R E V I S T A D E A n t r o p o l o g í a y C u l t u r a C r i s t i a n a s / N º 74 / A Ñ O X I X
AÑO XIX
74
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Cardenal Paul Poupard JUAN XXIII, VARÓN DE UNIDAD Y PAZ Stanislaw Grygiel JUAN PABLO II, PASIÓN POR EL HOMBRE Morandé/Fernández Rosende/Jürgensen COMENTARIOS A LA EVANGELII GAUDIUM
HUMANITAS
Consejo de Consultores y Colaboradores
Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITE EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa. Arzobispo Emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomali, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Jesús Colina, Luis Fernando Figari, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei, O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy, O.S.B., Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Francisco Petrillo, O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Rodrigo Polanco, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Josef Seifert, Gisela Silva Encina, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Miguel Ángel Velasco, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B
NACIONALES
EXTRANJEROS
Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Fra ncisca A lessa ndr i: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Arzobispo de Concepción. Miembro de la P. Academia Pro Vita. Francisco Claro: Profesor de la facultad de Física, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Profesor a de la Facultad de Derecho, UC. Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girolamo: Historiador del arte. María Esther Gómez de Pedro: Miembro del nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI. Jo s é M a nuel E g u ig u r e n Gu z m á n : Fu ndador del Movimiento Apostólico Manquehue. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Jesús Colina: Director de Aleteia. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mauro Matthei, OSB: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Mer ino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Fernando Moreno: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Rodrigo Polanco: Presbítero, profesor de la Facultad de Teología de la UC. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Gisela Silva Encina: Escritora. Paulina Taboada: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita.
Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, OSB: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filosófo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. W i l l i a m E . C a r r ol l : Cáte d ra de Tom á s de Aqu i no, Blackfriars, Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Profesor de la Universidad Católica de Milán. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense, Roma. Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, OSB: Monje de Ampleforth, ex-rector de Ampleforth College, York, Gran Bretaña. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, OMD: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Frejus-Toulon, Francia. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Josef Seifert: Filósofo austríaco. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Miguel Ángel Velasco: Director de Alfa y Omega, Madrid. Juan Velarde Fuertes: De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
H U M A N I T A S
H umanitas Nº 74 OTOÑO 2014 – AÑO XIX
Juan XXIII, el Papa bueno VARÓN DE UNIDAD Y PAZ Cardenal Paul Poupard
216
Juan Pablo II PASIÓN POR EL HOMBRE Stanislaw Grygiel
248
La Alegría del Evangelio COMENTARIOS A LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA Pedro Morandé / Samuel Fernández/ Francisco Rosende-K. Jürgensen
276
LA REFORMA DE LA IGLESIA SEGÚN SAN IGNACIO DE LOYOLA Enrique Cattaneo. S.J.
290
JUANA ROSS DE EDWARDS ENTRE EL “MANIFIESTO COMUNISTA” (1848) Y LA ENCÍCLICA “RERUM NOVARUM” (1891) Mauro Matthei OSB
304
Tolkien y la modernidad: UNA CLAVE PARA EL SEÑOR DE LOS ANILLOS Stratford Caldecott
314
Psicología con alma LA IDEA DEL HOMBRE COMO FUNDAMENTO DE LA EDUCACIÓN Edith Stein
330
Educar a la francesa EL IMPACTO DEL COLEGIO SAGRADO CORAZÓN EN LA MUJER CHILENA Elena Sánchez Correa
344
La luz en el arte y la arquitectura (II) LA GLORIA DEL ESPACIO Andrea Dall’Asta S.J.
352
Destacamos en APUNTES y NOTAS LA BIBLIA DE SAN JUAN, MANUSCRITA E ILUMINADA PARA EL HOMBRE DE HOY Verónica Griffin
362
Implicaciones antropológicas LA MEDICINA FRENTE AL DESAFÍO DE LA ENFERMEDAD Martino Di Carli
370
Destacamos en LIBROS María Esther Gómez LIBERTAD EN RATZINGER Pedro Morandé Court
452 Sumario Editorial Apuntes y Notas La Palabra del Papa Panorama Libros Sobre los Autores
209 212 362 380 392 452 472
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HUMANITAS
diecinueve años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura
HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: Publicidad Universitaria UC Impresión: Ograma Impresores Suscripciones y correspondencia: HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3 er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 2354 6519, Fax (562) 2354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $28.000; estudiantes, $18.000. Valor por ejemplar, $7.000.
D E
E X T E N S I Ó N
2 0 1 4
A 450 años del Concilio de Trento “Incumbe a la Iglesia recordar con entusiasmo rápido y atento la doctrina más fecunda que emergió de este Concilio. [La Iglesia] es un sujeto que crece y se desarrolla con el tiempo; no obstante, siempre sigue siendo la misma, el único sujeto del Pueblo de Dios perpetuamente en camino”. Papa Francisco Mensaje con ocasión del 450 aniversario de la clausura del Concilio de Trento, en diciembre de 2013
R E V ISTA
DE
A ntropologí a
y
Cult ur a
Cr isti a na s
C U R S O S
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
1. Contexto
histórico del Concilio de Trento Lunes 26 mayo, 19 hr. 2. Los santos involucrados en este Concilio Lunes 2 junio, 19 hr. 3. La doctrina de la Justificación Lunes 9 junio, 19 hr. 4. La doctrina de los Sacramentos Lunes 16 junio, 19 hr. 5. Biblia, Liturgia y disciplina en Trento Lunes 23 junio, 19 hr.
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EXPOSITOR
Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. Lugar: Auditorio 6, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica (Alameda 390, segundo piso). Precio general: $30.000 (incluye suscripción anual a revista HUMANITAS) Precio estudiantes: $ 18.000 INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Revista Humanitas Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica. Alameda 390, tercer piso. Teléfono: 2354 6519
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HUMANITAS Sumario n° 74 (abril-junio 2014)
JUAN XXIII EL PAPA BUENO. VARÓN DE UNIDAD Y PAZ, por Cardenal Paul Poupard. Se recuerda la figura del Papa Juan XXIII, de cara a su canonización del 27 de abril de 2014. Es precisamente el Papa, hombre de unidad y de paz, quien aquí nos regocija a través de confidencias interiores, escritas de su propia mano en su Diario del alma, iniciado a los catorce años de edad y mantenido permanentemente hasta 1962, algunos meses antes de su fallecimiento, ya con ochenta y un años. Al entregar esos viejos cuadernos y esos fascículos deteriorados a su fiel secretario monseñor Loris Capovilla, el buen Papa Juan le confiaba: “Mi alma está en esas páginas. Yo era un buen muchacho inocente, un poco tímido. Quería a toda costa amar a Dios y no pensaba sino en convertirme en un sacerdote al servicio de las almas sencillas que requieren cuidados pacientes y diligentes”. Luego entrega una conmovedora confidencia relativa al final de su servicio pontificio: “Oh, Jesús, aquí estoy ante tu presencia, viejo como soy ahora, al final de mi servicio y de mi vida. Mantenme estrechamente unido a tu corazón, en un solo latido con el mío”. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 216 - 245
PASIÓN POR EL HOMBRE, por Stanislaw Grygiel. Resulta iluminador retornar a la antropología de Juan Pablo II, cuando se avecina su canonización en conjunto con la de su predecesor Juan XXIII. La visión del hombre del Papa Wojtyla se remite siempre, en la búsqueda de una respuesta, al misterio del Verbo Encarnado. Lo hace a través de una “reducción” sui generis del hombre al Hijo de Dios: en Él se encuentra la realización y la defensa de la persona humana. Cristo fue enviado al hombre como gran pregunta de Dios, que llama a la persona humana al diálogo que la transfigura. Y la verdadera consideración del hombre la logra solo quien vuelve incesantemente a Cristo como a su Principio y Fin. Juan Pablo II no acepta batallas por la persona humana en el terreno del caos. Él siempre aparta el campo de batalla a un nivel más alto, donde la realidad del hombre, desintegrada en fragmentos sin sentido, se reconstituye en un hermoso paisaje. El último campo de batalla para el hombre es la Cruz. En ella, Juan Pablo II busca la reintegración de la persona humana y la sociedad. Ante esta “magna quaestio” de Dios y del hombre “se descubren los pensamientos de muchos corazones” (Lc. 2, 35), por consiguiente su libertad y su orden, pero también sus deseos y el caos. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 248 - 275
LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO. El 26 de noviembre de 2013 el Papa Francisco presentó la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, recogiendo los frutos del Sínodo de los Obispos sobre “la nueva evangelización para la transmisión de la fe”. En ella ofrece un texto que tiene un sentido programático y consecuencias importantes para la Iglesia. La Exhortación invita a los fieles a iniciar una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría e indica “caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”. El ideal de Francisco es el de una Iglesia encaminada a través de una conversión pastoral y misionera hacia una actitud capaz de orientarse hacia el apostolado en vez de la autopreservación. Cuatro académicos, desde sus respectivas disciplinas —los profesores Pedro Morandé, Samuel Fernández, Francisco Rosende y Karin Jürgensen—, exponen su visión sobre este trascendental texto. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 276 - 289
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LA REFORMA DE LA IGLESIA SEGÚN SAN IGNACIO DE LOYOLA, por Enrico Cattaneo, S.J. San Ignacio de Loyola (1491-1556), fundador de la Compañía de Jesús, vivió durante una época de muchas dificultades para la Iglesia. Ante los problemas de la Reforma Protestante, la respuesta Católica fue la convocatoria al Concilio de Trento (1545-64). En este participaron algunos jesuitas como peritos teológicos llevando con ellos directivas muy prácticas del fundador de su Orden, Ignacio. Ciertamente, san Ignacio tenía una idea propia de cómo reformar la Iglesia, pero su camino para hacerlo fue más bien práctico. A través de los Ejercicios Espirituales, como instrumento, este proclamaba la importancia de seguir a Cristo pobre y humilde. Su esperanza era la reforma, sobre todo, del clero y cuando Marcello Cervini fue elegido Papa, su anhelo se vio realizado. Ignacio estaba convencido de que partiendo de una ‘reforma de la propia vida’, teniendo ante los ojos el modelo de Cristo pobre y humillado por la causa de la Palabra de Dios, se llegaría necesariamente a una reforma profunda de las realidades eclesiales. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 290 - 303
JUANA ROSS DE EDWARDS, ENTRE EL “MANIFIESTO COMUNISTA” Y “RERUM NOVARUM”, por Mauro Matthei OSB. Juana Ross de Edwards (1830- 1913) dejó una profunda huella en la sociedad chilena. Su legado es uno de incansable labor caritativa y una visión cristiana de los bienes terrenales. En el centenario de su muerte se retorna a la consideración de su vida, indagando en las motivaciones profundas que impulsaron a aquella incansable trabajadora a la ayuda y protección de los más desfavorecidos de la sociedad. La época en que vivió Juana Ross de Edwards fue una de gran conmoción social. Es el tiempo del auge máximo del puerto de Valparaíso como centro económico y social de Chile (1850-1914), pero también la del nacimiento y desarrollo de dos grandes visiones acerca de la llamada “cuestión social”, es decir, entre la publicación del “Manifiesto comunista” de Marx (1848) y la de la encíclica “Rerum Novarum” del Papa León XIII. En este entorno, Juana Ross dio testimonio con su fidelidad perseverante al llamado de la caridad cristiana por casi sesenta años a la convicción de que el dinero era un regalo del cual había que servirse para el bien de todos. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 304 - 313
TOLKIEN Y LA MODERNIDAD: UNA CLAVE PARA EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, por Stratford Caldecott. ¿Fue J. R. R. Tolkien un escritor moderno? El autor de El hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarillion es indudablemente “moderno” en cuanto vivió en nuestro mismo período histórico (murió en 1973). Además, su literatura es extraordinariamente popular entre los lectores modernos. Sin embargo, los críticos suelen sostener que no era moderno, sino más bien premoderno en su enfoque de la literatura, y ciertamente tienen razón en el sentido de que lo inspiraron especialmente antiguas tradiciones narrativas y literatura anglosajona como Beowulf. Su libro contenía muchos elementos arcaicos, pero en sí mismo no era arcaico ni premoderno. El Señor de los Anillos es una novela con elementos modernos. No podría haberse escrito en una época anterior. Contiene una crítica a la modernidad implícita, pero muy fuerte, de aspectos y tendencias del mundo moderno, como la globalización, el socialismo y la confianza en la tecnología. ¿Pero es regresiva o progresiva? Solo el tiempo lo dirá. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 313 - 329
LA IDEA DEL HOMBRE COMO FUNDAMENTO DE LA EDUCACIÓN, por Edith Stein. En la actuación del hombre se esconde un logos que la dirige. Con “logos” se quiere decir por un lado un orden objetivo de los entes, en el que también está incluida la acción humana. Se alude también a una concepción viva en el hombre de este orden, que le permite conducirse en su praxis con arreglo al mismo (es decir, “con sentido”). Toda labor educativa que trate de formar hombres va acompañada de una determinada concepción del hombre, de cuáles son su posición en el mundo y su misión en la vida, y de qué posibilidades prácticas se ofrecen para tratarlo adecuadamente. La teoría de la formación de hombres denominada pedagogía es parte orgánica de una imagen global del mundo, es decir, de una metafísica. La idea del hombre es la parte de esa imagen global a la que la pedagogía se encuentra vinculada de modo más inmediato. Diferentes visiones dan lugar a modelos pedagógicos que se hallan insertos en sus contextos metafísicos. La antropología cristiana considera fundamental que exista un objetivo trascendente que el hombre debe esforzarse por alcanzar, pero al que no le es dado llegar por sus solas capacidades. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 330 - 343
H 210
EL IMPACTO DEL COLEGIO SAGRADO CORAZÓN EN LA MUJER CHILENA, por Elena Sánchez. La obra de Anna du Rousier (1806-1880) y de la Sociedad del Sagrado Corazón tuvo una gran influencia en la educación de la mujer chilena del siglo XIX. Instaladas en Santiago desde 1853 con un afán misionero y bajo la solicitud del Arzobispo Rafael Valentín Valdivieso, la línea de formación cristiana que distinguió a estas religiosas de origen francés significó la instauración de un nuevo modelo educativo que integraba lo religioso, lo moral, lo disciplinar y lo académico. No fue fácil llevar a la práctica los fundamentos teóricos del sistema de enseñanza venido desde Europa. A pesar de la buena acogida, la labor hubo de superar una lucha contra las costumbres muchas veces indisciplinadas de las alumnas y requirió de gran tenacidad por parte de las fundadoras enfrentarse a ciertos aspectos de la idiosincrasia nacional. Sin embargo, la iniciativa dio frutos, visibles en alumnas como Santa Teresa de los Andes, “hija predilecta de la Iglesia Chilena” (Juan Pablo II). Se analiza en estas páginas la obra “Educar a la francesa” de Alexandrine de la Taille, editada por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 344 - 351
LA GLORIA DEL ESPACIO (en el Renacimiento y el Barroco), por Andrea Dall’Asta. Siguiendo a una reflexión sobre la arquitectura de la Edad Media (cf. Humanitas 73), se aborda aquí el uso de la luz y del espacio en la arquitectura religiosa del Renacimiento y el Barroco, como testimonio de la visión de la divinidad que expresa el arte de esos siglos. Se ilustra cómo la luz renacentista ya no tiene un significado simbólico homologable al medieval, pero ilumina un espacio racional y armónico. La luz barroca subraya la idea del orden establecido por Dios en el caos del mundo. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 352 - 361 APUNTES Y NOTAS LA BIBLIA DE SAN JUAN, MANUSCRITA E ILUMINADA PARA EL MUNDO DE HOY, por Verónica Griffin. En 1998, la Abadía Benedictina de Saint John’s University of Collegeville, Minnesota, y el calígrafo Donald Jackson emprendieron la tarea de crear una Biblia manuscrita e iluminada, la primera hecha en un monasterio benedictino desde la invención de la imprenta. El propósito de esta iniciativa fue mostrar la Sagrada Escritura de una forma antigua y nueva, que ayudase a iluminar la fe del hombre moderno, que reuniera la belleza y dignidad de las grandes biblias medievales, ilustrada asimismo con imágenes elocuentes para el mundo actual. Quince años después se concluyó el trabajo en la llamada Biblia de San Juan. LA MEDICINA FRENTE AL DESAFÍO DE LA ENFERMEDAD, por Martino di Carli. La medicina se enfrenta constantemente al problema del sufrimiento. La enfermedad, con su carga ineludible de dolor, es percibida como una anticipación de la muerte. No es posible eludir estas manifestaciones extremas del límite del hombre. Permanece el carácter angustioso de la condición humana que, puesta entre el don de la vida y su vulnerabilidad trágica, no puede evitar ser solicitada por el contragolpe de las grandes preguntas fundamentales que atañen a la condición humana. El presente artículo busca reflexionar acerca de la necesidad de reafirmar la importancia para la medicina de una concepción unitaria del hombre y de un enfoque integral de la práctica clínica. Humanitas 2014, LXXIV, págs. 362 - 378 LIBROS “Libertad en Ratzinger” por María Esther Gómez (Ediciones Encuentro); “Diario de Mario Góngora” por Leonidas Morales (Editorial Universitaria- Ediciones Universidad Católica); “Ser consumidos. Economía y deseo en clave cristiana” por William Cavanaugh (Editorial Nuevo Inicio); “¿Cómo hablar de Dios hoy? Anti-manual de evangelización” por Fabrice Hadjadj (Editorial Nuevo Inicio); “La ciudad cristiana y sus peripecias. El caso chileno” por Gonzalo Ibáñez (Editorial Atenas-Universidad Adolfo Ibáñez); “Lo natural y lo racional” por Robert Spaemann (Instituto de Estudios de la Sociedad); “Jorge Bergoglio- Francisco: la vida, las ideas, las palabras del Papa que cambiará la Iglesia” por Andrea Tornielli (Plaza & Janés); “William Blake y otros temperamentos” por G.K. Chesterton (Ediciones Universidad Diego Portales); “¿Quién soy? ¿Quién eres tú?” por Sara Navas (Edición de Sara Navas); “La reina Blanca de Castilla” por Régine Pernoud (Editorial Acantilado); “Cartas del lago de Como” por Romano Guardini (Editorial Eunsa); “Reflexiones sobre la Constitución de 1980. 50 años de un actor y testigo de la vida política chilena” por Sergio Díez Urzúa (El Mercurio-Aguilar). Humanitas 2014, LXXIV, págs. 452 - 471
H 211
Domingo 27 de abril de 2014
L
a dimensión imperecedera de esta fecha como auténtico hito histórico ―octava
de Pascua en que la Iglesia celebró el presente año la Fiesta de la Divina Misericor-
dia― queda configurada por los varios caudalosos torrentes que en ella confluyen. Decía Benedicto XVI en enero de 2007, como anteviendo el Año de la fe
que conmemoraría los 50 años del Concilio Vaticano II ―momento histórico que “encierra la entera historia doctrinal de la Iglesia”, apunta―, que años antes que aquel tuviese lugar, “conciencias esclarecidas y pensadores cristianos tenían ya la intuición del desafío histórico que había que enfrentar”. En efecto,
se estaba frente a “un mundo que la época moderna había transformado pro-
fundamente y que, por primera vez en la historia, se hallaba ante el escenario de una civilización mundial, donde el centro no podía ser más Europa, como tampoco aquello que llamamos Occidente y Norte del mundo”.
Después del luminoso y a la vez dramático pontificado de Pío XII (1939 -
1958), en que aquellas preocupaciones e ideas iban tomando forma, el mundo se enteraba con sorpresa y asombro que un nuevo Papa, de edad avanzada y cuyo
pontificado sería por tanto breve ―hijo de campesinos italianos de profunda fe,
con una larga vida de servicio a la Iglesia en escenarios diplomáticos comple-
jos―, tomaba la audaz iniciativa de convocar al Concilio Ecuménico Vaticano II. Hablamos del Beato Juan XXIII, cuya canonización, junto con la del Beato Juan Pablo II, tiene lugar en la fecha registrada en el título de este editorial.
La primera incumbencia del Concilio inaugurado en 1962 sería la de clau-
surar el Concilio Vaticano I, interrumpido por las guerras de la unificación
italiana a mediados del siglo XIX. Casi un signo adelantado de los hechos que se van a suceder, confirmando aquello de que el Vaticano II “encierra la entera
historia doctrinal de la Iglesia”. Presidido, el primero de estos concilios, por el Papa Pío IX ―beatificado por Juan Pablo II el 2000, en la misma ceremonia
en que se beatificó a Juan XXIII― la Iglesia, guiada por el Espíritu, parecía asumir de una vez, en esa “entera historia doctrinal”, tanto el Syllabus de los
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HUMANIºTAS Nº 74 pp. 212 - 215
EDITORIAL errores modernos, como el anti-Syllabus que formulará muy luego el nuevo Concilio, particularmente a través de la Constitución Gaudium et spes. Todo ello, bien entendido, según una hermenéutica de la reforma y la continuidad,
y no de la ruptura, como explicó Benedicto XVI en su conocido discurso a la Curia romana de 2005.
El mismo Papa Ratzinger nos desvela este escenario: “Es justamente con
el fin de ‘poner al mundo moderno en contacto con las energías vivificantes
y perennes del Evangelio’ (Juan XXIII, constitución apostólica Humanae
salutis, n.3), que tuvo lugar el concilio Vaticano II, en el curso del cual la
Iglesia, partiendo de una conciencia renovada de la tradición católica, toma en serio y discierne, transfigura y sobrepasa las críticas que están en la base
de las corrientes que han caracterizado a la modernidad, es decir, la Reforma y la Ilustración. De este modo, la Iglesia acoge y regenera lo mejor de las exigencias de la modernidad, por una parte asumiéndolas y yendo más allá y por otra evitando sus errores y los caminos sin salidas” (Benedicto XVI, 12 mayo 2010).
Fallecido Juan XXIII luego de concluida la primera sesión del Vaticano II,
será su sucesor, Pablo VI, quien presidirá las tres sesiones restantes y su defi-
nitiva clausura. Corresponderá a este Pontífice, en lo que pudo equivaler a un verdadero calvario, gobernar a la Iglesia en los convulsos años del posconcilio,
cuando la barca de Pedro hubo de navegar asimismo en un mundo profundamente trastornado en sus categorías morales a causa de la «revolución de los
sesenta», cuyo espíritu contagiará a todas las naciones de cultura occidental y cristiana, incluidos ciertamente vastos sectores de la misma Iglesia. En
medio de esta lucha, dicho Pontífice expresa su aflicción con palabras que han
quedado grabadas: habiéndose abierto las puertas y ventanas de la Iglesia para dialogar con el mundo moderno, entró por ellas, dice Pablo VI, «la humareda
de Satanás». Efectivamente, el costo de este difícil pero necesario giro histórico
H 213
implicaría que todas las dicotomías que agitan al mundo de esas décadas, se
instalen al interior de la Iglesia, muy particularmente esa confrontación que se conoció como «Guerra Fría».
En medio de esa prolongada y dura etapa, fallecido Pablo VI, para quien
quisiera reconocerlo, el Espíritu que guía a la Iglesia da un signo fuerte
de aquella realidad que maduraba y a la cual esta se había proféticamente adelantado. En efecto, por primera vez en siglos, en el cónclave de 1978 no
se elegía a un Papa italiano. Más aun, los dos sucesores del Papa Montini,
Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, actores importantes del Concilio y figuras descollantes en la Iglesia y en el mundo del siglo XX, provienen de dos naciones particularmente sacrificadas por los avatares históricos de la primera
mitad del siglo XX: Polonia y Alemania. Bajo su gobierno transcurren 34
años decisivos en orden a la implementación del Concilio Vaticano II, que nos traen a la Iglesia de inicios del tercer milenio.
La canonización del Pontífice que convocó al Vaticano II, Juan XXIII, y
de aquel que a través de 26 años de pontificado lo implementó, Juan Pablo II, decretada por un Papa proveniente ahora «de los extremos del mundo», Francisco, pareciera cerrar un ciclo histórico y abrir otro.
Se concluiría así, en cierto modo, el proceso abierto por Juan XXIII, iluminado
por la intuición descrita más arriba (cf. citas de Benedicto XVI en segundo y
quinto párrafo), reforma realizada en la continuidad y no en la ruptura, larga, difícil, pero necesaria ―recordemos al beato John Henry Newman y su genuina conciencia de la tradición: la Iglesia necesita siempre cambiar para ser ella mis-
ma―, que hoy, en la voz del actual Pontífice, expresa la luz del evangelio, según puede apreciarse a diario, en potente sintonía con el hombre de nuestro tiempo. Un giro histórico que puede bien comprenderse como un don de la Divina
Misericordia que protegerá a la Iglesia hasta el fin de los tiempos, y que en este
en que vivimos se ha manifestado de forma especialmente evidente a través de un magisterio ―el del Concilio y el de los sucesivos Papas que lo desarrolla-
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ron― recordando al hombre moderno, poseído por el sentido de su potencia y capacidad de autonomía, que todo bien proviene de Dios.
A la luz de lo anterior, no es pura coincidencia humana que la convocación
universal producida por las canonizaciones del domingo 27 de abril de 2014 tenga lugar en la solemnidad de la Divina Misericordia, instaurada por Juan Pablo II en atención al pedido que recibiera la santa polaca Faustina Kowals-
ka, y que asimismo, silenciosamente, en contemplativa oración, asista a ella el Papa emérito Benedicto XVI, mano fiel y providencial que el Señor puso al lado del gran Pontífice que llegara de Polonia.
JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE Director de Humanitas
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Ante la canonización de Juan XXIII (1881 – 1963)
El “Papa bueno”,
varón de unidad y paz POR PAUL CARD. POUPARD
Es precisamente el bienaventurado Papa Juan XXIII misNACIDO EL 25 DE NOVIEMBRE DE 1881 EN SOTTO-IL MONTE, CERCA DE BÉRGAMO, SIENDO EL TERCER HIJO DE UNA FAMILIA DE CAMPESINOS NUMEROSA Y POBRE, ANGELO GIUSEPPE RONCALLI INGRESA AL SEMINARIO MENOR EN 1893, Y EN 1900 VA A TERMINAR SUS ESTUDIOS DE TEOLOGÍA A ROMA, DONDE ES ORDENADO SACERDOTE EL 10 DE AGOSTO DE 1904.
mo, hombre de unidad y de paz, quien nos regocija con las confidencias de su Diario1, iniciado a los catorce años de edad y mantenido permanentemente hasta 1962, algunos meses antes de su fallecimiento, cuando tenía ochenta y un años. Al entregar esos viejos cuadernos ajados y esos fascículos deteriorados a su fiel secretario, monseñor Loris Capovilla, el buen Papa Juan le confiaba: Mi alma está en esas páginas. Yo era un buen muchacho inocente, un poco tímido. Quería a toda costa amar a Dios y no pensaba sino en convertirme en un sacerdote al servicio de las almas sencillas que requieren cuidados pacientes y diligentes.
Sesenta años antes, escribía: Si tuviera que ser como San Francisco de Sales, mi santo tan amado, eso nada significaría para mí, ni siquiera ser elegido Papa. Un gran amor intenso por Jesucristo y su Iglesia, una tranquilidad de ánimo inalterable, una dulzura incomparable con el prójimo: eso es todo.
Y esta conmovedora confidencia al final de su servicio pontificio: Oh, Jesús, aquí estoy ante tu presencia, viejo como soy ahora, al final de mi servicio y de mi vida. Mantenme estrechamente unido a tu corazón, en un solo latido con el mío.
1 JUAN X XIII, Journal de l’âme, Cerf, 1964.
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Recuerdo todo esto con gratitud. Era yo entonces un joven colaborador suyo en la Secretaría de Estado, en esos años 60 en que, contra todo lo previsto, lanzó a la Iglesia en esa aventura espiritual del Concilio Vaticano II, que abrió
HUMANITAS Nº 74 pp. 216 - 245
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SIENDO PATRIARCA DE VENECIA, ES ELEGIDO PAPA EL 28 DE OCTUBRE DE 1958 Y CORONADO EN LA BASÍLICA DE SAN PEDRO, EN ROMA, EL 4 DE NOVIEMBRE. EL CONCILIO QUE ANUNCIÓ EL 25 DE ENERO DE 1959 COMIENZA EL 11 DE OCTUBRE DE 1962. MUERE EL 3 DE JUNIO DE 1963 AL CABO DE UN PONTIFICADO DE ALGO MENOS DE CINCO AÑOS.
la ruta del futuro y trazó audazmente nuestro camino para el tercer milenio. En cuanto a él, la gente humilde de Roma lo adoptó definitivamente desde el día de su muerte con estas palabras sencillas que traducen un profundo afecto humano y sobrenatural: “Papa Giovanni: papa buono, papa santo”: “El Papa Juan: el Papa bueno, el Papa santo”.
Unas líneas sobre su vida Nacido el 25 de noviembre de 1881 en Sotto-il Monte, cerca de Bérgamo, siendo el tercer hijo de una familia de campesinos numerosa y pobre, Angelo Giuseppe Roncalli ingresa al seminario menor en 1893, y en 1900 va a terminar sus estudios de teología a Roma, donde es ordenado
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sacerdote el 10 de agosto de 1904. Su obispo, monseñor Radini Tedeschi, lo nombra secretario suyo, capellán de los jóvenes, director espiritual y profesor de historia, apologética y patrología en el seminario de Bérgamo. Después de la guerra, durante la cual se prodiga generosamente como sargento enfermero y capellán, funda una casa de estudios y se ocupa de la acción católica y de las obras misioneras, trabajando al mismo tiempo en la edición monumental de las Visitas pastorales de San Carlos Borromeo a Bérgamo. Entra así en contacto con el prefecto de la Biblioteca Ambrosiana de Milán, futuro Pío XI, y con toda la corriente del Concilio de Trento, percibiendo la fecundidad del mismo para la Iglesia. En 1921, la Congregación de las Misiones lo llama al Vaticano para reorganizar las obras de cooperación misionera, especialmente la Propagación de la fe de Pauline Jaricot, que establece en Italia. Consagrado obispo el 19 de marzo de 1925, representará a Roma, en Sofía, en calidad de Visitador apostólico en Bulgaria. Es el primer contacto oficial entre las dos ciudades al cabo de un milenio. Luego, entre 1934 y 1944, durante diez años, es Delegado apostólico en Turquía y en Grecia, hasta el momento en que se dirige a París, donde es nombrado Nuncio Apostólico el 22 de diciembre de 1944. El 14 de enero de 1945 presenta sus credenciales al general De Gaulle formulando los votos del cuerpo diplomático. Llega a ser Cardenal el 12 de enero de 1953 al cabo de ocho años de nunciatura apostólica marcados por numerosos contactos, no solo con los medios de la Iglesia, sino con todos. Literalmente, surca Francia, como da testimonio su diario. Siendo Patriarca de Venecia, es elegido Papa el 28 de octubre de 1958 y coronado en la Basílica de San Pedro, en Roma, el 4 de noviembre. El Concilio que anunció el 25 de enero de 1959 comienza el 11 de octubre de 1962. Muere el 3 de junio de 1963 al cabo de un pontificado de algo menos de cinco años.
SU VIDA NADA TIENE DE EXTRAORDINARIO HASTA SU ELECCIÓN COMO PAPA. EN 1948, CUANDO TENÍA SESENTA Y SIETE AÑOS, LA CONSIDERABA INCLUSO TERMINADA. SUS CUADERNOS ÍNTIMOS DAN TESTIMONIO EN EL CURSO DE LOS AÑOS DE UN DESAPEGO CADA VEZ MÁS GRANDE, CON UNA DISPONIBILIDAD TOTAL PARA EL SEÑOR EN CONFORMIDAD CON SU LEMA: OBEDIENCIA Y PAZ.
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Su vida nada tiene de extraordinario hasta su elección como Papa. En 1948, cuando tenía sesenta y siete años, la consideraba incluso terminada. Sus cuadernos íntimos dan testimonio en el curso de los años de un desapego cada vez más grande, con una disponibilidad total para el Señor en conformidad con su lema: Obediencia y paz. Así encuentra la paz, la libertad y la serenidad de una vida de entrega. Ese es el secreto de la extraordinaria irradiación espiritual del buen Papa Juan, un hombre de Dios entre los hombres. HOMBRE DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES, PLENAMENTE HOMBRE Y HOMBRE DE DIOS, DURANTE TODA SU VIDA JUAN XXIII FUE UN HOMBRE DE UNIDAD.
Ilustra su vida esta confidencia de su diario, el Diario del alma: Ahí reside el misterio de mi vida. No busquéis otra explicación. Siempre he repetido la frase de San Gregorio Nacianceno: “Tu voluntad, Señor, es nuestra paz”.
UN HOMBRE PLENAMENTE HOMBRE Y VISIBLEMENTE HOMBRE DE DIOS
Un hombre de unidad Hombre de Dios entre los hombres, plenamente hombre y hombre de Dios, durante toda su vida Juan XXIII fue un hombre de unidad. Siendo secretario de su obispo en Bérgamo, ahí encuentra el ideal vivido de ser un pastor para todos en esos momentos difíciles: El obispo es la fuente en la plaza del pueblo, la fuente de agua viva que corre por todo el mundo, de día y de noche, en invierno y en verano, tanto para los niños pequeños como para los hombres de edad madura. Ahí se dirige uno a apagar la sed, a lavarse, a purificarse, a sacar fuerzas, y sólo al verla correr se encuentra serenidad y paz.
Es una imagen del agua viva que corre en la Biblia como un río no interrumpido que atraviesa toda la Historia Sagrada, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Hombres de todas las categorías vienen a mi pobre fuente. Mi función es dar agua a todos.
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Siendo soldado durante la guerra, establece el vínculo entre sus camaradas con su buen humor, siempre a disposición de todos. Como representante de la Santa Sede en Europa Oriental, en medio de poblaciones divididas por la fe, siempre busca lo que une, en vez de destacar como tantos otros lo que separa, todo eso con una “cándida sinceridad”, según la expresión de su sucesor Pablo VI en el Ángelus del 28 de octubre de 1973.2 Hombre de unidad, lo será al inaugurar el Concilio Ecuménico y al invitar al mismo a nuestros hermanos separados, los cristianos anglicanos, protestantes y ortodoxos. Hombre de unidad, lo fue al recibir a hombres de toda obediencia. Uno de sus encuentros más conmovedores fue sin duda aquel en el cual acogió a un grupo de israelitas diciéndoles con los brazos muy abiertos: “Soy José, vuestro hermano”. Palabra bíblica, de profundas resonancias.
Humildad Era la tarde de su elección. La multitud abigarrada aplaudía ruidosamente al abrirse la Loggia que domina la Plaza de San Pedro para la primera bendición tradicional Urbi et Orbi, es decir, de la ciudad y el mundo. El nuevo Papa, a quien simplemente le pusieron la más ancha de las tres sotanas blancas preparadas por personas que no habían previsto la elección del cardenal Roncalli, acababa de decir con un humor lleno de gravedad: “Eccomi qua”, “¡Aquí estoy ahora acicalado, listo para ser entregado!”
HOMBRE DE UNIDAD, LO FUE AL RECIBIR A HOMBRES DE TODA OBEDIENCIA. UNO DE SUS ENCUENTROS MÁS CONMOVEDORES FUE SIN DUDA AQUEL EN EL CUAL ACOGIÓ A UN GRUPO DE ISRAELITAS DICIÉNDOLES CON LOS BRAZOS MUY ABIERTOS: “SOY JOSÉ, VUESTRO HERMANO”. PALABRA BÍBLICA, DE PROFUNDAS RESONANCIAS.
Posteriormente, contó cómo vivió la escena: Imagínense que en la Plaza de San Pedro, cuando tuve que dar mi bendición “Urbi et Orbi”, los proyectores de la televisión y del cine eran tan potentes que no logré distinguir la enorme muchedumbre que al parecer se extendía hasta el Tíber. Bendije el universo, pero al retirarme del balcón de San Pedro pensaba en todos los proyectores que en lo sucesivo a cada minuto apuntarían hacia mí. Y me dije: “Si no permaneces en la escuela del Maestro dulce y humilde, dejarás absolutamente de ver la realidad del mundo, serás ciego”.3
2 Osservatore Romano, 29-30 de octubre de 1973. 3 Ver R. P. CARRÉ, L’humilité de Jean XXIII, en Foi vivante, No. 9, p. 173, octubre-diciembre de 1961.
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BONDAD SONRIENTE, GENTILEZA, DON DE SIMPATÍA, SABIDURÍA DE CAMPESINO VIEJO, SERENIDAD DE HOMBRE DE DIOS: TODO SE HA DICHO SOBRE ESTE CONJUNTO DE CUALIDADES.(…)
Algunos estábamos con él en diciembre de 1960, al día siguiente de la visita oficial que le hizo el Doctor Fischer, Arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia Anglicana. Con una fina sonrisa, nos dijo: Voy a hacerles una pequeña confidencia: ayer recibí al Doctor Fischer. Es una persona importante, el jefe de la Iglesia Anglicana… Y como eso se había decidido un mes antes me decía a mí mismo cada cierto tiempo: “Bueno, Giovanni (era su nombre de Papa y así se llamaba a sí mismo), bueno, Giovanni, no es poca cosa, dentro de tres semanas, dentro de quince días, dentro de tres días, etc. vas a recibir al Doctor Fischer, te das cuenta, no es poca cosa. ¿Qué vas a decir y qué vas a hacer, eh? Si tu
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(…) HASTA HACERSE OLVIDAR QUE LOS DONES HUMANOS DE RONCALLI, EL HOMBRE, ESTUVIERON, MEDIANTE LA PROLONGADA PACIENCIA DE TODA SU VIDA, AL SERVICIO DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO Y DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA.
papá y tu mamá te vieran, ¿qué dirían? Por mucho que seas el Papa, no puedes en todo caso cambiar el Credo para dar gusto a quienes no son católicos…”. “Y luego… —un momento de silencio y Juan XXIII prosigue, meditativo y alegre—, y luego se abrió la puerta y el monseñor me anunció: “Santo Padre, es el Doctor Fischer”. Entonces qué hice, qué podía hacer: le abrí los brazos y nos abrazamos, porque antes que estar separados, somos en primer lugar hermanos en Jesucristo, y eso es más fuerte que todo lo demás.
Y terminó su “pequeña confidencia”, como él decía, con estas palabras, que tal vez para mí constituyen el encuentro más evidente que he tenido con la humildad viva:
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Amigos míos, como veis, sólo soy un hombre pobre. No soy ni un gran teólogo ni un gran filósofo ni un gran historiador ni un gran erudito ni un gran político; pero quizás el buen Dios necesitaba un hombre pobre para hacer eso, y habría sido algo muy difícil para un gran teólogo, un gran… etc.; pero ahora que está hecho, otro más grande podrá venir y continuar porque yo sencillamente habré comenzado.
(…) ESTO SUPONE UNA ENERGÍA, UNA TENACIDAD, UNA PERSEVERANCIA QUE ME GUSTA PROPONER COMO EJEMPLO A AQUELLOS JÓVENES QUE PODRÍAN CONSIDERAR INÚTIL EL ESFUERZO Y VER FÁCILMENTE EN JUAN XXIII EL RESULTADO DE UN TEMPERAMENTO FELIZ.
Y se detuvo súbitamente, dejando caer las manos sobre los muslos con un gesto familiar, diciendo: “Ecco, basta, coraggio figlioli, andiamo…”, lo cual significa algo así como: “He terminado, basta, ánimo, hijitos, sigamos…”. Bondad sonriente, gentileza, don de simpatía, sabiduría de campesino viejo, serenidad de hombre de Dios: todo se ha dicho sobre este conjunto de cualidades, hasta hacerse olvidar que los dones humanos de Roncalli, el hombre, estuvieron, mediante la prolongada paciencia de toda su vida, al servicio del Evangelio de Jesucristo y de la misión de la Iglesia. Esto supone una energía, una tenacidad, una perseverancia que me gusta proponer como ejemplo a aquellos jóvenes que podrían considerar inútil el esfuerzo y ver fácilmente en Juan XXIII el resultado de un temperamento feliz.
Un hombre de Dios Para convencerse de lo anterior, es suficiente releer sus notas de retiro y su Diario del alma, en el cual, desde su adolescencia y hasta su muerte, no dejó de marcar sus resoluciones y anotar sus reflexiones. Ahí reside su secreto. Ahí revela mediante sus confidencias, hechas con sinceridad, su propia personalidad en su auténtica profundidad espiritual. Escuchémoslo: Cuando la raíz es sana, el árbol crece vigorosamente, incluso entre las piedras (30 de enero de 1939). Nunca me he desprendido de la obediencia, fuente de paz interior y de buenos resultados (14 de noviembre de 1938).
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La despedida de mis seres queridos, de mi mamá, a quien tal vez no vuelva a ver en la tierra, es algo triste, conmovedor; pero sé que procedo con obediencia y eso modera y suaviza todo (6 de octubre de 1938). Todos saben en alguna medida sugerir consejos y críticas; pero otra cosa es hacer que un servicio sea útil y sencillo (10 de mayo de 1939). Pequeñas espinas que soportamos por amor a Jesús se convierten en rosas. Calma y paciencia (1938). Aun cuando tuviera que ser Papa y mi nombre fuese pronunciado y venerado por todas las bocas y grabado en mármol, ¿qué sería yo al comparecer ante el juez divino? ¡Nada! (Ejercicios espirituales, 10-12 de diciembre de 1902). Tengo una dignidad que nunca he merecido, lo confieso. Estoy ocupado todo el día, ahora en una linda casa, con mi máquina de escribir, o en conversaciones fastidiosas, en medio de muchas dificultades y espinas con personas que pertenecen a Jesucristo y por derecho a la Iglesia Católica, pero que carecen totalmente del sentido de Cristo y más aún del “sensus ecclesiae”; siempre en contacto con los llamados grandes del mundo, pero afligido ante la pequeñez de su espíritu en relación con lo sobrenatural; preparando cuidadosamente
“UN HIJO BIEN NACIDO NO SE SEPARA DE SU MADRE SIN CONSERVAR EN SU ROSTRO, EN SUS RASGOS Y EN SUS PALABRAS ALGO DE LA TIERRA DE ORIGEN QUE LO MOLDEÓ.” (30 DE ABRIL DE 1961, A LOS PEREGRINOS DE SU DIÓCESIS)
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JUAN XXIII REUNIÓ EL CONCILIO VATICANO II. LO ANIMA UN TRIPLE ESPÍRITU: LA RENOVACIÓN DE LA IGLESIA, LA UNIÓN DE LOS CRISTIANOS, LA APERTURA AL MUNDO. A ESTAS INTENCIONES OFRECIÓ SU VIDA Y SU LARGA AGONÍA, SEGUIDA POR TODOS, PEQUEÑOS Y GRANDES, CON EL OÍDO PEGADO AL TRANSISTOR. (…)
eventos de los cuales debieran surgir tantos bienes, y siendo luego espectador de la fragilidad de las esperanzas humanas (31 de enero de 1931). Durante los primeros días de este servicio pontificio no me daba cuenta de todo lo que significa ser Obispo de Roma y por ende también pastor de la Iglesia universal. Luego, semana tras semana, se hizo plenamente la luz. Y me sentí como en mi casa, como si no hubiera hecho ninguna otra cosa durante toda mi vida (1963). Haber entrado a mi octogésimo año y también haber salido del mismo ya no perturba mi espíritu. No deseo ni más ni menos de lo que el Señor sigue dándome (1961). Experimento la satisfacción que me da el hecho de ser fiel a mis prácticas devocionales: el breviario, la recitación del rosario con meditación, la unión permanente con Dios y las cosas espirituales (1961). Mi tranquilidad personal, que tanto impresiona en el mundo, reside enteramente en esto: mantenerme en la obediencia, como lo he hecho siempre, y no desear —ni rezar para esto— vivir más tiempo, ni siquiera un día más allá del momento en que el ángel de la muerte venga a llamarme y llevarme al Paraíso, como espero (1961). Sufro con dolor y con amor. He podido seguir mi muerte paso a paso. Ahora me encamino suavemente hacia el fin. No es el momento de llorar. Con la muerte comienza una nueva vida, la glorificación en Cristo. Estoy listo para partir, totalmente listo. Seguiremos amándonos en el Cielo (1º de junio de 1963).
Un pastor Algunos días antes de morir, confía a monseñor Martin: Todos los días son buenos para vivir y también todos son buenos para morir. En cuanto a mí, las maletas están listas, pero también estoy dispuesto a seguir trabajando.
Y a su secretario monseñor Capovilla, que llora y me lo cuenta al día siguiente en la mañana, todavía muy emocionado y perturbado: ¿Por qué lloras, don Loris? En el Salmo del Breviario decimos: “Estoy contento porque me han dicho ‘Vamos a la casa
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del Señor’” (“in domum Domini ibimus” en el texto latino familiar para él). Para mí ha llegado el momento, regocijémonos, y tú no te inquietes por nada después de mi muerte. Yo lo pensaré…
Así era el hombre que muchos juzgaron superficialmente como un hombre bien corpulento, de gestos claros y buen ánimo, en suma un temperamento feliz, un prelado optimista y sonriente, es decir, un gran diplomático, el campesino del Danubio de la diplomacia pontificia. El 30 de abril de 1961, decía a los peregrinos de su diócesis: Un hijo bien nacido no se separa de su madre sin conservar en su rostro, en sus rasgos y en sus palabras algo de la tierra de origen que lo moldeó.
Su mamá de la tierra, ciertamente, pero también su madre del Cielo, la Iglesia que amó como hijo: la Iglesia, Mater et Magistra, según el título de su gran Encíclica; la Iglesia, madre y educadora de los hombres; esa Iglesia heredada de Pío XII y transmitida a Pablo VI, como la flor abierta de una primavera inesperada, en un clima de Pentecostés. De esa Iglesia, Juan XXIII fue el pastor, el buen pastor, como lo declaró al día siguiente de su elección. Muy pronto fue reconocido como tal, inicialmente por los romanos, luego por todos los cristianos y finalmente por el mundo entero. Si bien sus antecesores permanecían dentro del Vaticano, él se dedicó a salir muy a menudo, despertando siempre gran simpatía a su paso. Los romanos decían familiarmente refiriéndose a él: “Giovanni fuori le mura”, y los estadounidenses, pensando en el whisky, lo llamaban Johnnie Walker. Para todos, sigue siendo “el buen Papa Juan”, que no pasa el tiempo llorando sobre la desgracia de los tiempos, dirigiéndose en cambio al corazón de los hombres para llamarlos a trabajar y a transformarlo. Recuerdo cómo una tarde en la televisión italiana —la RAI— se trataba de elegir al hombre más adecuado para ser enviado al planeta Marte en calidad de representante de la Tierra. Alguien propuso a Juan XXIII, pero el jurado ya había elegido al Doctor Schweitzer… Hubo un
SU MUERTE FUE SENTIDA POR TODOS, CRISTIANOS Y NO CREYENTES, COMO UN DUELO PERSONAL: LA MUERTE DE UN PADRE. EN MOSCÚ, EL PATRIARCA ALEXIS INVITABA A LOS ORTODOXOS A LA ORACIÓN. (…)
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LA ESPIRITUALIDAD DE JUAN XXIII
Solo por hoy Solo por hoy procuraré vivir al día sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez. Solo por hoy tendré máximo esmero por mi aspecto: me vestiré con sobriedad, no alzaré la voz, seré cortés de modales, no criticaré a nadie, no procuraré mejorar ni disciplinar a nadie fuera de mí mismo. Solo por hoy seré feliz con la certeza de haber sido creado para ser feliz no solo en el otro mundo, sino también en este. Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.
Solo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a sentarme en silencio escuchando a Dios, recordando que tal como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, el silencio y escuchar son necesarios para la vida del alma. Solo por hoy realizaré una buena acción y no se lo diré a nadie. Solo por hoy me trazaré un programa: tal vez no lo siga perfectamente, pero lo haré. Y me cuidaré de estos dos males: la prisa y la indecisión. Solo por hoy sabré desde el fondo del corazón, a pesar de las apariencias, que mi existencia está bajo protección como nada más en el mundo. Solo por hoy no tendré temores. De modo especial no tendré miedo de gozar de lo que es bello ni de creer en el Amor. Bien puedo hacer durante 12 horas lo que me asustaría si pensara que debo hacerlo toda la vida. Oración del Plan de vida espiritual
Arrepentimiento y perdón Soy el pérfido discípulo que te traicionó, el presuntuoso que te negó, el vil que te despreció, te escarneció; el cruel que te coronó con espinas, te flageló. ¡Todo esto y más aún he hecho con mis pecados! Y tú, tú eres mi buen Jesús, me guiaste amoroso en mi pecado, en la cruz rezaste por mí, y desde tu corazón traspasado hiciste descender una ola de sangre divina que limpió mi suciedad. Me arrancaste de la muerte, muriendo por mí y venciendo a la muerte me trajiste la vida, me abriste el Paraíso. ¡Oh amor, oh amor de Jesús! Y sin embargo finalmente este amor venció, y yo estoy contigo, oh Maestro mío, oh Amigo mío, oh Esposo mío, oh Padre mío: ¡heme aquí en tu corazón! Diario del alma, 192
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En todo este día de hoy no he agradado a Jesús. Lejos estuve de él… Oh Dios, humíllame cada vez más, Hazme conocer mi verdadera nada; de lo contrario, si sigo como en estos últimos días, me reduciré a malos pasos. Que nunca ocurra eso, oh Señor; yo protesto desde ahora por quererte siempre amar. Oh Jesús, caridad y perdón. Diario del alma, 95
Obediencia Así como comprendo —y ya sin fatiga— que el principio de la santidad es mi total abandono en la santa voluntad del Señor, también en las pequeñas cosas… que el Señor me ayude a no ceder jamás en este punto. Diario del alma, 648
Nada sé: Esto solamente quiero, la voluntad de Dios en todo y siempre, y su gloria en el sacrificio total de mi ser. Señor Jesús, mantenme siempre en esta disposición. María mía, buena mamá, ayúdame “para que Cristo sea anunciado”. Diario del alma, 648
Oración Un motivo de alegría interior es que mantenerme humilde y modesto no me cuesta gran cosa. No deseo, no pienso sino en vivir y en morir por las almas que me han confiado. La oración es mi alivio. Diario del alma, 853 – 854 – 856
El sacerdote: El sacerdocio, la cruz, la sencillez de corazón
La cruz En la vida nada es mejor que llevar la cruz, así como el Señor me la pone sobre la espalda y en el corazón. Debo considerarme como el hombre de la cruz y amar la que Dios me da sin pensar en otra cosa. Todo lo que no es honor de Dios, servicio a la Iglesia, bien de las almas es accesorio para mí y sin importancia. Diario del alma, 641
Breve Biografía de Juan XXIII
Juan XXIII, Angelo Roncalli, nace en la provincia de Bérgamo en 1881, en una familia de campesinos en la cual absorbe una fe viva, concreta y generosa. Llegando a ser sacerdote, durante algunos años desempeña actividades de secretario junto a su obispo y se dedica a la enseñanza de seminario y al estudio. Durante la Primera Guerra Mundial es capellán militar y acompañará, también posteriormente, a muchos jóvenes que vivieron el sufrimiento de la guerra. Después de su consagración como obispo en 1944, durante muchos años le encomiendan tareas diplomáticas en el exterior. En 1953, es nombrado cardenal y Patriarca de Venecia. En 1958, es elegido Papa y pocos meses después anuncia su deseo de convocar el Concilio Ecuménico Vaticano II. Muere en junio de 1963. Es beatificado por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre del año 2000. Es canonizado el 27 de abril de 2014 en la Plaza de San Pedro.
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momento incómodo. Un experto rompió el silencio: “Nuestro Papa Juan es tan bueno que deseamos conservarlo siempre con nosotros en la tierra. ¡No, no queremos enviarlo al planeta Marte!”. Como ocurre en muy pocas ocasiones, el auditorio de la RAI prorrumpió en aplausos tan prolongados como cálidos. Y sin embargo, como decía el chofer de taxi: “Era demasiado bueno, no podía durar”, y el servidor de pizza de la Piazza Navona: “Uno come quello, non lo fanno più”: “Uno así no lo vuelven a hacer”. Era ya la canonización popular espontánea, antes de la beatificación pronunciada por Juan Pablo II.
Un hombre de Iglesia Juan XXIII reunió el Concilio Vaticano II. Lo anima un triple espíritu: la renovación de la Iglesia, la unión de los cristianos, la apertura al mundo. A estas intenciones ofreció su vida y su larga agonía, seguida por todos, pequeños y grandes, con el oído pegado al transistor. [...] “Soffro con dolore, ma con amore”: “Sufro con dolor, pero con amor”, decía abriendo los brazos. Y cuando lo interrogaban en el momento de la apertura del Concilio, respondía: “La parte mía será el sufrimiento”.4 Fue sufrimiento, oración y una acción cotidiana muy eficaz, sin hazañas espectaculares, pero mediante toques sucesivos, casi inadvertidos al comienzo. Recuerdo, cuando llegué al Vaticano, al comienzo del pontificado de Juan XXIII, cómo se dibujaba poco a poco una nueva imagen del Papa: no un diplomático ni un político, sino un hombre de corazón y un hombre de Dios, que se granjea muy rápidamente una confianza y un afecto popular extraordinario.
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¿Por qué? Porque a través de un contacto humano, de hombre a hombre, brotaba una llama de amor tal que cada uno se sentía incluido y amado en la mejor parte de sí mismo. Además su muerte fue sentida por todos, cristianos y no creyentes, como un duelo personal: la muerte de un padre. En Moscú, el Patriarca Alexis invitaba a los ortodoxos a la oración. [...] En París, el Rabino de la sinagoga sefardí introducía una invocación con esta intención en el oficio del Sabbat, mientras en Roma, desde su cárcel de Regina Coeli, los detenidos cablegrafiaban al Papa: “Con un inmenso amor, estamos cerca de usted”.
4 Ver Paul POUPARD, Le Concile Vatican II, col. “Que sais-je?”, PUF, 19972, “L’initiative du pape Jean XXIII”, p. 3-5 y 115-117.
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(…) EN PARÍS, EL RABINO DE LA SINAGOGA SEFARDÍ INTRODUCÍA UNA INVOCACIÓN CON ESTA INTENCIÓN EN EL OFICIO DEL SABBAT, MIENTRAS EN ROMA, DESDE SU CÁRCEL DE REGINA COELI, LOS DETENIDOS CABLEGRAFIABAN AL PAPA: “CON UN INMENSO AMOR, ESTAMOS CERCA DE USTED”.
5 Le Figaro, 8 de junio de 1963. 6 Citado por J. D’HOSPITAL, Le Pape du Concile, en Le Monde, 5 de junio de 1963.
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Como dijo Jean Guitton5: “El Papa Juan logró desensombrecer la muerte del mismo modo como logró simplificar la vida”. El editorial del diario Le Monde del 5 de junio de 1963 celebraba al apóstol del diálogo. R. Escarpit afirmaba: “Las luces pueden apagarse, pero no el recuerdo de las mismas”, y H. Fesquet: “Juan XXIII reconcilió a la Iglesia con su siglo”. Cuando pensamos que el pequeño campesino lombardo solo tenía catorce años cuando tomó la sotana y desde ese día sus hermanos y hermanas dejaron de tutearlo, nos decimos que decididamente el viejo Papa octogenario tenía un secreto para estar en buen pie con el mundo moderno, con el cual no compartía ni las ideas ni el estilo de vida. [...] Este secreto lo confió él mismo a Indro Montanelli, el tan conocido periodista italiano: Desde mi ingreso al sacerdocio me puse a disposición de la Santa Iglesia. La seguí sin ansiedad ni ambición. Todo está ahí y únicamente ahí. Está de más ir más lejos.6
El jardinero de Dios Ese es el secreto de Juan XXIII y de su irradiación durante el pontificado más breve del siglo XX antes del paso furtivo de Juan Pablo I. Y millones de fieles no dejan de agruparse en su tumba en las criptas vaticanas. Él mismo fue el jardinero de Dios, el tío abuelo que nos acoge en su finca, sólido como una encina, con los brazos abiertos al mundo. Física, mental, moral y espiritualmente, era un hombre vigoroso, desbordante de vitalidad humana y sobrenatural. En nuestra época, encarnó para el mundo entero el mensaje del Evangelio. Y como hoy se dice de buen grado, lo hizo de manera creíble, hablando el lenguaje de todo el mundo con su voz de hombre, su cabeza bien plantada y los ojos de alguien que no miente. No era un intelectual que hace malabarismos con las palabras y las ideas, sino un hombre de la tierra que sabe lo que cuesta no respetar las leyes de la naturaleza y de la vida, que conoce el precio del pan y también el de una vaca lechera. Un día se priva para enviar 150.000 liras a su hermano, que
no tiene dinero para volver a comprar una vaca perdida. Podría haber sido pastor, campesino, viñatero o panadero de pueblo; pero como dijo su hermano Zaverio: “Siendo muy joven, siempre estaba rezando, de manera que necesariamente debía surgir un sacerdote”. Por ese motivo, espontáneamente, todo el mundo, y sobre todo los pobres, lo adoptaron como uno de los suyos, como alguien que los comprende, que no los adula, que les dice incluso sus cuatro verdades, pero con el tono de quien sabe muy bien que la vida no siempre es cómoda y uno no hace a menudo lo que quisiera hacer. Se adjudica gran cantidad de historias al Papa Juan. Muchas son verdaderas, como aquella del comienzo de su pontificado, en que durante la noche se agita incesantemente en su cama preguntándose cómo resolver los grandes problemas que le presentan: “Después de todo, sólo soy el Papa; para empezar le corresponde al Espíritu Santo dirigir su Iglesia…”. Y agrega: “¡De inmediato me volví a dormir!”.
Hombre de fe profunda y de gran esperanza, Juan XXIII declaraba: Hay quienes dicen que todo está mal. “Niente affatto”: no es en absoluto verdad. Observad a toda la gente valerosa, a los papás y mamás que se sacrifican por su familia, a los niños felices y sanos, a los jóvenes que entran con valentía en la vida. En vez de hablar mal de los malos, ayudemos a los buenos a llegar a ser mejores y a los malos a convertirse.
Portada de la revista Time que declara a Juan XXIII “Persona del año” en 1962.
FÍSICA, MENTAL, MORAL Y ESPIRITUALMENTE, ERA UN HOMBRE VIGOROSO, DESBORDANTE DE VITALIDAD HUMANA Y SOBRENATURAL. EN NUESTRA ÉPOCA, ENCARNÓ PARA EL MUNDO ENTERO EL MENSAJE DEL EVANGELIO. Y COMO HOY SE DICE DE BUEN GRADO, LO HIZO DE MANERA CREÍBLE.
Así era su método, fiel a San Ignacio de Antioquía, al cual le gustaba citar: “Es preferible ser cristiano sin decirlo que decirlo y no serlo”. Su parentesco espiritual es estrecho con Teresita de Lisieux, a la cual su hermana quería hacerle decir unas palabras edificantes sobre su lecho de sufrimiento, de acuerdo con la costumbre de los conventos de esa época; pero ella protestaba: “No, no sería verdad. Me horroriza lo fingido”. Así era Juan XXIII. Todo era verdad en él, es decir, imprevisto y espontáneo, brotando de una fuente sin apremios, lo que ha podido
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llamarse en su caso la santa ingenuità, la santa ingenuidad, candor de la inocencia, que no era ignorancia, sino voluntad de no ver el mal.
Hombre de paz Cuando el 7 de marzo de 1963 recibió a Adjoubei y a su esposa, hija de Kruschev, en ese momento amo de la Unión Soviética, esta iniciativa fue sumamente criticada. Se explayó al respecto con el cardenal Marty al mediodía del 9 de mayo de 19637: Mire —me dijo—, sé que hay quienes se sorprendieron con esa visita e incluso algunos se afligieron. ¿Por qué? Debo recibir a todos los que llaman a mi puerta. Los vi… y hablamos de los niños, siempre hay que conversar sobre los niños… Veía llorar a la señora Adjoubei. Le di un rosario, sugiriendo que tal vez no sabía para qué servía y que no estaba obligada a decirlo, por supuesto, pero al mirarlo simplemente recordaría que en otros tiempos vivía una Mamá que era perfecta.8
¿Un hombre llama a su puerta? ¿Cómo dejarla cerrada? Hay que abrir, con riesgo de exponerse. ¿Hizo Cristo acaso otra cosa? “Cuidado, esa gente es de izquierda”, se le reprochó.
ESA INTUICIÓN LIBERADORA —Y AL CABO DE EXACTAMENTE CINCUENTA AÑOS ESTAMOS CELEBRANDO EL ANIVERSARIO— PERMITE, EN EL MOMENTO DE LA CRISIS DE CUBA, ESTABLECER EL VÍNCULO ENTRE KRUSCHEV Y KENNEDY. (…)
¿Y qué quieren que haga? No es culpa mía. ¡Tengo que tomarlos en lo que están y tratar de hablarles!
Esto explica su famosa distinción, en su gran encíclica Pacem in terris sobre la paz entre todas las naciones, basada en la verdad, la justicia, la caridad y la libertad, dirigida el Jueves Santo, 11 de abril de 1963, no solo al clero y a los fieles de todo el universo, de acuerdo con lo acostumbrado, sino también “a todos los hombres de buena voluntad”: Importa distinguir siempre entre el error y el hombre que lo profesa, aunque se trate de personas que desconocen por entero la verdad o la conocen sólo a medias en el orden religioso o en el orden de la moral práctica. Porque el hombre que yerra no queda por ello despojado de su condición de hombre, ni automáticamente pierde jamás su dignidad de persona, dignidad
7 Prefacio de “Juan XXIII” de Michel DE KERDREUX, Beauchesne, 1970, p. 7. 8 Ver la conferencia de monseñor Loris CAPOVILLA en el seminario de Bérgamo, en agosto de 1963, según las notas de un auditor, en La settimana del Clero, No. 20, 3 de junio de 1973.
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que debe ser tenida siempre en cuenta. Además, en la naturaleza humana nunca desaparece la capacidad de superar el error y de buscar el camino de la verdad. Por otra parte, nunca le faltan al hombre las ayudas de la divina Providencia en esta materia. Por lo cual bien puede suceder que quien hoy carece de la luz de la fe o profesa doctrinas equivocadas, pueda mañana, iluminado por la luz divina, abrazar la verdad. En efecto, si los católicos, por motivos puramente externos, establecen relaciones con quienes o no creen en Cristo o creen en Él de forma equivocada, porque viven en el error, pueden ofrecerles una ocasión o un estímulo para alcanzar la verdad.9 (…) MOSTRAR MEDIANTE LOS HECHOS QUE SI BIEN LOS SISTEMAS IDEOLÓGICOS SON POR SU NATURALEZA INTOLERANTES, LOS HOMBRES NUNCA SE ENEMISTAN TOTALMENTE A CAUSA DE LOS MISMOS Y SIEMPRE CONSERVAN INTACTA ESA MEJOR PARTE DE ELLOS QUE LES PERMITE ENTENDERSE PARA EVITAR LO PEOR. (…)
9 JUAN XXIII, Pacem in terris,Nº 158.
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Esa intuición liberadora —y al cabo de exactamente cincuenta años estamos celebrando el aniversario— permite, en el momento de la crisis de Cuba, establecer el vínculo entre Kruschev y Kennedy; mostrar mediante los hechos que si bien los sistemas ideológicos son por su naturaleza intolerantes, los hombres nunca se enemistan totalmente a causa de los mismos y siempre conservan intacta esa mejor parte de ellos que les permite entenderse para evitar lo peor. Para Juan XXIII, no se trataba de acomodar la Iglesia a los gustos del momento, sino de restituir al mundo el gusto por el Evangelio. Los romanos decían que era furbo, lo cual significa sutil, de una habilidad matizada con gentil picardía, y eso era en boca de ellos un gran elogio. Es preciso haber visto el Domingo de Ramos, en 1963, algunas semanas antes de su muerte, a Juan XXIII abrirse paso con gran dificultad a través de la multitud de los grandes suburbios obreros hacia la parroquia de San Tarciso, cerca de la Vía Apia, y las palmas lanzadas a su paso, para comprender el clamor del Evangelio: “Quiero ver a Jesús”. Entusiasmo, gritos, aplausos, bendiciones a diestra y siniestra, una pequeña señal de afecto a la mamá, sonrisas a los niños y algunas palabras frente al micrófono, que tanto hacen estallar de risa a esa enorme multitud como, por el contrario, de pronto la impresionan llegando a dejarla muda: Pronto es la Pascua. Os hago una promesa, y es seguir también de viejo viviendo como Papa vuestro… No olvidéis,
hijos míos, hay que rezar, debéis ser fieles al buen Dios en vuestras oraciones… Y ahora os corresponde a vosotros atender a nuestro ruego: dejadnos pasar, es hora de que volvamos a trabajar al Vaticano.10
Un padre Eso es lo que pudo llamarse “el fenómeno Juan XXIII” o el “misterio Roncalli”, y era simplemente una respuesta a la búsqueda de una humanidad insatisfecha, siempre aspirando a la felicidad: un hombre bueno y sencillo, rodeado como un padre del afecto de todos sus hijos; pero su familia era Roma, y sus hijos el mundo entero. Se dice “Santo Padre” al hablar del Papa. Juan XXIII nos hace ver claramente el misterio fecundo de la paternidad espiritual del sacerdote con todos los hombres.11 Nos recuerda su encíclica Mater et Magistra del 15 de mayo de 1961 que cada niño hambriento en una calle de Bombay, cada trabajador envejeciendo en Leningrado, cada campesino
(…) PARA JUAN XXIII, NO SE TRATABA DE ACOMODAR LA IGLESIA A LOS GUSTOS DEL MOMENTO, SINO DE RESTITUIR AL MUNDO EL GUSTO POR EL EVANGELIO.
10 Ver DANIEL-ROPS, Trois images du Saint-Père, La Croix, 17 de abril de 1963. 11 Ver J. GRITTI, Jean XXIII dans l’opinion publique, Centurion, 1967.
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ES PRECISO HABER VISTO EL DOMINGO DE RAMOS, EN 1963, ALGUNAS SEMANAS ANTES DE SU MUERTE, A JUAN XXIII ABRIRSE PASO CON GRAN DIFICULTAD A TRAVÉS DE LA MULTITUD DE LOS GRANDES SUBURBIOS OBREROS HACIA LA PARROQUIA DE SAN TARCISO, CERCA DE LA VÍA APIA, Y LAS PALMAS LANZADAS A SU PASO, PARA COMPRENDER EL CLAMOR DEL EVANGELIO: “QUIERO VER A JESÚS”.
12 Georges HOURDIN, en L’Express, 20 de junio de 1961.
cortando cañas de azúcar en un país de Latinoamérica o cada mujer que vive enclaustrada en una morería del norte de África tiene tanta importancia como todos los ricos de la tierra, y todos son individualmente sagrados y respetables. La Iglesia jamás ha olvidado a nadie, y cuando está obligada a elegir se inclina por los pobres.12
Con inclinación a la expresión verbal —desde el 30 de noviembre de 1895 decide ser “menos charlatán” en los recreos—, siendo nuncio en París cincuenta y dos años después, en 1947, escribe: Cuidado, cuidado, saber callar, saber hablar con medida. Percibo en mi conciencia un contraste que a veces llega a ser escrúpulo entre los elogios que a mí también me gusta hacer a estos valientes y queridos católicos de Francia y la obligación, que me parece propia de mi ministerio, de no ocultar, por mera formalidad o por temor a desagradar, la constatación de las deficiencias y de la situación real de la hija mayor de la Iglesia en cuanto a la práctica religiosa, el malestar generado por la situación escolar no resuelta, la insuficiencia del clero y la propagación del laicismo y el comunismo. Mi deber preciso en este aspecto se reduce a una cuestión de forma y medida. El nuncio ya no es digno de ser considerado el oído y el ojo de la Santa Sede si se limita a elogiar y magnificar incluso lo que es doloroso y grave. Los cardenales Roncalli (futuro Juan XXIII) y Montini (futuro Pablo VI). Juan XXIII bendice a una audiencia.
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Verdad y caridad Gran benevolencia con las personas, pero preocupación exigente por la verdad. Como le gustaba repetir: “Omnia videre, multa dissimulare, pauca corrigere”: “Ver todo, dejar pasar mucho, corregir poco a poco”, según el proverbio que solía citar: “gutta cavat lapidem”: “la gota termina cavando la piedra”. Desconfiaba de las cosas extraordinarias. Así, un día decía a unas religiosas que le hablaban de visión y revelación: Pero tenemos el Evangelio, hermanas, y ahí está todo. No hemos terminado de meditarlo para ponerlo en práctica. Tal vez es más difícil, pero es preferible en comparación con esas personas que se creen místicas y confunden el nivel más alto de su pensamiento con la bóveda del Cielo…
De ese modo aunaba la prudencia de la serpiente con la sencillez de la paloma. Decía con una gran sonrisa a una visitante que quería a toda costa hacerle bendecir una cruzada, palabra que no le gustaba mucho:
PARA ÉL, EL CONCILIO ERA EN PRIMER LUGAR UN ENCUENTRO EN LA ORACIÓN CON DIOS, CON MARÍA, COMO LOS APÓSTOLES EN EL CENÁCULO, EN LA VÍSPERA DE PENTECOSTÉS.(…)
¡Señora, con mucho gusto bendigo todo lo bueno que usted hace!
Era su manera discreta y firme de aleccionar con amor. Con un capellán militar que se presenta ante él con uniforme de gala, se pone en guardia diciendo: Sargento Roncalli a sus órdenes.
Dice a una superiora general, que declara ser Superiora General de una Congregación del Espíritu Santo: Yo, en realidad, sólo soy servidor de Jesucristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad.
Confía con familiaridad a los periodistas que recibe al día siguiente de su coronación: Estoy muy cansado y creo que ustedes también. Esta noche no dormí y estuve hojeando los diarios, un poco por curiosidad, para ver lo que decían de mí. ¡Pero qué imaginación y cuántos inventos! Es una pena haber trabajado tanto para escribir todo eso.
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(…) SIENDO UN ENCUENTRO CON EL ESPÍRITU SANTO, EL CONCILIO ERA TAMBIÉN UN ENCUENTRO DE LOS OBISPOS ENTRE ELLOS Y DE TODOS LOS OBISPOS CON EL OBISPO DE ROMA, Y ADEMÁS (…)
Nadie se enojó, pero todos comprendieron la lección. Nuestro Santo Padre el Papa Juan XXIII fue realmente nuestro, desde la vendedora de flores hasta el profesor de la Sorbona, desde el ascensorista hasta el jefe de Estado musulmán que lo llamaba “el Papa de los diálogos”. Se le reza como a un santo que dio ejemplo de bondad, dulzura, misericordia y búsqueda apasionada de la unidad y la paz, viviendo en medio de nosotros el ideal de las bienaventuranzas. Para todos fue un padre, con una predilección especial por los niños. En la noche de la apertura del Concilio, los romanos desfilan en la Plaza de San Pedro con un cirio encendido en la mano, la flaccolata, y todo el mundo espera que el Papa hable. Juan XXIII abre su ventana y con voz fuerte y trémula de emoción declara: Vamos, hijos, es tarde, regresad a vuestro hogar, es hora de acostar a los niños; les haréis un cariño, será el cariño del Papa Juan.
Juan, como está dicho al comienzo del Evangelio y como lo recordó el cardenal Suenens a los Padres del Concilio en la segunda sesión: “Hubo un hombre enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él”. Fue para todos el sol familiar que alumbra y da calor a la tierra y cuya mera presencia ilumina el claroscuro cotidiano.
El Papa del Concilio Su decisión más inesperada —convocar el Concilio— se percibió muy pronto como una necesidad evidente, si bien él mismo no sabía muy bien cómo eso iba a darse. En materia de Concilio —decía sonriendo— somos todos novicios. El Espíritu Santo estará ahí cuando todos los obispos se hayan reunido. Ahí veremos.
Para él, el Concilio era en primer lugar un encuentro en la oración con Dios, con María, como los apóstoles en el cenáculo, en la víspera de Pentecostés. Siendo un
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encuentro con el Espíritu Santo, el Concilio era también un encuentro de los obispos entre ellos y de todos los obispos con el Obispo de Roma, y además un encuentro con los hermanos separados invitados como observadores, que llegaron de todas partes, incluso de Moscú; era un encuentro por último con el mundo entero mediante los proyectores de la prensa, la radio y la televisión dirigidos de todos los rincones del mundo a la Basílica de San Pedro. Para Juan XXIII, el Concilio debía ser también una contribución a la paz entre los hombres y entre los pueblos, entre las religiones y las clases sociales, entre las culturas y los sistemas de pensamiento. Este mismo hombre decía un día junto a la recopilación de sus escritos y sus discursos reunidos en volúmenes en su biblioteca: “¿Sabéis lo que siento ante estos volúmenes?” Vacila un momento y luego dice con toda sencillez: “Me siento sincero”. Así acogió a los protestantes y a los ortodoxos en el Concilio:
(…) UN ENCUENTRO CON LOS HERMANOS SEPARADOS INVITADOS COMO OBSERVADORES, QUE LLEGARON DE TODAS PARTES, INCLUSO DE MOSCÚ; ERA UN ENCUENTRO POR ÚLTIMO CON EL MUNDO ENTERO.
