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UN PROYECTO SIN PRECEDENTES
En una época de rivalidad internacional, una especie de guerra fría entre las potencias de Europa, Francia no se quedaba atrás en la innovación cultural, arquitectónica y tecnológica, estando siempre a la vanguardia en el viejo continente, marcando tendencia y posicionándose como el paraíso para las artes, la investigación, y la cultura. De cara a la Exposición Universal de 1890 y el centenario de la Revolución francesa, el gobierno se dispuso a elaborar un proyecto que ejemplifica el orgullo y progreso de la nación, uno que incluyera las más grandes innovaciones tecnológicas en cuanto a estructura, siendo una Torre el punto de partida.
Diversos proyectos se lanzaron para conceptualizar la idea y diseño de lo que sería el próximo gran símbolo de Francia, siendo el diseño actual, conceptualizado por Stephen Sauvestre y construido por el ingeniero Gustave Eiffel, la idea ganadora para exponer la grandeza parisina ante el mundo. La entonces llamada Torre de 300 metros (por su altura original) se comenzó a construir en el Campo Marte junto al río Sena en 1887, terminando de edificar, completamente en hierro pudelado, en 1889, inaugurada con festejos que marcaban la cúspide de París ante el panorama europeo, siendo la estructura más alta del planeta hasta el momento.
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