Qué es el evangelio

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Por José Rubén Arango R. ACERCAMIENTO AL EVANGELIO1 PARTE I En el primer envío del tema, aclaramos el significado y sentido de la palaba evangelio (hebreo, basar y griego, euaggelion) Hemos dicho que para los judíos, estas palabras estaban cargadas de poder, henchidas de vida, comunicaban y transmitían esperanza; se utilizaban tras la victoria del rey cuando el heraldo llegaba con la buena nueva, entonces el pueblo experimentaba la liberación de sus opresores y expresaba su sentimiento con regocijo, danza, cánticos y gritos de júbilo. El vocablo griego se utilizaba con el propósito de anunciar una victoria, una liberación, una curación o un evento asociado a motivos de alegría y otorgaba una recompensa o don al portador de la buena noticia. Por tanto, la palabra hace referencia a una excelente noticia dotada de una dinámica trascendental, saturada de la fuerza, la vida y el poder suficientes para transformar plenamente la existencia de quien la escucha y la recibe, así como de quien la comunica. Ese es el poder explosivo, detonante, contundente y vital del evangelio que Dios proclamó a través de sus mensajeros y que continúa anunciando hoy por medio de su Iglesia, de los hijos de Dios. Ahora nos encargaremos de aproximarnos al sentido bíblico y contextual del evangelio.

¿QUÉ ESEL EVANGELIO? 1. Es una buena noticia. Pero, comprendiendo su etimología, es más correcto traducir es la mejor y más excelente nueva. Es la noticia que cualquier ser humano, por más “bien” que esté, en cualquier campo de su vida desea recibir —si es que existe persona alguna que no requiera escuchar algo. Todos, por alguna razón, por alguna circunstancia, por alguna situación, guardamos la más remota expectativa, albergamos esa confianza de encontrar algo alentador, una voz de esperanza, encontrar una respuesta que le traiga luz y vida a su alma, una nota que le devuelva las ilusiones, una palabra restauradora y de reconciliación. Pero sobre todo, que esa noticia sea sostenible en el tiempo, que sea legítima, verdadera, real, duradera y constante. Bien, el evangelio es una buena nueva confiable y segura. No hay otra en su calidad. No existe otra que sea completa y que le devuelva al hombre su condición original, antes del pecado, que le ofrezca salvación total, libertad de la condenación eterna y de todas las consecuencias de la caída, perdón de pecados, reconciliación con Dios, comunión con el Señor, paz auténtica, vida eterna y con propósito, una manera nueva de vivir que, aunque no esté exenta de tropiezos, dificultades, calamidades, pruebas y tribulaciones, si estará marcada por la paz interior, por la presencia permanente del Señor, por la guía y la llenura del Consolador. Nuevas criaturas. Nuevas personas que pueden vivir como vivió Jesús, ser como Él. Una nueva naturaleza. Una vida que permitirá llevar mucho fruto y ser olor grato del conocimiento de Cristo. Una vida abundante, sellada con las arras del Espíritu, el que nos ha dado su fruto y sus dones para poder llevar vidas trasformadas que continúan este proceso hasta alcanzar la gloria de Cristo, vidas santas que mantienen un proceso de santificación y perfección constante, y vidas renovadas que se renuevan día a día en el poder de su Espíritu; una vida que va más allá de las soluciones mezquinas, ilusionistas, falsas y temporales, a diversos factores de la vida cotidiana de tipo doméstico, familiar, 1

El tono de estas ponencias acerca del evangelio, tanto la introducción como cada una de las partes que serán publicadas en el blog de la iglesia, es natural, como si estuviera disertando o discurriendo. No pretende, por tanto, atiborrarlo de pasajes, pues creo que lo que he puesto en estas páginas son textos que todos conocemos y que hemos leído muchas veces. Intenté solo permitir que mi corazón disertara y pusiera aquí lo que está escrito en él. Por eso, quizá no haya mucha precisión en algunos pasajes, pero sí el mensaje que anuncio en cada oportunidad que se me presenta.


