Un vínculo entre pastores
Nadie pudo haberle quitado la vida... El decálogo del pastor Cuando molesta la conciencia Detrás de la puerta:
Las crísis en el matrimonio...
Viviendo esperanzados en Crisito
Perseverando
en la Misión ¿Qué es espiritualidad?
Enero -Marzo • 2016
Pastora REVISTA
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Dirección Josué García Licona Corrección de estilo Tania Osiris Cabrera Fuentes Asistente editorial Ana Guerrero Martínez Diseño gráfico Luis Ricardo Martínez Corte Luis Antonio Pacheco Cáceres Abraham Rosas Milian Distribución Ricardo Alejandro Velasco López
Revista Pastoral, es una publicación trimestral editada por la Iglesia de Dios (7º Día) A. R., Av. Universidad No. 205 Col. Buenavista C. P. 62130, Cuernavaca, Mor. Tel. 01(777)102 01 35, fax: 01(777) 311 05 70. Correo electrónico: editorial@ iglesia7d.org.mx Página Web: http// www.iglesia7d.org.mx. Editor responsable: Pedro Martínez Campos. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo 04-2013100812250500-102. ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Título y contenido en trámite, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX en trámite. Impresa por Lino Cruz García. Tauro 904, Zodiaco, Cuernavaca, Morelos. CP 62380, México. Se terminó de imprimir el 10 de diciembre de 2015, con un tiraje de 1 400 ejemplares. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de la publicación sin previa autorización de la Iglesia de Dios (7º día) Asociación Religiosa. Publicación Trimestral: Enero - Marzo • 2016.
Editorial Qué habrá movido a la primera
nombre del Señor». Sin pasar mucho
comunidad de creyentes para
tiempo, pedía a gritos y con burlas:
que su respuesta haya sido tan
«Crucifícale, preferimos a Barrabás».
llena de fuerza y entrega? (Hechos
En el texto bíblico, observamos que
2:36-42). Según el relato, aquella
frente a la gélida acusación de Pe-
multitud que se encontraba es-
dro: y ustedes le crucificaron, no había
cuchando a Pedro, cincuenta días
verdad más tormentosa. Pregun-
antes había participado en el jui-
taron nuevamente como si fueran
cio del Maestro y había gritado
uno: -¿Qué pues haremos? El apóstol
con profunda decepción y enojo:
respondió de forma liberadora y
¡crucifícale, crucifícale! La multitud
transformadora, gracias a lo cual
parece que actúa como si fuese
la multitud dejó de ser voluble y se
una persona, aunque se forma de
volvió perseverante. Todo lo hace
diversos individuos, la pasión se
posible Dios a través del Evangelio.
contagia y provoca convencimiento
Esperamos que con este volumen
y unidad. Esta multitud se formaba
de nuestra revista nos unamos a la
de personas que habían llegado de
multitud perseverante, que movida
diversas partes a Jerusalén, venían a
por el perdón y el amor de Dios
las fiestas. Su llegada generalmente
y dirigida por el Santo Espíritu, se
era antes del inicio de la Pascua,
une en concordia para realizar con
se quedaban 49 días a celebrar la
pasión Su Misión.
fiesta de los Ázimos y finalmente la de las primicias, en lo que co-
Con aprecio
nocemos como Pentecostés. Una
Departamento
multitud cambiante que primero
Nacional de Edificación
gritaba: «Bendito el que viene en el
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Contenido
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Perseverando en la Misión
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Nadie pudo haberle quitado la vida...
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El decálogo del pastor
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Cuando molesta la conciencia
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¿Qué es espiritualidad?
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Detrás de la puerta: Las crísis en el matrimonio...
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Viviendo esperanzados en Cristo
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban… (Hechos 2:43-42a)
«E
l que persevera alcanza», repite el refrán que desde niños escuchamos a nuestros abuelos citar una y otra vez, cuando nos queríamos dar por vencidos, cuando decíamos: -es que no me sale, -es que no puedo, -es que a fulanito si le queda y a mí no. Muchas veces lo escuchamos como señal de reconocimiento, confirmando que el logro obtenido ha sido el resultado de insistir una y otra vez con tenacidad. Independientemente de la experiencia que generó el refrán, hemos constatado que la sabiduría popular tiene mucho valor de verdad y utilidad para la vida. Qué bueno que hay dichos como este, que respaldan la perseverancia, pero aún mejor, qué bueno que tenemos de parte del Señor una instrucción en Su Palabra acerca de ella. La característica que describe inicialmente a la iglesia incipiente es la perseverancia (Hechos 2:42). Después de narrar que de la multitud que se había congregado, tres mil personas creyeron y fueron bautizadas y antes de llamarla comunidad nueva o iglesia, se dice que 2
aquella masa de gente, todavía sin forma, tenía una característica: perseveraba. La palabra griega proskartereo (προσκαρτερέω) tiene un significado muy amplio. En primer lugar, tiene el sentido de estar siempre a disposición. La perseverancia es una actitud y la disposición, es algo que se antepone a la acción, es como la posición que ocupa un corredor, cuando se da la señal: «en sus marcas», en ese momento él se coloca en una línea y se acomoda para esperar la indicación «fuera». En este sentido, indica la actitud de un siervo que ha rendido su voluntad y con mansedumbre está siempre dispuesto. En segundo lugar, tiene el sentido de permanecer fiel. Perseverar conlleva el sentido de permanencia, es lo opuesto a lo voluble. No está sujeta al estado de ánimo o a los sentimientos, no depende de las circunstancias ni es afectada por los vaivenes de la vida. Ser voluble significa ser una marioneta de las circunstancias, el voluble determina lo que hace en base a su estado de ánimo o sus sentimientos, hace las cosas según «le amanece», por
e Pin n có lar A rdo a l e Av
da
tanto es impredecible, inseguro y poco digno de confianza. En cambio, la perseverancia hace que, quien la posee, sea considerado ante los demás como una persona fiel, confiable, firme y segura. En tercer lugar, tiene el sentido de ser firme y constante. El binomio firmeza y constancia apunta a dos clases de adjetivos, el primer adjetivo revela consistencia y carácter, el segundo está relacionado con el tiempo, tanto en frecuencia como en duración. Esta pareja se alimenta mutuamente y es inseparable para que exista la perseverancia. La firmeza indica que es inamovible, que no tiene variación, que difícilmente cambia su dirección. La constancia implica que quien es firme lo hace frecuentemente, de tal forma que siempre se manifiesta así, como el carrete de una película de 24 exposiciones por segundo, la constancia de las fotos nos hace creer que es un movimiento continuo y por otro lado, esta permanencia es de larga duración. Porque podría ser llamarada de petate, que arde con fuerza pero se extingue rápido. No hay mejor manera para ilustrar
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estas dos cualidades que por medio de un corredor que participa en la reina de las competencias: el maratón. En cuarto lugar, tiene el sentido de tener cuidado constante. La perseverancia requiere estar «alerta», ser vigilante. Lo que mejor ilustra esta cualidad está en un guardia nocturno que lucha, no sólo por mantener los ojos abiertos, sino por estar pendiente y cuidadoso de aquello que se le ha confiado. En quinto lugar, tiene el sentido de adherirse estrechamente y con fuerza. Una de las palabras que más se acerca a la perseverancia es aferrarse. La palabra aferrar viene del latín y se deriva de fierro. Su antecedente es la fuerza con la que una cosa queda sujeta a otra por medio del fierro. Por ejemplo, una cadena, un grillete, unas esposas, un candado, etcétera, la fuerza con la que el fierro se adhiere o se sujeta. Perseverar es, entonces, sujetarse a algo con fuerza, adherirse con intensidad, con estrechez. En sexto lugar, tiene el sentido de persistir, insistir, continuar. La expresión perseverancia conlleva la idea de continuidad, de no dejar algo comenzado o a medias, sino de insistir hasta terminarlo. La perseverancia está relacionada con tener un propósito, sin este ingrediente, la actitud se reduciría a necedad, terquedad, obstinación o rebeldía. Para que la actitud o la cualidad del carácter sea calificada como perseverante necesita estar orientado adecuadamente y generada por un objetivo, por una meta o una misión legítimas. Si consideramos la amplitud del término perseverancia y pensamos en que éste describe a la Iglesia, podríamos sin mucho preámbulo saltarnos hasta nuestro tiempo y preguntarnos acerca de nuestra actitud: ¿Qué tan perseverantes somos?
