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TEXTOS TEATRALES PUERTORRIQUEÑOS

berto Pratts, Fernando Martín y Norma Burgos para establecer incentivos contributivos para la industria de TV, radio, comunicaciones, espectáculos, artistas y bellas artes cumple con el requisito de ayudar a la industria local. Porque para globalizar, hay que producir y sobre todo darle taller de trabajo a nuestros artistas. Y desanimar así la proliferación de los programas enlatados. Es un proyecto con definiciones claras, que contó con todos los componentes de la industria. No son los productores comerciales los llamados a establecer una política pública cultural. Esta legislación no toma en cuenta criterios de excelencia y de calidad. La falta de visión en estas medidas permite que en estos proyectos no definan los términos arte, comunicación y publicidad. Esta ambigüedad permitiría destinar fondos públicos para financiar programas, anuncios y espectáculos con criterios ajenos al fin cultural. No hay que confundir las artes con la farándula y la vulgaridad tan frecuente en los medios de comunicación, con el entretenimiento de profundidad. Y me aventuro a decir que el país resentiría que se produjera programas chabacanos con fondos públicos. Estamos cansados de la violencia, la promiscuidad y el sexo que no tiene nada que ver con el amor, la ordinariez, la falta de valores y los espectáculos idiotas que a nivel internacional auspicia con fervor el mundo comercial. Para apoyar la producción local es importante laborar todos juntos por el bien de la Patria. Fueron los artistas de novela los protagonistas de las obras de teatro más importantes producidas por los productores independientes sin fines de lucro que auspicia el ICP. Es justo señalar la importancia de este maridaje entre los artistas que salen tanto en los programas comerciales de TV como en los proyectos teatrales culturales. Esa relación ayuda a la taquilla pero también a los artistas en su desarrollo profesional. Al proporcionarles un taller que le ofrece una variedad de papeles dramáticos, que les facilita la oportunidad a desarrollar talentos y capacidades histriónicas. Contra restando la frustración de muchos artistas cansados de papeles insulsos y enajenantes. Porque algunos equivocadamente creen que los pueblos son tontos y vulgares y se olvidan que este pueblo escribe décimas e improvisa sueños y que necesita como decía Luis Ferré “espiritualidad, sensibilidad y belleza”. Si la juventud percibe que lo único importante es el dinero y se degradan los valores y se desprecia las más altas expresiones de la cultura, no nos quejemos de la violencia y la apatía entre los jóvenes para ir a votar, como acaba de aparecer en un estudio del la Universidad del Sagrado Corazón.

Y si en último caso estos productores comerciales están realmente interesados en producir calidad cultural, ¿cuál es el problema con que la agencia experta en esa materia establezca la política pública?

La industria del espectáculo cumple una función social. Pero es importante señalar que los gobiernos en todos los países del mundo tienen como proyecto fundamental subvencionar la cultura y la educación, no les corresponde subvencionar lo comercial.

Lo meramente comercial tiene otros intereses. Pero quieren controlar el mundo teatral, musical, y de artes plásticas con fondos del estado y sin criterio cultural. En vez de Finarte lo deberían llamar: el fin de las artes. Dejar la política pública cultural en manos de los grupos comerciales que dependen para su visión de trabajo de las compañías comerciales que los auspician, es una forma de privatizar la cultura. Pregúntense: ¿Le interesaría a la Budwieser o a cualquier empresa mas interesada en el rating que en la cultura, apoyar un programa de las poetas puertorriqueñas del siglo XIX?, ¿o de los escritores negros en el siglo XIX en P.R. ,o de José De Diego y o un documental del siglo XVIII? Sin embargo un programa sobre la mujeres poetas del siglo XIX acaba de ser nominado para los premios Emmy. El programa En la punta de la lengua, fue el único escogido en su categoría y compitió con 150 diferentes programas que enviaron de P.R. y se escogió por su calidad y concepto. Me siento orgullosa de decir que En la punta de la lengua, uno de los programas de más audiencia, y a pesar que apenas se anuncia es un programa que apoyé y que bautizó mi padre. Y lo que es importante en el análisis de estas medidas, es que estos premios comprueban los reconocimientos internacionales, comprueban que la globalización está buscando un nuevo discurso de calidad y este reconocimiento abre puertas para globalizar éste y los otros programas. Sin olvidar que un requisito indispensable que no se menciona en estas leyes es el compromiso con la calidad en la producción y en los libretos. Los programas de En la punta de la lengua ayudan a romper el mito de que los espectáculos culturales son monótonos y aburridos. La cultura y el arte son parte del gozo patriótico de los pueblos y pueden ser muy entretenidos y enaltecedores si se saben hacer. Lo verdaderamente aburrido son los libretos estereotipados y faltos de imaginación.

Le preguntó a esta honorable Comisión, ante los problemas sociales de violencia, ante los puntos de drogas, ¿no es acaso el punto cultural una forma más efectiva de contrarrestarlos?

Se preguntan cómo impacta la globalización a los artistas, pues Caridad Sorondo, puertorriqueña, de Gurabo, está realizando un programa internacional sobre la Ruta del Quijote donde participaran las grandes ligas del mundo intelectual a nivel internacional como el Premio Nóbel José Saramago, el escritor mexicano Carlos Fuentes, el escritor español Arturo Pérez Reverté, el chileno Antonio Skármeta que escribió el li-

bro y el guión de la película Il Postino sobre la vida del poeta Pablo Neruda -y que acaba de ganar el Premio Planeta- junto a nuestra distinguida profesora y escritora Luce López Baralt. En adición todos los técnicos y cineastas son puertorriqueños; participa la actriz puertorriqueña Carola García y nuestro artista Martorell y de la escuela pública Luis Muñoz Marín, el estudiante de Yauco, Julio Alvarado de 17 años será parte del programa al ganar con concurso sobre un ensayo del Quijote. Las Rutas del Quijote consiste en 5 programas de TV que pudo empezar gracias al apoyo del ICP y de la Universidad Interamericana, sin la cual no hubiera podido arrancar. Los canales de TV internacionales de España, Méjico y Chile están comprometidos en adquirir los programas para transmitirlos internacionalmente el año que viene, cuando se cumplen 400 años de haberse escrito El Quijote. Lo que demuestra repito que la calidad es una de las formas indispensables para la globalización. Nuestras propuestas no deben debilitar el quehacer cultural y el de los diferentes gremios, teatrales, artísticos y culturales. Si quieren globalizar con fondos del pueblo de P.R. démosle dinero al que tiene talento y el sentido empresarial para que puedan desarrollar buenos libretos, buenas producciones, unido a unos claros criterios de calidad. Y así crear las condiciones para que germine lo mejor de nuestra cultura. Creo en respetar a los productores comerciales, los cuales tienen un espacio legítimo, pero no es función del estado auspiciarlos para que decidan ellos la política pública.

Sobre el proyecto P.de la C. 3800 es un proyecto para el fomento de exportaciones y estructurar un programa de desarrollo habilitando un grupo de trabajo, pero es ambiguo en su lenguaje cuando lo verdaderamente importante es establecer con Fomento y el Departamento de Estado para que se desarrollen estrategias para crear alianzas internacionales a nivel comercial para la distribución y venta de productos que se den tanto a nivel comercial como cultural, para vender y mercadear fuera películas realizadas por nuestros cineastas, programas de TV, de radio, conciertos, espectáculos y obras teatrales. A esto no creó que nadie se oponga. Pero otra cosa muy diferente es que el proceso de creación de este producto, la política cultural de lo que se va a subsidiar lo determinen los grupos comerciales que no representan el quehacer cultural. Sin embargo han advertido que son ellos los que harían la política pública del país en esta área según estas leyes.

Otra manera de fomentar la actividad artística y económica en el país ahora mismo, sin legislación es vender en paper-view a través de Adelphia o Direct T.V. para el mercado latino en E.U. buenos programas y transmitirlos en vivo y esto es otra forma de globalización. Sugiero que se gestione ahora con la obra de Pedro Navaja, con tres o cuatro cámaras de TV se podría transmitir en vivo por paper-view. Los actores y la calidad de la obra es estupenda, merece mayor divulgación. Sin las ALAS DE LA CULTURA NO PODEMOS VOLAR y sin ellas no esperen que podamos globalizarnos. Es vital tratar los temas universales como lo logró la novela Betty la Fea. No necesitó gran escenografía, sino buenos libretos en los que muchos pueblos se vieron retratados. Una situación colombianísima, se convirtió en un fenómeno mundial. No hay que olvidar las palabras de Muñoz “hay que ser internacional a la manera de nuestras raíces”. Mas colombiana no podía ser esa novela, y sin embargo era decididamente universal.

Cerrarse al mundo es suicida y hay un Puerto Rico universal desde el cual asomarnos para mostrarnos al mundo y simultáneamente aprender de otros en esa aventura de la globalización. El estado tiene la obligación de ayudar y estimular la cultura, respetando siempre la libertad de creación y promoviendo su difusión. La cultura es la gesta de un pueblo y hay que respetarla.

PROCLAMA: de la COMUNIDAD PUERTORRIQUEÑA DE TEATRO, en contra de la aprobación del Proyecto FINARTE, presentado por el Representante del Partido Popular Democrático, Hon. Ferdinad Pérez.

COMUNIDAD PUERTORRIQUEÑA DE TEATRO DECLARACIÓN DE TEATRISTAS-PRODUCTORES

Nosotros, Teatristas-Productores puertorriqueños reunidos en sesión de trabajo, con el propósito de hacer una reflexión e introspección honesta sobre nuestra misión como instrumentos culturales en la sociedad puertorriqueña, declaramos: - que antes que Empresarios somos Teatristas. - que nuestro empeño por producir teatro nace de una vocación profunda por hacer uso del Arte del Teatro en su justa dimensión culturizante y civilizadora. - que repudiamos, desde lo más profundo de nuestro ser, que propósitos bastardos lo desnaturalicen en empeños ajenos a su esencia. - que rechazaremos con igual ardor todo intento de que se use su nombre y el nuestro para lograr propósitos mercantilistas, sean estos buenos o malos, pero que nos sean ajenos. - que entendemos como mercantilistas aquellos proyectos, públicos o privados, que otorguen dineros y/o bienes a Empresarios y no a Artistas; aquellos que en nuestro nombre respondan a otros medios de comuni-

cación y no al Teatro. - que no menospreciamos esos otros medios de comunicación social. Sí menospreciamos el uso descarnado e innoble que se le da, en muchos casos. - que no tenemos tampoco nada en común con otros Productores Teatrales que enceguecidos por el éxito económico y el reconocimiento público que se deriva de las practicas comerciales en esos medios, se abrazan a ellas y contaminan el Teatro. - que no estamos dispuestos a ser "tontos útiles" que con gran inocencia tratamos de hacernos escuchar y en ese esfuerzo aportamos ideas con el ánimo de crear un clima apropiado en el que podamos convivir nosotros y los que no piensan como nosotros y sólo recibimos de ellos largas, oídos sordos y engaños. - que creernos que todo intento artístico-cultural si es honesto y auténtico viene obligado a contar, no sólo con los verdaderos, más capacitados y experimentados hacedores de ese Arte y con la Institución que en ley tiene la responsabilidad de cultivar, fomentar y divulgar la cultura del pueblo de Puerto Rico. -que nos oponemos tenazmente a que se apruebe en nuestra Legislatura un paquete de Leyes donde se quiere hacer creer que se atiende el desarrollo del Teatro Puertorriqueño, sin que eso sea cierto. -que apoyaremos toda legislación que sustente y ayude la Industria de la Televisión y el Cine y los espectáculos masivos que se centran en grandes estrellas internacionales y apoyaremos de igual fonna que los Empresarios sean favorecidos, al punto de que obtengan el mayor éxito posible y que sus productos se exporten y que compitan de igual a igual con los producidos en cualquier latitud. Todo ello nos llenará de orgullo pero nos oponemos tenazmente que para ese logro usen el nombre del Teatro y pretendan engañar a los Teatristas -que respaldamos con firmeza la posición del Instituto de Cultura Puertorriqueña quien ve vulnerada su integridad programática al no haber sido consultado para la formulación de Política Pública que estas Leyes promulgan y al que se le ha vejado al igual que a nosotros con oídos sordos y actitudes irrespetuosas e irresponsables.

Firmado: Francisco Arriví, dramaturgo José Luis Figueroa, Productor Estela Ortiz, Productor Marvia Lopez, productor Marcos Betancourt, productor y actor Josean Ortiz, productor y director Alberto Rodríguez, productor y director Lolyn Paz, productor Gilberto Valenzuela, productor y director Juan González-Bonilla, dramaturgo y productor Roberto Ramos-Perea, dramaturgo Florentino Rodríguez, productor Gilberto Rodríguez, productor Myrna Casas, dramaturga y productor Xavier Cifre, productor

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•Mis amores de autor desconocido (1877)

•El águila y la estrella de José Guillermo Torres (c.1918)

•Crema del cielo de Carmen Zeta Pérez (1997)

•Con los pies desnudos de Raiza Vidal (1998)

•Hacer el amor a una mujer triste de Roberto Ramos-Perea (1999)

•Entre el amor y los genios de Carlos Vega (2002)

*** MIS AMORES

(autor desconocido) (1877)

Publicada en el periódico El sombrero, Año 1, Núm. 8, Vega Alta, (Puerto Rico), Mayo 27 de 1877. Ejemplar único en el Archivo General de Puerto Rico. El Sombrero era un periódico regional de muy pocos ejemplares pues se reproducía a mano. La obra que aquí presentamos se publicó en letra cursiva. (Transcripción de la Prof. Calixta Vélez Adorno. Se conserva la ortografía, la disposición del texto y la puntuación original.)

MIS AMORES Comedia en un acto por un Ymperfecto (La escena tiene lugar en Vega Alta)

Personajes--- {Artémia {Rosaura {Ariol

Acto Único Escena 1de Al levantarse el telon se presenta Ariol saludando á Artémia.

Ariol- Beso los piés de V., Srta. Artémia. Artémia- Beso sus manos, Caballero. Ariol- ¿Cómo está Vd..? Artémia- Sin novedad para servir á V.. Pase V. adelante y tome asiento. (Presentándole una butaca)

Ariol- Con permiso de V. abusaré de la oferta que se sirve hacerme, dándo a V. las mas expresivas gracias por ella. (toma asiento) Artémia- Hacía ya bastante tiempo que no teníamos el gusto de verte por esta casa. Ariol- Sí, verdaderamente circustancias imprevistas me hicieron ausentar de esta poblacion por algun tiempo, bien á mi pesar; por otra parte mis multiplicadas atenciones me impidieron tener el gusto de venir á saludarla mas antes en mision de su apre ciable hermanita. Y, a pro posito, entré tan ofuscado que no pregunté á V. por ella ¿en donde se encuentra? Artémia- Precisamente salió en este momento al jardín en solici tud de unas flores para dedi carlas á la Vírgen: como V. sa be nos encontrámos en el mes de Mayo, que está consagrado a María..... ¿V. me permitirá un momento en lo que voy á lla marla? (Levantándose) Ariol- No se moleste V., Señorita. Artémia- No, no caballero, no es moles tía alguna (acercándose al din tel de la puerta de la Sala y llamando) ¿Rosaura? ¿Rosaura? Aquí está nuestro comun amigo Ariol, que ha tenído la amabilidad de venírnos á visitar, y desea verte.

Escena 2a Dichos y Rosaura entrando.

Rosaura- ¡Hola amigo Ariol! Buenas tardes (alargándole la mano). ¡Cuánto gusto en verlo por aquí! francamente creía que V. estuviese olvidado de nosotras al verlo tan indiferente. Ariol- (Levantándose) Felices Rosaura, el gusto es para mi de verl á V. V., despues de una tempo rada de ausencia. Y permi tame que le objete, que yo ja más me olvido de las amigas, cuando estas ocupan un lugar distinguido en mi corazon. Us ted es una de ellas, créamelo, y, otro tanto digo con referencia á su simpática hermanita, por mas que ella varias veces se ha empeñado en demostrarme que le soy antipático (Dirigiéndose a Artémia) V. dispensará Srta. Artémia mi franquesa puesto que jamás he podido transijír que la boca dis frace lo que siente el corazon. (Sentándose) Artémia- Compendo, caballero Ariol, que V. juzga las cosas por las apariencias. Ese cárgo que sírve hacer me, es improcedente á todas lu ces, puesto que creo haberle dado bastantes pruebas del singular aprécio que profeso á V., desde desde que tuve el gusto de conocerla. Quede que eso que V. atribuye á indiferentísimo, nazca tal vez de mi carácter, que, parodiando su misma expresión, oculta mu chas veces lo que siente el alma. Ariol- Me place mucho, Srta. Artémia, esa manifestación que V. me hace, en la cual observo la mayor in genuidad, es decir, toda la noble za que encierra su corazon. Rosaura- ¡Que cumplimenteros están V. V. hoy! Yo les suplico no discutan mas sobre ese particular, porque me presumo que por médio de esas discusiones llegarán V. V. a rivalizar al cisne de la tribuna española, al ilustre Castelar. Ariol- No son cumplimientos, Rosaura, y por mi parte tendré mucho gusto en complacer á V., dejando esa conversación, que, á la verdad, me place bastante. Respecto á sus últimas frases, solo le diré que está V. muy sublime. ¡Como se entusiasma V. hablándo del gran orador! ¡con que elocuencia lo hace! ¿Es V. adicta por ventu ra á sus producciones? Rosaura- Me gustan mucho ¿quien no no entusiasma al leer la ”Vida de Lord Byron”, “Recuerdos de Ytalia”, “La Hermana de la Caridad”, y otras tantas obras de re

putada nombradía, que han salido de ese génio para ínmor talizar su nombre? Ariol- Verdaderamente: estoy de per fecto acuerdo con V.. La mayor parte de ellas hélas leído con indecíble gusto por su vastísi ma erudición, por el lenguaje poético que encierran. Y ya que de libros hablamos ¿que opi nión forma V. de los de Teodoro Guerrero? Rosaura- ¡Ah!... esos tambien tienen mucha fama en el mundo literario por la cultura de su estilo, y ademas por la parte moral que llevan. Toda fami lia debiera tener en su casa una colección de esas obras. ¡Cuánto aprenderían con ellas! Artémia- ¿Ha leído V. el “pleito del matrimonio? Ariol- Sí, y me gusta mucho, como que soy adicto á él, es decir, al matrimonio. Artémia- ¿De verás? Pues yo le juz gaba de distinta opinion. Ariol- No lo crea V. así; y, a la ver dad, si me correspondiera una bel dad que conozco... ¡Que bella! ¡Que encantadora! Se parece, Artémia, á una de esas rosas que aún no han salido bien de su boton cuando ya disparramar por el áire sus ricas esencias; a una de esas creaciones simbólicas del Miguel Angeló Rafael de Urbi no, que tanto nombre llevan en el mundo del arte; á un querúbe de níveas álas, bajando del Cielo con las sonrisas en los lábios..... Artémia- Con que entusiasmo habla V. Ariol, de ese ángel con formas humanas ¿Quien es ella? ¿Ocul tará V. su nombre para mi? ¿No podré poseer un secreto de V.? Ariol- ¡Ah!... por Dios, Artémia, no me exija V. que le manifieste su nombre; ese nombre que anima tos los actos de mi vi da, y que llevo aquí. (Lleván dose la mano derecha al pecho) Aquí grabado en mi alma con caracteres indelebles. ¡Cuan to me hace sufrír!... ¡Cuantas veces he apurado la copa de la desesperación, y en mi delirio, he traído a la memo ria aquellas frases del ve nerable Yob: “Perezca el día en que nací y la noche en que se dijo: “Concebido ha sido un hom bre. “Conviértase en tinieblas aquel día, tenebroso torvellíno oscurez ca aquella noche.” Rosaura- ¿Qué es eso Ariol? ¿Que es eso? ¿Está usted delirando? ¿Se ha vuelto loco? Ariol- No, Rosaura, nunca he tení do como hoy más completas mis facultades intelectuales. Es que su fro, sí, sufro muchísimo por esa beldad que me desdeña (con digni dad) ¿Y por qué? ¿No seré acaso digno de obtener su mano? ¡Yn grata!... ¡Cómo te empeñas en mar tirizarme!... Artémia- ¿Y será posible que merezca V. el desden de esa ninfa que tanto adora? ¿Le ha hablo V. con franqueza? Ariol- Sí, Artémia, mas aún; creo haberme hecho molestoso decla rándola la sinceridad de esa pasion que me consume; y, sin embargo, ella me dice: “Ariol: déjese V. de ilusiones; yo no amaré a nadie; mi resolucion es irrevocable”. ¿Que hom bre que ame de véras puede mirar con indiferencia esta ne gativa?... Y no obstante, á pesar de esas contrariedades, que mi mala estrella presen ta en mi camino, sigo amán dola cada día más, como áma el Céfiro á las flores; como amó Bulbul, el génio de las rosas á la hija de Brokmane - Ojégar, la hermosa llerna, la Hada de los perfumes. Artémia- Pero tenga V. un poco de paciencia, tal vez esperando... ...... Ariol- Y sabe V. lo que es esperar sin esperanza de ningu na especie? Artémia- No alcanzo á comprenderlo en toda su extension, porque nunca he amado de veras á ningun hombre, pero he oído decir, que es la mayor de las

desdichas. Y volviéndo otra vez á ella (porque me gusta oirla hablar con tanto entusiasmo) ¿Es verdad que ni un rayo de esperanza siquiera le ha dado? Ariol- Nada, absolutamente nada: solo tiene desdenes é ingratitudes para mi amor ¡pª ese amor que es mas puro que el azul de los cielos; mas casto que el beso que dá el blando céfiro a la blan ca azucena, que se mece en su tallo, en una de las mañanas del florido Mayo. Artémia- No comprendo como en mi sexo, débil por naturaleza, ha ya una mujer con un corazon tan sordo a la voz del amor, tan inacesible al sentimiento... Ariol- Y, sin embargo existe esa mu jer, con ese corazón de hierro, tal vez constituyendo la escepcion de la regla. ¡Maldita estrella la mía!... Rosaura- Ariol estoy temiendo por el juicio de V. y voy á distraerle, siquiera sea un momento, con una caja de música que me regaló los otros días un primí to. (Levantándose) Dispénseme que voy á buscarla al cuarto.

Escena 3al Dichos, menos Rosaura

Ariol- Ese indiferentísmo de V. me mata: en vano procuro ha cerla protestas de ardiente pa sion; en vano procuro decirla: “Artémia: “yo la idolatro, ceda á mis ruegos, ceda á mis súplicas, para que seámos felíces en esta vida. “Siempre obtengo los mayores desdenes, sin que una vez siquiera se haya dignado decírme: “Ariol aguar da..... ¡Oh! ingratitud de las mujeres! ¡Como se empeñan en herír muchas veces de muerte al sér que las adora! Pero, si su resolucion es de no amarme, la mía es de perseguirla doquiera vaya, de la mísma manera que la som bra sígue al cuerpo; las tinieblas á la noche; la luz al día.... Artémia- ¿Y que pretende V. de mi? Ariol.- (Con impetu) Que me áme, al ménos, q.e no me desprecie. Artémia- Yo no desprecio a V.. Ariol; mis principios de educación no me lo permiten; por lo que respecta á lo demás, no se moleste Vd. Ariol- Artémia la naturaleza la ha formado á V. para mi corazón ¿no se ha fijado V. en su mismo nombre? Sig nifica Arte-mía; es de cír, que V. es un arte forma do por Dios para mí. Y, sin embargo, si, Vd. lo comprende así, se empeña en martirizárme.

Escena 4a Dichos y Rosaura entrando con un cajoncito

Rosaura- ¡Pesa verdaderamente la ca jita esta! Verá V., Ariol, que piezas mas preciosas. (Dándo la cuerda y escuchándose algunos sonidos musicales) ¿Le gusta ésta? Ariol- ¡Ah!… bastante, Rosaura. Esa es la “Norma”, magnífica composición del célebre Belli ni, cuyas producciones siem pre he admirado muchísi mo. Rosaura- (Cambiándo la pieza) ¿Y ésta otra? Ariol- Es la “Traviatta” también es de mucho mérito. Sí he de ser franco con V., me gusta todo lo que sea música, aunque sea una “vihuela” mal tocada. ¡No sé que po deroso influyo egerze sobre mí la música! Artémia- Es que no solamente le pa sa eso á V. Ariol- ¿A V. también le gusta? Artémia- Yo creo que la música deja de impresionar solamente á los descorazonados. Ariol- Es que precisamente me apo yaba en eso para...... Rosaura- Y puesto que tanto le gusta la música, Ariol, ásimísmo le gustarán los bailes. Ariol- Aunque poco sé bailar, soy

muy adícto á ellos, máxime sí son concurridos por un cielo, es decír, por un ángel, por un querube..... Rosaura- ¡Que picaronzuelo es V., Ariol, como míra V. á Artémia!.... Artémia- (Con ligereza) Y cuando prepá ran V. V. los jóvenes un baileci to? (Con pausa) ¡Tanto como me gustan esas clases de diversio nes, y tan privada que estoy de ellas, porque la juventud tiene mas gusto en obsequiar á las de segunda clase que á nosotras. Ariol- Ese cargo que V. hace a la juven tud de este pueblo, tal vez justo, en nada me toca; puesto que, no frecuentando tales reuniones, mucho menos puedo cooperar á ellas. Y ya que V. demuestra deseos por bailar, voy á tener el gusto de hacer uno para que V. V. se diviertan; ésto és sílas cir cunstancias lo permíten. Artémia- A la amabilidad de V. deberé mos ese rato de soláz que piensa proporcionarnos. Ariol- Muchas gracias por ese título que no merezco. (Se oyen sonidos de una campana) ¿Qué señal es esa? ¿Es la oracion lo que tocan? Artemia- Sí, Ariol. Ariol- (Levantándose) Como se pasa el tiempo; desde las cuatro de la tarde, aquí de visita, sin de tenerme á reflexiones que V.V. desearían tal vez salir á paseo. ¡Observo también las reglas de Carreño! Pero ¿quien no se ecan ta conversando con V.V.; Uste des que son tan simpáticas, tan amables?.... Artemia- Mucho nos agrada la con versacion de V., y, á la verdad, sentimos el que se marche tan temprano. A la vez le doy un millón de gracias por las inmerecidas frases de elogio que V. nos prodi ga. Ariol- (Alargándo la mano á Artemia y luego á Rosaura) Adios,: Artemia, Adios Ro saura, que sigan V.V. muy bien. Artemia y Rosaura-(: A un tiempo) Adios Ariol, muchas gracias, y que le volvamos a ver pronto por esta su casa. Fin

*** EL AGUILA Y LA ESTRELLA

(de José Guillermo Torres, c.1918)

** EL AGUILA Y LA ESTRELLA

DIÁLOGO escrito para ser recitado por las niñas Rosa Julia y Julia Josefa Torres

EL CLUB FEDERAL DE YAUCO

E.-¿Hacia donde, águila altiva, piensas dirigir tu vuelo? A.-Quiero llegar hasta el cielo: no nací para cautiva. E.-Pues llevas muy mal camino y marchando vas á ciegas: porque al cielo nunca llegas si tu senda no ilumino. A.-Quieres brillar ¡vano empeño! es muy débil tu esplendor. E.-¿Qué fuera, sin mi fulgor, del pueblo puertorriqueño?

Si mis pobres claridades las sombras no despejaran. ¿dónde: á estas horas, se hallaran sus nacientes libertades? A.-Yo las hubiera salvado cual del bien preciosas arras. E.-En tus implacables garras las habrías destrozado.

Y á fé que me extraña mucho el papel que estás haciendo.

Mientras tú vas destruyendo, yo, reconstruyendo, lucho.

Allá, en la región que el nombre, de Washington diviniza, el águila simboliza las libertades del hombre:

Y en este rincón de amor, tú, con servilismo vil, te arrastras como el reptil: no te alzas como el condor. A.-Ya me alzaré; pues mi intento sólo es eclipsar tu luz. tendiendo un negro capuz por el ancho firmamento. E.-Díme, pues, que te propones. A.-Borrar de un nombre las glorias y ocultar sus mil victorias á otras mil generaciones.

E.-¿Es envidia ó patriotismo? A.-Puede ser que envidia sea. E.-Prostérnate ante la idea y olvida el personalismo. A.-Inútilmente razonas;

No se pueden separar de la idea las personas. E.-Mueren los hombres: mas son inmortales sus hazañas. A.-Te engañas. E. -No A. -Sí; te engañas en la presente ocasión.

Yo conseguiré borrar de esas hazañas las huellas. E.-Nunca, mientras haya estrellas que la tierra han de alumbrar. A.-Yo en el espacio me cierno; reina del aire me llamo; no admito á nadie por amo y á tus vasallos gobierno.

Y mientras me halle en la cumbre sin mí no habrá ¡pese al cielo! ni un ave que emprenda vuelo, ni un astro que al mundo alumbre. E.-De modo que no hay rival á tu fuerza prodigiosa.

Estás ¡ay! muy orgullosa y haces, águila, muy mal.

No piensas bien, si desdeñas por humildes mis reflejos.

Las cosas, vistas de lejos, nos parecen muy pequeñas: y al oír tus frases, dudo si es grandeza ó petulancia, pues vista á larga distancia me pareciste un zancudo. A.-Teme á mis picadas, pues. E.-¡Oh! Yo quemaré tus alas si intentas pisar las salas de mi reino. A. -Quemar es. E.-¡Qué! ¿Te burlas? A. -No, á fé mia;

No están mis alas pegadas cual las de Icaro afamadas que duraron solo un día.

La región en que destellas yo la escalaré de un salto. Las águilas vuelan alto. E.-No tanto cual las estrellas. A.-Tu pueblo no has de salvar de su probable naufragio. E.-Sí: mientras viva el sufragio; la voluntad popular. A.-Yo la ahogaré. E. -No es posible.

Los más tendrán la victoria, ó se borrará la historia que hizo á América invencible.

País que su libertad defendió con valentía respeta, con hidalguía, del pueblo la voluntad.

Donde cayó el despotismo de Albión, que á nadie se humilla, no crecerá la semilla del incondicionalismo.

Y por más que un viento zumba de opresión, ya pasará, ó indignado se alzará

Lincoln en su egregia tumba; que jamás un pueblo bravo dividió la libertad, siendo libre una mitad y la otra mitad esclavo A.-Tienes, estrella, razón; mas si es así, ¿por qué quieres estar sola y no prefieres de mis vasallos la unión? E.-No soy yo quien la rechazo.

No te manches en el lodo: alza el vuelo, y de ese modo te estrecharé en fuerte abrazo.

Mas si insistes en usar procedimientos serviles, sigue allá, con los reptiles, y no pienses en volar. A.-Si la concordia pretendes, ¿por qué no vienes á mí? E.-Y si tú piensas así, hacia mí ¿porqué no asciendes? A.-Porque nos divide un hombre. E.-Derribalo, si es posible. A.-Hasta hoy ha sido invencible. E.-Permíteme que me asombre.

Un hombre solo, jamás se impuso á una multitud, y si tiene esa virtud es que hay un pueblo detrás: pueblo al que nueva bandera de libertades cobija, y que su mirada fija la tiene en la azul esfera.

En regia constelación, cuarenta y cinco astros bellos difunden claros destellos en la celeste región.

Allí aspira á fulgurar la estrella puertorriqueña; y tú eres harto pequeña para poderlo evitar.

A.-Yo te ayudaré en tu obra, si cesas en tu desvío. E.-No va la mar hacia el río; porque al mar agua le sobra. A.-Ni soy río ni eres mar. y mi suerte he de seguir.

Dios me mandó á mí subir. E.-Y á mí me mandó brillar.

Sube, pues: y no desciendas á arrastrarte por el suelo.

Yo entonces, con grato anhelo, iluminaré tus sendas.

Traspasa el alto confin y ven conmigo á fundirte. A.-No puedo, estrella, seguirte, aunque marcho al mismo fin. E.-Pues si juntas no podemos, sigamos así, distantes.

Veremos quién llega antes. A.-Lo veremos. E. -Lo veremos.

Yauco J.G.T.

Localización del único original:

El texto que aquí reproducimos fue tomado de un suelto sin fecha, recortado e impreso en papel periódico (lo que sugiere que pudo haber sido publicado en tres columnas de 14 pulgadas de largo por tres de ancho, en algún periódico regional), pegado por frente y reverso en el Álbum de Recortes de periódicos del dramaturgo caborrojeño Ricardo del Toro Soler. Dicho Álbum, de unas 200 páginas aproximadamente, se encuentra en la Colección de sus documentos privados bajo la custodia de su hijo Don Ricardo Padilla, quien reside en Boquerón, Cabo Rojo y a quien agradecemos la generosidad de su permiso. (Transcripción de la Sra. Yajaira Reyes. Asistencia en el levantamiento de la Srta. Melissa Reyes, exsecretaria del ANTCAPR). Se conserva la ortografía, la disposición del texto y la puntuación original.)

Identificación y notas sobre el autor:

Firmado con las iniciales “J.G.T”, se identifica al autor de El Aguila y la Estrella como José Guillermo Torres, dramaturgo yaucano. (Yauco, 1863-Yauco, 1930) Abogado, profesor de Derecho, poeta, periodista. Masón. Autonomista antes de la invasión, Unionista después. Sus primeras lecciones las recibe en su Yauco natal, lo que le prepara para una carrera de abogado que completa por estudios libres en 1905. Antes de esto, desempeña por varios años la carrera de maestro de enseñanza primaria en su pueblo, así como algunos cargos municipales. En 1895 se anunciaba como “Agente memorialista”. Es electo miembro a la Cámara de Representantes y se le ofrece el puesto de Conferenciante en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Fue delegado a la Cámara en 1907-1908 por el Partido Unionista del que fue Miembro del Comité Central. Su primer libro de versos, Impresiones, se publica en 1884, y de allí en adelante su obra quedará dispersa en periódicos y revistas en las que colabora y funda. Se le conoce como activo participante en veladas y reuniones de carácter cultural de la zonas de Yauco y San Germán. Su primer foro periodístico lo fue el semanario La Luz, de Yauco, en el que colaboró con su íntimo amigo y hermano masón Modesto Cordero. Funda con Cordero también el bisemanario El Eco (1895-1896), importante periódico donde las actividades teatrales de la región siempre fueron generosamente difundidas. Más tarde se une a la Redacción de La Voz de Yauco. Fue además Gran Secretario de la Logia Soberana de Puerto Rico, la organización masónica más importante del país a principios del siglo. Su último trabajo periodístico lo hace en frente de la Redacción de la Revista Cosmos, revista dedicada a cultura general con énfasis en la agricultura. Es notable su colaboración en revistas como La Revista Blanca, Plumas Amigas y periódicos como La Democracia y el Buscapié (17/nov/1889 y 1/may/1891 resp.) En algunos de sus poemas, como en “La Memoria: Dolora” (publicado en Impresiones), usa estructuras dialógicas breves y ausentes de teatralidad.