económico, etc. Propone que iremos siempre de triunfo con Cristo. No llevaremos vidas exitosas ni de superación, pero sí victoriosas y plenas de gozo y confianza, aun en los peores instantes de nuestra existencia. Siempre nos irá mejor, incluso en los momentos más grises, más amargos, más desconsoladores… (Juan 14:27). ¡Es el evangelio genuino y auténtico de las bienaventuranzas! Esta buena noticia no ofrece panaceas para hoy, para el momento, para el apremio… no es mágica ni sortílega, no es baratija de media hora, es una nueva de vida, de transformación, de salvación integral. Es la noticia que nos brinda pasar de muerte a vida, de las tinieblas a la luz admirable, de ser hijos del diablo a retornar a nuestra condición de hijos de Dios, recuperar la imagen y semejanza de Dios en nosotros… Pero también la maravillosa propuesta de morir a nosotros, de renunciar a todo, de pérdidas en la existencia humana para ganancia nuestra, para recibir coronas de gloria. Es la nota que nos invita a servir para ser servidos en el futuro. Una loca noticia que invierte nuestros valores y las perspectivas de nuestras relaciones, nuestro tiempo y nuestra visión de la vida… que enseña a ver con la lógica del Señor, porque sus pensamientos no son nuestros pensamientos y sus caminos se oponen completamente a los nuestros. Es la majestuosa noticia que nos atrae con lazos de amor, que nos arroba y nos cautiva para vivir una vida que será locura para unos y tropezaderos para otros. Será vida para muchos y pérdida para otros. Es soñar el sueño de Dios y plasmarlo en realidad en los corazones humanos y sus circunstancias. Dios no quiere la muerte del pecador, no quiere que el hombre se pierda, sino que venga a Él para recibir su vida. 2. Es el mensaje de vida. (1 Corintios 15:1-4) Es la excelente comisión encargada a todos los embajadores y heraldos de Cristo que, en síntesis, comunica que el Señor es el Hijo de Dios, el Verbo de Dios, el Alfa y la Omega, el Cristo, el Mesías, el Hijo del Hombre, Pan de Vida, Agua Viva, Luz para el mundo, Maná del cielo, la Puerta de salvación, el Pastor y Obispo de las ovejas, que, conforme a las Escrituras, a todo lo anunciado por los profetas, se hizo carne; que siendo rico (preexistiendo como verdadero Dios) se hizo pobre (fue verdadero hombre) para enriquecernos a todos; que siendo igual a Dios no escatimó aferrarse a nada, sino que se despojó de sí mismo, y asumió la forma de siervo, para venir y servirnos, para salvar y rescatar lo que se había perdido; vivió entre nosotros semejante en todo, excepto en el pecado. Nació en Belén y fue puesto en un pesebre; fue visto por los ángeles, y por muchos testigos; vivió en un ambiente de humildad, premuras y sencillez; creció como todo niño, fortalecido y lleno en sabiduría, y la gracia de Dios era siempre sobre él. Fue bautizado por Juan; llevado al desierto por el Espíritu de Dios, fue tentado por el diablo, pero Jesús le resistió; inició su ministerio por cerca de tres años y medio, cumpliendo todo lo que los santos profetas anunciaron, teniendo compasión del pueblo, haciendo bienes, trayendo sanidad, liberación, restauración y haciendo milagros, señales y prodigios entre las multitudes; predicó y anunció el evangelio del reino; constituyó doce discípulos que estuvieron con él, siendo testigos de todos los hechos de su vida ministerial; caminó con Dios y fue perfecto; fue el Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec que rasgó el velo que dividía el lugar Santo del Lugar Santísimo, se ofreció una sola vez por nuestros pecados y transgresiones. Fue arrestado, juzgado y condenado; el padeció el más horrendo sufrimiento y la más espeluznante e ignominiosa muerte de cruz, como si hubiese sido malhechor o criminal, llevando todos nuestros pecados y delitos; murió, fue justificado en carne. El Renuevo, el Libertador, el Varón de dolores, el Goel, el Pariente Redentor… sufrió nuestros dolores, llevó nuestras enfermedades, fue contado entre los transgresores, herido de Dios, azotado, menospreciado, desechado entre los hombres, no quedó hermosura ni parecer en él, fue desfigurado, y el castigo de nuestra paz fue sobre él… Con el derramamiento de su sangre preciosa trajo libertad y vida eterna.


