trabajando por la educación de los niños y jóvenes, en parroquias en sectores de menores recursos, y abriendo nuevos lugares de misión allí donde la Iglesia esté más necesitada. www.congregaciondesantacruz.cl
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El Camino Neocatecumenal celebra 50 años desde su llegada a Roma
Celebración de los 50 años del Camino Neocatecumenal, Roma.
Este año se celebra el 50 aniversario del
comienzo del Camino Neocatecumenal en Roma, realidad eclesial que echó a andar en las barracas de Palomeras Altas de Madrid en 1964, hace ahora 54 años. Este carisma consiste en un itinerario de iniciación cristiana, surgido al alero del Concilio Vaticano II, que se desarrolla a nivel parroquial y consiste en pequeñas comunidades, integradas por hombres, mujeres, matrimonios, jóvenes y adultos, que juntos hacen un recorrido de fe para renovar el Bautismo por etapas. Con motivo del 50 aniversario de su llegada a Roma, el Papa Francisco se reunió con 150 mil personas en el campus universitario de Tor Vergata, Roma, el sábado 5 de mayo, en un encuentro internacional en el que participaron fieles de 135 países. En el encuentro, en el que participó el iniciador, Kiko Argüello, y cardenales y obispos de todo el mundo, el Santo Padre hizo el envío de 34 nuevas missio ad gentes que evangelizarán en zonas
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secularizadas o con poca presencia de la Iglesia. A ellas les recordó que “la misión es dar aquello que hemos recibido. La misión es cumplir el mandato de Jesús que hemos escuchado: ‘Id y haced discípulos en todos los pueblos’”. El Papa terminó recordando a los miembros del Camino que “vuestro carisma es un gran regalo de Dios para la Iglesia de nuestro tiempo. Demos gracias a Dios por estos cincuenta años”. Además de las 34 nuevas missio ad gentes, el Santo Padre también envió 25 comunidades de las parroquias de Roma —que han concluido esta iniciación cristiana— a otras de la periferia de la ciudad cuyos párrocos han solicitado su ayuda para llamar a los alejados de la fe. En el encuentro también se recordó de manera especial a Carmen Hernández, coiniciadora del Camino Neocatecumenal junto a Kiko, fallecida el 19 de julio de 2016. El neocatecumenado llegó a Chile en 1973, por invitación del entonces Obispo de San Felipe, el Siervo de Dios Enrique
La tarea del Camino Neocatecumenal ha sido reconocida de forma positiva por los distintos papas que lo han conocido, en palabras del Papa Francisco a Pilar Antelo, responsable del Camino en argentina: “El Camino Neocatecumenal es cosa del Espíritu Santo en su Iglesia. Por tanto, les exhorto vivamente que sostengan, alienten y
den seguimiento a esta iniciación cristiana. Valoro muy positivamente la dimensión misionera de las Comunidades. Este año acabo de enviar más de cien familias a países donde no existe o es escasa la presencia de la Iglesia. Sobre los Seminarios ‘Redemptoris Mater’, digo lo siguiente: ¿Qué sería de la diócesis de Roma —aquella a la que de manera fortuita llegó el Camino en 1968— sin él? Acabo de ordenar 16 sacerdotes y 13 eran del Camino Neocatecumenal. Saquen ustedes las conclusiones. El Camino Neocatecumenal ha restaurado en la Iglesia la Noche Pascual, que es el centro de la vida cristiana. El Camino Neocatecumenal es el que más sabe sobre la Iniciación Cristiana. Consulten y, si es preciso, corrijan a los catequistas, a las comunidades (porque corregir es amar), pero corrijan con los Estatutos en la mano”.
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Alvear, quien conoció el Camino en una parroquia pobre de Medellín y lo pidió para su diócesis. Luego este camino fue acogido por obispos y párrocos de otras diócesis, y hoy existe en más de 100 parroquias de 24 diócesis, con alrededor de 300 comunidades. Además, grupos de catequistas están actualmente anunciando la Buena Noticia en siete cárceles de Santiago y en una de Valparaíso.
Sínodo de la juventud: radiografía al corazón de los jóvenes Las 49 propuestas entregadas al arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, son fruto del trabajo realizado desde el año 2017 hasta ahora por miles de personas de distintas parroquias, movimientos, colegios y universidades de la ciudad.
L a cita contó con la presencia de jóvenes y adultos de las cinco comisiones que participaron en la Asamblea Sinodal que se llevó a cabo entre los días 19 y 21 de mayo en el colegio Sagrados Corazones de la Alameda y que contó con la participación de cerca de 500 personas. De esta forma, culmina un proceso que comenzó en la Epifanía de 2017, fiesta donde la Arquidiócesis de Santiago, por medio del cardenal Ricardo Ezzati, convocó a profundizar el tema propuesto por el Papa Francisco para el Sínodo de
Obispos de 2018 en Roma “Jóvenes, fe y discernimiento vocacional”. En la jornada de entrega de las proposiciones, los asistentes pudieron opinar, reflexionar y analizar lo que fue el encuentro llevado a cabo hace solo semanas: «Unánimemente todos quieren seguir participando para que estas proposiciones se conviertan en acciones. Es una invitación concreta a hacernos cargo de la realidad, de las personas que han sufrido y ayudarlos a que salgan adelante», afirmó monseñor Pedro Ossandón, presidente del X Sínodo.
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El arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, valoró la trascendencia que deja el X Sínodo de Santiago para la Iglesia y el trabajo en comunión: «Estoy convencido que más allá de los resultados de las propuestas, que son importantes, el Sínodo ha sido la experiencia de comprender y de experimentar más profundamente el ser iglesia en el mundo de hoy. El hecho de que este X Sínodo haya coincidido con un momento doloroso nos viene a enseñar justamente que el sínodo no nos tiene que apartar de la realidad», exhortó. Antes de finalizar, los asistentes pudieron
entregar sus conclusiones sobre el X Sínodo de Santiago, de manera abierta y espontánea, donde se puso a la luz los aciertos y falencias que dejó esta gran jornada sinodal, como también, una serie de reflexiones, que forman parte de los documentos oficiales entregados al Arzobispo, donde se releva la vergüenza de comunidades y movimientos por haber “sido ciegos a los abusos de miembros de nuestra Iglesia” o que en algunos casos “no hayamos tenido el coraje de denunciarlos”, expresa parte de la misiva. Enrique Astudillo Baeza, Comunicaciones Iglesia de Santiago.
Por una Iglesia con Cristo en el centro 1.500 jóvenes visitaron comunidades en todo Chile.
Del 13 al 22 de
julio, jóvenes volunt arios de los proyectos Misión de Vida, Siembra UC y Trabajo País, organizados por la Pastoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile, visitaron 70 comunidades desde Arica a Puerto Montt para llevar su testimonio de fe, construir espacios comunitarios y capillas, teniendo como énfasis el llamado del Papa Francisco de ser protagonistas de una transformación profunda para poner a Cristo en el centro de la Iglesia. El viernes 13 de julio los jóvenes voluntarios se reunieron en el Campus San Joaquín de la UC para participar de
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la misa de envío presidida por monseñor Cristián Roncagliolo, obispo auxiliar de Santiago y entonces capellán general UC. “Lo que vamos a hacer los próximos días es hacer que Cristo crezca y nosotros disminuyamos. Servir a la manera de Cristo para poder realmente iluminar. Esto es un desafío grande, que toca toda nuestra vida, como bautizados, como Iglesia, nuestra sociedad y nuestra cultura (...). Estamos llamados a mostrar a Jesús que nos invita a convertirnos como Iglesia, a darnos cuenta de los dolores grandes que vivimos hoy día pero también a dar-
al futuro con esperanza y ser testigos de esa esperanza”, explicó monseñor Cristián Roncagliolo durante la homilía.
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nos cuenta que tenemos que ser semilla de tierra nueva, de reparar los errores grandes que se han cometido, de mirar
Primer Congreso Teológico Padre José Kentenich, a los 50 años de su partida
El Movimiento de Schoenstatt conmemora
los 50 años1 de la muerte de su fundador, el Padre Kentenich, acaecida el 15 de septiembre de 1968, minutos después de haber celebrado su última eucaristía. Como jubileo, este es un momento para recordar, celebrar y agradecer, en especial por todas las gracias recibidas a través de su carisma: más de 200 santuarios marianos alrededor del mundo, laicos, matrimonios y familias comprometidos en su hogar y en su trabajo con una “santidad cotidiana fuerte y silenciosa”, schoenstattianos en proceso de beatificación o canonización, una red internacional de colegios, obras sociales como María Ayuda o la campaña de la Virgen Peregrina. Con el objetivo de ahondar en el pensamiento y obra de José Kentenich, se ha decidido convocar al Primer Congreso Teológico sobre el Fundador de Schoenstatt. Ciertamente, este evento no pretende ni puede agotar la riqueza del pensamiento kentenijiano, sino que quiere constituirse en un espacio interdisciplinar para que teólogos, filósofos, investigadores y aca-
démicos de diversas áreas del conocimiento, puedan encontrarse y poner en común sus reflexiones e investigaciones. Para ello se han asumido tres ejes temáticos de análisis y reflexión. En primer lugar, la biografía como lugar teológico, en el convencimiento que la vida misma de Kentenich resume los padecimientos de la cultura moderna y una propuesta preclara. En segundo lugar, se espera revisar su concepción antropológica, pues en ella parece integrarse el fundamento bíblico de mirada atemporal de la persona humana como imagen de Dios y expresión del querer divino, con una visión existencial de la persona en sus aspectos dinámicos y relacionales. Por último, se pretende abordar la eclesiología de este sacerdote católico que inscribiera como epitafio las palabras con las que San Pablo describió el amor de Cristo por su Esposa, Dilexit Ecclesiam. El congreso se realizará en Santiago de Chile entre el 11 y 14 de octubre 2018, con expositores iberoamericanos invitados y la intención de crear espacios de intercambio sobre este carisma del siglo X X al servicio de la Iglesia en respuesta al llamado del Papa Francisco, quien hace cuatro años, en el jubileo por el centenario del Movimiento de Schoenstatt, pidiera “mantener vivo el carisma fundacional y la capacidad de saber transmitirlo”. Más información sobre el Primer Congreso Teológico Internacional José Kentenich, puede revisarse en http://www.congresoteologicokentenich.cl
1 Con motivo del jubileo se celebrará una Misa abierta en gratitud por la vida del P. J. Kentenich el día 1º de septiembre en la Catedral de Santiago a las 19 hrs.
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V CONCURSO DE INVESTIGACIÓN Y CREACIÓN PARA ALUMNOS La Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana, en conjunto con la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Católica, convocaron al V Concurso de Investigación y Creación para Alumnos de pregrado. El objetivo de este concurso es incentivar a los estudiantes a que contribuyan a la misión evangelizadora de esta casa de estudios a través de la investigación y la creación, presentando proyectos que busquen la verdad, el bien común y la belleza, en un camino de fe y razón. El llamado es a que —desde cada disciplina y con creatividad— se promueva el diálogo de la fe con la cultura actual, con la convicción que mediante la fe se encuentran respuestas más profundas a las necesidades del hombre contemporáneo.
Exposición Travesía de la Fe Un óleo que retrata a Nuestra Señora del Rosario de Pomata recibe al público en la primera sala de “Travesía de la fe. Arte y cristianización en el Surandino”, la muestra de 160 piezas de arte virreinal de la Colección Joaquín Gandarillas Infante de la Universidad Católica que ya puede ser visitada en el museo más importante del país. “La selección busca, por una parte, un efecto de totalidad, ofrecer el conjunto de las artes del periodo, y por otro focalizarse en ciertas particularidades que hablan de este mestizaje”, indica Isabel Cruz, quien además de ser la curadora permanente de la colección, creó el relato que da sentido a “Travesía de la fe”. El cuadro antes mencionado, hecho en talleres cuzqueños, cerca del lago Titicaca entre fines del SXVII y principios del SXVIII, reúne todos los elementos que constituyen el estilo denominado barroco mestizo. En él la Virgen aparece espléndida, con el Niño en brazos y el rosario que la caracteriza en
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la iconografía cristiana. Pero además de la corona, sobre su cabeza ostenta un tocado tricolor de plumas de suri, el ñandú de los Andes, a la usanza de la realeza inca. Este mestizaje es el sello del arte latinoamericano creado en la Colonia: imaginería religiosa que viajó desde el Viejo Continente al Nuevo Mundo para encontrar una interpretación local en manos de los artistas indígenas. María es un motivo predilecto de representación artística en la época. En un mundo sin imágenes, la belleza de su arquetipo femenino materno se transformó en uno de los principales instrumentos de evangelización para las órdenes religiosas que llegaron al Virreinato del Perú, con el propósito férreo de propagar la fe católica. Asimismo, la figura de la Madre también es recurrente entre las obras de la Colección Joaquín Gandarillas Infante. Junto a la Señora de Pomata, en “Travesía de la Fe” se puede ver a Nuestra Señora
Gentileza de Colección Joaquín Gandarillas: Nuestra Señora del Rosario de Pomata. Anónimo cuzqueño. Siglo XVII-XVIII, c. 1680-1710. Óleo sobre tela.
de la Candelaria transformada en la boliviana Virgen de Copacabana, o a la Virgen de La Merced convertida en la Peregrina de Quito. Con su despliegue en el Museo Nacional de Bellas Artes, estas pinturas, más las tallas y esculturas, la platería y el mobiliario que constituyen la muestra, retornaron al barrio que las acogió por décadas. A pocas cuadras del museo, en un departamento de la calle Ismael Valdés Vergara, Joaquín Gandarillas Infante guardó durante años su tesoro más preciado. “Travesía de la Fe” es una exposición única, tanto por su envergadura como por su representatividad. En muestras anteriores, la selección de obras se ha referido a temas puntuales, como La Crucifixión o Los Santos y se han expuesto, máximo, una treintena de ellas. Esta vez ese número aumenta más de cinco veces para contar una historia más amplia, sobre el arte colonial en general y de
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cómo se produjo el mestizaje cultural entre Europa y América a través del arte y las disciplinas y técnicas que se desarrollaron para contribuir a ese proceso. Quienes visiten el museo podrán ver en pintura, además de las vírgenes de advocaciones regionales, representaciones de La Sagrada Familia como ejemplo de convivencia y armonía. En imaginería encontrarán interpretaciones quiteñas de los motivos de la escultura barroca española. En platería se apreciará cómo el efecto de abundancia, originado por la producción de la gran mina de Potosí que abasteció a España, incidió en el culto de las iglesias y también en la devoción privada. En mobiliario, se observará la calidad de las maderas nativas y la variedad de técnicas y materiales —algunos de origen hispanoárabe y otros orientales como las lacas, conchaperla o carey— que muestran la interculturalidad de nuestra región entre los siglos XVII y XVIII. La Colección Gandarillas es una de las más representativas de arte religioso en la América colonial e inicios de la República, asevera Roberto Farriol, director del Museo Nacional de Bellas Artes, y profesor de la UC. “Esta exposición permitirá que el público chileno pueda conocer, apreciar y reflexionar sobre las estéticas e íconos que conformaron el imaginario religioso introducido y desarrollado en América durante el periodo virreinal, con imágenes circunscritas a la función que cumplía el arte en ese periodo, produciéndose el estilo tan particular y único como el barroco mestizo”, asegura. La exhibición podrá ser visitada hasta el 26 de agosto y está situada en el ala sur del primer piso del museo, que a su vez tiene 5 salas. Cada una está dedicada a un tema particular: el viaje de la fe, la iconografía mariana y las órdenes
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religiosas; La Sagrada Familia; ángeles y pájaros; el esplendor de la plata que se manifiesta en el culto y las figuras de El Niño y El Crucificado. Cada una alberga un amplio elenco de personajes divinos, figuras sacras y objetos litúrgicos que
revelan la destreza y la creatividad de los artistas indígenas latinoamericanos y también cómo sus propuestas artísticas nos dotaron de una estética propia. Vicerrectoría de Comunicaciones UC
Exposición en el GAM sobre Religiosidad Popular En el Centro de las artes, la cultura y las personas, GAM, entre el 11 de abril y el 26 de agosto de 2018 se encuentra abierta al público una exposición del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago (MAPA), sobre religiosidad popular en nuestro continente. La muestra está compuesta por más de 200 objetos devocionales de distintos puntos de Latinoamérica. Entre otros, se exponen retablos, máscaras, exvotos, pesebres, figuras de santos y advocaciones, todos ellos con la particularidad de constituir escenas pías entreveradas por el imaginario de las clases populares. El símbolo, abultado de significados, se instala en la imagen, mostrando aquel intercambio de prácticas y creencias, entre los motivos introducidos por la empresa evangelizadora y símbolos locales. La muestra intenta develar la particular condición de los objetos devocionales latinoamericanos, poniendo en relación una amplia diversidad de formas, materialidades y contextos en piezas provenientes de Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Brasil, Guatemala, Cuba y México.
