Al borde delacaverna- séptimo número

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Al borde delacaverna *La Revista de Al Borde y Lak-Berna* AÑO II- Nº VII- Bimestral-Septiembre 2018

Fotógrafo invitado:

Facundo Gastón Floria

*Poemas/Ensayos/Cuentos/Autor sobre Autor /Artículo del invitado y más secciones


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Revista en pdf: Al Borde delacaverna Revista Bimestral ISBN: en trámite Directoras, compiladoras, editoras: Liliana Varela y Gladys Cepeda.

El material goza de Derechos reservados. Prohibida su venta y/o reproducción.

Colaboradoras: Luz Ríos Iribarne

Diseño y armado de este número: Liliana Varela albordedelacaverna2017@gmail.com

A modo de presentación: Esta es una revista digital en PDF, pero no busca ser “una revista más”, sólo busca crear lazos de palabras entre distintas sociedades y culturas, traspasar fronteras para que la literatura y el arte en general nos hermanen. Nació sin pretensiones, sólo con el afán de difundirnos entre todos (y a todos), con la idea de “Inundar Internet” entre nosotros, para y por nosotros. “Al borde de la palabra” y “Lak-Berna” así lo pensaron y unieron su esfuerzo para el nacimiento de “Al borde delacaverna”. Espero la disfrutes y colabores con tus textos, con tu lectura, con tu difusión. Esta revista es tuya, no lo olvides.

Liliana Varela y Gladys Cepeda.


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SEPTIEMBRE 2018- contenidos de este mes *Foto de tapa: "Sin título- Facundo Gastón Floria

Facundo Gastón Floria- El fotógrafo

Pág. 4

Poesías del mes Natacha Mell

Pág. 6

Wenceslao Maldonado

Pág. 7

Silvia Crespo

Pág. 8

Amadeo Gravino

Pág. 9

Alberto Ramponelli

Pág. 10

Atahualpa Amaya

Pág. 11

Tomás Sánchez Hidalgo

Pág. 12

Dardo Herrera

Pág. 13

Gladys Cepeda

Pág. 14

Luz Ríos Iribarne

Pág. 15

Emilio Medina Muñoz

Pág. 16

Liliana Varela

Pág. 17

Microcuentos del mes Cristina Larice

Pág. 18

Carla Demark

Pág. 19

Eva Marabotto

Pág. 20

Julio Bepre

Pág. 22

Marta Pizzo

Pág. 23

Carlos Adalberto Fernández

Pág. 24

Manuel Cubero

Pág. 26

Emiliano Almerares

Pág. 28

Ensayos del Bimestre Antonio J. González

Pág. 30

Ensayo 2 Liliana Varela

Pág. 32

Más de Facundo Floria Gacetilla

Pág. 34 Pág. 36


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Nació en Buenos Aires en el equinoccio de la primavera de 1980. Creció, estudió, amó la matemática, la fotografía y la literatura. Dio clases, sacó muchas fotos y escribió tres libros y sigue haciendo todo eso. Ama y se casó con una mujer que es la poesía. Junto a ella y a un gran amigo de ambos, trabaja y construye “Al Filo Ediciones” , una editorial autogestiva , artesanal, independiente y anticapitalista.

*Sin título

* Sin título


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*Sin título Nunca obtuvo un título de nada, pero pasó algunas horas en la Universidad de Buenos Aires, en el Instituto de Educación Superior número 2 y en el Instituto del Profesorado Técnico de la UTN. Trabajó, tuvo y tiene plantas en el patio de su casa, dos perros y dos gatos muy hermosos.

* Sin título


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NATACHA MELL - ArgentinaNO ESTARÁS SOLO Me atraviesan sombras, pesos, oscuridades. No puedo conmigo No puedo

Si algún día parto con vocación de pájaro, Seguiré en los ecos.

¿Quién me rescata en su alegría? Y me convida gotas Me convida ganas

Si algún día fuera caminos y alas tatuada me quedo, fundida en el éter.

Me convida ... Ya no puedo Pero espero renacer a esa luz que siento perdida.

Si algún día vuelo no me iré del todo rondaré las cosas esencia en el tiempo. Un día de golpe cuando no me busques, un papel al paso, un libro, una frase, un color, el aire hablará en presente. Seré miel y agua espuma y tibieza Caricia y aliento Labios que me nombran, y me reconocen.

*Sin título- Facundo Floria


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WENCESLAO MALDONADO

q.e.p.d.

- Uruguay-

VOZ y MEMORIA

VOZ y MEMORIA

1976 – 2011

1976 – 2011

(1)

(2)

Qué palabra

nunca sabré

para decirme muerte y no la muerte

toda la verdad de lo que fue

de cementerios y ataúdes

el momento y la hora y la tortura

de hospitales y accidentes

como no sé lo que hoy

la espantosa sombra de los miedos

desaparece de hambre y bombardeos

ese rincón oscuro

de crueldad de injusticia

que ha borrado los nombres

de sed arrasadora

y que escondió los restos de su violencia

hasta agotar las reservas de la fraternidad

palabra muerte improbable imagen figura hecha añicos desaparecida

*Del libro HIMNOS para una patria soñada

*Sin título- Facundo Floria


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SILVIA MARINA CRESPO ROS -Argentina NOSOTROS

A Carlos Carbone

Peinamos con los dedos de la nostalgia ajadas fotografías juntamos agua de otro sueños juntamos sed de otro país Reconocemos nuestro pie sobre la huella la huella en la geografía del deseo y frente al espejo esta manera de llorar por cada nombre sin cuerpo por cada cuerpo sin nombre.

EL GRITO De las fisuras del cielo de las puertas que no se abrieron nunca de los oídos que se cierran como puertas De los temblores del sueño de las preguntas rendidas ante los hechos nace nuevo y remoto el grito humano

Sin título- - Facundo Floria


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AMADEO GRAVINO - Argentina-

cuando la miro tiembla la noche sobre sus ojos color de tango, mientras la vida como una piba

Una luciérnaga se apagó en su pelo cuando mi beso se durmió en su frente, dulce señora que suave que es el velo

va por las calles silbando tangos

que cubre el rostro sencillo de la gente

loca la luna de tantas vueltas

el sol primero derramó sus destellos

de gran muchacha retorna al barrio

sobre las perlas pequeñas de sus dientes;

y mis hermanos buscan su estrella

los ruiseñores cantaron bajo el cielo

golpeando un truco sobre las mesas mientras que pasa las callecitas van saludando con sus ventanas

los pensamientos sensibles de su mente sueño sus labios de rojo terciopelo

y hasta parece que se alegraran

y los misterios de su continente…

con su presencia simple de tango

las tiernas hadas me brindan su consuelo mientras mi beso retorna hacia su frente

color de tango tiene sus ojos, su carne tiene perfume a tango, sabor a tango tiene su beso, su paso tiene ritmo de tango es como un tango que alguien me dicta para que cante bajo mis manos; es como un tango que alguien me dicta para beberse todo de un tango

Sin título- - Facundo Floria

dulce señora que suave que es el velo que cubre el rostro sencillo de la gente


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ALBERTO RAMPONELLI - Argentina-

q.e.p.d.