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En los últimos años, hemos venido haciendo una reflexión acerca de nuestra razón de ser Iglesia, la respuesta a tan vital interrogante es la Misión, existimos sólo con un propósito, no hay más. Fuimos llamados a la existencia, comprados, limpiados y salvados para cumplir un propósito en el mundo. Pero es muy fácil perderse de esta verdad, la Iglesia tiene la tendencia a distraerse, como el niño cuya madre le ordena un mandado y se entretiene en otras cosas hasta que la mamá, ya desesperada, sale a buscarlo y le tiene que reprender. Tenemos la tendencia a inventarnos otros propósitos y sustituir el que Dios diseñó: ser guardianes de la verdad, perseguir a los malos, ser jueces en la tierra, constructores de catedrales, inventores de programas para entretener a la audiencia, levitas del Antiguo Testamento, etcétera, sobran los propósitos inventados que suelen desviarnos. A pesar de ello, la iglesia ha tenido la madurez de aceptar sus desatinos y redireccionarse correctamente, por la gracia de Dios. Sin embargo, una es la Misión y otras son las estrategias para desarrollarnos en ella. Una cosa es el para qué y otra es el cómo. La Misión responde a la primera, ¿para qué somos Iglesia y para qué hacemos lo que hacemos?, los planes responden a la segunda pregunta ¿cómo expresamos lo que somos?, y ¿cómo hacemos lo que hemos sido llamados a hacer? La Misión no cambia, debemos persistir en ella, es el propósito para el cual Dios nos llamó a la existencia y a la acción en el mundo. Ésta no la inventamos nosotros, nos fue entregada y de ello tendremos que dar cuenta. Así que, por más esfuerzos que hayamos hecho o por mucho que hayamos caído en la apatía, necesitamos retomar nuestra vocación y responder a la Misión que el Señor Dios Todopoderoso nos ha confiado.
Lo que sí cambia es el cómo, los planes que hacemos, las estrategias que diseñamos, lo recursos que usamos, las personas que participamos, todo esto puede cambiar, pues debe acomodarse, estructurarse, alinearse, organizarse y trabajar en conjunto para el cumplimiento de la Misión. Tal vez usted cree que ya lo intentó todo, que ya hizo suficiente o que ya agotó sus recursos, sólo le queda una alternativa: perseverar. Tal vez usted no ha hecho lo suficiente, tal vez ha dejado que la apatía, el desinterés, la negligencia, la pereza o el desdén por la Misión se adueñen de su voluntad, solo tiene un camino y este es ineludible: perseverar. Tal vez usted es de los que han dicho: la Misión no funciona. Necesita cambiar de perspectiva, la Misión es un mandato de Dios, no es opcional. Es posible que, más bien; ha confundido el qué, con el cómo y lo que no le ha funcionado es lo segundo. Cambie de estrategias, no cuestione o dude del qué, renuévese y use la imaginación, después de todo a eso hemos sido llamados, haga uso de su capacidad creativa y persevere en la Misión. Tal vez usted va caminando con fidelidad haciendo su parte y ha obtenido buenos resultados, ¡lo felicito! Pero tenga cuidado ...Haga de no dormirse o uso de su confiarse, sea capacidad vigilante y no creativa y: se conforme: persevere en persevere en la Misión. la Misión.
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Nadie pudo haberle
quitado la vida. Evidencias de una entrega absoluta Min. José Raúl Quintero Ancona
L
a vida y obra de Jesús es grande y se agiganta si consideramos los detalles de su entrega por la humanidad, si consideramos que Jesús en la cruz no es víctima de la situación, ni las circunstancias, sino el protagonista de la historia, que desde la cruz marca los tiempos y las horas de su sacrificio. Era necesario pasar por toda «la pasión de Cristo», para demostrar el amor e interés que tiene Dios por la humanidad, Dios y su Hijo no anduvieron con rodeos, ni ofertas de ocasión, ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? (Mateo 26:53-54). Como Pablo, en su traslado como reo a Roma, que más bien parece el capitán del barco. ya que da órdenes, levanta el ánimo, indica cuando comer y quienes no deben abandonar el barco, así Jesús en la cruz es el que da orden a toda la escena, porque no hay nada que lo pueda tomar por sorpresa. Dice el Evangelio de Juan 18:4: Pero Jesús, 4
sabiendo todas las cosas que le había de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Desde el mismo arresto, Jesús sale al encuentro de su destino y declara su divinidad, revela su identidad, protege a los suyos, sana a un contrincante herido y se da tiempo para darle una última lección a Pedro y a los que pensaran como Él (v. 5-11). Jesús sabe lo que le va a sobrevenir y también tuvo la oportunidad de escapar. Pero servir de esa manera fue una decisión y un compromiso: el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios (Hebreos 12:2), y prácticamente una solicitud: Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocausto y expiaciones por el pecado no te agradaron, Entonces dije: He aquí que vengo o Dios para hacer tu voluntad (Hebreos 9:10: 5-7a). Al mismo Pilato, un hombre acostumbrado a las crucifixiones, le parece extraño que Jesús hubiera fallecido. Pilato se sorprendió de que ya hubiese
muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto (Marcos 15:44). Este extrañamiento y deseo de confirmación, por parte del mismísimo Pilato, de parte de un centurión, nos dice que algo no estaba saliendo bien, que Jesús se les había salido del guión. Juan nos dice: Entonces los judíos… rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas al primero y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas (Juan 19:31-3). El hecho de que Jesús ya hubiera muerto y los otros dos no, nos habla de una anormalidad, porque en condiciones normales de una crucifixión, los sentenciados podrían sobrevivir muchas horas más, al respecto el Teólogo William Hendriksen dice: «Esta rotura de los huesos (crurifragium es el nombre) por medio de golpes violentos de martillo o acero era terriblemente inhumana. Producía la muerte, que de no ser así podía tardar en llegar horas e incluso días»(1).
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De esta forma, si Jesús fue crucificado alrededor de las nueve de la mañana (Marcos 15:25), y expiró a las tres de la tarde (Lucas 23:44-46), solamente habían pasado 6 horas y humanamente hablando podría haber tardado mucho más en expirar. ¿Pero por qué ya había muerto, cuando los otros dos aún estaban con vida y pudieron haberlo estado todavía mucho más tiempo? Porque su muerte fue una ofrenda voluntaria y es aquí donde tenemos que recordar las palabras de Jesús: Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre (Juan 10:17-18). Nadie le podría arrancar la vida a la fuerza al Hijo de Dios. Él fue maltratado, martirizado, crucificado y como tiro de gracia, por si seguía vivo, le clavaron una lanza en el costado, pero esto no le desprendió la vida. Se ofreció voluntariamente a sus captores, la deslealtad de Judas no le tomó por sorpresa, Él se puso, se entregó y ofrendó su vida de manera consciente y voluntaria por cada uno de nosotros. También nos dice Juan: Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (Juan19:30). Lo normal hubiera sido que Jesús exhalara y después el peso de su cabeza, sin vida, la hiciera caer, sin embargo aquí se ve una vez más que Jesús entrega su vida, al respecto Hendriksen dice: «Dicho ya esto, Jesús inclinó la cabeza… y entregó el espíritu. Lo entregó. Nadie se lo arrebató. Entregó la vida»(2). Jesús ya había dicho al respecto: Yo soy el buen pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas (Juan 10:11). El autor E. Vine nos confirma: «En cualquier crucifixión, tras la exhalación del último suspiro venía
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...Porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo...
la inevitable caída de la cabeza; el Señor Jesús primero inclinó (o más bien ’reclinó’) su cabeza y entonces entregó su espíritu. Invirtió el proceso natural. Él derramó su vida hasta la muerte (Is. 53:12). La palabra que leemos como ’inclinó’ se traduce ’recostar’ cuando declara que el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Él halló su verdadero descanso en el cumplimiento de la voluntad del Padre y al hacerse obediente ’hasta la muerte’»(3). Un estudio de este tipo nos puede llevar a evaluar las condiciones de nuestra propia obediencia a Dios, de la profundidad de nuestra entrega a
nuestro Señor Jesucristo, y no cabe duda que nuestro maestro nos enseñó cómo se hacen las cosas; ¡qué entrega, qué voluntad, qué disposición, qué nivel de obediencia! Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aún más de lo que te digo (Filemón 1:21). Fuentes de consulta (1) William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento, El Evangelio según San Juan, Libros Desafio, 1981, Gran Rapids, Michigan. P. 537. (2) Ibid. 536 (3) W. E. Vine con C. F. Hogg, Vine comentario temático Cirsto, Grupo Nelson, 2011, p. 114.
