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Constructor de sueños
Raúl Melo
Con una trayectoria mayor a cinco décadas en las artes marciales, tres de ellas en el sistema militar y los últimos años en las industrias de la construcción y el tabaco, Ismael Rodríguez Oliván es un ciudadano del mundo que posee una mente tan inquieta, como creativa y poderosa.
Apegado a la filosofía asiática –que resalta el valor del trabajo y la perseverancia–, educó su paladar con una amplia diversidad de tabacos y conformó un catálogo impresionante de mezclas y formatos de cigarros, agrupados en cerca de cien marcas privadas y otras tantas propias. De entre ellas destaca B.A.M.F., que refleja su personalidad y disciplina privilegiando la calidad, más allá de la cantidad.
Puños y armas
Ismael Rodríguez Oliván nació 52 años atrás en Bilbao, España, y radica en Estados Unidos desde 1999, con algunos periodos de ida y vuelta, así como recorridos por el mundo a lo largo de su vida. Las experiencias y conocimientos acumulados le han formado de manera particular, desarrollando un estilo propio en cada actividad en la que se involucra.
Hijo de una madre trabajadora hasta su matrimonio y un Marino Mercante, fue un niño inquieto que se crió en los barrios de ambos lados de las márgenes del río Nervión –que divide a esta región del País Vasco–, entre su abuela y los vecinos, educado por frailes Lasallistas.
Desde muy pequeño, su “amama” –como se le dice a una abuela en Bizkaia–, tomó la decisión de enfocar toda la energía de Ismael en el Karate Do, tras notarle a muy temprana edad una afición por las artes marciales gracias a las películas de Bruce Lee. Con esa formación forjó la personalidad disciplinada que le caracteriza.
A los 14 años, como regalo de aquel padre que por trabajo estaba siempre ausente, Ismael recibió una motocicleta de poco cilindraje en la que se trasladaba de su casa al gimnasio para seguir entrenando día tras día, hasta ser contratado como instructor, a cambio de utilizar las instalaciones de manera gratuita.
El camino como artemarcialista continuó bajo la tutela de Osamu Aoki, sensei con quien perfeccionó su técnica de Karate, antes de incursionar en el Full Contact, Kick Boxing, Thai Boxing y otras disciplinas de las que extrajo las bases para crear un estilo propio.
Alrededor de sus 20 años llegó la vida militar, pues en aquel tiempo el servicio era obligatorio y únicamente se podía librar por ser Objetor de Conciencia o Testigo de Jehová. Pero como Ismael no era ni lo uno ni lo otro, aunque trató de evitar el reclutamiento, en las fuerzas armadas encontró la manera de seguir con las artes marciales.
“No quería estar ahí, y pretendí librarme haciéndome pasar por Objetor de Conciencia; alguien en contra de todo tipo de violencia. Pero para mi suerte, que siempre ha sido mala, el Coronel del cuartel había sido mi alumno. Al reconocerme, me llamó Sensei y ahí cayó la máscara de pacifista”.
Como el experto en que se había convertido, Ismael fue escolta de dos Generales distintos, y pasados los tres meses mandatorios le hicieron instructor de oficiales. Así, lo que pensó que sería un mal momento de la vida se convirtió –hasta la fecha–, en una carrera como contratista privado, tras once años como militar y de haber sido parte de un cuerpo Anti-terrorista.
Vino después otra Agencia, que acudió a él por sus conocimientos en artes marciales, conducción y armas –para ser instructor internacional tanto del Ejército como de cuerpos de Policía–. De hecho, se mantiene activo en una modalidad de semi-retiro, que le obliga a prestar servicios 40 días al año, en alguno de los 167 países donde esta organización tiene injerencia.
122 saltos militares y 6 mil 998 profesionales, por la Asociación de Paracaidismo de Estados Unidos licencia de calificación y Pro. récords –desde estatales hasta mundiales– reconocidos licencias: "A", "B", "C", "D", Coach, Instructor de Tándem y
Por el mundo
La vida de contratista militar ha sido para Ismael tanto buena como mala, pues aunque te permite viajar por el mundo, también está llena de violencia. “Pero si tú firmaste un contrato, lo haces y ya, sin quejarte”, sostiene.
La adrenalina y el sueldo le motivan a tomar misiones, pero también lo hace por la posibilidad y beneficios de trasladarse a distintas latitudes y conocer tabacos de sitios muy especiales. A finales de 1994, la vida militar lo llevó a la guerra en Angola, donde permaneció cerca de tres años. Encontró entonces el aroma, el tabaco y los cigarros artesanales de la zona: “Veía a los locales enrollando sus plantitas y pedí algo para probar. ¡Qué cosa más rica!”, asegura.