FUMATA Entre árboles y edificio se eleva el humo negro de la protesta. Cubiertas quemándose en medio de la avenida dentro de un círculo movedizo

PARAÍSO PERDIDO

de banderas, carteles y caras congestionadas. Se eleva el humo negro, infatigable para que el reclamo se haga visible. Trepa, bien arriba, pero hay un punto donde el cielo

Una momia se empecina en mantenerse viva dentro de mí.

se lo traga.

¿De cuantos faraones dispone

No importa, no es

aún para cumplir

para Dios el mensaje. Los conflictos terrestres se dirimen en la tierra.

este propósito? Viene de la infancia, esa deprimente infancia que nunca se termina de ir.

Sin título- - Facundo Floria


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ATAHUALPA EMMANUEL AMAYA -MéxicoS/T Hoy las balas juegan a rasgar los gritos del silencio. En la calle quedan las sombras de niños jugando a las escondidas. Y la sangre derramada corretea el tiempo. Mientras el tiempo, descansa en la banqueta pensando como diluir las horas. y el payaso ríe con la tristeza al lado. mientras la muerte juega a encontrarse en la vida.

MI PENSAMIENTO Se ha hundido En un tequila Rebajado con mí fe. El cual tomo sorbo a sorbo. Cerca de mí observo con recelo Una imagen: me pide la escriba en la hoja. Mientras me siento en el poema, El espejo me pregunta ¿Qué te pasa? “los ángeles me han ganado, en el póker una sinfonola de sueños” Despreocupados los versos no encuentran la forma de escapar de esa tempestad llamada poesía. Y la adicción de un verso duerme entre prostitutas, mientras encuentro un beso olvidado en la ranura de tus labios. 2 Observo como mis hojas Deletrean la paciencia de un anciano colgado En el fondo de un retrato Mientras camina hacia el fondo de una botella Con forma de viento. Y soy poema olvidado en la orilla De un papel, Mientras los libros gozan su vida.


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TOMAS SANCHEZ HIDALGO -MéxicoTORERO, MUERTO, FRENTE A UN ESPEJO

No funcionan las rosas, estoy muerto estoy avergonzado, en mi lado derecho, demasiado rojo, no funciona la sangre, ningún llanto, el infinito aguarda: tú, rodeado de toros, recién lo ignorabas: anhelan los dioses, pacientes, sumergirse en nuestros miedos.

LatAm Nuestro Señor, que estás en todas partes. Tú, que vives y reinas (eres formidable, ¿verdad?), has tardado: por qué no regalarles, acaso, si sufrieron aquella forma de Ley, sepultados vivos (¿había champán?), castigados sus órganos, o extirpada su luz, intimidados, hasta en su familia, regálales, en suma, el aplauso, el cielo eterno, a modo de retornello, en las celebraciones de la Nación. Todo lo demás está resuelto. Los dientes.


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DARDO HERRERA -Argentina-

q.e.p.d.

MI VIAJE Te quiero contar que viví la vida Yo no guardé nada ¡¡Traté de vivirla!! Aprendí a reírme sin fingir la risa ¡¡Conocí el amor!! Conté las ganancias, también las pérdidas. Yo nunca me fui, yo sigo encendido. Estaré en los fuegos de asados y vinos. En aquel abrazo profundo ¡¡Sentido!! O en aquel fin de año Levantando el brazo con vasos de vino. Búscame contento en una guitarra Con mi amigo El Che junto a la metralla Seguro estaré en una pueblada Cortando las calles con gomas quemadas. Viajaré en el viento, llegaré a los barrios Lucharé en silencio por pan y salarios. ¡¡Vos no me verás!! Estaré a tu lado Te diré al oído ¡¡Sigamos luchando!! Quedaron poemas sobre muchas manos Solté mil palomas de jaulas cerradas Le hablé a los barrotes y aquellos candados Que encierran al hombre por gritar verdades.

Yo nunca me fui, la sigo peleando Estoy en las letras de tu abecedario Vivo en el poema que dejé en tus manos Y allá en tu retina seguiré peleando. Cuando me recuerdes ¡¡Reíte del Dardo!! Recordá locuras, las que disfrutamos No quiero que llores, yo sigo a tu lado Porque sólo mueren los que nunca amaron.

Sin título- - Facundo Floria


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GLADYS CEPEDA -ArgentinaADVERTENCIA a los pocos años solían advertirme sobre ciertas cosas que no es conveniente

DESPOJOS

empezar a explorar el laberinto

“Aquel que se fue ya se levantara un día para reinar nuevamente” Mito de Quetzalcóatl l (México)

ni observar formas desconocidas en espejos que van naciendo ni quitar la materia al silencio porque el exilio cierra puertas y no hay retorno

El pájaro de fuego

ni tener cita con el futuro

atrapa lluvias de cenizas

ya que a sus espaldas carga la muerte

silencio

dejarse seducir

su grito desgarra sombras

por jardines secretos en las alcantarillas pues la miasma es una trampa

vistiendo ojos en llamaradas el horizonte dibuja su esqueleto desgajado entre la penumbra de

al desasosiego

un vuelo solitario

pero el olvido me lleva a tientas

la perforación del sol le construye nidos

sobre un hilo delgado

hurtando al tiempo sueños

que va desprendiendo

en humaredas blancas

el universo

el y otros beben

y el riesgo es apenas una palabra

en aguas sedientas del desierto y se aproximan con el vaivén de sus alas fronterizas al estallido de mañanas insomnes


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LUZ RÍOS IRIBARNE -ArgentinaRENEGACIONES La ropa es una mentira, todos somos desnudos.

En una confusión huracanada de incertidumbre, he volado lejos de mi sombra. Me veía así no en un círculo, sino en un laberinto. Un laberinto de suelos declinados, con paredes espiraladas, arenas mutables. En un mismo sitio se desenterraban viejas urnas, mezcladas con retoños por abrir en la mañana. El mismo Tiresias predecía los ayeres, parado sobre la nostalgia de los días por venir.

