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Deadwood - Fat Botton Betty, pequeña reseña
GUT FEELING
Gastón Banegas
Hoyes domingo. Luego de haberme tomado unas vacaciones de las teclas del ordenador, nuevamente nos vemos las caras Mr. Lenovo y yo. En este tiempo tuve la suerte de viajar varios kilómetros, hacer nuevos amigos en Miami y reencontrar a mis hijas en Madrid, luego de mucho tiempo sin verlas.
He fumado mucho. También he comido y bebido, disfrutando tanto los sabores y maridajes, que al día de hoy sigo recordando vívidamente cada uno de ellos y espero que sigan así en mi memoria por mucho tiempo más. Por eso y otras miles de razones siempre he dicho que soy una persona de suerte; no me puedo quejar. Creo que no me he privado de nada, lo que hoy en día no es tan común, y en ciertas oportunidades hasta me cuesta admitirlo, no por vergüenzas, sino más bien por no desafiar a la suerte, bipolar. Podría decir que entre parada y parada, en cada espacio por donde he viajado, en cada recorrido, he tratado de aprovechar cada experiencia al máximo.
Hoy, de nuevo acá en Buenos Aires, puedo notar que por la ventana ingresa luz de día. Hace calor, pero no me sacrifico. Acondicionador de aire mediante y habiendo terminado el almuerzo, me encuentro fumando placenteramente. En una modesta descripción de mi alrededor puedo decir: mucho desorden en el departamento. Además, suena música de Vivaldi, que casi había olvidado. Junto, en el escritorio, tengo una botella de Wild Turkey Longbranch y un puro que traje de Miami.
Qué lindo viaje pude hacer con amigos. Creo que es una conclusión obvia, pero son los que encuentro más divertidos. Con mi familia disfruté mucho, pero entre diablos no nos pisamos la cola, dicen por acá. Así que tuve oportunidad de fumar mucho en Miami: jornadas a puro humo, tanto así que ni la playa visité.
Sin exagerar, compartimos jornadas de diez a 12 horas entre gente maravillosa, puros y bebidas que merecían acompañarlos. Conocí gente que sigo en redes, personas que merecen mi admiración y respeto; compartimos humos y construimos amistad. Pronto volveré y seguiremos fumando y divagando, tratando de arreglar al mundo, o cuando menos la industria del tabaco.
Volviendo a mi Buenos Aires querido, entre trago y trago fumo un puro que quería conocer. Obviamente compré una caja en una tienda del sur de la Florida y me la traje junto con otras cositas. Sin darme cuenta, casi todas mis compras fueron productos de Drew Estate. Definitivamente es una marca que me gusta mucho y bien digo que está entre las más innovadoras del mercado estadounidense de cigarros.
Fat Botton Beatty es una de las tres chicas que posee la línea de cigarros Deadwood, fabricada en Estelí, Nicaragua. Esta dama –hablo como si fuese una persona–, es considerada parte de las tres perlas deliciosas –junto a Sweet Jane y Crazy Alice–, que componen la línea Deadwood de Drew Estate Tobacco Company
En una primera inspección noto que es una dama que viene con una cintura de 54 y una altura de 5 pulgadas, vestida con una hermosa capa oscura madura y destellos rojizos bien oleosos. Si bien la procedencia del tabaco no está informada, podría suponer que es oriundo de Nicaragua. Bien construido, el cigarro no presenta venas en la capa o arrugas en su estructura.
Esta chica posee una piel dulce, azucarada artificialmente. Tamaña sorpresa me llevé al poner el cigarro en mi boca. Fue automática la percepción de dulzor. Una sorpresa que muy seguramente fue transportada de las mezclas endulzadas de la popular marca ACID.
Con fuego la cosa obviamente va cambiando. Se sigue sintiendo el dulzor en el primero de los tercios, pero se agradece que surjan las notas que uno pretende a la hora de fumar un tabaco. Esta sensación dulce no dura mucho, creo que luego de haber quemado un par de centímetros inicia el declive del sabor azucarado.
Les cuento que a este baile son invitados los sabores a maderas y cueros que hacen muy atractivo este primer tercio del cigarro, o perdón, de esta chica llamada Betty. Buena dosis de humo y una ceniza blanca y firme conforman un paquete que está bueno encontrar. Y conforme avanza
la fumada, las cosas se ponen más interesantes: promediando el medio tercio de Betty La gorda aparecen la pimienta negra y el café, éste último en el retrogusto. Agradable sensación, y a la inicial nota de dulzor primigenio casi le podemos decir adiós.
Betty es una señora que no se conforma con lo que es, y se esmera en evolucionar. Tanto así, que ya para el último tercio el sabor de la fumada es totalmente diferente. ¡Qué divertido! Siempre encontré en Drew Estate cierto costado lúdico o propuesta disruptiva a la hora de diseñar y, ni qué hablar, de fumar sus puros.
Después surgen sabores dulces, ya no de la capa sino de la ligada. Me llega información de canela, nuez moscada y especias dulces de cocina, lo cual me vuelve a sorprender, pues no pensé que pudiesen aparecer a estas alturas. Llevo algo más de una hora con el puro y Betty se llevó muy bien con el Longbranch, mi actual bourbon de cabecera.
A manera de conclusiones, pienso que al ser un cigarro de mediana fortaleza, se distingue por su dulzor inicial y evolución. Creo que no está mal para quien busca iniciarse en el camino del buen fumar y no está habituado o no sabe con qué arrancar. En Betty podrá encontrar afecto y contención para emprender sus primeros pasos. Seguramente, para un fumador avezado no es un puro a elegir.
No puedo quejarme de la honestidad de Betty, y para nada estoy arrepentido de haber comprado la caja. Creo que no será un puro para todos los días, pero sí puede ser una alternativa alegre que de vez en cuando sacuda un poco mis gustos estructurados. Es muy seguro que así será.
Hasta la próxima vez. Keep in Touch.