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Tabacaleros con Lealtad
Renuevan Marvanny Cigars
Alberto Arizmendi
Apesar de su juventud, ambos tenían camino andado en el Mundo del Cigarro. Se conocieron hace poco tiempo, cuando la afinidad de sus ideales y visión de futuro les impulsaron a formar una sociedad y establecer la Tabacalera la Lealtad en Villa González, municipio de Santiago, en la República Dominicana. Hablamos de Yovanny Pérez y Roque Tejada, quienes relanzan la marca Marvanny –con tres años en el mercado– y buscan consolidar sus productos, elaborados con pasión y dedicación.
Trabajan en armonía. Uno se encarga principalmente de los temas comercial y administrativo, y el otro, de lo relacionado con la fabricación. Tienen una amistad profunda, con respeto tanto a lo que hacen como a las personas que han puesto su confianza en ellos. Saben que todo árbol surge pequeño y hay que cuidarlo para que luego rinda frutos. Todo a su tiempo...
HISTORIAS SEPARADAS
Roque nació hace 41 años en Villa González, donde su familia cultivaba tabaco. Dice que desde niño, durante las vacaciones escolares iba a trabajar a la parcela de su abuelo paterno. Todavía recuerda el aroma que desprenden las hojas cuando las cortan, así como el de la casa de curado. Cuando esa actividad ocasional se fue volviendo cotidiana “ya siempre estaba metido en el conuco, y tan me enamoré del tabaco que hasta llegué a serenar con él; es decir, a cuidar los campos de noche, porque podían robárselo”.
Sus mayores le enseñaron que la planta es como una rosa y si la maltratas, se daña. Él aprovechaba para preguntar todo lo que se le ocurría: ¿por qué y cómo se madura?, y cosas así. De tal suerte que le explicaban las técnicas usadas desde siempre, “porque en ese tiempo no había agrónomos aquí, y era una labor difícil”.
Después acompañaba a su madre, quien trabajaba en un almacén como despalilladora. Así que cuando ingresó al bachillerato, en sus tiempos libres iba a separar las hojas y ayudaba en el empuje en los campos. A sus 15 años, un señor a quien llamaban El Negro le ofreció trabajo y cada amanecer estaba camino a la parcela. Ahí aprendió a deshierbar, a desbotonar las hojas y buena parte del proceso de cultivo.
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Yovanny –quien recién cumplió 35 años–nació en Santo Domingo, pero muy pronto su familia se mudó a Santiago, donde realizó sus estudios hasta llegar a la universidad. Considera que esta ciudad ha sido siempre muy bonita, pero que antes la gente era más amable. “Con un vecino podías pasarte una greca de café, un plato de comida... En estos tiempos eso ya no se ve”.
Cuenta que su mamá ha trabajado siempre, porque su padre falleció cuando él tenía cuatro años. Se crió con esa ausencia, pero a cambio tuvo siempre la figura de su abuela, en cuya casa vivían también los primos, en armonía. Ella, doña Gloria, fumaba. “Así que me mandaba al hospedaje a comprarle andullo. Cuando se descuidaba con la pipa, yo ya la tenía en la boca. Apoyadora era. Le decía ‘dame, a ver a qué sabe eso’, y me ahogaba. Demasiado fuerte, pero muy dulzón. Recuerdo ese sabor como ahora mismo”.
Su madre le mandó a trabajar desde pequeño, así que cuando tenía 13 años le dieron oportunidad en una panadería que se llamaba El Dorado 2, cuyos dueños eran amigos de la familia. Quedaba a una esquina de su casa y al salir del colegio se iba para allá. Era el encargado de cobrar, porque no tenía los conocimientos para hacer pan. Pero fue una experiencia que le ayudó a formarse, y “gracias a Dios tuve educación y una madre que siempre estuvo arriba de mí: he ido derecho y por la línea”
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De acuerdo con Roque, sus experiencias en el campo le convirtieron en un apasionado del tabaco. Refiere que un buen día, cuando tenía 17 años, “mi mamá me dice así, relajándome: ‘a ti que te gusta tanto esto, ¿no piensas hacer un curso de cigarro?’. Entonces fue al Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep), que ofrecía capacitación para la elaboración de puros. “Hice la lista, que era enorme, y como a los seis meses me llamaron”.