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Entre los objetos propiamente chilenos destacan manifestaciones del arte carcelario, pesebres y santos. Entre los pesebres Quinchamalí, con su cerámica negra; Talagante, con su cerámica policromada, y Lota, a través del tallado del carbón, entregan un resultado final que mezcla la tradición católica con la esencia de su herencia cultural. Por su parte, los “santos de vestir”, hechos con tronco tallado, ocupan un lugar especial, los que fueron desarrollados en la escuela de santeros y talladores de la isla de Chiloé. La sala de exposición se encuentra abierta de martes a viernes entre las 10 y las 20 horas y los sábados y domingos entre las 11 y las 20 horas.
Cortesía de Centro Cultural Gabriela Mistral GAM.
Coleccionar objetos religiosos para luego exhibirlos en muestras educativas es la motivación que ha tenido el profesor de religión y director de la Fundación Benedicto XVI, Héctor Landskron. Con mucho espíritu de recogimiento, según describe, se encargó de reunir distintos elementos de la visita del Papa Francisco a Chile, motivado por la idea de generar un espacio en el que se pudiera hacer eco de lo vivido por el pueblo chileno. Así, tras recibir una invitación del sacerdote Carlos Cox, rector del Santuario Nacional de Maipú, Landskron puso manos a la obra, y en solo 15 días montó la exposición. “Eso surge con el sentido pastoral de querer demostrar que la visita del Papa fue una visita de luz y alegría para el pueblo chileno. En cada persona que lo vio y escuchó sus mensajes hay un recuerdo particular y una gran emoción tras su visita”, comentó el docente. La exhibición fue bendecida por el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, quien expresó: “Esperamos que esta muestra dé muchos frutos en el corazón de las personas, que mirando estas imágenes, estos objetos, recuerden sobre todo el mensaje del Santo Padre”. Agregó que, tras su visita, el Papa le comentó que todo lo expresado en sus discursos “le nació del corazón”, por lo que a través de esta muestra “queremos
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Exposición sobre la visita del Papa Francisco a Chile conservar vivo el recuerdo y poderlo transformar en una experiencia de vida renovada”, señaló el pastor de la Iglesia de Santiago. En tanto, el padre Cox explicó que a través de la exhibición han querido resaltar cuatro momentos de la visita: su discurso a los jóvenes, a las privadas de libertad, a los consagrados y consagradas en la Catedral Metropolitana, además de la piedad popular. “Quisimos poner parte de los mensajes del Papa, acompañados de las fotografías, objetos que marcaron cada lugar y, además, al final del recorrido, cada fiel que asista puede escribir su testimonio sobre cómo vivió esta visita. Vemos esta muestra como una forma de levantar el ánimo, para darle horizontes más amplios al legado de la visita del Santo Padre”, explicó el rector. La exposición estará abierta hasta fines de septiembre, entre las 8 de la mañana y las 20 horas. Quienes asistan, podrán encontrarse con elementos como la cruz con la que el Papa bendijo a los jóvenes en Maipú, los ornamentos que utilizó en la Misa del Parque O’Higgins, medallas conmemorativas, además de recuerdos populares como gorros, chapitas, banderas, entre muchos otros elementos. Comunicaciones Santuario Nacional de Maipú
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NOTICIAS DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA Hacia la beatificación de Chiquitunga, primera beata de Paraguay, patrona de la juventud “Caminando de la mano con ella, en estos 23 años he recogido más de 5.000 testimonios de gracias recibidas: curación de enfermos, personas que han podido desintoxicarse, que han decidido no abortar, que han encontrado trabajo”: así lo dice Nancy Melgarejo hablando con la Agencia Fides sobre María Felicia Guggiari, conocida como Chiquitunga, una joven carmelita descalza, primera mujer beatificada este 23 de junio en Paraguay, la tierra del amado jesuita, San Roque González. Las hermanas de Nancy, hoy carmelitas, le hicieron conocer la historia de esta chica nacida el 12 de enero de 1925 y que se fue al cielo con solo 34 años, después de una vida de apostolado alegre y de 4 años en un convento en Asunción. Siendo adolescente, María Felicia (que en el convento agregó “de Jesús en el Santísimo Sacramento” a su nombre) entró en Acción Católica, fue catequista y se dedicó con celo a las obras de misericordia con enfermos y prisioneros. La donación personal, el amor al Señor, la adoración al Santísimo Sacramento y la alegría profunda y constante son las características por las que los obispos del Paraguay la quieren declarar patrona de la juventud. Nancy ilustra las muchas manifestaciones de afecto y fe que precedieron a la beatificación. Ella misma ha reunido en un libro que se acaba de publicar 51 testimonios sobre “Chiquitunga” (como la llamaba
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su padre cariñosamente) entre los cuales está el suyo propio: por complicaciones, la gestación de su primer hijo, Lucas, había sido declarada incompatible con la vida de su madre, a la que le aconsejaron abortar. Después de la intercesión de María Felicia, todo salió bien y Lucas nació y creció sano. Desde entonces, Nancy Melgarejo ha dedicado su vida a Chiquitunga. “Le prometí que a partir de entonces me ocuparía de darla a conocer al mundo. Tenemos una santa que conoce todo sobre Paraguay —injusticias, problemas, corrupción, pobreza...— y quiere ayudarnos y ayudar a los jóvenes”. Nancy es una misionera: además de recoger testimonios, se dedica a vivir y difundir el apostolado y la espiritualidad de Chiquitunga, y ha formado un grupo de personas que visitan a los presos y a las personas enfermas, brindando el apoyo de la fe a través de su veneración e intercesión. No faltan quienes, acompañando a alguna persona del grupo, descubren su vocación a este servicio, incluso tratándose de personas que no frecuentaban mucho los sacramentos. Una palabra de Chiquitunga, una oración, la historia de algunos episodios de su vida, son de ayuda para aquellos que a menudo han olvidado a Dios y viven “sin saber dónde ir”, en un cierto vacío existencial, según Melgarejo. Gracias al artista Koki Ruiz, el gran retablo del altar para la Misa presidida por el Papa Francisco durante su visita a Paraguay en 2015, realizada con miles
Ahora, el mismo Ruiz, inspirándose en la vida de la beata, realizó el retablo para la ceremonia de beatificación con miles de rosarios llegados desde todo el mundo (incluido uno enviado por el Papa). Entre las manifestaciones de afecto y fe que atestiguan el amor de la gente
por la beata, enumeramos la obra teatral sobre su vida, realizada con estudiantes, presentada en varias ciudades del país en febrero, otros tres libros, incluido el “Diario íntimo” de la misma María Felicia y un documental del famoso director Juan Carlos Maneglia llamado “Jazmines del alma”. “Ella nos enseña a aceptar los designios de Dios, a aprender qué cosas son agradables al corazón de Dios. Nos lleva a ser simples y pequeños como ella, y nos guía en nuestro camino hacia Dios”, concluye Nancy Melgarejo, para quien, esta esperada celebración de la beatificación no es un punto de llegada, sino un comienzo.
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de elementos naturales como calabazas, mazorcas de maíz y semillas, mostró un símbolo de la veneración a Chiquitunga, a través del trabajo de Nancy y de algunos voluntarios que escribieron sobre las 22.800 frutas de un tipo de coco pequeño de la zona que componían la zona central del altar, peticiones y oraciones de los fieles a María Felicia.
Agenzia Fides
Caminata “Huellas de Ternura” América Latina comienza su lucha contra la violencia en la niñez a través de la campaña “cero Violencia, 100% ternura”, una acción de movilización social que se manifestará a través de una caminata llamada “Huellas de Ternura”; una marcha que atravesará todo Sudamérica entre 2018 y 2019. Mons. Humberto González Franco, Oficial de la Pontificia Comisión para América Latina, explica que esta caminata es “un reto” al que se han unido varios actores como es el CELAM, World Vision, Caritas de América Latina y el Caribe, Cáritas nacionales y diocesanas, así como otras entidades. Asegura que esta campaña es “una respuesta a lo que el Papa nos pide de cero tolerancia con el abuso a los niños, de cero tolerancia con el maltrato y el daño que se les hace” pero también
es una campaña “para ejercitar eso que el Papa dice: la cariñoterapia. La ternura que se debe imprimir en los seres humanos porque es urgente hacerlo”. La caminata arrancó este 7 de junio desde Tijuana (México) y terminará en junio del año que viene en la Patagonia Argentina, pasando “por todos los países”. Una cometa de colores acompañará esta marcha solidaria, y será llevada en cada país por un embajador escogido. A ella se le irá agregando en cada país una cuerda de un color diverso para darle la unidad y la conformidad a todo el continente. La cometa de colores fue escogida como lema porque tiene “reflejos de un alimento fundamental: la libertad direccionada”, asegura monseñor Humberto. Vatican News
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Creación del proyecto Puentes de Solidaridad para ayudar a los migrantes venezolanos «El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios» (Lv 19,34 en el Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2018) Proyecto Puentes de Solidaridad Las Conferencias Episcopales de Ecuador, Colombia, Brasil, Perú, Paraguay, Chile, Bolivia y Argentina, con la asistencia del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, prepararon un proyecto humanitario para dar ayuda a los “varios cientos de miles de venezolanos” que se han visto obligados a dejar su país. El día 7 de mayo se presentó el proyecto llamado “Puentes de solidaridad – Plan pastoral integrado para asistir a los inmigrantes venezolanos en Sudamérica”. Se trata de un plan pastoral que pretende acoger, proteger, promover e integrar a los venezolanos que se ven obligados a emigrar, acompañándolos en todas las fases de su desplazamiento, desde la partida, hasta la llegada y también en su posible regreso a casa. Las Conferencias Episcopales de Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina, con este plan se proponen proporcionar servicios de acogida para los migrantes más vulnerables, ayudándolos a encontrar alojamiento y trabajo, pero sobre todo integración en la sociedad a la que llegan. El plan tendrá una duración inicial de dos años. A través de una acción coordinada, el plan contempla la habilitación de centros de servicios y albergues para migrantes vulnerables; orientación en temas de vivienda
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y trabajo; acceso a servicios de educación y salud; asistencia legal; formación profesional de agentes pastorales, y campañas de sensibilización de las comunidades locales. Según el último informe de la agencia de migraciones de Naciones Unidas, el número de inmigrantes venezolanos ha aumentado de 700.000 a más de 1.600.000 entre 2015 y 2017, cifra —recalca el texto— que “no recoge el número de personas en situación irregular o que se encuentra en tránsito”. Colombia es el país que recibe mayor cantidad de migrantes venezolanos, los que alcanzan una media de 37 llegadas diarias. Según los últimos datos oficiales, ya hay instalados en el país de forma indefinida 550.000 venezolanos. Brasil y España son otros de los países que más refugiados venezolanos reciben. Chile y la inmigración En nuestro país la inmigración ha ido creciendo de forma vertiginosa. De acuerdo con el informe de Reforma Migratoria y Política Nacional de Migraciones y Extranjerías, “en 2014 había aproximadamente 416 mil extranjeros en Chile, que representaban el 2,3% de la población. Tal cifra aumentó drásticamente a casi un millón en 2017, lo que representa un 5,5% de la población total. De ese número, se estima que cerca de 300 mil extranjeros se encuentran en
A raíz de esta situación se creó una reforma migratoria, la que elimina la Visa Temporaria por Motivos Laborales y crea, en su reemplazo, dos formas consulares de Visa Temporaria: Visa Temporaria de Oportunidades y Visa Temporaria de Orientación Internacional, además de dos visas específicas, una para los inmigrantes haitianos (Visado Humanitario de Reunificación Familiar) y para los inmigrantes venezolanos (Visa de Responsabilidad Democrática). Además se incluye un nuevo proceso de regularización. Desde la Iglesia Católica existe el Instituto Católico Chileno de Migración
– INCAMI, creado en 1955 y dependiente de la Conferencia Episcopal de Chile. Este organismo está encargado de “promover, animar y coordinar los programas y actividades tendientes a la inserción e integración socio-cultural y religiosa de las personas en movilidad humana”. El ICAMI coordina la Pastoral de Movilidad Humana, la que trabaja de forma organizada en muchas diócesis de nuestro país, buscando dar una respuesta eficaz a la realidad de la movilidad de personas. Además, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) es una de las iniciativas más importantes en relación con los migrantes. Este nació como la Pastoral de Inmigrantes Pedro Arrupe en el año 2000 y en 2010 comenzó a llamarse SJM. Hoy cuenta con oficinas en Arica, Antofagasta y Santiago donde acompañan a las personas migrantes a través de intervención social multidimensional.
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situación irregular”. La inmigración irregular causa situaciones de alta vulnerabilidad humana que derivan en precariedad laboral y habitacional, incremento de la trata de personas y abuso del sistema.
Documento Preparatorio para Sínodo de octubre 2019: Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral El 8 de junio tuvo lugar la presentación del Documento Preparatorio de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, prevista para octubre del próximo año, y cuyo tema es: “Amazonía, nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. Señala el documento que “esos caminos de evangelización deben ser pensados para y con el Pueblo de Dios que habita en esa región: habitantes de comunidades y zonas rurales, de ciudades y grandes metrópolis, poblaciones que habitan en las riberas de los ríos, migrantes y desplazados, y especialmente para y con los pueblos indígenas”.
El documento describe los anhelos y objetivos que se buscan con el Sínodo. Está dividido en tres partes que corresponden al método “ver, juzgar (discernir) y actuar” La primera parte, titulada Identidad y clamores de la Panamazonía, ofrece algunos datos de la región, como el hecho de que 3 millones de sus 34 millones de habitantes son indígenas y del estado de amenaza en que se encuentran sus ríos y selvas. La segunda parte, titulada Hacia una conversión pastoral y ecológica, está marcada por el “anuncio del Evangelio en la Amazonía” en sus diferentes dimensiones:
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Bíblico-teológica, social, ecológica y eclesial-misional. El Secretario General del Sínodo de los Obispos ha indicado que el proceso de evangelización de la Iglesia en Amazonía “no puede prescindir de la promoción y del cuidado del territorio (naturaleza) y de sus pueblos (culturas)”. Para lograr este objetivo, “será necesario articular los saberes ancestrales con el conocimiento contemporáneo” (ver LS 143-146), con particular referencia al uso sostenible del territorio y al desarrollo coherente con los valores y culturas de las poblaciones. Al final de la segunda parte, el Documento habla de la dimensión eclesial y
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misional. En este sentido, se afirma que en una Iglesia “en salida” (cf., EG 46), “por su propia naturaleza, misionera” (AG 2, Doc. Aparecida 347), todos los bautizados tienen la responsabilidad de ser discípulos misioneros, participando en la vida de la Iglesia de diferentes maneras y dentro de diferentes ámbitos. La tercera parte del documento se titula “Nuevos caminos para una iglesia con rostro amazónico”. Al final se propone un cuestionario “destinado a los pastores para que ellos lo respondan consultando al Pueblo de Dios”. El cuestionario contiene aproximadamente 30 preguntas y está estructurado en las tres partes del Documento Preparatorio.
