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COLECCIÓN INVALUABLE
Una vez establecido el palacio de Louvre como un museo, este se vio nutrido de obras constantemente y en incremento, siendo principalmente las colecciones privadas de la extinta monarquía y sus nobles, y posteriormente, con las guerras napoleónicas, llegaron obras internacionales a alimentar el palacio, acrecentando la colección de manera sorprendente. El colonialismo traería consigo la llegada de material arqueológico de diversas culturas antiguas, orientales y africanas, destacando el arte árabe y el egipcio como principales contribuciones arqueológicas a la colección parisina.
Por su arte, el contenido referente a bellas artes, además de la belleza arquitectónica que caracteriza al palacio, el museo se llenó de obras renacentistas italianas, destacando su joya la Gioconda, hoy detrás de un cristal antibalas y con una sala dedicada enteramente a su exhibición. Arte pictórico francés, inglés y holandés también reviste las salas del Louvre, mostrando un acervo cultural que data del medievo pasando por el renacimiento, el barroco, el rococó hasta llegar a la era ilustrada.
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El Louvre posee una relevancia cultural que sobresale incluso más allá del ámbito artístico, histórico, arquitectónico y cultural, influenciando incluso a la literatura y a la industria cinematográfica, siendo sede de novelas como el Código da Vinci, y siendo un imán de turismo en múltiples sentidos. La combinación contemporánea de arquitectura renacentista francesa y el arte moderno representado por su ya famosa pirámide de cristal en el exterior, reafirma la trascendencia del Louvre como un museo destinado a permanecer custodiando el arte por muchos años más, justo al corazón de la capital de las artes, París.
La monarquía absoluta en Francia no tiene mejor representante que el mismísimo Rey Sol, Luis XIV, monarca que gobernó por más de 72 años a la cabeza de uno de los reinos más influyentes de Europa, cuya casa real, la Casa de Borbón, aún gobierna naciones hoy en día, en España y Luxemburgo respectivamente. Catalogado como el monarca con más tiempo en el trono de toda la historia humana, Luis XIV ejemplifica a la perfección el reinado de un rey en todos los sentidos de lo absoluto, con un poder que residía en sus propios designios, la conquista a su alcance, y la opulencia y riqueza que solo la corona puede derrochar. Ejemplo de esto es el apogeo del estilo barroco en Francia durante su vida y reinado, siendo el palacio de Versalles, construido por orden suya, el ejemplo perfecto de cuán grande puede ser la opulencia real con un estilo tan cargado como el barroco a su disposición.
Afortunadamente en respuesta a los lujos decorativos y arquitectónicos del Rey Sol, tras su fallecimiento, aparecería un nuevo estilo decorativo y artístico que no solamente marcaría el fin de la era barroca y de la monarquía absolutista orquestada por Luis XIV, sino que daría un respiro a la sociedad aristócrata de la época, otorgándoles una forma de expresión que buscó contrastar con la decoración excesiva del barroco monárquico y expresar emociones más humanas y un sentido más ligero de la ornamentación, con los colores pastel como recurso, las formas ondulantes y temas como el amor, el paisajismo y la mitología como recursos de su storytelling. Así nació, durante la primera mitad del siglo XVIII en Francia, el estilo rococó, la respuesta de la burguesía a los excesos de la corona en la decoración y la arquitectura.