7. UN TEMPLO RECONSTRUIDO: FE PROFÉTICA PERMANENTE (Esdras 5.1-10) 17 de febrero Cuando Zorobabel y Josué oyeron el mensaje, reiniciaron la reconstrucción del templo de Dios, y estos profetas los ayudaban. ESDRAS 5.2, TLA
a iniciativa de reconstruir el templo, el culto y la ciudad de Jerusalén se ve acompañada, a partir de Esdras 5, por la predicación profética de Hageo y Zacarías. La aparición de ambos profetas representa la incorporación de un elemento espiritual e ideológico fundamental para el desarrollo de los acontecimientos en el interior de la comunidad de repatriados judíos que debían afrontar el enorme desafío de la reconstrucción. Seguía conformándose, así, el grupo de dirigentes que estarían al frente del proyecto, por lo que la fuerza del mensaje profético le daría solidez y profundidad, especialmente porque, en el caso de Hageo, su crítica hacia la displicencia del pueblo surtiría muy buen efecto. Sus palabras fueron directas y sin contemplaciones, tal como lo muestra la Nueva Traducción Viviente, que ubica cronológicamente esta predicación: el 29 de agosto del segundo año del reinado de Darío (520 a.C.), el mensaje dirigido a Zorobabel y a Josué (Jesúa) afirmaba que, si el pueblo alegaba que aún no había llegado “el momento para reconstruir la casa del Señor”, (Hag 1.2), resultaba inaceptable que muchos viviesen ya en casas lujosas mientras el templo permanecía en ruinas (Hag 1.4, 9). Esa actitud era la causa de que su trabajo esforzado no fructificara (Hag 1.6, 10-11). Debían, pues, poner manos a la obra y retomar el plan original. Zacarías, por su parte, en los dos primeros capítulos de su libro anuncia el perdón de Dios a su pueblo y su voluntad para la reconstrucción mediante palabras estremecedoras (Zac 1.14-16), su juicio contra los imperios (Zac 1.18-21; 2.8-9) y la reunión de los cautivos (Zac 2.12). En el cap. 3 da un mensaje específico al sacerdote Josué (vv. 7-10) y, en el siguiente, a Zorobabel (vv. 6-9), con un lenguaje francamente mesiánico. Todo ello, mediante visiones simbólicas. En Zac 4.14, ambos son definidos como “los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra”. En 6.10-14, Josué es coronado como sacerdote, y en el cap. 8 se afirma la promesa de restauración de Jerusalén. La respuesta positiva de Zorobabel y Josué es amplificada por Hageo, quien subraya el apoyo de Dios a la empresa restauradora (1.13) y la reacción tan favorable de ambos líderes que se pusieron en marcha el 21 de septiembre del año en cuestión (1.14-15). El segundo mensaje de Hageo (2.1-9) de refirió al menor esplendor del nuevo templo. Allí mismo anuncia una gran promesa para Zorobabel (2.20-23), luego de una feroz crítica al comportamiento sacerdotal (2.10-19). El biblista puertorriqueño Samuel Pagán explica las razones de la cautela de los dirigentes judíos: “Posiblemente les inspiró el compromiso que tenían con Dios y la inestabilidad política causada por la transición y crisis en el trono persa, luego de la muerte de Cambises y la ascensión de Darío [que estuvo envuelta en acciones muy violentas]. La lentitud en el proceso de reconstrucción posiblemente estaba relacionada con la actitud de prudencia y cautela asumida por Zorobabel y Josué”.32 Con todo, el ambiente de exaltación y ánimo resultaba siempre sospechoso a las autoridades persas locales: el gobernador Tatenai y sus ayudantes interrogaron sobre quién los había autorizado para retomar el trabajo (Esd 5.3-4). El breve inciso del v. 5: “Pero el ojo de su Dios estaba sobre los ancianos de los judíos” da al relato una tonalidad teológica cuya señal más recurrente será: “La mano de Dios” [está] sobre los dirigentes judíos (Esd 7.9, 28; Neh 2.8, 18).33 Esto es, “Dios vela
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S. Pagán, Esdras, Nehemías y Ester. Miami, Caribe, 1992 (Comentario bíblico hispanoamericano), p. 77. Se agradece a Francisco Javier Peláez Díaz el acceso a este valioso material. 33 P. Abadie y P. de M. de Viviès, op. cit., p. 14. 17 32