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El decálogo del
astor
Neftalí Domínguez Vicencio
Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti (1 Timoteo 4:12-14)
E
n la sociedad actual se ofrecen múltiples modelos de liderazgo, basados en los valores de este siglo, muchas organizaciones públicas o privadas establecen su estilo de liderazgo basado en el poder, autoritarismo, competitividad, egoísmo. Desde los lugares públicos en los diferentes ámbitos: políticos, sociales y culturales, el modelo del líder, en la mayoría de los casos, es de prepotencia, de no escuchar la opinión de sus subordinados, de imparcialidad, arrogancia, negligencia, y en el peor de los casos los líderes asumen el papel de «dictadores», incluso en las sociedades democráticas en donde la premisa es que el gobierno está para servir al pueblo, la realidad es que la gran mayoría de los gobiernos «se sirven del pueblo». En la sociedad predomina la competitividad, pero una competitividad insana, en la que se tiene que «ganar» a coste de lo que sea (aun a coste de aniquilar a la competencia), las empresas, grandes y pequeñas, luchan por el «éxito», mayor productividad, mayores ingresos, mayor rating, etcétera. A pesar de que hoy día muchas compañías dicen ser «socialmente 6
responsables», la verdad es que no les importa el desarrollo de la sociedad, el progreso de sus trabajadores, el crecimiento de las familias de sus empleados, y menos aún, el cuidado del medio ambiente, los recursos naturales o de su entorno social. En la mayoría de los casos, desde los mandatarios de una nación, pasando por todas las instituciones de gobierno, las grandes empresas transnacionales, hasta la mediana y pequeña empresa, han prevalecido los liderazgos que buscan su propio beneficio, dejando de lado el recurso más preciado, que es el humano. Lo peor es que estos modelos se han filtrado en todas las esferas de la sociedad actual, incluyendo a la Iglesia. Ya la Biblia advierte al respecto: Mas Jesús los llamó y dijo: Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder (Mateo 20:25). El contexto del versículo es que la madre de dos de los discípulos se acerca a Jesús con la intención (buena intención según los valores de este mundo, pero contraria a los valores del Reino de Dios) de pedir para sus hijos un lugar de privilegio, abogó para que sus hijos:
Santiago y Juan, ocuparan un puesto de superioridad, de autoridad, su petición era egoísta. Es probable que todos los discípulos en su oportunidad hubieran pedido lo mismo, por eso es que se enojaron con Juan y Santiago. La cuestión de quien sería el «sucesor» de Jesús era un tema recurrente en los discípulos. Ante la petición de Santiago y Juan, a través de su madre, Jesús les dice que lo que piden está basado en los valores del mundo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad (Marcos 20:25). Y después de aproximadamente dos milenios, los valores del mundo siguen siendo los mismos. Los estilos de liderazgo no han cambiado, los dirigentes y gobernantes siguen señoreándose sobre la gente, siguen violentando sus derechos y oprimiendo a los pueblos. A veces lo disfrazan de supuestas reformas, las que sólo benefician a unos cuantos y perjudican a la mayoría. Además los que son grandes siguen usando su poder para dominar, ultrajar y destruir. Por tanto, el mensaje del Señor Jesús sigue vigente como lo fue cuan-
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do estuvo con sus discípulos: Mas entre vosotros no será así, sino el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (Mateo 20:26). En estos versos el Maestro estaba enseñando que el estilo de grandeza y liderazgo para los creyentes es diferente, va contracorriente. Los líderes del mundo dominaban de manera dictatorial usando el poder y la autoridad carnal. Los seguidores de Jesús deben actuar de manera opuesta, su liderazgo debe estar basado en el Servicio y en la entrega, incluso de sí mismos a otros, siguiendo el ejemplo de Jesús. En la vida eclesial el pastor tiene un rol primordial, el ministerio pastoral si bien es una bendición y un gran privilegio, también conlleva una gran responsabilidad, pues es el pastor quien dará cuenta de las ovejas. Desafortunadamente, los estilos de liderazgo con valores del mundo han permeado en nuestras congregaciones y es así que el Liderazgo Pastoral, corre el riesgo de desvirtuarse y ser aprovechardo para beneficios personales más que buscar el sano desarrollo de las congregaciones. Para que el Liderazgo Pastoral sea de edificación y bendición para la Iglesia, debe estar basado en principios Bíblicos y debe ser Cristo-céntrico y por supuesto guiado por el Espíritu Santo, a continuación presento 10 principios básicos, pero que considero impresindibles y que todo buen pastor debe poner en práctica.
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El pastor ama a Dios y vive plenamente su fe
El primer y gran mandamiento es: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (Mateo
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Para que el Liderazgo Pastoral sea de edificación y bendición para la Iglesia debe estar basado en principios Bíblicos...
22:37). El pastor debe vivir bajo la dirección de Dios, consultarlo en todos sus caminos y no olvidar que su prioridad, incluso antes que la Iglesia, es Dios. Al mismo tiempo debe vivir y compartir la fe en Dios a su familia: esposa e hijos principalmente, allí con su familia nuclear es donde puede transmitir, con el ejemplo diario, la experiencia de fe y la relación que tiene con Dios. Algunos líderes que han descuidado este principio han tenido que llevar un ministerio «solitario», pues su esposa e hijos no participan con él en las labores de la Iglesia, incluso ha habido casos en los que los hijos crecen con resentimiento contra su padre, la Iglesia y a veces contra Dios mismo y, finalmente, dejan de congregarse. Las familias pastorales deben ser ejemplo de fe y de amor a Dios.
2
El pastor es leal y digno de toda confianza
El líder debe ser fiel en todo cuanto haga, fiel a sus principios, fiel a su esposa, fiel a su familia, fiel a la Iglesia y sobre todo fiel a Dios, fiel en guardar
los mandamientos, doctrina y estatutos de la Iglesia. Hoy en día la sociedad vive una cultura de relativismo, en la que todo es pasajero: cambiar a cada rato de un trabajo a otro, cambiar de auto, cambiar de celular, etétera. Se vive tras la novedad, tras la moda, se cambian muy fácil las opiniones, las ideologías, aunque éstas sean contrarias, es parte de una sociedad inestable y de no tener un buen fundamento. En la Iglesia pasa algo similar, muchos congregantes incluyendo pastores están tras la novedad de las diferentes confesiones cristianas y, sin ningún remordimiento, cambian muy fácil sus creencias o posturas bíblico-teológicas. Entonces, llegan las noticias de que algún pastor renunció al ministerio y se fue con algún grupo religioso, cualquiera que sea (judeo-mesiánicos, fundamentalistas, reformados, carismáticos, etcétera): Son arrastrados de un lado a otro y empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. Y se dejan llevar por personas que intentan engañarlos con mentiras tan hábiles que parecen la verdad (Efesios 4:14, NTV). 7
El saludo de la Iglesia es de paz y de hermandad, todos se llaman hermanos, y el desafío es que no sólo se llamen sino que verdaderamente se viva en fraternidad
Por ende, es urgente profundizar en el conocimiento del fundamento doctrinal y afirmar nuestras convicciones Bíblicas y teológicas así como hacer un compromiso de «lealtad» a nuestra familia, a nuestra amada Iglesia de Dios (7° día) A.R. y sobre todo a nuestro Padre Dios.
3
El Pastor es cortés, generoso y solidario
La cortesía, la generosidad y la solidaridad son virtudes que debe cultivar todo pastor, son virtudes apreciadas y valoradas en un líder. El pastor debe ser el primero en dar y en ayudar a quien lo necesite, es decir, es afable especialmente con los ancianos, con los niños, con las mujeres, con las personas con capacidades diferentes, él es ejemplo de los creyentes.
4
El Pastor es respetuoso y hermano de todos
El saludo de la Iglesia es de paz y de hermandad, todos se llaman hermanos, y el desafío es que no sólo se llamen sino que verdaderamente se viva en fraternidad, el autor de Proverbios expresa: En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para tiempo de angustia (Proverbios 17:17, BLA). Un pastor debe ayudar a sus hermanos en cuanto le sea posible, jamás debe ser un «snob». Un «snob» es aquel que hace una diferenciación con el grupo que considera «inferior» (los ve por encima) y busca identificarse con el grupo que considera «superior».
5
El pastor defiende y valora a su familia
La familia es un apoyo muy importante en el ministerio pastoral, es preciso 8
recordar que la segunda prioridad del pastor, antes que la Iglesia es su familia. La primera es Dios y en tercer lugar está la Iglesia, alguna vez escuche que la primer Iglesia que el pastor debe atender es a su familia, esto es una gran verdad pues la Biblia dice: Pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿Cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:5). La esposa y los hijos del pastor también son ovejas y como tal requieren ser pastoreadas, escuchadas y como familia requieren tiempo de calidad. «Si tenemos esposas sanas e hijos sanos, tendremos familias sanas y estables, y si tenemos familias sanas, tendremos Iglesias saludables».