Tailandia, Rumanía, Perú e Irlanda fueron otros de los 69 países donde su labor le permitió descubrir nuevos aromas y sabores, desarrollando –sin darse cuenta–, un paladar especializado y una creatividad particular para las mezclas. “Probaba tabaco de aquí y de allá, y me imaginaba que si tomara un poco de esto y de aquello obtendría algo bueno”.
España y el tabaco
La historia de Ismael y el tabaco inició a sus 12 ó 13 años, pero con el cigarrillo, tema común para la juventud española: “a mi hermano y a mí, nuestra madre nos descubrió fumando y decidió que antes de que consumiéramos cualquier cosa en la calle, ella nos compraría los cigarrillos”, recuerda.
A la vuelta de uno de sus viajes como Marino Mercante, su padre descubrió que fumaba y decidió darle una lección de vida. “Vamos a ver si eres hombre de verdad”, le dijo, mientras le ofrecía un Farias, puro español de fortaleza alta, acompañado de un Sol y Sombra, que es una copa de coñac y anís.
Durante la entrevista vía Zoom, Ismael narra haberse puesto verde por el golpe de nicotina, pues ignoraba que el humo del cigarro no se inhala. Así fue su primera experiencia con el tabaco puro, “y como necio que soy –continúa–, seguí fumando otros de menor fortaleza, pero entonces comencé disfrutarlos".
Ismael dice honrar una tradición tabaquera que en España dio origen al consumo del tabaco como se le conoce hoy en día, torcido como una mezcla de hojas en la tripa, unidas por un capote y embellecidas por una capa.
“Es cierto que en tiempos precolombinos, pueblos como los Taínos fumaban la hoja de tabaco, pero era tomar una planta y fumarla sin más; mientras que en España se inició la idea de las mezclas y se llevó a su manufactura en Cuba, por ejemplo”, expone.
Constructor de sueños
Pintando casas para ganar algún dinero, encontró a un hombre analizando planos, y como Ingeniero de formación y persona curiosa, les echó una mirada y encontró varios errores. Se trataba del Manager de Proyectos de Inkeepers USA, a quien acompañaba el dueño de esta empresa dedicada a la construcción y remodelación de hoteles. Como la perspectiva fresca de Ismael ayudó a corregir el trabajo, durante cuatro años participó en el desarrollo de más de una veintena de edificaciones.
Como rolar tabaco es común para los españoles, quienes suelen torcer sus propios cigarros y hasta forjar los cigarrillos, para 2003 Ismael ya realizaba sus primeras mezclas para consumo personal, al tiempo que compartía charlas con el Master Blender Óscar Arias, a través de llamadas telefónicas a la República Dominicana.
El negocio del tabaco le era hasta entonces desconocido, pero como había ganado algo de dinero haciendo blends para un par de clientes privados, en 2015 aprovecho que el mercado de Estados Unidos vivía un nuevo boom tabaquero y entró de lleno en la industria.
Ese año se integró a la fórmula Clint Scherb, un ex Marine avecindado en Palm Beach, Florida, e integrante del equipo SWAT local, a quien Ismael conoció gracias a la relación laboral entre su esposa y el padre de Clint.
El tabaco era común denominador entre ambos, y luego de un año de compartir fumadas surgió la idea de crear una marca. Debido a sus experiencias en el Ejército y la Policía, uno y otro se relacionaban con personas involucradas en ese medio y por ello la registraron como B.A.M.F. (Bad Ass Mother Fuckers); apelativo que describe a la gente intrépida en el argot de los primeros respondientes: paramédicos, policías y bomberos, entre otros.
Entonces, un vecino le ofreció manufacturar la marca en la República Dominicana, en una fábrica que presumía como propia. Viajaron a la isla y ese individuo resultó ser un charlatán, pero estando ahí Ismael escuchó la voz familiar de Óscar, quien le advirtió: “A este hombre no le hagas ni caso, yo alquilo la fábrica y él la hace pasar como suya”. No obstante, esto le permitió iniciarse en el Mundo del Tabaco, y con el paso del tiempo Rodríguez Olivan Cigars Factory (ROCF) estableció tres fábricas en República Dominicana y otra, "hermana", en Zimbabue.
B.A.M.F.