Textos dramáticos: 1) MUERTE Y GLORIA. Diálogo. 1883.

Estrenado el 4 de marzo de 1883, por el Gabinete de Lectura de Yauco, en la Velada en Honor al poeta Francisco Alvarez. Fue actuado por las señoritas Juana Josefa Mejía y Delfina Amill.

V. BUS 4/mar/1883.

2) HERMANAS... Y RIVALES. Drama. 1899.

(perdida)

Estrenado en el Teatro de Sabana Grande en 1899. TRADUCCIONES: 1) LAS CUALIDADES DE WASHINGTON. Por Walter M. Zink. Publicada por el Comisionado de Buffalo. Traducido del inglés y adaptado al castellano por el Dr. don Pedro del Valle Atiles y el Lcdo. José G. Torres. San Juan, P.R. Comp. Tip. “El Compás”, Allen 18, Teléfono 710, 1918, 9p.

Recordar la admiración que por la figura de George Washington siente nuestro autor, justifica esta traducción. El autor escribe el sentido poema “A Washington” en su libro Impresiones.

Sobre el autor:

V. FP: Representative Men of Puerto Rico, New York,

1901, p.243. (Tomado del Diccionario de la Litera-

tura Dramática Puertorriqueña del Siglo XIX de Roberto Ramos-Perea.)

*** CREMA DEL CIELO

de Carmen Zeta Pérez (1998)

Esta obra está dedicada al maravilloso maestro Mauricio Kartún y ¿por qué no? a la persona que me prestó por un tiempo su “pequeño mundo” y fue un chin de cielo...

Personajes:

MARINA-pintora, de aproximadamente veinticinco años SEBASTIÁN-ingeniero, menos de treinta años PATRICIA-amiga de Marina, cuarenta años ALEJANDRA-madre de Sebastián, cuarenta y cinco años SERGIO- veinticinco años

ESCENA 1 (En un parque en la ciudad)

PATRICIA: Ten cuidado. Si te enamoras de verdad, no podrás dejarlo. MARINA: Hablas como si fuera la primera vez. PATRICIA: Será la primera vez en que no puedas controlar la situación. MARINA: No soy ninguna niña. PATRICIA: Es por eso que te lo advierto. La juventud acepta la separación como un hecho normal. A medida que maduramos nos aferramos más a lo que creemos nos pertenece. MARINA: Huy ¡cuánta profundidad! A ver, ¿qué me depara el futuro según tu extraordinaria sabiduría? PATRICIA: No te hagas la tonta, lo sabes mejor que yo. MARINA: Claro que lo sé. También sé que te negaste a ser la persona. PATRICIA: No me negué. Estuve dispuesta a... MARINA: ¡Mentira! PATRICIA: No era el momento. MARINA: Y eso te produjo una gran decepción. PATRICIA: No... sencillamente lo acepté. MARINA: ¡Qué sumisa! PATRICIA: No lo hice por sumisión sino por conciencia. MARINA: Al carajo con la conciencia. ¿Vas a negarme que te resultaba cómodo seguir siendo lo que eras? PATRICIA: No te lo niego. El cambio es siempre amenazante. MARINA: Cambio; no hablamos de cambio. Hablamos de la negación total. PATRICIA: Cualquiera diría que se te pide que te conviertas en un monstruo. MARINA: Es igual de monstruoso lo que me piden. Ni siquiera me lo piden. Me lo exigen. PATRICIA: No puedes evitar que suceda lo que tiene que suceder. MARINA: Me niego. PATRICIA: Aunque te niegues al principio, terminarás por aceptarlo. MARINA: No voy a aceptarlo. PATRICIA: Será mejor que lo hagas. MARINA: ¿Mejor? PATRICIA: Al menos resultará más fácil. MARINA: ¿Más fácil? PATRICIA: Menos difícil quiero decir, menos doloroso. MARINA: ¿Menos doloroso para quién? PATRICIA: Para todos. MARINA: Todos son unos egoístas. Están pensando en su propio bienestar. PATRICIA: ¿No es lo que también haces tú? MARINA: Yo tengo mi vida resuelta. PATRICIA: Piensa cuántas desearían tener la oportunidad que tú tienes. MARINA: ¿De veras? Entonces, no veo por qué si era tan maravilloso lo rechazaste tú. PATRICIA: No lo rechacé. MARINA: Todavía estás a tiempo. PATRICIA: Ya no puedo. MARINA: No quieres. PATRICIA: Entiéndelo: no puedo. No soy lo suficientemente joven para soportarlo. MARINA: Aceptas que es una monstruosidad. PATRICIA: Acepto que es un sacrificio. MARINA: No tengo vocación de mártir. PATRICIA: Te entiendo. MARINA: No puedes entenderlo. PATRICIA: Hace falta valor. MARINA: Hace falta convicción. PATRICIA: ¿Y no la tienes? MARINA: No lo sé. Te juro que no lo sé.

ESCENA 2 (Apartamento de Marina)

MARINA: ¿Trajiste cigarrillos? SEBASTIÁN: Saludos. MARINA: Saludos ¿dónde están? SEBASTIÁN: ¿No vas a darme un beso? MARINA: Beso. Dame los cigarrillos. SEBASTIÁN: No deberías fumar tanto. MARINA: Hay miles de cosas que no deberíamos ha-

1901, p.243. (Tomado del Diccionario de la Litera-

tura Dramática Puertorriqueña del Siglo XIX de Roberto Ramos-Perea.)

*** CREMA DEL CIELO

de Carmen Zeta Pérez (1998)

Esta obra está dedicada al maravilloso maestro Mauricio Kartún y ¿por qué no? a la persona que me prestó por un tiempo su “pequeño mundo” y fue un chin de cielo...

Personajes:

MARINA-pintora, de aproximadamente veinticinco años SEBASTIÁN-ingeniero, menos de treinta años PATRICIA-amiga de Marina, cuarenta años ALEJANDRA-madre de Sebastián, cuarenta y cinco años SERGIO- veinticinco años

ESCENA 1 (En un parque en la ciudad)

PATRICIA: Ten cuidado. Si te enamoras de verdad, no podrás dejarlo. MARINA: Hablas como si fuera la primera vez. PATRICIA: Será la primera vez en que no puedas controlar la situación. MARINA: No soy ninguna niña. PATRICIA: Es por eso que te lo advierto. La juventud acepta la separación como un hecho normal. A medida que maduramos nos aferramos más a lo que creemos nos pertenece. MARINA: Huy ¡cuánta profundidad! A ver, ¿qué me depara el futuro según tu extraordinaria sabiduría? PATRICIA: No te hagas la tonta, lo sabes mejor que yo. MARINA: Claro que lo sé. También sé que te negaste a ser la persona. PATRICIA: No me negué. Estuve dispuesta a... MARINA: ¡Mentira! PATRICIA: No era el momento. MARINA: Y eso te produjo una gran decepción. PATRICIA: No... sencillamente lo acepté. MARINA: ¡Qué sumisa! PATRICIA: No lo hice por sumisión sino por conciencia. MARINA: Al carajo con la conciencia. ¿Vas a negarme que te resultaba cómodo seguir siendo lo que eras? PATRICIA: No te lo niego. El cambio es siempre amenazante. MARINA: Cambio; no hablamos de cambio. Hablamos de la negación total. PATRICIA: Cualquiera diría que se te pide que te conviertas en un monstruo. MARINA: Es igual de monstruoso lo que me piden. Ni siquiera me lo piden. Me lo exigen. PATRICIA: No puedes evitar que suceda lo que tiene que suceder. MARINA: Me niego. PATRICIA: Aunque te niegues al principio, terminarás por aceptarlo. MARINA: No voy a aceptarlo. PATRICIA: Será mejor que lo hagas. MARINA: ¿Mejor? PATRICIA: Al menos resultará más fácil. MARINA: ¿Más fácil? PATRICIA: Menos difícil quiero decir, menos doloroso. MARINA: ¿Menos doloroso para quién? PATRICIA: Para todos. MARINA: Todos son unos egoístas. Están pensando en su propio bienestar. PATRICIA: ¿No es lo que también haces tú? MARINA: Yo tengo mi vida resuelta. PATRICIA: Piensa cuántas desearían tener la oportunidad que tú tienes. MARINA: ¿De veras? Entonces, no veo por qué si era tan maravilloso lo rechazaste tú. PATRICIA: No lo rechacé. MARINA: Todavía estás a tiempo. PATRICIA: Ya no puedo. MARINA: No quieres. PATRICIA: Entiéndelo: no puedo. No soy lo suficientemente joven para soportarlo. MARINA: Aceptas que es una monstruosidad. PATRICIA: Acepto que es un sacrificio. MARINA: No tengo vocación de mártir. PATRICIA: Te entiendo. MARINA: No puedes entenderlo. PATRICIA: Hace falta valor. MARINA: Hace falta convicción. PATRICIA: ¿Y no la tienes? MARINA: No lo sé. Te juro que no lo sé.

ESCENA 2 (Apartamento de Marina)

MARINA: ¿Trajiste cigarrillos? SEBASTIÁN: Saludos. MARINA: Saludos ¿dónde están? SEBASTIÁN: ¿No vas a darme un beso? MARINA: Beso. Dame los cigarrillos. SEBASTIÁN: No deberías fumar tanto. MARINA: Hay miles de cosas que no deberíamos ha-

cer. SEBASTIÁN: No quise molestarte. Pensaba en tu bienestar. MARINA: Lo sé. Eres tan tierno. SEBASTIÁN: Tampoco intento hacer méritos. MARINA: Ay, Sebastián, no te pongas así. SEBASTIÁN: Por qué tengo la impresión a veces de que me rehuyes. MARINA: ¿Amanecimos nostálgicos? SEBASTIÁN: No te burles. MARINA: No me burlo. SEBASTIÁN: Es como si cada vez que te siento cerca, te me escaparas. MARINA: Eso es bueno. SEBASTIÁN: Me gustaría saber en qué piensas cuando te siento tan distante. MARINA: Bastaría con preguntar. SEBASTIÁN: Me da miedo hacerlo. MARINA: ¿Por qué? Te darías cuenta que estoy pensando en que debo ir a recortarme o qué lástima se me partió una uña. Cosas de mujeres. SEBASTIÁN: No quieras hacerte la frívola. MARINA: No, en serio. Las exigencias femeninas son muchas. SEBASTIÁN: ¿Sí? ¿Y qué pasó con la liberación? MARINA: La liberación no nos permite ir por la calle como espantapájaros. SEBASTIÁN: Serías un espantapájaros hermoso. MARINA: Y tú eres un embustero irremediable. SEBASTIÁN: Soy sincero. MARINA: Estás perdiendo la perspectiva. SEBASTIÁN: No sería mejor decir que me tienes loco (se acerca y la abraza) ¿Ves? Te pierdes otra vez. MARINA: No seas tonto. SEBASTIÁN: A ver, dime ¿qué es lo que te preocupa tanto? MARINA: No estoy preocupada. SEBASTIÁN: ¿No? Cuéntame una de muñequitos. No intentes engañarme. MARINA: Eso no lo haría nunca. Es que... SEBASTIÁN: Vamos dime. MARINA: Tengo que terminar este trabajo... Y... necesito estar sola. SEBASTIÁN: (después de una pausa) ¿Sólo eso? MARINA: Sólo eso. SEBASTIÁN: Te llamaré después. (Se besan, Sebastián va a salir) MARINA: Sebastián, yo... te quiero.

ESCENA 3 (Sala de la casa de Alejandra)

SEBASTIÁN: Mamá... ella es... ALEJANDRA: Marina, ya sé, ¡qué gusto! MARINA: Encantada, señora. ALEJANDRA: ¡Cuánta formalidad! Puedes llamarme Alejandra o Ale, si te parece mejor. MARINA: Gracias, señora. Perdón. Ale. ALEJANDRA: De lo contrario me harás sentir vieja. MARINA: No digas eso. Es usted... Eres más joven de lo que pensaba. ALEJANDRA: Sebastián ¿qué le has dicho para que pensara eso? SEBASTIÁN: Soy inocente. Lo juro. MARINA: No. Sebastián no me ha dicho. Es que pensé... bueno... ALEJANDRA: Ya sé, no te angusties. Me casé muy joven. MARINA: Por eso. ALEJANDRA: Mis padres querían enviarme a estudiar al extranjero. Ya sabes cómo era esa generación. Todo lo de afuera era siempre mejor. Te daba prestigio, clase. Te garantizaba una buena posición. Todos sus sueños se hicieron espuma cuando apareció... SEBASTIÁN: Mi padre. ALEJANDRA: Me enamoré perdidamente... MARINA: ¿Y lo dejaste todo? ALEJANDRA: Todo. Sebastián, tráenos algo de beber. ¿Qué prefieres? Té, café, soda? MARINA: Un café estará bien. ALEJANDRA: Para mí también (Sebastián sale) Así tendremos la oportunidad de hablar a solas. MARINA: Claro. ALEJANDRA: A ver, ¿Cuándo se casan? MARINA: ¿Casarnos? En realidad... nosotros no... ALEJANDRA: Disculpa. Todavía conservo algunas costumbres antiguas. Ya llevan un tiempo juntos, no? MARINA: Sí, pero... ALEJANDRA: ¿No estás segura? Debe ser eso. ¡Los hombres! Ay, los hombres. Tendré que hablar con mi hijo. De modo que el muy sinvergüenza no te ha pedido que te cases con él. ¡El muy pícaro! MARINA: No es eso. No ha sido él. ALEJANDRA: ¿Cómo que no ha sido él? Me vas a decir que él quiere casarse y tú no. MARINA: Bueno... en realidad no hemos hablado de eso. ALEJANDRA: Quizá no de casarse, pero, por lo menos, vivir juntos. MARINA: Estamos juntos. ALEJANDRA: Sí, claro, pero quiero decir, vivir en la misma casa, como una pareja. MARINA: Somos una pareja. ALEJANDRA: Pero a ti como mujer no te interesaría... MARINA: No, no me interesa. ALEJANDRA: ¿Y tus padres? Aceptan tus padres que...

MARINA: No tengo padres. ALEJANDRA: Lo siento. No sabía. Pobrecita. MARINA: No tiene importancia. ALEJANDRA: Ya entiendo. No has tenido quien te oriente. Mira, querida toda mujer... MARINA: (cada vez más incómoda) Le agradecería que no... Te agradecería... SEBASTIÁN: Aquí está el café. (Notando la incomodidad de Marina) Les sirvo. ALEJANDRA: Estábamos... SEBASTIÁN: Me imagino. Mamá te contó la historia de su vida en pocos minutos ¿Crema? (Marina asiente) Para ti ya sé. Negro y con poca azúcar. (Le da la taza a Alejandra) ALEJANDRA: Gracias. SEBASTIÁN: Mamá se cuida mucho. (A Marina) ¿Está bien así? MARINA: Perfecto. SEBASTIÁN: ¿Y bien? (Pausa) Parece que interrumpí algo. (Pausa) Ah, ya sé . Hablaban de mí. Por eso me pidieron café . ¿Y qué decían? (A Marina) ¿Te contó mamá mis travesuras infantiles ? ¿No? Ese es uno de sus temas favoritos. ALEJANDRA: ¿Se quedan a cenar?, ¿Verdad? SEBASTIÁN: Ya te había dicho que hoy no. ALEJANDRA: Cierto. Lo olvidé. SEBASTIÁN: Estuviste haciendo de Celestina ¿ah? ALEJANDRA: ¿Cómo? Sebastián, por favor. SEBASTIÁN: Marina, no le hagas caso. Mamá se empeña en casarme. Parece que se ha cansado de mí. ALEJANDRA: No digas eso. SEBASTIÁN: ¿Ves? Lo sabía. (A Marina) Te habló de mis virtudes. Te aseguró que soy uno de los solteros más codiciados. Te dijo que es tiempo de sentar cabeza, que no entiende por qué he esperado tanto tiempo y todas esas cosas. ¡Ay, mamá! (A Marina) ¿Sabes lo que quiere en realidad? ¡Un nieto! ALEJANDRA: ¡Sebastián! SEBASTIÁN: Sí, eso quiere. Y por lo que sé sería la abuela más consentidora del planeta. (Se acerca y la abraza) Por que es la madre más tierna del mundo. ALEJANDRA: ¡Tonto! SEBASTIÁN: Si te pasas lamentándote de la falta que hace en la casa la risa de un niño. ALEJANDRA: No sólo en la casa, en el país, en el mundo. MARINA: ¿A qué se refiere? ALEJANDRA: Muchachos, no me dirán que no han notado la ausencia de los niños. SEBASTIÁN: No le hagas caso. Mamá se empeña en hablar del fin del mundo. Y hablando de fin, es hora de irnos. ALEJANDRA: ¡Qué pena! Marina, sabes que ésta es tu casa. MARINA: Gracias.

(Se despiden)

ESCENA 4 (Apartamento de Marina)

MARINA: Sebastián. SEBASTIÁN: ¿Sí? MARINA: Si fuera distinta, ¿me amarías? SEBASTIÁN: Supongo que sí. MARINA: ¿En serio? SEBASTIÁN: En serio. MARINA: No entiendes lo que te digo. Si fuera otra cosa. SEBASTIÁN: Otra cosa como qué. MARINA: Otra cosa... distinta. SEBASTIÁN: Quieres decir otra persona. MARINA: Bueno... sí, otra persona. SEBASTIÁN: ¿Hermosa? MARINA: Hermosa. SEBASTIÁN: ¿Apasionada? MARINA: Apasionada. SEBASTIÁN: ¿Misteriosa? MARINA: Misteriosa. SEBASTIÁN: ¿Con tus ojos? MARINA: Con mis ojos. SEBASTIÁN: ¿Y con tu pelo y tu boca y tus senos y tus piernas y tu... MARINA: ¡Sebastián! En serio, ¿me amarías? SEBASTIÁN: ¿Qué es lo que quieres saber? Si podría amar a otra... creo que sí. En otro momento quizás. Ahora eres tú esa persona. Tú y todo lo que representas. Tú con todas tus manías, tú con toda tu pasión, tú. Ahora que si de pronto te conviertes en gata o resulta que eres vampiro como en la película de... ¿por qué tan seria? MARINA: Olvídalo. SEBASTIÁN-: Ven, ¿qué pasa? MARINA: Nada, te digo que lo olvides. SEBASTIÁN: Pero, nena... MARINA: No me digas nena. SEBASTIÁN: (tratando de contentarla) OK, amor, dulzura, cariño, corazón (dándose por vencido) ¡Marina! MARINA: ¿Qué? SEBASTIÁN: Empecemos ¿qué es lo que quieres que te diga? MARINA: No quiero que digas nada. SEBASTIÁN: ¿Qué quieres saber? MARINA: Nada. SEBASTIÁN: A ver si recuerdo. Me preguntaste: ¿si fuera distinta... no... si fuera otra cosa... otra persona... me amarías? (Marina asiente) (Sebastián la mira y se acerca lentamente) SEBASTIÁN: (sin dejar de mirarla) Sí te amaría.

ESCENA 5 (Sala de la casa de Alejandra)

ALEJANDRA: Marina es una muchacha rara. SEBASTIÁN: Rara, ¿por qué? ALEJANDRA: No sé, todas las muchachas a su edad ansían tener un hombre a su lado. SEBASTIÁN: Ella tiene un hombre a su lado. ALEJANDRA: No me refiero a eso. Es que su negativa a vivir contigo no es normal. SEBASTIÁN: Defiende su espacio; eso no es malo. ALEJANDRA: Y tú, ¿estás conforme? SEBASTIÁN: ¿Por qué me lo preguntas? ALEJANDRA: Se me hace difícil entender cómo toleras esa situación. SEBASTIÁN: No hay nada que tolerar. ALEJANDRA: De manera que te parece normal ese tipo de arreglo. SEBASTIÁN: No veo dónde está lo “especial” de este arreglo. ALEJANDRA: En mis tiempos, la mujer... SEBASTIÁN: Son otros tiempos. ALEJANDRA: Que no entiendo. El mundo se hace cada vez menos reconocible. SEBASTIÁN: Estás envejeciendo. ALEJANDRA: Los sentimientos no envejecen. SEBASTIÁN: Puede que no, pero cambian. ALEJANDRA: Cuando conocí a tu padre, supe desde el primer momento que quería estar a su lado toda la vida. Supe que él era el hombre con quien compartiría el resto de mis alegrías. Por eso cuando murió... SEBASTIÁN: Papá no murió... se fue. ALEJANDRA: Murió. SEBASTIÁN: Por qué sigues empeñada en decir que murió. No me lo explico. ALEJANDRA: Soy viuda hace muchos años. SEBASTIÁN: Sabes que no es así. Es enfermizo que insistas en mantener una mentira. ALEJANDRA: No seas así.. Voy a pensar que tu relación con esa chica te ha afectado ¿Cómo puedes hablarme de esa manera? ¿Desde cuándo te atreves a insinuar que miento? Tu padre murió. Reconozco que es doloroso aceptarlo, pero tienes que hacer un esfuerzo como yo lo he hecho para... SEBASTIÁN: Ya basta, mamá. ALEJANDRA: No, no basta. ¿Qué quieres que te diga? Sí, se fue. Pues no. Murió. El hombre a quien dediqué los mejores años de mi vida, el hombre a quien amé profundamente, el hombre por quien sacrifiqué mi futuro, tu padre, ése murió. SEBASTIÁN: ¿Con quién me reuní el año pasado? ¿Con su fantasma? ALEJANDRA: Te digo que ese hombre murió. El otro, el que tú dices que se fue no es ni una sombra de ese hombre a quien seguiré amando mientras viva. SEBASTIÁN: Pero mamá. ALEJANDRA: No quiero hablar más sobre este asunto ¿entiendes? Es preferible así. SEBASTIÁN: No es verdad. ALEJANDRA: ¿Qué me importa? Es la verdad que yo necesito. Es la verdad que me permite seguir adelante. Es la verdad que yo quiero. Cuando ames a alguien realmente, entenderás. Entenderás cuán imposible resulta aceptar ciertas verdades. Entonces, lo que ahora llamas mentira es mejor que enfrentar el espanto de la realidad.

ESCENA 6 (En un pasillo de un centro comercial-Marina está observando atentamente una vitrina)

PATRICIA: Marina, qué bueno que te encuentro. MARINA: Siento no decir lo mismo. PATRICIA: Cualquiera diría que te molesta. MARINA: No es eso exactamente, pero supongo que no vienes a traerme buenas noticias ¿o me equivoco? PATRICIA: Depende de lo que consideres buenas noticias. Para mí es algo maravilloso. MARINA: ¿Ah, sí? Si juzgamos por el entusiasmo, debe ser un acontecimiento. PATRICIA: Lo es, sin duda, lo es. Te han escogido. MARINA: (incrédula) ¿Qué? PATRICIA: Te confieso que llegué a dudar de que fuera éste el momento. Pero no, me confirmaron que debe ser pronto y eres tú la persona. MARINA: ¿Cuán pronto? PATRICIA: No lo sé exactamente, pero supongo que nos avisarán. MARINA: No es posible. PATRICIA: ¿Qué dices? MARINA: Estás bromeando, ¿verdad? PATRICIA: ¿Cómo puedes decir eso? No puedo tomar a la ligera algo tan trascendental. MARINA: Tiene que ser una broma. PATRICIA: No, es en serio. (Marina se queda pensativa) Marina (Marina no contesta) Marina, ¿me estás escuchando? ¿Qué te ocurre? MARINA: Mejor hablamos de esto en otro momento. PATRICIA: ¿En otro momento? Pero, Marina, era esto lo que tanto habíamos esperado. MARINA: ¿Habíamos? Querrás decir habías. PATRICIA: No entiendo a qué te refieres. MARINA: No te hagas la inocente; no te sienta. Mejor hablamos en otro mo-

mento. Ahora tengo prisa. PATRICIA: ¿Por qué dices que yo había estado esperando esto? MARINA: No insistas. PATRICIA: Insisto. ¿A qué te refieres? MARINA: Parece que los años te han vuelto olvidadiza. PATRICIA: ¿Qué es lo que según tú debo recordar? MARINA: Estás contenta, ¿verdad? PATRICIA: Claro. MARINA: Contenta ¿por qué?, ¿por quién? PATRICIA: ¿Cómo por qué? Es la esperanza de toda la humanidad. ¿No te das cuenta? MARINA: También es tu liberación. PATRICIA: ¿Mi qué? No te entiendo. MARINA: Te dije que no te hicieras la inocente. Sabes bien que estás contenta porque mi selección te exime a ti de la culpa. PATRICIA: (pausa) Creo que tienes razón. Es mejor que hablemos en otro momento. Parece que la noticia te ha afectado. MARINA: Y... ¿qué pasaría si digo que no quiero hacerlo? PATRICIA: ¿Qué dices? MARINA: (irónica) Parece que la noticia te ha afectado. PATRICIA: No te precipites, Marina. Es mucho lo que está en juego... MARINA: Ya lo sé; no hace falta que me presiones. PATRICIA: No pretendía presionarte; me limito a hacer lo que me corresponde. MARINA: Se puede saber qué demonios es lo que te corresponde. PATRICIA: Me corresponde velar por ti. MARINA: ¡Qué maravilla! De manera que ahora eres mi ángel guardián. PATRICIA: No hace falta que ironices. Sencillamente, conozco el proceso y soy la persona más indicada para ayudarte. Por otro lado, conozco de cerca la situación y sabes que te aprecio mucho. MARINA: En este momento no necesito tu compasión. PATRICIA: No es compasión lo que te ofrezco, es apoyo. MARINA: (después de una pausa, desesperada) ¿No podríamos posponerlo por un tiempo? PATRICIA: Imposible, ya hemos esperado mucho. MARINA: Me voy, Sebastián debe estar esperándome. PATRICIA: Hasta pronto, entonces. MARINA: Sí, sí... hasta... que sea. (Se va apresuradamente) ESCENA 7 (Apartamento de Marina)

SEBASTIÁN: Marina, ¿Estás ahí? MARINA: Estoy... todavía. No enciendas la luz... por favor. SEBASTIÁN: Ah! Es otro de tus juegos. MARINA: No es juego. SEBASTIÁN: ¿Te quieres hacer la interesante? Mira que vengo cansado. MARINA: También estoy cansada. SEBASTIÁN: ¿Quieres que te haga el amor a oscuras? MARINA: Quiero que me escuches. SEBASTIÁN: Igual puedo escucharte con luz. MARINA: No, no quiero que me veas. SEBASTIÁN: Por favor. Sabes que no me importa si aún no te has arreglado. Aunque francamente si es así, se nos hará tarde. MARINA: No quiero que se haga tarde. SEBASTIÁN: Pues vamos. Deja los misterios y termina de arreglarte. (Suena el teléfono) MARINA: Contesta... por favor. SEBASTIÁN: Aló... no... no aquí no vive nadie con ese nombre... no, señora... No bromeo... se confundió... le aseguro que no... bueno, no importa, no se preocupe no es molestia... gracias... buenas noches. MARINA: ¿Quién era?... ¿quién? SEBASTIÁN: Es extraño. Volvieron a llamarle. MARINA: ¿A quién? SEBASTIÁN: Han estado llamando a un tal Sergio. MARINA: De seguro se equivocaron. SEBASTIÁN: Eso pensé al principio, pero cada vez me da más la impresión de que no. MARINA: Pero tú no te llamas así. SEBASTIÁN: Lo sé, lo sé. Pero sigue siendo extraño. MARINA: ¿Qué? SEBASTIÁN: Esas llamadas son cada vez más frecuentes. MARINA: Puede que sea un bromista. No sería extraño que un día te diga que hay una bomba en el edificio de enfrente. SEBASTIÁN: Es que las últimas veces ha dejado mensajes. MARINA: ¿Mensajes? SEBASTIÁN: Sí, insiste en que le dé mensaje a la persona cuando llegue. MARINA: Pero si le has dicho que está equivocado. SEBASTIÁN: Igual insiste ¿Quieres saber que dijo esta vez? MARINA: ¿Para qué? De seguro es una tontería. SEBASTIÁN: La señora dijo que cuando él viniera le... MARINA: No quiero oír lo que dijo la señora. Quizás la pobre es una loca...

Quizás está obsesionada con... SEBASTIÁN: Obsesión es una palabra que siempre me ha gustado.

ESCENA 8 (Casa de Alejandra)

ALEJANDRA: No me habías dicho que Marina es huérfana. SEBASTIÁN: No me habías preguntado. ALEJANDRA: Y... ¿tiene familia?; quiero decir, tíos, hermanos... SEBASTIÁN: No lo sé. ALEJANDRA: ¿Qué no lo sabes? SEBASTIÁN: No, no hemos hablado de eso. ALEJANDRA: Pero, querido, ¿cómo es posible que te hayas involucrado con alguien a quien apenas conoces? SEBASTIÁN: (imitándola) Querido, ¿cómo es que no has tenido mayor cuidado al seleccionar a la que posiblemente será la madre de tus hijos? No te entiendo, de veras no logro entender a los jóvenes. En mis tiempos... ALEJANDRA: (muy seria) Agradecería que no te burles. Estoy ya bastante vieja para que un muchacho venga a... SEBASTIÁN: ¿Cómo has dicho? ALEJANDRA: Que ya estoy bastante vieja para que te burles de mí. SEBASTIÁN: Lo siento, mamá, no pensé que te afectara tanto. No quise burlarme, de veras. Sólo que para mí no es importante quiénes fueron los padres de Marina. No me interesa. Lo único que de verdad me importa es ella. ALEJANDRA: Pero, hijo, es bueno conocer el origen de las personas. SEBASTIÁN: Se puede saber para qué sirve conocer el origen. ALEJANDRA: Nos ayuda a entenderlos mejor. SEBASTIÁN: Nos ayuda a aumentar los prejuicios. ALEJANDRA: Estás tratando de desviar mi intención. SEBASTIÁN: No, estoy tratando de que entiendas de una buena vez que la época en la que el origen de las personas jugaba un papel determinante en el resto de sus vidas, la época en la que se medía a las personas por la grandeza de los apellidos, la época en que había que conocer hasta el antecedente más remoto para estar seguros de la mal llamada pureza de la raza; esa época ya pasó. ALEJANDRA: No puedes negarme que en ciertos círculos sigue teniendo importancia. SEBASTIÁN: ¿Sí?... ¿en cuáles? Ya ha habido hasta presidentes que fueron criados en orfanatos. Las personas se miden ahora por sus talentos, no por su cuna. ALEJANDRA: Está bien, pero no me negarás que no está de más un poco de precaución. SEBASTIÁN: Precaución en qué sentido. ALEJANDRA: Precaución sencillamente. Suponte que uno de estos días aparezca algún pariente reclamando derechos. SEBASTIÁN: No te preocupes, si eso sucede, ya sabremos qué hacer. ALEJANDRA: Pero es que no has pensado en la posibilidad de un mal genético, por ejemplo. SEBASTIÁN: Estás llevando las cosas a los extremos. ALEJANDRA: ¿Acaso no existe la posibilidad de que tengan un hijo? SEBASTIÁN: La posibilidad existe. ALEJANDRA: Entonces, me das la razón. SEBASTIÁN: De que exista la posibilidad de tener hijos, sí. Lo otro me parece una preocupación absurda. Tanto Marina como yo somos personas saludables. ALEJANDRA: De ti, lo sé. Pero cómo puedes estar seguro de ella. SEBASTIÁN: Porque la amo. ALEJANDRA: A veces eso no es suficiente. SEBASTIÁN: Parece mentira que seas tú quien lo diga. (Pausa incómoda) No importa. Para mí, ahora, ese amor es más que suficiente. ALEJANDRA: Ojalá no tengas que arrepentirte. SEBASTIÁN: Mamá, no quiero que lo tomes a mal... pero te agradecería que no te inmiscuyas. Es mi vida. Si tengo que arrepentirme de algo, será mi arrepentimiento, no el tuyo. ALEJANDRA: Es la primera vez que me hablas así... yo no quise... en realidad no quería... sabes que eres lo único que tengo... que daría la vida por... SEBASTIÁN: Lo sé y te lo agradezco. Sólo te pido que no permitas que nada empañe mi felicidad, ¿sí? (Alejandra no contesta) Parece que mi viejita está celosa. ALEJANDRA: Eso no es cierto. Se puede saber desde cuándo me dices “mi viejita”. Más respeto. Ya quisieran muchas a mi edad verse como yo. SEBASTIÁN: En eso sí estamos de acuerdo. Si no fueras mi madre, me enamoraría de ti. ALEJANDRA: Sebastián, por favor. Vas a hacer que me ruborice. SEBASTIÁN: Hablo en serio. Eres joven y hermosa. Es extraño que no se te haya acercado algún pretendiente. ALEJANDRA: Sebastián, ya basta. SEBASTIÁN: ¿O se han acercado y no me lo has dicho? ALEJANDRA: No he tenido tiempo para pensar en eso; además, no lo he necesitado.

SEBASTIÁN: Sigues esperando el regreso de papá. ALEJANDRA: Los muertos no resucitan. SEBASTIÁN: Pero los vivos regresan. ALEJANDRA: Tu padre está muerto. SEBASTIÁN: Ya no soy un niño. No insistas en seguir engañándome. ¿Cuándo vas a decirme qué fue lo que en realidad pasó entre ustedes? ALEJANDRA: No quiero hablar de eso. SEBASTIÁN: Algún día tendrás que hacerlo. ALEJANDRA: Sí, supongo que sí. Algún día. Hoy no. (Pausa) Ha sido un día difícil. Comprende hay cosas que es mejor olvidar. No insistas. SEBASTIÁN: Está bien, está bien. Pero no lo voy a olvidar. A veces es mejor enfrentar las cosas en lugar de olvidar. Otro día. ¿Lo prometes? (Sebastián busca la mirada de Alejandra quien le rehuye) ¿Lo prometes? ALEJANDRA: (casi en susurro) Sí, lo prometo.

