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TEOLOGÍA

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Alan Perdomo

@alanperdomo4j

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Doctrinas paganas muy populares en las iglesias de hoy

DOCTRINAS PAGANAS? ¿EN MI IGLESIA? ¡NO PUEDE SER! ¡NOSOTROS SOMOS

CRISTIANOS FIELES! Pues aunque parezca imposible, parece que cada vez estamos admitiendo más ideas extrañas en nuestras congregaciones. La influencia de métodos que parecen funcionar y la fascinación occidental con las religiones orientales son algunas de las razones para este fenómeno. En este artículo examinaremos algunas de esas doctrinas y costumbres, las cuales, lejos de ser bíblicas o incluso cristianas, provienen de diferentes religiones paganas supuestamente superadas hace mucho tiempo.

ANIMISMO: LOS OBJETOS TIENEN ESPÍRITUS

El animismo es una de las formas de religión más antiguas de la humanidad. Consiste en la creencia de que todos los objetos inanimados, los elementos de la naturaleza o aun algunos eventos son controlados por un alma (ánima) o un espíritu. Por lo tanto, los objetos pueden transportar entidades espirituales y su influencia de un lugar a otro.

En muchas iglesias de hoy se ha hecho popular animar a los cristianos a destruir objetos asociados con influencias satánicas o mundanas, bajo el criterio de que producirán efectos dañinos o que abrirán las puertas a seres del mundo espiritual. Así, por ejemplo, hubo un tiempo en el que si se deseaba romper con la mala influencia de cierta música considerada satánica o demoniaca, lo que se debía hacer era destruir los discos públicamente. Además, distinguidos líderes de iglesias advertían a sus miembros acerca del peligro de tener en su hogar máscaras, estatuas u otros objetos decorativos artesanales, bajo el riesgo de estar invitando a Satanás a su hogar. Incluso algunos se oponían a la compra de ropa usada, ya que algún pecado, maldición o influencia tenebrosa podía traspasarse al nuevo dueño por medio de ella.

Varias evidencias bíblicas se han propuesto para apoyar semejante idea. Primero, el supuesto poder del arca del pacto en contra de los pueblos paganos. Es necesario aclarar que el arca era un símbolo de la presencia y el poder del Señor entre su pueblo. Esta es la razón por la que ocurrieron desastres en esos pueblos cuando la capturaron. Dicho de otra forma, no es el objeto el que tiene el poder, sino el Señor mismo (1 Sam. 5:9).

Segundo, los pañuelos y delantales pertenecientes a Pablo que fueron utilizados para sanar a enfermos y endemoniados (Hch. 19:12). En cuanto a ello, se puede observar en el verso anterior (Hch. 19:11) que los milagros eran realizados por medio del apóstol, no de los objetos en sí. Lo más probable es que, teniendo Éfeso un ambiente cargado de hechicería, era necesario que Dios reafirmara la autoridad de Pablo por medio de milagros inusuales como este. En todo caso, se puede observar que el evento fue extremadamente raro y no se encuentra de nuevo en la Escritura.

Tercero, se señala cómo Pablo mismo declara que cuando los paganos sacrifican a ídolos, “lo hacen para los demonios”, estableciendo una conexión entre los ídolos y la influencia satánica. Para comenzar, hay que ser absolutamente claros acerca del poder de los ídolos. La Escritura afirma que “sus ídolos no son más que viento y confusión” (Is. 41:29); Isaías 44 hace una larga descripción de los que fabrican ídolos, haciendo énfasis en lo ridículos que se ven al fabricar imágenes y luego declararlas sus dioses, cuando en realidad no son nada. El Salmo 115 fue escrito con la intención de reafirmar la grandeza del Señor en contraste con la inutilidad total de los ídolos, los cuales son solamente “producto de manos humanas” (Sal. 115:4). Por si esto fuera poco, en el Nuevo Testamento, Pablo declara: “sabemos que un ídolo no es absolutamente nada” (1 Cor. 8:4). Entonces, ¿qué es lo que el apóstol quiere decir cuando escribe que sacrificar a ídolos es hacerlo a los demonios? En realidad, lo que él está afirmando es que el acto de la idolatría es una práctica instigada por Satanás y que termina honrándolo a él y a sus emisarios, ya que le roba a Dios el lugar que sólo Él merece.