Sus operaciones iniciaron con la marca propia y algunos clientes privados, que actualmente suman 98 compañías diferentes. Todo ello, entremezclado con el negocio de construcción, las misiones internacionales y el entrenamiento de cuerpos de seguridad.
“El nombre se acordó una noche y al día siguiente ya estaba registrado. Sólo eramos dos militares y policías cansados de fumar lo de los demás, sabiendo que ya hacíamos mezclas para otros, pero nada propio”, cuenta.
En 2018, ocupaciones personales y laborales alejaron a Clint del proyecto. Ismael compró sus acciones y continuó la aventura en solitario: “Fue algo que no pensaba hacer, porque estaba conforme con la marcha de la empresa, pero gracias a Dios todo salió bien”.
Así que a la fecha B.A.M.F. mantiene presencia en más de 200 puntos de distribución, siguiendo con la venta en línea a través del sitio web https://bamfcigars.com. Además de cinco años de experiencia como importador, nuevo estatus adquirido por la necesidad de controlar cada vez más el proceso administrativo de la venta de cigarros, “buscábamos independencia. Ahora la tenemos y también la utilizamos para ayudar a otros”, afirma.
Experiencia Y Creatividad
Con un abanico de 74 mezclas bajo la línea B.A.M.F., 22 como Don Oliván, nueve en la línea K9 y más de 500 privadas registradas ante la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.), Ismael presume de una mente creativa, atribuyendo algunas de estas creaciones a la necesidad de solución de problemas, aprovechando lo que se tiene.
Uno de sus blends más destacados es Intercontinental, un cigarro que reúne tabacos de cuatro continentes y siete países, como Nicaragua, Cuba o Italia; pieza galardonada entre Podcast especializados como el Cigarro del Año en dos ediciones consecutivas.
Recuerda también al Inside Out, creado una noche en la que el antojo de una buena fumada coincidió con la falta de materiales: “en la mesa sólo tenía tres capas, un capote y una tripa”. De pronto, en la radio sonó la canción What is Love, que le hizo recordar la película One Night at the Roxbury, por su planteamiento para resolver un problema en particular.
Así que utilizó las capas como tripa; convirtió el capote en capa, y la capa en capote. Lo adornó con una anilla pegada de revés: “un cigarro que no debía existir, pero al final tenía un sabor espectacular y vendió 10 mil unidades en un día”, expone.
El catálogo de la marca incluye formatos clásicos como el Toro, el Gordo o el Robusto, además de otras formas como el Torpedo y Salomón, así como innovaciones: un Doble Torpedo, con doble capote para cortar el cigarro a la mitad y fumar dos piezas, o el M.O.A.C. (The Mother of all Cigars / La Madre de todos los Cigarros), con 12 pulgadas y cepo 110.
Mención aparte merecen sus Salomones licenciados por Marvel y DC, adornados con los logotipos correspondientes a los personajes The Punisher, Spiderman, Batman y Superman. Ismael es el único productor del mundo con este permiso, “con la única condición de hacerlo efímero, al colocar el logotipo como parte de la capa, para que desaparezca al consumirse el cigarro”, puntualiza.
También el BTC, manufacturado enteramente con hoja de tabaco Negro Cubano llevado legalmente a República Dominicana, donde se rola y envía posteriormente a Estados Unidos para su comercialización, “lo que nos hace los únicos vendiendo tabaco cubano legalmente en este país; asunto discutido y aprobado por la FDA”, destaca.
Visión boutique
De acuerdo con Ismael, cuando una marca inicia y su producción es reducida –características propias del mercado boutique–, la peor decisión es llevar los cigarros a tiendas donde compitan contra las grandes marcas que dominan el mercado. Peor aún si el precio es elevado, ya que por unos cuántos dólares se enfrentan a productos con mayor renombre. “Vivimos en un país (Estados Unidos) consumista, donde quien te ve fumando un cigarro de 35 dólares quiere el de 40, sin hablar de calidades”.
Su consejo es simple: "Empieza con precios bajos que te permitan cubrir la producción y formatos tradicionales. Aunque obtengas poco, es mejor ganar 12 centavos por cada una de mil piezas, que buscar un dólar y no vender nada".
De las 110 marcas producidas alguna vez por ROCF, sobreviven 98 que han seguido la filosofía de privilegiar la producción sobre las ganancias, y se hacen presentes a través de la Internet o en tiendas dedicadas al mercado boutique. “Más que estar en este negocio por dinero, porque a veces gasto más de lo que gano, se trata de hacer presencia y contactos. La cuestión no es hacerse de oro en cinco días, sino acumular y mantener clientela”, dice.