Las manos nos cubren torpemente, como si no advirtiéramos que estamos igual de desnudos, frente a la noche del lenguaje. La noche es seductora, porque es sinuosa y confusa, como la vida misma. En la noche, y en la vida, la poesía germina del asfalto, se desgarra de parir versos desde el horror, para que creamos en los eclipses de la noche; para generar la ilusión de que más allá de las sombras, oculta, yace también la belleza...

Me reencontré con mi sombra en uno de esos recodos. Danzaba con la sombra de algo que jamás escribí. Y tras años de reencontrarme, cuando duerme mi voz, vuelve a extraviarse, huyendo tras el recuerdo, de un sueño que jamás vislumbré.

La poesía es un engaño de doble filo. Hace creer al lector, que a pesar del horror, hay maravilla. Hace creer al poeta, que a pesar de lo profundo de su inspiración, puede ocultarse detrás de la metáfora. La poesía es un engaño, pero hay engaños que abrazamos como redención...


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EMILIO MEDINA MUÑOZ -España EL VIAJE.En una décima de segundo,

Estoy aparcando sensaciones,

se hunde un barco de ilusiones...

de tiempos pretéritos vividos.

En un soplo de viento sin canciones,

Felices momentos muy queridos que fueron portadores de canciones.

se acaba la alegría de este mundo. Pasado poblado de ilusiones

¿No resulta irreal que un gesto inmundo, acabe con felices reuniones? Se fue aquella dama con mil dones,

que fueron por tiempo muy sentidos. Carentes de maldad, sin hacer ruidos, despiertan aun mil emociones.

que hacia un sentimiento muy profundo. La vida ya me dio lo mas hermoso. Si ahora me pide su peaje,

Se fue; no está; se la ha llevado...

será por un momento delicioso.

la Tierra se muere en un quejido, al ver la soledad que aquí ha dejado.

Me llevo muy repleto el equipaje, de bellas realidades de la vida, quedando muy contento con mi viaje.

Si es bello el lugar que has ocupado, te ruego que me acojas en tu nido el día que me llamen al estrado.

Sin título- - Facundo Floria


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LILIANA VARELA -ArgentinaSOLEDAD SIN TI "El mundo ha muerto desde que tú has muerto" Carlos Adalberto Fernández *A los amigos que nos dejaron muy pronto

Cómo, de qué forma la primigenia esencia será vida, el manto del molusco será blando el dolor del pecho anclará silencios. No pidan que ostente consuelo que demuestre risa sin alegría, no refrieguen a la cara emociones que jamás volverán a tocar la puerta. Se ha ido, el alma hibernó. No despierten a quién no es bella ni durmiente. No censuren el llanto de quién nada tiene ni arrojen pirita en vacíos senderos. Soy otro el que persigue fantasmas, el que mediúnicamente atrapa el éter, una sombra, la más gris-la más vana... los ajenos ojos de quién los míos llevó.

*Sin título- - Facundo Floria


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microcuentos del mes CRISTINA LARICE -Mar del Plata, Argentina-

LOS TAXIMETREROS

Los taximetreros que transitan la noche, levantan prostitutas arrepentidas, esposas perseguidoras, amantes oscuros, poetas despabilados, asesinos de la confianza, asaltantes de virginidades, personajes por un rato. Los taximetreros, filósofos nocturnos, saben que las historias humanas, son distintas o iguales: en las urbanas penumbras, en las esquinas desdibujadas, bajo las farolas de mercurio, en las asfaltadas caricias, en barrios esfumados o en rincones maravillosos donde el amor late inconscientemente. Ellos saben que la luna enciende la nostalgia y los tragos opacos o las burbujas oxidan la memoria y las virtudes. Ellos que tejen la noche, destejen el silencio, hacen piruetas con las estrellas, a veces son cigüeñas motorizadas que llegan a tiempo con la vida nueva desde el infinito. Otras, son ángeles sin rostro transportando la muerte, que se les sube, sin pedirles permiso ni hacerles señas, en los semáforos violetas del destino Saben de misterios, dramas y aventuras, siempre dan, las palabras justas del consuelo, las palabras esperanzadas del vuelto de la vida a los solitarios en pena

*Sin título- - Facundo Floria


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CARLA DEMARK -Argentina-

EL POZO “¿Sería posible que este mundo nos diera alegría si no estuviéramos refugiados en él?” Franz Kafka.

Creo que moriré pronto en este pozo. Ya no espero que alguien cave hasta acá abajo, ni descubra en el vibrar del asfalto los gritos que destrozan mi garganta. Ya no lo espero. Sí, no puedo negar que hubiese preferido haber nacido afuera. Vivir bajo la ciudad es un verdadero infierno. Uno es como una especie de sombra oculta detrás de la vida, pero a la que nadie jamás ve ni siente. Escucho las bocinas ahogarse en la noche luego de las tormentas. Sé que alguien toca esa bocina, que alguien oirá el galopar de esos relámpagos, y sé que tal vez no lo hará solo. Y yo siempre los oigo solo. Mientras recorro los túneles angostos de esta vieja celda de asfalto y transito una y mil veces la perfecta zeta que dibujan sus líneas, me voy volviendo loco. Tengo las manos llenas de callos a causa de mis vanos intentos de romper el cemento. No sé lo que es comer. No sé lo que es beber. Pero sobrevivo. Ayer los escuché mientas gritaban. Ella lloraba, le reclamaba atención, le pedía que la tuviese en cuenta. Él arrojó una botella que estalló justo arriba de mi cabeza. Luego le exigió que se callara, le dijo que la iba a matar. No siempre comprendo lo que oigo desde acá, pero en el fondo estoy vivo gracias a los de arriba. Sus ruidos, sus gritos, sus estallidos, sus golpes me mantienen en guardia. Espero el sonido suave de un silbido como una prolongación de mi existencia. Por eso estoy tan preocupado. Desde hace ya algunas horas no escucho nada. Ni siquiera el temblor del paso de un camión, ni el lejano chiflido de una sirena. No percibo la explosión prolongada del paso del subterráneo. El sonido de la nada me aterra. Creo que se han ido todos. Me dejaron solo en este pozo.

*De “El Laberinto de los otros” (Dunken 2017) 1)

7).