Por supuesto, no se pretende defender aquí el uso de objetos paganos o música con mensaje dañino en

No debemos adoptar costumbres o prácticas solamente porque parecen funcionar bien, y mucho menos porque sean populares.

el culto o en el hogar. Es claro que todo aquello con lo que pasamos tiempo o que apreciamos, termina ejerciendo una influencia en nosotros, por lo que no es recomendable tener este tipo de artefactos. Además, es necesario recordar que las cosas que hacemos o los objetos que usamos comunican cierto mensaje a los demás, el cual debe glorificar a Dios. Sin embargo, el cuidado es porque hay ideas que influyen en nosotros o por los mensajes que transmitimos; no es porque los objetos en sí sean pararrayos de demonios o porque las influencias satánicas se traspasan por ósmosis de un objeto o un adorno a nuestras vidas.

PLATONISMO: EL CUERPO ES INFERIOR

La filosofía griega ha tenido una gran influencia sobre algunas áreas del cristianismo. Las ideas de Platón, por ejemplo, han impactado fuertemente en las ideas teológicas acerca del ser humano. El filósofo griego enseñaba, entre otras cosas, la existencia de un mundo de ideas, el cual era superior o más perfecto que el mundo material. En este sentido, el cuerpo es visto por los platónicos como un mal necesario; una parte inferior, mientras que la parte superior es el alma. De hecho, al cuerpo se le llamaba “la prisión del alma”. Quizá esa fue la razón por la que los filósofos de Atenas escucharon con interés a Pablo hasta que él mencionó el tema de la resurrección (Hch. 17:32). A ellos les debe haber parecido absurdo que el cuerpo iba a cobrar vida de nuevo… ¿para qué? Según ellos, si el ser humano ya se había librado de su prisión, ¿cuál sería la razón para desear que esa cárcel fuera restaurada?

Esta idea de que el cuerpo es inferior o despreciable se ve reflejada aun el día de hoy en muchas iglesias cristianas. Aunque los evangélicos no poseemos monasterios o conventos formales, sí seguimos creyendo que los sacrificios corporales nos dan cierto mérito espiritual delante de Dios. Una muestra de ello son eventos y ritos, tales como los retiros espirituales, ayunos o noches de oración, los cuales se realizan, muchas veces, no para hacer énfasis en una actitud interna de humillación y dependencia del Señor, sino para demostrar el nivel de sufrimiento al que hemos tenido la capacidad de llegar. Así, la oración adquiere mayor poder cuando se lleva a cabo de rodillas o al dejar de comer, ya que hacerlo así implica sacrificios meritorios delante de Dios.

Bajo estos criterios, en el pasaje de Gálatas 5:16-25, lo espiritual se interpreta en términos platónicos: es el mundo superior al que debemos entregarnos, mientras que “lo carnal” y lo despreciable no es lo pecaminoso sino lo material. Entonces, el placer o el disfrutar son vistos con cierta sospecha, ya que estas actitudes se asocian con el pecado y lo mundano. Las palabras de Jesús, quien vino a darnos vida abundante (Juan 10:10), se entienden en términos exclusivamente espirituales. Incluso el texto de 1 Timoteo 6:17 que afirma que Dios nos dio “de todo en abundancia para que lo disfrutemos” es interpretado como un disfrute espiritual, no material.

A diferencia de estas ideas paganas, la Palabra de Dios sí afirma que nuestra vida es integral, ya que todo lo que hacemos es de naturaleza espiritual, porque vivimos vidas en Cristo Jesús. El comer, trabajar, tener amistades o recrearnos son actividades que se realizan dentro de la esfera del control y el señorío de Jesucristo sobre toda la vida. De hecho, la Biblia exalta el cuerpo afirmando que es templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19) y que debe ser presentado como sacrificio vivo a Dios (Rom. 12:1). Además, 1 Cor. 10:31 dice que aun el comer y beber deben ser hechos para la gloria de Dios, colocando todas las actividades bajo el dominio del Señor. Por último, el Señor asegura que el cuerpo será transformado, haciéndolo parte de la salvación en Cristo Jesús (2 Cor. 5:1-4). Como puedes ver, a diferencia de lo que enseña el platonismo, el cuerpo no debe ser separado del resto de la vida, sino estimado como parte integral de tu ser, utilizado para servir al Señor y puesto bajo la soberanía de Jesucristo.