ESCENA 9 (En el vestíbulo de una exposición)

MARINA: Deja de llamar PATRICIA: ¿No le has hablado todavía? MARINA: No he tenido oportunidad. PATRICIA: O no la has buscado. MARINA: No me acoses. PATRICIA: Sólo cumplo con mi deber. Trato de ayudar. MARINA: ¿De veras? PATRICIA: Sabes que siento un gran afecto por ti. MARINA: No me digas. Tus llamadas demuestran otra cosa. PATRICIA: Me lo vas a agradecer. MARINA: ¿Qué es lo que te voy a agradecer? ¿que estés destruyendo mi vida? Tu cinismo es sorprendente. SEBASTIÁN: Marina, querida... (Sebastián se acerca-pausa incómoda-miradas) SEBASTIÁN: ¿No me presentas?... Señora. MARINA: Eh... ah, sí Patricia. Sebastián. SEBASTIÁN: ¿Patricia? ¿Entramos? MARINA: Bueno... eh... Patricia ya se iba... no se siente bien y... SEBASTIÁN: ¡Qué lástima! No podrá ver la exposición. Aseguran que es muy buena. MARINA: En realidad... ella... SEBASTIÁN: Si se siente muy mal, podríamos acompañarla. PATRICIA: No es necesario. MARINA: Pero, Sebastián... la exposición... se hace tarde... SEBASTIÁN: Insisto. No es recomendable dejarla sola. PATRICIA: Ya me siento mejor. SEBASTIÁN: Pues acompáñenos. MARINA: ¡No! (Sebastián la mira sorprendido) Sebastián, por favor. PATRICIA: Vayan ustedes. (A Sebastián) Gracias, es usted muy amable. Marina, hasta pronto. (Sebastián se queda mirando a Patricia como tratando de recordar algo) MARINA: ¿Entramos? SEBASTIÁN: ¡Esa voz! MARINA: Sebastián, ¿qué ocurre? SEBASTIÁN: La voz de... ¿cómo se llama? MARINA: ¿Quién? SEBASTIÁN-: Ella. MARINA: Ah... ella. Patricia. SEBASTIÁN: La voz de Patricia se parece a la señora que deja los mensajes. MARINA: ¡Qué tontería! SEBASTIÁN: No se parece. Juraría que es la misma voz. MARINA: Pero, Sebastián... es absurdo. SEBASTIÁN: ¿Por qué te has puesto tan nerviosa? MARINA: ¿Yo?... este... SEBASTIÁN: ¿Qué pasa? MARINA: Pasa que se nos hace tarde. Ven... (Sebastián no se mueve. Marina se acerca, le rodea la cintura) Ven. ESCENA 10 (Apartamento de Marina-Sebastián se encuentra sentado recostado en las piernas de Marina, quien tiene los ojos cerrados) SEBASTIÁN: El camino a casa se me hace cada vez más extraño... No sé, es como si la casa de mi madre ya no fuese la mía. Siento que es a tu lado donde me encuentro realmente cómodo. Supongo que le pasará lo mismo a los pájaros con su nido. Estuve recordando el día que fuimos de pesca. Traté de entender la angustia de aquel pez, el pequeño, tratando de soltarse del anzuelo, pero tan consciente a la vez de que había llegado el final... esperando quizás un gesto último de compasión que lo liberara, bien sea matándolo o devolviéndole al mar. Me pregunto quién de todos es el pez, quién el mar... Marina, ¿me estás escuchando? MARINA: ¡Ah! Disculpa, estaba distraída. SEBASTIÁN: Sí, me di cuenta. MARINA: Decías algo acerca de los peces. Sebastián : Trataba de establecer una relación entre ellos y el ser humano. Una bobada. MARINA: Vas a hacer que me sienta mal por no estar prestando atención. SEBASTIÁN: No pretendía eso. MARINA: Estabas preguntando quién es el pez, quién el mar... SEBASTIÁN: Podemos hablar de otra cosa si te parece. Marina : No; me parece interesante lo que planteas.

Pienso que somos el pez y el mar y el pescador y el anzuelo. SEBASTIÁN: Somos amorfos entonces. MARINA: No quise decir eso, sino que podemos ser cosas distintas en momentos distintos. SEBASTIÁN: Hablas de indefinición. Marina : No necesariamente. SEBASTIÁN: No se puede ser el pez y el pescador al mismo tiempo. MARINA: ¿Quién lo dice? SEBASTIÁN: No es que yo lo diga; es así. Todo en la vida tiene un color definido. MARINA: Te olvidas de los matices. SEBASTIÁN: Y tú olvidas las reglas. Piensa lo que sería el mundo si pudiéramos cambiar a nuestro antojo, si cada uno decidiera al levantarse en qué quiere convertirse ese día. MARINA: Podría ser divertido. SEBASTIÁN: Sería catastrófico. MARINA: Piensa que a veces nos vemos obligados a cambiar. SEBASTIÁN: Estás cambiando el tema. MARINA: No, hablamos de cambio. SEBASTIÁN: Pero el cambio no implica dejar de ser lo que somos. MARINA: A veces sí. SEBASTIÁN: No estoy de acuerdo. No podemos perder nuestra esencia. El pez no dejará de ser pez, aunque lo intente. Seguirá siendo pez, aunque prefiera en algún momento ser el pescador. MARINA: Y si pudiéramos... quiero decir, ¿si existiera la posibilidad de ser otra cosa? SEBASTIÁN: Esa posibilidad no existe. MARINA: Ya sé que no existe, según tú. Pero supongamos que sí. SEBASTIÁN: No vale la pena hablar de abstracciones. ¿A qué nos conduciría? MARINA: A nada, quizás. Pero es bueno de vez en cuando perderse en las abstracciones. Dejar de ser, por decirlo de algún modo, tan materiales, tan reales. SEBASTIÁN: Es que somos reales; somos tangibles. MARINA: Lo sé, pero ¿no te parece que sería bueno que fuéramos menos concretos, más propensos a los cambios? SEBASTIÁN: No veo cuál sería la ventaja. MARINA: No es cuestión de ventaja. ¿Por qué los seres humanos pensamos siempre en sacar ventaja? Es como si no pudiéramos entregarnos completamente. SEBASTIÁN: Ese tipo de entrega es demasiado arriesgada. MARINA: Puede que lo sea. Pero debe ser maravilloso entregarse sin ningún temor, y también sin ninguna ventaja: entregarse sencillamente. SEBASTIÁN: El problema es que no resulta tan sencillo. MARINA: Lo sé, por eso pienso que podría ser hermoso. SEBASTIÁN: ¿Hermoso? No me atrevería a decir tanto. Extraño, sí, curioso; pero hermoso... (suena el timbre de la puerta) ¿Esperas a alguien? MARINA: No... no sé quién podrá ser a esta hora. (Sebastián va a levantarse) No te preocupes, yo abro. (En la puerta) ¿Qué haces aquí? ¿Cómo se te ocurre venir a mi casa? PATRICIA: No hemos sabido de ti en muchos días. MARINA: ¿Y? PATRICIA: No nos queda mucho tiempo. MARINA: Eso a mí qué me importa. PATRICIA: No puedes permanecer indiferente, lo sabes. MARINA: Necesito pensarlo un poco más. PATRICIA: Sabes que es cuestión de vida o muerte. Sabes que tiene que ser antes de fin de año, que no podemos esperar hasta el último minuto. MARINA: Lo sé, lo sé. Deja de acosarme. PATRICIA: No intento eso. MARINA: ¡Ah, no! ¿Y cómo le llamas a meterse a mi casa a reclamarme por lo que he hecho o he dejado de hacer? ¿Cuántas veces tengo que decirte que no quiero que llames y mucho menos que vengas aquí? Agradecería al menos un poco de respeto a mi privacidad. PATRICIA: Lo siento, no quise molestarte. MARINA: ¡Lárgate! No quiero oír una palabra más. SEBASTIÁN: Marina querida, ¿quién es? (Sebastián aparece sin darle tiempo a contestar) ¡Patricia! MARINA: Patricia vino... a ... se perdió... quiere saber la dirección de... PATRICIA: Un conocido de ambas. SEBASTIÁN: Pero, pase, así estará más cómoda. PATRICIA: Gracias, ya me iba. Gracias, Marina. SEBASTIÁN: ¿Qué te ocurre? MARINA: Nada, nada... SEBASTIÁN: Me da la impresión que te ha molestado la visita de Patricia. MARINA: No... es que... fue tan imprevista... SEBASTIÁN: ¿Qué quería? MARINA: Ya te dije... la dirección de un amigo mutuo. SEBASTIÁN: ¿Nada más? MARINA: ¿Qué más podría ser? SEBASTIÁN: No tienes por qué ser tan agresiva. MARINA: Lo siento. Es que... la pobre de Patricia ha tenido... algunos problemas y a veces no puede controlarse y... SEBASTIÁN: Está bien, no tienes que explicarme si no quieres. ¿A eso se deben sus llamadas extrañas?

MARINA: ¿Qué? SEBASTIÁN: Las llamadas. Estoy seguro que es ella la que deja los mensajes. MARINA: Sebastián, ¡qué locura! SEBASTIÁN: No es locura, es Patricia. ¿Por qué insistes en negarlo? MARINA: Es que... no sé cómo se te ha ocurrido semejante idea. A propósito, en qué estábamos antes de la interrupción. (Marina comienza a besar a Sebastián) SEBASTIÁN: Estás tratando de cambiar el tema. MARINA: Cierto, hablábamos del cambio. De manera que no te apetece ningún cambio. Por lo tanto, no podré hacerte una proposición, digamos, deshonesta. SEBASTIÁN: No seas tramposa. Sabes que no puedo resistirme a tus encantos. A ver qué vas a proponerme. Marina : No puedo; no aceptas cambios. SEBASTIÁN: (entrando en el juego) ¿Y si te digo que los acepto? MARINA: Entonces el tramposo serías tú. SEBASTIÁN: ¿Y si te juro que por ti soy capaz de cualquier cosa? MARINA: Pensaría que estás exagerando. SEBASTIÁN: Dime lo que tengo que hacer para que me creas. MARINA: No tienes que hacer nada. SEBASTIÁN: Entonces qué tengo que aceptar. MARINA: Nada que en verdad no desees. SEBASTIÁN: Ahora eres tú lo único que deseo. MARINA: Entonces... ¿qué estás esperando? (Sebastián la mira, después de una pausa, se besan apasionadamente)

ESCENA 11 (Apartamento de Marina,la escena en penumbras; Sebastián está dormido en el regazo de Marina, quien le acaricia el rostro lentamente; Marina está vestida con pantalones holgados y una chaqueta sencilla de colores claros)

SEBASTIÁN: (se despereza) Discúlpame, linda, me quedé dormido. MARINA: Llegaste muy cansado. Sebastián : ¿Qué hiciste en este tiempo? MARINA: Te miraba. Te ves tan bien dormido. SEBASTIÁN: ¿Ah, sí? Pensé que me preferías despierto. Me pareció escucharte hablar. MARINA: Me dijiste que estabas dormido. SEBASTIÁN: Sí, pero es algo así como un recuerdo distante; debo haberlo soñado. MARINA: Y en el sueño... ¿qué te decía? SEBASTIÁN: Las palabras no logro descifrarlas, pero sí la sensación clara de una inmensa tristeza... era como si... de repente se me oprimiera el pecho... como cuando estamos en el fondo del mar y de pronto algo nos asusta... después sentí un vacío terrible aquí (se señala el pecho)... y el dolor... entonces, te busqué y te vi cada vez más distante... trataba en vano de alcanzarte... intentaba escuchar lo que me decías... sabía que era importante, pero no comprendía... te iba perdiendo poco a poco... tu imagen se esfumaba lentamente y... (se abraza a ella desesperado, Marina hace un esfuerzo enorme para mantenerse calmada) MARINA: Tengo que irme. SEBASTIÁN: (sin lograr entender lo que sucede) ¿A dónde? MARINA: No puedo decírtelo. SEBASTIÁN: ¿Por qué no me habías dicho nada antes? MARINA: No lo sabía. SEBASTIÁN: Déjame acompañarte. MARINA: Es algo que debo hacer sola. SEBASTIÁN: Esto tiene que ver con esas llamadas. (Marina lo mira sorprendida, pero no contesta) Hay alguien más en tu vida. No te defiendes; quiere decir que tengo razón... pero cómo he sido tan tonto para no darme cuenta... a eso se debía tu cambio de humor en los últimos días... debiste decírmelo... yo... MARINA: No me hagas una escena, por favor; no lo soportaría. SEBASTIÁN: Es que... no puedes hacerme esto... tiene que ser una broma. MARINA: Sebastián, tranquilízate; tratemos de hablar con calma. Sebastián : (haciendo lo imposible por parecer sereno) ¿Volverás? MARINA: Seguramente. SEBASTIÁN: Sabes que no podré estar sin ti por mucho tiempo. MARINA: Podrás, ya estuviste una vez. SEBASTIÁN: En ese entonces no te conocía. MARINA: Puedes pensar que no me conociste todavía. SEBASTIÁN: ¿Qué pretendes? Parece una despedida definitiva. MARINA: Cuando nos encontremos nuevamente, no seremos los mismos. (pausa) ¿Puedo pedirte un favor? SEBASTIÁN: Lo que quieras. MARINA: ¿Así, sin condiciones? SEBASTIÁN: Así te quiero. MARINA: Quiero que vengas al apartamento, cuando puedas. SEBASTIÁN: Vendré. MARINA: No quiero que sufras. SEBASTIÁN: Eso no puedo prometerlo. MARINA: Promete, al menos, que lo intentarás.

SEBASTIÁN: ¿Sin ti? MARINA: A pesar de mí. SEBASTIÁN: ¿Qué puedo hacer para persuadirte? MARINA: Nada. SEBASTIÁN: Quiere decir que no me amas. MARINA: Al contrario. SEBASTIÁN: No entiendo. MARINA: Ya entenderás... no te preocupes. SEBASTIÁN: Me gustaría pensar que es otro de tus juegos. MARINA: Esta vez no. (a punto de salir) SEBASTIÁN: ¿Y tu equipaje? MARINA: No hace falta. Me voy... (al borde del llanto) como los hijos de la mar... (sonríe, le tira un beso con la mano) SEBASTIÁN: Entonces... MARINA: Hasta que volvamos a encontrarnos.(Marina hace intento de salir, regresa abruptamente, abraza a Sebastián) Mi amor no va a abandonarte nunca. (Se aleja lentamente)

ESCENA 12 (Marina aparece bajo un círculo de luz; esta imagen debe dar la impresión de grandeza y total desamparo. Se escucha muy fuerte voces y lamentos de ancianos. A medida que transcurre la escena estas voces se van extinguiendo. Patricia entra, trae en la mano una chaqueta de hombre. Mira con atención a Marina)

PATRICIA: ¿Estás lista? MARINA: ¿Cómo puedes preguntarme eso? PATRICIA: Disculpa... me pareció. MARINA: Recuerda que no se puede una fiar de las apariencias, sobre todo en esta época. PATRICIA: Estás muy susceptible. MARINA: ¿Y cómo rayos quieres que esté? PATRICIA: Contenta. MARINA: ¡Por favor! PATRICIA: La humanidad volverá a ser lo que antes era. MARINA: Me pregunto si valdrá la pena, si no hubiera sido preferible permitir que todo terminara. PATRICIA: Claro que valdrá la pena. MARINA: Pudo hacerse de otro modo. PATRICIA: No. Los hombres han perdido su capacidad , ellos mismos se han encargado de aniquilarse. MARINA: Hubiera sido tan hermoso tener hijos de Sebastián. PATRICIA: Te advertí que no te ilusionaras. MARINA: Lo sé, pero en el fondo abrigaba la esperanza, pequeñísima, de que terminara la terrible amenaza. PATRICIA: A mí me ocurrió algo similar cuando creí estar embarazada. MARINA: Nunca me dijiste. PATRICIA: ¿Para qué? MARINA: Por eso te abandonó Felipe. PATRICIA: Sí, no pudo aceptar su impotencia. MARINA: Sé cómo debió sentirse entonces. PATRICIA: No, lo tuyo es distinto; piensa que lo que vas a hacer representa un nuevo comienzo. MARINA: Y mi destrucción. PATRICIA: No lo veas de ese modo. MARINA: Lo siento, no puedo verlo de otra manera. ¿Tienes una idea, aunque sea aproximada, de lo que esto representa para mí? PATRICIA: Sí. MARINA: ¡Mentira! No puedes entenderlo, nadie puede. Tendrías que ser yo para entender la magnitud de mi sufrimiento. Tendrías que estar dentro de mí para saber cuánto me ha dolido esta separación. Sebastián nunca podrá perdonarme. Se sentirá engañado, traicionado. Y lo más terrible, es que ya no estaré para explicarle. PATRICIA: Pero... ¿cómo?... pensé que ya le habías dicho... MARINA: No pude, ¿entiendes? ¡No pude! PATRICIA: Pero tú sabías que hubiera sido preferible... MARINA: ¿Para quién? ¿Desde cuándo es preferible acabar de golpe con todas las ilusiones de un ser humano? No te imaginaba capaz de tanta crueldad. PATRICIA: No se trata de crueldad. Hay que ser prácticos. Estoy segura que Sebastián habría entendido. MARINA: ¿Lo entendió acaso Felipe? Dime, cuán fácil fue para ti. PATRICIA: No, no ha sido fácil para nadie, créeme. Mi querida muchacha... (se acerca a Marina con intención de abrazarla) MARINA: (la rechaza) Basta, no hace falta tanta solemnidad. PATRICIA: Te has vuelto dura. MARINA: Ha sido necesario. PATRICIA: ¿Quieres que haga algo por ti? MARINA: Ya hiciste suficiente, ¿o no? PATRICIA: ¿Estamos listas? MARINA: (la mira, respira) Estoy.

(Patricia le pone la chaqueta a Marina muy lentamente. Una vez termina su tarea, se va. Comienzan a escucharse gritos, risas, murmullos de niños. Marina mira su ropa y comienza a tocarse como si se desconociera o comenzara a conocerse mientras baja la luz. Sube la luz y aparece Sergio en la misma posición en que se

encontraba Marina, lleva la misma chaqueta. El sonido se hace cada vez más fuerte y brillante, vuelve a bajar la luz)

ESCENA 13 (Casa de Alejandra, meses después)

ALEJANDRA: Sebastián, ¿cómo van tus cosas con Marina? Hace tiempo que no nos visita. Sebastián, hijo, ¿no me estás escuchando? Sebastián. SEBASTIÁN: ¿Qué? ALEJANDRA: ¿Qué está ocurriendo? Últimamente has estado tan distraído, tan distante. SEBASTIÁN: Disculpa, mamá, he tenido mucho trabajo. ¿Dijiste algo? ALEJANDRA: ¿Qué me estás ocultando? SEBASTIÁN: ¿Cómo? ALEJANDRA: Te está ocurriendo algo que no me has dicho. ¿Qué es? No estoy acostumbrada a que me ocultes tus cosas. SEBASTIÁN: No me pasa nada. ALEJANDRA: ¿A quién tratas de engañar? Aunque insistas en decir que no te pasa nada, yo sé que algo te está ocurriendo... las madres no nos equivocamos. Hace días que tengo un presentimiento extraño y tu conducta no ha hecho más que confirmar esa sospecha. SEBASTIÁN: Mamá, por favor, no comiences a inventar historias. ALEJANDRA: No estoy inventando ninguna historia; estoy segura de que algo te ocurre. SEBASTIÁN: Te dije que no me pasa nada. Estoy cansado, eso es todo. ALEJANDRA: Es más que cansancio; no intentes engañarme. Dime, hijo, el dolor compartido duele menos. SEBASTIÁN: ¿De veras? ALEJANDRA: Vamos, hijo, dime. Al menos tendrás quien te escuche. (Pausa) ¿Es Marina, verdad? SEBASTIÁN: ¿Qué te hace suponer eso? ALEJANDRA: ¿Y qué otro motivo tendrías para estar así? No me digas que es el trabajo, el trabajo nunca ha sido un problema grave para ti, ni cuando estabas comenzando; eres disciplinado y no hay persona más competente que tú. SEBASTIÁN: ¡Ay, mamá, no exageres! ALEJANDRA: No exagero. SEBASTIÁN: Te ciega el amor de madre. ALEJANDRA: Tampoco es eso. Te conozco, fuiste disciplinado desde chico. A veces pensaba que eras demasiado serio para tu edad. Si hasta preferías estar con la gente mayor. (Pausa) ¿Es por Marina, verdad? SEBASTIÁN: (a punto de estallar) ¡Ay, mamá! (Alejandra lo abraza conmovida) ALEJANDRA: Ya, ya. Dime, ¿tuvieron algún disgusto? No te preocupes, eso es algo normal entre las parejas; no puede ser tan grave; mira, cuando tu padre y yo... SEBASTIÁN: No es eso. Se fue. ALEJANDRA: ¿Que se fue? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿A dónde? SEBASTIÁN: No lo sé. ALEJANDRA: Que no lo sabes. SEBASTIÁN: Quiero decir que no sé a dónde fue. ALEJANDRA: Pero, cuándo ocurrió. Has estado quedándote fuera de la casa algunas veces como antes. ¿Dónde has estado? (Sebastián no contesta) ¡Ay, hijo, no hagas que me preocupe más de lo que ya estoy! ¿Dónde has estado? SEBASTIÁN: Ella me pidió que fuera al apartamento. ALEJANDRA: Te abandonó y te pidió que fueras al apartamento. Pero eso es morboso. SEBASTIÁN: No me abandonó. ALEJANDRA: Yo sé lo que es el abandono y sé también cuánto nos resistimos a enfrentarlo. SEBASTIÁN: Te digo que no me abandonó... me dijo que tenía que irse. ALEJANDRA: ¿A dónde? SEBASTIÁN: Te dije que no sé. ALEJANDRA: No entiendo. La persona con quien vives, te dice que se va y tú no sabes a dónde ni por qué. ¡Que locura es ésta! SEBASTIÁN: No debí decirte nada. ALEJANDRA: Discúlpame. Es que... se me hace difícil entender por qué la dejaste ir así, sin más. SEBASTIÁN: ¿Qué querías que hiciera, forzarla a quedarse a mi lado? ALEJANDRA: No, eso no, pero, al menos, le pudiste exigir una explicación. SEBASTIÁN: Pensé que necesitaba estar sola; los artistas a veces tienen ese tipo de reacciones... yo no quise presionarla... ALEJANDRA: No se trataba de presionarla, sino de saber. SEBASTIÁN: Creí que sería por unos días. ALEJANDRA: Pero... ¿cuánto tiempo hace? SEBASTIÁN: Tres meses. ALEJANDRA: ¿Tres meses? Pero, te ha llamado, se ha comunicado de alguna manera, has sabido de ella, ¿verdad? SEBASTIÁN: No. ALEJANDRA: ¿No? SEBASTIÁN: No; es por eso que estoy desesperado. No tengo forma de saber. ALEJANDRA: Pero... ¿no te dejó algún número de teléfono, algún nombre? SEBASTIÁN: No... nada. ALEJANDRA: Si es así, creo que lo mejor será que la olvides.

SEBASTIÁN: Imposible. ALEJANDRA: Pero, hijo, no puedes seguir aferrado a una sombra, a un fantasma. No puedes seguir desperdiciando tu vida por una persona que un buen día decide abandonarte sin ningún motivo. SEBASTIÁN: Te dije que no me abandonó... regresará. ALEJANDRA: ¿Cómo puedes estar seguro? SEBASTIÁN: Tiene que regresar. No puede haberme engañado. Tiene que volver, ¿entiendes?, tiene que hacerlo. ALEJANDRA: Cálmate, no te pongas así, te va a hacer daño. (Pausa) Seamos razonables, no estamos hablando de días o semanas; estamos hablando de meses... y, si hasta ahora no se ha comunicado... ¿por qué crees que lo hará más adelante? Ay, hijo, quisiera poder decirte otra cosa, pero debes aceptar que todo ha terminado. SEBASTIÁN: Eso no. ALEJANDRA: Te hará más daño seguir alimentando inútilmente una esperanza. Eres joven, buen mozo, podrás conseguir pronto otra persona, alguien que te haga más llevadera la pérdida. Por ahora, sería conveniente que no volvieras al apartamento. Sal, trata de distraerte, date la oportunidad de seguir viviendo. SEBASTIÁN: Quizás tengas razón. Debería empezar a acostumbrarme a la idea. ALEJANDRA: Claro, muchacho, ya verás que con el tiempo, olvidarás. SEBASTIÁN: ¿Olvidaré? ALEJANDRA: El tiempo lo cura todo. SEBASTIÁN: Así que el tiempo hará que desaparezca el dolor. ALEJANDRA: No, no desaparecerá por completo, pero dolerá menos.

ESCENA 14 (Vestíbulo de una exposición)

SEBASTIÁN: Señora Patricia. (Patricia lo ve, pero trata de escapar) Patricia. Discúlpeme, es usted... usted es la amiga de Marina. PATRICIA: (haciéndose la desentendida) Joven, yo no... SEBASTIÁN: No, no me diga que estoy equivocado. PATRICIA: Yo... no recuerdo... SEBASTIÁN: Nos vimos pocas veces, pero estoy seguro que es usted. PATRICIA: Pero, joven, ya le he dicho que... SEBASTIÁN: (la toma por un brazo) Es usted, claro que es usted; por favor escúcheme. PATRICIA: Está bien, le escucho, pero, suélteme; han comenzado a mirarnos. SEBASTIÁN: Lo siento. Mire nos vimos una noche en que usted se sentía mal, en una exposición... y después usted me dijo que era amable... además no podría olvidarme de su voz. ¿Ha sabido algo de Marina? PATRICIA: ¿De Marina?...no... quiero decir... SEBASTIÁN: Estoy desesperado... hace meses que no sé de ella. Vine aquí intentando distraerme y por fortuna me encuentro con usted... no es posible que sea una coincidencia... ha sido el destino... PATRICIA: Perdone, joven, no lo entiendo. SEBASTIÁN: Lo siento... me he alterado un poco. ¿Usted es amiga de Marina? PATRICIA: Sí. SEBASTIÁN: Y... ¿la ha visto últimamente? PATRICIA: No, últimamente no. SEBASTIÁN: Y... ¿la ha llamado, ha hablado con usted, sabe dónde está? PATRICIA: Son muchas preguntas. Lo lamento joven, pero no puedo decirle nada. SEBASTIÁN: ¿No puede? PATRICIA: Quise decir... no sé... no, me ha llamado. (Intenta alejarse, pero Sebastián la detiene bruscamente) Pero, qué le pasa, suélteme. SERGIO: ¿Ocurre algo, Patricia? ¿Te está molestando el señor? PATRICIA: No, no, sólo estábamos conversando. SERGIO: Ya. (Le extiende la mano a Sebastián) Sergio Valle, para servirle. SEBASTIÁN: Sebastián Narváez. SERGIO: ¿El ingeniero Narváez? PATRICIA: ¡Sergio! SEBASTIÁN: (sin entender) Sí, el ingeniero. SERGIO: El gran amor de Marina. PATRICIA: ¡Sergio, por favor! SEBASTIÁN: ¿Conoce usted a Marina? SERGIO: La conocí. SEBASTIÁN: ¿La conoció? SERGIO: Quiero decir, la conozco, pero hace tiempo no sé de ella, ¿cómo está? ¿Sigue en el mismo apartamento? PATRICIA: Sergio, no seas indiscreto. SEBASTIÁN: No se preocupe, Patricia. SERGIO: Parece que toqué un punto sensible. Lo siento. PATRICIA: Sergio, es hora de irnos. SERGIO: ¿Nos acompaña usted? SEBASTIÁN: No, gracias. SERGIO: Es una lástima, en otra oportunidad entonces. SEBASTIÁN: (confundido) Sí, en otro momento. SERGIO: ¿Sabe? Acabo de llegar a la ciudad y no conozco a nadie. Quizás nos podríamos reunir para... PATRICIA: No me parece conveniente.

SERGIO: ¿Por qué no? PATRICIA: Me imagino que el ingeniero estará muy ocupado. SERGIO: Bueno, si es así... SEBASTIÁN: No, bueno, sí es cierto que estoy ocupado, pero en algún momento nos podríamos reunir. Aquí está mi tarjeta. (Se despiden) Patricia, hasta pronto y gracias. PATRICIA: Buenas noches. (A Sergio) Acabas de hacer una gran estupidez. SERGIO: ¿Te parece? PATRICIA: ¿Que pretendes? SERGIO: Nada, quiero sencillamente asegurarme de que esté bien. PATRICIA: Pudiste averiguarlo de otra manera. SERGIO: Déjame hacer las cosas a mi modo. PATRICIA: Puede ser peligroso. SERGIO: No fastidies y no interfieras, ¿hablé claro? PATRICIA: Sí. SERGIO: Vamos.

ESCENA 15 (Casa de Alejandra)

(Alejandra está leyendo; Sebastián entra y le cubre los ojos, hay en su gesto mucho de niño travieso) SEBASTIÁN: ¿Cómo está la mujer más bella de esta ciudad? ALEJANDRA: ¡Válgame Dios! Se puede saber a qué se debe tanta efusividad. Sebastián : Estoy contento. ALEJANDRA: Me alegro. A ver, déjame mirarte. (pausa) Sí, ha regresado el brillo de tu mirada. SEBASTIÁN: ¿Me ha llamado alguien? ALEJANDRA: Sí, te llamó un señor... Valle; sí Sergio Valle. SEBASTIÁN: ¿De veras? ALEJANDRA: Llamó varias veces; parecía tener urgencia en hablar contigo. SEBASTIÁN: ¿Cuándo llamó? ALEJANDRA: Varias veces, ya te dije. ¿Quién es, un cliente? SEBASTIÁN: No, es un amigo. ALEJANDRA: Un amigo nuevo, supongo. El nombre no me suena. SEBASTIÁN: Hace poco llegó a la ciudad. Es un muchacho inteligente, muy simpático, extraordinariamente sensible. Hemos coincidido en conciertos y exposiciones; somos muy afines. ALEJANDRA: Sebastián, me parece que esa amistad no te conviene. SEBASTIÁN: Deja que lo conozcas, te va a encantar. ALEJANDRA: No me gusta nada tanto entusiasmo. SEBASTIÁN: Ay, mamá, no me saldrás ahora con el prejuicio de la imposibilidad de amistad entre los hombres. ALEJANDRA: Ese tipo de amistad sí. SEBASTIÁN: ¿De qué hablas? ALEJANDRA: Acabas de referirte a él casi... casi como si se tratara de una mujer. SEBASTIÁN: Mamá, me parece que estás llevando las cosas a los extremos. Además, tú misma me recomendaste que saliera, que tratara de divertirme, ¿no es así? ALEJANDRA: Pero, tienes otras amistades. Debiste buscar a gente conocida. SEBASTIÁN: Me parece absurda tu preocupación. Mira, Sergio es incapaz de hacerle mal a alguien. Como te dije, nos parecemos, compartimos muchas... ALEJANDRA: Ya basta, no quiero escuchar más. SEBASTIÁN: Pero, ¿qué te ocurre? ALEJANDRA: Sé como empieza todo esto. Al principio “somos tan afines, es casi como si fuéramos la misma persona, me entiende tan bien”; y después “no podría explicarte cómo sucedió, nunca me había sentido así, es lo más importante en mi vida, compréndelo”... no... otra vez no. SEBASTIÁN: Mamá, puedes explicarme de qué estás hablando. Entre Sergio y yo existe sólo una buena amistad. ALEJANDRA: ¿Estás seguro? SEBASTIÁN: Sí... bueno... claro... ¿qué otra cosa podría ser? (pausa) ¿Qué es lo que estás imaginando?... Contéstame. ALEJANDRA: (mirándolo incrédula) No puedo creer que seas como tu padre. SEBASTIÁN: ¡Cómo! ¿Qué estás diciendo? ALEJANDRA: Nada, nada; no he dicho nada. No me hagas caso. SEBASTIÁN: Mamá, por favor, no empieces a tratarme como si fuera un niño. Quiero que me expliques por qué has dicho que soy como mi padre. ALEJANDRA: Ya te dije que no me hicieras caso. SEBASTIÁN: Pero, encima pretendes que me olvide; ya lo dijiste, ahora necesito que me expliques. ALEJANDRA: Lo siento, hijo, es que me hablaste de ese muchacho y... SEBASTIÁN: Pero, ¿qué tiene que ver Sergio con todo esto? ALEJANDRA: Nada, supongo, pero entiende... recordé... SEBASTIÁN: ¿Qué fue lo que recordaste? (pausa) ¿Qué?... no es posible... así que papá... ALEJANDRA: Por favor, no lo digas.

SEBASTIÁN: Mamá, pobrecita, cuánto debes haber sufrido. (va a abrazarla) ALEJANDRA: ¡No me toques! SEBASTIÁN: Lo siento. Supongo que desde ahora también moriré para ti. ALEJANDRA: No... a un hombre, aunque haya sido el único en tu vida... a un hombre... se le puede matar... pero un hijo... un hijo está vivo siempre... no importa lo que sea.

ESCENA 16 (En un bar)

SEBASTIÁN: Espero no haberme retrasado. SERGIO: No, acabo de llegar. ¿Quieres algo? SEBASTIÁN: Vino estará bien. ¿Nos sentamos? SERGIO: ¿Cigarrillo? SEBASTIÁN: No gracias, no fumo. SERGIO: Cierto, lo olvidé. SEBASTIÁN: ¿Perdón? SERGIO: Marina me lo había comentado. SEBASTIÁN: Parece que Marina te contó muchas cosas. SERGIO: Algunas. SEBASTIÁN: ¿La conoces hace mucho? SERGIO: Sí, mucho, de toda la vida, podríamos decir. SEBASTIÁN: No entiendo. SERGIO: No te preocupes; ya entenderás. SEBASTIÁN: ¿Tuvieron alguna relación? SERGIO: Si te refieres a una relación amorosa, no. Puedes estar tranquilo. SEBASTIÁN: No, jamás me preocupé por el pasado de Marina. SERGIO: Lo sé. Era una de las cosas que más admiraba. SEBASTIÁN: ¿Qué? SERGIO: La libertad que tenían como pareja. Sebastián : No acabo de entender por qué siempre te refieres a ella como si ya no existiera. SERGIO: ¿Sí?, no me había dado cuenta. (pausa) ¿No has podido olvidarla? SEBASTIÁN: No creo que pueda. SERGIO: Vamos, ésta no sería la primera vez que una pareja se deshace. SEBASTIÁN: Es que si hubiera sido una ruptura normal... si hubiésemos tenido algún disgusto... pero no logro entender por qué se fue... así, de pronto. SERGIO: A veces nos vemos obligados a tomar decisiones abruptas... a veces... no existe otra posibilidad. SEBASTIÁN: ¿Tratas de justificarla? SERGIO: No, no, sólo estaba tratando de explicármelo. SEBASTIÁN: Eso quisiera, poder explicármelo. Así sería todo más sencillo. SERGIO: ¿Qué? SEBASTIÁN: No sé, pienso que si lograra entender, si supiera cuáles fueron sus motivos, tal vez, sería más fácil olvidar. SERGIO: ¿Es eso lo que realmente quieres? SEBASTIÁN: Para serte sincero, no lo sé. SERGIO: Quizás solo sea cuestión de tiempo. SEBASTIÁN: Estás empezando a hablar como mi madre. SERGIO: ¿De veras? Entonces me cae bien, debe ser una persona encantadora. SEBASTIÁN: ¡Cuánta modestia! (se ríe) SERGIO: Al menos he logrado hacerte reir. Es un buen síntoma.