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EVA MARABOTTO -ArgentinaFRUSTRACIÓN Desde chico Lucho había querido ser muchas cosas. Bombero y policía, como todo pibe. Cajero de supermercados. Vendedor de burbujas en alguna esquina de Buenos Aires. Pero pesó más la tradición familiar y a los 18 nomás su papá le consiguió un puestito en la línea en la que él trabajaba. Empezó en una oficina contando las monedas, pero ni bien lo vieron bien despierto lo pusieron a manejar el interno 24. Enseguida se entusiasmó con aquel trabajo. Era de los que se arrimaba al cordón para permitir que bajase una viejita, pedía un asiento cuando subía una mamá con un bebé y saludaba con un “Buenos días” a cada uno de los pasajeros. Hacía siempre el mismo recorrido entre Wilde y Recoleta, y a fuerza de cortesía y buenas maneras se había hecho su clientela. Acostumbrados a verlo llegar con su sonrisa indeleble, muchos pasajeros dejaban pasar un colectivo para esperar que llegase el interno 24. Para todos Lucho tenía una palabra amable, una anécdota divertida o una frase de aliento. Y no eran pocos los que le respondían con la misma moneda. Hasta que conoció a esa chica. Subía cerca de Constitución, unas 30 cuadras antes del final del recorrido que se hacían eternas porque viajaba en horas pico. Era alta y delgada, con manos finas y cara de muñeca. Lucho pensó que así se imaginaba las princesas cuando era chico. Y trató de apabullarla con su simpatía. Pero ella se mostró inmune. No contestó el saludo y se escabulló hacia el final del colectivo donde esquivó las miradas que él le prodigaba de tanto en tanto. Antes de bajar por la puerta más alejada del chofer apretó el timbre con insistencia y no respondió a la despedida que Lucho le dedicaba a cada pasajero que bajaba. Le mostró idéntica indiferencia cada tarde al hacer el mismo recorrido. Incluso el día de paro en el que sólo ellos dos iban en el vehículo que recorrió raudamente la calle Piedras hasta que el dejar atrás el Sur la convierte en Esmeralda. Ella esquivó los saludos y los comentarios incidentales sobre la huelga y el tiempo. Eligió el último asiento y se bajó intempestivamente con un timbrazo violento. Lucho insistió con paciencia durante varios meses. No podía creer que aquella princesa de sus sueños se resistiese a su simpatía. No estaba acostumbrado a que su buen talante produjese rechazo. Y menos aún a que le pusiesen distancia, como si fuese un simple colectivero. Un día ella viajó con una amiga y de la charla que mantuvieron durante buena parte del viaje él supo que se llamaba Dolores y le decían Lola, y que trabajaba en el área de finanzas de un banco. Por las noches estudiaba Economía en una universidad privada y había jugado alguna vez al hockey en un club de Belgrano. La información le sirvió para buscarle conversación en los días siguientes. En sus diálogos con los demás pasajeros habló de sus ganas de estudiar Economía y de lo bien que su hermana menor jugaba al hockey. Mentiras absolutas ya que para entrar a la universidad tendría que haber dado alguna vez las dos materias que le quedaron del secundario y Marielita en su vida había visto un palo curvo. Pero ni así logró sacarle una palabra.


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Un día ella viajó cargada y al bajar se dejó una carpeta a un costado de su asiento. En cualquier otra ocasión las tapas de cartón con su contenido, precioso o no, hubiesen ido a parar a la oficina de objetos perdidos de la línea. Pero no con Lucho y menos aún si la propietaria era ella. Al día siguiente, ni bien subió al interno, él la llamó con una sonrisa. Le preguntó si había perdido algo y ella aseguró que le faltó una carpeta con información muy valiosa, que podría costarle el puesto. El la sacó de su morral, colgado detrás del asiento y la bella se apuró a hojearla para ver si no faltaba nada. “Me debés un café. Creo que me lo merezco”, le pidió él con su tono más zalamero. Lola lo miró incrédula y no se dignó a contestarle, pero esta vez se acomodó en un asiento de dos en el que se había sentado un joven bien trajeado. Ella miró hacia delante con intención y le estampó un beso en la boca. Aquel viaje se le hizo interminable a Lucho. La princesa y el ejecutivo no dejaron de prodigarse mimos. No era que le molestase que ella tuviese novio, sino que sentía que disfrutaba de hacerlo sufrir y mostrarle su desprecio. Volvió a verla pasados algunos días en una tarde gris. Estaba más linda que nunca pero él ya era inmune a sus encantos. La vio subir altanera y acomodarse siempre en los asientos del fondo. La escuchó hablar por el celular y criticar con su interlocutor el tránsito y la lentitud con la que marchaba el colectivo. Poco después su voz quedó apagada por el fragor de los primeros truenos y él tuvo que prender las luces del coche ya que el cielo se había puesto negro al caer las primeras gotas. A la altura de Avenida Santa Fe avanzaba en medio de una lluvia torrencial. Ella llegó a su parada y se acercó a la puerta de adelante. “¿Podés dejarme en la esquina? ¡Llueve mucho!”, preguntó. El prefirió no mirarla. “Paro en la próxima”, le dijo. No se preocupó por arrimarse al cordón. Le abrió la puerta en mitad de la calle y la vio bajarse y chapotear hasta llegar a la vereda. Por el espejo retrovisor notó que se caía y que al levantarse su linda ropa estaba manchada de barro. Lo saboreó con secreta felicidad. Y la tarde gris se iluminó con la luz de la venganza.

*Sin título- - Facundo Floria


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JULIO BEPRE ArgentinaEL SECRETO Antes de desplomarse pudo entrever el cielo, y a pesar de todo lo sufrido alcanzó a gustar de su belleza, aunque al mismo tiempo lo acometió el sentimiento de sentirse inmensamente solo en el mundo y ya sin fuerzas para continuar sus días. Después perdió la noción de las horas y tirado allí, todo maltrecho como estaba, se refugió en su memoria. Un solo recuerdo acudió a su mente; pudo así contemplar la imagen de cuando era niño: cabellos claros y ondulados, ojos dulces y pardos en un diáfano rostro; se vio además alegre y tierno, distante de todo lo que no fuera sentir e imaginar. Sonrió. Al querer levantarse sufrió un dolor que acentuaba grandemente el peso de su cuerpo. ¿Por qué? ¿Tengo tanta importancia para habérseme atacado así? ¿Qué secreto guardo para que haya tal empeño en violentarme? Logró incorporarse y tambaleándose llegó hasta una fuente cercana. A pesar de que ya era de noche, la luna alumbraba a pleno, y al intentar mojarse el rostro vio sus blancos y ralos cabellos, un rostro flaco y extenuado, amoratado y sanguinolento, y unos ojos hundidos entre grandes hematomas. Volvió a sentir una infinita tristeza pero no pudo llorar. Se refrescó y arrastrando sus pasos pensó perplejo: “¿Habrán sido ellos? Necesito saberlo, debo ya comprobarlo”.

