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METROPLEX

Jean C. De León

Jean vive en Santo Domingo, Rep. Dominicana. Es líder juvenil y encargado del dpto. de misiones en su iglesia local. Director de Liderazgo y Ministerio Juvenil (LMJ). Escritor de yosoydinamico.com. Estudiante del IEJ Ext. Rep. Dominicana. Esposo de Yokasta.

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Más que hormonas y sentimientos

Viernes 25 de septiembre, culto de confraternidad de jóvenes. Jéssica viste un vestido elegante adornado con bellos accesorios y unas hermosas zapatillas doradas, sus manos levantadas mientras el ministerio de adoración cantaba. En la fila de la izquierda se encontraba José un joven apuesto, con un físico de atleta, quien a diferencia de Jéssica, no estaba adorando, si no que la estaba observando; de pronto ella se da cuenta de que José la miraba, y dejó salir una encantadora sonrisa, que cautivó mucho más a José, quien luego de terminar el culto la invitó a comer helado y ella aceptó. Una semana después establecieron una relación de noviazgo que no duró más de cuatro meses y terminó en una tragedia sentimental, y la hermosa Jéssica con su alegre corazón destrozado. Sé qué estás pensando… ¿qué paso en esta relación? Todo empezó como «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; una hermosa historia de amor, fue un flechazo a primera vista; pero para una ¿quién lo conocerá?» Jeremías 17:9 relación saludable y estable hace falta más que enamoramiento, sentimientos, atracción física y hormonas revueltas. Este es el principal problema de la juventud y la adolescencia; creen que para establecer una relación amorosa solo se necesita «AMOR». Y en realidad es así; para una buena relación, solo hace falta amor, pero el problema es que el concepto que tienen de amor está totalmente desenfocado y erróneo. Mi pregunta ahora es la siguiente ¿A qué le llamas amor? A una atracción física, a un sentimiento, a un deseo sexual o quizás a una pequeña fiesta de hormonas alborotadas. Para saber realmente qué es el amor tenemos que irnos a un libro inspirado por el mismo amor (Dios), que nos dice lo siguiente: «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará» 1 Corintios 13:4-8 Cuando entendemos realmente qué es el amor y lo ponemos en práctica en nuestras relaciones, estas serán saludables y duraderas. Esta es la razón por la cual Jéssica terminó sufriendo tanto; más que amor, lo que movía su relación eran sentimientos y atracción sexual, que luego de algunos meses desaparecieron dejándolos sin ningún motivo para seguir juntos. Pero no solo eso, sino que por la falta del amor verdadero que todo lo espera y no hace nada indebido, pensaron que esperar hasta el matrimonio era demasiado aburrido y anticuado. Hoy Jéssica tiene dos meses de embarazo y José es el actor principal de la película The Invisible Man (El hombre invisible). Desde que Jéssica le contó que estaba embarazada él desapareció dejándola sola y con su corazón destrozado. Para una relación saludable y estable hace falta más que sentimientos y hormonas revueltas. Hace falta tener confianza, responsabilidad, respeto, estabilidad y una edad adecuada; pero sobre todo hace falta tener a Dios en el centro de la misma, ya que Él es el amor. Un noviazgo no sólo es besos, abrazos y caminar de la mano; el noviazgo es la fábrica donde se construyen las relaciones, los matrimonios y las familias. Dependiendo de cómo construyas y de qué materiales utilices, será la calidad de las relaciones. A la hora de establecer una relación amorosa recuérdale a los chicos pensar y decidir con la cabeza y no con el corazón. Que no decidan establecer una relación por presión de grupos o impulso de hormonas.

Lucas Leys

@lucasleys

Lucas es el director internacional de Especialidades Juveniles y uno de los oradores y escritores más influyentes entre la juventud hispana. www.lucasleys.com

Experimentar a Dios

uestra misión como líderes de la nueva generación es comunicar las buenas nuevas del evangelio de manera relevante, y eso no pude hacerse si nos limitamos a usar las mismas tradiciones de siempre y los mismos formatos que nos dan resultados para alcanzar y discipular adultos.

bello se hace de repente. Una relación con el Señor lleva tiempo. Hay picos en que experimentamos su presencia claramente pero también hay valles donde sentimos que estamos solos. Por su Palabra sabemos que Dios está, pero puntualmente en el tiempo no siempre podemos experimentarlo. Lo sensacional es mirar hacia atrás y notar con

Los jóvenes y adolescentes de esta generación viven en un mundo muy diferente al de sus padres. Un mundo multimedia, visual, interactivo, informático, pluralista, lleno de posibilidades, entretenimientos y elementos tecnológicos. El evangelio de Cristo es siempre el mismo, pero la manera de comunicarlo debe responder a las características contextuales. La clave para ayudar a levantar una nueva generación de adoradores es que nuestros jóvenes experimenten a Dios de una manera fresca, genuina y transformadora.