La mañana del 28 de julio miles de per-
sonas colmaron las calles de Managua, Nicaragua, en la llamada “Peregrinación por nuestros obispos, defensores de la verdad y la justicia”. Los obispos y sacerdotes del país centroamericano se han convertido en protagonistas de la crisis que vive su nación. Las protestas contra el gobierno de Ortega se suceden desde el mes de abril y, hasta ahora, han dejado un balance de al menos 317 víctimas fatales confirmadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (448 según las últimas estimaciones de organismos locales) y 595 desaparecidos. Muchos de ellos son estudiantes universitarios, símbolo del levantamiento popular en el país centroamericano contra el actual mandatario, quien regresó al poder en 2007, ha sido reelegido tres veces consecutivas, y se le ha acusado de corrupción, abuso de poder y de graves violaciones contra los Derechos Humanos. La crisis se inició cuando el presidente aprobó la reforma de la ley del Instituto
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Obispos de Nicaragua: “defensores de la verdad y la justicia”
Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que preveía un descuento del 5% de las jubilaciones, y un incremento de los aportes de las empresas y los trabajadores. Dada la forma en que han seguido desarrollándose las manifestaciones y la resonancia que han tenido a lo largo del país, los análisis indican que, si bien se protesta en gran parte por la Reforma Social, lo que prima es un descontento generalizado frente a la opresión ejercida por el gobierno. Las represalias contra los primeros manifestantes fueron brutales y, tras esos hechos de violencia, el domingo 22 de abril Daniel Ortega revocó su reforma y anunció que estaba dispuesto a dialogar para solucionar la crisis. Para ello solicitó al Episcopado nicaragüense ser mediador del Diálogo Nacional. “Creemos que el objetivo de este Diálogo Nacional debe de ser ‘revisar el sistema político de Nicaragua desde su raíz, para lograr una auténtica democracia’, así como esclarecer las dolorosas muertes sufridas durante
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las manifestaciones universitarias”, expresaron los obispos en un comunicado emitido el 3 de mayo. “Por este motivo hemos aceptado la invitación que usted nos hiciera en nombre del Gobierno de la República que preside, misma que acogimos con nuestra vocación ministerial de ser instrumentos de concordia y paz, en carácter de mediadores y testigos, de un diálogo nacional”. El 11 de mayo la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) le dio 72 horas de plazo al Gobierno de Daniel Ortega para que otorgara las condiciones mínimas para iniciar un diálogo. Estas fueron: 1. Permitir la entrada de una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); 2. Suprimir cuerpos paramilitares y ordenar el retiro de civiles a favor del mandatario; 3. Detener todo tipo de represión de la policía contra grupos civiles que protestan; y 4. Dar signos de voluntad de diálogo. Si bien Ortega no manifestó aceptar las condiciones, el cardenal Leopoldo Brenes, presidente de la CEN, anunció que se instalaría la mesa de diálogo nacional ante la grave crisis que aqueja al país. Sin embargo, una semana después la mesa era suspendida por falta de consenso para adelantar las elecciones presidenciales, entre otras medidas. Desde entonces, son varios los llamados que la CEN ha hecho al presidente en representación de la población, y las acciones y gestos que los obispos han tenido en cuanto a denunciar y paliar los efectos de la represión, e incluso intervenir directamente ante varias de las muchas situaciones de asedio y ataque
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que han sufrido pueblos como Masaya, universidades, instituciones eclesiales y centros de reunión de la resistencia. A partir de julio empezó a ser más explícita la condena al régimen y a las acciones de Ortega por parte de gobiernos latinoamericanos, y el apoyo a la CEN expresado por diversas conferencias episcopales de este continente y de Europa. La crisis no ceja, y en su rol de mediadores los obispos siguen llamando al diálogo, exigiendo el cese de la violencia y abogando por la necesidad de adelantar las elecciones presidenciales. Varios de ellos han sido agredidos verbal y físicamente y han sido amenazados de muerte; también han aumentado los saqueos y la profanación de iglesias y capillas. El mismo presidente los acusó de “golpistas”, así como también desafió a la OEA durante la celebración del 39° Aniversario de la Revolución Sandinista que acabó con la dictadura de Somoza. Todo esto llevó a la multitudinaria peregrinación por los obispos, el 28 de julio en Managua. Monseñor Miguel Mántica, de dicha arquidiócesis, se mostró conmovido por la masiva participación de la gente en la marcha. “Estoy sorprendido de cómo la gente de Nicaragua se sigue lanzando a las calles, prácticamente debajo de las balas, porque hemos sido agredidos en tantas ocasiones”. La manifestación, que avanzó durante más de seis kilómetros desde la céntrica rotonda Jean Paul Genie hasta la Catedral, constituyó una muestra de unidad que revela el profundo cambio ocurrido en la sociedad nicaragüense desde abril, cuando comenzaron las protestas contra Ortega. El País, ACI Prensa y Vatican News
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LA IGLESIA EN EL MUNDO Papa Francisco, ecumenismo y lucha por la paz. Tres encuentros que llaman la atención El 30 de mayo el Papa Francisco recibió en el
Vaticano a una delegación de Moscú, guiada por el Metropolita Hilarión de Volokolamsk, jefe del Departamento para las Relaciones Extranjeras del Patriarcado. Luego, el 21 de junio, realizó una peregrinación ecuménica a Ginebra con ocasión del 70 aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias. Finalmente, el 7 de Julio se reunió con los Patriarcas y jefes de las iglesias orientales, católicas y ortodoxas, en la ciudad italiana de Bari en un encuentro ecuménico destinado a rezar por la paz en Oriente Medio y a analizar la situación de los cristianos en esta región tan afectada por las guerras y la violencia.
Estos tres encuentros parecen no responder a una secuencia coincidencial sino que dan cuenta de un asunto profundo y urgente que está viendo el Papa en el ámbito de la guerra y la paz, conjuntamente en el ecumenismo. Su abrazo, extendido con fuerza y urgencia en pocas semanas, va desde el Adriático cercano al África, cubre toda la sufrida cristiandad de Medio Oriente y llega más allá de Moscú. La fuerza y dramaticidad de los argumentos y expresiones usados en cada una de esas oportunidades se entrelazan y hacen profundo sentido.
Encuentro entre Francisco y el Metropolita Hilarión de Rusia
El Papa Francisco recibe en el Vaticano al Metropolita Hilarión de Volokolamsk.
El Papa Francisco recibió en el Vaticano a una representación de Moscú, guiada por el Metropolita Hilarión de Volokolamsk, jefe del Departamento para las Relaciones Extranjeras del Patriarcado. Hilarión estaba en Roma para participar
en un encuentro organizado por la Conferencia Episcopal de Italia (CEI), dedicado al tema de los peregrinajes. Según un comunicado del Departamento para las Relaciones exteriores del Patriarcado, durante el encuentro el Papa
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Francisco habría pronunciado las siguientes palabras: “Ante Ustedes y, especialmente, ante Usted, querido hermano, quisiera subrayar una vez más que la Iglesia católica nunca usará un enfoque que provoque divisiones. No lo permitiremos nunca. No lo quiero. En Rusia hay un solo Patriarcado: el suyo. Y no tendremos otro”. El Pontífice también habría dicho que es inaceptable el “uniatismo” en las relaciones entre los católicos y los ortodoxos, y habría indicado el diálogo fraternal como único medio para llegar a una mayor unidad. “Las Iglesias católicas no deberían interferir en los asuntos internos de la Iglesia ortodoxa rusa, incluidas las cuestiones políticas”. En la reunión, Hilarión habría agradecido que las reliquias de San Nicolás (que se conservan en la ciudad italiana de Bari) visitasen el país entre los meses de mayo y de junio pasado tras 900 años. San Nicolás
es el Santo más querido de Rusia y en él se habría inspirado la figura de Santa Claus. Por otra parte, se anunció que en otoño de este año viajará a Roma una de las reliquias más importantes para la Iglesia ortodoxa rusa, el ícono del crucificado pintado por Dionisiy, alumno de Andrey Rublev: “Dejará Rusia por primera vez para ser expuesta ante los ojos de miles de peregrinos que visiten Roma. Serán expuestas también en la galería de San Pedro (el brazo de Carlo Magno, ndr.) unos veinte íconos de la colección de la Galería estatal Tretyakov”. Según Hilarión, “los peregrinajes para visitar lugares santos cristianos permiten conocer las tradiciones, la historia y el patrimonio artístico de la Iglesia y del pueblo en otros países. Y esto no puede sino ayudar a promover la recíproca comprensión, el diálogo ortodoxo-católico y la paz internacional e interreligiosa”.
Peregrinación Ecuménica de su Santidad Francisco a Ginebra con ocasión del 70 aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias
Francisco durante la peregrinación ecuménica a Ginebra.
Este 21 de junio el Papa Francisco viajó a Ginebra al Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), que representa a 350 iglesias y a más de 500 millones de cristianos. El CMI
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supone la mayor y más representativa de las muchas expresiones organizadas del moderno Movimiento Ecuménico, cuyo objetivo es la unidad de los cristianos.
“Caminar juntos, rezar juntos y trabajar juntos” fue el lema escogido para la jornada. En su discurso, el Papa propone caminar juntos según el Espíritu, lo que significa rechazar la mundanidad. “[Caminar juntos] Es elegir la lógica del servicio y avanzar en el perdón. Es sumergirse en la historia con el paso de Dios; no con el paso rimbombante de la prevaricación, sino con la cadencia de «una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v. 14). La vía del Espíritu está marcada por las piedras miliares que Pablo enumera: “Amor, alegría, paz, paciencia,
afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí” (v. 22.23).” La invitación a caminar juntos que hace el Papa no es una invitación para que cada iglesia haga valer su propio peso sino más bien es “un acto de obediencia al Señor y de amor al mundo”.
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Durante su estancia en el país helvético el Papa pronunció dos homilías (en el CMI y en el Palacio de Exposiciones y Congresos) y un discurso (durante el encuentro ecuménico). Además, tuvo un encuentro privado con el presidente de la Confederación Suiza, Alain Berset.
Por su parte, el Patriarca Bartolomé señaló en su homilía del 19 de junio: “Dialogar no significa negar su propia tradición eclesial”, sino “cambiar de mentalidad, de actitud”, lo que llamamos el “arrepentimiento” (metanoia) en el lenguaje espiritual. “Significa ver las cosas desde otro punto de vista”. Señala que la Iglesia Ortodoxa acoge favorablemente la “cooperación constructiva entre el Consejo Ecuménico de Iglesias y la Iglesia Católica Romana, y los esfuerzos conjuntos para abordar juntos los principales problemas y desafíos de nuestro tiempo”.
Visita pastoral a Bari: “Un signo elocuente de unidad de los cristianos” El Papa Francisco se reunió el 7 de julio con los Patriarcas y jefes de las Iglesias Orientales, Católicas y Ortodoxas, en la ciudad italiana de Bari en un encuentro ecuménico destinado a rezar por la paz en Oriente Medio y a analizar la situación de los cristianos en esta región tan afectada por las guerras y la violencia. Al día siguiente, al finalizar el Ángelus en la Plaza de San Pedro, dio “gracias a Dios por este encuentro que ha sido un signo elocuente de unidad de los cristianos, y ha visto la participación entusiasta del pueblo de Dios”. En términos de edad y experiencia de los asistentes, fue una reunión sin precedentes. No solo estaban presentes el patriarca ecuménico greco-ortodoxo Bartolomé de Constantinopla y el Papa copto ortodoxo Tawadros II (los tres se conocieron duran-
te la visita del Papa Francisco al Cairo en abril de 2017). También asistió el patriarca ortodoxo sirio Aphrem II, quien vino desde Damasco, Siria, y Mar Gewargis III, el patriarca católico de la Iglesia Asiria del Oriente, quien llegó desde Erbil, Irak, entre muchos otros. A la reunión asistieron 19 delegaciones de la Iglesia, incluyendo por supuesto las iglesias en el Medio Oriente en plena comunión con Roma, como los patriarcas de los católicos maronitas y caldeos. La presencia de un obispo luterano de Jordania significó que casi todas las ramas del cristianismo estaban representadas en el lugar. En su saludo inicial, el Papa Francisco agradeció la acogida que tuvo su convocatoria y sostuvo que “Hemos llegado como peregrinos a Bari, ventana abierta
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Oración ecuménica en Bari por Oriente Medio.
al cercano Oriente, llevando en el corazón a nuestras Iglesias, a los pueblos y a tantas personas que viven en situación de gran sufrimiento. A ellos les decimos: “Estamos cerca de vosotros”. Reconociendo el camino común y los símbolos de unidad entre todas estas iglesias, invitó a rezar unidos “para pedir al Señor del cielo esa paz que los poderosos de la tierra todavía no han conseguido encontrar. Que desde el curso del Nilo hasta el Valle del Jordán y más allá, pasando por el Orontes, el Tigris y el Éufrates, resuene el grito del Salmo: “La paz contigo” (122,8). Por los hermanos que sufren y por los amigos de
cada pueblo y religión, repitamos: La paz contigo. Con el salmista, lo imploramos de modo particular para Jerusalén, la ciudad santa amada por Dios y herida por los hombres, sobre la cual el Señor aún llora: La paz contigo”. Después de venerar las reliquias de San Nicolás, santo de especial importancia tanto para los cristianos de Oriente como para los de Occidente, y de rezar juntos por la paz en el paseo marítimo de Bari, el Santo Padre y los Patriarcas se reunieron a puerta cerrada para dialogar sobre los problemas que afrontan los cristianos medio-orientales.
Fecha de canonización de Monseñor Romero y Pablo VI El Vaticano confirmó que el Beato Pablo
VI y Mons. Óscar Romero, de El Salvador, serán canonizados el domingo 14 de octubre en Roma durante el Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes y las vocaciones convocado por el Papa Francisco del 3 al 28 del mismo mes. Estas dos figuras serán nuevos modelos para la Iglesia, especialmente dedica-
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dos a la juventud. Pablo VI fue un Papa muy atento con Latinoamérica: participó en 1968 en la Conferencia general del Episcopado Latinoamericano de Medellín, que decretó la opción preferencial por los pobres, volviendo a llamar la atención sobre páginas importantes de la doctrina social de la Iglesia. Romero, por su parte, actuaba siguiendo el magisterio
La curación de un bebé en el vientre de su madre sería el milagro que permitiría la canonización de Pablo VI. La protagonista del milagro es Amanda, una niña que nació el 25 de diciembre de 2014 a pesar de un difícil embarazo con escasas posibilidades de sobrevivencia. Pablo VI fue beatificado por el Papa Francisco en octubre de 2014. Entre otras cosas, es reconocido por ser autor de la encíclica Populorum progressio y Humanae vitae, documento que marcó un hito en la defensa de la vida desde la concepción y cuya publicación cumple 50 años este 2018. Por su parte, la curación inexplicable de una mujer embarazada es el milagro aprobado que permite declarar santo al entonces Arzobispo de San Salvador. Se trata de una mujer salvadoreña con una enfermedad terminal y “condenada a morir”, pero que, sin embargo, sanó y dio a luz a un niño sano. Nacido en Ciudad Barrios, al este de El Salvador, el 15 de agosto de 1917, Mons. Óscar Arnulfo Romero, fue nombrado Arzobispo de San Salvador por el Papa Pablo VI en
1977. Su gobierno pastoral destacó por la defensa de los derechos humanos, en medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno de extrema derecha.
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de Pablo VI y la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, documento todavía actual y fuente de inspiración para el mismo Papa Francisco.