ESCENA 17 (En el bar)

SERGIO: ¿Qué te ocurre, Patricia? Te noto extrañamente callada. PATRICIA: Estoy preocupada y angustiada. SERGIO: Podría saberse a qué se debe tanta solemnidad. PATRICIA: No te hagas el desentendido. Has estado viendo a Sebastián. Todavía no logro imaginarme hasta dónde piensas llegar. SERGIO: Te dije que sólo quería cerciorarme que estuviera bien. PATRICIA: ¿Y ya te cercioraste? Si es así, sería mejor que lo dejaras en paz. SERGIO: No está bien; aún no ha podido entender ni aceptar la ausencia de Marina. PATRICIA: Siempre dije que era preferible decirle la verdad antes. SERGIO: Quizás acabe por darte la razón. PATRICIA: Piensas decírselo ahora; es una locura. SERGIO: Lo que pienso hacer es tratar de enmendar la falta de sinceridad. PATRICIA: No has pensado que el remedio puede ser peor que la enfermedad. Sebastián no resistiría un segundo abandono. SERGIO: No voy a abandonarlo. PATRICIA: Ya no puedes dar marcha atrás. SERGIO: No es necesario que me lo recuerdes. Sé demasiado bien lo que tengo que hacer. PATRICIA: Sergio, debes ser cuidadoso. Sebastián está atravesando por un momento difícil; podría confundir los sentimientos. Eso sería desastroso. SERGIO: No dramatices; eso no pasará. PATRICIA: ¿Cómo puedes estar tan seguro? SERGIO: Patricia, por favor. Es ridículo. Sebastián aún ama profundamente a Marina. PATRICIA: Por lo tanto, también podría amarte. SERGIO: Estás yendo demasiado lejos. PATRICIA: Intento precisamente que tú no vayas

demasiado lejos.

ESCENA 18 (Apartamento de Marina, la escena en penumbras)

SEBASTIÁN: No sé por qué insististe en venir aquí. SERGIO: Te dije que era conveniente tener mayor privacidad. SEBASTIÁN: ¿Por qué tanto misterio? SERGIO: Es preciso que hablemos. SEBASTIÁN: Bien. Te escucho. SERGIO: Hace tiempo dejaste de venir. SEBASTIÁN: Sí. SERGIO: ¿Por qué? SEBASTIÁN: Resultaba muy doloroso ver sus cosas. Al principio venía con frecuencia; traía flores, acomodaba los muebles de manera que cuando ella regresara, todo estuviera en su lugar. Llegaba con la ilusión de encontrarla esperándome como tantas veces. A medida que pasaba el tiempo, se me hizo más difícil este espacio sin su presencia y dejé de venir. SERGIO: Por eso tomaste hoy un poco más de lo adecuado. SEBASTIÁN: Quizás necesitaba aturdirme. Regresar es casi como invocarla. Su olor sigue en cada rincón... ¿hemos venido a rescatar nostalgias? SERGIO: No exactamente. SEBASTIÁN: (lo mira fijamente) Tus ojos... se parecen tanto a los de... (comienza a reirse) debo haber bebido demasiado. SERGIO: (de espaldas a SEBASTIÁN- la voz de Marina) Si fuera distinta... ¿me amarías? SEBASTIÁN: (deja de reir, se abalanza sobre Sergio) ¡Marina! (están muy cerca, Sebastián va a besar a Sergio, entonces retrocede) ¿Qué es esto?...vámonos... estar aquí me ha trastornado. SERGIO: ¿A qué le temes? SEBASTIÁN: A nada... yo... jamás me sentí así con otro hombre... disculpa... yo... SERGIO: No tienes que disculparte. No soy yo quien te atrae, sino lo que queda en mí de Marina. SEBASTIÁN: ¿De qué hablas? ¿Qué tiene Marina que ver contigo? SERGIO: De eso quiero hablarte. SEBASTIÁN: Voy a pensar que eres un loco. SERGIO: Escúchame, por favor. ¿Extrañas a Marina? SEBASTIÁN: A qué viene la pregunta. SERGIO: Contéstame con sinceridad, ¿la sigues extrañando? SEBASTIÁN: Bueno... sí... no sé. SERGIO: ¿Desde cuándo dejaste de extrañarla? SEBASTIÁN: No sé. SERGIO: Piensa. SEBASTIÁN: Desde... desde que te conocí. SERGIO: ¿No te parece raro? SEBASTIÁN: No lo había pensado, pero sí, es raro. Al principio creí que era cuestión de tiempo, después... SERGIO: ¿Qué pasó después? SEBASTIÁN: Comencé a sentirme a gusto contigo... como si... SERGIO: como si... SEBASTIÁN: Es absurdo. SERGIO: No lo es. Te sentiste a gusto conmigo como si... dilo. SEBASTIÁN: como si tú hubieras tomado su lugar. SERGIO: De eso se trata. SEBASTIÁN: Se puede saber de qué diablos estás hablando. SERGIO: Con calma. ¿Cuántos niños conoces? SEBASTIÁN: ¿Niños?... pero, Sergio, qué pretendes... por qué me preguntas eso. SERGIO: Contesta. SEBASTIÁN: Pocos... bueno... a decir verdad... ninguno. SERGIO: ¿Y? SEBASTIÁN: Qué sé yo... supongo que se debe a la efectividad de los métodos de control de la natalidad... o una buena planificación... pero a qué viene esto; no me dirás que vinimos aquí discutir el problema de la población mundial. SERGIO: ¿Cuál es la edad de la persona más joven que conoces? SEBASTIÁN: Sergio, por favor, ya basta. SERGIO: Es importante, dime. SEBASTIÁN: Veinticinco, veinticuatro quizás. SERGIO: ¿Te das cuenta de lo que eso significa? SEBASTIÁN: ¿A dónde quieres llegar? SERGIO: Significa que dentro de cuarenta años todos, todos seremos ancianos. SEBASTIÁN: Perfecto... lograste confundirme... ahora dime que relación tienen Marina y tú con todo esto. SERGIO: Marina y yo somos la misma persona. SEBASTIÁN: Suficiente. Reconozco mi estado de embriaguez, admito mi atrevimiento de hace un rato, pero no voy a permitir que te burles de mí. SERGIO: No me estoy burlando. Sebastián, no te vayas; déjame explicarte, ¡Sebastián! ESCENA 19 (En un bar) PATRICIA: Sebastián, ¿qué ocurre? ¿Por qué me ha llamado con tanta urgencia? SEBASTIÁN: Discúlpeme, señora Patricia. Tiene que ayudarme, creo que terminaré volviéndome loco. PATRICIA: Vamos, muchacho... no puede ser tan grave. SEBASTIÁN: Usted tiene que saber. Alguien tiene que

explicarme. PATRICIA: Si puedo hacer algo yo... SEBASTIÁN: Usted los conoce a ambos... usted sabe, dígame, por favor. PATRICIA: ¿Qué quiere saber? SEBASTIÁN: La relación entre Marina y Sergio. Patricia : Pero... yo... SEBASTIÁN: Llevo días tratando de entender... todo es muy confuso. PATRICIA: No sé si deba... SEBASTIÁN: Sergio me dijo algo, pero me pareció tan inverosímil... por otro lado, esa noche yo estaba bebido... no sé si entendí bien o si fue producto de mi imaginación... he estado en el apartamento tratando de encontrar alguna pista, fue entre las cosas de Marina que encontré su número de teléfono... usted es la única persona a la cual se me ocurrió acudir... debe pensar que estoy loco...yo... PATRICIA: Por favor, trate de calmarse. SEBASTIÁN: ¿Ha visto a Sergio? ¿Sabe cómo está? PATRICIA: Sí, lo he visto y ciertamente no está bien; le afectó mucho la conversación que tuvieron. SEBASTIÁN: Pero, eso significa que ya no quiere verme más; no puede ser. PATRICIA: Si no se tranquiliza, será imposible que hablemos. SEBASTIÁN: Está bien, está bien. Siga . PATRICIA: Sergio necesita estar solo un tiempo. Fue muy difícil para él confesarle la verdad y aunque había anticipado que su reacción fuera desfavorable, le resultó muy doloroso. Sin embargo, está obligado a terminar su misión. SEBASTIÁN: ¿Misión? PATRICIA: Es la forma en que se me ocurre llamarlo. ¿Le habló Sergio de los niños, verdad? SEBASTIÁN: Sí, pero... PATRICIA: Mire, a mí tampoco me resulta fácil tener que explicarle, es reabrir una herida que pensé curada hace mucho tiempo. Pero tengo la esperanza de que sea usted lo suficientemente sensible. Le pido, ante todo, que me escuche tratando de eliminar de su mente cualquier prejuicio. SEBASTIÁN: Está bien. PATRICIA: Ya sabe que no quedan niños; de esto continuar, en pocas décadas, la humanidad desaparecerá irremediablemente. Se nos dio, por decirlo así, una nueva oportunidad. Por las causas que sean, los hombres, lamento decirlo, ya no poseen la capacidad para procrear. Las mujeres no pueden autoengendrarse. Así, que ha sido preciso un cambio. SEBASTIÁN: Es esto una película de ciencia-ficción. PATRICIA: Le dije que eliminara de su mente los prejuicios. (pausa, Sebastián asiente) Fue preciso la transformación. SEBASTIÁN: Habría sido más sencillo devolver sus capacidades a los hombres. PATRICIA: No se precipite. La razón para la transformación es que el nuevo hombre posea la capacidad masculina sin perder su esencia femenina. La unión de ambos permitirá que el producto sea más completo en todos los sentidos. SEBASTIÁN: ¿Quiere decir que Marina es... PATRICIA: Una de las escogidas. Está ocurriendo lo mismo en otros países. SEBASTIÁN: Entonces... Sergio... PATRICIA: Así es. SEBASTIÁN: Suena tan...fantástico... disculpe, no sé... PATRICIA: No trate de entenderlo de golpe, no es sencillo. Tampoco trate de encontrar explicaciones lógicas a todo. Algunas cosas basta con aceptarlas como son. SEBASTIÁN: Sí... supongo que tiene razón. (se queda pensativo, Patricia aguarda unos instantes) PATRICIA: Debo irme. SEBASTIÁN: (absorto en sus pensamientos) Sí, sí... muchas gracias... (Patricia se va)

ESCENA 20 (Apartamento de Marina, Sebastián está sentado escuchando música)

SEBASTIÁN: Hola, tardaste mucho en venir. SERGIO: Cierto. SEBASTIÁN: Hay café, si quieres. SERGIO: Gracias, yo me sirvo. SEBASTIÁN: También hay crema. SERGIO: Y mucha luz. SEBASTIÁN: ¿Prefieres que la baje? SERGIO: No hace falta. SEBASTIÁN: Hablé con Patricia. SERGIO: Lo sé. SEBASTIÁN: ¿Cómo han ido tus cosas? SERGIO: Bien, dentro de un par de meses nacerá mi hijo. SEBASTIÁN: Imposible no saberlo; los periódicos no hablan de otra cosa. SERGIO: Y tú, ¿cómo has estado? SEBASTIÁN: Me mudé acá definitivamente. SERGIO: ¿Ya no te afecta la soledad? SEBASTIÁN: No como antes. SERGIO: ¿Qué ha cambiado? SEBASTIÁN: Quizás mi forma de ver el mundo. (pausa) ¿Por qué no me lo dijo? SERGIO: No quiso hacerte daño; temió tu reacción. SEBASTIÁN: ¿Tú también? SERGIO: Sí.

SEBASTIÁN: He estado recordando el día en que se fue Marina; sus últimas palabras fueron... SERGIO: “mi amor no va a abandonarte nunca” (la frase se escucha también en la voz de Marina, mientras Sebastián la repite) SEBASTIÁN: Quiero pensar que fue cierto. SERGIO: Lo es. SEBASTIÁN: Hubo un detalle que olvidé preguntarle a Patricia. SERGIO: ¿Cuál? SEBASTIÁN: ¿Regresará? SERGIO: Es posible. SEBASTIÁN: ¿Cuándo? SERGIO: Cuando las condiciones sean propicias. SEBASTIÁN: Entonces estaré esperándola. SERGIO: Puede pasar mucho tiempo. SEBASTIÁN: No importa; el amor no envejece. Mientras tanto... SERGIO: ¿Mientras tanto?... SEBASTIÁN: Podríamos esperarla juntos. (pausa, sonríe, le extiende la mano a Sergio quien también sonríe)

(junio-1997)

CREMA DEL CIELO se estrenó el 27 de marzo de 1998 en el Teatro del Ateneo, en su XXI Festival de Teatro de Vanguardia, en una producción de Todos Nosotros Inc. bajo la dirección de Provi Seín.

Nota del editor: Respetamos la decisión de la autora de no colocar sus acotaciones en itálico.

©Carmen Z. Pérez (1998) Derechos Reservados Autorizados para esta edición. Para información comunicarse al Ateneo.

*** CON LOS PIES DESNUDOS

(Drama en la posmodernidad) de Rayza Vidal (1998)

Personajes: Sara- 32 años Débora- 31 años Epoca: Actual (1997... fin de siglo). Lugar: Madrid.

Escenario: Una plataforma blanca en forma de cruz será el espacio de movimiento de las actrices. Muebles: una mesa de patas cortas, un estante para el teléfono y dos butacas – también las actrices pueden sentarse en el suelo.

SARA : (Al teléfono) Oui, Oui, Oui... tranquille mon amour... (se despide sonando un beso).

Sara se sirve una copa de vino blanco, se sienta a meditar en la conversación; parece preocupada, agarra una cajetilla de cigarrillos y se sirve uno, cuando va a fumar le interrumpe el timbre de la puerta. Extrañada, va y se asoma por el cristalito de la puerta, abre. Débora entra, viste con ropa de verano, su estilo es elegante y clásico. A pesar de la sobriedad, despide una exquisita presencia de alegría. Sara ha quedado sin habla, mira con incredulidad a la recién llegada. DEBORA: (Modestamente) ¡Hola! SARA: (Se le queda mirando unos segundos en contemplación y asombro) Sí... ¡Hola! (La mira preguntándose qué hace ésta aquí. Débora se encoge de hombros como respuesta, y sonríe. Sara también sonríe). Eeeeh... ¿te debería dar un beso, no es cierto? (Espera respuesta pero Débora permanece en espera; besa ambas mejillas). Aquí son dos. (Se lleva las manos a la cintura, procura escuchar algo de la visitante, ante el silencio extiende la mano hacia el interior de la casa)

Pasa. (Debora pasa y Sara le sigue). DEBORA: ¿Te alegra verme? SARA: ¡Imagínate! DEBORA: ¿Qué quieres que imagine? De ti me lo imagino todo. SARA: ¡Ah, aguda todavía! (Se cruza de brazos) ¿Sabes? Eres valiente... DEBORA: Bueno, si quieres me voy. SARA: ¡Hombre, no! ¡Cómo rayos te vas a marchar si todavía no sé para qué has venido! (Pausa, suspiro) Tanto tiempo, ¿verdad? DEBORA: Bastante (mira la sala). SARA: ¿Cuánto tiempo vas a estar? Me refiero... que te puedes sentar. DEBORA: (Sentándose) Lo que tú quieras. SARA: Por mí te puedes largar ahora mismo. DEBORA: Sigue haciendo lo que estabas haciendo,

puedo esperar... a lo mejor no nos tome ni una hora. SARA: No hacía nada. (Le pasa un vistazo de pies a cabeza) ¡Estás igualita! Guapa, como siempre... atrevida, como siempre. (Se sienta, se echa hacia atrás) ¿Qué te trae a Madrid? ¿Viniste a predicar? DEBORA: No... otro tipo de misión, siempre se hace de todo un poco, tú sabes... SARA: (Sin dejarla terminar) ¿Y Puerto Rico, cómo está? ¿Quedan hombres todavía? Oye, y tú, ¿qué sabes de mí últimamente? ¿Qué te han dicho, que soy atea irreverente? ¿Sabes que me casé con un europeo? Pues, profesor universitario, loco como una cabra pero guapo... como un dios griego. (Afectando a la francesa) Un filólogo francés.

Nos conocimos en La Sorbone un verano: yo necesitaba francés avanzado, y él estaba terminando su doctorado para entonces. Así que me enseñó muy buena lingüística. (Intimidante) Intercambiamos cosas de la lengua, él de la suya y yo de la mía... el español, por supuesto. (Pausa) Oye, y tu misión en Madrid, ¿tiene algo que ver con un españolito? DEBORA: Bueno... SARA: (Exaltada) ¿O es que todavía esperas la eternidad para que el Espíritu Santo te lo consiga? ¡Jo! No tienes aro: no te has casado. ¡Y de ti no puedo pensar que convivas con alguien! ¿No puedo... o no debo? (Pausa. Débora va a responder pero Sara continúa. Ambas saben que están jugando a la evasión como forma de atacar el encuentro obligado y sincero al que sin duda quieren y saben que llegarán, sin precipitarlo) SARA: ¿Y cómo está Puerto Rico? DEBORA: Sin montañas. SARA: Un mal de la Isla. DEBORA: Un mal de todo el mundo... el desarrollo desboca’o. SARA: Por eso no echo de menos a mi país, dentro de poco será todo una gran metrópolis, una gran planicie, una gran plasta de cemento cien por treinta y cinco. A España siempre le quedarán montañas. (Pausa. Sincera) ¡Estoy sarcástica, no es cierto? DEBORA: (Alegre) Tengo novio. SARA: (Asombrada sinceramente) ¡De verdad! DEBORA: Así es.

SARA: ¡Nunca... ya había perdido las esperanzas contigo, mija, tan, tan, tan selectiva, tan dependiente de... de Dios, supongo! Pero nada, complejos disfrazados, incapacidades escondidas... eso es: evadiendo, y decías que esperabas en el

Señor... DEBORA: ¿Sabes qué? Era broma lo que te acabo de decir... ¡soltera y sin compromiso! Pretendientes siempre... Yo espero. Creo que espero... Tal vez

tienes razón, son mis incapacidades... o, quizás, mi pasión al trabajo... SARA: No sabes de lo que te estás perdiendo, chiquilla... (Lamentando) ¡Eres tan cristiana! DEBORA: (Sincera) ¡O tan pajuata! SARA: ¡Oye, eso no lo he dicho yo, eh! DEBORA: Pero yo sí... a veces una no sabe si espera a un platónico... Me fascinan algunos, me aman los que admiro y... SARA: ¡Bah, algún saxofonista aparecerá un día por ahí! DEBORA: ¿Saxofonista? SARA: ¿No fue a ti que te llegaron a gustar tres? DEBORA: Sí, pero fuiste tú la que dijiste un día que te casarías con uno que apareciera a tu casa a tocarte una serenata. SARA: ¿Yo dije eso? Sí, tú tienes memoria fotográfica... Mi marido no me toca el saxofón... -Depende cómo lo entiendas... DEBORA: (Añorando) A mí no me tocan nada, ni el corazón... es una especie de desencuentro... (Se va quitando los zapatos) Menores que yo, casados, admiradores perfectos a quienes soy incapaz, brutalmente incapaz de corresponder... increíble. SARA: ¿Serás capaz de amar? DEBORA: (Sorprendida pero inconmovible) ¡Quién sabe! SARA: ¡Bah, eres una egoísta cualquiera! Te alimentas con la vanidad de tener al día un par de pretendientes fieles.

Pausa. Débora se sorprende de tal conclusión; contrae el semblante, molesta. Sara descubre la desnudez de los pies de Débora. SARA: ¡Anda ya! ¡Te has quitado los zapatos! DEBORA: Como si estuviera en casa de una amiga. SARA: Pues, a ver si no te pescas un resfriado... bueno, imposible en verano, pero si no... aquí se te iría esa costumbre. DEBORA: Déjame, sabes que lo disfruto. SARA: Yo no. DEBORA: No, si siempre me acuerdo. SARA: ¡Pero es que los tengo muy feos, Débora!

Etienne, mi marido, siempre se queja; ...al principio hasta hice el amor con los zapatos puestos. El ahí, y yo con los benditos zapatos, jo. Hasta que claro, luego él mismo me los quitaba antes de joder, porque si no... ¿te imaginas? (Pausa). Perdón, ¿es que eres virgen todavía? DEBORA: (Resuelta) Ahora soy yo quien desvía la conversación. SARA: ¡Conque esas tenemos! ¡Te habrás tirado a dos o tres y no me lo quieres decir, ah, pecadora! (Para sí, aparentemente) ¡Anda con las cristianitas modernas...! DEBORA: ¿De verdad piensas que actúo como una egoísta?

SARA: ¿En qué? ¡Digo, lo serás, como todo el mundo! DEBORA: En eso de que tengo pretendientes... SARA: (Sorprendida) ¡Ahh, pero todavía te has quedado con eso? Bueno, es que a mí me parece que con algo tienes que vivir, supongo que con ellos además de alimentar el ego- alimentarás esperanzas... ¡Hacia la aparición del que es! (Oculta el rostro y sonríe para sus adentros). Además de buena memoria tienes otra cualidad, eres bien boba. DEBORA: (Aguda) Por eso nos escogimos mutuamente. SARA: (Sonríe. Volviendo al tema, ahora dulce) Tú no, tú siempre fuiste... (amigablemente) como yo. Esperábamos en Dios. Ahora, tú sigues esperando, y yo, pues, (definiendo con vanidad) soy una mujer de mi época. DEBORA: (Indignación contenida) ¿Y yo, de cuál época soy? (Sara agarra la cajetilla de cigarrillos, no le da importancia al reclamo de Débora). SARA: (Encendiendo un cigarrillo) ¿Te molesta si fumo? DEBORA: Estás en tu casa. SARA: (Con el cigarrillo en la boca) Los españoles son chimeneas ambulantes... ¡Pero nada! Porque en Holanda los cristianos fuman -y no es pecado, en Alemania los hermanos se dan sus barriles de cerveza -y tampoco lo es-, en España el vino... y en una tribu de Africa, ¡ah, eso sí que está guay! ...las hermanas andan todas destapadas, con los senos por fuera, imagínate (imita con gestos el mecerse de los senos) ¡Blam, blum, blam, blum! (se ríe). DEBORA: Transculturación. SARA: (Pausa breve) ¿Y en Puerto Rico, todavía es pecado ser artista? DEBORA: Estamos mejorando. SARA: Los cristianos piensan que Dios es feo. DEBORA: Sabes que yo no. SARA: Eso es lo que más tienes de Dios, la estética. DEBORA: Mi Dios es bello. SARA: No te lo discuto... respeto la idea del artista.

Sara fuma y despide el humo por unos instantes.

Débora calla; se nota meditabunda, ideando su plan, y a la vez desenfadada, como si tuviera para su misión todo el tiempo del mundo -como de bien se está en compañía de los mejores amigos. SARA: ¿Y tú, qué piensas de mí? Que estoy rebelde...

Dime, ¿qué te trajo a Madrid? ¡Porque ya sabrás que me importa un bledo tu cristianismo de mierda! Confiesa, ¿a qué viniste? Porque si en algo no puedes haber cambiando ha de ser en tu terquedad... DEBORA: Tenacidad. SARA: ...ni en tu desapego por el dinero. ¡No, eso no me lo como yo! (Bocanada de cigarrillo. Agresiva). ¿Cuánto pagaste por el billete de avión, mil doscientos setenta y cinco dólares, mil quinientos? ...Estamos en temporada alta, ¿conseguiste una oferta? A ti no te importa el dinero... DEBORA: Y a ti tampoco.

SARA: Ciento cincuenta mil pesetas es mucho. (Pausa) Ahora sí me importa. Gastar, tener para gastar... es mi nueva etapa, la madurez de una vida de progreso. ¿Cuánto pagaste? (Insistente) ¡Niña dime! ¿Cuánto pagaste por esta vida perdida? ¡Porque viniste a eso, a salvarme! DEBORA: ¿Me crees capaz? SARA: ¿De venir sólo por mí? ¡De todo por salvar un alma! DEBORA: Era. SARA: (Desorientada) ¿Y ahora no? ¡Ah, ya sé!

Ahora con mayor madurez. Con técnicas nuevas... DEBORA: (Casual) Vine a cumplir nuestro pacto... SARA: ¡Un pacto! (Pausa. Sara medita. Frívola) ¿Cuál, el que hicimos juntando los dedos con helado de MacDonald? (Indiferente) ¡Oye, hablando de pactos, y cambiando el tema -que tú retomarás de seguro cuando bien se te antoje-, ¿qué es de la vida de Gabriel? ¿Se casó? DEBORA: (Resignada) Se casó y tiene dos varoncitos. SARA: ¡Anda ya! Pudieron haber sido tus hijos. DEBORA: O los tuyos. SARA: Te lo cedí... DEBORA: ¡Yo te lo cedí a ti! ¡Generosidades! SARA: ¿De qué pacto hablabas antes? DEBORA: (Traviesa) ¿Terminaste el doctorado? SARA: (Reprochando) ¡Anda con la actriz! No me desvíes el tema. DEBORA: Yo también sé jugar. ¡Contesta! SARA: Muy bien, gracias. DEBORA: Pregunté que si lo terminaste. SARA: Estoy en la tesis. DEBORA: ¿Cómo se titula? SARA: (Hace gesto de hastío.) Ya... El efecto de la posmodernidad en la novela latinoamericana de fin de siglo. DEBORA: ¡Uuuyy! SARA: ¿Recuerdas que el “uy” de España no es de miedo, sino de admiración? DEBORA: Pues lo mismo: te admiro y te temo. ¡Tremendo reto! Eso de lo posmoderno está en boga... SARA: Todos estamos dentro del barco. DEBORA: (Trascendental) Bueno, pues... yo me embarqué en un proyecto más... (buscando la palabra perfecta) ¿pequeño, específico, individual,

humano? En nuestro pacto, ¿recuerdas?: (enfática) “Si tu enemigo fuere más fuerte que tú, yo te ayudaré; si mi enemigo fuere más fuerte que yo, tú me ayudarás”. SARA: (Tapándose los oídos ligeramente) ¡Ay, ay, ay, ay, niña... que ahora estoy biblia-fóbica! DEBORA: (Sin demostrar afectación) Yo lo decía más fácil: ¡si tú caes yo te levanto y si yo caigo, tú me levantas! SARA: Sin duda, palabras serias. DEBORA: ¡Fue un compromiso! SARA: (Respira profundo) Querida, contigo siempre voy al grano. -Eres tan caribeña que me inspiras la esencia, lo verde, lo no contaminado... -. (Franca) Me cansé. Me cansé de que Dios fuera mi pasión; de esperar con pureza como una idiota al matrimonio, y de todos los demás etcéteras. (Firme) Ahora quiero montarme en la pasión de todos; olvidarme de pactos con lo eterno. Yo creo, no lo dudes, ¿eh? Creo. ¡Y ahora más, que está de moda creer! En cualquier cosa... (Bocanada de cigarrillo. Casual) El otro día leí algo curioso en una hoja de turismo: “Puerto Rico, el Caribe... con una religión exuberante...” ¡Exuberante, jo! Eso de bueno tienen los boricuas, ellos creen. A lo mejor la Isla está destinada a eso, por aquello de que lleve el Cordero y la Biblia en el Escudo... (grave) ¡pero ese cristianismo tuyo, que una vez fue mío también, en ese no! (Apaga cigarrillo en cenicero. Añorando) ¡Aquellos tiempos! Existía un permanente sentido de ilusión... DEBORA: Los ochenta... SARA: Tiempos dulces en la universidad; los jipis nos habían abierto el camino y todavía no habían llegado los anti-todo... DEBORA: Aquella ilusión es normal en la temprana juventud... pero, recuerdo: (con énfasis) había pasión... (Pausa). SARA: (Tiernamente) ¿Y el día que te echaste al bolsillo la fraternidad? DEBORA: ¿Fraternidad? ¿Cuál? SARA: A los gusanos, ¿no te acuerdas? (Débora hace un gesto en negativa). En la Facultad de Generales... DEBORA: ¿La iniciación aquella? ¡Ah, sí! SARA: ¡Estuviste magnífica, jo! Parecías más de la

FUPI que de la CONFRA. (Débora sonríe.) ¡No, es cierto! Toda una revolucionaria: Estábamos testificando -pero nadie atendía-, nos cachondeaban como a tontos. De momento, para colmo de males, aparece la fraternidad, ese montón de muchachos... Colocan a los chavales en la rampa... DEBORA: Que estaba detrás de nosotros... SARA: Y se plantan allí los muy simpáticos con unos

carteles mal construidos... DEBORA: De cartón. SARA: “SOMOS GUSANOS”, “SOMOS GUSANOS”.

Y la gente comenzó a aparecer, un gentío... ¡claro, la ridiculez nuestra en contraste con... DEBORA: El gufeo de los gusanos que se iniciaban.

“¡Ja, ja, ja, ja!”, se reían del show en vivo y a todo color: “¡ja, ja, ja, ja!”. ¡Los gusanos vs. nosotros! SARA: Y nosotros los más ridículos, -porque una cosa es serlo y otra es creérselo-. ¡Hasta que te levantaste tú, mi héroe! -Heroína-. A ningún varón se le ocurrió, pero a ti... ¡Señoras y señores! ¡Aplausos, aplausos, sí, venga, en serio, aplausos! -Y empezaste el show-... DEBORA: ¡Gracias por aplaudir a nuestros payasos! ...como podrán ver, aquí tenemos una ilustración clara y precisa de lo que queremos transmitirles; porque, señoras y señores: “Todos somos gusanos”. SARA: Entonces más les gustó. DEBORA: Sí, como dijo el poeta David... pero, la verdad, ¿cuántas veces nos hemos sentido gusanos? Yo les tengo buenas noticias: ¡Dios...! SARA: (Respetuosamente) Tanta pasión era contagiosa. Dios era nuestro amante. Como Santa

Teresa... Las Moradas. Regresar de un retiro y andar en las nubes, en estado místico... no querer ni dormir ni comer, sentir a Dios tan y tan cerca... Sentir aquello: una paz que congelaba al mundo... (Transición) Lo siento mucho Deborita si ahora te parezco sacrílega, pero esta soy yo...

Son aires posmodernos de fin de siglo... ¿sabes lo que te digo? (Pausa. Ligera) Ven, comamos algo, que estarás muerta de hambre.

Débora se levanta y preparan la mesa. Podrá comenzar el diálogo siguiente mientras la preparan; luego se sientan. Sara sirve dos platos y dos tenedores, ningún otro elemento de utilería. DEBORA: ¿Sabes que soy profesora universitaria? SARA: Claro, mi madre me contó: que seguiste tu línea, pedagogía; que hiciste maestría en Columbia

University -con tus amigos los gringos-; que das clases de teatro; y mientras, terminas el doctorado; y que sigues part-time de misionera. ¡Ah, y no te has casado! DEBORA: ¿Y que no he viajado más como misionera? SARA: Por el trabajo, supongo. DEBORA: Por enfriamiento, quizás. SARA: (Extendiéndole cubiertos) ¡Tenedor! DEBORA: (Dispuesta a comer. Mira a Sara) ¿Oras tú? SARA: ¿Y esto qué es, una prueba? Pues, las llevas claras. (Pausa. Débora sólo la mira.) ¡Venga, da gracias tú, que se enfría la comida!

DEBORA: Seguro que lo haces en secreto. SARA: ¿No me digas? (Insistente) Dale. (Débora inclina cabeza y cierra los ojos por unos segundos, luego levanta el rostro.) Pudiste hacerlo en voz alta, amiguita. DEBORA: ¿Exigente también? SARA: Exigente además. DEBORA: ¡Ah, además! Se me había olvidado, el además tuyo. ¡Ahora se me está olvidando hasta cómo se ora! SARA: ¡Una misionera que no sabe orar! Curioso, Debi; siempre tienes formas nuevas para atraer mi atención. (Pausa y comen. Sara le sirve vino a

Débora y esta bebe; Sara lo celebra) ¡Oyeme, pues sigues siendo buena misionera, porque el palito te lo das aunque no ores! (Débora ríe.) ¡Por ti (chocan las copas), para que ores! (Beben, luego comen.) ...Decías, que ahora padeces de amnesia. DEBORA: Siempre me gustó tu buen sentido del humor. SARA: Pero, ¿no es verdad? (Ambas ríen en complicidad. Confrontándola) ¿Qué es, que estás en crisis de oración, no recibes respuestas? Debes estar quemada; ... tanto hacer y hacer... Por eso andas de viaje sin intenciones misioneras y, decididamente, se te sale la culpabilidad por los poros... ¡Culpable por disfrutar de la vida! DEBORA: Es parte del cristianismo viejo. SARA: (Sorprendida) ¿No se supone que ese comentario me tocara a mí? (Recordando) Es para no perder la costumbre de pensar parecido, ¿no? DEBORA: (Casual) Vine a Madrid. (Sara mastica y calla.) Hay buenas obras de teatro... y cine internacional, y una sola cosa de las que estimo de verdad, auténtica. Una sola cosa, Sara, que es un recuerdo, un dichoso recuerdo. Vine por el recuerdo: el de ti y de mí. ¡Contra, mana, está cañón! El solo recuerdo de cosas genuinas.

Opcional para el director: Recuerdo de aquellas épocas en diapositivas: Imágenes de ambas, vestidas de mimo y payaso entre niños; platos vacíos de comida, indios o negros semi-desnudos, diálogos con gentes en parques, cajas de medicinas, de ropa, construcciones, etc. Acompañamiento musical o de canción que aporte al tema. Vuelta a la mesa. DEBORA: (Con angustia) He visto tanto que ahora...

Quizá he visto demasiado. Pero, ¿demasiado para qué? He madurado, será. He visto, y no hay quien me engañe... no dejo que nadie se engañe en mi presencia. ¡Detestarán mi histeria, pero... delante de mí no admito inconscientes! (Conmovida)

Delante de mí, desnudan el dinero para cosas que no importan... y yo trago. Millones para campañas políticas o grandes templos cristianos... y yo callo. Y cuando menos me siento ridícula, idealista. Porque sé, y el saber cuesta...

Sara está conmovida. Se levanta para animar a la otra a recoger la mesa. DEBORA: ¿Cómo sabes que todo esto no es una gran mentira? (Sara sonríe, se encoge de hombros.)

No, de verdad. ¿Cómo no creer que estuve actuando todo este tiempo? (Pausa). Sí. Y que fingí debilidad para que me cogieras pena, y en realidad era una técnica frívola para confrontarte... SARA: Siempre dijiste que procurabas moverte con intenciones puras... que hacías teatro sólo en el escenario...

Regresan a la sala; Débora ocupa la silla que antes ocupaba Sara y viceversa. Sara se va a quitar los zapatos. DEBORA: Todo esto está caduco... un cristianismo viejo. (Añorando) ¡Antes teníamos ilusión! SARA: ¡Bah! La ilusión es de los niños. DEBORA: (Enérgica) ¡No es cierto! ¡La ilusión es de la vida!