Experimentar a Dios resulta impredecible

No se puede colocar a Dios dentro de nuestra agenda. Me gusta cuando insistimos en que tenemos que estar dispuesto a que si Dios se manifiesta en una reunión no intentemos controlarlo para respetar la programación. Dios no se ajusta a nuestros programas. Claro que podemos hacer un uso inteligente de ciertos elementos cúlticos que nos ayudan a concentrarnos en alguna verdad bíblica e incluso en la presencia de Dios. Pero al fin y al cabo, encontrarnos con él es algo muy difícil de predecir. La gran cuestión es que por tanto tiempo nos hemos comportado como si Dios solo apareciera en nuestras reuniones, que varias generaciones dentro de la iglesia han ido perdiendo sensibilidad en cuanto a los momentos en que Dios se manifiesta en otras circunstancias y fuera del templo. Si enseñamos correctamente de qué se trata la adoración, ayudaremos a nuestros jóvenes a estar expectantes de la presencia de Dios aun en los momentos más inesperados y en los lugares más inusuales.

Experimentar a Dios es un proceso

Podemos notar claramente esta verdad en la historia de Jesús en la que él se aparece a los dos amigos que iban camino a Emaús. Jesús no se encuentra con ellos para responder todas sus preguntas y corregir su pensamiento equivocado con respecto a su muerte. Él les hace preguntas, poniendo su atención en ellos por encima de lo que responden y de que sea correcto o no. Deja que ellos descubran, en vez de contarles el final, lo que verdaderamente había ocurrido con respecto a su muerte y resurrección. Dios es un artista y nada sorpresa el modo en que esas circunstancias, en que nos creímos solos, terminaron siendo parte de lo que Dios estaba haciendo en nuestra vida y se nos hace evidente que Dios sí estaba presente a pesar de que en ese momento no nos parecía.

Experimentar a Dios tiene que ver con Dios, no con nuestro liderazgo

El ambiente evangélico se ha acelerado en su búsqueda de héroes. Veo por televisión a la iglesia evangélica, y algunos pastores me causan gracia. Hablan como si estuvieran solucionando los problemas del mundo en sus sermones, cuando su único mérito es tener una iglesia grande, en medio de una comunidad donde nada cambia. Aunque si pensamos en lo que significa la palabra «grande», y consideramos los millones de hispanoamericanos que todavía no conocen a Cristo, deberíamos darnos cuenta de que las nuestras son insignificantes en tamaño. Por eso, este es un tiempo en el que necesitamos ser humildes y cabales con respecto al espacio que ocupamos y a nuestras limitaciones. Jesucristo es el Mesías. No lo es ese pastor que predica muy bien. No lo soy yo ni lo eres tú. No tenemos la responsabilidad de solucionar todos los problemas de nuestros jóvenes. No somos responsables si luego de escuchar todo lo que tenemos que decir de la adoración no quieren convertirse en verdaderos adoradores. Tampoco somos el San Pedro portador de las llaves del éxito de nuestros jóvenes. Dios es Dios y el ser humano tiene libre albedrío. Hagamos lo mejor que podamos en lo que nos toca, pero al fin y al cabo, el que alguien, que no somos nosotros mismos, experimente a Dios y el modo en que lo haga no es nuestro tema. Es el tema de Dios y el de esa persona. Yo creo que en este sentido resulta fundamental que entendamos lo que comprendía Juan el bautista cuando dijo: «A él le toca crecer, y a mí menguar» (Juan 3:30). Con esto no quiero decir que no nos quepa ninguna responsabilidad. Definitivamente nosotros podemos llevarlos hasta el umbral de una experiencia con Dios, pero una vez allí no podemos producirla.

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