Procurad leer en mi corazón. Ahí tal vez encontraréis mucho más que en mis palabras… He tenido numerosos encuentros con cristianos de diversas denominaciones… No hemos parlamentado, sino hablado; no hemos discutido, sino que nos hemos amado.
Tenía sentido de las imágenes: El Concilio —decía— al unir el gesto con la palabra, es la ventana abierta, o también es quitar el polvo y barrer la casa, ponerle flores y abrir la puerta diciendo a todos: “Venid y ved, aquí está la casa del Buen Dios”.
Católico Así era Juan XXIII, hombre de unidad y de paz, un sacerdote de Jesucristo, vigorosa y sólidamente enraizado en la tradición, viviendo alegremente cada día como un don de Dios, y abierto por la esperanza a un mundo más fraternal y a una Iglesia más cercana a los hombres por ser más transparente para Dios.
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Juan XXIII era todo lo contrario de un hombre del sistema, de derecha o de izquierda, y nadie puede atribuírselo por cuanto fue sumamente católico en el sentido amplio del término. Escuchémoslo hablar en la fiesta de Navidad, en la Basílica de San Pedro:
ASÍ ERA JUAN XXIII, HOMBRE DE UNIDAD Y DE PAZ, UN SACERDOTE DE JESUCRISTO, VIGOROSA Y SÓLIDAMENTE ENRAIZADO EN LA TRADICIÓN. (…)
Nuestro corazón se llena de ternura al dirigiros nuestros votos paternales. Quisiéramos poder detenernos en la mesa de los pobres, en los talleres, en los lugares de estudio y de ciencia, junto al lecho de los enfermos y los ancianos, en todos los lugares donde hay hombres orando y sufriendo, trabajando para ellos y para los demás… Sí, desearíamos poner la mano sobre la cabeza de los pequeños, mirar a los ojos a los jóvenes, animar a los papás y mamás a realizar su tarea cotidiana. Quisiéramos repetir a todos las palabras del ángel: “Os anuncio una gran alegría: os ha nacido hoy un salvador”.
Con esas palabras tan sencillas, Juan, sucesor de Pedro, repetía al mundo la gran nueva feliz siempre joven: el Señor nos ama y somos llamados a amarlo, a amarnos. Y esa voz de la Iglesia a menudo sofocada por el ruido del mundo repercutió en nuestros oídos. Juan atravesó el muro del sonido. Su palabra despertó un eco y los hombres reconocieron su voz como un llamado dirigido a lo mejor de ellos mismos por alguien que los amaba como hermano. Y precisamente por eso todos lloraron por él como hijos por su propia madre. UN GRAN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO
Al día siguiente de su muerte, la televisión francesa me pidió un testimonio para “Cinq colonnes à la une”, el 7 de junio de 1963. Monseñor Dell’Acqua, suplente de la Secretaría de Estado —fallecido posteriormente siendo Cardenal Vicario General de Roma—, me autorizó para utilizar las cartas recibidas durante la enfermedad del Papa. Lo siguiente es lo esencial.
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Su Santidad, dos judíos de Francia rezan por usted. Nunca fui tan feliz por tener un Papa que comprende la pobreza. Tenemos mucho más necesidad de un buen padre que de teólogos sabios a quienes no comprendemos mucho. Querido buen Papa, es usted la bondad misma. Y la bondad, la verdadera, atrae y uno mismo desea ser bueno cuando está con un ser que es bueno. Que Dios lo proteja, lo sane, es mi deseo más entrañable. Sobre todo, le ruego, permita que lo sanen bien. Por primera vez en mi vida le escribo a un Papa, pero es porque usted es un buen Papa y nosotros lo queremos. Santísimo Padre, soy una niñita de Francia, muy afligida porque usted está enfermo. Rezo todas las mañanas por usted, para que el Buen Dios lo conserve todavía en la tierra porque a usted lo necesitamos mucho. Seguiré ciertamente rezando por usted al Buen Dios, y le envío todo mi afecto de niñita respetuosa. Ciudad del Vaticano, Señores, no soy una creyente, nunca voy a misa; sin embargo, el Papa Juan XXIII se ha ganado mi simpatía con su encíclica en favor de la paz. Le deseo de todo corazón un pronto restablecimiento y le presento mis respetos. Mi esposa es observante y mis hijos también. Yo no he rezado desde que me casé en 1926; pero hoy día, créame, digo una oración por usted, por su restablecimiento, porque lo admiro. Espero que Dios me comprenda. Aun cuando no creo en Dios, le envío mis deseos de buena salud y ruego todas las noches para que Él lo mantenga todavía cerca de nosotros. Usted es tan bueno, Su Santidad. Espero que al recibir esta carta se encuentre un poco mejor. Le ruego disculparme, Su Santidad, pero no puedo evitar llorar ni enviarle por este medio un gran beso. Mireille. Santísimo Padre, me conmoví mucho al leer en el diario del Lejano Oriente que estaba enfermo. He rezado por usted todos los días. Me gustaría que viva hasta que yo sea grande para poder ir a verlo. Quiero tener un nombre de santa. Soy budista, de manera que no conozco mucho los nombres de santos para poder elegir. Usted puede elegirme un nombre de santa que le guste. Le agradezco mucho. Su hija que ruega a Dios para que su enfermedad disminuya. De un musulmán del norte de África: Si usted ya no está presente, que aquellos que lo rodean sean iluminados por el Espíritu Santo de Dios para que su sucesor, designado por ellos, continúe en el camino luminoso seguido por usted. Amén.
(…) VIVIENDO ALEGREMENTE CADA DÍA COMO UN DON DE DIOS, Y ABIERTO POR LA ESPERANZA A UN MUNDO MÁS FRATERNAL Y A UNA IGLESIA MÁS CERCANA A LOS HOMBRES POR SER MÁS TRANSPARENTE PARA DIOS
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El milagro de la bondad Estos testimonios son elocuentes. Si tuviera que responder en pocas palabras al porqué de esta irradiación tan viva todavía de Juan XXIII, diría con su Secretario: “Porque fue un Papa con el corazón abierto a Dios, al mundo y a los hombres. Su originalidad es el milagro de la bondad, fuente de esperanza”. Juan XXIII fue un hombre de esperanza, como destacó Juan Pablo II, su sucesor: JUAN XXIII ERA TODO LO CONTRARIO DE UN HOMBRE DEL SISTEMA, DE DERECHA O DE IZQUIERDA, Y NADIE PUEDE ATRIBUÍRSELO POR CUANTO FUE SUMAMENTE CATÓLICO EN EL SENTIDO AMPLIO DEL TÉRMINO.
13 JUAN Pablo II, Audiencia general, 25 de noviembre de 1981. 14 François MAURIAC, en Figaro Littéraire, París, 8 de junio de 1963, p. 20. 15 Cardenal KÖNIG, Conmemoración de Juan XXIII veinte años después de su muerte, el 8 de octubre de 1983, Sala del Sínodo de los Obispos en el Vaticano.
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La nota dominante de esta acción suya en la Iglesia fue su optimismo… Llamado a las responsabilidades del gobierno supremo de la Iglesia cuando sólo faltaban tres años, o poco más, para cumplir los 80 de vida, fue un joven, de mente y de corazón, como por un prodigio de naturaleza. Sabía mirar al futuro con esperanza inquebrantable; esperaba para la Iglesia y para el mundo la floración de una era nueva (…) un nuevo Pentecostés; una nueva Pascua, esto es, un gran despertar, una reanudación de camino más animoso.13
Como escribía François Mauriac al día siguiente de su muerte, “Juan XXIII habrá sido el Papa de la esperanza, aquel mediante el cual la aceleración de la historia se convirtió en aceleración de la gracia”.14 “Obediencia y paz”, ese fue su lema. Estas palabras sencillas —escribía él mismo en el Diario del alma desde 1925, cuando tenía cuarenta y cuatro años— son un poco mi historia y mi vida. Su bondad fue sin duda alguna fruto de la gracia de Dios, que maduró en el curso de toda una vida sacerdotal vivida en la obediencia a la Iglesia y al mismo tiempo con fe en la bondad y la misericordia de Dios, cercano a todos los hombres que lo buscan. A través del Papa Juan el amor de Dios habló al mundo, y el mundo se conmovió profundamente. El Padre Leiber, durante muchos años colaborador del Papa Pío XII, reveló que este gran Papa le hizo esta confidencia al comienzo de la enfermedad que le ocasionaría la muerte: la sensación de que con su muerte terminaría una época de la historia de la Iglesia.15
Y de hecho Juan Pablo II declaraba en Bérgamo el 26 de abril de 1981: (El Papa Juan fue) un hombre de maravillosa sencillez y de humildad evangélica, que en el curso de poco menos de cinco años de su ministerio pastoral en la Cátedra de Pedro dio comienzo casi a una nueva época de la Iglesia. Anciano ya de ochenta años, manifestó la juventud de la Esposa de Cristo, juventud que no conoce ocaso. Un hombre enamorado de la tradición dio comienzo a una nueva vida en la Iglesia y en la cristiandad.16
Este legado del buen Papa Juan XXIII, hombre de unidad y de paz,17 es confiado a nosotros. Y a nosotros corresponde hacer fructificar su testimonio. Es el camino universal de la santidad abierto para todos, desafiando la historia. Sigámoslo con la alegría del amor compartido. La memoria es la esperanza del futuro. Y la esperanza es la fe en el amor. “El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar”.18 El porvenir está en nuestras manos y nosotros estamos en manos de Dios.
ESA VOZ DE LA IGLESIA A MENUDO SOFOCADA POR EL RUIDO DEL MUNDO REPERCUTIÓ EN NUESTROS OÍDOS. JUAN ATRAVESÓ EL MURO DEL SONIDO. SU PALABRA DESPERTÓ UN ECO Y LOS HOMBRES RECONOCIERON SU VOZ COMO UN LLAMADO DIRIGIDO A LO MEJOR DE ELLOS MISMOS POR ALGUIEN QUE LOS AMABA COMO HERMANO.
El cuerpo de Juan XXIII, durante su funeral en la Plaza San Pedro (imagen superior) y en la urna del altar donde descansa actualmente en la Basílica San Pedro.
16 JUAN PABLO II, Homilía en Bérgamo, 26 de abril de 1981, en Documentation Catholique, t. LXXVIII, pp. 467-470. 17 Ver Cardenal Paul POUPARD, Un pape pour quoi faire? IIème partie, ch. II: “Jean XXIII, Pape de transition”, París, Ed. Mazarine, 1980, pp. 203-230. 18 Gaudium et spes, No. 31.
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Pasión por el hombre POR STANISLAW GRYGIEL
Karol Wojtyla, antes de ser Juan Pablo II, veía en el KAROL WOJTYLA, ANTES DE SER JUAN PABLO II, VEÍA EN EL HOMBRE MÁS QUE NADA UNA GRAN PREGUNTA SOBRE LA TRASCENDENCIA. LA TRASCENDENCIA, POR SER EL CENTRO HACIA EL CUAL TIENDEN EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN DE LA PERSONA HUMANA, INTEGRA EL SER EN EL SER ALGUIEN; GRACIAS A ELLA EL HOMBRE ES ÉL MISMO.
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hombre más que nada una gran pregunta sobre la trascendencia. La trascendencia, por ser el centro hacia el cual tienden el pensamiento y la acción de la persona humana, integra el ser en el ser alguien; gracias a ella el hombre es él mismo. La trascendencia se expresa en la experiencia moral. En ella, el hombre se aparta de las normas que se agitan en la pared de la caverna y con todo su ser se dirige hacia las cosas infinitamente lejanas… Justamente a partir de la reflexión sobre la experiencia de este llamado a conversión, Karol Wojtyla comenzó a pensar en la persona humana. La trascendencia no forma parte del paisaje de la pregunta; pero este la exige. Sin la trascendencia no existiría un paisaje, sino únicamente un conjunto de cosas casuales demasiado cerca de las manos del hombre como para poder constituir el sentido de su ser. Si la trascendencia se identificara con alguna de esas cosas, también ella requeriría una integración. Sobre la trascendencia solo puede existir la pregunta. La trascendencia anuncia al hombre que él es también más allá… Mientras lo llama a lo que está más allá, lo llama hacia ella y hacia sí mismo. Por consiguiente, en este diálogo el hombre se convierte… en otro. Dicho de otra manera, el amigo de la sabiduría se convierte cotidianamente. En la metanoia de su ser se realiza lo que el cardenal Wojtyla llamó la integración de la persona a través de la trascendencia. En la experiencia del imperativo moral —y no en tal o cual sistema de pensamiento— se revela la verdad de la persona humana. Es la libertad, pero no cualquier forma
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Ordenación episcopal de su secretario personal, actual cardenal de Cracovia, Stanislav Dziwisz.
de libertad ni un capricho, sino aquella que es amor y responde al amor. En la experiencia de la libertad obligada a un acto de amor, el hombre descubre ser palabra pronunciada por algún otro antes que él mismo haya podido decir cosa alguna. La persona humana puede ser palabra llena de sentido porque en ella está presente la palabra de amor, que todo lo da antes de recibir. La palabra que es el hombre al cual el amor ha hecho su anuncio se convierte en pregunta sobre su trascendencia. Esta transformación se produce en el momento en que el hombre comprende su incapacidad de ubicarse con sus propias fuerzas en un paisaje dotado permanentemente de sentido, que no se desintegra ante el sufrimiento y la muerte. La pregunta sobre la trascendencia libera al hombre de la inmanencia del paisaje. La trascendencia no da al hombre regla alguna de comportamiento; solo se da a sí misma. El hombre, fascinado con el más allá de la trascendencia, sabe hacia dónde debe dirigirse y se siente culpable si no crece en esa dirección. Por consiguiente, mientras más se convierte, más pecador se siente. Y así debe ser, porque de lo contrario el más allá no sería trascendencia.
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La trascendencia está presente en la libertad del hombre como “per procura”: de ella emana una luz que hace surgir del caos de la oscuridad la verdad de las cosas. Con esta luz, las cosas adquieren importancia, a pesar de su carácter provisorio, y así el hombre no puede no amarlas y al mismo tiempo puede amarlas de acuerdo a la justicia. La verdad de las cosas protege su libertad de la degeneración que es el capricho. El amor inspirado en la justicia hace justo al ser libertad del hombre, lo justifica. A veces debe justificarlo con la misma muerte. Si trabaja en la tierra, en justa libertad, es decir, ante la trascendencia, el hombre cultiva su ser como cultiva el ser del mundo. Lo cultiva como el campesino cultiva su propio campo. Lo cultiva por el grano lanzado en la tierra con la esperanza de la cosecha. Este trabajo en espera de los frutos es lo que Karol Wojtyla —y luego Juan Pablo II—llama cultura. La falta de cultura del hombre o la sociedad muestra cómo ambos están dominados por el capricho. El capricho nunca es creador de cultura; de hecho, no va más allá de la comodidad y el placer.
LA TRASCENDENCIA ANUNCIA AL HOMBRE QUE ÉL ES TAMBIÉN MÁS ALLÁ… MIENTRAS LO LLAMA A LO QUE ESTÁ MÁS ALLÁ, LO LLAMA HACIA ELLA Y HACIA SÍ MISMO. POR CONSIGUIENTE, EN ESTE DIÁLOGO EL HOMBRE SE CONVIERTE… EN OTRO.
Cardenal Wojtyla saluda a su antecesor, Pablo VI.
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PARA KAROL WOJTYLA, LAS ACCIONES HUMANAS REPRESENTAN UNA REALIDAD SIMBÓLICA, QUE REMITE AL HOMBRE A LA TRASCENDENCIA, OBLIGÁNDOLO A CAMINAR EN DIRECCIÓN A ELLA. CADA ACCIÓN REQUIERE UN LENGUAJE ESPECÍFICO, EL MITO, QUE MANIFIESTE SU CONDICIÓN DE MINIATURA DE LA HISTORIA DE LA CAÍDA Y LA ESPERANZA DEL HOMBRE DE RECUPERAR LA JUSTICIA PRIMORDIAL.
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Nunca vemos directamente el ser de la persona, el diálogo de su libertad que responde al Amor de la trascendencia. La persona oculta su propia intimidad a sí misma hasta el punto de tener que llegar incluso a adivinarla. Todo cuanto se revela de aquello en los gestos, que solo podemos explicar con el ser de la persona que responde al más allá de la trascendencia, nos conduce a la intimidad del mismo modo como las huellas conducen a los cazadores, en la espesura del bosque, a la madriguera del animal. La historia del diálogo del hombre con el hombre, que se descifra en estos gestos, solo nos permite adivinar la historia del diálogo que en la intimidad de la persona humana se da con Aquel que es “intimior intimo eius”, sin el cual la intimidad no sería intimidad. Para Karol Wojtyla, las acciones humanas representan una realidad simbólica, que remite al hombre a la trascendencia, obligándolo a caminar en dirección a ella. Cada acción requiere un lenguaje específico, el mito, que manifieste su condición de miniatura de la historia de la caída y la esperanza del hombre de recuperar la justicia primordial. Dios mismo, en la alianza con el pueblo y a través de él con todo ser humano personalmente, solo revela de sí aquello sin lo cual los hombres no serían capaces de responder a su divinidad propuesta. Les revela todo cuanto los obliga a convertirse en lo que son, nada más. A través de la trascendencia se interpretan las acciones del hombre y a través de la misma debe interpretarse también su ser, del cual proceden las acciones (“agere sequitur esse”). El ser del hombre tiene principio y fin, nacimiento y muerte. Cuando el hombre se encuentra ante la trascendencia, sobre todo al enfrentar la muerte y el sufrimiento que la acompaña, un gran signo de interrogación se dibuja en su experiencia del imperativo moral. ¿Tiene acaso sentido una libertad humana justa si la misma —y no el capricho— debe sufrir y tanto el capricho como la libertad son presa de la muerte? La
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Juan Pablo II con la Beata Teresa de Calculta y Sor Lucía dos Santos, O.C.D.
muerte y el sufrimiento han elevado al hombre a un nivel más allá de la ética, donde solo la trascendencia puede dar respuesta a su pregunta sobre el propio ser, que se ha convertido en “magna quaestio”. En su propia naturaleza, el hombre no lee la respuesta, sobre todo aquella que desea. En la experiencia del imperativo moral, Karol Wojtyla “leyó” el texto particular que es la naturaleza del ser personal. Si no existiera ese texto, el hombre carecería del principio de acción. Por el contrario, habiéndose convertido en pregunta sobre el principio del ser hombre como tal. Solo al existir esta pregunta nace la antropología. Job, aquel pagano de la tierra de Hus, sabía leer la naturaleza de su persona. Era un intelectual en el sentido profundo del término (de “intus-legere”). Al vivir del don de este “texto” y no de hipótesis, había evitado el mal cuando su vida estaba iluminada por la estrella del éxito. La forma exterior de sus acciones no era diferente a la de sus amigos. Solo cuando fue víctima de la desventura, y con ella del sufrimiento y la muerte, se vio que Job había leído al hombre y al mundo; ellos, en cambio, solo leían sus propios pensamientos. Su amistad con Job era formal, porque no comprendían los aspectos fundamentales vinculados al principio y al fin. Él, por el contrario, los gratificaba con esa amistad con la cual les decía defenderlos de sí mismos. Ni siquiera se sintió frustrado, aun cuando lo hería lo que ellos decían. En realidad no era fiel con lo que sus amigos eran, sino con lo que debían llegar a ser. Al convertirse en “magna quaestio” para sí mismo, también se convirtió en eso mismo para ellos.
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Juan Pablo II encabezando el Vía Crucis de viernes Santo en el Coliseo y saludando al Patriarca ortodoxo.
Encerrados en sus propios pensamientos, los amigos de Job no comprendían que el “texto” escrito por Dios en el hombre es el texto de una libertad laboriosa y un nacimiento difícil. Los había espantado la vehemencia de las preguntas arrojadas a Dios por Job. Según ellos, Job profería blasfemias contra Dios. No pensaron ni siquiera un instante que Job podía estar defendiendo a Dios de sus pensamientos impíos sobre él. Así de grande era la idolatría de sus razonamientos teológicos, construidos en la soledad y por consiguiente al margen del diálogo con Dios. Los razonamientos teológicos idólatras ofenden a Dios y anulan al hombre. Quien experimenta su influjo pierde la capacidad de compartir el pensamiento con otros. Nada tiene de extraño, por lo tanto, que esa persona no sea capaz de vibrar con la muerte y el sufrimiento de los demás. ¿Por qué? Solo es posible compartir el sufrimiento y la muerte de otro hombre si se piensa junto con él en la perspectiva de la trascendencia, que es común a todos. Es condición del diálogo la lectura del mismo texto. Para poder leer la naturaleza del hombre y no el propio pensamiento sobre un argumento, es necesario llegar al ser concreto del hombre, es decir, a su persona. Tenemos que llegar a nuestro deseo de trascendencia, que nos vuelve “capaces Dei”. La persona se une con el amor y su deseo se comprende solo a la luz de la esperanza. Solo creyendo en Dios es posible creer en la persona del hombre sin correr riesgo de desilusionarse. Quien lee la naturaleza de la persona de este modo participa en su difícil nacimiento.
LA FALTA DE CULTURA DEL HOMBRE O LA SOCIEDAD MUESTRA CÓMO AMBOS ESTÁN DOMINADOS POR EL CAPRICHO. EL CAPRICHO NUNCA ES CREADOR DE CULTURA; DE HECHO, NO VA MÁS ALLÁ DE LA COMODIDAD Y EL PLACER.
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Recordemos que la palabra naturaleza viene del latín “nascor”, yo nazco, cuyo participio futuro señala algo que debe nacer. Los amigos de Job no captaron la naturaleza de la persona humana porque habían prescindido de la experiencia del sufrimiento y la muerte. Seguían pensando al margen de la esperanza, por lo cual, en vez de leer la naturaleza del propio ser junto a Aquel que la escribe, creaban monólogos. Su racionalismo les impedía ofrecer algo a Job. A este no le interesaba el intercambio de opiniones, sino el diálogo con los dones, que para él habrían sido sus palabras, si hubieran estado dotadas de la presencia de ellos. Para él eran inadmisibles las
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palabras vacías. Sus palabras, en cambio, estaban llenas de su presencia y por eso Dios podía recibirlas. En el pensamiento ético de los amigos de Job había una separación entre la ética y la salvación, porque no conocían el don. En su razonamiento, cada uno de ellos construía una especie de monólogo ético y en cada monólogo había una adaptación de Dios, en la cual Él se convertía en un ídolo. Toda idolatría es producto de una ética que, al no basarse en el ser de la persona como deseo de trascendencia, sino en las pasiones que la acosan, busca un modo más allá de lo ético para adaptarse a la conciencia del hombre. Al encontrarse en el rayo de luz emitido por el sufrimiento y la muerte, Job comprendió la insuficiencia sustancial de una ética no inspirada en la lectura de objetivos sobrehumanos en la naturaleza del hombre, es decir, en la lectura en la misma de la presencia de la trascendencia que la integra. Esto no significa que Job no reconociera la necesidad de una ética; más aún, fue precisamente en ese momento que la misma adquirió importancia para él. Sin embargo, mientras encontraba en sí mismo las respuestas a las preguntas éticas, debía buscar la Salvación fuera de sí. Y justamente a la luz de la misma, Job, tan regido por la ética en su vida, se convirtió en pregunta. Si no hay respuesta para la pregunta soteriológica, no tienen sentido las respuestas a las preguntas éticas: son puro moralismo. La pregunta por la salvación determina el ser o no ser del paisaje de las preguntas éticas, aun cuando no se ubica dentro de ese paisaje. La pregunta sobre el Don sitúa las preguntas éticas en un paisaje dotado para siempre de sentido. El hombre decide su destino en la medida que vive la esperanza, que le permite llegar hasta donde se inclina su deseo. El pensamiento de Karol Wojtyla no se limitó a las preguntas éticas, porque en él había conciencia del hombre, es decir, de su vínculo personal con Dios, que confía la verdad y el bien a su libertad. En sus preguntas éticas
Portada de la revista Time que declara a Juan Pablo II “Persona del año” en 1994.
LA ANSIOSA PREGUNTA DEL HOMBRE POR SÍ MISMO, MADURA EN LA PREGUNTA DE DIOS. MISERICORDIOSAMENTE ORIENTADA HACIA LA PERSONA HUMANA POR EL ACTO DE LA ENCARNACIÓN.
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está presente la pregunta sobre la trascendencia de la persona humana. Esas preguntas configuran el paisaje de las acciones de la persona humana integrada por la trascendencia y cada una de ellas es respuesta del hombre a su llamado categórico y no verificación de efímeras hipótesis éticas. No debe sorprendernos, por lo tanto, la facilidad con la cual, en el pensamiento de Karol Wojtyla, las preguntas éticas se enlazan con la pregunta sobre la gracia. Junto con la pregunta, forman un organismo en el cual la pregunta sobre el pasado divino del hombre, que le permite comprender su propio pecado presente, se enlaza con la pregunta sobre su futuro divino, que le permite vivir con la esperanza de recuperar todo lo que ha perdido. El encuentro entre estas dos preguntas da comienzo a la antropología que en lo sucesivo el cardenal Wojtyla llamará antropología adecuada. La antropología de Karol Wojtyla ha desembocado en el pensamiento testimonio de Juan Pablo II. Me permito señalar que de alguna manera él debía presentir hacia dónde lo conduciría el camino que estaba recorriendo. Karol Wojtyla ingresó como Juan Pablo II al ámbito de Pedro, donde la “magna quaestio” del hombre se encuentra con la “Magna quaestio” que es Cristo. El pensamiento de Karol Wojtyla sobre el hombre, al volver permanentemente a los fundamentos del ser y la acción, unido ahora a la comunión de las personas encomendadas a él por Pedro, vuelve “ad Christum Redemptorem”. Con esa libertad que solo puede permitirse el amor confesado tres veces a Cristo , Juan Pablo II habla de él como respuesta divina a la pregunta del hombre sobre la trascendencia del principio y el fin. Mientras rinde testimonio a Cristo, no solo da testimonio de la Salvación, sino también de la Creación que Dios llevó a cabo en su Hijo. Juan Pablo II realiza una “reducción” sui generis del hombre al Hijo de Dios. En él, como siempre repite, se encuentra la realización y la defensa de la persona humana. De hecho, Cristo fue enviado al hombre como
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«La pregunta sobre el pasado divino del hombre, que le permite comprender su propio pecado presente, se enlaza con la pregunta sobre su futuro divino, que le permite vivir con la esperanza de recuperar todo lo que ha perdido. El encuentro entre estas dos preguntas da comienzo a la antropología que en lo sucesivo el cardenal Wojtyla llamará antropología adecuada.»
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gran pregunta de Dios, que llama a la persona humana al diálogo que la transfigura. Justamente piensa en ella y a su Principio y Fin. Los fundamentos éticos protegen al hombre del mal y con el fundamento que es Cristo lo protegen de sí mismo. Juan Pablo II, al rendir testimonio al acto de la creación, da testimonio, a través de la fe, de la definición divina del hombre, sin la cual no se puede hablar de verdad de su ser y acción. Pensar significa buscar esta Definición con todo el ser, ya que en ella se encuentra claramente la identidad de cada hombre. El pensamiento que la crea es Dios mismo. Por consiguiente, buscar la definición del propio ser significa buscar en Él la propia realización, es decir, la Salvación. Sería conveniente entender la definición de verdad del conocimiento no tanto como “adaequatio intellectus cum re”, sino como congruencia de la persona del hombre con la naturaleza del ser conocido a través de la misma. En esta acepción de la verdad, el conocimiento es amor y el amor conocimiento. El hombre que busca semejante verdad se convierte en ella y cada vez experimenta en menor grado la presión que actúa fuera del diálogo entre su libertad y la libertad de Dios. La antropología adecuada protege al pensamiento humano del servilismo y a la subjetividad humana de la invasión del mundo objetivo. En el ámbito del testimonio de Pedro reside la verdad del hombre, que lo salva. En este ámbito, el hombre, que interroga a Dios sobre sí mismo, recibe a la persona de Cristo. En él, la ansiosa pregunta del hombre por sí mismo, madura en la pregunta de Dios. Misericordiosamente orientada hacia la persona humana por el acto de la Encarnación, la introduce en el diálogo que es su vida interior. El diálogo con Dios libera a la persona humana de todo aquello que no es Dios. En la pregunta-testimonio dada a Cristo por Pedro, el hombre aparece como un ser ya juzgado y que sabe a dónde debe ir la pregunta de Pedro: “Señor, ¿a quién iríamos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68). Un hombre juzgado de ese modo ya no puede y debe juzgarlo todo.
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Por consiguiente, no debe sorprendernos la decisión con la cual Juan Pablo II recalca que ninguna voluntad humana, por contar con determinada mayoría en su apoyo, tiene derecho a decidir sobre la libertad del hombre, es decir, sobre su conocimiento y su amor. Ninguna voluntad humana tiene derecho a decidir sobre sus derechos y deberes pues estos no tienen su origen en la política, sino en una identidad pensada “en los cielos antes de la constitución del mundo”. Nada puede decidir sobre el nacimiento o la muerte del hombre concebido. Este, de hecho, viene del más allá, donde no puede llegar ni la capacidad de cálculo del intelecto humano ni la habilidad técnica de sus manos. Allá de donde viene el hombre y hacia donde va solo pueden llegar el amor y la esperanza del hombre junto al canto que los expresa. Solo puede haber cantos de amor y esperanza, pero no se someten a votación. Es imposible que la intransigencia de Juan Pablo II al recordar que la persona humana ya ha sido juzgada en Cristo, en el acto de la creación y la redención, no despierte la crítica de todos aquellos que por distintos motivos no quieren reconocer la autoridad del hombre.
NO CORRESPONDE A LA POLÍTICA NI A LA ECONOMÍA DECIDIR SOBRE EL SERVICIO DE LA PERSONA A LAS PERSONAS, SINO AL SERVICIO DE LA PERSONA A LAS PERSONAS DECIDIR SOBRE LA POLÍTICA Y LA ECONOMÍA. (…)
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Juan Pablo II, al dar comienzo a la catequesis con la reflexión sobre la creación del hombre y su resurrección, defendió el cuerpo de la persona humana, señalando su sentido, que es el amor que une a dos personas. Esta unión ya no es una realidad física, sino la unión de la belleza de los cuerpos y no es objeto de posesión, sino algo destinado a ser, a ser cada vez más. En esta unión los hombres, al generar uno al otro, crean el espacio para un nuevo don, que es la persona humana. El sentido del cuerpo se manifiesta en su belleza, en la cual se realiza el amor, transformando en libertad el capricho de la inmanencia del hombre. En la libertad-amor nacen las amistades, los matrimonios, las familias, las naciones; a todo eso se refiere Juan Pablo II cuando habla de sociedad. En cambio, al hablar del Estado, señala algo que debiera ser expresado y tutelado. Un Estado que no cumple estos deberes esenciales no es tal, sino un parásito del hombre. No corresponde a la política ni a la economía decidir sobre el servicio de la persona a las personas, sino al servicio de la persona a las personas decidir sobre la política y la economía. Si la política y la economía son la base del amor y la libertad, en vez de ocurrir
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al revés, la persona, su amistad, su matrimonio, su familia y su sociedad necesariamente experimentan malos tratos. En este trastrocamiento tienen su origen todas las injusticias. Juan Pablo II defiende lo propio de la persona humana, del matrimonio, de la familia y de la sociedad de la irreflexión de un capricho muy parecido a la libertad, pero que nada tiene en común con ella. La libertad del sujeto, que es su amor fiel, está defendida por la verdad inscrita en el acto de la creación y la resurrección del hombre. Precisamente cuando no se lee el “texto” de la naturaleza de la persona humana, la convivencia entre los hombres se da desde un comienzo como una lucha, que a menudo degenera en conflicto bélico. En la guerra se hace evidente la falta de preocupación por aquello que hace a la persona tal, de las personas y de las sociedades. El hombre, convertido en pregunta sobre la trascendencia del principio y el fin, a través del amor permanece en el pasado mediante la fe y mediante las esperanza se radica con el amor en el futuro. Gracias a estas virtudes, mide las cosas presentes con las lejanas. El presente no está suspendido del vacío. Fundado en el pasado y el futuro. En el diálogo en el cual nace el pueblo de Dios, el hombre domina el presente y hace de él responsablemente una historia. La memoria del pasado y el futuro supera la memoria histórica del hombre. Es memoria de su origen divino y más aún de su destino divino. El hombre, en su condición de entidad creada, viviendo proféticamente, recibe la Palabra-Advenimiento, que es Cristo. Esta le es dada para que en él se produzca la divinización de su ser creado. Este diálogo divino-humano se realiza en el diálogo interhumano, en el cual el hombre acoge al otro hombre y se da a él. No se puede entender la palabra advenimiento encarnada sin ser palabra-advenimiento, y viceversa, solo puede entenderse el propio ser palabra-advenimiento en la perspectiva de la Encarnación. El advenimiento de la palabra divina en el advenimiento de las palabras humanas es lo que llamamos tradición. Las palabras que
(…) SI LA POLÍTICA Y LA ECONOMÍA SON LA BASE DEL AMOR Y LA LIBERTAD, EN VEZ DE OCURRIR AL REVÉS, LA PERSONA, SU AMISTAD, SU MATRIMONIO, SU FAMILIA Y SU SOCIEDAD NECESARIAMENTE EXPERIMENTAN MALOS TRATOS. EN ESTE TRASTROCAMIENTO TIENEN SU ORIGEN TODAS LAS INJUSTICIAS.
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no encuentran su lugar en ella están muertas, no nacen. El advenimiento en el camino hacia la palabra sobrehumana implica existir desinteresadamente desde el nacimiento hasta la muerte. Mientras menos desinterés exista entre los hombres, mayor será el riesgo de que se entiendan entre ellos y enfoquen el nacimiento, la muerte, la amistad, el matrimonio, la familia y la sociedad de la misma manera como se administran los productos planificados de acuerdo a las reglas del mercado. El don se realiza cuando es acogido. Así ocurre con el nacimiento y también con la muerte del hombre. Aquel que es don espera el amor que lo acoja. Los hombres regidos por cálculos no comprenden las palabras no calculadas. Con el amor solo puede hablar el amor. Nadie puede ser obligado a hacer un don y nadie puede ser obligado a aceptarlo. Por eso, si el nacimiento y la muerte se obtienen técnicamente, al no ser actos de libertad y amor, perjudican radicalmente a la persona. La sociedad que ha olvidado el principio mismo, solo creará una historia de la producción de la vida y la muerte, es decir, la historia de una injusticia radical. Las meditaciones de Juan Pablo II sobre cuanto ocurre al hombre en el principio en el acto de la creación, y en el fin, en el acto de la Resurrección, terminan, de acuerdo a una sucesión natural, en la meditación sobre la emancipación del hombre de la injusticia, es decir, en la historia de su corazón. A esta historia Juan Pablo II le ha dedicado la tercera parte de su catequesis. El corazón del hombre es inquieto, por lo cual no puede ser punto de partida o llegada de su propio trabajo. En la historia del hombre, la Trascendencia de Dios se manifiesta como unión incomprensible de verdad y amor, de Justicia y Misericordia. No cabe duda de que el imperativo categórico moral imprime una dirección a esta historia. Esta comienza con el misterio del pecado que hirió la naturaleza del hombre, pero sin aniquilarla, de tal modo que puede recordar que en otro momento era diferente… En ella habla el instinto de autodefensa.
LA MEMORIA DEL PASADO Y EL FUTURO SUPERA LA MEMORIA HISTÓRICA DEL HOMBRE. ES MEMORIA DE SU ORIGEN DIVINO Y MÁS AÚN DE SU DESTINO DIVINO. EL HOMBRE, EN SU CONDICIÓN DE ENTIDAD CREADA, VIVIENDO PROFÉTICAMENTE, RECIBE LA PALABRAADVENIMIENTO, QUE ES CRISTO.
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EL CORAZÓN DEL HOMBRE ES INQUIETO, POR LO CUAL NO PUEDE SER PUNTO DE PARTIDA O LLEGADA DE SU PROPIO TRABAJO. EN LA HISTORIA DEL HOMBRE, LA TRASCENDENCIA DE DIOS SE MANIFIESTA COMO UNIÓN INCOMPRENSIBLE DE VERDAD Y AMOR, DE JUSTICIA Y MISERICORDIA.
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El hombre de inmediato y espontáneamente se defiende. Al igual que su pensamiento, su esfuerzo ético se expresa en una diaria metanoia, con la esperanza de encontrar la salvación en la trascendencia hacia la cual tiende. Juan Pablo II mira la historia dramática del corazón humano a través de la historia dramática de Cristo. Mientras piensa en el hombre, piensa en Cristo y viceversa. Cuando, en nombre de todos, repite las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6, 68), piensa en el hombre como alguien destinado a la divinidad y en Cristo como alguien “destinado” a la humanidad. No por casualidad su primera encíclica comienza con estas palabras: “El Redemptor hominis” es el centro del cosmos y la historia”. En este centro, la justicia se identifica con la misericordia y la misericordia con la justicia. Juan Pablo II piensa en la historia del corazón humano a través de la gracia, que crece donde hay pecado y donde el hombre es débil como la madera y el fierro defectuosos… Sabe lo que es el pecado, porque sabe lo que es la gracia. Sin considerar la miseria del tiempo, revela al hombre tareas que este no comprenderá si sigue mirándose a sí mismo a la luz de su propio pecado. Pienso que los hombres que son esclavos de la civilización contemporánea se sienten poco menos que ofendidos por este Papa por el hecho de que no buscan en la gracia el criterio para pensar en sí mismos y en la sociedad, sino en el pecado. Juan Pablo II piensa a la luz de la gracia también en la vida sociopolítica de la persona humana. Junto con proclamar que la integración de la persona, y por consiguiente también la integración de la sociedad, no se realiza en una doctrina, sino en la persona de Cristo, Juan Pablo II defiende al hombre y a la sociedad de los totalitarismos de todo tipo que, en primer lugar con la doctrina y luego con la policía, obligan a los hombres a aceptar comportamientos idólatras y mortificantes y por consiguiente también a expresarse con gestos hipócritas en los cuales nadie se revela a sí mismo.
La justicia social reina donde hay hombres justos, es decir, hombres libres hacen todo lo que hacen motivados por el deseo de algo trascendente que les permita ser aún más ellos mismos. La trascendencia de los objetos en torno a los cuales el hombre se agita no lo conduce a la libertad. Solo la gracia del amor, al prometerle una participación en la vida de otra persona, le otorga el don de lo trascendente a lo cual aspira. Cada don de estos hombres libres es signo y presencia del don sobrenatural sin el cual no hay justicia. Se equivoca aquel que en la lucha por la libertad elige el criterio de la libertad. La experiencia enseña que tarde o temprano se llega a tener únicamente sensibilidad al frío y al calor. La política y la economía puestas en práctica sin recordar la gracia de la verdad y la misericordia, en el olvido propio de la debilidad y el pecado del hombre, dejan de generar paz y justicia, porque no integran a las personas. Solo crean situaciones en las cuales se disfraza la mentira y el pecado con un simulacro de verdad y virtud. En las situaciones de mentira y pecado, el “ars gobernandi” degenera en “ars dominandi”. Juan Pablo II, consciente de que el drama de la historia del corazón del hombre se resuelve en el encuentro de su debilidad y su pecado con la gracia, recuerda a ricos y pobres la debilidad humana y la gracia divina. No defiende a los pobres contra los ricos. Si solo los defendiera a ellos, debería defender también a los ricos contra los pobres. Entraría en la dialéctica en la cual el patrón golpea al sirviente y este no mira al patrón con amor, sobre todo cuando cae en sus manos. Patrón y sirviente son caricaturas de la persona humana y su lucha por conseguir mejores posiciones en la sociedad dialéctica es solo como una riña, a veces encarnizada, entre muchachos irreflexivos e irresponsables.
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TESTIMONIOS Y TESTAMENTO Testimonio de Benedicto XVI “¿Cómo puedo resumir la vida y el testimonio evangélico de este gran Pontífice? Podría intentar hacerlo utilizando dos palabras: “fidelidad” y “entrega”, fidelidad total a Dios y entrega sin reservas a su propia misión de pastor de la Iglesia universal (…). Con las palabras y los gestos, el querido Juan Pablo II no se cansó de indicar al mundo que si el hombre se deja abrazar por Cristo, no mortifica la riqueza de su humanidad (…). El amor de Cristo fue la fuerza predominante en nuestro amado Santo Padre; quienes lo vieron orar, quienes lo sintieron predicar, lo saben. Y así, gracias a este profundo arraigo en Cristo, pudo llevar un peso que va más allá de las fuerzas puramente humanas: ser pastor de la grey de Cristo, de su Iglesia universal”. Testimonio del Papa Francisco “Juan Pablo II es el gran misionero de la Iglesia: es un misionero, un hombre que llevó el Evangelio a todas partes… Sentía este fervor por llevar adelante la Palabra del Señor. Es un Pablo, es un San Pablo, es un hombre así; esto para mí es grande”. Oración de la Madre Teresa “Bajo el peso de la cruz, el Papa, con el ejemplo de Jesús, nos enseña a “amar” la cruz. La cruz del cristiano es siempre una cruz santa. Enséñanos, Señor, a saber estar bajo el signo de la cruz. Después de la cruz, Señor, se encuentra el alba radiosa de la Resurrección. Nuestro Santo Padre encontró ya esta alba de Resurrección en mayo de 1981, tras haber superado la noche oscura de ese trágico evento. Como entonces, el Santo Padre para nosotros es presencia, es gracia, es esperanza, es certeza. Que no se resquebraje, oh Señor, nuestra certeza, sobre todo en los momentos del dolor y de la prueba. Gracias, Señor, por todo el bien que nos deseas”. El testamento “Los tiempos en los cuales vivimos son indeciblemente difíciles y agitados. Difícil y tensa ha llegado a ser también la vida de la Iglesia, prueba característica de estos tiempos tanto para los fieles como para los pastores. En algunos países, la Iglesia se encuentra en un período de persecución tal que no es menor a la de los primeros siglos, y más bien los supera por el grado de crueldad y de odio. Sanguis martyrum - semen christianorum. Y además de esto tantas personas desparecen inocentemente, también en este país en el cual vivimos… Deseo una vez más depositar enteramente mi confianza en la gracia del Señor. Él mismo decidirá cuándo y cómo debo terminar mi vida terrena y el ministerio pastoral. En la vida y en la muerte, Totus Tuus mediante la Inmaculada. Aceptando ya ahora esta muerte, espero que Cristo me otorgue la gracia para el último paso, es decir, la Pascua (mía). Espero además que la haga ser útil también para esta causa más importante en la cual procuro servir: la salvación de los hombres, la salvaguardia de la familia humana y en ella de todas las naciones y de los pueblos (entre ellos me vuelvo también de manera especial a mi Patria terrenal); útil para las personas que de manera especial me ha confiado, para la cuestión de la Iglesia, para la gloria de Dios mismo”. (del Testamento espiritual de Juan Pablo II)
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La ciudad de mi amor “A medida que se acerca el límite de mi vida terrena, vuelvo con la memoria al comienzo, a mis padres, al hermano y a la hermana (que no conocí porque murió antes de mi nacimiento), a la parroquia de Wadowice, donde fui bautizado, a esa ciudad de mi amor, a los coetáneos, compañeras y compañeros de la escuela elemental, del gimnasio, de la universidad, hasta los tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero, y luego a la parroquia de Niegowic, a la cracoviana de San Floriano, a la pastoral de los académicos, al ambiente… a todos los ambientes… a Cracovia y a Roma… a las personas que de manera especial me fueron confiadas por el Señor. A todos quiero decir una sola cosa: “Que Dios os recompense”. “In manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum”, A.D. 17.III.2000”. (del Testamento espiritual de Juan Pablo II)
Cronología biográfica 1920, 18 de mayo. Karol Josef Wojtyla nace
en Wadowice, hijo de Karol Wojtyla y
Emilia Kaczorowska.
1983, 16-25 de junio. Segundo viaje a Polonia, donde está vigente la ley marcial. 1986, 27 de octubre. Preside en Asís la Jornada
1929, 13 de abril. Muere su madre.
de oración por la paz del mundo con los
1938, agosto. Se traslada con su padre a Cracovia y
representantes de las Iglesias cristianas y de
se matricula en la Facultad de Letras. 1941, 18 de febrero. Su padre muere de infarto.
las religiones del mundo. 1988, 2 de julio. Ratifica la excomunión a quienes
Karol queda solo y comienza a trabajar como
adhieren al cisma del obispo tradicionalista
obrero en las canteras de Zakrzewek.
Marcel Lefebvre.
1946, 1º de noviembre. Es ordenado sacerdote y
1992, 31 de octubre. Conclusión de la “revisión” del
llega a Roma para continuar sus estudios.
caso Galileo, con el “leal reconocimiento” de
1958, 4 de julio. Tras años de enseñanza, es
los errores de los cuales fue víctima el erudito.
ordenado Obispo Auxiliar de Cracovia.
1999, 24 de diciembre. Abre la Puerta santa en San
1964, 18 de enero. Arzobispo de Cracovia. 1967, 28 de junio. Cardenal. 1978, 16 de octubre. Elegido Papa. 1979, 2-10 de junio. Primer viaje a Polonia. 1981, 13 de mayo. Atentado en la Plaza de San Pedro, con dos hospitalizaciones sucesivas en el policlínico Gemelli del cual sale definitivamente el 14 de agosto.
Pedro e inicia el Gran Jubileo. 2005, 24 de febrero – 13 de marzo. Hospitalización en el Gemelli por crisis respiratoria e intervención de traqueotomía. 2005, 2 de abril. Muere a las 21:37 horas. 2011, 1º de mayo. El Papa Benedicto preside en su beatificación. 2014, 27 de abril. El Papa Francisco lo proclama SANTO.
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Por este motivo y por ningún otro. Juan Pablo II dijo decididamente “¡No!” a los teólogos que miran la vida del hombre y la sociedad en la óptica de sentimientos provocados por difíciles experiencias políticas y pastorales. Aun cuando han animado en ellos intenciones sumamente nobles, cuando esos sentimientos se abandonan a sí mismos, terminan a merced de la dialéctica sirvientepatrón, siempre totalitaria. Utilizando el lenguaje de Norwid, diríamos que Juan Pablo II “desciende” a las “preguntas humanas” sobre el hombre en la perspectiva de la pregunta sobre el hombre que es Cristo. Las “preguntas humanas” en las cuales no está presente al menos la huella profética de Cristo son meramente técnica de mayor o menor eficacia para tratar al propio ser y al de los demás como objetos. Los objetos se anhelan. El caos del deseo del hombre por parte del hombre, provocado por el señorío del servilismo de la razón y la voluntad en nombre del placer y la comodidad, destruye las amistades, los matrimonios, las familias y la sociedad. Se suele hablar de la gran estrategia de Juan Pablo II, de su capacidad para desplazar a los “adversarios”. Hay mucha verdad en esto y mucho malentendido. El estratego vence porque ve el caso desde un nivel más alto. El pensamiento de Juan Pablo II abarca al hombre desde su principio hasta su fin; por consiguiente, incluyendo la parte donde Dios siempre nos coge por sorpresa. Dios llega a nosotros donde menos lo esperamos. Juan Pablo II no acepta batallas por la persona humana en el terreno, por así decir, del caos. Él siempre aparta el campo de batalla a un nivel más alto, donde la realidad del hombre, desintegrada en fragmentos sin sentido, se reconstituye en un hermoso paisaje. El último campo de batalla para el hombre es la Cruz. En ella, Juan Pablo II busca la reintegración de la persona humana y la sociedad. Ante esta “magna quaestio” de Dios y del hombre “se descubren los pensamientos de muchos corazones” (Lc. 2, 35); por consiguiente, su libertad y su orden, pero también su deseo y el caos. Así, ante el sufrimiento se manifestaron
JUAN PABLO II MIRA LA HISTORIA DRAMÁTICA DEL CORAZÓN HUMANO A TRAVÉS DE LA HISTORIA DRAMÁTICA DE CRISTO. MIENTRAS PIENSA EN EL HOMBRE, PIENSA EN CRISTO Y VICEVERSA. (…)
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(…) CUANDO, EN NOMBRE DE TODOS, REPITE LAS PALABRAS DE PEDRO: “SEÑOR, ¿A QUIÉN IRÍAMOS? TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA, Y NOSOTROS HEMOS CREÍDO Y SABEMOS QUE TÚ ERES EL SANTO DE DIOS” (JN 6, 68), PIENSA EN EL HOMBRE COMO ALGUIEN DESTINADO A LA DIVINIDAD Y EN CRISTO COMO ALGUIEN “DESTINADO” A LA HUMANIDAD.
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por una parte los pensamientos del corazón de Job y por otra los del corazón de su mujer y sus amigos. Al decir persona, decimos comunicación de las personas. En la unión de la belleza de los cuerpos humanos, que se da con Dios y no con ellos mismos, nace el pueblo de Dios, de manera que la “magna quaestio” pasa a ser “magna quaestio” de la sociedad. Las cosas ocurren del mismo modo en la sociedad humana y en la sociedad de las personas divinas. Toda persona es amor. Una sociedad sin personas se convertiría en una mera suma de individuos en una masa. El espacio del diálogo interpersonal del amor, al cual da vida la palabra de Dios, es el espacio de la Iglesia en el sentido más amplio del término. La Iglesia no propone opiniones o hipótesis ideológicas o doctrinales; ella solo es el darse de aquel cuya presencia entre los hombres constituye una Iglesia, es decir, la amistad divino-humana en la cual llegamos a ser mejores. La Iglesia muestra a la persona humana, la persona de Dios. Por eso la Iglesia, aun cuando existe en este mundo, es distinta al mismo. A pesar de las graves carencias morales, ella es autoridad para el mundo y no al revés. Si la sociedad no puede prescindir de las personas y las personas no pueden prescindir de la Iglesia, nada, en la vida de la sociedad, puede sustituir a la Iglesia. No solo el hombre es camino de la Iglesia, también lo es la sociedad. Por eso es necesaria la doctrina social de la Iglesia, es decir, encíclicas como “Centesimus annus”. La Iglesia —dice Juan Pablo II— no debe crear civilización ni servir hoy a un sistema y mañana a otro. La Iglesia, en realidad, no viene de ahí ni a eso se dirige. Adviene en la especial vigilia del pueblo en la presencia del don de Dios. La Iglesia, que debe mostrar a la persona humana la persona de Cristo Dios, no puede evitar el sufrimiento ni la muerte. Si lo hiciera, dejaría de velar y en el mundo ya no existiría el acto de adoración con el cual se realiza en la Iglesia el advenimiento. Los hombres ya no vivirían en el espíritu y la verdad.
JUAN PABLO II NO ACEPTA BATALLAS POR LA PERSONA HUMANA EN EL TERRENO, POR ASÍ DECIR, DEL CAOS. EL SIEMPRE APARTA EL CAMPO DE BATALLA A UN NIVEL MÁS ALTO, DONDE LA REALIDAD DEL HOMBRE, DESINTEGRADA EN FRAGMENTOS SIN SENTIDO, SE RECONSTITUYE EN UN HERMOSO PAISAJE.
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LA IGLESIA MUESTRA A LA PERSONA HUMANA, LA PERSONA DE DIOS. POR ESO LA IGLESIA, AUN CUANDO EXISTE EN ESTE MUNDO, ES DISTINTA AL MISMO. A PESAR DE LAS GRAVES CARENCIAS MORALES, ELLA ES AUTORIDAD PARA EL MUNDO Y NO AL REVÉS.
La ausencia del sufrimiento y la muerte no puede sino ser una tragedia cósmica, tragedia de la persona y el pueblo. Cristo reprendió con severidad a Pedro cuando este procuró disuadirlo para que no entrara a Jerusalén, donde debía sufrir y morir. Lo llamó abiertamente Satán, porque sentía según los hombres y por consiguiente contra los hombres. El pensamiento de Juan Pablo II sobre el hombre es un pensamiento difícil, porque con Cristo vela sobre la piedra humana que surge en la vida. Es el pensamiento que los amigos de Job no logran comprender. Para salvarlos existe, no obstante, la oración, con la cual Job tomó conciencia de sí mismo y actuó en armonía con su propia naturaleza; confió en Dios. “Ningún hombre es una isla”.
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“La alegría del evangelio”.
Exhortación Apostólica del Papa Francisco en el primer año de su pontificado “No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». “Sólo gracias a ese encuentro —o reencuentro— con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?” (n°7 - 8) Palabras inscritas en el inicio de la primera Exhortación Apostólica, EVANGELII GAUDIUM del Santo Padre Francisco —firmada el 24 de noviembre de 2013, en la clausura del Año de la fe, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo—, documento del magisterio pontificio que tan amplia resonancia ha tenido en todo el mundo. En las páginas que siguen, tres miembros del Comité Editorial de HUMANITAS realizan un comentario desde diversos enfoques y desde sus propias disciplinas (en las que han ocupado las más altas responsabilidades en esta Universidad de esta Exhortación Apostólica entregada por el Papa Francisco a la Iglesia y al mundo en el primer año de su pontificado, destinada a dejar, como se vio desde su presentación, una honda huella.
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“Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio” por Pedro Morandé
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a exhortación apostólica Evangelii gaudium es notable por muchos aspectos: su serena alegría, su equilibrio, su eclesiología del pueblo de Dios, la iniciativa permanente del Espíritu de Dios que nos anticipa. Pero en este breve comentario quisiera concentrarme en la eclesiología del pueblo Dios que, a mi parecer, recupera muy hondamente la doctrina de Lumen gentium en nuestra época. Después de haber destacado el principio de la primacía de la gracia, señala el Papa Francisco: “Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aislados. Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana” (n.113). Estamos acostumbrados a escuchar en ambientes pastoralistas del protagonismo de los agentes pastorales, como también de las “pastorales especializadas”. Se cae fácilmente después en la visión de la evangelización como la ejecución de una estrategia pastoral que debe tener indicadores de logro, medibles y cuantificables. Con ello, se pone inevitablemente en el centro el protagonismo de la acción humana gestionada desde el plan pastoral. Pero nos advierte el Papa: “Jesús no dice a los Apóstoles que formen un grupo exclusivo, un grupo de élite. Jesús dice: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt 28,19). San Pablo afirma que en el Pueblo de Dios, en la Iglesia, «no hay ni judío ni griego [...] porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Ga 3,28).(ibid.). Y agrega: “Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre. Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humani-
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dad”. (n.114) Y también: “Este Pueblo de Dios se encarna en los pueblos de la tierra, cada uno de los cuales tiene su cultura propia” (n.115), lo que recuerda las afirmaciones de Juan Pablo II en su memorable discurso ante la UNESCO. Así, no contrapone la acción del Espíritu a la dinámica sociológica natural de la transmisión de la cultura entre las generaciones, dándole a la evangelización un alcance verdaderamente universal. Reconoce que cada pueblo tiene su particular estilo de convivencia, desde el cual identifica cuáles son sus necesidades y prioridades. La riqueza y dignidad de las culturas son un indicio cierto de las huellas del Espíritu de Dios en el corazón humano, incluso cuando la persona está alejada de la Iglesia, busca a Dios sin encontrarlo todavía o no tiene conciencia de que lo ha anticipado y alcanzado. El Papa no es ingenuo y ha llamado la atención precedentemente sobre el riesgo de caer en la “mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia; en buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal” (n.93). Pero este no es el núcleo de las culturas humanas, sino la deformación de la experiencia religiosa, que él compara con el fariseísmo. Por ello, como buen latinoamericano, contrapone esta mundanidad espiritual con la religiosidad popular que brota de la
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El Papa no es ingenuo y ha llamado la atención precedentemente sobre el riesgo de caer en la “mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia; en buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal” (n.93). Pero este no es el núcleo de las culturas humanas, sino la deformación de la experiencia religiosa, que él compara con el fariseísmo. Por ello, como buen latinoamericano, contrapone esta mundanidad espiritual con la religiosidad popular que brota de la encarnación de la fe cristiana en una cultura popular que tiene rostros y devociones concretas y genera vínculos de humanidad para una convivencia fraterna.
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encarnación de la fe cristiana en una cultura popular que tiene rostros y devociones concretas y genera vínculos de humanidad para una convivencia fraterna. A su vez, concibe la fraternidad como fundamento y camino para la paz, como tituló su mensaje para la tradicional jornada mundial del 1 de enero. Lo que personalmente encontré más notable de esta visión, fue su afirmación de que cuando se ha inculturado el Evangelio, cuando se ha vuelto fermento de humanidad, la propia transmisión intergeneracional de la cultura es una forma de evangelización, aun en el caso que las personas que lo hacen no tengan conciencia de pertenecer a la Iglesia. También los cristianos tienen que encontrar las huellas de la presencia de Dios en los vacíos, en los desiertos, en las miserias morales, en las “llagas de Cristo”, como las denomina contemplando al crucificado. Esto lo lleva a plantear “el gusto espiritual de ser pueblo”. Señala, al respecto: “La Palabra de Dios también nos invita a reconocer que somos pueblo: «Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios» (1 Pe 2,10). Para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene, pero allí mismo, si no somos ciegos, empezamos a percibir que esa mirada de Jesús se amplía y se dirige llena de cariño y de ardor hacia todo su pueblo” (n. 268). Pero se trata siempre de rostros humanos concretos que tienen identidad, historia, simbolismos culturales compartidos en la familia, en el trabajo, en la ciudad, en los medios de comunicación. Concluyo destacando que una de las novedades de esta exhortación apostólica es la plena recuperación del papel del pueblo de Dios en medio de los pueblos de la tierra y que la evangelización tiene por objeto abrazarlos fraternalmente a todos ellos, creciendo en medio de ellos, respetando sus culturas y su libertad, alentando su búsqueda de la verdad y reconociendo el don de la misericordia.
El olfato del rebaño
El sensus fidelium como una de las claves para leer la Evangelii gaudium por Samuel Fernández, Pbro.
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ace justo un año, en su primera misa crismal en Roma, el Papa Francisco sorprendió al mundo con una metáfora que tuvo un gran impacto: hablando a unos 1.600 sacerdotes, el día Jueves Santo, afirmó que la causa de la insatisfacción de algunos consagrados proviene del hecho de no de salir de sí mismos: «terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja» —esto os pido: sed pastores con «olor a oveja», que eso se note». En la nueva Exhortación Apostólica, el Papa Francisco propone otra metáfora análoga: «El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos» (EG 31). Este párrafo muestra las múltiples maneras con que el pastor —en este caso el obispo— debe acompañar al Pueblo de Dios, pero es indudable que el énfasis del texto está puesto en su última frase: el pastor deberá caminar atrás, sobre todo, «porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos». Estas palabras ya las había pronunciado, con una redacción muy semejante, en Brasil, a los obispos del Comité de coordinación del Celam, el 28 de julio de 2013.
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Son palabras que expresan la confianza en la presencia del Espíritu Santo en los fieles. Estas expresiones no son sino una traducción en imágenes de la tradicional doctrina del sentido de la fe del Pueblo de Dios. En el número 119 de la Evangelii gaudium, el Papa Francisco desarrolla este tema: «El Pueblo de Dios es santo por esta unción que lo hace infalible «in credendo». Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para explicar su fe. El Espíritu lo guía en la verdad y lo conduce a la salvación (Lumen gentium, 12). Como parte de su misterio de amor hacia la humanidad, Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe —el sensus fidei— que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios». Esta confianza en el sentido de todos los fieles se refleja en varias afirmaciones que apuntan en esta misma línea: recuerda que «no es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios», e invita a avanzar en una saludable «descentralización» (EG 16); señala la posibilidad de que los católicos tenemos de aprender de los hermanos ortodoxos sobre el sentido de la colegialidad episcopal y su experiencia de la sinodalidad (cf. EG 246); indica la necesidad de una reflexión teológica y pastoral «respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia» (EG 104); insiste en que, «en el diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares» (EG 241) y, finalmente, se muestra abierto a repensar las estructuras centrales de la Iglesia, incluido el papado (EG 32). Todo esto, para buscar una mayor fidelidad a la misión que Jesús ha confiado a su Iglesia. ¿Hay en esto una novedad doctrinal? La doctrina no es nueva. Tal vez, lo nuevo sea el énfasis y las proyecciones de su aplicación. La relevancia teológica del «sentido de los fieles» (sensus fidelium) es un dato tradicional. J.H. Newman, en sus estudios sobre el arrianismo, mostró que la fe auténtica, durante el siglo iv, fue mejor custodiada entre los fieles que entre muchos pastores. Más recientemente, el sensus fidelium
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fue muy relevante en la declaración de los dogmas marianos de los siglos XIX y XX. Y en cuanto a la conveniencia de avanzar en una «sana descentralización», el mismo papa Juan Pablo II —recuerda la Evangelii gaudium— ya había pedido que se le ayudara a encontrar «una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva» (Ut unum sint, 95); de hecho, en estas estructuras, «una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera» (EG 32). Además, una mirada a los primeros siglos de nuestra era basta para reconocer que, permaneciendo ciertos principios fundamentales, la autoridad en la Iglesia ha sido administrada de muy diversas formas. Cada época ha tenido la responsabilidad de buscar las estructuras eclesiales adecuadas para el cumplimiento de la misión encomendada por Jesús. Esta búsqueda, entonces, es también un dato tradicional. El fundamento teológico de esta doctrina reside en el hecho de que el Espíritu Santo está presente y actúa en la totalidad del Pueblo de Dios. Se trata, entonces, de renovar la fe en la acción del Espíritu Santo y «de tomar muy en serio a cada persona y al proyecto que Dios tiene sobre ella» (EG 160). Efectivamente, la presencia del Espíritu Santo orienta el caminar de los fieles con un instinto sobrenatural que les permite reconocer lo que viene de Dios. En esta línea, volviendo a la metáfora, «el olfato del rebaño» es una buena traducción de lo que en teología se llama el sensus (olfato) fidelium (del rebaño).
¿Hay en esto una novedad doctrinal? La doctrina no es nueva. Tal vez, lo nuevo sea el énfasis y las proyecciones de su aplicación. La relevancia teológica del «sentido de los fieles» (sensus fidelium) es un dato tradicional. J.H. Newman, en sus estudios sobre el arrianismo, mostró que la fe auténtica, durante el siglo iv, fue mejor custodiada entre los fieles que entre muchos pastores. Más recientemente, el sensus fidelium fue muy relevante en la declaración de los dogmas marianos de los siglos XIX y XX.
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Evangelii gaudium y Economía por Francisco Rosende Karin Jürgensen
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l Santo Padre Francisco le correspondió iniciar su pontificado en un contexto de severa crisis en las economías de Europa Occidental. En países tradicionalmente prósperos, como España, Italia, Grecia y Portugal, la tasa de desempleo ha mantenido niveles extraordinariamente altos. No es difícil imaginar los devastadores efectos que dicho cuadro plantea para numerosas familias. Particularmente grave es en esos países la situación de los jóvenes, pues su tasa de desocupación ha rondado niveles del orden de 30 a 40%. Esta afecta doblemente a los jóvenes que egresan de la universidad, pues, posiblemente, al cabo de un tiempo desempleado, haya disminuido el valor que tiene para los potenciales empleadores lo aprendido por esos jóvenes durante sus estudios. Así prevalece el efecto destructivo —en diferentes dimensiones— del desempleo. Algo mejor, pero no mucho, ha sido la realidad económicosocial de algunas de las economías líderes de Europa en los últimos años, por ejemplo, Francia e Inglaterra. Al otro lado del Atlántico aún se manifiestan los signos de la severa crisis financiera por la que atravesó la economía norteamericana entre los años 2007 y 2009. Ahora el gran desafío es ir levantando los “respiradores artificiales” sin que ello ocasione una recaída que interrumpa el proceso de recuperación. La destrucción de riqueza que ocasionó dicho episodio fue enorme. Basta pensar en el desplome en los precios de las propiedades, del mercado bursátil y de los activos en general. Algo de ello se ha recuperado —a nivel agregado—, pero es evidente que muchas familias sufrieron pérdidas considerables, comenzando por el aumento que tuvo la tasa de desocupación en este episodio. Así, si bien los indicadores macroeconómicos muestran una recuperación, para quienes atravesaron por esta realidad el proceso de recuperación es más lento, quedando a menudo daños
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permanentes, en términos de la forma en que dicho episodio impactó sus perspectivas de bienestar y progreso. Cabe mencionar que antes de la irrupción de la mencionada crisis financiera algunos destacados economistas —como el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan1, y el profesor de la Universidad de Chicago y actualmente presidente del Banco Central de India, Raghuran Rajan2— habían advertido un preocupante aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso en los Estados Unidos. Más aun, para Rajan la crisis misma fue causada por una respuesta incorrecta de las autoridades económicas norteamericanas al mencionado aumento de la desigualdad. Por otro lado, en las economías de Europa Occidental la crisis respondió tanto a los “efectos de contagio” que ocasionó la crisis norteamericana como al abrumador peso sobre las finanzas de los gobiernos de un atrofiado “Estado Benefactor”, construido con el propósito de lograr mejores condiciones de vida para los grupos más necesitados y también de la clase media. Es difícil de imaginar que la visión del Santo Padre con respecto a los problemas económicos y sociales del mundo moderno no tenga —en alguna medida al menos— además de la consideración de lo que ha ocurrido en los países mencionados, la influencia de lo que le tocó observar en Argentina: un país que, habiendo tenido a comienzos del siglo pasado un nivel de desarrollo similar al de Alemania y Francia, a lo largo del tiempo tendió a perder dinamismo, aumentar su inestabilidad y profundizar sus desigualdades. En el contexto gruesamente descrito es comprensible el fuerte cuestionamiento a las estructuras económicas que realiza el Santo Padre en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium. Aunque no es un documento propiamente de magisterio social, es pertinente y oportuno que el Santo Padre haya incluido mensajes en esta dirección. Para muchos, los planteamientos expuestos por el Santo Padre representan un severo cuestionamiento a la economía de mercado, infiriendo de ello su preferencia por sistemas en los que prevalece un rol protagónico de los gobiernos. Más aun, algunos 1 Greenspan, A (2007), The Age of Turbulence: Adventures I a New World, New York; The Penguin Press. 2 Rajan, R. (2012), “The True Lessons of the Recession: The West Can’t Borrow and Spend Its Way to Recovery”, Foreign Affairs, May/June, 69-79.
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han interpretado el mencionado documento del Santo Padre como una crítica al enfoque predominante en la investigación y enseñanza de la economía. Nuestra interpretación es diferente. A continuación justificaremos brevemente nuestra perspectiva, admitiendo la necesidad de una mayor elaboración posterior de los aspectos que se mencionan. En lo que dice relación con la Ciencia Económica, no nos resulta evidente un cuestionamiento a la metodología de trabajo de esta en el documento papal. Nos parece que no hay ninguna observación concreta en el documento que pudiera justificar esta interpretación, que sí apareció en reacciones al mencionado documento. De tanto en tanto se observa entre los analistas de los documentos de la Iglesia una tendencia a identificar conductas socialmente inadecuadas —por ejemplo, la búsqueda exclusiva de beneficios por parte de las empresas; o el comportamiento egoísta de las personas, orientado esencialmente a la búsqueda del bienestar material— con supuestas recomendaciones o enseñanzas provenientes de la Ciencia Económica. Al respecto cabe mencionar que por varias décadas la Economía ha adoptado lo que se conoce como el Método de la Economía Positiva, fuertemente impulsado por Milton Friedman3. El objetivo de la Economía Positiva consiste en explicar cómo se comportan las personas en sus decisiones económicas, no cómo nos gustaría que lo hicieran. Por ejemplo, el hecho de que las decisiones de consumo se puedan explicar tomando en cuenta el ingreso de las personas, el precio de los bienes y el supuesto de que las personas desean maximizar sus niveles de consumo no responsabiliza al economista. Él solo quiere explicar la realidad, no es el causante de la misma. Lo que las personas maximizan —su egoísta nivel de consumo, el de la familia o el de la comunidad— depende del conjunto de factores que moldean sus preferencias, dentro de los cuales destacan: los padres de familia; el ambiente de educación, etc. Como se indicó, este conjunto de influencias es ajeno al papel observador del economista y se construye en el ambiente cultural y social donde crecen y se desenvuelven las personas. 3 M. Friedman* (1958) “The Methodology of Positive Economics” en M. Friedman, Essays in Positive Economics.
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En este papel de observador de la realidad, los economistas pueden incluso advertir las consecuencias indeseables de ciertas conductas o tendencias. Así por ejemplo, detrás del colapso de las economías de Europa Occidental también hay un factor demográfico: la fuerte caída en la tasa de natalidad, que se inicia algunas décadas atrás cuando empieza a predominar la cultura de un hijo o de ninguno, y que llevó al quiebre de los sistemas de seguridad social. Este fenómeno no es culpa de los economistas. Más aún, con los conocimientos y técnicas desarrollados por esta disciplina era posible anticipar que la atomización de la familia y la consecuente caída de la natalidad iban a ocasionar importantes costos a estas sociedades. Detengámonos un momento en los planteamientos del Papa Francisco sobre aspectos más específicos de política económica, como el duro cuestionamiento a la “teoría del derrame” o del “chorreo”. Esta “teoría” describe la noción de que bastaría con el progreso que trae el crecimiento para resolver los problemas de pobreza y desigualdad que afectan a numerosas economías. Para muchos el planteamiento mencionado es una justificación contundente para impulsar una mayor presencia del gobierno en las economías. Más impuestos para financiar más gastos en educación, salud, vivienda etc. Sin embargo, ¿es eso lo que pide el Papa? Sería ingenuo suponer que el Santo Padre hiciera un planteamiento de esta naturaleza al mundo, advirtiendo que existen realidades tan disímiles. Sin ir más lejos, resultaría incomprensible culpar a la “teoría del derrame” de los graves problemas sociales de países como España, Grecia o Argentina, donde lo que ha abundado es una pesada carga derivada de una intensa e ineficiente presencia del gobierno en la economía y donde lo que falta es un ambiente de innovación y progreso. Por otra parte, no hay que olvidar que un detonante de la “crisis subprime” de los Estados Unidos fue la decisión de los gobiernos de Clinton y Bush de promover el otorgamiento de créditos hipotecarios a personas sin capacidad de pago de los mismos4. A nuestro juicio la interpelación del Santo Padre con relación al punto planteado tiene otro destinatario: los líderes que con su quehacer van moldeando las organizaciones sociales, económicas 4 Al respecto véase, por ejemplo F.Gredig y S.Claro, La pregunta de la reina. Lecciones de la primera crisis económica mundial del Siglo XXI. Pearson, 2010
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y políticas. En efecto, no debiera ser difícil coincidir entre diferentes sectores en cuanto a que los países requieren de políticas sociales activas y eficientes. Ello en el sentido de apoyar a los grupos más necesitados de la sociedad y no a los con más capacidad de presión, lo que requiere de una enorme dosis de compromiso social y valentía. Así, cuando se observa la realidad de economías con alto desempleo y crecimiento de la pobreza, como Grecia, cabe preguntarse ¿cómo pudo construirse un sistema que estableció la edad de jubilación en 55 años, a un gran costo para la sociedad? Respecto a los impuestos y el gasto, nos parece que ningún economista serio puede desconocer que determinadas circunstancias recomiendan una revisión al alza de estos y en otras ocurre lo contrario. Sin embargo, existe una metodología para evaluar estos ejercicios de finanzas públicas. De este modo, si lo que se quiere es aumentar el gasto en educación, es importante cautelar para que dichos recursos vayan a los sectores que más lo necesitan y se financien de modo de minimizar los costos en términos de inversión y empleo. Lo que se debe evitar es que dichos recursos se malgasten o desvíen hacia grupos de interés. El problema es desarrollar esta tarea con cuidado y responsabilidad, de modo de evitar que el atractivo de los logros de corto plazo y/o la demagogia afecten la disciplina de este ejercicio. El mensaje del Santo Padre tiene una gran riqueza, la que no
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debe desperdiciarse en un uso fragmentado de sus planteamientos en la contingencia. Como se señala en la misma Exhortación Papal, en el mundo actual hay mucha soledad y desesperanza, la que con frecuencia coexiste con el progreso material. En la raíz de muchos de estos problemas está el quiebre de la familia, unidad básica para construir sociedad y solidaridad. Destacados economistas como Gary Becker y James Heckman han apoyado con sus estudios esta conclusión, lo que nos da pistas precisas para una agenda que promueve el progreso con cohesión social, en la línea planteada por el Papa Francisco, la que está más allá de los intereses o controversias coyunturales.