*Sin título- - Facundo Floria


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MARTA PIZZO -ArgentinaEL ÁRBOL EQUIVOCADO El hombre recorrió esperanzado el trecho que lo llevaba a los fondos de su casa. Había plantado el retoño con tantas ansias, que cada año de esperar la cosecha del fruto le resultaba interminable. Tanto más porque en cada ocasión, el árbol parecía no estar dispuesto aún para procurárselo. Pero aquel invierno las ramas habían estado recubiertas de fragantes capullos, que luego dieron paso a los tan anhelados beneficios. Tomó entre sus manos la fruta madura y cortó con un cuchillo un diminuto trozo. Luego, aún embargado por una gran emoción, lo transportó hacia su boca. Al instante sintió el paladar inundado de un sabor ácido, tan agrio que no lo pudo sostener, teniendo que escupir... Pasó su mano por los labios ardientes y maldijo al espécimen mientras clavaba el cuchillo en el vientre de madera. -Es la primera recolección -pensó- y se alejó resignando que los frutos se pudrieran sin acabar de cosecharlos. Así pasaron varios años. En todos los ciclos ocurría la misma fatalidad para el hombre que, ya envejecido, volvía cada cosecha pareciendo haber olvidado la decepción anterior y tornaba a desencantarse. Por fin llegó nuevamente el momento tan deseado. El anciano, con gran dificultad para desplazarse, alzó la vista hacia su enorme árbol observando atónito que éste se hallaba repleto de frutos. Pero existía un gran problema: él ya no podía alcanzarlos. Se quedó extasiado, contemplando su inabordable tesoro. Cuando estaba a punto de volverse envuelto en su resignación, oyó una voz que le decía: -“Has sido paciente conmigo... te concederé el beneficio de mi existencia.” Y dicho esto, vio caer entre sus brazos un hermoso ejemplar. Aún turbado, pero seguro de que esta vez sí probaría de un gustoso manjar, lo trozó con el cuchillo llevándolo a su boca y lo saboreó: -¡Estúpido, cómo te has atrevido a defraudarme todos estos años... estas naranjas son repulsivamente amargas y asquerosas! -“Los frutos más maduros y deliciosos están aquí arriba... ven a buscarlos...” -Bien sabes que no puedo trepar, soy un anciano, me pides algo imposible... -“Tú también... pues has plantado un árbol de limones.”


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CARLOS ADALBERTO FERNÁNDEZ -Argentina-

q.e.p.d.

CASI UNA PAREJA

—De mi baño me piden más papel higiénico—dijo Mabel. Agregó con indulgencia—. Si quiere lo busco yo. —No se moleste, Rubia. Será con bastón, pero todavía puedo caminar —respondió Julián, enderezando la espalda. El traje, viejo pero bien zurcido, bien planchado, todavía le caía bien. Ella lo notó cuando él, al volver, consciente de su mirada, parecía Fred Astaire, bamboleando con elegancia el bastón. —¡Puf! Si eran más de 50 pasos me sentaba en el suelo —Julián le entregó los rollos, mientras respiraba hondo. Mabel entró con los rollos al baño de damas. Salió al momento, recibió la propina de una clienta y se sentó al lado de la mesa, a la entrada del vestíbulo de “Sanitarios”. Mientras tanto él reponía en la mesa jaboncitos, profilácticos y toallitas de papel. —Parece que hoy tenemos un buen sábado, ¿no? —comentó Julián cordial, pero sin alegría en el rostro—. Vino la rubia ¿vio? —Si. Vi. —La suplente, digo —corrigió Julián, al notar la seca expresión de Mabel—. Porque Rubia, la Rubia, la titular, ninguna como Ud. —Siempre que viene me deja buena propina, la zorra —Mabel ya no escuchaba, envuelta en los remolinos del pasado—. “Rubita”, me dice la desconchada, “si quiere verme bailar pídame, que le aviso al dueño que la deje unos minutos. Se va a quedar pasmada, pero lo suyo, en su época, tenía mérito”. Diga que después iba a gritar “esta vieja loca me atacó, no sabe ocupar su lugar, si alguna vez lo tuvo....”, que si no le arranco los postizos. —Yo la ví, Rubia —cuántas noches, cuántas vigilias en la puerta de los baños había repetido esto—. Me temblaban las piernas, se lo juro. Esos giros, ese vaivén de diosa del tango. Me moría. Ésta no le llega a la suela. —Si ¿No?—. De los recodos del cansancio retornó la feminidad en Mabel, luminosa y cálida de recuerdos y orgullos remotos. —Se acuerda, don Julián, casi hacemos pareja —iniciaba ella, una vez más, la evocación. —Cómo olvidarlo. Fue después del desafío: yo con la Valeria y Ud. con uno que...


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—Con el Oriental —recordó ella. Julián siempre olvidaba el nombre de su adversario—. Éramos una buena pareja. —No lo dudo. Pero diga que a la Valeria le faltaba pista, que si no, quién sabe. —Sí, quién sabe. Ahí fue cuando lo pedí a Ud. como pareja suplente. Parecíamos, yo pensaba, uno para el otro. Tome, pruebe estos bombones que robé del bar. —Yo no dormía esperando esa noche. Yo, pareja de la Rubia, quién diría. Quien diría que la desgracia, o ese desgraciado, me iba a dejar sin futuro —pasaban las noches con su evocación ineludible; Julián se consolaba algo con los bombones. —Cuando en esa pelea se mancó –del pié, digo- el tango perdió un gran bailarín y una gran pareja. —¿Lo cree, Rubia? —la pregunta de siempre—. Pero bueno, eso ya pasó. No revivamos el pasado. —¿Y qué otra cosa hacemos cada noche, don Julián? Evocar lo que pudo ser. No, lo que fue, casi —Mabel retiró de la cartera la petaca y se la alcanzó a Julián—. La llené. Viene bien para este frío. Fueron tomando y pasándose la petaca, un rato largo, plácidamente, hasta disolver el pasado en los calores del cuerpo. —Ya podemos cerrar el kiosquito ¿no? —comentó Julián como evaluando—. Ya es la hora y si nos quedamos aquí con este frío... —Tiene razón. Guarde las cosas y espere que caliento el agua para las bolsas y a la camita. —Sí. Su camita nos vendría bien, ¿eh, Rubia? —preguntó Julián, con su mejor sonrisa compradora. —Está medio mimoso, don. Pero bueno, la noche es muy dura para enfrentarla en soledad. Espere que lleno las bolsas. Pero que no vaya yo a sentir una manito por ahí, y que Ud. se disculpe con lo del Parkinson —previno Mabel con tono admonitorio. —Es que sabe, Rubia, hace mucho frío, uno está endurecido... —Si llego a notar algo endurecido lo hecho de la piecita aunque caiga nieve. Y los dos fueron subiendo la escalera, con loable rapidez, cuchicheando y riendo. Abajo uno de unos casuales espectadores los miraba indignado. —Mirá vos esos desechos humanos, van a revolcarse en un remedo lastimoso de sexo. Y están contentos, qué vergüenza. De sólo pensarlo... da asco, che.