Tenía tantas ganas y le puso tanto empeño, que a los 15 días ya sabía pegar un cigarro. Su profesor, Elvis, quería mandarlo entonces a Quesada Cigars Factory, pero finalmente decidieron que terminara el curso y en el año 2000 ingresó como pegador a Davidoff Cigars. Se describe a sí mismo en ese tiempo como “un muchachito así, flaquito, que pesaba 80 libras mojao”.
Don Eladio Díaz, que era el Master Blender de la empresa, le dio su primer puro. “Fue un Griffins 300, capa Connecticut, cepo 43x6” –relata–. Me dice, ‘¿y usted va a tolerar ese cigarro?’. ‘A mí me gusta esto’, le respondí. Y al ver esa curiosidad me regaló dos para que los llevara a casa y fumara en la noche. Tenía la alegría de un niño cuando le regalan una bicicleta, y contra lo que dicen de que la primera fumada es fuerte o te marea, a mí no me hizo nada”.
Por su parte, Yovanny fue creciendo e incursionó en distintas actividades. A los 14 ó 15 años reparaba teléfonos celulares en una tienda y luego fue encargado de Sistemas en Dominican Sport, haciendo los embarques a Fruit of the Loom desde la Zona Franca. Como estudiante de Ingeniería Civil –aunque no se tituló– entró a la Constructora Mar, de la familia Bermúdez, donde aprendió junto a otros profesionistas.
Con el paso del tiempo estuvo en obra como Jefe de Brigada, y cuando la empresa adquirió minas lo pusieron como encargado de una conocida como Los Guineos. Su boom fue cuando aceptó manejar una Planta de Asfalto en Santo Domingo, que encontró en total desorden porque lo mandaron a relevar a alguien que había tolerado corrupción y otras malas prácticas. Supo entonces que no habría mayores oportunidades.
Ya fumaba, porque en Santiago es tradicional, aunque se hacía más callado. “Mi mamá ha sido política toda su vida y a la casa iban amigos de ella que llevaban cigarros. Uno siempre cogía la colilla que quedaba, pasaba al otro día recogiendo, prendía y te salía ese amargo...”. Pero fue en 2012 cuando, con un amigo, fue a un negocio y “tú sabes, crees que eso te da posición, estatus… Muy comparones nos sentamos y encendimos, pero al final nublé con ese cigarro y no volví a saber de mí más”.
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“Ya trabajando en la fábrica seguí insistiendo –continúa Roque–, que al fin curioso le preguntaba a don Eladio muchas cosas sobre el tabaco, porque el campo es una cosa y la producción, otra. Él me explicaba y le agradezco bastante, porque me dio la oportunidad de aprender y me hablaba sobre todo el proceso”.
Como tabaquero duró como seis meses, antes de pasar a la mesa de inspección de calidad, donde estuvo otro medio año. Después lo ascendieron a supervisor de pegada, en la galera. A pesar de su poco tiempo en la empresa, el muchacho empezó a escalar puestos frente a tabaqueros que llevaban ahí 15 ó 20 años.
“Pero yo quería aprender a hacer empuño a mano y don Eladio se daba cuenta de mi inquietud. Entonces, un día me dice: ‘¿Usted se atreve a representar a la empresa fuera del país?’. Y como siempre he pensado que uno debe tener actitud, respondí inmediatamente que sí”.
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Yovanny empezó a fumar y a comprar cigarros. Más cuando a finales de 2013 conoció a su esposa, quien durante ocho años trabajó en la Tabacalera Arturo Fuente y siempre le llevaba algunos. Al año siguiente se unió a un grupo de fumadores, Smoker Inc., a cuyas reuniones sigue asistiendo puntualmente cada martes hasta el sol de hoy: “Es muy dinámico, amplio y disciplinado. Todo el mundo es profesional en su área y siempre íbamos a los Cigar Lounge a comprar puros para catarlos, sobre todo las marcas dominicanas”.