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La reforma de la Iglesia según san Ignacio de Loyola POR ENRICO CATTANEO, S.J.
Cuando el 16 de agosto de 1537 Ignacio y sus primeros
seis compañeros hicieron votos en Montmartre (París) de “dedicar su vida al servicio de las almas” (Autobiografía, n. 85), la cristiandad ya era desde hacía veinte años víctima de la rebelión en la Iglesia de Roma, iniciada en 1517 por el monje agustino alemán Martín Lutero con la publicación de las famosas 95 tesis contra las indulgencias papales1. Después de muchas tergiversaciones e investigaciones de mediación, Lutero será excomulgado por León X en 1521. Sin embargo, desde comienzos de ese siglo todos se daban cuenta de que era necesaria una reforma seria de la Iglesia; pero las diversas tentativas emprendidas a partir del vértice (siendo la última el Quinto Concilio Lateranense, 1512-17) no produjeron efecto alguno. En 1520, Lutero hizo imprimir el escrito titulado A la nobleza cristiana de la nación alemana, en el cual sostenía que no era posible una verdadera reforma de la Iglesia sin proceder ante todo a derribar esa “triple muralla” que la Iglesia de Roma había levantado gradualmente, alejándose cada vez más del Evangelio de Cristo. La primera muralla consistía en la distinción entre clero y laicado, enteramente desconocida en las Escrituras apostólicas: con el bautismo —decía Lutero— todos somos sacerdotes. Cristo no instituyó sacramento alguno del Orden, sino puramente un ministerio en servicio de la Palabra. La segunda muralla estaba constituida por el presunto derecho exclusivo de la jerarquía a tener autoridad sobre la fe y sobre la interpretación de la Escritura. En realidad —dice Lutero— todos los bautizados pueden juzgar lo que es o no es justo en
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DESDE COMIENZOS DE ESE SIGLO TODOS SE DABAN CUENTA DE QUE ERA NECESARIA UNA REFORMA SERIA DE LA IGLESIA; PERO LAS DIVERSAS TENTATIVAS EMPRENDIDAS A PARTIR DEL VÉRTICE (SIENDO LA ÚLTIMA EL QUINTO CONCILIO LATERANENSE, 1512-17) NO PRODUJERON EFECTO ALGUNO.
1 En 2017, se cumplirán 500 años desde la publicación de las tesis de Lutero en Wittenberg, y ciertamente este aniversario no pasará desapercibido. Como preparación, la Comisión Luterano-católica ha publicado un documento titulado “Del conflicto a la comunión. Conmemoración común luterano-católica de la Reforma en 2017”, publicado en II Regno – Documenti, 1º de junio de 2013.
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VOLVIENDO A LA CARTA DE INSTRUCCIONES ENTREGADA A LOS PADRES ENVIADOS AL CONCILIO DE TRENTO, VEMOS QUE IGNACIO INDICA ANTE TODO CÓMO OCUPARSE DE LAS “RELACIONES” CON LOS DEMÁS, Y POR CONSIGUIENTE DE LAS “CONVERSACIONES”.
2 M. LUTERO, “Alla nobilità cristiana della Nazione Tedesca”, en Scritti Politici, Utet, Turín, 1949, 127-142 (WA 6, 405-414). 3 Durante un período breve estuvo presente también Pedro Canisio. Ver H. JEDIN, II Concilio di Trento, III, Brescia, Morcelliana, 1973, 77. 4 Monumenta Ignatiana, Epp. I, 386389. Citamos de la edición italiana: Gli scritti di Ignazio di Loyola, Roma, Adp, 2007, 1017-1019. La numeración de las cartas de Ignacio se rige por esta edición. 5 Para tener una idea de la eclesiología de Ignacio, ver las “Reglas para el sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener” (Esercizi Spirituali, 352-370) y la Carta 168 (en Gli scritti di Ignazio di Loyola, op. cit., 1337-1343).
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materia de fe; no existe un magisterio autorizado del Papa y los obispos, los cuales a menudo viven como grandes señores bien servidos y reverenciados, sin ocuparse de la predicación. La tercera muralla era el derecho exclusivo del Papa a convocar y aprobar un Concilio. Para Lutero, eso significaba de hecho bloquear la actividad. Era preciso en cambio devolver la voz a todos los fieles y por consiguiente también a las autoridades civiles en cuanto estaban constituidas por bautizados2. Lutero murió en 1546, tres meses después de la apertura del Concilio en Trento, donde sin embargo solo se encontraban católicos. Algunos representantes de la reforma protestante fueron admitidos en la segunda etapa, de 1551.
Los jesuitas en el Concilio de Trento Desde el comienzo del Concilio estuvieron presentes algunos jesuitas en calidad de peritos teólogos: Claudio Jay, enviado por el cardenal de Augsburgo, y otros tres, requeridos expresamente por Pablo III. Ignacio designó a Pedro Fabro, que sin embargo murió antes de poder llegar; Diego Laínez y Alfonso de Salmerón3. Tenemos una carta en la cual Ignacio da instrucciones a sus cofrades sobre la manera de comportarse en el Concilio4. Lo interesante es que él no entra para nada en cuestiones doctrinales y teológicas, pero se preocupa del testimonio de vida que los jesuitas deberían dar. Esto ya da una idea de cómo entendía Ignacio la reforma de la Iglesia. Para él no se trataba de modificar su estructura, sino de reformar a las personas desde adentro5. De lo contrario, existiría el riesgo de “deshacerse del niño junto con el agua sucia”. En otras palabras, no hay que abolir el sacerdocio porque hay sacerdotes malos, sino llevar a los sacerdotes a reformar su propia vida. Para esto escribió Ignacio los Ejercicios Espirituales (Ej. Esp.). Si bien la finalidad principal de los Ejercicios era ayudar a las personas a elegir una condición de vida en conformidad con la voluntad de Dios, su finalidad secundaria era ayudar a
quienes ya habían hecho una elección definitiva (como el matrimonio o el estado sacerdotal) a reorientarla de acuerdo con el puro servicio a Dios, eliminando todas las demás motivaciones desordenadas. El hecho de que Ignacio quisiera ofrecer los Ejercicios también o sobre todo a los miembros del clero está indicado por la insistencia con la cual habla de los “beneficios” vinculados con las cargas eclesiásticas. El beneficio eclesiástico se atribuyó a las propiedades inmobiliarias concedidas en usufructo a los clérigos en compensación por sus funciones, y al morir el usufructuario se restituían a la Iglesia. Esos beneficios podían ser simples o sine cura, y otros estaban vinculados con el cuidado de las almas. Además podían ser seculares si gozaban de ellos clérigos seculares o regulares si eran administrados por monjes. Ignacio plantea el caso del “afecto desordenado” de quienes “primero quieren haber beneficios y después servir a Dios en ellos” (Ej. Esp. 169,4), mientras debería ser todo lo contrario: “Primero hemos de poner por objeto querer servir a Dios, que es el fin, y secundario tomar beneficio o casarme, si más me conviene, que es el medio para el fin” (Ej. Esp. 169,6). En esa época, no pocos elegían la carrera eclesiástica porque aseguraba un “beneficio”, sin una verdadera vocación divina; pero por cuanto una vez recibido el sacerdocio tenía lugar una “elección inmutable” (Ej. Esp. 171, 1; 172, 1), no quedaba otro camino sino el de “enmendar y reformar la propia vida y estado de cada uno de ellos” (Ej. Esp. 189,1). Aquí Ignacio entra incluso en detalles, proponiendo a “los que están constituidos en prelatura”, si desean únicamente la gloria de Dios y la salvación de su propia alma, considerar cada uno atentamente “cuánta casa y familia debe tener, cómo la debe regir y gobernar, cómo la debe enseñar con palabra y con ejemplo; asimismo de sus facultades cuánta debe tomar para su familia y casa, y cuánta para dispensar en pobres y en otras cosas pías” (Ej. Esp. 189). Para orientarse en estas elecciones —dice Ignacio— es preciso tener siempre ante la vista “a nuestro
CUANDO ES NECESARIO EXPRESAR UNA OPINIÓN PROPIA, SE HARÁ “CON TODA LA TRANQUILIDAD Y HUMILDAD POSIBLES, TERMINANDO ASÍ: SALVO MEJOR JUICIO” (OP. CIT., 32,6).
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EN EL CONCILIO, LOS JESUITAS NO DEBEN OCUPARSE ÚNICAMENTE DE LOS ASUNTOS DEBATIDOS EN EL AULA, SINO TAMBIÉN DAR UN INTENSO TESTIMONIO DE VIDA APOSTÓLICA MEDIANTE PRÉDICAS, CONFESIONES, LECCIONES DE SAGRADA ESCRITURA E INSTRUCCIONES A LOS JÓVENES, Y PROPONIENDO ALGUNOS DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
6 En la inauguración del Concilio, el 13 de diciembre de 1545, estaban presentes 4 cardenales, 4 arzobispos, 21 obispos y 5 superiores de órdenes religiosas. Cada uno de ellos tenía un séquito considerable (ver H. JEDIN, Storia del Concilio di Trento, I, cit., 637).
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sumo pontífice, dechado y regla nuestra, que es Cristo nuestro Señor. Conforme a lo cual el tercer Concilio Cartaginense (en el cual estuvo San Agustín) determina y manda que la supeléctile del obispo sea vil y pobre” (Ej. Esp. 344,2-3). Volviendo a la carta de instrucciones entregada a los padres enviados al Concilio de Trento, vemos que Ignacio indica ante todo cómo ocuparse de las “relaciones” con los demás, y por consiguiente de las “conversaciones”. Por cuanto en esa época los padres conciliares, incluido su séquito, no eran muy numerosos6, se mantenían contactos, intercambios con obispos, teólogos y diversas autoridades. Ignacio poseía el “arte de la conversación”, lo que hoy llamaríamos el sentido de la comunicación, razón por la cual prestaba mucha atención a los efectos producidos por el discurso en los auditores. Esta capacidad de identificarse con la perspectiva o el punto de vista del otro indica una apertura muy grande del campo de conciencia. Hay quienes hablan, pero sin darse cuenta realmente de quiénes tienen delante. Esta atención al otro no estaba dictada en Ignacio por fines humanos o mundanos, como en el caso de un agente comercial o de un charlatán ante las multitudes, sino únicamente por el deseo de “ayudar a las almas”. El pasaje de introducción de la carta antes citada establece las bases de esta “pastoral de la comunicación”: “Si bien las relaciones y las conversaciones con muchas personas, que apuntan a la salvación y al provecho espiritual de las almas, permiten obtener con ayuda divina mucho fruto, por el contrario, este tipo de relaciones, si no somos vigilantes y favorecidos por nuestro Señor, puede
ser causa de grave daño para nosotros y a veces para los demás. Por cuanto nuestra vocación no nos permite eximirnos de estas relaciones con los demás, mientras más informados de antemano y guiados por alguna directiva estemos, en mayor medida avanzaremos con tranquilidad en el Señor” (Cartas, 32,1). De este principio general se desprenden consejos prácticos: ante todo “yo al hablar sería lento, considerado y lleno de amor, especialmente si es preciso determinar cosas que se tratan o pueden tratarse en el Concilio” (op. cit., 32,2). En todo caso, este hablar
Ilustración: Grabado con sesión del Concilio de Trento.
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“MIENTRAS COMÚNMENTE LOS OTROS PONTÍFICES AUMENTAN DE INMEDIATO LA SERVIDUMBRE, ÉL DESDE EL COMIENZO NO HA QUERIDO ADMITIR NINGÚN EMPLEADO DOMÉSTICO FUERA DE SUS ANTIGUOS SERVIDORES MIENTRAS NO VEA CÓMO FUNCIONAN LAS COSAS EN LA SEDE APOSTÓLICA” (OP. CIT.).(…)
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debe estar precedido y acompañado por una atenta acción de escuchar. No debe ser como un debate en la televisión, donde cada uno parece escuchar al otro, pero en realidad solo piensa en lo que deberá decir. Ignacio recomienda escuchar con profundidad y empatía: “Lento en el hablar, yo sería asiduo en cuanto a escuchar y tranquilo, con el fin de sentir y conocer los pensamientos, los afectos y los deseos de quienes hablan para así poder responder de mejor manera o callar” (op. cit., 32,3). En los asuntos abiertos a discusión, “no hay que dar la impresión de estar aferrado al propio juicio”, debiendo exponerse en cambio “los motivos de los puntos de vista opuestos”, de tal manera que todos se sientan comprendidos y no se deje “a nadie descontento” (op. cit., 32,4). Cuando es necesario expresar una opinión propia, se hará “con toda la tranquilidad y humildad posibles, terminando así: salvo mejor juicio” (op. cit., 32,6). En el Concilio, los jesuitas no deben ocuparse únicamente de los asuntos debatidos en el aula, sino también dar un intenso testimonio de vida apostólica mediante prédicas, confesiones, lecciones de Sagrada Escritura e instrucciones a los jóvenes, y proponiendo algunos de los Ejercicios espirituales (ver op. cit., 32,1’). La finalidad principal de esta actividad apostólica es llevar “las almas al conocimiento profundo de sí mismas, a un mayor conocimiento y amor a su Creador y Señor” (op. cit., 32,2’). Así, en las prédicas es preciso evitar “tocar puntos de divergencia entre protestantes y católicos, exhortando simplemente a los buenos hábitos y a las devociones en uso en la Iglesia” (op. cit.) Del mismo modo, en las lecciones sobre las Escrituras hay que “buscar vivamente inflamar las almas en el amor a su Creador y Señor” (op. cit., 32,3’). En toda esta actividad apostólica, se requiere mencionar siempre el Concilio, haciendo rezar para que “el Espíritu Santo descienda con mayor abundancia de dones y de gracias” (op. cit., 32,1’). En resumidas cuentas, “si bien para definir ciertas cuestiones es útil hablar poco y con atención, como se ha dicho, en cambio, para estimular en las almas el progreso espiritual, es útil hablar largo
tiempo, con orden y con afectuosa caridad” (op. cit., 32,9’). Ignacio recomienda luego, de acuerdo con su estilo de vida, visitar a los enfermos en los hospitales, “confesando y consolando a los pobres, llevando incluso algo si se puede, y haciéndoles rezar (por el Concilio), como se ha dicho a propósito de las confesiones” (op. cit., 32,7’). Por último, para que este modo de proceder no llegue a ser individualista y descoordinado, es preciso someterlo diariamente a verificación y evaluación: “Cada noche dedicaremos una hora a considerar en común lo realizado durante el día y el objetivo del día siguiente”, corrigiéndonos también recíprocamente con humildad y sinceridad, de manera que “todos puedan de este modo ayudarse para una mayor caridad y para una edificación más grande en todas partes” (op. cit., 32,9’).
La elección del Papa Marcelo Después de la muerte de Julio III, fue elegido Papa Marcelo Cervini, Cardenal de la Santa Cruz, el 9 de abril de 1555. Había sido uno de los legados papales durante el Concilio de Trento, donde pudo conocer a los teólogos jesuitas. Cervini sostenía que la reforma de la Iglesia no podía consistir únicamente en eliminar ciertos abusos, debiendo ser radical, es decir, partiendo de la “autorrenovación” del Papa y de la curia. Además veía claramente que esta autorrenovación debía darse simultáneamente con una incisiva reforma conciliar. “El mundo no puede decepcionarse de la reforma llevada a cabo por el Concilio —escribía a su secretario Maffei—; de lo contrario, el último error será peor que el primero”. La influencia de Cervini en los trabajos de la reforma del Concilio “era sin embargo sumamente limitada”7. “Pocas elecciones despertaron esperanzas tan ardientes como la de Marcelo (que excepcionalmente conserva su nombre de bautismo). Hábil y rico en experiencia, recto y lleno de esmero por la reforma, parecía ser el gran pastor que la Iglesia en crisis necesitaba enormemente”8.
(…) ADEMÁS, MIENTRAS SE ACOSTUMBRABA CELEBRAR EL DÍA DE LA ELECCIÓN Y DE LA CORONACIÓN CON GRAN POMPA Y CON GASTOS CONSIDERABLES ÉL, HABIENDO SIDO ELEGIDO EL MIÉRCOLES DE LA SEMANA SANTA, “PASÓ ESE DÍA SIN HACER GASTOS; POR EL CONTRARIO, PROHIBIÓ LAS HABITUALES SEÑALES DE REGOCIJO EN EL CASTEL SANT’ANGELO Y EN OTROS LUGARES, Y ORDENÓ QUE ESE DINERO QUE SE ACOSTUMBRA GASTAR EN ESTAS FIESTAS SE ASIGNE A LOS POBRES Y A LAS OBRAS PÍAS” (OP. CIT.).
7 H. JEDIN, II Concilio di Trento, III, op. cit., 196. 8 J. N. D. KELLY, Vite dei Papi, Casale Monferrato (AI), Piemme, 1995, 444.
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OTRA SEÑAL NOTABLE ES QUE EL PAPA “VA A LA IGLESIA DE SAN PEDRO Y A LA CAPILLA DEL PALACIO SIEMPRE A PIE EN VEZ DE HACERLO EN LA SILLA GESTATORIA, Y ÉL MISMO CELEBRA LA MISA CON GRAN DEVOCIÓN” (OP. CIT.).
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Precisamente con ocasión de esta elección, Ignacio, en algunas cartas dirigidas a toda la Compañía, revela de mejor manera su pensamiento sobre lo que entiende por reforma de la Iglesia. Ante todo, mientras la sede está vacante, Ignacio pide insistentes oraciones para que Dios dé a la Iglesia un santo pastor. De acuerdo con la concepción piramidal de la sociedad y de la Iglesia, es decir, donde hay un vértice y una base, y en conformidad con la idea de Dionisio Areopagita, retomada por Santo Tomás, según la cual el bien del vértice se difunde en grados inferiores, Ignacio quería que la acción apostólica apuntase sobre todo a los vértices de la sociedad y de la Iglesia, no por un excesivo deseo de poder, sino para difundir en mayor medida el espíritu del Evangelio. Por mucho que en la actualidad la mentalidad democrática aborrezca estos conceptos, siempre sigue siendo verdad que si en el gobierno hay corruptos, la corrupción se propaga más fácilmente en toda la sociedad; por el contrario, si hay personas rectas y honestas, también será esto ventajoso para el bien común. Asimismo, en la Iglesia, si hay pastores diligentes, dedicados a su ministerio, rectamente motivados, todo el pueblo lo percibirá positivamente. Escribe entonces Ignacio: “Viendo la importancia de un Pontífice bueno y esmerado en el honor de Dios y en la reforma de la Iglesia, que nuestra época debe desear de manera especial (…), todos los que estamos en Roma, alrededor de doscientos veinte entre la casa y los colegios, rezamos con insistencia para que la elección del nuevo Pontífice sea tal como conviene al bien universal del cristianismo” (Cartas, 197). Ignacio quiere dar también indicaciones más específicas: “Cada uno, al menos tres veces al día, rece especialmente con este fin, suplicando a la divina clemencia que provea a su Iglesia el pastor, no considerando lo merecido por nuestros pecados, sino lo que conviene para la extrema necesidad espiritual de la misma” (op. cit.). Ignacio ordena que “de las dos misas que celebrará cada sacerdote, una tenga esto como intención principal y la otra al menos como segunda intención: y esto hasta la elección del nuevo
El Libro que reformó el mundo.Hasta 1548 en que se imprimió, Ignacio fue mejorando el texto de sus Ejercicios Espirituales. Al margen de esta página, con la meditación del Nacimiento del Señor, se ven de su mano dos añadiduras relativas a la cueva de Belén, incorporadas luego definitivamente al texto.
Pontífice, por no decir que todas las oraciones, acciones y también sufrimientos de este tiempo deberían dirigirse hacia esa finalidad” (op. cit.). Ignacio quisiera además que estas oraciones sean pronunciadas “por todos los miembros de la Compañía dondequiera se encuentren”, con la esperanza de que “Cristo nuestro Señor no olvide ni abandone este legado adquirido con el precio de su sangre y de su vida (ver Hch 20,28), en tan urgente necesidad, si nuestra tibieza y nuestra negligencia no impiden el efecto de su infinita y suma misericordia” (op. cit.). En una carta a toda la Compañía, escrita el 16 de abril, siete días después de la elección del Papa Marcelo, Ignacio da cuenta de esta elección y de los primeros movimientos del Pontífice, con vivo sentido de aprobación. Después de recordar que todos los jesuitas fueron invitados a pronunciar fervientes oraciones “para que Dios se digne otorgar un verdadero pastor a su Iglesia, capaz de reformarla” (Cartas, 198), anuncia que fue elegido el Cardenal Marce-
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LA DESAPARICIÓN DE ESTE PAPA, “QUE HABÍA DESPERTADO TANTA ESPERANZA EN LA REFORMA DE LA IGLESIA” (OP. CIT.), IGNACIO LA INTERPRETA SIN EMBARGO CON ESPÍRITU DE FE: “FELIZ DESTINO PARA ÉL, Y PARA NOSOTROS GRAN AYUDA PARA VOLVER A DEPOSITAR SOLO EN DIOS NUESTRA CONFIANZA EN EL CUMPLIMIENTO DE TODO CUANTO DESEAMOS EN LA IGLESIA UNIVERSAL.
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lo de la Orden de la Santa Cruz, “de la cual (la Cruz) ha sido gran amante y durante mucho tiempo” (op. cit.). Así lo describe Ignacio: “Un hombre, por la seriedad de sus costumbres, por su compromiso con la piedad y por su esmero con la religión católica, así como por su prudencia, doctrina y magnanimidad, realmente merecedor de esa dignidad y ocupación. Conservó el mismo nombre que tenía siendo Cardenal porque no pensaba cambiar sus costumbres —como afirmó él mismo— y de hecho esto al parecer manifiesta hasta ahora con modestia y humildad, en perfecta coherencia consigo mismo; parece más bien que ha crecido en esto y en la devoción” (op. cit.). Esta coherencia se refleja también en los actos externos, que Ignacio se detiene para destacar. De hecho, “mientras comúnmente los otros pontífices aumentan de inmediato la servidumbre, él desde el comienzo no ha querido admitir ningún empleado doméstico fuera de sus antiguos servidores mientras no vea cómo funcionan las cosas en la Sede Apostólica” (op. cit.). Además, mientras se acostumbraba celebrar el día de la elección y de la coronación con gran pompa y con gastos considerables él, habiendo sido elegido el miércoles de la Semana Santa, “pasó ese día sin hacer gastos; por el contrario, prohibió las habituales señales de regocijo en el Castel Sant’Angelo y en otros lugares, y ordenó que ese dinero que se acostumbra gastar en estas fiestas se asigne a los pobres y a las obras pías” (op. cit.). El Papa Marcelo reordenó también las finanzas de la Iglesia, y encontrándolas bastante debilitadas, recortó todos los gastos superfluos, estableciendo controles para la circulación del dinero, de tal manera que los ingresos de la Iglesia se destinasen únicamente “para beneficio de la Sede Apostólica misma, de los pobres y de las obras pías” (op. cit.). En el día de Pascua, el Pontífice solía arrojar dinero al pueblo reunido en la Plaza de San Pedro; pero el Papa Marcelo, aconsejado por “uno de los presentes” (¿que sería un jesuita?), evitó ese gesto vulgar, destinando ese dinero “a los monasterios y a otros lugares píos” (op. cit.). Otra señal notable es que el Papa “va a la iglesia de San Pedro y a la capilla del palacio
siempre a pie en vez de hacerlo en la silla gestatoria, y él mismo celebra la misa con gran devoción” (op. cit.). Al elegirse un Papa, antes de terminar el cónclave, los demás cardenales solían pedir favores y privilegios al recién elegido, presentando cartas para que las firmase, comprometiéndose así a cumplir las promesas. El Papa Marcelo, en cambio, “enteramente absorto en la reforma de la Iglesia”, no firmó nada, diciendo que consideraría el asunto, y si era justo y honesto lo llevaría a cabo. A quienes le deseaban larga vida, respondía: “Si mi vida será útil para la Iglesia, que Dios la conserve; si no es así, deseo más bien que sea breve para no aumentar mis pecados” (op. cit.). Uno de los principales defectos en los cuales caían los papas de esa época era convertirse en benefactores de sus propios familiares, llenándolos de honores y privilegios (el llamado “nepotismo”). El Papa Marcelo fue sumamente estricto en cuanto a reprimir este abuso, llegando a prohibir a su hermano a establecerse en Roma. También prohibió dirigirse a Roma a otros parientes, muchos de los cuales estaban en Montepulciano. Por el contrario, a dos sobrinos que vivían en Roma los envió a estudiar a Bolonia. No quiso promover a sus parientes más allá del nivel en que habían nacido y decretó con cartas apostólicas “que en lo sucesivo sería infamia para los sumos pontífices enriquecer a sus propios consanguíneos con los bienes de la Iglesia” (op. cit.). Y termina Ignacio con esta bella invocación: “Dígnese el Señor Jesús conservar esta mente en su sumo Vicario, el cual será al parecer Pontífice de la Iglesia de Dios y no pa¯ra sí mismo ni para su casa” (op. cit.). Por cuanto en esa época el Papa todavía era responsable del gobierno y de la justicia, Marcelo reunió a todos los presidentes de los tribunales civiles y penales, ordenándoles no tener en cuenta a los consanguíneos o familiares del Sumo Pontífice, sino proceder en todo en conformidad con las leyes. Y comenta Ignacio: “Y en esto realmente vemos cambiado el rostro de la ciudad y, habiéndose eliminado el favoritismo, tenemos confianza en que reinará la justicia” (op. cit.).
PARA LUTERO, EL PAPA, LOS OBISPOS Y LOS SACERDOTES SOLO ERAN BAUTIZADOS TALES COMO LOS DEMÁS, E INCLUSO PEORES QUE LOS DEMÁS, YA QUE NI SIQUIERA ERAN DIGNOS DE SER LLAMADOS CRISTIANOS.(…)
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(…) IGNACIO ELIGIÓ OTRO CAMINO, QUE PARTE DE LA “REFORMA DE LA PROPIA VIDA” EN CONFORMIDAD CON LA PRÁCTICA DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES.
9 Entre los jesuitas se transmite otra anécdota, atribuida al mismo Ignacio, el cual, cuando una conversación tomaba un rumbo equivocado, para interrumpir el argumento, decía: “¡Eh! Hablemos del Papa Marcelo”. Pierluigi da Palestrina compuso una Missa Papae Marcelli, no se sabe muy bien en qué circunstancias, pero que ciertamente le gustó mucho a los padres conciliares en 1562, mientras estaban discutiendo sobre la música litúrgica (ver H. JEDIN, II Concilio di Trento, IV/1, op. cit., 324-325
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Semejante comportamiento no podía no tener resonancia incluso entre los obispos mismos: “Desde el principio de su pontificado, él comenzó a exhortar con paternal seriedad a la reforma a algunos cardenales jóvenes y ya su ejemplo parece incitar a todos a la reforma. Ha comenzado también, con la oración y en cada estudio, a ocuparse de la paz entre los príncipes cristianos” (op. cit.). Concluye Ignacio: “Finalmente encontramos en él todas las señales del Padre realmente santo y ciertamente al parecer la bondad divina se ha apiadado de su Iglesia: le suplicamos por lo tanto que se digne conservar y aumentar sus dones en este gran pastor de toda la grey” (op. cit.). Sin embargo, Dios había dispuesto otra cosa, ya que al cabo de solo veinte días murió el Papa Marcelo. Ignacio había visualizado en él al buen pastor conveniente para la Iglesia “en tan extremas necesidades” (Cartas, 199). En la única ocasión en que Ignacio, junto con otro miembro de la Compañía, visitó al Papa Marcelo, este “se comportó con ellos de manera tan humana, familiar y afectuosa, abrazando y acogiendo a ambos con el beso de paz” (Cartas, 198), que ese encuentro permaneció indeleble en el corazón de Ignacio. La desaparición de este Papa, “que había despertado tanta esperanza en la reforma de la Iglesia” (op. cit.), Ignacio la interpreta sin embargo con espíritu de fe: “Feliz destino para él, y para nosotros gran ayuda para volver a depositar solo en Dios nuestra confianza en el cumplimiento de todo cuanto deseamos en la Iglesia universal y en nuestra Compañía. Si de hecho nuestra esperanza debía basarse en los recursos humanos, el principal parecía ser este pontífice, que desde el comienzo de su elección, con el ejemplo, con la palabra y con los hechos, no buscaba sino la reforma de la Iglesia” (Cartas, 200)9.
Conclusión Tanto Lutero como Ignacio comprendían muy bien que una reforma de la Iglesia in capite et membris solo podía resultar a partir del caput, es decir, del Papa, de
los obispos y de la totalidad del clero. Para Lutero, el Papa, los obispos y los sacerdotes solo eran bautizados tales como los demás, e incluso peores que los demás, ya que ni siquiera eran dignos de ser llamados cristianos. Ignacio eligió otro camino, que parte de la “reforma de la propia vida” en conformidad con la práctica de los Ejercicios espirituales. Si bien esta práctica se proponía a todos los cristianos, no cabe duda de que Ignacio pensaba ofrecer los Ejercicios “completos” únicamente a aquellos de quienes se podía esperar un compromiso mayor y más generoso al servicio de Cristo, el Señor, como religiosos o sacerdotes. Tampoco cabe duda de que entre los participantes en los Ejercicios, Ignacio desease que hubiese prelados, obispos y sacerdotes, para inducirlos a “reformar” su elección si no la habían hecho con recta intención, o a confirmarla de acuerdo con el modelo de Cristo pobre y ardiente de celo por las almas. A partir de las cartas escritas con motivo de la elección del Papa Marcelo, es posible intuir que el deseo de Ignacio fuese tener un Papa que hubiese hecho completamente los Ejercicios espirituales. Posiblemente, el Cardenal Marcelo Cervini, en el Concilio de Trento, estando en contacto con los jesuitas Laínez y Salmerón, haya conocido y tal vez incluso hecho, al menos en parte, los Ejercicios. En todo caso, su espíritu estaba en perfecta conformidad con los mismos. Ignacio estaba convencido de que a partir de la “reforma de la propia vida”, teniendo a la vista el modelo de Cristo pobre y humillado a causa de la palabra de Dios, no se podía no llegar necesariamente también a una reforma de las estructuras10. Con todo, únicamente quien ha logrado claridad en sí mismo, únicamente quien ha elegido seguir a Cristo hasta la cruz está en condiciones de distinguir entre lo que en las estructuras de la Iglesia es permanentemente válido, debido a la voluntad misma de Cristo, y aquellas que en cambio son las superestructuras “mundanas y vanas”11, que se han sobrepuesto a las estructuras originarias llegando casi a oscurecerlas.
IGNACIO ESTABA CONVENCIDO DE QUE A PARTIR DE LA “REFORMA DE LA PROPIA VIDA”, TENIENDO A LA VISTA EL MODELO DE CRISTO POBRE Y HUMILLADO A CAUSA DE LA PALABRA DE DIOS, NO SE PODÍA NO LLEGAR NECESARIAMENTE TAMBIÉN A UNA REFORMA DE LAS ESTRUCTURAS.
10 A algunas personas no les gusta escuchar hablar de “reforma” de la Iglesia, pero este concepto fue retomado precisamente por Benedicto XVI, el cual, refiriéndose al Concilio Vaticano II, opuso a la “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”, que ha causado mucha confusión, la “hermenéutica de la reforma”, que significa “renovación en la continuidad” y que ha tenido y tiene muchos frutos (Discurso en la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005, en Benedicto XVI, Insegnamenti, I, 1018-1032). 11 Véase lo que Ignacio hace pedir como gracia en Ej. Esp. 63,4: “Pedir conocimiento del mundo para que, aborreciéndolo, aleje de mí las cosas mundanas y vanas”.
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Juana Ross de Edwards entre el “M anifiesto Comunista” (1848) y la Encíclica “Rerum Novarum” (1891) POR MAURO MATTHEI OSB
J La época en que vivió Juana Ross de Edwards puede considerarse en una doble dimensión: la del auge máximo del puerto de Valparaíso como centro económico y social de Chile (18501914), pero también la del nacimiento y desarrollo de dos grandes visiones acerca de la llamada “cuestión social”, es decir, entre la publicación del “Manifiesto comunista” de Marx (1848) y la de la encíclica “Rerum Novarum” del Papa León XIII (1891). (...)
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uana Ross de Edwards (1830-1913) ha dejado una huella profunda en la sociedad chilena no solamente por su ingente labor caritativa y su visión cristiana del valor de los bienes terrenales. La segunda edición del libro “Juana Ross de Edwards o el valor de la pobreza” del investigador David Toledo (Valparaíso 2013) revela nuevos aspectos de las motivaciones profundas que guiaban a aquella gran trabajadora en favor de los desfavorecidos de la sociedad. Sin duda se trata en primer lugar de este “valor de la pobreza”. En su renuncia al uso del sombrero, el signo más llamativo de las damas del siglo XIX y de la “Belle Epoque”, y en su preferencia por el tranvía en vez del auto con chofer, nos aparece como una especie de precursora del Papa Francisco. Hurgando con admiración y respeto en la vida de esta santa mujer también puede surgir la pregunta acerca de la relación de su actividad caritativa con las grandes corrientes del pensamiento social del siglo XIX, por ejemplo el socialismo y la doctrina social de la Iglesia. La época en que vivió Juana Ross de Edwards puede considerarse en una doble dimensión: la del auge máximo del puerto de Valparaíso como centro económico y social de Chile (1850-1914), pero también la del nacimiento y desarrollo de dos grandes visiones acerca de la llamada “cuestión social”, es decir, entre la publicación del “Manifiesto comunista” de Marx (1848) y la de la encíclica “Rerum Novarum” del Papa León XIII (1891). En estos años no solo aumentaría la influencia del socialismo, sino que a la vez el pensamiento católico lograría una maduración decisiva en temas como el desarrollo social, la economía, la caridad social y la pobreza. En el ideario católico
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La presencia permanente de Juana Ross en todos los puntos neurálgicos del sufrimiento o de la necesidad, no solo en Valparaíso sino en muchas otras partes, obraba como un fuerte estímulo sobre el pensamiento socialcristiano.
se asentó entonces y se tornó gradualmente más nítida lo que se llama la “doctrina social de la Iglesia”. Cuando a mediados del gobierno de Manuel Montt (18511861), Juana Ross, apoyada lealmente por su marido, Agustín Edwards Ossandón (1815-1878), comenzaba aquella labor social caritativa que no interrumpiría hasta el fin de su vida, el “Manifiesto Comunista” de Marx (1848) ya había sido arrojado al estanque de la historia como piedra que levantaría anillos de agitación cada vez más amplios hasta el día de hoy. La ventaja de este, cotejándolo con el ideario de la “Sociedad de Beneficencia de Señoras de Valparaíso”, en que había hecho su estreno la esposa de Agustín Edwards, estribaba en el análisis que Marx había hecho de las causas estructurales de la pobreza y de las injusticias sociales y en un proyecto de superación de tales causas. En cambio, en el ambiente católico en que Juana Ross se movía, la atención se centraba en la noción bíblica de la limosna y se aspiraba a un plan de acción consistente tan solo en una lucha de las virtudes por parte de la gente afortunada contra los vicios de los “pobres”. Las mismas objeciones de aquel ambiente a la labor de Juana Ross revelaban idéntica mentalidad. Joaquín Edwards Bello
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(…) En estos años no solo aumentaría la influencia del socialismo, sino que a la vez el pensamiento católico lograría una maduración decisiva en temas como el desarrollo social, la economía, la caridad social y la pobreza. En el ideario católico se asentó entonces y se tornó gradualmente más nítida lo que se llama la “doctrina social de la Iglesia”.
(1887-1968), su pariente y en cierto modo su contemporáneo, reprodujo con agudeza uno de los dichos de aquellas damas benéficas: ”En todas partes donde una va no se ven más que huachos de los pobres, cada vez más raquíticos y feos.¡Y después nos piden plata para costearles la leche, el pan y la educación! Yo no sé qué le ha dado a Juana Ross para volverse protectora de los huachos”. Pero aquel planteamiento insuficiente del problema social no solo se daba en los medios católicos. También pensadores alejados de aquellos ambientes, como Valentín Letelier (18521919), hacían radicar la problemática social en la falla de las clases altas contra la equidad social y la necesidad de un Estado fuerte para remediar esa falla. El interés de los pensadores y políticos católicos y no por último del clero por la llamada “cuestión social” se desarrollaba con cada vez mayor inquietud en forma casi paralela a la acción práctica de Juana Ross. Ella misma no era una persona de tipo intelectual. Lo que se conoce de su pensamiento se refiere ante 1 Agradezco al catedrático de Historia Sr. Rodrigo Moreno su indicación sobre la tesis de María Jesús Cáceres Sánchez de la Universidad Adolfo Ibáñez (2013), que trata extensamente de los funerales de Juana Ross de Edwards. La cita está en las pgs.81-82.
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todo a los aspectos prácticos de su obra en favor del prójimo. ”Hacía la caridad no porque le daba la gana, sino porque su conciencia le mandaba hacerla. Si no lo hubiera hecho, se habría considerado no solamente desgraciada, sino culpable”1. Fueron antes que nada dos factores de su modo de proceder los que pudieron dinamizar el pensamiento social católico de aquella época: en primer lugar la vastedad y visibilidad social de su acción y, en segundo lugar, su visión más exacta de las causas del malestar social. Como ejemplo más significativo de esto último se podría señalar su iniciativa personal en favor de la primera construcción de viviendas obreras en el cerro Cordillera de Valparaíso, solemnemente inauguradas por su nieto Agustín Edwards Mac Clure el 9 de enero de 1898, en presencia del Presidente de la República y de numerosos invitados. Era la primera iniciativa de este tipo en Chile. Solo ocho años más tarde, en 1906, el Partido Conservador iba a patrocinar en el Congreso una ley que se ocupaba de las viviendas obreras. La presencia permanente de Juana Ross en todos los puntos neurálgicos del sufrimiento o de la necesidad, no solo en Valparaíso sino en muchas otras partes, obraba como un fuerte
Fueron antes que nada dos factores de su modo de proceder los que pudieron dinamizar el pensamiento social católico de aquella época: en primer lugar la vastedad y visibilidad social de su acción y, en segundo lugar, su visión más exacta de las causas del malestar social. (...)
La mansión de los Edwards se derrumbaría en el terremoto de 1906, pero en el mismo solar se elevaría después de la muerte de doña Juana Ross, no sin la disposición de ella, la catedral de Valparaíso. La diócesis, a su vez, expresó el sentido eclesial de la vida de su benefactora, trasladando en 1992 sus restos y los de su esposo Agustín Edwards desde el cementerio a la cripta de dicha catedral. Allí reposan desde entonces sus despojos, junto a los de los pastores de la Iglesia porteña.
2 Posteriormente se le conocería como “Hospital Deformes”
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El 9 de marzo de 1884 se dio su encuentro con el Papa León XIII y en la audiencia, que duraría una hora, se trataron únicamente temas referentes a la “cuestión social”. Al final el Pontífice, que había sido informado de sus actividades, recompensó a su ilustre visitante chilena con una cordial bendición. Esto sucedía solo siete años antes de la publicación de “Rerum Novarum”.
El factor dirimente entre la doctrina marxista y la católica era la convicción de la primera de que el “motor de la historia” era el conflicto, que “la violencia era la partera de la historia” (Lenin), y el de la segunda de que el motor es la “buena noticia” del Evangelio.
estímulo sobre el pensamiento socialcristiano. Vaya otra cita como ilustración: “Una de sus obras de mayor devoción fueron los hospitales y, dentro de ellos, el que lleva el nombre de su esposo, el hospital San Agustín de Valparaíso2. Luego viene, en orden de importancia, el hospital de La Serena, ciudad de su nacimiento. El antiguo hospital de Antofagasta, los de Freirina, Vallenar, Huasco, Vicuña, Ovalle, Combarbalá, lugares que vieron levantarse la fortuna de su esposo, así como los de Limache, San Camilo, San Felipe, Buin, Parral, Quillota y Los Andes, fueron construidos y mantenidos principalmente por ella entre los años 1878 y 19133”. En 1883-1884 la señora Ross emprendería lo que sería su único viaje a Europa. El 9 de marzo de 1884 se dio su encuentro con el Papa León XIII y en la audiencia, que duraría una hora, se trataron únicamente temas referentes a la “cuestión social”. Al final el Pontífice, que había sido informado de sus actividades, recompensó a su ilustre visitante chilena con una cordial bendición. Esto sucedía solo siete años antes de la publicación de “Rerum Novarum”. El 24 de junio de 1904 el P. Mateo Crawley Boevey SS.CC. llevaba a cabo en la mansión de doña Juana Ross la primera entronización de la imagen del Sagrado Corazón como signo del deseado “Reinado social del Corazón de Jesús”. Era este un apostolado al que el siervo de Dios dedicaría toda su vida y que, traducido al lenguaje laico, implicaba la difusión del pensamiento social-cristiano en todo 3 Blanca Subercaseaux de Valdés, Un alma cumbre: Juana Ross de Edwards, pg.97, en la citada tesis de María Jesús Cáceres, pg.93.
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el mundo. La mansión de los Edwards se derrumbaría en el terremoto de 1906, pero en el mismo solar se elevaría después de la muerte de doña Juana Ross, no sin la disposición de ella, la catedral de Valparaíso. La diócesis, a su vez, expresó el sentido eclesial de la vida de su benefactora, trasladando en 1992 sus restos y los de su esposo Agustín Edwards desde el cementerio a la cripta de dicha catedral. Allí reposan desde entonces sus despojos, junto a los de los pastores de la Iglesia porteña. Mons. Mariano Casanova, que antes de su nombramiento como arzobispo de Santiago (1886), había tenido muchos contactos con Juana Ross en su calidad de gobernador eclesiástico en Valparaíso, publicaba en 1891 una Carta pastoral que daba a conocer a sus fieles la encíclica “Rerum Novarum”, tratando a la vez el tema de la condición social de los obreros. En este documento podemos reconocer la primera manifestación oficial de la Iglesia católica en Chile sobre los problemas sociales. Luis Enrique Concha Subercaseaux (1876-1931), cuya tesis de abogado se titulaba “Cuestiones obreras” (1899), era otro de los católicos “inquietos” y uno de los más destacados y sinceros. A pesar del entusiasmo de ambas personalidades por la encíclica papal y su gran obra divulgadora de ella, no estaban libres de las insuficiencias de enfoque arriba aludidas. Tópicos de los próceres católicos eran, por ejemplo, exhortaciones para que “los ricos tuvieran más desprendimiento y los pobres, más resignación”. Su admiración por la encíclica de León XIII llevó al arzobispo a ver en ella “la última y decisiva palabra sobre la cuestión social”. En realidad, el magisterio papal estaba recién comenzando: seguirían la “Quadragesimo anno” de Pío XI y los grandes pronunciamientos de sus sucesores. También llama la atención que en la carta pastoral de Mons. Casanova, se hablaba del socialismo solamente como de un “peligro formidable”. A fines del siglo XIX las dos visiones de la cuestión social, la marxista y la católica, aparecían ya como claramente antagónicas. Pero hay que decir que el mundo católico, al motejar las corrientes marxistas como “peligro” y “amenaza” en el fondo estaba percibiendo las consecuencias negativas de los
Karl Marx
El solo hecho de su fidelidad perseverante por casi sesenta años a la convicción de que el dinero era un regalo del cual había que servirse para el bien de todos equivalía a una revolución, no la revolución del puño en alto, sino la de la mano extendida.
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(…) Como ejemplo más significativo de esto último se podría señalar su iniciativa personal en favor de la primera construcción de viviendas obreras en el cerro Cordillera de Valparaíso, solemnemente inauguradas por su nieto Agustín Edwards Mac Clure el 9 de enero de 1898, en presencia del Presidente de la República y de numerosos invitados. Era la primera iniciativa de este tipo en Chile.
Congregación de los Padres Salesianos.
Liceo Juana Ross.
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Sabía despojar el dinero y todos los bienes terrenales de su atracción idolátrica y egocéntrica y los convertía en bienes divinos, destinados siempre al bien común. Su actitud ilustraba generosamente lo que San Agustín había dicho en una de sus prédicas : “Aquel que no sabe servirse del oro, es tiranizado por él. Sean ustedes dueños del oro y no sus esclavos; porque Dios, que ha hecho el oro, los ha creado a ustedes superiores al oro; ha hecho el oro para uso de ustedes, mas a ustedes los ha hecho a imagen suya y solo para él”.
planteamientos equívocos del “Manifiesto comunista”. Si el llamado a eliminar la explotación del hombre por el hombre era claramente un postulado moral, y eso con máxima evidencia, no se podía al mismo tiempo ponerlo en práctica con métodos absolutamente contrarios a toda ética, con desprecio de la verdad, con ceguera hacia la realidad e implacable imposición del hoyo vacío del ateísmo. Marx había afirmado que si hasta aquí los filósofos habían pensado sobre el mundo, ahora, gracias al comunismo, vendría el tiempo de cambiar el mundo. Pero tal “cambio”, según el pensamiento católico, jamás podría resultar para el bien si no se les atribuía a los postulados morales la misma importancia y el mismo carácter vinculante que a las leyes físicas y matemáticas. Proféticamente el arzobispo de Santiago escribía en su pastoral de 1891: “Este antagonismo, que se ahonda cada día con la propaganda socialista, no tardará mucho en convertirse en odio implacable, si alguna mano poderosa no contiene sus estragos”. Y escribía eso en 1891, en que aún no se vislumbraban siquiera los “estragos” que causaría a partir del fin de la Primera Guerra Mundial la acción marxista en el mundo: el aprovechamiento de la clase proletaria como mero instrumento de poder, la justificación
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Rodeada de sus nietos. De mayor a menor: Adela, Agustín, María Teresa, Carlos, Raúl, María Luisa, Francisca, Juana y María
de los genocidios de China y Camboya, el terror de Mao y de la dinastía de los Kim en Corea del Norte como método deliberado de gobierno, las burdas falsificaciones de la historia, las centrales de desinformación, las frías matanzas como, por ejemplo, la de toda la oficialidad polaca en Katyn, la proliferación del “archipiélago Gulag”, como lo llamaría Solzhenitsyn; las brutales torpezas en Venezuela, el fomen-
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to deliberado y metódico de toda clase de enfrentamientos como máquina política. El factor dirimente entre la doctrina marxista y la católica era la convicción de la primera de que el “motor de la historia” era el conflicto, que “la violencia era la partera de la historia” (Lenin), y el de la segunda de que el motor es la “buena noticia” del Evangelio. El desarrollo de la primera evidenció la incapacidad del Manifiesto de avanzar asimilando nuevas realidades o de enriquecerse con la verdad; el desarrollo de la segunda consistió en la capacidad de aprendizaje, partiendo de «Rerum Novarum» y de ciertas ingenuidades del principio hasta el gran aporte de eficacia de los tiempos posteriores a 1891. En medio de estas corrientes y revoluciones, de este alejamiento de las buenas intenciones iniciales, de miles de engaños que convertían el bien en un mal, doña Juana Ross, apoyada en todo por su marido, avanzaba en un gigantesco trabajo social, levantaba iglesias y hospitales, dispensarios y colegios, hogares de ancianos, viviendas obreras y comedores infantiles, sin desviar nunca estos dones hacia un aprovechamiento político o a alguna utilización interesada. Sabía despojar el dinero y todos los bienes terrenales de su atracción idolátrica y egocéntrica y los convertía en bienes divinos, destinados siempre al bien común. Su actitud ilustraba generosamente lo que San Agustín había dicho en una de sus prédicas : “Aquel que no sabe servirse del oro, es tiranizado por él. Sean ustedes dueños del oro y no sus esclavos; porque Dios, que ha hecho el oro, los ha creado a ustedes superiores al oro; ha hecho el oro para uso de ustedes, mas a ustedes los ha hecho a imagen suya y solo para él”. El solo hecho de su fidelidad perseverante por casi sesenta años a la convicción de que el dinero era un regalo del cual había que servirse para el bien de todos equivalía a una revolución, no la revolución del puño en alto, sino la de la mano extendida. Pero ella, con las instituciones que fundó y que en su mayoría duran hasta hoy, también logró cambiar el mundo para bien, por lo menos en el sector en que a ella le tocó vivir. Una figura de esta talla y envergadura espiritual —modelo de inculturación del Evangelio en aquella época— en muchos países habría sido objeto del interés de la Iglesia local por abrir un proceso de investigación de sus virtudes heroicas, camino a posibles pasos posteriores.
Una figura de esta talla y envergadura espiritual —modelo de inculturación del Evangelio en aquella época— en muchos países habría sido objeto del interés de la Iglesia local por abrir un proceso de investigación de sus virtudes heroicas, camino a posibles pasos posteriores.
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Las ilustraciones del presente artĂculo son creaciones del propio Tolkien para su obra literaria.
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Tolkien y la modernidad
Una clave para El señor de los anillos POR STRATFORD CALDECOTT
F
¿ ue J. R. R. Tolkien un escritor moderno? El autor de El hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarillion es indudablemente “moderno” en cuanto vivió en nuestro mismo período histórico (murió en 1973). Además, su literatura es extraordinariamente popular entre los lectores modernos. Sin embargo, los críticos suelen sostener que no era moderno, sino más bien premoderno en su enfoque de la literatura, y ciertamente tienen razón en el sentido de que lo inspiraron especialmente antiguas tradiciones narrativas y literatura anglosajona como Beowulf. Su libro contenía muchos elementos arcaicos, pero en sí mismo no era arcaico ni premoderno. El Señor de los Anillos es una novela con elementos modernos. No podría haberse escrito en una época anterior. Contiene una crítica a la modernidad implícita, pero muy fuerte, de aspectos y tendencias del mundo moderno, como la globalización, el socialismo y la confianza en la tecnología. ¿Pero es regresiva o progresiva? Solo el tiempo lo dirá.
¿Quién era Tolkien? ¿Pero, en primer lugar, quién era este hombre, este escritor? Como todos nosotros, era más que la suma de sus partes. De niño, fue huérfano: su padre murió cuando tenía cuatro años y su madre (convertida al catolicismo y reducida a la pobreza al ser excluida de su familia por este motivo), cuando tenía doce. Posteriormente llegó a ser profesor de anglosajón en la Universidad de Oxford. Trabajó en el Oxford English Dictionary. Tradujo el Libro de Job para la Biblia de Jerusalén. Iba a misa en bicicleta casi todos los días. De noche, inventaba relatos para sus cuatro hijos. La gente dice que se disfrazaba de guerrero antiguo, con cuernos en la cabeza, empuñando una gran hacha para ahuyentar a los turistas de su jardín. Era en cierto modo
HUMANITAS Nº 74 pp. 314 - 329
«Al final de su maravilloso ensayo titulado La abolición del hombre, C.S. Lewis, amigo de Tolkien, alude con esperanza a un nuevo tipo de ciencia, una “ciencia regenerada” del futuro, que “no haría ni siquiera a los minerales y a los vegetales lo que la ciencia moderna amenaza hacer al hombre mismo. Al explicar, no se disculparía con explicaciones, y al referirse a las partes, recordaría la totalidad”.» Enla ilustración J.R.R. Tolkien (1892-1973).
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TOLKIEN ERA UN MAESTRO DE IDIOMAS. EN UN OBITUARIO, SU AMIGO C.S. LEWIS INCLUSO ESCRIBIÓ QUE TOLKIEN, A DIFERENCIA DE OTROS LINGÜISTAS MÁS SUPERFICIALES, VIAJÓ “AL INTERIOR” DEL LENGUAJE, COMO UN EXPLORADOR QUE PENETRA ANTE UNA BARRERA Y ENCUENTRA UN LUGAR DONDE NADIE HA ESTADO ANTES. (...)
1 Referencias a las Cartas publicadas de Tolkien, editadas por Humphrey Carpenter en varias ediciones, conservan la misma numeración para las car tas, dispuestas en orden cronológico.
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como un hobbit de estatura excesiva, con sus chalecos de fantasía y sus pipas de tabaco (de hecho en una ocasión se describió a sí mismo como un “hobbit en todo menos en el tamaño”). Y en edad avanzada tenía mucho de mago, fascinando con sus palabras a millones de lectores. En su juventud fue soldado — oficial de los Fusileros de Lancashire, combatiendo en las trincheras del Somme en 1916, donde el primer día murieron 60.000 soldados británicos y en total, entre ambos bandos, perdieron la vida más de un millón de personas. La experiencia le sirvió para llegar a ser escritor, al igual que a los poetas de la guerra, Rupert Brooke, Wilfred Owen y Siegfried Sassoon, y en la guerra siguiente al escritor de ficción T. H. White, autor de The Once and Future King (Camelot). En años posteriores, mirando retrospectivamente, Tolkien describía cómo las primeras obras escritas sobre la Tierra Media y parte de sus lenguajes inventados de duendes comenzaron como una distracción cuando supuestamente debía ocuparse de ser un buen oficial en la guerra: “en sucias cantinas, en conferencias con frías neblinas, en chozas llenas de blasfemia y obscenidad, o a la luz de una vela en tiendas de campaña, incluso algunas en refugios subterráneos bajo los cañoneos” (L. 66).1 Escribía ficción —decía— para expresar sus sentimientos sobre el bien y el mal, lo hermoso y lo detestable, para comprender todo eso y evitar “puramente enconarse”. Otro aspecto de Tolkien podría sorprender: Tolkien como enamorado romántico. A los 16 años de edad, en 1909, se enamoró de una linda chica llamada Edith Bratt, tres años mayor que él, también huérfana, pero protestante. Su tutor de esa época, el Padre Francis Morgan, del Oratorio de Birmingham, que era bastante estricto, le prohibió verla o hablar con ella hasta que llegara a ser mayor de edad, a los 21 años, y obedeció bastante bien, con excepción de dos reuniones clandestinas al comienzo, que le ocasionaron problemas, y algunos encuentros involuntarios posteriormente, y el resultado fue que en el momento de escribirle finalmente para proponerle matrimonio, en la noche en que cumplió 21 años, ella se había comprometido con otra persona pensando que Tolkien la había olvidado. Felizmente, todavía estaba enamorada de él y dispuesta a romper el compromiso. En 1914, se convirtió de mala gana al catolicismo (en esa época no se permitían los matrimonios mixtos en una iglesia católica), y en 1916 se casaron en la Iglesia de María Inmaculada,
en Warwick. A pesar de ciertas tensiones ocasionales2, fue un romance notable de toda la vida, que dejó su huella en la obra de Tolkien de distintas formas. Quienes hayan leído El Señor de los Anillos o visto la película, recordarán la historia de amor sobre Aragorn y Arwen. En la obra de Tolkien, esto se remonta a un romance anterior entre un hombre y una mujer duende, muchos miles de años antes, la historia de Beren y Lúthien, los antepasados de Aragorn y Arwen. Paseando en el verano por los bosques de Neldoreth — escribe—, Beren, el hombre, se encontró con Lúthien, la princesa de los duendes, “en un momento de la noche bajo la salida de la luna, en que ella bailaba sobre la hierba inmarchitable, en el claro umbroso junto a Esgalduin. Luego todo recuerdo de su sufrimiento desapareció en él y cayó en estado de encantamiento, porque Lúthien era la más bella de todos los hijos de Ilúvatar [nombre de Dios de los duendes]. Su vestimenta era azul como el cielo sin nubes, pero sus ojos eran tan grises como la noche estrellada; su manto estaba cosido con flores doradas, pero sus cabellos eran tan oscuros como las sombras del crepúsculo. Su gloria y su belleza eran como la luz sobre las hojas de los árboles, como la voz de las aguas claras, como las estrellas sobre la neblina del mundo, y en su rostro había una luz resplandeciente”. Beren se enamora al instante y pide su mano en matrimonio. Su padre lo envía a una búsqueda aparentemente imposible, en la cual (si bien únicamente con ayuda de Lúthien) tiene éxito. Posteriormente, sin embargo, es asesinado y ella desciende a los infiernos para rescatar su alma. Canta tan bellamente al
2 “Casi todos los matrimonios, también los felices, son errores, en el sentido de que casi con toda certeza (en un mundo más perfecto o incluso con un poco más de cuidado en este mundo tan imperfecto) ambos cónyuges podrían haber encontrado una pareja más adecuada. Pero el verdadero ‘espíritu afín’ es aquel con el cual uno realmente se ha casado” (L. 43). En uno de los Cuentos Inconclusos, “Aldarion y Erednis”, él relata la triste historia del sexto rey de Númenor, cuyo amor por el mar y sus frecuentes viajes con largas aventuras lo hicieron llegar a apartarse de su esposa. A veces me pregunto si esto refleja el alejamiento que pudo haber sentido a veces de Edith, ya que cada vez más su marido dedicaba más tiempo a escribir y volver a escribir la gran saga (si bien este es el tipo de especulación que el mismo Tolkien habría desdeñado).
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«Al combatir en la Guerra llegó a adquirir gran conciencia del repentino surgimiento de la era moderna, marcado por el uso de armas de destrucción masiva y la creciente mecanización de la lucha armada; pero al mismo tiempo aprendió a apreciar las virtudes morales del soldado inglés común junto al cual combatía.»
Señor de los Muertos que ambos son devueltos a la vida por un período breve. Es un hermoso relato, muy propio de la obra de Tolkien, pero el romance que estaba describiendo era en cierto modo el suyo, una especie de exposición mitológica sobre lo que se sentía al enamorarse a primera vista, cómo el amor puede moldear de nuevo toda la vida de uno y cómo el marido y la esposa llevan a cabo la búsqueda juntos o de lo contrario nada logran. Tolkien y Edith están enterrados juntos en Oxford, y en su lápida él hizo grabar los nombres de Beren y Lúthien. Por último, por supuesto, Tolkien era un maestro de idiomas. En un obituario, su amigo C.S. Lewis incluso escribió que Tolkien, a diferencia de otros lingüistas más superficiales, viajó “al interior” del lenguaje, como un explorador que penetra ante una barrera y encuentra un lugar donde nadie ha estado antes. Él comprendía la música y el significado del lenguaje, y la forma en que evoluciona en el tiempo tal vez mejor que nadie antes o después. Siendo adolescente, ya conocía la mayor parte de los principales idiomas europeos antiguos y modernos. En los debates escolares, le gustaba hablar en latín, griego, gótico o anglosajón en vez de inglés. Posteriormente llegó a aficionarse especialmente al finlandés y al galés. Y por supuesto pronto comenzó a elaborar idiomas propios, aun cuando empezó a visualizarlos no tanto como invenciones, sino como reconstrucciones de idiomas antiguos que podrían haber existido antes de los que conocemos, remontándose a una época mitológica anterior a la historia, en que los duendes y los dragones caminaban en la tierra. La Tierra Media, por así decir, fue construida en parte como ambiente para estos idiomas, para imaginar un mundo en el cual tendría sentido que las personas hablasen el idioma de los duendes y no el inglés.
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Tolkien y la modernidad Cada uno de los elementos que he estado describiendo en la caracterización de Tolkien —soldado, enamorado, lingüista y católico— contribuyó específicamente a su crítica de la modernidad, y me referiré brevemente a cada uno de ellos. Soldado. En primer lugar, al combatir en la Guerra llegó a adquirir gran conciencia del repentino surgimiento de la era moderna, marcado por el uso de armas de destrucción masiva y la creciente mecanización de la lucha armada; pero al mismo tiempo aprendió a apreciar las virtudes morales del soldado inglés común junto al cual combatía, el soldado raso (“tommy”) inglés, como lo llamaban. En realidad, el personaje de Sam Gamgee, adorable, sencillo y sin embargo indomable, de la clase trabajadora es un retrato del hombre que llegó a conocer en las trincheras del Somme, en un paisaje arruinado, que tenía un gran parecido con los Pantanos Muertos en los cuales Frodo y Sam son conducidos por Gollum en camino a la Puerta Negra de Mordor. Su relato sobre la Caída de Gondolin, la ciudad oculta de los duendes, comenzó en esa época, y describe un asalto de Orcos y Balrogs, “dragones del fuego” y “serpientes de bronce y hierro”, bajo grandes vapores y humaredas que en parte deben haberse inspirado en sus experiencias en el frente de batalla. Posteriormente, El Señor de los Anillos fue escrito durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual participó en servicio su hijo Christopher, una guerra contra un gran dictador que procuraba poner a todo el mundo bajo su dominio, y sin embargo una guerra que se terminó ganando mediante el uso de una táctica y una tecnología aborrecidas por Tolkien, con el bombardeo de Dresden y las bombas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, por ejemplo. Él la llama “la primera Guerra de las Máquinas”, que dejará a todos más pobres, con millones de muertos, “y lo único que triunfa: las Máquinas” (L. 96). Después de la Guerra, él profetizó: “Las Máquinas van a ser tremendamente más poderosas”, lo cual lo impulsó a preguntar: “¿Cuál es su próximo paso” (ibid.). En sus Cartas publicadas, Tolkien se refiere a la “tragedia y a la desesperación” propias de la confianza moderna en la tecnología cuando nos aparta del mundo natural. En la novela, esta tragedia está vívidamente ilustrada de muchas maneras,
(…) ÉL COMPRENDÍA LA MÚSICA Y EL SIGNIFICADO DEL LENGUAJE, Y LA FORMA EN QUE EVOLUCIONA EN EL TIEMPO TAL VEZ MEJOR QUE NADIE ANTES O DESPUÉS. SIENDO ADOLESCENTE, YA CONOCÍA LA MAYOR PARTE DE LOS PRINCIPALES IDIOMAS EUROPEOS ANTIGUOS Y MODERNOS. EN LOS DEBATES ESCOLARES, LE GUSTABA HABLAR EN LATÍN, GRIEGO, GÓTICO O ANGLOSAJÓN EN VEZ DE INGLÉS. POSTERIORMENTE LLEGÓ A AFICIONARSE ESPECIALMENTE AL FINLANDÉS Y AL GALÉS.
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PRONTO COMENZÓ A ELABORAR IDIOMAS PROPIOS, AUN CUANDO EMPEZÓ A VISUALIZARLOS NO TANTO COMO INVENCIONES, SINO COMO RECONSTRUCCIONES DE IDIOMAS ANTIGUOS QUE PODRÍAN HABER EXISTIDO ANTES DE LOS QUE CONOCEMOS, REMONTÁNDOSE A UNA ÉPOCA MITOLÓGICA ANTERIOR A LA HISTORIA, EN QUE LOS DUENDES Y LOS DRAGONES CAMINABAN EN LA TIERRA. LA TIERRA MEDIA, FUE CONSTRUIDA EN PARTE COMO AMBIENTE PARA ESTOS IDIOMAS.
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entre ellas por el corrupto mago Saruman, con su “mente de metal y ruedas”. En el mundo moderno, con sus desastres ecológicos y sus granjas industriales, hemos visto los efectos devastadores y deshumanizadores del enfoque puramente pragmático de la naturaleza de Saruman. El movimiento romántico ingles, desde William Blake y Coleridge hasta los Inklings, creía que debe existir una alternativa. Al final de su maravilloso ensayo titulado La abolición del hombre, C.S. Lewis, amigo de Tolkien, alude con esperanza a un nuevo tipo de ciencia, una “ciencia regenerada” del futuro, que “no haría ni siquiera a los minerales y a los vegetales lo que la ciencia moderna amenaza hacer al hombre mismo. Al explicar, no se disculparía con explicaciones, y al referirse a las partes, recordaría la totalidad”. En cuanto a la ciencia moderna, por otra parte, Lewis sostuvo que su objetivo, al igual que la antigua magia negra, que jamás dio realmente resultado, es el poder sobre las fuerzas de la naturaleza. Ese poder se busca por una serie de motivos buenos y malos. Podemos desear satisfacer nuestra curiosidad y aumentar nuestros conocimientos sobre la forma en que funciona el mundo. Podemos desear hacer cosas maravillosas con nuestro poder recién obtenido sobre la naturaleza, como prolongar la vida y curar las enfermedades. Podemos simplemente querer ganar un Premio Nobel. Pero lo que Lewis llama el “negocio del mago” nos dice cuál puede ser el precio de semejante poder: a saber, nuestras propias almas. En realidad —dice—, la conquista de la naturaleza resulta ser nuestra conquista por la naturaleza, es decir, por nuestros propios deseos o los de otros (aquellos que terminan controlando la maquinaria). Únicamente quienes dominan sus deseos y no son manejados por ellos pueden realmente llamarse poderosos o libres. Tolkien explora dos tipos distintos de tecnología, dos maneras distintas de comprender la ciencia, mediante el contraste en su relato entre los Duendes y el Enemigo: la ciencia de los Duendes (llamada “magia”) no se ha separado del arte como ocurre en la actualidad. Ciertamente, debería llamarse una forma de arte. Mientras la meta de los Duendes es el Arte, el objetivo del Enemigo es lo que él llama la “dominación y la tiránica reconstitución de la Creación”. Los instrumentos de los Duendes, como el Anillo mágico usado por Galadriel para proteger a Lothlórien, son todos más o menos benignos. Operan
“de acuerdo con la naturaleza” y no en contra de la misma. La ciencia del Enemigo, en el mundo de Tolkien, es muy distinta. Refleja un deseo de controlar. El deseo de poder —escribe— “conduce a la Máquina”, con lo cual se refiere al uso de nuestros talentos o instrumentos para imponer a otros la sumisión. El Anillo de Poder, “el Anillo para atraerlos a todos y atarlos en la oscuridad”, es un ejemplo de este tipo de tecnología. Y es realista cuando muestra que quienes experimentan la mayor tentación de usar el Anillo son aquellos que se convencen a sí mismos de que desean hacer el bien y no el mal: convertir al mundo en un mejor lugar sometiéndolo a su propia voluntad. Ciertamente, cuando emprendemos la tarea de “ubicar” el Anillo o lo que queda del mismo en el mundo actual, debo mencionar que Tolkien siempre insistió en que su fantasía no era mera alegoría. Mordor no era una Alemania nazi o una Rusia soviética ligeramente disfrazadas. En una oportunidad escribió: “Preguntar si los orcos ‘son’ comunistas es para mí tan sensato como preguntar si los comunistas son orcos”. Sin embargo, al mismo tiempo, no negaba que el relato fuese “aplicable” a los asuntos contemporáneos, y de hecho lo afirmaba. Es aplicable no solo por ser una parábola que ilustra el peligro de la Máquina, sino también porque muestra los motivos de ese peligro, es decir, los vicios siempre presentes de la pereza y la estupidez, el orgullo, la codicia, la insensatez y la avidez de poder, todos ellos ejemplificados en las diversas razas de la Tierra Media. Esta importante lección obtenida por Tolkien de la Guerra —que no debe hacerse daño para obtener el bien— tiene muchas consecuencias importantes. También los Orcos, que parecen ser totalmente malignos y “deben ser combatidos con la máxima severidad —escribe Tolkien en uno de sus cuadernos—, no deben enfrentarse recurriendo a sus mismas formas de crueldad y traición. Los cautivos no deben ser torturados, ni siquiera para descubrir información para la defensa de los hogares de los Duendes y los Hombres. Si algunos Orcos se entregasen y pidiesen compasión, habría que concedérsela aun cuando eso tenga un costo”. En los últimos años y meses, hemos visto enjuiciarse a los servicios secretos británicos y estadounidenses por haber supuestamente pasado por alto este principio, torturando a los prisioneros. La parábola de Tolkien sigue siendo instructiva en muchos niveles.3
3 En 1943, Tolkien escribió: “Mis opiniones políticas se apoyan cada vez más en la anarquía (entendida filosóficamente como abolición del control y no como hombres barbudos con bombas) o en la monarquía ‘inconstitucional’ ”(L. 52). La “mitad república y mitad aristocracia” del Shire (L. 183) tiene un alcalde elegido, pero al parecer funciona la mayor parte del tiempo suficientemente bien sin gobierno (salvo un rey distante que representa el principio de justicia natural), y su fuerza política de “Shirriffs” tiene muy poco que hacer, es decir, hasta el momento en que es preciso ocuparse del influjo del corrupto mago. En ese momento, un Gobierno con G mayúscula interviene con una venganza. Ningún sistema político como tal es inmune a la corrupción. “No soy un ‘demócrata’, —escribió Tolkien en 1956—, únicamente porque la ‘humildad’ y la igualdad son principios espirituales corrompidos por la tentativa de mecanizarlos y formalizarlos, y el resultado es que no obtenemos pequeñez y humildad universales, sino grandeza y orgullo universales, hasta que algún Orc se apodera de un anillo de poder, y entonces obtenemos y estamos obteniendo esclavitud” (L. 186). Tolkien no veía con optimismo las perspectivas de una civilización que había elegido el camino de Saruman en vez del camino de Gandalf (ver L. 53).
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EL SEÑOR DE LOS ANILLOS FUE ESCRITO DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, EN LA CUAL PARTICIPÓ EN SERVICIO SU HIJO CHRISTOPHER, UNA GUERRA CONTRA UN GRAN DICTADOR QUE PROCURABA PONER A TODO EL MUNDO BAJO SU DOMINIO, Y SIN EMBARGO UNA GUERRA QUE SE TERMINÓ GANANDO MEDIANTE EL USO DE UNA TÁCTICA Y UNA TECNOLOGÍA ABORRECIDAS POR TOLKIEN, CON EL BOMBARDEO DE DRESDEN Y LAS BOMBAS ATÓMICAS LANZADAS EN HIROSHIMA Y NAGASAKI.
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Enamorado. Señalé antes que el romance de Tolkien con Edith —su rol de enamorado romántico— constituyó en sí mismo una base para su crítica a la modernidad, y ahora debo explicar qué quise decir con eso. Consideremos que al escribir estos relatos él no estaba construyendo una forma de “escape” de la realidad cotidiana, como sostienen los críticos al llamar a este tipo de cosas literatura “escapista”. Él procuraba mostrar, si bien de manera exagerada e imaginaria, la manera en que el mundo realmente funciona, tanto moral como espiritualmente. El actor que hizo el papel de Aragorn en la película fue Viggo Mortensen, y cuando le preguntaron por qué la película y el libro eran tan populares, respondió que le parecía que eso se debía a que cuentan una “historia real”. Tenía razón. Hay verdad en la historia, y eso es lo que la hace ser tan interesante. Con todo, al construir el romance dentro de la mitología como él lo hizo —y esto solamente resulta obvio al leer tanto El Silmarillion como El Señor de los Anillos—, Tolkien estaba afirmando que toda la historia es en definitiva una historia de amor, que el amor es lo más importante del mundo; no es solamente lo que configura el mundo, sino aquello en virtud de lo cual todo sucede. No es únicamente el amor entre el hombre y la mujer, ciertamente, sino también el amor de los amigos y el amor a la belleza y el amor a la vida, que llegan a una especie de crescendo en el fructífero amor del matrimonio. Consideremos El Señor de los Anillos propiamente tal. La tentativa de Frodo de destruir el Anillo comienza con su deseo de salvar a su amado Shire de la Sombra que amenaza con absorberlo. El amor de sus amigos es precisamente lo que crea la Confraternidad mediante la cual se logra la tentativa. Cada miembro de la Confraternidad tiene un rol. En el curso de esa aventura, los Hobbits crecen. Aprenden las virtudes de la valentía, la fidelidad y la sabiduría requeridas para sanar al Shire del mal que lo infecta cuando regresan (muy desafortunadamente, esta parte del libro fue omitida en la película de Peter Jackson). Y Sam en particular —que es en cierto modo el héroe del relato, casi más que Frodo según el autor— adquiere con estas aventuras la madurez y la valentía para proponer matrimonio a su amada Rosie, y se establece en Bolsón Cerrado (Bag End) en calidad de heredero de Frodo, constituyendo al cabo de no mucho tiempo una gran familia. El Señor de los Anillos termina cuando regresa de los Puertos Grises:
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Y siguió avanzando, y había una luz amarilla, con fuego en el interior, y la cena estaba lista, y lo esperaban. Y Rose lo hizo acercarse y lo ubicó en su silla, poniendo a la pequeña Eleanor en su regazo. Él respiró profundamente. “Bueno, estoy de regreso”, dijo.
LA CIENCIA DEL ENEMIGO, EN EL MUNDO DE TOLKIEN, ES MUY DISTINTA. REFLEJA UN DESEO DE CONTROLAR. EL DESEO DE PODER —ESCRIBE— “CONDUCE A LA MÁQUINA”. (…)
4 El Shire ha sido descrito por los críticos como un paraíso imposible basado en recuerdos de infancia, bañado en el brillo rosado de la nostalgia sentimental. Esto no es en absoluto acertado. El Shire tiene imperfecciones también antes de la infiltración y la corrupción por parte de Saruman. La estrechez de miras de sus habitantes y el carácter desagradable de los Sackville-Baggins y Ted Sandyman no están presentes únicamente para producir un efecto cómico, sino que introducen una nota genuina de realismo propio del mundo primitivo.