6
El pastor ama y defiende la vida y la creación
Dios es un Dios de vida, desde el origen de los tiempos el Padre celestial sopló aliento de vida. Además en cada etapa de la historia ha acompañado al ser humano y lo sigue haciendo. Aún y cuando él esté muerto en sus delitos y pecados, el Creador está con los brazos abiertos esperando que deje sus malos caminos para darle vida y vida plena. Uno de los propósitos de Jesús, al venir a la tierra, lo encontramos en el Evangelio de Juan 10:10: Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia.
Si Dios es el Dios de la vida, sus hijos y máxime los que ocupan lugares de liderazgo, deben estar a favor de la vida y ser defensores de la misma. La creación habla por sí misma de Dios, su creador. Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmo 19:1). Desde el origen de los tiempos Dios delegó al ser humano la gran responsabilidad de ser el mayordomo de la Creación, quien cuidaría de la naturaleza, de la vegetación, de los animales y de todos los seres vivos. Por tanto, el pastor debe promover el cuidado de la creación, del medio ambiente y los recursos naturales.
7
El pastor sabe obedecer y actúa con responsabilidad
Para llegar a ser un buen maestro, primero se tiene que ser buen alumno, éste aprende y obedece las indicaciones que su maestro le da. En la Biblia encontramos que una característica de los siervos de Dios es que son obedientes, el mismo hijo de Dios, fue obediente, hasta las últimas consecuencias: Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8). Así como Jesús fue obediente, Dios espera que sus hijos sean así, es menester que los pastores lo sean
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primeramente a Dios y también a sus autoridades, que respeten a la Iglesia, que obedezcan la palabra de Dios y también los diferentes acuerdos (conciliares, estatutos, plan nacional, etcétera) de la Iglesia.
8
El pastor es optimista aún en las dificultades
Repetidamente la Biblia menciona: «anímate y esfuérzate», en el primer capítulo de Josué se repite cuatro veces: solamente que te esfuerces y seas valiente. Así mismo el trabajo pastoral, sin duda alguna, es desafiante, conlleva un gran esfuerzo y dedicación. A veces es fácil caer en el agotamiento o desanimo, por ello se debe recordar que el pastor hace su trabajo con ahínco, con pasión y alegría pues sabe a quién sirve. Aún en medio de las crisis y dificultades el pastor se esfuerza por mantener el buen ánimo y la buena disposición. Además cuenta con un gran apoyo que es la guía del Espíritu Santo. El pastor no crea rumores ante las dificultades ni echa la culpa a los demás. Por el contrario, se gloría en sus debilidades para que el poder de Dios se manifieste. Procuremos tener una actitud positiva para que todos los días se cante: «Feliz, cantando alegre, yo vivo siempre aquí».
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El pastor es ahorrador y trabajador
La tentación de servir a «las riquezas» ha existido desde la antigüedad, actualmente es muy fácil poner la confianza en el dinero, en un salario, en una tarjeta bancaria, a tal punto de que el dinero se convierte en un «dios». Pero la confianza de los pastores debe estar únicamente en el Dios de los cielos, confiar en Aquel que cuida de las aves del campo a las
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que alimenta. Por tanto, a los pastores que valen mucho más también cuidará. El apóstol Pablo procuraba no ser una carga para la comunidad, cuidaba de no deberle nada a nadie, ni conseguir prestamos, más bien, se esforzaba por trabajar, y aun prefería omitir su derecho de recibir ayuda de las comunidades de fe. El pastor es responsable de cuidar su presupuesto familiar y también verificar que los recursos económicos de la Iglesia se distribuyan de la mejor manera posible, es preciso trabajar y confiar en que el Señor de Señores proveerá todo cuanto os haga falta.
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El Pastor es puro y lleva una vida sana y santa
El pastor no se deja llevar por las tentaciones ni en sus conversaciones ni en sus pensamientos y jamás ejecuta una acción sucia. Es puro en sus pensamientos, en sus palabras y en sus acciones, conserva limpia su mente y su corazón. Dice un corito de antaño, basado en el Salmo 15: «Señor, ¿Quién entrara en tu santuario para alabar? El de manos limpias, de corazón puro, que no es vanidoso y que sabe amar». El pastor cuida su salud y su integridad, hay un dicho común entre los pastores que en ocasiones se expresa para justificar el sobrepeso: «pastor sin panza no es de confianza». Lo que denota esta broma es que no les preocupa subir de peso ni las consecuencias que esto tiene para la salud. Sin embargo, el pastor debe procurar su salud tanto física como emocional y espiritual. Para realizar con calidad las actividades diarias del trabajo pastoral se necesita que estén sanos. El libro del Apocalipsis dice que Dios es tres veces Santo, es decir, es Santo
por antonomasia. Por lo que se espera que sus hijos también lo sean, la busquen y practiquen la justicia. La Iglesia que Dios desea es una Iglesia que viva en santidad e integridad. En el nuevo testamento se lee: A fin de presentársela a sí mismo, una Iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Efesios 5:27) y si la Iglesia está llamada a ser santa, los líderes y pastores deben ser los primeros en vivirlo. El apóstol Pablo dice a Timoteo: Pero es necesario que el Pastor sea irreprensible, sobrio, prudente, sin doblez, honesto, que guarde el ministerio de la fe con limpia conciencia (1 Timoteo 3:8). Que cada día se escuche la oración: «Señor, dame manos limpias y un corazón puro».
Conclusión Espero que con la dirección del Espíritu Santo y la puesta en práctica de estos diez principios, cada pastor pueda desarrollar con eficacia el Ministerio que Dios le ha encomendado. Y que no descuides el don que hay en ti, sino que seas ejemplo de los fieles en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Timoteo 4:14). Deseo que con la inspiración de estas palabras se desarrolle un liderazgo basado en las Sagradas Escrituras y en el modelo de Jesús, se trabaje con un espíritu de buena voluntad, tolerancia, de verdad y justicia que marque la diferencia en la Iglesia y en el ministerio de cada pastor. Bibliografía 1. La Santa Biblia, Sociedades Bíblicas Unidas, (Todas las citas a menos que se indique lo contrario fueron tomadas de la versión Reina Valera 60). 2. Scouting for boys, Baden Powell, 1983, Novena edición. 3. Biblia de Estudio Macarthur.
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La conciencia Cuando molesta
Min. Ausencio Arroyo García
Éste es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros. Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo (1 Juan 1:5-2:2, NVI).
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a conciencia humana suele ser líquida a la hora de ejecutarse en la vida cotidiana. Es muy fácil, por ello, intentar diluir el carácter de Dios en nuestro fuero interno. El Dios eterno, al hacerse asequible a la mente humana, queda expuesto a los límites de la misma y a los intereses personales que cada uno que remite a Él. Es frecuente caer en la tentación de hacernos un dios a nuestro gusto y comodidad, para luego confundirlo con el Dios verdadero. Y así viajar por la vida como si todo estuviese perfecto, como si fuéramos intachables satisfaciendo al Creador. Por ejemplo, algunos creyentes pueden sobrellevar una doble vida, por un lado pueden expresarse con dureza en moralidad y reprochar las costumbres «mundanas». Mientras, por otro, mantener un lado oscuro de su personalidad, en el que se permiten romper los límites de lo correcto y honorable. Esto en contradicción con lo que se dice, pero sobre todo mostrando actitudes y conductas ajenas a la voluntad del Dios santo.
Dios está más allá del hombre El filósofo Voltaire solía decir: «Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y el hombre le pagó con la misma mone-
da». Sin embargo, no debemos olvidar que Dios está más allá de nuestras mentes, opiniones o gustos personales. Él está más allá de las máscaras que ocultan la verdad de lo que somos. Cada quien es lo que verdaderamente tiene en el fondo de su corazón. El corazón humano es engañoso, tramposo y miente sistemáticamente (Jeremías 17:9-10), pone al hombre en contra de sí mismo. Esto provoca que se mienta a sí mismo y mienta a los demás, que intente dar una imagen de lo que debería ser, pero que no vive. Así es el hombre en su cotidianidad. Es un artista del disfraz. Esto es grave cuando se establecen relaciones interpersonales falsas: se usan palabras huecas en declaraciones de amor que ocultan el afán de poseer a la otra persona, para satisfacer necesidades egoístas. Se miente al afirmar una palabra de promesa que no se cumplirá. Se miente al ocupar un lugar que tiene un fin noble de servicio, pero que se pervierte haciéndolo un medio de cubrir las ansias narcisistas de poder y prestigio. Estos actos llevan una carga de rechazo porque algo en el fondo: la conciencia, nos hace esperar que las relaciones entre las personas se basen en la verdad y la honestidad. Esta es la huella ética de la imagen
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Su búsqueda de prestigio religioso les hizo perder su ubicación a los ojos de Dios.
de Dios en el ser humano. Sin embargo, es mucho más delicado que la impostura ocurra en el ámbito religioso.