Explica que antes no había tanta actividad en torno del tabaco en el país ni tanto orgullo por el cigarro local, pues las fábricas preferían exportar. “Esto que ahora se ve tiene cinco años, porque antes era difícil encontrar un humidor de Fuente o los productos premium de La Aurora. Eso no es un secreto”.
De pronto empezaron a salir marcas de amigos y teníamos cigarros de buenas fábricas. Las redes sociales permitieron también hacer intercambios con otros fumadores no sólo en el país, sino en el nivel internacional. “A mí esto me gustaba tanto y me llenaba de satisfacción, que a los conocidos les compraba mazos para regalar... Más adelante vi la oportunidad de crear una marca”.
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Roque pasó a ser embajador de Davidoff en el nivel mundial y durante 15 años representó a la empresa en distintos eventos y el lanzamiento de productos. En Europa visitó España, Suiza, Alemania, Suecia y Rusia; casi todos los países asiáticos, especialmente los del Medio Oriente, como los Emiratos Árabes Unidos, Dubai y Qatar, y por supuesto Estados Unidos. Acompañaba al ingeniero Hendrik Kelner, quien ofrecía las charlas, mientras él elaboraba los puros a mano, sin máquina bonchera ni otro instrumento más que el molde y una prensita.
Regresó a la fábrica como encargado de Calidad y Producción; el rango más alto en lo correspondiente a la fabricación del cigarro. Pero sintió la necesidad de dar un paso más y no quedarse estancado. Dejó Davidoff en 2017. “Quería retirarme y plasmar todos los conocimientos que adquirí en un negocio propio. Salí por la puerta alta, como siempre he dicho; conservo una buena relación de amistad con Eladio, quien me dice ‘mi hermano’ donde quiera que me ve”.
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Desde 2018, Yovanny hablaba con un amigo de fumada sobre crear una marca, o por lo menos sacarla para ver si podía ser rentable. Tenían claro que al principio no habría beneficios y que esa decisión involucraba a sus familias. “Me gustaba fumar, conocer lugares; se trataba de una actividad dinámica y estaba decidido a dejar la constructora”.
El tema avanzó lentamente, hasta que se acercaron a la Tabacalera El Puente, donde coincidentemente estaba Roque Tejada. En ese momento comenzaron a probar blends, a hacer cambios y dar a cada mezcla elegida el tiempo de reposo necesario. “Se dice que es de tres meses como mínimo, pero vas probando un cigarro y dices no, yo quiero darle cinco meses”. Finalmente lanzaron Marvanny Cigars el 13 de marzo de 2020.
Una semana después, debido a la pandemia de Covid-19, el país se cerró. Por fortuna, antes había obsequiado muchos cigarros a amigos y fumadores, y como las reuniones eran por Zoom y las comunicaciones por Whats App empezó a vender directo al consumidor final. “Salía con una mascarilla, llevaba los cigarros y les pedía ‘transfiéreme’. Me atrevo a decir que entre las marcas boutique, fuimos de las primeras en hacerlo. Gastamos mucha gasolina, pero se generó dinero para continuar”.
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Villa González se conoce por cultivar el tabaco más fino de la República Dominicana y Roque se enorgullece de ello. Es un pueblo muy laborioso, trabajador, donde todos se conocen y años atrás la gente era muy unida. Históricamente se ha sembrado el Olor Dominicano, Carbonell, Quin Díaz y Papayo; las cuatro variedades más tradicionales de la región.
Explica que el Carbonell lleva el nombre de la empresa Cigarros Carbonell, la primera compañía dominicana que exportó puros a Europa. Quin Díaz, por Chavo Díaz, tabaquero local que cruzó una semilla, y el Papayo lo obtuvo un campesino que le puso ese nombre. Aunque el Olor Dominicano se ha cosechado aquí, desconoce su origen. Se trata de tabacos muy predominantes utilizados en capote y tripa, de acuerdo con la fumada que se esté buscando.