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Con este final, Tolkien estaba indicando que todas las grandes aventuras épicas en Rohan, Gondor e Ithilien, todas las batallas y tormentos que vivieron los Hobbits en manos de los Orcos y en los campos del Pelennor, fueron por el bien del Shire, para permitir a los Hobbits no solo defenderlo y sanarlo, sino también para que Sam pudiese asentarse en la vida doméstica común. El Shire, por supuesto, representa la Inglaterra amada por Tolkien, los pueblos y campos donde jugaba de niño, y el horrible barrio pobre gobernado por Saruman que encuentran al regresar es una visión de lo que ha hecho la modernidad a ese idilio inglés.4 Podría decirse que la lección del relato es que la vida común, y especialmente el matrimonio y la familia actuales, deben protegerse y apoyarse no solo mediante ejércitos exteriores, sino también desde adentro, con una vida de virtud heroica, o mediante virtudes cuyo carácter heroico se reconozca si se proyectan en la gran pantalla de una aventura lejos del hogar, porque ahí es posible visualizarlas como realmente son. Lingüista. El amor de Tolkien por el lenguaje como fuente de su antimodernidad está ligado a su amor a la tradición, la historia y el folklore. La evolución de los idiomas no puede separarse de la evolución de las civilizaciones, y los términos que empleamos hoy nos dan claves sobre cosas que han ocurrido y la manera de pensar y actuar de la gente en el pasado remoto. Tolkien deseaba descifrar el lenguaje y viajar hacia atrás en el tiempo para ver un mundo perdido, donde antes sucedieron los relatos conocidos por nosotros, tan lejos en el tiempo que parecería mitológico, permitiéndole hablar de misterios como la creación misma y el origen del bien y el mal, y nuestro oscuro anhelo de un paraíso que de alguna manera nos parece que alguna vez existió en la tierra. “Todos lo anhelamos —escribió (L. 96)— y estamos permanentemente
vislumbrándolo: toda nuestra naturaleza en su mejor estado y menos corrupta, en su máxima suavidad y humanidad, todavía está impregnada del sentido del exilio”. El sentido del anhelo, de la nostalgia del paraíso, proviene —pensaba él— de la mejor parte de nosotros mismos, la parte que “recuerda” su Origen, cuando surgimos de la mano de Dios y por primera vez nos llenó el aliento de la vida. Era “antimoderno” en el sentido de que la modernidad suele oponerse a este tipo de anhelo con una especie de cinismo hastiado del mundo. Se nos dice que semejantes cosas nunca han existido ni podrían llegar a ser porque el hombre es puramente un animal como cualquier otro, pero más repulsivo y peligroso. Los relatos de Tolkien dicen: ¡No! Podemos mirar hacia arriba las estrellas, podemos aspirar a ser más grandes de lo que somos, y si lo hacemos, entonces la gracia divina nos ayudará. Nuestra capacidad misma de imaginar mundos como la Tierra Media y las Tierras Benditas del Oeste demuestra que somos algo más de lo que esos cínicos modernos optan por creer. En un poema titulado “Mitopoeia”, inspirado en una conversación con C. S. Lewis, que ocasionó la conversión de este al cristianismo, él hizo el siguiente resumen: El corazón humano no está hecho de mentiras, sino que obtiene sabiduría del único que es Sabio, y al que todavía invoca. Aunque ahora hace ya tiempo exiliado, el hombre no está completamente perdido ni del todo ha cambiado. Puede que lo acose la desgracia, pero no ha sido destronado aún, y lleva los harapos del señorío que poseyó, su dominio del mundo por acto creativo: no es propio de él adorar al gran Artefacto, hombre, sub-creador, la luz refractada a través de quien se astilla un único Blanco en numerosos tintes que se combinan sin fin, en formas vivientes que van de mente en mente. Aunque llenásemos todas las grietas del mundo con elfos y duendes, aunque nos atreviésemos a construir dioses y sus templos de oscuridad y luz,
(…) CON LO CUAL SE REFIERE AL USO DE NUESTROS TALENTOS O INSTRUMENTOS PARA IMPONER A OTROS LA SUMISIÓN. EL ANILLO DE PODER, “EL ANILLO PARA ATRAERLOS A TODOS Y ATARLOS EN LA OSCURIDAD”, ES UN EJEMPLO DE ESTE TIPO DE TECNOLOGÍA. Y ES REALISTA CUANDO MUESTRA QUE QUIENES EXPERIMENTAN LA MAYOR TENTACIÓN DE USAR EL ANILLO SON AQUELLOS QUE SE CONVENCEN A SÍ MISMOS DE QUE DESEAN HACER EL BIEN Y NO EL MAL: CONVERTIR AL MUNDO EN UN MEJOR LUGAR SOMETIÉNDOLO A SU PROPIA VOLUNTAD.
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y sembráramos semillas de dragones, sería nuestro derecho (usado bien o mal). El derecho no ha decaído. Creamos todavía por la ley con la que fuimos hechos.
5 En 1914, Tolkien encontró un poema de Cynewulf titulado Crist (“Cristo”). Dos versos del poema lo impresionaron de una manera que jamás olvidó: Éalá Éarendel engla beorhtast/ ofer middangeard monnum sended! “¡Te saludo, Earendel, el más brillante de los ángeles, / enviado a los hombres sobre la Tierra Media!” Tolkien describe el primer impacto que le causaron estas palabras en la voz del personaje de Lowdham en su obra “Los papeles del Notion Club”: “Cuando encontré esa cita en el diccionario, experimenté una curiosa emoción, como si algo se hubiese agitado en mí, despertando a medias del sueño. Había algo muy lejano, extraño y hermoso detrás de estas palabras, si yo pudiese captarlo, mucho más allá del inglés antiguo ... No creo que sea en absoluto irreverente decir que su carácter curiosamente conmovedor podría provenir de algún mundo más antiguo”.
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La búsqueda de Tolkien del Comienzo de todas las cosas se expresó mediante la invención de la mitología; pero su deseo de esta fue despertado por el amor al lenguaje, o más bien dicho al Mundo —el divino Logos, la Segunda Persona de la Trinidad— que le parecía escuchar resonando como una especie de música distante en ciertas frases, en ciertos idiomas como el anglosajón.5 Esto fue lo que en 1914 lo impulsó a comenzar a escribir, y nunca dejó de hacerlo hasta su fallecimiento en 1973. Su mitología expresa la intuición muy profunda de que la prosa comienza en la poesía, y la poesía en la canción, y la canción en la música, y que la música es equivalente a la luz, que es la vibración primordial producida por la voz de Dios en las aguas profundas de la existencia. Así, la totalidad de la historia, al igual que la totalidad de la cosmología, es el despliegue de la historia de la Luz y la Música, en el cual Dios expresa su alegría otorgando libertad a las criaturas que cantan y resplandecen con Él, y resaltando el bien en contraste con el mal que procura absorber la luz a cada momento. Católico. Y así llegamos al cuarto y último punto, el catolicismo de Tolkien. ¿En qué medida se puede ser más antimoderno siendo un católico? O —mejor dicho— siendo
un católico como Tolkien, tradicional, ortodoxo y devoto, en definitiva obediente a Roma incluso al cambiar la liturgia que él prefería, defendiendo fielmente el valor supremo de la Verdadera Presencia (L. 250), y también la enseñanza impopular sobre el matrimonio. Ciertamente, El Señor de los Anillos no se refiere a la religión, y no es tan obviamente una obra cristiana como las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis. Sin embargo, en 1953, Tolkien reconoció a su amigo jesuita Robert Murray que “El Señor de los Anillos es sin duda una obra fundamentalmente religiosa y católica, de manera inconsciente al comienzo, pero consciente al revisarse” (L. 142). Prosigue diciendo que no obstante ha eliminado “prácticamente todas las referencias a cualquier cosa vinculada con “religión”, en forma de cultos o prácticas, en el mundo imaginario”. Ha hecho esto de tal manera que “el elemento religioso esté incorporado en el relato y el simbolismo”. Con todo, el autor dejó algunas claves. La fecha que señala para la destrucción del Anillo es el 25 de marzo, que en “el mundo real” es la fiesta de la Anunciación, el día en que los católicos celebran el comienzo de la Encarnación en el seno de María.6 María fue preservada del pecado y fortalecida en su deseo del bien por la gracia que llegó al mundo (tanto hacia atrás como hacia delante en el tiempo) a través de la Cruz. Su “Sí” al Espíritu Santo fue por lo tanto el comienzo de la respuesta final a Sauron y el rechazo definitivo del Anillo (de hecho existe una antigua tradición según la cual la crucifixión también tuvo lugar el 25 de marzo). Y aspectos de Cristo y su misión se vislumbran claramente en varios pasajes del Señor de los Anillos como, por ejemplo, cuando Aragorn recorre los Caminos de los Muertos y regresa para reclamar su trono, y cuando Gandalf da su vida para abatir al Balrog en Moria y es “enviado de vuelta” a la Tierra Media resucitado como Gandalf el Blanco, dotado de nueva autoridad. El viaje de Frodo y Sam por Mordor hasta llegar junto al Monte Doom llevando el Anillo recuerda en gran medida el recorrido con tropiezos de Cristo al calvario llevando su Cruz. De estas y otras formas, se puede decir que Tolkien cree en Cristo y también cree que la misión de Cristo está destinada a enviar ecos y reflejos a lo largo de toda la historia humana y la mitología. Pero estas referencias a la cristiandad están ocultas muy
LOS ROMÁNTICOS CREÍAN MENOS EN LA RAZÓN Y EN LA CIENCIA QUE EN EL SENTIMIENTO Y LA IMAGINACIÓN. TOLKIEN CONSERVÓ ESTA CREENCIA EN LA IMPORTANCIA DE LA IMAGINACIÓN, PERO A DIFERENCIA DE ALGUNOS ROMÁNTICOS, TAMBIÉN CREÍA EN LA VERDAD OBJETIVA, Y COMO CATÓLICO PROCURÓ INTEGRAR LA EMOCIÓN Y LA IMAGINACIÓN JUNTO CON EL PENSAMIENTO RACIONAL EN UNA VISIÓN AMPLIA DE LA REALIDAD.
6 Se elige el 25 de marzo para señalar el comienzo del nuevo año en Gondor, tal como en Inglaterra hasta 1751, motivo por el cual el año tributario comienza en abril y no en enero.
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LA “ANTIGUA LUZ” QUE ELLOS DESEABAN TRAER NUEVAMENTE AL MUNDO ES LA LUZ DE LA BELLEZA Y LA VERDAD PERCIBIDA POR LA IMAGINACIÓN ROMÁNTICA, UNA BELLEZA DE LA POESÍA Y EL ARTE Y UN AMOR A LA NATURALEZA QUE ESTABAN SIENDO RÁPIDAMENTE ELIMINADOS POR EL CONSUMISMO Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA, POR EL RUIDO, LA CONTAMINACIÓN Y LA TECNOLOGÍA QUE SE ESTÁN PROPAGANDO EN TODAS PARTES; PERO ESTO ES TAMBIÉN COMO UNA “NUEVA LUZ”, PORQUE EN UN SENTIDO MUY REAL ES ATEMPORAL, Y AL PERCIBIRLA COMENZAMOS A CREAR UNA NUEVA CIVILIZACIÓN BASADA EN UN CONJUNTO DISTINTO DE VALORES.
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profundamente, y no es necesario advertirlas para disfrutar el libro como tal (después de todo, la narración transcurre en una época anterior al cristianismo). Lo que es más importante y más evidente es el universo moral descrito por Tolkien, un mundo de virtudes, vicios y tentaciones. Los vicios se retratan vívidamente con los Orcos y Saruman —la codicia, la envidia, el orgullo, el odio, etc.— y en el caso de Denethor, el mayordomo de Gondor, la desesperación. En oposición a estos vicios, presenta las virtudes de la valentía y la cortesía, la amabilidad y la humildad, la generosidad y la sabiduría, en los corazones de la Confraternidad. Y muestra cómo el corazón humano suele oscilar entre las dos cosas, como en el caso de Boromir o Frodo, en que el Anillo sirve para representar la última tentación, la tentación de ejercer el poder sobre los demás.
La “chispa de fuego” Espero haber dicho lo suficiente para sugerir algunas de las formas en que Tolkien puede considerarse antimoderno. Formó de muchas maneras parte del gran movimiento romántico de la literatura europea. El poeta romántico William Blake también escribió grandes obras épicas mitológicas, además de poesía, y criticó la revolución científica e industrial por sus efectos deshumanizadores en la sociedad. Los románticos creían menos en la razón y en la ciencia que en el sentimiento y la imaginación. Tolkien conservó esta creencia en la importancia de la imaginación, pero a diferencia de algunos románticos, también creía en la verdad objetiva, y como católico procuró integrar la emoción y la imaginación junto con el pensamiento racional en una visión amplia de la realidad. Con todo, este hecho en sí mismo lo hace ser tan posmoderno como antimoderno, o más bien dicho, si se asocia el término posmoderno con el último resuello del modernismo y el “fracaso” de la Ilustración, podríamos llamar a las personas como Tolkien post-posmodernas, porque están mirando hacia atrás para avanzar. Siendo alumno de la Escuela King Edward en Birmingham, Tolkien forjó una estrecha amistad con otros tres muchachos, que juntos se llamaron a sí mismos la TCBS (Tea Club and Barrovian Society) (Club de Té y Sociedad
Barroviana). Siguieron siendo amigos después de salir de la escuela e ir a Oxford y Cambridge, y luego al Ejército para combatir en la Guerra. A través de ellos, en la víspera de la Guerra, Tolkien descubrió en 1914 el sentido de su vocación de escritor. Consideraba que la TCBS “estaba destinada a dar testimonio de Dios y la Verdad de manera aún más directa que sacrificando sus vidas en esta guerra”, en una tarea que puede ser llevada a cabo “por tres o dos o un sobreviviente”, siempre inspirados en parte por los demás. Tolkien, por supuesto, era uno de los sobrevivientes. Le parecía que a los cuatro miembros de la TCBS, con su refinado sentido del honor, la poesía y la belleza, “se había otorgado una chispa de fuego… destinada a encender una nueva luz, o —lo que es lo mismo— a volver a encender una antigua luz en el mundo” (L. 5). ¿Se advierte lo que quiero decir? La “antigua luz” que ellos deseaban traer nuevamente al mundo es la luz de la belleza y la verdad percibida por la imaginación romántica, una belleza de la poesía y el arte y un amor a la naturaleza que estaban siendo rápidamente eliminados por el consumismo y los medios de comunicación masiva, por el ruido, la contaminación y la tecnología que se están propagando en todas partes; pero esto es también como una “nueva luz”, porque en un sentido muy real es atemporal, y al percibirla comenzamos a crear una nueva civilización basada en un conjunto distinto de valores. Creo y pienso que Tolkien creía secretamente que al escribir sus relatos había construido un vehículo literario con el cual podía transmitir la visión de la TCBS al mundo en general. Hizo vislumbrar a millones de personas la “antigua luz” de la belleza y la verdad, y para quienes permiten a esta luz penetrar en sus almas, nada sigue siendo lo mismo.
CON TODO, ESTE HECHO EN SÍ MISMO LO HACE SER TAN POSMODERNO COMO ANTIMODERNO, O MÁS BIEN DICHO, SI SE ASOCIA EL TÉRMINO POSMODERNO CON EL ÚLTIMO RESUELLO DEL MODERNISMO Y EL “FRACASO” DE LA ILUSTRACIÓN, PODRÍAMOS LLAMAR A LAS PERSONAS COMO TOLKIEN POST-POSMODERNAS, PORQUE ESTÁN MIRANDO HACIA ATRÁS PARA AVANZAR.
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fundamento de la educación POR EDITH STEIN
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La idea del hombre como
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n toda actuación del hombre se esconde un logos que la dirige. Es muy difícil reproducir en una lengua moderna el significado que encierra el sustantivo “logos”, como resulta patente en los esfuerzos de Fausto por encontrar una traducción certera de este término. Toda labor educativa que Con “logos” nos referimos por un lado a un orden objetivo de trate de formar hombres los entes, en el que también está incluida la acción humana. va acompañada de una Aludimos también a una concepción viva en el hombre de este determinada concepción orden, que le permite conducirse en su praxis con arreglo al del hombre, de cuáles mismo (es decir, “con sentido”). El zapatero debe estar fami- son su posición en el liarizado con la naturaleza del cuero y con los instrumentos mundo y su misión para trabajarlo. Debe saber también, para poder desempeñar su en la vida, y de qué oficio de modo adecuado, qué es lo que se exige a unos zapatos posibilidades prácticas utilizables. Pero esta concepción viva que subyace al trabajo se ofrecen para tratarlo no tiene por qué haberse convertido en todos los casos en una adecuadamente. clara imagen mental, en una “idea” del asunto de que se trate, y menos en un concepto abstracto. Siempre que utilizamos palabras terminadas en “-logía” o “-tica” estamos intentando captar el logos de un campo concreto e introducirlo en un sistema abstracto basado en un claro conocimiento, esto es, en una teoría. Toda labor educativa que trate de formar hombres va acompañada de una determinada concepción del hombre, de cuáles son su posición en el mundo y su misión en la vida, y de qué posibilidades prácticas se ofrecen para tratarlo adecuadamente. La teoría de la formación de hombres que denominamos pedagogía es parte orgánica de una imagen global del mundo, es decir, de una metafísica. La idea del hombre es la parte de esa imagen global a la que la pedagogía se encuentra vinculada de modo más inmediato. Pero es perfectamente posible que alguien se entregue a una labor educativa sin disponer de una metafísica elaborada sistemáticamente y de una idea del hombre amplia y desarrollada. Ahora bien, alguna concepción Párrafo introductorio del libro Der aufbau der menschlichen person, obra de la filósofa Edith Stein, canonizada como Santa Teresa Benedicta de la Cruz O.C.D., mártir. Esta obra fue traducida por José Mardomingo y publicada por la editorial BAC el 2002. La composición original del libro realizada en Alemania en 1994 se reporta al Archivum Carmelitanum Edith Stein (Lovaina, Bélgica).
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del mundo y del hombre ha de subyacer a su actuación, y de esta se podrá deducir a qué idea responde. Es asimismo posible que las teorías pedagógicas se hallen insertas en contextos metafísicos de los cuales los representantes de esas teorías, y quizá incluso sus autores, no tengan una clara percepción. Puede también suceder que alguien “tenga” una metafísica, y al mismo tiempo construya una teoría pedagógica que corresponde a una metafísica completamente diferente. Y es bien posible que alguien proceda en la praxis educativa de modo poco congruente con su teoría pedagógica y con su metafísica. Esta falta de lógica y de consecuencia tiene también su lado bueno: constituye una cierta protección contra las repercusiones radicales de teorías erróneas. Sin embargo, las ideas o teorías que se tengan nunca dejarán de surtir sus efectos. Quien las defienda procurará actuar en consonancia con sus ideas, pero también estará influido involuntariamente por ellas, incluso cuando su actuación práctica se vea determinada por concepciones opuestas más profundas, o de las que no sea claramente consciente. Así pues, para mostrar sintéticamente la importancia que la idea del hombre reviste para la pedagogía y las labores educativas, se podría partir de los principales tipos de teorías y procedimientos pedagógicos pasados y actuales, poniendo de manifiesto los contextos metafísicos a que pertenecen. Sin embargo, para ello necesitaríamos más tiempo del que disponemos. Solamente podremos ofrecer aquí
Es asimismo posible que las teorías pedagógicas se hallen insertas en contextos metafísicos de los cuales los representantes de esas teorías, y quizá incluso sus autores, no tengan una clara percepción. (…)
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I. Imágenes del hombre actuales con repercusiones para la pedagogía
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algunas indicaciones que sirvan de estímulo, para lo cual me gustaría seguir el camino inverso: partir de algunas concepciones del hombre relevantes en nuestra época y estudiar sus consecuencias pedagógicas.
Considero al hundimiento del idealismo alemán —que a mediados del siglo XIX hubo de retroceder ante las corrientes materialistas y positivistas, pero que en el último decenio de ese siglo experimentó Página izquierda: Fotografía un renacimiento y volvió a extenderse vicde la familia Stein en 1895. torioso— como un suceso esencial y muy En el detalle Edith. característico de la vida espiritual alemana de la actualidad. Aproximadamente a partir del cambio de siglo empezaron a actuar fuerzas que lo hicieron retroceder paulatinamente, hasta que en la I Guerra Mundial se asistió a su gran fracaso. En la pedagogía sigue influyendo poderosamente hasta el día de hoy. No podemos detenernos aquí a describir su carácter filosófico general, sino que habremos de limitarnos a exponer algunos rasgos de su imagen del hombre, que todos conocemos por la lectura de los clásicos alemanes. 1. La imagen del hombre del idealismo alemán y su significado pedagógico El hombre, tal y como concuerdan en verlo Lessing, Herder, Schiller y Goethe (a pesar de todas las diferencias que se pueden señalar entre ellos), es libre, está llamado a la perfección (a la que denominan “humanidad”) y es un miembro de la cadena formada por todo el género humano, que se acerca progresivamente al ideal de la perfección. Cada individuo y cada pueblo tienen, en razón de su peculiar modo de ser, una misión especial en la evolución del género humano. (Esta última idea, que en realidad ya va más allá del clasicismo, es la contribución propia de Herder al ideal de la humanidad.) Esta concepción del hombre explica el alegre optimismo y activismo que se advierte en los vivos movimientos de reforma pedagógica de finales del s. XVIII y del s. XIX. El ideal de la humanidad es para el educador una elevada meta, en referencia a la cual tiene que ir formando al educando. La libertad hace posible y necesario apelar al esfuerzo
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del propio educando para alcanzar esa meta. Su independencia y sus capacidades individuales deben despertarse y desplegarse para que llegue a ocupar el lugar que le corresponde en su pueblo y en la humanidad como un todo. Solo así podrá efectuar su propia contribución a la gran creación del espíritu humano, la cultura. Que la labor educativa implica una lucha con la “naturaleza inferior” es algo que se da por supuesto. Con todo, la confianza en la bondad de la naturaleza humana y en la fuerza de la razón (una herencia de Rousseau y del racionalismo) es tan grande que no se duda de su victoria. Es característico del intelectualismo de esta filosofía el hecho de que solo tiene en cuenta lo accesible al intelecto. De lo irracional (sentimientos, instintos, etc.), cuya existencia no puede negar, solo presta atención a lo (…) Puede también iluminado por la luz de la conciencia. (Solo así cabe comprender suceder que alguien la aparición de una psicología superficial, cuyo único objeto es “tenga” una metafísica, la mera serie de los datos de la conciencia.) y al mismo tiempo El romanticismo descubrió las fuerzas de lo profundo, los construya una abismos de la existencia humana. Pero no pudo imponerse a la teoría pedagógica corriente más fuerte en su época. Hoy, cuando desde otros suque corresponde puestos hemos reencontrado sus ideas, hemos vuelto a apreciar a una metafísica a estos precursores. completamente diferente. Y es bien posible que alguien proceda en la 2. La imagen de la psicología y sus repercusiones pedagógicas La tranquila superficie de la conciencia, o de la vida externa praxis educativa de bien ordenada (sea de la vida privada o de la pública), se ve modo poco congruente con su teoría pedagógica alterada en ocasiones por extrañas convulsiones, que no cabe y con su metafísica. derivar de las anteriores ondulaciones de la superficie de la vida. Percibimos entonces que nos hallamos precisamente ante una mera superficie, debajo de la cual se esconde una profundidad, y que en esta profundidad actúan oscuras fuerzas. Muchos de nosotros las hemos descubierto en toda su intensidad gracias a las grandes novelas rusas. Tolstoi y Dostoievski, grandes conocedores del alma humana, nos han desvelado los abismos de la existencia del hombre. A otros, han sido sucesos de sus vidas los que les han hecho descubrir esos abismos: las enigmáticas fracturas de la vida “normal” del alma, con las que se ve confrontado el psiquiatra, y no menos frecuentemente el pastor de almas, han hecho que sus miradas se dirijan a esas escondidas profundidades. El psicoanálisis supuso un primer gran avance en este sentido. La literatura rusa y el psicoanálisis han captado la atención de grupos cada vez más amplios de intelectuales, pero casi exclusivamente de estos. Las fuerzas profundas no se han hecho visibles para todos hasta la llegada de la guerra y las convulsiones de la posguerra. La
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razón, la humanidad y la cultura han [N. del E: revelado?] una y otra vez una estremecedora impotencia. Es así como una imagen del hombre distinta ha ido ocupando el lugar de la humanista. O mejor: otras imágenes del hombre, pues no cabe hablar de unidad en este terreno. Unidad existe solo en este punto: cuantos han profundizado en el conocimiento del alma han podido constatar que estas profundidades, que permanecen ocultas al hombre ingenuo, son lo esencial y activo, mientras que la vida de la superficie —los pensamientos, sentimientos, movimientos de la voluntad, etc., que afloran con claridad a la conciencia— es un efecto de lo que sucede por debajo de ella. Por eso mismo, lo que sucede en la superficie es una señal que permite al analista, y en general a quien reflexiona sobre el mundo del alma, descender a esas profundidades. Los espíritus se dividen a la hora de concebirlas de una u otra manera. Para el fundador del psicoanálisis —y para grandes grupos que, si bien estimulados en un primer momento por él, hoy adoptan posiciones contrarias en importantes puntos— las fuerzas profundas que determinan la vida en calidad de poderes invencibles son los instintos del hombre. Ahora bien, existen diversas corrientes según cuáles sean los instintos que se consideran dominantes. Los psicólogos también discrepan según acepten la unidad del alma en la que se engarzan los instintos (como lo expresa ya en su nombre la psicología individual), o bien conciban la vida del alma, en las vivencias superficiales al igual que en las más profundas, como un caos que ya no resulta posible reducir al denominador común de la unidad de la persona. Comparada con la concepción idealista, en esta Las cuatro hermanas Stein, después de un partido de tenis en 1913. De izquierda a derecha Rosa, Erna, Frieda y Edith.
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Jacques Maritain (18821973), invitó a Edith Stein a un encuentro filosófico en Juvisy, en septiembre de 1932. El matrimonio Maritain recibió a Edith en Meudon y mantuvo correspondencia con ella.
nueva imagen del hombre se hace patente el destronamiento del intelecto y de la voluntad libremente dominadora. También se dejan de perseguir metas objetivas, accesibles al conocimiento y alcanzables por la voluntad. Se descomponen asimismo la unidad espiritual del hombre y el sentido objetivo de su creación cultural. ¿Sigue teniendo sentido una preocupación pedagógica con esta concepción del hombre? La única meta a la que se sigue tendiendo es el hombre cuyos instintos funcionan “con normalidad”: por todo objetivo se persigue la curación o prevención de perturbaciones anímicas, y no se emplean otros medios que el análisis de la superficie de la vida, el descubrimiento de instintos potentes y la posibilitación de su satisfacción o de una sana reacción contra los mismos. Podemos observar las consecuencias de esta concepción en los más amplios círculos de padres y educadores, así como en los jóvenes mismos. Esas consecuencias se extienden también a quienes no se apoyan conscientemente en una antropología y en una pedagogía psicoanalíticas o emparentadas con el psicoanálisis. Veo una primera repercusión en el hecho de que los instintos reciben una valoración mucho más alta que anteriormente. Los propios jóvenes, y muchas veces sus educadores, dan por supuesto que esa valoración ha de tener un correlato práctico. Y “darle un correlato práctico” significa casi siempre satisfacer los instintos. Cualquier intento de combatirlos se considera una rebelión contra la naturaleza que carece de sentido y es incluso nociva. Una segunda consecuencia del psicoanálisis es que en padres y educadores la tarea de dirigir y de formar retrocede en beneficio del
Se puede considerar al espíritu, al conocimiento y al amor como imagen del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El espíritu puede conocer porque es, y porque en tanto que espíritu está dotado de la luz de la razón, es decir, de la imagen del logos divino. (…)
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esfuerzo por comprender. Ahora bien, cuando se emplea el psicoanálisis como medio de comprensión —y esto sucede hoy en día muchas veces, no solo entre los educadores, sino también en los jóvenes de cara a sus educadores— existe el gran peligro de seccionar el vínculo vivo entre las almas, que es condición de toda intervención pedagógica, e incluso de toda auténtica comprensión. (Por eso mismo, la psicología practicada por profanos en la materia representa un peligro, no solo pedagógico, sino también para toda la vida social, y muy especialmente en la labor pastoral.)
3. La existencia humana en la filosofía de Heidegger Junto a la concepción psicoanalítica del hombre, quisiera situar otra que hoy en día goza de gran vigencia en los más altos círculos intelectuales. Atiende también a la contraposición (…) Al ser voluntad, el entre superficie y profundidad, pero su concepción de la pro- espíritu se siente atraído fundidad y del acceso a ella es muy diferente. Estoy pensando por la bondad (por la en la metafísica de nuestros días, concretamente en su forma bondad pura y por sus más impresionante, que nos sale al encuentro en los escritos imágenes terrenas), y ama y puede unirse de Martin Heidegger. a la voluntad divina, La gran pregunta de la metafísica es la que versa sobre el ser. para solo así encontrar Esta pregunta nos viene planteada por nuestra propia existenla verdadera libertad. cia humana y, según piensa Heidegger, solo puede encontrar Conformar la propia respuesta desde la existencia humana misma. El hombre está voluntad a la divina: tal rodeado en su existencia cotidiana por todo tipo de preocu- es el camino que conduce paciones y anhelos. Vive en el mundo y trata de asegurar su a la perfección del puesto en el mismo. Se mueve en las formas tradicionales de hombre en la gloria. la vida social. Entra en relación con otras personas, y habla, piensa y siente como “se” siente. Pero todo este mundo, firmemente establecido, en el que se encuentra y al que contribuye, toda su atareada actuación, no es sino una gran pantalla que le mantiene [N. del E: apartado?] de las preguntas esenciales que están inseparablemente unidas a su existencia, a saber, las preguntas: “¿qué soy yo?” y “¿qué es el ser?”. Y, sin embargo, no logra sustraerse permanentemente a esas preguntas. Por debajo de todo lo que se dice sobre esto y aquello, pervive la preocupación por su propio ser. Hay algo que se lo recuerda, y que sin embargo le lleva una y otra vez a huir de esas preguntas y a refugiarse en el mundo: se trata de la angustia, que va indisolublemente ligada a su ser mismo. En la angustia se le manifiesta al hombre lo que es su existencia. Tan pronto se plantea [N. del E: la?] pregunta se le ofrece la respuesta, pues el ser resulta patente para quien se decide a querer verlo. El hecho al
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que el hombre trata de hurtarse es que está “arrojado” a la existencia para vivir su vida. A su existencia pertenecen posibilidades que tiene que aceptar libremente, entre las que se tiene que decidir. El punto más extremo al que se encamina, y que pertenece irremisiblemente a la existencia humana, es la muerte: su vida está signada con la muerte. El hombre viene de la nada y a ella se dirige, sin poder detenerse. Quien quiera vivir en la verdad debe soportar mirar cara a cara a la nada, sin huir de ella hacia el autoolvido u otras formas de engañosa seguridad. La vida profunda es para Heidegger una vida según el espíritu. El hombre es libre, en el sentido de que puede y debe decidirse por un verdadero ser. Pero no le ha sido señalado ningún otro fin que ser él mismo y perseverar en la nada de su ser. Heidegger no ha edificado teoría pedagógica alguna. TamEn este punto se hace patente de nuevo la poco puede ser tarea nuestra examinar hasta qué punto su radical diferencia que metafísica repercute en su praxis pedagógica, o en qué medida separa a la concepción se da en esta una saludable inconsecuencia. Debemos evaluar cristiana del hombre tan solo a qué consecuencias pedagógicas conduce esta idea de la humanista. En la del hombre. Si el hombre ha sido llamado al verdadero ser concepción cristiana, (habrá que preguntarse, con todo, qué sentido puede tener esa se trata de un objetivo llamada cuando se dirige a una existencia que procede de la trascendente: el nada y marcha hacia la nada), la misión del educador de cara a hombre puede y debe esforzarse por llegar a los jóvenes será la de defender esa llamada y destruir ídolos y él, pero no le es dado formas engañosos. Ahora bien, ¿cómo podrá entregarse a tan alcanzarlo con sus solas triste tarea, y quién podría dedicarse a ella con buena conciencapacidades naturales. cia? Pues ¿estaría seguro de que la otra persona tendría la capacidad de mirar cara a cara a esa existencia y a la nada, y de que no preferiría más bien volver al mundo, o incluso huir de la existencia para refugiarse en la nada?
II. La imagen del hombre de la metafísica cristiana Solo será posible evitar el nihilismo pedagógico que se sigue del nihilismo metafísico si se logra superar a este último con una metafísica positiva, que dé una respuesta adecuada a la nada y a los abismos de la existencia humana. Quisiera por ello terminar esbozando la idea del hombre correspondiente a una metafísica cristiana y desarrollando sus consecuencias pedagógicas. Tampoco aquí podremos proceder históricamente, ni prestar atención a las diferencias que se dan entre los grandes pensadores cristianos. Únicamente trataremos de poner de relieve algunas líneas comunes. No será posible prescindir por completo de las diferencias dogmáticas
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Psicología con alma «La tranquila superficie de la conciencia, o de la vida externa bien ordenada (sea de la vida privada o de la pública), se ve alterada en ocasiones por extrañas convulsiones, que no cabe derivar de las anteriores ondulaciones de la superficie de la vida. Percibimos entonces que nos hallamos precisamente ante una mera superficie, debajo de la cual se esconde una profundidad, y que en esta profundidad actúan oscuras fuerzas. Muchos de nosotros las hemos descubierto en toda su intensidad gracias a las grandes novelas rusas. Tolstoi y Dostoievski, grandes conocedores del alma humana, nos han desvelado los abismos de la existencia del hombre.» Fotografía de Dostoievsky. San Petesburgo. 1879.
existentes entre las distintas confesiones cristianas, pues de lo contrario no se podría exponer la idea del hombre. Es decir, no me propongo tratar distinciones dogmáticas, pero dado que por metafísica cristiana entiendo una que haga uso de las verdades de fe, debo decidirme por un fundamento dogmático concreto. 1. Su relación con las ideas expuestas La antropología cristiana comparte con la desarrollada por el idealismo alemán la convicción de la bondad de la naturaleza humana, de la libertad del hombre, de su llamada a la perfección y de la responsabilidad que le incumbe dentro del todo unitario del género humano. Pero da a todo ello un fundamento diferente. El hombre es bueno por haber sido creado por Dios a su imagen y semejanza, en su sentido que le distingue de todas las demás criaturas terrenas. En su espíritu
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lleva grabada la imagen de la Trinidad. San Agustín ha estudiado con máximo rigor las diferentes posibilidades de concebir la imagen de Dios inscrita en el espíritu humano1. Aquí no podemos exponerlas con detalle; me limitaré a indicar lo más relevante para la cuestión que nos ocupa. El espíritu del hombre se ama a sí mismo. Para poder amarse, tiene que conocerse. El conocimiento y el amor están en el espíritu; son por tanto una sola cosa con él, son su vida. Y, sin embargo, son diferentes de él y entre sí. El conocimiento nace del espíritu, y del espíritu que conoce procede el amor. De esta manera, se puede considerar al espíritu, al conocimiento y al amor como imagen del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y esto no es una mera comparación, sino que tiene un significado bien real. El hombre es solo por Dios, y es lo que Así pues, vemos por es por Dios. El espíritu puede conocer porque es, y porque en una parte a hombres que tanto que espíritu está dotado de la luz de la razón, es decir, se agotan en la lucha, de la imagen del logos divino2. Al ser voluntad, el espíritu se y por otra a hombres siente atraído por la bondad (por la bondad pura y por sus que dejan de luchar o imágenes terrenas), y ama y puede unirse a la voluntad divina, nunca lo han hecho, esto para solo así encontrar la verdadera libertad. Conformar la es, que se abandonan al propia voluntad a la divina: tal es el camino que conduce a la caos, en ocasiones hasta perfección del hombre en la gloria. tal punto que ya no En este punto se hace patente de nuevo la radical diferencia resulta visible la unidad de la persona. (…) que separa a la concepción cristiana del hombre de la humanista. El ideal de la perfección es para esta última un objetivo terreno al que tiende la evolución natural de la humanidad. En la concepción cristiana, se trata de un objetivo trascendente: el hombre puede y debe esforzarse por llegar a él, pero no le es dado alcanzarlo con sus solas capacidades naturales. Con ello llegamos a lo que la antropología cristiana tiene en común con las concepciones modernas que han reconocido el carácter superficial de la conciencia. También ella conoce las profundidades del alma y los lados oscuros de la existencia humana. No son para ella descubrimientos nuevos, sino hechos con los que siempre ha contado, pues comprende las raíces de que se nutren. El hombre era originalmente bueno. En virtud de su razón era dueño de sus instintos, y estaba libremente inclinado al bien. Pero cuando el primer hombre se apartó de Dios, la naturaleza humana cayó de ese primer estado. 1 De Trinitate, IX/X. 2 Tomás de Aquino, cuya doctrina de la imago Trinitatis debe mucho a la de Agustín, se ha alejado sin embargo de él en puntos esenciales, como sucede en la interpretación de la verdad divina que se halla en el espíritu del hombre (De Veritate, quaestio 10) y en la doctrina sobre la libertad (De Veritate, quaestio 24).
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El resultado fue la rebelión de los instintos contra el espíritu, el oscurecimiento del entendimiento, la debilidad de la voluntad. El primer hombre ha transmitido por herencia esta naturaleza corrompida a todo el género humano. Con todo, aunque abandonado a sí mismo, el hombre no queda sin embargo totalmente a merced de las fuerzas oscuras: la luz de la razón no se ha apagado en él por completo, y conserva la libertad. De esta manera, todo hombre tiene la posibilidad de luchar contra su naturaleza inferior, si bien siempre estará en peligro de ser vencido, y nunca logrará por sus propias fuerzas la victoria total. Ello se debe, por un lado, a que ha de pugnar con enemigos invisibles (el que haya aprendido a desconfiar de la superficie no implica en modo alguno que tenga la seguridad de poder desvelar realmente su profundidad); por otro, a que tiene al traidor detrás de sus (…)Esa unidad, sin propias líneas: la voluntad, a la que tan fácil es hacer capitular. embargo, existe a pesar Así pues, vemos por una parte a hombres que se agotan en de que no lo parezca, la lucha, y por otra a hombres que dejan de luchar o nunca puesto que cada alma lo han hecho, esto es, que se abandonan al caos, en ocasiones es una, ha sido creada por Dios y está llamada hasta tal punto que ya no resulta visible la unidad de la pera la inmortalidad. sona. (Esa unidad, sin embargo, existe a pesar de que no lo Si se pierde para sí parezca, puesto que cada alma es una, ha sido creada por Dios misma, será responsable y está llamada a la inmortalidad. Si se pierde para sí misma, de ello, puesto que en será responsable de ello, puesto que en todo momento puede todo momento puede acceder a la profundidad en la que le resulta posible reencon- acceder a la profundidad trarse consigo misma). Es indudable que hay hombres en los en la que le resulta que la inclinación al bien inscrita en la naturaleza humana, posible reencontrarse que no se ha perdido totalmente por la caída, parece tener consigo misma. una fuerza especial. Estos hombres alcanzan un alto grado de armonía en un nivel meramente natural. Ahora bien, la fractura pasa también por su naturaleza. No sabemos cuánto notan de ella en lo escondido de su interior, ni cuándo saldrá a la luz de manera que se hagan visibles los abismos. El hombre no tiene poder alguno sobre las fuerzas profundas, y no puede encontrar por sí solo el camino que conduce a las alturas. Con todo, hay un camino preparado para él. Dios mismo se ha hecho hombre para sanar su naturaleza y devolverle la elevación sobre lo meramente natural que le ha sido asignada desde toda la eternidad. El Hijo del eterno Padre se ha convertido en la nueva cabeza del género humano. Cuantos se unen a él en la unidad del cuerpo místico participan de su filiación divina y llevan en sí mismos una fuente de vida divina, que salta hasta la vida eterna y al mismo tiempo sana las fragilidades de la naturaleza caída.
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Asimismo, la luz natural de su entendimiento ha sido fortalecida por la luz de la gracia. Está mejor protegida contra los errores, si bien no asegurada contra ellos. Sobre todo, los ojos del espíritu están abiertos para todo lo que en este mundo nos habla de otro mundo diferente. Por su parte, la voluntad está inclinada al bien eterno, de manera que no es fácil apartarle de él, y queda robustecida para luchar contra las fuerzas inferiores. Con todo, durante esta vida el hombre permanece sometido a la necesidad de luchar. Debe implorar constantemente que se le conceda la vida de la gracia, y ha de procurar conservarla. La perspectiva del El hombre no tiene status termini, de la vida de la gloria, en la que contemplará poder alguno sobre las la verdad eterna y se unirá inseparablemente a ella por el fuerzas profundas, y amor, se le presenta solamente como recompensa por haber no puede encontrar luchado. Tender a este objetivo sin desviarse de él: esta debe por sí solo el camino ser la pauta para toda su vida, de modo que en todos los que conduce a las asuntos y sucesos de su vida terrena busque su relevancia alturas. Con todo, hay de cara a esa meta eterna, y los valore y actúe sobre ellos un camino preparado conforme a ese criterio. para él. Dios mismo se De esta manera, al cristiano se le exige una actitud crítica ha hecho hombre para ante el mundo, en el cual se encuentra como hombre que sanar su naturaleza y despierta al espíritu, y también ante el propio yo. La llamada devolverle la elevación a atenerse al verdadero ser, que con tanta radicalidad se nos sobre lo meramente formula desde la metafísica de Heidegger, es una llamada del natural que le ha sido asignada desde toda la cristianismo más originario: es un eco de aquel “convertíos”, eternidad. “Metanoeite”, con el que el Bautista invitaba a preparar los caminos del Señor. Entre todos los pensadores cristianos, ninguno ha respondido a esa llamada con tanta pasión y energía como san Agustín con su Noli foras3 ire, in te redi, in interiore homini hábitat veritas. Es muy probable que nadie haya profundizado tanto en su propio interior como Agustín en sus “Confesiones”, pero tampoco nadie ha planteado una crítica más dura y más radical al mundo de la vida del hombre que la contenida en “La ciudad de Dios”. Ahora bien, el resultado es completamente distinto. En el interior del hombre habita la “verdad”: esta verdad no es el hecho desnudo de la propia existencia en su finitud. Por irrefutablemente cierto que sea para san Agustín el hecho del propio ser, aún más cierto es el hecho de ser eterno que se halla tras ese frágil ser propio. Esta es la verdad que se encuentra cuando se llega hasta el fondo en el propio interior. Cuando el alma se 3 N. del t.; en el texto alemán se lee aquí “ferras” en lugar de “foras”.
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conoce a sí misma, reconoce a Dios dentro de ella4. Y conocer qué es y lo que hay en ella solo le es posible por la luz divina. “Tú me conoces, y yo querría conocerme como soy conocido”5. “¿Qué puede haber en mí que te esté oculto, Señor, a ti que penetras el abismo de la conciencia del hombre, incluso aunque yo no quisiese confesártelo…? Por eso, Dios mío, hago mi confesión en silencio ante tu rostro… Nada verdadero digo a los hombres que tú no hayas oído antes de mí, y tú no oyes de mí nada que tú no me hayas dicho antes”6. En estas palabras se advierte un profundo escepticismo ante todo autoconocimiento meramente natural. Ahora bien, dado que para san Agustín el autoconocimiento es más originario y más cierto que todo conocimiento de cosas externas, la empresa de poner al descubierto las escondidas profundidades de almas ajenas con medios meramente naturales tiene que parecerle verdaderamente temeraria. A modo de resumen podemos decir: desde la antropología cristiana, se advierte que el ideal humanista proyecta una imagen Al cristiano se le exige del hombre que conserva su integridad, el hombre antes de la una actitud crítica caída, pero no presta atención alguna a su origen y a su meta, y ante el mundo, en el prescinde por completo del hecho del pecado original. La ima- cual se encuentra como gen del hombre de la psicología profunda es la del hombre caído, hombre que despierta al espíritu, y también visto también estática y ahistóricamente: quedan sin considerar ante el propio yo. el pasado del hombre y sus posibilidades futuras, así como el hecho de la Redención. La filosofía existencial nos muestra al hombre en la finitud y en la nada de su esencia; considera únicamente lo que el hombre no es, y por ello desvía su mirada de lo que, con todo, el hombre es positivamente, así como del Absoluto que comparece por detrás de este ser condicionado.
4 De Trinitate X, 5 5 Confessiones, X, 1 6 Confessiones, X, 2
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Rosario que llevan las religiosas en su h谩bito. Siglo XIX. Museo de la Sociedad del Sagrado Coraz贸n en Santiago.
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El impacto del colegio Sagrado Corazón en la mujer chilena POR ELENA SÁNCHEZ CORREA
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a obra —dedicada a Paz Riesco (RSCJ) 1939-2010— tiene como estructura central la vida y misión de Anna du Rousier, religiosa perteneciente a la Sociedad del Sagrado Corazón, y quien pone las raíces de esta congregación en Chile. Sin embargo, a través del estudio de la biografía de esta mujer, también se va dando a conocer el interesante contexto en que a ella le corresponde actuar, especialmente en los ámbitos político, religioso y educacional, tanto en nuestro país como en el extranjero. Se trata de una investigación seria, maciza, acuciosa, con abundantes fuentes y bibliografía, las que respaldan y fundamentan el análisis y las interpretaciones realizadas. El libro posee una presentación de la historiadora Sol Serrano y, luego de una introducción, se despliega en dos extensas partes. La primera se refiere a la vida de Anna du Rousier desde su infancia hasta su estadía en Estados Unidos de Norteamérica; la segunda incluye la narración de su labor en Chile. El libro concluye con un epílogo, abreviaturas, fuentes, bibliografía, dos anexos y agradecimientos. Ilustran el texto imágenes alusivas, entre las que destacan las acuarelas sobre papel pintadas por la religiosa inglesa Catherine Nikoll (Santiago, 1874). Ellas muestran la geografía del país, con sus ríos y montañas, junto con una imagen muy valiosa de la casa de la congregación llamada “Maestranza”. Magdalena Sofía Barat (1779-1865), canonizada en 1925, es la fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón en 1800. Se trata de una congregación de vida activa cuyo objetivo fundamental es glorificar al Corazón de Jesús a través de la educación de niñas provenientes de amplios sectores de la sociedad. En los tiempos revueltos de la Revolución Francesa
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MAGDALENA SOFÍA BARAT (1779-1865), CANONIZADA EN 1925, ES LA FUNDADORA DE LA SOCIEDAD DEL SAGRADO CORAZÓN EN 1800. SE TRATA DE UNA CONGREGACIÓN DE VIDA ACTIVA CUYO OBJETIVO FUNDAMENTAL ES GLORIFICAR AL CORAZÓN DE JESÚS A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN DE NIÑAS PROVENIENTES DE AMPLIOS DE SECTORES DE LA SOCIEDAD.
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EL IDEARIO PEDAGÓGICO DE ANNA DU ROUSIER (1806-1880) MUESTRA VARIADAS INFLUENCIAS: LA MADRE BARAT, ALGUNOS JESUITAS, LOS CARGOS QUE OCUPA Y LOS PAÍSES DONDE VIVE. RESPONDE A LA PEDAGOGÍA DEL SAGRADO CORAZÓN, PERO MARCADA POR SU SELLO INDIVIDUAL. SU ESTILO EDUCADOR TRANSPARENTA ESPECIAL PREOCUPACIÓN POR LOS ESTUDIOS Y LA EDUCACIÓN RELIGIOSA.
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Copia del cuadro original de Santa Magdalena Sofía pintado por Savinien Petit luego de su muerte, Casa Madre de la Sociedad del Sagrado Corazón en Roma, fotografía ASC., Santiago. Sofía Barat, fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón, canonizada como Santa Magdalena Sofía por la Iglesia Católica en 1925.
y de la respuesta católica a este acontecimiento, encuentra sus orígenes esta sociedad, junto a otras comunidades de mujeres de vida activa nacidas en esa época. La Iglesia aprueba dichas fundaciones pensando que estas mujeres pueden irradiar la fe a sus maridos e hijos y así a la sociedad en general. La Congregación del Sagrado Corazón se expande rápidamente fuera de Francia e incluso de Europa y alcanza un gran prestigio. Tiene importantes nexos con la nobleza y la educación de los estratos sociales altos. Generalmente se la asocia con los padres jesuitas. Según la autora, su propuesta pedagógica fue “moderna y osada” (p.75), ya que se vinculó a la Ratio Studiorum jesuita y así pudo organizar la educación que buscaba ofrecer; además, percibió el papel de la mujer como clave para mejorar la sociedad. Anna du Rousier (1806-1880) nace en la región de Poitou (Francia). Sus padres forman parte de las familias católicas perseguidas por los revolucionarios. Cuando tiene 7 años muere su padre, al parecer en un enfrentamiento, lo que marca en profundidad a la niña. A los 9 años entra al pensionado del Sagrado Corazón en Poitiers y siente prontamente su vocación religiosa. Con 16 años toma el hábito de la Congregación. Luego es enviada a París donde permanece 15 meses, para trasladarse posteriormente a Turín, ciudad en la que resi-
de desde 1824 a 1848. Vuelve a París por unos años y en 1852 es designada visitadora de las casas en Norteamérica. Finalmente es elegida para fundar en Chile, país al que llega en 1853 y en el cual tiene lugar la etapa final de su vida. De personalidad fuerte, emprendedora, autoexigente, valora el sacrificio y el sufrimiento, posee una gran sensibilidad, tiene espíritu práctico y dotes para gestionar; físicamente débil y enfermiza, reconoce y le duelen sus miserias espirituales, pero lucha interiormente para superarlas y perfeccionarse; le cuesta obedecer, ser humilde y delegar. Su ideario pedagógico muestra variadas influencias: la Madre Barat, algunos jesuitas, los cargos que ocupa y los países donde vive. Responde a la pedagogía del Sagrado Corazón, pero marcada por su sello individual. Su estilo educador transparenta especial preocupación por los estudios y la educación religiosa. La Madre Barat le asigna responsabilidades importantes a la Madre Du Rousier, aunque las relaciones entre ambas religiosas fueron complejas y no exentas de tensiones. ¿Por qué fundar en Santiago de Chile? La venida a Chile de las religiosas se explica básicamente por varios motivos: el afán misionero de la congregación; el prestigio que la educación ofrecida por el Sagrado Corazón había logrado en distintos países; la preocupación de la Iglesia y del Gobierno de nuestro país por mejorar la educación femenina; la solicitud del Arzobispo Rafael Valentín Valdivieso, tanto al gobierno como a la Madre Barat —a esta última por intermedio del Pbro. don Joaquín Larraín Gandarillas—, para traer al país estas religiosas, convencido de los beneficios que su presencia produciría en la educación cristiana femenina.
¿POR QUÉ FUNDAR EN SANTIAGO DE CHILE? LA VENIDA A CHILE DE LAS RELIGIOSAS SE EXPLICA BÁSICAMENTE POR VARIOS MOTIVOS: EL AFÁN MISIONERO DE LA CONGREGACIÓN; EL PRESTIGIO QUE LA EDUCACIÓN OFRECIDA POR EL SAGRADO CORAZÓN HABÍA LOGRADO EN DISTINTOS PAÍSES; LA PREOCUPACIÓN DE LA IGLESIA Y DEL GOBIERNO DE NUESTRO PAÍS POR MEJORAR LA EDUCACIÓN FEMENINA.
Alexandrine de la Taille. Educar a la Francesa. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile, 1912, 428 páginas. El origen de este libro reseñado se encuentra en la tesis de la autora para optar al grado de doctor en Historia concedido por el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago, 2007).
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EL TRABAJO DE LAS RELIGIOSAS SE DESARROLLA EN TRES LÍNEAS DE ACCIÓN: FORMACIÓN DE UN PENSIONADO PARA ALUMNAS INTERNAS, APERTURA DE UNA ESCUELA GRATUITA PARA NIÑAS EXTERNAS, FUNDACIÓN DE UNA ESCUELA NORMAL DE PRECEPTORAS.
“Vista de la casa de Santiago tomada desde la capilla gótica del fondo del jardín”, Catherine Nikoll, acuarela sobre papel, 1874. ASC., Santiago. Colegio de La Maestranza.
Fachada Colegio de La Maestranza, fotografía c. 1960. ASC., Santiago.
El 14 de septiembre de 1853 llegan a Chile tres religiosas: Anna Du Rousier, francesa; Mary Mac Nally, irlandesa, y la hermana coadjutora italiana Antonieta Pisorno. Permanecen algunas semanas en la casa de la madre de don Joaquín Larraín Gandarillas y luego son acogidas en el Monasterio de Santa Clara de la Victoria. Entre 1854 y 1860 el gobierno les arrienda una propiedad en la plazuela de San Isidro, pero en este último año se trasladan a su nuevo hogar, donde construyen su casa madre en Santiago —la Maestranza— en la actual calle Portugal.
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El trabajo de las religiosas se desarrolla en tres líneas de acción: formación de un pensionado para alumnas internas, apertura de una escuela gratuita para niñas externas, fundación de una Escuela Normal de Preceptoras. El libro comentado da cuenta de la vida del pensionado en la capital entre los años 1853 y 1880, período en que la Madre Du Rousier reside en Chile. Ofrece, además, algunas informaciones sobre la fundación de otras casas en Talca, Concepción, Valparaíso, Chillán, Lima y Buenos Aires. ¿Por qué adquiere tanto prestigio la educación ofrecida por el Colegio del Sagrado Corazón? ¿Cuál es su modelo educativo? ¿En qué consiste su carácter innovador? ¿Qué significa educar a la francesa? El arribo de estas religiosas involucra aplicar en el contexto nacional un nuevo modelo educativo que pretende ser integral: “Lo religioso, lo moral, lo disciplinar y lo académico se complementan con carácter de totalidad” (p. 218), “las religiosas se proponen hacer de sus alumnas mujeres de fe, la cual, al complementarse con una sólida y actualizada visión de las humanidades y las ciencias, las capacita para desempeñar un papel relevante en la sociedad desde el hogar” (p. 263). La Madre Du Rousier implementa el mismo plan de estudios que hay en otros pensionados del Sagrado Corazón existentes en distintas partes del mundo. Es más humanista que científico, más intelectual que manual, otorgando especial énfasis a las prácticas de piedad y a la formación religiosa. La educación a la francesa encuentra una buena acogida en la sociedad, a pesar que no resulta fácil llevarla a la práctica, pues implica todo un proceso de transferencia cultural y una lucha contra la indisciplina, el desorden, la poca valoración del trabajo doméstico, la impuntualidad, la falta de calma y silencio de las alumnas, según los comentarios de las propias madres. La vida religiosa activa es poco conocida en esos años y constituye una novedad. La educación en la fe y su organización permite a las alumnas practicar nuevas devociones y participar en ceremonias desconocidas para ellas. Se tiende a valorar más la piedad interna que la externa. La otra congregación femenina activa existente en Chile era la de los Sagrados Corazones, llegada en 1838. Incentivar la disciplina supone reglamentar rigurosamente
LA MADRE DU ROUSIER IMPLEMENTA EL MISMO PLAN DE ESTUDIOS QUE HAY EN OTROS PENSIONADOS DEL SAGRADO CORAZÓN EXISTENTES EN DISTINTAS PARTES DEL MUNDO. ES MÁS HUMANISTA QUE CIENTÍFICO, MÁS INTELECTUAL QUE MANUAL, OTORGANDO ESPECIAL ÉNFASIS A LAS PRÁCTICAS DE PIEDAD Y A LA FORMACIÓN RELIGIOSA.
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LA EDUCACIÓN A LA FRANCESA ENCUENTRA UNA BUENA ACOGIDA EN LA SOCIEDAD, A PESAR QUE NO RESULTA FÁCIL LLEVARLA A LA PRÁCTICA, PUES IMPLICA TODO UN PROCESO DE TRANSFERENCIA CULTURAL Y UNA LUCHA CONTRA LA INDISCIPLINA, EL DESORDEN, LA POCA VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO, LA IMPUNTUALIDAD, LA FALTA DE CALMA Y SILENCIO DE LAS ALUMNAS, SEGÚN LOS COMENTARIOS DE LAS PROPIAS MADRES.
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Las primeras religiosas del Sagrado Corazón que llegan a Chile son la irlandesa Mary Mac Nally, Anna du Rousier (al centro) y la italiana Atonieta Pisorno. Fotografía c. 1860. ASC., Santiago.
el tiempo de las pensionadas, desde la hora de levantarse hasta la de acostarse: horas de prácticas piadosas, estudio, clase, recreo, trabajo, tanto de los días de trabajo como de los domingos y feriados. También se norma la convivencia entre las alumnas —aseo, limpieza, modales, comidas— y con las religiosas. En otras palabras, el Sagrado Corazón escolariza en forma estable a las alumnas de estratos sociales superiores. Se impulsa en la Maestranza una nueva relación con el trabajo, ya sea intelectual, manual o doméstico. Es comprendido con un sentido trascendente y considerado relevante en la vida de la mujer. A esta no se la concibe simplemente como una compañera del marido o la encargada de criar los hijos, sino como una persona preparada, capaz de participar en variados asuntos y competente para afrontar los peligros del mundo. Además se le concede un lugar muy importante en la familia y en la sociedad en cuanto a la transmisión de la fe. Resultan muy interesantes las comparaciones realizadas por la autora entre la educación masculina y la femenina. Los referentes son el Colegio de San Ignacio y el Instituto Nacional, centros de educación masculina, y el Sagrado Corazón por la
parte femenina. Llega a concluir que “los tiempos destinados a las clases y a los estudios eran similares en el caso de los hombres y de las mujeres…. Por lo mismo no se puede colegir que la educación femenina fuera tan diferente a la masculina como ha sostenido parte de la historiografía” (p.256). Uno de los frutos más relevantes de la educación del Sagrado Corazón se transparenta en la “hija predilecta de la Iglesia chilena”, Juanita Fernández Solar o Santa Teresa de los Andes, primera santa nacida en nuestro país y ex alumna de la Maestranza. Probablemente llame la atención el título del libro “Educar a la francesa”, ya que en Santiago al colegio se lo conoce como “monjas inglesas”. La razón de este apelativo parece encontrarse en las fundaciones del colegio de Valparaíso (1870) y del externado en Santiago (1885), donde se enseñaba inglés y para algunas religiosas este idioma constituía su lengua materna. También este nombre servía para diferenciar estas religiosas de las “monjas francesas” que llegaron al país con anterioridad. Se debe un agradecimiento a la autora por la contribución de este libro a la historia de la educación católica femenina en nuestro país. La comprensión del pasado ayuda a desentrañar lo que pasa hoy y lo que puede suceder en el porvenir en un asunto tan clave para el mejoramiento del país como es la educación. Es también de desear que continúe estudiando el aporte del Sagrado Corazón. Para completar la labor de estas religiosas sería conveniente investigar los otros años de existencia de la Maestranza, la Escuela Normal de Preceptoras, las escuelas gratuitas, los colegios con alumnas externas y la influencia de las ex alumnas del Sagrado Corazón tanto en la vida privada como en la pública. Una sugerencia para terminar: que la autora desarrolle el significado y el lugar que ocupa la devoción a Mater Admirabilis en los colegios de la Congregación.
UNO DE LOS FRUTOS MÁS RELEVANTES DE LA EDUCACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN SE TRANSPARENTA EN LA “HIJA PREDILECTA DE LA IGLESIA CHILENA”, JUANITA FERNÁNDEZ SOLAR O SANTA TERESA DE LOS ANDES, PRIMERA SANTA NACIDA EN NUESTRO PAÍS Y EX ALUMNA DE LA MAESTRANZA.
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La luz en el arte y la arquitectura (II) —La gloria del espacio renacentista y barroco— POR ANDREA DALL’ASTA, S.J.
El espacio renacentista, representable en sus coordenadas geométricomatemáticas y en su densidad atmosférica, se convierte en el lugar de la revelación de Dios. Vemos los objetos en condiciones de ser estudiados y analizados. Las masas volumétricas ya parecen suspendidas, ocupando en cambio un espacio real. Lo mismo ocurre con la luz.
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La luz física del Renacimiento
racias a Giotto, y sobre todo al Renacimiento italiano, se destaca la luz como fenómeno físico que hace posible la percepción de la realidad natural. Es preciso entonces estudiar sus reflejos, sus vibraciones, sus irradiaciones en la transparencia de la atmósfera y sus relaciones con los distintos colores. Con el advenimiento de la modernidad, cambia de hecho el modo de habitar la luz. En el Renacimiento, la luz se convierte en elemento al mismo tiempo físico y metafísico, como en la Pala de Montefeltro de Piero della Francesca. Mientras por una parte la luz es símbolo de la presencia divina, por otra es elemento físico en el cual se estudian sus componentes científicos o fenomenológicos. Ahí se “advierte” que el aire tiene una densidad. Ciertamente, la perspectiva aérea, con la cual la atmósfera, al aumentar la distancia desde el punto de observación, da un carácter más esfumado a los contornos y menor nitidez a los colores en una gama con tendencia al azul, se conjugará con la perspectiva geométrica en la elaboración de un espacio al mismo tiempo físico y metafísico. De este modo, lo invisible se hace presente en el centro de la historia. El espacio renacentista, representable en sus coordenadas geométrico-matemáticas y en su densidad atmosférica, se convierte en el lugar de la re«En el Renacimiento, la luz se convierte en elemento al mismo tiempo físico y metafísico, como en la Pala de Montefeltro de Piero della Francesca. Mientras por una parte la luz es símbolo de la presencia divina, por otra es elemento físico en el cual se estudian sus componentes científicos o fenomenológicos.»
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Luz del alma
Este efecto de unidad y de organización en torno a un punto geométrico es reforzado por la adopción de una fuente fundamental de luz natural que, proyectándose directamente en el centro de la acción, permite definir las formas y los volúmenes gracias a un juego de claroscuros, creando la ilusión tridimensional
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velación de Dios. Vemos los objetos en condiciones de ser estudiados y analizados. Las masas volumétricas ya parecen suspendidas, ocupando en cambio un espacio real. Lo mismo ocurre con la luz. El cambio es radical. Lo invisible ya no es algo que se asoma a nuestra vida. Dios habita en los templos y en los espacios de nuestra historia. Dios no vive puramente en un improbable más allá, encontrándose en cambio aquí con nosotros. Desde un punto de vista monocular, como en un objetivo fotográfico, el hombre contempla el mundo de la naturaleza y de la historia. Este efecto de unidad y de organización en torno a un punto geométrico es reforzado por la adopción de una fuente fundamental de luz natural que, proyectándose directamente en el centro de la acción, permite definir las formas y los volúmenes gracias a un juego de claroscuros, creando la ilusión tridimensional. La luz adquiere así carácter físico desde el momento en que se comienzan a descubrir las leyes de la naturaleza y de la historia sin auxilio de categorías teológicas. Toda la realidad se interpreta así a partir de sus leyes internas, en cada una de sus disciplinas. La comprensión de la naturaleza se produce ahora con leyes autónomas con respecto a la fe. También desde el punto de vista arquitectónico, el significado de la luz cambia completamente. La arquitectura renacentista, al retomar la antigüedad grecorromana, subvierte el planteamiento arquitectónico gótico. Todo el espacio gira en torno a un punto central, como lugar desde el cual el observador puede percibir el espacio, concebido mediante criterios de simetría y de proporción. La mirada puede abarcar los espacios que se abren ante ella: abarcarlos como para dominarlos, ser su protagonista, poder advertir en ellos la armonía a través de la uniformidad del planteamiento y de la geometría. Las soluciones arquitectónicas de Brunelleschi no son sino vistas ideales de un mundo construido enteramente por el hombre, constituido por geometría, medida, proporción. El ritmo nace de la repetición de un módulo. El mundo que nos rodea es concebido por el hombre en términos de relaciones, de medidas definidas por las dimensiones del hombre. Espacio creado por el hombre para el hombre.
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Arquitectura y cosmos corresponden entre sí como en una armonía mágica. Todo se transforma en ritmo y proporción. En ese contexto, la luz hace surgir las proporciones perfectas de una arquitectura que reproduce el orden cósmico. Es una luz intelectual, que destaca la articulación de los espacios construidos en conformidad con un esquema modular preciso, que define un ámbito plenamente humano. Tomemos como ejemplo a Leon Battista Alberti. En su tratado De architectura, la iluminación de las iglesias debe ser debidamente equilibrada y tangencial, no excesiva, pero tampoco demasiado oscura, para destacar la continuidad de los espacios. Para Alberti, la luz es sobre todo objeto de especulación científica. El humanista estudia los efectos de la luz natural, cómo opera en la percepción humana, las emociones que provoca en el hombre. De manera específica, en relación con la arquitectura, estudia los mecanismos perceptivos vinculados con la iluminación adoptada, ya sea natural o artificial. En suma, el problema de la “luz” está menos relacionado con problemas de carácter simbólico-metafísico que con el quehacer artístico-arquitectónico y sus exigencias funcionales. Si enseguida analizamos las obras de Filippo Brunelleschi, ahí advertimos cómo la búsqueda de luminosidad se basa en el deseo de crear una luz difusa que destaque el carácter modular de la totalidad del edificio. En las iglesias de San Lorenzo (1421) o del Espíritu Santo, en Florencia (1444), el uso del módulo, con la repetición rítmica de los elementos arquitectónicos en “pietra” (piedra) serena, define una articulación de la perspectiva de gran claridad. La luz destaca la racionalidad del espacio, subrayada por los elementos que constituyen una cuadrícula de perspectiva. No se producen efectos de claroscuros con grandes contrastes. La luz destaca en gran medida el carácter unitario del conjunto mediante una sutil gradación luminosa, que disminuye progresivamente desde la nave central hacia la media luz de las naves laterales, hasta la penumbra de las capillas, generando un efecto preciso de perspectiva de profundidad. La luz hace surgir una espacialidad homogénea, isótropa y centrada a partir de un punto de vista único, como en los cuadros de la época,
La luz adquiere así carácter físico desde el momento en que se comienzan a descubrir las leyes de la naturaleza y de la historia sin auxilio de categorías teológicas.
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También desde el punto de vista arquitectónico, el significado de la luz cambia completamente. La arquitectura renacentista, al retomar la antigüedad grecorromana, subvierte el planteamiento arquitectónico gótico. Todo el espacio gira en torno a un punto central, como lugar desde el cual el observador puede percibir el espacio, concebido mediante criterios de simetría y de proporción.
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«En las obras de Filippo Brunelleschi, advertimos cómo la búsqueda de luminosidad se basa en el deseo de crear una luz difusa que destaque el carácter modular de la totalidad del edificio. En las iglesias de San Lorenzo (1421) o del Espíritu Santo, en Florencia (1444), el uso del módulo, con la repetición rítmica de los elementos arquitectónicos en “pietra” (piedra) serena, define una articulación de la perspectiva de gran claridad. La luz destaca la racionalidad del espacio, subrayada por los elementos que constituyen una cuadrícula de perspectiva. No se producen efectos de claroscuros con grandes contrastes.» Nave central de la Iglesia de San Lorenzo.
construidos a partir de las reglas de la perspectiva central. De este modo la luz revela las distintas partes del edificio, destacando su racionalidad y su modularidad. Es una luz física considerada en relación con una arquitectura concebida como organismo complejo que acoge funciones, ritos, celebraciones. Al mismo tiempo es una luz metafísica, que revela un espacio arquitectónico armónico, concebido como espejo de un orden racional del mundo gracias a su construcción geométrico-matemática. La luz revela así la verdad de un espacio unitario. Sin embargo, al parecer se produce una articulación. De una visión esencialmente simbólica, de acuerdo con la cual la luz se situaba como centro generador y fundador del espacio, que insertaba al hombre en un mundo espiritual de ascenso hacia Dios, se pasa a una perspectiva fenomenológica, dirigida a hacer resaltar el espacio en su articulación y organización de la perspectiva, como en Alberti, o en cuanto espejo de la racionalidad de un cosmos donde el hombre se sitúa al centro, como en Brunelleschi. ¿Es tal vez este el punto de partida a raíz del cual los aspectos estético-teológicos son cada vez más “marginados” de la génesis proyectiva de un espacio sagrado?
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La gloria del espacio sagrado barroco El último episodio de la historia de la arquitectura en que se asiste a un deseo preciso de unir el aspecto estético-teológico con lo arquitectónico está constituido por el “barroco”. En el siglo XVIII, la Iglesia Católica afirma su propio prestigio ante la Reforma protestante, en la cual ya ha llegado a su fin el impulso característico de la primera y la segunda parte del siglo XVI. Estética y teología se encuentran aquí estrechamente ligadas en una indisoluble unidad, en la cual la pintura, la escultura y la arquitectura están unidas en el mismo deseo de afirmar la primacía de Dios en todo aspecto de la vida del hombre. La luz es protagonista. Consideremos, por ejemplo, el Triunfo del Nombre de Jesús, en la iglesia de Jesús, en Roma, obra de Giovanni Battista Gaulli, llamado el Baciccio. Es la representación de una Gloria en un fresco de la nave central de la iglesia, proyectada por Vignola. Mientras las capillas laterales están sumidas en una intensa y sugerente penumbra, la nave es una explosión de luz. Todo está dirigido a la revelación del Triunfo del Nombre de Jesús, visible en una parte del techo que parece abrirse para hacer posible la visión divina. La arquitectura de la bóveda está constituida por un espacio dorado, ocupado por ángeles festivos y santos colmados por una alegría sobrenatural. En este espacio, todo se transforma en luz. Con imágenes de ardiente fantasía, el nombre de Jesús, el monograma IHS, escrito con la luz, atrae hacia sí mismo todo lo creado. El nombre funciona como un vector que impulsa a todos los cuerpos espirituales hacia un vértice, un punto luminoso, en un permanente más allá. Como un imán, el nombre crea un vórtice hacia el cual todos los hombres son misteriosamente atraídos. Dios es un principio de tensión que evita la dispersión, el caos, lo informe. Y Dios es la luz desde la cual se irradia toda otra luz, como un imán que actúa en sentido contrario a la fuerza de gravedad, como un principio espiritual que se sitúa contra las fuerzas de la materia. Mientras esta es atraída hacia el centro de la tierra, toda la experiencia humana, en cambio, se dirige Ad maiorem Dei gloriam —dice Ignacio de Loyola— hacia los cielos infinitos, hacia la luz que no tiene ocaso. Gracias a la luz, todo se vuelve fluido. La materia pa-
El último episodio de la historia de la arquitectura en que se asiste a un deseo preciso de unir el aspecto estético-teológico con lo arquitectónico está constituido por el “barroco”. En el siglo XVIII, la Iglesia Católica afirma su propio prestigio ante la Reforma protestante, en la cual ya ha llegado a su fin el impulso característico de la primera y la segunda parte del siglo XVI.
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«El Triunfo del Nombre de Jesús, en la iglesia de Jesús, en Roma, obra de Giovanni Battista Gaulli, llamado el Baciccio. Es la representación de una Gloria en un fresco de la nave central de la iglesia, proyectada por Vignola. Mientras las capillas laterales están sumidas en una intensa y sugerente penumbra, la nave es una explosión de luz. Todo está dirigido a la revelación del Triunfo del Nombre de Jesús, visible en una parte del techo que parece abrirse para hacer posible la visión divina.»
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rece sumirse más allá de los límites físicos del espacio para adoptar formas curvas, como si adquiriese un nuevo carácter espiritual. Los cuerpos se vuelven flexibles y elásticos, concebidos por conjuntos o por masas. Una especie de laberinto de lo continuo, donde todo se organiza en conformidad con un principio rítmico que se ex-presa por dilatación-contracción, como en una especie de respiración cósmica. Si bien el mundo está marcado por un caos primordial, existe con todo un fin que pone orden y sentido. Es el telos que permite ordenar todo lo creado. Este principio es Dios mismo. Vale decir: la Luz. Probablemente, la luz barroca es la última experiencia con referencia a un universo teológico explícito. Pensemos únicamente en el cuadro impresionista. Pintar la luz significa representar un mundo de fenómenos filtrados por los estados de ánimo del artista más allá de toda noción preliminar; dar cuerpo a las impresiones del aire, de la atmósfera. La luz de los impresionistas es física, terrenal. Parece perder toda dimensión simbólica. Ilumina los objetos, descomponiéndose en los distintos colores. Todo cuanto el hombre ve es luz y color. Tanto el color como la luz cambian permanentemente, instante tras instante, en relación con la posición de la fuente luminosa o con la posición del artista. Pintar en plein air significa arrancar un instante del mundo del perpetuum móvil de la vida, de su impalpable atmósfera, de la descomposición y de las vibraciones de la luz a partir de la visión dinámica del sujeto. Sin embargo, la luz teológica que envolvía los espacios de la vida humana para acompañarla hacia la visión divina parece desaparecer para siempre. Si ya no hay cabida para esta luz teológica, el mundo solo puede ser iluminado por la luz de la realidad humana, en su devenir y su flujo permanentes. El fondo de oro medieval representaba al ser en su trascendencia y en su inmovilidad. La luz física y simbólica del Renacimiento reproducía una realidad en la cual coincidían el ser y el fenómeno. La luz moderna es terrenal, natural. La luz divina, en el centro de las representaciones de Oriente y de Occidente durante tantos siglos, se convierte en la luz física de nuestro mundo.