El 24 de marzo de 1980, Mons. Romero fue asesinado por agentes del gobierno durante una celebración eucarística en una capilla hospitalaria. El 3 de febrero de 2015, el Papa Francisco reconoció su martirio y fue beatificado el 25 de mayo de ese mismo año por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en San Salvador. Junto a Mons. Óscar Romero y Pablo VI, será canonizado también el joven italiano Nunzio Sulprizio, ejemplo de santificación en la enfermedad y el trabajo; el P. Francesco Spinelli, fundador del Instituto de las Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento; el P. Vincenzo Romano, sacerdote diocesano; María Caterina Kasper, virgen, fundadora del Instituto de las Pobres Esclavas de Jesucristo; y Nazaria Ignazia March Mesa, virgen, fundadora de la Congregación de las Religiosas Misioneras Cruzadas de la Iglesia, quien era española y transcurrió la mayor parte de su vida de apostolado en Bolivia, y será la primera santa boliviana. ACI Prensa y Stampa
Pablo VI y Monseñor Romero.
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Deporte y persona: nuevo documento ‘Dar lo mejor de uno mismo’ El 1 de junio de 2018, tuvo lugar la Conferencia de presentación de un nuevo documento del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, titulado: “Dar lo mejor de sí”. Sobre la perspectiva cristiana del deporte y de la persona humana. “El deporte es la alegría de vivir, de jugar, de divertirse y, como tal, debe ser valorado y quizás redimido, hoy, por los excesos del tecnicismo y el profesionalismo a cualquier precio, a través de la recuperación de su gratuidad, su capacidad de estrechar los lazos de amistad, fomentar el diálogo y la apertura de uno hacia el otro, como una expresión de la riqueza del ser, mucho más válida y apreciable que el tener, y por lo tanto muy por encima de las duras leyes de producción y consumo y cualquier otra consideración puramente utilitaria y hedonista de la vida”. El documento está compuesto por cinco secciones, las que pretenden brindar una perspectiva cristiana del deporte,
dirigiéndose a quien lo practica, a quien asiste como espectador, a quien lo vive como técnico, árbitro, entrenador, a las familias, a los sacerdotes y a las parroquias: El primer capítulo explica las razones del interés de la Iglesia por el deporte y la necesidad de una pastoral deportiva. En el segundo capítulo, el documento traza las líneas principales del fenómeno deportivo y su contextualización en la sociedad contemporánea. En el tercer capítulo se profundiza el tema del significado del deporte para la persona. El cuarto capítulo está dedicado a los retos abiertos, al deseo de contribuir a través del deporte a la promoción de valores auténticos, que puedan proporcionar a cada deportista un patrimonio para superar los muchos peligros con los que a menudo se enfrenta el deporte moderno como el dopaje, la corrupción y la hinchada violenta. Y el último capítulo está dedicado al papel de la Iglesia como protagonista en este camino de humanización a través del deporte.
Encuentro Mundial de las Familias de Dublín el 25 y 26 de agosto Dublín, Irlanda, ha sido elegida por el Papa
Francisco como sede del Encuentro Mundial de las Familias que se llevará a cabo del 21 al 26 de agosto de 2018, bajo el lema “El Evangelio de la Familia: Alegría para el Mundo”. El Papa participará el 25 en un festival con familias y el domingo celebrará la misa de clausura. El hilo conductor del encuentro será la Exhortación apostólica Amoris laetitia sobre el amor.
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Monseñor Carlos Simón, del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, es uno de los que están preparando este evento organizado por el Vaticano que durante una semana reunirá en Irlanda a familias de al menos 100 países. Ya se han inscrito 10 mil personas. “Estas jornadas se hacen para recordar al mundo que el Evangelio de la Familia es una buena noticia y cómo en el fondo es una ocasión
todo el mundo, a la sociedad en general, en el encuentro de Dublín”.
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para que las familias cristianas se encuentren, entre ellas puedan compartir experiencias, y puedan notar el calor y la cercanía de otras familias a lo mejor de otros continentes, de otros ambientes, de otros lugares que de otras maneras no se podrían encontrar”, sostiene. “El Evangelio de la familia, como el Papa dice, es esa alegría que a veces el mundo no tiene. Y viviendo el estilo familiar a 360 grados, donde en la familia hay entrega, hay donación, se vive el perdón, se vive el amor por el otro es lo que queremos que las familias cristianas puedan transmitir a
Juan Pablo II lanzó estos encuentros en 1994, durante el Año Internacional de la Familia convocado por la ONU. Cada tres años los papas invitan a las familias a reunirse en algún lugar del mundo para celebrar, rezar y reflexionar acerca de la importancia del matrimonio y la familia como piedra angular de nuestras vidas, la sociedad y la Iglesia. La última vez fue en Filadelfia, en septiembre de 2015. Rome Reports y página oficial del encuentro (https://www.worldmeeting2018.ie)
Mensaje de la II Jornada Mundial de los Pobres que se celebrará el domingo 18 de noviembre de 2018 Gritar, responder y liberar. Con estos tres verbos describe el salmo 34 la actitud del pobre y su relación con Dios y estos tres verbos utilizó el Papa Francisco en el mensaje de la II Jornada Mundial de los Pobres, presentado el 14 de junio de 2018. Primero, gritar. “Podemos preguntarnos: ¿cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles?”. Se requiere de nuestro silencio y nuestra escucha para poder reconocer la voz y el clamor del pobre. Segundo, responder. “La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a retomar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en Él obre de la misma manera dentro de los límites de lo humano.” Puede que esta respuesta
sea como una gota de agua en el desierto de la pobreza, pero hace sentir la presencia de un compromiso personal de quien ama. Y, finalmente, liberar. “La salvación de Dios toma la forma de una mano tendida hacia el pobre, que ofrece acogida, protege y hace posible experimentar la amistad de la cual se tiene necesidad. Es a partir de esta cercanía, concreta y tangible, que comienza un genuino itinerario de liberación”. Las palabras del Papa son una invitación a vivir la Jornada Mundial del pobre como un momento de evangelización pues son los pobres los que nos evangelizan “ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio”. “Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos, uno hacia otro, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en el camino hacia el Señor que viene.”
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Servir a Cristo: el mensaje del Papa a los 14 nuevos cardenales de la Iglesia
Nuevos cardenales
«¿De qué sirve ganar el mundo entero si se está corroído por dentro?», preguntó Francisco el pasado 28 de junio, vigilia de la fiesta de San Pedro y San Pablo, en un consistorio en la Basílica de San Pedro en la que nombró a 14 nuevos cardenales. «¿De qué sirve ganar el mundo entero si se vive atrapado en intrigas asfixiantes que secan y vuelven estéril el corazón y la misión?». Los nombres de los nuevos cardenales habían sido anunciados el domingo 20 de mayo, fiesta de Pentecostés. De ellos, tres tienen más de 80 años de edad y, por lo tanto, no son electores en un eventual cónclave. Los nuevos cardenales son:
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Louis Raphael I Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos (Iraq);
Luis Ladaria S.J., español, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe;
Angelo De Donatis, italiano, vicario general de Roma;
Giovanni Angelo Becciu, italiano, sustituto de los asuntos Generales de la Secretaría de Estado;
Konrad Krajewski, polaco, limosnero apostólico; Joseph Coutts, arzobispo de Karachi (Pakistán);
António dos Santos Marto, obispo de Leiria-Fátima (Portugal); Pedro Barreto, S.J., arzobispo de Huancayo (Perú); Desiré Tsarahana, arzobispo de Toamasina (Madagascar);
Giuseppe Petrocchi, arzobispo de L´Aquila (Italia);
particular atención a cuantos trabajan en defensa de los más débiles.
Thomas Aquinas Manyo, arzobispo de Osaka (Japón).
En su homilía, Francisco desafió a los nuevos cardenales a enfocar sus actividades y sus energías en las necesidades de las «personas reales» a fin de proporcionar un testimonio creíble del Evangelio.
Y los tres nuevos cardenales no electores son: Sergio Obeso Rivera, arzobispo emérito de Xapala (México); Toribio Ticona Porco, prelado emérito de Corocoro (Bolivia); Aquilino Bosco Merino, español, religioso claretiano y no obispo. Francisco quiere expresar con sus nombramientos la universalidad de la Iglesia que “continúa proclamando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la tierra” (28 de junio). El Papa Francisco ha continuado la línea ya seguida por sus precedentes cuatro consistorios: elegir algunas personas cercanas a él en el gobierno central de la Iglesia, hacer que naciones de periferia o afectadas por el sufrimiento se hagan más visibles a nivel eclesial, y mostrar una
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«Esa es la mayor condecoración que podemos obtener, la mayor promoción que se nos puede otorgar: servir a Cristo en el pueblo fiel de Dios, en el hambriento, en el olvidado, en el encarcelado, en el enfermo, en el tóxico-dependiente, en el abandonado, en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas. Solo así, la autoridad del pastor tendrá sabor a Evangelio, y no será como «un metal que resuena o un címbalo que aturde» (1 Co 13,1)». Con este consistorio los cardenales pasaron de ser 212 a 226, de los cuales 125 son también electores. De los cardenales electores 59 han sido nombrados por el Papa Francisco; 47 por Benedicto y 19 por Juan Pablo II.
El problema de la eutanasia es la soledad Es paradójico, pero en la sociedad de las
redes sociales estamos cada vez más solos. En Occidente es una epidemia. Y si a la soledad se le suma el dolor de una enfermedad incurable y una edad avanzada, el drama se puede volver muy duro. En países como Bélgica este ha sido el pretexto para legalizar la eutanasia, rechazada de pleno por otros sectores además de la Iglesia. De hecho, el Vaticano apuesta
por otra vía: la de eliminar la soledad e invertir en cuidados paliativos. Por eso convocó a 400 expertos mundiales de 38 países; para intercambiar experiencias y reforzar esta propuesta a nivel internacional. Mons. Vincenzo Paglia, presidente Pontificia Academia para la Vida: “La globalización es muy tecnológica pero poco humana. Por eso yo creo que es indispensable que se eduque sobre las edades de
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la vida, sus problemas, lo indispensables que son las relaciones humanas”. Eduardo Bruera, MD Anderson Cancer Center (EE.UU.): “El 100% de las personas que estamos aquí vamos a morir. La mayor parte de nosotros moriremos por enfermedades degenerativas que producirán un gran sufrimiento y tensión física y emocional a nuestras familias. En los últimos 70 y 80 años la medicina se ha enfocado en curar estas enfermedades: nuestros hospitales, nuestros sistemas sanitarios, nuestras universidades están organizadas en torno a las enfermedades, pero no en cómo remediar el sufrimiento de esas enfermedades”. Eduardo Bruera, de la Universidad de Texas, es oncólogo. Es uno de los expertos que han viajado al Vaticano. Se ha especializado en cuidados paliativos y recuerda también que en realidad son muy pocos quienes piden la eutanasia: “Hicimos una investigación en la que preguntamos a un porcentaje de la población lo siguiente: si usted tuviera dolor y cansancio; si no
tuviera trabajo, si no pudiera ir en coche ni ir a ver el partido de fútbol; si no pudiera hacer todas las cosas que hace habitualmente... ¿usted querría vivir? El 60, 65% de la gente dijo que no. En cambio, cuando le preguntamos lo mismo a los enfermos, a los enfermos graves, respondieron “No” solo el 3%. Estos enfermos dos años antes estaban en el restaurante donde hicimos la investigación. Esto quiere decir que tenemos la capacidad de ver las cosas de una forma distinta cuando estamos enfermos”. Ante el drama del dolor, el presidente de la Pontificia Academia para la Vida propone educar y reforzar el entorno social de las personas para evitar el derrumbe psicológico que produce la soledad. Y no es que ejemplos le falten. Uno lo tiene muy cerca. En Cerdeña, por ejemplo, visitada por el Papa en 2013, hay un pueblo considerado de los más longevos del mundo por un motivo: las relaciones sociales. Sólidas y duraderas. Al contrario que en las grandes ciudades. Rome Reports
La revolución que predica el cristianismo en India Ayuda a la Iglesia que Sufre viajó a India y conoció una Iglesia joven y viva que encuentra en el Evangelio nuevas respuestas a sus inquietudes y problemas diarios.
Magdalena Lira Valdés, periodista de
Ayuda a la Iglesia que Sufre, ACN-Chile (www.acn-chile.org), tuvo el regalo de conocer a principios de este año una India que deja ver el alma de la nación y conocer sus dificultades y su maravillosa grandeza. Junto a un equipo de periodistas de Ayuda a la Iglesia que Sufre emprendió un viaje al norte, regiones donde el turismo
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no ha llegado y donde es posible ver más de cerca la realidad y los contrastes de este enorme país y sus millones de habitantes. Esa India rural donde viven en su mayoría los dalits, más conocidos como intocables, la casta más baja de este complejo sistema social hindú donde todo está normado y es parte del propio destino labrado en sucesivas reencarnaciones.
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A este mundo llega el cristianismo a transmitir el mensaje de que todos los hombres, por el hecho de ser hijos de Dios, tenemos igual dignidad. Que estamos llamados a un destino común: el cielo. Y es ahí donde vemos el Evangelio y cómo la palabra de Dios cambia la vida. —Con los días, ¿cuál es la imagen que más recuerdas de India, las sensaciones que más prevalecen en tu memoria? —La primera imagen que se me viene a la mente es la del obispo de Patna, Mons. William D’Souza, llegando a una aldea remota, que ni aparece en los mapas. Con una gran sonrisa se acercó a las personas que lo rodeaban. Él los abrazaba, tomaba a los niños en brazos. Algo que a nosotros nos puede parecer natural, normal, pero que allá no lo es. El 100% de los católicos en su diócesis son dalit, también llamados intocables. Ese nombre refleja literalmente cómo los percibe la sociedad hindú. En su complejo sistema de castas, los dalit pertenecen a la más baja. Por ejemplo, lo que ellos tocan queda “contaminado”, tampoco pueden sentarse en la misma mesa con alguien de una casta superior. Entonces para ellos, recibir la visita de un obispo, que los mira a los ojos, que los toca, es una verdadera revolución. Para mí esa imagen refleja lo que significa la Iglesia en el noreste de India. Una zona de primera evangelización —no lleva más de 100 años— y donde sacerdotes y religiosas les dicen que son hijos de un Dios que los ama sin distinción de ningún tipo, que todos somos hermanos y que tenemos dignidad humana. A medida que ha pasado el tiempo, he logrado comprender de manera más profunda cómo la Iglesia cambia la vida de
Mons. William D'Souza, obispo de Patna.
los dalit. Los hace valorarse y darse cuenta que su vida tiene sentido. Para ellos, hay un antes y un después de haber escuchado la Palabra de Dios. —Conociste a misioneras, religiosas, sacerdotes y obispos. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de ellos? ¿Cómo es el trabajo de la Iglesia en medio de tanta pobreza? La India es un país inmenso, con más de 1.300 millones de habitantes, una nación multicultural, multiétnica y multirreligiosa. El sur de India fue evangelizado por Santo Tomás, mientras que en el noreste la evangelización es muy reciente. Nosotros fuimos justamente al norte, al estado de Bihar, un lugar de primera evangelización y muy pobre. Ahí nos encontramos con una Iglesia que comparte la pobreza de su gente. Una Iglesia pobre y para los pobres, como dijo el Papa Francisco. Los recursos que tiene
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son escasos. Sin embargo, ayuda en todo lo que puede, sin hacer distinción de credo.
educación, algo que se les ha negado durante generaciones.
Una misión de la Iglesia consta de un templo, una escuela, y un internado de niños y otro de niñas. Estos elementos van unidos, son inseparables. Esto se debe a que la mayoría de la población en Bihar es dalit y la ayuda del gobierno llega principalmente a las ciudades, pero los pueblos y aldeas más alejados están solos.
Una religiosa nos decía: “Queremos pensar en el futuro de la Iglesia, un futuro en que todos, incluidos las mujeres y los niños, no se sientan abandonados y aislados, sino parte de una misma comunidad de fieles”.