Descendió al Hades para llevar las buenas a los que durmieron esperando la promesa; sueltos los dolores de la muerte, al tercer día resucitó, porque era imposible que la muerte le retuviese, pues Él es la Resurrección y la Vida, aplastó la cabeza de la serpiente antigua, que es Satanás, el engañador, el que se disfraza como ángel de luz y padre de mentira; venció la muerte; sembró la victoria y la esperanza para el mundo que andaba en tinieblas; fue glorificado y se presentó a sus discípulos y a más de 500 hermanos con pruebas indubitables, enseñando durante cuarenta días a sus discípulos todo lo que debían hablar y hacer para testimonio al mundo; ascendió en una nube, fue recibido por los ángeles; nos ha dejado un Consolador y está presente entre nosotros siempre; vendrá por segunda vez, por su iglesia, para presentársela a sí mismo una iglesia sin mancha y perfecta; vendrá luego, con poder y gloria para restaurar todas las cosas y establecer su reino en una nueva tierra y nuevos cielos, un reino sempiterno, y todos los que hemos confesado que Él es el Cristo y hemos creído que Dios le levantó de los muertos, viviremos siempre con Él con cuerpos transformados… ¡Estas son las buenas nuevas de salvación por parte de Dios! 3. Es poder de Dios. El evangelio es dunamos, dinamita transformadora, una explosión espiritual que estalla de adentro hacia afuera y produce la vida nueva, insufla el poder que se requiere para cambiar el corazón. Es el poder que puede cambiar un corazón de piedra en uno de carne, que puede pasar el bisturí de Dios y circuncidar el prepucio de la incredulidad y la impiedad. Es el martillo que destruye los muros del pecado y la inmundicia; la medicina que sana y liberta al ser humano; el pan vivificador y el agua para la deshidratación espiritual y emocional… Es el mensaje de lo imposible del hombre y lo posible de Dios. El evangelio “Rhema” (palabra vivificante) que hace de lo que no es, lo que debe ser.

“Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:25-31). El evangelio es el mensaje creativo que nos dio la magna noticia esperanzadora que Dios existe, que se basta por sí mismo, que es dueño del mundo, que creó todo cuanto existe de lo que no era, de lo que no había, con la palabra dinamizadora… dijo y fue hecho, nombró y se hizo realidad, dio vida a lo que era pensamiento, manifestó la vida. El mismo Señor Todopoderoso, El-Shaddai, que sustenta y provee, por cuyo infinito amor le plugo compartir la superabundancia de su gracia y nos hizo, para adorarle y para que disfrutásemos del más perfecto y sólido verdadero ágape con Él siempre. La Shekináh que habitó en tabernáculos y quiere morar en nosotros para que seamos templos vivos. El evangelio es poder amoroso y misericordioso que muestra el plan de su amor en la historia, la lucha para que ese mensaje fuera incluyente, universal, personal y fiel en su contenido. Creó un pueblo para que fueran sus mensajeros, sus heraldos, pero cuando determinaron desobedecer, fundó otro pueblo santo, parte de la vid verdadera, su iglesia. Dios ha hablado muchas veces y de muchas maneras, incluso envió a su Hijo para traer esas buenas nuevas. Un mensaje único, que solo fue dado a los hombres, pues los ángeles no tuvieron esa oportunidad.