BUDISMO: LA MENTE TIENE PODER SOBRE LA MATERIA

La religión budista está basada en ciertas “nobles verdades” enseñadas por Buda a sus seguidores. Estas doctrinas están fundamentadas en la idea de que la mente es la fuente tanto del placer como del dolor. Una de las principales metas de esta religión es el “Nirvana”, o ausencia total del sufrimiento. Este estado se alcanza mediante disciplinas estrechamente relacionadas con la mente, como la meditación o el cultivo de actitudes positivas. Así, la visualización impulsada por la imaginación es uno de los medios principales por el que los budistas llegan a esta “nada total”.

En las iglesias de hoy, esta idea de visualizar es cada vez más común. Por ejemplo, se anima a los cristianos a orar previendo de antemano los resultados específicos de la oración. Esta acción no consiste solamente en ejercitar la fe, sino que es una parte funda-

mental del proceso para recibir lo que se pide. De hecho, si no se logra “ver” en detalle lo que se desea recibir, quizá Dios no pueda responder esa oración o, en todo caso, lo que él conceda no corresponda con lo que se anhelaba.

Por otra parte, y relacionado con ello, existe la idea de que las palabras que se dicen en el diario vivir tienen poder creador; o sea, que lo que decimos se vuelve realidad. De aquí provienen las prácticas de “declarar bendiciones” o de “reclamar” ciertas promesas al Señor. Además, se advierte que hay que tener extremo cuidado al hablar, ya que con solamente afirmar algo negativo, se está atrayendo su realización o cumplimiento. No se está hablando aquí de una actitud positiva y de utilizar palabras de afirmación que estimulen, edifiquen y animen al prójimo, lo cual sería correcto. Detrás de estos conceptos se encuentra la idea budista del poder de la mente sobre la materia. Se trata del viejo anhelo humano de controlar aquello que no está bajo su poder, el cual lleva a muchos a prácticas supersticiosas y mezcladas con conceptos humanistas y doctrinas de origen oriental, pero que no tienen fundamento bíblico.

En lugar de estas prácticas, el creyente debe mantenerse confiando en la misericordia incomprensible del Señor en nuestras vidas. Dios no es una especie de máquina cósmica que dispensa productos solamente si presionamos los botones adecuados o si decimos cierto “abracadabra” mágico. No se debe olvidar, en primer lugar, que creemos que Él es un Padre bondadoso que sabe de qué cosas tenemos necesidad (Luc. 12:30). En segundo lugar, creemos en un Dios soberano, el cual ejecuta su voluntad y no está obligado a responder siempre de manera positiva nuestras oraciones (1 Jn. 5:14). En tercer lugar, nuestro Dios es poderoso; tanto que Él puede concedernos mucho más de lo que nosotros pensamos (Ef. 3:20-21) porque sus planes son más altos y perfectos que los nuestros (Is. 55:8-9). Por todo esto, solamente Él merece la gloria por todos los siglos.

CONCLUSIONES

Lamentablemente, la lista presentada en este artículo no es exhaustiva. Cada vez más aparecen ideas y doctrinas que pretenden ser “la clave” para recibir bendiciones. Es responsabilidad del líder investigar el origen de cada práctica que sea propuesta.

No debemos adoptar costumbres o prácticas solamente porque parecen funcionar bien, y mucho menos porque sean populares. La medida de la evaluación no son estos factores, sino que la doctrina que se enseña esté de acuerdo con la de la Escritura (Dt. 13:1-3).

Seamos estudiantes asiduos de la Palabra del Señor. De esta forma, estaremos mejor preparados para analizar y evaluar las doctrinas, prácticas e ideas que se presentan cada día.

Muchas de estas costumbres provienen de la necesidad desesperada de obtener bendiciones y respuestas a problemas prácticos de la vida moderna. Necesitamos como líderes de la iglesia de Jesucristo, regresar a la

Escritura, confiando en ella como la revelación máxima de un Dios soberano y sublime; “Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca” (Sal. 115:3). Además, debemos aferrarnos a la convicción de que el amor de Dios “es tan grande que rebasa los cielos”, pero que al mismo tiempo, su verdad “llega hasta el firmamento” (Sal. 108:4). Este es el punto de partida seguro en nuestra búsqueda de respuestas para la vida.

Alan es originario de Honduras. Reconocido maestro de Teología e Historia. Por muchos años trabajó como profesor en el Seminario Teológico Centroamericano (SETECA) en Guatemala. Autor del libro para jóvenes «¿Y tú, qué crees?»

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