opinión enrique mario martínez
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llegamos tarde al banquete Frente al agotamiento del modelo industrial occidental y a los pronósticos de una catástrofe ecológica, los países emergentes tienen una nueva oportunidad. Enrique Mario Martínez, una de las voces más acreditadas en temas de desarrollo y tecnología, sugiere cómo aprovecharla: conocernos más y copiar menos de los países centrales. El respeto por la naturaleza y la preocupación por la conservación del ambiente, como tantas y tantas otras ideas comunitarias, ha bajado del mundo central para instalarse en la periferia, muchas veces sin cambio de escala o adaptación a ámbito alguno. En realidad, esta preocupación es fruto de la falta de atención previa sobre la producción para un consumo de rápida obsolescencia como razón de ser de la dinámica del capitalismo. La lluvia ácida, la eutrofización de los arroyos y el calentamiento global son producto de aquel frenesí, pero ahora el problema lo tenemos todos: centro y periferia, pobres y ricos. Este impúdico reclamo de solidaridad global enfrenta a regiones como Latinoamérica al desafío de concretar su desarrollo pendiente en marcos conceptuales nuevos. Marcos que buscan el equilibrio entre una mejor disponibilidad de bienes —y su distribución equitativa— con efectos ambientales diferentes de los que se dieron en el mundo
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central en circunstancias equivalentes. Los problemas actuales no son los mismos que los afrontados allí hace dos o tres décadas con ingresos per cápita equivalentes a los nuestros de hoy. No se trata de focalizar en el aumento de la inversión y la productividad al mayor ritmo posible, socializando los efectos nocivos sobre el ambiente, como hicieron entonces. Se trata, en cambio, de diseñar procesos productivos con, tal vez, menores aumentos relativos de productividad en la actividad principal, pero con una inversión en mejores controles de efluentes, en la minimización de residuos, en las producciones colaterales de bienes que utilicen como materias primas los rechazos o los descartes de la rama principal… y así siguiendo. Es importante entender que tales procesos no se pueden transferir mecánicamente desde el mundo central. Aquí no se trata de remediar daños. La política pública debe prevenirlos y evitarlos.
01.02 Recuperación de materiales: Jorge Carrachino diseña Chorch, un set de lámparas generadas a partir de la reutilización de bolsas plásticas del supermecado. 03 Emblema de la Cooperativa Corre Caminos: desde el barrio de Palermo de la Ciudad de Buenos Aires, se ocupa de la minimización de residuos urbanos. 04 Chorch, modelo Nube.
Pero lo expuesto hasta aquí presenta una excepción, un escenario desgraciadamente muy común, donde el objetivo empresario es diferente: las cadenas de valor que parten de materias primas no renovables y que son implementadas por empresas locales controladas por corporaciones trasnacionales. Su lógica tiene más relación con la lógica extractiva de las minas coloniales de plata y oro, en el sentido que se busca la ganancia máxima, pero transfiriendo a las comunidades locales los efectos colaterales negativos que se produjeran. Para conseguir desempeños equivalentes a los pretendidos en la cultura oficial de estos tiempos, se hará aquí necesaria una regulación estatal inusualmente fuerte, que no sea víctima del clásico chantaje de este tipo de empresas que condicionan su operación a controles ambientales no demasiado rigurosos. Suponiendo una clara toma de conciencia de estas demandas por parte de la dirigencia política, es necesario tener alguna precisión 17