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MANUEL CUBERO -EspañaLA PESADILLA Ana, después de recoger unos cartones nuevos y secos, rebuscó entre sus harapos hasta encontrar la tarjeta. Con la vuelta de un roñoso pañuelo limpió la banda magnética para introducirla luego en la ranura de la puerta. Así engañaría, una vez más, al frío que cortaba las noches de aquel crudo invierno. Arrebujada en un rincón, intentaba alejarse de la vista de los transeúntes que, realizadas las últimas compras, apresuraban el paso buscando la generosa calidez del hogar. Con el frío del anochecer se filtraron por las rendijas de su memoria las imágenes de otros tiempos. Tiempos en que su cuerpo, joven y atrevido, conoció momentos felices, momentos abiertos a la sonrisa de una hija y a la mirada de un esposo enamorado. Pero fue ese cuerpo quien, engañado por los placeres que le ofrecía su falsa juventud de eterna apariencia, acabó por conducirla a la mentira de unas promesas plenas de viento. -Rompe con esa rémora, vive tu vida. Recuerda: sólo se vive una vez… -susurró una voz a su oído. Y Ana se dejó arrastrar por el canto de sirena que no ve más allá del placer de un minuto. Ana rompió los lazos del pasado. Ana voló más allá de los sueños y fue feliz, inmensamente feliz. -Cielo. Nunca podré agradecerte el favor que me haces abriéndome los ojos –dijo aquella noche mientras abrazaba apasionadamente a Carlos. -Es lo malo de la vida, Ana. Nos atamos a ella, nos creamos mil obligaciones de todo tipo y no somos capaces de mirar un metro más allá de nuestras narices. -¿Vamos entonces? Y fueron. Y gozaron. Y rieron. Y probaron la miel de todos los sabores que la vida les ofrecía. Y sus cuerpos vivieron, abiertos hasta la extenuación, a cuanto placer pudo y supo ofrecerles el mundo. Y olvidaron el pasado. Durante un tiempo que nadie supo contar, todo fue presente… Ana no supo jamás cómo fue a parar allí. Sólo cuando las brumas dejaron flotar sobre ella algún hilacho de realidad, tomó conciencia de que estaba tumbada sobre un banco en un parque sin nombre de una ciudad sin nombre. Junto a ella, la única persona que podía testimoniar sobre su llegada a aquel lugar, respiraba entrecortadamente. -Se va. Se va –dijo alguien a su lado.


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Y Carlos se fue sin decir nada. Y Ana se quedó. Ana se quedó sola. Después de unos días de hospitalización, se encontró en una calle sin nombre de una ciudad sin nombre. Y ella… ¿acaso ella tenía nombre? -Ana, si necesita algo, no dude en llamar a este teléfono. Allí le podrán prestar ayuda si la necesita… ¿Ana? ¿Sería ella? Si, posiblemente, ella era Ana. Al menos le sonaba aquella palabra como algo familiar. Incluso entre los celajes del recuerdo, creyó oír una voz cálida que le rogaba: -Quédate, Ana. Te necesitamos. Y otra voz: -Mamá… Y una sonrisa infantil se agarró a sus rodillas. Esa sonrisa ¿también se llamaba Ana? Aquellas frases entrecortadas se borraron en unos brevísimos segundos dejando paso, de nuevo, a las brumosas las tinieblas que nublaban su corazón. Caminó en mil y una direcciones, comió no se sabe qué, ni como, ni cuando. Durante días interminables, buscó y rebuscó entre basuras, desprecios y burlas. Todo su caudal de felicidad quedó reducido a aquella tarjeta de plástico en la que lucía esa palabra, odiada y mil veces añorada en los últimos meses: Ana… y dos apellidos que nada decían. La había guardado como un tesoro: el tesoro que le permitía abrir cada noche la puerta de un cajero automático que alargaría una fecha más el martirio de vivir en eterna soledad. Pero aquella noche… Aquella noche, la tarjeta llevaba escrito su último acto. Apenas había comenzado a conciliar un sueño, ligero como el viento, cuando una luz cegó el interior de su refugio. Antes de poder percatarse de lo que sucedía, una llamarada prendió los cartones que protegían su escuálida anatomía mientras la hundían en el doloroso infierno que le abrió, de nuevo, una puerta de esperanza. Todo había terminado. Fuera, unas carcajadas se alejaban de la escena.

*Sin título- - Facundo Floria


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EMILIANO ALMENARES - ArgentinaCHARLA DE MANICOMIO -¿Cómo anda don Napoleón? ¿No lo vio a San Martín? Porque hoy cuando me levanté me agarré la puerta con los dedos. Que manera de putear. Para colmo el Himalaya está cada vez más alto. -¡A San Martín! ¿Está loco usted? Hace como una semana que se fue. Y encima mañana es el día de la raza. -¿Cómo que se fue? ¿a dónde? Si dicen que la parra esta llena de ratas. No puede ser. -Sí, sí. Se fue a Chile. Y si tenemos suerte, a la tarde cantamos el himno. -Y ¿cuándo vuelve? Porque ayer me comí una pizza entera y me agarró un dolor de huevo insoportable. -Ahí sí que me mató. Ni idea. Encima que anda con el caballo medio flojito de papeles. Seguro que no lo dejan entrar. Pero igual, mi primo se casa. Si no es este año será el año que viene. Pero que se casa, se casa. Que mierda. -¡Qué cagada! Nos falta uno para el truco. Y bueno, ¿usted no quiere jugar? Total a lo mejor, Josefina está noche le hace empanadas y nos salvamos todos. -Me encantaría. Pero no puedo sacar la mano de acá. Y por si esto fuera poco tengo un lunar en la espalda. -Dejesé de embromar Napoleón. Con ese asunto de que no puede sacar la mano, no hace nada. Después no se quejes si a la noche caen zoretes de punta. -¿Por qué no le pregunta a Fidel si no se prende? Porque llegado el caso, yo tengo un amigo que tiene una bicicleta de carrera. Y los domingos duerme hasta las doce. Claro se va de joda y después se enoja si el pan está duro. Es un boludo. -Ni me hable del viejo ese. Anda gritando "viva la revolución" por todos lados. Para mi que está loco. Se armó un habano con lechuga y albahaca. Y dice que se están ahogando los submarinos. -Y bueno, si él es feliz. Pero después que no chille si aumenta la merluza. Con la barba que tiene... -Si lo que pasa, que Bush lo anda persiguiendo. Dice que lo va a cagar a palos, si no se deja de romper las pelotas. Y vio como es, culo veo culo quiero. Si te visto no me acuerdo. -¿Por qué no le dice a Ghandi que los calme? Es un viejito re macanudo. El otro día resucitó una alcantarilla. Además cualquier cosa le decimos que mañana es 25 de mayo y todo arreglado. -Noooo, el viejo no quiere saber nada. La última vez que quiso interceder le dijeron por qué mierda se metía y le pegaron una fajada que lo dejaron morboso. Y después Fidel y Bush se fueron lo más contentos, agarrados de la mano y cantando La Farolera. No, si es como yo le digo cuando se te bajan los calzones, no hay santo que te ayude.