Sara se ha quitado uno de los zapatos. SARA: Es imposible que cumpla con levantarte si estás caída... DEBORA: Ya lo sé. SARA: (Tirando el segundo zapato al aire) ¡Liberémonos del pacto! DEBORA: Pero juntas hicimos proezas, recuerda:

“Dos son mejor que uno...” SARA: ¡No es Dios, no es Dios... es la manera de creer! DEBORA: Ambas lo sabemos. SARA: Pero la cosa no cambia... ¿O qué piensas? ¡Soy enteramente incapaz de ser misionera y volver a que me dicten cuánto tengo que hacer, no! No soy capaz de ese dolor, ni por un cura ni por un ministro... Mira la juventud que se levanta, antitodo, ¡apáticos hasta de llevar pelo en la cabeza!

Nada de esto nos va. Ni a ellos ni a mí. (Pausa). DEBORA: ¿Piensas así? SARA: (Más íntima, sincera) Tu Dios se quedó atrás de la tecnología.

Débora hace ademán de hablar pero prefiere callar, sabia al fin. SARA: Hay muchas injusticias sociales y millones de palabras en Internet... DEBORA: ¡Tenemos que hacer algo: nosotras creemos! SARA: Tú eres la revolucionaria. DEBORA: ¡Pero estoy sola!

Pausa. SARA: (Con dolor contradictorio) Pues, reinvéntate a

Dios.

Pausa. DEBORA: ¿Qué? SARA: Reinvéntatelo, maestra. Búscale nuevas razo-

nes para seguirle creyendo. DEBORA: (Breve pausa) A un dios inventado, sí... SARA: Débora, sinceramente, ¿tú crees que yo pueda creer todavía la sensiblería bonita de antes? ¿Me imaginas, de verdad, vistiendo una camiseta con mensaje, a manera de letrero? DEBORA: Poco me importa. ¡Me importan cosas nuevas, frescas de día en día...! SARA: Pues, de verdad, y no me hagas involucrarme: ¡invéntatelo, caramba!

Pausa. DEBORA: ¿Te acuerdas de las directrices diarias? (Hallazgo) ¡Son los decretos! ¡Amábamos no solo la ley de Dios sino además, además, además, los decretos: (con deleite) esas directrices diarias individuales y personales... Que si llevarle una compra a fulana, ir en tal ocasión al hospital, salir a comer mantecado... SARA: Sabíamos descansar; disfrutar momentos... DEBORA: ¿En qué parte de nuestras historias perdimos el camino, Sara? SARA: (Seria) Yo amé tu camino amiga, pero ahora descanso en el césped.

Pausa. Débora queda angustiada. Sara la descubre llorando. Se sienta junto a ella. Débora mira hacia otro punto pero agradece la delicadeza de la amiga. DEBORA: Sí, me puede parecer un dios inventado a nuestra conveniencia; injusto, inaccesible por momentos... (Inhala y exhala) Pero, en lo íntimo en lo íntimo, Sara, en lo más escondido, le creo. SARA: Fuerte tu convicción. DEBORA: No... ya desnuda, sin tapujos, sin ganas de defenderme... Creo.

Sara le pasa la mano por la cabeza a Débora. SARA: (Afectiva) ¿Para esto viniste? Para esto viniste. DEBORA: ¿Cómo? SARA: Que viniste a esto, a encontrarte contigo misma. Volaste horas para encontrarme, y te encontraste a ti. DEBORA: Quiero seguir creyendo. SARA: Y crees. (Pausa). Me miraste y te viste. DEBORA: Los amigos se ven mejor en el otro. SARA: Tengo espejos por todo el mundo... (melancólica, íntima) pero algunos reflejan más luz y... una se puede mirar y saber, (con intención reveladora) saber... (suspira profundo; traga en seco y calla). DEBORA: ¿Te fijaste? Has cumplido el pacto. Eres mejor amiga que yo. SARA: Has sido fiel. DEBORA: A veces no sé si Dios existe, pero... sé de ti, que vives en Madrid. (Transición) Y no te voy a pedir que reconsideres la fe, yo soy actriz en el

teatro, aquí soy libre y tú también. (Sara le sonríe y calla). SARA: Debi (busca los zapatos de Débora, y mostrándoselos), ¿no te vas a poner los zapatos? DEBORA: ¡Ah, sí... para fuera sí hay que ponérselos! (Débora se los pone). SARA: ¿De verdad viniste sólo por esto? DEBORA: Tal vez no vine por ti... sino por mí. Tú eras lo único que me quedaba.

Débora abraza a Sara, esta le responde con igual cariño y sinceridad; es un abrazo generoso.

Al separarse, Débora saca de la cartera su tarjeta de presentación, o del hotel donde se hospeda, se la da a Sara, esta la mira. SARA: Bien, yo te llamo.

Débora sale. Sara mira hacia el suelo, contempla sus zapatos. SARA: (Con emoción) ¡Hacía tanto que no me los quitaba!

©Rayza Vidal (1998) Derechos Reservados Autorizados para esta edición. Para información comunicarse al Ateneo.

(1998)

**** REPRODUCCION DEL PROGRAMA DE ESTRENO DE CON LOS PIES DESNUDOS

Estrenada en el XXI Festival de Teatro de Vanguardia del Ateneo Puertorriqueño, San Juan, Puerto Rico 6,7 y 8 de febrero de 1998.

DIRECCION de María Eugenia Mercado Como DEBORA: Wanda Betancourt Como SARA: Alba L. Vellón Pellot Guitarra en vivo: César Cortés

Arte gráfico: Hiram Claudio Escenografía: Julio Ramos Diseño de luces: Ingrid Baldera Asistente de dirección: Nydia Perdomo Asistentes de producción: Axel Huertas, Javier Ramírez, Johanna Rodríguez, Aidita Cruz Producción: Isla de Azúcar. Laura Martínez y Rayza Vidal Notas de la autora (Rayza Vidal) Cuando María E. Mercado aceptó ser la directora de mi obra me sentí a gusto y confiada. Había sido mi profesora en la Iupi por allá, por los ochenta; me había enseñado las suspicacias del decir teatral y también me transmitió sobre el sarcasmo. Yo, como era tan nueva, quiero decir: pajuata, en esto del teatro, y existían estudiantes mejores actrices y más bellas seguí escribiendo. Seguí actuando mis propios personajes, dirigiendo mi teatro breve y enseñando. Ahora soy mujer, de pronto me encuentro sin tapujos juveniles y con ganas de vivir lo que me falta. Yo también quiero el sarcasmo, ¡y montarme por un momento en la pasión de todos! Pasión, en su significado más amplio: sufrimiento, o, entrega absoluta del corazón. Yo también quiero dejar de creer, de sentir y de ver.

Escudar con intelecto los miedos más sencillos. Comprar un Mall entero de soluciones que vistan al mundo y que me dé tiempo de mañana volver a comprar otras... que no haya comprado hoy. Ahora, en estos días de enero, cuando una de las actrices apareció al ensayo con un pie herido, envuelto un dedo en esparadrapo con sangre pegada, volví a darle importancia a eso del sarcasmo y a eso de defenderse. Porque la actriz de los pies desnudos, hirió sin querer a la del pie sangrado. Ahora vuelvo a mi texto y me pregunto por qué insisto en en tocar la vida con los pies, con las manos... Vivir bien, duele. Cuando volví a ver a María E. Mercado - quien me dirige Con los pies desnudos- después de mi regreso como misionera varios años en España, la vi distinta. Tan aguda como siempre, pero serena; una paz le revoluciona el intelecto cada día... y ella va más allá de donde iba antes, y el sarcasmo se le queda detrás y ella adelanta. Me encontré con ella en el camino y... le compartí mis zapatos, perdón, quice decir: mi teatro. Les quedaron como suyos, y no me molesta para nada que los esté dirigiendo, perdón, quice decir: usando. Ahora, cuando veo cada ensayo de mi obra no me quedan ganas de sarcasmo. Ya no quiero ir al Moll a comprar soluciones... ¡Tengo ganas de abrazar y de ser! Cuando veo el montaje, me parece que viven esas dos: SARA y DEBORA y que ambas soy yo y no me avergüenzo. Que la Sara de la Biblia sí parió y eso fue un milagro, pero que primero había dudado, y que la Débora de la Biblia se adelantó con iniciativa e hizo lo que tenía que hacer. Tengo tan exquisitas actrices -que se arriesgaron conmigo- que ya olvidé que el texto era mío y cuando las escucho me veo ante el espejo, cuando veo a Wanda Betancourt, con una fuerza interna mayor que la mía, interpretando dulcemente a Debora me entran ganas de seguir creyendo, y cuando veo a Alba L. Vellón, interpretando libremente a Sara, su antítesis, me encuentro relajada de dar a luz un texto que contradice lo que siento. Ahora es cuando descubro lo que busco y lo que ofrezco en el teatro: eso que nos ha permitido pasarla bien en los ensayos relacionándonos en armonía, amistad y sin ningunas ganas de defendernos; eso que ofrecemos a nuestro público: volver a creer en las cosas sagradas. Ante ustedes hoy estoy descalza, porque a fin de cuentas... Una se quita los zapatos ante lo sagrado.

RAYZA VIDAL

Arecibeña de 32 años, actriz-mimo y discípula del dramaturgo Roberto Ramos-Perea desde 1989. Se graduó del Departamento de Drama en la Iupi junto con Laura Martínez* (la productora) y Wanda Betancourt (una de las actrices) en 1990. Tomó talleres de dramaturgia en el Centro Andaluz de Teatro, en España, y en el Taller Superior de Dramaturgia con el argentino Mauricio Kartún, auspiciado por el Ateneo. Ya ha estrenado: Amanecer boricua (1989), Los vendados (1991) y más de veinte piezas de teatro breve, sketchs y mimo. RECURSOS EDICIONES, de Barcelona, publicará en mayo sus dos libros: Teatro de Iglesia y pantomima (1997) y Más que náufraga soy barro (1995), autobiografía novelada en el que narra algo más que sus vivencias del naufragio del barco Logos el 5 de enero de 1988. El Fondo puertorriqueño para el financiamiento del quehacer cultural le otorgó en 1997, un “Premio al Mérito” por su joven dramaturgia. Actualmente se aventura en los cuentos, estudia maestría en Estudios Hispánicos y escribe el guión de la próxima telenovela boricua: ISLA DE AZUCAR. [Quisiera casarse con algún saxofonista que apareciera a su casa a tocarle una serenata]. Intimo: Dice que si no se ahogó en el naufragio del Logos, además de ser teatrera de iglesia quiere andar descalza en el teatro nacional. Laura Martínez es la productora que anda con los pies desnudos de arriba para abajo. [Gracias Laura, por poner a correr esta producción].

MARIA EUGENIA MERCADO

Nació de pie, bueno, eso dijo el doctor que la trajo al mundo. Por la misericordia de Dios salió de la miseria más grande y la encaminó [Dios] por lugares espaciosos. La llevó al teatro, lugar muy especial para ella, en donde trabaja como profesora. Además de actriz y directora le interesa sobremanera el teatro para niños porque cree que todo niño debe tener un canal para expresar su caudal dramático y así tener experiencias creativas que le ayuden a aprender y a entenderse. [María Eugenia es sangermeña, casada y tiene cuatro varoncitos. Enseña Dicción y Teatro para niños en la Universidad de Puerto Rico].

WANDA BETANCOURT

Esta actriz graduada de la Iupi ha hecho de todo un poco: teatro, cine y televisión. La versátil de 32 años, que nació en Río Grande y vive en Guaynabo, ha encontrado además otra profesión en el campo de las comunicaciones y se dedica a las relaciones públicas. Después de dos años sin actuar, dice que a invitación de Rayza -y ahora dice poesía- hace una pausa en su dolor de estar lejos de las tablas. Pero en lo íntimo en lo íntimo -y piensa que se desnuda al confesarlo- lo mejor de su vida ha sido que hace casi diez años Dios le trajo un compañero maravilloso, y que hace tres ambos se han dedicado a sembrar de día en día... una cosechita... un niño de ojos brillantes llamado Joseph André. [Wanda ha actuado en las obras: Gaviota en fuga, Revolución en el infierno, Pedro Navaja... En cine, con Jacobo en: Linda Sara y en Lo que le pasó a Santiago; protagonizó A flor de piel, película de la Comisión para los asuntos de la mujer. En T.V. estelarizó varios episodios de En un día, y se vio en: Machuchal, Al aire libre, ¡Qué vacilón!, Domingo de oro y otros].

ALBA LYDIA VELLON PELLOT

Riopedrense que todavía no llega a los treinta hizo su bachillerato en Estudios Hispánicos y un minor en drama por la Universidad de Puerto Rico. Ha sido maestra -¡normal a los que siguen las artes!- en el Departamento de Educación. Fue una revolucionaria del grupo cristiano La Escalerita de la Iupi, en el que se hizo prolífera dirigiendo el grupo teatral Siloé. Tiene el cuerpo de goma y baila... estudió pantomima con Gilda Navarra, Julia Thompson, Luis Oliva... y , danza con Viveca Vázquez; jazz, ballet...Talleres de payaso en “Sonia and Bebo’s Workshops”. Ha participado en videos musicales, espectáculos y recientemente formó parte de la película Amistad de Spilberg, en sus escenas grabadas en la Isla. Ya se ha iniciado en las letras y publicó el poema Te allegas en una revista universitaria. [Abbie está felizmente casada y proyecta iniciar estudios graduados en trabajo social].

*** HACER EL AMOR A UNA MUJER TRISTE

de Roberto Ramos-Perea (1999)

“No quiero erotismo sin amor” Anäis Nin

Esta obra es para aquella mujer tan triste, sí, la que siempre, en aquellas noches clandestinas, lloraba apretando el pañuelo con rabia, sí, aquella, la que me pidió que yo muriera para ella vivir.

Personajes:

Mario Carlos Misti, que es ella y él La profesora de Historia/Madonna La Mujer Triste Mefistófeles Marilyn Monroe

Absoluto silencio. Mario solo. MARIO: Estoy obligado a buscar la felicidad. Estoy obligado a buscarla en una mujer. (Música de principio hasta fin. Entra la compañía. Gente que camina por la calle, el agitado mundo de hoy, la violencia, rapidez.... entre todos ellos, la Mujer Triste.

Se ven, se acechan, ella sin perder su tristeza, el sin perder su hastío. La compañía trae la oscuridad y la intimidad.)

Para hacer el amor a una mujer, primero deberás poseerle su tristeza. (Ella baila sobre él. Hace lo que él narra.)

Inclina la cabeza, siembra casi con ternura el frío de las manos entre sus muslos calientes, suspira y se deja ir... así se queda una hora entera, como si la melancolía fuera una orden. Pero no la toques porque entonces se rebela y no quiere verte. (Gesto seco de ella.) Es capaz de sacar tu mano de su cara con algo de coraje. Quieto, no la agites. La luz de luna le da sobre la cara, azul pálida, ella sabe demasiado su lección y está obligada a repetirla. Está llorando sin lágrimas, déjala, ya aprenderá. Después de todo, la tristeza es un lujo. (Lenta danza sugestiva de tristeza femenina.) ¡Triste, demasiado triste para esta urgencia! (La agarra por lo hombros y le grita). ¡Ríe! Ríe, carajo.... (Nada. Cae al suelo como un estropajo.

Llora. Un ovillo, se lleva el dedo a la boca como una niña. El grita y la patea, se lanza sobre ella, le rasga su ropa.) ¡Ríe! (Se quita en furia la camisa, los pantalones.) Ríe, por lo más que quieras... (la desnuda, abre sus muslos. Muerde, besa y rompe. Ella se duele y él finalmente penetra como un animal. Ella sonríe despacio.) MUJER TRISTE: (Dice bajito). Gracias. Oscuro violento. MISTI: La tristeza de las mujeres es como la tristeza de los países. Love is joy. MARIO: Yo y... Estoy buscando la felicidad. (Misti danza, es una danza binomial, doble, él es ella y es él). MISTI: La felicidad es una palabra. Esto es un cuerpo... (Movimiento) Esto es un alma. ¡El está buscando la felicidad! (Ríe) ¿Quién quiere escribir sobre semejante idiota! (Entra Carlos.) MISTI: (lo presenta) Este es Carlos. Escribe mis vodevils. CARLOS: Quiero escribir sobre la doble moral de la alegría. MISTI: Escribe sobre mis orgasmos. Tengo un nombre para cada uno de ellos. Para cada uno de los que importan, claro. Sino de tantos no me acordaría. Ayer tuvo uno que recordaré con el nombre de “flishh”, porque fue así, algo como flishh, como que se enrredó en suavidad y en seda, como que deslizó sin trabajo por esta extraña cosa larga que me condena... hace un mes tuve un “gooor”, fue terrible, áspero, como un raspaso, además que casi me llegó a la garganta y en poco me deja sin aliento. El más hermoso de todos ha sido un

“veeeil”; aquel hombre era guapísimo, jamás había conocido un hombre tan tierno, tan dulce y lento, “veeeil” por todas partes, como si me revolcara en una cama de pieles... y aquella mano sedienta por todos los escondrijos, entrando y saliendo con tanta dulzura, como si me recitara un poema sin fin en mi intestino... “Veeeil”, cómo olvidarlo... era como música. (Fuman yerba.)

Con esto casi nunca me llegan los orgasmos, se tardan horrores... y cuando llegan parecen huracanes. “Troshhhh”. Ya tienes tus personajes.

Ahora estoy listo. Busquemos al protagonista. ¿Quien quiere amor? (Mario sonríe, le da un beso en la frente y Misti sale con Carlos riendo. Al salir una mujer con la cabeza cubierta le observa, misteriosa. El trata de acercase. Ella huye. Carlos se acerca. CARLOS: Fue... como... un .... “flirp”. MARIO: ¿Te hizo feliz?

CARLOS: La felicidad es un cristal roto en el corazón. MARIO: (Ansioso.) ¿Qué sabes de la felicidad. ¡Dime! ¿Hay felicidad en la sonrisa? ¿En la risa? CARLOS: ...y llevo toda la vida caminando sobre los vidrios. MARIO: ¡No quiero poesía! ¡Quiero felicidad! CARLOS: Buscar la felicidad es desencontrar lo humano. (Sale fumando). (Aparece nuevamente la Mujer Triste. Baila, sedosa, tentadora.) MARIO: Soy un actor. Y este es un mundo de extremos. ¿Me darás lo que necesito? MUJER TRISTE: (Movimiento.) Voy a matarme de pena por no tenerte. (Entra Misti. Danza con ella.) MARIO: ¿Qué puedes darme más allá de la dualidad?

Hombre mujer, risa llanto, oscuridad, luz. MISTI: La felicidad es suma y es decepción. MARIO: Y el otro, ¿es condición indispensable para la alegría? MISTI: No tengo otro. Soy dos en uno. ¿Cuál es el otro entre una misma alma alegre y triste? MARIO: (Le señala, baila con ella.) Yo soy su otro. MUJER TRISTE: Nos vemos en el otro. MARIO: La risa-alegría que busco, el llanto-pena que me das. Quiero morirme MUJER TRISTE: Es que no piensas en mí. Es que ya no te importo. (Salen flores para ella. La PROFESORA DE

HISTORIA se asoma en la penumbra. Misti junto a ella. Movimientos. Complicidad, sospecha. MISTI: (presentandola a Mario.) Esta es... una amiga. PROFESORA DE HISTORIA: Sé lo que estás buscando. MARIO: Déjame. PROFESORA DE HISTORIA: Happinessssssss. MARIO: Déjame tranquilo. PROFESORA DE HISTORIA: Te puedo llevar a ella. MARIO: ¡Ni yo mismo sé lo que quiero! (Huye. Se topa con Carlos, vestido de conjurado, le pone capucha, le amarra y lo lanza lejos, rasga su camisa y sus pantalones.) CARLOS: El precio de la felicidad es la soledad. Marilyn Monroe puede atestiguarlo. (Sombras se ven al fondo. Música de Marilyn

Monroe. “Diamonds, oh, diamonds...”) Asesinada por Robert Kennedy y la CIA en 1963, pero viva en la aclamación de todos los hombres que estamos aquí, la diosa hollywoodense ha tendido el plateado cordón de la unidad entre todos los hombres buscadores del mundo. Esta es la iniciación masónica en los ritos de la soledad. (Un pequeño tálamo y tras él aparece Marilyn

Monroe. Ritual iniciático: Marilyn es lo antiguo,

lo limpio, lo perfecto. Mario le busca los ojos, la suavidad,la felicidad que cree ver. Escena ardorosa, grácil, suave, casi clásica en la que hacen el amor. Cuando ella, feliz y dichosa alcanza su plenitud, suelta una hermosa carcajadita de gozo, una dicha menuda, simpática que le asusta y le complace. Mientras se escucha la voz, ella baila. El la persigue.) MARIO: ¿Será alegría? ¿El corazón del deseo? Nadie ha logrado definir la verdadera impresión que causa su desoladora mirada. Nadie puede interpretar ese rostro ambiguo y melancólico que es amarga y desoladora complacencia, desesperanza, pasión terrible y por supuesto, una despedazante lujuria que sabe más a perversión que a simpatía. ¡Pero que adorable perversión! ¿Y qué adulta inocencia no tiene tras de sí esa lujuria adorable? Un intenso deseo de protegerla, de abrazarla por la cintura y besarla luego sobre el propio altar de sus caricias. Apoderarse de la chica imbécil pero ingenua, tan desolada y llena de espanto por todo este mundo tan difícil. (Ella se aleja, proyectándose sobre el techo, las paredes, los cielos mismos con su sonrisa que se extiende en un eco.) CARLOS: ¿Es ésta la felicidad que buscas, hermano? (Mario huye.) (Aparece la Mujer Triste desnuda. Con un crucifijo grande que le cuelga del pecho. Baila con él, movimientos variados, espasmódicos, con la cruz y el martirio como motivo. Silencio. MARIO: Ríe como yo espero. Vamos... (La incita, ella se deja hacer, el crucifijo se interpone. El arrecia.) ¡Vamos!¡Por lo que más quieras! (El crucifijo impide que él se acerque, pero la violencia arrecia, el crucifijo se rompe y vuelve a poseerla, muerto de llanto y de dolor.) VOZ DE MARIO: (Imagen de Marilyn sobre la pared mientras el posee) Apoderarse de la chica imbécil pero ingenua, tan desolada y llena de espanto por todo este mundo tan difícil. MARIO: (Gritando a voz en cuello.) ¡¿Por qué tengo que buscar lo que no existe?!

Oscuro parcial.

Acecho de la Profesora de Historia a Mario que rompe su camisa y fuma como un maldito. Es un animal rabioso lleno de preguntas. PROFESORA DE HISTORIA: ¿La encontraste con ellos? Dime. MARIO: Déjame. PROFESORA DE HISTORIA: ¿La encontraste con ella? MARIO: La felicidad no es el amor. La felicidad es un cuerpo. (Ella sale. Al él voltearse, MISTI está junto a él, vestido del Siglo XVIII. Madonna comienza a escucharse.

MISTI: Filosofía. El cuerpo dice las mismas estupideces siglo tras siglo. PROFESORA DE HISTORIA: Historia. El cuerpo hace las mismas estupideces siglo tras siglo. (Luz sobre... LA MUJER TRISTE: Religión. El cuerpo cree las mismas estupideces siglo tras siglo. (Luz sobre... CARLOS: Poesía. El cuerpo se fascina con las mismas estupideces siglo tras siglo MARIO: ¡La felicidad es un cuerpo! Has lo que tu cuerpo quiera y serás feliz. MUJER TRISTE: ¡No! Tu cuerpo es mi cuerpo. (MISTI empuja a Mario con violencia. La PRO-

FESORA DE HISTORIA en látigos y correas como Madonna. Danza de sadismo entre los tres. Abatimiento, sordera de sus gritos. La danza le lleva a una inefable penuria de dolor y desesperación en la que Mario es sacrificado al sexo con MADONNA.

Oscuro. CARLOS: Iniciarse en los cultos de Madonna es caer en lo más bajo. Es perder el sentido. Es tener que pagar por lo que la vida te ofrece de gratis. A veces debemos olvidar la historia, la filosofía, la poesía y la religión. ¿Me escuchas, muchacho buscador? MARIO: Hay una escena en su film, en que se entierra una botella en la boca... hasta la garganta. La botella es la felicidad. Cuentan que se acostaba con todos sus bailarines, uno tras otro, en una sola mañana. (La figura de Madonna baila su desenfreno.

Mario le golpea con atroces látigos, figuras sexuales, angustia. En el baile se va descomponiendo, desarmándose, hasta que se diluye.) MARIO: Al final del desenfreno, queda el hastío. ¿Ha amado ella a alguien alguna vez? Marilyn amó a muchos hombres y todos la abandonaron. Madonna no ama a ninguno y todos ellos la persiguen. No entiendo. MISTI: Muchacho buscador. Bienvenido. MARIO: ¿Quién eres? MISTI: Soy ella y soy él. (MARIO camina descompuesto, látigo a un lado y al otro.) MISTI: Ahora vendes dolor. Vamos, querida. Eres él y eres ella. (Iluminada de pronto.) MUJER TRISTE: Es por eso que no has venido a verme. (Una mujer embarazada sentada en trono. MIS-

TI llega con él hasta ella. Misti presenta: MISTI: (Se la señala a Mario.) Esta es Mefisto. Mefistófeles. (Le señala a Mario, a la mujer) Feli, este es Fausto. Creo que tienen un contratito

pendiente. Los dejo. (Sale.) MEFISTO: ¿Profesión? MARIO: Actor. MEFISTO: ¿Qué quieres de mi? MARIO: La felicidad. MUJER TRISTE: Yo la tengo. Ven. MARIO: ¡NO hay felicidad en la tristeza! MEFISTO: La felicidad. Jummm. No es fácil. Pero... siempre aparece algo. (Le ofrece polvo.) Toma. (Mario lo absorbe con algo de placer. Ríe, ríe falsamente, una risa hueca, desarmada, la risa le desmotoriza todo el cuerpo. Luego silencio.)

Ahora tu alma es mía. (Va a desaparecer. Mario se le interpone.) MARIO: ¿A quién llevas ahí? MEFISTO: A Jesús el Cristo. MARIO: ¿Puedo volver? MEFISTO: Ya te tengo, idiota. No necesitas volver.

Además, ya eres felizzz. MISTI: (Con una gran mota le embadurna el cuerpo de polvo.) Toma toma toma toma toma.... Anda cosita linda, dime que eres feliz. MARIO: Quiero que todos me escuchen antes de que se vuelvan felices a costa mía. Me rindo. CARLOS: (aparece) Te rindes antes de la guerra. MADONNA: Justify my love. MARILYN: Diamonds are forever. MISTI: Dos bandos en guerra que son uno solo. El y ella. MUJER TRISTE: Voy a matarme en esta guerra. (Los cuerpos de Madonna y de Marilyn Monroe y la Mujer Triste entran en batalla. Mario camina por el centro de los golpes; entran Carlos, la

Profesora de Historia y Misti al acecho. Imágenes, violencia, ritmos que poco a poco, de la violencia se vuelve orgía, a la vista indiferente de

Mario. La Mujer Triste ha huido en horror.) Apagón violento. MARIO: No sé quién soy. (Pausa.) No sé quién soy.

No sé quién soy. No sé quién soy. No sé quién soy. (Silencio.) CARLOS: ¿Alguna vez has escuchado como aplaude una mano? (Ritual del aplauso entre el, Mario,

Carlos y Misti.) El telón baja y sólo hemos aplaudido nosotros. No debería escribir más para ti, loca maldita. MISTI: Nuestro país es triste. Las personas... sin identidad. Hay tristeza en las calles, en las noches, donde hay acecho.

Tengo tanto miedo de este país.

Las mujeres acechan. Los hombres violan a las niñas.

El gobernador tiene una amante.

Le roban a los enfermos.

Todavía no sabemos quién mató

a Lady Diana.

Te vigilan con quien te acuestas.

En otra vida fui Elvis Presly.

El mundo es una letrina.

No es divertido. Es grosero. ¡Yo no quiero ser New Age!

La felicidad no está en el mundo. ¿Me escuchas, buscador? CARLOS: Es sordo desde el día de la guerra. Todos estamos sordos desde que todo vale. Oscuro sobre ellos. MUJER TRISTE: (Se ilumina de pronto, sonríe triste porque él regresa.) ¿Qué te han hecho? MARIO: La felicidad... es la culpa. (Silencio) (Hermosa danza en la que ella trata de sacar algo más de él. Pero él está seco, destruido, profundamente solo junto a ella que se muere porque él diga algo, haga algo... Danza lenta, ella trata de que él se mueva con ella, le incita, le invita a tocarla, él no la toca. No mira. Si acaso, rehuye.) MUJER TRISTE: (Corre a Carlos que observa, Carlos se niega a mirar, se encoge de hombros, no le importa.) Aaaa. (MISTI, sonríe cínico, tampoco la importa.) (Madonna y Marilyn Monroe, en la lejanía, ahora son monstruos que se devoran a sí mismos.) ¡Escúchame! ¡Estoy hablandooooo! (Mario es poco más que un autómata.) No te sientes feliz conmigo. (El se deja caer, no se emociona con nada.) Te dejaré. (El se encoge de hombros.) No te dejaré. (El se sienta, quieto, suave, parece que llorara por dentro.) (Aparece Misti, junto a Mefisto. Misti es como un gatito que Mefistófeles acaricia.) MISTI: Mujer... este es Mefi. Mefisto. Creo que ustedes tienen un papelito que firmar. MEFISTO: Tú no tienes alma. No hay negocio contigo. (Ella le muestra su alma, triste, amorosa, complaciente y dispuesta a recobrar el amor de él. MEFISTO: Llevas siglos en la tristezzza. ¿Por qué la mujer siempre es tristeza?¿Por qué no fornica como una bestia, por qué no seduce, no corrompe, no destroza almas, no se para en medio de la plaza y se abre su enorme crica para que le entren de todo y la embellaquen hasta gritar? MUJER TRISTE: Yo, por él. MEFISTO: No quiero.... tristeza. Es aburrida. MUJER TRISTE: ¿A quién llevas ahí? MEFISTO: A Jesús, el Cristo. MUJER TRISTE: ¿Lo harías por él? MEFISTO: El está muerto. No haría nada por él. El alma de tu hombre es mía. Ya me aburrrrííí de hablar contigo. (Ella insiste.) Si de veras lo quieres, mátalo. ( Mujer Triste se confunde, se altera.) ¿Puedes matar lo que amas? (Extremo dolor y confusión.) El hombre lo hace todos los días. (Desaparece.) (Aparece una flor. Ella la observa, la besa con candidez y suavidad. Luego la apachurra y luego, otra vez, la besa, no es lo mismo. Aparece

Carlos, con más flores.) CARLOS: ¿No ha despertado todavía? (Mario entra, absorto, toma las flores las deja caer luego de mirarlas, y se queda mirado al vacío.) MARIO: La felicidad es la culpa. (Carlos, mira a Mario, Mario le saluda mínimamente. Aprovechando el gesto mínimo, la Mujer

Triste se coloca para que Mario también le sonría, él la mira un momento, pero no sonríe. La

Mujer Triste pide a Carlos ayuda. Carlos se acerca y sinuoso, comienza a tocarla frente a Mario para que este lo vea. La Mujer Triste se confunde por un momento. Pero de pronto piensa que esto puede provocar una reacción en él. Accede a que Carlos la toque. Mario mira y luego cierra los ojos.) CARLOS: ¡¡¡SHHHH!!! (La Mujer Triste baile sensual para Carlos, Mario abre los ojos, mira, vuelve a cerrarlos. Nada pasa. La Mujer triste le pide a Carlos que la violente, que le hale el pelo, que la golpee, todo en espera de que Mario reaccione. Pero Carlos aprovecha esto para saciar su instinto. La Mujer

Triste se da cuenta, y trata de huir, pide ayuda a

Mario que solo abre los ojos y los cierra. Carlos y la Mujer Triste en un baile violento y brutal, en el que ella termina en el suelo, agitada, moribunda. El saciado, sádico.) CARLOS: (A Mario) ¡Shhhh! ¿No despiertas todavía? ¿Muchacho buscador? (Herida, maltrecha, tienda la mano a Mario, que ahora la observa fijamente.) MISTI: Recuerda que para todo somos dos. Uno de frente y otro por dentro. Ese es el de adentro.(Misti baila frente a MARIO, el baile de la bifurcación. Es uno y es otro.) ¡Vamos! Descubre ¡al que está de frente, idiota! Muévete. (Mario lo observa.) Busca al abusador, al asesino, al macho actor idiota que sueña con la fama, y que está dispuesto, aún a costa de su miserable humanidad, a matar lo más que ama. Busca al decadente, al sucio, al drogo, al impío. Muévete. (La sonrisa de Mario es una mueca falsa. Se está moviendo, pero es la caricatura de sí mismo. La

Mujer Triste aprovecha este movimiento, para que con las torpes manos de autómata, él la acaricie, la toque y la bese. Pero todo es falso, maquinado, inerme. Ella se deshace en tristeza en un grito lacrimoso, trágico, desgarrador.)

MISTI: (Pausa. Ha visto. Suave, verdadero, esta vez conmovido por la tristeza de ella.)

No puedo explicar al hombre...(movimiento) solo. El hombre... (movimiento) la vida... (movimiento) es la relación. Explica la relación (movimiento) y entenderás al hombre. ¿Estás segura de que lo amas? (Se va triste.) (Todo se va oscureciendo sobre ellos dos.

Están sentados, uno junto al otro. Ella pone su mano sobre sus hombros. Una foto.

El se pone de pie, tras ella.

Otra foto.

Ella se pone de pie tras él.

Otra foto.

Se abrazan.

Otra foto.

Vuelven a sentarse. Pasa el tiempo. Pasa el tiempo.) MUJER TRISTE: Estoy cansada de ti. (Mario abre los ojos.) Estoy cansada... de la relación. Cansada de rescatarte a costa de mi perdición. (Mario la mira.) Cansada de Dios. (Mario baja la cabeza.)

Cansada del hombre, cansada de todo. (Se mueve, en la silla, baila sentada. Cansada, harta.) PROFESORA DE HISTORIA: Eres perfecta para ser una más de entre nosotros. Estás perfecta para ser seguidora. Baila conmigo. Soy Historia. (Música de Madonna. La lleva, en el baile feroz que recuerda la iniciación de Mario. Se miran una a la otra. La Profesora de Historia-Madonna, la viste, con los senos puntiagudos y los vestidos decadentes. El baile de Madonna es automático, falso, pero rítmico y tenaz. No hay expresión. MADONNA: Feel it... ¡Feel It, you bitch! (Ella sigue bailando sin sentimiento. Misti entra con la inmensa mota de polvo y la va pintando del blanco polvo de la enajenación. El baile es frenético, golpes, agites y una nube de polvo envuelve el movimiento y la música que se apaga como un disco al que han cortado la electricidad.) ¿Cómo puede la libertad ejercer sus oficios, si la gente está llena de culpas? Todo vale, imbécil.

