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Sara Huerta
Alma Castro. S e necesita ser muy valiente para comenzar a escuchar lo que te apasiona, pero se necesitan agallas para reconocer que es hora de cambiar y hacer algo nuevo en lo que más amas. Eso fue lo que le sucedió a Sara Huerta, quien a sus 23 años ha estado descubriendo desde hace un tiempo un verdadero amor por la pintura.
Comenzó con la pintura hace 5 años, como toda joven con la inquietud de trasmitir su imaginación en algo tangible dio inicio a sus clases de pintura en la Universidad de Sonora, donde entusiasmada empezó a experimentar con el color y las formas, como inicios a lo que sería su nueva pasión.
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Emocionada y entusiasmada tomo el arte como su nueva forma de expresión y donde sacaba todo su estrés, la pintura se convirtió en parte de ella.
Pero como toda artista llegó un punto que se sintió estancada y que necesitaba aprender algo nuevo, algo innovador y moderno, para mejorar sus técnicas, pero lo más importante: explotar esa chispa que tenía dentro, que deseaba trasmitir en sus pinturas de la mejor forma.
Con el deseo expandir sus horizontes, tomo la decisión de empezar de nuevo y tratar con nuevas técnicas, tomo la decisión de cambiarse de escuela al Club de pintura Imagina, dirigido por Marcela Arce Martínez, donde encontró lo que buscaba y ha estado constantemente sorprendiéndose a sí misma, experimentando cada día con nuevas técnicas, formas y maneras de poder expresar todo lo que siente y poder trasmitirle a los demás más de un sentimiento en sus obras , algo que cada día le sorprende, ya que nunca llegó a imaginar lo que podría llegar a lograr al salirse de lo clásico y comenzar a romper las reglas en el arte y que su imaginación comenzara a volar en el pincel.
Siendo este un ejemplo que la imaginación no es límite para el arte.