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Nahia Laiz entre Candilejas

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Crónicas de Cine

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Nahia entre CANDILEJAS

PETER BROOK

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“DADME CUATRO BASTIDORES, CUATRO TABLEROS, DOS ACTORES Y UNA PASIÓN”

Por: NAHIA LAIZ www.nahialaiz.es Instagram:@nahialaiz

Iba a escribir sobre el ruido que hacen los papelitos de los caramelos en el teatro y sobre la importancia de pelarlos antes de que empiece la función, pero se ha muerto Peter Brook.

Para quienes no conozcan su persona, ha sido uno de los directores más influyentes del teatro europeo en el siglo veinte. Revolucionario y contemporáneo como pocos en sus creaciones que abarcan también el cine y la ópera.

No le conocí personalmente y tampoco he visto tantas obras suyas como hubiera querido. Sí conozco bien sus libros que tienen un lugar privilegiado en mi estantería. Recomiendo especialmente su autobiografía “Hilos de Tiempo”, que es una lección de vida, así como su “Espacio Vacío”.

Él hablaba del teatro desde la más pura esencia de este arte: “Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral” De él decía Elia Kazan que hacía los únicos montajes de obras de Shakespeare que no le resultaban aburridos o predecibles.

Bogaba siempre por hacer prevalecer lo esencial y alejarse del teatro ideológico.

Comprometido con la belleza y la mística decía que “ser violento es el colmo de la pereza”.

Creo que su trabajo remueve el espíritu y que en esto ya hay algo de ideológico sin necesidad de ser político, pero ¿qué no lo es?

Si bien, como decía, no le conocí personalmente, tengo cerca gente que sí lo hizo. Y aquí empiezan las preguntas comprometidas: ¿Hay que separar al creador de su obra?

No todas las opiniones personales en torno a su figura son benévolas. El punto a favor siempre es su arte, su innegable capacidad de explorar e innovar, la comunión que lograba con sus obras entre actores y público, pero… ¿quién era Peter Brook en el trato personal? Desde luego no era un hombre “fácil” – sea lo que sea que signifique ser “fácil”. La palabra “fácil” tiene tantas connotaciones como personas hay en el mundo, así que resulta verdaderamente complicado ser “fácil” porque se trataría de adaptarse a cada cual. Lo que es fácil y llevadero para mi porque se adapta perfectamente a mi forma de estar en el mundo, no puede serlo nunca para otra persona porque esa forma de estar sólo la conozco yo. Así cada cual con la suya.

la ópera y del teatro desde los veintidós años no se construye a base de concesiones sino todo lo contrario. No se decir si era más o menos cariñoso, más o menos empático o generoso, pero me atrevo a aventurar que tuvo que resultar siempre y para según quienes, absolutamente retador. Hay que ser muy valiente para ser retador y estar muy disponible a aprender y cambiar para vivir cerca de alguien así. Estos grandes artistas son siempre grandes retos. De ahí su título de “Maestro”.

De nuevo la pregunta: ¿Se debe separar a la persona de su arte? Y una pregunta un poco más allá: ¿Cómo es posible que artistas de alto nivel logren emocionar y conmocionar al mundo de forma casi unánime y resulten verdaderos tiranos con su gente más cercana? ¿Cómo puede hablar de amor alguien incapaz de

sentirlo? ¿Cómo puede condenar la violencia con fiereza a través de su arte alguien violento, por ejemplo, con sus parejas?

La historia está plagada de ejemplos así. El presente también. He visto grandes hombres y mujeres de teatro (y no tan grandes) explorar temas como el amor, la belleza y la paz en escena que son auténticos tiranos en su entorno inmediato.

No se si se debe separar o no, responda cada cual, lo que de verdad no se es cómo puede ocurrir. Tamaña brecha interna… ¿se trata entonces de llenar con el arte y su expresión un vacío propio que el propio artista siente en su vida? A menos amor en la vida, más exploración de este tema en la escena. Quizás.

Ya lo decía el señor Brook: “No proponemos ideas fijas ni mensajes cerrados. Sólo procuramos que el espectador sienta. Y cuando alguien siente, comprende”

A propósito, ¿Qué sentiría Peter Brook – o qué habrá sentido – al oír los papelitos de caramelos ser desenvueltos en plena mitad del primer acto?

Ustedes creen que no, pero se oyen por todo el patio de butacas y nos llega a los actores en escena. Y cuanta mayor cautela, más infernal resulta porque el chirrido que desprenden es eterno. A veces, lo que cuesta, es separar a la persona del público.

Vengan tosidos de casa.

NAHIA LAIZ

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