Todo cuanto el hombre ve es luz y color. Tanto el color como la luz cambian permanentemente, instante tras instante, en relación con la posición de la fuente luminosa o con la posición del artista. Pintar en plein air significa arrancar un instante del mundo del perpetuum móvil de la vida, de su impalpable atmósfera, de la descomposición y de las vibraciones de la luz a partir de la visión dinámica del sujeto.
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APUNTES Y NOTAS LA BIBLIA DE SAN JUAN, MANUSCRITA E ILUMINADA PARA EL HOMBRE DE HOY por Verónica Griffin
En 1998, la Abadía benedictina, la Uni-
versidad de San Juan, de Collegeville, Minnesota, y el calígrafo inglés Donald Jackson emprendieron la escritura de una Biblia manuscrita e iluminada. Era la pri-
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mera Biblia manuscrita encargada por un monasterio benedictino desde la invención de la imprenta. El propósito era crear una Biblia que iluminara la fe del hombre moderno. Que
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reuniera la belleza y dignidad de las grandes biblias medievales, pero con imágenes elocuentes para el hombre de hoy y textos bíblicos contemporáneos. Quince años después se concluyó el trabajo. Es la llamada Biblia de San Juan. Tiene 1.150 páginas divididas en siete volúmenes (Pentateuco, Libros Históricos, Libros de la Sabiduría, Salmos, Profetas, Evangelios y Hechos, Cartas y Apocalipsis). Cada volumen pesa más de 15 kg y, cuando está abierto, mide 60 por 90 cm de ancho. Seis calígrafos y una decena de artistas de la iluminación trabajaron en ella. El original, escrito en lengua inglesa, se encuentra hoy en el Hill Museum & Manuscript Library de la Universidad de San Juan. Algo sucede a todos quienes recorren sus páginas. Los márgenes espaciosos serenan y mueven el alma a la meditación. Al ver escrita esta Biblia con una caligrafía a la que no se está habituado hoy día, y al hacer sentir el tiempo que demoró el calígrafo en cada palabra, vuelve esta palabra a su sentido original de mensaje de persona a persona, “de corazón a corazón”, en términos del Papa Francisco.
Una Biblia manuscrita e iluminada era un antiguo sueño de Donald Jackson, calígrafo oficial de la Corona británica y ex presidente de la Society of Scribes & Illuminators del Reino Unido. Él lo comentó con el P. Eric Hollas OSB, director entonces del Hill Museum & Manuscript Library, y lo presentó en 1995 a los monjes de San Juan. El proyecto hacía resurgir una venerable tradición benedictina. En atención a la extraordinaria calidad que
podía alcanzar este trabajo y a la necesidad que percibían que el hombre vuelva a ser encantado no solo con el fondo, sino con la forma en que se presentaban las Sagradas Escrituras, los monjes hicieron suyo el sueño de Jackson.
Quienes trabajarían en la Biblia de San Juan lo harían de la misma manera como se hacía entre los monasterios benedictinos medievales y los escribas que les colaboraban. Los benedictinos de Minnesota formaron un Comité de Iluminación y Texto dirigido por el P. Michael Patella OSB, compuesto por monjes, artistas, medievalistas, teólogos, biblistas e historiadores del arte. Ellos decidirían qué versión de la Biblia finalmente se iba a utilizar: la Nueva Versión Internacional, y se encargarían de reflexionar sobre los aspectos teológicos
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del proyecto como de proporcionar, página a página, las indicaciones, el material de referencia y el plan de trabajo al equipo de calígrafos, iluminadores y diseñadores que trabajaría bajo la dirección de Donald Jackson desde su scriptorum en Gales. Entre 1996 y 1997, el grupo de Minnesota desarrolló el esquema de iluminación y Jackson y su equipo elaboraron las muestras y los dibujos preparatorios. De manera simultánea, Jackson creó una caligrafía apropiada a la nueva Biblia. Por la extensión del texto que se iba a transcribir, esta debía ser pequeña, legible, moderna y a la vez digna de un libro sagrado. La primera tarea de los seis calígrafos involucrados en el proyecto fue estudiarla para acostumbrarse a su estilo y su textura. Hoy, solo sutiles diferencias permiten distinguir la mano de los distintos copistas. Con la ayuda de la computación, se imitaron el ritmo, el tamaño y el espaciado
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entre las letras y las palabras de la caligrafía de Jackson. Se establecieron también la separación ideal entre los párrafos, el lugar donde irían las iluminaciones y se determinaron incluso el texto de cada página y el tiempo que iban a demorar los calígrafos en su transcripción: entre siete y media y trece horas para completar las 108 líneas previstas para cada folio. Esta planificación tan cuidadosa permitiría el trabajo simultáneo de los escribas, los iluminadores y los correctores. Donald Jackson tuvo especial cuidado en que cada página enfrentada fuera escrita por el mismo calígrafo, aun cuando luego debiera pasar por varias manos que iban añadiendo las notas al pie, los títulos, los números de los capítulos, las letras capitales y, en ocasiones, breves textos referenciales en hebreo. El siguiente paso fue elaborar el pergamino en vitela o piel de becerro, un material muy resistente que luego de ser tratado y frotado con diferentes abrasivos, proporciona una textura perfecta, suave y aterciopelada, sobre la cual escribir y pintar. Los escribas requirieron plumas que fueran a la vez fuertes y flexibles. Las mejores serían las obtenidas de las plumas principales que las aves utilizan para volar. Plumas de ganso para el cuerpo regular del texto y plumas de pavo y de cisne para las letras capitulares y para las más gruesas. Las plumas se deben curar, cortar y recortar antes de que puedan ser usadas como herramientas de la escritura. Para escribir el texto central, se usaría una tinta negra que se preparó con barras de tinta china del siglo XIX. Los textos para indicar el inicio de los párrafos, los números de los versículos y las notas marginales se destacarían con pigmentos rojo
bermellón y azul mezcla de azurita y de ultramar, lo que ya constituye una forma de ornamentación. El 8 de marzo, Miércoles de Ceniza del año 2000, Donald Jackson escribió las primeras palabras en los pergaminos. Fueron el versículo del Evangelio de San Juan: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios...» Once años más tarde, el 9 de mayo de 2011, se concluyó la magna obra y Jackson escribió la palabra final, “Amén.”
Reflejo de la espiritualidad benedictina El término “iluminación” proviene del latín illuminare que significa “bañar de luz” y se usa cuando un manuscrito es decora-
do con pan de oro. Se trata de una técnica cuya versión más exigente, utilizada en esta Biblia, se ayuda de la humedad de la respiración del dorador, quien fija las láminas de oro sobre una capa de gesso —un compuesto de tiza, yeso y una cola aglutinante— aplicada previamente a la superficie del pergamino que se va a iluminar. Tras un cuidadoso bruñido, el óptimo resultado permite apreciar los contornos ligeramente elevados, típicos del gesso, que reflejan la luz y mejoran el efecto del oro. La iluminación no es solo una ilustración. Es una meditación espiritual hecha visión y que pretende enriquecer el texto. “Se trata de un acercamiento benedictino a las Escrituras”, explica el P. Michael Patella OSB, Presidente del Comité de Iluminación y Texto de la Biblia de San Juan.
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Hubo especial cuidado de que la Biblia de San Juan reflejara la espiritualidad benedictina. Los principios que elaboró San Benito en la Regla que redactó para sus monjes en el siglo V han demostrado ser admirablemente válidos para todo hombre que quiera ponerse al servicio del Señor en cualquier tiempo o en cualquier estado de su vida. Un tema muy benedictino es el cuidado solícito por todas las cosas que brota del principio señalado en el capítulo XXXI de la Regla de San Benito: “que todas las cosas sean cuidadas como vasos sagrados del altar.” Este se traduce en la delicada atención puesta en cada detalle de la elaboración de la Biblia. Otro, el de la hospitalidad, promulgado en el capítulo LIII: “A todos los forasteros que se presenten (en el monasterio) se les acogerá como a Cristo…”, se refleja en
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la selección de los textos que se destacaron en los márgenes —las marginalia— y los motivos para las ilustraciones, referidos especialmente a la caridad para con los pobres, los peregrinos, los extranjeros. El tercero, la justicia: “Prefiera siempre la misericordia a la justicia”, en el capítulo LXIIII. No menos importante es el de la conversión de costumbres, que en la Orden benedictina constituye un voto especial, y a lo que la Biblia de San Juan exhorta constantemente. Muchas iluminaciones representan signos de la época actual. Por ejemplo, las hebras de ADN que se usaron para representar la «Genealogía de Cristo» en el evangelio de San Mateo; las Torres Gemelas de Nueva York, en las parábolas de San Lucas, representando la necesidad de perdonar. Para describir el tercer día de la Creación,
se usaron imágenes satelitales del delta del Nilo. Y para la creación del hombre, el día sexto, se eligieron pinturas rupestres de África y Australia. También se usaron en las viñetas y marcos decorativos patrones textiles de los indígenas peruanos y de Norteamérica, así como africanos y orientales. Los bosques de la Universidad de San Juan o el campo cercano a la casa de Donald Jackson en Gales aportaron las especies de flora y fauna que decoran las marginalia de los pergaminos. Se utilizan como una metáfora de la maravilla de la creación de Dios y ponen de relieve la singular conexión entre esta Biblia, el autor de su iniciativa y el monasterio benedictino que la encargara. Las marginalia de la naturaleza se completan con plantillas y sellos de motivos más abstractos. Aplicados por los escribas e iluminadores, crean un rico vocabulario visual y proporcionan elementos recurrentes dentro y a través de los volúmenes de la Biblia.
Publicada en los albores del S. XXI, la Biblia de San Juan “busca encender la imaginación espiritual de los creyentes en todo el mundo mediante una obra de arte que ilumine la Palabra de Dios por un nuevo milenio». Así lo esperan, con un dejo de candor, pero con fundada esperanza en el amor de Dios para con todos sus hijos, estos monjes benedictinos de la Abadía de San Juan, en Minnesota. Este propósito se une al de revivir una tradición de los monasterios medievales que fue decisiva en la preservación del conocimiento y la cultura. No menos im-
portante ha sido permitir a los historiadores del arte ser testigos de un proceso que una vez fue una actividad fundamental de la civilización humana.
Además del original de la Biblia manuscrita, el proyecto contempló una edición limitada de 299 ejemplares impresos a tamaño real, con aplicación manual de oro y firmados por el autor. Esta edición y una edición patrimonial realizada por Liturgical Press, tamaño 24,3 x 38, 1 cm (9 ¾ x 15’’), se encuentran a disposición del público que desee adquirirlas. La versión original de la Biblia de San Juan puede ser contemplada en el Hill Museum & Manuscript Library de la Universidad de San Juan, en Minnesota. Su versión digital puede apreciarse en el sitio web: www.
saintjohnsbible.org
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Implicaciones antropológicas
LA MEDICINA FRENTE AL DESAFÍO DE LA ENFERMEDAD por Martino De Carli
Henri de Toulouse-Lautrec. Museo de Albi. (1894).
El presente artículo busca reflexionar acerca de la importancia para la medicina de una concepción unitaria del hombre y de un enfoque integral de la práctica clínica.
L a medicina se enfrenta constante-
mente al problema del sufrimiento. La enfermedad, con su carga ineludible de dolor, es percibida como una anticipación
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de la muerte. No es posible eludir estas manifestaciones extremas del límite del hombre. Tampoco es posible alimentar el sueño utópico de derrotarlas por medio de
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la tecnología. Permanece el carácter angus- hospital contemporáneo, aunque evolucionado, tioso de la condición humana que, puesta puede eliminar de su horizonte cotidiano el entre el don de la vida y su vulnerabilidad dato imponente de la naturaleza mortal del trágica, no puede evitar ser solicitada por hombre”1. A la luz de este juicio, se comel contragolpe de las grandes preguntas prende la imposibilidad de separar la mefundamentales que atañen dicina de su nexo constitua la condición humana. El tivo con la antropología. EL ENFERMO BUSCA LA enfermo busca la verdad Cuerpos y almas es el títuVERDAD DE SÍ MISMO de sí mismo y se pregunlo de una novela ambienY SE PREGUNTA SOBRE ta sobre quién lo pueda tada entre las dos guerras QUIÉN LO PUEDA liberar de la muerte, que, mundiales y publicada en LIBERAR DE LA MUERTE, asomándose en la enfer1942 2. El autor, Maxence QUE, ASOMÁNDOSE medad, contradice el deseo Van der Meersch (1907 EN LA ENFERMEDAD, de eternidad que alberga - 1951), describe de forCONTRADICE EL DESEO en él. Por consiguiente, el ma apasionada y a la vez DE ETERNIDAD QUE ALBERGA EN ÉL. POR médico, interpelado por conmovedora el recorrido CONSIGUIENTE, EL esta pregunta, a la hora científico y las vicisitudes MÉDICO, INTERPELADO de afrontar un problema personales de unos médiPOR ESTA PREGUNTA, A de salud, no se relaciona cos franceses: el mundo de LA HORA DE AFRONTAR solamente con un ámbito los hospitales y el drama UN PROBLEMA DE SALUD, biológico, con la lesión de la enfermedad. En las NO SE RELACIONA localizada en una región páginas del libro se descriSOLAMENTE CON UN precisa del cuerpo, sino ben sus gestos nobles, así ÁMBITO BIOLÓGICO, CON LA LESIÓN LOCALIZADA también con las profuncomo sus mezquindades y EN UNA REGIÓN PRECISA didades de la persona huegoísmos. El autor cuenta la DEL CUERPO, SINO mana, de las cuales brotan dedicación que los anima y TAMBIÉN CON LAS sus interrogantes cruciales la ambición que a menudo PROFUNDIDADES DE LA y radicales. El hombre es los mueve. Uno de los perPERSONA HUMANA, DE un ser finito. La finitud del sonajes del libro, el ProfeLAS CUALES BROTAN hombre y su límite conssor Jean Doutreval, imporSUS INTERROGANTES tituyen un grito, es decir, tante neurólogo y docente CRUCIALES Y RADICALES. (…) un signo que reclama una universitario, acaba de respuesta. Eludir esta voz estudiar un procedimiento significa ignorar la finitud para la curación de una característica de lo humano, ocultar su cierta clase de demencia. Es un hombre significado, apagando el grito que ella fundamentalmente escéptico. Su creencia conlleva, la exigencia de sentido que ex- utópica y positivista en las posibilidapresa. Angelo Scola escribe: “Tampoco el des ilimitadas de la ciencia y su visión 1 SCOLA, ANGELO, La Buona salute e i luoghi della cura, Siena: Cantagalli 2002, Pág. 11. 2 VAN DER MEERSCH, MAXENCE, Cuerpos y almas, Madrid: Punto de lectura 2006.
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materialista del hombre le permiten hacer acontece entre el siglo XVIII y el siglo XIX3. experimentos con enfermos mentales, que El médico italiano Giovanni Battista otros médicos consideran inaceptables. Morgagni (1682 - 1771) decreta el nacimienLes suministra varios remedios, para in- to de la moderna anatomía patológica. vestigar la posibilidad de descubrir una Las lesiones anatómicas empiezan a ser nueva terapia. Sus mismos consideradas como lugares colaboradores retroceden donde buscar las causas (…) EL HOMBRE ES UN atemorizados frente a los ocultas de las enfermedaSER FINITO. LA FINITUD gritos, las deyecciones, los des. Morgagni publica De DEL HOMBRE Y SU LIMITE CONSTITUYEN espasmos y las fracturas sedibus et causis morborum UN GRITO, ES DECIR UN que los pacientes padecen per anatomen indagatis en SIGNO QUE RECLAMA durante la experimentael año 17614 . Él no solo UNA RESPUESTA. ELUDIR ción. En cambio Doutreval, clasifica con precisión los ESTA VOZ SIGNIFICA impasible, mide fríamente síntomas de la enfermedad, IGNORAR LA FINITUD todas las características del cuando estos se presentan, CARACTERÍSTICA DE procedimiento científico sino realiza autopsias cuanLO HUMANO, OCULTAR adoptado y anota en su do la enfermedad lleva a SU SIGNIFICADO, APAGANDO EL GRITO libreta miles de datos para la muerte del paciente. De QUE ELLA CONLLEVA, formular nuevas estadísesta forma, puede estableLA EXIGENCIA DE ticas y nuevas hipótesis. cer la relación existente SENTIDO QUE EXPRESA. Ese ser, frágil, compleentre los fenómenos ante ANGELO SCOLA ESCRIBE: jo y misterioso que es el y post mortem. Morgagni “TAMPOCO EL HOSPITAL hombre, progresivamente concibe su obra desde una CONTEMPORÁNEO, desaparece en las manos perspectiva mecanicista. AUNQUE EVOLUCIONADO, del Doctor Doutreval, que Piensa que la vida es el PUEDE ELIMINAR DE SU HORIZONTE COTIDIANO mide las variaciones cuanresultado del trabajo de EL DATO IMPONENTE titativas de los fenómenos las maquinas orgánicas DE LA NATURALEZA fisiológicos. La enfermedad y afirma la necesidad de MORTAL DEL HOMBRE”. se deshumaniza. prolongarla por medio de A LA LUZ DE ESTE ¿Cuál es el origen, aunla individuación de las JUICIO, SE COMPRENDE que remoto, de esta forma lesiones, que remiten a los LA IMPOSIBILIDAD de mirar al enfermo? El desperfectos mecánicos. DE SEPARAR LA filósofo Michel Foucault Intenta remontar de la sede MEDICINA DE SU NEXO (1926 - 1984), en una obra de la manifestación de la CONSTITUTIVO CON LA ANTROPOLOGÍA. del año 1963, sugiere que enfermedad a la causa que es la revolución epistemoha originado la muerte del lógica y metodológica de la clínica, que sujeto. A la anatomía microscópica, desti-
3 FOUCAULT, MICHEL, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, Madrid: Siglo XXI Editores 1996. 4 A la obra de Morgagni seguirá pronto la de M. F. Xavier Bichat (1771 - 1802), cuya Anatomía General es del año 1801. Él descubrirá veintiún nuevos tejidos, dando comienzo a la moderna histología.
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nada a verificar experimentalmente (por mico-clínico, que individualiza el origen medio del microscopio) las hipótesis rela- de la enfermedad en la profundidad de cionadas con los mecanismos de las enfer- órganos y tejidos7. Se realiza un verdadero medades, se añade la anatomía patológica, desplazamiento del enfoque médico y un destinada a verificar experimentalmente cambio radical del método clínico. Se ate(por medio de la autopsia) núa la importancia de los las hipótesis sobre las causíntomas clínicos, consideEN LOS HOSPITALES DE sas de las enfermedades. rados como epifenómenos LOS SIGLOS XVIII - XIX, La lección de Morgagni de una lesión mucho más A LA SEMIÓTICA ANTE MORTEM, EMPIEZAN A es retomada dentro de una profunda, ubicada en lo AÑADIRSE EL ANÁLISIS nueva perspectiva clínica inerte (órgano o tejido). DE LABORATORIO Y LA que privilegia la investigaSegún Foucault, el hecho SEMIÓTICA POST MORTEM, ción sobre cuerpos mudos, de que durante la IlustraES DECIR, EL ESTUDIO masas opacas y escondidas ción desaparezca definitiDEL CADÁVER. ESTE en la profundidad de los vamente la prohibición reSE CONVIERTE EN EL órganos: “El cadáver abierto ligiosa sobre los cadáveres LUGAR PRIVILEGIADO y exteriorizado se transforma no explica adecuadamente PARA BUSCAR LA VERDAD ETIOLÓGICA en la verdad interior de la este cambio de método. Ha5 DE LA ENFERMEDAD. enfermedad” . La mirada del cia la mitad del siglo XVIII SURGE UN ENFOQUE médico que hasta entonces la disección de los cadávePRINCIPALMENTE leía los síntomas de la enferres ya puede ser realizada ANATÓMICO-CLÍNICO, medad, con sus frecuencias sin graves obstáculos. La QUE INDIVIDUALIZA y sus cronologías, deja espaverdadera novedad no conEL ORIGEN DE LA cio ahora a una nueva consiste en la posibilidad de ENFERMEDAD EN LA cepción clínica que incluye realizar disecciones, sino PROFUNDIDAD DE ÓRGANOS Y TEJIDOS. SE cada vez más un análisis en la nueva perspectiva con REALIZA UN VERDADERO del cuerpo, mejor dicho, del la cual se llevan a cabo. ReDESPLAZAMIENTO DEL cadáver del enfermo. sulta cada vez más imporENFOQUE MÉDICO Y UN En los hospitales de los tante individualizar la sede CAMBIO RADICAL DEL siglos XVIII - XIX, a la sede la patología. Conocer MÉTODO CLÍNICO. miótica ante mortem, empieya no significa solo clasizan a añadirse el análisis de ficar, sino primariamente laboratorio y la semiótica post mortem, es individualizar la sede de la enfermedad. decir, el estudio del cadáver6. Este se con- El cuerpo, más que superficie de signos, vierte en el lugar privilegiado para buscar se vuelve masa, volumen: “Al método de la verdad etiológica de la enfermedad. las coincidencias le sustituye un análisis que Surge un enfoque principalmente anató- se podría decir en estratos”8. Lo invisible 5 FOUCAULT, MICHEL, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, Madrid: Siglo XXI Editores 1996, pág. 178. 6 Cfr. COSMACINI, GIORGIO, L’arte lunga. Storia della medicina dall’antichità a oggi. Bari: Laterza 2005. 7 FOUCAULT, MICHEL, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, Madrid: Siglo XXI Editores 1996, pág. 129. 8 Ibídem, pág. 194.
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se vuelve más importante que lo visible. de la fundación de la nueva medicina con El signo se integra con la individualización su orientación anatómica, es al mismo de la sede de la enfermedad: “Bichat ha tiempo conjurada y exorcizada en lo que hecho más que liberar a la medicina del miedo expresa sin tregua, es decir, en el hecho de de la muerte. Ha integrado esta muerte en un describir el límite estructural del hombre y conjunto técnico y conceptual, lo que este límite significa11. en la cual ella toma su carácter Se asoma el reduccionismo HAY UNA INTERIORIDAD específico y su valor fundaantropológico dramáticaHUMANA QUE 9 mental de experiencia” . mente representado en la TRASCIENDE LA CAPACIDAD DEL MÉTODO La en fer medad y la novela Cuerpos y Almas. El CIENTÍFICO DE MEDIRLA. muerte se entienden de ser humano desaparece LA MEDICINA PERMITE modo nuevo. La primera, progresivamente. ParadóUN CONOCIMIENTO a raíz de su localización en jicamente puede haber una PARCIAL DE LA VIDA un espacio mejor determienfermedad sin enfermo. HUMANA; EL SENTIDO nado, se vuelve objeto de La posibilidad de identifiDE LA VIDA HUMANA una mayor mensurabilidad car en la autopsia la lesión NO ES MENSURABLE Y y se presta a una lectura que causa una enfermedad LA EXPERIENCIA DE LA ENFERMEDAD EXPRESA totalmente espacial. La tiende a reducir dicha enUNA EXIGENCIA DE muerte, en cambio, deja de fermedad a la medida obSIGNIFICADO A LA CUAL representar solamente el jetiva de la lesión misma y EL MÉTODO CIENTÍFICO momento en el cual desapaa considerar la experiencia EXPERIMENTAL NO rece la dolencia del cuerpo del sufrimiento del pacienPUEDE RESPONDER. con sus síntomas y constite como un hecho accesorio EL ENFERMO BUSCA tuye un proceso de degeney escasamente relevante LA RELACIÓN ENTRE ración útil al conocimiento desde el punto de vista del LA CONDICIÓN QUE ESTÁ PADECIENDO Y EL científico. Hasta puede ser diagnóstico y de la terapia. SENTIDO ÚLTIMO DE SU definida como el a priori En el siglo XVIII y aún EXISTENCIA, CONFORME concreto de la experiencia más decididamente en el AL DINAMISMO médica10. Podemos afirmar siglo XIX se promueve amAUTÉNTICO DE SU que las raíces sobre las pliamente otro cambio sigPROPIA RAZÓN. cuales ha crecido la ciencia nificativo. A una medicina médico-biológica, tal como que observa al enfermo la conocemos y la practicamos, deben ser por medio de una simple evaluación colocadas en la anatomía patológica, es de- cualitativa de la enfermedad, se añade cir, en el momento en que la muerte entra una medicina experimental, capaz de en la experiencia médica como objeto de realizar un análisis cuantitativo, es decir, análisis. Sin embargo, la muerte, si bien es técnico-instrumental, de los fenómenos utilizada como condición de posibilidad médicos y biológicos. Claude Bernard 9 Ibídem, pág. 225. 10 Ibídem, pág. 276. 11 FOUCAULT, MICHEL, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, Madrid: Siglo XXI Editores 1996, pág. 278.
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(1813 - 1878), precursor de la moderna yo soy, capaz de interrogarse sobre el sentido fisiología, consolida definitivamente este de su existencia?”15. Con esta afirmación el enfoque experimental de la medicina. Arzobispo de Milán introduce en nuestra Escribe Giorgio Cosmacini, historiador reflexión un concepto de experiencia que y médico: “En esta concepción y en el clima trasciende los límites del experimento cientificista del siglo XIX, “la mensurabilidad científico. La palabra experiencia ha sido de la enfermedad” constituye el fundamento de mirada con sospecha durante el siglo XX la práctica clínica”12. por la teología católica, por el uso equiLa elección de aplicar el método expe- vocado que el modernismo hizo de ella, rimental a la clínica médica agudiza aún reduciéndola a un sentimiento subjetivo más el riesgo del mismo reduccionismo y emocional opuesto a la racionalidad. anteriormente mencionado. También ha sido ampliaEs inevitable que el médico mente desvirtuada por ATRÁS DE CUALQUIER “actúe como si para descubrir el lenguaje común, por la CONDICIÓN DE los rasgos de la identidad de reducción empirista que ENFERMEDAD SE la persona fuera suficiente la ha identificado con el ASOMA UNA PETICIÓN DE analizar sus componentes biomero “probar”. En realidad, SALVACIÓN, UNA PETICIÓN lógicas. El hombre es tratado ella no es un sentimiento DE SIGNIFICADO, ES 13 como puro objeto” . Escribe subjetivo, una emoción. DECIR, EN ÚLTIMO a este propósito Giancarlo Tampoco se identifica con ANÁLISIS UNA PETICIÓN RELIGIOSA. EL ENFERMO Cesana: “El desarrollo de la estrategia de verificación PIDE SER SALVADO, la capacidad de investigar que la ciencia experimental QUE SU LÍMITE SEA ha amplificado una actitud llama experimento. REDIMIDO. (…) clínica que tiende a excluir de Escribe Luigi Giussani la propia atención cualquier (1922 - 2005): “Lo que catrastorno subjetivo no referible a alteraciones racteriza la experiencia es entender una cosa, que se puedan medir”14. descubrir su sentido. Ella por lo tanto implica ¿Realmente podemos admitir que la una inteligencia del sentido de las cosas”16. Sepreocupación dominante de objetivar la gún esta perspectiva hablar de experiencia medicina corra el riesgo de implicar la significa aludir a un acto vital que lleva al pérdida de una concepción más completa hombre a un conocimiento más profundo de la enfermedad y del enfermo? de sí mismo. Le permite comprender su “En contra de este gigantesco Goliat, se necesidad estructural. Él llega a descubrir levanta irreductible, como David, la experien- en sí, observándose en acción, la exigencia cia elemental común a todos los hombres […] de una relación con el Infinito. Siempre llevamos la presión de una pregunta Por lo tanto, si volvemos a considerar la irreprimible: ¿Qué sentido tiene este ser que condición del enfermo, nos damos cuenta 12 COSMACINI, GIORGIO, L’arte lunga: storia della medicina dall’antichità a oggi. Bari: Laterza 2005, pág. 343. 13 SCOLA, ANGELO, Se vuoi puoi guarirmi, Siena: Cantagalli 2001, pág. 73. 14 CESANA, GIANCARLO, El oficio de curar, Madrid: Ediciones Encuentro 2005, pág. 61. 15 SCOLA, ANGELO, Se vuoi puoi guarirmi, Siena: Cantagalli 2001, pág. 73.
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de que su experiencia humana elemental Finalmente es una consideración más fácilmente vuelve a arder, como brasa bajo profunda de su experiencia personal, de la ceniza, manifestándose como exigencia las preguntas que emergen en ella, lo que de significado. hace flaquear en Doutreval la rigidez de Volvamos a considerar las vicisitudes su persuasión positivista. del Profesor Doutreval. Hay un hecho Hay una interioridad humana que imprevisto que sacude sus trasciende la capacidad del convicciones. Muere una de método científico de medir(…) LA ENFERMEDAD SE sus dos hijas, Mariette, su la. La medicina permite un MANIFIESTA COMO LA hija predilecta. El neurólogo conocimiento parcial de la PUNTA DE UN ICEBERG. suele ir solo a la montaña, vida humana; el sentido de CON ELLA EMERGEN LAS casi impulsado por el dela vida humana no es menGRANDES PREGUNTAS seo de huir de sí mismo. A surable y la experiencia de DEL HOMBRE, veces le acompaña su otra la enfermedad expresa una ESAS PREGUNTAS hija Fabienne, a la cual a exigencia de significado a FUNDAMENTALES POR MEDIO DE LAS CUALES menudo dirige palabras la cual el método científico SE EXPRESA EL FACTOR desesperadas como estas: experimental no puede resRELIGIOSO QUE LO «¡La vida, un juego horrible, ponder. El enfermo busca CONSTITUYE: “EL FACTOR 17 una invención de pesadilla» . la relación entre la condiRELIGIOSO REPRESENTA LA Sin embargo, gradualmención que está padeciendo NATURALEZA DE NUESTRO te unos interrogantes van y el sentido último de su YO EN CUANTO SE EXPRESA abriendo algunas grietas existencia, conforme al EN CIERTAS PREGUNTAS: en él: «¡La nada! ¡Admitádinamismo auténtico de su ¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO moslo! Pero, ¿y Mariette? ¿No propia razón19. ÚLTIMO DE LA EXISTENCIA? ¿POR QUÉ EXISTE EL DOLOR, quedaba, pues, nada de ella? Escribió Jean Danielou LA MUERTE? ¿POR QUÉ ¿También ella había quedado (1905 - 1974): “La ciencia da VALE LA PENA REALMENTE reducida a materia? Aquella una vuelta alrededor del homVIVIR?”. abnegación, aquel amor, aquel bre, pero no puede entrar en él. don de sí misma, aquel esfuerzo Para llegar hasta la interiorihacia el bien que irradiaba en Mariette, ¿era dad de la personashumana, para alcanzar la aquello la nada, pura materia? […]¿Y ese intenso dimensión de la libertad y de la inteligencia, se sufrimiento de su corazón de padre? ¿Acaso necesita algo más que los métodos científicos”20. también era inútil? ¿Una cosa vana y absurda? Consideraciones similares se encuentran ¿Una simple reacción química, una simple e en estas palabras de Joseph Ratzinger: imperceptible variación en el juego de las células “El hombre sigue siendo el ser “desconocido” corticales de su cerebro?»18. (Alexis Carrel), el “gran abismo” (Agustín), 16 GIUSSANI, LUIGI, Educar es un riesgo, Buenos Aires: Ciudad Nueva 2005, pág. 87. 17 VAN DER MEERSCH, MAXENCE, Cuerpos y almas, Madrid: Punto de lectura 2006, pág. 214. 18 Ibídem, pág. 215. 19 “La razón es el factor distintivo de ese nivel de la naturaleza que llamamos hombre, a saber, su capacidad de darse cuenta de la realidad conforme a la totalidad de sus factores”, GIUSSANI, LUIGI, El sentido religioso, Madrid: Ediciones Encuentro 1998, Pág. 29. 20 DANIELOU, JEAN, Cristianismo y mundo contemporáneo, Madrid: Ediciones Paulinas 1972, pág. 17.
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del que ciertamente se puede aclarar mucho El médico, cada día, frente a la mirada a con los métodos científicos actuales, pero del menudo perpleja y suplicante del enfermo, que siempre, sea para la sociología, psicología es interpelado por la petición de salvación o pedagogía, queda un resto no aclarado ni que se asoma en la petición concreta de aclarable y este resto es en su fundamento lo la salud corporal. En la experiencia de realmente definitivo, es decir, lo verdadera- la enfermedad irrumpe una evidente mente humano del hombre”21. exigencia de eternidad. La Atrás de cualquier consalud es importante, pero EL MÉDICO NECESITA dición de enfermedad se puede constituir un hecho REDESCUBRIR EL asoma una petición de salprovisorio. SENTIDO DE LA VIDA, vación, una petición de No se pueden ignorar EL SENTIDO DEL significado, es decir, en úllos inmensos resultados SUFRIMIENTO Y DE timo análisis una petición positivos que la medicina SU HACERSE CARGO religiosa. El enfermo pide moderna ha obtenido y DE ELLO. TIENE QUE ser salvado, que su límite sigue obteniendo, pero PREGUNTARSE QUIÉN ES ÉL Y QUÉ FUNDAMENTO sea redimido. La enfermees necesario destacar las PUEDE SOSTENER SU dad se manifiesta como la sombras de una concepESPERANZA. TIENE QUE punta de un iceberg. Con ción del acto clínico que PREGUNTARSE QUÉ ella emergen las grandes puede correr el riesgo de DECISIÓN TOMA SU preguntas del hombre, esas perder una visión integral LIBERTAD FRENTE A SU preguntas fundamentales del hombre. Angelo Scola DESTINO Y AL DESTINO por medio de las cuales se sugiere que el médico se DEL ENFERMO. POR expresa el factor religioso exponga realmente y corra LO TANTO, NINGÚN que lo constituye: “El factor el riesgo de involucrarse PROCEDIMIENTO TÉCNICO Y TAMPOCO EL religioso representa la naturalibremente con el enfermo: USO DE LA PSICOLOGÍ, leza de nuestro yo en cuanto se “El sujeto se vuelve explícito PUEDEN SUSTITUIR ESTA expresa en ciertas preguntas: solo si se expone de forma libre RELACIÓN HUMANA ¿Cuál es el significado último y personal. Pero debemos proIMPRESCINDIBLE. (…) de la existencia? ¿Por qué nunciar claramente la palabra existe el dolor, la muerte? ¿Por más completa que haya sido 22 qué vale la pena realmente vivir?” utilizada para expresar esta iniciativa humana: Por lo tanto, si desacralizar la enfer- testimonio”23. El médico necesita redescumedad no significa eliminar una visión brir el sentido de la vida, el sentido del mágica de la misma, sino ocultar esta sufrimiento y de su hacerse cargo de ello. exigencia estructuralmente presente en la Tiene que preguntarse quién es él y qué razón humana, la desacralización estará fundamento puede sostener su esperanza. en contra de la misma razón. Tiene que preguntarse qué decisión toma
21 Cfr. El Concilio frente al pensamiento moderno, J. Frings J. Ratzinger (1961), publicado en Humanitas, número 70 (2013), pág. 332 - 355. 22 GIUSSANI, LUIGI, El sentido religioso, Madrid: Ediciones Encuentro 1998, pág. 71. 23 SCOLA, ANGELO, Se vuoi puoi guarirmi, Siena: Cantagalli 2001, pág. 62.
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su libertad frente a su destino y al destino propia familia el escándalo de la enfermedel enfermo. Por lo tanto, ningún proce- dad, después de haber cultivado el deseo dimiento técnico y tampoco el uso de la de que su hija discapacitada y enferma psicología pueden sustituir esta relación muriera, da testimonio de haber accedido humana imprescindible24. El acto clínico, a la conciencia de que en realidad ella es decir, la acción médica con sus recursos era signo de una relación con el Infinito, técnicos y su base experia través de una materia mental, no es abandonado, ofuscada por la enferme(…) EL ACTO CLÍNICO, pero es vivido como sacradad. Escribe: “¿Qué quiere ES DECIR, LA ACCIÓN mento de un arte terapéutico, decir para ella “ser infeliz”? MÉDICA CON SUS es decir, como signo de una ¿Quién puede decir que ella RECURSOS TÉCNICOS Y relación entre el médico y lo es? ¿Quién sabe si no se SU BASE EXPERIMENTAL, el enfermo que no menosnos ha pedido que guardemos NO ES ABANDONADO, precia la integralidad de la y adoremos una hostia entre PERO ES VIVIDO COMO persona y la totalidad de nosotros, sin olvidar la preSACRAMENTO DE UN ARTE TERAPÉUTICO, ES DECIR, sus exigencias. sencia divina bajo una pobre COMO SIGNO DE UNA La curación, fruto de un materia ciega?”27 RELACIÓN ENTRE EL arte terapéutico que se exNi la prueba de la enferMÉDICO Y EL ENFERMO presa en cada acto clínico, medad, ni la prueba de la QUE NO MENOSPRECIA “no incluye solamente el ‘éxito’ muerte representan en últiLA INTEGRALIDAD médico, siempre transitorio, mo análisis una objeción a DE LA PERSONA Y LA sino también abarca la posibila felicidad y a la eternidad. TOTALIDAD DE lidad de la entrega, por medio La muerte deja de ser conSUS EXIGENCIAS. de la muerte, en los brazos del siderada como la derrota Padre, lugar de la salvación de la utopía científica y es definitiva de cualquier hombre”25. Se presen- acogida como el misterioso realizarse de ta, en toda su envergadura, el desafío de un evento concreto de salvación: la enla hipótesis cristiana y de la propuesta trega en las manos misericordiosas del católica: “El gran desafío del catolicismo se Padre. La visión cristiana se presenta de juega en la resurrección del cuerpo y no en la esta forma como profundamente unitaria, inmortalidad”26. porque en ella el mal y la contradicción El médico cristiano está llamado a dar (la enfermedad) no pierden su carácter de testimonio de lo que Cristo puede hacer a misterio insondable y sin embargo están favor del enfermo. comprendidas dentro del misterioso deEl filósofo francés Emanuel Mounier signio bueno de Dios, manifestado en la (1905 - 1950), viviendo en el seno de su muerte y resurrección de su Hijo.
24 SCOLA, ANGELO, Se vuoi puoi guarirmi, Siena: Cantagalli 2001, pág. 64. 25 Ibídem, pág. 56. 26 Ibídem, pág. 43. 27 Cfr. MOUNIER, EMMANUEL, Lettere sul dolore, Milano: BUR 1995, pág. 35.
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La Palabra del Papa
LA EDUCACIÓN, DESAFÍO FUNDAMENTAL PARA LA IGLESIA Dirigiéndose a la plenaria de la Congregación para la Educación Católica el 13 de febrero pasado, el Santo Padre subrayó que siendo “la educación uno de los desafíos más importantes para la Iglesia”, en un contexto multicultural y cambiante, debe saberse siempre presentar con competencia y respeto la propuesta cristiana: Jesucristo, sentido de la vida, del cosmos y de la historia.
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a educación católica es uno de los desafíos más importantes de la Iglesia, dedicada hoy a realizar la nueva evangelización en un contexto histórico y cultural en constante transformación. Desde esta perspectiva, deseo que prestéis atención a tres aspectos. El primer aspecto se refiere al valor del diálogo en la educación. Habéis desarrollado recientemente el tema de la educación en el diálogo intercultural en la escuela católica, con la publicación de un documento específico. En efecto, las escuelas y las universidades católicas son frecuentadas por muchos alumnos no cristianos e incluso no creyentes. Las instituciones educativas católicas ofrecen a todos una propuesta educativa que mira al desarrollo integral de la persona y responde al derecho de
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todos a tener acceso al saber y al conocimiento. Pero de igual modo están llamadas a ofrecer a todos, con pleno respeto de la libertad de cada uno y de los métodos propios del ambiente escolástico, la propuesta cristiana, es decir, a Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la historia. Jesús comenzó a anunciar la buena nueva en la «Galilea de las gentes», encrucijada de personas de diferentes razas, culturas y religiones. Este contexto se parece por ciertos aspectos al mundo de hoy. Los profundos cambios que han llevado a la difusión cada vez más amplia de sociedades multiculturales exigen a quienes trabajan en el sector escolar y universitario implicarse en itinerarios educativos de confrontación y diálogo, con una fidelidad valiente e innovadora que conjugue la identidad católica HUMANITAS Nº 74 pp. 380 - 391
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Los profundos cambios que han llevado a la difusión cada vez más amplia de sociedades multiculturales exigen a quienes trabajan en el sector escolar y universitario implicarse en itinerarios educativos de confrontación y diálogo, con una fidelidad valiente e innovadora que conjugue la identidad católica con las distintas «almas» de la sociedad multicultural. con las distintas «almas» de la sociedad multicultural. Pienso con aprecio en la contribución que ofrecen los institutos religiosos y las demás instituciones eclesiales mediante la fundación y la gestión de escuelas católicas en contextos de acentuado pluralismo cultural y religioso. El segundo aspecto concierne a la preparación cualificada de los formadores. No se puede improvisar. Debemos trabajar seriamente. En el encuentro que mantuve con los superiores generales, destaqué que hoy la educación se dirige a una generación que cambia y, por tanto, todo educador —y toda la Iglesia, que es madre educadora— está llamado a cambiar, en el sentido de saber comunicarse con los jóvenes que tiene delante. Quiero limitarme a recordar los rasgos de la figura del educador y de su tarea específica. Educar es un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente, pide utilizar los mejores recursos, despertar la pasión y ponerse en camino con paciencia junto
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a los jóvenes. En las escuelas católicas el educador debe ser, ante todo, muy competente, cualificado y, al mismo tiempo, rico en humanidad, capaz de estar en medio de los jóvenes con estilo pedagógico para promover su crecimiento humano y espiritual. Los jóvenes tienen necesidad de calidad en la enseñanza y, a la vez, de valores, no solo enunciados, sino también testimoniados. La coherencia es un factor indispensable en la educación de los jóvenes. Coherencia. No se puede hacer crecer, no se puede educar sin coherencia: coherencia, testimonio. Por eso el educador necesita, él mismo, una formación permanente. Es imprescindible, pues, invertir para que los profesores y los directivos mantengan su profesionalidad y también su fe y la fuerza de sus motivaciones espirituales. Y también en esta formación permanente me permito sugerir la necesidad de retiros y ejercicios espirituales para los educadores. Es hermoso organizar cursos sobre este o aquel tema, pero también es necesario organizar tandas de ejercicios espirituales, retiros, para rezar. Porque la coherencia es un esfuerzo, pero, sobre todo, es un don y una gracia. Y debemos pedirla.
El educador necesita, él mismo, una formación permanente. Es imprescindible, pues, invertir para que los profesores y los directivos mantengan su profesionalidad y también su fe y la fuerza de sus motivaciones espirituales.
El último aspecto atañe a las instituciones educativas, o sea, las escuelas y las universidades católicas y eclesiásticas. El 50º aniversario de la declaración conciliar, el 25º de la Ex corde Ecclesiae y la actualización de la Sapientia christiana nos inducen a reflexionar seriamente sobre las numerosas instituciones formativas esparcidas por todo el mundo y sobre su responsabilidad de expresar una presencia viva del Evangelio en el campo de la educación, de la ciencia y de la cultura. Es preciso que las instituciones académicas católicas no se aíslen del mundo, sino que entren con valentía en el areópago de las culturas actuales y dialoguen, conscientes
del don que tienen para ofrecer a todos. Queridos hermanos, la educación es una gran obra en construcción, en la que la Iglesia desde siempre está presente con instituciones y proyectos propios. Hoy hay que incentivar ulteriormente este compromiso en todos los niveles y renovar la tarea de todos los sujetos que actúan en ella desde la perspectiva de la nueva evangelización. En este horizonte, os doy las gracias por todo vuestro trabajo e invoco, por intercesión de la Virgen María, la constante ayuda del Espíritu Santo sobre vosotros y sobre vuestras iniciativas. Os pido por favor que recéis por mí y por mi ministerio, y de corazón os bendigo. Gracias. (Vaticano, 13-II-2014)
ES GRANDE LA TENTACIÓN DE APROPIARNOS DE LOS DONES DE LA SALVACIÓN “La doctrina tiene el único fin de servir a la vida del Pueblo de Dios y quiere asegurar un fundamento firme a nuestra fe”, señaló S.S. Francisco durante el discurso a los participantes en la plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
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as tareas de la Congregación para la doctrina de la fe están relacionadas con la misión del Sucesor de Pedro de confirmar a los hermanos en la fe (cf. Lc 22, 32). En ese sentido, vuestro papel de «promover y tutelar la doctrina sobre la fe y las costumbres en todo el orbe católico» (Const. ap. Pastor bonus, 48) es un auténtico servicio ofrecido al Magisterio del Papa y a toda la Iglesia.
Por ello, el dicasterio se prodiga a fin de que prevalezcan siempre los criterios de la fe en las palabras y la praxis de la Iglesia. Cuando la fe resplandece en su sencillez y pureza originaria también la vivencia eclesial se convierte en el lugar donde la vida de Dios emerge con todo su atractivo y da fruto. La fe en Jesucristo, en efecto, abre de par en par los corazones a Dios,
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abre los espacios de la existencia humana a la verdad, al bien y a la belleza que proceden de Él. Desde los primeros tiempos de la Iglesia existe la tentación de comprender la doctrina en un sentido ideológico o de reducirla a un conjunto de teorías abstractas y cristalizadas (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 39-42). En realidad, la doctrina tiene el único fin de servir a la vida del Pueblo de Dios y quiere asegurar un fundamento firme a nuestra fe. En efecto, es grande la tentación de apropiarnos de los dones de la salvación que vienen de Dios, para acomodarlos —tal vez incluso con buena intención— a los puntos de vista y al espíritu del mundo. Y esta es una tentación que se repite continuamente. Cuidar la integridad de la fe es una tarea muy delicada que se os ha encomendado, siempre en colaboración con los Pastores locales y con las Comisiones doctrinales de las Conferencias episcopales. Esto es necesario para salvaguardar el derecho de todo el Pueblo de Dios a recibir el depósito de la fe en su pureza y en su totalidad. Vuestro trabajo busca tener siempre presente también las exigencias del diálogo constructivo, respetuoso y paciente con los autores. Si la verdad exige la fidelidad, esta crece siempre en la caridad y en la ayuda
La fe en Jesucristo, en efecto, abre de par en par los corazones a Dios, abre los espacios de la existencia humana a la verdad, al bien y a la belleza que proceden de Él.
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Desde los primeros tiempos de la Iglesia existe la tentación de comprender la doctrina en un sentido ideológico o de reducirla a un conjunto de teorías abstractas y cristalizadas (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 39-42). fraterna para quien está llamado a madurar o clarificar sus propias convicciones. En relación, luego, a vuestro método de trabajo, sé que vuestro dicasterio se distingue por la praxis de la colegialidad y del diálogo. La Iglesia, en efecto, es el lugar de la comunión y, en cada nivel, todos estamos llamados a cultivar y promover la comunión, cada uno en la responsabilidad que el Señor le ha asignado. Estoy seguro de que cuanto más sea la colegialidad un rasgo efectivo de nuestro obrar, tanto más brillará ante el mundo la luz de nuestra fe (cf. Mt 5, 16). Que en todo vuestro servicio podáis conservar siempre un profundo sentido de alegría, la alegría de la fe, que tiene su fuente inagotable en el Señor Jesús. Que la gracia de ser sus discípulos, de participar en la misión evangelizadora de la Iglesia, nos llene de santa alegría. En la sesión plenaria que acaba de concluir habéis tratado también la relación entre fe y sacramento del matrimonio. Se trata de una reflexión de gran relevancia. La misma se pone en la estela de la invitación que ya Benedicto XVI había formulado acerca de la necesidad de interrogarse más a fondo sobre la relación entre fe
personal y celebración del sacramento del matrimonio, sobre todo en el mutable contexto cultural (cf. Discurso al Tribunal de la Rota romana, 26 de enero de 2013). En esta ocasión quisiera agradeceros también vuestra dedicación al tratar las delicadas problemáticas sobre los así llamados delitos más graves, en particular los casos de abuso sexual de menores por parte de clérigos. Pensáis en el bien de los niños y de los jóvenes, que en la comunidad cristiana deben estar siempre
protegidos y apoyados en su crecimiento humano y espiritual. En tal sentido se estudia la posibilidad de vincular con vuestro dicasterio la específica Comisión para la protección de los niños, que instituí y que quisiera que sea modelo para todos aquellos que quieren promover el bien de los niños. Queridos hermanos y hermanas, os aseguro mi recuerdo en la oración y confío en el vuestro por mí y por mi ministerio. Que el Señor os bendiga y la Virgen os proteja. (Vaticano, 31-I-2014)
EL DOMINIO TIRÁNICO DE UNA LÓGICA ECONÓMICA “La privación más grave que sufren las personas ancianas no es el debilitamiento del organismo y la discapacidad que deriva de ello, sino el abandono, la exclusión, la privación del amor”, señaló S.S. Francisco en el mensaje a la Academia Pontificia para la Vida con motivo de su 20 aniversario.
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os trabajos que realizáis durante estos días tienen por tema: «Envejecimiento y discapacidad». Es un tema de gran actualidad, que interesa mucho a la Iglesia. En efecto, en nuestras sociedades se observa el dominio tiránico de una lógica económica que excluye y a veces mata, y de la que hoy muchísimos son víctimas, comenzando por nuestros ancianos. «Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo
nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados”, sino desechos, “sobrantes”» (Evangelii gaudium, 53). La situación socio-demográfica del envejecimiento nos muestra claramente esta exclusión de la persona anciana, especialmente si está enferma, con discapacidad, o es vulnerable por cualquier otro motivo. En efecto, se olvida con mucha frecuencia que las
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«Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados”, sino desechos, “sobrantes”» (Evangelii gaudium, 53). relaciones entre los hombres son siempre relaciones de dependencia recíproca, que se manifiesta con grados diversos durante la vida de una persona y emerge mayormente en las situaciones de ancianidad, de enfermedad, de discapacidad, de sufrimiento en general. Esto requiere que, tanto en las relaciones interpersonales como en las comunitarias, se ofrezca la ayuda indispensable para tratar de responder a la necesidad que tiene la persona en ese momento. Pero en la base de la discriminación y la exclusión hay una cuestión antropológica: cuánto vale el hombre y en qué se funda su valor. La salud es ciertamente un valor importante, pero no determina el valor de la persona. La salud, además, no es por sí garantía de felicidad. En efecto, esta puede experimentarse cuando se tiene una salud precaria. La
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plenitud a la que tiende toda vida humana no está en contradicción con una condición de enfermedad o de sufrimiento. Por lo tanto, la falta de salud o la discapacidad no son nunca una buena razón para excluir o, peor aún, para eliminar a una persona; y la privación más grave que sufren las personas ancianas no es el debilitamiento del organismo y la discapacidad que deriva de ello, sino el abandono, la exclusión, la privación del amor. Maestra de acogida y solidaridad es, en cambio, la familia: precisamente en el seno de la familia la educación se inspira de manera esencial en las relaciones de solidaridad; en la familia se puede aprender que la pérdida de la salud no es una razón para discriminar algunas vidas humanas; la familia enseña a no caer en el individualismo y a equilibrar el yo con el nosotros. Es en ella donde «cuidar» se convierte en un fundamento de la existencia humana y en una actitud moral que se debe promover a través de los valores del compromiso y de la solidaridad. El testimonio de la familia llega a ser crucial frente a toda la sociedad para confirmar la importancia de la persona anciana como
Pero en la base de la discriminación y la exclusión hay una cuestión antropológica: cuánto vale el hombre y en qué se funda su valor. La salud es ciertamente un valor importante, pero no determina el valor de la persona.
sujeto de una comunidad que tiene una misión que cumplir y que solo aparentemente recibe sin ofrecer nada. «Cada vez que intentamos leer en la realidad actual los signos de los tiempos, es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos. Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos errores del pasado» (ib., n. 108). Una sociedad es verdaderamente acogedora de la vida cuando reconoce que ella es valiosa también en la ancianidad, en la discapacidad, en la enfermedad grave e, incluso, cuando se está extinguiendo; cuando enseña que la llamada a la realización humana no excluye el sufrimiento, más aún, enseña a ver en la persona enferma un don para toda la comunidad, una presencia que llama a la solidaridad y a la responsabilidad. Este es el evangelio de la
La plenitud a la que tiende toda vida humana no está en contradicción con una condición de enfermedad o de sufrimiento. vida que, a través de vuestra competencia científica y profesional, y apoyados por la gracia, estáis llamados a anunciar. Queridos amigos, bendigo el trabajo de la Academia para la vida, a menudo arduo porque requiere ir a contracorriente, pero siempre valioso porque presta atención a conjugar rigor científico y respeto por la persona humana. Esto es lo que he podido constatar conociendo vuestras actividades y publicaciones, y este mismo espíritu deseo que os anime en el futuro de vuestro servicio a la Iglesia y a toda la familia humana. Que el Señor os bendiga y la Virgen os proteja siempre. (Vaticano, 19-II-2014)
AVERGONZARSE ES SALUDABLE “Yo no puedo decir: me perdono los pecados. El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos el perdón a Jesús”, señaló S.S. Francisco en la audiencia de los días miércoles.
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l sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación brota directamente del misterio pascual. En efecto, la misma tarde de la Pascua el Señor se aparece a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y, tras dirigirles el saludo «Paz a voso-
tros», sopló sobre ellos y dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20, 21-23). Este pasaje nos descubre la dinámica más profunda contenida en este sacramento. Ante todo, el hecho de que
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el perdón de nuestros pecados no es algo que podamos darnos nosotros mismos. Yo no puedo decir: me perdono los pecados. El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos el perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, es un don del Espíritu Santo, que nos llena de la purificación de misericordia y de gracia que brota incesantemente del corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que solo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en la paz. Y esto lo hemos sentido todos en el corazón cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un poco de tristeza; y cuando recibimos el perdón de Jesús estamos en paz, con esa paz del alma tan bella que solo Jesús puede dar, solo Él. A lo largo del tiempo, la celebración de este sacramento pasó de una forma pública —porque al inicio se hacía públicamente— a la forma personal, a la forma reservada de la Confesión. Sin embargo, esto no debe hacer perder la fuente eclesial, que constituye el con-
El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, es un don del Espíritu Santo, que nos llena de la purificación de misericordia y de gracia que brota incesantemente del corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado
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Sólo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en la paz. Y esto lo hemos sentido todos en el corazón cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un poco de tristeza; y cuando recibimos el perdón de Jesús estamos en paz, con esa paz del alma tan bella que solo Jesús puede dar, solo Él. texto vital. En efecto, es la comunidad cristiana el lugar donde se hace presente el Espíritu, quien renueva los corazones en el amor de Dios y hace de todos los hermanos una cosa sola, en Cristo Jesús. He aquí, entonces, por qué no basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, sino que es necesario confesar humilde y confiadamente los propios pecados al ministro de la Iglesia. En la celebración de este sacramento, el sacerdote no representa solo a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que le alienta y le acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana. Uno puede decir: yo me confieso solo con Dios. Sí, tú puedes decir a Dios «perdóname», y decir tus pecados, pero nuestros pecados son también contra los hermanos, contra la Iglesia. Por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia,
a los hermanos, en la persona del sacerdote. «Pero, padre, yo me avergüenzo...». Incluso la vergüenza es buena, es salud tener un poco de vergüenza, porque avergonzarse es saludable. Cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un «sinvergüenza». Pero incluso la vergüenza hace bien, porque nos hace humildes, y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión, y en nombre de Dios perdona. También desde el punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decir al sacerdote estas cosas, que tanto pesan a mi corazón. Y uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia, con el hermano. No tener miedo de la Confesión. Uno, cuando está en la fila para confesarse, siente todas estas cosas, incluso la vergüenza, pero después, cuando termina la Confesión sale libre, grande, hermoso, perdonado, blanco, feliz. ¡Esto es lo hermoso de la Confesión! Quisiera preguntaros —pero no lo digáis en voz alta, que cada uno responda en su corazón—: ¿cuándo fue
En la celebración de este sacramento, el sacerdote no representa solo a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que le alienta y le acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana. la última vez que te confesaste? Cada uno piense en ello... ¿Son dos días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Cada uno haga cuentas, pero cada uno se pregunte: ¿cuándo fue la última vez que me confesé? Y si pasó mucho tiempo, no perder un día más, ve, que el sacerdote será bueno. Jesús está allí, y Jesús es más bueno que los sacerdotes, Jesús te recibe, te recibe con mucho amor. Sé valiente y ve a la Confesión. (Vaticano, 19-II-2014)
EL ESTILO DE DIOS
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nte todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder
y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). (…) amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se
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hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). (…) Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue
salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo. (Mensaje para la Cuaresma 2014, 26-XII-2013)
MENSAJE A FORO ECONÓMICO DE DAVOS
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l crecimiento de la igualdad requiere algo más que el crecimiento económico, aunque sí lo presupone. Se requiere, en primer lugar, «una visión trascendente de la persona» (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 11), porque «sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano
en este mundo se queda sin aliento» (ibíd). (…) Sin ignorar, por supuesto, los requisitos específicos, científicos y profesionales, de cada sector, os pido que os esforcéis para que la humanidad se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella.
(Mensaje al presidente ejecutivo del foro económico mundial con ocasión de su reunión anual en Davos-Kloster, Suiza, 17-I-2014)
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NO CONTEMPLARON UNA VERDAD ABSTRACTA
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an Pablo afirma: «Con el corazón se cree» (Rm 10, 10). «Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio de la fe, su fuerza de convicción, su capacidad de iluminar nuestros pasos. La fe conoce por estar vinculada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad» (Lumen fidei, 26). Al día siguiente de la resurrección de Jesús, sus discípulos no contemplaron una verdad puramente interior o abstracta, sino una verdad que se revelaba a ellos precisamente en el encuentro con el Resucitado, en la contemplación de su vida, de sus misterios. Con razón santo Tomás de Aquino afirma que se trata de una oculata fides, de una fe que ve (cf. ibíd., n. 30). De ahí se derivan importantes consecuencias tanto para la acción de los creyentes como para el método de trabajo de los teólogos: «A menudo la verdad queda hoy reducida a la autenticidad subjetiva del individuo, válida solo para la vida de cada uno. Una verdad común nos da miedo, porque la identificamos con la imposición intransigente de los totalitarismos. Sin embargo, si es la verdad del
amor, si es la verdad que se desvela en el encuentro personal con el Otro y con los otros, entonces se libera de su clausura en el ámbito privado para formar parte del bien común (…). En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos» (ibíd., n. 34). Esta perspectiva —de una Iglesia totalmente en camino y misionera— es la que se desarrolla en la exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. El «sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo» (Evangelii gaudium, 27) se refiere a toda la Iglesia y a cada uno de sus miembros. También las Academias pontificias están llamadas a esta transformación, para que al cuerpo eclesial no falte su contribución propia. Pero no se trata de realizar operaciones exteriores, «de fachada». Se trata más bien, incluso para vosotros, de concentrarse aún más «en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario» (ibíd., n. 35). De este modo, «la propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante» (ibíd.). Por eso, queridos e ilustres hermanos, os pido vuestra colaboración cualificada al servicio de la misión de toda la Iglesia.
(Mensaje para la XVIII sesión de las Academias Pontificias, 28-I-2014)
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PANORAMA
CANONIZACIONES JUAN XXIII
JUAN PABLO II
En el curso del Consistorio Ordinario Público de septiembre pasado, el Papa Francisco decretó que los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II fueran canonizados, es decir, inscritos en el Libro de los Santos, el 27 de abril de este año 2014, segundo domingo de Pascua, día dedicado a la Divina Misericordia, fiesta instituida por el Papa polaco. Se convertirán así junto con Pío X en los tres pontífices proclamados santos en los últimos 100 años.
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El Papa “bueno” Juan XXIII, quien murió en 1963, fue quien convocó al Concilio Vaticano Segundo y Juan Pablo II, fallecido en 2005, lideró a la Iglesia Católica durante 27 años. Juan XXIII, el ‘Papa bueno’, fue beatificado en 2000 por Juan Pablo II, quien describió a Juan XXIII, durante la homilía de beatificación, como «el Papa que conmovió al mundo por la afabilidad de su trato, que reflejaba la singular bondad de su corazón». Y es que en menos de 5 años de pontificado, el anciano prelado de Bérgamo había llegado al corazón de todo el mundo, debido a la sencillez de sus gestos y de sus palabras. A Angelo Giuseppe Roncalli se le atribuyen varios milagros, pero solo uno de ellos ha sido reconocido por el Vaticano. El milagro tuvo lugar en 1966 gracias a la curación de una religiosa, Caterina Capitani, que padecía una enfermedad estomacal incurable: perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda. ¿Se puede ser santo con un solo milagro? El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, explicó en una entrevista a ACI Prensa que el milagro para la canonización de Juan XXIII “no es una necesidad absoluta”, e indicó que se trata de una potestad del Sumo Pontífice. “Un milagro es una visión teológica de la Iglesia, la prueba, la demostración del poder de intercesión, y la confirmación por parte de Dios de la santidad de una persona, pero no es un dogma de fe que de alguna manera sea necesario”, explicó. “Por ejemplo, los mártires son beatificados sin milagro alguno, lo que quiere decir que los milagros por tradición y teología se dan comúnmente pedidos, pero no es una necesidad absoluta”, señaló el padre Lombardi. Mosaico de Juan XXIII en el ábside de la catedral de San Ambrosio de Linares (Maule, VII Región de Chile), uno de los más grandes en Sudamerica y probablemente el único que representa al pontífice ahora elevado a los altares. La obra fue realizada por el maestro Giulio Di Girolamo a fines de los años cincuenta.
Juan Pablo II Seis años y un mes después de su muerte, Juan Pablo II fue beatificado. El Papa Benedicto XVI fijó la fecha de su memoria litúrgica el 22 de octubre. En la homilía de la ceremonia de beatificación, Benedicto XVI dijo que desde el día de su fallecimiento, “percibíamos el perfume de su santidad, y el Pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él. Por eso, he querido que, respetando debidamente la normativa de la Iglesia, la causa de su beatificación procediera con razonable rapidez. Y he aquí que el día esperado ha llegado; ha llegado pronto, porque así lo ha querido el Señor: Juan Pablo II es beato”. El proceso de canonización de Juan Pablo II culminó con la aprobación del milagro atribuido a su intercesión: Floribeth Mora se curó de un aneurisma cerebral el día de la Beatificación de Juan Pablo II.
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Juan Pablo II: Nuevo libro con apuntes personales Cardenal Dziwisz explica por qué no quemó las meditaciones
El cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia (Polonia) y secretario personal durante más de 40 años del Papa Juan Pablo II, explicó las razones por las cuales no quemó las meditaciones del Pontífice polaco como se lo había solicitado antes de morir y que ahora han sido publicadas en un libro titulado “Estoy en manos de Dios. Apuntes personales 1962-2003”. El cardenal conversó con ACI Prensa sobre la polémica que ha generado la publicación de estas meditaciones contrariando la voluntad del amado Papa peregrino, que el 27 de abril será canonizado junto al Papa Juan XXIII, y que han suscitado diversas críticas. El Purpurado señaló que “esta polémica es absurda, no tiene sentido, ningún sentido. Él (Juan Pablo II) me conocía. Él sabía a quién dejaba estas cosas, sabía que me comportaría con responsabilidad, que es como he tratado de hacer en toda mi vida de servicio para con él: servir de una parte con obediencia y de otra parte con prudencia y responsabilidad. ¿Usted se imagina quemar cosas de este tipo?” El cardenal dijo luego que “es necesario distinguir los documentos importantes de las cosas que no importan. Estas (meditaciones) no eran correspondencia, eran una cosa más profunda que puede ayudar a muchas personas a descubrir cómo se reza, cómo se ama”. “Él (Juan Pablo II) tenía una vida muy profunda y no se abría fácilmente. Aquí, a través de estas meditacio-
Portada del libro “Estoy en manos de Dios. Apuntes personales 1962-2003”
nes, se podrá descubrir un poco su corazón, su fe, su devoción, lo que portaba dentro de sí”. El arzobispo de Cracovia comentó a ACI Prensa que Juan Pablo II “es un Papa que ha estado en servicio 27 años, que ha portado consigo tantas riquezas espirituales y estas meditaciones documentan su vida espiritual. Al ser proclamado santo, es indicado por la Iglesia como ejemplo porque la vida que él ha tenido puede ser un ejemplo para todos”.
Juan Pablo II Patrono de las Jornadas Mundiales de la Juventud
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Santa Sede dio a conocer en febrero pasado el Mensaje del Papa Francisco a los jóvenes para la XXIX Jornada Mundial de la Juventud 2014 (JMJ), que se celebró el Domingo de Ramos en Roma. En el texto el Santo Padre señala que “después de la canonización de Juan Pablo II, que es un acontecimiento que llena nuestro corazón de alegría”, el Pontífice polaco será el gran patrono de las JMJ, de las que fue iniciador y promotor. En este primer mensaje que el Papa Francisco dirige a los jóvenes por las JMJ, ilustra sobre los temas de las tres próximas Jornadas, dando inicio al itinerario
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de preparación espiritual que, a lo largo de tres años, guiará a la celebración internacional en Cracovia, en julio de 2016. La primera JMJ se celebró en Buenos Aires en 1987 con la presencia de Juan Pablo II. El tema de este primer mensajes es “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Los temas de las tres próximas JMJ, tomados de las Bienaventuranzas del Evangelio, muestran cómo el Santo Padre considera este pasaje del Evangelio de Mateo un punto de referencia central para la vida de los cristianos, llamados a hacer de él un concreto programa de vida.
El Santo Padre recuerda a los jóvenes que Jesús mismo mostró el camino que debemos seguir, encarnando las Bienaventuranzas en toda la vida. Vivir las Bienaventuranzas hoy es para los jóvenes un verdadero desafío al seguir a Cristo, yendo contracorriente y testimoniando su novedad revolucionaria. Puesto que no es posible ser cristianos y tener una idea “en pequeño” de la vida, el Papa exhorta a los jóvenes a que rechacen toda oferta de felicidad “a bajo precio”, a encontrar el “valor de la felicidad” auténtica que solo Dios puede dar. El Papa Francisco explica a los jóvenes lo que significa ser pobres de espíritu, entrando en la parte esencial del tema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Jesús mismo eligió un camino de humillación y de pobreza, y el Papa dirige a los jóvenes la invitación insistente de imitarle, indicándoles el ejemplo de San Francisco de Asís. Por ello, los jóvenes cristianos están llamados a la conversión, a abrazar un estilo de vida evangélico marcado por la sobriedad, la búsqueda de lo esencial y la solidaridad concreta en relación a los pobres.
Los pobres son, así explica el Papa, por un lado “la carne que sufre” de Cristo, que todos estamos llamados a tocar personalmente, pero por otro lado podemos convertirnos en verdaderos maestros de vida, pues podemos ofrecer tanto a nivel humano y espiritual. El Papa subraya a continuación el profundo vínculo entre el tema de la JMJ de Río: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” y las Bienaventuranzas de los pobres de espíritu. De hecho, el Papa Francisco explica que “la pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda”, pues a menudo es de los corazones más sencillos de donde brota la auténtica alegría, que es el motor mismo de la evangelización. El Santo Padre recuerda, por último, el trigésimo aniversario de la entrega de la Cruz del Jubileo de la Redención a los jóvenes, que se celebrará el próximo 22 de abril. “Precisamente a partir de ese acto simbólico de Juan Pablo II comenzó la gran peregrinación juvenil que, desde entonces, continúa a través de los cinco continentes”. Para leer el mensaje completo, ingrese a: www.humanitas.cl
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Joseph Ratzinger habla de Juan Pablo II
“Que Juan Pablo II fuera un santo, en los años de colaboración con él me ha parecido cada vez más claro. (…) Se dio con una radicalidad que no puede ser explicada de otro modo. (…) Su compromiso fue incansable, y no solo en los grandes viajes, cuyos programas estaban cargados de encuentros, desde el inicio hasta el final, sino también día tras día, a partir de la misa matutina hasta la noche tarde”. Quien habla de este modo es Joseph Ratzinger, el Papa emérito Benedicto XVI. Lo hizo durante una entrevista exclusiva concedida a Wlodzimierz Redzioch y publicada en el libro «Junto a Juan Pablo II - Los amigos y los colaboradores cuentan» (ediciones Ares). Según reveló el Papa emérito: “El primer encuentro que conscientemente recuerdo con el cardenal Wojtyla fue en el cónclave en el que fue elegido Juan Pablo I. Durante el Concilio, habíamos colaborado ambos en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo; sin embargo, fue en secciones diferentes, por lo que no nos habíamos visto”. “Wojtyla había leído mi
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Introducción al Cristianismo, que había citado también en los ejercicios espirituales predicados por él a Pablo VI y la Curia, en la Cuaresma de 1976. Por eso era como si interiormente ambos esperásemos encontrarnos”. “Sentí desde el inicio una gran veneración y una simpatía cordial por el metropolitano de Cracovia. En el pre-cónclave de 1978 el cardenal Wojtyla analizó para nosotros de forma asombrosa la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo percibí en seguida con fuerza la fascinación humana que de él emanaba y de cómo rezaba, advertí cuán profundamente estaba unido a Dios”. Acerca de la relación con Juan Pablo II, Joseph Ratzinger ha explicado: “La colaboración con el Santo Padre estuvo siempre caracterizada por amistad y afecto. Esta se desarrolló sobre todo en dos planos: el oficial y el privado. (…) sobre los problemas teológicos siempre pudimos conversar fructuosamente. (…) era costumbre del Papa invitar a comer a los obispos en visita ad limina, como también a grupos de obispos y sacerdotes de
distinta composición, según la circunstancia. (…) El gran número de presentes hacía siempre variada la conversación y de gran alcance. Y quedaba siempre lugar también para el buen humor. El Papa reía con ganas y así esas comidas de trabajo, aun en la seriedad que se imponía, de hecho eran también ocasiones para estar en agradable compañía”. Pero ha sido la espiritualidad de Juan Pablo II lo que ha impresionado a Ratzinger. Benedicto XVI ha escrito: “La espiritualidad del Papa se caracterizaba sobre todo por la intensidad de su oración y por tanto está profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía y hecha junto a toda la Iglesia con la recitación del Breviario. (…) Su devoción no podía nunca ser puramente individual, sino que estaba siempre llena de preocupación por la Iglesia y por los hombres. (…) Todos nosotros hemos conocido su gran amor por la Madre de Dios. Donarse por entero a María significó ser, con ella, todo para el Señor”. Según el Papa emérito, es en este contexto en el que se
debe entender la santidad de Juan Pablo II. “Solo a partir de su relación con Dios —ha subrayado Ratzinger— es posible entender también su incansable compromiso pastoral”. Benedicto XVI señaló que, durante la primera visita a Alemania de Wojtyla, “por primera vez tuve una experiencia muy concreta de este enorme compromiso”. “Para su estancia en Múnich —narró— decidió que debía tomarse una pausa más larga a mediodía. Durante ese intervalo me llamó a su habitación. Le encontré recitando el Breviario y le dije: «Santo Padre, debe descansar»; y él: «puedo hacerlo en el cielo». Solo quien está lleno profundamente de la urgencia de su misión puede actuar así”. En conclusión, Benedicto XVI ha escrito: “Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imitarlo, pero he intentado llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro de que todavía hoy su bondad me acompaña y su bondad me protege”.
Correo del Vaticano emite sellos para conmemorar canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II
Para celebrar la canonización de los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, el día 27 de abril de 2014, la Oficina Filatélica y Numismática vaticana emitió una serie de sellos en los cuales los Pontífices serán representados juntos.
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“GIGANTE DE LA FE” El postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II, monseñor Slawomir Oder, describe la santidad de Wojtyla a partir de su relación íntima con Dios y la Virgen, de la unión con el Padre Pío y de su profundidad espiritual que lo hacía rezar noches enteras sin tocar la cama. Apartes de la entrevista, realizada por Salvatore Cernuzio de Zenit.