En esos lugares los sacerdotes y religiosas se sienten responsables de mostrar su preocupación por los más desamparados, por ayudarlos día a día en su crecimiento espiritual y, al mismo tiempo, en su desarrollo humano, principalmente dándoles
Al ver la dedicación, cariño y preocupación de los sacerdotes y religiosas con los dalit, comprendí lo imprescindible que es la Iglesia en esa zona. Proclama a Jesús y la Buena Nueva, y también defiende la dignidad de cada persona. Acompaña a los más abandonados, los trata con respeto, los escucha. La Iglesia en India transforma vidas. Por M. Elena Fernández
Cardenal chino denuncia represión contra jóvenes con ideales y que participan en política En una jornada de oración para conme-
morar el 29° aniversario de la Masacre de Tiananmén a principios de junio, el Arzobispo Emérito de Hong Kong (China), cardenal Joseph Zen Ze-kiun, denunció que las autoridades utilizan el poder judicial para encarcelar y reprimir a los jóvenes que defienden los valores de la ciudad, tienen ideales y que participan en política. En su mensaje, recogido por UCA News, el cardenal Zen Ze-kiun indicó que el Partido Comunista Chino ha organizado una supresión a gran escala de la religión, poniendo como un ejemplo la prohibición para que los menores de edad puedan participar en actividades religiosas. También afirmó que el Poder Judicial de Hong Kong se ha convertido en una herramienta de represión para encarcelar a los jóvenes que han participado en política.
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“Esos ciudadanos que han salvaguardado los valores intrínsecos de Hong Kong y que tienen ideales, especialmente los jóvenes, han sido enviados a prisión en lotes. Las autoridades han hecho lo que quieren ¿Esta no es la China antes del 4 de junio de 1989?”, preguntó el Purpurado. “Lo que esperamos es que no sea una escena donde corra sangre, sino otra Revolución de Terciopelo”, señaló, en referencia a la movilización pacífica que en 1989 hizo perder poder político al Partido Comunista de Checoslovaquia y llevó a este país a la democracia. La jornada de oración del 4 de junio fue convocada por la Unión de Organizaciones Católicas de Hong Kong en apoyo del movimiento patriótico y democrático en China y el Grupo Franciscano de Justicia y Paz.
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EN MEMORIA DE… William Thayer A sus casi 100 años de edad, este 28 de mayo nos dejó William Thayer. Abogado, académico y político excepcional. En sus años de estudiante de derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile conoció y fue discípulo del padre Hurtado, a cuya cercanía y mensaje social del cristianismo como forma de combatir el marxismo, lo llevó al ámbito del derecho laboral. En esos años fue secretario general y vicepresidente de la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos (entre 1940 y 1941) y militante de la Falange Nacional. En su trayectoria como académico destaca su paso por la Universidad Católica y la Universidad de Chile, como docente, y por la Universidad Austral, de la cual fue su rector. Como político, entre otras cosas, se desempeñó como ministro del Trabajo y Previsión Social en el gobierno de Frei Montalva y luego como ministro de Justicia y de Educación. A su vez fue Miembro del Consejo de Estado entre 1981 y 1990 y se integró como militante a Renovación Nacional. Durante sus fecundos años de vida mantuvo un gran entusiasmo por Humanitas, donde pudo compartir reflexiones sobre la obra del Padre Hurtado y su mensaje social: «El Padre Hurtado y una nueva cultura laboral» (n°18), «En el centenario del nacimiento del Padre Hurtado» (n°21), «El beato Padre Hurtado y el largo siglo
sindical chileno» (n°28), «De cara a un santo» (n°39), y «Mandato inconcluso» (n°44). Fue reconocido como miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales y escribió numerosos libros como: “Orientación profesional y vocación jurídica”, “El marxismo: teoría y acción”, “Trabajo, empresa y revolución”, “Manual de Derecho del Trabajo”, “La apertura política”, “Código del Trabajo: introducción y notas”.
Carlos Aldunate SJ El 18 de julio falleció el sacerdote jesuita Carlos Aldunate a la edad de 102 años. El sacerdote fue director espiritual del Papa Francisco mientras estudió en Chile. Carlos Aldunate nació en Santiago, el 16 de mayo de 1916, ingresó a la Compañía de Jesús el 19 de marzo de 1940 en el Noviciado de Chillán y fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1944 en San Miguel, Argentina. Como Jesuita, consagró parte de su vida al apostolado educativo y espiritual. Se desempeñó en diversos colegios, dio numerosos retiros y Ejercicios Espirituales y fue profesor en la Universidad Católica de Valparaíso y la Universidad Católica del Norte. A su vez, tuvo un importante rol como asesor del Movimiento Carismático, incentivando la vuelta del movimiento a sus raíces, centradas en la espiritualidad.
Algunos de los artículos de esta sección se han obtenido de las siguientes agencias de noticias católicas: ACI Prensa, Agenzia Fides, Aleteia, Alfa y Omega, Catholic.net, Gaudium Press, Páginas Digital, Rome Reports, Stampa, Vatican News, Zenit.
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Libros
Juan de Dios Vial Correa. Pasión por la Universidad* La edición de este libro “necesario e ineludible para conocer y conservar la historia contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Chile” en palabras del rector Ignacio Sánchez, constituye un gran aporte a la conmemoración de los 130 años de esta casa de estudios. Humanitas se hace eco de este homenaje a quien sigue siendo parte del Comité Editorial de esta Revista y que tan determinante fue en su origen reproduciendo el prólogo que le dedica el actual rector.
S iento una g ran
satisfacción por poder prologar brevemente este libro, que contiene una selección de textos y un estudio preliminar elaborados por el profesor Alejandro San Francisco. Se trata de una publicación que incluye documentos, discursos, cartas y artículos de nuestro ex rector Juan de Dios Vial
Correa, y que dan cuenta de su prolongada y fecunda labor en nuestra casa de estudios antes, durante y después de su rectorado entre los años 1985 y 2000. La lectura y el análisis de los textos seleccionados por Alejandro San Francisco revelan una profunda continuidad en la persona de Juan de Dios Vial
* Alejandro San Francisco (ed.), JUAN DE DIOS VIAL CORREA, PASIÓN POR LA UNIVERSIDAD. Colección Alameda, Ediciones UC, 526 págs. Santiago, 2018.
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Correa, pues en primera instancia institución, como en la celebración destacó como un gran profesor de del Centenario en 1988 o en los Medicina e investigador, aunque con cincuenta años de la FEUC en 1989. una visión y un pensamiento sobre Oportunidades como estas fueron la Universidad y sobre la ciencia y la propicias para entregar a la comuinstitucionalidad universitaria en el nidad una importante ref lexión país siempre consistentes con sus más suya sobre la institución y sobre el profundas convicciones de académi- contexto nacional, en temas tales co y hombre de fe. En este sentido, como la acreditación, el desarrollo los textos seleccionados evidencian su de la ciencia, el aporte del Estado omnicomprensión de la Universidad y las debilidades que se habían deCatólica y su aporte tectado en el nivel al país, tanto desde interno de nuestro L os textos selecciola perspectiva de su quehacer. Además, nados evidencian su catolicidad como estos textos permiomnicomprensión de la en su proyección ten descubrir una Universidad Católica y pública. Así lo exreflexión constante presó lúcidamente del exrector sobre el su aporte al país, tanto el exrector Vial en magisterio pontifidesde la perspectiva de su las discusiones que cio, específicamencatolicidad como en su se suscitaron con te sobre la Univerproyección pública. motivo de la Reforsidad, la vida huma Universitaria mana, la Doctrina –tema que ocupa parte importante Social de la Iglesia y otros temas. del libro–, en artículos de revistas Asimismo, los textos muestran su (Portada, Realidad) y en la clase interés por ciertas figuras prominenmagistral que dictó en junio de tes del país o del extranjero, entre 1978 en el edificio Diego Portales, al las que destacan san Juan Pablo II, cumplirse los noventa años de la UC. y del mismo modo se concentró en En esa ocasión señaló: “La Univer- algunas realizaciones que se habían sidad Católica ha sido foco de vasto proyectado y que se estaban hacienmovimiento espiritual”, destacando do realidad, como por ejemplo el el gran aporte que ella ha hecho al Programa Padre Hurtado para Espaís a lo largo de su historia. tudios Gratuitos en la UC. Creo que Como señalaba más arriba, du- el compromiso con las tareas que rante los años en que ejerció la recto- emprendió el rector Vial en el curso ría de la Universidad se percibe una de su labor académica y de gestión gran continuidad en el pensamiento en la Pontificia Universidad Católica del Rector, y así se hace patente en de Chile, y la eficiencia con que las los planteamientos vertidos en ani- llevó a buen puerto, se fundamentan versarios importantes para nuestra en gran parte en su capacidad de
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combinar una formación humanista muy completa con un talento científico también muy bien desarrollado, como se puede apreciar en su labor y en el pensamiento que aparece articulado en los textos.
las circunstancias sociales en permanente cambio.
La selección de textos elaborada por Alejandro San Francisco concluye con tres entrevistas al rector Juan de Dios Vial y, finalmente, con Estas reflexiones que escogió y or- el texto completo de una conferendenó el profesor San Francisco están cia magistral, “El don de la felicidad”, que en alguna reunidas en torno medida revisa su a ciertos ejes que El rector Vial aboga por trayectoria en nuessirven a modo de la Universidad como tra institución. Por una especie de couna vocación específica, todo lo señalado lumna vertebral y de por la catolicidad de la anteriormente, creo orientación para noUC como un elemento que este libro que sotros, los lectores. reúne una historia esencial y valioso que Entre otros temas, humana hecha texlos textos revelan su es necesario preservar y to es una manera preocupación por potenciar y, finalmenmuy acertada de la ciencia como una te, por la articulación hacer justicia a la actividad profunentre la tradición de la enorme contribudamente humana; Universidad Católica, ción del rector Vial por el rol de la Unila apertura al nuevo a nuestra alma mater, versidad Católica a la vez que permite conocimiento y las ciral servicio de Chile cautelar para las desde su fundación cunstancias sociales en actuales y nuevas en adelante; por la permanente cambio. generaciones el tesnecesidad de presertimonio de una vida var a la Universidad de factores extrauniversitarios que de auténtica entrega a un proyecto de la distorsionen. Asimismo, el rector la Iglesia y de innumerables laicos, Vial aboga por la Universidad como que han puesto lo mejor de sí para una vocación específica, por la cato- el bien del país. Por eso, este libro no licidad de la UC como un elemento solo es importante, sino necesario e esencial y valioso que es necesario ineludible para conocer y conservar preservar y potenciar y, finalmente, la historia contemporánea de la Ponpor la articulación entre la tradi- tificia Universidad Católica de Chile ción de la Universidad Católica, la a través de una de sus personalidades apertura al nuevo conocimiento y más señeras. IGNACIO SÁNCHEZ, Rector Pontificia Universidad Católica de Chile.
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El tomo 3, Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), estudia el comienzo de la era de las revoluciones en Chile. La obra analiza la evolución de la Juventud Conservadora y luego Falange Nacional, hasta transformarse en Partido Demócrata Cristiano, que llegó a tener el mayor respaldo popular en el país. Asimismo, traza la evolución biográfica e intelectual de su principal líder, Eduardo Frei Montalva, su trayectoria política, la campaña de la “Revolución en Libertad” en 1964 y la victoria en las elecciones parlamentarias de 1965. Junto a la activa agenda internacional de Frei, examina los cambios estructurales promovidos por el gobierno, como la Chilenización y Nacionalización pactada del Cobre, la Reforma Agraria y la Promoción Popular. El año 1967 es considerado un momento neurálgico para Chile, por el deterioro de la democracia, la polarización política y la justificación de la violencia armada como medio para llegar al poder.
e Extensión y Estudios de la San Sebastián ofrece progransión académica con el fin de establecer lazos con la comusitaria, local y nacional en el la vinculación con el medio. coordina proyectos de estudos a la realidad nacional en la historia y de las ciencias a lo cual se encuentra incardiacultad de Ciencias Sociales y s.
esperanzas y frustraciones. ados del siglo xx
las revoluciones. e Jorge Alessandri (1958-1964)
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nes en marcha. El gobierno de Montalva (1964-1970) te
extensión y estudios
Historia de Chile 1960-2010 es un proyecto que estudia una época de grandes transformaciones en la trayectoria nacional —inserta en la realidad internacional— en el cual se aborda la crisis y ruptura de la democracia, la creación de un nuevo orden institucional en lo político y económico, así como la democratización y desarrollo de fines del siglo xx y comienzos del xxi. Esta obra colectiva —que contará con varios tomos— es fruto de una investigación en la que se entrelazan la cultura y la política, la economía con la sociedad, la educación, la religión y las relaciones internacionales. El tomo 4, Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), es la segunda parte del estudio sobre la administración de Frei y la Democracia Cristiana. En una época de especial efervescencia política, este libro analiza el desarrollo cultural de Chile en los años 60 en sus diversas manifestaciones; también se concentra en el proyecto educacional del gobierno y en el proceso de reforma universitaria que estalló a partir de 1967; asimismo estudia la situación de la Iglesia Católica, en el contexto del Concilio Vaticano II y de un ambiente de rebeldía y cambios en la sociedad chilena. La obra se concentra en los últimos años del gobierno de Frei Montalva, caracterizados por las divisiones en el Partido Demócrata Cristiano, la irrupción de los militares como actores políticos, una polarización creciente y el ambiente tenso que precedió a la decisiva elección presidencial de 1970 y la llegada de Salvador Allende a La Moneda.
Historia de Chile 1960-2010
Chile 1960-2010
Alejandro San Francisco Dirección General Doctor en Historia por la Universidad de Oxford (Inglaterra). Investigador del Instituto de Historia y del Centro de Extensión y Estudios (ceuss) de la Universidad San Sebastián. Profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
José Manuel Castro Magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigador del Instituto de Historia y del ceuss de la Universidad San Sebastián.
Milton Cortés Magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Candidato a Doctor en Estudios Americanos, mención Estudios Internacionales, Universidad de Santiago de Chile. Investigador del ceuss de la Universidad San Sebastián.
Historia de Chile 1960-2010 Tomo 3 Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) Primera Parte Alejandro San Francisco Dirección General José Manuel Castro Milton Cortés Myriam Duchens Gonzalo Larios Alejandro San Francisco Ángel Soto
Myriam Duchens Master en Cultura, Desarrollo y Sociedad por la Universidad Autónoma de Madrid (España). Profesora de la Universidad San Sebastián e investigadora del Instituto de Historia y del ceuss de esta misma casa de estudios.
Gonzalo Larios Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Navarra (España). Investigador del Instituto de Historia y del ceuss de la Universidad San Sebastián. Profesor en las universidades Gabriela Mistral y Mayor.
Ángel Soto Doctor en Historia por el Instituto Universitario Ortega y Gasset, Universidad Complutense de Madrid (España). Investigador del Instituto de Historia y del ceuss de la Universidad San Sebastián. Profesor de la Universidad de Los Andes.
c euss
Tomo 4. Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Segunda Parte
esperanzas y frustraciones. ados del siglo xx
Historia de Chile 1960-2010
las revoluciones. e Jorge Alessandri (1958-1964)
Historia de Chile 1960-2010 es un proyecto que estudia una época de grandes transformaciones en la trayectoria nacional —inserta en la realidad internacional— en el cual se aborda la crisis y ruptura de la democracia, la creación de un nuevo orden institucional en lo político y económico, así como la democratización y desarrollo de fines del siglo xx y comienzos del xxi. Esta obra colectiva —que contará con varios tomos— es fruto de una investigación en la que se entrelazan la cultura y la política, la economía con la sociedad, la educación, la religión y las relaciones internacionales.
Chile 1960-2010
Tomo 3. Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Primera Parte.
Alejandro San Francisco (editor) CEUSS / Universidad San Sebastián Santiago de Chile, 2018 Tomo 3, 585 págs. Tomo 4, 602 págs.
Alejandro San Francisco Dirección General Doctor en Historia por la Universidad de Oxford (Inglaterra). Investigador del Instituto de Historia y del Centro de Extensión y Estudios (ceuss) de la Universidad San Sebastián. Profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
José Manuel Castro Magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigador del Instituto de Historia y del ceuss de la Universidad San Sebastián.