“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os


han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 Pe 1:10-12). Es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, que le confiesa como único y suficiente Salvador. Basta decir la palabra para ser salvo, basta la fe como una semilla de mostaza… Pero esa fe, ese creer lo produce la palabra de vida al ser oída con atención y disposición… (Romanos 10:17). 4. Es la palabra de la cruz que es locura para los que se pierden, tropiezo, red; pero los que se salvan, es poder de Dios. El evangelio de la promesa que fue anunciado en las Escrituras por los profetas desde Adán hasta Juan el Bautista. Ellos anunciaron que Dios enviaría a su propio Hijo para dar su vida en rescate por todos. Sería extenso exponer los textos que anunciaron al Mesías, desde su venida hasta su resurrección. Pero ese mensaje nos comunica dos realidades fundamentales: Primero, que era necesario que Cristo padeciese el escarnio y el sufrimiento para nuestra salvación, que fuera el siervo sufriente, que experimentara el abandono del Padre para recibir vida eterna. Para obtener todas las bendiciones celestiales preparadas de antemano para nosotros, para recibir la herencia y la gracia de Dios. Y segundo, que debemos ser consecuentes a ese infinito amor, y administrar la bondad del Señor, negándonos a nosotros mismos, asumiendo una vida para servirle y determinando vivir el costo de llevar esa palabra a un mundo distante de Dios, y seguirle sin dilaciones, sin objeciones ni reservas… Una vida que solo cobra su significado en la medida que decidimos ser sus heraldos, que determinamos morir a nosotros, para vivir para Él; perder la vida, para encontrarla y calificar su verdadero propósito, su más auténtico sentido y dirección. 5. Es vida. Es “zoé” no “bios”. Aunque ambas traducen vida, solo la primera hace referencia a una vida en el Señor, una vida con significado, sin limitaciones ni condicionamientos. El evangelio trae vida al hombre. Una vida regenerada, una vida que se opone a los valores del mundo, a los paradigmas y los credos establecidos por el ser humano. El evangelio es vida y produce vida, una clase de vida con calidad, con expectativa, con fundamento, capaz de renovarse constantemente, de ser enriquecida en cada acción y en cada movimiento. Es la vida que Dios diseñó para nosotros, pero solo esa palabra del evangelio puede hacerla nutricia y nutritiva. Es la palabra que vivifica el espíritu, que fortalece, reanima, revitaliza, reconforta y construye... Que se dice y sana, libera, liberta, hace milagros, prodigios y maravillas. Se pronuncia y hace todas las cosas nuevas. Los cambios no los produce programas de reingeniería, de superación personal, una mente positiva y conectada en armonía con el universo. No puede lograrlo la reiteración consciente de un lenguaje positivo ni la vinculación del hombre con una consciencia suprema o participar en actividades de meditación transcendental o el reconocimiento y trabajo en el campo de nuestra cuarta dimensión. Mucho menos, experimentar ni practicar cuanta ayuda ofrece la Nueva Era. El cambio es más que modificar hábitos o reesquematizar las costumbres. El cambio exige una mente renovada en el Espíritu Santo por la obra activa y viva del Evangelio que cae en buena tierra y produce frutos al ciento por uno. Solo cuando comprendo la dimensión poderosa y contundente de ese evangelio de la gracia, cuando lo como y lo digiero, se hace vida en mí y comienza a producir una auténtica transformación radical. 6. Es Jesús mismo. Él es el eje, la raíz y la razón del evangelio de Dios. Es el evangelio de Jesucristo. Da cuenta de su proyecto redentor, que de la promesa pasó al pleno cumplimiento, atendiendo al tiempo del Señor, a su anticipado consejo, a su determinado programa de amor en acción. Se ha ido cumpliendo en el calendario del Salvador, conforme a su agenda y a su plan. Jesús es el mismo ayer, hoy y por siempre, y no se sujeta al Cronos del hombre, sino que sigue un plan amoroso, coherente y coordinado. Dios prometió que salvaría a su pueblo y lo hizo. Cada profecía acerca de Jesús se ha cumplido rigurosamente. Las Sagradas Escrituras son el evangelio de nuestro amado y único Redentor, la Roca de Sion, la principal piedra del ángulo, la Rosa de Sarón, el que abre


y ninguno cierra, la Puerta de las Ovejas, el Señor de señores y Rey de reyes, en quien solo hay salvación. No existe, pues, otro evangelio, no puede haberlo, no puede comunicarse nada diferente a lo que hemos leído y está escrito en su Palabra. OTROS NOMBRES COMO ES PRESENTADO EL EVANGELIO Y SU SIGNFICADO

. EVANGELIO De Dios

De Cristo; de Jesucristo; de Jesús; del Señor Jesús; de su Hijo; de nuestro Señor Jesucristo De la gracia de Dios

