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El tabaco y los reyes ingleses
DE JACOBO I A EDUARDO VII
José Antonio Ruiz Tierraseca
Introducido en la sociedad europea por los marinos españoles que viajaron a América, el tabaco fue objeto de adhesión entusiasta o de rechazo no menos exacerbado por parte de unos y otros. Puede decirse que su uso nunca fue visto con indiferencia.
Uno de los casos más singulares es el del rey Jacobo I de Inglaterra, hijo de María Estuardo, quien en 1604 publicó una obra titulada Counterblast to Tobacco (En contra del tabaco). El libro fue firmado bajo el seudónimo de Misocapnus (Enemigo del Humo), y su contenido fue uno de los más agresivos contra el tabaco y los fumadores.
La Reina Victoria mantuvo la prohibición de fumar en su presencia, pero tras su muerte, en 1901 le sucedió en el trono de Inglaterra su hijo Eduardo VII –ya mayor–, quien era un fumador empedernido. Su vicio –si puede considerarse así– siempre fue repudiado por su madre.
Eduardo VII, por supuesto, levantó la prohibición de la reina Victoria. Así que la intolerancia hacia el tabaco se transformó en la frase célebre You may smoke (Pueden fumar), con la que el personaje abrió la primera sesión del Consejo que presidía, en su calidad de Rey. Un breve, pero significativo tránsito hacia la asimilación y tolerancia al tabaco.
El Monarca fue un gran fumador de cigarros puros, y aunque prefería las Dobles Coronas, tuvo a su alcance todas las mejores marcas de la época. Su vitola personal es muy buscada por los coleccionistas y está adornada con tres plumas blancas.