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Fuera de Serie Nicaragua Connecticut: Derribando barreras
Luciano Quadrini
Una de las cosas que más valoro del tabaco es su cualidad de puente social. No conozco otra costumbre, como el acto de fumar tabaco, que acerque tanto a las personas entre sí, sin detenerse en nacionalidades, etnias, clases sociales, niveles económicos, religiones y ocupaciones. Es parte de la magia de esta planta ancestral, esa capacidad de encontrar un punto en común entre almas tan diferentes, que se vuelven gemelas en el instante que el fuego toca la hoja. Alrededor del tabaco se respira amistad, curiosidad y fraternidad.
Cuando varias personas encienden un puro en un Cigar Lounge sus humos se fusionan, al igual que sus mentes, y todos somos parte de una misma nube, en la que las ideas fluyen en todas las direcciones y las barreras sociales y prejuicios quedan calcinadas por las brasas. El tabaco es moderador de debates, propulsor de ideas y hasta psicólogo personal.
No podría enumerar en un solo artículo las veces que he salido de un Cigar Lounge, ya sea en Argentina o en otra parte del globo, con la sensación de haber conocido personas con las que no habría podido coincidir, o por lo menos entablar una conversación, si no hubiese sido con un tabaco en los labios.
Hace un año me encontraba fumando en la ciudad de Miami y me encontré por primera vez personalmente con Tony Pichs –a quien hoy considero un amigo–, quien me recibió como si nos conociéramos de toda la vida (con un tabaco en la mano, por supuesto) en uno de los Cigar Lounge del que es habitué: Cuban Crafters.
Entre palabras y humo Tony me comentaba de sus cigarros mientras me ofrecía algunos para que fuera probando. En determinado momento de la charla salió el tema de las capas Connecticut y coincidía con él en que en general no somos muy fanáticos de ese tipo de hoja. Pero él no se iba a quedar con las ganas de tener en su catálogo alguna liga con esa capa y tomó la determinación de elaborar un cigarro que fuera de su agrado.
Como buen mago, nunca reveló cuál fue su truco para confeccionar el blend apropiado para él, pero me aseguró que cuando lo probara sería diferente a cualquier Connecticut que hubiera fumado antes. Por supuesto que no me iba a quedar con la duda y me encuentro escribiendo estas líneas con el 100 por ciento de mis sentidos dirigidos a analizar y disfrutar de este puro que me tiene intrigado desde aquel día.
FUERA DE SERIE NICARAGUA CONNECTICUT
Se trata de un Toro de 6 pulgadas de longitud, cepo 54, que posee una capa de venas finas, muy suave al tacto y de color claro. La perilla tiene una excelente terminación que denota una gran prolijidad con esta delicada hoja. Al cigarro se lo percibe firme al tacto y parejo, sin presencia de baches o nudos. La anilla, de tonos negros y dorados le da un aire de seriedad, pero también de distinción.
No quiero dejar de destacar la presencia de la anilla de pie, que considero como un elemento más que importante en cualquier cigarro, si queremos que el pie del mismo no llegue dañado a nuestras manos. Creo que hoy en día todas las marcas premium deberían incorporar esta grata costumbre para mantener la integridad del puro desde que sale de la fábrica hasta que es encendido por el fumador.
Procedo a la cata en frío y percibo notas dulces a chocolate, un suave aroma a cedro y frutos secos y alguna especia cálida como la canela, incluso en la calada en frío.
Sin más preámbulo le realizo un corte recto con guillotina y enciendo lentamente con encendedor tipo torch
Las primeras bocanadas llegan con tonos herbáceos, pero también dulces. El heno va dominando calada a calada y va atrayendo al cedro, que se une a esta danza alrededor del fuego. Lejos de ser invasivas, las notas herbáceas no saturan la fumada, como pasa en general con la mayoría de cigarros que utilizan tabaco Connecticut en su liga.
En cambio, éste se encuentra muy bien balanceado mediante notas cremosas y dulces que redondean bastante las puntas herbáceas que tienden a surgir por las características naturales de esta hoja. A continuación emerge una nota a café, que aporta un toque amargo muy agradable. Sobre el tiro y la combustión sólo tengo buenos comentarios. Una ceniza blanca y compacta se va descubriendo, a medida que el anillo de fuego avanza.
Cuando llego al segundo tercio, ya con unos tres centímetros de ceniza todavía adherida a mi puro, cae y deja al descubierto lo que suponía desde el primer contacto: un cono de combustión perfecto –como se puede apreciar en las fotos–. Pero, ¿por qué es importante la presencia del cono de combustión?
La combustión en forma de cono indica la correcta colocación –por el torcedor– de las distintas hojas que conforman la ligada. Las hojas pertenecientes a los distintos pisos foliares de la planta de tabaco tienen diferentes grosores y por lo tanto sus temperaturas de combustión cambian.
Las hojas de la parte superior de la planta corresponden al Ligero, y son las más gruesas y con mayor carga nicotínica. Por lo tanto, son las que más tardan en combustionar y deben ir colocadas en el centro de la tripa del cigarro. Alrededor de éstas se colocaran hojas de Seco y Volado; el primero, proveniente de la parte media de la planta, y el segundo, de la porción inferior.
Cuanto más bajo es el piso foliar, más finas son las hojas y por ende combustionan más fácilmente. La adecuada colocación de estas distintas hojas determina que se forme un cono de ceniza a medida que avanza la fumada, como sinónimo del buen torcido del puro.
Volviendo a los aromas y sabores, desde el principio de este tercio se evidencian notas dulces a caramelo y canela. Una nota a almendra incorpora los frutos secos con una cremosidad que continúa en aumento calada a calada, hasta que llega la pimienta blanca y le aporta un picor leve que se asienta en el paladar. El cedro persiste y toma potencia en el retronasal.
El último tercio comienza con toques cítricos. Los frutos secos ahora migraron hacia la avellana, que camina de la mano con una nota a cuero. Los tostados aumentan a gran velocidad a base de café. El final es completamente balanceado y el tiro y combustión se mantuvieron impecables.
Indudablemente, un cigarro completamente distinto a otros Connecticut que he fumado, y con una intensidad de sabor y evolución que no recuerdo haber encontrado en otros puros de este tipo. La versatilidad del tabaco y de las ligadas nunca dejan de sorprenderme, al punto tal que aprendí a no encasillarme más con un tipo de capa y a probar cada tabaco que esté a mi alcance –sin importar su ficha técnica–, sabiendo que hay un componente fundamental, casi imposible de describir, que es la experiencia del hombre detrás de este producto artesanal elaborado a mano y mente.