Milton Cortés Magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Candidato a Doctor en Estudios Americanos, mención Estudios Internacionales, Universidad de Santiago de Chile. Investigador del ceuss de la Universidad San Sebastián.
Historia de Chile 1960-2010 Tomo 4 Las revoluciones en marcha. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) Segunda Parte Alejandro San Francisco Dirección General José Manuel Castro Milton Cortés Myriam Duchens Gonzalo Larios Alejandro San Francisco Ángel Soto
Myriam Duchens Master en Cultura, Desarrollo y Sociedad por la Universidad Autónoma de Madrid (España). Profesora de la Universidad San Sebastián e investigadora del Instituto de Historia y del ceuss de esta misma casa de estudios.
Gonzalo Larios Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Navarra (España). Investigador del Instituto de Historia y del ceuss de la Universidad San Sebastián. Profesor en las universidades Gabriela Mistral y Mayor.
Ángel Soto Doctor en Historia por el Instituto Universitario Ortega y Gasset, Universidad Complutense de Madrid (España). Investigador del Instituto de Historia y del ceuss de la Universidad San Sebastián. Profesor de la Universidad de Los Andes.
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E sta es la segunda entrega de un proyecto que aspira a relatar la historia de Chile desde 1964 hasta 2010. A fines del 2016 se presentaron los tomos 1 y 2, correspondientes al período de Jorge Alessandri, y si bien pareciera que el relato toma la forma clásica de historia por casilleros presidenciales, resulta que en los hechos cada presidencia queda descrita en múltiples aspectos y no solamente en el ámbito político, como podría pensarse. De hecho, hay capítulos seriados y bastante fuertes respecto de la Iglesia Católica, la educación, la cultura, la economía, la vida cotidiana, junto a otros de talante más canónico, como presidencia y partidos
políticos, o el examen pormenorizado de las relaciones exteriores.
LIBROS
Historia de Chile 1960-2010. Las revoluciones en marcha Tomos 3 y 4. El gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970)
Un aspecto sustantivo del proyecto es que el relato se hace en forma coral, de modo que cada colaborador se suma, con un lenguaje homogéneo, a un relato que alcanza un estándar unificado. Todos y cada uno de los miembros de este coro es mutuamente responsable de los capítulos. No obstante lo anterior, cada capítulo le debe más a un autor que a otro: los capítulos de relaciones internacionales deben más a Milton Cortés, los de economía más a Ángel Soto, los de cultura más a Myriam Duchens, los de educación a José Manuel Castro, los de Iglesia Católica a Gonzalo Larios, y así cada uno deja su huella en los informes que finalmente conforman la obra. Sin embargo, la interpretación propiamente tal del período tratado, corre de manera más discursiva y más integral a cargo del editor, Alejandro San Francisco, y ello incluye también el análisis de lo político. Pero sin ser una historia puramente política, ya que la actuación y las ideologías partidarias se sitúan en un contexto cultural y societal, donde los actores y los fenómenos se entrecruzan. En estos dos tomos dedicados a Frei Montalva resalta la manera en que se contradice el aserto de que un gobierno de centro y reformista es gradual y moderado. Si algo nos demuestra la presidencia de Frei, es el ascenso de un grupo minoritario, que había caminado bajo el sol del desierto con votaciones inferiores al 4% durante muchos años y que se fortaleció gracias al derrumbe de radicales y conservadores y al riego de militantes desde el agrario laborismo y el conservadurismo. Si hay un telón de fondo de este crecimiento es el cambio de óptica
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de la Iglesia Católica y la consideración acerca del voto “útil”, contaminado por el anticomunismo. Para 1961 el Partido Demócrata Cristiano ya era una opción muy potente que acabó por sepultar al Partido Conservador. El carácter revolucionario, excesivo para las derechas liberal y conservadora, insuficiente para la izquierda marxista, define la actuación y la cultura de una época que se caracteriza por dejar los moldes del statu quo. Un período anunciado por el entusiasmo teológico de sectores de la Iglesia (ejemplificados en Manuel Larraín y Raúl Silva Henríquez) que dan su apoyo a los democratacristianos, pero también por el fervor nacional por Eduardo Frei y su mirada transformadora. Si hay algo inobjetable fue que Frei se vio presidiendo un proyecto de 30 años, y una “nueva civilización” al modo que lo proclamaba la Democracia Cristiana en su programa político. En este libro la épica de esa época se retrata mejor que en cualquier otro texto que haya leído al respecto. De modo que los cambios no eran ni cosméticos, ni “comunistas”, sino simplemente democratacristianos. La Reforma Agraria se profundizó con una prédica que ligó a sectores de avanzada democristiana con la izquierda más marxista. Ello dejó una huella perdurable. También, entonces, se gestó la construcción de un entramado social intermedio compuesto por juntas de vecinos o sindicatos agrarios, que cambiaron para siempre la faz de la población chilena. El entusiasmo, sin embargo, partió de un axioma falso, que Frei era el anticomunismo. Si bien ese discurso se aprovechó en la Marcha de la Patria Joven (junio
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de 1964) y en la votación, ese mismo impulso casi sepultó a conservadores, liberales y radicales. Frei superaba esa visión. Por eso recibió el apoyo entusiasta de los estadounidenses y el apoyo de su Alianza para el Progreso, como también del Vaticano y de la Europa Occidental y democrática. Fue una opción liberal en sentido anglosajón, de cambios y de progreso no-comunista. No obstante, esa impostura de representar la contención anticomunista, fue frágil y temporal; apenas en 1966 ya la derecha estaba reorganizándose, y la votación democratacristiana empezó a desdibujarse hasta un tercio, abandonando su mayoría absoluta en 1964 y su ventaja en las elecciones parlamentarias posteriores. Peor aún, la eclosión de relatos revolucionarios competitivos al interior (el tomicismo) como al exterior, en las disensiones de la Izquierda Cristiana y luego el MAPU, desmembró al Partido Demócrata Cristiano. Asimismo, la sensación de que el proyecto no iba tan bien hizo mella en la rearticulación de la izquierda marxista, que vio su camino propio, que pronto caricaturizaría los cambios freístas. La fragilidad del proyecto de Frei, bien urdido teóricamente desde el progresismo religioso (Vekemans, etcétera), se percibió en aspectos como la educación (las tomas de la Universidad Católica de Valparaíso y de la Universidad Católica de Chile, dando origen a la reforma universitaria), el avance de la Reforma Agraria, y la relación civil-militar, con carencias materiales y actos de insubordinación y de protesta gremial. Frei en su correspondencia, obtenida de su propia Fundación, relata estos aspectos como amenazas directas a la democracia.
La discusión sobre la modernidad nos dice mucho. El intento de un Chile moderno cristiano y civilizacional fracasa. Peor aún, hay concesiones a la mirada liberal en los esquemas sobre antinatalidad, que se ofrecen como condiciones previas al desarrollo, y que en verdad nada tienen en conexión lógica y empírica. La promesa del desarrollo se vuelve etérea y el gobierno no crea un régimen como se había pensado. Sobre lo anterior, hay que preguntarse qué es lo nuevo en esta historia. Desde luego la incorporación de fuentes primarias para Frei y su cohorte generacional, tanto civil como eclesiástica. Una visión más interdependiente de la cultura y la política. Muchos archivos nuevos, especialmente estadounidenses, en la parte internacional. Una mejor comprensión de los aspectos eclesiales, culturales y educacionales en pugna. Como resumen, hoy podemos discurrir que el ambiente de esta generación fue esencialmente discursivo: los cambios eran formales y la violencia anidaba como telón de fondo, pero no como acción reiterada y cotidiana. Todo lo que se podría denominar el contexto de “movimientos sociales” estaba restringido a los estudiantes y sindicatos agrarios. Los estudiantes forjan en esta época movimientos disímiles. Son los primeros a los que Violeta Parra (muerta en 1967) elogia en Me gustan los estudiantes:
¡Que vivan los estudiantes que rugen como los vientos cuando les meten al oído sotanas o regimientos. Pajarillos libertarios, igual que los elementos. Caramba y zamba la cosa ¡vivan los experimentos!
LIBROS
La cultura y la sociedad dialogaban con una economía que recibía pocos impulsos, con lo que aparecieron los primeros críticos del modelo del desarrollismo hacia dentro. La Revolución devoraba a sus hijos, pero ella misma no se asentaba más que como un contexto difuso siempre coactivo para las fuerzas políticas, a tal punto que la oposición derechista se reinventó en un partido “nacional y moderno”.
Ellos representan la vanguardia, la inconformidad, pero lo demás estaba rigidizado y controlado por los partidos desde la política sindical hasta las preferencias musicales. Hay aquí un trabajo que complejiza nuestra visión de Frei y de su época, como debió haberse llamado el volumen. Pero estamos de acuerdo en que el adjetivo revolucionario es el principal, aunque veo más a las instituciones evolucionando que creándose de la nada y en antinomia. Son cambios dentro de los cambios, no una revolución de verdad. El adjetivo se invoca por proximidad, no por identidad. Esta revolución fue la antítesis de la Revolución Cubana, aunque también quiso destrabar el pasado y generar cambios reales. Por lo tanto, es justificado tratar a esta como una época revolucionaria, siguiendo el hilo de sus discursos, con cambios que fueron más profundos que los de un clásico gobierno de centro. Centro aquí no fue una palabra neutra, un cambio gradual, sino una apuesta divisoria entre el antes y el después. Sin embargo, solo quedó la promesa: la historia siguió su rumbo. Una época de encendidos discursos, cambios culturales y de vida (la angustia por Vietnam, la revolución de las flores y la píldora anticonceptiva) pero también de esterilidad en los esfuerzos. Un Chile que se hacía y deshacía, sin encontrar rumbo. Cristian Garay Vera
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PAPA FRANCISCO ESCRIBE PREFACIO A LIBRO DE PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI:
“LIBERAR LA LIBERTAD. FE Y POLÍTICA EN EL TERCER MILENIO”
El viernes 11 de mayo fue presentado en el Senado Italiano el segundo volumen de textos escogidos de Joseph Ratzinger sobre la relación entre fe y política*. En esta ocasión el libro integra un prefacio hecho por el papa Francisco, difundido por la web Vatican Insider.
La relación entre la fe y la política es uno de los grandes temas que siempre ha estado en el centro de la atención de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI, y atraviesa todo su camino intelectual y humano: la experiencia directa del totalitarismo nazi lo llevó, como joven estudioso, a reflexionar sobre los límites de la obediencia al Estado a favor de la libertad de la obediencia a Dios: «El Estado –escribe en este sentido en uno de los textos propuestos– no es la totalidad de la existencia humana y no abarca toda la experiencia humana. El hombre y su esperanza van más allá de la realidad del Estado y más allá de la acción política. Esto no solo vale para un Estado que se llama Babilonia, sino para cualquier tipo de Estado. El Estado no es la totalidad. Esto aligera el peso al hombre político y le abre el camino a una política racional. El Estado romano era falso y anticristiano precisamente porque quería ser el “totum” de las posibilidades y de las esperanzas humanas. Así pretende lo que no puede; así falsifica y empobrece al hombre. Con su mentira totalitaria se vuelve demoníaco y tiránico». Posteriormente, también con estos fundamentos, al lado de San Juan Pablo II él elabora y propone una visión cristiana de los derechos humanos capaz de poner en discusión a nivel teórico y práctico la pretensión totalitaria del Estado marxista y de la ideología atea sobre la que se fundaba. Porque para Ratzinger el auténtico contraste entre el marxismo y el cristianismo no se da, ciertamente, en la atención preferencial del cristiano por los pobres: «Debemos aprender –una vez más, no solo a nivel teórico, sino en la forma de pensar y actuar– que al lado de la presencia real de Jesús en la Iglesia y en el sacramento, existe otra presencia real de Jesús en los pequeños, en los pisoteados de este mundo, en los últimos, en quienes Él quiere ser hallado por nosotros», escribió Ratzinger en los años setenta con una profundidad teológica y con una accesibilidad inmediata que son propias del pastor auténtico. Y ese contraste no se da tampoco, como él subrayó a mediados de los años ochenta, debido a la falta en * Joseph Ratzinger / Benedicto XVI. LIBERAR LA LIBERTAD. FE Y POLÍTICA EN EL TERCER MILENIO. Textos selectos volumen 2. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 224 págs. Roma, 2018.
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el Magisterio de la Iglesia del sentido de equidad y solidaridad; y, como consecuencia, «en la denuncia del escándalo de las evidentes desigualdades entre ricos y pobres –sean desigualdades entre países ricos y países pobres o bien desigualdades entre clases sociales en el ámbito del mismo territorio nacional–, que ya no es tolerado». El profundo contraste, nota Ratzinger, se da, por el contrario (y aún antes que la pretensión marxista de colocar el cielo en la tierra, la redención del hombre en el “más acá”), en la diferencia abismal que subsiste en relación con la manera en la que la redención debe suceder: «¿La redención se da mediante la liberación de cualquier dependencia, o la única vía que lleva a la liberación es la completa dependencia del amor, dependencia que sería luego la verdadera libertad?». Y así, con un salto de treinta años, él nos acompaña en la comprensión de nuestro presente, como atestiguan la inmutable frescura y vitalidad de su pensamiento. Hoy en día, efectivamente y más que nunca, se vuelve a presentar la misma tentación del rechazo de cualquier dependencia del amor que no sea el amor del hombre por el propio ego, por «el yo y sus deseos»; y, como consecuencia, el peligro de la «colonización» de las conciencias por parte de una ideología que niega la certeza profunda según la cual el hombre existe como varón y hembra, a quienes ha sido asignada la tarea de la transmisión de la vida; esa ideología que llega a la producción planificada y racional de seres humanos y que –tal vez por algún fin considerado “bueno”– llega a considerar lógico y lícito cancelar lo que ya no se considera creado, donado, concebido y generado, sino hecho por nosotros mismos. Estos aparentes “derechos” humanos, que se orientan hacia la autodestrucción del hombre (y nos lo demuestra con fuerza y eficacia Joseph Ratzinger), tienen un único común denominador que consiste en una única, gran negación: la negación de la dependencia del amor, la negación de que el hombre es criatura de Dios, hecho amorosamente por Él a Su imagen y a quien el hombre anhela como la cierva a los manantiales (Sal. 41). Cuando se niega esta dependencia entre criatura y creador, esta relación de amor, se renuncia en el fondo a la verdadera grandeza del hombre, al bastión de su libertad y de su dignidad. Así, la defensa del hombre y de lo humano en contra de las reducciones ideológicas del poder pasa en la actualidad de establecer en la obediencia del hombre a Dios un límite de la obediencia al Estado. Aceptar este desafío, en el verdadero cambio de época que estamos viviendo, significa defender la familia. Por lo demás, ya San Juan Pablo II había comprendido muy bien el alcance de la cuestión: llamado con razón el “Papa de la familia”, no por nada subrayaba que «el porvenir de la humanidad pasa a través de la familia» (Familiaris consortio, 86). Y por esta línea también yo he insistido en que «el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia» (Amoris laetitia, 31).
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Por ello, estoy particularmente feliz de poder introducir este segundo volumen de los textos elegidos de Joseph Ratzinger sobre el tema “fe y política”. Que puedan, junto con su poderosa Opera omnia, ayudarnos no solo a todos nosotros a comprender nuestro presente y a encontrar una sólida orientación para el futuro, sino también ser verdadera fuente de inspiración para una acción política que, poniendo la familia, la solidaridad y la equidad en el centro de su atención y de su programación, mire el futuro verdaderamente con clarividencia. Papa Francisco
Dios es Joven Papa Francisco Editorial Planeta Chilena S.A. Santiago, 2018 151 págs.