Roque es el tercero de cuatro hermanos y el menor de los dos varones: “todos tabaqueros”. Porque de hecho su padre también trabajó en el campo, “para una industria que llamaban aquí La Tabacalera, fabricante de los cigarrillos Montecarlo, Constanza y Hilton. Ahí fue que mi madre y él se conocieron, pero murió cuando yo tenía 12 años”.
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Marvanny Cigars inició con 6 mil unidades y dos líneas: un Robusto cepo 50x5” capa Habana 2000, y el Toro San Andrés, cepo 56x6”. Yovanny agrega que tras la pandemia el boom continuó: “hubo fines de semana en que reposteaba hasta a 20 gentes fumando en diferentes sitios y el producto se había colocado en casi el país entero”.
Pero luego, en una evaluación de 0 a 100 puntos, el grupo de fumadores más importante del país le dio 48 a su Robusto. Cuando tienes un cigarro en la mano –considera él–, sólo por estar construido se valora en 50, tomando en cuenta lo que su elaboración conlleva. El resto se otorga por el color de la capa, quemada, fumada, textura, tiro, sabor, fortaleza… Las redes sociales “se encendieron y muchísimos consumidores nos defendieron. Fumadores de Santo Domingo y de Santiago me llamaron porque querían probar el puro, y en ese tiempo vendí más de 10 mil unidades.
“Hoy –afirma– me atrevo a decir que son pocos los sitios donde la marca no se conoce. En este nivel me encargué de hacer un buen trabajo ofreciendo ofertas en los negocios prácticamente cada semana. Sigo visitando los Cigar Lounge porque no vendo un producto, sino que llevo un hijo mío para que dé buenas fumadas”.
EL ENCUENTRO
Aun cuando su ex socio decidió retirarse del negocio, Yovanny siguió adelante. Conoció a Roque en un Cigar Lounge, y tras mucho conversar poco a poco fueron trabando una amistad que les convirtió en hermanos. Pronto se identificaron por coincidir en propósitos e ideales, hasta que a finales de 2020 comenzaron a hablar –como proyecto– de montar una fábrica.
No obstante, se llevaron un año analizando, probando y verificando lo que querían lograr: “un producto con los criterios y estándares que exige el mercado, para fumadores que estén experimentando puros nuevos y otras sensaciones, que eso es primordial, así como para fumadores veteranos y quienes están iniciando en el mundo del cigarro”, tercia Roque.
Durante ese tiempo Yovanny invirtió ocho meses en el curso ofrecido por el Infotep y el Instituto del Tabaco de la República Dominicana (Intabaco) para formarse como pegador. Quería aprender más sobre la elaboración de los cigarros, y asistió puntualmente a las clases como uno más de los compañeros. Algo sabía desde antes, pues visitaba frecuentemente la fábrica donde producían su marca y vivía el proceso: “siempre chequeaba, preguntaba ‘¿y esto de dónde sale..? ¿Cómo se hace esto?’. Trataba de absorberlo todo”.
LA LEALTAD
La relación de Marvanny con la Tabacalera El Puente terminó a principios de 2022, al retirar lo último del inventario que se encontraba en reposo. Roque tenía el vapor, una prensa pequeña y todos los materiales para elaborar cigarros, porque aunque trabajó para distintas empresas, en su casa siempre hizo puros para vender. En junio decidieron asociarse y establecer la fábrica, pues independientemente de la experiencia de cada quien, ambos buscaban crecer.
Se sentaron a probar los puros de la marca y Roque propuso hacer ligas nuevas, conservando la línea. No hubo problema. “Confío en él cien por ciento –expone Yovanny–. Conocía su forma de trabajo y sabía que haría algo mejor. Al día siguiente me trajo un Robusto y me dijo ‘prueba’. Y dije ‘éste es’. Realmente superaba al que teníamos”.
Comenzaron a trabajar en la fábrica de un amigo, al tiempo que alquilaron una casa en Villa González y la fueron transformando: modificaron la fachada, construyeron un espacio para la oficina y un saloncito de espera, y adecuaron las áreas para el empaque, el tabaco y el Aging Room, cuyas paredes forraron con contramedia de cedro.
