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El próximo 6 de junio se efectuará en el Perú la segunda vuelta electoral en medio de un clima dramático y polarizado. Para muchos es el proceso electoral más difícil de la historia peruana. Y no les falta razón.

STEVEN LÓPEZ

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PERÚ EN UN MOMENTO CRUCIAL

Pedro Castillo de Perú Libre y Keiko Fujimori de

Fuerza Popular pasaron a la segunda vuelta en la pasada primera vuelta electoral del 11 de abril, un resultado impensado hasta solo unos días antes, el cual colocó a los peruanos en un dilema crucial que, de seguro, marcará el destino del país.

La segunda vuelta pone frente a frente dos visiones para el Estado totalmente opuestas en un momento de grave crisis social, a consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus. Fujimori aboga por la continuidad del modelo económico de libre mercado mientras que Castillo plantea un giro hacia el comunismo marxista, algo que los peruanos miran con pavor a la luz de la experiencia de Venezuela.

La actual Carta Magna es un punto sobre el que ambos tienen posturas también muy diferentes. Castillo aboga por una Asamblea Constituyente para reemplazar la Constitución que, a su parecer, no ha podido resolver las desigualdades, mientras que Keiko Fujimori es defensora del actual ordenamiento jurídico.

La crisis de Venezuela ha afectado de algún modo a los peruanos, porque su territorio alberga desde hace unos cinco años a más de un millón de refugiados venezolanos, muchos de los cuales viven en situación de extrema pobreza, agravada por la pandemia.

La experiencia comunista en el país caribeño aterra a un buen sector de los peruanos, sobre todo a las clases más acomodadas que ven el peligro de una “venezolización” del país, debido a las propuestas políticas de Castillo que habla de expropiaciones, nueva Constitución y su definición política como marxista y leninista.

Por si fuera poco, ambos candidatos afrontan serias denuncias: Fujimori está denunciada por corrupción y lavado de activos y estuvo tres veces con prisión preventiva; su padre, Alberto Fujimori, presidente del Perú 1990-2000 fue condenado a 25 años de carcelería, acusado por dos matan-

La segunda vuelta pone frente a frente dos visiones para el Estado totalmente opuestas en un momento de grave crisis social, a consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus. Fujimori aboga por la continuidad del modelo económico de libre mercado mientras que Castillo plantea un giro hacia el comunismo.

zas en la lucha antisubversiva durante su gobierno.

Castillo, por su lado, es acusado de tener vínculos con Sendero Luminoso, el grupo terrorista que desangró al país en la década de los 80 y parte de los 90, y causó cerca de 50 mil muertos. Por si fuera poco, Perú libre, la organización política del candidato, tiene como líder a Vladimir Cerrón, exgobernador de Junín, sentenciado también a cinco años de prisión por el delito de corrupción.

Keiko Fujimori pasa por tercera vez a una segunda vuelta. En el 2016, perdió la presidencia por muy poco margen de votos frente a Pedro Pablo Kuczynski, quien luego tuvo una férrea oposición en el Parlamento dominado por el fujimorismo.

Castillo es un maestro de escuela rural en su natal provincia de Chota, región Cajamarca. En el 2017, fue una de las caras más visibles de la huelga de docentes. Ha estado ligado a la política sindical desde muy joven, aunque no era conocido en Lima. En el 2004 fue candidato a una alcaldía distrital por Perú Posible, el partido del entonces presidente Alejandro Toledo, acusado también de corrupción.

En el Perú, existe un marcado voto antifujimorista que ha inclinado la balanza a favor de los candidatos que enfrentaron a Keiko Fujimori en las dos elecciones pasadas. La misma tendencia parece repetirse en el actual proceso, esta vez a favor de Castillo, pese a los reparos que existe sobre su candidatura.

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