En el mes de marzo nos encontramos con este libro que nos revela las conversaciones entre el Papa Francisco y Thomas Leoncini, periodista y escritor italiano. Especial relevancia tienen sus reflexiones frente al próximo Sínodo de los jóvenes. Desde las primeras líneas queda claro que el Papa quiere hablar de la persona, de cada joven, más allá del concepto “juventud” y de generalizaciones. Él tiene al
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frente rostros, chicos y chicas que tienen su propia identidad y buscan el sentido trascendente de sus vidas. Al relatar su experiencia como joven, su búsqueda y encuentro con ese Dios personal que le cambió la vida, nos permite sintonizar con su lenguaje y sus vivencias. Bajo su mirada los jóvenes no son solo futuro, son presente, y por eso están llamados a ser protagonistas. Para que esto sea posible señala la importancia de los vínculos, esa red vital que permite tener raíces, que acoge e impulsa a desplegar lo mejor de cada uno. Es en este contexto que se detiene en lo que él llama “la revolución de la ternura”, ese encuentro de corazones entre las distintas generaciones, especialmente los ancianos. Aquí también el Papa cuenta experiencias personales y concluye: “Debemos conseguir demostrar con los hechos, con el testimonio, que el diálogo entre ancianos y jóvenes nos enriquece a todos y que conlleva una evolución para la sociedad” (p.71). Observación poco frecuente, pero que él explica a través del cultivo de los vínculos verdaderos que permiten un encuentro real con cada persona, más allá de apariencias o construcción de una imagen.
Especial relevancia tienen hoy sus respuestas frente a las preguntas que se refieren al ejercicio del poder, sus consejos a quienes gobiernan, los criterios y cuidados, y cómo entender la autoridad como servicio. En el lenguaje directo que le conocemos, enumera las enfermedades que puede sufrir quien tiene poder: el sentirse inmortales o indispensables, el “martismo” (la excesiva laboriosidad), el endurecimiento mental y espiritual, la excesiva planificación y el funcionalismo, la mala coordinación, el “alzhéimer” espiritual (el olvido de la propia historia de salvación), la rivalidad y la vanagloria, la esquizofrenia existencial, las murmuraciones y chismes, la adoración de los jefes, la indiferencia hacia los demás, la “cara fúnebre”, el acumular, los círculos cerrados, los beneficios mundanos y el exhibicionismo. Quince enfermedades que interpelan y llaman a revisar sentimientos, actitudes y prioridades. Destaca que para él la enfermedad más grave es la incapacidad de sentirse culpable y cómo el miedo al dolor moral puede llevar a tomar malas decisiones. El Papa no teme responder preguntas concretas y contingentes, sobre cómo un joven puede realizarse sin entrar en el mecanismo de la corrupción, como pueden los jóvenes ayudarse unos a otros, la importancia de preservar el medio ambiente, del correcto uso de la tecnología, la realidad de la violencia, una Europa cada vez con menos niños y la realidad de los migrantes, cómo estamos inmersos en una “cultura narcisista”... Y muestra su preocupación: “Aparentar se convierte,
pues, en algo más importante que ser ya desde muy temprana edad” (p. 93).
LIBROS
Reconoce también cómo los adultos podemos ser obstáculos para el crecimiento de los jóvenes, coartando sus sueños y sus alas para arriesgar y asumir sus decisiones, cuánto cuesta escuchar y acoger.
Se detiene también en los miedos de los jóvenes hoy: “… el miedo a ser invisibles es algo de lo que los jóvenes son difícilmente conscientes, es más un miedo inconsciente. Yo era muy consciente de mi miedo a no ser amado” (p. 94), la ansiedad, la depresión, el bullying, la frustración y la agresividad, los jóvenes en la cárcel, las adicciones, el conformismo, el temor a la muerte y el suicidio… Frente a todo esto viene la pregunta, ¿cómo encontrar la esperanza? ¿Cómo experimentar la misericordia de Dios? En esta búsqueda de respuestas llegamos al último capítulo del libro titulado “Enseñar y aprender”. A través de ejemplos concretos va dando pautas, poniéndose especialmente en el lugar de los jóvenes y en las características propias del educador para acompañar al joven en su búsqueda de sentido y libertad. “Se es libre solo si se está en armonía con uno mismo” (p. 138), así de categórico lo expresa el Papa, un proceso de vida que requiere escucha y acompañamiento. Estas reflexiones se publicaron en marzo, poco antes de la reunión pre-sinodal a la que fueron convidados a Roma jóvenes de todo el mundo. El Papa los quería escuchar directamente, anhelaba que pudieran expresarse libremente y así lo hicieron. Tanto ese encuentro como este libro nos ayudan a preparar el Sínodo de octubre: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. ¿Por qué el título? “¡Dios es joven!”… es el eterno que no tiene tiempo, pero que es capaz de renovar, de rejuvenecerse continuamente y rejuvenecerlo todo. Las características más peculiares de los jóvenes son también las suyas. Es joven porque “hace nuevas todas las cosas” y le gustan las novedades; porque asombra y le gusta asombrarse; porque sabe soñar y
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desea nuestros sueños; porque es fuerte y entusiasta; porque construye relaciones y nos pide a nosotros que hagamos otro tanto; porque es social” (p. 64). Pilar Escudero P.
La belleza de la fe. Romano Guardini en su plenitud Alfonso López Quintás Desclée de Brouwer Bilbao, 2018 224 págs.
Todo es brillante en este libro, porque quiere iniciar las celebraciones destinadas a conmemorar el cincuenta aniversario de la muerte del admirado maestro.
Es brillante la presentación lograda por la Editorial Desclée. A Guardini no le gustaba el lujo, pero sí la pulcritud. Este libro-homenaje no está editado de modo suntuoso, pero sí con una honda belleza, sobre todo la belleza que supone la presencia del autor en la figura meditativa de la portada. Especial brillantez presenta la perspectiva global que el autor nos ofrece del conjunto de la obra de su maestro, a la que dedicó cuatro libros tan reflexivos como entusiastas. La visión conjunta de la
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producción de Guardini, el recuerdo de sus homilías y clases universitarias en Múnich, y las confesiones de su diario póstumo —Wahrheit des Denkens und Wahrheit des Tuns— permiten al autor ofrecernos unas certeras claves para comprender la vida y la obra de su maestro. La primera clave es su veta mística. Su temperamento melancólico —entendido como él explica en Sobre el significado de la melancolía— determinó en gran medida el tirón hacia lo alto que Guardini experimentó desde joven. Cuando a los 18 años experimentó un leve alejamiento de la Iglesia, fue una frase del Evangelio —aparentemente paradójica— la que lo atrajo por su poderosa expresividad: «El que conserve su vida la perderá; y el que pierda su vida por mí la conservará» (Mt. 10, 39). De esa atracción hacia la vida mística se derivan sus luminosos y entrañables libros sobre la oración («orar es ir a Dios con toda el alma»), su tesis básica de que «quien conoce a Dios conoce al hombre», su vinculación del conocimiento religioso y el espíritu de participación, su interpretación del Rosario como una devoción contemplativa, su visión complementaria de la oración litúrgica y la oración popular, la adopción del lema pascaliano «El hombre supera infinitamente al hombre», la vinculación de la verdad y el amor: «La mayor posibilidad de verdad —escribe— se da precisamente donde existe la mayor posibilidad de amor». La segunda clave la descubre el autor cuando analiza todo Guardini al trasluz y observa que, sin haber realizado un estudio sistemático de los niveles de realidad —como hizo, en cambio, con los «contrastes»—, estudia cada realidad con las categorías adecuadas a su lógica peculiar. Por ejemplo, si habla del encuentro, moviliza conceptos relacionales, como
A la excelente labor pedagógica de Guardini alude la tercera clave: Cuanto más confusa es la situación de una sociedad, más lúcidos han de ser los intentos de superarla. Cuando los desolados estudiantes de Bonn, en el período de entreguerras, le rogaron que les hablara de la Iglesia, Guardini ahondó en la causa de los bloqueos intelectuales y espirituales que padecían y les mostró cómo en la vida eclesial —merced a su creatividad— se superan ciertas aparentes paradojas como las formadas por la libertad y las normas, la libertad y la obediencia, la independencia y la solidaridad. La buena acogida que tuvieron esas conferencias sobre “El sentido de la Iglesia” le valió a Guardini la cátedra de la universidad de Berlín, que supuso su consagración universitaria y su motivo de inspiración para sus obras de mayor empeño. En la Tercera Parte, el autor ofrece al lector la posibilidad de sentir también su presencia. Para ello nos ofrece una selección de textos, y los traduce con tal fidelidad al contenido y a la forma —ritmo y tempo, estilo y calidez humana…— que el lector tiene la impresión de hallarse ante el mismo Guardini, sobre todo si prueba a leer algunos párrafos en voz alta. Estos textos sobre la liturgia, la oración, la Iglesia, la creatividad, el silencio y el recogimiento, la fidelidad a Dios y la alegría... son verdaderas joyas de la espiritualidad cristiana. No es fácil encontrar textos que unan con tal maestría la belleza y la hondura, la penetración intelectual y la vibración del sentimiento más genuino. La amplia y bien estructurada bibliografía de y sobre Guardini podrá ser muy útil a los estudiosos. Luis Aymá
Nada más que el amor. Indicadores para el martirio que viene
LIBROS
acogimiento, respeto, estima, colaboración…, propios del nivel 2.
Martin Steffens Editorial Encuentro Madrid, 2017 81 págs.
Este es el tercer título de la colección Mártires del siglo X X. Una colección de la Editorial Encuentro, compuesta por pequeños y asequibles libros para divulgar una realidad que es poco conocida, pero absolutamente decisiva para la evangelización del tercer milenio: los mártires de todas las confesiones cristianas que han florecido en nuestros tiempos como nunca antes. El primer título de la colección, Víctimas y mártires. Aproximación histórica y teológica al siglo X X, editado por Juan Antonio Martínez Camino, fue reseñado en Humanitas 86. El libro que aquí presentamos, Nada Más que el Amor. Indicadores para el martirio que viene, de Martin Steffens, fue Premio al Libro Religioso de Francia el 2016. Consiste en un pequeño libro, de aproximadamente 80 páginas, que “denuncia un cristianismo demasiado plano y acomodado a una modernidad en crisis y, sobre todo, descubre con un agudo y sugerente análisis filosófico-teológico la fuerza liberadora de la fe en el Dios crucificado”.
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Más que de mártires, el libro habla de los cristianos, cuya vocación es una vocación martirial. Y lo habla en un momento histórico particular, donde los mártires de hoy nos interpelan desde las pantallas de nuestros computadores y celulares. El autor les habla a aquellos que tienen miedo. Miedo a la colonización, al desenraizamiento y a la destrucción de sí mismos. Miedo al Estado Islámico y a aquella espiritualidad sin encarnación, sin rostro y al margen del Dios hecho hombre. Miedo, finalmente, a que aquel miedo les haga perderse y privarse del gusto por la vida. En un lenguaje conmovedor, el autor intenta dar algunas indicaciones sobre las actitudes que se deben tomar frente a aquel miedo. ¿Qué hacer frente al enemigo? ¿Desear el martirio? ¿Luchar? ¿Responder con sumisión? Martirio. Desear el martirio por sí mismo sería “un acto de temeridad, más de orgullo que de abandono confiado a la Providencia divina”. ¿Luchar entonces? El cristiano no es aquel que renuncia a no luchar, la gracia no es no luchar ni rechazar el combate. Lo que se debe procurar es no perderse en combates equivocados. ¿Cómo luchar? Luchar no para mañana, no debe buscarse la victoria que siempre se espera para el día siguiente. No. Todo combate es una derrota. El cristiano debe luchar para pasado mañana, debe luchar con la esperanza de hallar nuevamente la paz. Responder con fuerza a la violencia no es una posibilidad si queremos que la esperanza no desaparezca. Y ese esperar para pasado mañana ¿significa adquirir una actitud de sumisión?
La actitud de sometimiento es una actitud que no se compromete, sino que se resigna y renuncia, que no confía en Dios. ¿Qué queda entonces? Nuevamente el martirio. El martirio es nuestra vocación. No es la espera pasiva de la catástrofe, es pasarse al otro lado de la pasión; no es la no-violencia, sino que es, en el fondo, lo mismo, pero no como estrategia política sino como estrategia que ama, y que espera la victoria y que olvida el mal a tal punto que ya no lo puede entender. El autor nos hace regresar al significado de la cruz y al sacrificio de Cristo. Habla sobre el sentido del cristiano, quien vive como extraterrestre, comprometido con esta tierra pero apuntando hacia el cielo, siendo un símbolo, no una marca referida a sí mismo ni una huella del pasado, sino un símbolo que está referido a Alguien que no es él. El momento histórico es un desafío para el cristiano a ser aquello que es, a aceptar su vocación de vivir y morir de amor. Es un grito que busca afirmar que el cristiano aún sabe amar. A aquellos que temen, Stef fens les recuerda que no deben tener miedo, lo único que puede pasarle al cristiano es el Amor. Como el cristiano pertenece a Cristo, no le puede pasar nada más que Jesús. El cristiano está hecho para la vida y no para la muerte, no debe esperar resignado mirando a través de las ventanas de la red, no, solo debe acoger la vida y tener la certeza de que va “hacia alegrías muy grandes”. Sofía Brahm
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Música
A rvo Pärt:
El poder de la palabra y el sonar de las campanas POR FERNANDO MARTÍNEZ GUZMÁN
Nacido en Estonia (1935), Pärt es uno de los compositores vivientes
cuya creatividad ha cambiado significativamente la forma en que entendemos la naturaleza de la música. Profundamente religioso, ha sido retratado por algunos autores como un santo asceta, fuera de contacto con el mundo moderno. Por otra parte, su música conmueve a los oyentes, donde sea que se escuche. Aunque su simplicidad se basa en una profunda tradición religiosa, esto no exige al oyente compartir la misma fe del compositor y como sugieren algunos de sus detractores, tampoco es música que se haya producido fácilmente. En 1976, después de un estudio intensivo del canto gregoriano y la polifonía vocal clásica, Pärt emerge con un nuevo y original lenguaje musical, llamado tintinnabuli (del Latín tintinnabulum: “pequeña campana”), que perdura hasta hoy y que ha establecido un nuevo tipo de paradigma musical, con un enfoque radicalmente diferente en torno a la música; como su interpretación, el modo de apreciarla y también de recibirla por parte del público.
Profundamente religioso, ha sido retratado por algunos autores como un santo asceta, fuera de contacto con el mundo moderno. Por otra parte, su música conmueve a los oyentes, donde sea que se escuche.
Este retrato reúne aspectos destacados del compositor, cuyo trabajo ha sido profundamente personal y felizmente reconocido por el mundo occidental en los años recientes. A pesar que Pärt está fuera de la corriente
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musical dominante, sin embargo, es enormemente popular, lo cual es muy inspirador, pues su música llena una profunda necesidad humana.
El Estilo Pärt La obra de Pärt se puede dividir en dos períodos diferentes. Sus primeros trabajos tienen el sello de un neoclasicismo severo, influido por Dimitri Shostakovich, Sergei Prokofiev y Bela Bartok. Luego, empieza a componer usando el dodecafonismo y el serialismo de Arnold Schoenberg. Sin embargo, esta producción no solo produjo la ira de los burócratas culturales soviéticos, sino demostró ser también un callejón creativo sin salida para el compositor. La música producida en el segundo período es radicalmente diferente y el mismo Pärt la describe como tintinabular; es decir, tintineante como el sonar de las campanas y caracterizada por armonías simples, frecuentemente con notas sueltas, sin adornos y acordes triádicos. Hay mucha reminiscencia con el sonido de las campanas y los tintinábulos son rítmicamente simples y no cambian el tempo. Es clara la influencia de la música antigua durante este período y las obras basadas en textos sagrados, donde en la mayoría de los casos Pärt elige el latín o la lengua eclesiástica eslava utilizada en la liturgia de la iglesia ortodoxa, en lugar de su lengua materna. En términos generales, la música contemporánea que conmueve a las personas puede parecer a veces un tanto extraña; sin embargo, el mensaje contemplativo de Pärt se comunica con facilidad, a pesar de no complacer las demandas de un público masivo. Por más de treinta años, Pärt se ha esforzado por eliminar en su trabajo todo aquello “que no es esencial”; de modo que el silencio que sigue a una nota tiene a menudo el mismo peso estético, emocional y espiritual que la nota misma. Es la simplicidad prístina de su música la que conmueve a los oyentes, pero esa misma cualidad también ha alineado a críticos para quienes la complejidad debe ser un ingrediente necesario en la música contemporánea; punto de vista no compartido por Pärt, un hombre que no deja su camino para cortejar a críticos, pero que tampoco los obstruye: “he descubierto que es suficiente cuando una sola nota se toca bellamente”, testimonio que encierra la pureza que caracteriza su música. Esta afirmación podría ser interpretada como una negación del rol del compositor. Si solo una nota tocada bellamente es suficiente, por lo tanto, ¿qué más podría agregar el compositor?, o bien, ¿es el acto de composición redundante? Felizmente no, responde Pärt: “este es el misterio de la música. Quizás podría compararse con el optimismo de un director de orquesta: todavía no hay música y no
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Pärt se ha esforzado por eliminar en su trabajo todo aquello “que no es esencial”; de modo que el silencio que sigue a una nota tiene a menudo el mismo peso estético, emocional y espiritual que la nota misma. Es la simplicidad prístina de su música la que conmueve a los oyentes.
