![](https://stories.isu.pub/100156497/images/39_original_file_I0.jpg?crop=455%2C341%2Cx1%2Cy0&originalHeight=341&originalWidth=457&zoom=1&width=720&quality=85%2C50)
6 minute read
El desarrollo del liderazgo
![](https://stories.isu.pub/100156497/images/38_original_file_I0.jpg?width=720&quality=85%2C50)
Por MARÍA FERNANDA VILLAVERDE
Agile Coach Professional. Consultora HR. Gestión del cambio y transformación cultural organizacional.
Liderazgo: el futuro sin mirar por el retrovisor
Advertisement
El 2022 viene marcado por una discusión transversal en todas las organizaciones, como si fuera un dilema shakespeariano. ¿Líder o jefe?.
El mindset cambió y en ese contexto, algunas empresas están pensando o planeando la organización del futuro. Buscan potenciar lo mejor de nuestro talento juntando los dos mundos, con la capacidad de generar resultados en una nueva dinámica de equipos y liderazgos.
Las empresas descubrieron que no necesitan de “niñeras” para saber si sus colaboradores trabajan bien, sino de líderes. Personas que realmente acompañen el desarrollo de sus equipos en un ambiente de autonomía y responsabilidad, con base en la confianza y la colaboración. El control tiene los días contados.
EL NUEVO (VIEJO) LIDERAZGO
La imposición de órdenes y el micromanagement en algunas oficinas y organizaciones eran el común denominador para lograr obtener “buenos” resultados, pero eso ha quedado en el pasado. En la era digital, estos comportamientos son rechazados por los equipos de trabajo que se perfilan cada vez más empáticos, receptivos y colaborativos para ser sostenibles en su desempeño.
Un líder debe tener la capacidad de inspirar y persuadir. Hoy en día, además de evaluar el conocimiento técnico, se evalúa la capacidad de adaptación y competencias socioemocionales. Son aptitudes que permiten orientar al equipo en el logro de sus objetivos corporativos pero también acompañar a cada miembro en sus objetivos personales.
Un líder ya no se posiciona como tal por un modelo de autoridad. Es un referente a seguir que debe guiar y modelar al equipo desde la convicción para lograr los objetivos.
«El liderazgo no es un puesto. El liderazgo es una elección» (Simon Sinek)
El líder se elige y va más allá de cualquier jerarquía. No necesariamente quien ostenta un alto cargo inspira o motiva a los demás a seguirlo. El líder entiende la importancia de su vínculo con los otros, no como quien detenta un lugar de poder
sino como quien goza de la validación de los demás. Tiene la capacidad de ser habilitador y propulsor de las aptitudes de sus equipos, así como de convertirse en catalizador de nuevas soluciones que se alineen a la estrategia del negocio.
¿Y LAS HABILIDADES? En la era digital el liderazgo no se impone. El buen líder es alguien que se conoce bien a sí mismo y se autogestiona, es quien guía para alcanzar resultados. Este cambio ya no es opcional, ni circunstancial, ni impuesto por la pandemia, sino que es un quiebre del paradigma laboral tradicional.
Hoy el liderazgo requiere dominar un nuevo set de competencias y velocidad de respuesta ante la aparición de habilidades emergentes. Las reglas del juego cambiaron y los líderes deben ser empáticos, adaptables y flexibles. Deben poder extraer lo mejor de cada uno de los talentos del equipo e impulsar la innovación en un ambiente inclusivo y diverso. Asimismo, basarse en la honestidad, predicando con el ejemplo y valiéndose de la comunicación fluida para construir relaciones de confianza. Donde hay confianza, hay colaboración sin necesidad de imponerse.
La figura del jefe y del líder es totalmente diferente. El primero obtiene resultados a corto plazo, muchas veces producto del miedo que infunde en sus colaboradores. El segundo, en cambio, actúa de manera sostenible, con coherencia. Genera resultados que se consolidan a largo plazo ya que inspira a los demás desde su posición.
El rol del líder ha cambiado para siempre. El capitán del equipo ya no puede liderar desde la seguridad de su camarote, sino que tendrá que tomar el rol del vigía. Es decir, aquel que tiene la visión delante de sí y, a partir de esa experiencia, orientar a su equipo a generar acciones específicas.
Debe poder desempeñarse como habilitador del trabajo de los demás, como un estratega que mira desde arriba la organización sin desatender a sus colaboradores. Un líder debe conseguir el equilibrio entre los sistemas de trabajo, haciéndolos sustentables. Y debe fungir como un nexo entre negocio, cultura y equipos, en un contexto donde la realidad pasó a ser más híbrida y digital que nunca. MUNDO LÍQUIDO | LÍDERES QUE GARANTICEN SUSTENTABILIDAD En la post pandemia, ya no podemos pensar y actuar de formas lineales porque estamos dentro de un contexto de múltiples variables, que afecta a nuestras vidas personales y de las organizaciones. No hay un plan ni un objetivo, sino que son múltiples y se establecen a diario.
La pandemia nos mostró que no distingue entre reyes y mendigos, que la estabilidad que sentíamos era eso, una sensación. Y ya no nos alcanza para explicar el contexto. Por esta razón, Jamais Casio, investigador del Institute for the Future, ideó el acrónimo BANI como una nueva forma de explicar las situaciones en las que se ven inmersas hoy las organizaciones. BANI significa “Bien frágil, Ansioso, No lineal, e Incomprensible”.
Para poder afrontar el mundo BANI es vital contar con una estructura organizacional lo suficientemente flexible y comunicada para poder afrontar los problemas diarios. Es por esto que los líderes son considerados bastión de la cultura de la organización frente a equipos que mutan con mayor frecuencia. Deberán apelar a su capacidad para generar nuevos paradigmas que inspiren a sus equipos y los conviertan hacia las lógicas sistémicas imperantes en el mundo empresarial. Siempre con empatía, adaptabilidad y escucha. ¡El líder debe licuarse, y aprender a cambiar de forma en función de un entorno cada vez más incierto!.
El contexto exige nuevas capacidades y el líder, transformado hoy en guía, deberá colectivizar la incertidumbre actual brindando oportunidades a todos los miembros de su equipo. Debe poner sus capacidades al servicio del mismo. En este punto ya no es un vigía, sino un líder llano, líquido, que se conoce a sí mismo y a sus equipos. Utiliza la información que le garantiza su posición estratégica al servicio de la improvisación e innovación. Se basa en las fortalezas individuales y del grupo para garantizar resultados y sustentabilidad.