Maestros del disfraz Jesús chocó de frente con la secta de los fariseos, no porque fuesen malvados de forma evidente, sino porque su maldad se escondía tras una máscara de piedad. Se preciaban de ser mejores: más rectos, obedientes y santos, que los demás judíos de su tiempo, entre ellos los publicanos. Así pensaban en la intimidad de su conciencia: Dios te doy gracias que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano… (Lucas 18:9-14). No siempre es fácil distinguir el mal. Es obvio que estos hombres no eran pecadores comunes, no transgredían la ley de forma evidente. Pero su problema era más delica-
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do. La confianza que habían desarrollado en sus acciones los hacía ser ciegos de sus verdaderas intenciones, o tal vez ni siquiera se preocuparon alguna vez por ellas. Hay expresiones estruendosas de la maldad, si las personas dominadas por ésta se hallan en áreas de influencia. Un ejemplo son los dictadores de las naciones, la historia nos cuenta cómo encabezaron exterminios, aniquilaron poblaciones, destruyeron vidas a diestra y siniestra. Pero, la maldad también se mueve sigilosamente o se oculta con sonidos o imágenes de fondo que aparentan santidad y justicia. Jesús fustigó con sus duras palabras a los escribas y fariseos a causa de sus motivos, más que por sus acciones visibles: hacen todas sus obras para ser vistos de los hombres… (Mateo 23:13-33). Su búsqueda de prestigio religioso les hizo perder su ubicación a los ojos de Dios. Sus largas oraciones eran un pretex-
to para granjearse la voluntad de las personas vulnerables y apropiarse de sus bienes. El excesivo cuidado de los rituales desentonaba con el desprecio que tenían por los que en su opinión eran indignos del amor de Dios. Al final, un corazón malvado procura deshacerse de quien le resulta incómodo. El hombre de corazón malvado se puede hallar molesto de que ese otro posea capacidades o dones, de que sea amado, que le «robe» la atención del público o simplemente porque exista. El rey Saúl se sintió incómodo con el entusiasmo que despertó el joven David en el pueblo y se enceló porque le estaba robando la atención, sus victorias pusieron en riesgo su trono, por ello trató de deshacerse de él (1 Samuel 18). A Saúl le desagradó que Dios estuviera con este guerrero, por ello intentó asesinarlo de diferentes maneras. El rey enfermo creerá que el mal está encarnado en aquel joven pastor que circunstancialmente llega al palacio. Por ello lo perseguirá como su peor enemigo. El síndrome de Saúl se repite hasta el día de hoy, una y otra vez. Algún «rey» al sentirse amenazado en su trono narcisista atentará en la medida de sus posibilidades contra las figuras que teme y las convertirá en víctimas de su enfermedad. Los celos y la envidia, quizá disfrazados de justicia, conducen al asesinato de quien amenace destronar el corazón egoísta. Cuando la maldad del corazón se despierta convierte a su dueño en un ser perverso que buscará destruir al otro, quien a veces lo conseguirá. Un padre inmaduro destruye el carácter de su hijo, los varones oprimirán a las mujeres, un cónyuge egoísta aniquilará la confianza de su pareja, un jefe humillará permanentemente a sus subalternos, un líder evitará que los demás se desarrollen junto a él. Su motivación 11
La conciencia humana se incomoda cuando dejamos que la Palabra eterna nos confronte es matar al otro, ya sea con muerte física, emocional o espiritual. El corazón malvado cosifica, loque significa que convierte en objeto al otro, para él no es persona con valor de un ser único e irrepetible, para él es sólo un medio para lograr sus fines. La pareja es tratada como cosa que satisface los deseos distorsionados o encubre sus miedos. Si es líder, los que están a su lado son objetos a los cuales mueve, limita o liquida sin remordimientos; cualquiera que se interponga en su camino será pisoteado, y siempre encontrará una justificación para estas acciones. El exceso de confianza en sí mismo es peligroso, Scott Peck dice: «El mal no lo cometen las personas que dudan sobre si ellos tienen razón, que cuestionan sus propios motivos, que se preocupan si se engañan a sí mismos. El mal en este mundo lo cometen los satisfechos, los fariseos de nuestro tiempo, los que se creen justos y sin pecado porque no quieren sufrir la molestia de un examen significativo de sí mismos» (El mal y la mentira). Si pretendemos ser una morada del Dios Santo, nuestras conciencias deben ser examinadas con toda sinceridad a la luz de su Palabra. Ya que, sólo «Si estás dispuesta a soportar con serenidad la prueba de no agradarte a ti misma, escribió Teresa de Lysieux a su hermana, entonces serás una morada para Jesús» (El mal y la mentira, p. 11).
El valor de la confesión La primera afirmación sobre Dios en la cita de 1 Juan 1, es: Dios es luz. El concepto de luz remite al carácter santo y esplendoroso de Dios. El Dios verdadero no es una proyección de la 12
mente humana. El Dios de la Biblia no es como los dioses de los paganos, los cuales son ambiguos: son poderosos y dominan ciertos ámbitos de la existencia, pero en muchas situaciones actúan con celos, envidias y venganzas entre ellos o contra los hombres. Pero, Dios es plenamente santo, es lo totalmente Otro, lo opuesto al ser humano, lo que el hombre no puede inventar ni acotar. Dios es Uno, dice el pasaje fundacional de Deuteronomio (6:4). Dios es de una esencia y forma de ser. Dios es perfectamente congruente en lo que dice, hace y siente. Dios es verdaderamente Santo, su condición luminosa lo hace inasequible al ser humano, ya que su pureza es una amenaza a nuestra existencia. Por ejemplo: Isaías recibe una revelación de la gloria del tres veces Santo (6:1-7), ante la visión, el profeta reconoce su fragilidad y declara su sentencia de muerte. La conciencia humana se incomoda cuando dejamos que la Palabra eterna nos confronte con la realidad de lo que somos. Dios conoce, no sólo los hechos visibles, sino los ocultos a los ojos humanos y además conoce las verdaderas intenciones. Sabe cuándo nos mueven ideas exageradas de nuestra propia importancia o nuestras fantasías de éxito ilimitado. Él sabe si nos consideramos «especiales» o indispensables para salvar a los demás, pero en realidad tenemos una excesiva necesidad de ser admirados, si nos mueve la envidia en las obras que emprendemos, si sentimos satisfacción cuando nos deshacemos de los «malos». Dios nos ha dado una conciencia moral para que nos mantengamos en conformidad con su voluntad. El profeta Natán confrontó al rey David después de
su adulterio por medio de una parábola, de esta manera le hizo ver las implicaciones de sus actos. El rey, a causa de su orgullo desmedido, sintiendo que podía ser dueño de la vida de los demás, se apropió de una mujer casada, recurrió a engaños para cubrir su pecado y al fallar en su intento, hizo matar al esposo y luego se quiso mostrar como un hombre protector. Pero, no hay nada oculto para siempre, Dios nos ha visto y tal vez otros ojos también, y un día todo saldrá a la luz. Dios, que es luz, conocía de los arreglos secretos con que David intentó ocultar su pecado. La única manera de vencer al pecado es exponerlo delante de Dios. El pecado debe ser confesado porque sólo podemos superar aquello a lo que se le ponga nombre. Sólo lo que admito como falta puede recibir perdón. Todos los pecados pueden ser perdonados menos aquellos que no reconocemos. El mal sólo puede ser vencido con el bien. Natán le contó al rey David acerca de un hombre poderoso, abusivo e injusto, esto provocó el despertar de su conciencia. Al mirarse en ese espejo se enojó y sentenció al personaje de la parábola, en medio de su ira, Natán le reprocha: Tú eres aquel hombre (1 Samuel 12:5-7). David admite: Pequé contra Jehová (v. 13). Sólo una conciencia sensible pudo reconocer sus manchas y percibir la sentencia de la justicia de Dios. El Salmo 51 refleja la profunda herida que abrió el pecado, pero también los momentos del proceso de sanidad espiritual. Cuando molesta la conciencia es un signo de que algo debe enmendarse. Confesad las faltas y creed en el perdón por la intercesión de Jesucristo. Referencia
• Pechk, Scott. El mal y la mentira. Buenos Aires: EMECE, 1988 (p. 74)
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Qué es ¿ espiritualidad? Raymundo Ramos Dávalos
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ucho se dice de la espiritualidad, sobre todo en los medios cristianos, pero ¿qué es realmente la espiritualidad, según la Biblia? Hay muchas posibles definiciones, esto se debe a que la Biblia no nos da una definición específica de ella, y a que la palabra «espiritualidad» no surgió históricamente, como una rama bien definida de la teología, sino hasta el siglo XVIII d.C. se ahondó más en el tema. En la espiritualidad cristiana el hombre trata de recibir aunque no sabe recibir. Dios es quien se entrega, el que se da y se derrama. En el judaísmo, el hombre es el que hacía y entregaba por ejemplo: la ofrenda, el sacrificio, a sí mismo, etcétera. En el cristianismo Dios es el entregante, Jesús es el entregado, y el Espíritu Santo la entrega (Marcos 1:14). Por tanto, la espiritualidad cristiana es sumamente receptiva. Amar es la más grande espiritualidad porque el amor es su motor. El amor es la capacidad inmediata de
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captar los sufrimientos y las alegrías de quienes nos rodean. Es una especie de simpatía instintiva, es el corazón grande, pronto, raíz de toda la moral neotestamentaria, es lo que motivó a Dios a entregar a su Hijo por la vida de cada uno de nosotros. Significa la concreción de lo que nuestro Dios piensa y cree para el hombre, es la total salida del uno para el otro, es la esencia de Dios y su espíritu (1 Juan 4). Lo contrario a la espiritualidad cristiana es la espiritualidad mundana que es la que cree y vive el mundo. El uso más característico del término «munen griego) es la tradición do» ( de Juan, el discípulo amado, en el que mundo connota conflicto y oposición a la comunidad de fe. Mundo es, por tanto, el ámbito social opuesto a Jesús y a la comunidad (Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo, Juan 17:16; 8:23; 15:19; 17:6-14). La espiritualidad es cuando el hombre se abre a la paz que no tiene el mundo, sino la que Dios le da por su gracia.