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-Y bueno, digalé a Rivadavia que seguro que tiene los cordones desatados. -Otro estúpido. Desde que le trajeron el sillón nuevo, no levanta el culo ni para mear. Yo no sé, se debe pensar que los camiones se inventaron para que la gente coma menos en año nuevo. Le juro que cada vez entiendo menos. Si seguimos así, la semana que viene se nos rompe la amoladora y ahí te quiero ver. Esto es joda, viejo. Esto es joda. -Y Elvis. Ese sí que no moja ni en carnaval. Con decirle que el otro día vino el afilador y muy pelotudo se estaba lustrando los zapatos. Y eso que no se entrena. Si se entrenara, agarrate Catalina que la procesión es larga. No se vaya a creer, eh. -¿Qué Elvis? No me va a decir que se comió semejante sandía usted solo. Y después dicen que bajo el desempleo. Que mierda va a bajar, ¿no vio que los coches modernos van cada vez más rápido? Si las vacas volaran, ordeñala si sos guapo. -Presley, quién va a ser. No le digo que usted no come huevo para que no se le enoje la gallina. -Nooo. Mirá si yo, el mismísimo Carlomagno, el emperador de los romanos, me voy a juntar con ese falopero. Ni en pedo. Prefiero ir a la peluquería. Cambielé usted el agua al canario, si es macho. -Ah bueno, no lo tome a mal, pero a usted no hay poronga que le venga bien. Por qué no se va a jugar al solitario y le dice a sor Juana que se coma una banana. Y si le sobra tiempo digalé a la reina Victoria que ya llegaron las chancletas que me encargó. Pero que se apuré porque mi tío ya se está cansando de peinarse a la gomina. Y después ya sabemos lo que pasa. -Qué quiere que le diga Napoleon. Ya no se puede ni hablar con usted. Cada día está más loco. Si sigue así, lo van a tener que internar. Y ahora, mejor me voy al patio. Capaz que tengo suerte y le encajo unos besos a María Antonieta. -Sí, sí. Vayasé afeminado. Ahora entiendo porque Colón siempre dice que chancho limpio no huele a chiquero. Y claro, si Gardel cada día canta mejor. Así no hay culo que aguante, viejo. -Me voy porque no lo soporto más. Si para las doce no volví, desenchufe la heladera que va a haber luna llena. Y ya sabe lo que pasa cuando hay luna llena: se casa una vieja. -Sí. Vayasé de una vez. Yo estaba lo más pancho analizando las virtudes del pan árabe y tuvo que venir usted a molestar. Y si no encuentra nadie para jugar al truco, metasé las cartas en el ojete. A ver si aprende de una vez por todas, que el río de la plata, no es moco de pavo. -No se vaya a creer. Mi abuela usaba anteojos con graduación 2 y medio y por poco no la mata un colectivo. Pobre vieja. Si me hubieran dicho antes que era la madre de mi madre, no se me hubiera muerto el jilguero. -Usted si que está chiflado, pero chiflado, chiflado, eh. Y yo que pensaba que el chamamé era un invento chino. Y bueno, más se perdió en la guerra. -Ahí sí que estamos de acuerdo. Cuando tiene razón, tiene razón. Nos vemos don Carlomagno. -Como no don Napoleón. Vaya con Dios. Y si no nos vemos, ponemos un foquito de 100. -Ah, bueno. Ahora sí que estamos a mano. Hasta Luego.


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Ensayo del bimestre ANTONIO J. GONZÁLEZ -Argentina-

ROBERTO DÍAZ: UN POETA QUE NOS FALTA Si pensamos que el poeta, en todos sus significados, no se deshace en el olvido ni es polvo esparcido en la tormenta de los días futuros. Si creemos que las huellas que marcan su camino no es barrido por la hojarasca con tanta facilidad. Entonces, accederíamos a la trascendencia de la poesía y los poetas. Tal es la imagen que aparece ante la noticia cruel del fallecimiento de Roberto Díaz, tras uno de esos percances del funcionamiento humano que nos sacude con sus largos brazos de imprevisibilidad y parálisis. Roberto, como todos sus amigos acostumbraban llamarlo, era el entusiasta cultor de la amistad, de la solidaridad y de la carnadura humana que, si repasamos sus poesías, nos revelarían cada uno de sus rasgos más cerca de la simple y llana cotidianidad de los humanos. “Un hombre igual que usted – diría- que casi todos / ni más y menos mortal que los demás, / ni valiente ni cobarde / que sabe que existe un final…” Todo el mundo cabía en él, como es natural en la raíz poética. Va más allá, percibe lo no visible, registra las iluminaciones no habituales. Es, en síntesis, un iluminador de oscuridades. Su canto existencial está en sus libros, en sus palabras, en sus ideas… y allí quedan. Era una forma de vida elegida, amasada con pasión y esfuerzo. La palabra en todas sus expresiones era para él “la” materia viva, la argamasa con la que se podía inventar mundos, miradas, conexiones, pensamientos… A ella le dedicó sus mejores años, desde los primeros libros en la década del ’60. “Epitafio del gris”, “El rocío en la piedra”, “Esta ternura compartida” “El límite del ojo”, “Toda sed y toda fuente”, “Esta memoria que no calla”, “Umbral de otoño, “Viajero de esta agua”… y sus publicaciones fueron mojones donde el escritor descansa de sus fatigas. Les siguieron muchos otros libros publicados hasta estos días. Era infatigable en esa búsqueda de imágenes y confidencias. Para ello buscaba canales diferentes de la comunicación. Fue autor de canciones ciudadanas y además periodista. Fue subdirector y editorialista del diario “La Ciudad” y colaborador de toda publicación independiente. Integró en sus comienzos la redacción de la revista Suburbio, participó del grupo “El pan duro”, y muchas otras aventuras literarias que lo tuvieron como un camino convergente y solidario. Sus poemas, su producción cancionista y sus escritos periodísticos merecieron muchas distinciones y premios en el país y en el exterior.