Todooooo sirve! ¡¡¡Todo es buenooooo!!! ¡¡¡Todo está bien!!! (Salen Misti y la profesora de Historia-Madonna.)

Silencio. (Mario se acerca al verla casi colgando en si misma. Penduleándose. Pasa un dedo por su cara. Se lleva el dedo a la boca para probar el polvo. Se sienta junto a ella sin mirarla.) MARIO: No deberías hacerte daño. Una mujer no debe hacerse daño por un hombre. Es como un slogan de prevención de maltrato doméstico. Es así, pero es verdad. Toda la vida es un clisé de la

vida. No es mi culpa que sólo me acuerde de ellos cuando son ciertos.(La Mujer Triste suelta una carcajada.) La luz de luna le da sobre la cara, azul pálida, ella sabe demasiado su lección y está obligado a repetirla. Está llorando sin lágrimas, déjala, ya aprenderá. (La carcajada pasa por todo su cuerpo. Ella es una carcajada falsa que se interrumpe por la súbita aparición de Marilyn Monroe, semidesnuda sobre el tálamo. Mario la observa.) Entonces me dije que los mitos no mueren nunca, sólo mueren nuestros deseos. Y ahora yo la deseaba, no me importaba si fuera ella aquella Diosa de Plata ciertamente, o una puta cualquiera de la calle. Me sentía dichoso, amado y amante. Y la tuve entre mis brazos, ya poseída, con esa excitación que no termina nunca, fuego pequeño que calcina, trueno, lluvia, y ese cuerpo delicado, suave, oloroso y mojado, tan mujer, tan del amor.... que no se extingue si no en mi. (La Mujer Triste se acerca a Marilyn. Marilyn le sonríe. Ella le pide que la enseñe a sonreír. Marilyn accede y le pide que se acerque. Es toda luz por un momento. Sonríe hermosa. La Mujer

Triste trata de aprender pero sólo le sale su carcajada horrorosa. Sus movimientos son tan grotescos como su carcajada. Frustración, enojo, nuevos intentos, la carcajada grotesca se convierte despacio en sonrisa tenue. Mario ha observado todo esto, con algo de culpa. Marilyn limpia con gran cariño el desecho cuerpo de la

Mujer Triste mientras le sigue incitando a la transformación de su carcajada en el gesto cristalino de la sonrisa. Fuera las ropas madonnescas, fuera el cuerpo tenso, el gesto distendido, ahora la reconstruye despacio, incluso es probable que el pelo se suelte amoroso sobre su espalda. Marilyn en un baile hermoso y limpio de ternura compartida, la lleva a otro lugar, menos triste y más apacible. La música cambia. Son dos amigas. La Mujer triste le señala a Marilyn a

Mario. Pregunta qué hacer con él. Marilyn saca un objeto de luz de su mano. Una piedra pequeña que emite rayitos extraños. Marilyn se la enseña, La Mujer Triste no entiende. Marilyn traga suavemente el objeto y desaparece. La Mujer

Triste llega hasta Mario, lo mira fijamente, él contesta su mirada. La Mujer Triste sonríe, casi ríe en una carcajadita de cristal que llena el ámbito con un enorme eco. Mario grita de inmenso dolor, se tapa la cara, se muerde los labios, y los dedos como si la risa hubiese sido un castigo tenebroso. Ella lo acuna, lo calma. Se siente feliz.

Algo ha logrado, él la abraza, llora despacio. Su cuerpo llora. Abrazados, en medio de su mutua necesidad, el pequeño objeto luminoso entra ro-

dando a escena y él lo atrapa lo toma y lo observa. Entonces por primera vez, sonríe, le sonríe a ella. Reencuentro. En medio del clímax de su reencuentro, un poderoso rayo se escucha. Una luz sobre la imagen de Mefisto, pujando para parir, asistido por MISTI. MEFISTO: ¡¡¡Malditas mujeres!!! ¡¡¡Cuánto dolor para pariiiiiiir!!! (gritos de dolor, respiraciones.) ¡¡¡Cuánto dolor!...¡¡¡Si esto está muerto!!! (Gritos de parto. En medio de luces y ruidos,

MEFISTO pare a la cruz.) MISTI:(La levanta como si fuese el recién nacido) ¡¡¡Acaba de nacer la culpa!!!!! MEFISTO: Necesitamos quién la ocupe. MISTI: ¡¡¡Muchacho buscador!!! MEFISTO: Se acabó tu contrato, actor. Esta es tu hora. MUJER TRISTE: ¡No! MEFISTO: Cada día, con cada pena. A cada pena un patíbulo. Tu me prometiste tu alma a cambio de la felicidad. Yo cumplí, cumple tú. Ven a tu patíbulo. ¡ahora! (Aparecen todos los personajes en extraños lugares, observan a Mario, confundido, temeroso. MEFISTO: Cumple tú. Dame tu culpa. (Todos los personajes se acercan a Mario para llevarlo ante Mefisto. La música arrecia.) TODOS: La culpa de utilizar a otros la culpa de mentir la culpa de querer y no querer de traer a la vida a quien no puedes atender la culpa de beber, de fumar, de fornicar la culpa de comer, de dormir, de vaguear la culpa de buscar, de encontrar, de jugar la culpa de hacerte daño la culpa de dañar a otros la culpa de no saber ser la culpa de no querer ver la culpa de culpar (La voz se va perdiendo en la música violenta.

Mario frente a Mefisto.) MEFISTO: Cumple. (Mario asiente. Misti levanta la cruz, que lleva una cadena. En ceremoniosa danza, colocan a Mario la cadena que lleva la cruz que parió Mefisto) Bienvenido a casa. MISTI: Encontraste, muchacho buscador. CARLOS: Te lo dije. A veces debemos olvidar la historia, la filosofía, la poesía y la religión. MADONNA-PROFESORA DE HISTORIA: Todo es pecado. Viva el pecado. MARILYN: Yo... soy un mito. (Todos salen. Mario frente a ella, con la cruz sobre el pecho, inmensa y pesada.) MARIO: Este soy yo. (Se acerca.) La felicidad es la culpa. ¿Quieres compartirla? (La Mujer Triste lo ha observado todo. Com-

prende que todo por cuanto había luchado es ahora inútil, sin importancia, liviano. Le acaricia el rostro, un beso tenue. Se despide.) MUJER TRISTE: La felicidad es... MARIO: ¿Es? (Se aleja de él. Danza sola, despacio, y sonríe a la luz, muy hermosa. Baila con la pequeña esferita de luces que ha encontrado. Mario entra al bar y pide un trago, Misti se lo sirve. La luz cae sobre él, mientras fuma. La música arrecia.

Ateneo-San Juan Julio 30, 1999

Esta obra de teatro es una adaptación de la novela erótica incompleta del mismo título, escrita en 1992.

Varias de las escenas coreográficas de esta obra fueron desarrolladas por la coreógrafa y actriz María de Azúa para su presentación, bajo este mismo título, en el Teatro del Ateneo el 12 de noviembre de 1999 en una producción de Del Cuerpo Danza Contemporánea Inc.

El espectáculo, bajo la dirección y coreografía de María de Azúa, contó con el siguiente reparto:

Mujer Triste: María de Azúa

Mario: Ricardo Alvarez

Misti: Freddie Mercado

Prof. de Historia/Madonna: Ñequi González

Carlos: Iván Camilo

Mefisto: Angela Mari

Notas de la directora: En un mundo de identidades relativas... ¿Qué es la felicidad? La historia de Fausto se repite. Ella se pierde en la tristeza mientras él se consume en frustración. ¿Quién tiene la contestación? El cuerpo es el vehículo de la búsqueda. La producción establece la colaboración entre el dramaturgo y el coreógrafo/director como fórmula para la propuesta teatral. A través de la dirección, esta colaboración se extiende para dar lugar también a la interacción creativa con los otros aspectos de la presentación escénica,como lo son los diseños visual y de sonido, tanto así como la información creativa indispensable del elenco. En una relación de poder compartido, se busca mantener la integridad e independencia del trabajo coreográfico, aún así permitiendo que todas las partes participen y aporten intercambiándose la posición de liderazgo, con la meta de enriquecer la obra final. En esta ocasión, técnicas de improvisación de contacto nos sirven como principal recurso para la creación de movimiento. El concepto guía para la dirección es: "el cuerpo como el lugar de la historia y la cultura"

©Roberto Ramos-Perea (1999) Derechos Reservados Autorizados para esta edición. Para información, comunicarse al Ateneo.

María de Azúa

ENTRE EL AMOR Y LOS GENIOS

o “Ese bendito cuadro y esa chavá novela”

de Carlos Vega (2002)

(En aparte.) SAMUEL: Aquí estoy tratando de buscar una excusa para terminar mi obra maestra. Bueno, a lo mejor estoy buscando una excusa para no terminarla y ser inmortal. Tengo todo resuelto en mi vida, solo me falta algo; saber qué quiero en mi vida. Pero no crean, no es tan complicado, es como descubrir como uno se muerde la lengua. Además de todo esto, vivo con una mujer genial, estupenda, tremenda. Sí, es tremenda. Tremenda jodiéndome la vida. (En aparte.) AMANDA: Soy una genia. Soy algo que ya no existe.

Busco convivir donde el mundo pueda lidiar con mi genialidad. Mientras tanto, trato de encontrar un dinerito por ahí. Además, vivo con un tipo maravilloso. Un pintor que está en busca de su obra maestra. Un tipo muy imaginativo, un tipo que es un...a la verdad que el tipo es un cabrón. (Respira.)

Yo también quiero escribir una obra maestra, escribir una novela. Porque, a pesar de ser una genia, trabajo como periodista para poder ayudar a que mi cariño haga su obra maestra. (Luego de los dos apartes habrá un apagón y aparecerá Samuel frente a un cuadro. El cuadro estará de espalda al público.) SAMUEL: Oye, esto no me sale. ¿Qué será lo que le falta? ¿Le faltará profundidad o sombra? Mierda.

Ya ni sé lo que estoy diciendo. Hay algo aquí que no funciona. No puede ser que en verdad yo tenga que depender de la mierda de musa. La musa, la musa. Si fuera por eso yo estaría bien atrás. Mi musa lo único que hace para inspirarme es gritar. AMANDA: (Se escucha desde afuera.) Samuel, Samuel, ayúdame con esto. (Pausa.) Chico, avanza, rápido. SAMUEL: (Suspirando.) Se jodió la inspiración. Ya voy, baby, ya voy. AMANDA: (Entrando.) Chico, la calle está horrible.

Está espantosa. Me tardé casi una hora en llegar aquí. SAMUEL: ¿Y qué tal el día? ¿Cómo te fue? AMANDA: Ni me lo preguntes. El día ha estado bien fuerte. Tuve que hacerle una entrevista a un políti-

co que me saca las úlceras. SAMUEL: ¿Por qué? AMANDA: ¿Cómo que por qué? Tu sabes todas las mentiras que ese tipo dijo, y lo peor de todo es que yo sabía que eran mentiras. SAMUEL: Pero tú como periodista puedes cuestionarle las respuestas. AMANDA: Por favor, tu sabes que este país no es así.

Si yo hago eso, se acabarán las entrevistas a los políticos y segundo, yo no soy periodista, soy escritora. SAMUEL: Bueno, eso es casi lo mismo. ¿No? AMANDA: (Irónica.) De verdad, y... ¿por qué tu no te vas a trabajar como arquitecto? Es casi lo mismo. SAMUEL: Amanda, suave. Yo no te lo dije de mal forma. Yo te lo dije para darte ánimo. AMANDA: (Cómica.) Gracias mi amor, gracias. SAMUEL: Oye, ¿todos los escritores son así de cínicos? AMANDA: Nosotros los escritores somos cínicos, pero ustedes los pintores son moody. SAMUEL: ¿Qué pasa Amanda? ¿Vamos a empezar de nuevo? AMANDA: ¿Con qué? Hablas como si hubiera principio de algo. SAMUEL: Ya Amanda, ya. Deja la ironía. Yo no tengo la culpa de que la pases mal en el trabajo. AMANDA: (Suspirando.) Tienes razón Sammy. SAMUEL: Por favor, no me digas Sammy. Sabes que no me gusta ese apodito. AMANDA: Ya es hora de que te olvides de como tu familia te trataba. SAMUEL: (Riéndose.) No importa, Mandy de mi vida. AMANDA: Ves. Lo mío no fue intencional. SAMUEL: (Irónico.) Yo creo que tu también deberías dejar atrás el pasado. AMANDA: (Acomodando las cosas.) El pasado, el presente, el futuro. SAMUEL: Cuidado con el futuro. AMANDA: ¿Por qué? SAMUEL: Te vas a perder estar con un pintor millonario. AMANDA: Y tú te vas a perder estar conmigo. SAMUEL: (Riéndose y acercándose.) De eso no me voy a perder nunca. Eres lo más maravilloso que me ha pasado. AMANDA: Y tu, a pesar de todo, también lo eres. SAMUEL: (Dejándola de abrazar.) Siempre hay un

‘a pesar de todo’. AMANDA: Así es la vida, a pesar de todo. SAMUEL: (Pensativo.) ¿Y qué? ¿No me vas a preguntar cómo me ha ido con la pintura hoy? AMANDA: ¿Cómo te ha ido con la pintura? SAMUEL: (Buscando la libreta de dibujos y la

muestra.) Mira. (En la página solo hay dos rayas.) AMANDA: (Mirándola extrañada.) Que bien. SAMUEL: Nada más. AMANDA: Bueno, no sé. Samuel, no sé que decir. SAMUEL: ¿No te provoca nada? ¿No te hace sentir nada? AMANDA: (Mirando el papel.) No sé, Samuel. Que puedo decir, que esta línea es más fina que esta, que esta es azul y esta es verde. SAMUEL: Pero, ¿no te hace sentir algo, alguna emoción? AMANDA: A la verdad que no. Yo a lo mejor no soy la mejor para evaluar esto. SAMUEL: (Soltando la libreta.) No importa, yo sé que a ti mi trabajo no te provoca nada. AMANDA: ¿Y a ti el mío, te provoca algo? SAMUEL: Bueno, Amanda, lo que pasa es que tu trabajo es un trabajo bastante sobrio. AMANDA: ¿Sobrio? Será el trabajo que tengo que hacer para sobrevivir. ¿Cuándo te has sentado a leer uno de mis cuentos sin que yo te lo pida? SAMUEL: ¿Y tú? ¿Cuantas veces has ido a una exposición mía sin que yo te lo pida? Para decirte más, la última vez no fuiste porque un tío, que te daba lo mismo si se moría o no, estaba enfermo. AMANDA: Ya, me basta con los políticos. SAMUEL: Y a mí con los cobradores. (Se dan la espalda. Samuel vuelve frente a la pintura y Amanda busca en el bolso algún libro y se pone a hojearlo mientras se recuesta en el sillón. Samuel la mira y ella no le hace caso.) SAMUEL: Oye Amanda. AMANDA: (Riendo) Dime Samuel. SAMUEL: De veras que no te provoca nada. AMANDA: Más me provoca tu mirada. SAMUEL: Tengo que admitir algo, los escritores son irónicos pero también son románticos. AMANDA: Y yo tengo que decir que los pintores son moody pero son muy sensibles. (Samuel se le acerca y le echa el brazo.) SAMUEL: Oye, Amanda, ¿tú podrías prestarme $250 pesos? AMANDA: (Suspirando.) ¿Para qué Samuel? SAMUEL: Para pagar la mitad de la renta. AMANDA: Sabes, Samuel, que todavía yo no he conseguido mi parte. SAMUEL: ¿Y qué tú haces con los chavos, Amanda? AMANDA: Mantengo este apartamento, cariño. SAMUEL: (Esquivando.) Bueno Amanda, yo estoy tratando de hacer algo para ayudar con el apartamento. AMANDA: No, no, yo entiendo. Pero llevas seis meses tratando de ayudar. SAMUEL: Ves, es que no me entiendes. Yo quisiera,

pero es que necesito terminar ese cuadro, tengo que sacarme eso del sistema. AMANDA: Mientras tanto, yo no importa. Lo que yo quiera. Eso no es válido. SAMUEL: Es válido, Amanda. Sólo lo tienes que hacer. AMANDA: Sí, ¿cómo, con qué tiempo? Si el tiempo que le puedo dedicar a mi novela lo paso entrevistando a políticos y artistas con dos meses de trayectoria que son famosos. SAMUEL: Pero entonces, ¿qué quieres que yo haga? AMANDA: Eso deberías saberlo tú. SAMUEL: Yo creo que yo no debo saber las cosas que te perturban a ti. Eso lo debes saber tú y en el mejor de los casos, arreglarlo tú. AMANDA: Yo no voy a hablar contigo de eso. SAMUEL: ¿Por qué? ¿Porque yo no te entiendo? Dime. Gabriel García Márquez no enseña eso en sus libros. AMANDA: Basta con la ironía. SAMUEL: ¿Ironía? Si fuiste tú la que me dijiste bruto. AMANDA: Yo no, yo no dije eso. SAMUEL: Pero dijiste que yo no iba a entender tu problema. AMANDA: Un doctor no tiene que ser bruto y a lo mejor no entiende tu arte. SAMUEL: Ya sabía yo. Estas diciendo que mi arte es una cosa simplona. AMANDA: No Samuel, era un ejemplo de que para comprender algo no había que ser bruto. SAMUEL: Contigo es imposible, por eso es que no me sale el cuadro. AMANDA: ¿Por qué? SAMUEL: No tengo apoyo, no encuentro la fibra que me ayude. AMANDA: Yo creo que esa fibra debería estar dentro de ti y no en mí. SAMUEL: Nuestros hijos serían de cemento. AMANDA: Por lo menos conseguirían trabajo rápido. SAMUEL: (Extrañado.) ¿Por qué? AMANDA: Esto es un país de cemento. SAMUEL: Con tus chistes que solo los entienden los escritores de segunda. AMANDA: Sí, porque son demasiado para pintores de tercera. SAMUEL: Amanda. AMANDA: Samuel. (Apagón.) (Un especial alumbra a Amanda.) AMANDA: Lo más fácil sería irme, pero antes decirle que yo también quiero tener una obra maestra. Que con sus dos lineas no provocaría ni al peor de los políticos que entreviste. Y que se deje de estar escudando en su pintura y diga abiertamente que es un vago y que se cansó de trabajar. (Pensativa.) No hay que pensar más en un cara...caramba, no todo

es malo. Tiene sus cosas buenas. Es buen amante, cuando se lo propone. Es amoroso, cuando se lo propone. Es inteligente, cuando puede. Y dice cosas lindas cuando se aprende algún poema de memoria. Pero yo quisiera escribir un gran libro. Yo tengo derecho a un best seller. (Apaga el especial. Especial en Samuel al otro extremo.) SAMUEL: Yo me debería ir de aquí y dejar que se muera de hambre. Lo que pasa es que antes de estos seis meses yo pagaba la mayor parte de las cuentas de este apartamento. Y si estos seis meses no he hecho nada, es pensando en ella también porque cuando yo venda ese cuadro y tenga mucho dinero, va a ser de los dos. (Pensativo.) Pensándolo bien, sería mejor irme ahora, porque cuando venda ese cuadro y yo tenga mucho dinero, ella va a aprovechar mi fama para escribir su libro. Además, ella no apoya mi proceso, mis dos maravillosas lineas llena de color y profundidad. A lo mejor nunca llegue a ser millonario, pero eso sí, primerísimo pintor. (Está Amanda sentada frente a una maquinilla tomándose una taza de café.) AMANDA: Esta maldita línea me tiene detenida. No me sale esa imagen. Yo creo que debo empezar a escribir de noche. SAMUEL: (De afuera.) Amanda. AMANDA: Creo que mi proceso creativo ha muerto. SAMUEL: Amanda, mi amor, ayúdame por favor. AMANDA: Ya voy mi vida. SAMUEL: (Entrando con unos paquetes.) Que diíta.

Con esta lluvia en este país, caen tres gotas y todo el mundo se convierte en un animal del arca de

Noe. AMANDA: (Riéndose.) ¿Y ese chiste? SAMUEL: Que pasa, los escritores son los únicos que se pueden inventar frases. AMANDA: Perdóname flor si te marchité. ¿Y qué, mi vida, cómo te fue el día, a pesar de la lluvia? SAMUEL: (Con cara de aturdido.) Divertidísimo. Tu no te imaginas como es trabajar en una galería vendiendo cuadros a gente que no sabe un carajo de arte. AMANDA: Bueno, pero entonces eso es más fácil, vender a gente que no sabe lo que está comprando. SAMUEL: No creas, porque en una galería todo el mundo coge guille de culto. y peor son los que creen que saben y tú le hablas de luz y profundidad y ellos se creen que le estás hablando de una decoración de una casa. AMANDA: Pero mi amor, después de todo, no es un trabajo difícil. Es bastante relax. SAMUEL: ¿Y tú, qué has hecho? AMANDA: Me levanté y desayuné algo, y luego miré un rato la calle por la ventana buscando alguna imagen que me sirviera de musa pero nada. Bueno,

escribí algo, ¿quieres escuchar? SAMUEL: Sí. AMANDA: ¿Y esa cara? SAMUEL: ¿Cuál cara? AMANDA: Esa cara de, ‘si no hay remedio’. SAMUEL: Por favor, estás viendo la cara que tú quieres. Esta es la cara de un tipo cansado y que ha tenido un día horrible. AMANDA: Pero yo no tengo la culpa de eso. SAMUEL: ¿Y quién esté diciendo que tú tienes la culpa? AMANDA: Por lo menos lo estás insinuando con esa cara. SAMUEL: Por favor, yo creía que tú eras escritora no un sicólogo de esos que con mirarte la cara te dicen hasta quien fue tu abuela. AMANDA: Los escritores tenemos la habilidad de sentir las energías de los demás. SAMUEL: (Esquivando el tema.) Vamos Amanda, léeme lo que has escrito. AMANDA: Escucha con detenimiento. ‘Laura caminaba despacio, y el frío era sordo y mudo, pero el cuerpo de Laura ardía.’ ¿Qué te parece? SAMUEL: Eh, bueno, no sé... AMANDA: ¿Cómo que no sabes? ¿No te da alguna imagen? SAMUEL: Lo que pasa, Amanda, es que son las mismas dos lineas de hace dos semanas. AMANDA: Pero no notaste un cambio cuando te las leí. SAMUEL: Se escuchaba diferente, pero el problema es que es lo mismo y, pienso yo, que una novela necesita más de dos lineas. AMANDA: Samuel, estas dos lineas son el principio de la novela, esa imagen es la que agarra al lector.

Digo, algún lector con sensibilidad. SAMUEL: ¿Que insinúas, que yo no tengo sensibilidad? AMANDA: Eso lo dijiste tú, no yo. SAMUEL: Mira Amanda, mi pregunta es sencilla.

Llevas casi seis meses en esas dos lineas. ¿El proceso creativo es tan largo? AMANDA: Llevo seis meses pensando en los personajes, en los lugares donde se desarrolla la novela.

En eso llevo seis meses. ¿Pasa algo? SAMUEL: No, no pasa nada, que bueno. AMANDA: ¿Qué es bueno? SAMUEL: Que lleves seis meses en dos lineas. AMANDA: No empieces Samuel. SAMUEL: ¿De qué me hablas Mandy? AMANDA: No me digas Mandy, Sammy, y no empieces. SAMUEL: (Riendo.) Solo te digo que es maravilloso, genial, que en seis meses hayas escrito dos lineas. AMANDA: Mucho hago, si mi musa es un gorila. (Señalándolo.)

SAMUEL: (Imitando un gorila.) Un gorila en busca de Jane. (La abraza.) AMANDA: Yo no soy tu Jane, en todo caso sería Gatubela. (Lo aruña.) SAMUEL: Pues yo soy Batman y te voy a rescatar. AMANDA: No, Batman no rescata a Gatubela, son enemigos. SAMUEL: Sí, pero Gatubela estaba enchulá de Batman. AMANDA: Bueno, en la historia que escriben los hombres. SAMUEL: Es que no hay otra historia Amanda. AMANDA: Yo creo que debería escribir una historia donde Batman sea el que se muere por Gatubela. SAMUEL: Ahí tienes tu trabajo, escribe el próximo comic de Batman enchulao de Gatubela, eso a lo mejor te hace rica. AMANDA: Voy a escribir la historia de un pintor insensible que se vuelve loco por una escritora famosa. SAMUEL: (Tirándose en el sofá o cama.) Y frustrado. AMANDA: (Acercándose.) No digas eso mi amor. SAMUEL: Me siento como mierda. Todos los pintores de mi generación han tenido una exposición y yo aquí trabajando en una galería aguantando comemierdas. AMANDA: Eso solamente lo puedes resolver tú. SAMUEL: ¿Y cómo lo voy a resolver?, si tengo que estar en esa mierda de galería nueve horas y todavía los chavos no me dan. AMANDA: Pero tal vez por las noches podrías empezar a pintar. SAMUEL: Que fácil, con este cansancio lo único que me fluye es mierda de colores. AMANDA: Estas pesimista Samuel. SAMUEL: (Cínico.) Todo el día tienes tú y en seis meses solo has escrito dos lineas. AMANDA: No empieces Samuel. SAMUEL: Es verdad Amanda, para ti es fácil decir que soy pesimista, cuando tu tienes todo el día para esperar por tu musa. AMANDA: Tú también tuviste tu oportunidad. SAMUEL: Seis meses y un día. Hasta que tu explotaste. AMANDA: Que me va a salir si cuando empiezo a sentir la inspiración tú vienes y la destruyes. SAMUEL: Por favor, no me vas a hacer sentir culpable...(Se empieza a quitar la camisa.) AMANDA: Se me olvidaba, tu mamá llamó. SAMUEL: ¿Y qué dijo? AMANDA: Lo mismo de siempre. SAMUEL: Lo mismo de siempre, ¿qué fue lo que dijo? AMANDA: (Imitándola.) ¿Cómo está el nene? ¿Está bien, está comiendo, está durmiendo...? SAMUEL: No te burles. AMANDA: No lo estoy haciendo. SAMUEL: No, ¿y qué estabas haciendo? AMANDA: Llevándote el mensaje claro y preciso. SAMUEL: Ya veo, cuando tu papá llama es imposible llevar el mensaje claro, porque casi ni se entiende lo que dice. AMANDA: No te pongas personal. SAMUEL: ¿Tú no lo hiciste? AMANDA: Hoy estás imposible. SAMUEL: A lo mejor tienes razón. AMANDA: ¿Razón de qué? SAMUEL: A lo mejor estoy imposible. (Mirándola)

Amanda, perdóname, sé que últimamente estoy un poco irritable, pero no es tu culpa. AMANDA: No importa, yo también he estado difícil. SAMUEL: ¿Qué te parece si vamos a comer el viernes al restaurante italiano de mi amigo? AMANDA: Suena bien, pero hay un problema. SAMUEL: Olvídate de los problemas por un momento. Este país lleva quinientos años con problemas. AMANDA: Un problema grave. SAMUEL: Ya sé, ni el superacueducto va a funcionar y el tren urbano lo van a dejar solo para turistas. AMANDA: No Samuel, en serio. SAMUEL: Dime el gran problema. AMANDA: Que no tenemos nada para la renta y siempre que vamos a ese restaurante gastamos demasiado dinero. SAMUEL: (Suspirando.) Bueno, otro viernes de pobres. AMANDA: No hay nada malo en eso. SAMUEL: No es cierto...mierda. AMANDA: ¿Qué pasa? SAMUEL: Que sí, que sí hay algo malo en eso. Estoy cansado de sentirme pobre. AMANDA: Ya veras, vamos a salir de esto. SAMUEL: ¿Cómo cariño? AMANDA: Cuando yo termine la novela, vamos a hacer mucho dinero. SAMUEL: Entonces estamos hablando de quinientos años. AMANDA: ¿Por qué empezar con el cinismo? SAMUEL: ¿Cuánto llevas en dos lineas? AMANDA: Que son la llave de la novela. SAMUEL: Parece que la puerta es bien pesada. AMANDA: Pareces escritor con esa ironía. SAMUEL: Algo se pega. AMANDA: Bueno, si quieres ir tú solo al restaurante, ve. SAMUEL: Sí, eso es lo que voy a hacer. (Mirándola pensativamente.) AMANDA: ¿Qué te pasa, por qué me miras así? SAMUEL: Quieres que vaya solo para que me trague solo el bochorno. AMANDA: ¿Cuál bochorno? SAMUEL: Sabes que en ese restaurante han expuesto

todos mis amigos, menos yo, y la pregunta obligada es ¿cuando vas a exponer Samuel? AMANDA: Samuel, jamás pensé en eso. Si quieres te acompaño. SAMUEL: No, mejor no. Porque después cuando falte dinero para la renta me vas a decir; ‘si no hubiéramos ido aquella noche al restaurante hoy tendríamos el dinero completo’. AMANDA: Haz lo que quieras Samuel, ya no sé que decirte...No sé que decirte. SAMUEL: Nunca sabes que decirme. Yo no sé como puedes escribir. AMANDA: Eso mismo pienso yo, como puedes pintar, con que sensibilidad. SAMUEL: Con ninguna, hace seis meses que no pinto. Tu novela me ha quitado la sensibilidad. AMANDA: Sabes que yo creo, que tu famosa exposición a nublado mis metáforas. SAMUEL: Vamos a resolver esto Amanda. AMANDA: Me encantaría, ¿tú sabes cómo? SAMUEL: Yo me voy para que tu puedas terminar tu jodía novela. AMANDA: Como quieras. A lo mejor tu también puedas terminar tu maravilloso cuadro... SAMUEL: Sí, estoy seguro de que con tu musa fuera de aquí podrás imaginar mejor tus metáforas. AMANDA: Mi musa, ¿y quién tu crees que es mi musa? SAMUEL: (Riéndose.) Por favor, nada más y nada menos que yo. No lo niegues. AMANDA: Pintor y egocentrista. SAMUEL: ¿Entonces yo no soy tu musa? Tu no dijiste que yo era tu musa. AMANDA: Nene, eso lo dije excitada. Cuando una esta teniendo sexo, la mente se nubla y salen palabras incoherentes. SAMUEL: Pues déjame decirte que tú tampoco eres mi Venus. AMANDA: No, no lo creo, porque me lo has dicho en más de una ocasión. SAMUEL: Para ayudar tu autoestima. (Se oculta en la cama.) AMANDA: Samuel...Samuel. SAMUEL: Dime. AMANDA: Es mentira. SAMUEL: ¿Qué cosa? AMANDA: Lo de la musa. SAMUEL: ¿Qué? AMANDA: Tú eres mi musa, con esa barriguita de cono, pero es que tú eres una musa de nuestros tiempos, moderna. SAMUEL: No te creo. AMANDA: Samuel, tú eres mi musa, mi vida...pero yo no soy tu Venus. SAMUEL: (Riendo.) Siempre mi amor, tú serás mi

Venus, mi diosa. AMANDA: Se me haría muy difícil esta existencia sin ti... SAMUEL: A mí también. AMANDA: Si quieres vamos el viernes al restaurante. SAMUEL: No, tú tienes razón. Después de todo no vamos por la comida, vamos por estar ‘in’. AMANDA: Sí, ese es el centro del universo, un universo de come mierdas. SAMUEL: Oye, a lo mejor tu novela no progresa porque tu musa no te ha dado inspiración. AMANDA: A lo mejor. SAMUEL: (La mira tiernamente y se le tira encima.)

Pues te voy a dar una descarga de inspiración. AMANDA: Mi musa. (Se empiezan a reír y hacerse cosquillas. Se va la luz poco a poco.) (Especial. Samuel se levanta de la cama. Amanda esta acostada al lado.) SAMUEL: Que yo no soy su musa, ¿cómo es posible eso? Modestia aparte, yo he sido su único compañero guapo, bueno, guapo e inteligente. Yo tengo que ser su musa porque no hay figura masculina en su vida que me iguale. Porque su papá es el eslabón perdido entre pies grandes y un tiburón mellao. Yo no sé, pero yo creo que ella está muy gorda para ser mi Venus. Digo, ella debe tener su encanto porque a mí me gustan las mujeres bonitas. Nosotros, los pintores, necesitamos belleza a nuestro alrededor. (Pensativo.) ¿Por qué no me fui? A lo mejor con eso se arregla todo. Bueno, no me fui porque esa mujer podría quedar destruida y esa no es mi intención. No quiero hacerle daño a mi Venus. (Se tira para atrás en la cama y se va el especial rápido. Prende otro al lado y Amanda se levanta.) AMANDA: ¿Pero quién puede escribir una novela con una musa así? Digo, no es por lo de la barriga, pero él le encuentra defecto a todo. Bueno, no a todo.

Su madre es perfecta. Una combinación entre la bruja del 71 y un pokémon. El debería vivir con ella y que ella fuera su Venus. No le saldría la pintura en quinientos años. ¿Por qué no lo dejé que se fuera? Así hubiera podido terminar mi novela con tranquilidad...No, ese hombre se moriría de sufrimiento y esa no es mi intención. Después de todo no lo podría dejar ir porque...está bien difícil pagar la renta sola. (Se cae hacia atrás y rápidamente prende luz. Samuel se levanta como si fuera de mañana, pero han pasado seis meses en los que los dos han estado desempleados para trabajar en sus proyectos.) SAMUEL: (Estirándose.) Ay, qué mal dormí anoche.

Me duelen los huesos hasta del alma. Pero no sé por qué me parece que hoy es un buen día para la creación. (Prende el radio y se pone a cantar.) AMANDA: (Levantándose.) Samuel, Samuel, Samuel. SAMUEL: (Bajando el radio.) ¿Qué pasa, por qué gritas?