La espiritualidad consiste en vivir un proceso de descentramiento del ego para que se dé un nuevo centro: Jesús. Por eso, como dijo el gran teólogo Hans Urs von Balthasar(1): la espiritualidad cristiana es Cristocéntrica, el evangelio como centro de vida del hombre. Pero Cristo es la primera meta, luego el Padre, por eso la espiritualidad cristiana es también Patrofinalizada, tendemos al Padre, esa es la ansiedad del espíritu humano. Finalmente, para que todo sea posible deberá ser Neumatófora, esto es, llevadora y comunicadora del Espíritu, el cual es su fuerza. Por tanto, Cristo es el medio, el Padre su meta, y el Espíritu Santo su fuerza. La garantía de la espiritualidad cristiana es la presencia y el poder del Espíritu Santo en la vida del creyente. La prueba máxima de la espiritualidad está en Juan 13:34-35. Espiritualidad es vida con Jesús y si no se basa en la praxis de Jesús no es cristiana.
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La espiritualidad consiste en vivir un proceso de descentramiento del ego para que se dé un nuevo centro: Jesús...
Espiritualidad es la fe viva que actúa en el mundo, aquello que se manifiesta al mundo, lo interno afecta lo externo, la espiritualidad es cómo la fe afecta la vida humana. La espiritualidad se nota en cómo se vive e interactúa con el mundo, cómo un acto humano refleja reino, potencia divina. Se distingue de la moral porque no está significada como un código ético. Se nota en cómo se abordan los retos de la historia y no en cómo se ora. Podemos vivir cotidianamente la espiritualidad, sin divorciarnos de la realidad y la materia, la espiritualidad cristiana nunca es un escapismo de la realidad o espiritualismo. La espiritualidad es la concreción de la fe en nuestra vida cotidiana, de hecho se expresa en la forma de relacionarnos con el mundo, más que en la forma de relacionarnos con Dios. Consiste en un modo específico de ser en el mundo. Consiste en verlo y vivirlo todo como penetrado por la presencia de Dios. La espiritualidad es vivir según el Espíritu en el seguimiento e imitación de Cristo, es vivir con Espíritu y no son una serie de prácticas de religiosidad o devocionales. Es decir que, en tanto nuestra obediencia a Dios esté condicionada por un código de leyes y tradiciones religiosas y mecánicas, estamos en la posición de esclavos. Pero cuando viene de la obra del Espíritu en el corazón, no deseamos nada más que servir a Dios, porque ya no 14
es la ley sino el amor lo que nos mueve a practicar la fe (Jeremías 31:33). Abarca la vida entera y no una parte de ella. Lo espiritual es lo que genera el Espíritu Santo, fuerza dadora de vida. La espiritualidad nos enseña a vivir cristianamente nuestras relaciones humanas, a comprometernos con la vida intramundana sin perder el horizonte de lo sobrenatural. El eremita, aislado del mundo, ya no es el paradigma de la perfección, sino el comprometido con los otros y los problemas de la sociedad e Iglesia. Que, además, sabe asumirlos desde su condición cristiana que es al mismo tiempo su ser humano. Una espiritualidad comprometida que se expone al riesgo de la fe en el servicio, se encarna en los problemas humanos, no niega su realidad terrena, sino que se compromete en la aplicación histórica de las Buenas Nuevas. Es una espiritualidad que acompaña al necesitado para dar testimonio efectivo de la fe. Toda experiencia espiritual significa un encuentro con un rostro nuevo y desafiante de Dios, que surge de los grandes retos de la realidad histórica. Jürgen Moltman habla así de la espiritualidad: «Somos redimidos con el mundo, no del mundo. La experiencia cristiana no nos separa del mundo. El malentendido gnóstico llenó a la espiritualidad occidental de misticismo interiorista, individualista, enajenante.
A Dios no se le experimenta en la mística personal, sino en la experiencia personal de la comunión. Nos lleva a una espiritualidad del cuerpo y a una espiritualidad de la comunión. La espiritualidad no se orienta a la represión del cuerpo sino a la transfiguración del cuerpo. El amor a la vida acaba con la resignación y con los recuerdos dolorosos de la vida. Frente al cinismo que supone la aniquilación de todo lo que vive y en el mundo de los hombres y de la naturaleza lo primero que hemos de hacer es no acostumbrarnos a él. La espiritualidad de la vida quiebra los entumecimientos interiores, las corazas de nuestra indiferencia, las barreras de nuestra insensibilidad para el dolor y recupera la fuente de la vida en nosotros y entre nosotros, para que nuevamente podamos llorar, reír y amar. Vida en el Espíritu de Dios es vida contra la muerte, es decir no a la guerra y a su destrucción, es decir no a la pobreza y a sus humillaciones. Es luchar contra lo que niega la vida»(2) La espiritualidad es un modo de responder a Dios, un modo de vivir el Espíritu Santo, en obediencia Dios. El seguimiento de Jesús se realiza en el poder del Espíritu Santo. Una espiritualidad integral. Caminar según el Espíritu, es rechazar la muerte (el egoísmo, el desprecio a los demás, la codicia, la idolatría) y escoger la vida del amor, la paz, la justicia, renunciar a la carne. Y vivir según el Espíritu es estar disponible para Dios y para los demás. «La espiritualidad no es una ciencia o una técnica sino un modo de vivir» (Leonardo Boff). Referencias bibliográficas: (1) Von Balthasar, Hans Urs. Curso Espiritualidad, profesor César Corres, México: IMDOSOC, 2001. (2) Moltmann, Jurgen. El Espíritu de la vida. Una pneumatología integral, Salamanca: Sígueme, 1998.
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os pastores tenemos una vida pública y una privada. La primera es la que está a la vista de todos. La segunda es la que pocos conocen. Si bien es obvio, cabe la aclaración por lo siguiente: hablando del pastor y su matrimonio, no siempre lo que se observa en público es lo mismo que se vive en casa. ¿Qué sucede detrás de la puerta cerrada del matrimonio del pastor? Los datos de más de doscientos matrimonios de pastores(1), según la organización EMERGE Ministries, Inc, que requirieron apoyo en un período reciente de tres años, muestran que están afrontando problemas alarmantes: • 80% de los pastores dicen que no tienen suficiente tiempo con su cónyuge y que el Ministerio tiene un efecto negativo en su familia. • 50% de los matrimonios de pastores terminan en el divorcio legal (en la mayoría de las veces, bajo el mismo techo, lo que se denomina, separación conyugal). • 80% de las esposas de pastor desean que su cónyuge tuviera otra profesión. • Las dificultades sexuales, aun el uso de pornografía, componen los mayores problemas: el 28 %. • Los conflictos conyugales y familiares son las quejas del 21%. • Las tensiones creadas por el trabajo del ministerio tienen el 20 %.
