¿CUAL ES NUESTRA DIETA?

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Por José Rubén Arango

¿CUÁL ES LA BASE DE NUESTRA DIETA ALIMENTARIA? 2 REYES 4:38-44 “Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres1; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era” (V,39). Parecían hermosas, jugosas y apetecibles calabazas… y las recogió. Prepararon de ellas un suculento potaje y lo sirvieron a los hijos de los profetas en Gilgal, porque había hambruna en la tierra. Cuando van a probarlo, cuando comienzan a comer del guisado, cataron un sabor extraño y algunos gritaron: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. ¡Tremendo cuadro! NOTA INTRODUCTORIA Literalmente, el texto nos enseña acerca del poder sobrenatural que Dios dio al ministerio profético de Eliseo, para mostrar su gloria a Israel, para manifestar su Soberanía y enseñar a la nación que ElShaddai es Señor de los imposibles, pues suya es toda la creación y para Dios nada es imposible. Así, en nueve oportunidades, al menos, Eliseo actúa con fe y poder, creyendo que Dios hará por la palabra declarada, como efectivamente ocurrió. Eliseo ordenó, se hizo como él dijo y aconteció el milagro. Dios es soberano. Aparte de los dos casos que examinaremos aquí, tenemos lo que sucedió con (1) la viuda de uno de los hijos de los profetas y el aceite que solo cesó cuando no hubo más vasijas También con (2) la mujer sunamita que no tenía hijos y su marido era anciano, que pasando Eliseo declaró que concebiría un hijo, y así fue; pero pasado el tiempo el niño murió; vino el profeta, oró y el niño fue resucitado. Asimismo, cabe recordar (3) el caso del hacha de hierro que era prestada y cayó al río Jordán, y que Eliseo cortó un tronco, el cual arrojó al río y el hacha flotó. Y, bueno, estaría (4) la sanidad de las aguas en Jericó, (5) el caso de Naamán sanado al lavarse siete veces en el río Jordán, y (6) los sirios que fueron dirigidos hasta Samaria. Eso sin contar (7) lo ocurrido después de su muerte, cuando accidentalmente arrojaron un cadáver en el sepulcro donde fue sepultado Eliseo y al hacer contacto con los huesos de este, resucitó. Y sin atender a sus mensajes proféticos, donde todo lo que declaró se cumplió: como las tres veces que derrotó Joás a los sirios, el reinado de Hazael en Siria y lo sucedido a 42 jóvenes que fueron devorados por dos osos por haberse mofado del profeta Eliseo 2.

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“(heb. plural paqqu'ôth Ñadêh). La fruta recogida por uno de los hijos de los profetas en Gilgal, tal vez una clase de pepino silvestre conocido en Palestina por su sabor amargo y sus dolorosos efectos al ingerirlo (2 R. 4:39). Se sugiere que es la coloquíntida, una planta rastrera con zarcillos, hojas verde claro y una fruta semejante al melón, que puede producir la muerte si se la come (en la práctica médica se la usa en pequeñas cantidades como purgante)”. [http://www.bibliaonline.net/diccionario] 2 2 Reyes 2:19-25; 3:11 — 8:15; 13:14-25; Lucas 4:27.

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Espiritualmente, atendiendo a los parámetros de la metáfora, y teniendo en cuenta tanto el contexto como la Escritura en su conjunto, podemos encontrar una enseñanza sólida y reflexiva para nuestra vida (Romanos 15:4).

¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! 1. El hijo de los profetas recogió los tueros sin saber lo que recogía. ¿Qué capturamos a diario en nuestra vida para transmitir a otros? ¿Cómo sobreedificamos nuestro templo que es morada del Espíritu Santo? ¿Qué hemos venido recogiendo en nuestro peregrinar como hijos de Dios? Es bueno evaluar el fruto que tenemos para dar. Solo hay dos posibilidades. El fruto de la carne o el fruto del Espíritu, Gálatas 5: 18-24. 2. Prepararon el potaje y lo sirvieron a cerca de cien almas. Ahora bien, hay verdades y principios espirituales que son innegables y nada negociables: - Somos lo que sembramos. Si sembramos vida, cosecharemos vida; pero si sembramos discordias, iniquidad y pecado, no podremos aportar alguna esperanza a un mundo sin Cristo. Hemos sido llamados para ser luz, a ser santos y a imitar a Jesús en toda su vida, su obra y su ministerio, andando como Él anduvo (Hechos 10:38; 1 Juan 2:6). - Por nuestros frutos nos conocerán (Mateo 7:20). Cuán importante y valioso es el testimonio, pues somos responsables de no ser tropiezo para “los pequeños”, para los débiles en la fe y para quienes nunca han escuchado el mensaje. Debemos ser irreprensibles en nuestra vida y crecer para dar frutos de vida, ser olor fragante del conocimiento de Cristo. 3. Hay muerte en esta olla. ¿Qué hay en la “olla”, en el “tiesto” de nuestra vida? Eso depende de cómo nos estamos alimentando. Podemos sembrar semillas idóneas, ideales, de perfecta calidad; pero si el abono y los cuidados en el proceso de la siembra son inadecuados o impropios, la cosecha será inútil o se echará a perder. Así, podemos ver que puede ocurrir varias situaciones para que ese fruto produzca muerte: Era un fruto de la carne, era un fruto sin nutrientes o era un fruto inmaduro. Evaluemos antes de continuar, respondiendo un par de preguntas: a. ¿cómo y con qué nos estamos alimentando?       

Alimento visual: lo que miramos, lo que leemos, lo que observamos… Alimento auditivo: lo que escuchamos, a lo que atendemos o prestamos oído Alimento palatal: lo que hablamos, lo que opinamos, lo que declaramos o decimos de otros Alimento táctil: lo que tocamos o acariciamos Alimento mental: lo que pensamos, lo que imaginamos, lo que ideamos Alimento volitivo: cómo administramos nuestra voluntad, lo que determinamos y decidimos Alimento emocional y sensitivo: cómo manejamos nuestras emociones y qué sensaciones o emociones permitimos que entren en nosotros.

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El apóstol Pablo de forma taxativa declaró: “examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21). Miremos estas dos observaciones de carácter imperativo. Examinar y retener son las acciones que debemos incluir en nuestro menú de trabajo cotidiano como creyentes. Examinar (griego: ) todo significa que debemos inquirir, escudriñar con cuidado algo, reconociendo su calidad para determinar si contiene error, defecto, engaño o cualquier rasgo de mentira, empleando los métodos necesarios que conduzcan a ser probado. Por la guía del Espíritu Santo, la Escritura, la oración y el ayuno, podemos fortalecer ese acrisolamiento de cualquier evento en nuestra vida. Una vez que examinamos todo aquello que vemos, oímos, palpamos, sentimos, pensamos, evaluamos o deseamos, podemos pasar a retenerlo, pero retener lo bueno (griego: bueno, bello y retener, conservar, mantener oprimido, poseer, tener bajo el poder; dejarse arrastrar). Es decir, una vez que ha pasado por el crisol todo aquello que está en el mundo y que, por estar en el mundo no podemos ignorar que existe o ejerce cierta influencia, debemos conservar lo bello, lo que glorifica a Dios y lo bueno, lo que tiene exaltación y honra, lo que trae bienestar a nuestra vida, lo que nos hermosea ante los hombres y nos lleva a ser de testimonio y mantener una excelente conciencia, un modo de ser y de proceder probado e íntegro. Pero también podríamos aseverar que al poner a prueba todo fenómeno externo, todo lo que nos rodea y causa un impacto en nosotros, tenemos el poder, por la gracia de Dios, por la autoridad del nombre del Señor Jesucristo, de mantener bajo nuestros pies todo aquello que no imprime belleza y todo aquello que no posee la calidad de bondad, de excelsitud. Sin duda, somos responsables del fruto que demos, somos autores de lo que cosechemos y de que produzcamos. Dios ha puesto en nuestras manos todo el equipamiento necesario para atraer bendición y ser bendición entre los hombres. b. ¿qué brindamos, qué ofrecemos a otros? Debemos desechar las obras de las tinieblas, y vestirnos las armas de la luz. Andar como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestirnos del Señor Jesucristo, y no proveer para los deseos de la carne, porque la noche está avanzada, y se acerca el día (Romanos 13:12-14). Tenemos que aprender a discernir las ofertas del mundo, de la carne y del diablo, apartarnos de ellas y buscar aquello que realmente agrada al Señor. Nada de lo que está en el mundo está prohibido, nada de lo que vemos, oímos, sentimos, deseamos, etc., tiene un rótulo de negación. La determinación de selectividad y abandono está en nosotros. Nadie nos prohíbe, nosotros decidimos si es conveniente, si algo de edificación o no hay en ello. 3