AMANDA: ¿Podrías apagar el radio? SAMUEL: Pero, ¿cuál es el problema? AMANDA: Que yo me acosté a las tres de la madrugada y son las siete y treinta de la mañana. SAMUEL: Sí, hasta las tres de la mañana estuve escuchando el radio. AMANDA: ¿Qué culpa tengo yo de que me llegue la musa de noche? SAMUEL: Y yo no tengo la culpa que a mí me llegue por la mañana. AMANDA: (Levantándose.) Bueno, a lo mejor debe obligar a mi musa desde la mañana. SAMUEL: Amanda, ¿y la leche que había en la nevera que anoche no la vi? AMANDA: Sa acabó Samuel, y aquí el refill no funciona. SAMUEL: Esto va de mal en peor. AMANDA: Sí, yo creo que la necesidad va a vencer a la musa. SAMUEL: Podemos hacer un Préstamo. AMANDA: Será que tú puedes hacer un Préstamo porque mi crédito está fatal. SAMUEL: Yo contaba con el tuyo porque el mío está muerto... AMANDA: Y ya yo no tengo cara para pedirle a papi dinero prestado. SAMUEL: Ni yo a mami...Ya le debo casi mil pesos. AMANDA: Todas las cuentas tienen mínimo, por lo menos, dos semanas de atrasos. SAMUEL: No sé, algo hay que hacer. AMANDA: Podrías irte a trabajar. SAMUEL: ¿Y por qué no mejor tú? AMANDA: Yo necesito terminar mi novela. SAMUEL: Y yo mi cuadro. AMANDA: Pero algo hay que hacer. ¿Y qué has hecho nuevo? SAMUEL: ¿De qué? AMANDA: Bueno, del cuadro. SAMUEL: (Se levanta y le enseña el cuadro.) ¿Qué te parece? AMANDA: Me parece las mismas dos lineas de hace seis meses. SAMUEL: No eres capaz de ver algo más. AMANDA: No se puede ver nada más. SAMUEL: ¿Y tú qué has hecho? AMANDA: (Va a la libreta y lee.) ‘Laura caminaba despacio y el frío era sordo y mudo, pero el cuerpo de Laura ardía’. ¿Qué te parece? SAMUEL: Me parece que la novela se va a llamar

“Laura y el cuerpo de Laura se convirtió en hoguera”. AMANDA: ¿Por qué? SAMUEL: Lleva casi un año el cuerpo ardiéndole. AMANDA: Nunca me vas a entender...nunca. SAMUEL: ¿Y tú a mí? ¿Cuándo? AMANDA: (Suspirando.) En verdad no sé, Samuel.

Creo que mientras sigamos, mi novela no va a progresar. SAMUEL: Amanda, yo sé que no soy una buena musa, pero se me va a hacer bien difícil vivir sin ti... AMANDA: Y a mí imposible. SAMUEL: Digo, a lo mejor lo que necesitamos es ir a un sicólogo o algún consejero de parejas. No sé, algo así. AMANDA: Tal vez, no suena mal. SAMUEL: ¿Lo intentarías? AMANDA: Sí, por qué no. SAMUEL: Pues mira, esto me surge porque leí ayer o antier, en el periódico, de un sicólogo de parejas.

Puedo llamar y hacer una cita. AMANDA: Bueno, hazlo... SAMUEL: Voy a buscar el periódico. Estaba por aquí, ¿no lo has visto? AMANDA: Sí, sí, lo vi por aquí. SAMUEL: Déjalo, ya lo encontré. (Busca en el periódico.) Aquí, aquí está el nombre. (Marca el número de teléfono.) Está sonando. Sí, buenos días, ¿ese es el consultorio del Doctor Rivera? ¿El trabaja con problemas de parejas? Ok. Perfecto. ¿Cuánto es la primera sesión? Bien, sí, sí. No, no, yo vuelvo a llamar. Gracias. Pase buen día. AMANDA: ¿Qué pasó? SAMUEL: Nada. AMANDA: Algo pasó. SAMUEL: Que se me olvidaba que los doctores no trabajan gratis y la primera sesión cuesta $85 dólares. Ah, pero aceptan planes médicos y tarjetas de

Crédito. AMANDA: Creo que esto se jodió. Cero terapia, cero cuadro, cero novela. En español del bueno, nos explotaron una bomba en el culo. SAMUEL: No seas pesimista. Este mismo reportaje da unos ejercicios de terapia para que la pareja los haga en su hogar. AMANDA: Una recetita para los pobres... SAMUEL: ¿Los harías? AMANDA: Samuel, ya deja los jueguitos. Esto está jodío y no sale nada porque nos estorbamos mutuamente. SAMUEL: Amanda, ¿pero tú has perdido el amor por mí? AMANDA: No, pero esto va de mal en peor. SAMUEL: Pero no digas no sin intentarlo. Vamos a hacer el primer ejercicio. Tal vez nos da resultado. AMANDA: Bueno, está bien. Léelo. SAMUEL: Aquí dice: primer ejercicio para el amor permanente. AMANDA: Eso parece una proclamación política. SAMUEL: Amanda, no empieces. AMANDA: Bueno, sigue... SAMUEL: El primer ejercicio consiste en que la pareja se vende los ojos, se sienten frente a frente y

comiencen a tocarse partes del cuerpo y con cada toque puedan hacer una frase. ¿Qué te parece? AMANDA: Me parece estúpido, si nos vendamos los ojos primero nos vamos a caer antes de sentarnos. SAMUEL: Ya Amanda. No quieres que esto se arregle. AMANDA: Fue un chiste para empezar relajados. SAMUEL: Bueno, vamos a buscar con que vendarnos los ojos. AMANDA: (Busca una camisa.) Yo ya tengo. ¿Dónde nos vamos a sentar? SAMUEL: En la cama. AMANDA: Yo creo que sería mejor en los ‘stools’. SAMUEL: En la cama es más cómodo. AMANDA: Yo creo que lo que tú quieres es otra cosa... SAMUEL: No, no, de verdad. Además, ya anoche me acribillaste. AMANDA: Todo por la musa mi amor...todo por la musa. SAMUEL: Entonces, vamos. (Ambos se trepan en la cama.) SAMUEL: (Se venda los ojos.) Listo. AMANDA: (Se venda los ojos.) Listo y sin remedio... SAMUEL: Ya verás que esto nos va a ayudar. AMANDA: ¿Quién empieza? SAMUEL: Tú. AMANDA: ¿Por qué? SAMUEL: ¿Cómo que por qué? AMANDA: ¿Porque soy mujer? SAMUEL: No chica...Está bien, empiezo yo. (Le toca la nariz.) Suave y tierna. AMANDA: Me toca...(Le toca los ojos.) Profundos, tristes pero alentadores. SAMUEL: No sabía que mis ojos fueran profundos.

Nunca me lo habías dicho. AMANDA: Yo tampoco sabía que mi nariz era tierna. SAMUEL: Bueno, sigo...(Le toca la frente.) Calurosa y tímida. AMANDA: ¿Calurosa y tímida? ¿Por qué? SAMUEL: Cuando te enfogonas parece que bota humo y siempre que te beso la frente se pone un poco roja. AMANDA: Voy yo... SAMUEL: ¿Te está gustando el jueguito? AMANDA: Voy...(Le toca las manos.) Suaves, protectoras y torpes. SAMUEL: Torpes, ¿por qué? AMANDA: Siempre andas rompiendo cosas por ahí. ¿Pero no te interesan los demás adjetivos? SAMUEL: Bueno, me importan, pero mis manos no son torpes. Bueno, me toca a mí. (Le toca las manos.) Delicadas, ingeniosas e insensibles. AMANDA: ¿Por qué insensibles? SAMUEL: Paso noches y noches tocándolas y ni te inmutas. AMANDA: A lo mejor no sabes tocarlas. SAMUEL: Pues mira que sí. AMANDA: Está bien, está bien. Me toca a mí. (Le toca los labios.) Jugosos, cariñosos y rápidos. SAMUEL: ¿Rápidos? AMANDA: Sí. SAMUEL: ¿Por qué? AMANDA: No te tomas tu tiempo en besarme, en conquistarme. SAMUEL: ¿Qué tú dices? Si estuve tres años detrás de ti, me tuve que aprender todos los poemas de Julia de Burgos, los de Neruda, los de Benedetti... AMANDA: Ves, ahí está tu problema; nada lo haces por ti. Todo es por obligación. SAMUEL: Ok, me toca a mí. (Le toca los labios.)

Sinceros, lujuriosos, egoístas... AMANDA: ¿Egoístas? SAMUEL: Sí. AMANDA: ¿Por qué? SAMUEL: Bueno porque solo besan lo que quieren besar y cuando tú quieres nadas más. AMANDA: Si quieres algo, deberías pedirlo. SAMUEL: Pero es que cuando lo hago, sales con el discurso de que los hombres siempre se están tratando de imponer. Pero está bien, vamos a seguir con el ejercicio. AMANDA: (Quitándose la venda.) Pa’l carajo el ejercicio. Se acabó esto. SAMUEL: (Aún con la venda.) Pero mi amor, esto es parte del ejercicio. AMANDA: (Levantándose de la cama.) Este ejercicio es un engaño. SAMUEL: (Buscándola con las manos.) No, no, lo que pasa es que te acercaste al ejercicio con prejuicios. AMANDA: Ya basta Samuel. Te pasas todo el tiempo juzgándome. SAMUEL: No digas eso Amanda, yo solo quiero resolver esta situación. AMANDA: ¿Cuál situación? SAMUEL: Tú sabes... AMANDA: Habla claro Samuel. Siempre andas con las cosas a medias. SAMUEL: Pues, esto de nuestra relación. Tu sabes, que no estamos bien. (Se quita la venda.) AMANDA: Ya sé por donde vienes. SAMUEL: Ves que siempre estás prejuiciada, yo solo quiero arreglar esta situación. AMANDA: Si quieres arreglar esta situación, vete a trabajar. SAMUEL: Ya lo hice. AMANDA: Sí, hace un año. Necesitamos dinero ahora. SAMUEL: ¿Y por qué no te vas tú? AMANDA: Tengo que terminar mi novela. SAMUEL: Ves, sólo piensas en ti. AMANDA: Me estás diciendo egoísta, ves como

siempre me juzgas. SAMUEL: Pero contéstame, ¿por qué no te puedes ir tú a trabajar? AMANDA: Te revuelca tu machismo, no podrías soportar que tu pareja sea más exitosa que tú o que por lo menos tenga el éxito primero. SAMUEL: No te proyectes, que se te ve por encimita que eso es lo que te pasa a ti. AMANDA: Pues mira que no, porque aquí el único que se pasa pensando en el que dirá de la gente eres tú. SAMUEL: ¿Ves como tú eres? Todo el éxito que yo quiero tener es para compartirlo contigo, para que tú puedas terminar tu famosa novela. (Toda la acción se detiene y habla Samuel como si estuviera solo.) Mira, si yo tengo éxito, lo primero que hago es comprarle un pasaje al Congo, para que termine su novela y se la lea a Tarzán y a Chita. (Vuelve la acción.) Para eso es que yo quiero terminar mi cuadro, hacer mi exposición. AMANDA: (Más suave.) Y tú me entiendes a mí. Yo también quiero terminar mi novela, pero no es sólo pensando en mí, pienso en el bienestar de los dos. Si la novela es un éxito, tu podrás retirarte a pintar hasta que termines tu obra maestra. (Todo se detiene. Amanda habla como si estuviera sola.)

Ni loca, si yo tengo éxito, lo primero que hago es coger un pasaje e irme lejos. Me imagino yo en

Nueva York, París, Madrid, Milán, Rusia, promocionando mi novela, miles de hombres detrás de mí. (La acción vuelve.) Para eso es que quiero terminar mi novela, mi vida. SAMUEL: Pues no sé, creo que tenemos que conseguir una solución. AMANDA: ¡Ya la tengo! ¡Ya la tengo! SAMUEL: ¿Cuál? AMANDA: Irte a trabajar. SAMUEL: Eso es una solución para ti. AMANDA: (Se acerca seductora.) Si en verdad tu me quieres, te sacrificarías por mí un añito. SAMUEL: No me hagas eso Amanda, tu sabes que yo soy blandito de corazón. AMANDA: Vamos, papi chulo... SAMUEL: Amanda, no me hagas esto. AMANDA: Es sólo un añito... SAMUEL: (Se levanta.) Amanda, me siento manipulado. AMANDA: Vuelven tus traumas infantiles. SAMUEL: No empecemos. AMANDA: Yo no puedo cargar los complejos que te creó tu mamá. SAMUEL: No metas a mami en esto. Ella no tiene culpa de nada. AMANDA: Entonces la culpa la tengo yo. Yo no fui la que te crió, ni la que te manipulaba para que te comieras tu comida, ni la que te creó la imagen

perfecta entre Madre Teresa Calcuta y la taína. SAMUEL: Claro, para ti todo es fácil si el gorila que te crió te quitó toda la sensibilidad posible. AMANDA: Ves como no sabes tener una conversación de altura. Te pones ofensivo con facilidad. SAMUEL: Sí, sí, papi te dijo que hay que ser dura para triunfar en la vida. Solo hay que pensar en uno, los demás son secundarios. AMANDA: Te estás equivocando. Papi me enseñó los valores correctos. No se puede ser flojo en este mundo. SAMUEL: Claro, así piensa la mitad del país y la gente se mata por una bolsa de hielo cuando hay un huracán. AMANDA: Sí, ¿y de qué te sirve a ti tu humanidad?, porque al final eres igual o peor que yo. SAMUEL: Yo sería incapaz de gritar en un tapón. AMANDA: Sí, pero escondes en el closet películas pornográficas. SAMUEL: Ay, perdón señorita moral. Y yo no me atrevería, ni por casualidad, a fumar marihuana. AMANDA: Sí, pero una de tus fantasías sexuales es mirar por la ventana a Shakira. SAMUEL: ¿Cómo tu sabes eso? AMANDA: Eh, no sé...lo escuché... SAMUEL: ¿Cómo tú sabes eso Amanda? AMANDA: Lo escuché una vez que estabas hablando con Néstor por teléfono. SAMUEL: Espiándome, esto es el colmo. AMANDA: No te hagas, que tu también haces lo tuyo o crees que no sé que llamabas al canal para saber con cual fotógrafo iba a cubrir la noticia. SAMUEL: Porque sabía que te volvió loquita Orlando.

‘Ay, el es tan profesional, tan inteligente, tan nacionalista’. Tan pendejo es lo que es. AMANDA: Celoso, el hombre meditación está celoso. SAMUEL: Tú estás peor, mira que celandome de Shakira, digo, si ella me conoce se va a volver loca por mí. AMANDA: Tú tripeas. SAMUEL: Osea, que ya no te resulto atractivo. AMANDA: Desaparécete, mi’jo, déjame en paz. SAMUEL: ¿Qué estás diciendo? AMANDA: Ya ni sé lo que digo. SAMUEL: Me dijiste que me desapareciera. AMANDA: Sí, pero no fue que te fueras de mi vida. SAMUEL: No, no, si dijiste eso es porque eso está rodando por el subconsciente. AMANDA: Ya Samuel, yo no quise decir nada. SAMUEL: Pero lo dijiste. AMANDA: Samuel, siéntate, siéntate... SAMUEL: ¿Qué pasa Amanda? AMANDA: Tal vez tu tienes razón. Esto está detenido. Yo creo que aquí no hay una solución buena para los dos. SAMUEL: ¿De qué tu hablas?

AMANDA: Yo no sé, yo creo que lo mejor es que nos tomemos un tiempo. SAMUEL: ¿De qué tu estás hablando Amanda? AMANDA: Mira, a lo mejor es bueno que nos separemos un tiempo. SAMUEL: Amanda, pero yo creo que a lo mejor eso no es necesario, que podemos buscar otra alternativa. Este...este...podemos hacer la segunda parte del ejercicio. AMANDA: Yo creo que los ejercicios no nos van a ayudar mucho, Samuel. Además, ¿quién de los dos se va a ir a trabajar? SAMUEL: Este...podemos dividirnos, tres meses tú, tres meses yo. AMANDA: Ya hicimos eso. Ambos necesitamos trabajar en nuestras cosas a tiempo completo. SAMUEL: Bueno, si tú lo dices. Amanda, ¿tu todavía me amas? AMANDA: Claro que sí Samuel, pero hay cosas que no tienen que ver con el amor. Hay cosas que están por encima. SAMUEL: Nunca hay nada por encima del amor.

Pero a lo mejor tienes razón. Lo mejor es separarnos para que cada cual termine su obra maestra. AMANDA: Sí, cuídate mucho. SAMUEL: Tú también. ¿Amanda? AMANDA: Sí. SAMUEL: ¿Y a dónde vas a ir a vivir? AMANDA: Con papi....¿ y tú? SAMUEL: Con mami. Amanda. AMANDA: Sí. SAMUEL: ¿Me podrías devolver los cien pesos de la renta del mes que viene? Digo, los voy a necesitar. AMANDA: Claro, claro que sí. Samuel. SAMUEL: Sí. AMANDA: Son cincuenta. A ti te toca pagar la luz este mes. ¿Te acuerdas? SAMUEL: Sí, es cierto. Amanda. AMANDA: Sí. SAMUEL: El microhondas es mío. AMANDA: No hay problema. La televisión y el vídeo son míos. SAMUEL: Pero, ¿por qué te vas a llevar las dos cosas? AMANDA: El microhondas vale más que el vídeo. SAMUEL: Ves como eres una egoísta. AMANDA: Y tú te la pasas juzgándome. SAMUEL: Sí, es lo mejor. AMANDA: No hay duda de eso. (Samuel agarra su canvas y se lo lleva. Amanda coge su novela y se la lleva. Se prenden dos especiales a cada extremo. Se ve a Samuel pintando y Amanda escribiendo.) SAMUEL: No sé, no sé que me pasa. AMANDA: Falta algo, algo falta aquí. SAMUEL: ¿Será sombra, será profundidad? A lo mejor es la mezcla de colores. ¿Por qué no me llega la inspiración? AMANDA: A esta narración le falta como humanidad. ¿Qué me pasa? Uy. SAMUEL: Ay. AMANDA: ¿Habré perdido humanidad? SAMUEL: ¿Habré perdido inspiración? AMANDA: Yo creo que esto es un paréntesis dentro de mi genialidad. A veces hay ciertas lagunas en los genios. Eso le pasó a Da Vinci, a Mozart, a Burgos.

Estoy muy cerca de mi gran consagración. SAMUEL: No, no, yo he perdido la inspiración. Solo es momentáneo, es parte del proceso creativo. A lo mejor es que no estoy meditando lo suficiente.

Pero lo siento, puedo sentir en la energía del cosmo que mi gran cuadro viene. No sé lo que me pasa pero no salgo de estas dos lineas. ¡Mandy! AMANDA: Es esta línea, es fuerte. ‘Laura caminaba despacio y el frío era sordo y mudo, pero el cuerpo de Laura ardía.’ (Pausa.) ¡Sammy! (Apagón total. Se encienden dos especiales.) SAMUEL: Tengo que volver, esa mujer debe estar destruida y yo no quiero ser el causante de ninguna desgracia. AMANDA: Yo sé que él no puede vivir sin mí. Bueno, a veces los genios tenemos que tener un poco de humanidad para tratar de ser normal. Me sacrificaré. (Ambos se miran y se rien.)

AMANDA: Sammy SAMUEL: Mandy ( Apagón.)

Fin.

‘Porque el amor, la excusa y la costumbre, nos hacen y nos destruyen.’ Carlos Vega

Esta obra se estrenó en el Corral de San José del Viejo San Juan, el 6 de septiembre del año 2002, y contó con el siguiente reparto.

ELENCO: AMANDA Lucy Ann Ramos SAMUEL Carlos Vega

DIRECCIÓN:

Orlando Rodríguez

©Carlos Vega (2002) Derechos Reservados Autorizados para esta edición. Para información comunicar al Ateneo.

********* RESEÑAS, CRITICAS Y COMENTARIOS

•PALABRAS DE PRESENTACIÓN AL LIBRO : TEATRO PUERTORRIQUEÑO CONTEMPORÁNEO (1982-2003)

Ensayos para una interpretación y otros escritos de Roberto Ramos Perea (Publicaciones Gaviota: Río Piedras, Puerto Rico, 2003, 414p.)

EDGAR QUILES FERRER

La Editorial Publicaciones Gaviota acaba de publicar un extenso “documento histórico” sobre el quehacer teatral puertorriqueño, acaecido en los últimos veinte años (de 1982 al 2003). Cuatrocientas catorce páginas constituidas por un total de 51 “escritos”, de los cuales, 29 de ellos son polémicos artículos que podríamos decir fueron el eje de la discusión, del quizás “único” análisis pertinente que sobre nuestra cultura teatral se pudo gestar en estas últimas dos décadas. Los restantes 22 trabajos abarcan una extensa gama de temas y estilos, de formas y contenidos, que nos comunican claramente, entre otras señales, la idea de que dicho libro es, a estas alturas, uno de los “documentos históricos” más valiosos y de mayor relevancia con que puedan contar los historiadores e investigadores de nuestro teatro “nacional” puertorriqueño. Y subrayo el vocablo “nacional” con toda premeditación y alevosía, porque es éste, en su carácter problematizador de nuestra realidad, el “leit motif” que sustanció todas las preocupaciones que en torno al teatro puertorriqueño había venido planteando y discutiendo el autor, en estos últimos veinte años, y que constituyen la médula ósea de todo este titánico proyecto. Trescientas noventa páginas sustanciales (incluyendo una hermosa cita de Goethe y su acostumbrada introducción explicativa y justificatoria) constituyen el “corpus” viviente-latente de su tórrido pensamiento. Veinticuatro páginas de apéndices (donde se incluyen nueve de notas bibliográficas, ocho sobre la vida de su autor con una cronología de sus estrenos, y siete finales de otra bibliografía personal sobre los ochenta y ocho trabajos teóricos que el autor ha escrito tanto inéditos como publicados) terminan de conformar este proyecto documental con contundentes herramientas científicas, que brindan y facilitan el análisis y entendimiento, al lector, de todo su pensar inquietante. La rigurosidad científica que emana de estos apéndices le da certeza y autenticidad a sus palabras al ampliar los contextos en que éstas se gestaron. Son, definitivamente, instrumentos esenciales para su valoración académica. Todos los que hemos estado involucrados en esa discusión, desde incluso la década de los setenta, sabemos del los ataques furibundos y constantes de Roberto Ramos-Perea, respecto al tema de lo nacional, de la identidad del ser nacional, para hablar con mayor exactitud, y de las múltiples opiniones “diplomáticas” en que muchas de sus críticas se fueron transformando en ese maravilloso proceso de discusión y confrontación de ideas. Pues ello se convirtió casi en la consigna de la “Nueva Dramaturgia” (concepto también polémico y controvertible) que él logró fortalecer como movimiento distintivo, nuevo, en nuestro quehacer dramático finisecular. Desde esos primeros 5 artículos (“Panorama histórico del teatro puertorriqueño”, “Teatro de lucha nacionalista en P.R.”, “La función social del Nuevo Dramaturgo”, “Hacia una redefinición del teatro contemporáneo puertorriqueño”, e “Historia personal del Festival de Nuevos Dramaturgos de 1986”) que constituyen parte de los primeros veinte ensayos agrupados bajo el título de “Parte 1: Ensayos para una interpretación del teatro puertorriqueño contemporáneo”, ya se establece el universo subterráneo que latirá en la pujanza con que el autor expondrá sus variadas y múltiples ideas. Lo nacional es realmente la nota sostenida en todos ellos. Cada escrito constituye una especie de variación sobre un mismo tema. Aún en su Segunda Parte: “Teatro y Post modernidad”, constituida por 5 extensas y maravillosas ponencias, donde el autor revela su capacidad de síntesis y su dominio teórico del teatro de los últimos tiempos, se trasluce, muy fina y veladamente la temática aludida. Me estoy refiriendo a la primera de ellas titulada: “Las dos ponencias de Kansas, 1992” con que abre esa Segunda Parte. Una apología, casi un panegírico a los escritores nuestros, particularmente aquellos que movieron los resortes iniciales de la llamada Nueva Dramaturgia Puertorriqueña: Carlos Canales, Teresa Marichal y él mismo Roberto Ramos-Perea. El autor ahí defiende su tesis de que hubo, ya hace varios años, una ruptura con el tan cacareado tema de la identidad. Para él, y ellos, el ser puertorriqueño ya se definió; ya sabemos lo que somos y hacia dónde vamos. Ahora la disyuntiva es qué hacer y no qué somos: luchando por reclamar el espacio que le corresponde. Su tesis (parafraseando sus palabras) es la siguiente: la Nueva Dramaturgia Puertorriqueña no será (“es”) un teatro documental … será (“es”) un teatro fragmentado, sin unidad, sin discursos y fraseos retóricos: la esencia del discurso histórico será (“es”) el caos, la incertidumbre, el horror y lo erótico…, no ya la crisis de identidad;

pues como muy bien también ha acotado en la página 156, al oponer al esquema tradicional de la “Modernidad del Teatro Histórico Puertorriqueño” el de “Post-modernidad del Teatro Histórico Puertorriqueño”, y cito, número 6: “muere la identidad nacional como cuestionamiento. Es una afirmación superada y adelante.” (Cierro la cita). Lo mismo sentiremos al inmiscuirnos en su “Teoría dramática”, título de la Tercera Parte, con seis reveladores ensayos que abarcan desde la pura literatura, el puro oficio del dramaturgo, la necesidad de una función pedagógica de éste, hasta el arte más subjetivo y personal de cómo pensar y escribir eso que llamamos “teatro” o “drama”. Y no dejemos de mencionar la sugestiva, atractiva e intrigante Cuarta Parte del libro, titulada “Censura”, con 3 variados y extensos artículos de fondo, con enfoques tan dispares que van desde atacar aquellos que atacaron (y valga la redundancia) el desnudo, hasta el planteamiento clásico y milenario de si la pornografía es arte o no; incluyendo temas fronterizos a ésta, como “lo erótico sublime”; culminando con unos argumentos, muy particulares, no exentos de áridas y desagradables controversias, sobre las leyes que se han gestado en aras de proteger a nuestra clase artística teatral. En todas ellas late un desenterrar, de alguna manera u otra, de dicho monotema. Y finalmente ocurre igual en las restantes partes: “Canon” (Parte 5, especie de cortas exégesis o notas a los programas que acompañaron los montajes sobre las piezas La Carreta, Los Soles Truncos de René Marqués, Vejigantes de Don Francisco Arriví, y una carta póstuma a Don Manuel Méndez Ballester), “Artículos” (Parte 6, sobre variados puntos: cine poesía, intelectuales) y “Palabras” (Parte 7 y última, 9 trabajos sobre múltiples aspectos en general). Luego de una primera ojeada o lectura de compromiso al extenso texto llego a la conclusión de que el mismo no es otra cosa sino una profusa reflexión sobre la naturaleza de eso que llamamos nuestro teatro “Nacional”, en su acepción más abarcadora. Reflexión a veces directa, aguda y cortante, como los argumentos expuestos en “Ante esa otra generación comprometida”, “La dramaturgia puertorriqueña: o como boxear con la derecha sin parecer izquierdista”, y “Negociando la Identidad: expediente a la dramaturgia colonial” de la Primera Parte.

Reflexión que otras veces se presume indirecta pero que resulta más hiriente por su carácter insultante, adjetivesco, como en los afiladísimos artículos de la Cuarta Parte, denominada “Censura”: “La crisis del 2001:contra la Ley 108” y “Ante la soberana estupidez de un Colegio de Actores de Teatro de Puerto Rico”. Y finalmente, reflexión que yace en el substrato fónico de las palabras, frases y oraciones, de manera muy solapada, tenue, casi insignificante, tocando sólo la superficialidad del problema, la periferia, a manera de ese personaje secundario que llamamos leve silueta, como en el ensayo que considero uno de los más completos, más artísticos y mejor escrito de toda esta colección, titulado: “La dramaturgia como trance” de la Tercera Parte, llamada “Teoría Dramática”. Veintitrés conmovedoras páginas llenas de un lirismo único, donde la prosa alcanza el ropaje de lo poético, y más que un árido ensayo reflexivo sobre “teoría dramática”, es un acto creador en sí. Una maravillosa narración, intrigante, dinámica, descriptiva, donde se metaforiza la imagen de un trance hipnótico para plasmar las vivencias que experimenta la creación, el creador; que al igual que el teórico y el crítico, las exigencias de claros criterios, se interponen constantemente como fuerzas impugnables para dominar y conformar su pensar estético. Habla de conflicto, de conflicto dramático, habla de estructura, de estructura dramática, contrapone la teoría de la contradicción griega al milenario Karma Indubudista, habla de todos aquellos recursos de que se vale el escritor de teatro para producir, haciéndolos representación, vida, y no meramente diciéndolos, como decimos en el teatro. ¡Qué manera de exponer tan avasalladora, tan convincente, tan dramática y teatral! Me confundo en esta parte, no por la ausencia de claridad al exponer sus ideas y criterios, sino porque no sé quién realmente está hablando: si el dramaturgo, el teórico o el actor. Cuando un ensayista logra sumergir a su lector en las profundidades de sus mensajes e ideas y su ensayo lo arropa de principio a fin, deleitando su alma y su conciencia, estamos ante un creador sólido, con una madurez de experiencia, vivida profundamente, y con un dominio de sus recursos linguísticos y literarios. Estamos ante un ensayo de primer orden. Lo mismo podríamos decir, el mismo efecto producido, de uno de los “ensayos” que cierra su séptima y Última Parte: “Palabras”, y que tituló “Íntima reflexión sobre el logro”. Un tratado de filosofía. Un escrito que también deleita además de enseñar. Corto, breve y sustancioso, como decimos en nuestro argot popular; por supuesto sin rayar fuera de los límites en que se circunscribe: la reflexión. Frente a este libro, estamos ante un trabajo de magnitud macro, excepcional, difícil de clasificar. A no ser por esa constante que acabo de mencionar, todo se perdería, en el buen sentido de la palabra, en tantas disgresiones que van desde la reflexión oral al panfleto más escueto, casi publicitario de una idea. El caudal de contenidos enciclopedizan el proyecto; es decir lo hacen un libro bíblico. Además de Puerto Rico y su problemática dramática, su dificultuosa práctica actoral, directorial y conceptual del medio, aparecen asuntos latinoamericanos, norteamericanos, euro-

peos-internacionales, cuestiones particulares, muy personales de su autor, teorías de todo género: dramático, narrativo, poético. Variadísimas formas se usan para llenar esos contenidos: artículos breves, columnas periodísticas, semblanzas, entrevistas, discursos, elegías, crítica literaria, reseñas, notas ponencias, y el recurso más hermoso en que se ha expresado el hombre a lo largo de su vida, la poesía. “La Variación de Poe” como él mismo subtitula su largo poema “Elegía a las calles”, extenso peregrinar de un alma atormentada por la muerte y todo lo que ella simbolice, dividida en especies de cantos desesperados, (7 en total), nos dan la pincelada catártica del libro. Un descanso para el relajamiento de nuestra inteligencia, un oasis, un tiempo de ocio, para liberarnos de la pesadez erudita que un libro como éste nos ha impuesto, es el cierre del mismo. El autor no puede negar que proviene de la tradición aristoteliana, que fue formado en la corriente literaria del drama, que no puede substrarse de eso que se denomina “el pensar dramático” como todo verdadero artista del conflicto, con la herramienta del diálogo, de la palabra que se dice y no se redacta, de la palabra que sigue las reglas de la oratoria y no de la escritura; es decir el artista pensante del teatro. El dramaturgo, el teórico dramático, el ensayista y crítico del teatro, el actor, el intérprete, en fin, el teatrista, es el artista de las calles, porque como bien dice él en su poema que finaliza el contenido de sus ensayos, éstas están llenas “hasta la cabeza de pasiones”, y el teatro no es sino el arte de las pasiones. Los eternos temas del teatro: el terror, la muerte, la pena, el dolor, las irreconciliables pasiones, los fuegos de las civilizaciones (Moloch de Siria, y Luzbel Judaicocristiano), los personajes atormentados (Mefisto cortesano británico, y Edgar Allan Poe a través de su Cuervo) se derraman en las oraciones del susodicho poema como una manera diferente e irreverente de protestar, de polemizar y problematizar las realidades que vivimos. Qué haya la tan apreciada CATARSIS, después de leer estas kilométricas páginas, parece indicarnos el autor con la incursión de este extenso poema, otra de sus maravillosas disgresiones que acompañan esta colección de ensayos de interpretación; pues esta acción social del teatro tiene la triste y frágil condición humana de “aún allí donde pueda dejar un recuerdo profundo de su existencia… aún allí debe extinguirse y desaparecer… y esto, ¡Ay! … demasiado pronto”, como dijera Goethe en su novela Werther y que introduce muy sagazmente nuestro autor para darle redondez, “globalización” (para usar este eufemismo del capitalismo como metáfora poética) a su proyecto de lectura. Es decir que en medio de un arte tan efímero y avasallador como el teatro en su campo más árido y peligroso como el crítico, mejor dicho el “reflexivo”, el pensar presupone también un deleite del corazón. Magnífico cierre. Felicitaciones. Nuestra alma, nuestro intelecto, no se cansaron. ¡Adelante con más discusión, Roberto!

Crítica Teatral:

•MEFISTO

de Oscar Giner, sobre el texto “Fausto” de Christopher Marlowe Centro de Bellas Artes, Sala René Marqués. 40mo Festival de Teatro Internacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña Producciones ALEPH, octubre de 2003

por EDGAR QUILES FERRER

Como parte del 40mo. Festival de Teatro Internacional del I.C.P., la compañía de teatro ALEPH, Inc., acaba de escenificar, en la Sala de Drama René Marqués del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré de Santurce, la pieza MEFISTO en versión y dirección de Oscar Giner y basada en el Fausto de Christopher Marlowe. Montaje de una simple sencillez escénica, con una economía de recursos y muchísima, pero que muchísima imaginación. Tres figuras centrales se intercambian los personajes bases de la historia superconocida: Provi Seín (la Mefistófeles), Oscar Giner (el Fausto) y Carmelo Santana (el Payaso impuesto). Junto a ellos, dos narradoras que exponen, comentan y hacen sugerencias de análisis teológico, filosófico, político y hasta antropológico: Carmen Sol (Ángel de Luz) y Tanishka Pardo (Ángel de Sombra). La concepción general, opaca, lúgubre, digna de los mundos subterráneos donde yace el príncipe de las tinieblas y su séquito de aturdidos seres, enmarca lo sórdido del mundo que llevó al gran científico Dr. Fausto a venderle su alma al Diablo. La contemporanización del mito se expresa en la presencia graciosa y muy circense de un Juglar-Payaso que nos va narrando momentos importantes de su vida, bastante obvios en sus manerismos y ademanes, dejos en el decir, típicos de una descabellada e histérica loquita de “caserío”. Lo más acertado de todo este experimental trabajo, y sobre todo la caracterización mejor lograda. Su voz, a veces estentórea, a veces engolada y carraspeada, estaba muy bien llevada en sus diferentes y diestros matices que le imprimió su intérprete Carmelo Santana Mojica; no sin evidenciar un dominio de sus recursos histriónicos como mimo: el juego de sus manos, sus poses caricaturescas y sus posiciones que aludían un juglar casi arlequinesco. No podemos dejar de mencionar la efectividad

de este Mefistófeles, tan sensual, agudo, diabólico en su mirada, insinuoso en sus gestos y movimientos, que supo impartirle Provi Seín al mismo. En ella se acentuaba la síntesis de los males. Era todo lo que el diabólico mundo urde contra la humanidad. Sus desdoblamientos en cada uno de los siete pecados capitales, resultó digno de aplausos; no sólo por las grandes transiciones de uno a otro, sino por la continuidad del intérprete, es decir, por mantenerse la actriz presente en cada uno de ellos. Cuerpo y voz aunados casi en una sinfonía de palabras. El Fausto de Giner, un maléfico fascista, casi un nazi extraído de una de las pesadillas del Holocausto, imponía su fuerza y maledicencia en todo momento. Tuvo dificultades con su texto, en varios momentos que hacían decaer su caracterización. El vestuario, con su capa negra imponente y su cabeza rapada, igual que el payaso, daban el toque, la pincelada moderna, a su caracterización, lanzando al espectador a incursionar en una especie de “éxtasis” discotequero al estilo “heavy metal”. Fuerza y mayor dinamismo les faltó a las sombras. Sus líneas carentes de dramatismo y muy narrativas, no se proyectaban con efectividad, se perdían en el inmenso espacio del escenario. Que rehecho las composiciones logradas en el mismo, las imágenes consolidadas con luz y poca escenografía placían grandemente al espectador al lograr ese cambio anímico de claroscuros en que se centró la plasticidad de todo este montaje.

