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Nada es permanente

EDITORIAL

César Salinas Chávez

Me voy a poner un poco personal, pero es fin de año, se vale...

No es un secreto que 2022 fue duro, muy duro e incluso trágico para muchos. ¿Cómo no?, si lo que estamos viviendo es la resaca de la pandemia, con todas sus muertes, su orfandad, su viudez y sus duelos en todas partes. La industria tabaquera no es la excepción.

Resaca de una fiesta de terribles excesos. Quienes eran ricos se volvieron millonarios; los pobres, miserables, como en la guerra o la Gran Depresión, así que esta vez no hablaré de tabaco. De hecho, no me apetece hablar. Sólo quiero decirte, lector, lectora, amigo, amiga, que si este año fue duro para ti –como le digo a mi hija–, recuerda siempre la regla del dolor: no es permanente.

Así que para no alargar más esto, quiero dejarte un poema de César Vallejo, quien murió de hambre, sufrió toda la vida y nunca dejó de asombrarse por ella, y celebrarla. Saquen sus puros más preciados, beban, abracen, rían, y reciban mis mejores deseos para 2023.

Considerando en frío, imparcialmente, que el hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho colorado; que lo único que hace es componerse de días; que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando que el hombre procede suavemente del trabajo y repercute jefe, suena subordinado;

que el diagrama del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces, pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto, se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también que el hombre es en verdad un animal y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

Examinando, en fin, sus encontradas piezas, su retrete, su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo que él sabe que le quiero, que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales y mirando con lentes aquel certificado que prueba que nació muy pequeñito... le hago una seña, viene, y le doy un abrazo, emocionado. ¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

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