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MONUMENTO NAPOLEÓNICO
Napoleón Bonaparte se encargó de llevar el nombre de Francia a la trascendencia de Europa en la era post revolucionaria, conquistando, guerreando y regresando a su patria como un héroe imperial. Pero, a pesar de sus delirios imperialistas y el culto a sí mismo, Bonaparte fue un líder militar que se enorgulleció de sus soldados y buscaba recompensarlos de alguna forma u otra tras la batalla. En 1805, tras la famosa batalla de Austerlitz, Napoleón decretó la construcción del Arco del triunfo en París, arco que, como prometió a sus tropas, marcaría su retorno a casa como héroes de guerra.
“Regresarán a casa bajo arcos triunfales” prometió el conquistador francés, y aunque la construcción del enorme arco que marcaría la entrada a la ciudad del emperador y su ejército, la construcción de este no sería concluida hasta tres décadas más tarde. Previamente el rey Luis XV había considerado la construcción de un monumento en la misma ubicación, siendo este algo ajeno a las conquistas francesas y la gloria de las mismas, sino algo más acorde a la vida monárquica y sus delirios extravagantes: un enorme elefante que escupiría agua desde su trompa a modo de fuente.
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