Acudieron con Leo Reyes e hicieron una compra significativa de tabaco que incluyó pacas de 2011, y el más joven, con cuatro años de añejamiento. “Ah, pero ustedes no son pequeños”, les dijeron. Tabacalera La Lealtad produjo su primer cigarro el 30 de agosto de 2022, y debe su nombre al alto compromiso que sus dueños asumen con la calidad de sus productos y con los consumidores.
Además de personal administrativo, contrataron a un torcedor que trabajó en Davidoff, y a un pegador que estuvo en esa empresa y en Fuente, con 10 y 15 años de experiencia. Eso es una ventaja, sumada a que Roque también hace cigarros y no se queda supervisando únicamente. Es inquieto. Lo ves hacer unos 300 empuñes, clasificar los tabacos y así... De lunes a sábado llega a las 06:30 horas, y los domingos va a fumar y cuida el establecimiento.
MARVANNY RELOADED
Elaborada en esta fábrica, la marca Marvanny Cigars renovada ofrece hoy 12 vitolas diferentes: Corona cepo 42x5” capa Habana; Short Robusto cepo 52x4”, Corojo, que en Galera llaman Tres Golpes; Robusto cepo 50x5” capa Habana 2000; Robusto cepo 52x5½”, Connecticut; Robusto cepo 54x5”, Habana; Robusto cepo 50x5”, Connnecticut, y Robusto cepo 54x5”, Negro San Andrés.
También, un Torpedo cepo 52x6” capa Corojo; Toro cepo 54x6”, Corojo, con fortaleza media a alta; Toro cepo 56x6”, Negro San Andrés, y Toro cepo 54x6”, Habana. Finalmente, un Toro cepo 52x6” capa Habana Rojiza, Edición Especial (no limitada), que saldrá a finales de año, o principios de 2024. Todos ellos tendrán su nombre o apodo. Como uno de los Connecticut llamado Gema –por las piedras preciosas– o Three Milk Cake para su venta en Estados Unidos, pues su dulzor es como un postre.
Toda la materia prima utilizada en Tabacalera La Lealtad es dominicana. Las mezclas, capote y tripa son distintas, pero no en cada uno de los puros. Para capote se utiliza Habana 2000, Habana 92, San Vicente y Sumatra, mientras que en la tripa, Pensilvania, Broadleaf, Piloto Cubano, Criollo 98, Olor Dominicano, Habano 2000, HVA y Corojo. Todas las fumadas son diferentes, dinámicas y lejos de ser lineales resultan cambiantes, pues en cada tercio ofrecen sensaciones diferentes.
Decidieron conservar su presentación y siguen trabajando con Alsack Labels. Las anillas originales llevan un número 11 por su día de nacimiento y en el centro la letra “P”, inicial de su apellido, aunque también habrá otras similares con referencia en la fábrica, porque lanzarán otras ediciones a lo largo del año “con ligas no muy complejas, pero sí muy buenas”, aseguran. Pero las cajas son diferentes, con los colores de los cigarros, nombres y bandas, e incluyen un Código de Barras, al igual que los celofanes en cada unidad.
VISIÓN DE FUTURO
Tanto Yovanny como Roque no se oponen a la idea de producir marcas privadas, pero en este momento están concentrados en la suya para aumentar a diez su número de ligas, con diferentes vitolas, formatos y fumadas, y que el consumidor pueda elegir un Marvanny para cada momento.
Su enfoque es de crecimiento. “Nuestra visión es llegar más allá de lo que uno espera. El futuro de nosotros es bien grande”, auguran, porque ya distribuyen sus productos en EEUU. Este año, por ejemplo, tienen programados tres eventos en diferentes Cigar Lounge de Chicago, Illinois. “Lo primordial es llevar al consumidor puros con calidad, consistencia y buena presentación, que nos permitan posicionarnos en el mercado internacional”.
Para ellos, el corto plazo no existe. La mayor satisfacción será que su esfuerzo y dedicación den frutos. Todo es a largo plazo, orgánico, paso a paso, con el objetivo de llegar a ser y consolidarse como una de las mejores marcas premium del mundo.