La mediocridad

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El correo bíblico LA MEDIOCRIDAD, Apocalipsis 3:14-21 Por José Rubén Arango

A

los tibios los vomitará Dios de su boca, es la declaración contundente y radical para este tipo de creyentes. La imagen que utiliza el apóstol en esta carta a los laodicenses, es similar a la utilizada por Pablo cuando habla del hombre natural, el espiritual y el carnal. Pero, ¿Quiénes son los tibios? Bien, traduciendo la metáfora tenemos:

1. calientes: (espirituales) creyentes espirituales, proactivos, cumpliendo su ministerio a cabalidad, con una vida 100% llena del Espíritu Santo; personas piadosas, de buen testimonio, santos… de una vida irreprochable. La Palabra está sembrada en buena tierra. 2. fríos:: (naturales) los incrédulos, incluidos los “simpatizantes” o personas que gustan de ir a las iglesias cristianas, pero no se han convertido al evangelio; no son cristianos. El mensaje es sembrado en el camino o entre pedregales. 3. tibios: (carnales) creyentes que actúan en la carne, inactivos, dedicados a una vida mundana, dando rienda suelta a los placeres, el pecado y el culto a su propio ego; personas que pisotean el evangelio y deshonran el nombre de Dios con su testimonio. Una verdadera vergüenza para el evangelio. La Palabra está sembrada entre espinos. El filósofo, médico y sociólogo argentino José Ingenieros, en 1913 publicó El hombre mediocre, una obra revolucionaria donde habla de tres clases de hombres: el superior, el inferior y el mediocre. Sobre este último, el blog revoluciona tu ciudad nos ofrece este formidable resumen que retoma el pensamiento del autor1, el cual nos ilustra sobre el concepto de mediocre. José Ortega y Gasset los llamaría hombres-masa. «El hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar. De ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades y así se vuelva parte de un rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente. El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico, cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes ni santos. Un hombre mediocre no acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición (aquí se ve en parte la idea positivista de la época, el hombre como receptor y continuador de la herencia biológica), sin darse cuenta de que justamente las creencias son relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres con ideas totalmente contrarias al mismo tiempo. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha contra el idealismo por envidia, intenta opacar desesperadamente toda acción noble, porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido y de que no se ponga por encima de sí».

El mediocre vive con la ley del menor esfuerzo, la ley del facilismo y lo más cómodo para su vida, los principios de la tolerancia complaciente y permisiva. Le asusta la idea de la rendición, la renuncia y el negarse a sí mismo para vivir y andar como Jesús 1

http://revolucionatuciudad.blogspot.com/2012/08/el-hombre-mediocre.html


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