•SALSA, TANGO Y LOCURA

de Carlos Canales Teatro del Ateneo Puertorriqueño XXVI Festival de Teatro de Vanguardia del Ateneo Puertorriqueña Producciones Ceiba, marzo de 2003

por EDGAR QUILES FERRER

La nueva pieza de Carlos Canales, Salsa, tango y locura, estrenada en el Festival de Teatro de Vanguardia del Ateneo Puertorriqueño y actualmente en gira por varias escuelas de Bellas Artes del Departamento de Educación, es un monólogo que rompe con toda su trayectoria dramática. Es decir, que aquello que había caracterizado su trabajo dramatúrgico (fuerza, violencia, acciones casi de guerra psicológica, esquizofrenia agresiva, etc.) han desaparecido para dar paso al trabajo reflexivo, al pensamiento interno, tranquilo, pausado, aunque no lejos de la crítica social. Un ex ministro protestante, se ha internado en un cuarto, aislándose del mundo, creando un universo propio. Un desquiciado más, pero tranquilo, muy analítico, poderoso en su medio de razonar las cosas, con una preocupación más filosófica que social. Un ser tierno, que ha optado, en su locura, callar, no molestar ni provocar. Simplemente conversar consigo mismo, con seres imaginarios que se transforman en su público, que se transforman en nosotros. Su imaginación rebosa de fantasía, crea realidades que fueron y confronta tardíamente éstas. Varias personas surgen ante sus ojos con las que discute y conversa. Su viejo espíritu de predicador inicia el monólogo sobre varios sucesos y pasajes bíblicos alusivos a nuestras realidades. De ahí van surgiendo aquellos que influenciaron grandemente en su vida. Habla con ellos. Entra en discusiones sobre temas que no habían sido discutidos; y se personaliza uno particularmente que probablemente había evadido en su tortuosa vida. Con ella baila arropado a su hermoso cuerpo y la acaricia con profundidad de ternuras aliviando los instintos más bajos, creando casi una espiritualización del acto sexual. Otros seres son referidos y vinculados a los viejos de los cuales procedieron, particularmente la hermosa, joven, virgen y misteriosa Casandra, esclava de Agamenón, pitonisa, lunática mítica, que nunca desaparece de nuestras vidas en estados paranoicos. El monólogo encuadra muy bien, pasando del momento en que Fredddy se despierta y comienza su peroración hasta el momento en que lo consume el cansancio y regresa a su cama. Cierra el mismo luego de 60 minutos de soliloquio constante, donde se manifiesta un ente atormentado en su locura por un pasado incierto. La sostenida presencia escénica del intérprete Cándido Lugardo, maestro de teatro y ex estudiante de los cursos de actuación del Ateneo Puertorriqueño, le imprimieron al texto su condición de representabilidad del mismo. Esta no es pieza para nadie sin experiencia y dominio de las técnicas de actuación. El soliloquio pausado, lento, lleno de pensamientos internos que no se pueden exteriorizar en la acción rápida o violenta, puede destruir el montaje, sino se consigue que su intérprete entienda, estudie, profundice y se esfuerce por revelar en sus ojos, en sus miradas, gestos y movimientos, esos universos íntimos del alma del personaje, que no son sino del alma del ser humano. Y esto fue lo que logró, con su caracterización este actor arecibeño. Mantuvo la expectación del espectador constantemente. Vimos un creíble desequilibrado mental. Entendimos su problema psíquico, su gama de preocupaciones que lo atormentaban y lo llevaron a este encierro voluntario. Sentimos sus pensamientos todos, fuentes que exteriorizaban sus planteamientos teológicos, sociales, psicológicos y filosóficos. Este es un trabajo para un actor con mucha erudición. Cándido Lugardo así lo evidenció. La sencillez del montaje, lo hace itinerante. En cualquier lugar puede ser representado. Aún en lu-

gares sin teatros tradicionales. Para éste, la iluminación resultaba esencial. Buen diseño de José V. Cruz. Supo trabajar y plasmar la psiquis del ex ministro. Lo mismo la música con esos aires tan dispares del caribe (la salsa) y del cono sur (el tango), tan de afuera el primero y tan de adentro el segundo que emana del triste bandoneón arrabalero. Carlos Canales, como su director, obviamente destacó más su texto y se quedó en la única línea que deseaba, la de la dramaturgia; por lo que no hubo esa otra línea paralela por la que corren las interpretaciones de un montaje. Aún así, hubo buen ritmo en el tráfico escénico y la ambientación visual que provee la tradicional caja de teatro resolvió diestramente el pincelada de encerrona y misterio, el halo de soledad, que transmite su texto.

•CHICAGO, el musical

de John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse, en versión y traducción de Sara Jarque, Axel Cintrón y Harry Nadal. Centro de Bellas Artes, Sala René Marqués. Producciones Arteskene Inc., noviembre de 2003

por EDGAR QUILES FERRER

Arteskene, Inc., acaba de llevar a escena, en el teatro Tapia del Viejo San Juan, el afamado musical Chicago de John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse (estos últimos dos encargados de su texto), en versión y traducción de Sara Jarque, Axel Cintrón y Harry Nadal. Dedican esta primera producción al cuadragésimo aniversario de la compañía teatral Producciones Cisne, Inc. y su directora, la Dra. Myrna Casas. Gesto encomiable.

Una producción completa que sabemos tendrá el éxito que tiene todo aquello que ha sido trabajado con esmero y dedicación. La dificultad de obtener una armoniosa y perfecta sincronía dramático-musical, que todo teatro lírico precisa, es lo obvio que descolla dicho montaje. Se destaca, en esa dirección, la coreografía. Parece que, usándola como base del espectáculo, orquestaron todo el engranaje escénico. Evidencia de meses arduos de mucho ensayo; y qué mayor enseñanza para los artistas en ciernes del teatro que éste; pues la perfección se logra, en este medio, con estudio y, sobre todo, con mucho, mucho ensayo. Es ese el saldo cualitativo del montaje CHICAGO El Musical, aparte y máxime de haber sido posible con la escasez de recursos con que contamos, con todo un personal artístico fraguado en este reducido territorio de 100 por 35. La historia es simple. Versa sobre un acontecimiento acaecido en la famosa ciudad del “gansterismo” para la década de los años veinte, donde dos coristas acusadas de asesinato, Belva Gaertner (en el musical, Velma) y Beulah Sheriff (en el musical, Roxie), obtienen veredicto de no culpabilidad como resultado del juego corrupto a que la justicia estaba atada en aquel entonces. Con un aire de fina farandulería, gracioso sarcasmo de veaudeville, el crimen se trivializa y se justifica desde una perspectiva brechtiana; es decir, al estilo de la La ópera de tres centavos de Bertolt Brech y su protagonista Mackie Puñales; o más cercano aún, al de un Pedro Navaja; donde la criminalidad expone su gracia, su tierna máscara de “humanismo”, su inteligente “cogida de …” para que ella campee por sus respetos. En ese sentido el musical tiene gran acierto y ha logrado impactar positivamente las grandes audiencias, reflejando un “corpus social” en estado de descomposición que deleita y place artísticamente, logrando esa total y completa “alienación” del problema. Una escueta escenografía, a base de plataformas donde se situaban los músicos, dejaban un amplio espacio para los números de un espectáculo tipo “circo de variedades.” Así se concibió el montaje, dándole lustre al destaque de los intérpretes, sus diferentes escenas con diálogos, canciones, y lo mejor, sus bailes. El cuerpo de jóvenes bailarines, todos procedentes de reconocidas academias, bajo la estricta tutela de la coreógrafa Rosita Palmer, hicieron de las suyas. Brillaron a través de todo el musical. De más está decir que Marian Pabón y Sara Jarque se lucen en sus interpretaciones evidenciando un completo dominio histriónico: bailan, cantan, actúan; brincan, saltan, corren, y hablan casi sin parar. Se nota entrenamiento fuerte a esos respectos. Sin embargo, pecaríamos de injustos si no mencionásemos a Marcos Garay en su variada gama de interpretaciones donde también hace galas de ser un excelente actor, en voz y expresión corporal, un maravilloso mimo, un buen cantante, y un diestro bailarín. Era el único que no precisó de un micrófono inalámbrico para hacerse sentir y escucharse en escena. Su participación como un jurado múltiple, sus geniales transformaciones, casi roban la escena de todo ese momento del gran juicio. Ello hace claro que en el teatro, aún en el teatro musical, el actor es el que domina, es el que convence al público de que “aquel” es un cantante, aunque no lo sea, y que eso no ocurre al revés (es decir, que un cantante convenza a la audiencia de que es actorpersonaje, de que es cantante-intérprete). Lo mismo podemos afirmar de los actores que “no son cantantes ni bailarines”, pero que así nos convencieron, como Marilyn Pupo, Albert Rodríguez, Axel Cintrón y Miguel Diffoot.

El corto espacio no nos deja más tiempo para evaluar este enriquecedor montaje que ilustra un desafío a aquellos que anhelan trabajar con excelencia. Para ello, hagan como hizo éste: ensayos, ensayos y más ensayos: trabajo, esmero y mayor dedicación. **

•DE MALA MUERTE

de Kisha Tikina Burgos, Yaraní del Valle y el colectivo Baobabs. Dirección de Israel Lugo y Yaraní del Valle. Centro de Bellas Artes, Sala Carlos Marichal. Baobabs Inc., 5 de diciembre de 2003

por ROBERTO RAMOS-PEREA

Para nosotros es sorpresa, aunque para otros bien pueda ser material conocido. Así que asistimos a esta representación algo inocentes y expectantes, como siempre buscando la palabra -lo inevitable eterno y más eterno que la imagen- y buscando la voz dramática de Kisha Tikina Burgos, destacada dramaturga puertorriqueña de esta contemporaneidad y cuyos textos son, para mí que me interesan sobremanera, poco más que un misterio muy seductor. Nada de defraudarse de las primeras escenas, en las que predomina el movimiento, la escritura escénica, la danza y la intención performativa de un espectáculo que busca explotar los lugares comunes de la prostitución y de la ¨mala muerte” de cabarets de quinta categoría. Más que ello, es la visita a un paraíso interior, pequeñas historias sin principio ni fin, envueltas en sí mismas que se repiten como un monólogo interior que no cesa de asombrarnos por su fragmentación luminosa, aún cuando usa las mismas palabras y los mismos gestos en un despliegue pirotécnico de variaciones sobre el mismo tema. Kisha Tikina Burgos, como actriz entonces, en una interpretación honda, dócil y rebelde a la vez, hace brillar la escena al mismo tiempo en que nos sumerge, a las malas, en el mundo sarcástico de la contradicción. La escena en que le pide al hombre que la mate, es sencillamente suprema en su mordacidad y en su tragedia. La incapacidad y al mismo tiempo la discapacidad de amar -no perdamos de vistas que el discurso de este espectáculo es la contradicción contínua del lugar común, el amor como paquín y caricatura, el franco desecho, -satirizado hasta la carcajada- que queda de la mujer atropellada por el machismo impune y que es, tanto criticado como valorizado. Bien sea porque nos conmueven muchas de las estupendas imágenes de este espectáculo -dirigido con imaginativa lustrosidad por los actores Israel Lugo y Yaraní del Valle-, nos apasiona además por lo sugerente, por lo incompleto (¡qué estupendo cuando la generosidad de lo fragmentado se completa en lo íntimo del corazón!), y por los pedazos de humanidad vencida que sugiere. La música, el desplazamiento escénico, los signos tremendos -como por ejemplo, la puta que se quita innumerables pantaletas, una detrás de la otra sin que parezca terminar nunca, como un desquite violento de su propia condición-, al igual que el interés sicologista de la prostituta que encerrada en su armario nos cuenta la historia de sus desfalcos orgásmicos. Todo redunda en un espectáculo de intensa visión, de plasticidad sobrecogedora -el trapecio en que se mece la puta vestida de ángel alado-, de penetración aguda, -la puta que quiere ser actriz seria, pero termina vistiendo globitos- y así, recurrimos al deseo de no sólo verlo, sino de leerlo para releerlo, guardarlo en la memoria efímera del teatro que es más efímera cuando ni se guarda ni se puede leer. La honra es para los actores de Baobabs que de maneras brillosas, filosas y certeras acometieron la batalla contra ese espacio de todos conocido y ahora gracias a ellos, desconocido e indómito; gracias por darnos palabra cuando esperábamos gesto pues esta palabra no traicionó la intención del gesto nunca. La palabra no duele en el teatro contemporáneo y perdonen, pero sé por qué lo digo. El cuerpo expresivo de los actores, y el de Kisha Tikina Burgos en particular -la muerte final, adosada con el humo fatal del cigarrillo imprescindible-, hundió placentros cuchillos en nuestra espectativa de un final catártico. Quedó más que complacido ese vulgar deseo incontenible de urgar en la condición humana, cosa de la que el teatro es absolutamente cómplice y responsable. Estos actores hicieron de De mala muerte una de las mejores y más significativas experiencias teatrales de que ha disfrutado el teatro contemporáneo puertorriqueño.

Notas reproducidas del Programa de mano DE MALA MUERTE de Boababs Inc.

Podemos crear cuando imaginamos. Claro que para crear, se necesita mucho trabajo. Baobabs es el producto de nuestros sueños y de un trabajo continuo. Baobabs era una idea, la idea de un árbol gigantesco que se adhería a su tierra y a sus raíces para nunca ser destruido; que se nutría de su entorno y, a la vez, aportaba al crecimiento de este. Hemos llegado aquí, a la concreción de esa idea, gracias al apoyo incondicional de todos nuestros amigos y familiares que desde el principio creyeron en nosotras. A todos ustedes va dedicada esta puesta en escena porque nos han brindado las fuerzas para seguir adelante en este arduo y amado camino. Baobabs seguirá cultivando frutos que transformen mentes y vi-

das. Después de todo, hemos venido a este mundo para hacer lo que soñamos y para comprender, poco a poco, que..."nada es lo que parece ser." Cuando internalizamos esto, las posibilidades en nuestras vidas son infinitas. -yaraní del valle

Baobabs, inc. es una corporación sin fines de lucro fundada por las actrices Kisha Tikina Burgos y Yaraní del Valle en noviembre del 2000. Baobabs colabora con un grupo de artistas destacados en disciplinas tales como el teatro, la expresión corporal, las artes plásticas, la música, la literatura y la pedagogía. Baobabs ha laborado durante los últimos tres años como una de las compañías más solicitadas por programas gubernamentales y privados dedicados a la preservación de la cultura y el trabajo comunitario y social. Uno de nuestros objetivos es desarrollar la dramaturgia de nuestros integrantes como punto de partida en nuestro que hacer teatral. Baobabs posee como misión desarrollar un espacio de laboratorio teatral de excelencia artística que sirva a la comunidad. Entre sus piezas teatrales figuran Risa Risita, Tres puntos en un límite, La Comparsa Viva y De Mala Muerte.

-kisha tikina y yaraní del valle,

fundadoras y directoras De Mala Muerte es un espectáculo teatral multidisciplinario producto de la constante búsqueda de nuevas formas teatrales de Baobabs inc. A través de la dramaturgia del actor las actrices y el actor construyeron personajes que desmitifican y exponen la problemática sexual y existencial de la mujer en la actualidad. Luego de sumergirse en una investigación histórica, estadística y personal durante ocho meses, las actrices y el actor se convierten en creadores fundamentales de su material textual y escénico. El director Israel Lugo profundiza en las propuestas, conceptualiza y de modo orquestral compone una línea dramática con todas las piezas. El propósito de dicho método de trabajo fue el interés de adentrarnos en una investigación minuciosa que nos permitiera decodificar la visión, estereotipos y prejuicios que la sociedad ha depositado sobre el cuerpo femenino. A pesar de todo ese proceso la vida de De Mala Muerte comienza con su primera puesta en Enlaces Café en el mes de abril y continuó con nuestra participación en el pasado IV Festival de Teatro Internacional de República Dominicana. En el transcurso los personajes han caminado hacia sus esencias y también otras inquietudes han aflorado, convirtiendo a De Mala Muerte en un espacio de exploración no sólo del cuerpo femenino sino de la psiquis del ser humano, tocando fibras tan intangibles como el amor y la identificación de géneros por ejemplo. De Mala Muerte es un espejo de lo que hoy sentimos, tal vez mañana nos miremos en él sin poder reconocernos y nos volveremos a desnudar aquí mismo, en este bar, sin miedo a la muerte, a la transformación. -kisha tikina

Comentarios:

ESFERA TEATRAL: Tres artículos recientes escritos por el, periodista y critico teatral puertorriqueño Angel Rodríguez Solís, sobre la vida teatral de la comunidad puertorriqueña e hispana en Nueva York, reproducidos del periódico La Voz Hispana, quien los publica semanalmente. Los incluídos pertenecen a los meses de julio, septiembre y diciembre de 2003.

POR ÁNGEL PREMIER SOLÍS

LA MUERTE DE TONY BETANCOURT6

¿Quiénes somos y cuál es el propósito de nuestra existencia? Así nos preguntamos años tras años. La verdad es que no existe una contestación exacta a este enigma. Sí hemos aprendido que lo importante es obtener satisfacción y paz en la tranquilidad. Esto nos conduce a un estado de felicidad. Reconocemos que todo lo que nos rodea se rige por un estricto orden de leyes físicas a veces incomprensibles para algunos de nosotros. Es que limitamos nuestros sentidos a la dimensión que nos rodea y nos olvidamos de que pueden existir otras que tal vez sean nuestro destino. Desde luego para llegar a esas dimensiones desconocidas nuestros cuerpos tienen que ser transformados. A esa dimensión vamos todos. El motivo de esta corta charla esotérica es que nuestro compañero de teatro Tony Betancourt se nos adelanto y partió hacia esa enigmática dimensión. Sin embargo se despidió de nosotros magistralmente. Con su amor de siempre para todos nosotros, él dejó un sensible mensaje en un monólogo cómico que le escribió a la actriz Barbie Rivera. Él título es La Muerte y dice así -

“¿Saben quién les habla? Uno que es amigo de todos ustedes. ¿Por qué esas caras? ¿No les caigo bien? ¿Será porque estoy de negro?

El negro es un bonito color. Ustedes visten

6 Tony Betancourt fue un importante cineasa y teatrista cubano-puertorriqueño, que trabajó en Nueva York la mayor parte de su vida. Entre sus créditos están los libretos de muchas de las películas filmadas en Nueva York en la década del 70 y 80. En un próximo número publicaremos el índice de su colección que fue donada en vida de su autor, al ANTCAP.

de negro cuando van a una fiesta, una boda, un bautizo, una toma de posesión y claro a un entierro. Espero que no sea por eso que me miran así. Ustedes me echan la culpa de cosas que yo no he cometido. ¿Por qué se matan? Yo no los obligo a se maten. Entonces, ¿Por qué me odian? Oigan, yo no odio a nadie. Yo sólo cumplo con mi deber. Es que ustedes no se han dado cuenta de la clase de empleo que tengo. Es de morirse. Bueno, morirse uno no. No se permite llevarme a mí mismo. Este es mi trabajo eternamente. No sé por qué pero ya casi me acostumbro a él. Digo así porque a veces me quejo como lo estoy haciendo ahora. Pero nada, ya se me pasa y me tranquilizo y continuo con mi labor. Lo que no entiendo es por qué ustedes me condenan a estar solo. Quiero decirles que yo pienso mucho en ustedes. Miren, hasta me da pena llevarme a algunos. Pero no lo puedo remediar porque es mi deber, mi trabajo. Ha eso sí, tengo mis preferidos. Me gusta llevarme a los abogados. Es que hay tantos que creo que muchos se mueren de hambre o peor, se hacen políticos para mal de todos ustedes. Nada, es mi profesión y debo de hacerla bien. Ustedes también deben de hacer sus trabajos bien y con mucho amor y talento como yo. Comprendan y no me odien y sobre todo por favor no me tengan miedo. No me gusta estar solo. Mi vida es triste como una negra noche de lágrimas. Voy por las calles buscando compañía. Buscando a alguien que quiera pasar un rato con la muerte. Pero no encuentro a un valiente que se tome una taza de café conmigo. ¡No nada, es que tengo una mala suerte! ¡Esta soledad me mata! Vamos no se rían. Ayúdenme... déjenme ser amigos de ustedes. Por favor no corran despavoridos al verme. Es como si hubieran visto al mismo diablo. No, él es él y yo soy yo. Zapatero a su zapato, yo tengo mi dignidad y él tiene la suya. Yo mi profesión y él la suya. Ampárame negra noche que más malo que ese no hay nadie. Bueno, no necesariamente. Me retracto. El pobre tiene que cumplir con sus compromisos. Hay que ser comprensivo en la vida. Mas sin embargo, sé que Lucifer tiene un buen club de fanáticos. Huy, salen con él a matar, a robar, a endrogarse, a violar mujeres y a niños. Vaya, ¿Cuántos seguidores tiene el señor ese? Yo soy lo contrario, no tengo ni un fanático que alegremente me celebre. Y a pesar de que yo hago mi trabajo bien. Ese señor me causa mucha envidia. No, digo la vida no hay quien la entienda y el que la entiende queda loco. Cuando en horas de trabajo visito una residencia me reciben con llantos, gritos, pataleos pero ¿por qué? La pregunta me la repito una y mil veces. ¿Qué es lo que se creen? Es que no entienden la ley de Dios que dice que hay que nacer para poder morir. Salimos del polvo y al polvo regresamos. La muerte es la recompensa de la vida. ¡Cómo nadie reconoce que yo soy ese premio! Deberían sonreír cuando yo llego. No nada, es que me da una rabia. No, ya basta, ya me calmo. Yo sé que hay que tener la tranquilidad para aceptar las cosas que no se pueden cambiar, el coraje para cambiar las cosas que sí se pueden cambiar y la sabiduría para saber la diferencia. Hombre, nacer y morir son realidades. Las estadísticas en este país demuestran que cada 8 segundos nacen una persona y cada 13 segundos muere alguien. Es una constante evolución. Una mariposa evoluciona, primero es gusano y después se convierte en mariposa. La vida es igual. Mi mundo es el punto evolutivo de la vida. La fiesta se debe hacer al morir porque ingresan a un mundo placido, sublime y sagrado. Al nacer se ingresa a un mundo de sufrimientos, angustias y dudas. He leído en los diarios que hablan horrores de mí. Eso es injusto. Me confundo. La humanidad es así, incomprensible. Cuando nace alguien todo es alegría. Los padres regalan paletas, tabacos, brindan, se abrazan y se felicitan. Cuando muere alguien hay un poco de semejanza pero la celebración es pesada, triste. Fuman cigarros. Toman café o chocolate y se cuentas chistes coloraos tratando de alegrarse un poco, pero mentira. La única alegría que sienten es de que no le ha tocado el turno de morirse todavía. Y al muerto lo despiden con una tristeza horrible. Como si fuera a tener un jodido destino. ¡Que ignorantes!¡ Si supieran la alegría del alma del muerto! Si se percataran que se quito ese horrible carapacho imperfecto de dolor constante. Si percibieran que el muerto está bien alegre. Claro ese misterio no les he revelado hasta el momento de la muerte. Porque primero deben reflexionar y aprender a vivir cada día como su último día. A estar diariamente preparados para el viaje eterno. A pensar en mí como un amigo. A aceptar que yo soy la Parca compañero de todos. A ir abandonando rencores, celos, envidias, odios, vanidades, corajes y cualquier exceso que le pueda hacer daño su espíritu. Sí yo sé que es difícil

tratar de ser perfectos. Pero carajo, de eso se trata. De pasar la prueba de la perfección.

Para eso se nace en la escuela de la vida.

Para aprender y poder alcanzar altos niveles espirituales que les permitirá entrar y poder convivir junto a lo único sacro del universo, su creador. Cuando muere un niño me tildan de criminal. Preguntan como te lo pudiste llevar, asesino. No comprenden que un niño es puro. Que inmediatamente lo presento a la diestra del Dios Padre junto con todos los

Ángeles en celebración de su llegada. Que no tuvo que soportar la prueba de la vida por años. No tienen que llorarlo sino celebrarlo como antiguamente lo hacían con un baquiné. Yo comprendo que no entienden nada de esto. Solo los ricos de espíritu lo comprenden. Y si el que se muere es una vieja o un viejo de 100 años me gritan abusador. ¿Pero qué quieren? Que los deje para semillas. Lo que más me molesta son las viejas que gritan llorando. ¡Porque te lo llevaste tan bueno que era! ¡Me quiero ir con él! Si vieran lo ridículas que se ven. ¡Hipócritas que mientras el viejo vivía no venían a verlo! Son pocos los días los que pasan para olvidar al muerto y echarse otro marido a la carrera. No que se lo critique porque la prueba de la vida tiene que continuar sino que no entienden el motivo de la muerte. Últimamente he tenido que trabajar ‘overtime’ con el asunto de la guerra, las drogas. También tuve que dar unas conferencias a unos que vinieron buscando once mil vírgenes para estar con ellos. Que trabajo me dio convencerlos que no había tal cosa. Que los habían engañado. ¡Se querían regresar para vengarse del que los engaño! Les dije que eso era imposible. Gracias a Dios que mi amigo Lucifer mandó una limosina para llevárselos a sus palacios de fuego donde sí hay más de once mil putas que pasan por vírgenes quemándose. Bueno muertos bienvenidos a mis predios. Sí muertos. Porque si han oído mis palabras es porque están muertos. No se olviden yo soy la

Parca. Ahora para saber si están vivos o muertos todo lo que tienen que hacer es darse un pellizco. Si les duele es que están vivos y simplemente están soñando pero si no les duele bienvenidos sean. Mi nombre es La

Muerte (Apagón).

Esta pieza teatral refleja un mensaje que a pesar de ser jocoso lleva consigo un sentimiento, un presentimiento y una despedida de nuestro gran amigo. Como siempre en sus obras el público encontraba esparcimiento espiritual en la risa. Tony Betancourt tenía esa habilidad de hacer reír y llorar a su público por sus mensajes humanos que enseñan como pasar la prueba de la vida con alegría y pureza. Siempre utilizo el teatro para educar al pueblo de lo bueno y prevenirlo de lo malo. Lo recordamos con alegría como era él.

PREMIOS, VANIDAD y otras desgracias

Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Es vanidad el que los directores y autores de obras de teatros se den publicidad ellos e ignoren a los actores que son el ingrediente principal de sus producciones. Ellos son tan importantes como los directores. Esta es una costumbre que no debería continuar. Es deprimente ver como algunos directores anuncian las obras como si la gente fuera a verlos a ellos. Es la labor de los actores lo que complementa el talento del director. Si no hay labor en los actores no hay director ya que ellos no pueden ejecutar las obras solos. Es mejor ser primero actor antes de convertirse en director para guardar el respeto preciso y necesario. Cuando un director es actor primero se ve moralmente obligado a mantener una humildad y respeto por una profesión que conoce a fondo. Memoricen bien que el publico va al teatro a ser entretenidos por los actores no a ver a los directores. En la humildad y el respeto está la grandeza de un director. Bueno, un regaño de cuando en cuando le hace bien al espíritu y mejora la profesión. Y hablando de mejoras, ¿por qué no se mejora el sistema de otorgar premios teatrales en Nueva York? ¿Por qué no se deja que sea el público el que haga las decisiones? Un ejemplo de ello es la Asociación Americana de Películas. Son millares de miembros los que votan para los premios del famoso Oscar. Las mayorías nunca están equivocadas porque es un voto privado donde no hay control ni dominio de una minoría. Es casi la misma forma como funciona nuestro gobierno democrático. Las organizaciones podrían tener un ‘Internet website’ que estaría anunciado en los programas de los teatros. El publico votaría en la privacidad por los actores preferidos sin ninguna influencia ni intereses creados como existen actualmente. Después de todo es el publico el que está más capacitado ya que ellos son una mayoría y su voto sería justo por su cantidad. Así se borra el rumor de que en cuanto a premios un concurrente solo a la obra de teatro luego decide quien debe ganar. Si estos rumores son ciertos, ¿Dónde se ha visto que una sola opinión humana tenga el genio total para hacer una decisión que requiere una serie de opiniones de otros individuos para estar de acuerdo y otorgar el premio justamente?¡Tanta arrogancia es una falta de respeto a ellos y al teatro! Lo más triste también es que se rumora que estos jueces nunca han

sido actores ni directores porque consideran que los actores y directores no tienen ética moral ni están capacitados para hacer estas decisiones. ¡Válgame Dios! Se rumora también que estas organizaciones prefieren a cualquiera como juez aunque no tenga la certificación ni experiencia precisa. Qué falta de respeto señores. ¿Adónde vamos a llegar con tanta falsa vanidad? Digo, y si esto es cierto ¿de qué sirve la experiencia, el sudor de los años? Para ellos, se rumora que no sirven de nada. Si esto es así forma parte del estado caótico en que se encuentra nuestra sociedad. Nada, que a pesar de ser rumores, cuando el rio suena es porque agua trae. Es que no se han dado cuenta que son los culpables del decaimiento de las artes. No se han dado cuenta que las artes se han eliminado de los sistemas escolares debido a esta falta de reconocimiento a lo que es verdadero y no falso. ¡No hay respeto señores!¡ No hay respeto! Ejemplo de esto son los consejos sicológicos que brinda un reportero en uno de los canales hispanos. Este señor habla en términos psiquiátricos dando consejos sobre el sexo a los televidentes. Este reportero carece de certificación académica para ocupar dicho cargo. Y el juez que insulta a sus compatriotas mejicanos, en la pantalla de televisión con una audiencia de millones, por ser pobres y analfabetos. Pero parece que ha nadie le importa. Todo es aceptado bajo la cúpula del entretenimiento. ¡Qué ejemplo de mediocridad para nuestra juventud! ¡Qué falta de respeto a la comunidad hispana de parte de dicho canal que lo autoriza! Pero como en la vida hay que tener la serenidad para aceptar las cosas que no se pueden cambiar y el coraje para tratar de cambiar las que sí se pueden cambiar. Por eso trato de ilustrar al pueblo un poco el cual tiene el poder de hacer esos cambios. Pero no me olvido que debo tener la sabiduría para saber la diferencia entre lo que se puede lograr y lo imposible. Cecil Villar sí logra lo imposible y es el triunfo de su festival Candilejas. También logra confirmarse como la reina actriz del teatro bufo con su divertida actuación en la comedia Las Confesiones de Marica donde dominó en su totalidad a la audiencia cautivándolos con sus artimañas teatrales. La comedia de Roberto Alexander Pérez presenta una faceta humana de dos hombres que se aman pero tienen que esconder sus sentimientos debido a otros compromisos familiares que toman prioridad. Al fin se resuelve todo al descubrirse la verdad. Tiene un final feliz y realista como la obra en sí. El autor actuó en la obra lo cual ayudó a la cristalización del realismo en una escena simbólica de un beso intensamente medido e inesperado pero técnicamente bien logrado entre los dos hombres de la obra. Este detalle contribuyó a aumentar la intensidad del drama y desarrollo de la obra. Su actuación y la de su compañero Emiliano Santa Cruz lograron su cometido teatral demostrando el alcance de sus capacidades histriónicas. Maria Angélica Ayala tuvo la oportunidad de demostrar fácilmente lo frívolo y picaresco de su personaje complementando entre sí con Mariana Buoninconti y su sensualidad escénica. Ambas estuvieron excelentes. También se presentó en el festival la obra escrita y dirigida por Héctor Luis Rivera Dos Fridas, Dos Diegos. Como siempre el genio del autor director se extralimita pero no por accidente. Es que hay universos de mundos que contar de los gigantes de nuestra historia. Para lograrlo se necesita a otro gigante. Hay que compenetrar en la capacidad cerebral para decidir que hacer con un material estudiado que no tiene limites. Los libros y las obras de estos dos pintores son infinitas por lo simbólico e intenso de sus vidas. Cualquier ángulo que se escoja para estudiar sus vidas causan que se multipliquen a otros ángulos más. Hay que comprender que los sentidos del autor respondieron a estos estímulos. Solo un genio puede descifrar las extravagancias de otro genio y convertir su descubrimiento en una nueva extravagancia. El teatro se presta para ello y a la verdad que limita ya que dice más con menos. Si la obra que se presentó se hubiese escrito en novela serían diez tomos y horas para leer en vez de tres actos y tres horas para ver. Y la verdad de todo es que la historia no se pudo contar toda porque nunca se puede cuando se trata de genios. Esta presentación fue la primera parte de una trilogía en la vida de la heroína que trata de los mitos y realidades de la famosa pintora. Una de las facetas que resalta la obra es la herencia judía de Frida. Esta herencia a pesar de mencionarse en la obra es opacada por el deseo de Diego Rivera de crear una Frida totalmente mejicana. Tanto es así que pasa a llamarla la única gran pintora mejicana. Uno de los detalles más importantes de esta producción es que fue un proyecto en conjunto del Seminario Veraniego del Teatro Tebas. Los actores participantes fueron los que hicieron las investigaciones históricas contribuyendo en su totalidad al éxito de la producción. No solamente rebuscaron la vida de Frida y Diego sino que intensamente entregaron al publico una actuación de un calibre mega tónico. Estos actores y actrices sabrían como votar por los premios teatrales en el Internet si tuvieran la oportunidad. Felicitamos y brindamos como premio espiritual La Esfera Teatral en conjunto con el director / autor a Fior Marte, Jader San Miguel, Carlos Rodríguez, Franco Galecio, Francisco Rosario, Kathy Tejada, Morena Pomales, Marlene Jacobs, Jairo Marín, Ivanna Ivanna, Edison Carrera, Edward Azcorra, Laura Michelle, Ernesto E. Lopez, Nolvia Altamirano y Camilo Prada. Estos individuos son estudiantes eternos de sus artes. Otro acontecimiento muy bonito fue la presentación que hicieron los estudiantes del taller de ex-

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