Educación La educación es más que una profesión, ¿por qué? 5/11/2011 Claudia Tobar M.Ed. Cuando analizamos las funciones de cada miembro dentro de la sociedad podemos concluir que cada rol que las personas realizan es importante para su funcionamiento. Ciertamente, no debemos dejar de reconocer la importancia de cada una de ellas; sin embargo, existe una profesión que cuida el alma de la sociedad, que vela por su futuro, y que de su calidad depende la prosperidad de la misma: los educadores. Son esas personas que nos guían al futuro con destrezas y conocimientos que nos ayudarán a convertirnos en buenos ciudadanos para el mundo. El ser educador es una profesión muy completa que engloba responsabilidades y roles. Esto lo convierte en un ser indispensable para la sociedad. Un profesor es un administrador que planea, coordina y cuida que todos sus recursos, habilidades y tiempo dentro del aula estén efectivamente administrados. Un educador es un constructor que se asegura de que las bases de sus proyectos tengan cimientos fuertes, que todo lo que construye sea para apoyar el crecimiento intelectual de todos sus alumnos. Es también un doctor al cuidar la salud emocional de todos en clase y al alimentar su autoestima con refuerzo positivo. Los maestros son doctores porque nutren el espíritu y revitalizan el ánimo con nuevas enseñanzas. Además, son psicólogos que saben escuchar, que aconsejan problemas y sirven como andamio para los padres en su aventura de criar. Son abogados defensores de sus ideales, luchadores del bienestar de los estudiantes y sus familias. Son jueces que toman decisiones y forman criterios sobre políticas y estructuras curriculares, herramientas, estrategias y contenidos que trazarán el camino por recorrer. John Cotton Dana dijo: ‘Aquel que se atreve a enseñar nunca debe dejar de aprender’. Los maestros son investigadores que constantemente aprenden y se capacitan para buscar nuevas formas de guiar a generaciones en constante cambio. Son agentes plásticos y moldeables que se adaptan a diferentes grupos y necesidades. Pero sobre todas esta facetas, un maestro es un malabarista que tiene que buscar el balance de muchos elementos que están en sus manos: las relaciones humanas, el corazón, el crecimiento profesional, la creatividad, la tecnología, la motivación, el desempeño, la planificación, la evaluación, entre tantas otras cosas. Al maestro hoy en día se le encomienda que se eduque en contenidos, destrezas y valores; en sus manos está exclusivamente el futuro de nuestra sociedad. Los buenos profesores saben la responsabilidad que tienen, la asumen y con compromiso la llevan a cabo cada día.
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