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Transmitía toda esa carga humanística e intelectual en sus charlas formales e informales, en sus seminarios en la Dirección de Cultura municipal, en su taller literario en Gente de Arte, en cada una de sus presentaciones ante jóvenes o adultos, aspìrantes a escritores o poetas. Nos sigue acompañando su obra. Es un llamado hacia los sentimientos más cotidianos. Los padres, el barrio, los amigos, los seres que aparecen y desparecen a nuestro alrededor. El amor forma parte vertebral de sus poesías. “…esos ojos curiosos de la brisa / que una mujer y un hombre / se despojaron del olvido, / dejaron para siempre su cuajarón de luto / sobre la tierra amanecida.” Pero allí estaban las sombras al acecho… “Ha llegado el invierno / La ciudad despertó sin una manta / sin un fuego encendido. / El viento soplaba su vejez / y un antiguo dolor se derramó en el cielo. / La muerte caminaba muy cerca / oliendo cada cosa, distraída”.

*Sin título- - Facundo Floria


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ensayo 2 LILIANA VARELA -Buenos Aires, Argentina-

Diálogo entre Manuel y María

¿Y escuchando esta y otros cientos de palabras en contra de los gitanos a diario y en la más completa impunidad cómo se le quedaría a usted su cuerpo SERRANO, si fuera gitano? Claro…¿Hablaría bien de los payos o los mandaría a la… ? ESO ES LO QUE HAY, y en todos sitios cuecen habas. Manuel ********************************** Querido Manuel: Soy de piel morena y hablo el inglés con marcado acento castellano. He experimentado ser miembro de la minoría. Un ejemplo: Fui a preguntar a la maestra de kinder cómo estaba mi hija. Yo sabía que ella leía y además tenía una letra bellísima (es toda una artista). Me dijo que como toda niña latina ella no conocía las letras ni podía funcionar en la clase, pensaba que tendría que repetir el grado. Fue mi marido con los trabajos de la niña en la mano... y la maestra se puso colorada al ver que mi marido, que también era maestro, le demostraba que la niña estaba en nivel superior al kinder. Cuando tomó su primer examen estandarizado salió en el 99% y siempre se mantuvo cuatro años sobre el nivel. Manuel entiendo muy bien lo que dices, pero el por qué nosotros volteamos y hacemos lo mismo con otros, no lo sé. María.


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Este diálogo sería una simple conversación informal si no fuese por su contenido tan actual y lamentablemente cierto. Un español de ascendencia directamente Gitana -residente en España- y una peruana viviendo en USA son dos claros ejemplos de la "discriminación". "marginación" o llamémosle piadosamente "el precio de pertenecer a una etnia o cultura diferente" (el cual suena mejor al tratamiento del tema). Día a día nos hallamos sometidos a interrelacionarnos con sujetos pertenecientes a múltiples culturas: la sociedad nos lo impone. Entonces por qué no hacerlo. Buscamos adaptarnos al medio que nos es ajeno y algunos logran hacerlo mejor que otros, otra fracción prefiere mantenerse reacia al cambio y una minoría es "marginada hacia un costado" por no haber podido "adaptarse al medio social imperante". Darwin traduciría nuestras palabras explicándonos que solo se trata de la "ley de supervivencia”, "de adaptación del más fuerte", de "dominio del poderoso”. Quizás podríamos argumentar que el problema no es físico ni evolutivo ya que se trata de un problema cultural más que biológico, de una mera y sencilla "desadaptación al medio social que nos toca vivir". En esa lucha constante y diaria por querer adaptarnos muchas veces nos "imponen nuevos cánones" que nos servirán para ser "uno más de una masa uniforme dominante", y quizás nosotros mismos sin quererlo llegamos a sentirnos "culpables" de los "desórdenes sociológicos que nos automarginan de la sociedad en la que vivimos" . Muchas veces, entonces buscamos erradicar ciertos valores que nos son propios pero no compartidos por el medio en el cual nos desenvolvemos (cambiamos el color de nuestro cabello, perfeccionamos el nuevo acento que adquirimos, nos vestimos de determinada forma y omitimos hacer pública determinada parte de nuestra herencia) todo ello en aras de ser parte de una masa social a la cual queremos pertenecer --y a la cual cuestionamos.

http://weblogs.clarin.com/sudaquia/ http://www.discriminacion.org


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*Sin tĂ­tulo- - Facundo Floria


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*Sin tĂ­tulo- - Facundo Floria


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GACETILLA DE EVENTOS/CONCURSOS/INFO VARIAS

“Extranjera a la Intemperie”

“Café Montserrat”

2º Lunes de cada mes

1º y 3º viernes de cada mes 19.45 hs

Bar Lavalle 1693-CABA 18.00 hs

Encuentro Antonio Aliberti San José 524- CABA

Conducen: Susana Cattaneo

María Amelia Díaz

A cargo: Luis Raúl Calvo- Amadeo Gravino y colaboradores Música: Pako Rizzo

“Al filo de la palabra” Coordinan Gabriela Yocco -Daniel Adrian Castelao Gorlami Bar Cultural/ Balcarce 971-CABA

“BELISAMA” 4º Sábado de cada mes- 18 hs INAUGURA 28 ABRIL Medrano 152- Bar The Rozz- CABA Conducen:

Liliana Varela Patricia Ortiz


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Generación Abierta Por AM 1010 "Onda Latina” Conducción: Luis Raúl Calvo, Nora Patricia Nardo, en Artes Visuales Adriana Gaspar. MARTES A LAS 19 HS http://www.am1010ondalatina.com.ar


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https://www.facebook.com/groups/PALABRASALSOL/


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Nota: La Gacetilla se halla en construcción. Si desean aportar datos sobre eventos, radios, talleres, etc. envíen mail a:

albordedelacaverna2017@gmail.com

*Sin Título Facundo Floria


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¡Y llegamos al Séptimo número! Con esta edición seguimos transitando nuestro segundo año de vida, lo que nos alegra sobremanera. Nuestra única finalidad: Difundirnos entre todos, inundar internet con nuestras letras, nuestro arte, aquello que queremos mostrar al mundo. Nos falta ampliar mucho…pero tenemos la ayuda de todos. Liliana Varela y Gladys Cepeda


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