―De Juan Pablo II se ha dicho todo, se ha escrito de todo. Pero ¿realmente se ha pronunciado la última palabra sobre este «gigante de la fe»? ―El mismo Juan Pablo II sugirió cuál era la clave para su conocimiento: «Muchos intentan conocerme mirando fuera, pero yo puedo ser conocido solo desde dentro, es decir, desde el corazón». Seguramente el proceso de beatificación, antes, y de canonización, después, ha permitido acercarse más al corazón de esta persona. Cada experiencia y testimonio ha sido una pieza que ha compuesto el mosaico de la extraordinaria figura de este Pontífice. Sin embargo, seguramente, llegar al corazón de una persona como Wojtyla permanece un misterio. Podemos decir que en el corazón de este Papa esté seguramente el amor por Dios y por los hermanos, un amor siempre cambiante, que no es nunca un hecho consumado en la vida. ―¿Qué ha descubierto de nuevo o de poco conocido sobre Wojtyla durante sus investigaciones? ―Hay distintos aspectos históricos y de su vida que han surgido en el proceso y que son poco conocidos. Uno de estos es sin duda la relación con el Padre Pío, con el que se vio a menudo y con el que mantuvo una larga relación epistolar. Más allá de algunas cartas ya conocidas, como aquella en la que pedía oración por la profesora Poltawska, su amiga y colaboradora; surgió otra en la que el beato pedía al Santo de Pietrelcina oraciones de intercesión por la sanación de los fieles. O pedía oraciones para sí mismo, que, al mismo tiempo, desarrollaba el encargo de vicario capitular de la diócesis de Cracovia, en espera del nombramiento del nuevo arzobispo que después sería él mismo. ―¿Algo más? ―Hemos descubierto mucho sobre la espiritualidad de Juan Pablo II. Más que nada se ha tratado de una confirmación de cuanto ya era perceptible, visible de su relación con Dios. Una relación íntima con Cristo vivo, sobre todo en la Eucaristía, donde surgía todo lo que nosotros fieles hemos visto en él como fruto de extraordinaria caridad, celo apostólico, pasión por la Iglesia, amor por el cuerpo místico. Y este es el secreto de santidad de Juan Pablo II. ―Por tanto, más allá de los grandes viajes y los grandes discursos, ¿el aspecto espiritual es el corazón del pontificado de Juan Pablo II? ―Absolutamente. Y hay un episodio muy tocante que lo identifica muy bien. El Papa está enfermo, al final de uno de sus últimos viajes apostólicos, y sus colaboradores lo llevan a la habitación. Los mismos, la mañana después, encuentran la cama intacta porque Juan Pablo II pasó toda la noche en oración, de rodillas, en el suelo. Para él, recogerse en oración era fundamental. Tanto que, en los últimos meses de vida, pidió tener en la habitación un espacio para el Santísimo. Su relación con el Señor era realmente extraordinaria.
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―El Papa era también muy devoto de María... ―Sí, y el proceso de canonización nos ha ayudado a acercarnos también a esto. Hemos profundizado la relación profundísima de Wojtyla con la Virgen. Una relación que la gente externa a veces no conseguía comprender y que parecía sorprendente. A veces el Papa durante la oración mariana aparecía en éxtasis, se abstraía del contexto, ya fuera un paseo o un encuentro. Vivía una relación personalísima con la Virgen. ―Entonces, ¿también hay un aspecto místico en Juan Pablo II? ―Decididamente sí. No puedo confirmar visiones o elevaciones, con las que a menudo se identifica la vida mística; pero con Juan Pablo II el aspecto de un profundo y auténtico misticismo estaba presente y se manifestaba con su estar en la presencia de Dios. Un verdadero místico es, de hecho, aquel que tiene la conciencia de estar en presencia de Dios, y vive todo a partir de un profundo encuentro con el Señor.
El postulador, Mons. Slawomir Oder, saluda al Papa Benedicto XVI durante la ceremonia de beatificación el 1º de mayo.
―Benedicto XVI ha declarado recientemente en una entrevista que siempre supo que estaba viviendo junto a un Santo. Es famoso su «hacedlo rápido, pero hacedlo bien», cuando autorizó el inicio del proceso de beatificación. ―Me ha gustado mucho leer el testimonio del Papa emérito. Ha sido la confirmación de lo que él ha hecho transpirar a lo largo de su pontificado: siempre que era posible hablaba de su amado predecesor, en privado o en público, durante las homilías y los discursos. Siempre ha dado gran testimonio del afecto hacia Juan Pablo II. Y, por mi parte, pude expresar una fuerte gratitud a Benedicto por la actitud que ha mostrado en estos años. Le he sentido siempre muy cerca y puedo afirmar que fue determinante en el abrir el proceso de beatificación poco después de la muerte. Mirando después a los últimos eventos históricos, debo decir que la Divina Providencia ha hecho una «dirección» magnífica de todo el proceso. ―¿Ve una continuidad también con el Papa Francisco? ―El Magisterio continúa, el carisma de Pedro continúa. Cada uno de los Papas da consistencia y forma histórica determinada de la vivencia personal y de la propia personalidad. No se puede no ver una continuidad. Más en detalle, hay distintos aspectos por los que Francisco recuerda a Juan Pablo II: el deseo profundo de estar cercano a las personas, la valentía de ir más allá de ciertos esquemas, la pasión por Cristo presente en su Cuerpo místico, el diálogo con el mundo y con otras religiones. ―Uno de los deseos irrealizables de Wojtyla fue el de visitar China y Rusia. Parece que Francisco está abriendo camino en este sentido... ―Es extraordinario que los esfuerzos cumplidos por Juan Pablo II para una apertura hacia Oriente estén fructificando con sus sucesores. El camino abierto por Wojtyla ha encontrado terreno fértil con el pensamiento de Benedicto XVI y, ahora, gracias a los eventos históricos que acompañan el pontificado de Francisco, se realizan concretamente. Es siempre esa dialéctica de la continuidad de la que hablaba antes, que es además la lógica de la Iglesia: ninguno comienza de cero, la piedra es Cristo que ha actuado en Pedro y en sus sucesores. Hoy vivimos la preparación de aquello que en la Iglesia sucederá mañana.
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CONSISTORIO Francisco y Benedicto XVI juntos en el Consistorio de los nuevos cardenales
Profunda emoción se vivió el 22 de febrero pasado en la Basílica Vaticana, cuando la Iglesia celebró la Cátedra de San Pedro, así como la creación de 19 nuevos cardenales. Pocos minutos antes de las 11 de la mañana, comenzaron a entrar los cardenales en la basílica y entre ellos, para sorpresa de todos, el Papa emérito Benedicto XVI, que estuvo presente durante toda la ceremonia sentado en primera fila. Al entrar el santo padre Francisco antes de subir al altar, se acercó a saludarlo. En ese momento, Benedicto XVI se quitó su solideo en signo de respeto. Al comenzar la ceremonia, el primero de los nuevos cardenales, Pietro Parolín, dirigió unas palabras en nombre de todos los nuevos cardenales. El Secretario de Estado también dedicó unas palabras de saludo al Papa emérito. El ya cardenal Parolín centró su discurso en dos palabras: gracias y aquí estoy. “Gracias por la confianza puesta en nosotros. Y la confianza que sabremos responder, con fidelidad, generosidad y perseverancia a la llamada contenida en el símbolo de la púrpura y explicitada por la exhortación que
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acompaña la imposición de la birreta”, indicó Parolín. Con respecto al “aquí estoy”, el neo cardenal afirmó que “queremos hacerlo con sinceridad y convicción profunda”. Así como para “caminar, edificar y confesar juntos, como usted mismo nos exhortaba a hacer el primer día de su pontificado”. Para concluir aseguró al Santo Padre “nuestra oración y confiamos nuestros propósitos a María”. Tras la lectura del Evangelio, el Papa Francisco pronunció unas palabras a todos los presentes. En la homilía el Santo Padre recordó que “Jesús no ha venido a enseñar una filosofía, una ideología..., sino una «vía», una senda para recorrerla con él, y la senda se aprende haciéndola, caminando. Sí, queridos hermanos, esta es nuestra alegría: caminar con Jesús”. Asimismo advirtió que “si prevalece la mentalidad del mundo, surgen las rivalidades, las envidias, los bandos... Así, pues, esta palabra que hoy nos dirige el Señor es muy saludable. Nos purifica interiormente, proyecta luz en nuestra conciencia y nos ayuda a ponernos en plena sintonía con Jesús, y
El primer saludo de los nuevos cardenales fue para Benedicto XVI.
a hacerlo juntos, en el momento en que el Colegio de Cardenales se incrementa con el ingreso de nuevos miembros”. A los cardenales los invitó a dejar “que el Señor Jesús nos llame a sí. Dejémonos convocar por él” y les recuerda que “ la Iglesia tiene necesidad de vosotros, de vuestra colaboración y, antes de nada, de vuestra comunión, comunión conmigo y entre vosotros”. Del mismo modo ha afirmado que “la Iglesia necesita vuestras oraciones, para apacentar bien la grey de Cristo, la oración, no olvidemos, que, con el anuncio de la Palabra, es el primer deber del obispo. La Iglesia necesita vuestra compasión sobre todo en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos países del mundo”. A continuación, el Papa leyó la fórmula de creación y proclamó solemnemente los nombres de los nuevos cardenales. Y le siguió la profesión de fe y el Juramento. Cada nuevo purpurado se acercó al Santo Padre arrodillándose ante él para recibir el birrete cardenalicio, el anillo cardenalicio y la asignación de un Título o Diaconía.
El Santo Padre, al colocar el birrete sobre la cabeza del cardenal dice que es “rojo como signo de la dignidad del oficio de cardenal, y significa que estás preparado para actuar con fortaleza, hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana, por la paz y armonía entre el pueblo de Dios, por la libertad y la extensión de la Santa Iglesia Católica Romana”. Al hacer entrega del anillo cardenalicio el Santo Padre señaló que es “signo de esa dignidad, de solicitud pastoral y de más sólida unión con la Sede del Apóstol San Pedro”. Asimismo, el Papa asigna a cada cardenal una Iglesia de Roma (“Título” o “Diaconía”) como signo de su participación en el cuidado pastoral del Papa por la ciudad. Entre los nuevos miembros se encuentra Loris Francesco Capovilla, de 98 años y ex secretario del Papa Juan XXIII, que por razones de salud no pudo acudir, recibiendo el birrete color púrpura, en Sotto il Monte, donde reside actualmente. (Rocío Lancho, Zenit)
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Nuevo Colegio Cardenalicio Representantes de los cinco continentes
En la Basílica de San Pedro, el Santo Padre creó 19 nuevos cardenales para la Iglesia. De los nuevos purpurados, 3 son mayores de 80 años y por tanto no electores para un futuro cónclave. Entre los nuevos purpurados hay 8 europeos, 7 americanos, 2 africanos y 2 asiáticos, procedentes en total de 15 países diferentes. Con las nuevas creaciones, el Colegio Cardenalicio está formado ahora por un total de 218 cardenales, de los cuales 122 son electores y 96 no electores. Están representados los cinco continentes, con presencia de cardenales en 68 países. Europa cuenta con 116 cardenales, América Septentrional con 27, América Central con 7 y América del Sur con 24. El continente africano cuenta con 19 purpurados, mientras que Asia tiene 21 y Oceanía, 4. El país con mayor número de cardenales es Italia, que tiene 51, entre electores y no electores. Le sigue EE.UU., que tiene 19 purpurados, y en tercer lugar España, Alemania y Brasil, que comparten el número de 10 purpurados.
“El Cardenal entra en la Iglesia de Roma, no en una corte” “Dejémonos guiar siempre por el Espíritu de Cristo, que se sacrificó a sí mismo en la cruz, para que podamos ser «cauces» por los que fluye su caridad. Esta es la actitud, este debe ser el comportamiento de un cardenal”, señaló S.S. Francisco durante la homilía en la Santa Misa con los nuevos cardenales tras el Consistorio.
«Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo» (Lv 19,2). Y Jesús, en el Evangelio, replica: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48). Estas palabras nos interpelan a todos nosotros, discípulos del Señor; y hoy se dirigen especialmente a mí y a vosotros, queridos hermanos cardenales, sobre todo a los que ayer habéis entrado a formar parte del Colegio Cardenalicio. Imitar la santidad y la perfección de Dios puede parecer una meta inalcanzable. (…) Pero recordemos todos, recordemos que, sin el Espíritu Santo, nuestro esfuerzo sería vano. La santidad cristiana no es en primer término un logro nuestro, sino fruto de la docilidad —querida y cultivada— al Espíritu del Dios tres veces Santo. El Levítico dice: «No odiarás de corazón a tu hermano... No te vengarás, ni guardarás rencor... sino que amarás a tu prójimo...» (19,17-18). Estas actitudes nacen de la santidad de Dios. Nosotros, sin embargo, normalmente somos tan diferentes, tan egoístas y orgullosos...; pero la bondad y la belleza de Dios nos atraen, y el Espíritu Santo nos puede purificar, nos puede transformar, nos puede modelar día a día. Hacer este trabajo de conversión, conversión en el corazón, conversión que todos nosotros —especialmente vosotros cardenales y yo— debemos hacer. ¡Conversión! Queridos hermanos, Jesús no ha venido para enseñarnos los buenos modales, las formas de cortesía. Para esto no era necesario que bajara del cielo y muriera en la cruz. Cristo vino para salvarnos, para mostrarnos el camino, el único camino para salir de las arenas movedizas del pecado, y este camino de santidad es la misericordia, que Él ha tenido y tiene cada día con nosotros. Ser santos no es un lujo, es necesario para la salvación del mundo. Esto es lo que el Señor nos pide. El cardenal —lo digo especialmente a vosotros—entra en la Iglesia de Roma, hermanos, no en una corte. Evitemos todos y ayudémonos unos a otros a evitar hábitos y comportamientos cortesanos: intrigas, habladurías, camarillas, favoritismos, preferencias. Que nuestro lenguaje sea el del Evangelio: «Sí, sí; no, no»; que nuestras actitudes sean las de las Bienaventuranzas, y nuestra senda la de la santidad. Pidamos nuevamente: «Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga siempre atentos a la voz del Espíritu».
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Nuevo cardenal de Chile Ricardo Ezzati S.D.B “Seamos puentes entre Jesús y la gente”
El arzobispo de Santiago de Chile, Ricardo Ezzati Andrello, S.D.B., es desde el 22 de febrero pasado uno de los 19 nuevos cardenales de la Iglesia, los primeros creados por el Santo Padre Francisco.
Luego del Consistorio, los neo purpurados tuvieron la visita de cortesía, en la que los amigos, familiares y fieles pueden saludarles y felicitarles. En el Aula Pablo VI, el cardenal Ezzati saludaba a los fieles que se acercaban a felicitarle, viviendo momentos de profunda emoción. ZENIT entrevistó al cardenal Ezzati para comentar cómo ha vivido este día tan significativo para él. «Ha sido emocionante, pero sobre todo una reflexión y una oración grande y profunda para acoger lo que el Papa nos ha dicho, que seamos humildes, servidores, y eficaces colaboradores de él. Esa humildad que nos pone en el ámbito del servicio, de la fraternidad, estar al lado de quien camina, al borde del camino y eficaces colaboradores en la tarea de la nueva evangelización, especialmente para este tiempo nuevo que sin duda alguna es muy desafiante; pero también es un tiempo en el cual aparece la primavera de la gracia de Dios. Así que estoy muy optimista, muy feliz de poder servir a la Iglesia en mi arquidiócesis de Santiago y de colaborar con el Santo Padre en esta tarea». Abordando la situación concreta que en estos
momentos vive Chile, dijo: «Es un país, como todos los países de América Latina, que están viviendo un cambio epocal, muy profundo, un cambio cultural y por consiguiente exige también una tarea de evangelización inteligente, generosa y a veces muy sacrificada. Porque como en tiempo de Jesús, el anuncio del Evangelio no es fácil pero quien lo acoge, acoge también la vida nueva, la generosidad de la vida nueva. Lo importante es que los pastores seamos pontífices en el sentido de ser puentes, para que Jesús se encuentre con todas las personas y las personas se puedan encontrar con Jesús». De la asistencia del Papa emérito al Consistorio, también habló el cardenal Ezzati: «Fue muy emocionante. Él fue el que me nombró arzobispo de Concepción y después me trasladó a Santiago. Con el Papa emérito habíamos tenido muchos momentos de encuentro, de diálogo. Una expresión de él me quedó muy grabada en el corazón y me dijo que la transmitiera a los sacerdotes y yo la he transmitido fielmente. El Papa nos dijo ‘recuerda que para estar de pie hay que ponerse de rodillas.’»
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Sobre el significado del sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo
En la Eucaristía está inscrito el destino del hombre
En la época patrística no hallamos debates
sobre la Eucaristía. Aparecerán más tarde, en el siglo IX y, sobre todo, a partir del siglo XI, cuando se tratará de precisar en qué sentido el pan y el vino son signos del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, y su conversión, siempre afirmada por la Iglesia, se expresará con el concepto y el término de “transubstanciación”. Para los Padres de la Iglesia era tan pacífica la doctrina eucarística, que representaba la justificación de otras verdades de fe fundamentales y, por tanto, el criterio de la ortodoxia.
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Así sucede particularmente en Ireneo de Lyon. En contra de los gnósticos observaba la incoherencia de creer en la mutación —realizada por Cristo con su acción de gracias y con su palabra— del pan “cosa creada” y del vino “producto de nuestra creación” y al mismo tiempo negar la bondad del mundo material; o también la incoherencia de rechazar la resurrección de la carne, cuando, alimentándose en la Eucaristía con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nuestros cuerpos corruptibles reciben la prenda de la incorruptibilidad. De hecho, la decadencia de la fe, la
pérdida de su perspicuidad, se reflejan en la Eucaristía; así como, al contrario, el deterioro de la ortodoxia eucarística es un índice claro del oscurecimiento de otros contenidos sustanciales del Credo. Aludimos aquí a los misterios cristianos —que comprenden prácticamente todo el dogma— implicados y profesados en la celebración de la Eucaristía, cuando esta se concibe conforme a la Tradición. Ante todo, en ella se proclama el valor, universal y absoluto, del sacrificio de la cruz, que, ocurrido en la historia, prosigue gloriosamente en su inagotable eficacia salvífica en todo tiempo y espacio. La memoria eucarística es un anuncio continuo del señorío del Crucificado resucitado y glorioso, sentado a la derecha del Padre, único redentor y fuente incesante del Espíritu. Es signo de la irrefrenable caridad de Jesús, que se entrega al Padre y a los hombres, de su adoración y de su intercesión. Y es signo de la Iglesia que, obediente y fiel al mandato de Jesús, se congrega y se reencuentra en torno a él, sentada a su mesa, consciente de haber nacido de su sacrificio pascual y de que se alimenta continuamente con la comunión de su cuerpo inmolado y de su sangre derramada para el perdón de los pecados. Así, cada Eucaristía, con el misterio de Cristo, difunde el misterio de la Iglesia como obra suya y sacramento de su presencia en el mundo. En el banquete eucarístico logramos descubrir la profunda identidad de la Iglesia. Y a la vez resalta la identidad del hombre, creado a imagen de Cristo, predestinado a ser semejante a él, y por ello a revivir sus acontecimientos de muerte y de resurrección.
En la Eucaristía está inscrito el destino del hombre; en ella se puede percibir la razón por la cual fue creado y, como consecuencia, el estilo de vida que está llamado a seguir para poder alcanzar su fin último, es decir, la participación en la misma condición de gloria de Cristo. Por esto el cristiano, con alegre docilidad al mandato de Jesús, come el pan que viene del cielo, y que es su Carne, y bebe del cáliz que él le ofrece, y que contiene su Sangre, volviéndose así, para usar las palabras de Cirilo de Jerusalén, “concorpóreo” y “consanguíneo” de Cristo. Estas breves referencias bastan para mostrar cómo la Eucaristía es la síntesis y la convergencia sacramental del misterio cristiano. Pero la primera condición para percatarse de ella es examinarla atenta y profundamente, para captar todas sus referencias, o mejor, todas las dimensiones contenidas objetivamente en ella. En la Eucaristía está la cristología y la eclesiología; están los demás sacramentos; está la antropología y están “las realidades últimas”; está la plenitud de la gracia y de la misericordia, y la “prenda de la gloria futura”. Por otra parte, la Eucaristía fue instituida por el Señor al culminar su vida y al consumarse su amor (cf. Jn, 13, 1) y él la dejó como testamento a sus discípulos y a su Iglesia. A la luz de la ortodoxia cristiana, la Eucaristía se comprende como una cohesión recíproca, inseparable: cuando esta ortodoxia se ofusca, también se vuelven precarios en la Iglesia la sustancia y el significado del sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; cuando se percibe indiferencia y negligencia respecto a la “mesa del Señor”, sufre todo el dogma,
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que lamentablemente pierde su vigor, su credibilidad y su “misterio”. Para centrarse en la Eucaristía no basta conservar su recta inteligencia. Es preciso cuidar la celebración, hacerla clara, volver luminosos sus signos y transpa-
rente la liturgia, y exaltar sus símbolos. Los ritos eucarísticos, como en general todos los ritos sacramentales, son la verdad cristiana orante. Una comunidad donde se celebre bien, es una comunidad donde se cree bien.
INOS BIFFI L’Osservatore Romano
Nuevo Obispo de Melipilla Monseñor Cristián Contreras Villarroel
El Santo Padre aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis de Melipilla presentada por monseñor Enrique Troncoso Troncoso, por razón de edad, y el 7 de marzo pasado nombró obispo de Melipilla a monseñor Cristián Contreras Villarroel, hasta ahora obispo titular de Illiberi y auxiliar de Santiago de Chile. Monseñor Contreras nació en Santiago de Chile el 24 de abril de 1959. Realizó sus estudios escolares en el Colegio Academia de Humanidades de los Padres Dominicos. Ingresó al Seminario Pontificio de Santiago el 13 de marzo de 1977. Fue ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1984 por el entonces arzobispo de Santiago, monseñor Juan Francisco Fresno Larraín. Ejerció como vicario parroquial hasta el año 1987, cuando asumió como formador y prefecto de filosofía en el Seminario Pontificio. Licenciado en Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es doctor en Teología Dogmática por la
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Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (mayo de 1992). Desde 1992 a 1999 sirvió en la Santa Sede como oficial de la Congregación para los Obispos. En 1996 recibió el título de “Capellán de Su Santidad”. El año 2000 fue nombrado secretario general y canciller de la Arquidiócesis de Santiago. En la Conferencia Episcopal ha sido secretario general (2005-2008). Es presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil, desde el año 2005. Fue miembro de la Comisión Episcopal para el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano de Roma (2004-2012). Desde el año 2006 es presidente de la Fundación Sociedad de Escuelas Católicas Santo Tomás de Aquino, con centros educacionales en cinco comunas del gran Santiago: Quilicura, Independencia, Santiago, Pedro Aguirre Cerda y San Ramón.
EN EL Á M BITO DE
HUM A NITAS
Humanitas.cl aumenta sus visitantes durante 2013
Un aumento de un 26% en el número total de visitas verificó durante el año 2013 el sitio Web de revista HUMANITAS respecto a 2012. De esta manera, la cantidad de visitantes a www.humanitas.cl correspondió a este año que acaba de finalizar a 135.324, confirmando la tendencia del último lustro a un alza constante anual de más de un 20% promedio. Quienes ingresan a nuestra página de Internet provienen de distintos lugares del planeta, siendo mayoritariamente, y ordenados de manera decreciente, de los siguientes países: Chile, México, España, Colombia, Argentina, Perú, Estados Unidos, Venezuela y Ecuador. En esta lista, es preciso destacar a Argentina, que obtuvo un aumento considerable en visitas este 2013, mismo año de la llegada de S.S. Francisco a ocupar el sillón de Pedro. Una de las secciones más leídas en la página web de revista HUMANITAS durante este año que acaba de finalizar fue la de Cursos On-line, banner en donde los usuarios a través de la Web pueden asistir a algunas de las distintas conferencias que realiza Revista HUMANITAS. De los artículos, los con mayor lectura fueron Juan Jacobo Rousseau Un padre anárquico y totalitario para
los tiempos modernos publicado en HUMANITAS 68 y el conjunto de documentos en torno al Debate sobre el aborto. Como es habitual año a año, las homilías y catequesis del Papa Emérito Benedicto XVI lograron un alto número de lecturas, siendo su homilía con motivo del IX Centenario de la Orden de Malta y su reflexión en la inauguración del Sínodo de los Obispos las con mayores entradas. En este sentido, también fueron destacables las visitas de lectura que tuvo la síntesis de Lumen fidei, primera encíclica del Papa Francisco, como el número de veces que fue descargado en formato PDF el cuaderno número 28 de revista HUMANITAS sobre la Atención pastoral a las personas homosexuales. Review.humanitas.cl, página web de la edición en inglés de revista HUMANITAS, desde su creación a finales de 2011 ha ido en un constante aumento de visitas. De esta manera, durante 2013 triplicó la cantidad de usuarios respecto al año 2012. En este sentido, el alza en la cantidad de visitas a review.humanitas.cl permitió un aumento en la lectura digital de las revistas en edición impresa, llegando HUMANITAS Review III a las 6.196 lecturas y HUMANITAS Review IV a las 5.033 entradas.
Curso de Extensión, I semestre A 450 años del Concilio de Trento D E
E X T E N S I Ó N
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A ntropologí a
y
Cult ur a
Cr isti a na s
C U R S O S
A 450 años del Concilio de Trento “Incumbe a la Iglesia recordar con entusiasmo rápido y atento la doctrina más fecunda que emergió de este Concilio. [La Iglesia] es un sujeto que crece y se desarrolla con el tiempo; no obstante, siempre sigue siendo la misma, el único sujeto del Pueblo de Dios perpetuamente en camino”. Papa Francisco
R E V ISTA
DE
Mensaje con ocasión del 450 aniversario de la clausura del Concilio de Trento, en diciembre de 2013
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Contexto histórico del Concilio de Trento Lunes 26 mayo, 19 hr. 2. Los santos involucrados en este Concilio Lunes 2 junio, 19 hr. 3. La doctrina de la Justificación Lunes 9 junio, 19 hr. 4. La doctrina de los Sacramentos Lunes 16 junio, 19 hr. 5. Biblia, Liturgia y disciplina en Trento Lunes 23 junio, 19 hr. 1.
www.humanitas.cl
EXPOSITOR
Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. Lugar: Auditorio 6, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica (Alameda 390, segundo piso). Precio general: $30.000 (incluye suscripción anual a revista HUMANITAS) Precio estudiantes: $ 18.000 INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Revista Humanitas Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica. Alameda 390, tercer piso. Teléfono: 2354 6519
humanitas@uc.cl
Con motivo de los 450 años de la clausura del Concilio de Trento, revista HUMANITAS organizó este nuevo curso de extensión. Los temas a tratar durante las cinco sesiones serán: Contexto histórico del Concilio de Trento, Los santos involucrados en este Concilio, La doctrina de la Justificación, La doctrina de los Sacramentos, Biblia, Liturgia y disciplina en Trento y se realizarán los días lunes 26 de mayo y lunes 2, 9, 16 y 23 de junio en el Auditorio 6, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica (Alameda 390, segundo piso). Las conferencias serán impartidas por el profesor Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes y miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. Para informaciones e inscripciones: Revista Humanitas: Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica. Alameda 390, tercer piso. Teléfono: 2354 6519. www.humanitas.cl humanitas@uc.cl
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EDUCACIÓN NACIONAL
Entiendo la educación como el proceso de formación de una persona, que puede consumir 15 años iniciales de su vida, y que no es solo formación de individuos, sino de generaciones sucesivas de una nación inserta en una cultura y una realidad histórica. Grandes ideas matrices en la historia de la cultura han configurado concepciones educativas que han perdurado por siglos. Así la concepción griega de un humanismo, que atraviesa la Edad Media y llega al Renacimiento, y la concepción moderna, que incorpora las nuevas ciencias. La estructura de un proyecto educativo, cualquiera que sea, no puede pensarse a corto plazo; no puede improvisarse; no puede encuadrarse dentro de una contingencia política. Debe asentarse en una experiencia, en una tradición, en una visión profunda y desinteresada. De lo contrario, el asunto se desarticula e ideologiza. Tópicos dominantes no dejan ver el bosque. Y temo que esto es lo que hoy ocurre entre nosotros y nos trae la memoria del Transantiago. Cuatro ideas me permitiría sugerir para encarar esta situación: La primera: tener claro un principio formativo en el eje del sistema ―en la Enseñanza Media, que recibe la preescolar y remite a la Universidad― que sea capaz de conjugar, en lenguaje actual, humanismo clásico y ciencias modernas, al interior de una sociedad de masas técnicamente armada y democráticamente gobernada. Un principio con arreglo al cual se determinen: a. Qué disciplinas deben enseñarse. b. Qué jerarquía ha de haber entre ellas: sus núcleos duros y sus modalidades diferenciales
para distintos tipos de escuelas. c. Qué formación han de tener sus profesores. d. De qué recursos instrumentales han de servirse.
La segunda idea: diseñar una gran carrera profesional para personas vivamente interesadas en el saber y las ciencias, y deseo de llegar a ser investigador científico y profesor, que pueda ganar como un parlamentario. La tercera idea: formar una Biblioteca con editorial propia para editar los textos fundamentales con los que se debe trabajar. Y la cuarta: crear una línea central de programación educativa en el Canal Nacional de TV. JUAN DE DIOS VIAL LARRAIN
Resumen de intervención en la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile, en sesión del lunes 31 de marzo, consagrada al tema Debate Educacional.
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Pontificia Universidad Católica de Chile Rector inaugura Año Académico 2014
En el pasado mes de abril, el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, doctor Ignacio Sánchez, inauguró el Año Académico 2014, junto a la presencia del cardenal Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago y Gran Canciller de la UC; monseñor Juan Antonio Cruz, en representación del nuncio apostólico; monseñor Francisco Javier Stegmeier Schmidlin, obispo de Villarrica; el padre Cristián Roncagliolo, vice Gran Canciller, miembros del Honorable Consejo Superior, rectores de otras casas de estudios, directivos de fundaciones y corporaciones dependientes de la universidad, autoridades universitarias, académicos, funcionarios y alumnos. En la oportunidad, Ignacio Sánchez señaló que es fundamental que se privilegie la calidad en la educación chilena, relevó el gran aporte de la UC a Chile y apoyó la propuesta de un nuevo ministerio de Ciencia, Innovación y Educación Superior. Destacando algunos hitos históricos de la UC, el rector Ignacio Sánchez realzó la vocación pública que la casa de estudios ha tenido en sus casi 126 años de existencia, al dar inicio oficial al año académico 2014. Recordó que la UC tiene como misión servir a la sociedad con el ejemplo del Evangelio. Una de las declaraciones más importantes de su discurso fue la relativa a que esta casa de estudios es una universidad pública. Declaró que la historia de la institución se entremezcla con la historia y los cambios sociales de Chile: “Esta es la UC que ‘nace del corazón de la Iglesia’ (ECE). Pero también que nace del corazón de cientos de chilenos que hace más de un siglo le quisieron dar vida”, expresó. “Hoy, escuchamos voces de diferentes actores ― rectores, políticos, incluso dirigentes estudiantiles de otras universidades― que desconocen la historia y el gran aporte científico, artístico y cultural que la UC ha realizado al país durante más de un siglo. Al parecer no les gusta reconocer y valorar el nivel y calidad nacional e internacional que ha alcanzado este proyecto, con el trabajo de muchos y al cuidado de nuestro patrono, el Sagrado Corazón. Pero por sobre todo, más que desconocer u olvidar la historia, desconocen el presente, la realidad y calidad de nuestra Universidad, con su aporte al desarrollo del país y sus personas. Estas voces hoy existen, es verdad, pero también son miles los que
desde dentro y fuera de nuestra institución se han dado cuenta de la vocación pública de la UC y están unidos para apoyarla y defenderla si es necesario. Hoy lo reitero frente a la comunidad universitaria, este proyecto universitario que tanto bien le hace al país lo vamos a cuidar, defender y potenciar, ese es mi compromiso como Rector”, declaró la autoridad académica. Por otra parte, enfatizó la relevancia de la calidad y la libertad académica: “La libertad de enseñanza se fundamenta en la libertad de educación, que es una consecuencia de la libertad del ser humano como tal. La educación debe abrir oportunidades de libertad de enseñanza y pluralismo para todos y, en ese sentido, nuestra visión es que la educación que incorpora el aporte de la fe la hace más completa, acogedora, inclusiva, trascendente y comprensiva”. Su discurso concluyó invitando a los presentes a realizar una labor de servicio: “Nuestra Misión es servir a la sociedad con el ejemplo del Evangelio para su desarrollo integral. Es a Chile al que servimos sin ataduras y con libertad”. En la oportunidad, 18 profesores de la UC recibieron el Premio de Reconocimiento a la Excelencia Docente (PRED), que destaca a profesores que enseñan de manera creativa, dedicada y novedosa a sus alumnos. Entre los premiados estaba el Padre Rodrigo Polanco Fermandois, de la Facultad de Teología y miembro del Consejo de revista HUMANITAS.
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PODEROSO RESCATE PATRIMONIAL
La exposición, a modo de un primer avance, de parte de la Colección Joaquín Gandarillas Infante ―639 piezas―, constituye un acontecimiento de la mayor trascendencia dentro de nuestro horizonte cultural, por añadidura, de la más alta calidad. Quienes conocíamos a Joaquín Gandarillas y habíamos visto parcialmente las piezas de su colección, podemos admirar hoy y, Dios mediante, plenamente en el futuro, la magnitud del esfuerzo de su creador en la búsqueda y salvamento de este patrimonio, común con el de Perú, Bolivia y Ecuador, producto de los conocidos talleres de Cuzco, Quito y Charcas: sorprenden los canales de arribo de tantas, y a veces tan grandes telas y objetos a través de tan amplia geografía, dentro de la mayor seguridad, en una época pretécnica. Personalmente tuve la oportunidad de trabajar con Claudia Campaña, a lo largo de tres meses, casi diariamente, en la identificación y descripción de los contenidos de las pinturas ―167 óleos―, de sorpresa en sorpresa, para descubrir la potencia de este legado. Por medio de un comodato proyectado para los próximos veinte años, nuestra Pontificia Universidad Católica de Chile ha asumido la conservación, estudio y revitalización de las diversas piezas de pintura, platería, escultura y mobiliario, exhibiéndolas periódicamente en las salas del Centro de Extensión, al cuidado de su Facultad de Artes. Las piezas exhibidas bastan para admirar la magnitud de la colección y su testimonio como indicador de la fe de un pueblo, evangelizado a través del arte. Ciertamente la pintura de la época contó, aunque en muy menor escala, retratos, copias de grabados de batallas y “países”, pero el objetivo del creador de la colección también es por sobre todo un testimonio de Fe. Del esplendor de la Fe. El uso y abuso del oro y la plata, exhibido en iglesias y capillas, constituyeron una temática digna de ser estudiada. Las iglesias fueron una epifanía de la fe, resplandecientes figuraciones del cielo en la tierra, a las cuales el pueblo fiel tenía acceso cada día y a cada hora. Por sobre todo, destacamos el gesto de la Universidad Católica al constituirse en Custodio de tan excepcional colección, cuyo potencial para su investigación y su poderoso mensaje está de más ponderar. Estamos ante un gran paso en el conocimiento de nuestro patrimonio cultural y artístico. + GABRIEL GUARDA, O.S.B
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UN RECUERDO DEL PADRE CASTELLI
El pasado 13 de diciembre falleció el padre Fernando Castelli, antiguo miembro del equipo de escritores de la revista La Civiltà Cattolica, de cuyos comentarios literarios HUMANITAS se enriqueció de manera abundante e importante. El Pe. Castelli nació en la región italiana de Reggio Calabria el 24 de marzo de 1920. Entró a la Compañía de Jesús el 30 de agosto de 1937. Estudió filosofía en Messina y Gallarate; teología en Nápoles, donde fue ordenado sacerdote el 8 de julio de 1951. De 1954 a 1966 y luego en 1970-71 estuvo en la iglesia Gesù Nuovo en Nápoles, mientras enseñaba religión en el liceo estatal Genovesi. En 1971 se trasladó a la casa de los padres jesuitas de La Civiltà Cattolica en Roma, donde vivió hasta su muerte. Fue docente de Literatura Cristiana en la Pontificia Universidad Gregoriana y en la Universidad Salesiana. El P. Castelli es descrito por sus colegas de la revista a la que sirvió y hermanos de orden, como “un hombre verdadero y un gran intelectual, esto es, un hombre que tenía una visión de las cosas y que con creatividad las expresaba. Dio forma a la cristología literaria. Buscaba a Cristo en todas partes. Era un convencido de que el Señor está actuando siempre en el mundo. Y él lo encontraba sobre todo en las páginas que la creatividad inspira a los seres humanos: en la poesía y en la narrativa literaria”. HUMANITAS publicó 10 artículos del padre Castelli y espera aún rendirle homenaje y enriquecer a sus lectores publicando otros más de su autoría. Entre los publicados mencionamos La búsqueda intermitente de Ionesco. Humanitas 2, 1996. León Bloy, peregrino del absoluto. Humanitas 4, 1996. Shusako Endo, escritor multifacético. Humanitas 7, 1997. ”El Alquimista” de Paulo Coelho. Humanitas 10, 1998. Julien Green, testigo de lo invisible. Humanitas 15, 1999. La paternidad de Dios en la literatura moderna. Humanitas 16, 1999. La visión del anticristo en Vladimir Soloviev. Humanitas 33, 2004. No olvidemos a Papini. Humanitas 43, 2006. Con Raissa y Jaques Maritain a través del siglo XX. Humanitas 44, 2006, “La vida es sueño” de Calderón de la Barca. Humanitas 57, 2010.
Enérgica reacción del Vaticano Informe ideológico de la ONU sobre derechos del niño
El arzobispo Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, respondió enérgicamente en febrero pasado, al informe del Comité de la ONU para los derechos del Niño en el que se pide a la Iglesia cambiar su enseñanza sobre el
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aborto y la homosexualidad para erradicar el problema de los abusos sexuales. El nuncio expresó su sorpresa y afirmó que el informe parecía haber estado ya escrito incluso antes de las conversaciones con los representantes del Vaticano.
En entrevista con Radio Vaticano, Mons. Tomasi señala que “la primera impresión es que tenemos que esperar, leer atentamente y analizar en detalle lo que escriben los miembros de esta Comisión. Pero la primera reacción es de sorpresa, porque el aspecto negativo del documento que han presentado es que da casi la impresión de que estaba ya preparado antes de la reunión del Comité con la delegación de la Santa Sede, que dio en detalle respuestas precisas sobre varios puntos que no han sido reportadas en este documento final, o al menos no parece que se hayan tomado en seria consideración”. “De hecho, casi parece que el documento no se ha actualizado, teniendo en cuenta lo que en los últimos años se ha hecho a nivel de la Santa Sede, con las medidas tomadas directamente por el Estado de la Ciudad del Vaticano y después en los diversos países a través de las respectivas conferencias episcopales”. Por lo tanto, precisa el nuncio, “carece de una perspectiva correcta y actualizada que tenga en cuenta toda una serie de cambios para la protección de los niños, que me parece difícil encontrar —con el mismo nivel de comprensión y compromiso— en otras instituciones o incluso en otros Estados. Es simplemente una cuestión de hechos, de evidencias, que no pueden ser distorsionadas”. Acerca de la respuesta de la Santa Sede al documento, el arzobispo señala que responderá “porque es un miembro, un Estado parte de la Convención: la ha ratificado y tiene la intención de observar el espíritu y la letra de la misma, sin adiciones ni imposiciones ideológicas que van más allá de ella”. “Por ejemplo, la Convención sobre la protección de los niños en su preámbulo habla de la defensa de la vida y la protección de los niños antes y después del nacimiento, mientras que la recomendación que se hace a la Santa Sede es la de cambiar su posición sobre el tema del aborto. Por supuesto, cuando se mata a un niño este no tiene más derechos. Así que me parece una verdadera contradicción con los objetivos fundamentales de la Convención, que es proteger a los niños”. “Este Comité no ha hecho un buen servicio a las Naciones Unidas, intentando solicitar a la Santa Sede que cambie sus enseñanzas no negociables. Por eso
causa tristeza ver que el Comité no ha comprendido plenamente la naturaleza y las funciones de la Santa Sede, a pesar de que esta haya manifestado claramente al Comité su decisión de cumplir las peticiones de la Convención sobre los Derechos del Niño; eso sí, definiendo y protegiendo, en primer lugar, los valores fundamentales que hacen real y efectiva la protección del niño”. El Observador de la Santa Sede comenta también el hecho de que la ONU había dicho en un principio que el Vaticano había respondido mejor que otros países en la protección de los niños y, respecto al cambio de opinión que refleja el documento publicado, dice: “En el prólogo del informe conclusivo se reconoce la claridad de las respuestas facilitadas; no se intentó evitar ninguna cuestión formulada por la Comisión”. “Sobre la base de la evidencia disponible, y allí donde no había información inmediata, se manifestó el compromiso de brindarla en el futuro, de acuerdo con las directrices de la Santa Sede, y como hacen todos los gobiernos. Por eso parecía un diálogo constructivo y creo que debería seguir así. De ahí, teniendo en cuenta la impresión producida por el diálogo directo de la delegación de la Santa Sede con el Comité y el texto de las conclusiones y recomendaciones, se tiene la tentación de decir que, probablemente, ese texto ya estaba escrito y que no refleja las respuestas ni la claridad —excepto en algunos añadidos apresurados— del trabajo realizado”. “Por lo tanto, con serenidad y basándonos en la evidencia —porque no tenemos nada que ocultar—, tenemos que explicar la posición de la Santa Sede, responder a los interrogantes que aún subsistieran, para que se alcance el objetivo fundamental que se persigue: la protección de los niños”. “Se habla de 40 millones de casos de abuso infantil en el mundo; por desgracia, en algunos de ellos —aunque en proporción muy reducida en comparación con todo lo que sucede en el mundo— están involucradas personas de la Iglesia. Y la Iglesia ha respondido y reaccionado y continúa haciéndolo. Debemos insistir en esta política de transparencia, de no tolerancia de los abusos, porque un solo caso de abuso de un niño, es un caso de más”.
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Derechos del niño ‘El cinismo que se está apoderando de la agenda mundial es inmenso’
El cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, se refirió a las observaciones conclusivas del Comité de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño referidas a la Santa Sede y afirmó que en los últimos 15 años la Iglesia ha estado respondiendo a estos temas de manera clara. En el programa ‘Diálogo de Fe’, el purpurado peruano aseguró que “hemos hecho todo lo que podemos y la Iglesia seguirá haciendo todo lo que puede en defensa de los niños, lo demuestra y lo explica de una manera clara. Pero al frente no tienen un deseo de protección a los niños, creo que prima un deseo de daño a la Iglesia”. “El día que vea que hay una verdadera lucha contra el aborto y una defensa de la mujer gestante, entonces diré: Mira, se está viendo una sinceridad”, añadió. Además del Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, comentó también sobre las observaciones conclusivas del Comité el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, quien afirmó que el informe de la ONU ha sido inspirado por organizaciones no gubernamentales con prejuicios negativos hacia el Vaticano y sus posiciones: “La manera con que ha sido presentado, las objeciones y la insistencia sobre varios casos en particular dejan pensar que se ha dado mucha atención a la visión de organizaciones no gubernamentales, a priori hostiles contra la Iglesia Católica, la Santa Sede y sus posiciones”. De esta manera, el cardenal Cipriani comentó que la ONU debe repasar la agenda que tiene y también defender el derecho de los no nacidos. “Señores, ustedes en su plan de acción promueven el aborto, que es el asesinato del más débil, el que está en el vientre de su madre. Usted, como institución, en su programa de educación y promoción de la mujer tiene el asesinar a los niños con 20 excusas, me gustaría que me explique. El cinismo que se está apoderando de la agenda mundial es inmenso”, refirió. “Queda claro que es una lucha ideológica. Las Naciones Unidas dice: No me interesa el mensaje de la fe, no me interesa tu perdón ni tu visión de las cosas, me interesa la mía. Yo creo en el aborto, creo que la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer lo que quiere, incluso matar a la criatura”, prosiguió.
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El arzobispo de Lima reiteró también que la Iglesia ha desarrollado un protocolo muy claro de cómo actuar cuando hay algún abuso contra un menor. Y concluyó señalando que “no pretendo atacar a las Naciones Unidas pero sí despertar a nuestros fieles católicos: No nos dejemos engañar fácilmente por unos ataques bajos. Luchemos para que la vida se respete desde el primer instante, que las madres gestantes sean protegidas y que los niños siempre tengan la protección de la sociedad”. “La Iglesia siempre estará del lado de los más débiles y los más desprotegidos, como lo ha estado siempre”, insistió.
Horror en Bélgica Rey Felipe aprobó la ley de eutanasia infantil
El rey Felipe de Bélgica sancionó el 3 de marzo pasado la ley de eutanasia infantil que autoriza poner fin a la vida de un menor sin límite de edad. De acuerdo con la nueva legislación, bastarán dos opiniones médicas y el consejo de un psicólogo juvenil o psiquiatra. Además, los padres deberán dar su aprobación por escrito. El parlamento belga aprobó a mediados de febrero una extensión de la ley sobre la eutanasia, para que los niños y adolescentes suficientemente maduros puedan optar a ella en supuestos muy restringidos, cuando padezcan un «sufrimiento físico insoportable y su muerte a corto plazo sea inevitable». La firma del monarca era un acto puramente simbólico, aunque indispensable para el funcionamiento y entrada en vigor de la norma. El rey Alberto, padre del actual monarca, firmó en 2002 la ley de la eutanasia, un acto que llevó a cabo «como institución y para no bloquear el juego democrático». Durante meses, las formaciones políticas han discutido sobre esta polémica medida. La eutanasia pediátrica ha contado con el apoyo de los socialistas y liberales valones y flamencos, de los verdes y del partido secesionista flamenco N-VA. En contra se han mantenido los democristianos valones y flamencos y el partido Vlaams Belang. Numerosos profesionales de la medicina han contestado con virulencia a una ley que estiman no responde a ninguna demanda de la sociedad ni del sector sanitario. La deplorable normativa ha recibido también las críticas del primer Congreso Internacional de Cuidados Paliativos Pediátricos celebrado en India y que ha in-
cluido en su declaración final un «llamamiento urgente al Gobierno belga para que reconsidere su decisión». Los expertos reunidos en el congreso internacional han defendido que todos los menores en estado terminal deben tener acceso a los medios adecuados para controlar el dolor y los síntomas, así como a cuidados paliativos de alta calidad. «Creemos que la eutanasia no forma parte de la terapia paliativa pediátrica y no constituye una alternativa», dice el texto recogido por los medios belgas. Por su parte, los líderes de las principales confesiones religiosas de Bélgica (cristianos, musulmanes y hebreos) han mostrado reiteradamente su rechazo a la ley. En este sentido, el pasado 6 de noviembre emitieron un comunicado conjunto oponiéndose a la legalización de la eutanasia para menores. “La eutanasia de las personas más frágiles es inhumana y destruye los fundamentos de nuestra sociedad”, denunciaban. “Es una negación de la dignidad de estas personas y las deja al juicio,
es decir, a la arbitrariedad de quien decide”, añadían. En la nota, difundida por la agencia Cathobel, los jefes religiosos destacaban también que están “en contra del sufrimiento físico y moral, particularmente de los niños”, pero explicaban que “proponer que los menores puedan elegir su propia muerte es una manera de falsear su facultad de juzgar y por consiguiente su libertad”. “Expresamos nuestra viva inquietud frente al riesgo de banalización creciente de una realidad tan grave”, concluían. Los líderes religiosos de Bélgica afirmaban también en otro mensaje conjunto que “la eutanasia de las personas más frágiles es inhumana y destruye los fundamentos de nuestra sociedad”; y añadían que “es una negación de la dignidad de estas personas y las deja a la arbitrariedad de quien decide”. En Europa, la eutanasia activa (con asistencia médica) está despenalizada en Bélgica y además en Holanda, Luxemburgo y Suiza.
BOLIVIA
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL NIEGA DERECHO AL ABORTO
El Tribunal Constitucional de Bolivia ha reconocido el derecho a la vida del no nacido y ha denegado un derecho al aborto basado en plazos. La diputada Patricia Mancilla, del partido del presidente Evo Morales (Movimiento al Socialismo), inició una cuestión de inconstitucionalidad contra trece artículos del Código penal, todos ellos relacionados de una u otra forma con una supuesta desigualdad de trato a la mujer. Cinco se refieren al aborto, que en Bolivia solo está despenalizado en dos supuestos: si el embarazo es consecuencia de un acto delictivo (violación, incesto), o si está en serio peligro la vida o la salud de la madre. La sentencia del Tribunal ha atendido algunas de las peticiones de Mancilla, aunque menos en lo referente al aborto que en el resto de temas. Estos otros asuntos secundarios eran: la discriminación de las mujeres presas con respecto a los hombres en el trabajo penitenciario, o en la aplicación del arresto domiciliario, y ciertas alusiones a la “honra” de las mujeres que la diputada socialista consideraba machistas, y que efectivamente serán reformuladas con arreglo a los “roles de género modernos”. No obstante, lo relacionado con el aborto era la parte más enjundiosa de la cuestión de inconstitucionalidad; de hecho, la organización internacional pro-abortista IPAS ha estado detrás de todo el proceso, y ha hecho campaña para la revocación de la actual ley. Lo que se pedía no era una modificación de matiz, sino un cambio de dirección profundo: de una ley de supuestos, y muy restringidos, a un “derecho” a abortar durante las 12 primeras semanas de embarazo. No en
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vano se reclamaba la reformulación o eliminación de cinco de los ocho artículos del Código Penal relacionados con el aborto. Entre la cultura indígena y el derecho internacional La fundamentación de la sentencia está basada, además de en la propia Constitución, en otras dos instancias: el derecho internacional y la cosmovisión de las culturas indígenas. Esta última resulta importante en un país que ha hecho de la reivindicación indigenista y anti-colonial su principal factor identitario. Respecto al derecho internacional, el tribunal mantiene que la firma de algunos tratados por parte de Bolivia tiene un peso importante sobre la Constitución nacional, y por tanto se debe tener en cuenta al valorar la constitucionalidad de los artículos del código penal impugnados. Se citan sobre todo dos documentos: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que reconoce el derecho a la vida como “inherente a la persona humana”, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos que añade que este derechos “estará protegido por ley, en general, a partir del momento de la concepción”. La impulsora de la cuestión de inconstitucionalidad había basado su reclamación en el artículo 66 de la Constitución boliviana, que garantiza “a los hombres y mujeres el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos”. Sin embargo, el tribunal considera que este artículo no implica un derecho al aborto. La sentencia remacha: “en efecto, un embrión implantado no puede considerarse como propiedad de la mujer y por tanto no está a su libre disposición”. Casos de despenalización Los dos supuestos de aborto despenalizados en el Código Penal boliviano son en caso de riesgo para la vida o la salud de la madre y de violación o incesto. Respecto al primero, la sentencia recuerda que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no reconoce un derecho “absoluto” a la vida desde la concepción; no en cuanto que prevalece el superior derecho a la vida de la madre. En cuanto a la despenalización del aborto en los embarazos ocurridos por violación o incesto, la sentencia remite a las recomendaciones dirigidas al Estado parte por el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, y a una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Este es el único punto, de los referidos al aborto, en el que el tribunal da la razón a Mancilla, que pedía que en estos casos la mujer no necesitara una autorización judicial expresa ni haber iniciado un proceso penal para poder realizar el aborto. De ahora en adelante, bastará con que la embarazada que acuda a un centro de salud “comunique esa situación a la autoridad competente pública, y de ese modo el médico profesional que realizará el aborto tendrá constancia expresa que justificará la realización del aborto”. En conjunto, y aunque el IPAS y otros colectivos pro-aborto se han agarrado al cambio en lo referente a la autorización judicial para cantar victoria, la sentencia ha supuesto un importante espaldarazo a la causa pro-vida. Más allá de detalles procedimentales, el tribunal de más alto rango del país ha reconocido el derecho a la vida del no nacido y en cambio ha negado un supuesto derecho al aborto.
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Ecuador Dura crítica del presidente Correa a la ideología de género
La idea de que la libertad permite elegir si uno es hombre o mujer “es una barbaridad que no resiste el menor análisis, que atenta contra todo, contra las leyes naturales. Respetamos a quienes lo piensan pero no es correcto que nos traten de imponer sus creencias a todos”. Y añadió: “No se lo impongan a los chicos, porque hay gente que está enseñando eso a nuestros chicos, a nuestros jóvenes”. Lo indicó el presidente de Ecuador, Rafael Correa, el 28 de diciembre de 2013 en su mitin político en el lugar de construcción del nuevo Hospital de Monte Sinaí, Provincia de Guayas. Añadió que él apuesta por la familia convencional, “y creo que esta ideología de género, que estas novelerías, destruyen la familia convencional, que sigue siendo y creo que seguirá siendo la base de nuestra sociedad. ¡Que vivan las mujeres, que viva ese movimiento feminista por igualdad de derechos! ¡Pero atentos con esos extremos de que ya no hay hombres ni mujeres naturales, sino que son construcciones sociales”. El presidente apoyó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero no la “igualdad en todos los aspectos, porque somos gracias a Dios hombres y mujeres, diferentes, complementarios, y no es que se trate de imponer estereotipos, pero qué bueno que una mujer guarde sus rasgos femeninos, qué bueno que un hombre guarde sus rasgos masculinos”. Criticó también a quienes hacen de la defensa de la vida o de la familia una cuestión política, cuando en
realidad es un problema moral y especificó: “Si Pinochet era abortista, era de izquierda; si el Che Guevara contrario al aborto de derecha. Eso no tiene nada que ver con derecha o izquierda, son barbaridades, son cuestiones morales”. El mandatario ecuatoriano matizó que “todos luchamos por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero otra cosa son estos movimientos feministas fundamentalistas”. “Y les insisto —prosiguió el presidente—, esa ideología, para mí, es peligrosísima. Les están enseñando a nuestros jóvenes en algunos colegios esa ideología de género, que básicamente dice que no hay hombre y mujer natural, que la naturaleza no determina el sexo, sino los condicionamientos sociales, y que para tener verdadera libertad yo debo liberarme de esos condicionamientos sociales y poder elegir mi género. Eso no resiste el menor análisis. Es pura y dura ideología, muchas veces para justificar el modo de vida de aquellos que generan esas ideologías; les respetamos como personas, pero no compartimos esas barbaridades que no soportan el menor análisis académico y que destruyen la base de la sociedad, que sigue siendo la familia convencional”. Las palabras del presidente despertaron la reacción de movimientos ideológicos y de los grupos GLBTI (gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexo) que le criticaron en particular en Twitter y redes sociales, indicó el diario ecuatoriano El Comercio.
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CARDENAL FERNANDO SEBASTIÁN
EVANGELII GAUDIUM: «EL PAPA NOS ESTÁ PIDIENDO DEJAR NUESTROS REFUGIOS»
«Es un documento que nos va a hacer mucho bien», dice el recién hecho cardenal Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y autor de Evangelizar (Ediciones Encuentro), uno de los referentes en España de la pasión por la evangelización. «El Papa nos está pidiendo a todos los cristianos que vayamos a encontrarnos con nuestros prójimos, para darles la noticia de que Dios nos ama, y de que es la garantía de la felicidad y de la alegría verdaderas», afirma el nuevo cardenal español, con el que HUMANITAS mantiene una antigua relación de amistad. —¿Cuál es su primera impresión tras la lectura de la Exhortación Evangelii gaudium del Papa? —Creo que esta Exhortación expresa muy bien la preocupación y el estilo del Papa; es un documento incisivo dirigido a toda la Iglesia para ponernos en marcha en clave de evangelización, y lo hace de una manera muy del Papa, que refleja muy bien cómo es él. Es muy directa, personal y concreta, y resulta, sobre todo, muy estimulante. A mí me ha gustado mucho, y transmite una preocupación misionera muy sincera y muy exigente también. El Papa quiere que haya una transformación misionera de la Iglesia, una auténtica conversión pastoral. Nos está pidiendo a todos los cristianos que dejemos nuestros refugios y nuestras comodidades, que abandonemos nuestros problemillas internos y vayamos a encontrarnos con nuestros prójimos, para darles la noticia de que Dios nos ama, que podemos contar con la compañía y la cercanía de Cristo, que es la garantía de la felicidad y de la alegría de verdad. —Hay pasajes llamativos, como cuando dice que la moral debe estar al servicio del Evangelio, no al revés. —Antes de predicar la moral que propone la Iglesia, primero hay que mover religiosamente el corazón de la gente. Tiene poco sentido pedir a la gente que viva como Dios quiere, cuando en realidad no tiene una relación personal con Dios. Antes que nada, es necesario facilitarles el encuentro y la sintonía con Dios, que puedan descubrir su bondad; luego ya vendrá el decirles que Dios nos pide vivir de determinada manera. Lo primero es despertar la adoración, el afecto y la gratitud; eso implica que, primero, Jesús sea alguien importante en su vida. Es muy sensato y realista. —En algunos puntos parece también una auténtica encíclica social... —Sí, y en otros puntos parece casi una instrucción catequética. El capítulo dedicado a la homilía parece sacado de una charla a unos curas jóvenes, sobre cómo deben dirigirse a los fieles para llegar a su corazón, todo eso de preparar bien la predicación, de sentir y rezar la homilía... Y lo que dice de los pobres es conmovedor, la fuerza con la que dice que los pobres tienen
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que entrar dentro de la evangelización. El amor a los pobres es parte de la Buena Nueva que tenemos que anunciar: Dios nos ama a todos, y eso es lo que tenemos que transmitirles también a ellos. Y subraya algo fundamental: no los podemos anunciar con verdad el Evangelio si no los amamos. No se trata de dar una limosna, se trata de quererlos. Todo eso me ha conmovido. —Sobre la opción preferencial por los pobres dice cosas llamativas. —Pide para ellos una atención material, pero, sobre todo, religiosa, porque eso es sintonizar con la voluntad de Dios. El Señor es el primero que ha hecho esta opción por los pobres, algo que no puede traducirse inmediatamente en medidas políticas. El Papa dice que el mejor servicio que les podemos hacer es anunciarles el Evangelio y atenderlos espiritualmente. —¿Qué le han parecido los párrafos dedicados a la renovación de las estructuras de la Iglesia? —El Papa nos pide mucho a todos. Incluso dice que el mismo Papa tiene que convertirse, y los obispos también; pero siempre con un tono de fraternidad, cercanía, igualdad..., y con la alegría de saber que todos somos hermanos e hijos de Dios. Ese tono espiritual de vivir la fe juntos en la bondad de Dios está por todas partes del documento. El Papa cita la Evangelii nuntiandi, de Pablo VI, y también el magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI; y también alude a algunos documentos episcopales de los obispos franceses, filipinos, estadounidenses, indios..., es decir, de Iglesias que están viviendo más intensamente la llamada a la evangelización. —Al hombre de la calle, a la madre de familia, al joven en la universidad..., ¿qué nos pide el Papa? —Nos da a todos un punto de partida: el amor de Jesús y el amor por Jesús. Solo el que es feliz por este amor es capaz de evangelizar a los demás: esta es la verdadera espiritualidad de la misión. El Papa nos exhorta con un optimismo realista, no idealista, que se apoya en la fuerza de la resurrección de Jesús, en su presencia junto a nosotros y en el poder de su Palabra. Hay que recomendar su lectura a sacerdotes, religiosos, catequistas, padres de familia..., y a todo el que quiera vivir a fondo la fe y transmitirla. Es un documento escrito con una actitud humilde, con un estilo pastoral cercano y entrañable. Nos va a hacer mucho bien. Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo Alfa y Omega
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Cardenal Gerard Müller: No hay revolución en el Vaticano o cambio de dirección
El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Müller, visitó la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, en enero pasado, donde aseguró que “no hay revolución en el Vaticano o cambio de dirección”, sino una llamada a “superar el letargo y la resignación ante la secularización extrema”. El prelado pronunció en Valencia una conferencia sobre “Colegialidad y ejercicio de la potestad suprema en la Iglesia”, en la que destacó la “saludable descentralización” en la Iglesia de la que el Pontífice habla en la Exhortación Apostólica ‘Evangelii gaudium’. El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe destacó que “un reajuste de independencia y colaboración de las Iglesias locales, de la colegialidad episcopal y del Primado del Papa nos permitirá no perder de vista la exigencia trascendental de la cuestión sobre Dios”. “La vida de la Iglesia no puede concentrarse de tal forma en el Papa y su Curia, como si en las parroquias, comunidades y diócesis tuviera lugar solo algo secundario”, explicó el cardenal Müller y añadió que “una centralización exagerada de la administración no ayuda a la Iglesia sino que más bien impide su dinámica misional”.
“Una Iglesia que solo girase en torno a los propios problemas estructurales sería espantosamente anacrónica y ajena al mundo, pues en su ser y misión no es otra cosa que la Iglesia del Dios trinitario, origen y destino de cada hombre y de todo el universo”, afirmó. En ese sentido, Müller declaró que “lo que le interesa al Papa es una superación tanto del letargo y de la resignación ante la secula-
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rización extrema, como un final de las disputas debilitantes dentro de la Iglesia entre ideologías tradicionalistas y progresistas”. Y de ahí, indicó, que la Exhortación apostólica quiera reunificar interiormente a la Iglesia, “para que el Pueblo de Dios, en su servicio misionero, no sea obstáculo a una humanidad necesitada de salvación y ayuda”, y los graves problemas que afronta la sociedad actual, como guerras civiles, el terrorismo o la pobreza, “hacen que sobrevenga a la Iglesia de Dios la tarea trascendental de dar nuevamente esperanza a la humanidad”. El cardenal alemán aseguró durante la conferencia en España que la unidad “fraternal” de los obispos de la Iglesia Universal con el Obispo de Roma a la cabeza de todos, se fundamenta en la “sacramentalidad” de la Iglesia, y con ello, en el derecho divino. Manifestó que, aun siendo medios “indispensables”, nación, idioma y cultura “no son principios constitutivos para la Iglesia, que testifica y realiza la unidad de los pueblos en Cristo”. “La comunión y la misión son los dos elementos que constituyen a la comunidad de los discípulos de Jesús como signo e instrumento de unidad de los hombres con Dios y de unidad entre ellos mismos. Por tanto, la Iglesia es esencialmente una sola, como servidora y mediadora de esa unión. La Iglesia no es la posterior suma de los individuos en su relación autónoma e inmediata con Dios, sino que está ya unida con Cristo orgánicamente como el cuerpo con la cabeza”, afirmó. Además, recordó que la Luz no es la Iglesia, sino Cristo “que ilumina a cada hombre” y que “a pesar de todas las tormentas y vientos contrarios, la barca de Pedro debe volver a izar las velas de la alegría por Jesús, que está junto a nosotros”.
VIOLENCIA Y CLOROFORMO
¿Es un hecho la extensión universal de la violencia? ¿O la contradice la experiencia? Lo que nos dice René Girard es que el efecto del “fin de la guerra” es permitir que “la guerra se propague en todas partes” (Achever Clausewitz, p. 128). Él critica los usos de Guantánamo: “La pérdida del derecho a la guerra es indicadora de que el Occidente se está enredando en sus contradicciones” (p. 131). Predice que “nos dirigimos hacia una forma de guerra tan radical que es imposible hablar sobre la misma sin convertirla en algo híper trágico o híper cómico, realmente sin límites, que ya no puede tomarse en serio” (p. 133). Pero esta extensión universal de la violencia es en mayor medida una impresión que un hecho, ¿o no? Las imágenes de violencia se propagan, en todas partes, en las cadenas de televisión y en Internet; pero numerosas estadísticas autorizadas darían por el contrario cuenta de una disminución permanente del número de víctimas de muerte violenta en el curso de las últimas décadas. Así, la extensión de la violencia sería más fenoménica que nouménica (si está permitido aplicar la teoría kantiana del conocimiento a una filosofía de la televisión como lo esbozábamos previamente). Podríamos defender el juicio de Girard de la siguiente manera: un exceso de medios de destrucción nos disuade muy a menudo en cuanto a su utilización, pero no erradica las causas profundas de los conflictos, contentándose con frustrar el deseo de poder emplearlos si fuera posible. Así, la guerra no se destruye, sino que se transforma, y cuando ya no puede estar en ninguna parte, existe el riesgo de que se introduzca en todas partes. Es así como ciertos estrategas imaginan una guerra en que el atacante apuntaría a toda la sociedad, en la cual la economía, los medios de comunicación masiva y las finanzas serían armas. ¿Pero es necesario defender a Girard en este punto? Esta objeción y la tesis que contradice podrían ser ambas verdaderas al mismo tiempo. Eso tendería de hecho a establecer la tesis de la coexistencia entre una mayoría cada vez más grande de corderos cada vez más impotentes y una minoría cada vez más emprendedora de lobos cada vez más violentos. De ahí el carácter no duradero que puede tener una democracia menos apaciguada que cloroformada por una cultura de la impotencia. HENRI HUDE Del libro Démocratie durable
Nigeria Continúa la masacre contra cristianos
El grupo terrorista Boko Haram, compuesto por extremistas musulmanes, asesinó el 25 de febrero pasado a 59 estudiantes de un colegio cristiano, localizado al norte de Nigeria. Cerca de 50 hombres asaltaron el colegio y, con extrema crueldad, dispararon armas de fuego contra los jóvenes. Ellos apuñalaron a quienes veían en frente y además pusieron fuego en las instalaciones del centro de enseñanza cristiana, con estudiantes en su interior.
Fue la cuarta escuela atacada en esta región, desde mayo del año pasado. Boko Haram significa “la educación occidental es pecado”. Se trata de un grupo radical, vinculado a Al Qaeda que pretende imponer a la población del país un Estado islámico. Hace más de dos años este grupo esparce terror entre la población de Nigeria, destruyendo las infraestructuras del país para crear mayor confusión y caos. Sus ataques son cada vez más sofisticados y crueles.
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JUAN PABLO II
EL LIBERALISMO EN EL MAGISTERIO DE LOS ÚLTIMOS PAPAS (II)
El magisterio de Juan Pablo II está explícitamente comprometido con denunciar el vínculo entre indiferencia ética y tolerancia cuyo caldo de cultivo es la ideología y la mentalidad liberal. “Hoy se tiende a afirmar que el agnosticismo y el relativismo escéptico son la filosofía y la actitud fundamental correspondientes a las formas políticas democráticas, y que cuantos están convencidos de conocer la verdad y se adhieren a ella con firmeza no son fiables desde el punto de vista democrático, al no aceptar que la verdad sea determinada por la mayoría o que sea variable según los diversos equilibrios políticos”. Al respecto, el Papa niega que la fe cristiana sea ideológica y pretenda imponer a los hombres de manera fundamentalista su concepción de la verdad y del bien, y encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica. “La Iglesia, al ratificar constantemente la trascendente dignidad de la persona, utiliza como método propio el respeto de la libertad”. Sin embargo, “hay que observar que, si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia”1. Este texto es de 1991. Posteriormente, en 1993, con la encíclica Veritatis splendor, Juan Pablo II identifica la raíz de la mentalidad liberal en su acepción negativa, en el uso distorsionado de los conceptos de libertad, verdad y conciencia. “En algunas corrientes del pensamiento moderno se ha llegado a exaltar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que sería la fuente de los valores”. Al perder el sentido de la trascendencia, la conciencia individual pasa a ser la instancia suprema del juicio moral, el juez infalible sobre lo que está bien y lo que está mal. El juicio moral es verdadero solamente por cuanto proviene de la conciencia, a la cual se tiene obligación de seguir. Ahora, desprovista esta de un anclaje trascendente se ha sustituido el criterio de acuerdo con el cual es preciso buscar una verdad por un criterio de autenticidad, basándolo en un postulado subjetivista, que contiene en sí mismo la crisis en torno a la verdad. Al abandonarse la idea de una verdad universal sobre el bien, que la razón humana puede conocer, la conciencia ya no es un acto de la inteligencia de la persona, que debe aplicar el conocimiento universal del bien en una determinada situación concreta y expresar así un juicio sobre la conducta recta que es preciso elegir en esa situación. Se concede en cambio a la conciencia individual la tarea de fijar de modo autónomo el criterio del bien y del mal, y actuar en consecuencia. Es la ética individualista. Cada uno se enfrenta con su verdad, distinta a la verdad de los demás2. En la encíclica Evangelium vitae de 1995, el mismo Pontífice ejemplificó este “grave deterioro moral” con una situación emblemática de trágica actualidad. “Amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad
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individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad”3. Y en 1998, con la encíclica Fides et ratio, recordaba firmemente a los cristianos que “una cultura nunca puede ser criterio de juicio y menos aún criterio último de verdad en relación con la revelación de Dios”4. GIANDOMENICO MUCCI La Civiltà Cattolica 3909 * En Humanitas 73 se publicó lo correspondiente a Pablo VI y en el próximo número aparecerá lo referente a Benedicto XVI
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Centesimus annus, n. 46. Veritatis splendor, n. 32. Evangelium vitae, n. 4. Fides et ratio, n. 71.
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FRANCISCO: PRIMER AÑO DE PONTIFICADO No soy un ‘superstar’, los cardenales me aconsejan, aunque la responsabilidad es mía
Una nueva entrevista del Santo Padre con un periódico italiano, esta vez en el Corriere della Sera. Primero fue la revista jesuita La Civiltà Cattolica, después la conversación con el director de La Repubblica, y en Navidad fue entrevistado por La Stampa. En esta ocasión el Papa Francisco habla de sí mismo, de su imagen pública y su primer año de pontificado, y trata temas como la familia, su relación con Benedicto XVI, el rol de la mujer en la Iglesia y el viaje a Tierra Santa. Presentamos el resumen proporcionado por Zenit. Francisco afirma que el Papa emérito no es una estatua en un museo. «Es una institución, a la que no estábamos acostumbrados. Sesenta o setenta años atrás, la figura del obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio Vaticano II, y actualmente es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero y tal vez haya otros. No lo sabemos». Asimismo indica que él es discreto, humilde, no quiere molestar y añade que «lo hablamos y juntos llegamos a la conclusión de que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia». Francisco observa que «su sabiduría es un don de Dios. Algunos hubiesen querido que se retirara a una abadía benedictina muy lejos del Vaticano. Y yo pensé en los abuelos, que con su sabiduría y sus consejos le dan fuerza a la familia y no merecen terminar en una casa de retiro». Analizando este primer año de pontificado y los cambios que ha podido llevar a cabo en estos meses, el Santo Padre explica que «en marzo del año pasado no tenía ningún proyecto de cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, este traslado de diócesis». Y lo que hizo fue empezar a «gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido
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en el debate entre los cardenales durante las diversas congregaciones. En mi forma de actuar espero que el Señor me dé la inspiración». Y observa que «el Papa no está solo en su trabajo porque es acompañado y aconsejado por muchas personas. Y sería un hombre solo si decidiese sin escuchar o fingiendo que escucha. Pero hay un momento, cuando se trata de decidir, de poner una firma, en el cual está solo con su sentido de la responsabilidad». El director del diario italiano Corrierre della Sera pregunta al Papa si hay algo en su imagen pública que no le guste, a lo que el Pontífice responde que «me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del Papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano... Jamás se me ocurriría». Y Francisco cita a Sigmund Freud cuando decía «que en toda idealización hay una agresión». Y admite que «pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal». Confrontado también al tema de los «valores no negociables» en cuestión especialmente de bioética y moral sexual, al preguntarle por qué no ha usado esa fórmula, Francisco explica que «nunca entendí la expresión ‘valores no negociables’. Los valores son valores y basta. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, así que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables» Y recuerda que lo que tenía para decir sobre el tema de la vida «lo he dejado por escrito en Evangelii gaudium». Al abordar el tema de la familia, y ante la pregunta de los posibles cambios en un futuro el Santo Padre explica que «es un largo camino que la Iglesia debe completar. Un proceso que quiere el Señor. Tres meses después de mi elección, me fueron sometidos los temas para el sínodo, y nos propusimos discutir sobre cuál es el aporte de Jesús al hombre contemporáneo. Pero al final, gradualmente —que para mí es un signo de la voluntad de Dios—, se decidió discutir sobre la familia, que atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida común fracasó. Los hijos sufren mucho». Por eso, señala, «nosotros tenemos que dar una respuesta. Pero para eso hay que reflexionar mucho y en profundidad. Es eso lo que están haciendo el consistorio y el sínodo. Hay que evitar quedarse en la superficie del tema. La tentación de resolver los problemas desde la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas. Es lo que hacían los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esa reflexión profunda que podrán afrontarse seriamente las situaciones particulares, también la de los divorciados». Al respecto y ante la pregunta del periodista de por qué «el informe del cardenal Walter Kasper en el último consistorio (un abismo entre la doctrina sobre matrimonio y familia y la vida real de muchos cristianos) generó tanta división entre los purpurados» y si «cree que la Iglesia podrá recorrer esos dos años de fatigoso camino para llegar a un consenso amplio y sereno»,
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el Santo Padre explica que «el cardenal Kasper hizo una hermosa y profunda presentación», «en la que aborda cinco puntos, el quinto de los cuales es el de las segundas nupcias». Francisco afirma que «más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco». El Pontífice habla del próximo viaje en mayo a Tierra Santa e indica que «el camino de la unidad con los ortodoxos quiere decir sobre todo caminar y trabajar juntos». Y explica que «en Buenos Aires, a los cursos de catequesis venían varios ortodoxos. Yo pasaba la Navidad y el 6 de enero junto a sus obispos, que a veces pedían también consejo a nuestros diocesanos. No sé si es verdad el episodio que se cuenta de Atenágoras, según el cual habría propuesto a Pablo VI que caminasen juntos y mandasen a una isla a todos los teólogos para que discutieran entre ellos. Es una broma, pero lo importante es que caminemos juntos. La teología ortodoxa es muy rica. Y creo que ellos tienen en este momento grandes teólogos. Su visión de la Iglesia y de la sinodalidad es maravillosa». Por otro lado, el periodista pregunta por la relación entre China y el Vaticano, y Francisco aclara que «estamos cercanos a China. Yo le mandé una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después que yo. Y él me respondió. Las relaciones existen. Es un pueblo grande al que quiero». Sobre el delicado tema de los abusos a menores, el periodista le pregunta sobre la petición que desde las páginas de Il Foglio, firmada entre otros por los filósofos Besançon y Scruton, para que alce su voz contra los fanatismos y la mala fe del mundo secularizado, que respeta poco la infancia. El Pontífice, al respecto, dice dos cosas. Por un lado que «los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió un camino. La Iglesia, siguiendo ese camino, ha hecho mucho. Tal vez más que nadie». Por otro lado recuerda que «las estadísticas sobre el fenómeno de las agresiones contra los niños son impresionantes, pero muestran también con claridad que la gran mayoría de los abusos suceden en el entorno familiar y de gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se ha movido con transparencia y responsabilidad. Ningún otro ha hecho tanto. Y, sin embargo, la Iglesia es la única que es atacada».