Detrás puerta:
Min. Joel J. Pachuca Rosales
Los datos aludidos son un muestreo de lo que podría estar sucediendo en los matrimonios de los pastores en nuestra Iglesia. Así como las parejas de creyentes enfrentan crisis, los pastores con sus esposas, también. Quizá esta afirmación pareciera lógica, pues ambos vínculos (la relación conyugal entre feligreses y la relación conyugal
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de un pastor) son conformados por seres humanos contingentes y susceptibles al error, pero es necesario precisarla, pues no siempre se reconoce o se asume.
El primer paso para afrontar y resolver una crisis es reconocer Hace tiempo, tuve varias charlas con el hijo de un pastor. Éste se quejaba del poco tiempo que les brindaba su padre, tanto a él como a sus hermanos y a su madre. Le enojaba ver que el tiempo libre, posterior a la jornada laboral (pues era pastor voluntario), en lugar de dedicarlo a ellos, lo disponía para preparar sermones, atender grupos familiares y realizar visitas. El jóven decía sentirse harto de escuchar las constantes discusiones que sostenía con su madre, ya que ella le hacía frecuentes reclamos acerca del poco tiempo que brindaba a la familia y de la falta de dinero que a veces sufrían, pues su padre invertía también de sus recursos en el trabajo ministerial. Me contó que su madre siempre estaba irritada y que ambos dormían en habitaciones distintas. Temía que en algún momento se fueran a separar, pues veía que cada vez las discusiones eran más intensas y las palabras más hirientes. Su padre no reconocía la problemática familiar, por tanto no hacía algo para transformarla. Recuerdo también las pláticas que tuve con un colega. Había invertido gran parte de su tiempo en el trabajo Ministerial. Sin que el pastor pudiera darse cuenta, uno de sus hijos empezó a guardarle resentimiento. Lo notó hasta que el muchacho entró en la adolescencia: le reclamaba tiempo, fallaba mucho en las calificaciones. Con su esposa dis16
La presión económica, la ansiedad, las caídas emocionales y los límites mal establecidos en el Ministerio, son las problemáticas más recurrentes...
cutía constantemente de los problemas económicos o el tiempo invertido en la Iglesia, las llamadas en momentos que para ella eran inoportunos, los fines de semana ocupados, además por el poco tiempo que les dedicaba. Llegó a sentirse agotado, con mucha tensión y pensó en renunciar al Ministerio. Lamentablemente el trabajo en la congregación no iba del todo bien. Había pasado el tiempo y, sin querer, descuidó a su familia y a sus hijos. Por la gracia de Dios no renunció. Asumió la situación y, con la ayuda del Señor, empezó a hacer ajustes en su vida. No fue tan sencillo, implicó un largo proceso. Gracias a Dios hoy su familia está mejor. Les solicité, a él y a su esposa, autorización para compartir su testimonio en este artículo, sin mencionar sus nombres y sólo a grandes rasgos. Ante la petición, se alegraron de que su experiencia pudiese ser de utilidad para alguien más. A través de estos ejemplos deduzco que, la presión económica, la ansiedad, las caídas emocionales y los límites mal establecidos en el Ministerio, son las problemáticas más recurrentes detrás de las tensiones conyugales. Esto representa la evidencia de una pérdida de equilibrio entre el trabajo, el hogar y el Ministerio del pastor. Por lo que será necesario reconocerlo y afrontarlo.
¿Cómo podrá el pastor cuidar su matrimonio y a la vez tener un ministerio de bendición? Las siguientes recomendaciones son desafíos que, como pastor también intentó perseguir. Representan realidades vividas y a la vez buscadas, desprendidas del texto Bíblico, pues éste es el criterio rector de todo pensamiento y conducta. Constituyen una especie de compendio de consejos recibidos y de aprendizajes obtenidos ante errores cometidos. Reflejan el resultado de la convivencia con pastores maduros que han sabido construir matrimonios sanos, que aceptan la contingencia de la vida en pareja y que asumen, con responsabilidad, la lucha diaria por el equilibrio entre el matrimonio y el Ministerio. Fortalezca su relación con Dios Un matrimonio de bendición no comienza concentrándose en sí mismo. Comienza concentrándose en la relación de amor con el Señor. Busque tiempos para fortalecer su vínculo con Dios, en intimidad. Un corazón árido, en términos de Espiritualidad, está limitado para amar. Una vida movida
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por el Espíritu es aquella que ama como Jesús, hasta la muerte (Mateo 22:37-39). Inicie por usted Más allá de comenzar preguntando: ¿cómo puedo tener un mejor matrimonio? o ¿qué es lo que mi esposa necesita mejorar? La mejor pregunta es: ¿cómo puedo ser un mejor cónyuge? Cada persona es experta en saber cómo su compañero pudiera ser más amable, atento, y cariñoso. Pero es determinante revisar la propia vida, examinándose con honestidad, para así enmendar y ajustar lo necesario con el fin de caminar conforme a los anhelos del Señor (Salmo 139:23 y 24). Establezca límites Por un lado, reconozca los propios. No todo lo puede hacer. Asuma sus limitaciones. Hacerlo le permitirá no acumular tensión ni frustraciones debido a las metas no cumplidas. Defina límites de tiempo y de espacio: (1) Separe tiempos para estar consigo mismo, de lectura, meditación y descanso; (2) Como matrimonio y para los hijos; (3) Con la familia extendida, padres y hermanos; (4) Ante el trabajo del Ministerio, no permita que éste lo consuma. En resumen, tiempo y espacio para usted, el matrimonio,
los hijos, la familia extendida y el ministerio pastoral(2). Lo anterior no está enunciado en orden de importancia, más bien, la sabiduría estará en mantener el equilibrio entre los diferentes ámbitos de la existencia. Todo tiene su tiempo (Eclesiastés 3:1-9). Iniciando en el hogar Antes de ser pastores de la iglesia, lo somos de la casa. La familia es la grey primera. Será necesario atenderla de manera primordial. Habrá que estar alerta para no desatender el matrimonio y a la familia por dedicarse al trabajo del Ministerio. Las consecuencias de los descuidos pueden ser bastante dramáticas. Quien pastorea una congregación, está llamado a cuidar con esmero de su hogar en primer lugar (1 Timoteo 3:4-5). Cultive su matrimonio Trabaje para que su matrimonio crezca, no para que solamente dure. El trabajo es de ambos. La relación de pareja es como un jardín en común, habrá que cuidarlo: «el matrimonio es como la jardinería: será necesario arrancar lo que está dañando, preparar el terreno, sembrar, sobre todo ser muy paciente, regar y cuidar… Estar siempre preparados porque habrá
Separe tiempos para estar consigo mismo, como matrimonio y para los hijos
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plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso se abandonará el jardín»(3). Separen tiempos para estar a solas y para conversar, trabajen en su comunicación. Fortalezcan la intimidad emocional, cuide su sexualidad. Es uno de los problemas frecuentes. Es fundamental hablar sobre el tema y conocerse (Cantares 8:5-7). Presupueste sus gastos y en la medida de lo posible, viva por debajo de sus ingresos Los problemas financieros ocasionan otras dificultades en la vida conyugal. Son recurrentes en el matrimonio del pastor. Causan irritabilidad y ésta, a su vez, ocasiona conflictos de pareja. Tanto los dedicados de tiempo completo como los voluntarios enfrentan dificultades en este ámbito. Será necesario tomar acuerdos con su esposa, elaborar un presupuesto mensual y preferentemente vivir por debajo de lo que percibe. Evite deudas y los gastos denominados «hormiga» (Lucas 14:28). Platiquen sobre el lugar de su esposa en el Ministerio Me esperé hasta este punto para aclarar lo siguiente: en lo que va del artículo me he referido al vínculo conyugal de quien dirige una congregación como el matrimonio del pastor, no lo he mencionado como matrimonio pastoral. La razón es que en la segunda afirmación puede entenderse que también la esposa tiene la responsabilidad de ser pastora (me refiero a la obligación que se le impone a veces, por ser la pareja del pastor). De hecho, hasta a los hijos se les asigna esa «carga». Cabe aclarar que ser pastor en sí no es una carga, pues corresponde a un llamado, sin embargo, para quien se le adjudica este compromiso sin tener la responsabilidad, sí lo es. Es 17
importante comprender que las iglesias no obligadamente están dirigidas por una familia pastoral. Sino que, son guiadas por un pastor y éste tiene a su esposa y su familia. Entonces, ¿el cónyuge de un pastor no tiene ningún compromiso? Por supuesto que lo tiene, pero como creyente, no como pastora. Será necesario entonces charlar y revisar juntos ¿cuál es el lugar de su esposa en el cuerpo de Cristo como creyente? Habrá que revisar sus dones, habilidades, destrezas y el deseo de compartir el Ministerio Pastoral con su marido. Es probable que sus capacidades tengan relación con la función pastoral. Es necesario precisar que, por un lado está el cargo de pastor, que tiene el líder de la congregación, y por otro está la función pastoral, que se refiere a aquellas tareas de aconsejar, visitar, enseñar, etcétera; que los creyentes, según sus dones, pueden realizar. En caso de no poseerlas habrá que revisar en qué Ministerio o Ministerios sus dones podrían ser de bendición (1 Corintios 12:27). Trabaje en el perdón Andar un camino en común implica roces, caídas y heridas. Con el trascurso del tiempo las parejas sin querer, se lastiman. Palabras, actitudes, omisiones, ausencias, promesas no cumplidas, errores y ofensas son situaciones que laceran. Caminar así, sin sanar, será doloroso y martirizará la relación. Es vital y determinante perdonar para sanar y fortalecer el matrimonio. El perdón es la opción ante el agravio. Opción que implica la decisión de no guardar resentimiento ni odio en el corazón (Proverbios 17:9 y Mateo 6:14). Busque ayuda Si los conflictos matrimoniales se le están yendo de las manos y siente que lo superan, busque ayuda. Si las tensiones lo han dejado vulnerable, al grado de tomar decisiones equivocadas, haga un alto y comparta su situación con alguien: un amigo pastor, un ministro anciano o de ser necesario, con un especialista. Por un lado, es necesario rendir cuentas y por el otro, compartir las vivencias con una persona externa al problema, esto permitirá que se detecten errores no asumidos (Eclesiastés 4:9-12).