examinar, poner a prueba, acrisolar, aprobar, hacer demostrar, querer Lc 12:56; 14:19; Ro 1:28; 2:18; 12:2; 14:22; 1Co 3:13; 11:28; 16:3; 2Co 8:8,22; 13:5; Gál 6:4; Ef 5:10; Flp 1:10; 1Ts 2:4; 5:21; 1Ti 3:10; 1Pe 1:7; 1Jn 4:13. 4 Mt 3:10; 5:16; 7:17,18,19; 12:33; 13:8, 23,24,27,37,38,45,48; 15:26; 17:4; 18:8,9; 26:10,24; Mc 4:8,20; 7:27; 9:5,42,43,45,47,50; 14:6,21; Lc 3:9; 6:38,43; 8:15; 9:33; 14:34; 21:5; Jn 2:10; 10:11,14,32,33; Ro 7:16,18,21; 12:17; 14:21; 1Co 5:6; 7:1,8,26; 9:15; 2Co 8:21; 13:7; Gál 4:18; 6:9; 1Ts 5:21; 1Ti 1:8,18; 2:3; 3:1,7,13; 4:4,6; 5:10,25; 6:12,13,18,19; 2Ti 1:14; 2:3; 4:7; Tit 2:7,14; 3:8,14; Hb 5:14; 6:5; 10:24; 13:9,18; St 2:7; 3:13; 4:17; 1Pe 2:12; 4:10. 5 Lc 4:42; 8:15; 14:9; Hch 27:40; Ro 1:18; 7:6; 1Co 7:30; 11:2; 15:2; 2Co 6:10; 1Ts 5:21; 2Ts 2:6-7; Flm 1:13; Hb 3:6, 14; 10:23.

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“Todo me es lícito ( , me es permitido), pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Corintios 10:23). Y la razón es clara, debemos pensar en el bien y la protección de los demás. Nuestra edificación, ayuda a la edificación de otros. Nuestro crecimiento, es para el crecimiento de otros. Somos colaboradores del Señor y, al mismo tiempo, labranza y edificio de Dios. ¿Qué, pues, ofrecemos? ¿Tenemos „calabazas silvestres‟, una vida de aparente santidad, de doble faz, de tibieza, de belleza externa y podredumbre interna para entregar? ¿O, por el contrario, tenemos „calabazas del buen huerto, de excelente calidad y nutritivas‟ para presentar a la iglesia y al mundo que tiene hambre espiritual; es decir, una vida llena del Espíritu Santo, consagrada, que da frutos al 100% de santidad y manifiesta siempre el fruto del Consolador? 4. “Traed harina”. La harina, como el trigo y el pan, tipifican el poder efectivo, eficiente y eficaz del evangelio, de la Palabra de Dios. Solamente ella tiene el poder de contrarrestar los efectos mortíferos del error en todas sus latitudes y direcciones, solo la Escritura puede derribar las fortalezas y los embates de las falsas doctrinas y de las tradiciones humanas. La palabra nos previene sobre las asechanzas del maligno y sobre lo que está aconteciendo en estos tiempos (1 Juan 2:14-24; Juan 8:32; Colosenses 1:10; Juan 15:1-10). 5. No hubo más mal en la olla. Luego que la harina fue esparcida en la olla, la reacción que se produjo fue que el componente tóxico no tuvo más efecto, fue reducido o eliminado o cortado. El resultado final fue que pudieron disfrutar tranquila y deliciosamente del potaje sin ningún temor y sin ningún tipo de zozobra. El Señor desea que empecemos a dar frutos genuinos que lleven vida, que seamos “una olla con un potaje que nutre, que sacia, que alimenta, que agrada”. Es decir, que lo que haya en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestra voluntad, en nuestra mirada, en nuestro hablar, en nuestro deseo, en nuestros sentimientos y emociones, en nuestra escucha, inquiete al mundo, cuestione a la gente, que puedan decir que somos cristianos (Hechos 11:26) porque nuestra manera de hablar, de pensar, de sentir y de actuar comunica al mundo que somos de Cristo, que verdaderamente hemos sido crucificados, sepultados y resucitados en Él, y que ahora: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

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