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El rol de la mujer en la Iglesia, tema que ya ha sido tratado por el Papa durante este primer año de Pontificado, también es tocado en la entrevista y confirma que «tampoco en esto ayuda la casuística. Es verdad que la mujer puede y debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia. Pero a esto yo lo llamaría una promoción de tipo funcional. Solo con eso no se avanza demasiado». El Papa dice en la entrevista que no siente nostalgia de Argentina, aunque reconoce que le «gustaría ir a encontrarme con mi hermana, que está enferma; es la última de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero esto no justifica un viaje a Argentina: la llamo por teléfono y esto basta. No pienso ir antes de 2016, porque en América Latina ya he estado en Río. Ahora debo ir a Tierra Santa, a Asia, después a África».
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El Papa se confiesa en San Pedro
El Santo Padre presidió a fines de marzo pasado, en la basílica de San Pedro, un rito para la Reconciliación. Esa celebración abrió la jornada llamada «24 horas para el Señor» promovida por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y a la que se han adherido numerosas diócesis del mundo. Al finalizar la homilía y tras unos minutos de silencio, el Papa Francisco se levantó acompañado por el maestro de ceremonias, monseñor Marini. Ambos se dirigieron hacia uno de los confesionarios vacíos donde estaba previsto que el Papa se sentara para administrar el sacramento de la reconciliación a varios fieles. Pero, de improviso, el Santo Padre se dirigió hacia otro confesionario donde había un sacerdote, se puso de rodillas y se confesó, causando sorpresa a todos. Después de confesarse, el Santo Padre entró en un confesionario y comenzó a confesar a las personas que se iban acercando, durante una media hora. Audiencia con ciegos y sordos en el Vaticano Es blasfemo pensar que la discapacidad o la enfermedad sean un castigo de Dios
Al recibir el 29 de marzo pasado en el Aula Pablo VI del Vaticano a miles de ciegos y sordomudos, miembros del Movimiento Apostólico de Ciegos, de la Pequeña Misión para Sordomudos y de la Unión Italiana para Ciegos e Hipovidentes, el Papa Francisco aseguró que es “realmente blasfemo” pensar que la discapacidad o la enfermedad es un castigo de Dios. Al recordar la figura del ciego de nacimiento y compararla con los problemas que atañen hoy día a nuestra
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sociedad, el Santo Padre indicó que “aquí encontramos las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura del descarte, del prejuicio”. El hombre del Evangelio era ciego de nacimiento y por ello marginado en nombre de una falsa concepción que lo retenía cumpliendo una pena divina. “Pero Jesús rechazaba radicalmente este modo de pensar ¡realmente blasfemo! ―exclamó el Papa―, y cumplió para el ciego la ‘obra de Dios’ dándole la vista”. “Lo más importantes de esto es que este hombre, a partir de lo ocurrido, se convierte en testigo de Jesús y de su obra, que es la obra de Dios, de la vida, del amor, de la misericordia”.
«VENGO A ESCUCHAR»
ENCUENTRO DEL PRESIDENTE OBAMA CON EL PAPA FRANCISCO
Todo un espectáculo. En una Roma blindada por razones de seguridad, llena de zonas off limits, la entrevista del hombre más influyente del mundo (Francisco, según Fortune) con el más poderoso de la Tierra (Obama), se ha celebrado el 28 de marzo pasado en un clima de cordialidad, pero de extraordinaria expectación. No todos los días puede verse un encuentro entre el hombre más nombrado en Google (Francisco, 49 millones de menciones en trece meses) y la persona con más followers en las redes sociales (Obama, 31 millones en Facebook y más de 20 millones en Twitter). Desde enero de 1919, en que Woodrow Wilson, visitara por primera vez a un Papa en el Vaticano, mucha agua ha pasado bajo los puentes del Tíber y del Potomac. En la época de Wilson era raro el católico con poder en la política norteamericana. Hoy los católicos “invaden” la Cámara de Representantes (135 congresistas), el Senado (26), el Tribunal Supremo Federal (6 católicos de los 9 magistrados), e incluso el staff del propio Obama : vicepresidente Biden, secretario de Estado Kerry, jefe de gabinete McDonough, o Kathleen Sebelius, secretaria (ministra) del Departamento de Sanidad. Cuando un Obama muy sonriente estrechaba la mano de Francisco tenía presente que el 85% de los católicos norteamericanos y el 70% de los que no lo son tienen una visión favorable del Papa. La posición de Obama durante los 50 minutos de la entrevista (casi el doble de lo previsto) ha sido más pasiva que activa. Sus primeras palabras: “Gracias por recibirme, Santidad. Es maravilloso conocerle”, no eran de simple cumplido. Definen muy bien el planteamiento de esta entrevista por Obama: “Vengo a escuchar”, había dicho. Y no solo por deferencia al Pontífice. El Presidente es consciente de que han pasado los días de vinos y rosas, al principio de su mandato, cuando comentaba entre bromas y veras: “seré tan escrupuloso en cumplir mis promesas que se dirá de mí: en seis días lo hizo… y el séptimo descansó” . Así, cuando el Papa le hablaba de “inmigrantes”, Obama sabía que una de sus promesas incumplidas (“lo haré en mis 100 primeros días”) ha sido la ley de inmigración. Sabe que su popularidad está bajo mínimos (43%), frente a un interlocutor que está por encima del 80%. Por eso la entrevista entre los dos poderosos, aun en su cordialidad, recuerda más la de un discípulo que escucha que la de un poderoso que preguntara: “Perdón, Santidad, ¿de cuántas divisiones me ha dicho que dispone?” No es que estén de acuerdo en todo, basta echar una ojeada a la página web de los obispos norteamericanos para cotejar los temas conflictivos, pero la valentía de Francisco al encarar los desafíos económicos y sociales —“sin pelos en la lengua”, según Obama— produce tal admiración, que cualquier sensación de discrepancia en otras cuestiones se atenúa. Lo cual no quiere decir que en las conversaciones se hayan eludido los temas “vidriosos”. En las entrevistas Francisco/Obama/Parolini/Kerry se ha hablado con claridad de las lesiones a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia y de la reforma en materia de emigración, materias de fuertes discrepancias entre la Iglesia y el gobierno Obama. Y también de las coincidencias, como el respeto del derecho humanitario en las zonas de conflicto y la lucha contra la pobreza. El Vaticano se ha volcado: el protocolo ha ganado a la espontaneidad. No podía ser de otro modo: el poder requiere una cierta majestad. Es la atmósfera que respira. En este contexto, el semblante serio de Francisco después del encuentro, aun contrastando con el risueño de Obama, no significa distanciamiento, sino comprensión de la significación del momento. Una entrevista en la que Obama ha invitado al Papa a Estados Unidos, le ha regalado ―para obligarle a venir― semillas del jardín de la Casa Blanca, y le ha pedido oraciones por él y su familia. Un buen final Rafael Navarro-Valls
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Papa Francisco Una dicotomía absurda
En la homilía del 30 de enero pasado en Santa Marta, el Papa Francisco señaló que “no se entiende un cristiano sin Iglesia”. En la misa celebrada, el Santo Padre indicó cuáles son los tres pilares del sentido de pertenencia eclesial: la humildad, la fidelidad y la oración por la Iglesia. El Papa ha retomado la figura del rey David, como se presenta en las lecturas del día: un hombre que habla con el Señor como un hijo habla con el padre y también si recibe un “no” a sus peticiones, lo acepta con alegría. David —observa el Papa Francisco— tenía “un sentimiento fuerte de pertenencia al pueblo de Dios”. Y esto —ha precisado— nos hace preguntarnos sobre cuál es nuestro sentido de pertenencia a la Iglesia, nuestro sentir con la Iglesia y en la Iglesia. Y así lo ha explicado: “El cristiano no es un bautizado que recibe el bautismo y después va adelante por su camino. El primer fruto del bautismo es hacerte pertenecer a la Iglesia, al pueblo de Dios. No se entiende un cristiano sin Iglesia. Y por esto el gran Pablo VI decía que es una dicotomía absurda amar a Cristo sin la Iglesia; escuchar a Cristo pero no a la Iglesia: estar con Cristo al margen de la Iglesia. “No se puede. Es una dicotomía absurda. El mensaje evangélico nosotros lo recibimos en la Iglesia y nuestra santidad la hacemos en la Iglesia, nuestro camino en la Iglesia. Lo otro es una fantasía o, como él decía, una dicotomía absurda”. De este modo, Francisco ha señalado que el “sensus ecclesiae” es precisamente el sentir, pensar, querer, dentro de la Iglesia. Y por ello ha recordado que hay tres pilares de esta pertenencia y ha pasado a explicar cada uno de ellos. El primero es la humildad, en la conciencia de estar dentro de una comunidad como una gracia grande: “Una persona que no es humilde, no puede sentir con la Iglesia, sentirá lo que a ella le gusta, lo que a él le gusta. Y esta humildad se ve en David. ‘¿Quién soy yo, Señor Dios, y qué es mi casa?’ Con esa conciencia de que la historia de salvación no ha comenzado conmigo y no terminará cuando yo muera. No, es toda una historia de
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“El gran Pablo VI decía que es una dicotomía absurda amar a Cristo sin la Iglesia”.
salvación: yo vengo, el Señor te toma, te hace ir adelante y después te llama y la historia continúa. La historia de la Iglesia comenzó antes de nosotros y continuará después de nosotros. Humildad: somos una pequeña parte de un gran pueblo, que va sobre el camino del Señor”. El segundo pilar del que el Papa ha hablado es la fidelidad, “que va unida a la obediencia”. Y así lo afirma: “Fidelidad a la Iglesia, fidelidad a su enseñanza, fidelidad al Credo, fidelidad a la doctrina, mantener esta doctrina. Humildad y fidelidad. También Pablo VI nos recordaba que nosotros recibimos el mensaje del Evangelio como un don y debemos transmitirlo como un don, pero no como una cosa nuestra: es un don recibido que damos. Y en esta transmisión ser fieles. Porque nosotros hemos recibido y debemos dar un Evangelio que no es nuestro, que es de Jesús, y no debemos —decía él— convertirnos en propietarios del Evangelio, propietarios de la doctrina recibida, para utilizarla a nuestro gusto”. Para finalizar, el Papa Francisco ha dicho que el tercer pilar es un servicio particular, ‘rezar por la Iglesia’. “¿Cómo va nuestra oración por la Iglesia?” “¿Rezamos por la Iglesia? ¿En la misa todos los días, pero en nuestra casa no? ¿Cuándo hacemos nuestras oraciones?”, ha preguntado el Santo Padre. Y por ello ha pedido que “el Señor nos ayude a ir en este camino para profundizar nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestro sentir con la Iglesia”.
Inédito de Bergoglio:
FUNDAMENTALISMOS Y QUIETISMO EXISTENCIAL
Salta a la vista el hecho de que en el curso de la historia se han multiplicado —y siguen multiplicándose también hoy— los fundamentalismos. Sustancialmente, se trata de sistemas de pensamiento y de conducta absolutamente embalsamados, que sirven de refugio. El fundamentalismo se organiza a partir de la rigidez de un pensamiento único, al interior del cual la persona se protege de las instancias desestabilizadoras (y de las crisis) a cambio de cierto quietismo existencial. El fundamentalismo no admite matices ni nuevas reflexiones, sencillamente porque tiene miedo y —concretamente— tiene miedo a la verdad. Quien se refugia en el fundamentalismo es una persona que tiene
miedo de ponerse en camino en busca de la verdad. Ya “posee” la verdad, ya la ha adquirido e instrumentalizado como medio de defensa, y por eso vive toda discusión como una agresión personal. Nuestra relación con la verdad no es estática por cuanto la Suma Verdad es infinita y siempre puede conocerse en mayor medida; siempre es posible sumergirse más en sus profundidades. El apóstol Pedro pide a los cristianos estar preparados para “dar razón” de su esperanza: quiere decir que la verdad sobre la cual fundamentamos la existencia debe abrirse al diálogo, a las dificultades que otros nos muestran o que las circunstancias nos presentan. La verdad es siempre “razonable”, aun cuando yo no lo sea, y el desafío
consiste en mantenernos abiertos al punto de vista del otro sin hacer de nuestras convicciones una totalidad inmóvil. Diálogo no significa relativismo, sino “logos” que se comparte, razón que se ofrece en el amor, para construir conjuntamente una realidad cada vez más liberadora. En este círculo virtuoso, el diálogo revela la verdad y la verdad se nutre de diálogo. El escuchar atentamente, el silencio respetuoso, la empatía sincera, el auténtico ponerse a disposición del extranjero y del otro son virtudes esenciales para cultivar y transmitir en el mundo de hoy. Dios mismo nos invita al diálogo, nos llama y nos convoca mediante su Palabra, esa Palabra que ha abandonado todo nido y reparo para hacerse hombre. Así aparecen tres dimensiones dialógicas, íntimamente vinculadas: una entre la persona y Dios —aquella que los cristianos llaman oración—, una entre los seres humanos, y una tercera, de diálogo con nosotros mismos. A través de estas tres dimensiones, la verdad crece, se consolida, se dilata en el tiempo (…) En este punto, debemos preguntarnos qué entendemos por verdad. Buscar la verdad es distinto a encontrar fórmulas para poseerla y manipularla a nuestro gusto. El camino de la investigación compromete a la totalidad de la persona y de la existencia. Es un camino que fundamentalmente implica humildad. Con la plena convicción de que nadie es autosuficiente y que es deshumanizador usar a los demás como medios para serlo, la búsqueda de la verdad
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emprende este laborioso camino, a menudo artesanal, de un corazón humilde que no acepta saciar su sed con aguas estancadas.
La “posesión” de la verdad de tipo fundamentalista carece de humildad: pretende imponerse a los demás con un gesto que en sí y por sí resulta ser autodefensa. La búsqueda de la verdad no aplaca la sed que suscita. La conciencia de la “sabia ignorancia” nos hace reiniciar continuamente el camino: una “sabia ignorancia” que con la experiencia de la vida llegará a ser “docta”. Podemos afirmar sin temor que la verdad no se tiene, no se posee: se encuentra. Para poder ser deseada, debe dejar de ser aquella que se puede poseer. La verdad se abre, se revela a quien a su vez se abre a ella. La palabra verdad, precisamente en su acepción griega “aletheia”, indica lo que se manifiesta, lo que se revela, lo que se descubre mediante una aparición milagrosa y gratuita. La acepción hebraica, por el contrario, con el término “emet”, une el sentido de lo verdadero con el de cierto, firme, que no miente ni engaña. La verdad, por lo tanto, tiene una doble connotación: es la manifestación de la esencia de las cosas y de las personas, que al abrir su intimidad nos regalan la certeza de su autenticidad, la prueba confiable que nos invita a creer en ellas.
Semejante certeza es humilde, ya que simplemente “deja ser” al otro en su manifestación y no lo somete a nuestras exigencias o imposiciones. Esta es la primera justicia que debemos a los demás y a nosotros mismos: aceptar la verdad de lo que somos, decir la verdad de lo que pensamos. Además, es un acto de amor. Nada se construye haciendo callar o negando la verdad. Nuestra dolorosa historia política ha pretendido muchas veces amordazarla. Muy a menudo el uso de eufemismos verbales nos ha anestesiado o adormecido frente a ella. Ha llegado, sin embargo, el momento de reunir, de aparear la verdad que debe ser proclamada proféticamente con una justicia auténticamente restablecida. La justicia surge únicamente cuando se llaman con su nombre las
circunstancias en las cuales nos hemos engañado y traicionado en nuestro destino histórico. Y haciendo esto llevamos a cabo uno de los principales servicios de responsabilidad para con las próximas generaciones. La verdad nunca se encuentra sola. Junto a ella están la bondad y la belleza, o —mejor dicho— la Verdad es buena y bella. “Una verdad no totalmente buena siempre esconde una bondad no verdadera”, decía un pensador argentino. Insisto: las tres cosas van juntas y no es posible buscar ni encontrar a una sin las otras. Es una realidad muy distinta de la mera “posesión de la verdad” reivindicada por los fundamentalismos: estos últimos consideran válidas las fórmulas en sí y por sí, desprovistas de bondad y belleza, y procuran imponerse a los demás con agresividad y violencia, haciendo el mal y conspirando contra la vida misma.
Extracto inédito del libro La belleza educherà il mondo (La belleza educará al mundo), del Papa Francisco (Editrice Missionaria Italiana, 64 páginas), en librerías de Italia desde el 13 de marzo, al cumplirse exactamente un año desde la elección del nuevo Pontífice. El libro puede adquirirse a través de Internet en http://www.libreriadelsanto.it/
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Sacramento de la penitencia “La confesión es para los valientes”
es buena —ha dicho—, es saludable tener un poco de vergüenza, porque avergonzarse es saludable. Cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un desvergonzado, un sinvergüenza. Por eso la vergüenza es buena, porque nos hace más humildes, y el sacerdote recibe con amor y ternura esta confesión y en nombre de Dios perdona. Incluso desde un punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decirle al sacerdote, ciertamente, lo que tanto nos pesa en el corazón. Uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia, con su hermano. ¡No tengáis miedo de la confesión!”
San Pablo Extramuros Nuevo mosaico para la Basílica
El Santo Padre en una de las catequesis de los miércoles explicó que el perdón de nuestros pecados no es algo que nos podemos dar nosotros mismos, no es el resultado de nuestros esfuerzos, sino que es un don del Espíritu Santo, que “nos llena con el lavado de la misericordia y de la gracia que fluye incesantemente desde el corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado... Y nos recuerda —ha dicho— que solo reconciliándonos en el Señor Jesucristo con el Padre y con nuestros hermanos podremos estar verdaderamente en paz”. Francisco destacó cómo la celebración de este sacramento ha pasado de ser una forma pública de confesión a una personal y confidencial. Sin embargo, “esto no debe hacernos perder la matriz eclesial, que es el contexto vital. De hecho, la comunidad cristiana es el lugar donde se hace presente el Espíritu, que renueva nuestros corazones con el amor de Dios y hace que todos los hermanos sean una sola cosa en Cristo Jesús. Por esta razón —ha proseguido— no es suficiente pedir perdón al Señor con la mente y el corazón, sino que hay que confesar humildemente y confiadamente los pecados a un ministro de la Iglesia”. El Obispo de Roma subrayó que el sacerdote no representa solo a Dios, sino a toda la comunidad, y que aunque uno piense que puede confesarse solo con Dios, no debe olvidar que los pecados cometidos son contra los hermanos y contra la Iglesia. De ahí la necesidad de pedir perdón a los hermanos y a la Iglesia, aunque al hacerlo sintamos vergüenza. “La vergüenza
En diciembre pasado, antes de la audiencia general, presentaron al Papa, en el Arco de las campanas, el mosaico redondo en el que está representado y que fue colocado en la célebre galería de la basílica de San Pablo Extramuros. Le presentaron la obra al Pontífice el cardenal James Michael Harvey, el abad benedictino de San Pablo, dom Edmund Power; el cardenal Angelo Comastri, y el obispo Vittorio Lanzani, presidente y delegado de la Fábrica de San Pedro, con los maestros del mosaico que lo realizaron. Tomada de un fotograma, la imagen del Papa Francisco fue realizada por el Estudio del mosaico vaticano de la Fábrica de San Pedro que, después del incendio de 1823, se encargó de la realización de todos los mosaicos redondos con los rostros de los Pontífices para la basílica ostiense.
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450 ANIVERSARIO DE LA CLAUSURA DEL CONCILIO DE TRENTO
EL ESPLENDOR DE LA VERDAD
El 4 de diciembre pasado se cumplieron 450 años de la clausura del Concilio de Trento. En un mensaje dirigido al cardenal Bradmüller, enviado pontificio a las celebraciones de esta efeméride, el Papa Francisco invitó a rememorar «con mayor desvelo y atención la fecundísima doctrina procedente de aquel Concilio». Entre los Padres conciliares y teólogos relevantes en Trento, se encuentran dos de los primeros miembros de la Compañía de Jesús, el Padre Salmerón y Diego Laínez, segundo Prepósito General de la misma.
El Concilio de Trento es el decimonoveno celebrado en la historia de la Iglesia. Y fue el de más larga duración, pues se desarrolló en tres etapas, a lo largo de veinticinco sesiones, de modo discontinuo, entre el 13 de diciembre de 1545 y el 4 de diciembre de 1563. El de Trento es, quizá, el Concilio de mayor influencia («un acontecimiento que resplandece en la historia de la Iglesia», dice el Papa Francisco): por el número de dogmas definidos para establecer firmemente la recta doctrina católica y por la doctrina fijada en multitud de Decretos, destinados a orientar la vida de la Iglesia y poner los cimientos de una renovación sólida, profunda y duradera de las instituciones de la Iglesia católica. Abordó gran cantidad de temas, como el símbolo de la fe, la Biblia, el pecado original, la justificación, los sacramentos en general y en particular, con especial hincapié en el de la Eucaristía como sacrificio de la misa y como comunión, el purgatorio, las indulgencias, el culto a los santos, las reliquias...
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En las últimas décadas, se han vertido comentarios sarcásticos sobre la doctrina tridentina, hasta el punto de que el adjetivo ha pasado a tener un tono peyorativo en el lenguaje cotidiano. El Papa acaba de invitar a escuchar y acoger, recuperar y meditar «también hoy la riquísima doctrina tridentina». Visto en perspectiva histórica, hay que concluir que aquel Concilio contribuyó a dar esplendor a la Verdad revelada y señalar rumbos al devenir del cristianismo: opuso una verdadera y sabia reforma de la Iglesia frente a los excesos y errores que estaban socavando los cimientos de la fe cristiana y temas fundamentales de la moral. La Iglesia, como madre y maestra, ejerció su función de afianzar verdades, aclarar dudas, promulgar leyes, anunciar e imponer sanciones disciplinarias a los infractores... Es indudable la importancia de aquel Concilio ecuménico del siglo XVI. Con sus decisiones dogmáticas, los Padres conciliares estaban fijando de una manera clara el contenido de la ortodoxia católica, y con sus Decretos jurídico-morales establecían una verdadera reforma, muy demandada por amplísimos sectores de la cristiandad, encaminada a eliminar defectos y lacras que habían ido tomando carta de naturaleza incluso entre las jerarquías eclesiásticas. Véanse algunos puntos sobre los que estableció criterios disciplinares: el deber de los obispos de residir en la diócesis encomendada por el Papa, la obligación de celebrar sínodos diocesanos anuales y de visitar sus parroquias para prevenir y erradicar los abusos, la creación de seminarios especializados en la formación espiritual y cultural de los aspirantes al sacerdocio, la obligación de los párrocos de predicar los domingos y días festivos, el deber de registrar nacimientos, matrimonios y fallecimientos en libros parroquiales... Como tantas veces, como ayer y como hoy, las corruptelas y abusos necesitan reforma. España —«luz de Trento», en frase de Menéndez Pelayo— aportó grandes teólogos (Laínez, Salmerón, Cano, Soto, entre otros) y obispos de excelente formación teológica y canónica, de firmes convicciones y moralmente ejemplares, como Francisco Blanco de Salcedo. El líder del grupo español era el arzobispo de Granada, monseñor Pedro Guerrero, a quien el apóstol de Andalucía, san Juan de Ávila, había encomendado un memorándum sobre la reforma de la cura de almas. Con la aprobación de los Decretos conciliares tridentinos y su puesta en marcha en las diócesis, no se esperaba que se resolvieran de la noche a la mañana todos los problemas dogmáticos y disciplinares de la Iglesia, pero se purificó positivamente y empezó un florecimiento cultural y religioso que no se había conocido desde hacía varias centurias. Miguel de Santiago Alfa y Omega
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Misioneros Combonianos Católicos en Egipto
“¡El África o la muerte!” era el grito de
Fundado entretanto en Verona el “Instituto para las Misiones en África” batalla de Daniel Comboni (1831-1881), el y poco después también el “Instituto de ardoroso y generoso misionero beatificado las Madres Piadosas de África Negra”, por Juan Pablo II el 7 de marzo de 1996. inicia en El Cairo, en Egipto, la ejecución Habiendo regresado enfermo de su de su plan, ya que —como decía— en la primera expedición al centro de África, “puerta del África” se podía tener la base en la cual participó teniendo solo 26 de la misión, donde los europeos pudieaños y donde murieron tres de sus cuatro sen aclimatarse y estudiar las lenguas, compañeros, su fervor por esa África que y los africanos pudiesen instruirse en —como decía— fue la única pasión de su un ambiente más cercano al suyo y previda, lo llevó inicialmente a colaborar con Beato Comboni pararse para ser eficaces colaboradores quienes rescataban a los pequeños esclade la misión en África Central. vos negros y los conducían a recibir instrucción en Italia. De esta misión fue el primer obispo y trabajó incesanPosteriormente, sin embargo, dadas las enormes temente por la misma, y literalmente se consumió de tal dificultades de la misión en África Central, donde en manera que teniendo solo 50 años terminaba su vida, pocos años 62 misioneros perdieron la vida, se iluminó asegurando proféticamente que “la obra no morirá”. de manera extraordinaria y redactó el “Plan para el ReEfectivamente, sus misioneros y sus religiosas exnacimiento de África” (1864), a raíz de cuyo programa se tendieron su heroico trabajo en todo el Sudán y luego aplicaba su otro eslogan: “Salvar al África con el África”. más al sur, en Uganda, en el centro mismo de África. Precisamente la idea sustancial de este plan, en el Posteriormente, en el curso de un siglo, ellos han cual él hubiese deseado involucrar a todas las fuerzas llevado su obra a casi todos los países africanos, atracatólicas de las diversas naciones europeas, y más aún, vesando incluso los océanos, ocupándose de misiones de toda la Iglesia, lo impulsó a presentar valerosamente al Concilio Vaticano I el “Postulado en favor de la salva- difundidas incluso en Latinoamérica, y también en Asia, en las Filipinas y en Macao. ción de los negros”. Magdala Nuevo lugar de peregrinación en Tierra Santa
En Dios no existen las coincidencias. El lugar seleccionado por una comunidad religiosa católica para construir un centro de recepción para peregrinos a las orillas del Mar de Galilea resultó ser un importante
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hallazgo arqueológico. Después de que Su Santidad Benedicto XVI bendijera la primera piedra del Centro Magdala en 2009, se encontraron las ruinas de una sinagoga del siglo I. A su lado, se encontró una al-
dea de pescadores, un puerto, un mercado y varias casas y lugares de comercio. Se trataba del pueblo de Magdala, reconocido en la historia sagrada por la santidad de la mujer que fue la primera testigo de la resurrección de Cristo. Hoy, las excavaciones han avanzado notablemente y son consideradas de un alto valor histórico, por tratarse de uno de los pocos lugares conservados en su forma original desde los tiempos de Jesús y por dar indicios sobre las actividades religiosas e industriales de los habitantes de la época. Por este motivo el Patriarcado Latino de Jerusalén destacó el lugar en un informe como un nuevo sitio de peregrinación. Si bien no existe un relato del Evangelio específicamente localizado en Magdala, la probabilidad de que Jesucristo recorriera la población es muy alta, ya que tenía una gran importancia geoestratégica en su época.
El pueblo contaba con agua fresca, un clima templado y una industria pesquera floreciente, cuyas conservas se vendían en Roma, según el historiador Flavio Josefo. Magdala hacía parte de una conglomeración urbana que reunía además a Tiberias, Tabgha y Cafarnaún, en la ruta que conducía de Damasco a Egipto. El providencial hallazgo de la Villa de Magdala en el terreno del Magdala Center de los Legionarios de Cristo refuerza el mensaje misionero que había sido seleccionado para la iniciativa. “Duc in Altum” (Remad mar adentro) es el lema del Centro, que recuerda la predicación de Jesucristo y el envío de sus discípulos a llevar la Buena Noticia. A esta llamada se suma Santa María Magdalena, ejemplo de conversión e intenso amor a Dios, tras haber sido liberada de la opresión del maligno, y quien apoyó a Jesús y a sus discípulos en su misión evangelizadora
Qumran Son encontrados otros nueve rollos del Mar Muerto
Durante el seminario “La historia de las grutas de Qumran”, organizado por la Facultad de Teología de Lugano, Suiza, fue anunciado el reciente descubrimiento de 9 rollos más de los llamados rollos del Mar Muerto, contenidos en 3 filacterias, o recipientes judíos para contener textos sagrados. Los rollos del Mar Muerto son fragmentos de textos de la Torah, o piezas de la literatura judía, de alrededor de 2.000 años de antiguedad Los rollos se encontraban en filacterias mantenidas en el Israel Museum, en la Sección Artefactos de Qumran. Las filacterias ya habían sido tomadas de las cuevas de Qumran en la época de las excavaciones de 1952 —realizadas por el arqueólogo Roland de Vaux—, pero no habían sido abiertas nunca. Ellas fueron examinadas por la Autoridad de Antigüedades
de Israel usando una técnica fotográfica especial, que indicaba que en cada filacteria se hallaban tres rollos. El material así hallado es extremadamente frágil, por lo que se requerirá demasiada experticia para removerlo de los recipientes, proceso que ciertamente tomará buen tiempo. Al margen de especulaciones fantasiosas, se espera que los rollos contengan textos tradicionales de la Torah (conjunto de los 5 primeros libros de la Biblia), probablemente algunos versos del Deuteronomio. Entretanto, expertos se preguntan por qué un material que hace tantas décadas fue descubierto aún permanece en estudio y por qué los hallazgos aún no han sido publicados. Se espera que las nuevas tecnologías ayuden a dar resultados finales.
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A un año de la renuncia Papa Francisco pide rezar por Benedicto XVI
A l cumplirse un año del anuncio de su renuncia al pontificado, efectuado el 11 de febrero de 2013, el Papa Francisco exhortó a todos los católicos del mundo a rezar juntos por Benedicto XVI. A través de su cuenta de Twitter, el Santo Padre pidió a todos que “Recemos hoy juntos por Su Santidad Benedicto XVI, un hombre valiente y humilde”. “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecúan por más tiempo al ejercicio de mi Ministerio. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma y Sucesor de Pedro”. Así fue el anuncio de Benedicto XVI hace un año, el 11 de febrero de 2013. Ese día, Benedicto XVI presidía el consistorio para la canonización de los mártires de Otranto y eligió ese lugar y ese momento para hacer un anuncio histórico en latín. Ese mismo día el ahora Obispo Emérito de Roma anunció que la Sede de Pedro quedaría vacante desde el 28 de febrero de 2013. Unos días más tarde, el 13 de marzo, los cardenales reunidos en el cónclave eligieron al Papa Francisco. Desde entonces, el primer Papa jesuita y latinoamericano de la historia no ha dejado de elogiar y agradecer a Benedicto XVI, a quien considera como el “abuelo sabio” en la familia de la Iglesia.
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BENEDICTO XVI LE ANTICIPÓ AL CARDENAL BERTONE SU INTENCIÓN DE RENUNCIAR
Benedicto quería renunciar “antes de Navidad”, pero tras una “posterior reflexión y oración tomó la decisión irrevocable de dar el anuncio en la memoria de la Virgen de Lourdes”, el 11 de febrero de 2013. Lo aseguró el cardenal Tarcisio Bertone, uno de los hombres más cercanos al Papa emérito y el que fue su secretario de estado durante siete años. Lo hizo en una entrevista concedida a Marinella Bandini, periodista de Il Giornale, precisando que conoció esta noticia ya a mediados del 2012, cuando pensaba en el viaje a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud en julio de 2013. Entonces decía “soy anciano y no me siento capaz de afrontarlo”. El purpurado cuenta cómo vivió el período de la renuncia de Benedicto XVI: “El Papa había madurado la decisión desde hacía tiempo, me habló ya a mediados de 2012. Sentía el peso de la edad, sobre todo porque para gobernar la barca de Pedro y para hacer frente a los desafíos de la Iglesia en nuestro tiempo era necesario, como dijo, el vigor tanto del cuerpo como del alma”. Asimismo especifica que el papa emérito quería haberlo anunciado antes de Navidad pero “yo, que era el único que lo sabía, le decía: debe publicar el volumen sobre la infancia de Jesús, no faltemos este don que hace a la Iglesia”. Además, “estaba en proceso la encíclica sobre la fe y el Año de la Fe apenas iniciado; por ello buscaba insistir sobre el aplazamiento... Pero él, después de posteriores reflexiones y oraciones, tomó la decisión del anuncio en la fiesta de la Virgen de Lourdes”. El cardenal advierte: “Benedicto XVI ha repetido varias veces: es el Señor que guía la Iglesia. Este acto debe ser interpretado y comprendido en la fe de la Iglesia, no a través de lecturas puramente humanas”. El antiguo Secretario de Estado habla también en la entrevista de su relación con Benedicto XVI. Y aunque esta comenzó cuando vino a Roma como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, reconoce que ya le había
conocido y estimado como estudioso, ya durante el Concilio. “Nuestras relaciones han sido siempre marcadas por estima y confianza recíproca”, afirma. Y añade: “ha habido siempre una obediencia filial y una colaboración total”. También en este año lo he visto varias veces, he hablado con él por teléfono. Es intelectualmente lucidísimo y dotado de una memoria extraordinaria”. Por otro lado, afirma que Benedicto XVI “será recordado como un gran Papa, también por sus iniciativas de reforma, su capacidad de comunicar alegría y su santidad personal, que tiene el sello de la ternura y la humildad. El primero que lo recuerda es precisamente el Papa Francisco que está muy unido a él también como un sabio consejero. Le quiere mucho y esto es un ejemplo para todos”. Hablando de la reforma de la Curia, el cardenal Bertone afirma que en tiempos más recientes recordamos la querida por Pablo VI, profundo conocedor de los dinamismos del gobierno central de la Iglesia, y la de Juan Pablo II”. Explica que ambos dialogaron intensamente con los sujetos interesados y con las conferencias episcopales mundiales. “Ahora la Curia con el número creciente de organismos necesita definir mejor las competencias, de operar la racionalización y de un esfuerzo de coordinación. Hasta ahora el secretario de estado es el referente entre los dicasterios y el Papa, el coordinador de la unidad de las direcciones y de la armonización de los actos”, explica el cardenal. Por eso, recuerda que se ha propuesto la figura de un moderador de la curia, que debería desarrollar exactamente esta tarea, o sea que es necesario estudiar bien la cosa. Añade que el consejo de los ocho cardenales tiene entre otras cosas la difícil tarea de armonizar las diferentes funciones a los jefes de la Iglesia.
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Benedicto XVI estaba consciente de la multiplicidad de organismos de la Curia y de la necesidad de coordinación y racionalización, asegura el cardenal. “Tenía presente el problema y estaba convencido de la necesidad de afrontarlo. Sin embargo, su reforma se centró en gran medida en la conversión de los corazones de la gente y en cuestiones urgentes y difíciles como la de dotar a la Iglesia de la legislación contra la pedofilia, contra el blanqueo de dinero y la lucha contra el terrorismo”, asegura su entonces Secretario de Estado. También se afronta en la entrevista el delicado asunto del Vatileaks, a lo que el cardenal responde con precisión: “No veo en qué debería pedir perdón sobre la fuga de documentos reservados que estaban en la mesa del Papa. Aunque lamento no haber sido capaz de frenar el escándalo. Con el Papa Benedicto hemos compartido este sufrimiento y debo decir que he sentido el apoyo de su confianza. Era un ejemplo de paciencia y de rectitud de juicio. Conociendo bien mi compromiso y mi fidelidad, me ha defendido siempre. También el Papa Francisco en el primer encuentro en la Capilla Sixtina después de la elección me ha dicho: ‘Le doy las gracias por su fidelidad y su lealtad”. Asimismo el purpurado está convencido de que “al menos en parte las decisiones de Francisco están orientadas por la lectura de las conclusiones de la investigación y de sus conversaciones con Benedicto XVI, pero no creo que ese ‘dossier’ sea tan determinante”. Se refiere al documento que los cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi elaboraron por encargo del Papa emérito tras el escándalo de la fuga de documentos. Además cree que las decisiones de Francisco, al mismo tiempo “estén motivadas por las reflexiones hechas por los cardenales durante las congregaciones generales antes del cónclave, y de las informaciones progresivamente asumidas en la gran red de relaciones que mantiene”. Otro tema delicado que se afronta en la entrevista es el Instituto para las Obras de Religión (IOR), equivocadamente llamado el banco del Vaticano. El cardenal explica que a veces se ha atribuido un poder casi absoluto al secretario de estado, como si todo derivase de una sola voluntad de centralización, mientras hay competencias específicas ejercidas de conformidad con el Estatuto”. Y recuerda que la Junta del Consejo de Superintendencia, la Dirección General y la Comisión Cardenalicia de Vigilancia desarrollan cada una las tareas específicas. Finalmente, el cardenal Bertone señala que no hay ningún cambio de la doctrina moral, sino una actitud pastoral dirigida a las situaciones de nuestro tiempo y a los desafíos que la cultura dominante nos pone. La Iglesia Madre viene al encuentro con misericordia pero ve con claridad las dificultades que atraviesan los jóvenes, familias y toda la sociedad. Esta síntesis de la entrevista del cardenal Bertone con Il Giornale fue realizada por Rocío Lancho García de Agencia Zenit.
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BENEDICTO XVI:
‘MI RENUNCIA ES VÁLIDA,HACER ESPECULACIONES ES ABSURDO’ «No existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino» y las «especulaciones» al respecto son «simplemente absurdas». El Papa emérito se lo ha confirmado al vaticanista del periódico La Stampa en una carta para responder a algunas preguntas que él le hizo y se la envió. El periodista explica en artículo publicado el 26 de febrero pasado que Joseph Ratzinger no se vio obligado a renunciar, no lo hizo debido a presiones o conspiraciones: su renuncia es válida, y hoy en la Iglesia no existe ninguna «diarquía», ningún doble gobierno. Hay un Papa reinante en pleno uso de sus funciones, Francisco, y un emérito que tiene como «único y último objetivo» rezar por su sucesor. Benedicto XVI ha negado las interpretaciones sobre la renuncia, que diferentes medios y webs han retomado en ocasión del primer aniversario de su renuncia. Y lo ha hecho respondiendo personalmente a una carta con algunas preguntas que le enviaron desde el diario italiano, después de haber leído algunos comentarios en la prensa italiana e internacional sobre su dimisión, explica Tornielli en su artículo. «De forma sintética pero muy precisa, Ratzinger respondió y desmintió los presuntos contextos secretos de la renuncia, además de invitar a no adjudicar significados impropios a algunas decisiones que tomó, como la de mantener el hábito blanco incluso después de haber dejado el ministerio del Obispo de Roma». Días después del anuncio de la renuncia, el Pontífice alemán indicó que mantendría el nombre de Benedicto XVI (que aparece al final de la carta enviada al vaticanista Tornielli), que sería llamado a partir de entonces «Papa emérito» (como también se puede ver en el encabezado impreso de la misma carta) y que seguiría vistiendo el hábito blanco, aunque simplificado con respecto al del Pontífice, es decir, sin la «peregrina» y sin la faja. Benedicto XVI, en su última audiencia explicó que «en estos últimos meses, he notado que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para tomar la decisión más adecuada no para mi propio bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su importancia y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo». Asimismo añadió que su retiro, «escondido al mundo», no significaba «una vuelta a lo privado». «Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etc. No abandono la cruz, sino que permanezco de manera nueva junto al Señor Crucificado. Ya no tengo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco, por así decirlo, en el recinto de San Pedro».
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Explica Andrea Tornielli que estas palabras sobre su voluntad de permanecer «en el recinto de San Pedro» fueron las que han provocado que algunos sugirieran que la renuncia no había sido verdaderamente libre ni, por lo tanto, válida; como si Ratzinger se estuviera reservando un papel de «Papa en la sombra», es decir, nada más alejado de su sensibilidad. Durante las últimas semanas —afirma el artículo del vaticanista de La Stampa—, mientras se iba acercando el primer aniversario de su renuncia, hay incluso algunos que han ido demasiado lejos, llegando a plantear la invalidez de la renuncia de Benedicto y, por ende, un papel todavía activo e institucional al lado del Papa reinante. Y por ello, el periodista decidió escribir unas líneas al Papa emérito el pasado 16 de febrero, con algunas preguntas específicas en relación con estas interpretaciones. Y dos días después llegó la respuesta. «No existe la menor duda —escribe Ratzinger en la carta— sobre
la validez de mi renuncia al ministerio petrino. Única condición de la validez es la plena libertad de la decisión. Las especulaciones sobre la invalidez de la renuncia son simplemente absurdas». También recuerda que la posibilidad de la renuncia hubiera rondado su mente mucho tiempo antes, que lo sabían las personas más cercanas a Ratzinger. A pesar de todas las especulaciones de la decisión histórica del 11 de febrero, el mismo Benedicto XVI había ya explicado, en el libro-entrevista con Peter Seewald, que no se abandonaba la nave mientras se abatía una tormenta sobre el mar. En la carta enviada al periódico italiano, el Papa emérito respondió también sobre el significado del vestido blanco y del nombre papal. «Mantener el hábito blanco y el nombre Benedicto es una cosa simplemente práctica. Al momento de la renuncia no había otros vestidos a disposición. Por lo demás, llevo el hábito blanco de forma claramente diferente al del Papa. También aquí se trata de especulaciones sin el mínimo fundamento».
Hace pocas semanas, el teólogo suizo Hans Küng citó algunas palabras sobre Francisco que Benedicto XVI le escribió en una carta. Palabras que, una vez más, no dejan sitio a interpretaciones: «Yo estoy agradecido de poder estar unido por una gran identidad de visión y por una amistad de corazón al Papa Francisco. Hoy, veo como mi única y última tarea apoyar a su Pontificado en la oración». Al respecto, hubo quienes trataron de poner en tela de juicio la autenticidad de la cita. Por ello el periodista le pidió que confirmara lo escrito: «El profesor Küng citó literal y correctamente las palabras de mi carta a él dirigida», precisó. Antes de concluir, escribe, que espera haber respondido «de manera clara y suficiente» a las preguntas que le habíamos enviado.
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La vida cotidiana y serena del Papa emérito
Habiendo cumplido el 16 de abril 87 años, Benedicto XVI, en opinión de sus más próximos se encuentra muy recuperado. Estos mismos afirman que debió de atravesar un período de enorme agotamiento en los meses que siguieron a su renuncia, debido al peso de una inmensa fatiga acumulada. Ese período se encuentra ahora superado a pesar de los efectos irremediables de la edad. Cada mañana se levanta a las 5:30 am —media hora más tarde que cuando era Pontífice—, celebra la misa a las 6:00 am con su secretario personal, monseñor Georg Gänswein, y su hermano sacerdote cuando se encuentra (hay en la residencia una habitación reservada para él), más las cuatro consagradas que están a su servicio desde el año 2005. El inicio de la mañana lo dedica a la lectura de la prensa sobre todo al estudio de la Sagrada Escritura. Sus visitantes —recibe frecuentemente— afirman que conserva toda su “vivacidad” y su “prodigiosa memoria”. Está preparando por otra parte sus memorias. El fin de la mañana lo dedica a la oración. Después del almuerzo y de un breve momento de reposo, sigue la infaltable caminata, alrededor de las 15 hrs, rosario en mano, después de lo cual retorna al escritorio para el estudio de la escritura. Antes de cenar toca un momento el piano y mira el noticiero televisivo italiano. Termina el día en la capilla y se acuesta hacia las 22 hrs. Los
domingos pronuncia una homilía cuidadosamente preparada para sus próximos. “El Papa emérito vive en completa paz y con el Señor”, afirma su secretario particular. “No añora nada”, agrega su hermano Georg. Con Francisco, se escriben y se hablan por teléfono El secretario particular de Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein, afirma que “desde el comienzo”, ha existido “un buen contacto entre los dos” y que “ellos se escriben, se hablan por teléfono y se encuentran”. De hecho, es más bien Francisco quien debe tomar la iniciativa, como lo ha hecho varias veces, siendo Benedicto XVI muy respetuoso de su cargo. A lo anterior relatado en una crónica del diario francés Le Figaro, del 11 de febrero de 2014, página 7, cabe agregar el tocante testimonio dado por el Papa Francisco de Benedicto XVI a su retorno de la JMJ de Brasil: “Yo lo quiero mucho. Yo lo he querido siempre. Para mí, Benedicto XVI es un hombre de Dios, un hombre de oración, un hombre humilde. Su renuncia fue para mí un ejemplo de grandeza. “Solamente un grande es capaz de hacer algo semejante. Hoy siento que es como tener a un sabio anciano en mi misma casa. Benedicto es venerado, amado, escuchado. ¡Es un hombre de prudencia! Si yo tengo una dificultad, yo lo llamo”.
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Apóstol de Brasil Padre jesuita José de Anchieta ya es santo
que Benedicto XVI dedicó a san Pablo durante el Año paulino (2008-2009). El libro, publicado por la Fundación Internacional Oasis gracias al apoyo de Kirche en Not, ofrece la traducción al turco de las 20 catequesis de Benedicto XVI. Con un lenguaje sencillo se introduce al lector a la figura del Apóstol de los gentiles, que nació precisamente en Turquía, en Tarso, y recorrió a lo largo y a lo ancho la península de Anatolia durante su predicación. El libro, que tiene un prólogo del Patriarca ecuménico Bartolomé I y otro del cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán y presidente de Oasis, se dirige ante todo a la comunidad cristiana en Turquía, para profundizar en las raíces de la fe común y favorecer el camino ecuménico.
El Papa Francisco firmó el 3 de abril pasado, el decreto de
Obispos de América Central y el Caribe Reflexionan en Cuba sobre estrategias de comunicación
canonización del jesuita José de Anchieta, conocido como el “Apóstol de Brasil”. La firma tuvo lugar durante una audiencia con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Esta canonización, al no estar fundada en un milagro reciente del beato, se ha materializado mediante un procedimiento denominado «canonización equivalente». El nuevo santo, sacerdote jesuita, fue uno de los patronos de la JMJ de Río, fundó la ciudad de Sao Paulo en el siglo XVI, cofundó la ciudad de Río y fue uno de los impulsores de las Reducciones del Paraguay. El Apóstol de Brasil nació en 1534 en La Laguna (Tenerife), y dedicó su vida a la evangelización y defensa de los indígenas brasileños, y a denunciar el mercado de esclavos. La atención a los enfermos y moribundos fue otra de sus grandes preocupaciones, junto al fomento de la conservación de las lenguas nativas del país. Escribió el primer Catecismo en lengua tupí, el primer diccionario y la primera gramática. (Ver www.humanitas.cl, —Humanitas 71— “El beato José de Anchieta, apóstol de Brasil” por César Augusto Dos Santos S.J.)
Oasis presenta nuevo libro Catequesis que Benedicto XVI dedicó a san Pablo
Durante un encuentro ecuménico e interreligioso, el pasado 31 de enero en Estambul, se presentó el libro Aziz Pavlus, “San Pablo”, una antología de las catequesis
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El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales organizó un seminario sobre comunicación en febrero pasado en La Habana (Cuba). Durante cuatro días, los participantes, treinta y cinco obispos de América Central y el Caribe, reflexionaron sobre qué significa hoy en día comunicar, cómo comunicar y qué comunicar, según informó el arzobispo Claudio María Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. El seminario se centrará en el mensaje del Papa para la Jornada de las Comunicaciones Sociales: “comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro”, y tuvo como objetivo principal ofrecer a los obispos las herramientas para mejorar las estrategias de comunicación en sus diócesis.
EN EL 450º ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CARMELO DE SAN JOSÉ
SANTA TERESA DE ÁVILA: LA “FÉMINA INQUIETA” QUE INFLAMÓ LA HISTORIA
En pleno siglo XVI, una mujer, es más, una monja, se atreve a desafiar al ayuntamiento de su ciudad, Ávila, muy conocida por el imponente y bellísimo monasterio de Santo Tomás, fundado por el gran inquisidor Torquemada, pero no ciertamente por aquella irrelevante construcción que acababa de surgir, llamada “Carmelo de San José”. A la mujer no le falta valentía, pero el desafío es terrible, pues la atacan desde todos los frentes. Doña Teresa de Ahumada y Cepeda no retrocede, subraya Luisa Murato: “Entre los numerosos impedimentos que debía afrontar Teresa de Ávila, la desventaja social de ser de sexo femenino era tal vez el más grave, seguramente el más elemental, y ella lo consideraba el rasgo significativo de su condición humana y la palanca para llegar a Dios”. ¿Qué quería la carmelita, al salir de su grande e ilustre monasterio de la Encarnación, fuera de las murallas y formado por 180 monjas, para encerrarse en un minúsculo Carmelo con cuatro compañeras? Lo sintetiza Benedicto XVI en su mensaje con ocasión del 450º aniversario de su fundación: “Quería propiciar una forma de vida que favoreciera el encuentro personal con el Señor”, ofrecer “las mejores condiciones para hallar a Dios y entablar una relación profunda e íntima con él”. En ese pequeño grupo animado por ella, ya convertida en Teresa de Jesús, encontramos el núcleo incandescente que, en su vida, y sobre todo después de su muerte, incendiaría todo el mundo: inflamar a todos de amor a Dios y llevarlos a comprender que, dentro de ellos, latía una Presencia. Teresa resistió al embate de los tribunales y perseveró en aquella iniciativa, totalmente femenina y guiada por ella, una mujer: el 24 de agosto de 1562 marca la fecha del nacimiento de aquella rama del Carmelo que se llamará Descalzo. Para Teresa de Jesús, la forma visible no es indiferente. Debe demostrar y hacer comprender la dinámica profunda que está en la base de la vida carmelita: vivir, en pobreza y en abandono a la intervención del Padre providente, una cotidianidad marcada por la escucha de la Palabra y la alabanza a la Eucaristía, grandes centros espaciales y temporales de toda comunidad teresiana.
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En su vida de fundadora y formadora Teresa atrajo hacia sí dardos considerables: el nuncio la definió “fémina inquieta y andariega”; las diversas fuerzas políticas hicieron todo lo posible por eliminar la presencia de sus monjas. Mujeres sin ninguna pretensión de poder económico: el Carmelo descalzo no puede poseer ni bienes ni rentas. Sin ninguna pretensión de poder social: las solitarias viven siempre dentro de su monasterio, organizado y pensado como una comunidad de eremitas. Eremitas, pero eremitas que viven juntas, en una comunidad que la madre Teresa quería alegre y fraterna, hasta el punto de que enseñó a san Juan de la Cruz, cuando llegó el momento de sumar los Descalzos a la Descalzas, el estilo de las recreaciones. Sin ninguna pretensión eclesiástica: las carmelitas —como intuirá más tarde Teresa del Niño Jesús— solo quieren palpitar “en el corazón de la Iglesia“ siendo y llevándole el Amor. Una paja en el ojo de la sociedad por ser una llamada a cuanto no pasa e implica el desapego del bienestar temporal, del arribismo, de cualquier conquista que no ponga en primer lugar la gloria de Dios. Con su pluma de escritora hábil y vivaz, la madre Teresa no solo formó a sus primeras compañeras y amigas —convirtiéndolas en sus “hijas”—, sino que además entregó a la posteridad un legado fecundo que contagia con su experiencia de Dios, propuesta en un lenguaje todavía hoy significativo. Quien vivía cerca de ella, como el sacerdote Juliano de Ávila, que la acompañó en casi todas sus fundaciones en España, intuía que se encontraba ante una doctrina, no solo ante una experiencia santificante. La lectura de la vida de la madre Teresa que él escribió, narrando con garbo y humorismo todas las peripecias fundacionales, lo da a entender claramente. Sin embargo, de manera habitual se olvida que fue una mujer la que escribió la primera biografía de la Madre: María de San José, la joven noble conquistada por la presencia de Teresa a la que le costó mucho aceptar su vocación monástica teresiana. Una realidad de vida evangélica en una Iglesia del período post-tridentino que es, todavía hoy, la fuente de la que brota el agua que alimenta a todos los Carmelos, pero que debe responder, como respondió Teresa, a los desafíos de hoy. Edith Stein, en pleno furor nazi, lo comprendió y pudo realizar el deseo nacido en ella, doce años antes, con la lectura de aquella obra de Teresa, “Vida”, que la sacudió en lo profundo y la llevó al seno de la Iglesia Católica y del Carmelo descalzo. La patrona de Europa —que en el Carmelo se convirtió en Teresa Benedicta de la Cruz— escribió de Teresa de Jesús: “El extraordinario trabajo de educación de nuestra santa Madre no acabó con su muerte. Su trabajo va más allá de los confines de su pueblo y de su Orden; ni siquiera se limita
Poesía Mística XXIII Premio Mundial Fernando Rielo
Con el poemario Hablan de ti las rosas, elogiado por su dominio técnico y la evocación de lo divino en lo cotidiano y en la naturaleza, José Ganivet Zarcos (GranadaEspaña, 1942) obtuvo a fines del año pasado el XXXIII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística en un solemne acto celebrado el 12 de diciembre pasado en el
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Auditorio de la Universidad Técnica Particular de Loja en Quito (Ecuador), auspiciante del certamen, que convoca anualmente la Fundación Fernando Rielo. José Ganivet es teólogo, profesor y poeta y participó virtualmente en el acto por problemas de salud. Fue mención de honor en la XXXIIª. edición y en la actual ha competido con once importantes obras de Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba, España y Estados Unidos. Le ha merecido el galardón un rigor estético sin reiteraciones,
a la Iglesia, sino que afecta incluso a aquellos que están fuera de ella. La fuerza de su lenguaje, la veracidad y la naturalidad de su exposición abren los corazones y conducen al interior de la vida divina. El número de los que le dan gracias por el camino hacia la luz solo se conocerá en el día del juicio”. Teresa escribió: “Basta ser mujer para hacerme caer las alas”. No le faltaron momentos de desaliento, pero encontró en la oración, es decir, en la escucha y el coloquio continuos con el Señor, la fuerza para levantarse. Nosotros hoy hablamos de maternidad de Teresa, en aquel momento inicial del que brotó como una fuente: San José de Ávila. María Zambrano, que se sentía tan partícipe del espíritu carmelita, percibió la extraordinaria genialidad de Teresa porque “uno de los escritores que logró expresar el lenguaje interior tanto de los hombres como de las mujeres en el Castillo interior era una mujer, Teresa de Ávila”. Completamente abandonada a Dios, se convirtió en forma de icono principal, en el ámbito carmelita, tanto real como simbólico y no masculino, de un monasterio, espacio de pensamiento y espacio de vida, que abre los senderos del silencio interior. Para las mujeres de hoy, la madre del Carmelo es una mujer destacada y punto de referencia incluso para quien, como Diana Sartori, no comparte su fe: “En la búsqueda de una enseñanza femenina sobre la forma de construir el mundo, la figura de Teresa de Ávila me ha parecido ejemplar”. Porque es una mujer que piensa por sí misma, parte de su naturaleza femenina para reflexionar y actuar, sin dejarse condicionar. Porque logró realizar de modo concreto, en la minúscula comunidad de San José, el paso, siempre crucial, del yo al nosotros, a las hermanas e hijas: es decir, con la peculiar relación entre mujeres, para construir el mundo y la libertad, pero donde el ideal no es el grupo unificado sino la relación evangélica y de comunión. La madre Teresa es para nosotros memoria plenamente restituible, vida, lengua, nosotras sus huéspedes y ella huésped nuestra, misión de continuar su trabajo en el mundo, para atravesar el abismo entre Creador y criaturas y para no sufrir una especie de orfandad a lo largo del camino, sino llegar a rozar el umbral del misterio que libera. Puede descargar el Cuaderno Humanitas 30, “Santa Teresa de Ávila. Educar para la gracia desbordante” en www. humanitas.cl
CRISTIANA DOBNER L’Osservatore Romano
unido a una sinceridad y transparencia que le vinculan con la mejor poesía española con versos como: “Buscando ver tu rostro en el cansancio; / en el ruido inhumano de las máquinas”. En esta edición se han presentado 264 obras de América, África y Europa. El premio está dotado con 7.000 euros y la publicación de la obra. En su mensaje de este año, el presidente del Premio, Jesús Fernández Hernández, ha manifestado que “la mística es ya en sí misma poesía porque crea,
modela, estiliza la experiencia de amor por medio de la palabra inspirada: palabra potenciante, incluyente y dialogante, lejos del radio oprimente de las ideologías, (…), por ello la poesía mística es liberadora”. En este sentido, el objetivo del Premio Mundial es “ayudar a todos los poetas de cualquier credo y condición a hacer la mejor poesía con solo mostrarnos el camino del agua viva que sacia la sed de absoluto que todo hombre posee”.
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Iglesia en Latinoamérica Libro del cardenal Müller con prólogo del Papa Francisco
“Povera per i poveri. La missione della Chiesa” es el nuevo libro escrito por Mons. Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Publicado por Libreria Editrice Vaticana, la obra se presentó a fines de febrero pasado en la Sala San Pío X, con la presencia del autor, del cardenal arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, y el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Y tiene además contribuciones de Gustavo Gutiérrez, peruano, considerado el fundador de la teología de la liberación, y de Josef Sayer. El libro recoge artículos que comparten su preocupación por la Iglesia en Latinoamérica, la opción por los pobres y sus repercusiones en la reflexión teológica en América Latina y en Europa. Y en el prefacio del libro cuyo autor principal es el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Papa Francisco señala que “la tarea de los cristianos es redescubrir, vivir y anunciar a todos esta preciosa y originaria unidad entre ganancia y solidaridad”, y subraya que cuanto más el mundo contemporáneo descubra esta verdad se resolverán también tantos problemas económicos existentes. El cardenal Maradiaga recordó que el cardenal Müller cuando estuvo en Perú, “bajó al mundo de los pobres” y que esto es “una experiencia más importante que estudiar el problema de la pobreza en los libros”. Reiteró que la Iglesia tiene siempre una “misión liberadora de todo lo que sea opresión y pecado” y que “la fe es el tesoro más grande que tienen los pobres”. Precisó que en el capítulo IV del libro presentado figuran los dos documentos sobre la teología de la liberación emanados por la Congregación de la Doctrina de la Fe que muestran cómo la tendencia a la politización reduce la misión de
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la Iglesia a una simple entidad terrena. La sorpresa de la presentación fue la presencia del padre Gutiérrez, uno de los teólogos de la liberación, que dirigiéndose a los presentes se limitó a recordar la parábola del buen samaritano y que la Iglesia tiene que ser una Iglesia que sale. El cardenal alemán indicó que el Papa Francisco ha escrito el prefacio de esta obra que trata sobre la pobreza, no solamente económica sino también social y moral. E invita a usar los bienes no solamente para las propias necesidades, sino para que al ofrecerlos a otros produzcan frutos. Y precisa que la pobreza puede ser entendida como un recurso si lleva a la solidaridad, al punto que Jesús la convierte en una bienaventuranza. Y en este cuadro, Müller recuerda que el Papa Bergoglio indica: «No existen solamente las pobrezas relacionadas con la economía. Jesús mismo nos lo recuerda, advirtiéndonos que nuestra vida no depende solamente de nuestros bienes”. Y que la pobreza no debe ser sentida como una limitación sino como un recurso, ya que lo que es dado se transforma en un don que es ventaja para todos.
Primer encuentro Editoriales católicas de América Latina
L os días 4, 5 y 6 de marzo tuvo lugar en Bogotá, Colombia, el “I Encuentro de Editoriales Católicas de América Latina: Hacia un horizonte de comunión”. El Encuentro, convocado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), contó con la participación de representantes de diez editoriales católicas presentes en el continente. Durante el encuentro, el padre Leónidas Ortiz, secretario general adjunto de CELAM, invitó a los participantes a “vivir la vida de Jesucristo”, como lo indica el Documento de Aparecida en el número 356, en la realidad que cada hombre y mujer se encuentra, y a comunicar esa vida a todos los pueblos, desde la realidad de representar un camino como editorial católica. Por su parte, la doctora Susana Nuin, secretaria ejecutiva del Departamento de Comunicaciones, presentó a los participantes la motivación para realizar el Encuentro: “Quisimos propiciar este Encuentro para conocernos, reconocernos, apreciarnos y mirar juntos
desde este horizonte de comunión los desafíos del Continente. Para hacer posible esta comunión, los participantes rezaron y compartieron momentos de reflexión con el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Comunicación y otros textos menos conocidos que reflejan su pensamiento en este sentido”. Asimismo, durante la primera jornada los participantes presentaron su carisma, la vocación comunicacional específica de cada grupo editorial, sus debilidades y fortalezas en el mundo editorial y los desafíos que enfrentan en medio de un mundo secular y competitivo. Los directores de las editoriales presentes de varios países como Brasil, México, Argentina, Venezuela, Bolivia, España y Colombia iniciaron un diálogo en el que dejaron abiertas preguntas para reflexionar durante los tres días: ¿Qué fuerza tenemos en el ámbito editorial, cómo afrontar los desafíos digitales, y sobre todo cómo responder a esa llamada de servir a los pobres? Las editoriales presentes: Paulinas, San Pablo, Verbo Divino, PPC, Ciudad Nueva, Avemaría, Santuario, Abya Yala, Conferencia Episcopal de Brasil, Pontificia Universidad Bolivariana y CELAM, son una muestra del mundo católico editorial en América Latina.
George Weigel Libro revive la tradicional visita a las iglesias de los mártires en Cuaresma
Una antigua tradición, practicada por los Papas y el pueblo cristiano durante casi mil años, es compartida a través de descripciones y fotografías en un libro publicado en Estados Unidos. Se trata de Roman Pilgrimage - The Station Churches (Peregrinación Romana - Las Iglesias
Estación), que recorre los templos en honor de los Santos Mártires en Roma en los cuales el Papa celebraba una Eucaristía durante la Cuaresma y que juntos constituyen un recorrido que cada año marcaba este tiempo litúrgico en la Diócesis de Roma. “Descubrí la peregrinación a las iglesias estación hace 20 años, pero solo la hice completa por primera vez en 2011”, recordó el autor, el teólogo, escritor y politólogo católico George Weigel, en diálogo con NPR Books. La práctica de visitar las llamadas “iglesias estación” se mantuvo por casi mil años. La peregrinación era presidida por el Pontífice, quien cada día de Cuaresma se trasladaba a un templo, usualmente construido sobre el lugar en el que vivió un mártir, para celebrar la Eucaristía. “Era parte de la vida romana para los inicios del segundo milenio, pero cuando los Papas se trasladaron a Avignon, la tradición del Papa liderando esta peregrinación realmente terminó”, comentó a CNA. La arraigada tradición permaneció registrada en el Misal hasta la reforma litúrgica tras del Concilio Vaticano II. “Cada día de Cuaresma tenía una anotación de la iglesia estación”, recordó el autor. Es esta experiencia espiritual la que Weigel afirmó querer compartir con los lectores que no pueden disfrutar de un viaje a Roma de larga duración y tomar parte de la Peregrinación Romana, hoy practicada por los católicos angloparlantes. “El Colegio Norteamericano comenzó a hacerlo (hace unos 30 años) y ahora uno encuentra jóvenes de las universidades americanas por toda la ciudad, diplomáticos, miembros de la Curia Romana que hablan inglés, cientos de personas que vienen a estas iglesias antiguas”, expresó a CNA. “La peregrinación es algo inscrito en la condición humana”, explicó el escritor a NPR. “Parece que hubiera algo conectado dentro de nosotros, espiritualmente, que hace que la idea de un viaje de un punto A a un punto B se vuelva parte del ritmo de la vida espiritual”. Para enriquecer este recorrido, Weigel escribió el texto junto a Elizabeth Lev, historiadora del arte residente en Roma, e incluyó fotografías de todos los templos, tomadas por su hijo, el fotógrafo Stephen Weigel. El texto incluye el recorrido por 54 templos en los cuales se celebra la Eucaristía en los 40 días de Cuaresma y los ocho días siguientes a la Pascua, y fue publicado en versiones física y electrónica en lengua inglesa. El volumen fue editado por Basic Books, de Nueva York.
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Fra Angélico La contemplación de Dios a través del arte
La Virgen de la Humildad, del Beato Fra Angelico, conservada en el Museo ThyssenBornemisza, Barcelona.
El Beato Fra Angélico, un devoto religioso dominico y uno de los más grandes exponentes del arte sacro en la historia, es el ejemplo viviente de cómo el ser humano está llamado a orientar su vida a Dios y a ordenar hacia Él sus más elevadas capacidades. “Quien hace las cosas de Cristo, debe estar siempre con Cristo”, fue el lema de su vida, según recordó con motivo de su beatificación el hoy Beato Papa Juan Pablo II en su Motu Proprio Qui res Christi gerit, de 1982. El Pontífice señaló en el Beato “la perfecta integridad de vida” y “la belleza casi divina de sus pinturas”, muchas de ellas dedicadas a exaltar a la Santísima Virgen María. Esta unión estrecha de belleza y virtud fue un valioso testimonio que perdura en la historia y que es patente no solo a los creyentes, sino a innumerables personas que se sienten atraídas ante la perfección técnica de sus pinturas y que admiran en ellas la participación de la perfección divina que el Beato artista quiso imprimirles como legado. Nacido a finales del siglo XIV, el Beato Fra Angélico sintió la llamada al servicio de Dios desde su adolescencia y pidió ser admitido en la Orden de los Frailes Predicadores de estricta observancia en Fiésole, Italia. Allí tomó su nombre religioso: Fray Juan de Fiésole. El religioso vivió las progresivas responsabilidades que se le confiaron alternándolas con su dedicación a la pintura,
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que le fue mereciendo un progresivo reconocimiento. Sus contemporáneos describían sus primeras obras como la Anunciación de Cortona y la Coronación de la Virgen en Fiésole como si parecieran haber sido pintadas por un santo o un ángel. Entre 1438 y 1445, vivió en el convento de San Marcos, cuyo prior sería más adelante obispo de Florencia, y se le encargó decorar las celdas, la sala capitular, el atrio y el retablo del altar del templo. El Papa Eugenio IV pudo apreciar la belleza de esta decoración y lo llevó a Roma para que decorara un oratorio en la Iglesia de San Pedro y la Capilla del Santísimo en el Palacio del Vaticano. Dicho lugar fue descrito por un autor anónimo como “verdaderamente el paraíso”. El Papa no solo vio esta prodigiosa habilidad, sino la calidad del testimonio de vida del religioso, que continuaba la observancia de su regla y mantenía su humildad. Intentó sin éxito que aceptara la sede de Florencia, pero el Beato se consideró indigno y recomendó al Pontífice a Fray Antonino Pieroti para este ministerio. El Papa Nicolás V, quien sucedió a Eugenio IV, también admiró profundamente al Beato y le encomendó varias tareas, en las cuales el religioso siguió aplicando su arte, “que se asemejaba a una oración pintada”, en palabras del Beato Juan Pablo II. Tras estos trabajos, falleció finalmente en el convento de Santa María de la Minerva, en Roma, “después de una vida adornada por un arte sublime, e ilustrada todavía mejor por las virtudes humanas y religiosas”, agregó el Beato Papa. Era el 18 de febrero de 1455. Si puede agregarse algo a este semblante trazado por el Beato Pontífice para la beatificación del artista, sería probablemente un deseo. Que la vida de nosotros, los creyentes, sea una obra de arte de extraordinaria belleza, capaz de transmitir a los demás esa imagen de la perfección y el amor de Dios. Que el testimonio de santidad de un religioso dedicado al culto de Dios a través de la pintura pueda recordarnos admirar la belleza en un sentido trascendente y servirnos de la creación que nos rodea para elevarnos a las cumbres de la contemplación de Dios. Las obras artísticas del Beato Fra Angelico, notablemente admirables, son apenas un reflejo —necesariamente pálido— de la plenitud que representan. Pero son una huella de esperanza para el alma, que sabe desde lo profundo de su naturaleza de su llamado a la Verdad, a la Belleza y al Bien. Miguel Farías Gaudium Press
“Nutrir el Planeta, Energía para la Vida” Santa Sede participará en la Expo de Milán 2015
El cardenal Gianfranco Ravasi, prefecto del Pontificio Consejo para la Cultura, presentó el protocolo de la participación de la Santa Sede en la próxima Expo de Milán 2015, que tiene como tema “Nutrir el Planeta, Energía para la Vida”. Esa Exposición, que tiene carácter universal, comenzará el 1 de mayo del próximo año, y concluirá el 31 de octubre. El Pabellón de la Santa Sede tendrá como título
“Not by bread alone - No solo de pan”, y su misión será “evidenciar sobre todo la dimensión interior, religiosa y cultural que no solo atañe a la persona, sino también a sus relaciones en todos los niveles”. Según el cardenal Ravasi, “la nutrición interior es tan necesaria como aquella que responde a las necesidades más inmediatas”. En ese sentido, el Pabellón de la Santa Sede promoverá una profunda reflexión sobre el concepto de “alimento”, analizada en cuatro ámbitos: “Un jardín que preservar”, sobre la protección de la creación; “Una comida para compartir”, basado en el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes; “Una comida que educa”, acerca de la importancia del campo educacional para la formación de las nuevas generaciones; y “Un pan que hace presente a Dios en el mundo”, que aborda la dimensión específicamente religiosa y cristiana de la Eucaristía.
Castel Gandolfo Jardines de las Villas Pontificias son abiertos a peregrinos y turistas
Los peregrinos y turistas podrán también ahora dirigirse a las Villas Pontificias de Castel Gandolfo para visitar el Jardín Barberini, gracias a una disposición de Su Santidad el Papa Francisco. Abierto al público desde el pasado 1º de marzo, Barberini es el jardín menos conocido, pero también el más accesible de las Villas Pontificias. En él se encuentran admirables escenarios naturales, así como arqueológicos. Los peregrinos y visitantes que lleguen al lugar, a través de un recorrido que inicia en la plaza interna de la vía de los Robles, podrán apreciar el Pabellón del
Reposo, así como el Anfiteatro Romano y el precioso Jardín de la Virgen. El itinerario también comprende el balcón con vistas a la Plaza Cuadrada y a los Jardines del Belvedere, la vía de las Hierbas, el Jardín de Magnolia y la vía de Las Rosas, Las Villas Pontificias, que comprenden cerca de 55 hectáreas, pertenecen a la Provincia de Roma y están incluidas entre las zonas extraterritoriales de la Santa Sede dentro del territorio Italiano. Ellas fueron concedidas a la Santa Sede gracias a los Pactos Lateranenses de 1929, ya que constituye la residencia suburbana de los Papas.
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Libertad en R atzinger El testimonio de Benedicto XVI, analizado por María Esther Gómez en la obra “Libertad en Ratzinger”* de la editorial Encuentro, hace completamente evidente que la libertad solo se puede comprender desde su fundamento antropológico, es decir, como muy bien destaca la autora, no solo desde la inteligencia de la razón y la rectitud de la voluntad, sino desde el deseo existencial más profundo del corazón. La libre aceptación de la vida como un don recibido del Misterio que puso a cada ser humano en la existencia, lleva al ser humano a descubrir que la verdad de su ser no le pertenece, que debe autotrascenderse constantemente en su búsqueda y realización, tanto para autocomprenderse como para comprender también las relaciones interpersonales que crean las personas y la vida en sociedad. Se reproduce a continuacion el prólogo de la obra, escrito por el profesor Pedro Morandé Court, miembro del Comité Editorial de Humanitas.