Las creaciones de Pärt se caracterizan también por una relación extremadamente ascética con el texto. Convencido que el mensaje está incluido en el texto, Pärt sigue obedientemente los elementos formales de este, dando sonido a lo que está escondido en el silencio de las fórmulas antiguas. El musicólogo Toomas Siitan refuerza la idea: “paradójicamente, es exactamente esta disciplina extrema la que produce el verdadero poder de la Palabra abriéndola en toda su profundidad”, tal como ocurre con el místico Evangelio según San Juan: “En el principio era la Palabra, se encuentra en el corazón de todo, ya que sin la Palabra, nada existiría”. Pärt señala que “este pensamiento no solo debe ser transmitido en el texto, sino también en cada nota de la música, en cada pensamiento, en cada piedra. Las raíces se encuentran en este pensamiento: En el principio era la Palabra”. Podríamos interpretar este juicio de diversas maneras, pero sin duda, tiene que ver con la búsqueda musical de la fórmula antigua, algo que siempre apasiona a Pärt.
Vida y obra de un compositor estonio Pärt nació el 11 de septiembre de 1935 en Paide, al sur de Tallin, capital de Estonia. Cuando sus padres se separaron, tres años más tarde, el joven se mudó junto a su madre a un nuevo hogar cerca del Golfo de Finlandia. Fue aquí donde recibió lecciones de piano e instrucción en teoría musical. En 1954, Pärt se matriculó en la Music Middle School de Tallin hasta que fue llamado a hacer el servicio militar obligatorio. Aunque perteneció a una banda del ejército, su vida de uniformado se caracterizó por el acoso y brutalidad que habitualmente se aplica a los reclutas soviéticos. Más tarde, Pärt recordaría esta dolorosa experiencia: “tal vez esta experiencia me ayudó como compositor”. La Guerra Fría y las complejidades políticas contra el imperio de Hitler perpetuaron la impresión de que Estonia pertenecía a un selecto grupo de países lejanos sobre los cuales los europeos occidentales sabían muy poco o nada. Sin embargo, la historia de esta pequeña nación, oprimida en manos de dos regímenes tiránicos y la determinación de preservar su herencia cultural, emergió más claramente con posterioridad a la desaparición de la Unión Soviética, con capítulos repletos de imágenes infernales y recuerdos de injusticia. La limpieza étnica y
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podemos oír nada; sin embargo, los músicos pueden verla, conocer el carácter, la dinámica y el ritmo de la música. Al igual que esos músicos, el ser interior del compositor debe estar preparado para lo que viene”.
La infancia de Pärt coincide con la pérdida de independencia de su patria y su recreación involuntaria de posguerra como República Soviética. Su educación musical se vio empañada por los excesivos controles estéticos dictados por las altas esferas de Moscú, quienes esperaban que los artistas expresaran la realidad del mundo no tal como era, sino como debería ser según los ideales socialistas.
el terror masivo bajo las órdenes de Stalin (1940) prepararon en el año siguiente la llegada de las fuerzas nazis y la persecución de los judíos estonios. El rampante regreso del Ejército Rojo en el camino a Berlín (1944) condujo a un segundo y prolongado período de ocupación soviética, con deportaciones y fuertes medidas represivas contra la población nativa del país báltico. De hecho, la infancia de Pärt coincide con la pérdida de independencia de su patria y su recreación involuntaria de posguerra como República Soviética. Su educación musical se vio empañada por los excesivos controles estéticos dictados por las altas esferas de Moscú, quienes esperaban que los artistas expresaran la realidad del mundo no tal como era, sino como debería ser según los ideales socialistas.
El retorno de Pärt a la Music Middle School (1956) y las lecciones de composición recibidas de parte de Veljo Tormis le proporcionaron un entorno más amistoso. Su educación artística continuó en el Conservatorio de Tallin. La institución, establecida durante el breve lapso de entreguerras, le ofreció una rigurosa formación en todo sentido, desde la armonía y el contrapunto hasta la teoría económica marxista-leninista y los principios del realismo socialista. Sin embargo, los oídos de Pärt como estudiante estaban sintonizados con Occidente y con las ideas occidentales sobre la música, descartadas por parte de la Unión de Compositores Soviéticos. Su primera composición madura, “Nekrolog”, cayó en falta oficial después de su estreno (1961). La obra, la primera realizada por un compositor estonio empleando la técnica serial, fue denunciada en el Congreso de la Unión de Compositores (1962) por sus “intentos” de emplear las técnicas expresivas de la música burguesa de vanguardia. Sin embargo, Pärt encontró aceptación entre los compositores “no oficiales” que se abrían camino en medio de la burocracia soviética de los 60 para poder acceder a comisiones y actuaciones. Su composición “Solfeggio”, escrita para coro sin acompañamiento (1964), con un tratamiento secuencial de notas en la escala mayor de Do, prefigura la naturaleza simple del trabajo posterior de Pärt. La censura política volvió al camino (1968) con “Credo para piano, coro y orquesta”. El marco de trabajo sobre un texto cristiano esencial provocó críticas predecibles por parte de los funcionarios del Partido Comunista; mientras tanto, sus complejas texturas marcaron el final de una línea en el desarrollo musical de Pärt.
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ducen al compositor a crear un nuevo lenguaje musical, elaborado a partir de un material melódico completamente despojado, sin adornos, parecido en sonoridad al sonido de una campana.
En 1980, a Pärt, junto a su segunda esposa y dos hijos, se les concede la visa para abandonar la Unión Soviética. La familia se establece en Berlín Occidental en el año siguiente. Entonces, la música de Pärt muy pronto ganó seguimiento de culto gracias a los registros de “Cantus”, “Tabula rasa”, “Fratres” y “Passio”, esta última, una monumental configuración de las palabras del Evangelio de San Juan. Las piezas instrumentales “Festina lente” y “Spiegel im Spiegel” (Espejo en el Espejo) también satisficieron la creciente audiencia del compositor, uniéndose a la larga lista de obras utilizadas para el cine de autor y bandas sonoras documentales:
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Sus exploraciones de la música antigua y el canto gregoriano y la conversión a la Iglesia Ortodoxa Rusa (1970) conducen al compositor a crear un nuevo lenguaje musical, elaborado a partir de un material melódico completamente despojado, sin adornos, parecido en sonoridad al sonido de una campana. Su estilo de composición “tintinnabuli” se desarrolló completamente a partir de 1976, luego de un período de experimentación con melodías simples e individuales y su combinación armónica. “Cantus in memoriam Benjamin Britten” fue una de las primeras piezas “tintinnabuli” de Pärt. El humor sombrío reforzado por una campana y el arco de una línea melódica descendente evocan recuerdos no solo del recientemente fallecido Britten, sino también “de innumerables almas borradas en nombre de uno u otro “ismo” del siglo XX”, como señala el musicólogo Andrew Stewart. “Fratres” y “Tabula rasa” pertenecen al grupo de obras establecidas en el nuevo estilo; la austera escritura de la primera parte es atravesada por intensas disonancias, que aventuran profundamente la frontera entre el sonido y el silencio. Tanto “Fratres” como “Tabula rasa”, en sus diversas versiones, lograron también irritar a los críticos soviéticos pero al mismo tiempo lograron atraer una audiencia intermedia. “Missa syllabica”, “Summa” y “Cantate Domino”, esta última, una extática ambientación del Salmo 95, fueron originalmente escritas en 1977, año extraordinariamente productivo del compositor, y constituyen los primeros frutos de una serie de piezas corales, fácilmente reconocibles para el auditor. Pärt observa en relación a estas obras: “Construyo con muy pocos elementos: con un sola voz, con dos voces, construyo con los más primitivos materiales, Sus exploraciones de la música con la tríada (tres notas puestas armónicamente las cuales antigua y el canto gregoriano forman un acorde tonal), con una tonalidad específica. Las y la conversión a la Iglesia tres notas de la tríada son como campanas. Y esto es lo que Ortodoxa Rusa (1970) conllamo tintinabulación”.
En “Beatitudes” (Bienaventuranzas), del Sermón de la Montaña, Pärt confronta a los oyentes más cómodos con la cruda realidad de las bendiciones de Jesús a los pobres, a los débiles y todos aquellos reducidos por la injusticia. Hoy en día, esta obra –escrita por un visionario compositor– constituye un icono coral en pro de los esenciales valores humanos y se erige como una elocuente advertencia y renuncia a la voluntad de poder.
por ejemplo, “Fratres”, que trajo reposo al film “There Will be Blood” y “Cantus”, a “Farenheit 9/11”.
La sensibilidad de Pärt por la palabra sagrada se presenta claramente en “Beatus Petronius”, un material completamente desprovisto de adornos basado en una plegaria latina. La trascendental belleza de “Seven Magnificat Antiphons” y los gritos corales cada vez más atormentados de “De profundis” (basado en el Salmo 130) también comienzan y terminan con la clara expresión de estos textos eternos. En este contexto, en “Beatitudes” (Bienaventuranzas), del Sermón de la Montaña, Pärt confronta a los oyentes más cómodos con la cruda realidad de las bendiciones de Jesús a los pobres, a los débiles y todos aquellos reducidos por la injusticia. Al momento de la creación de esta obra, la Unión Soviética se encontraba al borde de su colapso y extinción. Hoy en día, esta obra —escrita por un visionario compositor— constituye un icono coral en pro de los esenciales valores humanos y se erige como una elocuente advertencia y renuncia a la voluntad de poder para los que aspiran a ser dictadores. En el 2010, Pärt retorna a Estonia, y se establece junto a su familia en Laulasmaa, ciudad cercana a Tallin, donde actualmente reside. El mismo año fundó el “Arvo Pärt Centre”, institución que contiene el archivo personal del compositor. La obra de Pärt experimentó un profundo proceso evolutivo, desde la música neoclásica para piano hasta el uso de la dodecafonía, cubriendo el género sinfónico, la composición de obras corales para grandes masas sonoras, la música casual (“chance music”) y la técnica del “collage”, donde su última y más dramática pieza, “Credo” (1968), arraigada en la tradición cristiana y cuya “Palabra” desempeña un rol fundamental e incluso estructural en su estilo de composición. En esencia, la música de Pärt emerge de todo su ser interior y como él mismo señala: “es similar a la luz que atraviesa un prisma y puede tener un significado ligeramente diferente en cada oyente, creando un espectro de experiencias musicales, similar al arco iris”. También se identifica a Pärt como precursor de la música minimalista y más específicamente del “minimalismo sacro”, pionero en ese estilo, al igual que sus contemporáneos Henryk Górecki y John Tavener.
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PROFUNDIZANDO ARVO PÄRT El catálogo Pärt es sumamente extenso y abarca desde diminutas miniaturas para piano solo, sinfonías, hasta los gigantescos trabajos corales, especialmente los de su segundo período. Además, representa un caso poco frecuente de un compositor que alcanza la popularidad en vida. Su obra ha atraído la atención de Occidente, gracias a Manfred Eicher, que a partir de 1984 grabó varias de sus composiciones para ECM Records. A continuación, se recomiendan algunos registros en DVD y CD, para profundizar la obra de Pärt. 1984 marca el comienzo de la creativa colaboración de la prestigiosa CD label ECM y el productor Manfred Eicher y la primera grabación de Tabula rasa. El resultado de esta relación, que ya perdura por más de 30 años, respalda un significativo número de autorizadas grabaciones, con el activo involucramiento del propio Pärt, registros actualmente disponibles bajo el sello ECM label. ARVO PÄRT – EVEN IF I LOSE EVERYTHING. DVD. Film diri-
gido por Dorian Supin, 2015. ARVO PÄRT CENTRE. ECM. THE LOST PARADISE – ARVO PÄRT / ROBERT WILSON. DVD.
Film dirigido por Günther Attein. 2015 Accentus Music. ARVO PÄRT. A PORTRAIT - HIS WORKS - HIS LIFE. Excelente
compilación de obras y fragmentos más relevantes del compositor, en su gran mayoría destacados en el presente artículo. 2 CD NAXOS, 2005.
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Sobre los Autores Guzmán Carriquiry Lecour. Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. Eduardo Valenzuela Carvallo. Director de revista Humanitas. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Cardenal Giuseppe Versaldi. Prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Gran Canciller de la Universidad Pontificia Gregoriana. Marisol Peña Torres. Abogada. Secretaria General de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Jorge Peña Vial. Miembro de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Director del Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes. Alfonso López Quintás. Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (Madrid). Osvaldo Fuenzalida Calvo. Past President Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile. Mariano de la Maza Samhaber. Director de Asuntos Académicos del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro del Centro Interdisciplinario UC Edith Stein. Sofía Brahm Justiniano. Socióloga. Secretaria de Redacción Humanitas. Luis Martínez Ferrer. Catedrático de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Roma.
Autores en Libros y Música Ignacio Sánchez Díaz. Médico. Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Cristián Garay Vera. Doctor en Estudios Americanos. Académico de la Universidad de Santiago de Chile. Luis Aymá González. Doctor en Filosofía. Académico de la Universidad Camplutense de Madrid. Pilar Escudero Palacios. Asesora de la Vicaría para la Pastoral del Arzobispado de Santiago. Fernando Martínez Guzmán. Colaborador habitual de revista Humanitas.
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HUM A NITA S Revista de Antropología y Cultura Cristianas
Nacionales
Extranjeros
Publicación cuatrimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Enrique Barros Bourie: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile. Profesor Facultad Derecho UCH. Rafael Benguria: Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005. Profesor Titular del Instituto de Física, UC. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. José Manuel Castro: Magister en Historia, UC. José Luis Cea Egaña: Presidente de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mariano De la Maza: Académico Facultad de Filosofía, UC. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Pilar Escudero Palacios: Asesora de la Vicaría para la pastoral del Arzobispado de Santiago. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Samuel Fernández: Doctor en Teología y Ciencias patrísticas. Director de Investigación y Postgrado y profesor Titular de la Facultad de Teología UC. Álvaro Ferrer: Secretario General Universidad Finis Terrae Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Marta Irarrázaval Zegers: Historiadora. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Guillermo Marini: Profesor de la Facultad de Educación UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. René Millar: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Fr. Ricardo Morales, O. de M.: Provincial de la Orden de la Merced en Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Cristián Roncagliolo: Obispo auxiliar de Santiago. AlejandroSanFrancisco:ProfesordelInstitutodeHistoria,UC. Alberto Vial: Doctor en Filosofía por la Universidad de La Sorbona. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Profesora Facultad Ciencias Biológicas UC.
Anselmo Álvarez, OSB: Abad emérito de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filosófo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Fernando María Cavaller: Presidente de la Asociación de Amigos de Newman, Argentina. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. José Granados: Vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia en Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en The Catholic University of America . Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Prelado de la Orden de Malta. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Livio Melina: Ex-Presidente y profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo emérito de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto de Rectoría N° 147/95, visto 2°).
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