De vuestra salvación

Del reino, del reino de Dios De la gloria de Cristo

De las inescrutables riquezas de Cristo

De la paz

SENTIDO Tiene su origen pleno en Él, no es obra humana ni pertenece a una religión particular. Toda la idea y propósito de ese mensaje viene de Dios, tiene la impronta de su corazón misericordioso y compasivo que busca salvar lo que se había perdido. El tema central y que ocupa la atención de esta buena nueva es el Hijo de Dios, Cristo, la única esperanza para todo ser humano. Él es el mediador entre Dios y los hombres; el que murió, pero también el que resucitó. Lo que comunicamos siempre en ese mensaje, es la gracia infinita de su amor. La salvación es solamente por gracia, invaluable e inmerecida, pero segura y eterna. Es el fundamento de toda buena noticia. Es el propósito fe principio a fin de ese mensaje, escrito de 66 modos diversos, en diferentes géneros, estilos y énfasis. Toda la Escritura, es un anuncio de vida, de poder, de paz, de reconciliación, de amor… pero sobre todo, es un anuncio que resalta la salvación personal del hombre, esa voluntad amante y férrea de Dios por salvarnos. Es la proyección final, pues vino a reestablecer su reino, a darle la esperanza futura al hombre de una vida eterna y restaurada. Es el efecto del evangelio. El anuncio revela que Jesús es el Hijo de Dios y que fuimos creados a su imagen y semejanza. Sin embargo, el pecado deterioró esa huella, ese sello maravilloso de la obra de Dios. Pero cuando recibimos el evangelio y vivimos en él, día a día somos transformados hasta alcanzar la imagen de la gloria de Cristo. La proclama, la predicación, la testificación, el anuncio del evangelio nos comunica el cumplimiento de la promesa, a Cristo Jesús. Pero también devela todo lo que nos ha dado, todo lo que ha reservado para quienes creen en su nombre, quienes aceptan su salvación. Es el resultado del mensaje. Debe producir un equilibrio perfecto en el hombre, aun en medio de las tempestades

TEXTO Romanos 1:1

Romanos 15:19; Marcos 1:1, Hechos 8:35, 11:20

Hechos 20:24

Efesios 1:3

Mateo 4:23; 24:14; Marcos 1:14-15 2 Corintios 4:3; 3:18

Efesios 3:8

Hechos 10:36; Efesios 6:15


de su vida, hasta que el reino sea establecido y podamos vivir sin ningún contratiempo interno ni externo. Jesús nos ofrece una paz diferente a como el mundo la da, porque es el Príncipe de paz y el fruto del Espíritu también es paz, una verdadera y permanente. Eterno El evangelio que nos fue anunciado, el que proclamamos al mundo, no es humano y, por lo mismo, no es temporal, no es una ideología religiosa ni una propuesta de alguna secta; no surgió con el hombre ni por razón de su pecado, como una estrategia o un plan de emergencia. Este mensaje se encuentra en el Kairós de Dios, en el corazón mismo del Señor. Es su anticipado consejo, su determinado propósito de salvar a su creación. Es el misterio de la piedad, el misterio glorioso del evangelio. De aquella promesa La promesa comenzó a anunciarse en las Escrituras desde Génesis 3:15 y cada profeta y siervo de Dios siguieron proclamando este mensaje al pueblo de Israel, hasta que se manifestó entre nosotros y se hizo carne, vivió haciendo bienes, murió y resucitó para nuestra salvación, cumpliendo toda Escritura acerca de esa promesa. Mi evangelio; nuestro Es la apropiación legítima del mensaje de salvación, es evangelio hacer vida un anuncio que es para todos los hombres, pero también para mí. Es mi evangelio, porque Dios pensó en mí con nombre propio desde antes de la fundación del mundo, quería que fuera salvo y envió a su Hijo, quien murió por mí y clavó el acto de decretos que había contra mí; por su sangre fui perdonado, justificado y santificado. Por Cristo soy su hijo, y por él tengo una nueva vida, soy una nueva criatura… De la incircuncisión y Es solo referencial y direccional, para reiterar que las el de la circuncisión buenas nuevas serían anunciadas tanto al pueblo de Dios, Israel, como a los gentiles o griegos. En otras palabras, el evangelio supera cualquier sectarismo y barrera puesta por el hombre. Dios envió la más excelente noticia de muchas formas y maneras para salvar al mundo de la condenación eterna y todos sus efectos y consecuencias. El glorioso evangelio No existe otro anuncio que brinde las riquezas que Dios del Dios bendito ha prometido para todos aquellos que reciban y se acojan ese anuncio. Todas las bendiciones, toda la excelencia y la majestuosidad de ese mensaje son para quienes hemos creído su bendito anuncio.

Apocalipsis 14:6

Hechos 13:32

Romanos 2:16

Gálatas 2:7

1 Timoteo 1:11


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