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l 2 de mayo pasado, el Papa emérito Benedicto XVI ingresó al monasterio de clausura “Mater Ecclesiae” en el Vaticano, para continuar su vida en oración y silencio. El gesto de su renuncia realizada, como él mismo dijo, en plena libertad y por amor a Cristo y a su Iglesia, después de examinar su conciencia ante Dios y constatar su falta de fuerza física y espiritual, constituye un indesmentible testimonio de la plenitud que alcanza la vida cristiana conducida
en la verdad y en la caridad. Este gesto da, por ello, un contenido vital al magisterio sobre la libertad que enseñó como teólogo y como pontífice, y que analiza brillantemente este magnífico trabajo de María Esther Gómez. La paz y serenidad que mostraba su rostro durante las jornadas de su alejamiento del ministerio petrino y su constante recordatorio a los cardenales que la Iglesia es de Cristo, su supremo pastor, son un signo de cuán viva le resultaba a él
* GÓMEZ, María Esther, Libertad en Ratzinger, Ediciones Encuentro, Madrid 2014, 117 págs.
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la presencia del Resucitado cia, lleva al ser humano a en medio de la comunidad descubrir que la verdad que Él eligió y edificó. La de su ser no le pertenece, sorpresa y conmoción inique debe autotrascenderse cial de los cristianos y de constantemente en su búslos hombres y mujeres del queda y realización, tanto mundo entero fue transpara autocomprenderse, formándose, en los días como para comprender siguientes, en una espera también las relaciones inconfiada en la conducción terpersonales que crean las del Espíritu Santo. El testipersonas y la vida en sociemonio de su fe, en el año de dad. La libertad no es estála fe al que él mismo contica, la que ya se tiene, sino vocó, fue su última lección la expresión de un profunmagisterial realizada desde do dinamismo espiritual EL TESTIMONIO DE LA la cátedra de Pedro. Me paque tiene su fundamento, FE DE BENEDICTO XVI rece que puede convertirse, como enseña Ratzinger, PUEDE CONVERTIRSE inesperadamente, en una en la sed de infinito que EN UNA LUMINOSA luminosa clave hermenéutiposee el corazón humano CLAVE HERMENÉUTICA ca para entender el sentido cuando busca desarrollarPARA ENTENDER EL SENTIDO Y LA VERDAD y la verdad de la enseñanza se en plenitud. Por ello, en DE LA ENSEÑANZA DE de Joseph Ratzinger sobre la la antropología cristiana JOSEPH RATZINGER libertad, en la rigurosa prela figura del peregrino, del SOBRE LA LIBERTAD, sentación que la autora hace “homo viator”, ha jugado EN LA RIGUROSA de ella en las páginas que un papel tan central a lo PRESENTACIÓN QUE se ofrecen a continuación y largo de su historia, sea LA AUTORA HACE que fueron escritas con anen la versión más interior DE ELLA EN ESTAS terioridad y sin imaginar del “inquieto corazón” de PÁGINAS, ESCRITAS CON ANTERIORIDAD A LOS siquiera los acontecimientos San Agustín, de tanta sigACONTECIMIENTOS QUE que se desencadenarían en nificación para Ratzinger, SE DESENCADENARÍAN febrero de 2013. como en la búsqueda de EN FEBRERO DE 2013. El testimonio de Benedicla justicia y la caridad en to XVI hace completamente la enseñanza social de la evidente que la libertad solo se puede Iglesia contemporánea. Junto a la razón comprender desde su fundamento antro- que busca la verdad y que es inquisitiva pológico, es decir, como muy bien destaca en su misma naturaleza, la libertad busca la autora, no solo desde la inteligencia de la plenitud del desarrollo humano en el la razón y la rectitud de la voluntad, sino reconocimiento recíproco de la dignidad desde el deseo existencial más profundo de las personas que, recibiendo la vida del corazón. La libre aceptación de la vida como un don, buscan ponerla a dispocomo un don recibido del Misterio que sición de otros para la realización de puso a cada ser humano en la existen- la vocación con que cada quien ha sido
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llamado a la existencia, que es la vocación La verdad y la libertad, en la tradición a ser una persona. católica, se co-pertenecen recíprocamente. En una homilía dirigida al círculo de sus La libertad busca la luz que ilumine el alumnos y discípulos, el 2 de septiembre camino para su autodespliegue, la luz de de 2012, Benedicto XVI comentaba este la inteligencia y la luz de la revelación. Sin dinamismo de la verdad y de la libertad. esta presencia orientadora de la verdad Refiriéndose a la frase de la Carta de del ser, la libertad puede volverse arbitraSantiago que habían leído ese día, “Sois riedad, lucha de todos contra todos, como generosos por medio de decía Hobbes. Por ello, la una palabra de verdad”, libertad se profundiza en la agregaba, “¿Quién de nososabiduría, que es su humus LA LIBERTAD NO ES ESTÁTICA, SINO LA tros se atrevería a alegrarse natural. Por su parte, la EXPRESIÓN DE UN de la verdad que nos ha inteligencia necesita para PROFUNDO DINAMISMO sido donada? Nos surge inabrirse al sentido último de ESPIRITUAL QUE TIENE mediatamente la pregunta: todo, la libertad interior, la SU FUNDAMENTO EN LA ¿Cómo se puede tener la libertad del espíritu, para SED DE INFINITO QUE verdad? ¡Esto es intoleranliberar la inteligencia del POSEE EL CORAZÓN cia! Los conceptos de verpoder de turno y de las moHUMANO CUANDO dad y de intolerancia hoy das que la esclavizan, para BUSCA DESARROLLARSE están casi completamente liberarla de sus “cegueras EN PLENITUD. POR ELLO, EN LA ANTROPOLOGÍA fundidos entre sí; por eso éticas” como escribió BeCRISTIANA LA FIGURA ya no nos atrevemos a creer nedicto XVI. Ambas neceDEL PEREGRINO, DEL en la verdad o a hablar de sitan autotrascenderse para “HOMO VIATOR”, HA la verdad. Parece lejana, comprender la naturaleza JUGADO UN PAPEL algo a lo que es mejor no última de lo humano. Ello TAN CENTRAL. recurrir. Nadie puede decir solo puede ocurrir cuando «tengo la verdad» -—esta las personas encuentran en es la objeción que se plantea— y, efecti- la experiencia de la comunión eclesial, en vamente, nadie puede tener la verdad. Es la comunidad familiar, académica, escolar, la verdad la que nos posee, es algo vivo. ojalá también en la económica y política, Nosotros no la poseemos, sino que somos padres y testigos, personas que son signos aferrados por ella. Solo permanecemos de una presencia mayor que han buscado en ella si nos dejamos guiar y mover por y cultivado, que han recibido como don. ella; solo está en nosotros y para nosotros Por ello, a diferencia de muchas ideologías si somos, con ella y en ella, peregrinos de contemporáneas que entienden la verdad la verdad. Creo que debemos aprender de y la libertad como opciones individuales, nuevo que «no tenemos la verdad», sino como virtudes que se desarrollan solo que la verdad ha venido hacia nosotros y en la presencia solitaria de Robinson en nos impulsa. Debemos aprender a dejarnos su isla, la tradición católica ha señalado llevar por ella, a dejarnos conducir por ella. siempre la dimensión relacional de la Entonces brillará de nuevo: si ella misma vida humana, tanto en su objetiva internos conduce y nos penetra”. dependencia, como en el relato que hace
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posible el cultivo de una lengua en la cul- de este trabajo destacar precisamente la tura común. La búsqueda de la verdad y gran cantidad de referencias que hacen los la libertad compartida responsablemente escritos de Ratzinger a filósofos modernos con otros en comunidad constituyen la y contemporáneos. Hasta en las encíclicas trama que va tejiendo el perfeccionamiento de Benedicto XVI, documentos mayores humano hacia su destino. Por ello, no hay del magisterio pontificio, se encuentran relibertad sin responsabiliferencias específicas a Kant dad, sin asumir el destino e incluso a Nietzsche. Me “ES LA VERDAD LA QUE de otros en la propia liberparece importante destacar NOS POSEE, ES ALGO tad, sin el desarrollo de esta dimensión filosófica de VIVO. NOSOTROS NO LA una conciencia moral que su reflexión, pues revela el POSEEMOS, SINO QUE SOMOS AFERRADOS se perfecciona en discernir constante diálogo que el POR ELLA. SOLO antes de elegir. La cima de pensamiento de Ratzinger PERMANECEMOS EN la libertad es el amor, el ha tenido con los hombres ELLA SI NOS DEJAMOS completo don de sí mismo y mujeres de su época, cualGUIAR Y MOVER POR a las personas que se ama quiera fuese su confesión ELLA; SOLO ESTÁ EN y, naturalmente, encuentra religiosa o su manera de NOSOTROS Y PARA en el cristianismo su plecomprender el mundo. Con NOSOTROS SI SOMOS, nitud en la cruz de Cristo una brillante capacidad CON ELLA Y EN ELLA, aceptada por amor al Padre intelectual de comprenPEREGRINOS DE LA VERDAD. CREO QUE y a la misión que le ha encoder lo más esencial del DEBEMOS APRENDER mendado y por amor a los pensamiento de un autor, DE NUEVO QUE hombres que les han sido desarrolla sus argumentos ‘NO TENEMOS LA confiados. La contracara poniéndose en el lugar de VERDAD’, SINO QUE dramática de esta cima es quien lo pensó, resaltando LA VERDAD HA VENIDO la capacidad que tiene tamsu aporte o mostrando las HACIA NOSOTROS Y bién la libertad humana paradojas o contradicciones NOS IMPULSA”. de elegir el mal y, con ello, de la argumentación, siem(BENEDICTO XVI) la capacidad de autodespre con el más profundo truirse el ser humano en el odio o en la respeto de su interlocutor. Personalmente angustia. Por ello, parece muy ajustado que pienso que, en el estilo intelectual de el título de este trabajo sobre la libertad le Ratzinger, hay una huella manifiesta de atribuya la doble condición de riesgo y de su profunda libertad de espíritu, puesto tarea. El ser humano no estará nunca su- que jamás se acerca a un argumento con ficientemente protegido del mal y siempre temor ni tampoco con desprecio, sino con deberá aceptar la tarea de construirse a sí una contagiante pasión por la verdad que mismo con otros en la comunión del amor. descubre la belleza intelectual de captar “En la obra de Ratzinger —afirma la siempre lo esencial. autora— filosofía y teología trabajan juntas, El trabajo se aboca al análisis de su tema van de la mano, al igual que lo hacen fe y de modo sistemático, mostrando las fuentes razón, pues entre ellas existe íntima unidad recogidas, haciendo las distinciones necey colaboración mutua”. Es un logro notable sarias a su objeto, describiendo los presu-
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puestos antropológicos que hacen posible el camino hacia la libertad, particularmente el camino del amor y el significado de ser persona, la ontología de la libertad, para concluir en la necesaria educación para la libertad que, en verdad, acompaña a la vida entera. Por razones editoriales, la autora ha debido abreviar las extensas citas presentes en el manuscrito original, que, por una parte, mostraban su fidelidad y respeto acerca del autor que analiza y, por otra, eran un testimonio de la complejidad Adquirir vía Internet en www.ediciones-encuentro.es
Diario de Mario Góngora Edición crítica de Leonidas Morales Editorial Universitaria- Ediciones UC Santiago de Chile, 2013 552 págs.
La aparición del Diario de Mario Góngora se la debemos a la generosidad de su hija, María Eugenia, que permitió al profesor Leonidas Morales descifrar y divulgar el valioso manuscrito, que de no mediar su voluntad habría estado destinado solo a la lectura de sus más cercanos, y a las editoriales de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile que lo publicaron en conjunto.
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y transversalidad del tema, el que aparece una y otra vez presente en variados contextos y discursos de propósitos diferentes. No obstante, lo esencial de la argumentación ha quedado plenamente reconocible. Solo me resta agradecer a la autora, que ha sido generosa con la verdad, como decía la citada carta de Santiago, dándonos a conocer a sus lectores, con rigurosidad y sistematicidad, las enseñanzas de Ratzinger sobre la libertad y su innegable fundamento antropológico. PEDRO MORANDE COURT
Mario Góngora del Campo (1915-1985) ha sido, según palabras de Ricardo Krebs, “la figura más destacada de la historiografía chilena de los últimos tiempos y es, seguramente, el más universal en la larga serie de grandes historiadores que ha producido nuestro país”. Estudió en ambas Universidades: Derecho en la Católica y Pedagogía en Historia en la Chile, y también fue profesor en las dos casas de estudio, aunque en orden temporal inverso. Y fue precisamente mientras estudiaba en la UC, cuando en 1934 comenzó a escribir un Diario de vida, prácticamente todos los días, y en dos gruesos cuadernos de contabilidad. Sus primeros apuntes los realizó el 8 de marzo: “Intento indecible de sentir cariño verdadero por Inés Fleischmann. La he visto: ha sonreído.- L [lectura]: Época Medieval de Lavisse; Tesoro de los humildes (Maeterlinck) y Primer amor de Turgueniev, que he saboreado con fruición.- Desviación política. Me siento no conformista”. En tanto, su última anotación la realizó a fines de diciembre de 1937. A esas alturas, Góngora ya había terminado sus estudios de Derecho (1936) y aunque recibió el premio Tocornal al alumno más destacado de su promoción, no se tituló de abogado: tal como lo reiteró en su Diario, porque no le interesaban las leyes. En cambio sí tenía puesta su voluntad en buscar
respuestas a preguntas trascendentes, que en medio de desasosiegos y contradicciones vitales, las volcaba sistemáticamente a la lectura: durante los años 1934, 1935 y 1936; es decir, entre los 19 y 21 años, leyó 621 libros, en su mayoría de historia, filosofía, literatura, poesía, arte, lógica, derecho y religión. Estas lecturas y las anotaciones en su Diario nos hablan de sus grandes búsquedas religiosas, políticas, estéticas, vocacionales, entre otras, que se mezclaban con sus inquietudes amorosas. Pero también nos muestran su tiempo histórico, sus intereses y agudas observaciones acerca de la realidad del período de entreguerras. Así, por ejemplo, en un solo párrafo era capaz de manifestar su estado de ánimo y su amor por una mujer, y combinarlo con su opción política conservadora y admiración por el predominio de los jefes de Estado que destacaban por su capacidad de ejercer un fuerte liderazgo político. En este sentido, en una anotación fechada entre el 14 y el 23 de noviembre de 1935, expresó: “Estudio, y siempre estudio... No estoy tan decaído como el año pasado, pero, a ratos, bastante aburrido. He divisado de lejos varios días, a Elena, a veces en el balcón y otras en la calle. Me atrae, pero la siento atractivamente lejana. Me interesa poderosamente la política: la acción de Japón en el N. de China, el triunfo conservador en Gran Bretaña, la restauración griega, los proyectos de reforma financiera de Chapapietra en España. Quisiera luchar, y quisiera ver en Chile, como por todas partes, el triunfo de la verdadera contrarrevolución conservadora, antiliberal en su espíritu y en sus formas.- […] ¡Qué interesante es vivir en la época de Mussolini, de Hitler, de Roosevelt y de Stalin! Ya los grandes jefes de la política no son los primeros ministros de un régimen parlamentario, sino hombres de genio, grandes conductores de pueblos”. Sus anotaciones también dan cuenta de sus entusiasmos y desilusiones con la política chilena, el Partido Conservador y la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos (ANEC), de la que llegó a ser su vicepresidente. En el contexto de la publicación de la encíclica de Pío XI, Quadragesimo Anno (1931), que reimpulsó la preocupación social de la Iglesia Católica, el joven Góngora asumió entre 1934 y 1936 la dirección de la revista Lircay. Esta publicación, que representaba las ideas y aspiraciones renovadoras de los jóvenes conservadores, le demandó enormes esfuerzos: “Estoy trabajando haciéndome violencia en la dirección del periódico Lircay”. Pero tras una serie de profundos disgustos en este
cargo decidió finalmente renunciar. Así lo narra: “11 de diciembre. Madrugada. Ayer me desaté de los molestos trabajos políticos que tenía por ser Director de Lircay. Me ha quedado de esta única experiencia, más bien la imposibilidad de que la acción política sea realmente nueva, realmente plena de esa delicadeza responsable que debe tener una política cristiana. No importa. Es tan bella la vida que ningún pasajero contratiempo podrá ya terminar esta adhesión a la vida”. El amor por varias mujeres —Inés, Silvia y Elena—, lo expresa abiertamente en distintos pasajes de este Diario y se cruza, de tanto en tanto, con sus deseos de ser sacerdote. El 15 de enero de 1935 anotó: “Me siento extraordinariamente solo, sin esperanzas de unirme alguna vez a ella. Tal vez mi camino esté, definitivamente, en el sacerdocio”. El camino del sacerdocio lo sigue meditando. Lo conversa, entre otros, con su madre: “Traté seriamente con mi mamá la cuestión del sacerdocio. Opuso al principio resistencias bien dolorosas; luego se conformó [18 de febrero de 1935]”. También da cuenta de la que considera su propia fealdad e incapacidad para acercarse a las mujeres que afirma amar y que considera prácticamente inalcanzables. De manera consecutiva, los días 10, 11 y 12 de septiembre de 1935 anotó: “Amanecí con ganas de escribirle a Inés y llegué a redactar una [carta] en que hablando de mí digo que soy ‘feo, católico y sentimental’ y en que hablo del color de sus ojos. No la mandé.- Fui en la tarde a pasearme por Providencia, a soñar con ella.- Amanecí pensando horas y horas en Inés. Tengo que conocerla antes de las vacaciones”. Góngora cerró su Diario en la madrugada del martes 21 de diciembre de 1937, anunciando con vital agitación su primer viaje a Europa para marzo del año siguiente y decidido a emprender nuevos rumbos con su vida: “Escribo en mi Diario, tal vez por última vez. En diez días más estaré en Cartagena y a fines de marzo me iré a Francia. Estoy ya decidido a arrojar lejos mi pasado y llegar ¿adónde? Irse, único modo de llegar”. Lamentablemente el Diario no aborda más años, pero a quienes fuimos sus estudiantes y lectores; a los que de alguna manera lo conocimos o quisieron conocerlo, la posibilidad de acceder a sus íntimas anotaciones de juventud nos permite entender, un poco más, su compleja e interesante personalidad; parte de su trayectoria intelectual y espiritual; y, como afirma su hija al inicio del libro, este “Diario […] nos
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permite conocer a Mario Góngora y, a través de él, a otros jóvenes que vivieron con pasión la experiencia de la apertura al mundo adulto, el de las ideas, la política, pero también el del amor”. Patricio Bernedo Adquirir vía Internet en www.ediciones.uc.cl
Ser consumidos. Economía y deseo en clave cristiana William T. Cavanaugh, Editorial Nuevo Inicio Granada, 2011 145 págs.
De carrera corta pero fecunda, el joven teólogo católico William T. Cavanaugh nos ofrece el libro Ser consumidos. Economía y deseo en clave cristiana, en el cual aborda los desafíos que la realidad económica moderna ha significado para el cristianismo. Bien podría decirse que este libro es una crítica teológica a los fundamentos y prácticas que la dogmática liberal ha instalado en la economía actual. A lo largo de toda la obra, el autor busca esbozar una visión de la práctica económica fundamentada en la antropología cristiana. Se trata de un libro importante en diversos aspectos. Doctrinariamente, es un libro que no huye del debate teórico profundo y logra establecer una crítica a la ideología liberal que domina hoy el campo económico, recogiendo sus premisas conceptuales y proponiendo una mirada renovada a partir de la tradición que la filosofía cristiana ha logrado asentar. Así, por ejemplo, logra contrastar las miradas de Milton Friedman, Friedrick Hayek y San Agustín en torno a la idea de
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libertad, marcando los puntos de cercanía y distancia de la mirada económica liberal con una visión cristiana del mundo. Ciertamente las reflexiones de Cavanaugh buscan estar en sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente los textos pontificios ofrecidos en las últimas décadas por Juan Pablo II y Benedicto XVI, encontrando, por lo tanto, una mirada que no busca bendecir o condenar al capitalismo y al libre mercado, sino juzgarlo a la luz del telos cristiano. Puede afirmarse con toda propiedad que estamos frente a un libro muy formativo que encuentra, en el equilibrio entre argumentos teológicos consistentes con ejemplos concretos pertinentes, una reflexión útil para interrogar la realidad del mundo actual. Alejándose de las propuestas típicamente estructuralistas que optan únicamente por reformas de carácter institucional, el autor logra ofrecer una reflexión que apela a las prácticas económicas cotidianas del hombre que se desenvuelve en sociedad, una suerte de microeconomía teológica. En este sentido, el libro nos invita a la acción y pone de relieve el impacto del hombre común y corriente, de todos los cristianos, en la formación de prácticas, espacios y transacciones económicas verdaderamente libres y marcados por el cuerpo de Cristo. El libro cuenta con un Prefacio redactado por el Arzobispo de Granada, Mons. Francisco Javier Martínez Fernández, texto de gran nivel que cumple el papel de situar la importancia de la obra de Cavanaugh en el actual contexto de secularización. El desafío cultural es considerable, toda vez que el cuestionamiento al rol público de la religión ha provocado una radical separación entre la fe y el resto de las realidades humanas. Ciertamente la economía no ha quedado al margen de este proceso. El hilo conductor del libro tiene directa relación con un momento central de la economía de mercado: el intercambio de bienes. Sobre esto el autor señala magistralmente que “la cuestión decisiva en cada transacción es si ésta contribuye o no a la prosperidad de cada una de las personas implicadas en ella, y esta cuestión sólo puede juzgarse, desde un punto de vista teológico, a la luz del fin de la vida humana, que es la participación en la vida divina”. Podríamos señalar que esta afirmación constituye el núcleo del libro y recorre todas sus páginas. La obra se organiza en cuatro capítulos que dan cuenta de cuatro problemas de la economía moderna. El primero se titula “Libertad y ausencia de libertad” y busca definir cuáles son las características de un mercado verdaderamente libre. Para refutar la noción negativa de la libertad
(libertad como no coacción externa) como único parámetro para identificar a un mercado libre, Cavanaugh afirma que una noción verdadera de la libertad debe incluir un fin positivo según el cual el deseo humano debe ordenarse de forma correcta, estar orientado al bien. En el segundo capítulo, “Apego y desapego”, el autor aborda la idea de consumismo presente en los tiempos actuales. Identifica este fenómeno con un espíritu ansioso y de insatisfacción continua del hombre en su relación con las cosas materiales, que se traduciría en el ir continuamente de compras, desechando rápidamente lo comprado y buscando nuevos bienes en una nueva compra. Desde el cristianismo también se afirma que las cosas materiales nunca logran satisfacer a las personas plenamente, porque no son lo último y lo definitivo, pero hay una diferencia: citando a San Agustín, Cavanaugh establece que la solución a la insatisfacción no es la búsqueda constante de cosas nuevas, sino un volverse hacia Dios, en quien se satisfacen nuestros deseos más últimos. En el tercer capítulo, Cavanaugh aborda el problema de la globalización y su constante tensión entre lo global y lo local, lo plural y lo singular. El autor describe la globalización como una estética que, si bien fomenta la diversidad de lo particular, lo local termina siendo vaciado en favor de lo universal. El autor reconoce que esta aspiración a lo universal de la sociedad globalizada ya está presente en el cristianismo, y, apoyado en la reflexión del teólogo Hans Urs von Balthasar sobre Jesucristo como el “universal concreto”, logra ofrecer una mirada armónica de la globalización que no anula lo particular por la acción de lo universal, sino que lo liga a su significado trascendente, fundamentado en Cristo. En el cuarto y último capítulo, el autor busca vincular dos premisas del liberalismo económico: la escasez de los bienes y las necesidades ilimitadas del hombre. Ambas ideas enmarcadas en una cultura consumista enfatizan el aspecto individualista de la persona humana, que está en constante competencia por alcanzar esos bienes que son escasos. De este modo, el espíritu solidario es marginado y los espacios de gratuidad quedan reducidos. La obra fue publicada originalmente en inglés el año 2008 y es una de las tres investigaciones de William T. Cavanaugh que han sido traducidas al español, todas ellas por la editorial española Nuevo Inicio. El libro presenta índice onomástico. José Manuel Castro Adquirir vía Internet en www.nuevoinicio.es
¿Cómo hablar de Dios hoy? Anti-manual de evangelización Fabrice Hadjadj Editorial Nuevo Inicio Granada, 2013 172 págs.
¿Cómo hablar de Dios hoy? es el tema que, a solicitud del cardenal Rylko, expuso el filósofo Fabrice Hadjadj ante la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos. Parece normal el requerimiento en un tiempo en que muchos viven como si Dios no existiera y la Iglesia habla de la necesidad de una reevangelización. Pero Hadjadj no da recetas, sino sorprende y descoloca a sus oyentes. El autor, nacido en Francia en una familia de ascendencia judía y tendencia maoísta, convertido al catolicismo, sacude y cautiva. Con habilidad y conocimientos encadena a sus lectores y oyentes y los va llevando por aguas turbulentas. Analiza términos, interpela y desconcierta a quien se cree cristiano; solo para después volver a armarlo pero no como un cristiano de costumbre, sino como creyente capaz de dar testimonio de algo que lo supera. Cristianos que creen que no pueden hablar de Dios porque este los sobrepasa, pero que tampoco lo pueden callar. Fabrice Hadjadj confiesa al inicio: “Si puedo hacer algo por ustedes es incomodarles un poco más. Sí, el mejor resultado que podría proporcionarnos esta conferencia sería aprender a balbucear, a transformarnos en niños grandes, a hablar no para rivalizar con los grandes oradores, sino como hablan los niños asombrados por el misterio”.
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Con cultura, originalidad y una tremenda ironía —a veces desconcertante y hasta molesta—, Hadjadj desmenuza la tarea que le fue encomendada. ¿Cómo hablar de Dios hoy?, argumenta, sin especificar a quién hay que hablar. “La dirección —afirma— es una dimensión esencial de la palabra. Cuando quiero hablar de algo, puesto que siempre le hablo a alguien, tengo que dejarme afectar por la situación de mi interlocutor. Si no me dejo afectar por el otro y por su escucha, no solo desprecio su alteridad, desprecio mi propia palabra”. Esta conferencia fue publicada por editorial Nuevo Inicio, del arzobispado de Granada, España, una interesante iniciativa que tiene como fin principal recuperar la conciencia, esencial a la experiencia cristiana, de que Cristo es el fundamento y la plenitud de lo humano y mostrar cómo Cristo, el Verbo Encarnado, “revela al hombre el hombre” No podemos hablar de Dios como de una cosa más entre muchas otras pero tampoco podemos hablar de las cosas callándolo a Él, porque Él es el Creador que nos remite constantemente a sus creaturas. Como hijos bien amados y recíprocamente, las criaturas no cesan de remitirnos al Creador como al Padre que las engendra y salva. Magnífico es el capítulo dedicado a la Palabra. En un tiempo en que se pisotea y descuida el hablar, en que la palabra se usa como mecanismo de manipulación, el autor rescata con detalle cómo la palabra, en su verdadero sentido, humaniza al hombre y encierra siempre, aun en boca del más miserable, un destello del Creador. El autor se arriesga a preguntar: “me pregunto si el suplicio de las generaciones venideras no consistirá en ser torturadas con palabras que mienten a su sentido original, con ideas vueltas contra Dios.” Para Hadjadj fundamentalistas y ateos, nihilistas o agnósticos, todos a su modo, hablan o callan un Dios falso. ¿La razón? No hay una respuesta técnica o teórica a la pregunta cómo hablar de Dios. Cada uno de nosotros tiene que ser una respuesta, una respuesta que no comprendemos, pero que somos, siguiendo al Verbo en su camino de cruz y de alegría. Lo esencial no está en tener una respuesta mágica sino en ser con Cristo, una Palabra viviente. Debemos ser testigos, testigos balbuceantes y siempre imperfectos, pero es Dios quien quiere conceder al hombre cooperar en su vida y su obra.
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Hadjadj concluye: “El cristiano que tiene que hablar de Dios más parece un payaso: su boca es demasiado pequeña para el infinito, su corazón demasiado estrecho para el amor sin medida”. Christiane Raczynski Adquirir vía Internet en www.nuevoinicio.es
La Ciudad Cristiana y sus peripecias. El caso chileno Gonzalo Ibáñez S.M. Universidad Adolfo Ibáñez -Editorial Atenas Santiago de Chile, 2013 489 páginas
El
autor es un distinguido abogado, doctor en Filosofía del Derecho por la Universidad de La Sorbona, París, donde trabajó con aquel eminente maestro que fuera el profesor Michel Villey. Ocupó por años la cátedra de Filosofía del Derecho en la Universidad Católica de Chile, siendo más tarde el primer rector de la recién fundada Universidad Adolfo Ibáñez. Impulsado por la constancia en el servicio público, se distinguió luego como parlamentario por dos períodos en la región de Valparaíso, tierra de sus ancestros. El título del libro es sin duda una buena elección, que muestra de entrada la sintonía de esta obra, desde una mirada de realismo y gran actualidad, con la milenaria cultura cristiana que se expresa en la hermosa idea de la Ciudad, la cual ha debido sufrir fuertes asedios en los últimos siglos, en especial en el recién pasado, principalmente por parte del
marxismo y del liberalismo, dura realidad muy bien reflejada en sus páginas. Para quienes conocen la referida trayectoria de Gonzalo Ibáñez S.M., bastaría una simple primera mirada al índice de la obra para percatarse de que esta constituye una buena síntesis del pensamiento del autor, en términos de lo que ha sido la inspiración de sus realizaciones académicas y políticas. Desde el punto de vista escriturístico, el libro sigue una metodología que no solo refleja una personalidad y un actuar, sino un tipo de análisis social y político, donde la luz proviene de una sólida filosofía y del manejo de categorías teológicas, por lo que se refiere a la doctrina social de la Iglesia (DSI). Su lectura resulta sin embargo siempre amena, pues el autor usa una escritura notablemente limpia. La estructura de la obra se compone de cuatro partes. La primera, La Ciudad Cristiana, analiza la íntima relación entre Fe, Cultura y Civilización, como asimismo lo que el autor llama Fundamentos de la Ciudad Cristiana. La segunda parte desarrolla las “peripecias” de la Ciudad Cristiana en la modernidad, principalmente su confrontación con el marxismo. La tercera parte constituye una ilustrada narración de la “defensa” de la Ciudad Cristiana, que si bien arranca de antecedentes históricos del siglo XIV, centra su análisis en el período que abarca desde el pontificado de Pío IX al de Juan Pablo II. Se manifiesta aquí no solo la versación del autor en los temas que desarrolla, sino también una estrecha sintonía con el magisterio moderno de la Iglesia, desde el Concilio hasta el de los últimos pontífices que lo sustentan y desarrollan. La cuarta parte, amén de ser una síntesis metódicamente muy lograda de toda la historia del Chile independiente, de su inserción en el mundo moderno y en los conflictos que le caracterizan hasta el fin de ciclo que mundialmente representa la caída del Muro de Berlín y sus repercusiones, muestra la experiencia del maestro e investigador que sabe beber en las mejores fuentes. La lectura que nos ofrece Gonzalo Ibáñez impulsa, en síntesis, a seguir un camino creativo en pro de una cultura cristiana en Chile, siempre en la huella de la DSI y de nuestras mejores tradiciones. Es un estímulo a que nuestro país y otros de la región alcen la mirada como lo hicieron en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial, Robert Schumann en Francia, Alcide de Gasperi en Italia, Konrad Adenauer en Alemania,
Otto de Habsburgo en el Parlamento Europeo, entre otros. Los capítulos que en la tercera parte de la obra tratan de María Virgen y de Santa Teresita del Niño Jesús constituyen un claro signo en tal sentido. Gracias a la Providencia divina, Chile no es un rincón del planeta ajeno a la Ciudad Cristiana. A mediados del siglo XIX Santiago fue llamado la “Atenas americana” por la reunión de sabios y artistas que aquí residían: Andrés Bello, Rodulfo A. Philippi, Ignacio Domeyko, Claudio Gay, Armando Pissis, Mauricio Rugendas, Isidora Zegers. El centro de la ciudad era armónico, con la Casa de la Moneda, la Catedral, la iglesia de Santo Domingo, el Portal de Sierra Bella, el Portal Mac Clure, el Cabildo, el Puente de Cal y Canto, los paseos de Las Delicias y del Tajamar. Al mismo tiempo, Concepción, Valparaíso y otras ciudades tenían una especial armonía, muy apreciada por los viajeros. Son antecedentes de la Ciudad Cristiana la “Ciudad de Dios” de San Agustín, el “De Regiminie Principium” de Santo Tomás de Aquino, “Utopía” de Tomás Moro, y las Leyes de Indias, redactadas bajo la inspiración de Francisco de Vitoria y otros maestros de la Escuela de Salamanca. Entre otras de sus proyecciones benéficas, estas sirvieron para urbanizar las ciudades de América, lo que se llamó “El sueño de un orden”, portentosa expresión de la Ciudad Cristiana adaptada a los diferentes climas y geografías. Destaca en este marco la obra desarrollada por las misiones jesuitas de Bolivia, Paraguay y Chiloé. Aparte de sus riquezas naturales, Chile puede ofrecer bienes del espíritu en la nueva Era del Pacífico que se ha abierto. Estos son los bienes de la Ciudad Cristiana que propone el autor del libro: En primer lugar la mayor gracia divina que es la Fe Cristiana. En segundo lugar los bienes que más se necesitan: la paz y la armonía. Ahí está la grandeza de la Patria: ayudar a que cada persona pueda vivir dignamente para elegir libremente su destino trascendente y cumplir con el origen y fin de la Humanidad y de la Ciudad Cristiana que es honrar y dar gloria a Dios. Raul Irarrázabal Covarrubias Adquirir vía Internet en www.editorialatenas.cl
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Lo natural y lo racional Robert Spaemann Instituto de Estudios de la Sociedad Santiago de Chile, 2011 128 págs.
Debemos agradecer al IES el esfuerzo por publicar este selecto libro de filosofía de Robert Spaemann. Fue un acierto añadir a la primera edición el discurso que pronunció cuando la Universidad Católica le otorgó el doctorado honoris causa, publicado como separata por HUMANITAS. Sugiero que se comience la lectura por ese discurso, recogido al final, porque permite encuadrar bien lo abordado en los restantes ensayos: “el pensamiento moderno ha abandonado progresivamente el concepto de naturaleza en general, pero, sobre todo, el concepto de una naturaleza humana”. Una cuestión decisiva en antropología es la relación del binomio naturaleza-cultura. Sin embargo el concepto de naturaleza es equívoco. El concepto de naturaleza será distinto si se interpreta de modo genético o normativo, de modo nativo o teleológico. La concepción clásica de naturaleza es de índole teleológica, y, al estar ausente del horizonte cultural, es frecuentemente mal comprendida. Más cercano parece el concepto ilustrado de naturaleza presente en Rousseau y Hobbes; pero tampoco el concepto moderno es unívoco. Para Hobbes designa lo que definitiva y afortunadamente quedó atrás; en cambio Rousseau despierta, en el que está inmerso en la civilización, un anhelo nostálgico de ella. Muy distinto es el modo de entender la naturaleza de Aristóteles y el modo como se concibe desde Kant, para quien el hombre, en virtud de su libertad, es un ser autónomo. En este contexto, el hombre es lo “otro que la naturaleza”, y se contrapone a ella como libertad,
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racionalidad, actividad. Es esto lo que para Spaemann hoy es insostenible; no debemos mantener por más tiempo un modo de pensar que identifique dignidad con autonomía e intente sustraerse a la naturaleza. La sensibilidad ecológica de hecho hoy nos sitúa ante los límites naturales que habíamos perdido de vista ante tanta mediación cultural y actividad transformadora. Este es el desafío frente a los dualismos: vernos a nosotros mismos simultáneamente como seres naturales y libres. Ciertamente la actividad humana se destaca de la naturaleza y ha de trascenderla, pero, para ser correcta y manifestativa de la persona, no puede olvidar la naturaleza. Spaemann ha mostrado de modo convincente cómo una naturaleza considerada teleológicamente supera estas disyunciones y nos permite comprendernos simultáneamente como seres libres y dotados de una naturaleza que debe ser trascendida, pero no olvidada, si anhela ser digna. De otro modo el espíritu se erige frente a la naturaleza y la considera como mera materia prima. La naturaleza de la que habla Aristóteles no es lo genético, primitivo, sino que es de índole normativa y nos otorga un criterio universal de enjuiciamiento de nuestros deseos, acciones o estados. Se debe trascender la naturaleza, pero en la línea de la misma naturaleza; la naturaleza debe desplegarse “según” y “en” la naturaleza, no “a pesar” o “contra” ella. De otro modo hay un enfrentarse a la naturaleza en términos de poiesis y no de trato y no se querrá reconocer otro fin más que los que el hombre mismo le impone. Mientras Aristóteles considera la naturaleza en términos dinámicos, como el despliegue o tendencia a la propia plenitud, el pensamiento moderno interpreta la naturaleza como un factum, al hecho de ser como se es. Sería ilusorio remitirse a un deber ser, cuando de lo que se trata es de afrontar el ser de las cosas. Y donde había tendencias ahora nos encontramos con hechos desnudos y mudos que se agotan en ser lo que son. Desde Hobbes a Adam Smith se intenta dar un fundamento realista a la vida social. Pero otra fuente paralela a esta se alimenta de Rousseau. El hombre solo encontrará armonía psíquica en contacto con la naturaleza. Como se ve, existen simultáneamente dos visiones modernas contrapuestas respecto de la relación del hombre con la naturaleza. Por un lado la naturaleza es mera materia prima para que el hombre se libere de la dura necesidad; por otro, el hombre empieza a verse a sí mismo como el conta-
minador y el depredador de la naturaleza. Cuando se olvida la naturaleza teleológica de la naturaleza parece inevitable oscilar entre espiritualismo y naturalismo. En ambas concepciones ilustradas naturaleza significa naturaleza muerta, sin teleología intrínseca ni interioridad, ni dinamismo inmanente alguno; es decir, naturaleza sin hombre, ya sea como mero receptáculo para la actividad creadora del hombre de quien proviene el fin que él quiera darle, o naturaleza no tocada por él… montañas, bosques, ríos. “En ocasiones la naturaleza no significa nada frente al espíritu y en otras ocasiones el espíritu se considera reductivamente como un mero fenómeno natural. Solamente una cosa no debe ocurrir nunca en el marco de la cosmovisión moderna: que la naturaleza misma reciba una dimensión espiritual o el espíritu una dimensión natural”. Jorge Peña Vial Adquirir vía Internet en www.ieschile.cl
Jorge Bergoglio, Francisco: La vida, las ideas, las palabras del Papa que cambiará la Iglesia Andrea Tornielli Plaza & Janés Barcelona, 2013 192 págs.
Este es uno de los últimos libros de la ya nutrida lista de publicaciones de Andrea Tornielli, reconocido vaticanista italiano que trabaja actualmente en el diario La Stampa y en el sitio Vatican Insider, además de colaborar con otras revistas italianas e internacionales. En esta obra el autor construye un retrato de la
personalidad y del pensamiento del actual Papa a partir de palabras y anécdotas de distintas etapas de su vida dichas y narradas tanto por el mismo Bergoglio como por quienes lo han conocido. El libro comienza recreando las horas que culminaron con la presentación a Roma y al mundo del nuevo Pontífice, y que suscitó la sorpresa y el interés por conocer a quien se había convertido en el primer Papa latinoamericano, jesuita y de nombre Francisco. Pero no solo aquellos aspectos eran inéditos, también lo eran las circunstancias que dieron lugar a su elección. Efectivamente, Francisco es también el primer elegido como sucesor de un pontífice que renunció por motivos de salud. Así, antes de abordar los datos biográficos de Bergoglio, Tornielli explica las razones del debilitamiento de la salud de Benedicto XVI, que desembocó en su renuncia, y muestra la novedad de este hecho en la historia de la Iglesia. El autor tampoco deja pasar la oportunidad de indicar cómo, pese al contraste de personalidad y estilo, el Santo Padre Francisco expresa una continuidad con la visión de sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, manifestándose en su propio lenguaje como una nueva respuesta ante la ya enunciada preocupación de los anteriores Pontífices por la nueva evangelización. El relato de la vida de la familia de Bergoglio manifiesta la fuente de su sencillez y laboriosidad. Su padre, inmigrante italiano como su madre y contador de profesión, transmitió los valores y el estilo de vida familiar de Italia sin ser nostálgico. Fue un padre alegre y cariñoso con sus hijos y con su mujer. Cuando Bergoglio tenía 13 años lo mandó a trabajar, y desde entonces estudió y trabajó al mismo tiempo hasta su ingreso al seminario. El lema episcopal de Bergoglio miserando atque eligendo tiene su origen en el momento de la revelación de su vocación ocurrida durante el sacramento de la penitencia cuando tenía 17 años. En ella el actual papa tuvo la experiencia de un Dios que nos sale al encuentro y que nos busca de un modo misericordioso. A los 21 años entra en el seminario de los jesuitas atraído por la disciplina y el espíritu misionero. Llegó a ser provincial de los jesuitas durante la dictadura de Videla, y Tornielli narra con precisión cómo surgió y se desmintió la falsa acusación de haber contribuido en la captura de dos jesuitas. En los capítulos dedicados al período de Bergoglio como obispo auxiliar, arzobispo y cardenal se dibuja, por una parte, el perfil de un hombre de oración sencilla
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y constante, dócil a la acción transformadora de Dios, y, por otra parte, vemos cómo en su acción pastoral se manifiesta su voluntad de encarnar una Iglesia, que manifieste la misericordia de Dios, prodigando un cuidado concreto de las personas —en particular de aquellos que están en las “periferias” de la Iglesia y de la sociedad— que por sí mismo excluye tanto el rigorismo como la condescendencia. Nicolás Olivares Bøgeskov Adquirir vía Internet en www.megustaleer.com
William Blake y otros temperamentos Gilbert Keith Chesterton Ediciones Universidad Diego Portales Santiago de Chile, 2012 208 págs. “El ver el mundo en un grano de arena Y un cielo en una flor silvestre Sostener el infinito en la palma de la mano Y la eternidad en una hora”. (W. Blake)
En un principio no me gustó este libro. Esperaba saber más de este gran artista inglés del siglo dieciocho, autor de poemas tan bellos como el citado más arriba y me encontré con un ensayo en que faltaban algunos mínimos datos biográficos. Pero es que Chesterton es así, sus biografías —incluso su propia autobiografía— no son una historia, sino reflexiones sobre el personaje, la obra y el ambiente que lo rodeaba.
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Blake desde niño tuvo visiones, la primera del profeta Exequiel sentado bajo un árbol y a lo largo de su vida, muchas más. ¿Estaba loco William Blake? Según Chesterton, no en la forma que corrientemente entiende la palabra, pero sí tenía algo extraño en su personalidad… “una enfermedad nerviosa que podría provocar que alguien diga perro cuando quiere decir gato; esa es la clase de error o extravío que se nota especialmente en Blake”. En su poesía se refleja un hábito peculiar, no cuerdo, de dejarse dominar por una frase fija que aparece en diez poemas distintos sin conexión. Otro rasgo de su personalidad es que siendo un hombre bueno, tuvo manifestaciones de gran violencia con maestros, empleadores y artistas, en parte por su carácter, dice Chesterton, y también porque fue víctima de injusticias. Casado con una mujer muy buena y paciente, profesaba una idea religiosa, común a los primeros gnósticos, a saber que la muerte en la cruz era un signo de debilidad de Jesús. En moral, tuvo gran parte de su vida una obsesión por el nudismo. Andar desnudo era su ideal. Blake poeta no se entiende sin Blake pintor y grabador. De hecho sus libros —también este— aparecen con ilustraciones muy peculiares, como el famoso “fantasma de la pulga “. “Lo que más amaba en el arte era la lucidez y la decisión en el trazo que pueden verse en los dibujos de Rafael, en los mármoles de Elgin y en los bocetos más simples de Miguel Angel. Y lo que más odioso le resultaba era lo que hoy llamaríamos “impresionismo”, la sustitución de la forma por la atmósfera, el sacrificio de la forma por mor del matiz, el paisaje nuboso del mero colorista”. Por supuesto era beligerante en arte: “Tendréis que concederme que Rubens era un majadero Sin embargo le habéis hecho gran maestre de vuestra escuela Y habéis soltado más dinero por sus baboseos Que el que daríais por las mejores obras de Rafael”. (W. Blake)
Esta personalidad tan difícil de entender y tan valiosa como artista se merecía un Chesterton para que hablara de él. Elena Vial Adquirir vía Internet en www.ediciones.udp.cl
¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú? Sara Navas Bustamante Edición de Sara Navas Santiago de Chile, 2013 283 págs.
¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú? Es el título de esta obra que parte desde el fundamento en orden al bien que hay que hacer y al mal que se debe evitar, en un contexto general en el que la cuestión de la vida humana misma se encuentra gravemente alterada y degradada. De este modo, la autora se sitúa analíticamente a partir de los principios y normas antropológicas y morales que trascienden los vaivenes y la usura del tiempo histórico, con una mirada que restituye a la persona humana en su operación a la vez individual y social. El libro no está ajeno, tanto intelectual como práctico, de las articulaciones que caracterizan la “anti-cultura” contemporánea. “Anti-cultura”, porque una verdadera “cultura” debe considerar el bien y la verdad de la vida propiamente humana. Frente a esta perversión, la obra lleva a cabo una verdadera denuncia, con un tono sereno pero firme. Sara Navas, con el apoyo de autores como Santo Tomás de Aquino, enfrenta el desafío que implica esta “anti-cultura”: libertinaje, sexismo, criminal desprecio a la vida humana; de una vida que tiene su raíz y energía en el espíritu que causa y norma la libertad en su ejercicio personal y social. La obra aborda específicamente la ideología de género, que anula la natural y complementaria diferencia entre el varón y la mujer, al tiempo que ‘ataca a la familia y a la sociedad tradicional’. Así, al tiempo que se ‘desdibuja y desperfila el ser y el hacer de cada uno en la familia y en la sociedad, el hombre tiende a femini-
zarse y la mujer empieza a masculinizarse’ (Capítulo III). En esta vía en la que el placer sensible suplanta al gozo espiritual, se reivindica la ‘opción sexual’, con la consiguiente exigencia de reconocimiento cultural y legal de ‘derechos sexuales’ (Capítulo I). Ello instala y promueve el libertinaje en vez de la libertad, que es nada menos que el bien de la persona humana misma. En síntesis, para Navas “nada de lo humano es ajeno”, para decirlo con Terencio. Su obra cubre prácticamente todo el “registro”: personal, moral, cultural, legal y político. Y esto es un “anunciar denunciando” que no solo concierne a la ‘agenda’ ideológica de los agentes de poder y “heraldos” de la “Cultura de la muerte” (Juan Pablo II). La autora privilegia las transcripciones de los distintos autores sobre la materia anteponiéndolas a sus comentarios y conclusiones. Así el lector se impregna del texto exacto del proceso intelectual, del desarrollo de las ideas y de los fundamentos filosóficos para llegar finalmente a la concreción definitiva del concepto. Después, Sara Navas dice con honestidad, veracidad y sencillez. Se atiene al rigor del Evangelio de que la casa cuyos cimientos se fundan sobre roca no será destruida por ningún temporal, mientras que la edificada sobre arena será derrumbada ante la embestida del viento. Conocer en profundidad y desde varios miradores a la persona humana es ver al hombre y a la mujer en su exacto valor y dimensión cósmica. Es deshacer el camino y contemplar a un varón y una mujer creados por Dios a su imagen y semejanza. Su existencia tiene como primer fin la continuidad de la especie y de allí la complementariedad inmersa en su igualdad como persona. Sus otros fines son la consecuencia, pues deben trabajar, cultivar y dominar la tierra, sin depredarla; más bien cuidándola y protegiéndola. Si se busca mejorar las condiciones que se ven adversas y contrarias a lo humano, hay que empezar porque el hombre y la mujer vivan su real y auténtica naturaleza. Es lo que pretende Sara Navas en este libro: Bien, Verdad y Belleza para todos los hombres. Decir la verdad a tiempo y destiempo es el desafío que Sara Navas Bustamante asume, enfrentando la falsedad y la mentira que cada vez más degradan la vida humana, tiempos en los que la razón y la voluntad (las dos facultades inherentes a la persona humana) parecieran potenciar su antropológico y natural dinamismo en aras ya no de las virtudes y el bien debido, sino del instinto y los impulsos que ofuscan la normal y necesaria afectividad humana. Sara Navas denuncia,
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ACELERACIÓN DE LA REFORMA CATÓLICA
Dos libros recientes sugieren que, en medio de los desafíos y los problemas hay una aceleración en el ritmo de auténtica renovación del catolicismo en los Estados Unidos de América. La obra Renewal 1 (Encounter Books) de Anne Hendershott y Christopher White ha aparecido en un momento gratamente oportuno en cuanto coincide con los comentarios recientemente publicados del Papa Francisco sobre la reforma de los seminarios. Ahí ha destacado el Papa el imperativo de la formación integral, en la cual confluyen el desarrollo humano, el crecimiento espiritual, la formación intelectual y el desarrollo de habilidades pastorales en la preparación de los sacerdotes del futuro. Como lo demuestran Hendershott y White, los seminarios estadounidenses, antes profundamente perturbados por las confusiones de las décadas inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II, se encuentran ahora en la delantera de esa renovación, con modalidades que bien podrían ser imitadas por otros países occidentales. A raíz de las diversas formas de corrupción detectadas en la Larga Cuaresma (Long Lent) del año 2002, se aclaró que el hecho de entorpecerse la formación en los seminarios tuvo consecuencias desastrosas para el ministerio y la credibilidad de la Iglesia. No sin dificultades, los obispos de los Estados Unidos se hicieron cargo de la reforma de los seminarios. Y en la actualidad, más que en una actitud defensiva, seminarios estadounidenses como el Mundelein de Chicago están determinando de qué manera podría la Iglesia intervenir, no de manera ofensiva, sino desarrollando nuevos modelos de una apologética del siglo XXI que invite a los posmodernos desencantados a experimentar la misericordia divina y llegar a saber las verdades a las cuales conduce esa experiencia. Como lo muestran Hendershott y White, en general han quedado atrás esos días en que diversas formas de psicología barata predominaban en los seminarios. Además, el reciente incremento en el número de postulantes a la formación sacerdotal es prueba tanto del persistente influjo de Juan Pablo II (al cual muchos seminaristas del siglo XXI siguen identificando como su modelo) como de la importancia que tiene un sentido firme de la identidad católica para atraer y formar futuros pastores. Ese sentido firme de la identidad católica redundará en eficacia evangélica si se profundiza mediante una inmersión del hombre en el misterio de la Eucaristía, en la cual la redención llevada a cabo por el sacerdocio único y salvífico de Jesucristo se extiende sacramentalmente a través de la historia. El cardenal Edwin O’Brien, quien fuera un reformador rector de seminario cuando esto no era algo fácil, observó en una ocasión que “un hombre dará su vida por un misterio, pero no por un signo de interrogación”. Por ese motivo, en los seminarios estadounidenses reformados del siglo XXI, la inmersión
1 Hendershott, Anne & White, Christopher, Renewal, Encounter Books, 2013, 248 págs., www.encounterbooks.com.
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en el misterio eucarístico, la erudición teológica, las habilidades pastorales, un sentido firme de la identidad católica y un compromiso con la misión evangélica van de la mano. Y eso, como sugieren Hendershott y White, es verdad en cuanto al catolicismo de los Estados Unidos como un todo, especialmente en su liderazgo pastoral. Entre los líderes más eficaces del ámbito sacerdotal y episcopal del catolicismo estadounidense actual, no existe una antinomia entre la compasión pastoral y el celo evangélico, por una parte, y una sólida identidad católica, por otra. Todo constituye una sola pieza. Las finalidades crecientes de la Iglesia de los Estados Unidos han percibido esa verdad y la están viviendo en la misión. Se encuentra además la colección de ensayos espléndidamente ilustrada de Duncan Stroik, The Church Building as a Sacred Place: Beauty, Transcendence, and the Eternal 2 (La construcción de la Iglesia como lugar sagrado: la belleza, la trascendencia y lo eterno) (Hillenbrand Books). La editorial de esta obra ha sido denominada con el apellido de un pionero del período clásico del Movimiento Litúrgico, monseñor Reynold Hillenbrand, de Chicago. Y es totalmente apropiado el hecho de que esta editorial con un nombre adoptado en honor de Hillenbrand haya publicado 23 reflexiones de uno de los arquitectos que conducen la arquitectura de las iglesias estadounidenses hacia un futuro más noble. Así como los seminarios, también el diseño de las iglesias enfrentó dificultades en el primer período posconciliar. Felizmente, al parecer han terminado los días de los “espacios de culto” tipo Pizza Hut. Y eso se debe en no escasa medida al hecho de que profesionales eruditos como Stroik han ayudado al catolicismo a redescubrir de qué manera diversos enfoques clásicos de la arquitectura y la decoración pueden sugerir, mediante piedra, cristal y otros materiales del mundo, parte del misterio divino en el centro del culto católico. La belleza, como lo sabe Stroik, es un camino peculiarmente atractivo hacia lo verdadero y lo bueno en un mundo confundido en cuanto a la verdad y el bien. Así, en el enfoque del diseño y la decoración de las iglesias que han adoptado Stroik y quienes comparten sus convicciones, toda la riqueza de la teología católica —y no un vano modernismo— inspira la visión arquitectónica y el culto de la Iglesia. La identidad y la misión, como siempre, van de la mano.
George Weigel
2 Stroik, Duncan G., The Church Building as a Sacred Place: Beauty, Transcendence, and the Eternal, Hillebrand Books- Liturgy Training Publications, Chicago, 2012, 192 págs., www.ltp.org.
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con el coraje de la verdad y enfrentando a la mentira, con o sin engaño. Su libro resume y, en cierto modo, sintetiza tanto la propia denuncia de la degradación moral que acosa y ya caracteriza a nuestros tiempos y costumbres, cuanto positiva y lúcidamente el “recuerdo” del bien que de suyo corresponde a la Persona Humana asumir y promover. “Veritas et Bonum Convertuntur”. Sara Navas sabe y asume que solo la Verdad hace libre a la Persona Humana. Allí donde la mentira (con o sin engaño) simplemente la degrada. Fernando Moreno Valencia
La reina Blanca de Castilla Régine Pernoud Editorial Acantilado Barcelona, 2013 369 págs.
Siempre resulta agradable volver a releer la obra de la gran medievalista francesa Régine Pernoud. Primeramente para derribar prejuicios bien extendidos en la sociedad respecto a los diez siglos que comprende el período injustamente llamado la Edad Media de la humanidad, a través de un ejercicio serio de la labor del historiador. Régine Pernoud no hace más que acudir a los documentos de la época, registros muchas veces cotidianos, para sustentar la narración. Sin embargo, no es solo eso lo que caracteriza sus obras. La autora utiliza, además, un lenguaje elegante y logra entretejer de un modo narrativo los acontecimientos de modo de producir una inmediata acogida del lector en su trabajo. No se trata así solo de erudición, sino de un modo muy atractivo de presentar el fruto de sus estudios.
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Acantilado ha publicado recientemente una traducción (de José Ramón Monreal) de su obra acerca de la figura de la reina Blanca de Castilla, quien reinara en Francia a partir del 1223, año de su coronación junto a su esposo Luis VIII en Reims durante la fiesta de la Transfiguración, y su muerte en el año 1252. Blanca protagoniza desde su infancia una época viva, llena de interés y de acontecimientos que cambiarán la historia. No hay que olvidar junto a ello, que su persona está rodeada de relaciones inmemoriales que configuran su vida: es la nieta de Leonor de Aquitania; madre de un santo, el rey Luis IX de Francia; y tía de otro, el rey Fernando III de Castilla, hijo de su hermana Berenguela. El libro comienza precisamente poniendo en duda un mito: “Blanca de Castilla es uno de esos personajes de nuestra historia a la que una fama sólidamente establecida y perpetuada por los manuales ha catalogado de forma irremisible. Su nombre provoca comentarios invariables- automáticos, como lo son los reflejos llamados ‘condicionados’. ‘Madre posesiva’ es la primera reacción en la mayoría de los casos, seguida eventualmente de consideraciones que la sitúan entre ‘madrastra’ y ‘marimacho’. Era ‘una testaruda’, ‘una mujer temible’, una ‘suegra desabrida’, etcétera. La impresión general, aunque no siempre sea peyorativa, es siempre monolítica: una mujer dura, fría, insensible…” (p. 11). Continúa la autora francesa advirtiendo que su reinado y el de su hijo son los “peor conocidos de toda nuestra historia”. Y luego introduce una duda: la primera vez que Blanca figura en un texto histórico es con una imagen que contradice radicalmente la anterior descripción, una niña deshecha en lágrimas por una desconocida tristeza después de su recientemente y joven matrimonio con el heredero de Francia. Es este mismo quien le pide a Hugo, obispo de Lincoln, que visite a su esposa, y el santo varón la consuela en una conversación privada que le devuelve el sosiego y la sonrisa. Régine Pernoud inicia entonces su mesurada exposición de esta mujer, y de ese medio siglo “¡Y qué siglo!” que ella ocupa junto a San Luis. El lector se aproxima de la mano de la autora a momentos muy renombrados, como los acontecimientos que llevaron a la firma de la Carta Magna, las luchas de Francia con una Inglaterra gobernada por el voluble Juan sin tierra, la predicación de Santo Domingo de Guzmán, o las últimas Cruzadas de las que participó el santo rey Luis. Pero no es solo aquel panorama el que se abre en la obra, sino también el de la vida diaria del mundo medieval. Sorprende, por ejemplo, conocer en
aquellos siglos la existencia de revueltas estudiantiles y una férrea protección de los reyes y el Papado al mundo universitario hasta el punto de apoyar ellos mismos el acuerdo establecido entre maestros y alumnos en el que se sustraen de la tutela del obispo de París, con el cual habían tenido ciertos conflictos. Se establece así la autonomía casi absoluta del ámbito de la enseñanza y la investigación. También asistimos a la construcción de la Catedral de Notre Dame de París, obra emprendida por Maurice de Sully (obispo de París entre los años 1160 y 1196), un hijo de campesino. Y luego, a la adquisición de las reliquias de la Pasión por parte de Luis IX, a la procesión que las lleva oficialmente a París con la compañía de los reyes y a la posterior construcción de la Sainte Chapelle. El reinado de Blanca coincide también con la lucha contra la herejía albigense. El manejo del enfrentamiento contra los cátaros significa en su tiempo un peligro que se extiende a lo político. No hay que olvidar que el maniqueísmo de las ideas de una secta gnóstica que condenaba el mundo material a expensas del espiritual, significaba entre otras cosas un rechazo al valor del juramento, en un período en que la sociedad estaba sustentada por el cumplimiento de la propia palabra. Las intervenciones de Blanca, estratégicas y diplomáticas, sin dejar por ello de responder a su carácter muchas veces impulsivo y muy femenino en su consideración de las relaciones interpersonales, son claves para la superación de una amenaza que ponía en riesgo la totalidad de la estructura social. La figura de la reina durante la vida de su esposo y luego de su hijo es útil para vislumbrar el papel de la mujer en el medioevo. Sin dejar los rasgos propios de su femineidad, como una esposa amante y una madre feliz (aunque dominante por su influencia, como sucede con todas las grandes personalidades de la humanidad) la reina asume el papel político que le corresponde y se transforma en un modelo de buen gobierno, de bondad y justicia hacia sus súbditos. Pernoud no deja de matizar sus actos o de exponer sus errores, muchas veces debidos a su disposición enérgica y valiente, pero sin por ello desmedrar su grandeza como reina. A ello responde el que su marido le confíe expresamente la administración de Francia antes de morir repentinamente con un hijo aún joven para asumir del todo lo que significan las complejidades propias de un gobierno. Es ella la que consigue la sumisión de los señores feudales con una admirable conjugación de diplomacia y firmeza. El mismo Luis IX confía plenamente en ella, escucha su
consejo y le entrega nuevamente la administración de su territorio para marcharse a las Cruzadas. Blanca es una mujer de habilidades políticas, pero ello no le arrebata una vida de piedad propia de su tiempo, que da cuenta del legado transmitido a su hijo. Su amor por el carisma cisterciense la mueve a tomar el hábito de aquella Orden en su última agonía, renunciando al reino para entrar en religión. Da así testimonio de una vocación pospuesta en favor del deber de una herencia, que requería de su presencia para la defensa de los más pobres, como ejemplifica su intervención en favor de los siervos encarcelados del Capítulo de París (año 1251), en la que ella misma se presentó en la cárcel para librar a las gentes prisioneras en condiciones inhumanas. La reina es enterrada finalmente con sus ornamentos reales, pero con el velo cisterciense. Es un placer volver a esta obra, editada y traducida con un cuidado digno de destacar, para redibujar la figura de una reina tantas veces deformada por una excesiva simplificación. Bernardita M. Cubillos Adquirir vía Internet en www.acantilado.es
Cartas del Lago de Como Romano Guardini EUNSA Pamplona, 2013 119 págs.
Según Alfonso López-Quintás, experto en su obra, Guardini no es propiamente un teólogo ni un filósofo, sino sobre todo un maestro, capaz de orientar, sin coacciones, y de ampliar horizontes. Tal vez por ello, lo más
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imperecedero de sus obras sean las cartas que escribió: tanto estas, publicadas en la década de los veinte del pasado siglo, como las ya clásicas sobre la formación de la persona, que para muchos han sido decisivas en su proceso de maduración intelectual. Mucho antes de que comenzara la corriente contraria a la técnica, Guardini, de vuelta a su Italia natal, reflexiona sobre la naturaleza y el hombre, sin caer en predicciones apocalípticas. Frente a Alemania, embarcada en un violento proceso industrializador que rompe con el equilibrio, la Europa meridional, que no ha despegado aún técnicamente, representa para el pensador una armonía paradigmática en la que la mano del hombre no arruina lo natural, sino que lo acoge. Pero ¿acaso el destino del hombre conduce a la oposición entre naturaleza y cultura?, se pregunta Guardini. Para la persona, la cultura constituye la forma humana de habitar el mundo. Más que oposición, hay entre ambas una correlación orgánica. La técnica premoderna no nacía del conocimiento exacto de las leyes naturales, sino de la experiencia auténtica que el artesano poseía de su regularidad. De ahí que no rompiera con el entorno, sino que lo acogiera con respeto. La revolución científico-técnica ya no recibe el orden natural como un don, sino que lo disecciona y analiza como un objeto para apropiárselo. Es en ese contexto en el que surge la contradicción, junto con un proceso paulatino de distanciamiento entre lo natural y lo humano, cuya continuidad queda interrumpida con la aparición de lo artificial. Así “nada puede madurar”, nos dice Guardini. El hombre queda extrañado por el artificio, que incluso puede independizarse del propio control humano. Para un lector moderno, las predicciones de Guardini parecen haberse cumplido en el desarrollo de la revolución tecnológica y el nacimiento de lo virtual. Guardini, sin embargo, no moraliza; su reflexión es más profunda, casi metafísica. No alerta de los peligros de una técnica desatada, ni reivindica una vuelta al pasado, ni propone reacciones radicales. Cree que es importante que el hombre sea consciente de su época. Por ello, para evitar el destino bárbaro al que parece conducirnos el distanciamiento entre la naturaleza y la cultura, sugiere un cambio de actitud y una radicalización de la mentalidad técnica que la haga más humana, más natural y respetuosa. Al cabo de casi un siglo, estas cartas siguen dando que pensar. Josemaría Carabante Adquirir vía Internet en www.eunsa.es
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Reflexiones sobre la Constitución de 1980. 50 años de un actor y testigo de la vida política chilena Sergio Díez Urzúa El Mercurio-Aguilar Santiago de Chile, 2013 475 págs.
Quien quiera conocer la historia institucional política chilena en el siglo XX debe leer las memorias del político que formó parte del extinto Partido Conservador y más tarde fundó Renovación Nacional, Sergio Díez Urzúa. Ya en las primeras líneas de estas memorias, el autor —quizás sin buscarlo— nos ilustra magistralmente acerca del ambiente de la provincia de la zona central chilena de principios del siglo XX. En su formación y memoria sobresale el rol del padre y de la tradición de una familia católica conservadora, que junto a la conversación en torno a la mesa de familiares, amigos y políticos de distintas tendencias, van forjando tempranamente el pensamiento político de Sergio Díez Se describe con simpleza y gracia estructuras del Chile de comienzos del siglo XX que nos parecen tan lejanas: el cohecho, el cura párroco que llama a votar por el Partido Conservador, la plaza de las ciudades como lugar de asamblea y reunión política, el ferrocarril como medio de transporte y agente vitalizador de la provincia chilena. Parece distante aquel Chile de los años 40 donde las masas electorales urbanas y rurales eran disputadas por los partidos, llamados por Bernardino Bravo Lira “partidos de cuño parlamentario”; Partido Conservador, Partido Liberal y Partido Radical. Sergio Díez fue un testigo único, directo y calificado
de la decadencia de estos partidos, y el nacimiento y expansión de los partidos ideológicos durante la década de los 50 y 60; el Socialista, el Comunista y el Demócrata Cristiano, que junto al régimen militar, fueron los principales agentes conformadores de la política chilena de la segunda mitad del siglo XX. No deja de ser notable cómo el autor describe los años de sus estudios de Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde conoce y tiene como profesores a algunos de la brillante generación que fundaron o inspiraron la Democracia Cristiana, tales como Eduardo Frei Montalva, Bernardo Leigthton y monseñor Francisco Vives. Además, fue en dicha casa de estudios donde conoció a profesores como Julio Philippi, Jaime Eyzaguirre, y el pensamiento de un autor que lo marcará y que cita a menudo: Jacques Maritain, especialmente su libro El Hombre y el Estado. Vale la pena destacar el intento del autor de demostrar que el pensamiento de Jacques Maritain tuvo y tiene relación con la derecha chilena, no solo con la Democracia Cristiana Testigo único de los acontecimientos que sucedieron en la década de los 60, tales como la presidencia de Jorge Alessandri Rodríguez, el “Naranjazo”, el desastre electoral de la derecha en las parlamentarias de 1965, la presidencia de Eduardo Frei Montalva, la reforma agraria y el rol ideológico-revolucionario del más radical de sus promotores, Jacques Chonchol; la llegada al poder del Presidente Salvador Allende, la fundación del Partido Nacional, el nacimiento del MAPU, el asesinato de Edmundo Pérez- Zujovic, los conflictos de poder entre Allende y la Corte Suprema, los diálogos fallidos de este con la Democracia Cristiana, el rol del general Prats y las Fuerzas Armadas en la UP; en fin, sucesos que hacen de la década del 60 la más emocionante y vertiginosa del siglo XX chileno. Sergio Díez estampa dichos sucesos a la luz su experiencia como testigo de primera fuente, todo con una mirada de ceñudo jurista que lo caracteriza. Llama la atención, por ejemplo, la oferta y conversaciones que tuvieron los conservadores con Eduardo Frei Montalva, para que fuera su candidato presidencial en las elecciones del año 58, la explicación de por qué a Jorge Alessandri le tembló la mano en dicho famoso
debate televisivo y una nueva interpretación de la conducta del general Prats durante el gobierno de la Unidad Popular, cuestión que se torna más controvertida mientras pasa el tiempo. Es notable el paralelismo de la primera parte de este libro con dos de las obras más importantes de la historiografía nacional del siglo XX en Chile: Régimen de Gobierno y Partidos Políticos de Bravo Lira y Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX de Góngora. A continuación, después de relatar la experiencia del fracasado gobierno del Presidente Salvador Allende, las memorias entran en su parte más extensa y más importante: el pronunciamiento militar de 1973, la llegada del general Pinochet al poder y la conformación de la nueva Constitución —donde Sergio Díez formó parte de la Comisión Ortúzar, que elabora la nueva Constitución y en la que tiene un papel relevante el profesor Jaime Guzmán—. Cabe destacar la relación que hace el autor de cómo, ayudado por los profesores Eduardo Soto-Kloss y Jaime Navarrete Barrueto, introduce en la Constitución el Recurso de Protección que constituye quizás una de las huellas más profundas, de Jacques Maritain en la Constitución. Por último, las memorias relatan la recuperación de la democracia y el advenimiento de la Concertación al poder, época marcada por los “acuerdos” entre los distintos actores políticos (con la abrupta amenaza que significó para ello el asesinato de Jaime Guzmán, personaje al cual el autor dedica varias líneas en virtud de su amistad nacida en las campañas políticas del Partido Conservador). El autor termina describiendo una época, la de los años 90, de la política chilena donde prima la cordura y la transacción —cosa que se había perdido con los partidos ideológicos— y donde finalmente la izquierda chilena va aceptando de hecho la legitimidad de la Constitución del 80. José Gabriel Domínguez Adquirir vía Internet en www.librosaguilar.com
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Sobre los Autores CARDENAL PAUL POUPARD. Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura y del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. STANISLAW GRYGIEL. Titular de la Cátedra Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Lateranense, Roma. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. PEDRO MORANDÉ. Ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Del Comité Editorial de revista HUMANITAS. SAMUEL FERNÁNDEZ. Sacerdote diocesano. Ex decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Del Comité Editorial de revista HUMANITAS. FRANCISCO ROSENDE. Ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor Instituto de Economía de la Universidad Católica de Chile. Del Comité Editorial de revista HUMANITAS. KARIN JÜRGENSEN. Académica Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales Universidad de los Andes. ENRIQUE CATTANEO. Sacerdote jesuIta. Redactor de la revista La Civiltà Cattolica. El presente texto fue originalmente publicado en L a Civiltà Cattolica 3922.
MAURO MATTHEI O.S.B. Monje benedictino de la Abadía de la Santísima Trinidad de Las Condes. Historiador y Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. JAIME ANTUNEZ ALDUNATE. Director de revista HUMANITAS. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. STRATFORD CALDECOTT. Editor de Second Spring, co-editor de Spring Oxford Ltd. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS, edición lengua inglesa. ELENA SÁNCHEZ CORREA. Licenciada en Filosofía. Investigadora. ANDREA DALL’ASTA, SJ. Director de la Gallería San Fedelle de Milán. VERÓNICA GRIFFIN. Editora. Colaboradora habitual de revista HUMANITAS. MARTINO DE CARLI. Responsable de Comunión y Liberación en Chile Miembro de la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo. Profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. AUTORES EN PANORAMA Y LIBROS Gabriel Guarda OSB. Del Comité Editorial de revista Humanitas. Inos Biffi. Redactor de L’Osservatore Romano Henri Hude. Del Consejo de revista Humanitas. Giandomenico Mucci. Redactor de La Civiltà Cattolica. María Esther Gómez. Del Consejo de revista Humanitas.
COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de Revista HUMANITAS. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la P.U.C. y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la P.U.C. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Rector de la Universidad San Sebastián. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Francisco Rosende. Ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex Rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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HUMANITAS
Consejo de Consultores y Colaboradores
Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITE EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa. Arzobispo Emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomali, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Jesús Colina, Luis Fernando Figari, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei, O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy, O.S.B., Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Francisco Petrillo, O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Rodrigo Polanco, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Josef Seifert, Gisela Silva Encina, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Miguel Ángel Velasco, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B
NACIONALES
EXTRANJEROS
Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Fra ncisca A lessa ndr i: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Arzobispo de Concepción. Miembro de la P. Academia Pro Vita. Francisco Claro: Profesor de la facultad de Física, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Profesor a de la Facultad de Derecho, UC. Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girolamo: Historiador del arte. María Esther Gómez de Pedro: Miembro del nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI. Jo s é M a nuel E g u ig u r e n Gu z m á n : Fu ndador del Movimiento Apostólico Manquehue. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Jesús Colina: Director de Aleteia. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mauro Matthei, OSB: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Mer ino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Fernando Moreno: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Rodrigo Polanco: Presbítero, profesor de la Facultad de Teología de la UC. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Gisela Silva Encina: Escritora. Paulina Taboada: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita.
Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, OSB: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filosófo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. W i l l i a m E . C a r r ol l : Cáte d ra de Tom á s de Aqu i no, Blackfriars, Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Profesor de la Universidad Católica de Milán. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense, Roma. Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, OSB: Monje de Ampleforth, ex-rector de Ampleforth College, York, Gran Bretaña. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, OMD: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Frejus-Toulon, Francia. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Josef Seifert: Filósofo austríaco. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Miguel Ángel Velasco: Director de Alfa y Omega, Madrid. Juan Velarde Fuertes: De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
R E V I S T A D E A n t r o p o l o g í a y C u l t u r a C r i s t i a n a s / N º 74 / A Ñ O X I X
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Cardenal Paul Poupard JUAN XXIII, VARÓN DE UNIDAD Y PAZ Stanislaw Grygiel JUAN PABLO II, PASIÓN POR EL HOMBRE Morandé/Fernández Rosende/Jürgensen COMENTARIOS A LA EVANGELII GAUDIUM