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El siguiente poema, de manera armoniosa, refleja la transición de las ilusiones a las crisis en la vida matrimonial: Una vida en imperfecto Yo creía que amándote Podía impedir que sufrieras, Lloraras, murieras… Tú creías que amándome Podías impedir que sufriera, Llorara, muriera… Yo te creía perfecta Y pensaba que tus perfecciones Colmarían mis imperfecciones… …Y supe que no eras perfecta, Y tú supiste que yo no era perfecto. Lo que tu llamabas “mis crisis” Eran mis gritos de protesta. Lo que yo llamaba “tus crisis” Eran tus gritos de protesta. Hemos gritado, roto y hecho crisis; Hemos sufrido y llorado; Hemos comprendido que vamos a morir Y si hasta nuestra muerte, me propusiste, ¿Trabajamos, creamos y vivimos? Y si hasta nuestra muerte, te propuse, ¿Reímos, cantamos y bailamos? Y si hasta nuestra muerte Nos equivocamos… Nuestro amor imperfecto Sigue siendo imperfecto(4) Sólo el amor de Dios es perfecto. Que Él siga sosteniendo nuestros matrimonios y nos brinde la capacidad de amar como lo hizo Jesús. Y así podamos afrontar las vicisitudes que se viven dentro del matrimonio y que son comunes en el Ministerio Pastoral. Referencias: (1) El dato refiere a pastores, o parejas de éstos, que solicitaron apoyo en la Línea de Ayuda de Enriquecimiento Ministerial de la organización EMERGE Ministries, Inc., en Akron, Ohio (grupo que brinda asesoría a pastores y líderes eclesiales). Lamentablemente no fue posible encontrar información de la realidad que se vive en nuestro país o, mejor aún, en nuestra iglesia. Sin embargo, consideramos la presente estadística, pues es reveladora e ilustra la realidad sobre el tema.
Los momentos con Dios ya los referimos en la recomendación primera. Los pastores voluntarios agregarán el tiempo y el espacio para el trabajo secular. El desafío es mayor. (3) Autor desconocido. Tomado de «www.tubreveespacio.com/reflexiones». Con adaptación del autor. (4) Adaptación del poema «Una vida en imperfecto», Genevievie Hone y Julien Mercure. LAS ESTACIONES DE LA PAREJA. Sal Terrae, 1993, pp. 21-22. (2)
Pastora REVISTA
en Cristo
Jonás Guzmán Leal
H
ablar de Cristo, ¿cuánto no se ha hablado acerca de este personaje emblemático, que para unos es símbolo de indiferencia y desprecio; para otros, de estudio y análisis; y para otros más, de fe y esperanza? Es un personaje de contrastes: mientras unos hablan de amor, gracia y perdón, otros, enarbolados en su bandera, comenten la más vil de las atrocidades; a unos les provoca fe, mientras que a otros odio y desprecio. Sin embargo, Cristo siempre nos sorprende, siempre nos sale al encuentro lleno de vida, dando esperanza y marcando camino hacia una vida de plenitud. Cristo va delante de nosotros, jamás podremos adelantarlo, ni abarcarlo completamente, siempre se nos escapa, se hace escurridizo, pero al mismo tiempo encontradizo. Es el Cristo de los contrastes. Cristo siempre es nuevo, y a pesar de que el hombre no puede comprenderlo, si puede dejarse penetrar por su luz. Tal cual, la luz del alba va penetrando todo hasta abarcarlo por completo y nada se queda sin ser iluminado, así Cristo lo abarca todo con su luz y nada se queda fuera de Él. Nunca será un Cristo ya terminado, por tal razón, los ateos no
Enero - Marzo · 2016
lo consideran, para ellos dejó de ser, no tiene nada nuevo que decir ni que aportar. Tal parece que lo han dejado en la tumba, en aquella tumba sola y fría donde no hay esperanza de resurrección. Un Cristo sin sorpresas, es un Cristo pobre, tanto como para no impresionar ni interesar a nadie, también es un Cristo vacío, sin nada que aportar y mudo, sin nada que decir. Sin embargo, a pesar de que el hombre ha querido empequeñecerlo haciéndolo a la medida de los seres mortales, volviéndooe intrahistórico como uno de nosotros y rebajándolo, Cristo no se ha dejado aprisionar porque es ahistórico, es futuro, todo apunta hacia él porque: Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho (Juan 1:3). Esto quiere decir que tanto el pasado, como el presente, todo apunta hacia el futuro en Cristo, toda vida está determinada en Él, es quien le da sentido a la existencia penetrándolo todo para empujarlo hacia una plenitud en Él. Por ello, Cristo es nuestra esperanza, esperanza que podemos vislumbrar en el horizonte como posibilidad de vida verdadera, penetrante y abarcadora, donde no habrá llanto ni dolor.
Hoy en día vivimos mirando hacia el futuro, corremos con la esperanza de encontrarnos con ese futuro, pisamos el acelerador para que el tiempo no nos gane, no hay tiempo para estar detenidos, lo importante, actualmente, es ver hacia adelante. El pasado no nos interesa, ya no nos seduce ver para atrás, la sociedad se mueve hacia el futuro y eso es lo que importa realmente, no el pasado muerto, inerte. Sin embargo, se nos olvida que el pasado nos pertenece, lo que hoy somos es porque primero hubo un antes, que tuvo su propio legado y luego se convirtió en el eslabón entre aquello que fue y lo que ahora es. Pero no para añorar lo anterior como le sucedió al pueblo de Israel cuando salieron de Egipto y añoraron las ollas de caldo que tenían antes. Esto les impidió ver el futuro prometedor que tenían por delante. Lo importante del pasado radica en que permite que se construya el presente y prepara para recibir el futuro con toda la fuerza esperanzadora que trae en Cristo. Por tanto es conveniente asimilar ese pasado para dejarnos impactar por nuestro presente y recibir de Dios lo que tenga preparado para 19
Es importante dar testimonio en nuestra vida de que caminamos hacia adelante esperanzados...
el futuro: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17). El bautismo, también es un eslabón que une y reconcilia nuestro pasado con nuestro presente y que, al mismo tiempo, nos coloca en el futuro que viene con la fuerza de su nueva vida. Para ser bautizados tuvimos que haber tenido un pasado, pero éste apuntaba hacia el futuro en Cristo quien habiendo venido en carne, abrió esa posibilidad de futuro de vida, de vida plena y una vez reconciliados con Dios por medio de Él, tenemos acceso al Padre, habiéndonos hecho sus hijos. Así nosotros, a pesar que llevamos un pasado a cuestas, se nos ha abierto el futuro en Dios delante de nosotros, por medio de Cristo. Por esto ya no somos determinados por ese pasado que dejó de existir, sino por el futuro que esperamos y que vemos ya en el horizonte: Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu (2 Corintios 3:18). 20
Por todo lo anterior, es importante dar testimonio en nuestra vida de que caminamos hacia adelante esperanzados, así lo escribió el apóstol Pablo: Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras (1 Tesalonicenses 4:13-18).
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